Radio digital ¿para quién?

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Radio digital ¿para quién?

• Aleida Calleja

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entro del sector de la radiodifusión se menciona la inminente decisión para determinar el estándar digital de radio en el país, en el supuesto de que los refrendos administrativos de las concesiones ya vencidas se han refrendado y porque va en camino el programa de transición de emisoras de AM a FM, conocido como radios combo. Sin una difusión amplia de los resultados de las pruebas de distintos estándares que se hicieron en los últimos años, casi todos dan por hecho que se aprobará el estándar In Band On Channel (IBOC, también conocido como HD Radio), de Estados Unidos, la empresa creadora de la tecnología que ha desplegado una intensa estrategia de cabildeo con diversos sectores para que México adopte su tecnología e incluso quitó condiciones como el pago de miles de dólares anuales por parte de las emisoras por el uso de su software para que sea seleccionada. Entre los argumentos que se esgrimen para privilegiar a esta empresa y su tecnología es que tiene como principal ventaja la utilización de las mismas bandas de la radio (AM y FM) para

ofrecer un sonido de alta definición; de esta manera una radio en la banda de AM se escuchará como si fuera de FM, y las de FM con calidad de disco compacto, así como la posibilidad de tener hasta tres o cuatro canales más en una misma frecuencia y la transmisión de imágenes y textos siempre y cuando se cuente con el receptor digital apto para esta tecnología. Todo suena muy bien, sin embargo, la pregunta esencial para que este cambio digital sea tan bueno como lo ofertan, sigue sin contestarse: ¿Cuál es la política pública para hacer de esta transición digital un modelo plural y diverso en la radiodifusión?

Urge una visión de Estado La discusión me remonta a los tiempos de definición sobre la televisión digital donde se puso de relieve la alta definición, la interactividad sumada a los nuevos servicios derivados de la convergencia, entre otros factores; sin tocar temas centrales como la entrada de nuevos jugadores que provean de nuevos contenidos e información plural como estrategia central para combatir la vergonzante concentración mediática que tenemos, incentivos para promover a las televisoras públicas, políticas para que esa convergencia fuera un motor para la educación, la salud y el desarrollo para todos los sectores de la sociedad, especialmente lo más pobres y excluidos; en pocas palabras una visión de Estado que aproveche esta transición tecnológica como oportunidad de desarrollo más allá de la visión mercantil y tecnocrática que hasta ahora tenemos. Lo hemos sostenido desde la Cumbre Mundial de la Sociedad de la Información en 2003, la cuestión es, si el proceso de digitalización, junto con la elección del estándar tecnológico, y el

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marco regulatorio a adoptar, permitirán una democratización de las comunicaciones, con más pluralidad y diversidad de informaciones, voces y opiniones o consolidará y ampliará los procesos de concentración actuales. La adopción de estándares digitales sin una política integral sólo servirá para beneficiar a los mismos de siempre. El gobierno federal bajo las presiones del sector comercial emitió su decreto para que los radiodifusiores en AM obtuvieran frecuencias en FM bajo el pretexto de la digitalización bajo el falaz argumento de que no podrían arribar a la nueva tecnología si se quedaban en la banda de AM, ahora nos dicen que esa banda puede perfectamente utilizar el estándar IBOC con mejor calidad, entonces ¿Para que el cambio? La consecuencia de esa política es que el poco espectro que queda en FM se está repartiendo a los mismos concesionarios, provocando que en las plazas más importantes del país ya no queden frecuencias para nuevas opciones de radio como la pública, comunitaria, cultural o educativa, pues el pastel ya se repartió. ¿Se podrá desarrollar un sistema de radiodifusión que haga compatible el legítimo lucro de los empresarios con la esencia de la radio y la televisión como medios partidarios de la más amplia libertad de expresión e información? Determinar el estándar digital en radio ahora es una decisión precipitada, ya que en la mayor parte de los países aún no se lleva a cabo debido a la falta de perspectivas comerciales, tecnológicas y políticas firmes al respecto. En febrero, Noruega anunció que la definición del estándar en radio será hasta


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Moisés Pablo/Cuartoscuro

Nuestro problema es contar con sistema de radiodifusión que hemos volcado hacia lo comercial con fines de lucro, que debemos reequilibrar ofreciendo posibilidades al surgimiento de medios públicos, comunitarios e incluso más medios comerciales independientes. Por todo lo expuesto, se afirma que la definición ahora del estándar sería precipitado; como ya escribió Gabriel Sosa Plata, la organización estadunidense Prometheus que apoya al sector social de la radio asegura que IBOC tiene varios problemas: se trata de un monopolio (iBiquity) en la provisión de la tecnología (si un radiodifusor no lo tiene está fuera del “juego”), refuerza la concentración de frecuencias en pocas manos, la cobertura digital aún no

l i s i s

¿Qué impacto puede tener la digitalización en nuestra realidad? Mucho. Al ahorrar uso de espectro, lo hace menos “finito”. En plazas con problemas de acceso para nuevos operadores y competidores, en capitales y áreas metropolitanas y con una alta concentración de medios en pocas manos, este avance tecnológico podría abrir espacios para una mayor diversidad de voces e imágenes u obtener el resultado opuesto. No se trata de quitar concesiones de frecuencias a quienes ya las utilizan: el espectro puede aprovecharse mejor para que entren más emisoras y contenidos. Esta variable importante para transformar esta “posibilidad” en una “oportunidad”, tiene relación con la adopción del padrón o estándar tecnológico que se adopte. Al respecto, una nueva normatividad en la materia permitiría que entren otros operadores para ampliar la competencia, en lugar de ver o escuchar a los mismos de siempre pero con mejor definición. ¿Se podrá desarrollar un sistema de radiodifusión que haga compatible el legítimo lucro de los empresarios con la esencia de la radio y la televisión como medios partidarios de la más amplia libertad de expresión e información? ¿La ampliación de señales será para tener cuatro canales con más de los mismos enlatados extranjeros o podrán incluirse espacios para la producción local y nacional, para medios comunitarios y medios públicos? ¿Para qué queremos la digitalización? ¿Cuáles son los objetivos pensando en el desarrollo económico y social de nuestros países y en nuestra democracia? ¿Cómo garantizamos que haya mayor diversidad cultural a partir de este cambio? ¿Cómo lograr que la digitalización se convierta en una ampliación y fortalecimiento de la libertad de expresión e información y no en lo contrario? y más específicamente: ¿qué sistema de radiodifusión queremos y para qué? y ¿cuáles problemas o debilidades pueden ayudar a superar la digitalización?

El problema no es lograr sólo una mejor calidad con mayor definición para aquéllos que puedan comprar los aparatos. Los problemas que tenemos por resolver son la concentración de medios, que ofrece discursos, informaciones y perspectivas únicas, y su correlato; la falta de diversidad cultural y de medios y una menor pluralidad de fuentes y protagonistas. Nuestro problema es contar con sistemas de radiodifusión más abiertos, ya que los actuales se han volcado hacia lo comercial con fines de lucro, que debemos re-equilibrar ofreciendo posibilidades al surgimiento de medios públicos, comunitarios e incluso más medios comerciales independientes, de alcance local o regional. El desafío es construir un sistema de radiodifusión más plural, diverso y democrático. La digitalización debe ser vista como una oportunidad para corregir los errores en la construcción de este sistema. Necesitamos más competencia y mayor producción de contenidos locales y nacionales, con su impacto en la creación de más puestos de trabajo y el desarrollo de diversos sectores de nuestra industria cultural.

Aná

Gabriel Sosa Plata

La tecnología al servicio de todos

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2017, pues aún no hay claridad acerca de cómo todos los sectores en conjunto podrán hacer esta transición, especialmente para el sector sin fines de lucro que incluye a los medios sociales, pues conllevará altas sumas de inversión. En este sentido, las preguntas son cómo hará la autoridad para que los medios sin fines lucrativos como el público y el comunitario arriben a ese cambio tecnológico, cuáles serán los apoyos y los incentivos, ya que de otra manera desaparecerán, pues no tendrán capacidad económica para invertir miles de dólares en instalar esa nueva tecnología, asfixiando lo poco que existe de pluralidad; de igual manera qué política habrá para que el grueso de la población adquiera los equipos receptores, los cuales son carísimos. La adopción del estándar no es suficiente, existen otros aspectos a considerarse y que son centrales, como la adopción del marco regulatorio y el modelo y las políticas públicas adoptadas de transición, desde lo analógico a lo digital, y su relación con los aspectos industriales y comerciales.

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iguala a la analógica, hay todavía interferencias entre una emisora que opera en analógico y digital; el gobierno no impone a los radiodifusores nuevas obligaciones de carácter coercitivo ni de programación pese a que lucran más con el espectro al tener más canales y los receptores son aún muy caros. La existencia de políticas públicas activas por parte del Estado aparece como una necesidad urgente con el fin de preservar el interés general, frente a los intereses corporativos de los grandes grupos económicos multimedia.

La historia muestra que el interés particular de ciertas empresas no siempre corresponde con el interés general de la población. Las definiciones del padrón tecnológico de radio y TV digital, los marcos regulatorios y el modelo de transición deberían tomarse en función de las respuestas que demos a estas preguntas, y no al revés. Y por supuesto, éstas deben responder permitiendo la plena participación de las Universidades, la Sociedad Civil organizada, así como los oyentes y no sólo por parte del gobierno y los empresarios.

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Las decisiones industriales y tecnológicas deberán acompañarse de modificaciones al marco regulatorio y definición de políticas como exigencias de contrapartidas y condiciones de uso que permitan desarrollar a plenitud las potencialidades de la digitalización en un sentido democrático e incluyente, y no sólo por presiones de una parte del sector. aleidda@prodigy.net.mx “TV Digital: principios y propuestas para una transición basada en el interés público”, Intervozes, Brasil, enero 2006.


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