Zócalo 150 La televisión no hace presidentes

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La televisión no hace presidentes

AGOSTO 2012

• Gerson Hernández Mecalco

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E

s falso que la televisión haga presidentes, pero sin el apoyo de los concesionarios y permisionarios, difícilmente alguien podría. Mi opinión no está “justificada” en creencias o dogmas que se pueden leer y escuchar en innumerables posturas de “analistas” y políticos acerca de los poderes de la televisión. En los siguientes cinco puntos explicaré un breve marco teórico desde las ciencias de la comunicación que refutan la idea de que “la televisión hace presidentes”. 1.-Los medios de información no son el factor decisivo de las elecciones. Las herramientas de la comunicación política son sólo un factor de los muchos que influyen en las campañas electorales. Los habitantes de cualquier territorio nos caracterizamos por un conjunto de valores, conocimientos, opiniones, creencias y expectativas que integran nuestra identidad política como ciudadanos, también llamada cultura política. Ante esto, ¿qué rasgos podrían determinar nuestro comportamiento electoral?. La “ideología” partidista, la educación, la familia, la influencia de los medios, la imagen del candidato y las posturas morales. Todos estos factores, denominados marco de referencia, y otros, influyen en nuestra elección al momento de sufragar. 2.-¿Cuál es el efecto de los medios en la población?, ¿se pueden medir los efectos? Las respuestas han sido diversas; los esquemas teóricos se han multiplicado desde el paradigma de H. Lasswell, quien propuso investigar “Who gets?, what?, when?, how?...”; pasando por P. Lazarsfeld y su esquema de los efectos limitados, el esquema de Shannon y Weaver —quizá el más trascendente de toda la historia de la comunicación—, que plantea un “emisor-mensaje (canal)-receptor”; la aguja hipodérmica —amargamente la más usada— para explicar el efecto de los medios, ya que considera que los mensajes son una medicina inyectada en el cuerpo que produce sus efectos, pero sin que el paciente pueda controlar los resultados, hasta las teorías más actuales, como las de la fijación de la agenda (agenda setting) y de la espiral del silencio. 3.-La teoría que ha explicado de mejor manera los efectos de los medios es la agenda setting

que menciona que los medios no pueden decirle a la gente qué debe pensar, pero sí pueden orientarla acerca de los temas en que debe pensar. 4.-En contra de la premisa de los powerfull media, muchos acontecimientos han mostrado la idea de que los medios no tienen tanto poder, que se los sobredimensiona y que han terminado por admitir la capacidad de decisión de la población. Los movimientos políticas han demostrado la capacidad de movilización de la sociedad, aún en circunstancias de mayor opresión. Podemos citar el caso de las “transiciones” en países de América Latina como Chile, Argentina y Brasil. Recientemente en Egipto se suscitó un movimiento contra un dictador. Las “transiciones”, así como muchos otros casos, no se explican por el poder de los medios y/o de las élites políticas, sino —por el contrario— por la capacidad de movilización de la población en contra de los sistemas autoritarios o totalitarios y, colateralmente, en contra de los medios que sólo servían para difundir propaganda de estos gobiernos. Entre estas teorías podemos citar, por ejemplo, la estructuración (Giddens, 2003), que pone en el centro al individuo capaz de reflexionar sobre su propia acción política. 5.-La simpatía de los políticos hacia los medios —hacia la televisión, para ser más precisos— hace que se perciban con poderes más parecidos a una

Peña Nieto niega sobre exposición en los medios.


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