EduNeuro 2016 - 10

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N° 08

EL CEREBRO LEC TOR


Handel Kensen había concluido la lectura del libro “Lenguaje y Habla Personal” de Pedro Ortiz Cabanillas. Entonces le dio vueltas y vueltas a esta expresión: “El cerebro humano como sistema semiótico”. Se dispuso, sin más, a seguir el hilo de sus pensamientos.

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El cerebro como sistema semiótico.

Y concluyó, aunque recién comenzaba:

Cuando la neurociencia habla del “cerebro lector” hace referencia a lo que ocurre en el cerebro de una persona mientras lee.


Sin embargo, el concepto de leer se ha entendido solamente como lectura de letras, sílabas, palabras, oraciones, frases, párrafos, y en sí: todo aquello que dependa de consonantes y vocales.

Es cierto que se leen las palabras, que se leen las sílabas, que se leen los textos en general. Es decir: es cierto que se puede leer el lenguaje escrito textual.

Es cierto que se leen las palabras, que se leen las sílabas, que se leen los textos en general. Es decir: es cierto que se puede leer el lenguaje escrito textual.

Sin embargo, el lenguaje escrito textual no es todo lo que una persona puede leer.

El cerebro humano, en tanto sistema semiótico, está en capacidad de leer varias formas de lenguaje. Veamos un ejemplo.


ÂżSe entiende entonces que leemos mĂĄs que el lenguaje que depende de las letras y las palabras?


Por tanto, una teoría que explique al cerebro humano como un “cerebro lector” debe tener claro todo lo que es factible de ser leído (valga la redundancia: por una persona). Así, y cogiendo un plumón se dispuso a anotar en la pizarra, y a proseguir luego con su discurso.

¿Qué podemos leer? Se puede leer:

Textos Matemáticas Historieta Cine Tiempo Dinero

ensayos cuentos poesías novelas

En ese sentido, necesitamos una teoría del cerebro que explique coherentemente todas estas dimensiones y no solo una de ellas.


La neurociencia contemporánea afirma que existen “áreas” en el cerebro que están implicadas en el proceso de lectura. Se les llama: “áreas del lenguaje”.

Área del lenguaje Broca

Wernicke

A estas “áreas del lenguaje” se les designa con nombres de investigadores importantes en neurología, entre otros: Broca y Wernicke.

Broca

Wernicke

Se dice por ejemplo que el área de Broca está implicado en el habla mientras que el área de Wernicke está implicado en la comprensión. Y que estas dos áreas son principales frente a las otras áreas también existentes (Dejèrine, Exner, Luria, por ejemplo).


Es más, estudios recientes, le han permitido a Stanislas Dehaene proponer la existencia de una nueva área: llamada por él mismo como “Letter Box”, y que nosotros, aquí, por motivos históricos, y siguiendo una sola tradición, llamamos como: “área de Dehaene”.

Stanislas Dehaene Se considera que el hemisferio derecho poco (o nada) aporta al tema del lenguaje.

Un hecho nos resulta resaltante a este nivel: las llamadas “áreas del lenguaje” se encuentran todas en el hemisferio izquierdo del cerebro.


Con todo lo que venimos diciendo, habrá que resumir algunas “inconsistencias” hasta ahora evidenciadas Pedro

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el e a o l r a b n e r so e r c le pe ro. b a e e l r u s e q e c e , c o id rg o su a n e b S , e m : e le o Un sin ue y, q Dos: No se reconoce que el lenguaje es producto de la actividad humana, y por tanto tiene una edad (no mayor a 30 mil años, que es la edad de la sociedad) y, al mismo tiempo, está fuera de las personas (codificada materialmente en papeles físicos o virtuales, y desde antes: en papiros, piedras, telares, hilos, etcétera).


Tres: Se dice que es el hemisferio izquierdo es el hemisferio del lenguaje, cuando en realidad se debe decir que cuando una persona lee, lo hace con todo su cerebro (y con sus manos (como hacen los niños que usan sus dedos para guiarse mientras pasan de línea a línea), con sus ojos, con sus oídos, etcétera). La lectura es un proceso que implica la actividad de todo el cerebro, es decir: es una actividad holocerebral y transcortical.

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Veamos un ejemplo para demostrar esto último. Digamos que vamos a leer un verso. No es difícil imaginar que mientras sucede el proceso de la lectura nuestros ojos se desplazan a lo largo del texto (o de la página).


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¿Ya ve que es cierto que cuando uno lee mueve los ojos?

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Y si se sabe que en el movimiento ocular voluntario (como el que uno realiza cuando sigue un texto) involucra una pequeña área bilateral de la corteza primaria, ¿por qué no se considera a esta área como un área de lenguaje? Corteza primaria responsable movimiento ocular

¿O es que el llamado “cerebro lector” no mueve los ojos cuando lee?

Pareciera que tenemos que replantearnos varias cosas antes de estar en condiciones de respondernos esta pregunta:

¿Qué pasa en el cerebro cuando leemos?


Lo primero que habrá, entonces, que explicarnos es: ¿Qué es la preconciencia?

Y entonces recordó el libro que acababa de leer, y esa su imagen primaria: “El cerebro humano como un sistema semiótico”.

Preconciencia

Diremos que la preconciencia es una estructura del cerebro. Específicamente una estructura de la corteza cerebral (una parte de la corteza cerebral).

neocortex Broca

N° 06

¿Cuántos

cerebros

tenemos ?

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Luego habrá que retomar lo que ya hemos dicho en otro lugar: tenemos dos cerebros: uno paleocortical y otro neocortical. En concreto la preconciencia se ubica entre el paleocortex y el neocortex.

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Wernicke

H.I.

Neocortex

Preconciencia H.D.

Paleocortex


Como se ve, la preconciencia en tanto estructura incluye a todas las llamadas “áreas del cerebro”.

Por otro lado, la preconciencia abarca más que las “áreas del lenguaje” en tanto existe una preconciencia derecha (donde no existen “áreas del lenguaje” según la neurociencia contemporánea) y una preconciencia izquierda (donde, según la neurociencia contemporánea, se encuentran todas las “áreas del lenguaje”).

Broca

Wernicke

Letter Box

Si nuestros planteamientos son correctos, le queda aun mucho a la neurociencia contemporánea por investigar y “descubrir” en el futuro inmediato y mediato. Auguramos que (tal como ha sucedido con el “Letter Box” de Stanislas Dehaene), las nuevas “áreas del lenguaje” se ubicarán en lo que estamos llamando: preconciencia.


De este modo: en el cerebro paleocortical tienen lugar las sensaciones (tanto visuales, como cuando vemos una palabra; como auditivas, como cuando oímos una palabra). Estas sensaciones pasarán por la preconciencia que es la estructura encargada de dotarlas de significado, de tal forma que éstas llegan al cerebro neocortical ya encodificadas en un simbolismo y dan lugar a la experiencia consciente, que por lo mismo, se dice: “depende del lenguaje”.

Digamos que estamos frente a un primer letrero.

AH

A nivel paleocortical vamos a poder identificar los signos, las líneas, vemos que en el letrero existe un contenido pero ese contenido no nos dice nada. Justamente el paso por la preconciencia es lo que le permite a esos signos configurarse como símbolos, es decir: los signos son dotados de una capacidad para significar, para “decir algo”. Finalmente es en el neocortex donde va a tener la experiencia consciente, es decir: vamos a poder decir que “AH” (el contenido del primer letrero) es una “expresión de sorpresa o dolor”, es una “palabra de dos letras”, “no es lo mismo que OH”, entre otras cosas.

AH AH


Veamos ahora qué ocurre cuando vemos un segundo letrero.

A nivel paleocortical vamos a poder identificar claramente el contenido del letrero: las líneas vertical, horizontal, diagonal y curva. Sabemos que hay algo pero no nos dice nada específico. Ahora bien, si no sabemos nada de japonés (una forma de lenguaje), nuestra preconciencia no está estructurada (no ha sido educada, o no ha sido enseñada, o no ha sido configurada) para decodificar y encodificar el japonés, y por tanto no podrá otorgarle al símbolo visto un nivel significante. De este modo, a nivel neocortical no va a ocurrir la experiencia consciente, es decir: vamos a poder decir que existe “algo” escrito en el letrero, pero no vamos a poder decir qué nos dice ese “algo”. En otras palabras: somos incapaces de leer aquello que se nos quiere transmitir.

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Sin embargo, si fuéramos japoneses por ejemplo, o si aprendemos japonés, lo que va a ocurrir es que se va a reestructurar nuestra preconciencia. De este modo: sí se podrá leer el segundo letrero. Entonces, fácilmente se concluirá que ambos letreros nos dicen lo mismo*, solo que en un idioma distinto (usando dos formas diferentes de lenguaje).

AH * Nota: este símbolo japonés es un equivalente (en castellano) al: “AH”.


Por tanto, no existen “áreas del lenguaje”, sino que existe una estructura cerebral (cortical) que le permite al cerebro constituirse en un órgano con capacidad de leer (semiótico) que en el contexto de la educación de una persona le permitirá acceder a la comprensión de los textos, la matemática, lo gráfico (historieta, por ejemplo; o el cine, que es lo gráfico en movimiento), el dinero, y el tiempo.

De este modo se perdió, nuestro personaje, en un largo vaivén de posteriores cavilaciones.


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