Zoom - número cincoseis

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mayo 09

n Ăş m e ro c i n c o s e i s

Imagen de portada:

Zoom, de Antonio Chumillas


La vanguardia de la humanidad, revolución tecnológica y pensamiento científico, imagina el presente intentando explotar sus máximas posibilidades. Aunque los cambios se sucedan de manera continua, el ideal del progreso hace que pensemos la historia como una evolución de origen desfavorable y final culminante, acelerando nuestra temporalidad para llegar cuanto antes a la meta -la actual obsesión por el presente, es una obsesión por el futuro que oculta un deseo de eternidad. Como Dylan y Koolhaas han dicho, quien no nade a favor de la corriente terminará ahogado por ella; pero la imagen del surfista no podrá perpetuarse como modelo porque se enfrenta a una paradoja: una aceleración superficial a la vez que un estancamiento de la historia y de lo nuevo. Apoteosis de la memoria, el reciclaje, el vintage, el ready made. Democracia, tecnología e información diluyen los valores asociados al talento y la experiencia, permitiendo que una gran minoría alcance un aceptable nivel de competencia arquitectónica. Como la profesión de arquitecto es demasiado lenta para seguir el ritmo de la civilización actual, se hacen edificios más y más rápido; producimos muchos edificios, pero cada vez es más difícil producir edificios de importancia arquitectural. En este contexto, la progresiva pérdida de autonomía disciplinar implica, al igual que en el mundo del arte, una contaminación de la arquitectura por otras disciplinas, que es positiva siempre que no conlleve una ausencia de sí misma, desembocando en una realidad híper-conceptualizada donde la idea es mucho más importante que la materialización. Así, provocar para nosotros antes, era pensar y hacer una publicación sin imágenes y sin asociación de alumnos; ahora, sin financiación y (para algunos) sin finalidad. ¡Fantástico!. Una obra que excluye toda utilidad práctica y esperemos que os guste, porque hacemos un número doble para llevar a cabo lo que siempre hemos deseado: ante el exceso de planificación y autoridad, buscar sitios que escapen a ellas; huir de los convencionalismos, pensar con intensidad, hacer las cosas bien.

Andrés Carretero

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REFERENCIA CATASTRAL 5815613UM5151F0001GJ LOCALIZACIÓN Paseo Arco de Ladrillo, 16 – Valladolid 47007 LÍMITES: Norte.- Casa de la India, galerías y patios traseros c/ Puente Colgante. Este.- pso/ Arco de Ladrillo. Paso de vía peatonal subterráneo. paso elevado para vehículos. Arco de Ladrillo Sur.- trazado ferroviario. tapia continua de cierre. polideportivo Gregorio Fernández. Pistas deportivas Oeste.- c/ de la India. vía de coexistencia. USOS ACTUALES Suelos sin edificar, obras de urbanización y jardinería. Sup. total: 9.192 m2 Zona Oeste.- Aparcamiento de vehículos. O.R.A zona verde. Disuasorio. 196 plazas. Zona Este.- Camino pavimentado hacia pso/ Arco de ladrillo. Espacio reservado para jardinería. Sin acondicionar. Elementos de interés que se conservan: Restos del antiguo arbolado. 2 ejemplares de coníferas: pino (1) y cedro (2). Galerías traseras en corredor de las edificaciones de c/ Puente Colgante. Verja y puerta de acceso al solar desde pso/ Arco de Ladrillo. PREEXISTENCIAS Orígen como zona de cultivo y labranza S.XIX Finca privada. Edificaciones: chalet residencial (dentro de zona actual de aparcamiento) y casa para el guarda (junto al camino). Presencia importante de masa de arbolado. S.XX Chalet utilizado por Falange al finalizar la Guerra Civil. Instalación de las dependencias del Auxilio Social. Adquirido por el constructor Valentín Rubio. Alquiler para establecimiento en él de la Guardería Infantil Arco de Ladrillo. Cierre definitivo de la guardería en 1987. Casa del Guarda reutilizada como residencia del portero de la guardería, encargado también del mantenimiento del jardín y el arbolado. 199_ Demolición del antiguo chalet y la casa del guarda. Vallado y precinto del solar para evitar la acumulación de basura y el acceso continuado por parte de indigentes y toxicómanos. PROPUESTAS RECIENTES 1991. Plan de intervención del Ayuntamiento Conversión de la finca en zona dotacional escolar. Instituto de enseñanza media. Conservación del antiguo chalet y demolición de la casa del guarda. (cancelado) Conservación de un antiguo chalet de ladrillo anexo (actual casa de la India) para establecimiento de un centro de la tercera edad. (cancelado) Ubicación de instalaciones deportivas en la zona Sur. Cesión de terrenos en la zona Oeste para construcción de bloques de viviendas. Apertura de calle peatonal (actual c/ de la India) para comunicar con c/ puente colgante. 2003. Actuación Casa de la India Rehabilitación del antiguo chalet de ladrillo anexo al solar para ubicar la sede de la Casa de la India en Valladolid. Acondicionamiento de parte del solar (zona Oeste) como aparcamiento de vehículos en superficie. 2009. Plan para nueva sede de la ONCE. (aprobado) Estudio de detalle para futuro establecimiento de la sede de la ONCE (permuta de terrenos entre Ayuntamiento y Entidad, con sede actual en pasaje de la Marquesina). Planificado un edificio de 5000 m2 y tres plantas de garaje subterráneo (300 plazas).

pso/

colgante c/ puente

arco dri de la llo

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Saúl Alonso. Andrés Carretero Nuestro agradecimiento a Isabel Alonso Treceño, antigua directora de la Guardería infantil Arco de Ladrillo.


Glosa del ladrillo 12,5 Kilómetros de perímetro, 16 metros de altura, 1738 años de antigüedad, ése es el ladrillo de la muralla de Roma, malograda por el tiempo del hombre. Discontínuo es ahora su trazado, sus puertas son rotondas infranqueables a pie, su percepción es la de una sucia tapia de una calle vacía. Inhábil y mutilada. Un hombre, superviviente en un rincón de la muralla, es así mismo curtido por la intemperie y por los años. El ladrillo permanece, el hombre muere.

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Glosa del blanco Algo de blanco llega a los ojos, algo del blanco de los maestros, para poder apreciar el blanco de Borromini, algo debe llegar. Sobre lo que debería ser su sepulcro, en San Carlo alle Quattro Fontane, se produce una íntima comprensión, algo que salta entre los siglos, esperando, manteniéndose puro, virginal, que se acopla y enriquece a Roma en uno de sus rincones, límpidamente. Algo de blanco ciega en cada presencia ­contemporánea.

Javier Casas

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Era un hombre joven. Vestía elegantemente, a pesar de que su indumentaria y peinado resultaran, en general, algo relamidos. Tenía un brazo apoyado en una mesa y parecía mirar hacia el exterior de una ventana, pensativo, algo melancólico.

La generalización, cuando se carece de argumentos, resulta del todo perjudicial para quien intenta comprender una obra cuya apariencia ensombrece los fundamentos que la encarnan. La segmentación, cuando divide nuestra concepción de la obra en departamentos estancos, sin vinculación entre si, es igualmente perjudicial para aquel que intenta comprenderla en su totalidad. Parece necesario “modular el sentido” de lo que hablamos, de lo que pensamos, de lo que analizamos…Es entonces cuando nuestra visión de la obra se vuelve crítica. Cerró los ojos. Nadie que lo viese podría saber con certeza qué pasaba por su cabeza en ese momento. El hombre acabó por dormirse, alejándose de los pensamientos de todos aquellos que tenía alrededor, aunque volando al principio a ras de suelo, al nivel del resto.

La arquitectura moderna es un movimiento crítico; esto es, está fundada sobre una crítica de vida, y por lo tanto contiene un gran componente de autocrítica y polémica. Parece coherente que una aproximación a este tema se deba realizar desde una posición alejada de la banalización y la autocomplacencia en el análisis. Soñó con palacios desfasados, con muros inservibles, con plazas envejecidas. Soñó con ciudades antiguas, con edificios pretéritos, con recuerdos de viajes y patios cubiertos de cristal. Casi pudo notar cómo en el difícil vuelo con el que lidiaba en su sueño sus pensamientos se permitían elevarse algo más, ir más allá. Soñó con muros de piedra, con lugares lejanos de reminiscentes columnatas en círculo; sintió que todo su sueño se volvía más enrevesado. Pero su pensamiento no se detuvo; seguía avanzando, cada vez más, sin saber a ciencia cierta dónde se detendría.

La “Arquitectura Nórdica”, como parte inherente del Movimiento Moderno, parece estar más allá de un simple proceso que sigue una secuencia histórica, que parte del ámbito del “nacionalismo romántico” (con el que los arquitectos nórdicos se desprendieron del academicismo del siglo XIX), pasando por un período “clasicista”, hasta alcanzar la modernidad, no sin ciertas dudas,

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incertidumbres e interpretaciones autóctonas. Esto supondría extirpar del análisis uno de los aspectos más sugerentes de este período: la evolución que sufrieron estos arquitectos a la hora de entender y aproximarse al proyecto, el cambio de sensibilidad a la hora de encarar la arquitectura. Soñó con un hombre rico que quiso coronar una catedral con un pináculo, y se lo impedían; soñó con gente que volvía a lo de siempre, soñó con estancias cuadradas y firmes balcones, soñó que había encontrado algo, y entonces el sueño cambió, no de golpe, sino paulatinamente (en su sueño los segundos eran como años), pero cambió.

La transición de un vago neoclasicismo a la absoluta modernidad estuvo ligada a una renacida confianza de los arquitectos en su propia capacidad profesional. Una seguridad que incluía liberarse de la tradición académica y del eclecticismo estilizado del siglo XIX. La educación académica proveyó a los estudiantes de la destreza técnica necesaria para crear una columna de cualquier estilo clásico. Pero habían logrado a su vez la libertad de crear su propio lenguaje y, consecuentemente, el deseo de hacerlo. ¿De que fuentes beben los grandes arquitectos? ¿Dónde se encuentran las trazas de las grandes arquitecturas? ¿Dónde se haya la raíz del leguaje arquitectónico? La piedra desapareció, los balcones parecieron quedar flotando en el aire.

La dialéctica entre la arquitectura existente y una nueva arquitectura que se agrega ha sido un capítulo importante de la modernidad. Dentro del movimiento moderno hay una serie de edificios que pueden ser considerados canónicos, los cuales se ocuparon de extender o ampliar una arquitectura existente. La Ampliación del Ayuntamiento de Gotemburgo (1913-1937) de Gunnar Asplund es un paradigma de esta condición canónica. Soñó con lentas ascensiones, con escaleras etéreas que en su parte superior desaparecían y en su parte inferior se derramaban como agua formando un estanque a sus pies, con lámparas que eran balanzas para medir el Bien y el Mal, con palacios desfasados que ya no lo eran, que no lo serían más.

En 1913 el arquitecto sueco ganó el concurso público de un proyecto que se prolongó en el tiempo más de veinte años, y cuya evolución, modificaciones y devenires fueron a partir de entonces paralelos a la experiencia vital del autor. Asplund era un clásico por convicción y un romántico en esencia. Si

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aprender es adquirir una memoria más allá de la propia biografía, Asplund aprendió en sus viajes a Francia e Italia (1913-1914) tanto el nuevo lenguaje del Movimiento Moderno, como la proporción y mesura clásica, asimilándolos a su propio proceso de creación. Esas experiencias personales supusieron una transición trascendental para el arquitecto. Y Asplund consideró oportuno aplicar lo aprendido a su proyecto. Cuando se despertó era mucho más mayor, llevaba gafas, y se sentía más viejo. Debía de haber pasado mucho tiempo. Se frotó los ojos, se asomó a la ventana, y vio que todo aquello con lo que soñó se había materializado. Era una realidad, presente, irreprochable, como si aquello se tratara, al fin y al cabo, del mejor acto posible tras el esfuerzo de muchos años (o segundos, o minutos, en su sueño). La respuesta final.

El proyecto de Ampliación del Ayuntamiento de Gotemburgo pone de manifiesto la confianza en la elaboración de la idea como medio para conseguir un resultado satisfactorio, así como la certeza de que la producción de la obra arquitectónica precisa una maduración temporal, en la que caben la exploración y la investigación, como condición de un progresivo perfeccionamiento. El hombre supo que después de aquello ya no le quedaba sino desaparecer (alguien le dijo una vez que tenía el corazón débil, y entonces no quiso creerlo).

El proyecto se convierte en verdadera expresión del equilibrio: sin ignorar la tradición, no hace problema de su presencia; es coherente con su momento sin hacer de ello una actitud programática; utiliza la construcción como instrumento arquitectónico, no como exageración de las propias limitaciones. Se fue, con una sonrisa extraña en la boca.

Tal vez por esta misma razón la figura de Asplund se nos presente etérea, difícilmente aprehensible, y sin embargo, sea punto de encuentro de muy diversas actitudes que hallan un lugar común en su arquitectura. Se fue, y nadie que lo viese podría saber con certeza qué pasaba por su cabeza en ese momento, si sentía que había cumplido o no su tarea; si esta tarea sería comprendida en su totalidad por todos, o si se llevaba aún para la tumba algún misterio que nadie llegaría a descifrar. Murió. Su obra no.

56 13 Pablo Bonachía. Roberto Fernández



56 15 Diego RodrĂ­guez


A u t o - c o n s t r u c c i ó n Es evidente que una determinada forma de pensar guarda relación con la manera en que se afronta la vida. Alguien cercano al existencialismo como Heidegger vio que la búsqueda del “sentido del ser” le conducía a una forma concreta de habitar. Durante toda su vida Heidegger mantuvo una vivienda en la ciudad. Era el lugar de la representación, donde los roles sociales y familiares tenían gran presencia. El ambiente le resultaba incomodo, artificial, lleno de convencionalismos que chocaban con su manera de pensar, con su tendencia a buscar la raíz de las cosas por debajo de su apariencia cotidiana. Es en una pequeña cabaña en la Selva Negra donde Heidegger encontró un refugio en los años veinte. En aquella época tanto en el arte como en la política emergían movimientos que pretendían movilizar grandes masas para alcanzar unos u otros objetivos. La historia había demostrado que tan sólo con la fuerza que proporciona la unión se podían conseguir grandes triunfos. En algunos movimientos artísticos se procuraba borrar cualquier rastro de individualidad para sublimar el resultado del conjunto. La sociedad estaba preparada para el hombre sin atributos, masificada. Heidegger huyó de aquella sociedad en una búsqueda por encontrarse a sí mismo. Al comienzo Heidegger cambió su forma de vida con la intención de conseguir un ambiente más adecuado a su actividad intelectual. Más tarde, como fruto de sus reflexiones sobre las experiencias vividas, hizo públicas algunas reflexiones. El título de uno de los artículos, “Construir habitar pensar” indica la importancia que para el filósofo tiene el lugar donde nace su pensamiento. En su discurso, Heidegger descubre la esencia del habitar, estar en la tierra para la experiencia cotidiana del ser humano. Permanecer, estar satisfecho, protegido. Encuentra rastros de estos significados originales en el lenguaje, pero reconoce que con el tiempo han perdido su presencia. Busca en el pasado el origen, el sentido de lo que hacemos en la actualidad.

“La auténtica penuria del habitar descansa en el hecho de que los mortales primero tienen que volver a buscar la esencia del habitar; de que tienen que aprender primero a habitar”.1

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“Pensemos por un momento en una casa de campo en la Selva Negra que un habitar todavía rural construyó hace siglos […]. Ha emplazado la casa en la ladera de la montaña que está a resguardo del viento, entre las praderas, en la cercanía de la fuente. Le ha dejado el tejado de tejas de gran alero, que, con la inclinación adecuada, sostiene el peso de la nieve y, llegando hasta muy abajo, protege las habitaciones contra las largas noches de invierno. No ha olvidado el rincón para la imagen de nuestro Señor, detrás de la mesa comunitaria; ha aviado en la habitación los lugares sagrados para el nacimiento y “el árbol de la muerte”, que así es como se llama allí al ataúd; y así, bajo el tejado, a las distintas edades de la vida les ha


marcado de antemano la impronta de su paso por el tiempo. Un oficio, que ha surgido él mismo del habitar, que necesita además sus instrumentos y sus andamios como cosas, ha construido la casa de campo”. 1 La cabaña de alguna manera ofrece a su habitante protección frente al mundo exterior. La exterioridad es entendida como nociva, es el lugar de la intimidad. En ella el hombre se siente ajeno a lo que sucede fuera. Lo mundano es superficial, imperceptible. Es el lugar del hombre interior, refugio de concentración, de introspección. Los muros de la cabaña son muy débiles, no tienen la fortaleza material de las construcciones de la época, no la necesitan para ofrecer sensación de protección en el interior. Contrariamente a la vivienda urbana, donde para preservar algún grado de intimidad es necesario aislarse con barreras, la cabaña incita al disfrute del entorno. De esta manera la persona que habita el refugio siente la posibilidad de expandirse sin alterar su comportamiento. Invita a la introspección sin limitarse al interior, a descubrir el ser en su totalidad.

“No es aislamiento, es soledad… La soledad tiene el peculiar y original poder de no aislarnos sino de proyectar toda nuestra existencia hacia fuera, hacia la vasta proximidad de la presencia de todas las cosas”.2 De este episodio en la vida de un filósofo no merece tener mucha transcendencia las características de la cabaña ni su emplazamiento, pues no pretende más que ser escenario de unas vivencias personales, no transmisibles. Numerosos arquitectos han construido residencias, en muchos casos para ellos mismos, con una actitud similar. El caso de Heidegger es curioso porque a pesar de que en su disciplina es rigurosamente abstracto, difícilmente inteligible, cuando reflexiona sobre el habitar abandona cualquier dogmatismo. Ya no pretende participar en debates públicos, deja el afán didáctico que desarrolla portentosamente en otros terrenos. Al escoger como temas el habitar y el refugio entra en el terreno de lo personal. Entonces las propias vivencias de cada uno, sus aprendizajes, son difícilmente transmisibles y el exceso de elocuencia transmuta la intimidad, la banaliza. Es quizás por ello por lo que cada uno debería elegir sus maestros y sus ejemplos, los que –puede que sin saber el motivo- causen una impresión especial, para en un acto quizás de egoísmo, olvidar por un momento el modo en como uno mismo es visto y el escalón que ocupa o pretende ocupar, para intentar forjarse uno mismo. Por último una imagen; Heidegger abandonando el ruido de las aulas y salas de conferencias, escapando a su refugio. Así, en su intimidad puede que consiga algún pensamiento personal, íntimo, que merezca la pena transmitir. Marcos Vicente 1 Heidegger, Martin; Construir habitar pensar 2 Heidegger, Martin; Paisaje creador; ¿por qué permanecemos en provincia?

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56 18 A n 谩 l i s i s

c o n c e p t u a l

y

t i p o l 贸 g i c o

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d i f e r e n


56 19 t e s

c o n s t r u c c i o n e s

p r i m a r i a s .

P a b l o

A l o n s o


A r q u i t e c t u r a E S T U D I O

E L E M E N TA L

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El proyecto trata de realojar a 100 familias que durante los últimos 30 años habían ocupado ilegalmente un terreno de 0.5 ha. en el centro de Iquique, una ciudad en el desierto chileno. La operación, englobada dentro de un programa específico del Ministerio de Vivienda (MSDsD), permitía construir sólo 30 m2 para cada familia.

Por los condicionantes sociales, el deseo de cada familia era residir en una vivienda aislada, pero dadas las dimensiones del solar, eso era imposible. Existían otras dos opciones: reducir las dimensiones de cada parcela unifamiliar o construir un bloque de viviendas en altura.

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Con sólo 30 m2 para cada familia, lo más desea­ble sería permitir a los beneficiarios de la ayuda estatal, la posibilidad de transformar en el tiempo la mera solución habitacional en una vi­ vienda. En un edificio residencial, las viviendas sólo tenían posibilidad de crecer en el primer y en el último piso. La

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V I V I E N D A S

n e c e s a r i a S O C I A L E S

E N

I Q U I Q U E

( C h i l e )


tipología finalmente adoptada como solución permite lograr una densidad lo suficientemente alta como para poder pagar por un terreno muy bien ubicado en la ciudad; inmerso en la red de oportunidades que la ciudad ofrecía (trabajo, salud, educación, transporte).

La decisión de introducir entre el espacio público (de las calles y pasajes) y el privado (de cada casa), el espacio colectivo: una propiedad común pero de acceso restringido, permite dar lugar a redes sociales, meca­nismo clave para el éxito de entornos frágiles.

Dado que el 50% de los m2 de los conjuntos serán autoconstruidos, el edificio debía ser lo suficientemente poroso para que los crecimien₧-

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tos ocurrieran dentro de su estructura. Se preten­ dió enmarcar (más que controlar) la construcción espontánea a fin de evitar el deterioro del entorno urbano en el tiempo; por otra parte se buscaba facilitar el proceso de ampliación a cada familia. Por último en vez de proyectar una casa pequeña, se opta por proyectar una vivienda de clase media de la cual se entregaba (dados los recursos dis­ponibles) sólo una parte. En ese sentido, las partes difíciles de la casa (baños, cocina, escaleras y muros medianeros) están diseñadas para el estado final (una vez ampliada la vivienda). En resumen, cuando sólo hay dinero para hacer la mitad, la pregunta es qué mitad se hace. Este proyecto opta por ha­ cerse cargo de aquella mitad que individualmente nunca podrían logran las familias por mucho tiempo, esfuerzo o dinero que inviertan. Esta es la manera en la que el estudio Elemental intenta contribuir con herramientas propias de la arquitectura a una pregunta no arquitectónica: ¿cómo superar la pobreza?

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Conchy Pérez I n f o r m a c i ó n

o b t e n i d a

e n :

w w w. e l e m e n t a l c h i l e . c l


56 23 “Averiguamos también que quizás escribimos porque algunas cosas sólo podemos pensarlas mientras las hacemos”. Javier Marías


Ref u g i o o s o b re e l h a ce r co n l as m a n o s . En su cabaña rústica Marc-Antoine Laugier detecta el origen de la arquitectura. Hay en ello algo primigenio que no se le escapa a la intuición del abate francés, aunque apenas insista en ello. No me refiero a la anticipación de los componentes del orden arquitectónico -columnas, entablamento y frontón- sino a la singularidad de lo que está “hecho con nuestras manos”. La cabaña es un artefacto, el hombre no busca ya abrigo en un agujero en las rocas. La cabaña es una creación humana, independiente de la naturaleza, aunque dependa de ella, en su disposición, materiales, etc. En su ejercicio adaptativo el ser humano comienza a idear su propio mundo material, inmerso en un Edén hostil, necesitado de seguridad e identificado con su proyecto más elemental, conseguir una vida mejor, dar comodidad a los suyos. Este origen útil de la arquitectura se contrapone con el fundamento conmemorativo que orienta la arquitectura hacia el monumento, inseparable del culto a los muertos y de lo que en el mundo del hombre hay de misterio. Algo que vincula la arquitectura al mito y a una poética simbólica distante de lo cotidiano, aunque enraizada en sus trabajos y en sus días. Hoy la imaginación del consumo facilita que se nos antoje todo uno y plantea una convivencia en exceso simple de lo misterioso con lo cotidiano, al amparo de los tinglados del ocio. No quiero, sin embargo, abandonar el ámbito del construir como arte útil, al servicio del habitar. Un ámbito donde la arquitectura mínima del refugio presenta un doble atractivo. En primer lugar su carácter esencial, de renuncia a todo aquello que es prescindible, paradigma de una vida austera, disciplinada y contemplativa. No es la celda del cartujo, inserta en su monasterio, sino la cabaña aislada en la Selva Negra del filósofo del ser y del tiempo, la construcción elemental que buscan Le Corbusier en Cap Martin con su “petite cabanon”, su choza, y Aalto en su “casita” de Muuratsalo, junto al lago. El refugio como retiro del ruidoso mundo urbano, como espacio radical para descansar, trabajar, pensar... El atractivo de estas arquitecturas tiene hoy un amplio eco en la literatura. Esta esencialidad puede hacerse más compleja, como ocurría en el Ocotillo Camp de F. Ll. Wright, en el desierto de Arizona, auto-construido por el maestro y su gente en 1927. Aparece así la segunda circunstancia que me interesa, la del estar “hecho con nuestras manos”. El refugio arraiga en un saber hacer sustantivo cuyo resultado es una construcción dotada de sentido.

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Es algo que en la actualidad encontramos, sobre todo, en los campos de la pobreza urbana: la autoconstrucción dirigida por la necesidad y por la ausencia de recursos. Ya no son casitas o chozas, sino simples chabolas que componen barrios enteros denominados bidonvilles, ranchos, favelas o villas miseria. Muchos son los relatos sobre estas estructuras urbanas, fracaso de nuestra civilización en las ciudades del tercer mundo. Es lo que hace el sociólogo Mike Davis en “Planet of Slums”, destacar la magnitud del “desastre urbano” que hoy también penetra en el segundo mundo: un catálogo de fracasos institucionales, de miseria acumulada, de riesgos


sociales y ambientales bañados en el cinismo de las administraciones locales y de los organismos internacionales. Un producto colateral del capitalismo global. Sin embargo cada favela, cada rancho o fraccionamiento, compone hoy un espacio urbano concreto, con identidad específica, en algunos casos con el arraigo consolidado de décadas de existencia y mejoras. Lo que muchos denominan “ciudad informal” es en realidad un espacio urbano inserto plenamente en la vida de la ciudad real. Su singularidad es que estamos ante algo auto-construido, con un amplio abanico de situaciones tanto física como socialmente. Mi limitada experiencia en Caracas o en algunas ciudades de México me permite señalar que detrás de las dificultades y riesgos que encierran estos barrios, detectamos en ellos esfuerzos constantes de sus habitantes por crear urbanidad. En coyunturas diferentes, con o sin el “apoyo oficial”, hay un trabajo de construcción de espacios públicos concretos que demuestra un ideario de comunidad paralelo a la lucha de los movimientos sociales locales. Generalizando situaciones muy dispares he comprobado que en torno a las escuelas, el equipamiento público más básico, en los bordes y junto a los sistemas de acceso públicos, que se van mejorando, se consolidan con el tiempo funciones urbanas más complejas acompañadas de actividad comercial, por acumulación de acciones espontáneas y minúsculas. No se ha destacado lo suficiente que el sustrato de esta urbanidad, arraigada en la construcción progresiva de un sentido de comunidad que dota de identidad a cada barrio, a pesar de la violencia privada e institucional, es la consolidación de un logro básico inicial: la vivienda (auto-construida). Tras veinte o treinta años de levantarse las primeras “casas”, en estos barrios la gente sigue teniendo sus hogares. Lo que en origen es una simple cabaña se hace más complejo. La construcción es progresiva y responde a una lógica adaptativa, que se dispone para su crecimiento en función del emplazamiento inicial: en México la casa se extiende en superficie y en Caracas en altura. En algunos casos los procesos de auto-construcción tienen un soporte casi industrial. En México, por ejemplo, la producción artesanal de paneles de porexpan con armaduras reticulares grapadas a uno o dos lados y de bloques de cemento. A ello se le añaden productos de construcción convencionales. La posibilidad de disponer de espacio, es decir, que desde su origen, la vivienda familiar pueda crecer en función de las necesidades, es clave. Sin embargo, en mi opinión, la identificación profunda que se da entre autor y usuario de la vivienda es determinante para evaluar el arraigo en el barrio. Ello es consecuencia de la permanencia en el tiempo, con la mejora sistemática de la vivienda familiar en un contexto simultáneo de consolidación del entorno urbano. Al lado del orgullo de lo hecho con las propias manos se constata un incremento de valor objetivo del espacio, incluso desde la perspectiva del mercado. En un contexto de pobreza, a veces de pobreza extrema, la auto-construcción ofrece un espacio para la realización personal. Un espacio para la dignidad. Algo que trasciende el fracaso oficial y que puede reorientarlo. Los recursos públicos deben aprender a aplicarse allí donde son de mayor utilidad,

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equipando los barrios, garantizando infraestructuras, haciéndolos más sanos. Pero sobre todo garantizando que el refugio inicial pueda llegar a ser un hogar. Hay una experiencia excepcional en Norteamérica muy poco conocida aquí, denominada por su principal protagonista como “arquitectura de la decencia”. El arquitecto Samuel Mockbee (1944-2001), a partir de 1992 y sin apenas recursos reorienta su trabajo profesional por su interés social y crea el “Rural Studio”(1), un taller en el que con 12 o 15 jóvenes estudiantes de arquitectura, cada año, proyecta y construye casas para los más pobres en los Estados del Sur. En periferias y pueblos de Alabama, Mockbee fomenta una arquitectura atractiva que trata de centrarse en la gente, en recuperar su función social, rehaciendo hogares destartalados, construyendo pequeños equipamientos, pero también introduciendo un método de enseñanza diferente. Los estudiantes de la Escuela de Auburn se inician en un proceso fundado en el “hacer con las propias manos”. Arquitectura de la decencia que materializa la preocupación por la gente, por el usuario, que Mockbee consideraba perdida en la arquitectura contemporánea. El interés del proceso se verifica en la calidad del resultado, con una ingeniosa revisión de arquitecturas vernáculas fundada en un uso conceptual del espacio, del color y de los materiales, muchas veces reciclados. Hoy la iniciativa permanece e incluso ha generado escuela, como se ha comprobado en la reconstrucción de New Orleans tras el Katrina. El refugio auto construido no se sitúa por lo tanto en las antípodas de la arquitectura comprometida, todo lo contrario, interfiere con ella. La voluntad del arquitecto de servir a la sociedad puede exigirle un distanciamiento tanto de las rutinas profesionales como de la vanguardia estilística contemporánea. Constituye un argumento que permite enfocar, por contraste, lo que la sociedad siente, un acercamiento a la gente desde el sentido básico de un hacer al servicio del habitar. Ello no está lejos del pensar y del hacer más creativos y exigentes. Permanece escondido en la máxima medieval: uno sólo puede comprender completamente lo que uno ha hecho. Con intuición sorprendente Richard Sennet(2) nos propone recuperar la figura del artesano como símbolo de unidad entre el pensar y el hacer, como modelo universal de resistencia ante un mundo tecnocratizado. El artesano da cuenta de la íntima conexión que existe entre la mano y la cabeza. Su habilidad consiste en un saber hacer que es productivo, que le vincula a la realidad material, a un mundo de naturaleza y artefactos. La arquitectura no puede prescindir de una reflexión profunda y original de la conexión entre nuestro cuerpo y nuestra mente. En la cabaña primigenia no hay sólo un refugio sino una exigencia, un re-descubrimiento, el de un hacer que da sentido al artefacto.

Juan Luis de las Rivas, arquitecto y profesor de Urbanismo en la Escuela de Arquitectura de Valladolid

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1. ver A. Oppenheimer y T. Hursley, “Rural Studio”, Princeton Architectural Press, New York 2002. 2. Richard Sennet, “The Craftsman”, Yale University Press, New haven & London, 2008.


Ta l l e r e s

de

costura

Si bien la mayoría de los ­arquitectos y estudiantes franceses que he conocido no sienten especial ­entusiasmo por conocer cómo se mantienen en pie las cosas –y supongo que entre muchos de ellos estará extendida la creencia en algo así como la “fuerza de la fe” para que sus proyectos no se caigan– sí tienen, en cambio, cursos profundamente más didácticos y amenos que muchos de los mismos que se imparten en España, donde se nos martiriza a fórmulas matemáticas y brumosas teorías que difícilmente conseguimos interpretar. Quizás sea precisamente la animadversión que nuestros vecinos sienten hacia las fórmulas lo que les lleve a organizar esos entretenidos seminarios, donde los mismos estudiantes son quienes se encargan de proyectar y construir un prototipo de estructura. Y existen cursos para todo tipo de materiales: hay talleres de madera, de acero, de piedra, de hormigón, de plásticos, de estructuras neumáticas y de telas tensadas. Yo pude participar en el último de ellos, y es de esta experiencia de la que me dispongo a hablar.

en

Francia

Nuestro proyecto, una suerte de tienda de campaña e involuntario hiperboloide parabólico en el que como todo buen preciado Erasmus colaboré sumisamente, fue concebido -como el resto de prototipos del taller- trabajando con maquetas, una práctica muy extendida en Francia y, a juzgar por lo que he hablado con otros compañeros de otras nacionalidades, también por toda Europa. Estudiantes de arquitectura españoles: tomen nota. El vago interés que tienen los franceses por las estructuras a veces les conduce a insólitas hipótesis como, por ejemplo, que un prototipo como el de la maqueta de la fotografía pueda llegar a sostenerse (supondremos, claro, que por la “fuerza de la fe”). Sólo la confianza en un profesor sirvió para corregir tan peligroso error. El resultado: un nuevo madero que añadimos al modelo de SketchUp cuando trasladamos todas las dimensiones de la maqueta. Con este programa dibujamos los radios de curvatura principales (aquéllos de mayor y menor longitud de la

56 27 Maqueta de trabajo. El mástil está unido a la tela por un cable y sujeto al suelo por un solo tensor. Falta otro apoyo.

Modelo de SketchUp, corregido ya el error estructural.


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Para obtener la representación matemática de la lona de nuestra maqueta trabajamos con el plug-in Soap Bubble para SketchUp. Desgraciadamente en el mundo real no

La tela una vez retirado el cable provisional. Las fibras de la parte central están relajadas porque no trabajan.

Refuerzo de tela en los perímetros.

malla bidimensional) que son una aproximación de la forma que adquirirá la lona cuando esté tensa. Que estas estructuras se proyecten con esa doble curvatura es porque así la tela puede resistir acciones en todas las direcciones (nieve, ­succión del viento, etc.). Estas­ curvas también han de plantearse en los bordes pues, aunque puedan resultar no muy estéticas para aquellos espíritus refinados, son muy recomendables desde el punto de vista estructural: las tensiones en el perímetro de una tela tensada sin esas curvas serían tan altas que el riesgo de rasgarse sería muy elevado. La concentración de tensiones también existe en los extremos agudos de la tela, donde todas las fuerzas se transmiten a unas pocas y no siempre leales fibras. Por eso en todas esas situaciones es necesario algún refuerzo. Como nuestras cargas de trabajo eran relativamente bajas, se estimó suficiente con trozos de tela adicionales.

todo son hiperboloides y secciones áureas: la perfecta construcción de esa superficie curva resultaría bastante complicada. Por eso hay que recurrir a los patrones; y aquí llegamos al punto más delicado. Cuanta más precisión exista entre los despieces de nuestra tela y la geometría curva del modelo teórico, más se aproximará la lona a una superficie tersa y, por lo tanto, más ­estaremos aprovechando la capacidad resistente del material. Esto, que puede resultar evidente, explica por qué pueden aparecer las arrugas. La mejor aproximación a esa superficie alabeada ideal es mediante trozos de triángulos pegados entre sí o bien mediante cuadrados, como lo representa el propio SketchUp. Nosotros decidimos, en cambio, despiezar la tela en tramos o bandas longitudinales que, si bien es un método menos riguroso, resultaba menos laborioso, ya que así nos ahorrábamos muchas uniones. Estas bandas se dibujaron después sobre la superficie de la tela, donde se añadieron unos márgenes de solapado para que las franjas adyacentes pudieran unirse mediante cinta adhesiva de doble cara. Un error bastante grave hubiera sido dibujar alegremente esas


A continuación se montaron los soportes triangulares fijándolos a los anclajes del suelo para que no deslizaran y atándolos provisionalmente entre sí por medio de un tensor. Luego se extendió la tela, se fijó a todos sus extremos, y se cortó ese cable. La sorpresa –al menos para mí– fue comprobar que una vez retirado ese tirante auxiliar, la tela, que debería haber entrado en tensión, apenas se inmutó. Así que decidimos atirantar aún más los cables laterales, pero la perezosa tela, aunque más tensa, no llegaba ni por asomo a aproximarse a una superficie tersa. Si hubiéramos sido un poco observadores nos habríamos dado cuenta de que lo único que hacíamos tirando de los tensores extremos era inclinar los soportes triangulares para orientar adecuadamente la di­rección del cable que los unía a la tela y que había sido mal dibujado por su responsable en el modelo SketchUp

Estado final de la tela. Las arrugas indican la dirección de las tensiones. En la dirección perpendicular, en cambio, las fibras estás relajadas y, por tanto, pueden combar.

Detalle del modelo SketchUp. El cable de unión entre la lona y el soporte triangular es vertical: así la tela nunca llegará a estar tensa.

bandas sobre la tela sin atender a la disposición de sus fibras. La diferencia entre una tela con las fibras bien orientadas y otra con ellas mal colocadas es la gloria o la ruina. Y si no, que se lo pregunten a los patrones de los veleros.

(véase la imagen). Sin embargo, la tensión que ejercimos sobre los tirantes extremos fue tan elevada que los endebles bulones de las sujeciones superiores empezaron a doblarse peligrosamente, por lo que decidimos abandonar la empresa y dejar a la caprichosa tela que reposara plácidamente. Que ésta finalmente no llegara a tensarse al máximo pudo ser en parte porque no la seguimos estirando más, ante el peligro de que los bulones partieran, y/o que la superficie de la lona, construida con bandas, se desviara excesivamente de la ideal. Las estructuras de telas tensadas, por su evidente relación entre geometría y tensiones, pueden ser un buen inicio para comprender cómo funcionan las estructuras. Y estos talleres de costura, un buen lugar donde olvidar todo el aparato matemático y aplicar la simple y llana intuición. Quizás el sistema docente español también debería tomar nota.

Simón Salvador

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M a re m á g n u m

P r e d i c c i o n e s d e A r t h u r C. C l a r k e , c i e n t í f i c o y e s c r i t o r d e c i e n c i a -

2009. Una bomba atómica es detonada accidentalemnte, sembrando la desolación en una ciudad de Corea del Norte. Tras un debate en la ONU, se destruyen todas las armas nucleares. 2010. Son desarrollados los primeros generadores cuánticos, que permiten la explotación de la energía del espacio. Disponibles en modelos fijos y portátiles, pueden producir electricidad indefinidamente. Las centrales eléctricas comienzan a cerrar; termina la era de las torres de tendido eléctrico. A pesar de las protestas contra un Gobierno que hace de Gran Hermano, la vigilancia electrónica elimina a los criminales profesionales. 2011. Se filma un vídeo en las Islas Marianas del animal vivo más grande nunca visto: un pulpo de 76 metros. Al mismo tiempo, se descubre a las más grandes criaturas cuando el primer robot-sonda logra perforar el hielo norteuropeo. 2012. Aviones aeroespaciales se ponen al servicio comercial. El transporte espacial ha seguido los mismos pasos que el desarrollo de la aeronáutica, aunque a un ritmo más lento. 2013. El príncipe Harry es el primer miembro de la Familia Real británica en ir al espacio 2014. Construcción del Hotel Espacial Hilton mediante reconversión y ensamblaje de los gigantescos tanques de combustible empleados por la lanzadera espacial, que antes se arrojaban a la Tierra. 2015. Como consecuencia de la creación del generador cuántico, se consigue el control de la materia a nivel atómico. El antiguo sueño de la alquimia se hace realidad a una escala comercial. El plomo y el cobre llegan a costar dos veces más que el oro, dada su mayor utilidad. 2016. Desaparecen las monedas. El megavatio/hora se convierte en la unidad de cambio. 2017. 16 de diciembre. En su 100 cumpleaños, Sir Arthur Clarke es uno de los primeros invitados del Hilton Orbital. China celebra por primera vez elecciones parlamentarias. 2018. Sobre el casquete de hielo del Polo Norte impacta un gran meteorito. No hay ninguna pérdida de vida, pero los tsunamis causan daños en Groenlandia y Canadá. Se activa el Proyecto Salvaespacio para identificar y desviar cometas o asteroides peligrosos.

2020. La inteligencia artificial (IA) alcanza el nivel de los seres humanos. A partir de entonces, habrá dos especies inteligentes en la Tierra, y una de ellas comienza a desarrollarse más rápido que la otra, limitada por su constitución biológica. Se lanzan sondas interestelares provistas de IA a las estrellas más cercanas.

2021. Los primeros seres humanos llegan a Marte y descubren sorpresas desagradables.

2023. Se clonan dinosaurios a partir de ADN creado por ordenadores. Se inaugura en Florida el Zoológico Triásico de Walt Disney. A pesar de algunos accidentes durante los primeros meses, los perros guardianes comienzan a ser reemplazados por pequeños raptors. 2024. Se detectan señales infrarrojas provenientes del centro de la Vía Láctea. Está claro que son producto de una civilización avanzada tecnológicamente, pero todos los intentos de descifrarlas fracasan.

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2025. Las investigaciones neurológicas conducen a la comprensión de los sentidos, y se hace posible la entrada directa de estímulos, sin tener que pasar por los órganos sensoriales. Una consecuencia es la creación del braincap, cuyo precursor es el walkman del siglo XX. El que lleve este casco encajado sobre el cráneo puede entrar en un mundo nuevo de experiencias, reales o imaginarias, e incluso fundirse con la mente de otras personas. Además, el braincap es un gran adelanto para los médicos, que lo emplean para


f i c c i ó n . Fu e r o n e n u n c i a d a s p o r p r i m e ra v e z e n T h e C a m b r i d g e C o n f e r e n c e N e t w o r k e n 1 9 9 9 experimentar los síntomas de sus pacientes. También revoluciona la abogacía: con este artilugio resulta imposible mentir. Como el braincap sólo funciona sobre una cabeza rapada, la producción de pelucas pasa a ser una de las principales industrias. 2026. Singapur es el primer país en poner en vigor una ley que castiga la publicidad engañosa. 2030. Habremos contactado con vida inteligente de otros planetas. Puede que el primer mensaje que captemos haya tardado millones de años en llegarnos y pertenezca a una civilización desaparecida. 2036. China supera a Estados Unidos en PIB (Producto Interior Bruto), convirtiéndose en la mayor economía del mundo. 2040. Se pone a punto el Replicador Universal, basado en microtecnología: cualquier objeto puede elaborarse si se cuenta con los materiales necesarios y la matriz adecuada. Es posible crear literalmente diamantes o platos de gourmet a partir de tierra. Como consecuencia, comienza la reducción progresiva de la agricultura y la industria, poniendo fin a ese invento reciente de la Historia humana: el trabajo. Se produce un auge en el arte, la industria del ocio y la educación. Se recrean sociedades de cazadores y recolectores; enormes zonas del planeta, que dejan de utilizarse para la producción de alimentos, recuperan su estado original. Los jóvenes pueden satisfacer sus instintos agresivos empleando arcos y flechas para abatir grandes animales, robots que a menudo resultan peligrosos. 2045. La vivienda totalmente independiente, móvil y con planta de reciclaje propia (concebida casi un siglo antes por Buckminster Fuller), se perfecciona. El carbón necesario para la síntesis de alimento comienza a extraerse del bióxido de carbono de la atmósfera. 2047. Hong Kong celebra sus 50 años de Región Administrativa Especial con la supresión total de las barreras y los controles fronterizos que mantenía con el resto de China. 2050. Fuga de Utopía. Aburridos por la vida poco emocionante de esta era, millones de personas se someten a tratamientos de conservación criógena para emigrar al futuro en busca de aventuras. Se establecen enormes hibernáculos en la Antártida y en las regiones de los polos lunares donde la noche es perpetua. 2051. Comienza la creación de colonias autónomas y robotizadas en la Luna, donde los ancianos viven más tiempo a causa de la baja fuerza de gravedad del satélite.

2057. 4 de octubre. Centenario del Sputnik I. El nacimiento de la era espacial se celebra no sólo en la Tierra, sino en la Luna, Marte, Ganímedes y Titán, así como en estaciones espaciales en la órbita de Venus, Neptuno y Plutón. 2061. Vuelve el cometa Halley; los humanos descienden hasta su núcleo. El descubrimiento de formas de vida, activas y en estado latente, confirma la vieja hipótesis de Hoyle y de Wickramasinghe de que hay vida en todas partes. 2090. Comienza la quema a gran escala de combustible fósil para reponer el bióxido de carbono que se había extraído de la atmósfera. Se produce el recalentamiento del planeta y se aplaza la era glacial. 2095. El desarrollo de un motor espacial, un sistema de propulsión que reacciona contra la estructura del espacio tiempo, transforma a los cohetes en artefactos obsoletos y permite alcanzar velocidades cercanas a la de la luz. Parten los primeros exploradores humanos a sistemas solares cercanos. 2100. Comienza la Historia...

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