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Hungría 1954, el campeón sin corona
from El Clásico
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FOTO:WIKIPEDIA
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En el fútbol se suele decir que el campeón siempre es el mejor y, generalmente, es verdad. Pero hay casos concretos que refutan esta concepción y la campaña de Hungría en el Mundial de Suiza 1954 es el ejemplo más claro de todos.
La Selección de Hungría llegaba a la quinta edición del Mundial como uno de los máximos candidatos a llevarse el título. Los dirigidos por Gusztáv Sebes poseían una racha de 28 partidos invictos y con algunos de los hitos más destacados de la historia del deporte. El primero de todos fue la medalla dorada que consiguieron en los Juegos Olímpicos de Helsinki de 1952. Otro campeonato obtenido por ellos fue la Copa Dr. Gerö en 1953. Pero el hito más recordado ocurrió el 25 de noviembre de 1953, cuando los "Magiares mágicos" destrozaron a Inglaterra en Wembley con un abultado 6-3 en un partido reconocido por la mayoría como el "Partido del Siglo"; por si fuera poco, meses después volverían a ganarles a los ingleses, pero esta vez con un 7-1 en Budapest. El equipo deslumbraba a todo el mundo al realizar un estilo de juego que sería un temprano precedente del fútbol total y estaba compuesto por jugadores que en la época eran lo mejor de lo mejor. Comenzando por el capitán Ferenc Puskás, el más destacado del equipo y uno de los mejores jugadores de la historia del fútbol; a su lado estaba el letal Sándor Kocsis, un cabeceador formidable con 75 goles en 68 partidos con la selección; por detrás de ellos estaba Nándor Hidegkuti, quien fue un pionero en lo que hoy se conoce como “falso nueve”; más atrás aún se encontraba József Bozsik, que pese a su falta de ritmo, fue considerado el mejor centrocampista atacante del mundo; y en la izquierda aparecía un pequeño Zoltán Czibor, considerado uno de los mejores extremos de la historia del fútbol. El “Equipo de oro” clasificó al Mundial 1954 de manera directa porque sus rivales de grupo en el torneo de clasificación, Países Bajos y Polonia, se retiraron. Ya en el Mundial, compartió el grupo 2 con Alemania Federal, Turquía y Corea del Sur.
FOTO :AFP
Cada selección disputaba únicamente dos partidos, ya que se seleccionaba “a dedo” dos cabezas de grupos que no se enfrentaban entre sí. Hungría se enfrentó a Corea del Sur en su debut y despedazó a su rival por 9 goles a 0. Ya en su segundo encuentro se enfrentaron a los teutones y vencieron con un categórico 8-3 para sellar su clasificación, pero no todo fue de color de rosas ya que su referente Puskás sufrió una fractura en el tobillo después de una entrada de Werner Liebrich. En la segunda fase del torneo, eliminaron en cuartos de final a Brasil por 4-2, en lo que fue conocido como la "Batalla de Berna" por la violencia que hubo durante y después del partido, y en semifinales a la vigente campeona del mundo Uruguay por el mismo resultado.
El partido definitorio en el Wankdorf-Stadion, Berna fue ante Alemania Federal, curiosamente la misma selección que dos semanas antes había vapuleado con 8 goles, por lo que muchos ya veían a los húngaros alzando el título mundial. Tanta confianza había que incluyeron a la estrella Puskás a jugar el encuentro pese a no estar bien físicamente. El comienzo fue acorde a lo que se preveía ya que en 8 minutos los húngaros iban 2 goles arriba, pero los alemanes sorprendieron y a los 20 minutos lograron igualar el marcador. El partido siguió con el “Equipo de oro” dominando y llegando, pero siendo incapaz de volver a adelantarse en el resultado, y todo se oscureció cuando, en el minuto 84, Rahn convirtió el tercer gol alemán y selló la remontada ante la incredulidad de los 60 mil espectadores. A Hungría le entraron las prisas para igualar el encuentro y forzar la prórroga, y cuando parecía que la suerte le sonreía con un gol de su capitán, el árbitro lo anuló por fuera de juego. Sonó el silbato y Alemania Federal se coronó campeón del mundo contra todo pronóstico, algo que se vio como un símbolo de la recuperación del país tras la derrota en la Segunda Guerra Mundial. Del otro lado los “Magiares mágicos” , que veían como el título se les escapaba de las manos y perdían de la manera más cruel posible la única posibilidad de coronar una generación que quedará para la eternidad en la memoria de todo el mundo del fútbol.
