AAinteligencia octubre 2011

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INTELIGENCIA ESTRATÉGICA//INTELIGENCIA MILITAR//INTELIGENCIA POLICIAL//INTELIGENCIA ECONÓMICA//INTELIGENCIA COMPETITIVA

inteligencia www.aainteligencia.cl

EN ESTA EDICIÓN: LA DOBLE AGENDA VECINAL DE CHILE Por: Gabriel Gaspar Tapia (Chile)

ISSN 0718-5227-Año 8 –Número 0 – Octubre 2011 -Chile

CIEN AÑOS DE AUSENCIA, NO HAY PUEBLO QUE RESISTA Por: Martha Peñeranda (Bolivia) LAS RELACIONES ARGENTINACHILENAS EN DEFENSA: UNA MIRADA DESDE LA REALIDAD ACTUAL Por: Ricardo Runza (Argentina)

Una mirada a nuestras relaciones vecinales Años Edición Aniversario


Gracias todos, lectores y escritores,

por acompa単arnos durante estos 8 a単os de vida


Staff

Direcci贸n General Andrea Lodeiro E.

Consejo Editorial Luis Marc贸 Rodr铆guez (Chile) Camilo Ricardo Milano (Argentina) Jos茅 Manuel Ugarte (Argentina) Russell G. Swenson (Estados unidos)

www.aainteligencia.cl


Contenidos

Editorial

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CHILE BAJO LA MIRADA VECINAL Por: Andrea Lodeiro E.

Inteligencia Polテュtico Estratテゥgica

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LA DOBLE AGENDA VECINAL DE CHILE Por: Gabriel Gaspar Tapia (Chile)

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CIEN Aテ前S DE AUSENCIA, NO HAY PUEBLO QUE RESISTA Por: Martha Peテアeranda (Bolivia)

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LAS RELACIONES ARGENTINACHILENAS EN DEFENSA: UNA MIRADA DESDE LA REALIDAD ACTUAL Por: Ricardo Runza (Argentina)

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Editorial Chile bajo la mirada vecinal Por: Andrea Lodeiro E.

Esta es una edición especial de AAINTELIGENCIA, que aborda excepcionalmente, la percepción que existe acerca de la política vecinal de Chile. Para quienes se preguntan por qué hablaremos de las relaciones vecinales de Chile y no de la función de Inteligencia , o por qué dedicamos esta edición a Chile en vez de a otro país, voy a hacer una aclaración breve. Durante estos ocho años de ediciones continuadas de la revista AAInteligencia me he enterado con sorpresa que muy pocas personas saben que esta revista es producida en Chile. Una gran mayoría piensa que esta revista es Argentina, otros creen que es peruana y otros tantos que es colombiana.

En segundo lugar, es en este contexto, que aparecen los temores de cruzadas de espionaje entre todos los actores. Las desconfianzas y las perspicacias se han mostrado ya en varios casos: con el espionaje de Iván Velázquez , o el caso Ariza, o el helicóptero que sobrevoló Arequipa o la incursión de soldados bolivianos en territorio chileno. Todas estas situaciones y otras que han ocurrido en el transcurso de la última década, son reflejo de un estado anímico poco favorable para alcanzar acuerdos sobre una visión regional compartida. Pero eso no significa que no se deba avanzar hacia la búsqueda de una fórmula que facilite el entendimiento, basado en la comprensión de las demandas y posiciones que cada actor representa en beneficio de sus pueblos.

Lo cierto, es que no podemos atribuirle una “nacionalidad” a la revista, en tanto escriben aquí autores de toda América y de Europa; pero como cumplimos ocho importantes años de actividad, vamos a hacer una excepción y hablaremos de Chile que es nuestro país de origen.

Es necesario conocer y entender aquellos factores que predisponen nuestras relaciones vecinales, explicarnos el por qué de nuestros desencuentros y buscar los puntos de convergencia, de manera de mejorar las condiciones actuales en beneficio de las personas que habitan estas tierras y no tanto de los gobiernos que son siempre transitorios.

Razones para hablar de Chile y de su política vecinal hay muchas pero quiero destacar dos: En primer lugar, con Perú y Bolivia no se ha logrado establecer un diálogo fructífero que deje atrás la Guerra del Pacífico y permita construir una relación simbiótica sobre los intereses regionales comunes, en tanto que, las relaciones con Argentina parecen estar determinadas por la falta de empatía entre los mandatarios actuales de ambas naciones, por lo que dichas relaciones se aprecian distantes.

Con este propósito quisimos hacer esta edición, y los autores lo han entendido así, brindando apreciaciones honestas y agudas, presentando sólidos argumentos que describen la manera en que son recibidas las señales emitidas por la política exterior de Chile, sobre todo las del último tiempo. Por lo tanto, esta es una visión actualizada, que ofrece un punto de comparación, lo que puede dar paso a corregir algunos errores y afinar los objetivos para avanzar en soluciones de largo plazo. Esperamos que así sea.

Finalmente, quiero dedicar unas líneas, a todas las publicaciones de Inteligencia que existen en la región, especialmente a la Revista “Perspectivas en Inteligencia” de Colombia, cuya versión digital es la Revista Josué, promovida por Ricardo Hernández y a la Revista Inteligenci@ de Perú, a cargo de Alain Zegarra. Se que además hay nuevos proyectos en camino en otros países, lo que nos pone muy contentos, porque de este modo se amplían los debates y se estrechan los lazos entre la comunidad de académicos que nos preocupamos por la promoción de la institucionalización, la profesionalización, el control legislativo y el desarrollo de una cultura de Inteligencia. No es fácil materializar un proyecto de este tipo. La Inteligencia sigue siendo vista con recelo, ya que algunas de sus actividades necesariamente afectan los intereses de otros países. Pero ello no significa que no podamos hablar de Inteligencia, puesto que ahora más que nunca es necesario enfrentar amenazas a la seguridad regional de manera colectiva, fundamentalmente, transparentando nuestros problemas y compartiendo información esencial; ya sea sobre crimen internacional, sobre amenazas hacia las economías, sobre la seguridad energética, sobre la seguridad de las infraestructuras compartidas como las redes que soportan internet, entre muchos otros asuntos de nuestra interdependencia. Por último, gracias a todos los autores que hacen posible nuestra existencia y gracias a Dios, porque no dependemos de financistas.

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La doble agenda vecinal de chile Por: gabriel gaspar tapia (Chile) Ex subsecretario de Guerra, Ministerio de Defensa de Chile. Actualmente, encargado del Programa Coyuntura de la Fundación Chile 21 (www. chile21.cl) Chile tiene claramente dos agendas en sus relaciones vecinales. Una está anclada en la historia, y otra en las nuevas posibilidades que brinda la realidad contemporánea y sobre todo, los desafíos del futuro. La “agenda histórica” es relativamente común a la mayoría de los países de la región. Se conformó en el siglo XIX, en la convulsa fase de la construcción de Estados recientemente liberados del colonialismo ibérico. Varias guerras dirimieron este proceso, que se prolongó hasta el siglo XX. Ello contribuyó a conformar desconfianzas y recelos entre los nacientes Estados. Algunas de ellas persisten hasta la actualidad y limitan severamente el asumir la agenda contemporánea. Por otro lado, varias relaciones bilaterales han logrado superar este severo escollo. La agenda contemporánea, es la agenda normal de cualquier relación bilateral o regional: la basada en la mutua comprensión de las bondades de la cooperación y en la búsqueda de una proyección común en un escenario internacional cada vez más interdependiente y globalizado. La historia reciente de las relaciones vecinales chilenas demuestra que es posible transitar de la desconfianza a la cooperación. Ojo, es posible, nadie dice que sea fácil. Veamos cada caso.

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I. La relación Chile – Argentina. El inicio de la relación bilateral, hace ya 200 años, no pudo ser más auspicioso: una sólida y solidaria relación basada en la común necesidad de erradicar la amenaza colonialista. El proyecto emancipador además permitió la compenetración de buena parte de las elites de ambos lados de la cordillera. Cimentó una alianza militar que no solo forjó el Ejército Libertador formado en Cuyo, sino que además comprendió que debía expulsar al bastión virreynal instalado en Lima. No fue un caso aislado, toda América estaba impregnada de esta filosofía. Pero sirve para mostrar una diferencia sustantiva entre sus nacientes naciones: algunos Estados desarrollaron un esfuerzo militar sustantivo y junto a ello, como una proyección de su estrategia, llevaron a cabo solidarias e internacionalistas misiones contra los centros de poder del colonialismo. Pero con el tiempo, se instaló entre Chile y Argentina una agenda de desconfianzas, basada en disputas territoriales, las que dieron origen a numerosos roces en el pasado. En el siglo XIX la disputa por la Patagonia se saldó con la consagración de principio de una Argentina atlántica y un chile ribereño del Pacifico. En el siglo XX lo más fuerte se ocasionó en 1978 cuando ambos países movilizaron sus FFAA y el estallido bélico fue casi inminente.

La mediación papal permitió distender la tensión. En la década de los 90 se creó una coyuntura que permitió que diversos acuerdos y Tratados dieran paso a una relación de franca cooperación y confianza mutua. ¿Cómo fue posible construir entendimiento argentino – chileno?

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El contexto ayudó. La construcción de democracia a ambos lados de la cordillera permitió instalar ópticas más negociadoras e integracionistas que sustituyeron a las que prevalecían en tiempos de los generales Videla, Galtieri y Pinochet. A su vez, a escala global concluyó la Guerra Fría y con ello las visiones y las doctrinas que surgieron al calor de dicho enfrentamiento. Acabado el comunismo como animador de políticas de Estado y estrategias nacionales, también se sentaron las bases para la obsolescencia del anticomunismo. La doctrina de seguridad nacional que campeó en tiempos de la guerra fría empezó a ser cuestionada por su inviabilidad. Para empezar, ya no existía Pacto de Varsovia. Argentina recuperaba su democracia en los convulsos momentos posteriores a la guerra de las Malvinas, que de paso demostraron la incapacidad estratégica de las FFAA argentinas, éstas quedaron golpeadas no solo en su legitimidad política sino además sufrieron un fuerte cuestionamiento por su desempeño profesional.


La doble agenda vecinal de Chile

Chile por su parte salía de uno de sus períodos más difíciles de polarización interna creada por la dictadura. Se abrió espacio para una fórmula que superara no solo al régimen de facto sino que además ofreciese un horizonte de estabilidad y armonía, para empezar a los propios chilenos, y de paso también al vecindario. Las FFAA buscaban a inicios de los años 90 del siglo pasado relegitimarse ante la sociedad, y empezó un lento, complejo, pero sostenido proceso de distanciamiento de lo contingente para ubicarse en su rol profesional. En el nuevo escenario mundial, la diplomacia chilena avanzó con audacia en su reinserción internacional y ello implicaba mantener las mejores relaciones con todo el mundo, por cierto, con sus vecinos. Ambos países ingresaban a los primeros capítulos de la globalización, construyendo democracias, sanando las heridas de las guerras sucias, construyendo nuevos pactos sociales y además, estabilidad económica. Así, los dos estaban en condiciones propicias para iniciar una nueva fase de su dialogo bilateral. De eso hace más de 20 años, y los frutos han sido satisfactorios. Diversos tratados rigen las nuevas relaciones, los problemas territoriales fueron resueltos. En ese cuadro, las FFAA de ambos países se abocaron a una diversificada y cada vez más profunda construcción de confianza mutua.

Por cierto, decíamos que buenas relaciones han sido posibles, pero ello no implica que hayan sido fáciles, en estos años ambos países protagonizaron diversos episodios difíciles, pero precisamente el buen contexto construido, y la decidida voluntad política a ambos lados de la cordillera ayudo a desactivar esas tensiones. Entre las dificultades más importantes, mencionemos que ambos países lograron superar los roces que surgieron del corte de suministro de gas argentino a Chile a mediados de los 90 del siglo pasado. No solo fueron problemas de integración energética o comercial, a inicios del nuevo siglo un confuso incidente surgió por el allanamiento del consulado argentino en Punta Arenas por parte de efectivos de inteligencia chilenos, descubiertos in fraganti. A su vez, agentes de la inteligencia argentina, detenidos por otras razones en Montevideo el año 2008, revelaron un profuso hackeo a funcionarios de la cancillería chilena y de la propia Moneda. Todas estas situaciones pusieron a prueba la fortaleza de la relación bilateral, el balance es que estos incidentes, pese a su gravedad, no lograron dañarla y ello fue posible gracias a una decidida voluntad política a ambos lados de la cordillera. De este modo, a pesar de estas dificultades, la buena relación se ha profundizado, en todos los aspectos y la confianza mutua llega a niveles tales que, entre otros

ejemplos, ambos países han coincidido en conformar una fuerza combinada, la denominada Brigada “Cruz del Sur” para servir en operaciones de paz, en el marco de Naciones Unidas. La lista de medidas de confianza mutua es amplia y revela que entre ambos países las hipótesis de conflicto quedaron en el pasado. Una dimensión importante es la proyección internacional común que ambos países han construido en materia de seguridad internacional. El caso más destacado es el esfuerzo en Haití, pero a ellos también se puede agregar la común participación en la misión de Paz en Chipre. En el caso haitiano por cierto desde un primer momento el esfuerzo fue combinado con Brasil y Uruguay constituyendo la plataforma para la presencia latinoamericana en esta operación. La presencia regional (en especial sudamericana) en Haití impidió inicialmente un desastre humanitario y constituyó el primer caso en que una crisis de seguridad en la región es resuelta sin la intervención de las potencias. El tema no fue fácil, dado que las infaltables fuerzas aislacionistas en cada país cuestionaron duramente la participación en este esfuerzo de seguridad colectiva, que obviamente, responde a las orientaciones de la política exterior de cada país y su encuadre en los mandatos del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.

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Con la misma claridad hay que señalar que hoy, a varios años de iniciada la MINUSTHA, que esta hace rato dejó de ser una operación militar y debe transformarse en una operación de nationbuilding, y abandonar las características de peacekeeping. En suma, más cooperación civil y policial junto a un retiro gradual del personal militar. Este tema ha sido analizado en el interior de los mecanismos ad hoc de los países participantes y de ellos, Brasil ya ha hecho públicos anuncios a través del nuevo ministro de Defensa. Argentina y Chile han construido una verdadera pirámide de mecanismos de confianza y cooperación, donde a los tradicionales vínculos diplomáticos, se le han agregado diversos Comités de Frontera, reuniones ministeriales de las llamadas 2 + 2 (cancilleres y ministros de Defensa), organismos ejecutores y de análisis (el denominado Comité Permanente de Seguridad, Comperseg, encabezado por los viceministros respectivos). Además de ello, existen reuniones de Gabinetes conjuntas, sin contar el dialogo presidencial.

El éxito de este proceso obliga a repensar en una segunda etapa de la relación bilateral, al menos en el ámbito de la política exterior y de defensa. De lo contrario, una cierta inercia puede instalarse. En círculos de estrategos de ambos países han surgido propuestas, como las de identificar amenazas comunes y por ende, necesidad

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desarrollar visiones y estrategias combinadas. En Argentina el debate se concentra en las eventuales amenazas que en el futuro podría cernirse sobre los abundantes recursos naturales que posee el cono sur. Esta es también una fuerte preocupación brasileña. América del Sur es una región rica en recursos naturales, productora de alimentos, poseedora de una de las principales reservas de agua dulce del planeta. En Chile por su parte, algunos círculos estratégicos aprecian que, congruentes con la estrategia de desarrollo que privilegia una diversa inserción internacional, se hace necesario construir una inserción común con otros países de la región a fin de potenciar mutuamente su presencia y también su participación en el ámbito multilateral. La proyección común en materia de seguridad permitiría en esa dirección, además de potenciar el capital diplomático, contribuir a una eventual “disuasión subregional” atendiendo a hipotéticos intentos intervencionistas de la agenda del futuro. Un tema no menor que debe de incorporarse al análisis son las diferencias en ambos países del tratamiento de la relación civil – militar, así como el desarrollo de la fuerza y sus nuevas concepciones en el periodo democrático.

En ambos puntos las diferencias son fuertes.

Si bien tanto Chile como Argentina sufrieron implacables dictaduras militares en tiempos de guerra fría, y ambos países comparten una fuerte herida en materia de Derechos Humanos y Reconciliación, la evolución del tema ha sido diferente. Ambos países comparten una misma preocupación por construir sociedades estables, plurales y democráticas, así como hacer justicia y verdad en estos dolorosos temas. Pero mientras que en Chile el tema si bien fue duro en los inicios de la transición, hoy en día afecta poco a la relación civil – militar. Por el contrario, un nuevo clima se instaló entre la civilidad y los uniformados. Esto no fue fácil. Pero contribuyó a ello el que las autoridades civiles chilenas asumiesen una decidida política de Estado al diseñar las bases para una nueva política de defensa, acorde con los nuevos tiempos de democracia y de globalización. Esta nueva política no podía ser otra que la expresión en el ámbito estratégico y geopolítico del proyecto nacional que se configuro al inicio de la transición: construir las bases de un reencuentro nacional, potenciar un modelo exportador basado en la competitividad de las empresas chilenas. Democracia y desarrollo eran los ejes, y ello implicaba diseñar una política de defensa, que acompañase este esfuerzo.


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En este camino, progresivamente los “temas políticos” (DDHH y enclaves autoritarios) de la relación civil militar fueron ubicándose en los ámbitos judicial y político, mientras que el Ministerio de Defensa asumía la conducción propia de su cartera. En esa dirección, la opción fue una compactación de la fuerza, una reducción de efectivos, junto a una elevada inversión en tecnología y sobre todo, en una reforma educacional que proveyese una nueva generación de profesionales de la defensa. Civiles y uniformados. El país experimentó en esos años (las dos últimas décadas) el periodo de mayor auge de la economía chilena y ello se reflejó también en un up grade de la defensa nacional. Visiones críticas de este proceso tratan de explicarlo como “una rendición de los gobiernos civiles” ante la autonomía militar chilena. Opinable, quizás mucho desconocimiento de los procesos internos, que reflejan que en muchos de estos capítulos fueron los militares los más convencidos de separarse de su pasado “político” (el gobierno de Pinochet) para concentrarse en su rol profesional. Asimismo, es mirar sin matices los 20 años de gobiernos de la concertación y el notorio giro entre los dos primeros gobiernos (hegemonizados por la Democracia Cristiana y con fuerte sesgo de los ecos de la dictadura) con los últimos dos gobiernos (Lagos y Bachelet) en el cual el liderazgo civil en defensa proyectó con fuerza una visión multidimensional y más moderna de las tareas de la Defensa Nacional.

El resultado de este proceso es que a inicios de la presente década, Chile había pasado de ser un país con un PIB per cápita de poco mas de 2.000 dólares en tiempos de dictadura a uno que se acerca hoy a los 15.000, y el salto también se vivió en las FFAA. De un Ejército con más de 30.000 reclutas cada año, se pasó a uno que solo necesita 13.000, elevándose la proporción de los uniformados profesionales y disminuyendo unidades. De una flota basada en destructores que consumían toneladas de combustibles y ocupaban a centenares de marineros, transitamos a una flota de modernas fragatas, con capacidad oceánica y elevada tecnología. La fuerza aérea vivió su propio proceso de aggiornamiento, y hoy posee un parque de medios que garantiza cubrir las necesidades de un espacio aéreo de más de 25 millones de kilómetros cuadrados que debe atender conforme legislación nacional e internacional. Por cierto, el desarrollo estratégico de Chile está acorde con la pretensión de ser un país desarrollado en el mediano plazo, que asume el hecho de ser el país más globalizado de la región, lo cual implica responsabilidades en la seguridad internacional a las que responder.

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Las FFAA argentinas han disminuido su potencial en los años de democracia, y en ello pesa no solo la derrota de Malvinas sino que también la emocionalidad que crearon los años de la guerra sucia. De ser una de las más poderosas del continente hoy mantienen un potencial básico y no han renovado su equipamiento.

Esta diferencia de desarrollos estratégicos ha sido suplida con una amplia gama de medidas de confianza mutua entre ambos países, mismas que han permitido cimentar la nueva relación entre ambas naciones. En suma, entre Argentina y Chile desde hace años se construye una relación bilateral de cooperación y confianza, la que sin lugar a dudas se puede profundizar y por cierto, ampliar a otras naciones. La construcción de una zona estable y de paz, a la vez que de activa cooperación en materia de seguridad colectiva, se abre al menos con cierta claridad para los países del cono sur, o lo que en su momento se denomino el “ABC” sudamericano (la convergencia argentino, brasileña y chilena).

II. La relación chileno – peruana. Chile y Perú no han tenido una relación fácil. Si bien en los inicios de sus respectivas vidas independientes conformaron fuertes alianzas, para derrotar a las fuerzas coloniales, y posteriormente enfrentaron unidos a España en una segunda guerra (a mediados del siglo 19), fue en definitiva la guerra del Pacifico (1879 – 1883) la que puso el sello de la relación bilateral.

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Perú, junto a su aliada Bolivia, perdió la guerra, Lima fue ocupada, y además perdió sus provincias sureñas (Iquique – Arica) y la paz se consagró definitivamente con el tratado de 1929. Si bien han transcurrido más de 130 años de aquellos dolorosos sucesos, las desconfianzas y los recelos permanecen, especialmente en sectores de las elites peruanas. Por cierto, toda guerra genera heridas profundas, y como toda situación de violencia su memoria marca. Pero más allá de ello, en Chile llama la atención de por qué se mantiene tanto tiempo la desconfianza y un cierto recelo en la relación bilateral, asumiendo que la mayoría de los países latinoamericanos han transitado por capítulos similares y sin embargo hoy pueden construir una relación armoniosa. El Tratado de 1929 dejó unas cláusulas pendientes (unas servidumbres que Chile debía garantizar en el puerto de Arica a favor del Perú), las que finalmente fueron resueltas de mutua satisfacción en 1999. El amplio acuerdo logrado fue sellado en una solemne ceremonia en Lima, donde el Canciller peruano de la época declaró que ya no existía ningún problema pendiente entre ambos países. La prensa limeña titulaba en esos días: “se acabó la guerra del Pacifico”.

Todo pintaba para que ambos países iniciasen una nueva etapa en sus relaciones. Entre otros temas, una activa interdependencia económica se empezó a gestar. El Perú avanzó a paso firme en un proyecto económico de inserción internacional muy parecido al seguido por Chile desde hace algunos años. En ese camino, muchas empresas chilenas incursionaron en la economía peruana, a la fecha se calcula en más de 9.000 millones de dólares la inversión chilena en el Perú. Si bien el proceso no fue indoloro (la empresa Luchetti protagonizó un complejo proceso a propósito de la instalación de una planta de pastas en las cercanías de Lima), en general la presencia chilena fue bien recepcionada y contribuyó a aumentar la inversión y el crecimiento de la economía peruana. Un sólido vínculo empezó a establecerse entre los respectivos empresariados. Por su parte, decenas de miles de ciudadanos peruanos protagonizaron la migración más numerosa que vive la sociedad chilena contemporánea. La mayoría de ellos han sido regularizados en sus condiciones laborales y de migración, lo que incluye su cobertura en los planes sociales chilenos, y educacionales para sus hijos.


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En suma, interdependencia económica, migración y comercio cada vez más diversificado. O sea, una agenda propia de dos naciones en creciente integración. En ese clima, ambos países iniciaron un proceso de construcción de confianza mutua que buscaba reeditar la exitosa experiencia chileno – argentina. Se acordó constituir un mecanismo de 2 + 2 y un equivalente al Comperseg, el llamado COSEDE (Comité de Seguridad y Defensa, a cargo de los viceministros respectivos). Asimismo se buscó establecer un mecanismo que permitiese realizar una medición de los gastos militares que garantizase plena trasparencia. Este clima se desarrollaba pese a las desconfianzas, pero lograba imponerse. Inclusive soportó revelaciones que involucraban entrega de armamento chileno al Ecuador en los días de la guerra del Cenepa. Pero en este contexto, la diplomacia peruana empezó a levantar el reclamo por el límite marítimo, aludiendo que los acuerdos firmados entre ambos países (más el Ecuador) en los años 1952 y 1954, solo tenían alcance para temas pesqueros. El tema empezó a ascender y en el pasado quedaron las declaraciones del entonces jefe de la diplomacia peruana que proclamó en 1999 que ambos países ya no tenían temas territoriales pendientes. Chile no aceptó el reclamo, alegando la vigencia de acuerdos bilaterales desde mas de 50 años (la intangibilidad de los Tratados es una de las piedras angulares de la diplomacia chilena).

El tema fue ascendiendo y así, el año 2008 el Perú hizo una presentación ante el Tribunal de La Haya donde se encuentra radicado el caso que se espera sea fallado el 2013. Este hecho enfrió las relaciones, Chile consideró el hecho como un acto inamistoso, corrían los últimos años de la Concertación en el poder. En ambos países hoy se han instalado nuevas fórmulas en el gobierno. La centro derecha chilena asumió el poder en marzo del 2010, y en julio de este año el candidato nacionalista Ollanta Humala se transformó en el nuevo presidente peruano. El litigio ha seguido su curso e influirá en la relación bilateral. Se prevé que el fallo del tribunal se produzca a mediados del 2013 (es decir, en medio de la campaña presidencial chilena para definir al sucesor de Sebastián Piñera). Existe preocupación en ambos países por cuál sería el escenario de la relación con posterioridad al fallo. En el Perú existe preocupación por un eventual incumplimiento por parte de Chile de un fallo que le fuese desfavorable. En Chile crece la percepción de que las dificultades bilaterales subsistirán cualquiera fuese el resultado. Ojo, el litigio en torno al límite marítimo será el escollo principal por donde navegará la relación bilateral, pero no debe leerse como la fuente originaria de las dificultades. La desconfianza y la rivalidad existe desde hace mucho, y cada cierto tiempo se repiten hechos que la demuestran, como el pintoresco video que hace algunos años fuese revelado, en el cual el General Donayre, a la fecha comandante del Ejército Peruano, se expresase en términos agresivos respecto a Chile y los chilenos.

Construir una relación armoniosa y de buena vecindad entre ambos países es uno de los desafíos al que debieran abocarse los círculos estratégicos de ambos lados. Es claro que el tema desborda los ámbitos jurídicos o comerciales. La prueba más evidente de esto es que, pese a existir una fluida relación económica, de comercio e inversión creciente, ello no ha sido un antídoto eficiente que neutralice las desconfianzas y estas sigan vigentes. En círculos peruanos se recela de la modernización de las FFAA chilenas, así como en Chile se receló del robusto equipamiento que experimentaron las FFAA peruanas en vísperas del centenario de la guerra. Retomar el camino de la construcción de confianza mutua es buen sendero, pero ello corresponde a decisiones más políticas que militares. Por cierto, la construcción de confianza supone un requisito: reconocer que hay desconfianzas y aplicando el realismo, buscar como destrabarlas, superando la retórica y asumiendo los riesgos de una situación que no tiene la envergadura de un conflicto de proporciones, pero si elementos que pudiesen conducir a una crisis, y por lo mismo, se hace necesario maniobrar para evitarla. La identificación de objetivos comunes a alcanzar a partir de una buena relación bilateral es otra tarea que viabilice un proceso de consolidación de la confianza. Por cierto, los buenos deseos ayudan pero no resuelven, y un principio básico es la trasparencia.

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III. La relación chileno – boliviana Las secuelas de la Guerra del Pacifico han marcado esta relación bilateral. Si bien Bolivia ha perdido miles de kms. cuadrados a manos de la mayoría de sus vecinos, es su reclamo por la pérdida de su litoral lo que más influye a su política exterior en estos temas. Esta circunstancia ha marcado la relación, al punto que ambos países no tienen relaciones diplomáticas. No tienen embajadores acreditados en sus capitales, lo que no obsta a que sus respectivos Cónsules Generales cumplan de facto dicho cometido. El reclamo boliviano despierta una gran simpatía en la región latinoamericana, cosa que se advierte poco en Chile. Por su parte, la fortaleza jurídica del Tratado de 1904 se advierte poco en La Paz. Desde el año 2000 ambas naciones iniciaron una conversación, que si bien empezó en tiempos del Presidente Lagos, prosiguió en la misma dirección durante la administración Bachelet. Fue la llamada “agenda de los 13 puntos” que se definía como una agenda “sin exclusiones”, pactada en Algarbe, en las postrimerías de la administración Frei. Pese a los buenos augurios, el dialogo se interrumpió en este año. Bolivia alega que Chile mantenía una actitud dilatoria frente al principal tema de la agenda (el llamado punto 6 de la agenda, el de su aspiración marítima). Las autoridades chilenas replican que sus pares bolivianas están utilizando el tema en la agenda doméstica. Lo concreto es que el dialogo fluido que existió en años recientes, hoy está congelado.

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La asimetría entre los dos Estados es notoria. EL PIB de Chile es casi 10 veces superior al boliviano. En términos estratégicos Chile posee una notoria superioridad. El Estado chileno es quizás uno de los de mayor desarrollo institucional en la región y los grados de cohesión social son cada vez más crecientes. En la presente coyuntura esto puede sonar disonante, atendiendo a las amplias movilizaciones ciudadanas que caracterizan la agenda doméstica en el último tiempo, pero estrictamente en Chile estamos en presencia de un gobierno débil, pero sigue poseyendo un Estado fuerte. Esta diferencial de estaturas estratégicas explicaría la tendencia de la diplomacia boliviana internacionalizar el tema, por llevar su reclamo al plano multilateral. Este movimiento es comprensible pero conlleva el riesgo de que si ya es difícil poner de acuerdo a dos, complica más introducir a más actores. Como es de entender, cada nuevo actor invitado a una hipotética conversación de este tipo haría presente sus intereses. En más de una ocasión, cuando se exploró alguna fórmula que involucraba a territorios que pertenecieron al Perú, éste propuso de inmediato la “internacionalización de Arica”. En el mundo de las percepciones, en Bolivia no se entiende la insensibilidad de Chile de no acceder a alguna fórmula que permite romper con el aislamiento que implica la carencia de acceso marítimo. En Chile no se entiende que sigamos viviendo en la emocionalidad de un conflicto ocurrido en tiempos de Bismark.


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En términos semánticos, pareciera que las aspiraciones de ambos países topan con una palabra que obstaculiza un eventual acuerdo: soberanía. En Bolivia el reclamo por un acceso soberano al mar, es repetido incansablemente por las autoridades y constituye un anhelo amplio e histórico de la sociedad boliviana. En Chile, en reiteradas ocasiones de la historia se han construido fórmulas para facilitar este acceso boliviano al litoral, pero se pone la condición adversa: sin soberanía. Pareciera que ambos países estuviesen encerrados en un callejón sin salida. La historia y la vida enseña que hablando se entiende la gente, más allá de la fortaleza de los argumentos de cada lado. Lo cierto es que una relación armoniosa, de complementación y amistad redundaría en mutuos beneficios para ambos países. Son muchos los argumentos que avalan lo anterior. Pensando solo en la agenda futura, es evidente que Sudamérica está operando una cada vez más intensa interdependencia con el Asia Pacífico, y tanto Brasil como Argentina requieren también “perfeccionar” su acceso al Pacífico, por lo que un entendimiento chileno – boliviano facilitaría enormemente ese proceso. Demás está decir, que una integración de todas nuestras economías en esta dirección redunda en recíprocas ventajas para todos. Asimismo, un acuerdo amplio permitiría una beneficiosa complementación en las zonas fronterizas. La integración física y energética es vital para esa región, asimismo, un adecuado en materia de agua, bien escaso en esa zona es indispensable además de las necesidades de la población, para la minería.

Por cierto, la coordinación en materias policiales y de seguridad es indispensable para combatir el narcotráfico y el contrabando. Los volúmenes de droga en Chile son menores a los de otras regiones de AL, pero están creciendo sostenidamente, en general se trata de microtráfico trasportado por correos humanos, las cárceles de Arica e Iquique están saturadas de “burreros” provenientes tanto de Bolivia como de Perú. Por su parte, el contrabando proveniente de Chile, y que en gran medida se trata de mercadería procedente de la Zona Franca de Iquique afecta a la economía boliviana. Esto es particularmente fuerte tratándose de vehículos y ha generado continuos roces fronterizos algunos de los cuales han sido lamentablemente manejados así como la detención del general Sanabria (zar antidrogas boliviano detenido por DEA con cooperación chilena) demuestra a lo menos, la escasa cooperación bilateral en materia policial. Un tema no menor en ambos países es la percepción del problema en las respectivas opiniones públicas. En Bolivia el acceso al mar es un virtual sentimiento nacional, en Chile la mayoría de la población rechaza una cesión de soberanía en alguna parte de su territorio. Sin embargo, una parte importante de la opinión pública no rechaza un acuerdo que permita un enclave boliviano en algún punto del litoral, pero bajo fórmulas que no implique soberanía. Bolivia alega que el Tratado de 1904 fue producto de una guerra, lo cual es cierto, pero esa es una de las formas más recurridas y civilizadas para poner fin a un conflicto y superar la tensión. Las autoridades chilenas suelen señalar, que los Tratados son intangibles y que “Chile no le debe nada a Bolivia”, apelando a la juridicidad vigente. Pero ello es una defensa estática que no percibe que ambos países ganarían mucho si avanzasen en alguna fórmula de entendimiento. La diplomacia chilena se ha caracterizado por un fuerte sesgo jurídico en estos temas, lo cual no es nada malo, pero tampoco puede ser todo, es decir, la política exterior es ante todo “política” sin olvidar de que se trata de una de contornos estatales.

La percepción dominante en la opinión pública de ambos países condiciona severamente el diálogo, porque es entendible que ningún Gobierno (ni boliviano ni chileno) avanzará en profundidad en el tema si ello le crease dificultades internas. Construir condiciones en cada país que permita acercar posiciones es una tarea para ambos países. Es comprensible que nadie se tire a una piscina sin agua, por tanto, lo que corresponde entonces es llenarla. Pero eso requiere voluntad política, y por supuesto, dialogar.

Finalmente, el tema tiene contornos estatales, es decir, su manejo requiere de la conformación de amplios consensos dentro de cada país para poder sustentarse en el tiempo. Es difícil que en el periodo de un solo gobierno se pueda resolver lo que hace más de un siglo no ha sido posible, por ello se necesita conformar no opiniones de gobierno sino opiniones de Estado. Esto obliga a un riguroso profesionalismo en su manejo. Chile siempre se ha quejado que la relación bilateral ha sido usada en el pasado por las autoridades bolivianas como un recurso para su política interna, y hay varios indicios de ello, lo novedoso de la agenda de los 13 puntos era que por primera vez eso no sucedió. Ese reclamo chileno siendo justo, exige también la reciprocidad.

Conclusiones Tal como lo señalábamos al inicio de estas notas, las relaciones vecinales chilenas se mueven en diferentes velocidades y con agendas muy diferenciadas. La superación de las desconfianzas es una de las claves, pero esto debe entenderse como un proceso, el que tampoco es lineal y está expuesto a avances y retrocesos.

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“Cien años de ausencia, no hay pueblo que resista”

“Cien años de ausencia, no hay pueblo que resista” Desandando lo andado Por: martha peñaranda (Bolivia) Master en Ciencias Políticas, Profesora de Sociología y Sistemas Políticos en la Universidad Mayor de San Andrés en La Paz, Bolivia, Consultora en temas de Seguridad y Defensa.

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“Cien años de ausencia, no hay pueblo que resista”

Transcurrió más tiempo, pero la cifra es emblemática. En este siglo, los desencuentros de Bolivia y Chile y la imposibilidad de una solución al tema de reivindicación marítima sustentada por Bolivia en más de 130 años, nos muestra la magnitud de los obstáculos que todavía hay que superar. La idea de este artículo es retornar “a las cosas mismas”, buscando librarlas de toda carga valorativa –axiológica-, a fin de romper con el hábito de incorporar significados predigeridos e intencionalmente construidos. La idea es otorgar una visión, es decir, dar un manojo de cabos sueltos en una perspectiva integradora, dando vuelta el tapiz y jugar aleatoriamente a ver los nudos del reverso y ver la imagen –en lo posible- en su totalidad, articulando la particularidad con el todo para encontrar su forma.

I.

La Historia como testigo

Al terminar la formación de los estados latinoamericanos en el siglo XIX, Chile avanzó sobre territorio boliviano, al amparo del imperialismo de la época y la debilidad de los gobiernos bolivianos. Desde siempre su mirada estuvo puesta en el guano y salitre de las provincias de Tarapacá y Atacama como un fin sine qua non de su existencia. Y hacia ello avanzó progresivamente con acciones como la incorporación del desierto de Atacama, el poner en tela de juicio la frontera con Bolivia o, simplemente, sentar presencia —con empresas inglesas mediante— en dichos territorios. De hecho,

el mayor error que cometió Bolivia fue “la concesión de una libertad sin límites a empresas anglo-chilenas en la explotación del salitre, lo que prueba que no se pueden separar las negociaciones políticas de las económicas. Fruto de esa invasión los chilenos se apoderaron de Antofagasta y Calama, lo que en los hechos significó 120.000 Km. cuadrados y 400 kilómetros de costa. A esto hay que sumar que Bolivia no solo perdió costa y cualidad marítima, sino que fue despojada de riquezas mineras de magnitud. Chuquicamata, productora de cobre, y posteriormente puntal de crecimiento de la economía chilena. Chile tuvo en el siglo XIX, a decir del ex canciller boliviano Javier Murillo de la Rocha(1), “un cálculo de liderazgo visionario para un Estado con factores adversos, aprisionado entre el mar y la cordillera, con un territorio estrecho y vulnerable, con escasos recursos y vecinos más fuertes”. Fue entonces que fijó la mirada al norte de Copiapó, hacia Bolivia y Perú. Lo hizo a través de visionarios como Diego Portales, inmortalizado por la historia de la diplomacia internacional con la frase: “Debemos dominar para siempre en el Pacífico”. Con el avance de Chile sobre territorio boliviano, por una guerra de expansión fríamente calculada, Bolivia perdió cualidad marítima, además de territorio, habiendo optado por la vía de la negociación. Sea porque estuvo y está atada a un tratado que es cuestionado en su legitimidad, —el de 1904— que se vio obligada a firmar, sea por su congénita debilidad institucional, sea por su vocación pacifista o simplemente porque “no tuvo otra salida”.

II. Enclaustramiento subdesarrollo

y

El Dr. Gustavo Fernández S.(2) ex canciller boliviano y ex cónsul general de Bolivia en Chile, en una entrevista explicaba algunos de los perjuicios fundamentales de ser un país sin acceso directo al mar: “…La mediterraneidad es un factor de atraso. Diplomáticos y medios chilenos repiten constantemente que eso no es cierto y que Suiza es la prueba de que un país sin acceso soberano al mar puede figurar entre las economías más avanzadas del mundo. La verdad es distinta. En un informe escrito para UNCTAD, el Dr. David Nowlan, Profesor de Economía de la Universidad de Toronto, recordó que “sólo cinco de los países mediterráneos del mundo son países desarrollados. Los restantes 21 están en las categorías de mas bajos ingresos y 15 de ellos son los mas atrasados del mundo". Jeffrey Sachs (profesor de la Universidad de Harvard), ha escrito varias veces que la mediterraneidad es una causa de subdesarrollo y un reciente Informe del Banco Mundial (el del año 2009), insiste en el punto. El texto dice: “el aislamiento geográfico aumenta la distancia económica a los mercados. Es peor si el país es pequeño y no tiene mercado interno que justifique o sustente procesos de industrialización y peor aún si los vecinos son pobres”. Menciona explícitamente a Bolivia, para indicar que “los países mediterráneos (sin acceso al mar) son afectados por los altos costos de transporte ocasionados por servicios de transporte caros y poco confiables. Agrega, “son sistemas sobre regulados, con servicios logísticos ineficientes, empresas oligopólicas y corrupción en los corredores internacionales. Cada día de atraso aumenta el costo de transporte en 70 km”….”

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“Cien años de ausencia, no hay pueblo que resista”

III. “If there is a will, there is a way” Mas allá de acciones distractivas, después de varias décadas de negociaciones, no hubo ni hay una voluntad política de Chile, ni una respuesta favorable del Perú para retornar a las costas del Pacífico con soberanía, pese a que tanto el gobierno de Bolivia y Chile se ufanaron de haber construido un “clima de entendimiento”, que hasta la fecha no se concreta en nada, no cambió la naturaleza esencial estática y conservadora de la réplica chilena que sigue siendo tan fría como las aguas del Pacífico, que impiden visibilizar una solución estructural. Son innumerables las gestiones dirigidas a lograr una solución, apoyadas por la ONU, OEA y la comunidad internacional en general, que no han encontrado eco en Chile. No se trata solamente de mostrar la posición del país, sino de resolver. En algunos espacios se ha reconocido que está en el interés de Chile dar término a su conflicto con Bolivia. Ya lo hizo con Argentina con los acuerdos de Campos de Hielo. Procuró llegar a un resultado semejante con su esfuerzo para cerrar con el Perú los detalles de la Ejecución del Tratado de 1929, pero el planteo peruano sobre la delimitación del territorio marítimo repuso el estado de controversia bilateral. Bolivia es su gran tema pendiente. Simplemente ya no puede ignorarlo. Trató de hacerlo desde la conclusión de la guerra del Pacífico, pero esa certeza falsa se ha socavado por la comprobación diaria de que el desarrollo del Norte depende de la relación con Bolivia,

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que la comunicación de los puertos del Pacífico con los mercados del Brasil requiere paso por territorio boliviano y que necesita energía boliviana para su desarrollo. Tres ex Presidentes, cuatro o cinco ex Cancilleres, jefes militares en retiro, intelectuales e historiadores chilenos, han dicho públicamente que el problema ya no se puede soslayar, que hay que enfrentarlo y resolverlo. Se ha abierto brecha en escenarios internacionales y también chilenos.(3)

IV. ¿Por qué no un nuevo tratado con Bolivia? Este importante desafío –que tiene más de un siglo de vigencia, es cómo encontrar una fórmula acorde al Siglo XXI de un problema que viene del Siglo XIX. En estos 130 desde la guerra del Pacífico a la fecha han transcurrido en el mundo y en ambos países, virtualmente todo tipo de acontecimientos, dos guerras mundiales, el muro de Berlín, la Revolución Cubana, la devolución a Panamá del canal, el retorno a la democracia, etc. Sin embargo, la posición de ambos países sigue incólume, la demanda marítima boliviana y la posición tradicional chilena sin moverse ni un centímetro.(4) La Presidente Bachelet parecía tener una simpatía auténtica por Evo Morales; sin embargo, una vez mas, se vio una negociación frustrada, por lo infructuoso que resultó para el país el alentar desde el inicio de los gobiernos Bachelet-Morales, (aparentemente afines ideológicamente)

una agenda bilateral basada —nada menos— que en la “confianza mutua” y que debía empezar a mostrar resultados “útiles, concretos y factibles” desde julio de 2010; pero que en el fondo convertía a Morales, quizás sin él mismo saberlo, en el último eslabón de una desgastada cadena de intentos frustrados por recuperar el mar usurpado. La última “víctima” de una tragicomedia de engaños, la de las negociaciones entre Bolivia y Chile. El Presidente Piñera, habría decidido no tomar en cuenta ciertos avances en las negociaciones Bolivia-Chile de su predecesora y decidió desandar las gestiones de los últimos años con la Presidente Michelle Bachelet, profundizando su conservadurismo y su abierta oposición política a la gestión anterior, repitiendo que “Chile no tiene nada pendiente con Bolivia”, sustituyendo el conjunto de la agenda de 13 puntos (acordada anteriormente con la señora Bachelet) por una “comisión de alto nivel” que fue interpretada por La Paz, como un retroceso con el que Bolivia llegaba a un punto muerto de negociaciones, además consideran que se trata de otro engaño mas. Cuántos mandatarios bolivianos antes que Morales vivieron similares o peores desencantos, porque cayeron en la “trampa” chilena respaldada, por otro lado, en una centenaria estrategia bien armada. Como fuere, y porque ambas naciones y ambos pueblos lo han reconocido, el marítimo es un tema pendiente, y que con la nueva estrategia nacional de reivindicar la multilateralidad a través de una definición jurídica (en un tribunal internacional de La Haya), que tenga un efecto de presión


“Cien años de ausencia, no hay pueblo que resista”

bilateral, adquiere un sentido renovado en una historia con más desencuentros que coincidencias. La nueva Constitución boliviana abre la posibilidad de desconocer el Tratado de 1904 entre ambos países, emergente de la guerra de 1879. La opinión pública boliviana se unió rápidamente en torno a la postura gubernamental, en otra demostración de la invariable convicción de la legitimidad de la demanda histórica del país. Hay señales de que, por primera vez, no pasó lo mismo en Chile. No tardarán en hacerse públicas las críticas de los partidos de la oposición al manejo del tema por el Presidente Piñera y el Canciller Moreno. Los acusarán de haber actuado con arrogancia y de haber empujado otra vez a Bolivia a la alianza con el Perú, el adversario tradicional del Pacífico.(5)

Si bien todas estas circunstancias, fueron oportunidades frustradas o perdidas, la mayoría tiene una particularidad: el apuntar a un corredor al norte de Arica, con continuidad territorial desde Bolivia hasta la costa, que es, entre otras, una de las fórmulas posibles, “útiles, concretas y factibles”. Pero aquí cabe hacerse la siguiente pregunta: ¿es sincera la voluntad, de Chile en particular, para zanjar el conflicto?

1.

2.

3.

4. 5. 6.

Dr. Javier Murillo de la Rocha, ex Canciller boliviano entrevista a “Revista Lazos” febrero, 2011 Dr. Gustavo Fernández S., ex canciller de Bolivia y ex Cónsul General en Chile: Entrevista del Periódico “Los Tiempos” realizada por Gonzalo Lema 27/08/11 Conceptos vertidos por el Dr. Gustavo Fernández en la entrevista del Periódico “Los Tiempos”, 27/08/11 Ibíd. Ibíd. Periódico “El Mercurio”, 24/02/11

V. La Eterna Excusa. Para el 24 de febrero del 2011, cuando la dirigencia chilena analizó en reunión con su Presidente, dijeron que Evo Morales atravesaba una crisis interna que lo desgastaba como “interlocutor válido” y lo conducía a exhibir el problema con Chile para, probablemente, distraer a la opinión pública boliviana.(6) Este gastado argumento, exhibido en varias oportunidades, esta vez tiene otro sentido, ya que es el propio Presidente Piñera que está enfrentando un profundo desgaste y pérdida de popularidad en su país y sería absurdo repetir la frase chilena de que el Presidente Piñera tampoco es un “interlocutor válido”. inteligencia

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Las relaciones argentina chilenas de defensa. Una mirada desde la realidad actual Por: Ricardo Runza (Argentina)

Ingeniero Aeronáutico, Master en Dirección de Empresas, Magíster en Defensa Nacional, Capitán retirado de la Fuerza Aérea Argentina.

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Las relaciones argentina chilenas de defensa

SUMARIO

I. Introducción

Este artículo intenta brindarle al lector una mirada crítica de la realidad actual de las relaciones argentina chilenas de defensa desde un estándar alto de exigencia de resultados con calidad, en oportunidad, forma y eficiencia, en función de 16 años de existencia de la Comisión Permanente de Seguridad (COMPERSEG).

Tanto la sociedad chilena como la sociedad argentina son sociedades que buscan su progreso y su bienestar mirando a las sociedades más desarrolladas del planeta y frente a ellas se comparan. No son sociedades que les guste mirarse en el espejo de aquellas más pobres, aunque algunos aspectos de su propio desarrollo político, social, económico, cultural, de educación e instrucción puedan encontrarse en niveles comparables con el de las sociedades más miserables o con aquellas de menor potencial de desarrollo de toda la humanidad.

impacto que pueden tener en estas sociedades y en sus Estados las decisiones que se toman en estas políticas públicas, que además se caracterizan, en general, por ser mal informadas o por mantenerse en un secreto muchas veces innecesario.

Esto implica que las relaciones argentinas chilenas de defensa deben evaluarse desde estándares altos de calidad.

“*Los] resultados [obtenidos, hasta ese momento] pueden resumirse en un orden político y militar. En el primer plano, la instrumentación de un orden bilateral, surgido de acuerdos más formalizados e institucionalizados, ha permitido una evolución desde las típicas medidas de confianza mutua a la formación de posiciones comunes frente a terceros actores, en el campo de las relaciones internacionales y de defensa. En el plano estrictamente militar, los resultados logrados pueden resumirse en un aumento significativo de todas las posibilidades que ofrece la diplomacia militar y en un incremento paulatino de los ejercicios militares tanto específicos como conjuntos combinados, pero hasta ahora siempre orientados hacia el exclusivo uso de la fuerza militar en misiones de mantenimiento de la paz y en el uso del instrumento militar como elemento de apoyo en casos de catástrofes y ayuda humanitaria.”(2)

El análisis que se realiza en este artículo parte desde el trabajo que hiciera el autor, en el año 2004, para el Instituto de Estudios Iberoamericanos de Alemania y desde el actual estado de situación que presenta los temas tratados en la agenda informada de la XXIII reunión de la COMPERSEG, realizada a finales del mes de agosto de este año, en Santiago de Chile. Esta agenda es analizada mediante una serie de preguntas muy sencillas a efectos de que el lector pueda comprender exactamente los resultados de la COMPERSEG. También se analiza el cuadro de situación que presenta la Fuerza Binacional “Cruz del Sur”, tamizándolo a través de una mirada exigente de alta calidad técnica.

Por ello, la desinformación actual existente en esta materia, las declaraciones políticamente correctas en exceso y la mirada simplista, reduccionista y de escaso valor técnico que proviene de la mayoría de los funcionarios políticos de las carteras de defensa de ambos países deben analizarse con el mayor rigor técnico posible.

Finalmente, el artículo intenta desde su mirada crítica realizar un aporte constructivo que ayude a cambiar la realidad actual de la COMPERSEG y oriente un cambio en las relaciones argentina chilenas de defensa para hacerlas más sustentables y más eficientes para que sirvan al logro de los intereses de ambos Estados y así coadyuvar al bien común de las sociedades argentina y chilena de cara al siglo XXI.

En ese sentido, los especialistas y académicos argentinos y chilenos que se dedican a la seguridad tienen una enorme responsabilidad, ya que la mayoría de los asuntos relacionados con la seguridad, la seguridad internacional, la seguridad estratégica de los Estados y la defensa no son conocidos en profundidad por la mayor parte de la población y también por los medios periodísticos encargados de informar sobre este tema y de opinar acerca del

Ya en el año 2004, en un trabajo realizado para el Instituto de Estudios Iberoamericanos de Alemania titulado “Análisis y Evaluación de las relaciones argentino-chilenas de defensa, desde la perspectiva de la Comisión Permanente de Seguridad (COMPERSEG)” (1) sostenía que:

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Y además señalaba que:

Por ello, en ese entonces destacaba que:

“Es evidente que la instrumentación de este nuevo orden bilateral desde 1995 hasta la fecha [de edición del artículo] ha ayudado efectivamente a un paulatino mayor control civil objetivo de parte de las autoridades políticas chilenas sobre sus FFAA. La Argentina siempre ha sido una especie de espejo por donde la sociedad chilena se ha mirado. Por otra parte este nuevo orden bilateral ha coadyuvado hacia un clima de seguridad que ha propiciado inversiones y un ambiente de desarrollo que ha beneficiado a ambas sociedades.” (3)

“Desde la perspectiva de los valores y principios de una sociedad democrática y republicana madura, como puede ser cualquiera de las europeas, todas estas preguntas podrían llevar al lector de este trabajo académico a una percepción racional del tipo pesimista -por lo menos en el corto y mediano plazo- sobre que los resultados logrados puedan prosperar hacia un estadio superior, aunque éste pudiese implicar inmejorables beneficios para ambas sociedades. Pero desde la cultura latinoamericana todo puede ser posible. Desde esta perspectiva, menos racional, hay que tener en cuenta, que una nueva Comunidad de Seguridad podría darse inicialmente entre éstos dos países, pero con gradientes menores de calidad y eficacia en sus instrumentos militares y de coordinación política, más aún si lo comparáramos, por ejemplo, con el caso europeo. Como he señalado anteriormente, las democracias latinoamericanas actuales son un ejemplo contundente de formalidad sin calidad de contenido. Por otra parte, indudablemente, el desarrollo de la problemática limítrofe entre Chile y Bolivia pondrá a prueba las verdaderas fortalezas y debilidades de la alianza estratégica entre Argentina y Chile. Hasta el momento de la redacción de este informe, las señales que se perciben al respecto son confusas y ambivalentes.” (5)

Pero también advertía que:

NOTAS: 1. El Trabajo completo de referencia del autor publicado por el Instituto alemán arriba citado puede leerse en: http://www.gigahamburg.de/content/ilas/archiv/la_analysen/la0 8-06ru.pdf 2. RUNZA, Ricardo “Análisis y Evaluación de las relaciones argentino-chilenas de defensa, desde la perspectiva de la Comisión Permanente de Seguridad (COMPERSEG)”, IIK, Hamburgo, 2004. 3. Íbidem. 4. Íbidem. 5.Íbidem

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“De cara al futuro muchas preguntas y pocas repuestas vienen a la mente de los especialistas más críticos a las formas y contenidos de la construcción bilateral de defensa entre Argentina y Chile ¿Pueden consolidarse relaciones maduras entre dos Estados, cuando la dirigencia política de uno de ellos no es capaz de respetar ni siquiera los contratos políticos-sociales que tiene con su propia población? ¿Pueden establecerse relaciones de defensa serias y responsables entre dos Estados, cuando uno de ellos tiene una historia de discontinuidades permanentes en sus relaciones con el mundo y la región? ¿Pueden aún incrementarse las relaciones de defensa logradas entre dos Estados, cuando en uno de ellos, el rumbo de su política interna y externa puede cambiar cada cuatro años, es decir cada cambio de gobierno, de manera diametralmente opuesta? ¿Puede esperarse factible y sustentable nuevas medidas de confianza mutua de segunda y tercera generación entre dos Estados, cuando en uno de ellos no se respeta siquiera las asignaciones presupuestarias hechas por ley en su área de defensa?” (4)

Entonces, a partir de estas observaciones realizadas hace siete años atrás, analizaremos el actual estado de situación de esta relación bilateral en materia de seguridad, seguridad internacional, seguridad estratégica del Estado y defensa entre Argentina y Chile.


Las relaciones argentina chilenas de defensa

II. ¿Dónde estamos hoy en día con esta relación bilateral? Hace muy poco tiempo atrás, finalizó la XXIII Reunión Bilateral de la COMPERSEG, en Santiago de Chile, encabezada por el Subsecretario de Defensa, Oscar IZURIETA FERRER, y el Secretario de Estrategia y Asuntos Militares argentino, Alfredo FORTI, con la participación del Subsecretario del Relaciones Exteriores chileno Fernando SCHMIDT y representantes de los Ministerios de Defensa y Cancillerías de ambos países.

Cuentan los partes de prensa difundidos para el conocimiento público que: “Durante la reunión se analizaron diversos temas de interés común de la agenda de defensa, como el progreso de los trabajos de desminado en la zona austral, los desafíos de seguridad en la zona norte y sur de la frontera común, las visiones en torno a la Misión de Naciones Unidas en Haití, el intercambio en temas de industria y tecnología de la Defensa entre ambos países, el trabajo desarrollado en el marco del Consejo de Defensa Sudamericano de UNASUR y materias relacionadas con desarme y no proliferación.” (6) Es decir, que la última agenda de la COMPERSEG se mantiene concordante con casi el mismo listado de temas tratados, una y otra vez, en todas estas reuniones, en los últimos años. Reuniones en donde es más dinámico el cambio de caras de los funcionarios asistentes que el contenido de los temas tratados, que además se desarrollan con una extrema lentitud. Tanta que hace pensar, que desde 1995 a la fecha, este mecanismo diplomático parece haberse convertido más en una especie de “Visita Bateau Mouche” que en un instrumento político concreto para obtener resultados eficientes en tiempo y forma. (7)

Analicemos el temario desarrollado mediante algunas preguntas muy sencillas y fáciles de comprender: Tema 1) ¿Cuánto tiempo más se necesita para terminar el famoso desminado en la zona austral? El Tratado de Ottawa establece un plazo de diez años para levantar los campos minados en lo países que lo ratifiquen; en el caso de Chile la fecha se cumple el año 2012. Es obvio que, si las tareas de desminado se hacen: individualmente, por cada fuerza militar, con equipos de trabajo pequeños y sin colaboración combinada con el otro Estado interesado en esta acción y; con presupuestos acotados que no representan la importancia que posee este tema ni el formal compromiso institucional que tienen ambos Estados frente a ellos mismos y con otros actores internacionales, los tiempos para cumplir con esta misión se hacen interminables. ¿No es acaso la COMPERSEG un mecanismo combinado para trabajar juntos en esta materia? Parece que no. Dieciséis años de viajes, hoteles, viáticos y gastos de protocolo no han sido suficientes. Tema 2) ¿Cómo se plantean los desafíos de seguridad en la zona norte y sur de la frontera común? Es conocido por todos que el sistema de seguridad argentino es completamente diferente al sistema de seguridad chileno. Es más, el caso argentino es único en todo el planeta.

NOTAS: 6. Ver parte de prensa del Ministerio de Defensa chileno del 31 de agosto de 2011 en el siguiente link: http://www.ssdefensa.cl/comperseg.html 7.La Cancillería francesa denomina así a aquellas visitas protocolares que parecen ser más de orden turístico que político y se la llama de ese modo por los simpáticos barquitos que llevan, a los turistas, a dar vueltas por el río Sena en la ciudad de Paris.

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Las relaciones argentina chilenas de defensa

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El Estado argentino no posee un sistema de seguridad internacional, no posee un sistema de seguridad estratégica para su Estado y su sistema de defensa no integra su sistema de seguridad, ya que el modelo argentino de seguridad reduce su constitución a un sistema de seguridad interior que a su vez es también su sistema de seguridad pública, ya que -para el marco legal argentino- seguridad interior, seguridad pública y seguridad ciudadana son la misma cosa, es decir una especie de conceptos sinónimos. Situación que, entre otras cosas, hace que el Estado argentino en materia de seguridad presente severos síntomas de Estado fallido.(8) Entonces, habría que preguntarse ¿Como el Secretario FORTI podía explicar esta situación a su par chileno, si el tema tratado está fuera del alcance de su competencia ministerial? ¿Qué pudo decir el funcionario argentino? Nada creíble. Es la respuesta. Por eso, hace pocos meses atrás, apenas se puso en marcha el Plan ESCUDO NORTE para controlar la frontera aérea del Estado argentino con los Estados de Bolivia y Paraguay una avioneta narcotraficante tipo CESSNA 182 pudo darse el lujo de derribar un helicóptero de la Gendarmería Nacional argentina. Un hecho inédito que, en otro país institucionalmente más serio, hubiera provocado una serie de renuncias de todo tipo, empezando por la del Ministro a cargo de este plan.

¿Habrá sido esto lo que dijo el Secretario FORTI? ¿Habrá confesado las enormes vulnerabilidades que posee el Estado argentino? ¿Habrá señalado que desde el año 2004 -fecha de inicio del Sistema de Vigilancia y Control Aéreo (SINVICA)- hasta este presente, su Ministerio no ha sido capaz de dar una respuesta oportuna y eficiente sobre este tema, mínimamente seria y técnicamente sustentable? Todo hace pensar que el Secretario FORTI no pudo plantear este tema desde la óptica de estas sencillas preguntas. Tema 3) ¿Qué más hay que discutir acerca de las visiones en torno a la Misión de Naciones Unidas en Haití? Hace tiempo, desde que se conformó la Misión de Naciones Unidas en Haití, se viene discutiendo sobre el carácter de esta misión. Estas discusiones devienen básicamente porque no se sabe porque se está en Haití. Los dos Estados han tenido una respuesta que supuestamente es políticamente correcta en torno a un país que geográficamente pertenece al Hemisferio Occidental, al ámbito de la Organización de los Estados Americanos (OEA), pero que políticamente, culturalmente y económicamente no tiene ningún vínculo con Argentina y Chile. Sin embargo, esta vez, la retórica pudo más que la racionalidad, y ambos países han enviado contingentes militares a esta misión, sin que existan suficientes intereses para contraponer y justificar el esfuerzo.

NOTAS: 8. Para ahondar sobre este tema, leer el artículo del autor publicado digitalmente en AAINTELIGENCIA, en: http://www.aainteligencia.cl/?p=1022

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Hace tiempo que este esfuerzo militar no tiene sentido. Que no pasa por ningún análisis de aptitud, factibilidad y aceptabilidad. ¿Cuánto tiempo habrá que esperar para que se tome una decisión racional? ¿Son secretarios y subsecretarios de Estado los decisores competentes que pueden discutir este tema en una reunión como la recién realizada en la COMPERSEG? ¿No deberían los funcionarios de menor jerarquía tratar estos temas a su nivel por otros medios de comunicación entre ellos o acaso la COMPERSEG se ha transformado ya no en una reunión de ministros sino en otra de menor jerarquía? Sería insólito que en una reunión de esta naturaleza se tratara los temas de la Misión en Haití en términos operativos y tácticos. Realmente cuesta imaginar que la COMPERSEG se haya convertido en un ámbito en donde se analizan los efectivos con parte de enfermo, si se ha violado alguna norma o si algún efectivo se ha extralimitado en sus funciones o si en tal o cual día la comida no fue condimentada adecuadamente por el cocinero a cargo del rancho o si las comunicaciones no fueron hechas adecuadamente o si alguien tuvo un accidente, etc. Pero tal es la degradación de la COMPERSEG, tal es la monotonía de la agenda, tan pobres son los resultados obtenidos en los términos aquí planteados que no es difícil sospechar que la calidad de las políticas públicas que aquí deberían coordinarse y comprometerse es lo menos que se discute en estas reuniones bilaterales

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Haití muestra claramente la ausencia de una política pública en materia de seguridad internacional. Haití muestra descaradamente la falta de sustento técnico político en algunos de los decisores que no dudaron en despilfarrar recursos humanos, materiales y crediticios para enviar un contingente militar a una Misión que no responde a ningún interés específico, salvo la satisfacción personal que pudo tener algún líder político involucrado en cada Estado respecto al envío de tropas a esta isla con un sentimiento más cercano a una posición adolescente antiyanqui que a la persecución del logro de un interés concreto y específico para su país. ¿Gracias a Haití, que interés concreto y específico ha alcanzado el Estado chileno hasta ahora? ¿Qué ha logrado el Estado argentino? La respuesta es muy simple. Nada. Cabe destacar que en los primeros días del mes de septiembre visitó la Argentina el Ministro de Defensa de Brasil, Celso AMORIM, quien propuso modificar y reducir el perfil militar de seguridad de la Misión de Naciones Unidas en Haití y llevarlo hacia actividades de cooperación y de ayuda al desarrollo de ese país. (9)


Las relaciones argentina chilenas de defensa

El Estado brasileño, a diferencia de Argentina y Chile, SÍ tiene intereses concretos en la Misión de Naciones Unidas en Haití. ¿O acaso será que la conversión en un Estado subordinado al Estado brasileño sea el interés concreto que persiguen con obstinada aplicación los líderes políticos argentinos y chilenos con respecto a la participación de sus contingentes militares en esta isla caribeña? Tema 4) ¿Cuál es el nivel de discusión técnica acerca del intercambio en temas de industria y tecnología de la Defensa entre ambos países? Éste es uno de los temas permanentes de casi todas las reuniones de la COMPERSEG.

Sin embargo, quienes lo tratan poco parecen conocer acerca del cual es el rol que deben tener las carteras y estructuras de defensa en la economía de los países y específicamente cual es su papel con

respecto a la ciencia, la tecnología y la industria, visto desde el espejo que brindan los Estados más desarrollados de la comunidad internacional, es decir, desde la perspectiva de aquellos que poseen una economía de mercado abierta y capitalista y un Estado republicano, democrático y respetuoso de los derechos humanos.

En ese sentido, primero, es necesario considerar que: 1) Implementar un sólido sistema de ciencia, tecnología y obtención de medios para la defensa, no es una acción que pasa por la coordinación, sino por las necesidades de un actor que deben ser satisfechas por otros actores en el marco de las leyes de oferta y demanda del mercado. 2) Para poseer un sólido sistema de obtención de medios para la defensa se hace indispensable cambiar radicalmente el actual sistema logístico vigente en las fuerzas armadas argentinas y chilenas.

3) Para tener un sistema sustentable de ciencia y tecnología debe existir un mercado ávido de soluciones tecnológicas para sostener y mejorar sus respectivas actividades, es decir para obtener mayores beneficios. 4) Para ello, el sistema de ciencia y tecnología de ambos países no debe estar sobredimensionado, debe poseer recursos humanos y materiales idóneos para satisfacer esa demanda, pero primero debe crearse una demanda sustentable.

5) Por este motivo, el sistema logístico de la defensa de ambos países debe cambiarse, precisamente, para generar una demanda razonable de acuerdo a sus recursos financieros y a la oferta de investigación y desarrollo que ofrece cada país. Oferta actual que responde más a ciertos criterios corporativos que a criterios económicos y por lo tanto es poco competitiva a nivel local, regional y global.

NOTAS: 9. El nuevo Ministro de Defensa de Brasil, Celso AMORIM, visitó la Argentina en la primera gira oficial por la región y se encontró con su par argentino, Arturo PURICELLI. Uno de los puntos más importantes que se trató fue el futuro de la Misión de Naciones Unidas para la Estabilización de Haití (MINUSTAH), el esquema de Cascos Azules que comandan los brasileños y en el cual la Argentina contribuye con 560 uniformados. Entre otros aspectos, se pretende modificar y reducir el perfil militar de seguridad y llevarlo hacia actividades de cooperación y de ayuda al desarrollo del país caribeño, con ingenieros militares y asistentes sociales. Dicho tema continuará discutiéndose en Montevideo por cancilleres y Ministros de Defensa de los países sudamericanos con tropas en Haití. Según sostuvo el diario Ámbito Financiero, “AMORIM sintetiza los desafíos políticos de una potencia emergente que aspira a una silla en el Consejo de Seguridad que demandará compromisos militares, con territorio extenso en fronteras de cierta inestabilidad, lidera acuerdos regionales de cooperación militar y de integración de matrices de industrias de defensa, impulsa la prospección y exploración offshore que requiere protección naval disuasiva (buques y submarinos, incluido el nuclear en desarrollo), cierra asociaciones estratégicas con potencias (Francia) que abarcan asuntos militares y nucleares y emprende procesos de rearme -ahora en riesgo por recortes fiscales- basados en transferencia de tecnología de punta de terceros países en conjunción con su propia industria para la defensa”. Tras reunirse con el Ministro PURICELLI, AMORIM expuso los ejes de la posición brasilera sobre la cooperación bilateral y sudamericana en la Escuela de Defensa Nacional. Como también informó La Nación, entre otros aspectos tratados por los pares en Defensa, se revisaron las áreas de cooperación en torno a un diálogo político-estratégico; ciencia, tecnología y producción; cooperación militar; y la Antártida y el Atlántico Sur. Queda pendiente la cesión mutua de repuestos para aviones de combate, iniciativa firmada en 2008 que permitía la cesión de partes, motores y electrónica de cazas brasileños para los Mirage III argentinos, mientras que los aviadores brasileños recibirían lotes en desuso de la Fuerza Aérea Argentina para sus Boeing 707. En su exposición sobre la política de defensa brasilera, el ministro defendió la idea de que la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR) diseñe su propia estrategia de “disuasión” para proteger sus «grandes recursos» de amenazas de fuera de la región, sosteniendo que “podríamos ser afectados incluso por guerras entre países de fuera de la región en disputa por recursos naturales”. Repitió que la matriz de la seguridad regional está “en los pasos que han dado los doce países de la UNASUR para acordar estrategias comunes y de desarrollo autónomos” dentro del Consejo Sudamericano de Defensa. Mencionó su interés por “aumentar la cooperación con los países de la región. También queremos estrechar relaciones con los países africanos y convertir el Atlántico Sur en una zona de paz y libre de armas de destrucción masiva en especial nucleares”. Enfatizó también que Brasil “jamás” intentaría imponer una estrategia de Defensa en la región y puso como ejemplo la actitud “fuertemente cooperativa” de su país para la producción de equipos militares en conjunto con otros países suramericanos. Por último, destacó los acuerdos vigentes con la Argentina, Chile y Colombia para que cada uno produzca piezas para la fabricación de un avión de carga militar (KC-390) desarrollado por la empresa aeronáutica brasileña Embraer. (Ver Ámbito Financiero, sección Política, 06/09/2011 y ver La Nación, sección Política,06/09/2011).

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6) En este sentido, vale aclarar que una economía de mercado permite que en un proceso de obtención existan actores claramente diferenciados, esto significa que quien desarrolla un nuevo producto, no necesariamente lo produce, quien decide la obtención y la financia no es quien opera finalmente el producto y por supuesto quien certifica u homologa el producto es -en la medida que se pueda- un tercero fuera del proceso de obtención, para darle transparencia y sanos criterios de eficiencia a todo el proceso. Los bienes y servicios así producidos son generalmente competitivos y quien se especializa en producción de investigación y desarrollo de productos explota sus fortalezas y aprovecha la sinergia de otros actores que tienen fortalezas y ventajas competitivas para producir y comercializar ese producto y/o sus componentes e insumos. Se forma entonces una cadena de valor. 7) En una economía de mercado y en organizaciones verdaderamente profesionales, los procesos de obtención se administran siguiendo el esquema siguiente:

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Gráfico 1: Ciclo de vida representativo para adquisiciones de defensa

Figura 2-2. Ciclo de Vida Representativo para Adquisiciones de Defensa, Per US DOD 5000.2 (Rev. 2/26/93)

Fase 0

Fase I

Fase II

Fase III

Fase IV

Determinación

Exploración

Demostración

Desarrollo de

Producción

Operación y

de Misión que se

de Concepto y

y Validación

Ingeniería y

e implementación

Soporte

necesita

Definición

Manufactura

HITO 0 HITO I HITO II Aprobación Aprobación Aprobación de Estudios de Demostración de Desarrollo de Conceptos de Conceptos

HITO III HITO IV Aprobación Aprobación de Producción de Modificaciones Mayores como se requiera

Fuente: US DOD 5000.2 (Rev. 2/26/93)

8) Un esquema como el de arriba necesita de una cultura de economía de mercado, un gerenciamiento profesional, honesto e idóneo y una serie de mecanismos de confianza institucional y fundamentalmente de cumplimiento de contratos. 9) Es importante tener en cuenta que de ninguna manera los proyectos militares conjuntos multinacionales generan por sí mismos una optimización de los recursos disponibles. Son los productos y servicios competitivos, en costo y calidad, los que pueden hacer, durante su ciclo de vida, que los recursos disponibles para su obtención y uso puedan ser optimizados. 10) Si los proyectos y las tecnologías asociadas en acuerdos multinacionales no son confiables y no responden a las expectativas operativas de los usuarios finales y a las de costo de los respectivos fiscos, no constituyen una medida de confianza mutua, sino una causal de degradación de las relaciones institucionales.

11) Para que exista en este campo un elemento sinérgico a la confianza mutua entre dos Estados, es necesario crear una demanda conjunta o específica, combinada, sostenible y compartida. Es necesario crear una escala que asegure la mutua dependencia y genere un estado de necesidad compartido que minimice la confrontación. Por ejemplo, la obtención de un sistema de armas común para las fuerzas armadas de dos países tiene mayor efecto como medida de confianza mutua que la simple firma protocolar de un acuerdo de ciencia y tecnología cuyo producto es difícil de evaluar y compartir; y que además puede ser usado por ambos firmantes en productos de empleo mutuamente ofensivo. Otro ejemplo es la complementariedad industrial en la provisión de un servicio de mantenimiento de determinados equipos y sistemas de armas, el cual tiene un efecto mayor en la minimización de causales de beligerancia que la firma de un acuerdo en papel o la expresión de amistad que pueda manifestar los funcionarios de una y otra cartera ministerial.(10)


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NOTAS: 10. Más detalles sobre estos aspectos pueden leerse en RUNZA, Ricardo “Desmitificando algunos paradigmas de la economía de defensa de la Argentina. Una crítica constructiva al Informe de la Defensa Nacional en la Agenda Democrática”, ponencia presentada en el VII Encuentro Nacional de Estudios Estratégicos, Escuela de Defensa Nacional, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, 2 al 4 de noviembre de 2004. 11. Estas embarcaciones fueron construidas bajo licencia en Talcahuano, por ASMAR (Astilleros y Maestranzas de la Armada) y se supone que las que se incorporen a la Armada Argentina sean también montadas bajo licencia en los astilleros navales locales de ARS (Astilleros Río Santiago). Ver: http://patrullerasargentinas.blogspot.com/2 009/07/futuros-patrulleros-pom-de-laarmada.html

Por, otro lado, en segundo término, es necesario considerar el estado de situación de algunos emprendimientos realizados por ambos Estados, en el marco de la COMPERSEG. En ese sentido, nada mejor para demostrar la distancia existente entre el discurso y la realidad que el estado de situación del proyecto combinado de Patrulleras de Alta Mar. Hace años atrás, en el seno de la COMPERSEG, se había concebido un proyecto binacional, para el desarrollo de un Patrullero Marítimo Regional que satisficiera los requerimientos de la Armada Argentina y Chilena. Se buscaba con ello impulsar la adopción de un mismo diseño con los mismos componentes básicos de propulsión y navegación, a fin de generar una red de soporte común orientada a generar beneficios y ventajas para los países involucrados, fundamentalmente rebajando costos de logística y mantenimiento.

En ese entonces, la Armada Argentina participó en el proceso de selección del diseño básico de ingeniería de la nave realizado por la marina chilena, que en el año 2005 seleccionó el diseño OPV 80, propuesto por el constructor alemán FASSMER. Pero la realidad indica que mientras en la Argentina los patrulleros oceánicos siguen en el anuncio, en Chile no solo se terminó la primera serie de dos (PZM-81 “Piloto Pardo” y PZM-82 “Comandante Toro"), sino que se construyen más de estas naves “primas” del proyecto argentino, en el marco del plan naval chileno Danubio IV.(11) Como puede inferirse, de las consideraciones enumeradas y de este ejemplo concreto, la distancia -en las relaciones argentina-chilenas de defensaentre la realidad y el discurso es enorme. ¿Habrá sido sobre esta distancia lo que se discutió en la COMPERSEG acerca de este tema?

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Este ejemplo muestra que las asimetrías y el grado de compromiso son tan grandes y tan diferentes entre ambos Estados que cualquier otra cuestión no impide que sea fácilmente perceptible que la COMPERSEG (así, como hoy funciona) ha dejado de ser un instrumento eficaz para obtener resultados concretos y exitosos en este tema. Tema 5) ¿Qué más se puede decir acerca del trabajo desarrollado en el marco del Consejo de Defensa Sudamericano de UNASUR? Es inimaginable que en una reunión de la COMPERSEG se trate un tema que se ha desarrollado o que se va a desarrollar en otro ámbito similar pero más amplio, como es el Consejo de Defensa Sudamericano de la UNASUR. Es obvio, que este tema no tenía que ser tratado en la COMPERSEG, salvo que se crea que la posición de argentinos y chilenos no puede coordinarse de otra manera más barata y efectiva tal como una videoconferencia o un simple llamado telefónico entre los decisores. Este tema, tratado en este seno, solo puede dar lugar a pensar que fue un tema de relleno para completar una agenda pobre de contenido y cumplimientos.

Tema 6) ¿Qué se pudo decir acerca de las materias relacionadas con el desarme y la no proliferación?

O acaso en materia de no proliferación, ¿Habrá el Secretario FORTI informado acerca del proyecto de construir un submarino nuclear en tres años, tal como si el Estado argentino fuera “el Maradona” de esta industria, haciendo además una promesa de no contaminación de las aguas oceánicas pese a que el reactor que piensan instalar tiene importantes acusaciones al respecto tras treinta años de fracaso comercial? Es impensable que el Secretario FORTI haya hablado en torno a estas simples y muy concretas preguntas. En síntesis, como se ha visto, la monotonía de esta agenda ha sido enorme. Escuchar las disertaciones, un fastidio. Las caras de aburrimiento, fatales. Mientras que los costos y la falta de resultados en oportunidad y calidad, como siempre, pagados por los contribuyentes.

III. Un tema aparte. La Fuerza Binacional “Cruz del Sur” Una de las cuestiones importantes y especiales tratadas en la XXIII reunión de la COMPERSEG a finales de este mes de agosto pasado fue la Fuerza Binacional “Cruz del Sur”.

La respuesta es muy sencilla: nada nuevo.

En materia de desarme, ¿Habrá el Secretario FORTI detallado la situación de desarme que presentan las fuerzas armadas argentinas, conforme a las declaraciones públicas del Presidente de la Comisión de Defensa de la Honorable Cámara de Diputados del Estado argentino, Diputado Julio Cesar MARTINEZ?

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NOTAS: 12. Las declaraciones del Diputado MARTINEZ pueden escucharse en la siguiente entrevista radial: http://www.visionfederal.com/201108031008 3/Entrevistas/julio-martinez-diputadonacional-ucr-02-de-agosto.html


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Dice el parte de prensa difundido: “Uno de los puntos destacados de la jornada fue la reunión del Grupo Bilateral de Dirección Política de la Fuerza de Paz “Cruz del Sur” (FPC), órgano de alto nivel encargado de entregar los orientaciones de nivel político al trabajo de la Fuerza de Paz binacional. En la ocasión, se verificó el estado de avance del plan de alistamiento, equipamiento y entrenamiento de la fuerza, y se acordaron posiciones comunes respecto del trabajo a realizarse durante el último trimestre de 2011 y 2012 para alcanzar la completa operacionalización de la FPC”. (13) En ese sentido, es importante destacar que esta fuerza binacional se constituyó con una estructura terrestre, naval y aérea (tal como se muestra en el Cuadro 1) a los efectos de ser puesta a disposición de la Organización de Naciones Unidas, con el propósito de ser empleadas en operaciones de Mantenimiento de la Paz en donde sea requerido.

Esta fuerza no se diseñó como una fuerza integrada, sino como una fuerza compuesta de unidades que se complementan. Una fuerza conformada por “nosotros” y “ellos”. No hay una estandarización de sistemas de armas, de equipos, etc. Se armó con lo que se tiene y con lo que se puede. Por ende, puede inferirse que sus costos de operación y mantenimiento son altos. A simple vista, puede observarse que esta fuerza no cuenta con un presupuesto específico mediante un régimen de expensas compartido por cada Estado. Cada Estado se hace cargo de sus gastos, lo que genera una alta vulnerabilidad, dada la falta de tradición de cumplimiento institucional que posee el Estado argentino y que esta relación bilateral tiene ya una vasta experiencia de 16 años en ese sentido. Pero lo más increíble de esta fuerza es que para conformarse se necesitó de un Estado Mayor Conjunto y Combinado de doce

hombres (seis “de los nuestros” y seis “de los otros”) que tardó para alcanzar este resultado unos SEIS AÑOS aproximadamente, si se lo contabiliza desde el mes de agosto de 2005, cuando los dos ministros de defensa comenzaron las negociaciones para la formación de esta fuerza, hasta el 14 de Junio reciente, fecha en la cual fue presentada en Buenos Aires al Secretario General de las Naciones Unidas, Sr. Ban KI-MOON. De acuerdo a los Memorandos de Entendimiento (MOU) entre ambos países y las actualizaciones realizadas, el empleo de la Fuerza de Paz Combinada contempla tres etapas: 1) La Preparación de la Fuerza: en la que se consideran la conformación de las fuerzas, su alistamiento y entrenamiento, terminando con la presentación de las fuerzas ante la ONU. Se destaca nuevamente aquí que para esto se tardó SEIS AÑOS.

Cuadro 1: Componentes de la Fuerza Binacional “Cruz del Sur” TERRESTRE 1001 hombres

NAVAL 189 hombres

AÉREO 195 hombres

Una Unidad de helicópteros integrada 1 Patrullero Oceánico (OPV: Off Shore Patrol por 8 aeronaves: 2 Bell 212 (Fuerza 2 Batallones integra-dos por personal de Vessel) con 1 helicóptero de enlace y 1 Corbeta Aérea Argentina) 2 HUEY II (Ejército Ejército e Infantería de Marina. tipo MEKO 140. Argentino) 2 SA-330 (Ejército de Chile) 2 UH-1H (Fuerza Aérea de Chile). Fuente: Ministerio de Defensa argentino NOTAS: 13. Ver parte de prensa del Ministerio de Defensa chileno del 31 de agosto de 2011 en el siguiente link: http://www.ssdefensa.cl/comperseg.html

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2) El Stand By: en esta etapa se continúa con el entrenamiento de las fuerzas y se crea el puesto de Comandante Binacional de la FPC. 3) El Empleo de la Fuerza: esta etapa esta compuesta de otras tres fases: el Predespliegue, el Despliegue y Operación y el Repliegue, considerando que en las fases de Despliegue y Operación, el Force Commander del área de misión ejerce el control operacional sobre las componentes empleadas. El tiempo previsto para iniciar el despliegue de las fuerzas es entre 30 y 90 días a partir del mandato del Consejo de Seguridad de la ONU y de la respectiva aprobación de ambos países. El tiempo de despliegue previsto en el Área de la Misión es de 6 meses pudiendo prorrogarse en caso de ser necesario. De acuerdo a las declaraciones públicas realizadas por los funcionarios participantes en la XXIII reunión de la COMPERSEG el primer ejercicio de entrenamiento de esta fuerza binacional se llevará a cabo en el año 2012, es decir que, de acuerdo a lo anunciado, la segunda etapa prevista en los MOU firmados se inicia recién en el SEPTIMO AÑO. (14) Cabe destacar que en caso de ser requerido el empleo de esta fuerza binacional, ambos países comunicarán a las Naciones Unidas, la fecha en que la misma estará en condiciones de ser desplegada y su conformación, que puede ser por componentes, por organizaciones modulares o comprender la totalidad de las fuerzas señaladas.

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Esta característica en particular muestra de manera contundente la ineficiencia que ha tenido el proceso de conformación de esta fuerza. Más aún si se lo compara con los procesos de conformación de otras fuerzas de similares perfiles técnicos profesionales, inclusive de aquellas diseñadas con una mayor envergadura, para cumplir misiones similares.

En ese sentido, esta es una prueba irrefutable de lo que ya alertara oportunamente en mi trabajo del año 2004, en relación a que “una nueva Comunidad de Seguridad podría darse inicialmente entre éstos dos países, pero con gradientes menores de calidad y eficacia en sus instrumentos militares y de coordinación política, más aún si lo comparáramos, por ejemplo, con el caso europeo”. Pero el verdadero problema de esta fuerza binacional no es esencialmente técnico militar, mas allá que su diseño posee importantes vulnerabilidades y debilidades. Es político.

NOTAS: 14. Es importante destacar que el Acta Acuerdo del 27 de diciembre de 2005, ya establecía plazos muy laxos para esta fuerza binacional. En ese entonces, se estimaba realizar este proceso en TRES años. Su simple lectura permite inferir también que las tareas encomendadas fueron diseñadas con poco rigor técnico y sin un fuerte compromiso. Además claramente puede observarse que no fueron suficientemente evaluadas para obtener resultados concretos en tiempos más perentorios. Ver en: http://www.resdal.org/ultimosdocumentos/acuerdo-bilateral.html


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Hoy en día, los Estados de Argentina y Chile les muestran a la comunidad internacional que poseen una fuerza binacional de las características señaladas. Es una excusa maravillosa para la declamación y la retórica, para lucirse histriónicamente en la oratoria, especialmente, frente a un escenario internacional, para que algún líder transitorio del poder ejecutivo de estos Estados se muestre como un estadista en reuniones, seminarios, plenarios, etc. Pero la pregunta que un observador debe realizarse es: ¿OK, pero bajo que política de seguridad internacional?

Y hete aquí el mayor problema de la COMPERSEG. En dieciséis años de existencia no ha sido capaz de diseñar una política de seguridad internacional que se haya constituido en una política específica y concreta combinada, aceptada y compartida por todo el espectro político de los dos países, oportunamente refrendada por ambos Parlamentos.(15) Entonces tenemos supuestamente la fuerza binacional pero no tenemos la política.

Pero tal como dijimos anteriormente esta relación enfrenta otro problema estructural porque uno de los Estados carece de un sistema de seguridad similar al del otro Estado. ¿Cómo se va a coordinar el empleo de esta fuerza binacional si la percepción de amenazas y riesgos es tan diferente, si el empleo de los medios de defensa entre ambos países es tan contradictoria y si los decisores en materia de defensa tienen competencias tan asimétricas? Pero además, ¿cómo se va a coordinar el empleo de esta fuerza, a pesar de que exista una solicitud de la ONU, si ambos países tienen una mirada diferente y no consensuada acerca de su propia política exterior y de su política de seguridad internacional?

¿Cuál es la política de seguridad combinada de los Estados de Argentina y Chile? ¿Cuál es la política de seguridad internacional combinada de los Estados de Argentina y Chile? ¿Cuál es la política de seguridad estratégica combinada de los Estados de Argentina y Chile?

¿Cuál es la política de defensa combinada de los Estados de Argentina y Chile? ¿Podrá ser viable el empleo de una fuerza como ésta si en ambos Estados nacionales gobiernan partidos o lideres políticos de diferente ideología y de diferentes miradas políticas? Muchas preguntas y ninguna respuesta. En 16 años de existencia de la COMPERSEG no se ha podido aclarar ninguna de ellas. Tal vez, en todo este tiempo nadie se las haya formulado. Es tiempo que lo hagan y espero que no se tomen otros 16 años para contestarlas.

IV. CONCLUSIONES Tal como se dijo inicialmente es indudable que la COMPERSEG tuvo un rol importante, a lo largo de su existencia, en las relaciones argentinas y chilenas de defensa, pero las guerras y los conflictos bélicos no los fabrican los militares, las hacen los políticos a cargo de un Estado. Los militares solo ponen su vida en riesgo. Si esto tan sencillo es entendido, la COMPERSEG seguramente va a funcionar con más calidad porque va a empezar a actuar entendiendo cual es el rol de cada componente estatal de esta especial relación bilateral. Por eso, es necesario superar la adolescencia política de algunos funcionarios y autoridades de ambos Estados, especialmente del actual Ministerio de Defensa argentino.

Por el bien común de ambas sociedades, este mecanismo diplomático necesita madurar rápidamente. No se puede esperar otros dieciséis años para ello. Los Estados nacionales de ambos países necesitan que la COMPERSEG empiece a arrojar resultados con altos estándares de calidad, en oportunidad, forma y costos aceptables. Pese a todo lo aquí descripto, los resultados obtenidos, aún representan una enorme oportunidad para mejorar. Hay que tener voluntad política en ambos Estados para lograrlo, sino el futuro de este mecanismo será la continuidad de este presente, es decir una formalidad más sin contenido o con un contenido pobre, replicando en cierta manera el fenómeno que Guillermo O`DONNELL afirma que sucede con la democracia y los Estados liberales latinoamericanos. (16) NOTAS: 15. Se le destaca al lector, que relea la primera ACTA ACUERDO del 27 de diciembre de 2005, antes citada y observe que los Ministros firmantes no fijan en el documento ninguna política, sólo “se acuerda constituir un mecanismo de dirección política binacional” y se crea una fuerza militar binacional sin una dirección política adecuada, sin objetivos específicos, como si el fin de ser utilizada bajo Mandato de Naciones Unidas fuera lo único suficiente y necesario. 16. Guillermo O´DONNELL sostiene que en la mayoría de los países latinoamericanos “(...) las libertades democráticas, propiamente políticas, son efectivas: votación sin coerciones, libertad de opinión, de movimiento, de asociación y otras. Pero para grandes segmentos de población, las libertades liberales básicas son negadas o violadas recurrentemente (...). La efectividad del conjunto de derechos democráticos y liberales es condición de la plena ciudadanía civil y política. En muchas de las nuevas poliarquías, los individuos son ciudadanos en relación con la única institución que funciona de la manera prescripta por sus reglas formales, las elecciones. En el resto, sólo los miembros de una minoría privilegiada son ciudadanos plenos”. Ver en O´DONNELL, Guillermo: “Otra institucionalización” en revista Ágora, Buenos Aires, N° 5, Invierno de 1996, pp. 26-27

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Bibliografía •MINISTERIO DE DEFENSA de ARGENTINA, ACTA DE ACUERDO BILATERAL ENTRE LOS MINISTERIOS DE DEFENSA DE LAS REPUBLICAS DE ARGENTINA Y DE CHILE PARA LA CREACION DE UNA FUERZA DE PAZ COMBINADA, Buenos Aires, 27 de diciembre de 2005. •MINISTERIO DE DEFENSA de CHILE, Parte de Prensa del 31 de agosto de 2011. •O´DONNELL, Guillermo: “Otra institucionalización” en revista Ágora, Buenos Aires, N° 5, Invierno de 1996. •RUNZA, Ricardo “El concepto de seguridad estratégica del Estado ¿Una salida al laberinto argentino en materia de seguridad y defensa?”, Revista AAINTELIGENCIA, Santiago de Chile, abril de 2011. •RUNZA, Ricardo “Desmitificando algunos paradigmas de la economía de defensa de la Argentina. Una crítica constructiva al Informe de la Defensa Nacional en la Agenda Democrática”, ponencia presentada en el VII Encuentro Nacional de Estudios Estratégicos, Escuela de Defensa Nacional, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, 2 al 4 de noviembre de 2004. •RUNZA, Ricardo “Análisis y Evaluación de las relaciones argentino-chilenas de defensa, desde la perspectiva de la Comisión Permanente de Seguridad (COMPERSEG)”, IIK, Hamburgo, 2004.

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