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Practicando la agricultura regenerativa
La jornada hizo foco en cultivos de servicios, fertilización y estrategias de manejo orientadas al cuidado del suelo.
El pasado 24 de octubre tuvo lugar la última UPA de la regional La Pampa. El escenario elegido fue el establecimiento “El Retoño” en Villa Marisol y el eje temático de la jornada fue la agricultura regenerativa. Así, se habló de cultivos de servicio, fertilización y suelo.
MANEJO DE LA FERTILIZACIÓN
El Dr. Martín Díaz Zorita habló del manejo de la fertilización para la zona haciendo hincapié en la importancia de considerar el impacto de la agricultura sobre el equilibrio natural del ambiente y la realización de fertilizaciones balanceadas.
En cuanto al fósforo, su contenido en los suelos de la zona limita la producción. Este nutriente es responsable de generar la energía necesaria para el crecimiento y la implantación de los cultivos. Los cereales expresan respuesta al agregado de fósforo a través de variables como el aumento en el número de macollos por planta. Respecto a N, su oferta está ligada al contenido de materia orgánica y a cambios de temperatura y humedad; estos últimos vinculados a la dinámica de mineralización.
Al hablar del momento de fertilización y pensando en ambientes semiáridos, el especialista aconsejó hacerlo a la siembra a fin de asegurar la humedad necesaria para su incorporación. Adelantar la nutrición asegura además mayores tasas de crecimiento iniciales y reduce la incertidumbre ante la aleatoriedad de las lluvias. En relación a la cantidad, Díaz Zorita recomendó aplicaciones en superficie y no incorporadas, ya que en esta zona, las dosis en el surco superiores a 15 kg de N representan un alto riesgo de toxicidad y problemas de implantación
En referencia al contenido de proteína en grano previsto para la cebada de este año, el disertante anticipó niveles por debajo de lo esperado. El motivo radica en la actual ‘sub nutrición’ nitrogenada y el aporte deficiente del suelo por causa de las condiciones climáticas. A esto se suma el escaso nivel de fósforo que estaría limitando la removilización de nutrientes al grano.
Haciendo foco en el muestreo, Díaz Zorita remarcó el rol de esta práctica en la definición de estrategias de fertilización basadas en la planificación y el ajuste por ambientes. El reconocimiento de la variabilidad es clave para un buen diagnóstico, más allá de las posibilidades reales desde el punto de vista operativo de encarar un manejo por ambientes.
CULTIVOS DE SERVICIO Y SALUD DEL SUELO
Durante la jornada, también estuvo presente el Ing. Agr. Cristian Álvarez, del INTA General Pico para hablar sobre CS y sue- lo. El especialista recalcó la importancia de darle identidad al suelo, con el fin de establecer el estado de “salud” del mismo y poder entender de esta forma cómo contribuye a nuestro sistema de producción. Para ello, Álvarez recomendó realizar muestreos y analizar los principales parámetros presentes en el suelo, como por ejemplo materia orgánica, textura, estructura, capacidad de infiltración y presencia de sales, entre otros.
Luego de la introducción sobre el suelo, destacó la importancia de los cultivos de servicio, en este caso centeno con vicia, para mejorar las propiedades del suelo, aumentar la retención de humedad y conservar los contenidos de materia orgánica. “A la hora de realizar un CS, hay que tener en cuenta para qué lo estamos haciendo y, en base a eso, cómo lo vamos a manejar”, señaló.
ESTIMANDO EL ÍNDICE DE MATERIA ORGÁNICA (IMO)
También vinculado al suelo, la Dra. Romina Fernández se refirió al Índice de Ma- teria Orgánica (IMO) como indicador para mejorar la interpretación del contenido de materia orgánica (MO), ya que relaciona el contenido de esta última con la textura del suelo (porcentaje de limo+arcilla).
Para la zona, el valor de IMO se encuentra entre 2 y 10 (se analizaron suelos con 30% de limo+arcilla). Si se considera que el umbral está entre 5 y 6, para estos valores el suelo no tiene problemas de porosidad. Cuando el suelo tiene más, está mejor y cuando tiene menos, está peor (menor cantidad de nutrientes, problemas de condiciones físicas del suelo).
Siendo la textura un rasgo intrínseco del suelo y por tanto imposible de modificar, los aumentos en el IMO dependerán de incrementos en el contenido de MO. El regreso a sistemas que integren agricultura y ganadería son una opción para volver a encauzar a los suelos hacia condiciones similares a la original (pastizales naturales). La integración puede aportar entre 15 a 17 tn de MS de raíces, contra 3 a 5 tn que aporta un cultivo de grano. Este es un indicador importante si pensamos que mientras sólo el 5% de los residuos en superficie pasan a MO, las raíces lo hacen en proporciones del 40%. Las rotaciones con pasturas permiten además mejorar la fertilidad física y química del suelo.
Por su parte, los ensayos de INTA revelaron que los cultivos de servicio no lograron aumentar el contenido de MO, aunque sí permitieron mantenerlo. En suelos con problemas de porosidad, las raíces son incapaces de acceder a los nutrientes, independientemente de la fertilización y el agua disponible.
El último en exponer fue el Dr. Alberto Quiroga quien recordó que todo lo que hace el productor antes de la siembra tiene un impacto importante sobre el comportamiento de los cultivos. Si bien un suelo puede tener una alta vocación productiva y ser capaz de almacenar buena cantidad de agua, no siempre logra aportar estas condiciones al cultivo. “Aquí cobra importancia la noción de salud del suelo”, dijo.
Conocer el estado de salud del suelo es clave para elegir las mejores prácticas. Por ejemplo, valores de IMO mayores a 5 en suelos buenos de la zona pueden habilitar el pastoreo de algunos cultivos de servicio.
“Para mejorar la producción no podemos ver al ambiente, al suelo o al cultivo de manera individual, sino hay que entenderlos de manera conjunta como un sistema productivo”, cerró.