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Experiencia GUINEA: La Siembra Directa como oportunidad en una tierra llena de desafíos

Aapresid releva las principales oportunidades y retos de esta nueva experiencia en África.

En un vínculo que comenzó hace ya dos años, desde Aapresid estamos colaborando con el Banco Africano de Desarrollo (AfDB) en el marco de un programa de incorporación de tecnologías para la transformación de la agricultura de la sabana africana. Nuestras tareas en el terreno se han desarrollado en el África Oeste y que es frecuentemente mencionada como una de las regiones de menor desarrollo dentro del continente africano (Figura 1).

Durante 2018 desarrollamos cultivos de maíz y de soja en Ghana y, desde fines de ese año, se comenzó a explorar la posibilidad de cooperar también en Guinea. Esto finalmente se concretó con la llegada de nuestros técnicos a dicho país a partir del 1 de junio del corriente, con el objetivo de acompañar todas las etapas de cultivo desde la selección de los lotes hasta la cosecha, en tres localidades de ese país: Faranah, Kankan y Siguiri, ubicadas en la región denominada como Alta Guinea (Figura 2).

El objetivo del trabajo es el desarrollo de sistemas basados en siembra directa que aporten a la sustentabilidad de la actividad agroindustrial local. En este sentido, los dos cultivos sobre los que se trabajan son maíz y soja, no solo por todo lo que ya conocemos de ellos en cuanto a su relevancia agronómica, sino también por todo el valor que los rodea en cuanto a sus posibilidades de transformación.

Lo que nosotros vamos a aportar es el “know how” para adaptar los sistemas de agricultura basados en siembra directa que hemos probado. Tenemos la capacidad de hacerlo así como de lograrlo en periodos de tiempo muy rápidos, al menos en relación a otras regiones del mundo.

Figura 1 Región del África Oeste.

En Guinea, como en cualquier lugar, el desarrollo de nuestros sistemas de producción enfrenta diferentes limitantes y una parte central de nuestro trabajo es el de detectarlas y proponer prácticas o estrategias que permitan resolverlos. En general, se puede hablar de limitantes agroecológicas, presupuestarias y de infraestructura o de logística. Esta situación no es nueva y los miembros de Aapresid ya han tenido que debatirse en otros lugares parecidos -o no- a esta nueva realidad presente en Guinea.

El desafío principal radica entonces en verificar si aquellas soluciones que encontramos para las distintas limitantes que fuimos resolviendo en otras regiones resultan válidas en el ambiente guineano. Para eso necesitamos disparar un proceso de adaptación de las soluciones a esta nueva realidad, durante el cual: ejercitemos, descartemos y validemos nuestras propuestas. Se trata de “hacer agronomía”.

Nuestra propuesta agronómica comenzó por analizar el suelo o, mejor dicho, los suelos que encontramos en la Alta Guinea, una sabana más bien baja (200- 400 m.s.n.m.), de relieve bastante plano o con pocas ondulaciones, con parches de selva y atravesada por valles aluviales que se disponen a orillas del río Níger y sus afluentes. Los principales suelos que encontramos en las zonas donde desarrollamos nuestro trabajo son acrisoles y plintosoles, y en menores proporciones leptisoles y fluvisoles. Si bien hay una importante heterogeneidad, algunas características comunes podrían ser su elevada acidez, baja fertilidad y susceptibilidad a la erosión hídrica.

Más allá del obvio efecto del clima, relieve y los factores formadores del suelo, en algún punto estas condiciones de los suelos podrían estar relacionadas a algunas de las prácticas de manejo que se han aplicado a lo largo de muchos años de historia. En este sentido, se destacan la labranza convencional y las quemas de limpieza.

Figura 2 Región de Alta Guinea, donde están ubicadas las tres localidades en las que se viene trabajando.

En septiembre de 2018 se hizo una primera recorrida para comenzar la selección de sitios y se hicieron los primeros muestreos y análisis de suelos. Algunos resultados de referencia para el estrato de 0 a 20 cm se muestran en la Tabla 1.

Tabla 1 Resultados de los primeros muestreos y análisis de suelos en tres sitios diferentes (2018)

Los niveles de deficiencias de nutrientes, de materia orgánica y los valores de acidez, plantean la necesidad de integrar todas las herramientas de nutrición a las que se tenga acceso. En este sentido, no hay manera de pensar en una nutrición equilibrada con planes de corto plazo. Tanto la aplicación de enmiendas hasta la inoculación de leguminosas (práctica poco difundida en el país), tienen su aporte para hacer. Desde el lado de la susceptibilidad a la erosión, no hay dudas del aporte que puede hacer la siembra directa. Pero también, con rotaciones adecuadas y considerando la posibilidad de incorporar cultivos de servicios (existen algunas experiencias aisladas), creemos que toda mejora en el balance del C, por más pequeña que sea, debería tener efectos importantes en las condiciones de los suelos.

El clima en esta región es tropical de tipo sudanés, con una estación seca muy marcada, y en la que puede prácticamente no llover. Según la localidad, esta estación puede llegar a durar hasta 6 u 8 meses. La otra estación que se presenta es húmeda, con lluvias que pueden variar desde los 1000 a los 1700 mm anuales. En la Figu- ra 3 se resume la distribución anual de las precipitaciones de las tres localidades donde desarrollamos actividades.

Figura 3 Precipitaciones promedio mensuales de los tres sitios para distintos periodos según las fuentes de datos de precipitaciones encontradas.

Figura 4 Temperatura máxima y mínima promedio mensual de los tres sitios para el período 2014-2018.

Las temperaturas son elevadas, propias de una región tropical. El promedio anual se incrementa a medida que nos movemos en dirección noroeste, alejándonos del mar y aproximándonos al desierto. Van desde los 26° C en Faranah, 27° C en Kankan y llegan a los 28° C promedio anual en Siguiri. En la Figura 4 se muestra la evolución a lo largo del año de las temperaturas máximas y mínimas promedio mensual.

Otras variables climáticas son la heliofanía, que es bastante constante y alcanza valores promedio en el año de 8,6 horas luz en Faranah y 9,3 h en Siguiri; y los vientos, que no alcanzan valores elevados al menos durante los meses húmedos (rara vez se encuentran valores mayores a los 20 km/h).

La elección de cultivares a sembrar en este contexto de clima fue realmente un desafío, pero también porque los híbridos o variedades con resistencia a diferentes herbicidas o insectos hoy (por distintas razones) no están accesibles en el portfolio de genética desde el cual elegimos los materiales que utilizaremos. En general la oferta de materiales genéticos en la región se basa en introducciones de larga data con poca información sobre su comportamiento local.

Con la ayuda del INTA se trabajó sobre simulación de cultivos vía modelos con el objetivo de precisar los mejores ciclos de madurez y fechas de siembra, y estimar también fechas de cosecha. En este sentido, esperamos generar información que sume a la validación de dichas simulaciones.

Algunas de las hipótesis que surgieron a partir de esas simulaciones nos han permitido llevar a la mesa de discusión con los expertos locales temas como la mejor fecha de siembra para soja (cultivo de muy baja difusión local) que resultan de mucho interés a la hora de planificar las próximas campañas.

Respecto a lo operativo o presupuestario, la disponibilidad de equipos, la capacidad de los mismos, el costo de algunas labores y la experiencia o formación de los operarios son cuestiones difíciles de resolver. Existe un proceso de mecanización de la agricultura en marcha, para el cual el Estado hace un apoyo importante. Según lo que alcanzamos a ver, esto se centra principalmente en su principal cultivo, el arroz, y está enfocado principalmente en la labranza del suelo que, de no realizarse con máquinas, se basa en la “tracción a sangre”. Obviamente, la posibilidad de reducir la cantidad de labranzas en esta región se mira con ojos que superan lo estrictamente económico.

En cuanto a la disponibilidad de insumos, deben ser importados con frecuencia, con todo lo que esto significa a nivel de costos y tiempos. Una particularidad en lo que hace a fitosanitarios y que puede ser interesante para visualizar las dimensiones o escalas en las que se trabaja la agricultura, es que todos se venden en presentaciones de 1 litro o menos.

El estado de la infraestructura vial que existe para el acceso a alguna de las localidades, es también un aspecto de consideración, tanto para la llegada de los equipos como para el movimiento de las cosechas.

Cuestiones como la baja escala de las unidades de producción, las dimensiones de los lotes, el poco uso de alambrados, son cuestiones que también nos desafían y obligan a pensar la actividad agropecuaria en un contexto contrastante con el que estamos habituados. En este punto, la siembra directa tiene un rol que se observa con interés, no solo por la experiencia que transmitimos nosotros sino también por experiencias anteriores que se han realizado en el país. Reducir horas de trabajo por unidad de superficie facilita el crecimiento en escala.

En cuanto a mercados para la producción, existe un comercio que es bastante diferente a la forma en que conocemos el mercado de commodities agropecuarios en Argentina y hay mercado para prácticamente todos los productos de cosecha. Es llamativo cómo la población rural desarrolla algunos cultivos con un enfoque más comercial (arroz, maní, maíz, algodón) y otros más destinados al autoconsumo (sorgo, mijo).

Hasta aquí planteamos los principales desafíos que encontramos y algunas de las medidas que exploramos para resolverlos. Son desafíos que implican trabajos a largo plazo, donde nuestro conocimiento se pone a prueba no solo desde lo estrictamente técnico sino también en cuanto a cómo vincularnos y cómo establecer relaciones de cooperación eficientes que se traduzcan en mejores resultados para la actividad agropecuaria de este ambiente africano.

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