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Para anotar un poroto más al cultivo

Avances en biotecnología, manejo eficiente de los recursos, atender las plagas y enfermedades, son alguno de los pilares fundamentales para potenciar los rendimientos en soja.

Un gran salto tecnológico para el Mercosur

Federico Vartorelli, Director de Investigación de Monsanto para Latinoamérica Sur, aseveró que la producción mundial de alimentos deberá aumentar un 70% hacia el 2050. Se estima que el 80% de la producción se alcanzará elevando el rendimiento, y el 20% restante por expansión de la frontera agrícola. Frente a ese escenario, la investigación es clave para el desarrollo de materiales genéticos adaptados a las condiciones locales y para disminuir el impacto de stress bióticos y abióticos. Para Vartorelli, los 3 pilares fundamentales para seguir incrementando los rendimientos son la genética, la biotecnología y la aplicación de prácticas agronómicas. Para seguir, el representante de Monsanto presentó la tecnología BtRR2Y desarrollada en soja específicamente para Sudamérica. La misma está compuesta por dos eventos acumulados (RR2Y y BT) los cuales han demostrado importantes beneficios en cuanto a control de malezas con glifosato y protección contra las principales plagas lepidópteras, lo que se traduce en rendimiento y finalmente en margen bruto de la empresa agropecuaria. Vartorelli declaró que, si bien la fecha de lanzamiento de este producto es todavía incierta en Argentina por cuestiones regulatorias, en Brasil y Paraguay estará disponible en el 2011.

Producción de soja y uso eficiente de los recursos

Fernando Salvagiotti, de INTA Oliveros, aseguró que la producción de granos en soja está ligada a la capacidad del cultivo de capturar los recursos que estén disponibles (agua, nutrientes, radiación, CO2) y que la temperatura regula la intensidad de captura. El momento durante el ciclo del cultivo en que esos recursos estén disponibles determinará las variaciones en el rendimiento de la soja, dado que afectará de diferente manera la definición de los dos principales componentes del rendimiento del cultivo: el número de semillas y el peso de las mismas. Cualquier tipo de stress que sufra el cultivo en el periodo entre comienzo de floración (R1) y comienzo de llenado de semillas (R5) afectará el número potencial de semillas. Asimismo, si este stress ocurre durante el periodo entre R5 y madurez fisiológica (R7), el peso de las semillas será afectado. En cualquier caso el rendimiento tendrá severas disminuciones, remarcó. El Ingeniero añadió que las variaciones en los rendimientos pueden explicarse a partir de efectos del genotipo, del ambiente y de su interacción, generalmente el segundo es el mayor determinante. Las propiedades del suelo (físicas y químicas) en interacción con las variables climáticas (disponibilidad de radiación y agua, así como también de los diferentes regímenes térmicos) determinan diferentes ambientes para el cultivo de soja. A su vez, las diferencias en longitud de ciclo de las variedades de soja pertenecientes a distintos grupos de madurez, permiten explorar distintas ventanas agroclimáticas, cuando son sembradas en la misma fecha y en un mismo lote. Por lo tanto un ambiente de cultivo puede ser definido por la combinación de los factores lote y variedad, es decir que, para una misma campaña y localidad, un mismo lote sembrado con distintos cultivares puede ser tratado como nuevos ambientes. El técnico del INTA comentó que los resultados sugieren el estrechamiento de surcos en cultivos de ciclo más corto, especialmente en siembras más tardías, pero advirtió “Ojo, si el recurso limitante es el agua, se pone al cultivo en una situación de mayor competencia que puede ir en detrimento del rendimiento. Para poder tener en cuenta todas las alternativas de manejo del cultivo de soja en diferentes ambientes Salvagiotti recomendó utilizar programadores de siembra calibrados localmente, modelos de balance hídrico o modelos de simulación de cultivos más mecanisticos.

La comercialización de tecnologías depende de muchos factores, incluyendo las necesarias aprobaciones regulatorias, aseveró Federico Vartorelli.

Manejo de plagas

Roberto Peralta, de la Universidad Católica de Córdoba, declaró que un buen rendimiento se logra con un uso adecuado de insumos sanitarios y un manejo con criterio. Señaló las diferencias entre operatividad y conocimiento, y expuso una matriz de inteligencia y el nuevo esquema en la generación del conocimiento. En dicho esquema se encuentran los especialistas, elaboran conocimiento; los expertos, quienes lo adaptan; los ejecutores, aplican el conocimiento adquirido y los idóneos lo transmiten. De la interacción de estos actores surge la generación y actualización constante del conocimiento. Por otra parte dialogó sobre el modo de acción de los Insecticidas en la planta: tópico, penetración y sistémico; y en la plaga: contacto, ingestión y tensión de vapor. También manifestó la dinámica de los impactos de las gotas en el cultivo, declarando que un 76% del producto aplicado alcanza el estrato superior y sólo un 6% alcanza el inferior. Finalmente nos brindó información acerca de los insecticidas reguladores del crecimiento, los cuales alteran algún proceso relacionado con el crecimiento o desarrollo de los insectos. Todos los años emprendemos una nueva campaña y como todo emprendimiento es un desafío e implica riesgos. Pero lo importante es hacerlo con un muy buen respaldo: el conocimiento.

Enfermedades de fin de ciclo y Mancha ojo de rana

Dada la importancia del cultivo de soja en la Argentina, el fitopatólogo Daniel Ploper (Estación Experimental Obispo Colombres) advirtió que debemos tener especial cuidado en los facto- res limitantes del rendimiento o de la calidad de semilla, como pueden ser las enfermedades de raíz o de la parte aérea. La mayoría de los patógenos causantes de enfermedades de fin de ciclo poseen un extenso periodo de incubación y latencia, lo que refleja la aparición de síntomas y fructificaciones en etapas tardías del ciclo provocando infecciones asintomáticas latentes en los estadios vegetativos. Mancha marrón y Mancha Ojo de Rana (MOR) aparecen en estados vegetativos observándose los síntomas en estos estadios. Los patógenos fúngicos frecuentemente identificados en soja son Septoria glicines (Mancha marrón), Cercospora Kikuchii(Tizón morado), Cercospora sojina (Mancha ojo de rana), Colletotrichum (Antracnosis), y Phomopsis sojae. Además podemos enumerar Roya, Tizón, Oidio, Mildiu, Mancha anillada como patógenos que están aumentando en forma gradual su severi- dad con distintas importancias en las diferentes zonas productoras del país.

El ambiente se modifica con cada decisión de manejo del cultivo, ya que lo exponemos a diferentes ofertas de radiación, agua y temperaturas. Para maximizar la producción de soja en un lote, debemos crear las condiciones para disminuir las limitantes. Fernando Salvagiotti

Para el manejo de las Enfermedades de Fin de Ciclo (EFC), Ploper recomendó tener en cuenta los siguientes puntos: 1. Para diagnosticar y poder manejar la enfermedad se debe hacer una caracterización de las condiciones ambientales que favorecen la fructificación, diseminación, forma de infección y supervivencia de la enfermedad.

2. Implementar manejo de cultivo integrado al manejo de las enfermedades mediante:

• Métodos culturales: Rotación, semilla de calidad, cosecha oportuna.

• Métodos biológicos: Resistencia varietal (efectiva, moderadamente efectiva, poco efectiva.)

• Métodos químicos.

Por su parte, la fitopatóloga Norma Formento (INTA Paraná) reseñó la evolución de MOR en Argentina, desde las primeras apariciones registradas en Chaco y su posterior expansión a otras provincias del norte y centro del país con distintos niveles de incidencia y severidad. Los niveles de pérdidas dependieron de las condiciones predisponentes (alta humedad ambiental y precipitaciones abundantes) y la susceptibilidad de las variedades, la especialista destacó que en los últimos años se fueron reemplazando exitosamente por cultivares resistentes. En el ciclo 2009/10, el aumento en prevalencia, incidencia y severidad fue significativo en toda la región pampeana y otras provincias argentinas, con pérdidas de rendimiento entre 400 y 2000 kg/ha, con un máximo de 3600 kg/ha, ello se explica porque el 60% del área fue sembrada con tres cultivares susceptibles. Por otro lado, advirtió Formento, existen tres aspectos de gran importancia epidemiológica, la gran cantidad de rastrojo infectado en superficie, los niveles de incidencia de C. sojina en las semillas de la cosecha 2010 y la presencia de sojas voluntarias que actúan como “puente verde” durante el período libre de cultivo. Comenzó afectando estadios fonológicos R3 y R5 y en esta última campaña se pudo observar en estadios vegetativos desde V1 hasta R7.

Formento manifestó que las condiciones ambientales que favorecen MOR son alta heliofania para la formación de conidios, lluvias mayores a 7 mm relacionadas a la duración del mojado foliar que permite germinación y diseminación de conidios, y temperaturas de 25-30 ºC. Es una enfermedad muy agresiva que afecta tallo, hojas y vainas; no raíz. Presenta otras especies hospedantes como yuyo colorado, amaranto, poroto, etc. De cara a la próxima campaña Formento recomendó seleccionar los lotes en función de sus antecedentes sanitarios, elegir cultivares resistentes o moderamente resistentes a MOR, estar atentos al ciclo del cultivar (cuanto más largo es el ciclo, mayor es su probabilidad de enfermarse), implantar semillas de calidad (patógenos asociados a semilla, se transmiten a plántulas), utilizar fungicidas curasemillas eficaces, monitorear permanente el cultivo desde estados vegetativos iniciales, considerar el pronóstico climático extendido y conocer los umbrales de acción de control químico. Marcelo Carmona, fitopatólogo de la FAUBA, hizo referencia al manejo químico de MOR y EFC. Advirtió que el uso de fungicidas en soja permite expresar el potencial de los genotipos, mejora la capacidad de las plantas para aprovechar los recursos, aumenta los recursos disponibles al eliminar patógenos, disminuye la infección y multiplicación de la población de hongos, disminuye la “velocidad” de la enfermedad, protege y cura a las plantas, erradica las infecciones esporuladas, y aporta atributos fisiológicos complementarios (disminución etileno, mejora respiración, etc). El fitopatólogo indicó que las características de MOR son distintas a las EFC, lo que determina dos criterios de manejo, pero las decisiones se deben tomar analizando el triangulo HOSPE- DANTE-PATOGENO-AMBIENTE. Carmona advirtió las dificultades para el control químico de las EFC porque es un complejo de hongos, las infecciones son ocultas a nuestros ojos, la manifestación de síntomas es al fin de ciclo, no es eficiente manejarse con umbrales visuales y no hay buena correlación entre la severidad y el rendimiento. Resultados de ensayos con fungicidas para EFC, indican que la respuesta depende de la campaña considerada, las aplicaciones en R3 o R5 no presentan diferencias significativas, el impacto del uso de fungicidas varia en promedio del 5% al 15 %, y está fuertemente asociado al año considerado. “Cada vez hay más evidencia de que el estado fenológico aislado no debe ser el que oriente la aplicación, sino la combinación del mismo con las condiciones ambientales y otros factores de riesgo”, aclaró Carmona. Los fungicidas utilizados para el control de EFC son: estrobilurinas y sus mezclas con triazoles, triazoles y sus mezclas con carbendazin y carbendazin (resaltar precauciones) Para el manejo químico de MOR, el fitopatólogo recomendó sembrar semilla sana o tratada con fungicidas eficientes, los fungicidas del grupo bencimidazoles, carbendazim, metil tiofanato y tiabendazol resultan erradicantes del hongo en la semilla. Según Carmona el sistema de decisión para MOR en soja, tiene que estar basado en el Umbral de Daño Económico (UDE) que es la cantidad máxima de enfermedad tolerable económicamente. El especialista recomendo realizar monitoreos, recolectar los folíolos centrales del tallo principal en 10 a 20 plantas, desde estado vegetativo (Ej: V2-4) y continuar en estadíos avanzados (Ej: R6) con una frecuencia de 3 a 7 días. En variedades muy susceptibles a MOR, si existen síntomas en estado vegetativos hasta R1-R2 (sin considerar la intensidad) y el ambiente es favorable (cálido y húmedo con lluvias) proceder a una primera aplicación de fungicidas con triazol + carbendazim, carbendazim o mezcla de triazoles. A partir de R3 en adelante, se sugiere aplicar el sistema de puntuación, que permite orientar el manejo de las EFC en los estadios críticos de generación de rendimiento de la soja (R3-R5.5), en conjunto con el UDA determinado para MOR (3-5 manchas por folíolo en promedio de al menos 2 mm desde R3 a R5.5 (para un rinde de 4 Tn y un precio de soja de 235 u$d). Aplique cuando el sistema de EFC lo indique o cuando se alcance el UDA, lo que suceda primero. Si hay resurgimiento de la MOR en hojas nuevas confirmadas mediante el monitoreo (probablemente esto ocurra con ambiente favorable 25-28 días después de la segunda aplicación) se justifica una tercera aplicación en este caso utilizando triazol+ carbendazim, carbendazim o mezcla de triazoles. se afecta significativamente el peso de 1000 semillas. Concluyendo su presentación Carmona refexionó “el uso de los fungicidas no deberían decidirse ni por el precio del cultivo ni por estado fenológico, no debieran aplicarse sin la certeza del retorno económico, las aplicaciones deben estar regidas por el triángulo de la enfermedad.

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