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Maximizar la producción en suelos heterogéneos. Manejo por ambientes
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Bajo el lema “agricultura sin límites”, la regional Laboulaye organizó el segundo encuentro Un Productor en Acción, con el objetivo de tratar las problemáticas de importancia zonal y lograr un intercambio de ideas y soluciones entre técnicos, productores y asistentes en general.
David Rogero (Presidente de la Regional Laboulaye) abrió la tranquera de “La Julia” y dio la bienvenida a los asistentes, además se refirió a la trayectoria de la regional y las acciones que están desarrollando. Rescató la fortaleza del grupo humano, las ansias de generar y compartir experiencias basadas en siembra directa, relevantes para la zona. El evento contó con el apoyo y colaboración de INTA Laboulaye y ACREA, cuyas autoridades zonales dieron sus palabras.
Evolución de los sistemas zonales de producción
Los modelos de producción de la zona, como ocurre en términos generales en el resto de la Pampa Húmeda, asignan en forma paulatina en cada campaña mayor cantidad de superficie a los cultivos agrícolas. Los sistemas han evolucionado en los últimos años, se pasó de sistemas donde la agricultura y ganadería compartían el uso de la tierra en rotación a sistemas independientes y en la actualidad la totalidad de la superficie está en agricultura y la ganadería a corral. Estos cambios se fueron desarrollando por factores tecnológicos, relacionados a la adopción de la siembra directa y la fertilización y el mejoramiento paulatino de los ambientes de producción; y también por razones económicas, derivadas de la mejor relación de precios de la agricultura en comparación con la ganadería.
El establecimiento “La Julia”, cuenta con 950 hectáreas con ambientes contrastantes. Históricamente fue manejado con labranza convencional y ganadería extensiva.
A partir de 2002 se hizo cargo Claudio Mazás, actual administración y miembro activo de la Regional Laboulaye. En ese momento, posterior a la inundación, el establecimiento contaba con 185 has de rastrojos de soja y el resto de la superficie se repartía entre lomas enmalezadas con gramón y bajos anegados. El objetivo planteado fue incrementar la superficie agrícola bajo un esquema sustentable, comenzando con soja para limpiar los lotes hasta establecer la rotación actual de trigo/sojamaíz-soja.
En “La Julia” el manejo agrícola es por ambientes y apunta a los máximos rindes por cultivo, en función de la calidad de los suelos, que es muy heterogénea. En pocos metros se puede pasar de un suelo clase I con napa a 2 metros y excelente potencial agrícola (izquierda), a ambientes de bajos salinos con napa poco profunda con baja aptitud productiva (derecha).
En este contexto surgen nuevos interrogantes vinculados a la sustentabilidad productiva, económica y ecológica de éstos nuevos modelos desarrollados.
Estos ambientes se encuentran en la región vinculados a suelos de lomas planas y ligeramente onduladas, con buen drenaje interno a algo excesivo, desarrollados a partir de sedimentos eólicos de textura franco arenosa y buena dotación de fósforo.
Bases y herramientas para maximizar los resultados en ambientes de alta productividad
César Bellos, integrante de la comisión directiva de Aapreosid, recordó las bases sobre las que se apoya un sistema de alta producción:
siembra directa continua con rotación de cultivos y fertilización balanceada. Si bien en los sistemas de producción actuales, con alta proporción de campos arrendados “al mejor postor”, algunas de éstas premisas se dejan de lado; se va tomando conciencia por parte de todos los actores de la importancia de lograr acuerdos de largo plazo. Otra es la situación del productor propietario, que tiene la posibilidad de manejar la variable “tiempo” y pensar en la planificación del sistema, sobre todo en la intensificación de las rotaciones. “La secuencia típica de la región (T/S-M-S) presenta una intensidad de 1,33 cultivos/año, con lo cual en 10 años se dejan de hacer 7 cultivos. Lo ideal es llevar dicha intensidad al máximo nivel que permita el ambiente”, aclaró Belloso. Con ello se logra aumentar la eficiencia del uso de agua y mejorar el balance de carbono al incorporar mayor cantidad de materia seca al sistema. Para llevarlo a cabo se deben introducir aquellos cultivos me jor adaptados a la zona, siempre pensando en las ventajas que aportan las leguminosas como vicia y tréboles anuales, en cuanto a la fijación biológica de nitrógeno y su rápida descomposición e incorporación al suelo.
El tiempo también juega un papel preponderante en lo referido a las diferentes etapas en las que se encuentra el sistema de siembra directa. La intensificación de las rotaciones permite alcanzar antes la etapa de consolidación en la que se cierra el ciclo biológico y el suelo comienza a mineralizar.
Francisco Iguerabide, integrante de la regional, comentó sus experiencias como productor de la zona. Dijo que debido a la heterogeneidad de ambientes muchas veces se dificulta la planificación de rotaciones y fertilización, como consecuencia de los resultados económicos en los lotes bajos. La estrategia desarrollada para este caso es lograr una mayor intensificación en los mejores ambientes y financiar con los re sultados de éstos el ingreso de los bajos a la rotación.
En un lote de primera y en un trigo que promete mucho, Francisco Iguerabide (derecha) destacó que la estrategia en los ambientes de alta producción pasa por intensificar la rotación y acompañar con una ajustada fertilización.
Manejo de ambientes con limitantes y alto riesgo
A fin de mostrar ambientes bien contrastantes, alambrado de por medio de la primera estación temática, la segunda parada transcurrió en un lote habitualmente denominado de “menor aptitud”.
Cristian Alvarez del INTA Villegas resaltó las características del suelo y las principales limitantes para la producción agrícola: presencia de un horizonte B textural que dificulta la infiltración y el ascenso capilar de la napa, agravado por el alto contenido de sodio y estructura laminar y compactación superficial. La presencia de la napa en estos ambientes se convierte en una gran oportunidad para los años secos pero también representa una amenaza en los años lluviosos, determinando el alto riesgo de producción característico de los bajos.
Como pautas básicas de manejo se recomienda mantener una buena cobertura superficial para evitar la salinización y mejorar la infiltración. Lo ideal sería también lograr la implantación de cultivos con alta demanda hídrica (caso agropiro) para mantener la napa deprimida y evitar anegamientos.
Raúl Antonelli, socio Aapresid e integrante de la regional, brindó su experiencia práctica sobre el manejo de los “bajos”. Éstos lotes vienen presentes “como un paquete “en los campos alquilados y generalmente se dejaban sin producir o se manejaban con alambrados eléctricos para lograr un aprovechamiento del pastizal natural con vacas de cría. Actualmente éstos ambientes se incorporaron a la agricultura, y si bien los resultados económicos posibles de lograr son en promedio regulares, ayudan a alcanzar un mayor margen global a los sistemas.
El primer objetivo de manejo es lograr altas coberturas superficiales para lo cual se trata de implantar gramíneas adaptadas como cebada o sorgo, para luego continuar con soja. Se siembran grupos largos (V-VI) de mayor rusticidad y cobertura y de madurez tardía para lograr la cosecha luego de los períodos de anegamiento de marzo-abril, finalizó Antonelli.
Para cerrar la jornada el ATR de la regional, Francisco Mouriño concluyó que debido al aumento de la población mundial y la mayor demanda de alimentos, la tendencia hacia una “agricultura sin límites” se mantendrá, lo que constituye un nuevo desafío a superar y del cual debemos tomar las oportunidades para el bien común.
Agradecemos a Javier Tudisco, pasante 2007 del Area Técnica de Aapresid, por la colaboración en la redacción de la presente nota.