
11 minute read
Te necesito para rendir
by Aapresid
De cara a una nueva campaña, te contamos los aspectos claves para achicar las brechas de rendimiento vía nutrición de cultivos de la mano de Martín Torres Duggan, referente de fertilidad de suelos y fertilización, de Tecnoagro. Repasamos, además, la importancia del muestreo y análisis de suelo y compartimos algunos tips para “aprovechar” los remanentes de fertilizantes no utilizados en el ciclo anterior.
Por: Ing. Agr. María Eugenia Magnelli
Fertilización de cultivos, una deuda pendiente
Cada región edafoclimática tiene sus particularidades en cuanto a sus sistemas de producción, manejo de suelos y nutrientes. Si bien el 80% del consumo argentino de fertilizantes ocurre en la región Pampeana y en algunos pocos cultivos (e.g. trigo, maíz, trigo, cebada, soja, girasol), el 20% restante se utiliza en una amplia gama de cultivos intensivos y semi extensivos, como hortalizas, frutales, florales y ornamentales, entre otros. El mayor uso de fertilizantes ocurre, en general, en hortalizas y/o frutales orientados a la exportación, en donde la práctica de fertirriego es habitual, particularmente en sistemas de riego por goteo y/o microaspersión. Asimismo, en cultivos como papa y arroz también hay un uso relevante de fertilizantes, pero variable entre regiones y sistemas de manejo. Desde Fertilizar AC están realizando estudios para generar mapas de nutrientes en NOA y NEA, y ensayos de fertilización para conocer las brechas de rendimiento en esas regiones.
En cuanto a cultivos extensivos, y a pesar de la evolución creciente en el uso de fertilizantes de las últimas décadas, las dosis de nutrientes aplicados en cultivo extensivos de granos se ubican en niveles considerados de los más bajos del mundo y de América Latina. Si bien la fertilización acompañó (y determinó en buena parte) el incremento en la producción de granos, los balances de nutrientes fueron y son marcadamente negativos, como así también la evolución desfavorable de la condición de fertilidad de los suelos. Esto último se puede apreciar al observar el creciente deterioro de la fertilidad de los suelos y su condición de fertilidad en los relevamientos que vienen llevando a cabo el INTA y Fertilizar AC (e.g. aumento del área con suelos erosionados, caídas en contenido de MO, pH, P extraíble, cationes básicos, etc.).

El fenómeno del deterioro de los suelos y la aplicación de dosis subóptimas de nutrientes también explican las brechas de rendimiento
Balance de nutrientes y/o fertilización balanceada, ¿representan lo mismo?
Lo primero a aclarar es que el balance de nutrientes y la fertilización balanceada son dos conceptos diferentes.
Los balances de nutrientes se calculan como la diferencia entre remoción de nutrientes en las cosechas (i.e. salidas de nutriente del agrosistema) y el aporte vía fertilización (entradas al agrosistema). Como se indicó antes, los balances de nutrientes en cultivos extensivos de la región Pampeana son negativos y eso indica degradación química de los suelos.
Sin embargo, los balances de nutrientes se deben interpretar en el contexto del sistema de producción, sobre todo según las dosis de aplicación, y la situación de fertilidad de los suelos. Así, por ejemplo, un balance negativo o levemente negativo de nitrógeno (i.e. remoción algo mayor que el aporte vía fertilización), para evitar excesos que pudieran generar procesos de contaminación del aire o de las aguas subterráneas. En cambio, los balances negativos o de 20-30% en diferentes cultivos de grano, que representan el rendimiento (y el beneficio económico asociado) que está dejando de percibir el productor agropecuario por no aplicar un criterio de manejo de suelos y nutrientes sustentable. Algunas de estás “buenas prácticas” incluyen la no remoción del suelo, la rotación y la siembra de cultivos de servicio, y sobre todo el diagnóstico de fertilidad y la fertilización balanceada (aplicar los nutrientes que limitan la productividad de los cultivos). positivos de fósforo se los debe considerar mediante el análisis de los contenidos de P extraíble y su evolución en el tiempo.

En Uruguay, por ejemplo, los balances de nitrógeno y fósforo son positivos y se detectaron procesos de eutrofización de aguas asociados al aporte de fósforo en cuencas lecheras (fertilización de pasturas), y allí ya hay normativas de monitoreo de suelos y niveles críticos de fósforo extraíble en suelos que no se deben superar para evitar impactos sobre el ambiente. Pero en otros países como Brasil, los balances de fósforo se dan en contextos de suelos de bajos contenidos de fósforo disponible y alta fijación de fósforo. Es decir, la fertilización tiene baja eficiencia y no suele generar procesos de contaminación, aun aplicando dosis altas de fósforo.

Por otro lado, la fertilización balanceada es un paradigma nutricional que se asocia con el aporte conjunto de nutrientes que limitan el crecimiento y rendimiento de los cultivos, o que condicionan su calidad. La nutrición balanceada se asocia con un modelo hormonal balanceado. En términos simples esto significa que cultivos bien abastecidos en nutrientes que limitan el crecimiento en el sitio de producción van a funcionar mejor en términos fisiológicos. Hay varios nutrientes que son recursos y/o evitan la degradación de fitohormonas, y éstas son las que regulan la mayor parte de los procesos bioquímicos involucrados en el crecimiento y/o desarrollo de los cultivos.
Para las condiciones de la región Pampeana, los programas de fertilización balanceada deberían considerar al nitrógeno, fósforo, azufre y micronutrientes (e.g. zinc y boro), como pilares para propender a esquemas de nutrición balanceada. Asimismo, el potasio es un nutriente que está comenzando a ser deficiente en algunas regiones de Entre Ríos y Corrientes, en donde se observaron respuestas económicas a la aplicación en cultivos como arroz, soja, maíz, etc. A pesar de la abundante evidencia experimental sobre las respuestas a la aplicación conjunta de nitrógeno, fósforo, azufre y micronutrientes, existe aún un gran margen de mejora en la adopción de la fertilización balanceada. Por ejemplo, a pesar de que el azufre es un nutriente con el que se observan respuestas significativas y altamente rentables, no se aplica en forma extendida. También se puede mencionar la dosis de nitrógeno en cereales como trigo o cebada, que son bajas a escala regional, y eso explica el bajo nivel de proteína en toda la región.
Muestreo y análisis de suelos, aliados estratégicos
Los planes de fertilización se deberían basar en modelos de diagnóstico calibrados regionalmente o subregionalmente, con la adaptación necesaria a la escala predial. En este sentido, dichos modelos de diagnóstico requieren inputs provenientes del muestreo y del análisis de suelos. Por consiguiente, el muestreo y el análisis de suelos constituyen la etapa fun-

Repasemos algunos conceptos básicos
En términos conceptuales, realizar un buen diagnóstico de fertilidad edáfica implica evaluar la condición de fertilidad y salud del suelo, utilizando e integrando herramientas tradicionales y “de precisión”. Dentro de las tecnologías tradicionales se pueden mencionar: damental del proceso de diagnóstico de deficiencias de nutrientes. Una vez definida la dosis de nutrientes, resta ajustar la tecnología de fertilización, es decir, definir la mejor estrategia de fuente, momento y forma de aplicación para cada lote o ambiente. Esto es lo que pregona el modelo conceptual de las 4R (4 requisitos del manejo responsable de nutrientes). que puede implicar cientos de USD/ha en términos de desembolso. Así, los análisis de suelos representan un pilar fundamental para el manejo racional de fertilizantes, ya que ayudan, junto al uso de modelos de diagnósticos calibrados, a la determinación de la dosis de nutrientes a aplicar en cada lote y/o ambiente. A pesar de estos beneficios evidentes, la intensidad de uso de los análisis de suelos es muy baja en la región Pampeana, alrededor del 20% de los productores de cereales, es decir la mayoría aplica fertilizantes sin diagnóstico previo y en baja dosis. Esto explica en parte la caída progresiva en la fertilidad de los suelos y también determina las brechas de rendimiento mencionadas antes.
Observación del suelo: hacer calicatas y/o pozos de observación, y evaluar el estado de crecimiento de las raíces tiene un mínimo costo y aporte mucha información.
Mapas básicos de suelo a escala de detalle (e.g. 1:20.000 o similares), son muy poco demandados y poco utilizados en el país. Sin embargo, son la fuente cartográfica que permite conocer y definir las limitantes de la capacidad productiva de los suelos a escala predial, pilar fundamental para la planificación del uso de las tierras a esa escala.
Evaluación y monitoreo temporal de la calidad y salud del suelo. Análisis de indicadores de calidad y salud edáfica como MO, pH, CE, contenido de macro y micronutrientes, estructura (e.g. test del estallido, espesor y frecuencia de laminaciones), Nan, entre otras.
Sensoramiento remoto del status nutricional del cultivo, que permite medir el NDVI en el lote problema y en franjas de suficiencia de N, y establecer el índice de nutrición nitrogenada (INN) o azufrada (INA) mediante el cociente entre las lecturas obtenidas en el lote y en las franjas de suficiencia. Actualmente se disponen de modelos calibrados que indican que, por debajo de un valor de INN de alrededor de 0,90 medido en el estadio de mediados de macollaje o hasta 1 nudo en maíz o en V8 de maíz, existen chances de capturar respuesta a la refertilización en trigo o en maíz. También hay plataformas de base web que permiten analizar y modelar estas condiciones nutricionales y definir dosis de refertilización.

El análisis de suelo es considerado una tecnología de proceso ya que, a un costo bajo (e.g. 2-3 USD/ha), es posible definir la probabilidad de obtener respuesta a la fertilización, práctica
El tipo de muestreo de suelos a realizar depende del objetivo planteado. En términos generales, para evaluar el estado de fertilidad del suelo y/o para el diagnóstico nutricional se utiliza el criterio del muestreo compuesto, en donde se obtiene una muestra por ambiente o lote. El momento y profundidad de muestreo está fuertemente determinado por la dinámica del nutriente en el suelo. Así, los nitratos o sulfatos se deben muestrear todos los años y lo más cercano a la fecha de siembra. En cambio, el P extraíble o variables que tienen un cambio lento en el tiempo (e.g. pH, MO, etc.), se pueden analizar cada 2 o 3 años, o con frecuencias variables según el objetivo del muestreo.
En muestreos compuestos, cada muestra compuesta se obtiene del submuestreo, en donde la cantidad de submuestras depende de la variabilidad del analito a medir.
En términos generales, para la mayoría de las variables de interés en fertilidad y fertilización de cultivos, 20-25 submuestras por ambiente o lote (independientemente de su superficie), son suficientes para alcanzar una exactitud adecuada. Sin embargo, para evaluar correctamente el contenido de P extraíble (P Bray 1), es necesario manejar una mayor intensidad de muestreo (40-50 submuestras/ambiente o lote), siendo posible el análisis cada 2 o 3 años. En la Tabla 1 se observan las pautas para el muestreo de suelos para el diagnóstico de fertilización de cultivos extensivos de la región Pampeana. También se puede consultar un webinar que el Ing. Agr. Dr. Martín Torres Duggan ofreció para Aapresid sobre muestreo de suelos y diagnóstico de fertilidad disponible en YouTube (https:// www.youtube.com/watch?v=ch2veXGLukw).
0 a 20 cm
Nitratos, sulfatos 20-25 0 a 60 cm (o según modelo de diagnóstico)
Variable según el objetivo
En estudios de evolución de propiedades del suelo, procurar tomar las muestras en épocas y bajo cultivos similares pH, CE 20-25 0 a 20 cm
Variable según el objetivo
15 a 20 Días antes de fertilizar
Fósforo extractable 40-50 0 a 20 cm Presiembra de fertilizar
En suelos salinos o sódicos es recomendable tomar muestras en mayor profundidad
Evitar muestras en suelos saturados, no tomar muestras dentro de las 48 hs de precipitaciones abundantes
En sitios con antecedentes de fertilización localizada, evitar muestras en líneas de cultivos anteriores o aplicar muestreos apareados
Humedad gravimétrica 10 0 a 100 cm (según objetivo)
Variable según el objetivo de la Región Pampeana. Fuente: TECNOAGRO, Tecnología Agropecuaria.
Otras materias pendientes
La principal materia pendiente posiblemente sea evitar la degradación del recurso suelo en sentido amplio, sobre todo evitar la erosión. Otro aspecto en general soslayado es la evaluación integral de la fertilidad del suelo. Por ejemplo, no es habitual evaluar el suelo mediante su observación o con mapas de suelo a escala de detalle, como así tampoco es habitual el uso del muestreo y análisis de suelo como base para definir estrategias de fertilización. Es necesario promover el monitoreo de la calidad y salud del suelo para evaluar tendencias en indicadores edáficos de interés agronómico y ambiental. También es relevante estimular una visión integradora de la fertilización, “acoplando” fuentes de diversos tipos. Esto incluye los fertilizantes tradicionales, residuos orgánicos estabilizados, rocas y minerales disponibles en el ámbito local que puedan aportar nutrientes y mejorar la fertilidad del suelo. La aplicación de bioestimulantes, como complemento del manejo nutricional tradicional, es una herramienta interesante a considerar en situaciones de estrés abiótico, prevalente en los sistemas de producción extensivos de la región Pampeana en contextos de alta variabilidad climática.
¿Cómo “aprovechar” el remanente de nutrientes para el próximo cultivo?
Lo mejor que un productor agropecuario puede hacer para enfrentar la coyuntura y las crisis que pudieran desafiarlo es actuar pensando en el largo plazo, y aplicando tecnologías de proceso e insumos que le permitan optimizar su producción. Así, aquellos productores que ya vienen realizando muestreo y análisis de suelos como base de diagnóstico, deberían seguir haciendo lo mismo.
En una campaña como la actual, con rendimientos muy bajos y con lotes que en muchos casos no se cosecharon, es muy posible observar una marcada residualidad de nutrientes que que- darán disponibles para los cultivos de invierno. Este aporte de los cultivos antecesores no cosechados o cosechados con muy bajos rendimientos, debe evaluarse mediante un correcto muestreo y análisis de suelos (e.g. nitratos hasta 60 cm, P extraíble, S disponible hasta 60 cm, etc.). También se recomienda el sensoramiento remoto mediante índices de vegetación (e.g. NDVI) o lecturas de índice de verdor con clorofilómetros portátiles comparando con franjas de suficientes (no limitadas por nitrógeno o azufre). La evaluación del estatus nutricional del trigo, analizado con estos índices de conopeo a mediados de macollaje, o del maíz en estadios tempranos (e.g. V8), ayuda a valorar la probabilidad de respuesta a la refertilización.

Como corolario, el diagnóstico extendido integrando evaluaciones en suelo y canopeo es la herramienta fundamental para determinar si hace falta o no fertilizar. Fertilizar con dosis promedio “de usos y costumbres” tiene dos resultados posibles:
Subfertilizar (frecuente en suelos deficientes en nutrientes) con penalidad del rendimiento, con pérdida económica (por lo que se deja de ganar en rendimiento), y degradación del suelo por promover las deficiencias derivadas de la remoción de nutrientes a lo largo del tiempo.
En cambio, la sobrefertilización, en contextos con alta disponibilidad de nutrientes, genera penalidad económica (desembolso en fertilizantes) y ambiental (contaminación de suelos y aguas).
El mejor negocio a largo plazo (y por ende a corto plazo), es invertir en análisis de suelos y ajustar las dosis de nutrientes según un rendimiento esperado realista, evaluando intensamente el aporte de nutrientes del suelo, cultivos antecesores, etc. Esta inversión en análisis de suelos es mínima (2-3 USD/ha), en relación a la erogación en fertilizantes. Se deduce claramente cuál es el camino para lograr maximizar la rentabilidad de la fertilización.
Recomendaciones para el manejo de la fertilización del trigo en la campaña 2023/24

Evaluar el potencial productivo del lote o ambiente mediante el conocimiento de la aptitud de uso de los suelos (e.g. mapas de suelos o ambientes a escala de detalle) y realizar una estimación realista del rendimiento.
Estimar el rendimiento esperado en base a información histórica de rendimientos según lote o ambiente, evaluando la disponibilidad de agua útil en el perfil, indicadores de fertilidad o calidad edáfica (propiedades físicas, químicas y biológicas), entre otras fuentes de información.
Analizar el contenido de nutrientes que limitan el rendimiento o variables que ayudan a estimar la oferta de los mismos: nitratos y sulfatos hasta 60 cm, y P extraíble (0-20 cm); Nan (nitrógeno incubado en anaerobiosis, 0-20 cm), Zn y B extraíbles (0-20 cm).
Asignar el aporte (contribución y/o posible inmovilización) de nutrientes de cultivos antecesores en base a información local disponible.
Comenzar a pensar en la evaluación y monitoreo de potasio extraíble, para evitar que se alcancen niveles condicionantes del rendimiento del cultivo.

Monitorear el estatus nutricional del cultivo mediante evaluaciones en canopeo que complementan a los análisis de suelos y ayudan a analizar la probabilidad de tener respuestas a la refertilización en estadios tempranos del ciclo.
Buscar opciones de fertilizantes y métodos de aplicación adecuados para el sistema de producción, procurando maximizar eficiencias de uso de los nutrientes aplicados.
Agradecimientos:
Agradecemos a Martín Torres Duggan por sus valiosos aportes en esta nota.