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Cuenta regresiva para el control de malezas otoño-invernales

Bajan las temperaturas y el control de malezas previo a la fina empieza a inquietar tranqueras adentro. Rama negra, raigrás, ortiga mansa y el complejo de las crucíferas son una constante que atraviesa los lotes desde el centro al sur de la región agrícola.

El problema de las malezas, como otras prácticas de la actividad agropecuaria, es que es un tema muy complejo que se suele tratar de la manera más fácil, cómoda o simplificada. Y en eso estamos fallando. La agricultura es un sistema que merece un manejo integrado y está en nuestras manos hacer el cambio de lo que venimos repitiendo campaña tras campaña.

El uso de aquellas típicas ‘recetas’ para el control químico ejerció presión de selección sobre las malezas más agresivas y la resistencia a herbicidas empieza a ser cada vez más frecuente. El monitoreo de pulsos de emergencia, la rotación de cultivos, estrategias químicas adecuadas, aplicaciones dirigidas, incorporación de cultivos de servicios y el análisis de in- formación son algunas de las herramientas claves para un control exitoso. El gran desafío es poder deconstruir aquellos esquemas viejos y dar vuelta de página.

En esta nota, te acercamos la mirada de destacados referentes zonales que pasaron por Agenda Aapresid. Pablo Belluccini (INTA Marcos Juárez), Martín Marzetti (Asesor privado) y Marcelo De Esteban (Corteva) ilustran sus experiencias en zona núcleo; Germán Llanos (UPL), Esteban Bilbao y Luciano Piloni (ambos socios de Aapresid) exponen la realidad del sudeste bonaerense; y Guillermo Riveti (Socio Aapresid) se suma al encuentro para comentar sobre la situación en el sur de Córdoba.

Las malezas más problemáticas y resistentes

La rama negra (Conyza spp.) tiene presencia en casi la totalidad de la superficie agrícola del país y es la vedette de las malezas de hoja ancha más difíciles de controlar, no sólo por su agresividad y capacidad de prosperar hasta en las condiciones más hostiles sino también por la resistencia a múltiples sitios de acción de herbicida.

En Argentina está confirmada la resistencia a Glifosato y a pre y postemergentes del grupo de los inhibidores de ALS, y hay sospechas de una multirresistencia de hasta 4 modos de acción: Glifosato + ALS + Hormonales + PPO. Esto habla de la complejidad para su control.

Dentro de las gramíneas, el raigrás perteneciente al género Lolium spp., también presenta multirresistencia a 3 sitios de acción (Glifosato, ALS y ACCasa). En nuestro país encontramos principalmente L. multiflorum (anual) y L. perenne (perenne).

Si bien tiene un crecimiento más estacional, su forma de reproducción y la alta producción de semillas genera un problema grave a la hora de reducir nuevos nacimientos.

Por último, entre las especies más invasoras y con resistencia comprobada dentro del complejo de crucíferas se encuentran el nabón (Raphanus sativus), nabo (Brassica rapa), nabillo (Hirschfeldia incana) y mostacilla (Rapistrum rugosum), entre otras. También se ven en todas las zonas biotipos con resistencia a Glifosato e inhibidores de ALS y a 2,4D. En algunos casos la resistencia es específica a un solo tipo de herbicida y en otros llegan a incluir a los tres sitios de acción. La dificultad para tratar a este complejo, como la palabra lo indica, es que en un mismo lote pueden llegar a convivir numerosas especies diferentes, con lo cual el herbicida que puede funcionar muy bien para una quizás no sirve para las otras.

Para controlar bien, hay que conocer bien

Una de las claves es saber reconocerlas, entender su ciclo de crecimiento y las formas de dispersión o contaminación entre lotes. Los meses de abril a junio son más que oportunos para patear el lote, observar nacimientos y pensar qué hacer y cómo hacerlo.

Lo primero es el monitoreo e identificación de las especies Los registros de la historia del lote, cultivos antecesores y aplicaciones realizadas en el pasado son la fuente de información más confiable que tenemos al alcance de la mano. Con ello podemos planificar la secuencia de cultivos para la campaña pero en años complejos, como el que transitamos, marcados por una ola de sequía y situaciones coyunturales del país, es difícil anticiparnos y seguir al pie de la letra nuestros planes, y nos obliga a pegar un volantazo y buscar otras soluciones. Hay que tener en claro cuál es nuestro objetivo de control: si dejar el lote limpio para un barbecho largo, preparar el lote para la fina o a veces decidir con qué porcentaje de malezas estamos dispuestos a convivir para evitar riesgos de fitotoxicidad o pérdidas económicas mayores a las que podríamos tener en caso de no controlar.

Dentro de las fallas de control más frecuentes figura encontrarnos con lotes que salen muy sucios de cultivos de segunda y por ello no se logra entrar en tiempo y forma. Otras veces las aplicaciones no son adecuadas para el tipo de maleza o tamaño. En algunas ocasiones no se respeta el tiempo de espera antes de la siembra o las condiciones ambientales no son las adecuadas durante o después de la aplicación. Y en algunos casos, simplemente porque el producto que elegimos es selectivo sólo para algunas malezas y/o las mezclas de herbicidas son incompatibles y/o tenemos un diverso complejo de especies que comparten el mismo espacio. Conocer las especies prevalentes lote a lote hace que podamos elegir correctamente la paleta de herbicidas disponibles, pensar en mezclas compatibles o plantear otras estrategias complementarias como la extracción manual o implantación de cultivos de servicio

Hay que prestar atención al marbete de los productos, qué herbicida estamos usando (pre o post emergentes), qué control queremos lograr (sistémico o de contacto), cuál es la cobertura o rastrojo que tenemos, tamaño y tipo de maleza (roseta, hoja ancha, gramínea o crucífera), y dosis recomendadas por las marcas y los asesores para que el impacto y penetración de los principios activos dé en el blanco. Hoy en día se acrecientan los problemas de malezas hoja ancha y gramíneas conviviendo en los mismos lotes y se empiezan a hacer mezclas de herbicidas incompatibles tanto física como químicamente, o que no incluyen los coadyuvantes correctos. Cuando se empiezan a bajar las dosis para abaratar costos, aparecen problemas de cortes de caldo o controles parciales que obligan a hacer más aplicaciones, con el consecuente impacto ambiental y gasto económico que termina pasando factura en el cultivo de renta.

Línea de partida para tomar decisiones

¡Saber a qué cultivo vamos! Es lo que nuestros referentes de las tres regiones gritan a viva voz. Los años secos nos enseñaron que el esquema rígido de planificación de siembra no siempre funciona y las estrategias deben ser replanteadas año a año y lote a lote.

Es importante conocer los parámetros de aplicación: condiciones ambientales, limpieza de los tanques, calibración de equipos, pastillas, tamaño de gota, calidad del agua. Y las consideraciones producto-maleza: tolerancias o resistencias, principios activos, modos de acción, compatibilidad de mezclas, días desde la aplicación del herbicida (DDA) y previsión climática entre otras. En años muy secos, como el pasado, se vio bastante fitotoxicidad con activos que tienen mucho carry, como el caso de hormonales, que fueron aplicados en tiempo y forma como si fuese un año normal pero que no lograron degradarse por falta de lluvias.

En el caso de mezclas hay que tratar de incluir dos o más principios activos que tengan actividad sobre la misma maleza para no ejercer presión de selección. Tenemos una tendencia a aumentar rápidamente la dosis o hacer mezclas sin pensar en el fracaso. Esto no solo genera mayor presión de selección y nos lleva más rápido a resistencias sino que la aplicación repetida de herbicidas residuales o con similar modo de acción produce acumulación de residuos o ‘stacking’. Este fenómeno es más probable con herbicidas ALS, sequías o períodos de déficit hídrico, suelos con baja MO, alto contenido de arena y/o pH neutro o básico. En ocasiones, puede llevar a un ‘carryover’ y a que sea mayor el tiempo que un herbicida permanece en el suelo a concentraciones fitotóxicas para los cultivos y se traslade al siguiente.

En el caso de recurrir a cultivos de servicio (CS) es clave contemplar el diagnóstico de disponibilidad de agua del suelo, la elección de semilla, la fecha de siembra y el cultivo sucesor en la rotación. Tomar la decisión de cuándo interrumpirlo (ya sea cortando, secando o entrando a pastorear) dependerá de la especie y acumulación de materia seca que se pretenda lograr. Más allá de las particularidades zonales de esta práctica, su aporte sobre el control de malezas está super medido y agregan una valiosa herramienta no química.

Algunas prácticas que son caballitos de batalla

Los principios activos disponibles en el mercado son muchos y la elección tiene que ser lote a lote. Lejos de establecer recetas, existen algunas recomendaciones generales para tratar a estos enemigos naturales pero que dependerán en cada caso de las resistencias zonales.

El uso de residuales que dejan abiertos los lotes permiten cambiar el cultivo de renta que se va a sembrar pero a veces es preferible hacer una re-aplicación en invierno a tener un lote bloqueado para toda la fina.

En el sudeste bonaerense el control de raigrás en barbecho funciona muy bien con glifosato más graminicida, o si hay resistencia, sumando un desecante. Tanto para barbecho corto a fina como en pre-emergencia para barbecho largo a gruesa también pueden entrar alguna atrazina o triazina. Sus pulsos de emergencia están bastante concentrados en otoño y eso ayuda a usar residuales. “En Argentina hay más de 10 modos de acción contra raigrás entre post-emergentes y residuales, hay que empezar a usarlos”, menciona Esteban Bilbao.

En zona núcleo los graminicidas también son efectivos pero sin descuidar los DDA en lotes que van a trigo. Pablo Belluccini del INTA Marcos Juárez resalta sobre incompatibilidades con atrazina por antagonismo o cortes de mezclas con la sal amina del 2,4-D y las sales potásicas del glifosato. En esta época del año las condiciones de aplicación son más sencillas que en verano por las bajas temperaturas, pero hay que considerar la deriva por viento o inversiones térmicas.

Para las apariciones de nabolza (nabo resistente a glifosato y ALS) en el sur de Buenos Aires, las herramientas son más acotadas pero en caso de que exista resistencia a glifosato se pueden usar en post-emergencia el 2,4-D, los PPO, algunos desecantes, residuales como flurocloridona, flumioxazin, y el grupo de las triazinas. Para Luciano Piloni es clave pensar siempre en dos o más modos de acción e ir rotándolos.

Cualquiera sea la región, en años donde prescindimos del glifosato por cuestiones logísticas, faltantes o de costo, Germán Llanos de UPL agrega como recurso para el complejo de hoja ancha a los herbicidas quemantes y la posibilidad de combinarlos con hormonales si hay malezas muy pasadas, o con graminicidas en caso de gramíneas.

Se empiezan a incorporar moléculas menos usadas como el mesotrione que es un HPPD, con buena residualidad y un gran partner para todos los post-emergentes en malezas de hoja ancha como yuyo colorado o crucíferas y rama negra. Tal es el caso del sur de Córdoba, donde la maleza destacada y resistente a glifosato es el yuyo colorado (Amaranthus sp.).

En este sentido, Guillermo Riveti, con más de 15 años de experiencia en CS, destaca la excelente capacidad de control sobre malezas otoño-invernales. En el caso de Conyza, se puede lograr un control masivo con vicia sin recurrir al control químico ni en pre ni post emergencia. Con otras, como la ortiga mansa, se logra reducir la población de individuos. El centeno también es un gran competidor aunque a veces merece alguna intervención química.

Para las primavero-estivales la cosa cambia. El amaranthus es muy difícil de erradicar, pero con un CS previo al de verano se logran retrasar y limitar los nacimientos a través de la cobertura del lote en el invierno e inicio de la primavera.

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