Revista Aapresid Nº 232

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SUMARIO 232

EDITORIAL CALENDARIO AAPRESID

Un caleidoscopio de oportunidades: la diversificación del agro argentino Eventos del mes

NOTAS DESTACADAS

PRODUCCIONES ALTERNATIVAS

Productores locales que apostaron por el aceite de oliva en San Juan y hoy exportan al mundo

PRODUCCIONES ALTERNATIVAS

Garbanzo: una alternativa invernal rentable

PRODUCCIONES ALTERNATIVAS

De la curiosidad al éxito: la familia cordobesa que incursionó en el negocio de las ciruelas

Producciones alternativas: de columna a edición especial

Productores locales que apostaron por el aceite de oliva en San Juan y hoy exportan al mundo

CIENCIA Y AGRO

Sueloterapia

BIOTECNOLOGÍA

CódiGo TomATe: el programa de mejoramiento genético de la UNR para un tomate de calidad

MANEJO DE CULTIVOS

Fertilización inteligente: la gran aliada para cerrar brechas de rendimiento

INSTITUCIONAL

Más respuestas que chicharritas sobran

SD - SOCIA DESTACADA

La educadora y socia Aapresid que fomenta la innovación y la construcción colectiva

Garbanzo: una alternativa invernal rentable

De la curiosidad al éxito: la familia cordobesa que incursionó en el negocio de las ciruelas

Bioactivadores, aliados naturales para una agricultura sostenible

MANEJO DE PLAGAS

Hacia un trigo libre de royas

Argentina y el desafío de cumplir compromisos internacionales para reducir emisiones

GANADERÍA

Ganadería hidropónica, ¿una revolución posible?

EDITORIAL Un caleidoscopio de oportunidades: la diversificación del agro argentino

Argentina, con su vasta extensión territorial (7° a nivel mundial con 2,78 millones de km2), presenta una diversidad de ambientes y topografías que le permiten, salvo contadas excepciones, producir todo tipo de alimentos.

Con la llegada de los primeros inmigrantes europeos, quienes trajeron consigo las prácticas agrícolas de sus tierras natales y las adaptaron a las nuevas condiciones locales, se dio una fuerte expansión de la actividad. Algunos se establecieron en Mendoza para plantar vides, olivos y frutos secos; otros en la Patagonia para trabajar con ganado ovino; y otros en la región pampeana para cultivar cereales y criar ganado, por citar algunos ejemplos.

Estas actividades se fueron desarrollando y arraigando hasta formar parte del paisaje de cada región. Pero desde que existe el ser humano, también existen las inquietudes de hacer algo distinto, de buscar actividades que complementen, mejoren y hagan sustentable la actividad agropecuaria a lo largo de los años.

En la región pampeana, por ejemplo, han surgido cultivos de frutales como olivares, viñedos, trufas, nogales y almendros, así como especialidades como arvejas, lentejas, garbanzos y colza. Hoy en día, la realidad demanda buscar estas alternativas, y la diversificación no sólo pasa por la elección de distintos cultivos o especies animales, sino que va más allá.

Actualmente vemos productores que brindan servicios como contratistas, otros que integran agricultura con feedlots, criaderos de cerdos, turismo rural y tantas otras actividades que nuestro vasto territorio permite realizar. La adopción de producciones alternativas se abre paso como una estrategia clave que no solo aporta valor económico, sino que también contribuye a la resiliencia y diversificación del agro argentino, asegurando su crecimiento y sustentabilidad a largo plazo.

Diego Irastorza

Socio Aapresid | Ingeniero agrónomo

Lur Maitea SRL

STAFF

EDITOR RESPONSABLE

Marcelo Torres

Presidente de Aapresid

DIRECTORA ADJUNTA PROSPECTIVA

Paola Díaz

EDITOR EJECUTIVO

Rodrigo Rosso

REDACCIÓN Y EDICIÓN

Antonella Fiore

GESTIÓN DE CONTENIDO

María Eugenia Magnelli

CORRECCIÓN Y REDACCIÓN

Lucía Cuffia

DISEÑO Y MAQUETACIÓN

Daiana Fiorenza

Chiara Scola

GERENTE COORDINADOR

Tomás Coyos

PROGRAMA PROSPECTIVA

Rodrigo Rosso

Antonella Fiore

Lucía Morasso

Delfina Petrocelli

Sofía Colalongo

Matías Troiano

Alejandro Fresneda

Elisabeth Pereyra

SUBDIRECTORA ADJUNTA PROSPECTIVA

Carolina Meiller

Florencia Novau

Matilde Gobbo

Florencia Cappiello

Elina Ribot

Magalí Asencio

Agustina Vacchina

Delfina Sanchez

MARKETING

Lucía Ceccarelli

SISTEMA CHACRAS

Andrés Madias

Suyai Almirón

Magalí Gutierrez

Lina Bosaz

Ramiro Garfagnoli

Solene Mirá

Mailén Saluzzio

Federico Ulrich

CERTIFICACIONES

Juan Pablo Costa

Rocío Belda

Eugenia Moreno

Myrna Masiá Rajkin

ADMINISTRACIÓN Y FINANZAS

Cristian Verna

Vanesa Távara

Dana Camelis

María Laura Torrisi

Mariana López

Daniela Moscatello

Samanta Salleras

Julieta Voltattorni

RED DE MANEJO DE PLAGAS RECURSOS HUMANOS RELACIONES INSTITUCIONALES

Eugenia Niccia

Juan Cruz Tibaldi

Matías D´ortona

REGIONALES

Carla Biasutti

Virginia Cerantola

Bruno De Marco

Joel Oene

Macarena Vallejos

Lucía Muñoz

PROYECTOS ESTRATÉGICOS

María Florencia Accame

María Florencia Moresco

SECRETARÍA

Karen Crumenauers

Producciones alternativas: de columna a edición especial

La columna “Producciones alternativas” surgió casi como una serendipia una tarde de enero del 2023, durante una reunión de equipo en la oficina. Mientras pensábamos en temáticas de interés prospectivo, Rodrigo, líder del grupo, propuso que en la revista de febrero incluyamos una nota sobre nuez pecán. “Podés escribirla vos”, me desafió. Aunque al principio tuve dudas, acepté el reto.

Me preguntaba dónde iba a encontrar a alguien, ya sea productor o especialista, que pudiera hablar sobre este tipo de producción, cómo iba a encarar la redacción de la nota, qué información sería útil para los lectores. Empecé a investigar, a contactar gente y no paré. En realidad, debería decir “no paramos”, porque cuando nos reunimos como grupo, las ideas fluyen y siempre surgen nuevas puntas para indagar.

Por: Ing. Agr. Antonella Fiore Miembro Equipo Prospectiva

Así nació esta columna, con la intención de contar, mes a mes, la historia de otras producciones que puedan ser compatibles con los sistemas de producción sustentables que promovemos desde Aapresid.

Sí; es posible diversificar y generar un valor agregado en las actividades que los productores realizan día a día, año a año, campaña tras campaña. Ya van 20 ediciones en las que exploramos una variedad enorme de producciones como nuez pecán, lavanda, trufas negras, azafrán, yerba mate, duraznos, olivos, café, almendras, pistachos, frutillas, ovinos, miel, vid y muchas más, abarcando todas las provincias de nuestro país.

Descubrimos también que varios socios Aapresid ya realizaban producciones alternativas y

gentilmente nos compartieron no sólo detalles técnicos sino también la historia detrás de sus emprendimientos.

Eso es lo que queremos seguir haciendo con esta columna: queremos seguir contando historias, recorrer provincias y demostrar todo el potencial que tenemos en materia de conocimiento y en emprender cualquier tipo de cultivo que imaginemos.

Cada edición mensual de la revista tiene un cultivo o tema como protagonista: soja, maíz, trigo, cultivos de invierno, nutrición de cultivos, agtech, por nombrar algunos. A partir de este año, inauguramos la edición especial de “Producciones alternativas”. Esperamos que les guste y que nos sigan acompañando en este viaje por distintas producciones.

Productores locales que apostaron por el aceite de oliva en San Juan y hoy exportan al mundo

Una empresa familiar con más d e 50 años de experiencia en la producción agrícola se animó a la producción de aceite de oliva virgen extra en San Juan. Pero no lo hicieron solos; se unieron con dos familias agropecuarias movidas por la misma búsqueda: diversificación y resiliencia productiva.

Allá por el año 2009, durante un viaje a San Juan, los hermanos Horacio y Luis Pieroni vieron el potencial de diversificar su producción agrícola con olivos. Junto a otros dos integrantes del grupo CREA, formaron Olivaterra. Esta sociedad unió a tres empresas productoras, tradicionalmente dedicadas al agro y la ganadería, que vieron en el cultivo de olivos una oportunidad para invertir los excedentes generados por los altos precios de la soja en ese momento.

Impulsados por el deseo de innovar, recurrieron al asesoramiento de un ingeniero agrónomo que les presentó el modelo de negocio y los beneficios del aceite de oliva. El expertise del ingeniero fue clave para la implementación y gestión de la finca, asegurando la adopción de las mejores prácticas agrícolas y tecnológicas. Esto se sumó a los conocimientos que ya traían los Pieroni como socios activos de Aapresid en la Regional Los Surgentes.

Olivaterra utiliza tecnología avanzada y prácticas sostenibles en su finca de olivares para cumplir con los más altos estándares de calidad global. Esto incluye sistemas de riego eficientes, monitoreo constante del estado de las plantas y el suelo, y técnicas de manejo integrado de plagas y enfermedades. Además, emplean sofisticados sistemas de procesamiento, molienda y decantación del aceite, y reutilizan residuos para el mantenimiento en las fincas. En esta nota, de la mano de los primos Guido y Federico Pieroni, conocemos de primera mano su historia en el fascinante mundo del aceite de oliva virgen extra.

Desde los primeros pasos a la expansión en superficie

La inversión inicial en la finca incluyó la puesta a punto del terreno y de la plantación preexistente, la construcción de infraestructura básica como casas y galpones, y la adquisición de tractores y otra maquinaria esencial. Desde el primer momento, la firma La Emma Agrícola S.A., liderada por los Pieroni, adoptó un enfoque de asociativismo junto a las otras dos empresas inversoras, La Calandria y Las Ramas, con el claro propósito de compartir recursos para optimizar costos y mejorar la eficiencia. Este enfoque colaborativo fue fundamental para el éxito de la operación. “Era muy difícil traer maquinaria de nuestros campos porque las labores de cosecha de las aceitunas requieren equipos específicamente diseñados para ello, pero pudimos aplicar algunos conceptos y conocimientos que teníamos de herramientas como tolvas y tractores de nuestros campos”, recuerda Federico sobre los primeros viajes a San Juan.

Inicialmente, Olivaterra se enfocó en la producción de olivos con variedades aceiteras o de doble propósito, para obtener una cosecha escalonada, en un sistema intensivo que comprende unas 600-700 plantas por hectárea. Sin embargo, lograron adaptar este modelo para manejarlo de manera extensiva, un hito novedoso para la producción local sanjuanina. Guido menciona que transformar el trabajo manual de las fincas a la mecanización casi total fue el mayor objetivo propuesto por los socios.

Fue así que en 2018, siguiendo las recomendaciones del ingeniero agrónomo, se propusieron innovar con una plantación superintensiva de unas 1600-1700 plantas por hectárea, lo que permitió una producción anticipada al segundo o tercer año. Actualmente, la finca abarca 280 hectáreas en plantación intensiva y 150 hectáreas en plantación superintensiva, ubicadas en la zona de Campogrande del Acequión, en la provincia de San Juan.

Cosecha de olivos en plantación superintensiva.

Los cambios también se dieron a nivel procesos, ya que primeramente las aceitunas se enviaban a fábricas ubicadas en la ciudad para su procesamiento; pero en 2017, lograron instalar una fábrica en la finca, lo que permitió mejorar la calidad del aceite de oliva al reducir el tiempo entre la cosecha y el procesamiento. Los primos Pieroni destacan el gran salto que esto representó para los emprendedores, señalando que “el aceite de oliva virgen extra es todo lo contrario al vino: a medida que pasa el tiempo, produce oxidación y va perdiendo calidad. Por ello, es un producto fresco que merece ser consumido cuanto antes”.

Variedades aceiteras o de doble propósito, para obtener una cosecha escalonada, en un sistema intensivo que comprende unas 600-700 plantas por hectárea

De la aceituna con carozo al aceite virgen extra de exportación

Desde sus inicios, la finca familiar se enfocó en minimizar la dependencia de mano de obra manual, difícil de conseguir y de gestionar, y en aprovechar la experiencia en mecanización de su producción agrícola extensiva.

Existen dos modelos en el establecimiento: el intensivo y el superintensivo. Cada uno con sus ventajas y diferencias, es clave para garantizar una cosecha escalonada y un volumen de aceitunas relativamente estable cada año.

En el modelo intensivo, hay entre 600-700 plantas por hectárea y la cosecha se realiza con una cosechadora llamada Colossus, fabri-

cada en Venado Tuerto. Este equipo, manejado por un operario, utiliza una especie de dedos de teflón que golpean la planta y van descargando las aceitunas en una cinta transportadora que lleva el fruto a un tractor con tolva para su recolección y posterior traslado a fábrica.

En el sistema superintensivo, aunque el concepto es similar, la densidad de plantación es mucho mayor, con 1600-1700 plantas por hectárea, lo que permite una producción más anticipada y eficiente.

La cosechadora Colossus recolectando los frutos de los olivos al pie de la precordillera.

El ciclo de producción de los olivares requiere de un seguimiento a lo largo de todo el año. En la finca, la floración de los olivos ocurre entre septiembre y octubre, seguida por el cuaje de los frutos en noviembre. Posteriormente, la cosecha se realiza entre marzo y junio, o incluso hasta principios de julio, dependiendo de la maduración de las aceitunas. Tras la cosecha, se limpia la fábrica y se inician las tareas de poda, preparando el terreno para el próximo ciclo productivo.

La modernización hacia la cosecha mecanizada permite asegurar que las aceitunas lleguen rápidamente a la fábrica, que hoy está ubicada dentro de la finca, para allí procesar y extraer el aceite de oliva. Este proceso comienza con la cosecha en el campo y la descarga de las aceitunas en una tolva de recepción; de ahí pasan a la lavadora que elimina las hojas y limpia la fruta. Luego, las aceitunas enteras con carozo pasan por un molino que las convierte en una pasta. Esta pasta se transporta a una amasadora, donde comienza a separarse el aceite del resto de los materiales sólidos y del agua a una temperatura controlada.

Aceitunas listas para comenzar el proceso de elaboración de aceite.

El proceso continúa en un decantador que utiliza fuerza centrífuga para separar los sólidos de los líquidos. De esta forma, el aceite y el agua resultantes pasan a una centrífuga vertical que separa ambos componentes, resultando finalmente en aceite virgen extra. El aceite se pesa en una balanza de ciclo y se envía a la sala de tanques para el desborrado. Desde allí, está listo para ser almacenado como aceite virgen extra, quedando disponible para su posterior comercialización.

La comercialización debe ser rápida. Guido explica que, para octubre, se intenta que toda la producción salga de fábrica debido a

la llegada de altas temperaturas que aceleran la pérdida de calidad. “Un aceite virgen extra embotellado en vidrio oscuro y no expuesto a altas temperaturas puede conservar su calidad unos dos años como máximo”, cuenta.

La sustentabilidad del sistema también es un motor para ellos, ya que los residuos del proceso, como el orujo, son reutilizados para el mantenimiento de las calles de la finca y como fuente de energía para las calderas debido a su valor energético.

Sala de tanques para el desborrado.

Innovación

y diversificación:

claves para el éxito en la agricultura

La producción de aceite varía según la variedad de aceituna, con rendimientos del 17% al 20%, es decir, de 100 kg de aceitunas se obtienen entre 17 y 20 kg de aceite. En un año de superproducción, la finca puede producir entre 1100 y 1200 toneladas de aceite, mientras que en años de menor producción, el piso es de 700 toneladas.

Para octubre, se intenta que toda

La mayor parte de la producción (90-95%) se vende a granel a grandes clientes como Molinos Río de la Plata, Zuccardi y AGD, y también se exporta a mercados internacionales como Estados Unidos, Chile y Portugal. Aproximadamente el 5% del aceite se envasa en la fábrica, asegurando un control de calidad riguroso. Olivaterra, la empresa comercializadora, maneja las ventas tanto en el mercado local como en el internacional.

La finca se beneficia de su ubicación cerca de la precordillera, a una altitud de 700 msnm. Esta ubicación, combinada con sistemas de rie-

go por goteo, asegura que las plantas reciban el agua necesaria sin los riesgos asociados a las heladas. La combinación de estos factores maximiza la producción y mantiene una alta calidad en sus productos.

La diversificación hacia la producción de olivos no sólo ha estabilizado el flujo de ingresos de la empresa, sino que también abrió nuevas oportunidades en mercados nacionales e internacionales. El grupo Olivaterra se ha posicionado como un referente en la región, demostrando que la innovación y la diversificación son claves para el éxito en la agricultura.

Aceite de oliva virgen extra listo para ir al decanter.

Garbanzo: una alternativa invernal rentable

Este cultivo milenario se posiciona como una alternativa prometedora en la rotación invernal, principalmente para los productores de Córdoba, Salta y Tucumán. La experiencia de Tecnocampo de la mano de Ariel Masgrau, socio Aapresid, que incursiona en la producción de esta legumbre.

Un poco de historia

El garbanzo (Cicer arietinum L.) es una de las legumbres más consumidas en el mundo. Su origen exacto no cuenta con unanimidad: algunos investigadores sitúan el inicio del consumo y cultivo de esta legumbre en la cuenca mediterránea, mientras que otros lo ubican en Asia occidental. Lo que sí está demostrado es que su consumo se remonta a tiempos prehistóricos, con descubrimientos en excavaciones pre neolíticas en Sicilia.

Por: Ing. Agr. Antonella Fiore

Prospectiva - Aapresid

Esta leguminosa era muy apreciada en Persia, Babilonia, la India y el antiguo Egipto. Los egipcios no sólo cultivaban y consumían garbanzos, sino que también los incluían en las tumbas para acompañar a los difuntos en su viaje al más allá. La palabra egipcia para denominar al garbanzo se traduce como “cara de halcón”, aludiendo a la forma de la legumbre.

El garbanzo también era un alimento habitual de griegos y romanos. Y fueron precisamente estos últimos quienes lo introdujeron en España. Cuenta la leyenda que el apellido del célebre Cicerón deriva del comercio de garbanzos (cicer) por parte de su familia. En Roma, era común que los apellidos estuvieran relacionados con algún vegetal, como los Lentulos (lentejas), y los Fabios (habas), por citar algunos ejemplos.

Gracias a su buen rendimiento, el garbanzo se expandió por todo el mundo, con defensores destacados como Carlomagno quien, enamorado de la imperfecta esfera garbancera, ordenó en el documento De Villis que todas las granjas de su imperio cultivaran garbanzos. Con la llegada de las carabelas españolas, el garbanzo se introdujo en el continente americano, don-

de rápidamente se cultivó en amplias zonas de California, México y otras regiones secas, ganando prestigio como alimento saludable.

Pero, ¿cuándo llegó a nuestro país? En Argentina, el cultivo del garbanzo comenzó en la época colonial en los establecimientos dirigidos por la Compañía de Jesús en el actual departamento cordobés de Cruz del Eje. Desde allí se difundió hacia el norte, especialmente en la provincia de Salta, en el Valle del río Juramento, que llegó a concentrar el 70% de la producción nacional.

Actualmente, según información publicada por el Conicet, el garbanzo es una de las legumbres invernales más importantes del mundo, cultivándose aproximadamente 10 millones de hectáreas. La producción mundial alcanza los 8 millones de toneladas, aunque varía considerablemente debido a la ocurrencia de sequías durante el ciclo del cultivo.

Existen dos tipos de garbanzo: Kabuli y Desi, y se diferencian principalmente en la morfología de la planta. Los Kabuli son plantas más altas y sus tallos, hojas y flores no contienen ninguna pigmentación antocianina, mientras que los Desi son todo lo contrario. Además, los Kabuli presentan semillas más grandes pero con menor rusticidad y comportamiento sanitario comparado con los Desi.

El garbanzo es una de las legumbres invernales más importantes del mundo, cultivándose aproximadamente 10 millones de hectáreas.

Instituciones que nos acompañan

La idea de producir garbanzos surgió como una alternativa invernal rentable.

El socio Aapresid que incursiona en la producción de esta legumbre

Ariel Masgrau es ingeniero agrónomo, egresado de la Universidad Nacional de Córdoba. En 2005 comenzó a trabajar como asesor en la Regional Montecristo de Aapresid hasta el año 2011, cuando se incorporó como socio Aapresid. El año pasado terminó su mandato como presidente de la regional y empezó a trabajar con empresas asociadas a la regional, como Tecnocampo.

Con Tecnocampo iniciaron la producción de garbanzos hace más de 10 años, siendo la campaña 2012 la primera en la que sembraron esta legumbre. Desde entonces, han mantenido la producción de manera constante.

Hoy cuentan con una planta de procesamiento propia y exportan a más de 30 países, incluyendo Latinoamérica (como Colombia, Brasil y Chile), Europa (España, Italia, Países Bajos, Inglaterra, Francia y Croacia) y otros destinos como Emiratos Árabes, Pakistán e India.

La idea de producir garbanzos surgió como una alternativa invernal rentable. Este cultivo les pareció viable y económicamente atractivo. Comenzaron ajustando diversas cuestiones de manejo que en ese momento presentaban incógnitas por resolver, y a partir de ahí, fueron perfeccionando las variables necesarias para optimizar la producción.

Cultivo y manejo del garbanzo

Desde Tecnocampo sugieren como antecesor ideal al maíz de segunda. También se puede hacercomo antecesor de soja de segunda, aunque en latitudes más al norte, donde la fecha de siembra de la soja puede ser más tardía. En el centro de Córdoba, donde está la producción de la empresa, el maíz de segunda es el antecesor predominante.

El garbanzo requiere un clima templado a cálido y suelos bien drenados, ya que no tolera condiciones de anegamiento. La fecha de implantación es en mayo, entre el 10 y 20 preferentemente, pudiendo llegar a sembrarse hasta principios de junio en la medida en que la humedad de siembra lo permita y se cosecha a principios de diciembre, permitiendo un barbecho de 10 a 15 días antes de sembrar un maíz de segunda.

La elección de cultivares de garbanzos es crucial. Actualmente hay pocas variedades disponibles y falta incentivo para la mejora genética y las investigaciones en mejoramiento. Se está trabajando en introducir variedades de otros lugares y evaluando otros cultivares disponibles, siendo una limitante común en la mayoría de los cultivos especiales.

Este año, las lluvias de abril, que llegaron tarde para los cultivos estivales, permitieron una recarga del perfil edáfico, lo que facilitó la siembra de una mayor cantidad de hectáreas en comparación con la campaña anterior. Se estima que hay unas 25 mil hectáreas sembradas con garbanzos en la provincia de Córdoba, principalmente en el centro norte de la provincia. La empresa sembró alrededor de 7 mil hectáreas entre Córdoba y Salta.

Los rendimientos rondan los 25 qq/ha, aunque pueden ser mayores en años con buenas condiciones. No es un cultivo altamente demandante de agua, pero se recomienda que los suelos estén altamente cargados al momento de la siembra. Si se hace a secano, se depende mucho de las lluvias de otoño. Bajo riego, se recomienda hacer una buena recarga de los perfiles al inicio y mantener la etapa vegetativa con agua acumulada, hasta que comience la etapa reproductiva. Durante el llenado de granos, se puede volver a incorporar riego; es una época en donde el plus de las lluvias de la primavera pueden generar un incremento en el rendimiento.

El garbanzo tiene como destino el consumo humano, por lo que todos los factores relacionados con la calidad son claves. Es importante cuidar algunos aspectos del grano para poder aspirar a un mejor precio. Se valora mucho el tamaño del grano, ya que a mayor tamaño, mayor precio. Y también se cuida que el grano no esté partido o lavado por la intensidad de la lluvia o manchados. Los granos chicos y/o partidos se destinan a la producción de harinas.

Secado, cosecha y procesamiento

En el norte del país, el cultivo se seca naturalmente por la falta de lluvias y las temperaturas, mientras que en Córdoba se requiere algún método de secado. El momento de secado se determina cuando alrededor del 75% de los granos están virando de color.

Hay pocos productos para el secado y una práctica que se está ajustando es el secado mecánico mediante el corte hilerado para evitar el uso de químicos.

Luego de la cosecha se realiza un procesamiento del material. Tecnocampo cuenta con una planta de procesamiento especial para garban zo, donde se clasifican los granos por tamaño y uniformidad, asegurando que estén enteros y no partidos, y se eliminan los granos mancha dos. Cuanto mejor sea la calidad de la mercade ría, más fácil es el proceso y menos es descarte.

Un cultivo con potencial

El cultivo de garbanzo en Argentina presenta un futuro prometedor. Si bien existen desafíos como la disponibilidad de variedades y la falta de investigaciones en mejoramiento, ofrece oportunidades interesantes para los productores argentinos. La experiencia de Tecnocampo demuestra que con un manejo adecuado y una apuesta por la calidad, el garbanzo puede convertirse en una alternativa rentable para el agro argentino.

El cultivo de garbanzo en Argentina presenta un futuro prometedor.

Garbanzos en Argentina: producción, exportación y tendencias de mercado

PRODUCCIÓN

El garbanzo es una alternativa invernal de peso para la región Centro-Norte de Argentina.

Superficie sembrada por provincia, % sobre la superficie total:

Salta 44,48%

Tucumán 18,92%

Santiago del Estero 16,86%

Córdoba 11,38% Catamarca 3,82%

Resto de las provincias 4,54%.

EXPORTACIÓN

95% de la producción de garbanzo se exporta.

Principales destinos: Latinoamérica (Colombia, Brasil y Chile), Europa (España, Italia, Países Bajos, Inglaterra, Francia y Croacia), Emiratos Árabes, Pakistán e India.

SEMILLAS

Hay 12 variedades inscriptas en el Registro Nacional de Cultivares (argentina.gob.ar, 2023)

Todas las variedades son argentinas: 3 fueron desarrolladas por el INTA y las 9 restantes son de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC), Granaria S.A., Estación Experimental Obispo Colombres y de Quimarsem S.A.

REFERENCIAS

Consulte las referencias ingresando a www.aapresid.org.ar/blog/revista-aapresid-n-232

De la curiosidad al éxito: la familia cordobesa que incursionó en el negocio de las ciruelas
De la curiosidad al éxito: la familia cordobesa que incursionó en el negocio de las ciruelas

Una familia cordobesa encontró en la producción de ciruelas una gran oportunidad para diversificar sus negocios y explorar nuevos mercados. De la mano de José Mazza, nos adentramos en esta historia de productores de cepa que se atrevieron a explorar esta producción alternativa en Mendoza

José Mazza es hijo de un productor agropecuario. Su padre fundó la empresa Ricardo José Mazza, dedicada a la producción de soja y maíz en Córdoba. A finales de los 80, impulsados por Aapresid, no dudaron en adoptar la siembra directa, convirtiéndose en socios activos y pioneros de esta práctica en su región.

La búsqueda constante de nuevas oportunidades de negocio siempre ha sido una característica destacada de la familia Mazza. Hace 17 años atrás, una propuesta inesperada plantó la semilla de una nueva aventura. “Alguien ofreció a mi padre la compra de unos álamos y mencionó al pasar las virtudes de las ciruelas”, recuerda José. Esta idea se quedó en la mente de su padre y, en un invierno, ante la imposibilidad de sembrar trigo, resurgió su interés.

Fue así que en 2006 viajaron a Mendoza para aprender más sobre la producción de ciruelas, un terreno totalmente desconocido para ellos. Esta incursión significó salir de la producción tradicional y adentrarse en una producción intensiva en una región con una realidad económica y tecnológica muy diferente de la que conocían. Sin embargo, este desafío se convirtió en una nueva oportunidad para aplicar su espíritu innovador y su capacidad de adaptación, demostrando una vez más su liderazgo en el sector agropecuario.

A paso lento pero firme: de los inicios a la expansión

La incursión en la producción de ciruelas llevó a Ricardo Mazza y su equipo a enfrentarse a un mundo completamente nuevo y distinto al de la producción extensiva en Córdoba. En Mendoza, la realidad era sorprendentemente diferente; se encontraron con un gran porcentaje de fincas en estado de abandono y con tecnología prácticamente inexistente. Este nuevo entorno ofreció tanto desafíos como oportunidades, y le permitió a Ricardo y su equipo introducir nuevas ideas y diseñar un sistema productivo desde lo desconocido.

Luego de adquirir su primera finca, llevaron toda la maquinaria desde Córdoba a Mendoza. La adaptación, reconocen, fue compleja y demandó mucho tiempo y esfuerzo. Sin embargo, este esfuerzo dio sus frutos y les permitió expandirse de una finca inicial de 20 hectáreas a un total de 200 hectáreas en producción, repartidas en cuatro fincas distintas.

La necesidad de salir de su zona de confort y trasladarse 700 km hasta Mendoza fue impulsada por la visión de explorar un nuevo horizonte. Tal es así que construyeron un horno de secado para transformar las ciruelas frescas en pasas, lo que se convirtió en la base de su negocio.

La colaboración y unión con otros cinco productores de ciruelas zonales les permitió compartir recursos y esfuerzos para cumplir paso a paso sus metas establecidas. Así, adquirieron túneles de hidratación, máquinas deshuesadoras, líneas de selección, escáneres de calidad para detectar residuos y metales, y hasta construyeron un laboratorio de calidad para garantizar la seguridad alimentaria.

Gracias a la inversión en infraestructura y tecnología, Ricardo y su equipo, junto a sus socios mendocinos, lograron optimizar la producción y procesamiento de ciruelas con la creación de Cirexa SA, una sociedad fundada por productores que se encuentra en el valle sur del río

Atuel en General Alvear, Mendoza. Su privilegiada ubicación geográfica les permite producir ciruelas de manera completamente natural, alcanzando altos estándares que demandan los mercados más exigentes.

Todas las plantaciones cuentan con tela antigranizo, riego por goteo, defensa de heladas por microaspersión, cosecha mecánica, entre otras tecnologías de punta, lo que les brinda la posibilidad de maximizar la producción y alcanzar los estándares de calidad necesarios. Además, la firma Mazza Frutícola se destaca por su compromiso con la calidad y la innovación en el sector, con el claro objetivo de proveer a los consumidores productos saludables y naturales.

La alta calidad y el cumplimiento de normas ISO y otros estándares internacionales abrieron las puertas a nuevos mercados. Inicialmente, comenzaron exportando a Estados Unidos, lo que luego atrajo la atención de mercados europeos y de Rusia. En estos mercados, las ciruelas pasas tienen una amplia variedad de usos: en Europa y Rusia se utilizan principalmente en panificación, mientras que en Estados Unidos

El ABC de las ciruelas: producir, cosechar

La producción de ciruelas en la empresa de los Mazza se distingue por su innovación y adaptación tecnológica, alejándose de las prácticas tradicionales de riego por canales comúnmente utilizadas en Mendoza.

La implementación de tecnología avanzada ha sido un factor crucial. Las inversiones en piletas para almacenar agua y equipos de riego han permitido no sólo regar las fincas sino también mitigar los efectos de las heladas. Actualmente, tres de las cuatro fincas están

se consumen como snack. Para estos destinos, las ciruelas se embalan en cajas de 5 o 10 kilos, adaptándose a las necesidades de los mayoristas y facilitando la logística de exportación.

Por otro lado, el mercado interno presenta varios desafíos para la comercialización de ciruelas. Uno de ellos es la competitividad y precio, ya que el consumidor local no está dispuesto a pagar lo que vale un producto de alta calidad como el producido en Mendoza. Además, la dificultad y el costo para acceder al consumidor final y a las grandes cadenas de distribución representan otro obstáculo significativo. Este es un nicho vacío donde el mercado interno para ciruelas pasas aún no está suficientemente desarrollado. Actualmente, el 1-4% de la producción de Mendoza es suficiente para cubrir la demanda local.

y procesar

equipadas con estos sistemas de aspersión, lo que ha permitido estabilizar la producción y reducir los daños por heladas en un 70-80%. Esto es de gran relevancia para la protección de las plantaciones, cuyo monitoreo los mantiene ocupados gran parte del año.

El ciclo de producción de ciruelas sigue un calendario preciso. Desde junio a agosto se realiza la poda manual con personal especializado. Luego, en septiembre, durante la floración, se aplican fertilizantes a través del riego para

mejorar la floración de la planta. Durante estos procesos se utilizan equipos de riego con microaspersores a máxima capacidad para disminuir y controlar los riesgos de heladas tardías. De este modo, una vez que la floración de los ciruelos está completa, el cuaje del fruto puede ocurrir de manera exitosa. En este momento también se aplican nutrientes como urea, fósforo, boro y magnesio para ayudar a la planta a sostener el fruto.

Finalmente, a mediados de febrero comienza la cosecha, que tiene una duración de unos 30 a 40 días y puede ser realizada tanto de manera mecanizada como manual. En el primer caso, se utilizan máquinas vibradoras que sacuden el tronco del árbol, haciendo que la fruta caiga en paneles inclinados. Luego de la recolección, se colocan en bines de 1 metro x 1 metro y 50 cm de profundidad. En el caso de la cosecha manual, esta se realiza con personal contratado, mientras que las máquinas y equipos son propios de la empresa.

Una de las etapas más importantes de la producción frutícola es el procesamiento de las ciruelas para convertirlas en pasas. En este proceso, el secado es clave y debe realizarse de manera continua en instalaciones equipadas con túneles de aire caliente, operando entre 78 y 82 grados. Los carros cargados de ciruelas tardan 12 horas en pasar por los túneles, que comprenden unos 14 metros de largo. El proceso dura de 30 a 40 días, funcionando las 24 horas del día.

Finalmente, el producto que se obtiene es la ciruela pasa, que se puede almacenar entre 1 y 2 años gracias a su bajo contenido de humedad (18%). Este producto se puede exportar tal como sale del horno o puede ser hidratado para diferentes mercados. La calidad de exportación se determina por el tamaño de la fruta, siendo las más grandes las que obtienen mejores precios.

De la finca al mundo

La incursión de los Mazza en la producción de ciruelas no solo diversificó su actividad agropecuaria, sino que también demostró su capacidad para adaptarse y superar desafíos en un entorno completamente nuevo. Con visión y esfuerzo, transformaron una oportunidad en una exitosa empresa de procesamiento y exportación de ciruelas pasas de primerísima calidad.

Una finca puede producir entre 20.000 y 40.000 kilos de fruta fresca por hectárea, con una relación de transformación de 3 kilos de fruta fresca por cada kilo de fruta seca. Toda la producción se canaliza a través de Cirexa, la empresa especializada en el procesamiento y exportación de ciruelas pasas. Allí, las ciruelas son clasificadas por tamaño, hidratadas, deshuesadas o dejadas con carozo, según los requisitos del mercado. La mayor parte de la producción de Cirexa se especializa en ciruelas pasas sin carozo.

La producción de ciruelas ha introducido un enfoque completamente nuevo en la operación de la empresa, permitiendo a José Mazza y su equipo adaptarse a mercados internacionales, cumplir con normas de calidad globales y colaborar con empresas de primer nivel. Esta producción alternativa abrió nuevas oportunidades y perspectivas comerciales, que antes no se veían en la producción extensiva tradicional.

Esta diversificación también permitió a la empresa ser más resiliente frente a las fluctuaciones del mercado y las condiciones climáticas adversas. La producción alternativa de ciruelas ofreció una fuente adicional de ingresos y redujo la dependencia exclusiva de la producción de soja y maíz.

En términos de optimización de procesos, al no nivelar las fincas y operar bajo un sistema de no remoción de suelo, la empresa disminuyó significativamente los tiempos operativos. Esto incluye menos horas de trabajo para tractores y personal, lo que resulta en una operación más eficiente y económica. Este enfoque de conservación del suelo, inspirado en su experiencia con la siembra directa en Córdoba, se trasladó con éxito a las fincas de ciruelas en Mendoza.

Esta producción alternativa abrió nuevas oportunidades y perspectivas comerciales, que antes no se veían en la producción extensiva tradicional.

La diversificación en la producción agrícola ha demostrado ser no solo viable, sino altamente beneficiosa. La incorporación de la producción de ciruelas a su ya estable sistema de producción extensiva de soja y maíz ofreció varias ventajas significativas, como la estabilidad y desarrollo del negocio familiar, la profesionalización y trazabilidad, la diversificación y resiliencia, y una visión internacional con el comercio exterior.

Hoy, la empresa es referente en el sector agropecuario, gracias a la visión innovadora de Mazza padre y la administración de la segunda generación. Bajo esta dirección, la empresa no solo se ha mantenido firme en la producción de soja y maíz, sino que también ha expandido sus servicios a la siembra, cosecha, pulverización y transporte de cereales y harinas a granel, trabajando para grandes clientes. Este espíritu emprendedor llevó a la empresa a asociarse con Bioceres y a participar en el proyecto Bio4, una iniciativa dedicada a la transformación de granos en biocombustibles, energía y alimentos, añadiendo valor en origen y generando empleo genuino. Bio4 es reconocida como una de las plantas más destacadas de bioetanol en Argentina.

Así, estos cordobeses continúan siendo un ejemplo de innovación, resiliencia y éxito en el mundo de la agroindustria argentina, llevando adelante una empresa que se adapta y crece con cada nuevo desafío.

Este enfoque de conservación

del suelo, inspirado en su experiencia con la siembra directa en Córdoba, se trasladó con éxito a las fincas de ciruelas en Mendoza.

Ricardo José Mazza: innovador y pionero

Oriundo de Salto, Buenos Aires, y con actividad agrícola en Córdoba, Ricardo Mazza demostró su espíritu innovador al adentrarse en la producción de ciruelas en Mendoza. Superando desafíos y adaptándose a un entorno nuevo, lo que comenzó en una finca de 20 hectáreas, se transformó en un proyecto de 200 hectáreas, repartidas en cuatro fincas.

Sueloterapia

La salud del suelo es la base para una agricultura sustentable. Prácticas como la siembra directa contribuyen a mejorar la estructura y fertilidad del suelo, reduciendo la erosión y aumentando su resiliencia ante eventos climáticos extremos.

Un resumen de los últimos avances en este campo clave.

Por: Dr. Hugo

Comité de Prospectiva Tecnológica de Aapresid

La salud del suelo es un concepto relativamente nuevo que surge del esfuerzo por definir lo que hace que un suelo sea “bueno”. Términos como fertilidad, calidad del suelo y seguridad del suelo también se utilizan para describir su estado saludable. Cada vez hay más interés entre los científicos y la sociedad en identificar las características que distinguen estos términos. Según el Servicio de Conservación de Recursos Naturales (NRCS) del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos, la salud del

suelo es “la capacidad continua del suelo para funcionar como un ecosistema vivo que sustenta plantas, animales y humanos”.

Los enfoques de subsistemas enfatizan en los procesos biológicos que hacen de la salud del suelo un concepto único. Mientras que los enfoques más prácticos la definen según el grado de adopción de prácticas beneficiosas para la salud del suelo y su impacto en los resultados agronómicos y ambientales. Lo importante es

reconocer la implementación de prácticas que conduzcan a la preservación del suelo y logren metas productivas dentro de un marco de sustentabilidad (Wood and Blankinship, 2022).

La salud del suelo depende de variables físicas, químicas y biológicas. Una serie de indicadores (Tabla 1) vinculados a estas propiedades pueden usarse para definir la salud del suelo. Estos indicadores son propuestos por entidades como el Instituto de la Salud del Suelo y el USDA.

Indicadores físicos

Capacidad de agua disponible

Dureza superficial

Dureza subsuperficial

Estabilidad de agregados

Textura

Resistencia a la penetración

Densidad total

Conductividad hidráulica

Conductividad eléctrica

Agregación estable en agua

Indicadores químicos

pH

C activo

C orgánico

N total

P, K, Ca, Mg y Na extraíbles

Elementos menores (Fe, Mg, Mn, Zn)

Mineralización del C

Mineralización del N

Capacidad de intercambio catiónica

Saturación base

C oxidable por permanganato de K

Indicadores biológicos

Materia orgánica Índice de proteínas del suelo

Respiración del suelo

Potencial de enzimas

Ácidos grasos fosfolipídicos

Otros indicadores

Rendimiento de cultivos

Adaptado de Wood and J.C. Blankinship (2022).

Por ejemplo, en la SD a largo plazo, la densidad aparente en el suelo superficial disminuyó junto con un aumento del carbono orgánico del suelo.

Tabla 1. Indicadores de la salud del suelo

El principal desafío de conservar y mejorar la salud del suelo es garantizar su productividad a largo plazo y su sostenibilidad ambiental. Muchas prácticas agrícolas pueden influir en la salud del suelo. Saha y col. (2024) evalúan el impacto de la siembra directa, la rotación de cultivos, el uso de cultivos de servicio y el drenaje sobre las propiedades físicas e hidráulica de los suelos, y revisan la literatura respecto a estas prácticas.

En las últimas décadas, los investigadores han informado varios cambios en la calidad del suelo con siembra directa (SD). Por ejemplo, en la SD a largo plazo, la densidad aparente en el suelo superficial disminuyó junto con un aumento del carbono orgánico del suelo. Asimismo, la SD aumentó la estabilidad de los agregados del suelo hasta un 19% para una profundidad del suelo de 0 a 2,5 cm después de 4 años de práctica. También se encontró mayor materia orgánica (carbono orgánico [C] y nitrógeno total) y potasio intercambiable en situación de SD a una profundidad de 0 a 10 cm que con labranza convencional.

Por su parte, la rotación de cultivos bien diseñada es una de las claves para la gestión de la salud del suelo y para hacer frente al cambio climático. La diversidad de cultivos nutre una amplia gama de flora y fauna del suelo, y contribuye a construir la estructura del suelo utilizando nutrientes de diferentes profundidades y previniendo plagas y enfermedades. En

un sentido más amplio, diversas prácticas de gestión agrícola afectan las funciones físicas, químicas y biológicas del suelo. Los beneficios de adoptar cultivos de servicio (CS) incluyen la mejora del carbono orgánico del suelo, la reducción de la erosión del suelo, la mejora de la calidad del agua subterránea, el aumento de la tasa de infiltración y la reducción de la densidad aparente. La utilización de CS también puede mejorar la conductividad hidráulica del suelo al dejar canales preferenciales de flujo de agua después de que las raíces de los CS se degraden.

Algunos investigadores informaron que el uso de CS aumenta el contenido volumétrico de agua del campo en un promedio deL 20%–35% en los primeros 20 cm de profundidad, el contenido de materia orgánica en un 74%, la capacidad de infiltración en un 14%–43%, la conductividad hidráulica saturada en un 64% y disminuye la densidad aparente del suelo en un 4%–5%.

Finalmente, el drenaje también puede crear un mejor ecosistema del suelo al reducir el anegamiento en la zona de las raíces, aumentar la profundidad de las raíces y mejorar el crecimiento de los cultivos al proporcionar mejor aireación. Esto hace que el suelo sea más propicio para el crecimiento de plantas y microorganismos. Además, el suelo más seco se calienta más rápido, lo que activa más a las comunidades microbianas.

Se ha descubierto que los sistemas drenados tienen un C fácilmente mineralizable, una respiración basal del suelo y un cociente metabólico más alto. Una comunidad microbiana más activa en un suelo bien drenado convertirá una mayor cantidad de residuos de cultivos en materia orgánica y liberará nutrientes orgánicos. Los sistemas de drenaje permiten raíces más profundas, lo que aumenta la materia orgánica y disminuye la densidad aparente a mayores profundidades. Además, aumentan la capacidad de infiltración y reducen la magnitud y el volúmen total de escorrentía en comparación con los sistemas sin drenaje (Saha y col., 2024).

Iheshiulo y col. (2023) también hacen foco en las propiedades físicas del suelo vinculadas a su salud, pero centrándose en el impacto de la rotación de cultivos diversificados. En su meta-análisis, proporcionan información sobre cómo las prácticas de gestión de la conservación, como la inclusión de leguminosas de grano y la elección de una rotación de cultivos diversa, modulan los efectos de la diversidad rotacional en diversas condiciones climáticas y edáficas en secano. De esta manera, demuestran cómo el potencial de la diversidad de cultivos puede traducirse en realidad en los sistemas agrícolas mediante opciones de manejo adecuadas. En general, una mayor diversidad de cultivos mejora la densidad aparente del suelo, la estabilidad de los agregados, la porosidad y la conductividad hidráulica saturada en comparación con rotaciones menos diversas, aunque los beneficios dependen del contexto.

La diversidad de cultivos combinada con otras prácticas de conservación mostró pruebas más sólidas de mejorar la salud física del suelo en comparación con las prácticas convencionales, pero no de manera universal en todas las regiones geográficas. La diversidad de cultivos tuvo un mejor desempeño en suelos de textura media y fina, lo que indica que se requieren objetivos específicos para el sitio y la región para optimizar los beneficios.

Los períodos cortos de prácticas de gestión de la conservación limitan las mejoras en la salud física del suelo, por lo que la investigación a largo plazo en diversos entornos será más útil para comprender mejor y respaldar su implementación en el futuro. En resumen, el aumento de la diversidad de cultivos mejoró significativamente las propiedades de salud física del suelo, pero la dirección y la magnitud estuvieron influenciadas por factores de manejo, climáticos y edáficos, lo que requiere una consideración cuidadosa al diseñar sistemas de cultivo resilientes que promuevan beneficios agronómicos y ambientales.

También es importante destacar que, en la diversidad de especies que se cultivan en el suelo, a veces se adjudican virtudes a las especies leguminosas que pueden integrar la rotación. Li y col. (2024) realizaron un metaanálisis con

3238 observaciones sobre los efectos de la SD y la incorporación de leguminosas al sistema de rotación (LSR) sobre las actividades enzimáticas extracelulares del suelo (AEE). Los resultados indican que la SD aumentó significativamente las actividades de las enzimas adquirentes de C, N, P y oxidativas, mientras que la incorporación de LSR aumentó significativamente sólo las enzimas adquirentes de P. La combinación de SD y cultivo de leguminosas no tuvo ningún efecto significativo en las AEE. Por el contrario, la diversidad de cultivos tuvo un efecto positivo en el aumento de AEE inducido por SD.

En conclusión, cuidar la salud del suelo y adoptar prácticas conservacionistas en la agricultura no solo son fundamentales para garantizar la productividad y la sostenibilidad de los cultivos, sino también para proteger la biodiversidad y mitigar el cambio climático. Al implementar técnicas como la rotación de cultivos, el uso de abonos orgánicos y la conservación de la cobertura vegetal, es posible mejorar la estructura y la fertilidad del suelo, reducir la erosión y aumentar la resiliencia de las tierras ante eventos climáticos extremos. De esta manera, no solo se asegura la viabilidad económica a largo plazo de la actividad agrícola, sino que también se contribuye a la preservación de nuestro entorno natural para las futuras generaciones.

REFERENCIAS

Consulte las referencias ingresando a www.aapresid.org.ar/blog/revista-aapresid-n-232

CodiGo TomATe: el programa de mejoramiento genético de la UNR para un tomate de calidad

Las universidades juegan un rol clave en el desarrollo socioeconómico al colaborar con sectores como la horticultura.

Desde la UNR, el Programa de Mejoramiento Genético de Tomate desarrolla variedades que se adaptan a las condiciones locales, mejorando la calidad y promoviendo prácticas amigables con el medioambiente.

Por Dana Vazquez, Vladimir Cambiaso, Javier Pereira da Costa, Paolo Cacchicarelli, Nicolas Defarge, Federico Godoy, Franco Brulé, Heliana Perez Marder, Valentina Goytia Bertero, María Emilia Báez, Celeste Freggiaro, Dana Di Mónaco, Guillermo Pratta y Gustavo Rodríguez.

Facultad de Ciencias Agrarias - Instituto de Investigaciones en Ciencias Agrarias de Rosario (IICAR -CONICET) - UNR

En un contexto donde la demanda de alimentos frescos y saludables no para de crecer, la horticultura se posiciona como una opción estratégica para el país, ofreciendo oportunidades a los productores para diversificar sus ingresos. El tomate, una de las hortalizas más importantes tanto en Argentina como en el mundo, enfrenta grandes desafíos en nuestro país debido a la dependencia de semillas híbridas importadas. Esta dependencia representa un costo significativo para los productores y, muchas veces, estos materiales no cumplen con las exigencias de calidad de los consumidores locales ni alcanzan su potencial productivo, ya que han sido desarrollados en ambientes diferentes a las zonas productivas de Argentina.

Actualmente, los cinturones hortícolas urbanos y periurbanos enfrentan nuevos retos debido a

cambios legislativos que incluyen, por ejemplo, la prohibición de productos fitosanitarios Sin embargo, la creciente demanda de productos frescos ofrece la oportunidad de adoptar sistemas de producción basados en bioinsumos. Esto acentúa la necesidad de desarrollar cultivares adaptados a las condiciones locales y a estos nuevos sistemas de producción, que cumplan con los requisitos de los productores y consumidores en términos de calidad, sanidad y rendimiento.

Para atender las demandas del sector socio-productivo, hace más de 30 años, en la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Rosario (FCA-UNR) y en el Instituto de Investigaciones en Ciencias Agrarias de Rosario (IICAR CONICET-UNR),

se inició un Programa de Mejoramiento Genético de Tomate. Este programa se enfoca en crear nuevas variedades incorporando genes de especies silvestres, a través de técnicas de mejoramiento tradicional, en materiales comerciales locales para mejorar la calidad y adaptabilidad del cultivo en nuestro país.

Como resultado de este Programa, hemos desarrollado más de 40 cultivares experimentales, dos de los cuales están inscritos en el Instituto Nacional de Semillas (INASE) desde 2012 y otros en proceso de inscripción. Bajo el acrónimo CodiGo TomATe (Conservación y divulgación de germoplasma de tomate), nuestro grupo lleva adelante actividades de extensión y vinculación con huerteros urbanos y periurbanos, facilitando el acceso de los productores a semillas de tomate mejoradas.

¿Por qué mejorar el tomate?

Relevancia e historia en Argentina

El tomate es una hortaliza que se destaca por su bajo contenido calórico y alto valor nutricional. En Argentina, el consumo per cápita de tomate es de aproximadamente 16 kg al año, triplicando la media mundial, lo que lo convierte en el segundo cultivo hortícola más relevante. Este alimento es rico en carotenoides, vitamina C, potasio, magnesio y fibra, y se le atribuyen beneficios para la salud, incluyendo propiedades antioxidantes y anticancerígenas.

El tomate también se ha convertido en un modelo de estudio para el fitomejoramiento debido a sus características genómicas y biológicas, así como a la disponibilidad de herramientas bio-

tecnológicas. Perteneciente a la familia de las Solanáceas, está relacionado con cultivos como la berenjena y el pimiento, lo que facilita la transferencia de conocimientos entre estas especies.

En términos de producción, el tomate se divide en consumo fresco e industrial, con un déficit notable en la producción para la industria en Argentina. Aproximadamente 1,1 millones de toneladas se cultivan anualmente, distribuyéndose entre el 60-70% para consumo fresco y el resto para productos industriales como conservas y salsas. Esta situación representa una oportunidad significativa para la expansión de la producción local.

El origen de la especie se remonta a la región andina de América del Sur, donde sus formas silvestres producían frutos redondos de apenas 1 gramo. Este cultivo tiene importancia histórica y el proceso de domesticación comenzó con los primeros agricultores en la zona andina de América Central. Desde allí, el tomate fue llevado a Europa, donde por selección y mejora del cultivo, se obtuvieron las variedades tradicionales de frutos grandes y la amplia gama de formas y colores que conocemos hoy en día. Con el tiempo, el enfoque del mejoramiento del tomate ha evolucionado. En el siglo pasado, se priorizó el rendimiento y la obtención de cultivares resistentes a enfermedades, pero ocasionalmente esto tuvo consecuencias negativas en el sabor y el aroma del fruto. En la actualidad, debido a la demanda de los consumidores, ha comenzado a tomar relevancia la

calidad organoléptica, especialmente en el sabor y la textura del fruto y en las propiedades nutracéuticas o funcionales.

En Argentina, el mejoramiento del tomate comenzó en 1946, con iniciativas como el desarrollo del tomate platense y selecciones en la EEA Tucumán. Desde entonces, y a pesar de que la producción se ha caracterizado por la dependencia de semillas híbridas importadas, se han logrado avances significativos en el mejoramiento de la especie. Es de destacar que en la última década, sólo 12 de los 351 genotipos registrados en el INASE fueron desarrollados localmente, destacando dos cultivares para consumo fresco desarrollados en el Programa de Mejoramiento Genético de Tomate de la FCA-UNR-IICAR.

Programa de Mejoramiento Genético de Tomate de la FCA-UNR-IICAR

El proceso de domesticación del tomate ha reducido al mínimo la variabilidad genética del cultivo. Sin embargo, las especies silvestres son un gran reservorio de genes favorables y su utilización en los programas de mejora permite incrementar la variabilidad. Así, el uso de cruzamientos interespecíficos (tomate cultivado x silvestre) es una estrategia eficaz para incorporar nuevos alelos y mejorar la productividad y la adaptación a diferentes condiciones ambientales.

El Programa de Mejoramiento Genético de Tomate de la FCA-UNR-IICAR se inició en la década de 1990 con el objetivo de mejorar la calidad del fruto y aumentar la variabilidad genética de este cultivo. Originalmente, el Programa se enfocó en aumentar la vida poscosecha, ya que al ser un producto perecedero, se trata de un aspecto clave en el tomate, y también en lograr una buena calidad de fruto. Para lograrlo, se seleccionaron como materiales iniciales el cultivar Caimanta, un material local desarrollado por INTA Cerrillos en Salta, conocido por sus buenas características organolépticas pero limitada vida poscosecha, y la línea silvestre LA0722 de Solanum pimpinellifolium, que posee mayor vida poscosecha y buena calidad organoléptica.

A partir de este cruzamiento inicial, el Programa ha desarrollado 18 líneas estabilizadas tipo cherry, entre las que se destacan dos líneas por sus características organolépticas superiores y mayor vida poscosecha: Gema FCA y Querubín FCA, ambas inscritas en el Registro Nacional de Propiedad de Cultivares (RNPC) del INASE.

Por retrocruzas sucesivas con el progenitor Caimanta, se desarrollaron 22 líneas o cultivares de tomate redondo que portan selectas regiones del genoma provenientes del tomate silvestre. Dos de ellas, Matusalén FCA y Dulcinea FCA, están en evaluación para ser inscritas en el RNPC del INASE. Matusalén FCA se destaca por su mayor vida poscosecha, mientras que Dulcinea FCA presenta un mayor contenido de azúcares en los frutos.

Nuestro Programa de Mejoramiento Genético de Tomate combina métodos tradicionales con tecnología de vanguardia para optimizar los resultados. Empleamos herramientas avanzadas como la selección asistida por marcadores moleculares, la secuenciación genética, y análisis de transcriptómica y proteómica. Además, somos pioneros en Argentina en la aplicación de

bioinformática para este cultivo. Al secuenciar las variedades Caimanta y LA0722, identificamos diferencias genéticas y creamos "mapas" que nos ayudan a localizar los segmentos de ADN clave para mejorar las características agrícolas. También hemos avanzado en el uso de análisis estadísticos innovadores para estudiar híbridos y aplicamos inteligencia artificial para clasificar y predecir genes y fenotipos.

Todo esto fortalece nuestra investigación y contribuye a la selección de los materiales más destacables en nuestro programa de mejoramiento. A su vez, la implementación y el desarrollo de estas herramientas permiten poner a disposición del sector productivo servicios tecnológicos de alto nivel y difundir los conocimientos mediante el dictado de cursos de posgrado y capacitaciones de distintos tipos.

La universidad como eslabón clave en la economía urbana y el desarrollo productivo

Nuestro grupo realiza funciones de extensión, vinculación y divulgación desde 2018 bajo el acrónimo CodiGo TomATe (Conservación y divulgación de Germoplasma de Tomate). En 2019, se estableció un convenio con la Municipalidad de Rosario para transferir cultivares inscritos y experimentales a horticultores locales, como parte de un proyecto de vinculación financiado por la UNR. El objetivo fue adaptar los resultados del Programa de Mejoramiento a las necesidades de los horticultores, preservando y difundiendo los materiales vegetales que poseemos en un Banco de Germoplasma propio. Este banco cuenta actualmente con 105 materiales cultivados y 96 especies silvestres. Estas especies se multiplican y se cultivan para recolectar datos que se compilan en un catálogo de variedades.

A partir de finales de 2021, exploramos la integración de los programas de mejoramiento genético de tomate provenientes de instituciones públicas nacionales (INTA La Consulta, UNR y UNSa) a los cinturones hortícolas de grandes ciudades. Esto nos permitió proporcionar materiales genéticos adaptados y promover la difusión del trabajo en la comunidad, fortaleciendo así la cooperación local.

Dentro de las actividades que desarrollamos, facilitamos la distribución de plantines de tomate entre productores de diversas organizaciones y localidades. Además, fomentamos prácticas agroecológicas y el intercambio de conocimientos. Todas las actividades de divulgación se encuentran disponibles en la cuenta de Instagram @codigo.tomate.

Las instituciones públicas en Argentina, como la universidad, desempeñan un papel esencial en el fortalecimiento socioeconómico del país, colaborando estrechamente con sectores agrícolas alternativos como la horticultura. El Programa de Mejoramiento Genético de Tomate de la FCA-UNR-IICAR es un claro ejemplo de este compromiso. Esta colaboración promueve la soberanía alimentaria y fomenta un modelo agrícola más respetuoso con el medioambiente. Además, estos esfuerzos no solo abordan las necesidades actuales, sino que también establecen una base más sólida y eficiente para la futura producción hortícola en Argentina.

Nuestro grupo realiza funciones de extensión, vinculación y divulgación desde 2018 bajo el acrónimo CodiGo TomATe

Bioactivadores, aliados naturales para una agricultura sostenible

Los bioactivadores pueden aumentar la productividad, reducir el impacto ambiental y mejorar la calidad de los cultivos. Este artículo profundiza en su uso en el tratamiento de semillas. Destacan las proteínas Harpin, con resultados significativos en la mejora del vigor, crecimiento y resistencia de las plantas.

Por Ing. Agr. MSc. Lucrecia Couretot¹; Ing. Agr. Silvina Mari²; Ing. Agr. Santiago Oldani³

¹ Fitopatología - Protección vegetalINTA Pergamino

² Directora de Surcos Consultora

³ Gerente de Marketing y Servicio Técnico – Tropfen SA. gación y desarrollo

Estamos frente al gran desafío de acompañar el crecimiento poblacional con una provisión sustentable de alimentos. Según Naciones Unidas, la población mundial alcanzó los 8.000 millones en noviembre de 2022 y se espera un aumento de 2.000 millones en los próximos 30 años. Así, en 2050 alcanzaríamos los 9.700 millones de habitantes, con el continente africano mostrando la mayor tasa de crecimiento.

Con estos datos, la provisión sustentable de alimentos está en el centro de la agenda con una prioridad alta, y más teniendo en cuenta que la disponibilidad de recursos naturales necesarios para producir alimentos “no se correspondería” con la distribución de la población mundial.

En este contexto, cabe destacar la importancia que toman las actividades y zonas productoras de alimentos. La agricultura, en particular, tendrá un papel cada vez más relevante, siendo esencial que aumente la eficiencia de su productividad con un bajo impacto ambiental.

Las perspectivas presentes y futuras de la agricultura están muy ligadas al aumento de la cantidad y calidad de los productos obtenidos, manteniendo costos reducidos y sistemas agroecológicos sostenibles en el tiempo.

Una alternativa prometedora para lograr estos objetivos es el uso de bioinsumos/bioactivadores. A continuación, citamos algunas definiciones de los mismos:

“Cualquier sustancia o microorganismo que, al aplicarse a las plantas, es capaz de mejorar la eficacia de estas en la absorción y asimilación de nutrientes, tolerancia a estrés biótico o abiótico o mejorar alguna de la características agronómicas, independientemente del contenido de nutrientes de la sustancia” (du Jardin 2015).

Posibles alcances del uso de bioactivadores en la producción extensiva de cereales y leguminosas

Establecida la importancia de construir y mantener sistemas agroecológicos sostenibles en el tiempo, es probable que en determinadas áreas de la agricultura podamos reemplazar algunos productos de síntesis química por bioinsumos/ bioactivadores. Sin embargo, en la mayoría de los casos, las técnicas de empleo son en combinación con productos de síntesis química

Aunque los bioestimulantes se pueden incorporar durante todo el desarrollo del cultivo, en este artículo nos enfocaremos en su uso en el tratamiento de semilla como la primera fase de su aplicación durante el ciclo de cultivo.

La germinación

La germinación es el proceso inicial de la implantación del cultivo, donde no sólo se define el número de individuos implantados, sino también la uniformidad y rapidez de implantación para establecer exitosamente el cultivo. Este

“Producto formulado de origen biológico que mejora la productividad de las plantas como consecuencia de propiedades nuevas o emergentes del complejo de constituyentes, y no solamente como consecuencia de nutrientes esenciales, reguladores del crecimiento o compuestos protectores de las plantas” ( Yakhin et al., 2017).

proceso está expuesto a numerosos factores bióticos y abióticos que puedan afectar su éxito, velocidad y uniformidad.

Entre los factores que pueden influir en la germinación podemos citar:

Factores bióticos:

Hongos fitopatógenos

Insectos de suelo

Bacterias fitopatogénicas

Factores abióticos

Temperaturas extremas

Condiciones hídricas desfavorables (sequía e inundaciones)

Presencia de residuos de herbicidas

Dotación de macro y micronutrientes desbalanceada

Condiciones físicas que impidan la correcta germinación (encostramientos, fallas en la aireación de los suelos -macro y microporos-)

¿Cómo podemos favorecer este proceso?

Podemos realizar una breve reseña de las tecnologías basadas en bioactivación para disminuir el estrés de origen biótico y abiótico:

1. Tratamientos que mejoren la actividad enzimática y hormonal del proceso de germinación:

Agregado de hormonas vegetales naturales o de síntesis química.

Agregado de cofactores enzimáticos que favorezcan la síntesis de hormonas o los procesos de detoxificación enzimática (Zn, Fe, Mg, Mn, Ca, N, P, K).

Agregado de microorganismo PGPR y elicitores del sistema de defensa.

Extractos de algas que contienen hormonas vegetales, antioxidantes, osmoreguladores, elicitores del sistema de defensa, etc.

Proteínas

2. Tratamientos que favorezcan el control de enfermedades causadas por hongos, bacterias e insectos fitopatógenos.

En este caso debemos contemplar todos los compuestos o microorganismos que activen los sistemas de resistencia inducida y adquirida, tales como:

Proteína Harpin.

Fosfitos de manganeso, potasio, etc.

Microorganismos.

3. Tratamientos que mejoren las condiciones físico-químicas de la rizosfera:

Ac Húmicos y Fúlvicos.

Extractos de algas.

4. Tratamientos que favorecen la detoxificación de carry over de sustancias residuales:

Micronutrientes.

Hormonas vegetales.

Extractos de algas.

Proteínas-Aminoácidos, como prolina y proteína Harpin.

Complejo glicina-betaína.

En los ejemplos citados hay algunos mecanismos de bioactivación interesantes para analizar, dada la variedad de procesos metabólicos involucrados, como la actividad de la proteína Harpin.

Para abordar este tema, es importante establecer algunos conceptos sobre los sistemas de defensa de los cultivos ante el ataque de insectos, nematodos, bacterias, hongos o fitoplasmas. Estos agentes fitopatógenos, causales de enfermedades, al entrar en contacto con la planta, inician un proceso de infección que se va generalizando a medida que avanzan los

días, mostrando síntomas en las plantas afectadas. La planta, para evitar la infección, activa sus sistemas de defensa. Para que este proceso se desencadene en primera instancia, las plantas deben reconocer alguna molécula presente o secretada por el fitopatógeno, como glucano, pectina, glicina, proteína Harpin, ergosterol, flagelina, toxinas, entre otras.

La inhibición de la reproducción del patógeno en la planta se dará solo si las células infectas responden de manera hipersensitiva. Este tipo de respuesta se caracteriza por el aumento en la generación de especies reactivas del oxígeno (ROS) como peróxido de hidrógeno [H2O2], superóxido [O2–] y radical oxidrilo [OH] que inician el proceso de muerte celular programada para detener la infección (Tian y cols. 2016).

En caso de no haber una respuesta hipersensitiva, se accionan las siguientes rutas de defensa:

Sistema de defensa inducida (RSI): Se activan las rutas del ácido jasmónico y etileno. En la zona donde se inicia la infección, se desarrolla un engrosamiento de tejidos por acumulación de sustancias como lignina, suberina y metabolitos secundarios como fenoles (Rojas y cols., 2014) (Dangl y Jones, 2001; Hann y Rathjen, 2007; Lipka et al., 2008).

Sistema de defensa adquirida (RSA): Se basa en la activación de la ruta del ácido salicílico, que genera la codificación de proteínas PR como glucanasas y quitinasas. Este sistema permanece activado luego de accionarse y actúa contra una variedad de patógenos como bacterias, hongos, virus y nematodos.

Priming: Sistema de defensa estimulado por moléculas que no generan enfermedad pero activan un sistema de defensa, no específico, que puede ser estimulado por una variedad de estímulos físicos químicos y biológicos (Mauch. Mani y cols., 2017).

Las proteínas Harpin

El grupo de proteínas Harpin se caracteriza por una composición de aminoácidos con alto contenido de glicina, serina y glutamina, y casi ninguna -o muy poca- cisteína y aminoácidos aromáticos. Su estructura secundaria posee varias regiones de hélices.

Dentro de los mecanismos de colonización e infección empleados por las bacterias, se destaca la secreción de macromoléculas que operan a nivel del transporte de proteínas y/o ADN. Este mecanismo de secreción hacia el medio extracelular es fundamental para las bacterias y su interacción con el hospedero, tanto a nivel patogénico como simbiótico con sus hospederos eucariotas, siendo catalogados como la primera línea en la interacción entre bacterias/plantas.

Se han definido seis tipos de interacción posible para las bacterias Gram negativas, numerados desde el sistema tipo I al tipo VI. Estos sistemas se diferencian entre ellos por los mecanismos de secreción, las proteínas implicadas y las sustancias secretadas.

Los sistemas de secreción tipo III (relacionados con proteínas Harpin), inyectan en un solo paso proteínas al citoplasma de la célula eucariota del hospedero. Estos sistemas están genéticamente relacionados con la estructura flagelar bacteriana (Cornelis y van Gijsegem, 2000).

Las Proteínas Harpin se caracterizan por inducir sistemas de defensas en las plantas. Sus genes se expresan en las células vegetales tanto constitutivamente como si se pulverizan sobre las plantas. Se han detectado respuestas en las plantas aplicadas de tal manera que les permiten ser menos susceptibles a una variedad de patógenos. Este sistema se nuclea dentro del sistema de Priming, mencionado anteriormente.

A modo de resumen, las proteínas Harpin emplean varios de los sistemas de defensa descriptos, dado que encontramos citas en las que se las liga a los mecanismos dependientes del ácido salicílico y ácido jasmónico, así como a los elicitores de la producción de ROS (hipersensibilidad).

Numerosos estudios han demostrado que las proteínas Harpin mejoran el vigor de la planta, su crecimiento, la altura, la biomasa y el tamaño de los frutos en una amplia gama de cultivos.

Concluyendo, la utilización de Harpin permite que las plantas presenten un buen estado fisiológico, sean capaces de resistir enfermedades y tolerar situaciones de estrés, mejorando

así el rendimiento y la calidad de los cultivos. Además, al ser una preparación de proteína, no tiene efecto biocida ni produce residuos químicos, por lo que su impacto sobre el medioambiente y los productos cosechados es nulo.

A comienzos de 2022, desde Tropfen celebramos un acuerdo de alianza estratégica con la compañía Plant Health Care, una empresa biotecnológica líder global en el desarrollo de productos biológicos. Hoy contamos en nuestro portfolio con una tecnología biológica a base de su proteína Harpin, bajo la marca TROPBIO PRO, registrada para soja, maíz, trigo y cebada.

Asimismo, continuamos trabajando en la ampliación del registro hacia nuevos cultivos como papa, maní y caña de azúcar, donde se han logrado excelentes resultados. Por último, tenemos en curso planes de desarrollo de tecnologías innovadoras bajo la misma línea para introducirlas al mercado argentino en los próximos años.

REFERENCIAS

Consulte las referencias ingresando a www.aapresid.org.ar/blog/revista-aapresid-n-232

Fertilización inteligente: la gran aliada para cerrar brechas de rendimiento

La fertilización inteligente y el uso de fertilizantes de eficiencia mejorada (FEM) se presentan como soluciones prometedoras para cerrar las brechas de rendimiento en trigo y cebada, optimizando recursos y resultados.

Por Ing. Agr. Ana Julia Pérez Moreno

Socia Aapresid, Regional Guaminí CarhuéResponsable de Desarrollo Técnico en IF.

Cada campaña agrícola enfrenta desafíos únicos. Este invierno ha sido uno de los más fríos en 60 años y estuvo acompañado de un aumento en el área sembrada de trigo y cebada. Sin embargo, solo un 28% de los productores de trigo y un 40% de los de cebada han realizado análisis de suelo. Esto es preocupante, ya que un diagnóstico adecuado es esencial

para ajustar el balance de nutrientes, maximizar la eficiencia y la productividad. Así como no tomaríamos una medicación importante sin un estudio previo o una visita al médico, lo mismo debería aplicarse a la fertilización de nuestros suelos. Los análisis de suelo tienen un costo bajo en comparación con el impacto en los costos directos de la fertilización, lo cual afecta nuestros márgenes y el potencial alcanzado.

En fertilización, solemos hablar de las 4 "C" o 4 "R" en inglés: correcta fuente, dosis, momento y lugar. Lo cierto es que deberíamos añadir una quinta "C": correcto diagnóstico. Este paso inicial es crucial para reducir las brechas de rendimiento, que en nuestro país alcanzan el 50% en trigo. Imaginen las pérdidas por hectárea que esto implica a nivel individual, regional y aún más nacional.

Tabla 1. Brechas de rendimiento en Argentina para Trigo y Maíz. Fertilización en kg de nutriente por hectárea y requerimiento nutricional adicional para cerrar brechas.

*Rendimiento alcanzable estimado como 80% del rendimiento potencial. Fuente: www.yieldgap.org & Aramburu-Merlos et al. (2015).

**La cantidad de nutrientes adicionales requerida para cerrar la brecha fue calculada teniendo en cuenta (i) el requerimiento de nutrientes necesarios para lograr el rendimiento alcanzable, y (ii) la dosis de nutrientes actual. El requerimiento de nutrientes necesario para lograr el rendimiento alcanzable fue calculado basado en la absorción de nutrientes esperada (nitrógeno) o usando un criterio de reposición (fósforo y azufre).

Las brechas de rendimiento afectan a todos los cultivos en Argentina, y la fertilización inteligente junto con el uso de fertilizantes de eficiencia mejorada (FEM) es clave para reducirlas. No debemos temer a la fertilización si contamos con un diagnóstico adecuado.

Actualmente, la demanda de fertilizantes nitrogenados en Argentina está parcialmente paralizada debido a las condiciones climáticas y la expectativa de reducción del impuesto país. Esto podría causar una acumulación de demanda, afectando el suministro y los precios a nivel local. Es importante considerar nuevas tecnologías que permitan reducir el uso de fertilizantes granulados tradicionales y extender la fertilización durante el ciclo de los cultivos, especialmente en primavera, optimizando los costos y maximizando los rendimientos.

Es prioritario comenzar a trabajar en la partición de la entrega de nutrientes. No podemos seguir pensando en agroecosistemas de alto potencial sin esta práctica. Aplicar toda la nutrición nitrogenada de una vez conlleva pérdidas o disminución en la eficiencia del recurso nitrógeno, similar a intentar comer y asimilar toda la comida del mes en un solo día, algo físicamente inviable y poco saludable.

Desde IF consideramos central trabajar sobre estas brechas y buenas prácticas que contribuyan a disminuir las actuales diferencias de rinde. En este camino hemos desarrollado una línea de fertilización de eficiencia mejorada, nitrogenada de aplicación foliar, diseñada para cultivos en crecimiento activo con altos requerimientos nutricionales. Esta línea, llamada FRONDA, combina nutrición química tradicional con bioestimu-

lación, permitiendo aplicar grandes cantidades de nitrógeno (20 kg N) y micronutrientes vía foliar con alta eficiencia (1.8:1 frente a fuentes granuladas). Además, es compatible en la mezcla con fungicidas, potenciando su acción y abordando dos problemáticas simultáneamente.

El fraccionamiento de la entrega de nutrientes, la bioestimulación y la eficiencia permiten reducir la cantidad de nutrientes aplicados en aproximadamente un 15%, logrando rendimientos superiores y optimizando nuestros márgenes y huella de carbono de nuestros sistemas (Figuras 1, 2 y 3). Nos ofrece flexibilidad para ajustar la oferta nutricional según las condiciones de la primavera, lo cual es crucial para los cultivos de fina. Durante la primavera, los culti-

Las brechas de rendimiento afectan a todos los cultivos en Argentina, y la fertilización inteligente junto con el uso de fertilizantes de eficiencia mejorada (FEM) es clave para reducirlas.

vos están en su máximo desarrollo vegetativo, pasando a estado reproductivo. En esta etapa, una correcta nutrición y bioestimulación de las plantas define nuestro potencial, para que cada grano cuajado llegue a cosecha. Contar con una herramienta de fertilización adaptable nos permite ser más eficientes, acertados en la aplicación y utilizar mejor los recursos, sin necesidad de gastar todo de una vez.

Es momento de enfocar nuestras estrategias en herramientas para un diagnóstico adecuado, lo cual puede tener un gran impacto en nuestros costos y resultados. Y vos, ¿ya realizaste el muestreo de tus lotes?

Figura 1. Cebada 2022 (Miramar), Martin Larrosa, Aapresid JMF. Se observa cómo el fraccionamiento en la entrega del N y la bioestimulación permitieron disminuir un 15% el N aplicado al cultivo en comparación con el tratamiento de urea únicamente, obteniendo 448 kg extras, una eficiencia que triplica la fertilización tradicional. En el último tratamiento, vemos cómo una adecuada bioestimulación que acompaña el desarrollo de nuestros cultivos nos permite reducir incluso más (-30%) la cantidad de nutrición química, optimizando aún más los resultados.

Figura 2. Cebada Montoya. Campaña 2023-24. Localidad: Coronel. Suarez, bajo riego Marcelo Sendra. Maltería y Cervecería Quilmes. En este gráfico se observa cómo el uso de FRONDA como complemento nutricional de aplicación foliar fue superior al fraccionamiento a suelo con fuentes granuladas. Con 18 kg menos de N sobre el cultivo, obtuvimos 340 kg de rinde extras. Asimismo, encontramos anteriormente que la bioestimulación que acompaña el desarrollo de los cultivos optimiza aún más los resultados, con -28 kg de N respecto a la fertilización tradicional y con unos 450 kg extras.

Es prioritario comenzar a trabajar en la partición de la entrega de nutrientes.

3.

802. Campaña

Localidad:

En este gráfico quisimos evidenciar cómo el N foliar es más eficiente que a suelo. Se evidencia claramente que un aumento de 5 kg de N en el tercer tratamiento reemplaza más del doble de kg de N como urea, y encontramos asimismo un rinde superior.

Figura
Trigo Baguette
2023-24.
Aparicio. Martin Zamora. INTA Barrow.

Hacia un trigo libre de royas

Las royas del trigo han sido históricamente una preocupación para los productores argentinos debido a su impacto en el rendimiento del cultivo. Este informe detalla la situación actual y las principales estrategias para su control.

Por Ing. Agr. (Mag.) Pablo

Eduardo Campos

EEA

Las royas del trigo son las principales enfermedades que afectan el cultivo de trigo y son las responsables de la mayoría de las decisiones de control químico para evitar pérdidas de rendimiento. Existen tres tipos de roya que afectan al trigo: la roya de la hoja o anaranjada, causada por Puccinia triticina; la roya del tallo, causada por Puccinia graminis f. sp. tritici; y la roya amarilla o estriada, causada por Puccinia striiformis f. sp. tritici.

Históricamente, la roya de la hoja ha sido la principal roya de trigo, tanto por su frecuencia de ocurrencia como por su distribución en las diferentes subregiones trigueras. Era la primera en aparecer y la primera que requería un control químico. En cultivares susceptibles y bajo condiciones conductivas para la enfermedad, podía llegar a requerir una segunda intervención. La roya del tallo, por su parte, necesita mayor temperatura y suele manifestarse más adelante en el ciclo del cultivo, coincidiendo con el inicio del llenado de granos, lo que afecta fuertemente este proceso. En primaveras húmedas y cálidas, puede aparecer en etapas más tempranas, requiriendo también control químico para evitar pérdidas.

Antes de 2016, la roya amarilla era una enfermedad esporádica, asociada a un cultivar particular y generalmente limitada a campos experimentales con un germoplasma diverso. Sin embargo, en 2015, la enfermedad comenzó a afectar a un mayor número de cultivares en

campos experimentales, y en 2016 llegó a los campos de productores de la mano del cultivar Algarrobo, que era susceptible y ampliamente difundido en esos años. Fue entonces cuando se realizaron por primera vez controles químicos para su control.

Desde el laboratorio de royas de la EEA INTA Bordenave se monitorean continuamente los cambios en las poblaciones de las tres especies de roya. Antes de 2015, debido a la baja ocurrencia de la roya amarilla, no se realizaba la identificación de razas en Argentina. Para su identificación, se interactuaba con instituciones europeas. En la campaña 2016, sospechando cambios en la población, se tomaron muestras que fueron enviadas a Inglaterra. Los resultados confirmaron el ingreso de de razas europeas que no existían en Argentina. Estos datos, publicados en plena epifitia del 2017, fueron la primera cita de estas razas en el país. (Ver código QR 01)

Desde ese momento, la roya amarilla se convirtió en la enfermedad más importante del cultivo de trigo.

Para entender lo anterior, primero hay que mencionar que las royas son patógenas con una alta heterogeneidad, representadas por ra-

zas fisiológicas. Estas razas se diferencian entre sí por su capacidad de ser virulentas sobre diferentes genes de resistencia presentes en los cultivares de trigo. Su frecuencia varía con el tiempo debido a la aparición de nuevas razas con nuevas virulencias, que hacen que los cultivares que eran resistentes dejen de serlo. Estos cambios se deben a mutaciones o migraciones desde otras regiones.

La preponderancia de la roya amarilla se da por una serie de características intrínsecas del patosistema (Trigo-Puccinia striiformis tritici). Este patógeno requiere temperaturas más bajas que la roya de la hoja y la roya del tallo, temperaturas que coinciden con los estados tempranos del cultivo. Si tenemos en cuenta que es una enfermedad policíclica, con ciclos de 14 días, una infección temprana puede resultar en un mayor número de ciclos y, por ende, en un incremento en el número de controles químicos necesarios.

Desde 2017, se viene monitoreando e identificando las razas de roya amarilla en Argentina (laboratorio de royas de la EEA Bordenave), sumándose al trabajo de caracterización e identificación de las royas de la hoja y del tallo, que ya se viene realizando por décadas.

Escaneá el código QR 01

Los cambios en las poblaciones de los patógenos se reflejan en la modificación del comportamiento de los cultivares y, en particular, de los

genes de resistencia que poseen. Conocer qué genes son efectivos para controlar las royas es fundamental en los programas de mejoramiento del trigo. Utilizar genes efectivos en el proceso de mejoramiento asegura el desarrollo de cultivares resistentes.

Todos los años se realizan viajes de prospección por las diferentes subregiones trigueras, incluyendo las provincias de Buenos Aires, Santa Fe, Entre Ríos, Córdoba y La Pampa. Durante estas visitas, se recorren ensayos oficiales de la RET de trigo, se toman muestras de los patógenos y se realiza una evaluación rápida para detectar cambios en el comportamiento de los cultivares. Además, se monitorean lotes de productores cada 30 km, donde se evalúa, georreferencia y se toman muestras. Estas muestras son enviadas al laboratorio de royas para identificar las razas mediante aislamientos monospóricos y el uso de líneas diferenciales.

La información obtenida de estas recorridas en los últimos tres años, junto con datos de viveros sanitarios, se utiliza para elaborar cuadros que describen el perfil sanitario de los cultivares difundidos (Tablas 1 y 2). Estos cuadros se difunden a través de diversos medios para ayudar en la toma de decisiones. El uso principal de esta información está dirigida a la elección de cultivares resistentes o, en el caso de la

elección de un cultivar susceptible, conocer su perfil para tomar las medidas de logística necesarias y realizar intervenciones con fungicidas cuando sea necesario.

Los resultados se comparten e informan anualmente en las redes:

Situación actual de las royas del trigo en Argentina: cambios en las poblaciones de los patógenos y comportamiento sanitario de los cultivares de trigo. (Ver código QR 02).

Actualización racial de las royas de trigo en Argentina y perfil sanitario de cultivares 2024. (Ver código QR 03)

Escaneá el código QR 02

Escaneá el código QR 03

Alternativas de manejo

En cuanto al manejo de royas, la principal estrategia es la resistencia genética. Todo lo anteriormente mencionado apunta a brindar herramientas y conocimientos para potenciar esta medida de manejo. Para entender por qué la resistencia genética es la principal estrategia de manejo, es necesario describir brevemente el ciclo de estos patógenos.

Las royas son hongos biotróficos que necesitan plantas vivas para completar su ciclo biológico, por lo que no prosperan en los rastrojos, haciendo inefectiva la práctica de rotación. No tienen la capacidad de infectar plántulas desde esporas presentes en la semilla, por lo que los curasemillas dirigidos a controlar solo estas esporas no son efectivos. Sin embargo, los curasemillas a base de ciertas moléculas de Carboxamidas aportan una residualidad de 45 a 60 días posteriores a la emergencia. Esta residualidad ayuda a evitar infecciones tempranas, especialmente en roya amarilla, y retrasa la primera aplicación de fungicidas foliares en cultivares susceptibles. Este tipo de herramienta no estaba disponible anteriormente, limitando el manejo de las royas a la resistencia genética y al control químico con fungicidas foliares.

Una vez superadas las herramientas de manejo, resistencia genética y curasemilla con efecto residual, la última alternativa es el control con fungicidas foliares.

Una vez superadas las herramientas de manejo, resistencia genética y curasemilla con efecto residual, la última alternativa es el control con fungicidas foliares. En este caso, volvemos a la Tabla 1, que muestra el perfil sanitario del cultivar sembrado. A partir de allí, se debe establecer un monitoreo adecuado, teniendo en cuenta la aparición de los primeros síntomas.

Desde que la roya amarilla se convirtió en la enfermedad predominante, es la primera de las royas en aparecer en el campo. El monitoreo debe comenzar en estados tempranos del cultivo. Existen muchos fungicidas para el control de las royas que varían en sus moléculas, sitios de acción y poder residual. Es crucial utilizar mezclas con diferentes modos de acción, usar las dosis de marbete, calibrar adecuadamente la pulverizadora y evitar repetir principios activos para prevenir la generación de resistencia en los patógenos y mantener la efectividad de las moléculas disponibles.

las tres royas de trigo, ciclo y grupo de calidad.

de cultivares de trigo frente a las tres royas, ciclo y grupo de calidad de los cultivares de primer año en la RET.

Tabla 1. Perfil sanitario de cultivares de trigo frente a
Tabla 2. Perfil sanitario

Más respuestas que chicharritas sobran Más respuestas que chicharritas sobran

Dalbulus maidis es un tema que sigue dando de qué hablar. ¿Dónde estamos parados hoy? ¿Qué nos espera en la nueva campaña? En el segundo episodio de “Levantando la perdiz”, invitamos a tres profesionales para que nos ayuden a responder estas y otras preguntas.

Por Sofía Colalongo
Prospectiva Aapresid

Si hay algo que sabemos es que la Chicharrita (Dalbulus maidis) fue protagonista en este 2024. Esta plaga que afectaba principalmente a maíces del norte del país, se convirtió en un problema en zonas donde antes no lo era. Con su enorme potencial de daño y con pérdidas de rendimiento que pueden superar el 70%, es imposible no querer saber más sobre este tema. ¿Dónde estamos parados hoy? ¿Qué nos espera en la nueva campaña? En el se-

gundo episodio del streaming de Aapresid, "Levantando la Perdiz", convocamos a tres especialistas para intentar responder estas y otras preguntas: el Ing. Agr. Augusto Casmuz de la Estación Experimental Agroindustrial Obispo Colombres (EEAOC), la Ing. Agr. y gerente del programa REM, Eugenia Niccia, y la Ing. Agr. Fabiana Malacarne, responsable del programa de plagas de ASA.

Empecemos por el principio, ¿qué es la chicharrita? Es un insecto endémico del norte del país que empezó a ser investigado en los años 90 debido a sus consecuencias negativas. La chicharrita es un vector de un complejo de enfermedades que puede afectar gravemente los rendimientos de maíz. Una de las manifestaciones más comunes es el “achaparramiento del maíz”, que queda enano y achaparrado.

Fabiana Malacarne (ASA) explicó que una de las enfermedades que transmite la chicharrita es el Spiroplasma, pero hay más. Hasta el momento se han identificado cuatro patógenos que interrumpen la translocación de fotoasimilados en la planta, lo que produce un complejo de enfermedades con síntomas similares conocido como "complejo de achaparramiento".

Augusto Casmuz, oriundo de Tucumán, conoce a la chicharrita desde los inicios de sus estu-

dios. Sin embargo, tanto Fabiana como Eugenia comenzaron a profundizar en el tema en esta campaña. ¿Qué pasó?

Se juntaron todas las condiciones: los inviernos benignos y las lluvias dispares llevaron a siembras escalonadas de maíz. La chicharrita, que se alimenta exclusivamente de este cultivo, pasaba de un lote al otro con total firmeza, reproduciéndose sin control. Con escaso monitoreo y desconocimiento en la zona núcleo, pero también los mayores expertos en el tema del NOA, se vieron sorprendidos por la agresividad del insecto sobre los cultivos.

Según datos de la REM, en 2021/22 los efectos se observaban sólo en las provincias del norte. Con los mapeos actuales en proceso, se ha detectado la presencia de esta plaga hasta en el sur de Santa Fe y ciertas áreas de Buenos Aires.

Síntomas: consecuencias reales sobre la producción

La sintomatología de las enfermedades transmitidas por la chicharrita generalmente se manifiesta en la etapa reproductiva, cuando el daño ya es irreversible. En las zonas más afectadas, se observó una pérdida de entre el 30% y 50% de la productividad. Esto está muy vinculado al tipo de material de maíz utilizado. El grueso del maíz se vio muy afectado y mostró una alta susceptibilidad a la plaga.

Para mejorar genéticamente las semillas, el foco debe estar puesto en las patologías y no en la plaga, lo cual es aún más complejo. Hasta

Condiciones para el manejo

Es un insecto que tolera las bajas temperaturas, por debajo de los 5° por un tiempo prolongado, se produce la muerte. Pero con el paso de un invierno más frío que los últimos, la somete a un estrés mayor. Si a eso le sumamos el control de los maíces voluntarios, lo ayuda a disminuir la incidencia para la próxima campaña. Si el productor controla estos maíces, el insecto queda sin alimento y sin lugar para reproducirse.

Otro manejo importante es concentrar las fechas de siembra. Si hay siembras escalonadas siempre tiene su hospedero para reproducirse y alimentarse.

el momento, el mejoramiento que se venía realizando por parte de las empresas se centraba en el Spiroplasma, utilizando materiales del NOA, donde se tiene mayor experiencia. Sin embargo, incluso los materiales catalogados como resistentes fueron destruidos.

¿Cómo se puede incorporar el mejoramiento en maíces templados en la zona núcleo y en latitudes más bajas? Actualmente se está utilizando mejoramiento convencional sin herramientas, con una proyección de entre 6 y 10 años. Pero para dar respuesta a las preguntas del presente, se necesita hablar de un manejo integrado.

Otro manejo importante es concentrar las fechas de siembra. Si hay siembras escalonadas siempre tiene su hospedero para reproducirse y alimentarse.

¿Qué pasará en la próxima campaña?

Según los primeros datos recolectados por una encuesta de REM, las expectativas de los productores disminuyeron en un 70% sus intenciones de sembrar maíz. Esto no necesariamente refleja un impacto real, pero sí muestra un temor en avanzar con la siembra.

Hoy en día, existen herramientas de manejo que, aunque no evitan la plaga, son de gran ayuda. Es fundamental monitorear las temperaturas del invierno para decidir si se comienzan con la siembra temprana frente a una alta presencia de chicharrita. También es importante controlar los maíces guachos, ya que dejan a la chicharrita sin alimento, reduciendo así su reproducción, y tratar de controlar las siembras escalonadas.

Red Nacional de Monitoreo

Desde mayo del corriente año se comenzó a gestar la implementación de esta red que permite un monitoreo constante de la dinámica de la plaga, uniendo a las principales instituciones del país, de diferentes sectores, para hacerle frente. Cómo se mueve, cómo le afectan las condiciones climáticas. Encontraron las respuestas yendo directamente a los lotes con más de 450 trampas distribuidas de forma homogénea en toda la superficie maicera del país en 5 zonas distintas.

La chicharrita más allá del campo

El maíz está presente en muchos aspectos de nuestra vida cotidiana. Como mencionó Fabiana, “está en la pasta de dientes, en el tanque de combustible, en la carne, en los huevos”. Por lo tanto, si hay menos maíz, su precio aumenta, y si su precio aumenta, también aumenta el costo de todos los productos derivados.

Para concluir, Eugenia señaló que los investigadores e instituciones del país están avanzando fuertemente en la recolección e interpretación de datos con el objetivo de ofrecer las respuestas más efectivas frente a esta problemática.

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Argentina y el desafío de cumplir compromisos internacionales para reducir emisiones

Nuestro país asumió importantes compromisos internacionales para reducir las emisiones de GEI, con avances significativos en algunos sectores pero con desafíos pendientes. A partir de este año, comienza un proceso de reportes más riguroso.

Por: Lic. Maria Lourdes Manrique e Ing. Sebastián Galbusera Expertos en inventarios de gases de efecto invernadero y Plataforma Puma

Al ratificar la Convención Marco de las Naciones sobre el Cambio Climático (CMNUCC) en 1994, Argentina asumió diversos compromisos internacionales, entre ellos el de reportar frecuentemente las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) de las actividades antropogénicas. Desde 1997, se han reportado tres Comunicaciones Nacionales (1997, 2008 y 2015) y

cinco Informes Bienales de Actualización (2015, 2017, 2019, 2021 y 2023), todos con un Inventario Nacional de GEI (INGEI). Estos Inventarios deben seguir las metodologías aprobadas en el marco de la CMNUCC y desarrolladas por el Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC), cumpliendo con los requisitos de reporte establecidos.

Según los resultados del último INGEI, incluidos en el Quinto Informe Bienal de Actualización (IBA 5), las emisiones de GEI de 2020 totalizaron en 376 MtCO2e.

La figura 1 muestra la evolución de las emisiones de cada sector del Inventario Nacional de GEI. Las emisiones y absorciones del país han tenido una tendencia creciente. Los sectores de Energía, Procesos industriales y Uso de productos (PIUP) y Residuos responden en mayor medida a las condiciones económicas y/o poblacionales, a diferencia de Agricultura, Ganadería, Silvicultura y Otros Usos del Suelo (AGSOUT) que tiene además una componente más compleja relacionada con la dinámica del uso del suelo.

Figura 1. Evolución de las emisiones de GEI de los distintos sectores del INGEI.

NOS ACOMPAÑAN

Respecto al sector AGSOUT, una forma de reportar las emisiones a nivel nacional es dividiéndolas en tres subsectores (Figura 2):

1. Subsector Ganadería: Incluye las emisiones provenientes de la fermentación entérica y la gestión del estiércol, tanto a campo como en condiciones anaeróbicas (sin incluir las emisiones del suelo). Desde 1994, este subsector ha reducido su contribución, presentando fluctuaciones asociadas a la cantidad de bovinos.

2. Subsector Agricultura: Abarca las emisiones provenientes del uso de fertilizantes, quema de biomasa, residuos de cosecha y producción de arroz.

3. Subsector de Silvicultura y Otros Usos de la Tierra: Incluye las emisiones y absorciones provenientes de los cambios en el uso del suelo, el manejo del bosque nativo, la silvicultura y los productos de madera recolectada. Presenta grandes fluctuaciones generadas por cambios en la legislación vinculada a la protección de bosques nativos y condiciones climáticas.

Es importante destacar que existen numerosos desafíos para la realización sistemática y continua de un Inventario Nacional de GEI que cumpla con los requerimientos internacionales. Un ejemplo es la necesidad de mejorar las estimaciones de carbono del suelo mediante el uso de modelos más sofisticados y adecuados a las circunstancias nacionales, que puedan reflejar las mejoras en las prácticas agrícolas. A su vez, es clave mejorar las estimaciones de emisiones provenientes del uso de fertilizantes nitrogenados.

Existen numerosos desafíos para la realización sistemática y continua de un Inventario Nacional de GEI que cumpla con los requerimientos internacionales.

Figura 2. Emisiones a nivel nacional de los tres subsectores de Agricultura, Ganadería, Silvicultura y Otros Usos del Suelo (AGSOUT)

Argentina ratificó el Acuerdo de París en 2016, lo que implica que a partir del 2024 deberá enfrentar un proceso de reporte y revisión más riguroso que el de los Informes Bienales de Actualización.

Otro compromiso del Acuerdo de París es la presentación, cada cinco años, de las Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional (NDC, por sus siglas en inglés), que contienen los compromisos en materia de mitigación y adaptación. Argentina presentó su Segunda NDC en 2020 y, a finales de 2021, actualizó su meta de mitigación, aumentando la ambición en la reducción de emisiones de GEI para 2030. A nivel nacional, en 2022 se presentó el Plan Nacional de Adaptación y Mitigación al Cambio Climático, que incluye acciones de mitigación y adaptación que contribuyen a alcanzar la meta de la Segunda NDC.

Argentina presentó su Segunda NDC en 2020 y, a finales de 2021, actualizó su meta de mitigación, aumentando la ambición en la reducción de emisiones de GEI para 2030.

REFERENCIAS

Consulte las referencias ingresando a www.aapresid.org.ar/blog/revista-aapresid-n-232

La educadora y socia Aapresid que fomenta la innovación y la construcción colectiva

María Amelia Irastorza es profesora y traductora de inglés, y socia de Aapresid. Su enfoque innovador y su mirada transversal de la educación, aportan una perspectiva muy valiosa a la institución, demostrando que lo más importante es la construcción colectiva.

María Amelia Irastorza es una defensora y promotora de las “ideas locas”, porque asegura que “no hay nada mejor que una idea loca para innovar”. “Si hoy queremos pensar en un árbol que crezca al revés, no nos autolimitemos; pongámonos a pensar cuál es el camino para lograr que ese árbol crezca de arriba hacia abajo”, dice, y tira un remate que bien podría terminar en una remera que diga: “No hay ideas locas, sólo hay cerebros limitados”.

Ficha personal

Nombre: María Amelia Irastorza

Profesión/Actividad: Profesora, traductora y Lic. en Enseñanza del inglés.

Lugar de nacimiento: Bahía Blanca.

Familia: Casada con Hugo, mamá de Antonella y Santiago, y abuela de Viggo.

Hobbies: “Siempre fui muy afecta a todo lo que es artístico; colaboré en varias obras de teatro de mis alumnos e hice muchos años piano, pero soy horrible” (sic). Por estos días, está estudiando lengua de señas, cumpliendo la promesa que se hace todos los años de aprender algo nuevo desde cero.

Nacida y criada en Bahía Blanca, es la menor de cuatro hermanos (Javier, María Agustina -Coty- y Guillermo), también socios de Aapresid. Su familia es segunda generación de inmigrantes, vascos por parte de su papá e italianos por parte de su mamá.

“Mi papá vivió toda su vida en el campo y siempre se dedicó a la actividad. Mi mamá, en cambio, era concertista de violín e hija de italianos que tenían una fábrica de pastas. Cuando conoció a mi papá, colgó el violín y se radicó en el campo con él, donde vivimos toda nuestra infancia”.

A María Amelia siempre le gustaron los idiomas y la literatura. De chica había estudiado inglés y francés, y cuando le tocó elegir una carrera, terminó inclinándose por el profesorado de inglés. “No sabía que estudiar, había pensado en psicología laboral, pero en esa época casi nadie estudiaba psicología y mucho menos laboral; entonces agarré lo primero que encontré cerca, y después me terminé enganchando”. Además de profesora, también es traductora, Lic. en Enseñanza del inglés y traductora correctora.

Su primer trabajo fue en un 5to grado en un colegio bilingüe de Bahía, mientras cursaba el profesorado. Desde entonces, no dejó de trabajar, pasando por distintos niveles educativos en instituciones de La Plata, Mar del Plata y Cipolletti, incluyendo la Universidad de Mar del Plata y la Universidad Nacional del Sur. Tam-

bién trabajó durante 10 años en los exámenes orales de Cambridge y como traductora freelance para empresas petroquímicas. Desde hace 20 años, trabaja en Región Sanitaria de la provincia de Buenos Aires, donde hoy es coordinadora de lectocomprensión de textos de especialidad para las residencias médicas.

“La vida te va mutando y en mi caso me fui volcando más a la coordinación de grupos. Creo que el camino es no cerrarse. Empezás con algo pero después hay que adaptarse a los nuevos desafíos y eso me gusta. Soy una persona intranquila y me gustan los cambios, aunque no creo en las revoluciones, porque eso sería cambiar todo para no cambiar nada; creo en los cambios progresivos y constantes”.

Insistieron y triunfaron: los hermanos “inquietos” que la llevaron a Aapresid

María Amelia es socia de Aapresid desde hace casi de 30 años y también forma parte de la comisión directiva de Barbechando y la Sociedad Rural de Coronel Dorrego. Fueron sus hermanos, “que son un poquito más inquietos que yo” (sic), quienes le insistieron para que se sumara a colaborar.

En el caso de Aapresid, fue Javier el que más insistió. “Me decía que tenía que ir, y yo le decía que no iba a entender nada porque no soy técnica y Aapresid es una entidad eminentemente técnica. Pero él me insistía que no, que había otras cosas, y tenía razón. Había muchas más cosas en Aapresid de las que yo imaginaba. Me encontré con un mundo hermoso, lleno de gente con ideas diversas, donde todo suma”.

Si bien carga a sus hermanos con la responsabilidad de que ella hoy esté en estas cosas, reconoce que la empresa familiar también la obliga emocional y laboralmente a involucrarse en aquello que la sostiene.

María Amelia cuenta que tienen una muy buena relación entre hermanos y llevan adelante algunos negocios de manera separada. “En mi caso, soy socia con uno de mis hermanos y tenemos una empresa agropecuaria y una granja de cerdos en confinamiento; pero lo cierto es que somos todos consejeros de todos. Siempre estuvimos los cuatro juntos, sin importar las circunstancias personales, las muertes que nos rodearon, las desgracias personales y las cuestiones de negocio”.

La Regional Aapresid "Ricardo Ochoa" Bahía Blanca.

Como era de esperarse, tienen un grupo de WhatsApp de hermanos y otro más grande en el que está el resto de la familia. “De base somos 29; cuando armamos el grupo de hermanos por separado, todos nuestros hijos y sobrinos se ofendieron y nos hicieron la contrarreforma. Cuando nos juntamos los cuatro, en venganza, se juntan ellos también a comer, aunque tarde o temprano nos llaman porque nos quieren”, cuenta entre risas.

Había muchas más cosas en

Aapresid de las que yo imaginaba. Me encontré con un mundo hermoso, lleno de gente con ideas diversas, donde todo suma”.

Hugo, su primer novio y actual marido.

Construcción colectiva: cuando el todo es mayor que la suma de sus partes

Desde su rol como educadora, María Amelia realiza un aporte muy importante en Aapresid: “Mi ojo está puesto en reunir a la gente para pensar juntos el futuro, para coincidir en ejes comunes y anticiparnos a lo que viene, porque si no siempre la corremos de atrás”. Le gusta hablar de un trabajo de construcción colectiva, en el que se proponen e intercambian ideas y se abre el espacio para recibir devoluciones y hacer ajustes para mejorar.

Sobre este último punto, comparte una reflexión en relación a uno de los desafíos que ve hoy el agro: “El agro argentino es parte de la sociedad; hay que sacarle la palabra sector del medio y pensarlo como un componente, que

no es el único ni el más necesario. La vida de un país depende de un montón de cosas, por eso me parece clave la construcción colectiva”.

Y retoma la frase que se repite mucho entre los socios de Aapresid que es ir de la tranquera hacia afuera: “La tranquera tiene que ser un puente. A veces uno cuida su propia quinta y el mundo se te achica. La crítica tiene que ser bienvenida, porque si alguien ve algo en nosotros que podría mejorarse, capaz tiene razón y nos da la oportunidad de cambiarlo y mejorarlo”.

María Amelia también colabora en el eje Quo Vadis de Aapresid, que justamente busca abrirse a la comunidad y meterse en distintas actividades y lugares del país, escuchando diversas voces para pensar juntos hacia dónde vamos. “Me parece clave tener la cuarta parte

de la mesa, para que aquel técnico que va a un congreso también tenga la posibilidad de mirar eso que quizás en la diaria no lo ve y que inesperadamente le puede sumar a su actividad mucho más de lo que se imagina. En Quo Vadis hay lugar para que vaya un cantante, un político o alguien que piense muy distinto, y eso está buenísimo porque te mueve la estantería y abre lugar a nuevas ideas”.

Así como ella viene del campo de la educación, está convencida de que Aapresid se beneficiaría muchísimo al sumar personas de diferentes campos, más allá del técnico. “Me encantaría que se sume gente que, entre comillas, ‘no tenga nada que ver’. Creo que aportaría un montón”, dice.

Así como ella viene del campo de la educación, está convencida de que Aapresid se beneficiaría muchísimo al sumar personas de diferentes campos, más allá del técnico. “Me encantaría que se sume gente que, entre comillas, ‘no tenga nada que ver’. Creo que aportaría un montón”, dice.

Con sus hermanos Javier y Guillermo

Que las ventanas de Windows no nos hagan perder el foco

Para que una institución pueda seguir creciendo, María Amelia considera importante no perder el foco. “A veces pasa que uno se entusiasma y empieza a hacer cosas, y se te empiezan abrir muchas ventanas tipo Windows, y si querés atender a todas, no lo terminás haciendo bien. Por eso creo que hay que mantener siempre el foco en aquello por lo cual la institución se generó. Se trata de un ejercicio permanente, porque es muy fácil perderlo. Y también hay que hacer el ejercicio de humildad, porque a medida que uno crece, puede creer que se las sabe todas y hay que entender que no, que siempre se está empezando de nuevo”.

Para ejercitar y poner en práctica esto, María Amelia se obliga todos los años a estudiar algo nuevo desde cero. “Esto me ayuda a ponerme en el lugar de alguien que no conoce algo y está aprendiendo, y así entender cuáles son los desafíos con los que uno se enfrenta. Este

año, por ejemplo, estoy haciendo el curso de lengua de señas y me está costando, porque es un alfabeto nuevo y me habla gente que no puede escucharme. Hacer esto me saca de mi lugar de confort y me recuerda todas las mañanas que no sé nada”.

María Amelia está casada con Hugo, su primer novio, y tienen dos hijos: Antonella, que es licenciada en Administración y trabaja en una compañía multinacional del agro, y Santiago, que trabaja en la granja de cerdos familiar.

Entre sus pasiones y talentos ocultos, siempre fue muy afecta a lo artístico y participó en varias obras de teatro y también de música. Aunque confiesa que no sabe cómo termina en estas cosas, “no se si se me ocurren, caigo o me embocan”, cierra riendo.

Con su nieto Viggo

Ganadería hidropónica: ¿una alternativa posible?

La ganadería hidropónica promete optimizar la producción de forrajes, aunque enfrenta desafíos como los altos costos, la dependencia de insumos externos y la necesidad de una gestión cuidadosa del agua. Más que reemplazar los sistemas tradicionales, su futuro parece estar en una combinación de técnicas.

Por: Dr. Ing. Agr. José Martín Jáuregui

Profesor Adjunto- Cátedra Forrajes (FCA - UNL).

Desde hace un tiempo, se empezó a hablar de la producción de forrajes hidropónico. Fue así que surgieron algunos artículos que exploran la posibilidad de hacer “ganadería hidropónica”. Esta forma innovadora de producción suele presentarse como una que podría revolucionar la ganadería tradicional. La técnica combina los principios de la hidroponía con la producción de forrajes para el ganado, y a menudo se promueve como una forma de optimizar la producción y mitigar el impacto ambiental asociado con las prácticas ganaderas convencionales. Sin embargo, a pesar de su potencial prometedor y del buen marketing que se generó a su alrededor, la ganadería hidropónica no está exenta de controversias y desafíos.

Ejemplo de cultivos forrajeros hidropónicos cultivados en múltiples niveles o “pisos”.

Conceptos fundamentales

La hidroponía es un método de cultivo que prescinde del suelo tradicional. En su lugar, utiliza soluciones minerales disueltas en agua para nutrir las plantas. Esto permite un control preciso de las condiciones de crecimiento y de los nutrientes que se suministran. Cuando este método se aplica a la producción ganadera, el resultado es un sistema en el que los forrajes se cultivan hidropónicamente y luego se utilizan como alimento para el ganado. La premisa central de este enfoque es lograr una producción de forraje continua y altamente controlada, que no se vea afectada por las fluctuaciones climáticas o estacionales que suelen afectar a la agricultura tradicional.

Los defensores de la ganadería hidropónica destacan varios beneficios potenciales que podrían transformar la industria ganadera. Uno de los argumentos más fuertes a favor de esta técnica es su supuesta eficiencia en el uso del agua. Los sistemas hidropónicos pueden utilizar hasta un 90% menos de agua en comparación con los métodos agrícolas tradicionales, una ventaja crucial en un mundo donde la escasez de agua es una preocupación creciente. Este ahorro se debe a varios factores: un control preciso del agua suministrada (se administra sólo la cantidad necesaria directamente a las raíces), menor evaporación (al no utilizar suelo tradicional, se reduce esta pérdida), reciclaje del agua no absorbida y la ausencia de escorrentía.

Ryegrass producido en forma hidropónica.

Otro beneficio es la capacidad de mantener una producción constante de forrajes durante todo el año, casi independientemente de las condiciones climáticas externas. Esto permite una producción más predecible, lo que podría mejorar la planificación y gestión de recursos en los campos ganaderos, además de reducir la necesidad de suplementación.

En cuanto a la calidad nutricional, los forrajes producidos hidropónicamente suelen ser de alta calidad. El control preciso sobre las condiciones de crecimiento y la nutrición de las plantas permite ajustar los perfiles nutricionales de los forrajes, maximizando así la relación entre cantidad y calidad de forraje. Esto podría traducirse en una mejora en la salud y el rendimiento de los animales.

Críticas y desafíos

A pesar de los beneficios teóricos, la ganadería hidropónica enfrenta críticas sustanciales y desafíos prácticos que no pueden ser ignorados. Una de las críticas más significativas se enfoca en la exageración de las afirmaciones sobre su productividad. Por ejemplo, se ha dicho que en 200 m² de producción hidropónica se puede obtener el equivalente a 50 hectáreas de cultivo tradicional, multiplicando supuestamente la producción por 2.500. Tales afirmaciones son inverosímiles y contradicen los principios básicos de la fisiología vegetal. Aunque la hidroponía puede aumentar significativamente la eficiencia productiva, no solo por la optimización en el uso de recursos, sino también por la posibilidad de cultivar en múltiples niveles verticales, esta tecnología no puede eludir las leyes fundamentales de la biología vegetal.

Los costos asociados con la implementación y operación de sistemas hidropónicos representan otro desafío considerable. La inversión inicial para establecer estos sistemas puede ser muy alta, especialmente para pequeños y medianos productores. Además, los costos operativos continuos, como el consumo de energía y la necesidad de insumos especializados, pueden hacer que la ganadería hidropónica sea económicamente inviable en muchos contextos y regiones del país.

La dependencia de insumos externos es otra preocupación importante. Los sistemas hidropónicos requieren un suministro constante de agua, energía y nutrientes específicos. Esta dependencia los torna vulnerables a interrupciones en la cadena de suministro y a fluctuaciones de precios. Además, el alto consumo de energía en estos sistemas contradice, en cierta medida, sus beneficios ambientales. Por ejemplo, mientras la lechuga hidropónica puede producir 11 veces más que la cultivada convencionalmente, requiere 82 veces más energía. En este sentido, la ganadería “tradicional” solo necesita agua de lluvia, radiación solar y algunos nutrientes, los cuales se pueden incorporar por fijación biológica, para producir carne, usando además ambientes típicamente marginales o no aptos para la producción de granos.

La gestión del agua en los sistemas hidropónicos también merece un análisis crítico. A pesar de ser promocionada como “eficiente en el uso del agua”, la hidroponía utiliza principalmente "agua azul" (agua de acuíferos, pozos, ríos, etc.), que es más costosa y requiere más energía para su extracción y tratamiento, en comparación con el "agua verde" (agua de lluvia), utilizada casi en el 100% de los casos en ganadería tradicional.

Las barreras fisiológicas de las plantas también imponen límites a la eficiencia de la producción hidropónica. Por ejemplo, la alfalfa, una planta relativamente eficiente en el uso del agua, requiere entre 300-600 kg de agua por cada kg de materia seca producida. Esto se debe a que las plantas tienen que transpirar grandes cantidades de agua durante la fotosíntesis. Esto pone en duda las afirmaciones exageradas sobre la eficiencia hídrica de estos sistemas.

Entonces, ¿qué futuro le espera a la ganadería hidropónica? La clave podría estar en la innovación y la adaptación. La integración de energías

renovables en estos sistemas representa una oportunidad significativa para mejorar su sostenibilidad. El fomento del uso de energía solar, eólica o de biomasa podría reducir el impacto ambiental y mejorar su viabilidad económica a largo plazo. La optimización de los recursos hídricos seguirá siendo un área clave de desarrollo, incluyendo la investigación en sistemas de recirculación y tratamiento de agua más eficientes, el desarrollo de cultivos forrajeros con menor demanda hídrica y la implementación de tecnologías de monitoreo y control preciso del uso del agua.

Conclusiones

La ganadería hidropónica no debe ser vista como una solución milagrosa, sino como una herramienta potencial dentro del conjunto de estrategias necesarias para enfrentar los desafíos de la producción ganadera sostenible en el siglo XXI. Su éxito dependerá de nuestra capacidad para innovar, adaptar y aplicar esta tecnología de manera responsable y efectiva, en armonía con los principios de sostenibilidad ambiental y viabilidad económica.

Sin embargo, es crucial reconocer que la hidroponía no podrá reemplazar por completo los sistemas tradicionales de producción ganadera. Estos sistemas actuales utilizan recursos prácticamente gratuitos, como el agua de lluvia, la radiación solar y el nitrógeno de fijación biológica, entre otros. Además, ocupan ambientes marginales que no son aptos para otros tipos de producción de alimentos. Esta capacidad de aprovechar recursos naturales y terrenos marginales es una ventaja significativa de los sistemas tradicionales que no debe subestimarse.

En última instancia, el futuro de la producción ganadera probablemente implique una combinación de técnicas tradicionales y nuevas tecnologías como la hidroponía. El desafío radica en encontrar el equilibrio adecuado, maximizando la eficiencia y la sostenibilidad, mientras se minimizan los costos y el impacto ambiental. La ganadería hidropónica puede desempeñar un papel complementario en este panorama, especialmente en entornos donde los recursos hídricos son escasos o las condiciones climáticas son extremas. No obstante, su adopción debe ser cuidadosamente evaluada en cada contexto, considerando tanto sus beneficios potenciales como sus limitaciones prácticas y económicas.

Toritos pastoreando una pradera consociada en Entre Ríos. En zonas de climas benignos con agua y radiación en abundancia, la ganadería tradicional seguirá teniendo un rol preponderante.

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