Revista Aapresid Nº 234

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EDITORIAL

¿Estamos ante un verdadero cambio de época o sólo en una época de cambios?

NOTAS DESTACADAS

BIOECONOMÍA

SUMARIO

CALENDARIO AAPRESID

Eventos del mes

Soja 2024/25: entre la incertidumbre climática y las oportunidades

MANEJO DE CULTIVOS

En la curva de aprendizaje: claves de manejo ante una nueva Niña

MANEJO DE PLAGAS

Soja Bt: ¿sigue siendo efectiva contra lepidópteros en el NEA?

Nanotecnología + Ingeniería del Microbioma

Vegetal: el combo que hace sinergia en la agricultura

SALUD DEL SUELO

Tierra en llamas: el impacto de los incendios en la salud del suelo

MANEJO DE CULTIVOS

¿Cómo varió la adaptabilidad de los Grupos de Madurez de soja en el NEA durante la última década?

¿Equipo que gana no se toca? Prácticas de manejo para soja de primera y de segunda

La coyuntura tiene en vilo la campaña de soja

INSTITUCIONAL

Calidad de semilla en soja: cómo atenuar las secuelas que dejó la campaña pasada

BIOTECNOLOGÍA

Estrategias basadas en la fisiología vegetal para una soja más productiva

¿Secar temprano o tarde? La respuesta que marca la diferencia

Girasol: semillas híbridas y el dilema de los desecantes

PRODUCCIONES ALTERNATIVAS GANADERÍA

Arándanos: la fruta azul que conquista grandes paladares

SD - SOCIO DESTACADO

Descubrió la siembra directa en la facultad, mantuvo asistencia perfecta a los congresos Aapresid y se convirtió en un socio clave

La vuelta de las vacas al campo

AGRO Y CULTURA

"Arveja peluda": La llegada de la soja a Argentina

EDITORIAL ¿Estamos ante un verdadero cambio de época o sólo en una época de cambios?

El torbellino político de las últimas tres décadas en nuestro país llevó a que la supervivencia de las empresas dependiera de la pericia en la toma las decisiones de compra y venta, con riesgos asumidos sin demasiada lógica, esperando una devaluación favorable, un aumento de precios impulsado por algún fundamental productivo o de mercado, alguna guerra lejana o conflicto entre potencias que nos beneficiara como proveedores de commodities, o incluso algún fenómeno climático que afectara a nuestros competidores de contraestación, mejorando nuestra posición al momento de la cosecha.

En algunos casos, también vimos cómo ciertas decisiones recaudatorias alteraban las variables del mercado, generando escenarios favorables para el sector, pero que a menudo eran medidas de corto plazo, más orientadas a mejorar la imagen que a enfrentar el Excel con los números de precampaña que mostraban un escenario inviable con esos costos.

Y así, la “fiesta” se repetía al cierre de cada campaña, con la esperanza de que algún factor externo le asegure continuidad. Sin embargo, al analizar el Excel con los presupuestos para la campaña siguiente, se observaba otra realidad. Esto fue hasta el día en que nos dimos cuenta de que la “fiesta” no era tal y que era necesario poner las cosas en orden. Se tomó entonces la decisión de hacer un cambio, esperando un cambio de época, dándole la oportunidad a un nuevo gobierno que decidió avanzar con un cambio para todos.

Más allá de la metáfora, creo que el nuevo modelo nos propone un cambio cultural al que nos está costando adaptarnos, donde el manejo de los costos podría ser la fórmula para que los números cierren. Tal vez el Excel, con un toque de Inteligencia Artificial, nos permite ver algo más que el número frío y la agricultura pura y sustentable vuelve a tomar protagonismo, sin esperar fórmulas mágicas. Esto nos invita a acostumbrarnos al calor de las tardes de campo, saliendo de la fría oficina en la que sólo mirábamos un cuadro artificial. Se trata de volver disfrutar de atardeceres únicos, mirando al infinito, sabiendo que llega la noche no para una fiesta ilusoria, sino esperando el amanecer con la certeza de que, aunque aún veamos desafíos, el esfuerzo cotidiano traerá sus recompensas.

Bajemos esta reflexión a nuestra realidad. Los productores sembramos siempre, cosechamos “si Dios quiere” y ganamos “si se alinean las constelaciones”. Pero si realmente estamos ante un cambio de época y no dependemos de una época de cambios, debemos repensar el largo plazo. La tenencia del campo no debe ser una lotería donde siempre gana la banca; es importante que cuando un jugador se queda sin recursos no sea reemplazado por quien tuvo suerte en otra mesa y quiere seguir apostando.

Debemos dejar atrás esa cultura del juego que nos llevó a esta situación casi sin darnos cuenta.

Tenemos que volver a una cultura del trabajo basada en la palabra, el ahorro y el ganar-ganar a largo plazo, donde el cuidado de los recursos sea innegociable ya que será lo que nos asegure el pan de cada día. Necesitamos respirar hondo y hablar en serio de contratos a largo plazo, con metas claras y compartiendo la inversión y el riesgo, reconociendo que el mañana puede ser mejor y que el “sálvese quien pueda” es un enfoque egoísta que no favorece al conjunto de la sociedad.

Así, con objetivos claros y determinación, y sin miedo de salir de negociaciones en las que el fracaso es una profecía autocumplida, nos toca enfrentar la noche de esta campaña. Con un pronóstico de Niña, alquileres exorbitantes, una superproducción de competidores, precios poco prometedores a cosecha y costos desmedidos, nos toca cuidar el mango, ya que no hay plata ni soluciones mágicas. Debemos ponernos serios y hacer los sacrificios necesarios para que, de una vez por todas, el esfuerzo valga la pena.

Ing. Agr. Juan Carlos Sardoy
Santa Elena Agro SRL
Socio Aapresid Regional Vicuña Mackenna

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PROYECTOS ESTRATÉGICOS

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María Florencia Moresco

Nanotecnología + ingeniería del microbioma vegetal: el combo que hace sinergia en la agricultura

La creciente demanda mundial de alimentos impulsa la búsqueda de soluciones innovadoras para mejorar la productividad agrícola y la protección de cultivos. En este contexto, la nanotecnología y el estudio del microbioma vegetal se presentan como una dupla prometedora que, al combinarse, ofrece una sinergia capaz de transformar la agricultura moderna.

Comité de Prospectiva

Tecnológica de Aapresid

La agricultura enfrenta desafíos constantes en todos los sitios donde se practica. Problemas de erosión y limitación de tierras cultivables, climas cambiantes, aparición de nuevas plagas y enfermedades, por mencionar algunos. Paralelamente, surgen tecnologías innovadoras que buscan contrarrestar y enfrentar estos desafíos, aplicando principios racionales que contemplan también el cuidado del medioambiente, garantizando una agricultura inteligente y sostenible. En esta nota, se destaca un “combo” que com-

bina la nanotecnología y el microbioma vegetal, donde cada una tiene entidad propia y aporta soluciones para situaciones específicas, pero su combinación potencia sus beneficios.

Recientemente, la nanotecnología ha demostrado ser una alternativa poderosa y sostenible para beneficiar a los cultivos. Los nanomateriales (NM), cuyo tamaño varía de 1 a 100 nm, se utilizan actualmente en la agricultura como nanotransportadores, nanofertilizantes y nano-

pesticidas. Estos materiales mejoran la vida útil efectiva de los ingredientes activos, su dispensabilidad y ayudan a la administración dirigida a sitios específicos, como hojas o raíces. Además, el potencial de los NM contra fitopatógenos para suprimir enfermedades (nanosensores) ha sido objeto de amplias investigaciones. Los NM pueden ser absorbidos por microorganismos y raíces de plantas, lo que afecta las interacciones planta-microorganismos y microorganismos-microorganismos (Hussein y col., 2023).

El uso de la nanotecnología mejora la entrega de nutrientes y la fertilidad del suelo al estimular las enzimas del suelo. El crecimiento de las plantas y la salud del suelo pueden mejorarse mediante la interacción de los nanomateriales con las bacterias rizosféricas. Productos industriales recubiertos a base de nanomateriales, como los nanofertilizantes, que mostraron efectos positivos en la comunidad microbiana del suelo y en el microbioma rizosférico, están impulsando el rendimiento y la calidad de los cultivos. Sin embargo, la introducción de nanomateriales en el ecosistema del suelo puede afectar su estructura y la actividad en la rizosfera. El impacto de los NM en el microbioma del suelo depende de factores como sus características y concentración, las especies microbia-

nas que lo habitan y las condiciones del suelo. Por lo tanto, el uso de NM puede tener impactos positivos en las plantas y en los microorganismos del suelo, sólo si se aplican de manera regulada en términos de dosis, duración de la exposición, tipos y tamaños de los NM producidos (Rajput y col., 2023).

También los nanopesticidas están despertando un gran interés por su capacidad para crear pesticidas respetuosos con el medioambiente, seguros y eficaces gracias a la nanotecnología. Las formulaciones de nanopesticidas han mejorado la estabilidad, la eficiencia, la dispersión y la liberación regulada en comparación con los pesticidas convencionales. Estas propiedades pueden atribuirse a nanotransportadores o componentes activos de tamaño nanométrico.

Por su parte, las plantas sustentan diversas especies microbianas tanto en sus partes superficiales como subterráneas. Este microbioma puede ofrecer servicios funcionales al huésped, incluida la disponibilidad de nutrientes y la protección contra factores estresantes (a) bióticos. La microbiota enriquecida de la rizosfera de la planta, la endosfera de la raíz y la filosfera están directamente involucradas en el crecimiento de la planta bajo condiciones ambientales variables. Un enfoque que combina el microbioma y la nanotecnología para proteger a las plantas de los patógenos y aumentar la productividad agrícola podría ser un punto de inflexión. Recientemente, se ha planteado la hipótesis de que el material a nanoescala podría usarse para diseñar el microbioma de las plantas para que sean resistentes a enfer-

medades. A la luz de la información disponible hasta la fecha, por cierto limitada, los nanomateriales parecen tener el potencial de remodelar las plantas y el microbioma del suelo asociado (Hussein y col., 2023).

Durante las últimas décadas, los microorganismos se han empleado en la agricultura como agentes de biocontrol, biofertilizantes y bioestimulantes. Sin embargo, hace poco tiempo se ha comprendido que la funcionalidad y durabilidad de los consorcios microbianos dependen de sus interacciones con el medioambiente, la complejidad de la microbiota del suelo y la planta huésped. Los conocimientos actuales sobre la coevolución entre el huésped, el microbioma, y los entornos de las plantas y el suelo proporcionan una hoja de ruta para el éxito del trasplante de microbiomas, bioestimulantes, biofertilizantes y biopesticidas. Además, los recientes perfiles multiómicos de la estructura y funciones del microbioma han aclarado cómo las cepas microbianas, los consorcios microbianos y la comunidad microbiana mejoran la capacidad de las plantas para tolerar estrés biótico y ambiental.

los nanopesticidas están despertando un gran interés por su capacidad para crear pesticidas respetuosos con el medioambiente, seguros y eficaces gracias a la nanotecnología.

Para aprovechar los servicios del microbioma en el crecimiento y desarrollo de las plantas, es necesario cultivar microorganismos que desempeñen funciones claves, como la producción de metabolitos secundarios, la formación de biopelículas, la movilidad celular, la preferencia por el uso del carbono y la quimiotaxis. Asimismo, los rasgos microbianos que son beneficiosos para las plantas, como la solubilización y movilización de nutrientes, la tolerancia al estrés por sequía y las actividades de biocontrol, están más enriquecidos en los microorganismos que habitan en los compartimentos de las raíces en comparación con los que habitan en los suelos en masa. Los microorganismos enriquecidos en las raíces de las plantas participan directa e indirectamente en el desarrollo y la protección de las plantas en diversas condiciones ambientales. La participación directa incluye la adquisición de nutrientes, la modulación de las hormonas vegetales a través de la síntesis de otras fitohormonas y el alivio del estrés a través de la producción de algunas enzimas específicas. Mientras que la participación indirecta incluye la protección de las plantas contra plagas y patógenos a través del antagonismo directo y la producción de metabolitos secundarios, enzimas y compuestos orgánicos volátiles, depredación y/o parasitismo, competencia y resistencia inducida (Hussein y col., 2023).

En el horizonte de las tecnologías en vías de desarrollo, se observa un campo muy interesante: los productos fitosanitarios naturales producidos a partir de microbios modificados genéticamente. Nuevas estrategias de fermentación, edición genética y herramientas computacionales podrían mejorar el título del producto y posibilitar su llegada al mercado. Además, se pueden utilizar técnicas avanzadas de secuenciación para comprender mejor la comunidad microbiana del suelo y descubrir nuevos microorganismos beneficiosos para las plantas que podrían ser modificados mediante ingeniería genética.

En el horizonte de las tecnologías en vías de desarrollo, se observa un campo muy interesante: los productos fitosanitarios naturales producidos a partir de microbios modificados genéticamente.

La ingeniería de proteínas podría ser útil para mejorar la actividad de las enzimas o para eliminar la regulación por retroalimentación de las enzimas. El acoplamiento proteína-ligando para la detección virtual de nuevas hormonas vegetales puede ser otra posible dirección para la investigación futura. Dependiendo del cultivo de interés, las propiedades de las hormonas vegetales podrían mejorarse mediante modificaciones diseñadas y simulaciones computacionales. Otra idea interesante es diseñar microorganismos capaces de captar la luz solar y mejorar la tasa fotosintética neta en campo, o diseñar microorganismos que mejoren la absorción y retención de agua en tierras áridas. Para ello, se podrían aislar los microorganismos asociados a las plantas del desierto y someterlos a una evolución adaptativa en condiciones secas, seguida de una secuenciación genómica. Las mutaciones identificadas podrían introducirse en microorganismos modelo para su uso en tierras con escasez de agua. Asimismo, el desarrollo de cepas biosensoras capaces de detectar las necesidades de las plantas y liberar productos fitosanitarios de forma controlada sería otra estrategia prometedora.

Aadpresid

Para una implementación exitosa de los microorganismos diseñados en el campo, la estrategia de selección debe incluir la evaluación de la capacidad de estos microorganismos para sobrevivir en el entorno de interés, incluyendo su tolerancia a factores estresantes como la aridez, el calor y la poca luz. Un riesgo importante es la posible transferencia de genes a microorganismos nativos, por lo que esta posibilidad debe ser evaluada cuidadosamente durante el proceso de selección. Además, es clave considerar la biocompatibilidad, la no patogenicidad, la capacidad de colonizar la rizosfera de la planta,

la eficacia para competir con los microorganismos existentes, la mayor vida útil y el respeto al medioambiente. Así, la ingeniería de microorganismos puede producir una gran cantidad de productos fitosanitarios naturales utilizando microorganismos modificados genéticamente, y estas estrategias podrían desempeñar un papel importante en la agricultura sostenible en los próximos años (Panda y Zhou, 2023).

INIA Fortuna (LE 14-86)

Indicada para sistemas intensivos con altos requerimientos nutricionales.

INIA Aurora (LE 14-84)

Tasas de crecimiento similar a las mediterráneas a la salida del invierno.

Sin embargo, para avanzar en el campo de la nanotecnología vegetal y explotar los servicios del microbioma (tanto natural como modificado), se debe fomentar una colaboración multidisciplinaria global de manera urgente. Es imprescindible considerar la compatibilidad del nanomaterial utilizado y su contraparte microbiana. Aunque un nanomaterial con el potencial de suprimir enfermedades pueda ser eficaz en el campo, no debe ser perjudicial para los grupos microbianos involucrados en la adquisición de nutrientes, ya que podría limitar la productividad de los cultivos. Un enfoque de arriba hacia abajo puede hacer uso de nanomateriales diseñados que influyan positivamente en la capacidad de un huésped para reclutar microorganismos beneficiosos con objetivos específicos.

Para comprender mejor la interacción entre la nanotecnología vegetal y el microbioma agrícola, se necesita una visión holística del microbioma de los cultivos en todas las especies de plantas, especialmente con las aplicaciones de

nanomateriales en entornos de campo. Esto permitirá aprovechar todo el potencial de la mejora del microbioma mediada por nanomateriales. Si bien quedan muchos desafíos para lograr un suministro sostenible de alimentos y nutrientes, la trayectoria apunta hacia un enfoque híbrido que combine el microbioma vegetal y la nanotecnología, promoviendo una producción agrícola eficiente, sostenible y de alta calidad en todo el mundo (Hussein y col., 2023).

Conclusión

La combinación de la nanotecnología y el microbioma vegetal representa un enfoque integral y de vanguardia para la protección de cultivos y la producción agrícola sostenible. Al aprovechar las capacidades de ambas disciplinas, se pueden desarrollar soluciones más eficientes y ecológicas que respondan a las necesidades de una población en crecimiento y a los desafíos ambientales del siglo XXI. Esta perspectiva no solo promete mejorar la productividad agrícola, sino también preservar la salud del ecosistema agrícola en su conjunto.

REFERENCIAS

Consulte las referencias ingresando a www.aapresid.org.ar/blog/revista-aapresid-n-234

Calidad de semilla en soja: cómo atenuar las secuelas que dejó la campaña pasada

La raíz de estos problemas se remonta a la campaña pasada, donde las lluvias persistentes complicaron la cosecha en la zona núcleo. En el último programa de “Levantando la Perdiz”, expertos analizaron el panorama y compartieron estrategias para enfrentar esta nueva campaña.

La campaña 2023/24 se destacó por condiciones climáticas inusuales. Las lluvias excesivas desde mediados de marzo hasta principios de mayo saturaron los suelos, lo que provocó un retraso de la cosecha, que tuvo como consecuencia una caída drástica del Poder Germinativo (PG) de las semillas en soja. Estas condiciones también favorecieron la aparición de ciertos hongos, algunos de los cuales afectan

Frente a este escenario, el episodio número siete de “Levantando la Perdiz” se centró en analizar los posibles impactos de la última campaña sobre la calidad de la semilla de soja y en pensar estrategias para evitar sorpresas en la De cara a la campaña gruesa 24/25, surge una alerta sobre los niveles críticos de poder germinativo en las semillas de soja.

el PG de las semillas. Esto podría afectar seriamente la implantación de las próximas sojas y ser foco de enfermedades en futuros cultivos.

nueva campaña que se avecina. El debate incluyó la participación de especialistas como Lucrecia Couretot, del INTA Pergamino, Carina Gallo, de la INTA Oliveros, y Juan José Durán, de la empresa Stine Semillas.

Carina Gallo definió la calidad de semilla como un conjunto de atributos fisiológicos y físicos que determinan su capacidad de germinar y

establecerse en el campo. Según explicó, la calidad fisiológica está dada por la viabilidad, la capacidad de germinación y el vigor de la semilla, mientras que las características físicas como el peso, la integridad de las estructuras y la densidad, están directamente relacionadas con esta capacidad.

"La semilla es como una batería que almacena todas las experiencias a las que se somete la planta madre en el campo. Todo lo que afecte a la planta madre, ya sea estrés por sequía, altas temperaturas o enfermedades, incide directamente en la semilla. Por lo que, en cierto modo, el ambiente termina definiendo la calidad de la semilla", explicó Gallo.

El análisis de calidad de semillas se realiza en laboratorios acreditados por el Instituto Nacional de Semillas (INASE), que están habilitados para emitir certificados oficiales. "La mayoría de las pruebas que se llevan a cabo en estos laboratorios están estandarizadas a nivel mundial, siguiendo protocolos que garantizan resultados confiables y comparables entre distintos laboratorios", concluyó la especialista.

Por su parte, Durán comentó: "Este año fue atípico: hubo daños climáticos, mecánicos y enfermedades fúngicas. Esto dificultó relacionar la calidad de la semilla con un factor específico, a diferencia de la campaña anterior,

donde los daños por estrés térmico y sequía eran claramente identificables"

Lucrecia Couretot agregó que las condiciones de la última campaña sojera fueron propicias para la aparición de hongos como Phomopsis, Fusarium y Cercospora kikuchii, que afectan de maneras diferentes al PG de las semillas.

Mientras que Phomopsis y Fusarium reducen directamente el PG, Cercospora puede ser portador de enfermedades que afectarán futuras campañas.

“Es esencial realizar análisis sanitarios para evitar la propagación de estos hongos a través de las semillas, ya que pueden pasar de un lote a otro, de una provincia a otra e incluso llegar a otros países", advirtió Couretot.

Como buena noticia, destacó que tanto Phomopsis como Fusarium responden positivamente al tratamiento de curado, mejorando el PG de las semillas tratadas.

Estrategias de tratamiento y control de calidad

La Ing. Gallo explicó que el PG es la capacidad de las semillas para germinar en condiciones ideales para la especie, y comentó que la prueba de germinación está estandarizada.

Gallo también destacó la importancia de no limitarse únicamente al dato de PG, sino complementarlo con pruebas de vigor. “El vigor es la suma de propiedades de la semilla que determinan la actividad y el desempeño de los lotes en un amplio rango de condiciones ambientales", explicó.

“El vigor es la suma de propiedades de la semilla que determinan la actividad y el desempeño de los lotes en un amplio rango de condiciones ambientales."

Durán se refirió al uso de fungicidas para mejorar el PG, destacando que algunos productos químicos pueden ser muy efectivos, pero es fundamental elegir el fungicida adecuado según el tipo de daño. "Hemos probado fungicidas biológicos, como Trichoderma, que han mostrado mejoras en el PG. Sin embargo, se requiere más investigación sobre su aplicación”, dijo.

Gallo añadió que, “si el daño en las semillas es causado únicamente por patógenos, el uso de fungicidas puede mejorar el PG; pero si hay deterioro fisiológico, el fungicida no será suficiente". Además, recomendó realizar la prueba de viabilidad por tetrazolio, que ofrece resultados rápidos y detallados sobre los daños presentes en la semilla.

Por su parte, Couretot resaltó la importancia de identificar los tipos de hongos presentes antes de elegir un tratamiento de semilla, ya que "no todos los tratamientos tienen la misma capacidad para controlar patógenos ni actúan con la misma rapidez".

Recomendaciones y perspectivas para productores

Los expertos coincidieron en que cada campo, lote y muestra de semilla es único, por lo que es crucial realizar análisis exhaustivos antes de tomar decisiones. "No se puede evitar por completo que estos problemas vuelvan a ocurrir en futuras campañas, pero sí se puede mitigar su impacto controlando adecuadamente las plagas", explicó Couretot.

Durán enfatizó que "es necesario seguir aprendiendo y experimentando con diferentes productos tanto químicos como biológicos y calificaciones por tamaño (variación de la germinación por tamaño)". También compartió experiencias sobre el uso de polisacáridos similares a micorrizas, que pueden ayudar a colonizar hongos benéficos en las plantas.

En cuanto a las alternativas biológicas, Couretot afirmó que "son muy interesantes, pero es importante conocer el nicho de cada producto". Mencionó que Trichoderma y Bacillus son efectivos contra patógenos del suelo. Sin embargo, señaló: “Esta campaña apuesto por un mix de productos químicos y biológicos. Con semillas de buena calidad, me inclino a opciones más biológicas, pero este año debemos ser cautelosos".

Los invitados subrayaron que la gestión adecuada de la calidad de las semillas y el uso estratégico de fungicidas, tanto químicos como biológicos, serán esenciales para enfrentar los desafíos de cada campaña. Además, destacaron la importancia de aprender continuamente y probar nuevas alternativas para mejorar la calidad de las semillas, garantizando una producción sustentable y rentable.

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Tierra en llamas: el impacto de los incendios en la salud del suelo

La provincia de Córdoba enfrenta una serie de incendios devastadores, con saldos medioambientales, económicos y sociales alarmantes. A nivel mundial, el 90% de estos eventos es ocasionado por actividades humanas. En esta nota, analizamos el impacto del fuego en la salud de los suelos agrícolas y algunas estrategias para intentar remediarlos.

Por: Ing. Agr. María

Eugenia Magnelli

Para Prospectiva Aapresid

En las últimas décadas, los incendios forestales (o de vegetación en general) se han vuelto cada vez más duraderos e intensos en todo el mundo. Desde Australia, pasando por Indonesia, el Mediterráneo, Estados Unidos, Canadá, el Amazonas, y a lo largo de toda América, de norte a sur, el fuego está azotando montones de sitios y dejando saldos medioambientales, económicos y sociales devastadores. Lamentablemente, nuestro país no está exento de estos acontecimientos. Hoy, lo estamos viviendo en carne propia en la provincia de Córdoba.

El

arde ante las llamas

Si bien el origen del fuego puede deberse a diversas causas, numerosas fuentes internacionales coinciden en que el cambio climático está modificando la forma en que arde el territorio a escala mundial. La combinación de olas de calor prolongadas, sequías acumuladas, baja humedad relativa y el viento que agrava la situación, sumado a una vegetación seca y bosques degradados, está provocando incendios con una velocidad y virulencia sin precedentes.

La combustión del material orgánico incrementa las emisiones de gases de efecto invernadero (CO2), conduciendo a un mayor calentamiento global y generando las condiciones propicias para que una chispa desencadene la quema de grandes superficies. Este círculo vicioso agrava la situación y es cada vez más recurrente.

Según un informe reciente de la FAO, aproximadamente el 10% de todos los incendios que se producen en el mundo se inician por causas naturales, principalmente por actividad eléctrica de la atmósfera (rayos). El 90% restante es provocado por el ser humano, ya sea de forma intencional, accidental o por negligencia.

Estos números nos interpelan y nos llevan a preguntarnos qué responsabilidad tenemos frente a estos eventos, qué podemos hacer para evitar que se repitan, o al menos, reducir su magnitud. En la misma línea, es fundamental mensurar el impacto que tienen en nuestros ecosistemas y, especialmente, en nuestro recurso principal: el suelo.

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El cambio climático está modificando la forma en que arde el territorio a escala mundial.

No todas las quemas son iguales

Históricamente, el fuego se ha utilizado como herramienta de bajo costo en los sistemas de producción. Desde la quema de residuos de cosecha para “preparar” el suelo, controlar alguna plaga, rejuvenecer pasturas para aprovechamiento ganadero, hasta en plantaciones forestales para eliminar restos de vegetación o como cortafuegos, etc.

A pesar de sus beneficios inmediatos, las quemas pueden generar impactos negativos que, a corto plazo, pasan inadvertidos. Estos incluyen no sólo

alteraciones de las propiedades del suelo, sino también impactos indirectos sobre componentes del sistema y efectos sobre el calentamiento global debido a la emisión de CO2, como se mencionó anteriormente. El nivel de daño depende de la intensidad de la quema, la frecuencia con la que ocurren y la sensibilidad del ambiente.

La ingeniera forestal de INTA, Ana María Lupi, advierte que no todas las quemas son iguales y las clasifica de la siguiente manera:

Quemas severas

Cuando el fuego consume grandes volúmenes de material (más de 40 t/ha) y las temperaturas máximas en la superficie del suelo pueden oscilar entre los 500-700 °C.

Quemas leves

En la quema de vegetación arbustiva, las temperaturas son más bajas. En la quema de pastizales, con cargas de combustible menores a 1 t/ha, las temperaturas a nivel del suelo suelen ser inferiores a 225 °C.

Las consecuencias del fuego están relacionadas con las temperaturas alcanzadas en los ambientes. Las alteraciones biológicas comienzan en un rango de 40-70°C con la degradación de proteínas y la senescencia o muerte de tejidos de las plantas. La muerte de organismos como hongos y bacterias ocurre entre los 50-

120 °C. Las alteraciones fisicoquímicas ocurren a temperaturas más altas. La materia orgánica (MO) empieza a destilarse entre los 200- 310 °C, aunque comienza a consumirse a temperaturas más bajas. A más de 300 °C se incinera casi todo el mantillo y a los 450 °C el humus del suelo.

La temperatura que alcanza el suelo en profundidad depende de la intensidad del fuego (transferencia de calor en unidades de tiempo), la carga de combustible, la duración del fuego y la humedad del suelo. En general, los suelos son malos conductores del calor, pero si están húmedos, transmiten más fácilmente la temperatura en comparación con suelos secos. Cuando la severidad del fuego (intensidad aplicada a los ecosistemas naturales) es baja, la temperatura del suelo no supera los 130 °C en superficie y los 50 °C a los 5 cm. En quemas severas, la temperatura puede alcanzar los 700 °C en superficie, 250 °C a los 10 cm y 100 °C a los 20 cm de profundidad.

Impacto del fuego en las propiedades de los suelos agrícolas

A nivel mundial existen numerosos trabajos sobre el efecto de los incendios en diferentes ambientes, pero hay contadas investigaciones que aborden específicamente su impacto en los sistemas de producción de nuestro país.

Un motivo que enorgullece a los argentinos es la amplia adopción de la siembra directa en la producción de cultivos extensivos, con sus múltiples beneficios en términos de sustentabilidad. Sin embargo, los incendios nos juegan una mala pasada, ya que las llamas consumen vorazmente la cobertura acumulada sobre el suelo vía rastrojos.

Lamentablemente, la provincia de Córdoba es castigada por el fuego año tras año, dañando no solo áreas serranas sino también lotes agrícolas. En lo que va del 2024, se quemaron 40 mil hectáreas. Ante esta situación, un equipo de investigadores de la Universidad Nacional de Córdoba centró sus estudios en la región central de Argentina para comprender lo que sucede en suelos agrícolas tras un incendio.

Según los primeros relevamientos realizados, los barbechos de maíz y de soja son los más afectados en la zona, principalmente debido a la estación del año en la que se producen los incendios. La envergadura del impacto varía según la cantidad de material vegetal presente sobre el suelo, la humedad del perfil y las condiciones meteorológicas en ese momento.

Instituciones que nos acompañan

El fuego afecta de manera diferente las propiedades físicas, químicas y biológicas del suelo, dependiendo de la intensidad y la severidad de la quema. A continuación, las investigadoras Andrea Rubenack, Paola Campitelli y Andrea Denegri desglosan cada uno de estos aspectos:

Propiedades físicas del suelo

Las características estructurales y mecánicas de un suelo son fundamentales para su salud, pero pueden verse afectadas por el fuego. La Ing. Agr. Andrea Rubenack (FCA-UNC) enumera los siguientes efectos:

Disminución de la tasa de infiltración del agua en el suelo. Esto se produce por cambios en la hidrofobicidad. Este efecto disminuye la disponibilidad hídrica para los diferentes cultivos.

Aumento de la hidrofobicidad. Si bien la repelencia hídrica puede responder a una característica natural del suelo, las altas temperaturas cambian el estado de lípidos y aceites esenciales en casos extremos, dejando una costra superficial prácticamente impermeable. Frente a este escenario, es probable que la gota de lluvia demore en penetrar el perfil, por ende, el suelo se satura y ocasiona pérdidas por escorrentía y erosión.

Disminución de la estabilidad de los agregados. Ante un incendio, los agregados se dispersan y/o modifican su tamaño, afectando particularmente a las partículas de arcilla y materia orgánica. Esta nueva condición reduce la circulación de aire y agua dentro del suelo, deteriorando su salud física y haciéndolo más propenso a la erosión.

Propiedades químicas del suelo lo

Según un estudio realizado por la Dra. Ing. Agr. Paola Campitelli (FCA-UNC) y colaboradores, los incendios pueden alterar los siguientes parámetros químicos del suelo:

pH: A partir de los 300 °C, el pH del suelo puede aumentar en casi 2 unidades debido a la combustión de los restos vegetales y la consecuente liberación de bases.

Carbono orgánico oxidable (Cox) y nitrógeno total (Nt): Estos componentes disminuyen con el aumento de la temperatura. A 500 °C, se pierde entre el 80 y 90% de Cox y Nt. En el primero se produce luego de la combustión de la MO y en el Nt debido a su volatilización en forma de N2.

Conductividad eléctrica: Aumenta con el incremento de la temperatura debido a la liberación de iones inorgánicos, óxidos y/o carbonatos desde la MO combustionada, elevando la concentración de sales.

Fósforo (P) extractable: Se incrementa en todas las temperaturas, pero a 300 °C disminuye debido a la mineralización de P orgánico con el aumento de la temperatura. A partir de los 300 °C, se forman compuestos de fosfato de calcio y magnesio no disponibles.

Cationes de intercambio: El calcio (Ca) y magnesio (Mg) disminuyen a los 300 °C en material loéssico y a los 500 °C en material aluvial, posiblemente debido a la formación de compuestos insolubles, como fosfatos. El potasio (K) y el sodio (Na) quedan en el complejo de intercambio, contribuyendo a un pH mayor a 8.

Granulometría: En suelos loessoides, se observa una disminución de la fracción tamaño arcilla y un aumento de la fracción tamaño arena, debido a la agregación de partículas ocasionadas por el calor. En suelos aluviales, disminuye la fracción tamaño arena por la ruptura de los feldespatos por acción del calentamiento, formando partículas más pequeñas.

Propiedades biológicas -Actividad microbiana

Las comunidades microbianas son, en gran medida, las responsables de la fertilidad de los suelos, ya que participan en la descomposición del material original y el ciclado de nutrientes. La MO es clave para la estabilidad y agregación de los suelos, y un indicador de su salud.

Sin lugar a dudas, el fuego afecta la actividad microbiana, y su efecto a corto y largo plazo dependerá de la frecuencia de los incendios, el tipo de incendio (cantidad de biomasa presente, velocidad de la quema y temperatura alcanzada), el tipo de suelo y sus condiciones al momento de la quema (humedad y época del año).

En general, el fuego afecta principalmente los primeros centímetros del horizonte del suelo.

Según estudios realizados por la Ing. Agr. Andrea Denegri, (FCA -UNC, FTU y FICA-UNSL), bajas intensidades de incendios aumentan la actividad de los microorganismos en el corto plazo, fundamentalmente debido a la disponibilidad inmediata de nutrientes que quedan después del incendio; mientras que incendios de intensidad media y alta tienden a disminuir la actividad microbiana.

Un indicador de esta actividad es la deshidrogenasa. Denegri y su equipo determinaron que, a partir de los 100 a 200 °C, la actividad disminuye drásticamente si el paso del fuego ha sido moderado. Cuando el incendio es de paso rápido, la actividad se reduce a partir de los 300 °C.

¿Cómo podemos restaurar los suelos agrícolas luego de un incendio? Restauración y biorremediación

La Dra. Campitelli enfatizó en la importancia de volver a lograr rápidamente la cobertura del suelo tras un incendio, porque los efectos se agravan posteriormente debido a la erosión hídrica y eólica. En este contexto, los barbechos siempre verdes de la mano de los cultivos de servicio son claves para tapizar rápidamente los lotes.

Por su parte, la ingeniera Rubenacker sumó el uso de enmiendas orgánicas y/o compost como una alternativa viable para recuperar suelos afectados por el fuego. No obstante, la utilización de estos recursos debe ser evaluada exhaustivamente teniendo en cuenta variables económicas y ecológicas. “El objetivo primordial es implementar acciones preventivas accesibles para cada establecimiento, como el uso de abonos verdes o cultivos de servicio para detener el avance del fuego”, afirmó Rubenacker.

Cianobacterias edáficas: aliadas en la recuperación post-incendios

Créditos: Daga, I. C.; Murialdo, R.; Gudiño, G.; Pesci, H. Comunidad de cianobacterias edáficas de suelos post-incendios en Sierras Chicas de Córdoba. Bonplandia 2024

Las investigaciones de Andrea Denegri concluyen que las cianobacterias presentes en la costra biológica del suelo tienen un rol altamente promisorio en la biorremediación natural edáfica luego de la quema:

Son formadoras iniciales de costra biológica del suelo.

Son un factor biológico importante en la sucesión de la vegetación.

Influyen en el proceso de formación, estabilización y fertilización del suelo.

Evitan la erosión hídrica y eólica aumentando la posibilidad de colonización de las plantas vasculares.

Participan en los ciclos de nitrógeno y carbono.

Contribuyen al aumento del fósforo, potasio y otros elementos.

Buenas prácticas para la prevención de incendios

La prevención de incendios es una de las herramientas más importantes que tenemos como habitantes de este planeta para evitar que la biodiversidad y funcionalidad de nuestros ecosistemas se pierda. Lo que llevó cientos de años en desarrollarse, puede ser devorado por las llamas en cuestión de horas. Debemos ser conscientes del impacto de los incendios y adoptar prácticas preventivas para minimizar riesgos y garantizar la seguridad del entorno.

La PREVENCIÓN de incendios es una de las herramientas más importantes que tenemos como habitantes de este planeta para evitar que la biodiversidad y funcionalidad de nuestros ecosistemas se pierda.

Algunas recomendaciones esenciales:

No hacer fuego fuera de las áreas autorizadas. Una fogata “inofensiva” puede terminar en una catástrofe.

No descuidar la disposición de colillas de cigarrillos y fósforos, ya que pueden actuar como detonantes.

En caso de incendio, priorizar la apertura de vías despejadas y la seguridad personal.

Retirar residuos como latas y vidrios, que en contacto con el sol pueden generar focos ígneos.

En épocas de siembra o cosecha, asegurar el mantenimiento y revisión periódica de la maquinaria para prevenir la emisión de chispas accidentales.

Si ves fuego o humo, no dudes y llamá al 911.

Soja 2024/25: entre la incertidumbre climática y las oportunidades

La nueva campaña sojera ya está en marcha. Con pronósticos climáticos inciertos y una tendencia hacia “La Niña”, la planificación de siembras y estrategias se complica. Los desafíos estarán marcados por el clima, los precios y los costos a nivel país.

Estamos ante una nueva campaña de cultivos de verano y los desafíos para encararla se renuevan. En este contexto, repasaremos los puntos más importantes a tener en cuenta frente a un momento complejo e incierto, con diversas variables que condicionan las decisiones sobre la mejor estrategia para producir más y mejor.

Las distintas estimaciones de siembra reflejan un cambio de tendencia en las siembras de soja y maíz, que comenzó en la campaña anterior, con un aumento en la superficie destinada a la oleaginosa, especialmente en el centro-norte y norte del país. Las perspectivas muestran un crecimiento del 10% en el área, lo que permitiría alcanzar 55 millones de toneladas, si las condiciones climáticas son normales. Sumado al grano importado para proceso, permite achicar la capacidad ociosa de toda la cadena.

Sin embargo, seguimos desde hace años sin aumentar el área agrícola total de estos cultivos, ya que se reemplaza una superficie por otra, y se suma la menor aplicación de tecnología que impide cerrar las brechas en los rendimientos unitarios (Figura 1). En paralelo, el peso de los derechos de exportación (DEX) sigue afectando la competitividad de la soja a nivel regional y nacional, frenando el desarrollo de la cadena.

Figura 1. Evolución del área, producción y rendimiento de la soja en Argentina desde 1974 a 2024.

La disponibilidad de nuevos insumos y tecnologías sigue creciendo gracias al aporte de nuevas investigaciones y a las herramientas de gestión de datos y toma de decisiones que permiten ser cada vez más eficientes. Pese a todo, su adopción masiva aún no es una realidad. El mercado también ofrece nuevas opciones de coberturas para reducir los riesgos económicos, en un momento crítico en cuanto a precios internacionales.

En un producto exportable como la soja, el análisis de las producciones de los países competidores muestra una excelente producción en Estados Unidos, que mejora su relación stock/ consumo a 14%. Las proyecciones de siembra para los países del Mercosur también auguran un aumento en la superficie sembrada, lo que

llevará la producción mundial a récords absolutos, superando los 430 millones de toneladas.

Por el lado de la demanda, China se abasteció con importaciones récords en 2023/24, especulando con el resultado de las elecciones estadounidenses.

Los precios han caído más del 20% en un año, lo que ajusta los márgenes en los países competidores y, en nuestro caso, tiene un fuerte impacto, especialmente en los campos alquilados. Incluso en la zona núcleo, donde los rendimientos son muy altos, los márgenes son negativos, mientras que en otras regiones, el menor costo del alquiler permite regular mejor los resultados.

En los últimos días, los precios han mejorado, impulsados por los cortes en las tasas de interés en Estados Unidos y el atraso en las siembras en Brasil. Aunque esta demora no modifica el potencial de la cosecha, sí puede impactar en la posterior safrinha de maíz.

Otro tema clave para la cadena, el gobierno y otros países exportadores, es la regulación 1115 de la Unión Europea (UE) sobre no deforestación, que pretende hacerse efectiva a partir del 30 de diciembre de este año. Esto pone en riesgo a la principal exportación de nuestro país, como lo es la harina de soja, ya que un

Adaptación ante un clima cambiante

Los pronósticos climáticos están muy cambiantes, aunque prevalece la tendencia hacia una “Niña”. Aún no se sabe con certeza cómo impactará en los distintos meses del ciclo del cultivo, lo que genera falta de certidumbre en los modelos para planificar las siembras y definir las estrategias de posicionamiento. Por lo tanto, los desafíos para esta campaña estarán marcados por el clima, los precios y los costos a nivel país, que son las variables más importantes a tener en cuenta para gestionar la campaña.

En este contexto, habrá que apoyarse en toda la capacidad y la tecnología disponible para reducir las brechas de rendimiento y lograr producir eficientemente. Contamos con información suficiente, tanto regional como a nivel de lote de

quinto o más de ella se exporta a la UE. La plataforma desarrollada para cumplir con la regulación ha sido pionera entre los países exportadores, pero genera muchas dudas y opiniones. Por este motivo, trabajamos con las autoridades para solicitar una prórroga. El objetivo es sentarnos en una mesa de negociación y lograr modificar las exigencias por considerarlas excesivas y que no tienen en cuenta la sustentabilidad de nuestros sistemas productivos, las prácticas agrícolas sostenibles y nuestra contribución a la conservación de recursos y mitigación del cambio climático.

Los desafíos para esta campaña estarán marcados por el clima, los precios y los costos a nivel país, que son las variables más importantes a tener en cuenta para gestionar la campaña.

soja, para identificar las variables que determinen el paquete tecnológico más adecuado. Una vez referenciados en la historia del lote -este año, alrededor del 35% vendrá de la sucesión con trigo o cebada-, debemos tener en cuenta si el lote viene con o sin cobertura, factor clave debido a su impacto en la reserva de agua, el control de malezas y la fertilidad actual. A partir de estos datos, podemos elegir la variedad mejor adaptada y de mayor potencial, la fecha de siembra probable y el programa de fertilización.

Semillas de alta calidad, ¡se buscan!

Un reto que enfrentamos es la baja disponibilidad de semilla de alta calidad. Los sucesos de sequía en el noreste y otras regiones, las altas temperaturas entre enero y febrero en la zona central y las demoras en la cosecha, han generado una situación en la que es necesario conocer el poder germinativo y el vigor de las semillas, así como la presencia de patógenos. Las semillas fiscalizadas aseguran buenos valores y tratamientos inteligentes, pero en el caso del uso propio, es fundamental acudir a un laboratorio especializado. Los resultados hasta el momento indican que el tratamiento con fungicidas es imprescindible en ambos casos. Frente a esta situación, debemos prestar atención a la temperatura del suelo y la humedad al iniciar la siembra.

El análisis de suelo es una herramienta clave para tomar decisiones y aumentar la probabilidad de respuesta a la fertilización. Sabemos que la soja se fertiliza poco en términos de frecuencia y dosis, lo que no permite reponer adecuadamente los nutrientes. Lo primero que hay que hacer es cuidar la fijación del Nitrógeno. Para ello, se recomienda elegir un inoculante de calidad que incluya componentes que promuevan la solubilización de fósforo, junto con bioinductores y protectores. Los nutrientes fundamentales son el fósforo y el azufre. Si bien hoy la fertilización es baja y está muy cercana al mínimo de reposición, tomando los nutrientes de lo dis-

ponible en el suelo, es necesario tener en cuenta que la respuesta de la soja a la fertilización -aunque no en todos los años y situaciones- es efectiva en el promedio de las campañas. Hoy la relación insumo-producto del P aumentó respecto a meses anteriores, pero sigue siendo un aspecto imprescindible a considerar.

Algunas de las variedades de reciente lanzamiento, sean RR, Enlist 3 o Conkesta E3, con o sin STS, han sostenido una ganancia genética interesante, aunque algo menos que nuestro competidor Brasil. Para elegir la variedad que más se acomode a nuestro planteo, hay que mirar los resultados regionales disponibles y la RECSO, que ha registrado estas mejoras a lo largo del tiempo. Esta red también proporciona información precisa sobre los niveles de proteína y aceite. Además, las empresas han desarrollado plataformas digitales de consulta y prescripción que son de gran utilidad.

A

pesar de la inseguridad respecto al clima en esta campaña, hay coincidencia en que las precipitaciones no serán muy favorables.

En cuanto al mejoramiento genético y la biotecnología, se vienen incorporando nuevas tecnologías. Desde el primer paradigma del mejoramiento vegetal, basado en la selección fenotípica directa, pasando por el mejoramiento predictivo, que emplea modelos estadísticos para caracteres cuantitativos, y más recientemente, mediante la incorporación masiva de marcadores moleculares. Sobre la base de la interacción genotipo-ambiente, se pueden predecir fenotipos con mayor precisión, entrenando un modelo que integre datos de múltiples fuentes, incluyendo la ómica espacio temporal (genómica, fenómica y ambiental a través del tiempo y el espacio). Este enfoque de “mejoramiento inteligente” combina big data e inteligencia artificial.

A esto se suma el potencial de la edición génica, que ayuda a comprender mejor los procesos fisiológicos e impulsa el desarrollo de nuevas características que mejoran el rendimiento, calidad y performance frente a factores bióticos y abióticos. Por estas razones, seguimos trabajando en un clima de acuerdos para el reconocimiento de la propiedad intelectual en semillas.

Las encuestas muestran que la edad promedio de las variedades que se utilizan era de siete años, pero esta cifra ha disminuído en los últimos dos años, principalmente por la adopción de nuevas tecnologías. Sin embargo, la inscripción de nuevas variedades, que alcanzó un récord en 2022, no siguió el mismo ritmo. Si bien la genética solo explica entre un 15% y 18% de la brecha de rendimiento, sigue siendo un factor importante. De todos modos y como solemos decir: “Con la genética no alcanza”.

A pesar de la inseguridad respecto al clima en esta campaña, hay coincidencia en que las precipitaciones no serán muy favorables. Muchas regiones están muy secas y los niveles de humedad en el perfil del suelo son muy bajos en general. La elección del grupo de madurez o el subgrupo o de la variedad en cuanto a porte, dependerá de los pronósticos y la fecha de siembra que elijamos, que deberá ajustarse a cada lote según cómo vaya evolucionando.

Las fechas tempranas suelen ofrecer mayores potenciales en la zona central, pero en las condiciones actuales, está demostrado que son más variables. Lo más importante es el nivel hídrico, aunque en algunos años las bajas temperaturas también influyeron. En la región central, la fecha óptima de siembra se sitúa entre fines de octubre y el 10 de noviembre, siendo más seguras y cercanas al potencial. Según estudios, por cada día de atraso en noviembre, se pierden 30 kilos aproximadamente de potencial. En el NOA y NEA, donde las fechas son más ajustadas, las siembras comienzan un mes más tarde. Densidad y espaciamiento no son factores que reduzcan la brecha, pero deben ajustarse a cada situación y variedad.

En cuanto a malezas, las nuevas tecnologías permiten hacer un manejo más sustentable. Las aplicaciones dirigidas, apoyadas por equipos con monitores y drones, han revolucionado los sistemas de control, beneficiando el ambiente, reduciendo costos y frenando la aparición de resistencia. Como recomiendan los especialis-

tas, el manejo incluye tres pasos: relevamiento, identificación y prescripción. En un año como este, las aplicaciones de presiembra o preemergencia son fundamentales para luego completar el control sobre el cultivo.

El uso de variedades e híbridos en la rotación, con resistencias similares a diferentes principios activos, y la disponibilidad de nuevas formulaciones, permite implementar el concepto de “rotación de genes”. Este concepto deriva de ajustar el uso de herbicidas en función de la genética disponible para evitar la resistencia de las malezas. El mejor ejemplo fue la introducción del maíz resistente a glifosato en ple-

na consolidación de la soja RR. Recientemente, en algunas regiones de Estados Unidos, hemos visto cómo ciertas malezas y sus diferentes biotipos han desarrollado resistencia a todos los principios activos disponibles.

Que esta nueva campaña de soja nos permita “retomar la curva” luego de una larga caída en el volumen del complejo sojero. Con “la esperanza de siempre”, esperamos que se den las condiciones necesarias para un crecimiento sostenible de todo el complejo, aprovechando las tecnologías disponibles y promoviendo la diversidad de cultivos que aumenten la producción en un país que lo necesita.

20 años de trabajo en la cadena sojera y un reconocimiento a Aapresid

Como presidente de Acsoja, quiero felicitar a Aapresid por su Congreso 2024. Las distintas charlas y espacios de intercambio permitieron mostrar al mundo el compromiso de Argentina con la investigación, producción, transformación, comercialización y exportación, siempre con el compromiso con la sustentabilidad.

Acsoja cumple 20 años, y celebramos que Aapresid fue una de las entidades fundadoras, siendo sus representantes y dirigentes firmes colaboradores en la saga de la soja a nivel local e internacional. Fue un camino largo y lleno de esfuerzos, con el objetivo de hacer sostenible la cadena de la soja argentina, buscando la articulación entre los distintos eslabones de la cadena, referenciados en las entidades públicas y privadas, que han hecho tanto por el crecimiento de este cultivo. Hemos alcanzado muchos objetivos en diversas áreas -conocimiento, producción, comercio e industria-, en un contexto siempre complejo; y para los objetivos que quedan pendientes, mantenemos la esperanza de siempre.

La esencia de Acsoja radica en articular, integrar y coordinar los intereses comunes, y alinear los intereses propios de cada área en una mesa de discusión e intercambio, promoviendo siempre la equidad, convencidos de que juntos avanzamos más rápido y mejor.

Estrategias basadas en la fisiología vegetal para una soja más productiva

Desde el Laboratorio de Eco-Fisiología Vegetal (LEFIVE) de la UNR se investigan estrategias de manejo y mejoramiento basado en fundamentos fisiológicos para incrementar la productividad del cultivo. Entre los resultados, lograron desarrollar una línea de soja que produce un 60% de sus vainas con cuatro semillas, lo que impacta directamente en el rendimiento.

Por Ing. Agr. Dra. Julieta S. Bianchi

Docente de la Cátedra de Fisiología Vegetal, Fac. de Ciencias Agrarias-UNR. Investigadora en el Instituto de Investigaciones en Ciencias Agrarias de Rosario (IICAR-CONICET-UNR). Miembro del Laboratorio de Eco-Fisiología Vegetal (LEFIVE).

Uno de los grandes desafíos para la agricultura del futuro es incrementar el rendimiento y la estabilidad de los cultivos. Por un lado, para satisfacer la creciente demanda de alimentos, que se proyecta superará en más del 60% la demanda actual para el año 2050; y por otro, para hacer frente a las grandes pérdidas económicas causadas por el cambio climático a nivel regional y mundial. Para atender el incremento sostenido de la demanda de alimentos, es posible aumentar el área sembrada y/o la productividad de los cultivos. De estas dos opciones, la última es la más sustentable en materia ambiental.

Equipo de investigadores del LEFIVE que participan del convenio de Investigación y Desarrollo firmado con la empresa GDM. De Izq. a der.: Dr. Alvaro Quijano, Dra. Nidia Montechiarini, Dr. Carlos Gosparini, Dra. Julieta Bianchi, Estudiante Facundo Rodriguez, Dr. Juan Pablo Ortiz, Dr. Carlos Cairo, Estudiante Talita Martini, Ing. Agr. María José Otero.

*Los resultados presentados en este artículo son producto de investigaciones conducidas en el LEFIVE, en las que colaboran investigadores de la UNR, CONICET, estudiantes de grado y posgrado de la Facultad de Ciencias Agrarias de la UNR (https://www.iicar-conicet.gob.ar/).

El aumento de la productividad de los cultivos se puede lograr a partir de la mejora genética, más conocida como ganancia genética, o reduciendo las brechas de rendimiento, es decir, disminuyendo la diferencia entre el rendimiento que obtienen actualmente los productores y el máximo potencial que podrían alcanzar bajo condiciones óptimas.

En soja, la ganancia genética mostró una estabilización en los últimos años en valores relativamente bajos (< 2% anual), lo que podría deberse, en parte, a que los ciclos de mejora-

miento son prolongados y/o a que los programas de mejoramiento siguen utilizando como criterio de selección el rendimiento “per se”. Este es un carácter complejo, controlado por múltiples genes y con una alta influencia ambiental, lo que sugiere repensar los esquemas de mejoramiento actuales con el fin de obtener una mayor respuesta a la selección.

Una alternativa al mejoramiento tradicional y que podría dar respuesta a los valores bajos de ganancia genética es la selección de componentes de rendimiento que estén regulados fundamentalmente en factores genéticos y no ambientales. Además, es posible incrementar la eficiencia en el proceso de mejora reduciendo los tiempos para obtener nuevas variedades con mayor potencial de rendimiento.

Con el fin de desarrollar estrategias para esta problemática, desde el Laboratorio de Eco-Fisiología Vegetal (LEFIVE) de la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Rosario (UNR) se conducen líneas de investigación que estudian las bases fisiológicas, genéticas y moleculares de caracteres vinculados al rendimiento de la soja y la aplicación de fundamentos fisiológicos para optimizar el mejoramiento y el manejo de la oleaginosa.

En general, las variaciones en el rendimiento de la soja se deben a cambios en el número de semillas por unidad de superficie. Este componente depende del número de vainas por unidad de superficie y del número de semillas por vaina, siendo este último el menos afectado por el ambiente en cuanto a su expresión, lo que lo hace interesante para utilizar como criterio de selección indirecta del rendimiento del cultivo. Las variedades de soja pueden tener vainas de 1, 2, 3, y 4 semillas, siendo habitual observar una mayor presencia de vainas de dos clases consecutivas, propias de

cada cultivar. El número promedio de semillas por vaina es una característica de cada genotipo. En las variedades comerciales actuales, correspondientes a distintos grupos de madurez, este número promedia 2,8, lo que indica que las mismas poseen vainas de 2- y 3-semillas, en distintas proporciones, con muy bajo porcentaje de vainas de 4-semillas (Figura 1).

Luego de un largo proceso de mejoramiento, en el LEFIVE se han obtenido líneas experimentales con un promedio de 3,6 semillas por vaina, predominando vainas de 3- y 4-semillas. Esto demuestra que la característica de alto porcentaje de vainas con cuatro semillas (+ 60%) aún no ha sido incorporada en las variedades comerciales disponibles en el mercado argentino.

Luego de un largo proceso de mejoramiento, en el LEFIVE se han obtenido líneas experimentales con un promedio de 3,6 semillas por vaina.

Las variedades comerciales actuales de soja, con predominio de vainas de tres semillas, producen menos de un 7% de vainas con cuatro granos. El equipo de investigadores del LEFIVE desarrolló una línea que alcanza un 60% de vainas con cuatro semillas. Esta característica impacta directamente en el rendimiento del cultivo, ya que incrementa el número total de granos que se obtienen al momento de la cosecha.

Figura 1. Porcentaje promedio de vainas con dos (%V2S), tres (%V3S) y cuatro semillas (%V4S) de 70 variedades comerciales de soja agrupadas por grupo de madurez, y una línea experimental desarrollada en el LEFIVE con un alto porcentaje de vainas de cuatro semillas.

En cuanto al impacto que este carácter podría tener sobre el rendimiento del cultivo de soja, resultados de nuestro grupo de trabajo indican que incrementar el número de semillas por vaina, logrado a partir de un mayor porcentaje de vainas de cuatro semillas, impacta positivamente sobre el número de semillas por unidad de superficie del cultivo. Este aumento

es independiente del número de vainas. Además, se ha demostrado que aumentos en el número de semillas por vaina no son compensados con una reducción en el peso.

A partir del impacto positivo de incrementar el porcentaje de vainas con cuatro semillas sobre el número de semillas por vaina, el número de

semillas por unidad de superficie y el rendimiento potencial del cultivo de soja, se firmó recientemente un convenio de investigación y desarrollo entre el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), la Universidad Nacional de Rosario (UNR), y la empresa GDM Argentina SA. Este proyecto, iniciado en 2012 por el Ing. Agr. Eligio Morandi y liderado actualmente por la Dra. Julieta Bianchi, tiene como objetivo transferir la característica “vainas de cuatro semillas” a una línea comercial de soja.

Otra de las formas de incrementar la ganancia genética de los cultivos es acelerando el proceso de obtención de nuevas variedades. El mejoramiento convencional de cultivares de soja, desde el cruzamiento inicial hasta su liberación

comercial, puede demandar hasta 12 años. Si bien existen estrategias para reducir este tiempo -como crecer los cultivos en contraestación en el norte del país o en menores latitudes, la tecnología de doble haploides y/o la utilización de ingeniería genética-, estas aproximaciones tienen grandes desventajas desde el punto de vista logístico y también en su puesta a punto.

En los últimos años, se propuso la técnica de “speed breeding” o mejoramiento acelerado como una alternativa para generar nuevas variedades de manera sencilla y rápida, permitiendo la obtención de hasta seis generaciones del cultivo en un mismo año (Figura 2). No obstante, su correcta implementación requiere conocer los factores que regulan el crecimiento y desarrollo de la especie, así como el comportamiento de la misma en condiciones controladas.

Figura 2. Izquierda: (a) Esquema del número de generaciones posibles a obtener en un programa de mejoramiento conducido únicamente a campo; (b) combinando una generación a campo y dos en contraestación en invernadero; y (c) realizando todas las generaciones en cuartos de crecimiento.

Cuarto de crecimiento en el LEFIVEl, donde se conducen plantas bajo el esquema de mejoramiento acelerado (“Speed Breeding”).

Diversos estudios demostraron que fotoperíodos menores a 12 hs y temperaturas promedio de 28 °C permiten maximizar la tasa de desarrollo del cultivo y reducir su ciclo en unos 60-70 días, en comparación con un cultivo que crece en condiciones regulares de campo. Otro punto a considerar en el cultivo de plantas en condiciones controladas es el impacto de la cantidad y calidad de luz sobre el patrón de crecimiento y desarrollo. En ambientes controlados y con elevado número de plantas, es normal que estas manifiesten el “síndrome de escape al sombreo”, un conjunto de respuestas plásticas por parte de las plantas ante cambios en la cali-

dad del ambiente lumínico. Esta situación genera algunos cambios morfológicos no deseados, como alargamiento de los entrenudos y los pecíolos, reducción de las ramificaciones y el área foliar, floración anticipada, entre otros. Estos cambios son producto del balance de radiaciones con efectos fotomorfogénicos, enriquecidas en rojo lejano y empobrecidas en azul y rojo.

Para evitar que esto suceda, recientemente se firmó un convenio específico con la empresa electromecánica VIC S.A. que contempló la colaboración de los Dres. Alvaro Quijano y Carlos Cairo (actual director del LEFIVE) para configurar

luminarias LED -fabricadas por la empresa- que optimicen el desarrollo de plantas en condiciones controladas bajo un esquema de speed breeding. La puesta a punto implicó el ajuste de la temperatura, fotoperíodo, humedad relativa, radiación, definición del momento oportuno de cosecha de las plantas en cuartos de crecimiento e invernaderos, entre otros. Este desarrollo permitió realizar numerosos servicios tecnológicos de alto nivel con instituciones públicas y privadas dedicadas al mejoramiento del cultivo de soja, permitiéndoles acelerar y optimizar sus programas de mejoramiento, e impactando sobre la ganancia genética del cultivo en un futuro cercano.

Si bien la mejora genética es clave para incrementar los rendimientos de los cultivos, también se pueden lograr aumentos en la producción por medio de la reducción de la brecha entre el rendimiento promedio que alcanzan los productores y el rendimiento potencial de la oleaginosa. En Argentina se estima que la brecha de rendimientos en soja es del 34%, y se explica principalmente por el ambiente, el manejo y la genética. En cuanto al manejo, es fundamental diseñar estrategias que permitan aumentar la producción de granos haciendo un uso más eficiente de los recursos del ambiente, especialmente en planteos de producción en secano como los de la región pampeana, donde el agua es el principal recurso limitante.

Particularmente, en años como el actual, en los que se proyecta la presencia de una Niña moderada y precipitaciones bajas en la zona nú-

cleo, conservar el agua parece ser la estrategia defensiva más adecuada para enfrentar posibles déficits hídricos durante el ciclo del cultivo. Se ha demostrado que cultivares de soja que consumen menos agua antes de la floración logran mayores rendimientos bajo condiciones de déficit hídrico. Este menor consumo de agua podría deberse a una menor longitud de raíces, una menor área foliar y/o tasa transpiratoria menor, entre otros factores.

El área foliar, en particular, depende de la elección del genotipo, la fecha de siembra y, fundamentalmente, de la densidad de siembra y la distancia entre surcos. En general, dado que el rendimiento de la soja es menos dependiente de la densidad de siembra, y que la especie presenta una mayor plasticidad y compensación entre componentes de rendimiento, esta práctica de manejo suele recibir menos atención por parte del productor. Sin embargo, un exceso de área foliar puede impactar negativamente no solo en el consumo de agua, principalmente al inicio del desarrollo del cultivo (pudiendo limitar la disponibilidad en el período crítico), sino también en la generación de estructuras reproductivas y el rendimiento.

Dentro de las líneas de investigación que se conducen en el LEFIVE, se estudian genotipos experimentales con distintas morfologías foliares (genotipos lanceolados y oblongos; Foto 1), y su impacto en el consumo de agua y la generación de estructuras reproductivas. Los genotipos con hojas lanceoladas dis-

minuyen un 20-30 % el área foliar en comparación con los genotipos con hojas oblongas, pero mantienen tasas de crecimiento similares debido a una mayor eficiencia fotosintética. Estudios recientes han demostrado que esta mayor eficiencia fotosintética en los genotipos lanceolados podría deberse a mejoras en las etapas fotoquímica y bioquímica de la fotosíntesis (mayor difusión del CO2 hacia los sitios de carboxilación, mayor eficiencia cuántica del fotosistema II y/o un aumento del contenido de clorofila total), lo cual sería independiente de la oferta de agua. A su vez, los genotipos lanceolados presentan mayor partición a estructuras reproductivas lo que se traduce en una mayor eficiencia en el uso del agua (entendida como biomasa de grano a cosecha/consumo de agua) al final del ciclo del cultivo en comparación con los genotipos oblongos.

Foto 1. Izquierda: Genotipos experimentales de soja con hojas con folíolos lanceolados desarrollados en el LEFIVE. Derecha: Genotipos de soja comerciales defoliados completamente en floración.

La mayor partición de asimilados a estructuras reproductivas en los genotipos lanceolados se explica por una mayor generación de vainas, producto de una mejora en la calidad del ambiente lumínico de sus canopeos. Como se mencionó en el párrafo anterior, el área foliar no sólo influye en el consumo de agua, sino también en el desarrollo de las estructuras reproductivas. Uno de los modelos más consolidados en soja, aunque objeto de cuestionamiento en los últimos años, sugiere que incrementos en el área foliar durante la floración y la fijación de vainas, que permitan altos valores de fotosíntesis neta del canopeo (medido indirectamente a través de la tasa de crecimiento del cultivo), impactan positivamente en la generación de vainas y, finalmente, en el rendimiento. Este modelo ha llevado al planteo de prácticas de manejo que prioricen alcanzar el índice de área foliar crítico (área foliar que intercepta el 95% de la radiación incidente y que coincide con el cierre del surco) cercano a floración.

Sin embargo, el área foliar no solo modifica la cantidad de radiación que intercepta un cultivo, sino también el balance de longitudes de onda con efecto fotomorfogénico, lo que influye en el desarrollo y crecimiento de las plantas. Experimentos realizados por nuestro grupo, en los que se modificó la estructura del canopeo

utilizando defoliaciones aplicadas a partir de floración (investigación liderada por el Dr. Quijano; Foto 1) y se modificó la morfología foliar (investigación liderada por la Dra. Bianchi), demostraron una relación inversa entre el número de vainas y el área foliar. Asimismo, estos estudios sugieren que la generación de estructuras reproductivas en soja no estaría asociada ni a la intercepción de radiación ni a la tasa de crecimiento del cultivo, sino que estaría controlada fotomorfogénicamente. Estos resultados plantean la necesidad de reconsiderar los esquemas actuales de manejo, principalmente la elección de la densidad de siembra, para lograr un uso más eficiente de los recursos.

Sin dudas el mejoramiento y el manejo del cultivo de soja tienen aún grandes desafíos por delante para incrementar el rendimiento y la estabilidad. El conocimiento de los fundamentos fisiológicos que determinan el crecimiento y desarrollo de esta oleaginosa serán la base para afrontar dichos desafíos.

El área foliar no sólo influye en el consumo de agua, sino también en el desarrollo de las estructuras reproductivas.

¿Cómo varió la adaptabilidad de los Grupos de Madurez de soja en el NEA durante la

última década?

En los últimos 10 años, la adaptabilidad de los Grupos de Madurez de soja en el NEA fue variando, influenciada por nuevos genotipos y eventos genéticos. Un estudio de la Red Soja NEA que indaga en estos cambios, revelando algunos aprendizajes importantes.

Por Gerardo J. R. Quintana¹*, Ramiro Garfagnoli² y Carlos Simon³

¹EEA INTA Las Breñas

²Aapresid

³AER INTA Pinedo

*quintana.gerardo@inta.gob.ar

La duración del crecimiento de la soja y los eventos fenológicos dependen de la adaptación del cultivo al ambiente, los cuales están regulados por factores como la temperatura y el fotoperiodo (Cober et al., 2004; Jiang et al., 2014). Los genotipos de soja se agrupan en 13 grupos de madurez (GM), recomendados según la latitud y la fecha de siembra (Poehlman, 1987; Salmeron et al., 2014).

En el Cono Sur, las recomendaciones de GM se basan en rangos latitudinales explorados en el hemisferio norte y validados por agrónomos locales (Grassini et al., 2021). Sin embargo, la duración del ciclo y la floración varían según el genotipo y la fecha de siembra, lo que impacta en el rendimiento al modificar las condiciones del período crítico (Monzón et al., 2021). Un GM óptimo maximiza el rendimiento en un ambiente específico, aunque esto no siempre coincide con la recomendación basada en la respuesta al fotoperiodo (Mourtzinis y Conley, 2017).

NOS ACOMPAÑAN

En diferentes regiones del país, bajo condiciones de secano, se determinó que el rendimiento de la soja está determinado por la disponibilidad de agua al momento de la siembra, el tipo de suelo y la influencia de fenómenos climáticos como el ENSO (El Niño-Oscilación del Sur) (Grassini et al., 2015; Vitantonio-Mazzini et al., 2021). La variabilidad climática y la capacidad de retención de agua afectan tanto el rendimiento máximo alcanzable como la distribución geográfica del GM óptimo, observándose que “El Niño” reduce el MG óptimo debido a una mayor disponibilidad de agua en comparación con “La Niña” (Sinclair et al., 1992).

Para la región sojera del Nordeste argentino (Figura 1), el rendimiento está condicionado por las lluvias durante el ciclo del cultivo así como las precipitaciones ocurridas hasta 30 días antes de la siembra. En este sentido, la fecha de siembra y su combinación con la elección de genotipo son las prácticas de manejo de mayor peso en la definición de los rendimientos (Madias et al., 2021). Cabe aclarar que, en esta región, la distribución de las precipitaciones no está asociada con el fenómeno ENSO (Di Mauro et al., 2022).

Objetivo

El objetivo de este estudio es comprender los cambios en la adaptabilidad de variedades de soja de Grupos de Madurez (GM) cortos y largos durante la última década en la región NEA.

Metodología

Se analizaron 153 ensayos comparativos de rendimiento (ECR) de la Red de Soja NEA, realizados entre las campañas 2014 y 2024 (Figura 1). Mediante el método simplificado de Finlay y Wilkinson, se evaluó la adaptabilidad de las variedades en función del GM, dividiéndolas en dos conjuntos: GM Cortos (GM V y VI) y GM Largos (GM VII y VIII). Sólo se consideraron las variedades ubicadas en los puestos 1 y 2 del ranking individual de cada ensayo.

Se llevaron adelante análisis anuales e interanuales tomando tres periodos de tiempo: desde las campañas 2014 a 2017, de 2018 a 2022, y de 2023 a 2024. Para explorar la influencia de la latitud sobre la adaptabilidad, se dividió la región de estudio en norte y sur, tomando el límite sur de la provincia de Chaco.

La oferta de variedades de soja en el país es amplia y, particularmente en el norte, ha registrado un importante recambio, que incluye nuevos eventos genéticamente modificados (datos de la Red de Soja NEA). En este contexto, es relevante considerar la adaptabilidad de los cultivares a los diferentes ambientes de la región considerando su GM.

Resultados

La adaptabilidad varió entre GM y fue diferente en función del periodo considerado y la latitud (Figura 2). Las variedades de GM Largos modificaron su adaptabilidad, especialmente en la región NEA Norte, donde pasaron de ser adaptables a ambientes de baja productividad en el primer periodo (2014-17) a ambientes de alta productividad en los dos últimos (2018-2022 y 2023-2024). Mientras que las variedades de GM Cortos presentaron adaptabilidad a ambientes de alta productividad en el último periodo en ambas regiones.

Figura 1. Distribución geográfica de los ensayos.
Figura 2. Adaptabilidad de GM cortos y largos.

¿Qué aprendimos?

En la última década, la adaptabilidad de los GM fluctuó al considerar diversos periodos de tiempo, lo que sugiere que los nuevos genotipos y eventos genéticos incorporados al mercado podrían estar influyendo en estos cambios.

Existen diferencias en la adaptabilidad de las variedades de GM largos entre las regiones NEA norte y sur.

Para la región NEA, es importante evaluar la adaptabilidad de los GM en periodos de tiempo cortos, con el fin de comprender su evolución y poder tomar mejores decisiones a la hora de elegir cultivares.

Mira los resultados completos de la Campaña 2023-24 de la Red de Soja NEA ingresando a: https://www.aapresid.org.ar/blog/red-soja-nea-campana-2023-24

REFERENCIAS

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¿Equipo que gana no se toca? Prácticas de manejo para soja de primera y de segunda

Es posible ajustar ciertas prácticas de manejo para maximizar el rendimiento en soja. Pero, ¿qué sucede si comparo cultivos de primera y de segunda? ¿Debo cambiar todas? Si debo priorizar, ¿qué prácticas hay que cambiar sí o sí y cuáles no? Resultados de un estudio sobre distintas opciones de manejo.

Por: Valentín Angelozzi *, Virginia Bonino, Santiago Alvarez Prado, Guido Di Mauro

Cátedra de Sistemas de Cultivos Extensivos-GIMUCE, Facultad de Ciencias Agrarias, Universidad Nacional de Rosario, Campo Experimental Villarino S/N, S2125ZAA Zavalla, Santa Fe, Argentina. * valentinangelozzi9@gmail.com

Año a año, al plantear el manejo agronómico del cultivo de soja, los productores se enfrentan al dilema de cómo optimizar su producción y cerrar las brechas de rendimiento en sus campos (Di Mauro et al., 2018). Lo que parecería ser una decisión simple, no lo es, ya que la determinación del rendimiento es un carácter complejo influido por múltiples factores que interaccionan entre sí, como el genotipo, el manejo y el ambiente (Di Mauro et al., 2018). En particular, el rendimiento de soja es muy sensible a las condiciones de crecimiento durante el "período crítico", que ocurre durante las etapas fenológicas R3 y R6 (Monzón et al., 2021).

Al pasar de soja de primera, sembrada después de un barbecho de invierno, a soja de segunda, que sigue a la cosecha de un cultivo de invierno, se modifican las condiciones ambientales a las que está expuesto el cultivo durante este período clave para el rendimiento. La soja de segunda crece en condiciones de menor radiación, días más cortos y temperaturas más bajas. Contrariamente, la soja de primera sembrada temprano, florece antes y está expuesta a una mayor radiación durante el período crítico. Esto se traduce en que, generalmente, la soja de primera rinde más que la de segunda (Rizzo et al., 2021).

Una cosa es cierta, es posible modificar prácticas como la elección del genotipo, la densidad de siembra o el espaciamiento entre surcos para tratar de maximizar el rendimiento para cada situación. Sin embargo, se presentan interrogantes sobre si es necesario ajustar todas las prácticas al cambiar de una soja de primera a una de segunda y/o qué ajustes son prioritarios. Para responder a estas preguntas, compartimos algunos resultados de un experimento realizado en el Campo Experimental de la Facultad de Ciencias Agrarias de la UNR, que busca generar información sobre distintas opciones de manejo para cultivos de primera y segunda.

Es posible modificar prácticas como la elección del genotipo, la densidad de siembra o el espaciamiento entre surcos para tratar de maximizar el rendimiento para cada situación.

¿Qué manejos evaluamos y cómo lo hicimos?

El experimento se llevó a cabo en Zavalla, Santa Fe. Allí se sembró soja de primera el 15 de octubre y soja de segunda el 15 de diciembre de 2023. Para ambos cultivos, se evaluaron diferentes prácticas de manejo relacionadas con la estructura del cultivo. Se analizaron diferentes genotipos comerciales dentro de dos grupos de madurez adaptados a la zona (IV y V, Di Mauro et al., 2022), seleccionando genotipos en función de su potencial de ramificación (i.e. ramificador vs no ramificador). Además, se evaluaron dos densidades de siembra, 20 y 40 plantas m-2, así como dos espaciamientos entre surcos de 0,26 m y 0,52 m.

En cada parcela se determinó el rendimiento (kg ha-1), el número de granos por unidad de superficie (granos m-2) y el peso individual de los granos (mg grano-1). Por otra parte, dado que se espera que cambios en las prácticas de manejo afecten la estructura del canopeo (por ejemplo, una mayor cantidad de ramificaciones en bajas densidades), se determinó la proporción del rendimiento en tallos vs. ramificaciones en cada uno de los tratamientos. Esta proporción (%) se calculó como el cociente entre el rendimiento de ramas o tallos y el rendimiento total de la planta.

¿Cómo fueron los ambientes de las distintas fechas?

Soja de primera

El cultivo dispuso de un total de 608 mm de agua desde la siembra hasta madurez fisiológica (R7), considerando tanto el agua almacenada en el suelo como las precipitaciones (Figura 1). Durante el periodo crítico, las lluvias fueron de 100 mm, mientras que en la etapa de llena-

do de granos (R5 a R7), alcanzaron los 223 mm. Las temperaturas durante el periodo crítico variaron entre 12,6 °C y 42,3 °C, con un promedio diario de 27,4 °C y una máxima promedio de 33,8 °C (Figura 1).

Soja de segunda

Durante el periodo crítico, las temperaturas fluctuaron entre 12,6 °C y 35,5 °C, con una media diaria más moderada de 24,5 °C y una máxima promedio de 31,0 °C (Figura 1). Este cultivo tuvo una etapa R3-R5 de 14 días, donde la mitad de los días registraron temperaturas superiores a los 32 °C. En el llenado de granos (R5 a

R7), que se extendió por 39 días, el 38% de los días también superó esa marca (Figura 1). En cuanto al agua, la soja de segunda contó con un total de 745 mm hasta madurez fisiológica, con precipitaciones de 70 mm en R3-R5 y 352 mm en R5-R7 (Figura 1).

Figura 1. Condiciones climáticas observadas durante la campaña 2023-2024 para soja de primera (A) y soja de segunda (B). La línea negra continua indica las precipitaciones acumuladas, mientras que las líneas azul y roja representan las temperaturas mínimas y máximas diarias, respectivamente. Los momentos fenológicos claves, como el inicio de la formación de vainas (R3), el comienzo del llenado de granos (R5) y la madurez fisiológica (R7), se señalan según la escala de Fehr y Caviness (1977). Tomado de Angelozzi et al. Agromensajes (2024).

¿Qué deberíamos modificar del planteo agronómico de soja de primera vs. segunda?

Los resultados para rendimiento sugieren un efecto diferencial del espaciamiento entre surcos. En soja de segunda, reducir el espaciamiento a 0,26 m aumentó significativamente el rendimiento en comparación con un espaciamiento amplio (Figura 2). Esto estuvo estrechamente relacionado a cambios en el número de granos, (3.427 vs. 2.617 granos/m²

para 0,26 y 0,52 m, respectivamente, Figura 2). Además, cambios en el espaciamiento entre surcos afectaron en cómo se distribuyó el rendimiento en tallos y ramificaciones. Tanto para soja de primera como segunda, con surcos estrechos, el tallo fue la fuente principal de rendimiento, mientras que las ramas tuvieron una contribución más limitada (Figura 3).

Figura 2. Rendimiento, número de granos y peso de grano en función de distintas prácticas de manejo para soja de primera y soja de segunda evaluadas durante la campaña 2023 – 2024. GM: grupo de madurez, R: Ramificador, NR: No Ramificador. Letras diferentes indican diferencias significativas. Modificado de Angelozzi et al. Agromensajes (2024).

Para la densidad de siembra, observamos diferencias significativas sólo en soja de primera entre altas y bajas densidades (Figura 2). Estos resultados parciales sugieren que la densidad de siembra no sería una práctica a modificar cuando se cambia de soja de primera a segunda, al menos dentro del rango de densidad que exploramos. Sin embargo, en soja de primera, nuestros resultados indican que una reducción en la densidad de siembra podría ser una práctica favorable. Por su parte, en altas densidades, los tallos contribuyeron en mayor medida al rendimiento total, tanto en soja de primera como de segunda (Figura 3).

Respecto a la elección de genotipos, nuestros resultados indicaron que, a nivel general, el genotipo no mostró beneficios si se ajustaba diferencialmente entre soja de primera o segunda. Sin embargo, observamos diferencias asociadas al genotipo en los componentes numéricos del rendimiento según la fecha de siembra, aunque con una fuerte compensación entre ellos en ambas fechas (Figura 2). Por ejemplo, en el genotipo V ramificador en soja de primera, se registró el menor número de granos fijados, pero también el mayor peso (Figura 2). Por el contrario, el genotipo V no ramificador, en la misma fecha de siembra, presentó un elevado número de granos y un menor peso de estos (Figura 2). Además, notamos mayores cambios en la distribución del rendimiento entre ramificaciones y tallos en soja de segunda respecto a la de primera, asociados al potencial de ramificación de cada genotipo (Figura 3).

Figura 2. Proporción de rendimiento entre tallos (barra blanca lisa) y ramas (barra gris con trama) en las distintas prácticas de manejo para soja de primera y segunda. La proporción (%) se calculó como el cociente entre el rendimiento de ramas o tallos y el rendimiento total de la planta.

En resumen, este experimento sugiere que la principal variable a ajustar diferencialmente entre soja de primera y segunda es el espaciamiento entre surcos, por encima de la elección del genotipo o la densidad. Sin embargo, es necesario repetir el estudio explorando más condiciones ambientales para validar estas conclusiones parciales.

REFERENCIAS

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En la curva de aprendizaje: claves de manejo ante una nueva Niña

Los productores de la Regional Los Surgentes-Inriville llevan 13 campañas consecutivas de análisis. De cara a una nueva campaña marcada por “La Niña”, comparten algunas claves de manejo para optimizar rendimientos, desde fecha de siembra hasta elección de grupos de madurez y genotipos.

Por Franco Bardeggia ¹ y Virginia Cerantola ².

¹Regional Los Surgentes-Inriville

²Programa Regionales Aapresid

Si hablamos de cultivos oleaginosos, la soja se destaca como el principal cultivo producido en Argentina. En la campaña 2023/24, buscando la revancha luego de tres campañas consecutivas atravesadas por el fenómeno de La Niña, se estimó que la siembra de soja alcanzó 17.3 millones de hectáreas, un 3% más que la superficie sembrada en los últimos 5 años. La zona núcleo, que aportó alrededor de 2.6 millones de hectáreas, se destacó frente al resto de las regiones, logrando un rendimiento promedio de 37.7 qq ha-1 (BCR, 2024).

En dicha región, donde se estima que la brecha productiva de soja (rendimiento actual vs. rendimiento limitado por agua) promedia un 31% para cultivos de primera y de segunda (Di Mauro, 2021) y en un contexto de incertidumbre en los precios internacionales, políticas nacionales y factores climáticos, la eficiencia en la producción se vuelve crucial. No solo para los productores, por el impacto económico que tiene sobre sus empresas, sino también para la sostenibilidad del propio sistema agrícola.

Actualmente, los datos son herramientas fundamentales para encontrar respuestas que permitan lograr una producción eficiente y sustentable. En este sentido, los productores de Aapresid realizan todos los años “análisis de campaña” con la intención de entender cuáles fueron los factores críticos de manejo y realizar futuros ajustes para mejorar resultados.

La Regional Los Surgentes-Inriville, con base productiva en los departamentos Marcos Juárez y Unión, en el sudeste cordobés, comenzó con estos análisis en 2011. Esto permitió consolidar una base de datos robusta, que hoy en día nos ayuda a entender el comportamiento de la producción de soja a escala regional bajo diversas condiciones climáticas. A partir de esta información y de cara a una nueva campaña marcada por “La Niña”, esta nota pretende resaltar algunas de las claves de manejo compartidas en el último análisis de campaña de soja de la Regional.

Los productores de Aapresid realizan todos los años “análisis de campaña” con la intención de entender cuáles fueron los factores críticos de manejo y realizar futuros ajustes para mejorar resultados.

¿Cuáles

son los aspectos claves en el manejo?

Luego de 13 campañas consecutivas de análisis, el rendimiento medio en soja logrado por los productores de la regional fue de 3812,4 kg ha-1 (Figura 1). Cuando discriminamos este rendimiento por soja de 1ra y 2da, los promedios fueron de 4102,9 kg ha-1 y 3326,6 kg ha-1, respectivamente.

Figura 1. Gráfico de boxplot de rendimientos por campaña para el cultivo de soja (kg ha-1). La línea punteada indica el rendimiento medio.

Según Di Mauro et al. (2018), la variabilidad en los rendimientos se explica por dos variables: el ambiente y el manejo agronómico, que representan el 34,5% y el 65,5% de la variabilidad, respectivamente. Al analizar la base de datos de la Regional, se identificaron algunas variables de manejo con mayor impacto:

FECHA DE SIEMBRA

Es la variable de manejo de mayor impacto en el cultivo de soja. Aunque el comienzo de la siembra depende principalmente de las precipitaciones, en ambientes de potencial, las labores generalmente comienzan en los prime-

ros días de octubre. En base a esto y tomando el percentil 80 de los valores de rendimiento de la Regional, se determina una pérdida de 23,86 kg ha-1 por cada día de retraso en la siembra (Figura 2).

Figura 2. Pérdidas de rendimiento (kg ha-1) de soja por cada día de atraso en la fecha de siembra desde el 1 de octubre.

Cuando se discrimina la caída en los rendimientos por fecha de siembra según la fase del ENSO en la que nos encontramos, se observa que en años extremos (años Niño y Niña) las pérdidas se mantienen cercanas al valor anterior, aunque con techos de producción diferentes. Mientras

que en años “normales”, los techos de rendimiento se mantienen, pero la caída por atrasos en las fechas de siembra es más gradual, con una pérdida de 19,49 kg ha-1 por cada día de atraso desde el 1 de octubre (Figura 3).

Figura 3. Pérdidas de rendimiento (kg ha-1) del cultivo de soja por cada día de atraso en la fecha de siembra desde el 1ro de Octubre según ENSO.

GRUPOS DE MADUREZ

Otro aspecto ligado a la fecha de siembra es el grupo de madurez. En concordancia a lo encontrado por Videla Mensegue et al. (2024), el análisis de datos mostró que en años neutros, una vez definida la fecha de siembra, el grupo de madurez no influyó en los rendimientos. Sin embargo, en años extremos, el grupo de madurez resulta clave a la hora de seguir ajustando el manejo.

DISTANCIAMIENTO Y DENSIDAD DE PLANTAS

Aunque el distanciamiento y la densidad de plantas suelen ser estrategias defensivas en ambientes con limitantes que producen estrés en el cultivo, en los ambientes analizados por la Regional, ninguna de estas dos variables tuvo impacto significativo en la variabilidad de rendimientos, independientemente de la fase del ENSO.

GENOTIPO

En todos los casos analizados, la combinación de estrategias de manejo con genotipos de alta calidad y rendimiento resultó positiva para los resultados finales. Incluso, debido a la creciente problemática de malezas resistentes, el incremento de variedades con resistencia a 2,4-D (Figura 4) ayudó a reducir la presencia de yuyo colorado y rama negra en los lotes. Esto resalta la importancia de incorporar tecnologías al sistema y manejarlas correctamente para conservar su efectividad.

En años con restricciones hídricas (Niñas), alargar grupos de madurez (IV medios – V cortos) ayudó a sostener los pisos de rendimiento. Mientras que en años con buena disponibilidad de agua (Niños), la concentración del período crítico utilizando grupos de madurez más cortos (III cortos, III largos y IV cortos), junto con fechas de siembras tempranas, potenció los techos de rendimiento.

Figura 4. Distribución de tecnologías por campaña utilizadas por la Regional en el cultivo de soja.

Resumen y conclusiones

A pesar de que se avecina una nueva campaña con tendencia “seca”, el panorama zonal en cuanto a recargas hídricas de los perfiles de suelos es significativamente mayor que el de las últimas campañas “Niñas” que atravesamos. Esto significa que el ajuste en las estrategias de manejo del cultivo de soja resultan clave para obtener buenos resultados.

Adelantar la fecha de siembra en este tipo de campañas puede asegurarnos mayores rendimientos en ambientes sin restricciones, pero también implica un alto riesgo en ambientes con limitantes. Por lo tanto, retrasar la fecha de siembra puede ser una buena estrategia, sacrificando techos de rendimiento altos, pero asegurando mejores pisos. Además, alargar el período crítico con grupos de madurez más largos es una combinación acertada para un planteo defensivo en ambientes limitantes.

Por último, aunque no se mencionó a la nutrición en el análisis, es una estrategia de manejo fundamental a la hora de enfrentar posibles condiciones de estrés. Por eso, es importante determinar los nutrientes en el suelo y los requerimientos nutricionales según los objetivos de rendimiento al definir cualquier tipo de planteo productivo.

Agradecimientos:

Gracias a Aapresid y su programa Regionales por brindar herramientas y por promover espacios de puesta en común de las experiencias vividas por los distintos productores que integran las Regionales. Estos espacios son de suma importancia para seguir mejorando día a día como institución y sociedad.

Gracias también a los productores de la Regional Los Surgentes-Inriville que, de manera transparente y desinteresada, brindan año a año los datos de sus sistemas productivos, con el objetivo de compartirlos con otros productores, asesores y empresas.

La coyuntura tiene en vilo la campaña de soja

Con precipitaciones que se hacen rogar y precios deprimidos, la próxima campaña de soja está sobre las cuerdas. Distintos socios regionales de Aapresid comparten las perspectivas en cada zona.

Se avecina una nueva campaña de soja y, a la fecha, hay más preguntas que respuestas. La difícil situación que atravesaron distintas regiones del país por el virus de achaparramiento en maíz, hacía suponer que gran parte de la superficie destinada a la gramínea pasaría a soja, entre otros cultivos estivales. Sin embargo,

existen otros condimentos que influyen, por lo que no está todo dicho. Para conocer de primera mano las perspectivas de un nuevo ciclo de la leguminosa y las diferentes estrategias para enfrentar el contexto, conversamos con distintos socios regionales de Aapresid para que nos den su visión.

Por: Ing. Agr.

Un contexto complicado

“A esta altura del año, el contexto que enfrentamos en la producción de soja es posiblemente uno de los peores de los últimos años; parece que se alinearon los planetas para que esto suceda”, disparó el Ing. Agr. Sebastián Prato, asesor y miembro de la Regional Aapresid Villa Trinidad – Santa Fe, Nodo Litoral. Prato explicó que será necesario sortear, de la manera más decorosa posible, los desafíos que imponen el déficit hídrico y el panorama de precios deprimidos que parece sostenerse en el corto y mediano plazo. “Los precios futuros de los commodities están en descenso debido a la menor demanda y a una proyección de cosecha en EE.UU. y Brasil, donde se estima que se alcanzarán los mayores stocks de las últimas campañas. Además, los costos de los servicios han aumentado en dólares”, agregó el Ing. Agr. Sergio Rocha, asesor, productor y miembro de la Regional Aapresid Chacabuco. Sumando otras variables, el Ing. Agr. Juan Ignacio Ortolani, de la Regional Aapresid Adelia María, agregó la situación adversa en los campos alquilados. En ese hilo, Rocha advirtió: “En campo propio, los números son lógicos y la ecuación resulta favorable, aunque con menos rentabilidad que

la habitual; los resultados siguen siendo positivos. En el caso de campos alquilados, con los valores actuales de alquileres y precios de commodities, la rentabilidad es negativa o el rendimiento de indiferencia es demasiado alto. Para la soja de primera, el rendimiento de indiferencia es de 4000 kg/ha; para el maíz de 9000 a 10000 kg/ha; y para el trigo de 4200 kg/ha”.

Por su parte, el Ing. Agr. Mariano Carreño, productor agropecuario de la Regional Aapresid Montecristo, sumó la falta de financiación de corto y mediano plazo.

La optimización en el uso de todos los recursos será fundamental, mucho más de lo que el productor está acostumbrado, coincidieron los socios regionales de Aapresid.

Frente a este contexto, la optimización en el uso de todos los recursos será fundamental, mucho más de lo que el productor está acostumbrado, coincidieron los socios regionales de Aapresid. “Lograr que la ecuación precio por rinde sea la más satisfactoria posible es clave”, aseguró Prato. Con respecto a lo climático, Ortolani dijo: “Debemos estar preparados con estrategias de manejo más defensivas que busquen la estabilidad, aseguren pisos de rendimiento y diversifiquen momentos de períodos críticos”. Según Carreño, las empresas con mayor profesionalización tendrán mejor capacidad para sortear esta compleja situación. La adopción de tecnologías de última generación (siembra variable, aplicaciones dirigidas de fitosanitarios, drones, software de aplicación agrícola, de gestión, IA aplicada al agro, biotecnología, entre otras) permite que la eficiencia del productor agropecuario sea cada vez más alta y específica, garantizando una producción sostenible en el tiempo y sustentable a largo plazo.

Soja sumaría más hectáreas sembradas

Según explica Sergio, en el centro norte de la provincia de Buenos Aires, la soja de segunda ya está decidida, ya que en esta zona se siembra principalmente después de trigo o cebada. “Estimo que la soja de primera se incrementará entre un 18% y un 20%”, aseveró.

En cuanto a la rotación, el integrante de la Regional Aapresid Villa Trinidad señaló que el impacto negativo que produjo el problema de Dalbulus en maíz durante la pasada campaña (una de las zonas más afectadas a nivel nacional), llevará a reducir significativamente la participación de este cultivo. Si bien todavía no está todo dicho y faltan analizar varios factores de acá a fin de año para determinar su participación final en la rotación, la superficie que no se siembre con la gramínea pasaría a girasol (entraríamos a fechas marginales a partir de octubre) y a soja.

En esa línea, el representante de la Regional Aapresid Montecristo aseveró que la intención de siembra de soja va a aumentar en un porcentaje considerable, traccionada por el impacto del complejo de achaparramiento del maíz en el norte de Córdoba. “Hoy el porcentaje de área que se realizaba maíz sobre rastrojo de maíz va a desaparecer y la soja de primera ganará terreno, mientras que la soja de segunda prevalecerá sobre los maíces de segunda. Es probable que en esta campaña se repita la siembra de soja sobre algún rastrojo de soja de la campaña pasada por estrategia, y donde también el cultivo de girasol va a ganar terreno”, remarcó. Advirtió que la gran disyuntiva se posará en la campaña 2025/26, donde será necesario replantear la estrategia para producir soja, ya que el trigo es muy difícil de hacer ante un pronóstico de ocurrencia de una Niña y las recargas de perfiles para un cultivo de invierno se dificultan.

Mucho manejo para potenciar el rendimiento

De cumplirse un nuevo ciclo de año Niña, en Villa Trinidad (centro-oeste de la provincia de Santa Fe) aspirar a rendimientos de soja en torno a los 3000 kg/ha sería un objetivo lógico hoy por hoy. Ante un escenario de escasez hídrica, Prato recomendó lo siguiente:

Cosechar eficientemente el agua caída antes de la siembra (es una obviedad, pero no siempre se lleva a cabo). Años restrictivos evidencian el manejo histórico de cada lote (bueno o malo).

Seleccionar los lotes según las reservas de agua útil que tengan.

Adecuar la fecha de siembra, grupos de madurez y espaciamientos, tratando de ubicar los períodos críticos en los momentos más oportunos según cada situación. Planificar la logística para evitar siembras de “apuro”.

Es clave DIVERSIFICAR LA UBICACIÓN DE PERÍODOS CRÍTICOS.

Prácticas de manejo a analizar en esta zona (Villa Trinidad): medir agua en el perfil, realizar controles eficaces de malezas, definir genética/biotecnología a usar, no descuidar los insectos asociados a este contexto, así como las densidades de siembra.

Seguir incursionando y posicionando soluciones tecnológicas antiestrés (resultado prometedores en los últimos años).

En la zona de Adelia María (centro- oeste de la provincia de Córdoba), los rendimientos promedios varían entre 4500 y 3500 kg/ha. Ortolani destacó que los cultivos de soja que provienen de maíz, pero con un cultivo de servicio previo como el centeno, logran un mayor porcentaje de cobertura y mejor salud física del suelo. “Los mejores lotes de soja son aquellos con un mayor grado de intensificación”, subrayó.

Dentro de las prácticas de manejo que llevan adelante, citó la caracterización de ambientes. Tras un trabajo dedicado y validado con mapas de rendimiento, determinaron parámetros físico-químicos de suelo, como textura, materia orgánica, materia orgánica joven, fósforo, micronutrientes, pH, CE y profundidad efectiva del perfil. “Ambientando y reconociendo diferentes unidades de manejo, clasificando los lotes en alto, medio y bajo potencial de rendimiento, nos permite armar nuestra estrategia de siembra de soja”, indicó.

Reforzando lo expresado por Prato, el socio de la Regional Adelia María recomendó nunca sembrar un lote con poca humedad temprano, ni con grupos de ciclo más corto (cuatro medio). “Buscamos alcanzar eficiencias en el uso del agua que rondan los 8 kg de soja por mm de lluvia como objetivo”, aseguró.

Para Mariano Carreño, el plan para la próxima campaña contempla posicionar la mejor biotecnología de variedades de soja en siembras escalonadas. “Una amplia fecha de siembra nos permite, estratégicamente, capitalizar la mayor cantidad de precipitaciones y radiación para

convertirla en granos con la mayor eficiencia posible en el uso de estos recursos”, apuntó. Además, subrayó la importancia de brindarle la mejor protección posible al cultivo, realizando muy buenos controles de malezas, insectos y enfermedades. En esa línea, agregó: “Nos apoyamos en la tecnología que el mercado nos ofrece actualmente y haciendo mucha agronomía, además de recurrir a las herramientas digitales”.

Innovación

y agronomía

Con respecto a los rendimientos históricos en Montecristo (centro-norte de la provincia de Córdoba), el socio de Aapresid dijo que rondan entre 2700 y 2900 kg/ha, no obstante, aspiran a llegar a los 3300/3500 kg/ha promedio en sus lotes de producción.

es y será la clave del éxito

Aunque nos enfrentamos a desafíos importantes en la producción de soja, Sebastián, Sergio, Juan Ignacio y Mariano coincidieron en que se presenta una gran oportunidad para impulsar la innovación y mejorar nuestras prácticas mediante la adopción de tecnologías avanzadas y un manejo agronómico consciente y responsable. Contamos con numerosos nuevos insumos, formulaciones biológicas y herramientas digitales; si sabemos posicionarlos adecuadamente, estaremos más cerca de alcanzar los objetivos propuestos.

Tranqueras afuera se requieren mejores condiciones económicas, financieras y reglas claras para poder aplicar toda la tecnología disponible, que a menudo resulta demasiado onerosa o antieconómica.

Finalmente, necesitaremos seguir generando información, ya que los nuevos desafíos se presentan año tras año, armar equipos de trabajo competentes e interdisciplinarios, y capacitarse de manera continua. Al hacerlo, no solo aseguraremos rendimientos sostenibles, sino que también garantizaremos la rentabilidad y la salud de nuestros sistemas agrícolas en el futuro.

Agradecimientos:

Agradecemos a Mariano Carreño, Juan Ignacio Ortolani, Sebastián Prato y Sergio Rocha por sus valiosos aportes en esta nota.

¿Secar temprano o tarde? La respuesta que marca la diferencia

La inclusión de cultivos de servicios es una herramienta cada vez más utilizada para intensificar rotaciones. Un estudio revela cómo el momento de secado de especies como centeno y vicia villosa impacta en el rendimiento de la soja y el agua acumulada.

La siembra directa, concebida como sistema de producción, ha evolucionado conceptualmente. De ser considerada sólo como una herramienta para proteger de la erosión y cuidar el agua almacenada en el suelo, hoy es vista como el sistema que permite gestionar eficientemente la oferta ambiental con el objetivo de maximizar la productividad de manera sustentable. Esta nueva forma de hacer agricultura implica interpretar la real y amplia oferta ambiental de cada zona productiva y adecuar la estrategia agronómica para maximizar el uso eficiente de estos recursos disponibles, incorporando aquellos insumos externos limitantes para lograr una producción sustentable. En términos energéticos, esta agricultura tiende a elevar al máximo la eficiencia de transformación de la energía disponible -proveniente de recursos naturales e insumos externos- y su “almacenamiento” en forma de alimentos, fibras y biocombustibles.

Se trata de una nueva agricultura, basada en la incorporación de los conocimientos que la ciencia genera, principalmente en campos como la ecología, la ecofisiología, la genética,

la nutrición, la edafología, la biología de suelos y la protección de adversidades bióticas y abióticas. Es en este contexto, las buenas prácticas agrícolas (BPAs) adquieren real importancia, ya que permiten adaptar y ejecutar los nuevos conocimientos y avances tecnológicos al terreno de la producción agrícola de alimentos.

Las BPAs persiguen la sustentabilidad ambiental, económica y social de los sistemas productivos agropecuarios, lo que se traduce en la obtención de productos alimenticios y no alimenticios más inocuos y saludables, con un mínimo daño ambiental. O mejor aún, conservando y mejorando muchos parámetros y atributos de los recursos naturales, especialmente el suelo en el caso de la agricultura. Todo esto, sin resentir los rendimientos de los cultivos, sino buscando su aumento permanente mediante la incorporación de conocimientos.

En un sistema de siembra directa hay una BPA que resulta clave para el uso eficiente del recurso agua, y es la rotación de cultivos. Resulta de gran importancia ajustar su intensidad a la realidad climática y productiva de cada zona. La intensidad hace referencia a la cantidad de cultivos en un período de tiempo. Una rotación será más intensa cuantos más cultivos se realicen en un número determinado de años. Es fundamental encontrar la intensidad adecuada, ya que si es baja, se estarán desaprovechando oportunidades de obtener mayor rentabilidad y no se utilizaría toda el agua almacenada. Por el contrario, si la intensidad es excesiva, los riesgos productivos serán altos, ya que para las condiciones promedio de la zona, el agua no será suficiente para obtener altas produccio-

nes. En definitiva, la intensidad de rotación es la herramienta que permite ajustar la secuencia de cultivos a la oferta ambiental. Un buen ajuste de la intensidad de rotación ayuda a ser eficientes en el uso de recursos, maximizando la producción en función de la oferta ambiental, lo que también puede mejorar los resultados económicos para la empresa.

Los cultivos de servicio (CS) se siembran en una ventana de tiempo y espacio normalmente no ocupada por un cultivo de cosecha. Su inclusión apunta a obtener otros beneficios como: aporte de materia orgánica, fijación y ciclado de nitrógeno, consumo de agua y regulación de la profundidad de la napa, así como la mejora de las propiedades físicas de los suelos y el control de malezas.

Durante mucho tiempo se sostuvo que para almacenar agua era necesario tener largos períodos de barbechos limpios (sin malezas). Bajo este razonamiento, se asumía que durante estos períodos sin cultivos, el suelo se recargaba

con las lluvias, llegando a la siembra del cultivo siguiente con un perfil de agua bien provisto. Lo que no tenía en cuenta este razonamiento, era la eficiencia de ese barbecho, o dicho de otra manera, cuánta agua se perdía por evaporación directa durante el barbecho. Según Gil, las eficiencias en el norte del país, en lotes con siembra directa pero mal rotados – y por ende con poca cobertura – no superan el 20%, lo que significa que se pierden 8 de cada 10 milímetros llovidos.

La alternativa que surge es transformar estos milímetros improductivos en biomasa mediante la inclusión de CS en ventanas de tiempo normalmente desocupadas. Como ventaja adicional, al secar el CS, se mejora la captación e ingreso del agua de lluvia al suelo. Por otro lado, al haber alta cobertura, se baja la evaporación. El objetivo es que, con la inclusión de los CS, se mantenga al menos la misma cantidad de agua para el cultivo siguiente, logrando rindes iguales o mejores y obteniendo los “servicios” de estos cultivos.

En el sudeste de Córdoba, una de las opciones que utilizamos como CS es el centeno, un cultivo invernal que normalmente se siembra detrás de un maíz y antes de la soja de primera. Los objetivos de su inclusión consisten en: lograr una competencia con malezas invernales y disminuir la germinación de malezas difíciles en primavera, mejorar la porosidad superficial del suelo, y aportar cobertura y materia orgánica. Adicionalmente, en zonas bajas donde podrían ocurrir encharcamientos, la implantación de centeno permite consumir el agua en exceso y evita la evaporación directa, con la posterior salinización de la superficie del suelo.

En consecuencia, cuanto más temprano se pueda implantar el centeno, mayores serán los beneficios. De ahí que la siembra aérea de centeno sobre lotes de maíz o soja en pre-

cosecha se volvió una práctica muy difundida. La siembra aérea permite ganar entre 20 y 30 días en comparación con una siembra tradicional que se realizaría luego de la cosecha del cultivo estival. Normalmente, estamos volando los maíces luego de la madurez fisiológica, sembrando entre 50 y 70 kg/ha de centeno, dependiendo del peso de mil semillas.

Un aspecto a manejar es el momento de corte del crecimiento del CS, ya que esto impactará en la probabilidad de reponer el agua consumida por el centeno previo a la siembra del cultivo estival, normalmente soja de primera. Al adelantarse el ciclo fenológico del CS por la siembra aérea, hay mayor flexibilidad a la hora de definir el momento de secado. En el sudeste de Córdoba, estamos secando los centenos desde principios de julio a mediados de agosto. Dentro de esa ventana, habrá que evaluar las probabilidades de lluvias en primavera para asegurar una buena reposición de milímetros en el perfil.

Otra opción es incluir vicia villosa como CS, que se siembra normalmente detrás de una soja de primera o segunda, y como antecesor de maíz, y en menor medida, antes de la soja. La vicia villosa no solo genera biomasa, favoreciendo el aporte de carbono y la cobertura del suelo, sino que también fija nitrógeno atmosférico y lo incorpora al suelo vía la descomposición de sus residuos aéreos y subterráneos. Experiencias realizadas por Okandu en la zona núcleo, muestran producciones de materia seca de entre 4000 a 6000 kg/ha de MS, con una concentración de nitrógeno entre 3 y 4%.

Centeno y vicia villosa

Ensayos en la campaña 23/24

Con el objetivo de evaluar el impacto de la inclusión de CS como antecesores de cultivos estivales de maíz y soja, durante la campaña 23/24 planificamos y ejecutamos un ensayo en colaboración con el CREA Monte Buey/Inriville. Dicho ensayo incluyó: un barbecho limpio, dos cultivos de servicio (centeno y vicia) y dos momentos de secado para cada uno (temprano y tardío). Se buscó, por un lado, conocer el impacto de la inclusión de ambas especies de CS y sus momentos de secado en la cantidad de agua almacenada en el suelo a la siembra del

cultivo estival, y por otro, conocer el impacto sobre el rendimiento de soja y maíz.

Se hicieron franjas que incluyeron: Barbecho limpio, CS de centeno secado temprano, CS de centeno secado tarde, vicia secada temprano y vicia secada tarde. En estas franjas, se evaluó la cantidad de agua acumulada a los dos metros de profundidad al momento de siembra del cultivo estival. Sobre estas franjas se sembró soja de primera el 6 de noviembre de 2023, evaluando el impacto en el rendimiento.

Figura 1. PVista aérea de los tratamientos durante el barbecho. De izq a derecha: Centeno secado tarde, Centeno secado temprano, Barbecho limpio, Vicia secada temprano, Vicia secada tarde.

A principios de noviembre de 2023 (dos días antes de sembrar la soja), se midió el agua acumulada en cada tratamiento al metro y a los dos metros de profundidad. El testigo (sin malezas y sin CS) almacenó 341 mm a los dos metros de profundidad; en tanto que el centeno secado temprano acumuló 323 mm (18 mm menos), y el centeno secado tarde acumuló 242 mm (99 mm menos que el testigo). Por su parte, la vicia villosa secada temprana acumuló 288 mm a los dos metros (53 mm menos que el testigo), y la vicia secada tarde acumuló 264 mm, es decir, 77 mm menos que el testigo (Cuadro 1).

La fecha de secado considerada temprana en centeno es la que tradicionalmente usamos en la práctica cuando incluimos este CS como

Demorar el secado del centeno supone un consumo de agua adicional importante, sin aportar beneficios adicionales, y dejando el perfil notoriamente más seco (99 mm menos).

antecesor de soja de primera. Una diferencia negativa de 18 mm a la siembra de la soja no parece importante, considerando la cobertura que deja el centeno, la mejora en la porosidad del suelo y el impacto positivo esperable en la lluvia efectiva posterior. Por el contrario, demorar el secado del centeno supone un consumo de agua adicional importante, sin aportar beneficios adicionales, y dejando el perfil notoriamente más seco (99 mm menos).

En caso de la vicia villosa, la fecha de secado temprano, aunque penalizó con 53 mm menos, deja un suelo cubierto con un aporte de materia seca estimado en 5000 kg/ha, lo cual representa alrededor de 150 kg de nitrógeno en su biomasa aérea. Nuevamente, demorar el secado de la vicia conlleva un consumo adicional que puede sumar riesgos al cultivo posterior sin brindar demasiados beneficios adicionales.

Cuadro 1. ANOVA para germinación y plántulas normales de semilla de girasol tratada con desecantes aplicados en diferentes momentos. Se indica el valor p y el porcentaje de suma de cuadrados (SC) explicada por cada factor.

Agua útil a 1 metro profundidad

Gráfico 1. Agua útil al metro de profundidad para los diferentes tratamientos.

Agua útil a 2 metros de profundidad

Gráfico 2. Agua útil a los dos metros de profundidad para los diferentes tratamientos

El 6 de noviembre, se sembró soja de primera en todo el bloque, midiéndose el efecto de los diferentes tratamientos de barbecho sobre el rendimiento. Los resultados se muestran en el cuadro 2 y en el gráfico 3.

Cuadro 2. Rendimientos de soja para los diferentes manejos de barbecho.

Impacto de los CS y sus fechas de secado en el rendimiento de soja . Monte Buey (23-24)

4318 4364 4182 4091 3818

Gráfico 3. Rendimientos de soja para los diferentes manejos de barbecho.

Impacto en rendimiento

El rendimiento de la soja en la franja testigo (BQ) fue de 4318 kg/ha; en tanto que la soja sobre CS de centeno secado temprano rindió 4364 kg/ha, es decir, 45 kg/ha más. Este manejo, que es el que tradicionalmente hacemos al incluir CS de centeno como antecesor de soja, mostró un impacto positivo en el rendimiento (o de mínima neutro), pero con los “servicios” adicionales que la inclusión de esta cobertura supone.

En cambio, la soja sobre centeno secado tarde tuvo una caída en el rendimiento de 136 kg/ha, evidenciando el riesgo que se corre al secar tardíamente el centeno, sin obtener “servicios” adicionales. Esto remarca la importancia del momento de secado.

Al analizar las vicias, su inclusión impactó negativamente en la soja, con pérdidas de rendimiento de 227 kg/ha y 500 kg/ha para la vicia secada temprana y tarde. De nuevo, el momento de secado se muestra como un factor determinante. Es importante aclarar que, normalmente, la vicia no se utiliza en nuestras rotaciones como antecesor de soja, sino que se la incluye como antecesor de maíz tardío.

La soja sobre CS de centeno secado temprano rindió 4364 kg/ ha, es decir, 45 kg/ha más.

Consideraciones finales

La inclusión de CS es una herramienta cada vez más utilizada para intensificar la rotación y obtener beneficios ambientales. Elegir la especie más adecuada como antecesor del cultivo estival posterior, y ajustar su manejo es fundamental para asegurar una inclusión exitosa. Particularmente, el momento de secado del CS determina el éxito o fracaso de esta práctica, debido al impacto que tiene en el agua acumulada en el perfil al momento de la siembra del cultivo estival.

En nuestro caso, a partir de esta y otras experiencias previas, estamos incluyendo centeno en una alta proporción de los lotes, sembrado con

avión en precosecha de maíz como antecesor de soja de primera. En estos casos, resulta crucial tener en claro el momento de corte del CS para permitir una recarga del perfil antes de la siembra de la soja. También estamos utilizando vicia villosa, pero como antecesor de maíz tardío o sorgo, especialmente en ambientes de aptitud media. Esto nos permite ajustar la nutrición nitrogenada y mejorar estos ambientes.

Consideramos que hay que continuar con estas experiencias en condiciones reales de producción para seguir ajustando la herramienta de los cultivos de servicio.

Girasol: semillas híbridas y el dilema de los desecantes

Los desecantes químicos aceleran el secado de las plantas hembra, pero su aplicación cerca de madurez fisiológica puede afectar la calidad de la semilla. Este estudio evaluó la influencia del momento de aplicación y tipo de desecante en la calidad de la semilla híbrida de girasol, destacando al carfentrazone como una alternativa viable en aplicaciones tempranas.

Por Teysseire, C.¹; García, F.²; Rizzo, J.²; Cantamutto, M.¹; Rondanini, D.³*

¹ EEA INTA Hilario Ascasubi y UNS, ²IIPAAS y FCA-UNLZ, ³IFEVA CONICET y FAUBA. rondanin@agro.uba.ar

La industria semillera argentina, compuesta por entidades públicas y privadas, tiene una larga trayectoria en la obtención de nuevas variedades, la incorporación de biotecnología y la producción y distribución de semillas de alta calidad. En el caso de la semilla híbrida de girasol, la producción se concentra en el valle bonaerense del Río Colorado (VBRC). Esta zona posee excelentes condiciones edafoclimáticas, infraestructura de regadío, alta radiación y temperatura media templada, escasas precipitaciones y baja presión de enfermedades [1].

Para producir semilla híbrida de girasol, es necesario cultivar intercaladamente las líneas macho y hembra (androestériles), asegurando que la antesis masculina coincida en el tiempo con la apertura de flores de las hembras. Después de la fertilización de la flor y el cuaje, ocurre el crecimiento de la semilla, que en el caso del girasol es un fruto e incluye el crecimiento inicial de la cáscara (tejido materno) seguido por el crecimiento del embrión (pepita). Cuando el peso seco de la semilla se estabiliza, se alcanza la madurez fisiológica (MF), obteniéndose el máximo peso seco y calidad de la semilla.

El aumento del peso seco de la semilla está acompañado por una disminución de su humedad y se ha determinado que la humedad a MF es de alrededor del 38% en girasol aceitero y 40% en girasol confitero [2,3]. Para cosechar la semilla de forma mecanizada, es necesario que su humedad descienda a valores menores al 16%. También debe disminuir la humedad de otras estructuras de la planta que ingresan a la cosechadora, como el receptáculo del capítulo, el cual se mantiene muy húmedo durante todo el llenado de granos, alcanzando un 85% en MF [4].

La aplicación de desecantes químicos a las plantas hembra acelera la pérdida de humedad de los tejidos y acorta los tiempos de cosecha. No resulta claro si el daño a la germinación es causado por el tipo de desecante químico o por el momento temprano de aplicación muy cerca de MF. Por este motivo, el objetivo de este estudio fue analizar la interacción entre el momento de aplicación y el tipo de desecante, aplicado solo o en mezcla, sobre la calidad de semilla híbrida de girasol.

Figura 1. Germinación afectada por la aplicación de desecantes en plantas hembra con diferente humedad de semilla en ensayos en Hilario Ascasubi. La línea indica el 85% mínimo requerido por la legislación. Fuente [6].

Metodología

Se cultivaron los padres de un híbrido comercial aceitero (semillero ACA) en el campo experimental FAUBA (34º35'S, 58º29'W) en una proporción hembra:macho de 2:1. Las plantas hembra florecieron el 20/2/20 y los machos dos días antes. Las plantas hembra se pulverizaron con Carfentrazone (C), Glifosato (G) y su mezcla (C+G) en dosis de marbete, en dos momentos diferentes de aplicación: a los 36 y a los 43 días desde floración (2 y 9 días luego de MF), con 38% y 26,5% de humedad de semilla, respectivamente. Se incluyó un Testigo (T) sin desecante.

El diseño fue DCA con n=4 parcelas, y cada parcela contenía 8 plantas hembra. Se midió la dinámica de humedad de las semillas y los receptáculos. A los 53 días desde floración se cosechó manualmente, se conservaron las muestras a temperatura ambiente y, dos meses después, se midió el % de germinación, plántulas normales, anormales, frescas y muertas según las normas ISTA, con 4 repeticiones de 25 semillas. Las diferencias significativas entre tratamientos se analizaron mediante ANOVA y prueba de Tukey al 5%, previa transformación angular de los datos porcentuales. En el texto se presentan los valores promedio sin transformar.

Figura 2. Vista general del ensayo, detalle de plantas pulverizadas con desecantes químicos y seguimiento de humedad de semillas, receptáculo y porción superior del tallo.

Resultados

Se observó una interacción significativa entre el momento de aplicación y el tipo de desecante sobre el porcentaje de germinación y de plántulas normales (Tabla 1). En ningún caso los desecantes causaron mortandad de semillas (p=0,1938), la cual en promedio fue baja (3%).

*, **, *** significativo al 5, 1 y 0,1%, respectivamente, ns: no significativo

Tabla 1. ANOVA para germinación y plántulas normales de semilla de girasol tratada con desecantes aplicados en diferentes momentos. Se indica el valor p y el porcentaje de suma de cuadrados (SC) explicada por cada factor.

Los desecantes G y C+G redujeron la humedad del receptáculo a <40% a los 10-12 días desde la aplicación, mientras que la humedad del receptáculo en el Testigo se mantenía en 80% (Figura 3). El porcentaje de plántulas normales, que fue 60% en el T, mostró interacción significativa momento x desecante (p<0,0001) y se redujo

drásticamente en los tratamientos G y C+G aplicados temprano, con sólo el 10% de plántulas normales (Figura 3). En cambio, el porcentaje de plántulas normales no se redujo cuando la aplicación fue tardía. El % de semillas frescas fue elevado (29% en T) en todos los tratamientos, excepto en C aplicado temprano (4%).

Figura 2. Reducción de la humedad de receptáculo y semilla, y % de plántulas normales de semilla de girasol tratada con desecantes (T: testigo, C: carfentrazone, G: glifosato, C+G: carfentrazone + glifosato) aplicados en dos momentos diferentes (2 y 9 días desde madurez fisiológica, MF).

Discusión y conclusiones

La aplicación temprana, cerca de madurez fisiológica, acelera el secado y acorta el tiempo a cosecha, pero es riesgosa para la calidad de semilla. El glifosato, solo o en mezcla, fue nocivo cuando se aplicó temprano. Además, existen evidencias de que el glifosato, como herbicida sistémico, puede ser traslocado a la semilla y afectar la germinación en varias especies [6, 7].

Por su parte, el carfentrazone, un herbicida de contacto del grupo de inhibidores de PPO y banda azul, fue menos efectivo en el secado, pero al aplicarlo solo, no afectó la calidad de las semillas en ningún momento de aplicación.

En conclusión, este ensayo i) confirma el riesgo de desecar con glifosato, solo o en mezcla, muy cerca de madurez fisiológica y ii) deberá replicarse para confirmar el costo/beneficio de aplicar carfentrazone temprano (2 días desde madurez fisiológica) versus carfentrazone + glifosato más tarde (9 días desde madurez fisiológica), secando rápido sin afectar la calidad de la semilla híbrida producida.

REFERENCIAS

Consulte las referencias ingresando a www.aapresid.org.ar/blog/revista-aapresid-n-234

Soja Bt: ¿sigue siendo efectiva contra lepidópteros en el NEA?

La introducción de la soja Bt en Argentina permitió disminuir el uso de insecticidas, aunque en los últimos años también mostró una reducción en su efectividad. La REM está evaluando el desempeño actual de la tecnología para ajustar y mejorar las estrategias de manejo

Desde 2012, el evento biotecnológico Bt en soja está aprobado en Argentina, otorgando al cultivo resistencia a lepidópteros. El término Bt refiere a Bacillus thuringiensis, una bacteria de la cual se extrae el segmento de ADN responsable de sintetizar proteínas tóxicas para este grupo de insectos y que luego se inserta en el ADN de la soja para conferir esta misma capacidad. Así, la soja Bt es capaz de elaborar esta proteína y combatir plagas que se alimentan de sus tejidos, como la oruga medidora (Rachiplusia nu), falsa medidora (Chrysodeixis includens), oruga de las leguminosas (Anticarsia gemmatalis), oruga bolillera (Helicoverpa gelotopoeon), entre otras.

La introducción y adopción creciente de soja Bt ha sido un gran avance para los productores del NEA, ya que ha reducido la necesidad de insecticidas foliares y ha facilitado el control de las plagas. Su uso estuvo sustentado en el correcto funcionamiento, la operatividad y las ventajas comparativas respecto a variedades RR no Bt, pero, como era de esperar, nada es para siempre.

En los últimos tres años, se viene observando cierta pérdida de efectividad de la tecnología. Esto llevó a un aumento en la necesidad de aplicaciones sobre los cultivos Bt, especialmente contra Rachiplusia nu, lo que plantea interrogantes respecto a la sustentabilidad y rendimiento de este cultivo (Figura 1).

El primer interrogante a saber es si este declive en la performance de las biotecnologías insecticidas incluye a una o varias especies. Para elaborar estrategias de manejo, lo principal es no errar en el diagnóstico. En todas las colectas realizadas para los estudios, la única especie identificada causando daño en sojas Bt fue la oruga medidora (Rachiplusia nu). Esto indica que la tecnología sigue siendo efectiva para el resto de las especies blanco.

1. Porcentaje (%) de lotes tratados con insecticidas foliares en soja con tecnología Bt para lepidópteros. Fuente: REM Aapresid. El manejo ha sufrido un cambio respecto a lo que se hacía en campañas anteriores. En este sentido, es importante conocer los materiales que se siembran, su capacidad vegetativa según el grupo de madurez para soportar defoliaciones sin afectar el rendimiento (IAF crítico), las condiciones de la campaña, y el avance poblacional de la plaga, incluyendo el recuento de especies, la cantidad y el tamaño de isocas. A partir de allí, se puede evaluar la necesidad

Figura

de aplicaciones foliares, considerando dosis y calidad de aplicación respecto a la especie target y su ubicación en el canopeo.

En este contexto, desde el Programa Red de Manejo de Plagas de Aapresid (REM) se instó a indagar sobre el desempeño de las biotecnologías frente al daño causado por lepidópteros en el NEA.

Relevamiento del daño de lepidópteros en la región

La REM ha llevado a cabo evaluaciones en cinco sitios experimentales de la Red de Soja NEA: San Justo, Reconquista, Las Breñas, Bandera y Quimilí. En cada sitio, se seleccionaron distintas variedades de soja: a) sin la tecnología Bt, b) con tecnología Intacta (cry1Ac), y c) con tecnología Conkesta (cry1Ac + cry1F).

Se midieron dos estaciones en las tres repeticiones de cada tratamiento, entre R3 y R5. Los monitoreos mostraron niveles variables de defoliación (Tabla 2) y muy baja presencia durante la etapa vegetativa (Tabla 1) en las tres tecnologías evaluadas. Los recuentos arrojaron diferencias entre sitios y entre tecnologías, tanto en número como en tamaño de las orugas y su daño por defoliación.

Tabla 1. Orugas por metro según tamaño para cada tecnología. Letras distintas indican diferencias significativas (p<= 0.05). Fuente: REM, Red de Soja NEA-Aapresid.

Tabla 2. Porcentaje (%) de defoliación para cada tecnología. Letras distintas indican diferencias significativas (p<= 0.05). Fuente: REM, Red de Soja NEA-Aapresid.

Estos datos muestran diferencias significativas en el porcentaje de defoliación entre sitios, tecnologías y sus interacciones (Figura 2). Donde la presencia de la plaga fue mayor, la respuesta de la tecnología fue significativa. Mientras que en los sitios donde la defoliación fue menor, no se observaron diferencias estadísticamente significativas entre las biotecnologías.

Figura 2. Porcentaje de defoliación por tecnología y localidad. Fuente: REM, Red de Soja NEA-Aapresid.

Al analizar lo que ocurrió en cada uno de los sitios seleccionados, se observa que en Quimilí, San Justo y Reconquista hubo un mayor impacto de la plaga durante esta campaña, mientras que en los otros sitios la presencia de la plaga fue menor. Esta situación subraya la necesidad de un monitoreo constante a lo largo del ciclo, prestando especial atención a la especie en cuestión y a los umbrales.

Es esencial comprender las diferencias en el comportamiento de las especies. En San Justo, por ejemplo, el porcentaje más alto de defoliación en el tercio superior del canopeo correspondió a las plantas no Bt, causado por A.gemmatalis. Mientras que en las plantas Bt, la defoliación, aunque menor, se concentró en el tercio medio y fue provocada por R. nu (Figura 3).

Figura 3. Porcentaje de defoliación (Izq.) y número de orugas por metro según especie de lepidóptero (Der.) para cada tecnología. Fuente: REM, Red de Soja NEA-Aapresid.

Aunque el manejo ha sufrido cambios en las últimas campañas, el aporte de las biotecnologías sigue siendo de gran valor. Es importante conocer los materiales que sembramos, la capacidad vegetativa según su grupo de madurez para soportar defoliaciones sin afectar el rendimiento, las condiciones de la campaña y el avance poblacional de la plaga.

Concluyendo, y en base a lo analizado, podemos decir que frente a una alta presión de la plaga, adquiere especial relevancia la correcta elección de la biotecnología insecticida. Dentro de las tecnologías disponibles, los materiales con eventos apilados (cry1Ac + cry1F) actualmente muestran un mejor desempeño en comparación con Intacta.

Agradecemos a los productores e investigadores que colaboraron en este análisis. La REM se compromete a seguir aunando esfuerzos para conocer la realidad de la tecnología y desarrollar estrategías que beneficien a los productores y al sector en general.

NOS ACOMPAÑAN

Arándanos: la fruta azul que conquista grandes paladares

Reconocido por su calidad y sabor único, el arándano argentino gana protagonismo en el mercado internacional. Con un enfoque en la sustentabilidad, los productores apuestan por una producción responsable y respetuosa con el medioambiente, lo que le añade un valor significativo a cada cosecha.

Por: Ing. Agr. Antonella Fiore Prospectiva - Aapresid.

Un poco de historia

Antes de la llegada de los europeos a América, los arándanos eran consumidos por algunos pueblos originarios. En Europa, esta fruta era completamente desconocida y fue recién en 1800 cuando su consumo comenzó a popularizarse.

De todos los cultivos industrializados, el arándano es uno de los más nuevos en ser domesticado, proceso que se inició en el siglo XX. Los primeros pasos se dieron trasplantando arándanos salvajes a campos de cultivo. Los experimentos iniciales con los llamados "blueberries" se llevaron adelante en el Smithsonian Institute en 1830, y otra gran plantación se hizo en Michigan, Estados Unidos, en 1893.

Sin embargo, la primera comerciante conocida de arándanos fue Elizabeth White, una tenaz mujer de New Jersey que comenzó a comprar plantas silvestres de alta producción y logró recolectar una gran cantidad de variedades de blueberries, lo que le permitió comenzar una investigación privada. Entre los resultados, halló que “los arándanos necesitan suelos ácidos con muy buen drenaje y que su polinización se realiza con insectos".

Gracias a un trabajo conjunto con Frederick Corville, un botánico del Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA), White pudo convertir su granja en una gran estación experimental pero manteniendo fines comerciales. Estos experimentos dieron tal resultado que, para 1960, Corville había logrado desarrollar alrededor de 30 variedades de arándanos, algunas de las cuales todavía se cultivan hoy en día.

Botánica y fisiología

El arándano es un arbusto perenne de hoja caduca, perteneciente a la familia Ericaceae y al género Vaccinium. Su sistema radical es bastante inusual: es fino y está asociado simbióticamente con hongos ericoides. Estas raíces finas, sin pelos absorbentes, son superficiales y muy sensibles a las sales, requiriendo suelos específicos con bajo pH, alta disponibilidad de hierro y N en forma de amonio para crecer de manera óptima.

Las ramas que emergen de la corona, llamadas “cañas”, se forman en primavera, se endurecen al año siguiente (lignifican) y luego producen fruta. Durante la primavera, comienzan a brotar y a formarse las ramas, y en el otoño-invierno siguiente, las cañas adoptan colores que van del amarillo al rojo o marrón, con una corteza de aspecto suave. A medida que las cañas envejecen, se vuelven más gruesas, leñosas, con una corteza rugosa y de un color gris o marrón claro.

Las yemas, que se ubican en las axilas de las hojas, inicialmente son vegetativas, pero con el tiempo y según factores como la longitud del día, la temperatura y el estado de la planta, se transforman en yemas reproductivas. La cantidad de

Actualmente, la investigación en Norteamérica incluye prácticas de cultivo para zonas específicas, lo que permitió reducir enfermedades, minimizar ataques de insectos y disminuir el estrés de algunas plantas frente a temperaturas extremas, inundaciones y heladas. El arándano, con su tamaño pequeño, larga vida útil y sabor único, ha tenido una rápida aceptación por parte de los consumidores de todo el mundo y fue uno de los detonantes para su producción industrial. flores que produce cada yema varía según la variedad y el vigor de la planta. Además, las flores del arándano están morfológicamente adaptadas para facilitar la polinización cruzada por abejas.

El fruto, una baya totalmente comestible, desarrolla un color azul a negro al madurar. Su piel está cubierta por una cutícula y una cera de color violeta-negro, lo que le da el azul claro característico. La cantidad de cera varía según la variedad y el estado de maduración. Luego de la fecundación, la caída de la corola deja una cicatriz en forma de estrella en la parte superior del fruto, conocida como “corona”

Suelos y clima

Los arándanos crecen mejor en suelos ácidos, francos arenosos y bien drenados. El pH ideal para su desarrollo se encuentra entre 4.5 a 4.8, aunque pueden tolerar un rango que va de 4.0 a 5.2. Además, la mayoría de los cultivares necesitan acumular entre 250 a 1000 horas de frío, es decir, temperaturas por debajo de 7 °C, para garantizar una buena floración y producir frutos de calidad.

arándano incluye las etapas de desarrollo vegetativo, iniciación de yemas florales, dormición, antesis y desarrollo de fruto.

Diferentes factores climáticos influyen en el cultivo de los arándanos a lo largo del año. Lluvias y tormentas pueden impactar en varias etapas del ciclo, mientras que otros factores, como las bajas temperaturas, son claves en momentos específicos del desarrollo. El ciclo anual del

Durante el otoño e invierno, las plantas de arándanos se encuentran en dormición, lo que se refleja en el cambio de color del follaje. En esta fase, es posible diferenciar las yemas vegetativas de las reproductivas por su forma y tamaño. La dormición y la resistencia al frío se desarrollan gradualmente, estimuladas por el acortamiento de los días y la disminución de las temperaturas en otoño. Una vez que se acumu lan las horas de frío necesarias, según la varie dad, comienza la etapa de floración.

Las yemas vegetativas, que originan las hojas y ramas, necesitan más horas de frío que las ye mas reproductivas, responsables de las flores. En muchas variedades de arándanos southern highbush, las yemas florales se abren y cuajan antes de la ruptura de las yemas vegetativas. Por esta razón, muchas veces el crecimiento vegetativo ocurre después de la floración. Ade más de la brotación de primavera, algunas va riedades presentan una brotación de verano, que se induce comercialmente mediante la poda de postcosecha. La cantidad de nuevas ramas que se desarrollen dependerá tanto de la poda como de las temperaturas estivales.

La poda es una práctica cultural que se realiza para mantener una producción sustentable de fruta, mejorando el tamaño de la planta, la uniformidad del cultivo y la calidad de la fruta, y facilitando otras prácticas como la pulverización

netración de luz entre los arbustos, lo que favorece la producción de fruta dentro de la planta.

Existen dos tipos principales de poda: acortamiento y remoción. La poda de acortamiento consiste en cortar el brote o rama en su parte terminal, dejándola a la altura de una yema lateral, y se realiza generalmente en ramas de un año. En la poda de remoción, se elimina la rama o caña completa hasta cerca de su origen, lo que estimula el crecimiento vegetativo por debajo del corte. Esta técnica se utiliza para limitar la altura o el ancho del arbusto y para ajustar la carga de frutos. También ayuda a rejuvenecer los arbustos al eliminar cañas viejas y poco productivas. Al reducir la densidad del canopeo, la poda mejora la circulación de aire, el ingreso de luz y la penetración de las pulverizaciones.

Llegada y desarrollo en Argentina: mirada de los productores “azules”*

Desde el Comité Argentino de Blueberries (ABC, por sus siglas en inglés), una asociación civil sin fines de lucro que nuclea a los exportadores de arándanos en nuestro país, destacan la importancia de representar los intereses de sus empresas socias. La asociación reúne a más del 80% de las exportaciones argentinas, con aproximadamente 2550 hectáreas productivas distribuidas principalmente en tres zonas: noreste de las provincias de Entre Ríos y Corrientes; noroeste de las provincias de Tucumán, Salta, Catamarca; y centro en la provincia de Buenos Aires.

En los últimos años, la producción promedio de arándanos en Argentina ronda los 17.600.000 de kilos

apertura de nuevos mercados, promoción externa e interna, además de contar con un comité técnico encargado de los temas fitosanitarios.

Como asociación civil, trabajan activamente para promocionar los arándanos frescos argentinos en el mundo, destacando su calidad y sabor únicos. En este sentido, organizan diversas actividades de difusión, participan de reuniones con otros sectores productivos y establecen alianzas estratégicas, como la de Frutas de Argentina, donde comparten espacio con las producciones de cerezas, peras, manzanas y cítricos.

Además, desde hace un tiempo, han decidi-

tanto como arándano fresco como para industria.

El objetivo guía del ABC es tividad del sector. líneas de trabajo, que incluyen el área laboral e impositiva, cuestiones de aduana y logística,

PRODUCTO

Tabla 1. Datos producción y exportación de arándanos campaña 2023 en Argentina.

*Fuente: Comité Argentino de Blueberries.

Variedades adaptadas y ventana de exportación: el diferencial argentino

Las variedades que mejor se adaptan a Argentina son las que provienen del sur de Estados Unidos, principalmente de Florida. Estas variedades ocupan la ventana que va de septiembre a enero en el cono sur, que es una ventana de contraestación con respecto al hemisferio norte. En este sentido, Argentina se consolidó en lo que son variedades más precoces, lo que le permite exportar en época precoz, mientras que Chile exporta las variedades tardías, que van de enero a marzo.

La rápida refrigeración en la planta de empaque es fundamental para garantizar que los arándanos lleguen en óptimas condiciones a su destino.

¿Qué se busca a la hora de seleccionar el arándano para el mercado y el consumidor? Principalmente, se prioriza la vida útil postcosecha. Un arándano de buen valor comercial debe ser duradero, sabroso y firme (que no se ablande rápido y no tenga problemas de pudriciones). Además, debe tener adaptabilidad tanto para transporte aéreo, que tarda entre 24 y 48 horas, como para transporte marítimo, que puede demorar entre 21 a 28 días, o hasta 35 días si hay que enviar a Asia.

Argentina frente a nuevos “rivales” y el desafío de optimizar la logística exportadora

Durante los meses de septiembre, octubre y noviembre, el principal competidor de arándanos de Argentina es Uruguay, lo que posiciona al país como un proveedor de fruta temprana y de calidad. Sin embargo, actualmente Perú y Sudáfrica también son grandes competidores, siendo este último un gran competidor en el mercado europeo.

Perú está presente tanto en el mercado de Estados Unidos como en el europeo. Entre las principales ventajas, tienen fletes más cortos y mayor cercanía a los mercados. A pesar de que el cultivo es relativamente nuevo en Perú, con solo 4 o 5 años de antigüedad, ya está marcando una fuerte presencia en estos mercados.

Hoy en día, Argentina exporta más de 6 mil toneladas de arándanos. El desafío del país es seguir afianzándose como productor de primer orden durante la ventana que va de septiembre a diciembre.

Actualmente, el 90% de la producción argentina se transporta vía aérea, pero en los próximos años deberá virar hacia el transporte marítimo ya que Perú, “el gran competidor”, utiliza el transporte marítimo, lo que le permite reducir significativamente los costos logísticos.

La vuelta de las vacas al campo

Históricamente, los sistemas agropecuarios en Argentina eran mixtos, pero la intensificación agrícola separó ambas actividades. El desafío de promover la vuelta de la ganadería a algunos sistemas agrícolas para optimizar recursos y fomentar sistemas más sostenibles.

Por: Dr. Ing. Agr. José Martín Jáuregui

Profesor Adjunto- Cátedra Forrajes (FCA - UNL).

Gran parte de la identidad argentina está asociada con la producción agropecuaria, específicamente con la ganadería. De hecho, una de las palabras más mencionadas cuando se habla del “campo” es “vaca”. Históricamente, los sistemas agropecuarios eran mixtos, lo que implicaba que estos nobles animales paseaban por la mayoría de los campos agrícolas durante al menos parte del año. Sin embargo, en las últimas décadas, la intensificación de la producción agrícola ha separado ambas actividades, transformando la mayoría de los campos mixtos en campos netamente agrícolas.

Retirar los animales de los campos ha generado externalidades negativas, particularmente en regiones marginales. Estas incluyen la degradación del suelo, la pérdida de fertilidad, la disminución de la biodiversidad y una merma en la resiliencia económica de los sistemas, entre otros. Promover la vuelta de la ganadería a algunos sistemas agrícolas puede ayudar a enfrentar estos desafíos, fomentando una producción de alimentos más sostenible y resiliente. En este artículo, discutiré cómo esta “vuelta al pasado” podría ser la clave para el futuro.

Modelos de integración ganadero-agrícola

Comencemos por explicar los diferentes modelos y posibilidades de integración. En un sistema mixto (Imagen 1), los cultivos agrícolas y el ganado comparten generalmente el mismo espacio físico, aunque en distintos momentos del año. Esto favorece sinergias interesantes, como la mejora de la fertilidad del suelo gracias a la rotación con pasturas y el aprovechamiento de los residuos de cosecha mediante el pastoreo en rastrojos.

Imagen 1 . Novillos y vaquillonas pastoreando rastrojos de maíz en cercanías de Balcarce, Buenos Aires.

Los sistemas silvopastoriles (Imagen 2), por su parte, incluyen árboles y arbustos (en algunos casos, como cortinas forestales) en las áreas de pastoreo, lo que proporciona sombra y refugio para el ganado. Además, en algunas regiones, sobre todo en montes abiertos, la sombra favorece el crecimiento de especies de interés forrajero, como la cebadilla. En zonas más marginales, los árboles como el caldén también pueden aportar proteínas a partir de sus frutos, especialmente en épocas de escasez de pasto.

Imagen 2 . Pastoreo en sistemas silvopastoriles del estado de Paraná (Brasil).

Por último, los sistemas agrosilvopastoriles (Imagen 3) van un paso más allá, e integran cultivos, árboles y ganado para maximizar el aprovechamiento de la tierra y los recursos, diversificando la producción y aumentando la resiliencia del sistema.

Imagen 3 . Ovejas pastoreando el entresurco y las hojas basales de un cultivo de vid (Antiquum Farm, Junction City, Oregon, Estados Unidos).

Beneficios de la integración

Beneficios ambientales

La rotación con cultivos perennes en sistemas mixtos promueve la salud del suelo. Dos ensayos de larga duración realizados en Argentina y Uruguay demostraron que la incorporación de pasturas, mantiene o incrementa los niveles de materia orgánica del suelo. Por el contrario, en suelos bajo agricultura continua, estos niveles tienden a disminuir y estabilizarse en valores más bajos.

Además, la presencia de pasturas contribuye a reducir la erosión y mejorar la estructura del suelo, al tiempo que reduce los riesgos de anegamiento en suelos bajos (Imagen 4). Esto se debe a que los recursos perennes permanecen verdes gran parte del año, manteniendo un mayor ritmo de evapotranspiración, lo que ayuda a regular los flujos hídricos. El ganado, por su parte, recircula nutrientes a partir del bosteo, lo que contribuye a recuperar ciclos de algunos nutrientes y promueve una mayor fertilidad del suelo.

Asimismo, los sistemas mixtos tienden a incrementar los niveles de biodiversidad, favoreciendo la presencia de pájaros, insectos y otros organismos benéficos, lo que enriquece los servicios ecosistémicos. Por último, pueden incrementar la captura de carbono gracias a un mayor crecimiento y exploración de las raíces, contribuyendo a mitigar las emisiones de gases de efecto invernadero.

Imagen 4 . A la izquierda, un campo con pasturas perennes (casi sin anegamientos); a la derecha, un campo en barbecho (con anegamientos notorios).

Beneficios económicos

Desde una perspectiva económica, la integración diversifica los ingresos de los productores, brindándoles mayor estabilidad frente a posibles fluctuaciones del mercado y eventos climáticos extremos. Además, los subproductos agrícolas, como los residuos de cosecha, adquieren mayor valorización al ser utilizados como alimento para el ganado. En algunos casos, los sistemas integrados permiten acceder a mercados diferenciados (grass fed, orgánico, etc.), lo que puede aumentar la renta de estos establecimientos.

Beneficios sociales

La integración ganadera en sistemas agrícolas también genera impactos positivos en la sociedad rural. Entre ellos, se destaca la generación de empleo, especialmente en áreas donde la agricultura y la ganadería son actividades económicas clave. También, algunos estudios reportan mejoras significativas en la calidad de vida de las familias, ya que al diversificar sus fuentes de ingreso, se aseguran una renta más estable y resiliente. Asimismo, debido a que muchos de estos sistemas son manejados por pequeños y medianos productores, se fortalecen las comunidades rurales, fomentando la colaboración y el intercambio de conocimientos, lo que contribuye a la cohesión social y al arraigo en el campo.

Desafíos y consideraciones

Sin embargo, no todo es color de rosa. Aunque la integración ofrece múltiples ventajas, implementarla presenta ciertos desafíos que requieren una cuidadosa planificación y diseño para garantizar el éxito del sistema. Por ejemplo, no es lo mismo adoptar un sistema mixto en una zona que cuente con infraestructura y recursos humanos, que en otra donde no haya ni uno ni lo otro. En muchas regiones, el avance de la agricultura significó la pérdida de infraestructura básica como casas, molinos y alambrados. En estos casos, reintroducir ganado conllevará una inversión previa considerable, lo que requiere ser contemplado al analizar la viabilidad del proyecto. Además para que los sistemas mixtos prosperen, es necesario aplicar diversas tecnologías de procesos que suelen requerir personal y profesionales entrenados. Un buen ejemplo de esto es el manejo adecuado del pastoreo, actividad esencial para mantener la productividad de los recursos forrajeros y la salud del suelo.

Para asegurar el éxito de los sistemas integrados, es indispensable la adecuada capacitación del personal de campo y la correcta asistencia técnica de los profesionales involucrados. Asi-

Conclusiones mismo, algo no menor en un país con tantos vaivenes y cambios de rumbo, se necesitan políticas públicas claras y consistentes en el tiempo que incentiven este tipo de sistemas, reconociendo su aporte a la sostenibilidad y la seguridad alimentaria. Estas políticas pueden incluir créditos, asistencia técnica, investigación y desarrollo, y, sobre todo, reducciones de aranceles a la exportación de los productos agrícolas.

La integración ganadera en la agricultura es un camino prometedor hacia un futuro más sostenible y resiliente para la producción de alimentos. Al combinar de manera inteligente los cultivos y el ganado, podemos optimizar el uso de los recursos, proteger el medioambiente, mejorar la calidad de vida de los productores y garantizar un suministro de alimentos seguro y nutritivo para todos. Aunque no es una solución mágica, representa una herramienta poderosa para construir un sistema alimentario más justo y equilibrado, en armonía con la naturaleza y las necesidades de la sociedad. La integración nos permite reconectar la agricultura y la ganadería, restaurando el equilibrio en nuestros paisajes rurales.

La adopción de sistemas integrados no depende solo de la voluntad de los productores, sino también del apoyo de gobiernos, instituciones de investigación y otros actores clave Es fundamental trabajar en conjunto para superar los desafíos, promover la capacitación y la innovación, y crear un entorno propicio para que la integración ganadera en la agricultura se convierta en una realidad generalizada, contribuyendo así a un futuro más próspero y sostenible para todos.

Descubrió

la

Siembra Directa en

la facultad, mantuvo asistencia perfecta a los congresos Aapresid y se convirtió en un socio clave

De familia agropecuaria, conoció la siembra directa mientras cursaba Agronomía. Fue tal el interés y el entusiasmo, que empezó a asistir a los primeros congresos organizados por Aapresid. Desde ese entonces, es un socio comprometido con la institución y todo lo relacionado con el campo. Su otra pasión, los caballos, lo llevó a jugar al polo durante 50 años.

Andrés Garciarena es un socio Aapresid que se siente orgulloso de haber asistido a casi todos los Congresos organizados por la institución. Desde que se empezó a hacer en Rosario hasta la última edición en Buenos Aires, Andrés estuvo presente siempre. “La verdad es que me volví un poco ‘fanático’ de los congresos, sobre todo porque estaba muy entusiasmado con todo lo que era la siembra directa, que conocí

Por Lucía Cuffia

Ficha personal

Nombre: Andrés Garciarena

Profesión: Ingeniero Agrónomo

Lugar de nacimiento: Nació en Buenos Aires pero estuvo siempre ligado a 25 de Mayo, donde vive actualmente. .

Familia: Casado con María hace 34 años, papá de Catalina, Tomás y Milagros, y ahora también abuelo de Damasia, que nació hace pocos meses.

Hobbies: “Mi hobbie durante 50 años fue jugar al polo”, cuenta. Siempre le gustaron mucho los caballos y, aunque ya no practica el deporte, sigue vinculado de otras maneras. Ahora disfruta de ver a su hijo jugar al polo, criar caballos y estar en contacto con todo lo relacionado a este mundo.

mientras cursaba agronomía”, cuenta este socio, que se recibió de ingeniero agrónomo en 1989, el mismo año en que se fundó Aapresid.

El apellido Garciarena es conocido en el sector agroalimentario porque la familia lleva más de 150 años trabajando en el campo. “Con mis hermanos y primos somos quinta generación de productores. Mi tatarabuelo llegó a 25 de Mayo (Buenos Aires) en la década de 1860, y desde entonces, manejamos los campos de generación en generación”. Andrés vivió en el campo hasta entrar a 1º grado, momento en que la familia se mudó a Buenos Aires. “Somos siete hermanos, a pesar de que vivíamos en la ciudad, pasábamos todos los veranos y las vacaciones de invierno en el campo, donde papá trabajaba”, cuenta.

Andrés y su hija Catalina, compartiendo un paseo en sulky.

Con su hijo Tomás, con quien comparte la pasión por el polo.

De esos años, recuerda que lo que más le gustaba era todo lo relacionado con la ganadería, en particular, los caballos. Fue en ese tiempo cuando empezó a jugar al polo, deporte que practicó hasta hace unos meses y que ahora lo acompaña de otra manera. “Jugábamos en el campo y en el club local. Este año tuve que dejar de jugar, porque no deja de ser un deporte riesgoso. Había dicho que a los 60 me retiraba, y me terminé retirando con casi 61”.

La charla con su papá que lo llevó a estudiar agronomía

Con una tradición familiar muy arraigada al campo, era difícil no seguir teniendo relación con la actividad. Una charla que tuvo con su papá fue la que, de alguna forma, marcó lo que seguiría después. “Estábamos recorriendo el campo a caballo y le pregunté qué era la agronomía. Pese a que él era abogado, supo explicarme de una manera muy clara qué era el suelo, los cultivos y cómo producir. Ese día decidí que quería ser agrónomo”, recuerda.

Un párrafo aparte merece la figura de Martín, su papá: un trabajador apasionado del campo que logró llevar adelante todo lo que se propuso y transmitió esa pasión a su familia. “Tenía 80 años y seguía viajando y recorriendo los campos. Dejaba cualquier cosa por hacer lo que le gustaba. Mis hermanos y yo, cada uno a nuestra manera, le ponemos al campo la misma pasión que él le ponía”, reconoce.

Andrés estudió Agronomía en la UBA y, ni bien se recibió, se fue a trabajar al campo familiar, en 25 de Mayo, donde vive hace 35 años. Actualmente, es el gerente agrícola de la empresa familiar que comparte con sus hermanos y primos, y para la cual están encarando un proceso de transformación que les permita pasar de una empresa familiar a una empresa más profesional, con otra impronta. “Decidimos encarar este proceso porque queremos seguir trabajando juntos. Sabemos que son desafíos complejos, pero estamos dando todo para lograrlo”, explica. Su nuevo rol como gerente agrícola lo sacó un poco del día a día en el campo, y lo llevó más a la gestión organizacional y logística, un área que también le entusiasma.

Mientras cursaba Agronomía, comenzó a escuchar sobre la siembra directa y enseguida se interesó en el tema. “Leía todo lo que tenía

Andrés y María, con sus hijos Catalina, Tomás y Milagros, de vacaciones en el sur argentino.

Durante casi 10 años, formó parte de la Comisión Directiva, una experiencia que le dejó grandes aprendizajes: “Aprendí a escuchar, a entender y a valorar las opiniones de los demás. Las reuniones realmente te marcan así como el contacto con otros productores que siempre suma”, asegura. “No es una frase hecha la que dice que Aapresid te da más de lo que uno le da. Es así. Siempre voy a estar agradecido con los dirigentes que me recibieron como un par desde el primer día”.

Participando de una jornada con la regional 25 de Mayo. que ver con siembra directa. Al ser el único agrónomo de la familia y con muchas ganas de seguir aprendiendo, empecé a ir a los primeros congresos de Aapresid, y me fui metiendo cada vez más”.

Aapresid no solo le enseñó y brindó conocimientos de todo tipo, sino también amigos y conexiones en todo el país. De hecho, Andrés es el autor de una frase que suelen citar otros socios y socias, y que dice: “Puedo salir de 25 de Mayo y llegar a San Luis, y sé que si se me rompe el auto o me pasa algo, estoy salvado, porque voy a encontrar un amigo en cualquier lugar”.

Además de asistir a los congresos Aapresid, Andrés formó parte del equipo Congreso durante algunos años, aunque admite que “cayó” ahí de casualidad. “En un viaje con Ale Petek, me comenta que necesitaban encontrar a alguien para sumarse al equipo, y en un impulso por dar una mano, le dije que me prendía, aunque a los dos minutos ya me había arrepenti-

do”, se ríe mientras lo cuenta. “Es un equipo por el cual me saco el sombrero. Es mucho esfuerzo que cada uno le pone, pero también es mucho lo que se aprende”.

Al preguntarle si le gustaría volver a formar parte del equipo Congreso, responde: “Uno va cumpliendo etapas y es importante que haya renovación; eso es algo que también te enseña Aapresid. Lo mejor que le puede pasar a la institución es renovar, por eso está bueno dar un paso al costado y ver que quien entra, trae un nuevo impulso y aporta su impronta”.

“Garciarena, ¡presentes!”. Parte del equipo de trabajo en el último congreso Aapresid.

Sus hermanos y primos también forman parte de diversas entidades del agro, tanto técnicas como gremiales. Esto refleja el compromiso institucional de la familia Garciarena, convencidos del rol clave que cumplen las instituciones en el fortalecimiento y desarrollo del sector agroalimentario. “No se trata de una entidad o la otra; sino de que todas puedan sumar y trabajar juntas para construir una dirigencia y representatividad agropecuaria más fuerte y unida”.

“Es un equipo por el cual me saco el sombrero. Es mucho esfuerzo que cada uno le pone, pero también es mucho lo que se aprende”.

El asado de los Garciarena la promesa cumplida

En la empresa familiar, también crían ganado bovino criollo, una raza que combina tradición y funcionalidad para los campos que tienen en San Luis y La Pampa. Andrés solía recibir insistentes pedidos de sus compañeros de Aapresid para que se la jugara con un asado. Durante uno de los últimos congresos en Córdoba, le tocó dar una charla sobre la raza criollo y aprovechó la oportunidad para lanzar un reto: “El que asista a la charla, está invitado a un asado”. Junto con sus primos, anotaron uno por uno a quienes asistieron ese día, aunque con el tiempo, la lista de supuestos participantes pasó de 5 a 20.

Pasaron los meses y el asado no se concretaba, por lo que los reclamos se hicieron oír. Finalmente, para una reunión de comisión directiva, organizaron el famoso asado aunque sin revelar hasta último momento que la carne era de criollo. “Ahí vino la sorpresa, porque comer un criollo puro es algo raro, pero si está bien alimentado, tiene la misma calidad que cualquier otra raza. Los sorprendí y al fin logré que dejaran de reclamar por el asado prometido”.

“Arveja peluda”: la llegada de la soja a Argentina

Una semilla poco conocida, que en sus inicios fue llamada “arveja peluda”, llegó al país desde el otro lado del mundo y se consagró como uno de los cultivos más importantes de Argentina. ¿Cómo ocurrió esto y qué consecuencias trajo? Un breve resumen de su recorrido.

Por: Sofía Colalongo Prospectiva - Aapresid.

La arveja peluda

El registro más antiguo sobre la soja a nivel mundial data del año 2838 a.C. en el continente asiatico, donde se usaba como alimento y como cultivo para enriquecer el suelo gracias a su capacidad de fijar nitrógeno. En Argentina, la primera plantación de soja se registró casi 5 mil años después, hacia el 1862, pero como se sabe, no tuvo un impacto significativo en la producción; incluso, una década más tarde, los técnicos del Ministerio de Agricultura la conocían como “arveja peluda” o “soja híspida” (Martinez, 2012).

En las décadas siguientes, se llevaron adelante diversos planes de investigación en diferentes partes del país para conocer más sobre los usos productivos, rendimientos y adaptabilidad de este cultivo aún poco conocido. Pese a los esfuerzos, la soja no lograba alcanzar un nivel alto de rendimiento que captase el interés de los productores. Esto se vio reflejado en los bajos niveles de producción registrados entre los años 40 y 50, que fueron los más bajos desde su llegada al país.

Para mediados del 50, Misiones era la única provincia argentina que producía soja en una superficie superior a las mil hectáreas, principalmente para proteger el suelo y como cultivo intercalado en las plantaciones nuevas de té, tung, cítricos y yerba mate.

Cultivo de soja (variedad Mammouth) sembrado en noviembre de 1933 en Tucumán (Fuente: Sección Comunicaciones de la EEAOC, publicado en Martínez, 2012)

Experiencias e intentos de expansión

Entre los intentos para introducir la soja en el país, estuvo “Agrosoja”. Se trataba de un plan del sector privado que recorrió el país, llevando a los productores de cada provincia información sobre el cultivo. Fue una de las primeras investigaciones planeadas y programadas, con ensayos comparativos de rendimiento de cultivares, épocas y densidades de siembra, con variables como distancia entre hileras, distancia entre plantas en la hilera y labores culturales mecanizadas. Fruto de estos esfuerzos, en 1962 se concretó la primera exportación de soja desde el puerto de Rosario con destino a Hamburgo, con 6.000 toneladas.

Fue en el sur de la provincia de Santa Fe donde se realizó uno de los estudios más importantes sobre el cultivo (Martínez, 2002). La Agencia de Extensión Rural de INTA Casilda comenzó a investigar variedades de semillas y técnicas de manejo en la zona. Desde 1958 a 1971 se desarrollaron las técnicas del cultivo, sentando las bases de lo que fue el “boom de la soja”. Este

Desde 1958 a 1971 se desarrollaron las técnicas del cultivo, sentando las bases de lo que fue el “boom de la soja”.

fenómeno marcó la llamada “segunda revolución de las pampas”, por el gran impacto que tuvo su implementación en el sistema productivo, económico y político.

A partir de ese momento, se pusieron en marcha diferentes planes de importación masiva de la semilla, entre las que se destacó la llegada de 80 toneladas de semillas provenientes de Estados Unidos, que fueron traídas en aviones de la Fuerza Armada y entregadas a investigadores y productores de forma gratuita.

En paralelo se creó el Programa Nacional de Soja, se implementaron planes de difusión e instructivos de manejo, con folletos informativos y piezas audiovisuales para capacitar a los chacareros.

A mediados de la década del 70, se dio un salto clave en los niveles productivos, primero hacia el sur de Brasil y luego hacia la región pampeana de Argentina, favorecida por condiciones naturales óptimas para el desarrollo del cultivo, con un ciclo húmedo y registros de precipitaciones adecuados para la siembra. Hasta ese momento, las producciones tradicionales en Argentinas eran maíz, trigo, algo de girasol y ganadería, lo que permitía una rotación de cultivos, preservando la salud de los suelos.

Entre 1977 y 1979, se cosechó un promedio de 1,1 millones de hectáreas de soja. Veinte años

más tarde, esa cifra superó los 6 millones; esto frente a otros cultivos que apenas cubrían una expansión del 4.3% en ese entonces.

Pasados los años 2000, la soja ya ocupaba el 46% de la superficie sembrada del país (Teubal y Giarraca, 2005). Entre 1982 y 2003, la superficie sembrada de soja se multiplicó por seis, pasando de 2 millones de hectáreas a 12,6 millones en 2003 (Strada y Vila, 2015).

Las nuevas tecnologías

Al principio, la soja se cultivaba después del trigo, en verano. Se quemaban los rastrojos para iniciar rápidamente con el laboreo, un proceso algo costoso y desfavorable para los suelos. El año clave fue 1974, cuando la Siembra Directa (SD) irrumpe frente a los sistemas de producción tradicionales en ese entonces. Todo esto de la mano de los pioneros Victor Trucco y Rogelio Fogante, entre otros, y junto con la fundación de Aapresid. En ese momento, Aapresid tuvo un crecimiento exponencial, atrayendo a muchos productores que se asociaron a la institución, interesados en aprender sobre esta nueva forma de producir más amigable con los suelos.

Al mismo tiempo, surgieron algunas dificultades por la falta de experiencia con el cultivo. La ausencia de maquinarias especializadas en el cultivo complicaba la producción, ya que se utilizaban sembradoras de maíz, lo que exigía una mayor preparación del suelo, afectando así su calidad. La soja también enfrentó plagas como la chinche verde, que dañaba los granos y el vaneo.

La introducción de los organismos genéticamente modificados (OGM) que buscaban mayores rendimientos, significó un cambio clave. La soja RR (Roundup Ready), resistente al glifosato (que llegó a alcanzar el 90% de la soja cultivada), y un conjunto diverso de tecnologías rompieron con el paradigma más tradicional adoptado hasta entonces en el país. La soja RR, la siembra directa, la rotación de cultivos y un contexto económico global favorable, impulsaron la producción sojera a niveles nunca antes vistos.

El año clave fue 1974, cuando la Siembra Directa (SD) irrumpe frente a los sistemas de producción tradicionales en ese entonces. Todo esto de la mano de los pioneros Victor Trucco y Rogelio Fogante,

Cambio de paradigma y reestructuración social

La adopción a gran escala de nuevas tecnologías y formas de producción como la SD, con el objetivo de producir más y mejor, sin dañar el suelo, tuvieron un impacto en toda la estructura social. Las familias productoras, o los llamados “chacareros”, no estaban del todo preparados para usar estas tecnologías. No solo por la falta de expertise, sino porque provenían de investigaciones y desarrollos extranjeros que resultaban difíciles de adaptar a la pampa argentina. Esta nueva lógica de producción puso en jaque las formas sociales vigentes, llevando a muchas familias a optar por otra forma de vida, cercana a las grandes ciudades.

En este contexto, apareció la figura del “contratista”, una novedad en ese momento. Las diferentes tareas del proceso productivo se comenzaron a tercerizar a empresas contratistas, y con la gran demanda de zonas y tierras aptas para la soja, surgió la lógica del arrendamiento, lo que incrementó el valor de la tierra de manera progresiva.

Las luces y sombras de sus hojas

Sin dudas, la “revolución verde” fue uno de los procesos productivos de mayor impacto en Argentina. Sus efectos positivos incluyeron el avance técnico, las investigaciones para el mejoramiento del cultivo, el impacto económico y el posicionamiento del país como uno de los principales productores y exportadores de soja del mundo.

Los productores tuvieron el desafío de afrontar las adversidades y adecuar el sistema de producción para reducir el impacto en los suelos: disminuir el monocultivo, hacer frente a las malezas y manejar el uso de fitosanitarios; además de los aspectos sociales, como impulsar políticas públicas que acompañen y mejorar la percepción del sector. Aún así, lograron convertir el cultivo de la soja en el más importante del siglo.

REFERENCIAS

Consulte las referencias ingresando a www.aapresid.org.ar/blog/revista-aapresid-n-234

1958-1971

Evolución de la soja en Argentina: algunos hitos claves

2838 a.C.

Primer registro de semilla de soja en Asia, donde se utilizaba como alimento y para mejorar el suelo.

Década de 1950

Misiones se convierte en la única provincia argentina con 1000 hectáreas sembradas con soja, principalmente para proteger el suelo y como cultivo intercalado.

Primera plantación de soja en Argentina, aunque sin un impacto productivo relevante

Desarrollo de técnicas cultivo en INTA Casilda, sentó las bases de lo que el “boom de la soja”.

Primera exportación de soja desde Rosario hacia Hamburgo, Alemania, con 6.000 toneladas. 1962

Introducción Directa, cionó vos en con el

técnicas de Casilda, que que fue soja”.

Década de 1970

Puesta en marcha de diferentes planes de difusión del cultivo y de importación de semillas.

La intención de siembra de soja para la campaña 2024/25 alcanzaría las 17,7 millones de hectáreas, un 7,5% más que la campaña anterior (Fuente: BCR).

1974

Introducción de la Siembra

Directa, sistema que revolucionó la producción de cultien Argentina, en paralelo el crecimiento de la soja.

1977-1979

Se cosecha un promedio de 1,1 millones de hectáreas de soja en Argentina. Veinte años más tarde, esa cifra superó los 6 millones

2000s

La soja ocupa el 46% de la superficie sembrada en Argentina. En 2003 llega a 12,6 millones de hectáreas, el triple de lo que había sido en 1982, con 2 millones.

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