Revista Técnica Red de Innovadores Soja 2018

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ISSN 1850-0633

REVISTA TÉCNICA DE LA ASOCIACIÓN ARGENTINA DE PRODUCTORES EN SIEMBRA DIRECTA

Soja SD Editor responsable Ing. Alejandro Petek Redacción y edición Lic. Victoria Cappiello Colaboración Rocio Belda, Ing. Carlos Buffarini, Ing. Tomás Coyos, Ing. Fabricio Del Cantare, Ing. Agustina Donovan, Guillermina Durando, Ing. Andrés Madias, Ing. Martin Marzetti, Ing. Santiago Nocelli Pac, Ing. Sabrina Nocera, Ing. Martín Rainaudo, Ing. Leandro Ventroni. Desarrollo de Recursos (Nexo) Ing. Alejandro Clot Marcio Morán

Septiembre 2018

Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa. Dorrego 1639 - Piso 2, Of. A, (S2000DIG) Rosario. Tel/Fax: +54 (341) 4260745/46. e-mail: aapresid@aapresid.org.ar www.aapresid.org.ar


SOJA Regionales del Nodo Oeste de Aapresid analizan los resultados de la campaña de soja 2017/18 Auliso, P.; Avedano, L.; Bernal, A.; Caliccio, J. P.; Cuello, J.; Del Cantare, F; Drincovich, M.; Fiorimanti, R.; García, D.; Grasso, G.; Ruiz, A.; Zamora, G.; Zorzin, J. L.

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Criterios para la elección del grupo de madurez de soja en función de la calidad del ambiente en la provincia de Córdoba y Centro Sur de Santa Fe Murgio, M.; Ferreyra, M.L.; Fuentes, F.H.; Vissani, C.

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Lo nuevo en materia de criterios de evaluación de plántulas de soja Gallo, C.; Arango, M.; Craviotto, R.

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La calidad de la semilla de soja paga las consecuencias del clima adverso en la zona núcleo Lavilla, M.A.; Ivancovich, A.; Martínez, M.

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En busca de la densidad óptima en soja Girón, P.; Rampo, M.; Barraco, M.

39

Acercar hileras de soja para incrementar la producción Ventimiglia, L.

48

Manejo de la densidad de siembra y tratamiento profesional de la semilla en soja Londero, W. H.; Maich, R. H.

54

¿Cómo manejar la nutrición nitrogenada de soja? Díaz-Zorita, M.; Bermúdez, M.

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Impacto de la fertilización nitrogenada en la severidad de la podredumbre carbonosa del tallo en plantas de soja y el efecto protector de las micorrizas arbusculares Spagnoletti, F.N.; Cornero, M.; Chiocchio, V.M.; Lavado, R. S.; Roberts, I.N.

70

Nutrición y fertilización de soja en el noroeste de Buenos Aires Barraco, M.; Girón, P.; Macchiavello, A.; Díaz Zorita, M.; Miranda, W.; Álvarez, C.

76

¿La inoculación de soja aún mantiene su vigencia? Perticari, A.

84

Urochloa panicoides y Echinochloa colona: dime cómo emergen y te diré qué manejo es más eficaz Luna, I.; Druetta, M.

90

Momentos de aplicación de fungicidas foliares para el control de enfermedades de fin de ciclo. Un ensayo de la campaña 2016/17 en Marcos Juárez Lenzi, L., Distéfano, S. ; Gadban, L. ; Ferronato, G.

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Cuantificación del consumo de área foliar en soja bt y su efecto sobre la biología de spodoptera cosmioides Domizi, Lucas

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Situación actual de la resistencia a plaguicidas y sus consecuencias para la sustentabilidad agrícola Blanco, C.

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Empresas Socias

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Autores: Del Cantare, F.1; Avedano, L.2; Zorzin, J.L.3; Grasso, G.4; Zamora, G.5; Cuello, J.6; Fiorimanti, R.7; Caliccio, J.P.8; Auliso, P.9; García, D.10; Drincovich, M.11; Bernal, A.12; Ruiz, A.13. Coordinador Regionales Aapresid Nodo Oeste 2 ATR Regional Laboulaye 3 ATR Regional Los Surgentes-Inriville 4 ATR Regional Monte Cristo 5 ATR Regional Río Segundo 6 ATR Regional Villa María 7 ATR Regional Adelia María 8 ATR Regional Del Campillo 9 ATR Regional Alta Gracia 10 ATR Regional San Luis 11 ATR Regional Vicuña Mackenna 12 ATR Regional Río Cuarto 13 ATR Regional Justiniano Posse 1

Palabras Claves: Resultados; Soja; Nodo Oeste; Producción.

Regionales del Nodo Oeste de Aapresid analizan los resultados de la campaña de soja 2017/18

El coordinador y los ATR de las doce Regionales que conforman este nodo exponen los datos más sobresalientes de la última campaña sojera.


El presente informe tiene por objetivo presentar los resultados obtenidos del análisis de campaña de soja 2017/18 de las Regionales Aapresid pertenecientes al Nodo Oeste, conformado por 12 grupos de productores y/o asesores de las provincias de Córdoba y San Luis.

Figura 1

Localidades donde se relevaron lotes de soja.

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La información recopilada corresponde a 33 variables de 1151 lotes de producción distribuidos en 110 localidades (Figura 1), que totalizan una superficie de 105.536 hectáreas. Los cultivos contemplados fueron soja de 1ª y soja de 2ª, entendiéndose a esta última como aquellos casos donde el antecesor fue un cultivo invernal de cosecha. El 84% de la superficie informada corresponde a soja de 1ª y el 16% restante a soja de 2ª. En la Figura 2 se detalla la proporción de cultivos antecesores según lo mencionado anteriormente. Como se puede observar en la Figura 3, la mayor parte de los lotes de soja de 1ª fueron implantados desde mediados de octubre a mediados de noviembre. En lo que respecta a soja de 2ª, la mayor parte de la superficie fue sembrada a partir de mediados de noviembre hasta la primera quincena de diciembre. Un punto a destacar respecto a la siembra es que la distancia entre hileras predominante fue de 38-42

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Figura 2

Antecesor según cultivo.


Figura 3

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Avance de siembra según cultivo.

Proporción de superficie según distancia de siembra.

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Figura 4

cm en ambos casos. Solo un 32% de la superficie de soja de 1ª se mantiene a 52 cm mientras que en soja de 2ª solo un 11%, lo que evidencia una clara tendencia a reducir el espaciamiento entre hileras (Figura 4). En cuanto a la genética utilizada, los semilleros con mayor participación fueron Don Mario (40%), Nidera (23%), Credenz (12%), seguidos por Syngenta, Macroseed y FN (56%), entre otros. Un punto importante a la hora de hablar de genética es el tipo de evento utilizado y en este ítem los resultados fueron los detallados en la Figura 5.

Respecto a protección de cultivos, se relevó información de plagas y malezas, con resultados interesantes para compartir. Al analizar las aplicaciones de insecticidas, el 73% de los casos en los que la tecnología utilizada fue RR1, se requirió de al menos una aplicación. Mientras que con la tecnología INTACTA RR2, se redujo dicho porcentaje a 55%. En la Figura 6 se observa la proporción del total de aplicaciones para cada tipo de plaga según evento. El 29%


Figura 5

Porcentaje de superficie según evento.

mecanismos químicos de control utilizados. Al analizar la información de especies, Amaranthus sp. registra el mayor porcentaje de lotes con presencia, seguido de Conyza sp., y gramíneas, entre las que se destacan Sorgo de Alepo, Eleusine y Echinochloa (Figura 7).

En materia de malezas, los datos relevados hicieron foco en identificar las especies predominantes así como los

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En cuanto a la implementación de post emergentes, además de Glifosato, se destacaron Fomesafen y S-metolacloro, utilizados solos o en mezcla, y graminicidas como Cletodim y Haloxifop. Nuevamente los datos tienen correlación con las especies encontradas como predominantes ya que la mayor parte de los controles post emergentes fueron apuntados a controlar escapes de Amaranthus sp. y gramíneas. Figura 6

Porcentaje de aplicación por plaga según evento.

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de las aplicaciones realizadas sobre tecnología IPRO fueron destinadas al control de lepidópteros, específicamente Spodoptera cosmioides (la tecnología no ofrece protección para esta plaga), y algunos casos de Helicoverpa gelotopoeon, que registraron daño en cultivos con alto estrés hídrico.

Al analizar la cantidad de mecanismos de acción (MEA) utilizados como pre emergentes, resultó que la mayor parte de la superficie fue tratada con 2 MEA (Figura 8). Mientras que los datos relevados respecto al tipo de MEA (Figura 9), indican que PPO fue el más implementado, seguido en importancia por ALS y división celular. Esto tiene coherencia al observar cuales fueron las especies con mayor presencia.

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La información antes mencionada ayuda a comprender algunos aspectos sobre cuáles fueron las estrategias químicas más usadas.


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Finalmente se relevó información acerca de la condición hídrica de cada lote y se consideraron lluvias, estado inicial del perfil al momento de la siembra e influencia de la napa (hasta 2,2 m). Al analizar la distribución de las precipitaciones se evidenció que febrero fue particularmente seco con aportes que fueron entre 0 y 20% del total de lluvias en el ciclo del cultivo, lo que impactó principalmente en la soja de 2ª. Las regionales más afectadas fueron Río Cuarto, Laboulaye, Villa María y Vicuña Mackenna.

Ante este escenario la influencia de la napa tuvo un impacto muy importante. El diferencial de rendimiento por aporte de la napa fue mayor en soja de 2ª posiblemente por lo mencionado respecto a la distribución de las precipitaciones. La napa aportó 49,3% más de rinde promedio para soja de 1ª y 70,1% para soja de 2ª (Figuras 10 y 11).

Figura 7

Porcentaje de lotes con presencia de malezas según especie.

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Figura 8

Hectáreas según cantidad de MEA en preemergencia del cultivo.


Figura 9

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Hectáreas según tipo de MEA.

Figura 10

Rendimiento según estado hídrico del perfil a la siembra.

Figura 11

Rinde promedio con/sin influencia de napa según cultivo.

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Autores: Murgio, M.1; Ferreyra, M.L.1; Fuentes, F.H.2; Vissani, C.2

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1 INTA Manfredi. INTA Marcos Juárez.

¿Cómo elegir el grupo de madurez de soja en función de la calidad del ambiente?

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Criterios para una correcta elección del GM en las regiones sojeras de Córdoba y centro sur de Santa Fe.

Palabras Claves: Grupo de Madurez; Ambiente; Rendimiento.


Una fuente de información disponible para determinar criterios para la elección de GM es la Red Nacional de Evaluación de Cultivares de Soja (RECSO). La RECSO, proyecto del INTA en convenio de vinculación y asistencia técnica con la Asociación de Semilleros Argentinos (ASA), evalúa anualmente cultivares comerciales en ensayos experimentales, divididos por grupos de madurez (GM) en cada región de cultivo del país. Cada año, el plan de siembra incluye alrededor de 75 localidades en las que se evalúan los GM más adaptados para cada lugar. De este modo, campaña tras campaña se recopilan datos de rendimiento de los distintos cultivares de diferentes GM en las diferentes regiones sojeras del país. Esta base de datos ayuda a definir la longitud de ciclo más adecuada. El objetivo de este trabajo fue generar criterios para la elección del grupo madurez en base a la comparación de GM con respuestas de rendimiento contrastantes a cambios en la calidad del ambiente en las regiones sojeras de Córdoba y Santa Fe comprendidas entre el paralelo 30º y 34º Latitud Sur. Materiales y Métodos Se analizaron conjuntamente datos de rendimiento de la RECSO pertenecientes a seis campañas, agrupados por regiones II-1, II-2, II-3, II-4 según el criterio empleado en

Para analizar la adaptabilidad y estabilidad de cada grupo de madurez (GM) a una región, se utilizó la metodología propuesta por Finlay y Wilkinson (1963), y se analizó la media de rendimiento de todos los cultivares pertenecientes a un GM en cada localidad y campaña. La calidad del ambiente se estimó a través de la media de rendimiento de todos los ensayos participantes en una localidad y campaña. Posteriormente, se estimó la estabilidad de cada GM a través de su pendiente de regresión de rendimiento en función de la calidad del ambiente y se compararon los intervalos de confianza (IC) de los parámetros de la recta (y= a + b.x) entre los GM con largos de ciclo contrastantes. Se excluyeron del análisis los datos de rendimiento de siembras posteriores al 5 de diciembre en las regiones al sur del paralelo 32º, para evitar datos de bajo rendimiento producto de siembras tardías. Resultados y discusión En el sudeste de Córdoba y sur de Santa Fe, el rango de GM más sembrado es del III largo al IV largo (Mapa 1). En los ambientes más productivos (4000 kg ha-1), la tendencia muestra no haber diferencias significativas de rendimiento entre III largo y IV largo (Figura 1). Por lo tanto, la decisión del cultivar a elegir obedecerá a otros factores agronómicos y empresariales. No obstante, cuando la calidad del ambiente baja (entre 2000-4000 kg ha-1), en la mayoría de los casos los ciclos más largos (4L) rindieron más (Figura 1). Por lo tanto, Mapa 1

Sudeste de Córdoba y sur de Santa Fe, donde el rango de GM más sembrado es del III largo al IV largo.

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la RECSO. Las campañas estudiadas fueron la 2009/10, 2010/11, 2011/12, 2012/13, 2013/14 y 2014/15.

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La elección del grupo de madurez (GM) es una de las decisiones de mayor influencia sobre el rendimiento del cultivo de soja (Baigorri et al., 2008). Conjuntamente con la fecha de siembra, determina el largo de ciclo y la oferta de recursos ambientales capturados por el cultivo durante la campaña. El abanico de longitudes de ciclo más adecuadas varía entre las distintas regiones sojeras de Argentina. La elección del grupo de madurez más conveniente cambiará de acuerdo a las condiciones climáticas y al suelo en el que se implante el cultivo. Debido a la variabilidad climática entre campañas de una región, el GM de mayor rendimiento puede cambiar entre campañas. Además, la decisión se verá afectada por cierto grado de incertidumbre debido a la imposibilidad de tener un pronóstico climático certero a mediano plazo. En este sentido, es necesario que los criterios de elección del GM estén sustentados en información empírica de varias campañas y localidades de una región.


Figura 1

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Relación entre el rendimiento medio de ensayo RECSO de distintos grupos de madurez y la calidad del ambiente (como diferencia entre la media de rendimiento de los ensayos en la localidad y la media del conjunto de ambientes) en la región II-4 (sudeste de Córdoba y sur de Santa Fe).

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Figura 2

Relación entre el rendimiento medio de ensayo RECSO de distintos grupos madurez y la calidad del ambiente (como diferencia entre la media de rendimiento de los ensayos en la localidad y la media del conjunto de ambientes) en la región II-4 (sureste de Córdoba y sur de Santa Fe).


Las diferencias de rendimientos a favor del IV largo respecto a GM mayores se invierten cuando se desplaza el análisis hacia el norte, norte de Córdoba y Centro de Santa Fe (región sojera II-2), en donde los V largo y VI tendrían mejores rendimientos en ambientes menos productivos (IC95: a4L:-911--76 kg; a6:75-911 kg; b4L:0.96-1.19; b6:0.811.04) (Figura 3).

Sin embargo, este análisis no tiene en cuenta la distribución particular de recursos de cada campaña (ej. precipitaciones). Por consiguiente, hay que tener en cuenta que este comportamiento no se repite en todas las campañas. Un ejemplo ocurrió en la última campaña (2017/18), en ambientes de la región central de Córdoba, en donde los cultivares de ciclos más cortos presentaron mayores rendimientos. Esto puede explicarse, en parte, por el menor grado de estrés hídrico sufrido durante las etapas reproductivas debido a un mayor grado de escape a la sequía en febrero y marzo (Figura 5). Mapa 2

Centro sur de Córdoba (región II-3).

Cuando el análisis se focaliza en el centro sur de Córdoba (región II-3, Mapa 2) donde los ambientes presentan mayores limitaciones hídricas y los cultivos inician su ciclo en suelos con menores contenidos de humedad, el GM IV largo tendría mayores rendimientos respecto al GM III largo en los ambientes con diferentes productividades (IC95: a3L:3014-3132 kg; a4L:3289-3406 kg) (Figura 4). Sin embargo, hay que destacar que el GM IV Corto (no incluido en el gráfico) presentó un comportamiento similar al GM IV largo En general y dentro del abanico de GM mejor adaptados a una determinada región, los ciclos más largos tienen mayor estabilidad cuando la calidad del ambiente baja.

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cuando se prevé un ambiente de baja productividad, con limitaciones en la oferta de recursos, un criterio de manejo sería elegir cultivares de ciclo más largo (IC95: b3L:1.01-1.15; b4L:0.85-1.00). Sin embargo, aumentar aún más la duración de ciclo desde IV largo a V largo parecería no reportar ningún beneficio en esta región (Figura 2), incluso el rendimiento disminuiría (IC95: a4L:4284-4611 kg; a5L:3893-4204 kg).

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Figura 3

Relación entre el rendimiento medio de ensayo RECSO de distintos grupos madurez y la calidad del ambiente (como diferencia entre la media de rendimiento de los ensayos en la localidad y la media del conjunto de ambientes) en la región II-2 (noreste de Córdoba y centro de Santa Fe).


Figura 4

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Relación entre el rendimiento medio de ensayo RECSO de distintos grupos madurez y la calidad del ambiente (como diferencia entre la media de rendimiento de los ensayos en la localidad y la media del conjunto de ambientes) en la región II-3 (Centro sur de Córdoba).

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Figura 5

Rendimiento medio de cultivares evaluados en Manfredi (centro de Córdoba) durante la campaña 2017/18, agrupados por grupo de madurez y ordenados por rendimiento.

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1 Laboratorio de Semillas INTA Oliveros, Centro Regional Santa Fe.

Lo nuevo en materia de criterios de evaluación de plántulas de soja

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Autores: Gallo, C.1; Arango, M.1; Craviotto, R.1.

Un repaso por los principales daños y anormalidades en plántulas de soja según los últimos criterios de la Asociación Internacional de Análisis de Semillas (ISTA).

Palabras Claves: Evaluación; Soja; Plántulas; Reglas ISTA; Daños.

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La cantidad de plántulas que componen el stand inicial del cultivo de soja es, sin dudas, el valor más calculado al inicio y final de cada campaña sojera. De la exactitud de dicho valor depende la toma de decisiones sobre el uso del lote como simiente, el cálculo de la densidad de siembra y el manejo agronómico del lote de semillas en función de su capacidad de germinación.

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La precisión y confiabilidad del resultado acerca del número de plántulas capaces de implantarse con éxito en el campo, obtenido mediante la prueba de Germinación en laboratorio, depende de varios factores. Por un lado, la realización adecuada de la prueba mediante el control de la temperatura, el contenido de humedad del sustrato y la correcta preparación del mismo, resulta determinante para la obtención de un valor que refleje fielmente la condición fisiológica del lote de semillas de soja. Sin embargo, el resultado de la prueba de Germinación puede ser erróneo debido a equivocaciones del analista al momento de evaluar las plántulas producidas al final del ensayo. La evaluación de las plántulas no es exclusiva de la Prueba de Germinación, sino que además, muchos otros ensayos

de análisis de calidad también la requieren luego de que la muestra de simientes fue sometida a diversos tipos de estrés. Por tal motivo, el analista debe estar capacitado para discernir si una plántula será capaz de implantarse exitosamente en el campo o no. En resumen, la obtención de resultados confiables en la Prueba de Germinación depende de una correcta realización del método, tal como lo establece el procedimiento descripto por la Asociación Internacional de Análisis de Semillas (ISTA), y también del conocimiento y entrenamiento del analista en la evaluación de las plántulas obtenidas al final de la prueba, jugando esto último un rol fundamental en la exactitud del resultado. El Manual de Evaluación de Plántulas de ISTA (2013) y las Reglas ISTA (2018) establecen los criterios de evaluación de las plántulas y semillas al final del período de germinación para un gran número de especies de interés agronómico, entre ellas la soja. Como primer paso en la evaluación de plántulas es fundamental que el analista pueda identificar claramente Figura 1

Plántulas normales: a) intacta; b) con defectos leves; c) podrida como resultado de una infección secundaria.



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cuáles son las plántulas normales y cuáles son aquellas plántulas que presentan anormalidades que les impedirán comportarse satisfactoriamente en condiciones de campo.

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Según ISTA, las plántulas normales muestran el potencial para continuar desarrollándose en plantas aceptables cuando crecen en suelo de buena calidad y bajo condiciones favorables de humedad, temperatura y luz (Figura 1). Se consideran como plántulas normales aquellas plántulas intactas que poseen todas sus estructuras esenciales bien desarrolladas, completas, en proporción y saludables. Sin embargo, muchas plántulas pueden tener defectos menores que no afectan su normal desarrollo y que por lo tanto pueden considerarse como plántulas normales y componer el porcentaje de germinación de un lote de semillas. Las mismas se denominan plántulas normales con defectos leves y se caracterizan porque muestran defectos de poca magnitud en sus estructuras esenciales, poseen un desarrollo aceptable y balanceado comparable al de las plántulas intactas del mismo ensayo.

Tanto las plántulas intactas como las plántulas con defectos leves, pueden ser afectadas por hongos o bacterias provenientes de una fuente externa y no de la propia semilla. No obstante, esta infección no siempre influye sobre su normal desarrollo y por lo tanto se las considera como plántulas normales con infección secundaria (Figura 1). Los lotes de semillas de calidad media y baja habitualmente presentan altos porcentajes de plántulas con defectos graves en alguna de sus estructuras o bien ausencia de alguna de ellas. Estas plántulas se denominan plántulas anormales y sus defectos de gran magnitud afectan notablemente su normal desarrollo, aun cuando las condiciones ambientales sean favorables. En el campo, las plántulas anormales no prosperan en el stand inicial del cultivo ya que no cuentan con los medios para desarrollarse con la misma velocidad que las plántulas normales y finalmente desaparecen del stand.

Figura 2

Anormalidades de plántula: a) Cotiledones emergen antes que la raíz; b) y c) Plántulas deformadas; d) Plántula desbalanceada; e) Plántula con síntomas de fitotoxicidad; f) Plántula fracturada.


• Anormalidades de la plántula Una plántula anormal puede ser deformada, fracturada, ahilada, vítrea, blanca/amarilla, desbalanceada o puede liberar los cotiledones del tegumento antes que la raíz primaria (Figura 2). Los síntomas de fitotoxicidad sobre las plántulas son considerados como anormalidades así como también la infección causada por patógenos portados por la propia semilla (infección primaria). Por otra parte, aquellas plántulas conformadas por la fusión de dos plántulas en alguna de sus estructuras son clasificadas también como anormales.

En soja, si la raíz primaria está ausente o presenta alguna de las anormalidades mencionadas, puede ser reemplazada en sus funciones por raíces secundarias. De este modo, la plántula se clasifica como plántula normal, siempre y cuando no presente algún daño severo en otra estructura. A continuación, se detalla el criterio de evaluación de plántulas de soja con problemas en raíz primaria según el Figura 3

Anormalidades de raíz primaria: a) geotropismo negativo; b) raíz primaria atrapada en el tegumento; c) hendida desde el extremo; d) profundamente quebrada o rota; e), f) y g) raíz primaria ausente; h) raíces primarias mazudas comparadas con raíces primarias normales; i) y j) raíz primaria atrofiada; k) raíz primaria con constricciones; l) raíz primaria como resultado de una infección primaria.

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Existen diferentes daños severos que pueden presentarse sobre distintas estructuras en una plántula anormal:

• Anormalidades de la raíz primaria Una plántula es anormal cuando la raíz primaria está ausente, retrasada en su crecimiento, podrida como resultado de una infección primaria, hendida desde el extremo, engrosada, vítrea, ahilada, profundamente quebrada o rota, presenta constricciones o está atrapada en el tegumento. También se clasifican como anormales aquellas plántulas con raíz primaria que muestran síntomas de fitotoxicidad o geotropismo negativo (Figura 3).

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Las plántulas anormales pueden presentar distintos tipos de daños severos e irreparables o bien presentar un desarrollo débil y/o estructuras esenciales deformadas o desproporcionadas.


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número de raíces secundarias necesarias para reemplazar a la raíz primaria y las características que deben presentar dichas raíces secundarias (ISTA, 2017) (Figuras 4 y 5):

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Figura 4

Proporción en longitud del cotiledón y el hipocótilo.

Criterio 1: Al menos 3 raíces secundarias que no presenten ningún defecto mencionado anteriormente. Criterio 2: Estas raíces secundarias deben ser iguales o mayores en longitud que la mitad de la longitud del hipocótilo. Criterio 3: En las plántulas que poseen el hipocótilo poco desarrollado, tanto el hipocótilo como las raíces secundarias deben tener al menos igual longitud que el eje mayor de los cotiledones. • Anormalidades del hipocótilo y/o epicótilo El hipocótilo puede presentar anormalidades tales como fototropismo negativo, constricciones, retorcimientos, pudriciones causadas por una infección primaria, o bien ser corto y grueso (Figura 6). También es frecuente observar plántulas con hipocótilos profundamente fracturados o rotos que pueden afectar severamente el desarrollo de la plántula y ser una vía de ingreso para patógenos que causarán daños mayores (Figura 7 a). Las fracturas o roturas son lesiones perpendiculares al eje mayor del hipocótilo y pueden Figura 5

a) y b) plántulas normales con ausencia de raíz primaria pero con raíces secundarias que aplican los criterios 1 y 2; c) plántula anormal con ausencia de raíz primaria y raíces secundarias que cumplen con el criterio 1 pero no cumplen con el criterio 2; d) plántula anormal con ausencia de raíz primaria y sin raíces secundarias que cumplen con el criterio 1.



Figura 6

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Anormalidades de hipocótilo: a) constricción; b) retorcimiento; c) hipocótilo corto y grueso; d) fototropismo negativo.

frecuente observar heridas denominadas hendiduras longitudinales. Las hendiduras son lesiones paralelas al eje mayor del hipocótilo y se las considera un impedimento para el desarrollo de la plántula cuando ésta penetra profundamente y llega al cilindro central, ya que afecta el transporte de agua y nutrientes. Las hendiduras pueden localizarse en áreas pequeñas del hipocótilo o presentarse en una mayor extensión, e incluso afectar la totalidad del mismo (Figura 8 a y b). Al igual que las fracturas, las hendiduras son áreas de tejido dañado y altamente susceptibles al ataque de patógenos, por lo tanto la cicatrización de estos tejidos juega un papel importante en el futuro desarrollo de la plántula (Figura 8 c). Además de la extensión de la hendidura, el analista debe evaluar la profundidad para determinar si afecta o no al sistema de conducción. Para ello, se debe realizar un corte transversal sobre la hendidura y observar el área cortada a fin de identificar la profundidad de la lesión (Figura 9).

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penetrar profundamente en el sistema conductor. Sin embargo, los tejidos de estas lesiones pueden fusionarse durante el proceso de germinación y dar como resultado una plántula con el hipocótilo cicatrizado que no ve afectada la dirección normal de crecimiento y por lo tanto se clasifica como plántula normal (Figura 7 b). Por el contrario, cuando el hipocótilo presenta una fractura o rotura en la que los tejidos se fusionaron y se alteró la dirección normal de crecimiento de la plántula, ésta se considera plántula anormal (Figura 7 c). Como consecuencia de daños fisiológicos y físicos sobre el eje hipocótilo -radícula de las semillas de soja-, es muy

Si la hendidura longitudinal es superficial y no llega hasta el cilindro central, dicha lesión es considerada como un defecto leve y la plántula se clasifica como normal. Algunas hendiduras pueden ser más profundas y pueden afectar las capas exteriores del cilindro central que forman la corteza. En este caso es importante que el analista pueda determinar si dicha lesión cicatrizó o no. La herida cicatrizada se caracteriza por poseer un aspecto semejante al resto del hipocótilo no herido. En función a esto, la plántula se clasifica como normal si el tejido de la hendidura está cicatrizado y no hay deformación del hipocótilo y/o epicótilo. Por el contrario, en ausencia de cicatrización del tejido, la plántula es anormal. En aquellas hendiduras muy profundas donde se ven afectados los tejidos del cilindro central, independientemente de la cicatrización o no del mismo, la lesión es grave y por lo tanto la plántula se considera anormal. Es importante realizar el mismo corte transversal en otras lesiones que se presentan en el hipocótilo, como fracturas y/o podredumbres, para identificar su profundidad, ya que este tipo de daños pueden afectar la normal circulación de agua y nutrientes en la plántula.


Figura 7

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Hipocótilo profundamente fracturado o roto: a) fracturas sobre hipocótilo; b) plántula anormal con hipocótilo profundamente fracturado o roto y alteración del sistema conductor y de la dirección de crecimiento; c) plántula normal con hipocótilo profundamente fracturado o roto pero sin alteración del sistema conductor y crecimiento normal.

Figura 8

Hendidura longitudinal: a) hipocótilo con hendidura de poca extensión; b) hendidura que abarca la totalidad del hipocótilo; c) plántula con hipocótilo sin cicatrizar.

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Figura 9

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Cortes en hipocótilos con hendiduras longitudinales de distinta profundidad: a) hipocótilo sin lesiones y el cilindro central intacto marcado entre puntos rojos; b) hendidura superficial que no penetra en el cilindro central; c) hendidura profunda que afecta al cilindro central.

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El hipocótilo de las plántulas de soja puede manifestar diversas anormalidades como las mencionadas anteriormente. Sin embargo, la base del hipocótilo puede presentar un crecimiento anormal en forma de curvatura o también crecimiento espiralado que puede afectar en mayor o menor medida el desarrollo futuro de la plántula. Dichas curvaturas pueden ser originadas por daños fisiológicos o bien por lesiones que afectan el crecimiento normal de los tejidos del hipocótilo y por lo tanto esta estructura crece formando una curva o un lazo. Existen distintos tipos de crecimiento de la base del hipocótilo que originan lo que se denomina crecimiento en forma de U o crecimiento en forma de lazo. A su vez, existen dos tipos de base de hipocótilo en forma de U, denominadas U abierta y U cerrada. ¿Cuándo se considera a un hipocótilo con base en forma de U abierta? Cuando al realizar una proyección imaginaria del crecimiento del hipocótilo, éste no se cruza consigo mismo (Figura 10 a). En este caso, al momento de la evaluación, la plántula es clasificada como normal. Un hipocótilo con base en forma de U cerrada es aquel que, al hacer una proyección imaginaria de su crecimiento, éste se cruza consigo mismo. En este caso, si la plántula tiene la raíz primaria intacta entonces se clasifica como plántula normal. Por el contrario, si la plántula posee un

hipocótilo con base en forma de U cerrada y además su raíz primaria tiene defectos, entonces se debe clasificar como plántula anormal ya que dicha plántula no poseerá ninguna estructura firme que le permita sostenerse, hacer anclaje seguro y continuar su crecimiento (Figura 10 b). En algunas plántulas, la base del hipocótilo puede tener un crecimiento anómalo tal que dicha estructura se curva sobre sí misma formando un lazo. Las plántulas que presentan este tipo de anormalidad se clasifican como plántulas anormales (Figura 10 c). Otra anormalidad que puede observarse en el hipocótilo, aunque es poco frecuente, es el espiralado. Se presenta cuando el hipocótilo crece formando una curva continua que se cierra sobre sí misma sin cruzarse, y que se denomina espiral aplanado. También el hipocótilo puede desarrollarse formando un espiral en forma de tirabuzón, que se denomina espiral elongado (Figura 11). • Anormalidades de la yema y el tejido circundante Durante la evaluación de las plántulas es importante observar el estado en que se encuentra la yema terminal y el tejido que la rodea, ya que será a partir de esta yema que se desarrollarán las futuras ramificaciones de la planta. Si bien la yema es una estructura fuertemente protegida por los cotiledones, cuando éstos presentan daños puede verse


Figura 10

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Base de hipocótilo formando U o lazo: a) plántula normal con base de hipocótilo formando una U abierta; b) plántula anormal con base de hipocótilo formando una U cerrada y sin raíz primaria; c) plántula anormal con base de hipocótilo formando un lazo.

*Las líneas de puntos indican una proyección imaginaria del crecimiento del hipocótilo.

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Figura 11

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Espirales: a) espiral aplanado; b) espiral tirabuzón.

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afectada también por pudriciones, necrosis o roturas. Una plántula es anormal cuando la yema terminal está ausente, dañada, necrótica, deformada o podrida como resultado de una infección primaria (Figura 12). • Anormalidades de los cotiledones Debido a la importancia de los cotiledones en el crecimiento de la plántula, es necesario que dichas estructuras se encuentren en buen estado. Las sustancias de reservas almacenadas en los cotiledones son la fuente de energía que emplea la plántula para su desarrollo hasta que las hojas primarias puedan desplegarse completamente y optimizar el mecanismo de fotosíntesis necesario para la vida heterótrofa. Por tal motivo, durante la evaluación de las plántulas de soja, se considera que la mitad o más de la mitad del tejido cotiledonar compuesto por ambos cotiledones debe estar en buen estado y libre de daños. Por lo tanto, una plántula es anormal cuando más de la mitad de su tejido cotiledonar está ausente, deformado, roto, separado, decolorado, necrótico, vítreo, fusionado

o podrido como resultado de una infección primaria. Este criterio se conoce como Regla del 50% (Figura 13). Los cotiledones pueden ser deformados, presentar formas irregulares aberrantes y anómalas de tal manera que los mismos no pueden separarse e impiden emerger a las hojas primarias. En este caso, la plántula se clasifica como anormal. Es importante resaltar que la zona de unión de los cotiledones con el hipocótilo siempre debe estar sana y libre de daños, ya que por esta área se realiza el pasaje de las sustancias de reserva desde los cotiledones hacia la yema apical y el sistema radical. • Anormalidades de las hojas primarias Al igual que los cotiledones, la superficie foliar de la plántula debe estar en buen estado para ser eficiente en la captura de energía solar. Por este motivo, al igual que los cotiledones, se aplica el concepto de la Regla del 50% en las hojas primarias. Esta última establece que la mitad o más


Figura 12

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Anormalidades de yema terminal y tejidos circundantes: a) yema terminal ausente; b) yema terminal ausente y tejidos circundantes podridos como resultado de infección primaria; c) yema terminal y tejidos circundantes podridos como resultado de infección primaria; d) yema terminal dañada.

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Figura 13

Anormalidades de cotiledones: a) deformados; b) rotos; c) podridos como resultado de infección primaria; d) ausentes; e) decolorados; f) fusionados.


Figura 14

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Anormalidades de hojas primarias: a) hojas deformadas; b) hojas ausentes; c) hojas rotas; d) hojas necróticas.

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de la mitad del tejido foliar compuesto por ambas hojas primarias debe estar en buen estado y libre de daños. Una plántula es anormal cuando más de la mitad de su tejido foliar está ausente, deformado, roto, separado, decolorado, necrótico o podrido como resultado de una infección primaria. Las hojas primarias que presentan forma de hoz se denominan hojas falcadas y son una anormalidad que debe ser considerada al momento de la evaluación (Figura 14). • Semillas No Germinadas Al momento de la evaluación de las plántulas, es necesario registrar aquellas semillas que no germinaron durante el período del ensayo de germinación establecido en 8 días para soja. La falla de germinación de estas semillas puede deberse a diversos motivos y se clasifican en:

* Semillas muertas: estas simientes absorben agua, no muestran signos de desarrollo de plántula y generalmente son flácidas, decoloradas o mohosas (Figura 15 a). * Semillas frescas: son capaces de embeber agua bajo las condiciones de germinación establecidas para la especie soja, no desencadenan el proceso de germinación ya que está bloqueado (Figura 15 b). * Semillas duras: semillas que no son capaces de embeber agua bajo las condiciones establecidas para la germinación y quedan con su forma y tamaño original (Figura 15 c).



Figura 15

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Semillas no germinadas: a) muertas; b) fresca; c) duras; *comparadas con semillas hidratadas y teñidas en la Prueba de Tetrazolio.

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Bibliografía ISTA. 2003. Handbook on Seedling Evaluation. International Seed Testing Association, 150 pp. ISTA. 2017. Procedure Seedling Evaluation of Glycine max. https://www.seedtest.org/upload/cms/user/TCOM-P- 09SeedlingevaluationofGlycinemaxV1.01.pdf ISTA. 2018. International Rules for Seed Testing. Zurich. 296 pp.

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1 Docentes e investigadores de la asignatura Fitopatología de la UNNOBA. 2 INTA Castelar.

La calidad de la semilla de soja paga las consecuencias del clima adverso en la zona núcleo

Red de INNOVADORES

Autores: Lavilla, M.A.1; Ivancovich, A.1; Martínez, M.2.

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El temporal ocurrido en 2018 incrementó la incidencia de los patógenos en semilla y la presencia de estructuras de resistencias de los hongos en tallos de soja. Análisis y recomendaciones.

Palabras Claves: Patógenos; Semillas; Soja; Resistencia a hongos; Clima.


Red de INNOVADORES

Introducción Durante la segunda quincena del mes de abril y los primeros días de mayo de 2018, se presentaron frecuentes lluvias en la zona núcleo sojera que deterioraron la calidad de la semilla de soja cosechada.

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La calidad sanitaria de las semillas de soja está directamente relacionada con la posterior germinación de la semilla, la emergencia, el vigor y el desarrollo de las plántulas, lo que implica un rol importante en la buena implantación del cultivo (Ivancovich y Lavilla, 2015a; Ivancovich y Lavilla, 2015b). Las nuevas tecnologías aplicadas en los análisis de semilla y los tratamientos con fungicidas curasemillas, deberían ser respaldados con un test de sanidad de semillas y un umbral de acción. El uso de estas metodologías minimizaría la difusión de los patógenos contenidos en las semillas a nivel nacional e internacional (Munkvold, 2009). Cuando los granos permanecen en los lotes sin cosechar durante un período de más de diez días bajo condiciones de alta humedad y frecuentes lluvias (temporal), se manifiesta la presencia de dos géneros de hongos, generalmente Alternaria spp. y Fusarium spp., causantes del deterioro de la semilla. Estos patógenos reducen notoriamente el poder y la energía germinativa de las mismas (Ivancovich, Lavilla y Caamaño, 2016). La presencia de estructuras de resistencia de los hongos en los tallos (ERT) es muy importante en la patogénesis y en la epifitiología de los hongos, en especial en aquellos que provocan enfermedades de raíz y tallo en soja porque contribuyen al incremento del inóculo inicial de los mismos. El objetivo de este trabajo fue evaluar la incidencia de los patógenos en semilla y la presencia de estructuras de resistencia de los hongos en los tallos de soja en cosecha demorada por factores climáticos adversos. Metodología El estudio se realizó en un ensayo de la localidad de Pergamino sembrado el 15 de diciembre, con un cultivar representativo de cada grupo de madurez: III corto, III

largo, IV corto y IV largo. Las fechas de evaluación fueron 12 de abril (antes del temporal) y 8 de mayo (posterior al temporal). En cada fecha de evaluación y cultivar, se cosecharon a mano 200 semillas de soja de vainas elegidas al azar y de cada uno de los tercios de la planta. Posteriormente, se desinfectaron con 2% de hipoclorito de sodio durante 30 segundos y se enjuagaron durante 1 minuto con agua destilada estéril. Las semillas fueron incubadas en bandejas plásticas mediante la técnica de papel (Botter test) durante 7 días, en una cámara de crecimiento a 24 °C±2 y oscuridad continua. Finalmente, a los 7 días de incubación, se evaluó la cantidad de semillas con patógenos (incidencia: [número de semillas con patógenos/ número de semillas totales]*100). Para la determinación de la ERT, se cortaron 5 muestras de tallos de 10 cm de largo en cada fecha de evaluación y cultivar y se incubaron en cámara húmeda durante 48 h a 24 °C±2 y oscuridad continua. Posteriormente, se evaluó el porcentaje de la ERT y se confirmó la presencia de las mismas mediante un análisis morfológico bajo microscopio estereoscópico y óptico. La incidencia de los patógenos en las semillas y la ERT fueron expresadas en porcentaje y se analizaron con una Prueba T para observaciones apareadas. Resultados y discusión La cosecha demorada de soja por factores climáticos adversos incrementó significativamente la incidencia de los patógenos en las semillas (p<0,0001) y de las ERT (p<0,0001) (Tablas 1, 2 y 3). La incidencia de los patógenos de semillas de soja (porcentaje promedio) después del temporal se detalla en la Tabla 4. Condiciones climáticas Durante abril de 2016 y 2018 se observaron situaciones similares en cuanto al número de días de lluvia, con 13 y 11 días, respectivamente. La situación para 2018 (Figuras 1 y 2) es más alarmante que la de 2016, debido a que en el mes en que se escribió este artículo (mayo) se continúan



registrando lluvias y humedad cercanas al 100%, situación que no se observó en el mes de mayo de 2016, cuando solo se registraron 3 días de lluvia y distribuidas espaciadamente. Estas condiciones explicarían la más alta incidencia de patógenos en semillas de soja para

el año 2018 (100%), en comparación con los valores de incidencia observados en 2016 cercanos al 80% (Ivancovich, Lavilla y Caamaño, 2016).

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Tabla 1

Incidencia de los patógenos en las semillas de soja (IPS) y presencia de estructuras de resistencia de los hongos en los tallos (ERT) evaluados en diferentes grupos de madurez y fechas de cosecha.

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Tabla 2

Prueba de T apareada para la incidencia de los patógenos en las semillas (%).

Tabla 3

Prueba de T apareada para la presencia de estructuras de resistencia de los hongos en los tallos (%).

Tabla 4

Porcentaje (%) de patógenos en semillas de soja después del temporal.


Imagen 1

Red de INNOVADORES

PatĂłgenos en semillas de soja despuĂŠs de un temporal. Foto 1. Fusarium spp. Foto 2. Alternaria spp. Foto 3. Phomopsis sp. Foto 4. Cercospora kikuchii. Foto 5. Colletotrichum truncatum. Foto 6. Aspergillus flavus. Foto 7. Bacteriosis.

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Imagen 2

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Presencia de estructuras de resistencias en tallos de soja. Foto 8. Microesclerocios de Macrophomina phaseolina. Foto 9. Picnidios de Phomopsis sp. Foto 10. Conidios libres de Alternaria spp. Foto 11. Picnidios de Septoria glycines. Foto 12. AcĂŠrvulas de Colletotrichum truncatum. Foto 13. Conidios y conidiĂłforos de Cercospora kikuchii.

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Imagen 2

Foto 14. Picnidios y Peritecios (con ascas y ascosporas) de Diaporthe sp.


Figura 1

Precipitación (mm) observada entre el 2 y 7 de mayo de 2018.

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Anomalía de precipitación (mm) durante el mes de abril de 2018.

Figura 2

Fuente: Informe semanal. Vol.10 N°477. Instituto de Clima y Agua. http://climayagua.inta.gob.ar/boletin_semanal

Fuente: Informe semanal. Vol.10 N°477. Instituto de Clima y Agua. http://climayagua.inta.gob.ar/boletin_semanal

Consideraciones finales • El temporal ocurrido en 2018 incrementó la incidencia de los patógenos en semilla y la presencia de estructuras de resistencias de los hongos en tallos de soja (Foto 15). • Antes de la próxima siembra, se recomienda realizar análisis de energía y poder germinativo de las semillas. En los casos inferiores a 85%, efectuar pruebas de sanidad de los mismos. • Se recomienda el uso de fungicidas curasemilla en los casos en que la incidencia de Phomopsis sp. sea inferior o igual al 10% y/o el total de patógenos en las muestras no supere el 20% (umbral de acción). Esta práctica minimizaría el impacto en el ambiente de los terápicos de semilla y la difusión de los patógenos transmitidos por semilla. • Las muestras que presenten un porcentaje de hongos superior al 20% deberían ser descartadas para su uso como semilla.

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Foto 15

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Lotes y vainas de soja antes del temporal (A) y después del temporal (B).

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Bibliografía Ivancovich, A. y Lavilla M. 2015a. “Problemas sanitarios relacionados a la germinación de la semilla de soja a campo” – 2015 – INTA Pergamino – Publicado en Web jueves, 12 noviembre, 2015. Visionado 24-11-2015 http://inta.gob.ar/documentos/problemas-sanitarios-relacionados-a-la-germinacion-de-la-semilla-de-soja-a-campo Ivancovich, A. y Lavilla M. 2015b. “Eligiendo la mejor semilla” – 2015 – INTA Pergamino – Publicado en Web jueves, 12 noviembre, 2015. Visionado 24-11-2015 http://inta.gob.ar/noticias/eligiendo-la-mejor-semilla Ivancovich, A., Lavilla M. y Caamaño, A. 2016.Deterioro de la calidad sanitaria de los granos de soja por cosecha demorada” – 2016 – INTA Pergamino – Publicado en Web mayo, 2016. http://inta.gob.ar/sites/default/files/ inta_pergamino_deterioro_de_la_semilla_a_campo_por_cosecha_demorada.pdf Munkvold, G.P. 2009. Seed Pathology Progress in Academia and Industry. Annu. Rev. Phytopathol. 2009.47:285-311. Downloaded from www.annualreviews.org by Universidad de Buenos Aires on 06/22/11. For personal use only.

Este trabajo se encuentra enmarcado dentro de los siguientes proyectos: • Proyecto de Extensión de la UNNOBA titulado: “Panorama sanitario de los cultivos de trigo, maíz y soja para el Norte de la Pcia de Buenos Aires”, Exp No 2563/17. • Proyecto de investigación SIB UNNOBA Exp. N° 0133/2017.

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EEA INTA General Villegas. Contacto: giron.paula@inta.gob.ar

En busca de la densidad รณptima en soja

Red de INNOVADORES

Autores: Girรณn, P.; Rampo, M.; Barraco, M.

Un ensayo para determinar las densidades รณptimas de soja en zonas de manejo delimitadas por NDVI.

Palabras Claves: Densidad de plantas; Zonas de manejo; Rendimiento; Semillas.

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Red de INNOVADORES

Introducción La densidad óptima de un cultivo se define como el número mínimo de plantas que permite alcanzar los máximos rendimientos (Vega y Andrade, 2000). Para las diferentes zonas del país, la densidad de plantas óptima en soja se encuentra entre 24 y 36 plantas m-2 (Baigorri et al., 1997).

Soja 2018

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En general, las densidades utilizadas son superiores a las óptimas debido a diversas causas, entre las que se pueden mencionar (i) el relativo bajo costo de la semilla de soja, (ii) la baja calidad de la semilla que se usa habitualmente y (iii) la inexistencia de pérdidas de rendimiento producto de sembrar densidades excesivamente altas. Estas causas también hicieron que hoy exista una significativa falta de información entre los productores sobre la posibilidad de bajar la densidad de siembra (Pérez y Usseglio, 2012). En este sentido, resulta interesante conocer densidades óptimas de semilla de soja ante un contexto de aumento de precios de semilla y aumentos en la calidad de la semilla disponible para la siembra. No obstante, existe una preocupación de los asesores y productores por reducir la cantidad de semilla utilizada por hectárea debido al incremento del costo de los insumos, entre los que se destaca la propia semilla a través de la incorporación de tecnología por medio del apilamiento de genes. Sin embargo, las densidades mencionadas fueron determinadas para cultivares con características diferentes a los actuales, tanto por el grupo de madurez como por el hábito de crecimiento, además de la incorporación de tecnologías de nutrición y protección del cultivo. En los planteos productivos realizados por los productores de la región, se utilizan densidades de siembra de 40 y 45 semillas m-2. El rendimiento obtenido está estrechamente relacionado con el número de granos logrados y, en menor medida, por el peso de los mismos (Arias et al., 2006). La disponibilidad de recursos estimula los mecanismos de compensación que permiten modificar la cantidad de estructuras generadas, ramificaciones, número de nudos en tallo principal y ramificaciones, fijación de vainas y granos, y el peso de granos. Estas estructuras determinan el crecimiento en biomasa del cultivo, que se correlaciona con el rendimiento en grano, donde el número de granos está determinado por

la tasa de crecimiento del cultivo en el periodo crítico (Vega et al., 1995; Egli, 2005). Tampoco hay información respecto a si la densidad de siembra de semilla de soja óptima es la misma para diferentes ambientes productivos dentro de los lotes que podrían ser delimitados como diferentes zonas de manejo (ZM). Una ZM refiere a una subregión dentro de un lote que expresa una combinación homogénea de los factores limitantes de rendimiento para los que es apropiada una dosis única de un insumo específico (Doerge, 1999). En Argentina, el empleo del índice de vegetación diferencial normalizado (NDVI, Rouse et al., 1973) obtenido mediante el procesamiento de imágenes espectrales de origen satelital, ganó popularidad en los últimos años como criterio simple y económico para delinear ZM. Sin embargo, los estudios que evaluaron esta metodología no son abundantes, especialmente para el manejo variable de la densidad en el cultivo de soja. El objetivo de este trabajo fue determinar la densidad óptima (DO) en soja en ZM delineadas por NDVI en años anteriores, determinar a qué variables responde la DO y cuáles son los mecanismos de compensación frente a la modificación de la población de plantas en cada ZM. Materiales y métodos El ensayo se estableció en un lote de producción de la EEA INTA General Villegas en la campaña 2017/2018. Previo a la siembra del ensayo, se obtuvieron imágenes satelitales de 8 campañas agrícolas (Tabla 1) con los satélites Landsat 5 y Landsat 8 (Land Viewer, 2017). Las fechas de las imágenes se establecieron considerando las etapas críticas de determinación de rendimiento de los cultivos de grano (Andrade et al., 1995), momento en el que se puede evidenciar con mayor precisión el grado potencial de variabilidad espacial de un lote de producción. A cada imagen se le calculó el NVDI (índice de vegetación normalizado) [(IRC-R)) / (IRC+R), dónde: IRC es la reflectividad en el infrarrojo cercano (longitud de onda de 760-900 nm) y R es la reflectividad en el rojo (longitud de onda de 630-690 nm)] y luego se promediaron todas las imágenes para obtener un indicador de la productividad y variabilidad espacial del sitio experimental.


Cultivo Trigo/Soja Maíz Soja Trigo/Soja Maíz Soja Soja Trigo/Soja

Campaña 2007-2008 2008-2009 2009-2010 2010-2011 2013-2014 2014-2015 2015-2016 2016-2017

Satélite Landsat 5 Landsat 5 Landsat 5 Landsat 5 Landsat 8 Landsat 8 Landsat 8 Landsat 8

Se evaluaron 3 densidades de siembra de soja: 150, 300 y 450 plantas m-2. Sin embargo, en recuentos realizados posteriormente, las densidades logradas fueron de 110, 151 y 236 plantas m-2, y los análisis se realizaron con estas densidades finales.

El ensayo fue orientado de manera que las franjas quedaran lo más uniformemente representadas por los patrones de variabilidad edáfica y topográfica del terreno. El ancho de la franja fue igual al ancho de trabajo de la sembradora (6,4 m) y el largo de la franja fue igual al largo del lote (440 m). En base al NDVI calculado, se realizaron 4 transectas de muestreo que atravesaron las 9 franjas y que representaron 2 ZM: las transectas 2 y la 3 presentaban mayor NDVI y se las llamó ZM1, mientras que las transectas 1 y 4 (ZM2) presentaban menor NDVI. En estadios de R3, R5 y R7, se realizaron cortes de material vegetal en cada tratamiento y ZM en 1,05 m lineal con la finalidad de calcular biomasa aérea en kg MS ha-1. Para esto se colocó en estufa con ventilación forzada a 100 ºC

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Secuencia de cultivos de ocho campañas agrícolas en el sitio experimental y satélite del que se obtuvieron las imágenes.

La fecha de siembra fue el 7 de noviembre, el distanciamiento entre hileras fue de 0,40 m y el cultivar utilizado fue DM 4612. El diseño experimental fue en bloques completos aleatorizados con 3 repeticiones.

41 Soja 2018

Tabla 1


Tabla 2

Biomasa en kg MS ha-1 del cultivo de soja en estadios fenológicos de R3, R5 y R7, para cada densidad (110, 151 y 236 pl m-2) y zona de manejo (ZM) delimitada por NDVI. Letras mayúsculas distintas indican que hay diferencias entre ZM, letras minúsculas distintas indican que hay diferencias entre densidades de siembra y letras minúsculas cursivas indican interacción entre zonas de manejo y densidades de siembra (p<0.05). ZM 1

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EF

Soja 2018

42

2

1

2

1

2

236

236

Densidades (pl m )

DDE

-2

110

110

151

151

Biomasa (kg MS ha ) -1

R3

72

3943 A b

3870 A b

4664 A ab

4189 A ab

5115 A a

4867 A a

R5

95

8300 ab

9293 a

8794 a

6755 b

7003 b

7572 ab

R7

125

13556 A a

12672 A a

13407 A a

12027 A a

12668 A a

12649 A a

hasta alcanzar peso seco constante. Además, en los mismos estadíos, se midió radiación interceptada con una barra (Cadavedices®) de 1 m de longitud de zona sensora. Se midió humedad edáfica en R3 y R5 cada 0,20 m hasta 1,40 m de profundidad con la finalidad de evaluar el consumo de agua de cada densidad y ZM en período crítico (R3-R5) y calcular la eficiencia en el uso del agua (EUA). La EUA se calculó como el cociente entre la biomasa acumulada en R3-R5 y el agua evapotranspirada por el cultivo durante el ciclo (agua útil en R3 – agua útil en R5 + precipitaciones ocurridas durante R3-R5). La cosecha se realizó con una cosechadora equipada con monitor de rendimiento (Green Star 3) y DGPS. Los mapas de rendimiento generados fueron procesados mediante el programa ArcGIS 10.2.2 (ESRI, 2015) para corregir y eliminar los valores de rendimiento defectuosos. La información de rendimiento generada fue analizada con el mismo software a una escala espacial considerablemente menor a las de las franjas completas con el objetivo de estudiar la variabilidad espacial de la respuesta a densidad dentro de cada sitio. Por esta razón, las franjas fueron divididas en transectas de 20 m de longitud (Lark, 1997) y se promediaron los puntos de rendimiento de cada transecta para cada franja y densidad. Cada celda generada contó con la información de NDVI y rendimiento. La clasificación no supervisada de ZM se

realizó con el software MZA (Fridgen et al., 2004) para un rango de 2 a 4 clases. El análisis estadístico se realizó con el software Infostat (Di Rienzo et al., 2017) y se consideraron las diferencias mínimas significativas con el test de LSD (α=0.05). Resultados y discusión En el estadio fenológico de R3 no se encontraron diferencias de biomasa entre ZM (p= 0.33) y el promedio de ambas zonas fue de 4441 kg MS ha-1. Sin embargo, se encontraron diferencias significativas entre densidades (p< 0.01). La densidad de 236 pl m-2 obtuvo 4991 kg MS ha-1, y se diferenció significativamente de la densidad más baja que produjo 3907 kg MS ha-1, y que equivale a un + 28% (Tabla 2). En R5 se encontró interacción ZM*densidades (p= 0.04). Las densidades de siembra de 110 y 151 pl m-2 en las ZM 2 y 1, respectivamente, fueron los tratamientos que mayor biomasa tuvieron (9044 kg MS ha-1, en promedio), diferenciándose significativamente de la densidad de 236 y 151 pl m-2 de las ZM 1 y 2, respectivamente, que tenían en promedio 6879 kg MS ha-1 (+ 31%, Tabla 2). En el estadio de R7 no se encontró interacción entre ZM*densidades (p= 0.87) y tampoco diferencias significativas de biomasa en los efectos puros analizados (ZM, p= 0.48 y densidades, p= 0.93, Tabla 2).


Tanto en el estadio R5 y R7, no se encontraron diferencias entre la interacción (R5: p= 0.53, R7: p= 0.61) ni entre los efectos puros (R5: ZM, p= 0.75 y densidades, p= 0.67, y R7: ZM, p= 0.51 y densidades, p= 0.90, Tabla 3). En cuanto al contenido en agua hasta los 140 cm, se encontraron diferencias significativas entre ZM (p=0.02). La ZM1 presentó menos agua disponible que la ZM2 para todas las densidades y en ambos estadios (R3 y R5, Tabla 4). En promedio, la ZM2 presentó +43% de agua disponible en R3, y +51% en R5 (Tabla 4). Esto pudo estar asociado a que la ZM2 se encontraba en una zona más deprimida del paisaje (datos no mostrados). La EUA en general disminuyó a medida que se incrementó la densidad de siembra, y mostró interacción entre ZM*densidades (p= 0.02). La densidad de 110 planta m-2 en

Según Guarino (2016), uno de los mecanismos de compensación en soja a bajas densidades es a través de ramificaciones y, por ende, vainas planta-1. En la Figura 2 se observa cómo a medida que disminuye la densidad de siembra, aumenta proporcionalmente el número de ramificaciones y disminuye la proporción de vainas en el tallo principal. En cuanto al número de vainas planta-1, no se encontró interacción ZM*densidad (p=0.34). Se encontraron diferencias significativas entre densidades (p<0.01) y entre ZM (p<0.01). La densidad de vainas planta-1 disminuyó a medida que se incrementó la densidad, con valores medios de 152, 89 y 61 vainas planta-1 para las densidades de 110, 151 y 23 plantas, respectivamente. La ZM2 presentó en promedio 110 vainas planta-1 y se diferenció estadísticamente de la ZM1 que contó con 91 vainas planta-1 (-17%). El rendimiento en la ZM2 fue en promedio de 5431 kg ha-1 y en la ZM 1 de 5015 kg ha-1 (p<0.01). Estos rendimientos Tabla 3

Radiación interceptada (en porcentaje) del cultivo de soja en estadios fenológicos de R3, R5 y R7, para cada densidad (110, 151 y 236 pl m-2) y zona de manejo (ZM) delimitada por NDVI. Letras mayúsculas distintas indican que hay diferencias entre zonas de manejo, letras minúsculas distintas indican que hay diferencias entre densidades de siembra y letras minúsculas cursivas indican interacción entre ZM y densidades de siembra (p<0.05). ZM 1 EF

2

1

2

1

2

236

236

Densidades (pl m )

DDE

-2

110

110

151

151

Radiación Interceptada (%) R3

72

88.0 A b

90.2 A b

92.6 A ab

91.5 A ab

92.8 A a

94.1 A a

R5

95

95.6 A a

96.6 A a

97.1 A a

96.5 A a

97.3 A a

96.1 A a

R7

125

93.2 A a

94.2 A a

94.4 A a

91.2 A a

93.7 A a

92.5 A a

Red de INNOVADORES

En inicio de llenado del cultivo (R5), se observa que el cultivo para todas las ZM y densidades llegó a la radiación interceptada crítica (95%), y por lo tanto no se debería ver afectado en rendimiento en ninguna de las 2 variables (ZM y densidades, Tabla 3).

la ZM2 se diferenció significativamente de la densidad de 236 planta m-2 de ambas ZM y de la densidad de 151 planta m-2 de la ZM2, donde la EUA de la densidad baja fue hasta 2.44 veces superior a las densidades altas (Figura 1).

43 Soja 2018

En R3, el cultivo de soja interceptó en promedio un 92% de la radiación incidente. No se encontraron diferencias entre ZM (p=0.63). En cuanto a densidades, existió una tendencia (p= 0.10) a que las mayores interceptaron más radiación, +4% en promedio (Tabla 3).


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concuerdan con los números de vainas planta-1 mostrados anteriormente para cada ZM. A su vez, como se observa en la Tabla 4, el agua disponible en R3 y R5 fue mayor en la ZM2 aunque no se hayan encontrado importantes diferencias en la biomasa y en la radiación interceptada en estos estadios en las ZM contrastantes.

No hubo diferencias significativas entre densidades de siembra (p= 0.16, Figura 3). Si bien varios trabajos (Rodríguez et al., 2015; Pérez, 2012) demuestran que hasta con 20 plantas m-2 no se deprimiría el rendimiento, sería interesante evaluar nuevamente este tipo de ensayos en la zona del noroeste bonaerense ya que se alcanzaron los máximos rindes con 110 plantas m-2.

Tabla 4

Agua disponible en mm a 140 cm de profundidad en el cultivo de soja en estadios fenológicos de R3, R5 y R7, para cada densidad (110, 151 y 236 planta m-2) y zona de manejo (ZM) delimitada por NDVI. Letras mayúsculas distintas indican que hay diferencias entre ZM, letras minúsculas distintas indican que hay diferencias entre densidades de siembra y letras minúsculas cursivas indican interacción entre ZM y densidades de siembra (p<0.05). ZM 1 EF

2

2

1

2

236

236

Densidades (pl m )

DDE

44

1

-2

110

110

151

151

Soja 2018

Agua a 140 cm (mm) R3

72

93.7 B a

134.0 A a

91.3 B a

133.8 A a

94.2 B a

130.8 A a

R5

95

74.3 B a

119.7 A a

77.3 B a

99.4 A a

67.3 B a

111.1 A a

Figura 1

Eficiencia en el uso del agua (EUA) en kg MS ha-1 para las tres densidades de siembras según las dos zonas de manejo (ZM).



Figura 2

Red de INNOVADORES

NĂşmero de vainas en tallo principal (TP) y ramificaciones del tallo principal (R) para cada densidad de siembra y zona de manejo delimitada por NDVI de campaĂąas anteriores.

Soja 2018

46


Figura 3

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Rendimiento del cultivo de soja en kg ha-1 en función de 3 densidades de siembra para cada zona de manejo (ZM) delineadas en base al NDVI en período crítico de 8 años de campañas anteriores. Las líneas verticales indican la densidad óptima biológica para el cultivo de soja. Los gráficos de caja internos representan la distribución del NDVI dentro de las 2 clases generadas por el MZA.

Conclusiones • Los resultados muestran que la ZM 2 presentó mejores condiciones de crecimiento debido a la mayor cantidad de agua disponible en los estadios reproductivos de R3 y R5. Esto responde a que la zona se encuentra en lugares más deprimidos del paisaje, lo que permitió que las plantas lograran mayor cantidad de vainas planta-1 y, por ende, rendimiento. Sin embargo, no hubo una respuesta a densidad en cada una de las ZM. En ambas ZM, la densidad de 110 planta ha-1 fue la que maximizó rendimientos en el cultivo ya que no se diferenció significativamente de las otras dos densidades evaluadas.

Agradecimientos A los auxiliares del grupo de Producción Agrícola y Gestión Ambiental de la Estación Experimental Agropecuaria INTA General Villegas: Sres. Neri Faundes, Pablo Agüero y Agustín Iaconis por la colaboración en los muestreos y al Tec. Alberto Hellbusch por la siembra del ensayo. Referencias bibliográficas

Arias, N; De Battista, J; Curti, A y Rodríguez, H. 2006. Evaluación de cultivares de soja. En: Cultivo de soja en el Centro Este de Entre Ríos. Resultados 2005-06. Bol. Téc. Serie Prod. Veg. Nº 47. INTA EEA C. del Uruguay. Pág. 5-27. Baigorri, E. 1997. Manejo del cultivo. En: El cultivo de soja en Argentina. Marcos Juárez, Argentina. Pág. 125-138. De Battista, J.J., Arias, N.M., García, E., Sosa, F., Alaluf, C., Rochas, M. 2015. Efectos de la reducción de la densidad de siembra en soja. Estación Experimental Agropecuaria Concepción del Uruguay. Consultado el 11/08/2018 https://inta.gob.ar/sites/default/files/script-tmp-inta-_reduccin_de_la_densidad_de_siembra_en_soja.pdf Di Rienzo J.A.; Casanoves, F; Balzarini, M.G; Gonzalez, L; Tablada, M; Robledo, C.W. InfoStat versión 2017. Córdoba: Grupo InfoStat, FCA, Universidad Nacional de Córdoba, Argentina. URL http://www.infostat.com.ar Fridgen J.J., Kitchen N.R., Sudduth K.A., Drummond S.T., Wiebold W.J., Fraisse C.W. 2004. Management zone analyst (MZA). Agron J. 96:100-108. Guarino, G. 2016. Respuesta a la densidad en soja ¿Hasta cuándo se puede reducir? Consultado el 13/08/2018. http://www.cultivaragro.com.ar/capacitaciones/147_Densidad_Soja_1475765988.pdf Perez, D.H. 2012. Densidad de siembra en el cultivo de soja. Consultado el 11/08/2018 https://www.engormix.com/agricultura/articulos/densidad-siembra-cultivo-soja-t29228.htm Perez, D.H. y Usseglio, L. 2012. Variación de rendimiento en el cultivo de soja (cultivo de primera y segunda) sometida a diferentes densidades de siembras Campaña 2011-2012, CREA Gálvez. Vega, C y Andrade, F. 2000. Bases para el manejo del maíz, el girasol y la soja. Eds. Andrade, F y Sadras, V. EEA INTA Balcarce-Facultad de Ciencias Agrarias UNMdP. Pág. 69-97.

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Soja 2018

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Red de INNOVADORES Red de INNOVADORES

Autor: Ventimiglia, L.1. 1

AER INTA 9 de Julio.

Acercar hileras de soja para incrementar la producciรณn

Soja 2018 Soja 2018

4848

Materiales ubicados entre el grupo II al V, sembrados a 0,35 m entre hileras, alcanzan en promedio 220 kg/ha mรกs de rendimiento que los mismos materiales sembrados a 0,52 m.

Palabras Claves: Siembra; Soja; Espaciamiento; Rendimiento.



Red de INNOVADORES

El cultivo de soja se sembró en forma experimental por primera vez en Argentina en 1862. Diferentes épocas marcaron pulsos en los que el cultivo pretendió instalarse, como en 1910, 1919, 1920, 1935, 1943, etc. Recién a partir de 1960, la oleaginosa se comienza a cultivar a escala comercial. La expansión del cultivo fue lenta hasta la década de 1970, cuando comienza un crecimiento vertiginoso que la llevó a ocupar más de 20 millones de hectáreas sembradas en la campaña 2015/16.

Soja 2018

50

La preparación del suelo en estas primeras épocas, se realizaba mediante labranza convencional, con arado de reja y vertedera. Posteriormente, comenzó a incursionar el disco doble acción, como labor principal, y también ciertas herramientas de corte vertical, como el cincel, complementadas con disco, rastra y rolo, o en versiones mecánicamente más evolucionadas: el vibrocultivador (herramienta que combina 3 operaciones: rabasto, cincel y rolos desterronadores). Los cultivos se realizaban en espaciamientos amplios, copiando lo efectuado con el cultivo de maíz, es decir, 0,7 m entre hileras. Las escardilladas o en algunos casos aporques, eran una práctica corriente que el productor empleaba para defenderse de las malezas. En este mismo sentido, la rastra rotativa o los escardillos de púas, también ocupaban un rol destacado. El parque de maquinaria que disponía cada productor era limitado y la realización de un doble cultivo (trigo/soja; cebada/ soja; arveja/soja, etc.), demandaba gran cantidad de horas hombre y esfuerzo físico, principalmente dentro de una fecha de siembra lógica. La llegada de la siembra directa comenzó a simplificar la implantación del cultivo. Sus comienzos no fueron fáciles. La falta de máquinas apropiadas y principalmente la falta de herbicidas, complicaban el sistema. La operatoria comienza a simplificarse con la aparición de la soja genéticamente modificada a mediados de la década del ‘90, que permitía la aplicación de herbicidas de acción total. Este fue un logro trascendente para el cultivo. De hecho es una de las prácticas de mayor velocidad de adopción que se conozca en Argentina dentro de la actividad agrícola-ganadera. Los sistemas de siembra evolucionaron y también lo hizo la distancia entre hileras a las que se sembraba la soja. De

sembrarse en surcos amplios (0,7 m) pasó a 0,52 – 0,46 – 0,35 e incluso menores. No cabe duda de que la siembra a 0,7 m ya no se realiza en Argentina. Ahora bien, de los otros espaciamientos, ¿cuál es el más adecuado?. Es posible que para tal pregunta no exista una única respuesta ya que en nuestro país la soja se cultiva en una amplia área geográfica, donde conviven distintos ambientes, tipos de suelo, variedades cultivadas, disponibilidad de agua, nutrición, entre otros. Si se consideran los estudios que abordan la fisiología del cultivo y los factores ambientales indispensable para el mismo, se pueden precisar algunas cuestiones: Luz: Se trata de un factor clave para construir biomasa y posteriormente rendimiento. Muchos trabajos coinciden en que la siembra de soja en surcos estrechos captura una mayor cantidad de luz en un menor tiempo. Se debe aclarar que en algunas circunstancias puede haber diferencias en la captura y esto no traducirse en un aumento de rendimiento (período vegetativo). Sin embargo, cuando no se llega a captar la máxima radiación en el período crítico del cultivo, hay una caída inexorable del rendimiento. Capturar 14% más de luz en R2 (plena floración), permite mejorar el rendimiento entre 9 a 19% debido a la obtención de una mayor cantidad de granos/m2. Lo que ocurre siempre es que el número de días entre emergencia y la captura del 95% de la radiación fotosintéticamente activa, es mayor cuando el espaciamiento entre hileras es más grande. El número de plantas es otro factor importante. A medida que estas aumentan por unidad de superficie también lo hace el índice de área foliar (IAF). Sin embargo, este índice no siempre se correlaciona positivamente con el rendimiento. Más importante que este factor es el arreglo espacial que se le brinda al cultivo. Dentro de densidades lógicas de siembra (18–42 plantas/m2), arreglos cuadráticos parecerían ser los más apropiados. La arquitectura de la planta también es importante. Aquellos cultivares de menor capacidad de ramificación, de grupos de madurez bajo, etc., se verán beneficiados. Esto no quiere decir que un cultivar de otras características no se pueda adaptar a siembras en surcos estrechos.


La intercepción lumínica es uno de los factores que explica la obtención de mayores rendimientos en surcos estrechos cuando se la compara con la siembra en surcos amplios. El aumento de rendimiento se obtiene por la producción de un mayor número de nudos fértiles y una mayor cantidad de chauchas por nudo. Estos dos componentes de rendimiento son determinados en estados vegetativos y reproductivos iniciales. Agua: Buena disponibilidad de agua en los períodos reproductivos es sinónimo de mayores rendimientos. La eficiencia del agua es mayor en siembras con surcos estrechos (más biomasa). El rendimiento aumenta por acumulación de biomasa hasta inicio de llenado de granos. Normalmente las líneas estrechas alcanzan al estado fenológico R5 (inicio de llenado de granos), una mayor cantidad de materia seca y en consecuencia, mayor rendimiento. La producción de mayor biomasa en períodos reproductivos puede brindar una número mayor de yemas reproductivas y un mayor almacenamiento de carbohidratos. Estos serían en definitiva los precursores de la obtención de mayores rendimientos. A su vez, un menor espaciamiento entre hileras permite que las plantas produzcan más ramas y una mayor cantidad de nudos por ramas. Al producirse las chauchas en los nudos, cuando el número de estos aumenta, podrían generar una mayor cantidad de legumbres por planta, siendo este uno de los principales componentes de rendimiento.

Un aspecto no menor es el concerniente a las malezas. La resistencia o tolerancia de muchas de ellas al uso de determinados principios activos de uso masivo, es un problema que crece año a año, no solo en malezas tolerantes sino también en áreas con problemas. Todas las malezas, al igual que los cultivos, necesitan de la luz. Por lo tanto, una gran ventaja que presenta la siembra en surcos estrechos es que en pocos días el suelo está totalmente cubierto. Esto hace que las malezas encuentren un nuevo obstáculo para su nacimiento y crecimiento. Por supuesto que con esto solo no se va a solucionar el problema. El ataque y convivencia con las malezas tolerantes se conseguirá con la integración de prácticas virtuosas. Hay trabajos que han cuantificado en 11 kg/ha el incremento de rendimiento por cada centímetro de acortamiento del entresurco, por acortar el espacio entre surcos de 100 cm a 18 cm. Normalmente, el gran aumento en el rendimiento se consigue cuando se pasa de un espaciamiento grande a uno menor, por ejemplo, pasar de 70 cm a 35 cm. Luego, cuando se disminuye más el espaciamiento, si bien es factible mejorar el rendimiento, el aumento no es proporcional al alcanzado anteriormente y por otro lado, no se consigue para todos los grupos de madurez. En general, para comparaciones de materiales ubicados entre el grupo II al V, sembrados a 0,35 m entre hileras, alcanzan en promedio 220 kg/ha más de rendimiento que los mismos materiales sembrados a 0,52 m. Estos aumentos de rendimiento se consiguen, entre otros motivos, por:

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La estructura de planta también puede incidir fuertemente. A modo de ejemplo se puede decir que aquellos cultivares con hojas lanceoladas, poseen una mayor capacidad fotosintética por unidad de área foliar que su contraparte de hoja normal. Esto se debe a una combinación de factores, tales como la cantidad de cloroplastos por unidad de hoja, como así también a que dentro de un mismo sistema de siembra y densidad, la luz en cultivares con esta característica, puede profundizar más dentro de la canopia, haciendo que una mayor cantidad de hojas inferiores permanezca activa durante más tiempo.

La fertilidad también es mejor aprovechada por la siembra en surcos estrechos. Una distribución espacial más equidistante permite una menor competencia, tanto dentro como entre hileras. Los nutrientes de baja movilidad en el suelo podrán ser capturados más fácilmente por las plantas al producirse un entramado radicular en el interior del mismo. Esto también contribuirá a mejorar la calidad del suelo, ya sea por el aporte de materia seca que hacen las raíces, como así también por la formación de meso y macroporos que dejan las raíces al descomponerse. En este sentido, dejan canalículos para que se mueva el agua, el aire y facilita el crecimiento de los cultivos venideros.

51 Soja 2018

Esto siempre es posible, siempre y cuando se trabaje con densidades acordes a cada tipo de material.


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• Distribución más uniforme de las plantas en el espacio, lo que lleva a una mejor utilización del recurso suelo y a una disminución de la competencia intraespecífica. • Mayor capacidad de la soja para competir con las malezas, permitiendo en ciertas circunstancias una disminución en la cantidad de aplicaciones de herbicidas. • Mayor y más rápida captación de la energía lumínica. • Menor proporción de agua evaporada del suelo y mayor proporción de agua transpirada por parte del cultivo. • Mejor aprovechamiento de la fertilidad del suelo.

• Menor propensión del cultivo al vuelco y altura de inserción de la primera chaucha más alta (facilidad de cosecha). • Mejor distribución de las raíces en el suelo. No cabe duda que poder acercar hileras en soja representa obtener una mayor producción. Muchas veces un incremento de 1 a 2 qq/ha parece poco. Sin embargo, cuando se la multiplica por la cantidad de hectáreas que se realizan, el número ya no resulta tan pequeño.

Soja 2018

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Autores: Londero, W.H.; Maich, R.H.

Manejo de la densidad de siembra y tratamiento profesional de la semilla en soja

Soja 2018

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Los objetivos de este trabajo fueron medir el efecto de la densidad de siembra y del tratamiento a la semilla con Zn sobre el comportamiento agronĂłmico en soja.

Palabras Claves: Soja; SequĂ­a; Densidad; Zinc; Eficiencia uso del agua.


Por otra parte, y en función de lo observado por Peirone y colab. (2017), un cultivar de soja de GM IV rindió más cuando fue cultivado con densidades superiores a las 500 mil plantas ha-1. Mientras que un cultivar de soja de GM VI, lo hizo mejor con densidades cercanas a las 250 mil plantas ha-1. En síntesis, la densidad de siembra se debería ajustar al potencial de rendimiento del ambiente donde se cultivará la soja. Es probable que cuanto más marginal sea el contexto productivo, más baja debería ser la cantidad de plantas por unidad de superficie. Entre los nutrientes que pueden alivianar el efecto nocivo de los estreses de índole abiótico (sequía y choque térmico), se destaca el zinc (Zn). El Zn potencia la capacidad de absorción y transporte de agua en aquellas plantas sujetas a periodos cortos de estrés por calor (Peck & McDonald, 2010). Por otra parte y a nivel hormonal, el Zn tiene un papel importante en la síntesis de triptófano, es precursor de IAA y éste de las auxinas (Alloway, 2004). En general, se espera una deficiencia de Zn en suelos calcáreos, suelos arenosos, suelos de turba y suelos con alto fósforo y silicio (Alloway, 2009). Finalmente, el recubrimiento de semillas con formulaciones comercialmente disponibles “Teprosyn-ZnP”

o “Teprosyn-Zn” logró corregir eficazmente las deficiencias de Zn y mejoró el crecimiento y el rendimiento de grano de girasol, maíz, trigo, soja y maní (Singh, 2007).

Materiales y métodos El ensayo se condujo en el Campo Escuela de la Facultad de Ciencias Agropecuarias de la Universidad Nacional de Córdoba. El tipo de suelo es un Haplustol Éntico con un porcentaje de materia orgánica del 2,10%, 50,5 ppm de fósforo y 1,30 ppm de Zn. Se sembró la variedad de soja DM 60 i 62 I PRO. Se la implantó en secano el 2 de enero del 2018. La semilla fue tratada con fungicida e inoculada (testigo), y se las trató con dos formulaciones a base de Zn: un producto comercializado por YARA (Teprosyn Zn) y otro experimental. Los nueve cuerpos de la sembradora se subdividieron de a tres, correspondiéndole a los tres centrales el testigo sin tratamiento a la semilla con Zn. A cada densidad de siembra, le correspondió una franja de 250 m2 (5 m de ancho por 50 m de largo). No se contó con repeticiones pero sí con tres pseudo repeticiones de 1 m2 a lo largo del tratamiento densidad de siembra. Se midió el agua útil almacenada a la siembra hasta los dos metros de profundidad, del mismo modo que se lo hizo en las etapas R3, R5 y R6.1. Se midió el rendimiento en grano (kg ha-1) y el peso de mil granos, y también se estimó el número de granos por m2 y por planta. Se estimó el porcentaje de dehiscencia foliar respecto al total del peso seco foliar en las etapas R5 y R6.1. La eficiencia en el uso del agua (EUA) fue calculada como la relación entre el rendimiento en grano y los milímetros de agua evapotranspirada. El agua disponible para el cultivo se determinó sustrayendo al agua total almacenada a la siembra, el agua remanente al momento de etapa R6.1 más las precipitaciones acontecidas durante el ciclo de cultivo. Los datos obtenidos fueron analizados mediante el programa estadístico InfoStat (Di Rienzo et al., 2016). Resultados y Discusión En la Tabla 1 se presentan los valores medios para el rendimiento en grano y el peso de mil granos, ambas variables al cero por ciento de humedad, como así también en cuanto al número de granos por unidad de superficie y por planta para las parcelas de soja cultivadas con 100, 200

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Los objetivos de este trabajo fueron medir el efecto de la densidad de siembra y del tratamiento a la semilla con Zn sobre el comportamiento agronómico en soja.

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Introducción En años con limitantes de índole climática, es muy atinado abordar en detalle el manejo de la densidad de siembra. La densidad óptima de un cultivo se define como el número mínimo de plantas que permite alcanzar los máximos rendimientos (Vega y Andrade, 2000). En soja, y en Argentina, se manejan densidades que van de 300 mil a 400 mil plantas por hectárea, es decir entre quince y veinte plantas por metro lineal con una distancia entre surcos de 52 cm. A diferencia de lo que ocurre con el cultivo de maíz, la densidad de siembra en soja suele ser una variable que no es objeto de revisión. No obstante, se demostró que la reducción en la densidad de hasta 20 plantas m-2 no deprimió los rendimientos gracias a la capacidad de compensación por la generación de un mayor número de granos por planta (Rodriguez y colab., 2015). Más aún, el trabajo de Triadani y Hecker (2017) muestra que con 200 mil plantas ha-1 se obtuvieron rendimientos mayores a los alcanzados con 350 mil plantas ha-1. Entre las variables agronómicas que acompañaron esta tendencia, se destacan el peso del grano y el número de éstos por metro cuadrado.


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y 350 mil plantas por hectárea. Los rendimientos en grano obtenidos, independientemente de la densidad de plantas por hectárea, no superaron los 8 qq ha-1. Si bien la Bolsa de Comercio de Rosario en su informe del 5 de junio del 2018 estima un rendimiento promedio para la provincia de Córdoba de 20.3 qq ha-1, los resultados agronómicos aquí difundidos están más a tono con lo acontecido en el Centro-Este de Entre Ríos con un rinde promedio de 9,7 qq ha-1, según lo informó en junio del 2018 la Bolsa de Cereales de Buenos Aires. En el departamento Río Segundo de la provincia de Córdoba, Carlos Bertossi (comunicación personal) observó rendimientos entre 6 y 13 qq ha-1. Por su parte, Ariel Masgrau (comunicación personal), en un análisis preliminar de campaña de Tecnocampo S.A., estimó que a los 8,5 qq ha-1 le correspondió un percentil igual a diez y al percentil cincuenta de 19,3 qq ha-1. Finalmente, Pablo Solfanelli (comunicación personal) perteneciente al Grupo Río Seco (CREA) afirma que los rendimientos alcanzados en 2017/2018 condicen con los obtenidos en 2008/2009,

es decir 12 qq ha-1. La densidad de 100 mil plantas por hectárea compensó la menor cantidad de individuos por unidad de superficie y se incrementó el número de granos por planta. Esto equiparó el rendimiento en grano y el número de éstos por metro cuadrado que se alcanzó con la densidad de 350 mil plantas. A resultados similares llegaron Rodríguez y colab. (2015). En la Tabla 2 se presentan los valores medios para las cuatro variables agronómicas resultantes de los tratamientos a la semilla con Zn. Se hace la salvedad de que son resultados preliminares y la presentación descriptiva de los mismos, tanto el rendimiento en grano como su principal componente físico (número de granos por metro cuadrado), disminuyeron con el tratamiento con Zn a la semilla respecto al testigo solo curado con fungicida e inoculado. A partir de estos resultados, puede hallarse la merma en el número de plantas a cosecha del 6% en el caso del tratamiento con Teprosyn Zn y del 26% para el producto experimental. White

Tabla 1

Valores medios para el rendimiento grano y para tres de sus componentes en soja cultivada en tres densidades de plantas. Densidad (miles de plantas ha-1)

Grano* (kg ha-1)

Peso de mil granos* (g)

Número de granos (m2)

Número de granos (planta)

100

773,9

94,8

824

86

200

642,4

89,6

719

37

350

735,6

91,3

814

22

*Cero por ciento de humedad. Tabla 2

Valores medios para el rendimiento grano y para tres de sus componentes en soja sujeta a dos tratamientos a la semilla. Tratamiento a la semilla

Grano* (kg ha-1)

Peso de mil granos* (g)

Número de granos (m2)

Número de granos (planta)

Testigo

741,6

90,6

821

46

Experimental Zn

710,8

92,0

782

54

Teprosyn Zn

700,0

93,1

752

45

*Cero por ciento de humedad.



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et al. (1979) sugieren prestar atención a la elección varietal ya que, de los resultados publicados, surge la existencia de cultivares tolerantes o sensibles al Zn, para lo que las pruebas a nivel de laboratorio son excluyentes (Johnson et al., 2005).

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Los porcentajes y valores medios correspondientes al agua almacenada a la siembra y a lo largo de tres estados fenológicos (R3, R5 y R6.1), las precipitaciones durante el ciclo de cultivo, la eficiencia en el uso del agua (EUA) y el porcentaje de dehiscencia foliar para las parcelas de soja cultivadas con 100, 200 y 350 mil plantas mil por hectárea, se presentan en la Tabla 3. Con la excepción de la siembra y estado R3, los porcentajes de agua útil en R5 y R6.1 resultaron del 0% (valor del punto de marchitez permanente igual al 10%). La EUA fluctuó entre 2,7 (100 mil plantas ha-1) y 2,0 (200 mil plantas ha-1) kg de grano mm-1 ha1 . Al estado de R6.1, la dehiscencia foliar superó el 60% para las densidades de 200 y 350 mil plantas ha-1, mientras que fue del 43% en la densidad de 100 mil plantas ha-1.

En función de los valores de agua útil almacenada en el suelo a partir de R3, se puede afirmar que el cultivo de soja, independientemente de la densidad de siembra objeto de análisis, dio inicio al periodo crítico del cultivo con una marcada deficiencia en cuanto a la humedad de suelo (Toledo, 2016). Si bien los valores de EUA en soja pueden llegar a 10 kg de grano mm-1 ha-1 (Grassini et al., 2015), se cuenta con valores que fluctúan entre los 2 y 4 kg de grano mm-1 ha-1 (Kader et al., 2017). Los valores de EUA obtenidos en este trabajo condicen con los reportados por Indoria et al. (2016), resultantes de un rendimiento promedio de 899 kg ha-1 y una EUA promedio de 2,2 kg de grano mm-1 ha-1. El grado de defoliación que sufrió el cultivo de soja cuando fue cultivado con 350 mil plantas ha-1 respecto a la densidad de 100 mil plantas ha-1 durante el periodo R4-R6, incidió mínimamente (-5%) sobre el rendimiento en grano a diferencia de lo señalado por Perotti y Gamundi (2009).

Tabla 3

Valores medios de porcentaje y cantidad de agua edáfica, eficiencia en el uso del agua y porcentaje de dehiscencia foliar a lo largo del periodo crítico en soja cultivada en tres densidades de siembra. Densidad (miles de plantas ha-1) Estado fenológico

100

200

350

R3

R5

R6.1

R3

R5

R6.1

R3

R5

R6.1

Agua (promedio 0-200) (%) 14,3*

10,8

10,0

9,2

9,5

8,6

7,7

9,5

8,7

8,4

Agua útil (mm)

106,3*

20,3

0,8

0,0

0,0

0,0

0,0

0,0

0,0

0,0

Agua total (mm)

356,3*

270,3

250,8

228,8

237,3

215,5

193,5

236,8

217,8

210,5

Precipitaciones ciclo (mm)

162,0

162,0

162,0

EUA (kg de grano mm-1 ha-1)

2,7

2,0

2,4

Dehiscencia foliar (%) *A la siembra.

-

11

43

-

54

61

-

47

61


Conclusiones

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• En años con limitantes climáticas, como las acontecidas durante la campaña agrícola 2017/2018, y en fechas de siembra tardías, con 100 plantas ha-1 el cultivo de soja compensó el menor número de individuos por unidad de superficie con un mayor número de granos planta. Con respecto al tratamiento a la semilla con zinc, se debe prestar particular atención para que no impacte negativamente sobre el número de plantas a cosecha. Finalmente, los valores de eficiencia del uso del agua se encontraron por debajo de lo que se suele citar en bibliografía.

Soja 2018

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Red de INNOVADORES

Autores: Díaz-Zorita, M.1,2; Bermúdez, M.1,3. Desarrollo de Tecnologías Monsanto, Pilar, Buenos Aires, Argentina. 2 Comité Técnico Fertilizar AC. 3 Regional Trenque Lauquen Aapresid.

1

¿Cómo manejar la nutrición nitrogenada de soja?

Soja 2018

60

Rendimientos de soja en diversas condiciones de producción combinando el manejo de la nutrición nitrogenada por inoculación y por fertilización con N según tratamientos de fertilización con P y S.

Palabras Claves: Fertilización NPS; Inoculación; Cultivos de secano.



Red de INNOVADORES Soja 2018

62

Introducción Cultivar soja eficientemente requiere considerar en forma integrada el manejo de nutrientes. Son abundantes los indicadores que muestran que en diversas condiciones productivas argentinas la provisión de nutrientes es insuficiente para alcanzar un normal crecimiento de plantas de soja. Por ejemplo, a partir de evaluaciones de análisis de los suelos, se conoce la expansión geográfica y el aumento en la frecuencia de sitios con valores de fósforo extractable en niveles que sugieren probables mejoras de producción al fertilizar (Sainz Rosas y col., 2013). Según un reciente relevamiento de 280 muestras foliares de cultivos de soja representativos de la región pampeana, casi el 60% de los sitios mostraron niveles insuficientes de nutrición con fósforo (P) y, en menor proporción, con azufre (S) y nitrógeno (N) (Díaz-Zorita, 2018). Estudios de estrategias de manejo de la fertilización del cultivo corroboran diferencias en rendimientos atribuibles al manejo combinado de la nutrición con respecto a las prácticas aplicadas actualmente (Grasso y Díaz-Zorita, 2018). La soja tiene altos requerimientos de N. Para producir una tonelada de granos, consume aproximadamente 80 kg del nutriente y alcanza su máxima demanda durante el llenado de los granos (Hungría y Mendes, 2015). Al considerar la nutrición con N, es importante recordar que la soja es una leguminosa y por lo tanto se adapta naturalmente a crecer en condiciones de limitación de N ya que las necesidades de nutrición con este elemento, normalmente insuficientes cuando son provistas desde el suelo, son cubiertas a través del proceso de fijación biológica del nitrógeno atmosférico (FBN). En promedio, los aportes de N atmosférico explicarían el 60% de la captación total de este nutriente (Salvagiotti y

col. 2008). En Argentina, este proceso explica entre el 45 y 85% de la cantidad total de N en soja con variaciones que dependen, entre otros factores, de la oferta del suelo y las demandas por crecimiento de las plantas (Di Ciocco y col., 2008; Collino y col., 2015). La adecuada nutrición nitrogenada durante todo el ciclo de crecimiento del cultivo depende, entre otros factores, de alcanzar condiciones de crecimiento uniformes y continuas para sostener activamente el proceso de FBN. Entre las prácticas de manejo que contribuyen a este logro, la inoculación permite suministrar desde estadios iniciales de desarrollo, una alta concentración de rizobios en la rizosfera para una rápida y eficiente formación del sistema nodular. Según estudios realizados en condiciones representativas de las regiones tropicales y subtropicales de Brasil, con diferentes genotipos, se concluyó que la FBN puede aportar las necesidades de N de soja. En estos estudios también se observó que la fertilización con N en soja limita el número y el peso de los nódulos, lo que afecta negativamente la regulación del proceso simbiótico de fijación del N, sin mejoras en los rendimientos e independientemente del tipo de genotipo cultivado (Kaschuk y col., 2016). Sin embargo, según Cafaro y col. (2017), cuando la producción es superior a los 2500 kg/ha, los rendimientos de soja estarían limitados por el suministro de N desde el ambiente y ocurrirían condiciones de mejora por la incorporación adicional de N. Una investigación en condiciones extensivas en ambientes de producción de soja en Estados Unidos documenta los efectos de la fertilización nitrogenada sobre los rendimientos del cultivo. En la misma, se destaca que el manejo de N solo podría ser optimizado cuando ésta Tabla 1

Sitios experimentales y manejo de los cultivos. Sitio

Localidad

Provincia

Fecha de siembra

Variedad

Distancia entre hileras (cm)

Cultivo Antecesor

1

América

Buenos Aires

4-Nov-16

DM 4612

42

Soja

2

Bigand

Santa Fe

11-Nov-16

DM 4014 Ipro

52

Soja

3

Chacabuco

Buenos Aires

4-Nov-16

DM 4612

35

Maíz

4

Tandil

Buenos Aires

17-Nov-16

DM 2200

52

Maíz


Metodología El estudio se desarrolló durante la campaña agrícola 2016/17 en 4 sitios de producción de soja (Tablas 1 y 2). En cada uno, se establecieron 12 tratamientos de manejo de nutrición de soja según un diseño factorial de 3 factores: i) inoculación de las semillas con rizobios, ii) fertilización de base con fósforo y azufre, y iii) fertilización nitrogenada en estadios de R1 y de R5. La inoculación se realizó en el momento de la siembra con Nitragin Triple. Para la fertilización de base se incorporó, debajo de la línea de siembra, 120 kg/ha de superfosfato simple y para la fertilización nitrogenada se aplicó manualmente 220 kg/ ha de urea en superficie (“al voleo”). Al inicio de estadios reproductivos (R1), se determinó la cantidad de nódulos formados sobre la raíz principal de 10 plantas consecutivas en cada uno de los tratamientos. En estadios de madurez comercial, se cosecharon manualmente los cultivos para la evaluación de los

En cada sitio, los tratamientos se dispusieron en parcelas de 4 a 6 surcos de ancho y entre 8 y 20 m de longitud con 4 réplicas. Para el análisis de los resultados, se empleó ANOVA y prueba de diferencias de medias de Tukey, y se consideró cada sitio como una réplica (Analytical Software, 2000). A los fines de este estudio, se promediaron los resultados de los dos momentos de aplicación de fertilización nitrogenada. Resultados Los rendimientos de soja variaron entre 2722 y 6307 kg/ha, con diferencias según los factores de nutrición estudiados e interacciones entre los tratamientos de fertilización con PS y de inoculación (p<0,08, Tabla 3). Los efectos de la fertilización nitrogenada en estadios reproductivos no mostraron interacciones con los tratamientos de inoculación (p<0,53) ni con la fertilización PS de base (p<0,40). Por lo tanto, a los fines de este estudio, las respuestas de los cultivos a las estrategias de nutrición nitrogenada (inoculación y fertilización nitrogenada) se analizaron independientemente para cada tratamiento de fertilización PS de base. A su vez, este factor (PS) se evaluó independientemente según tratamientos de inoculación. En todos los casos, el análisis de la información al considerar cada sitio como una réplica, no contempla los efectos dentro de cada sitio en forma individual y será propósito de estudios de profundización posteriores.

Tabla 2

Resumen de propiedades de los suelos y precipitaciones mensuales. Propiedades edáficas en 0 a 20 cm

Lluvias (mm/mes)

Sitio

Tipo de suelo

MO (%)

pH

Pe (ppm)

Arena (%)

Oct.

Nov.

Dic.

Enero

Feb

América

Hapludol entico

1,6

6,2

10,2

52,0

237

100

55

37

115

Bigand

Argiudol típico

2,3

5,9

12,0

10,8

114

106

171

263

150

Chacabuco

Argiudol típico

2,9

6,1

4,6

5,6

71

63

208

66

55

Tandil

Argiudol típico

s/d

s/d

12,9

s/d

77

43

62

95

257

Red de INNOVADORES

El objetivo del presente trabajo fue cuantificar los aportes de la nutrición nitrogenada de soja en ambientes representativos de la región pampeana según estrategias de inoculación con rizobios y de fertilización nitrogenada en estadios reproductivos con y sin fertilización de base con P y S.

rendimientos en grano y el peso individual de estos. Los resultados de producción de granos se corrigieron a 14% de humedad.

63 Soja 2018

práctica es considerada en relación al sistema de cultivo (Mourtzinisa y col., 2018); en particular, en relación a prácticas de manejo que incluyen la exploración de altas demandas del nutriente tales como riego, genotipos y densidad de siembra.


Interacciones entre la fertilización de base PS y la inoculación Tanto en los casos inoculados (p<0,001) o sin inocular (p<0,006), los rendimientos fueron, respectivamente, 585 kg/ha (13,8%) y 277 kg/ha (6,6%) mayores al fertilizar con PS durante la siembra de los cultivos (Figura 1).

las plantas. Estas diferencias fueron de mayor magnitud en ausencia de correcciones de base con PS (Figura 2). Estos resultados coinciden con observaciones previas donde el manejo adecuado de la nutrición de soja en estadios tempranos, particularmente con PS, muestra mayor formación temprana de nódulos. Las mejores condiciones iniciales provistas por la corrección de limitaciones de P y de S mejorarían el crecimiento de las raíces y una consecuente mayor formación de nódulos provenientes de la simbiosis

Red de INNOVADORES

En promedio, la aplicación de inoculantes incrementó la formación de nódulos ubicados sobre la raíz principal de

Soja 2018

64

Tabla 3

Resumen de la tabla de ANOVA de los rendimientos según los factores de nutrición de soja estudiados. Factor de variación

Grados de libertad

Valor F

Valor P

Sitio (rep)

3

Inoculación (Inoc.)

1

4,66

0,0375

Fertilización PS (PS)

1

25,57

0,0000

Fertilización N (N fert)

1

4,43

0,0422

Inoc. * PS

1

3,25

0,0796

Inoc. * Nfert

1

0,40

0,5295

PS * Nfert

1

0,72

0,4016

Inoc. * PS * Nfert

1

0,01

0,9328 Figura 1

Rendimientos de soja según tratamientos de inoculación y de fertilización PS de base. Promedio de tratamientos de fertilización nitrogenada en estadios reproductivos.



Figura 2

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Nodulación de plantas de soja al inicio de estadios reproductivos según tratamientos de fertilización de base PS y de inoculación.

Soja 2018

66

Figura 3

Rendimientos de soja según tratamientos de inoculación y de fertilización nitrogenada en estadios reproductivos. Promedio de tratamientos de fertilización PS de base.


Interacciones entre la fertilización de base PS y la fertilización con N en estadios reproductivos En la Figura 4 se observa que, en promedio, al fertilizar con PS de base en los tratamientos de inoculación, los rendimientos de soja fueron 252 kg/ha (6,1%) mayores al aplicar N en estadios reproductivos (p<0,041). En cambio, esta diferencia no fue significativa cuando los cultivos fueron fertilizados con PS (p<0,793). Este comportamiento se sustentaría en similares elementos a los descriptos al evaluar las interacciones anteriores, donde restricciones en el crecimiento normal de las plantas, por ejemplo por limitaciones PS, limitan la adecuada nutrición nitrogenada de los cultivos y requieren su contribución a partir de la fertilización con N en estadios reproductivos. La incorporación de nutrientes en los cultivos permitió la formación de granos de mayor peso. Estas diferencias fueron en promedio del 3% al fertilizar con N en estadios reproductivos y con fertilización PS de base (Figura 5).

Figura 4

Rendimientos de soja según tratamientos de fertilización PS de base y de fertilización nitrogenada en estadios reproductivos. Promedio de tratamientos inoculación.

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Interacciones entre la fertilización nitrogenada en estadios reproductivos y la inoculación A diferencia con lo descripto al fertilizar de base con PS donde, independientemente del manejo de la inoculación, los rendimientos al aplicar estos nutrientes mostraron los mayores rendimientos, la aplicación de la fertilización con N en estadios reproductivos sólo mostró aumentos de 233 kg/ha (2,3 kg grano/kg N aplicado) cuando los cultivos no fueron inoculados (p<0,018). La información disponible no fue suficiente (p<0,416) para describir diferencias en la producción de soja al fertilizar con N en los cultivos con aplicación de inoculantes (Figura 3). Este comportamiento sugiere que la contribución a la nutrición nitrogenada de soja provista a partir de cepas naturalizada de rizobios sería insuficiente para el sostenimiento del crecimiento y producción de los cultivos. Al inocular con cepas seleccionadas por su eficiencia en FBN y proveer

de condiciones adecuadas para la formación de nódulos, principalmente sobre la raíz principal, el aporte de N sería adecuado para cubrir las demandas del cultivo.

67 Soja 2018

con rizobios naturalizados (ver comparación entre los tratamientos sin inoculación con y sin la fertilización con PS). Sin embargo, como se observa en la Figura 1, la mejora en la formación de nódulos en ausencia de inoculación, no se tradujo en mayores rendimientos.


Figura 5

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Peso individual medio de granos de soja según tratamientos de nutrición mineral.

Soja 2018

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Consideraciones finales • En las condiciones de este estudio, se validó la importancia de la nutrición nitrogenada al producir soja en la región pampeana que alcanzó unos 350 kg/ha en promedio. El manejo más eficiente se alcanzó con la aplicación de inoculantes con rizobios para facilitar el proceso de fijación biológica del N atmosférico. Sin embargo, dado que este proceso natural de nutrición nitrogenada depende del activo y continuo crecimiento del cultivo, en ausencia de una adecuada nutrición PS de base y de la aplicación adecuada de inoculantes, la fertilización con N en estadios reproductivos permitió aumentos de rendimientos a razón de 2,4 kg de grano/ kg de N aplicado.


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69 Soja 2018

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Autores: Spagnoletti, F.N.1; Cornero, M.1; Chiocchio, V.M.1; Lavado, R. S.1; Roberts, I.N.1. 1 Facultad de Agronomía - UBA e Instituto de Investigaciones en Biociencias Agrícolas y Ambientales INBA (CONICET/UBA).

Soja 2018

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Impacto de la fertilización nitrogenada en la severidad de la podredumbre carbonosa del tallo en soja

Estudio que muestra los efectos del uso de fertilizantes nitrogenados y alternativas biológicas que contribuyen a combatir enfermedades de la soja.

Palabras Claves: Fertilización nitrogenada; Control biológico; Hongos; Podredumbre carbonosa del tallo en soja.


La aplicación de nitrógeno no sólo modifica la absorción radical y eventualmente el crecimiento y rendimiento del cultivo. También afecta al Rhizobium que coloniza sus raíces y, además, a otros organismos que se encuentran en el suelo, entre ellos los hongos, que pueden tener un efecto patógeno o benéfico para el cultivo. Los hongos patógenos causan pérdidas considerables de rendimiento y calidad del cultivo (Carmona et al., 2009). Puntualmente el hongo fitopatógeno Macrophomina phaseolina causa la enfermedad conocida como podredumbre carbonosa del tallo, una de las enfermedades más destructivas de la soja (Pérez Brandan et al., 2009). El control de esta enfermedad comprende varias prácticas de manejo del cultivo y del suelo (Todd, 1993), incluyendo la aplicación de fungicidas. Sin embargo, ninguna de estas prácticas es efectiva para el control total de la enfermedad (Chamorro et al., 2015). Por otra parte, los productos fitosanitarios pueden originar distintos problemas. Una alternativa al control, que es ambientalmente aceptable es el uso

La fertilización nitrogenada, en general, incrementa la severidad de las enfermedades de cultivos (Veresoglou et al., 2013), ya que induce cambios en las plantas que reducen su resistencia a patógenos (Marschner, 1986). Además, se sabe que la aplicación de fertilizantes puede afectar negativamente las micorrizas. El presente estudio se focalizó en conocer el efecto de la fertilización nitrogenada sobre la podredumbre carbonosa del tallo y la habilidad de un hongo micorrícico para controlar la enfermedad. Metodología Esta investigación se llevó a cabo en condiciones semicontroladas, evaluando la producción de biomasa de soja, parámetros morfológicos de las plantas, contenido de clorofila, la colonización radical de ambos hongos y la severidad de la enfermedad. Para ello, se realizaron dos experimentos en condiciones de invernáculo y se utilizó soja como hospedante (cultivar 4990 de NIDERA) sin la inoculación de rizobios. El diseño experimental fue factorial completamente aleatorizado con diez réplicas por tratamiento. En ambos casos se utilizaron macetas de 1 kg de capacidad que contenían el sustrato suelo:arena:perlita (7:3:2) esterilizado. Este sustrato estaba compuesto de 18% arcilla, 11% limo, 71% arena y entre sus características se destaca: pH 6.9; 34.7 mg kg-1 de fósforo disponible y 0.36 dSm-1 de conductividad eléctrica. Los microorganismos utilizados (el hongo formador de micorrizas arbusculares Rhizophagus intraradices y el patógeno Macrophomina phaseolina) pertenecen al Banco de Microorganismos de la Cátedra de Microbiología Agrícola de la Facultad de Agronomía (UBA). Los tratamientos fueron dos niveles de urea (no fertilizado y fertilizado con el equivalente a 15 kg of N ha-1 aplicado cada 15 días), dos niveles de inoculación con el hongo

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de microorganismos antagonistas competitivos como agentes de biocontrol (Pascual, 2016). Dentro de esta alternativa, una opción es el uso de hongos micorrícicos arbusculares como estrategia de control (Olawuyi et al., 2014). Estos hongos del suelo que colonizan las raíces se encuadran dentro la categoría de hongos benéficos.

71 Soja 2018

Introducción Es ampliamente conocido que la soja posee una alta demanda de nutrientes, entre ellos nitrógeno (N). Las necesidades de este nutriente se cubren con el proceso de fijación simbiótica y la absorción de nitratos del suelo. La absorción de nitratos del suelo es crucial en las etapas iniciales del cultivo, hasta que la fijación simbiótica alcanza suficiente magnitud para abastecer las necesidades de las plantas. Por otro lado, cuanto más alto es el rendimiento de la soja, menor es la proporción de N que puede proporcionarle la fijación. Es claro que para obtener un incremento en el rendimiento, éste debe estar acompañado por un suministro adecuado de nutrientes. Este conjunto de factores llevó a que, aunque se conoce el efecto inhibitorio que tienen los altos niveles de nitratos en el suelo sobre la fijación simbiótica, la fertilización nitrogenada sea frecuentemente propuesta para incrementar los rendimientos de la soja. Las propuestas van desde aplicaciones tempranas en el ciclo del cultivo hasta tardías en la estación de crecimiento. Pese a que este tema se ha investigado en los últimos 30 años, no existe uniformidad en los resultados y no siempre se registraron aumentos significativos de rendimientos (Gutiérrez-Boem et al., 2004; La Menza et al., 2017).


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micorrícico R. intraradices (inoculado y no inoculado), y dos niveles de infección con el hongo patógeno M. phaseolina (infectado y no infectado). 70 días después de la siembra (estadío fenológico R4) se midió la altura de las plantas y el contenido de clorofila mediante un medidor portátil (SPAD-502). Posteriormente, se cosecharon las plantas y se dividió la biomasa aérea y radical. La parte aérea se separó en hojas, tallos y vainas con granos, mientras que la parte radical fue utilizada para evaluar la colonización micorrícica y determinar la severidad de la enfermedad causada por el patógeno. Todos los resultados fueron analizados estadísticamente. Resultados encontrados La incidencia de la enfermedad fue del 100% en las plantas infectadas con el patógeno, independientemente de la aplicación de nitrógeno. Por el contrario, la inoculación con la micorriza reduce esta incidencia al 80% en las

plantas no fertilizadas y a un 90% en las fertilizadas. En cuanto a la severidad de la enfermedad, se observa que la fertilización con N la incrementa en un 41%, mientras que en plantas inoculadas con el hongo micorrícico disminuye un 42% en sustratos no fertilizados y 28% en fertilizados con N (Tabla 1). La fertilización nitrogenada, la infección del patógeno y ambos en conjunto reducen la colonización micorrícica de las raíces de soja. La fertilización, la inoculación con el hongo formador de micorrizas arbusculares y el patógeno afectan a las plantas de soja (Tabla 2). La biomasa aérea es significativamente mayor en las plantas fertilizadas y en las inoculadas con el hongo micorrícico, y es significativamente menor en las plantas infectadas con el patógeno. Por otro lado, la biomasa aérea no sólo es severamente afectada por la

72 Soja 2018

Tabla 1

Incidencia y severidad de la Podredumbre carbonosa de la base del tallo en soja en porcentaje respecto del control (infectado con M. phaseolina). Patógeno

Tratamiento

Hongo micorrícico + Patógeno

N-

N+

N-

N+

Incidencia (%)

100,0

100,0

80,0

90,0

Severidad (colonias/g raíz)

100,0

140,7

57,7

71,97

Tabla 2

Efecto de la fertilización nitrogenada (N+), hongo micorrícico (R. intraradices) y patógeno (M. phaseolina) sobre parámetros en plantas de soja, en porcentaje respecto del control. Control

Tratamiento

Hongo micorrícico

Hongo micorrícico + Patógeno

Patógeno

N-

N+

N-

N+

N-

N+

N-

N+

Biomasa aérea (g)

100,0

110,2

90,1

129,5

68,4*

94,0

107,2

113,3

Número de hojas

100,0

112,5

115,0

147,5*

97,5

105,0

135,0*

142,5*

Altura de planta (cm)

100,0

113,3

100,4

111,2

79,7*

89,6*

107, 1

108,3

Biomasa radical (g)

100,0

73,0

82,0

61,1

56,9*

35,9*

62,9

68,9

Clorofila (Unid. SPAD)

100,0

142,3*

126.9*

150,0*

76,9*

123,1*

130,7*

138,5*

Vainas con granos (g)

100,0

97,7

109,3

130,2*

79,3*

37,4*

94,6

110,5

*Los datos son estadísticamente diferentes (en más o en menos) con respecto al control (soja no fertilizada ni infectada por la micorriza o el patógeno).



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presencia del patógeno, sino que el daño es potenciado por la fertilización nitrogenada. La altura de la planta y el número de hojas están lógicamente vinculados a la biomasa. El contenido de clorofila en las hojas de la soja es más elevado en las plantas fertilizadas, hayan sido micorrizadas o no. Las plantas infectadas con la enfermedad y no fertilizadas exhibieron los menores contenidos de clorofila.

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El rendimiento, medido en este caso por el número de vainas con granos, siguió el mismo patrón que la biomasa y fue negativamente afectado por la enfermedad generada por M. phaseolina. La fertilización nitrogenada también incrementa el efecto perjudicial del patógeno. Discusión de los resultados La existencia de altos niveles de nitrógeno en los tejidos del cultivo se asocia frecuentemente con incrementos en el grado de ataque de enfermedades, especialmente en raíces. La fertilización nitrogenada puede resultar en el aumento de la concentración de compuestos ricos en nitrógeno que contribuyen a la activación de la virulencia de los patógenos. Los resultados del presente trabajo están en línea con estos estudios, dado que la fertilización nitrogenada potenció la severidad de la enfermedad causada por el hongo M. phaseolina.

En este estudio la inoculación con el hongo micorrícico (R. intraradices) mejora el crecimiento de las plantas infectadas por el patógeno aún en plantas fertilizadas, debido a la protección que estos hongos otorgan a su hospedante al reducir la multiplicación del patógeno en el interior radical. El resultado de este trabajo muestra que la severidad de la podredumbre carbonosa de la base del tallo fue también reducida por el hongo micorrícico y está en concordancia con otros autores que trabajaron en otros cultivos y patógenos (Smith y Read, 2010; Cordier et al., 1998; Spagnoletti et al., 2017). Esto muestra que la simbiosis micorrícica arbuscular protege eficientemente a las plantas de soja contra el patógeno M. phaseolina. De acuerdo con otros autores, la reducción de la enfermedad por el hongo R. intraradices puede estar relacionada con la competencia por recursos y espacio radical entre ambos hongos (M. phaseolina y R. intraradices). El hongo micorrícico puede mejorar los parámetros morfológicos de las plantas de soja, por ejemplo, aumentando el número de hojas. Estas poseerán más clorofila y producirán más fotoasimilados, lo que se verá reflejado en un incremento en el rendimiento en granos. Precisamente, se encontró bajo contenido de clorofila en hojas de plantas afectadas por la podredumbre carbonosa del tallo y se manifiesta en las hojas cloróticas, que junto con raíces necrosadas, son los síntomas característicos de esta enfermedad.

Consideraciones finales • En estos experimentos la fertilización nitrogenada aumentó el contenido de clorofila, el número de hojas, la altura de planta y las biomasas aérea y radical, pero no aumentó el rendimiento de la soja. El patógeno tendió a afectar negativamente estos parámetros y la fertilización nitrogenada tendió adicionalmente a agravar la severidad de la enfermedad ocasionada por el patógeno. Contrariamente, el hongo micorrícico contribuyó a mejorar la situación de la planta infectada en condiciones no fertilizadas o fertilizadas con nitrógeno. • La inferencia de estos experimentos es que al momento de pensar en la fertilización nitrogenada en soja, hay que incluir el riesgo de acrecentar el eventual daño por la podredumbre carbonosa de la base del tallo. Por otro lado, la inoculación con hongos formadores de micorrizas se presenta como un biofactor destacado para combatir la enfermedad.


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Encuentre el presente trabajo en www.aapresid.org.ar - PUBLICACIONES


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Autores: Barraco, M.1; Girón, P.1; Macchiavello, A.1; Díaz Zorita, M.2; Miranda, W.1; Álvarez, C.3 EEA INTA General Villegas. Desarrollo de tecnologías en Monsanto. 3 AER INTA General Pico. Contacto: barraco.miriam@inta.gob.ar 1

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Nutrición y fertilización de soja en el noroeste de Buenos Aires

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Una recopilación de estudios de nutrición y fertilización de soja para conocer el aporte de ciertos nutrientes en la producción del cultivo.

Palabras Claves: Fertilizantes; Nutrientes; Nitrógeno; Azufre; Fósforo.


Al igual que otras zonas de la región Pampeana, la utilización de genotipos de mayor potencial incrementó la demanda de nutrientes por parte de los cultivos. Esto contribuyó a una disminución en el nivel de algunos nutrientes (por ejemplo fósforo (P), calcio (Ca), boro (B), etc.), sobre todo en lotes de agricultura continua de más de 15 años (Sainz Rozas et al., 2013). No obstante, la fertilización en el cultivo de soja es una práctica poco frecuente en el noroeste de Buenos Aires y el motivo principal es la menor respuesta

Nitrógeno Las formas de abastecimiento de los requerimientos de N por parte de la soja son variadas. Las mismas pueden provenir del suelo [a partir de la mineralización de la materia orgánica (MO)], de la aplicación de fertilizantes nitrogenados (de escasa o nula adopción en el país) y del aire, a partir del proceso de fijación biológica (FBN). En la región pampeana se determinaron aportes de N por FBN cercanos al 60% de las necesidades totales de N del cultivo,

El objetivo de este trabajo fue integrar diferentes estudios de nutrición y fertilización de soja de manera de establecer la contribución de algunos nutrientes en la producción del cultivo. Para ello se consideraron ensayos establecidos entre las campañas 2002-2016 en suelos Hapludoles típicos y Hapludoles énticos (textura franco arenosa) bajo prácticas de siembra directa.

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del cultivo respecto a los cereales (Barraco et al., 2016 y Barraco et al; 2009).

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Introducción El cultivo de soja ocupa en promedio el 65% de la superficie sembrada con cultivos estivales en los partidos del noroeste de Buenos Aires, con proporciones muy variables de acuerdo a tipo de suelo y gradiente climático. En el sector este, por ejemplo, ocupa el 76% de la superficie (partidos de Lincoln y Florentino Ameghino), mientras que en el sector oeste ocupa el 40% del suelo destinado a cultivos de verano (partido de Pellegrini) (Ministerio de Agroindustria, 2018).


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con variaciones según región y características climáticas de la estación de crecimiento (Collino et al., 2015). Estudios locales muestran 55% de sitios con respuestas significativas a la inoculación (Figura 1), con incrementos medios en los rendimientos de un 14%. Mientras que del análisis combinado de la información se observa una respuesta media significativa (p<0,05) de 255 kg ha-1 (+6,9%). Los aportes de N a través de la FBN varían entre 48 a 64% y se observa una tendencia a mayor aporte a medida que se incrementan los rendimientos (datos no mostrados). Fósforo La adecuada disponibilidad de P es crítica para el logro de un crecimiento rápido del cultivo, tanto en su parte aérea como radical. Sin embargo, la respuesta de los cultivos a la fertilización fosfatada depende del nivel de P disponible en el suelo, y también es afectada por factores del suelo, del clima, del cultivo y de manejo del fertilizante. Estudios recientes muestran que el umbral crítico por debajo del que hay alta probabilidad de respuesta a la fertilización con P en soja varía entre 9,4 -10,6 ppm de P bray (Correndo et al., 2018). En ensayos en los que se evaluó la respuesta al agregado de P (testigo versus fertilizados, en lotes entre 6 y 13,3 ppm de P bray) se observó que los rendimientos variaron entre 1955 y 5809 kg ha-1, según las condiciones de sitios y fundamentalmente de las precipitaciones ocurridas durante el ciclo de los cultivos (datos no presentados). En 4 sitios se observó respuesta significativa al agregado de P (p<0,05) con incrementos de entre 7,6% (sitio 15) y 31% (sitio 2) (Figura 2). Al considerar todos los sitios evaluados, los cultivos fertilizados rindieron en promedio un 6,1% más que los testigos sin fertilizar (p<0,05), con una respuesta media de 229 kg ha-1. En general, los rendimientos de los cultivos fertilizados fueron superiores a los no fertilizados en todo el rango de productividad evaluada (Figura 3). Si bien las respuestas al agregado de P son de escasa magnitud, el manejo de cultivos sin fertilización conduce en el largo plazo a menores rendimientos medios y disminuciones significativas en los niveles de P del suelo (Figura 4). En relación a la forma de aplicación de fertilizantes (sobre todo en suelos de textura franco arenosa a arenosa del

noroeste de Buenos Aires), sería recomendable evitar la aplicación junto con la semilla, dada la susceptibilidad de la soja a los efectos fitotóxicos generados por la disolución de los fertilizantes (salinidad, pH, amoníaco). Estos efectos sobre la semilla son independientes de la fuente de fertilizante fosfatado (Figura 5) y se magnifican en condiciones de bajo contenido de humedad de los suelos. Para evitar tales inconvenientes se aconseja la aplicación separada de la línea de siembra (2-3 cm), el manejo de la oferta de P a partir de aplicaciones de este nutriente en otros cultivos de la rotación o de aplicaciones al voleo con al menos 60 días de anticipación a la siembra del cultivo. En este sentido, un estudio desarrollado en 4 sitios del partido de General Villegas muestra respuestas similares entre estrategias de fertilización (aplicaciones al voleo en barbecho o siembra, versus aplicaciones incorporadas y/o combinaciones de ambas) (Figura 6), con un 11% más de plantas logradas en los tratamientos con P al voleo (datos no mostrados), (Macchiavello et al., 2017). Azufre En los últimos años se han observado respuestas a la fertilización azufrada en soja en varias zonas de la región pampeana, fundamentalmente en suelos degradados y con muchos años de agricultura continua. En el noroeste de Buenos Aires, la respuesta al agregado de azufre en soja es poco frecuente y de menor magnitud que en otros cultivos. A modo de ejemplo, en una red de 7 sitios con textura franco arenosa y contenidos de MO entre 1,9 y 2,5% se observó respuesta significativa al agregado de S en un solo ensayo (Sitio 7, p<0,01), (Figura 7), mientras que los rendimientos promedio de todos los sitios fueron de 3615 y 3786 kg ha-1 para los tratamientos sin y con S, respectivamente. En esta misma región, en maíz se reportó respuesta a S solo en 9% de los ensayos evaluados, con un incremento medio del 3,6% en suelos de texturas similares a los evaluados en soja (Barraco et al., 2015). Mientras que en trigo, en una red de 35 sitios experimentales con diferencias texturales más contrastantes (> proporción de suelos arenoso-franco), se observó 38% de sitios con respuesta, con un incremento medio de los rendimientos de 4,1% (Barraco et al., 2009). Otros nutrientes La intensificación de la agricultura incidió en la disminución de los niveles de bases (calcio, magnesio) y pH en algunos


Figura 1

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Rendimientos de soja según tratamientos de inoculación en 22 sitios del noroeste de Buenos Aires.

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*= diferencias p<0,05, ** diferencias p<0,01.

Figura 2

Rendimientos de soja según tratamientos de fertilización con fósforo (P) en 15 sitios del noroeste de Buenos Aires.

* diferencias p<0,10, ** diferencias p<0,05.


suelos de la región, por lo que resulta de interés evaluar el impacto de su aplicación. Estudios preliminares muestran una tendencia a mayores rendimientos de soja con aplicaciones foliares de calcio en estadíos de R3, aunque sin diferencias significativas (p<0,05) (Figura 8 a). Además, la aplicación de correctores básicos (calcita y dolomita en

dosis de 1000 kg ha-1 voleadas al suelo un mes antes de la siembra) en un suelo Hapludol típico produjo un incremento en el rendimiento del 17,3% (Figura 8 b), con mejoras en los niveles de calcio intercambiable del suelo de un 10% (Girón et al., 2015). Figura 3

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Rendimientos de soja para tratamientos con y sin fertilización con fósforo (P) según índice de productividad ambiental (rinde promedio de cada sitio, n=15 sitios).

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Figura 4

Rendimientos de soja según estrategias de fertilización. Sin Fert = sin fertilización, Fertilizado con PS = dosis media de 22 kg P/ha (20-24) y 12 kg de S/ha. Promedio de dos secuencias agrícolas: Soja-Soja y Soja-Cultivo de servicioSoja (adaptado de Barraco et al., 2016). P bray inicial = 12,6 ppm, P bray 2015 sin Fert = 7,8 ppm, P bray en 2015 con PS = 23,3 ppm.


Figura 5

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Efecto de la aplicación de dosis crecientes de fósforo como superfosfato simple (SPS) y fosfato monoamónico (MAP) en la línea de siembra sobre la implantación de cultivos de soja (Barraco, et al., 2006).

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Figura 6

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Rendimientos de soja según estrategias de fertilización con fósforo (P). Sin Fert = testigo sin fertilización, 28 VA = 28 kg ha-1 de P al voleo 60 días antes de la siembra, 28 VS = 28 kg ha-1 de P al voleo al momento de la siembra, 20 VA+ 8 Inc = 20 kg ha-1 de P al voleo 60 días antes de la siembra + 8 kg ha-1 de P incorporado en la línea de siembra, 8 kg Inc = 8 kg ha-1 de P incorporados en la línea de siembra. Promedio de 4 sitios.

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Figura 7

Rendimientos de soja según tratamientos de fertilización con Azufre (S) en 7 sitios del noroeste de Buenos Aires.

* diferencias p<0,10, ** diferencias p<0,05.


Figura 8

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Rendimiento de soja según tratamientos de fertilización básica: a) sin calcio y con calcio aplicado en forma foliar; b) sin calcio y con tratamientos de correctores básicos en el suelo (promedio de 1000 kg ha-1 de calcita sin tratar, 1000 kg ha-1 de calcita tratada, 1000 kg ha-1 de dolomita). Letras diferentes indican diferencias significativas (p<0,1).

• Si bien la frecuencia de sitios con respuesta significativa al agregado de nutrientes es menor a otras zonas de la región pampeana, los mayores rendimientos se observan en planteos de fertilización. En el caso de azufre y calcio, se requiere de evaluaciones en más sitios para cuantificar el aporte de los mismos a la productividad del cultivo.

Bibliografía Barraco, M; Díaz-Zorita, M; Miranda, W; Álvarez, C. 2015. Contribución de la fertilización con nitrógeno, fósforo y azufre a la productividad de maíz en la pampa arenosa. Simposio Fertilidad 2015. Nutriendo los suelos para las generaciones del futuro. Organizado por el IPNI y Fertilizar Asociación Civil. Rosario, 19 y 20 de Mayo de 2015. En CD. Barraco, M; Díaz Zorita, M; Brambilla, C; Álvarez, C. Scianca, C. 2009. Respuesta del trigo a la fertilización nitrogenada y nitroazufrada en suelos arenosos. Revista Ciencia del Suelo. 27(2): 217-224. Barraco, M; Lardone, A; Giron, P; Miranda, W; Díaz Zorita, M. 2016. Secuencias agrícolas y su efecto en la productividad de soja y propiedades edáficas. XXV Congreso Argentino de la Ciencia Del Suelo. Río Cuarto, Argentina. Del 27 de junio al 1 de julio de 2016. Barraco, M; C. Scianca; C. Álvarez. 2006. Formas de fertilización de fertilizantes fosfatados en soja. Memoria Técnica 2005-2006. EEA INTA General Villegas. Pp: 39-41. Collino DJ; Salvagiotti, F; Perticari, A; Piccinetti C; Ovando, G; Urquiaga, S; Racca, R.2015. Biological nitrogen fixation in soybean in Argentina: relationships with crop, soil, and meteorological factors. Plant Soil. DOI 10.1007/s11104-015-2459-8. Correndo, A; Salvagiotti, F; García , F; Gutiérrez Boem, F. 2017. Recalibración de umbrales críticos de P-bray para maíz y soja en Argentina. Disponible en: https://www.researchgate.net/publication/324703753_ Recalibracion_de_umbrales_criticos_de_P-Bray_para_maiz_y_soja_en_Argentina. Consulta: 17/8/2018. Girón, P; Barraco, M; Miranda, W. 2015. Respuesta a la aplicación de micronutrientes en trigo y soja. Memoria Técnica 2014-15. Resúmenes. Estación Experimental Agropecuaria General Villegas. Pp: 14. Giron, P; Macchiavello, A; Barraco, M. 2015. Aplicación de correctores básicos y fertilizantes cálcicos/magnésicos en el cultivo de soja. Memoria Técnica 2014-15. Resúmenes. Estación Experimental Agropecuaria General Villegas. Pp: 15. Macchiavello, A; Giron, P; Barraco, M. 2017. Fósforo en soja: resultados de 3 campañas. Memoria Técnica 2016-2017. Estación Experimental Agropecuaria General Villegas. Pp: 34-35. Ministerio de Agroindustria. http://datosestimaciones.magyp.gob.ar/reportes.php?reporte=Estimaciones. Acceso: 13/8/2018 Sainz Rosas, H; M. Eyherabide; HE Echeverría, P Barbieri; H. Angelini; G.E. Larrea; GN Ferraris; M. Barraco. 2013. Cual es el estado de fertilidad de los suelos argentinos. Simposio Fertilidad 2013. Nutrición de cultivos para la intensificación productiva sustentable. Rosario, SF. 22 y 23 de mayo de 2013. En CD.

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Consideraciones finales

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Autor: Perticari, A. EEA INTA San Luis.

¿La inoculación de soja aún mantiene vigencia?

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Con respuestas tangibles en condiciones productivas, la inoculación es la tecnología más recomendable para lograr que la fijación biológica de nitrógeno sea una fuente importante de N para soja.

Palabras Claves: Fijación biológica de Nitrógeno; Cepas; Nodulación; Rendimiento.


En esta etapa, comenzaron los estudios en INTA con el objetivo de seleccionar la/las cepas más adecuadas para las condiciones de los suelos argentinos. Para ello se solicitaron cepas a diversas colecciones internacionales y se utilizaron como parámetros de aptitud por su capacidad para formar nódulos en los cultivares disponibles (infectividad) y para fijar N (efectividad), la sobrevivencia en las semillas y en el suelo, la adaptación o tolerancia a situaciones de estrés, la estabilidad genética, como así también la capacidad de crecimiento en las condiciones de producción de los inoculantes. De estos estudios iniciales, la cepa que aún

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En la década del ‘70, cuando se produjo la expansión del cultivo en Argentina, ante la inexistencia de la bacteria específica para soja en nuestros suelos, Bradyrhizobium japonicum, B. diazoefficiens o B. elkanii, se consideró

necesaria la incorporación de estas bacterias a las semillas por intermedio de la inoculación. Los efectos sobre el rendimiento del cultivo fueron evidentes y esto permitió una alta adopción de los inoculantes y de la tecnología de aplicación en los productores de soja. Se observaban claramente los efectos en el verdor de las plantas tratadas respecto a las no inoculadas, con tonos amarillentos desde estados vegetativos.

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La soja que se cultiva actualmente es originaria del este de Asia, norte y centro de China, y en su evolución estableció interacción simbiótica con bacterias del suelo fijadoras de N2, denominadas en forma genérica rizobios. Como resultado de esta simbiosis mutualista (leguminosa-rizobios), se forman nuevas estructuras en las raíces, los nódulos, en los que se realiza la Fijación Biológica de Nitrógeno (FBN). Las especies más frecuentes en los nódulos pertenecen al género Bradyrhizobium. La soja en simbiosis, a diferencia de otras especies cultivadas (trigo, maíz, girasol, etc.), cubre sus requerimientos de Nitrógeno (N) desde dos fuentes: una proveniente del aporte del suelo y otra desde la FBN. El N tiene un rol crucial en la producción del cultivo de soja. Para producir un qq de grano de soja se requieren en promedio entre 7-8 kg de N.


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conserva su recomendación es la E109 INTA, recibida como Bradyrhizobium japonicum USDA 138 (redefinida como USDA 6, a partir de la secuenciación de su genoma).

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Con la inoculación, se logra la incorporación efectiva de un alto número de bacterias del suelo fijadoras de N2 sobre la superficie de las semillas de soja, previo a la siembra. Esta tecnología es la más recomendable para lograr que la FBN sea una fuente importante de N para el cultivo. El producto biológico elaborado para este fin se denomina inoculante y se define como un formulado que contiene a los rizobios vivos y en condición fisiológica activa hasta su empleo. El inoculante es el medio de transporte de la bacteria, desde la fábrica de elaboración a la planta de soja. La FBN es la capacidad de transformar una molécula inerte y abundante del aire (N2) en un nutriente indispensable para la nutrición de los organismos vivos, en este caso para la soja. Esta capacidad es adquirida por Bradyrhizobium japonicum en simbiosis con soja. Para que esto se produzca es necesario que la bacteria esté transformada en bacteroide dentro del nódulo. Bajo estas condiciones, la bacteria es capaz de expresar un complejo sistema enzimático denominado nitrogenasa y desdoblar la molécula de N2 y transformarla en amonio. La asimilación de amonio para formar compuestos de nitrógeno orgánico en los nódulos radicales lo lleva principalmente la planta. Para un pleno funcionamiento de la FBN, los nódulos deben recibir fotoasimilados vía floema. La óptima nodulación comienza a visualizarse a los 3-5 días y la actividad de fijación desde los 10-15 días de emergencia. En estados vegetativos V4-V5, las plantas cuentan con 1015 nódulos/planta, ubicados en su mayoría en la parte superior de la raíz primaria. En estado reproductivo R5-R6, la adecuada nodulación presenta más de 30 nódulos por planta, y por lo menos 10 de ellos se encuentran en la parte superior de la raíz primaria, de tamaño mediano a grande. En todos los casos, la coloración interna de la mayoría de los nódulos fijadores es roja o rosada por la presencia de leghemoglobina. Cuando el nódulo se deteriora por senescencia natural o motivada por algún estrés, y finaliza la FBN, cambia de coloración interna y toma coloración verde. Mientras que en el estado final previo a la degradación, es amarronado. El comienzo de la etapa de senescencia

nodular en condiciones ideales se inicia en estado reproductivo R6. El comienzo en etapas previas es indicador de interrupción de la FBN por causas adversas de diversa índole, como estrés hídrico, cepas ineficientes, etc. Los valores de N fijado son bajos desde los estados vegetativos hasta comienzos de floración. A partir de ese momento y en adelante, se registra la mayor actividad. Las tasas máximas de fijación se sitúan entre los estados reproductivos R5-R6. Luego de esta etapa, el proceso cae en forma abrupta. Tal como está documentado para el cultivo de soja, a medida que se incrementa el nivel de N proveniente del suelo, disminuyen los aportes de N esperados por FBN. No sería beneficioso para la FBN el empleo de fertilizantes que contengan N, ni tampoco las rotaciones con leguminosas o el monocultivo. Cantidades adecuadas de P, Ca, Mg, S y de micronutrientes (en particular Co y Mo) tienen efectos estimulantes sobre el crecimiento de los nódulos y la actividad del complejo enzimático nitrogenasa. Por el contrario, su deficiencia retarda el inicio de la nodulación y afecta el número y peso de los nódulos. Las limitaciones en el desarrollo de la soja promueven reducciones en la FBN que, a su vez, restringen el crecimiento y afectan así el rendimiento de los cultivos. La pérdida de hojas o área foliar por agentes bióticos manejables (insectos o enfermedades) o por granizo, sequía o inundación, provoca fuertes caídas en la disponibilidad de N del cultivo, gran parte proveniente de la FBN. De esta manera, disminuye la eficiencia de conversión y, por consiguiente, la producción final del cultivo. En suelos sin rotación con soja, es fundamental contar por intermedio de la inoculación, con alta cantidad de bacterias por semilla. Existe un fuerte impacto negativo sobre la producción del cultivo cuando hay fallas de nodulación en estos ambientes. En suelos con historia de soja, se establecen poblaciones de rizobios introducidos desde la inoculación. Sin embargo, el rizobio es poco móvil en suelo y que se haya hecho un cultivo de soja en la campaña previa o por varios años (monocultivo), no asegura una nodulación temprana ya que la distribución no es homogénea y no toda la semilla estará en contacto con poblaciones de rizobios presentes en el suelo. Por otra parte, el inoculante dispone de cepas seleccionadas por su eficiencia para fijar N2. En este sentido, con la inoculación se incorpora en forma


La información documentada en ensayos de rendimiento que se encuentran en la base de datos del Proyecto Inocular, acumulados hasta el año 2007, entre tratamientos inoculados (3677 kg/ha) y control (3434 kg/ha), expresan una diferencia hacia los tratamientos inoculados de 243 kg/ ha, cifra altamente significativa (p=0,0001). En la Figura 1 se puede observar cómo se comportan los tratamientos

Estos valores promedio fueron tomados como base para evaluar las interacciones anuales. Se observa que la respuesta a la inoculación, cuando las condiciones hídricas son normales, estarían cercanas a estos valores. Cuando el potencial de rendimiento se eleva, las respuestas se potenciarían. Mientras que en condiciones de estrés hídrico, las respuestas son menores. En los últimos años, se pudo determinar los aportes de N desde la FBN. A partir de algunos ensayos provenientes del Proyecto Inocular y otros diseñados para tal fin, se observó (Collino et al., 2015) que la proporción de N derivado de la FBN representó en promedio el 58% de la absorción total de N. En términos absolutos, el N derivado del FBN osciló entre 15 a 337 kg N ha-1, con un valor promedio de 153 kg N ha-1. El valor más grande es similar al reportado por Herridge et al. (1982). La FBN se relaciona positivamente con el rendimiento de semilla, con una pendiente de 52 kg N ha-1 fijada por tn de grano de soja. La captación de nitrógeno se relaciona linealmente con el rendimiento de semilla con una pendiente de 13,6 kg de grano por kg Figura 1

Comportamiento promedio de los tratamientos inoculados y control, realizados en diferentes ambientes desde 2007 (Proyecto Inocular).

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realizados en diferentes ambientes sembrados con soja y su ajuste a una regresión simple.

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compacta a todas las semillas cepas seleccionadas por su alta capacidad de fijar de N2 y crea las mejores condiciones para una mayor expresión del proceso de la FBN desde las etapas tempranas del cultivo de soja, manteniendo el mayor tiempo posible los aportes desde esta vía. En cambio, si no se inocula, se dependerá de las poblaciones naturalizadas de rizobios presentes en el suelo que, con frecuencia, no son homogéneas en su composición. Esto se debe a las diferentes situaciones de estrés a las que fueron expuestas, como sequías intensas, inundaciones, aplicación de diferentes productos fitosanitarios, altas temperaturas, desecación, etc. En general, son muy infectivas y con alta capacidad para nodular, y por otro lado, tienen variado grado de eficiencia para fijar N2, y se encuentran cepas eficientes hasta incluso cepas ineficientes (parásitas) dentro de la población.


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de N captación. Este valor es similar al observado en el meta-análisis realizado por Salvagiotti et al. (2008) y todos los valores están dentro de las curvas de dilución y de acumulación sugeridas por estos autores. En ensayos controlados en los que se comparó el aporte de la inoculación medido como kg N ha-1 derivado de la FBN, se observó que los tratamientos inoculados podrían incorporar un plus de entre 20 a 25 kg más de N fijado-1, respecto al control sin tratar nodulado con rizobios de las poblaciones naturalizadas. La demanda de calidad a nivel productivo permitió la incorporación constante de innovación en la tecnología de inoculación y se dispone de un abanico de posibles tratamientos según las cantidades de semilla a tratar y las estrategias de siembra. Vale señalar que siempre se parte de inoculantes de calidad definidos como aquellos que contienen cepas eficientes, en la calidad metabólica adecuada y en la concentración requerida, para permitir una rápida y eficiente nodulación. Existe evidencia actual que demuestra que el empleo de cepas seleccionadas, adaptadas a condiciones locales o

de estrés que mantienen alta eficiencia simbiótica, podría mejorar la respuesta de la inoculación en combinación con la cepa recomendada. Asimismo, podrían ocurrir efectos similares con el acompañamiento de otros microorganismos promotores del crecimiento vegetal seleccionados para soja. Hay nuevas publicaciones que demuestran que si se incorporan a la genética determinadas líneas de soja con elevadas tasas de FBN , impactaría positivamente en términos de producción del cultivo y los balances de N podrían tender a ser positivos. En resumen, la información precedente indica que la inoculación mantiene vigencia y con respuestas tangibles en condiciones productivas. En particular, se enfatiza que este tecnología está fundamentada en mantener altos los niveles de FBN para el cultivo de soja y, como respuesta a este aporte de N biológico, es factible observar mayores rendimientos con cierta frecuencia. Como tal, la tecnología debe ser realizada con productos de calidad, siguiendo las recomendaciones y en las condiciones más adecuadas según el tratamiento a utilizar.

Bibliografía D. J. Collino; F. Salvagiotti: A. Perticari; C. Piccinetti; G. Ovando;S. Urquiaga and R. W. Racca (2015) Biological nitrogen fixation in soybean in Argentina: relationships with crop, soil, and meteorological factors. Plant Soil 392 (1-2). Herridge D, Peoples M, Boddey R (2008) Global inputs of biological nitrogen fixation in agricultural systems. Plant Soil 311:1–18. Salvagiotti F, Cassman KG, Specht JE, Walters DT, Weiss A, Dobermann A (2008) Nitrogen uptake, fixation and response to fertilizer N in soybeans: a review. Field Crop Res 108:1–13.

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Red de INNOVADORES

Autores: Luna, I.1; Druetta, M.1. 1

Protección Vegetal - EEA INTA Quimilí.

Urochloa panicoides y Echinochloa colona: dime cómo emergen y te diré qué manejo es más eficaz

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Conocer la dinámica de emergencia de estas malezas es una herramienta indispensable para la planificación de un programa eficiente de manejo.

Palabras Claves: Malezas; Manejo; Nacimientos; Santiago del Estero.


en Echinochloa la lígula está ausente y las hojas no son pilosas. Esta última, en algunos casos, puede presentar bandas transversales de coloración rojiza en hojas. Las inflorescencias de estas especies se encuentran en racimos (Molina et al., 2006; Antón y Zuloaga, 2012). Ambas especies presentan biotipos resistentes a glifosato, cuyas poblaciones se incrementaron notablemente en los últimos años. En lotes agrícolas de la región noreste de Santiago del Estero, según relevamientos a campo realizados en el año 2014, se informó la presencia de estas malezas en el 50% y 16% de los lotes evaluados para el caso de U. panicoides y E. colona, respectivamente (Druetta et al., 2015). Actualmente, dichas malezas se expandieron Figura 1

Presencia de Urochloa panicoides sobre lote comercial en cercanías de Otumpa, Santiago del Estero.

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Introducción En la región este de Santiago del Estero, el manejo de la comunidad de malezas, con predominio de gramíneas, es fundamental para lograr una correcta implantación de los cultivos de verano. Dentro de la familia de gramíneas, Urochloa panicoides y Echinochloa colona se caracterizan por su amplia distribución y por ser malezas que, al ingresar al sistema productivo, rápidamente se vuelven dominantes y limitan la producción y rentabilidad de los cultivos (Luna, 2018) (Figuras 1 y 2). Se trata de especies herbáceas de ciclo anual con hábito de crecimiento primavero-estival, y pueden alcanzar hasta 60 cm de altura. Las hojas de Urochloa presentan una pequeña lígula y láminas lanceoladas con bordes ondulados y pelos en ambas caras, mientras que

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Figura 2

Presencia de Echinochloa colona sobre lote comercial en cercanías de Cejolao, Santiago del Estero.


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ampliamente en los sistemas agrícolas del NEA y están presentes prácticamente en todos los establecimientos productivos (REM-AAPRESID, 2018).

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En tal sentido, el conocimiento de los flujos de emergencia de estas malezas es imprescindible para el diseño de diferentes estrategias de manejo. El objetivo del presente trabajo fue caracterizar la dinámica de emergencia de Urochloa panicoides y Echinochloa colona utilizando un enfoque empírico a través de la observación directa de la misma y su relación con variables ambientales: precipitaciones y temperatura del aire. Materiales y métodos Los estudios se llevaron a cabo en dos sitios ubicados en el departamento Moreno, Santiago del Estero, durante el período 2015-2017. Las evaluaciones de Urochloa panicoides se condujeron en el establecimiento agrícola “Las Vaquillas” (27°16’2.17”S - 61°57’0.33”O) y las de Echinochloa colona en el establecimiento “El Guayacán” (27°52’39.54”S - 62° 7’59.53”O). Para el estudio se evaluó N° de plántulas/m2. Para ello se colocaron 4 marcos de 0,25 m2, distribuidos al azar sobre manchones de cada maleza. Cada 10-15 días, se registró el número total de plántulas emergidas

y posteriormente se aplicó desecante (paraquat) para su eliminación. Los datos de temperatura y precipitaciones se obtuvieron de estaciones meteorológicas y con pluviómetros in situ. Se realizó el cálculo de grados días (d.C) acumulados (Leblanc et al., 2003) para el período comprendido desde el 1° de agosto hasta el 31 de enero de cada campaña. La temperatura base de germinación empleada fue 6 °C para Urochloa panicoides (Ustarroz, 2011) y 10 °C en Echinochloa colona (Wiese & Binning, 1987). Posteriormente, se construyeron los gráficos de emergencia acumulada en función de las variables ambientales descriptas, como así también los grados días acumulados. Resultados Dinámica de emergencia Urochloa panicoides U. panicoides presentó una cohorte muy numerosa hacia finales del mes de octubre y primeros días de noviembre, en las tres campañas evaluadas (Figura 3). La misma representó entre el 70% y 90% de la emergencia total. Las precipitaciones de importancia ocurridas con anterioridad no desencadenaron nacimientos o los mismos fueron inferiores al 4%. Incluso con los elevados valores registrados en el mes de agosto de 2015 y a comienzos del mes de Figura 3

Emergencia acumulada de U. panicoides (%) y eventos pluviométricos (mm) para el período agosto-enero durante 3 campañas agrícolas. Emergencia campaña 2014/2015 (círculo), campaña 2015/2016 (asterisco) y campaña 2016/2017 (Triángulo invertido). Eventos de lluvia 14/15 (círculo aislado), 15/16 (asterisco aislado) y 16/17 (triángulo invertido aislado).


Dinámica de emergencia Echinochloa colona Los nacimientos de E. colona se concentraron desde mediados de octubre hasta noviembre, y alcanzaron valores de emergencia acumulada entre el 80% y 90% para fines de noviembre. Los mismos se produjeron en 2 o 3 cohortes según la campaña (Figura 5). Las abundantes precipitaciones del mes de septiembre de 2014 y agosto de 2015, no produjeron la emergencia de la maleza, que recién comenzó en octubre para dichas campañas. Esto contrasta con lo observado en el último ciclo (2016/2017), en el que se registraron nacimientos a mediados de septiembre, con un acumulado de 17 mm. Los mismos representaron el 16% de la emergencia del período evaluado. Los nacimientos comenzaron entre los 800 y 1000 d°C, con excepción del último ciclo en el que se observó emergencia a partir de los 360 d°C. El promedio de los grados días acumulados en las tres campañas para el comienzo de la emergencia fue 723 d°C. Si se toman las temperaturas medias diarias para cada mes en los últimos 10 años, esta suma térmica se alcanzaría el 15 de octubre, aproximadamente. Los grados días acumulados desde el 1° de agosto para alcanzar el 90% Figura 4

Emergencia acumulada (%) de U. panicoides en función de los grados días acumulados (d°C) desde el 1° de agosto (tendencia para los 3 ciclos evaluados).

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Posterior a los flujos de emergencia de fines de octubre y el mes de noviembre, se registraron nacimientos hasta los primeros días de enero y representaron entre un 10% y 30% de la emergencia anual, según la campaña. Es importante remarcar que si bien estos no fueron los más numerosos en el porcentaje acumulado para el período analizado, la cantidad de individuos por metro cuadrado asociado a los mismos es significativa, con valores entre 100 y 300 nacimientos/m2. Estos registros llevados a plantas por hectárea para el caso de lotes con altos niveles de infestación y un abundante banco de semillas, representan poblaciones de entre 1

y 3 millones de ejemplares/ha. Por este motivo, una baja emergencia (en términos de porcentaje acumulado), no implica necesariamente pocos nacimientos.

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octubre de 2016, no se observaron nacimientos sino hasta los primeros días de noviembre. Los nacimientos comenzaron a partir de los 1000 - 1200 d°C aproximadamente. Si bien fue posible observar emergencia a partir de los 520 d°C en la campaña 2016/2017, la misma fue inferior al 1% para el período analizado. El promedio de grados días acumulados en las tres campañas para el comienzo de la emergencia fue 968 °C-días. Si se toman las temperaturas medias diarias para cada mes en los últimos 10 años, esta suma térmica se alcanzaría el 31 de octubre aproximadamente. Los grados días acumulados desde el 1° de agosto para alcanzar el 90% de la emergencia total, estuvieron en el rango de los 1700 d°C (Figura 4).


de la emergencia total, se hallan en el rango de los 1500 d°C, aproximadamente (Figura 6).

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Posterior a las cohortes de octubre y noviembre, se registraron nacimientos hasta el mes de enero y representaron entre un 5% y 20% de la emergencia, según la campaña. Al igual que Urochloa, la baja emergencia (en términos de porcentaje acumulado), no implica necesariamente pocos nacimientos.

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Relación entre la emergencia acumulada con las sumas térmicas y precipitaciones Si se analiza la relación entre precipitaciones, sumas térmicas desde el 1° de agosto y la emergencia acumulada en ambas especies (U. panicoides y E. colona), se observa que la disponibilidad de humedad de manera anticipada en el ciclo no sería el principal factor desencadenante de la emergencia en dichas gramíneas, ya que aún con milimetrajes cercanos a los 90 mm, la misma todavía es muy baja (Figura 7). Por el contrario, al evaluar la relación entre los grados días acumulados desde agosto y la emergencia acumulada, es posible ver una mayor concentración de nacimientos alrededor de los 1200 y 1400 grados días, lo que permite suponer que la temperatura sería un factor

de mayor peso en relación a las lluvias. Sin embargo, es conocido que las semillas de dichas especies presentan distintos niveles de dormición y para que la germinación ocurra, la misma debe ser superada. En este sentido, es posible que la interacción entre más de una variable, regule la ocurrencia de los flujos observados. Discusión La emergencia de Urochloa y Echinochloa se concentró a fines de octubre y durante el mes de noviembre, período en el que se registran porcentajes de emergencia acumulada entre el 80% y 90%. La manera en que cada especie alcanza estos porcentajes es diferente. E. colona lo realiza en 2 cohortes, y cada una de ellas representa entre un 30% y 50% de la emergencia acumulada aproximadamente. Mientras que U. panicoides lo hace en una cohorte con valores de emergencia acumulada cercanos al 90%. Echinochloa presentó en promedio menor requerimiento térmico para germinar que Urochloa (aproximadamente 245 d°C menos). Esto podría explicar porque las cohortes de E. colona de mediados de septiembre y primera quincena de octubre (según campaña) fueron superiores en términos de emergencia acumulada a Urochloa. Los nacimientos de esta última especie hasta Figura 5

Emergencia acumulada de E. colona (%) y eventos pluviométricos (mm) para el período agosto-enero durante 3 campañas agrícolas. Emergencia campaña 2014/2015 (círculo), campaña 2015/2016 (asterisco) y campaña 2016/2017 (Triángulo invertido). Eventos de lluvia 14/15 (círculo aislado), 15/16 (asterisco aislado) y 16/17 (triángulo invertido aislado).


mediados de octubre son prácticamente nulos (inferiores al 4%) en los tres ciclos analizados, aún en condiciones no limitantes de humedad. En el caso de E. colona, las emergencias registradas a mediados de octubre de 2014 y septiembre de 2016 representaron el 36% y 16% del porcentaje acumulado, respectivamente.

En la región central de Córdoba, los principales flujos de emergencia de U. panicoides se observan en el mes de octubre luego de las primeras lluvias de primavera (Ustarroz, 2011). El mismo autor menciona que la rápida emergencia de U. panicoides a inicios de la primavera, coincide con lo hallado por Leguizamón et al. (2009) para U. platyphylla en

Emergencia acumulada (%) de E. colona en función de los grados días acumulados (d°C) desde el 1° de agosto (tendencia para los 3 ciclos evaluados).

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Figura 6

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Figura 7

Tendencia para los ciclos evaluados de la emergencia acumulada de U. panicoides y E. colona en función de los grados días desde el 1/08 y precipitaciones.


la localidad de Manfredi, Córdoba. Este comportamiento es semejante al registrado para U. panicoides y Echinochloa colona en Tucumán, donde dichas especies presentan emergencias numerosas durante los meses octubre y primeros días de noviembre, siendo escasos o nulos los nacimientos en meses previos (Cabrera, 2016). En estudios

realizados durante una campaña sobre E. colona en el centro-este de Entre Ríos, el porcentaje de emergencia acumulada registró un marcado incremento durante la primera quincena de noviembre y alcanzó casi el 80% de la emergencia total (Rampoldi et al. 2016), comportamiento similar al que se observó en el presente trabajo.

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Comentarios finales

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• Urochloa panicoides concentra su emergencia a finales octubre y primeros días de noviembre, momento en el que rápidamente alcanza valores de emergencia acumulada del 90% o superior en una de sus cohortes. Durante los meses previos, los nacimientos son prácticamente nulos, aún en condiciones no limitantes de humedad. • Urochloa panicoides requirió en promedio 968 grados días desde el 1/08 para comenzar a germinar. • Echinochloa colona concentra su emergencia a finales octubre y primeros días de noviembre en 2 cohortes, y cada una representa entre un 30% y 50% de la emergencia acumulada. Puede comenzar a emerger a mediados de septiembre. • Echinochloa colona requirió en promedio 723 grados días desde el 1/08 para comenzar germinar.

Agradecimientos A los ingenieros agrónomos Cristian Casco y Fabricio Rapalini, asesores de los predios afectados por las malezas foco de este trabajo, por su generosidad e interés en permitir la realización del estudio, como así también al grupo Técnico Los Gatos, en el que se encuentran las empresas perjudicadas por dichas especies. Fuente de financiamiento: Proyecto INTA PNCYO 1127034 - Evaluación y desarrollo de sistemas de manejo integrado de las plagas en cultivos de cereales y oleaginosas; Proyecto INTA PNPV 1125034 - Desarrollo de herramientas para la construcción de estrategias de manejo de malezas.

Bibliografía Luna, Ignacio. 2018. Caracterización de la dinámica de emergencia de cuatro especies poáceas en el departamento Moreno, Santiago Del Estero. (Tesis) Universidad Católica de Córdoba http://pa.bibdigital.uccor.edu.ar/view/divisions/ ucc=5Ffca/2018.html Molina, A.M., Rúgolo de Agrasar, Z.E. 2006. Flora Chaqueña –Argentina- Formosa, Chaco y Santiago del Estero Familia gramíneas. Ediciones INTA, Colección científica del INTA 23. Antón, A.M. & Zuloaga, F.O. 2012. Flora Argentina – Flora Vascular de la República Argentina. Volumen 3 – Tomo II. Monocotyledoneae. Poaceae: Pooideae. Gráficamente Ediciones. Córdoba, Argentina. 523 Pág.Druetta, M.; Luna, I.; Ledda, A. 2015. Riqueza florística, frecuencia y abundancia de especies malezas en lotes agrícolas de la Región Este de Santiago del Estero. Actas XXII Congreso Latinoamericano de Malezas y I Congreso Argentino de Malezas. Página 73. AAPRESID, 2018. Mapas de malezas. Disponible en http://www.aapresid.org.ar/rem/mapas-rem/ Leblanc, M.L., Cloutier, D.C., Stewart, K., Hamel, C. 2003. The use of thermal time to model common lambsquarters (Chenopodium album) seedling emergence in corn. WeedScience 51, pp.718-724. Ustarroz, D. 2011. Bioecología de Urochloa panicoides. (Tesis). Universidad de Buenos Aires. Facultad de Agronomía. [Consultado: 2/4/2017] Disponible en el Repositorio Digital Institucional de la Universidad de Buenos Aires: http://ri.agro.uba. ar/cgi-bin/library.cgi?a=d&c=tesis&d=2011ustarrozdiego Wiese A.M., Binning L.K. 1987. Calculating the threshold temperature of development of weeds. Weed Science 35, 177-179. Leguizamón, E.S., Rodriguez N., Rainero, H., Perez, M., Perez, L., Zorza, E., Fernández Quintanilla. 2009. Modelling the emergence pattern of six summer annual weed grasses under no tillage systems in Argentina. Weed research N°49, pp. 98-106. Cabrera, C. 2016. Ciclo de emergencia de Amaranthus spp. y gramíneas anuales problema en Tucumán. Disponible en http://www.eeaoc.org.ar/videosmaleza/101/06-Carina-Cabrera.html Rampoldi, A., Metzler, M., Re, A. y Urretabizkaya, N. 2016. Emergencia de Echinochloa spp. en el centro-este de Entre Ríos. Serie de extensión INTA Paraná. ISSN 0325 – 8874

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INTA EEA Marcos Juárez. 2 UNVM Contacto: lenzi.lisandro@inta.gob.ar 1

En busca del momento oportuno para aplicar fungicidas foliares

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Autores: Lenzi, L.1, Distéfano, S.1; Gadban, L.1; Ferronato, G.2.

Un ensayo de la campaña 2016/17 en el INTA EEA Marcos Juárez para el control de enfermedades de fin de ciclo.

Palabras Claves: Manejo del cultivo; Enfermedades en planta; Fungicidas.

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Introducción Entre las limitantes que presenta el cultivo de soja en todas las regiones de Argentina, se destacan las llamadas enfermedades de fin de ciclo (EFC). En los últimos años, las más importantes por su prevalencia, incidencia y severidad en la zona de Marcos Juárez, fueron la Mancha marrón (Septoria glycines), el Tizón de la hoja y Mancha púrpura de la semilla (Cercospora kikuchii), el Tizón del tallo y de la vaina (Phomopsis sojae –Diaporthe phaseolorum var. sojae) y la Antracnosis (Colletotrichum dematium var. truncata) (Distefano et al., 2016). Los patógenos causantes de estas enfermedades son hongos necrotróficos que sobreviven en semillas y rastrojos. Necesitan del agua para la liberación, diseminación y germinación de sus esporas (Yorinori, 2011) y tienen periodos de incubación y latencia largos, por lo que los síntomas se manifiestan en estados reproductivos intermedios y avanzados del cultivo. Pueden causar disminución del área foliar sana, defoliación, madurez anticipada del cultivo e infección de las semillas, y afectan tanto el número y peso de los granos como su calidad. Las pérdidas que producen son variables dependiendo del cultivar y del momento de infección, aunque varios estudios estimaron daños promedio en Argentina que oscilaron entre 8% y 10% de la producción (Arias, 2011; Distefano y Gadban, 2014; Ploper et al., 2015; Carmona et al., 2015). La combinación del monocultivo y cultivares susceptibles, genera condiciones favorables para la multiplicación y supervivencia de estos patógenos (Hartman et al., 1999). Entre las recomendaciones para el manejo de las EFC se incluye el uso de cultivares resistentes y/o tolerantes, tratamientos de semillas y prácticas culturales, como la rotación de cultivos, pero la aplicación foliar de fungicidas es la más utilizada. Los productos que se usan con mayor frecuencia se encuentran dentro de los grupos de los benzimidazoles, triazoles, estrobilurinas y más recientemente las carboxamidas. En los últimos años, se difundió la utilización de mezclas de fungicidas debido a la posibilidad de ejercer mejor control frente a la aparición conjunta de EFC y disminuir los riesgos de generación de resistencia a través de la acción combinada de diferentes moléculas (Ploper et al., 2015). Sin embargo, no hay un claro entendimiento respecto a la necesidad y al momento ideal de la aplicación de fungicidas. Las aplicaciones innecesarias

incrementan los costos de producción así como los riesgos de resistencia y de impactos negativos sobre el ambiente (Carmona et al., 2015). Frecuentemente, los fungicidas se aplican según el estadio fenológico del cultivo, entre R2 y R5, con el objetivo de “proteger” las hojas involucradas en la generación del rendimiento. Este criterio considera sólo al hospedante y las respuestas del rendimiento suelen ser erráticas. Para la mancha marrón (S. glycines), un criterio sugerido es aplicar cuando la enfermedad se observa en el 25% de la altura total de la planta, entre los estadios R2 y R5, y se consideran además otros factores, como el espacio sin cobertura entre surcos y las características climáticas del año (Ivancovich, 2009). Este criterio toma en cuenta la fenología del hospedante y sólo a uno de los patógenos. Carmona et al. (2015) proponen un sistema de puntuación para decidir el momento de aplicación para control del conjunto de EFC, que considera el estado de desarrollo del cultivo, la presencia de las enfermedades y distintas características del ambiente, principalmente las precipitaciones acumuladas y su intensidad entre R3 y R5. El objetivo de este trabajo fue evaluar el efecto de aplicaciones de fungicidas foliares en distintos estadios reproductivos del cultivo de soja sobre la severidad de las EFC, el rendimiento y algunos parámetros de la calidad de semilla. Materiales y métodos El ensayo se realizó en un lote en siembra directa sobre rastrojo de soja con 2 años consecutivos de monocultivo. El cultivar utilizado fue DM 4615 STS (GM IV) sembrado el día 06/11/16 con una densidad de 20 semillas por metro lineal de surco (sin tratamiento con curasemillas). Se realizaron aplicaciones foliares en distintos estadios fenológicos (Momentos) con dos fungicidas (Productos), uno del grupo de los Bencimidazoles y una triple mezcla de Triazol + Estrobilurina + Carboxamida, ambos a dosis de marbete. Los momentos de aplicación fueron: R1 (30/12/16), R3 (18/01/17), R4 (25/01/17), R5 (11/02/17), R6 (03/03/17), R1+R5, R3+R5 y R1+R3+R5. Los tratamientos evaluados fueron las combinaciones de los factores Momentos x Productos y se incluyó también un Testigo, sin aplicación de fungicidas. Las


Persistencia Foliar: El 27/3, con las parcelas testigos en R7, se estimó visualmente la proporción de hojas remanentes en cada parcela y se expresó como porcentaje. Luego de la cosecha se registraron el rendimiento, el peso de mil granos y se realizaron las pruebas de poder germinativo y de incidencia de patógenos en semillas: Rendimiento: expresado en Kg/ha. Se registró el peso en gramos y la humedad de los granos cosechados en cada parcela, y se calcularon los Kg/ha corregidos al 13% de humedad. Peso de mil granos: expresado en gramos. Se registró el peso de 1000 granos de cada una de las parcelas cosechadas. Poder germinativo: se evaluaron 50 semillas de las cuatro repeticiones de cada tratamiento. El PG se expresó en porcentaje de plántulas normales desarrolladas a los 7 días de la siembra, en bandejas con arena humedecida mantenidas en estufa a 25 ºC. Incidencia de Fusarium sp. y Phomopsis sp. en semilla: se evaluaron 50 semillas de las cuatro repeticiones de cada tratamiento. Se expresó el porcentaje de semillas con presencia de cada patógeno después de 5 días, en bandejas plásticas cerradas con 10 g de algodón y doble hoja de papel estéril humedecidas con 40 ml de agua estéril y mantenidas en estufa a 25 ºC (Blotter test).

Resultados y discusión En los primeros muestreos (R1 y R3), se observaron principalmente mancha marrón (Septoria glycines) y tizón bacteriano (Pseudomonas savastanoi pv glycinea). En los muestreos posteriores (R5 y R6), se presentaron principalmente Tizón foliar (Cercospora kikuchii) en el estrato superior y Mancha marrón en el estrato inferior. En R8, se observó la presencia de Phomopsis/Diaporthe y Colletotrichum sp. en tallos y vainas. También se detectaron, en forma aislada y con muy baja incidencia y severidad, Mancha ojo de rana (Cercospora sojina), Mildiu (Peronospora manshurica), Mancha foliar por Phylosticta (Phyllosticta sojicola) y hojas con síntomas similares a los causados por bacterias del género Curtobacterium (Plazas et al., 2017). La severidad de las EFC en las parcelas sin aplicación de fungicidas (Testigo) fue 0,4% en R1, 4,2% en R3, 3,7% en R5 y 9,4% en R6. La disminución de la severidad en R5 respecto a R3, puede atribuirse a la caída de las hojas inferiores más afectadas. En las parcelas tratadas, la severidad disminuyó respecto al testigo en los muestreos posteriores a las aplicaciones. En R3, mancha marrón alcanzó el 25% de altura de las plantas, y en R5 aproximadamente el 50%, aunque siempre con muy baja severidad. Se detectaron efectos significativos de los momentos de aplicación sobre la severidad en R6, el rendimiento, el peso de mil granos y la incidencia de Phomopsis sp. en semillas. El efecto de los productos no fue significativo para ninguna de estas variables. No se detectaron efectos significativos de los momentos ni de los productos sobre el poder germinativo y la incidencia de Fusarium sp. en semilla. Para ninguna variable se detectó interacción significativa momento x producto (Tabla 1), por lo que se presentan los promedios de los dos productos para cada momento de aplicación (Tabla 2).

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Severidad: Se determinó el porcentaje de área foliar enferma en cada folíolo. Se estimó visualmente con la escala de Martins et al. (2004). Se expresó como el promedio de severidad de todos los folíolos de cada muestra.

Se realizó el análisis de la varianza (ANAVA) para estudiar el efecto de los factores Momentos y Productos sobre la severidad en R6, la persistencia foliar, el rendimiento, el peso de mil granos, el poder germinativo, y la incidencia de Fusarium sp. y Phomopsis sp. Las medias de los tratamientos se compararon con el test LSD (0,05%). Los análisis estadísticos se realizaron con el software InfoStat (Di Rienzo et al., 2008).

99 Soja 2018

aplicaciones se realizaron con mochila a gas carbónico de presión constante equipada con una barra de 4 picos distanciados a 50 cm entre sí con pastillas cono hueco. La presión de trabajo fue 30 lb/pulg2, con un caudal de 150 l/ha. Las unidades experimentales fueron parcelas de 4 surcos a 0,52 m. Los tratamientos se dispusieron en un arreglo factorial, con cuatro repeticiones. En R1, R3, R5 y R6, se extrajeron 50 foliolos por parcelas en los que se determinó la severidad de las EFC. En R7 se realizó la estimación visual de persistencia foliar.


Tabla 1

Resumen del análisis de la varianza para el efecto de la aplicación de dos fungicidas (Productos) aplicados en distintos estadios fenológicos (Momentos) del cultivo de soja sobre las variables evaluadas. Marcos Juárez. Campaña 2016/17. Severidad R6 (%)

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Fuente de Variación

Soja 2018

100

Persistencia Foliar (%)

Rendimiento (Kg/ha)

Grados de Valor Valor Valor F Valor P Valor Libertad F P F

Peso de mil granos (g)

Poder Incidencia Germinativo Fusarium sp. (%) (%)

Incidencia Phomopsis sp. (%)

Valor P

Valor Valor Valor Valor Valor Valor Valor Valor F P F P F P F P

Momento

8

2,31

0,03

20,88

<0,001

3,42

0,003

4,85

0,00

1,08

0,39

1,81

0,10

2,35

0,03

Producto

1

1,73

0,19

0,13

0,72

0,20

0,66

2,58

0,11

0,25

0,62

0,57

0,45

0,96

0,33

Momento *Producto

8

0,83

0,58

1,13

0,36

0,45

0,89

1,70

0,12

0,56

0,80

1,10

0,38

1,16

0,34

Tabla 2

Comparación de medias de las variables evaluadas para los distintos Momentos de aplicación. Valores promedio de las aplicaciones con dos productos (Benzimidazol y triple mezcla Triazol+estrobirulina+carboxamida). Marcos Juárez. Campaña 2016/17. Momento de aplicación

Severidad R6 (%)

Persistencia Foliar (%)

Rendimiento (kg/ha)

Peso de mil granos (g)

Poder Incidencia Incidencia germinativo (%) Fusarium sp (%) Phomopsis sp (%)

Testigo

9.4 A

10.0 A

4020 A

143 A

97.0 NS

40.5 NS

19.0 A

R1

8.4 AB

13.0 AB

4055 AB

144 AB

97.0

36.5

18.5 A

R3

7.1 BC

24.0 CD

4104 AB

148 D

97.3

36.0

15.0 AB

R4

7.4 ABC

19.0 BC

4071 AB

146 BCD

95.8

45.0

12.5 ABC

R5

7.6 ABC

26.0 D

4114 AB

145 ABC

96.5

35.5

12.0 ABC

R6

7.0 BC

28.0 DE

4001 A

147 CD

98.5

39.0

16.0 AB

R1+R5

7.0 BC

23.0 CD

4251 BC

149 D

97.3

32.0

10.0 BC

R3+R5

6.3 BC

34.0 E

4355 C

149 D

95.0

33.5

12.5 ABC

R1+R3+R5

5.5 C

45.0 F

4317 C

149 D

97.8

29.0

7.0 C

*Letras distintas indican diferencias significativas entre momentos de aplicación. Test LSD 5% NS No se detectaron diferencias significativas entre momentos de aplicación

Los menores valores de severidad en R6 corresponden a la triple aplicación (R1+R3+R5), y los mayores al testigo y a la aplicación en R1. El resto de los tratamientos presentó valores intermedios sin diferenciarse entre sí. La persistencia foliar fue mayor en la triple aplicación, seguido por la doble aplicación en R3+R5. El testigo junto a la aplicación en R1 presentaron los menores valores

de persistencia foliar y el resto de los tratamientos presentaron valores intermedios. Los rendimientos fueron mayores con las aplicaciones dobles y la triple (R1+R5, R3+R5 y R1+R3+R5) respecto al testigo. Se observó una tendencia de incremento en los rendimientos con las aplicaciones simples respecto al testigo (de 35 a 90 kg), excepto con la aplicación en


Todos los tratamientos presentaron altos valores de poder germinativo (mayores a 95%) sin diferenciarse entre sí. Sin embargo, en las muestras de semillas se detectó en promedio una incidencia de 29% a 40% de Fusarium sp. y de 7% a 19% de Phomopsis sp., posiblemente asociado con un período de lluvias abundantes en la última semana de marzo y las primeras de abril (cultivo en R7). No hubo diferencias significativas de la incidencia de Fusarium sp. entre tratamientos. La incidencia de Phomopsis sp. fue menor en la triple aplicación y en la aplicación en R1+R5 respecto el testigo y las aplicaciones en R1 y en R6. En el resto de los tratamientos, las incidencias fueron intermedias sin diferenciarse entre sí. Las aplicaciones de fungicida en general disminuyeron la severidad de las EFC y el porcentaje de patógenos en semilla, e incrementaron la persistencia foliar y el peso de mil granos, posiblemente por una mayor duración del período de llenado. Sin embargo, sólo se lograron incrementos estadísticamente significativos de rendimiento con las aplicaciones dobles (R1+R3 y R3+R5) y la triple (R1+R3+R5). Estos incrementos fueron de alrededor de 300 kg, lo que representa aproximadamente un 6%. En otros trabajos, según las campañas y las localidades, se reportaron incrementos de rendimiento en un rango aproximado de 100 a 1000 kg con aplicaciones entre R3 y R5, pero también ausencia de respuesta cuando las condiciones ambientales no fueron predisponentes para las EFC (Arias, 2011; Distefano y Gadban, 2014; Carmona et al., 2015; Ploper et al., 2015). La severidad de EFC en esta experiencia fue relativamente baja, posiblemente debido a periodos con condiciones no conducentes, aunque también pueden haber influido otros factores como niveles de inóculo o características genéticas de la variedad de soja utilizada. La lluvia es uno de los factores predisponentes más importantes

Los incrementos de rendimiento en las aplicaciones simples entre R1 y R5, aunque no fueron significativos, sugieren que las EFC causaron daños leves durante todo ese período. Ninguna de las aplicaciones simples fue suficiente para proteger el cultivo durante todo este período, lo que sí se logró con las aplicaciones dobles en los momentos oportunos, que incrementaron el rendimiento en forma significativa.

Red de INNOVADORES

El testigo presentó el menor peso de mil granos, sin diferenciarse de las aplicaciones simples en R1 y en R5. En el resto de los tratamientos, el peso de mil granos fue significativamente mayor que en el Testigo.

para las EFC, ya que el salpicado favorece la dispersión de las esporas a tejidos sanos y provee las horas de mojado necesarias para que se produzca la infección (Carmona et al., 2010). Las condiciones climáticas durante la campaña 2016/2017 fueron cambiantes, con lluvias abundantes pero de distribución heterogénea y con períodos prolongados de altas temperaturas. La aplicación de fungicidas en R3 se realizó dos días después de una precipitación de 90 mm. En ese momento se observó el 25% inferior de la altura de la planta con presencia de Mancha Marrón y también se alcanzó el puntaje recomendado por el sistema desarrollado por Carmona et al. (2015) para la aplicación de fungicidas. A mediados de febrero, se produjo otra lluvia intensa (135 mm), siete días después de la aplicación en R5. Las condiciones favorables para las EFC generadas por estas precipitaciones no se mantuvieron en el tiempo, ya que fueron seguidas por períodos prolongados con altas temperaturas y lluvias escasas (entre R3 y R5, y entre R5 y R6) que pueden haber sido limitantes para el crecimiento de los patógenos, y en consecuencia disminuyeron los niveles de severidad y la respuesta del rendimiento a las aplicaciones simples de fungicidas. Esto también puede asociarse con la ausencia de diferencias entre los productos aplicados. El mayor período de protección esperable de la triple mezcla respecto al benzimidazol no se evidenció, posiblemente porque las condiciones luego de las aplicaciones no fueron conducentes y el período entre los momentos con condiciones más favorables para las EFC (lluvia en R3 y lluvia en R5) fue superior a la persistencia del fungicida. Debe señalarse que el uso reiterado de un producto con un único modo de acción tiene un alto riesgo de generar cepas resistentes, por lo que se recomienda la utilización de mezclas o la rotación de principios activos, para no perder la fungitoxicidad que presentan (FRAC, 2012).

101 Soja 2018

R6, pero las diferencias no fueron estadísticamente significativas.


Red de INNOVADORES

Comentarios finales • Los resultados obtenidos en este trabajo sugieren que una aplicación de fungicidas puede no ser suficiente para lograr incrementos significativos de rendimiento, cuando se producen dos períodos de corta duración con condiciones favorables para las EFC separados por un período prolongado de tiempo con condiciones desfavorables. Si bien se lograron incrementos de rendimiento del 6%, deberá analizarse la conveniencia económica de realizar dos aplicaciones de fungicida, lo que dependerá del costo de aplicación, del costo del producto utilizado y del precio de la soja. La información generada en este tipo de ensayos es de utilidad para enriquecer los sistemas de decisión, con el objetivo de realizar un uso racional y eficiente de los fungicidas en el contexto del manejo integrado de plagas.

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Bibliografía Arias N. 2011. Evaluación de fungicidas para control de enfermedades de fin de ciclo en soja. Campaña 2007/2008. Estación Experimental Concepción del Uruguay. INTA. http://inta.gob.ar/documentos/evaluacion-de-fungicidaspara-control-de-enfermedades-de-fin-de-ciclo-en-soja. Carmona M; Moschini R; Cazenave G; y Sautua F. 2010. Relación entre la precipitación registrada en estados reproductivos de la soja y la severidad de Septoria glycines y Cercospora kikuchii. Cátedra de Fitopatología, Facultad de Agronomía, Universidad de Buenos Aires, C1417DSE, Buenos Aires, Argentina. Carmona M; Sautua F; Gally M; y Melo Reis E. 2015. Development and validation of a fungicide scoring system for management of late season soybean diseases in Argentina, Crop Protection. http://dx.doi.org/10.1016/j. cropro.2015.01. Di Rienzo J; Casanoves F; Balzarini M; Gonzalez L; Tablada M; y Robledo C. 2008. InfoStat, versión 2008, Grupo InfoStat, FCA, Universidad Nacional de Córdoba, Argentina. Distéfano S y Gadban L. 2014. Evaluación de fungicidas foliares y momentos de aplicación para el manejo de enfermedades del cultivo de soja en Marcos Juárez (Córdoba) - Campaña 2013/ 2014. Distéfano S; Lenzi L; y Gadban L. 2016 Panorama fitopatológico del cultivo de soja en el sudeste de Córdoba. SOJA, Actualización 2016 Informe de Actualización Técnica en línea Nº6 - Septiembre 2016 ISSN 2469-2042 Fungicide Resistance Action Committee (FRAC). 2012. List of plant pathogenic organisms resistant to disease control agents Online publication. http://www.frac.info. Hartman GL; Sinclair JB; y Rupe JC. 1999. Compendium of soybean diseases. 4th Ed. Saint Paul MN. APS Press, The American phytopathological Society, St. Paul MN, USA. 100 pp. Ivancovich A. 2011. Diagnóstico y manejo de enfermedades de soja. Ediciones INTA, Buenos Aires, Argentina. 100 pp Martins MC; Guerzoni RA; y Cámara GMS. 2004. Escala diagramática para a quantificação do complexo de doenças foliares de final de ciclo em soja. Fitopatologia brasileira, v. 29, n.2, pp 179-184. Plazas M; De Rossi R; Guerra F; Lábaque M; Vuletic E; Brücher E; y Guerra G. 2017. Informe nº 38 - Situación Fitosanitaria - Región Centro Norte de Córdoba 08 de febrero de 2017. Laboratorio de Fitopatología - Facultad de Ciencias Agropecuarias – UCC. ISSN: 2451-5949 Ploper D; González V, Reznikov S; Hecker L, De Lisi V; Henríquez D; Stegmayer C; Devani R. 2015 Evaluación de la eficiencia de fungicidas para el control de las enfermedades foliares de la soja en Tucumán, R. Argentina. Rev. Ind. y Agríc. de Tucumán Tomo 92 (1): 01-15; 2015 ISSN 0370-5404 Martins MC; Guerzoni RA; y Cámara GMS. 2004. Escala diagramática para a quantificação do complexo de doenças foliares de final de ciclo em soja. Fitopatologia brasileira, v. 29, n.2, pp 179-184. Plazas M; De Rossi R; Guerra F; Lábaque M; Vuletic E; Brücher E; y Guerra G. 2017. Informe nº 38 - Situación Fitosanitaria - Región Centro Norte de Córdoba 08 de febrero de 2017. Laboratorio de Fitopatología - Facultad de Ciencias Agropecuarias – UCC. ISSN: 2451-5949 Ploper D; González V, Reznikov S; Hecker L, De Lisi V; Henríquez D; Stegmayer C; Devani R. 2015 Evaluación de la eficiencia de fungicidas para el control de las enfermedades foliares de la soja en Tucumán, R. Argentina. Rev. Ind. y Agríc. de Tucumán Tomo 92 (1): 01-15; 2015 ISSN 0370-5404

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Cientibecario, Facultad de Ciencias Agrarias – Universidad Nacional del Litoral Área: Ingeniería. Sub-Área: Agronomía. Grupo: X 1

Cuantificación del consumo de área foliar en soja bt y su efecto sobre la biología de spodoptera cosmioides

Red de INNOVADORES

Autor: Domizi, Lucas1.

Soja 2018

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Palabras Claves: Área foliar, Proteína Cry1Ac, Lepidópteros plaga.


Red de INNOVADORES Soja 2018

104

Introducción Los insectos defoliadores son una de las plagas de mayor importancia del cultivo de soja, ocasionando una disminución del área foliar que repercute negativamente en el rendimiento. Desde el año 2012 se encuentra disponible en el mercado el cultivar de soja genéticamente modificada (RR2 Bt) que, además de presentar resistencia al herbicida glifosato, expresa el gen de una bacteria, Bacillus thuringiensis Berliner, que codifica la proteína Cry1Ac de actividad insecticida sobre lepidópteros (Bortolotto et al., 2014). El género Spodoptera pertenece al orden Lepidóptera y comprende individuos polífagos que causan daño considerable en numerosas plantas ornamentales y cultivos agrícolas (Perotti, 2016), incluido el cultivo de soja. En los últimos años, la población de Spodoptera cosmioides ha aumentado en el cultivo de soja Bt en la provincia de Santa Fe a densidades elevadas (Massoni et al., 2015). Esta especie tolera mucho más que otras las concentraciones de la proteína que expresan estos cultivares (Bernardi et al., 2014) y, además, se caracteriza por su elevado potencial herbívoro comparado con otras orugas que atacan al cultivo de soja, consumiendo tanto estructuras vegetativas como reproductivas (Perotti, 2016). Por otro lado, condiciones ambientales de elevada humedad y alta temperatura, que se presentan en nuestra región en época estival, favorecen los brotes poblacionales de esta especie, por lo que se espera que su presencia sea cada vez más importante (Igarzábal et al., 2014). Si bien existen antecedentes de los efectos que ocasiona la proteína Cry1Ac en especies de lepidópteros plaga, aún no existen datos del impacto que tiene la soja Bt sobre la capacidad de consumo, el ciclo biológico y reproducción de S. cosmioides en Argentina. Objetivos - Determinar el efecto de la soja Bt sobre parámetros del ciclo biológico y capacidad reproductiva de S. cosmioides. - Cuantificar el consumo foliar de larvas de S. cosmioides en soja Bt. Metodología Cría de insectos y producción del material vegetal Se recolectaron larvas de S. cosmioides en lotes de soja (de la ciudad de Esperanza, Santa Fe) y se mantuvieron por dos generaciones bajo condiciones controladas:

Temperatura (24 ± 2 °C), HR (60 %) y fotoperiodo (14:10 hs luz:oscuridad). Se alimentaron con dieta artificial, en cajas de PVC, provistas con tapa de muselina para la cría masiva. Los adultos se colocaron en jaulas de oviposición, diariamente se alimentaron con dieta artificial para adultos ofrecida en un algodón embebido y se recolectaron las posturas. Las mismas se colocaron en cajas de Petri con dieta artificial. Luego de tres días de su nacimiento, las larvas se trasladaron a cajas de PVC para la cría masiva. Este procedimiento se continuó hasta lograr la cantidad de larvas suficiente para realizar de ensayo. Para la obtención de las hojas utilizadas como alimento de las larvas durante el ensayo, se realizaron siembras periódicas de soja Bt (MON 87701 x MON 89788) del cultivar DM 6262 RSF IPRO, que expresa la proteína Cry1Ac, y no Bt (cultivar A 6126 RG). En este ensayo se utilizaron hojas de soja en estadios vegetativos. Cuantificación del consumo de soja y su efecto sobre la biología y reproducción Larvas del segundo estadio fueron colocadas en cajas de Petri cubiertas de papel absorbente y alimentadas con hojas de soja (Bt y no Bt). Diariamente se ofrecieron hojas nuevas hasta llegar al estado de pupa. Se armaron parejas, usando una clave de diferenciación taxonómica (Butt y Cantu, 1962), las cuales se colocaron en los recipientes de oviposición. Se registró la duración del estado larval, pupal y adulto (días), el peso de pupas (g), la fertilidad (N° de huevos puestos por hembra) y fecundidad (N° de huevos eclosionados). Para la cuantificación del consumo de área foliar se escanearon diariamente las hojas ofrecidas antes de ser colocadas en las cajas de Petri y al retirar el remanente no consumido. El consumo por larva (cm2) se midió con el software ImageJ 1.51j8. Análisis estadístico Los resultados se analizaron con el test de Shapiro-Wilks para corroborar su normalidad. Para el análisis de la duración del ciclo biológico y los parámetros reproductivos se utilizó ANOVA y las medias fueron comparadas con el test no paramétrico de Kruskal-Wallis (p≥ 0,05); mientras que para el análisis del peso de pupa y del consumo las medias


Con respecto a la duración del estado pupal, los individuos alimentados con soja Bt registraron valores significativamente menores que aquellos que se alimentaron con soja no Bt. La duración del estado pupal registrada en soja Bt en este trabajo coincide con el registrado por Habib et al. (1983) para S. cosmioides alimentada con soja no Bt. Cuando se analizó el peso de las pupas (g), no se encontraron diferencias significativas entre los tratamientos. Resultados similares fueron mencionados por Muchut (2012). Vieira Silva et al., (2016) registraron pesos de pupas de S. cosmioides alimentadas con soja Bt y no Bt (0,23 y 0,26 g, respectivamente) inferiores a los obtenidas en este trabajo, sin encontrar diferencias significativas. En cuanto a la longevidad de los adultos, no se registraron diferencias significativas entre los individuos que provenían de larvas alimentadas con soja Bt y no Bt.

La fertilidad de los adultos de S. cosmioides no se diferenció cuando las larvas se alimentaron con soja Bt y no Bt (Tabla 2). Los resultados obtenidos en este trabajo demuestran que la soja Bt no tiene efecto adverso sobre la fertilidad de S. cosmioides. Resultados similares registraron Muchut (2012) en S. cosmioides alimentada con algodón Bt y Vieira Silva et al., (2016) con soja Bt aunque fueron menores (892 huevos). En cuanto a la fecundidad de los huevos, no se registraron diferencias significativas (Tabla 2). Vieira Silva et al., (2016) tampoco registraron diferencias en la fecundidad de S. cosmioides cuando se alimentó con soja Bt y no Bt. No hubo diferencias significativas en el consumo total de área foliar por larva cuando fueron alimentadas con hojas de soja Bt o no Bt (Tabla 3), lo que demuestra que la proteína Cry1Ac que expresa la soja Bt, no afecta significativamente el consumo de área foliar de S. cosmioides y concuerdan con los obtenidos por otros autores (Vieira Silva et al., 2016). Tabla 1

Efecto de la soja Bt sobre parámetros biológicos de S. cosmioides. *Medias con letras iguales en la misma columna no tienen diferencia significativa entre sí (Test: Kruskal Wallis α=0.05). Peso de pupa (Test: Tukey α=0.05). Tratamiento

n

Bt No Bt

26 23

Período larval (días) 20,46±3,37 a 19,48±2,0 a

Período de pupa (días) 10,65±3,57 a 13,96±3,93 b

Peso de pupa (g) 0,33±0,08 a 0,36±0,10 a

Período adulto (días) 13,19±4,92 a 13,26±5,14 a

Ciclo total (días) 44,31±9,1 a 46,7± 7,7 a Tabla 2

Efecto de la soja Bt sobre parámetros reproductivos de S. cosmioides. *Medias con letras iguales en la misma columna no tienen diferencia significativa entre sí (Test: Kruskal Wallis α=0.05). Tratamiento Bt No Bt

n 11 10

Fertilidad (N° de huevos) 3291,82 ± 2089,99 a 3057,1 ± 1903,67 a

Fecundidad (N° de larvas) 1489,64 ± 1670,34 a 1413,7 ± 1289,75 a

Red de INNOVADORES

Resultados y Discusión La alimentación de larvas de S. cosmioides con hojas de soja Bt no afectó significativamente la duración del estado larval (Tabla 1). Resultados similares fueron obtenidos por Vieira Silva et al., (2016).

El ciclo de vida total (días) fue ligeramente inferior en aquellos individuos alimentados con soja Bt que en los alimentados con soja no Bt, aunque sin presentar diferencias significativas (Tabla 1). Estos valores coinciden con los registrados por Habib et al., (1983) en S. cosmioides alimentada con soja convencional.

105 Soja 2018

se compararon con el test de Tukey (p≥ 0,05), utilizando el programa estadístico InfoStat.


Tabla 3

Efecto de la soja Bt sobre el consumo de área foliar (cm2) de S. cosmioides. *Medias con letras iguales no tienen diferencia significativa entre sí (Test: Tukey α=0.05).

Red de INNOVADORES

Tratamiento Bt No Bt

Soja 2018

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n 26 23

Consumo (cm2) 43,11 ± 19,79 a 398,93 ± 21,04 a

Si bien existen antecedentes del efecto de las proteínas que expresan los cultivares modificados genéticamente sobre el consumo en lepidópteros, la soja Bt DM 6262 RSF IPRO no interfirió con la capacidad de consumo de área foliar de S. cosmioides. Esto podría deberse a que se produce una inactivación de la proteína Cry1Ac por las proteasas en el intestino medio de este lepidóptero (Rahman et al., 2012).

Conclusiones • Los resultados obtenidos en este trabajo demuestran que la proteína Cry1Ac de la soja Bt, no altera el normal desarrollo del S. cosmioides. La fertilidad y fecundidad no fueron afectadas por el consumo de soja Bt. Las larvas registraron un elevado consumo foliar, siendo superior en soja no Bt, aunque sin evidenciar diferencias significativas. • Se comprueba que la soja Bt no ejerce control sobre S. cosmioides ni afecta su biología, confirmando a estos cultivares como una óptima fuente alimenticia para la especie. Además, por el alto nivel de consumo foliar, se demuestra que esta especie tiene un gran potencial para convertirse en una plaga importante en cultivos de soja Bt en Argentina. • Este trabajo aporta conocimientos sobre la biología y capacidad de consumo de S. cosmioides en el cultivo soja Bt, brindando información útil para la implementación de un manejo integrado de plagas que permita reducir la cantidad de aplicaciones de insecticidas en pos del cuidado del medio ambiente.

Bibliografía Bernardi O.; Sorgatto R. J.; Barbosa A. D.; Domínguez F. A.; Dourado P. M.; Carvalho R. A.; Martinelli S.; Head G. P. y Omoto C. 2014. Low susceptibility of Spodoptera cosmioides, Spodoptera eridania and Spodoptera frugiperda (Lepidoptera: Noctuidae) to genetically-modified soybean expressing Cry1Ac protein. Crop Protection 58: 33-40. Bortolotto O.C.; Vieira Silva G.V.; de Freitas Bueno A. F.; Pomari A. F.; Martinelli S.; Head G. P.; Carvalho R. A. y Barbosa G.C. 2014. Development and reproduction of Spodoptera eridania (Lepidoptera: Noctuidae) and its egg parasitoid Telenomus remus (Hymenoptera: Platygastridae) on the genetically modified soybean (Bt) MON 87701×MON 89788. Bulletin of Entomological Research 104 (6): 724-730. Butt B. y Cantu E. 1962. Sex determination of lepidopterous pupae. United States Department of Agriculture. Estados Unidos. Pp 33. Habib M. E. M.; Paleari L. M. y Amaral M. E. C. 1983. Effects of three larval diets on the development of the armyworm, Spodoptera latifascia Walker, 1856 (Noctuidae: Lepidoptera). Revista Brasileira de Zoologia 1 (3): 177-182. Igarzábal D. A.; Galvez M. C.; Aldrey M. C.; Peralta C. R.; Cacciavillani J. I. y Gassen D. N. 2014. Orugas y chinches en soja. Edición Dupont y Summit Agro. 261 pp. Massoni F. A.; Trossero M. y Frana J. 2015. Cultivos de soja Bt y convencional expuestos a poblaciones naturales de organismos plaga y benéficos. INTA. 6 p. Muchut S. E. 2012. Crecimiento y desarrollo de Spodoptera cosmioides (Lepidoptera: Noctuidae) alimentada con algodón convencional y genéticamente modificado. Tesina de grado. Facultad de Humanidades y Ciencias. Universidad nacional del Litoral. Santa Fe. Argentina. Perotti E.; Boero L.; Tamagnone M.; Maccari G.; Escude B., Gamundi J. 2016. Evaluación de tres estrategias de manejo del complejo de plagas del cultivo de soja. Estación Experimental Agropecuaria INTA Oliveros. Para mejorar la producción 54: 177-183. Rahman K.; Abdullah M. A. F.; Ambati S.; Taylor M. D.; Adang M. J. 2012. Differential protection of Cry1Fa toxin against Spodoptera frugiperda larval gut proteases by cadherin orthologs correlates with increased synergism. Applied and Environmental Microbiology 78: 354– 362. Vieira Silva G.; de Freitas Bueno A.; Bortolotto O. C.; dos Santos A. C. y Pomari-Fernandes P. 2016. Biological characteristics of black armyworm Spodoptera cosmioides on genetically modified soybean and corn crops that express insecticide Cry proteins. Revista Brasileira de Entomologia 60: 255-259.

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PhD. Biology Department, the University of New Mexico

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Fuente: www.engormix.com

SituaciĂłn actual de la resistencia a plaguicidas y sus consecuencias para la sustentabilidad agrĂ­cola

Red de INNOVADORES

Autor: Blanco, C.

Palabras Claves: Manejo; Cultivos; Plagas; Resistencia.


Red de INNOVADORES Soja 2018

108

De acuerdo a la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (F.A.O.) ‘las prácticas agrícolas sostenibles deben utilizar al máximo la tecnología, la investigación y el desarrollo’. El manejo de plagas en la producción agrícola, tecnología que puede involucrar desde aspectos rudimentarios hasta técnicas muy sofisticadas, es una labor imprescindible. A pesar de los avances científicos y tecnológicos para disminuir el daño causado por las plagas, a nivel mundial se pierde 11% de la producción por la competencia con las malezas, 10% por el deterioro causado por animales, y otro 10% por patógenos que causan enfermedades en las plantas (Oerke, 2006), por lo que la investigación de nuevas alternativas y/o la mejora en las prácticas ya establecidas es imprescindible. La protección de cultivos es una práctica redituable, ya que por cada peso invertido en la aplicación necesaria de plaguicidas, reditúa en promedio 4 pesos en ganancias en la cosecha (Pimentel et al., 1992). Aunque estas cifras necesiten de ajustes por haberse calculado hace tanto tiempo, piense en el resultado que tendría no proteger nuestros cultivos; al menos una merma o hasta la pérdida total de la cosecha que no necesariamente tiene que ver una acción ‘devastadora’ de las plagas, sino en parte por las demandas de producción de los consumidores y la industria. Los estándares que se piden de que ciertos productos como los vegetales y las frutas tengan una apariencia perfecta, rebasa cualquier lógica de producción sustentable, y obliga al agricultor a emplear cantidades excesivas de productos fitosanitarios, principalmente (Blanco, 2005). El mal empleo de dichos productos inevitablemente va a llevar a que las plagas evolucionen y se vuelvan resistentes. No hay una fórmula infalible para que la resistencia no suceda, y los ejemplos de plagas prácticamente ‘inmunes’ a casi cualquier medida de control abundan como ciertas especies de cucarachas en las ciudades, moscas en los establos, pulgones en el campo, etc. Pero la posibilidad de desarrollo de resistencia en las plagas no debe verse como un panorama sombrío al que inevitablemente cada día nos acercamos, sin considerar que el equilibrio susceptibilidadresistencia es muy dinámico. Por ejemplo algunos productos fitosanitarios que se han utilizado en demasía durante muchos años contra una plaga (e.g., malatión para controlar picudo del algodonero, APHIS, 2013) siguen siendo efectivos, mientras que otros de poco uso y recién

disponibilidad en el mercado (e.g., tebufenozide para controlar la polilla del manzano, Ioriatti et al., 2007), se reportan como inefectivos en algunos lugares después de pocas generaciones de plagas expuestas a este químico. Lo que es un hecho es que no se puede evitar considerar que el desarrollo de resistencia tiene una alta posibilidad de que ocurra; como también reconocer que no nos hemos vuelto certeros en predecir qué eventos que nos pueden llevar a crear plagas resistentes (e.g., el mito del gusano elotero resistente a Bacillus thuringiensis (Bt) en Estados Unidos en el año ~2005; Tabashnik et al., 2008). Parte de lo que sabemos sobre el manejo de resistencia es que nuevas alternativas de control son cada día más escasas, y se depende más y más de un número relativamente reducido de plaguicidas, lo que en ‘teoría’ acorta el plazo para que las plagas desarrollen resistencia. El descubrimiento, proceso regulatorio de aprobación, y mercadeo de un nuevo ingrediente activo insecticida cuesta en promedio $280 millones de dólares y tarda más de once años para que el productor lo pueda usar (McDougall, 2016), lo cual dificulta que hayan más alternativas químicas. Los cultivos genéticamente modificados, de lo más novedoso en las últimas dos décadas, se han basado en la producción de un número muy limitado de proteínas de B. thuringiensis y una secuencia de ácido ribonucleico (ARN) para el control de pocos insectos plaga, así como la tolerancia de cultivos a la aplicación de 1-4 ingredientes activos herbicidas para el control de malezas. Un nuevo modo de acción plaguicida en cada cultivo transgénico le cuesta a la industria (o ‘promovente’) $136 millones de dólares, y tardan en ser aprobados por las agencias regulatorias 13 años en promedio (McDougall, 2011). Otras alternativas como el descubrimiento y producción masiva de agentes de control biológico, su evaluación y aprobación por las autoridades regulatorias, también encuentran toda clase de trabas para su lanzamiento al mercado (Blanco, 2017). El desarrollo de nuevas alternativas de control debe considerar las necesidades y capacidades técnicas y económicas de los productores, y más recientemente la percepción del público sobre ‘nuevas’ tecnologías agrícolas. ¿Sabemos cómo enfrentar estos nuevos retos? ¿Hemos informado fidedignamente a la ciudadanía sobre los problemas de producción agrícola y los riesgos que conllevan las medidas fitosanitarias? ¿Logrado o al menos intentado desmentir la


Un ejemplo ahora ‘clásico’ de reversión a la susceptibilidad a varios grupos de insecticidas lo demostró un entomólogo mexicano, el doctor Antonio Palemón Terán Vargas. Mi colega Palemón ha sido durante muchos años uno de los expertos del manejo de resistencia en el país, así como gran conocedor del impacto del complejo de Isocas de la espiga (Helicoverpa zea/Heliothis virescens). El Gusano tabacalero (H. virescens) es una plaga que ha azotado de cuando en cuando regiones de Tamaulipas al grado de volverse prácticamente incontrolable con todas las herramientas químicas. En 1994-1995 los niveles de resistencia de este gusano sobrepasaban cualquier opción viable para su control, así que los productores de algodón –también disuadidos por el precio tan bajo de la fibra en esos añosprácticamente dejaron de sembrar el cultivo y por lo tanto de aplicar piretroides y organofosforados para el control de esta plaga. En cuestión de 3-5 años, sin la presión de selección de estas clases de insecticida, el Gusano tabacalero volvió a ser tan susceptible como los insectos del laboratorio que el doctor Terán usaba como comparación (Terán-Vargas et al., 2005). Cuando los productores volvieron a sembrar algodonero contaban nuevamente con varias alternativas de control; toda la gama de insecticidas químicos registrados contra gusano tabacalero, y con la posibilidad de sembrar el efectivo algodonero transgénico. Desde entonces, H. virescens no ha vuelto a ser un problema en Tamaulipas, lo que obedece a circunstancias que más tienen que ver con aspectos económicos (las tendencias del mercado y demanda de algodón) que con un plan de manejo de resistencia bien pensado y administrado. Creo que no es necesario llegar a una crisis como las que hemos tenido con tabacalero para tomar cartas en el asunto, pero ¿qué se necesitamos saber y hacer para que la resistencia no ocurra o se revierta? ¿Idear un plan de rotación de plaguicidas? Ya hay varios y se pueden consultar por ejemplo en www.pesticideresistance.org² y otros sitios, pero ¿por qué no se llevan siempre a cabo? ¿Desarrollar programas de manejo racional de los plaguicidas, tales como manejo integrado de plagas (MIP)? Habrá que estudiar bien por qué, por ejemplo, el MIP no se lleva a cabo en el cultivo más importante del país, el maíz (Blanco

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Las plagas, tarde o temprano, desarrollan resistencia Esto es un hecho, ya que solo es necesario mirar en el sitio red que compila la información de artrópodos plaga para darnos cuenta de que más de quinientas especies se han reportado resistentes a algún insecticida o acaricida en algún lugar o momento (Whalon et al., 2008). Afortunadamente, las plagas pueden recuperar su susceptibilidad a los plaguicidas, ya que la resistencia es un fenómeno que puede ser reversible en muchos casos. Una población sujeta a una presión constante para que se haga resistente (mute), en varias generaciones puede terminar reduciendo a la mayoría –o a todos- los que son susceptibles, y el gen(es) de resistencia se encontrará en tan alta frecuencia, que se puede concluir que se ha ‘implantado’ o que ya es parte de toda la población. Este tipo de situaciones pueden ocurrir en grupos donde el flujo de genes con otras poblaciones no existe o es muy bajo, como en una colonia mantenida en el laboratorio por muchas generaciones sin ‘infusiones’ de genes del exterior. Como consecuencia la población en general será resistente por la gran frecuencia de estos genes. Pero cuando la presión de selección es intensa pero bajo circunstancias que permitan el flujo de genes, como sucede en el campo, la reversión a susceptibilidad puede ocurrir en pocas generaciones. A esto hay que añadirle la posibilidad de que mutaciones al azar, las que provocan resistencia o las que ‘restauran’ la susceptibilidad, suceden en todas las poblaciones, ya sea en el laboratorio o en el campo, y su frecuencia (proporción) es lo que determina para dónde se inclina la balanza: a la resistencia o a la susceptibilidad. Así es como se generan los genes de resistencia y susceptibilidad a plaguicidas, a través de mutaciones que ocurren constantemente en todos los organismos, y la proporción (frecuencia) de genes resistentes o susceptibles en una población es influida por

un agente de selección –en este caso un plaguicida- y la frecuencia puede dictar la problemática de control.

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desinformación sobre los supuestos peligros de los cultivos genéticamente modificados? ¿Conoce el público que la agricultura orgánica también emplea plaguicidas y no es la producción ‘libre’ de fertilizantes y plaguicidas como el público en general piensa? He visto con tristeza que personas que tal vez nunca hayan estado en el campo, y/o que su formación profesional no haya incluido conceptos básicos de biología o ciencia, son los que (des)informan a la ciudadanía sobre estos aspectos. ¿Conoce usted también algún ejemplo? ¿Qué ha hecho para cambiar las cosas?


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et al., 2014), y es todo un éxito en la producción de nueces (Tarango, 2014). ¿Qué falta para que alternativas de control más sustentables se adopten/difundan a mayor escala?

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¿Cómo podemos saber si las plagas son o se están volviendo resistentes? Un programa efectivo de manejo de resistencia puede ser proactivo o reactivo. Los programas reactivos sirven para evaluar si un plaguicida fue mal empleado o si alguna población es resistente a cierto químico. Estos resultados que solo nos dan una semblanza de lo que sucede en una muestra de una zona geográfica en determinado momento, tienen su mérito y limitaciones (Roush & Miller, 1986), y su metodología se describe en detalle por ejemplo en Robertson y colaboradores (2007). Los programas proactivos pretenden detectar brotes de resistencia antes de que el problema sea obvio en el campo, y tal vez evitar que los organismos resistentes se esparzan a todos lados. Para poder detectar resistencia con enfoque proactivo (e.g., E.P.A., 2001), se han propuesto umbrales muy bajos para detectar plagas resistentes. Estos niveles de detección proactiva, con cifras obtenidas de modelos matemáticos, intentan documentar frecuencias de resistencia tan bajas como un alelo resistente en 100 susceptibles (Georghiou & Taylor, 1977). Aunque un alelo resistente en 100 se pueda obtener de tan solo 50 organismos, suponiendo que la plaga es diploide y que la resistencia se herede por ambos sexos, y que los 50 individuos muestreados no están genéticamente relacionados, esta cifra engañosamente baja, podría dar la falsa idea que 50 organismos no sean difíciles de obtener. Desgraciadamente la logística para conducir estas pruebas con el tamaño de muestra apropiado indica lo contrario. Para ilustrar el problema de la obtención de un tamaño de muestra apropiado usemos como ejemplo a una plaga polífaga de más de 100 plantas (Blanco et al., 2007), el Gusano elotero (Helicoverpa zea), que se vigila en México y otros países del continente por la posibilidad de volverse resistente a proteínas de B. thuringiensis que producen el maíz y el algodonero transgénicos. El Gusano elotero, por motivos metodológicos de los programas proactivos de detección de resistencia a proteínas Bt, se considera de carácter genético casi (funcionalmente) recesivo, y

las larvas de la segunda generación (F2) tienen que ser alimentadas con el tóxico para que los resultados de los bioensayos sean válidos (Andow & Alstad 1998, ver más adelante la explicación detallada). Debido a que el insecticida biológico Bt tiene que ser ingerido por las larvas para que sea tóxico (Soberón et al., 2017), es necesario segregar las larvas F2 en sus características genéticas: homocigotas susceptibles (SS), heterocigotas susceptibles (Sr) y homocigotas resistentes (rr). Por lo tanto, obtener 50 larvas F2 de padres provenientes del campo y que no estén relacionados genéticamente unos con otros (‘genéticamente independientes’ evitando muestrear hermanos), puede lograrse: 1) capturando hembras copuladas usando redes o atrayéndolas a trampas de luz; o 2) colectando larvas de varias plantas o desenterrando pupas de la tierra. Estos métodos tienen que tomar en cuenta factores inevitables que suceden en el laboratorio cuando las muestras son colectadas, que reducen la cantidad de insectos disponibles en los bioensayos, y por ende la cantidad de alelos en las pruebas. Por ejemplo, 50-60% de larvas/pupas de Helicoverpa zea al ser llevadas del campo (generación P0) al laboratorio mueren por varias causas como el parasitismo y enfermedades, el 50% de las sobrevivientes de la primera generación (F1) también mueren, y siguen teniendo 4060% de mortalidad en las siguientes generaciones hasta mantenerse entre 10-25% a partir de la décima generación (Burton, 1970; Gore et al., 2003; y comunicación personal con el administrador de la colonia de elotero de mayor reputación en Estados Unidos (Chad Finkenbinder, Benzon Research Inc.), e información de la colonia de elotero de Mississippi State University obtenida del Dr. Frank Davis). En el supuesto de que hayamos sorteado los obstáculos descritos anteriormente, y que logremos una muestra de al menos 25 hembras y 25 machos F1 que no estén genéticamente relacionados, ahora consideremos que durante ~1 semana las hembras (P0 y F1) producen la mayoría de sus huevos. 90% de las hembras de elotero completamente adaptadas a condiciones de laboratorio producen huevos fértiles, pero solo 25% de ellas copulan con machos (P0) provenientes del campo y producen huevos fértiles (Blanco et al., 2010a), y 30% de las hembras H. zea de laboratorio pero que son resistentes a Bt producen huevos fértiles (Anilkumar et al., 2008). La producción total de huevos por hembra de H. zea de colonias de laboratorio


de una baja frecuencia de copulaciones se puede ilustrar de esta manera: ¿Es factible obtener 25,000 larvas de elotero que no sean hermanos y de esa manera hacer pruebas con 100 alelos F2 verdaderamente independientes? De los ~800 huevos que pone una hembra, ¿cuántos de ellos los colocan en la misma planta o en plantas cercanas? ¿Esta conducta va a afectar nuestra muestra de alelos independientes?

Cuadro 1

Consideraciones para obtener un tamaño mínimo de muestra que resulte en >100 alelos de Helicoverpa zea no genéticamente relacionados. Factores que reducen el número de alelos en muestras de Helicoverpa zea de laboratorio y provenientes del campo Hebras grávidas de H. zea provenientes del campo

Helicoverpa zea susceptible a B. thuringiensis

Helicoverpa zea RESISTENTE a B. Thuringiensis

Tamaño mínimo de muestra de larvas/pupas

25000

25000

Mortalidad de pupas/larvas: 60% para P0 resistentes a Bt

15000

7500

Número de hembras P0 en proporción de sexos 50-50

7500

3750

3750

25% de las hembras P0 susceptibles y 12% de las hembras P0 resistentes producen huevos fértiles

1875

450

450

Número de alelos provenientes de hembras P0

3750

900

900

50% de mortalidad de las hembras F1

940

225

225

25% de las hembras susceptibles F1 y 12% de las hembras resistentes F1 producen huevos fértiles

235

27

27

Número de alelos F2 provenientes de hembras F1

470

54

52

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Factor biológico

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es 800 (Callahan, 1958; Blanco et al. 2010a), lo que se espera sea menor ya que especies afines como Heliothis virescens producen 40% menos huevos cuando son resistentes a Bt (Blanco et al., 2009a), y Helicoverpa armigera 20% menos huevos cuando son resistentes (Liang et al., 2008). Además de una menor producción de huevos, las larvas resistentes de H. zea tiene una mortalidad 10% mayor que las susceptibles (Anilkumar et al., 2008). Estos escenarios de mortalidad ‘normal’ bajo condiciones de laboratorio y


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Por supuesto, y además ¿en cuánto tiempo y con qué esfuerzo se pueden colectar 3,750 hembras preñadas? Eso lo intenté en Mississippi usando 3 trampas de luz, a 3 metros de lotes grandes de maíz-algodonero, en tres lugares diferentes, durante tres años y solo pude capturar una hembra que ni siquiera puso huevos! Cebando las trampas no obtuve mejores resultados, pero mi colega Ryan E. Jackson (Jackson et al., 2006) no tuvo problema para colectar cerca de 2,000 hembras en Carolina del Norte utilizando el mismo tipo de trampa de luz! Como tal vez este método no le funcionen a todo mundo, ¿qué tal colectando larvas? Basado en las poblaciones ‘naturales’ de elotero en algodonero convencional, se necesitaría obtener todas las larvas presentes 25 hectáreas de este cultivo (Scheffler et al., 2012), o destruir/afectar 75,000 elotes (Chilcutt et al. 2007) para obtener la muestra mínima requerida de 25,000 larvas. ¿Vale la pena o es necesario? Es complicado obtener una buena muestra, ¿cierto? Pues esto no es todo, ya que además otros detalles metodológicos que se practican con mucha frecuencia ‘enturbian’ los resultados. La mayoría de los reportes de resistencia utilizan la técnica de crianza de insectos de apareamiento en masa; esto es juntar en una jaula docenas-cientos de adultos de ambos sexos, dejarlos que se apareen, que produzcan

huevos y con ellos elaborar bioensayos. Definitivamente una buena alternativa para obtener cientos-miles de huevos diarios pero ¿qué pasa cuando no sabemos cuántas veces una hembra ha sido copulada por más de un macho? Poliandria en este grupo de plagas (subfamilia Heliothinae) es bastante común y el Gusano elotero no es una excepción. Las hembras de H. zea copulan varias veces teniendo la oportunidad, y en densidades de 30 hembras y 30 machos por jaula lo hacen 2.5 veces en 5 días en promedio (Blanco et al., 2010a). No es que sea un declarado voyerista, pero lo que no supe determinar en este estudio fue si las copulaciones fueron con el mismo macho o con diferentes, lo que tiene implicaciones prácticas si consideramos que el primer escenario (monogamia) facilitaría calcular los alelos en una muestra, ya que una pareja de eloteros (una hembra con dos alelos, con un solo macho que proveyera 2 alelos) producirían progenie con 1-4 posibles alelos resistentes, asumiendo que la mutación se encuentra en un solo sitio en un solo gen y sabiendo que H. zea es diploide. Una hembra que ha copulado con diferentes machos puede producir progenie con 1->6 alelos resistentes debido a que la poliandria, al menos en Heliothis virescens, una hembra fecunda a su progenie con diferentes proporciones de los genes de los machos (Blanco et al., 2006, 2008a), fenómeno que tiene relevancia cuando hembras o machos Figura 1

Apareamientos de hembras de Heliothis virescens heterocigotas resistentes a Bacillus thuringiensis (H Sr o H rS) en secuencia con machos H. virescens heterocigotos resistentes (Sr o rS) y homocigotos susceptibles (SS). Adaptado de Blanco et al., 2010b.


Todas estas consideraciones tienen que ver con la logística de cómo se plantee un programa de monitoreo de resistencia proactivo, en el cual si el nivel de detección al que se aspira es tan bajo como para detectar un solo alelo resistente en 100, entonces se requiere de un tamaño de muestra de insectos del campo muy grande. Si se requiere tanta precisión –lo que todos esperamos- entonces también se necesita cambiar la metodología de apareamientos en masa y efectuar los bioensayos con la segunda (F2) generación. Observa la siguiente figura: Los apareamientos entre un adultos homocigoto susceptibles (SS) y un heterocigoto resistente (Sr) solo van a producir progenie SS y Sr en la primera generación (F1). La respuesta en bioensayos con Heliothines SS y Sr es muy similar a varias toxinas de Bt, pero muy diferente a la de los homocigotos resistentes (rr) (Blanco et al., 2008b), y esto crea un problema para distinguirlos en los bioensayos Figura 2

Segregación de UN alelo resistente que lo tiene un padre (P0) heterocigoto (Sr, dibujo bicolor parte superior izquierda) que se aparea con un padre P0 homocigoto susceptible (SS, un solo color) y las diferentes proporciones de progenie SS, Sr y rr en la primera y segunda generación.

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Una hembra heterocigota resistente (un alelo susceptible [S] y uno resistente [r]= Sr), al aparearse con un macho heterocigoto resistente (también Sr) tendrá una progenie de acuerdo a la segregación mendeliana, de 25% de hijos SS (homocigotos susceptibles), 50% heterocigotos Sr y 25% de homocigotos resistentes (rr). Si una hembra Sr se aparea con un macho homocigoto susceptible SS, la progenie será 50% SS y 50% Sr. Una hembra Sr, dejando a un lado por el momento muchas circunstancias que pueden alterar esto, al aparearse con dos machos, digamos uno SS y otro Sr, producirá 37% hijos SS, 50% Sr, y 13% rr. La Figura 1 ilustra que estos apareamientos, dependiendo del orden como se efectúen, producen diferentes proporciones de progenie homocigota resistente (rr) durante diferentes días, y en todos los casos sobrepasa la proporción de segregación de 13% rr esperada (la línea roja horizontal). Esta posible

ventaja de obtener una segregación de progenie rr más alta de la esperada puede influir en la detección de alelos resistentes, y en la respuesta dosis- mortalidad en los bioensayos (Blanco et al. 2008b).

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que tienen un alelo resistente (heterocigotos resistentes, Sr), se aparean y su progenie tiene diferentes proporciones de caracteres homocigotos y heterocigotos (Blanco et al. 2010b). Tal vez la ilustración de abajo (Figura 1) ayude a entender por qué es relevante este fenómeno para poder calcular la frecuencia de alelos resistentes.


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usando una dosis discriminatoria, o en pruebas dosisrespuesta con múltiples concentraciones. Para distinguir con menor ambigüedad larvas SS y Sr de las homocigotas resistentes (rr) se utiliza una dosis discriminatoria con suficiente toxina para que mate o impida el crecimiento de larvas SS y Sr, pero que no afecte a las rr (Roush & Miller, 1986). Por ejemplo, la concentración de proteína Bt Cry1Ac que impide el desarrollo de tabacaleros SS es 0.2 μg/ml de dieta, y 0.3 a 5 μg/ml de dieta para las Sr, mientras que la misma respuesta de inhibición de crecimiento de larvas rr se obtiene con más de 3,500 μg/ml de dieta (Blanco et al. 2008b). Por ello, una dosis discriminatoria cercana a 2-5 μg/ml no puede separar sin ambigüedad larvas SS de Sr ni Sr de rr, pero una superior a 10 μg/ml si lo puede hacer entre rr y los otros genotipos. Por ello es necesario hacer las pruebas en la segunda generación, en la que se segrega una frecuencia baja (6%) de larvas rr, las que no se ven afectadas por la dosis discriminatoria, y no en la primera generación donde es difícil distinguir SS de Sr con este (y otros) método. Con la complejidad que demandan los bioensayos en términos de precisión y tamaño de muestra, ¿se puede hacer algo para que estos esfuerzos si produzcan información útil? Alternativas prácticas para mejorar un programa de monitoreo proactivo. Un manuscrito que está por ser publicado en la revista Pest Management Science describe aspectos prácticos sobre cómo se logró cuantificar, con bastante precisión, la frecuencia de alelos resistentes en Helicoverpa armigera, una plaga que es de mucha preocupación en Norteamérica (Kriticos et al., 2015). Los investigadores de India después de una docena de años de sembrar algodonero transgénico se dieron a la labor de hacer esta cuantificación. Entre ellos se encontraba el doctor David Andow de la universidad de Minnesota, quien seguramente les habló del método de apareamiento de parejas (Andow & Alstad, 1998). Se colectaron 1,000 y 1,200 larvas por un par de años, y las que llegaron a emerger como adultos (~40%), se pusieron a copular en pares (una hembra con un solo macho en una jaula), y de esta manera formaron ‘isofamilias’, que es la descendencia de un solo par que representan 4 posibles alelos resistentes. La progenie de la primera generación (F1) de cada isofamilia se mantuvo por separado, criando sus larvas en dieta artificial y cuando los hermanos emergieron,

se pusieron a copular entre sí, para crear la descendencia F2 como se describe en la figura 2, para exponer a las larvas recién nacidas a una dosis discriminatoria. Con las ~1,100 larvas del campo pudieron formar en promedio 32 isofamilias F1 en cada año las que produjeron suficiente progenie para realizar ensayos en la generación F2., como lo describe teóricamente el artículo de los doctores Andow y Altad de 1998. El usar el método de Andow y Alstad no es en realidad algo novedoso, ya que se ha llevado a cabo con varias especies para determinar la frecuencia de resistencia. Por ejemplo, el trabajo del equipo del Dr. Blare Siegfried (Siegfried et al. 2000) con el Barrenador europeo del tallo (Ostrinia nubilalis) fue uno de los pioneros en usarla. La implementación de este método llamado ‘monitoreo de la F2’ (en inglés F2-screening) se usa con mucho éxito en Australia para vigilar el desarrollo de resistencia en Helicoverpa armigera y H. puntigera (Downes et al., 2010), y se ha utilizado con poca regularidad en Estados Unidos para Heliothis virescens (Gould et al., 1997; Blanco et al., 2009b), Diabrotica virgifera (Siegfried et al., 2005), y para Diatraea saccharalis (Huang et al., 2008). Recientemente, el equipo del Dr. Celso Omoto en Brasil ha usado el monitoreo F2 para determinar la situación de resistencia de Gusano cogollero (Spodoptera frugiperda), y han hecho modificaciones que permiten obtener datos aún más precisos (Farias et al., 2016). Entonces ¿por qué no es ‘el caballito de batalla’ de estos programas? En parte tiene que ver con lo detallado y algo caro que puede resultar, y porque demanda mucho más trabajo que las prácticas ‘tradicionales’, aunque estos obstáculos no están bien fundamentados como para no considerar emplearlos. En mi idea de convencer a la comunidad científica de que el monitoreo F2 es el método de llevar a cabo los bioensayos, se me ocurrió calcular el precio de hacer un bioensayo con cada isofamilia; desde lo que cuesta obtener una muestra (su envío por paquetería, dieta artificial, materiales, etc.), y el costo promedio fue $120 dólares por isofamilia cuando trabajaba en Mississippi (Blanco et al., 2009b). Aclaro que el 90% del costo se fue en salarios de un equipo muy grande (6-8 personas) que trabajaban en mi laboratorio. Pero por ejemplo, el Dr. Siegfried con la ayuda de un técnico y un estudiante es capaz de llevar a cabo un trabajo similar –o


El trabajo del equipo de India con H. armigera me ha llamado la atención por varias razones. Si ~35 isofamilias al parecer son necesarias para tener una idea clara de la frecuencia de alelos resistentes, ¿qué tan caro puede resultar? Pero lo más importante de estos resultados es que treinta por ciento (30%) de las familias de H. armigera en India contenían al

Finalmente, ¿qué necesitamos saber y cómo podemos aplicar los resultados de un programa de monitoreo? ¿Qué consecuencias tiene invertir en este esfuerzo que arroja resultados producidos con técnicas que no son las correctas? ¿Qué consecuencia trae para el agricultor o a la industria el que se detecte resistencia? ¿Con qué velocidad, fidelidad, y difusión se pueden hacer llegar estos resultados al agricultor o al público? ¿Qué tan enterados están estos actores, y el sistema regulatorio, de los resultados y consecuencias de la detección de resistencia de insecticidas? Creo que lo que se necesita es un diálogo entre todos, para que los esfuerzos se enfoquen de mejor manera, y los planteamientos nos lleven a entender y tomas las acciones apropiadas.

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menos un alelo resistente, y con esta altísima frecuencia de resistencia, los investigadores relatan que NO han visto problemas de control en el algodonero Bt. Entonces, ¿necesitamos tratar de encontrar un alelo resistente en 100 para tomar una decisión? ¿Estamos pidiendo ‘imposibles’ basados en un umbral que no entendemos o es relevante para todas las plagas? Estos resultados en India indican que 30% de alelos resistentes no es un problema en el campo. Sin embargo, otro trabajo que hice con cogollero en Puerto Rico mostró que con ~5% de alelos resistentes los problemas en el campo pueden ser muy evidentes a simple vista (Blanco et al., 2009b).

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mejor- que el que yo hacía. Lo mismo hace Sharon Downes en Australia; trabaja con solo dos personas. Dejando a un lado el costo de la mano de obra por un momento, un bioensayo de una isofamilia involocra $5.00 dólares de dieta artificial para las generaciones P0 y F1, unos pocos envases de plástico que no son muy caros y reciclables, y espacio en el laboratorio equivalente a un closet o de preferencia una cámara de crecimiento, es de los más costoso para llevarlo a cabo. Es mi percepción y experiencia de que el método de monitoreo F2 no es bien visto por los investigadores que nunca lo han intentado, tal vez debido al temor de incurrir en más trabajo. Tal vez esta percepción sea similar en los colegas reguladores y de la industria que ven estos posibles cambios como más y más esfuerzo y costo para todos. En realidad tiene razón, al menos en parte. Detalles muy generales sobre las limitaciones y costos los han planteado precisamente el Dr. Siegfried (Siegfreid et al., 2007), el Dr. Fangreng Huang (Huang, 2006); quienes tiene basta experiencia en este método.


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Referencias

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Autores: Ing. Agr. Carolina Martin1; Ing. Agr. Gustavo Elias2. Product Manger de Yara Vita – Yara Argentina. 2 Coordinador Agronómico y Desarrollo de Yara Argentina. 1

Reduciendo las brechas de rendimiento en soja a través de la nutrición


Al momento de la siembra, la aplicación combinada de nutrientes es la decisión más práctica para asegurar un aporte balanceado desde las primeras etapas. Entre los principales nutrientes a aplicar según los requerimientos del cultivo y los resultados a campo, se encuentran Fósforo, Azufre y Calcio. Estos nutrientes pueden ser aplicados a través de SausorTM, un complejo químico balanceado de alta calidad que asegura una distribución homogénea de los nutrientes en el lote. SausorTM es una propuesta simple y rentable para la fertilización a la siembra en soja. Ensayos en la provincia de Córdoba durante la campaña 2016 y 2017 evidenciaron respuestas en rendimiento debido a la aplicación de SausorTM superiores al 20% (Figura 1). Figura 1

Rendimiento promedio comparando un tratamiento Testigo (sin fertilización) y la aplicación de 50 kg/ha de SausorTM a la siembra en el centro de Córdoba. Campañas 2015-2016 y 2016-2017.

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La deficiencia de estos nutrientes toma fundamental relevancia por el rol que cumplen en el crecimiento y desarrollo del cultivo, ya que pueden causar disminuciones en el área foliar y mayor porcentaje de aborto de flores, lo que resulta en un menor número de granos por unidad de superficie, pérdidas de calidad y reducción en el número de nódulos activos. Particularmente, el Fósforo tiene funciones importantes en la transferencia y almacenaje de energía, y promueve el crecimiento de raíces y de hojas. El Calcio otorga fuerza y estabilidad a paredes y membranas celulares, lo que mantiene la integridad de las células, evita la pérdida de humedad y reduce riesgos de pérdida de calidad post-cosecha. El Azufre es esencial para la formación de vitaminas, proteínas y aminoácidos dentro de la planta. El Zinc influye en el crecimiento del cultivo y en la producción de hormonas de crecimiento. El Boro interviene

en la síntesis de carbohidratos y proteínas, y mejora la germinación del polen. Por último, el Manganeso afecta la eficiencia de la fotosíntesis y es esencial para la producción de compuestos de defensa de la planta. Para que todas estas funciones no se vean disminuidas, se debe garantizar la disponibilidad de nutrientes durante las distintas etapas del ciclo del cultivo, siguiendo los 4 principios básicos manejo responsable de nutrientes. Estos son: qué nutriente aplicar, a qué dosis, en qué momento del ciclo del cultivo y en qué lugar ubicarlo. Este último punto hace referencia a la forma de aplicación.

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Entre los factores abióticos que limitan el rendimiento del cultivo de soja, la nutrición tiene un rol fundamental porque es una variable que podemos manejar conociendo cuáles son los nutrientes que están limitando la productividad. La base de datos de análisis foliares de Yara, MegalabTM (20072017), evidencia la deficiencia marcada de Azufre, Fósforo, Molibdeno, Boro, Zinc, y en menor medida de Magnesio, Calcio y Manganeso.


Para mitigar el efecto que suele generar el uso de herbicidas en el desarrollo del cultivo durante la etapa vegetativa, se evaluó la performance de la aplicación foliar de YaraVitaTM GlytrelTM MnP que contiene Fósforo y Manganeso, obteniendo incrementos en rendimiento superiores al 10% (Figura 2). Esto se traduce en un retorno de la inversión de 8 a 1. Para incrementar la retención de estructuras reproductivas durante floración, se evaluó el efecto de la aplicación foliar de YaraVitaTM GlytracTM (Boro, Zinc y Calcio). La base de datos

de ensayos realizados desde 2012 al 2017 demuestran una respuesta promedio en rendimiento de 6%, explicada por un mayor número de vainas por hectárea. Los fertilizantes foliares de la línea YaraVitaTM están formulados con todos los coadyuvantes necesarios para una correcta aplicación. Además, se puede comprobar la compatibilidad de la mezcla en tanque con otras formulaciones a través de la herramienta TankmixTM (www. tankmix.com).

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Figura 2

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Rendimiento promedio comparando un tratamiento Testigo (sin aplicación de fertilizante foliar) y la aplicación de 1 lt/ha de YaraVitaTM Glytrel MnPTM en V4-V6 en la zona Oeste de Buenos Aires. Campaña 2015-2016.




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