Legítima defensa
Lic. Francisco Melchor Sánchez Abogado postulante en las áreas civil, penal, mercantil, familiar administrativo, amparo y laboral Catedrático en Universidades en el Estado de Tlaxcala Abogado titulado por La Facultad Libre de Derecho de Tlaxcala Candidato a maestro por parte del Instituto Internacional del Derecho y del Estado Cédula Profesional: 6759029
Es difícil imaginar en nuestra sociedad actual la posibilidad de enfrentar al crimen con la misma fuerza que esta nos ataca, no menos difícil resulta imaginar que cuando esto sucede el pueblo lo agradece y deja como héroe a personas que logran hacer daño a personas que se consideran “delincuentes”, sin embargo, tanto esta acción de denominarlos defensores sociales como la de ejercitar la legitima defensa deben ser consideradas muy peligrosas, de lo contrario podríamos estar frente a actos que constituyan un delito igual al que se pretendió repeler. Lo anterior se pone como preámbulo al estimado y conocedor lector de esta publicación mensual, pues en el Estado de Tlaxcala, Estado demasiado tranquilo, en donde no sé si sea por ser la entidad más pequeña o simplemente porque aquí no pasa nada y, por ende, la historia que contaré fue trascendental en la Entidad, ruego la comprensión del posible análisis, por lo anterior, pues para los tlaxcaltecas a diferencia de otras entidades donde, esto no es
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común y lo acontecido queda en tela de juicio. Ubiquemos la historia en un día lluvioso, exactamente un once de noviembre de la corriente anualidad, aproximadamente a las cinco de la tarde con treinta minutos, dos personas del sexo masculino se acercan a una persona que retira de un banco la cantidad de trescientos mil pesos cero centavos moneda nacional, para poder despojarlo de ese recurso monetario lo apuntan (sin ser comprobado) por medio de una pistola y una motocicleta para huir en caso de consumarse con éxito el ilícito, al percatarse de las intenciones la “víctima del delito” dispara a matar a una persona que era el piloto de la motocicleta y lo lesiona de muerte, misma que fue instantánea, pero al segundo de los elementos lo persigue aproximadamente una cuadra y le dispara por la espalda, debo decir al lector que se calcula una distancia de persecución de aproximadamente setenta u ochenta metros, lo anterior para dispararle tres disparos por la espalda que le quitan la vida.