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Agradecimientos Estoy en deuda con mi amigo y consejero de mi doctorado en Colorado State University, Dr. Donald Jameson, quien me abrió las puertas al mundo de los paradigmas. Fue como ingresar a un mundo paralelo, en el que vislumbraba como se forjaban las revoluciones, no sólo las científicas sino las económicas y sociales. A la distancia, creo que por ese solo seminario, valió la pena mi posgrado. Han trascurrido muchos años, he cambiado de traje muchas veces, y conforme pasa el tiempo, el traje no encaja, o le sobra algo o le falta algo, o creo traer traje.

Ahora, con el doble de años, he tenido la oportunidad de tejer, de vestir y desechar muy distintos trajes. En esa fábrica de sueños que es la vida misma, muchas otras personas, instituciones y situaciones me han permitido ver más allá del paisaje común.

Sin duda, una fuente de inspiración permanente han sido mis estudiantes, de licenciatura y posgrado, con quien por muchos años compartí retos y descubrimientos. A mis colegas de la Universidad Autónoma Agraria Antonio Narro, en Saltillo, Coahuila, y de otras universidades nacionales y extranjeras, les agradezco sus consejos, siempre llenos de sabiduría y picardía. Por supuesto, mis compañeros del Ateneo Fuente y de mis estudios de licenciatura y posgrado. Incluyo en ésta lista a mis múltiples padrinos espirituales de Saltillo, Zacatecas y Mazatlán; quienes me enseñaron a conocerme mejor y manejar mis emociones.

Lo más cercano a mi vida, ha sido la familia. Por ello comparto estas notas con mi mamá, Doña Beda, quien nos encaminó no sin muchas privaciones y sacrificios para que todos sus hijos tuviésemos estudios profesionales, sin imponernos sus preferencias. Ahí en el núcleo familiar, junto a mi papá, Don Pepe, y mis 5 hermanos se gestaron mis primeros paradigmas, el de la libertad enseñado por mi madre, el de la dignidad humana que aprendimos de mi padre y el de la felicidad que compartimos todos mis hermanos.

A partir de ese tronco familiar, se formó otro hogar, junto con Silvia, mi esposa, que ahora cuenta con tres hijos y cuatro nietos. Por ella conocí a mi suegro, Don Herbey, un agricultorganadero, de quien abrevé muchos ejemplos y perlas de sabiduría. En Silvia, mujer de lucha, tenaz y firme, siempre obtuve el apoyo indispensable para ascender por la escalera de la vida. Con Silvia he compartido la hiel y la miel que nos ofrece el menú de la vida, y la verdad que hemos disfrutado mucho todos los platillos. Como bien lo señala David Herbert Lawrence, “La vida interior necesita una casa confortable y una buena cocina”; y de eso se ha encargado Silvia. 1


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In Memoriam Margil Fernรกndez Delgado (1942-2012) Graduado Summa Cum Laude Universidad de la Vida

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Índice

Capítulo

Tema

Página

Prólogo

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Introducción

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Primera Parte Tejiendo el traje del cambio I

El cambio paradigmático

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I.1. Una mirada introductoria I.2. Conceptualización de paradigmas I.3. Revisitando paradigmas

II

13 16 21

El flujo como paradigma del cambio II.1. Liderazgo, flujo y capital humano II.2. Los sentidos del liderazgo II.3. Liderar para permanecer en el cambio II.4. Fluidez como paradigma de liderazgo

III

11

Paradigmas y gestión para el cambio estratégico III.1. El ser inevitable de los paradigmas III.2. Administración estratégica paradigmática III.3. Los paradigmas como un proceso III.4. Paradigmas como catalizadores del cambio

25 25 26 27 28

31 31 32 35 38

Segunda Parte Cambiando de traje IV

43

Gestión del conocimiento IV.1. Importancia del conocimiento en las organizaciones IV.2. Gestión del conocimiento: concepto y objeto IV.3. Proceso de gestión del conocimiento IV.4. Gestión del conocimiento como nuevo paradigma de la organización IV.5. Organización y asimilación del conocimiento

V

Innovación: Un paradigma educativo emergente 5

41

43 44 45 46 48

51


VI

VII

Vinculación de la educación universitaria con su entorno

55

VI. 1. El problema VI. 2. Las opciones VI. 3. Estrategia de vinculación VI. 4. La vinculación en la práctica VI. 5. Misión de la vinculación VI. 6. Por una educación sustentable más allá de la vinculación

55 59 63 66 67 72

Encuentro de ganaderos y asesores, paradigmas en acción VII.1. Planeación y manejo del recurso VII.2. Los asesores del rancho VII.3. El ganadero y el asesor VII.4. El ganadero se resiste al cambio

VIII

75 75 76 77 79

Autoconocimiento, tu paradigma personal

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Tercera Parte Vistiendo el nuevo traje IX

Sustentabilidad, paradigma del siglo XXI IX.1. Situación global actual IX.2. Definición de términos IX.3. Sustentabilidad como un nuevo paradigma IX.4. Desarrollo sustentable, calidad de vida y educación IX.5. Declaratoria mexicana sobre educación y desarrollo sustentable IX.6. Criterios de las técnicas agropecuarias y forestales sustentables

X

La agricultura sustentable del siglo XXI X. 1. Problemas de la agricultura moderna X. 2. Agroquímicos para la protección sustentable de cultivos y la salud X. 3. Sustentabilidad de los agroecosistemas basados en la biodiversidad X. 4. El agua y la sustentabilidad X. 5. Tendencias de la agricultura sustentable X. 6. Algunos paradigmas de la agricultura sustentable X. 7. La eficacia agrícola y la sustentabilidad

89 89 90 94 97 101 104

107 107 109 111 113

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Epílogo

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Literatura citada

129

6

87


Prólogo

Todos los días, en todos los lugares, la gente se enfrenta a las más diversas situaciones, a las cuales responden de diferente manera. Ante una misma circunstancia las personas reaccionan de distinto modo. Sin considerar su condición emocional o afectiva que en un momento dado determina el comportamiento particular de una persona, la respuesta a un estímulo externo obedece a patrones adquiridos, mediante los cuales un individuo percibe la realidad. Así, mediante la combinación de los usos y costumbres, de creencias establecidas, de verdades a medias, de la comunicación verbal y escrita, de los medios masivos, se va configurando en nuestra mente, la manera como vemos el mundo. Lo que ve una persona depende tanto de lo que mira como de su experiencia visual y conceptual previa que lo ha preparado para ver. Es como un filtro invisible que sólo nos permite ver parte de la realidad. Ese es el paradigma con el que enfrentamos el mundo real, todo el tiempo en todo lugar. El paradigma vigente llega a determinar nuestra percepción de la realidad. Los fenómenos que vemos están enmarcados y tamizados por el paradigma en turno, por lo que no existe una percepción neutra, objetiva, verdadera de ellos. Los Paradigmas no sólo nos abrazan, sino que controlan, definen y delimitan todo lo que percibimos. Así creamos y creemos las posturas que asumimos como verdad; y descalificamos las demás opciones.

En la primera parte de este libro, ‘Tejiendo el traje del cambio’, se describe la relación entre cambio y paradigma y como se crean los paradigmas. La vida es un cambio permanente, es como el agua que fluye en un río, siempre renovada y en movimiento. Y se revisa la manera en que adquirimos los conocimientos que le dan sentido a nuestra vida. En la parte intermedia, ‘Cambiando de traje’, se profundiza en la manera en que se gesta el cambio, el papel de la innovación como proceso creador y la manera en que la universidad se recrea y crea conocimiento mediante su vinculación con su entorno natural, social y económico. Y se dan ejemplos de los paradigmas, uno en el contexto entre los asesores y ganaderos y el otro en cuanto a nuestro cambio interior a través del autoconocimiento. La parte final, ‘Vistiendo el nuevo traje’, se dedica al tratado de dos temas indispensables para la continuidad de la vida en el planeta, la sustentabilidad y la agricultura como productora de los alimentos y otros bienes necesarios para la humanidad.

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Se pisa un terreno muy común al afirmar que todo lo que vemos, la forma en que reaccionamos ante lo que vemos y a lo que nos sucede en el plano personal, profesional o laboral, está condicionado por las experiencias y vivencias anteriores. La esperanza está puesta en que usted, amable lector, experimente la vida con nuevos ojos; que escuche esa vocecilla interior que le anima a descubrir nuevos mundos; que más allá de sus cinco sentidos, encuentre y engrandezca el sentido común que le lleve por territorios extraordinarios. Que enriquezca su visión para revelar, como la chiquilla del cuento de Hans Christian Andersen, el verdadero traje nuevo del emperador.

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Introducción “…Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos…” Pablo Neruda Poema 20

Una inquieta niña a punto de subirse a una báscula, es detenida por su amiguita, quien le dice ‘¡Cuidado! No pises ahí’, a lo que aquella le cuestiona ¿por qué?; y obtiene como respuesta ‘mi mami, cada vez que sube a ella, llora’. Cómo ésta escena, todos los días, en todos los lugares, la gente se enfrenta a las más diversas situaciones, a las cuales responden de diferente manera. Ante una misma circunstancia las personas reaccionan de distinto modo. Sin considerar su condición emocional o afectiva que en un momento dado determina el comportamiento particular de una persona, la respuesta a un estímulo externo obedece a patrones adquiridos, mediante los cuales un individuo percibe la realidad.

Así, a partir de la combinación de usos y costumbres, de creencias establecidas, de verdades a medias, de la comunicación verbal y escrita, de los medios masivos, se va configurando en nuestra mente, la manera como vemos el mundo. Lo que ve una persona depende tanto de lo que mira como de su experiencia visual y conceptual previa que lo ha preparado a ver. Es como un filtro invisible que sólo nos permite ver parte de la realidad.

Ese es el paradigma con el que enfrentamos el mundo real, todo el tiempo en todo lugar. El paradigma vigente llega a determinar nuestra percepción de la realidad. Los fenómenos que vemos están enmarcados y tamizados por el paradigma en turno, por lo que no existe una percepción neutra, objetiva, verdadera de ellos. Los Paradigmas no sólo nos abrazan, sino que controlan, definen y delimitan todo lo que percibimos. Así creamos y creemos las posturas que asumimos como verdad; y descalificamos automáticamente las demás opciones.

Un paradigma se convierte en nuestra esencia y guía para el cambio. Se convierte en nuestro cicerone personal para entender, interpretar y descubrir el mundo que nos rodea. Ese mentor invisible nos conduce en el ejercicio de nuestros oficios y trabajos, nos enseña a reconocer soluciones a los problemas cotidianos. Al disfrazar las pautas, nos cambia de hábito, rige nuestra 9


actitud y voluntad, encauza el método y modela lo que observamos, los objetos, las formas y contenidos.

Con el tiempo el paradigma determina, sensu stricto, en estado de las cosas, el pensamiento dominante. Einstein da en el blanco al afirmar, “es más fácil desintegrar un átomo que un prejuicio”. Sin embargo, muchas de las veces lo que por naturaleza debería de ser proceso cambiante, permanece por mucho tiempo. Nos aferramos a él, por muy diversos motivos tales como la indiferencia, la reacción, la resistencia al cambio.

Lo que llega para cambiar, se mece cómodamente en la hamaca de lo conocido, lo familiar, que lo damos por hecho y disminuye el interés por conocer más allá de lo presente. A fuego lento se va cocinado el caldo para una nueva sopa. Poco a poco, empezamos a percibir que el paradigma actual, ya no encaja con la realidad; sospechamos que algo anda mal y empezamos a ajustar nuestros sentidos y manera de pensar. Se inicia así, un nuevo ciclo por el que un nuevo paradigma reemplaza al anterior. Los nuevos lentes que nos han calibrado mejoran nuestra visión y empezamos el redescubrimiento de nuevos mundos. Nadie lo hubiera expresado mejor que Ramón de Campoamor: “En este mundo traidor nada es verdad ni mentira todo es según el color del cristal con que se mira”

Don Miguel de Unamuno (2006), considerado la primera figura literaria de España, nos deja para la posteridad una bella parábola que describe las dificultades de cambiar nuestros paradigmas:

“Id por esos campos y proponed a un labrador una mejora del cultivo o la introducción de una nueva planta o una novedad agrícola y os dirá: "Eso no pinta aquí". "¿Lo habéis probado?", preguntaréis, y se limitará a repetir "Eso no pinta aquí". Y no sabe si pinta o no pinta, porque no lo ha probado, ni lo ensayará nunca. Lo probaría estando de antemano seguro del buen éxito, pero ante la perspectiva de un fracaso y tras él al burla y chacota de sus convecinos, tal vez el que le tengan por loco o por iluso o por mentecato, ante eso se arredra y no ensaya. Y luego se sorprende del triunfo de los valientes, de los que arrostran motajos, de los que no se atienen al "en donde fueres haz lo que vieres" y el "¿adónde vas, Vicente?, ¡a dónde va la gente!", de los que se sacuden del instinto rebañego..."

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Primera Parte. Tejiendo el traje del cambio

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I. El cambio paradigmático

“Lo único permanente es que vivimos en un mundo de cambios” Heráclito “Triste época nos toca vivir, es más fácil desintegrar un átomo que un prejuicio” Albert Einstein

I.1. Una mirada introductoria A Kart Lewin se le atribuye la máxima “... no hay nada tan práctico como una buena teoría...”, misma que es complementada por la reflexión de Paulo Freire: “... la actividad humana consiste en acción y reflexión: es praxis y es transformación del mundo. Y como praxis requiere teoría para iluminarla. No puede ser reducida ni al mero verbalismo ni al sólo activismo...” (Reza, 2000). Justamente siguiendo ese orden y concordancia en el sentido, el ensayo que tienes en tus manos ha sido motivado por el propósito, teórico y práctico, de inferir a partir de los cambios (paradigmas) que se han presentado en diversos campos de la actividad humana a través del tiempo, las condiciones que han hecho posible la transferencia y aplicación de los conocimientos generados. Pretende ofrecer, una aproximación al estudio de la génesis de estos cambios, su evolución e identificación de las etapas de desarrollo, y su estado actual. Esto es, cómo se puede transferir el conocimiento existente en el mundo para utilizarlo en el entorno local.

La pretensión básica es entender las causas o razones que han provocado los diferentes estilos de gestión, los programas de educación emprendidos y su impacto en la sociedad. Análisis que pueda llevarnos hasta la reorientación de la investigación y de los sistemas de gestión. Un enfoque de ésta naturaleza ha sido utilizado, aunque en diferente contexto, por Medina (1980), Aluja (1984) y Martínez (2002), entre otros. El interés por un estudio de este corte no reside únicamente en la búsqueda de un paradigma emergente que sea capaz de integrar toda la información generada, ni tampoco actualizar el estado que guarda una ciencia o campo en particular; mucho menos el beneficio esperado de la utilidad práctica de gestionar estrategias para el cambio en la gestión y recetas para ponerlas en marcha. Es más bien, un intento de advertir que “... el proyecto a inicios de 13


milenio es ir contra la fragmentación...”, lo que requerimos con urgencia es alejarnos de aquella escuela que en las palabras de Peters (1993): “...era un lugar de amistosa, ordenada, indiscutida y pródiga trivialidad...”

El sólo hecho de aportar nuevos modelos para el desarrollo científico y tecnológico y de la educación, justifica el estudio propuesto. El fin último de una investigación es reconocer y plantear problemas para resolverlos; examinar rigurosamente soluciones conocidas, aplicar éstas a situaciones nuevas, generalizar viejos problemas y buscar relaciones con problemas afines o de otras áreas del conocimiento, operacionalizar variables y recontextualizar problemas para verlos desde otros enfoques menos convencionales. Es una aspiración legítima y válida el que los problemas seleccionados sean profundos, fecundos y resolubles con los métodos disponibles. La adopción de nuevas ideas por lo regular se enfrenta al rechazo; una innovación se ve más como un camino incierto, riesgoso y es más cómodo seguir haciendo lo de siempre (Kriegel y Brandt, 1996; Slater, 2000).

¿Qué es lo que impide ver, aceptar y adoptar nuevas ideas?

Sin duda existen muchas opciones para dar respuesta a este cuestionamiento; sin embargo el planteamiento original nos lleva directamente a un concepto clave que se originó a partir del estudio (La Estructura de Revoluciones Científicas) que sobre el avance y progreso de la ciencia hiciera Kuhn (1970); este autor acuñó el término paradigma a la práctica de la ciencia en condiciones normales; ejemplo, la que se realiza con base en investigaciones que una comunidad científica en particular: física, química, agronomía, biotecnología, etc., reconoce como el fundamento, la piedra angular de sus investigaciones presentes y futuras. Khun (1970) define a un paradigma de la siguiente manera: •

Lo que se debe observar y escrutar.

El tipo de interrogantes que se supone hay que formular para hallar respuestas en relación al objetivo.

Cómo tales interrogantes deben estructurarse.

Cómo deben interpretarse los resultados de la investigación científica.

Alternativamente, el Diccionario Oxford define a paradigma como "un patrón o modelo, un ejemplo". Así, un componente adicional de la definición de Kuhn es: Cómo debe conducirse un experimento y qué equipamiento está disponible para realizarlo.

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El cambio de paradigma tiende a ser dramático en las ciencias, ya que éstas parecen ser estables y maduras, tal como ocurrió con la física a fines del siglo XIX. En aquel tiempo la física aparentaba ser una disciplina que completaba los últimos detalles de un muy trabajado sistema. Es famosa la frase de Lord Kelvin en 1900, cuando dijo: “no queda nada por ser descubierto en el campo de la física actualmente. Todo lo que falta son medidas más y más precisas”.

Cinco años después de esta aseveración, Albert Einstein publicó su trabajo sobre la relatividad espacial que fijó un sencillo conjunto de reglas superando a la mecánica cuántica de Newton, que había sido utilizada para describir la fuerza y el movimiento por más de trescientos años. En este ejemplo, el nuevo paradigma reduce al viejo a un caso especial, ya que la mecánica de Newton sigue siendo una excelente aproximación en el contexto de velocidades lentas en comparación con la velocidad de la luz.

Para ampliar el concepto de paradigma, en todas las actividades humanas, científicas, artísticas, familiares, religiosas, económicas un paradigma se establece como conjunto de reglas y disposiciones (orales y escritas) que nos permite: 1. Establecer límites, restricciones, y 2. Resolver exitosamente problemas dentro de esos límites y restricciones.

Las siguientes son condiciones que facilitan el que un sistema de pensamiento pueda convertirse en un paradigma dominante: •

Organizaciones profesionales que legitiman el paradigma.

Líderes sociales que lo introducen y promueven.

Periodismo que escribe acerca del sistema de pensamiento, legitimándolo al mismo tiempo que difunden el paradigma.

Agencias gubernamentales que lo oficializan.

Educadores que lo propagan al enseñar a sus alumnos.

Conferencistas ávidos de discutir las ideas centrales del paradigma.

Cobertura mediática.

Grupos de derechos que coincidan con las creencias centrales del paradigma.

Fuentes financieras que permitan investigar sobre el tema.

La palabra paradigma es también utilizada para indicar un patrón o modelo, un ejemplo fuera de toda duda, un arquetipo.

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De esa manera un paradigma actúa dentro de nosotros como un filtro, que ajusta nuestra reacción a un problema en particular, dicta nuestras experiencias y condiciona nuestro comportamiento.

La investigación parte de la premisa de que el avance de la aplicación de los conocimientos científicos y tecnológicos generados para los ecosistemas pecuarios extensivos está en función del cambio paradigmático. Esto es, la aplicación de un progreso en particular no sólo concierne al generador de ese conocimiento y su transformación o adecuación en una tecnología específica, sino a todo un conjunto de factores y actores que responden a uno o varios paradigmas y que hacen posible que un proyecto productivo sea o no exitoso. Se acepta que un cambio paradigmático se da cuando sucede "... un cambio hacia un nuevo juego, un nuevo conjunto de reglas..."

I.2. Conceptualización de paradigmas El Diccionario de la Real Academia Española (2001), define paradigma (del latín paradigma) como: ejemplo o ejemplar. Esto es, aquello que sirve de modelo, norma, patrón para algo o alguien. Esta noción de paradigma fue la base para que un historiador de la ciencia lo propusiera como término para explicar su teoría acerca de la evolución (revolución) de la ciencia y las fases o etapas que siguen para avanzar en términos de cómo concibe el mundo de su injerencia o jurisdicción disciplinaria (Kuhn, 1970). Esta iniciativa tuvo su respuesta y muy pronto el concepto aplicado a las ciencias también lo fue de todas las áreas del intelecto humano.

En cuanto a la práctica científica, este concepto es muy valioso por que nos permite analizar con objetividad su desarrollo, sus actores, su teoría, el universo conocido, y de qué manera perfecciona ó transforma sus estudios para generar una clase de científicos más preparados para darle vigencia a esas cualidades, modas de la práctica científica, que podrá evaluar su propia utilidad práctica. Pero si esta es una desviación natural de toda ciencia, la aportación de Kuhn ha reanimado el estudio y transformación de toda ciencia, para asegurar que se cumpla su cometido.

El enfoque paradigmático nos ofrece una posibilidad, un método no tradicional de enfocar los problemas, verlos por separado pero con visión del todo, para construir un modelo muy práctico pero sin subjetividades, muy sencillo pero con el razonamiento científico de rigor. El desarrollo de cualquier área de la ciencia puede ser visto desde dos ángulos: a) el interno, para revisar la esencia de la ciencia como conocimiento científico y b) el externo, para entender la actividad del científico 16


en cuanto a su pertenencia a un grupo social que a su vez forma parte de una cultura más amplia. El primer enfoque se refiere a la pertinencia, mientras que el último a su pertenencia.

Probablemente el uso más común de paradigma, implique el concepto de "cosmovisión". Por ejemplo, el término se usa para describir el conjunto de experiencias, creencias y valores que afectan la forma en que un individuo percibe la realidad y la forma en que responde a esa percepción. Debe tenerse en cuenta que el mundo también es comprendido por el paradigma, por ello es necesario que el significado de paradigma es la forma por la cual es entendido el mundo, el hombre y por supuesto las realidades cercanas al conocimiento.

Por todo lo antes señalado, el planteamiento de Kuhn corresponde al enfoque externo, y su mérito consiste en demostrar que ante un fenómeno real, un científico recurre a un modelo (abstracción de la realidad) el cual es visto, estudiado o analizado con los "ojos" de uno o varios paradigmas. De esta manera se evalúa el desarrollo de la ciencia en seis etapas:

1. Pre – paradigmática. 2. Emergencia del paradigma. 3. Período de ciencia normal. 4. Período de crisis. 5. Período de transición. 6. Período de ciencia normal con un nuevo paradigma.

Toda ciencia, o actividad científica en cualquier tiempo, se encuentra inmersa en alguna de esas seis etapas (conscientemente o no).

1) La etapa Pre - Paradigmática presenta las siguientes características: •

Es sintomática de los estados de desarrollo iniciales de todas las ciencias,

Surgen diversas escuelas de pensamiento

Existen incontables formas de ver y describir el mundo real, y

Se aboca a recolectar datos de manera azarosa y restringida a lo que está más al alcance de la mano.

2) En el periodo de emergencia de un “Paradigma”, sucede lo siguiente:

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El trabajo científico es personificado en los trabajos de uno o más científicos extraordinarios. De esta forma la concepción de paradigma se puede visualizar de dos maneras: •

Es un ejemplo aceptado de la práctica científica que incluye leyes, teorías, aplicación e instrumentación, como un todo.

Define y ejemplifica el conjunto de conceptos y métodos que regirán una comunidad científica en particular, por ejemplo, qué problemas y métodos se reconocen como científicos.

3) Así se entra de lleno al periodo de ciencia normal (Ciencia Paradigmática), que está caracterizada por: •

Ser un estado científico dictado por el paradigma

La investigación se basa firmemente en uno o más logros científicos, que se reconocen por la comunidad científica como el fundamento de la “práctica de la ciencia”

Las investigaciones articulan aquellos fenómenos y teorías que el paradigma nos proporciona.

Es equivalente al concepto de investigación y experimentación fragmentaria (atomizado) que trata de extender y refinar un paradigma

Plantea una nueva idea de comunidad científica: Los científicos que comparten un paradigma

Se experimenta sólo en los fenómenos normales y esperados que son dictados por el paradigma

La investigación es fragmentaria e irrelevante; se aísla de la sociedad (necesidades y problemas).

Visto de esa manera se puede definir una Disciplina Científica como, aquel “grupo social que comparte un conjunto de imágenes que se refuerzan unas a otras, por ejemplo, un paradigma, y cuyos discípulos profesan una fe en la “objetividad”.

4) El periodo de Crisis al cual toda ciencia llega tiene los siguientes atributos: •

Los hallazgos experimentales no encajan en la predicción de la teoría paradigmática.

Se aprecian violaciones a las expectativas inducidas por el paradigma que rige la ciencia normal. 18


Crece la evidencia de que el paradigma no es ya adecuado y provoca una reconsideración y profundo análisis de sus conceptos y fundamentos.

5) Con lo cual se arriba a la etapa de Transición, en la cual para que un nuevo paradigma sea aceptado debe darse lo siguiente: •

El rechazo por la comunidad científica de la teoría inmediata anterior y su reemplazo por otra, con la cual es incompatible;

Un cambio en los problemas a investigar y en los estándares y actitudes de la profesión;

Transformación en la imaginación científica, por ejemplo, el mundo dentro del cual se realiza el trabajo científico.

Una vez que el nuevo paradigma se acepta y con ello termina el periodo de transición la comunidad habrá cambiado su imagen del mundo real, sus métodos y sus metas.

6) Finalmente llega la etapa de continuación de la ciencia normal con el nuevo paradigma, que presenta los siguientes elementos: •

Los miembros de la disciplina científica comparten nuevos modos de experimentación, observación y construcción de teorías.

Se entra en un proceso de auto-estabilización de la ciencia.

La novedad estará divorciada de la ciencia normal.

El estatus social de los científicos tiene más que ver con la aceptación de la idea del nuevo paradigma que con la lógica de sus argumentos.

Globalmente los problemas derivados de la comunidad científica paradigmática son varios: •

Los alcances de la preocupación y ocupación profesional de la comunidad se estrechan; esto resulta en una creciente especialización de la disciplina.

La capacidad de la comunidad para comunicarse con otras comunidades, científicas o no, gradualmente se desvanece.

Por lo tanto, las principales características de una comunidad científica en ciencia normal son: •

La preocupación por resolver problemas relativos al comportamiento de fenómenos. 19


Se investigan problemas de detalle.

La aceptación de las soluciones a los problemas es dada por la propia esfera profesional del investigador.

Los temas de estudio son independientes del sistema oficial o popular.

Los únicos poseedores de las reglas del juego son los miembros de la comunidad.

La comunidad se auto nombra como el único juez del avance profesional.

De esta manera la productividad de la investigación científica reside en: el valor científico de los investigadores y las unidades de investigación; la importancia de los problemas estudiados y su dimensión; la facultad de adaptación del sistema de investigación; la magnitud del esfuerzo asignado a los proyectos, ejemplo, su relación interdisciplinaria, que minimiza dispersión, aislamiento, parcialidad (sesgo) y desequilibrio; la red de comunicación dentro del sistema y su uso; la capacidad administrativa y de gestión de los grupos de investigación y desarrollo; por último la imaginación científica.

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I.3. Revisitando paradigmas Aguila non capit muscas “... Un hombre sin problemas es un hombre sin soluciones ...” Oriol Fina

Lo más propio del hombre es pensar (Fina, 1978). Desde los albores de la filosofía en los albores del siglo VII a.C., uno de los problemas fundamentales que sigue siendo tema de discusión, es si en la vereda de búsqueda de la verdad debemos aceptar a la razón o a los sentidos externos. En el siglo VI a.C. Heráclito de Efeso (544-484 a.C.) fue el primer filósofo en plantear este asunto. Para él, los sentidos externos, al ponernos en contacto con la realidad, nos demuestran que todo está cambiando. De él es la expresión “… No podemos bañarnos dos veces en el mismo río...”. Esto es, cuando nos sumergimos por segunda vez en la corriente, no somos ya los mismos ni el agua del río es la misma. En el siglo XIX, el filósofo alemán Hegel retoma el planteamiento de Heráclito y lo considera como su principal antecedente de su dialéctica de la realidad, es decir, exponente del movimiento, del devenir, por ello Heráclito es considerado como el representante de la filosofía moderna, como el constructor de la filosofía alrededor de la noción del cambio (Durant, 1966). En total oposición a éste planteamiento filosófico, Parménides (540-470 a.C.) expone que no hay que dar crédito a los sentidos acerca de la realidad que nos rodea, y que por tanto todo cambio es imposible. Él aboga por una realidad inmutable. Esto es, la primacía de la razón sobre los sentidos externos. Para Parménides todo lo que existe es la realidad única, el ser, puesto que sólo puede pensarse lo que es, está vinculado al pensamiento. Y ese ser no cambia, es inmóvil, inmutable, homogéneo, limitado. (Enciclopedia Británica Publishers Inc., 1992). Desde los inicios del pensamiento filosófico, encontramos en un sentido más amplio (laxo) visiones paradigmáticas que modifican el pensar y los temas de la existencia. Han transcurrido alrededor de 2500 años del tiempo actual y en este lapso se han sucedido una multiplicidad de paradigmas que ha revolucionado al mundo, cambiado sus puntos de vista y también sus actitudes. En la anatomía, la física, la química, la biología, la ecología, la política, la matemática, la historia, y prácticamente en todas las áreas de la actividad humana, desde la arquitectura, arte, cultura, música, 21


pintura, poesía, literatura. De este proceso de modificación, de lo que vemos, sentimos, oímos, palpamos, han surgido un sinnúmero de disciplinas científicas y tecnológicas y que están cambiando a una velocidad y ritmo impresionantes, difícil de imaginar o explicar. Maxwell (2000) señala el caso de Thomas Edison, quien fue señalado por la revista Life, como el hombre más importante del milenio. Este científico realizó más de 1000 inventos y tiene el registro de más patentes que ningún hombre o mujer en el mundo, acreditando al menos una patente anual durante 65 años anteriores. A Edison se le atribuye el comentario “…Tengo muchas ideas, pero muy poco tiempo…”. Este ejemplo individual nos marca la dinámica del siglo y milenio pasado. Y sirve de muestra del crecimiento exponencial de ideas y conocimientos en los últimos años de la humanidad. En los últimos 30 años se ha producido más información nueva que en los 500 años anteriores. Esto significa que la edición de un día del periódico New York Times contiene más información que la que una persona promedio en la Inglaterra del siglo 17 tendría en toda su vida. El ritmo de crecimiento de la información se ha duplicado cada 5 años y contiene esa pirámide de crecimiento (Maxwell, 2003). Pero en este proceso de explosión de la información se ha creado una pobreza intelectual (Clarke, 1970) una visión de túnel, una sobre especialización del conocimiento, una súper compartamentalización de las disciplinas, de tal modo que se ha perdido la visión integral, holística, objetiva de lo que sabemos y creemos y el mayor impacto de este proceso se ha dado en la ciencia. No por nada expresó el filósofo moderno George B. Shaw con gran ironía: “... temprano tuve que interrumpir mi educación para asistir a la escuela...” (Pérez, 2003). Estamos en la era de la crisis de la fragmentación, como lo acuñó Clarke, (1970); del conocimiento atomizado que conduce a una súper especialización, en que se deja de ver el todo, por lo que se le ha denominado el enfoque merológico (Gastó, 1979), que utópicamente al sumarse a otro enfoque permitirá resolver los problemas del todo. Esto es en su más amplia concepción un paradigma de cómo vemos a la naturaleza, a la sociedad, a los productos del esfuerzo, tiempo y capital a la organización que hemos construido. En la filosofía platónica se definía a un paradigma como el mundo de la idea, prototipo del mundo sensible en que vivimos (Ediciones Larousse, 2000). Saramago (2003), nos ofrece una definición de paradigma cuando habla de: “.... La enorme carga de tradición, hábitos y costumbres que ocupan la mayor parte de nuestro cerebro lastra sin piedad las ideas más brillantes e innovadoras de que la parte restante todavía es capaz...” Reconocer un paradigma es “..... Aprender a ver de nuevo con ojos no empañados por el precedente...” 22


(Hammel, 2000). En el mejor de los casos, en la oficina, en la casa, en la Universidad, en la ciencia, en la política “...todos estamos atrapados por técnica, por concepciones previas” “el reto es romperlas o por lo menos modificarlas”. Ante la avalancha de datos, conocimientos, artículos, libros, ensayos, publicaciones periódicas, comunicaciones electrónicas que entran a nuestra meta, poco tiempo queda para discernir, filtrar, o dilucidar o reflexionar. Y nos vamos a nuestro rincón favorito, a lo convencional, a lo ya aprendido anteriormente, a la pacífica isla de lo que es tradicional, nuevo y contrastante. Hamel (2000) nos lo señala de manera maestra: “....hay que reconocer no sólo que uno no sabe muchas cosas sino que muchas de las que “sabe” son equivocadas.....”. “Si... nos ha ido mal, es porque el conjunto de la sociedad, incluida la clase dirigente, ha albergado premisas, creencias, actitudes y valores equivocados o inapropiados para impulsar el desarrollo económico y la armonía social, generalmente fundada sobre las informaciones erróneas o incompletas...” (Mendoza et al., 1998). Las premisas son expresiones lingüísticas que afirman o niegan algo y pueden ser verdaderas o falsas y a partir de ellas se generan creencias, verdades y finalmente el conocimiento (Figura 1).

Figura 1. Definición clásica del conocimiento, en el que a partir de una premisa se conciben creencias, que luego son verdades e interactúan para generar el conocimiento. (Tomado de Wikipedia. http://es.wikipedia.org/wiki/Epistemolog%C3%ADa).

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II. El flujo como paradigma del cambio

Sensación: información recibida por el sistema nervioso central, cuando uno de los órganos de los sentidos reacciona ante un estímulo externo. Fluidez: calidad de fluido.

II.1. Liderazgo, flujo y capital humano Cubeiro (2001) nos presenta una humana reflexión del liderazgo en equipo. Nos introduce a las emociones, valores y sensaciones que yacen en lo más profundo de ese concepto que a la vez ha sido el “...mejor estudiado y peor comprendido...”. Busca aportar el eslabón perdido que conecte lo que debemos saber con lo que debemos hacer, para convertirnos en el líder auténtico, inspirador, facilitador, formador y motivador que necesitan las organizaciones del siglo XXI para dirigir a sus equipos de personas.

El concepto de Fluidez proviene del Dr. Csikszenmihalyi en su obra Flow, que a su vez data de la época de oro griega (4-5 siglos AC.) cuando Heráclito lo legó al pensamiento universal de la humanidad (todo fluye; nadie puede bañarse dos veces en el mismo río) y que, de acuerdo con Hammer (2001) en su libro “The Agenda”, en la actualidad es uno de los aforismos más subestimados.

En nuestro mundo en creciente globalización, destaca una dimensión imprescindible para la gestión del cambio, por ejemplo, el capital humano, que implica el saber y el saber hacer, el incrementar nuestro activo intelectual para abordar con la más alta probabilidad de éxito la transformación innovadora; la cual a su vez se fundamenta de manera ineluctable en nuevas fuentes de motivación y estilos de liderazgo. En esto consiste el valor de la obra de Cubeiro al obsequiarnos, mediante el encuentro de un directivo jubilado (Leo) y un joven talentoso, arrogante y ambicioso (Jesús), una enseñanza oculta en lo más profundo de las relaciones de liderazgo: que es posible conjugar exigencias (razones, el componente intelectual) y satisfacción (sensaciones, el componente emocional). Ya lo decía Shakespeare en su obra la Fierecilla Domada, “... Las utilidades no crecen donde no hay placer...”. 25


II.2. Los sentidos del liderazgo Vista, olfato, oído, tacto y gusto, ¿Quién no recuerda los cinco sentidos que nos enseñaron en la escuela primaria? Pues bien, aunque pareciera que el sentido común es el menos común de los sentidos, Cubeiro (2001) da sentido (propósito) y le encuentra sentido (dirección) a su obra al conducirnos por un viaje en el que cada uno de estos sentidos (percepción), va apareciendo, cobrando vida, fluyendo en un orden creativo, que permite generar liderazgo. Una sucesión de sentidos en el que el orden de los mismos si altera el producto. Los mismos factores dispuestos en un orden distinto devienen en un proceso degenerativo, destructivo.

La historia se enmarca en las bellezas naturales y únicas de la Reserva de la Biosfera Parque Natural de Urdaibai, que además de su propio valor ecológico, es un verdadero halago a todos los sentidos. La pretensión de Leo es transmitirle a Jesús durante su estancia de una semana en éste lugar sus experiencias en la dirección de personas, de cómo construir un equipo de trabajo; en suma, reflexionar acerca de sus conocimientos relativos a educar a directivos empresarialmente miopes, anósmicos, sordos, insensibles e insípidos. Similar al uso de las parábolas encontradas en el texto bíblico, cuyo propósito era enseñar mediante comparaciones para su mejor comprensión y facilitar el aprendizaje, la aplicación de las cualidades de los sentidos se da día a día, con profusión de ejemplos, temas de lectura (los papelitos de la suerte) y hasta tareas para la reflexión diaria (la especialidad o platillo del día) con su correspondiente acuerdo de aprendizaje (compromisos personales por escrito). Al final viene el proceso de síntesis mediante el cual se procede a interrelacionar todo lo visto en la semana (cinco días, cinco sentidos, cinco guisos del día, cinco compromisos personales) y que no quedasen como piezas desconectadas. Integrar en un todo coherente, un sistema completo, se elabora a partir de cinco criterios que forman el nuevo paradigma de la ciencia: holismo, procesos, observador participante, lógica fluida e inexistencia de la verdad absoluta. De esta manera se plantea la transformación del líder discapacitado (Jefe en el sentido tradicional, en el paradigma antiguo) en el líder con mente de gestor y corazón de motivador.

¿Tarea compleja?, si la respuesta es afirmativa, está usted en el camino correcto. Para acometerla, el autor se auxilia de la sabiduría oriental, en particular del principio de la energía, como dadora de vida, y que se muestra en los siguientes cinco elementos medulares: madera, fuego, tierra, metal y agua. A partir de ellos, se explica la existencia de los dos ciclos fundamentales, el de la creación, de la vida y el de la destrucción, de la muerte. Enseguida, cada uno de estos cinco elementos energéticos, siguiendo con la tradición oriental, está conectado con una estación del año 26


y con uno de los sentidos. Este triple enlace o ligadura sentido-elemento-estación permite inferir sobre las cinco cualidades, que en el ámbito empresarial, son indispensables para construir el liderazgo total: 1) perseverancia, 2) auto confianza, 3) empatía, 4) autocontrol y 5) la capacidad para ilusionar a otros. Sin embargo, no sólo es importante el ingrediente, sino el orden en que aparece, de tal forma que en la ruta del liderazgo podamos identificar la dirección destructiva o degenerativa; así como el constructivo, el renovador, el que genera las condiciones, la atmósfera, el clima, la situación de una cultura corporativa.

No termina todo ahí, al abrirse la mente a nuevos caminos, a abandonar paradigmas obsoletos y buscar la mejora continua, se despierta también el apetito por los conocimientos; por lo que éstos se convierten en la información que alimenta y complementa nuestro desarrollo como personas y como líderes futuros.

II.3. Liderar para permanecer en el cambio Doble merito tiene una obra cuando logra combinar magistralmente forma y contenido. En cuanto a su forma, el contar una buena historia descansa en dos ingredientes clave: primeramente el título, que evoca una emoción desconocida y logra atraer la atención o curiosidad por ver de qué trata, el tema central, como se aborda y el lenguaje utilizado; en segundo término el recurso de la novela como vehículo que nos transporta y nos lleva por un viaje lleno de sorpresas, mensajes, ideas no convencionales, reflexiones, experiencias y vivencias que no serían fácil de asimilar y que además elimina la monotonía y los lugares comunes.

En relación al contenido, un nuevo tratado acerca del liderazgo, el recurrir al axioma de la filosofía de Heráclito, Panta rhei, todo corre, fluye; nos presenta al cambio como la única constante, pero también como un proceso total en el que participan todos nuestros sentidos. Y le da una posición envolvente, en el que se visualiza al líder del equipo como un integrante del mismo, juega en ambas canchas, está adentro y afuera, es juez y parte, es actor y espectador. Este flujo es sazonado con la ordenada mezcla de las particularidades de cada uno de los sentidos, que corresponden a las cualidades que toda persona debe de adquirir, ejercitar y dominar para convertirse en un líder genuino, auténtico y capaz de dirigir y crear una atmósfera de confianza. Las cualidades que se derivan de los sentidos son: •

Perseverancia

Autoconfianza

Empatía 27


Autocontrol y

Capacidad para ilusionar a otros

El líder completo hace suya la oportunidad de generar una diferencia significativa en los integrantes del equipo.

Una lección integradora es que el liderazgo tiene que buscar el equilibrio entre las fuerzas opuestas y contrarias que provienen de la energía y que son el principio activo que determina una marcada orientación hacia las tareas, y el principio receptivo que conduce preponderadamente a la orientación a las personas. Llegar a ese estado ideal, a ese equilibrio debe constituir la máxima aspiración que motive a un directivo para asumir el liderazgo que propicia claridad de objetivos en la edificación del futuro, que establece inequívocamente lo que se espera de las personas, que promueve en las personas flexibilidad y responsabilidad, para conducir al verdadero espíritu de equipo en la empresa u organización. Ello significa un estilo de liderazgo que unifique ambas posiciones para que, según la ocasión sea un gestor o un motivador. En suma, el líder natural y eficaz, El Líder Fluido.

II.4 Fluidez como paradigma de liderazgo Hobsbawm (2000) nos señala que la teoría de la globalización hace hincapié en que todos los factores de producción deben ser plenamente móviles. En las organizaciones del siglo XXI uno de los factores estratégicos lo constituye ya la dirección de las personas, en un clima empresarial en el que se privilegie la toma de decisiones, la creatividad, la integridad, los valores, las emociones y la razón en equipo. Y ello sólo puede conseguirse con un liderazgo que sea capaz de crear ese clima.

El desafío de la mayoría de las organizaciones no solamente es el saber sino el saber hacer, esto es, el capital intelectual, que en esta obra se reflexiona y ejemplifica a partir de hechos reales, de experiencias directas en la trinchera de la dirección empresarial.

Autor y obra, como un todo, se convierten en facilitadores del proceso de mejora para ser líderes. El proceso formativo que se da para desarrollar un nuevo liderazgo en todos los sentidos, cae en el campo de los paradigmas, de la sabiduría no convencional, del rompe reglas, de los revolucionarios, del piense globalmente...actué localmente. Muchas oportunidades en el mundo global se pierden por aferrarnos de manera rutinaria a esquemas obsoletos, a prácticas que ya no 28


funcionan o han sido rebasadas; ello limita no Ăşnicamente su desarrollo organizativo sino su nivel de competitividad internacional. La sensaciĂłn de fluidez representa un nuevo paradigma de liderazgo requerido para hacer frente a las mĂşltiples batallas empresariales del siglo XXI.

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III. Paradigmas y gestión para el cambio estratégico

“... Justo cuando conseguí encontrar todas las respuestas cambiaron las preguntas...” P. Coelho “...dónde la novedad solía connotar desconfianza y calidad dudosa, ahora lo tradicional genera sospecha por no decir desprecio...” M. Hammer

III.1. El ser inevitable de los paradigmas

Los paradigmas tienden a liquidar, neutralizar, condicionar, mediatizar una persona, una organización o una acción. Coelho (2003) lo plantea más drásticamente al expresar: “...morir es quedarse siempre en la misma posición...” Este sometimiento, aunque en otro contexto, lo ilustra con el relato del por qué los elefantes con toda su brutal fuerza son incapaces de soltarse cuando son atados de su pata a una pequeña estaca. No pueden porque desde que son crías, se les amarra una pata a un fuerte tronco y por más esfuerzos e intentos nunca consiguen soltarse, por lo que se hacen de la idea de que el tronco es superior a sus fuerzas. Al igual que los paradigmas, esas costumbres, hábitos o conductas nos mantienen atados a esa pequeña estaca sin pensar que con un ligero empuje o leve esfuerzo la podemos desenterrar. Lo que es aún más grave es que un paradigma se realimenta y se refuerza hasta tal límite que no permite que fluya material nuevo. “... si conservamos lo que es viejo, lo nuevo no tiene espacio para manifestarse...” (Coelho, 2003).

Este estancamiento va produciendo una actitud somnífera, un embotamiento de nuestras ideas; un freno para la acción. En la cima del paradigma existente, sus seguidores lo asumen como invariable, permanente, definitivo. Al convertirse en el pensamiento dominante, el paradigma en turno, genera un problema similar a lo que sucede en una organización con un pasado glorioso: arrogancia, actitudes triunfalistas, comportamiento insensible a los cambios externos, excesiva confianza en sus resultados; en una palabra, lo que Slater (2000) bautizó como la “maldición del 31


éxito”. Esto es, los éxitos pasados de una organización se convierten en su principal talón de Aquiles, ya que el aferrarse a esa victoria se pierde la capacidad y oportunidad de innovar para mantenerse en la cresta. Este fenómeno ha sido analizado por Miller (1990) quien lo denominó “la Paradoja de Ícaro” y lo describe como la tendencia de una organización a terminar siendo víctima de sus éxitos anteriores.

III.2. Administración estratégica paradigmática En el contexto de la administración estratégica de una organización, se han intentado varias explicaciones acerca del proceso que las caracteriza y determina el grado de control y decisión de sus integrantes. Una de ellas es la referente a la perspectiva cultural institucional, en la que los directivos son prisioneros, por un lado, de una serie de supuestos que a través del tiempo se institucionalizan, y por el otro, de la forma de hacer las cosas; que en conjunto limitan o entorpecen el cambio estratégico. Cuando el conjunto de supuestos, formas de hacer y creencias son compartidos por los integrantes de una organización, se crea una cultura que a su vez es responsable del desarrollo de estrategias. Con este propósito, se utiliza el término paradigma para:”...describir el conjunto de supuestos relativamente comunes y que se dan por sentado en el seno de una organización...” (Johnson y Scholes, 2001).

Entonces, el paradigma al dar por sentado las cosas se convierten en el principal obstáculo para innovar estrategias en la organización y el reto a vencer para el cambio. Un concepto útil para entender de mejor manera e integralmente el proceso por el cual se desarrollan las estrategias en una organización es el de red cultural. Concepto que se refiere a la representación del paradigma y de las manifestaciones físicas de la cultura organizativa; de lo que en una organización se da por sabido (Johnson y Scholes, 2001).

Esta manera de ver al paradigma aclara su dualidad; ya que un sistema cultural efectivo trabaja para un fin único y común, que lo hace difícil de imitar, pero también se hace difícil de cambiar. Además del propio paradigma, la red cultural en una organización está constituida por otros elementos que se muestran en la (Figura 2).

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Figura 2. Constituyentes de la red cultural en una organización (Adaptado de Johnson y Scholes, 2001).

La red cultural con el paradigma inmerso en ella ha sido utilizada como un instrumento apropiado para varios propósitos: • Entender los supuestos implícitos. • Implantar cambios estratégicos. • Identificar las resistencias y fuerzas que promueven el cambio. • Analizar y describir la cultura organizacional. En este contexto, el paradigma en sí puede equivaler a los conceptos, términos o prácticas, que se dan por sabido. Esta forma de éxito o sabiduría percibida acerca de cómo debe funcionar exitosamente una organización, por lo común está más extremadamente relacionada con las personas más influyentes que, o están más cerca del paradigma, o lo asumen como propio, o lo generaron.

La complejidad de la red cultural, hace difícil que un organismo pueda cambiar, por deseable que sea, con la rapidez, facilidad u oportunidad que el entorno correspondiente dicte. En términos generales Johnson y Scholes (2001) explican este comportamiento en tres pasos:

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El primero se da dentro del propio paradigma, intentando mejorar lo existente.

En segundo término; de no encontrar resultados satisfactorios, se procede a cambiar de estrategia, todo dentro del dictado del paradigma vigente por lo que continúa haciendo lo de siempre, recargándose en lo familiar, en lo habitual.

El tercer, último y más difícil paso, es el lógico resultante de darse cuenta que el paradigma y todo lo que implica está desfasado, ya no responde a las nuevas realidades, no encajan sus supuestos y rutinas aceptados con las expectativas, objetivos y productividad de la organización (Figura 3).

En suma, la cultura organizacional, que la hace única y distintiva, se endurece en el convencionalismo, rehúye a los cambios, aborta cualquier intento de innovación y propicia que se aparte del comportamiento coherente con el entorno real. Por eso, el punto medular de lo antes señalado es el estudio de la cultura organizacional como ventaja competitiva en el contexto social y cultural de los nuevos paradigmas en la educación universitaria. En la medida que avanza el siglo XXI, varias tendencias económicas y demográficas están causando un gran impacto en la cultura organizacional. Estas nuevas tendencias y los cambios dinámicos hacen que las organizaciones y las instituciones tanto públicas, como privadas se debatan en la urgente necesidad de orientarse hacia los avances científicos-tecnológicos. Los hechos han dejado de tener sólo relevancia local y han pasado a tener como referencia el entorno global.

Figura 3. Trayectorias del cambio de un paradigma en una organización (Adaptado de Johnson y Scholes, 2001). 34


III.3. Los paradigmas como un proceso Un proceso, visto como una revolución del pensamiento que conduce a cambios, tiene cuatro características distintas (Hammer, 2001): •

Es teleológico, o sea, orientado a fines, misión, metas.

Está enfocado al usuario, no a sí mismo.

Es holístico, o sea, corresponde a un trabajo total con propósitos unificados; y

Es un trabajo bien diseñado con la participación de todos, no de sólo unas cuantas mentes iluminadas.

Igualmente existen una serie de expresiones que definen el ánimo de los líderes de organizaciones que están siempre listos para enfrentarse a la agenda interminable de cambios (Cuadro 1). Cuadro 1. Organizaciones proclives al cambio. Valores y creencias de sus líderes. (Hammer, 2001). Paráfrasis

Enunciado

“Crearemos la compañía que nos - Si hay cambios es preferible eliminar el negocio. permita ser los verdugos y no las víctimas”. “El día que creas que tienes éxito, es el - Las victorias, el triunfo, el éxito nos hace arrogantes; nos ciega día en que se te acaba”. nos hace creer que todo está hecho, nos dormimos en nuestros laureles. “Las mejores compañías siempre están - Prepárese, aterrice, nunca asuma que el éxito dura para siempre. atentas”. “Los ganadores cometen más errores - En el eterno juego del cambio de nuestra vida, no se quede que los perdedores”. contemplando, pruebe cosas, intente opciones, algo funcionará. “La mejor manera de tener muchas - Las organizaciones proclives al cambio gustan del debate y ideas es retener muchas ideas buenas controversias, escuchan puntos de vista contrarios, viven de las discrepancias, inconformidades y desacuerdos. y desechar las malas”. “Si esperas que todas las luces verdes - Es el clásico parálisis por análisis; si quieres permanecer donde se enciendan, nunca arrancarás”. mismo espera a tener certeza y claridad en todo; avanza y corrige. “Cuando los recuerdos exceden los - No te pavonees demasiado en tus glorias pasadas, ya que en un sueños, el final se acerca”. ambiente en cambio constante, no nos sirve de mucho. Los resultados anteriores de ninguna manera garantizan el triunfo futuro.

Trasladando este concepto a una organización dispuesta al cambio, se aprecia que es la última etapa en la que esos comportamientos se convierten en hábitos. Sin embargo hay que reconocer que la adquisición de un hábito no se da de manera automática. Hunter (1999) describe su desarrollo en cuatro etapas (Cuadro 2). 35


Cuadro 2. Etapas del desarrollo de nuevos hábitos o destrezas. (Hunter, 1999). Etapa I. Inconsciente e inexperto II. Consciente e inexperto

III. Consciente y experimentado IV. Inconsciente y experto

Descripción - Se desconoce el hábito o comportamiento (infancia cronológica o inmadurez) - Se está consciente de un nuevo comportamiento. Pero no se han desarrollado las ventajas necesarias (la primera vez que se hace algo, la primera copa, etc.). - Ya se han adquirido las destrezas y se está cada vez más a gusto con el nuevo comportamiento (pianista, mecanógrafo, etc.). - Se hacen las cosas de la manera más natural, sin pensar en ellas (alcoholismo, fumador empedernido, estrella del deporte, líder auténtico.

En una organización efectiva y eficiente, se hacen las cosas bien, en parte de su cultura. Pero ¡cuidado! Para mantenerse en esa cima del éxito, tendrá que aprender, a estar en permanente sintonía con su entorno, con la realidad, con la competencia. Covey (1997) clasifica el éxito en tres categorías:

1. Los hábitos de carácter (ser proactivo, comenzar con un fin en la mente y poner las cosas primeras en el principio), que nos sirven para alcanzar el triunfo personal, privado, interior, el de nosotros mismos y que nos conduce a la independencia; 2. Los hábitos que expresan exteriormente nuestro carácter (pensar en ganar-ganar, buscar primero entender, después ser entendido y sinergia), que nos llevan al beneficio mutuo y a la victoria pública, externa y nos conducen a la interdependencia; y 3. El hábito de renovación (afilar la sierra) que nos permite el mantenimiento necesario para que el proceso de crecimiento sea de manera equilibrada. ¿De qué dependen éstos hábitos? Covey (1997) nos muestra gráficamente (Figura 4) la interacción de los tres ingredientes fundamentales.

Estos tres constituyentes se entrelazan para conformar en conjunto nuestros hábitos; esto es un aprendizaje no una herencia, por lo que la adquisición de estos hábitos es un proceso que depende de nosotros, de nuestra motivación, de la fortaleza de nuestros propósitos básicos, de nuestra disciplina para vivir de acuerdo a un patrón fundamental de principios. Por ejemplo, muchas veces cuando estamos en un plan de adelgazamiento podemos sentir que estamos “estancados” o que todo lo que hacemos no causa ningún efecto. Esto puede deberse a que quizás tengamos que revisar algunos de nuestros hábitos. Ya que definitivamente el qué y porqué, el querer y el cómo, están entrelazados afectando combinadamente nuestros hábitos. 36


Figura 4. Componentes principales de los hรกbitos de conducta que se desarrollan en diversas etapas del aprendizaje. (Adaptado de Covey, 1997).

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III.4. Paradigmas como catalizadores del cambio

"...No es la más fuerte de las especies la que sobrevive, ni tampoco la más inteligente, sino la que mejor se adapta al cambio" Darwin

Ineludibles como son, los paradigmas en su concepción moderna representan temporalmente el planteamiento dominante de ideas, pensamiento, manera de ver el mundo o dirigir sus asuntos (Schwanits, 2003). Poseen acta de nacimiento, historia de vida y acta de defunción. Aparecen, se desarrollan y desaparecen. Por eso resulta obvio y natural que "... Si uno quiere crear lo nuevo tiene que desmantelar primero todo su sistema existente de creencias y reducir a cenizas las cosas que no sean eternas y universalmente verdaderas..." (Hamel, 2000). En esta aparentemente inofensiva declaración se encuentra una de las claves para descifrar el valor trascendental de un paradigma para el progreso de las ciencias, las organizaciones y su pléyade.

Bien lo señala Arias (1992) cuando establece que "... somos lo que somos y preparamos el futuro que vive en nosotros gracias a la realidad del pasado que nos ha dado la posibilidad de seguir engendrando la historia...".

A quien administra un negocio se le exige un campo y conocimiento muy amplio y por lo tanto más dinámico: saber, saber hacer, y hacer y ello requiere de conceptos técnicos y herramientas (Sallenave, 1985) y es a este administrador en quien recae, una carga aún más pesada, la de un conocimiento adquirido, que es obsoleto y de una actitud conformista de quienes se lo enseñaron. Koestler (1963) lo expone de una forma brillante, incisiva, pero actualizada:

"...La inercia del espíritu humano y su resistencia al cambio no se manifiestan, como se podría creer, en las masas de ignorantes -fácilmente convencidas con sólo apelar a su imaginación-, sino en los profesionistas que viven de la tradición y del monopolio de la enseñanza. Toda innovación es una doble amenaza para las mediocridades académicas: pone en peligro su autoridad de oráculo y evoca la horrenda posibilidad de ver derrumbarse todo un edificio intelectual laboriosamente construido...". 38


De igual manera invocamos el pensamiento de Mendoza et al. (1998) quienes ponen el dedo en la llaga al acusar que: "Si... nos ha ido mal, es porque el conjunto de la sociedad, incluida la clase dirigente, ha albergado creencias, actitudes y valores equivocados o inapropiados para impulsar el desarrollo económico y la armonía social, generalmente fundados sobre informaciones erróneas o incorrectas..."

Ilusos seríamos al pensar que al ser derrocado un paradigma, todo lo hecho anteriormente se entierra, tampoco se trata de continuar añorando los viejos polvos esperando su resurgimiento. Martín (2002) aporta a esta disyuntiva al recordarnos del Filósofo Hegel su dialéctica del amoesclavo, ese ciclo entre dominancia y subordinación que constituye una de las fuerzas conductoras de la historia humana. Visto así el paradigma vigente es la tesis; la oposición a él durante el periodo de crisis es la antítesis; para finalmente dar vigencia al nuevo paradigma (síntesis). Por lo tanto este nuevo planteamiento, ni añora ni desecha al anterior; lo asimila y a partir de él emprende el vuelo hacia nuevos territorios desconocidos antes, para sucesivamente alcanzar estadios inéditos. La realidad es vista como un cambio continuo; los paradigmas se suceden unos a otros en una interminable carrera por acercarnos a la verdad, esa veleidosa y enigmática razón de ser de la ciencia y de la filosofía.

Aplicado a una organización, el desarrollo y cambio permanente de la misma estarán en función de una predisposición a la actividad científica que le permita someterse a prueba para asegurarse que marche en concordancia con los tres elementos fundamentales de la dirección estratégica: "el análisis y comprensión de la posición estratégica de la organización, la formulación, valoración y elección entre las posibles acciones a emprender"; y finalmente la planificación para poner en práctica la estrategia elegida, los mecanismos para dirigir los cambios necesarios. Rodríguez y Morales (2000) puntualizan esta situación al enfatizar que el reto, habilidad y responsabilidad del administrador estratégico para el cambio de una organización, es romper con los paradigmas establecidos y crear los propios, desaprender lo aprendido, ser sensible al presente y mantener una visión innovadora y emprendedora del futuro.

Es importante tener en cuenta que las organizaciones que deseen tener vigencia y mantener sus ventajas competitivas, deben de contar con líderes que no especulen con el futuro, que vean diferente y sean diferentes; que sean adictos a las novedades, que sean curiosos, herejes, no conformistas; que estén atentos a los cambios, a las tendencias poco apreciadas de lo que no se habla, a lo que en el entorno no está cambiando. En síntesis que piensen, ya que cómo bien lo estipula Ernest Renan. “La fórmula para no cambiar es no pensar” 39


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Segunda Parte. Cambiando de traje

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IV. Gestión del conocimiento

“En la economía de hoy, todo lo que compramos o consumimos tiene una elevada carga de conocimientos depositados…” P. Belly

IV.1. Importancia del conocimiento en las organizaciones Uno de los múltiples retos de las organizaciones del siglo XXI que deseen permanecer en el estrado ganador lo será su apropiación oportuna y adecuada del Capital Humano, Intelectual ó Recursos de Conocimiento. Se ha convertido vertiginosamente en una de las mayores fuentes del valor agregado. Siendo las empresas organizaciones de personas, las cuales a su vez son las generadoras de ideas, es lógico y natural que conceptos como aprendizaje, enseñanza, educación estén íntimamente ligados al desarrollo de las mismas. Las ventajas competitivas de una organización vanguardista estarán ahora guiadas, en gran parte, por el incremento del valor que se le otorgue al conocimiento. La sociedad basada en el conocimiento, que se nos advirtió cuando surgieron los primeros proyectos de inteligencia artificial y sistemas expertos (década de los 80’s) ya forma parte de nuestra realidad empresarial y organizacional.

Por tanto, las ventajas competitivas de las empresas actuales se fundamentan, más que otro aspecto, en lo que conocen, como usar lo que conocen y que tan rápido pueden conocer algo nuevo. La memoria corporativa y el capital intelectual, como una nueva dimensión empresarial, les imponen una exigencia competitiva adicional a las organizaciones que ya no se determinará únicamente por sus productos, servicios o excelencia operativa.

En una sociedad que se fundamenta en el conocimiento (y su gestión), el estudio se convierte en una necesidad permanente. El único boleto directo y responsable del éxito lo es la educación; es el motor del progreso económico y palanca de transformación de la sociedad. Más aún en una sociedad globalmente interdependiente. Hay que aprender a aprender y a desaprender y hacerlo de 43


manera constante. Ahora, en una economía basada en el conocimiento, es más que actual, vigente y profundo, el pensamiento hecho aforismo de Heráclito hace casi 25 siglos, “...todo fluye...”, lo único constante es el cambio y las organizaciones deben de actualizarse y recapacitarse continuamente para, sobrevivir, mantenerse en la competencia y crecer.

IV.2. Gestión del conocimiento: concepto y objeto En la actualidad es común, que los lugares del mundo que propician o favorecen la creatividad son aquellos que comparten dosis elevadas de las tres T’s: Talento, Tecnología y Tolerancia. De igual manera se puede extrapolar esta afirmación a las organizaciones o empresas, esto es, el conocimiento que se genera por los individuos talentosos, los avances tecnológicos y la heterogeneidad y diversidad de la gente. Para Cabrera (2002), se entiende por gestión del conocimiento al conjunto de prácticas y sistemas de gestión de naturaleza diversa que pretenden favorecer la creación, la distribución y la puesta en práctica de nuevas ideas y conocimientos. El objetivo de esta gestión es establecer entornos organizacionales que saquen todo el partido posible al conocimiento colectivo de sus personas, de tal forma que las ventajas competitivas que se obtengan perduren en el tiempo. Una pretensión fundamental es que en el clima corporativo establecido los empleados se motiven a ser creativos, a compartir sus ideas y a aplicar soluciones innovadoras a sus trabajos. En el ámbito empresarial, dentro de la Organización Internacional de Normalización (ISO 9001: 2008) en el sistema de gestión de calidad el concepto análogo es conocido como proceso de mejora continua.

En gran medida la dimensión que se le otorga a la gestión del conocimiento en las organizaciones es un reconocimiento que se hace al filósofo de la ciencia Karl Popper, quien estableció que no puede haber conocimiento final, sino conjeturas que son apoyadas durante un tiempo, que luego son reemplazadas por otras mejores, pero aún no concluyentes y así sucesivamente en un proceso sin fin; el conocimiento se vuelve un recurso renovable con ciclos de vida perentorios cuya longevidad está en función de la rapidez con que ocurran los errores, las discrepancias entre lo observado y lo esperado por las conjeturas en turno. En este contexto la competencia es vista como un proceso de descubrimiento (Peters, 1993).

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IV.3. Proceso de gestión del conocimiento El aprendizaje se está convirtiendo rápidamente en el corazón de las organizaciones y por tanto en la fuente más importante de valor agregado. Por ende, ¿Cómo lo obtienen las organizaciones? ¿Cómo los integrantes de las organizaciones lo aprenden unos de otros, cómo lo comparten? En todo caso hay que partir de lo que motiva a una organización, o en el negocio del amplio mercado de bienes y servicios. Edward de Bono, el experto internacional en creatividad y el pensamiento lateral, afirma que toda empresa atraviesa por tres etapas: 1) atención centrada en el producto y en la producción, es decir, hacer bien las cosas, 2) atención centrada en la relación del producto con la competencia, o sea, como hacerlo mejor y 3) atención centrada mas allá de la competencia, por ejemplo, la integración con los valores complejos del consumidor. Ello nos conduce al eterno dilema de que tan útil es saber si no tenemos la menor idea de lo que es importante hacer y de que nos sirve hacer si no conocemos lo que es lo importante saber. Las organizaciones tienen que aprender a aprender lo que es importante conocer para que se mantengan con vigencia en el mercado.

De acuerdo con Harris et al (1999), la gestión del conocimiento representa una novedosa oportunidad para que las organizaciones compitan y prosperen, en virtud de tres cambios fundamentales: a) el creciente valor de la gente altamente capaz, en el que la capacidad de aprendizaje, creatividad e innovación del ser humano está creciendo a velocidades alarmantes; b) la creciente complejidad de los trabajos, el permanente tránsito de una dirección administrativa a una auto-dirección y c) la disponibilidad universal del conocimiento y el deseo por obtenerlo. Mismos que de manera combinada, han propiciado las tecnologías de información y el Internet, estimulando al intelecto humano y su pasión por más conocimientos.

Ante los formidables volúmenes de información se hace indispensable el diseño de filtros que ayuden a seleccionar la de mayor valor y utilidad para las organizaciones. Asimismo, la información de mayor valor (capital humano, intelectual), no está capturada o cautiva, sino que existe solamente en las mentes de los expertos. Esto que a simple vista pudiese verse como una desventaja, se convierte en un recurso estratégico puesto que no es fácilmente imitable.

Ahora bien, veamos de qué forma se transmite el conocimiento en una organización. Cabrera (2002) enuncia cinco eventos. Primero, el proceso de Compilación, mediante el cual un 45


conocimiento individual declarativo se convierte en procedimental y se da cuando un conjunto de instrucciones o reglas declarativas se asimilan en habilidades prácticas. Segundo, la Articulación que sigue una ruta contraria al anterior, lo que significa que de la observación de una habilidad procedimental individual se pasa, mediante la reflexión, a una verbalización u operacionalización de variables que toman la forma de mensajes o consejos sistematizados. En tercer lugar, la Socialización, que ocurre cuando un individuo obtiene conocimientos prácticos de un grupo o equipo de personas que comparten ciertos hábitos colectivos. En cuarto término, el proceso de Adaptación Mutua en el que un conocimiento individual procedimental es adquirido por un grupo de empleados que lo convierten en rutinas colectivas. Finalmente, la Difusión, proceso por el cual un conocimiento colectivo explícito se aprende a partir de los conocimiento declarativos individuales, los cuales tienen la característica de ser transferibles de muy diversas y fáciles maneras.

IV.4. Gestión del conocimiento como nuevo paradigma de la organización Como toda nueva idea, práctica o procedimiento, las organizaciones encuentran resistencias y rigideces que dificultan implantar cambios oportunamente. De especial consideración son aquellos que representan aspectos intangibles, no fácilmente identificados con sus actividades sustantivas. Más aún, en aquellas organizaciones que han experimentado estrategias exitosas por largos períodos.

Si bien el conocimiento siempre ha sido considerado de la mayor importancia en las organizaciones, ¿Por qué hacerlo explicito?, ¿Qué hace de la gestión del conocimiento un paradigma emergente en las organizaciones del siglo XXI? Rudy Ruggles del Ernst & Young Center for Business Innovation conduce a la reflexión sobre el por qué del conocimiento y de su urgencia actual. Señala que hay seis grandes aspectos que están cambiando y que conllevan la necesidad de hacer explícita la gestión del conocimiento en las organizaciones. En primer lugar, la velocidad del cambio, término que se ha convertido en un cliché, en un clásico del cual todo mundo habla pero pocos lo entienden. El cambio, tanto revolucionario como evolucionario, está provocando que el conocimiento se haga obsoleto muy rápidamente.

En segundo término, la naturaleza de bienes y servicios, cuando lo que se vende es conocimiento es más obvia la necesidad de manejar el conocimiento; se da el caso de que muchos 46


productos se están vendiendo en la actualidad a menores precios a pesar de que su manufactura integra mayor ingeniería; igual sucede con la clientelización masiva, en la que un producto es más intensivo en conocimientos por la necesidad de fabricarse como un traje a la medida de muchas aplicaciones; están surgiendo también muchos productos “inteligentes” que son capaces de auto mantenerse o adaptarse a múltiples condiciones.

Un tercer aspecto es el que se refiere al alcance del negocio típico y su mercado, ya que la globalización ha hecho posible colocar a las empresas en muy diversos lugares y con mayores alcances y cobertura. En cuarto lugar aparece el tamaño y tasa de reducción de la fuerza laboral, que pone a las empresas en la tesitura de manejar la misma o mayor información con menor personal; otra realidad inobjetable es la gran movilidad de la fuerza laboral, en la que el conocimiento individual se va con el personal que sale si no se cuenta con un sistema de retener el conocimiento colectivizado para la empresa; además el manejo tradicional laboral es equivalente a la minería a cielo abierto, en el sentido de que el personal más experimentado se le retira tempranamente y posteriormente los más talentosos. En quinto término, la estructura de las organizaciones, muchas de ellas virtuales, con una reducción o eliminación de las gerencias intermedias que pone en mayor contacto a la alta dirección con la base trabajadora; y finalmente las capacidades y costos de las tecnologías de información, que en conjunto hacen del conocimiento un agente de transformación.

Existen algunas razones adicionales que fortalecen la incursión del nuevo paradigma organizacional. Se empieza a tratar al conocimiento como un activo (con valor mercantil), que puede sustituir a la tierra, mano de obra y capital, y que puede ser una fuerza mayor que todos ellos en la producción de bienes y servicios. De igual manera, las experiencias exitosas de las organizaciones de vanguardia que han hecho suyas el reto de la gestión del conocimiento, a tal grado que se le reconozca su necesidad y posibilidad en formas que no lo eran anteriormente. Después de varios siglos de considerar únicamente los factores de producción tradicionales nos obliga a pensar que el reto no es fácil de superar, pero las evidencias actuales y las realidades que vivimos crean un clima optimista de por qué debemos de poner mayor atención al conocimiento. Los grandes cambios que están ocurriendo han puesto en marcha diversas y numerosas ruedas que redireccionan la cuestión del ¿Por qué conocimientos?, hacia el ¿Cómo usarlos?

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IV.5. Organización y asimilación del conocimiento No obstante la abrumadora argumentación favorable a la adquisición y gestión del conocimiento por las organizaciones, el problema fundamental y reto por superar son el cómo inducir que las ideas creativas e innovadoras permeen hacia y dentro de la organización y que sus miembros además de usar éstas, compartan las suyas con el resto de colaboradores. Este particular problema puede ser visto desde la perspectiva del dilema del bien común (Hardin, 1968), en el que el conocimiento es un recurso libremente disponible a todos, o sea, es un recurso común que todos pueden utilizar; sin embargo, cada quien tiene sus propios recursos (conocimientos) que no son abiertamente utilizables por los demás. Este dilema, también denominado trampa social se ha definido como aquella respuesta que conduce a consecuencias positivas en el corto plazo y negativas en el largo plazo (Platt, 1973; Brechner, 1978). Así, de manera inmediata un individuo optimiza su posición al ser poseedor de una parte del capital intelectual de la organización; por el contrario, de forma mediata, si todos los empleados intercambian sus ideas y experiencias se produce para la organización un resultado sinérgico (posición óptima organizacional), en el que todos ganan.

En términos del análisis de los dilemas sociales de cooperación, la organización tiene a su disposición tres opciones para que el conocimiento fluya (Cabrera, 2002): a) reducir el costo percibido por los empleados por compartir ideas, mediante la asignación de apoyos para que las ideas se articulen y difundan y la generación de promociones, estímulos e incentivos que premien también a los individuos creativos y compartidos; b) aumentar las percepciones de eficacia o impacto de las contribuciones individuales, creando sistemas internos y externos de comunicación que resalten la utilidad de los logros individuales y su repercusión en la organización ó estableciendo normas de aprobación de las colaboraciones en que se haga explícito que al admitirse una contribución al pool común es por su trascendencia y relevancia; y c) diseñar comunidades específicas de conocimiento, también llamadas comunidades de práctica, que se forman a partir del repositorio (almacén, depósito, pool) de conocimiento y que permite poner en contacto a personas de distintas áreas (funcionales o geográficas) que comparten temas afines o comunes. Se advierte que el tamaño y calidad de estas comunidades puede inhibir su funcionamiento o resultados, esto es, deben ser ni muy pequeñas ni muy grandes, heterogéneas en perfiles pero no en el nivel de conocimientos.

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En la dinámica economía del siglo XXI, una organización ya no depende exclusivamente del control de los recursos energéticos o físicos, si desea conquistar o mantener ventajas competitivas; está obligada por los demandantes del mercado a desarrollar ingeniosas e innovadoras formas para aprovechar los recursos, y por ende, suministrar mejores servicios. Aquí es donde entra el conocimiento y su gestión organizacional, que irremediablemente se convertirá en el recurso de mayor importancia empresarial. ¡Los emprendedores de hoy deberían estar preocupados si no lo han visualizado y no lo están construyendo!

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V. Innovación: Un paradigma educativo emergente “En el futuro ya no habrá más premios para aquellos que predigan la lluvia. El premio será para los que construyan arcas” Louis Gerstner

A principios de la actual década, en una de esas interminables sesiones de búsqueda por internet, intentaba adentrarme en el concepto de una materia impartida por el Profesor de Jack Vincent Matson en la Universidad de Houston, y que había sido reconocido nacionalmente al ser el ganador de la presea Zell/Lurie y beca para la enseñanza de la innovación ofrecidas por la Universidad de Michigan. A manera de serendipia, serendipidad, chiripa o casualidad, al tratar de indagar sobre esta clase denominada “Fracaso 101”, encontré que el Dr. Matson había escrito un libro titulado “Innovate or Die”, que en las palabras del autor constituía su guía personal para hacer de las personas el ser humano innovador al que podrían convertirse.

De ahí el título de este capítulo. Y esa es la disyuntiva, sin salidas laterales o escapes de emergencia, o innovamos o nos extinguimos como institución. No hay alternativa: la innovación es el único camino que tenemos para asegurar nuestra sobrevivencia institucional, ya no digamos competitividad, pertinencia o efectividad.

Hablar de Innovación, es entrar al debate y a la autocrítica; como lo señalara hace días Carlos Monsiváis, al recibir el grado de Doctor Honoris Causa por la Universidad Autónoma de Nuevo León: “… si en las universidades públicas no hay debate, difícilmente lo habrá en otra parte… con sus errores, limitaciones y urgencia de autocrítica, las universidades públicas han sido y seguirán siendo uno de nuestros estímulos primordiales…”

El escribir éste libro es en sí, una innovación; un reconocimiento que para cambiar, necesitamos aprender de los demás, de las experiencias de éxito y de fracaso, las iniciativas fallidas, los inicios erróneos, los falsos comienzos e inciertos. Esta es una gran innovación que tenemos que resaltar. Innovación y creatividad van de la mano, como hermanas siamesas; la creatividad es el 51


talento necesario para generar las ideas requeridas por la innovación; que por su parte, representa el proceso de producir algo nuevo y único, es decir, novedoso (Matson, 1996).

Un camino, que consta de 3 partes o principios: 1). La generación de ideas (creatividad), 2). Su puesta a prueba (experimentación) y 3). Cambio de perspectiva (nuevo paradigma)

Que visto de manera práctica, corresponden a las tres claves para el éxito de las organizaciones que son prósperas e innovadoras (Patler, 2004). 1). Acabar con los viejos hábitos, 2). Abrir nuevos caminos y 3). Romper el molde

Pero cuidado, en nuestras instituciones educativas acecha un enemigo, terrible e implacable, que es la familiaridad, la zona de confort, lo convencional, lo tradicional, lo conocido. Tom Peters (1992) comenta de un fragmento del libro de Ann Beattle, “Picturing Will”, como una guía para no perder la perspectiva y el equilibrio en la vida: “…Hazlo todo bien, todo el tiempo, y tu hijo será un hombre de bien. Nada lo impedirá, excepto la suerte, la herencia, el azar y el signo astrológico bajo el que nació, su orden en el nacimiento, su primer encuentro con el mal, la muchacha que lo deje plantado a pesar de sus excelentes cualidades, la guerra que esté en marcha cuando sea joven, las drogas que quizá pruebe una o muchas veces, los amigos que tenga, las calificaciones en la escuela, lo bien que aguante las bromas sobre sus defectos, lo ambicioso que se vuelva, qué tan bajo caiga, la evidencia circunstancial, la perspectiva irónica, los peligros inesperados, la dificultad para triunfar por encima de las circunstancias, las malas compañías y los animales con rabia …”

Quisiéramos dejar en la mente a todos los que han llegado hasta estas líneas una pregunta: “Si usted pudiera imponer un único y sencillo cambio en la universidad, que se hiciera mañana y que por sí mismo llevara a un mejor futuro, ¿cuál sería?”

Estamos convencidos de que el desarrollar una mejor capacidad de aprender de los demás, es un buen principio para solucionar las limitantes de los sistemas de aprendizaje actuales. De las tres situaciones o escenarios para el futuro del mundo, que propone Eamonn kelly (2006). Tres escenarios para el futuro del mundo), nos quedaríamos con el del surgimiento, que responde 52


positivamente a la pregunta de que el liderazgo e innovación serán la fuente primordialmente ascendente, en un mundo democrático donde el poder se desplaza del centro, de abajo hacia arriba, y ampliamente compartido como nunca jamás.

Ángel Fidalgo, en un artículo reciente que escribió sobre si ¿El profesorado forma y el alumno aprende?: “… Un agricultor selecciona las mejores semillas para sembrar, una vez realizada la siembra cultiva el terreno (lo abona, lo limpia de malas hierbas, lo riega, lo cuida de ataques de plagas,..). Si la semilla era buena y ha cultivado correctamente recogerá una buena cosecha. En este breve símil la semilla es el conocimiento, sembrar es transmitir el conocimiento, cultivar son los paradigmas de aprendizaje y la cosecha es el fruto del aprendizaje. Dicho de otra forma el agricultor es el profesorado y la cosecha el conocimiento adquirido por los alumnos.

Es habitual considerar el proceso de formación como la selección de la semilla y la siembra, el alumno sería el terreno sobre el que sembramos. Que haya muchos reprobados en nuestra asignatura, será evidentemente, que el terreno es malo, que haya aprobados será que el terreno es bueno. A menudo se nos suele olvidar que no basta con sembrar, que también hay que cultivar para recoger una buena cosecha. Quien conozca el trabajo de un agricultor sabe que cultivar es un trabajo muy duro, levantarse con el amanecer, preparar el terreno para sembrar, abonar, arar, quitar las malas hierbas, regar, poner una vela a San Isidro Labrador para que no haya tormenta (o para que llueva), recolectar, almacenar, transportar, etc. Todos los que conozcan el trabajo del agricultor también saben que está mal pagado y muchas veces lo recolectado no da para los gastos. Lo mismo ocurre con los paradigmas de aprendizaje, si los llevamos a cabo, el trabajo del profesorado será mucho más duro, no sería reconocido por nadie (si acaso con suerte por los alumnos) y al final del curso pensaríamos que no mereció la pena. Sin embargo, el agricultor ha sabido utilizar maquinarias, formar cooperativas, diversificar su trabajo. En definitiva ha optimizado su trabajo de tal forma que en un mismo terreno ahora trabaja menos y obtiene más cosecha. El profesorado, al igual que el agricultor ha introducido maquinaria (tecnologías) en el proceso de formación, incluso ha organizado cooperativas (redes), sin embargo, creo que las utiliza mal. Me explico. La mayor parte de los procesos de innovación educativa sirven para crear o adaptar conocimiento, es decir, hacen la semilla de más calidad. Evidentemente si la semilla es mala no podrá germinar, pero a mi modo de ver actualmente el profesorado dispone de buenas semillas, por tanto, la innovación educativa se debería dirigir a otra cosa.

Una y otra vez se intentan renovar las metodologías formativas, pero siempre para sembrar no para cultivar. El proceso de siembra se hace con las mismas metodologías que hace cientos de años, 53


metodologías basadas en la docencia. Estas metodologías se han mejorado con la inclusión de tecnologías y redes, sin embargo continúan siendo las mismas. Nos empeñamos en innovar los procesos de siembra cuando la innovación educativa se debería dirigir a otra cosa. Las metodologías basadas en paradigmas de aprendizaje, al igual que cultivar, son costosas y suponen un gran esfuerzo. Aunque realmente se innova utilizando estas metodologías se suelen aplicar al proceso de selección de la semilla y en el de siembra. Creo que este es el gran error, que innovamos pero lo aplicamos en procesos equivocados. Debemos innovar en los procesos de cultivo, que actualmente son los que menos utilizamos. Debemos innovar para que cultivar se pueda aplicar, no es que no considere importantes la semilla y el proceso de siembra, es que esos procesos actualmente son correctos, por tanto debemos concentrar nuestros esfuerzos en aplicar paradigmas de aprendizaje pero en el proceso de cultivo”.

Hamel (2000), en su libro “Liderando la revolución” señala que “Las instituciones del siglo XXI que han sobresalido y estarán en la agenda mundial son aquellas que han basado su estrategia, no en la “e” (del correo electrónico, del internet) sino en la “i” (de la innovación e imaginación)”. Esto es, la brecha que separa a los ganadores de los perdedores, lo es el poder de la “i”, más que de la “e”.

Para toda universidad que aspire a transformarse en una institución sustentable y de alcance mundial nuestro mensaje sería: "Nos importa mucho el mundo que dejaremos a nuestros jóvenes. Aunque en mayor magnitud, urgencia o pertinencia, nos importa, qué clase de jóvenes le dejaremos al mundo".

Debe de quedar claro para ahora que nada llega para quedarse de manera definitiva, sea un producto, una marca, un hallazgo científico, una innovación educativa o una tecnología. Perales (2004) se refiere a este hecho, al relatar la cena de gala celebrada en beneficio de la ola de refugiados judíos que huían de la Europa del Este amenazada por Alemania. Corría el año de 1930, en el Hotel Savoy de Londres, cuando el genial George Bernard Shaw, presentaba al joven científico, ganador del premio nobel de la física, Albert Einstein. Estas fueron sus palabras:

“… Tolomeo creo para nosotros una teoría del universo que se mantuvo por 2000 años; Newton propuso un universo que se mantuvo por 300 años; y Einstein formuló un nuevo universo que supongo que ustedes quieren que diga que nunca se va a derrumbar, pero que sin embargo lo hará, aunque ni siquiera él, el más grande de nuestros contemporáneos, sabe cuánto tiempo pasará antes de que otro venga a desbancar sus teorías…” 54


VI. Vinculación de la educación universitaria con su entorno

“…Yo no vengo a trabajar por la universidad, sino a pedir a la universidad que trabaje por el Pueblo…” José Vasconcelos

VI. 1. El problema Aunado a los retos anteriores, existe una amplia brecha en la vinculación de las universidades y su entorno. Ello significa la impertinencia de los programas educativos para resolver problemas; la insuficiencia de la investigación científica que se lleva a cabo; y una formación profesional alejada de la necesaria actitud emprendedora, creativa, competitiva, sustentable, vinculada, innovadora y de compromiso social.

La desvinculación de la oferta técnico-profesional de las universidades con las organizaciones de productores y empresas agroindustriales, se refleja en el incipiente impacto de la investigación científica y tecnológica para crear, innovar y adoptar tecnologías adecuadas para la transformación del campo.

La vinculación tiene una estrecha relación con la misión estratégica de la universidad y se troca en un componente esencial de las funciones fundamentales de la misma. Parte fundamental del deber ser de la institución, descansa en diversas tareas de vinculación de la universidad, a través de la ejecución de acciones y proyectos de alta calidad y de beneficio mutuo con los sectores social, público y productivo. Mediante ellas, se proporcionan servicios profesionales, incluyendo la gestión de tecnología, para lograr el desarrollo sustentable -tecnológico, social, económico y ecológico-del país. No olvidemos que la Ley reglamentaria de la fracción XX del Artículo 27 Constitucional declara de interés público al Desarrollo Rural Sustentable; de este principio se desprende la obligación del Estado de promover su desarrollo. A éste artículo lo complementa el 25 Constitucional que le da al Estado la rectoría para que el desarrollo nacional sea integral y sustentable. 55


En la vinculación se acrisola el mejoramiento académico, especialmente la formación de recursos humanos, la actualización del currículum de las carreras y programas docentes que se imparten, la innovación en los métodos de enseñanza-aprendizaje y la consolidación de la base técnico-científica de la investigación. Las acciones de vinculación de las universidades son prioritarias, ya que la sociedad demanda que éstas no sean únicamente formadoras de cuadros técnicos profesionales, sino que también contribuyan al desarrollo nacional con aportaciones efectivas a la solución de problemas. La vinculación así percibida se puede constituir en una función sustantiva adicional al trinomio tradicional docencia-investigación-extensión (Escamilla y Mendoza, 2003).

Con vehemencia lo expresa López, 2011 “…La educación humanística exige también una vinculación congruente con el cambio de actitud que necesita la población de productores y consumidores…” La misión universitaria en términos de la vinculación, es colaborar hacia el desarrollo rural para el aprovechamiento sustentable de los recursos naturales y mejorar la calidad de vida de la población en general, a través de la generación y transferencia de tecnología eficiente y de la prestación de servicios oportunos y de alta calidad.

Ninguna universidad cumplirá plenamente su misión fundamental si no se apropia de la vinculación y la establece orgánica y estructuralmente como una función universitaria; con las variantes y condiciones que cada institución educativa establezca para su realización. Y que, adicionalmente, ésta función sea reconocida por la comunidad universitaria y responda a las necesidades del entorno.

Por tanto, el sentido social universitario está íntimamente ligado a su labor de vinculación. Las esferas de la vinculación universitaria se expanden se reorganizan y se recomponen. Tienen un origen y un fin en los ejes de tiempo y espacio; pero el proceso vinculatorio no perece; evoluciona a la manera de una espiral ascendente sin fin. Implica una asociación interminable de extensiones de la universidad desde la cultura hasta la innovación tecnológica; desde el aula hasta la práctica profesional; desde la academia hasta la empresa. Tanto vincula un espacio de educación continua, como el egresado en sus funciones laborales y ciudadanas.

Pero hay que reconocer que la misión de la universidad va más allá de su relación con el entorno social y económico. El debate contemporáneo aún persiste en cuanto a los fines de la universidad. Por un lado su misión de formación cultural, humanista y científica; y por otra, la 56


formación profesional dictada por la necesidad de aplicar el conocimiento al mundo laboral. Esto es, el fin humanista versus el fin utilitario. Al respecto, la Profesora Margarita Peya Gascóns, de la Universidad de Barcelona argumenta:

“…la universidad no es una empresa de formación. Una universidad reducida a empresa no sirve a los ideales de verdad y desarrollo de la cultura y a la formación de pensadores. Si fuera así, se limitaría a producir profesionales medianamente útiles a la sociedad. La universidad es una institución académica que, naturalmente, en los diferentes programas de formación de las distintas titulaciones ha de tener en cuenta las necesidades y las demandas del mercado laboral, pero al tratarse de una institución de rango académico superior, esta formación no es suficiente. Se espera que a la par que el estudiante adquiere competencias sobre la propia profesión, se forme también en los valores estrechamente ligados a la formación universitaria, como son la búsqueda de la verdad; la honestidad como valor que conduce al conocimiento y a las limitaciones del saber, la acción y las propias carencias; la solidaridad que equivale al compromiso con la sociedad; el respeto a la vida y a los demás como factor de cohesión social y también el respeto a la naturaleza como conciencia ecológica; la responsabilidad como asunción de compromisos; la justicia como medio de procurar la mejor distribución e igualdad de oportunidades; la integridad como ejemplo de rectitud; la libertad como autodeterminación y elección de alternativas; los principios éticos, entre muchos otros. Por tanto, la universidad como portadora de valores es creadora de una cultura en la que, además del conocimiento técnico, deben imperar el humanismo, la investigación, la innovación y la transferencia, entre otros aspectos…” (Peya Gascóns, 2011)

Sánchez y Caballero (2003), consideran que uno de los retos mayúsculos en la vinculación de las universidades con los sectores productivos y sociales, es el cómo garantizar su apego a la norma constitucional emanada de la fracción VII del artículo 3º, que claramente establece la autonomía, el autogobierno, las libertades de cátedra, investigación y de examen y discusión de las ideas de las mismas. Con todo y ello, señalan: “…No puede dejar de mencionarse que el papel de las instituciones de educación superior en la sociedad, no se limita a la preparación profesional de los alumnos que ingresan a las mismas, sino que incluye muchos otros aspectos que inciden en otras formas sobre las sociedades a las que sirven…es también responsabilidad de las instituciones académicas generar soluciones para los problemas contemporáneos, así como constituirse en difusores de pensamiento crítico que contribuya al bienestar de la sociedad…”

Por su parte Maldonado y Gould Bei concluyen que “…la vinculación con los diversos sectores productivos puede ser una actividad muy importante que redimensione las funciones 57


sustantivas de la universidad, docencia, investigación y extensión. Sin embargo estas acciones deberán evaluarse a fin de que permitan retroalimentar estas actividades y mejorarlas… para impulsar programas de vinculación que fortalezcan el compromiso social…” La visión de ANUIES∗ en cuanto a la vinculación, se estipula en su Programa de Desarrollo Educativo 1995-2000, “…una mayor vinculación de las instituciones educativas con sus entornos socioeconómicos, mediante los programas y acciones que se propongan una participación más activa y consistente para alcanzar un desarrollo integral y sustentable de las comunidades menos beneficiadas…y… con el sector moderno de la producción…”

Recientemente, al participar en el coloquio “Vinculación, Función Sustantiva en las Instituciones de Educación Superior; Presente y Futuro”, de la Universidad Tecnológica del Centro de Veracruz (UTCV), en julio de 2011, el Dr. Giacomo Gould Bei, investigador de la Universidad Autónoma de Baja California reiteró que “…Las universidades, los tecnológicos y los politécnicos deben ver a la vinculación como uno de sus proyectos más relevantes y no sólo como una extensión de la enseñanza… que la vinculación sea una función sustantiva de la universidad…hay un ‘desvínculo’ entre la oferta académica y las necesidades de la sociedad…”

Lo que está en el fondo del debate es si la universidad forma para la vida ciudadana o forma para la vida laboral. Ambas perspectivas no pueden separarse. En la universidad tienen cabida, sin excluirse mutuamente, la tradicional formación humanista y la coyuntural formación para servir al mercado. En su investigación acerca de los vínculos entre el conocimiento y la productividad, y que de manera directa impacta en la formación universitaria, De Mendoça Silva (2011) concluye: “…la universidad debe equilibrar la formación profesional con la humanística, pues de no ser así acabará convirtiéndose en un sector más del proceso educativo, con la función de aportar la mano de obra que éste necesita…”

Partiendo de diversas experiencias en ese contexto, y en plena coincidencia con la Dra. Mendoça Silva, se han realizado diversas acciones para que los estudiantes se formen integralmente. Esto es, recibir educación de calidad y excelencia para su formación en el trabajo. Pero que además que se preparen para la vida ciudadana; es decir formar: “…personas equilibradas, libres, responsables, emocionalmente inteligentes, intelectualmente capacitadas, ∗

ANUIES.- Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior.

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moralmente fortalecidas, mentalmente preparadas para vivir plenamente. Esta es la asignatura pendiente por la que tendrán que examinarse las universidades, en el siglo XXI, pues hoy en día parecen olvidar que, ante todo, deben ser el crisol en que se humanice el desarrollo general basado en el desarrollo, crecimiento y superación del ser humano…” (Medina, 2009)

VI. 2. Las opciones En la actualidad, la economía mexicana compite con el resto del mundo, tratando de cambiar radicalmente su eficiencia, estándares de calidad y productividad para incorporarse al mundo de la libre competencia. Alcanzar estas metas sólo será posible buscando alternativas tecnológicas e innovaciones en los sistemas administrativos de sus negocios. Esos bienes intelectuales sólo podrían ser proporcionados por profesionales y técnicos altamente capacitados (Castañeda, 1997).

“… los sectores productivo y de servicios, voltean hacia las universidades para adquirir conocimientos. Relacionarse con las empresas empezó a ser redituable para las universidades; por primera vez en la historia universitaria en México se obtiene beneficios económicos por los servicios prestados. Los posibles ámbitos de la relación universidad-empresa son muy variados: cursos, asesorías, convenios de colaboración, financiamiento de investigaciones y desarrollo tecnológico; intercambio de personal, orientación de carreras profesionales; generación de postgrados adaptados a las necesidades empresariales; programas de educación continua y de fortalecimiento académico; incentivos a la investigación, asociación en nuevas empresas, incubadoras de empresas, financiamiento corporativo con base en premios, becas y cátedras a profesores…” (Machado y Kessman, 1991).

La vinculación representa un elemento fundamental que permite a las instituciones de educación superior interactuar con su entorno, concepto con el que se han identificado alternativamente nociones tales como colaboración y cooperación, o bien, que ha sido definido con el término relaciones. Sin embargo, se observa que dicho concepto incluye en realidad una gran diversidad de actividades (ANUIES, 1998). Muchas universidades mexicanas han emprendido acercamientos sólo con la planta productiva o con la sociedad, desconociendo aspectos teóricos de la función de vinculación (Alcántar y Arcos, 2004). Esta brecha de la vinculación de la educación superior no es un problema exclusivo de México, el mismo proceso o el mismo comportamiento se encuentra en algunos países de América Latina.

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Los servicios dirigidos al entorno social son de carácter académico-profesional con ellos, las universidades fomentan y contribuyen al desarrollo cultural, humanístico, científico y tecnológico de sectores y comunidades específicas de la sociedad; a través de ellos se ponen en práctica los conocimientos teóricos y las competencias que adquirieron los alumnos en sus respectivas disciplinas, al mismo tiempo que se coadyuva al estudio y atención de las necesidades y expectativas sociales. El ejercicio de la extensión de los servicios implica que las instancias académicas interactúen permanentemente con el entorno social.

La posibilidad de inicio de la vinculación universitaria se da sólo en la medida que exista un mínimo nivel de desarrollo de la investigación. Dicho de otro modo, no puede haber una real vinculación, si no existe materia prima de intercambio que, en este caso, sería precisamente los resultados de la investigación; pero además, estos resultados deberían de poseer un cierto grado de desarrollo y aplicabilidad.

Algunas diferencias del orden conceptual serían las posiciones divergentes entre los teóricos; hay quienes consideran que la vinculación tiene un contenido básicamente económico, mientras que otros consideran que dicha actividad se resuelve exclusivamente mediante un acercamiento físico con la sociedad, enfoque fuertemente asociado a una visión asistencial.

La visión “fisicalista” considera que la vinculación se verifica, casi de manera exclusiva, en la medida en que se acortan las distancias materiales (físicas), entre universidad y sociedad, de modo que desde este punto de vista, casi cualquier cosa es susceptible de ser reconocida como vinculación: desde la instalación de una oficina de consultoría agraria, un despacho de asesoría legal o un consultorio dental en alguna colonia pobre, hasta la creación de un departamento de recepción de solicitudes de productores o la elaboración de programas de educación a distancia. Esta perspectiva hace casi imposible diferenciar las actividades que realmente podrían caer, en este momento, dentro de una moderna definición de vinculación. Esta visión prospera cuando se desea reivindicar el carácter popular de la educación ya que se fortalecen las orientaciones de asistencia a sectores sociales desprotegidos; con el modelo anterior suele confundirse la extensión universitaria con vinculación. “Esta visión podría considerarse como la más tradicional y la que ha creado mayores equívocos sobre el entendimiento de la vinculación, no obstante, aún es frecuente encontrarla como parte de las acciones que se asignan a las oficinas de vinculación, confundiéndolas con áreas de simple extensión universitaria.” (Campos y Sánchez, 2005)

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“En la visión economicista se concibe que a través de la venta de productos y servicios universitarios se allegarán jugosas cifras de recursos económicos para las universidades” (Campos y Sánchez, op cit). No ha sido posible hasta la fecha encontrar un documento oficial que presente, de manera totalmente clara, esta posición; sin embargo, en forma más directa los funcionarios y administradores de las instituciones universitarias la sostienen en lo general.

Otra perspectiva es la “productivista”, no totalmente reconocida, que entiende a la vinculación como válida sólo si la realiza el sector productivo de la economía y más específicamente la estructura industrial. Esta es la perspectiva más polémica ya que se asocia a una práctica muy común en las universidades. La vinculación en el contexto de la educación y la producción se ha utilizado para identificar de manera estricta un conjunto de actividades y servicios que las instituciones de investigación y educación superior realizan para atender problemas tecnológicos del sector productivo. En este sentido la vinculación sería un proceso de transferencia de tecnologías que puede implicar el establecimiento de puentes entre la investigación científica y el desarrollo tecnológico para atender problemas del entorno (Casas y Luna, 1997).

El concepto de vinculación se consolida con la promoción dentro y fuera de la universidad, de la conexión entre científicos y técnicos académicos, en que se tiende un puente más estructurado y organizado entre la universidad y el sector productivo, así como con iniciativas cuyo fin sea la actividad de transferencia realizadas por conducto de los propios investigadores y en los casos que así lo ameriten creando pequeñas unidades de transferencia de tecnología al interior de cada dependencia.

Por lo anterior la vinculación es una actividad que requiere ser vista de manera holística, como una nueva función de las universidades, ya que hasta ahora son sólo tres las acciones sustantivas: la docencia, la investigación y la extensión; de tal forma es más que necesario ampliar este horizonte de funciones hacia la vinculación.

Al entenderla como una nueva función y no como parte de la extensión universitaria el concepto adquiere más amplitud, considerándose como un verdadero eje estructurador de la planeación académica, esto es, que las funciones de docencia e investigación universitarias encuentran mecanismos y formas de articulación de manera más estrecha y efectiva con la sociedad y la economía salvando el carácter asistencial que hasta antes prevalecía.

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Este cambio significa el establecimiento de un nuevo contrato social entre la academia y la sociedad, además de requerir un amplio y fuerte apoyo gubernamental, de acuerdo con el papel que se le ha asignado a la investigación en el nuevo modelo económico. La adopción de este nuevo contrato y su traducción e instrumentación variará, obviamente, de una institución a otra y dependerá en gran medida de la respuesta y el sostén de las políticas nacionales e internacionales.

La vinculación como actividad o función universitaria nueva no puede concebirse adoptando modelos similares a los experimentados en instituciones norteamericanas o europeas, por la sencilla razón de que en México la relación entre las instituciones educativas y el sector productivo ha sido radicalmente diferente a la que se ha dado en otros países, sin descartar con ello sus respectivos comparativos.

“Para desarrollar la vinculación en realidad se requiere de un esfuerzo que incluya acciones gubernamentales, de agentes y actores de los sectores productivos y del llamado sistema de ciencia y tecnología. Aunque el mismo proceso de vinculación es deseable, no es fácil de definir ni de implantar” (Corona, 1994).

Esta nueva concepción contribuiría a que las universidades re-direccionen sus objetivos y visiones a futuro, sus planteamientos serían más factibles reconociendo el papel que le corresponde desempeñar a la universidad en la sociedad, identificándola como la institución por excelencia, comprometida e interesada en participar en la solución de las problemáticas que enfrentan los ciudadanos de las regiones en las cuales están localizadas.

Al igual que el resto de funciones universitarias, ésta debe integrarse a la cotidianidad académica y ser resuelta de manera colectiva. Las oficinas de vinculación sólo asumen el papel de facilitadoras de esta actividad que día a día cultivan y consolidan los académicos e investigadores de cada facultad o centro de investigación. El área de vinculación deberá ganar un liderazgo académico y generar la confianza moral entre los universitarios, de modo tal que le permita impulsar nuevas formas de comunicación entre ellos y la academia, entre facultades, entre centros de investigación así como entre unos y otros.

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VI. 3. Estrategia de vinculación El término vinculación se ha puesto de moda en la última década, formando parte de la jerga de los especialistas en educación superior para aludir con un nuevo matiz a la misma dimensión que denotan los términos difusión y extensión. No obstante, el uso frecuente y restringido del término lo limita a las relaciones de las universidades con industrias u otras empresas del llamado sector productivo de la sociedad. En los últimos años se han realizado múltiples cursos, talleres y otras actividades de vinculación en los que se ha manifestado esa conceptualización (Martínez, 2000).

Al utilizar el término vinculación, habitualmente se enfatiza a la relación entre las universidades e industrias, comercios y otras empresas de servicios, preferentemente privadas. Esta dimensión se destaca por los procesos de globalización e integración industrial, comercial y financiera. Sin embargo, no deben perderse de vista otras dimensiones igualmente esenciales: las que se refieren al desarrollo social y político, al mejoramiento continuo de los sistemas tradicionales, como los democráticos y de justicia, y a la adecuada integración de valores y tradiciones locales con los de otras naciones, constituyendo ricas y novedosas síntesis culturales alejadas de extremos y radicalismos.

“Ante tal diversidad de alcances del concepto, es menester hacer énfasis en el hecho de que la relación establecida entre universidad y sociedad no es de carácter técnico, sino conceptual. Por ello, se requiere tener una idea clara de qué se considera relevante y, al mismo tiempo, estar capacitado para detectar cuándo se estaría en riesgo de caer en la irrelevancia que amenaza a las universidades.” (Alcántar y Arcos, op cit )

En las últimas dos décadas el término vinculación asociado a las instituciones de educación superior y la relación con su entorno, ha sufrido una serie de cambios en su interpretación, concepto y significado. A diferencia de otros países como Estados Unidos de América, Canadá e Inglaterra, para América Latina, y en especial para México, el término tiene una connotación más amplia debido a los diversos atributos que los organismos gubernamentales, empresariales y educativos le han adjudicado.

La vinculación de las universidades con los sectores productivos contribuye positivamente en la formación y actualización de alumnos y académicos; en la solución de problemas a nivel local, regional y nacional; en la formación pedagógica de la planta docente; en la innovación y mejora de 63


procesos que tienen lugar en ambas partes, así como en la inserción efectiva en la vida cultural y comunitaria (ANUIES, 2000). Constituye un proceso integral que articula las funciones sustantivas de docencia, investigación y extensión de la cultura y los servicios de las universidades para su interacción eficaz y eficiente con el entorno socioeconómico, mediante el desarrollo de acciones y proyectos de beneficio mutuo que contribuyen a su posicionamiento y reconocimiento social.

Por lo tanto, la vinculación universitaria además de un fenómeno educativo y científicotecnológico es un fenómeno social y humano ya que es una actividad transformadora e integradora que forma parte del proceso de cambio. Bajo ésta perspectiva a la vinculación se le han integrado nuevos elementos: posicionamiento y reconocimiento social; situación que amplía el concepto pretendido desde el principio.

Las concepciones reduccionistas empobrecen el concepto de vinculación, para evitarlo, se necesita que esta actividad sea concebida como la relación de la institución en su conjunto con la sociedad, considerando también a esta última de manera integral; esto es, no limitada solamente a los sectores productivos, sino incluyendo también al sector social, sean estos agrupaciones ciudadanas, órganos de gobierno, partidos políticos, u otros (Alcántar y Arcos, 2004)

Es necesario que los sectores productivos y sociales deban estar presentes en el diseño de los programas de vinculación, superándose con lo anterior la idea de que la vinculación es un camino en una sola dirección, dando lugar con ello a mecanismos que faciliten la obtención de beneficios mutuos, los cuales sin duda serán distintos, pero valiosos para ambas partes.

Los países en vías de desarrollo actualmente se plantean la necesidad de que las escuelas e instituciones educativas sean organizaciones abiertas, con interacciones horizontales en cada tipo y verticales entre tipos y niveles, y vinculadas con el entorno nacional e internacional para que muestren así su potencial como fuerza innovadora de cambio.

Sólo bajo tales condiciones la sociedad asumirá a la educación como un asunto que le compete directamente; estará organizada y participará activa y responsablemente, aportando opiniones que nutran la toma de decisiones en los diferentes ámbitos educativos, lo cual, al mismo tiempo permitirá a la educación superior posicionarse como elemento fundamental del desarrollo (SEP, 2001).

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El reto de toda acción vinculadora en las universidades es establecer esquemas apropiados para una mayor participación social en todos sus niveles, perfeccionando los mecanismos de coordinación, consulta y participación social, asegurando la relación entre todos los sectores de la sociedad y la universidad. A ello se debe la creación de Consejos Consultivos de Vinculación para la Educación Superior, cuyo propósito consiste en recoger de manera sistemática la opinión de los sectores productivos y sociales para enriquecer las políticas establecidas por las autoridades e instancias responsables de coordinar la educación superior, fomentando la innovación y el intercambio de experiencias exitosas de vinculación en este nivel de enseñanza.

“…todas las áreas del conocimiento que cultivan las IES∗ deben aportar algo a la sociedad, y de que todas las áreas de ésta última, además de recibir apoyo de las IES, pueden hacerles también aportaciones valiosas. La vinculación, en su sentido más amplio, se concibe como una acción en dos sentidos: de las IES a la sociedad y de ésta a las IES…” (ANUIES, 2008).

Esta concepción abierta de las universidades incluye la realización de acciones que amplíen las posibilidades de acceso de diversos grupos sociales a sus servicios, lo que es factible gracias a las nuevas tecnologías de la comunicación que permiten realizar la función educativa a distancia y asincrónicamente. Ello amplía las posibilidades de acción y genera espacios idóneos para la creatividad.

Las propuestas de la ANUIES para el desarrollo de la educación superior solicitan se incluya objetivos como el incremento de la pertinencia de las actividades de las IES, fortaleciendo sus estrategias de vinculación con su entorno, entendiendo la pertinencia de manera integral para que el diseño y la implantación de sus programas sustantivos se hagan considerando las necesidades de los diversos sectores sociales, con especial atención a los más desprotegidos.

∗ IES. Instituciones de Educación Superior.

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VI. 4. La vinculación en la práctica ¿Cuáles son los beneficios de la Vinculación Universitaria en el desarrollo rural? Entre otros se pueden señalar:

Para la sociedad rural: •

Se impulsa el desarrollo económico, social y tecnológico.

Los proyectos resultan en tecnologías más avanzadas y más productivas.

Se estimula la creación de nuevas empresas y fuentes de empleo.

Vincula a los académicos con las realidades del trabajo en los sectores privado y público.

Responde a las necesidades para la investigación aplicada.

Para la universidad: •

Integra teoría y práctica en su plan de estudios.

Ingresos y otros beneficios por venta de proyectos y servicios.

Proyecta una imagen positiva.

Obtiene acceso al talento intelectual, ideas, conocimientos expertos, resultados de investigación y métodos de entrenamiento del sector productivo.

Los proyectos proporcionan a los estudiantes experiencias que profundizan y complementan el trabajo en el aula: cuadros de transformación.

Enriquecen, profundizan y consolidan los conocimientos adquiridos en el aula.

Adquieren conocimientos y experiencias prácticas que estrechan su vinculación con el sector productivo.

Fortalecen actitudes y conductas emprendedoras.

Enfrentan y solucionan problemas reales.

Para las organizaciones campesinas y empresas: •

Acceso a conocimientos especializados y expertos.

Disponibilidad de egresados mejor preparados, actualizados y sobre todo más vinculados con el ámbito de competencia laboral.

Oportunidad para aplicar los resultados de investigación e innovaciones a la generación de productos y servicios.

Solución a demandas del sector productivo.

Fortalece la empresa: Administración y control, técnicas, capacitación de empleados y organización. 66


VI. 5. Misión de la vinculación Los argumentos a favor de una misión intermedia de la universidad en que, sin perder su esencia humanista, se incentive su vinculación con su entorno productivo y social, parecen ser los que dominan el debate contemporáneo. A ésta conclusión arriba Espinoza (2002), quién enumera algunos de los impactos de la universidad - sector productivo - ambiente, entre los cuales se encuentran: •

Integrar un seguimiento de egresados permanente.

Contacto permanente con el sector productivo.

Vinculación universidad sector productivo.

Evaluación permanente académica y empresarial.

Proyectos de investigación científica de apoyo mutuo.

Trabajo en equipo compromiso con la excelencia en el desempeño laboral.

Detección y solución de problemas.

Aplicación de la tecnología para el cuidado del ambiente mundial multidisciplinario.

El lema actual de la Confederación Nacional Agronómica es “Cultivar la Tierra; Cultivar el Hombre”, que no sólo es una bella pieza poética, sino que es un lema educativo y visionario para formar nuevas conciencias y actitudes hacia el campo. Lleva implícito el mensaje de sustentabilidad, entendida como una doble preocupación: ¿Qué campo le heredaremos a los campesinos de México? Y ¿Qué campesinos le entregaremos a México?

La gente del campo tiene muchos valores, es práctica y enfocada a su trabajo. Tal vez requieran de conocimientos y educación especializada. Ellos están ansiosos de recibir a técnicos preparados en las áreas que a ellos les complementa su productividad. Pero también hay técnicos que están ávidos de conocimientos, y que voluntariamente pagan por recibir entrenamientos, seminarios y conferencias de temas de tecnologías de punta, que puedan llevar a la práctica. De todas las pobrezas del ser humano, entre las que contamos, la espiritual, la de valores, de alimentación, la patrimonial, o la ambiental, la más crítica para el desenvolvimiento de un pueblo, de una sociedad, de la gente, es la pobreza intelectual, que se genera del rezago educativo.

Uno de los grandes desafíos del mundo contemporáneo es, junto con el “desarrollo sustentable”, la transformación del conocimiento en riqueza. La pregunta entonces es ¿Cómo establecer patrones de producción y de consumo que tengan en cuenta las demandas de poblaciones 67


en aumento en todos los rincones del país, preservando la calidad de vida y el equilibrio del medio ambiente en el planeta?

La preocupación por la sustentabilidad ha ocupado un lugar importante en la agenda global desde hace más de dos décadas, colocando sobre la mesa, la necesidad de orientar los esfuerzos de ciencia y tecnología para atender los desafíos del reto global por la sustentabilidad. Pero, ¿cómo pueden contribuir más efectivamente la ciencia y tecnología al logro de las metas de la sociedad en el tema del desarrollo sustentable del campo de México?

Ningún esfuerzo para incrementar los umbrales actuales de la producción sustentable que beneficie a los sectores más pobres del mundo rural requerirá de nuevas alianzas entre las empresas, la sociedad civil, las organizaciones de productores, el gobierno y la universidad.

Se propone como prioritario para la vinculación de las universidades con el desarrollo del campo mexicano, lo siguiente:

• Aprehender y aprender las interacciones ambiente-hombre que se producen en los sistemas socio-ecológicos a través de las distintas escalas espaciales y temporales. La resiliencia de un sistema, junto con la adaptabilidad y su capacidad de transformación, son capacidades socioecológicas de los sistemas agrícolas. La construcción de resiliencia o elasticidad requiere mejorar los procesos sociales, ecológicos y económicos que le permiten reorganizarse después de una crisis.

• Uno de los aspectos más relevantes en cuanto a los valores, es la necesidad de integrar las diferentes formas del conocimiento. Además del estudio de cultura y valores de los productores, es importante considerar la cultura y valores de la misma comunidad de investigadores. Esta decide qué observar y estudiar, y qué tipos de información se considera como conocimiento legítimo. Para atender a los desafíos complejos del desarrollo sustentable, se requiere de la interacción de ambas comunidades; tenemos que reconocer que mucho de las habilidades relevantes con bases locales se encuentran afuera de la comunidad de investigación formal. En otras palabras, los que experimentan y desarrollan soluciones para los problemas de sustentabilidad en el “laboratorio de vida” deben incorporarse, como un importante complemento a la ciencia y tecnología formal e institucional para el campo.

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• Es de la mayor relevancia el vincular el conocimiento con la acción, donde se rescaten dos aspectos fundamentales: (1) La necesidad de construir capacidades institucionales y (2) La creación de espacios para el diálogo y la vinculación estratégica gobiernouniversidad-organizaciones de productores.

• El campo no puede esperar más, las dependencias gubernamentales están urgidas a aportar resultados, de los cuales los centros generadores de investigación y desarrollo tecnológico poseen muchas de las soluciones. Los casos exitosos que tenemos registrados, constituyen ese faro de esperanza, esa marca luminosa, que sirve de referencia para orientar a los productores hacia dónde dirigir sus esfuerzos, como actuar, que metas perseguir. Debemos de cambiar el ancestral método de solución de problemas por la multiplicación y escalamiento, en el corto plazo, de todos los casos exitosos.

• Para asegurar un éxito duradero, el desarrollo de capacidades no sólo debe incorporar a los individuos, sino también a las instituciones y comunidades en las cuales ellos operan. Por lo tanto, el reto central es fortalecer la habilidad de las instituciones existentes para que respondan a los temas de la sustentabilidad. Es necesario fortalecer las organizaciones de productores que faciliten el flujo de la información a través de las fronteras entre el conocimiento y acción, las cuales son particularmente importantes para asegurar que la ciencia y tecnología jueguen un rol más central en el desarrollo sustentable. Al mismo tiempo, hay una necesidad de construir nuevas instituciones que permitan las interacciones sostenidas entre los científicos de ciencias naturales y sociales, ingenieros, y especialistas en el desarrollo económico y política pública.

• En la medida en que ninguna organización o grupo de presión por sí sola tiene la suficiente legitimidad y credibilidad entre la amplia variedad de las comunidades relevantes, es necesario crear plataformas y mecanismos para vincular a los diferentes tipos de actores y construir –con base en el entendimiento mutuo e información compartida- las acciones y prácticas para el desarrollo sustentable del campo mexicano.

• Es, por tanto, imprescindible llevar a cabo una transformación educativa para que en todos sus niveles y categorías se perciba la crisis ambiental, social y económica en su verdadera dimensión. Ello significa formar personas capaces de enfrentar los retos actuales, que se

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opongan al uso inadecuado de los poderes económico, social, político y psicológico, en el proceso de construcción de un nuevo estadio de comportamiento.

• La sustentabilidad del campo no puede limitarse a la búsqueda de tecnologías de producción menos contaminantes, sino que debe partir de la construcción holística e integral de un nuevo proyecto de vida, que tome en cuenta la protección ambiental, las necesidades básicas de los seres humanos y el bienestar económico. Este proyecto tiene que estar acompañado por maneras diferentes de concebir la convivencia, la gestión política, la eficiencia y eficacia de los proyectos económicos, de resolver en forma pacífica los conflictos violentos, de reconocer y respetar –de manera integral- los derechos humanos, la participación ciudadana y la acción social.

• Es necesaria una revolución tecnológica y social de tal magnitud que permita transitar hacia un cambio de ideas y de formas en que se perciben los adelantos, vinculados con las tradiciones enraizadas en nuestras culturas.

• El desarrollo sustentable va de la mano con el desarrollo social, por lo que no se puede hablar del primero si no existe justicia distributiva o justicia social. No cabe duda que la crisis ambiental que se vive es una crisis del modelo civilizatorio y del sistema de desarrollo dominante. El modelo insustentable, generador de pobreza, es una crisis de conocimiento, que determina como la sociedad humana entiende la realidad, concibe el mundo y lo materializa. A esta crisis de la irracionalidad, la denominamos crisis ambiental. La acción social es el detonador de la sustentabilidad, no a la inversa.

• Una sociedad sustentable es aquella en la cual la gente se preocupa por los demás y valora la justicia social y la paz; en la que todos tienen acceso al agua potable, al alimento y a la vivienda; se respetan y proporcionan iguales oportunidades a las mujeres; y se atienden los problemas de los jóvenes, los ancianos y las personas con discapacidad, así como de otros grupos sociales menos poderosos, o marginados.

• Se requiere rescatar el patrimonio cultural y el bienestar de los grupos étnicos, valorar y respetar la diversidad cultural en todas sus formas, fortalecer las particularidades locales comprendiendo la conexión nacional y global, asegurar la salud humana y la calidad de vida mediante ambientes seguros, limpios y saludables, garantizar el acceso de todos a la

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educación, resolver las disputas mediante la discusión, la negociación y otros medios pacíficos, preocupándose y respetando todas las formas de vida.

• Con muy contadas excepciones, en el desarrollo de las cadenas de valor los eslabones más cercanos al consumidor final, tiene un rendimiento sobre la inversión más elevado y una mayor rotación de sus activos, mientras que la producción primaria, normalmente es el amortiguador de los embates en cambios de precio, costos, siniestros, etc. La actividad primaria, tal y como la conocemos en México (salvo sus muy valiosas excepciones), está caracterizada por una producción desagregada y desvinculada del mercado, con superficies pequeñas, las cuales no sirven como garantía (dada la forma de tenencia de la tierra), escaso acceso a la tecnología y al financiamiento y practicada por personas con nivel educativo bajo o medio. Está metida en una trampa, donde la única salida para el productor individual es precisamente lo que pide... "los apoyos de gobierno", tales apoyos son vistos como una fuente permanente e inagotable de recursos económicos que complementan el sustento familiar, el productor no puede pedir otra cosa, pues sabe bien que bajo el esquema actual no puede pedir más que eso, las reglas del juego están puestas desde hace muchos años y no han cambiado o se han modificado muy poco, por eso es que el campesino no puede pedir algo diferente porque lo desconoce, ese es su paradigma.

• Bajo estas reglas no podemos hablar de campo sustentable, más bien hablaríamos de pobreza sustentable. Hablar de campo sustentable, es hablar de cambios radicales, en nuestra forma de pensar y también en la de los productores del campo, de quienes los asesoran y los dirigen, en suma, de todos. El enfoque debe ser integral, se debe procurar el desarrollo tecnológico, la organización, el acceso al financiamiento, el acceso a insumos más baratos, y que la actividad sea rentable.

• El esquema de desarrollo del campo mexicano, tiene que ver con mejorías directas en la actividad primaria (tecnología, organización, financiamiento), pero también llevando a los productores a participar de beneficios en otras partes de la cadena, es decir que el productor se integre en una cadena industrial que le permita participar de algunos beneficios adicionales a los que tendría en la producción primaria y si estas integraciones se dan a nivel local a través de pequeñas empresas agroindustriales, mucho mejor, ya que a nivel local el campesino podría tener acceso a pequeñas oportunidades (ingreso agrícola, sobreprecio por participare en una cadena, disminución de costos por compras en volumen, financiamiento accesible, empleo regional al poder tener un trabajo directo o indirecto en la cadena 71


agroindustrial que complemente su ingreso), las cuales tendrían que ser complementadas con agregados a nivel macro, como sería educación, servicios....que al final de cuentas suman al elevar la calidad de vida del campesino.

VI. 6. Por una educación sustentable más allá de la vinculación Nuevos paradigmas nos rodean y nos acechan. Tenemos que estar atentos de aquellos que por su utilidad, pueden ser positivos al desarrollo. Shirky (2008), es uno de los más talentosos observadores, en nuestra cultura, del poder transformador de las nuevas formas de interacción social que nos permiten las tecnologías. Al plantear los términos en que la sociedad moderna está cambiando, ha estudiado los efectos de las redes, en particular donde se traslapan las redes sociales y las redes tecnológicas, dando lugar a una nueva arquitectura de participación social. Las mismas instituciones de ayer y hoy continuarán existiendo, pero sus formas tradicionales de operar serán diferentes. Veremos formas novedosas de acción social. ¿Qué y cuándo cambiará?, es una preguntas que nos haremos muy a menudo. Se espera que los cambios ocurran fuera de los protocolos administrativos y burocráticos actuales; los mismos que limitan o limitaron la efectividad o desarrollo de la sociedad misma. Ésta forma inédita de agrupamiento de la gente que desea llevar a cabo algo, está sucediendo por todas partes; no es exclusiva de un grupo o región del mundo en particular. Y al hacerse sin respaldo institucional de ninguna suerte, es un gran cambio, un gran reto, más que un mejoramiento de la sociedad contemporánea.

A éste fenómeno, Clay Shirky le denomina el poder de la organización sin organizaciones también llamado organizando la desorganización- y afirma que cuando piensa en tecnologías, su tiempo y energía los usa más para ‘escardar’ que para ‘plantar’; o sea, le dedica más tiempo a eliminar lo irrelevante que a aprender algo novedoso. Esto es particularmente cierto para los que nacimos antes de que las herramientas de las redes sociales estuvieran disponibles para todos.

La generación que se está formando en el aula universitaria está asimilando toda una nueva legión de herramientas sin tener que borrar la cantidad de datos irrelevantes que los mayores de edad aprendimos. Este aprendizaje y adopción de nuevas herramientas sociales nos ubica en el umbral de la era actual u Holoceno y la siguiente que bien podríamos llamar -por el brutal impacto de las tecnologías humanas en el ambiente- la era del Antropoceno.

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Una tecnología, por sí misma, hace posible pero no induce el cambio social. Éste se da cuando el comportamiento, la apropiación que hacemos de la misma es generalizado o ubicuo. Por todos es muy conocido que requerimos de procedimientos, instrucciones y programas (Software) y de equipo e infraestructura (Hardware), pero sobre todas las cosas, es indispensable la mentalidad, la cultura, la formación (Mindware).

Por ello el impacto real de una tecnología, no se da cuando está disponible, sino cuando se hace ubicua. Todos hemos crecido en un mundo de recursos limitados e instituciones jerárquicas; estamos en un continuo reaprendizaje de las nuevas reglas al adoptar tecnologías novedosas y romper con las antiguas. Para los que vienen detrás de nosotros, jóvenes y niños, y que forman parte de éstas tecnologías, las nuevas reglas no serán ya reglas nuevas. Hasta entonces empezaremos por fin a ver cumplidas las promesas de estas tecnologías.

Parecería muy aventurado y paradójico el expresar que en abono a la visión de sustentabilidad auspiciada por la vinculación universidad-campo, hay un principio unificador de la relación sociedad-tecnología que nos aporta el profesor y consultor Shirky. Sirva como una reflexión, soñando con los pies en la tierra: “Una revolución no sucede cuando la sociedad adopta nuevas tecnologías; se da, cuando la sociedad adopta nuevas conductas”

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VII. Encuentro de ganaderos y asesores, paradigmas en acción

VII.1. Planeación y manejo del recurso

En el ámbito pecuario, un ganadero nunca se dejaría recetar una medicina o construir una casa por alguien que no sea médico o arquitecto respectivamente. Sin embargo para el mismo ganadero existe poca renuencia para que alguien se encargue de su negocio sin tener la formación necesaria; aún a sabiendas de que las decisiones que tome le repercuten en sus ahorros y ganancias. Por ello todo ganadero debe tener como principal responsabilidad y mayor prioridad el conocer todo lo referente a la planeación y administración. Hay que recordar y tener siempre en cuenta que: la persona más importante es el dueño del negocio, y por tanto el mismo debe participar en todo lo relativo al plan; él es el responsable principal. El asesor, sólo cumple la tarea que el dueño le asigne, él le puede orientar y entrevistar para elaborar el plan, pero, él sólo es un elemento temporal del negocio.

No hay dos planes iguales, ni tampoco un método único para elaborarlos. Stutely (2000), experto en planeación estratégica, operativa y financiera y en la aplicación práctica de planes de negocio, enfatiza que todo empieza por preguntarse tres cosas:

1. ¿Dónde estamos actualmente? 2. ¿A dónde queremos llegar? 3. ¿Cómo llegar a ese punto?

Si se fija con atención, la segunda pregunta es la que más se identifica con todo plan de negocios. Sin embargo no la podemos contestar adecuadamente si no sabemos de dónde venimos, o lo que es lo mismo, responder a la primera cuestión. Así una vez identificados, el donde está y en donde quisiera estar, podrá concentrarse en el cómo hacer realidad su visión, esto es, dar contestación a la última pregunta. En resumen las tres piedras angulares para establecer un plan de negocios en su rancho son:

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Determinar cuál es el estado actual del rancho

Definir a donde se quiere llegar

Dejar el rancho como está actualmente

Crecer ampliando o diversificando las actividades del rancho

Disminuir la operación del rancho

Establecer la estrategias para llegar al punto que queremos

De ésta forma estaremos en condiciones de elaborar un plan estratégico del rancho ganadero, mediante el cual se explique claramente la manera de realizar ciertas actividades, en determinado período de tiempo, en un sitio específico y con qué dinero.

VII.2. Los asesores del rancho De acuerdo con Enelow (2001), el segmento de más rápido crecimiento en el mercado profesional es el de los asesores; a ellos les corresponde ofrecer de manera temporal y sin ser parte del negocio, el conocimiento y la especialización necesaria para una tarea específica. Por ello es necesario reflexionar acerca de su importante quehacer y cuestionar en primer lugar si los asesores están seguros de que la práctica de la asesoría es para ellos; como criterio de evaluación hay que considerar los riesgos implícitos en su desempeño, las adversidades que enfrentaran inherentes al productor, a las condiciones del mercado, a las situaciones económicas en general y al tiempo que deben de disponer para cumplir su función.

En segundo término es conveniente asegurarse si se sienten capaces de prestar sus servicios y dedicar todo ese esfuerzo para promover “su” negocio de asesoría. Y finalmente el asesor debe tener seguridad de que podrá “vender” sus servicios y lograr que tenga éxito ¡Es cosa seria intentar un cambio en la manera en que un productor hace las cosas! La función del asesor se transforma en una cuestión vital para los altos propósitos de mejorar las condiciones económicas del productor individual; no es un trabajo superficial o epidérmico. Los asesores, tienen en sus manos la posibilidad de controlar el que, el donde, y el cómo hacer su trabajo para que sea más productivo, más ameno, y más vivificante. El mensaje es claro: hacer las cosas de manera diferente; pensar de manera no convencional; adoptar una actitud distinta; o sea, cambiar a los demás exige primeramente cambiar uno mismo (Champi y Nohria, 2000).

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VII.3. El ganadero y el asesor En los primeros encuentros de un asesor con el productor es necesario identificar hasta que punto considera este último al rancho como un negocio. De esa percepción se puede abrir todo un abanico de caminos para preparar con bases firmes al productor para que mejore substancialmente sus ingresos a corto plazo. Con toda seguridad que una de las barreras principales para que el ganadero acepte nuestra asesoría (asistencia, enseñanza, entrenamiento o capacitación) será su resistencia al cambio.

Para enfocar los problemas relativos al cambio existen tantos métodos como problemas encontrados. Existe un enfoque práctico, metódico y creativo diseñado por Kriegel y Patler (1993) y Kriegel y Brandt (1996), para la administración del cambio y enfrentar con éxito la adopción y aplicación de planes de negocios con los productores. El paso inicial es la creación de un medio propicio dispuesto al cambio y, el cual se basa en dos aspectos fundamentales: la confianza y el aprecio.

¿Cómo podemos ganarnos la confianza del productor? Antes de contestar esta cuestión es pertinente indicar que las investigaciones sobre el cambio consideran a la confianza de mayor importancia que la inteligencia o el criterio de una persona. Es decir, el tener un criterio angosto ser poco inteligentes no es tan negativo como no ser dignos de confianza. De ahí que para generar confianza tenemos que realizar acciones que demuestren: • Honestidad – que nos crean lo que decimos. • Integridad – que cumplamos lo que prometemos. • Franqueza – que compartamos lo que sabemos. Tenemos algunas opciones para fortalecer la relación de confianza. Un buen comienzo es practicar lo que prediquemos. Que nuestras actitudes y acciones concuerden con lo que hablamos. El refrán popular “Del dicho al hecho hay un largo trecho” expresa claramente la dificultad de mantener la congruencia entre el decir y el hacer, por tanto, destaca la importancia de enseñar con el ejemplo.

Otra buena ruta para acrecentar la confianza es hablar con la verdad; no guardar secretos ni alejarnos de la realidad, con el pretexto de no ofender ó de no lograr un diálogo o comunicación.

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Seguir al pie de la letra el dicho tradicional “la verdad no peca pero incomoda” nos aleja del propósito que invita a la confianza.

Un camino opcional consiste en dar crédito a las ideas, propuestas, sugerencias o recomendaciones de los otros. No hay nada que vulnera tanto la confianza como apropiarnos de los méritos ajenos. El trabajo en equipo y el reconocimiento de las aportaciones de todos despeja la vía para acrecentar la confianza. La mejor manera de aprender es compartir experiencias en equipo; como dice el dicho “al que trabaja con la miel, algo se le pega”.

Otra buena recomendación es el evitar ser lengua suelta o boquifloja. El que aspira a ser de confianza no tiene que ser proclive al chisme y debe mantener la discreción de lo que se le confía en privado. Al indiscreto, al hablador a aquel cuyo “pecho no es bodega”, se les retiran las personas y tiene asegurada la nominación a la presea de la desconfianza. No en balde enseña la voz del pueblo “en boca cerrada no entran moscas”.

En cuanto al aprecio, hermano gemelo de la confianza, es un elemento que propicia ampliamente el cambio como un salto de fe del productor hacia el asesor. Simboliza el respeto por lo que haces, el tomarte en cuenta para todo. Mediante el aprecio se reconoce que la mejor inversión de un plan de negocios es la gente. Mediante el aprecio se posiciona una vía de ida y vuelta, de doble sentido; esto es, se siembra una relación recíproca entre el productor y el asesor, que conduce eficazmente a profundos y arraigados sentimientos de lealtad.

Mostrar aprecio por otros es: 1) tener respeto para un ser humano que tiene necesidades, aspiraciones, temores, cargas emocionales y paradigmas; 2) usar la empatía y ponernos en su pellejo o zapatos, en tener la capacidad de pensar y sentir, como si viviera la experiencia del otro, hacer algo distinto a lo que tradicionalmente se espera, es usar el factor sorpresa para finalmente generar un vínculo que perdure; y 3) dar reconocimiento al esfuerzo, ideas y aportaciones de los demás, hacerlo permanentemente, es aprender a ser agradecido, a dar gracias. No es simular ni ciegamente aceptar lo que el otro cree ó piensa; es crear las condiciones para que prospere el cultivo del cambio.

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VII. 4. El ganadero se resiste al cambio La resistencia al cambio es un asunto personal e individual. Concierne a las personas como una actitud natural de aceptar u oponerse a los retos, al terreno desconocido, a lo nuevo, a lo que es mejor de lo que hacemos. Bien arraigado en nuestra cultura está la sentencia “más vale malo por conocido que bueno por conocer”, que nos impone una camisa de fuerza mental para continuar haciendo lo tradicional, lo habitual. Las costumbres y los hábitos condicionan nuestra manera de actuar y pensar.

En el método de Kriegel, Patler y Brandt para promover el cambio en los individuos y organizaciones, encontramos el concepto de “vacas sagradas”; que usan para describir aquellos sistemas, estrategias, políticas, personas, procedimientos y rutinas tradicionales de hacer las cosas.

Algunas expresiones de “vacas sagradas” ante propuestas novedosas son “así se ha hecho siempre”, “esto se hace porque sí”, “mi abuelo nunca lo hizo” “¿por qué yo?”, “ese trabajo lo hacen todos”, no creo que funcione”, a mi vecino no le dio resultado”, y otras muchas. En un negocio, la vaca sagrada consiste en la convicción, suposición, práctica, política, estrategia o sistema anticuado, generalmente invisible, que inhibe el cambio e impide responder a las nuevas oportunidades.

Por lo tanto, en un rancho ganadero las vacas sagradas tienen un efecto “manada” que, entre otras cosas, causan: •

Un pisoteo del razonamiento creativo e innovador

Una cosecha de ideas “lignificadas” sin valor nutritivo

Un apacentamiento excesivo que inhibe la capacidad de respuesta oportuna

Un costo en dinero, tiempo y esfuerzo

Temor por pasar a potreros nuevos (nuevas ideas)

Sobre compactación por el peso de lo tradicional

Una engorda a expensas de nuestras ganancias, productividad y paciencia.

Puesto que el pasto nuevo sólo puede crecer destruyendo el viejo, las vacas sagradas van dejando mucha materia seca inútil, que evita la renovación del “pastizal”. Para que un negocio sobreviva debe renovarse. Como en una obra de teatro, ésta es la primera llamada a la cacería de las vacas sagradas que se interponen en el cambio. 79


Por ello es indispensable entender cabalmente cuales son las fuerzas que impulsan la resistencia al cambio, como una actitud connatural al humano: nos casamos con lo usual, con lo familiar con lo tradicional. Vivimos en la comodidad de lo conocido. El hombre es un animal de hábitos y es muy difícil romper aquellos muy arraigados. Es comúnmente aceptado el refrán que dice “chango viejo no aprende maroma nueva”. Para romper el estatus en que navegamos tenemos que demostrar que, en el caso del ganadero, hay técnicas a corto plazo y de hacerlo de manera concisa y espectacular.

Debemos explicar claramente que cambiará y que permanecerá igual; porque lo cierto es que cuando más cambia algo, más sigue igual. Se le atribuye a Mark Twain la advertencia de que hay que ser sumamente cuidadoso cuando extrapolamos nuestras experiencias en lecciones correctas, para que no nos pase lo que al gato que se sentó sobre un brasero encendido. Ese gato nunca se sentará nuevamente sobre un brasero encendido, ni tampoco se sentará sobre un brasero apagado (Hunter, 1999). Esto es, no vemos la realidad tal y como es, sino tal y como somos; y damos por sentada esa concepción. Por eso cuando se nos propone un cambio, rara vez lo aceptamos con facilidad. La clave es como convertir esa malquerencia al cambio, en un sentimiento de aceptación de simpatía, para ponerlo en práctica.

Para lograr que el productor se entusiasme con el cambio y esté motivado para actuar, tenemos a nuestro alcance varias maneras de vencer la resistencia. Es básico dar a conocer las razones de la importancia y oportunidad del cambio. Aconseja el dicho popular “la oportunidad es calva”, por lo tanto, es imperativo persuadir al productor para que el cambio se dé lo más pronto posible. Para ello podemos proyectar al futuro el estado actual de la empresa y visualizar las respuestas negativas de seguir haciendo lo mismo. Y no se trata de atemorizar a las personas sino advertirles lo que ocurriría si no cambiamos, pero no hay que abusar o exagerar la urgencia del cambio, porque puede orillar a la desconfianza. Muy conocida es la fábula del pastor que repetidamente gritaba “ahí viene el lobo”, que fastidió tanto a los vecinos, que cuando verdaderamente se apareció el lobo nadie le creyó.

Para completar el estímulo provocado por la urgencia se debe estimular el deseo de aspirar a cosas mayores, a buscar lo imposible, a alcanzar las estrellas. Para inspirar podemos recurrir al poder de las palabras, que es el mensaje que transmitimos; ó al poder de las acciones, que es el ejemplo que reflejamos.

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Es importante vender posibilidades no probabilidades. Tenemos que recurrir a la visión para fijar miras más elevadas, sueños que no son otra cosa que metas con alas; el promotor se convierte en con-motor que se adentra en los sentimientos más profundos y encuentra los valores de la realización personal, el sentido del respeto y autoestima. También se puede apelar a los retos que hacen que una persona se pruebe a sí misma.

El dueño del rancho tiene una recompensa intrínseca por tomar decisiones propias, ser su propio jefe, tomar las riendas de su futuro, no ser menospreciado por nadie, y saber que al final los resultados son “suyos”. El técnico, que normalmente trata con propietarios, podrá no ser dueño del negocio, pero sí dueño de su cargo de asesor. Es ampliamente reconocido que todo negocio responde a los estímulos que se dan en forma de recompensas. Estas pueden ser extrínsecas, como el dinero, estatus, títulos, etc., o intrínsecas, en que lo importante es lo que se hace, la libertad, el respeto al esfuerzo, el poder hacer una determinada actividad. Aquí resaltan las necesidades sociales como la pertenencia, la aceptación y la identificación, que nos auxilian eficazmente a lograr el estímulo colectivo.

Finalmente, recuerden la pregunta inicial; ¿Podrá el ganadero aplicar prácticas a corto plazo como resultado del trabajo del asesor? Seguramente podemos responder que sí es posible.

Por parte del asesor se requiere transitar tres pasos:

1. Identificar las “vacas sagradas” del ganadero (ideas convencionales, viejas prácticas, paradigmas obsoletos, etc.). 2. Inicie una cacería y sacrifique esas “vacas sagradas” (démosle al productor el nuevo “follaje” que reemplace al que ya está “lignificado”). 3. Establezca un proceso de desarrollo de una nueva cultura de “productor dispuesto al cambio”; entendiendo las fuerzas que se oponen al cambio y aprendiendo a vencer esa resistencia (se dice fácil, pero es lo más difícil de la tarea del asesor. Sin embargo, es la más significativa, duradera y productiva).

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VIII.

Autoconocimiento, tu paradigma personal

“... Podemos soportar mucho dolor, mucho más del que podemos merecer o del que podemos considerarnos capaces de soportar; no obstante, no hay mayor dolor que tener una vida sin sentido...” Carl Gustav Jung

Hasta este punto, se han tratado diversos tópicos que representan paradigmas diversos, sin embargo, es preciso tratar quizás el más importante paradigma de cada persona y al mismo tiempo el menos atendido por las instituciones educativas en lo general; el paradigma personal, que sólo se puede desnudar con el efectivo autoconocimiento personal.

Afirma Paulo Coelho, en su más reciente obra, El Zahir, “Estoy demasiado acostumbrado a la comodidad y he perdido mi capacidad de improvisar en situaciones de crisis”. Las crisis las tenemos todos los días, desde las de orden mundial como la financiera, la ambiental (con el cambio climático, pérdida de especies de plantas y animales, contaminación, destrucción de ecosistemas…), la agroalimentaria (y sus manifestaciones, causas o consecuencias como la pobreza, la desnutrición, alta vulnerabilidad ante las enfermedades); hasta las de índole personal, como lo son la depresión, la infelicidad, la carencia de sentido, baja autoestima, drogadicción, sufrimiento, desintegración familiar, y muchas otras. Para desactivar esas situaciones nocivas al individuo y sociedad, es necesario tomar acciones, no esperar que de manera automática o por inspiración superior desaparezcan. La instrucción es clara: la vida no nos entregará nada por el sólo hecho de que lo esperemos pacientemente, lo deseemos fervientemente o lo pidamos de corazón. Hay que luchar por nuestros sueños, trabajar por nuestros deseos, perseverar en el logro de nuestras aspiraciones.

Es conveniente recapacitar, en lo señalado por el genio de A. Einstein, “Sin crisis no hay desafíos, sin desafíos la vida es una rutina, una lenta agonía” Y si nos proponemos convertir las crisis en retos, una acción fundamental es la de cumplir primeramente todas nuestras responsabilidades. ¿Cómo intentar cambiar el mundo, si no lo conocemos?; ¿cómo podemos ayudar a una persona a superar sus limitaciones, si no estamos preparados para ello, y ni siquiera lo hemos intentado nosotros? ¿Cómo ayudarnos a nosotros mismos si no sabemos que tenemos, si no conocemos la causa de nuestros males, hábitos o conductas? 83


¿Cómo convertirnos en personas capaces de dejar atrás su vida anterior, despertando un nuevo ser pleno, vigoroso, emprendedor, valeroso, asertivo, con alta autoestima, con un conocimiento más completo de sí mismo, de su vida y de la de los demás, y sintiéndose más dueño de su destino?

¿Cómo transformar esa perniciosa actitud de soberbia que nos asfixiaba para poder aceptarnos como somos, vencernos a nosotros mismos y cambiar nuestros hábitos negativos y defectos de carácter en un nuevo sentimiento de aceptación?

¿Cómo dotar a las personas de un potente escudo de actitud positiva que los blinde ante cualquier circunstancia, sin dejar por ello de reconocerse como seres limitados? Y hacerlo de manera permanente para que ahora vivan un estilo de vida que los mantenga en un estado o condición, altamente saludable, pleno, renovador y positivo, en los planos de la existencia humana: mental, físico, emocional, familiar y espiritual.

El mundo actual, está repleto de libros, seminarios, videos, audios, discos, talleres, técnicas, de autoayuda, que intentan ayudarnos a ser mejores, a librarnos de nuestras dolencias. Lo que no dicen es cómo podemos ayudarnos a nosotros mismos. ¿Cómo pasar de una lectura, conferencia, taller, video o audio a un plan de vida?

En la búsqueda del eslabón perdido, de la poción mágica o receta infalible que nos ayude, nos convertimos en cazadores insaciables de cuanto libro o método aparece, o que alguien se saca de la manga.

Hace poco leía la siguiente pregunta, planteada por un grupo de consultores que se denominan a sí mismos como “renegados” -aquellos que piensan fuera de la caja, que retan el status quo y cuestionan los ideales establecidos para hacer nuevas olas, que forjan nuevos territorios y construyen estándares nuevos y mejores-:

¿Pongo en práctica lo que predico viviendo lo que he estado aprendiendo y experimentando de verdad lo que espero tener, hacer o ser? (http://renegadegrowthpak.com/details.html)

Tal vez demasiadas preguntas y pocas respuestas hasta ahora. Con estas inquietudes y preocupaciones en mente, en 2007 iniciamos un proyecto enfocado a Educar para la Vida. Fue recibido con increíble rapidez, gran aceptación y entusiasmo, y se ha venido consolidando como un 84


significativo programa para todos los estudiantes, trabajadores administrativos y docentes de La Universidad Autónoma Agraria Antonio Narro.

Con un poco más de 1500 participantes en los Talleres de Autoconocimiento Profundo (TAP) que se diseñaron como parte de este proyecto, denominado Programa de Desarrollo humano y Bienestar Integral, se avivó el principio de Universidad Humanista, vinculada, sustentable, globalizada, integrada, innovadora y competitiva, promovido por aquella gestión administrativa. Se fundamenta en la filosofía de que el estudiante además de prepararse competitivamente, con los mayores estándares de calidad y excelencia, en la carrera que ha escogido, también reciba herramientas que lo preparen para la vida. La gente tiene hambre de alcanzar el tipo de éxito asociado a la idea de la Superación y Realización Personal. Este concepto significa la preparación del individuo para participar en el juego de la vida, de la mejor manera posible, sin otro limite que el que se auto-imponga. Conlleva a disfrutar de la vida, sin más premio que el juego mismo. Esto significa, contrario a lo comúnmente aceptada de que no tenemos que demostrar a nadie que somos superiores.

El TAP descansa en la idea de que el estudiante o trabajador realice un examen muy objetivo, honesto y serio acerca de si mismo. Ya la cultura y pensamiento griegos desde sus inicios reconocían ésta importante tarea del hombre al inscribir en el gran Templo de Delfos la frase “nosce te ipsum”. El sencillo ejercicio de conocerse a uno mismo, nos permite aprender nuestras limitaciones -para superarlas-, nuestra ignorancia -para combatirla- y nuestra capacidad de dominarnos a nosotros mismos -para autogobernarnos-. De nuestro conocimiento propio depende la posibilidad de cuidarnos -cuerpo, mente, alma-, de cultivarnos y gestionar nuestro mejoramiento. El gran filósofo griego Sócrates fue un poco más allá, al afirmar y dejar como legado moderno su famosa frase, que interpretada en la realidad objetiva, significa que nunca dejaremos de aprender, que el conocimiento es ilimitado, y lo que hoy conocemos como verdadero, mañana ya no lo será.

El desarrollo humano, que tiene que ver con las cargas emocionales, las historias familiares de las personas, su incursión en la vida social (sexo, drogas, alcohol), su autoestima, sus valores y principios. Dos años después de haber iniciado en nuestra Alma Mater este programa de desarrollo humano y bienestar integral -dirigido principalmente a estudiantes, pero abierto a profesores y trabajadores administrativos- hemos incursionado en un rol no muy aceptado o experimentado en las universidades, que consiste en atender necesidades -no físicas ni materiales- del ser humano relativas a su carácter, su personalidad, sus adicciones, sus conflictos afectivos, espirituales o del "alma". 85


La formación integral que pregonamos para los futuros egresados de las diversas carreras, nos exige que pensemos seriamente en ese curriculum invisible de la hoja de vida de los estudiantes. La terapeuta M. Greenspan (Healing through the dark emotions), pone los puntos sobre las íes al afirmar: "...todos tenemos historias sobre nuestro sufrimiento. Casi todas son historias narcisísticas, narraciones en las que el yo es el foco exclusivo..."

Existen en nuestro interior marcas que limitan el quehacer cotidiano, sea en el trabajo, en la escuela o en la familia. Este programa está llamado a atender ese segmento tan importante de nuestro crecimiento personal y sacar esas historias "invisibles", "escondidas" de nuestro yo, que hacen que nos separemos de la realidad, que nos aislemos de los demás, y que nos llevan a situaciones o trastornos enfermizos de sufrimiento, resentimiento y aislamiento.

No es excesivo el insistir que tenemos que aprender a conocernos a nosotros mismos. Entender que el mundo no gira a nuestro alrededor y que gira a pesar de lo que nos pase. Aprender que el problema no es eso que nos pasa, sino lo que hacemos con esa situación. Comprender que el mundo es imperfecto y el que nuestros sueños se realicen no tiene nada que ver con una disposición negativa de nuestro entorno. Esto significa, que tenemos que aceptar nuestra realidad (la vida verdadera) por imperfecta que sea. El camino que se abre en el presente sólo lo podremos recorrer dejando atrás el pasado, no olvidándolo -porque está compuesto de momentos agradables y no agradables, recuerdos bellos y amargos, cosas tristes y alegres, sueños hermosos y pesadillas- sino perdonándonos.

El Rabino Harold S. Kushner (Cuando la vida te decepciona: Cómo enfrentar el dolor y las dificultades, 2006) nos advierte: "... la verdadera medida de la personalidad de un individuo lo da su comportamiento cuando las cosas van mal... no ser como otro...sino... ser nosotros mismos, lo mejor de nosotros mismos, aun cuando la vida no resulta ser lo que esperábamos...."

Esta es la asignatura pendiente por la que tendrán que examinarse las universidades, en el siglo XXI, que ante todo deben ser el crisol en que se humanice el desarrollo para intentar el desarrollo, crecimiento y superación del ser humano.

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Tercera Parte. Vistiendo el Nuevo Traje

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IX. Sustentabilidad, paradigma del siglo XXI

Quis locus eligendus, vastatus an vastandus? “¿Qué lugar debo elegir, uno que ha sido destruido, o uno que va a ser destruido”? Kepler

IX.1. Situación global actual Se tiene sólida evidencia de que el cambio climático global está ocasionando graves problemas en todo el mundo; los especialistas están haciendo proyecciones a futuro que señalan un incremento en los eventos ambientales extremos con potenciales consecuencias devastadoras para todos los ecosistemas que soportan la vida humana y nuestra sociedad. Algunos datos reales que nos afectan y se agravarán a corto y mediano plazo son: casi la mitad de los habitantes de nuestro planeta aún viven con menos de $2.50 dólares al día, falta de agua potable, buena sanidad, seguro social adecuado y educación; estas condiciones de vida resultan totalmente inaceptables si se comparan con los estándares de vida de los países desarrollados. Algunas economías emergentes como China y la India, están sufriendo un rápido crecimiento, lo que ha ocasionado más riqueza, pero también está repercutiendo en una creciente demanda de energía y problemas de contaminación. Encontrar soluciones sustentables para impulsar el crecimiento tiene el potencial de ayudar a reducir la pobreza, impulsar el desarrollo y preservar el ambiente. Pero implementarlas requiere voluntad política y cooperación a nivel global (Strange y Bayley, 2008).

La población mundial que en 2006 fue de 6.5 mil millones, se espera que alcance los 7 mil millones en 2010, 8 mil millones en 2025 y entre 10 y 12 mil millones en 2100, con la mayor parte del incremento poblacional por ocurrir en los países en vías de desarrollo. La población con inseguridad alimentaria se estima que fue de 730 millones en 2005 y será 680 millones en 2010, de los cuales 200 millones se encuentran en África y 3.7 mil millones están en riesgo de una hambruna oculta. La sustentabilidad agrícola está muy ligada con la disponibilidad y la calidad de agua y suelo. El uso de agua para emplearse en actividades urbanas, industriales y agrícolas, respectivamente, fue de 20, 30, y 350 km3 año-1 año en 1900 y 440, 1900 y 3400 km3 año-1 en el 89


2000. La población afectada por la escasez de agua fue de 130 millones en 1990, 436 millones en 1995 y se proyecta que sean 800 millones en 2025 y 3590 millones en 2050. La disponibilidad per cápita de tierra agrícola en 1990 y 2025, respectivamente, fue estimada en 0.05 y 0.03 hectáreas en Egipto, 0.10 y 0.04 ha., en Kenya, 0.33 y 0.05 ha., en Tanzania, 0.35 y 0.07 ha., en Pakistán, 0.02 y 0.012 ha., en la India, 0.09 y 0.05 ha., en Bangladesh, 0.32 y 0.08 ha., en Indonesia, 0.32 y 0.06 ha., en China y 0.33 y 0.08 en Filipinas. La escasez de tierra es acrecentada por el severo problema de la degradación del suelo en países en desarrollo. El área total global de tierra afectada por degradación se estima en 1094 millones de has., por procesos físicos. De ese porcentaje de áreas degradadas que ocurre en países en desarrollo el 77% es por erosión hídrica, 83% por erosión eólica, 89% por degradación química y 53% por degradación física (Lal, 2008).

El dramatismo de esas cifras pone de manifiesto el grave problema que el mundo está viviendo y las dificultades que habrá de enfrentar en los próximos años. Lo antes señalado es una evidencia de que nuestro planeta esta colapsando, la temperatura del planeta aumenta gradualmente debido a la quema constante de combustibles para nuestras máquinas y fábricas, esto ha provocado el derretimiento de los glaciares de la Tierra lo que ha liberado agua a la atmósfera haciendo crecer a los ríos, mares y provocando grandes lluvias. Las inundaciones recientes en Europa, Asía y América así lo confirman.

Por todos lados hay problemas y litigios por posesión de tierras, desempleo, hambre y pobreza, no cabe duda los recursos son cada día más escasos. En la tierra existen miles de especies vivientes pero solamente una, el ser humano, consume el 40% de los recursos del mundo. Cada 10 segundos desaparecen bosques y selvas en cantidad equivalente a cinco campos de fútbol. Cada diez segundos se extingue una especie de animal, especie que jamás volverá a regocijarse de vivir en este planeta que le dio la vida. Y cada diez segundos llegan veinticinco personas más que reclamarán "sus derechos" haciendo que ese 40% muy pronto se eleve más, porque desafortunadamente seguimos pensando que la única manera que tenemos de trascender es reproduciéndonos (http://www.renemendez.com).

IX.2. Definición de términos A pesar de que no existe todavía un concepto universal y simple de sustentabilidad, se ha extendido mucho su uso y es ampliamente aceptado con valores generalmente definidos. El concepto de sustentabilidad en el uso y manejo de recursos agropecuarios y forestales fue desarrollado en Europa Central con la aparición del uso ordenado y permanente de los bosques 90


desde el siglo XVII, lo cual se dio en respuesta al incremento de la escasez del recurso forestal y a los problemas ambientales (Salinas y Middleton, 1998). El concepto transitó por varias fases según las prioridades sociales de cada época y recibió algunos impulsos importantes como: •

Su inclusión en los mandamientos básicos de las religiones más importantes.

Los problemas de su protección, contra peligros naturales y antrópicos (avalanchas, inundaciones, enemigos, etc.) y la necesidad de fuente de materia prima (siendo crítica esta escasez de madera en el siglo XVIII).

La codificación en términos legales y planes de manejo del uso de los bosques y pastizales durante el siglo XIX.

El reconocimiento de los principios de relación e interdependencia entre los componentes naturales, especialmente con respecto a la vegetación planteados por Humboldt a principios del siglo XIX, y continuado por otros científicos en el siglo antepasado y las primeras décadas del pasado siglo (Bruenig, 1992).

Sustentabilidad, del vocablo inglés sustainability tiene una connotación dinámica positiva "avanzar de manera continua, resistir la marcha sin ceder” es decir, andar y perseverar en el esfuerzo. Desde hace casi 40 años (Daly, 1973) afirmaba que las condiciones de sustentabilidad son aquellas que aseguran la existencia de la raza humana por un periodo lo más prolongado posible, que estas condiciones pueden alcanzarse mediante un desarrollo con crecimiento poblacional cero y un estado fijo de la economía o crecimiento económico cero.

El diccionario Webster II de la Universidad de Riverside define sustentabilidad como "mantenerse en existencia"; "mantenerse"; "durar"; "soportar". La agricultura sustentable abarca todas las definiciones anteriores. Incluye consideraciones para una adecuada cantidad de comida para el futuro y también se refiere a temas relacionados con el uso eficiente de los recursos, utilidades para el agricultor y el impacto hacia el medio ambiente. Para que la agricultura se sostenga, para que mantenga satisfechas las necesidades actuales y futuras del mundo, debe proteger y mejorar la calidad del aire, del suelo y del agua; esto es, debe ser "amigable" con el ambiente.

Esta conceptualización del desarrollo es relativamente reciente y responde a una creciente conciencia local, nacional y global, de que los recursos naturales no son ilimitados y que los estilos de desarrollo prevalecientes, o sea los patrones de producción y de consumo son realmente insostenibles (Altieri, y Anderson 1986; Altieri et al., 1997; Bebbington y Thiele, 1993). La primera 91


discusión mundial sobre la relación entre desarrollo y ambiente se presentó en la conferencia sobre ambiente y desarrollo organizada por las Naciones Unidas en 1972 en Estocolmo, y el término desarrollo sostenible, o sustentable, fue acuñando en 1980 en la propuesta denominada Estrategia Mundial de Conservación de la Naturaleza, planteada por WWF, UICN y PNUD.

Dentro de las muchas variantes que existen del concepto la más influyente sigue siendo la formulada por la Comisión Mundial sobre Medio Ambiente y Desarrollo en el llamado Informe Brundtland (1987), que define desarrollo sustentable o sostenible como aquél que logra satisfacer las necesidades de las generaciones presentes sin comprometer las posibilidades de satisfacción de las generaciones futuras. Al incorporar el futuro, expresado como solidaridad intergeneracional, el Informe Brundtland estaba definiendo un límite en las posibilidades de consumo de las generaciones presentes, es decir, reconoce la existencia de límites últimos para el crecimiento económico. En la Figura 6 se presentan diversos elementos del desarrollo sustentable que interactúan en lo social, cultural y económico.

Figura 6. Elementos de desarrollo integral interactuando en aspectos sociales, económicos y culturales que inciden en su conjunto en una comunidad competente y solidaria tendiente a conformar una ciudad del conocimiento sustentable. Otros autores asocian la sustentabilidad con la capacidad de carga de los ecosistemas y geosistemas para soportar el desarrollo agropecuario y forestal, así como de la humanidad, lo que implica que tanto los sistemas ecológico como el económico deben mantenerse dentro de los márgenes de capacidad de carga del mundo, entendiéndose la sustentabilidad como desarrollo sin crecimiento o como perfeccionamiento cualitativo sin aumentos cuantitativos (Bifani, 1995). Por lo 92


tanto, la sustentabilidad es función de las características naturales de los sistemas y de las presiones e intervenciones que sobre ellos se ejercen, dándole énfasis a la resiliencia de los mismos y reconociendo la artificialización irreversible de los sistemas naturales como consecuencia de las intervenciones del hombre a lo largo de la historia (Rosset y Benjamin, 1993).

También se ha definido a la sustentabilidad como el estado o calidad de la vida, en la cual las aspiraciones humanas son satisfechas manteniendo la integridad de los ecosistemas. Esta definición, lleva implícito el hecho de que nuestras acciones actuales deben permitir la interacción con el medio ambiente y que las aspiraciones humanas se mantengan por mucho tiempo (Benbrook, 1989; Mooney, 1993). El concepto de sustentabilidad planteado en 27 principios que resumieron la Declaración de Río en 1992, en la que se incluyeron tres objetivos básicos a cumplir: • Ecológicos. Que representan el estado natural (físico) de los ecosistemas, los que no deben ser degradados sino mantener sus características principales, las cuales son esenciales para su supervivencia a largo plazo. • Económicos. Debe promoverse una economía productiva auxiliada por el know-how de la infraestructura moderna, la que debe proporcionar los ingresos suficientes para garantizar la continuidad en el manejo sostenible de los recursos. • Sociales. Los beneficios y costos deben distribuirse equitativamente entre los distintos grupos, etc. Lo antes señalado aplicado a las actividades de la agricultura sustentable se puede ilustrar con la Figura 7.

Figura 7. Esquema que ilustra el concepto de agricultura sustentable en armonía con los elementos ecológicos, económicos y sociales (Lira-Saldivar y Medina-Torres, 2007). 93


IX.3. Sustentabilidad como un nuevo paradigma

Varias medidas han sido propuestas para alcanzar la sustentabilidad, como son: análisis del costo-beneficio; la capacidad de carga y rendimiento sostenido, pero esas medidas han sido rechazadas también por la dificultad de obtenerlas, así como lo inapropiado para establecer sus límites o variables (Liverman et al., 1988; Conway y Barbier, 1990). Modelos para medir la sustentabilidad agropecuaria y forestal han sido propuestos considerando que sólo puede medirse sobre grandes periodos de tiempo en los cuales los ecosistemas permanecen relativamente estables y las variables básicas varían muy poco (Cook, 1986), para ello se ha propuesto considerar a dos grupos de parámetros o variables:

1. Variables que caracterizan la integridad del ecosistema: suelo, productividad biológica, biodiversidad, agua dulce y océanos. 2. Variables que caracterizan las aspiraciones humanas: necesidades humanas básicas (alimento, agua, salud, vivienda) combustible, cohesión y diversidad cultural.

Se ha señalado que conociendo las aspiraciones humanas podemos construir los escenarios de las alteraciones posibles sobre el medio ambiente y los ecosistemas, ya que las variables suelo, biodiversidad, etc., cambian más lentamente. Para alcanzar la sustentabilidad debemos entonces lograr una estabilidad en estas variables básicas y así los paisajes serán sustentables a largo plazo (Forman, 1990). Los cinco ejes rectores del principio de sustentabilidad incorporan los siguientes aspectos obligatorios:

1. Respeto a la vida 2. Vivir dentro de los límites 3. Valorar lo local 4. Contabilizar los costos ambientales y 5. Compartir el poder

Según el Banco Mundial en su informe de 1995 la investigación en los cambios en la sustentabilidad puede ser registrada por medio de tres grupos de indicadores durante un periodo largo de tiempo y relacionados entre sí. En la estrategia por el futuro de la vida "Cuidar la Tierra" se señala a la sustentabilidad como una serie de acciones tendientes a: "mejorar la calidad de la vida humana sin rebasar la capacidad de carga de los ecosistemas que lo sustentan" y se plantea que para 94


alcanzarla, la sociedad debe vivir de conformidad con los siguientes principios (Francis y Clegg, 1990): •

Respetar y cuidar la comunidad de los seres vivos.

Mejorar la calidad de la vida humana.

Conservar la vitalidad y diversidad de la tierra.

Mantenerse dentro de la capacidad de carga de los ecosistemas de la tierra.

Modificar las actividades y prácticas personales que afectan al ambiente.

Facultar a las comunidades para cuidar de su propio medio ambiente.

Establecer un marco nacional para la integración del desarrollo y la conservación de los recursos naturales.

Forjar una alianza mundial de organismos que han venido apoyando las acciones conservacionistas y de sustentabilidad como: UICN, PNUMA y WWF.

Es importante señalar que la sustentabilidad no debe considerarse como un concepto estático, ya que no sólo depende de las características de los recursos y del medio ambiente, sino también de la capacidad para desarrollar nuevas tecnologías para la explotación de los recursos y su conservación. La meta de la sustentabilidad debe ser el esfuerzo conservativo para mantener el sentido tradicional y los niveles de ingreso económico en una era en la cual el capital natural no es ya un bien ilimitado; al contrario, cada vez es más un factor limitante del desarrollo (Goodland y Daly, 1995).

En los últimos 10 años en relación al desarrollo sustentable, y en particular a la sustentabilidad, se han producido importantes tergiversaciones y la apropiación de estos y otros conceptos por el sistema político-ideológico dominante para afianzar el modelo neoliberal como solución para los problemas ambientales y sociales de la humanidad, ya que se busca promover un modelo económico sostenido, negando las condiciones ecológicas que establecen límites a la apropiación y transformación capitalista de la naturaleza (Leff, 1995). Desde la perspectiva política la sustentabilidad debe abarcar los cuatro aspectos que se señalan en la Figura 8.

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Figura 8. Desde el ámbito político la sustentabilidad se debe afianzar en cuatro ejes que abarcan los aspectos humanos, sociales, económicos y físicos. Algunos autores apuntan que si las estrategias del ecodesarrollo surgieron como respuesta a la crisis ambiental, el actual discurso de la sustentabilidad opera como estrategia fatal, como una inercia ciega que precipita a la humanidad hacia la catástrofe, entonces la sustentabilidad así promovida se convierte en un boomerang pasando a ser un mecanismo extraeconómico para la explotación del hombre y la naturaleza (Gliessman et al., 1981). Por lo tanto, la sustentabilidad para ser real, objetiva y viable, debe convertirse en un paradigma alternativo en el cual los recursos ambientales sean capaces de reconstruir el proceso económico dentro de una nueva racionalidad productiva, para que así promuevan un proyecto social fundado en las autonomías culturales, en la democracia y en la productividad de la naturaleza (Leff, 1995 y 1996).

Al asumir como base los conceptos e ideas antes señalados, en la planificación del desarrollo agropecuario y forestal debemos tomar en cuenta las cinco dimensiones básicas de la sustentabilidad que son: •

Social. Vista como la equidad de las soluciones propuestas, ya que la finalidad del desarrollo es siempre ética y social.

Económica. Referida a la eficiencia económica.

Ecológica. Relacionada con la sabiduría ecológica.

Cultural. Las soluciones propuestas deben ser culturalmente aceptables.

Espacial o territorial. Obliga a que se deben buscar nuevos equilibrios espaciales considerando la planificación socio-económica y el uso de los recursos conjuntamente (Sachs, 1992 y 1994). 96


IX.4. Desarrollo sustentable, calidad de vida y educación El término sustentable o sostenible, aplicado a desarrollo, es de uso cada vez más frecuente y extendido en los medios académico y político de todo el mundo, y, como es señalado por diversos autores, ahí reside la fortaleza y la debilidad del concepto establecido. Fortaleza, porque permite que actores sociales e individuos que en el pasado eran incapaces de dialogar constructivamente, ahora, por medio del espacio de encuentro que creó el discurso del desarrollo sustentable, lo hagan y creen consensos en torno al tipo de sociedad a la que aspiran y al tipo de relación que ésta debe establecer con su ambiente. Debilidad, porque el término desarrollo sustentable suele ser usado de manera tan general, superficial e imprecisa, que puede terminar siendo empleado para definir como sustentables políticas y prácticas que no responden a una orientación en ese sentido (Cortes, 2007).

El concepto de sustentabilidad como lo señala Opschoor (1996 y 1997) hace referencia a la interrelación de tres elementos:

1. El ambiental, que se refiere a la necesidad de que el impacto del proceso de desarrollo agropecuario, forestal y social no destruya de manera irreversible la capacidad de carga del ecosistema, lo cual implica que: “la naturaleza provee a la sociedad de lo que puede ser denominado frontera de posibilidad de utilización ambiental, definida ésta como las posibilidades de producción que son compatibles con las restricciones del metabolismo derivados de la preocupación por el bienestar futuro, restricciones o límites que incluyen procesos como la capacidad de regeneración de recursos, ciclos bio-geoquímicos y la capacidad de absorción de desechos. Esto representa el carácter multidimensional de la utilización del espacio ambiental”. 2.

El social, cuyos aspectos esenciales son: (a) el fortalecimiento de un estilo de desarrollo que mejore la calidad de vida al evitar que se perpetúe y profundice la pobreza, por tanto, evita la exclusión social, que procura como uno de sus objetivos centrales la erradicación de la pobreza y la mejora en materia justicia social; y (b) la participación social en la toma de decisiones; es decir, que las comunidades y la ciudadanía se apropien y sean parte fundamental del proceso de desarrollo.

3.

El económico, entendido como un crecimiento económico interrelacionado con los dos elementos anteriores. En síntesis, el logro del desarrollo humano sustentable será resultado de un nuevo tipo de crecimiento económico que promueva la equidad social y que establezca una relación no destructiva con la naturaleza.

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De lo anterior se desprende que un desarrollo humano sustentable debe permitir una mejora sustancial de la calidad de vida de la gran mayoría de una sociedad, o una comunidad, la cual a su vez debiera conducir a la reproducción del ecosistema en el que ésta está inserta (Reganold et al., 1990). Éste sería un criterio fundamental para discernir la calidad y la sustentabilidad del desarrollo que se impulsa. Entre muchos aspectos que podrían tomarse en cuenta para la definición de calidad de vida, la erradicación de la pobreza es central, por lo menos para el “Tercer Mundo” y por ende para América Latina. Por lo tanto, la definición amplia de sustentabilidad en relación con la calidad de vida puede quedar acotada por las siguientes frases: •

“…la viabilidad en el largo plazo de una actividad, de un sistema o de una serie de sistemas interdependientes…”

“…el desarrollo que satisface las necesidades actuales sin poner en riesgo las correspondientes a las de generaciones futuras…”

“aquellas prácticas de manejo diseñadas para asegurar que el óptimo aprovechamiento de los recursos se realice de tal forma que proteja la base de recursos para su uso por las generaciones futuras…”

“…un estado económico en que las demandas que imponen la gente y el mercado se satisfacen sin reducir la capacidad del ambiente para proveer a las generaciones siguientes…”

“…regla de oro de la economía restaurativa: deja el mundo mejor que como lo encontraste, no tomes más de lo que necesitas, intenta no dañar el ambiente y, si lo haces, arréglalo…”

“…principios para establecer un equilibrio dinámico entre las prioridades económicas, ambientales y sociales; mejorar o mantener el bienestar humano y del ecosistema, ahora y en el largo plazo, local y globalmente…”

Existe un amplio consenso internacional acerca de la necesidad de revertir la tendencia de creciente polarización entre países ricos y pobres y entre los estratos más ricos y los más pobres de cada país, lo cual es insostenible ética y materialmente; como asimismo hay consenso respecto de que la pobreza ejerce un impacto negativo sobre el ambiente natural y que es necesaria su erradicación para el logro de un desarrollo humano sustentable (Edens y Koenig, 1981). En ese sentido, Agenda 21 (2008) señala que: “Todos los estados y todas las personas deben cooperar en la tarea esencial de erradicar la pobreza como un requisito indispensable para el desarrollo sustentable o sostenible, con el objetivo de reducir las diferencias en los estándares de vida y para llenar de mejor manera las necesidades de la mayoría de las personas en el mundo". 98


En relación con lo antes señalado debe quedar bien claro que el problema de la pobreza no son los pobres, sino sus causas, particularmente la concentración de la riqueza y del acceso a los recursos naturales, que obligan a los pobres a destruir la naturaleza para poder sobrevivir. No obstante, no se sabe qué tiene mayor impacto negativo sobre el ambiente, si las acciones de sobrevivencia de los pobres del Sur o el consumo opulento en el Norte (Cortes, 2007).

Debemos puntualizar que el problema de la superación de la pobreza se relaciona ineludiblemente con dos preguntas asociadas con la calidad de vida: ¿qué se entiende por pobreza y, por tanto, por bienestar? y ¿cómo debe erradicarse la pobreza? Las respuestas a éstas constituyen una discusión interminable en que se confrontan distintas visiones de lo que debe ser el desarrollo sustentable (Altieri y Anderson, 1986). La tradición del pensamiento occidental sobre desarrollo tiende a definir el binomio pobreza-bienestar en términos de capacidad de consumo material y, por tanto, en función del ingreso o de la capacidad adquisitiva de la persona o del crecimiento económico y del PIB de un país.

Se debe aclarar que hay enfoques alternativos sobre cómo definir la pobreza y, entonces, el bienestar y la calidad de vida. Uno de ellos es el denominado enfoque de necesidades humanas, según el cual dos grandes prerrequisitos deben ser cumplidos para lograr la erradicación de la pobreza: garantizar el sustento físico y permitir una autonomía crítica de los seres humanos, entendida como la posibilidad de tener acceso a información acerca de las opciones de desarrollo existentes y, sobre esa base, tener la capacidad de decidir sobre su futuro y el de su comunidad o sociedad (Browder, 1989). Es decir, debe existir una correlación entre la satisfacción de sus necesidades materiales y la posibilidad de decidir sobre su desarrollo (Watts, 1997).

La respuesta a la pregunta de ¿cómo debe erradicarse la pobreza? pasa por la definición del rol de dos instituciones centrales: el estado, por medio de las políticas públicas (económica, social, ambiental, etc.) y las comunidades o la población pobre o empobrecida. Un criterio para determinar si una política pública contribuye no sólo a erradicar la pobreza, sino también a mejorar la calidad de vida y, por tanto, al desarrollo sustentable, es el tipo de relación (dependencia, clientelismo, autonomía, protagonismo) que se establece entre la institución que impulsa la política y la población objeto de la misma. Una política pública que busque mejorar la calidad de vida de manera sustentable debe trascender los enfoques asistenciales (de ayuda directa) y fortalecer el protagonismo del individuo, grupo social, comunidad o sociedad a la que se oriente, lo que implica no sólo el desarrollo de habilidades, conocimiento y educación de dicha población, sino también el 99


fortalecimiento de su participación en la toma de decisiones y en el acceso a los recursos naturales para impulsar de manera sustentable el desarrollo agropecuario y forestal (Redclift y Goodman, 1991).

“…La nueva sociedad sustentable del conocimiento, centrada en un proceso permanente de aprendizaje para la vida, demanda repensar a la educación superior desde la óptica de los nuevos escenarios regionales, los cuales dado su carácter sociocultural y biológico, se definen como contextos mutuamente exhaustivos e incluyentes, directamente relacionados con las formas de pensamiento y acción propias de cada grupo. Es así como se concibe actualmente a la educación alejada de las formas reduccionistas de percibir la realidad, propias del pensamiento único, situándola en el marco de los procesos de complementariedad y competencia que dan vida a los grupos sociales, mismos que permiten atender el nuevo cambio paradigmático, transitando de la enseñanza al aprendizaje, privilegiando con ello las didácticas cooperativas y auto guiadas, como formas de integración y complemento, donde el conocimiento no es más algo dado y listo para ser usado, sino una construcción teórica y social, acuñada en los marcos de una realidad conocida y aprehensible que opera en lo mediato e inmediato, y que se constituye en verdadero escenario de aprendizaje, al facultar al estudiante a la deconstrucción, reconstrucción y negociación de saberes…” (Villarruel, 2006). Para lograr una educación universitaria integral se debe proveer de sustentabilidad social, política, cultural, económica y ecoambiental; por lo tanto, los requisitos a cumplir son los que se señalan a continuación: •

“… social… justicia social. Inclusión y equidad social como condiciones de posibilidad para la existencia humana…”

“…política… legitimidad. Participación y empoderamiento ciudadano…gobernabilidad sostenida en el tiempo…”

“…cultural… superación del etnocentrismo occidental, la aceptación y el fomento de la demodiversidad…”

“…ecoambiental… límites de la biósfera, el valor de la biodiversidad y superar nuestro antropocentrismo…”

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IX.5. Declaratoria mexicana sobre educación y desarrollo sustentable Las universidades, asociaciones e instituciones reunidas en el Seminario de Educación, Ciencia y Tecnología convocado por el Comité Nacional Preparatorio para la Cumbre Mundial sobre el Desarrollo Sostenible, que se celebró el 16 de mayo de 2002 en la Universidad de Guadalajara, vertieron un amplio número de ideas, propuestas y recomendaciones que enriquecieron la postura que México asumió en la Cumbre de Johannesburgo 2002. El resumen de este importante documento oficial (http://ambiental.uaslp.mx/eventos/johan.htm#Ponencia) que expone el sentir de numerosas instituciones en el que se señalan y reconocen concordancias, se presenta a continuación:

1. La educación ambiental para el desarrollo sustentable debe formar parte de todos los ciclos escolares, desde el básico hasta el superior, así como de todos los espacios y ámbitos de la cultura, asumirse como un proceso de aprendizaje permanente en la vida y observarse como un principio que es de incumbencia para los distintos sectores, niveles y grupos sociales (http://ambiental.uaslp.mx/eventos/johan.htm#Ponencia). 2. La educación no se limita a la incorporación de algunas asignaturas en los planes de estudio, sino que la sustentabilidad debe funcionar como un eje formativo que le confiere un matiz permanente a los currículos y a la vida académica en su conjunto. 3. La educación no sólo debe vigorizar el intelecto sino que le corresponde también incidir en la esfera de las emociones y capacitar para el desempeño social de los individuos, fomentar la madurez personal e inculcar los valores esenciales de la democracia, la equidad, la solidaridad y la justicia. 4.

A la educación ambiental para el desarrollo sustentable le urge un nuevo modelo de enseñanza-aprendizaje que forme capacidades para el reconocimiento y aprecio del territorio donde se vive, y que permita que las representaciones sociales sobre el ambiente y la naturaleza sean parte de la vida cotidiana y contribuyan a conferirle sentido y dirección.

5.

Dicha educación es vital para la reducción de las desigualdades sociales y para lograr un angostamiento de la brecha que separa a pobres y ricos.

6.

La educación ambiental para el desarrollo sustentable no debe dejar de cuestionar los sistemas de producción, distribución y consumo existentes en el mundo, pues la dinámica económica es también la fuente de numerosos problemas ambientales. 101


7. Tal educación no sólo debe procurar la conservación de la naturaleza, sino también servir de guía para generar y fortalecer las diversas formas de aprovechamiento y restauración del patrimonio cultural y natural. 8. Se reconocen los avances realizados en los últimos diez años y se celebran los grandes esfuerzos empeñados por generar una visión interconectada de la realidad, que vaya sustituyendo la visión parcial en la que hemos sido educados. No obstante, aún estamos lejos de haber realizado las metas de la transdisciplina. 9. Se coincidió en que los alimentos, la salud ambiental, el cambio climático, la biodiversidad, la vulnerabilidad y el riesgo de los asentamientos humanos, el consumo energético y la gestión del agua son temas prioritarios que competen a la educación ambiental, por ser cruciales para la vida y el desarrollo. 10. Debe entenderse a la educación no como un gasto, sino como la mejor inversión para el desarrollo sustentable. Que la educación ambiental para el desarrollo sustentable debe elevar su ubicación en las agendas políticas, ya que es una palanca fundamental para la concreción de resultados en los procesos socioambientales. 12. Se reconoce que la participación social requiere alimentarse de un sano ejercicio del derecho a la información, por ser éste uno de los principales insumos de la corresponsabilidad. Las diversas tecnologías de la información al alcance deben utilizarse con este propósito. 13. La sustentabilidad de la vida y del desarrollo no se van a lograr con abstracciones y lugares comunes, sino mediante la investigación sobre, en y para el ambiente. Que la educación ambiental para la sustentabilidad ha de ser un proceso de participación, con poder legal y corresponsabilidad ciudadana en el mejoramiento de la calidad de vida. 14. Hablar con amplitud e insistencia de la crisis ambiental ha tenido un resultado paradójico: nos ha acostumbrado a aceptarla y a vivir en ella cotidianamente. Por lo mismo, es urgente buscar alternativas creativas de comunicación para dimensionar el riesgo que implica el deterioro de la salud de los sistemas vitales, de los seres humanos y del planeta en su conjunto. 15. Es estratégico hacer análisis críticos del desarrollo y transferencia tecnológica, sus implicaciones éticas y su impacto en la salud a largo plazo.

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16. Se reconoce que la generación y protección de innovaciones ayuda a diversificar las actividades generadoras de riqueza, incrementar la competitividad, fortalecer la economía y promover el empleo. La innovación debe ser, por lo tanto, un objetivo permanente de la educación ambiental para el desarrollo sustentable. 17. Las tecnologías de punta son útiles al desarrollo y deben ser reconocidas plenamente. Paralelamente, sin embargo, se deben reconocer más y mejor las aportaciones de las tecnologías y conocimientos locales y tradicionales. 18. Se deben romper las barreras que impiden acceder a las oportunidades económicas y al empleo, creando para ello una infraestructura más amplia de vinculación entre las instituciones de educación, ciencia y tecnología, y entre éstas y el sector productivo. 19. Se reconoce la necesidad de establecer sistemas de indicadores, con la participación de la sociedad, para evaluar el rumbo del país en materia de desarrollo sustentable. El aporte de las instituciones de investigación es invaluable para medir vulnerabilidad, riesgo, equidad, productividad, resiliencia, restauración y reconocimiento del patrimonio, entre otros indicadores, y en la evaluación educativa de los sistemas de gestión ambiental en los espacios universitarios. 20. Se reconoce que el ordenamiento territorial es una buena estrategia de planeación participativa que permite articular visiones y resolver conflictos. Que éste requiere una participación social en los diagnósticos y construcción de escenarios, así como en el seguimiento y oportuna actuación para transitar, a través de estas herramientas de gestión, hacia el desarrollo sustentable. 21. La educación ambiental no es suficiente para el cambio a la sustentabilidad del desarrollo, pero es imprescindible para ello. 22. Que las universidades deben ser consideradas como grupo principal en el escenario mundial, pues son sin duda interlocutores sociales y espacios de ensayo e interacción de formas de vida, que han demostrado su contribución en el avance de la percepción social y en su actuación en el aprovechamiento, conservación, protección y restauración ambientales.

Las anteriores declaraciones son el resultado de las participaciones del Instituto Nacional de Ecología, la Secretaría de Relaciones Exteriores, la Secretaría de Educación Pública, la Universidad de Guadalajara, el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey campus San Luis 103


Potosí y Guadalajara, el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente, la Universidad Iberoamericana México y Puebla, Universidad La Salle, la Universidad Autónoma del Estado de México, la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, la Universidad de Guanajuato, la Universidad Autónoma de Baja California, la Universidad Autónoma de Coahuila, la Universidad de Colima, el Centro de Estudios sobre la Universidad de la Universidad Nacional Autónoma de México, el Consorcio Mexicano de Programas Ambientales Universitarios para el Desarrollo Sustentable (Complexus), el sector académico del Consejo Consultivo para el Desarrollo Sustentable de la SEMARNAT y la Academia Nacional de Educación Ambiental, A. C.

IX.6. Criterios de las técnicas agropecuarias y forestales sustentables Cada vez con mayor insistencia, organizaciones no gubernamentales, dependencias del gobierno de numerosos países, e instituciones con cobertura mundial, vienen señalando la necesidad de que la producción agropecuaria y forestal a nivel global, se convierta en una actividad sustentable (Altieri, 1993a). El compromiso adquirido por la Humanidad en la Cumbre de la Tierra (Barcena, 1994) también es un compromiso adquirido por la industria de los agroquímicos usados para la protección de los cultivos, razón por la cual, numerosas compañías están empezando a dirigir su producción hacia los plaguicidas naturales o bioplaguicidas para brindar su apoyo a las iniciativas que conllevan a lograr avances en la sustentabilidad de la actividad agropecuaria y forestal.

La producción agrícola sustentable es un sistema integrado de prácticas de producción de plantas y animales, que tiene aplicación para un sitio específico ya que no es posible dar recetas generales y que además se debe garantizar que se mantendrá por un largo tiempo pues no se pueden tener resultados a corto plazo; el objetivo básico es satisfacer la alimentación humana y animal, así como la necesidad de fibras naturales, mejorar la calidad del ambiente y de los recursos naturales, hacer un uso más eficiente de los recursos no renovables e integrarlos con los recursos de la parcela o finca (Condron y Cameron, 2000).

En donde sea adecuado, se hará uso del control biológico y otros controles, y siempre se deberá mantener la viabilidad económica de las operaciones agrícolas. Mediante éste sistema integrado de manejo parcelario, se mejora la calidad de vida de los productores y la sociedad como un todo (Stone, 1992). Toda evaluación relacionada con la sustentabilidad debe especificar los

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efectos de éstas prácticas en la rentabilidad de la agricultura, la calidad de vida y el impacto sobre la comunidad rural y el ambiente.

El planeamiento sustentable es fundamental para reducir el impacto ambiental y para alcanzar el éxito de cualquier programa productivo del campo, por lo tanto es importante tener siempre en consideración los siguientes factores: fertilidad del suelo, adaptación de cultivos y variedades, rotación de cultivos, cultivos de cobertera, equipo para preparación del suelo y prácticas de mínima o cero labranzas, semillas de calidad y buenas plántulas para el trasplante, época de siembra, irrigación y equipos de riego presurizado, manejo de cosechas y poscosecha, manejo integrado de plagas, incluyendo insectos, enfermedades, malezas; la flora y fauna vida silvestre debe ser incluida dentro de las estrategias de protección del ambiente (Lal et al., 1991). El desarrollo de técnicas específicas y las políticas agrarias adecuadas, son básicas para asegurar el éxito de todo proyecto sustentable (Padilla y Gibson, 2000).

En el mundo globalizado de hoy, la especialización de la agricultura es determinante para asegurar el suministro eficiente de alimentos, a una población mundial en rápido crecimiento. Por esa razón consideramos adecuado el criterio de que la agricultura de alto rendimiento, tal como lo predica Dennis Avery, del Hudson Institute, es la única alternativa para lograr la meta de producir suficiente alimento y a su vez preservar grandes áreas de tierra con vocación no agrícola. Sin embargo, la agricultura de alto rendimiento requiere de un manejo eficiente de los insumos, con el cual las pérdidas por plagas, enfermedades y malezas, se mantengan dentro de niveles razonables sin detrimento del ambiente. La protección de los cultivos es un factor crítico para producir la cantidad y calidad de cosechas que requiere la población mundial. Se estima que las malezas, insectos y enfermedades pueden reducir los rendimientos hasta en un 40% (Haerlin y Parr, 1999).

Los criterios de manejo integrado de plagas, de acuerdo con la FAO se definen “como un sistema de manejo de plagas, dentro del contexto del medio ambiente y la dinámica poblacional de las distintas especies de plaga, utilizando todas las técnicas y métodos adecuados de la manera más compatible posible para mantener las poblaciones de plagas, por debajo del umbral del daño económico”, los cuales son contemplados hoy en día en el desarrollo de los agroquímicos para el campo y que son promovidos mediante numerosos programas de uso y manejo seguro de los agroquímicos (IAFN, 2000).

Las nuevas tecnologías químicas utilizadas en el desarrollo de productos para la protección de cultivos, permiten disponer de productos más eficientes a dosis reducidas. Los productos de la 105


nueva tecnología son efectivos en gramos por hectárea, en lugar de kilogramos por hectárea. Por esta razón y por sus características fisicoquímicas, ésos plaguicidas presentan un reducido impacto para la salud y el ambiente, lo cual es un componente esencial de la agricultura sustentable (Collins et al., 1992).

Instituciones como el Banco Mundial están convencidas que para muchos países de América Latina, Asia, África y otras regiones, el desarrollo sustentable es la base de un sector agropecuario y forestal fuerte. Las comunidades productivas requieren de la validación y transferencia de tecnología sustentable, razón por la cual compañías de investigación y desarrollo de la industria de agroquímicos, así como asociaciones nacionales, desarrollan proyectos sustentables que en coordinación con instituciones oficiales, organizaciones no gubernamentales, asociaciones de agricultores, ganaderos, universidades, escuelas técnicas y otras entidades de servicio, están tratando de implementar con un mayor número de productores (Jawson et al., 1994).

En países desarrollados de Europa, Asia y América se ha demostrado que la eficiencia en los programas de protección de los cultivos, han avanzado gracias a un mejor conocimiento de los problemas fitosanitarios y de los agroquímicos, y sobre todo por los avances en las técnicas y equipos de aplicación. Además con el desarrollo y uso racional de la biotecnología en el sector agropecuario, se pudiesen afrontar los retos de la creciente demanda mundial de alimentos. Otro factor que se ha considerado como una contribución a la sustentabilidad, es desarrollar métodos y procedimientos que permitan descontaminar y disponer de los envases de productos utilizados por los agricultores en la protección de los cultivos (Perales et al., 2000).

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X. La agricultura sustentable del siglo XXI

”La tierra es nuestra madre, lo que la tierra padezca será padecido por sus hijos. El hombre no teje el destino de la vida, el hombre es sólo una hebra en ese tejido, lo que haga en ese tejido, se lo hace a sí mismo." Jefe Piel Roja de Washington

X. 1. Problemas de la agricultura moderna La agricultura moderna se ha tornado sumamente compleja, con ganancias en el rendimiento de los cultivos que dependen del manejo intensivo y de la disponibilidad ininterrumpida de los recursos y la energía suplementaria. Consideramos que el enfoque convencional o tradicional no se está adecuando a una era como la actual, que atraviesa por severos problemas ambientales y energéticos, sino que enfatiza la necesidad del progreso hacia una agricultura autosuficiente, económicamente viable, energéticamente eficiente, conservadora de los recursos y socialmente aceptable (Trewavas, 2001).

La comprensión de los sistemas agrícolas tradicionales puede revelar importantes claves ecológicas para el desarrollo de la producción alternativa y los sistemas de manejo en los países industriales y en desarrollo. El desafío de la investigación de la agricultura sustentable será el de aprender a compartir innovaciones y discernimientos entre los países industriales y los en vía de desarrollo finalizando la transferencia tecnológica en un sólo sentido; desde el mundo industrial hacia el “Tercer Mundo” (Mäder et al., 2002).

Este intercambio debe ser parejo, especialmente en el área de la biotecnología, que depende principalmente de la disponibilidad de la diversidad genética de los cultivos, mucha de la cual aún se preserva en los agroecosistemas tradicionales. No resulta apropiado para los fitomejoradores de los países industrializados tener un acceso libre al germoplasma nativo en los agroecosistemas tradicionales sin compensar a los países en vías de desarrollo. Debido a eso, la búsqueda de modelos agrícolas sustentables tendrá que combinar elementos del conocimiento científico 107


tradicional y el moderno. La complementación del uso de insumos y variedades convencionales con tecnologías tradicionales asegurará una producción agrícola más razonable y sustentable (IFPRI, 2002).

En los Estado Unidos y en otros países industrializados, la adopción de este enfoque requerirá de ajustes importantes en la estructura del capital intensivo de la agricultura. En los países en desarrollo también se requerirá cambios estructurales, principalmente para corregir desigualdades en la distribución de recursos, pero además se necesitará que los gobiernos reconozcan el conocimiento de los campesinos como un importante recurso natural. El desafío será entonces el de aumentar al máximo el uso de este recurso en las estrategias de desarrollo agrícola autónomo (Pretty y Howes, 1993).

Cuando se examinan los problemas que confrontan el desarrollo y la adopción de agroecosistemas sustentables, resulta imposible separar los problemas biológicos de la práctica de la agricultura ecológica de los problemas socioeconómicos, del crédito inadecuado, la tecnología, la educación, el apoyo político y el acceso al servicio público. Las complicaciones sociales y los prejuicios políticos más que los problemas técnicos, son probablemente las mayores barreras para cualquier transición desde sistemas productivos de gran capital/energía a sistemas agrícolas consumidores de poca energía y de una mano de obra intensiva (IAFN, 2000).

Una estrategia para lograr una productividad agrícola sustentable tendrá que hacer mucho más que simplemente modificar las técnicas tradicionales. Una estrategia exitosa será el resultado de enfoques novedosos para diseñar agroecosistemas que integren el manejo con la base de recursos regionales y que operen dentro del marco existente de condiciones ambientales y socioeconómicas (Egunjobi, 1994). Los sistemas de producción tendrán que basarse en la interacción de factores como: •

Especies de cultivos, rotaciones.

Espaciamiento entre hileras.

Nutrientes y humedad del suelo.

Temperatura.

Plagas y enfermedades.

Manejo de cosecha y poscosecha.

Conservación de la energía y los recursos naturales.

Protección de la calidad del medioambiente y la salud pública.

Un desarrollo socioeconómico equitativo. 108


Estos sistemas deben contribuir al desarrollo rural y a la igualdad social. Para que esto suceda, los mecanismos políticos deben incentivar la substitución de mano de obra por capital, reducir los niveles de mecanización y el tamaño del predio, diversificar la producción agrícola y hacer hincapié en las empresas controladas por los trabajadores y/o la participación de los agricultores en el proceso de desarrollo. Las reformas sociales que aparecen con este enfoque tienen los beneficios adicionales de aumentar el empleo y reducir la dependencia de los agricultores con el gobierno, el crédito y la industria (FAO, 1988).

Obviamente estos cambios propuestos pueden generar un conflicto con la visión capitalista o neoliberal del desarrollo agrícola moderno. Se puede afirmar que, por ejemplo, una mayor mecanización reduce los costos de producción o resulta necesaria en zonas donde la mano de obra requerida no está disponible, y que además la producción diversificada crea problemas de mecanización. Otra preocupación es que si la tecnología sustentable será capaz de alimentar a los millones de personas que cada año se incorporan a la población global. Cada una de estas críticas puede ser válida si se analizan dentro del marco socioeconómico común. Sin embargo, éstas son menos válidas si se reconoce que los agroecosistemas sustentables representan cambios profundos que podrían tener importantes implicaciones sociales y políticas (Norgaard, 1994). Aquí se sostiene que la mayoría de los problemas presentes y futuros de desnutrición y hambre se deben más a patrones de distribución de alimentos y poco acceso a éstos debido a la pobreza, más que a los límites agrícolas o al tipo de tecnología utilizada en la producción de alimentos.

X. 2. Agroquímicos para la protección sustentable de cultivos y la salud Los productos para la protección de los cultivos tienen actualmente una función muy importante en la calidad de vida de nuestra sociedad. Desde el comienzo de la civilización el hombre ha tenido que luchar contra las enfermedades y otras formas de vida que compiten por su alimento. En los últimos 100 años los agroquímicos han tenido un papel muy importante en mejorar la salud y los estándares de vida de la sociedad (Smith et al., 2005; Meyer et al., 1992).

La expectativa de vida, al inicio del siglo XX, no sobrepasaba los 45 años. En la actualidad, en muchos de los países del mundo, incluyendo los de América Latina, ésta sobrepasa los 70 años, el abastecimiento de alimentos como resultado de las nuevas tecnologías de protección de cultivos, es en gran parte responsable de éste progreso. Sin embargo, los pesticidas sintéticos han sido 109


severamente criticados porque se ha demostrado que son causantes de numerosas enfermedades y muertes en todo el mundo, por eso es urgente que nuevas opciones naturales, biológicas u orgánicas sean empleadas en los programas de producción sustentable de frutas, granos, verduras y cárnicos (Montes et al., 2012; Ewen y Pusztai, 1999).

Las compañías que investigan y desarrollan nuevos agroquímicos, antes de ponerlos en el mercado, los someten a más de 120 estudios toxicológicos y ecotoxicológicos, los cuales permiten determinar si un producto utilizado bajo las condiciones recomendadas, no va a afectar la salud a corto, mediano o largo plazo; eso se logra al determinar su toxicología aguda y su toxicología crónica.

Una vez que las investigaciones se concluyen, la información es presentada a los organismos regulatorios, los cuales analizan los resultados de los mismos; en caso de duda, solicitan estudios adicionales. Una vez que el paquete de información toxicológica y ecotoxicológica es aprobada, el producto es autorizado para ser vendido a los agricultores. Todo éste proceso tarda de 8 a 10 años en promedio.

Los estudios toxicológicos comprenden: toxicidad agua, subcrónica, crónica, mutagénesis, teratogénesis, carcinogénesis y oncogénesis. Estos se entregan a las autoridades de cada uno de los países en que el producto va a ser utilizado, para garantizar al consumidor que los productos disponibles para proteger los cultivos, han pasado un proceso de análisis de acuerdo a los más avanzados y rigurosos procedimientos para determinar que pueden ser utilizados sin afectar la salud de productor, del consumidor, así como la sanidad del ambiente. Con base en lo señalado los productores y consumidores pueden confiar hoy en que se cuenta con mejores agroquímicos que potencialmente permiten producir una amplia gama de alimentos de buena calidad, sin riesgos para la salud, a precios accesibles y producidos con sentido sustentable (Glusczak et al., 2011; Brandt y Molgaard, 2001).

Debemos señalar que la agricultura sustentable o ecológica plantea nuevos desafíos para las instituciones de investigación y educación superior en México y el mundo, ya que es muy importante recurrir a nuevas tecnologías como el manejo integrado de plagas, incluyendo: mínima o cero labranza, control biológico, abonos orgánicos, compostas, lombricultura, biofertilizantes, micorrizas y las bacterias antagonistas y promotoras del crecimiento de las plantas; debido a que estos tienen posibilidades reales de contribuir al desarrollo de una agricultura sustentable, a mantener la calidad del ambiente y los ecosistemas, la generación de ingresos y la inocuidad 110


alimentaria (Hansen y Alroe, 2001). Una elección respaldada científicamente sobre la agricultura sustentable, pondría a los gobiernos en condiciones de orientar su investigación y sus actividades de extensión para aprovechar de manera integrada con otras alternativas sustentables de agricultura, las oportunidades comerciales disponibles en el ámbito nacional e internacional. En relación a lo recomendado por los países miembros de la FAO, el programa sobre agricultura sustentable, orgánica o ecológica (Rueda et al., 2007), incluye las siguientes cuatro áreas de acción:

1. Sistemas y redes para proveer información sobre aspectos de producción, conservación, procesamiento, etiquetado y mercadeo de productos orgánicos; información técnica sobre requerimientos de producción, e información comercial sobre oportunidades de mercado. 2. Herramientas de apoyo a políticas gubernamentales. 3. Nuevas opciones en la implementación de agro-insumos respaldados científicamente para su aplicación en los sistemas sustentables u orgánicos productivos y eficientes. 4. Asistencia técnica a los países para estudios y apoyo a los gobiernos sobre la producción, certificación y comercialización de productos orgánicos certificados; obtener acceso a mercados internacionales; capacitación en el proceso de producción ecológica u orgánica; asistencia técnica para desarrollar una legislación nacional apropiada, desarrollar capacidad de certificación, de investigación, y extensión y promover el intercambio de experiencias entre investigadores de diversos países.

Lo anterior debido a que a nivel mundial la agricultura sustentable y orgánica es una de las mejores opciones de producción de alimentos que se enfoca a la inocuidad del ambiente. Asimismo, debido a que comparte otras direcciones de la agricultura sustentable como son: promover agroecosistemas sociales y ecológicamente sustentables, lo que significa diversificar y estabilizar los ingresos rurales; aumentar la biodiversidad y la sustentabilidad del entorno agropecuario y forestal, y de la sociedad en general (Lira-Saldivar y Medina-Torres, 2007).

X. 3. Sustentabilidad de los agroecosistemas basados en la biodiversidad Un problema crítico en la agricultura moderna es la pérdida de biodiversidad, la que llega a su máximo en forma de monocultivos agrícolas. De hecho, la agricultura moderna es terriblemente dependiente de una serie de variedades de sus cultivos principales. Por ejemplo, en los Estados Unidos entre el 60 y 70% de la superficie sembrada con frijol poseen dos o tres variedades de 111


frijoles, el 72% de superficie con papas está sembrada con cuatro variedades y el 53% de las siembras de algodón con tres variedades (Vackar et al., 2012; Gameda y Dumanski, 1995).

Está claro que una estrategia clave en la agricultura sustentable es restituir la diversidad agrícola de los agroecosistemas. Los investigadores han advertido en reiteradas ocasiones acerca de la extrema vulnerabilidad que tiene la uniformidad genética. En ninguna parte son más evidentes las consecuencias de la reducción de la biodiversidad que en el ámbito del manejo de las plagas agrícolas. La inestabilidad del agroecosistema se manifiesta a medida que se agravan los problemas con enfermedades fungosas y plagas de insectos, ya que la mayoría se relacionan cada vez más con la expansión de monocultivos a expensas de la vegetación natural, con lo cual se disminuye la diversidad del hábitat local (Altieri, 1989). Las comunidades de plantas que se modifican para satisfacer las necesidades especiales de los seres humanos están sujetas a los fuertes daños de las plagas y, generalmente, mientras más intensamente se modifican dichas comunidades, más abundantes y graves son las plagas y su resistencia a los plaguicidas.

Por lo tanto, una de las razones más importantes para mantener, restituir y/o aumentar la biodiversidad en los agroecosistemas es que prestan una variedad de servicios ecológicos. Por ejemplo, incluyen el reciclaje de nutrientes, el control de microclimas locales, la regulación de procesos hidrológicos locales, la regulación de la abundancia de organismos indeseables y la destoxificación de sustancias químicas nocivas (Altieri, 1993b). Estos procesos de renovación y los servicios del ecosistema son principalmente biológicos, por eso, su persistencia depende de mantener la biodiversidad.

Cuando se pierden estos servicios naturales, debido a la simplificación biológica, los costos económicos y ambientales pueden ser bastante significativos. Económicamente, los costos agrícolas incluyen la necesidad de proveer cultivos con costosos insumos externos, puesto que los agroecosistemas que carecen de los componentes básicos reguladores de las funciones, no tienen la capacidad de garantizar la fertilidad de su propio suelo y la regulación de las plagas. Con frecuencias, los costos involucran una reducción en la calidad de vida debido a una disminución en la calidad del suelo, agua y alimento, al ocurrir contaminación con pesticidas y/o nitratos (Christensen, 1992).

Los ejemplos de programas de desarrollo rural en América Latina indican que la mantención y/o mejoramiento de la biodiversidad en los agroecosistemas tradicionales representa una estrategia que asegura distintas dietas y fuentes de ingresos, producción estable, riesgo mínimo, producción 112


intensiva con recursos limitados y retorno máximos bajo niveles inferiores de tecnología dentro de estos sistemas; la complementariedad de las empresas agrícolas reduce la necesidad de insumos externos (Redclift y Goodman, 1991). La correcta interacción espacial y temporal y los sinergismos que se generan garantizan los rendimientos y la conservación de los recursos.

X. 4. El agua y la sustentabilidad El desarrollo sustentable de toda la actividad humana en el planeta Tierra tiene sus fundamentos en la disponibilidad de agua para el consumo humano, la industria, la ganadería y la agricultura. El 70% de la superficie de la tierra es agua, pero la mayor parte de ésta es oceánica. En volumen, sólo 3% de toda el agua del mundo es agua dulce, y en su mayor parte no se halla generalmente disponible. Unas tres cuartas partes de toda el agua dulce se halla inaccesible, en forma de casquetes de hielo y glaciares situados en zonas polares muy alejadas de la mayor parte de los centros de población; únicamente el 1% es agua dulce superficial fácilmente accesible. Ésta es primordialmente el agua que se encuentra en los lagos y ríos y a poca profundidad en el suelo, de donde puede extraerse sin mayor costo. Sólo esa cantidad de agua se renueva habitualmente con la lluvia y las nevadas y es, por tanto, un recurso sustentable. En total, apenas una centésima del 1% del suministro total de agua del mundo se considera fácilmente accesible para uso humano (Roy, et al., 2012; Cosgrove y Rijsberman, 2000).

Se considera que, mundialmente, se dispone de 12,500 a 14,000 millones de metros cúbicos de agua por año para uso humano. Esto representa unos 9,000 metros cúbicos por persona por año, según se estimó en 1989. (Un metro cúbico es igual a 1,000 litros). Se proyecta que en el año 2025 la disponibilidad global de agua dulce per cápita descenderá a 5,100 metros cúbicos por persona, al sumarse otros 2,000 millones de habitantes a la población del mundo. Esta cantidad sería suficiente para satisfacer las necesidades humanas en caso de que el agua estuviera distribuida por igual entre todos los habitantes del mundo, pero la escasez de agua es un problema global creciente. Los años de rápido crecimiento demográfico y el creciente consumo de agua por la agricultura, la industria y las ciudades han creado tensiones en los recursos de agua dulce mundialmente. En algunas zonas la demanda de agua ya es superior al suministro de la naturaleza, y se prevé que un número cada vez mayor de países enfrentarán condiciones de escasez de agua en un futuro cercano (Bos y Bergkamp, 2001).

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Las cifras per cápita sobre la disponibilidad de agua presentan una situación engañosa. El agua dulce mundialmente disponible no está equitativamente distribuida en el mundo, ni en todas las estaciones del año, ni año con año. En algunos casos el agua no está donde la queremos, ni en la cantidad suficiente. En otros casos tenemos demasiada agua en el lugar equivocado y cuando no hace falta. "Vivimos bajo la tiranía del ciclo del agua", según lo señala la hidróloga Malin Falkenmark, refiriéndose al ciclo hidrológico de la tierra (http://www.mwp.org/proceedings/ dokument/Id_20.pdf).

La escasez de agua puede ser física, económica o institucional, y puede fluctuar en el tiempo y el espacio (Figura 9). Unos 700 millones de personas en 43 países sufren hoy escasez de agua, cifra que podría aumentar a más de 3,000 millones para el 2025. La situación del agua en el mundo sigue siendo precaria y la necesidad de adoptar un enfoque integrado y sustentable para la ordenación de los recursos hídricos es tan apremiante como siempre. Las reservas actuales de agua no pueden satisfacer la demanda como consecuencia del alto crecimiento de la población, patrones de consumo insostenibles, prácticas de ordenamiento ecológico deficientes, contaminación, inversión insuficiente en infraestructura hídrica y utilización poco eficiente del agua (Shiklomanov, 1999).

Figura 9. Mapa mundial que ilustra la escasez de agua en el mundo. Las regiones con color azul reportan poca o nula escasez; el color rojo señala escasez física de agua, esto significa que más del 75% del flujo de los ríos está destinado para la agricultura, industria o consumo doméstico. Zonas de color naranja se están acercando a la escasez física de agua, ya que en un futuro cercano sufrirán por falta de este vital elemento. El color amarillo muestra zonas con recursos hídricos abundantes y menos del 25% del agua se usa para consumo humano, pero ahí existe malnutrición. Áreas de color gris no se han estimado. (Fuente: International Water Management Institute). Sin embargo, en el futuro se necesitará aún más agua para la agricultura, el suministro de agua potable y los servicios de saneamiento, el funcionamiento de las industrias, y el apoyo a las 114


ciudades en expansión. Es muy probable que la brecha entre la oferta y la demanda aumente más todavía, lo que pondrá en peligro el desarrollo económico y social y la sustentabilidad ambiental. La ordenación integrada de los recursos hídricos será de importancia crucial para superar la escasez de agua, como también lo será la cooperación internacional, dado que muchos de los ríos y acuíferos del mundo son compartidos por varios países. Esa cooperación también puede promover la armonía en las relaciones transfronterizas en general (Vörösmarty et al., 2000).

X. 5. Tendencias de la agricultura sustentable La problemática principal de la agricultura sustentable no es lograr el rendimiento máximo, sino lograr una estabilización a largo plazo. El desarrollo de agroecosistemas en pequeña escala, económicamente viables, diversificados y autosuficientes, proviene de nuevos diseños de sistemas de cultivo y/o ganaderos, que se manejan con tecnologías adaptadas a los ambientes locales que se encuentran dentro de los recursos de los productores. Es preciso considerar la conservación de la energía y los recursos, la calidad ambiental, la salud pública y el desarrollo socioeconómico equitativo, con el fin de tomar decisiones sobre el manejo agronómico. Según Altieri (1999), considera que los siete componentes básicos de un agroecosistema sustentable deben incluir:

1. Cubierta vegetal como una medida eficaz de conservación del suelo y agua, lograda mediante el uso de prácticas de cero y mínima labranza, agricultura basada en cultivos de cobertura, etc. 2. Suministro regular de materia orgánica mediante la adición continua de abonos, compost y el fomento de la actividad biótica del suelo. 3. Mecanismos de reciclaje de nutrientes mediante el uso de rotaciones de cultivos, sistemas combinados de cultivo/ganado, agroforestería y sistemas de cultivos intercalados basados en las leguminosas, etc. 4. Prevención y regulación de las plagas, asegurada por el aumento en el uso de productos naturales y de la actividad de agentes de control biológico, obtenidos mediante manipulaciones biodiversas, y la introducción y/o conservación de los enemigos naturales. 5. Aumento del control biológico de las plagas por medio de la diversificación. 6. Aumento de la capacidad de uso múltiple del paisaje.

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7. Producción sostenida de cultivos sin el uso de insumos químicos sintéticos que degraden el ambiente.

Los elementos anteriores se organizan en una estrategia que destaca la conservación y el manejo de recursos agrícolas locales siguiendo una metodología de desarrollo que pone énfasis en la participación, el conocimiento tradicional y la adaptación a las condiciones locales. Dentro de la estructura del enfoque agroecológico participativo se definen objetivos económicos, sociales y ambientales mediante la comunidad local, y se ponen en práctica tecnologías de bajos insumos para armonizar el crecimiento económico, la equidad social y la preservación ambiental. Por último, además del desarrollo y la difusión de tecnologías agroecológicas, la motivación de una agricultura sustentable requiere de cambios en las agendas de investigación, las políticas agrarias y los sistemas económicos, incluyendo mercados y precios justos, como también de incentivos o subsidios gubernamentales que realmente lleguen a los productores que los necesitan (Falkowski et al., 2000).

X. 6. Algunos paradigmas de la agricultura sustentable La estructura de la agricultura empresarial y la organización de la investigación agrícola (que enfoca los problemas a corto plazo y las muchas modificaciones de la tecnología existente), evita que las recomendaciones de la investigación ecológica sean incorporadas a los sistemas de manejo agrícola (Sikor, 1994.). Además resulta obvio que las empresas agrícolas no invertirán en tecnología sustentable en donde las ganancias no se pueden obtener inmediatamente. “Los avances tecnológicos son importantes para enfrentar las necesidades futuras, pero al abordar temas socioeconómicos como la inequidad en el acceso a los recursos, el crecimiento poblacional y el acceso a la educación, son también temas prioritarios que debemos enfrentar y atender, si es que realmente queremos un desarrollo sustentable. Por lo tanto, nuestra sociedad requiere cambiar algunos paradigmas si es que deseamos preservar y soportar los recursos naturales y la salud del suelo y el agua para las generaciones futuras” (Gomiero et al., 2011).

De hecho, el énfasis en rendimientos mayores continúa y durante las pasadas décadas este enfoque altamente tecnificado se ilustra por la promoción a gran escala de la microbiología y la biotecnología, señalada como la nueva panacea tecnológica que puede evitar la poca productividad, particularmente en la agricultura sustentable mediante el empleo de biofertilizantes en los países en vías de desarrollo y los desarrollados (Tikhonovich and Provorov, 2011). Se afirma que el cultivo de células y tejidos podría usarse inmediatamente para acelerar la producción de variedades de 116


cultivos resistentes a las enfermedades y tolerantes a las sequías. También el trasplante de embriones ofrece la posibilidad de obtener especies de ganado mejoradas. Por lo tanto, los que la proponen sostienen que las tecnologías de ingeniería genética pueden proporcionar rápidamente materiales vegetales adaptables a la mayoría de las zonas agrícolas del mundo, incluyendo tierras marginales, lo cual no ha sido plenamente probado y si muy cuestionado (Brill, 1985).

Un dilema importante para quienes buscan el desarrollo, será cómo transferir y adaptar la biotecnología a las condiciones políticas, económicas y sociales que prevalecen en los países en desarrollo (Hansen et al., 1994). Dada la actual situación económica en estos países, resulta razonable esperar que las tecnologías promovidas en países en desarrollo agobiados por las deudas, puedan no ser las más adecuadas a los ambientes económicos y ecológicos locales, sino que más bien resultan ser atractivas para los grandes mercados de las naciones industriales.

A medida que la utilización de esta tecnología aumenta, las reglamentaciones tendrán que surgir para proteger al público de los problemas ambientales y de salud que pueden originarse por la liberación de organismos modificados genéticamente (Brill 1985). Existe cierta preocupación en cuanto a que las pruebas o aplicaciones podrían llevar a una liberación ecológica de la regulación biótica de los propios organismos concebidos genéticamente. Las burocracias de los países en desarrollo generalmente son lentas o ineficientes en el refuerzo de la bioseguridad, situación explotada por muchas empresas transnacionales para comercializar sus productos, los cuales están prohibidos para su venta en los países desarrollados. Un ejemplo claro de esta situación es el fumigante bromuro de metilo (http://www.epa.gov/Ozone/mbr/).

A pesar de que quienes proponen la biotecnología sostienen que las plantas que ellos producen pueden ser resistentes a muchas plagas, enfermedades y capaces de prosperar en suelos pobres en nutrientes (disminuyendo así la necesidad de plaguicidas y fertilizantes), el enfoque hace que los agricultores, especialmente los campesinos, sean cada vez más dependientes de las empresas productoras de semillas. Dada la tendencia de algunas compañías a poner énfasis en paquetes de semilla/producto químico, los agricultores se hacen automáticamente dependientes de los elementos químicos necesarios para sembrar las semillas (Boller, 1992). Esto es particularmente cierto en el caso de la biotecnología que adapta cultivos para necesidades específicas (como cultivos resistentes a los herbicidas). El problema es que cuando los agricultores pierden su autonomía, sus sistemas de producción resultan gobernados por empresas transnacionales y distantes sobre las que las comunidades rurales tienen poco o ningún control.

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Por otra parte, en los países industrializados la consideración de la agricultura diversificada (policultivos) es inhibida por el sistema actual de tenencia de la tierra y el diseño de la maquinaria agrícola. Por lo tanto, la investigación sobre la ecología de los policultivos sólo tiene sentido como parte de un programa más amplio que incluye la reforma de la tenencia de la tierras y el rediseño de las máquinas (Cordero y McCollum, 1979). En las actuales condiciones sociales hacen difícil la adopción de la agricultura ecológica otras limitaciones como las siguientes (Juroszek, et al., 2008): •

Dada la complejidad ambiental de cada sistema agrícola, la tecnología agrícola sustentable debe ser específica respecto al lugar, por lo tanto, la tecnología desarrollada en estaciones o campos experimentales puede resultar inadecuada en una región heterogénea de agroecosistemas sustentables.

Una exploración holística del diseño, manejo y estructura del agroecosistema tiende a romper las limitaciones disciplinarias, desafiando la propensión orientada a la conveniencia de la educación, investigación y extensión agrícola común y además de la inflexible estructura de los mercados urbanos/rurales.

Durante una fase de transición, los rendimientos de los cultivos, la calidad y apariencia variarían en algún grado, dando por resultado una producción impredecible que a su vez inhibe la inversión de capital e impide que los agricultores establezcan relaciones sólidas y fructíferas con mayoristas y procesadores.

Muchos agricultores no variarán a sistemas alternativos, a menos que exista una buena perspectiva de obtener ganancias monetarias originadas ya sea por una mayor producción o por menores costos de producción (Hesterman et al., 1992). Las distintas actitudes dependerán principalmente de la percepción que los agricultores tengan acerca de los beneficios económicos a corto o a largo plazo de la agricultura sustentable; y por lo visto, no será posible sobreponerse a estas limitaciones sin cambios importantes en la estructura agrícola de los Estados Unidos (Egger, 1981). El proceso de cambio podría acelerarse si se dieran las siguientes condiciones:

1. Que la investigación y la extensión agrícola pusieran su atención en problemas a largo plazo, con mayor énfasis en la pequeña escala, donde la tecnología de un lugar específico fuera desarrollada en los predios de los agricultores con la activa cooperación de éstos. 2. La planificación agrícola fuese integrada con una perspectiva ecológica para la utilización de toda la tierra, persiguiendo objetivos múltiples como la producción de alimentos e ingresos, mejoramiento de la calidad nutricional, protección de la salud de los trabajadores 118


agrícolas y los consumidores, protección del ambiente y la participación equitativa de la población entre asentamientos urbanos y rurales. 3. Que surgieran cooperativas productor-consumidor, que enfrentaran los mercados locales, que coordinen los propósitos de producción para evitar la sobre o subproducción, y establezcan los objetivos de los estándares cosméticos o de apariencia de los productos. 4. Que la agricultura se convirtiera en una actividad orientada a la familia, basada en decisiones cooperativas sobre el manejo agrícola, la venta de insumos, la asignación de créditos y la mano de obra. 5. Los pequeños agricultores se organizaran y se convirtieran en un grupo de votantes con fuerza política para asegurar reformas pertinentes, una legislación apropiada y un mejor acceso a los servicios públicos, créditos y tecnología. 6. Que los consumidores fueran más eficientes para influir en las agendas de investigación agrícola que generalmente ignoran los problemas de nutrición, salud y medioambiente. Las exigencias para desarrollar una agricultura sustentable no son sólo biológicas o técnicas, sino también sociales, económicas y políticas que ilustran las necesidades para crear una sociedad sustentable. 7. Por lo tanto, resulta inconcebible estimular los cambios ecológicos del sector agrícola sin apoyar los cambios similares en todas las demás áreas interrelacionadas de la sociedad. La última exigencia de una agricultura ecológica es un ser humano evolucionado y consciente, cuyo paradigma de actitud hacia la naturaleza sea de coexistencia y no de explotación (Altieri, 1999).

X. 7. La eficacia agrícola y la sustentabilidad ¿Es eficiente y sustentable la producción agrícola de hoy en día? Si uno selecciona el día de hoy como el punto de referencia y luego voltea y compara con lo que sucedía unos años atrás, es obvio que la agricultura de muchos países del mundo ha sido sustentable. Las tendencias que observamos nos dan la esperanza de que la sustentabilidad futura esté a nuestro alcance. Y el mejoramiento en la eficiencia del uso de los nutrientes para las plantas es una importante razón para esto debido a las siguientes consideraciones (Schroder et al., 2011):

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La eficiencia del uso de los nutrientes se ha incrementado. Durante los últimos 25 años, la eficiencia del uso del nitrógeno por los agricultores Norte Americanos, esto es, el maíz producido por kilo de N aplicado se ha incrementado en más de un 30 por ciento y continúa subiendo.

Durante los años 60´s y 70´s, los agricultores Norte Americanos generalmente aplicaban más fósforo (P) y potasio (K) de lo que los cultivos removían del suelo. Los niveles de fertilidad del suelo se incrementaban y llegaban a estar en rangos altos o muy altos para soportar los mayores rendimientos de los cultivos. Sin embargo las reservas de nutrientes reportados en algunos estados están mostrando hoy, que más nutrientes particularmente P y K, están siendo removidos comparado con lo que se aplica o regresa al suelo. Los agricultores necesitan monitorear los requerimientos de nutrientes de sus cultivos, sobre la base de un sistema de "sitio específico" luego, abastecerlos de manera que puedan sostener los incrementos continuos de rendimiento necesarios para alimentar a la creciente población mundial (http://www.ppi-far.org/ppiweb/ppihome.nsf).

Existen suelos que han recibido aplicaciones muy altas de nutrientes, especialmente a través de la aplicación de estiércoles y sólidos de origen biológico. Se debe tener cuidado en el desarrollo de planes de manejo de nutrientes para tales sólidos, que llenen los requisitos agronómicos, pero que no excedan los niveles de seguridad desde el punto de vista del medio ambiente.

Desde hace tiempo se han desarrollado tecnologías para ayudar a evitar las implicaciones negativas sobre el medio ambiente por los excesos y las insuficientes aplicaciones de nutrientes para las plantas. Estas recomendaciones están llevando a una mejor eficiencia en el uso de ambos, fertilizantes sintéticos minerales y desechos orgánicos, tales como estiércoles lodos de aguas negras, resultando en una mejor utilización de nutrientes por los cultivos. Durante los años 30's, los suelos agrícolas de los Estados Unidos estaban siendo erosionados a una tasa de 15 a 20 ton/ha. Después de esos años, con las curvas de nivel, terrazas y otras prácticas de conservación de suelos, las tasas de erosión bajaron a menos de 7 ton/ha. El progreso ha continuado. La erosión por viento y agua está actualmente alrededor de 2.2 ton/ha por año y decreció en 35% durante los años de 1987 a 1997. La labranza de conservación, (actualmente usada en más de un tercio de las tierras de cultivo de los Estados Unidos o en alrededor de 50 millones de hectáreas) y otras buenas prácticas de manejo, son los principales factores que han influido para reducir las tasas de erosión (Foley et al., 2005).

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Como resultado de lo anterior y otras mejoras en el manejo de la producción, el promedio de los rendimientos en Estados Unidos casi se ha triplicado desde los años 40´s y continúan subiendo. De hecho, si las cosechas que producimos en 1990 se hubieran cultivado utilizando la tecnología de 1940, se requerirían de 270 millones de hectáreas más de tierras de cultivo de productividad similar para lograrlo.

Debe hacerse notar que la agricultura no ha resuelto todos los retos asociados con la sustentabilidad de largo plazo. Los ejemplos anteriores muestran qué tan lejos ha llegado la agricultura de Estados Unidos. Sin embargo, en ese país y en el resto del mundo, queda mucho por hacer para asegurar la sustentabilidad futura. A medida que los agricultores continúan alcanzando más y más altos rendimientos por unidad de superficie de tierras de cultivo, es inherente a ellos el dejar la tierra más fértil y productiva que como la encontraron para que así las nuevas generaciones puedan ser alimentadas. Para lograrlo, se requerirá de la adopción y uso de tecnologías de producción basadas en lo más moderno de la investigación científica (http://www.eurekalert. org/ pub_releases).

Para dar respuesta a la creciente demanda global de sus productos, la agricultura debe ser agresiva al moverse hacia adelante, con tecnologías emergentes como la principal fuerza motora. La agricultura debe afrontar muchos retos para alcanzar y mantenerse como sustentable, ello requiere del esfuerzo de todos los agricultores del mundo (Beddington, 2010).

Las empresas de “gran escala” y los pequeños agricultores tienen un destacado papel que realizar para incrementar su eficacia, pues resulta indiscutible que la agricultura debe producir cada vez más alimentos por unidad de superficie. A inicios del año 2000, la población mundial llegó a los 6,000 millones de seres humanos. Está proyectado que para el año 2025 la población llegue a 8,000 millones de individuos, esto es un incremento de 33% en apenas 25 años (http://www.ibiblio.org/lunarbin/worldpop). Durante ese periodo de tiempo, se espera poco incremento en la superficie de tierra disponible para la producción de alimentos. De hecho, la tierra de cultivo per cápita en el mundo sigue disminuyendo, las predicciones estiman una disminución de 0.5 ha en 1965 hasta menos de un cuarto de ha para el año 2025. Si la agricultura va a ser sustentable, debe de ser capaz de alimentar a una población en aumento. Mayores rendimientos deben ocurrir y serán el resultado de mejores prácticas de manejo. Estas deberán incluir: •

Mayores insumos e incremento en la eficiencia del uso de los recursos agua, suelo y cubierta vegetal, incluyendo nutrición balanceada y dosis de aplicación de nutrientes. 121


Protección adecuada de los cultivos, incluyendo una apropiada mezcla de prácticas culturales, uso razonable de pesticidas y de cultivos mejorados genéticamente.

Genética avanzada, incluyendo el mejoramiento tradicional y los producidos por la biotecnología.

Manejo de los cultivos que minimice la erosión de los suelos.

Mejoras en la productividad de los suelos, incluyendo mejor estructura para la labranza y condiciones para los componentes biológicos de éste.

Mejor calidad del agua y manejo del riego y drenaje.

Debido al rápido y constante aumento de la población en muchas zonas del mundo en desarrollo, particularmente en África, el Medio Oriente y partes de América Latina, y a la disminución de la productividad agrícola en términos de productividad per cápita, el mundo marcha hacia una crisis alimentaria. El crecimiento demográfico, la urbanización, la distribución desigual de las tierras, la reducción de las dimensiones de las explotaciones y el constante empobrecimiento de los agricultores del “Tercer Mundo”, han contribuido a reducir la producción tradicional en zonas críticas. De hecho, casi mil millones de personas padecen de malnutrición y 400 millones están crónicamente subnutridas. Paralelamente al crecimiento del número de seres humanos, ha ido avanzando la degradación de los recursos a escala masiva. En un momento en que se necesita producir más alimentos, la degradación de las tierras y el abuso de sustancias químicas comportan una mengua de la producción agrícola (Grimm et al., 2008).

En los últimos nueve meses del año 2008 el precio de los alimentos se incrementó en 45%, según datos de la FAO (http://www.fao.org/newsroom/ES/news/2008/). En el 2007 los cereales subieron el 41%, los aceites vegetales el 60% y los lácteos en 83%. Entre marzo de 2007 y marzo de 2008 el precio del trigo aumentó en 130%. Uno de los elementos que ha influido en esas alzas de la producción agrícola es el precio del petróleo. Eso, a su vez, estimula la producción de aquellos productos que se pueden transformar en biocombustibles y eso determina que disminuya la siembra de otros alimentos, lo que crea un círculo vicioso con alzas en otros artículos básicos. En México, recientemente, debido a la prolongada sequía y su efecto en el almacenamiento de las principales presas, se prevé que, tomando el caso del estado de Sinaloa, que en el ciclo primavera- verano 2012 no habrá siembras, la economía estatal no se verá castigada, como ocurrió con las heladas del año pasado, pues este factor se compensará con los mayores ingresos que obtendrán los productores gracias a los buenos precios que están alcanzando la mayoría de los productos agrícolas en los 122


mercados (http://twiffo.com/SoN) . Una razón de los excelentes precios alcanzados en la mayoría de los productos agrícolas en los mercados locales, se debe a la escasez de alimentos a nivel mundial.

La gravedad de la situación tuvo que ser admitida a inicio de 2008 cuando ya en 37 países se había registrado disturbios por la carestía de los alimentos. Desde Egipto hasta Haití se registraron protestas porque ya ni siquiera se podía comprar harina para hacer pan. La situación amenazaba también a los países desarrollados, especialmente de los que viven del comercio con sus ex colonias, como Gran Bretaña.

Durante los últimos años se viene hablando sobre la crisis en el sector productor de alimentos; ocasionado entre otros factores por los altos costos de los productos de la materia prima para procesar y trabajar los productos agrícolas, la cadena de comercialización, el desabastecimiento por causas de acaparamiento con el objetivo de hacer subir aún más los precios del producto final, situación que se presenta no sólo en Venezuela sino también a nivel mundial. Otra causa, que debe analizarse es que los productos agrícolas se destinan a fines experimentales de obtención de energía (biocombustibles); un caso de ello es el maíz.

Cuando se realiza un análisis comparativo de diez años del producto interno bruto por sectores (PIB), se comprueba que el sector primario (agrícola) ha caído fuertemente, el sector secundario (industrial) también cae en menor proporción, mientras que el sector terciario (servicios) experimenta un alto crecimiento.

En un análisis realizado durante los años 1993 y 2003 para varios países industrializados y de los llamados mercados emergentes, relacionados se comprobó como el PIB del sector agrícola ha caído fuertemente en todos estos países, con muy pocas excepciones. Por ejemplo en Estados Unidos la caída fue del 36.8%; en el Reino Unido del 44.4% y en México, casi llega al 40% (OECD, 1993–2003). Por su parte el sector industrial que comprende también parte del sector manufacturero que se encarga de la transformación de los productos de la agricultura en productos de consumo final también muestra una caída (http://www.oecd.org/document/37.html).

Estos resultados nos llevan a la siguiente conclusión: la causa fundamental de la caída en la producción y transformación de productos agrícolas para consumo final, está asociado al propio sistema capitalista, a su fin o propósito que es: “producir bienes y servicios a un mínimo costo y al más alto beneficio”, ecuación que evidentemente no se cumplirá cuando se destina el capital a la 123


producción de alimentos para satisfacción básica y elemental de la población, es por ello que destinan la inversión a los servicios, es allí donde está la más alta rentabilidad a los más bajos costos de producción.

Pero también, hay que reconocer que fue precisamente el sistema capitalista que ha hecho posible aumentar la producción de alimentos, mediante la tecnología, la expansión productiva, la alta demanda de mano de obra calificada, menos calificada y no calificada, todas a bajos precios, lo cual ha permitido en parte satisfacer la demanda alimentaría a la población mundial, merito que se debe hacer, ya si comparamos con los modos de producciones anteriores al capitalismo, la historia evidencia la deficitaria producción de alimentos que inclusive desde entonces viene ocasionando la hambruna mundial, que ha costado y sigue costando vidas.

Sin embargo, el sistema capitalista tiene muchas contradicciones internas, una de ellas es la imposibilidad de resolver la capacidad de producir alimentos para la satisfacción de la demanda de la población mundial, precisamente hoy en día con todo el desarrollo y sofisticada tecnología el problema del hambre persiste, a tal punto que hoy se estima que diariamente mueren 26,000 niños, menores de 5 años por falta de alimentos o por enfermedades relacionadas con la mala nutrición; esto es por demás absurdo e inmoral.

Es claro y evidente que el sistema produce para un mercado, donde no existen reglas y si las hay se evaden con toda normalidad, es por ello que las necesidades alimenticias no pueden ser satisfechas, lo cual nos afecta a todos por igual, los que tienen capacidad para acceder al mercado, y los que no la tienen también, ya que el capital se dirige hacia sectores más rentables, abandonando los sectores que dan menos ganancia.

A la raíz de la crisis señalada está el multiplicador de la población, que determina la repercusión global en las tierras y los alimentos. El crecimiento demográfico se concentra en el mundo en desarrollo, donde tienen lugar más del 90% de todos los nacimientos. En los próximos diez años, la población del mundo industrializado crecerá sólo en 56 millones de personas, mientras que la población de los países en desarrollo aumentará en más de 900 millones. Sea cual fuere el tipo de tecnología (sustentable o no), el nivel de consumo o desperdicio, el nivel de pobreza o desigualdad, cuantas más personas haya, mayores serán los efectos en el medio ambiente y, a su vez, en la producción de alimentos (http://www.fao.org/newsroom/ES/news/2007/index.html).

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Por lo tanto, se ha propuesto un programa de acción en que se combinan los programas demográficos y de planificación familiar con una ordenación apropiada de tierras y aguas, haciendo hincapié en la función decisiva de las mujeres como administradoras de recursos en gran parte del mundo en desarrollo. Si se han de satisfacer las necesidades futuras, es esencial remodelar las políticas integradas de población, recursos y medio ambiente, de forma que la agricultura pueda restablecerse sobre bases sustentables.

La urbanización galopante da una dimensión particular a la problemática alimentaria de los países en desarrollo, debido especialmente a su influencia en los modelos de consumo. El desnivel entre el campo y la ciudad en materia de hábitos alimentarios refleja las diferencias del entorno sociocultural, de la actividad económica y del modo de vida. En la ciudad, los alimentos básicos tradicionales tienden a ser desplazados por el arroz y el trigo. Este fenómeno típico de la urbanización puede tener repercusiones económicas considerables. El hecho de que globalmente en las zonas urbanas el consumo de carne, legumbres y frutas sea más elevado puede deberse esencialmente a los ingresos de la población.

Como la alimentación en la ciudad depende estrechamente del poder adquisitivo, es posible que la miseria nutricional de los pobres sea allí mayor que en las zonas rurales. Con el consumo creciente de alimentos de origen animal, de materias grasas y de productos industriales muy elaborados, la población urbana del “Tercer Mundo” se verá cada vez más expuesta a las llamadas “enfermedades de la civilización”.

Es importante conocer mejor el consumo urbano de alimentos para adaptar mejor la producción alimentaria local a las exigencias de la población urbana y orientarla hacia mejores opciones. De toda suerte, si la agricultura va a ser sustentable, el gran reto consiste, en que debe de ser capaz de alimentar a una población en permanente aumento y por ende, cada vez más demandante.

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EpĂ­logo

La vida fluye. Las personas cambian segĂşn sus vivencias y experiencias del pasado. Van descubriendo escenarios nuevos e inĂŠditos, que no encajan ya en su manera de entender la vida. Este es el ineludible destino de todo paradigma. Con sumo cuidado y paciencia se va tejiendo un nuevo traje, a partir de aquel vestido que el tiempo desgasta y roe, y que por un periodo determinado cubre y engalana el cuerpo de nuestros sentimientos y pensamientos. De pronto, somos capaces de ver el nuevo traje del emperador, que desfila desnudo.

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