SISTEMA NACIONAL DE INVESTIGADORES RETOS Y PERSPECTIVAS DE LA CIENCIA EN MÉXICO
Primera edición, 12 de noviembre de 2012 DR © 2012 UNIVERSIDAD AUTÓNOMA METROPOLITANA Universidad Autónoma Metropolitana Unidad Xochimilco Calzada del Hueso 1100 Colonia Villa Quietud, Coyoacán 04960 México, DF ISBN: 978-607-477-814-4 Impreso en México / Printed in Mexico
SISTEMA NACIONAL DE INVESTIGADORES RETOS Y PERSPECTIVAS DE LA CIENCIA EN MÉXICO
Salvador Vega y León Coordinador
UNIVERSIDAD AUTÓNOMA METROPOLITANA
RECTORÍA UNIDAD XOCHIMILCO
UNIVERSIDAD AUTÓNOMA METROPOLITANA Rector general, Enrique Fernández Fassnacht Secretaria general, Iris Santacruz Fabila UNIVERSIDAD AUTÓNOMA METROPOLITANA-XOCHIMILCO Rector, Salvador Vega y León Secretaria, Patricia Emilia Alfaro Moctezuma DIVISIÓN DE CIENCIAS Y ARTES PARA EL DISEÑO Director, Jaime Francisco Irigoyen Castillo Secretaria académica, Silvia Ana María Oropeza Herrera DIVISIÓN DE CIENCIAS BIOLÓGICAS Y DE LA SALUD Director, Fernando de León González Secretaria académica, Georgina Urbán Carrillo DIVISIÓN DE CIENCIAS SOCIALES Y HUMANIDADES Director, Jorge Alsina Valdés y Capote Secretario académico, Carlos Alfonso Hernández Gómez
FORO DE REFLEXIONES EN TORNO AL SISTEMA NACIONAL DE INVESTIGADORES COMITÉ CIENTÍFICO Salvador Vega y León (coordinador general) José Luis Cepeda Dovala, Jesús Rodríguez Diego Arturo Velázquez Jiménez, Cristina Olvera Anguiano Editores: José Luis Cepeda Dovala / Miguel Ángel Hinojosa Carranza Diseño de portada: Irais Hernández Güereca
Índice
Presentación Salvador Vega y León ........................................................................
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Los orígenes del Sistema Nacional de Investigadores Jorge Flores Valdés ............................................................................
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El Sistema Nacional de Investigadores y las condiciones de vida de los investigadores Emilio Pradilla Cobos .......................................................................
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Para repensar el Sistema Nacional de Investigadores ante dos modelos de carrera de investigador Magdalena Fresán Orozco ................................................................
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El Sistema Nacional de Investigadores Rosaura Ruiz Gutiérrez .....................................................................
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Consolidación del Sistema Nacional de Investigadores, profesionalización de la investigación en México María de Ibarrola ..............................................................................
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El SNI y la movilidad de académicos en la globalización Jaime Aboites A. y Claudia Díaz P. ...................................................
63
El Sistema Nacional de Investigadores en la conformación de la comunidad científica en México Giovanna Valenti Nigrini ..................................................................
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La etapa de consolidación del Sistema Nacional de Investigadores Víctor Luis Porter Galetar ................................................................
85
La consolidación del Sistema Nacional de Investigadores Ana María Rosales Torres .................................................................
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Retos y perspectivas del Sistema Nacional de Investigadores Jaime Álvarez Gallegos .....................................................................
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Desafíos del Sistema Nacional de Investigadores Velia Aydée Ramírez Amador ............................................................
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Modificaciones al Sistema Nacional de Investigadores José Ángel Pescador Osuna ...............................................................
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El Sistema Nacional de Investigadores como termómetro de la inteligencia colectiva Mauricio Fortes Besprosvani .............................................................
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Hacia un nuevo Sistema Nacional de Investigadores que contribuya al desarrollo equilibrado del país Javier Esteinou Madrid .....................................................................
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El Sistema Nacional de Investigadores y el desarrollo de la ciencia en México Patricia Gascón Muro .......................................................................
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El Sistema Nacional de Investigadores y su impacto en el Sistema de Educación Superior Salvador Vega y León ........................................................................
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Presentación Salvador Vega y León*
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esde su origen, la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Xochimilco, Casa abierta al tiempo, se ha caracterizado por ser una institución pública de educación superior que, en su constante búsqueda por la excelencia, mantiene siempre abiertos sus espacios para dar lugar a la reflexión, propiciar la discusión académica, permitir la libre discusión de ideas, lo mismo que para buscar soluciones a las diversas problemáticas que debemos enfrentar tanto como investigadores, científicos, humanistas, docentes y divulgadores del conocimiento, como ciudadanos del mundo. Este libro recoge los resultados de un evento de gran trascendencia para nuestra institución, tanto por las propuestas y análisis ahí vertidos, como por la relevancia de las personalidades de la comunidad científica y académica que en él participaron, compartiendo su experiencia y su visión de la ciencia, la tecnología y la innovación. Nos referimos al Foro de reflexiones en torno al Sistema Nacional de Investigadores llevado a cabo en abril de 2012 en la Unidad Xochimilco de la Universidad Autónoma Metropolitana. En dicho Foro se abrió un espacio de reflexión sobre el impacto social, los retos y las perspectivas de la ciencia en México y, de manera particular, del Sistema Nacional de Investigadores (SNI). Dada la importancia que tiene la presencia de la universidad pública en la vida social, política y económica de nuestro país, nos resultó imprescindible no sólo efectuar un ejercicio colectivo de reflexión como el referido líneas arriba, sino darle seguimiento, con la publicación de este libro, a todas las propuestas surgidas ahí a partir de las recomendaciones de personas dedicadas a la generación de conocimiento, la investigación, la innovación y al desarrollo tecnológico en nuestro país. * Rector de la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Xochimilco.
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Como sabemos, el SNI es un programa del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), diseñado originalmente para hacer altamente competitiva la actividad científica mexicana. Se pensó como un estímulo a la productividad individual y hoy día se ha vuelto un mecanismo viable para que, quienes se dedican a la ciencia, mantengan un ingreso decoroso para hacer frente a los embates de la economía nacional. Gracias al SNI se ha dado, entre otras cosas, un crecimiento de científicos de primera línea en México, sin embargo, los avances han traído consigo nuevas situaciones a las que se debe buscar solución, como por ejemplo la concentración de las y los científicos en pocas instituciones y el centralismo de la producción científica nacional, entre otras. Considerado por muchos como fundamental para el progreso de la ciencia, el SNI también es objeto de críticas y cuestionamientos cada vez más pertinentes. Por ello cobra aún mayor relevancia plantearnos cuestiones tales como: ¿cuál ha sido el curso de acción del Sistema Nacional de Investigadores y cuáles son sus retos y perspectivas al cumplir más de 27 años de vigencia?, ¿cuál es el impacto de los miembros del SNI en la vida académica nacional?, ¿es la condición de género de las académicas un obstáculo para alcanzar los niveles más altos del SNI?, ¿son los parámetros de evaluación los más efectivos o existen otras formas de evaluar?, ¿la creación de una Secretaría de Ciencia y Tecnología podría fortalecer e institucionalizar al Sistema Nacional de Investigadores? Como se verá, estas interrogantes y otras tantas son el hilo conductor de los trabajos aquí presentados, pero aún más importante, es que los cuestionamientos sirven también de punto de partida para la construcción de soluciones, para la generación de propuestas y para la edificación de los instrumentos que harán posible, ese es nuestro deseo, encontrar las vías para asegurar un futuro promisorio tanto para nuestro Sistema, como para la ciencia, la innovación y la tecnología mexicana. Realmente es nuestra convicción que las reflexiones agrupadas en este libro propiciarán acciones que darán base y sustento a la encomienda de construir un porvenir más allá de los ciclos sexenales para aportar mejores resultados, en el marco de conducir una política científica que marque el rumbo y posibilite la integración del conocimiento, desde su generación hasta su aprovechamiento social, en beneficio de nuestro país. Tan sólo cabría agradecer la valiosísima participación de quienes nos acompañaron con sus ponencias durante el Foro. Ellos son los autores y el principal elemento de este libro que ahora tenemos en nuestras manos.
Los orígenes del Sistema Nacional de Investigadores Jorge Flores Valdés*
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gradezco a la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Xochimilco, la invitación para hablar de los orígenes del Sistema Nacional de Investigadores (SNI). Voy a dividir mi ponencia en dos apartados, en uno les voy a contar una serie de “chismes” de cómo surgió el SNI porque es muy divertido y esa va a ser la primera mitad. En la segunda haré una propuesta sobre el futuro del SNI respecto de la forma de evaluación. Esta idea del Sistema Nacional de Investigadores es muy vieja, de hecho recuerdo haber discutido algo semejante a lo que hoy es el SNI en 1975 cuando el entonces director del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) era el licenciado Gerardo Bueno y el presidente de la Academia era Agustín Ayala Castañares, en ese momento se discutía algo que se parecía un poco al SNI y que se llamaba Sistema de Investigadores Nacionales. La Academia de tiempo en tiempo volvió a mencionar este, para entonces, proyecto en ciernes, se volvía a discutir una y otra vez en algunas reuniones pero no cuajó. Un día, cuando yo era subsecretario de educación superior e investigación científica (instancia que, por cierto, ahora se llama Subsecretaría de Educación Superior, con lo cual no sólo cambió de nombre sino de objetivos porque con dicho cambio le cerraron una puerta a la ciencia, una tontería más de las que se acostumbran a hacer en este país, porque era una puerta importantísima para las universidades estatales en particular), entonces les decía, yo era ese subsecretario, el secreta* Investigador Emérito del Instituto de Física-UNAM; ex presidente de la Academia Mexicana de Ciencias; ex subsecretario de Educación Superior-SEP; fundador del Secretariado Técnico del Sistema Nacional de Investigadores.
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rio era el maestro Jesús Reyes Heroles, persona muy lista, inteligente y muy buen político. Un día me llama a mi casa en la noche y me dice: “oiga está aquí conmigo Salvador Malo”, que era su asesor, “y me está proponiendo un sistema de investigadores nacionales ¿usted sabe lo que es eso?”. Dije: “claro, claro que sé”, y dice: “¿qué le parece?”, “pues mire, dadas las condiciones de salario y dadas las condiciones laborales de los profesores de tiempo completo, en particular en las universidades y en las grandes instituciones pues yo creo que sería indispensable porque si no se nos van a escapar, va a haber una fuga sobre todo interna de investigadores”, y me dijo: “ah, bueno, pues yo mañana tengo a la una reunión con el presidente De la Madrid. Entonces júntese temprano en la mañana con Malo y escriban la propuesta, yo se la presento al presidente”. Nos reunimos Salvador y yo, la escribimos, se la pasamos al maestro Reyes Heroles, le pareció bien y a la una se la presentó al presidente; a la 1:15 estaba aprobado. Así fue. Lo que no había ocurrido durante 10 años ocurrió en menos de 24 horas. Nosotros proponíamos que el sistema de investigadores nacionales, fuera operado por la Academia de Investigación Científica para darle a ésta más relevancia y eliminarlo de toda conexión de carácter político porque queríamos que fuera una instancia académica. Escribimos el discurso que el presidente dio en la entrega de los premios de la Academia de Investigación Científica; por cierto, ese día se lo dieron a Julio Rubio, que en ese momento era investigador de física pero que luego fue rector de la UAM Iztapalapa, rector general de la UAM y subsecretario de educación superior. Ese día el presidente le encargó a la academia que hiciera los primeros estatutos para la propuesta del sistema de investigadores nacionales, y así fue. La academia, que entonces estaba presidida por Pablo Rudomín, organizó una serie de reuniones. Ya tenían muchas ideas al respecto y finalmente le hicieron una propuesta al secretario de educación sobre cómo debía ser el sistema de investigadores nacionales. Le cambiamos el nombre de sistema de investigadores nacionales a Sistema Nacional de Investigadores porque era el “sin” y “sin” tiene una connotación muy divertida. Entonces se presentó esa propuesta de los científicos mexicanos. Se formó un secretariado para hacer la propuesta de reglamento y la de decreto presidencial; ese secretariado lo conformaban tres subsecretarios: el de tecnológicas, el de planeación y yo, secretariado técnico, y el secretario general del Conacyt que era Daniel Reséndiz, así como el presidente de la
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academia que ya para entonces no era Rudomín, sino José Sarukhán. Entonces esos cinco subsecretarios, con el apoyo técnico de Salvador Malo, somos los que hicimos el primer plan. Éste se presentó al presidente De la Madrid en una reunión en el Colegio Nacional por parte de Reyes Heroles y ahí el doctor Ramón de la Fuente (padre de Juan Ramón de la Fuente, ex rector de la UNAM) le dijo al presidente: “bueno, me parece muy bien el sistema pero sólo tiene tres categorías, los niveles I, II y III y como que no hay un suficiente apoyo para los jóvenes”. Entonces nos lo retacharon y fue ahí que tuvimos que inventar esa postura muy rara que es la de candidato a investigador nacional. Yo pienso que al salir ese decreto y al echarse a andar la primera promoción pues se salvó la comunidad científica. Pero también fuimos víctimas de infinidad de periodicazos: la razón es que la gente no se sentía bien clasificada o quedaba fuera del SNI porque se pedía que fueran investigadores de tiempo completo, máximo con 9 horas de trabajo fuera de su institución. Pero como había mucha gente que dobleteaba porque no le alcanzaba el dinero con un solo puesto, pues ellos no podían entrar al sistema y claro, se enojaron. Como además muchos de ellos tenían acceso a los periódicos, bueno, fue terrible. Yo tengo un libro de muchísimas páginas de puros artículos, ninguno a favor eh, todos absolutamente en contra. Según la propuesta había tres áreas, la de físico-matemáticas, la de químico-biológicas y la de ciencias sociales y humanidades; teníamos que nombrar a los miembros de las comisiones dictaminadoras. Eran nueve en cada una de las áreas, aunque según el reglamento tenían que ser nivel III. Pero no podían ser niveles III porque no existían los niveles III. Entonces se estableció en un transitorio que el consejo directivo, que estaba presidido por el secretario de educación pública, sería el que nombrara los primeros 27 niveles III del sistema. Y todo recayó en mí. Pero los escogimos bien, porque eran premios nacionales, o miembros del Colegio Nacional, gente que en general no causaba dudas en la comunidad científica, era un punto extremadamente delicado. Bueno, fue así como finalmente se echó a andar la primera promoción en julio de 1984. El sistema, ya para entonces Sistema Nacional de Investigadores, estaba localizado en la Subsecretaría de Educación Superior, en las oficinas que estaban enfrente de un centro comercial muy bonito que se llamaba el Relox y teníamos esas tres áreas, fueron cerca de 1 380, si no me equivoco, el número de investigadores nacionales de la primera promoción.
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Después el problema económico fue..., ¡ahh! una cosa, que cuando ya había aceptado el presidente De la Madrid echar a andar esto a mí personalmente me dijo: “es que es una comunidad muy digna, muy sabia, muy buena para México, hay que apoyarla”, eso me lo dijo, personalmente en Los Pinos aquel día y entonces me dijo: “pero ahora discútalo con María de los Ángeles Moreno” que era la subsecretaria de Programación y Presupuesto, el secretario era Carlos Salinas de Gortari, y ahí también ganamos dos puntos en esas discusiones que yo tuve con María de los Ángeles Moreno, uno fue que no fueran números clausus, es decir, ella quería que fueran 1 500 y punto. Dos, y esa sí que me la deben, ella quería que causara impuestos. Entonces yo le decía: “bueno pero mira, le vas a dar ese dinero y la mitad te la van a tener que regresar, pues para que nos hacemos tontos”. Finalmente Salinas estuvo de acuerdo y la beca o ¿cómo le llaman?, el estímulo no causa impuestos y eso es maravilloso. Bueno, pues éste fue el origen del SNI. Como ustedes ven, surge de una manera un poco casual, no se debe a una política académica o científica del gobierno mexicano, aunque la tratamos de enmarcar dentro de lo que llamábamos el Programa Nacional de Educación Superior (Pronaes). Pero yo creo que surgió de la misma manera en que en México surgen muchas cosas, por casualidad: llegó un conjunto de personas apropiadas en un momento apropiado y hubo la voluntad política de establecerlo. Esos son los chismes, pero ahora les voy a presentar algo sobre la evaluación. Éste es un trabajo que he hecho con Salvador Malo, que como les dije antes fue el… ¡ahh! Se me olvidó decir una crítica eh, es que un poquito de tiempo después hubo la generación de una cuarta área, que fue la de tecnología, que desgraciadamente no mantuvo el mismo nivel que el área 1 en donde estaban antes los ingenieros y la otra cosa que fue malísima es que se transfirió al Conacyt, porque si se hubiera quedado en la SEP no representaría un porcentaje importante del presupuesto de la institución, como lo es en el caso del Conacyt. En el caso de la SEP sería .1% o algo así; en cambio, desde el punto de vista del Conacyt, cuesta casi 3 mil millones de pesos en este momento, implica una sangría muy fuerte para el Conacyt, entonces fue un error, uno más. Creo que la experiencia del SNI muestra que los criterios y las reglas de evaluación son muy importantes. Nosotros, como veníamos de una formación académica muy sólida, nos dábamos cuenta de que había mucha farsa en la producción científica. Entonces dijimos: “bueno, miren, lo que se necesita es que la gente publique para ser miembros del SNI, que la
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gente publique en las revistas de a de veras, o sea en las revistas que tienen unas reglas de selección muy grandes”. Y la gente lo siguió, eso es muy claro, que los procesos de evaluación son herramientas muy poderosas para estimular y orientar la investigación. Lo que aquí queremos presentar ante ustedes es revisar las formas en que se evalúa la investigación para promover el desarrollo de la actividad, facilitar la evaluación, no sólo de personas, también de grupos e instituciones y no sólo de estas últimas sino también al revés, de las políticas científicas, si es que existen en este país. Bueno, todos ustedes saben que antes de la segunda mitad del siglo xx no había investigación científica prácticamente en México. Yo he hecho una búsqueda de cuántos doctores en cualquier rama, de la filosofía, de la física o de lo que sea, había en 1961 y eran 100 y de ésos, 99 estaban concentrados en la Ciudad de México, muchos en la UNAM y unos poquitos en los institutos nacionales de salud. Hoy hay certificados 18 500 miembros del SNI. Entonces, si ha pasado de 100 a 18 500 es un factor 185 que no está mal porque la población en aquel momento era de 41 millones de habitantes y ahora es de 100... factor 2.7 y el otro es un factor de 185 o sea que hemos sido más buenos teniendo hijos que las parejas heterosexuales. La verdad es que el interés entonces de las políticas gubernamentales no era crear conocimiento sino traerlo de Europa y de Estados Unidos, era copiar lo mismo en las escuelas nacionales que en las escuelas de altos estudios. Bueno, los primeros esfuerzos reales se dan con la Comisión Impulsora y Coordinadora de Investigación Científica (CICIC) que se funda en 1942, se transforma en el INIC, al mismo tiempo que se crea el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA). Nada más que al INBA se le da mucho dinero y al INIC no. Finalmente, en 1970, se da lugar al Conacyt, daban becas y apoyaban a los investigadores ya formados con algún tipo de sobresueldo, pero entonces viene, en la década de 1970, la expansión de la educación superior y la creación de muchos centros de investigación y fue ya en estas circunstancias cuando surge en 1984, como ya les conté, el Sistema Nacional de Investigadores. Esto llevó a que los procesos de evaluación se aplicasen en otras instituciones de educación superior. Este sistema, al que se le dio el nombre de evaluación por pares, se aplica en muchos otros aspectos y ámbitos de la investigación. Vino entonces la multiplicación de sociedades científicas, de revistas, de laboratorios, de muchos departamentos y centros de investigación en
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las universidades y medio dieron lugar a los avances en políticas públicas y a buscar cómo ordenar el sistema nacional de ciencia y tecnología. Entonces se le dieron mayores recursos ciertamente, pero nos hemos quedado cortos en estudiar su eficiencia, su eficacia, el impacto social, educativo y en comprender mejor el papel que estas instituciones de investigación puedan tener con respecto a la sociedad. Se trataba pues, de evaluar de la mejor manera posible la investigación en sus diversos niveles. Hay una gran y vasta literatura sobre los temas de la evaluación y lo que voy a presentar tiene sus ideas básicas en estas dos experiencias, una es inglesa y la otra francesa. Ellos fundaron dos organismos que son autónomos, nombrados por el presidente de la República y con la aprobación de las Cámaras, que son los que evalúan a las instituciones y no sólo las evalúan, les fijan el presupuesto. El inglés Higher Education Funding Council for England (HEFCE) fue creado en 1992 y el francés (Agence d’évaluation de la Recherche et de l’enseignement Supérieur) fue creado en 2007. Aeres evalúa al CNRS, no crean que es cualquier cosita, y cierran los Centros de Investigación del Consejo Nacional de la Recherhe Scientifique si no funcionan durante 2 o 3 evaluaciones, así es que no se andan con bromas. Ahora ¿qué está pasando en México? El año pasado el Consejo Consultivo de Ciencias llevó a cabo una reunión a la cual invitaron a un centenar de investigadores, estudiosos, funcionarios y empresarios a reflexionar conjuntamente durante dos días y medio sobre este tema de la evaluación y proponer acciones. Se identificaron 12 problemas que están aquí, ¡ahh! No les he dicho, pero desde luego estas dos instituciones, la inglesa y la francesa, cuando fueron establecidas recibieron ataques enormes, porque claro, a nadie le gusta ser evaluado y menos que esa evaluación tenga que ver con el presupuesto que se le asigna a la gente.
LA EVALUACIÓN DE LA INVESTIGACIÓN
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La componente internacional en los procesos de evaluación. La evaluación métrica de la innovación (que no se tiene para nada). El impacto y la responsabilidad sociales de la investigación. La evaluación global, permanente y periódica del sistema de ciencia, tecnología e innovación.
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5. La evaluación de resultados de las instituciones de investigación, desarrollo tecnológico e innovación. 6. La evaluación del trabajo en grupo (que tampoco está bien definido).
OBJETIVOS DE LA POLÍTICA CIENTÍFICA
7. La organización y articulación de los distintos componentes de los sistemas de ciencia, tecnología e innovación. 8. La definición de políticas para la investigación nacional, estatal y local. 9. La promoción e identificación de áreas emergentes de innovación. 10. La promoción de polos (clusters) de innovación.
OTROS TEMAS
11. La incorporación de los jóvenes a la actividad científica. 12. La importancia y el rol de la divulgación científica. Tenemos datos de que hay largos tiempos, altos costos y muchos peligros de la evaluación por pares y de hecho, a diferencia de otros países, como lo vimos en Inglaterra y en Francia, nosotros, que estuvimos discutiendo con ellos en particular, pues no habíamos aprendido de la larga historia de la evaluación. Creemos que en el caso del SNI hay una carga excesiva para los evaluadores, ello provoca mucho retraso en los dictámenes o a veces revisiones inadecuadas, tiene un alto costo, una pesada logística y un creciente número de inconformidades. Parece que este año tienen que evaluar 6000 casos (3000 nuevos y 3000 de permanencia), y eso es una locura. Entonces hay que buscar alguna otra forma para evaluar. También se hizo notar que en los primeros años del SNI se habían utilizado todos los datos que ahí se tenían y que no estaban computarizados, como ahora, para entender la evolución de la ciencia y de la investigación científica en México. El SNI mismo hizo muchísimos artículos que fueron publicados en la revista del Conacyt, Ciencia y desarrollo, y creo que eso en este momento debería volverse a hacer.
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Entonces, las propuestas son dos: 1. Establecer un organismo semejante al inglés y al francés, que sea autónomo como el Banco de México y que evalue las instituciones de investigación dándole en particular un componente internacional, por un lado, y su relevancia para el desarrollo de los problemas sociales de México. 2. Proponer, y es lo que voy a hacer ahora, un proceso alternativo en la evaluación del Sistema Nacional de Investigadores Creemos que este organismo autónomo de evaluación de la investigación podrá integrar funciones que ahora están dispersas en los Copaes y Ciees así como en el Foro Consultivo, científico y tecnológico. Como digo, tendría relevancia; en México es difícil abrir una nueva institución de investigación pero es imposible cerrarla, está absolutamente prohibido y este organismo tendría ambas capacidades. Para terminar, esta es la propuesta del método alternativo de evaluación para el SNI: aprovechar lo que está ocurriendo con estas 6000 solicitudes para hacer un experimento, poner en juego nuestra propuesta y hacerlo de la manera que lo vienen haciendo ordenadamente, que de veras liquida a una buena cantidad de profesionales buenos de la investigación, porque los mete a evaluar cientos de solicitudes, es muy pesado. De hecho, pensamos que este ejercicio puede servir aun cuando no se adopte, porque sí puede llevar a generar otras propuestas, modificar el método actual y además nos hará ver a la comunidad científica que los directivos del SNI están interesados en avanzar en esta dirección. Bueno, es una forma de solicitud y les voy a poner un ejemplo, es más sencilla, un formato de evaluación más simple y sobre todo transparente; además permite distribuir la evaluación entre un número mayor y más rico de evaluadores. El proceso de evaluación sería más ágil, tendrían menos reuniones presenciales de los evaluadores que ahora cuesta un dineral, porque muchos de ellos tienen que venir de los estados de la República, y daría un procedimiento más expedito. La propuesta es echarlo a andar para poder comparar los resultados con los del proceso de evaluación normal, es decir, de aquí van a salir que el señor o la señora sea candidata, nivel II o lo que ustedes digan y eso por otro lado también va a salir del proceso de evaluación normal y nos permitiría ver si esos resultados están bien correlacionados.
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Y la propuesta es partir de una ficha de autoevaluación. Contiene datos relacionados con la historia profesional, pero además ciertos elementos que considero fundamentales. A esta ficha le debemos agregar el número total de trabajos y las citas y referencias, pero a cada uno de ellos le pedimos que el señor o señora, el candidato a renovarse o a promoverse, nos diga cuáles han sido sus tres principales contribuciones a la investigación. Está rudo ¿eh? Yo me la hice a mí mismo y después de eso me fui a comprar una botella de whisky. ¡Es rudo! Pero es decantar lo que ha producido el investigador y desde luego con ello se ve cuál es su trabajo más conocido o más citado, a ver si coincide con éstos, porque a veces no coincide, además cada candidato debe citar sus tres principales distinciones, yo creo que con esto ya se puede decir cuál es el nivel y no necesitan andar… ¡ahh! Además le pedimos simplemente que dé testimonio de veracidad, no le tenemos que pedir una prueba, no debemos recibir todos esos papeles, nada más unas listas fáciles. Y luego hacemos lo mismo con la docencia ¿cuáles son sus principales contribuciones a la docencia? Y bueno sus actividades y esos numeritos, dan una idea, pero si hay alguna contribución, si ha escrito un libro interesante, inventó unas nuevas prácticas de laboratorio, qué sé yo. Y también, finalmente, otra cosa que causa mucho problema actualmente, las actividades que están ligadas a la investigación, que deben ser tomadas en cuenta pero que en general no lo son. El caso más típico es el de la difusión de la ciencia, ése simplemente no lo toman en cuenta, pero en algún momento podría ser un complemento importante, por ejemplo, para decidir que alguien no es nivel I sino nivel II porque ha hecho una labor importante en la divulgación de la ciencia. Y finalmente, que el mismo candidato diga cuál cree que es su nivel. Muchas gracias.
El Sistema Nacional de Investigadores y las condiciones de vida de los investigadores Emilio Pradilla Cobos*
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n este breve escrito, por razones de espacio, me limitaré a hacer algunas reflexiones sobre uno de los múltiples puntos de vista desde donde podríamos analizar la creación del Sistema Nacional de Investigadores (SNI) y sus cerca de tres décadas de historia: su impacto sobre las condiciones materiales de vida de los investigadores y sus limitaciones en este aspecto. La creación del SNI ocurrió en un momento crítico de la economía mexicana: dos años atrás, la profunda recesión de 1982 había cerrado el ciclo de cuatro décadas de industrialización acelerada y crecimiento económico sostenido, al tiempo que se abría el periodo, aún vigente, de ajuste estructural y aplicación abrupta de las políticas neoliberales. La inflación galopante que desató la recesión, se sumó a la política de austeridad salarial aplicada desde 1976, para reducir rápidamente la capacidad de compra del salario de los trabajadores, incluidos los profesores e investigadores universitarios: de 1976, año en que alcanzó su máximo nivel histórico, a 1984 cuando se creó el SNI, el salario real –la capacidad real de compra del salario nominal– había disminuido 39%; y, como efecto de la política de aumentos salariales menores a la tasa de inflación, aplicada continuamente desde entonces, la caída continuó hasta significar una reducción total con respecto a 1976, del 70%, aproximadamente, en el momento actual. Esta importante y persistente reducción del salario real, que afectaba también al conjunto de las prestaciones sociales de los trabajadores uni* Profesor-investigador en el Departamento de Teoría y Análisis, División de Ciencias y Artes para el Diseño, Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Xochimilco. Investigador nacional Nivel III. – 21 –
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versitarios (aguinaldo, prima vacacional, etcétera), ponía en riesgo la viabilidad de la universidad pública, como ámbito de generación y transmisión del conocimiento, cuya matrícula había crecido significativamente en la década anterior, al deteriorar severamente las condiciones de vida de los docentes e investigadores, y disminuir el atractivo de desarrollar una carrera docente e investigativa universitaria. Estos hechos, y la necesidad de elevar la productividad y la competitividad de la economía mexicana en el marco de la apertura económica internacional, mediante el desarrollo científico y tecnológico, debieron estar presentes en la decisión de crear el sistema. No cabe duda de que la creación del SNI en esa coyuntura, y su mantenimiento durante casi tres décadas, ha actuado como un factor de impulso fundamental para el desarrollo de la investigación científica y tecnológica, de la formación de nuevos investigadores y su permanencia en el país, y de la evaluación de su cantidad y calidad, con lo que ello implica en términos del desarrollo nacional. Ha significado también una forma de reconocimiento social público importante de la investigación y los investigadores. La creación del SNI y sus estímulos económicos fue un alivio para la situación económica de quienes ya realizábamos investigación científica en esa época, alejando relativamente la tentación del empleo múltiple o la emigración, permitiendo además a los investigadores apoyar económicamente su propia investigación, ante la restricción de los recursos de las universidades para este fin. Ha significado también un aliciente adicional para quienes se sentían atraídos por la práctica docente y, sobre todo, la investigativa universitaria. El estímulo económico otorgado a los investigadores aceptados al SNI mediante un proceso periódico de evaluación, al igual que las becas y estímulos a la docencia y la investigación creado posteriormente y aplicados directamente por las universidades y sus mecanismos de evaluación, para paliar la caída del salario real, asumieron la forma de becas no integradas al salario, para no estar sujetas al pago de impuestos, ni reflejarse en las prestaciones sociales ni, sobre todo, en la jubilación de los profesores-investigadores. Desde su origen, el apoyo económico del SNI tuvo varias limitaciones estructurales. El carácter selectivo, por lo general excesivamente cuantitativo y productivista, ha excluido a una parte mayoritaria del profeso-
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rado universitario, que sigue sobreviviendo con el deprimido salario básico. Debido a la pérdida continua del valor real del salario mínimo, el estímulo económico otorgado por el SNI, que está cuantificado en “veces el salario mínimo” según la categoría, e indexado a éste, como todos las becas y estímulos vigentes en la universidad, como señalamos antes, se ha desvalorizado continuamente a lo largo del tiempo. La limitación fundamental, básica, radica en el hecho de que el estímulo económico no forma parte del salario integral del trabajador universitario, por lo cual no tiene ninguna incidencia sobre el conjunto de prestaciones sociales legales vigentes en México: aguinaldo, primas vacacionales y, sobre todo, la jubilación. Tampoco es objeto de negociación entre la institución y los investigadores, ni se ajusta según varía el salario básico en las universidades y centros de investigación. El estímulo se ha convertido en una parte significativa, creciente según se avanza categorialmente en el SNI, del ingreso del investigador, hasta llegar a ser equivalente al salario de base; y el conjunto de las becas y los estímulos universitarios pueden llegar a constituir dos tercios del ingreso total. En México, esta proporción es mucho mayor que en otros países de América Latina donde existen sistemas similares al SNI. Por ello, la pérdida del estímulo del SNI y/o de las otras becas universitarias, por una cualquiera de las múltiples circunstancias traumáticas de la vida cotidiana y social (enfermedad, discapacidad, caída de la productividad, etcétera), significa un duro golpe para la calidad de vida del investigador. Con el tiempo se introdujeron dos mejoras al SNI que tuvieron un impacto positivo sobre la calidad de vida de los investigadores. El primero es el seguro colectivo de gastos médicos mayores, cuyo costo se descuenta del estímulo individual, pero que protege adecuadamente la salud de los investigadores y su familia. El segundo es la prórroga por 15 años de la vigencia del nombramiento como investigador nacional y el estímulo correspondiente, al llegar éste a la tercera edad, que significa un logro importante, pues protege al investigador cuando su productividad puede tender a disminuir y enfrenta mayores riesgos de salud. Sin embargo, el condicionamiento de la vigencia del nombramiento en el SNI al mantenimiento de la vinculación con la universidad o institución de adscripción, se convierte en una barrera adicional a la del monto económico insuficiente de la jubilación misma, para frenar el retiro de los
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profesores e investigadores de la vida académica plena mediante la jubilación. A ello se añade la pérdida del seguro de gastos médicos mayores, vital en esos momentos de la vida, tanto en la universidad como en el Sistema Nacional de Investigadores. Estos hechos tienen serias consecuencias negativas sobre la renovación generacional del personal docente de las universidades y centros de investigación, pues la tasa de jubilación es baja, dando lugar a la carencia de plazas libres. Las propuestas para resolver o reducir estas limitaciones han sido numerosas y de diversa índole, tales como: la integración de las becas y estímulos económicos, incluido el del SNI, al salario base de los profesores investigadores, para que incidan sobre el monto del conjunto de prestaciones sociales; la elevación del monto de la jubilación hasta un nivel digno y suficiente para atender las necesidades vitales, incluyendo la parte correspondiente a las becas y estímulos y el estímulo del SNI; el mantenimiento del nombramiento como investigador nacional y sus prerrogativas a pesar de la jubilación en la universidad, siempre y cuando mantenga la productividad como investigador; la reforma de la legislación para que se permia al investigador mantener un vínculo creativo con la institución después de la jubilación (cátedras especiales, formación de investigadores, proyectos especiales de investigación, consejos consultivos, etcétera), y por tanto, mantener el reconocimiento y estímulo del Sistema Nacional de Investigadores. Consideramos urgente debatir públicamente sobre éstas y otras opciones, en beneficio de los investigadores y la investigación en su conjunto, en un momento en que, tres décadas después de la creación del sistema, un número muy importante de los investigadores reconocidos en la primera década del SNI se coloca en estas situaciones de vulnerabilidad social, como efecto natural del proceso de envejecimiento. El SNI ha presentado éstos y otros problemas, sin embargo, ellos no justifican ni su eliminación ni su sustitución por otra organización distinta así sea un modelo importado de países desarrollados. Con la experiencia adquirida, hay que avanzar en la solución de sus problemas, en particular, abriendo mucho más el funcionamiento institucional a la participación de los investigadores mismos. Lo que es obvio, es que el SNI con sus características actuales, no puede resolver problemas como la descentralización de la investigación, o el de-
EL SISTEMA NACIONAL DE INVESTIGADORES Y LAS CONDICIONES DE VIDA
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sarrollo económico nacional, o la competitividad tecnológica; la solución depende de las políticas públicas para el sistema universitario y el monto de sus recursos, de las medidas para reducir la centralización y concentración económica nacional, de la dependencia tecnológica hacia el extranjero, o de las políticas de desarrollo económico en general, y no del Sistema Nacional de Investigadores.
Para repensar el Sistema Nacional de Investigadores ante dos modelos de carrera de investigador Magdalena Fresán Orozco*
DOS MODELOS DE CARRERA DE INVESTIGADOR
L
a creación de la carrera de investigador nacional ha sido un mecanismo utilizado por diferentes países para fomentar la consagración de la vida productiva de individuos habilitados a la investigación y, de esta manera, sustentar el avance científico y tecnológico que demandan los escenarios actuales para la sobrevivencia y la competitividad de las naciones. En América Latina, dicho avance se asocia a la conformación y consolidación de una planta de investigadores dedicados en forma plena y continua a esta actividad. La comparación de la operación de las carreras de investigador entre países con características de desarrollo similares es útil para reconocer sus aciertos y debilidades. A continuación se analizan comparativamente las carreras de investigador en México y Argentina en asociación con indicadores aceptados internacionalmente como evidencias del desarrollo científico y tecnológico de los países como las publicaciones en revistas indizadas, las tasas de invención y de formación de recursos humanos. En México, el Sistema Nacional de Investigadores (SNI) constituyó la primera y más importante estrategia de la política pública orientada a retener y garantizar la permanencia de los científicos en las instituciones del Estado ante la deplorable situación económica generada por la crisis
* Profesora-investigadora en la División de Ciencias Sociales, Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Cuajimalpa; ex rectora de la UAM-Cuajimalpa.
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MAGDALENA FRESÁN OROZCO
de la década de 1980. Con el paso del tiempo, el reconocimiento de los científicos mexicanos por parte de este sistema se constituyó en el soporte fundamental del proceso de fortalecimiento de la planta de investigadores nacional. Obviamente el SNI se ha transformado con el tiempo realizando diversas modificaciones a su estructura y modelo de operación originales para adaptarse a las necesidades emergentes en los sistemas de educación superior y de ciencia y tecnología y en respuesta a las demandas de equidad disciplinar y de transparencia de sus comunidades El SNI incide en la promoción la calidad de la investigación científica y tecnológica a partir de la evaluación de la producción académica de sus miembros por medio de comités de pares y de normas aprobadas por la propia comunidad académica. Propicia, en conjunto con diversos programas de fomento, la creación y el fortalecimiento de núcleos de académicos y es piedra angular en la promoción y reconocimiento de la invención en el país. El Sistema aporta a la formación y consolidación de investigadores mediante la intervención de sus miembros en los programas de posgrado de calidad facilitando a los aspirantes a los grados de maestría y doctorado el acceso a los conocimientos científicos y tecnológicos de frontera y a las comunidades académicas de su campo por medio de la impartición de seminarios y de la dirección de tesis. La pertenencia al SNI supone una solicitud individual de un investigador con grado de doctorado y con una producción académica significativa, contratado por al menos 20 horas a la semana para realizar actividades de investigación científica o tecnológica en alguna de las dependencias, instituciones de educación superior o centros de investigación del sector público mexicano que tengan por objeto el desarrollo de actividades de investigación científica o tecnológica. Dichas instancias deben respaldar la solicitud del investigador mismo que, en caso de ser aceptado, recibe un ingreso económico adicional al salario por medio del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología conservando, intocada su dependencia de la institución contratante. Eventualmente, los investigadores pueden estar contratados por instituciones o centros de los sectores privado y social inscritos en el Registro Nacional de Instituciones y Empresas Científicas y Tecnológicas (Reniecyt) que tengan un convenio de colaboración vigente con el Conacyt. El incentivo tiene por objeto motivar a los investigadores y complementar el
PARA REPENSAR EL SISTEMA NACIONAL DE INVESTIGADORES
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salario de los académicos para que puedan dedicarse de manera plena y permanente a las tareas científicas y tecnológicas.1 La carrera de investigador, científico o tecnológico en la Argentina implica, en primer lugar, pertenecer a una planta de personal habilitado y, en segundo, dedicarse de manera permanente, plena y continua a la investigación científica y/o tecnológica. A diferencia de lo que ocurre en México, la carrera de investigador no implica una contratación de dedicación exclusiva o semiexclusiva por parte de las universidades sino, por parte del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet), es una estructura concebida para el desarrollo de la investigación que se ubicó en forma deliberada, desde el mismo momento de su creación (1958), fuera de las universidades.2 La decisión gubernamental de construir un espacio ajeno a las universidades permitió al Estado argentino diseñar y operar políticas científicas en forma autárquica, sin depender de las universidades y sus problemas de gobernabilidad.3 La dependencia del investigador es directa del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas. El modelo argentino se construyó a imagen y semejanza del CNR francés. Este modelo de organización obstaculizó o al menos difirió el desarrollo de la investigación en las instituciones de educación superior. La idea fue crear una carrera de investigador para respaldar a las personas que realizan investigación y desarrollo creativo en sus distintos niveles de concepción, diseño, dirección y ejecución; sin embargo, ha operado fundamentalmente como un sistema de evaluación y certificación de los investigadores individuales. Durante los últimos años se observa una tendencia en las políticas del Conicet a reubicar a los investigadores en las universidades. Los investigadores del Conicet tienen la obligación de vincularse con una universidad por medio de un contrato de dedicación simple (diez
1
El Conacyt tiene una red de 27 centros de investigación, pero sólo 9.2% de los investigadores que laboran en ellos se encuentran incorporados al SNI (1 535 investigadores). 2 El Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) es una institución dependiente del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Invención Productiva de Argentina que tiene como finalidad el desarrollo de la ciencia y tecnología del país. 3 De hecho la mayoría de los investigadores del Conicet laboran en centros científicos y tecnológicos del propio Conicet. Sólo 39% de los investigadores se ubican en las universidades públicas mientras el 9% restante se ubican en órganos del gobierno, universidades privadas, organismos privados (orientados al bien público), organismos privados con fines de lucro y organismos multilaterales.
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horas a la semana); en muchos casos esta dedicación implica la impartición de cursos a nivel de grado (licenciatura). El resto de la jornada puede desarrollarse en una universidad (ocurre en el caso de los investigadores de las Ciencias Básicas y Naturales), en algún centro del Conicet o en alguna institución de carácter público o privado que realice investigación.
LA CARRERA DE INVESTIGADOR EN LOS INDICADORES BIBLIOMÉTRICOS, DE INVENCIÓN Y FORMACIÓN DE RECURSOS HUMANOS PARA LA CIENCIA Y LA TECNOLOGÍA
Las carreras de investigador en México y Argentina tienen ya una gran tradición. La guiada por el Conicet en la Argentina suma más de 50 años y la orientada por el SNI cuenta ya con 28 años a partir de su fundación en México. Ambos sistemas constituyen sólidas plataformas de sustentación de los avances del país respectivo en cuanto al desarrollo científico y tecnológico y a la formación de nuevos investigadores. México y Argentina son ejemplos de realidades diferentes y, a pesar de ello, presentan situaciones de desarrollo bastante similares en múltiples campos. Ambos países tienen una carrera de investigador nacional con objetivos semejantes. Algunas de sus diferencias más obvias se refieren a su ubicación geográfica y a su tamaño. México pertenece al hemisferio norte y Argentina al sur. En cuanto a su población total Argentina tenía, en 2010, 40.1 millones y México 107.6 millones, es decir, la población de Argentina asciende al 37% de la población mexicana.
La carrera de investigador y los indicadores bibliométricos El análisis de algunos indicadores internacionales4 como los ofrecidos por las bases de datos documentales puede ser de utilidad para comparar su incidencia de la carrera de investigador en el desarrollo científico y en la formación de recursos humanos; entre éstos se seleccionaron el Science Citation Index (SCI o ICI) por ser uno de los índices más antiguos, el Che4 Según Albornoz (2009) estos indicadores miden más bien oferta de conocimientos e invención.
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mical Abstracts que proporciona la mayor base de datos sobre proporción química y Medline que recoge las referencias bibliográficas de los artículos publicados en más de 4 500 revistas médicas.5 En 2008 México tenía 16 600 investigadores y Argentina 6 350 (38.25%). Con esta planta Argentina reportó en 2008, 7 618 publicaciones en el SCI y 7 739 en 2009 que representan 0.55% y 0.54% de las publicaciones a nivel mundial en el año indicado, México tuvo una producción ligeramente superior con 9 637 publicaciones en 2008 y 9 778 en 2009 (0.69% y 0.68% respectivamente del número total de publicaciones en esos años). En el caso de las publicaciones incluidas en el Chemical Abstracts la relación se invierte a favor de Argentina y en Medline México vuelve a superar a este país por casi un centésimo de diferencia en 2008 (Cuadro 1). Cuando se acude al uso de indicadores compuestos como Publicaciones en alguno de los índices reconocidos por habitante o en relación con el producto interno bruto (PIB) se evidencia una superioridad contundente
CUADRO 1
Impacto de la carrera de investigador en la producción académica en Argentina y México. 2008-2009 Indicadores bibliométricos 1 Science Citation Index
Chemical Abstracts
Medline
Argentina
2008
2009
2008
2009
2008
2009
Número
7618
7739
3034
3287
2209
2456
%
0.55
0.54
0.26
0.26
0.3
0.32
Número
9637
9778
2313
2204
2968
2949
%
0.69
0.68
0.2
0.17
0.4
0.38
México
FUENTE: Red Iberoamericana de Indicadores de Ciencia y Tecnología-Ricyt, Indicadores 2011 [http://bd.ricyt.org].
5
No obstante, el comportamiento de los dos países es similar en cuanto a otras bases de datos (no se muestra). Por ejemplo, en INSPEC que cubre los campos de la física y la informática, el control y la ingeniería, COMPENDEX (índice de materiales de ingeniería), PASCAL, base de datos bibliográficos del Institut de L’information Scientifique et la Tecnica (INIST) del Consejo Nacional de Investigación Francés (CNRS) sobre literatura científica y tecnología y BIOSIS, base de datos sobre ciencias de la información.
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MAGDALENA FRESÁN OROZCO
de Argentina sobre México. Lo mismo ocurre cuando se relacionan el número de publicaciones con el gasto en investigación y desarrollo (Cuadro 2). Si se suman las publicaciones mostradas en las siete bases de datos más importantes (SCI, CHEM ABS, MEDLINE, INSPEC, PASCAL, COMPENDEX y BIOSIS) Argentina alcanza alrededor de las 20 mil publicaciones anuales y México entre 27 y 28 mil. No obstante, cuando este número de publicaciones se divide sobre la población de cada país para obtener el índice de número de publicaciones por cien mil habitantes, los números de Argentina representan prácticamente el doble de los de México. CUADRO 2
Impacto de la carrera de investigador en la producción académica en Argentina y México. 2008-2009 Indicadores bibliométricos 2 Publicaciones en SCI por 100 000 habitantes 2008
Publicaciones en SCI en relación al PIB
Publicaciones en SCI en relación al gasto I+D
2008
2009
2008
2009
2008
2009
Argentina
19.16
19.29
23.18
24.94
4.42
4.19
México
9.03
9.08
8.87
11.17
2.51
2.8
FUENTE: Red Iberoamericana de Indicadores de Ciencia y Tecnología-Ricyt, Indicadores 2011 [http://bd.ricyt.org].
Como se advierte, los números no hablan de una productividad académica consistente con la magnitud de plantas de investigadores de estos países.
La carrera de investigador y los indicadores de capacidad de invención Veamos ahora los respectivos indicadores de invención logrados con esta planta de investigadores. En México, durante 2008 sólo fueron solicitadas 685 patentes por residentes en el país y 822 en 2009. Recibieron el reconocimiento de la patente 197 casos en el 2008 y 213 en el 2009. En tanto, Argentina con sus 6 350 investigadores solicitó 801 patentes en 2008 y 640 en 2009 recibiendo el otorgamiento de la licencia correspondiente en 244 casos en 2008 y 248 en 2009. Como puede obser-
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varse, a pesar de tener prácticamente menos de la mitad de los investigadores que México, la producción de patentes nacionales fue ligeramente superior. Ahora bien, cuando se comparan ambos casos utilizando indicadores tales como el número de patentes solicitadas por no residentes contra las patentes solicitadas por residentes (Tasa de dependencia) se observa que, en el caso de Argentina, la tasa de dependencia fue de 5.96 en 2008 y de 6.77 en 2009 (las tasas exhibidas por este país fueron similares a las presentadas por Canadá) (Cuadro 3).
CUADRO 3
Indicadores de capacidades científicas y tecnológicas (invención) en Argentina y México 2008-2009 Tasa de dependencia
Tasa de autosuficiencia
Coeficiente de Invención
2008
2009
2008
2009
2008
2009
Argentina
5.96
6.77
0.14
0.12
2.01
1.59
México
23.1
16.37
0.04
0.05
0.64
0.76
1. Tasa de dependencia = patentes solicitadas por no residentes sobre patentes solicitadas por residentes 2. Tasa de autosuficiencia = patentes solicitadas por residentes sobre total de patentes solicitadas 3. Coeficiente de invención = patentes solicitadas por residentes por cien mil habitantes FUENTE: Red Iberoamericana de Indicadores de Ciencia y Tecnología-Ricyt, Indicadores 2011 [http://bd.ricyt.org].
En tanto, en México esta tasa alcanza cifras muy superiores: 23.20 en el 2008 y 16.37 en 2009 reflejando una profunda dependencia respecto al extranjero; principalmente de los Estados Unidos. También si se comparan las Tasas de Autosuficiencia de los dos países (definidas como el número de patentes solicitadas por residentes sobre el total de patentes solicitadas) Argentina alcanza una tasa de 0.14% en 2008 y de 0.12% en el 2009 mientras que México presenta datos sorprendentemente menores, 0.04% en 2008 y 0.05% en 2009. Otro indicador que sintetiza la fortaleza del sistema de Ciencia y Tecnología de un país es el Coeficiente de invención que se define como el número de patentes solicitadas por residentes por cien mil habitantes.
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Este indicador alcanza 2.01% en 2008 y 1.59% en 2009 para Argentina, mientras que en México las cifras resultan bastante menores (0.64% para 2008 y de 0.76% para 2009).
La carrera de investigador y los indicadores de formación de recursos humanos para la ciencia y tecnología El origen de estas grandes diferencias en los indicadores de consolidación de la plataforma nacional de investigadores debe buscarse en múltiples factores. Por ejemplo, en la Cobertura educativa en el nivel superior que según el Instituto Internacional para la Educación Superior en América Latina y el Caribe (IESALC) ascendió en 2009 a 26.8% en el caso de México, mientras que en Argentina supera ampliamente el 50% del grupo etario que corresponde al nivel universitario (Cuadro 4). En 2008, 10 503 250 jóvenes (9.76% de la población mexicana) se encontraban en la franja de los 19 a los 23 años. De ellos, sólo 2 814 871 eran alumnos en alguna de las instituciones de educación superior. En el caso de Argentina 3 503 817 jóvenes conformaban en 2008 el grupo en edad de asistir a la universidad y, de ellos, 60%, 2 108 290 se encontraban inscritos en alguna universidad. A pesar de que el sistema educativo argentino tiene una bajísima Eficiencia terminal (Guerini, 2004) tanto en los programas de licenciatura (grado) como de posgrado es vigoroso en lo que se refiere a la Cobertura. Su población de los programas de posgrado se aproxima al 50% de la CUADRO 4
Magnitud de grupo etario correspondiente al nivel universitario y cobertura de educación superior en Argentina y México 2008 México Población
Número de Jóvenes (19 -23 años)
107 600 000
10 503 250
100%
9.76%
2008 Argentina Población
Número de Jóvenes (19 -23 años)
2 814 871
40 180 000
3 513 81 7
2 108 290
26.80%
100%
8.75%
60%
Cobertura ES
FUENTE: ANUIES (2008), Anuario estadístico de posgrado, México. SPU Mecyt (2008), Anuario estadístico, Argentina.
Cobertura ES
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que se observa en nuestro país. La matrícula de especialización es similar en los dos países, no así en los niveles superiores. La matrícula de maestría en el sistema de posgrado argentino representa alrededor de una cuarta parte de la de estudiantes mexicanos y tres cuartas partes en el nivel de doctorado (Cuadro 5). CUADRO 5
Matrícula y graduación en los distintos niveles del posgrado en Argentina y México (2008) Argentina
México
Nivel
Matrícula
Graduados
Matrícula
Graduados
Doctorado
12 715
746
16 698
2 330
Maestría
31 796
2 427
120 941
21 186
Especialización
35 649
4 459
36 643
10 700
Total
80 160
7 632
174 282
34 216
FUENTE: ANUIES (2008), Anuario estadístico de posgrado, México. SPU Mecyt (2008), Anuario estadístico, Argentina.
La Eficiencia de graduación es un punto fuerte para México en esta comparación. A pesar de que la eficiencia de graduación continúa siendo baja en los tres niveles de posgrado, ha aumentado constante y significativamente en los últimos diez años y se ha visto catalizada por la exigencia de mejores tasas de terminación para la incorporación de los programas al Programa Nacional de Posgrado de Calidad (PNPC). En las últimas reformas del SNI se ha enfatizado la importancia de la formación de nuevos investigadores (dirección tesis de maestría y doctorado) para la permanencia y la promoción a los niveles superiores del sistema. Quizá es esta situación la que ha permitido lograr que la graduación anual de doctores se acerque a las cifras de tres mil y de prácticamente 25 mil maestros al año. Según datos de la ANUIES en 2008 en México se graduaron 2 330 doctorantes mientras que en 2009 esta cantidad ascendió a 2 724. En el nivel de maestría, el más fuerte en nuestro país, en 2008 se graduaron 21 186 maestros y en 2009, 25 776. En ambos años 76% de los graduados en este nivel educativo lo hicieron en las áreas de ciencias sociales y humanidades. No obstante, el énfasis excesivo en la productividad académica de
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los investigadores en las universidades ha derivado en el abatimiento de la disposición de muchos académicos para participar en la dirección de tesis. La tasa de estudiantes graduados por miembro del SNI es apenas del 0.14 graduados de doctorado al año. En el caso de Argentina en 2008 se graduaron 746 doctores (y la tasa de estudiantes graduados por miembro del Conicet llegó a 0.11) y en 2009, 937; en tanto en el nivel de maestría se graduaron 2 427 alumnos en 2008 y 2 635 en 2009. En ese país 70% de los graduados del nivel educativo corresponden al área de ciencias sociales y humanidades.
REFLEXIONES FINALES
Posiblemente las diferencias en la estructura de la planta académica tienen influencia en la magnitud de los indicadores relacionados con la graduación. La pertenencia de los investigadores al Conicet imprime una dinámica peculiar al sistema de posgrado argentino. La mayor parte de los académicos con doctorado pertenece al padrón del Conicet; su inserción en este sistema les ofrece diferentes opciones de ubicación para el desarrollo de sus tareas; así, un investigador puede adscribirse a una institución educativa pública o privada, a un organismo de investigación e incluso a empresas del Estado o de la iniciativa privada. El investigador incorporado al Conicet tiene, como se dijo, el compromiso de dedicar diez horas a la semana a la educación superior y para ello se vincula con una universidad. Esta baja dedicación a la institución universitaria y la posibilidad de consagrar el resto de la jornada laboral a la investigación en una ubicación espacial distinta al campus universitario impide la consolidación del ambiente académico necesario para la reflexión y el debate de las ideas y proyectos de los estudiantes de posgrado en las IES y abate las oportunidades de aproximación entre profesor y alumno, entre directores de tesis y estudiantes de maestría y doctorado. Como consecuencia de esta lógica existe una débil articulación del posgrado con la investigación; además, muchos de los docentes de posgrado son contratados para impartir alguno(s) de los cursos del programa sólo por el tiempo que duran los mismos y carecen de inserción institucional (no participan en la vida colegiada, ni están representados en el gobierno universitario). La debilidad de la planta académica de las universidades nacionales en Argentina (Dávila 2011), resultante de la estructura para el desarrollo de la ciencia y la tecno-
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logía liderada por el Conicet sugiere la primacía de la preocupación por la gobernabilidad sobre el uso de modelos formativos basados en la investigación (incorporación de los estudiantes a grupos de investigación para desarrollar un proyecto de tesis). Otro de los indicadores importantes para explicar la debilidad del sistema de invención en México es el relacionado con el presupuesto dedicado a la investigación (gasto en ciencia y tecnología en relación con el PIB) que según Ricyt alcanza las cifras siguientes: Argentina 0.52% en 2008 y 0.59% en 2009, mientras en México asciende a poco más de la mitad de tales cifras (0.35% y 0.39%, respectivamente) a pesar del compromiso del Congreso Mexicano de aumentar gradualmente esta tasa para llegar al 1% del PIB en el año 2006 (Cuadro 6).
CUADRO 6
Gasto en CyT en Argentina y México durante 2008 y 2009 Gasto en CyT (millones de USD)
Gasto en CyT en relación con el PBI
2008
2009
2008
2009
Argentina
1720.96
1846.50
0.52%
0.59%
México
3837.12
3485.32
0.35%
0.39%
FUENTE: Red Iberoamericana de Indicadores de Ciencia y Tecnología-Ricyt, Indicadores 2011 [http://bd.ricyt.org].
También será necesario buscar explicaciones en los procesos de fortalecimiento de las instituciones formadoras de científicos y tecnólogos (instituciones de educación superior) y en los procesos de evaluación institucional y de programas operando en cada país. Asimismo resulta conveniente investigar la fortaleza o fragilidad de las plantas académicas y sobre todo en el modelo de operación de los sistemas nacionales de investigadores tales como el Conicet que opera en Argentina como contratante de los servicios de los investigadores o el SNI que sólo retribuye parcialmente a partir del otorgamiento de un incentivo de carácter económico a investigadores contratados posiblemente por las instituciones de educación superior, los institutos nacionales de investigación y las empresas del sector público.
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Sintetizando. Nos encontramos ante dos modelos de carrera de investigador. El argentino integrado por académicos con dependencia de un organismo externo a la universidad y el mexicano caracterizado por la pertenencia de los académicos a la plantilla del personal fundamentalmente de las instituciones universitarias. En este último caso la proximidad de los académicos con las instituciones constituye la base de una buena articulación del posgrado con la investigación. La creciente proporción de profesores de tiempo completo con posgrado en las plantas académicas de las universidades públicas favorece la creación, consolidación y fortalecimiento de cuerpos académicos en todas las disciplinas. La lejanía entre los investigadores miembros del Conicet y las instituciones de educación superior (a excepción del campo de las ciencias naturales y exactas) se traduce en una escasa presencia de núcleos de investigadores que desarrollen líneas de investigación que puedan aceptar la incorporación de estudiantes de maestría y doctorado. Esta condición parece asociarse a la bajísima eficiencia de graduación que se observa en el posgrado argentino. Desde la perspectiva de la formación de recursos humanos el modelo mexicano resulta más prometedor que el argentino. No obstante, cuando se acude a los indicadores bibliométricos o de invención encontramos resultados incompatibles con esta visión. El SNI se creó para retener y garantizar la dedicación y la permanencia de los académicos en la actividad científica ante la deplorable situación económica generada por la crisis de la década de 1980. Ha sido piedra angular para el desarrollo de la planta actual de investigadores. ¿Es hora de replantear la carrera de investigador hacia la invención?, ¿es hora de privilegiar los indicadores de formación de nuevos investigadores y de generación de patentes sobre las publicaciones?, ¿cómo se pueden sumar las ventajas de los modelos de carrera de investigador argentino y mexicano? BIBLIOGRAFÍA
Albornoz, Mario (1994), “Indicadores en ciencia y tecnología”, Redes, vol. 1, núm. 1, septiembre, Universidad Nacional de Quilmes, Argentina, pp. 133144. ANUIES (2008), Anuario estadístico de posgrado, México. Conicet (2011), www.conicet.gov.ar/web/conicet.acercade.cifras.
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Dávila, Mabel (2011), “Posgrados académicos y profesionales. La discusión actual en Argentina y Brasil”, Presentación en el IV Congreso Nacional y III Encuentro Internacional de Estudios Comparados en Educación. ¿Hacia dónde va la Educación en la Argentina y en América Latina?”, Buenos Aires, 16 y 17 de junio. Guerrini, V., C. Jeppesen y A. Nelson (2004), “La evolución del Sistema de Posgrados en los últimos 15 años: transformaciones cuantitativas y cualitativas”, en Memorias del IV Encuentro Nacional y I Latinoamericano: la Universidad como objeto de investigación, Tucumán, Argentina, octubre, disponible en http://rapes.unsl.edu.ar/ Krotsch, P. (1996), “El posgrado en Argentina. Una historia de discontinuidad y fragmentación”, Pensamiento universitario, año 4 núms. 4/5, agosto, Buenos Aires. Ricyt (2011), Indicadores 2011, Red Iberoamericana de Indicadores de Ciencia y Tecnología, http://bd.ricyt.org Secretaría de Políticas Universitarias (2008), “Anuario estadístico”. Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología de la República Argentina, Argentina.
El Sistema Nacional de Investigadores Rosaura Ruiz Gutiérrez*
A
casi 30 años de su creación, son innegables los méritos ganados por el Sistema Nacional de Investigadores (SNI) con base en el trabajo y los logros cumplidos. Sin embargo, para realizar un análisis objetivo sobre la actualidad, el futuro y los retos de dicho Sistema, resulta insoslayable señalar no sólo los pendientes, las debilidades y las metas inalcanzadas, sino, y sobre todo, las vetas de oportunidad que se deben aprovechar y las propuestas dirigidas a mejorarlo y fortalecerlo. Lo anterior es indispensable para mantener viva la dinámica que le permita crecer sostenidamente y responder a las distintas problemáticas acumuladas con el correr del tiempo. Por ello, y antes que nada, quiero hacer mención de la pertinencia y lo acertado que ha sido el organizar este foro sobre “Reflexiones en torno al Sistema Nacional de Investigadores”. Entrando en cuestión, habré de abordar esta reflexión desde una perspectiva científica por obvias razones; mas algo nada menor, es que acompañaré esta mirada de la experiencia y las reflexiones que me han traído los muchos años que he fungido como funcionaria universitaria, como presidenta de la Academia Mexicana de Ciencias y, sobre todo, como investigadora, docente y divulgadora de la ciencia. Dicho esto no estará fuera de lugar que comience por señalar una convicción, esto es, que la mejor manera que conozco para optimizar y garantizar la calidad de la investigación es relacionándola imbricadamente con el posgrado. Es decir, no podemos esperar que nuestro sistema de investigadores tenga un futuro prometedor si no fortalecemos junto con él a la educación superior y, sobre todo, a los programas de posgrado de
* Directora de la Facultad de Ciencias, UNAM; ex presidenta de la Academia Mexicana de Ciencias. – 41 –
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nuestras universidades. Para tener investigadores de primera línea sin necesidad de importarlos o repatriarlos, cosa que de por sí es importante, debemos formar a nuestros estudiantes y ofrecerles la posibilidad de continuar con su desarrollo y sus estudios de posgrado en instituciones y programas que compitan con los mejores del mundo. Ahora, los principales problemas que identifico para el Sistema Nacional de Investigadores son los siguientes: 1. La distribución desigual de las instituciones de investigación en el país: son muy pocos los estados que cuentan con un grupo de investigadores adecuado para el nivel de su economía en particular y del de la economía del país en general. 2. La concentración y el centralismo: no es ninguna sorpresa que sea el Distrito Federal la entidad federativa con la mayor concentración de instituciones de investigación y de investigadores, lo mismo que de posgrados de calidad. 3. Hay una distribución desigual de los integrantes del SNI por estado e instituciones: uno de los problemas que podemos ver en este ámbito es que no hay un aumento proporcional en la productividad. La doctora Fresán nos mencionaba cómo esta diferencia de la productividad en el SNI se nota cuando la comparamos con los casos de Argentina, Brasil o Chile. Frente a estos países es notoria la disminución de la productividad científica en México, sobre todo pensando en la proporcionalidad con respecto al número de habitantes y considerando el tamaño de la economía de cada nación. Pese a ser la economía mundial número 14, México se ha rezagado notoriamente. 4. En México aún se mantiene la disyuntiva entre ciencia básica y ciencia aplicada: lo que ha frenado el desarrollo de la producción científica en su conjunto. Cabe señalar que esta distinción puede ser arbitraria y ambigua, por lo que ni siquiera es aceptada en todo el mundo.1 Ahora, como sabemos, en términos generales en México siempre se ha pensado desde esta desafortunada disyuntiva, o
1 Sin embargo, respecto a esto último, considero que para nuestro análisis es importante distinguir entre el desarrollo tecnológico, como investigación aplicada, y la ciencia básica, que tiene el objetivo de aumentar el conocimiento de la naturaleza o de la sociedad sin necesariamente darle una aplicación inmediata a sus resultados.
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ciencia básica o ciencia aplicada, y se ha promovido a la primera. Es evidente que no podemos soslayar los importantes avances que se han dado en nuestro país gracias a esta promoción a la ciencia básica. En México existe una planta académica pequeña, si la comparamos con el tamaño del país, pero con una gran calidad académica. En cambio, el desarrollo tecnológico es realmente incipiente y, según los datos disponibles, podemos corroborar esto. Por ejemplo, la tasa de productividad de patentes en México es de 0.05 siendo la de Japón de 30 puntos y esto nos demuestra el rezago notable de nuestro país en dicho rubro. Ahora, tampoco estamos mucho mejor en desarrollo científico pero en los últimos años se han dado políticas que han pretendido ayudar y fortalecer el desarrollo tecnológico a costa del desarrollo científico. La realidad es que estas políticas no han funcionado del todo bien y han sido, muchas de ellas, equivocadas. En concreto podemos señalar a las políticas de apoyo con estímulos fiscales para que las empresas hagan desarrollo tecnológico. Recordemos que el primer gobierno que impulsó este tipo de apoyos fue el de Vicente Fox. Fue en ese sexenio donde se plantearon los estímulos fiscales para generar desarrollo tecnológico, cambiando el nombre de éstos, en el siguiente sexenio encabezado por Felipe Calderón, al de apoyos directos. Pero por más que se le haya cambiado la nominación a este tipo de iniciativas, lo que tenemos como resultado es un avance casi nulo en este rubro. Desafortunadamente no hay una evaluación adecuada para entender qué es lo que pasó ni cómo corregir el camino. Los resultados, por ejemplo, son que no ha habido aumento significativo en las patentes hechas por mexicanos, ni siquiera cuando se ha invertido en ello 18 000 millones de pesos para impulsar dicho rubro, a comparación de los 800 millones anuales que se dedican a la investigación básica. La cuestión que queremos señalar no es que estemos en contra del desarrollo tecnológico, pues es evidente su trascendentalidad, sino que no es benéfico en ningún sentido invertir en desarrollo tecnológico a costa del desarrollo científico y de la inversión en investigación básica. Además cabría decir que se ignora dónde fue a parar esta cantidad de dinero público dado que la inmensa mayoría de las empresas receptoras de estos recursos fueron empresas extranjeras.
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5. Por otro lado, está el problema del envejecimiento de la planta académica: hay una escasa incorporación de jóvenes y mujeres a la investigación científica. En este sentido es necesario hablar sobre las políticas de género. Primero se ha de señalar que en México aún hay una discriminación generalizada y no sólo de género. Por ejemplo, hay una patente discriminación en la distribución de los beneficios que resultan de los avances científicos y tecnológicos. Hay regiones enteras en nuestro país a las que sencillamente estos beneficios no llegan. Este último problema se ve ahondado con el hecho de que no se han creado nuevas instituciones de investigación. Al contrario, lo que se ha hecho es responder a la demanda de más instituciones de educación superior creando “universidades tecnológicas” que de universidades tan sólo llevan el membrete, pues en ellas no se realiza investigación, no cuentan con instalaciones adecuadas y, a veces, ni siquiera cuentan con alumnos. Lo que aquí se evidencia es que no hay una política de Estado, hecho demostrable con la evaluación realizada por la Auditoría Superior de la Federación (ASF), dirigida por la Cámara de Diputados, para revisar cómo se han gastado los recursos públicos. De esta auditoría resultó, en el 2011, una severa crítica al funcionamiento del SNI, en la que se dijo que éste no cumplía con sus objetivos y que, en pocas palabras, era un programa reprobado por dicha evaluación. Sin embargo, esta última fue mal realizada y por ello las voces de inconformidad no fueron pocas. El problema se dio debido a que la auditoría se basó en los objetivos oficiales del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, que son los siguientes: UÊ « Þ>ÀÊ>Ê ÃÊV i Ì v V ÃÊ iÝ V> ÃÊÞÊ>« ÀÌ>À iÃÊÕ Ê i ÀÊ }Àiso. Contrarrestar su disgregación y ofrecer opciones para reducir la fuga de cerebros. UÊ ÌÀ LÕ ÀÊ> Ê VÀi i Ì Ê`iÊ >Ê«À `ÕVÌ Û `>`Ê`i Ê«> ÃÊ i` > ÌiÊi Ê desarrollo científico, tecnológico y la innovación, promoviendo y fortaleciendo, por medio de la evaluación, la calidad de la producción realizada por los investigadores, procurando su vinculación con los diversos sectores y propiciando su descentralización. UÊ ÀÌ> iViÀÊÞÊiÃÌ Õ >ÀÊ >Êiv V i V >ÊÞÊV> `>`Ê`iÊ >Ê ÛiÃÌ }>V Ê en cualquiera de sus ramas y especialidades.
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UÊ ÌÀ LÕ ÀÊ>Ê >Êv À >V ÊÞÊV Ã `>V Ê`iÊ ÛiÃÌ }>` ÀiÃÊV Ê conocimientos científicos y tecnológicos del más alto nivel como un elemento fundamental para incrementar la cultura, productividad, competitividad y el bienestar social. Estos son los objetivos que analiza la Cámara de Diputados y la Auditoría concluye que: “El SNI está lejos de fomentar la competitividad del país, no contribuye al bienestar social y tampoco ha ayudado a la consolidación de investigadores del más alto nivel”. Entre los puntos rojos detectados por la ASF en la operación del SNI, destaca el nivel 35 en competitividad de México, quedando por debajo de naciones como Brasil, África del Sur o China, según cifras de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Economicos (OCDE). El informe añade que, en 2009 el Conacyt no alcanzó a mejorar la posición que ocupa México en el Índice Global de Competitividad, donde se buscaba llegar al lugar 55 de la lista mundial y obtuvo el 60 de 130 naciones comparadas. En 2009 el número de investigadores inscritos en el SNI fue de 15 565, un avance de 78.4% de la meta fijada para 2012, de los cuales 65.7% (10 225) se concentró en los 14 estados con menor porcentaje de pobreza (20%), y 6.1% (953) en las entidades más pobres (con un porcentaje de pobreza de 60 a 80%), es decir que no se contribuyó a la paliación de la pobreza o a reducir la desigualdad. Otras conclusiones de la Auditoría fueron que sólo uno de cada seis investigadores, vigentes en 2009, obtuvo un ascenso, lo que limita la eficiencia del programa para consolidar a los científicos. Que no existen productos relacionados con desarrollos tecnológicos, innovaciones y transferencias tecnológicas. Que el crecimiento de patentes otorgadas a la innovación se ha disparado aunque prácticamente la mayoría se concede a ciudadanos extranjeros, de cada 100 sólo 2 son para mexicanos. Otros datos con los que contamos son: 1. De 1984 a 2009, de cada 100 productos elaborados, 99.1% fueron publicaciones y 0.9% patentes. 2. No se registraron desarrollos y transferencias tecnológicas ni innovaciones. 3. En los cuatro estados con índice de pobreza de 60 a 80%, se ubicó el 6.1% de los investigadores.
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4. México no mejoró su situación en la clasificación mundial de competitividad. Ocupó el lugar 62 de 130 países (su meta era ocupar el lugar 55). 5. No se incrementó la competitividad ni se logró vincular de manera óptima la labor de los investigadores con los diversos sectores. Ahora, hay que decirlo, los datos de la Auditoría son correctos, sin embargo los problemas del SNI no corresponden al desempeño de los investigadores, sino a políticas erráticas en relación con la ciencia y la tecnología, así como con la innovación y las políticas económicas del país. En México no se ha considerado el apoyo a la ciencia y la tecnología como un factor estratégico, seguimos siendo un país exportador de petróleo y extractivista fundamentalmente y de seguir así será difícil que nuestra economía mejore. Se necesita de una visión de Estado y de políticas que apoyen el sector científico tecnológico y a la innovación junto con otro tipo de políticas económicas. El error de la Auditoría está en querer responsabilizar de la situación de la competitividad de México tan sólo al SNI y no a la falta de una política integral de desarrollo científico y tecnológico. Cabe señalar que los objetivos incumplidos no son exclusivos del SNI, sino de la ciencia y del desarrollo tecnológico en general. El SNI por ejemplo ha cumplido, por otro lado, con un excelente paquete de becas de posgrado. El objetivo que se puso el SNI en su fundación fue fortalecer la investigación, reconociendo el trabajo que ya se había realizado pero sin planeación para la investigación futura. No se analizó si realmente se quería hacer desarrollo tecnológico de base científica para contribuir a que las empresas mejoraran su productividad y no tuvieran que seguir importando tecnología. Se han llevado años en convencer sobre la importancia del trabajo de los tecnólogos y del generar este tipo de recursos humanos especializados en nuestro país. Nuevamente, todo esto tiene que ver con la carencia de políticas de Estado. Como ejemplo del mal diseño de las políticas están el que el Conacyt ofrezca becas para hacer posgrados en el extranjero pero que en el país no se generen las plazas para repatriar a nuestro doctores y ofrecerles un trabajo digno, acorde a su especialización. Ese, a mi entender, es el primer factor que genera la fuga de cerebros que tanto nos aqueja. Estamos convencidos de que la ciencia puede contribuir al desarrollo económico del país como ha ocurrido en Corea, Brasil o como está ocurriendo en la India, en China, etcétera. Pero esto sólo sucederá si exis-
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ten políticas de Estado integrales que apoyen el posgrado nacional, la movilidad extranjera, la repatriación, la investigación científica y la generación de plazas en el sector de producción científico tecnológica, y esto último no lo puede hacer el Conacyt; lo debe hacer la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) y es este tipo de relación entre las instituciones nacionales la que está faltando. Además, hablando de todas las consecuencias de estas políticas de ciencia y tecnología con respecto a la inversión, tenemos que según la OCDE el monto de recursos para este sector tendría que ubicarse en 2.28% del PIB y ese es el promedio que se espera de todos países que la integran. En México aún no podemos aspirar a ese porcentaje pues ni siquiera se cumple la ley nacional de ciencia y tecnología que dicta que la inversión en el sector debe ser del 1% del PIB. Se calcula que en la actualidad se invierte, cuando mucho, 0.3% del PIB y en vez de aumentar el presupuesto de forma anual, más bien ha disminuido. Habría que decir que gran parte de esos recursos no se aplica a la investigación científica. En México el presupuesto para la ciencia es de más o menos 42 000 millones de pesos y se distribuye en tres grandes rubros: Conacyt, SEP y las demás secretarías. Ahora, de esos 42 000 millones no todo se invierte en investigación y gran parte de estos recursos se gastan en aspectos improductivos en términos de generación de productos científico-tecnológicos o de innovación. Estoy convencida de que más que reprobar al SNI, como lo hace la ASF, habría que reprobar a la política inadecuada que se ha mantenido desde hace más de una década. Entre otras cosas se debería analizar si los recursos que fueron canalizados para los estímulos fiscales están dando los resultados que se requieren y exigir rendición de cuentas por parte de las empresas beneficiadas con ellos; habría que darse a la tarea de garantizar que el gobierno ofrezca las herramientas para financiar el desarrollo de los científicos y tecnólogos que den certidumbre y alienten a los jóvenes a elegir una carrera en ciencia o en tecnología. Que los gobiernos federales, estatales y municipales, así como los organismos del sector privado no apoyen la ciencia y la tecnología mexicanas nos obliga a no cejar en el esfuerzo de diseñar una política nacional ex profeso, con clara visión y compromiso de corto, mediano y largo plazos. Por otro lado, es necesario revisar los criterios de evaluación y su proceso: sentar las bases para una mayor transparencia, particularmente en relación con los estímulos fiscales y respecto del apoyo directo a las empresas.
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En cuanto a las evaluaciones al interior del SNI, es innegable que lo sabemos hacer, sin embargo deberíamos mejorar en ese aspecto. Por ejemplo permitiendo que los evaluadores puedan dedicar mayor tiempo a evaluar la obra de cada integrante del SNI, o enriqueciendo la asistencia de pares verdaderos que entiendan el trabajo que califican. También se tendría que apoyar a la figura del profesor-investigador porque por ejemplo, en la UNAM hay profesores y hay investigadores pero como figuras separadas, y esto genera que no se promueva desde las mismas instituciones la evaluación de la labor docente o de la divulgación científica. Me parece que se debe fortalecer la evaluación tomando en cuenta la labor docente y de divulgación, pues no podemos soslayar la enorme importancia que ambas tienen para el desarrollo de la ciencia en nuestro país. Otra propuesta que no quisiera dejar de mencionar es la necesidad de generar políticas con perspectiva de género al interior del SNI. Actualmente sólo 30% del SNI somos mujeres y tanto la permanencia como la promoción de las científicas investigadoras mexicanas es complicada. Políticas como el apoyo a las madres y durante el embarazo o incluso si es el padre quien decide cuidar al hijo recién nacido que se le dé apoyo a ese varón investigador para que pueda cuidar a su bebé, política ya existente en países desarrollados; también debe haber apoyos exclusivos para mujeres como los hay en otros países: programas para fortalecer la participación de las mujeres en áreas en las que casi no hay presencia femenina, como lo son las áreas físico-matemáticas o en las ingenierías, por dar un ejemplo. En fin, como vemos son muchísimas las cuestiones por analizar. Lo más evidente es que aún tenemos mucho tramo por avanzar, pero este tipo de diálogos, análisis y reflexiones en torno a nuestro Sistema Nacional de Investigadores nos pone en ruta para alcanzar nuestras más ambiciosas metas y lograr el desarrollo tanto del sector científico-tecnológico nacional como de nuestra nación.
Consolidación del Sistema Nacional de Investigadores, profesionalización de la investigación en México* María de Ibarrola**
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ste ensayo tiene la finalidad de sugerir el análisis y valoración de la consolidación del Sistema Nacional de Investigadores (SNI) desde el punto de vista de su contribución e impacto sobre la conformación de la profesión académica en México, en particular, la profesión de investigador puesto que es el SNI el que consagra la denominación de un personaje académico que guarda claras diferencias con los profesores de los diferentes niveles del sistema educativo nacional, incluyendo los de educación superior, y con otros profesionales que puedan basar su desempeño profesional en el manejo de conocimiento de muy alto nivel. Para usar el concepto de profesión se aprovechan los estudios sociológicos clásicos (Weber, 1958; Parsons, 1939-1965; Freidson, 1983-2001), y también los estudios recientes que más se han aproximado a enfocar la investigación como una profesión académica en otros países (Clark, 1983-1991; Brunner y Flisfisch, 1983; Metzger, 1987) y en particular en México; de Didou y Remedi (2008) resulta sugerente su estudio titulado “De la pasión a la profesión”.1 Para esta ocasión se seleccionaron cinco dimensiones de análisis propias de esa categoría conceptual. Se procura identificar los logros que ha significado la existencia del SNI, pero también las tensiones y las contradicciones que ha generado y que se expresan con fuerza en el momento * Comentarios presentados en el Foro Reflexiones en torno al Sistema Nacional de Investigadores, organizado por la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Xochimilco, México, 26 de abril de 2012. ** Investigadora DIE-Cinvestav-IPN; ex directora del DIE-Cinvestav-IPN; ex presidenta del Consejo Mexicano de Investigación Educativa. 1 Otros académicos mexicanos que han estudiado el tema son Manuel Gil Antón, Rocío Grediaga, Rollin Kent. – 49 –
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actual. También se analiza el crecimiento desigual y desequilibrado entre esas dimensiones. La ponencia no maneja datos, que se han propuesto en trabajo previos (De Ibarrola, 2007). Varias de las ponencias que se presentaron en este foro los incluyen de manera actualizada, desglosada y clasificada, con ello se fortalecen las propuestas que aquí se manejan. EL RECONOCIMIENTO SOCIAL Y PRESTIGIO PROFESIONAL
a) Logros: es indudable que la creación y permanencia del Sistema Nacional de Investigadores implica el enorme reconocimiento que el gobierno federal en particular, y las instituciones de educación superior del país en lo general, han otorgado a la investigación científica para la solución de necesidades sociales, económicas y políticas. Se reconoce una profesión que se ejerce de tiempo completo por medio de un desempeño laboral cuyo objetivo es la creación del conocimiento, y cuya práctica cotidiana es la generación del mismo (Clark, 1991); así, se asume que esta labor debe recibir una adecuada remuneración que permita al investigador vivir de esta profesión. Esta valoración del conocimiento –de la investigación– para la solución de los problemas nacionales es propia de la época que vivimos signada por la globalización y el advenimiento de la economía y la sociedad del conocimientos. Se valoran fundamentalmente los reconocimientos internacionales a la productividad de los investigadores: los doctorados obtenidos en instituciones extranjeras, los artículos publicados en revistas de circulación internacional, las citas utilizadas por investigadores de todo el mundo, las conexiones y redes internacionales de los investigadores mexicanos. b) Tensiones: la creación del sistema provoca importantes tensiones. Es a la vez una solución política y económica a los compromisos cada vez mayores que el “modelo salarial de educación superior”, homogéneo para todas las instituciones del nivel, estaba generando al gobierno federal. a. El sistema se convierte en el mecanismo más poderoso para jerarquizar las profesiones académicas, colocando a los investigadores en el nivel más alto.
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b. El sistema permite la diferenciación de los ingresos entre el personal académico de esas instituciones, se dará una mayor remuneración sólo a algunos, conforme a una evaluación individual de sus méritos personales. c. El sistema crea su propia dinámica de legitimación y prestigio al ser realizada por los “pares” y al apoyarse indirectamente en los “pares internacionales”. d. La tensión con los docentes en términos no sólo de ingresos sino también de prestigios se hace sentir de inmediato, al grado de que se establecen sistemas equivalentes de estímulos a la docencia y los profesores quieren ser investigadores, siendo que su profesión es infinitamente más compleja y meritoria. c) Contradicciones: el SNI se convierte en la política pública por excelencia para el impulso a la ciencia y la tecnología; otros programas, como el Programa al Mejoramiento del Profesorado (Promep) por ejemplo, creado casi diez años después opera con base en los mismos criterios de calidad, aunque no con los mismos procedimientos. En los hechos, estos programas de pagos y estímulos diferenciados llenan en buena medida el espacio vacío de la política y absorben parte importante del presupuesto destinado para ello. En los hechos, la proporción del gasto destinado a investigación en el PIB del país no rebasa el .4%, aunque se logró incluir en la Constitución el mandato de llevarlo al 1% (Canales, 2011). Aun cuando indudablemente ha habido otras partidas presupuestales, prácticamente en todos los casos se requiere ser investigador nacional para acceder a ellas.
EL ROL FUNDAMENTAL DEL CONOCIMIENTO
Uno de los criterios más definitorios de una profesión es el manejo del conocimiento como base del desempeño y de la autoridad profesionales (Weber, Parsons, Freidson). Los investigadores nacionales cumplen con este criterio en su máxima expresión. La esencia de su desempeño profesional es la creación de “nuevo” conocimiento, de “conocimiento original”. Todas las otras expresiones profesionales reconocidas: docencia, difusión, divulgación, innovación, vinculación, tienen que ver con algún
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tipo de manejo del conocimiento, aunque el reconocimiento de su participación en el desempeño profesional de los investigadores supone un lugar subordinado e incluso marginal frente a la investigación en sí. a) Logros: el SNI ha dado apoyos institucionales y públicos para la construcción y delimitación de campos específicos de conocimiento, propiciando e impulsando los canales para la creación, revisión, discusión, recreación de conocimiento. El sistema ha ido ampliando sus categorías, pasó de tres áreas a siete, e incluye ahora más de 40 diferentes disciplinas o campos interdisciplinarios. b) Tensiones: no todas las disciplinas han recibido apoyos equivalentes. En el crecimiento de las áreas y de las disciplinas que incluye cada una de ellas, se observan en el fondo las presiones de los grupos académicos según el poder que tienen, y no un impulso equilibrado a los desarrollos científicos que “requiere el país” ni un desarrollo más justo de los diferentes campos de conocimiento. Algunas disciplinas han quedado claramente mal delimitadas, como puede ser el caso de “Pedagogía”, que se clasifica como la categoría central en la que se incluyen diferentes campos relacionados con la educación. a. Los indicadores que se usan para calificar el conocimiento que producen los investigadores nacionales son reduccionistas. En por lo menos otras dos ponencias de este foro se hacen críticas importantes al hecho de que el conocimiento generado se mide casi exclusivamente, según el número de artículos publicados en las publicaciones registradas en el ISI web of science. b. Los indicadores, como lo dice su nombre, son mecanismos indirectos para el reconocimiento del conocimiento generado por los investigadores; se basan en la evaluación de la producción que han hecho los árbitros de las revistas, y el que han hecho otros investigadores que “citan” esos trabajos.2 c. Aunque hay comisiones evaluadoras propias de las diferentes áreas de conocimiento, se observa el peso que alcanzan los criterios e indicadores propios de las disciplinas “duras” frente a las ciencias sociales. “El conocimiento nuevo –dice, en términos ge2
Véase la ponencia del doctor José Antonio de la Peña, presentada en este mismo foro.
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nerales, hace apenas una semana el doctor Gerardo Gamba (2012) consejero del Consejo Consultivo de Ciencias de la Presidencia de la República–, se informa mediante la publicación de artículos científicos originales o el registro de patentes”. c) Contradicciones: en los hechos sólo se reconoce como conocimiento científico el que ha sido certificado por la vía de las publicaciones internacionales o las patentes y como tal ha sido validado por las comisiones evaluadoras del Sistema. El propio SNI presenta en el Atlas de la ciencia en México la información que procede de sí mismo, clasificada en función de los artículos publicados, distribuidos por área de conocimiento, estado de la República, sexo, etcétera. a. Los indicadores usados para operacionalizar los criterios de evaluación tienen dificultades para reconocer las especificidades de algunos campos de conocimiento, las innovaciones y los cambios. b. Los investigadores se han colocado en la cúspide del prestigio del conocimiento y a la vez han degradado el prestigio de otras profesiones, en particular el de la docencia, que ha quedado supeditada a la investigación. c. Se desconocen otras formas de creación y otros tipos de conocimiento. d. El SNI no ha logrado analizar las aportaciones sustantivas de sus propios miembros.
ESPACIOS LABORALES PROPIOS
Uno de los criterios más sólidos en la definición de un profesional es la creación de espacios laborales propios. Según Freidson, se puede ver como un mercado de trabajo “cerrado”, monopólico, con requisitos de ingreso muy puntuales. a) Logros: sin duda la creación del Sistema Nacional de Investigadores consolidó la importancia de la figura de investigador de tiempo completo, susceptible de una remuneración económica que le permite vivir de sus ingresos, y ha apoyado la creación de aquellas
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condiciones de trabajo que favorecen la investigación: la definición autónoma y personal del uso del tiempo, de la infraestructura y del equipamiento, financiamiento adicional para sufragar los costos de los proyectos y para que los investigadores se relacionen con sus pares en otros países, para contar con la visita de investigadores extranjeros, para apoyar publicaciones, etcétera. El crecimiento de mercados de trabajo académicos, incluso algunos dedicados exclusivamente a la investigación, ha sido notable en el país. Un segundo logro importante ha sido garantizar un reconocimiento nacional a los investigadores de las diferentes entidades e instituciones del país y romper de esa manera las limitaciones locales y la concentración de investigadores reconocidos sólo en las principales instituciones del país. b) Tensiones: el incremento en los ingresos de los investigadores nacionales generó la necesidad de crear otro tipo de programas de estímulos para otras funciones académicas, en particular la docencia y la creación artística. El SNI fue cabeza de playa para la introducción de pagos por mérito en todas las labores académicas en forma de becas y no de salarios: becas asignadas de manera individual en función de resultados de investigación, que se pueden perder según la evaluación que se haga de esos resultados, y que están sujetas a disponibilidad presupuestal. Esto ha generado enormes diferencias y francas desigualdades en los ingresos del personal académico de las instituciones de educación superior, según la configuración de estímulos diversos a los que se haga acreedor un investigador (De Ibarrola, 2007). Ha generado también un importante “efecto mateo” (Merton, 1968) conforme al cual los investigadores nacionales reciben prioridad en el otorgamiento de otro tipo de apoyos para su investigación. c) Contradicciones: la beca que se otorga ha sustituido los incrementos salariales. Los mercados de trabajo que propician las condiciones que requiere un investigador que será bien calificado por el SNI han tenido un crecimiento limitado. Al no haber oportunidades laborales se han perdido algunas generaciones de investigadores, en particular en ciertas áreas de conocimiento.
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La dinámica de crecimiento de la investigación en el país no se deriva de la oferta de personas preparadas para ello, incluso de quienes han seguido el estricto y controlado proceso de formación de investigador, como se verá más adelante, sino de las plazas laborales disponibles. Los investigadores nacionales constituyen una fuerza de trabajo cada vez más vieja. Al no estar sometida al pago de impuestos, los ingresos efectivos de estos “profesionales” no han generado los fondos procedentes para la jubilación. Los investigadores nacionales no se retiran de sus funciones, porque las jubilaciones no incluyen los estímulos económicos que les permitió el Sistema, como tampoco lo han hecho los estímulos otorgados por sus instituciones mismas, que aprovecharon el ejemplo de estímulos económicos e incremento de ingresos por la vía de becas. Ni los investigadores ni sus instituciones previeron la jubilación y el retiro acorde con los ingresos reales. El ingreso al mercado de trabajo de la investigación, y al propio Sistema Nacional de Investigadores es cada vez más rígido y competido.
UN CAMINO ESTRICTO Y CONTROLADO PARA LA FORMACIÓN DE NUEVOS INVESTIGADORES
Contar con el grado de doctor es requisito sine qua non para ingresar a la carrera de investigador. Se trata de cerca de 25 años de escolaridad formal, a la que cada vez más se agregan criterios de “calidad” por la vía del “prestigio” de las instituciones que otorgaron el grado y requisitos de contar también con uno a tres años de posdoctorado. a) Logros: el sistema nacional de investigadores se ha aprovechado para establecer uno de los criterios más importantes del posgrado nacional de excelencia, el de contar con un cuerpo de profesores que sean en su totalidad o en su mayoría miembros del sistema. En este sentido hay un impulso muy grande a los programas de posgrado, y ha crecido el número de los mismos que cumple con ese y otros criterios de calidad, como son la exigencia de tiempo completo para sus estudiantes, terminar el programa en tiempos clara-
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mente acotados; y contar con infraestructura, equipamiento y acceso a bibliotecas de alto nivel. a. Se han otorgado becas para los estudiantes de estos programas y ha crecido el número de becas al extranjero (aunque los egresados se han enfrentado con serias dificultades para ingresar a los mercados de trabajo tan reducidos). b) Tensiones: requisitos cada vez más estrictos para otorgar el reconocimiento a los programas, derivados de los criterios rígidos de la investigación tal y como la ha definido el sistema. No se han elaborado criterios propios para otro tipo de posgrados cuya denominación incluso ha aceptado el Conacyt: maestrías profesionalizantes. No se ha discutido el rubro de doctorados que no se orienten a la investigación, aunque algunas áreas de conocimiento sí los ameritan: a. Se exige el tiempo completo a los estudiantes pero las becas son insuficientes, en particular para los jóvenes adultos estudiantes de doctorado que no necesariamente dependen económicamente de sus padres, sino que incluso son padres de familia ellos mismos. b. La exigencia de terminar el programa en tiempos muy acotados está definida básicamente por criterios presupuestales, de disponibilidad de becas. No se han hecho estudios estadísticos de los tiempos reales que requiere completar el grado según las diferentes disciplinas académicas. c. Se impulsan estrategias docentes costosas y complicadas (aunque también se otorgan ciertos recursos para ello). c) Contradicciones a. La exigencia de contar con el grado de doctor se ha extendido inflacionariamente hacia otras funciones académicas que no necesariamente lo requieren, como la docencia, y se han desvalorizado las contribuciones de las maestrías y las especialidades. b. La demanda por el grado de doctor ha generado un crecimiento reactivo de programas privados que no cumplen con las exigen-
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cias del Conacyt sino que responden a las “necesidades del cliente”, en particular en cuanto a tiempos, espacios y estrategias: programas de fin de semana, programas a distancia, programas mediante las tecnologías de la información y la comunicación TIC. El posgrado nacional es eminentemente privado. c. La demanda por el grado de doctor ha generado crecimientos desequilibrados hacia las disciplinas consideradas más “fáciles”. Un análisis de la distribución de la matrícula por tipo de disciplina y tipo de institución otorga a las ciencias administrativas, a las sociales y en particular a la educación un crecimiento elevado.
UNA PODEROSA ORGANIZACIÓN PROFESIONAL
Por último quiero proponer como criterio de clasificación de los investigadores como una nueva profesión académica el de la organización profesional que han logrado para hacer valer tanto una influencia política como la obtención de privilegios. a) Logros: los investigadores nacionales se han convertido en una poderosa organización profesional que ha logrado privilegios importantes para quienes forman parte del SNI: estos privilegios se observan en la existencia de posiciones de política pública que se han asignado a los investigadores. No sólo política pública referida a la investigación sino en otras dimensiones sociales. Se observa también en los privilegios que se han concedido a los miembros: las becas que no son susceptibles de impuestos, la creación de categorías cada vez más elevadas: como la de investigador nacional emérito o de excelencia. b) Tensiones: en realidad el SNI no es en sí mismo un grupo de presión, los miembros del sistema rara vez interactúan en términos de política gremial, ni siquiera los miembros de las comisiones evaluadoras ejercen claramente presión a favor, pero los resultados del sistema sí son utilizados de manera directa por la Academia Mexicana de Ciencias, por las instituciones de educación superior, por el Consejo Consultivo de Ciencias, por el Consejo Científico y Tecnológico, etcétera.
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c) Contradicciones: el sistema busca cada vez más privilegios (crecimiento de las categorías hacia arriba. Los indicadores que se utilizan son cada más rígidos y reduccionistas. Aunque ha crecido el número de investigadores nacionales no ha crecido necesariamente ni su participación ni su productividad relativas. DESEQUILIBRIOS
En el análisis de estas dimensiones que conforman la creación de una nueva profesión académica: la de investigador, se observan importantes desequilibrios que caracterizan la situación actual del Sistema Nacional de Investigadores: 1) Entre las necesidades “sociales” que justificaron la creación del sistema y el papel efectivamente desempeñado.3 La investigación científica NO resuelve los problemas sociales, económicos o políticos del país; la investigación coadyuva en la medida en que se den otras condiciones para la solución de esos problemas. 2) Entre el prestigio que se otorgó a los investigadores nacionales y la asignación real de recursos para la investigación científica. El sistema constituyó la solución más barata para la exigencia de una política de ciencia y tecnología que usó como principal argumento las condiciones de vida de los investigadores y la insuficiencia de sus salarios. En los hechos no se ha incrementado la participación del presupuesto destinado a Ciencia y Tecnología (o Investigación y Desarrollo) en el PIB del país. 3) Entre el número de investigadores necesarios en un país de 110 millones de habitantes y los que han sido reconocidos por el Sistema, 17 500. 4) Entre el rol asignado a la investigación como la mayor y mejor vía de acceso al conocimiento (en los tiempos de la economía y la sociedad del conocimiento) y la débil contribución de la investigación al desarrollo del país y a la solución de problemas nacionales. 3 Véase en la ponencia de la doctora Rosaura Ruiz en este mismo texto (pp. 41-48), la información sobre la valoración negativa que hizo la Auditoria General de la Federación del Sistema Nacional de Investigadores en función de que no cumple con los objetivos que se planteó.
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5) Entre la validación del conocimiento conforme a criterios que son más propios de una valoración de los acervos ya legitimados y la dinámica de la búsqueda, la creación, la innovación. 6) Entre la orientación internacional de los criterios con los que se reconoce a los investigadores nacionales y el reconocimiento de los conocimientos y las investigaciones que contribuyen a la especificidad de lo nacional, en particular las presiones que se colocan en las humanidades y las ciencias sociales. 7) Entre el reconocimiento de investigadores “nacionales” y el desconocimiento y deslegitimación de otras formas de crear y transferir conocimiento. 8) Entre la formación de nuevos investigadores y los espacios laborales posibles para un adecuado desempeño profesional. 9) Entre los privilegios acordados de manera individual a los investigadores nacionales y la consolidación de una estructura nacional de apoyo a la investigación y una masa crítica consolidada y a la vez creciente. 10) Entre el pago por mérito, no ligado al salario de los investigadores y la construcción de las aportaciones procedentes para garantizar los derechos laborales para su jubilación.
¿ESTÁ CONSOLIDADO EL SISTEMA NACIONAL DE INVESTIGADORES? La profesión de investigador ha sido ampliamente reconocida en el país y sin duda seguirá consolidándose entre desequilibrios y tensiones en cuanto a las disciplinas académicas, las regiones del país y las propias instituciones académicas. Es una profesión que tiene a “la historia de su lado”: la economía y la sociedad del conocimiento la requieren con absoluta claridad. El SNI sin duda contribuyó al reconocimiento y al crecimiento de esa profesión, pero a la vez ha generado importantes reduccionismos en la definición o delimitación de lo que es la investigación, tensiones y contradicciones de difícil solución. De igual modo ha creado una aguda jerarquización de las profesiones dedicadas al conocimiento, en demérito de profesiones tan fundamentales como la docencia, a la que distorsiona haciéndola depender de la investigación y evitando el reconocimiento de los enormes méritos de esta profesión académica. Lo mismo sucede con el reconocimiento que merece la preservación, la difusión, la divulgación, la
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MARÍA DE IBARROLA
vinculación, cuyos productos concretos no adquieren el mismo formato y no siguen el mismo recorrido que la producción de investigación que valora el sistema. Las contradicciones más importantes a la fecha están situadas en el mercado de trabajo académico: en la remuneración a los investigadores por la vía de una beca, estímulo, que no formó parte integral de los salarios y tampoco contribuyó con impuestos al futuro de los investigadores; la ausencia de un programa de jubilación y retiro para los investigadores actuales, la falta de creación de nuevos espacios para nuevos investigadores y, en el fondo, la impertinencia de depender del retiro e incluso el fallecimiento de los investigadores actuales para encontrar plazas disponibles para los recién formados. A ese respecto, la política ha sido claramente fallida y ha generado vacíos importantes entre generaciones de investigadores que difícilmente se podrán cubrir. El desempeño de una carrera de investigador de tiempo completo, exclusivo, remuneración adecuada, desempeño adecuado de las funciones académicas de investigación, docencia, difusión, divulgación, vinculación en innovación no puede depender de una política de premiaciones individuales, insuficientes, y de jerarquizaciones disciplinarias e individuales que han contribuido a deslegitimar y desvalorizar muchas otras potencialidades de trabajo académico como el que se requiere en el país. Dentro de una verdadera política nacional de ciencia y tecnología la evaluación individual no es el motor del cambio, es apenas un componente relativo, importante para el conocimiento de la manera como se están logrando los objetivos previstos. Pero no son las exigencias de privilegios personales sino los compromisos individuales y colectivos con los proyectos académicos pertinentes y la ética de la profesión los verdaderos motores de la política de ciencia y tecnología que requiere el país.
BIBLIOGRAFÍA
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CONSOLIDACIÓN DEL SISTEMA NACIONAL DE INVESTIGADORES
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El SNI y la movilidad de académicos en la globalización Jaime Aboites A.* Claudia Díaz P.**
INTRODUCCIÓN
E
l incremento de la movilidad académica está asociado con la globalización de la educación superior;1 la emigración e inmigración de científicos no es simétrica entre países. En la actualidad la tendencia predominante es el flujo de académicos desde los países en desarrollo hacia los países industrializados, donde las expectativas de altos ingresos y las capacidades institucionales de investigación y desarrollo (I+D) para desplegar una trayectoria científica son, en general, notablemente mejores que en los países en desarrollo. Las consecuencias de este desbalance implican una desventaja para los países con menos recursos. En 2010 la Subsecretaría de Educación Superior (SES) estimó para México que anualmente alrededor de veinte mil académicos de alto nivel y formados con financiamento nacional abandonan el país para establecerse en instituciones o universidades extranjeras. Esto ha generado la intervención gubernamental con objeto de, por lo menos, atemperar estas tendencias. El objetivo de este ensayo es explorar algunos aspectos
* Profesor-investigador en el Departamento de Producción Económica de la UAMXochimilco. ** Profesora-investigadora en el Departamento de Estudios Institucionales de la UAMCuajimalpa. 1 La movilidad académica no es reciente. Las primeras universidades europeas generaron el llamado “nomadismo científico”, el cual significó el desplazamiento de intelectuales y científicos entre las diferentes universidades. Estas fueron las primeras etapas de la movilidad académica que tiene un gran valor, pues dichos intercambios implican una “fertilización cruzada” entre diferentes grupos de científicos e intelectuales en universidades con niveles y desarrollos intelectuales diferentes (García de Fanelli, 2008).
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sobre la relación del Sistema Nacional de Investigadores (SNI) con la movilidad de académicos mexicanos en las últimas décadas para retener, en las universidades del país y en las instituciones nacionales de I+D, a los académicos de alta calificación científica. En particular se pretende observar la capacidad del SNI y el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) para regular los flujos de académicos México-países industrializados. El análisis se refiere a las denominadas ciencias duras (ingenieria, biotecnología y ciencias agrícolas, biología y química, ciencias exactas y ciencias de la salud). El instrumento de análisis son las patentes registradas en la Oficina de Patentes y Marcas de Estados Unidos (United States Patent and Trademark Office (USPTO por sus siglas en inglés) que incluyen entre sus inventores a investigadores académicos mexicanos y con grado de maestros o doctores obtenidos en países industrializados (Estados Unidos, Alemania, Japón, Reino Unido, Francia, etcétera). El periodo de estudio comprende de 1979 a 2011. El ensayo se divide en cinco partes. Después de la introducción la segunda parte presenta una breve visión de los orígenes y las funciones del SNI. La tercera se refiere a la problemática de la movilidad en la economía globalizada. En la cuarta se analiza, por una parte, la magnitud del problema de la emigración de académicos mexicanos a países industrializados y, por la otra, se utiliza evidencia empírica basada en patentes de USPTO para medir la salida de académicos del país con capacidad inventiva. Finalmente, se presenta una reflexión sobre los resultados del análisis.
ORIGEN Y FUNCIÓN DEL SISTEMA NACIONAL DE INVESTIGADORES
El origen del SNI fue la crisis de la economía mexicana durante la década de 1980 y su efecto negativo sobre los salarios de los profesores de las universidades. Ante la caída de los salarios el SNI fue fundado con el fin de evitar la salida de profesores investigadores de alto nivel hacia las empresas o el extranjero en busca de mejores ingresos. En otras palabras, la función del SNI fue evitar la fuga de cerebros del país que erosionaba las capacidades académicas y de investigación de las universidades y por tanto el desarrollo económico nacional. El SNI es un sistema de estímulos para incrementar de manera exógena los ingresos de los académicos en las universidades. El estímulo del SNI depende de lograr que parte de los ingresos de los investigadores esté ba-
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sado en su nivel de productividad, incluyendo no sólo sus contribuciones directas al avance de la ciencia, sino también su participación en la formación de recursos humanos y en el desarrollo de instituciones científicas. Los estímulos económicos se otorgan de manera proporcional a la productividad y al rendimiento por medio de niveles escalonados en que los superiores perciben mayores “estímulos” que los inferiores. Periódicamente comisiones de científicos activos y pares en las distintas disciplinas determinan los ingresos y el nivel que le corresponde a cada investigador dentro del SNI, así como su permanencia, ascenso o descenso (AMC y FCCyT, 2005). Es importante señalar que el SNI contribuye a la producción de conocimiento en prácticamente todas las áreas excepto en lo que se refiere al ámbito artístico (literatura, teatro, pintura, etcétera).
MOVILIDAD ACADÉMICA EN LA GLOBALIZACIÓN
Aunque la movilidad académica se ha incrementado desde la posguerra, la profundización sin precedentes de este fenómeno está asociada con la globalización de la producción basada en el conocimiento y la educación superior. Esto ha provocado que el tema sea importante para los gobiernos tanto en términos de capacidad científica y tecnológica, como en relación con la fortaleza de los sistemas universitarios. Además, tiene implicaciones no sólo para las universidades sino también para las empresas y el desarrollo económico de los países. Como se ha señalado antes, la movilidad académica es más acuciante para los países en desarrollo que para los países industrializados, puesto que estos últimos son un poderoso centro de atracción para los académicos de los países en desarrollo, dado el nivel de salarios, las condiciones de investigación y la solidez de las comunidades intelectuales construidas en estos países. Las patentes USPTO son un indicador que arroja luz sobre la movilidad de un segmento, particularmente significativo, de académicos investigadores mexicanos que han estudiado sus posgrados en países industrializados y que, en determinado momento de su trayectoria formativa, han sido contratados por empresas globales o instituciones de I+D extranjeras. El hecho que hayan sido contratados por este tipo de empresas e insertados en redes internacionales de innovación expresa su elevado nivel de calificación, pues las empresas globales entablan una severa competencia tecnológica en la innovación y mejora de productos. Además, al
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participar los investigadores académicos en redes internacionales de innovación adquieren un conocimiento tácito de gran valor cuya difusión es fundamental para las universidades e instituciones de I+D mexicanas. Así, el retorno de estos académicos investigadores es, sin lugar a dudas, de primera importancia. Por el contrario, si no regresan implica una pérdida para el país no sólo por el conocimiento que eventualmente podrían diseminar, sino también porque su formación en México y en el extranjero fue financiada con recursos nacionales (Conacyt en el mayor de los casos). Así, dimensionar estos grupos de inventores es caracterizar grupos de académicos élites en ciencia y tecnología a nivel internacional. Analizar patentes es en cierta medida dar seguimiento a las trayectorias formativas, los procesos de integración en las instituciones educativas e instancias científico tecnológicas de los países a los que los jóvenes de los países en desarrollo van a formarse, descubrir los motivos que orientan sus decisiones de volver o no a sus países de origen y explorar el peso que tiene dicha experiencia en la constitución de redes, la visibilidad e impacto de la producción científica mexicana. Otro interés fundamental es medir los efectos de ambos tipos de decisión en la conformación de las élites y el desarrollo de los países del sur, así como explorar los mecanismos por medio de los cuales se desarrolla la competencia entre los países del norte para atraer talentos para fortalecer su capacidad científica (Tuirán, 2009).
LAS IMPLICACIONES ECONÓMICAS DE LA MOVILIDAD ACADÉMICA EN MÉXICO
La movilidad académica es un fenómeno internacional asimétrico. En efecto, los países industrializados reciben cuantiosos flujos de recursos humanos con alta calificación provenientes de los países en desarrollo. La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Economicos (OCDE) que incluye a los países industrializados y algunos en desarrollo como México, Turquía, etcétera, explica alrededor de las tres cuartas partes del comercio mundial; mientras que la Subsecretaría de Educación Superior de la SEP ha presentado varias estimaciones del impacto económico de la movilidad académica sin retorno que se registra en México en las últimas décadas. En efecto, señaló que “El éxodo de talentos mexicanos –el cual
EL SNI Y LA MOVILIDAD DE ACADÉMICOS EN LA GLOBALIZACIÓN
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asciende a 575 mil profesionales– ha costado al país más de 100 mil millones de pesos, cantidad cuatro veces mayor al presupuesto de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Esa cifra representa 25% de los recursos que ejerce la Secretaría de Educación Pública” (Tuirán, 2009). La SEP agrega que la […] emigración calificada muestra un preocupante incremento, ya que cada año abandonan el país unos 20 mil connacionales con altos niveles de escolaridad. La falta de oportunidades, el desempleo, la carencia de infraestructura que acoja a esos mexicanos, el círculo vicioso de la escasez de plazas en las universidades públicas y la oferta de mejores oportunidades salariales y de desarrollo en otras naciones son algunas de las causas de la salida de mexicanos talentosos, de acuerdo con funcionarios y especialistas (Tuirán, 2009).
El Instituto Internacional de la Educación Superior para América Latina y el Caribe de la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) también ha señalado “que la movilidad académica hacia las economías industrializadas influye generando diferencias extremas entre regiones y países y produce amplias brechas a la calidad de las universidades en los países en desarrollo”.
EL USPTO Y EL SISTEMA NACIONAL DE INVESTIGADORES
Como se señaló, las patentes USPTO2 son un indicador que arroja luz sobre un segmento, particularmente significativo, de académicos investigadores mexicanos que han estudiado sus posgrados en países industrializados y que, en determinado momento de su trayectoria formativa, han sido contratados por empresas globales, universidades o instituciones de I+D extranjeras. El hecho que hayan sido contratados por alguno de estos organismos e insertados en redes internacionales de innovación (RIInn) 2 El USPTO es la oficina de propiedad intelectual y de patentes más importante en el mundo. Anualemente se otorgan más de cien mil patentes a empresas e instituciones de I+D. En la última década la mitad de las patentes otorgadas han sido para empresas, universidades, agencias gubernamentales e instituciones de I+D de los Estados Unidos. La otra mitad se otorga al mismo tipo de agentes pero de diferentes países. México participa con menos de medio punto porcentual.
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expresa su elevado nivel de calificación, pues las empresas globales se desenvuelven en ambientes altamente competitivos donde las innovaciones tecnológicas son clave, por lo cual la calidad y el desempeño de los inventores que contratan deben ser talentos destacados en determinados campos tecnológicos (Pavitt y Patel, 2000). Además, al participar en redes internacionales de innovación adquieren un conocimiento tácito (Polany, 1963) de gran valor en los procesos de I+D cuya difusión es fundamental para el enriquecimiento y avance de las universidades e instituciones de I+D en los países en desarrollo. Así, el retorno de estos académicos investigadores es, sin lugar a dudas, de primera importancia por la calidad y actualidad del conocimiento adquirido y por las potencialidades que se desprenden de este tipo de conocimiento para el entramado productivo del sector nacional. Por el contrario, al no regresar estos académicos investigadores mexicanos implica una cuantiosa pérdida para el país; no sólo por el conocimiento que no difundirán, sino también porque los costos de su formación en México y en el extranjero fue financiada con recursos nacionales (mediante becas Conacyt en la mayoría de los casos). Así, dimensionar este segmento de académicos investigadores mexicanos que participan en redes internacionales de invención e innovación es caracterizar este grupo élite portador de los avances del conocimiento tecnológico más recientes y la experiencia de cómo en los países industrializados se organizan institucionalmente las redes de inventores, su forma de vinculación con las empresas y las modalidades de la asignación de recursos financieros (públicos, privados, mixtos, etcétera). Con el propósito de ilustrar lo anterior en los diagramas del 1 al 6 se presentan casos de inventores mexicanos participando en RIInn para empresas globales (de Estados Unidos, Francia, Japón y Suecia) o instituciones de I+D que han patentado en USPTO. Se observa que esos grupos están integrados por inventores de diferente países lo cual denota el grado de internacionalización de la I+D en los países industrializados. En el Diagrama 1 se observa cómo un inventor mexicano, Marco Báez Vázquez, participó en una RIInn en la patente USPTO (6 383 773) para el Massachusetts Intitute of Technology (MIT) con inventores de Japón, España y los Estados Unidos. Esto implica que desarrollan actividades de I+D con presupuestos universitarios significativos. En el Diagrama 2 se presenta una patente USPTO (5 257 503) de la empresa alemana Liquid Carbonic Corporation que en la invención re-
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DIAGRAMA 1
Inventores de México en RIInn-USPTO US Patent Number 6,383,773 Date Filed
April 22, 1999
Date Issue
May 7, 2002
Assignee:
Massachusetts Institute of Technology
Massachusetts, US
Inventor
Demain; Arnold L. Cho; Hiroshi
Massachusetts, US Tokio, JP
Piret; Jacqueline M. Adrio; José L. Fernández; María-Josefa E. Báez Vázquez; Marco A. Hintermann; Gilberto
Massachusetts, US León, España Madrid, España México Massachusetts, US
FUENTE: USPTO (2012).
DIAGRAMA 2
Inventores de México en RIInn-USPTO US PatentNumber
5,257,503
Date Filed
December 12, 1991
Date Issue
November 2, 1993
Assignee:
Liquid Carbonic Corporation
Alemania
Inventor:
Rhoades; George D. Gyger; Roger F. Anaya Izquierdo; José M. A. Fernández; Emilio A.
Illinois, US Illinois, US México México
Fuente: USPTO (2012).
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JAIME ABOITES Y CLAUDIA DÍAZ
gistrada en USPTO, contrata un grupo de inventores compuesto por dos mexicanos (José Anaya Izquierdo y Emilio A. Fernández) y dos inventores estadounidenses. En otras palabras esta patente USPTO muestra la internacionalización de la I+D dado que las empresas pueden contratar inventores de diferentes países para resolver o impulsar sus productos en los mercado internacionales. En el Diagrama 3 se presenta una patente USPTO (5 459 211) de la empresa alemana BASF Corporation de la filial en Nueva Jersey, Estados Unidos. En el grupo de inventores participa un investigador mexicano Carlos H. López conjuntamente con dos inventores radicados en Michigan. DIAGRAMA 3
Inventores de México en RIInn-USPTO US PatentNumber
5,459,211
Date Filed
April 10, 1995
Date Issue
October 17, 1995
Assignee:
BASF Corporation
New Jersey, US
Inventor:Narayan;
Thirumurti Lovell; David J. López; Carlos H.
Michigan, US Michigan, US México
FUENTE: USPTO (2012).
En el Diagrama 4 se presenta una patente USPTO (5 141 858) de la empresa francesa Bio Europe en la cual dentro del grupo de inventores hay un mexicano, Agustín López Mujica, mientras que los otros cuatro integrantes del grupo de I+D son de origen francés. En el Diagrama 5 a la empresa sueca LM Ericsson se le ha otorgado la patente USPTO (7 155 201) en el año 2006 y la actividad inventiva fue realizada exclusivamente por inventores mexicanos: María Selene Lugo Salcedo y Raúl Cárdenas Flores.
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DIAGRAMA 4
Inventores de México en RIInn-USPTO US PatentNumber
5,141,858
Date Filed
July 27, 1990
Date Issue
August 25, 1992
Assignee:
B ioEurope
Francia
Inventor:
Paul; Francois B . López Mugica Canales; Agustín Remaud; Magali M. Pelenc; Vincent P. Monsan; Pierre F.
Francia México Francia Francia Francia
FUENTE: USPTO (2012).
DIAGRAMA 5
Inventores de México en RIInn-USPTO USPatentNumber 7,155,201 Date Filed
Date Issued
June 13, 2001
Dicember26, 2006
Assignee:
LM Ericsson
S tockholm, S E
Inventor:
Lugo Saucedo; María Selene
México
Cárdenas Flores; Raúl D.
México
FUENTE: USPTO (2012).
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JAIME ABOITES Y CLAUDIA DÍAZ
Finalmente, en el diagrama 6 se presenta una patente USPTO (7 125 405) otorgada a la empresa japonesa Nidek Co., Ltd. El grupo de inventores está compuesto por un investigador mexicano y uno japonés.
DIAGRAMA 6
Inventores de México en RIInn-USPTO US PatentNumber
7,125,405
Date Filed
June 30, 2000
Date Issue
October 24, 2006
Assignee:
Nidek Co., Ltd.
Japón
Inventor:
Chayet; Arturo S. Suzuki; Yoshitaka
México Japón
FUENTE: USPTO (2012).
Las patentes comentadas en los diagramas anteriores muestran claramente que los investigadores mexicanos participan en RIInn para empresas con actividad inventiva sobresaliente ya que las patentes USPTO son de un elevado nivel, en las cual las empresas desarrollan sus invenciones y en algunos casos participan en los mercados internacionales de conocimiento (Cimoli y Primi, 2008). Es sumamente interesante observar que la actividad de I+D de los inventores mexicanos en RIInn se realiza en los campos tecnológicos de las tecnologías de punta tales como las tecnologías de la información y la comunicación (Ericsson de Suecia), la industria farmacéutica de primer nivel (BASF Corporation de Alemania) o en instituciones y universidades más sobresalientes a nivel internacional de I+D (MIT, Estados Unidos). Es importante plantearse, por lo menos, las siguientes interogantes: ¿cuál es la magnitud de la presencia de inventores mexicanos en las patentes en USPTO en las últimas décadas?, ¿cuáles son las tedencias de esta
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participación?, para responder a estas interrogantes en la Gráfica 1 se muestra que las patentes otorgadas en USPTO a dos diferentes tipos de agentes vinculados con la actividad inventiva e innovativa y que guardan relación con investigadores académicos mexicanos. En la línea cercana al eje horizontal de la gráfica se muestra el número de patentes que las empresas, universidades e instituciones mexicanas de I+D han obtenido con base en la actividad inventiva nacional. En términos del nuevo conocimiento codificado en esas patentes, se trata de inventores mexicanos que participaron en ellas, cuyos propietarios del título son mexicanos. En la línea superior de la misma Gráfica 1 se observan las patentes de USPTO en cuyos grupos de inventores existía al menos un mexicano. En este caso son inventores mexicanos que fueron contratados por empresas nomexicanas (empresas globales en la mayoría de los casos) y por instituciones de I+D también no mexicanos (universidades extranjeras e instituciones de I+D). El comportamiento de estas dos variables muestra, por un lado, en qué medida las empresas y universidades extranjeras están integrando en forma creciente investigadores de origen mexicano (formados en las universidades mexicanas y con posgrado en el extranjero) y, por el otro, en qué medida las empresas mexicanas contratan a sus propios investigadores nacionales para producir nuevos conocimientos tecnológicos patentables. Esto implica para ambos tipos de empresas (nacionales y globales) participar en los mercados de tecnología o utilizarlas en sus propias empresas para mejorar sus procesos productivos o lanzar nuevos al mercado.
El TLCAN y los inventores mexicanos en otros países El Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) fue la reforma comercial más importante para la economía mexicana en el último medio siglo. Durante la posguerra el dinamismo de la economía se basó en el mercado interno, mientras que el TLCAN implicó una inflexión dado que el mercado externo se convirtió en el eje del desarrollo económico del país. La interrogante que se desprende es la siguiente ¿en qué medida la reforma estructural del comercio en México incidió en las tendencias de la movilidad académica? Esta interrogante es pertinente pero, muy amplia. A continuación se analiza sólo el impacto de la participación de inventores mexicanos que se han integrado en redes internacionales de
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JAIME ABOITES Y CLAUDIA DÍAZ
I+D
y cuyas patentes han sido registradas en Oficina de Patentes y Marcas de Estados Unidos. En la Gráfica 1 se observa el comportamiento de los dos diferentes tipos de agentes antes y en los años siguientes a la puesta en marcha del TLCAN (1977-1994 y 1995-2010). Es evidente cómo la brecha entre las dos curvas ha tendido a ampliarse considerablemente. En efecto, en este último periodo se ha registrado un proceso de divergencia, la brecha entre las dos variables se abre notoriamente después del TLCAN. Esto implica que las empresas extranjeras (globales o instituciones de I+D) utilizan con mayor frecuencia a los académicos mexicanos calificados para generar nuevos conocimientos mientras que las empresas nacionales los siguen haciendo en una tendencia que, aunque crece, no es con la misma intensidad que las empresas e instituciones extranjeras. En las gráficas 2 y 3 se observa la misma información de la gráfica anterior pero acumulada. Así se obtiene otra apreciación del comportaGRÁFICA 1
Patentes USPTO con al menos un inventor mexicano y patentes de empresas mexicanas (1977-2010) 120
Patentes USPTO con al menos un inventor mexicano 103 patentes
100
80 Patentes
TLCAN
60 51 patentes
40
20
0
Patentes USPTO de empresas e instituciones I+D mexicanas
1977
1980
1983
1986
1989
FUENTE: elaboración propia con base en USPTO.
1992
1995
1998
2001 2004
2007
2010
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miento de las patentes con inventores mexicanos ya sea con empresas globales o nacionales; asimismo, para instituciones de I+D de ambos tipos de países. En 1994 cuando se pone en marcha el TLCAN las patentes de procedencia extranjera habían utilizado alrededor de 700 inventores mexicanos en más de una década y media (1978-1994); mientras que las empresas e instituciones de I+D mexicanas habían utilizado, por lo menos, 280 inventores mexicanos. En otras palabras, los empresarios mexicanos habían contratado menos de la mitad de lo que habían hecho las empresas globales. Sin embargo, para el final del periodo (2010) el número de inventores utilizados por las empresas globales se multiplicó casi por tres (2 065 inventores mexicanos) mientras que las empresas mexicanas sólo habian alcanzado la cantidad de 775 inventores nacionales. ¿Qué implica este comportamiento divergente de ambas variables? Existen diferentes aspectos, uno de los más importantes a señalar es que las empresas extranjeras son más capaces de contratar a los investigadores mexicanos que las mismas empresas mexicanas. Además, la evidencia GRÁFICA 2 Patentes USPTO acumuladas con al menos un inventor mexicano y patentes de empresas mexicanas (1977-2010) 2200
2065 patentes Patentes USPTO acumuladas con al menos un inventor mexicano
2000 1800 1600
Patentes
1400 1200
TLCAN
1000 775 patentes
800 600 400 200
Patentes USPTO acumuladas de empresas e instituciones I+D mexicanas
0 1977
1980
1983
1986
1989
1992
FUENTE: elaboración propia con base en USPTO.
1995
1998
2001
2004
2007
2010
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GRÁFICA 3
Antes y después del TLCAN: inventores mexicanos en empresas globales, universidades e instituciones de I+D (1977-2010)
FUENTE: elaboración propia a partir de USPTO.
anecdotal sugiere que una cantidad considerable de los inventores mexicanos participando en patentes USPTO cuyos propietarios son empresas extranjeras han sido por una parte miembros del SNI y por la otra becarios del Conacyt para cursar sus doctorados o especializaciones o hacer estancias de posdoctorado o investigación. En otras palabras, han sido financiados por SEP-Conacyt y SNI. Factores sin duda asociados a los altos salarios y expectativas futuras de desarrollar sus carreras como científicos o ingenieros de alto nivel cotizados por empresas globales. Al revisar los listados de miembros del SNI, en las ciencias duras en el periodo 1985-2010 se observa que más de la mitad de los inventores fueron miembros del SNI y por lo tanto se puede inferir que los mecanismos del SNI no fueron suficientes o capaces de retener a estos investigadores. Si se observa el nivel (I, II o III del SNI) se constata que los académicos inventores mexicanos en patentes USPTO corresponden a
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los más altos niveles y que algunos de ellos fueron becarios de Conacyt. En otras palabras, el sitema educativo mexicano financió su formación universitaria, mientras que la SEP-Conacyt financió sus becas para realizar estudios de posgrado en países industrializados y que al terminar sus tesis doctorales o estancias posdoctorales permanecieron en estos países. Conviene introducir una clasificación sobre los tipos de movilidad que se registran entre los países industrializados y los países en desarrollo. Se distinguen por lo menos dos tipos de movilidad académica. Por un lado existe la movilidad trunca (académicos que no regresan al sistema universitario mexicano) y, por el otro, la movilidad virtuosa (académicos que regresan y se integran a las universidades mexicanas diseminando los conocimientos adquiridos en el extranjero). Aunque no hay cifras precisas y se requeriría hacer una investigación más amplia, las gráficas 2 y 3 sugieren que la movilidad trunca es la predominante, dado el crecimiento de inventores académicos mexicanos en patentes USPTO pertenecientes a empresas o universidades extranjeras.
CONCLUSIONES
Este ensayo se focalizó en el grupo de inventores mexicanos que participan en patentes USPTO de empresas globales, universidades e instituciones de I+D no-mexicanos. El análisis de este grupo de recursos humanos de alta calificación muestra que son este tipo de agentes (no-mexicanos) quienes tiene mayor capacidad, en comparación con las empresas o instituciones mexicanas, para incorporarlos a sus proyectos de I+D y en consecuencia en patentes USPTO. Esta conclusión también sugiere que los programas de retención de académicos becados en el extranjero tienen limitaciones. Los argumentos más comunes de los investigadores académicos mexicanos para permanecer en los países industrializados son los siguientes: i) los salarios son más altos en Estados Unidos que en México, ii) no existen en México las condiciones necesarias para realizar actividades de I+D de alto nivel, en este caso se referien no sólo a laboratorios, instalaciones e insumos adecuados sino también al “ambiente”. Los grupos de investigadores avocados a actividades de I+D no tienen la misma “densidad” que en Estados Unidos lo cual es crucial: las vinculaciones con las empresas son o debiles o inexistentes.
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Esta evidencia anecdotal no es suficiente para caracterizar el patrón de movilidad academica de mexicanos en países industrializados. Se requieren encuestas directas en una muestra representativa de académicos investigadores que decidieron establecerse en los países que los recibieron como estudiantes de posgrado.
BIBLIOGRAFÍA
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El Sistema Nacional de Investigadores en la conformación de la comunidad científica en México Giovanna Valenti Nigrini*
LA ETAPA DE CONSOLIDACIÓN DEL SISTEMA NACIONAL DE INVESTIGADORES
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i reflexión se orienta por dos ejes centrales en torno a la consolidación del Sistema Nacional de Investigadores (SNI); el primero tiene que ver con las coordenadas de la política de ciencia, tecnología e innovación y la política de educación superior; el segundo eje se relaciona con los resultados, en particular sobre los conocimientos que tenemos y queremos, quiénes y cómo producen y transmiten el conocimiento y para qué lo queremos. A modo de preambulo es importante señalar que desde la creación del SNI hemos avanzado en la conformación y consolidación de una comunidad científica en Méxco. En consecuencia, puede señalarse que la existencia de una comunidad científica lleva necesariamente a pensar que se está generando conocimiento; sin embargo, es ahí cuando aparecen algunos problemas y asuntos qué reflexionar en términos de generación y transmisión de conocimiento. Lo que tenemos fundamentalmente es claridad respecto a que el SNI buscaba introducir coordenadas de trabajo científico y consolidarlo; no obstante, en términos de política en ciencia y tecnología y política educativa en el nivel superior, hay un terreno movedizo y mucho más disperso acerca de cómo estas políticas han planteado la cuestión del conocimiento. Por un lado, tenemos una política de educación superior que estuvo centrada por mucho tiempo en el incremento de la cobertura por sobre la
* Profesora-investigadora en la División de Ciencias Sociales y Humanidades de la UAMXochimilco; ex directora de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, sede México. – 79 –
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calidad y la evaluación basada en requerimientos, con poca atención a los procesos de enseñanza-aprendizaje e introduciendo posteriormente aspectos como gestión institucional y ya hacia finales de la década de 1990 se establece una relación con la comunidad científica básicamente mediante la figura de los cuerpos académicos, es decir que pasaron 20 años en los cuales el vínculo entre lo educativo y lo cienfífico no existía. Es ahí donde se observa un SNI que va por un lado, con un objetivo muy específico y por otra parte una política educativa del nivel superior que se relaciona poco con este instrumento. Lo importante de señalar es que no es un problema del instrumento sino de la política. En terminos de la política de ciencia y tecnología en México ha existido una baja reflexión sobre los modos de hacer ciencia. Evidentemente en las décadas de 1970 y 1980 había una visión bastante unidireccional, es a partir de 1990 cuando se aprecia una importante reflexión en torno a los diversos modos de hacer ciencia, lo cual se ha convertido en un debate poco constructivo y poco creativo, pues en buena parte se ha centrado en discutir si se trata de investigación aplicada o básica, lo que aporta poco o nada al diseño y puesta en práctica de propuestas inteligentes o estratégicas con respecto a la generación de conocimiento, su uso y apropiación, difusión y divulgación. De manera incipiente, en los últimos años empezamos a enterarnos de los hallazgos y avances que realizan investigadores y sus equipos respecto del conocimiento y sus aportaciones en ciencias como la biotecnología, biomedicina, algunos aportes de la ingeniería y otros campos entre los que se encuentran la física aplicada, ciencias genómicas, etcétera. Sería conveniente realizar estudios que nos muestren los factores asociados a los resultados positivos y sobre todo que sirvan como orientación para que estos equipos avancen y se consoliden para que sirvan como guía en el diseño de incentivos y programas que impulsen a nuevos equipos de investigación en estas áreas o en campos afines. De lo que se trata es de lograr que los esfuerzos se concentren y multipliquen para evitar la dispersión y fragmentación. En términos de quiénes producen conocimiento, cómo lo producen y transmiten, la información que disponemos es parcial y de naturaleza administrativa. Al revisar los esquemas y procesos de evaluación destaca que el énfasis está puesto en el cumplimiento de los múltiples requerimientos. Con la limitación de que en su mayoría estos programas no están orientados a identificar los procesos relacionados con el aprovechamiento e impulso de los recursos humanos altamente calificados y de las opor-
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tunidades para generar y apropiarse conocimiento, así como impulsar su divulgación. Este sesgo es característico de las políticas educativa superior y de ciencia y tecnología, así como de un buen número de universidades y centros de investigación no escapan de ello en lo relatio a sus políticas institucionales. Con algunas excepciones, se pude decir que las instituciones tienen débiles políticas y escasos mecanismos para ampliar y consolidar a sus comunidades científicas y/o profesionales, los lineamientos provienen principalmente de lo que establece el SNI, con la consiguiente unidimensionalidad, y en los últimos años se ha incorporado la orientación del Programa para el Mejoramiento del Profesorado (Promep). En ese sentido, el mecanismo para generar y consolidar comunidades científicas desde mediados de la década de 1980 es el SNI, con ciertos resultados positivos. Sin embargo, al inicio de la segunda década del siglo XXI, cabe preguntarse acerca del impacto del conocimiento y sobre todo qué esperan la sociedad y el gobierno de México de éste para el futuro del bienestar social y la competitividad de la economía. El primer problema es que a pesar del incremento en el número de investigadores nacionales y de su productividad, persiste la carencia de profesionales cuya actividad académica signifique un vínculo virtuoso entre generación y transmisión del conocimiento, así como de apoyo para la apropiación y divulgación del mismo. Sobre todo si consideramos el tamaño de la población y de la economía de México. El segundo problema es que la comunidad científica es demasiado reducida si se considera que existe un número amplio de profesionales con posgrado que están dedicados a la actividad académica, pero de manera fragmentada. En otras palabras, su actividad es muy incipiente en investigación y se concentra en docencia. El perfil de las actividades académicas y profesionales de los ex becarios de Conacyt, mostró que un grupo muy reducido (10%) realiza sus actividades académicas de manera integral, es decir, se ocupa de investigar, dirigir proyectos y conformar equipos de investigación, así como de actividades de docencia vinculadas con la investigación y realiza intercambios con instituciones y empresas. Menos de la mitad de los posgraduados está concentrado en actividades de docencia y realiza investigación de manera intermitente y el resto sólo se dedica a la docencia, en ambos casos las actividades de vinculación y gestión académica son muy escasas.
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Las interrogantes que saltan ante esta situación: ¿son los ex becarios de Conacyt profesionales que no tienen interés en la investigación y el conocimiento, o no saben y no quieren investigar?, ¿se trata de una débil vocación para el trabajo científico?, o más bien es una problemática de naturaleza organizacional e institucional relativa a la creación de condiciones institucionales y de incentivos para que una proporción importante de jóvenes que están formándose en una profesión académica se dediquen de manera más integral a la misma. El tercer problema es que, a pesar de que en las últimas décadas se ha registrado un importante crecimiento del número de posgraduados, éstos se concentran en las áreas de administración, ingeniería informática y en educación. Mientras que en ciencias naturales, ciencias sociales, ciencias de la salud, ciencias agropecuarias el número de profesionales es muy bajo. Por lo que cabe la pregunta de hacia dónde va la formación de profesionales, pensando en el futuro desarrollo del país. Cabe mencionar también, que un número importante de los posgrados que cursan la mayoría de los profesionales en las áreas antes mencionadas no pasan por mecanismos de evaluación o acreditación. El cuarto aspecto relacionado con los rasgos de la comunidad científica en consolidación está referido a la edad promedio de los investigadores, la cual es muy alta, lo que lleva a la reflexión acerca de los jóvenes profesionales con vocación académica y científica y a la revisión de las estrategias de su incorporación a la comunidad científica para ampliarla, renovarla y darle continuidad. Estoy convencida de que una reflexión sobre el SNI y sus perspectivas no puede hacerce sin considerar algunos de los elementos aquí esbozados y varios de los argumentos presentados por los conferencistas. La resolución de los problemas que acarrea el SNI, así como el apoyo a su consolidación tienen que ser parte de una estrategia más amplia que se traduzca en políticas públicas de educación superior y de ciencia y tecnología e innovación de largo aliento; es preciso que las instituciones de educación superior y los centros de investigación asuman su rol proactivo en cuanto a la generación de conocimiento, innovaciones en la transmisión y difusión del mismo y también en lo relativo a la divulgación y apoyo a la sociedad para promover su amplia apropiación. Para terminar, sólo me resta decir que el SNI ha cumplido un papel importante si se ve desde la perspectiva de la creación y consolidación de una comunidad científica, sobre todo porque introdujo códigos y formas
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de funcionamiento que eran escasos en el quehacer científico y universitario. Sin embargo, la dinámica del mundo actual y los indicadores sobre ciencia, tecnología e innovación del país muestran que todavía hay un largo trecho por recorrer. Es preciso que tanto a nivel de políticas gubernamentales como de políticas institucionales no seamos meros seguidores de orientaciones internacionales, sino que a partir de las mismas seamos capaces de construir una propia visión estratégica con consenso y compromisos claros. En cuanto a las instituciones de educación superior y centros de investigación, es importante que formen parte de este compromiso y a la vez abandonen algunas actitudes reactivas o pasivas y se compromentan a desempeñar un papel más protagónico e innovador.
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La etapa de consolidación del Sistema Nacional de Investigadores Víctor Luis Porter Galetar*
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is comentarios tienen como referencia las ponencias presentadas en este “Foro de reflexiones en torno al Sistema Nacional de Investigadores”, por los doctores Rosaura Ruiz, y José Antonio de la Peña, destacadísimas personalidades del mundo de la ciencia y de la academia en México. Iniciaré diciendo que ambos ponentes, bióloga y matemático respectivamente, presentaron sus aportaciones desde un punto de vista crítico al marco abstracto y cuantitativo que predomina en los criterios de evaluación y en las políticas aplicadas por el Sistema Nacional de Investigadores (SNI). Se trata de una aportación sorprendente si se considera que ambos, en su momento, fueron presidentes de la Academia Mexicana de Ciencias y que, al hacer un análisis humanista y crítico, demostraron que el rigor de la ciencia asume una dimensión mucho más abarcante, cuando se complementa con la sutileza propia de la sensibilidad flexible. Por su parte, la doctora Rosaura Ruiz dedicó su intervención a la evaluación realizada al SNI por la Auditoría Superior de la Federación, cuyas calificaciones negativas se enumeran en una larga lista de deficiencias, observaciones y recomendaciones. La doctora Ruiz nos hizo ver que reprobar al SNI fue un resultado consecuente con las inconsistencias existentes entre las reglas de operación del programa, el reglamento del SNI y los objetivos poco realistas que se plantearon en el acuerdo mediante el cual se creó el Sistema. Por su parte, el doctor De la Peña demostró, con ilustraciones tan claras como exactas, el sesgo y las deformaciones que
* Profesor-investigador en la División de Ciencias y Artes para el Diseño, Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Xochimilco.
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pueden presentar indicadores cuantitativos que el SNI utiliza para evaluar a sus miembros, como el conteo del número de citas, o el más simple de los índices, que es el número de artículos científicos. “Sin entrar en una discusión de las múltiples debilidades de este indicador –mencionó De la Peña– señalaremos algunos puntos casi evidentes: este índice ignora la corrección, la importancia, la originalidad o la calidad de los artículos publicados”. Más tarde dio el ejemplo de uno de los más grandes matemáticos del siglo XX, Kurt Gödel, quien sólo publicó 3 artículos formales a lo largo de su vida. “Según algunos autores, dijo De la Peña, la evaluación por medio de este indicador promueve la publicación de resultados insignificantes, repetitivos o inacabados”.1 En pocas palabras, tanto la doctora Ruiz, como el doctor De la Peña dieron la pauta señalando el camino hacia los cambios y las posibilidades que una revitalización del SNI podría permitir, desde una visión preminentemente cualitativa. En este marco, las consideraciones que a continuación transcribo al lector, y que fueron escritas con anticipación al foro, corresponden al mismo espíritu de lo ahí expresado, y por lo tanto es posible que sigan y complementen la pauta marcada por los ponentes. En este caso las argumenta no un tomador de decisiones ubicado en el nivel macro, como es el caso de los ponentes invitados, sino que están dichas desde el nivel micro del profesor que habita un cubículo universitario. Para el que se dedica a la labor cotidiana propia del investigador que es a la vez docente, el SNI constituye una de las más importantes instancias meritocráticas establecidas en nuestro medio académico. Podemos afirmar que es semejante o superior al doctorado, de modo que su importancia es tal que tanto los miembros del SNI como los que aspiran a serlo, tienden a acordar, reportar y, en suma, trabajar, con los ojos puestos en el SNI y sus requisitos. Esto ha convertido a las instituciones de educación superior en instituciones base, una especie de plataforma legítima, para ejercer las diversas actividades destinadas a cumplir con los requisitos y las expectativas del SNI. Este hecho es de suma importancia, pues ubica a los que consideramos como nuestras autoridades, más allá del área o departamento al que uno esté adscrito, e incluso más allá del director o del rector que nos gobierna, puesto que la consideración que estos mismos funcionarios tienen 1 [http://www.foroconsultivo.org.mx/eventos_realizados/1_taller_indicadores/presentaciones/2_2_delape%F1a.pdf].
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hacia su planta académica, se ve afectada por los resultados de la evaluación del SNI o por la falta de ésta. Cuando nos asomamos, como ocurrió en este foro, a reflexionar sobre estas instancias meritocráticas, encontramos que tanto el posgrado, es decir, el doctorado, como el SNI, requieren de transformaciones radicales. No hablaremos aquí del posgrado, que se encuentra implícito en el SNI, sino en el sistema mismo. Para ello dividiremos nuestras líneas de ideas, en las siguientes cuatro:
I
Que el SNI se replantee a sí mismo como resultado de una reflexión local, es decir nacional. Que no forme parte de una política globalizadora que la ha limitado a materializarse en una beca o complemento salarial. Que logre convertirse en un instrumento que sirva de guía para la carrera individual de los académicos y grupal de los cuerpos académicos reconocidos, considerando las características propias de nuestra realidad, como resultado de una reflexión local que se aleja de consignas y ejemplos externos. Como decíamos, el SNI hoy forma parte de las estructuras meritocráticas que rigen la carrera académica e intelectual de los investigadores. Sin embargo, su surgimiento se debió principal o exclusivamente a consideraciones de tipo político coyuntural que se expresaron en una consideración económica: contener la fuga de cerebros por la pérdida del poder adquisitivo de los investigadores. La política del “bomberazo”, los proceso fast-track, nunca protagonizados por el sector académico sino por una élite de políticos y asesores, hoy se enfrentan al reemplazo generacional y no quisiéramos que sigan nuevas recetas importadas, ni que tomaran por asalto los puestos de decisión y los comités evaluadores dentro del SNI. Bien lo describió el doctor Jorge Flores, cuando nos relató vivamente la celeridad en que, de un día al otro, se tomaron decisiones respecto al SNI en las más altas esferas. Esta condición la ha marcado fuertemente. Es una condición que en esta nueva etapa deberíamos evitar. Es así como el modelo que se implantó no fue el resultado de una reflexión cuidadosa y colectiva surgida de nuestra inteligencia. Como en otros casos, pesaron líneas exógenas que explican porqué el SNI resulta tan similar a otras agencias de países subdesarrollados, como por ejem-
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plo, el Sistema Nacional de Pesquisadores de Brasil, en Chile, Uruguay ahora a través de la nueva Agencia para la Investigación e Innovación, en Argentina mediante su Conicyt, etcétera. Si nos dirigimos hacia un replanteamiento del SNI, es el momento de buscar que esta revisión sea el producto de una reflexión generada por nuestras comunidades académicas autóctonas. Esta sugerencia es válida también para otros programas y políticas del gobierno que hoy se encuentran agotados, como por ejemplo el de los méritos al desempeño. Pensamos que estas políticas deberían transformarse radicalmente, tomando en cuenta las condiciones, circunstancias, idiosincracia y características culturales y materiales de nuestro entorno y nuestra realidad. ¿Cómo lograr que el reconocimiento del académico, más de orden simbólico que económico, se sobreponga al problema de la remuneración? Ello implicaría ampliar el alcance y las funciones del SNI para que se constituyera verdaderamente en un instrumento de conducción del cuerpo académico permitiendo modular su crecimiento, su perfil, su inserción en el ámbito internacional, las características y orientación de sus investigaciones, la propia renovación relacionada con el retiro-renovación de la planta académica, y un largo etcétera. Imaginemos al SNI como un centro de encuentro en donde se concentran y ponen en marcha proyectos interdisciplinarios; el SNI como un centro de estudio, en donde cada miembro tenga acceso a espacios de trabajo, donde incluso fuera posible donar y trasladar nuestro acervo documental y bibliográfico, para que quede ahí y sea compartido con los colegas de hoy y de las siguientes generaciones. Imaginemos al SNI como un lugar donde se documenta nuestra trayectoria de vida intelectual, de manera que sea innecesario que nadie en el futuro, nos pida una vez más nuestro currículum ni organice homenajes póstumos que a pocos reconfortan.
II
Que el SNI supere su actual tendencia a la evaluación cuantitativa, para establecer la valoración cualitativa. Ante la tendencia cuantitativa de mejorar las estadísticas y los indicadores, pareciera que el objetivo es que muy pronto todos seamos doctores y todos pertenezcamos al SNI. Si así fuera, cabe preguntarnos: ¿es eso deseable y posible?, ¿pueden ingresar todos al SNI y llegar todos al nivel III?
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Si fuese por méritos, evidentemente no. El problema de fondo se encuentra en la evaluación que privilegia la certificación en lugar de la valoración cualitativa; el número y peso de los expedientes en lugar de su impacto; la revisión rutinaria (burocratizada) de los expedientes en periodos acotados en lugar de la valoración colegiada de trayectorias de largo plazo (y el posible diálogo con el implicado o la consideración de la opinión de sus comunidades de referencia). Si no pasamos de la evaluación a la valoración, el mérito seguirá siendo proclive a la mentira, la simulación y las trampas, una mala manera de ampliar porcentajes y cumplir estadísticas. Antes los evaluadores del SNI desconocían la experiencia académica de los evaluados, parecía imposible leer su trabajo, entender su obra. El volumen parecía inabarcable. Muchos evaluadores formados exclusivamente en el ámbito nacional desconocían por completo las diversas y variadas exigencias de sistemas académicos del exterior. Los que se formaban en el exterior tendían a aplicar criterios propios del que desconoce nuestra realidad. Lo mismo se repetía a escala nacional, lo que impedía tomar en cuenta el contexto diverso en las distintas regiones del país. No era fácil evaluar a un investigador, por ejemplo, de Oaxaca, desde la realidad del Distrito Federal. Estas barreras afectaban el ingreso (más de un tercio en las universidades públicas) y la reputación social del investigador. El desconocimiento y la lejanía física hacían difícil tener y aplicar criterios claros de ponderación para la obra evaluada. No es lo mismo publicar en la lengua propia que en otro idioma o en la universidad propia que en otras universidades. También ocurría que ciertas disciplinas tenían menos o muy pocas opciones para publicar. Los procesos mismos eran lentos, recepción, dictamen, corrección y publicación del material, hasta ahora, ha sido una labor artesanal lenta, que entra en conflicto con los tiempos de evaluación del Sistema Nacional de Investigadores. Hoy, gracias a los servomecanismos y dispositivos técnicos, el avance de la comunicación ha aportado con nuevas y sofisticadas prótesis a nuestra inteligencia y habilidad. Hoy, el conocimiento de los demás, de nuestros pares, de nuestros estudiantes, de otras regiones, puede ser mucho más completo gracias a la capacidad de tener acceso directo y poder reunir información de calidad. Estos cambios que nos permiten conocer y valorar al otro, así como idear nuevas maneras de relacionarnos, son los que pueden transformar nuestra manera de convivir y de valorar a nuestros colegas. Vivimos un periodo de transición y muchos de nosotros os-
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cilamos entre ese ayer con sus formas de hacer de la tradición pasada y este presente cuyos avances constantes nos ubican en un continuo futuro. Hoy estas tareas se simplifican permitiéndonos por medio de la red, es decir, del telar del que formamos parte, saber que estamos todos los que estamos, y no se necesita mucho más para saber quiénes somos. Esto impacta directamente en las evaluaciones, a los dictámenes, a la interdisciplina, a la misma manera de concebir las diversas áreas del conocimiento, puesto que todo está ahí. III
Que se revise la histórica división de campos y áreas del conocimiento, superando todo tipo de discriminación entre éstas: duras-blandas, poesía-prosa, técnica-arte, etcétera, reconociendo que todas tienen importancia y calidad, y deben respetarse, incluirse y considerarse con la misma importancia. Antes se explicaba que siguiéramos estancados en prejuicios que afectaban los procesos de cambio y desarrollo en la medida en que “lo científico era reducir conceptualmente todo lo mutable a algo inmutable, simplificar todas las manifestaciones complejas por parte de la descomposición de sus partes componentes” (Norbert Elias). Fragmentar, enajenar, obstruir una visión totalizadora, compleja, nos llevó a tener que ceñirnos a un tipo de conocimiento cuya categorización no reflejaba la totalidad del conocimiento, sino una parte arbitraria del mismo. Es cierto que este tipo de cambios dependen de la maduración del conocimiento y los cambios de paradigma no se decretan, pero ello no nos aleja de tener que enfrentar la vigencia o incongruencia de los paradigmas actuales. Sin embargo, como aspiración se debe mencionar que aun cuando las áreas requieren de más tiempo para reconstituirse, se trata de un tema urgente de enfrentar. La reconstitución de las áreas provocará también cambios en la manera en que se integran las comisiones. La interdisciplina y el tejido académico deben evitar los grupos de poder para impedir que ciertas visiones del conocimiento se impongan frente a otras en el proceso de evaluación. Hoy, por ejemplo, los neoclásicos en la economía quieren hacer contar su preeminencia, los filósofos puros, la absurda y arrogante tensión entre la ciencia básica y la ciencia aplicada, entre muchas otras. Todo ello hay que combatir y superar, y ese tiempo es el de ahora.
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Hoy, la tecnología, los servomecanismos y dispositivos nuevos que ya tenemos a la mano ayudarán a inventar nuevas maneras de funcionamiento de los mecanismos de valoración cualitativa necesarios. Ni puntos ni votaciones, sino nuevas maneras de establecer condiciones para formar parte de ellos. Conoceremos las obras, los hechos, las actuaciones concretas de nuestros colegas, y será mucho más sencillo distinguir entre los verdaderos y los falsos profetas. Una vez establecida esa población, realizar un simple sorteo para que sea el área quien determine la integración de lo que tome el lugar de las comisiones. Pensamos en el día en que todos escribamos porque tenemos algo que decir, y no porque se debe mantener un estatus. Incluso se va a facilitar la tarea de revisar colectivamente, en red, cuestiones como la jubilación de los integrantes del SNI, una propuesta que debe integrarse a una estrategia de obligada renovación de la plantilla nacional de científicos y tecnólogos.
IV
Que dejemos de pensar en una valoración estrictamente individual para sustituirla por una que toma en cuenta el hecho de que toda obra (y no sólo el periodo que se evalúa), todo hecho, en la producción es un proceso colectivo aunque las condiciones y reglas de juego, nos obligue a presentarlas a título individual. En este punto volvemos al problema de qué es original en el trabajo de cada quien. Aquí el creciente temor al plagio (provocado por los dispositivos-red de los que hablábamos), y todos los reclamos de propiedad privada, se ponen en cuestión si consideramos que todo trabajo intelectual es el resultado de amplios procesos de conversación y reflexión conjunta (desde la lectura, las discusiones en seminarios académicos, en el aula, en el café, en el asiento del avión, en el entrevero de la red, el chat, el constante correo electrónico), y todas las formas nuevas de comunicación que amenazan y que han roto las fronteras de la privacidad (fotografías, domicilios, mapas, fotos desde satélite de nuestra azotea, ámbitos, imágenes, sonidos, videos, etcétera) de la mayoría de los que conformamos esta clase “ilustrada” proclive a la exhibición y otras formas de expresión, que alimentan las llamadas “redes sociales”. Innovar, ser original es algo más complejo hoy de lo que imaginamos, se trata de la evolución del pensamiento. Evidencias, teorías, cambios,
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son productos de que nos formulemos las preguntas apropiadas. Eso valoraremos, no el número de pasos dados, sino la paciencia con la que fueron dados. Reivindicaremos la lentitud, se medirá con otra vara el tiempo. Como ocurrió con Copérnico quien reunió observaciones durante 30 años, antes de escribir su libro sobre el movimiento de la Tierra alrededor del sol (la teoría heliocéntrica). Todo lo expresado confluye en la necesidad de contar con una valoración retroalimentadora antes que con una evaluación estrictamente sancionadora. Si bien siempre hay sanción, pues se otorga una recompensa (material y/o simbólica), la función del SNI debería ser la de permitirle al investigador y a sus grupos de referencia reflexionar sobre su propio quehacer al considerar una mirada de fuera (la de los comités de pares o el mecanismo nuevo que se invente). Ya el SNI no premiará publicaciones (en revistas internacionales del sistema ISI-SCI) para darle su lugar al desarrollo tecnológico, la difusión de la CyT, y las publicaciones nacionales. Ya no ejercerá ese tipo de presión selectiva para desacelerar la investigación aplicada. Ésta será respetada en el entendimiento que sus consecuencias sociales y económicas son positivas. La vinculación y la aplicación no solamente serán parte de un discurso sino que servirán para distinguir entre los falsos y los verdaderos profetas. Las publicaciones de productos de investigación serán para que se lean y le sirvan a alguien, para que sus frutos los cosechen los colegas locales, los grupos y los proyectos de mexicanos trabajando para enfrentar los problemas nacionales. De esta manera fortaleceremos la ciencia y tecnología de México, y de otros países subdesarrollados que son nuestros hermanos, a los que debemos solidaridad y apoyo. Lo importante es el desarrollo del país y de su comunidad científica y por eso el SNI y otros sistemas domésticos de evaluación deberán transformarse para fortalecer la inteligencia y la actividad académica nacional. Estas son algunas de las consideraciones fundamentales que debemos plantear en un foro como el convocado por la UAM-Xochimilco. Nuestra comunidad académica no será sumisa, obediente y disciplinada, es decir, no se alineará a las consignas dictadas por las agencias internacionales, y repetidas sin imaginación ni autorespeto por los académicos venidos a políticos locales, en la medida que esté a favor, y no en contra, de sus propios intereses y los del país.
La consolidación del Sistema Nacional de Investigadores Ana María Rosales Torres*
ORÍGENES DEL SISTEMA NACIONAL DE INVESTIGADORES Y SITUACIÓN ACTUAL
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l 26 de julio de 1984, por decreto presidencial fue creado el Sistema Nacional de Investigadores (SNI). Con esta fecha apareció publicado el acuerdo para su creación en el Diario Oficial de la Federación. El SNI surge con base en una propuesta elaborada por la Academia Mexicana de Ciencias (AMC), entonces Academia de la Investigación Científica, realizada en octubre de 1983 en Oaxtepec, Morelos. Uno de los temas recurrentes en aquellas conferencias era el inminente apoyo que requerían los científicos mexicanos para realizar sus tareas de investigación, en un marco de crisis económica sin precedentes, que favorecía la fuga de cerebros y la disgregación de la comunidad científica nacional o el abandono de la labor de investigación de quienes estaban calificados para realizarla. El SNI, surgió como un dispositivo, con el cual los investigadores más productivos recibirían incentivos económicos variables otorgados selectivamente de acuerdo con su desempeño por comisiones de pares después de corroborar la productividad del investigador y asignarle una de cuatro categorías o niveles. El 6 de diciembre de 1983, el entonces presidente de México, Miguel de la Madrid, anunció la creación del SNI, durante la ceremonia de entre-
* Profesora-investigadora en el Departamento de Producción Agrícola y Animal, Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Xochimilco. – 93 –
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ga de Premios de Investigación Científica de la AMC, celebrada en la residencia oficial de Los Pinos. De la Madrid hizo el anuncio y en el mismo acto solicitó a la Academia elaborar los estatutos de dicho Sistema (Fernández y Zuñiga-Bello, 2005). El 22 de agosto de 1984 sesionó por primera vez el Consejo Directivo del SNI y, entre otros asuntos, conformó las tres primeras Comisiones Dictaminadoras y decidió que la entonces Dirección General de Investigación Científica y Superación Académica de la Secretaría de Educación Pública, fuera la entidad responsable de operar el Sistema. Así, el 3 de octubre de 1984, el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) lanzó la primera convocatoria del Sistema Nacional de Investigadores. Los cometidos principales del SNI se enfocan en representar un incentivo para que los investigadores alcancen posiciones de liderazgo y vanguardia en la producción científica, humanística y tecnológica en el ámbito nacional e internacional y, simultáneamente, en ser el elemento aglutinador y homogeneizador del quehacer universitario, construyendo un “Sistema Nacional” que unifica a las instituciones académicas en la consecución de los mismos objetivos y la aplicación de los mismos criterios (De la Peña, 2008). Para 1988, el SNI ya se había reformado en dos ocasiones. La primera en 1986 en la cual se adicionó una Comisión al decreto original; la comisión de ingeniería y tecnología. En la segunda reforma, dos años después, se modificaron 19 de 25 artículos de creación, aunque lo más relevante fue abrir el SNI a participantes del sector privado, cabe señalar que los recursos para los incentivos de estos investigadores provienen de las instituciones acreditadoras correspondientes. Otra iniciativa relevante del periodo fue la promulgación de la primera normatividad de alcance nacional para el sistema de ciencia y tecnología. Posteriormente se fueron modernizando el Conacyt y el SNI, su presencia e importancia fue considerada en el Plan Nacional de Desarrollo, posteriormente un Programa Nacional de Ciencia y Modernización Tecnológica (Picymy) (1990-1994), se conformó el Consejo Consultivo de Ciencias. Al paso de los años, el Conacyt y el SNI han permanecido y crecido, en ocasiones a pesar de quienes han estado en el poder político (CanalesSánchez, 2011). En sus comienzos el SNI aglutinó a una proporción pequeña de investigadores, 1 396, cifra que ha mostrado un crecimiento acumulado a 2011 del 1163% y un crecimiento anual promedio del 11%, en 2012
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hay 18 476 investigadores vigentes en el Sistema en 2012 (Foro Consultivo Científico y Tecnológico, 2012). El SNI estableció el principio de diferenciación entre ser y no ser reconocido como investigador nacional. En pocas palabras se convirtió en un rasero comúnmente aceptado aunque ampliamente cuestionado para definir la calidad de los investigadores (Álvarez et al., 2010). Con esta distinción los investigadores, además del estímulo económico, adquieren mayor posibilidad de optar por recursos financieros para la realización de su investigación en los programas gubernamentales y son mejor aceptados como tutores en los posgrados de calidad, entre otros privilegios. Adicionalmente, el número de investigadores en el SNI se ha vuelto una manera de medir el prestigio de una institución. La comparación internacional muestra que México aún está muy por debajo de otros países en número y ritmo de crecimiento de la planta de investigadores de tiempo completo. Baste señalar que en 1993 España contaba con 41 681, una cifra superior a los que tenía nuestro país una década después. Si se toma como referencia a otros países, esa brecha resulta aún más grande (Fernández y Zúñiga-Bello, 2006). Adicionalmente al escaso número de investigadores, de ellos sólo la quinta parte se localiza en el sector privado y dos quintas partes pertenecen al SNI. En México, 5 de cada 10 mil habitantes (población económicamente activa “PEA”) están clasificados como investigadores/profesores, a diferencia de 68 en Estados Unidos, 59 en Francia y 7 en Turquía (Fernández y Zúñiga-Bello, 2006). El esfuerzo de financiamiento orientado al desarrollo de las actividades de ciencia, tecnología e innovación en México ha sido reducido, con fuertes fluctuaciones y sin una tendencia clara a incrementarse como proporción del producto interno bruto (PIB). El nivel del gasto es bajo respecto al de otras economías de la región, con un desarrollo equivalente y muy bajo respecto a las economías más dinámicas e industrializadas. Por ello no logran superar el 0.5% del PIB a lo largo de los últimos 35 años. Por su parte, el conjunto de países de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE) gastó un porcentaje equivalente a 2.08 del PIB en 1995 y lo incrementaron a 2.26 en 2004; los países de la Unión Europea (UE) pasaron de 1.7 a 2.26 en esos mismos años, con el compromiso de subirlo gradualmente a 3.0 al año 2010, y Estados Unidos lo incrementó de 2.5 a 2.68. Por otra parte, de los países emergentes, China le dedicó 1.23 en el año 2002, Corea 2.91, Brasil 0.97 en 2003, y
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Vietnam 2% en 2005. La evolución más acelerada de este indicador en estos países, comparados con México, explica, al menos en parte, el creciente rezago mexicano en el tema de competitividad (AMC, 2006). Uno de los problemas estructurales que presenta el país es un escaso nivel de inversión privada en la ciencia y la tecnología, si se compara con otros países llamados emergentes; si bien se reconoce que la participación privada en investigación y desarrollo experimental (IDE) en México se ha incrementado últimamente por los estímulos fiscales, su proporción en el gasto total es baja (33%), si consideramos que en países como Japón, el sector productivo financia 73% del total, en Corea 72%, en Estados Unidos 67%, en España 47% y en Brasil 38 por ciento. Esta baja proporción en la inversión privada se explica en gran parte por la ausencia de políticas, instrumentos y mecanismos consistentes y ágiles que la apoyen e incentiven, entre los que destacan el capital de riesgo, el capital semilla, y los estímulos fiscales, entre otros (Fernández y Zúñiga-Bello, 2006). El monto asignado a la ciencia y la tecnología por el Presupuesto de Egresos de la Federación para 2012 registró un aumento marginal en comparación con el del año pasado y la última década. Con cerca de 22 mil millones de pesos (alrededor del 0.45% del PIB), muy lejos del 1% que establece la Ley. El titular del Conacyt, doctor Enrique Villa Rivera, en el discurso emitido en la entrega de distinciones a 25 investigadores nacionales eméritos del SNI a finales de 2011, reconoció el aumento en sectores como las becas que otorga la institución, aunque añadió que de poco servirán esos recursos humanos al país, en todas las ramas del conocimiento, si no se crean además las instituciones y plazas que puedan absorberlos. Adicionalmente enfatizó que aunque nunca antes hubo tantos investigadores miembros del Sistema Nacional de Investigadores, instituciones, publicaciones y recursos en términos brutos para la ciencia, el país no ha invertido y crecido en estos sectores al ritmo al que se desenvuelve la sociedad del conocimiento. El número de investigadores y de artículos científicos ha crecido, sin embargo la aportación científica de México en América Latina disminuye, lo cual significa que otros van más rápido, principalmente Brasil, que invierte por encima del 1% de su PBI en ciencia y tecnología (Ciencia y Tecnología, 2011). Veintiocho años después, es claro que el SNI se ha consolidado como institución de gran relevancia. Sin embargo, las intenciones originales
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que impulsaron su la creación y con ello el objetivo de diseñar un esquema de compensaciones salariales para detener o minimizar la salida de científicos del país, se han cumplido sólo de manera parcial. De acuerdo con cifras de la OCDE y de la Subsecretaría de Educación Superior, en 2005 había 411 mil connacionales laborando en Estados Unidos y para 2010 la cifra aumentó a más de un millón, de ellos 125 mil con estudios de maestría y doctorado (Ortega, 2011). Durante una conferencia, Arturo Menchaca, presidente de la Academia Mexicana de Ciencias (AMC), informó que se ofrecen sólo tres plazas por cada 100 doctorados en el sector público y que aun cuando en 2010 el SNI incorporó a mil nuevos miembros, la AMC ha advertido que aún quedan 2000 doctores recién egresados que no pueden ingresar al sistema. La doctora Rosaura Ruiz, directora de la Facultad de Ciencias en la UNAM y ex presidenta de la AMC, considera que no hay una política de Estado y se provocan incongruencias: mientras un sector gubernamental invierte recursos en formar doctores, no hay una contraparte que los incorpore al sector productivo, de ahí que muchos de nuestros doctores se queden a residir en los países donde hacen su posgrado. Hay más doctores mexicanos que viven en Estados Unidos que en el SNI: cerca de 20 mil frente a 16 mil respectivamente (Melesio, 2011). Analizar la productividad científica es una cuestión de la mayor importancia y, al mismo tiempo, difícil de abordar. ¿Cómo se mide la cantidad y calidad de los nuevos conocimientos generados? Las respuestas y herramientas que ofrece la cienciometría, aunque limitadas, son hoy día el instrumento que más se utiliza internacionalmente. Las limitaciones son claras: muchas publicaciones no necesariamente significan mucho conocimiento generado; muchas citas no necesariamente significan mucha calidad. Adicionalmente, algunas disciplinas científicas (ciencias sociales, humanidades, etcétera) se publican en medios (libros o revistas no indizadas) no accesibles en las bases de datos públicas, lo que acrecienta la incertidumbre en su evaluación. Sin embargo, evaluar cualitativa y cuantitativamente la actividad científica es necesario para la formulación de políticas de investigación, para la comparación del desempeño individual, institucional o regional, para el otorgamiento de estímulos a la investigación, entre otros asuntos (Laclette y Zúñiga Bello, 2011). En este sentido, cabe destacar que el sector con mayor producción en nuestro país es el educativo, con una producción total de 58 115 docu-
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mentos publicados en revistas indizadas, seguido del sector gobierno con 15 794 documentos publicados durante el mismo periodo, mientras que en tercer lugar se encuentra el sector salud con 14 073 documentos. No obstante, de estos tres sectores, el que más citas por documento registra es el sector salud, con una tasa de 5.6 citas por documento; en segundo lugar se encuentra el sector educativo con 4.63 citas por documento y el sector gobierno registra una tasa de 4.59 citas por documento. Asimismo, el sector gobierno es el que cuenta con un mayor porcentaje de documentos, 41.73% del total de su producción publicados en revistas de alto impacto (Laclette y Zúñiga Bello, 2011). El SNI tiene por objeto promover y fortalecer, mediante la evaluación, la calidad de la investigación científica y tecnológica, y la innovación que se produce en el país. Para realizar su labor requiere establecer criterios confiables y válidos para evaluar las actividades de investigación. Así, los criterios establecidos en el Reglamento son de carácter cualitativo y general. Estos criterios reglamentarios, para ser considerados por las comisiones dictaminadoras, deben reflejarse en criterios de carácter operativo, en estándares generales. Desde sus comienzos, el SNI estableció la evaluación por pares como el método básico para el ingreso y promoción de sus integrantes. Así, las comisiones dictaminadoras, como grupo de expertos, que puede ser auxiliado por otros expertos, determina el nivel de cada investigador de acuerdo con el análisis colegiado de sus productos de investigación, de su currículum y en general de su reputación, intentando acercarse a la mayor objetividad y justicia posibles. Con el supuesto de evitar dictámenes subjetivos, muchas comisiones dictaminadoras optan por cuantificar el desempeño de los científicos dando mayor jerarquía a aquellos que publican más artículos y son más citados, sin embargo esto no es lo correcto para todas las áreas del conocimiento (De la Peña, 2008). El sistema de evaluación adoptado por las comisiones dictaminadoras que se describe arriba es sin duda el motivo de mayor cuestionamiento y molestia para la mayoría de los investigadores del SNI, especialmente de aquellos que se desempeñan en las ciencias sociales y humanidades (Fernández-Christlieb, 2009). Justamente a los “criterios confiables y válidos y a las comisiones integradas por pares”, Sergio Aguayo, en un editorial publicado en noviembre de 2011, comenta que si bien es cierto que este sistema reconoce a
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colegas que producen conocimientos con honestidad y rigor, también se golpean adversarios y se favorecen aliados (Aguayo, 2011). En 1996, Aguayo padeció las consecuencias del enojo de una de sus colegas, quien irritada por el contenido de una columna que él publicara en Reforma, como consecuencia lo bajaron de nivel en el SNI. Cuando intentó defenderse, encontró que el Reglamento interno del SNI no contemplaba un mecanismo de apelación, lo cual violaba la garantía del debido proceso garantizado por la Constitución. Recurrió a la Comisión Nacional de los Derechos Humanos que, después de estudiar el caso, recomendó al SNI establecer instancias para atender inconformidades (Recomendación 65/98). Así lo hizo y logró que lo regresaran al nivel perdido. Gracias a esta lucha que emprendió Aguayo, a partir de 1998 existe en el SNI el recurso de apelación. Los números comprueban la evolución, al menos cuantitativa, de lo que ha significado el Sistema Nacional de Investigadores a lo largo de su historia. Así por ejemplo: en los últimos años se ha incrementado la cantidad de miembros a un ritmo promedio del 11% anual, también ha sido exponencial la incorporación de mujeres al Sistema, al pasar de 2 293 en 2002 a 5 900 en 2011. La distribución por áreas de conocimiento (siete en total) muestra una equidad considerable, pues entre la que más aporta (biología y química) y la que en menor medida lo hace (medicina y ciencias de la salud) sólo existen siete puntos porcentuales de diferencia. Sin embargo, de acuerdo con estos parámetros cuantitativos, la Auditoría Superior de la Federación (ASF) midió la eficiencia de la gestión del SNI hasta 2009, y calificó de “negativos” los resultados de su operación. Entre los datos que da el informe presentado al Poder Legislativo se refieren la concentración de miembros en pocas entidades, como el Distrito Federal, que sumaba 41.9% del total, en tanto que Campeche, Quintana Roo, Durango, Guerrero y Nayarit, en conjunto, sólo representaban 1.8 por ciento. Entre las “anomalías” detectadas por la ASF, destaca que de los 15 565 miembros del SNI registrados hasta 2009, 324 no contaban con el grado de doctor, tal como lo marca el artículo 55 de su Reglamento. También hace observación sobre la productividad de los investigadores, las cuales se centran más en la publicación de artículos, libros y capítulos de libros (99.1%), que en la generación de patentes (De la Peña, 2011). La situación anterior sin duda plantea el punto de vista de un grupo de políticos que no necesariamente coincide con lo que quieren y piensan los
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investigadores que conforman el nejan los recursos económicos.
SNI;
sin embargo, ellos son los que ma-
CONCLUSIÓN SOBRE LA CONSOLIDACIÓN
Entonces, considerando que el SNI fue creado para evitar la fuga de cerebros en nuestro país y para conformar un sistema nacional en el cual se aglutinara y se homogenizara el quehacer de investigación y, dado que ninguno de estos propósitos se ha logrado a cabalidad, se puede concluir que hasta el momento no se ha logrado su consolidación. A continuación menciono algunos puntos que me parece importante que se atiendan en el Sistema Nacional de Investigadores.
LOS PROBLEMAS QUE LIMITAN LA CONSOLIDACIÓN DEL SNI
Ingresan al SNI muy pocos investigadores jóvenes Las políticas erróneas que limitan los recursos para el desarrollo científico del país y que por otro lado han llevado a producir más doctores de los que nuestras instituciones pueden absorber, sumado a los criterios cuantitativos que privan en las comisiones dictaminadoras del SNI, han impedido a muchos jóvenes talentos tener este reconocimiento.
Sobre el sistema de evaluación y las comisiones dictaminadoras Si bien es cierto que el Foro Consultivo Científico y Tecnológico (Fccyt) es el encargado de establecer el procedimiento para la integración de las comisiones dictaminadoras, éstas se han convertido en la “élite” dentro de la “élite” de investigadores con reconocimiento nacional, que muchas veces ejercen su poder a conveniencia, privilegiando o castigando sin tomar en cuenta criterios académicos en sus decisiones. Si bien es cierto que cualquier miembro del SNI que cumpla con los requisitos (ser miembro nivel III o emérito) es elegible para formar parte de alguna de las siete comisiones dictaminadoras, también es una realidad que la cantidad de investigadores nivel III es muy diferente entre las insti-
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tuciones, a manera de ejemplo: de los 1 549 investigadores nivel III registrados en 2012, la UNAM posee al 43% (674), mientras que la UAM sólo tiene el 6.26% con este nivel (97). Por lo anterior, es importante incorporar al Reglamento del SNI el tema de “conflicto de intereses” y “tráfico de influencias” para evitar el favoritismo institucional. Existen reglamentos internos en las comisiones dictaminadoras adicionales al reglamento general del SNI y los particulares de las comisiones dictaminadoras, que no se publican en la página del SNI y que sólo conocen las propias comisiones y que sin embargo parece que son las reglas que aplican con mayor rigor a los aspirantes e investigadores que someten su CVU a evaluación. Dicho de otra manera, las comisiones dictaminadoras nos juzgan con reglamentos que los interesados en el proceso no conocemos.
Envejecimiento de los integrantes del Sistema Nacional de Investigadores El envejecimiento de los integrantes del SNI es un problema que se debe enfrentar. La edad promedio de los integrantes del SNI es de 49 años. Las exigencias y los obstáculos a vencer para el ingreso y promoción en el SNI han sido cada vez mayores, lo que ha ocasionado un panorama poco alentador para quienes por años se han esforzado en su tarea científica pero que, sin embargo, no han podido acceder al nivel III que es al que todos aspiramos. Actualmente el promedio de edad de los SNI nivel II es de 50 años, con lo cual la posibilidad de que estos investigadores lleguen al nivel III y a ser emérito antes de la jubilación es prácticamente imposible. Tal vez valga la pena que las autoridades correspondientes en el SNI contemplen mantener el apoyo económico después de la jubilación a investigadores con nivel I y II que hayan demostrado una trayectoria sólida y consistente. Adicionalmente se debe contemplar un ofrecimiento digno y adecuado para el retiro de la plantilla de científicos mayores que le han dedicado una vida a la educación y a la formación de recursos humanos. De los más de 18 000 científicos en el SNI en 2012, al menos mil superan los 70 años, que si tuvieran una oferta digna para jubilarse, se podría disponer de esas mil plazas para investigadores jóvenes.
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El descuido de la calidad en la docencia y de la cantidad de artículos por la calidad Si bien es cierto que se considera la labor docente y de divulgación como parte de las actividades sustantivas del investigador nacional, la investigación y sus productos, especialmente artículos indizados y formación de alumnos de posgrado son las actividades mejor calificadas, lo cual sin duda hace poco atractivo para los integrantes del SNI participar en docencia a nivel de licenciatura, con las consecuencias que esto ocasiona en la calidad de la formación de profesionales. Por último, es importante que se analice al interior del SNI, los efectos que tiene sobre la calidad de la investigación y sus productos el hecho de que las comisiones dictaminadoras evalúen a los investigadores principalmente con criterios cuantitativos.
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Consultivo Científico y Tecnológico / Academia Mexicana de Ciencias [http:// cisnex.amc.edu.mx/amc/20_sni_final.pdf, consultado el 7 de abril de 2012. Fernández-Zayas, José Luis y Patricia Zúñiga-Bello (2006), Conocimiento e innovación en México: hacia una política de Estado. Elementos para el Plan Nacional de Desarrollo y el Programa de Gobierno 2006-2012, México, Foro Consultivo Científico y Tecnológico [http://www.foroconsultivo.org. mx/libros_editados/conocimiento_innovacion.pdf], consultado el 6 de abril de 2012. Foro Consultivo Científico y Tecnológico (2006), Conocimiento e innovación en México: hacia una política de Estado. Elementos para el Plan Nacional de Desarrollo y el Programa de Gobierno 2006-2012, México, Foro Consultivo Científico y Tecnológico. Foro consultivo científico y tecnológico (2012), Consulta para proponer investigadores elegibles a renovar comisiones dictaminadoras del SNI 2012, México [www.foroconsultivoorg.mx], consultado el 12 de abril de 2012. Laclette, Juan Pedro y Patricia Zúñiga-Bello (eds.) (2011), Ranking nacional de ciencia, tecnología e innovación, México, Foro Consultivo Científico y Tecnológico [http://www.foroconsultivo.org.mx/libros_editados/ranking_de_ cti_2011.pdf], consultado el 15 de marzo de 2012. Laclette, Juan Pedro y Patricia Zúñiga-Bello (eds.) (2011), Ranking de producción científica mexicana, Foro Consultivo Cientifico y Tecnológico [http:// www.foroconsultivo.org.mx/libros_editados/ranking_por_institucion_2011. pdf], consultado el 17 de marzo de 2012. Melesio, Lucina (2011), “México: desempleo y fuga de cerebros afectan a doctores”, Red de Ciencia y Desarrollo, México [http://www.scidev.net/es/news/mxico-desempleo-y-fuga-de-cerebros-afecta-a-doctores-.html], consultado el 23 de marzo de 2012. Ortega, Eunice (2011), “Se duplica la fuga de cerebros hacia E.U. en 5 años”, Diario La Razón, México [http//www.razon.com.mx/spip.php?article76072], consultado el 22 de marzo de 2012. Universia (2011), Conacyt: presupuesto insuficiente para ciencia y tecnología, México [http://noticias.universia.net.mx/ciencia-nn-tt/noticia/2011/11/17/889515/ conacyt-presupuesto-insuficiente-ciencia-tecnologia.html], consultado el 8 de abril de 2012.
Retos y perspectivas del Sistema Nacional de Investigadores Jaime Álvarez Gallegos*
E
l Sistema Nacional de Investigadores (SNI), creado hace casi 28 años, logró preservar e incrementar a los grupos científicos del país y evitó lo que se temía en esa época: un grave deterioro salarial y el tránsito de investigadores hacia otros países. El gobierno federal, el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), los gobiernos estatales, las instituciones de educación superior y los centros de investigación establecieron una serie de medidas que lograron, en varios casos, experiencias exitosas que permitieron fortalecer y consolidar cuerpos académicos que hoy realizan actividades científicas y tecnológicas de frontera. En este trabajo revisaremos algunos datos significativos del SNI, para posteriormente observar el impacto que ha tenido en el Instituto Politécnico Nacional (IPN), enlistaremos lo que se consideran los principales logros del Sistema y, por último, se plantearán algunas propuestas orientadas a mejorar el ingreso, la permanencia y el impacto de sus miembros en el proyecto nacional.
EL SISTEMA NACIONAL DE INVESTIGADORES EN
2011
La interdisciplinariedad que ha alcanzado el desarrollo de la ciencia y la complejidad de los temas de estudio, exigió enriquecer la presencia de diferentes especialidades en la aplicación de criterios de evaluación, por * Secretario de Investigación y Posgrado en el Instituto Politécnico Nacional [jalvarezga@ipn.mx].
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JAIME ÁLVAREZ GALLEGOS
lo que se amplió el número inicial de comisiones dictaminadoras. En el capítulo IV relativo a las Comisiones Dictaminadoras del Reglamento del SNI, se mencionan las siguientes: Área I. Físico-Matemáticas y Ciencias de la Tierra Área II. Ciencias Biológicas y Químicas Área III. Ciencias de la Salud Área IV. Ciencias Humanas y de la Conducta Área V. Ciencias Sociales Área VI. Ciencias Agropecuarias y Pesca Área VII. Ciencias de la Ingeniería Área VIII. Las demás que determine el Consejo de Aprobación. Para ser miembro de las comisiones se deberá ser investigador nivel III o emérito y las mismas se deberán integrar por 14 miembros, manteniendo el equilibrio y paridad entre disciplinas, instituciones, género y regiones. Para 2011 el número de miembros del SNI fue de 17 639, distribuidos en las siete áreas. En la Gráfica 1 se puede observar que la distribución nacional por área del conocimiento es homogénea, sin embargo, por entidad federativa, el Cuadro 1 muestra una distribución diversa, lo cual puede ser motivado por las vocaciones de las IES y centros de investigación que se ubican en cada una de ellas. GRÁFICA 1
Sistema Nacional de Investigadores Áreas de conocimiento 2 641
Área I. Físico-Matemáticas y Ciencias de la Tierra
2 854 1 993
Área II. Ciencias Biológicas y Químicas Área III. Ciencias de la Salud 3 084
2 687
Área IV. Ciencias Humanas y de la Conducta Área V. Ciencias Sociales
2 622
1 758
Área VI. Ciencias Agropecuarias y Pesca Área VII. Ciencias de la Ingeniería
Total 17 639
FUENTE: Conacyt, Siicyt, Sistema Nacional de Investigadores, 2011
RETOS Y PERSPECTIVAS DEL SISTEMA NACIONAL DE INVESTIGADORES
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CUADRO 1
Sistema Nacional de Investigadores Áreas de conocimiento Núm.
Entidad
Área
Total
I
II
III
IV
V
VI
VII
1 110
1 170
1 007
1 242
1 162
254
700
6 645
93
124
28
147
188
313
123
1 016
1
Distrito Federal
2
Estado de México
3
Jalisco
75
108
154
203
190
68
121
919
4
Morelos
117
258
92
66
60
91
169
853
5
Nuevo León
47
91
90
71
135
74
155
663
6
Puebla
184
60
35
107
82
31
131
630
7
Guanajuato
177
106
23
36
42
69
106
559
8
Baja California
192
51
6
35
109
35
97
525
9
Michoacán
114
77
12
105
74
53
82
517
10
Veracruz
34
147
18
95
81
77
51
503
FUENTE: Conacyt, Siicyt, Sistema Nacional de Investigadores, 2011.
Los 17 639 miembros del SNI durante 2011, considerando la clasificación de candidato e investigador nacional, se distribuyeron de la siguiente manera: 3 390 candidatos a investigador, 9 577 nivel I, 3 135 nivel II y 1 537 en el nivel III. El 74% se ubica en los niveles de Candidato y Nivel I. GRÁFICA 2
Sistema Nacional de Investigadores 12 000
10 000
9 577
8 000
6 000
4 000 3 135
3 390 2 000
1 537
0 C
I
II
FUENTE: Conacyt, Siicyt, Sistema Nacional de Investigadores, 2011.
III
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JAIME ÁLVAREZ GALLEGOS
Los 17 639 miembros del SNI realizan su labor en todo el país, sin embargo, 53% se encuentra ubicado en sólo 4 entidades federativas (Distrito Federal, Estado de México, Jalisco y Morelos). Adicionalmente, se puede observar que casi 64% del total de los investigadores nivel III y 50% del nivel II se encuentran en el Distrito Federal. Es necesario fortalecer estrategias que permitan una presencia más significativa en diversas regiones del país. CUADRO 2
Sistema Nacional de Investigadores por entidad federativa Núm.
Entidad
Nivel C
I
II
III
Total Nivel
1
Distrito Federal
836
3,255
1,571
983
6,645
2
Estado de México
181
629
171
35
1,016
3
Jalisco
195
571
109
44
919
4
Morelos
118
481
164
90
853
5
Nuevo León
153
419
68
23
663
6
Puebla
112
350
119
49
630
7
Guanajuato
128
278
110
43
559
8
Baja California
90
263
126
46
525
9
Michoacán
77
313
97
30
517
10
Veracruz
108
315
60
20
503
FUENTE: Conacyt, Siicyt, Sistema Nacional de Investigadores, 2011.
El 47% de los miembros del SNI laboran en sólo 10 instituciones de educación superior y 32% de ellos, se ubican en el grupo de edad de 40 a 49 años en tanto que, 27.3% se encuentran en el rango de 50 a 59 años. Lo anterior es reflejo de las políticas nacionales establecidas para la jubilación, las cuales han ocasionado que en la planta de investigadores de las instituciones de educación superior se encuentren laborando investigadores con edades mayores a los 65 años. El retiro implica, para los investigadores, perder una proporción significativa de sus ingresos.
2 11
Universidad de Guadalajara
Universidad Autónoma de Nuevo León
103
133
128
92
136
257
215
282
237
995
40 a 49
FUENTE: Conacyt, Siicyt, Sistema Nacional de Investigadores, 2011.
93
Universidad Veracruzana
142
95
87 2
170 135
Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo
Dirección General de Educación Superior Tecnológica (DGEST)
3
115
1
Centro de Investigación y de Estudios Avanzados del IPN
Benemérita Universidad Autónoma de Puebla
227
4
Instituto Politécnico Nacional
126
5
Universidad Autónoma Metropolitana
554
30 a 39
3
20 a 29
Universidad Nacional Autónoma de México
Institución de adscripción
CUADRO 3
71
69
85
145
113
167
224
162
328
1085
50 a 59
28
22
10
44
44
57
89
76
180
662
60 a 69
Edad
Sistema Nacional de Investigadores Rangos de edad
2
1
3
7
4
7
23
21
28
208
70 a 79
1
1
1
2
5
4
62
80 a 89
1
13
90 a 99
299
312
371
384
444
661
670
777
908
3582
Total
110 |
JAIME ÁLVAREZ GALLEGOS
GRÁFICA 3
Sistema Nacional de Investigadores Rangos de edad
1 895
17 1
114 468
De 20 a 29
95
De 30 a 39
4 415
De 40 a 49 De 50 a 59 De 60 a 69 De 70 a 79 De 80 a 89
4 855
De 90 a 99 Indefinido
5 779 Total 17 639
FUENTE: Conacyt, Siicyt, Sistema Nacional de Investigadores, 2011.
Al analizar el comportamiento del número de miembros del SNI por género, se observa que 66% corresponde a hombres y 34% a mujeres. Se ha considerado un incremento en el tiempo de vigencia del apoyo cuando las investigadoras han disfrutado de la maternidad, lo cual ha permitido que varias de ellas se mantengan activas en la investigación.
GRÁFICA 4
Sistema Nacional de Investigadores Género 5 907
34% 66%
11 732 Total 17 639 Mujeres
Hombres
FUENTE: Conacyt, Siicyt, Sistema Nacional de Investigadores, 2011.
RETOS Y PERSPECTIVAS DEL SISTEMA NACIONAL DE INVESTIGADORES
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EL IMPACTO DEL SNI EN EL INSTITUTO POLITÉCNICO NACIONAL
En diversos foros se han mencionado las fortalezas y las debilidades del quehacer de los miembros del Sistema Nacional de Investigadores, sin embargo en el Instituto Politécnico Nacional se puede afirmar que han sido fundamentales para fortalecer y consolidar su quehacer académico. El número de miembros del SNI para 2011 en el IPN fue de 777; en la Gráfica 5 se muestra el comportamiento histórico que este grupo ha tenido del 2003 al 2011. Se observa que se incrementó de 322 a 777. Para 2012 el IPN cuenta con 801 miembros del Sistema Nacional de Investigadores. GRÁFICA 5
Investigadores politécnicos adscritos al SNI 759
750
777
727 688
650 587 550 488 463
450 356
350 322 250 2003
2004
2005
2006
2007
2008
2009
2010
2011
FUENTE: Secretaría de Investigación y Posgrado del IPN, 2011.
El IPN ofrece 132 programas de posgrado: 29 de doctorado, 70 de maestría y 33 de especialidad, con una matrícula de más de 7 100 alumnos. Como se puede observar en la Gráfica 6, el número de Programas de Posgrado que ingresaron al Programa Nacional de Posgrado de Calidad (PNPC) de 2003 a 2011 se incrementó de 8 a 73, lo cual presenta una correlación positiva con el incremento del número de miembros del Sistema Nacional de Investigadores.
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JAIME ÁLVAREZ GALLEGOS
GRÁFICA 6
Programas de posgrado en el PNPC 80
73
73
70 60
54 49
50
54
40 28
30 20
14 8
10 0
8 2003
2004
2005
2006
2007
2008
2009
2010
2011
FUENTE: Secretaría de Investigación y Posgrado del IPN, 2011.
En el Cuadro 4 se muestra que el IPN tiene 73 programas de posgrado en el PNPC del Conacyt, de los cuales 8 tienen la característica de internacional. Además, en la Gráfica 7 se observa que el número de alumnos graduados presenta una tasa positiva de crecimiento.
CUADRO 4
Clasificación de programas de posgrado en el PNPC Clasificación
2009
2010
Internacional
2011
8
Consolidado
30
31
23
Reciente creación
12
20
18
Desarrollo
12
22
24
Total
54
73
73
FUENTE: Secretaría de Investigación y Posgrado del IPN, 2011.
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RETOS Y PERSPECTIVAS DEL SISTEMA NACIONAL DE INVESTIGADORES
GRÁFICA 7
Estudiantes graduados en el nivel posgrado 1,600 1,400
1,456
1,200
1,072 926
1,000 800
674
618
600 400
125
80 73
556
137
136 23 100
2004-2005
598
423
114
2003-2004
1,010
938 786
664
582
270
200 0
435
465
931
2005-2006
2006-2007
208
130
132
2007-2008
2008-2009
264
164
182
122 2009-2010
2010-2011
Especialidad
73
125
23
270
130
208
122
264
Maestría
465
435
423
556
664
598
786
1,010
Doctorado
80
114
136
100
137
132
164
182
Total
6186745829269319381,0721,456
FUENTE: Secretaría de Investigación y Posgrado del IPN, 2011.
En el Cuadro 5 se muestran las Redes de Investigación y Posgrado que se han diseñado y operan en áreas relevantes del Instituto, se observa que de 1 040 investigadores, 631 son miembros del Sistema Nacional de Investigadores. CUADRO 5
Redes de Investigación y Posgrado Red
Biotecnología Computación Medio Ambiente Nanociencia y Micronanotecnología Energía Desarrollo económico Salud Telecomunicaciones (expertos) Total
Investigadores en la Red
Adscritos al SNI
246 112 273 157 88 67 56 41 1 040
159 67 118 132 65 36 43 11 631
FUENTE: Secretaría de Investigación y Posgrado del IPN, 2011.
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JAIME ÁLVAREZ GALLEGOS
En el Cuadro 6 se muestra la información de Scival Spotlight experts respecto de las publicaciones de las instituciones de educación superior. Se observa que el IPN tiene una tasa de crecimiento del 9.34%, la más alta de las instituciones clasificadas en los primeros cinco lugares.
CUADRO 6
Publicaciones
ALGUNOS LOGROS DEL SISTEMA NACIONAL DE INVESTIGADORES
Dentro de los principales logros obtenidos en los casi 28 años de evolución del Sistema Nacional de Investigadores, se han mencionado varios en diversos foros académicos, por lo que se considera que en los siguientes hay claros consensos: 1. En 1984 se crea el Sistema Nacional de Investigadores como respuesta del Estado al deterioro del ingreso de la comunidad científica y a la migración de científicos y tecnólogos que, tras años de crisis económicas, encontraban mejores oportunidades de desarrollo profesional en el extranjero. A lo largo de su existencia, el
RETOS Y PERSPECTIVAS DEL SISTEMA NACIONAL DE INVESTIGADORES
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4.
5.
6.
7.
8.
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SNI mitiga el deterioro en el bienestar de los investigadores, logrando la repatriación de excelentes científicos. El SNI surgió ante la necesidad de promover el incremento de cuadros de investigadores en las diversas áreas estratégicas necesarias para el desarrollo del país. Hoy México cuenta con grupos consolidados de investigación en diferentes instituciones de educación superior. Los juicios que determinan el ingreso y el nivel que corresponderá a cada nuevo investigador dentro del SNI, así como su permanencia, ascenso o descenso, son elaborados en forma periódica por comisiones de científicos activos y expertos en las respectivas disciplinas, lo anterior ha permitido establecer las bases de un proceso de evaluación por pares, a nivel nacional, que en la actualidad es ampliamente reconocido y aceptado. El SNI ha servido como mecanismo para preservar y articular a la comunidad científica nacional; al subsanar los embates de las diversas crisis económicas que ha sufrido el país, ha establecido mecanismos objetivos para lograr que el ingreso se asocie con los niveles de productividad reportados y validados. El incremento a siete del número de áreas del conocimiento trabajadas por el SNI, facilitó la realización de evaluaciones más especializadas y pertinentes de las solicitudes presentadas. La elaboración de dictámenes y oficios de respuesta debidamente razonados, ha servido de orientación a la comunidad científica sobre los elementos que deben fortalecer los solicitantes para lograr su permanencia o promoción en el Sistema. La publicación de los criterios internos de evaluación, de los nombres de los integrantes de las Comisiones Dictaminadoras, así como de las categorías y niveles obtenidos por los investigadores aprobados, ha contribuido a dar transparencia al proceso de evaluación. El recurso de Reconsideración y el mecanismo asociado permite tener menores márgenes de error en los resultados proporcionados a los investigadores, aunado a que la integración de los revisores es distinta a la comisión que inicialmente lo evaluó.
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JAIME ÁLVAREZ GALLEGOS
RETOS DEL SISTEMA NACIONAL DE INVESTIGADORES
La ciencia, la tecnología y la innovación son una parte estratégica del desarrollo de México, por lo que se requieren científicos de primer nivel y el Sistema Nacional de Investigadores debe incidir en la creación, desarrollo, fortalecimiento y consolidación de los grupos responsables de las actividades científicas y tecnológicas en las instituciones educativas y de investigación. Desde esta premisa se proponen algunas acciones orientadas al mejoramiento del Sistema Nacional de Investigadores: 1. Asignar, en los criterios de evaluación, un mayor peso a los desarrollos tecnológicos, a partir de la ponderación de los diferentes elementos que permitan valorar la calidad e impacto de los productos desarrollados: registro de patentes, desarrollos tecnológicos, innovaciones y prototipos con la documentación que facilite la transferencia tecnológica. Considerando las particularidades que se presentan al evaluar la actividad tecnológica y de que no se identifican plenamente en las siete áreas establecidas, se propone la creación del área VIII de Innovación Tecnológica. 2. Establecer una estrategia que permita el ingreso y permanencia en el SNI de investigadores jóvenes que no han logrado alcanzar la productividad requerida en los tiempos establecidos, acorde con el nivel otorgado por el Sistema, modificando los criterios de evaluación de acuerdo con el nivel de evolución que los miembros de la comunidad científica logren en las diversas áreas del conocimiento. Actualmente el candidato a investigador recibe su distinción por tres años y hasta dos años de prórroga, en periodos anuales, consecutivos e inmediatos. Sólo podrá obtenerse esta categoría por una sola vez. Se propone asignar un año más en la vigencia, para evitar que se pierdan avances en el trabajo científico realizado y se alcance el nivel de consolidación requerido en el siguiente nivel. 3. Propiciar que los productos y los mecanismos de evaluación para otorgar estímulos económicos a los investigadores de las instituciones de educación superior sean compatibles con los establecidos por el SNI, a fin de lograr niveles de calidad equivalentes.
RETOS Y PERSPECTIVAS DEL SISTEMA NACIONAL DE INVESTIGADORES
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4. Valorar adecuadamente la calidad de las revistas por área de conocimiento en los procesos de evaluación. Diferenciar los artículos publicados en las revistas con mayor prestigio que cuenten con un alto factor de impacto del resto de las indizadas con frecuencias menores de referencia. 5. Ponderar adecuadamente la participación en actividades educativas que propicien la formación de recursos humanos, como son: el trabajo frente a grupo; la tutoría y asesoría de posgrados en línea; el diseño de material para educación en línea; la dirección de tesis de licenciatura y de posgrado; diseño y reestructuración de programas académicos; la publicación de libros de texto, entre otras. Hacer extensivo a los niveles I y II el otorgar dos salarios mínimos adicionales por impartir clase frente a grupo en licenciatura. 6. Contar con un programa de retiro adecuado. Esto ayudaría a liberar plazas para la incorporación de gente joven, propiciando que los relevos generacionales en los grupos de investigación, se realicen en forma oportuna y además propiciaría que se mantuviera vigente el seguro de gastos médicos mayores. 7. Otorgar un valor especial a los trabajos de calidad que coadyuven a resolver problemas relevantes en los ámbitos local, regional o nacional, lo que propiciaría el trabajo en grupos multidisciplinarios e interinstitucionales que involucren la participación de investigadores jóvenes y consolidados. La investigación en el mundo hoy se hace frecuentemente a través de grandes grupos de investigación que identifican áreas estratégicas y problemas en los cuales su resolución genera efectos de alto impacto. Se tiene que apostar al largo plazo y fortalecer la vinculación, lo que implica ponderar las actividades realizadas bajo contrato con empresas públicas y privadas.
REFLEXIONES FINALES
Aunque hasta ahora los logros son muchos, es necesario reconocer que el país debe hacer un esfuerzo mayor para lograr que la ciencia y la tecnología se integren como verdaderos motores de la competitividad y el desarrollo nacional.
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JAIME ÁLVAREZ GALLEGOS
El SNI ha cubierto una etapa fundacional crítica y hoy la ciencia y la tecnología en México tienen voz y voto en asuntos trascendentes. Sin embargo, la compleja dinámica de la globalización, la competencia inclemente, la transformación acelerada de naciones que hasta hace poco forman parte del llamado “bloque del subdesarrollo”, aunado todo ello a magnitudes y frecuencias de cambio como la humanidad no había experimentado, exigen posturas autocríticas, rigurosas y visionarias, que perfilen las rutas por las que el capital intelectual y científico del país se constituya en el elemento diferenciador que permita retomar las sendas del crecimiento, el desarrollo y la calidad de vida para una sociedad con un potencial generativo que no se ha manifestado plenamente. En pocas ocasiones como en estos tiempos, la investigación científica y tecnológica ha sido llamada a desempeñar un papel de tal relevancia e impacto como se observa en naciones que han hecho de la misma su palanca de desarrollo. Los esfuerzos realizados por el Sistema Nacional de Investigadores son ejemplares en muchos sentidos y sus logros constituyen hoy puntos de referencia para otras sociedades, con todo, es impostergable que el mismo se vigorice y vincule con las estrategias nacionales para avanzar hacia posiciones de autosuficiencia tecnológica que las circunstancias exigen y nuestros científicos están en capacidad de asumir.
BIBLIOGRAFÍA
Diario Oficial de la Federación (2008), “Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología. Reglamento del Sistema Nacional de Investigadores (SNI)”, México. Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, Sistema integrado de información sobre investigación científica y tecnológica, Sistema Nacional de Investigadores, México (2011). www.sip.ipn.mx (2012). www.info.scival.com/spotlight (2012). Foro Consultivo Científico y Tecnológico (2005), Una reflexión sobre el Sistema Nacional de Investigadores a 20 años de su creación, México, Foro Consultivo Científico y Tecnológico / Academia Mexicana de Ciencias. Memorias del Primer Congreso del SNI (2010), Querétaro, México, mayo. Casanova Cardiel, Hugo (2010), El SNI: entre el saber y el poder, México, Educación UACM. Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (2011), Informe de Autoevaluación, enero-diciembre 2011, México.
Desafíos del Sistema Nacional de Investigadores Velia Aydée Ramírez Amador*
ANTECEDENTES
E
l Sistema Nacional de Investigadores (SNI), creado el 26 de julio de 1984, fue “planeado como una respuesta urgente a la crisis económica por la que entonces atravesaba el país y que amenazaba, a causa de la fuga de cerebros al extranjero o su ocupación en otros asuntos en territorio mexicano, la existencia misma de la investigación” (Sánchez, 2010). Se inspiraba en una institución que se había prefigurado desde 1936, cuando el gobierno de Lázaro Cárdenas creó el Consejo Nacional de Educación Superior y la Investigación Científica (Sánchez, 2010). Hasta ahora el SNI ha propiciado la consolidación de grupos de investigación, teniendo como propósito general “promover el desarrollo de las actividades relacionadas con la investigación para fortalecer su calidad, desempeño y eficiencia”. Cuando el SNI inicia sus labores había únicamente 1 200 investigadores, a principios de 2012 el SNI sumará 18 542 miembros.
RETOS DEL SISTEMA NACIONAL DE INVESTIGADORES
Envejecimiento de los investigadores En diferentes ponencias y comentarios se señaló que actualmente “un reto nacional es el envejecimiento de la planta académica en las universi* Profesora-investigadora en el Departamento de Atención a la Salud, División de Ciencias Biológicas y de la Salud, UAM-Xochimilco.
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VELIA AYDÉE RAMÍREZ AMADOR
dades y la demanda de creación de plazas para contratar jóvenes investigadores recién doctorados”. En este sentido se indicó que el SNI participa de este problema, ya que la salida de un investigador del SNI, por jubilación, representa una disminución radical de sus ingresos, además de que conlleva la pérdida del seguro de gastos médicos mayores en una edad en la que es indispensable (Didou y Gérard, 2011). En el 2009, la población del SNI se concentraba en los grupos de edades de 40 y 60 años, con un promedio de edad de 48 para el nivel I, de 55 para los de nivel II y 62 para los de nivel III (Didou y Gérard, 2011). En este sentido, una de las propuestas del I Congreso de los Miembros del Sistema Nacional de Investigadores1 fue modificar el artículo 75 y “Quitar de los motivos de suspensión del estímulo la jubilación”. Además se propuso permitir a los miembros del SNI mayores de 65 años y susceptibles de jubilarse, conservar mediante pago voluntario el seguro médico, así como recibir estímulos económicos, siempre y cuando hayan pertenecido al SNI los últimos 15 años (Didou y Gérard, 2010). Esta problemática del retiro por jubilación de los miembros del SNI está unida precisamente a otro problema, el ingreso de los jóvenes doctores al SNI, en ese sentido la doctora Rosaura Ruiz Gutiérrez señaló que la no vinculación entre la formación de doctores y la creación de las plazas necesarias para ubicar a los jóvenes doctores que se han formado tanto en México como en el extranjero es consecuencia de la falta de una política de Estado. Se indicó que en la Ley General de Educación creada en 2004 se establece la obligación de que el gobierno mexicano destinara no menos del 1% del producto interno bruto (PIB) en investigación científica y desarrollo tecnológico, sin embargo, en realidad dicha inversión no ha sido mayor al 0.39%. Esta situación representa, tal vez, el principal reto para los investigadores y la sociedad en general, que se preocupan, o deben preocuparse por el abandono en que se tiene a la ciencia, como eje fundamental del desarrollo económico y social. Por otro lado, el investigador que pretende ingresar al sistema nacional, además de cumplir con la exigencia de haber obtenido el doctorado (a edades más tempranas), en polos de excelencia, internacionales primero, nacionales ahora, se enfrenta al requisito de contar con una plaza en alguna institución, algo bastante difícil para los jóvenes aunque tengan 1
(SNI)-Querétaro, México/mayo-2010.
DESAFÍOS DEL SISTEMA NACIONAL DE INVESTIGADORES
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indiscutibles atributos. Esto representa un serio obstáculo, ya que el crecimiento de la planta académica nacional es casi nulo, así como son casi inexistentes los incentivos para el retiro de los investigadores veteranos. La desatención de prometedores jóvenes formados a tan altos costos tanto en México como en el extranjero, y que se ven forzados a emigrar (en beneficio de otros países que no invirtieron en su preparación), o desafortunadamente no encuentran otros caminos más que dedicarse a actividades muy lejanas al campo de la ciencia, es un desperdicio para nuestra nación. La llamada “fuga de cerebros” es algo a lo que nefastamente nos hemos acostumbrado; pero de alguna manera se debe evitar, para que los jóvenes encuentren una ubicación adecuada en su propio país. No recuperarlos sería (es) una gran pérdida. En el presente caso, el reto sería preguntarse ¿por qué no dar cabida a los jóvenes sin perder el inmejorable capital que representa la sabiduría de los experimentados?
Criterios cuantitativos frente a cualitativos en las comisiones dictaminadoras Otro desafío para la ciencia mexicana se refiere a la manera en la cual se juzga la aceptación o rechazo de nuevos miembros, o el tránsito entre las diferentes categorías del Sistema Nacional de Investigadores. Si bien los criterios establecidos en el Reglamento del SNI son de carácter cualitativo y general, diferentes comisiones dictaminadoras optan por cuantificar el desempeño de los científicos dando mayor jerarquía a aquellos que publican más artículos, son más citados en revistas con alto factor de impacto o factor h. Aparentemente los criterios de cuantificación (necesarios en muchas circunstancias) prevalecen, sin tomar en cuenta los criterios cualitativos que a veces no pueden ser juzgados por pares que pertenecen a muy diferentes campos científicos. En este sentido, el doctor Juan Pedro Laclette San Román2 señaló que el análisis cienciométrico ha mostrado ser una herramienta pertinente para realizar evaluaciones transversales de la producción de los investigadores del Sistema Nacional de Investigadores. 2
Coordinador general del Foro Consultivo Científico y Tecnológico A.C. (Fccyt).
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VELIA AYDÉE RAMÍREZ AMADOR
En contraste, el doctor José Antonio de la Peña había señalado el peligro de usar preferentemente los parámetros bibliométricos en la evaluación de individuos y enfatizó: “los números no son superiores a los juicios”, y requerimos “aportaciones cualitativas más que números”.
¿Están todos los que son y son todos los que están? En referencia a las maneras de seleccionar a los nuevos miembros del sistema de investigadores, habría que considerar también los criterios y estándares establecidos para su incorporación. Entre éstos existe el de la productividad científica. Este punto es estimado (tal vez con razón) como ineludible, sin embargo no queda claro el que se tome en cuenta que para los diferentes campos de la ciencia existe una amplia variedad de características que los distinguen y que se presentan modalidades heterogéneas en la producción de saberes. Existen campos en los que “hacer ciencia” es lo esperado y para ello concurren condiciones que lo favorecen, en contraste hay otros en los cuales esta actividad es inusitada. La diferencia en cuanto a la presencia en el sistema de investigadores de “muchos o pocos” doctores en diversas profesiones es palpable. También es notorio que en las áreas del propio sistema se presenta el fenómeno de profesiones con alta presencia de sus miembros, y otras con muy baja o casi nula. Por ejemplo, entre los más de 18 000 miembros del SNI el número de odontólogos llega apenas a 33 (4 candidatos, 24 nivel I, 5 nivel II), de los que 16 son mujeres y 17 hombres. El 25% del total de estos odontólogos SNI trabajan en el DAS de la UAM-Xochimilco, 75% son mujeres. Otro aspecto importante es el cuestionamiento sobre la capacidad de las dictaminadoras para criterios de selección y asignación por categorías. La estructura del SNI es piramidal: candidato 17.4%, y nivel I 55%, en el nivel II: 19.5% y nivel III el 7.8%. El nivel I no representa la etapa inicial de un tránsito entre las diferentes categorías (Didou y Gérard, 2011). El SNI requiere establecer criterios confiables y válidos para evaluar las actividades de investigación (Sánchez, 2010). Se debe buscar en la evaluación la objetividad frente a los intereses grupales o institucionales, diferencias interpersonales. Eso entre otras acciones, como por ejemplo la
DESAFÍOS DEL SISTEMA NACIONAL DE INVESTIGADORES
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que propone el doctor Jorge Flores Valdés, ex subsecretario de Educación Superior SEP, 1984, que hace referencia a un proceso alternativo de evaluación, que consiste en solicitar al investigador que señale sus tres principales contribuciones a la investigación, su trabajo más conocido y lo que considera ha sido su principal contribución a la docencia.
PRODUCTIVIDAD
El SNI ha fomentado la aceptación de esquemas de productividad acelerada (sobre todo en los jóvenes miembros del SNI), con la elección de temáticas con mayores posibilidades de publicación, que pueden conducir al deterioro en la calidad de las investigaciones (Didou y Etienne, 2010). Esta productividad “acelerada” conduce al abandono de proyectos de investigación a largo plazo e inhibe la participación en proyectos complejos que toman mayor tiempo para su desarrollo; además se vincula con estrategias individuales de carrera, que favorecen más un trabajo individualista y no colectivo (Didpou y Etienne, 2010; Drucker, 2005). Un aspecto señalado desde el 2005, en el Foro “Una reflexión sobre el Sistema Nacional de Investigadores a 20 años de su creación”, por el doctor Drucker Colín es: Los investigadores simplemente cumplen con los requisitos que les piden en el SNI. El SNI pide tantos papers para nivel I, tantos papers para nivel II y tantos para el nivel III y la gente lo que quiere es o mantenerse en el Sistema o subir de nivel, lo cual es perfectamente comprensible porque implica un aumento salarial (por lo menos implica 50% de su sueldo), lo que se está haciendo hoy día, simplemente, es obligar a los investigadores a que cumplan con una serie de requisitos y que no le quieran entrar a proyectos mucho más arriesgados en los cuales pudieran pasarse 3, 4 o 5 años sin publicar nada, porque el proyecto en el que se han metido es sumamente complejo y no va a permitir una producción científica según lo que solicita el SNI (Drucker, 2005).
CONSIDERACIONES FINALES
Cabría preguntarse si el aporte del Sistema Nacional de Investigadores en cuanto a sus componentes, su estructura, administración, modos de in-
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VELIA AYDÉE RAMÍREZ AMADOR
corporar o excluir a sus miembros, y sus procedimientos evaluativos, han sido los adecuados, además si sus resultados han sido útiles para impulsar significativamente el desarrollo económico y social del país. Aparentemente todos estos retos quedan como responsabilidad del Estado mexicano. Sin embargo, la sociedad científica no puede deslindarse de lo que le corresponde a sus miembros como actores, ya sea como investigadores o como autoridades y administradores, en su papel de agentes responsables del avance o estancamiento de este vital factor de progreso económico y social de México. Se requiere por otro lado que quienes nos preocupamos por el avance de la ciencia en México señalemos con mayor claridad lo que queremos. El verdadero reto a plantearse en México es preguntarse cuáles han sido las verdaderas razones del gobierno mexicano para no dar la suficiente importancia al desarrollo de la ciencia en México.
BIBLIOGRAFÍA
Didou Aupetit, Sylvie y Gérard Etienne (2011), “El Sistema Nacional de Investigadores en 2009. ¿Un vector para la internacionalización de las élites científicas?”, Perfiles Educativos, vol. XXXIII, núm. 132, México, HSUE-UNAM. _____ (2010), El Sistema Nacional de Investigadores, veinticinco años después: la comunidad científica entre distinción e internacionalización, México, Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior. Drucker Colín, R. (2005), Participación en la mesa redonda “Una Reflexión sobre el Sistema Nacional de Investigadores”, en Foro Consultivo Científico y Tecnológico, Una reflexión sobre el Sistema Nacional de Investigadores a 20 años de su creación, México [www.foroconsultivo.org.mx/libros_editados/20_sni.pdf], consultado el 27 de abril de 2012. Sánchez Gudiño, S. (2010), “25 años del Sistema Nacional de Investigadores (SNI) y su impacto en las políticas de evaluación de la educación superior en México”, Matices. Revista de Posgrado, vol 5, núm. 13, México, Universidad Nacional Autónoma de México [journals.unam.mx/index.php/matices/article/ download/.../24291], consultado el 15 de abril de 2012.
Modificaciones al Sistema Nacional de Investigadores José Ángel Pescador Osuna*
E
sta presentación está compuesta de tres partes: la primera sintetiza los resultados de una encuesta de siete preguntas a 20 académicos y entrevistas orales a otras 10 personas quienes respondieron a los mismos cuestionamientos. Un buen número de los encuestados forman parte del Sistema Nacional de Investigadores (SNI) desde su fundación. La mitad de los 30 que respondieron están en las tres categorías importantes y algunos de ellos que formaron parte del sistema lo dejaron en el pasado reciente. Una tercera parte no son miembros del SNI aunque todos tienen o tuvieron un desempeño brillante en el campo de la investigación académica cuando ésta se define de una manera más amplia. La segunda incluye mis respuestas a las 12 preguntas formuladas por los organizadores del foro como un marco de referencia para la reflexión. La tercera y última es una síntesis expresada de manera dicotómica de lo que son las características positivas y las limitaciones o deficiencias que tiene el SNI y que hacen impostergable su reformulación a partir de las consideraciones presentadas en distintas evaluaciones desde el origen del SNI hasta las conclusiones y recomendaciones más importantes del Congreso Nacional de Investigadores celebrado en Querétaro en 2010. ENCUESTA A MIEMBROS Y NO MIEMBROS DEL SNI
La encuesta comprendió siete preguntas, tres de las cuales sirvieron para identificar pertenencia al sistema, inicio y desarrollo según categoría y las razones de la solicitud de ingreso. * Presidente de El Colegio de Sinaloa; ex secretario de la SEP; ex rector de la UPN. – 125 –
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JOSÉ ÁNGEL PESCADOR OSUNA
Las otras cuatro, de carácter sustantivo comprendieron el nivel de satisfacción, la orientación de los beneficiarios, las prioridades de investigación y sobre todo su opinión sobre modificaciones al Sistema y cuáles serían las más apropiadas. Las respuestas las dieron integrantes del SNI desde su inicio (hoy eméritos algunos de ellos) miembros de las tres categorías y otros que pertenecieron y salieron; finalmente, algunos que nunca solicitaron admisión pero que conocen a la perfección el SNI y han opinado sobre el mismo. La oportunidad de revisar algunos artículos periodísticos sobre el tema permitió hacer un análisis comparativo y comprobar que varias de las críticas que históricamente se han hecho al SNI, continúan hoy en día y, sobre todo, darnos cuenta de los cambios que requiere el programa para lograr todos los objetivos iniciales y no sólo unos cuantos, son urgentes y necesarios.
Razones para participar o no en el SNI 1. El SNI privilegia a las instituciones de educación superior mientras a los investigadores independientes prácticamente los excluye. En ambos casos es un camino tortuoso con un llenado excesivo de formatos y, finalmente, como se prueba en la práctica, no está dando los resultados esperados. 2. La verdad es que cuando se actualiza el expediente en que se basa la evaluación correspondiente, se trata de un enorme juego de simulación académica. 3. A lo largo de una vida universitaria se puede construir una carrera académica, lo que implica cumplir todos los requisitos que establece el SNI. Es decir, docencia, investigación, tutorías doctorales, evaluaciones institucionales de posgrado y aspirantes a obtener becas para el estudio del posgrado, por eso se forma parte del mismo.
Nivel de satisfacción con el sistema 1. Desde la experiencia como participante de una universidad particular, parece injusto que la institución privada tenga que asumir
MODIFICACIONES AL SISTEMA NACIONAL DE INVESTIGADORES
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el pago de un 70%. Esto hace que muchas de ellas no promuevan entre sus investigadores que entran al SNI o que los apoyen para que formen parte del mismo. El nivel de satisfacción es muy alto para los que propusieron a las autoridades que se estableciera un estímulo salarial a los investigadores a fin de incrementar su productividad. No hay satisfacción porque cada vez que se identifica a quienes pertenecen al sistema, salvo honrosas excepciones, se trata de personas bastante limitadas. Alguien decía: “Lo doctor no quita lo...” y hay la idea de que tenía toda la razón. Es frecuente que uno se publique a otro y que se arbitren entre ellos. El hecho de incrementar los ingresos con las becas del SNI le da un fuerte sentido de sobrevivencia. Para algunos ha sido la posibilidad de coordinar su carrera docente con la de la investigación y hoy ser parte de redes académicas nacionales e internacionales que estudian el campo de la ciencia política. El nivel de satisfacción es muy bajo porque las becas del SNI son únicamente un complemento salarial que se ha burocratizado y no permite el logro de otros objetivos.
Beneficios para el investigador o para la institución 1. Resultan beneficiados el investigador y la institución, aunque en primer lugar está el investigador por complementar su sueldo y adquirir un estatus dentro del sistema de ciencia y tecnología (CyT); la institución porque cuenta con un mecanismo de estímulos que llevan a incrementar la productividad. 2. Si bien quienes forman parte del SNI reciben un estímulo económico que les permite avanzar en su carrera académica, sin lugar a duda las políticas de fomento a la investigación y el desarrollo tienden a evaluar positivamente a las instituciones de educación superior en función del número de doctores inscritos al Sistema Nacional de Investigadores. 3. Ninguno de los dos, el primero porque entra en un juego académico contraproducente, que no impacta en su quehacer cotidiano, y la segunda porque no se ha observado incremento significativo en
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la calidad (tal vez en la cantidad sí…) de la investigación, y en consecuencia en la calidad de la docencia y la difusión… el sentido social está ausente en el mentado sistema.
Existencia de un programa institucional y redes nacionales 1. Existen parcialmente, puesto que hay una red nacional apoyada por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) y los proyectos de investigación están incorporados a un programa institucional aunque no necesariamente de redes. 2. Hay investigadores que desarrollan investigaciones por voluntad propia y sin recursos; éstos se complementan algunas veces con proyectos institucionales. 3. La participación en congresos nacionales o internacionales es una oportunidad de encontrarse con colegas afines y desarrollar proyectos comunes. Actualmente muchos investigadores forman parte de grupos de investigación y colaboran en proyectos conjuntos, incluso, algunos con financiamiento público. Asimismo, gracias al apoyo a la investigación en las universidades a partir del Programa de Fomento y Apoyo a Proyectos de Investigación (Profapi) se ha permitido publicar obras y formar recursos para la investigación social.
Cambios para mejorar el sistema Independientemente de que ha tenido puntos positivos y negativos, el saldo sobre su desempeño y los beneficios es favorable. Desde que se instauró en 1984 ha sido el programa más exitoso pues ha permitido: 1) Fomentar y estimular el trabajo de investigación. 2) Identificar y reconocer a quienes se dedican profesionalmente a esta actividad. 3) Evaluar mediante pares el desempeño e impacto de los investigadores y de sus investigaciones, y en consecuencia, otorgar un complemento al ingreso del personal académico en una etapa de creciente deterioro salarial.
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4) Distinguir la relevancia de las investigaciones con un reconocimiento de gran prestigio. 5) Impulsar una cultura de la eficiencia y la productividad, privilegiando la publicación de artículos en revistas internacionales con arbitraje y de alto impacto. Sin embargo, ha tenido críticas de adentro y de fuera del SNI en diversos aspectos relacionados con que no ha favorecido, estimulado o valorado suficientemente la labor docente; ha sobrevaluado las labores de divulgación de las ciencias duras así como las disciplinas sociales y las humanidades han pasado a segundo plano; las labores de investigación en el desarrollo de instrumentos, aparatos y otros han sido poco favorecidas; y además, ha generado que los investigadores del país se inclinen por trabajar temas de moda, dejando de lado temas emergentes y de urgencia para México. El SNI debe dar respuesta para mejorar a un conjunto de problemas, entre los que sobresalen los siguientes: 1) Que los comités evaluadores le dan más peso a la cantidad que a la calidad. 2) No hay un sistema adecuado que permita a los investigadores solicitar una revisión y reconsideración de las decisiones de los comités. 3) Se ha enfatizado más la actividad científica que la enseñanza y es opinión generalmente aceptada que uno de los productos principales de la investigación científica y tecnológica debe ser la preparación de recursos humanos altamente capacitados. 4) Si bien se le proporciona un complemento salarial al investigador, éste puede no disponer de los insumos necesarios para realizar su investigación (sobre todo si se trata de investigadores jóvenes). 5) La política “diferente” que tiene el SNI en relación con las compensaciones económicas de los investigadores que laboran en instituciones privadas. 6) Que los miembros de las comisiones tengan una visión más amplia del tipo de trabajo académico y de investigación que el país requiere sin bajar los niveles de calidad. 7) Falta apoyar con recursos extraordinarios la infraestructura y la dotación de equipo de laboratorio.
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El SNI debe refundarse y abrirse más cuando menos en cinco líneas: 1) La difusión de la investigación por diferentes medios electrónicos, impresos, coloquios, presentaciones de autores, etcétera. 2) La formación de recursos humanos para la investigación, no necesariamente investigadores, pero sí ayudantes, encuestadores, analíticos, etcétera, así se abrirían muchas posibilidades para los investigadores profesionales, empleos, formación de cuadros fundamentales, etcétera. 3) Seguimiento al impacto de las investigaciones, no sólo en aspectos cuantitativos, pues hay que reconocer la naturaleza misma de la investigación. 4) Ahora se mide a las instituciones por el número de investigadores que tiene en el SNI, y puede ocurrir que una sola investigación de una IES valga por 40 de las otras. 5) La institucionalización de la rendición de cuentas, para saber con claridad quiénes reciben apoyo económico para la investigación. El SNI es inmodificable pues está penetrado por grupos de poder académico por lo que sería indispensable dotarlo de un sentido social y ético que obligase a los investigadores a dejar de practicar investigaciones escasas de relevancia para el desarrollo de México, sobre todo en la actual crisis económica, social, cultural y ética. En general hay satisfacción con la estructura administrativa y de pares académicos, y lo único que se sugiere es mayor apoyo para proyectos de desarrollo regional y mayor vínculo con instituciones de investigación regionales.
RESPUESTAS A CUESTIONARIO DEL SNI
1. Se cuenta con un inventario actualizado del talento académico del país. El curriculum vitae de los miembros del SNI se actualiza cada año de manera que hay información disponible sobre líneas de investigación y promociones académicas. ¿Cómo utilizar esta fuente de información para realizar estudios confiables que conduzcan a identificar los ámbitos del conocimiento más estudiados y la formulación de propuesta de políticas públicas?
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Muy sencillo, hacer lo que otras instituciones han hecho con sus bases de datos, esto es crear grupos ad hoc para examinar integralmente y también en lo particular toda la información que se dispone. Después de que se tenga el inventario y las tipologías correspondientes, hacer lo que en algún momento realizó el Conacyt: reunir a los investigadores con los tomadores de decisiones (en el caso específico de educación) y pedirles que definieran acciones para resolver los problemas más urgentes de la educación. 2. Impacto del número de miembros del SNI como porcentaje de la población académica nacional. ¿Es necesario incrementar este porcentaje?, ¿es equitativa la distribución de miembros del SNI por género?, ¿es la condición de género de las académicas un obstáculo para alcanzar los niveles más altos del SNI?, ¿está equitativamente distribuido por áreas de conocimiento? Si aumentara el número de miembros del SNI, ¿cómo se financiaría? Por su puesto que sí, puesto que la cifra de 20 000 investigadores resulta totalmente insuficiente aun para constituirse como masa crítica de los programas de los posgrados que existen en el país. – Claro que no, como tampoco lo es la distribución por áreas de conocimiento ni tampoco la distribución por entidades federativas y según características de las instituciones de educación superior. – No necesariamente pero sí influye el hecho de que para unas áreas de estudio la presencia de los varones no sólo es mayoritaria sino abrumadora. – Por supuesto que hay inequidad por áreas de conocimiento y esto desde el origen del SNI pues pareciera haberse dado un sesgo en favor de aquellas disciplinas donde se requería retener a los científicos en el país, donde las remuneraciones en el mercado de trabajo eran muy desiguales y también donde las personas de mayor edad se encontraban laborando. – Con recursos públicos. El Estado tiene la obligación de proporcionarlos como se han hecho en otras partes aun en las economías más identificadas como capitalistas como Estados Unidos y Alemania.
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3. ¿Son los parámetros de evaluación, la cientometría y la “puntitis” (artículos, citas, capítulos en libros, memorias, etcétera) los más efectivos para evalurar la producción científica o existen otras formas más adecuadas? Hay muchas otras formas para evaluar pero se me ocurre mencionar solamente dos en función del impacto que tiene la generación de nuevo conocimiento entre los investigadores: importancia de un texto en la docencia de una determinada disciplina (ejemplo Piero Sraffa) o de la forma en que se diseñan indicadores para la construcción de una política pública y ahí tenemos el caso del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval). 4. ¿Son iguales o diferentes los parámetros de evaluación de las áreas: ciencias exactas y las humanidades? Supongo que sí pero pareciera ser que la constitución de los comités de evaluación es la que deja mucho qué desear. 5. ¿Se determina de la misma manera ser un buen biólogo, que ser un buen historiador? Esta es una pregunta infantil pero si de hacer comparaciones se trata todavía no existe un indicador que pueda señalarnos si Luis Villoro es mejor que Rodolfo Stavenhagen aunque sí resulta más fácil identificar a un biólogo como Sifuentes o Sarukhán. 6. Desequilibrios geográficos: ¿dónde están localizados los niveles más altos y los más bajos del SNI?, ¿cómo lograr una mejor distribución para el desarrollo nacional? Es claro que en el Distrito Federal y en las instituciones de mayor prestigio y donde la consolidación de la investigación viene desde tiempo atrás. Lo contrario sucede con los niveles bajos aunque quizá para los investigadores de este grupo sea mucho más meritorio pertenecer al Sistema Nacional de Investigadores. 7. ¿Se requieren más centros de investigación en el país?, en su caso, ¿deberían estar asociados a las principales universidades públicas o se deberían crear nuevos centros autónomos? Por supuesto que sí. Facilita más la incorporación a políticas generales de desarrollo científico y tecnológico y a tener mejor calidad en los programas de posgrado de las instituciones de educación superior.
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Por otro lado, convendría definir con precisión qué significa autonomía en un centro de investigación. El limitado número de personas del SNI que optan por su jubilación ¿es una barrera para el ingreso de jóvenes investigadores al SNI? En palabras de los beneficiarios no limita el acceso pero sí la promoción o ascenso y el hecho de que se suspenda la remuneración con la jubilación sí es una razón para permanecer en el Sistema Nacional de Investigadores. Infraestructura del SNI: qué se requiere para tener más miembros del SNI en alguna región específica. ¿En qué emplean, las y los investigadores, el recurso financiero adicional del SNI?, ¿podría ser un incentivo instaurar un apoyo sobre la canasta básica del investigador (escuelas para sus hijos/as, servicios de comunicación, etcétera)? Recursos humanos y financieros. Además de un programa de atracción y retención de investigadores en ciertas regiones, con base en posgrados de calidad. El recurso proporcionado por el SNI es un sobresueldo y nada más. Lo preocupante es que no se proporcionan recursos adicionales para equipo de laboratorio, insumos e infraestructura en general de apoyo al investigador y a la institución. Sí podría ser un incentivo otro tipo de servicios como escuelas, transportación, recreación. ¿Cómo propiciar una sinergia entre el SNI y el sistema nacional de educación básica? Acercando a los investigadores a las escuelas secundarias y difundiendo ampliamente los beneficios de la ciencia en las primarias. A ello debe agregarse información sobre cómo se educa un investigador, qué hace y cómo lo hace. Hay experiencias al respecto, la ciencia en tu escuela, platicando con los que saben, niños talento, y publicaciones como Chispas, Meteorito, etcétera. A ello deben agregarse los puntos de encuentro para especialistas y alumnos que no representen el alto costo de un museo o una galería científica. ¿Cómo propiciar una relación constructiva entre el SNI y algunos proyectos de las organizaciones no gubernamentales?
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Generando convenios de colaboración que vayan más allá de la firma y la ceremonia protocolaria. Las ONG vinculadas con alimentación, medio ambiente y salud están urgidas de un respaldo académico sobresaliente para obtener recursos y realizar sus proyectos. 12. ¿Son necesarias dos estructuras, el SNI y el Sistema Nacional de Creadores? ¿Podrían ser compatibles?, ¿la creación de una Secretaría de Ciencia y Tecnología podría fortalecer e institucionalizar al Sistema Nacional de Investigadores? Claro que pueden ser compatibles si se basan en las normas más generales y se integran en una unidad administrativa donde también debe incluirse un área específica de educación. La creación de la Secretaría puede ser útil en la medida que se cumplan requisitos esenciales que desafortunadamente a pesar de ser académicos reciben un tratamiento político.
CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES
En la primera y en la segunda parte de este breve texto se ha apuntado un conjunto de conclusiones sobre el funcionamiento actual del SNI y al mismo tiempo se han sugerido algunas recomendaciones para la reforma del sistema. Sin embargo, es mi opinión además tomar en cuenta estos puntos de vista: a) Analizar exhaustivamente las bases de datos disponibles para tener una visión más completa de la operación del SNI y tratar de encontrar las respuestas que más frecuentemente se formulan los investigadores, pero sobre todo los agentes externos que ven en la investigación un insumo muy importante para una verdadera transformación del país. Entre otras interrogantes que con mayor frecuencia se presentan aparecen: ¿por qué se deja el sistema?; los años de mayor efectividad y de menores resultados de 1984 a la fecha; la medición de los índices de productividad; las correlaciones entre el desarrollo de la investigación y los programas académicos exitosos de las universidades; el impacto sobre el posgrado; los juicios sobre los comités de evaluación; las incentivos adicionales para las investigadoras; etcétera.
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b) En segundo lugar, parece necesario y también urgente que se revisen los planes, programas y normas que desde 1971, año de creación del Conacyt se han formulado para presentar a las áreas decisivas de gobierno y a los organismos sociales un programa de ciencia, tecnología e innovación que apunte para los próximos 25 años y que esté de acuerdo con un documento nacional sobre la perspectiva general del país y los resultados previsibles con distintos escenarios. Esto no tomaría mucho tiempo pues ya están los insumos disponibles y sólo se requiere un grupo de trabajo que se dedique a la tarea de sistematizar y redactar las propuestas que puedan ser consensuadas entre toda la población. A continuación se presenta de manera dicotómica un cuadro sobre la estructura, operación, criterios, mecanismos y procedimientos del SNI y que surgieron de la encuesta y las entrevistas y que además han sido mencionadas en otros trabajos sobre el sistema.
OPINIONES CONTRARIAS SOBRE EL SISTEMA NACIONAL DE INVESTIGADORES
En su origen fue muy bueno
Con el tiempo perdió efectividad
Se concibió como incentivo
Se transformó en un sobresueldo
Tenía orientación a la productividad
Ausencia de indicadores relevantes
Tenía una estructura apropiada de ascenso
Se generaron dificultades para la movilidad
En principio facilitaba el ingreso
La permanencia se volvió complicada
Se orientó a la investigación
Se olvidó de la docencia
Se inscribió en una política integral de C, Se convirtió en un programa coyuntural T, I. y de soluciones parciales Se pensó en una estructura amplia e institucional
Se redujo a pocas instituciones y grupos de interés
Tendría transparencia plena
Ahora permite prácticas irregulares e incorrectas
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Una orientación interdisciplinaria
Se inclina hacia ciertas disciplinas
Favorecería la investigación institucional
Promueve la investigación individual y sin trascendencia
Apoyaría en su estructura
Su contenido se redujo a las becas
Serviría de base para los posgrados
Faltan estímulos para la docencia
Se inclinaría hacía la equidad territorial
Sigue concentrada en pocas entidades e instituciones
Apoyaría todas las ciencias
Dio menos importancia a las ciencias sociales y las humanidades
Selección apropiada de los comités de evaluación
Operan como “mafias” o grupos de interés
Los trámites y formatos serían accesibles
Hay quejas permanente sobre los formatos y la puntuación
Su orientación sería a la investigación nacional
Se da preferencia a publicaciones del extranjero
Termino esta presentación con las palabras de un investigador emérito del SNI quien ha insistido con mucha frecuencia en la necesidad de estimular y apoyar la innovación científica y tecnológica y que ha logrado vincular con éxito la creatividad de la generación de conocimientos con la aplicación a los problemas nacionales expresando críticas porque las evaluaciones de los integrantes del SNI se hacen únicamente por publicaciones de artículos y no por otras formas diferentes, y que además lejos de estimularlos los desanima cuando no hay oportunidad de presentar argumentos ante los comités de evaluación. Lo que queda perfectamente claro es que al SNI le conviene refundarse a fin de que sus actividades ofrezcan mejores posibilidades para que los jóvenes científicos ingresen y se desarrollen dentro del sistema y que al mismo tiempo tengan la posibilidad de reconocer como una política abierta en defensa del elitismo a los científicos cuyos trabajos tengan mayor impacto para atender los problemas de la sociedad mexicana, para apoyar a una mejor enseñanza y divulgación de la ciencia y a una educación superior de muy alta calidad.
El Sistema Nacional de Investigadores como termómetro de la inteligencia colectiva Mauricio Fortes Besprosvani*
L
os economistas identifican los periodos llamados de revolución económica cuando se inicia una transición en la que la fracción más importante de la fuerza de trabajo de un país cambia de estructura. Así, la primera revolución que se tiene registrada está asociada al establecimiento de comunidades agrícolas. La fracción más importante de lo que entonces se podría denominar la “fuerza de trabajo” transitó de una actividad nómada basada en la cacería como generador de riqueza, a otra actividad caracterizada por el establecimiento de parcelas de cultivo que indujo el abandono de la entonces cultura nómada a favor del establecimiento de comunidades agrícolas. En el siglo XIX, la revolución industrial se caracteriza por la transformación de la fracción mayoritaria de la fuerza de trabajo en los países europeos, de la agricultura a la actividad industrial. A mediados del siglo XX ocurre una nueva transición cuando una importante fracción de los trabajadores se asocia al sector de servicios de la economía estadounidense mientras que la creación de la computadora personal y el explosivo crecimiento de internet inician una nueva transición, ahora caracterizada por el valor estratégico que desempeña el conocimiento para el crecimiento económico de las naciones. Un ejemplo elocuente del valor de la inversión en conocimiento lo revela la serie histórica del producto interno bruto (PIB) per cápita de tres países. En 1970, Ghana, la República de Corea y México tenían aproximadamente el mismo ingreso per cápita. En la actualidad, el primer país
* Investigador del Instituto de Física, UNAM; ex presidente de la Academia Mexicana de Ciencias.
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sigue inmerso en la pobreza pero el PIB per cápita de la República de Corea duplica al nuestro. ¿Cuál es la razón? Un estudio del Banco Mundial (WDR, 1999) atribuye este notable crecimiento como consecuencia directa del conocimiento invertido en la economía coreana, es decir, es el resultado de una política pública que, durante 30 años, se orientó a formar investigadores del más alto nivel y en apoyar industrias basadas en el conocimiento, como se muestra en la Figura 1. Los datos de esa figura fueron recopilados por Lauritz HolmNilsen quien identificó el origen de ese crecimiento en el conocimiento. Holm-Nielsen es un biólogo danés, rector de la Universidad de Aarhus, en Dinamarca, y que trabajó en el Banco Mundial de 1993 a 2005. Proveniente del medio académico, Holm-Nielsen ayudó a formar a un grupo de expertos en el seno del Banco Mundial quienes lograron imponer la importancia de establecer todo tipo de indicadores orientados a medir el conocimiento de una nación en la agenda de esa institución. Los estudios del Banco Mundial aunados a los que producen la Unesco y la Organiza-
FIGURA 1
Producto interno bruto per cápita en tres países de 1960 a 2010 PIB
per cápita en dólares de 2009
FUENTE: Datos del Banco Mundial. La marcada diferencia entre el PIB de la República de Corea y el de México a partir de 1985 se atribuye a la riqueza generada por productos con un alto contenido de conocimiento de acuerdo con L.B. Holm-Nielsen.
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ción para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE), representan uno de los instrumentos más valiosos para formular las políticas en todos aquellos países que han decidido basar su crecimiento en la generación, fomento y uso del conocimiento. Además de este hecho evidente, es interesante hacer notar que fue la participación del investigador académico Holm-Nielsen, quien se involucró con la organización del Banco Mundial (BM), lo que condujo a la definición y subsecuente desarrollo de las políticas internas de esa institución en relación con el vínculo fundamental entre educación, investigación básica y generación de riqueza. Si se acepta que en la actualidad la riqueza de un país está vinculada con su capacidad para hacer uso del conocimiento como palanca estratégica para el desarrollo, los indicadores asociados a la medición de lo que Pierre Lévy (1994) denominó la inteligencia colectiva cobran una importancia fundamental. Por ejemplo, la cobertura de educación superior y de posgrado, es decir, la proporción de la población matriculada en las instituciones de educación superior y de investigación que está en el rango de edad apropiado, es uno de los indicadores más representativos. La Figura 2 ilustra la importancia de esta correlación para el caso de los tres países mencionados así como el de otras tres naciones del contexto iberoamericano. FIGURA 2
Estudiantes matriculados en educación superior
FUENTE: Serie histórica de la cobertura de educación superior en la República de Corea, México y Ghana. Los datos de España, Chile y Brasil confirman la fuerte correlación que existe entre este indicador y el crecimiento económico.
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La decisión de un país como Corea de planificar sus políticas públicas para elevar de manera sensible el número de investigadores en un periodo de 30 años le ha rendido frutos indiscutibles. Pero no es el único ejemplo ni el más reciente. El periodo Meji en el Japón que se inició en 1868 fijó entre sus prioridades constitucionales la voluntad de “buscar el conocimiento en todo el mundo para fortalecer las bases del gobierno imperial”, lo que condujo a la revolución industrial japonesa. En la práctica, esto implicó la contratación de más de 3000 expertos del extranjero en los campos de la ciencia y la ingeniería y el envío de muchos estudiantes japoneses a Europa y a Estados Unidos. Para 1890, Japón se había convertido en la primera potencia industrializada de Asia. El Sistema Nacional de Investigadores ofrece una excelente oportunidad para la construcción de indicadores que propicien un esfuerzo por medir el conocimiento colectivo del país. La actualización permanente de los currículos de sus miembros y la capacidad de realizar análisis estadísticos sobre la productividad y su impacto en el contexto mundial representan uno de los mejores subproductos derivados de la operación del Sistema por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt). Su creación en 1984 fue motivada por los nocivos efectos de las crisis económicas que afectaron al país y que pulverizaron los salarios de los académicos adscritos a las instituciones públicas de investigación. El primer beneficio fue la reversión en la llamada fuga de cerebros que amenazaba con reducir a la mediocridad la actividad académica en México. Ésta había requerido la inversión de un gran esfuerzo a partir de la segunda mitad del siglo XX con la creación de Ciudad Universitaria y más tarde, con la creación del Centro de Investigación y Estudios Avanzados, la Universidad Autónoma Metropolitana y la institucionalización del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología. A 28 años de distancia de su creación, el SNI cuenta con más de 18 000 miembros, la mayoría son parte del personal académico de las instituciones públicas de educación superior y los centros de investigación del Estado. La evaluación permanente ha contribuido a mantener los referentes internacionales en cuanto a la calidad de los productos de investigación. La discusión y los debates sobre las diferentes formas de evaluar los trabajos de investigación en cada una de las disciplinas, desde las ciencias naturales hasta las humanidades y las ciencias sociales, también han sido benéficos. Sin embargo, la pregunta que cobra mayor relevancia en el
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periodo actual es ¿por qué la evolución favorable del SNI no ha producido efectos apreciables en el desarrollo económico de México? La base de conocimiento del país ha mantenido un crecimiento constante desde la creación del SNI y nadie cuestiona el valor estratégico de ese conocimiento en las economías de los países modernos. No obstante, el crecimiento de la capacidad intelectual ha permanecido confinado al ambiente académico de las instituciones de educación superior e investigación. Desde luego, no se debe olvidar que esa es la razón de ser de estas instituciones, por lo cual celebramos esta evolución favorable. Sin embargo, su carácter público las obliga a mantener cierta congruencia entre los fines mismos de las instituciones y los objetivos que demanda una sociedad moderna. No se trata de obligar a las universidades a “resolver los problemas del país” como se menciona con frecuencia en los medios políticos que suelen adornar el discurso con expresiones demagógicas sino desarrollar la capacidad para analizar y promover la creación de triángulos virtuosos entre la academia, el gobierno y la industria como existió en México durante la década de 1960. La empresa farmacéutica Syntex descubrió la síntesis de esteroides y creó la píldora anticonceptiva gracias al talento de un grupo de químicos brillantes que enfrentaron el desafío de encontrar un proceso para sintetizar productos similares a las hormonas a partir del barbasco. En su mejor época, Syntex se convirtió en el centro académico más importante del mundo en cuanto a la producción de artículos de investigación, tanto en número como en calidad científica, además de convertirse en una industria pionera para la producción de la cortisona y otros esteroides. La colaboración entre esta empresa y los investigadores químicos en las instituciones públicas de investigación fue, según Carl Djerassi (1990, 1996), uno de los ingredientes más importantes para el éxito de Syntex, de modo que la existencia de relaciones virtuosas entre academia e industria no es algo nuevo en México. Sin embargo, en su autobiografía Djerassi afirma que el tercer vértice del triángulo, es decir, el gobierno, cometió el error de romper con la relación virtuosa al elevar el precio de garantía del barbasco debido a la urgencia por resolver un conflicto que se tenía con el sector agrario del país. El exagerado aumento de los precios de barbasco provocó que otros procesos de síntesis química desarrollados en Estados Unidos resultaran más competitivos que los que Syntex ya tenía patentados y en plena producción.
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Este ejemplo muestra que si bien el SNI ha sido un extraordinario instrumento para promover la investigación de alto nivel en México y para fortalecer el ambiente académico en los centros públicos de investigación, quizás hoy está actuando como un agente que puede inhibir la movilidad de los investigadores entre la academia, la industria y otros sectores de la economía. Esta hipótesis no debe sugerir la transformación del Sistema Nacional de Investigadores para promover la innovación y el desarrollo tecnológico en el ámbito industrial a partir de estímulos como ya se intentó en el pasado. En realidad, el éxito del SNI está acompañado de un mecanismo que tiende a perpetuar el modelo académico tradicional porque favorece el avance laboral de un investigador en el terreno fértil que brinda un ambiente universitario para la investigación básica. Este es un buen modelo para las instituciones de educación superior pero tiende a aislar al personal académico del desarrollo económico y social del país. Los buenos gobiernos en las naciones industrializadas se benefician de la asesoría y de la participación de investigadores académicos reconocidos en diversas agencias del poder Ejecutivo. Resulta natural el hecho de que la vida profesional de estos académicos está marcada por periodos de trabajo en las universidades alternados con otras etapas en los que su experiencia y su creatividad sirven para el diseño y operación de políticas públicas. En estos gobiernos, la contratación de académicos es una práctica común porque los políticos maduros están conscientes del valor del conocimiento que ellos son capaces de aportar. A su vez, las instituciones que albergan a los investigadores consideran digno de encomio para elevar su prestigio la oportunidad de que sus mejores académicos puedan alternar su trabajo dentro y fuera de la institución. Esta alternancia también se da en otros ámbitos como es el caso del Banco Mundial mencionado arriba. Finalmente, el famoso “Bell Laboratories” de los Estados Unidos es particularmente interesante porque es la única institución del mundo que logró albergar, entre sus científicos, a siete de ellos que fueron galardonados con el premio Nobel (Bernstein, 1984). Una muestra elocuente de la relación entre la academia y la industria nacional la menciona el presidente de la empresa Petróleo Brasileño, José Sergio Gabrielli al afirmar que el descubrimiento de los mayores yacimientos petroleros de Brasil en el siglo XXI fue resultado de matemáticas puras. Se refiere al hecho de que desde 2007, la creación de nuevos algoritmos para el procesamiento de señales permitió localizar yacimientos petroleros mediante ecografía sísmica a través de capas de sal de más de
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1.5 kilómetros de grueso por debajo de la plataforma marina en la Bahía de Santos en el sur de la costa brasileña (Yergin, 2011). La participación en la empresa de científicos del más alto nivel y provenientes de las más variadas disciplinas se ha convertido en una práctica rutinaria y, además, bien reconocida por los funcionarios del consejo de administración. En contraste, resulta importante señalar que la reglamentación del SNI tiende a castigar, en lugar de propiciar, esta alternancia. El Sistema Nacional de Investigadores es un logro sólido de la perseverancia y búsqueda de la excelencia de la comunidad académica del país. En la actualidad, se encuentra en una situación privilegiada para ayudar a consolidar la generación y uso del conocimiento en la sociedad en general. Un mayor esfuerzo de comunicación y la revisión de sus reglamentos podrán facilitar la transición a un estadio en el que cada uno de los vértices del triángulo academia, industria y gobierno domine un discurso común para los tres y en el que cada uno de los actores reconozca las virtudes y limitaciones de sus contrapartes.
BIBLIOGRAFÍA
Bernstein, Jeremy (1984), Three degrees above zero: Bell Laboratories in the information age, Reino Unido, Cambridge University Press. Djerassi, Carl (1990), Steroids Made it Possible (Scientific Autobiography), Washington, DC, American Chemical Society Books. Djerassi, Carl (1996), La píldora, los chimpancés pigmeos y el caballo de Degas, México, Fondo de Cultura Económica. Lévy, Pierre (1994), L’intelligence collective. Pour une anthropologie du cyberspace, París, La Découverte. Banco Mundial (1998-1999), Knowledge for Development, World Development Reports, p. 22. Yergin, Daniel (2011), The quest: Energy, security, and the remaking of the modern world, Reino Unido, Penguin.
Hacia un nuevo Sistema Nacional de Investigadores que contribuya al desarrollo equilibrado del país Javier Esteinou Madrid*
EL ORIGEN
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ontrario a las posiciones oficialistas que explican reiteradamente que el Sistema Nacional de Investigadores (SNI) surgió en el país con la expedición del Decreto Presidencial el 6 de diciembre de 1983 en el gobierno del presidente Miguel de la Madrid Hurtado, como un proyecto integral planificado de largo plazo del Estado mexicano para impulsar el desarrollo de la ciencia, la tecnología y la innovación, desde un ángulo crítico se observa que la verdadera razón que le dio vida en plena crisis del Estado benefactor de la década de 1980, fue la necesidad coyuntural de la clase política del momento para encontrar un mecanismo que contribuyera a solucionar una parte del problema financiero de la educación superior en el país. Así, con el fin de resolver de manera ágil y controlada, por una parte, la presión magisterial que demandaba el alza de los ingresos universitarios, por otra se intentaba reducir la deserción de los investigadores del quehacer científico y, finalmente, evitar la fuga de cerebros nacionales hacia los países más desarrollados, el Estado creó el SNI para enfrentar tales contradicciones estructurales. Así, su gestación no respondió a la creación de una política científica del Estado mexicano concebida con visión de largo aliento para impulsar la expansión de la ciencia en México, sino fue una mera solución política coyuntural muy rentable que llevó a cabo el gobierno en turno para resolver de manera superficial la crisis de depauperización salarial académica * Profesor-investigador en el Departamento de Educación y Comunicación de la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Xochimilco, México [jesteinou@gmail.com].
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que estalló en la etapa de colapso del patrón de acumulación de capital nacional en la década de 1980. De esta forma, no incrementó los ingresos universitarios de manera permanente, ni uniforme, ni integrada al salario base, ni con prestaciones laborales definitivas; sino sólo introdujo un mecanismo meritocrático y elitista para otorgar provisionalmente incrementos económicos a partir de la productividad en el ámbito científico que demostraran los universitarios interesados en obtener dichos apoyos financieros. Así, paradójicamente el SNI no emergió como la organización de un proyecto científico estructural del Estado cuya misión fuera fortalecer estratégicamente, a largo plazo, el progreso de la ciencia y la tecnología en el país; sino nació como un programa parche para solucionar provisionalmente el fuerte conflicto económico-laboral que enfrentaba el viejo Estado benefactor inmerso en una severa crisis sistémica.1 El Estado evitó resolver la creación de una política pública de fuerte impulso científico-técnica, dejándola operar históricamente como una simple válvula de escape meritocrática para enfrentar someramente el problema de la exigencia recurrente de incremento salarial de los académicos. Mediante ello, se introdujo una directriz salarial paralela a la formalmente laboral con el fin de complementar el ingreso universitario mediante un mecanismo de pago a destajo intelectual basado en la relación “¡si demuestras producir mucha investigación, ganas mucho; si produces poca investigación, ganas poco!”; y no en la creación de una política pública de generación de los conocimientos fundamentales que requiere tener el modelo de desarrollo del país para resolver sus grandes contradicciones de crecimiento. En este sentido, la fundación del SNI correspondió a la aplicación de una simple solución provisional “a la mexicana” para evitar la prolongación de la crisis académica de los profesores universitarios y el desabasto mental de cerebros especializados formados en la nación. Esto mediante la entrega de estímulos económicos gradualizados según fueran las virtudes académicas que documentara cada investigador nacional al evaluar periódicamente su productividad intelectual.
1 Al respecto véanse los testimonios históricos de los fundadores de Sistema Nacional de Investigadores (SNI) expuestos en el Foro: “Reflexiones en torno al Sistema Nacional de Investigadores: retos y perspectivas de la ciencia en México”, Rectoría de Unidad, Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Xochimilco, Sala del Consejo Académico, Ciudad de México, 26 al 27 de abril de 2012.
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Pese a este origen “benefactor” dicha institución se expandió con un promedio de crecimiento del 10% anual, ocasionando que a la fecha existan aproximadamente 20 000 investigadores nacionales en el país, de los cuales la mayor parte se encuentran concentrados en el Distrito Federal (UNAM, UAM, Instituto Politécnico Nacional, El Colegio de México etcétera) y los principales centros industriales del país.
SUS FRUTOS
No obstante las causas coyunturales del surgimiento del Sistema Nacional de Investigadores, desde su fundación a la fecha, dicha institución funcionó como un organismo oficial del gobierno mexicano que alcanzó diversos logros. Desde el punto de vista de sus directivos, entre los aspectos más relevantes que ha conquistado a través de sus 28 años de vida, destacan, entre otros, los 14 siguientes: 1. Colaboró a que los investigadores en diversas áreas de las ciencias se arraigaran en el país, evitando parcialmente el éxodo de cerebros mexicanos hacia el exterior. 2. Integró administrativamente a una comunidad científica en la República que no se había articulado antes. 3. Profesionalizó el quehacer de la investigación al crear un sistema de entrega de reconocimientos académicos y de apoyos económicos para los investigadores, permitiendo redignificar el trabajo de investigación en los centros de educación superior. Mediante ello, le devolvió el prestigio cultural que merece el científico en México. 4. Con el otorgamiento de becas y estímulos colaboró a fortalecer cierta parte de la planta humana de base en las universidades dedicada a la investigación en México. 5. Reforzó lentamente la descentralización de la ciencia en el país. Incluso, en algunos casos promovió la desconcentración de los científicos al otorgar un salario mínimo más a los investigadores si éstos radican en las provincias de la República Mexicana. 6. Ayudó a formar una nueva generación de profesores e investigadores en diversas áreas del conocimiento. 7. Propició la formación de una “cultura de calidad” en el terreno de la producción intelectual que transformó la forma académica
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de trabajar en la República e introdujo un modelo administrativo para medirla periódicamente.2 8. Consolidó en el ámbito académico laboral una nueva categoría denominada “Investigador nacional”. Derivada de esta distinción hoy existen cuatro niveles cualitativos de investigador nacional: Candidato, Nivel I, II y III con requisitos académicos específicos para cada categoría. Por ejemplo, las exigencias para pertenecer a cada categoría en el área V de Ciencias Sociales, son los siguientes:3 Candidato: Tener el grado de doctor, haber publicado en los tres años anteriores a la solicitud, un mínimo de un artículo o capítulo de libro, como autor único o primer autor (de acuerdo con los usos de cada disciplina) en revistas científicas, académicas o editoriales de prestigio, o dos trabajos como coautor dentro de una misma línea de investigación. Nivel I: a) Tener una línea definida de investigación. b) Haber publicado un libro original o un mínimo de cinco artículos en revistas científicas o académicas, capítulos de libros, mapas de investigación. También se tomarán en cuenta los libros coordinados, antologías y compilaciones que incluyan la participación personal de investigación original. c) Demostrar participación en labores docentes y en la formación de recursos humanos.
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Rosaura Ruiz y Bruno Velázquez, “Sobre el Sistema Nacional de Investigadores”, El Universal, México, 6 de mayo de 2012 [www.eluniversal.com.mx]. 3 “Criterios internos de evaluación”, Área V: Ciencias Sociales, Sistema Nacional de Investigadores (SNI), Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), México, septiembre de 2012, páginas 5 y 6.
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Nivel II Además de lo señalado para el Nivel I: a) Tener una carrera de investigación consolidada, demostrada por obra publicada que incluya libros originales, artículos, capítulos de libros, reseñas, críticas, libros coordinados, antologías o compilaciones y ediciones o traducciones relevantes. b) Haber dirigido tesis de licenciatura y/o posgrado concluidas. Nivel III Además de lo señalado para el Nivel II: a) Haber realizado una obra científica que represente una reconocida contribución al conocimiento. b) Haber publicado obras de trascendencia en su(s) línea(s) de investigación. c) Tener liderazgo y prestigio internacionales, demostrado mediante reconocimientos o distinciones académicas, citas de calidad a sus obras (por autores reconocidos internacionalmente), reseñas a sus trabajos en revistas de circulación internacional, y similares. 9. Fortaleció la existencia de posgrados de mayor calidad en el país, especialmente de naturaleza regional. 10. Apoyó parcialmente la formación de una cultura subjetiva de la evaluación científico-académica nacional. Así, instauró un sistema sui generis de evaluación de la productividad científica de los investigadores, con lo que implantó un prototipo estándar de valoración del conocimiento. 11. Ser miembro del SNI se convirtió en un indicador de calidad y prestigio muy relevante para las universidades y los centros de educación superior, especialmente públicas, al grado que tales organismos emplean dichos elementos académicos como argumentos y factores de fuerte éxito institucional para negociar ante el Estado diversos incrementos en sus presupuestos emanados del erario público y de otras instancias internacionales: a mayor número de investigadores nacionales inscritos en una institución pública, mayor otorgamiento de presupuesto y apoyos del Estado, y viceversa.
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12. Favoreció el incremento de la producción y la difusión de un mayor número de artículos especializados en revistas de excelencia en ciencia y tecnología y en otros órganos de difusión universitaria. 13. Creó una masa de científicos cuya aportación intelectual especializada de conocimientos apoya la superación de la vida académica en el país. 14. Finalmente, el modelo administrativo-académico del SNI se convirtió en un prototipo educativo imitado por otros países, especialmente de América Latina. Con dichos logros institucionales el SNI favoreció la estabilización mínima del proceso de continuidad de la investigación universitaria en las últimas 3 décadas en México.
LOS DESAFÍOS ACTUALES
Sin embargo, no obstante los diversos logros obtenidos por el Sistema Nacional de Investigadores a lo largo de tres décadas desde el punto de vista de las autoridades formales, en la actualidad también es necesario considerar la existencia de diversas limitaciones que ha arrastrado a lo largo de su existencia y que han impedido su actual maduración como una sólida institución orgánica de Estado que impulse el desarrollo de la ciencia, la tecnología y la innovación en México. Dichas limitaciones provienen desde su diseño de origen al emerger como un proyecto parche del Estado mexicano con el fin de encarar el serio conflicto del aumento salarial de los universitarios y evitar la fuga de cerebros formados en los centros académicos nacionales; y no como la planificación consistente de una política estructural de Estado orientada hacia el avance de la ciencia, la tecnología y la innovación en el país.4 Herencia que en la actualidad sigue determinando de forma sustancial la manera de comprender el sentido de la producción científica, su evaluación y su vinculación con los proyectos de desarrollo social de la República. 4 “Agotado, el esquema actual del SNI, advierten científicos”, Semanario de la UAM, núm. 34, vol. XVIII, Órgano Informativo de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), Rectoría General, México, 7 de mayo de 2012, páginas 4 y 5 [www.uam.mx/semanario/].
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De esta forma, históricamente el SNI no se encuentra consolidado, sino que encara diversos obstáculos centrales que debe resolver para alcanzar otro nivel de madurez como institución promotora de la infraestructura científica en México.5 Entre los principales desafíos figuran los 20 siguientes aspectos, en el plano de las limitaciones de origen, impacto sobre la educación, vinculación con el desarrollo social, sistemas de evaluación y panorama laboral de los investigadores, particularmente en el ámbito de las ciencias sociales:
Limitaciones de origen 1. El SNI emergió como un proyecto asistencial de emergencia del Estado mexicano frente a la situación fallida de su propuesta en ciencia, tecnología e innovación en las últimas cuatro décadas en la República. Así, fundamentalmente ha servido para respaldar financieramente a los investigadores con el fin de atenuar la renuncia de los académicos del quehacer científico local y evitar con ello una mayor salida de investigadores profesionales que se forman en los centros de educación superior con presupuesto público nacional; pero no ha contribuido a formar nuevas directrices de producción de conocimientos en México. 2. El surgimiento del SNI refleja la grave ausencia de una política científica de largo plazo del Estado mexicano para impulsar la ciencia, la tecnología y la innovación, y dicho proyecto continúa navegando sin visión orgánica de nación. Es decir, no ha servido para alimentar, reordenar y planificar las políticas científicas en México, con base en los grandes problemas de la agenda nacional que es necesario solucionar, sino únicamente ha operado como una infraestructura de nivelación salarial de los académicos. 3. A diferencia de otros países el SNI no ha creado un nuevo sistema científico vinculado con los grandes desafíos de crecimiento en México, sino se ha restringido que aumente la deserción intelectual en las diversas áreas de investigación del conocimiento y la evasión de la inteligencia nacional. 5 “Urge modificar el Sistema Nacional de Investigadores”, La Jornada, México, 3 de mayo del 2012, página 43.
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4. No existe una política científica integral de largo plazo que promueva el desarrollo de la ciencia, la tecnología y la innovación en el país; sino sólo se autoriza la aplicación de mecanismos burocrático-administrativos compensatorios salariales para que los universitarios no abandonen su compromiso con la ciencia.
Impacto sobre la educación 5. La lógica de operación del Sistema Nacional de Investigadores ha pervertido fuertemente un segmento de la dinámica educativa en el país al valorar más las actividades que premia este régimen burocrático-administrativo para otorgar a los académicos los estímulos financieros (becas, “prides”, nuevos “reconocimientos”, promociones, etcétera), y no valora las obligaciones básicas que exige el proceso integral de impartición de la enseñanza e investigación universitaria. Es decir, retomando las reglas de la “modernidad globalizada” monetarizó la dinámica académica, dándole mayor prioridad a lo que deja ganancias económicas, y no a las tareas elementales que constituyen el modelo pedagógico de enseñanza e investigación universitaria. Así, a lo largo de casi tres décadas produjo una transferencia monetaria condicionada y privilegiada del sector estatal, al sector de los académicos destacados, y no creó una directriz estructural de largo plazo para el desarrollo integral de la ciencia y la educación en el país dentro del marco de la sociedad de la información y el conocimiento. De esta forma, el SNI se convirtió en una de las modalidades más acabadas a través del cual el modelo del mercado de la nueva etapa del neoliberalismo globalizado penetró en el proceso de la enseñanza y la investigación en los centros de enseñanza superior en México. 6. Existe una fuerte ruptura entre el conocimiento científico que se produce en las universidades y su vinculación con la resolución de los grandes problemas de la agenda nacional. El desarrollo del país requiere con mayor urgencia la generación del “conocimiento científico orgánico” para saber hacia dónde caminar en el futuro con mayor certeza como nación autosuficiente, pero éste no se canaliza en dicha dirección, sino una vez generado por los investigadores del SNI, la masa de nuevos conocimientos se deja espontáneamente a
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expensas de la dinámica de aprovechamiento de los intereses del mercado, y no se orienta para ser utilizado con las reglas de la planificación para la sobrevivencia social con el fin de contribuir a solucionar los grandes antagonismos de crecimiento de la nación.6 En este sentido, el conocimiento y la innovación generada en los centros de educación superior públicos termina financiando más el avance de los consocios empresariales trasnacionales privados y no la estructura de empresas de servicio público o comunitarias en el país. Lo anterior se “traduce en una muy pobre contribución del conocimiento científico al desarrollo nacional, lo que representa costos muy altos para la sociedad mexicana”.7 7. El acceso a la ciencia por parte del Estado se busca más como un elemento de prestigio ante los indicadores de crecimiento mundial que exigen los organismos internacionales, pero no como un insumo estratégico para alcanzar un estándar equilibrado de crecimiento social. Prueba de ello es que el Estado no cumple con su obligación legal de destinar el 1% del producto interno bruto (PIB), que por ley debe destinar para el fomento de la ciencia y la innovación en el país.8 Así, los resultados del Sistema son utilizados, por un lado, por las instituciones de educación superior para respaldar la obtención del financiamiento público y, por otro, por las instituciones de gobierno para posicionarse en los índices de desarrollo internacional que exige la OCDE y no para reformular sus políticas de generación de conocimientos.9 8. En oposición a los múltiples discursos oficiales de las autoridades que señalan reiteradamente que el mejoramiento académico de
6 “La ciencia, vital ante los desafíos del planeta: G-Science”, La Jornada, México, 2 de mayo de 2012, página 1. 7 “Los científicos no son requeridos por los tomadores de decisiones”, La Jornada, México, 18 de mayo de 2012, página 2-A. 8 “El gasto en ciencia y tecnología en México es raquítico. Entre los países que conforman la OCDE México se ha ubicado, desde 2008, en los últimos lugares de inversión en estos rubros (nunca superando ni 0.4% del PIB, cuando el promedio de esta inversión en la OCDE es de 2,28%)”. Rosaura Ruiz y Bruno Velázquez, “Sobre el Sistema Nacional de Investigadores”, El Universal, México, 6 de mayo de 2012 [www.eluniversal.com.mx] “Los científicos no son requeridos por los tomadores de decisiones”, La Jornada, México, 18 de mayo del 2012, página 2-A. 9 “Mostró Calderón claro desdén por la ciencia: Academia Mexicana de Ciencias (AMC)”, La Jornada, México, 9 de mayo de 2012, página 1.
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los posgrados en México se debe a la presencia de miembros del SNI dentro de éstos, la verdad es que la evolución de las diversas maestrías y doctorados en el país no se ha gestado por el cultivo de una motivación heurística de los estudiantes por avanzar por los caminos complejos del conocimiento especializado; sino se ha forjado porque el esquema administrativo del SNI exige a los aspirantes contar con un posgrado consolidado como requisito indispensable para formar parte de dicho Sistema Nacional privilegiado distribuidor de recursos económicos complementarios para los universitarios. De esta forma, la demanda creciente de los universitarios por el acceso al SNI no proviene del interés por avanzar en el exigente terreno del progreso científico para crear nuevos conocimientos o para descubrir nuevos aportes cognoscitivos que beneficien el avance social, o para resolver los diversos desafíos que plantea la ciencia contemporánea, o para progresar científicamente en la resolución de los grandes desafíos de la nación, etcétera; sino por el simple pragmatismo de sobrevivencia que les permita a los académicos gozar de un apoyo monetario extra para obtener una mejor calidad de vida. Esto debido a que tanto el Estado como su clase política correspondiente, durante las últimas tres décadas no se han interesado en resolver de fondo la añeja problemática salarial en las universidades y los centros de investigación superior. En este sentido, el SNI no ha cristalizado como institución estratégica del Estado para impulsar la ciencia y la innovación, pues la estimulación que continúa promoviendo entre los académicos no es el interés por la expansión del conocimiento científico, sino cumplir con los requisitos administrativos que se exigen para conquistar la percepción asistencial del estímulo económico mensual. Así, lo que se promueve institucionalmente entre los investigadores, dicha política de Estado, es la competencia por los recursos económicos para sobrevivir y no el fomento de la ciencia. 9. Aunque se demuestre la capacidad de ser un investigador nacional consolidado con muchas evidencias, el SNI no le concede al académico maduro la permanencia de los estímulos económicos, pues prefiere conservar la estructura de condicionamientos o “vigilancia” anual sobre su personal para que éste demuestre periódica-
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mente que continúa trabajando productivamente. En este sentido, el SNI adopta la posición de “no dar dinero por adelantado, o una definitividad en el estímulo económico, porque entonces ya no trabajaríamos”. Este pensamiento es verdaderamente denigrante y degradante. Sin embargo, si revisamos a nuestros familiares y amigos ante situaciones de la vida diaria, comprobaremos que tenemos atravesado y arraigado este pensamiento en la forma más depauperada posible. ¿Cuántas veces no hemos dicho, o al menos escuchado decir a algún conocido o amigo lo siguiente? “¡No! ¡No le des tanto de propina! ¡No! ¡No le des tanto por adelantado! ¡Ya no va a trabajar! ¡Se va a emborrachar con ese dinero! ¡No va a trabajar!”. Así, el SNI está operando sobre la comunidad científica con esta filosofía y cuando la gran mayoría de los investigadores no merecen un trato así y mucho menos se ha dado pie con el trabajo académico a que se nos trate de esta manera. Esta actitud filosófica —y ya no la mera posibilidad de perder la membrecía en una evaluación— más que malo, concretiza lo horrendo del SNI.10 10. La existencia del SNI por tres décadas “no ha revertido la inercia de la escasísima presencia de patentes y de productos nacionales relacionados con innovaciones y con desarrollos tecnológicos, ni se ha propiciado la óptima vinculación de los investigadores con diversos sectores productivos”,11 ni ha impactado en la construcción de nuevas políticas de investigación o de generación de conocimientos para el país. 11. Se tiene una visión deformada del investigador del SNI: el investigador es el que publica artículos, es citado y recibe una compensación económica mensual; y no el que produce conocimientos especializados útiles para contribuir a resolver los desafíos de la nación. 10
Adolfo Sánchez Valenzuela, “Lo bueno, lo malo y lo horrendo del SNI: una visita guiada por algunos rincones de la evaluación en el Área I”, Miembro de la Comisión de Evaluación del Área I, Periodo 2002, Sistema Nacional de Investigadores (SNI), Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), México, 1 de abril de 2002, versión PDF, página 15 [http://www.cicimar.ipn.mx/pesquerias/wp-content/uploads/2008/12/sobre-elsni.pdf]. 11 Rosaura Ruiz y Bruno Velázquez, “Sobre el Sistema Nacional de Investigadores”, El Universal, México, 6 de mayo de 2012 [www.eluniversal.com.mx].
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Vinculación de la producción científica con el desarrollo social 12. Después del enorme esfuerzo económico y humano realizado por las universidades, los centros de enseñanza superior y las áreas de investigación a lo largo de tres décadas en el país para generar conocimientos científicos especializados, el Sistema Nacional de Investigadores no ha edificado una base nacional de datos que permita rescatar y sistematizar lo que todos los años se descubre o ya se sabe en cada una de las ramas del conocimiento que institucionalmente apoya; sino sólo respalda la continuidad académica con la entrega de estímulos económicos provisionales para evitar la deserción de los científicos. No organiza, explota y canaliza el conocimiento generado por sus propios especialistas para crear políticas científicas que permitan hacer avanzar el desarrollo del mapa de conocimientos sobre la realidad mexicana o de la vida en general. Así, por ejemplo, después de casi 30 años de existencia del SNI no sabemos qué es lo que han aportado los biólogos para crear semillas más resistentes ante las plagas; qué es lo que han construido los físicos para proteger la atmósfera de los rayos ultravioleta en las principales ciudades de República; qué es lo que han señalado los sociólogos para saber si la sociedad ha evolucionado a una nueva fase de transición democrática o continúa en el mismo viejo sistema político anquilosado pero maquillado de moderno; qué han aportado los ingenieros para saber cuántos mantos acuíferos todavía se conservan puros en el subsuelo del país; qué han precisado los ecólogos sobre cuantas especies se encuentra en fase de extinción; qué es lo que han localizado los médicos para encontrar novedosos medicamentos frente al surgimiento de nuevas enfermedades locales; qué saberes han acumulado los geólogos para conocer qué regiones del país son más sísmicas que otras; qué tanto se conoce sobre el genoma del mexicano para crear una mejor nutrición de la población, etcétera; cuando en realidad existe abundante información sobre estos hechos, pero tales conocimientos no se han organizado y se han abandonado a la dinámica de la espontaneidad de uso del mercado o anarquía nacional.
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Incluso existe una especie de desprecio sorprendente por parte del aparato burocrático del SNI hacia las aportaciones científicas producidas por los académicos de las diversas instituciones de educación superior, pues después de evaluar anualmente los expedientes, sin explotar esos conocimientos, el equipo administrativo amenaza a los investigadores que pasen a recoger su documentación a más tardar en dos meses a partir de su calificación por las Comisiones Dictaminadoras, pues de lo contrario “ese conocimiento será destruido por el propio SNI”. Así, en plena modernidad se ha llegado a la paradoja institucional aberrante donde con muchos esfuerzos el SNI financia la continuidad de la investigación en México, y después su aparato administrativo anuncia la ultimación de los conocimientos forjados por falta de espacio para guardarlos o la ausencia de políticas informáticas para aprovecharlos. Cuando más de manera ocasional una de las instituciones que difunde dichos progresos de la investigación es el Programa de Ciencia y Tecnología Para el Desarrollo de México (PCTI), que publicita por correo electrónico a los miembros del Poder Ejecutivo, a los sectores de ciencia y tecnología y a las diversas áreas de conocimientos del SNI, el anuncio de “Casos de éxito de investigación con impacto en México”,12 donde se dan a conocer algunos avances en esta materia. Ante ello, debemos preguntarnos ¿dónde queda esa masa gigantesca de conocimiento nacional que producen anualmente los académicos, y que no se sistematiza para saber en qué porcentaje y nivel hemos progresado sobre el discernimiento de nuestras diversas realidades nacionales y cuáles son sus posibles alternativas de solución? 13. El saber especializado generado en México por los investigadores nacionales se desperdicia por el Estado y es reaprovechado astutamente por los consorcios monopólicos trasnacionales privados, sin que esto les implique costo alguno.
12 El Programa de Ciencia y Tecnología Para el Desarrollo de México (PCTI) es organismo sin fines de lucro que no tiene costo para los autores ni para los lectores, cuyo fin es dar a conocer ocasionalmente algunos productos de investigación, a través de su publicación denominada “Casos de Éxito Con Impacto en México” [http://pcti.mx].
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Sistemas de evaluación 14. Se mantiene la pauta de la calificación científica que proviene de los criterios internacionales de la globalización neoliberal y se abandonan los criterios del conocimiento especializados para el impulso del crecimiento interno de la nación. Marcos tradicionales de evaluación que provienen de la visión globalizada del proyecto pragmático de la ciencia productivista, y no desde la concepción de la “ciencia orgánica” para elevar la calidad de vida de la población. 15. Dentro de los criterios de valoración científica del SNI las ciencias duras cuentan con mayor legitimación en sus métodos y resultados de investigación y a las ciencias sociales y humanistas las Comisiones Evaluadoras les otorgan menos reconocimiento en sus metodologías y aportaciones científicas. 16. Derivado de lo anterior, la evaluación de la producción de las ciencias sociales es efectuada desde la camisa de fuerza mental que impuso el paradigma del método de las ciencias duras o exactas, sin validar las especificidades de calificación que corresponden a otras vertientes humanistas. Dicho método mide el valor de las aportaciones científicas con citas, publicaciones en revistas indexadas, registros en índices internacionales, impacto de las publicaciones, número de artículos difundidos, “Factor H” de importancia del ensayo científico, etcétera; y no a partir de la aportación elemental de estos conocimientos universitarios para propiciar la resolución de los fuertes conflictos que tenemos que sanjar para sobrevivir. Así, el SNI continúa calculando el resultado de la producción científica con los criterios de evaluación cienciométricos de las ciencias duras, que miden a la ciencia como un instrumento-mercancía y no como el impacto social del conocimiento para la transformación del entorno humano.13 Esto ha propiciado el fenómeno de la 13 Para contar con un panorama más amplio sobre las tendencias de evaluación neoliberal en el campo de la educación en México, consultar el excelente texto de Hugo Aboites, La medida de una nación: los primeros años de la evaluación en México. Historia de poder y resistencia (1982-2012), Universidad Autónoma Metropolitana, unidades Iztapalapa y Xochimilco, Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (Clacso)/Ítaca, México, julio de 2012, 984 páginas.
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puntitis que lleva a preocuparse por la cantidad de la productividad y no la calidad de los productos científicos elaborados. Ante ello, hay que considerar que los propios matemáticos pertenecientes a las ciencias duras han afirmado que “los números no son superiores a los juicios inteligentes”. 17. Existen dificultades para definir cómo medir en las ciencias sociales y humanidades el equivalente que se da en el campo de las ciencias duras con el registro de patentes para ser aprovechadas por el aparato productivo. ¿Tres artículos especializados en ciencias sociales y humanidades son igual a una patente en otras áreas del conocimiento, o cuál es la medida correspondiente para ser justo? 18. Las Comisiones Evaluadoras de las diversas áreas de conocimientos del SNI se encuentran muy presionadas por el enorme volumen de expedientes que cada año deben examinar. Simplemente en el año 2012 se recibieron aproximadamente 5 000 expedientes (2 000 de nueva incorporación y 3 000 de renovación tradicional) que tuvieron que ser revisados por las Comisiones Dictaminadoras compuestas por pocos miembros. Esta realidad provoca que los casos de los académicos sean valorados de manera superficial, deficiente, incompleta, o “atrabancada”, predominando la “subjetividad anímica” o la “percepción coyuntural” de los dictaminadores y no sean considerados con la objetividad y el respeto que merece el esfuerzo académico que realiza cada investigador. Dicha situación se refleja en los dictámenes finales tan excesivamente escuetos o crípticos que entregan las Comisiones al candidato como resultado de su evaluación, sin detallar mayor fundamentación sobre la decisión adoptada.
Panorama laboral de los investigadores 19. Cada vez más un porcentaje mayoritario de la población del SNI se encuentra envejecida sin opción para renovarse, pues no se ha solucionado el aspecto económico de fondo correspondiente a la jubilación de los mismos, al no indexar el estímulo al salario base de los investigadores. 20. Finalmente, al no formar parte del salario real los estímulos del SNI, sino funcionar como becas académicas provisionales, se exclu-
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yen de ese monto financiero todas las prestaciones laborales reales que le corresponden a un trabajador (aguinaldo, vacaciones, pensión, etcétera). Por otra parte, los recursos otorgados están indexados al salario mínimo que se devalúa constantemente afectando el valor del estímulo percibido. Si dejan de pertenecer al SNI los académicos pierden hasta 70% de su salario mensual.14 Todo ello obstaculiza sustancialmente la renovación de la planta de investigadores nacionales por jóvenes estudiosos de las nuevas generaciones, ya que los investigadores de mayor edad se ven impedidos para retirase en condiciones dignas. Esto ocasiona que la dinámica de renovación de los investigadores en las universidades sólo se dé “cuando éstos salen con los pies por delante”.15 El conjunto de estas realidades refleja la necesidad ineludible de que el resuelva dichas contradicciones para superar sus limitaciones históricas de origen e impulse el verdadero desarrollo científico del país. SNI
PROPUESTAS
Desde la década de 1980, cuando surgió el SNI, a la fecha, el país evolucionó drásticamente: de ser una nación en crisis al finalizar el siglo XX, pasó a ser una nación extraviada en su proyecto de desarrollo global en la segunda década del siglo XXI. Así, en este lapso de tres décadas observamos que en nuestra sociedad el salario mínimo se degradó en más del 65%; las principales ciudades entraron en procesos de degeneración salvaje; el campo alcanzó su mayor abandono sectorial, aumentando las migraciones hacia Estados Unidos; el sistema educativo se colapsó al grado de ser hoy una sociedad de alumnos reprobados y de maestros que se oponen a su evaluación magisterial; la población se depauperó en más de 50% teniendo que ampliar su jornada de trabajo, horas extras para sobrevivir; las áreas verdes entraron en un proceso creciente de destrucción
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“Agotado, el esquema actual del SNI, advierten científicos”, Semanario de la UAM, núm. 34, vol. XVIII, Órgano Informativo de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), Rectoría General, México, 7 de mayo de 2012, páginas 4 y 5 [www.uam.mx/semanario/]. 15 “Urge modificar el Sistema Nacional de Investigadores”, La Jornada, México, 3 de mayo de 2012, página 43.
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de más de 800 mil hectáreas anuales; el desempleo avanzó notablemente impulsando la economía informal; la deserción escolar avanzó 22%; los partidos políticos dejaron de representar a los ciudadanos; las especies animales como cadenas de reproducción de la vida se extinguieron 30% más; la población evolucionó de 70 millones de habitantes a 114 millones hoy día; el modelo monopólico de economía se reforzó desproporcionadamente; la depresión cundió como epidemia psíquica en el país; la importación de patentes se incrementó 25%; la inseguridad aumentó en todas las metrópolis del país dejando un saldo de guerra de 70 000 muertos, etcétera. Sin embargo, en ese largo periodo de colapso de la República que se le ha calificado por los gobiernos en turno de “modernización” y de “competitividad” nacional, el SNI evolucionó de 1 396 investigadores cuando se fundó en 1983, a casi 20 000 investigadores que hoy están reconocidos por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) en el 2012. Ante esta situación una de las preguntas fundamentales que es necesario hacer es ¿de qué ha servido el conocimiento producido en tres décadas por los investigadores del SNI para tratar de evitar el proceso de avance del deterioro nacional? Frente a esta situación la respuesta es que dichos conocimientos han sido poco utilizados para salir de la crisis civilizatoria de la República en la que se encuentra el país, pues el remolino de la realidad nacional avanza por una dirección y el desenvolvimiento de la ciencia local y regional por otro muy distinto. Es por ello que ante los diversos desafíos que encara el Sistema Nacional de Investigadores en la segunda década del siglo XXI, no hay que reprobar a dicho organismo como lo ha efectuado la Auditoria General de la Federación del Congreso de la Unión en su diagnóstico sobre tal institución en el 2012; sino hay que enjuiciar a las directrices irresponsables de Estado que no ha formado una política de corto y largo plazo para el desarrollo de la ciencia y la tecnología en la nación. En este sentido, de ninguna manera se debe cancelar el SNI como lo han propuesto algunas fracciones políticas del Poder Legislativo, sino al contrario es necesario reestructurarlo y actualizarlo urgentemente con nuevas propuestas que permitan refundar ampliamente el proyecto científico de México. De esta manera, así como hoy día es necesario transformar el modelo económico para que ofrezca más empleos a la población, la Constitución Política Mexicana para que refleje los cambios profundos que ha
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vivido la sociedad en las últimas décadas, el pacto social para que exista paz en la República, a los partidos políticos para que representen las principales demandas de los ciudadanos y no sus intereses grupusculares, los hábitos irresponsables del uso del agua y de otros recursos no renovables, etcétera; ahora, de igual forma, es necesario transformar profundamente al Sistema Nacional de Investigadores para que sea un organismo que valore con mayor virtuosismo el esfuerzo intelectual de sus académicos, fortalezca la estructura de remuneraciones económicas de los investigadores, abandone las prácticas discrecionales o subjetivas con las que evalúa y aproveche la sabiduría producida por los académicos para propiciar el desarrollo de la sociedad a partir de la difusión de los resultados del conocimiento científico. Entre los cambios necesarios para corregir algunas de las desviaciones históricas originales que sigue arrastrado el SNI a lo largo de muchos años figuran, entre otras, las siguientes 10 alternativas en el ámbito de la planeación estructural, la vinculación con la sociedad y la evaluación de la producción científica.
En el ámbito planeación estructural 1. Es necesario crear una nueva política de Estado integral de ciencia, tecnología e innovación que, por una parte, impulse plural y equitativamente el desarrollo de esta materia dentro del marco de la sociedad del conocimiento y no dentro de un programa económico asistencial para evitar el derrumbe académico en el país; y por otra, vincule la producción de la ciencia con la resolución de los grandes problemas nacionales. Por ejemplo, Brasil encontró sus nuevos yacimientos petroleros debajo de las plataformas marinas mediante el aprovechamiento los conocimientos creados por sus investigadores matemáticos a través de algoritmos avanzados que enviaron hondas que reflejaron la existencia de dichos recursos en el fondo del mar. 2. Se debe utilizar la riqueza de producción científica generada por los investigadores del SNI como una herramienta para la planeación nacional y no sólo como simple indicador de valoración de la producción individual de los académicos.
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3. Se requiere proyectar la ciencia en México como un instrumento estratégico que detone el crecimiento nacional, como ocurrió en Corea, Brasil, Taiwán, Japón, etcétera; y no únicamente como un factor numérico de desarrollo con el cual se debe cumplir para satisfacer las exigencias formales de los organismos internacionales. 4. Es necesario fortalecer la carrera de investigador nacional como categoría específica especializada dentro del ámbito de la educación superior.
En el ámbito de la vinculación con la sociedad 5. A principios del siglo XXI la cruda realidad de la nación ya no aguanta un programa de ciencia y tecnología que no se vincule con la resolución de las grandes prioridades de la agenda nacional; sino que se requiere contar con un proyecto de ciencia útil que permita reorientar el proyecto de crecimiento nacional en sus diversas áreas de expansión. Por ello, se debe aprovechar estratégicamente el conocimiento generado por los investigadores del SNI a lo largo de tres décadas para sistematizarlo rigurosamente por áreas y niveles epistemológicos particulares con el fin de contar con una reserva de descubrimientos sistemáticos que permitan impulsar la expansión del país en cada uno de sus rubros de crecimiento.
En el ámbito de la evaluación de los investigadores 6. Es necesario que los procesos de evaluación de la producción científica que elaboran los investigadores sea dictaminada con criterios o tabuladores más precisos, pues las directrices actuales privilegian la práctica de la subjetividad amplia, la discrecionalidad y hasta el “amiguismo gremial”, por sobre la aplicación de la objetividad imparcial. Para ello, cada área de conocimiento deberá elaborar nuevos tabuladores acordes con su terreno de valoración de sus conocimientos específicos, mediante el cual aprecie de forma más
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integral los resultados de la investigación de sus miembros. Si la mayoría de las universidades cuentan con tabuladores muy precisos para calificar periódicamente la producción intelectual de sus académicos, no se entiende por qué el Sistema Nacional de Investigadores, que es el máximo organismo de la investigación nacional, no posee los suyos de forma suficientemente puntuales para medir los frutos de sus miembros. 7. Con el fin de evitar que el modelo de las ciencias duras continúe prevaleciendo como criterio eje dominante para evaluar a las humanidades y las ciencias sociales, basado en la consideración del número de citas, la publicación en revistas indexadas, el registros en índices internacionales, el grado de impacto de las publicaciones, el número de artículos, el “Factor H” de importancia del artículo científico, etcétera; se deben incorporar los siguientes mecanismos de calificación más integrales: A. Ser evaluados a partir de un proceso de pares en el ámbito de cada conocimiento especializado. B. Incorporar más miembros evaluadores dentro de las Comisiones de Evaluación y agilizar las dinámicas de calificación que permitan atender de manera más objetiva el enorme volumen de expedientes que todos los años se deben tasar para otorgar el nivel correspondiente. C. Crear tabuladores cualitativos y cuantitativos muy precisos en cada área de las ciencias sociales y humanistas que ayuden a sopesar la productividad de los investigadores con gran claridad y eviten la vaguedad, especulación, favoritismos o discrecionalidad de los Comités Evaluadores. D. Calificar el mérito de la producción científica tomando en cuenta los siguientes cinco ejes valorales en los ámbitos académicos generales, la investigación, la docencia, la formación de grupos, la difusión y el impacto social: Generales — Considerar sustantivamente la trayectoria profesional del investigador para asignar su categoría correspondiente.
HACIA UN NUEVO SISTEMA NACIONAL DE INVESTIGADORES
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— Valorar la categoría académica que en el terreno de la investigación le otorga la propia institución donde labora, para ubicar con mayor nitidez los méritos previos del académico. Investigación — Apreciar cualitativamente los tres mejores trabajos en cada periodo de productividad. — Contemplar las principales aportaciones teóricas originales de cada académico en su terreno de investigación. — Reconocer relevantemente los premios o distinciones nacionales o internacionales otorgados por organismos académicos o gremiales calificados en cada rama del conocimiento. — Tomar en cuenta que en las ciencias sociales no se otorgan patentes, sino solamente derechos de autor. — Revalorar con mayor calidad a las revistas electrónicas, pues, cada vez más, los órganos de publicación de resultados de investigación dejan de imprimirse en papel y se trasladan al ámbito virtual. — Las citas que se valoran como referentes de impacto o trascendencia académica, no deben ser sólo las que aparecen incluidas en las revistas internacionales, sino las que están registradas a escala nacional en las revistas del “Padrón de excelencia” del Conacyt. Docencia — Valorar las tres principales aportaciones o experiencias en el campo de la docencia en cada periodo de evaluación. Formación de Grupos de Investigación — Considerar las diversas modalidades que existen en la formación de grupos de investigación, como son asesorías, participación en redes de trabajo, consultorías, etcétera; y no únicamente la dirección de tesis, pues este recurso académico terminal, cada vez, se exige menos como requisito obligatorio para graduarse en las universidades. De otra forma será crear una contradicción
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de embudo asfixiante el exigir que para avanzar en los escalafones meritocráticos del SNI todos los miembros cuenten con dicha actividad formativa, cuando este recurso es progresivamente más escaso en los centros académicos.16 Divulgación — Tasar las tres principales aportaciones de divulgación de la ciencia en el periodo de calificación. Impacto social — Examinar los tres principales impactos de la investigación en el ámbito de la ciencia y de las políticas públicas y privadas. — Considerar la forma como los resultados de la investigación son asimilados o incorporados dentro del desarrollo de las políticas públicas, institucionales o las dinámicas industriales. — Ubicar las citas a los trabajos sólo como un indicador complementario y no como criterio definitivo para medir la trascendencia social de la aportación científica. 8. Siendo que los apoyos financieros que otorga el Sistema Nacional de Investigadores son recursos públicos de la sociedad para financiar el desarrollo de la ciencia en México, con base en la Ley de Transparencia y Acceso a la Información Pública Gubernamental, todos los dictámenes de los evaluadores deben ser, por una parte, suficientemente detallados para conocer las razones precisas por las cuales se decide otorgar un nivel u otro a cada investigador, o se cancela su permanencia en el mismo; y por otra, deben indicar los aspectos que el investigador debe superar para mantenerse en el mismo o para ascender a otras categoría. Por lo tanto, todos los 16 Esta realidad se ha acentuado tanto en la etapa de la “modernidad educativa” del país que las instituciones educativas de educación superior para ser atractivas, se publicitan mercadológicamente ante la opinión pública como carreras o escuelas que no exigen el requisito de la tesis para obtener su título profesional. Así, esta política de “depauperización mental” universitaria al no realizar tesis como etapa formativa terminal, hoy se convirtió en un “plus mercadotécnico” para competir en el mercado educativo contemporáneo y atraer más aspirantes a las carreras “modernas”.
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dictámenes deben ser extensos y tendrán que ser publicados completos en la página electrónica del SNI.
En el ámbito de reaprovechamiento de los investigadores nacionales jubilados 9. A largo plazo, urge retornar a la estructura del salario digno para el trabajo académico que reinstale en las instituciones el verdadero proceso de construcción de los conocimientos, y que no cruce por la entrega de estímulos o becas extras, sino por la estricta estimación de la actividad académica propia de la realización del quehacer de la educación y la investigación superior en México. Esto significa que los apoyos monetarios que se reciben como estímulos deben formar parte del salario base que debe ser incluido en la jubilación de los académicos.17 10. Por último, con objeto de renovar la planta académica de los investigadores permitiendo la incorporación de los jóvenes, es necesario que el SNI junto con la Asociación de Universidades o Consejos Académicos especializados, construyan un proyecto de rescate de los investigadores jubilados para incorporarlos con honorarios simbólicos en los programas universitarios y aprovechar su experiencia en la formación de las nuevas generaciones. Esto puede implementarse mediante programas institucionales permanentes de conferencias, asesorías, colaboración en proyectos de investigación, creación de redes de trabajo, sistema de cátedras honoríficas, evaluaciones profesionales, participación en Consejos editoriales, etcétera, donde estén participando preferentemente los investigadores nacionales ya retirados. Finalmente, en la fase silenciosa de refundación histórica en que se encuentra la sociedad mexicana en casi todos sus niveles de desarrollo en la segunda década del nuevo milenio, demanda la presencia estratégica de las aportaciones de la ciencia y la innovación como brújulas luminosas 17
“Urge modificar el Sistema Nacional de Investigadores”, La Jornada, México, 3 de mayo de 2012, página 43.
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JAVIER ESTEINOU MADRID
que orienten el nuevo proyecto de país que se construye espontáneamente todos los días en México. No se puede considerar que la investigación, la producción de conocimientos y la innovación sean un lujo, sino es necesario ubicarlos como elementos estratégicos para detonar el cambio social y sobrevivir dentro del marco de la Tercera Revolución Industrial y de la Sociedad de la Información que hoy vive el mundo. Por ello, con la introducción de algunos de estos mecanismos correctivos se podrá contar con un nuevo Sistema Nacional de Investigadores más virtuoso que responda con mayor eficiencia a los desafíos científicos y de crecimiento global que demanda la convulsionada sociedad mexicana a principios del siglo XXI.
BIBLIOGRAFÍA
Aboites, Hugo (2012), La medida de una nación: los primeros años de la evaluación en México. Historia de poder y resistencia (1982-2012), México, Universidad Autónoma Metropolitana, Unidades Iztapalapa y Xochimilco / Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales / ÍTACA. Ruiz y Bruno Velázquez, Rosaura (2012), “Sobre el Sistema Nacional de Investigadores”, El Universal, 6 de mayo, México. “Agotado, el esquema actual del SNI, advierten científicos”, Semanario de la UAM. Órgano informativo de la Universidad Autónoma Metropolitana, vol. XVIII, núm. 34, México, 7 de mayo de 2012, pp. 4-5. “Criterios internos de evaluación”, Área V: Ciencias Sociales, Sistema Nacional de Investigadores (SNI), Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), Gobierno Federal, México, septiembre de 2012. Foro “Reflexiones en torno al Sistema Nacional de Investigadores. Retos y perspectivas de la ciencia en México”, Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Xochimilco, Sala del Consejo Académico, México, 26 al 27 de abril de 2012. “Programa de Ciencia y Tecnología para el Desarrollo de México (PCTI)” [http:// pcti.mx]. Sánchez Valenzuela, Adolfo, “Lo bueno, lo malo y lo horrendo del SNI: una visita guiada por algunos rincones de la evaluación en el Área I”, Miembro de la Comisión de Evaluación del Área I, Periodo 2002, Sistema Nacional de Investigadores (SNI), Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), México, 1 de abril de 2002 [http://www.cicimar.ipn.mx/pesquerias/wp-content/ uploads/2008/12/sobre-el-sni.pdf].
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Hemerografía “La ciencia, vital ante los desafíos del planeta: G-Science”, La Jornada, México, 2 de mayo de 2012. “Los científicos no son requeridos por los tomadores de decisiones”, La Jornada, México, 18 de mayo de 2012. “Mostró Calderón claro desdén por la ciencia: Academia Mexicana de Ciencias (AMC)”, La Jornada, México, 9 de mayo de 2012. “Urge modificar el Sistema Nacional de Investigadores”, La Jornada, México, 3 de mayo de 2012.
El Sistema Nacional de Investigadores y el desarrollo de la ciencia en México Patricia Gascón Muro*
INTRODUCCIÓN
L
a propuesta de creación de una Secretaría de Ciencia en México existe desde hace varios años. En 2008, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), en un documento titulado OECD Reviews of InnovationPolicy (Revisiones de la política de innovación), recomendó la creación de una Secretaría de Ciencia y Tecnología, o bien de Educación Superior, Ciencia y Tecnología, en nuestro país. La OCDE señalaba que este tipo de secretarías constituye una práctica frecuente en los países miembros de la organización y que sería un principio que valdría la pena considerar. Sus funciones se centrarían en diseñar políticas, coordinar el ejercicio del presupuesto destinado a la ciencia y la tecnología y supervisar las dependencias gubernamentales encargadas de implementar las políticas en la materia. La OCDE reconocía que la creación de una nueva Secretaría era irreal en esos momentos, pero señalaba que su instauración continuaba siendo una opción válida a considerar en el futuro (OCDE, 2008a). Y al parecer, el futuro llegó. En los últimos tiempos diversas voces se han sumado a la propuesta de instituir una Secretaría de Ciencia y Tecnología en México. El debate actual gira en torno a las funciones que la misma debería asumir y al hecho de si ésta debería integrar en su seno a la Educación Superior y a la Innovación. En septiembre de 2011, los senadores Francisco Javier Castellón Fonseca y Carlos Navarrete Ruiz presentaron una iniciativa con proyecto de decreto para crear la Secretaría
* Profesora-investigadora de la Universidad Autónoma Metropolitana. Directora de la División de Ciencias Sociales y Humanidades, UAM-Lerma. – 171 –
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PATRICIA GASCÓN MURO
de Ciencia y Tecnología. En enero de 2012 “Integrantes de la Academia Mexicana de Ciencias (AMC) retomaron la añeja propuesta de crear una secretaría de Estado en materia de ciencia y tecnología” (Olivares, 2012). La AMC se ha sumado a esta propuesta. La Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (ANUIES), acordó “contribuir a diseñar una política sectorial para la educación superior del próximo sexenio, a través de la presentación del documento Inclusión con responsabilidad social, una nueva generación de políticas de educación superior, el cual fue presentado, en mayo, a los candidatos a la Presidencia de la República” (ANUIES, 2012). Entre las propuestas que contiene dicho documento se encuentra la creación de la Secretaría de Educación Superior, Ciencia y Tecnología (Olivares, 2012a). Por su parte, La Asociación Mexicana de Directivos de la Investigación Aplicada y Desarrollo Tecnológico (ADIAT) promueve la instauración de una Secretaría de Educación Superior, Ciencia, Tecnología e Innovación (Canales, 2012). En el marco del XXIV Congreso de ADIAT, realizado en marzo del presente año en la ciudad de Monterrey, diversas instituciones académicas, de investigación y empresariales respaldaron la Declaración de Monterrey que establece diez objetivos estratégicos en el rubro de Ciencia, Tecnología e Innovación (CTI). Al evento asistieron, como invitados, los tres candidatos presidenciales que encabezaban las encuestas. Tanto Andrés Manuel López Obrador, como Enrique Peña Nieto y Josefina Vázquez Mota se comprometieron con la mencionada Declaración de Monterrey que tiene, entre sus objetivos, conformar la Secretaría de Educación Superior, Ciencia, Tecnología e Innovación (ADIAT, 2012). Es cierto que, a pesar de lo que indica el ambiente político, nada garantiza que el futuro presidente de México lleve a cabo el objetivo de crear una Secretaría de Ciencia, Tecnología e Innovación. Sin embargo, en esta ocasión, y a diferencia de ocasiones anteriores, la mayor parte de los actores involucrados en la materia impulsan activamente este proyecto. En todo caso, es un buen momento para reflexionar sobre el uso de los recursos públicos en el ámbito de la ciencia y la tecnología y acerca de los logros obtenidos. A continuación presentaremos algunos cuadros y gráficos que elaboramos a partir de los datos disponibles.1 Se debe señalar que en México, 1 Agradezco la colaboración de la doctora Celia Hernández Diego quien realizó la investigación estadística y elaboró los gráficos que se presentan en este artículo.
EL SISTEMA NACIONAL DE INVESTIGADORES Y EL DESARROLLO DE LA CIENCIA
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como en otros países, no existe un sistema consolidado y confiable de información en materia de Ciencia, Tecnología e Innovación. Los análisis que mostraremos en las páginas siguientes reflejan las lagunas e inconsistencias de los datos en la materia. Es por ello que nuestras afirmaciones deben ser tomadas con las reservas del caso.
EL GASTO FEDERAL EN CIENCIA Y TECNOLOGÍA Y SU IMPACTO EN LA PRODUCCIÓN CIENTÍFICA Y TECNOLÓGICA
Iniciaremos presentando la evolución del Gasto Federal en Ciencia y Tecnología (GFCyT) y la relación que guarda con el producto interno bruto (PIB). GRÁFICA 1
y GFCyT como % del PIB (2000-2012)
0.36
59 324
58 595
51 185 44 506
43 654
0.39 0.36
0.36
0.5
0.42
0.34 0.33
0.4
0.39 0.37
0.36
30 000
0.6
0.32
0.3
0.32
20 000
0.2
10 000
0.1
Porcentaje
0.39
40 000
43 862
46 771
42 540
42 993
GFCyT como % del PIB
40 907
Millones de pesos de 2012
50 000
43 294
GFCyT
51 649
60 000
53 816
GFCyT
0 2012 p/
2011 e/
2010
2009
2008
2007
2006
2005
2004
2003
2002
2001
2000
0
e/ Cifras estimadas. p/ Presupuesto original autorizado. FUENTE: José EnriqueVilla Rivera (2012), Estado actual de la ciencia, la tecnología y la innovación en México, Conacyt [http://www.adiat.org/es/documento/376.pdf], fecha de consulta: 24 de abril de 2012.
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PATRICIA GASCÓN MURO
Como se puede observar, no existe una política de Estado que asigne un porcentaje progresivo del PIB al GFCyT. Lo que se invierte en este rubro está por debajo de las recomendaciones internacionales y de lo que marca nuestra propia legislación en la materia. Si vinculamos la tasa de crecimiento del GFC y T con la de las patentes solicitadas y concedidas en nuestro país, con la de los egresos tecnológicos, con la del factor de impacto de las publicaciones y con la de egresados de doctorado, obtenemos los resultados que se muestran a continuación:
GRÁFICA 2
Tasa de crecimiento del GFCyT y tasa de crecimiento del total de patentes 25 22.3 20
20.7
20.3 18.4
18.4
18.9
15 Tasa de crecimiento (%)
13.8
12.1
10 7.7 6.2
4.9
5 1.5
4.9
3.4
0 -2.4 -5
-4.6 -7.8
-9.1
-10 TC GFCyT
Tasa de crecimiento del total de patentes
-15 2002
2003
2004
2005
2006
2007
2008
2009
2010
FUENTE: elaboración propia. Para los datos de GFCyT: SIICYT, Informe general del estado de la ciencia y la tecnología (2002-2010), México. Para los datos de tasa de crecimiento de patentes: IMPI (2011), Informe anual [http://www.impi.gob.mx/], fecha de consulta: 30 de marzo de 2012. NOTA: en los datos de patentes se incluye Patentes Solicitadas y Concedidas vía PCT (PatentCooperationTreaty).
EL SISTEMA NACIONAL DE INVESTIGADORES Y EL DESARROLLO DE LA CIENCIA
| 175
GRÁFICA 3
Tasa de crecimiento del GFCyT y tasa de crecimiento de egresos tecnológicos (en millones de dólares) 160 TC GFCyT
Tasa de crecimiento anual de egresos tecnológicos
142.4
140 120
Tasa de crecimiento (%)
100 80 64.9 60 40
51.4 36.3 32.9 22.2
39.3
20
22.0
12.1 4.7
0 -20
28.5
20.3
5.6
1.5 -2.6
2.9
-9.5 -25.6
-4.6
-26.6
-40 1996
1997
1998
1999
2000
2001
2002
2003
2004
2005
FUENTE: elaboración propia. Para los datos de GFCyT: SIICYT (1996-2000), Indicadores de actividades científicas y tecnológicas; y SIICYT (2002-2005), Informe general del estado de la ciencia y la tecnología, México. Para los datos de egresos: de 1981 a 1992: OCDE (2008). Base de datos. Main Science and Technology Indicators, volumen 2008/1 en INEGI (2009) [http://www.inegi. org.mx/prod_serv/contenidos/espanol/bvinegi/productos/integracion/pais/historicas10/Tema19_ Ciencia_Tecnologia.pdf], fecha de consulta: 3 de enero de 2012. De 1996 a 2000: SIICYT, Indicadores de actividades científicas y tecnológicas, México. NOTA: la balanza de pagos tecnológica es comúnmente referenciada por sus siglas BPT. Se utiliza para cuantificar todas las transacciones de intangibles (patentes, licencias, franquicias, etcétera) y de los servicios con algún contenido tecnológico (asistencia técnica) realizados por empresas de diferentes países. SIICYT, Informe general del estado de la ciencia y la tecnología, 2004 y 2007, México.
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PATRICIA GASCÓN MURO
GRÁFICA 4
Tasa de crecimiento del GFCyT y factor de impacto (número de citas recibidas/número de artículos publicados) 2003-2010 40
20
22.3
20.3 12.1 6.2
0 Tasa de crecimiento (%)
7.7
4.9
-4.6 -6.5
-20
-12.7 -21.6
-16.5 -33.8
-40
-50.0 -60
-80
-79.3 Factor de Impacto = Número de Citas Recibidas / Número de Artículos Publicados
TC GFCyT -100 2003
2004
2005
2006
2007
2008
2009
FUENTE: elaboración propia. Para los datos de GFCyT: (de 2003 a 2009), SIICYT, Informe general del estado de la ciencia y la tecnología, México. Para los datos de factor de impacto: de 2002 a 2009: Información estadística e indicadores [www.siicyt.gob.mx/siicyt/docs/.../ANEXO_ CAP3_2010.xls], fecha de consulta: 14 de noviembre de 2011.
Como podemos observar, el GFCyT no repercute de manera directa en el aumento de las patentes, ni en los egresados de los programas de doctorado. El GFCyT tampoco ha logrado disminuir la caída del factor de impacto de las publicaciones de nuestros investigadores, ni equilibrar la balanza de pagos tecnológica de nuestro país. Sería pertinente analizar las razones de ello, sobre todo si estos elementos se utilizan como indicadores para la evaluación en materia de ciencia y tecnología.
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EL SISTEMA NACIONAL DE INVESTIGADORES Y EL DESARROLLO DE LA CIENCIA
GRÁFICA 5
Tasa de crecimiento del GFCyT en relación con la tasa de crecimiento de graduados de programas de doctorado 25 22.3 20
18.7 18.4 15.8 13.8
Tasa de crecimiento (%)
15
11.9
12.1 10 7.7
6.7
6.2 3.2
5
7.1
4.9
0
-5
-4.6 TC GFyT
Tasa de crecimiento de graduados de programas de doctorado
-10 2004
2005
2006
2007
2008
2009
2010
FUENTE: Elaboración propia. Para los datos de GFCyT: Conacyt (de 2004 a 2010). SIICYT, Informe general del estado de la ciencia y la tecnología, México. Para los datos de graduados de doctorado: Conacyt (2010), Encuesta de graduados de doctorado, 2000-2010.
EL SISTEMA NACIONAL DE INVESTIGADORES Y SU PAPEL EN EL DESARROLLO CIENTÍFICO Y TECNOLÓGICO
Pasaremos a considerar la función que ha desempeñado el Sistema Nacional de Investigadores (SNI) dentro del desarrollo científico y tecnológico de México. Comenzaremos presentando la relación que existe entre la evolución del GFCyT y la del Sistema Nacional de Investigadores. Podemos ver que la tasa de crecimiento del SNI había mostrado una tendencia irregular pero creciente, hasta el año 2007. En términos generales, un incremento en la tasa de crecimiento en el GFCyT se acompañaba de uno en el SNI, salvo en los años 2000 y 2003. En contraparte, durante 1999, 2001, 2002, 2004 y 2006, a pesar de que bajaron las tasas de cre-
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PATRICIA GASCÓN MURO
GRÁFICA 6
Tasa de crecimiento del GFCyT y tasa de crecimiento del SNI, 1996-2010 60.0 TC SNI
TC GFCyT
51.4 50.0
Tasa de crecimiento (%)
40.0
36.3 32.9
30.0 22.3
22.0
20.3
20.0
18.4
14.7 10.8 10.0 5.2
7.4
1.7
7.6 5.6
7.0
7.4 3.0 4.7
0.0
12.1
1.5
10.9 6.2
11.5 8.9 7.7
6.0
0.0
6.6
4.9
-4.6
2010
2009
2008
2007
2006
2005
2004
2003
2002
2001
2000
1999
1998
1997
1996
-10.0
FUENTE: elaboración propia. Para los datos de GFCyT: SIICYT (de 1996 a 2000), Indicadores de actividades científicas y tecnológicas, México; SIICYT (de 2002 a 2010), Informe general del estado de la ciencia y la tecnología, México. Para los datos del SNI: 1996 a 2006: Conacyt (2007), Base de datos del SNI; para 2007, SNI Evaluación 2007 [http://www. Conacyt.mx/SNI/SNI_Evaluacion2007.pdf], fecha de consulta: 6 de enero de 2012. NOTA: el Sistema Nacional de Investigadores es comúnmente referenciado por las siglas SNI. El total puede no coincidir debido a que el reporte se generó después de los resultados de reconsideración.
cimiento del GFCyT, las del SNI aumentaron. A partir del 2007, inició una caída en las tasas de crecimiento del SNI, al margen de la trayectoria de las del GFCyT. Este comportamiento nos hace suponer que, para el Estado, el incremento del SNI fue prioritario hasta el 2007, ya que su ampliación se sostuvo a pesar de las disminuciones que se presentaron en el Gasto Federal de Ciencia y Tecnología.
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EL SISTEMA NACIONAL DE INVESTIGADORES Y EL DESARROLLO DE LA CIENCIA
El SNI ha mantenido una tendencia creciente, históricamente, del número de sus miembros; únicamente disminuyó en tres ocasiones (1993, 1994 y 1995), desde su fundación. Este Sistema ha mantenido un promedio de crecimiento del 10.3% anual, lo que lo ha llevado a pasar de 1 396 a 18 559 investigadores entre 1984 y 2012.
GRÁFICA 7
9 199
10 904
10 189
9 199
2003
7 466
8 018
7 252
2000
6 742
1999
5 969 1996
6 278
5 879
5 868
6 602
6 233
1995
3 774
3 458
3 019
1994
2 000
1 396
4 000
2 276
6 000
5 704
8 000
6 165
10 000
2002
12 000
4 666
13 485
Número de investigadores
14 000
12 096
15 565
Promedio histórico: 10.3
16 000
14 681
17 640
18 000
16 600
20 000
18 559
Miembros del Sistema Nacional de Investigadores: 1984-2012
2012
2011
2010
2009
2008
2007
2006
2005
2004
2001
1998
1997
1993
1992
1991
1990
1989
1988
1987
1986
1985
1984
0
FUENTE: elaboración propia con base en Conacyt (2010), Base de datos del SNI (para 1984 a 2010); para 2011 y 2012, Foro Consultivo Científico y Tecnológico (2012) [www.foroconsultivo.org.mx], fecha de consulta: 15 de marzo de 2012. NOTA: a partir de 2003 incluye las nuevas evaluaciones positivas vigentes al 1 de enero del siguiente año.
Si consideramos la tasa de crecimiento del SNI y la relacionamos con la de los indicadores de patentes; con la de la balanza de pagos tecnológica a partir de los egresos tecnológicos y con la del factor de impacto de las publicaciones, vemos que no guardan una correlación directa.
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GRÁFICA 8
Tasa de crecimiento del SNI y tasa de crecimiento del total de patentes 25.0 20.7
18.9
20.0
Tasa de crecimiento (%)
15.0
18.4 14.7
13.8 10.9
10.8
11.5
10.0
8.9 7.0 3.4
5.0
6.0
4.9
6.6
0.0
0.0
-2.4 -5.0 -9.1
-10.0
-7.8 TC SNI
Tasa de creimiento del total de patentes
-15.0 2002
2003
2004
2005
2006
2007
2008
2009
2010
FUENTE: elaboración propia. Para los datos de SNI (de 2002 a 2010), SIICYT, Informe general del estado de la ciencia y la tecnología; para 2011 y 2012, Foro Consultivo Científico y Tecnológico (2012) [www.foroconsultivo.org.mx], fecha de consulta: 15 de marzo de 2012. Para los datos de tasa de crecimiento de patentes: IMPI, Informe anual, 2011. NOTA: en los datos de patentes se incluyen solicitadas y concedidas vía PCT (Patent Cooperation Treaty).
Como podemos observar, el crecimiento del SNI no se ha traducido en un aumento del número de patentes registradas por mexicanos, ni en la disminución de los egresos de la balanza de pagos tecnológica y tampoco en una producción científica que impacte a nivel internacional. Por ello cabría preguntarnos ¿qué papel desempeña hoy el SNI?, ¿cómo podrá este Sistema contender con el incremento de los graduados de doctorado en nuestro país que buscan incorporarse al SNI y con la fuga de cerebros? ¿Continúa el SNI cubriendo los objetivos que le dieron nacimiento? Según el doctor José Ruiz Herrera, el SNI surgió debido a la situación económica que atravesaba el país en la década de 1980:
EL SISTEMA NACIONAL DE INVESTIGADORES Y EL DESARROLLO DE LA CIENCIA
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GRÁFICA 9
Tasas de crecimiento del SNI y tasa de crecimiento de egresos tecnológicos (millones de dólares) 160 Tasa de crecimiento anual de egresos tecnológicos
TC SNI
142.4
140 120
80
71.8 64.9
63 60 39.3
36.3
40
32.6
1.7
7.1
3.0
7.6
14.7
28.5 0
10.8
7
-2.6
-9.5
1999
1998
-26.6
1997
1996
1995
1994
1993
1992
1991
1990
1989
1988
1987
1986
1985
7.4
2.9
-18.3 -25.6
-40
3.0
-0.2 -5.6 -5.7
-11.6
-20
7.4
2005
8.1
5.2
2004
9.1
11.5
0
22.2
18 8.6 12.3 6.4
2003
19.2
22.2
2002
14.5
2001
23.6 20
2000
Tasa de crecimiento (%)
100
FUENTE: elaboración propia. Para los datos de SNI: SIICYT (de 2002 a 2010), Informe general del estado de la ciencia y la tecnología, México; y de 1985 a 2000: SIICYT, Indicadores de actividades científicas y tecnológicas, México. Para los datos de egresos, de 1981 a 1992: OCDE, Base de datos, Main Science and Technology Indicators, volumen 2008/1; de 1993 a 2005: Conacyt, SIICYT, Informe general del estado de la ciencia y la tecnología, 2004 y 2007, México. NOTA: la balanza de pagos tecnológica es comúnmente referenciada por sus siglas BPT. Se utiliza para cuantificar todas las transacciones de intangibles (patentes, licencias, franquicias, etcétera) y de los servicios con algún contenido tecnológico (asistencia técnica) realizados por empresas de diferentes países.
“Los que sean tan viejos como yo, recordarán que en aquella época antes de la creación del SNI, prácticamente la comunidad científica se dispersó; mucha gente no regresó del extranjero, otros emigraron, y otros dejaron la ciencia y se dedicaron a taxistas o a lo que fuese para poder tener un medio de vida” (Herrera, 2005:27).
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PATRICIA GASCÓN MURO
GRÁFICA 10
Tasa de crecimiento del SNI y tasa de crecimiento de publicaciones mexicanas en el Science Citation Index (1991 a 2006) 25 Tasa de crecimiento del SNI
Tasa de crecimiento de publicaciones mexicanas en el Science Citation Index
21.1 20
18.9
19.4
14.7
Tasa de crecimiento
15 13.2 10
11.8 8.1
10.2 7.4
7.1 7.8
5.2
5
10.9
10.8 7
7.6 5.5
7.4
3.0
1.7
3.2
10.1 8.6
8.6
5.8 0.9 0
0
2.2
-0.2 -5 -5.6
-4.5
-5.7
-10 1991 1992
1993 1994
1995 1996
1997 1998
1999 2000 2001
2002
2003 2004
2005 2006
FUENTE: elaboración propia. Para los datos de SNI: SIICYT, Informe general del estado de la ciencia y la tecnología, base de datos del SNI (1984-2010); para 2011 y 2012, Foro Consultivo Científico y Tecnológico (2012) [www.foroconsultivo.org.mx], fecha de consulta: 15 de marzo de 2012. Para los datos del crecimiento de publicaciones mexicanas (2008), Indicadores comparativos, Red Iberoamericana de Indicadores de Ciencia y Tecnología [http://www.ricyt.org/], fecha de consulta: 14 de marzo de 2012. NOTA: el Science Citation Index es comúnmente referenciado por las siglas SCI.
Ante este panorama, en palabras de uno de los fundadores del SNI, el doctor Salvador Malo Álvarez, surgió la idea de crear el SNI, debido a “una situación nacional de crisis financiera, de inflación que obligaba a la revisión de los salarios universitarios cada tres o cuatro meses. Es en ese contexto que surge la idea de desarrollar un instrumento, un mecanismo, que contribuyese a aliviar la difícil situación patrimonial de los investigadores” (Malo, 2005:39). Es común considerar que la función del SNI fue la de aumentar los salarios en medio de la crisis de 1984, específicamente a los miembros de la comunidad científica y ante “la imposibilidad de ofrecer un aumento sala-
EL SISTEMA NACIONAL DE INVESTIGADORES Y EL DESARROLLO DE LA CIENCIA
| 183
rial a todo el mundo” (Peña, 2005:25). Por lo que “el SNI resultó un apoyo fundamental para evitar la caída del poder adquisitivo de un sueldo que, por lo demás, ha continuado deteriorándose” (Martínez, 2005:24). Analizaremos primero la función básica del SNI: aumentar los salarios de los investigadores. Podemos decir que el SNI continúa desempeñando esta función. La pregunta es, ¿por cuánto tiempo más podrá hacerlo? El SNI ha sido cuestionado por quienes consideran que constituye un mecanismo elitista que no favorece la consolidación, ni el desarrollo, de la planta de investigadores en México. En la ocasión de las quintas reformas al Sistema, el Observatorio Ciudadano de la Educación, encabezado por un grupo de renombrados especialistas en educación superior, como Alejandro Canales, María de Ibarrola, Pablo Latapí Sarre, Felipe Martínez Rizo, Javier Mendoza, Carlos Muñoz Izquierdo, Elsie Rockwell, Roberto Rodríguez y Lorenza Villa Lever, sostuvo: No parece que ni el considerable incremento de los posgrados ni las políticas de becas para estudios de este nivel en el país o en el extranjero hayan incidido en forma significativa en el desarrollo del Sistema. Probablemente esto se deba a que se han incrementado paulatinamente los requisitos de ingreso; una de las consecuencias de este proceso ha sido que los beneficios privilegien sobre todo a los investigadores relativamente establecidos y menos a quienes aspiran a serlo (OCE, 1999:2).
Esta situación no sólo no ha mejorado con el paso de los años, sino que, el día de hoy, constituye una de las amenazas más serias para la supervivencia del SNI. Uno de los mayores retos que enfrenta este Sistema es el comportamiento de la tasa anual de graduados de doctorado, buena parte de los cuales postulan para ingresar al Sistema Nacional de Investigadores. En este rubro, nos interesa hacer notar que el número de graduados de doctorado se ha incrementado desde hace una década y que entre 2006 y 2010 se incorporaron, en promedio, 2 538 nuevos doctores por año, mientras que el promedio anual de nuevos investigadores del SNI en el mismo lapso fue de 1 299. Esto nos habla de que el Sistema va perdiendo su capacidad para responder a la creciente demanda de candidatos al Sistema (Cuadro 1). De continuar esta tendencia, la situación del SNI estará sujeta a presiones cada vez mayores que podrían poner en riesgo su viabilidad y su capacidad para incentivar la investigación en México.
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PATRICIA GASCÓN MURO
CUADRO 1
Graduados de programas de doctorado y crecimiento del SNI Año
Graduados
Tasa de crecimiento graduados
Número de SNI
1984 1985 1986 1987 1988 1989 1990 1991 1992 1993 1994 1995 1996 1997 1998 1999 2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010e/ 2011 2012
190 132 137 181 190 201 225 264 251 324 403 510 701 833 826 1 076 1 075 1 238 1 414 1 678 1 910 2 212 2 283 2 554 2 724 2 918 s/d s/d
-30.5 3.8 32.1 5.0 5.8 11.9 17.3 -4.9 29.1 24.4 26.6 37.5 18.8 -0.8 30.3 -0.1 15.2 14.2 18.7 13.8 15.8 3.2 11.9 6.7 7.1 s/d s/d
1 396 2 276 3 019 3 458 3 774 4 666 5 704 6 165 6 602 6 233 5 879 5 868 5 969 6 278 6 742 7 252 7 466 8 018 9 199 9 199 10 189 10 904 12 096 13 485 14 681 15 565 16 600 17 640 18 559
Tasa de crecimiento SNI
63.0 32.6 14.5 9.1 23.6 22.2 8.1 7.1 -5.6 -5.7 -0.2 1.7 5.2 7.4 7.6 3.0 7.4 14.7 0.0 10.8 7.0 10.9 11.5 8.9 6.0 6.6 6.3 5.2
e/ Datos estimados. s/d Sin datos. FUENTE: para los datos de graduados 1985, ANUIES, Anuarios estadísticos, 1985; Conacyt (2010), Encuesta de graduados de doctorado, 2000-2010. Para los datos de SNI (1984-2010): SIICYT (2010), Informe general del estado de la ciencia y la tecnología, base de datos del SNI; para 2011 y 2012: FCCyT (2012), “Indicadores”, Foro Consultivo Científico y Tecnológico [www.foroconsultivo.org.mx], fecha de consulta: 15 de marzo de 2012.
EL SISTEMA NACIONAL DE INVESTIGADORES Y EL DESARROLLO DE LA CIENCIA
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Si esta situación continúa, el SNI dejará de incentivar la permanencia de los investigadores en el país y se convertirá, aún más, en un mecanismo de élite y en un estacionamiento de investigadores, ya que las salidas del Sistema se retrasan debido a que las becas del SNI se pierden con la jubilación. Es por ello que nadie quiere abandonar el SNI y que, al mantenerse controlado su crecimiento, gran parte de los nuevos doctores que buscan ingresar a él, no pueden hacerlo, y presionan al propio Sistema, mientras que la planta del SNI envejece. Para contender con esta situación, los criterios de ingreso y permanencia se harán más estrictos para justificar la exclusión, incentivando el éxodo de científicos y el abandono de una carrera que la creación del SNI buscó fortalecer. Se habrá perdido así, la función central del propio Sistema Nacional de Investigadores. Para cumplir su objetivo, además, el SNI debería impedir la emigración de nuestros investigadores. A decir de la OCDE, sin embargo, hasta hace unos años este “inusual sistema” seguía protegiendo al país contra la fuga de cerebros (OCDE, 2008:49). Hoy día, el SNI no resguarda ya más a México contra la fuga de cerebros, ni asegura tampoco el atractivo de las carreras de investigación. Según cifras de la propia OCDE, la fuga de cerebros mexicanos hacia Estados Unidos se duplicó en el sexenio actual. Los 411 000 connacionales que laboraban en ese país en el 2005, se convirtieron en más de un millón en 2010. Se estima que emigraron 900 000 con estudios de grado y 125 000 con posgrado (Ortega, 2011). Rodolfo Tuirán, subsecretario de Educación Superior, ha señalado que: Si concentramos nuestra atención en estos últimos, puede decirse que por cada 15 personas residentes en México con licenciatura terminada, hay una más en el vecino país del norte. La pérdida relativa más significativa ocurre entre los mexicanos que tienen los niveles de escolaridad más altos: por cada cinco personas con maestría y tres con doctorado residentes en México, hay otra en Estados Unidos (Tuirán, 2009).
Como se desprende de la información que presentamos antes, el SNI no ha podido contender con la incorporación de los graduados de doctorado al sistema de investigación nacional. Tampoco ha sido capaz de detener la fuga de cerebros, de los profesionales que inmigraron, de “quienes se desplazaron en busca de salarios más elevados y de mejores oportunida-
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PATRICIA GASCÓN MURO
des laborales o de desarrollo profesional”, a decir del propio subsecretario. El SNI ha dejado entonces de ser un mecanismo para incentivar la permanencia de los investigadores en el país debido a que los que emigraron lo hicieron “en busca de salarios más elevados” que los que el Sistema les ofrece. Tenemos que generar mejores condiciones salariales, laborales y de desarrollo profesional en nuestro país, para conservar a nuestros profesionales e investigadores en México.
A MANERA DE CONCLUSIÓN: MÁS ALLÁ DEL SNI, PENSAR EL DESARROLLO CIENTÍFICO Y TECNOLÓGICO DE MÉXICO
En el fondo, más allá de todos los discursos y nobles intenciones, el principal atractivo del SNI sigue siendo un importante complemento salarial. Precisamente es este estímulo económico, y no la preocupación del futuro de la ciencia en México, lo que en realidad provoca la mayor parte de los debates alrededor del SNI. Por si fuera poco, el Conacyt desvía la atención de los problemas reales, poniendo la membresía en el SNI como un requisito para acceder a otros escasos apoyos económicos, a través del Programa Integral de Fortalecimiento del Posgrado y de las convocatorias de Proyectos de Investigación. Esto, a su vez, provoca que las universidades acepten las reglas de juego y establezcan la pertenencia al SNI como un pasaporte de acceso a altos niveles de becas (los cuales constituyen la mayor parte de los ingresos), así como a los apoyos mediante proyectos internos de investigación, lo que da razón a los críticos del SNI (Balankin, 2005:131).
Para el doctor René Drucker Colín hay que repensar profundamente el teniendo en mente adónde quiere ir la ciencia mexicana en las próximas décadas: SNI,
Hoy día la investigación en el mundo se hace a través de grandes grupos de investigación buscando áreas estratégicas importantes, problemas en los cuales nosotros pudiéramos ser exitosos en resolver, y creo que necesitamos repensar todo el sistema de evaluación del SNI [...]. Aquí, en el subsistema de la investigación científica, estamos intentando hacer algo de esa naturaleza, estamos tratando de identificar los grandes proyectos en los cuales el subsistema puede llevar a cabo proyectos que sean de gran im-
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pacto nacional e internacional y que nos permita –no se rían– pensar que dentro de veinte años vamos a tener dos premio Nobel, o sea, hay que buscar cómo le hacemos para lograrlo (Drucker, 2005:84).
Las risas que, en su momento, ocasionaron las palabras del doctor Drucker nos indican cuán lejos estamos de pensar así: de imaginar grandes proyectos y de trazar grandes metas. Pero, como bien señala él mismo, “hay que buscar cómo le hacemos para lograrlo” y concentrar en ello nuestros esfuerzos. Para terminar, traeremos a la memoria la frase del doctor Ruy Pérez Tamayo con la que cierra sus “Reflexiones sobre el SNI” y que hacemos nuestra: En mi opinión, sin el SNI hoy no habría ciencia en México, pero no sé si con el SNI la ciencia en México es mejor (Pérez Tamayo, 2005:112).
Es hora de pensar el futuro de la ciencia y de la tecnología en México y de redefinir el papel del SNI, convirtiéndolo en un verdadero impulsor de grandes proyectos que nos ayuden, tanto a resolver algunos de nuestros más acuciosos problemas nacionales, como a insertarnos, estratégicamente, en la economía del conocimiento.
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El Sistema Nacional de Investigadores y su impacto en el Sistema de Educación Superior Salvador Vega y León*
E
l desarrollo del Sistema Nacional de Investigadores (SNI) es vital para México. En la tarea de diagnosticar, revisar y evaluar críticamente el desempeño de esta instancia de impulso a la investigación, conviene reconocer ampliamente su importante papel en el desarrollo tecnológico, científico e incluso educativo superior de nuestro país, antes de plantear reflexiones sobre la problemática existente y propuestas para abordarla. En este contexto, es importante subrayar que como comunidad científica es deseable que tengamos un papel más activo en la toma de decisiones respecto de la reorientación necesaria y útil para el buen desarrollo del Sistema Nacional de Investigadores, buscando potenciar su papel en la ciencia, la tecnología y la educación superior en México. Este es un año clave que nos favorece como comunidad científica para tener un diálogo directo con los representantes de los partidos políticos y los candidatos que aspiran a la Presidencia de la República (2012-2018), sobre la base de una posición consensual que defina una clara visión de política pública nacional en torno a la ciencia, la tecnología y la educación superior a largo plazo y no sólo en un periodo sexenal. Debe quedarnos claro la impostergable necesidad de incorporar en la agenda pública nacional un renovado impulso a favor de las políticas científica, tecnológica y educativa superior para la primera mitad del siglo XXI, aunque considerando las diferentes posiciones en torno al papel que debe cumplir el Sistema Nacional de Investigadores. En este sentido, por un lado debemos distinguir entre la política gubernamental para el sistema de la ciencia, la tecnología y la innovación, de la * Rector de la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Xochimilco. – 191 –
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cual el SNI es sólo un instrumento, si bien fundamental y, por otro, la política para el sistema de educación superior, que dispone de sus propios instrumentos. Ello porque ambos sistemas están estrechamente relacionados, siendo por supuesto diferentes por responder a problemáticas públicas distintas y tener objetivos, instrumentos y organismos operativos igualmente diversos, sin embargo, están y deben estar imbricadas. El funcionamiento óptimo del sistema de ciencia, tecnología e innovación es impensable sin un sistema educativo superior próspero. La política para lograr lo primero tiene que ser congruente para lograr lo segundo y viceversa. El efecto multiplicador circular entre educación superior e investigación científica y tecnológica es la clave del círculo virtuoso entre ciencia y desarrollo. Aunque el SNI es un instrumento, básicamente, de la política para el sistema científico, tecnológico y de innovación, es indudable que tiene un impacto decisivo en el sistema de educación superior. A partir de estos términos, debemos incrementar la competitividad de las actividades y productos científicos y tecnológicos, en su casi totalidad generados en las instituciones de educación superior, y replantear cómo multlipicar su impacto innovador tanto “hacia atrás”, hacia la formación educativa superior de los futuros investigadores, como “hacia adelante”, hacia los procesos productivos. Asimismo, debemos realizar mayores esfuerzos para que la modificación de las políticas y evaluaciones del SNI tome en cuenta tan vitales procesos, de manera que se desarrolle una sólida articulación nacional entre el sistema de ciencia, tecnología e innovación, el sistema de educación superior y los procesos productivos. El SNI debe ser el gozne dinámico. El principal nicho de desarrollo científico en México está en las universidades públicas, por su calidad y por su tradición, la más representativa de las cuales es la Universidad Nacional Autónoma de México, que aporta cerca del 20% de investigadores, seguida por otras instituciones federales como la Universidad Autónoma Metropolitana y el Instituto Politécnico Nacional (De la Peña, 2008). En ese sentido, el proceso de descentralización realizado en México desde hace algunas décadas ha logrado que el sistema de universidades públicas estatales tenga mayor presencia en el volumen de investigadores miembros del SNI. Sin embargo, hay muy poca relación de colaboración académica entre nuestras instituciones educativas superiores. Por ello, y para posibilitar la sólida articulación nacional entre los diversios siste-
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mas, debemos promover una interacción más dinámica y de trabajo colaborativo entre ellas. En el sistema de educación superior nuestras necesidades de inversión en ciencia y tecnología son ingentes y crecientes. Debido a ello, es necesario insistir en que la investigación no es un lujo ni un aditamento secundario de la docencia, sino la salida que nuestro país tiene para elevar el nivel de bienestar económico y social, así como para asegurar la estabilidad y soberanía indispensables para toda nación; por ello debe destinar de manera creciente y sistemática mayores recursos a la investigación y a la educación superior. Se debe dar, asimismo, un gran apoyo en infraestructura y crear las condiciones para que un mayor número de nuestros académicos e investigadores con alto desempeño o potencial científico, tecnológico o humanístico, sobre todo los jóvenes, sean miembros del SNI y puedan desarrollarse en su seno como investigadores nacionales. A su vez, tal flexibilización sería un importante apoyo para el proceso de mejoramiento continuo de la calidad educativa en el que estamos empeñados en el sistema de educación superior. De igual modo, debemos promover la participación de los jóvenes doctorantes en estudios y proyectos estratégicos desde las mismas universidades y centros de investigación, ello permitirá que estos proyectos conjuntos de investigación contribuyan a la preparación de doctorantes apoyados de manera eficiente, reduciendo la fuga de cerebros y talentos. Así, por nuestra parte, apoyamos desde el sistema de educación superior la indispensable flexibilización del SNI y su mayor eficacia para el sistema de ciencia, tecnología e innovación. Adicionalmente, en las instituciones de educación superior debemos tener prioridades de investigación dirigidas a la innovación, pues ello es un recurso estratégico. La labor científica, tecnológica y educativa superior debe dedicar gran atención a problemas públicos reales y altamente complejos, por ejemplo, de salud, de alimentación, de medio ambiente, de energía, de nuevos materiales, de nuevas técnicas de producción y organización productiva en el contexto de la Tercera Revolución Industrial en curso ya, que son ejes fundamentales de nuestro tiempo. Debemos fortalecer nuestras capacidades como investigadores y tener una agenda de prioridades que contenga los aspectos más relevantes de la innovación, sin perder de vista la pertinencia pública de los conocimientos científicos, tecnológicos e incluso humanísticos.
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El SNI y el SES serán mejores en cuanto más promuevan la articulación entre actores con perspectivas, inserciones e intereses diferentes en materia de innovación. Conforme se promueva la interacción entre investigadores, se tendrá un tejido más maduro para la generación de innovación, así como para la aplicación y pertinencia social de ésta. Por otro lado, considero que uno de los grandes aciertos del SNI ha sido su capacidad de dar respuesta a la complejidad de las áreas teóricas y prácticas del conocimiento. Ha dado respuesta a la complejidad de las diferentes áreas del conocimiento: científicas, humanísticas, sociales, básicas y aplicadas. Sin embargo, uno de los aspectos más preocupantes del desarrollo de la ciencia y tecnología en nuestro país es el reducido número de patentes registradas como consecuencia de la falta de vinculación de la investigación con el sector empresarial. Este es un reto enorme y vital para el desarrollo económico, al que debemos responder, también de manera convergente SNI y SES, con una promoción agresiva de la vinculación de la investigación con el sector industrial mexicano. Dichos desafíos exigen una revisión exhaustiva que contribuya con propuestas viables que se promuevan en el corto plazo. El SNI tiene un entorno económico difícil y al ritmo que va su proceso de crecimiento, en una década será todavía más difícil la obtención de un presupuesto suficiente que corresponda a sus necesidades de crecimiento y desarrollo. El diagnóstico recupera los problemas ya conocidos: un número reducido de investigadores, la concentración del SNI III, la inequidad por género, el envejecimiento promedio de investigadores, el número de investigadores eméritos que es una élite muy pequeña, etcétera, todo ello nos lleva a considerar que existe la necesidad urgente de modificaciones normativas para eficientar el desempeño del Sistema Nacional de Investigadores. Impulsar el desarrollo de la ciencia, la tecnología, la innovación y la educación superior hace indispensable contar con una política pública de largo plazo que articule coherentemente la política de ciencia, tecnología e innovación y la política educativa superior. El propósito de incrementar sostenidamente la cantidad y calidad de los investigadores y sus múltiples impactos expansivos, hacia la educación superior y hacia la innovación y la producción, está condicionado por tal coherencia de políticas e indispensablemente aunado a aumentar la inversión pública y a fomentar la inversión privada. Sin ello, no existe el círculo virtuoso entre ciencia y desarrollo.
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Los cambios más urgentes en el SNI Se debe revisar la evaluación por su propia naturaleza y alcances debido a que los criterios establecidos deben acercarse con mayor objetividad al académico investigador. La pregunta es si las formas de evaluar son las más pertinentes o si podemos proponer otras nuevas aunque tengamos que trabajar muchos para construirlas y aprobarlas. Buscar un sistema de interacción de los distintos niveles del SNI nos conducirá a tener perfiles deseables y cumplir con la productividad requerida para acceder a las categorías superiores del Sistema. Eso implica modificar el esquema y las normas de la evaluación tomando en cuenta las peculiaridades de cada campo o disciplina de conocimiento, pues entre otras cosas, no ha sido fácil para algunas comisiones dictaminadoras del SNI aceptar que los criterios válidos para un área no necesariamente son aplicables a otras. También implica impulsar las áreas de conocimiento estratégicas para el país, en las que debe existir mayor equilibrio entre áreas de conocimiento, específicamente con las ciencias sociales y humanidades y con las específicamente tecnológicas. De igual modo, se requiere mayor equilibrio en la distribución regional de los recursos por medio del establecimiento de fondos mixtos y de consejos estatales de ciencia y tecnología. También es pertinente modificar el reglamento del SNI incorporar a investigadores en áreas tecnológicas, promover centros de investigación y que los que existen detonen sus investigaciones, dado que la comunidad científica en México es muy reducida y la mayor parte de sus integrantes se encuentran en instituciones de educación superior. La movilidad debe alcanzar un progreso más equilibrado y eficaz con recursos altamente calificados y desarrollo de infraestructura. El intercambio de investigadores debe establecerse en un periodo corto para preparar científicos en los campos apropiados de interés para nuestro país. Fortalecer la infraestructura orientada a apoyar la competitividad y la innovación tecnológica mediante la creación de centros públicos y privados de servicios tecnológicos, impulsar estancias de investigación de los miembros del SNI en centros de investigación como de investigadores en las empresas del sector productivo. Tanto el SNI y como el SES deben promover conjuntamente la cultura científica y tecnológica en nuestros jóvenes, incluso demandando una
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modificación profunda de la política educativa básica, ampliando la difusión y divulgación de la ciencia y la tecnología. Fortalecer la cooperación internacional en ciencia y tecnología mediante acciones variadas e imaginativas como convenios de colaboración y redes internacionales que favorezcan la presencia internacional de nuestros académicos e investigadores es otra de las tareas urgentes. Sería muy provechoso vincular grupos de investigación con intereses comunes para la resolución de problemas de gran dificultad e importancia; sumar expertos en diferentes áreas y visiones en una búsqueda de soluciones, compartiendo infraestructura y resultados apunta a una colaboración del tipo investigador del siglo XXI. Estos cambios podrían ser de suma relevancia para sentar las bases de una política pública estratégica que incida en el uso y aprovechamiento social y productivo generalizado del nuevo conocimiento. En este contexto resulta de la mayor importancia la propuesta de crear una Secretaría de Ciencia y Tecnología en México. Esta idea se ha convertido en el centro de un debate fundamental en los últimos tiempos. Un grupo de senadores presentó un proyecto de reforma a la Ley Orgánica de la Administración Pública Federal en septiembre de 2011, cuyo artículo 26 menciona el número de secretarías de Estado que integran la estructura centralizada. Actualmente son 19 dependencias (18 secretarías de Estado y la Consejería Jurídica del Ejecutivo Federal) y uno de los cambios que se proponen es añadir un párrafo más al mismo artículo para agregar la dependencia: Secretaría de Ciencia y Tecnología. El conjunto de funciones es coincidente con las responsabilidades de cualquier secretaría en su respectivo ramo y con lo que ya realiza el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt). Esta iniciativa se justifica debido a que el Conacyt carece de personalidad jurídico institucional para coordinar este sector. La función que tendría la Secretaría de Ciencia y Tecnología sería la de formular y conducir las políticas nacionales en materia de ciencia, tecnología e innovación; apoyar la investigación científica básica y aplicada, así como la formación y consolidación de grupos de investigadores; impulsar la innovación, el desarrollo tecnológico y el fortalecimiento de las capacidades tecnológicas de la planta productiva nacional. Así, esta iniciativa permitiría entre otros aspectos: actualizar y coordinar la ejecución del programa especial de ciencia y tecnología e inno-
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vación en los términos de ley; impulsar la realización de actividades de ciencia, tecnología e innovación que lleven a cabo las dependencias y entidades de la administración pública federal, los gobiernos de las entidades federativas y los municipios, así como los sectores social y privado; establecer las prioridades, lineamientos programáticos y los criterios de asignación del gasto público para la ciencia y la tecnología. Por su parte, el Foro Consultivo Científico y Tecnológico en 2006, analizando la misma problemática, sugirió crear una Secretaría de Educación Superior, Ciencia y Tecnología, tal como estaba organizada la Subsecretaría correspondiente dentro de la SEP cuando se creó, precisamente, el SNI en 1984 y que el doctor Jorge Flores, a la sazón subsecretario del ramo, nos relató tan vívidamente al inicio de este Foro, para contextualizar históricamente el análisis y las propuestas de cambio del SNI que, escritas al alimón con el doctor Salvador Malo, nos presentó en la importante ponencia de ambos creadores del Sistema Nacional de Investigadores. Coincido con la opinión del doctor Flores respecto a que fue un error quitar al SNI de la Subsecretería de Educación Superior, Ciencia y Tecnología y pasarlo al Conacyt, poco después de su creación en 1984. En el mismo sentido apunta mi aseveración de que la estrecha interrelación entre el sistema de ciencia, tecnología e innovación y el sistema de educación Superior, impone la estrecha imbricación de las políticas gubernamentales hacia ambos sistemas y sugiere que, en términos administrativo públicos, hoy es deseable que ambas políticas sean responsabilidad de una misma dependencia del gobierno federal, que podría llamarse Secretaría de Educación Superior, Ciencia, Tecnología e Innovación. En todo caso, debemos formar parte de la agenda nacional y en este contexto toma vigencia la Iniciativa de Ley para crear la Secretaría de Ciencia y Tecnología, para el dictamen de la cual se han iniciado las consultas con especialistas. Quizás aquí, si resulta adecuada y obtiene apoyo, podría formularse como agregado dicha sugerencia, que implicaría que la nueva Secretaría absorbería no sólo al Conacyt, sino también a la Subsecretaría de Educación Superior. De cualquier manera, la intención es tener un dictamen lo antes posible para ser discutido y votado en el actual periodo de sesiones de la Cámara de Diputados. Este es un momento crucial para plantear y apoyar, por todos los medios a nuestro alcance, este importante proyecto legislativo ante quienes
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aspiran a gobernar este país, de forma que ahora o en el próximo sexenio, se cree lo que podría ser un pilar decisivo de la política pública para el impulso del desarrollo de la ciencia, la tecnología y la educación superior en México.
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Sistema Nacional de Investigadores. Retos y perspectivas de la ciencia en México se terminó de imprimir el 29 de noviembre de 2012, la producción estuvo al cuidado de mc editores, Selva 53-204, Insurgentes Cuicuilco, 04530 Ciudad de México, tel. (52) (55) 5665 7163, mceditores@hotmail.com. La edición consta de 1000 ejemplares más sobrantes para reposición.