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La Asociación Colegial de Escritores es una entidad libre e independiente que agrupa a los escritores espaii.oles con el fin de fomentar la vida intelectual, las culturas españolas, defender a sus asociados en los derechos que les reconozcan las leyes, propugnar sus reivindicaciones profesionales, representarlos en los organismos oficiales que les afecten, establecer relaciones de solidaridad y cooperación con otras entidades análogas mundiales y defender la libertad de expresión.

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República de las Letras

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SUMARIO Andrés Sorel Por qué Miguel Hernández

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Juan Cano Ballesta Miguel Hernández: Iluminan nuevas facetas

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Félix Grande Mayoral que no cesa

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Rafael de Cózar Miguel Hernández y la rehumanización literaria en la República

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Pedro Garda Cueto El compromiso ideológico de Miguel Hernández y de Juan Gil-Albert con la Segunda República Española

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Joaquín Verdú de Gregorio Raíces de un poemario

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Julio Rodríguez Puértolas Un poeta en espardeñas. Hablando con Miguel Hernández

55

J osé Carlos Rovira Sobre el viaje de Miguel Hernández a la Unión Soviética

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Armando López Salinas

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Mi camarada Miguel Lorenzo Martínez Aguilar Miguel Hernández: Del Segura al Guadalquivir, 1937. Guerra, amor, poesía y tragedia

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Carlos Álvarez Evocación de Miguel Hernández en tres momentos

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Francisca Aguirre 83

Miguel Hernández Jesús Felipe Martínez Notas al margen de algunos poemas de Miguel Hernández sobre la muerte

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Jósant Ferrándiz Hernández 103

Feliz año hernandiano 2010 Francisco Esteve RamÍrez Los poetas del sacrificio español

¡OEMAS A MIGUEL HERNÁNDEZ

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José Luis Gallego Antonio Hemández Lorenzo Martínez Aguilar Ramón Hemández

Pablo Neruda Testimonio

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A Miguel Hernández, asesinado en los presidios de .~spaña

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Corrección de pruebas: Jorge Luis Arcos


Por qué Miguel Hernández

ANDRÉS SOREL

Regresé del exilio poco antes de que Franco muriera. Agonizaba mientras el neofranquismo buscaba pactos y compromisos para asegurarse su futuro. Mi obsesión era escribir contra el tiempo del miedo y el silencio que nos había marcado la vida desde el nacer. Para descargarlo, nunca del todo, de mi conciencia, tendría que conjurarlo, indagar en sus orígenes y consecuencias, denunciarlo. Solamente así podría recobrar mi libertad. Y quise comenzar, al tiempo que intentaba recobrar mis novelas prohibidas en los .años 60, por la censura, cuyo mayor responsable era Fraga Iribarne, abordando la trayectoria poética y humana de tres escritores para mí emblemáticos, que simbolizaban por un lado la fuerza de la creación literaria, la búsqueda de la belleza y el conocimiento, tal vez lo que más profundamente justifica la existencia humana, y, por otro, el sacrificio, el reflejo que con la pérdida de sus vidas marcaba la gran tragedia de España. Eran, son, Antonio Machado, Federico García Lorca y Miguel Hernández. Tres de las más significativas víctimas de las miles y miles de víctimas del franquismo. Pero, ¿qué es .el fascismo? No lo identifiquemos con una persona,

Franco, Hitler, Mussolini, con un mero .grupo de asesinos conjurados para hacerse con el gobierno de una Nación. El fascismo es algo peor, más peligroso y siniestro. Es una estructura política, militar, económica, jurídica y religiosa que ampara un concepto de organización vinculada a la 'explotación de la mayoría por una minoría, a la indefensión legal de los ciudadanos, a la alienación moral del pueblo, a la violencia y represión como norma fundamental de la vida, a la tiranía de todo un país sometido al vasallaje del .poder que lo ha ocupado contra cualquier ley democrática. Es el desarrollo del feudalismo industrial, científicamente modernizado, que permite la más inicua desigualdad social inimaginable y el genocidio legalizado y amparado en el poder de las armas y la estructura policial absolutamente controlada y jerarquizada por la cúpula de quienes ocupan el poder. Lo de menos son sus símbolos, reglas, catecismbs conceptuales, siempni adaptados a las circunstancias y épocas en que se desarrolIa: lo importante son sus fines y los métodos que emplea para alcanzarlos. La muerte, viajer~ constante de la mejor literatura española, se convirtió en señal de identidad de los tres escrito-


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Por qué Miguel Hemández

res reseñados, víctimas del fascismo español. La muerte del abatido, derrotado, exiliado Antonio Machado. La muerte del hombre asustado, niño eterno perdido en el laberinto de sus miedos y expresiva vitalidad, de la abierta sonrisa truncada por el odio de los zafios asesinos que desprecian la imaginación y la libertad, la muerte de García Lorca fusilado por la gran bestia amparada en uniformes que cubren rostros vidriosos de borrachos sedientos de sangre que nunca verán ahítas sus ansias de venganza contra quienes piensan y son inteligentes, que desprecian, como escribía Machado, cuanto ignoran. Y la muerte cruel, lenta, agónica, provocada por jueces tan inmundos como torturadores, desarrollada ante el silencio de escritores amedr:entados o acomodados y serviles, otros huidizos, de sacerdotes y obispos tan ayunos de caridad como ávidos de poder, y la impotencia de un pueblo vencido y hambriento, la muerte del hombre humilde, del hombre generoso y fiel a sus principios, abandonado y sincero, del que con su esfuerzo, sensibilidad e inteligencia llegó, joven, a convertirse en un gran poeta, la muerte de Miguel Hernández. Han transcurrido más de treinta años desde que yo escribiera y publicara aquellos libr.os. ,Hoy regreso al poeta miliciano, al mayor cantor épico que ha conocido nuestro país, no porque gentes más o menos interesadas en la cultura espectáculo o la cllltura mercancía celebren su Centenario, ¿celebración de qué?, sino porque todavía tenemos memoria y la alimentamos con el mismo cariño y necesidad con la que los hombres primitivos alimentaban el fuego, porque el fascismo continúa, por mucho que se agazape, en muchas estructuras y hombres públicos de

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nuestra actual historia. La popularidad de Miguel Hernández, su compromiso cívico y el aliento épico de su poesía sería reconocido por dos de los más grandes poetas españoles del' siglo XX: Vicente Aleixandre y Juan Ramón Jiménez. Fue precisamente éste, quién a diferencia de otros encumbrados por la izquierda y que eran más revolucionarios de salón que combatientes de las trincheras, quién lo definió con gran exactitud en Puerto Rico en el año 1954. Escribe el poeta de Moguer: "La guerra internacional peleada en España entre 1936 y 1939 acreció la expresión del romance y pudo haber sido una ocasión para revivir el Romancero, pero los poetas no tenían convencimiento de lo que decían. Eran señoritos, imitadores de guerrilleros, y paseaban sus rifles y sus pistolas de juguete por Madrid, vestidos con monos azules muy planchados. El único poeta joven entonces, que peleó y ~scribió en el campo y en la cárcel, fue Miguel Hernández".

y nos encontramos a más de setenta años de que se c'o nsumara la instauración de aquella Dictadura amparada en , lq destrucción y el terror y la colaboración de una iglesia y justicia fieles a los dictados que emitía. Miguel Hernández fue el escritor más comprometido con la tragedia del pueblo español de cuantos vivieron aquellos años de exterminio. Por eso fue tal vez el más castigado, quién mejor ejemplifica la crueldad d~satada por los fascistas vencedores, falangistas, militares, jueces, obispos y españoles de distintas profesiones y conformismo y miseria intelectual y moral confortantes de la masa al servicio del poder, fascista en este caso, pero


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Andrés Sorel

Miguel Hernández en el frente, arengando a las tropas (Fundación Cultural Miguel Hernández)

igualmente acomoda ticia a otras formas de organización a las que igualmente se . somete cuando se lo demandan. Hablar hoy de Miguel Hernández es continuar reivindicando la creación literaria y la libertad de pensamiento y no resignarse a ser esclavos del mercado devastador de la cultura y de la independencia. Es seguir luchando contra el poder embrutecedor de la publicidad y rechazar el miedo y el conformismo que cada vez pone más grilletes a la literatura. Es negar que la adicción a los medios de comunicación controlados por las grandes editoriales y organizaciones bancarias y empresariales que imponen la política de los best seller y se supeditan a las mafias de editores, críticos, grandes superficies, dicten las leyes del gusto literario. Es salir de la charca en que agoniza la literatura y constatar que todavía existen espacios libres, reflexivos en los que la emoción y la belleza ayudan a que el lenguaje y la música de las palabras nos estremez-

can, nos hagan temblar de emoción, despierten nuestra pasión, alienten nuestré). sensibilidad, nos acunen con el hálito desprendido de su hermosura. Creación y compromiso humano. Ese es, en su más exacta dimensión, en su evocador ejemplo, Miguel Hernández. Como escribe en este número a él dedicado Félix Grande: "En Miguel Hernández, ni el artista ni el combatiente son improvisaciones. Son las inexorables consecuencias de haber sido un amante del idioma y a la vez un hambriento". Por eso dedicamos estas páginas al autor de Vientos del pueblo, de Cancionero y romancero ' de ausencias. Porque debemos llevar sus poemas y el ejemplo d esprendido de su vidar las zanjas, caminos, cementerios, fondos de los ríos, lugares donde yacen los que no tienen voz, los desaparecidos, que los herederos del franquismo no ·quieren se registren sus nombres, se encuentren sus huellas, para que sus asesinos no sean

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Tres fragmentos de la obra al menos moralmente ' culpabilizados. No es un aniversario lo que celebramos. Es una presencia siempre viva para quienes, aunque seamos los menos, queremos ser libres, diferentes, y no hemos perdido la esperanza de que un día tal vez pueda existir la justicia, concepto que es hoy uno de los más pisoteados de nuestro presente histórico. Otros son ahora los exilios. Continuamos quemándonos en las preguntas. Ardiendo en el silencio y la marginación. Cada vez menos inocentes. Morimos viendo morir las utopías . Ahora, ¿qué se puede decir, escribir de él, con él, con Miguel Hernández? Ni . distinta sociedad soñada de un viejo aliento utópico, ni siembra de palabras que enaltezcan al ser humano y dignifi-

quen .e l amor, la ternura. Odio, 'vulgaridad, violencia. Nos queda el recuerdo de Miguel Hernández, el silenciado, penumbra iluminadora para quienes andamos erraiLtes, solitarios, perdidos en la esperanza y los infiernos de la luz. y en la sociedad de consumo al menos podemos vivir, recrear su auténtica historia desde el pensamiento y el sueño. Al fin Miguel era la esperanZa, la lucha y la inocencia.

Alegraos por fin los carcomidos, los desplomados bajo la tristeza: salid de los vivientes ataúdes, sacad de entre las piernas la cabeza, caed en la alegría como grandes taludes . Esperando el amanecer en que le


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Andrés Sorel

fusilarían en la prisión de Conde de Toreno. Transformando la sombra en luz y el dolor en canto de alegría a la manera beethoveniana. Miguel Hernández continúa vivo para las personas sensibles, para quienes hablan o escriben de revolución y amor al tiempo, para los humildes, para los tiernos, para quienes hacen suyos el hambre y los exilios económicos o políticos, los bombardeos de pueblos y las explotaciones de millones de seres humanos, para quienes se sienten orgullosos de pertenecer a la cultura de la pobreza, para quienes piensan que el mundo no es sino un mundo de . perseguidos y desterrados como lo fue el propio Miguel Hernández.

hernandiana, ese sudor del trabajo es una corona grave de sol para el labrador. El sudor de la poesía de Miguel Hernández es un sudor que viene arrastrándose desde la más remota 'edad del mundo, un sudor que llega a iluminar la vida . Ese sudor que llama hijo del movimiento, primo del sol, hermano de la

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(Del capítulo 1. 1910-2010. Sin olvidos ni traiciones)

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De 1933 databa ya su Oda al minero que era un grito más personal que reflexivo de denuncia. Miguel mostraba su aproximación al mundo del trabajo en cuanto este tiene de duro, cruel. También se ocupaba del campesino, más cerca de un planteamiento lírico que social, lo que no impide que lo defina escaso en todo, abundante en nada. E incluso lo situaba como víctima de una explotación económica a la que respondía con estallidos de cólera derramada de valle en valle para concluir reconociendo su realidad de maldición bíblica, de ser oprimido por más trabajo, más bueyes y más yugos. Miguel se dirigía al hombre que se une con su hermano y compañero para forjar la colectividad que sufre y lucha. El niño yuntero, el que nace como la herramienta, a los golpes destinado y sabe desde niño que el sudor, el sudor, tan presente en toda la obra

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lágrima, reivindicado para el campesino, el trabajador, contrastado a la malolencia del señorito, del vago, del ricacho, del cura ensotanado, de todos aquellos que, ajenos a la luz, al viento, al cegador rayo, morirán en sombra, apagados. La sensibilidad de Miguel Hernández arranca de sus propios recuerdos de niño, de los compañeros pobres niños como él y que en los campos se han criado. Por eso regresa a los rastrojos con sus ojos inmensamente abiertos de pan devorado, ese pan que escasea para los pobres. y le dolerá el niño hambriento como le duele el recuerdo de su niñez. La guerra descubrirá en Miguel el significado de la lucha de los hombres explotados contra los explotadores. La guerra quema años, enseña más que cientos de libros. Serán las dos Españas machadianas. Su compromiso va a ser moral, como combatiente y poético. El rayo será ya viento del pueblo Ayer amaneció el pueblo desnudo y sin qué ponerse, hambriento y sin qué comer, y el día de hoy amanece justamente aborrascado y sangriento justamente. Miguel fue algo más trascendente que un hombre de partido, fue un hombre de pueblo. ( ... ) La mayor parte de su poesía sociopolítica se encuentra dirigida al combatiente, al labrador, al hombre sin apellido, a la mujer soldado, que luchan en defensa de la tierra, de la paz, del amor.

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[enciende. Él ha sido niño del hambre, no ha tenido medios económicos para estudiar, ha tenido que buscar quien le deje los libros que no podía adquirir, ha escrito sobre cualquier papel que encontraba y utilizando como punto de apoyo hasta los 10II1.os de las cabras. La vida es un espejo sobre el que se graba su compromiso con los otros, los suyos. Ayudadme a ser hombre, no me dejéis ser [fiera hambrienta, encarnizada, sitiada [eternamente. Yo, animal familiar, con esta sangre obrera os doy la humanidad que mi canción [presiente. Porque los ricos, las hienas, los que pedían que las armas hablasen e impusiesen la única dialéctica que para ellos existe, el único diálogo que entienden y aceptan, han provocado que los brazos de los humildes dejen hoces, azadas, martillos para mostrar sus puños airados, y el enfrentamiento se ha tornado inevitable, la sangre y el odio se esgrimen contra el pan y la caricia que debieran Ser la única ley de la vida. La acusación de Miguel Hernández contra quienes acosan y asesinan al pueblo es amarga, directa: Sois los que nunca abrís la mano, la mirada, el corazón, la boca, para sembrar verdades; los que siempre pedís, los que jamás dais nada, cosecheros que sembráis oscurida4es.

(Del capítulo 4. Orihuela pesa.

El hambre es el primero de los [conocimientos. Tener hambre es la cosa primera que se [aprende. y la ferocidad de nuestros sentimientos allí donde el estómago se origina, se

Madrid deslumbra. La guerra acecha)


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Andrés Sorel

1937. Recitando poemas el miliciano Miguel Hemández - Frente de Extremadura

Miguel, el que pensaba que la risa era lo más hermoso de la existencia, tanto que aún piensa morir sonriendo serenamente triste. La risa pronto truncada del hijo que se fue de la vida sin que él pudiera verle nacer ni morir. La risa del que ahora crece y ya también le han alejado de su mirada y de sus brazos. Sabe que lega su poesía, esa que vive para que a los enterradores que gobiernan España, que se les llena la boca al hablar de España, su España, que matan por España, les levante ampollas cada vez que alguien la recite o hable de ella. Poesía para leer en todas partes, que sería el verdadero bomenaje, el único posible al hombre .al que nada podemos ya devolverle, que todo se lo quitaron quienes ahora todavía buscan, más que hablar, comerciar a costa de él. Leerlo con amargura, que la libertad sigue secuestrada -ay~r por el

fascismo, hoy por el mercado-, con serenidad, que para algunos de nosotros todavía continúa muriendo, con sonrisa de esperanza mientras, aun agnósticos, perplejos, dubitativos, nos revolvemos contra el mundo heredado por quienes a él y a su pueblo, a nosotros mismos, derrotaron. Así podemos encontrar su claridad, no empañada con falsos conceptos o espurios atributos.

Ígnea ascensión sangrante hacia los montes agua sólida y ágil hacia el día, diáfano brazo lleno de horizontes, coronación frontal de la alegría. La sangre, el agua que rompe el cuerpo de la mujer para dar a luz una nueva vida; la sangre, el grito que abre el cuerpo de la mujer que llevaba dentro la criatura que dormía para expulsarlo hacia el torrente de luz .y ruido

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Por qué Miguel Hemández

que pronto va a sacudir a quien es arrojado al mundo; la sangre, la lágrima del joven caído en la batalla que cierra sus ojos y anega en la nada su memoria; la sangre, ese cántico amargo final al pueblo derrotado que regresa a sus orígenes, los caminos de la explotación que en ninguna parte del mundo terminan; la sangre, el poema de Miguel arrancado al dolor de todo su cuerpo, de su espíritu, para alumbrar la belleza de la creación artística. ¿Qué hubiera escrito de no perder la vida? No nos gustan las elucubraciones. Nos acogemos a la realidad, por eso nos embebemos con placer de su testamento poético, al que nos estamos refiriendo. En la cárcel de Torrijos, septiembre de 1939, Miguel Hernández escribió un poema dedicado a la escoba con la que barría la oscura celda en que penaba. Dignificaba en un soneto a los condenados, el trabajo, la más humilde de las herramientas, proyectando hacia futu.ros creadores su compromiso y su poesía cotidiana y profunda. Era testamento humano. El único significativo y posible. Era testamento revolucionario de un auténtico revolucionario. Esa escoba que coronaba de laurel, mirto y rosa, héroe de quienes allí encerrados combatían con su ágil silueta la basura. Porque ella y no el Espíritu Santo había descendido desde las alturas -ella, palma y azul- para librar del polvo sin

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vuelo cada cosa . .(.. .) Miguel Hernández ha escrito uno de los poemas más angustiosos y eternos de la poesía escrita en cualquier idioma. Un poema que todos los niños de España debieran saber de memoria y recitar en las fiestas y conmemoraciones públicas, allí donde acuden las autoridades académicas, políticas o institucionales. Las cárceles se arrastran por la humedad [del mundo, van por la tenebrosa vía de los juzgados: buscan a un hombre, buscan a un pueblo, lo [persiguen, lo absorben, se lo tragan. De España a Estados Unidos, de Marruecos a China, este poema debiera figurar con letras de oro en todos los aeropuertos y universidades en lugar privilegiado para que cualquier ciudadano lo tuviera presente y comprendiera el significado del poder, la ley, y la . justicia. Y él se quejará con amargura preguntando que hizo para que pusieran a su vida tanta cárcel. Una reflexión que bien valdría mil conferencias. Nos queda el testimonio de aquellos trágicos años, de aquel vía crucis que solo concluiría sus estaciones en la agonía final. (Del capítulo 6. La guerra termina. La paz no empieza nunca)


Miguel Hernández: Iluminando nuevas facetas

JUAN CANO BALLESTA

Son enormes los avances que se han hecho en las últimas décadas para completar nuestra percepción de la figura del gran poeta de Orihuela y tratar de acercamos a una visión que sea más objetiva y auténtica. De la imagen silenciada durante los pr~meros años del franquismo y la imagen manipulada durante las largas décadas que este duró, en que, bajo la inexorable presión de la censura, se ofrecía uila imagen distorsionada y en todo caso recortada de Miguel Hernández, se pasó en los años sesenta y setenta auna imagen mitificada, que rendía culto al poeta y que podía aceptar como válidos datos o hechos no justificados por una biografía bien documentada y científicamente seria. El libro La imagen de Miguel Hernández (Iluminando nuevas facetas)l es el fruto de largos años de investigación desde mi estudio publicado en Gredos en 1962 (La poesía de Miguel Hernández), fruto ampliado y perfeccionado de una tesis doctoral presentada en la universidad de Munich (Alemania), hasta los trabajos más recientes. Recuerdo con nostalgia el efecto fulminante que me

1 Juan Cano Ballesta, La imagen de Miguel Hernández (Iluminando nuevas facetas), Madrid, Ediciones de La Torre, 2009. .

causó mi primer contacto con la poesía hernandiana. Con avidez la leía en la única edición entonces disponible, la Obra escogida (Poesía, Teatro) de Arturo del Hoyo, publicada por Aguilar en 1952 bajo la severa presión de la censura, que solo permitió incluir dos poemas de Viento del pueblo. Su pasión, su fuerza, su entusiasmo juvenil me fascinaron, pero también su lenguaje, a veces abarrocado y dificultoso, me intrigaba y despertaba una curiosidad, difícil de saciar, que me empujaba a indagar y adivinar lo que el joven poeta quería decir con aquellas metáforas insólitas y preñadas de misterio. Me asombraba su potencia creadora, su inspiración desbordante y aquel titánico esfuerzo por superar su rudeza original expresando los hallazgos de tanta fantasía y tanta pasión en versos tradicionales y en moldes clásicos. La frescura, el vibrante lirismo y la profundidad teológica de su auto sacramental, combinados con el contacto vivo con la realidad social de los turbulentos años. de la República, impresionaron vivamente y causaron asombro en el joven universitario. Uno de los hallazgos más fecundos y felices en mis primeras investigaciones fueron los títulos de las octavas de Perito en Lunas. Fue la recomendación de don


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Miguel Hemández: Iluminando nuevas facetas

José Martínez Arenas, oriolano de prestigio y antiguo diputado en las Cortes de los años veinte, quien me posibilitó un encuentro con don Federico Andreu Riera. Éste guardaba como precioso tesoro un ejemplar de Perito en lunas con los títulos o temas de todas las octavas del libro. Estos le fueron dictados por el mismo Miguel Hernández y escritos por su propio puño y letra según el testimonio oral que él mismo me dio en Orihuela el 11 de enero de 1960. La autenticidad y autoría de estos epígrafes queda perfectamente comprobada al constatar la maravillosa precisión con que responden al contenido de las estrofas. La publicación de estos temas de las octavas en la primera edición de mi libro La poesía de Miguel Hernández en 1962, tan útiles para descifrar su contenido y captar la ingeniosidad y audacia de las metáforas, fue una verdadera revelación para muchos estudiosos, que venían haciendo interpretaciones arbitrarias y desorientadoras de las diversas octavas. En repetidas ocasiones, a lo 'largo de muchos años, he recibido muestras de aprecio de parte de numerosos críticos por el inmenso servicio que la publicación de estos datos prestaba a los estudiosos de Perito en lunas, el primer libro y el más difícil del poeta de Orihuela. En fecha muy temprana, cuando aún no se conocían los datos y muchos documentos de que hoy disponemos, señalaba yo en un amplio estudio de 1968, la función provocadora de Pablo Neruda tras su llegada a Barcelona y Madrid en 1934. Fue aquel un encuentro fecundante, un acontecimiento comparable en muchos aspectos a la visita de Rubén Darío cua tro décadas antes. La situación de la escena literaria española era sin embargo muy diversa. El diplomático chileno no tropezaba ahora con la indigencia literaria y el agotamiento espiritual de fines de siglo, sino con un gran florecimiento científico,

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Miguel Hernández hacia 1933


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Juan Cano Ballesta

artístico, literario y poético. La poesía de Pablo Neruda deslumbró y exasperó en los ambientes literarios madrileños, donde si bien se habían escrito obras de inspiración surrealista y estilo torrencial (recordemos a García Lorca y Aleixandre), el prestigio de los cultivadores de la estrofa, los neogongoristas y los creadores de "la palabra exacta" todavía era tan vigoroso como para impresionar y marcar sus pasos iniciales a jóvenes poetas como los Panero, M. - Hernández, L. Rosales y L. F. Vivanco. La presencia de un elemento corrosivo y de un fermento como el de la Residencia de Pablo Neruda, enriqueció las posibilidades de creación artística aportando un poderoso ingrediente renovador. Miguel Hernández llegó muy pronto a establecer contacto con Neruda. Sin duda algún amigo le llevó a la bulliciosa tertulia del Cónsul de Chile (en "la Casa de las Flores") a donde concurrían sin horas fijas artistas y escritores españoles e hispanoamericanos. Lo cierto es que el poeta chileno le entrega desde el primer momento su amistad y protección, y Miguel Hernández se convierte . en su admirador incondicional y fiel amigo. La intensa corriente cordial que fluye entre ambos queda cimentada en el entusiasmo ilimitado de Miguel Hernández por el poeta y hombre Pablo Neruda, y en el afecto .suscitado en éste por el joven poeta, que se presentaba en Madrid como . sencillo pastor de cabras, con su olor a azahares y "estiércol quemado sobre los montes", como lo percibía el poeta chileno. En su rostro de "patata recién sacada de la tierra" adivinó sin duda Neruda un poderoso acento vital que de la tierra arrancaba para enriquecer la poesía española y darle vigor de pasión desencadenada, algo en que por entonces no ábundaba.

Miguel Hernández se estrena como crítico literario en El Sol de Madrid con un canto entusiasta a Residencia en la tierra de Pablo Neruda, que es al mismo tiempo una visión penetrante de los rasgos esenciales, de la pasión, del desbordamiento vital, del poder de arrastre de esa poesía potente y torrencial. El joven poeta que rimaba docenas y docenas de décimas, sonetos y octavas reales hasta llegar a un dominio ·perfecto de las formas métricas, se da cuenta de que no todo es eso en poesía. Como se desprende de esta crítica, llega hacia 1935 a un nuevo planteamiento de sus actitudes estéticas, intentando su ascenso a las cumbres de la poesía por caminos nuevos bajo la amistad inspiradora de Pablo Neruda. Esta crítica marca la rebelión contra todo arte menor y postula una poesía ÍPlpura en sus temas, en su lenguaje yen sus formas, una poesía grandiosa, torrencial y. desbordante, que llevada de la intensidad de su inspiración romperá con todos los moldes métricos. Ya muy joven había sentido el poeta la necesidad de cantar un motivo cósmico, la grandiosidad "amenazadora, épica, torrencial" del trueno, al que él llamaba entonces "la-Vozde-Dios", se había sentido "adueñado por todo lo grande y lo inmenso de la Biblia Santa", de que también nos habla en la crítica a Neruda. Esto nos revela que ·es una honda afinidad interna la que le lleva a la órbita del poeta chileno. Miguel, que incapaz de aprisionar un tema como el del trueno en el cauce estrecho de una octava real o un soneto, lo había cantado en una página de prosa ("Sobre el trueno"),.aprenderá de Neruda cómo también la poesía es capaz de celebrar la grandiosidad de una conmoción cósmica. En el desborde de entusiasmo provocado por Residencia en tierra se lanza a componer poemas nerudianos: "Oda entre sangte y vino a Pablo Neruda", "Vecino de la muerte", "Mi· sangre es un camino".

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El libro La imagen de Miguel Hernández investiga y analiza también otros muchos aspectos de la figura y obra del poeta, como su irrupción con un auto sacramental en el ambiente laico de la República, sus biografías de toreros, su relación con García Larca, su teatro social, un aspecto curioso de su iconografía, sus reflexiones sobre las artes, su viaje a la Unión Soviética y otros varios temas. Pero quiero señalar aquí que el libro aporta sobre todo importantes estudios sobre el poeta comprometido y el periodista en el frente, cuyas prosas de guerra (o las primeras y más importantes) descubrí y publiqué yo, junto con Robert Marrast, en 1977, en cuanto la censura lo permitió, aunque el libro ya lo teníamos preparado diez años antes. A Miguel Hernández se le llegó a considerar "el gran poeta del pueblo" y el "poeta de la revolución", y fue sin duda un modelo de intelectuales comprometidos, que combinaba las trincheras con los altavoces del frente y que escribió poesía política de la más fervorosa, letras para canciones de miliCianos, obras de teatro, arengas, etc., ya que el poeta de Orihuela fue también un hábil periodista y cronista de guerra, rico en recursos, que con intensidad, vigor y fuerza de convicción, escribió toda una serie de artículos periodísticos (unos 31 en total), reflejo de momentos decisivos de su vida y de la historia de España, que nos informaban de variados aspectos de la vida en las trincheras y de la marcha de la guerra. En el cincuentenario de la muerte del poeta publiqué en Murcia, en un volumen-homenaje, titulado Estudios sobre Miguel Hernández, otras siete prosas de guerra desconocidas o poco conocidas, publicadas bajo un seudónimo/ que se incluyen también en este libro. Juan Cano Ballesta, "Unas prosas desconocidas de Miguel Hernández" (pp. 47-62), en Estudios sobre Miguel Herriández, Eds. Francisco Javier Díez de Revenga y Mariano de Paco, Murcia, Universidad, Secretariado de Publicaciones, 1992.

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Si consideramos, pues, las abundantes prosas publicadas en revistas y hojas del frente, no nos sorprenderá el claro objetivo a que todas se orientan, diáfanamente expresado por Miguel Hernández en el prólogo a su Teatro en la guerra del verano de 1937: "todo teatro, toda poesía, todo arte, ha de ser, hoy más que nunca, un arma de guerra". Los 31 artículos que constituyen el núcleo de la obra periodística del poeta, aunque se diferencian unos de otros por su ~structura, tono, atmósfera, recursos expresivos y grados de intensidad y urgencia en la fonnulación de sus mensajes, tienen en común el objetivo de encender los ánimos para la lucha. Podrían agruparse en varios grupos o subgéneros por 'sus fines, estructura y las técnicas que emplea. Uama la atención entre ellos la arenga política, dirigida de inmediato a un auditorio, y escrita en el estilo y el lenguaje apropiado para este fin. El poeta no se cansa de recordar que la lucha bélica misma y la grandeza épica de los hechos ("la poesía que veo y siento"), son para él realidades 'más importantes que el reportaje periodístico. Sus prioridades le llevan, pri-


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Juan Cano Ballesta

mero a luchar como leal soldado, segundo a vivir intensamente los acontecimientos, y sólo en tercer lugar a cantar como poeta o narrar como periodista los hechos heroicos que contempla. Se trata de una prosa encendida, apasionada y vigorosa, muy a propósito para despertar los ánimos de la inercia. Tal vez valga la pena señalar por su especial interés histórico y biográfico, además de literario, el texto "Al cuerpo de asalto" (Acero, núm. 1, 12 de marzo de 1937, PPG 128). Es el texto de una arenga en el más estricto sentido, como muestran su tono, brevedad y concisión retórica, así como el saludo "Camaradas" yel triple viva marcial con que se cierra. Es un documento precioso, y una muestra de la actividad del poeta. ¿En qué calidad se dirige Miguel Hernández al Cuerpo de Seguridad y Asalto? ¿Era en su función de comisario político? Juan Guerrero Zamora parece dudarl03 y Jesucristo Riquelme ' Pomares4 niega que Miguel ostentara tal cargo. Sin embargo una semblanza que acompañó la publicación de Teatro en la guerra, citada en documentos del proceso, lo afirma y el mismo Miguel lo comunica explícitamente a Josefina en carta desde Alcalá de Henares, escrita el 26 de noviembre de 1936: ... no hay peligro para mí, y menos ahora. Soy el comisario-político. He tenido que suspender la escritura de esta carta, Josefina querida, porque me he tenido que ocupar de muchas cosas que me mandan, y a los dos días vuelvo a reanudarla y resulta que me han nombrado ahora comisario de guerra. A lo mejor, cuando recibas ésta, soy general o poco menos.5 Juan Guerrero Zamora, Proceso a Miguel Hemández. El Sumario 21.001, Madrid, Ed. Dossat, 1990, p. 99. 4 Jesucristo Riquelme Pomares, El teatro de Miguel Hemández, Alicante, Instituto de Cultura 'Juan GilAlbert', 1990, p. 466. 5 Miguel Hernández, Cartas a Josefina, Madrid, Alianza Editorial, 1988, p. 154.

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A pesar de la entonación humorística resulta difícil buscarle a la reiterada afirmación del poeta una interpretación que no sea la obvia y literal. 6 Miguel Hernández se dirige "al Cuerpo de Seguridad y Asalto" en su calidad de comisario político. En esta arenga dilucida Miguel el sentido y los objetivos de la guerra. En aquel momento se buscaba, ante todo,la unidad. Para fomentar la colaboración entre los diversos grupos incita a la lucha bajo una consigna política amplia, de ningún modo partidista, apelando a los sentimientos democráticos de todos los españoles, cualesquiera que fueran los matices de su color político. Se combate "el fascismo imperialista e invasor". Como se podía esperar en unas palabras de arenga, el orador advierte que el mundo liberal está pendiente de las gestas que lleva a cabo la España democrática. Tras pintarles en el horizonte "las fuertes líneas de una gran victoria", les recuerda el objetivo por que luchan: "una España de libertad y de justicia, de cultura y trabajo". La fórmula retórica usada concentra sus recursos para persuadir e incitar a la acción inmediata, a luchar "sin descanso, en vanguardia y en retaguardia". Por razones muy diferentes, por su carácter conmovedor, emotivo y biográfico, considero de gran interés "Compañera de nuestros días" (Frente Sur, núm; 1, 21 de marzo de 1937, PPG 129-32)/ que como tan-

Después de los recientes hallazgos del historiador Emilio La Parra y Antonio González, director del Archivo Histórico Nacional de Salamanca, y tras el testimonio de Santiago Alvarez, parece demostrado que Miguel Hernández fue militante comunista y comisario político, c<;>mo expone vigorosamente y refuerza con argumentos propios Eutimio Martín, "La militancia comunista de Miguel Hernández", Insula, núm. 544, abril 1992, pp. 5-7. 7 Con la sigla PPG, que uso en adelante, me refiero a Poesía y prosa de gJterra y otros textos olvidados de Miguel Hernández, eds, Juan Cano Ballesta y Robert Marrast, Madrid, I. Peralta, Ediciones y Editorial Ayuso, 1977. .

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Miguel Hemández: Iluminando nuevas facetas

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tos otros artículos y poemas de guerra, parte del testimonio y denuncia de la vida "humillada" de la mujer bajo "el sol, el hambre, la pena, el trabajo" para incitar a luchar por ella. Se describe un ambiente que él ha vivido y que le duele. De ahí que logre pinceladas maestras y un lenguaje entrañable y de gran fuerza. El recuerdo personal, autobiográfico, y la evocación dolorida de su propia madre y hermanas, le dan al texto mayor calor e intensidad y son un valioso recurso para mover a la acción, una acción eficaz que las lleve "a la: libertad sana y a la claridad de la alegría". El poeta, para concluir, se imagina tras la victoria las delicias de un mundo feliz y en paz:

bIes cuando trazaba esta estampa, indudablemente literaria pero sincera, del hijo del pobre. En sus cuartillas quedaban jirones de su propia adolescencia".B El escritor denuncia el duro destino del pobre:

Nuestras madres, nuestras novias, nuestras mujeres han de venir pronto hacia nosotros detrás de la risa, por una avenida de trigales, ante un firmamento despejado de pólvora, con rastrillos relucientes al hombro.

Tras dar testimonio de lo que han visto sus ojos por tierras de España, el redentismo de izquierdas le sugiere una nota optimista, que le hace evocar una especie de paraíso utópico para el futuro : "Ha sonado la hora de salvación para los niños ... ", "La España infantil y pobre, oscura siempre, maltratada y oscura, comienza a clarear". Al tocar estos temas centrales de su cosmovisión el poeta periodista se emociona y su voz adquiere una vibración entrañable. El mensaje de tipo propagandístico, aunque formulado de modo explícito, llega con intensidad al lector que conoce situaciones parecidas. Las prosas de guerra son un valioso testimonio, biográfico, humano e histórico, que ayudan decisivamente a completar la imagen manipulada y recortada que durante las largas décadas del franquismo llegaba al gran público distorsionando gravemente su figura.

También el siguiente artículo resulta especialmente conmovedor por tocarle en llagas muy profundas y revelar sentimientos muy personales e íntimos. "El hijo del pobre" (Frente Sur, Jaén, núm. 6,8 de abril de 1937) forma parte de una serie de estampas de guerra que el poeta pinta en tonos muy dolorosos y emotivos. Un crítico la llama "poema neorrealista en prosa", y es cierto que la experiencia personal que recoge la trueca en emotivo testimonio autobiográfico. Nos revela la profunda herida del poeta que tuvo que hacerse cabrero "cuando más le atraían los libros". Como dice Ricardo Blasco: "asomaban no pocos recuerdos entraña-

No le han dejado ni tiempo ni voluntad para elegir un camino en el trabajo. Se le ha empujado contra el barbecho, contra el yunque, contra el andamio; se le ha obligado a empuñar una herramienta que tal vez no le correspondía. Las universidades nunca han tenido puertas ni libros para los hijos pobres ...9

Juan Cano Ballesta, "Unas prosas desconocidas de Miguel Hernández", Estudios sobre . Miguel Hernández, antes citado, pp. 48-50 Y 54. En este trabajo expongo las razones que a mi juicio prueban la autenticidad hernandiana de esta prosa que va firmada por Antonio López. Ricardo Blasco también la atribuía a Miguel sin dar razones en su estudio antes citado, pp. 68-69.

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Ricardo Blasco, "Miguel Hernández, corresponsal de guerra (ll), El poeta en el santuario", Nueva historia, año 1, núm. 4, mayo 1977, p. 69.

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Careta (negrísima de pelo y con manchas blancas en el hocico y la testuz) era mocha y menuda, de cuello fino y ubres alargadas. La Azul (de pelo azulado: en mi familia los pastores solíamos ser bautistas prudentes) una - mañana enfermó de manera vertiginosa en un ejido cercano a la estación, comenzaron a chorrearle siniestras flores de espuma por su entreabierto hocico mientras desde sus ojos amarillos ella me restregaba su agonía con horrenda esperanza, y hube de correr al almacén del Tío Malctño, donde trabajaba mi padre: quien ya no pudo hacer otra cosa que degollada para aprovecharle la carne. La Leona era la cabra más lechera de la piara; durante años mantuvo el récord de tres litros de leche diarios en los meses posteriores al parto. En invierno, cuando la busca de yerbajos era una aventura cotidiana y desesperada por su melancólico resultado (alguna raíz, cardos, escasas bocanadas de grama en los barbechos, desperdicios en la umbría de los pareazos), mi padre solía poner en cada pesebre un puñado de yeros entre la paja de trigo o de avena, pero a la Leona se los daba aproximándoselos con sus manos. Veo a mi padre limpiándose después la baba de la Leona en los costados de su mono de faena, satisfecho y afectuoso con el viejo animal. La Leona envejecía, pero el amor de la familia por aquella meticulosa productora que le había salvado la vida a mi hermano Julio y cuyas costillas no se cubrían de

carnes ni durante los cinco meses de embarazo, postergaba su sacrificio. Al fin, ya vieja y lenta, medio ciega, casi seca y cada vez más dependiente del calor del pastor (cuando me quedaba rezagado en el Camino Real, mientras el resto del ganado continuaba avanzando hacia el pueblo, ella clavaba sus cuatro patas en el polvo o el barro, volvía el cuello mirándome y balaba), los hábitos a la vez inmisericordes y na turales del pastoreo nos obligaron a llevarla a la casa del carnicero. Mi padre y yo echamos a andar camino de la carnicería y la Leona nos siguió con una terrible mansedumbre, mientras mi madre nos veía alejarnos -desde la puerta de nuestra casa de la calle Asia, limpiándose dos o tres lágrimas de amor. Creo recordar que nos dieron ocho duros por la anciana Leona, que fueron íntegros a las manos casi siempre vacías de mi madre. Las cabras que la edad o un mal parto convertían en inútiles eran vendidas y degolladas, para con su producto seguir alimentando a las lecheras, y para comprar imprescindibles menudencias en aquella siniestra Edad de la Posguerra. En la época de partos -el invierno- sólo se conservaban los chotos hembras. Los chotos machos vivían unas pocas semanas, antes de convertirse en mercancía de las carnicerías o en eventuales fiestas para el agasajo de algún lejano familiar que viniera de visita ];lasta -el pueblo. La degollación duraba unos minutos; poníamos una cazuela de barro bajo el cho-


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rro de sangre que brotaba del cuello del choto y sobre la sangre "de la cazuela hacíamos una cruz con dos briznas de paja para que la sangre no se cortara. Luego mi padre desollaba al choto, despegando el pellejo con los nudillos de su puño derecho. Durante algunos años, todos estos animales infantes que tuvieron la desgracia de nacer machos y en una tierra q~e no consentía criarlos para el engorde, porque sólo en parte de la primavera, en verano y en parte del otoño les proporcionaba alimento, fueron nietos de la Leona; ella era la madre del macho semental. El macho era menudo y duro, valiente en las peleas hasta sangrarle la mocha testuz, increíblemente viril en épocas de celo, con un olor a semental que llenaba la cuadra como llena la alacena el olor del mem-

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brillo. En épocas de parto había ocasiones en que mi hermano Julio y yo traíamos dos o tres chotos en un solo día, agarrándolos por las patas delanteras o arropándolos en eJ zurrón; las madres nos seguían lamiendo la barriga y el lomo de sus cdas. Mientras los años pasan asesinándonos a todos con su mansa codicia, los "recuerdos, como gua dianas enigmáticos, desaparecen y vuelven a reaparecer, incapaces de dejarnos <:iesnudos. CUéilndo me fui del pueblo y comencé a vivir en Madrid fui olvidando los nombres de aquellos animales, fui olvidando el sonido de sierra tierna de la rumia nocturna, el corretear de los chotos, el brote de los primeros verdes de abril en las cunetas y en las estrechas lindes de las hazas, el oleaje de los cebadales en


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junio, la fiesta verde de las cepas en agosto, las canciones de las vendimiadoras en el mes de septiembre, el horizonte gélido de enero, ·las súbitas tormentas que descargaban agua y rayos en la desamparada llanura, la bondadosa cara redonda y niña de mi hermano. Pero ahora, después de la lectura de muchos rostros y de muchos libros, después del ajetreo tantas veces inútil de la vida veloz de la brutal y ya cotidiana ciudad, después de haber vivido muchas más cosas de las que entonces hubiera podido soñar, ahora, conforme avanza la forma de mi cara hacia la expresión de la cara de mi padre, llegan de nuevo aquellos cargueros de mi infancia navegando por la memoria, regresa submarinamente como por los veneros de los años aquella época terrenal y profunda que alguna vez supuse transitoria, y comprendo de pronto que de entre mil balidos de mil cabras distintas, hoy, ahora mismo, reconocería el balido de la Leona. Tal vez jamás volveré a ordeñar una cabra, quizá nunca más lleven mis camisas el olor a pesebre, hasta es posible que ya no sepa diferencial cebadal de un sembradío de centeno o de avena a más de cincuenta metros de distancia, y puede que el olor del viento ya no me diga la hora aproximada en que va a alcanzarme la lluvia; pero, después de tantos años en que aquellos sucesos permanecieron en esa habitación oscura a la que prematuramente le llamamos olvido, puedo hoy con los ojos cerrados ver las barbas del macho, el pantalón zurcido de mi hermano (que ahora tiene ya muchos años y dos hijos y, por entonces tenía siete años y una naranja y a veces un cantero de pan) y puedo ver el barniz viejo de la puerta de mi"casa, una puerta que ya no existe; puedo escuchar el sonido de la rumia en la noche, y puedo ver el ciga-

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rrillo que fumaba mi padre en el patio, pausadamente, mientras mi madre hacía soñar la cacerola y las cucharas; todo lento, como en un sueño, como si el tiempo aquel fuera una cabra y yo estuviera ordeñando su leche sonora entre el silencio misterioso de mi infancia y mi pubertad. Puedo ver las cabras pariendo al caer la tarde, los chotos pugnando por tenerse en pie mientras sus madres les lamían las materias gelatinosas de la placenta; puedo advertir, en fin, que nada sustancial termina excepto con la muerte: cuando en nuestras fotografías, como famosamente señalara Miguel Hernández, el tiempo ya se ha puesto amarillo.

*" "¡Qué tiempo el tiempo!" -escribió Juan Ramón Jiménez con una imprecisión que conlleva una estremecedora elocuencia-o Cuando mi tiempo er a todavía adolescente me llegó el brusco asombro, el pertinaz deslumbramiento de la poesía de Miguel Hernández. Para entonces mi padre había vendido la piara (quince o veinte lecheras, el macho y unas chotas) y con ese dinero habíamos comprado dos vacas. Luego, ascendiendo una empinada cuesta de frugalidad y de ahorro, conseguimos comprar una vaca santanderina, de pelo blanco y negro y fino, a la que bautizamos como se merecía: la Mariposa. Fue la más prod uctora de todas las vacas que tuvimos (que nunca fueron más de tres) y se acabó una tarde, después de varios días de enfermedad y de agonía; veterinarios, curanderos y expertas en el mal de ojo fueron sucesivamente fracasando en su esfuerzo por devolverle la salud. Cuando, ya moribunda; el carnicero vino a degollarla y a pagarnos el peso de su esc,u álida canal, descubrimos que su


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enfermedad no habría tenido jamás cura posible: en su estómago apareció una vieja cubierta de bicicleta, que debió de tragarse en el corralón de la casa. Mi madre lloró tres días y veló tres noches, y a partir de ese instante nuestro destino se fue orientando hacia Madrid. Emigró primero mi padre, después yo y luego mis hermanos, hasta que conseguimos un piso para reunimos todos. Pero en la época que aquí me importa referir, todav.ía vivía la Mariposa; habíamos dejado de ser pastores y ya éramos vaqueros: era como haber ascendido de pinche a oficial de segunda. Por entonces yo gozaba de la amis. tad diaria de Eladio Cabañero. Otras veces he escrito cuánto debo a la intuición y al corazón de ese poeta pudorosamente ejemplar, y algúh día escribiré con sosiego sobre aquella fundamental etapa de mi formación de escritor. Aquí sólo señalaré que a Cabañero le debo la lectura de los clásicos españoles y de . algunos de los más decisivos libros de la poesía moderna. A él le debo mi primera lectura del pastor de Orihuela. Eladio era albañil, enjuto y solarmente alegre · en la amistad. Como Miguel Hernández, conocía la autodidaxia, la pobreza. El hablar popular, el amor por el Siglo de Oro y el Cancionero anónimo, los campqs, el tejido familiar, las responsabilidades tempranas, el hervor de la sangre en una juventud rural y llena de confuslón tempestuosa, las raíces del pensar y del ser. Una mañana de domingo llegó a mi casa, con ojeras de insomnio, sin afeitar y como descompuesto: había estado leyendo durante toda la noche el volumen titulado Obra . escogida, que la colección "Austral" acababa de publicar. Con BUS manos sarmentosas y blanqueadas por el yeso de la albañilería fue pasando las páginas del libro de un pastor de Orihuela que

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de pronto nos estaba contando nuestra vida, que nos hablaba de un modo de ser y de amar en versos súbitamente vivos, como resucitados, versos de una virilidad y una delicadeza sorprendentes, compuestos con una belleza y una imaginación terrenas, corporales. Todo allí era materia y entusiasmo, dolor y comunicación. Todo allí era raíz. Sol y sombras gozados y sufridos en primera instancia y en primera persona, sin los intermediarios de las modas o las vacilaciones. Era como comer la fruta desde el árbol. Todo el domingo lo pasamos leyendo y releyendo aquéllos repentinos sonetos, aquella "loca elegía" a ·Ramón Sijé ("loca elegía": la expresión es de Juan Ramón Jiménez, hombre tan parco en el elogio), aquel chorro de luz verbal y de sangrientas emociones, aquel sabio candor, aquella adolescente hombría, aquella conmovedora severidad de una · voz que había sabido conservar lo más primitivo y prelógico del laberinto de lás emociones sin renunciar a la elaboración de una furibunda belleza. Nos aprendimos de memoria algunas páginas de ese' joven maestro, del que después supimos que había· muerto muy ·prontol. en un hospital que fue el mar para un río de sucesivas cárceles. A partir de ese domino impetuoso, y. casi cada día, Eladio y yo solíamos recitar de memoria los versos de Miguel Hernández. A veces, en no<;:hes de vera1).0, cuando se cerraban los bares, nos íbamos al· campo .con nuestro amigo Pedro Martíriez, otro albañil de Tomelloso. El padre de Pedro Martínez estaba por entonces en la cárcel, en Madrid, cumpliendo una condena pol~­ tica. Llegábamos .de madrugada hasta las eras y yo tocaba la guitarra mientras Eladio decía versos de nuestros maestros: el Cancionero anónimo, Machado, Quevedo, Lope, Bécquer, Neruda,


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García Lorca, Rubén, Hernández. En el paso rumiante de la noche y bajo el cielo abierto sonaba la guitarra como si fuera de oro e iban cayendo en nuestro corazón como gotas de miel, de sal y de conocimiento, los poemas, hasta que despuntaba la claridad de la mañana. Al salir el sol regresábamos hasta el pueblo, a iniciar el trabajo. Una de aquellas noches, sobrecogidos en la inmensa campana del espacio y recitando aquel soneto de Miguel que habla del sagrado regreso de los laboriosos hortelanos y de un toro solo llorando en la ribera "desde su frente trágica y tremenda", el albañil Pedro Martínez, con los ojos brillando bajo la luz de las estrellas, dijo una de la verdades más veloces que yo he escuchado desde que nací: "El mundo [aseguró, con ingenua yemocionante certidumbre], el mundo es más grande de lo que dice la geografía". Quería decir, entre otras muchas cosas, que al universo lo dilata el lenguaje, y que debajo de la tierra visible alienta un cosmos de raíces.

* Las palabras de Miguel Hernández, la palabra raíz, son como de la misma familia de una materia originaria. Hernández es un poeta, antes que nada, tentacularmente enraizado. No sólo en lo que atañe al núcleo de creencias y actitudes vitales sino también en su relación general con el habla española y en particular con las estructuras que usara para la elaboración de sus poemas. Cuanto hay en él de sorprendente, de original, de inusitado, procede de una fuerza subterránea que comienza en la tradición. Las sucesivas etapas de su obra, además de bellísimas y violentas vaharadas de su sinceridad, su coraje, su abundancia, su desgarramiento, su

desconsuelo y su maestría, son sucesivos homenajes a las formas fundamentales en que desde hace siglos se han ido formulando las grandes cimas de la poesía española. Silva, soneto, décima, cuarteta, romance, seguidilla, canción ... Buscad los más grandes poemas de los últimos siglos escritos en idioma castellano y encontraréis muy pocos que no se hayan beneficiado de la esforzada libertad y de los rigurosos pentagramas de esas formas ilustres. La expresión de Miguel Hernández ha sido algunas veces acusada de conceptista y de barroca. Ello supone una implícita desconfianza de las posibilidades expresivas de esos poetas anónimos que inventan y conservan y afinan formas poéticas dentro de la cultura popular, y en cuya sensibilidad cab~ a menudo la incomparable astucia de las estructuras verbales y expresivas más elaboradas y exactas. Suponerles maestría expresiva y perfección formal solamente a los cortesanos o a los más obcecados estudiosos es ignorar la lección inolvidable de los trovadores errantes y es ignorar esa especie de milagro a que llamamos ritmo, y a' lo cual no renuncian jamás las coplas populares. Tengo la sensación de que reprochar a un poeta campesino y primitivo como Miguel Hernández su extraordinaria vocación formal, su gran capacidad como creador de imágenes complejas y de modos conceptuales, es tener sobre la cultura una opinión cualitativamente separatista, profundamente injusta con la oculta ' complejidad de lo espontáneo. Es cierto que en su primera etapa, cuando tenía veintidós años y redactaba las octavas reales de su libro Perito en lunas, Miguel extravía, o por lo menos compromete y arriesga~ su todavía naciente capacidad expresiva en un laberinto de la imaginería, en cierta ser-

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vidumbre al más sinuoso gongorismo. Sobre ese asunto, Arturo del Hoyo ha llegado a escribir: "Jamás un poeta se ha mentido tanto a sí mismo como Miguel Hernández en Perito en lunas. Esa opinión no carece de una zona de exceso. Por de pronto, omite señalar que ese ejercicio juvenil de Hernández significa no menos que un laborioso acto de amor a ciertos cortocircuitos del lenguaje, a ciertas sorprendentes pirotecnias del habla, y al ritmo que precede y casi siempre alimenta a la vitalidad de la expresión poética. Significa también un acto de homenaje a Góngora y un acto de arrogancia meticulosa del que brotan, como ha escrito Cassou, "prestigiosas constelaciones de imágenes". El mismo Jean Cassou llega mucho más lejos en su apreciación del Hernández más visiblemente complejo, más denodadamente orfebre, al afirmar que "para España, el barroco, el conceptismo, el gongorismo, el preciosismo, etc., no son arte de corte o de salón, sino expresión popular". Entiendo que también en estas palabras hay exageración: en la corte y en el salón, o cerca de ellos, también nacieron páginas memorables (recordemos, sin ir más lejos, a Jorge Manrique, a Garcilaso, al conde de Villamediana) . Lo que sucede es que no es una clase social en exclusiva la que inventa: quien inventa es el habla. 0, con más precisión: quienes inventan son los enamorados del lenguaje. Y ya sabemos que el amor ama a su objeto entero: en lo que tiene de complejo, enigmático e incluso de meramente luminoso e instantáneo, y en lo que tiene de cordial, profundamente espontáneo, clarificante y duradero. .~ Esto es lo que sucede con Hernández: su amor por el lenguaje es siempre la plataforma en que apoya su voz hereditaria y al mismo tiempo des-

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bordadamente personal. Estoy casi copiando estas palabras del estudio de Luis Felipe Vivanco sobre el poeta oriolano: "Miguel Hernández [escribe Luis Felipe Vivanco] ha recibido mucho de los demás poetas, antiguos y modernos, y se ha impuesto a sí mismo los más rigurosos moldes formales, sin los cuales su voz seguramente no hubiera llegado a dar de sí todo lo que ha dado. Y sin embargo, todo lo desborda su personalidad. Si el lema de Lope como creador puede ser: 'yo me sucedo a mí mismo' de un famoso verso suyo, el de Miguel podría ser: 'yo me desbordo a mí mismo"'. Es cierto: Miguel Hernández se desborda siempre, y se desborda desde las raíces. Desde las raíces del habla y de sus formas enraizadas (rima, silva, soneto, romance, canción o seguidilla; ¿dejaremos alguna vez de emocionarnos con esas desesperadas y serenas "Nanas de la cebolla" escritas en esa forma rítmica, prestigiosa y popular, la seguidilla?) y desde las raíces de una experiencia vital abrumadora de abundancia y de delicadeza, de tradición, pobreza, afán, conducta. Todo esto es, creo, lo que concurre en el hecho de que su poesía surja precipitada de raíz y olorosa de entraña. Cuando habitamos en la casa de su poesía advertimos que huele a sangre, a semen, a hombre, a mujer. Además de deslumbradora, además de repleta de belleza heredada y creada, su poesía es un acontecimiento pancreático, torácico, muscular y nervioso. La obra de esta poeta "tan exaltado y radioactivo" (la afortunada expresión es de Vivanco) está socorrida por un tejido de tendones, apoyada en potentes rótulas; es ósea, sarmentosa, venosa, yo en ella se inaugu ran sin cesar extraordinarias tormentas de calcio, linfa, resuellos, protes tas y propósitos. Además de un artista meticuloso,


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Miguel es siempre primitivo y terrícola. La sensualidad, el hijo, el agua, el sol, son los domingos primordiales del calendario de su ·obra. Todo esto y la pobreza le llevaron a ser un gran amante de esa otra forma del lenguaje humano: el afán de justicia. Si su pasión por la expresión poética procede de lo más hondo de la tradición sucesiva (que no excluye, en su caso, la frecuente invención), su pasión por la justicia procede de la experiencia real de la pobreza. En

Miguel Hernández, ni el artista ni el combatiente son improvisaciones. Son las inexorables consecuencias de haber sido un amante del idioma y a la vez un hambriento. Seguró que no faltan, en este vasto caos que llamamos la vida literaria actual, individuos muy exquisitos que podrían reprocharme el 'que me obstine en hacer bien visible una' intrusión tan enojosa como el vocablo hambre dentro de un texto que habla de las creaciones

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de un poeta. Existe una pudibundez preservativa y aristocratizante que se siente irritada o agredida cuando alguien deposita elementos trágicos y terrenos -vale decir: históricos- en esa especie de ilusoria tierra de nadie que, según ellos lo entienden, es lo espiritual. Pareciera como si tales individuos pronunciaran la palabra poesía con la boca llena de gasa y trocitos de terciopelo. Es obvio que esos seres no pueden acaparar en su elegante cesta toda la turbulenta grandeza de la poesía de Miguel Hernández y es obvio que estas páginas mías no les despertarían ningún otro interés que el que proviene del fastidio o de la irritación. También es obvio que esos refinados a mí no me interesan más que como síntomas de lo más claudicatorio y más inútil del proceso de una cultura; y que no condescendería a mencionarlos aquí si no fuese porque estamos hablando precisaIl).ente de todo lo contrario: de la cultura que se articula con raíces, con dolor, con apasionamiento, con gritos, con belleza terrena y material, con talante temporal-que es a la vez misterioso y concreto-; con hambres. Remacho los padecimientos de Miguel y sus gentes porque estoy convencido de que, en general, es el padecimiento la mejor plataforma de creación de las grandes obras de arte y de que, en particular, en lo que a tañe a Hernández, sus más sombrías y diligentes musas fueron las formas del dolor, personal e histórico" Y entre esas formas del dolor, el hambre fue su compañera testaruda y, a partir de un determinado momento, prácticamente inseparable. Debemos la belleza sosegada y a la vez instantánea de la "Nanas de la cebolla" no sólo a la maestría de un artista en verdad consumado, no sólo a una imaginación seminal (es decir, una imaginación que no elude ~ sustituye el fuego de la reali-

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dad, sino que logra exaltarlo abrasándose en él), sino también al hecho, en apariencia nada poético, de que la madre de su hijo se alimentaba con cebollas. Miguel parte siempre del mundo sensible que configuran las emociones terrenales y a ellas regresa, tras su viaje por la más ejemplar poesía española y por sus propias dotes de creador ejemplar, trayéndonos como recuerdo de ese doble viaje unos versos en un papel, unos versos que miran obstinada y directamente a nuestro corazón. Y entiendo aquí por corazón esa pantalla en donde se proyectan los sohresaltos enigmáticos del ser en el espacio y en el tiempo y la evidencia del tránsito en la Historia. Parte del tiempo del Miguel Hernández poeta fue un tiempo de, guerra y de posguerra, y el desasosegado cronista del dolor que había en él no podía rehuir -y no rehuyó- el deber de contarlo, mostrarlo, lamentarlo, sufrirlo y agredirlo. Digo" agredirlo" no sólo porque es cierto que Miguel agredió sin cesar a las causas de los padecimientos que podemos llamar innobles, esto es, aquellos que brotan en el estercolero de las formas de la injusticia, sino también para dejar bien'claro que al mencionar al hambre -y a otras maneras de dolor cuya causa es innoble- como a una de las musas de Miguel, no estoy haciendo la defensa del hambre en provecho de la creación poética. A ese precio incivil, por mí la poesía puede desaparecer de la tierra ahora mismo. Pero las hambres no desaparecen y, en justa venganza, ' tampoco cesa la poesía. El hambre de Miguel no desaparecía, y la poesía de Miguel tampoco. En su meteórica, y cronológicamente breve, vida de hombre y de poeta, hay un momento a partir del cual la pobreza ya no lo abandonará más. Se arrimará' a su cuello, se enrosca-


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rá en su cuerpo, se arrastrará agarrada a sus alpargatas campesinas, hasta disminuirlo, enfermarlo y matarlo.

* Cuando me dispuse a preparar estas cuartillas, releí casi toda la obra de Hernández y leí o releí algunas biografías. En todos los textos biográficos sobre Miguel, uno de los protagonistas es sIempre la pobreza. En talo cual detalle sus biógrafos difieren, se contradicen, a menudo se complementan. Pero en lo que se refiere a la pobreza de Miguel Hernández todos están de acuerdo. -Nos informan de su patético júbilo cuando logró comprar una destartalada máquina de escribir (la única de que gozó en

su vida) que solía usar bajo la sombra prieta y olorosa de las higueras. Todos sus biógrafos nos relatan su pobreza, a menudo desesperada, durante sus dos estancias en Madrid. El número de sus cartas pidiendo ayuda para sí o para Josefina y su hijo es abrumador. En una carta escrita a su mujer desde la cárcel encontramos una línea que p uede hacernos palidecer de vergüenza, de cólera, de angustia:" Adiós, pobre. Estamos que pedimos y no nos dan". Incluso allí donde uno de sus biógrafos contradice o completa a otro, el resultado que a nosotros nos llega es el de la presencia de la pobreza, de la postración, del dolor. Por ejemplo, en la impetuosa" biografía que le escribió a Miguel Elvio Romero, el poeta paraguayo anota que Miguel

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redactó su testamento literario ("Adiós, hermanos, camaradas, amigos; despedidme del sol y de los trigos") en la pared cercana a su cama del hospital. María de Gracia Ifach prudentemente puntualiza: "En modo alguno pudo escribirlo en la pared, junto a su lecho, poco antes de morir ( .. .) Estaba materialmente hincado en él, adherido a las sábanas, sin un mínimo de fuerza que le permitiese mover los brazos, volver el rostro. Su postración era total. Tenía en el costado una herida abierta y llagas infectadas en la espalda. Tenía destrozados los pulmones. ¿Cómo hubiese podido incorporarse para trazar en el muro una sola letra?". Y, de pronto, lo que nos interesa de esa imagen no es sólo que comple ta la exac titud de una verdad, no es sólo que ratifica la existencia y la p a ternidad de dos versos solares y elegíacos (solares y elegíacos: como toda su obra), dos endecasílabos que él debió de dictar con voz ya d ebilitada y llagada por la agonía; sino también, y fundamentalmente, lo que nos turba en esa imagen es que resulta asombrosa y proterva. De pronto, frente a ese cuerpo torturado por el dolor, erosionado por la enfermedad, esquelético y p adeciente, se nos ocurre recordar al Miguel de años a trás entre los campos, el Miguel que infa tigablemente jugaba al fútbol con los amigos de Orihuela, que amaba a sus viejos hermanos la tierra y el agua y el sol desde su fuerza física, que soñaba con rozar la tela del vestido de Josefina desde su poderosa juventud. Se nos ocurre recordar las varias veces que usó en sonetos autobiográficos a ese animal d e inmensa fuerza que es el toro. De p ronto, quisiéramos ver a un toro mugiente y orgulloso en la cama del hospital. Pero lo único que podemos ver es un cuerpo huesudo que se pudre y se acaba. Y esa llamita de cabo de vela, esos escasos

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kilos de persona se llaman aún Miguel Hernández. Y ese Miguel Hernández que ya se está apagando, ese Miguel que acaso ya no tenga fuerza ni para recordar a un toro, pronuncia poco antes de morir sus últimas palabras. Esas palabras parece que nos cruzan la cara, que nos ladran sobre los ojos como un látigo de pena y de bondad. Usó Miguel sus últimas cucharadas de aliento no para hablar de sí, ni de su fama, ni de otra cosa que la compasión. Con una estereo fónica amargura, una amargura a cuyas cuevas nosotros desde luego no podemos bajar, Miguel, en su última oportunidad de susurrar palabras, juntó unos años bien sufridos, un futuro bien ciertamente incierto y su amor memorable a su mujer, su compañera, su hembra; resumió todo esto en una frase que es en verdad conmovedora: "¡Ay, hija, Josefina, qué desgraciada eres!". Así es: un ser profundamente desgraciado, y en el momento más colorado y atroz de su desgracia, optó por lamentar la desgracia de otro. Es decir: hasta desde la más extrema miseria física aquel montón de llagas y de huesos nos mostró su virilidad. Pocas veces se puede recordar a un hombre que haya sido tan hombre como Miguel lo fue al pronunciar sus últimas palabras. Viril toda su vida, fue un agonizante viril. Si no temiese que pudiera parecer que estoy haciendo fácil literatura en ocasión que merece tanto respeto, diría que también fue viril como cadáver. Me refiero a un suceso muy conocido: Miguel murió con los ojos abiertos, murió con la boca entreabierta, mostrándonos la dentadura. Nadie logró cerrar su ojos, ni cerrarle la boca. Y de ese modo bajó a la sepultura. Murió así, el sábado 28 de marzo de 1942, y de ese rostro muerto Luis Giménez Esteve hizo un dibujo impresionante. Es una cabeza afilada por la agonía, con una tela que le circunda desde el ralo cabello


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Miguel Hernández ante una vaquilla en el frente jienense, marzo de 1937 (Foto Sánchez, Archivo Municipal de Alicante

hasta el mentón y en donde todo parece demasiado desmesurado: una oreja, los pómulos, la nariz, las pestañas, los dientes. No pudieron cerrar su boca. No pudieron cerrar sus ojos. Lo enterraron así. Parece el muerto más rebelde, más desobediente, más inconforme de la historia de la poesía española. Nos asomamos a ese dibujo de Giménez Esteve y no sabemos si miramos a Miguel o si Miguel nos mira, si vamos a decirle algo o si va a hablamos él. Ese dibujo nos da miedo. Y ese miedo es quizá beneficioso. Sabemos bien que no nos habla, que los muertos no hablan, y, de alguna manera, sentimos que esos dientes nos dicen algo. En suma, la cara mortal de Miguel en ese dibujo espeluznante parece la última página de su libro Viento del pueblo.

* Sobre la poesía de Miguel compuesta en la guerra o sobre la guerra se han escrito abundantes textos, muchos de

ellos inteligentes; otros, meramente propagandísticos; algunos, desatinados o usureros. En líneas generales,las emociones de Miguel sobre el suceso de la guerra civil parecen consentir que las clasifiquemos en tres etapas más o menos diferenciadas. Una primera etapa o forma de aproximación a ese tema tremendo la ocuparían los poemas más vehementes, más programáticos, más brotados del soldado y del militante que fue . En esa etapa abundan los poemas sobrecogedores y no faltan ingenuidades u opiniones que, por lo menos hoy, a muchos nos parecen precipitadas y hasta disparatadas. Quiero decir que hay una enorme distancia desde la rotundidad y la belleza de, por ejemplo, los poemas titulados "Vientos del pueblo", "El niño yuntero", "Los cobardes", "Aceituneros", "El sudor" y algunos otros, hasta la simple violencia panfletaria de muchas páginas que están sobradas de retórica; de retórica verbal y de retórica ideológica. Claro está que estas líneas no pretenden con-

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denar aquella precipitación de Miguel, un poeta a quien la precipitación pasa a ser tantas veces uno de sus grandes valores. Al fin Y al cabo, él escribía esas páginas coléricas en medio de la guerra civil y nosotros las leemos muchos años más tarde. No conviene olvidar ni lo uno ni lo otro. Otra etapa de la poesía sobre la guerra en la obra de Miguel Hernández agruparía abundantes composiciones más socorridas por la reflexión que por la cólera, más llenas de piedad que de vehemencia. El grito, la admonición, la agresión verbal, van desapareciendo, y dejan paso a la lamentación, a la compasión, al dolor ya menos indignado y tal vez más profundo. En esos momentos, más que hacer la guerra como un soldado, Miguel Hernández la padece como un hijo y .un nieto de los hombres. Aquí desaparece el entusiasmo ante la pólvora y asoma el desconcierto ante la sangre. La cólera contra sus enemigos deja paso a la piedad ante los muertos. Incluso en el estilo, es más visible un sosiego sombrío, una adjetivación más modesta y más rigurosa, un tono de voz más rico de emoción que de escándalo. Es esta etapa, creo, la que prepara a su poética para entrar en ese prodigio de expresividad y sencillez, de profundidad susurrada y subterráneamente eléctrica que es su Cancionero y romancero de ausencias, libro en el cual hay todavía poemas cuyo tema es la guerra; pero poemas que ya se benefician de una especie de silencio oculto como el de las semillas, y de una maestría artística, un poder expresivo y una economía instrumental que serán ya definitivos. Podríamos concluir nombrando a dichas tres etapas de la poesía de guerra de Miguel Hernández de este modo: en la primera etapa escribe sobre la guerra civil española; en la segunda, más dolorida y len-

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tamente, escribe sobre la guerra civil; en la tercera, abrumado, escribe, solamente, sobre la guerra. No ignoro que este tipo de clasificaciones pueden correr el riesgo, si no se las ayuda con un desarrollo suficiente, de parecer gratuitas, e incluso arbitrarias. Pero su apunte puede no ser desacertado, y quizá alguna vez me anime a dedicarle una extensión mayor y una meditación más detenida. De todos modos, no quiero abandonar esta ocasión sin apuntar una reflexión que puede parecer lateral a este tema, pero que, sin embargo, quizá resulte ser complementaria. La reflexión es ésta: sea cual sea la clasificación que hagamos de la poesía política de Hernández, hay algo incuestionable en ella: un enorme perfume de coraje. Ya sabemos que Hernández no se economizó jamás. Ni en el amor, ni en la amistad, ni en el trabajo, ni en la admiración. Su entrega fue total. Con variantes, con tonos diferentes, con diversa perspectiva dentro de su inequívoca elección ideológica, Hernández jamás se economiza. Es seguro que hay un momento a partir del cual sabe que por una página se juega la vida. Pero escribe esa página. Con esto quiero ir a parar a un problema de estilo y advertir la solución que le encontró Miguel Hernández. Ahora, por un instante, olvidémonos de la guerra civil, de cuál fuese el frente en que hubiese combatido cualquiera y cada uno de nosotros, y de las consecuencias en cuanto a la justicia o la injusticia que conllevase nuestra personal elección. Olvidémonos de esto y retengamos únicamente la total entrega de un escritor frente a su corazón y su papel en blanco. Insisto en que quiero ir a parar a un problema de estilo. Es un problema antiguo -y tal vez un falso problema-o Se habla de él muchas veces. Le han sido dedicadas


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muchas páginas. Es un problema, pues, ilustre, y tal vez, repito, un poco fantasmal. Ese probl,e ma se resume así: tendemos a pensar a menudo que el lenguaje sirve para encubrir la realidad; que las palabras son máscaras de nuestras emociones; que el habla es . una cota de malla que, en vez de desnudarlo, nos acoraza el pecho; que el idioma, en fin, es una especie de carnaval que desorienta a nuestra posibilidad de comunicación. Sabemos que sobre esta cuestión (en ocasiones se pudiera decir: esta "creencia") han teorizado incluso escritor~s que no carecen de talento y pasión. (Desde luego no hablo del psicoanálisis. Hablo de la literatura y de la crítica literaria). En suma, se dice que el lenguaje es un sistema . de resistencias que nos separa de la realidad. Este es un tema extenso, avaricioso, y ahora y aquí no puedo incurrir en sus pormenores. Sólo quiero decir que me parece una falsa definición sobre el lenguaje o, cuando menos, una deducción vertiginosa que procede de la abrwnadora variedad expresiva que ofrece el habla de una com1,l1lÍdad, de la plasticidad que consiente la expresión literaria de una cultura. Ignoro quién sería el p rimer escritor que echó a rodar esa op inión que parece querer conferir cierto maquiavelismo a las palabras y convertir así al idioma en una frontera entre la realidad y el artista; que parece, en fin, sostener que las palabras son nuestros enemigos. Tardíos cronistas o nostálgicos de Babel, quienes sistemáticamen te opinan de este modo sobre ese maravi'l1oso noviazgo que forman la palabra y el poeta, olvidan o desdeñan el hech o de que las palabras forman uno de los . orbes de signo$ que más nos ayudan a comba tir la soledad del ser. Es cier to que el lenguaje no es un suceso iner;:e; .que su infinit.a variedad; sus posibilid a-

des ilimitadas pueden desorientar al escritor más perezoso y menos ·lujurioso y combativo. Pero deducir desde esa pereza una especie de fatalidad incomunicatoria, una supuesta enemistad entre el artista y las palabras, es una . exageración, e incluso un disparate. Sea como sea, todo escritor que empieza a aprehender la realidad y a enriquecerla con palabras siente a veces la perezosa tentación de sospechar que el idioma es un enemigo, una máscara, una forma de encubrimiento. Pues bien: Miguel Hernández nos enseña otra cos'a bien distinta: que no son las palabras quienes mienten, sino que a veces el escritor miente mediante las palabras. Hernández nos muestra, y sobre todo en su poesía . civil, que el desafío .q ue conllevan las palabras no se dirige a nuestro afán de expresar a la realidad, sino a nuestra sinceridad y a nuestra valentía (si es que el coraje y la sinceridad no son la misma cosa) . Dije antes que en sus poemas de guerra hay un perfume de coraje. Con ello no aludía solamente a su capacidad de entrega como hombre comprometido, sino también a su profundo instinto de escritor, a su astucia expresiva. Tal vez podamos deducir que ese coraje de la entrega, esa disposición a la sinceridad y ese instinto de artista son sucesos indivisibles, son sucesos complementarios: que todos esos elementos, juntos, posibilitan el poema. O dicho de otro modo: lo mentiroso no es el habla: lo mentiroso es la fa,lta de sinceridad, que equivale a decir la falta de coraje. Un artista que se ha ocupado en no ignorar las incesantes capacidades expresivas de su oficio y que ejerce ese oficio con sinceridad, con coraje, no afrentará j~más ~ las palabras suponiéndolas' embusteras, Esa clase de alto escritor sabe muy bien que lo que miente no es el habla: es el miedo, Es el

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miedo a morir, e incluso el miedo a vivir. Todo artista sabe muy bien que su herramienta fundamental es la sinceridad. Ya sabemos que a veces cuesta cara: es un carbón que nos puede quemar los pies, una cardencha que nos puede arañar las manos. Pero quienes no corren ese riesgo (y diría más: quienes no aman el peligro de proferir y contagiar sinceridad) dudo que puedan reunir palabras duraderas. Hemos aprendido esta ley en muchos escritores grandes, en muchos poetas grandes. Miguel ha sido uno de ellos. La profunda comunicación que él es capaz de establecer con sus lectores parece estar diciéndonos que el lenguaje no enmascara la vida: la enriquece. Que no debemos injuriar al habla, esa novia difícil y hermosísima, llamándola embustera. Pueden mentir el miedo y la insinceridad; las palabras sinceras, temerarias, no mienten. Todo consiste en ser humilde con el oceáno del habla, en aprender a navegar en él, y en navegar sin miedo y sin mentirse. Para nadar hay que tirarse al agua. Miguel Hernández, temerario y sincero, se arrojó al mar eterno del lenguaje y aún vemos cómo nada, majestuoso, rítmico, incansable. Un nadador de fondo en nuestro maravilloso idioma. ¿Por qué señalo algo tan obvio como el coraje y la sinceridad de este poeta? Es muy sencillo: porque sucede algo que me produce cierta decepción. Tras una época en que la poesía de este artista a la vez riguroso y exaltado, caudaloso y bíblico (la alusión a la Biblia no es aquí una intrusión: recordemos unas palabras suyas escritas en un texto sobre Residencia en la tierra, de Neruda: "Me emociona la confusión desordenada y caótica de la Biblia, donde veo espectáculos grandes, cataclismos, desventuras, mundos revueltos, y oigo alaridos y derrumbamientos de sangre"), tras una

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época, repito, en que su obra ha sido releída con lujuria, como se sorbe lo ejemplar, hoyes inusual el espectáculo, para mí más trivial que doloroso, que ofrecen algunas ocasionales críticas que, procedentes de una concepción de la poesía a la que llamaríamos brutalmente exquisita, tienden a relegar a Hernández a un desván de rechazo e incluso de desprecio. Aquí y allá, aunque no sin cierta significativa cautela, se le acusa de excesivamente vehemente, de panfletario, de desbocado, e incluso de pueril. Su olor a semen, a sudor, a sangre, sus fuerzas primitivas, no están de moda entre algunos asépticos y delicados escribientes. Por supuesto, ello es lógico: el fuego quema y el tifón arrasa, y no es justo exigir serenidad ante los tiburones a quienes aproximan un pie al mar para averiguar si el agua no está fría. Pero desde tal actitud, menospreciar a aquel gran nadador de la vida y la muerte, a aquel atleta y náufrago del mar, resulta pintoresco. Lo menos que podemos decir ante esa asepsia y ese cuidadoso desdén es que, en tanto que muchos escritores refinados buscan con un afán más o menos secreto una razón para vivir, a Miguel le sobraban causas para vivir, y ni siquiera careció de razones para morir. Y hay una etapa de su vida, que cubre justamente los años finales de su estancia en la tierra, en que la vida y la muerte se le funden en un bloque de altísima expresión poética. Su Cancionero y romancero de ausencias testifica esa etapa. En ese libro, en ocasiones prodigioso, lleno de páginas exactas, de misteriosas evidencias, de una economía estilística conmovedora y asombrosa, la vida y la muerte no son ya norte y ·sur de una poética: son un estrecho abrazo dentro del cual su voz más esencial, más íntima, va recitando romances y canciones desde donde nos llegan el


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amarillo perfume de la ausencia y el lagrimón de la nostalgia y el vacío. Son páginas llenas de sombras y, sin embargo, clamorosamente calientes. En ellas hay una angustia tan humana que parece -y es que es- misericordia. En esos versos ya es de noche: y nos hacen amar el sol. Delgados y vivos como venas, enigmáticos y elocuentes, esos romances y canciones van caminando por la memoria de la vida hacia el enigma de la muerte como una procesión de besos enlutados, como un rebaño de sedientas canas que, todavía, poseen el don de rejuvenecer a nuestra sed. Con veintinueve,treinta años, Miguel Hernández ya había vivido desaforadamente y empezaba a morir. En todos los nacidos, la muerte es el fin de un destino. En él fue, además, la erección de su estatua. No una estatua de mármol: una estatua de fuego, sobresaltando a una estatua de nieve.

* Debo acabar. Quiero acabar con un recuerdo. En el principio de este texto hablé de un tiempo en que fui niño, cabrero, adolescente, campesino. Luego los años fueron tejiendo para mí otro d t:stino. Hace ya algún tiempo, mi padre :ene pidió que le acompañase a ver la casa d e la calle Asia, en Tomelloso, donde habíamos vivido. La pobre casa, vieja y duríinte años deshabitada, era ya una ruina. LDS suelos, levantados; los tabiques, desmoronados; los tejados, con agujeros. Lo único fuerte y vivo era el árbol del pa tio. Antaño fue un arbolito delgado (un arbo-

lito que ha sido, creo, el eje de mi vida, pero de eso no hablaré aqw) y ahora era un enorme tronco, una copa frondosa que empujaba y erosionaba a un muro, unas gruesas raíces que removían el suelo del patio. Avancé hacia lo que había sido la cuadra. Careta, Azul, Leona ... Donde hubiera el sonido bondadoso de la rumia, ahora había un penoso señorío de escombros, un montón de carrizos, cascotes, cachos de teja, piedras y yeso viejo que ocupaban con su vencida arqueología la atarjea y vagos restos de pesebres. Mirando aquella cuadra derribada por el tiempo y la soledad recordé la piara, las lecheras consentidas, los chotos,nuestro macho cabrío, mi infahcia, la bicicleta del reparto, los cántaros, el cigarrillo nocturno de mi padre. "¡Mi padre, aún joven!". Miré a mi padre, casi viejo entonces. Recordé que nació en el año 1910, el mismo ano que naciera Hernández. El uno me enseñó, entre otras muchas cosas, y con la ayuda de mi abuelo, a ordeñar las ubres de las cabras y las vacas. El otro me enseñó a ordeñar las ubres del lenguaje. Habían pasado muchos años. Mudos mi padre y yo, encendimos un cigarrillo cada uno, mirando esa cuadra en ruinas. Mirándonos. Hoy recuerdo ese instante y pienso que si Hernández no hubiera muerto tan temprano, compañero del alma, tan temprano, posiblemente hubiera vuelto a ser pastor y quizá, quién lo sabe, habría podido ser mi mayoral. Me consuelo pensando que, de algún modo, nunca dejó de serlo.

[Marzo, 1976]


No quiso ser: No conoció el encuentro del hombre y la mujer. El amoroso vello no pudo florecer. Detuvo sus sentidos negándose a saber y descendieron diáfanos ante el amanecer. Vio turbio su mañana y se quedó en su ayer.

¿Qué quiere el viento de encono que baja por el barranco y violenta las ventanas mientras te visto de abrazos? Derribarnos, arrastrarnos. Derribadas, arrastradas, las dos sangres se alejaron. . ¿Qué sigue queriéndo el viento cada vez más enconado? Separarnos.

No quiso ser.


Miguel Hernández y la rehumanización literaria en la República

RAFAEL DE CÓZAR

Universidad de Sevilla

Una de las cuestiones tal vez más interesantes de la modernidad en el arte es la posición del artista ante la disyuntiva del arte como comunicación, o el arte como expresión, la tensión entre el compromiso con la realidad, o con la estética, algo que ya se planteaba Bécquer en su rima sobre la inspiración y la razón, confirmando ' que la fidelidad exclusiva a la primera, dificultaría llegar al lector, mientras dejarse llevar sólo por el hilo de la razón reduciría el valor de la inspiración, por lo que propone el esfuerzo por unir las dos, mientras Baudelaire y Mallarmé se apuntaban claramente a la primera postura, sin la menor preocupación por ser inteligibles. Las vanguardias vendrían a acrecentar estas diferencias, pues efectivamente el arte de vanguardia puede transmitir sensaciones, pero no un claro mensaje referencial, una información, o argumento, mientras el arte figurativo puede ser interpretado a veces más como mensaje, como ilustración de la realidad, que como arte. Y en esta situación, mientras la música sólo transmite y provoca emociones, ya que sus signos son abstractos, la literatura en cambio, basada en la palabra, es la que está más ligada a la transmisión de información. Posicionarse, por tanto, en uno de los

dos planos, condiciona efectivamente la posibilidad de llegar a un lector más o menos amplio. Ya en su obra sobre la deshumanización del arte, Ortega había señalado que el arte realista suele ser un arte de masas en la medida en que a veces no es arte, sino extracto de vida, pero el tema ha sido esencial para muchos. El propio Machado, que había iniciado su producción en la órbita del modernismo militante, y la expresión de la subjetividad de raíz simbolista, va a ir evolucionando hacia un más abierto compromiso có~ la realidad. De este modo podrían parecer dispares y enfrentados los defensores de la poesía pura (Juan Ramón) y los defensores de una poesía sin pureza (Neruda). De hecho esa tensión, que en cierto sentido divide en dos etapas a la generación del 27: desde 1922 a 1930 (purismo estético) y desde 1930 a 1939 (rehumanización, etapa esencial para Miguel Hernández), volverá a reproducirse de nuevo en la tensión entre los poetas sociales y los poetas defensores de una mayor fidelidad a la estética, entre 1945 y 1965. Pero la cuestión me parece bastante más compleja, independientemente de que esas oposiciones se hayan reflejado e influido en la historia literaria, hasta el


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punto de que la generación de la transición, (entre 1965 y 1979), abandonará el interés por el realismo testimonial y la poesía social, para acercarse de nuevo al culto al lenguaje y las formas. Pero es preciso tener en cuenta, en p rimer lugar, el valor que cada autor le da a la literatura, su posición ante el concepto y sentido de la poesía, su aspiración de llegar a conectar con un número amplio de lectores, lo que le restringe las p osibilidades de experimentar con las formas, o bien atender esto último principalmente, lo que reduce su posible ámbito de receptores (la poesía para la inmensa minoría). En segundo lugar es esencial el factor de éposa y las circunstancias históricas en que nos situemos. De hecho, si uno observa la historia del arte en su conjunto, los momentos de profundos cambios y de asentamiento de un sistema y una sociedad nueva (el proceso de la revolución industrial), el ~rte parece tender en su conjunto a testimoniar en lo posible la realidad, mien:tras en las etapas en que el sistema está asentado, los artistas parecen tender más hacia lo que algunos teóricos llaman lenguaje simbólico-convencional, es decir, hacia el formalismo. Por último, es pre- . ciso tener en cuenta que todos los grandes autores, incluso habiendo optado preferentemente por una postura, nunca han descuidado del todo la otra dimensión. De hecho si aceptáramos que Juan Ramón Jiménez representa una posición relativamente opuesta a la de Antonio Machado, lo cierto es que ambos han logrado una indiscutible universalidad. El propio Pepe Hierro, tal vez junto a BIas de Otero, entre los más destacados de la poesía social, me reconocía a menudo su interés, por ejemplo, por Vicente Aleixandre, por Cernuda, o por Bécquer, a pesar de moverse en campos teóricamente distintos.

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Tal vez el mejor ejemplo de integración de ambas posturas estéticas lo represente la generación del 27 en su conjunto, en su trayectoria entre los años 20 Y 30, evolución que implica la fusión de la vanguardia y el neopopularismo. En realidad, el surrealismo francés había dejado clara la vinculación entre el compromiso ideológico y la estética, pretendiendo llevar a cabo una revolución con repercusiones en todos los campos (sociedad, psicología, religión, política), no sólo en el arte. De aquí que será en los años 30 cuando los surrealistas españoles se alejen del purismo y abracen, a las puertas de la guerra civil, el manifiesto de Neruda en defensa de una poesía impura, humanizada. Miguel Hemández es, sin duda, uno de los poetas que mejor representa esa línea de rehumanización que se impone en los años de la República, pero no podemos olvidar que incluso los que se habían integrado abiertamente en el forma.lismo vanguardista, entre 1925 y 1930, Y que de algún modo renegaron del experimentalismo, ya desde inicios de los años 30, aquella primera etapa les había servido como base para profundizar luego libremente en nuevas líneas, como ha reconocido abiertamente Francisco Ayala, quien nunca renegó de su primera postura. Neopopularismo y gongorismo, en definitiva, no son contradictorios, ya 'que, como el mismo Alberti reconocía en sus memorias, la ruptura con todo dogma de los ultraístas les daba libertad a los autores de la nueva generación para retomar tanto las fuentes tradicionales como los más avanzados experimentos de 'la vanguardia. . Tras los "felices años 20", que en algunos aspectos y en algunas zonas no encontramos razones para llamarlos así, viene la crisis mundial del año 1929, síntoma evidente de las fisuras que llevaba consigo la revolución industrjal. Aquellos


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"Años locos" de prosperidad en Estados Unidos, entre 1922 y 1929, en que la economía crecía a un ritmo que no se había dado hasta entonces, generó una "burbuja especulativa" imposible de sostener. Pero evidentemente el crack que se produjo ese año es mucho más que un problema económico y sus repercusiones también van más allá del hecho en concreto. En Norteamérica coincide con el comienzo de la Gran Depresión, un periodo de decadencia económica que afectó a todas las naciones industrializadas y, consecuentemente, a las demás. La crisis del 29 fue la primera y, para algunos, la mayor crisis del sistema capitalista, al menos en el sentido de que no había entonces factores de prevención y regulación. También en Alemania, tras la guerra mundial, se produce un crecimiento imparable de la inflación que intentó corregir la República de Weimar, viéndose afectados también por el Crack, con la retirada de los inversores internacionales, el aumento de impuestos, el recorte de salarios y unos niveles históricos de desempleo. La Gran Crisis, por tanto, es un fenómeno a tener en cuenta para un cambio de actitud en la sociedad occidental, como también los problemas económicos durante la República colaboran en España para ese cambio hacia lo que se llamó "literatura de avanzada", una vuelta hacia lo humano. En este sentido, la revolución rusa y su influencia internacional, va a tener también repercusión en la rehumanización de la literatura, del mismo modo que las consecuencias de la primera guerra mundial. Tras ella se producen movimientos revolucionarios en muchas zonas: Alemania, Hungría, Finlandia, o Italia, con intensas convulsiones sociales en Francia, o Inglaterra, al igual que en España, en los años 30.

En Francia es entonces evidente entre los jóvenes autores el "populismo", el auge de la literatura social y proletaria l , que tendrá en España sus principales representantes en Sender, Díaz Fernández, Arconada, Arderius, Carranque de Ríos, Zugazagoitia, entre otros ' narradores. En 1930 Díaz Fernández publica un texto que se ha considerado como manifiesto de las nuevas líne~s que. empiezan a imponerse, texto en que resulta curioso que la proclama de sus!ituir el arte por la vida es precisamente la que proponían desde Rimbaud a los dadaístas: Para terminar: lo que se llamó vanguardia literaria en los últimos años no será sino la postrera etapa de una sensibilidad en liquidación. Los literatos neo-clasistas se: han quedado en literatos a secas. La verdadera vanguardia será aquella que ajuste sus formas nuevas de expresión a las inquietudes del pensamiento. Saludemos al nuevo romanticismo del hombre y la máquina que harán un arte para la vida, no una vida para el arte. I

[De El último Madrid, 1930]

romanticismo,

En ese mismo año, en noviembre de 1930 tuvo lugar el Congreso de escritores y artistas revolucionarios en Karkov, que es para algunos el origen de los planteamientos marxistas de la literatura en muchos países. En Madrid, en el Ateneo, 1 José Esteban, Gonzalo Santonja Los Novelistas sociales españoles (1928-1936): Antología. Barcelona, Anthropos, 1988. Véase también Gonzalo Santonja: La República de los libros (el nuevo libro popular de la JI República. Barcelona, Anthropos, 1989.


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Miguel Hemández y la rehumanización ...

surgiría en 1931 una propuesta para crear una Unión de escritores revolucionarios, en la que asistieron Arderius, Antonio Espina, Pedro de Répide, o Ricardo Baroja entre otros, El propio César Vallejo estaba en Madrid en esas fechas y publica aquí El Tungsteno, en 1931, una novela de evidente corte proletario. Si observamos las firmas 'de las revistas como Octubre, Línea, Nueva cultura, no es extraño ver la coind.dencia de nombres como Alberti, Carranque, Arderius, Arconada, Sender, o el propio Miguel Hernández. La caída de la importante empresa editorial CIAP va a provocar desde 1933 una importante crisis editora en España, afectando a ,muchas otras editoriales, lo que explica, unido a la situación económica, que no ~ea nada fácil publicar, y mucho menos literatura para minorías. Aparte de Máximo Gorki, iniciador del realismo socialista, los autores rusos en esa línea de literatura proletaria, , entonces vigente, son, entre otros, v. ' Ivanov, Sholojov, Leonov, Fadeyev y otros autores de la "Proletkult". Fuera de Rusia, que inicia su aislamiento del exterior hacia 1932, destacaron también el alemán George Fink, el mexicano Mancisidor (La ciudad roja), entre otros. De hecho también en España se lanzaron colecciones como la, de "La Novela Roja", "La Novela Política" o "La Novela Proletaria" (Madrid 1932-1933), de manifiesta intencionalidad revolucionaria, además del papel que jugaron editoriaÍes como la madrileña "Cenit", entre 1929 y 1936. En ese contexto es en el que hay que entender a Miguel Hernández, quien lógicamente, también por ideología, está próximo a los planteamientos sociales de la literatura de la época. Pe'ro no podemos olvidar que en la formación del joven Miguel Hernández estuvieron presentes las lecturas de Juan Ramón,

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Gerardo Diego, Lorca, Alberti, algunos de ellos en su periodo de culto a la metáfora y en la estela gongorina, además de los clásicos, Góngora y Quevedo. De hecho él mismo declara a Giménez Caballero2, en 1931, que sus autores preferidos son Góngóra, Lorca y Gabriel Miró. El primer libro de Hernández, Perito en lunas es un poemario en esta línea3, que evolucionará más tarde, ya en Madrid, sobre todo con la influencia de Aleixandre (a quien dedicara Viento del pueblo) y Neruda, evolución hacia nuevos planteamientos. En este poemario no es difícil ver la huella de la vanguardia y su culto a la metáfora, con algunas cercanas a la greguería, pero será sobre todo en la etapa inmediata a la guerra civil cuando podemos hablar de su mayor: vinculación con el surrealismo, que ,marca de algún modo el sentimiento trágico y su ya marcada inclinación hacia la problemátic~ social, que se hace claramente combativa con la guerra. Pero esa relación con el surrealismo no se centra en el aspecto formal del mov~ento, sino en su dimensión rupturista y su concepción del mundo. De hecho, entre los poetas españoles, el surrealismo representó entre 1925 y 1930, en la mayoría de los casos, una relación más bien estética, sin la agresividad a.ntisistema de la escuela francesa, quien propugnaba, por ejemplo, la desaparición de los hospitales psiquiátricos y la psiquiatría, la desmilitarizaCión, o 'el enfrentamiento con el Estado .y con la Iglesia, algo que en la España de la dictadura de Primo de Rivera 'evidentemente no era aconsejable. " Pero el proceso es similar 'a muchos otros poetas de la etapa ' de la 'República.El mejor ejemplo sería el de ,CeÍnuda, a Gaceta literaria, n° 121, de 1 de enero de 1931 Véase la ~troducción de Leopoldo de, Luis y Jorge Urrutia a El hombre acecha y Cancionero y romacero de ausencias. Madrid, Cupsa, 1978 2

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Rafael de Cózar

quien precisamente el contacto con el surrealismo es lo que le lleva al compromiso ideológico. Quiere ello decir, que las circunstancias históricas son factores a veces determinantes para entender la postura estética de los escritores, aparte de que su temperamento y sus capacidades le puedan inducir a resultar más o menos intenso, más o menos abierto, o más o menos oscuro. A veces las convicciones · morales determinan la estética de un escritor, sobre todo cuando las circunstancias le impulsan, o le obligan hacia una determinada línea, pero no cabe duda, como en el caso de Miguel Hernández, de que la ética no se contradice con la estética, como sucede también con Antonio Machado, o García Larca. De hecho Miguel adquiere una formación literaria profunda, ya desde que empieza su escolaridad a los siete años, hasta que deja el colegio con catorce, antes de iniciar el bachillerato, 10 que no va a detener su formación autodidacta, con los apoyos de Ramón Sijé, o el canónigo Luis Almarcha, quien sufragaría la edición de Perito en Lunas, de 1933, obra de potentes metáforas, sintagma complejo y cultismos evidentes, que la crítica ha definido como obra gongorina. Ya en Madrid, de forma permanente desde 1935, el contacto con los autores del 27 y sobre todo su relación con Neruda le influyen hacia una nueva dirección, sobre todo en el plano ideológico, con su militancia en el Partido Comunista. Pero no podemos olvidar que El rayo que no cesa, de 1936, está compuesto en su mayoría por sonetos, fórmula en la que Hernández es un maestro y síntoma de su formación primera en los clásicos. No es así extraño el abierto elogio que publicó Juan Ramón sobre Hernández en su artículo "Con la inmensa minoría" (El Sol, 23-2-1936), incitando a los poetas puros a leer la obra de Miguel.

Quiere esto decir que, sobre todo en el caso de Miguel Hernández, no es posible disociar la obra de la vida, y de las circunstancias que le toca vivir. Nunca fue "poeta de laboratorio"¡:i'¡ su compromiso con la tie~ra y con el hombre es evidente casi desde el principio, no sólo por su extracción social. Tampoco se trata de un caso aislado. De hecho la obligación del exilio, de los que tuvieron la oportunidad de llevarlo a cabo, viene precisamente de ese compromiso de la gran mayoría de los intelectuales con la República, un compromiso d~~to, o indirecto, pero efectivo, lo que no se reduce sólo a los nombres muy reconocidos en todas las artes, . sino a multitud de "anónimos" maestros, profesores de instituto, de universidad, además de muchas otras profesiones, desde el derecho a la medicina. El título del panorama que Juan Cano Ballesta usó para esta etapa La poesía española entre pureza y revolución, de 1972, me parece que define bien a ese periodo previo a la guerra, aunque no comparto que sean términos antagónicos, de confrontación entre los ideales de la vanguardia y los ideales de un arte realista y de compromiso so~ial. Aparte de que no puede considerarse a la vanguardia como tendencia despolitizada (futurismo, dadaismo, surrealismo, expresionismo), del mismo modo que me parece absurdo negar la vinculación, por ejemplo de Alberti, tanto con la vanguardia, como con el compromiso, tampoco es cierto que el realismo estético tenga que ver por sí mismo con la preocupación y el. compromiso social. De hecho si pudiéramos aceptar al romanticismo como una tendencia de mayor pre- ocupación estética .que el realismo de la segunda mitad del siglo XIX, no podríamos dejar de lado el profundo sentido revolucionario de la primera tendencia. Cada línea, o tenqencia estética debe

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Miguel Hemández y la rehumanización ...

interpretarse en su contexto histórico y entiendo que la vanguardia es Una consecuencia de su tiempo y del que le antecede, como la rehumanización lo es del suyo, y reacción contra el anterior. Viento del pueblo y El hombre acecha evidentemente son poemarios del contexto bélico y del personal proceso de su autor, proceso que culmina en Cancionero y romancero de ausencias, cuyo tono de desencanto y frustración casi podría predecirse. Efectivamente hay autores que parecen menos impregnables del mundo que les rodea, mientras otros, como Miguel Hemández, o Antonio Machado, evidencian tal vez fnás ese influjo de sus circunstancias.

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En todo caso estoy convencido de que la gran aportación de muchos autores no siempre coincide con su producción de mayor repercusión entre los lectores y de más fácil asimilación, por lo que, si hubiera que elegir, rogando perdón por la simplificación, prefiero al Lorca de Poeta en Nueva York, que el de Romancero gitano, y a Alberti en Sobre los ángeles, al de Marinero en tierra, lo que parece coincidir con la censura, que entendió como más peligrosas esas dos obras citadas en primer lugar. El caso de Miguel Hernández tal vez sea un tanto especial, pues . logró la aspiración de Bécquer en su rima "sacudimiento extraño": unir razón e inspiración, ética y estética.

Llevadme al cementerio de los zapatos viejos. Echadme a todas horas la pluma de la escoba. Sembradme con estatuas de rígida mirada. Por un huerto de bocas, futuras y doradas, . relumbrará mi sombra.

CANCIONERO y ROMANCERO DE AUSENCIAS


El compromiso ideológico de Miguel Hernández y de Juan Gil-Albert con la Segunda República Española

PEDRO GARCÍA CUETO

Es necesario en este año en el que celebramos el centenario del nacimiento de Miguel Hernández destacar el compromiso ideológico con la Segunda República española de dos grandes poetas del siglo XX, ambos alicantinos. Me refiero al ya citado poeta de Orihuela y al alcoyano Juan Gil-Albert. Fueron dos personalidades muy distintas, el origen humilde de Miguel no tiene nada que ver con la clase media en la que se sustentó la vida familiar de GilAlbert. Tampoco hubo una gran relación entre ellos, sí la tuvo el poeta alcoyano con Manuel Altolaguirre y Luis Cernuda, entre otros. Pero hay algo que sí los une y que se convierte en motivo de este estudio, me refiero a la defensa de las ideas progresistas ante el avance de las tropas franquistas al comienzo de la Guerra Civil española. El destino de ambos, como todo el mundo sabe, fue muy distinto, el poeta de Orihuela muere en la cárcel de Alicante en 1942, después de largas penurias. Gil-Albert, sin embargo, marcha al exilio y tras un breve paso por el campo de concentración de Saint-Cyprien, marcha a Méjico, donde vivirá unos años de fecunda creación, no en vano, de ese período nacieron su libro en prosa Tobeyo o del amor y su magnífico poemario titulado

Las ilusiones. La vuelta a España en 1947 supuso un largo ostracismo donde GilAlbert fue elaborando una rica obra que verá la luz, en su mayor parte, en los años setenta, gracias al impulso de poetas más jóvenes que reivindica.wp su obra (Francisco Brines, Pedro déla Peña, César Simón y Guillermo Carnero, entre otros). Como podemos ver, hubo diferencias esenciales en el mundo social y en el destino de ambos escritores, pero sí hay un mismo afán por defender las ideas políticas .que consideraban honestas y justas ante la ignominia del golpe de estado a la Segunda República por parte de los militares. Juan Gil-Albert publicó en el diario Verdad de Valencia varios textos donde criticaba duramente el Alzamiento y a los causantes del mismo. Algunos de ellos llevan los siguientes títulos: El espectro marroquí (22 de agosto de 1936), Fusilamiento de la familia patriarcal (6 de septiembre de 1936), Ante el asesinato de García Lorca (13 de septiembre de 1936). En "Memorabilia: Curso-Homenaje a Juan Gil-Albert" que el poeta valenciano César Simón dirigió en la Universidad Internacional Menéndez. Pelayo de Valencia y que se celebró del 3 al 7 de abril de 1995, el investigador Cecilio Alonso habló de "Del compromiso al


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El compromiso ideológico de Miguel Hemández ...

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conocimiento. Juan Gil-Albert en el diario Verdad. Valencia, 1936" y aportó dos nuevos textos de Gil-Albert: Españolada sangrienta y Semblanzas de la epopeya española. La madre de Marco. En ellos, el lenguaje de Gil-Albert es claramente de denuncia de unos militares que llevarán a España a la ruina moral con su ideología fascista. Cito unas palabras del mismo, recogidas del excelente número que la revista Debats, de la Institución Alfonso el Magnánimo,' dedicó al poeta alcoyano en otoño del 2004 con motivo del centenario de su nacimiento. El artículo pertenece a Manuel Aznar Soler y lleva como título: "Juan Gil-Albert y Max Aub" (Insilio y exilio literario republicano). Dice así: "Nos llena de horror la insconciencia patológica de los caudillos que pregonan , los avatares de la "España grande", y más aún la sola imaginación de este ruinoso castillo que harían de ella los que a tr.avés de las radios que el latrocinio les depara vociferan la ex;altación de la guerra civil y esta suprema canallada de la intervención extranjera" (p. 28). Este texto pertenece a Españolada sangrienta. En el mismo, el poeta alcoyano se refiere a la figura de Queipo de Llano, cuya voz en las radios españolas contaminó el sentido común de cualquiera de sus oyentes con su apología de lq. cruzada ' nadonal y del fascismo . No hace falta decir que Miguel Hernández también fue muy combativo contra los golpistas y en su lenguaje se transmite el deseo de crítica feroz y dura ante estos personajes. Es de sobra coflocida la labor de Miguel Hemández de apoyo a la República, pero quizá lo sea menos la mención a la tertulia que se fraguó en el seno del ,'Estado Mayor donde se hallaba Miguel, conocida como "Posición Pekin", llamada "El Ballena to".

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Durante cerca de dos años, la finca de la linajuda familia valenciana de los Trénor, en el camino antiguo de la ciudad de Valencia, se' convirtió en sede de las reuniones sabáticas de un grupo de artistas e intelectuales entre los que se encontraban compositores y músicos como Carlos Palacio y Abel Mus, escultores como Antonio Ballester y Rafael Pérez Contel o escritores como Antonio Rodríguez Moñino y Ramón Garciasol, entre otros. Ocurrió en el año 1937, en plena contienda, como ya sabemos. ,La labor de Miguel Hemández no sólo fue la de tertuliano, sino que hizo mucho para defender a los represaliados. Como nos cuenta Francisco Agramunt Lacruz en su artículo "Intelectuales y artistas republicanos en Valencia. Miguel Hemández y , el Ballenato". en la revista Debats en el homenaje a Gil-Albert antes comentado, el poeta alicantino se marchó a Valencia poco despué,s del 18 de julio para 'evitar el asesinato del religioso capuchino Julio Esteve Flores, conocido como el padre Buenaventura; de quien Ie~ibió clases de literatura y cultura general en sus primeros años escolares. El religioso fue asesinado vilmente. Fue precisamente el padre Buenaventura quien le dio clases cuando Miguel no tenía formación ninguna, siendo hijo de cabrero, le regaló libros y lo introdujo 'en las tertulias del círculo poético oriolano, del cual formaba parte el religioso capuchino. Esteve Flors fue as'e sinado en el ' cementerio de Gilet a las tres de la madrugada del 26 de septiembre 9-e 1936, junto a su padre y su hermano menor. Miguel también colaboró, siendo Comisario de Cultura del Batallón de Valentín González "El Campesino", ' en formar a los combatientes republicanos, donde elaboraba actividades propag~n­ dísticas para defender los valores de la República. Fue entonces cuando se cele-


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Pedro García Cueto

bró el famoso TI Congreso de Escritores Antifascistas en el que coincidieron GilAlbert (secretario de la revista Hora de España) y éL Miguel participó en programas radiofónicos de carácter literario y escribía los discursos que pronunciaba Vittorio Vidale, el Comandante Carlos de quien se convirtió en su cronista. Los escritores y poetas de la tertulia "El Ballenato"; incluido ' Miguel, imprimieron sus libros en la Tipografía Moderna (de allí salió la prestigiosa Hora de España), no en vano, uno de los libros más conocidos de Miguel El hombre acecha se imprimió allí. La imprenta se encontraba en!éi calle de las Avellanas, a espaldas del palacio ArzobispaL En ella trabajaban los hermanos Vicente y Amparo Soler. Para concluir, cabe decir que Miguel Hernández hizo una importantísima labor para defender los valores republicanos, su energía, talento y vigor le llevaron lejos, destacando en la citada tertulia y como propagandista de la República, lo que le costaría posteriormente, como ya conocemos, su destino trágico. También Gil-Albert, desde una posición menos arriesgada, pero no exenta de valor, defendió en sus escritos los valores progresistas y participó activamente en el TI Congreso de escritores antifascistas y como secretario de la revista Hora de España. Para terminar, quiero comentar dos poemas de ambos escritores alicantin os donde se ve el compromiso ideológico que aquí he expuesto. El primero es 'de Juan Gil-Albert y pertenece a su libro Candente Horror (1936). Si nos adentramos en el mismo, . veremos qué sinceridad se transparen ta en los versos del poeta alicantino. En Los diplomáticos. ijuan Gil-AH ert, 2004: 112), Gil~Albert critica el hipócrita

mundo de los que en apariencia nos defienden y pretender gobernarnos: "Sentados sobre un mar de prieta consistencia / navegan como niños insensibles, / rumorcillo de olas sin sentir en las nalgas vastas profundidades" (vv.1-3). Lo que nos dice ya es muy significativo, nos encontramos ante seres inmaduros "niños", por tanto, incapaces de servir de ejemplo y, lo que es más, son "insensibles", si la cualidad del niño es la ingenuidad, éstos seres están excluidos de cualquier etiqueta humana. ¿Qué queda entonces? Nada más que "rumorcillo", es decir, vacío, inconsistencia, necedad. En los versos siguientes, habla de la vestimenta, diríamos que el poeta emplea primero una serie de cualidades morales: "la insensibilidad", para pasar luego a lo exterior, la superficie, como única identificación. Dice así el poeta: "¿Para qué? Calcetines bordados atestiguan que sus pechos son pulcros/ y el corbatín alude a un pueblo laborioso que hace correr el llanto" (vv. 3-5). ¡Qué curioso! Se refiere a los señoritos, los que deliberan mientras otros "laboran", se esfuerzan en sus ocupaciones cotidianas, construyendo con su esfuerzo el verdadero país. .Nos muestra en el poema que la labor de estos individuos es el qcio, pero no visto en su catalogación de enriquecimiento cultural, sino el ocio insulso, la inactividad moral y mentaL Dice así: "Pueblo en sus bocas falsas / sobre verdes hipódromos vedlos cómo pasean tolerantes / los tratados secretos con su sonrisa 'sórdida" (vv.7-9). El empleo de "tolerante" frente a "sórdida" nos indica la hipocresía de esos desocupados, de esos diplomáticos que deciden el destino de tantos seres humanos jugando en las carreras. Nos habla, por tanto, de' una época ya clausurada, ahora las reuniones o los tratados donde se decide la vida de muchos ciu-

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dadanos se hace en comidas, en las que el interés particular y económico puede decidir el destino de miles de personas en un breve período de tiempo. Sigue el poeta alicantino descubriendo a estaS diplomáticos que envilecen todo lo que tocan: "Forrados de gamuza no responden a las ondas del viento, / y plenas capitales los acogen escintilantes párpados bancarios" (vv. 10-11). Como vemos, estos "insensibles" no sienten amor alguno por la naturaleza, reflejada aquí en las "ondas del viento". Todo lo que les mueve es el interés y el dinero. Va a reflejar en el poema los "párpados", rasgo Hsico, acompañando a "bancarios", centra así todas las cualidades humanas de estos seres en el dinero, como si los ojos se transformasen en vil metal. Vuelve de nuevo al "Pueblo" que ya había mencionado antes: "Pueblo en sus bocas, / para nada les sirve la multitud nombrada / paja seca en sus dientes cuando el fluido mágico no existe" (vv. 12-14). ¿Qué quiere decir el poeta? Sin duda, que los humanos son vacío para ellos, "paja seca en sus bocas", no importan en absoluto, todo se reduce a objetivos, intereses, intenciones. Si no existe el "fluido mágico" es que carecen de sentimientos y, por tanto, de capacidad de compasión o de conmoverse ante algo o alguien. Termina, subiendo el tono del poema, aunque ya ha quedado muy clara su crítica feroz a esos seres fríos y crueles: "Esguinces de lo humano, se aposentan en mesas de cristal amasadas con sangre" (vv. 15-16). Un magnífico final para comprender hasta qué punto el poeta desprecia a estos seres despreciables, si son "esguinces de lo humano", es que apenas son reconocibles como vida, son torceduras, errores de la naturaleza que provocan un

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inmenso dolor y que no pueden dejamos nada bueno. El poema fue escrito en verso libre, podemos ver como alterna versos de 14 y 7 sílabas, sin buscar ningún tipo de estrofa, para insistir así en la libertad de su pensamiento, no sometido a regla alguna. ¿Por qué esta falta de métrica al uso? Sin duda, porque el poema impone en su ritmo el verso libre, para intensificar el sentido de la crítica sin sujeción alguna. Por otro lado, Miguel Hernández titula "Los hombres viejos" (Miguel Hemández, 1992: 656-660), a un poema perteneciente a El hombre acecha, escrito en 1939, donde el poeta de Orihuela hace una crítica feroz a los hombres que detentan el poder y que llevan las manos cubiertas de sangre. Miguel Hemández dice: "Herís, crucificáis con ojos compasivos / cadáveres de todas las horas y los días: / autos de poca fe, pasto de los archivos / habláis desde los púlpitos de muchas tonterías" (vv. 3336). Se refiere como podemos suponer a los sacerdotes, aunque alude también a las otras clases sociales que detentan algún poder: "Trapos, calcomonías, defunciones, objetos / muladares de todo, tinajas, oquedades / lápidas, catafalcos, legajos, mamotretos, / inscripciones, sudarios, menudencias, ruindades" (vv. 77-80).

Miguel Hernández, en este largo poema, va a criticar de forma feroz a todo abuso de poder por parte de cualquier clase social. No se libra en el poema ni el clero, ni el ejército, ni el funcionaria do, ni la banca, etc. Termino la mención al poema (cito algunos fragmentos para no extenderme demaSiado) con cuatro versos que no tienen desperdicio: "Los veréis adheridos a varios ministerios / a varias oficinas por el ocio amuebladas. / Con el sexo en la boca canosa, van muy serios / trucosos,


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Pedro García Cueto

maniobreros, persiguiendo embajadas" (vv. 89-92). El poema emplea adjetivos como "hijos de puta", "pálidos de avaricia", "putonas de importancia", no hay mesura alguna en el poeta de Orihuela y manifiesta, con gran vehemencia, su desprecio al mundo del poder que tanto daño ha hecho a su país. Cambia el tono, desde luego, GilAlbert. El poeta alicantino no emplea un lenguaje tan duro y a veces tan soez como el que utiliza Miguel Hemández. Sabe muy bien Gil-Albert que puede hacer una dura crítica sin ser tan explícito en los adjetivos acusadores. Lo que sí es importante es ver cómo dos hombres escriben sendos poemas donde la crítica al poder es muy evidente. Tal es el grado de rabia e impotencia que sienten ante la arbitrariedad de políticos y de curas, propiciadores, sin duda, del desastre de la Guerra Civil española. Como comentaron muy ' bien Leopoldo de Luis y Jorge Urrutia en el prólogp a la poesía de Miguel Hernández: "Miguel quiso hacer· una burla feroz, demoledora. Quiso agredir, usando el verso como bisturí sobre el tejido infec-

tado". (Leopoldo de Luis y Jorge Urrutia, 1991: 71). Lo que los dos críticos y poetas nos dicen que el poema no tiéne valor estético, pero sí histórico, por las circunstancias en que fue escrito. Su pertinencia fue absoluta. El poema de Gil~Albert (escrito tres años antes) sí posee cierta calidad estética, porque emplea expresiones como "rumorcillo de olas", "fluido mágico", "navegar como niños insensibles", que, sin llegar a crear un poema delicado, bello y armonioso, como los aparecidos en libros anteriores, sí denota un interés por el estilo, pese al tema social, siendo este último el primer interés del poeta. Sin embargo, Miguel Hemandez en pos de una denuncia más explícita no consiguió un poema que tuviese la misma belleza, pero sí una gran capacidad para denunciar a esos seres hipócritas que, con su cinismo, propiciaron nuestra España trágica. Ambos, Miguel Hemández y Juan Gil-Albert fueron fieles a su compromiso ideológico con los valores republicanos y defendieron las ideas que el pueblo quería preservar del arribismo y la prepotencia del fascismo español.

Tristes guerras si no es amor la empresa. Tristes. Tristes. Tristes armas si 110 son la palabras. Tr ·stes. Tristes. Tristes hombres si o mueren de amores. Tr~istes . Tristes.

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Maruja Mallo

Sorpresa del trigo. 1936

La Escuela de Vallecas y Miguel Hernรกndez Amor, amistad, arte, revoluciรณn

Alberto Sรกnchez

Maternidad. 1930


Raíces de un poemario

JOAQUÍN VERDÚ DE GREGaRIO

Si tú buscas una diana , he aquí mi corazón de ti un fuerte impacto y yo, un fuerte suspiro. AHMADQAZÁU

Se insinúa el universo de la poesía hacia ese continuo despertar que conllevara una solicitación hacia los inicios que semeja habitar el inconsciente del creador y, a los cuales se siente llamado por su sueño ancestral en el que parecen residir los elementos de una primera naturaleza que parecen visualizarse en aquellas iIÍlágenes que conciben ese univers'o en el que se entrevé una comunión y recreación. Pues que cada una de las artes, el arte mismo, parece ser la huella de alguna forma de existencia perdida. El testimonio en que el hombre vivía de una manera o era cosa distinta de esta criatura que' nos hemos encontrado siendo con extrañeza tanta. Hacia el arte nos dirigimos con la esperanza de recobrar esa manera de vivir perdida, ese ser extraviado de cuya falta no acabamos enteramente de convencernos ... La poesía primera ... parece corresponder a una edad deL mundo en que lo sagrado lo cubría todo.! Y así cuando menciona un elemento primario de"! mundo vegetativo ... El árbol: 1 Zambrano, María: Apuntes sobre el tiempo y la poesía en Algunos lugares de la poesía, Trotta, Madrid,2007.p.71.

Imposible sm ti la primavera los verdes paraísos terrenales. Solicitud y celo m~ternales requiere tu carrera. Su existencia semeja al devenir de lo humano a quien se conjunta y comunica. y entona un himno el que lo sagrado se yergue en formas divipas alentadoras de los elementos naturales:

Corpulencia de Dios, sobre alegría, ocupas de verdor la geografía, robusteces el viento, . ya su corriente muda imprimes voz, acento, palabra de los cielos. . Naces con voluntad, no con ayuda; vienes de Dios y a él surten tus anhelos. Esa fusión de vida vegetativa reflejada en ese centro que cono tal se manifiesta en tantas versiones de lo sagrado, desde el animismo a los textos bíblicos el árbol del paraíso. Y en él pudiera converger ese' fluir de la primera palabra como hálito del aire que expresa su voz cual sagrada palabra. Es de origen divino cual lo sagrado en su expresión poética. Es, igualmente en esa corporalidad, imagen protectora del ser en sus momentos de fluctuaciones, le gustaba sentir-nos


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Raíces de un poemario

afirma Virginia Wolf en su obra Orlando .. .las vértebras de la tierra en donde se apoyaba; pues la dura raíz del roble era eso para él, además de ser, ya que a una imagen seguía otra imagen, el lomo de un gran caballo que montaba o la cubierta de u,n barco inclinado: a decir verdad era cualquier cosa dura, pues sentía necesidad de algo a lo cual amarrase corazón indeciso. y a la par es signo de paz, de hermandad de cobijo que responde, casi evangélicamente con su aroma a la violencia, Pues que sin él perdería el viento su frescura y los pájaros sus nidales:

mente, a los de la historia también, y los que del cielo les cae y les llueve y al sol invisibles. Seres polvorientos, de polvo estelar y de polvo que ni ellos no quieren quitarse de encima, hermanos de la tierra y del sol. Seres que al extinguirse se encienden. 2 Un campo, una naturaleza que ha contemplado y con la que ha convivido desde su infancia. Y de ello esa llamada hacia la paz, que tan hondos reflejos tendrá en su historia personal en confluencia con la de España.

Te maltratan los viles y tú, dios, los perfumas, ¿ Dónde pondrán su vuelo y su manida las brisas y las plumas.

El árbol está hecho para ocupar el mundo de provecho como el viento la rama de cantares.

Yes que ya nos había enunciado anteriormente ese signo de paz que el campo confiere frente a las discordias,

Debajo de tu amparo creosotado las batallas son paces, el trabajo sosiego sosegado, Agrupas a los hombres y los haces hermanos en su umbría. Toda esta visión semeja poseer el eco de aquella Vida Retirada y a la par sosegada de Fray Luis de León, en esa rítmica armonía entra la vida vegetativa, animal y humana. Mas, al propio tiempo, nos reafirman en el carácter de poeta campesino de Miguel Hemández: Descubierto e indefenso aparecía ... Tenía la figura del indígena, se podía suponer que era campesino, ya que la figura del pastor anda tan lejos de la imaginación ciudadana ... figura inédita. Era el equivalente español del indio mexicano, peruano o chileno, el sufridor de siglos el cráneo modulado por "el rayo que no cesa ", del que no quieren estos seres ni podrían desprenderse. Expuestos a los elementos inmemorial-

Pues que si

Como planta vive en una comunicación vegetativa con los otros y así,

Un bosque nos revela e incorpora ¡Oh soledad sonora! la majestad de Dios y de los mares. y el poeta se vale metafóricamente de esta hermandad para elevar una plegaria humana: Hermano y campesino hay que extender la encina que propagar el pino fresco en el campo, ardiente en la colina 1 Pero el poeta sintiendo que tras esa paz reside la lucha y la destrucción, se conjura contra ella:

En nombre de los bosques, yo maldigo. a quien toma venganza, árbol, contigo. 3 Zambrano,María: Presencia de Miguel Hernandez en Algunos lugares de la poesía .. p.184. 3 Hernandez, Miguel : Alabanza del árbol ,Poemas varios n. Obra Poética Completa, Zero S.A. Madrid 1976,p.p.170,71,l72. 2


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Joaquín Verdú de Gregorio

El árbol es ahora símbolo no solo de la naturaleza sino también del hombre. Mas surge el envés de esta paz, el anverso de este sosiego es el de la lid, la querella. Cual, por otra parte supone el trasfondo de toda honda poesía que emana de misterio órfico, de ese descenso a los infiernos tras las huellas de ese amor que nunca puede ser divisado, de su pérdida, del retorno y del cuerpo de Orfeo despedazado y arrojado a tierra, en la cual semejaría germinar. Y de ese padecer que sólo pudiera ser expresado, acompasado, en los ritmos de la música. Es la violencia que se manifiesta en su poema, Profecía sobre el campesino, que paradójicamente pudiera ya enunciar todo un múndo posterior. Y en él, la violencia humana que horada su destino de comunión con la tierra, provoca el que los instrumentos que deberían servir para roturar la tierra, paradójicamente la hieren:

Tú no eres tú, mi hermano y campesino; tú eres nadie y tú ira, facultada de manejables arcos acerados: A tu manera faltas sosegada, a tu amor y destino, veterana asistencia de los prados Pues que posee la naturaleza agrícola una reminiscencia de juventud, cual si siempre pudiese regenerarse. En sus adentros infernales hay gérmenes de eterna resurrección yen ello pudiera vislum'. brarse el mito de Persephone, la joven doncella condenada por los dioses a habitar los inferos y a la que permiten a petición de la diosa de la tierra, retornar cada primavera. Mas el hombre olvida que. la tierra se diviniza, da sus frutos, retorna a su . juventud germinad ora cuando obedece a ese destino que le alía a la na turaleza, se diviniza en conjunción con ella. N o

puede olvidar su destino, su responsabilidad cocreadora en aras de otro Ser.

Cornalón por la hoz, áspero sobre la juventud y el vino, apacientas designios desiguales; dices a dios que obre la creación del campo solo y mondo, ¡tú! que has sacado a Dios de los trigales candeal y redondo. El hombre se hace cocreador en su fusión con la tierra. Y se funde, a la par, con la divinidad en su participación con su trabajo en la transformación del fruto, trigo y vino, forma eucarística, en su sentido erístico, a la que semeja aludir en los últimos versos. Y sin dejar de olvidar que una de sus primeras obras era un auto sacramental. . Mas, de no participar con su entorno natural, el sujeto deja de seerse, de huma-

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Raíces de un poemario

nizar su ser en simbiosis con todo lo que le circunda, con el ser de la naturaleza que debería concebirse en conjunción con él. y a su imagen, él en conjunción con los otros. . Por otra parte la tierra como materia nos revela nuestras fuerzas, sugiere una puesta de ellas en categorías dinámicas. No sólo da una sustancia durable a nuestra voluntad, sino también esquemas temporales bien definidos a nuestra paciencia. Inmediatamente, la materia recibe de nuestros sueños todo un porvenir de trabajo; queremos vencerla trabajando. Gozamos por anticipado de la eficacia de nuestra voluntad. 4 Si el individuo se desprende toda actividad dejando al azar el suceso que supondría el ejercer su propia acción, anula entonces todas las posibilidades.

Pides la expropiación de la sonrisa y la emancipación de la corriente -¡lo imposiblef- del río. Dejas manca en los árboles la brisa el ave sin reposo ni morada, con el hacha y el brío. La expresión de lo pmrugenio del hombre, la sonrisa, tan cercana a !él ternura, que manifiesta esa permanencia de la infancia tan esencial al ser. Y paralelamente los primeros elementos del universo, ya según los presocráticos, el agua y el aire, quedan desgajados de la tierra. Y a imagen del ave que pierde el espacio para su nido, el hombre ya no puede habitar la tierra, tan solo violentarla con ese instrumento que en vez de ser colaborador se ha tomado de tructor ... La esterilidad es la consecuencia del abandono ... y la tierra deja de converger con el elemento agua ... Bachekard, Gastan: La tierra y los ensueños de la voluntad, Fondo de cultura económica, México,1994, p.33.

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Escaso en todo y abundante en nada, el florido lugar del regadío se torna en un secano. A ras del amarillo nacimiento se queda la simiente, sin el cuidado atento de tu nocturna y descuidada mano, La mano que vela sobre la tierra, que la atiende a toda hora, que la siembra y recoge sus cosechas ha que perdido su derrotero ... esa tierra cual imagen de acto erótico, tan integrada al hombre corno lo es su sexualidad y que al perder su hondo sentido trastoca esa fusión erótica que debería ser germen de vida, se trasfunde en muerte, el suelo queda rígido, estéril:

El sexo macho y fuerte de la reja, el surco femenino, es, en desaseo, para abrir cauces a la muerte deja. Espera algún meneo el suelo ya del fruto exceptuado y en comunicación con la tierra corno espacio natural donde reside y del que se nutre, surge el animal. En esta circunstancia tan unido al primer trabajo del hombre y a la par del llamado poeta pastor cual lo fue Miguel Hernandez:

Al prado no pastura ya la oveja pasto puro es la oveja ya del prado. Se han confundido los menesteres, y el ganado no se sustenta en la tierra sino q:ue semeja ofrecerse a ella en esa forma pura que implica todo sacrificio. No olvidemos que la oveja o el cordero han fluido en la tradición sagrada -admirablemente recogida en la ' pictórica, resaltando, dentro de ella Zurbarán- corno ofrenda y símbolo de sacrificio ... y ante la visualización del panorama de una tierra abandonada un grito de


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Joaquín Verdú de Gregorio

lamento se funde con la imagen de un fuego devastador:

¡Desolación! ... ¡ desolación !... La hoguera ¡qué riquezas altera! ¡qué lucientes estragos! ¡qué admirable catástrofes atiza! ardiente iniquidad de ciervos vagos. La aparición del fuego, como antes han fluido la tierra, el aire y el agua, adquiere un tamiz de absorción demoledora y en contraste aclaratorio la imagen del ciervo, el animal casi alado -cuya captura y muerte por Agamenón, implica el sacrificio de lfigenia, la joven. doncella prometida a Aquiles-se refleja en su visión contrastada de perfidia y de falta de ese caminar majestuoso y sosegado que lo caracteriza, puesto que aquí es vago. La escala de desvalores ha sorbido todo valor, toda belleza. La huella de toda esa desolación son las cenizas que en las labores de aventarlas en las eras semejan ser llamaradas que fluyen hacia el viento. Y en su forma geométrica intuye poéticamente una ceremonia litúrgica como espejo de la transformación del trigo en materia sagrada unida al trabajo del hombre, ahora ausente. Cual la vid, otrora sagrada, ahora ruina que se funde en el desorden del trigo:

Se cosecha cenizas, parvas de llamaradas, en la sagrada forma de la era. Estan las viñas ruines y las espigas desorganizadas. y todo ese universo de elementos contrarios que tienden a la destrucción, semeja desembocar en la imagen del relato bíblico de la disensión fraticida entre Caín y Abel tan presentes en la visión de nuestra identidad histórica, sobre todo a partir de la generación del 98. Como afir-

ma el poeta' Antonio Machado: Son tierras para el águila, un trozo de planeta/por donde cruza errante la sombra de Caín.

¡Caín! ¡Caín! ¡Caín de los caínes! La dolorida expresión raya en el desesperadazo grito que quisiera universalizar en' clamor. Hay como una sombra de guerra entra la naturaleza y el hombre acendrado en ella. Las imágenes del poema se sucedén como contradictorias las unas a las otras Incluso diríamos destructoras entre ambas.

influencia de ambición, malgastas fraternales carmines, buscas el bienestar con malestares, Bate las tiernas hermosuras vastas de los verdes lugares, a bocados tu azada temerosa. El campesino adquiere una modalidad cainita en la que la envidia aquí fundida en la ambición se vierte, sin fruto alguna en la sangre no fecundadora y el útil del trabajo que se personifica en su labor destructora ya que muerde la tierra para herirla y despojarla de una belleza que debiera conjuntarse con una sensibi-' lidad primaria. y todo ello se opone a esa solidaridad que la tierra y el hombre recíprocamente necesitan. El trabajo salva del encadenamiento trágico del tiempo, mas, a la par, es cierto que hay algo ininterrumpido en el trabajo ,en el juego o en el placer que nos destruye, nos usa o nos conserva sin pedirnos permiso y sin la menor preocupación .. . sol, lluvia, inundaciones ... aparecen ... el trigo tiene su estación de crecimiento, su tiempo .. frente a ellos corremos y no cesamos de ·obedecer. s Pero Alain: Les idées el les ages, Gallimard, París, 1948,p.155.

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ello no exime al hombre de roturar y poseer la tierra pese a los acontecimientos que le sean aciagos, pues que de lo contrario el desorden lleva anejo una confusión de sus productos. Lo vegetal y lo animal se confunden en su pérdida. Y los frutos, leche y vino, nutricio s y sagrados reflejos de la tierra, metafóricamente, ya no aceptan la mano del hombre:

Tu puño los viñedos ya no ordeña. y el visco de tu leche se derrama. y toda esa involución alcanza a la par, el centro vital de la fecundación humana a imagen de la vegetal, pues que en el fondo se han reencontrado en este sendero poético de la creación ¡Amargo te es el vientre de tu esposa

como el abril en flor de la retama! Pues que el origen y camino de la voz poética se anida en el hálito y el re~l1\,cuentro de lo primigenio, lo arcano. La voz poética es la voz de lo profundo, originario y humano. Y cuando el sujeto no halla ese ser primigenio, tan cercano al inicio del universo que lo habita y que deberá ir despertando, no halla su voz y no halla ese encuentro con su otredad -Converso con el hombre que siempre va conmigo, que diría Antonio Machado- y con los otros a través de ella, su ser no germina tampoco. Al igual que en la tierra el trabajo del mañana depende del hoy, según Alain, y el de hoy del ayer, el quehacer poético quede entrañado en aquel ayer, iniciático, reencontrado como infancia de la humanidad para entrañarse en el hoy hacia el futuro. Pues que de lo contrario,

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Tu voz de valle en valle y peña en peña de tu cólera espejo contrahecho, incita a tus iguales a verdugos. para sacar de todo- ¿ qué provecho? más trabajos, más bueyes y más yugos. Su voz queda en un vado en el que no se siente el eco; ni reflejo humano pues que el grito es aquí la expresión de una pesadilla que quiebra el espejo de la otredad y produce una visión semejante a un juego de espejos esperpéntico-recordando la perspectiva de Valle Inclán, expuesta en Luces de Bohemia- .Yes que el hombre alejado de todo equilibrio equidistante se transforma en verdugo. El aforismo délfico, Todo con medida, se transfiere a un todo en demasía: en la labor, en el animal, en la esclavitud. y no nos habla el poeta de un destino que desde lo desconocido o de los exterior a lo humano, ni de un liderazgo, sino más humildemente de un retorno que a la par implique una posibilidad. Una epifanía del hombre y de su ser, despertando ese sueño ancestral que lo habita: ¡ Reciennacer! i Reciennacer precisas!

¡Reciennacer en estas malas brisas que corren por el viento, dando lo puro y lo mejor por nulo. El viento fluye como respiración del universo que ha quedado contaminado por un turbio aliento que ensombrece y enmascara los primeros hálitos. Pues que respiración y hálito están hondamente unidos al nacimiento. Y sería necesario ese renacer del ser y del aire que le entorna. Hay que renacer en un retomo a la tierra, enraizarse en ella, pues que en esa vida subterránea está íntimamente sentida. El alma soñadora sabe que esta vida es un largo sueño, una muerte alargada, lenta. Mas la inmortalidad de la raíz, encuentra una prueba manifiesta, una prueba clara bien a


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Joaquín Verdú de Gregorio

menudo invocada, como en el libro de !ob(XIV, ver. 7 y 8). Pues si el árbol es cortado hay esperanza, volverá a crecer todavía, surgirán todavía nuevos tallos. Bien que la raíz sea vieja en la tierra y su tronco sea como la muerte en el polvo. A través de esas imágenes, la imaginación dinámica es a la vez la fuerza renovadora y la fuerza tenebrosa, eleva al cielo los frutos de la tierra o irá a descenderá la mansión de los muertos o para la vida .. Si el grano de . 6 t rzgo no muere .... Ha plasmado, Miguel Hernández, ya en uno de sus primeros poemarios la crisis de un universo humano en sus hondas raíces y podríamos preguntarnos: ¿ Y para qué el poeta en tiempos de penuria? La palabra tiempos significa en este caso la época a que nosotros pertenecemos aún. Con la aparición y holocausto de Cristo se iniciá para la experiencia histórica de Holderlin el fin del día de los dioses. Oscurece. Desde que los pocos tres- 'Heracles, Dionisos y Cristo'-presentes de una u otra forma en esta poesíaabandonaron el mundo, se acerca la noche. La noche del mundo extiende sus tinieblas. Los dioses que ya 'estuvieron' sólo vuelven en el momento oportuno; o sea cuando los hombres cambian en el lugar debido y del modo debido. De ahí que H6lderlin diga en el himno inconcluso 'Mnémosyne' ... No lo puedes todo lodo los celestiales. Por ejemplo: los mortales llegan primero al abismo. El rumbo cambia con estos. El tiempo es largo, pero sucede lo verdadero. 7 Es el poeta el que siente y escucha las notas del abismo cual ya nos refiere Rilke. y de ellas surge el himno de un retorno que es a la par un futuro:

j Volver,

volver al apasionamiento. al apasionamiento de -los rulos! Sentir, a las espaldas el pellejo, el latir de las vides, el reflejo de la vida del vino, y la palpitación de los tractores. El sentir del poeta se concentra en esa cedula vital de la vivencia humana cual es el corazón es la condición del corazón como centro, en tanto que centro, la que determina, y hace surgir los centros que brillan iluminando, que si se refiere a la llamada realidad exterior o mundo, se reflejan en centros interiores y se sostienen sobre ellos. Ya que nada de afuera, nada de otro mundo o más allá del mundo que sea deja de estar sostenido por el humano corazón ... 8 El universo siente ese latir y palpitar del poeta y a la par trasmite su latido. Y cual su irradiación dionisíaca, la presencia de la vid y de su transformación de su fruto en vino. Según la experiencia de HOlderlin ,el dios del vino, Dionisos, lleve esta huella a los sin dios bajo las tinieblas de la noche del mundo. Pues el dios de los viñedos guarda en ellos y al vez en su fruto la solidaridad esencial de la tierra y cielo como parajes de la fiesta nupcial de hombres y dioses. 9 y ese despertar del hombre le concierta con su entorno y conlleva un habitar muy alejado de la desintegración del mundo técnico moderno. Al contrario, en él se conservan esos residuos insolubles de la vida arcaica incompatibles con un criterio racional utilitario. Y en ese espacio habitado el ser alcanza su nombre en intima relación amorosa con su terrenal entorno: La exclamación del poeta semeja a un hallazgo:

, Bachelard, Gaston : La terre et les réveries de repos, Lib. José Corti, Paris 1992, p.291. 7 Heigegger, Martin: ¿Para qué ser poeta? en Sendas perdidas, Losada, Buenos Aires 1979, pp.221, 222.

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Za~brano, María: Claros del bosqlle, Seix B~rral, Barcelona, 1988, p .69. 9 Heidegger Martin : op.cit. p.224.

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Raíces de un poemario

¡Ay!, ¡ama, campesino¡ ¡adámate de amor por tus labores¡ y el campo responde líricamente en esa visión casi mística como recién surgida de la mutua contemplación y a la par la comunicación con la naturaleza se involucra en el ser como una otredad en todas sus vertientes. El ser se funde en ella y, a su vez, el poeta confía en ese nuevo ser:

El encanto del campo está seguro; para ti, en ti, de ti lo espero Casi sagradamente le demanda haga germinar ese recreado universo ...

En nombre de la espiga te conjuro ¡Siembra el pan con esmero!lO No deja de ser paradójico la coincidencia en la apelación al un semejante universo de la espiga acendrado en la humanidad, semeje a de aquel otro poeta, llamado igualmente al sacrificio y con el cual, la relación personal fue incompatible:

Porque queremos el pan n!-lestro de Lada día, flor de aliso y perenne ternura desgranada, porque queremos que se cumpla la voluntad de la tierra . que da sus frutos para todos y un niño negro anuncie a los blancos del oro la llegada del reino de la espiga l1

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Ambos poetas quedan fundidos, por diferentes senderos, en esa fe, más allá de esa esperanza en una tierra universal y habitable, que necesita abismarse y elevarse para reciennacer.

Día vendrá en un cercano venidero, en que revalorices la esperanza, buscando la alianza del cielo, y no la guerra. Pues que el poema se ha ido desvelando desde la crisis a la elevación. Y siendo la humana cosa tan de hombre, lo que. en él se da reflejo de la primera ley natural y de alguna ley sobrenatural, ha de darse en la configuración de la historia, en su transcurrir, en sus modalidades y ritmos, atonalidades también. Término en desuso hoy el sobrenatural ,no por el 'sobre', sino por par desposeída, desvirtuada naturaleza. Y todo para que así la sola historia resplandezca sombríamente, para que 'ocupe el universo entero de la vida y visión, para que el hombre venga a creerse un animal histórico. Mas resulta que entonces el animal es el desgarrado, por tanto de todo el universo que conocemos.1 2 Tras su sendero humano, e histórico, el poeta irá ahondando y desvelando esa fe poética en el hombre y que al verterse en la historia personal y humana su fruto ' no fue inmediato. Quedaría germinando en la media tez de la profecía: ¡ Tierra de promisión y de bonanza

volverá a ser la tierra!13

10 Hernández, Miguel.: Profecía sobre la creación, op.cit. p.l22, 173, 174. !I Garóa Lorca, Federico: « Grito hacia Roma « y "Oda ' Walt Whitman" en Poeta en Nueva Cork, Obras Completas, 1, Galaxia Gutenberg, Círculo de lectores, Barcelona 1996.pp 563,567.

12 Zambrano ,Maria: "Apuntes sobre el tiempo y la poesía", p 77. 13 Hernadez, Miguel, op. cit. p.175.


Un poeta en espardeñas. Hablando con Miguel Hernández

,E JULIO RODRÍGUEZ PUÉRTOLAS

En julio de 1937 el poeta Nicolás Guillén junto con quienes integraban la delegación cubana (Alejo Carpentier, Juan Marinello, Félix Pita Rodríguez y Leonardo Fernández Sánchez) participó en el II Congreso Internacional de Escritores para la Defensa de la Cultura. Guillén y Marinello aprovecharon tal ocasión para entrevistar a importantes figuras de la República Española en guerra contra el fascismo, tanto del mundo de la cultura como del político y del militar, así corno a internacionalistas cubanos. El texto más abajo reproducido apareció por primera · vez el 25 de octubre de 1937 en la revista habanera -que llegó a dirigir el propio Guillén- Mediodía, y al año siguiente formando parte del libro Hombres de la España leal (La Habana, Facetas, 1938; pp. 115-119). Se trataba de un volumen compuesto por un conjunto de entrevistas llevadas a cabo por Guillén y Marinello, ocho y siete respectivamente. El tono esperanzado y optimista de la conversación entre Miguel Hernández y Nicolás Guillén contrasta brutalmente con lo que ya en 1943 dijera el poeta cubano en el primer homenaje público realizado en la isla en recuerdo del autor de Viento del pueblo, con quien había conversado en 1937: "Convocados por el recuerdo dramático de Miguel Hernández, venirnos esta noche a enfrentarnos con su gesto y con

su voz. La voz de un gran poeta, nacido y muerto en olor de pueblo; el gesto de un miliciano leal que ha dado su vida por España, no bajo una ráfaga de plomo, como García Lorca, ni en el camino del exilio, corno Antonio Machado, sino en el largo cautiverio de las prisiones falangis~ tas, el vómito del pulmón a los labios, la juventud comida por la tuberculosis. Los escritores cubanos y con nosotros los escritores españoles que en Cuba viven, tenemos, pues, nueva ocasión de tristísimo recuento; la cultura universal un motivo más de duel9.: Porque el suplicio de aquella inteligencia activa y combativa rebasa los límites de la desgracia tanto corno las personales efusiones del sentimiento, para golpear bárbaramente el rostro de la humanidad" (Nicolás Guillén, Prosa de prisa, 1; La Habana, Arte y Literatura, 1975; p . 253). He aquí el texto de 1937, en el cual he corregido erratas sin necesidad de indicarlo: Imaginaos a un duro mocetón valenciano, campesino de Alicante, con la redonda cabeza pelada al rape; las manos grandes d.e quien ha trabajado mucho con ellas; los ojos verdes y saltones, llenos siempre de un asombro inefable; la nariz respingada, corno la de aquellos rústicos deliciosos que ilustraban los cuentos


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Un poeta en espardeñas

infantiles de Calleja; la voz cortante y recia; la piel tostada por el férreo sol levantino, todo ello sepultado en unos pantalones de pana ya muy trabajada y unas espardeñas de flamante soga, y habréis construido rápidamente la figura de un gran poeta de la juventud revolucionaria española, Comisario Político del antiguo Regimiento del Campesino: la figura del camarada Miguel Hernández. Este cantor de las trincheras, este hombre salido de la más profunda entraña popular, produce, en efecto, una impresión enérgica y simple. Si le viérais pasar a vuestro lado sin conocerle, jamás os asaltaría la sospecha de que es un escritor, un poeta, de primerísimas calidades, sino que le creeríais un oscuro peón, un pobre pastor de visita en la ciudad. ¿Un pastor? Pues sí. Un pastor. Pastor de cabras fue Miguel Hemández hasta hace tres años'. Pastor, cuando ya había escrito los versos que iban a dar a conocer su nombre en los círculos literarios de España. Y de pastor viste todavía, corno lo vi yo en las sesiones del Congreso de Escritores Antifascistas 2 y corno lo he seguido viendo desde entonces en todos los actos políticos o literarios en que nos hemos hallado juntos. Miguel Hernández no tiene aún veintiséis años3 • Nació en Orihuela, pequeño pueblo alicantino, donde estudió únicas letras en up colegio de jesuitas. En el verano, pastoreaba el poeta su rebaño caprino, junto con su padre, también pastor. En el invierno, iba a recibir de los 1 Los orígenes humildes y campesinos de Miguel Hernández son bien conocidos. Es erróneo que fuera pastor de cabras, corno aquí se dice, "hasta hace tres años", esto es, hasta 1934. 2 El citado congreso (realmente JI Congreso Internacional de Escritores en Defensa de la Cultura) se celebró en Valencia, Madrid y de nuevo Valencia .en los primeros días de julio de 1937. Véase más abajo, nota 12. 3 Había nacido el 30 de octubre de 1910.

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hijos de San Ignacio rudimentos de cultura. La cultura que, acaudalada después por el esfuerzo propio, le serviría para escupir al rostro de los farsantes españoles y de todo el mundo-nobles, clérigos, militaristas-el desprecio que siente una clase explotada, pobre y cada día empobrecida, hacia sus explotadores implacables. De modo que la cercanía religiosa, en vez de torcer el rumbo de su espíritu, no dejó huella desdichada en él: entre el dogma y la razón, entre el pueblo y la fe, decidióse por la razón y por su pueblo. Ya habría de decir más tarde, en nombre de sus hermanos:

Abierto estoy, mirad, como una herida. Hundido estoy, mirad, estoy hundido en medio de mi pueblo y de sus males. Herido voy, herido y malherido, sangrando por trincheras y hospítales4 •

*** El otro día almorzamos juntos Miguel Hemández, Langston HughesS y yo, en .una espesa fonda valenciana. Corrió la charla, y fue así corno hablarnos de la guérra, de la literatura revolucionaria, de España, de Pablo de la Torriente6, del propio Miguel, de todo. Una de esas conversaciones que van pellizcando ternas sin abrirlos de una vez, pero entreviéndoles

Los versos citados corresponden a los 8-10 del poema "Recoged esta voz", fechado el 15 de enero de 1937, que forma parte de Viento del pueblo (Valencia, Socorro Rojo, 1937). 5 El poeta y novelista negro norteamericano Langston Hughes luchó en las Brigadas Internacionales y dedicó poemas a su experiencia española y a sus compañeros. La revista Octubre, dirigida por Rafael Alberti, publicó en su tercer número (agosto-setiembre 1933) el poema de Hughes titulado "Carta a los camaradas del Sur", llamamiento militante a los trabajadores blancos de esa zona de los Estados Unidos. 6 Sobre Pablo de la Torriente, véase más abajo, notas 14 y 17. 4


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el fondo: panorama de ideas y sensaciones del que sólo queda, al final, una gran visión de conjunto, un poderoso chorro de sol metiendo su estocada entre las nubes. -Te quería preguntar hace tiempo -le digo yo a Miguel- si preparas algún libro. En Cuba -creo yo que en toda la América- conocemos algunas de tus cosas. No hace mucho, en México, de donde vengo ahora, recité en un teatro tu magnífico romance "Viento del pueblo", y el público lo acogió con una ovación inolvidable. 7 -Sí, preparo otro libro. Lleva por título el mismo del romance que recitaste. Está al salir aquí, en Valencia . . . -Entonces -pregunta Langston Hughes-- ¿tienes libros anteriores? -Mi primera obra la publiqué siendo pastor, en 1934. Un auto sacramental titulado Sombra de lo que era. Apareció en las ediciones Cruz y Raya, la revista de Bergamín. Después, en 1936, un libro más: El rayo que no cesaS. -Recuerda -me atrevo a apuntar yo- el título de una de esas películas yankees por episodios ... Miguel ríe y concluye: -Es sólo un libro de sonetos amorosos. -Tu poesía-le digo--, la amplitud y variedad de tu verso, tu profundo acento El romance aludido tuvo que ser el titulado "Vientos del pueblo me llevan". Apareció por primera vez en El mono azul (9; 22 de octubre de 1936), revista de la Alianza de Intelectuales Antifascistas. El título del libro al que se refiere el propio Miguel Hernández no es exactamente el mismo que el del romance;véase más arriba, nota 4. 8 El verdadero título de este auto sacramental es "Quién te ha visto y quién te ve y sombra de lo que eras" (Madrid, Cruz y Raya, 1934). El rayo que no cesa (Madrid, Héroe, 1936) constituye en su mayor parte, como dice más abajo su autor, "un libro de sonetos amorosos". Pero no totalmente, pues no lo es el poema inicial ni el que comienza "Me llamo barro aunque Miguel me llame", ni la elegía a Ramón Sijé.

Nicolás Guillén

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Langstqn Hughes


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Un poeta en espardeñas

humano, me parece que son vehículos inapreciables para la realización escénica. ¿No has intentado hacer teatro? -Lo he intentado-nos ataja Miguel-. Voy a publicar muy pronto cuatro piezas cortas de teatro de guerra, como yo digo. Son realmente brevísimas. El hombrecito, El refugiado, La cola, Los sentados . .. Apuntes populares. Lo que está uno viendo cada día. A veces, lo que no quisiéramos ver. Ya en un teatro mayor, tengo El labrador de más aire, en tres actos de prosa y verso, y de tema revolucionario y campesin09•

*** La conversación ha ido derivando hacia la lucha en España y sobre la posibilidad de una literatura más cercana a nuestro dolor. Es decir, la posibilidad de un nuevo aliento a las letras españolas, que traiga a ellas la vida de las trincheras, el martirio de las ciudades, los crímenes de los fascistas invasores. -Pero no sería únicamente-apunta alguien de nosotros-una literatura de guerra, sino también, y esto es más importante, una literatura de revolución. Miguel interviene, y dice: -Yo creo en esa nueva literatura nuestra, producto de la revolución y de la guerra. ¿Cómo va a producirse? No lo sé. Pero sólo careciendo en absoluto de sensibilidad artística es posible sentir cómo ronda la muerte los frentes de combate y no acudir a nuestra voz para trasmitir y fijar ese drama . ..10 Los cuatro títulos, aunque no exactamente en ese orden, integran el volumen Teatro en la guerra (Madrid-Valencia, Nuestro Pueblo, 1937). El labradar de más aire. Tragedia en verso: así reza en la edición original y así es, pues no hay prosa en esta obra, pese a lo que afirma aquí Miguel Hernández. 10 Algo muy parecido pensaba Antonio Machado en 1938; véase ,su.artículo "E~ influjo de la guerra sobre la poesla Joven espanola.-El influjo de la poesía joven en los campos de batalla"; d. Julio Rodríguez Puértolas y Gerardo Pérez Herrero Antonio Machado.La guerra. Escritos: 1936-l9ÚJ (Madrid, Emiliano Escolar, 1983), pp. 245-250. 9

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Langston Hughes exclama, interrumpiendo: -No es sólo eso, sino que ya sabemos como los grandes movimientos humanos presentan siempre un concomitante artístico, principalmente literario. La guerra en España tiene una enorme fuerza dramática, desde luego, pero todavía es más profunda la transformación social que está operándose mediante esa guerra, transformación que, por otra parte, se había operado ya lo suficiente para lanzar a un pueblo a la conquista de su libertad. -En lo que a mí se refiere-dice Miguel-podría asegurar que la guerra me ha orientado. La base de mi poesía revolucionaria es la guerra. Por eso creo, y lo repito, que la experiencia de la lucha, el contacto directo con el dolor en el campo de batalla, va a remover en muchos espíritus grandes fuerzas antes dormidas por la lentitud cotidiana. Después agrega: -En las trincheras hay un gran número de hombres del pueblo cuya vocación literaria ha brotado frente al enemigo; y no escas~ parte de tal producción acusa temperamentos de primer orden. ¿No habéis , leído algunas ·de esas cosas, principalmente los romances de guerra?l1 Los hemos leído, y tiene razón Miguel. Pero yo me acuerdo de una discusión, cierta noche en' Madrid, durante ~os días del congreso, entre Octavio Paz, poeta de México, y Raúl González Tuñón, poeta argentino que tan brillantemente ha representado a los escritores y artistas de su país. Para González Tuñón, el romance ofrece escasas posibilidades líri11 Conocida es la proliferación de romances y de romanceros en la zona republicana durante la guerra civil. Destaca de modo notable el Romancero ge~e~a l de la guerra de España (Madrid-Valencia, Edl~l.ones Españolas, 1937), preparado por el poeta Emilio ~rados y prologado por el después famoso erudito Antoruo Rodríguez-Moñino. Véase más abajo.


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Julio Rodríguez Puértolas

cas en una poesía revolucionaria, como si fuera un hermoso instrumento ya desgastado por el ' uso. Para Octavio Paz, el romance es todavía el medio de expresión por excelencia que tiene el pueblo españoP2. Le trasmito el tema a Miguel Hemández y él contesta: -Estoy con Paz. Pero pienso que 10 importante es la técnica personal del poeta. Lorca renovó, retocó, pulió el viejo romance de Góngora y el del Romancero; le impuso un sello único. ¿Por qué no ha de ser posible, cada vez que la calidad lírica 10 permita, la obtención del romance de guerra con toda la fuerza del pueblo alentándolo como otras veces? Yo recuerdo a Alberti, tan dueño siempre de sí mismo, tan sabio y popular al propio tiempo. Recuerdo precisamente sus romances, que van desde la sátira'a la elegía, y sus versos mayores, de tan ancho acento revolucionario. Alguien habla de técnica. ¿Debemos desechar las antiguas formas? ¿Debemos expresarnos mediante nuevos instrumentos? Langston Hughes dice: -Yo creo que no podemos olvidar por ahora las formas tradicionales. Ellas son las conocidas por el pueblo, y por tanto el mejor vehículo para trasmitirle una nueva inquietud. De otro modo, tendría que asimilar dos elementos, la forma Se refiere a los días en que los participantes en el Congreso Internacional de Escritores se desplazaron desde Valencia a Madrid, donde se reunieron los días 5-8 de julio de 1937. La polémica entre el mexicano Octavio Paz y el argentino Raúl Gonzáles Muñón es tan 'i nteresante como reveladora, al igual que en las pági,nas de la revista Hora de España (1937) lo había sido también la mantenida entre dos mujeres, Rosa Chacel y María Zambrano, en contra y a favor, respectivamente ' del romance. Los puntos de vista de González Tuñón y de Paz ofrecen algunas peculiaridades curiosas. Ase el primero de ellos, autor de militantes y comprometidos poemas durante la guerra de España y después de la misma, no gusta del romance como creación popular; el segundo se transformará después en conocido 'escritor y pensador reaccionario.

y el fondo. Es bueno hablarle siempre al pueblo con voz que no le asuste 13

*** El pensamiento vuelve a cambiar de rumbo. Es ahora la figura de Pablo de la Torriente quien nos 10 embarga y dirige. Sé que Miguel Hernández le conoció mucho, que le amó como a hermano. 14 Se 10 digo. Él me contesta: -Conocí a Pablo en Madrid, una noche en la Alianza, esperando yo a María Teresa León15, que no venía. Recuerdo que fue en septiembre del año pasado. Esa noche, recién amigos, bromeamos como antiguos camaradas. El sentido humorístico de Pablo era realmente irresistible. Quien estaba a su lado tenía que reír siempre, siempre, porque él sabía encontrar como pocos el costado grotesco de las cosas más solemnes. Y 10 hacía con una originalidad y una fuerza ... Miguel se pasa la inmensa diestra por la frente, como para facilitar la evocación lejana, y continúa: -Yo le quise mucho. Después de aquella noche que les digo 16, nos separamos durante varios meses. Nos volvimos a encontrar en Alcalá de Henares, a pesar de que habíamos estodo juntos, sin saberlo, en los combates de Pozuelo y de

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JI

13 En las ideas de Langston Hughes parece vislumbrarse un cierto tono paternalista e incluso elitista, esp'ecialmente en ese "es bueno hablarle siempre al pueblo con voz que no le asuste". 14 Sobre la amistad de Miguel ,Hernández y el cubano Pablo de la Torriente véase más abajo, nota 17. En noviembre de 1937, MigUel Hernández terminaba su drama Pastor de la muerte. Uno de los personajes centrales se llama, simplemente, "El cubano"; se trata, incluso en detalles concretos, de un trasurY.:o de Pablo de la Torriente. 15 María Teresa León y Rafael Alberti fueron los grandes animadores de la Alianza de Intelectuales Antifascistas, cuya sede central radicaba en el Madrid sitiado. 16 Este "les digo" es un típico hispanoamericanismo por "os digo".


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Un poeta en espardeñas

Boadilla del Monte. "¿Qué haces?", me preguntó alegremente al abrazarnos. "Tirar tiros", le contesté yo, riéndome también. Pablo era entonces Comisario Político del Batallón del Campesino, hoy división.. Me ofreció hacerme también Comisario, y le habló en ese sentido a Valentín González, el Campesino, que le quería entrañablemente. Me nombraron Comisario de Compañía, con lo que ya . estábamos juntos otra vez Pablo y yo, y juntos pasamos al frente de Majadahonda. De allí le ví partir un día con las fuerzas del Comandante Candón, otro cubano, y ya no le encontré más. O mejor dicho, sí volví a verle, pero él estaba muerto. Un cadáver de dos días, con la barba crecida, caído sobre una loma, el pecho atravesado por una ráfaga de plomo. Miguel concluye con voz emocionada: -Pablo es uno de los muertos más serenos que he visto: parecía que no le hubiera pasado nada!7.

En esta semblanza que Miguel Hernández hace de Pablo de la Torriente puede apreciarse la amistad y compañerismo que les unía (véase más arriba) y la emoción con que recuerda a su amigo cubano. Es inevitable la evocación del extraordinario poema del oriol ano dedicado a la muerte en combate de su compañero durante la defensa de Madrid el 19 de diciembre de 1936, en Majadahonda: "Elegía Segtmda. (A Pablo de la Torriente, comisario politico)". 17

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*** Pero la charla se interrumpe, porque el poeta tiene prisa. No hay sobremesa. Apenas podemos, al marcharnos, estrechar la mano a Manolo Altolaguirre y a Rodríguez Moñino, que desde su sitio nos llaman con grandes voces!8. Miguel está gozando de unos días de licencia, y quiere llegar a Orihuela, donde le espera su mujer, "morena de altas torres, alta luz y ojos altos"!9. -¿Tienes hijos, Miguel? -La mitad de uno -contesta campechanamente, mientras corre hacia un tranvía en marcha. Después, nos grita desde la plataforma, haciendo una bocina con las manos: -Hace seis meses que me casé ...

Valencia, julio, 1937.

18 El poeta Manuel Altolaguirre, así como Antonio Rodríguez-Moñino (véase nota ll), fueron cofundadores de la Alianza de Intelectuales Antifascistas. 19 Josefina Manresa, la mujer de Miguel Hernández. Lo citado pertenece a la "Canción del ~sposo s.old.ado", poema que incluye dos versos de ~prescmdible recordación aquí: "nacerá nuestro hiJO con el puño cerrado, I envuelto en un clamor de victoria y guitarras". Es el mismo hijo anunciado pocas lineas más abajo, tras la última preglmta de Nicolás Guillén. Pero el niño, Manuel Ramón, nacido el 19 de diciembre de 1937, murió el 19 de octubre de 1938.


Sobre el viaje de Miguel Hernández a la Unión Soviética JOSÉ CARLOS ROVlRA

Algunos biógrafos, o recreadores de la biografía de Miguel Hernández, se lanzaron al camino de comentar un episodio importante de su vida, como fue el viaje a la URSS en 1937, afirmando la desilusión que el poeta manifestaba al regreso. Hay varias formas de "salvar" al poeta y ésta es seguramente una de ellas, por lo que propongo aquí una reconstrucción biográfica a través de aquel acontecer y, sobre todo, de sus textos. El viaje a la Unión Soviética es un episodio importante de 1937 en la vida de Miguel Hernández. El Gobierno de la República responde a una invitación oficial para asistir al V Festival de Teatro Soviético, que había de realizarse en Moscú a comienzos de septiembre, con la formación de una comisión integrada por el músico Enrique Casal Chapí 1, el escenógrafo e ilustrador Miguel Priet02, el director y actor de teatro Francisco Martínez

Allende3, la actriz Gloria Álvarez Santullan04 y Cipriano Rivas Cherif que viajará, como presidente de la comisión, desde Ginebra. La comisión, por su significado y representación cultural es sin duda un reconocimiento al joven poeta que está escribiendo teatro. Una fotografía aparecida en Izviéstiya el 3 de septiembre recuperada recientemente, presenta a Hernández con Álvarez Santullano, Martínez Allende y Miguel Prieto a los dos días de su llegada al eventoS. El 28 de agosto salen en tren de Valencia y llegan a París al día siguiente, para iniciar el 31 un viaje aéreo a Estocolmo de donde escribe a Josefina el mismo día: "Ayer tarde hemos llegado (...) a la capital de Suecia. Hemos hecho el viaje de París aquí en aeroplano y ha sido el mejor de todos los que he hecho

Fallecido en Argentina en 1954, donde fue actor y director de varias películas, durante la guerra organizó y dirigió "El Retablo", "Altavoz del Frente" y "Guerrillas del teatro", y fue miembro del Consejo Central del Teatro con Antonio Machado, Jacinto Benavente, Enrique DíazCanedo, Max Aub, Josep Renau ...d. Juan Antonio Hormigón et al, "Francisco Martínez Allende", ADE. Revista de la Asociación de Directores de Escena de España,,n.o 98, 2003, págs .. 105-114. 4 Gloria Alvarez Santullano que debió exiliarse tras la guerra a Cuba, tradujo algo del portugués y trabajaba en el Teatro Escuela de Arte de Cipriano Rivas Cherif. Un hermano suyo llamac!-o Pedro también. 5 La fotografía, recuperada po~ Andrés Santana, fue realizada por el fotógrafo P. Trosh.kin y reproducida en el catálogo de la exposición Miguel . Hernández y la guerra civil, Orihuela, Fundación Cultural Miguel Hernánp.ez, 2006, p ág. 75. J

1 Sobre este músico, nieto de Ruperto Chapí, al que el exilio hizo casi un desconocido en España, aUIJ.que no en Latinoamérica, es importante el recuerdo en su muerte de Enrique Franco "Imagen del compositor Casal Chapí", El País, 20 de octubre de 1977. 2 Fallecido en el exilio' mexicano en 1956, Miguel Prieto, que es el ilustrador por ejemplo del Romancero Gitano de Garda Lorca, tiene una amplia presentación y recuperación en el catálogo de la exposición Miguel Prieto 1907-1956. La armonía y la furia, Madrid, Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales, 2008, inaugurada en el Museo de Bellas Artes de Ciudad Real en noviembre de 2007.


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Sobre el viaje de Miguel Hemández a la URSS

hasta hoy"6. El 1 de septiembre vuela a Moscú, llegando por la tarde para participar en la inauguración del Festival; escribe a su mujer el día 3 justificando que no ha podido hacerlo hasta ese día: "Tú no sabes lo que nos hacen trabajar al cabo del día los rusos. Es una gente que no quiere que nos vayamos de aquí sin llevamos una impresión profunda de todo y continuamente nos llevan de un lado para otro y nos acosan a preguntas y atenciones. Va con nosotros una muchacha intérprete o si no nadie entendería lo que decimos y no nos entendería nadie. Si me vieras no me conoCÍas: estoy completamente cambiado a la fuerza aunque sólo exteriormente. Me he tenido que poner un traje azul, corbata, zapatos, que me duelen mucho por cierto y echo de menos mis esparteñas ... " 7. El día 8 vuelve a escribirle contándole el exceso de trabajo: "No sabes qué vida más aperreada llevo en esos ocho días de trabajo constante con periodistas y otra cantidad de gente de aquí. Aún no me he despertado y ya está sonando el teléfono de mi habitación, y es que me llama la peribochi, la intérprete que se llama peribochi, para que me levante y vaya a cualquier parte donde me espera fulanito de tal para hacerme una interviú, o menganito para tocarme los cojones. Luego tengo que escribir para periódicos, revistas ... Anoche me acostaba a las cuatro" 8. En la misma carta, da cuenta de su encuentro con los niños españoles que la URSS ha salvado de la guerra: "Ayer tarde he estado en una escuela de niños españoles evacuados y no puedes imaginarte de qué manera los Miguel Hernández, Obras Completas, ed. de Agustín Sánchez Vidal, José Carlos Rovira con la colaboración de Carmen Alemany Bay, Madrid, Espasa Calpe, 1992. A partir de aquí cito como OC: OC, lI, pág. 2515. 7 OC, n, pág. 2517. 8 OC,lI, pág. 2518. 6

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tratan. Están como solamente pueden estar los de mucho dinero. Hay de Madrid, de Alicante, de Valencia, de Elche, y me he encontrado con dos que han estado en la guardería de Orihuela ... "9. De esos días de trabajo hay tres fotografías de una reunión vinculada al Festival de Teatro. Hernández destaca con un jersey blanco de cuello alto entre gente encorbatada que discute. Su mirada es atenta. En alguna de esas reuniones, toma notas sobre las técnicas escénicas y el significado de un clásico teatral ruso como Alexander Ostrovski (1823-1886), que en aquellos días estaba siendo rescatado por el régimen soviético, lo que apunta Hemández: "Stalin con su conciencia creadora de orientación del pueblo ruso señaló a Ostrovski como uno de los hombres demoledores tea trales de los vicios y falsedades provocados o impuestos y por eso lo ha devuelto a su valor incorporándolo la escena de hoy, donde el pueblo ruso puede introducirse, contemplándola a través de los personajes de Ostrovski, en la sociedad de sus bisabuelos para repudiarla"lo . Junto a estos valores sociales, el manuscrito apunta técnicas escénicas que están sirviendo para su reflexión teatral: "Distribución de luces para destacar un rostro-técnica de movimiento escénico" 11 . Vive en el Hotel Metropol, donde escribe en una carta con membrete del HoteP2 que es un texto preparatorio del poema "Los hombres viejos", construido en la preparación posterior de El hombre acecha, donde este poema es una durísima y quevediana imprecación contra una sociedad pretenciosa y burocrática que no tiene nada que ver con el mundo de Ibidem Ibidem, pág. 2023. 11 Ibidem. 12 OC, 1, pág. 1036.

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José Carlos Rovira

Ante la Catedral de San Isaacs

Gloria Álvarez Santullano, Francisco Martínez Allende, Miguel Prieto y Miguel Hernández

pureza cívica en el que el poeta se sitúa. Los fragmentos en prosa preparatorios podría contener referencias a sensaciones de aquellos días oficiales en Moscú: "hijos de la rutina, funcionan como obtusos tornillos -y procuran que sus obras completas pasen a la, posteridad con flechas bajo cada poema que es un saqueo de otro ajeno-hoteles como cárceles de recreo-( ... )- saben guardar la forma en todas partes, pero especialmente en el teatro-sonríen y traicionan los sentimientos, la verdad, la vida-cuando van a acostarse se quitan una máscara de papel venenoso, un disfrélz coti~ano (...)-a veces son ministros diplomáticos, relaciones exteriores, y a veces la vida, la muerte de millones de hombres depende de la buena gestión de una cena en Ginebra ... "13, pero que ya veremos que luego dirige ~cia lugares de Europa que recorre en su viaje de regreso. Las imágenes de este viaje siguen con otra ante la catedral de San Isaac en Leningrado, actual San Petersburgo, cuando el edilicio religioso había sido convertido en Museo del Ateísmo. En Leningrado está entre el 11 y 14 de septiembre. Escribe a Josefina con membrete del Hotel Astoria donde reside y le comunica, junto al exceso de trabajo de esos días, nuevos propósitos al regreso: " ... es posible que cuando vuelva a España no me dedique más que a mi trabajo de teatro, y no vaya más o vaya poco por los frentes. Descansaré una temporada contigo, si es posible junto al mar, que los dos nos hemos quedado con ganas de estar junto a él este verano, y yo quiero que los meses que te faltan para ser madre y hacerme padre a mí, los pasemos lo más tranquilamente posible. Mira, te estoy escribiendo a toda prisa porque ya me

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OC, 1, págs. 1036-1037-

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Sobre el viaje de Miguel Hemández a la URSS

Miguel Hernández, Enrique Casal Chapí

y, a la derecha, Rivas Cherif en Moscú, 1937

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Miguel Hernández en la URSS (Fundación Cultural Miguel Hernández)

(Fundación Cultural Miguel Hernández)

han llamado dos veces por teléfono para que empiece mi tarea por Leningrado"14. La foto ante la catedral de San Isaac hay que conectarla a su residencia en el Hotel Astoria, cuya entrada está a veinte metros de la fachada de la catedral. Viaja a Ucrania el17 de septiembre, a Kiev, y se encuentra con la mayor zona industrial del país. La visita a Járkov provoca el poema "La fábrica ciudad", un canto a la grandeza fabril de la URSS cuya nota inicial narra la experiencia biográfica: "En una ciudad de la URSS -Jarko (sic)- he asistido al nacimiento multiplicado, numeroso, rápido del tractor", al que canta: "La fabrica-ciudad estalla en su armonía/ mecánica de brazos y aceros impulsores. / y a un grito de sirenas, arroja sobre el día,/ en un grandioso parto, raudales de tractores". Escribe a su familia desde Kiev el 18 de septiembre: "Un saludo desde Rusia, que es la nación del trabajo y de los trabajadores y de la alegría", y les cuenta que "los rusos sienten la guerra nuestra como si fuera de ellos. Los rusitos y las rusitas menores en cuanto saben que somos españoles nos señalan con el dedo y nos aplauden y nos levantan el puño"15.

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OC,U, pág. 2523. OC., U, pág. 2523.

E15 de octubre desde Leningrado inicia el viaje marítimo de regreso: Copenhague, Londres, Francia y, tras una breve estancia en París, donde se reencuentra con Octavio Paz, Elena Garro y conoce a Alejo Carpentier, quien le graba recitando el poema "Canción del esposo soldado", regresa finalmente por tren a Barcelona ellO de octubre. De este viaje de regreso hay un documento que significa una visión desolada y muy crítica de Europa, ajena al conflicto españoL Se trata del artículo "La URSS y España, fuerzas hermanas", publicado al regreso en Nuestra Bandera de Alicante. Se ha fijado en ese trabajo Juan Cano Ballesta al escribir sobre la distorsionada imagen de Europa que Hernández plantea, en una de las más ajustadas reconstrucciones biográficas de aquel periplo: Hernández canta a la Unión Soviética y presenta una visión lamentable de las democracias que han propugnado la política de "no intervención" ante la guerra de España, agredida sin embargo por la Alemania nazi y la Italia fascista. De estas circunstancias, de las "turbulentas aguas ideológicas y políticas" que vive Europa, surge su visión muy crítica hacia la misma. "Salir de España, donde vivir es vivir en carne viva, y más hoy que nunca; atravesar los Pirineos fue para mí arrancarme de l;ffi mundo cálido, desnudo, hirviente de


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José Carlos Rovira

pasión dentro de la paz y de la guerra y hacerme pasar ante una humanidad de cartón, sentada en una comodidad de trenes de primera clase y un silencio de pobres fieras aisladas: hienas leyendo el periódico, sapos eructando chocolate; zorros y lobos mirándose de reojo y gruñendo de tener que rozarse. Cuerpos humanos aficionados a no serlo ... ", dice en su artículo "La URSS y España, fuerzas hermanas"16, para continuar narrando su viaje de regreso y su visión de Inglaterra ("Inglaterra, donde vi los hombres más encerrados en un egoísmo de aguiluchos, rapaces y en una elegancia monótona, uniforme, llena de bombines, cuellos duros y hoteles como cárceles de recreo: una elegancia de presidiarios capitalistas ... ". Nótese que ha recuperado aquí la frase del manuscrito que antes señalamos escrito en el Hotel Metropol de Moscú ("hoteles como cárceles de recreo"), con lo que la atribución de motivos y la redacción bien pudo ser posterior, ya que Hernández solía conservar todo papel que cayese en sus manos, por una antigua y real sensación de escasez. La negativa evocación de Europa confluye con una efectiva afirmación de la URSS "patria espiritual de los trabajadores del mundo entero", donde" al pisar tierras de la URSS volví a sentir sobre mi rostro y mi alma el viento humano respi-

rado por los hombres que no olvidan su ser de carne y hueso, su materia primera ennoblecida por el contacto diario con el trabajo y la vida de los demás"17. Poéticamente, "Rusia", uno de los textos que abrirán El hombre acecha, aparte de su condición de canto a Stalin, responde a sensaciones vividas: "En trenes poseídos de una pasión errante/ por el carbón y el hiero que los provoca y mueve,/ yen tensos aeroplanos de plumaje tajante/ recorro la nación del trabajo y la nieve". Algunos biógrafos han sugerido una lectura diferente de la estancia de Hernández en la Unión Soviética, buscando a veces hasta un antiestalinismo avant la lettre mediante el uso, y diré manipulación, de algunos textos como la prosa citada antes, incluso mediante la sugerencia atemporal de actitudes que hoy se suelen mantener 18: la historia textual y de los testimonios que tenemos demuestra sólo a un joven de 26 años que sale de un país en guerra civil y ha pasado poco más de un mes en otro que está ayudando al gobierno republicano con el que ha combatido y ~l que seguirá apoyando en su regreso. Es además comunista y, desde luego, de lo que no tiene tiempo en ese mes es de dudar de nada como habría hecho quizá en sucesivos decenios y en otras situaciones del siglo XX.

Ibidem. El modelo último de esta manipulación está en la biograña de José Luis Ferris, Miguel Hernández. Pasiones, cárcel y muerte de un poeta, Madrid, Temas de Hoy, 2002, pago 382-383, donde cita los fragmentos descontextualizados, como experiencia muy negativa de la URSS, obviando que so):110s de su encuentro con Europa. 17

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OC, TI, pág. 2230.

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PRÓXIMO NÚMERO

MIGUEL DELIBES - Premio Cervantes - Premio Quijote de ACE


Mi camarada Miguel Hernández

ARMANDO LÓPEZ SALINAS

(Noticias sobre la vida, obra, prisión y muerte del poeta M :JUel Hernández facilitadas al autor de estas notas por Antonio Buero Vallejo, Santiago Alvarez, Melquiades Rodríguez Chao, Marcos Ana, Tuñón de Lara, N. Calamai y Andrés Sorel y por las lecturas de su obra). DeCÍa Aurora de Albornoz, la escritora nacida en Luarca, en una de "Cronolíricas", cito de memoria, que no es preciso buscar a Rimbaud y Verlaine en aquel restaurante parisino de St. Genevieve donde se reunían y cuyos encuentros quedaron reflejados en alguna fotograHa, ni a Marcel Proust por el camino de Swan, ni al cansado D. Antonio Machado tendido en su última tierra de Colliure, ni a .. . y que del creador, porque vive en su obra y el hombre se irá, o le irán como a Miguel Hernández, lo mejor de la misma quedará en pie. En sus palabras, que son sus verdaderos hechos. Sí, así es. O parece que es. Pero, a veces sucede con harta frecuencia, al menos a mí me ocurre, que leyendo o recordando prosas, versos cuajados, palabras dichas con la mayor dulzura amorosa o pronunciadas para romper las tripas en un zarpazo de inteligencia y rabia, doy en viajar imaginaria o realmente por la Ávila de Teresa y Juan de la Cruz, por las

llanuras manchegas al encuentro del encarcelado Cervantes, por las tierras cabe el Sar tristeando junto a Rosalía, o para ver las cabrillas bajo los olivares de Córdoba o para empaparme de aguas geométricas en el Generalife recordando a Federico. Quizá sea así porque en ocasiones el análisis más o menos académico, que no desdeño, parece ignorar la geograHa política y la historia, pero verdad es que "lo que hoyes mármol frío y eterno fue una vez palabra en el tiempo". Por eso, hoy aquí, en estas palabras que escribo, que pretenden ser un homenaje a Miguel Hernández en el sesenta aniversario de su muerte en la cárcel de Alicante, quiero viajar a sus versos, a sus palabras, a los cortos años en que realizó su obra, a las huellas de su vida, a las huellas de amor y muerte que el poeta sendereó porque,

Querer, querer, querer, esa fue mi corona Esa cs. Orihuela, Oleza del Obispo leproso de Gabriel Miró. Donde el tiempo parece estancado entre la fuerte lUz de levante y el incienso de sus cien iglesias, donde'las pasiones y el pecado se fabrican en bisbiseos de confesionarios y sacristías, en

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Mi camarada Miguel Hernández

confidencias entre beatas y el poder eclesiástico de la ciudad. Orihuela, restos de la muralla que la circundara, restos del Castillo que protegiera sus tierras. Palacios de los Marqueses de Rafal, de los Condes de Pinohermoso. Catedral. Obispado. Parroquias de San Salvador, de las Santas Justa y Rufina, de Santiago el Mayor, de Santa Ana, de Monserrate ... Franciscanos, capuchinos, jesuítas, salesianos. Monjas agustinas, monjas salesas, clarisas, de San Juan, carmelitas ... Cristos yacentes, figuras de la pasión del Señor por las calles penitenciales de cruces y capirotes. Huertas del río Segura que corta la ciudad. Palmerales. Naranjos, granados cuyos frutos parecen incendiarse cuando llega el sol de mediodía. Bella Orihuela, bella "Orihuelica del Señor" que así la decían y no sé si aún la dicen. Allí nació en octubre de 1910 Miguel Hernández, quien fuera luego el poeta de la revolu. ción española, el poeta que derramaba su corazón y sus versos en las trincheras republicanas, el militante comunista que murió antes de cumplir 32 años en la cárcel de Alicante. Escuela hasta los quince años. Monaguillo, lector de poemas sacros. Se gana la vida pastoreando cabras, repartiendo leche por las calles de Orihuela. Dicen que, por las tardes, mientras apacentaba el cabrío, leía a Miró, a Gabriel y Galán, a Garcilaso, a Juan Ramón Jiménez, a Juan de la Cruz, a Machado, a Verlaine, libros que le prestaba el vicario de la diócesis. Cuentan también sus biógrafos y otras gentes que le conocieron que en la tahona de Carlos Fenoll, junto a Ra¡nón Sijé, su compañero del alma, hablaba Miguel de prosas y versos, de sonetos y endecasílabos, de todo lo que leía, de todas las palabras que buscaban acogida en su decir poético. Publica, en 1930, Pastoril, tributo a GÓngora.

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La noche viene corriendo

el azul cielo enlutando el río sigue pasando y la pastora gimiendo. 1931. Llega la República, las misiones pedagógicas, "la Barraca", de Lorca y el teatro de la FUE que dirige Max Aub. Miguel sigue pastoreando cabras, también rebaños de palabras. Ha publicado un puñado de poemas, pero Orihuela ya no le basta. Madrid es la ciudad de las luces para un poeta que empieza a sonar. Los días lentos de Oleza-Orihuela solo agujereados por el sonar de las campanas que marcan las horas, la vida y la muerte, en una ciudad que parece dormida mientras España entera se le antoja al poeta un hervidero de ilusiones, de siglos que, de pronto, parecen hacerse realidad con la caída de la Monarquía. La capital, el mundo que soñaba. Madrid. Pronto se acaba la curiosidad en las tertulias literarias por el pastor que escribe "teniendo por mesa el lomo de una cabra". La gloria es un sueño esquivo. La realidad es la pobreza, el desencanto. Dice así en un silbo:

Cuanto vocabulario de cristales Arboles como locos, enjaulados Eléctrica la luz, la voz, el viento y eléctrica la vida. Dice así en una carta a Ramón Sijé: "Acabo de llegar a casa hundido, con los pies destrozados. Desde la dos de la tarde andando con estos zapatos, los únicos y rotos y llenos de agujeros. Si hubiera tenido al menos quince céntimos hubiese acortado la distancia desde la estación a la casa".

Orihuela otra vez, alguna escapada a Madrid. En 1933 publica, trescientos


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Armando López Salinas

Miguel Hernández en la radio del 5.° Regimiento, Madrid, 4 de diciembre de 1936 (Archivo de Jesucristo Riquelme)

ejemplares, Perito en lunas. Apenas alguna crítica, Lorca señala el silencio estúpido que la obra no merece. Lorca publica Poeta en Nueva York. En ese tiempo aparece Escapadas como labios, de Aleixandre. También circulan las revistas Octubre y Cruz y Raya. Bergarnín publica a Miguel Quien te ha visto y quien de ve. Y pronto se va a producir un cambio en la religiosidad del poeta alicantino. Si en El silbo de la sequía muestra una cierta resignación, una cierta impotencia mística frente al silencio y las obras de un Dios sordo e inmisericorde.

Llorad, llorad, lloremos hermanos de la tierra a ver si nuestro llanto apiada al cielo ya en Sonreidme ha roto esas cadenas, el hombre tiene que ser dueño de su destino.

Vengo muy satisfecho de librarme de la serpiente de.-múltiples casullas la serpiente escamada de casullas y cálices 1934. La CEDA, Gil Robles. El clerical fascismo alcanza el poder. Asturias. Mil muertos, tres mil heridos, treinta mil presos. El poeta va a tomar partido por los desheredados de la tierra, gentes de barro como él, que se llama barro aunque Miguel se llame. Escribe Los hijos de la piedra, inspirado en el levantamiento minero. Ya le ronda en la cabeza El labrador de más aire, ya le ·rondan en la cabeza los romances populares.

En pie ante todo verdugo y en pie ante toda cadena. No somos carne de arena no somos carne de yugo


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Mi camarada Miguel Hemández

Madrid, otra vez. 1935. Paseos con Pablo Neruda. "me contaba -recuerda el chileno- cuentos terrestres de animales y pájaros. Su rostro era el rostro de España. Cortado por la luz, arrugado como una sementera, con algo rotundo de pan y tierra". Influencias de Vicente Aleixandre con él mantendrá una profunda amistad. Se relaciona con González Tuñón, poeta argentino, militante comunista, autor, más tarde, de la Rosa blindada y Muerte en Madrid. Muere Ramón Sijé, escribe la elegía que lleva su nombre. Ahí está e~ rayo que no cesa.

Temprano levantó la muerte el vuelo temprano madrugó la madrugada temprano estás rodando por el suelo. Frente Popular. Guerra civil. El 25 de agosto de 1936 se levanta la voz de Hemández en el Ateneo de Madrid denunciando el asesinato de Lorca en Granada. "Desde las ruinas de sus huesos me empuja el crimen con él cometido por los que no han sido ni serán pueblo jamás . y en su sangre, bestialmente vertida, el llamamiento más imperioso. y emocionante que siento y que me arrastra hacia la guerra". Escribe en El mono azul, en Hora de España. Política y literatura. La vida como un torbellino, vivida a golpes de versos como espadas de endecasílabos, como tableteo de ametralladoras. Todos los frentes de batalla. Quinto Regimiento. Comisario de Cultura de la primera compañía de "el Campesino". Dedica un sentido poema a Pablo de la Torriente, el escritor cubano que muere en Majadahonda defendiendo la República espa.. ñola. Sigue la guerra. Sangre, sangre y más sangre derramada. Un ejército de obreros y campesinos, un ejército de

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mono y alpargatas se cubre de gloria mientras se desangra. Escribe Miguel fieramente. Artículos como "Defensa de Madrid", poemas como" Aceituneros", como el "niño yuntero". Sus versos, como los de Machado, se imprimen en octavillas, los leen los que apenas saben leer y han hambreado escuela siglos y siglos. Unos días de vino y rosas le esperan en Orihuela al casarse con Josefina, su amor encendido. Publica Viento del pueblo. Escribe unas notas para Vicente Aleixandre donde da cuenta de lo que para él significa su compromiso de creador, de poeta. "Los poetas somos viento del pueblo: nacemos para pasar soplando a través de sus poros y conducir sus ojos y sus sentimientos hacia las cumbres más hermosas. Hoy, este hoy de pasiones, de vida y de muerte nos empuja de un imponente modo a ti, a mi, a varios, hacia el pueblo. El pueblo espera a los poetas con la oreja y el alma tendidas al pie de cada Sígló". "Si yo salí de la tierra / si yo he nacido de un vientre / desdichado y con pobreza / no fue sino para hacerme / ruiseñor de las desdichas / eco de la mala suerte / y cantar y repetir / a quien escucharme debe / cuando a penas, cuanto a pabre / cuanto a tierra se refiere". y sigue, ya en El niño yuntero.

Carne de yugo ha nacido . más humillado que bello con el cuello perseguido por el yugo para el cuello. Miguel miliciano, soldado, comisario de la República. El fusil en la mano, el canto al aire de las trincheras.

Cantando espero a la muerte que hay ruiseñores que cantan encima de los fusiles yen medio de las batallas.


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Armando López Salinas

"Canción del esposo soldado". El poeta sabe que va a tener un hijo.

Nacerá nuestro hijo con el puño cerrado, envuelto en un clamor de victoria y guitarras y dejaré a tu puerta mi vida de soldado sin colmillos ni garras. Batalla de Brunete. Congreso Internacional de Escritores. Miguel toma la palabra junto a Eluard, Aragón, Brecht, Neruda, Machado, Vallejo, Alexis Tolstoi, Antonio Machado. Albert Einstein envía un mensaje: "Lo único que en las circunstancias que enmarcan nuestra época puede conservar viva la esperanza de tiempos mejores es la lucha heroica del pueblo español por la libertad y la dignidad humanas". Viaja a la URSS. "He venido a la URSS -escribe- directamente desde el frente y al regresar a España volveré a las trincheras. Allí está mi puesto, allí está el lugar de cada español honrado, que no de palabra sino de hecho, se esfuerce por ver a su pa tria y a todo el mundo libre del fascismo". Muere su primer hijo. "Mi casa es un ataud. En la casa falta un cuerpo, que en la tierra se desborda". La España republicana se va a partir en dos tras la batalla del Ebro. Escribe El hombre acecha. Su versos se desnudan al ritmo que marca la guerra. Canta al fusil, a la ametralladora. Llama al toro de España. "Levántate toro, truena toro, / abalánzate / Atorbellínate toro, revuélvete .

Que vienen, vienen, vienen con sed de cementerio dejando atrás un rastro de muertos, muertos, muertos. En Cox nace su segundo hijo, enero de 1939. La República agoniza. En marzo, en Orihuela, todo se ha perdido. La paz es la continuación de la guerra. No hay

paz, sino venganza, campos de concentración, cárceles, fusiladas al amanecer. Miguel huye hacia Sevilla, de allí a Huelva donde por Rosal de la Frontera intenta pasar a Portugal. Pero la policía política del dictador Salazar le detiene, le humilla. Le golpean hasta que orina sangre. Cárcel de Huelva, cárcel de Sevilla. Cárcel de Torrijos en Madrid donde escribe la "nana de la cebolla" para su hijo hambriento, para su hijo que apenas come pan y cebolla.

La cebolla es escarcha cerrada y pobre. Escarcha de tus días y de mis noches. Hambre y cebolla hielo negro y escarcha grande y redonda. Sale de la cárcel de Torrijos para volver a Orihuela, a los amigos. La derrota golpeándole el costado izquierdo, allí donde habita su roto corazón. Pero la Oleza señoritil y meapilas no perdona a Miguel que, denunciado por rojo, como comunista, va a dar con sus huesos en el Seminario diocesano convertido en Penal. Diciembre del 39, custodiado por la Guardia Civil marcha hacia otro pudridero de hombres, la cárcel de Conde de Toreno en Madrid, donde por segunda vez en su vida se encuentra con Buero Vallejo·. No volverá jamás a Orihuela. A muerte le condenan en 1940. Ve conmutada la pena por la de treinta años de reélusión. Escribe así: "Hace varias noches ·que han dado las ratas en pasear por mi cuerpo. La otra noche desperté y tenía una alIado de la boca. Esta mañana me he sacado otra de la manga del jersey y todos los días me quito boñigas suyas de la cabeza". A Palencia en cuerda de presos. "Hace frío de verdé;ld aquí". De aquí para


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Mi camarada Miguel Hemández

allá, un calvario de prisiones, de celdas inhabitables. Ya le ronda la muerte. A pesar de todo lanza un grito de libertad.

No, no hay cárcel para el hombre. No podrán atarme, no. Este mundo de cadenas me es pequeño y exterior. Cancionero y romancero de ausencias. Poemas heridos por la desolaci.ón, por el amor, por los recuerdos. Afila las palabras hasta dejarlas descarnadas en arquitectura ósea. No podemos ser. La tierra no pudo tanto. N.o somos cuanto se propuso el sol en un anhelo remoto. 1941. Penal de Ocaña. Prisiones de Alcázar de San Juan y de Albacete. Agotado, enfermo, si antes le rondaba la muerte ya ésta va directa a por él, a por el soplo de vida que le queda. "Yo creí que la luz era IIÚa, precipitado en la sombra me veo". No le dejan ver a Josefina, pues la Iglesia no considera válido su matrimonio civil, aunque le dejan besar al hijo. Invierno de 1942, 28 de marzo. Mientras se sigue fusilando en las cunetas y cementerios de no importa qué lugar de España, mientras centenares de miles de presos políticos se hacinan en las cárceles y campos de concentración, mientras se tortura en comisarias de policía, cuarteles

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y cuartelillos de Falange o la Guardia Civil, mientras los "poetas angélicos" claman su hambre de Dios y media España pasa hambre de verdad, mientras el censor Camilo José de Cela publica La familia de Pascual Duarte y se libra la batalla de Stalingrado, a las cinco horas y treinta minutos de la mañana, "ligero de equipaje, como los hijos del mar", muere en la cárcel de Alicante el poeta de la revolución española que se llamó Miguel Hernández. Recuerda Sorel la herencia del poeta que Josefina recogió: Un mono. Dos camisetas. Un jersey Una camisa. Unos calzoncillos. Dos juegos de almohada. Una toalla. Una correa. Una servilleta. Un par de calcetines. Una manta. Una cazuela. Un bote. Pero también nos dejó en herencia hermosas palabras, poemas, versos que hoy, estos días lluviosos de marzo, a los sesenta años de su muerte, porque soy su camarada, y por tanto su albacea testamentario, lanzo al viento esta primavera que nace en el año 2002.

Adiós hermanos, camaradas, amigos despedidme del sol y de los trigos. Si, "aunque el otoño de la historia cubra nuestras tumbas con el aparente polvo del olvido, jamás renunciaremos ni almas viejo de nuestros ' sueños". República y socialismo formaban parte de los sueños de Miguel Hernández, también siguen formando parte de los míos.


Miguel Hernández: Del Segura al Guadalquivir, 1937. Guerra, amor, poesía y tragedia LORENZO MARTÍNEZ ACUILAR

Universidad de Sevilla

-Del Segura al Guadalquivir Por tierras jienenses, mar de olivos, la tragedia. Por tierras jienenses, marzo en los ventanales. Jaén, .luz de primavera, luna clara. Andaluces de Jaén/ aceituneros altivos ... Miguel Hemández y Josefina Manresa llegaron a Jaén recién casados. Unos días antes, amor en luna, el 9 de marzo de 1937 contrajeron matrimonio civil en Orihuela. Triste primavera. Por esas mismas fechas, el 6 de marzo, el general golpista Queipo de Dano empujaba desde Montoro hacia Jaén y envió 15.000 hombres que avanzaban en dirección Pozoblanco para tomarlo y amenazar la zona minera de Almadén. El día 20 ya habían llegado por el flanco izquierdo hasta Alcaraceños, a 11 kilómetros de Pozoblanco. Las columnas de las milicias republicanas, formadas principalmente por mineros de Linares y La Carolina, a las órdenes del teniente coronel Joaquín Pérez Salas, soportaron la embestida, mientras daban tiempo a la llegada de dos brigadas y una escuadrilla de aviación con refuerzos republicanos. A partir del día 13 de marzo las fuerzas de Queipo de Dano empezaron a abandonar posiciones, retirándose a las bases de partida de Bujalance y Adamuz. Un frente de guerra que en el caso de la provincia de Jaén estaba en la línea formada por las poblaciones de Lopera, Porcuna y Alcalá la Real, únicas localidades jienenses tomadas por el ejército del bando nacional. Tan sólo unos meses antes, entre el 28-29 de

diciembre de 1936, había tenido lugar la batalla de Lopera, en la que también perdieron la vida el escritor e historiador Ralph Wmston Fax (1900-1936), y el poeta Rupert John Cornford (1915-1936), éste con sólo 21 años, biznieto del naturalista Charles Darwin. Ambos brigadistas ingleses del 12 batallón, XIV Brigada Internacional. Jaén fue la única provincia de Andalucía que no apoyó ia sublevación militar de los golpistas, y donde se estabilizó el Frente Sur, al que Miguel fue enviado. Y "Frente SlJ,r" era también la cabecera del periódico editado dos veces por semana en el que Miguel colaboraba con sus poemas y artículos. Durante su estancia en Jaén, ocurrió uno de los acontecimientos más trágicos de la guerra civil en la provincia, el1 de abril tuvo lugar el bombardeo de la capital. Cinco pájaros de hierro a las 17:22 horas violaron la tarde, alas metálicas, Junkers de la Legión Cóndor del ejército nazi con sus panzas de fuego derramando la muerte en las calles: 159 muertos y 280 heridos entre la población civil de la capitall . Miguel y Josefina estaban allí, en medio del horror de la tragedia.

Sentado sobre los muertos que se han callado en dos meses, beso zapatos vacíos y empuño rabiosamente la mano del corazón y el alma que lo sostiene ~

(. . .)


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Miguel Hernández: del Segura al Guadalquivir...

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Josefina Maruesa y Miguel Hernández en Jaén, marzo de 1937

Canto con la voz de luto, pueblo de mí, por tu~ héroes: tus ansias como las mías, tus desventuras que tienen del mismo metal el llanto, las penas del mismo temple, y de la misma madera tu pensamiento y mi frente, tu corazón y mi sangre, tu dolor y mis laureleEf Josefina aprendió a escribir a máquina en Jaén. Y lentamente iba pasando los poemas manuscritos de Miguel, que luego serían parte importante del poemario Viento del pueblo. Y en Jaén también concibieron a su primer hijo. Josefina también era jienense, natural de la población de Quesada, donde nace el Guadalquivir. Jaén, en los manantiales del amor y en los pechos de la luz, derran Los datos sobre la Guerra Ovil en Jaén, están consultados en: -TUÑÓN DE LARA, Manuel y GARCÍA-NIETO, M' Carmen: [¡;¡ Guerra Civil. En Historia de España, Vol. 9, pág~. 331-3~2. Editorial Labor, Barcelona, 1989. -MARIN MUNOZ, Antonio: [¡;¡ Guerra Civil en Lopera y Pprcu1W. Vestigios de la contienda. Lopera, 200l. -SANCHEZ TOSTAOO, Luis Miguel: [¡;¡ Guerra Civil en Jaén. Edición propia. Jaén, 2006.

mada al semen fecundo en que germina la vida:

He poblado tu vientre de amor y sementera, he prolongado el eco de sangre a que respondo y espero sobre el surco como el arado espera: he llegado hasta el fondo. Morena de altas torres, alta luz y ojos altos, esposa de mi piel, gran trago de mi vida, tus pechos locos crecen hacia mí dando saltos de cierva concebida ( .. .)

Tus piernas implacables al parto van derechas, y tu implacable boca de labios indomables, y ante mi soledad de explosiones y brechas recorres un camino de besos implacables. Para el hijo será la paz que estoy forjando. y al fin en un océano de irremediables huesos tu corazón y el mío naufragarán, quedando una mujer y un hombre gastados por los besos'3 Manuel Ramón, su hijo, nacería en dicierÍlbre de ese mismo año. Una fecha que Fragmento del poema "Sentado sobre los muertos", del libro Viento del pueblo' ) Del poema "Canción del esposo soldado", del libro Viento del pueblo.

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Lorenzo Martínez Aguilar

Trincheras de la Guerra Civil, en Lopera Gaén)

Miguel rememoraría en el poema "19 de diciembre de 1937':

Nunca tan parecida tu frente al primer cielo. Todo lo abres, todo lo alegras, madre, aurora. Vienen rodando el hijo y el sol. Arcos de anhelo te impulsan. Eres madre. Sonríe. Ríe. Llortf Sin embargo, hijo de la luz, Manuel Ramón murió a los pocos meses. Sombra.

"Muerto mío, muerto mío. Nadie nos siente en la tierra donde haces caliente el frío"

victoria: Viento del pueblo.

Vientos del pueblo me llevan, vientos del pueblo me arrastran, me esparcen el corazón y me aventan la garganta (. .. )

No soy un de pueblo de bueyes, que soy de un pueblo que embargan yacimientos de leones, desfiladeros de águilas y cordilleras de toros con el orgullo en el asta. Nunca medraron los bueyes en los páramos de Españtf

Miguel abandonó Jaén, continuó por las rutas de la palabra y de la libertad, hasta que fue apresado. La provincia de Jaén, como toda España, continuó encallada en la ruta trágica y fratricida de la guerra. Pero del encuentro de ambos -poeta y paisaje- había quedado, como el polen preña de frutos al olivo, la llamarada del poeta en el escenario del viento de las sierras, entre trincheras, entre la sangre y las amapolas, entre los olivares duros y el aceite que unge las heridas, un libro preñado de versos que hablan de amor y tragedia, el trino esperanzado por la

Miguel se mantuvo fiel a su idea de una España abierta, culta, en libertad, republicana, hasta el final de su vida. Miguel no se retractó de su obra ni de su ideario. No pudieron ni la cárcel, ni los jerarcas, ni el frío, ni la injusticia, ni la tuberculosiS que debilitó su sangre y le arrebató la vida, cual pelotón de fusilamiento. Paralelismos de vida y muerte, de muerte y vida, los pueblos de Jaén, sus piedras lunares, se mantuvieron fieles a la República

4 Fragmento del poema "19 de diciembre". Del libro Cancionero y romancero de ausencias.

5 Fragmento del poema "Vientos del pueblo me llevan". Del libro Viento.del pueblo.

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hasta el último día de la libertad y el primero de la venganza: el 29 de marzo de 1939. Es decir, un día después de caer Madrid y unos días antes de aquel parte del 1o de abril, según la declaración oficial de los vencedores de finalización de la guerra. Entonces fueron tomadas Andújar, Marmolejo, Bailén, La Carolina, Linares, Martas, Arjona y Jaén. Terminada la guerra, comenzaba la ignominia y una represión brutal que siguió sembrando de odio la luz de todos los días; y de muerte todas las noches en las tapias de los cementerios, intentando que los vencidos perdieran la memoria para la eternidad del tiempo, e imponiendo la vergüenza a los muertos, la mayoría enterrados en fosas comunes.

Si me muero, que me muera con la cabeza muy alta. Muerto y veinte veces muerto, la boca contra la grama, tendré apretados los dientes y decidida la barba.

Miguel Hernández en el Frente Sur, en marzo de 1937 (Fundación Cultural Miguel Hernández)

Cantando espero a la muerte, que hay ruiseñores que cantan encima de los fusiles y en medio de las batalla$' tl,1 1I0U

...

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Nom. 7

Del Segura al Guadalquivir. Entre el aire, una pregunta de fuego; entre los dos ríos, una respuesta de sangre. Y un libro: Viento del pueblo, canto de victoria en sus poemas.

Es un pleno de abriles, una primaveral caballería, que inunda de galopes los perfiles de España: es el ejército del sol, de la alegría (... .)

Salí del llanto, me encontré en España, en una plaza de hombres de fuego imperativo. Supe que la tristeza corrompe, enturbia, [daña ... Me alegré seriamente lo mismo que el olivO' ~ DlliIaMa~ fel eltni~ 1aniD1O el !!miÓ. ~ tel ñMilo ~ii~if !l '!¡~!b~! Número 7 (30-7-1937) del periódico editado en Linares, como órgano de la 25 Brigada Mixta

Fragmento últimos del poema "Vientos del pueblo me llevan". Del libro Viento del pueblo. 7 Fragmento del poema "Juramento de la alegría". Del libro Viento del pueblo.

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Miguel, fue el poeta con el que renació la mejor y nueva poesía española de los años treinta, en condiciones tan fervorosas para la literatura como difíciles por la situación en que se desarrollaron: ese tortuoso camino de la libertad que como soldado, intelectual y poeta defendería hasta agotarlo en la muerte. Un lirismo hondo, traspasado por un agudo dolor que proyecta y significa su tragedia personal, trascendiendo a la tragedia nacional y humana, y cu1.minándola con poemarios fundamentales y totalmente necesarios para la literatura española contemporánea. Una tragedia que, sin embargo, también encuentra en el amor la fuerza humana y la intensidad tremenda y dramática que transciende a sus poemas como una garra, desde la ~speranza hasta la desesperación.

Con el amor a cuestas, dormidos y despiertos, seguiremos besándonos en el hijo profundo. Besándonos tú y yo se besan nuestros muertos, se besan los primeros pobladores del mundd

-Del Guadalquivir al Segura Hace algunos años, en varias ocasiones y por motivos familiares, tuve la oportunidad de hacer el trayecto inverso: de las tierras del Guadalquivir a las oriolanas del Segura. Viví en la misma ciudad natal de Miguel Hernández, paseé por las mismas calles por donde él lo hizo más de sesenta años antes. Orihuela todavía tiene un silencio casi jesuític,? entre el Renacimiento y el Barroco por la ronda de Santo Domingo, primero convento, después universidad, en cuyo patio trasero estaba la escuela del "Ave María", donde estudió Miguel en su niñez como alumno pobre. El río Segura (ahora dragado) serpentea por la ciudad como una culebra de agua, frente al casino provinciaFragmento del poema "Hijo de la luz y de la sombra". Del libro Cancionero y romancero de ausencias.

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Lorenzo Martínez Aguilar

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Portada del periódico "Frente Sur", en su edición del 4 de abril de 1937, tras el bombardeo de Jaén.

no, pero el río ha perdido sus orillas de cañas, vestido como un pozo con muros de hormigón y hundido para evitar inundaciones en la ciudad. Un horizonte de palmeras, con origen musulmán y forma de media luna, acota el plano de la ciudad en su extremo norte. En los campos de Orihuela respira la luz mediterránea del limonero encendido, la huerta fresca y temprana, el almendro en su dulzor de agosto. VIsité la casa-museo del poeta. EStá en el número 73 de la calle de la Libertad (toda una premonición en la vida de Miguel), nombre que recibía en 1913, cuando la familia. Herriández se trasladó allí (también denominada calle de Arriba), cuando contaba con apenas tres años. Actualmente su onomástica es calle "Mi~el Hernández", pero sigue estando junto al callejón de los Cantos, al pie de la sierra, lo que permitía, entonces, la salida en la madrugada de Miguel o de su hermano con el ganado hacia


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Miguel Hernández: del Segura al Guadalquivir...

el pastoreo. Mi visita terna la razón del complemento a otra razón más esencial: la poesía profunda y trágica de Miguel Hernández, que yo había leído y descubierto mucho tiempo antes. La casa de un poeta y su tiempo, guarda un hervidero de palabras ocultas y de metáforas que el visitante debe saber rescatar en cada fotografía, en cada mueble, en cada habitación. En cada rincón hay un ritual de misterio y de imágenes que invocan sus versos, como si regresan para iluminar la estancia. El acceso a los objetos del poeta lleva consigo una intimidad que en su quietud imperturbable presentan la elocuencia de su pasado. El conocimiento del lugar donde nacieron algunos de sus poemas, conlleva la compresión sin diccionarios de la cadencia de su poesía. La vibración silenciosa que guardan los objetos para siempre de sus dueños, tiene el eco oculto que en su oficio de aire acuña el tiempo ... y todo ello coadyuva a descender al patrimonio sentimental y lúcido de sus huellas literarias. La casa de Miguel tenía la misma y reducida antigüedad del mobiliario sencillo y austero de la niñez del poeta. Allí, sobre la cama, reposaba aquella vieja maleta con la que Miguel Hernández, con 21 años, marchará un día de noviembre en su primer viaje a Madrid, llevando un equipaje de versos. Las paredes rebosaban fotos de Miguel, de Josefina, de los dos, de su familia, como si el tiempo las hubiera sedimentado a la cal blanca de la memoria. Objetos, poemas,

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libros ... con su vibración de vieja pertenencia. Y al fondo el patio de aquella casa, con una cadencia de animal doméstico, amplio, al pie de una sierra rala, cuya pared cuando hay tormenta pone un murmullo que actúa de mensajero en los sonidos telúricos del trueno sobre la roca. Sus encaladas paredes siguen vistiendo la presencia del poeta a través de los folios de sus manos y de su luz mediterránea.

Pintada, no vacía: pintada está mi casa del color de las grandes pasiones y desgracias. Regresará del llanto adonde fue llevada con su desierta mesa con su ruidosa cama Florecerán los besos sobre las almohadas. y en torno de los cuerpos elevará la sábana su intensa enredadera nocturna, perfumada. El odio se amortigua detrás de la ventana. Será la garra suave. Dejadme la esperanza9

Poema titulado "Canción última". Del libro El hombre acecha.

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Evocación de Miguel Hernández en tres momentos CARLOS ÁLVAREZ

Como empecé a intentar escribir poemas con cierta dedicación y regularidad en 1960, pienso que. pueden considerarse de mi prehistoria los esbozos anteriores, de los que es difícil, cuando no imposible, encontrar testimonio escrito. En 1958, año de mi primera visita a la Prisión de Carabanchel, en mi paso previo por la Dirección General de Seguridad, en uno de cuyos calabozos permanecí ocho días en los que conocí a personajes tan representativos de la España de entonces como los comisarios Yagüe y Conesa, inicié un ejercicio en el que después había de reincidir con más continuidad y consecuencias: la creación de sonetos de memoria. Lo curioso del caso es que dos de los tres que hice en aquella situación, muchos años más tarde, levemente corregido lo que de ellos recordaba -al cocodrilo y a la serpiente, de los que decía humorísticamente que habían influido en Gerardo Diego-los integré en Aullido de licántropo; del tercero, el dedicado al coronel Eymar -famoso "coronel verticalsindicalista", que era quien en aquellos tiempos procesaba "por auxilio a la rebelión" a cualquier persona a quien se acusara de una actividad antifranquista, y a cuya disposición pasé incomunicado a la cárcel-, no recuerdo más que algún verso. No existe, por tanto. Entre mis compañeros en aquella otra Residencia de Estudiantes con los ventanales tachados por barrotes, uno de ellos, con quien durante un período compartí celda, Antonio Ron, era un apasionado

admirador de Miguel Hernández, de quien conocía muchos más poemas que quienes, como yo, sólo habíamos podido leer el único de sus libros permitido en España: la edición de la Colección Austral de El rayo que no cesa, en cuya solapa se nos informa, sin comunicar el porqué, de que el poeta se malogró apenas principiaba a contar con eco propio. Cuando los presos políticos hicimos una breve huelga de hambre -de sólo tres días- para apoyar no recuerdo qué reivindicación, huelga a la que siguió un mes de incomunicación como castigo impuesto por la Junta de Régimen, reincidí en el juego anteriormente iniciado de hacer versos sin otro lápiz que la imaginación ni otro papel que la memoria. Una de las víctimas de mi entretenimiento fue Julián Marcos, que ocupaba una celda semicontigua, a quien hice un soneto humorístico basado en el famoso a Violante de Lope de Vega; otra, Miguel, con la circunstancia agravante de que pretendía ser en serio, y en el que era inevitable encontrar el recuerdo de sus propios versos. Si no me ha fallado demasiado la memoria al reconstruirlo, decía así:

Eras trigo, Miguel, grano vertido, siembra oculta en la tierra, tierra fría cuando el soplo alentó mi rebeldía del viento de tu pueblo renacido. Perdóname, Miguel, por mi descuido: por rimar el silencio a tu porfía; por tanto tiempo que tardó la ría de tu verso en llenar mi canto herido.


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Evocación de Miguel Hernández en tres momentos

Perdóname, Miguel, porque ahora siento cuando miro crecer tu espiga noble sobre mis hombros el dolor hermano. y déjame invocar tu nombre al viento, y déjame regar tu alma de roble, ¡que yo quiero también ser hortelano! En 1960, incitado por la lectura del libro de Angela Figuera Aymerich, publicado en Méjico con prólogo de León Felipe, Belleza cruel, comencé a intentar escribir poesía con cierta regularidad. Indignado por la situación política española, donde la falta de libertad y justicia, valores para mí supremos, eran el pan nuestro de cada día, traté de expresar bien en mis versos los sentimientos que la observación de la realidad me provocaban, tal vez con la esperanza de poder transmitir a quien me leyera lo que a mí me había ocurrido tras la lectura de los versos de Angela, de BIas de Otero o de Gabriel Celaya, a quienes yo consideraba entonces la Santísima Trinidad ... vasca. Poemas de la tierra prohibida, que nunca llegó a publicarse como tal libro, aunque la mayoría de sus partes nacieran después en Escrito en las paredes, fue el resultado de aquellos intentos. El nacimiento del hijo de un amigo que, como él, iba a llamarse Miguel, me indujo a aprovechar la ocasión para rendir un homenaje a Miguel Hernández. El poema, publicado en Escrito en las paredes en París, y en España en Como la espuma con la roca, se titula EN EL NACIMIENTO DE MIGUEL HERNÁNDEZ

Estuviste presente en cada beso. Buscó el amor después la levadura templada de la tierra, e inundaste de luz un nuevo asombro cuando anunció al silencio la presencia vibrante de tu grito

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que aceptabas tomar la suave carga del viento entre tus dedos, de la carne envolviendo amorosa tu promesa; la carga de la vida ingrávida primero y sin violencias, para afirmar más tarde a cada paso, con la marcha tenaz del montañero, la ascensión de ti mismo hasta tu hombría madura de asperezas. Has llegado en buen tiempo: cuando el viento golpea con más fuerzas la puerta de enmohecida cerradura que vigila el pasado de tu patria clavada en su recuerdo ... (tú no verás el toro aprisionado estrellando su frente en la barrera, mordiendo la impotencia de sus puños .. .) tendrás la suerte de encontrar abierta la puerta de un mañana que traemos con nuestra honrada siembra los que ahora enterramos la semilla. sin miedo al aguacero, para segar contigo la cosecha de una patria consciente de sí misma, muy lejos de los puertos, con la proa hacia la mar sin límites abierta. La brisa de tu nombre renacido

será tu consejera: Miguel te llamarás como la tierra que abriga el pecho de Miguel Hernández ... Miguel te llamarás como la tierra. y cuando ya maduro, como un árbol que extiende generoso sus brazos hasta un cielo sin fronteras para brindar su amor a los hermanos y aliviar su cansancio en el camino bajo su fronda llena de promesas; y cuando ya maduro, como un árbol, te pongas tú también a la tarea, y te alcance el sudor y la fatiga y una mujer anuncie tu cosecha, entonces, compañero, compañero que hoy naces a la brega,


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Carlos Álvarez

España que hoy afirmas nuevamente tu pie sobre la arena apretando los puños contra el cielo, mordiendo el corazón para que aguante la sórdida marea que se arrastra sin lucha por la playa, España del dolor y de la entrega, entonces, compañero, cuando la herencia de Miguel florezca sobre el campo en sazón y sin censura de nuestra pobre tierra; cuando renazca España en cada hombre y el segador y el carpintero anuncien la espléndida cosecha del corazón sembrado y los trigales a punto en nuestra mesa, entonces, compañero, compañero que hoy naces a la brega, podrás tener orgullo de tu nombre podrás tener orgullo de tu tierra. A finales de enero de 1965 fui trasladado de la Prisión de Carabanchel al Penal de Cáceres, donde debía terminar de cumplir las condenas a tres años y dos meses que me había impuesto el TOP y a seis meses y un día añadidos por el Consejo de Guerra con que se respondió a mis declaraciones ante el TOP. Durante la larga incomunicación a la que había estado sometido desde que la Nochebuena anterior la mayoría de los presos políticos cantáramos a coro "La Internacional" en la Galería, había hecho algunos poemas de memoria. Ya con papel y bolígrafo continué intentando dialogar con la poesía durante el resto de mi estancia en el Penal; lo que acepté como válido lo reuní después en Papeles encontrados por un preso. La lluvia y la melancolía fueron factores determinantes de muchos de aquellos poemas, como el que el 22 de febrero hice en homenaje a Antonio Machado. Hacia la fecha del aniversario vigésimo tercero de que se consumara el asesina to de Miguel Hemández en las

prisiones de España, como cantó Neruda, escribí el siguiente MOMENTO DE EVOCACIÓN

En realidad, no pudo darse cuenta en seguida ... ¡tantas veces había recibido la metralla sobre la luz abierta de su pecho cuando un árbol moría entre sus brazos ... el sombrío temblor de las paredes te había acariciado con tan loca insistencia cuando los compañeros perecían amontonados entre los barrotes ... ! Y, además, en su frente crecían las palomas huidizas de su verso, y un rayo no cesaba entre sus venas de decirle secretos que abrigaban su sangre dolorida. .. Es comprensible que pudiera tardar sesenta siglos de Civilización en comprenderlo; que no viera su propia sombra hundida tras el foso de la cárcel que entonces lo enmarcaba. Le imagino repartiendo la espiga de los campos en noches de vigilia, derramándose como una borrachera de optimismo sobre los que con él entristecían la mutilada paz de sus hogares ... Poco tiempo la vida permitió que realizara su vocación de brisa entre la fiebre, pues la Historia . nos dice que, en la fecha que señalo, convirtióse en recuerdo la presencia del hombre cuyo dibujo intentan mis palabras, y al que Miguel llamaban sus amigos. Penal de Cáceres, 28 de marzo de 1965



Miguel Hernández FRANCISCA AGUIRRE

Cada vez que pienso en mi padre no puedo evitar recordar a Miguel Hernández. Es el mío un recuerdo curioso porque no conocí a Miguel y cuánto me hubiera gustado conocerlo. Desde niña, es decir: desde que murió Miguel y mataron a mi padre en casa se hablaba de Miguel Hernández, porque mi tío Federico, hermano de mi madre, estuvo preso con Miguel y recordaba cómo él y los otros compañeros de prisión procuraban ayudarle en todo, facilitarle la vida todo lo que podían. Miguel murió en Alicante, en marzo y a mi padre l~ mataron en Madrid, en la prisión de Porlier, en octubre. La muerte les llegó a ambos en el mismo año: 1942; a Miguel, un poco antes, casi en primavera, como correspondía a un hombre joven. A mi padre un poco después, en octubre, en otoño, como correspondía a un hombre maduro. Cuando pienso en Miguel, siempre que pienso en Miguel, desde que empecé a pensar en Miguel, no he podido evitar que, dentro de mí, allá en el fondo de mi ser resuene un quejido, una sorda protesta que se une a otra amarga y desolada protesta que brota del recuerdo de mi padre. La historia y sus desdeñosas injurias, sus insultos y vejaciones, sus miserables regalos que emponzoñan cuanto tocan. Mirar atrás supone, en algunos casos, una inmersión en el mar de la desolación. Cuando pienso en mi padre siempre quiero pensar en el hombre alegre que fue, en el pintor lleno de entusiasmo con su paleta. Premiado, reconocido. Y también un humanista, un enamorado de la

Institución Libre de Enseñanza, un republicano . que acompañó a su Gobierno hasta los últimos días. Y finalmente, ante el avance de los alemanes en Francia, volvió a España y Franco lo asesinó por "apoyo a la rebelión". En el caso de mi padre está claro que el régimen de Franco le cobró varias cosas. Y no le perdonó otras muchas, su anticlericalismo, su defensa de la libertad y la igualdad para todos y, sobre todo, que fuera un ilustrado el que defendiese estos derechos. Como escarmiento obligaron a todos los presos políticos de la Prisión de Porlier a presenciar su ejecución a garrote vil. Franco siempre supo lo que hacía: en este caso el mensaje era claro: "No se puede perdonar a un ilustrado que esté a favor de la plebe, la chusma, los proletarios, los que sólo pueden llevar alpargatas y firman con una cruz o con el dedo". En cuanto a Miguel Hernández, la historia es distinta aunque parecida. Miguel es alguien que posee una inteligencia feroz. Una capacidad de absorción asombrosa. No es más que un pastor nacido en Orihuela y a cuyo padre no le interesa demasiado que su hijo aprenda a leer y escribir. El chico, sin embargo, tiene un amigo: Ramón Sijé, que lo lleva a la casa de un sacerdote que de inmediato se hace cargo de que Miguel tiene una cabeza poco común y esto lo lleva a permitirle que entre en su biblioteca y lea a los clásicos y otros escritores no tan clásicos. A partir de ahí, el poeta que ·hay en Miguel crece como la espuma. y cuanto más crece el poeta más crece también el humanista el hombre político que había E;~ Miguel. Cuando sucede


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Miguel Hernández

el estrago que llamamos guerra del 36, Miguel no tiene dudas: es un republicano que lucha para que los que no tienen nada tenga derecho no sólo a tener algo, sino a tener lo que tienen los demás: cultura, sanidad y, sobre todo, libertad. Un poeta es dificil que pueda vivir sin libertad. Un artista es dificil que pueda vivir sin libertad. Cuando se les niega esa libertad la inventan en las cuartillas, en los lienzos, en la música. Mi padre no renuncia a esa libertad y muere pintando y gritando "¡Viva la República!". Miguel tampoco renuncia a esa libertad y esa libertad le cuesta la vida. Todos los presos que estaban a su lado en la prisión de Alicante lo recuerdan escribiendo y también rechazando la oferta de perdón a cambio de la alabanza

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del régimen franquista. Si hubiera aceptado, lo habrían enviado a Valencia donde seguramente le habrían salvado la vida aplicándole el neumotórax a sus maltrechos pulmones. Pero Miguel dijo que no. y ese no le costó la vida. A cambio, quedó en la memoria de la Historia como un inigualable poeta, pero sobre todo, como uno de los ejemplos más extraordinarios de la dignidad humana. Dijo Shakespeare: "Mi reino por un caballo". Miguel no tenía reino, así que resumió: "Mi vida a cambio de la dignidad para los que no tienen nada". Supongo que me moriré con la nostalgia de que hubieran podido conocerse estos dos hombres extraordinarios: un pintor llamado Lorenzo Aguirre y un poeta llamado Miguel Hernández.

Una mala disposición Quizás tuvo la culpa una mala disposición de mi esqueleto. Seguramente me falló la osamenta. Debo tener la tráquea demasiado estrecha y cualquier cosa la molesta se irrita y trago mal. El caso es que aquel hombre estaba hecho tina furia y todo le estorbaba: los mendigos los chinos los rumanos. Estaba hasta los pelos de las quejas de las mujeres. y se puso a decir que lo que hacía falta era una mano dura como antes. y a mí me dio por toser

y terminé escupiéndole.

Del libro Historia de una anatomía. Premio Internacional de Poesía Miguel Hernández. Comunidad Valenciana 2010


N otas al margen de algunos poemas de Miguel Hernández sobre la muerte

JESÚS FELIPE MARTÍNEZ

Galas y disfraces de la vida y de la ' muerte

La muerte, como todos sabemos, es, con el amor, eje central de la lírica de cualquier época y autor, por lo cual también ha de serlo de la poesía de Miguel Hemández. Muchos y variados son los motivos que llevan a nuestro poeta a escribir elegías o poemas que desarrollan el tema de la muerte. Baste la relación siguiente, que no es exhaustiva, para comprobar que de los tre.s motivos1 que el poeta da para sus composiciones líricas el del centro es el que tiene más presencia en el conjunto de su obra:

• Hermanita muerta • Elegía media del toro 1 Me refiero a estos versos tantas veces citados como ejes de la lírica hernandiana: Con tres heridas yo: /la de la vida,/la de la muerte/la del amor.

• • • • • • • •

Elegía al guardameta Elegía a Gabriel Miro Funerario cementerio • de Perito en lunas Octava XL Elegía al gallo Citación final Elegía Ramón Sijé Elegía a Josefa Fenoll (novia de Ramón .1' Sijé) • Vecino de la muerte • Égloga a Garcilaso • El ahogado del Tajo (En honor de BÉCQUER) • Epitafio desmesurado a un poeta (A Julio Herrera y Reissig) • Elegía primera (A Federico García Lorca) • Sentado sobre los muertos • Elegía segunda (A Pablo de la Torriente Brau) . • Al soldado internacional caído en España • El planto que pone en boca de Encarnación en·El labrador de más'aire • Cancionero y romancero de ausencias es también un conjunto de elegías, muchas de ellas desgranadas en intensos aplmtes al filo de la muerte de su primer hijo. Más destacable aún que la diversidad de motivos de estos poemas es la pluralidad de registros poéticos con los que Miguel abordará el tema de la muerte, y con intenciones tan diferentes y ropajes tan variados que la lectura de


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Notas al margen de algunos poemas de M. Hemández

esos versos me ha sumido muchas veces en la perplejidad. ¿Cómo es posible que hayan salido de la misma mano versos tan desnudos y hermosos como los dedicados a la muerte de su hijo y la barroquisima y casi indescifrable octava que narra la muerte de unos violadores negros? Porque entre el divertimento gongorino y la expresión del desgarro vital apenas han pasado siete u ocho años. Pero qué años: valen no por una, sino por varias vidas. y este en el nudo gordiano de la cuestión. En un artículo dedicado al poeta Carlos Álvarez2 dediqué algunas páginas a tratar de explicar la obviedad que sin embargo, muchos siguen empeñados en ignorar: La conciencia del poeta -como la de cada quisque- viene determinada por su existencia, por lo que evolución vital y evolución poética son el haz y el envés de esa hoja llamada vida humana. La resonante estupidez de Ortega y Gasset para justificar la deshumanización del arte ("Vida es una cosa y poesía otra .. .No las mezclemos") no se sostiene en ningún poeta, menos todavía en el au tor de Viento del pueblo: "Nuestro poeta es, probablemente, el más atípico de la historia de la literatura española. En pocos autores se produce una simbiosis de vida y obra, una tan indisociable conjunción de poesía y trayectoria vital. Ambas facetas se presentan en Miguel Hemández tan indisociables que es "diñcil o imposible pensar su poesía sin pensar su vida", como escribió José Ángel Valente, quien añade: "Exige o necesita su poesía la noticia del hombre"3." Miguel Hemández, desde su infancia sólo tiene una ambición en la vida: triunfar como poeta. Cualquier medio vale 2 Mi lectura de Carlos Alvarez. N° 8 de la revista Tierra de nadie (2008-2009). 3 Eu timio Martín, El oficio de poeta . Migu el Hemández. Aguilar. Pág. 25.

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para conseguir este fin. Y también cualquier disfraz: monaguillo, pastor-poeta, indigente, ferviente discípulo de Góngora o Calderón, apasionado seguidor del torero-artista, colaborador del nacionalcatolicismo ... Para dar sentido a su existencia, todo le está permitido, hasta mentiras que se refieren no ya a sí mismo y a su supuesta condición de desvalido pastorcillo que enhebra versos a la intemperie y teniendo por escritorio los costillares de las cabras, sino a sus propios padres. En carta dirigida a García Lorca, Miguel afirma que la situación de indigencia familiar es tal que sus padres han de abandonar la casa para "reanudarse" en la calle con el fin de que sus hijos no presencien tales efusiones destinadas a la procreación. Con tal de conmover al poeta granadino, el oriolano no duda en trazar el cuadro tan fals0 4 como grotesco, si no obsceno, de sus progenitores apareándose como canes callejeros. Es evidente que las muestras de falsedad y aun de cinismo que se encuentran en la biograña del poeta se cambiarán por · la entrega generosa y abnegada a la causa popular a partir de que Miguel Hernández comprenda el sentido de la lucha por la vida como una tarea colectiva ~ás allá de los egoísmo individuales: "El comportamiento a todas luces ejemplar durante la Guerra Civil española y el atroz martirio que le acarreó el haber defendido hasta el extremo la causa popular han ocasionado una lógica visión hagiográfica que, desgraciadamente, le deshumaniza cuando no lo catapulta al limbo de la candidez"5. Durante los años de iniciación, Miguel Hemández ha de emplear todos los recursos, algunos picarescos. Sin ellos, sin esa lucha por la vida Los padres disponían de su propio dormitorio, al igual que los hermanos y las hermanas. 5 El oficio de poeta. Pág., 20.

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incluyendo el engaño y el disfraz, Miguel Hernández se habría quedado en un poeta de catequesis. Sus hagiógrafos no entienden que, como cualquier hijo de vecino, sea genio o no, quien trata de abrirse camino en la selva también ha de emplear el machete. Los avatares vitales irán marcando esos bruscos cambios que observamos en sus composiciones y, de acuerdo con ello, en la concepción del arte. El mismo poeta que nos dejará más adelante ejemplos definitivos de poesía desnuda, libre de las galas retóricas innecesarias, había escrito en 1932: "Un poema no puede presentársenos Venus o desnudo. Los poemas desnudos son la anatomía de los poemas. ¿Y habrá algo más horrible que un esqueleto? Guardad, guardad, poetas, el secreto del poema; esfinge. Que sepan arrancárnoslo como una corteza". Y, efectiv amente, los poemas de su primera obra, Perito en lunas, son un conjunto de barroquísimos juegos de ingenio o adivinanzas creados por un joven dotado de prodigiosas facultades para la metáfora. Ello hizo que, hasta 1962 en que Cano Ballesta restituyó los títulos en su libro La poesía de Miguel Hernández, los lectores entendieran poco o nada de estos acertijos incluidos o no en Perito en lunas . Como muestra copio la primera parte de esta octava a ver si el lector es capaz de adivinar qué está describiendo Migue1 6: ABRIL GONGORINO Con pasto de algodón, niño, la mano a fuerza de paciencia y de meneo, ya apacienta en los' cielos su correo, una vez liberal, otra tirano.

Fragmento de un poema suelto de la misma época que Perito en Lunas.

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Ese correo que el niño apacienta con pasto de algodón podría ser también una greguería de Gómez de la Serna. Sólo que don Ramón nos habría dado la solución con una fórmula como la siguiente: la cometa es un correo que el niño apacienta en el cielo con pasto de algodón. Y entonces, ya no tendríamos muchas dificultades para descifrar el resto del mensaje: la mano del niño va guiando su cometa (correo) entre las nubes del cielo (pasto de algodón), unas veces dándole más cuerda (liberal) y otras sujetándola para refrenar su vuelo (tirano ). No es, pues de extrañar que Miguel Hernández se viese obligado a explicar el contenido de cada octava, sirvién dose de dibujos insertos en cartelones, a manera de los utilizados por los ciegos para h acer más claro el contenido de las historias de sus romances. Lo que sí es de extrañar son las razones que le movieron a tales alardes de artificio poético y a suprimir los títulos de poemas tan herméticos que ni ese dios con el que entonces coqueteaba el poeta sería capaz de entender. Antes del proceder al comentario del primero de los poemas dedicado a la muerte, conviene hacer unas indicaciones sobre el sentido del libro que lo recoge y sobre las circunstancias del poeta que lo escribió. Por el gongorismo hacia la gloria poética. Lugar común en la crítica literaria ha sido despachar con m atra línea e ta obra, y varias las excusas 'dadas para explicada: algo nacido bajo la influencia del gongorismo al uso, juego infan tile de un poeta novel, intento de p oetizar la naturaleza con técnica . barroca ...Todo ello es cierto, si bien e ta pri a por quitarse de encima las !tillas y a su experto cantor apenas oc~ tan una realidad: el

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engorro de tratar de entender estos versos. Sánchez Vidal, el estudioso que ha realizado una labor de interpretación con Perito en lunas tan meritoria como la que hiciera en su día Dámaso Alonso con la Fábula de Polifemo y Galatea, lo explica: "Es una poesía tan difícil de entender que pocos son los especialistas que se han atrevido con ella -de hecho-, uno de los huecos más clamorosos que ostenta el hernandismo"7 Para llegar a los motivos que llevan a Miguel Hernández a retorcer el lenguaje poético hasta unos límites que habrían puesto espanto a la temeridad del propio Fray Gerundio de Campazas, creo que conviene tener en cuenta otros hechos complementarios a los ya señalad~s. Con 21 años recién cumplidos (30 de noviembre de 1931), algunas cartas de recomendación del protofascista Ernesto Giménez Caballero y, sobre todo, con las ansias del marbete de "pastor-poeta" que se ha pegado en la frente venda en la 7

Diario Informaciones de Alicante del 8 de junio de

1992.

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capital, Miguel realiza su primer viaje a Madrid. Aún quedan ecos de los virtuosismos poéticos nacidos al calor del cuarto centenario de la muerte de Góngora y, sobre todo, un ramillete de artistas capaces de deslumbrar a cualquiera, no digamos al provinciano desertor de panes ácimos y con levadura. Pero también de cabrear a un orgulloso joven que sabe que en nada desmerece a esos señoritos consagrados por el público y la crítica. No es, pues, de extrañar que, corno Groucho Marx, el poeta a quien ni siquiera su disfraz pastoril ha servido enteramente para los fines propu~stos, dijese: "y yo más". Iba a demostrar a esos engolados quién era él. ¿No querían gongorismo? Pues tres tazas llenas. Y esas se las iba a servir un joven con unos estudios muy rudimentarios (su padre, a pesar de la impresionante trayectoria académica de Miguel no le ha dejado terminar el primero de bachilleratoS) y con un contacto directo con la naturaleza. PerÚo en lunas sería la prueba que acreditara que el pastor-poeta había superado los ritos de paso, que podía ser acogido con todos los honores en la comunidad de la república de las artes y las letras. La supuesta cazurrería iba a estallar ante los mismos ojos de estos pusilánimes poetas incapaces de ir dos pasos más allá del maestro cordobés: "Es el hombre de la tierra que aspira a las formas de expresión más cultas, incluso a las más alquitaradas. Cuando Miguel escribe este libro está superando una tragedia: la del poeta sin cultura que aspira a las formas más elevadas del pensamiento y del arte. Ningún crítico ha advertido en este libro lo que hay en él de drama humano. Si hubieran yisto la .casa en que vivió Concha Zardoya, Poesía et;pañoJa contemporánea, pág. 647.

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Miguel, habrían comprendido esta su primera reacción contra el estiércol que le rodeaba."9 Solo que para que este periodo iniciático se considerase totalmente superado se necesitaba que alguien corriese con los gastos correspondiente a la edición de las 42 octavas que comprendían ese libro que se iba a llamar Poliedros hasta que un buen consejero le convenció para que cambiase un título que, por cubista que le sonase al autor, más propio parecía de empresa inmobiliaria que de libro de poemas. Miguel ha sabido ganarse la simpatía de las fuerzas v~vas de Orihuela, sobre todo del canónigo Luis Almarcha Hernández. Debieron impresionar muy favorablemente al cacique religioso local los brillantes resultados académicos obtenidos por Miguel en el colegio de los jesuitas, la devoción del chico que le ha llevado a actuar de monaguillo, las dotes poéticas del joven mostradas en esos bellos poemas religiosos y, sobre todo, ese auto sacramental lO en el que ahora trabaja y que explica a los obreros que deben contentarse con el papel que Dios les ha asignado en el teatro del mundo. Pero es evidente que las esperanzas de que la obra sea sufragada por el patriarca se esfumarán en el mismo momento en el que sospeche cuál es el contenido de algunas de estas octavas. Eso si el blasfemo no es entregado al brazo secular de la justicia. De ahí que haya que suprimir los títulos, algunos de ellos (sexo al instante, por ejemplo) demasiado explícito para lo que conviene al poeta. La lectura atenta de estas octavas me sorprende tanto por la asombrosq capaciConcha Zardoya, Poesía española contemporánea, pág. 647. 10 Quién te Ju¡ visto y quién te ve y sombra de lo que eras. 9

dad del joven poeta para engarzar imágenes como por la burla cruel a la que sometió Miguel a su benefactor. Porque, más allá de las abundantes referencias a la sexualidad, hay octavas de contenido escatológico e incluso sacrílego. Y todo ello corre a cuenta del guardián de la moral y de las buenas costumbres, del predicador que clamaba contra la nefasta y obscena costumbre de los bailes en las fiestas. Pero es que bastaría con reparar en la entusiasta campaña que ha hecho el joven a favor del patriota Giménez Caballero para las elecciones de 1933 para comprender las excelentes prendas de este camarada sin la menor sospecha de intenciones ocultas. Qué cara se le habría quedado a este martillo de pecadores de haber comprendido que estaba sufragando versos en los que se exaltaba la masturbación, se hablaba de aguas mayores y menores e incluso se comparaba la serpiente que la Virgen aplasta bajo sus pies para redimirnos del pecado original con esas repulsivas "serpientes" que años atrás se podían encontrar en las tazas redondas de los retretes que se llamaban turcos. Creo que, además de intentar demostrar su pericia a los sabihondos de la capital, muchos de estos versos son hijos de la frustración vital y sexual a la que Miguel ha sido sometido. La satisfacción de poner en práctica sus privilegiadas dotes poéticas aumenta con la dulzura de la venganza, Véase, por ejemplo, con qué mezcla de delectación y travesura académicamente burlona describe en la octava X la excitación que aumenta sus pulsaciones y le lleva a la erección previa a la masturbación: A un tic-tac, si bien sordo, recupero la perpendicular morena de antes, bisectora de cero sobre cero, equivalentes ya" y equidistantes.

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No sabemos qué significado dio el devoto Almarcha a estos versos o si el propio Miguel aumentó el sarcasmo con explicaciones peregrinas sobre su contenido. Aunque podemos hacernos una idea a raíz de los comentarios de Perito en lunas hechos por algunos eruditos a la violeta. Eutimio Martín recoge en su obra El oficio de poeta la exégesis realizada en una tesis doctoral de una de las octavas hernandianas. La octava en cuestión narra el nada poético acto de la micción, seguido de una defecación aliViadora de los cargados intestinos colaborando los carrillos del culo (últimas mejillas) a esparcir las ventosidades correspondientes. Copio en una columna la octava y en otra la sabia explicación del doctorando:

Su más confusa pierna, por asalto, náufraga higuera fue de higos en pelo sobre el nácar hostil, remo exigente ... iNorte! Forma de fuga al sur: iSerpiente! Como se puede apreciar, la octava se divide en dos partes de cuatro versos cada una, si bien el primer verso actúa como resumen de lo que se nos va a contar. Efectivamente, el poeta, sirviéndose, como en tantas otras ocasiones, de la contraposición, emplea un hemistiquio para metaforizar las fuerzas naturales con reminiscencias del desierto, de África, de lo negro, de la sexualidad primitiva (a fuego de arenal), mientras que el otro hemistiquio representa las leyes de la civilización de los blancos: frío de asfalto.

Octava XII

Aunque amargas, y sólo por momentos, tendremos palmas enJ as manos todos; palmas, que las mayores en los vientos, no han de alcanzar, ni ardiendo, los dos codos. Entonces, posteriores sufrimientos nos harán leves, libres de los lodos: las ultimas mejillas, viento en popa irán sobre la un punto china Europa.

Pero volvamos al tema que nos interesa: la octava en la que Miguel . Hernández nos poetiza lo que pudo haber sido una noticia periodística que daba cuenta del ahorcamiento de dos negros en Nueva York: Octava XL A fuego de arenal, frío de asfalto. Sobre la Norteamérica de hielo, con un chorro de lengua, África en lo alto por vínculos de cáñamo, del cielo.

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"posteriores sufrimientos": Presagia sus sufrimientos y los siente ya. Sabe de sus destino: sufrir para elevarse ... "nos harán leves". Sí, con la muerte el hombre se separa, viento solo, se alza... "Libre de los lodos". Y tan libre, fuera de él, separado para siempre. "Las últimas mejillas", llorosas mejillas, interpretamos cegadoras de llanto, cauce de dolor. "Viento en popa", es decir, conducidos por otras fuerzas aparte de las propias.

Reducido al lenguaje freudiano sería el yo frente al ello, los instintos frente a la razón. Y, adscribiéndolo a la poética de Hernández, otro caso del enfrentamiento etern~ entre lo masculino y lo femenino que en este caso se ve reformado por la lucha entre razas. Una vez planteado el tema, Miguel Hernández, en lugar de desarrollarlo de manera académica (siguiendo con el nudo, las consecuencias de esa calentura sexual irreprimible -la violación-, para


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llegar al desenlace, el castigo impuesto a los criminales por los fríos dueños del asfalto), pasa a ofrecernos la conclusión: el ahorcamiento de los negros (dos o más). Mediante imágenes de gran plasticidad, se nos muestra a los criminales con la lengua fuera y balanceándose en la cuerda de cáñamo, sirviéndose siempre de las oposiciones: América-África, realidad blancas (sobre)-deseo negro(alto). La parte de la octava referida a la violación rompe también el ritmo de la primera. Además de acentuar el hipérbaton y encadenar imágenes de significado más obscuro, el estilo se hace más impresionista y telegráfico para reflejar la rapidez violenta de lo que está sucediendo. La lucha anteriormente reseñada entre los instintos primitivos y las normas de la civilización se mantiene en estos versos (norte-sur), si bien ahora la lucha se concreta en la oposición de la mujer blanca (nácar hostil) a la agresión negra (su más confusa pierna por asalto). La maestría poética de Miguel Hemández le lleva a administrar significativamente las metáforas de acuerdo con lo que se está narrando. Dado que la relación sexual no es consentida, solamente una metáfora sinestésica se refiere a la mujer en su conjunto (nácar hostil). Es decir, no hay más referencia a los órganos o atributos de la víctima que la de su color. Por el contrario, se encadenan las metáforas referidas a los órganos sexuales masculinos para indicarnos su protagonismo activo: para el pene: confusa pierna, náufraga higuera, remo exigente, serpientell • Para los testículos: higos12 en pelo. También los adjetivos son 1\ La serpiente o culebra aparece con frecuencia en la poesía de Miguel Hernández parra referirse al pene tanto por su forma como por asociar su piel cambiante a la del prepucio. También tiene en este poeta las connotaciones propias de la lírica tradicional y culta: tentación, pecado, engaño, lujuria, oscuridad, muerte y reino de los muertos ... 12 Según Sánchez Vidallos higos sirven aquí también para acentuar la negrura sobre el blanco

empleados con el rigor de un maestro: tres de ellos se aplican a los violadores para remarcar la torpeza del miembro en sus ansias de penetración (confusa, náufraga, exigente), en tanto que el referido a la mujer sintetiza la inútil resistencia a la violencia. y digo inútil porque creo que el poeta ha elegido el nácar no sólo por su color, sino por su fragilidad para aumentar la indefensión de la víctima frente a sus agresores. Un último apunte sobre esta composición poética. Como constata José Antonio Segura13, esta octava ha merecido poca atención por parte de los críticos debido tal vez a que es una rareza dentro de Perito en lunas tanto por su ubicación en EE UU, como por tratarse de un texto narrativo cuando casi todos los que componen la obra son instantáneas o descripciones de motivos ligados a la naturaleza o a las costumbres y habitantes de la región levantina: mar y río, palmera, palmero, sandía, la granada, azahar, pozo, toros, gallo, camino, cohetes, espantapájaros, lavandera, labradores, ... Pero, junto a ello, creo necesario tener en cuenta dos hechos: el ya señalado de la notable presencia más o menos explícita del sexo en Perito en lunas, y que el atractivo de las Indias sobre Hemández tiene también su reflejo en la octava 24. El título, veletas, en esta ocasión nos confunde más que nos femenino. En la poesía hernandiana, los higos cerrados simbolizarán los testículos, mientras que abiertos son el sexo de la mujer. También la higuera recoge las connotaciones sexuales que encontramos en distintas mitologías. Sea por la similitud con el semen del jugo que desprenden los higos, sea por la forma de los mismos - vulva o testículos- lo cierto es que fue árbol dedicado a Dionisos y también el que sirvió para tapar las partes pudendas de nuestros primeros padres según la tradición bíblica. El comienzo de "La Oda a la Higuera" de explicita perfectamente las obsesiones eróticas hernandianas: "Abiertos dulces sexos femeninos, / o negros o veniales: mínimas botas de morados vinos,/cerrados: genitales/ lo mismo que horas fúnebres e iguales." 13 José Antonio Segura, La obra poética de Miguel Hernández. (Internet) .

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aclara, porque lo que ocurre en realidad es que las ca tólicas, hierá ticas y gélidas veletas recuerdan al poeta las contorsiones lúbricas de las danzarinas negras y, en especial a una que, por antonomasia, representa el atractivo erótico de las bailaoras: Joseprune Baker. 14 Esta vedette del Folies Bergere se convirtió en un símbolo erótico en los felices 20 tras el estreno de la película La Sirene des Tropiques, a la que seguirían Zouzou y Princesse Tam Tam. Parece que los encantos de' esta actriz causarían algunas calenturas en un joven tan fogoso y sometido a la rigurosa castidad de la mojigatería provinciana. Haya o no conexión entre las visiones de la negra danzarina y la blanca violentada, lo que sí creo cierto es que la mujer negra ocupaba algunos momentos celestiales en el imaginario erótico del joven Hemández, que, es un suponer, tal vez soñara con danzas en injertos más cálidos o con ser ese viento que recorre los cuerpos ondulantes de las danzarinas: Octava XXIV Danzarinas en vértices cristianos injertadas: bákeres más viudas, que danzan con los vientos, ya gitanos de palmas y campanas, puntiagudas. 14En este (http://www.youtube.com/watch?v=n4MqCcVXyQU&NR=l) y otros enlaces se pueden ver vídeos en youtube con actuaciones de Josephine Baker.

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Negros, hacen los vientos gestos planos, índices, si no agallas, de sus dudas, pero siempre a los nortes y a los estes danzarinas, si etíopes, celestes. Las elegías de su segunda época.

Es la elegía dedicada a Ramón Sijé la composición más conocida de Miguel Hernández y la que, en consecuencia, más análisis y críticas ha merecido. Por ello, me limitaré a realizar algunas observaciones que puedan ayudar a disfrutar la belleza de estos tercetos encadenados. Ramón Sije, anagrama de José Marín e hijo de unos comerciantes oriolanos, siente también la comezón poética desde muy joven, aspecto que le llevará a sentirse unido a Miguel, con quien compartirá, además de amistades y estas inquietudes literarias, otras propias de dos adolescentes l5 en la España convulsa de las dictaduras de Primo y Berenguer y de la proclamación de la Segunda República. La dedicatoria de la elegía es bastante explícita: con quien tanto quería. No tan claro resulta el significado del pretérito imperfecto. ¿Se refiere el pasado sólo a que la súbita muerte del amigo ha interrumpido esa comunión de quereres, o hay también que entender que Miguel Hemández explicita la ruptura ideológica con su paisano? Porque lo que sí está documentado es que Miguel, a partir de 1935 y de su trato con Neruda, Vicente Aleixandre y otros intelectuales de izquierdas en Madrid ha decidido quebrar el cordón umbilical que le unía a esos sacristanes que gobiernan física y culturalmente su Orihuela natal. Una vez iniciada la ruptura, sus ondas llegarán hasta esa novia idolatrada pero que se le muere de casta y de sencilla. La ISJosé Marín ha nacido el16 de noviembre de 1913. Es por, tanto, tres años más joven que Miguel.


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pintora Maruja Mallo le iniciará en los secretos del erotismo reaL Con ese peculiar sentido del humor, a caballo entre la grosería machista l6 y la ocurrencia genial, el poeta explica a Josefina en el soneto Una querencia tengo por tu acento que la culpa de que se "muera" sobre la amante la tiene ella por ser tan estrecha que ni siquiera le permite besarla. Ignoro si Josefina sabía que su exnovio tenía una amante llamada Mallo y, por tanto, podría comprender la paranomasia y, en consecuencia, el significado indecente del último terceto: iAy querencia, dolencia y apetencia!: tus sustanciales besos, mi sustento, me faltan y me muero sobre mayo.

Pero antes de romper con la enamorada, hay que partir peras con su contertuliano, editor de poemas en la revista El gallo Crisis y, ocasionalmente, prestamista a fondo perdido de pequeñas sumas. También Ramón, gracias a su mejor posición económica y social en la vetusta oriolana ha contribuido a que Miguel se abra camino en algunas publicaciones importantes como El pueblo de Orihuela, donde publicará desde enero de 1930: "Una vez introducido en los medios literarios oriolanos, Miguel Hernández, si quería medrar, no tenía más remedio que ponerse al servicio de la ideología reaccionaria, vehiculada por su más popular e influyente órgano de prensa l7 ".

16 Desprovisto de oropeles, el machismo del Miguel juvenil tiene muchas veces un rancio tufo cuartelero. ASÍ, en carta dirigida a Larca nuestro escritor se vanagloria de que "he dejado en tres o cuatro vientres inútiles otros tantos hijos que tenía reunidos". Seguramente semejante zafiedad borró las últimas gotas de simpatía de Larca hacia el pastor-poeta cuya presencia ya le resultará sencillamente insoportable. 17 Eutimio Martín, obra citada, página 122.

Ahora las expectativas son diferentes y el olor a cirio no resulta muy adecuado entre los nuevos contertulios que, por otra parte y a diferencia de la morralla provinciana, sí son artistas. El propio Neruda le ha dicho que la revista en la que publica huele a sotanas y a Satanás, la política cultural de la república le ha permitido participar en las Misiones pedagógicas y José María Cossío le ha contratado como colaborador en la monumental enciclopedia sobre los toros que dirige este erudito. Es evidente que, al igual que en España, para el poeta parecen abrirse nuevos horizontes y del pasado hay que hacer añicos. Yen el verano de 1935 escribe una carta a Guerrero Ruiz l8 de la cual entresaco el párrafo siguiente: "Tiene que perdonarme que no le enviara mi auto sacramental: no lo hice a nadie en absolu18 Jesucristo Riquelme reproduce el original manuscrito de esta carta en su obra Miguel Hernández, un poeta para jóvenes. Ed. Ecir. Págs., 3032. Mantengo los subrayados del original manuscrito que significan clllsivas.

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to: vendí todos los ejemplares que me regaló Cruz y Raya, porque necesitaba, como siempre, dinero. Ha pasado algún tiempo desde la publicación de esta obra, y ni pienso ni siento muchas cosas de las que digo allí, ni tengo nada que ver con la política católica y dañina de Cruz y Raya, ni mucho menos con la exacerbada y triste revista de nuestro amigo Sijé. En el último número aparecido recientemente de El Gallo Crisis sale un poema mío escrito hace seis o siete meses. Estoy harto y arrepentido de haber hecho cosas al servicio de Dios y de la tontería católica. Me dedico única y exclusivamente a la canción y a la vida de tierra y sangre adentro: estaba mintiendo a mi voz y a mi naturaleza terrena hasta más no poder, estaba traicionándome y suicidándome tristemente. Sé de una vez que a la conciencia no se le pueden poner trabas de ninguna clase, no sé cómo explicar esto. Estoy haciendo un poema y se lo enviaré como ej!2mplo de lo que quiero decir" El poema al que parece referirse es Sonreídme, silva considerada como el punto y final de las coqueterías de Hemández con el nacionalcatolicismo. Tras la lectura del poema no queda ninguna duda sobre la ruptura del autor con su pasado ni de su clara alineación de Pablo Neruda:

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los que conmigo en surcos, andamios, fraguas, hornos, os arrancáis la corona del sudor a diario. Me libré de los templos: sonreídme, donde me consumía con tristeza de lámpara encerrado en el poco aire de los sagrarios. (. ..)

Salta el capitalista de su cochino lujo, huyen los arzobispos de sus mitras obscenas, los notarios y los registradores de la propiedad caen aplastados bajo furiosos protocolos, los curas se deciden a ser hombres y abierta ya la jaula donde actúa de león queda el oro en la más espantosa miseria. En vuestros puños quiero ver rayos contrayéndose, quiero ver a la cólera tirándoos de las cejas, la cólera me nubla todas las cosas dentro del corazón sintiendo el martillazo del hambre en el ombligo, viendo a mi hermana helarse mientras lava la ropa, viendo a mi madre siempre en ayuno forzoso, viéndonos en este estado capaz de impacientar a los mismos corderos que jamás se impacientan. Habrá que ver la tierra estercolada con las injustas sangres, habrá que ver la media vuelta fiera de la hoz ajustándose a las nucas, habrá que verlo todo notablemente impasibles, habrá que hacerlo todo sufriendo un poco menos de lo que ahora sufrimos bajo el hambre, que nos hace alargar las inocentes manos animales hacia el robo y el crimen salvadores.

"SONREÍDME" Vengo muy satisfecho de librarme de la serpiente de las múltiples cúpulas, la serpiente escamada de casullas y cálices: su cola puso acíbar en mi boca, sus anillos verdugos reprimieron y malaventuraron la nudosa sangre de mi corazón. Vengo muy dolorido de aquel infiemo de incensarios locos, de aquella boba gloria: sonre(dme. Sonreídme, que voy a donde estáis vosotros los de siempre, los que cubrís de espigas y racimos la boca del que [nos escupe,

y es en esta situación de búsqueda de nuevas señas de identidad cuando Vicente Aleixandre le comunica la muerte de Ramón Sijé. No creo que sea muy atrevido aventurar que la muerte ha venido a llamar por vez primera a la puerta del poeta. Es cierto que ya había tenido la experiencia de la muerte de sus hermanas, pero la mortalidad infantil era demasiado elevada en esta época para tener la trascendencia de la de un joven de casi tu misma edad con el que has compartido casi todo. La muerte ya no es


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una realidad literaria, sino real. Dice José Saramago que el arte no es un espejo para reflejar la realidad, sino un martillo para darle forma. y esto es lo que hará Miguel Hernández con el desgarro y la tensión producidos por ese manotazo duro, ese golpe helado que han , derribado a su amigo y, con él, se han llevado parte de la existencia del poeta. Más allá de indicarnos la evolución ideológica del antes católico y ahora panteísta oriolano; más allá del despliegue de recursos poéticos aplicados a los colores, a la naturaleza, nos conmueve la sinceridad de la elegía. Creo que la definición que da Aristóteles al concepto de pathos resume lo que Miguel ha querido y logrado transmitirnos: un acontecimiento desastroso que acarrea un intenso padecimiento físico y moral. Al igual que los actores de la tragedia, Miguel Hernández consigue que el receptor participe de su dolor, conmoverlo. El lector se da cuenta de que cuando Miguel dice que el dolor le persigue, está presente en todo lo que hace (voy de mi corazón a mis asuntos), no está exagerando, y se siente solidario con ese sufrimiento. De ahí que las hipérboles que salpican el poema resulten apropiadas para reflejar ese enorme dolor. Aún sin saber que muchas de estas hipérboles que describen como va a desenterrar a su amigo se basan en hechos reales 19, siempre transmiten sensación de sinceridad, nunca de histrionismo. La fuerza evocadora de algunas imágenes de pesadilla dantesca sacude también al lector al imaginar un mundo de cadáveres por el que el poeta Parece ser que, en esos raptos amistosos de los adolescentes, Miguel y Ramón había llegado al acuerdo de que si uno de los dos moría, el ' otro sería el encargado de enterrarlo. Cuando Miguel conoce la muerte de su compañero, no puede materializar este acuerdo porque ya ha sido enterrado. En su desesperación llega a pedir que desentierren a Ramón para llevarlo el al cementerio. 19

deambula como un sonámbulo. Esta desolación cobrará más brío poético cuando el poeta contemple los campos poblados por rastrojos de soldados difuntos. También el tono coloquial del primer y último terceto que sirven de marco a la elegía contribuye a transmitir la sensación de que Miguel ha cincelado poéticamente una dolorosa realidad que nos puede alcanzar a cualquiera: la de la ' muerte repentina de un ser querido al que cita para seguir esas conversaciones en el huerto en las que tanto compartían. Si bien ahora pocos serían los puntos en común. ¿Ha incrementado la desesperación de Miguel cierta mala conciencia por la ruptura con el camarada con quien tanto quería apenas unos meses antes de su muerte repentina? A esta elegía compuesta en los primeros días de 1936, seguirán otras que podemos agrupar en dos conjuntos según sean anteriores o posteriores al18 de julio de 1936. Porque, a partir de esta fecha, guerra y muerte serán la cara ila cruz de una misma 'm oneda. La guerra será el jinete que destroce vidas, haciendas y esperanzas. Sólo en un caso no será el responsable directo del dolor del poeta: en el de la muerte de su hijo Manuel. Entre las elegías prebélicas cito la dedicada a Josefinal Fenoll, novia de Ramón Sijé. También escrita en tercetos encadenados, sin embargo tiene un tono más apacible, menos crispado y, desde luego, con una clara reducción de los recursos retóricos 20 • La abundancia de requiebros dirigidos a Josefu1a y las descripciones del paisaje, con tintes de Locus amoenus, en el que el poeta y la panadera Las hipérboles, sobre todo, son menos frecuentes, si bien mantiene algunas de gran expresividad emotiva: "Novia sin novio, novia sin cons~elo, /te advierto entre barrancos y huracanes/tan extensa y tan sola como el cielo." 20

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compartan el dolor por la pérdida del ser querido dan, a veces, a la composición un tono más bucólic021 que elegíaco. El juego entre amistad-amor-dolor presente en toda la composición se acentúa en el penúltimo terceto en el que la invitación del poeta a la joven panadera parece ir un poco más allá de las relaciones meramente amistosas entre. jóvenes de distinto sexo. Especialmente en una sociedad de usos y convenciones tan rígidos como era la Oriolana de principio de siglo. En todo caso, juzgue el lector:

Retírate conmigo hasta que veas con nuestro llanto dar las piedras grama, abandonando el pan que pastoreas. En el año 1936 se conmemora el cuarto centenario de la muerte de Garcilaso de la Vega y también el centenario del nacimiento de Gustavo Adolfo Bécquer. Resulta evidente que 'Miguel Hernández tenía que aprovechar estas circunstancias para dedicar sendas elegías a los dos padres de la poesía moderna española. Más emotiva me parece El ahogado del Tajo, una elegía a Bécquer, bellamente romántica, en la que el poeta sevillano es agua que no deja de fluir. El río une a los dos genios de la poesía. Viento del pueblo. Pero, al igual que para el resto de los españoles, 1936 será el año de la frustración y el llanto. La sublevación de una serie de militares traidores a la bandera que han jurado defender, apoyados por la Obsérvese, por ejemplo, que tras la espléndida metáfora que me recuerda la cara pintada por Goya en Los jusílamientos de la Mone/oa, el último verso recrea la famosa aliteración de la Égloga tercera de Garcil,aso: "Y sólo queda ya de tanta vid a/ un cadáver de cera desmayada/y un silencio de abeja detenida"

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banca y el fascismo internacional se convierte en guerra civil. Ahora, como diría Rafael Alberti al hablar del Guernika de Picasso "aquí el juego del arte ,comienza a ser un juego explosivo" .22 La gravedad de la situación no permite titubeos. y Miguel Hernández se alista el 25 de septiembre de 1936 como voluntario del Quinto Regimiento. En un principio cavará trincheras en los alrededores de Madrid en ese afán heroico de tratar de detener a los invasores que están a las puertas de la ciudad. Pero el comisario político cubano Pablo de la Torriente se da cuenta de las posibilidades propagandísticas del poeta y le incorpora al batallón de Valentín González, El Campesino. Este batallón es conocido como el El final del Poema Pícasso de Alberti incluido en su libro dedicado a la pintura: "¿Cuál será la arrancada / del toro que le parten en la cruz una pica? /Banderillas de fuego ./ Una ola tras otra ola desollada./ Guernica ./Dolor al rojo vivo'; ... Y aqui el juego del arte comienza a ser un juego explosivo".

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Batallón del Talento. Dice Pablo de la Torriente: " Descubrí un poeta en el batallón, Miguel Hernández, un muchacho considerado corno uno de los mejores poetas españoles, que estaba en el cuerpo de zapadores. Lo nombré jefe del departamento de cultura". Desde entonces se forjará una íntima amistad entre Pablo y Miguel, los dos poetas convertidos en guerreros. El poeta cubano morirá en diciembre de 1936 en Majadahonda ciñendo la zamarra de lana que le había regalado su compañero Miguel quien, hasta el final de la guerra, desarrollará un intensa actividad política en diferentes frentes tratando de contribuir con palabras y hechos a una victoria que bien pronto se hace imposible. Viento del pueblo recogerá buena parte de estos esfuerzos . La dedicatoria a Vicente Aleixandre expresa las causas que movieron al poeta a escribir este libro y que sintetiza muy acertadamente Eutimio Martín en la obra anteriormente citada: "El presente trágico, el pueblo oprimido y el poeta como viento de salvación son tres elementos en los que se apoya Hernández para hacer de su poesía en este libro un instrumento de lucha, un arma de combate."23 Aunque Viento del pueblo no llega a la desesperanza absoluta de El hombre acecha y, por ende aún mantiene poemas con un cierto tono épico -imprecatorio o esperanzador en el triunfo de la causa-, tanatos es ya el protagonista del libro. Y no como triunfo sobre el eros, sino sobre ellogos. O sobre la vida. Los poemas elegiacos están sacudidos por los vientos bélicos y sangrantes, y reflejan la desesperanza del héroe trágico que sabe que ha de luchar aunque su derrota fue dibujada por las hadas hilanderas antes de su nacimiento. 23

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La muerte cotidiana no pierde su horror, es a la vez individual y colectiva. En Sentado sobre los muertos, aunque después el poeta trate de tomar, con versos que, con razón se han considerado modélicos del romance épico, el tono de canto las hazañas y al varón propio de la epopeya, la realidad del horror cotidiano se impone. Es un primer fogonazo que deslumbra los propósitos del poeta del pueblo y salta a la palestra de su mente al comienzo del poema con una pesadilla de un campo poblado de cadáveres tan descuartizados que hasta han perdido sus zapatos. El sentimiento de sinceridad de un hombre que quiere compartir el valor que mantiene a estos héroes en lucha, aumenta la belleza de las imágenes y hace partícipe al lector de este horror sobre el que hay que andar con cuidado para no pisotear los restos de los compañeros por aquí y 'por allá diseminados. Véase cel desgarrador comienzo de este romance: apenas han pasado dos meses desde el comienzo de la guerra y la voz del poeta, antes de refrenarse por los dictados de la causa, muestra la amargura de la derrota, la desolación del triunfo de ese tánatos implacable del Apocalipsis. La muerte ha perdido sus galas y se nos presenta sencillamente como muerte. La desnudez desolada de estos versos es ya un tratado para la poesía que escribirá después Miguel Hernández y muchos de los grandes poetas de la posguerra24 :

24 Repárese, por ejemplo, en Hijos de la ira de Dám aso Alonso y el poema en el que se refiere al macabro censo de Madrid dejado por los vencedores. También la función del poeta (ruiseñor de las desdichas /eco de la mala suerte/y cantar y repeti/ a quien escucharme ' debe/ cuanto a penas,cuanto a pobres, /cuanto a tierra se refiere) anticipa la poesía como un arma cargada de futuro, que posteriormente cultivará entre otros, BIas de Otero, Gabriel Celaya, José Hierro o Carlos Álvarez. .

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Sentado sobre los muertos, que se han callado en dos meses, beso zapatos vacíos y empuño rabiosamente la mano del corazón y el alma que lo mantiene.

Este sentimiento de horror colectivo no le impide individualizar la muerte y elige para encabezar el .libro la elegía a Lorca, cuyo asesinato se ha convertido en símbolo universal de la barbarie fascista, y pocas páginas después, la dedicada a su camarada Pablo de la Torriente Brau. En uno de los cuartetos de la elegía dedicada a Federico Carda, nos explica los motivos de esta elección: Entre todos los muertos de elegía, sin olvidar el eco de ninguno, por haber resonado más en el alma mía, la mano de mi llanto escoge uno.

Las causas del desafecto que Federico sentía hacia Miguel han sido requeteanalizadas, por lo cual creo que no cumple ahora referirse a este tema. Y por lo que a la Elegía primera se refiere, únicamente anotaré que, como no 'podía ser de otra manera, Hemández hace literatura sobre la literatura o, si quieren llamarlo con término de tartamudos académicos, metaliteratura. El primer homenaje de la elegía, como no podía ser de otra manera, es a la poesía de la víctima, recreando versos y motivos: el pozo, los candiles de los ángeles marchosos, la guitarra, las calaveras de plomo, los olivos y las pieles de aceituna, las castañuelas y panderos gitanos y un largo etcétera. Junto a estos ecos el lector encontrará en esta elegía los de otros poetas. Valgan como ejemplos la referencias más o menos literales a Manrique ("verdura de las eras"), Quevedo ("¡Tanto fue! ¡Tanto fuiste y ya no eres!") y a su "barro me

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llamo, aunque Miguel me llamen ... " ("Federico Cardal hasta ayer se llamó: polvo se llama"). Aun más: el segundo hemistiquio del primer alejandrino sirve de título a una de las novelas de Juan Benet: "Atraviesa la muerte con herrumbrosas lanzas". La segunda elegía está dedicada a Pablo de la Torriente Brau, el comisario político a quien líneas antes me he referido como introductor de Miguel en el Batallón del Campesino. Este poeta, periodista y luchador cubano debió, sin duda, ejercer gran atractivo sobre Miguel Hemández pues, a pesar de ser relativamente joven cuando murió (35 años) sus vivencias en la lucha clandestina y en las cárceles de la dictadura cubana, sus conocimientos de literatura e ideología marxista, así como la arrasadora personalidad caribeña con un sentido del humor capaz de mantener el ánimo de los combatientes en las situaciones más negativas, debieron deslumbrar al neófito Miguel. En la obra de teatro Pastor de la muerte, da cuenta de la experiencia de cuando él y Pablo estuvieron reclutando a campesinos de Castilla en el frente de Cuadarrama, y crea un personaje llamado El Cubano, trasunto sin duda de Pablo de la Torriente. En el primer serventesio de la elegía vuelvo a encontrar esa sensación de dolor auténtico, que la retórica está al servicio de los sentimientos y no al contrario. Es posible que a esta identificación con el desgarro del poeta contribuya el estilo coloquial, recuperado del primer y últi-


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mo terceto de la Elegía a Ramón Sijé, y la adrrúnistración de los recursos poéticos : después de una metáfora demasiado estruendosa, llegamos a una metonimia tan desoladoramente amarga como definitiva. Y también la cercanía de la muerte, su concreción en el compañero con el que momentos antes hemos reído o discutido. Comparése, por ejemplo, con el soneto en alejandrinos dedicado Al soldado internacional caído en España en el que el poeta, simbólicamente, transfigura al soldado de dos Brigadas Internacionales en tierra de olivos a través de cuyas raíces se irán abrazando los hombres. Si embargo, el tono de discurso ·académico del soneto contrasta con la emoción que transmiten los versos dedicados a su compañero que para siempre se ha quedado en España. El serventesio que cierra la elegía a Pablo de la Torriente tiene un tono de una arenga con los mismos fines del soneto al soldado, si bien creo con ecos de mayor sinceridad en la creencia de que no será baldío el sacrificio del camarada cubano25 • Copio los cuatros primeros versos de ambos poemas

harán con el poder. En octubre de este mismo año muere su hijo Manuel con diez meses de edad y el poeta se siente desolado. Los poemas que irán componiendo a partir de este momento y que se agruparán después en El hombre acecha y en El cancionero y romancero de ausencias muestran el largo triunfo de la destrucción sobre la vida, sobre el amor. La derrota individual y colectiva es inevitable y por ello el verso debe dejar constancia con su desnudez de esta realidad desnuda. No sé muy bien por qué, pero cuando leía en mi juventud los versos de los últimos años de Miguel Hemández siempre veía a la planchadora de Picasso. Lo cierto es que ~~~~m~~ han trascurrido ape- ~~.m;:!~'~~% nas media docena de r~~~~~~ años desde las chirimías y malabarismo verbales - y vitalesdel poeta oriolano y ahora cualquier exceso, por nimio que sea, es obsceno. Ninguna concesión a la imagen

Elegía segunda. A Pablo de la Torriente, comisario político

Al soldado internacional caído en España

«Me quedaré en España compañero» me dijiste con gesto enamorado. Yal fin sin tu edificio tronante de guerrero en la hierba de España te has quedado.

La muerte desolada. A finales al año de 1938 a pocos se le oculta que la guerr.a está perdida para el bando republicano y que los fascistas se "Ante Pablo los días se abstienen ya y no andan. /No temáis que se extinga su sangre sin objeto,/porque éste es de los muertos que crecen y se agrandan/aunque el tiempo devaste su gigante esqueleto."

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Si hay hombres que contienen un alma [sin fronteras, una esparcida frente de mundiales cabellos, cubierta de horizontes, barcos y cordilleras, con arena y con nieve, tú eres uno de ellos.

por la imagen. Las metáforas .no deben bro tar del cerebro, sino de las entrañas. La poesía .ha dejado de ser un gozoso canto para convertirse en vida pura, y pues el hombre acecha al pombre, es un . lobo para ~l hombre enfréntese desnudo a sus semejantes. y si el hombre ha de enfrentarse a su misma realidad sin otras galas que las

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que traía cuando lo parió su madre, también la poesía ha de estar desnuda de todo artificio. Valga, como decía el maestro el nombre exacto de las cosas, nunca el adjetivo superfluo. Sinceridad, sencillez. Poesía desnuda en alma desnuda. Versos cortos: " Este libro es un verdadero diario Íntimo: las confesiones de un alma en soledad. Son poemas breves, escritos en pocas-palabras, sinceras, desnudas, enjutas. El dolor ha secado la imagen y la metáfora. Ni un rastro de leve retórica. Su dolor solo: el dolor del hombre; el sombrío horizonte de los presos, el ir a la muerte cada madrugada. Canciones y romances lloran ausencias irremediables, el lecho, las ropas, una fotografía ... La esposa y el hijo le arrancan las notas más entrañables. Ni un brillo en esta poesía requemada por el dolor, hecha ya desconsolada certiza. "26 La muerte se nos presentará así en toda su imponente desnudez. Y porque el . poeta se enfrenta ahora a un sentimiento que no puede compartir con nadie -la muerte del hijo- tampoco necesita dar muchas explicaciones. De ahí que escriba los que me parecen los versos más dramáticos para reflejar el dolor solitario por la pérdida de un hijo: Muerto mío, muerto mío nadie nos siente en la tierra donde haces caliente el frío.

La lectura de estos versos explican , la profundidad de la observación de Pedro Salinas sobre lo que mas apreciaba de la poesía de Miguel Hernández: "estimo en la poesía su autenticidad, luego su belleza". Pero este desgarro producido por la muerte del primogénito tiene una connoConcha Zardoya, El mundo poético de Miguel Hemández . ~ul¡l, nO168.

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taciones complementarias si atendemos a le peculiar filosofía hernandiana. Porque, una y otra vez, aunque con diferentes envolturas nos transmitirá este mensaje: el hombre es un ser que vela por la especie y que permanece en ella. La semilla es una unión entre el ayer y el mañana. El vientre materno es lo que da sentido a nuestra vida y a nuestra muerte: "Caudalosa mujer: en tu vientre me entierro" O, en otro poema: "Menos tu vientre todo es confuso". De es ta manera, cuando Josefina quede embarazada expresará su optimismo, su apuesta por esa semilla que traerá un mundo mejor. Al igual que los campos o los animales cuyos procesos y ciclos vitales tantas veces ha observado, sembrar buena semilla en buena tierra solo puede producir óptimos frutos, el de ser un ciudadano más de esa Arcadia que están construyendo sus progenitores y en las que después todos vivirán felices, sin más violencia ni rencores 27 : Nacerá nuestro hijo con el puño cerrado, envuelto en un clamor de victoria y guitarras, y dejaré a tu puerta mi vida de soldado sin colmillos ni garras.

En carta escrita a Ramón Sijé el 12 de diciembre de 1931, le decía: " Yo, como siempre, nunca satisfecho de nada de lo que hago. Siempre siento en mí un ansia de .superación. ¿Cuándo daré con mi forma? Es mucha mi manía por hallarla. O lo hago por eso. Procuro que lo que digo sea mío nada más. Algún día será que quede libre de extrañas influencias ... " Juzgue el lector leyendo los poemas del Cancionero y romancero de ausencias " Qué diferencia con la realidad impuesta por los sanguinarios vencedores cuyos omnipresentes uniformes, sotanas y togas jamás ocultaron esos colmillos y garras de los que siguen haciendo gala en cualquier tribuna o estrado.


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dedicados a la muerte de su hijo si no se cumplieron con creces las expectativas del poeta que aparecen con los números

Mi casa es una ataúd. Bajo la lluvia redobla. y ahuyenta las golondrinas que no la quisieran torva.

[6] El cementerio está cerca de donde tú y yo dormimos, entre nopales azules; pitas azules y niños que gritan vívidamente si un muerto nubla el camino. De aquí al cementerio, todo es azul, dorado, límpido. Cuatro pasos, y los muertos. Cuatro pasos, y los vivos . Límpido, azul y dorado, se hace allí remoto el hijo. [51 ] Era un hoyo no muy hondo. Casi en la flor de la sombra. No hubiera cabido un hombre en su oscuridad angosta. Contigo todo fue anchura en la tierra tenebrosa. Mi casa contigo era la habitación de la bóveda. Dentro de mi casa entraba por ti la luz victoriosa. Mi casa va siendo un hoyo. Yo no quisiera que toda aquella luz se alejara vencida, desde la alcoba. Pero cuando llueve; siento que las paredes se ahondan, y reverdecen los muebles, rememorando las hojas .

.

Mi casa es una ciudad con una puerta a la aurora, otra más grande a la tarde, y a la noche, inmensa, otra.

En mi casa falta un cuerpo. Dos en nuestra casa sobran .

AMI HIJO Te has negado a cerrar los ojos, muerto [mío, abiertos ante el cielo como dos golondrinas: su color coronado de junios, ya es rocío alejándose a ciertas regiones matutinas. Hoy, que es un día como bajo la tierra, [oscuro, como bajo la tierra, lluvioso, despoblado, con la humedad sin sol de mi cuerpo futuro, como bajo la tierra quiero haberte enterrado. Desde que tú eres muerto no alientan las [ mañanas, al fuego arrebatadas de tus ojos solares: precipitado octubre contra nuestras [ventanas, diste paso al otoño y anocheció los mares. Te ha devorado el sol, rival único y hondo y la remota sombra que te lanzó encendido; te empuja luz abajo llevándote hasta el [fondo, tragándote; y es como si no hubieras [nacido. Diez meses en la luz, redondeando el cielo, sol muerto, anochecido, sepultado, [eclipsado. Sin pasar por el día se marchitó tu pelo; atardeció tu carne con el alba en un lado. El pájaro pregunta por ti, cuerpo al oriente, carne naciente al alba y al júbilo precisa; niño que sólo supo reír, tan largamente, qu~ sólo ciertas flores mueren con tu [sonrisa.


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Ausente, ausente, ausente como la [golondrina, ave estival que esquiva vivir al pie del hielo: golondrina que a poco de abrir la pluma [fina, naufraga en las tijeras enemigas del vuelo. Flor que no fue capaz de endurecer los [dientes, de llegar al más leve signo de 'Ia fiereza. Vida como una hoja de labios incipientes, hoja que se desliza cuando a sonar [empieza. Los consejos del mar de nada te han [ valido ...

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Vengo de dar a un tierno sol una puñalada, de enterrar un pedazo de pan en el olvido, de echar sobre unos ojos un puñado [de nada. Verde, rojo, moreno: verde, azul y dorado; los latentes colores de la vida, los huertos, el centro de las flores a tus pies destinado, de oscuros negros tristes, de graves[blancos yertos. Mujer arrinconada: mira que ya es de día. (iAy, ojos sin poniente por siempre en la [alborada!) Pero en tu vientre, pero en tus ojos, mujer [mía, la noche continúa cayendo desolada.

J.

Josefina Manresa


Feliz Año Hernandiano 2010: Centenario del nacimiento de Miguel Hernández, el poeta social por excelencia

Obertura (allegro ma non troppo): Autorretrato a lápiz de dos personas en una JÓSANT FERRÁNDIZ HERNÁNDEZ

A Lucía Izquierdo, nuera de Miguel, en agradecimiento por dejar que mis dedos palpasen lo que el poeta usó en su trágico pero siempre esperanzado caminar: "Yo, que creí que la luz era mía, precipitado en la sombra me veo. Pero hay un rayo de sol en la lucha que siempre deja la sombra vencida".

Qué pena: nací a pocos kilómetros de su casa, que fotografié a finales de los 70 encuadrando su recordada higuera igual a la que hasta este otoño ha crecido en el corral de la casa de mi niñez, en Orihuela, pero las leyes de los vencedores no me dejaron leer los versos más comprometidos con la causa del Pueblo desde que el ser humano inventase la poesía. Que ¿cómo supe que Miguelito había existido? Desde el verano de 1959, en el que conocí a los que después serían mis profesores, Feliciano Ugalde y Miguel Ángel Nuin, quienes nos leían en sesiones magistrales todo el teatro que por entonces se estrenaba tanto en España como en el extranjero (incluyendo., claro está, los textos de Antonio Buero Vallejo: Historia de una escalera, En la ardiente oscuridad .. .), todo lo que me llegaba de Buero me lo tragaba con fruición para rumiarlo con pasión durante . días. En la primavera de 1961, con casi 15 años, me disponía a preparar un trabajo

para la clase de literatura buscando materiales en la Biblioteca del entonces Seminario Salesiano de Campello (Alicante) y leí (no recuerdo dónde, tal vez en alguna revista literaria .. .) que Antonio y Miguel habían coincidido durante la Guerra Civil cerca de Castellón, que, más tarde, compartieron prisión y que en esa cárcel, aprovechando que un amigo le pidió una poesía a Miguel y un retrato suyo a Buero para prepararle un álbum de felicitación a su mujer, Buero hizo a lápiz lID segundo retrato, ahora de Miguel, para que se lo enviase a su esposa Josefina. Pero la decepción me desplomó cuando repasé el fichero de la sala de lectura y comprobé que, de entre todos los libros de aquel centro, ni uno solo había de Miguel. En aquellos cerrados seminarios religiosos no podíamos poseer libros: todos eran comunes; por lo que, cuando en el verano de 1966 me destinaron como profesor al entonces Instituto Laboral de Sueca (Valencia), pedí al director, A).fonso Eslava, cien pesetas para comprar unos libros en la librería Bello de Valencia: ¡por fin pude leer algunos de sus poemas en una pequeña antología! A partir de entonces, vi algunas copias impresas del retrato que Buero le hizo a Miguel, aunque siempre siguió picándome el gusanillo que me impulsaba a la meta de ver, contemplar y palpar, antes de que la muerte me cercase, aquel papel de barba,


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Obertura (allegro ma non troppo)

testigo privilegiado del encuentro de dos personas condenadas a muerte que compartieron amistad y tres heridas ("la del amor, la de la muerte, la de la vida") durante nueve meses en aquella durísima cárcel, entonces situada cerca de lo que hoyes la plaza de España de Madrid; porque, aunque hoy nos extrañe, en medio de un Madrid victoriosamente derrotado ("la victoria nunca es ni será la paz", según nos expresa el genial Femán-Gómez en el epílogo de Las bicicletas son para el verano) y en donde se moría de hambre, existía una pequeña isla tapiada en donde, además, se . moría de tuberculosis o, como dicen los huertanos de Orihuela, de tisis. Aquel retrato o, si queréis, dibujo a lápiz era y es para mí la señal de que aún puede haber esperanza cuando se está metido en la más cruda miseria ... , de que aún puede brotar la flor del más sucio de los barros ..., de que aún puede haber algo después de la nada ("Después del amor, la tierra. I Después de la tierra, todo".) ... , de que cualquier cadá. ver aún puede rebelarse para crear insurrección y contaminar de ésta a la naturaleza que le rodea ("Quiero .quitarme esta pena, I y vestirme la mortaja, I y esparcirme como arena, I y aventarme como paja".) ... , de que aún puede haber vida tras la muerte .. . Y si no, estos cuatro versos de Miguel, ¿no os parecen sublimemente significativos de esta idea-urdimbre en el entramado cañamazo bordado con todos sus poemas?:

Aunque bajo la tierra mi amante cue.rpo esté, escnoeme a la tierra, que yo te escribiré. ¿Comprendéis ahora por qué una gran fotografía de eS,e retrato preside el pequeño salón de mi casa? Desde que conocí, leí e interioricé los escritos de ambos, enseguida me di cuénta del valor de lucha, siempre esperanzada, tanto en la vida de Miguel

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como en la de Antonio. Si, como siempre he creído, cuando alguien se dedica al ímprobo arte de la Escritura, lo que uno escribe no es más que lo que lmo es, lo que hicieron estos dos creadores de origen humilde fue comunicar, a través de miles y miles de renglones, unas concordancias tan comunes del potencial esperanzado de la trágica existencia humana que, en el fondo, se identificaban en una absoluta sintonía armónica: el retrato que Antonio hizo a Miguel no era más que el autorretrato de ambos a una sola cara: • Hemández, aún niño, desobedecía a su padre, quien le había arrancado del colegio porque le necesitaba para que pasturase sus cabras por las huertas y por las faldas de la montaña de Orihuela, para dedicarse a leer sin parar los libros que se llevaba a escondidas en el zurrón; incluso empezó a escribir a lápiz en pleno monte sobre los papeles de estraza que le habían servido para envolver el pan o el tocino salado. Todos sus amiguitos, incluyendo a Ramón Sijé, de familias más adineradas que la de él, iban a la escuela, mientras que Miguel, solo, bajo el naranjo y el limonero y respirando el aire que rozaba el azahar de toda la Vega Baja del Segura, iba descubriendo, construyendo y consolidando en su interior lo que él mismo denominó como su vocación: "cabrero poeta", y no al revés, "poeta cabrero", como tantas veces se ha dicho y escrito. Su padre, que no era pobre e incluso ejercía la profesión de comerciante en ganado, nunca quiso qué estudiase; pero él, siempre cabezota (Pablo Neruda le llamaba cariñosamente "cara de patata recién sacada de la tierra"), partió en tren hacia Madrid cargado al hombro con un saco de naranjas; de esta guisa, vestido de huertano, con alpargates y sin corbata ni calcetines, se presentó en


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Jósant Ferrándiz Hernández

casa del poeta Aleixandre (calle Velintonia, inmediaciones de la zona Universitaria, donde se reunían los del Grupo del 27), llamó a la puerta y, una vez que Vicente le abrió, volcó el saco de naranjas y las extendió por el suelo. Vicente exclamó: "Naranjas de Orihuela ... y brillan como soles. Tú eres Miguel". (Arturo Serrano Plaja, ante quien se presentó Miguel en uno de sus viajes a Madrid con una carta de Ernesto Giménez Caballero, director de Gaceta literaria, para que le diese un trabajo con el que pudiera ganarse la vida y no tener que regresar a Orihuela, describió más tarde cómo fue este encuentro: "... al leer(me) ciertos sonetos, de pronto se detenía en su lectura y se ponía a silbar, pero a silbar no como persona sino como pájaro, o mejor aún, como los pájaros; y en pleno paisaje urbano aparecía su campo, el de esos poemas con todos sus pájaros."). Pero el Madrid de principios de los años 30 era duro para quien no tenía dónde caerse muerto. En una entrevista que hice a su viuda, Josefina Manresa, a mediados de los años 80 (luego os contaré), ésta me confirmó que pasaba muchas noches al raso o, a lo más, durmiendo junto a grupos de mendigos bajo los puentes del río Manzanares o en las bocas de las estaciones de metro. Intentó que se editasen sus poemas, darse a conocer en aquellos mundillos literarios ... , pero consiguió pocos resultados; incluso algunos, en los que él había puesto sus proyectos, le dejaron de lado, aunque he de afirmar que Aleixandre y Cossío jamás le abandonaron. Llegó la guerra, la persecución, la cárcel, la enfermedad y la agonía (ésta en la prisión alicantina), y él siguió escribiendo sus versos en papeles que encontraba por el suelo, en papel higiénico, en los espacios libres que quedaban en los laterales de las

páginas ~e 10s",Beriódicos, en cuadernos (los mismos que usaban los escolares de la posguerra) cuyas hojas eran .tan amarillentas que delataban con descaro que habían sido confeccionadas con sémola de paja ... , porque, creyendo contra toda esperanza, confió en que su mensaje de libertad (preñada existencialmente de tres heridas: la del amor, la de la muerte, la de la vida) algún día trascendería a aquel momento histórico tan trágico y llegaría a alguien (aunque sólo fuese a una persona) necesitado de dar un sentido a su existencia. Valió la pena escupir tanta sangre, pues yo soy testigo de que, muchos años después de que él muriese con los pulmones vacíos y con los ojos abiertos en aquel!.a madrugada del 28 de marzo de 1942, al menos algui~n captó su tenaz cabezonería en la lucha por la libertad, por la justicia y por la dignidad del ser humano, pues hoy ' puedo hacer mío su verso: "Dejadme la esperanza". • Buero fue arrancado de sus estudios de Bellas Artes por aquella brutal guerra entre hermanos. Al final de la contienda, los golpistas, después victoriosos, le condenaron a muerte. Durante ocho meses esperó el "enterado" de Franco que hubiese dado paso a su fusilamiento ("En esas circunstancias estuve siempre preparado para la ' muerte", confesó más tarde a María Gómez Patiño. "He visto salir a muchos compañeros de la galería de los condenados a muerte para ser fusilados; es más, he tenido la seguridad ficticia, pero 'que en ese momento me parecía real, de que me iban a fusilar en una noche determinada. Eso me pasó hasta tres veces. Y como a mí, a otros, porque con frecuencia llegaba ' algún preso de los que trabajaban end jl oficina para comunicarnos con sigilo: 'Esta noche hay saca. Van a s,a car a fulano y a diez

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Obertura (allegro ma non troppo)

más"'). Después de aquellos meses de angustia, aunque ¡siempre esperanzada!, la sentencia le fue conmutada por una pena de treinta años. Por fin, en 1946 salió en libertad condicional y vigilada de aquellas insalubres prisiones desde donde incluso se vio obligado a dar la orden de que se vendieran muchos de sus libros para poder comer algo más de lo que se les repartía a los reclu::;os. ¡Siete años duró el vía crucis con parada en casi todas las estaciones o, peor, cárceles de la España de la posguerra! Pero Antonio dibujaba, leía, escribía y, sobre todo, pensaba; y su pensamiento, encorsetado en aquellas malolientes e inhumanas celdas, trascendió hasta convertirlo en el proyecto del más diáfano valor del realismo hecho honradez que un dramaturgo puede crear: "la existencia es trágica, pero, pese a ello, siempre va acompañada de la esperanza". Allí, donde según le contó a María Gómez, "disponíamos de 45 ó 50 centímetros por persona para dormir; y para darnos la vuelta teníamos que avisar; entonces, media galería se daba la vuelta ... ", Buero, partiendo de su tragedia existencial, concibió y gestó En la ardiente oscuridad y, sobre · todo, una de las obras cumbres de la literatura dramática universal, Lil Fundación, tan espléndida que conlleva la metafísica de Lil vida es sueño, de Calderón. Pero no todo acaba aquí, porque desde que le conocí personalmente (verano de 1984), manteniendo desde ese momento con él una amistad entrañable que duró hasta el día de su fallecimiento, siempre descubrí en él que lo que escribía para que se representase no era más que el espejo de su identidad: si como autor se encariñaba de sus personajes más desvalidos (ciegos, cojos, mudos, disminuidos ... ), como persona era el más sensible para con los marginados, los·

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excluidos, los explotados, los débiles, los derrotados ... ; si como autor (quizá continuador de la dramaturgia de Ibsen) defendía siempre el valor de la verdad, de la honradez ... y denunciaba la corrupción y los tejemanejes soterrados que minaban a nuestra sociedad, como persona era cabal, íntegro, leal ... (una periodista -creo que fue Rosana Torres- lo definió como "la nobleza de un roble"; y al mismo Antonio le escuché por la televisión: "Cuando me encuentro con niños, les pido que siempre digan la verdad"); si como autor daba la puntilla a la tragedia con el atisbo de la esperanza, como persona irradiaba amplia y generosa su ilusión para impregnar de ella a sus amigos más desanimados ... El 1 de julio de 1984, domingo de los más calurosos que recuerdo, tuve que venir a vivir a Madrid por orden del entonces obispo de Orihuela-Alicante, monseñor Barrachina, de idéntica calaña a la del jesuita, y más tarde obispo, Almarcha, máximo culpable de que la ya galopante tisis acabase precipitadamente con la vida de Miguel. Sí, he dicho bien: me desterró de su diócesis (¿qué digo?, de la mía) con estas palabras: "Si usted quiere seguir siendo sacer~ote, tendrá que ser fuera de mi jurisdicción". "Sacerdote, no; pero cura, sf', pensé, aunque no se lo expresé, pues sabía que no iba a apreciar la carga de profundidad que acompañaba a la distinción esencial de estos dos términos. Pese a que de inmediato me sentí acogido por dos curas de mi tierra, Juan Pérez Berná y José Gómez Clemente (a quien llamábamos "El maestro" y cuya casa huertana "La Virgen .Blanca" de Los Montesinos siempre estuvo abierta para marginados o condenados por los jerarcas de turno), también apartados de la oficialidad por el obispo Barrachina, no . tuve más remedio que dejar libros, apuntes, escritos, muebles... repanidos en varios


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sostres que algunos famili~ pusieron a mi disposición y, con lo puesto, llegué al Pozo del Tío Raimundo, donde me acogieron José Ramón Urbieta y las comunidades de base del barrio. José Ramón había sido el brazo fuerte del cardenal Tarancón en la pastoral juvenil durante más de diez años, pero el rumbo de la archldiócesis había reculado tanto que el giro copernicano taranconiano había sido anulado absolutamente con la llegada de monseñor Suquía, quien, pese a mis súplicas por conseguir una audiencia, por fin me la concedió después de una espera de trece meses para, antes de darme con la puerta de su despacho en las narices, gritarme: ''Largo de aquí. No quiero sacerdotes próblemáticos en mi clero". Además de ayudar a José Ramón en las necesidades sociales, culturales y pastorales del cercano poblado de La Celsa, acogí con gran satisfacción la preocupación y el cariño por lo que me había sucedido que me ofrecieron personas sencillas del barrio y de la talla del padre llanos, de Díez Alegría, de Miret Magdalena, de Enrique de Castro, de José María Castillo ..., todos mal vistos, marginados y algunos incluso condenados por las altas jerarquías debido a su opción y a su praxis por los más pobres: apartados ellos por los eclesiásticos, ¡hicieron de la marginación su carne! Me acordé de Buero y, en cuanto pude, le escribí una carta donde, además de enviarle algunos de mis escritos, le narraba mi situación. Enseguida me contestó no sólo para darme ilusión, sino para ponerme el apodo cariñoso de "El curita" y, sobre todo, para ayudarme en todo lo que me hiciese falta: incluso me invitó a que fuera a verle y me ofreció su casa. Pero lo que más me animó en mi absoluto desvalimiento, ya que como comprenderéis llegué a Madrid humillado e incluso sintiéndome culpable, fue la esperanza que me brindaba Gunto a su hijo Enrique, a quien perdió meses más eri un accidente de tráfico) en aquella calurosa

madrugada que siguió al estreno de ·Bajarse al moro en el Bellas Artes: "Pese a que Miguel y yo estuvimos condenados a muerte, íbamos con la cabeza muy alta porque, en conciencia, nos sentíamos libres y portadores de libertad. Miguel se hubiese tomado con orgullo la condena y el destierro del obispo de su tierra por haber escrito y publicado una obra de teatro". Aquellas palabras entraron y calaron hasta el último de mis huesos para enseñarme que la única humillación es el deterioro de la persona que, para más inri, se ejecuta en aquellos que tratan de imponemos su yugo para .que, bien atados, nunca nos rebelemos: Yugos os quieren poner gentes de la hierba 11141a, yugos que habéis de dejar rotos sobre sus espaldas.

Además, aquel encuentro· me regaló el despunte de esta vital reflexión que he ido desarr~llando hasta ahora: ninguno de aquellos clérigos y seglares de los de la cabeza ·ladeada (ni Opus, ni Comunión y Liberación, ni Kikos, ni Focolares, ni Legionarios de Cristo -secuaces de un pederasta a .quien ellos y el mismísimo Papa querían hacer santo-, ni especimenes similares), que creían ser los.únicos poseedores de la verdad, mostró siquiera un ápice de interés por mi estado de desamparo; junto a los cristianos de base que me rodeaban, tuvo que ser Buero, persona que siempre anduvo en el filo de la no creencia~ el único que asumió mi desesperanza para trasformarla en fuerza para seguir la lucha. . Después, otros se acercaron con cariño para descender al pozo de mi ·v ida: Andrés Sorel, el gran defensor de los escritores; Alberto Miralles, sin quien nunca hubiésemos fundado la Asociación de Autores de Teatro; Salvador Arias~ mi maestro de Doblaje e Interpretación, quien me presentó a sus amigos Marcos Ana (poeta que estuvo en las cárceles franquistas durante

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más de 22 años y que en una de ellas llegó a conocer a Miguel, dato que yo desconocía y que hizo que le correspondiera con mi más exquisito cariño), Félix Acaso, Rafael de Penagos y al mismísimo Alberti (cuya amistad con Miguel no fue del todo diáfana, según algunos expertos que han profundizado en la relación de ambos poetas); Haro Tegclen, que me concedió el honor de escribir el último prólogo de su vida para uno de mis libros y que su viuda, Concha Barral, ha considerado mantenerlo como recuerdo en su página Web; el más grande estudioso del arte del Teatro, Pepe Monleón, fundador y director de la revista "Primer Acto"; Juan Antonio Quintana, director de escena, actor y maestro de actores; Santiago Paredes, autor y director teatral; las actrices Amparo Pamplona, su hija Laura, Begoña Tenés, Isabel Ordaz, Azucena de la Fuente, Amparo Larrañaga ... ; y mi gran amigo catedrático de Filosofía Carlos Díaz Hernández, fiel continuador del personalismo de Ernmanuel Mounier, quien un día me confesó que sus allegados fallecidos siempre vivirían en él hasta que pudiese recordarlos y que la cadena continuaría sin fin ... ; tomé posesión de esta memoria existencial que cada día acerca la vida de Miguel a la mía, y así, mientras yo viva, él seguirá viviendo. Esta "vital reflexión" culminó en una sorprenderte detonación: mis compañeros creyentes habían llegado a la fe en Jesús de Nazaret por la transmisión del testimonio de otras personas creyentes, mientras que yo contemplaba, aceptaba, encajaba e interiorizaba el más genuino Evangelio por la praxis cargada de humanidad de personas ateas, agnósticas o situadas en los extrarradios de la fe: lo que antes yo había tildado como "no creencia", ahora lo consideraba como "la espléndida creencia" en el ser humano, porque ¿acaso el Hijo del Hombre no dio su vida por defender que el único valor absoluto, por encima de toda estructura e incluso de la mismísima Religión, era

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la persona, sobre todo si ésta era pobre o se encontraba enferma? Y así, mientras el aumento y la extensión del conocimiento, del encuentro y del diálogo con los "creyentes de la no creencia" hacían que los de la "espiritualina-moralina", escandalizados, se dieran con un canto en los dientes, mi fe en el mensaje liberador de Jesús de Nazaret con su mejor praxis crecía vertiginosamente; y opté por ser "cura por libre" perdido entre el Pueblo, actitud que por parte de los virulentos "creídos" acentuó más su condena y su marginación lanzadas como flechas para que dieran en la diana de rr:i persona. Desde entonces, siempre que me "topo" con algunos de ellos, les espeto con la cabeza muy alta: "Me siento orgulloso de vuestro ·ninguneo" . Pero volvamos a la primera carta de Buero, porque, mientras pensaba en cómo responderle, también recordé lo que Miguel hacía cuando viajaba del Bajo Segura a Madrid: traer medio saco de naranjas de la Huerta de Orihuela para ofrecerlas a los poetas. Año y medio más tarde, obtuve el privilegio de ser el testigo directo, junto a la esposa de Antonio, Victoria, del momento en que le concedieron el Premio Cervantes: mientras me agachaba para extender las naranjas por el suelo de la cocina de su casa, sonó el teléfono: era el mismísimo ministro de Cultura, señor Solana. Pasados seis minutos, Victoria no tuvo más remedio que abrir la puerta: la vivienda se llenó de periodistas que, en segundos, difundieron la noticia por radio, telediarios y prensa. Cuando Espasa-Calpe publicó las obras completas de Buero, acudí a su casa para que me las dedicase. Mientras conversábamos y Victoria nos servía unos cafés, me fijé en que aquella sala de estar plagada de libros estaba presidida por una foto de una bellísima Victoria y por una enmarcada fotocopia, más bien mala, del retrato que Antonio hizo a Miguel en la cárcel. Pensé que la casa de Antonio merecía tener una fiel fotografía que le recordara aquellos


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meses en que ambos, condenados a muerte, convivieron. Buero iba a cumplir los 80 años en 1996, y quedamos en que la Asociación de Autores de Teatro le haría un homenaje. Pensé que era la ocasión de ofrecer a todos, y sobre todo a Buero, una gran sorpresa. Llamé a mis amigos Asun y Pedro, que también lo eran de Lucía Izquierdo, de Elche, comunicándoles que me presentaran a la nuera de Miguel, y viajé de Fuenlabrada a la Ciudad de las Palmeras portando una cámara de fotos cargada con un carrete de 36 exposiciones. En una tarde nublada y gris del largo puente (sobre todo para la Comunidad Autónoma de Madrid) de la primera semana del mes de mayo de ese año, Lucía nos acogió con una simpatía tan peculiar que manifestaba en su permanente sonrisa el orgullo de haber estado casada con quien había inspirado al Miguel encarcelado las Nanas de la cebolla, "la más trágica canción de cuna de toda la poesía española", en boca de Concha Zardoya, la primera que abrió la brecha en el estudio sobre la creación hernandiana. Después de comunicarnos que su rujo no estaba en ese momento, nos presentó a su ruja, joven de unos 17 años, que se hallaba estudiando en una de las habitaciones de aquel enorme piso que incluía una gran terraza ajardinada. Enseguida pero con el sosiego típico de una liturgia tan sencilla como solemne y digna del mejor carmarlengo, nos fue abriendo los armarios para, mientras que nos narraba anécdotas de Josefina y de Miguel, ir sacando de ellos aquellos objetos que yo tanto deseaba ver y tocar. Según los extraía, los colocaba sobre la gran mesa del salón con un gesto exquisito, cadencioso y teñido de suspense: la maleta de cuero, rodeada de correas para que no se abriera, que el poeta usó en todos sus viajes; la pesada y negra máquina de escribir Underwood que aparece en una de las típicas fotos hecha en Quesada Gaén) donde Josefina escribe al dictado de Miguel;

libros dedicados de casi todos los poetas del Grupo del 27; el primer ejemplar de Viento del pueblo, con el subtítulo "Poesía en la guerra", dedicado a Vicente Aleixandre, tal como, en plena contienda civil, salió de la imprenta Tipografía Moderna de Valencia en Ediciones Socorro Rojo y sin pasar aún por la guillotina que hubiese cortado sus bordes inmediatamente después de ser encuadernado; los juguetes (un carro al estilo de los de la huerta con sus varillas diminutas de madera) y los cuentos ilustrados con dibujos que Miguel confeccionó para su rujo cuando se encontraba, como él mismo decía, "de turismo carcelario"; la máquina de fotografiar con la que Miguel, aficionadísimo a este arte, tantas fotos realizó ... Observamos boquiabiertos todos aquellos objetos y los íbamos palpando de uno en uno con tal veneración cual si se tratasen de pan y de vino consagrados que nos acercaban en un pequeño sorbo al trágico cáliz que el poeta social no tuvo más remedio que beber. Mientras nosotros seguíamos contemplando parte del "espacio" que había sido tan angustiosamente vital para Miguel, Lucía se volvió y extrajo un sobre de uno de los cajones del mueble principal del salón; lo abrió y nos mostró el "tiempo" detenido en intermitentes instantáneas de las vidas de Josefina y de Miguel: un buen puñado de fotografías que extendió sobre la mesa para que hicieran juego con los objetos. -Son las originales -nos dijo-, muchas de ellas hechas por Miguel con esa máquina, las mismas que han sido publicadas por los expertos sobre el poeta y en las múltiples ediciones que se han hecho 'de sus obras en casi todos los países. Pero os confieso un secreto que pocos saben. Mirad ésta -nos musitó mientras señalaba la última del fajo que había sacado del sobre. . -Es Miguel en bañador a la orilla de un río ---exclamó Asun-, y se lo nota todo ...

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- En efecto -asintió Lucía mientras

lanzaba una carcajada- o Y pese a que los bañadores de antaño eran casi tan largos como las sotanas, en éste se le transparentan .. . Alguien le hizo esta foto cuando mi suegro acababa de bañarse y, claro, el bañador mojado se le pegó tanto a la carne que, aunque difuminados, se pueden ver sus órganos genitales. Josefina nunca quiso que esta fotografía se conociera y menos que se publicara, y yo siempre he respetado su decisión, aunque vosotros ya pertenecéis a los pocos que sois la excepción. Mientras, contagiados por sus risas, lo celebrábamos, nos invitó a pasar a la terraza ajardinada, donde nos ofreció asiento y bebidas refrescantes, a la vez que nos confesaba que si no hubiese sido por Josefina, no se hubiese conocido todo lo que Miguel era como persona y como uno de los p oetas universales que creó las más espléndidas metáforas. - Josefina -añadió- fue recogiendo durante muchos años pap eles (de estraza, higiénicos, páginas medio rotas de cuadernos, renglones recortados o tachados ...) escritos casi todos a lápiz p or Miguel que encontró p or las cárceles donde estuvo o que algunos compañeros presos guardaban y, cual una humilde pero tenaz hormiguita y mientras cosía como costurera, fue clasificando, a lo largo de los años, todo el material hasta confeccionarlo, catalogarlo, separarlo por etapas, o por años, o por títulos y conseguir, poco a poco, que se publicara primero en Latinoamérica y, ya a finales de la década de los sesenta, en España. Vamos -me dijo de pronto y levantándose--, prepara la cámara, que voy a sacar lo que andabas buscando. Quiso que aquel encuentro tuviese su apoteosis, por lo que se dirigió hacia el interior de la casa para, pasados unos momentos, volver con el retrato que Buero hizo a Miguel en la cárcel. Era la segunda vez que yo lo veía, pues diez años antes conseguí que, en el transcurso de una entrevista, la

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propia Josefina me lo mostrase. Pero, para mi disgusto, ahora estaba enmarcado de distinta manera: el retrato, algo más grande que una cuartilla, estaba colocado en el centro de un cuadro de fondo negro, todo él cubierto con un cristal brillante. Por lo que pudiera esperar, llevaba conmigo un flash, pero de nada servía, pues todos los objetos exteriores eran rebotados del cristal brillante al objetivo. Desde cualquier posición la cámara quedaba reflejada en el dichoso cristal, hasta tal punto que, tras el revelado del negativo de las 36 exposiciones, ellaboratorio sólo dio como válidas tres fotografías. Este retrato, que para mí tanto representa, lo he visto publicado en muchos libros y revistas que tratan sobre Hernández; incluso hoy se puede encontrar en Internet. Pero ninguna de estas fotos tiene la calidad tan fiel al original como las tres que yo conseguí en la casa de Lucía de .Elche durante aquella tarde nublada y gris. Más tarde, logré que un famoso laboratorio fotográfico las digitalizara y, aunque he regalado algunas copias en papel a los amigos más cercanos y a los centros más queridos (Feliciano Ugalde, mi gran amigo y maestro en la Filosofía y en el Teatro; Ayuntamiento de mi pueblo, Benijófar, junto a Orihuela; lES de Brunete, donde soy profesor desde que se abrió este centro de enseñanza: allí preside la biblioteca; Escuela de Salvador Arias, en donde estudié doblaje durante cuatro años; A lquibla, revista de investigación del Bajo Segura, tristemente desaparecida pese a que en ella se han p ublicado magníficos estudios sobre la tierra de H ernández ... ), jamás colgaré en la Red dichas fotografías tan espléndidamente digitalizadas: Lucía, sus hijos Y los Herederos d e Miguel Hemández merecen mi palabra comprometida como respuesta p or la confianza y la sensibilidad que ellos tuvieron conmigo y con Antonio Buero Vallejo. Volví a Madrid, ordené qu e de la mejor de las tres hicieran una copia muy ampliada y la rodeamos de un sencillo pero


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moderno y resalque iba a añadir tado marco. Los a su frase, le autores de teatro corté e inicié mi habíamos quedadiscurso. Y es do en celebrar el que la palabra homenaje a Bueque quedó cortaro, con ocasión da fue "ortograde su 80 cumplefía". Os explico. años, durante el El retrato a lápiz aperitivo de una que Antonio cena en el Mayte hizo a Miguel Comrnodore, y lleva una dedicaallí me presenté toria, también a Homenaje de los Autores de Teatro a Buero en el Mayte (1996). con el cuadro enlápiz y de su De izquierda a derecha, Antonio, el autor de este artículo, vuelto en papel puño y letra, Victoria, José Luis Cortés (Secretario de Cultura) y el cineasta de regalo. El azar colocada en la Manuel Gutiérrez Aragón. me otorgó una parte inferior de las grandes suertes de mi vida: ocupar el derecha, que copio tal como fue distribuiasiento y el cubierto situados a la izqtúerda damente escrita en cinco líneas: del gran actor José Luis López Vázquez, Aparte de que la cuarta linea es su firma fallecido el pasado 2 de noviembre, Día de y de que la palabra "Vallejo" no sabemos si los Difuntos; mi encuentro con él fue maraestá escrita toda entera o sólo con la "V" (porvilloso e intercambiamos infinidad de que en todas ~us firmas posteriores siempre experiencias. .. Antes de que nos sirvieran podemos distinguir, dentro del tipico rasgo el primer plato y como colofón del homecontinuo, su nombre y sus dos apellidos), como podemos observar, las palabras naje, Manolo Gómez y Chatono Contreras me presentaron ante todos los presentes y "Hernandez" y "carcel" están escritas sin sus me invitaron a que me acercara a la mesa correspondientes tildes. o quise que presidencial ocupada por Buero, por su Antonio, miembro de la Real Academia de la esposa Victoria, por Miguel Ángel Cortés Lengua y el escritor que más cuida sus textos, incluso en las acotaciones, (secretario de Estado de Cultura) y por el cineasta pasase por un mal trago; porque ¿quién de nosotros Manuel Gutiérrez se libra de haber cometido Aragón. Lo primero que algunas faltas de ortografía hice, sin ·p ronunciar paladurante su ju entud? bra, fue desenvolver el Cuando acabó la cena, me cuadro y dirigirlo hacia Para Miguel Hernandez, en recuerdo acerqué a él para despedirtodos los rincones del de nuestra amistad de la carcel. me y para ayudarle a cologran salón. Antonio, sorAntonio Buero Vallejo 25-I-XL. car los di crsos regalos en prendido e impresionael maletero del taxi; Y aprodo, se levantó, mientras veché para entregarle un sobre donde iba la que, tras los típicos segtmdos que duró el misma foto, ahora en tamaño po tal, por si la sorpresivo impacto, todos irrumpieron con quería llevar siempre consigo: de hecho la aplausos. De inmediato, Buero hizo un guardó en el bolsillo de u chaqueta. Pero, gesto para que se hiciera silencio y dijo: "En cuando abrió el sobre, me dijo: "Hace un par aquel tiempo, yo llevaba mal lo de la .. ." de años que hice tm viaje a tu tierra y aproPero como yo sabía muy bien la palabra

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do y conoda las obseveché la ocasiones de Buero, les sión para susurré bromeando: hacer una "Puede que hubiese visita a Lutraído tm lápiz en el cía Izquierbolsillo de su chaquedo. Le llamé ta para poner las dos antes para tildes que le faltan a que me enestas dos palabras". señara el reEn el telediario trato; y así de las 15 horas de fue. Le aconhoy, 1 de enero de sejé que lo 2010, Carlos del Amor llevase a la De izquierda a derecha, Asun, Pedro y Lucía, fotografiados ha ofrecido un reporBiblioteca en casa de ésta, cuando nos mostró tantos objetos taje sobre los aconteciNacional relacionados con la vida de Miguel. mientos que esperapara que sus mos de este nuevo año; y, mientras deda que extraordinarios expertos lo repararan". Y era pronto celebraríamos el centenario del naciverdad: el original tiene varias manchas amamiento del poeta orioIano, nacido el 30 de rillentas que el tiempo y los diversos lugares octubre de 1910, la cámara enfocaba con tma húmedos por donde estuvo han logrado claridad extrema la foto del retrato que imponer al papel de barba; de hecho, esos Antonio hizo a Miguel eh la cárcel. Al instantonos quedan perfectamente plasmados en las tres fotografías que guardo como el tesoro te, mi corazón aceleró sus latidos: esa foto que más valor tiene para mí. Pero también es nítida que TVE ha ofrecido a través de sus verdad que, durante la visita que Asun, antenas y repetidores es la que hoy está en la Pedro y yo hicimos a Luda, ésta nos comunicasa de Victoria, la viuda de Buero. Que ¿por có: "No hace mucho que Buero estuvo por qué lo sé? Existe un detalle personal que sólo aquí y le mostré el retrato, aunque me dio la yo sé que quedó impreso en los tres negativos impresión de que esperaba verlo sin la proque conservo. tección de este cristal". Como soy mal pensa-

Nocturno (vivace sostenuto): Los ojos vivos y disparados al infinito que nadie pudo cerrar A Nieves Concostrina, la cre1jente nuls descreída, de quien voy aprendiendo que la Muerte es la maestra de la Vida: "Cantando espero la muerte, que hay miseñores que cantan encima de los fusiles yen medio de las batallas". ~110

de agosto de 1985 salí de El Pozo y, buscándome la vida, fui a parar a unos pueblecitos del norte de la provincia de

Segovia. En uno de ellos, de no más de 40 habitantes, viví durante dos años y medio. Llegó el primer invierno y, con un frío siberiano para alguien como yo de genética mediterránea, decidí escribir una obra de teatro que fuera una "memoria vital y poética" sobre mi paisano Miguel en la que me había propuesto insertar un acto que aconteció en la ficción durante la inauguración, oficial y ya no ficticia, del monumento al poeta que el Ayuntamiento de Madrid, con


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Tierno Galván a la cabeza, le había construido y brindado recién estrenada la primavera anterior (30-03-1985) en el Parque del Oeste. Con el título Las naranjas de Miguel (memoria poética en dos partes y un monumento) la presenté a la Primera Convocatoria del Premio de Teatro "Ciudad de Segovia, 1989". El jurado del certamen falló a favor de Alfonso Sastre, quien se había presentado con una obra titulada Los últimos días de Emmanuel Kant contados por Ernesto Teodoro Amadeo Hoffmann, estrenada más tarde en el María Guerrero, quedando finalista mi obra que, con su título original (uno de sus versos) expresa la más absoluta síntesis del sómbrío destino de Miguel, Sólo por amor odiado, guardé en uno de los cajones de mi mesa de trabajo, hasta que, en el pasado otoño, el Director de la Cátedra de Teatro de la Universidad de Murcia, Mariano de Paco (junto a su esposa, Virtudes Serrano, son los mejores estudiosos de la Literatura Dramática Moderna y en especial de la de Buero Vallejo, de quien han prologado y presentado la mayoría de las nuevas ediciones de sus obras), que la conocía desde el homenaje que hicimos a Antonio en el Mayte (pues él también estuvo allí y yo le hablé de esta memoria poética sobre Hernández), me la pidió para elaborar un estudio, presentarlo en una ponencia en Caja Murcia y publicarlo en una de las revistas literarias de la propia Universidad. A principios del pasado noviembre ya había conch.údo el trabajo, titulado Miguel Hernández, personaje dramático, y hlVO la gentileza de enviarme de inmediato la primera copia (yeso que todavía está en imprenta: cuando salga publicado, ya os daré la editorial por si os interesa), un hermosísimo trabajo que me llenó de satisfacción por dos aspectos: primero, porque se trataba de mi querido paisano Miguel; y segundo, porque el interés de Mariano por el "cabrero poeta" en este Centenario Hernandiano de su nacimiento

ha hecho posible la consideración del trabajo de investigación que supuso una obra de teatro que andaba perdida dUrante casi 25 años en un cajón de una sencilla vivienda de Fuenlabrada (Madrid) . El día de Navidad de 1836 publicó Larra el artículo Horas de invierno donde afirmaba que "escribir en Madrid es llorar", frase que tantas veces he escrito, en lo poco que he publicado, adaptada a mi vida: "Escribir es morir". Pero como, fijada mi mirada en las obras y en las vidas de Miguel y de Antonio, he dicho antes que "aún de la muerte puede surgir la vida", me siento ahora deudor de Mariano de Paco, a quien doy encarecidas gracias por "resucitar" esta obra de teatro o, dicho de otra forma, por hacer posible que viera la luz "algo" de lo mucho que escribí en mi destierro y que ya lo daba por muerto. Yes que a este "algo" que nunca fue premiado, a este Sólo por amor odiado ... , siempre le he tenido 1m cariño especial por tres razones: Primera: Adela me habló sobre el color de los ojos de Miguel Acabó el verano de 1984 y, en pleno otoño de ese año, Lluís Pasqual hizo 1m formidable montaje de Luces de Bohemia, de Valle Inclán, en el María Guerrero con el reparto formado por los grandes intérpretes teatrales del momento (José María Rodero -en el papel de Max Estrella-, Manuel Alexandre, Nuria Gallardo... y cuarenta y cinco más). Como en aquel tiempo apenas disponía de lmos duros (hasta de la Seguridad Social me había dado de baja el obispo Barrachina) y los teatros madrileños bajaban notablemente el precio de las entradas para las funciones de todos los miércoles, decidí ver la obra de Valle en un "día" de los llamados "del espectador". Pero tanto éxito hlVO esta puesta en escena que conseguir una entrada para un miércoles era toda una aventura. Pese a que acudí a

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las seis de la mañana de dos martes seguidos para hacer cola y a tener que esperar hasta las once a que abrieran las taquillas, ésta era tan larga que partía de la calle Tamayo y Baus, continuaba por la calle Almirante y se perdía por el Paseo de Recoletos, y cuando me faltaban 20 metros para llegar a las ventanillas, las cerraban porque ya no quedaban entradas. Harto de madrugones, sólo logré catarros y gripes; por lo que pedí algo de dinero a un compañero de casa con el que compré una entrada del patio de butacas para la función de la tarde del domingo siguiente. Ya sentado como espectador en la butaca que me correspondía, una señora amabilísima ocupó la que estaba a mi izquierda; y, durante los veinte minutos que faltaban para que subiera el telón, entablé con ella una conversación progresivamente cordial. Todo comenzó cuando le comenté que me encantaba el teatro y que había sido para mí todo un honor el haber podido asistir al estreno en el Infanta Isabel de Diálogo secreto, de Buero, a quien conocí cara a cara por primera vez en los aplausos posteriores al fin de la obra. Me sorprendió cuando me musitó que ella había sido profesora de uno de sus dos hijos. Pero la sorpresa llegó a la cima más alta cuando añadió que conoció al mismísimo Miguel Hernández poco antes de que entrase en la sala para sentarse en el banquillo donde se le juzgó y donde él escuchó el veredicto de "condenado a muerte". Debía haberle preguntado de inmediato el por qué a ella también se le juzgaba, pero yo iba a mi bola y sólo pensaba en la novedad que iba a aportarme sobre Miguel: -y ¿cómo era Miguel? -Su tez morena con unos ojos saltones, azules y brillantes como estrellas le identificaban enseguida entre el personal. (Mucho más tarde, mientras iba leyendo a tantos escritores que habían conocido personalmente a Miguel, me fijé en que la descripción que hacían de sus ojos era tan

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"especial" como "misteriosa": Aleixandre hablaba de "unos ojos azules como dos piedras límpidas sobre las que el agua hubiera pasado durante años"; Concha Zardoya nos destapó su "mirada verde, alta y clarísima"; Neruda le dedicó uno de sus versos más hermosos cuando canta que "y una miel que medía la tierra con tus ojos"; Nicolás de la Carrera, psicólogo clinico, los describió con la expresión de "ojos abiertos como el sol al universo, redondos ojos, inquietos, asustados ... "). Aquella señora con gafas de montura muy gruesa, que después dijo llamarse Adela Gil Crespo, que pasó por la cárcel de Ventas porque su padre había sido un hombre políticamente comprometido y que no tuvo más remedio que desplazarse al Valladolid de la posguerra para obtener allí su primera licenciatura, continuó narrándome: -Él caminaba hacia la sala mientras leía tm libro. Yo estaba junto a la puerta. En el momento en que pasó, cerró el libro, me miró y me lo ofreció con estas palabras: "Tome. Se lo regalo". Entró al tribunal y mmca más le vi. El libro que había dejado en mis manos llevaba como título Las desventuras del joven Werther, de Goethe. Aquel borrador del dibujo hecho por Adela de los ojos saltones de Miguel hizo brotar en mí el compromiso por escribir tma obra de teatro que pusiera en las tablas y a través de un personaje su "mirada poética especial sobre el amor, la muerte y la vida". Segunda: Antonio me llevó al escenario donde había retratado a Miguel con los ojos más luminosos de toda la historia del modesto lápiz Desde que llegué a Madrid, siempre acudía durante las mañanas de todos los 27 de marzo (Día Mundial del Teatro) a la colocación de la bufanda blanca para que


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quedase colgada del cuello de la estatua de Valle Inclán en el Paseo de Recoletos, y allí siempre encontré a Antonio. Además, pensé en que si quería relacionarme con los autores de teatro, lo mejor era presentarme en los estrenos. Lo hice, y esta decisión me aportó la consolidación de la amistad con Buero, ya que él, acompañado de su esposa o de uno de sus hijos, iba a casi todos ellos, y yo, cuando terminaban las funciones, le esperaba a las puertas de los correspondientes teatros para saludarle y dialogar sobre muchísimos temas: hasta de Teología, que le encantaba. Según iba leyendo los libros sobre Miguel, percibía cierta confusión'acerca de la cárcel en que Antonio y Miguel se encontraron. Tanto es así que algunos expertos (todavía vigentes y reconocidos) escribían al pie de la típica foto del retrato que ese encuentro se había producido en la cárcel de Ocaña; por lo que, cuando faltaba una semana para la Navidad de 1985, desde Fuentes de Cuéllar (Segovia) escribí una carta a Buero para que me ayudase con detalles sobre la descripción de la escena de aquel encuentro. Con fecha de esa Nochebuena me respondió con esta octavilla de cartulina blanca escrita por ambas caras: de la que reseño el párrafo referente a su convivencia con Miguel:

"Yo estuve con Miguel en la prisión de Conde de Toreno (plaza del mismo nombre), un antiguo convento que desde ,_hace años es solar y del que sólo queda la iglesia. Estuve allí con él desde diciembre de 1939 (yo ya llevaba meses allí; a él lo trajeron -de Orihuela) hasta septiembre de 1940, en que a él lo trasladaron (ya conmutada su pena de muerte) a Palencia. Lo principal de aquella convivencia lo he relatado en mi artículo Un poema y un recuerdo ... " Hasta el fallecimiento de Buero (30-042000; por cierto, en 2010 también celebramos el décimo aniversario de su paso "al Otro Barrio, si es que existe", expresión que tantas veces él usó cuando me hablaba de lo que yo llamaba "Trascendencia"), solía verle en todos los estrenos e incluso seguía pasando por su casa para llevarle naranjas del Bajo Segura; y, tan cabezota como huertano de la Vega Baja que soy, por tratar de conseguir al máximo la :vivencia y la visión que Antonio tuvo y tenía de Miguel, casi siempre que le veía, le pregUntaba: -¿Cómo era Miguel? -Era un ángel -me contestaba repitiendo la expresión como cuando un anciano dice o cuenta algo, para después añadir-: Bastaba fijarse en sus ojos, siempre con la J!lirada más limpia que he conocido. Tercera:

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muy deteriorada por el cáncer de mama que le detectaron a mediados de 1985, desde que había muerto su hijo (el de "Nanas a la cebolla" y marido de Lucía) hacía ya más de un año, sólo se dedicaba a cuidar palomas en esa terraza y de que, además, le habían Pero volvamos avisado con anterioriatrás en el tiempo en dad de que un cura más de diez años del deseaba hablar con encuentro tan revelaella. Esto último no dor en casa de Lucía, me gustó y, mientras porque en las navidasubíamos por el asdes de 1985 al 1986 censor, iba reflexiocomencé a escribir el La mirada limpia de Miguel nando sobre cómo borrador de Sólo por retratada a lápiz por Antonio Buero Vallejo debía yo "romper el amor odiado y, como . con suma delicadeza. hielo" me faltaban muchos datos sobre el poeta, Pasamos, nos saludamos y Josefina, pensé en bajar a la Vega de Orihuela una con gestos y con pocas, sólo las necesarias, vez ' pasadas las fiestas y, de paso, en acerpalabras, nos señaló un sofá para que nos carme hasta Elche por si lograba entrevistar sentásemos. Una vez acomodados, ella a Josefina Manresa, pues sabía por los cogió una silla muy sencilla y se sentó frenmedios ' de comunicación que residía en la te a nosotros dando su espalda a una pared Ciudad de las Palmeras desde hacía muchísimos años dedicada a ordenar todo el legablanca de donde pendía el famoso retrato . do de Miguel ya ganarse el pan trabajando que Buero le hizo a Miguel enmarcado con como costurera. Así que, hacia mitad de unos bordes de madera que cercaban el enero de 1986 y acompañado sólo de Asun . papel de barba justo por los cuatro lados y Pedro (ya que Lucía tenía otros compropor donde éste terminaba. Qué escena: si misos), por fin pude ver a la esposa de hubiese tenido allí una cámara de fotos, Miguel. hubiese inmortalizado aquel momento: el Mis amigos, que habían pensado en pequeño cuadro y ella vestida de negro, todo, traían un radiócasete enorme para sentada en la más humilde de las sillas de grabar la entrevista. La tarde era lluviosa y su casa y, tras sus gruesas gafas, con unos ya había oscurecido. Atravesamos el ojos ... ¿acabados?, ¿ausentes?, ¿ajenos?, Vinalopó por el Puente de Canalejas y ¿idos ... ?, imposible encajarlos dentro de enseguida dimos con la Plaza de Baix. es tos términos ... Dejamos a nuestra espalda la puerta princiPero lo que sí que adiviné de inmediapal del Ayuntamiento, llamada también "La to fue que aquellos ojos estaban preñados Torre del Consell" que culmina con "La de una infinita tristeza ... torre del reloj de Calendura", y entramos -¿Queréis que os enseñe el palomar? por la primera vía que encontramos a nues-nos preguntó ella. tra derecha, calle muy angosta en la que en -No disponemos de mucho tiempo tm edificio de unas ocho alturas vivía contestó Pedro- y está lloviendo. Josefina ocupando uno de los pisos de la Josefina volvió a sus ojos tristes y última planta abierto a tm ático o, dudo en quedó inmóvil ... , supuse que a la espera de este momento, a una ter:raza superior. Asun mi intervención. Asun, con un leve toque y Pedro me habían hablado .de que ella, ya de su codo sobre mi brazo, pidió mi asen tiJosefina me grabó al aguafuerte que, ante la barbarie de todos sus detractores, la única represalia de Miguel fue la de ofrecer y mantener "sólo por amor" su mirada estallada hacia las estrellas


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miento para comenzar la grabación mientras colocaba su dedo índice sobre la tecla record del radiocasete. "Larra fue periodista y escritor, pero yo no soy periodista", pensé con todos mis respetos hacia estos formidables profesionales con vocación de reporteros sobre lo que observan a través de sus sentidos, "sólo escritor", oficio que me da licencia a introducir mi situación en lo que describo con el resultado de sentirme como un personaje más y perdido entre todos los que componen la narración; de hecho, siempre escribo en primera persona, de lo que, según el propio Buero me advirtió en su primera carta (un folio a dos caras de su puño y una letra muy pequeña), "hay que huir siempre que se pueda para que la Escritura pase a ser arte". Sé que en esto nunca le hice caso, pero soy consciente y consecuente de que corro ese riesgo: no escribo por arte; mi escritura no es más que la lanzadera o catapulta de lo que va configurando mi existencia con la única finalidad de que algún día pueda ser sintonizado por otros en el dial de unas vivencias similares. Por esto, hice un gesto a Asun para que apartara la grabadora, ademán que ella entendió perfectamente y que, tras la salida de la casa de Josefina, incluso me agradeció. De pronto, vino a mi mente la frase que Buero me dijo a las puertas del Bellas Artes después del estreno de Bajarse al moro ("Nunca hemos de agachar la cabeza cuando se nos ha condenado por algo injusto") y, orgullosamente decidido pero con mucha ternura, levanté la mirada y susurré a Josefina: -Soy cura, pero no como Luis Almarcha, ni tampoco como Pablo Barrachina, obispo de aquí, que se opuso desde sus púlpitos' a que se restableciera la democracia en España y que presume de que durante la guerra civil dejó temporalmente el seminario para incorporarse como voluntario a una columna falangista; es más, él siempre tuvo, sobre todo en la

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Transición, y sigue teniendo su propia "policía" (chivatos, espías ...) que le ponen al tanto de todos los movimientos que considera subversivos dentro de la diócesis. Recuerdo que allá por el 1975 estaba reunida la asamblea de la HOAC (Hermandad Obrera de Acción Cristiana: un movimiento de base excepcional) en un colegio a las afueras de la ciudad de Alicante y, al enterarse, fue él mismo quien llamó por teléfono al gobernador para que enviase al centro escolar a la policía nacional con la orden de que los retuvieran allí durante todo el fin de semana (una vergüenza: los niños, en una clase; las mujeres, en otra; los hombres, en otra; ordenaron a todos los adultos que se desnudaran y, de esta forma, de uno en uno y con el carné de identidad en la boca, les fueron fichando). A finales de la década de los sesenta, un grupo de curas de la diócesis, encabezados nada menos que por uno de sus principales canónigos, Enrique Soriano Antón, firmaron un manifiestd al obispo Barrachina exigiéndole un cambio copernicano en el planteamiento de la pastoral que él y su camarilla ejercían al margen de las necesidades del pueblo. En esta proclama, llamada "Carta de los 72", los presbíteros se negaron a celebrar misas en sus correspondientes parroquias si no se tomaban urgentes decisiones de acuerdo con los principios del Vaticano II, y este prelado, que nunca disimuló su actitud rencorosa e incluso vengativa, persiguió de uno en uno a todos los que habían firmado la carta y les fue haciendo la vida imposible hasta que muchos se secularizaron; y a algunos de los que quedaron les suspendió a divinis mientras impuso al resto la sibilina represalia de destinarles él. parroquias regentadas por sacerdqtes del Opus o por miembros de otras congregaciones retrógradas con el disimulado objetivo de minarles poco ,a poco hasta que ellos mismos, encontrándose asfixiados, se largasen u optasen por quedar reducidos a otros menesteres ajenos ,a la pastoral. Josefina,

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éste es el obispo que me ha desterrado por escribir una obra de teatro que Miguel hubiera podido muy bien firmar. No soy ni de Almarcha, ni de Barrachina, ni de los jerarcas que oficialmente defienden la vida y que en la práctica dejan que los que no piensan como ellos mueran desahuciados. Soy de Miguel, de quien siempre me he sentido orgulloso por sus espléndidas denuncias ante los que, de forma ruin y miserable, manipularon o instrumentalizaron al ser humano. Según iba yo hablando, al principio de forma musitada para terminar en tono grave pero potente, los ojos de Josefina aparcaban la tristeza y pasaban al brillo necesario que requiere el notable interés y la considerada afabilidad. ....:....cracias. Veo que usted sí comprende que mi marido fue "carne de injusticia". ¿Qué quiere que "le diga de Miguel...; que fue un ingenuo, en el buen sentido de la palabra, durante toda su vida ...; que fue tan generoso que nunca desconfió de nadie ... ; que fue comprensivo incluso con los que le odiaban ... ? -Conozco la calidad humana de Miguel, Josefina. Vengo desde un pequeño pueblo de la provincia de Segovia hasta Elche porque sólo quiero saber cómo usted y él vivieron las úlfimas semanas de su vida y qué pasó en los días posteriores a su muerte. Aquella "toda una mujer", con la cabeza algo inclinada sobre su propio regazo a causa de los años y de la enfermedad del cáncer, nos dedicó, con voz mu)' apagada pero con un atisbo de brindis, unas de las palabras más enternecedoras de todas las que en mi vida he escuchado: -Su vía crucis penitenciario o, si quieren ustedes, final tuvo trece estaciones (así llamo yo a las prisiones por donde pasó), y la decimotercera y última tuvo que ser en su .querida tierra, en Alicante, en el Reformatorio de Adultos: vaya nombre más absurdo y con más contradicción, porque

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¿de qué se intentaba reformar a aquellas personas presas? Le trajeron del Penal de Ocaña ya afectado por una bronquitis, pero antes de Ocaña había estado en Palencia: en esta prisión fue donde quedó tocado por una neumonía; ambas enfermedades pronto desencadenaron, ya en Alicante, un tifus agudo que luego se transformó en la temible y terrible tuberculosis. Miguel podía haberse salvado (es algo que muy pocos saben), porque el Reformatorio de Alicante no podía admitir a presos sentenciados a treinta años. Miguel, que siempre fue un cabezota (cabesúo, dicen a la Vega Baja), luchó para que le trasladaran a la prisión más cercana de su madre, de nuestro hijo Manuel Miguel (Manolillo, le llamaba él) y de mí; pero en principio debía ser trasladado a la cárcel de San Miguel de los Reyes, en Valencia. De haberse cumplido la primera orden, que ahora nos parece intrascendente, quizás el azar le hubiese dado la salud, porque cerca de Valencia, en lm lugar rodeado de pinos, en plena sierra (ahora quemada por los incendios pero que entonces nada tenía que envidiar a las del interior de la Península), estaba, y aún está, el Sanatorio Antituberculoso de Porta Coeli. Así p}.1es, por una vez, se atendieron las razones de Miguel y en la mañana del 25 de junio de 1941 fue conducido y custodiado hasta la estación de Atocha, de donde partió hacia Alicante. Desde la parada que el tren hizo en Alcázar de San Juan escribió una carta a Aleixandre diciéndole que por fin se iba a encontrar con nosotros. Él pensaba que en la tarde del día siguiente ya estaría en Alicante, pero le hicieron bajar del tren en Albacete y le retuvieron durante cuatro días en la Prisión Provincial. Por fin, el día 29 de junio llegó a Alicante, pero cuando lo bajaron del tren y sólo vio en el andén a su hermana Elvira, una infinita tristeza se apoderó de él. La causa fue que su último telegrama le llegó a mi cuñada (que vivía en el número 15 de la calle Pardo Gimeno, barrio de Benalúa, muy cerca del


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Reformatorio) con el tiempo tan justo que a nadie pudo avisarnos de su llegada. Tras quedar ingresado, tuvo que cumplir, para más inri y según las leyes vigentes, el correspondiente periodo de cuarentena; transcurrido este tiempo de aislamiento, le condujeron al número 100 de la cuarta galería. Total, que Manuel Miguel y yo no pudimos visitarle hasta que pasaron más de tres semanas. Un mes antes de que acabara el año 1941, su enfermedad comenzó a mani- . festarse con síntomas muy graves, por lo que decidí irme a vivir a la casa alicantina de mi cuñada; de este modo, permanecía cerca de él para poder atenderle y evitaba el tener que hacer viajes de ida y vuelta entre Cox (pueblo junto a Orihuela donde teníamos nuestra casa) y Alicante. A primeros de 1942 la fiebre ya se adueñó de él hasta el final. La víspera de Reyes escribe a <su madre: "Por fin, después de dos años y medio de prisiones sin cama, llevo 37 días durmiendo en una de la enfermería de la prisión". Llegó marzo y ya su cuerpo era un mar de heridas curadas a veces con trapos sucios, pues en aquellas enfermerías no disponían de material esterilizado, por lo que siempre que me lo permitían iba a verle y aprovechaba para llevarle más de tres kilos de algodón y gasa. Sus notas comenzaron a llegarme en fragmentos arrugados de papeles, sin fecha, con letras de distintos compañeros que mostraban que habían sido escritas al dictado de Miguel y que los sacaban de la enfermería bajo las tapaderas de las lecheras, por lo que los papeles venían empapados hasta tal punto que tenía que colocarlos sobre la tapadera de la olla puesta al fuego para que se secaran y pudiera leerlos. En tilla de >esos papeluchos me mandaba el mensaje con su decisión de casarnos por la Iglesia. Enseguida supe que aquella decisión no la había tomado por él mismo sino por algunos que le estaban forzando para que se retractara de su vida anterior aprovechándose de que su salud era extremadamente delicada, pues tanto

Miguel como yo siempre dimos como válida la celebración de nuestro matrimonio civil en plena contienda, precisamente en Orihuela, a la una de la tarde del 9 de marzo de 1937. De inmediato, acudí a la cárcel y un funcionario me explicó que, según la nueva legalidad que Franco había impuesto, el matrimonio civil se consideraba nulo: Hablé con Miguel sobre esta noticia de la "renovación forzosa" de nuestra boda y me comentó entre irónico e indignado: "Total, que a estas alturas somos una pareja de tórtolos solteros". Pero, ya con tristeza, añadió: "Esto que tengo en los pulmones va cada vez a más; si, como nos aconsejan Almarcha y sus monaguillos, nos casamos, los derechos de lo que he escrito pasan también a ser tuyos y de Manolillo, y tal vez en un futuro os aporten algo". Como yo siempre había sido muy beata pese a que Miguel me repetía una y otra vez que la beatería no servía para nada y que lo que importaba era la lucha comprometida por la justicia, un día antes de aquella farsa de boda fui a la iglesia de San Nicolás para confesarme con el padre Vendrell, también jesuita, quien había conocido al Miguel niño y alumno, pues fue su profesor en el colegio de Santo Domingo de Orihuela. Estuve till rato arrodillada ante la rejilla del confesionario sin decir siquiera el "Ave María purísima" y el sacerdote ya daba muestras de mosqueo pues t~nía que seguir yo con aquello de "padre, llevo tanto tiempo sin confesarme y me acuso de .. . " Mientras él esperaba impaciente, me, armé de valor y le solté: "Sólo me puedo acusar de que mi marido se est4, muriendo en la cárcel y yo es toy harta de sufrir". A lo que él me contestó con tono de jerarca: "La Iglesia no es culpable de eso; la culpa la tienen los hombres". Me marché sin replicarle y desde ~ aquel momento dejé la be,a tería y pasé a ser reivindicativa de los derechos que yo tenía. Al día siguiente, 4 de marzo de 1942, tuvo . lugar la ceremonia católica, por no decir patética, in articulo 'mortis en la enfermería

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del Reformatorio: la ofició el capellán de la prisión, Salvador Pérez Lledó, con la presencia de mi cuñada y de dos reclusos, Fausto y Teodomiro, que hicieron de testigos. Al cabo de tres días, quedó ya inmóvil y sólo podía hablar, más con los ojos (casi siempre los tenía abiertos) que con los labios. Ante esta situación, él sabía que la única posibilidad de salvación dependía exclusivamente del sacerdote y jesuita Luis Almarcha Hemández, quien había apoyado a Miguel (ya de niño) sólo en los casos en que el cabrero poeta se había decantado por la poesía religiosa, pues una vez acabada la guerra, además de ser el Vicario de la Catedral de Orihuela, el Nacional Catolicismo y la Dictadura le había condecorado con tan innumerables. títulos que podía lograr en esa época cualquier favor de Franco: con decirles que hasta . era Consiliario Nacional de Sindicatos y procurador en Cortes por designio directo del Dictador.. . Dicho de otro modo, si Almarcha hubiese querido, habría conseguido en tan solo un día la libertad vigilada para MigueL Pero mi marido sabía muy bien que no pasaría por pagar precio alguno para conseguir la libertad sin límites que él ya se merecía. Unos días después de aquella humillante boda, Miguel me pidió que hablase con Almarcha para que le concediera el traslado al Sanatorio Antituberculoso de Porta Coeli (Valencia). La respuesta de Almarcha, a través de su correligionario Vendrell, fue contundente: "Sí. Pero antes ha de renunciar a todo lo que ha escrito después del auto sacramental Quien te ha visto y quien te ve (-en contra de lo que se ha hecho en la mayoría de las publicaciones, Miguel siempre escribió este título sin tildes-), y sobre todo ha de firmar un documento que diga claramente que ni en España ni en Hispanoamérica jamás se haga ni una sola edición de Viento del pueblo". Ni mi marido ni yo (después de lo que Vendrell me dijo en el confesionario de San Nicolás) aceptamos aquel descarado chan-

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taje. Pese a esto, el estado de desahucio en el que los médicos habían dejado a mi marido (no hacía más que repetir: "Si no me sacáis de aquí, me muero") debió saltar hasta Madrid, porque con fecha de 21 de marzo llegó el siguiente mensaje: "Se autoriza el traslado del recluso Miguel Hemández Gilabert de ese Reformatorio al Sanatorio Penitenciario de Porta Coeli". Pero ya era tarde: ningún médico quiso asumir la responsabilidad no ya de trasladar sino de tan solo mover aquel cuerpo, casi cadáver, de la cama en que yacía. El día 27 Elvira y yo nos acercamos para verle (quién nos iba a decir que aquella era la última visita), aunque sin el niño. Con las pocas lágrimas que podían manar de aquellos ojos hundidos en los huesos me repetía: "Lo tenías que haber traído. Lo tenías que haber traído ... ". Tenía la ronquera de la muerte. Palpé sus pies: los tenía helados y con rodales negros. A la mañana siguiente, temprano, entré en la portería del Reformatorio y para poder pasar intenté dejar la bolsa en la taquilla tal nos obligaban a hacerlo a todos los visitantes. Los carceleros me la devolvieron mientras sus miradas, fijas en mis ojos, hablaban por sí solas. Salí del edilicio, corrí· pisando mis lágrimas hasta llegar a la casa de su hermana y le dije que Miguel había muerto. Era el 28 de marzo de 1942, Sábado de Pasión, víspera de Domingo de Ram?s. Más tarde, supe por Joaquín Ramón Rocamora, también recluso y entrañable compañero que hizo suyas las últimas horas de Miguel pues los enfermeros de imaginaria ya no querían atenderle debido al hedor que desprendían sus llagas, que mi marido tuvo fiebre durante toda la noche, que le pedía aire y que él con un cartón le abanicaba sin parar para facilitarle mínimamente la respiración y que le miraba como si le hablara, con los ojos abiertos, siempre abiertos. Le pregunté .que cuáles habían sido sus últimas palabras, y me contestó que se pasó toda la noche llamando a su madre y a Manolillo, que, ya al final, de su


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ronca garganta salió una estremecedora frase: "¡Ay, Josefina, qué desgraciada eres!" y que, poco después, a las 5'30 de la madrugada dejó de respirar. Los internos más íntimos de Miguel aprovecharon aquel amanecer para poner a salvo todos los papeles que el poeta había usado en sus últimos escritos y que se encontraban desparramados bajo su cama, metiéndolos en dos bolsas que ocultaron y que días más tarde entregaron a la familia. Ramón Pérez Álvarez, y Luis Fabregat Tarrés, compañeros reclusos que ya habían estado encarcelados junto a Miguel en el Seminario de Orihuela (el Vaticano dio permiso a Franco para que durante años dejase de ser seminario y se convirtiese en lo que los habitantes de toda la Vega llamábamos "Prisión de San Miguel"), este último, Luis, testigo de los últimos días del poeta por ser además cuñado de su hermano Vicente, cuando vieron aquellos ojos abiertos pero sin vida intentaron cerrarlos, pero no lo lograron. Antes que ellos, ni el enfermero de imaginaria, Vicente Beneyto Saura, ni el auxiliar, BIas Parreño Morell, tampoco lo consiguieron después de presionar insistentemente con sus dedos sobre aquellos párpados para que se deslizaran y dejasen oculta la mirada de Miguel fija en el infinito. El cadáver lo pasaron de inmediato a la sala de duchas, mientras los reclusos más íntimos fueron al despacho del director del Reformatorio para pedirle que les dejara elaborar una mascarilla del rostro del fallecido, pero les denegó el permiso con el argumento de que debía ser solicitado a la Dirección General de Prisiones. Vista la negativa, el compañero Ramón (del que ya he hablado, pues fue uno de los que intentaron cerrarle los párpados) llamó al escultor y también preso José María Torregrosa y, burlando la vigilancia, conscientes de que se exponían a un severo castigo, ambos fueron a las duchas donde José María realizó los dos dibujos a lápiz que inmortalizaron el rostro del amortajado cadáver de Miguel. Cuando María

Zambrano vio posteriormente, estos dos dibujos los calificó de "ardientes y sobrecogedores retratos". Encargamos un ataúd sencillísimo de madera de pino donde los funcionarios introdujeron el cadáver para cerrarlo de inmediato, pues, debido al estado en que se encontraba (en los mismos huesos), no querían que nadie lo viese. A media tarde lo pusieron en el patio de la prisión y la dirección del Reformatorio permitió que los presos desfilaran ante el féretro y que la banda de música formada por los mismos internos tocase la Marcha fúnebre de Chopin. A continuación, lo sacaron a la calle, donde un humilde .coche de caballos esperaba aparcado. Una vez dentro del carruaje, nos pusimos en marcha hacia el cementerio: ¡sólo cinco personas formábamos la comitiva: mi cuñada Elvira, su vecina Consuelo, el pintor Miguel Abad Miró, el dibujante y caricaturista Ricardo Fuente Alcocer (que había compartido celda con mi esposo y que era hijo del fundador de la Hemeroteca Municipal de Madrid y que también había sido director de El País en su etapa republicana) y yo!

Uno de los dos dibujos que José María Torregrosa hizo a escondidas del rostro del cadáver de Miguel (Fotografía de los Herederos de M. H.)

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Llegado este momento de la narración, las lágrimas querían salir a borbotones por mis ojos, pero, para que Josefina, Asun y Pedro no se dieran cuenta de mi emoción, intenté retenerlas con una fuerza tan extraordinaria como desconocida aunque manteniéndome siempre en la angustiosa espera de que en un segundo se desbordarían por el dique de mis párpados inferiores para caer en cascada por mis pestañas. Siempre que me acuerdo de aquella comitiva tras el féretro de Miguel ~ompuesta por cinco personas, mis ojos se humedecen y me piden que los alivie; incluso ahora, en este momento en que estoy escribiendo estos recuerdos, no puedo evitar que mi mirada se enturbie de impotencia, como también mis lágrimas atravesaron la presa d e mis párpados cuando Nieves Concostrina nos contó desde su cuna Polvo eres (Radio 5 Todo Noticias) o desde su espacio El acabase (dentro del programa Na es un día cualquiera, que dirige Pepa Femández en Radio Nacional de España) el entierro de Antonio Machado en Colliure (Francia): Nieves lo sabe muy bien. Para ocultar mi emoción interrumpí a Josefina sin poder ahogar del todo el inicio de un sollozo: -¿Por qué no estuvo el padre de Miguel? Jo.sefina, que seguía maravillosamente encorvada, tomó el hilo, siempre pausado pero firme, de su confesión. -Retuvimos a su madre Concheta en Orihuela porque se nos iba muriendo de pena ... Usted, que es de la Vega Baja, sabrá aquello que el padre decían a sus hijos cuando éstos molestaban: "Que me quito la correa". -Era la amenaza por si no cumplíamos lo que nos habían mandado. .. -Pues en algunas ocasiones estas palabras en boca de su padre pasaron de ser simplemente una amenaza a convertirse en una cruel realidad, y le pegaba no ya sólo por sus desobediencias más o menos comunes en los niños o adolescentes de

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principios de siglo, sino por el solo hecho de encontrárselo sentado por cualquier rincón con un libro entre sus manos . Mi suegro siempre lo tildó de "garbanzo negro de la familia" y ni en tan sólo una ocasión fue a visitarle en ni siquiera una de las trece estaciones de su vía crucis carcelario. Con estos antecedentes, cuando al día siguiente de su entierro le dieron la noticia del fallecimiento de su hijo, él, que en ese momento se encontraba a la puerta de su casa en la calle de Arriba de Orihuela, bajó la cabeza para hacer este frío, seco y terrible comentario: "El se lo ha buscado". Nos quedamos de piedra. Josefina, pese a que era consciente de que sus últimas palabras nos habían impactado hasta tal punto de dejamos sobrecogidos, continuó con decisión: -El camino al cementerio era largo, con bancales a uno y otro lado donde algunos labradores cavaban con legones y azadas, quienes, apoyándose en los riñones, se incorporaban, se quitaban el sombrero y se quedaban durante mucho rato mirando el entierro. Cuando por fin llegamos al cementerio de Nuestra Señora de lm¡ Remedios (no sé por qué ahora se le llama "Cementerio de Alicante"), nos comunicaron que nadie podía quedarse a velar el cadáver de mi esposo, pues en algunas noches aún se llevaban a condenados ante sus tapias para ser fusilados. Pasamos la noche sin acostamos en casa de su hermana E1vira e hicimos el "velatorio sin cadáver". A las 10 de la mañana del día siguiente, Domingo de Ramos, le dimos sepultura en el nicho 1.009 ante la presencia de : 'una prima mía, de Cox; mi tío, hermano de mi madre; mi cuñada E1vira y su marido; Vicente, hermano de . Miguel; Ismael; Miguel Abad Miró; Ricardo Fuente Alcocer; mis tíos, los de la calle San Nicolás, en cuya casa me quedé a vivir después; dos hombres que vinieron de Orihue1a con Justino Marín Gutiérrez


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(hermano del fallecido "Ramón Sijé", pseudónimo de José Marín Gutiérrez, a quien Miguel le dedicó una de las elegías más bellas de todas las que se han escrito); y una servidora'. Por cierto, a este último que he nombrado, Justino, hermano de Sijé, le extrañó que lo metieran en el nicho por la parte de los pies ... -¿Cómo ha dicho? -pregunté cortándole. - Pues que la cabeza del ataúd quedó en la boca del nicho ... -Como a los clérigos. - ¿Yeso? -¿Ha visto usted algún funeral de un obispo o de un cura? -Pues no. - Fíjese bien en esto: cuando fallece alguien y lo entran en la iglesia, o lo sacan, o simplemente lo conducen al cementerio, se dice que hay que llevarlo "con los pies por delante"; sin embargo, el Ritual de Exequias dice que cuando se trata de un sacerdote o de un obispo, el féretro se debe conducir siempre con "la cabeza por delante" y nunca con los pies, y ha de colocarse en la tumba justo al revés del resto de los mortales, pues de esta manera el cadáver queda mirando la cruz de la cabecera de la sepultura. -¿Quiere decir con esto que el hermano de Sijé tenía razón y que a mi marido se le dio sepultura como si fuese un cura? -Exacto -contesté mientras Josefina, Asun y Pedro reían a carcajadas. -Si lo hubiese sabido antes, le habría escrito a monseñor Almarcha para comunicárselo y habría podido observar sus reacciones -y, después de que sus risas cesasen, continuó-: -Esto que acaba de decirme me lleva a concluir todos estos recuerdos con un detalle significativo que retrató la pésima burocracia de aquella España franquista : pese a que mi marido ya estaba muerto y enterrado, el sumario 21.001 de su proceso judicial siguió su curso como si él aún

estuviera vivo y encarcelado; y así, en 1944 (dos años después de fallecimiento), precisamente el mismo año en que Luis Almarcha, ahora seleccionado de la terna propuesta por Franco y proclamado monseñor por el papa Pío XII, entraba como obispo en la diócesis d e León, la Comisión Central de Examen d e Penas del Ministerio del Ejército emitió un certificado .de resolución a favor del "recluso" Miguel Hernández Gilabert donde se le conmutaba la pena de treinta años por la de veinte años y un día; es decir, que aquellos ministros, que sabían que mi esposo estaba bien muerto, con descarada burla e insultante escarnio habían adelantado en diez años su salida de la cárcel, que se hubiese d ado e1 4 de mayo de 1959 (diecisiete años y seis días después d e aquel fatídico 28 de m arzo de 1942, Sábado de Pasión).

Franco y Almarcha se saludan cuando éste ya era obispo de León (Fotografía de los Herederos de M. H.)

N os despedimos de aquella mujer (¡bendita y santa mujer que tanto había sufrido por asumir la injusticia con la que la sociedad, ¿cainita, represora, reprimida, dividida, ausente, dormida, enfrentada, en continua guerra?, había matado a u marido·!) y salimos a la calle donde la llu era más intensa. Asun envolvió el ram

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Tristes guerras si no es amor la empresa. Tristes, tristes. Tristes armas si no son las palabras.

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Tristes, tristes. Tristes hombres si no mueren de amores. Tristes, tristes.

A telón bajado (solo de tambores que "rompen la hora"): Tras la vida que surgió de los ojos abiertos de Miguel (Os reitero que soy escritor y no periodista, por lo que podéis suponer que la confesión que Josefina nos hizo nunca se podrá equiparar en cuanto a su literalidad a la escrita en el apartado anterior, pues hubiera sido imposible memorizar todas las palabras y en el orden en que nos las dijo; pero os aseguro que el sentido de su respuesta ha sido trascrito aquí con la máxima fidelidad y que ella confió plenamente en nosotros a partir del momento en que, con la valentía digna de Buero o de Hemández, yo le comuniqué la actitud tan nefanda y tan fascista del obispo Barrachina: todo lo que le dije de este monseñor es verdadero y está documentado en la prensa de aquellos años -Cambio 16: precisamente el número que salió con ocasión de los últimos fusilamientos ordenados por Franco; El País y toda la prensa del 78, año en se proclamó la Constitución; artículos suyos en El Alcázar; etc.-, y me callo sobre algunos aspectos de este prelado porque, pese a que a través de parte del clero pasan de boca en boca, permanezco en la duda, por no poder argumentarlos, de que sean simples bulos inventados o de que sean acciones suyas veraces). Con todos estos datos tan valorados y tenidos como la mejor bibliografía sobre la pasión, muerte e insurrección del poeta oriolano, terminé la obra de teatro Sólo por amor odiado.

Sin embargo, aquellos ojos abiertos, sobre los que la esposa de Miguel nos habló, me dejaron sorprendidamente admirado pero también preocupado y, por el gusanillo de ahondar más en la muerte y sepelio de mi paisano, pues mi aprecio hacia él era y es galopantemente progresivo, inicié una investigación. En 1992, Cincuentenario de la muerte del poeta, se celebró durante el mes de mar~o en Alicante, Elche y Orihuela el 1 Congreso Internacional sobre Miguel. Por razones de trabajo no pude asistir ni siquiera de oyente; pero en la primavera y en el verano de ese año, mientras lloraba la muerte del cura obrero Jesús Ezcurra (con el que conviví varios años en el barrio valenciano de Benicalap) acaecida en enero como efecto de un fulminante infarto bajo un naranjo de la huerta de Carlet (Valencia), en donde, habiendo dejado sus títulos universitarios e incluso su plaza de funcionario, se había solidarizado con una colla de tarongers, tuve acceso a los borradores de algunas de las ponencias de este Primer Congreso que serían editadas un año después. Entre los testimonios encontrados fui enseguida a aquellos que hablaban de los ojos de Miguel y encontré el del pintor Miguel Abad Miró (una de las cinco personas que acompañaron al cadáver desde el Reformatorio hasta el cementerio), donde


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narraba que, antes de introducir el ataúd en el nicho situado casi a ras de tierra, él y el dibujante Ricardo Fuente Alcocer decidieron abrir la caja porque no sabían si el cadáver estaba vestido o desnudo, ya que, según nos dijo Josefina, nadie había abierto el féretro desde que los funcionarios lo habían cerrado, y vieron que "el cadáver era extremadamente flaco, con la cara tan de color rojizo que brillaba corno si se estuviese hecha de porcelana y con los ojos tan abiertos que mostraban su color azul clarísimo ... ; tanto fue así que nos pareció un ninot de falla", por lo que ambos comentaron: "¡Ni siquiera le han cerrado los ojos!". Cuando, después del entierro, volvieron al Reformatorio, el director ya sabía lo que habían hecho y dicho; y, llamándoles al orden, les mandó callar con estas palabras: "Miguel no tenía los ojos cerrados porque no se le podían cerrar; es más, dormía siempre con los ojos abiertos porque estaba muy flaco". Este fenómeno de "los ojos abiertos en un cadáver" ha sido analizado de forma científica por José Luis Ferris en su libro Miguel Hernández. Pasiones, cárcel y muerte de un poeta (Ver "Bibliografía consultada" al final de este estudio, págs. 488-489), donde argumenta que el entonces director de la cárcel alicantina, Rico de Estasén, rectificó más tarde las palabras que antes había dicho a los dos compañeros y amigos del poeta que habían ejercido de sepultureros afirmando ahora que "el cadáver de Hernández no era el de un muerto cualquiera"; por lo que José Luis Ferris expone aquí con claridad lo que su estudio corrobora o tiene corno finalidad: "La enfermedad metabólica marcó la vida de Miguel". El médico José Pérez Miralles, por requerimiento del director de la prisión, elaboró y firmó un documento con fecha del 31 de marzo de 1948, en Alicante, que, resumido, venía a decir que no se extrañaba de que los párpados del cadáver del poeta no se pudieran cerrar por medios mecánicos, "ya

que padecía síndrome típico de hipertiroidismo con facies de terror (síntoma de Craus) con su traída de fijeza, insistencia y resplandor en la mirada". Y añade, citando a Marañón, que, debido a su taquicardia y exoftalrnos por insuficiencia palpedral, muchos de estos enfermos duermen con los ojos entreabiertos; y sigue añadiendo síntomas corno el de Dalrimple y el de Graefe: la mezcla de todos ellos "nos explicarían la imposibilidad que se tuvo de cerrar los párpados por los medios corrientes empleados". No soy médico, ni sé, ni creo que los lectores conozcáis cuáles son los significados científicos de los términos que cubren todos estos síntomas, pero lo que sí sé es qu~ "los ojos de Miguel ("Miguelito", diría mi maestro y gran actor de doblaje Salvador Arias) n o se pudieron cerrar y quisieron permanecer abiertos corno señales de sus ansias infinitas de vivir y corno testigos de que la vida le entraba por todos los sentidos y poros de su carne para devolvérnosla, ya trasformada, en pura poesía". Por desgracia, nuestra respuesta, ante aquellos ojos desbordados de tanta generosidad pero que también denunciaban nuestro egoísmo, fue la de matarlo, aunque sólo hubiese sido con el arma de nuestra desidia. Añado un poco de historia sobre la tumba de Miguel. Josefina era pobre y Miguel era un poeta prohibido: con deciros que el emblemático poema Nanas de la cebolla apareció por primera vez en el número 9 (correspondiente al mes de mayo de 1946) de la revista "Halcón", de Valladolid, con el título cambiado (Nana a mi niño) para que se pudiese publicar ... ; por lo que el nicho 1.009 del cementerio alicantino fue tapado con ladrillos enlucidos con una capa de yeso; pero, pasados unos días de aquel silencioso entierro, el pintor Miguel Abad Miró reunió a los más íntimos de Miguel para proponerles si podían costear entre

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A principios de 1952 todos una lápida, cuyo Josefina seguía siendo precio era de 700 pesepobre y apenas había potas, para adherirla al dido publicar tmas pocas yeso del nicho. 700 pesepoesías de su marido, tas era mucho dinero poeta algo conocido en para aquellos hombres Latinoamérica pero aún muy pobres, por lo que desconocido para nosoAbad Miró, que era pintros; pero en ese año se tor y el que más dinero iban a cumplir los 10 años ganaba de todo el grupo, del fallecimiento de decidió pagarla por su cuenta. Así pues, fue éste Fotografía, de la Agencia EFE, de la lápida Miguel y el Ayuntamiento de Alicante le quien la encargó, quien de la sepultura de Miguel, donde observamos dos errores: falta la metió prisas respecto al eligió el tipo de letra tilde en la "A" del apellido para el epitafio tan senci- y al año de nacimiento le sobra la última nicho 1.009: "O se adquiere la licencia municiletra (no MCMXI, sino MCMX) llo que estaba compuespal de este nicho a perpeto por una sola palabra tuidad por valor de 2.042 pesetas o los huede cinco letras, "poeta" y quien, semanas sos que hay en él van directamente a la fosa después, con la ayuda de todos los amigos, común". Josefina, preocupada porque no la colocó sobre el yeso aún húmedo del disponía de esa cantidad de dinero, acudió a nicho 1.009. Precisamente en el año en el Vicente Ramos y a Manuel Molina, quienes que se publicó por primera vez Nanas de la enseguida escribieron a Celaya, a cebolla, 1946, Buero salió de la cárcel con la Aleixandre, a Buero, a Cela ... La respuesta condición de que situase su domicilio fuera fue inn;lediata: este grupo de formidables de Madrid y, como entonces Carabanchel escritores organizaron una suscripción era independiente de la capital española, allí que se fue a vivir de forma vigilada, popular y el 29 de enero de 1952 se presenaunque me dijo que en varias ocasiones taron en el ayuntamiento alicantino para burlaba la vigilancia y acudía al Ateneo pagar los derechos y las correspondientes como lector de aquella distinguida bibliote2.042 pesetas. ca o para asistir a alguna tertulia. Sé que Buero, nada más salir de la cárcel, se propuso viajar hasta la tumba de su amigo Miguel, pero lo que no sé es.cuándo lo hizo: se nos fue antes de que intentara preguntárselo. Pero podemos suponer que antes de que ganara el Premio Lope de Vega de Teatro en 1949 viajó hasta Alicante y, allí, agachado y como nos cuenta en su artículo Un poema y un recuerdo (Ver "Bibliografía consultada"), escribió con uno de sus dedos sobre aquella fría y humilde lápida el verso que en ese momento recordaba de su amigo: Me llamo barro, aunque Miguel me llame.

De izquierda a derecha, Buero, Aleixandre y José Vicente Mateo ante la tumba de Miguel, en 1952. (Foto de los H. M. H.)


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Pero un año y ocho meses antes bolsillo un pequeño hueso. Josefina, de que Asun, Pedro y yo visitáseque se había dado cuenta, le gritó: mos a Josefina en aquella tarde de "Deje eso donde estaba. Lo que ha lluvia, ocurrió algo tremendo para hecho es una falta de respeto para Miguel". Sólo permitió que se extraella hasta tal punto que durante lo jesen los restos del ataúd negro de que duró nuestro encuentro la vimos notablemente afectada: por la pino donde había reposado el cadámañana del miércoles 23 de mayo ver de su marido y ordenó que se de 1984 encontraron muerto a guardasen para que más tarde fueran destinados al museo hemandiaManuel Miguel, el único hijo que le no que se pensaba hacer en quedaba al poeta (aquel que de niño Orihuela. De este modo, se tuvo le había inspirado el poema Nanas que poner una lápida nueva que de la cebolla). Pese al palo que este incluía el nombre de Manuel deceso supuso para Josefina, ella se Miguel. armó de valor y se enfrentó tanto al Después de 11 días en estado Ayuntamiento de Elche (que quería inconsciente como consecuencia del enterrarlo en uri nicho nuevo regacáncer · de mama que padecía, lado por el municipio a la familia) El nicho 1.009, correspondiente Josefina Manresa Marhuenda, nacicomo al Ayuntamiento de Alicante a la tumba da e12 de enero de 1916 en Quesada (que deseaba dejar incólume la de Miguel, tumba de Miguel y también estaba era el primero a . (Jaén), la que había sido la esposa de Miguel Hemández, falleció a las dispuesto a regalar un nuevo nicho . dos palmos del suelo, 17'15 del día 18 de febrero de 1987, para que allí se diera tierra al hijo como vemos en esta fotografía en Elche. Quiso que sus restos fuedel poeta). (Qué cosas: cuando nadie supo que Miguel había muer- propiedad de los ran a parar junto a los de Miguel y a HM.H. los de su hijo, por lo que el to, todos los gastos de caja, carnlaje, Aytmtamiento de Alicante obró en nicho, lápida ... corrieron a cargo de el cruce de carninas del centro del cementeunos pobres presos o que con anterioridad rio Nuestra Señora de los Remedios el habían sido reclusos, y ahora los ayuntamausoleo actual, digno de la fama y del mientos regalaban nichos, como si fueran pres tigio que el poeta no tramusos, al muerto matado tuvo en vida pero que ahora por todos). Al final se hizo lo y después de tantos años se que Josefina propuso: entelos reconocen oficialmente, rrar el cadáver de su hijo en compuesto de tres partes el mismo nicho, el 1.009, unidas pero distintas, que donde estaban los de su cubren los restos de Miguel, esposo, por lo que ella de Josefina y de Miguel misma quiso estar presente Manuel.' y dirigir la operación de Segunda lápida que se puso sobre De todos los que visitan exhumación realizada a las el mismo nicho la ciudad de Alicante son con motivo del fallecimiento del 16'45 horas del jueves 24 de hijo de Miguel, muchos los que se acercan a mayo. Cuando se quitó la donde observamos que los este cementerio para. dejar lápida y se abrió el nicho, un apellidos siguen sin tildes uno, dos o 'tres claveles rojos y la conversión de la cruz a exaltado se abalanzó sobre tamaño pequeño encima del brillante mármol la calavera para besarla, colocada ahora delante del año en blanco. Pero el humilde mientras otro energúmeno que murió el poeta. (Foto de los nichQ anterior, el 1.009, situaHM. H .) metía con disimulo en su

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do a la iz• DE LA CARRERA, quierda del NICOLÁS, El fondo del Dios de Micamposanto, guel Herya no es el nández, Verbo Divino, más visitado Estella (Nadel cementevarra), 1995. rio, porque • DE PACO, en la actualiMARIANO, dad está vaAntonio Buera Vallejo cío. en el teatro acMausoleo actual, en forma de huerto, donde reposan los restos Termino de Migu:l, tual' ·Escuela . y los de Manuel los de Josefma Miguel. (Foto de 1a H. M. H). S d este estudio upenor e con la expreArte Dramático de Murcia, 1998. sión de lo que siempre he admirado más de • DE PACO, MARIANO, Miguel Hernández, personaje dramático, Universidad de Murcia. mi paisano: Miguel Hernández asumió ya (En imprenta, a fecha de diciembre de 2009). en vida su destino trágico porque vivió 'con • DÍEZ DE REVENGA, FRANCISCO JAVIER pasión lo que él mismo iba expresando en y DE PACO, MARIANO, El teatro de Miguel cuadernos, en papeles de estraza o higiéniHernández, Universidad de Murcia, 1981. • FERRÁNDIZ HERNÁNDEZ, J6SANT, cos y en cuartillas arrugadas, ya que sólo por amor odiado, Obra de teatro inédita. Sólo una persona tan amante de la vida corno él • FERRÁNDIZ HERNÁNDEZ, J6SANT, La podía llegar a escribir: significación gráfica en la tradición de la escritura y edición de los textos dramáticos que el morir es la cosa más grande que (con Prólogo de HARO TECGLEN, EDUARDO), Asociación de Autores de Teatro, se hace. Madrid, 2004. (En este ensayo se narran algunos de los diálogos que el autor mantuvo con En Orihuela, su pueblo y el mío, Antonio Buera Vallejo). a 1 de enero de 2010. • FERRÁNDIZ HERNÁNDEZ, J6SANT, Ayer despedimos el 2009 con luna llena: "Oración a Buera: por tu lucha por la verdad, la libertad y la esperanza", en República de Miguel, que era "perito en lunas", las letras, 67 (noviembre, 2000), ACE nos señalará, con sus ojos abiertos y aún vivos, (Asociación Colegial de Escritores de ese sensible firmamento luminoso España). donde los seres humanos más explotados • FERRIS, JOSÉ LUIS, Miguel Hernández. siguen luchando por la justicia Pasiones, cárcel y muerte de un poeta, Temas de Hoy, Madrid, 2002. con las balas de las metáforas • G6MEZ PATIÑO, MARÍA, Propaganda disparadas por la única arma de su poesía. poética en Miguel Hernández. Un análisis de su discurso periodístico y político (19361939), Instituto de Cultura Juan Gil-Albert, Bibliografía consultada Alicante, 1999 . • ' GONZÁLEZ GARCÍA, JOSÉ, La escenifica• ALEIXANDRE, VICENTE, "Evocación de ción dramática en el Rojales del siglo XX, Miguel Hernández", en Los encuentros, Ayuntamiento de Rojales (Alicante), 2008. Guadarrama, Madrid, 1959. (Estudio histórico sobre el teatro en esta loca• BUERO VAL~EJO, ANTONIO, "Un poema lidad y que, además, narra algunos de los y un recuerdo", Insula, 168 (noviembre, 1960). homenajes que en la Vega Baja se hicieron a • BUERO VALLEJO, ANTONIO, Obra comMiguel Hernández y algunas de las visitas pleta (Dos tomos), (Edición de IGLESIAS FEIque Antonio Buera Vallejo hizo a esta tierra, JOO, LUIS y de · DE PACO, MARIANO), sobre todo por invitación de Alberto Espasa Calpe, Madrid, 1994. González Vergel, que puso en escena un gran


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número de sus obras de teatro y que fue uno de los legendarios directores de escena de los míticos Estudios 1, de TVE). • GUERRERO ZAMORA, JUAN, Proceso a Miguel Hernández. El Sumario 21.001, Dossat, Madrid, 1990. (Magnífico estudio, con detalles argumentados, de todo el proceso judicial contra el poeta, pese a que algunas de sus conclusiones son falsas) . • HERNÁNDEZ, MIGUEL, Ob~a poética completa, (Edición de DE LUIS, LEOPOLDO y de URRUTIA, JORGE), Alianza Editorial, Segunda ~dición, Madrid, 1984. • HERNANDEZ, MIGUEL, Obra completa (Dos tomos), (Edición de SÁNCHEZ VIDAL, AGUSTÍN Y de ROVIRA, JOSÉ CARLOS, con la colaboración de ALEMANY, CARMEN), Espasa Calpe, Madrid, 1993. • HERNÁNDEZ, MIGUEL, Las cartas a José María de Cossío, Instituto Cultural de Cantabria, Diputación Regional de Cantabria, Ediciones de la Casona de Tudanca, Santander, 1985. (Este libro facsímil incluye: ALEIXANDRE, VICENTE, Presencia de Miguel Hernández, y GÓMEZ, RAFAEL, Prólogo, estudio y notas) .

• MANRESA, JOSEFINA, Recuerdos de la viuda de Miguel Hernández, Ediciones de la Torre, Madrid, 1980. • SÁNCHEZ VIDAL,. AGUSTÍN, Miguel Hernández, desamordazado y regresado, Planeta, Barcelona, 1992. (Sin duda, uno de los mejores estudios que se han publicado sobre el poeta oriolano). • VV. AA., En tomo a Miguel Hernández (Edición de CANO BALLESTA, JUAN), Castalia, Madrid, 1978. • VV.AA., Miguel Hernández, cincuenta años después. Actas del I Congreso Internacional. Alicante, Elche, Orihuela, marzo de 1992, Comisión del Homenaje a Miguel Hernández, Alicante, 1993. • ZAMBRANO, MARÍA, "Presencia de Miguel Hernández", en Andalucía, sueño y realidad, Editoriales Andaluzas Unidas, BibÍioteca de Cultura Andaluza, volumen 8, Granada, 1984. • ZARDOYA, CONCHA, Miguel Hernández. Vida y obra, Hispanic Institute, Columbia University, Nueva York, 1955.Prólogo, estudio y notas). ·

Luis Almarcha Hemández, obispo de León

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Por las calles voy dejan algo que voy recogiendo: pedazos de vida m铆a venidos desde muy lejos~

Lleg贸 con tres heridas: la del amor, la de la muerte, la de la vida. Con tres heridas viene: la de la vida, la del amor, la de la muerte. Con tres heridas yo: la de la vida, la de la muerte, la del amor.

Ausencia en todo toco: tu cuerpo se despuebla. Ausencia en todo pruebo . tu boca me destierra. Ausencia en todo siento: ausencia, ausencia, ausencia.


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ANTONIO MACHADO, FEDERICO GARCÍA LORCA y MIGUEL HERNÁNDEZ

Los poetas del sacrifieio español

FRANCISCO ESTEVE RAMÍREZ

Director de .la Cátedra Miguel Hernández. Universidad Miguel Hernández

• " Junto a la cristalina, firme y aérea estructura de Rafael Alberti juzgo a estos tres poetas asesinados, Antonio Machado, Federico García Lorca y Miguel Hernández, como las tres columnas sobre las que descansaba la bóveda material y aérea de la poesía hispánica peninsular: Machado, la encina clásica y espaciosa que guardaba en su atmósfera y en su majestuosa severidad la continuación y la tradición de nuestro lenguaje en sus esencias más entrañables. Federico era el torrente de aguas y palomas que se levanta del lenguaje para llevar las semillas de lo desconocido a todas las fronteras humanas. Miguel Hernández, poeta de abundancia increfble, de fuerza celestial y genital, era el corazón heredero de estos dos ríos de hierro: la tradición y la revolución. PABLO NERUDA

(1978,217)

Antonio Machado, Federico Garda Lorca y Miguel Hernández representan la tragedia de la guerra civil española y simbolizan !él dignidad frente a la ignominia y la infamia ya que, tal como manifestó Miguel Hernández ( 2006, 2229), "el

poeta es el soldado más herido en esta guerra de España". Rafael Alberti (1990, 11), emulando el titulo de Tríptico del sacrificio asignado por Guillermo de Torre (1948) a Miguel de Unamuno, Antonio Machado y Federico Garda Lorca, sustituye a Unamuno por Miguel Hernández y les denomina como los poetas del sacrifico español: "Con Federico Garda Lorca y Antonio Machado es Miguel Hernández el tercer gran poeta del sacrificio español cuya vida y cuya obra fueron, como en el verso de Garcilaso de la Vega, antes del tiempo y casi en flor cortada" . .. y es que, en realidad, estos tres poetas fueron víctimas de una misma política de represión que en el caso de Garda Lorca adoptó la modalidad de fusilamiento, en Machado de exilio y en Hernández en lenta agonía carcelaria. El escritor cubano Juan Marinello ( 1943,34) escribía diez meses después de la muerte de Miguel Hernández: " La barbarie nazi-fascista apagó para siempre - o encendió para siempre, mejor-, tres grandes voces líricas de España, la de Federico Gat;da Lorca, la de Antonio M.a chado y la de . Miguel Hernández. No iJIlPorta si una fue segada por el plomo; la otra .por la pesadumbre de la ignominia y la última por la enfermedad que la cárcel franquista engendró y sostuvo. En cuentas estrictas, las tres


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Homenaje de los escritores a Hernando Viñes en Madrid. (mayo, 1936). Aparece García Lorca de pie, el quinto por la izquierda, y Miguel Hernández, también de pie, junto a Neruda y Alberti.

voces magnas murieron de una sola·cosa: de la furia cavernaria que quiere someter a los hombres a la esclavitud. Y murieron por una cosa misma: por ser, cada cual a su manera y en su tono, testimonios líricos, es decir, válidos y eternos del querer de un pueblo". Aunque cada uno de estos tres poetas pertenecen a generaciones literarias distintas: Machado a la del 98, García Lorca a la del 27 y Hernández a la del 36, sus vidas y sus obras estuvieron unidas por un mismo compromiso en favor del pueblo, de la justicia y la libertad.. Así lo testimoniaron a lo largo de sus escritos y de sus vivencias personales. En efecto, mientras Antonio Machado hacía una apuesta clara y manifiesta a favor de la República, tanto en sus escritos y actuaciones públicas, García Lorca propagaba la cultura popular a través de la dirección del grupo teatral "La Barraca", y Miguel Hernández se enrolaba en el ejército popular. Tres

modos de participación en la renovación social y política de España, pero con el mismo objetivo común de poner sus vidas y sus aportaciones literarias al servicio del pueblo como manifestaba Hernández (2006,2228) : " Las fuerzas de mi cuerpo y de mi all7la se pusieron más de lo que se ponían a disposición del pueblo, y comencé a luchar, a hacerme eco, clamor y soldado de la España de las pobrezas que nos quieren legar, que nos quieren separar del corazón, donde está atada." "La guerra de España -escribe Félix Montiel (1943, 27)- comÍenza con la muerte de un poeta y termina con la muerte de otro. Uno de nuestros más grandes poetas españoles, el poeta de Granada Federico García Lorca, cae asesinado al iniciarse la guerra. Otro gran poeta español, poeta andaluz y castellano al mismo tiempo, Antonio Machado, cae -podríamos decir también, asesinado- al


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Francisco Esteve Ramírez

final de la guerra. Ahora, Miguel Hetnández. [... ] En realidad, Miguel Hernández no ha muerto. Miguel Hernández <es su lucha y su poesía". Asimismo, el escritor alicantino Juan Gil-Albert (1990, 83) rememora a estos tres poetas como representantes del sacrificio español: " No se puede ya hablar de Federico - "El crimen fue en Granada, en su Granada ... "-, de Miguel Hernández, joven, enfermo y en prisión, y hasta de Antonio Machado, viejo y expatriado a las puertas mismas de su país, sin pensar en su muerte; yeso no ocurre en los demás: vida y muerte hacen en ellos un todo con su obra. Ese es el espantoso privilegio que los distingue". MIGUEL HERNÁNDEZ y ANTONIO MACHADO

Aunque Antonio Machado y Miguel Hernández pertenecen a dos generaciones diferentes como son la del 98 y la del 36 respectivamente, las especiales circunstancias que incidieron en sus vidas durante la guerra civil española y sus posteriores consecuencias hicieron que se establecieran unos vínculos de gran relevancia. A pesar de que sus trayectorias vitales tuvieron inicios diferentes, en su última etapa estuvieron estrechamente unidos compartiendo una misma voz al servicio de unos idénticos ideales a favor de la justicia, la paz y la libertad, como subrayaría Antonio Dorta (1938) refiriéndose a Miguel Hernández: "Se nota en todas sus páginas -del libro Viento del pueblo- el sentimiento ya hecho naturaleza corporal y poética, de que su vida y su destino son unos con la . vida y el destino de los españoles. En su poesía, como en la de Antonio Machado, resuenan el dolor y el anhelo de la colectividad, un eco de la voz dormida de su pueblo."

Revista madrileña Estampa ( 22 febrero 1932) en la que aparece una entrevista a Miguel Hernández, en la que dice haber leído a Antonio Machado.

No hay constancia documental de que Antonio Machado y Miguel Hernández tuvieran alguna relación personal, sin embargo si que coincidieron en determinadas ocasiones y participaron conjuntamente en distintos escritos colectivos. El momento culminante de este encuenh"r'I de compromiso entre Antonio MachaciLJ f Miguel Hernández se pf(~dujo especialmente en el TI Congreso Ihtemacional de Escritores para la Defensa de la Cultura celebrado en Valencia en 1937, en donde participaron activamente.En dicho Congreso -cuya conferencia inaugural pronunció Antonio Machado- se aprobó una "Ponencia Colectiva", leída por Arturo Serrano Plaja, en' cuya elaboración participó Hemández junto con otros representantes de la literatura española como Antonio Aparicio, Emilio Prados,

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Juan Gil-Albert, etc. El escritor inglés Stephen Spender, asistente a dicho Congreso, recuerda en sus ' Memorias World within world a algunos de los participantes en este Congreso dedicando una especial mención al "poeta Machado, absorto en su mundo de valores poéticos puros [... ]" y al "joven soldado, poeta de

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.. Número VID de la revista Hora de España, dedicad a al TI Congreso Internacional de Escritores, en el que participaron Antonio Machado y Miguel Hernández.

Madrid, Miguel Hernández; de origen campesino y pastor del pueblo de Orihuela". A Hernández se referiría este autor inglés, durante su intervención en el Congreso, como el pastqr "que ha llegado a ser a la vez un soldado de la civilización y el poeta emocionante y profwldamente imaginativo de esta guerra". Asimismo, Antonio Machado y Miguel Hernández firmaron, junto con otros escritores, el "Manifiesto de los intelectuales por una gran editorial para la educación de la juventud", publicado en el

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diario La Hora, de la J.S.u. , en Valencia el 29 de agosto de 1937. Ambos poetas firmarían también, conjuntamente con otros más, el Manifiesto "A los intelectuales antifascistas del mundo entero", que apareció en la página del 4 del n° 13 de la revista El Mono Azul. Igualmente, participaron Antonio Machado y Miguel Hernández en el número IX de la revista Hora de España, editada en Valencia en Septiembre de 1937, en la que se publica un ensayo de Machado y varios poemas de Hernández. La admiración que sentía Miguel Hernández por la obra y la persona de Antonio Machado hizo que, entre los escasos libros que componían su biblioteca, se contara c;on el poemario de Antonio Machado Soledades, Galerías y otros poemas, editado por Calpe en Madrid en 1919, cuyo ejemplar - quizás regalado por Ramón Sijé- ha sido conservado por la familia del poeta oriolano. A este libro de Machado hace referencia Tomás Navarro Tomás, académico y director de la Biblioteca Nacional, en su prólogo al libro hernandiano Viento del pueblo: "Un amigo, estudiante, le proporcionó obras de Antonio Machado, de Juan Ramón Jiménez y de otros poetas contemporáneos". Este reconocimiento por la obra machadiana queda claramente manifiesto en su poema "Llamo a los poetas", en el que efectúa una relación de los poetas con los que se siente más identificado. Entre .estos catorce poetas se encuentra Antonio Machado junto con Vicente Aleixandre, Pablo Nenida, Alberti, Altolaguirre, Cernuda, Emilio Prados, Federico García Lorca, Pedro Garfias, Juan Ramón Jiménez" León Felipe, Antonio Aparicio, Antonio Oliver y Arturo Serrano Plaja. , Pero aparte de estas coincidencias coyunturales hay un hecho de especial relevanl:ia que une la vida de estos dos


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Francisco Esteve Ramírez

poetas, como es su clara opción a favor de la legalidad republicana con una expresa defensa de la lucha por la libertad y la justicia. Esta opción condicionó no solo sus vidas y sus planteamientos ideológicos sino que también tuvo una importante incidencia en su creación literaria. Tanto a Antonio Machado como a Miguel Hernández se les ha calificado como "poetas del pueblo" porque han sabido, los dos, recoger los sentimientos más puros del pueblo y darles su voz. "Que mi voz suba a los montes/ y baje a la tierra y truene,! eso pide mi garganta/ desde ahora y desde siempre", cantaba Miguel Hemández en su poema "Sentado · sobre los muertos". Y Antonio Machado escribe: " Si hablo, suena/ mi propia voz como un eco/ y está mi canto tan hueco/ que ya ni espanta mi pena." Según Manuel Molina (1992, 359), "por el camino de la cátedra llegó Antonio Machado al pueblo, por el camino del cantar popular, enraizado en la vocación paterna, comprendió que ésta era su única cantera, su única fuente fidedigna. [.. .] En Miguel Hemández todo fue más sencillo. Sintió la necesidad desde el más tierno brote de su conocimiento inicial; el hambre y la miseria fueron sus guardianes permanentes, los rompeolas de todas sus ilusiones." y a través de sus voces contribuyeron ambos poetas, y siguen contribuyendo, a ensalzar las virtudes más nobles del pueblo como son la generosidad, la entrega, el valor y la lucha por la justicia. Ambos dieron lo mejor de su vida y de su obra para construir una España más humana y solidaria. Así lo expresa Miguel Hernández en su poema "Canción del esposo soldado":

Para el hijo será la paz que estoy forjando . y al fin en un océano de irremediables huesos tu corazón y el mío naufragarán quedando una mujer y un hombre gastados por los [besos." Igualmente, Antonio Machado manifiesta su compromiso poético y vital con los luchadores por la libertad:

"Nacerá nuestro hijo con el puño cerrado, envuelto en un clamor de victoria y guitarras, y dejaré a tu puerta mi vida de soldado sin colmillos ni garras (. ..)

"Y cuando llegue el día de mi último viaje,

"No queda otra elocuencia en España que la del soldado. Resulta triste, como yo, estar condenado a la elocuencia de la pluma. La única moneda con la cual podemos pagar lo que es debido a nuestro pueblo, es la vida." Esta entrega de Antonio Machado y Miguel Hemández a favor de una causa justa y noble la realizaron desde la generosidad plena ~in ningún tipo de pretensiones personales ni deseos de recompensa. Así lo manifiesta Hernández en "Llamo a la juventud":

"Yo trato que de mÚ;¡ueden una memoria de sol y un sonido de valierit~. " Por su parte, Antonio Machado escribe en "Proverbio y cantares" :

"Nunca perseguí la gloria ni dejar en la memoria de los hombres mi canción" Y, finalmente, expone Machado su testamento poético - compendio de toda su trayectoria vital- con esta estrofa recogida en Campos de Castilla que resulta premonitoria del trágico final que volvería a unir a estos dos poetas en el colofón de sus vidas:

y esté al partir la nave que nunca ha de tornar, me encontrareis a bordo, ligero de equipaje, casi desnudo, como los hijos de la mar."

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Los poetas del sacrificio español

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MIGUEL HERNÁNDEZ

.

y FEDERICO GARcíA LaRCA

Fragmento del autógrafo de la primera carta de M. Hernández a García Lorca, fechada el l Ode abril de 1933.

Fragmento del autógrafo de la segunda carta de M. Hernández a García Lorca, fechad a el 30 de mayo de 1933.

Las relaciones .entre Miguel Hemández y García Lorca se iniciaron el 2 de enero d~ 1933 cuando ambos poetas se conocieron personalmente en Murcia donde acudió García Lorca con motivo de la .representación del auto calderoniano La vida es sueño a cargo del grupo tea tral "¡"á. Barraca". El encuentro entre García Lorca y Miguel Hemández se p'rodujo en casa del editor murciano Raimundo de los Reyes, situada efr el número 2 de la calle de la. Merced. Basándose en el relato de ~undo de los Reyes, el periodista Santiago. Delgado (1985) ha recreado este enClJ.entro señalando cómo Miguel Hemández, a petición de Raimundo de los Reyes y de Federico García· Lorca, recitó algunos poemas suyos recibiendo, al finalizar, los aplausos y los parabienes . de sus acompañantes. Ante estas muestras de reconocimiento Hemández dice: "¡Con que ya soy el primer poeta de España ... !". A lo que responde García Lorca: "¡Hombre, no tanto, no tanto ... !". Miguel aprovechó esta ocasión para presentar a Lorca las galeradas de su primera obra Perito en lunas que mereció los elogios del poeta granadino. En el momento de este primér encuentro entre ambos poetas García Lorca contaba con 34 años de edad y Miguel tenía 22 años. Federico se encontraba ya en la cima del reconocimiento mientras que Miguel esta~a empezando su periplo poético. Por ello, este primer contacto entre ambos poetas supuso para Miguel un importante estimulo para su incipiente carrera literaria. Animado por las palabras elogiosas de García Lorca en su encuentro murciano, Miguel le escribe ellO de abril de 1933 solicitando su comprensión y apoyo: "


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Francisco Esteve RamÍrez

Federico: no quiero que me compadezca; quiero que me comprenda. Aquí, en mi huerto, en un chiquero, aguardo respuesta feliz suya, y pronto, o. respuesta sim. plemente (... )" A finales de abril Lorca le contesta con una carta llena de estímulos a su quehacer poético: " No te he olvidado. Pero vivo mucho y la pluma de las cartas se me va de las manos. Me acuerdo mucho de ti porque sé que sufres con esas gentes puercas que te rodean y me apeno de ver tu fuerza vital y luminosa encerrada en el corral y dándose topetqzos por las paredes. Pero así aprendes. Así aprendes a superarte en ese terrible aprendizaje que te está dando la vida. Tu libro está en el silencio, como todos los primeros libros, como mi primer libro, que tanto encanto y tanta fuerza tenía. Escribe, lee, estudio. ¡LUCHA! No seas vanidoso de tu obra. Tu libro·es fuerte, tiene muchas cosas de interés y revela a los buenos ojos pasión de hombre, pero no tiene más cojones, como tú dices, que los de casi todos los poetas consagrados. Cálmate. Hoy se hace en España la más hermosa poesía de Europa. Pero por otra parte la gente es injusta. No se merece Perito en lunas ese silencio estúpido, no. Merece la atención y el estímulo y el amor de los buenos.( ...)" En otras tres ocasiones escribe Miguel Hernández a García Lorca ( 30 de mayo de 1933, diciembre de 1934 y 1 de febrero de 1935) sin que se produjera la respuesta del poeta granadino que, en esos momentos, se encontraba en plena efer-

vescencia creadora con el estreno de Yerma y la preparación de Doña Rosita la soltera que estrenaría finalmente a finales de 1935. El propio Miguel intenta atribuir .este silencio epistolar de García I,...Qrca a su desbordado trabajo: " Espero tu carta; Federico. ¿No lo has hecho por tu Yerma? Bueno. Hazlo ya." Pero esta interrupción de las relaciones epistolares entre ambos poetas no supuso para Miguel la ruptura de su admiración y su amistad con quien consideraba como uno de los mejores poetas de su época. Sin embargo, algunos biógrafos consideran que esta amistad y admiración de Miguel hacia Lorca no era correspondida en el mismo grado por parte del autor del Romancero gitano. Así, para Sánchez Vidal (1992, 43) , " tanto Federico como Cemuda rehuían abiertamente a Hemández, encontrando propias de un cierto exhibicionismo rusticano las esparteñas que calzaba el poeta." Son muchos los testimonios de la admiración que sentía Miguel por García Lorca. De hecho, Lorca está presente de forma continua en la obra hernandiana. En la dedicatoria de ·su libro El hombre acecha a Pablo Neruda no puede faltar su emocionado recuerdo a Federico: " Pablo: Oigo tus pasos hechos a cruzar la noche, que vuelven a sonar sobre las losas de Madrid, junto a Federico, a Vicente, a Delia, a mi mismo." Lo mismo ocurre e:q.· el poema de Hernández "Llamo a los poe-' tas" en donde evoca a todos aquellos poetas que más impacto dejaron en su vida y

fragmento del manuscrito enviado por Miguel Hernández a José María de Cossío, el 12 de septiembre de 1936, interesándose por el asesinato de García Lorca .. .

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Los poetas del sacrificio español

en su obra, otorgando el primer lugar de todos ellos a Federico García Lorca:

Hablemos, Federico, Vicente, Pablo, Antonio, Luis, Juan Ramón, Emilio, Manolo, Rafael, Arturo, Pedro, Juan, Antonio, León Felipe: Hablemos sobre el viento y la cosecha. A Miguel Hernández le llega la noticia de la muerte de García Lorca, a primeros de septiembre de 1936, por boca de su amigo Jesús Poveda mientras se encontraba en los locales ' del Partido Comunista de Orihuela, según testimonio de Ramón Pérez Álvarez que fue testigo presencial del hecho (vid. Juan Guerrero Zamora 1990, 61). Inmediatamente, Hernández escribe una carta a su amigo José María Cossío en la que le pregunta sorprendido: "¿Es cierto, cierto lo de Federico García Lorca?". Y es que Miguel se resiste a aceptar la noticia de que su amigo, su compañero hubiera sido asesinado unos días antes en su Granada .natal. Este "manotazo duro" este "golpe helado" le hace exclamar en su "Elegía primera" dedicada al poeta asesinado:

"Federico Carda hasta ayer se llamó: polvo se llama. Ayer tuvo un espacio bajo el día que hoy el hoyo le da bajo la "grama. (. ..)

Rodea mi garganta tu agonía como un hierro de horca y pruebo una bebida funeraria. Tú sabes, Federico Carda Lorca, que soy de los que gozan una muerte diaria. " Según la mayoría de biógrafos hernandianos, esta noticia sobre 81 asesinato de García Lorca fue el detonante último que impulsó a Miguel a ' marchar a Madrid el 17 de septiembre de 1936 para incorporarse como voluntario en el V Regimiento y defender así la memoria de

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su compañero muerto. Para valorar en su medida esta decisión de Miguel Hernández hay que tener en cuenta que este viaje a Madrid - sin retorno previsto- suponía dejar en Orihuela a su novia Josefina en unos momentos en los que ella más lo necesitaba, ya que el padre de Josefina -guardia civil- había sido fusilado en Elda por un grupo de milicianos el 13 de agosto, unos seis días antes de que fuera también fusilado García Lorca. Es el mismo Miguel Hernández quien relaciona su incorporación al frente de guerra con la muerte de García Lorca, según declaró en una conferencia pronunciada el 21 de agosto de 1037 en el Ateneo de Alicante: "Comienza la tragedia española: la muerte del poeta Federico García Lorca, asesinado por el fascismo en agosto y en Granada, muerte en agosto como el "Amargo" de su romance. La desaparición de Federico García Lorca es la pérdida más grande que sufre el pueblo de España. Él solo era una nación de poesía. Desde las ruinas de sus huesos me empuja el crimen con él cometido por los que no han sido ni serán pueblo jamás y es su sangre, bestialmente vertida, el llamamiento más imperioso y emocionante que siento y que me arrastra hacia la guerra." Federico García Lorca es, junto a otros dos andaluces como Juan Ramón Jiménez y Vicente Aleixandre, . uno .de los principales inspiradores de la producción poética de Miguel Hernández. La poesía de Lorca es para Miguel fuente de inspiración y estímulo. Por ello, es tan importante 'para Miguel cualquier apoyo de su maestro García Lorca al que acude en repetidas ocasiones en busca de su comprensión y ayuda. Aunque los orígenes familiares y formativos de Lorca y Hernández son distintos e, incluso, opuestos, sus trayectorias poéticas y vivenciales tiene como


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Francisco Esteve Ramírez

objetivo fundamental el servicio al pueblo. Hernández por herencia y Lorca por opción llegan a un mismo compromiso social a favor del pueblo y de los marginados. Tanto el Romancero gitano como Viento del pueblo llevan la misma carga social en defensa de los marginados de la sociedad. En una ocasión Lorca manifestó a un periodista: "Yo creo que el ser de Granada me inclina a la comprensión simpática de los perseguidos: del gitano, del negro, del judío, del morisco que todos llevamos dentro". Idénticos sentimientos motivan la poesía de Miguel Hemández: "Hundido estoy, mirad, estoy hundido / en medio de mi pueblo y de sus males". El escritor alicantino Juan Chabas (1943,31) reivindicaba así la permanencia de estos dos poetas del sacrificio español: "¡ De Federico García Lorca a Miguel Hernández (dos voces profundas de España, de la España creadora y popular, de nuestra España eterna) qué inmensa desgarradura de vidas, qué aciaga y bestial sembradura de muerte sobre España!' No dejemos que la sangre de esa sembradura de muerte se haga barro. ¡Que se encienda en llama, que arda y abrase a los asesinos!. [... ] Impidamos nosotros que Miguel Hernández, voz de España, caído por España y la poesía, se quede en la muerte. Hagamos que salte por encima de la muerte." CANOONERO y ROMANCERO DE AUSENOAS

El destino trágico de estos tres poetas les une con una enorme fuerza que hace asociar sus voces en un mismo clamor que, cual viento del pueblo, sigue resonando a través del tiempo como un can.:. cionero y romancero lleno de vivas presencias. Para Leopoldo de Luis (2004, 588) , la muerte de estos tres poetas fueron extem-

poráneas e injustas: "Don Antonio, Federico y tú [Miguel] fuisteis las tres muertes extemporáneas e injustas que la Poesía rindió a la guerra civil. Extemporáneas porque ninguno había llegado a una edad suficiente. Injustas porque simbolizáis los tres estigmas de la época: odio, exilio y cárcel." Por su parte, Pablo Neruda ( 1978, 219) hace la siguiente reflexión: " A través de siglos se pone la luna y la muerte por tierras de España. Una pequeña fosa junto a otra se aprietan bajo la tierra y la endurecen. [... ] Están todos en el mismo sitio, porque a través de la tierra han caído a lo más hondo, al precipicio interno de donde sale la fertilidad, a la honda sima donde rodó toda la sangre. Quevedo es allí el inmenso búho [... ] Junto a él, al padre profundo, Machado y Federico son como hijos esenciales todavía revestidos de silencio. Miguel recién ha llegado a la hondura de sus combates. Están despiertos para que la palabra no muera. [... ] Ellos viven a través del silencio, y ellos continúan la vida. Aun los más crueles y desenfrenados, los que derramaron la sangre para llegar al sitio del poder, serán fantasmas, serán muertos abominables oscurecido por el horror. Pero los poetas son de tal manera materiales, más que el aluminio y la uva, más que la propia tierra, que atraviesan los años del pavor y son para su pueblo fuente escondida de esperanza y ternura. Viven más abajo que todas las páginas, más altos que las bibliotecas, menos herméticos a través de la muerte, soltando cada vez más esenciales raíces en la profundidad, raíces que van subiendo hacia la superficie y ascendiendo a través de los hombres para mantener las luchas y la continuidad del ser". . Cuando Miguel Hernández decide salir de Orihuela p~ra buscar en Madrid el apoyo y la ayuda que necesi-

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Los poetas del sacrificio español

taba para desarrollar su vocación como poeta y escritor, no duda en acudir a la persona que, en esos momentos, osten- . taba el más alto nivel de reconocimiento poético: Juan Ramón Jiménez. y a él se dirige en una carta que le escribe desde Orihuela el 15 de noviembre de 1931 notificándole su próximo viaje a Madrid y solicitándole una entrevista: "Venerado poeta: Sólo conozco a usted por su Segunda Antología que -créalo- ya he leído cincuenta veces aprendiéndome algunas de sus composiciones. [.. .]Soñador, como tantos, quiero ir a Madrid. [ ... ] ¿Podría usted, dulcíSImo Juan Ramón, recibirme en su casa y leer lo que le lleve?" Evidentemente, esta visita no llegó a realizarse. Pero sí que pudo contar el joven poeta oriolano con el decisivo apoyo de Juan Ramón en los comentarios elogiosos que le hizo en el diario El Sol de Madrid el 23 de febrero de 1936: " En el último número de la Revista de Occidente, publica Miguel Hernández, el extraordinario [sic] muchacho · de Orihuela, una loca elejía [sic] a la muerte de su Ramón Sijé y 6 sonetos desconcertantes. Todos los amigos de la ' poesía pura' deben buscar y leer estos poemas vivos". Doce años después, Juan Ramón Jiménez (1948) vuelve a recordar, desde Buenos Aires, al "estraordinario muchacho" ya muerto dedicándole estas sentidas palabras:

"De los poetas españoles muertos durante la guerra los más señalados fueron Miguel de Unamuno, Antonio Machado, Federico García Larca y Miguel Hernández. De ellos, el que peleó en los frentes y no quiso salir de su cárcel, donde se extinguía tísico y cantando sus amores, mientras otros compañeros siguieran retenidos, fue Miguel Hernández, héroe de la guerra. Decir esto que digo es justo y exacto."

BIBLIOGRAFÍA AA.VV: Valencia a los poetas A. Machado ..F García Lorca y M. Hernández . Generalitat Valenciana. Valencia, 1985. Alberti, Rafael, en AA.VY.: Hermanamiento Miguel Hernández y Federico García Lorca. Patronato Cultural Federico García Lorca. Granada, 1990. Ángeles, José Luis: " El toro y el caballo: Símbolos arquetípicos en Miguel Hernández y Federico García Lorca", en Rovira, José Carlos (Coord.):

Miguel

Hernández,

cincuenta . años

después .

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Poemas a Miguel Hernández JOSÉ LUIS GALLEGO ANTONIO HERNÁNDEZ LORENZO MARTÍNEz AGUILAR RAMÓN HERNÁNDEZ

PABLO NERUDA


"


DE LA INFANCIA

JOSÉ LUIS GALLEGO

¡MÁS 'h ermoso que tú, ni la noche con luna! Melancólicamente, te renace mi frente, pastor de la palabra; pastor desde la cuna. Aprendiste a leer al son de las estrellas. y aprendiste primero que a leer, que un cabrero está en la intersección de la tierra con ellas. ' Ya te veo pisando la hierba humedecida. Y veo a tu navaja cortar una rodaja , de pan, junto a la esquila por ti más preferida. (Tu navaja con hoja de atardecer y aurora: aquel delgado hilo, aquel perfecto filo, que habrá de cortar luego el verso, a su hora.) Ordeñando las ubres, Miguel, también te veo. Y después de medirla, te veo repartirla, y bebiendo esa leche a Orihuela entreveo.


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De la infancia

A Orihuela, repleta de sol y de bancales en su circunferencia, lo mismo que mi Plencia lo está de mar y redes, a soles desiguales. A Orihuela, ciudad por dentro de obispado: ciudad siempre con gente mirando indiferente tu porvenir por balconajes y empedrado . . . .y te veo volver a escuchar lo que el viento

distribuye a las flores: noticias de labores de la tierra, noticias de afán y sufrimiento. y veo que se pone tu frente aún más morena,

de puro pensativa, y cómo desde arriba - de tu cielo- la bajas a la tierra con pena. Hacia esa tierra en donde hortelano y yuntero y falda espigadora tras la hoz segadora, sólo en sus apellidos difieren de un cabrero . ... A la tierra, hecha ya tu aula de verdades, tu riguroso sueño, ¡dulce pastor: pequeño Miguel! ¡Miguel de las primeras soledades!

(Índice, N.O 28, Madrid, abril 1950.)


CON TRES HERIDAS YO

ANTONIO HERNÁNDEZ

Me llamo barro aunque Miguel me llame. M.H.

XIV Otra vez' me ha pitado este genízaro. Bien sabes tú que no quiero gritarle. Ni castigarlo, porque tal castigo será nuestro desvelo, y así fui yo también después de todo Me ha roto otro poema más. Debe de ser porque al echarle agua le pusimos un nombre de poeta, mientras Claudia decía al cura que le echara vino y recitaba versos, versos, versos. Un nombre como un rayo proletario. Fue hermoso aquel diciembre. Y entre el frío y la nostalgia por Andalucía más nos cubrió su olor que manta o colcha alguna. Lo mirábamos como a un asombro que reglamentara.


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Con tres heridas yo

(Pero. o.tra vez me ha ro.to. o.tro. po.ema y, acaso., po.rque diérale co.nsejo.. Mas le puse la trampa, saqué co.pia, no. meno.s niño. yo., no. meno.s niño.:

Miguel Hernández tiene ya tres años. Se acuesta con los indios y un cangrejo. Pinta el televisor con tinta roja. Me rompe los poemas que más quiero. Tiene tres años y aún no va a la escuela yes como la apariencia de mis muertos. Si mi padre pudiera contemplarlo vería que su imagen se ha rehecho. Tiene tres años como yo los tuve, como los tuvo usted, señora, pero son mis tres años cuando la esperanza invadía las calles de mi pueblo. rubio, sí, como luna, parecido al sol el día de su nacimiento, el día en que alumbró por vez primera las t'inieblas, las sombras y el misterio .. Miguel Hernández tiene ya tres años. Jamás mi padre tuvo tanto espejo. Tiene a la madre loca con los muebles pintarrajeados como un esperpento. Se acuesta con los indios, los balones rompen la red a diario del puchero y otro puchero hace si le riñen, rebelde como yo, rebelde y tierno. Miguel Hernández, cuando seas un hombre, no .olvides que te llamas barro eterno). Otra vez me ha turbado. este genízaro. al reco.rdar que un ho.mbre amó sin dicha a un niño. así: travieso., transparente. Amo.r, besémo.slo sin despertarno.s.

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MEMORIA DE UN POETAl A Miguel Hernández Con motivo de la viaita a su casa-museo, en Orihuela LORENZO MARTÍNEz AGUILAR

1

Ayer estuve en tu vieja casa. Estaba solitaria y en silencio. La mesa, vacía; el tiempo, invicto. En la pared había viejas fotos de cabreros. Sobre la cama, como un beso, reposaba la maleta en viaje de tus versos. En tu ausencia han crecido en ,el patio los recuerdos; la parra, el almendro y una adelfa. La aurora viajaba por tu huerto. Sin embargo, bien lo sabes, la morada de un poeta es el amor, la tierra y la palabra. ¿Qué palabras, Miguel, dirías

al humo de las nuevas guerras, a los perfiles de espada de las nuevas sombras? ¿Qué versos en este tiempo

de potro y de moneda que troquela en ruido los poemas; las estrellas, vencidas por la ciencia? ¿Qué poema al desierto que nos quema,

al Sur ahogado en su grito negro, al Norte de hierro en sus cadencias, al hombre en su confusión moderna de ciclón y aspas repelentes? I

De mi poemario inédito "Versos rebeldes",


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Memoria para un poeta

II

Miguet te escribo desde este Jaén de plata, el de lomas y cerros ubérrimos, Guadalquivir abierto y niño; taranta de mina profunda. ¡Jaén, tierra mía¡ Luz morena, olivar en flor, en su fertilidad lunar y femenina. De sus triI).cheras vengo, de su trazado de espada y agonía donde germinan el tomillo y el romero, y sementeras que la lluvia riega. Traigo abiertos los brazos, el corazón sembrado de tus huellas, la frente habitada por tus versos, tu canto al sudor del jornalero que abre los pechos de la tierra; el paso que dejaste entre sus pueblos en una primavera rendida de aceitunas.

"Andaluces de Jaén, aceituneros altivos ... " Entre las manos traigo las nieves virginales que habitan los costados de sus sierras, sus valles mecidos por la brisa; y en los ojos caracolas nueva~ que el río va dejando en sus riberas, como deja el semen en la luz, en los amantes y en los besos seguro el hijo del amor prendido.

REPÚBLICADELAS LETRAS116


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Lorenzo Martínez Aguilar

III Ayer estuve en tu vieja casa. Estaba solitaria y en silencio, pero escribía la mañana su luz diaria y repetida en el huerto y en la ausencia que labra sin prisa el calendario. y en aquel rincón

donde habitan las sombras su pasado ,de cárcel, vi libros, manuscritos, versos escritos con tu letra, manuales de hombre, a la mujer, de tragedia y esperanza; el eco repetido de tu nombre en las olas telúricas del tiempo y en lal' .gargantas heridas por el viento: Migu~I~Darro, tierra ...

IV Ayer estuve en tu vieja casa. Es corto el camir10 y larga la sombra. Pero era tan inmenso el aroma a libertad y a mar que entraba por el alféizar, ¡que rebosaba la tierra de poemas!

Casa de Miguel Hernández. Calle Arriba, 1930,

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Ficha de alistamiento (Centro Documental de la Memoria Histórica, Salamanca)

Con José Herrera Pete.r:e, mayo de 1937 (Fundación Cultural Miguel Hernández)

Porque dentro de la triste guirnalda del eslabón, del sabor a carcelero constante, y a paredón, y a precipicio en acecho, alto, alegre, libre soy. Alto, alegre, libre, libre, sólo por amor. No, no hay cárcel para el hombre. no podrán atarme, no. Este mundo de cadenas me es pequeño y exterior. ¿Quién encierra una sonrisa? ¿Quién amuralla una voz? A lo lejos tú, más sola que la muerte, la una y yo. A lo lejos tú, sitiendo en tus brazos donde late la libertad de los dos. Libre soy. Siénteme libre. Sólo por amor. '.

Del poema Antes del odio

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ATÍ MIGUEL HERNÁNDEZ con quien tanto quería /1

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In memoriam 30.X.1910 - 28.III.1942

RAMÓN HERNÁNDEZ

" ... y un tambor enamorado, como un vientre tenso, suena detrás del innumerable muerto que jamás se aleja ". MIGUEL HERNÁNDEZ

"Cancionero y romancero de ausencias " 1938-1941.N° 73.- GUERRA.

Dormido en la impasible soledad cruel del rayo que no cesa. Cada mañana te despierta incólume una remota estrella. y un perfumado pétalo cae de nuevo sobre tu vida eterna. Porque no eres ya cometa errante . ni muda piedra. Ni te devoras a ti mismo en holocausto místico. Ni eres niebla que alimenta la sinrazón suicida del arco y de la flecha.


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A tí. Miguel Hernández. In memoriam

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Ni para ti tampoco existe ya aquel homicida argumento del tirano obsceno que en la madrugada culpable huye del espejo que le muestra el rostro ensangrentado de sí mismo. Esa mala conciencia de ardiente mercurio que le quema en su infierno y le recuerda su pérfido crimen. Porque la muerte en ti ya nunca habita ni puede sembrar el estigma de su hueca cobardía. Ni hay cadenas ya para tu rima ni tienes cárcel ni dolor ni contigo puede la vil injusticia. Porque eres libre como siempre fuiste y tu alma colectiva vuela unida al silbo invulnerable de tu verso. Campesino de manantiales y de espÍgas trovador vives en el universal designio de tu anhelo ebrio de libertad y de alegría.

Madrid, 18.III.2010.


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TESTIMONIO

PABLO NERUDA

Uno de los amigos de Federico y Rafael era el joven poeta Miguel Hernández. Yo lo conocí cuando llegaba de alpargatas y pantalón campesino de pana desde sus tierras de Orihuela, en donde había sido pastor de cabras. Yo publiqué sus versos en mi revista Caballo Verde y me entusiasmaba el destello y el brío de su abundante poesía. . Miguel era tan campesino que llevaba un aura de tierra en torno a él. Tenía una cara de terrón o de papa que se saca de entre las raíces y que conserva frescura subterránea. Vivía y escribía en mi casa. Mi poesía americana, con otros horizontes y llanuras, lo impresionó y lo fue cambiando. Me contaba cuentos terrestres de animales y pájaros. Era ese escritor salido de la naturaleza como una piedra intacta, con virginidad selvática y arrolladora fuerza vital. Me narraba cuán impresionante era poner los oídos sobre el vientre de las cabras dormidas. Así se escuchaba el ruido de la leche que llegaba hasta las ubres, el rumor secreto que nadie ha podido escuchar sino aquel poeta de cabras. Otras veces me hablaba del canto de los ruiseñores. El Levante español, de donde provenía, estaba cargado de naranjos en flor y de ruiseñores. Como en mi país no existe ese pájaro, ese sublime cantor, el loco de Miguel quería darme la más viva expresión plástica de su poderío. Se encaramaba a un árbol de la calle y, desde las más altas ramas, silbaba o trinaba como sus amados pájaros natales._Como no tenía de qué vivir le busqué un trabajo. Era duro encontrar tra,bajo para un poeta en España. Por fin un vizconde, alto funcionario del Ministerio de Relaciones, se interesó por el caso y me respondió que sí, que estaba de acuerdo, que había leído los versos de Miguel, que lo admiraba, y que éste indicara qué puesto deseaba para extenderle el nombramiento. Alborozado dije al poeta:


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Testimonio

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- Miguel Hernández, al fin tienes un destino. El vizconde te coloca. Serás un alto empleado. Dime que trabajo deseas ejecutar para que decreten tu nombramiento. Miguel se quedó pensativo. Su cara de grandes arrugas prematuras se cubrió con un velo de cavilaciones. Pasaron las horas y sólo por la tarde me contestó. Con ojos brillantes del que ha encontrado la solución de su vida, me dijo: -¿No podría el vizconde encomendarme un rebaño de cabras por aquí cerca de Madrid? El recuerdo de Miguel Hernández no puede escapárseme de las raíces del corazón. El canto 'de los ruiseñores levantinos, sus torres de sonido erigidas entre la oscuridad y los azahares, eran para él presencia obsesiva, y eran parte del material de su sangre, de su poesía terrenal y silvestre en la que se juntaban todos los excesos del color, del perfume y de la voz del Levante español, con la abundancia y la fragancia de una poderosa y masculina juventud. Su rostro era el rostro de España. Cortado por la luz, arrugado como una sementera, con algo rotundo de pan y de tierra. Sus ojos quemantes, ardiendo dentro de esa superficie quemada y endurecida al viento, eran dos rayos de fuerza y de ternura. Los elementos mi¡:;mos de la poesía los vi salir de sus palabras, pero alterados ahora por una nueva magnitud, por un resplandor salvaje, por el milagro de la sangre vieja transformada en un hijo. En mis años de poeta, y de poeta errante, puedo afirmar que la vida no me ha dado contemplar un fenómeno igual de vocación y de eléctrica sabiduría verbal. '


POEMA A MIGUEL HERNÁNDEZ ASESINADO EN LOS PRESIDIOS DE ESPAÑA

PABLO NERUDA

LLEGASTE a mí directamente del Levante. Me traías, pastor de cabras, tu inocencia arrugada, la escolástica de viejas páginas, un olor a Fray Luis, a azahares, al estiércol quemado sobre los montes, y en tu máscara la aspereza cereal de la avena segada y una miel que medía la tierra con tus ojos. También el ruiseñor en tu boca traías. Un ruiseñor manchado de naranjas, un hilo de incorruptible canto, de fuerza deshojada. Ay, muchacho, en la luz sobrevino la pólvora y tú, con ruiseñor y con fusil, andando bajo la luna y bajo el sol de la batalla. Ya sabes, hijo mío, cuánto no pude hacer, ya sabes que para mí, de toda la poesía, tú eras el fuego azul. Hoy sobre la tierra pongo mi rostro y te escucho, te escucho, sangre, música, panal agonizante. No he visto deslumbradora raza como la tuya, ni raíces tan duras, ni manos de soldado, ni he visto nada vivo como tu corazón quemándose en la púrpura de mi propia bandera.


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Poema a Miguel Hernández

REPÚBLICA DE LAS LETRAS 116

Joven eterno, vives, comunero de antaño, inundado por gérmenes de trigo y primavera, arrugado y oscuro como el metal innato, esperando el minuto que eleve tu armadura. No estoy solo desde que has muerto. Estoy con los que te buscan. Estoy con los que un día llegarán a vengarte. . Tú reconocerás mis pasos entre aquellos que se despeñarán sobre el pecho de España aplastando a Caín para que nos devuelva los rostros enterrados. Que sepan los que te mataron que pagarán con sangre. Que sepan los que te dieron tormento que me verán un día. Que sepan los malditos que hoy incluyen tu nombre en sus libros, los Dámasos, los Gerardos, los hijos de perra, silenciosos cómplices del verdugo, que no será borrado tu martirio, y tu muerte caerá sobre toda su luna de cobardes. Ya los que te negaron en su laurel podrido, en tierra americana, el espacio que cubres con tu fluvial corona de rayo desangrado, déjame darles yo el desdeñoso olvido . porque a mí me quisieron mutilar con tu ausencia. Miguel, lejos de la prisión de Osuna, lejos de la crueldad, Mao Tse-tung dirige tu poesía despedazada en el combate hacia nuestra victoria. y Praga rumorosa construyendo la dulce colmena que cantaste, Hungría verde limpia sus graneros y baila junto al río que despertó del sueño. y de Varsovia sube la sirena desnuda que edifica mostrando su cristalina espada.


REPÚBLICA DE LAS LETRAS1l6

Pablo Neruda

y más allá la tierra se agiganta, la tierra que visitó tu canto, y el acero que defendió tu patria están seguros, acrecentados sobre la firmeza de Stalin y sus hijos. Ya se acerca la luz a tu morada. Miguel de España, estrella de tierras arrasadas, no te olvido, hijo mío, no te olvido, hijo mío! Pero aprendí la vida con tu muerte: mis ojos se velaron apenas, y encontré en mí no el llanto, sino las armas inexorables! j Espéralas! Espérame!

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