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República de las Letras Revista de la Asociación Colegial de Escritores de España DIRECCIÓN, DISEÑO Y MAQUETACIÓN
ANDRÉSSOREL
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Elogio del autor sin fronteras JUAN GOYTISOLO
Si hay algo que en verdad detesto es escribir necrologías o in memoria de los amigos y personas que aprecio. Con ellos desaparece una parte de mí mismo y, ¿cómo dar cuenta de esta pérdida? Jorge Semprún era un ser excepc~onal, a la vez único y de múltiples facetas: escritor, político, cineasta, resistente clandestino, superviviente del infierno concentracionario ... La lista es larga y compone una biografía infinitamente más rica que la de la mayoría de sus colegas, compatriotas y coetáneos en la medida en que cifra la agitada y trágica historia europea desde nuestra Guerra Civil al derrumbe de la Unión Soviéticd. Autor francés y escritor español, aprendió muy joven a cruzar las fronteras y a elegir como patria el mundo abierto de la creación literaria. A propósito de su hermosa novela Aquel domingo, señalé en otra ocasión la · ejemplaridad de su condición de novela europea, ejemplaridad que conviene reivindicar con fuerza en unos momentos en los que la mediocridad del mundo político y el desenfreno del dios Mercado ponen en peligro el mayor logro del Viejo Continente después de mil años de conflictos y guerras: el de una Unión que hoy se resquebraja y nos amenaza con un salto en el vacío de incalculables consecuencias. ¿Se puede ser a la vez escritor y ho~bre de acción? La presunta incompatibilidad entre ambos términos es desmentida por los hechos: ahí está, para siempre, la denostada figura de Manuel Azaña. Si Borges, por citar un nombre bien conocido, creó su obra a partir de la biblioteca de un Babel de lenguas, Cervantes supo combinar sus vastos conocimientos literarios con una vida rica en aventuras y pruebas que contribuyeron a forjar su genialidad creativa (también conoció el cautiverio, como
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Juan Goytisolo
Jorge, aunque los otomanos no fueron, ni mucho menos, unos "ángeles exterminadores" como los nazis). Semprún no solía hablar de sí ni de su pasado militante. Sus libros lo hacían por él. Cuando le conocí en las reuniones marxistas organizadas en el domicilio · del escultor Baltasar Lobo, escuchaba con aparente despego la opinión de los demás y solo tomaba la palabra para centrar el tema que nos había congregado y formular una síntesis del mismo. Yo no sabía aún que era Federico Sánchez, el enemigo público número uno de la policía del Régimen. En En los reinos de taifa refiero mi encuentro con él, de la mano de Armando López Salinas, en "una elegante terraza de la Castellana, cuando fui a España enviado por el semanario France Observateur a dar cuenta de la oleada de huelgas que, a partir de Asturias, sacudían el resto de la península. Su serenidad y desenvoltura me llenaron de admiración. Desde entonces mantuve una estrecha relación con él, y pese a la distancia física creada por mi retiro a Marraquech a raíz de la muerte de Monique Lange, me reunía con él durante mis escapadas parisienses: los gratos almuerzos con alcuzcuz de Lahsen en compañía de Florence Malraux y de Jean y Michele Damiel, en el domicilio de Alime Schulman, la gran traductora del Quijote, La Celestina y El Buscón quevediano. Jorge conoció a lo largo de su vida una campaña de insidias y calumnias fruto tanto de su rectitud en el borrascoso campo político como de la envidia literaria de su entorno familiar más próximo. Salvo el breve paréntesis de su gestión al frente del Ministerio de Cultura en el Gobierno de Felipe González, se consagró a la literatura con la buena fortuna que todos conocemos. Su obra atraviesa las fronteras y se dirige tanto al lector de París, Madrid, Berlín, Roma o Estocolmo. En ello finca su singularidad y la admiración que sus amigos y lectores le profesamos.
11arraquech,rnayo,2011
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Juan Goytisolo En mayo de 1962, a mi paso por Madrid, enviado por el semanario France Observateur,para cubrir de forma anónima la oleada de huelgas que sacudía España, a partir del movimiento de protestas de los mineros de Asturias, uno de mis contactos con los organizadores de aquellos, el novelista Armando López Salinas, me llevó a una terraza de la Castellana en la que, corno evoqué más tarde, nos ' esperaba Federico Sánchez, perfectamente adaptado a su papel de burgués desenfadado y ocioso: su increíble aplomo, en unos momentos en que era el hombre más buscado por todas las policías de España, me impresionó en la medida en que se ajustaba cabalmente a su leyenda de invisible y burlón pimpinela escarlata. Había conocido a Jorge Semprún meses atrás, en las reuniones de Orientación Cultural Marxista, celebradas en el domicilio parisiense del escultor Baltasar Lobo, a las que asistí más de una vez en calidad de "compañero de viaje" del PCE clandestino. Aunque por aquellas fechas nadie me había informado de la verdadera identidad del misterioso Federico Sánchez, no tardé en atar cabos y adivinarla. A diferencia de sus camaradas de militancia, cuya estricta formación política e ideológica les convertía en meros portavoces de la anquilosada doctrina oficial, Semprún, corno su colega en la dirección del partido Fernando Claudín, mostraban un gran interés por los ternas literarios y artísticos y, cuando a instancias suyas pasé a formar parte del comité de redacción de Realidad, la revista cultural del PCE, integrada por ellos, Francesc Vicens, Juan Gómez, Jesús Izcaray, el pintor Pepe Ortega y otros cuyo nombre no recuerdo, nuestras afinidades personales y políticas se afianzaron y convirtieron en una verdadera y durable amistad. En 1963 Jorge y su esposa Colette, junto al matrimonio Claudín, devinieron comensales asiduos de las cenas organizadas por Monique Lange, Enric Poissoniere. Fue así corno bajo la traza del militante y del Robin Hood urbano descubrirnos que se ocultaba un gran escritor. Monique le convenció para que le pasara el manuscrito de El largo viaje, y su lectura nos impresionó. La experiencia c0ndensada en el libro de su incorporación juvenil a la Resistencia Antinazi, y su detención y siguiente deportación a Buchenwald, es el mejor testimonio de un autor español -aunque escrito en francés- de la barbarie hitleriana, y fue recompensado meses después con el pre-
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Juan Goytisolo
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mio Formentor, por su denuncia de aquella y su excepcional calidad literaria. No voy a referir aún las vicisitudes de su oposición y la de Fernando Claudín a la línea nficial del partido, descritas ya en Autobiografía de Federico Sánchez (1977). Evocaré tan solo una anécdota reveladora del sectarismo y arbitrariedad de la difunta Unión Soviética, en cuanto que le concierne. Según me contó en 1995, de los niños de la guerra, durante mi viaje a la URSS; Iffi{fH:~do por la Unión de Escritores, tenía a cargo la preparación de una antología de literatura española, para una editorial soviética, y un cuadro del partido le ordenó que incluyeran en ellas· unas páginas del recién editado libro de Jorge. Meses después, el mismo cuadro se presentó en la redacción de la editorial para exigir que la suprimieran, sin dar explicación alguna de tan sorprendente cambio. Aquello me demostró que el mecanismo de demonización del disidente funcionaba en la URSS de idéntica forma a la de la España de Franco. La creación literaria de Jorge Semprún, elaborada a partir 4rsu cuádruple experiencia de exiliado republicano español, resistente francés, deportado a los campos nazis y conocedor de los entresijos de un PCE no espurgado todavía de las escorias del estalinismo, se emiqueció posteriormente con novelas de la envergadura de El desvanecimiento y La segunda muerte de Ramón Mercader, hasta alcanzar con Aquel domingo esa dimensión histórica, ética y culhlral, que la convierte en una obra de referencia en el ámoito de la mejor novela europea. Frente al provincianismo imperante no solo en España sino en otros países del viejo continente -este petit con test del que habla Milan Kundera-, Semprún encama corno pocos una mezcla fecunda de experiencias ajenas a todo credo nacional o ideológico, y que funda en ella su propia ejemplaridad. La reflexión política recogida en la pasada década en El hombre europeo y Pensar Europa corona su labor de persona y escritor a todas, corno pedía Manuel Azaña, testigo sereno de los horrores y grandezas de la época convulsa en la que vivió. Mi estima y amistad por él abarcan un lapso de casi medio siglo. Ninguna fundaciun estatal, provincial ni autonómica podrá adueñarse del legado de Jorge: lo que pervive en el ánimo del lector, ligerv e inasible como el aire o la nube, no se ·deja atrapar.
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El País (8-6-2011)
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SUMARIO Juan Goytisolo Elogio del autor sin fronteras
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Andrés Sorel Jorge Semprún: escribir, morir, vivir
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Rogelio Blanco Mnemósine y los exilios de Jorge Semprún
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Rosa Regás Jorge Semprún
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Jaime Céspedes Gallego Un eslabón perdido en la historiografía documental sobre la Guerra Civil: Las dos memorias de Jorge Semprún (1973)
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Manuel Aznar Soler Jorge Semprún, dramaturgo
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BENITO PÉREZ GALDÓS Víctor Fuentes Pensamiento y acción del Galdós republicano (1907-1913)
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Luis Miguel Vicente García Realismo alegórico y pensamiento político en El caballero encantado de Galdós: hacia el realismo mágico
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Corrección de pruebas y estilo: Laura Martínez
Jorge Semprún: escribir, morir, vivir ANDRÉS SOREL
No sería justo que Jorge Semprún se despidiera de nosotros. Él, que fue varias veces sobreviviente. Vivió cuando tuvo que morir. Y murió cuando ya no podía vivir más. En el principio fue la acción, la tortura, el suplicio del mal. Regresó a la acción. Y llegó la co.n dena, el desengaño. Entonces, después, vino la escritura. No hubo cuestión entre la escritura y la vida. Porque había vivido, escribió. También Semprún recibió tres heridas: la de la lucha, la de la vida, la de la escritura. Porque la muerte es la nada. Se puede luchar, vivir contra la muerte que trata
de imponerse brutalmente a destiempo. Nadie lucha, puede luchar contra la nada. Pero no se ha diluido en el no ser Jorge Semprún. Sus obras nos acompañan. Y para algunos de nosotros existe su testimonio. Los caminos · de una vida que nos sorprende, que difícilmente encuentra parangón en aquellos que fueron obligados a caminar por sendas tenebrosas semejantes. Regresar de un campo de concentración nazi para sumergirse en la lucha antifascista no es fácil ni fue usual. Pocos, muy pocos lo hicie-
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ron. Semprún fue uno de ellos. De ahí la grandeza de su testimonio. Arrojado a las sombras del terror en la ruptura de la civilización de finales de los años treinta del siglo XX, cuando recobró la libertad volvió a sumergirse en los orígenes que le llevaron a un campo de concentración, los del combatiente antinazi, con el riesgo de encontrar de nuevo ese regreso a los infiernos. * * * Nació Jorge Semprún en Madrid el 10 de diciembre de 1923. La infancia, crecer al conocimiento, a los placeres y desengaños, es un territorio que solo a él le pertenece. Que por él, de alguna forma, ha sido narrado. Paisaje memorístico del escritor, de cualquier ser humano. El 8 de octubre de 1943, cuando cuenta 19 años de edad, es detenido por la Gestapo, en Francia, por participar en las actividades de resistencia. En las escuelas, institutos, universidades del mundo, no existe una asignatura obligatoria dedicada a la tortura. Tal vez si, desde muchos años, siglos atrás, se hubiera impartido, el mundo sería otro. Y a quienes escribirnos o luchamos contra algo que impide el desarrollo del ser humano, de la razón, y de la existencia de Estados o Iglesias, no nos llamarían prehistóricos cuando es la tortura, la guerra, otras lacras semejantes, quienes impiden que se desarrolle la historia y el progreso.
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de la capacidad de resistencia y de dignidad personal [ ... ], es el absurdo absoluto [ ... ]. Como escribe Hieirz-Günther Stobbe: el profesional de la tortura se suele considerar un científico.
La historia habla, sin entrar en profundas consideraciones, de la tortura. Los viejos bárbaros. Los nuevos bárbaros. De Atila a los Papas. De los sepultados vivos en las arenas del desierto a los quemados por la Iglesia Católica en las plazas públicas de pueblos y ciudades. De los nazis de la Gestapo a los responsables norteamericanos creadores de Guantánamo tras aplicarla en Vietnam, Irak, etc. De los funcionarios franquistas a los chequistas de Stalin. De los seguidores de Alá y sus regímenes fundamenta listas a los militares chilenos o argentinos. No faltan los aparentemente educados y cultos funcionarios ingleses y franceses de los decadentes imperios modernos. Y alrededor de la tortura bullen jueces, policías, sacerdotes, médicos, periodistas... Pero hablarnos de Jorge Semprún. El joven torturado por los nazis de la patria de Goethe, Schopenhauer, Beethoven. Los torturadores eran seres humanos de la culta, desarrollada Alemania. Conformaban el abrazo de la cultura y la barbarie. Y escribe, sigue pensando Jorge Semprún: Hablamos de Alemania, pálida madre cuyos hijos, según Brecht, se habían convertido en el hazmerreír o en el espantajo de los pueblos [ ... ], en el
Escribe Jorge Semprún: La tortura es una destrucción paulatina, a veces más rápida, otras más lenta,
muladar de Europa.
Aquí tal vez se equivoca. Porque si Alemania conformaba, efectivamente
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Andrés Sorel
el mal absoluto, Europa era en sí misma un muladar, un muladar contra el que se revolvían los escasos hijos de la cultura y la libertad que luchaban precisamente contra esa Europa que crea o tolera los campos de concentración, que no deja en nuestros días de crear otros. campos de concentración explotadores aunque no genocidas con su ultraliberalismo económico, donde penan trabajadores emigrantes de distintas partes del mundo condenados a una difícil cultura de la subsistencia. Semprún cuenta su paso por la Gestapo:
* * * Buchenwald. El preso comunista alemán encargado de fichar al joven español que se llamaba Jorge Semprún le salvó ·nuevamente la vida. Cuando Semprún insistió en que era student -lo que implicaba prácticamente una condena de muerte-, el alemán escribió Stukateur, al fin un oficio que podía ser útil a los nazis y que con suerte le alargaría la vida. Su número, el 44.904. Su delito: político. Su fechá de ingreso en el campo: 29 de enero de 1944. Nada es verdad sino el campo, todo lo demás solo habrá sido un 'sueño desde
Fui izado a la rama de un árbol, colga-
entonces [ ... ]. Nada es verdad sino el
do de las manos esposadas a la espalda
humo del crematorio, es el olor a carne
[oo .], soltaron un perro agresivo y se
quemada, el hambre, las filas en forma-
divirtieron viendo patalear al prisione-
ción bajo la nieve, los bastonazos, la
ro para no ser mordido en las piernas
muerte de los compañeros, la fetidez
[ ... ], después la bañera. La llenaban de
fraternal de las letrinas.
agua [. oo], a veces añadían orina. Sumergían continuamente al prisionero hasta que estaba a punto de ahogarse. Luego el electrochoque.
Semprún, intentando sobrevivir, no podía contemplar qué hacían sus torturadores en los descansos de su faena. Leerían tal vez una novela, o escucharían a Mozart. Hablarían de sus queridas familias. Torturar no era sino un ritual incrustado en la normalidad de sus vidas. ¿Acaso la pareja de soldados norteamericanos que arrastran a un preso árabe por la correa que han uncido a su cuello, que se va defecando conforme tiran de él por los pasillos de la cárcel, no se retirará después a sus aposentos para beber güisqui o tal vez follar?
Sería años después cuando escribiera estas palabras, cuando aquella realidad había dejado de ser. Existía otra realidad. También en el tiempo que relataba había existido otra realidad. No la suya. Bastaba que extendiera sus ojos fuera de las alambradas del Lager. Hubiese contemplado a las gentes sumergidas en su quehacer diario. Gentes que veían cruzar los trenes cargados de presos destinados a morir. Y muchos años atrás, en la cercana Weymar, habrían paseado, hablado de arte y literatura, de política, de la belleza, de la vida, Goethe y Schiller. Semprún, como otros sobrevivientes, quizá con menos intensidad, se preguntaría sobre la debilidad de la literatura, su importancia, a la hora de
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Jorge Semprún: escribir, morir, vivir
escribir sobre el horror, transmitir al lector la hondura, persistencia, gravedad que permite al horror convivir con la civilización y la cultura. Aquella música desprendida de las palabras, su breve oratoria, le m anifestaba las dudas sobre el decir o no d ecir nada, los límites d e su testimonio para que pudiese ser comprendido, interpretado por quienes no lo h abían vivido ni se encontraban capacitad os para compartirlo.
* * *
Pero continuamos en el Lager con Jorge Semprún. Quienes lo habitaron nunca lo abandonarán ya, de por vida. Grabado en la mente, en los sueños, algo tod avía más terrible y perdurable que el número inscrito con tinta indeleble en su brazo izquierdo . Es el compañero de viaje instalado en la consciencia que reaparece en cualquier lugar, circunstancia, rebelde a la voluntad de quien inútilmente intentara desterrarlo para siempre. Lo reencontrará en un castillo de Bohemia; ante la plácida visión de una piscina en la que al calor de la noche se sumergen quienes le acompañan en la cena estival; en el profundo silencio que le invade mientras hablan los componentes del Consejo de Ministros; después de hacer el amor con la joven mujer que le descubre el perdido placer; en la mirada angustiada de la antigua compañera de lecturas y paseos parisinos que comparte memoria y autores con él; en las blancas cuartillas que esperan el rasgueo de su pluma; en la pequeña habitación cer-
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cana a la plaza de toros madrileña en la que se encierra cuando los policías de la Brigada Político-Social buscan comunistas por todas las calles. La sombra del campo de concentración es demasiado alargada, persistente, para que pueda desaparecer incluso cuando el homínido criminal de Hitler decida quitarse de en medio del teatro en que representó su espantoso y siniestro papel. La barbarie, ciertamente, no empezó con él. Y después de él llegaron nuev as muestras de barbarie. Le memoria de Jorge Semprún se vuelca sobre el papel: En 1945, tan solo al cabo de unos pocos meses de la liquidación del campo nazi [ ... ], Buchenwald había sido reabierto por las autoridades de ocupación soviética . Bajo el control del KGB , Buchen wa ld se h abía con vertid o d e nuevo en un campo d e concentración [ ... ], durante los cinco años aproximadamente que el campo es talinis ta estuvo en funciona miento[ ... ], miles d e muertos fueron sepultad os en fosas comunes, al pie d el Ettersberg.
Cuando no se es dogmático d efensor de cualquier ideología, cuando no se es creyente de nada, organizacion es religiosas , políticas, n eoliberales, cuando incluso se desconfía de palabras que se h an sacralizado aunque encubran un significado que nada tiene que ver con el originario, como democracia, derech os humanos, justicia, libertad, cuando se v ive en el infierno de las dudas y se ponen mil y una aristas al d enominado progreso, uno se asom a a la literatura, la no envuelta por la mentira y la comercia-
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lidad, para encontrar allí la dimensión, realidad del ser humano y de la historia no tergiversada ni corrompida por quienes se apoderan de ella. No en la representación que el escritor presenta de sí mismo, sino en las palabras, en el significado que trascienden y que verdaderamente le definen. Hoy la cultura, prácticamente muerta, o aséptica como pueda serlo una exposición de automóviles, un desfile de modas, no es muestra sino de la barbarie a que ha sido conducida: del campo de concentración al mercado y la publicidad, a la conversión en un estilo utilizado por el poder político o la jerarquía social para neutralizar la barbarie e introducirla en el hábito ciudadano que la consume como un ingrediente más de la vida, despojado ya él de la funesta manía de pensar. Arte y literatura no convencionales van siendo, cada vez más~.tti~~iles o piezas de museo. Piensa, luego escribe Jorge Semprún: Celan: pienso en el destino de la lengua alemana: lengua de mando y de ladrido SS. Pudo escribir Celé;m: "la muerte es un maestro venido de Aleman ia" . Lengua de Kafka, de Husserl, de Freud, de Benj amin, de Canetti, del propio Celan, y de tantos otros intelectuales judíos que h an h ech o la grandeza y la riqueza de la cultura alemana de los añ.os treinta d e este siglo: lengua d e subversión, por lo tanto de afirmación universal de la razón crítica .
Lengua también, por poner un ejemplo, del silencio de Heidegger, que no quiso reconocer ni decir una palabra sobre la culpa de Alemania.
Tras ir a visitarle y hablar con él, Paul Celan se arrojó al Sena. A la vuelta, antes de hacerlo, después de la fracasada entrevista, ya había dejado de latirle, aunque se arrastrara por las calles de París, el corazón.
* * * Los vientos continúan barriendo hoy las casas que se sitúan al pie de la colina del Ettersberg. Turistas de la cultura procedentes de diversos países del mundo intentan obtener plaza para alojarse alguna noche en el hotel Elephant de Weymar, tomar cerveza en alguno de los bares de la Herk Platz, ruidosa y llena de gente, tan alejada del silencio y el estupor en que la contemplara Jorge Semprún nada más ser liberado del campo y en compañía del teniente Rosenfeld. El hotel Bfephant ~&nstruyó .'1696: ~us pasillos, restaurante, salones, dormitorios, pasaron o se albergaron, entre otros, Goethe, Bach, Schiller, Wagner, Tolstoy, Gropius. Y en 1816 una, tal vez no del todo imaginaria, Carlota Kestner, estuvo en él. Y con esas sombras de la cultura conviven, como ocurre siempre, los otros personajes, los de la barbarie, fusionados hoy todos en la descarnada e inocua turistización de la memoria histórica. Porque Hitler remodeló el hotel para adaptarlo a su nueva concepción del arte y la propaganda nazi, y en él se celebró el Congreso de la Propagande Staffel, en el que escritores franceses se reunieron para debatir los caminos de la "nueva Europa" . Ya Semprún no puede hablar de las reuniones que se seguirían celebrando con políticos, banqueros o
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Buchenwald. 1992.
intelectuales en su sede, ¡qué más da! Para continuar hablando de los siempre renovados caminos de la nueva Europa, ayer fascista, hoy democrática. Pero ya hace muchos años que Semprún ha dejado de turbarse en su particular batalla de los sentimientos ante la contemplación de la Marktplatz . E incluso, que fue en marzo de 1992 cuando regresó a Weymar, volvió a hablar de la novela de Thomas Mann y se encontró tan cerca, tan lejos, de Buchenwald.
campo secundario dependiente de la administración central de Buchenwald. Como trabajaba en la Arbeitastatistik, en el fichero central anotaba las informaciones procedentes de los campos exteriores .
A su lado, con miradas más o menos de asombro, apatía o aburrimiento, caminaban los turistas.
Los SS pasaban revista a las filas implaYo contemplaba el paisaje, los nombres
cables de detenidos, alineados en cua-
de los pueblos y de las ciudades indica-
drados, bloque tras bloque. En el centro
dos en la señalización de carreteras
del cuadrado los muertos, de pie, soste-
[ ... ]. Llegado un momento una sensa-
nidos por manos invisibles, presenta-
ción de malestar o de desasosiego
ban cierta compostura. Enseguida se
empezó a despuntar. No sabía por qué
ponían rígidos con el frío glacial resba-
pero hacía un rato que cada nombre
lando sobre sus ojos muertos .
nuevo de ciudad [ ... ] aumentaba el malestar. Comprendí de repente: en cada una de esas ciudades había habido, antaño, un Kommando exterior o
A escasa distancia, nos relata Semprún, del bloque 40, donde él se encontraba encerrado, se erguía un
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Jorge Semprún: escribir, morir, vivir
roble. Por allí solía pasear Goethe. Y en aquel roble Goethe y Schiller habían grabado sus nombres. Los SS talaron los árboles del bosque. Dejaron el roble en pie, con un rótulo explicativo de su significado. Cuando en agosto de 1944 las bombas americanas cayeron sobre Buchenwald, el roble se quemó y la madera no destruida sirvió para quemar seres humanos. En algún lugar donde Jorge Semprún se encuentre, en algún año de su libertad, en algún momento de su historia, él ha reconstruido lo que durante noches vivían sus palabras en el campo. Cierra entonces los ojos. Y dice: Podría pasarme horas testimoniando acerca del horror cotidiano sin llegar a rozar lo esencial de la experiencia del campo. El mal radical es el campo de concentración. Es el único acontecimiento del campo. El mal absoluto.
Él supo, todos sabemos, que los habitantes de Weymar mentían cuando años después afirmaban en entrevistas periodísticas o televisadas que ellos no habían sabido nada de Buchenwald. Como dice Hannah Arend t: "La irreflexión provocó el holocausto: la renuncia al propio discernimien to" . Semprún fue uno de los presos políticos adscritos a la Oficina de Trabajo. Como tenía el poder -tan terrible como angustioso- de sustituir algunos números de matrículas de presos conocidos o colaboradores de la organización de resistencia por otros absolutamente desconocidos a la hora de elaborar las listas de condenados a las cámaras de gas, fue éste otro peso
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en la culpa que arrojó ciencia la condición de Era la Ley. Sobrevivir o Semprún lo añadió a su vida.
sobre su consobreviviente. morir. Y Jorge escritura de la
Todos viven en una regla de conducta. El que roba a otro preso un trozo de pan lo hace para sobrevivir y el que ayuda a exterminar a otros presos, tiene la misma razón.
Han vuelto los pájaros a Weymar. No tardó en desaparecer el olor a carne quemada. "Extraño olor" había dicho Léon Blum, que vivió como deportado dos años en las afueras de Buchenwald. A Jorge Semprún, el sobreviviente, de pronto, le provocaba risa encontrarse vivo. Se despertaba en medio de la noche cuando los gritos de "¡Crematorio, apaguen!" le sentaban de golpe en la cama. El tabaco no portaba entonces amenazas de muerte en sus cajetillas: era un sedante, le reafirmaba en la vida. Y escribía sobre los colores del humo, sus densidades, sus sabores u olores, el humo "con el que los presos se iban por las chimeneas, en el que se deshacían sus cuerpos". * * * Ya se habían retirado las miles de banderas tricolores que adornaban los Campos Elíseos y otras grandes avenidas de la ciudad. Se apagaron los cánticos. Cesaron las manifestaciones. Se reanudó, con sus nuevas dificultades, la vida cotidiana, la lucha diaria por obtener el pan de la existencia. Pero lucía el sol. Y embargaba esa sensación tan dulce que se siente al pasear, cuando se respira, desaparecido el miedo,
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Andrés Sorel
eso que se llama libertad. Verano de 1945. Plaza de Saint Sulpice. La lluvia refrescante cae sobre el hermoso cuerpo de la mujer que acompaña a Jorge Semprún al encuentro con la juventud que había sido quebrantada, interrumpida por el horror. Es tiempo para recuperar amigos, nuevos libros, dejarse llevar por jóvenes amantes. Café Flore. El Petit Schubert del boulevard Montparnasse. Aunque sus raíces estén para siempre ancladas en el desarraigo, Semprún ha decidido aferrarse a la vida. Y algo que nos resulta más sorprendente y extraordinario, que le diferencia de muchos de los sobrevivientes de los Lager: engancharse otra vez al compromiso difícil, no al de la burocracia, sino al de la acción, al del riesgo, al que lleva de nuevo a la clandestinidad y puede desembocar en la cárcel, la tortura y la muerte. El sobreviviente de Buchenwald continuará luchan- Café de Flore. París. do contra el fascismo y de paso apurará hasta sus últimas heces el veneno de la política, la mentira que, mente -algo que el tiempo irá conformás allá de la entrega y a veces heroísmando cada vez como más quimérimo que realizan los militantes, sacrifico-, sería peor, dada la catadura moral cados y sinceros en su difícil lucha diade sus líderes. En el caso de Semprún ria, se desprende de las estructuras y lo comprobaría con Santiago Carrillo. funcionamiento de los propios partidos políticos que solo conservan de * * * socialistas o comunistas el nombre, París, 1947. primer encuentro de organizaciones burocráticas enquistaJorge Semprún con Pasionaria. Ya es das en su organización, rígidas y militante de la organización clandestipoderosas con el fin de perpetuarse en na del Partido Comunista Español en su pequeño, corrupto poder, poder que, si llegaran a conquistar absolutaFrancia.
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Jorge Semprún: escribir, morir, vivir
Escribirá años después: Entre 1945, a tu regreso de Buchenwald, y junio de 1953, fecha de tu Brimer viaje clandestino a España, no se puede decir, fr'ancamente, que hayas sido un militante ejemplar. Siempre te han aburrido los tópicos, triunfalistas y nostálgicos, del exilio; el runruneo beatífico de las reuniones desfasadas de toda realidad social; el manejo de un lenguaje formalmente marxista, como si se tratara tan solo de agitar un molino de rezos. En el fondo, siempre te ha aburrido la política de un aspecto cotidiano, solo te ha interesado como riesgo y como empresa total. O sea, entérate ya de una puñetera vez: nunca has sido un militante como Dios manda.
Junio de 1953. Jorge Semprún realiza su primer viaje clandestino a España. Borrosas imágenes de la infancia, de la vida que durante interminable tiempo creyó haber perdido hasta para la memoria. Corre al hotel donde se ha registrado con un falso pasaporte, deja sin abrir la maleta encima de la cama, sale de estampida a la calle, altivo el rostro, la mirada firme, enmarañado el cabello, camina con decisión por las calles reparando apenas en las gentes con ·las que se cruza y no tarda en llegar a la de Alfonso XI. Fija sus ojos en los balcones del último piso del edificio que no tarda en enviarle relámpagos de nostalgias, risas, también secuencias dolorosas, ese pasado que creyó ya nunca volvería a reencontrar aunque fuese en la neblina de pálidos recuerdos recompuestos con las imágenes de la realidad física que le envuelve. El cielo
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azul. El parque del Retiro silencioso, semivacío. Atardece junio y es como si sus 'colores y luces se metieran en sus pulmones. Balcones que recuperará en fugaz visita, momentáneamente deshabitado el piso, más de treinta años después, cuando, ya ministro del Gobierno de Felipe González, ocupe un tiempo el edificio situado enfrente de la que fue casa de su infancia. Semprún recrea este tiempo de la España oscura y sumergida en el miedo, en momentos que fueron para él entrañables. Las compañías de Javier Pradera, Rafael Sánchez Ferlosio, Domingo Dominguín. Las rutas por tabernas que conjugan vinos y palabras. Los paseos en tiempos de calma y lenta reconstrucción de la vida, las conversaciones en el hotel Palace con Hemingway, los equívocos sobre su personalidad, las reuniones clandestinas con los camaradas, trabajadores, estudiantes, intelectuales, las interminables medidas de seguridad, el lenguaje político, triunfalista y ajeno a la realidad que escucha en tantos camaradas, ayunos de razonamientos formales, dudas, planteamientos tácticos propios, formas y discursos estereotipados que él convierte en divertidas parodias con sus juegos semánticos. Su análisis del pleno del PCE celebrado en 1947 en Montreuil es un trabajo lingüístico y político profundo, sobre todo a la hora de abordar ese personaje tan fantasioso corno dogmático, elucubrador y ambicioso, despótico y cruel con tal de que ningún obstáculo se oponga a su búsqueda del poder absoluto, llamado Santiago Carrillo, que necesita se realice un estudio e interpretación -no partidista ni reac-
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cionario- del PCE, de su actuación desde 1936 a 1975, años a su vez repletos de héroes y militantes idealistas y desprendidos, sacrificados, tanto como de canallas y burócratas funcionarios, vividores de la peor especie. Que cada cual escoja su lugar en aquellos terribles tiempos. Pero Jorge Semprún sigue su vida en el partido, al principio en la estricta ortodoxia que no escapa incluso a algunos de sus escritos literarios que publica en sus revistas teóricas y en los que se apega al socialrrealismo más zdanovista, con injustas críticas y artículos de opinión de obras de indudable valor literario, y textos que años más tarde le harán sonreír y le parecerá increíble salieran de su pluma. Una vida, ~uántas noches hechas de reuniones se han sucedido en la historia de millones de comunistas sometidos al ritual catequístico de la mitificación de la clase obrera. Y de invisible revolución venerada por quienes no veían o supieron ver la involución revolucionaria que tras el acceso de Stalin al poder se extendería por todos los países que en una parte u otra del mundo pasaron a considerarse comunistas. Semprún será durante algunos años uno de los componentes de aquel paraíso de cromos prefabricados que se suponía motor de la historia, la revolución pura, que no toleraba en su organización jerárquica y centralista desviaciones ni opiniones individuales de ninguna índole, más compacta y férrea que el hormigón, que terminaría imponiendo el comunismo a todos los pueblos de la Tierra. La clase obrera -decían quienes se habían definido en los despachos desde los que admi-
nistraban el poder organizativo como sus legítimos representantes- siempre lleva razón, es parca en su lenguaje, pero las palabras que utiliza son como puños, escasas pero comprensibles para las masas, siempre las mismas, catecismos de música pegadiza y fácil de repetir en reuniones, manifestaciones, comisarías, ajenas a la verborrea de los intelectuales que no pierden en el "flujo y reflujo" de su pequeña individualidad su ascendencia burguesa, "cabezas de chorlito", como definiría al propio Semprún Pasionaria. "Todas las rutas llevaban al comunismo" y Semprún no dudará en reconocer años después que en su , juventud fue un "intelectual estalinizado". Situemos en estas breves notas dos fechas clave en la vida comunista de Jorge Semprún. Julio de 1956. Una escuela de cuadros del Partido Socialista Unificado alemán, en las proximidades de Berlín, a la orilla de un lago. Se reúne el Comité Central del Partido Comunista de España. Su prioridad en su vida organizativa y en su práctica política es desarrollar en España las consignas recibi- ' das del PCUS, que es además quien lo financia, antes de que sean Rumanía y Corea del Norte las que aporten los fondos para su sostén. En ese pleno Jorge Semprún es cooptado para el buró político. Y los obreros de la suprema dirección del PCE no dejan de subrayar -mérito hoy, castigo mañaria- que pertenece a una familia entroncada con la burguesía y la aristocracia. (Muchos años después, en España, también alardearán de contar entre los miembros de la dirección con otro representante de la nobleza, Nicolás Sartorius).
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Verano de 1959. Uspenskoie. Alrededores de Moscú. Semprún asiste como miembro de la dirección del PCE a la dimisión de Pasionaria de su puesto de secretaria general del partido. Santiago Carrillo lo ha impuesto. Como impone a la organización que el fracaso de la huelga nacional pacífica de junio, en la que él puso personal empeño y movilizó a todo el partido en la clandestinidad para lograrla, ha sido un "éxito". Semanas antes de que a Semprún le entreguen el Premio Formentor de Novela por El largo viaje, se producirá el acontecimiento que cambió su vida. El largo viaje había sido escrita de un tirón durante el tiempo que permaneció encerrado en la calle de Concepción Bahamonde número 5, por una gran redada llevada a cabo por la policía político social sobre militantes y cuadros del PCE en Madrid. Allí se reencontró con la literatura. "La escritura me encerraba en la clausura de la muerte, me asfixiaba en ella, implacablemente. Había que escoger entre la escritura y la vida, y escogí esta última", escribió en 1946 en Ascona, Suiza italiana, cuando abandonó el libro que intentaba escribir sobre su experiencia en Buchenwald. Ahora retomaba la escritura. La necesidad había vencido. A partir de este momento escritura y vida correrían paralelas. Y diez años después decía: La ventaja de una vida novelesca, llena del ruido y la furia del siglo [siempre fue admirador de Faulkner] es que le regala a uno -en gracia y desgracia, dicha y desdicha- una memoria inagotable. Siempre habrá, efectivamen te,
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algo que contar más allá de todo lo que se haya contado.
En algunas ocasiones, sobre todo tras su paso por el Gobierno socialista español entre 1988 y 1991, Jorge Semprún dice -en referencia a Federico Sánchez se despide de ustedes- que quiso escribir un libro de novelista. Pero todos los libros de Semprún, versen sobre lo que versen y utilicen las técnicas que utilicen, se nucleen en distintos tiempos, circunstancias, con diferentes personajes y ambientes, se sitúan en torno al propio Jorge Semprún, y casi siempre aparece en ellos, al fondo o en primer plano, la sombra alargada e imborrable de Buchenwald. La historia del creador se sitúa en este largo viaje que comienza cuando los nazis le arrojan en un vagón de mercancías en Compiegne, Francia. Es el inicio de la pesadilla. No importa que el chico de Namur, el de los viñedos del Mosela, sea imaginario: miles como él podrían haberse retratado en los mil y un viajes similares de aquellos años. Es el viaje de la memoria hacia la muerte. y .con palabras de despedida que nos recuerdan a César Vallejo. Semprún ha decidido expulsar de su garganta los recuerdos que se iniciaron veinte años atrás. Aunque no lo logrará. La narración alternará estos hechos con los que después preceden al tiempo de la escritura, en los tiempos de la clandestinidad antifranquista. Apenas unos días después de abandonar Buchenwald Semprún supo que para él no había terminado la lucha. Y, cuando concluya el viaje, todavía pensará -no ha llegado al descreimiento, a la comprensión de la despiadada realidad- que:
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El fin de los campos es el fin del nazismo y será por lo tanto el fin del franquismo, está claro, vamos, no hay la menor sombra de duda.
Rememora, ahora no evocando sino paladeando el vino del Mosela, sus días de combate y cautiverio. Habla como si ya el campo y su historia no fueran a atormentarle más, como si la vida surgiera otra vez feliz. y dice: No quiero convertirme en un excombatiente. Yo no soy un excombatiente. Esta repentina idea me llena de alegría, y el gran salón del hotel con sus arañas de cristal parece menos absurdo. Es un lugar por donde pasa casualmente un futuro combatiente.
El vino de Mosela. Los sueños. Las utopías. Ahora sí, expulsado del Partido Comunista, va a convertirse en un excombatiente. Buchenwald no desaparece. Y le esperan películas, libros, conferencias, no más clandestinidades, no más presente y futuro que el que día a día se queme para él mismo.
* * * Marzo-abril de 1964. Castillo que perteneció a los reyes de Bohemia, cerca de Praga. Reunión del Comité Ejecutivo del PCE. Tema único: caso Jorge Semprún y Fernando Claudín. Ellos saben que las sesiones no van a dejar de cumplir un ritual. Todo está decidido de antemano. El Tribunal de
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la Inquisición hace tiempo que dictó su veredicto de culpabilidad. El fallo busca excluirlos primero del Comité Ejecutivo, después del Central, al final expulsarlos del partido. Lo que ignoran los inquisidores es que con su condena les devuelven a la vida, recuperan su libertad. Haber sido derrotado en la discusión, haber sido excluido, arrojado a las tinieblas exteriores me ha ahorrado años de ilusión improductiva, años de luchas estériles para la renovación y la reforma del comunismo, que es, por esencia, por naturaleza histórica, incapaz de renovarse, imposible de reformar [ . .. ]. Al no poder impedir mi marcha, la venganza de los hombres del aparato fue mezquina: me facilitaron un billete de avión solo con destino a
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Roma y ni un céntimo de viático. Que me las apañara para conseguir llegar a París.
Semprún había sido apartado del trabajo en España en 1962. El apartamento en que vivía con el matrimonio Manuel y María, él un antiguo deportado de Mauthausen, pasó a ocuparlo Julián Grimau, no por mucho tiempo. Detenido, torturado por la policía franquista, fusilado al fin en tiempos de quien ya era el ministro de la censura Manuel Fraga Iribarne. Cuando Semprún abandonó la reunión del castillo de los reyes de Bohemia, volvió a nacer. Su última reencarnación. Recuperó amistades, viajes, conversaciones. Tiempo de premios literarios, intervenciones en actos públicos. Oficio de escritor, oficio de
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guionista cinematográfico. Espléndidas películas sobre temas conflictivos, de denuncias políticas: los juicios estalinianos, el golpe de los militares griegos, el fascismo español, el terrorismo, etc. Con realizadores de primera fila, como Costa-Gavras, Alain Resnais, Joseph Losey ... . y libros en los que dio vuelta una y otra vez a su vida, contó su historia y las historias que acompañaron su vida. Libros circulares que, como ya subrayamos, tenían la mayor parte de ellos un latido alimentador, Buchenwald, lo que no se puede contar. El Lager. Mi problema, que no es técnico, sino moral, es que no consigo por medio de
das y analizadas sobre el futuro de Europa, escritas en 1993 y que reproducimos: En 1935, primero en Viena y luego en Praga, Edmund Husserl se esforzó en definir la figura espiritual de una Europa que estuviera constituida como una "supranacionalidad de un tipo enteramente nuevo". Esta Europa posible, en la perspectiva del filósofo (cuyas conferencias son, el} cierta medida, una especie de testamento: había sido expulsado de la universidad alemana por judío; Martín Heidegger, su discípulo, iba a censurar su nombre en la dedicatoria de la segunda edición de Sein und Z eit), ya no sería solo "la simple vecindad de naciones diferentes
la escritura penetrar en el presente del
que influyen unas sobre otras por las
campo, narrarlo en presente. Como si
rivalidades del comercio o los combates
existiera una prohibición de la figura-
de las potencias". Esta Europa imagina-
ción en presente ... Cuando estoy den-
ble se vería animada por un "nuevo
tro, la escritura se bloquea. Me alcanza
espíritu, un espíritu de libre crítica y de
la angustia y vuelvo a sumirme en el
normatividad, por los temas futuros de
vacío, abandono.
un carácter infinito.
El cine, los libros, el amor, los hijos. Museos, vinos, ciudades hermosas. Tal vez le quedaba desarrollar una actividad no ya de acción, revolucionaria, sino meramente política. La política como arte de lo posible, no de lo utópico, el menor de los males. Que culminaría con su cargo como ministro de Cultura en el Gobierno de España, y como fervoroso europeísta. Es la que a mí, personalmente, menos me interesa. Que, de vivir ahora mismo, él podría replantearse y ante la situación que atraviesa "el sueño europeo" ejercer el derecho a la duda basándose precisamente en palabras por él cita-
La nueva Europa que apenas ha po::iido atisbar Jorge Semprún. Pasamos de los campos de concentración y los hornos crematorios a la brutal dictadura de entidades bancarias y especuladores de toda índole, bajo el poder alemán otra vez, que llevan al empobrecimiento de millones de ciudadanos y desposeen a los europeos de su capacidad para intervenir en los gobiernos de sus estados, una Europa otra vez sin libertad y sumergida en un oscuro y desesperanzado futuro .
* * *
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Llegó el tiempo de morir. Al final es el propio cuerpo el asesino de uno mismo. Nadie podrá contar por dónde navegó la mente de Jorge Semprún aquellas horas de los últimos días en que, paralizada su consciencia, se despedía definitivamente de sus familiare~, amigos, de la propia vida. Los sueños le iban adormeciendo hasta la extinción final provocada por el dolor. Solo, como nunca lo había estado, él, que tantas noches de dolorosa soledad pasara. Tal vez en estos últimos instantes de agonía recuperara el rostro de Fran<;ois. Ya no se encontraba su cuerpo al alcance de su mano. El propio Semprún se iba refundiendo en el rostro y cuerpo del joven agonizante de Buchenwald. Dejaría de tener los dos nombres. No podría agarrarse a ninguno de ellos. En la Nada los nombres no existen. Los nombres pasan a
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ser, solamente, recuerdos, aleteos para quienes no han perdido todavía la memoria. Quienes le rodeaban no podían escuchar las palabras últimas que Jorge Semprún no pronunció, al menos en voz audible, al morir. Pero esas palabras, últimas que articulara el joven que en Buchenwald 65 años antes de la muerte del propio Jorge Semprún había descubierto en un texto de Séneca que tradujo, decían: Tras la muerte no hay nada, y la muerte no es nada.
Jorge Semprún Vlvua, mientras seamos, en nuestro recuerdo.
Octubre 2011 www.andressorel.blogspot.com
Este verano hablé con Javier Pradera dándole cuenta del número dedicado a Jorge Semprún. Me dijo que escribiría un artículo. Quedamos en que a finales de octubre o principios de noviembre me enviaría su trabajo. Me comunicó, cuando le escribí, que se encontraba mal. El 20 de noviembre, fatídica fecha, murió. Siento no solo no ha~er podido contar con la colaboración de quien fue el mejor affilgo de Jorge Semprún, sino la pérdida del escritor y ensayista.
Mnem贸sine y los exilios de Jorge Sempr煤n -
"S贸lo por mor de los desesperanzados nos ha sido dada la esperanza". (w. BENJAMIN)
ROGELIO BLANCO MARTfNEZ Director general del Libro, Archivos y Bibliotecas
Domingo, mañana del 12 de junio. Cementerio de Gerenville, aldea situada a 80 kilómetros de París. Personalidades francesas y españolas (Ángeles González-Sinde, ministra de Cultura, Felipe González, Carlos Solchaga, Claudio Aranzadi, Javier Pradera, etc.) Al lado del monumento aux enfants morts pour La France, un recuerdo más de la batalla de Verdún, silencio y respeto. Un ataúd, envuelto con la bandera republicana española, en el que reposa el cuerpo de Jorge Semprún. Ceremonia laica. Palabras de recuerdo. Lectura de textos de Jorge. Silencio entre las paredes de piedra del pequeño cementerio de la aldea. Un cementerio perdido entre trigos y cebadas. Amarillean. La cosecha está pronta. Silencio interrumpido por un bebé, cuyas gracias ríen otros niños próximos y disimulados entre la gravedad impuesta por los adultos. Silencio. Cesan las risas de los niños. Prosiguen los discursos y las lecturas. Palabras que resuenan rigurosas y tranquilas. Continúa la ceremonia acompañada por el trinar de un ruiseñor y de un petirrojo. Trinos surgidos de dos árboles próximos. Se contestan y alternan. El sol acompaña con serenidad y tibieza. Collette, esposa de Jorge, le espera, bajo el mármol, para el eterno reposo. Recuerdo las palabras machadianas que solicitó María Zambrano como jaculatoria para la gran despedida: devuelvo a la divina naturaleza todo lo que de divino ha ya en mí.
También recuerdo la madrileña calle Antonio Maura, 14, la residencia de María. Era la primavera de 1988. Un encuentro entre el ministro de Cultura, Jorge Semprún, y la filósofa andaluza. A María se le había concedido el Premio Cervantes. Regresó tras un exilio de cuarenta años, en 1984. El premio había generado reconocimiento y polémica. El aspirante al Nobel y al Cervantes, Camilo José Cela, afirmó de la conveniencia de ser exiliado para ser acreedor al premio. Olvidaba, en ese momento, los apoyos recibidos y la amistad compartida con la filósofa. Al año siguiente lo recibiría Roa Bastos. El ya Nobel repitió incorrectas manifestaciones, si bien recibió el máximo galardón de las letras en español en 1995. En la visita, que pronto dejó de ser protocolaria (ministro-galardonada) y pasó a ser entre dos habitantes de una matria compartida: el exilio. Testigos: Jesús Moreno, José M a Merino y el que suscribe. Jorge y María recordaron amigos comunes: José Ángel Valente y José Miguel Ullán, también ya idos. Hubo recuerdos para Araceli, hermana de María. María, después de breves alusiones a la ceremonia del Premio Cervantes, informa de su imposibilidad para recoger el premio y de las dificultades para elaborar el discurso protocolario para el acto. El ministro la tranquiliza y le promete todo tipo de apoyo. Jorge le pregunta por los proyectos en los que se halla. María le informa de que
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está revisando una obra memorialística y biográfica: Delirio y destino. Esta referencia bibliográfica fue el origen de un diálogo intenso sobre la memoria, la escritura y el exilio. María defendía el exilio como su patria de destino, había perdido la de origen: la España republicana. Jorge le comunicaba la pérdida de certezas y el mantenimiento de las ilusiones. Ambos coincidían en la necesidad de escribir para soportar la soledad en la que se habita, para evitar la amnesia, para recuperar el recuerdo, para avivar la memoria. Para María, "vivir es resistir" y resisten los que luchan contra el olvido (Jorge). María y Jorge comparten la patria (mejor llamarla matria, pues esta sustantiva y nutre); y el lenguaje será su matria común. El lugar de su creación, que necesitaron, en ambos casos, recurrir a todos los géneros y formas de expresión para dar cauce a tanta necesidad de confesar. María y Jorge comparten este lugar de destino y en él instalan las razones, ciertamente las cordiales, el sin-rencor. Son sabedores, como señala el Viejo Testamento, de que en el corazón habitan la inteligencia y la memoria. Así recor-dar, a-cor-darse, portan el término cor (lat: 'corazón'). Son las razones cordiales, las necesarias y a las que se accede desde la con-cor-dia. Sin rencor, sin olvido. Estos dos heterodoxos saben que la lectura, si es inteligente, se desarrolla en el tiempo y en la memoria, tras las razones cordiales o poéticas, más allá de la pura racionalidad, más acá del cansancio y de la monotonía, en el mundo de las ilusiones. Son vidas y testigos que discurren en el dramático siglo XX. Son dos habitantes de una Europa adoradora del dios Ares y que se convierte en ara de sacrificio en la que sus hijos pierden lo mejor: la sangre; es decir, la liber-
tad. También saben que en este drama unos fueron cegados por los totalitarismos diversos y se empeñaron en matar; otros, comprometidos en la defensa de la libertad, vivieron para morir. Las víctimas son los hijos pertenecientes a "la generación del toro", los llevados al sacrificio. Son los que necesitaron beber en la memoria, fuente inagotable que fortalece y fertiliza, para revivir, no para sobrevivir. El desgrane de reflexiones que se escucharon en aquella maña~a primaveral resonó desde el hondón de sus almas. Lugar propio del prisionero 44 .904 de Buchenwald, el prisionero estucador y de "la dama peregrina", cargada con la experiencia de cuarenta años en el exilio. "El olor a carne quemada y el frío en los pies" siempre acompañaron a Jorge. El vértigo, la desnudez y la adoración a los dioses del silencio, a María. Y ambos se vistieron y protegieron detrás de las metáforas de la escritura, el modo de engañar a los designios señalados por el demiurgo para poder ser personas, todavía. Necesitaban revivir, resistir y escribir para denunciar, anunciar y superar la soledad, para dejar avivar y sobresalir el rizoma memorialístico, al cual es imposible acallar. Jorge y María coinciden en sus reflexiones sobre Europa, para la que es necesario recuperar su agonía (griego, agonos: 'lucha') desde la cultura, para tratar de no volver a llegar tarde a los males causados por Ares, el dios de la guerra, y dar malas soluciones. La cultura, en sentido amplio, es la respuesta. Jorge y María mueren octogenarios tratando de defenderse de la humedad y de la herrumbre que producen el olvido y e1 rencor. Uno se quedó en Gerenville, la otra en su Vélez natal, para fertilizar el humus que nutre el rizoma comparti-
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do: la memoria, y para reencontrarse con "Ana Carabantes" y con "Federico Sánchez", sus heterónimos, que también se han ido a entregar su óbolo a Caronte para poder cruzar la laguna Estigia, pero sin odio, sin rencor. ***************
Es la memoria la patria de los creadores. Imposible deslegitimarla. Es lugar de creación, refugio para los desesperanzados en busca de luz. Espacio de delirios. La hybris moderna occidental busca inquietante el tiempo futuro . La Ley de Progreso ilustrada envuelta en la luz de la razón sólo atendía al avance sin límite; resuelve obviar la luz opaca y mortecina del pasado. Agunos olvidan la necesidad del retrovisor para seguir caminando. Tanto a Lot como a Orfeo los dioses les avisan de los riesgos de mirar atrás, pero el pasado real existe y revive cada vez que inevitablemente entra en el imaginario, en la escritura, en la conversación, en la madurez de las personas.
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Tener presente lo sucedido, detener la mirada, recordarnos la experiencia, defender la herencia y la filogenia que recibimos, ha sido tema capital en M. Zambrano, W. Benjamin, P. Levi, A. Solzhenitsyn, L. Melli, 1. Kerstész, D. Rousset, V. Friedman y .. . J. Semprún. Estos y otros atienden al mensaje del "ángel de la historia", el ángel pasmado, aterrado (sin tierra), de rostro desencajado y alas espantadas. El ángel que teme el futuro y es incapaz de ordenar tanta ruina acumulada del pasado; mas tanto pánico no debe evitar repensar, comprender y compadecer la historia. Esta, la historia, no es propiedad de los historiadores, sino la filogenia de la especie humana; si hubiera que buscar un mayor tenedor de la misma, correspondería a los que más la padecieron. "Unos pocos han hecho la historia. Muchos la padecieron" (M. Zambrano). (Quizá, "los presentes" fueron de los "pocos". Dejemos "los pasados" para los "muchos"). Así, pues, urge reiteradamente recuperar la memoria. Solo somos "modernos y avanzados" porque la cro-
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nología nos coloca más adelante en el calendario. Y ocupamos ese lugar porque recibimos una herencia, un pasado que a veces queda en penumbra, fugaz, mas sigue ahí, absum . W. Benjamin afirma que "no es lo mismo el olvido en el sentido de desconocimiento del pasado, que el olvido en sentido de no dar importancia al pasado. En el primer caso el olvido es ignorancia y, en el segundo, injusticia". Después de los dramas vistos y conocidos, Adorno proclamó el nolugar para la poesía. Negar y eliminar, condenar y culpar, enumerar desidentificar, anular y olvidar; alambradas-libertad, horror-esperanza, desprecio-estima, morir-vivir, silencio, olvido-palabra y memoria. Son verbos y sustantivos conjugados con hipocresía o atrevimiento, lugares donde el cinismo pretende la reiterada derrota del "ángel de la historia".
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Los atenienses prohibían hablar de la derrota, la modernidad y su defensa de la Ley de Progreso, volver la mirada sobre los pasos. Numerosos creadores (y Jorge Semprún) no atendieron las órdenes de olvidar o negar el honor, de callar, no se dejaron atrapar entre líneas cargadas de neologismos y de siglas. Desatendieron las posibilidades que dan las figuraciones y la ironía. Atendieron el pasado, se atrevieron con la memoria. Esta acción pudo vacilar entre el pesimismo existencialista, el optimismo volitivo o dejarse cazar por la melancolía saturniana, mas la mirada de la medusa no los petrificó. Los castigos, la dieta, el número identificador, el látigo, la cantera ni los harapos impidieron resucitar el cadáver, verse ante el espejo, contemplar el cadáver y avistar su resurrección. "Ridículo y repugnante" se autocalificó P. Levi ante la pérdida de belleza que concede ·
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la juventud frente al espejo. Era el camino hacia la muerte de seres fantasmagóricos. Estos seres fueron capaces de avanzar hasta el hondón del alma víctima y revivir, denunciar y anunciar los peligros del reino de Ares, monarca de Europa durante excesivo tiempo. Jorge Semprún (y los otros citados) se enfrentaron a los "creduismos o fedelismos" propios del dogmatismo, sea el nazi o el stalinista. Si bien no soportaron la idea del exterminio o de la muerte física. Tampoco les era propia la intelectual. Se eligió, una vez más, la luz frente a la posible ceguera devenida por la imposición y el acriticismo. Ni Jorge ni Fernando Claudín eran vulgares "intelectuales con cabeza de chorlito", como les calificó La Pasionaria, por su solicitud de análisis ante el nuevo rumbo que tomaba Europa o las circunstancias que concurrían en España durante el franquismo de las décadas posteriores al final de la Ir Guerra Mundial. Semprún, hombre praxiológico, reiteraba la necesidad de crítica. Una vez más los calificativos de "revisionista y desviacionista" pasaron con suficiencia acrítica. También la supresión y expulsión del partido en el que militó y se comprometió hasta el máximo riesgo. Jorge se halla otra vez fuera de casa. Sufre nuevo destierro. Un alejamiento no menos tedioso que el que supuso la pérdida de parte de la infancia (durante la Guerra Civil), de la juventud (Ir Guerra Mundial Buchenwald). La pérdida de tantas patrias quizá le llevaron al lugar adecuado y al exilio, el lugar de nadie y de todos, pues en él se carece de patria de origen y no se halla la de destino. O más bien, este podría ser la patria de destino; mas, no perdido el militante, logra como hogar a la matria que sustantiva y nutre a todos sus moradores, los heterónimos con
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apellidos tales como Artigas, Larrea, Sorel, Salagnac, Bustamente; y los más conocidos: Federico Sánchez y Jorge Semprún/Semprun, sea en españolo en francés. También en este hogar se recibe a los otros: P. Levi, V. Fiedman, 1. Kerstez, etc., al preso de Buchenwald, n° 44.904, a las lenguas propias (francés y español) y a las lecturas de formación y goce (K. Marx, A. Machado, C. Vallejo, O. Paz, P. Neruda, etc.). Mas en él la matria no cabe solo en un género, todos han sido necesarios para rendir la fuerza de la creatividad: la poesía, el guión cinematográfico, el ensayo, las memorias y la narrativa. Todos son narradores que refuerzan al hombre de compromisos, hombrelucha e intelectual que, salido de "la época de la glaciación", aspira a que Europa sea casa común y que "la larga noche en vela del exilio" (K. Marx) dé paso al día, a un nuevo nacimiento surgido desde el albor, pues en Europa nació la democracia. Grecia, las Cortes leonesas de Alfonso IX, la Carta Magna inglesa (1215), Francia, etc., en señalada tradición, justifican tal compromiso. Con estas herramientas y moradores, Semprún/Semprun busca el hogar necesario para evitar a Marte nuevamente. Es un intelectual europeísta. Un intelectual atento a los desmanes del autoritarismo, pues considera "competencia y función específica del intelectual discutir siempre, impugnar, criticar y poner en tela de juicio todo aquello que es presentado como terreno definitivo, como dogma bíblico" . Su actitud atenta y denunciante, no en vano, le conduce a autocalificarse de "intelectual inorgánico". Ciertamente, la dificultad se presenta si se intentara ubicar o encuadrar a Jorge · Semprún/Semprun. La multiplicidad de géneros literarios practicados, los nombres y personajes ocupados o interpreta-
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dos, los espacios morados nos conducen más allá de la bifronte Jano, a los espacios de Mnemósine para poder abarcar la vida de Jorge Semprún/Semprun, hombre que recorre biográficamente el siglo XX y conoce sus dominios y esperanzas, capaz de contemplar frente a frente el rostro del ángel de la historia. Semprún/Semprun es, pues, más que Semprún. Es espejo, al igual que los "otros citados", del siglo XX; solo se podrá recorrer sus moradas asidos al hilo de Ariadna. Será un recorrido singular, luminoso y necesario para "tener el pasado entre los ojos", como diría W. Benjamin. En 1957, Dionys Mascolo, antiguo cautivo y superviviente del campo de Auschwitz y también amigo de E. Morin y M. Duras, tras una visita al campo declara : Encontrándome a las puertas del campo, pienso exactamente: es aquí donde había que suicidarse. Si me dijeran que muchos visitantes se matan allí, en aquellas ciénagas heladas, me parecería normal. Verdaderos suicidios por fin, justos, llenos de sentido, armoniosos, fecundos y por fin a la medida de lo que estamos viviendo nosotros, en este siglo. Y me digo: dentro de cien :-,!,: ('I::', nosotros, que hemos sido contemporáneos de eso, pareceremos unos monstruos fríos. Nuestros nietos no nos comprenderán. Imaginarán en nosotros abismos sin vértigo, animales impávidos, que hemos soportado el conocimiento de tales cosas sin casi decir
nada. Pues casi no hemos dicho nada. Así es. Así fue, para nosotros . [D. Mascolo: Lettre polonaise sur la misere intellectualle en France].
Es preciso que Mnemósine perviva para "que el hombre sea libre de venganza" como solicitaba F. Nietzsche. Para ello es necesaria la comprensión y la magnanimidad. "Intento comprender a fin de perdonar" (Víctor Hugo) . En todas las civilizaciones existe la falta y la culpa, la venganza, y la clemencia, pero el grado de desarrollo ético lo marca la superación de la Ley del Talión. A veces es precisa la mansedumbre para lograr la paz y la democracia, pero nunca el olvido. No se puede soterrar lo imposible, la memoria. Un año antes de fallecer, Jorge me visitó en el Ministerio de Cultura, donde él fue titular, para mostrarle una donación de esculturas para el Centro Documental de la Memoria Histórica por la esposaviuda del escultor Hemán. Son esculturas fantasmagóricas de los seres humanos habitantes de los campos de concentración, que también el escultor sufrió. Jorge se quedó paralizado en un primer momento, pero rápido surge Mnemósine y le conduce a numerosas reflexiones. Recuerdo una: "Reclamo la memoria, no el castigo". Y la capacidad de recordar y de perdonar solo pertenece a la víctima. Y el mal causado por los verdugos que tantas veces ha devastado la historia del hombre es irreparable; es perdonable, mas nunca olvidable.
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Mnemósine y los exilios de Jorge Semprún
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Jorge Semprún
ROSAREcÁs
A raíz de la muerte de Jorge Semprún rescaté de mi biblioteca la primera edición en español (México, 1965) de su libro El largo viaje, pensando que unas miradas aquí y allá bastarían para concitar la presencia de mi querido amigo. La muerte nos deja sin la presencia física, pero ocurre sobre todo con las personas que viven lejos y con las que aun manteniendo un contacto regular sabemos fuera del alcance de nuestras citas, que seguimos pensando en ellos como lo hemos hecho durante tanto tiempo: personas amadas que siguen su vida y su camino tan lejos del nuestro. Y de hecho, que hayan muerto o no es solo una cuestión de conocimiento pero no tanto de emociones y tristezas que surgen lentamente siempre a base de estrujar ese conocimiento. El largo viaje volvió a seducirme como lo había hecho en 1965 cuando ya había ganado el famoso Premio Formentor, y lo que yo había creído que serían pinceladas para convocar la memoria del amigo se convirtió en una lectura apasionada con el placer añadido de un disfrute literario que en 1965 no recordaba haber conocido. Profundicé en la oscuridad de una memoria que creía perdida y me sumergí en la recuperación de un largo período de nuestra historia que contenía la resistencia de los españoles en la lucha del maquis contra los nazis, los campos de concentración, el regreso una vez conseguida la victoria y la difícil toma de conciencia de la muerte de quienes nos acompañaron en tantas luchas perdidas para la mayoría de los
ciudadanos. Pero además descubrí con asombro párrafos de una intensidad poética que me hicieron estremecer de angustia y ternura y una estructura narrativa de una agilidad encomiable que me llevaba en volandas de los montes de Auxerre y su prisión al valle del Mosela visto con los ojos del dolor y la imaginación, sumergidos en constantes reflexiones de la memoria sobre los vivos y los muertos, el compromiso y la libertad, el dolor y el sufrimiento, las torturas, la muerte del amigo sosteniéndose en pie en un vagón de ganado atiborra-~ do de prisioneros y la esperanza, a pesar de todo, de que la vida continúa y hay que vivirla como él había vivido al borde de la muerte en los campos de concentración. Todo condensado con profunda maestría en un largo viaje de cuatro días y cinco noches de sed y hambre, cansancio infinito, dolor y las muertes que iban sucediéndose en el silencio sobrecogedor del atiborrado vagón, interrumpido solo por el delirante traqueteo de aquel tren de la muerte. y así logré concitar la presencia no tanto del amigo como del soberbio escritor que domina el francés y en la misma medida el español, como lo demuestran sus libros escritos en la lengua que el exilio le habría arrebatado, de no haber sido porque se empeñó en recuperarla con la ayuda de la literatura, la memoria, la lucha y la vida.
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Un eslabón perdido en la historiografía documental sobre la Guerra Civil: Las dos memorias de Jorge Semprún (1973) JAIME CÉSPEDES GALLEGO
Université Paris 10 - Nanterre (Francia)
El único documental dirigido por el escritor Jorge Semprún Maura, Las dos memorias, filmado en España y Francia en 1972 y realizado con el título original de Les Deux Mémoircs, resultaba inaccesible prácticamente desde que se retiró de las salas donde se estrenó en Francia en marzo de 1974, habiendo sido inmediatamente censurado en la España del final
del franquismo. Aunque la Cinemateca de Perpiñán le dedicó especial atención en enero de 1975 y en abril de 1978 en dos ciclos dedicados a la relación entre el cine y la Guerra Civil española y lo incluyó en el dossier publicado en el n° 21 de Les Cahiers de la Cinématheque de Perpignan que dirigía Marcel Oms, quien también la destacaba en su libro La Guerre d'Espagne
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'au cinéma 1, la cinta nunca ha sido editada y ninguna cinemateca parecía haber conservado una copia. El único documento de que se disponía para conocer su contenido era la traducción italiana del guion2 , publicada en un volumen que recogía otros dos guiones relacionados con la Guerra Civil: Sierra de Teruel de André Malraux3 y En el balcón vacío, de J. García Ascofl. Se suponía que al menos la Cinemateca Francesa conservaba una copia de las siete bobinas en que Las dos memorias se presentaba originariamente, pero 10 cierto era que dicha copia estaba ausente de todo catálogo accesible. Finalmente, el 4 de julio de 2008 se proyectó públicamente en una de las propias salas de la Cinemateca Francesa en París. Imaginarnos que el entonces presidente de la Cinemateca, el director Costa-Gavras, amigo y colaborador de Semprún en tres polémicas p elículas (Z, La confesión y Sección especial), intervino para que Las dos memorias fuese rescatada de los depósitos de la institución, que se trasladaron en 2005 a su actual emp lazamiento en el distrito XII de París. El propio escritor aseguraba no poseer una copia de su documental, aunque deben de conservarse las cerca de 40 horas de en trevistas filmadas de las que seleccionó los 140 minutos que 10 componen. La recuperación de este documental nos permite ahora no solamente analizarlo en detalle, sino también ver el lugar que ocupa en una serie de documentales que se plantearon los mismos objetivos que Las dos memorias en los años setenta y ver cuál es el carácter de la propuesta ética y estética de este único documental de un controvertido escritor proveniente del mundo de la literatura comprometida. Cuando se realiza Las dos memorias, su director había sido ya guionista de varias
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exitosas películas francesas, principalmente La guerra ha terminado de Alain Resnais (1966, dedicada a los esfuerzos de un militante antifranquista por hacer comprender a sus dirigentes que su lucha no se adaptaba ya a los cambios que se estaban produciendo en España), las ya mencionadas Z (1969, donde se reconstruye el caso del asesinato del diputado griego de izquierdas Grigoris Lambrakis) y La confesión (1970, en la que se recrea el proceso estalinista al que fue sometido Artur London), más otra película polémica: El atentado de Yves Boisset (1972, en la que se ofrece una hipótesis del asesinato de Ben Barka). Las dos memorias se sitúa cronológicamente a medio camino entre las dos películas con guion de Semprún que tratan directamente de las dificultades internas de los que, como él, fueron miembros del Partido Comunista de España en la clandestinidad: la ya mencionada película de Resnais y la que ha sido vista como su continuación, Las carreteras del sur de Joseph Lásey (1978), película esta última de la que Semprún, a diferencia de la primera, se arrepiente abiertamente, a pesar de su indudable interéss. Si bien Semprún venía, pues, esforzándose desde su expulsión del PCE en 1964 por criticar, en sus facetas de escritor y de guionista, la estrategia y la mentalidad que caracterizaba a la cúpula del partido, 10 que resulta nuevo en 1973 es el medio elegido para proseguir con su particular revisión del comunismo: el documental compuesto por entrevistas, queriendo restarle a ese proceso de revisión p recisamente la carga personal que tienen sus escritos para acercarlo más bien a una reflexión polifónica, que no por ello resulta exhaustiva ni objetiva. El caudal de voces que escuchamos en Las dos memorias no abarca toda la gama de opiniones que h ay sobre las causas y el carácter de la Guerra Civil, lo cual sería,
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de entrada, difícil de conseguir en los límites de un documental, pero lo más interesante es que, corno vamos a ver, la melodía resultante del encuentro de todas esas voces apunta hacia una dirección concreta gracias a los arreglos del director. El título de Las dos memorias se presta a confusión, pues hace pensar en la dicotomía tradicional entre dos Españas que popularizaron poemas corno el LITI de Proverbios y cantares de Antonio Machado, cuando, en realidad, Semprún quería decir que "siempre hay dos memorias para el mismo acontecimiento, incluso dentro del campo republicano"6. El escritor consideró también el título La memoria desdoblada (La mémoire dédoublée), que no parecía tampoco muy apropiado para dar cuenta de lo que es el documental, compuesto por entrevistas hechas principalmente a personas que, encontrándose en su mayoría todavía en el exilio y manteniendo opiniones en unas ocasiones divergentes y en otras opuestas, habían tenido responsabilidades políticas destacadas durante la Guerra Civil. En absoluto se pretendió recoger opiniones del lado republicano y del lado franquista en más " Las entrevistas a o m enos igual medida. personas que .estuvieron del lado franquista son muy pocas, aunque son importnntes en el desarrollo del documental y son, por lo demás, de disidentes del franquismo: José María Gil-Robles (marginad o definitivamente en 1962 por defender la vuelta a la monarquía) y Dionisio Ridruejo (el líder falangis ta que estuvo bajo arresto domiciliario desde su vuelta de la DivisiJ)n Azul por oponerse abiertamente a la política franquista). Por otra parte, los entrevistados del lado antifranquista no son representativos de toda la izquierda de ,.J,á época, habiendo sido una de las principales críticas que recibió el doc umental en su estreno la ausencia de
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dos categorías en particular: los políticos socialistas y los trabajadores anarquistas que siguiesen siendo trabajadores (es decir, que no se hubiesen convertido en dirigentes). Para dar cuenta del indudable interés de Las dos memorias y dado que todavía no se ha editado, recogernos seguidamente por orden de aparición los nombres de los entrevistados en cada una de las siete partes en que se divide, con la ocupación que tenían durante los años de la guerra (repitiendo los nombres de los que aparecen en varias partes): "1. Febrero de 1939. El exilio comienza": Federica Montseny (dirigente de la CNT), Santiago Carrillo (secretario general del PCE), José Peirats (dirigente de la CNT y periodista), María Casares (actriz, hija de Santiago Casares Quiroga, recién nombrado jefe del Gobierno republicano cuando se inicia la Guerra Civil); "2. Julio de 1936. Guerra y revolución en España": Federica Montseny, José Peirats, Gabriel Jackson (historiador estadounidense), Santiago Carrillo, Fernando Claudín (miembro del Comité Central del PCE, expulsado del partido al mismo tiempo que Semprún); "3. 1931-1936. La república burguesa. Orígenes de la Guerra Civil": Fernando Claudín, José María Gil-Robles (dirigente de la CEDA), Lucio Losa (militante de las Juventudes Socialistas Unificadas), José Menese (cantaor); "4. Estos jóvenes falangistas sin memoria ¿conocen su historia?": Dionisio Ridruejo (falangista), Ian Gibson (historiador irlandés), José Peirats, Federica Montseny, Wilebaldo Solan o (dirigente del POUM, Partido Obrero de Unificación Marxista), Santiago Carrillo, Juan Andrade (uno de los fundadores del PCE, m ás tarde dirigente del POUM), Manuel de lrujo (militante del Partido Nacion alista Vasco y ministro republican o durante la guerra, opuesto a la represión contra el POUM); "S. Treinta
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Fernando Claudín.
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y cinco años después de la Guerra Civil. Para los hijos de vencedores y vencidos es la hora de las preguntas": Juan Goytisolo (escritor exiliado), el entonces príncipe Juan Carlos de Borbón (en imágenes de archivo junto a su padre), José MartínArtajo (contrario a la ideología de su padre, el ministro de Asuntos Exteriores franquista entre 1945 y 1957 Alberto Martín-Artajo), André Malraux (el escritor comprometido con los republicanos, más tarde ministro de Cultura de Charles De Gaulle), Lucy Durán (hija de Gustavo Durán, general republicano en el que Malraux se inspiró para el personaje de Manuel en su novela L'Espoir), Carmen Claudín (hija de Fernando Claudín); "6. La ayuda soviética a la España republicana": Lucio Losa, Santiago Carrillo, Gabriel Jackson, Fernando Claudín, dos jóvenes anónimos españoles entrevistados en Madrid; "7. Marzo de 1939. La Guerra Civil ha terminado": Simón Sánchez Montero (dirigente del PCE en la clandestinidad), Dionisio Ridruejo, Xavier Domingo (escritor exiliado), José Giral (presidente del Gobierno de la República en el exilio de 1945 a 1947, en imágenes de archivo), Justo Pérez de Urbel (abad de la basílica del Valle de los Caídos, en imágenes de archivo), Cassia Just (abad del monasterio de Montserrat, antifranquista cuyo rostro no aparece en pantalla), Raimon (cantante valenciano asociado a la Nova can{:ó), Yves Montand (en el papel que interpreta en La guerra ha terminado, en el pasaje en que critica "la buena conciencia lírica de toda la izquierda" que comentaremos más abajo), el propio Jorge Semprún (a quien hace una pregunta su íntimo amigo Montand), Wilebaldo Soriano, Santiago Carrillo, José Peirats y Federica Montseny. A través de esta serie de entrevistas, la intención del documental es modificar la visión de la Guerra Civil que,
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hablan do en gen eral, podían tener much os exiliados, republicanos y comunistas en gen eral como guerra entre "buenos y m alos", visión que impulsaron documentales como el que Frédéric Rossif había realizado en 1963: Morir en Madrid (Mourir a Madrid). La visión de Rossif, tachada de romántica, presentaba la Guerra Civil como el necesario enfrentamiento b élico entre un p od er legítimamente establecid o en las urnas y unos militares fascistas sublevad os. En ese proceso del que h ablábam os de revisión del comunismo que tanto p reocupa a Semprún y a otros que también son expulsados del PCE, Las dos memorias ofrece testimonios que argumentan que la II República no solamente fue víctima de un levantamiento fascista, sino que lo fue aún m ás trágicamente de su propia división interna entre comunistas y socialistas republicanos por un lado (acusados de estalinistas), y anarquistas y socialistas revolucionarios por otro lado (acusados de trotskistas o de antirrevolucionarios). Esta idea, que es perfectamente normal encontrar en los manuales de historia de España posteriores al franquismo, estaba todavía en esos años por afianzar, sobre todo en la mentalidad de m uchos exiliados (afiliados o no al PCE) que recordaban con nostalgia la lucha por la defensa de la República pero conocían mal o no eran capaces de medir la importancia de las luchas internas que costaron la vida a muchos compañeros antifascistas acusados de t... aición por una m anipulación estalinista que desemb ocó en una gu erra dentro de la guerra particularmente intensa en las calles de Barcelon a en mayo de 1937 y que influyó mu ch o en la desmoralización general del cam po antifranquista a medida que se p rolongaba la guerra . El personaje que interpretaba Yves Montand en La guerra ha
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terminado manifestaba ya, en el que se convirtió en el pasaje más famoso de la película, la repulsión que le producía a Semprún a mediados de los años sesenta la "buena conciencia lírica de toda la izquierda" que podían albergar muchos exiliados y veteranos de la guerra: La desgraciada España, la España heroica, la España en el corazón: estoy hasta la coronilla. España se ha convertido en la buena conciencia lírica de toda la izquierda: un mito para antiguos combatientes. Mientras, catorce millones de turistas se van de vacaciones a España. España ya no es más que un sueño turístico o la leyenda de la Guerra Civil. Todo eso mezclado con el teatro de Lorca, y ya estoy harto del teatro de Lorca. ¡Ya está bien de mujeres estériles y de dramas rurales! ¡Y ya está bien de leyendas! Yo no estuve en Verdún, ni tampoco en Teruel, ni en el frente del Ebro. Y los que hacen cosas en España, cosas verdaderamente importantes, tampoco es tuvieron. Tienen ahora veinte años y no es nuestro pasado lo que les hace moverse sino
su futuro. España ya no es el sueño de 1936, sino la realidad de 1965, aunque esta parezca desconcertante. Han pasado treinta años y me joden los antiguos combatientes [sicV
Las dos memorias traslada esta idea al terreno del documental para proporcionar testimonios de . primera mano de muchas personas que conocieron y, en muchos casos, protagonizaron aquellos acontecimientos. Unos dan su punto de vista sobre lo sucedido (anarquistas como Wilebaldo Solano o Federica Montseny) y otros justifican (o siguen justificando) la represión que se ejerció contra los anarquistas (comunistas estalinistas, o, al menos, a quienes Semprún considera como tales, como la Pasionaria y Santiago Carrillo). Así, este documental es el primero que se plantea analizar la oposición "¿guerra o revolución?" como cuestión fundamental de la Guerra Civil, entendiendo por "guerra" la posición de los defensores de la república burguesa y por "revolución" la de los que defendían la colectivización revolucionaria y luchaban no solamente
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contra el fascismo sino también contra la p ropia república burguesa. En este sentido, el planteamiento ' de Las dos memorias traslada a la pantalla la idea que había inspirado a Carlos Rojas el libro Por qué perdimos la guerra (1970)8, donde se planteaba ya, a través de una recopilación de testimonios, esta cuestión sobre la que el PCE había dado su propia versión en tres volúmenes titulados precisamente Guerra y revolución en España (1936-1939), editados por Dolores Ibárruri en Moscú (1966)9. Tal debate dio lugar, por lo demás, a numerosas publicaciones de diversa índole durante la Transición con títulos muy parecidos en los que se contraponían "guerra" y "revolución" o "revolución" y "contrarrevolución". El propio hermano escritor de Jorge, Carlos Semprún Maura, dedicó en la misma época a la cuestión su libro más leído, Revolución y contrarrevolución en Cataluña lO • Por su parte, Las dos memorias pretendía que se tuviera en cuenta la versión anarquista de los hechos, sin proponerse, corno en el caso del libro de su hermano, corno
un documental en nombre de ningún partido o institución. Un aspecto más arriesgado para la época en que se estrenó el documental es el establecer a mitad del mismo un paralelismo en tre la crisis que se vivió en el lado antifranquista durante la guerra y la que se produjo en el lado opuesto: la unificación del carlismo y el falangismo en un único movimiento en abril de 1937, lo que hacía que ambas facciones perdieran su especificidad y su capacidad de oposición. Tal paralelismo resulta algo provocador en la medida en que se pueda hablar de "crisis" en el lado de los que, de todos modos, gozarían de todos los privilegios corno vencedores. Semprún demuestra mediante este punto de vista un distanciamiento bastante adelantad o a su tiempo. A este resp ecto, utiliza mucho el testimon io d e Dionisio Ridruejo, conocido falan gista que entró en contacto con miembros del PCE a partir de 1951, cuando volvió a Madrid tras su arresto domiciliario por haber manifestado su desacuerdo con la política franquista. Conociendo la biografía de
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Semprún, da la impresión de que su simpatía por Ridruejo se puede deber, sobre todo, al hecho de haber vivido Ridruejo situaciones comparables a la suya en el campo contrario, en la medida en que Semprún provocó su expulsión del PCE tras unos años de los que luego se arrepentiría por haber formado parte de un partido "estalinizado", según su propio calificativo, así como Ridruejo se arrepentía no de haber sido falangista, sino de haberse visto envuelto en una política franquista que él y otros camisas viejas juzgaban como personalista y vengativa, aunque el argumento sorprendiese a más de uno. Por supuesto, no pretendemos aquí justificar ni a Ridruejo ni a otros dirigentes (está claro que su disidencia del franquismo podría haber estado perfectamente motivada por el deseo de liberarse del sentimiento de culpa ante los miles de asesinatos cometidos en las retaguardias por los falangistas, como se puede imaginar en el documental mismo por lo que dice lan Gibson sobre el caso de García Lorca), sino que queremos llamar la atención sobre el hecho de que la retórica de Ridruejo, el discurso de su toma de postura personal ante su "crisis", muestra analogías con el de Semprún en relación con la crisis del PCE que le sirven para sugerir implícitamente que en los dos bandos hubo disidentes contrarios a la política totalitarista ejercida por el fascismo y por el comunismo. Así, las explicaciones de Ridruejo en el documental acerca de la crisis falangista son utilizadas por Semprún para establecer un puente con la "crisis simétrica en el campo republicano" de un mes después (mayo de 1937). A pesar de todo, el hecho d e que el estreno del documental coincidiera con la ejecución del joven anarquista Salvador Puig Antich le valió a Semprún algunas críticas acerca de su "inutilidad" en
el momento que se vivía. En ese sentido iba la crítica que formuló Serge Daney: Acentuando la "fosa que hay entre las generaciones", ¿nos ayuda Semprún a aclarar el presente? ¿De qué"serviría evocar 1937 si no nos sirviera para entender mejor 1974? [... ] Película venida del exilio y que se complace en él, Las dos memorias no quiere hablamos de lo que no sea el exilio. No pedimos que los exiliados se expresen por los que luchan realmente (en 1974 en España), sino que digan al menos: luchan 11 •
Pero aunque Las dos memorias no se presentaba con el objetivo de contribuir a la lucha contra el franquismo, sino con el de añadir miradas a un pasado que Semprún trataba de ofrecernos bajo puntos de vista divergentes y enfrentados, no por ello hay que dejar de ver una intención política en el documental, ya que bajo su aparente interés fundamentalmente histórico se escondía la voluntad política de criticar al PCE, que es, en el fondo, lo que no gustó a buena parte de la izquierda todavía comprometida en la lucha contra el franquismo . Como anunciábamos al principio, el objetivo y la forma en que se plantea Las dos memorias lo relaciona directamente con otros dos documentales a los que sirvió de modelo por superar, ya que durante la Transición iba a resultar más fácil, aunque no del todo, rodar un documental con entrevistas a exiliados que empezaban a regresar a España o que ya no tenían reparo en hablar abiertamente y que representaban a más categorías de exiliados. Fue lo que hicieron Jaime Camino con La vieja memoria (1977), y Diego Abad d e Santillán y Luis Galindo con Por qué perdimos la guerra (1978, título coincidente con el del libro de Carlos Rojas, pero que retomaba, en realidad, el de un libro del
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propio Abad de Santillán publicado por primera vez en 1940)12. Comparada con Las dos memorias, La vieja memoria alarga considerablemente el abanico de entrevistados e incluye algunos de las categorías que se echaban de menos (socialistas y obreros anarquistas), a la vez que se entrevista a otros falangistas que aparecen no solamente con la corbata negra de luto por José Antonio Primo de Rivera (corno Dionisio Ridruejo en Las dos memorias) sino también junto al retrato del fundador de Falange colocado ante la cámara en sus despachos. Corno recogen los títulos de crédito al final del documental 13, en la concepción del mismo Jaime Camino trabajó con Román Gubern, con quien ya había colaborado en varios guiones de películas. Gubern había asistido a las jornadas en que se proyectó y se debatió sobre el documental de Semprún en Perpiñán en 1975, siendo perfectamente consciente de lo que haría falta para llegar a un resultado más equilibrado y aprovechando la ocasión que se abría en España de proyectar en salas de cine este tipo de documentales durante la Transición. El propio Semprún, respondiendo a las objeciones formuladas en Perpiñán, invitaba a que se intentase mejorarlo: "Es una de las cosas [la ausencia de socialistas] que deberá ser corregida por los que intenten hacer un film con todas las posibilidades acerca de la Guerra Civil"14. Con una duración total de 2h 40 min (veinte minutos más que Las dos memorias), La vieja memoria resulta, pues, un documental más completo en el repertorio de entrevistados. Se examinan en él en detalle las causas de la guerra y los días del alzamiento en Barcelona, llegándose finalmente al tema del enfrentamiento interno del lado antifranquista. Camino prefiere, sin embargo, pasar por alto el paralelismo que adelantaba Semprún entre la crisis en el lado antifran-
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quista y la crisis en el lado franquista durante la guerra. En cuanto a Por qué perdimos la guerra, la idea de realizar un documental sobre la Guerra Civil que privilegiase el punto de vista que Diego Abad de Santillán venía desarrollando en sus libros (el valor y el sufrimiento del pueblo) le vino a este a raíz de su contribución corno entrevistado en La vieja memoria un año antes. Al tratarse de un documental hecho por anarquistas y con entrevistas casi exclusivamente a anarquistas (y a religiosos exiliados en Argentina, donde Abad de Santillán vivió los años del exilio), el mensaje político que transmite sobrepasa el de Las dos memorias. Una diferencia importante existe en el modo de lectura que proponen estos dos documentales, ya que las conclusiones de Por qué perdimos la guerra no se proponen corno el resultado de una deducción que el espectador ha de realizar a la vista de opiniones diferentes. A diferenciª"de Las dos memorias y La vieja memoria, la voz en off en Por qué perdimos la guerra desarrolla un discurso ordenado según la lógica causal de su punto de vista particular, apoyándose en numerosas imágenes de archivo (menos abundantes en La vieja memoria y menos aún en Las dos memorias), sin que ese discurso sea contrapuesto a opiniones discrepantes, siendo las entrevistas, en general, de duración más corta que en los documentales de Semprún y Camino, y estando fundamentalmente dirigidas a corroborar o introducir el terna que desarrolla la voz en off Corno sugiere el verbo en primera persona del plural en el título, Por qué perdimos la guerra no oculta su punto de vista, si bien en su dedicatoria se circunscribe enseguida al pueblo español y no a todos los antifranquistas: "En todos los conflictos políticos de la historia de España, hubo distintos vencedores ... pero un solo vencido: el pueblo español".
Si bien solo aparece un entrevistado que lo fuera también en Las dos memorias, Manuel de Irujo, del PNV, podernos considerar esta coincidencia casi anecdótica, dado que Por qué perdimos la guerra trata de alejarse claramente de esa' especie de canon de figuras políticas (incluidas las anarquistas) ampliado y avalado durante la Transición a través de multitud de publicaciones y entrevistas, para dar paso a otras importantes figuras del anarquismo español, corno Julián Gorkin (POUM), Víctor Alba (POUM) o Eduardo Val (CNT), además del propio Diego Abad de Santillán (FAI). Los dirigentes anarquistas que aparecen en Las dos memorias (Federica Montseny, José Peirats, Wilebaldo Solano) son descartados por Abad de Santillán, seguramente por su punto de vista demasiado idealista sobre la lucha, corno dejan perfectamente entrever en las entrevistas que concedieron a Semprún (salvo en el caso quizá de Solano). Entre las figuras no directamente políticas, Por qué perdimos la guerra recupera a Eduardo de Guzmán de La vieja memoria, periodista anarquista ya desde la TI República y apreciado colaborador por su profundo conocimiento de la historia de las luchas sociales que había sido devuelto al primer plano de la actualidad a raíz de la atribución del Premio Internacional de Prensa en París en 1974 a su libro de memorias El año de la victoria 15 • Semprún, por su parte, no incluyó a ningún periodista en su documental, aunque sí a dos jóvenes profesores hispanistas extranjeros, Gabriel Jackson e Ian Gibson, a través de los cuales pretendía ofrecer opiniones lo más alejadas posible del interés personal y de la subjetividad que se manifiestan en las personalidades del exilio entrevistadas. Al no haber ninguna voz disonante u opuesta al discurso que predomina en Por qué perdimos la guerra,
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no hay necesidad de recurrir a la técnica del montaje paralelo que es fundamental en los docu mentales de Semprún y Camino. Para alcanzar su obj etivo didáctico, Por qué perdimos la guerra, a diferencia, sobre todo, de Las dos memorias, se basa en un discurso lógico-causal accesible para el público no especializado, dibujándose continuamente las principales lí-neas de la guerra a medida que avanza el documental. En Las dos memorias hay que conocer bien de antemano el contexto d e esos años p ara poder apreciar los matices de m u ch as de las intervenciones de los en trevistados. De los grandes ternas de los qu e Por qué perdimos la guerra va dando cuenta, solo algunos aparecen en Las dos memorias, dada la intención principal de Semprún de generalizar la idea de que los comunistas traicionaron la revolución a causa de la influ encia estalinista y otras ideas relacionadas con esta y de carácter más político que social, sin que estos dos aspectos puedan, sin embargo, disociarse completamente. A la luz de Por qué perdimos la guerra se entiende mejor por qué Las dos memorias no es un documental esencialmente "anarquista", sino más bien "an ticom unista", aunque .se proponga corno independiente. Por ejemplo, no se dedica tiempo en la cinta de Semprún a ternas centrales del anarquismo corno el problema agrario. En la última media hora del documental de Abad de Santillán y Luis Galindo se aborda directamente el terna que más claramente lo relaciona con Las dos memorias: el de la acción estalinista en el lado antifranquista, siendo una de las conclusiones esenciales de Por qué perdimos la guerra a este respecto que "la mayor parte de ellos [del pueblo derrotado] había perdido algo más que una gu erra, había perdido la esp,cranza en un m undo mejor,
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más dign o y m ás justo para todos, yeso, eso pesaba más que la derrota" . A un así, Por qué perdimos la guerra no solamente pretende criticar a todas las facciones republicanas y comunistas que se dejaron influenciar por la política estalinista en España. También se argumenta, al inicio, que los propios gobiernos de la II República no solamente no supieron resolver el problema agrario, sino qu e además "la represión de los obreros y campesinos no fue menor durante la República que durante la monarquía", corno dice el propio Abad de Santillán re cord ando los conflictos de Casas Viejas en enero de 1933 y de Asturias en octubre de 1934. En la misma idea insiste Eduardo de Guzmán a propósito de la negativa del Gobierno del Frente Popular a entregar armas al pueblo al inicio de la gu erra: "El Gobierno, evidentemente, ten ía más temor al pueblo que a su s adversarios". Semprún da la impresión de ir a dedicar a estos ternas el tercer capítulo d e su documental ("La República burguesa. Los orígenes de la Guerra Civil"), pero, de los apenas quince minutos que dura el capítulo, los diez últimos se reservan a los trágicos casos particulares de las familias d e Lucio Losa y José Menese, recogiéndose en los cinco primeros las explicaciones, d emasiado generales aquí, de Fernando Claudín y José María Gil-Robles. La intervención de Claudín podría servir d e introducción para hablar d el p roblem a agrario, pero la cuestión en sí no es tratada. Quizá la tratase en los minutos d e entrevista que no se seleccionaron p ara el documental, pero lo que queda de manifiesto es qu e la cuestión de los problemas que el mov imiento obre.ro y campesino en contraba ya dentro de la II Repúb lica preocupa aquí a Semprún menos que la de la lucha interna entre estalinistas y antiestalinistas durante la
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guerra, lo que lo concernía a él mucho más de cerca, al haber sufrido las consecuencias de este tipo de divisiones durante su militancia comunista. Es por este tipo de apreciaciones por lo que podemos decir que Las dos memorias es un documental "desequilibrado", lo cual no hace sino añadirle más interés. En cuanto al lenguaje de Las dos memorias, hay que señalar que el elemento que determina principalmente la falta de neutralidad en el punto de vista del director es el montaje en paralelo, más que su voz en off, que solo interviene en algunos momentos determinados. Es su trabajo ordenando las intervenciones, cortando las entrevistas e intercalándolas lo que más favorece los puntos de vista particulares del director, a pesar de que Semprún intente minimizar la subjetividad del montaje en paralelo apareciendo en persona al final del documental para decir que hay que "dejar a los demás hablar
aunque haya que oír muchas tonterías o cosas que ya se saben, pero, por lo menos, hay que escucharlas y hacer el esfuerzo de entenderlas". La técnica del montaje en paralelo, más utilizada incluso en La vieja memoria, pone en evidenéia, sobre todo, el testimonio de Santiago Carrillo, a quien Semprún criticaría abiertamente más tarde en su Autobiografía de Federico Sánchez (1977) y quien, a pesar de las imágenes en que lo vemos pasear con Semprún por el jardín en que se rodó su entrevista, sale mal parado cuando su análisis del enfrentamiento contra el POUM, expresado en el francés mal pronunciado y con errores básicos característico de Carrillo a pesar de los largos años de exilio, es contrapuesto, en la segunda parte del documental, al análisis del historiador estadounidense Gabriel Jackson, y, en la cuarta parte, a la intervención del anarquista Wilebaldo Solano. El director no podía ignorar que el escaso dominio
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del francés de Carrillo frente al más que aceptable de sus vecinos en el documental produce en el espectador una impresión de entrada negativa sobre la calidad intelectual del dirigente comunista, más allá de lo tolerable a pesar de la baja calidad
general del francés hablado por muchos de los españoles que se exiliaron siendo ya adultos, lo que manifestaba, ante todo, un apego a la lengua materna mantenido durante los largos años del exilio, lengua que utilizaban continuamente en sus actividades clandestinas y, mayoritariamente, en el ámbito privado. Esta lengua era para muchos el catalán antes que el español, lo que puso de relieve Jaime Camino permitiendo que los catalanes que aparecen en La vieja memoria se expresasen en esta lengua. En este sentido, es una pena que algunos entrevistados, como Juan Goytisolo o José Peirats, no se expresasen en español en Las dos memorias, ya que dan la impresión de querer decir más de lo que pueden decir en francés, siendo este aspecto lingüístico una de las causas que pudieron contribuir al olvido al que se vio sometido el documental. Semprún habría
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debido quizá pedir a todos los entr~vista dos que se expresasen en su lengua materna, como hicieron, de hecho, Ridruejo, Gil-Robles, Juan Andrade o José Menese. Que la libertad expresiva con que hablan algunos entrevistados en La vieja memoria se echa de menos en Las dos memorias podemos sentirlo especialmente en el testimonio de José Luis de Vilallonga, así como en el que lo precede de Jaume Miravitlles en catalán, en un bar. Vilallonga (quien fue destinado a pelotones de ejecución con 16 años) aparece cómodamente sentado en un sofá ante la cámara de Camino con un puro en la mano para contar atrocidades de la guerra con una normalidad y una familiaridad que dan una inquietante verosimilitud a su testimonio de la que carecen otros cuya seriedad puede pretender ocultar un punto de vista parcial sobre los hechos. Recordemos solamente una de las cosas menos asombrosas que cuenta Vilallonga, lamentando no poder reproducir la entonación particular con que las dice: Cuando dices que un señor se presenta voluntario para fusilar a gente, dices: este señor es un animal, un sádico. En realidad se presentaban voluntarios porque a los que estaban en los pelotones de ejecución les daban por la mañana un enorme tazón de coñac. Y los tíos se presentaban voluntarios por el coñac. Porque el primer día, sí, es terrible, el segundo también, el tercero un poco menos y a los ocho días haces eso igual igual que si mataras conejos.
Para la eficacia del montaje de Las dos memorias, aunque Semprún contase con la ayuda de su mujer, Colette Leloup, única responsable del montaje en los títulos de crédito, fue determinante en general el trabajo del asistente de dirección Alain Corneau, a quien Semprún había conoci-
do como asistente de dirección de CostaGavras en La confesión y quien pasaría enseguida a ser un reconocido director16 • En cuanto a la concepción estética del documental, podemos subrayar la influencia de otro de los directores a los que se ha calificado como "comprometidos" que siempre partió del principio de que el montaje es el lenguaje específicamente cinematográfico, Chris Marker, quien modestamente aparece en los títulos de crédito de Las dos memorias como "colaborador". En la época en qúe rodó Semprún, Marker seguía rodando y recogiendo material de lo que luego sería Le fond de ['air est rouge (1967-1977), auténtico documental de montaje fijado en cuatro horas en su primera versión17 • El uso moderado de la voz en off que vemos en Las dos memorias también es característico de Marker: una voz casi susurrante que presenta en muy pocas palabras a cada entrevistado, reservándose el uso del texto sobre la imagen solo para indicar el nombre, el año y la ciudad en que se desarrolla una entrevista. La obligación de rodar en lugares que no se pudieron ser elegidos realmente sino que venían impuestos por la situación de clandestinidad y por la disponibilidad concreta de cada entrevistado refuerza el efecto de realidad de Las dos memorias, cuya espontaneidad y modesta producción le hacen ganar en realismo. Ahora bien, este realismo convive paradójicamente con el efecto de distanciamiento y de pretendida objetividad del director y acerca el documental a la estética de la Nouvelle vague todavía viva en Francia en la época de su realización. El código cinematográfico de la Nouvelle vague anima a Semprún a aparecer de pie alIado de algunos entrevistados Gosé Peirats, Santiago Carrillo) o sentado frente a ellos (Dionisio Ridruejo, Lucio Losa), lo que recuerda continuamente la autoría del documental: el direc-
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tor se expone a la mirada del espectador para que no se olvide quién está moviendo los hilos, incluso cuando se deja ver unos segundos al lado de entrevistados con opiniones a veces muy diferentes de la suya. Esta presencia física del director en la pantalla subraya la impresión a la que ya hemos aludido de que, más que un documental de tipo didáctico, Las dos memorias es un ensayo político en el que las entrevistas serían citas sucesivas de diferentes fuentes y el comentario vendría dado no solamente por la voz en off de Semprún y otra voz en off femenina (que aparecen bastante poco y de la manera más neutra posible), sino también, y sobre todo, por los efectos de ,,.. montaje. Las imágenes de archivo que Semprún intercala entre las entrevistas también forman parte de los efectos de montaje, ya que no tienen aquí el objetivo de solamente ilustrar el tema del que se habla, como en Por qué perdimos la guerra, sino que han de ser sutilmente interpretadas en función del lugar que ocupan y en relación con las entrevistas a las que acompañan. Un buen ejemplo lo constituyen las imágenes de archivo de la primera parte del documental que se suceden para constatar el reconocimiento internacional que alcanzó Franco: imágenes de las visitas a España de los presidentes de Estados Unidos Eisenhower (1959) y Nixon (1970), del presidente francés Charles de Gaulle (1969), imágenes que cuestionan irónicamente las palabras de Carrillo y Montseny que las preceden, defendiendo Montseny la utilidad del trabajo político de los exiliados como "denuncia permanente de la ilegalidad del régimen" y afirmando Carrillo que, si volviese a España, "no tendría la impresión de haber vivido en el exilio". Otro buen ejemplo lo constituyen las imágenes de archivo que acompañan aquellas en las que Juan Goytisolo da cuenta de lo
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mucho que le afectaban personalmente la falta de libertades y la censura en España mientras da vueltas en círculo en una especie de bajo o sótano abandonado que refleja metafóricamente su reclusión mental y el sentimiento que explica de haber padecido una especie de grave enfermedad síquica cuando estudiaba en España. Su imagen andando está entrecortada por imágenes de archivo que muestran, sin que se interrumpa su discurso, a multitudes de personas queriendo acercarse al general Franco y siendo contenidas por las fuerzas del orden. Al final de su intervención, la cámara, que lo ha estado siguiendo desde el centro del círculo que describían sus pasos, se coloca frente a él y realiza un travelín de acompañamiento hacia atrás alternando con imágenes del juramento del príncipe Juan Carlos de fidelidad a los principios del Movimiento, esta vez con el sonido del comentador de esta noticia por la televisión francesa, permaneciendo Goytisolo callado y mirando fijamente a la cámara que lo filma mientras anda. Otro ejemplo serían las imágenes finales del documental, en las que, como Semprún recuerda en su autobiografía Adiós, luz de veranos ... , vemos que la cámara se detiene en una fotografía "de espaldas de un muchacho que acaba de desembarcar en Bayona con otros refugiados españoles. Y que alza el puño para hacer el saludo del Frente Popular"18. Este gesto orgulloso e inocente (el mismo que, de manera colectiva, pone de relieve Jaime Camino en su documental Los niños de Rusia en las imágenes de archivo en que vemos a numerosos niños vascos exiliados desembarcar en Leningrado) es contrapuesto a la aparición inmediatamente anterior de Federica Montseny en la que vuelve a hablar desd e la ilusión lírica que comparten en el fondo tanto ella como los dirigentes del PCE a los que se opone ideológicamente, en la que vuelve al triunfalismo vacío que Semprún
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Campo de concentración de Argelés-sur-Mer.
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quiere hacemos ver como inútil para recu- perar la historia y construir el futuro: "Fuimos vencidos por la fuerza de las armas, pero en el fondo yo sigo diciendo: moralmente somos los vencedores", dice la dirigente cenetista. Para Semprún, corno escribe en la mencionada autobiografía, "ese saludo [del Frente Popular] nunca ha sido un gesto de triunfo, y mucho menos de amenaza. Encama más bien la fraternidad de los humillados y ofendidos, la solidaridad de los pobres. De los vencidos, con demasiada frecuencia. También puede leerse en él la esperanza: la más loca de las esperanzas, la más desesperada"19. También en lo que respecta a la relación entre ética y estética en este documental, hay que destacar la apuesta de su director por consagrar a través del montaje un "lugar de memoria": las playas francesas cercanas a la frontera con España que vemos al principio del documental,
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antes de los títulos de crédito. Se trata de unos espacios que ya se habían normalizado a principios de los años setenta como destinos vacacionales, corno demuestran los diversos planos que se nos ofrecen en concreto del cámping de la playa de Argelés-sur-Mer que terminan con un plano aéreo en el que oírnos una voz por megafonía que requiere con toda normalidad a un turista al teléfono. Entre dichas imágenes en movimiento se intercalan en montaje paralelo otras de los meses en que esas mismas playas servían de campo de concentración para los exiliados españoles que buscaban refugio en 1939. La señal de tráfico de entrada a la población que vernos en un primer plano deja entrever en segundo plano un cartel publicitario del casino Argelés-Plage. Las imágenes en color de gente lavando ropa con abundante agua en las instalaciones del cámping en 1972 contrastan con las que se contraponen en blanco y negro de
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una multitud de personas en 1939 hacinadas sobre la arena o echadas sobre una manta en el mejor de los casos. Para que no quede duda, la voz en off del propio Semprún explica brevemente la función que realizaron esas mismas playas al término de la Guerra Civil: "Para la memoria española, son nombres de campos de concentración", fórmula que elude la denominación de "campos de refugiados", más políticamente correcta pero criticada por los exiliados que pasaron por ellos. La cámara termina por llevarnos a un modesto monumento en forma de obelisco erigido en honor de "los muertos del campo de Argelés" en cuya lista grabada sobre la piedra aparecen muchos apellidos españoles junto a otros que recuerdan a las víctimas de la TI Guerra Mundial deportadas poco después a ese y a otros campos franceses. La preocupación por difundir la idea de que hubo verdaderos
campos de concentración en Francia era ya propia a Semprún antes de este documental y se manifiesta principalmente en su literatura propiamente dedicada al mundo de los campos de concentración, como podemos ver desde su primera obra, El largo viaje, en la que el personaje autobiográfico de Semprún (bajo el nombre clandestino de Gérard) explica en uno de sus primeros diálogos con el personaje ficticio del "chico de Semur" que esos campos existen20 • El tema nunca dejó de formar parte del universo de Semprún, como vemos en su última obra de teatro Gurs, una tragedia europea (2004). En definitiva, Las dos memorias nos permite no solamente acceder al testimonio directo de algunos protagonistas de la Guerra Civil después de más de treinta años de exilio sino también considerar unos particulares puntos de vista a los que se suma el que el director nos transmite
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subrepticiamente a través de un cuidadoso montaje, insistiendo particularmente en la crítica al estalinismo en España y a los discursos triunfalistas de algunas personalidades que todavía gozaban de influencia política, lo que preparaba indirectamente el terreno que otros documentales siguieron durante los años de la Transición en esa línea de ensayo documental o de documental de autor basados en voces e imágenes de personalidades relevantes del exilio que fue evolucionando posteriormente hacia documentales centrados en la rehabilitación de víctimas olvidadas y en las hi~torias personales más que en los grandes acontecimientos, lo que llamaríamos la Historia con mayúscula. NOTAS
Marcel Oms, La Guerre d'Espagne au cinéma. Mythes et réalités, París, Éditions du Cerf, col. "7e Art", 1986, pp. 259-264.
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Les deux mémoires / Sierra de Teruel / En el balcón vacío, guiones publicados en un solo volumen por el Archivio Nazionale Cinematografico della Resistenza per la Biennale di Venezia, Chiara Colli (dir.), col. « Documenti », n° 3, 1976, p. 57-74 (traducción al italiano de Les Deux Mémoires : Marina Dogliotti y Gigliola Bianchini). 3 Para conocer la influencia de Malraux en Semprún pued e. v erse mi artículo "André Malraux ch ez Jorge Semprún: l'héritage d'une qu ete", en Revue A ndré Malraux Review, n° 33, Norman, University of Oklah oma, 2005, pp. 86-97. Semprún incluye en el d ocumental el fragmento de una entrevista d e archivo al propio Malraux en la que este comenta el concepto de "ilusión lírica" que quiso transvasar de su novela L'Espoir a su película Sierra de Teruel, rodad a en España en plena Guerra Civil, d esp ués de su experiencia al principio d e la
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misma al mando de una escuadrilla por la República. . 4 Para En el balcón vaéío, película realizada por un grupo de exiliados en México en torno a Jomi García Ascot y que sorprendentemente tampoco está editada hoy día, puede verse mi artículo "En el balcón vacío: de la literatura al cine", en Regards, n° lO, Université Paris lO, Nanterre, 2006, pp. 133-148. 5 Jaime Céspedes, "La mémoire idéologique de Jorge Semprún dans Les Routes du Sud de Joseph Losey", en Mémoire du cinéma espagnol, París, Corlet Éditions, col. "Cinémaction", n° 130; 2009, p. 149154. 6 Traducimos las palabras de J. Semprún recogidas en Les Cahiers de la Cinématheque de Perpignan, n° 21, enero de 1977, p. 113. 7 Traducimos directamente del guión original francés de la película La guerre est finie, París, Gallimard, 1966, pp. 8889. 8 Carlos Rojas, Por qué perdimos la guerra, Barcelona, Nauta, 1970. 9 Guerra y revolución en España (19361939), Moscú, Progreso, 1966, tres volúmenes coordinados por una comisión presidida por Dolores Ibárruri. 10 Carlos Semprún Maura, Revolución y contrarrevolución en .Cataluña, traducción del francés de Julia Escobar, Barcelona, Tusquets, 1978 (primera edición en francés: 1974). 11 Crítica de Serge Daney sobre el documental para el periódico Libération,
28/3/1974 (traducción nuestra). Desde 1973 S. Daney era redactor jefe de Cahiers du Cinéma, revista que despreciaba el trabajo de Semprún en el ámbito cinematográfico por considerarlo contraproducente para el éxito de la nueva izquierda. 12 Diego Abad de Santillán, Por qué perdi-
mos la guerra. Una contribución a la historia de la tragedia española, Buenos Aires, Imán, 1940. Sería reeditada varias veces durante la Transición. 13 Puede consultarse también el guion publicado de este documental: Jaime Camino, La vieja memoria, Castellón, Ellago, 2006. 14 Traducimos de las palabras de J. Semprún recogidas en Les Cahiers de la Cinérnatheque de Perpignan, op. cit., p. 112. Eduardo de Guzmán, El año d.?la .victoria, Madrid, G. del Toro, 1974. 16 Alain Corneau recuerda algunos aspectos de su trabajo para el documental en el breve capítulo "La mémoire double de Jorge Semprún" de su autobiografía Projection privée, París, R. Laffont, 2007, pp. 113-116. 17 La duración de Le fond de l'air est rouge se redujo a tres horas para la edición en DVD de la cadena francoalemana Arte en 2008. 18 J. Semprún, Adiós, luz de veranos ..., Barcelona, Tusquets, 1998, p. 68. 19 Ibid., p. 67. 20 J. Semprún, Le grand voyage, París, Gallimard, 1963, col. "Folio", p. 23. 15
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Jorge Semprún es autor de una obra literaria mayoritariamente escrita en francés, un claro ejemplo de escritor perteneciente al exilio republicano español de 1939 que consigue una integración total en las letras francesas. Excepto Autobiografía de Federico Sánchez (1977), Federico Sánchez se despide de ustedes (1993) y Veinte años y un día (2003), toda la obra literaria de Semprún ha sido escrita en lengua francesa, por lo que hemos de ser conscientes de que, en rigor, los españoles no leemos al autor en su lengua original sino a sus traductores en lengua castellana, tan excelentes sin embargo como Javier Albiñana, María Teresa Arbó, Inés Belaustegui Trías, Emma Calatayud, Jacqueline y Rafael Conte, Thomas Kauf, Adolfo Martín y Carlos Pujol. La vinculación de Semprún con el mundo del teatro no pasa de ser anecdótica y efímera! . Pero ' aunque Jorge Semprún es infinitamente más conocido por su narrativa, guiones cinematográficos, artículos y ensayos, también es autor de un par de obras dramáticas: Le retour de Carola Neher y Curs, ambas escritas y estren adas en fran cés, obras que se vinculan al teatro de la m emoria de los campos de exterminio nazis y de los campos de concen tración franceses, respectivamente.
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Le retour de Carola Neher es una obra que Semprún escribió por encargo:
Carola Neher. Berlín.
Carola Neher. URSS. 26 de junio de 1942.
En enero de 1995, Klaus Michael Grüber me encargó escribirle una obra teatral que quería estrenar en julio del mismo año en Weimar. Había concebido la idea de un espectáculo nocturno, al aire libre, en un conmovedor escenario natural: el cementerio de las tropas soviéticas de ocupación que se encuentra al pie de uno de los castillos de la villa ducal, el del Belvedere. Klaus quería un texto dramático que abordarse la historia de Alemania, pero de una manera que no fuese ni sentimental ni puramente política. Viajé a Weimar, junto a Eduardo Arroyo, que debía ocuparse de la escenografía de la obra. Recorrimos el escenario natural elegido por GrÜber. Imágenes, ideas flotaban en mi espíritu, en este paisaje que me recordaba tantas cosas. Una noche, en el hotel del Elefante, Carola Neher surgió en mis sueños, deslumbradora. ¡Era sobre ella sobre la que tenía que escribir la obra, evidentemente!2
Esta obra, en efecto, fue estrenada el 15 de julio de 1995 en el cementerio militar soviético del parque del Belvedere, en Weimar, con el título de Bleiche Mutter, zarte Schwester, versión alemana de Hans Zischler, pues- . ta en escena de KIaus Michael Grüber, con escenografía de Eduardo Arroyo, vestuario del propio Eduardo Arroyo y Eva Dessecker, sonido de Gisbert Lackner e iluminación de Uwe Mingo3• En su "Prefacio" explica Semprún que en 1986, en una estancia en Maine (Estados Unidos), en donde trabajaba en un guión cinematográfico sobre la vida de Bertolt Brecht, leyó un poema suyo titulado "Consejo a la actriz C.N."4, las iniciales
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Peter Lorre, Carola Neher y Fritz Kempers en Der Dompteur. 1931 .
de Carola Neher, de la que nunca había oído.hablar hasta entonces. Y supo luego que había sido una actriz alemana famosa durante los años veinte: una mujer hermosa, inteligente, con coraje, una mujer de izquierdas que, en compañía de su segundo marido, Becker, que era militante comunista, tuvo que abandonar Alemania tras la ascensión de Hitler al poder. Exiliados en Praga y Moscú, fueron detenidos en 1936 en la capital soviética acusados de espiar a favor de una organización trotskista: su marido fue fusilado y . ella, condenada a diez años de prisión. A partir de ahí, su huella desaparece y Carola Neher, sostiene Semprún, probablemente murió en 1942 en algún campo
del archipiélago gulag [12-13] . Una actriz que, sin embargo, no es la protagonista exclusiva de su obra dramática porque esa función le corresponde a un personaje de ficción pero claramente autobiográfico: El Superviviente, el último superviviente del horror de los campos de exterminio nazis, en cuyos labios pone Semprún en la escena XI las mismas informaciones sobre Carola Neher que ha avanzado en el "Prefacio". Un personaje que sueña a Carola Neher pero ante el que va a irrumpir, de manera inesperada para él, el Joven Musulmán. Estructurada en diecinueve escenas, el personaje de El Superviviente de los campos de exterminio nazi se presenta en esce-
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na como un fugitivo que ha acudido a este lugar de la memoria para convocar a todos los fantasmas de su pasado en un sueño escénico que Semprún desarrolla fragmentariamente. Y ese último Superviviente es el depositario de una memoria que inexorablemente morirá con él, tal y como le manifiesta al Joven Musulmán en la escena XVII: EL SUPERVIVIENTE.-Hace tiempo, se me ha enseñado que era el último superviviente de los campos... Después de mí, nadie se acordará del olor del horno crematorio ... Nadia sabrá cuán extraño y profundo era el silencio de los pájaros en el bosque de hayas (Se calla. Se acuerda acaso, por última vez, del olor del horno crematorio, del silencio de los pájaros en el bosque). He aprendido también que se quería organizar un acontecimiento ... Equipos de televisión, escritores y políticos querían localizarme ... Entonces, hui ... He regresado a los parajes de Ettersberg para morir tranquilo ... He encontrado' en sueños a los fantasmas de mi pasado ... [55]
El Joven Musulmán, sin embargo, había dicho ya en la escena IV ante los otros Musulmanes: "Hay un anciano acostado sobre una tumba ... Me pregunto si está muerto" [18]. Así, cuando en la escena IX el Superviviente cobre presencia escénica ante el grupo de sepultureros y ante él, el diálogo entre ambos personajes será el siguiente: EL JOVEN MUSULMÁN.-Así, ¿n o estabais muerto? ¿Dormíais? EL SUPERVIVIENTE sonríe.-Pero, ¿quién soy: el sueño o el soñador? (Se aproxima todavía un poco más. Se dirige directamente al más joven del Kornrnando de los sepultureros). En cualquier caso, no estabas en mi sueño. Estaba Goethe, y Leon Blum, por supuesto .. . Estaba la nieve ... y los árboles de Ettersberg, no solamente de
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hayas y de castaños, sino de abedules ... ¡Un nuevo bosque de abedules rusos en Ettersberg! Pero sé por qué: ¡por culpa de Carola Neher! (Los sepultureros se han levantado, rodean en círculo al anciano, lo escuchan con evidente atención). Había "musulmanes", también ... Más allá de la vida, de toda esperanza ... Se desplazaban con una lentitud infinita por la explanada del Campo Pequeño, alrededor de los edificios de letrinas ... Estaba Zarah Leander en mi sueño ... ¡Nada sería auténtico en la memoria sin la voz de Zarah Leander los domingos en Ettersberg! Pero no había pájaros ... Y además tú no estabas ... ¿De dónde vienes? ¿De qué otro sueño? [26].
y cuando en la escena XI el Superviviente se encuentre al fin con Carola Neher, la protagonista de su sueño, le confesará que supo de su existencia por la lectura del poema de Brecht, cuyos versos le recita. A Semprún le interesa Carola Neher porque su biografía resume el horror del siglo XX, la biografía de una actriz que encama dramáticamente la historia de Alemania. Una actriz exiliada de su tierra alemana por el nazismo que acabará siendo una víctima más del gulag estaliniano: LA ACTRIZ.-¿Por qué me habéis vuelto a recordar? EL SUPERVIVIENTE.-¡Os amaba, hermana! He indagado pacientemente las huellas de tu tránsito aquí abajo ... Tus fotos en los periódicos de los años treinta, los articulos sobre ti, los textos de Klabund, el discurso de Gottfried Benn en tu entierro ... Eras el vértigo, la invención de la vida, pero tus huellas se perdían en la Unión Soviética ... Después, años más tarde, me llegaron noticias tuyas, póstumas... Páginas de Margarete Buber-Neurnann, de Jewgenia Ginsburg ... En las cárceles de Stalin estabas siempre tan hermosa: una llama de vida en
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el horror de la Lubianka y de los campos de tránsito ... [32-33].
y entre todos los sucesos de su biografía, la memoria del Superviviente ilumina a Carola Neher comoJa.actriz que encamó a la protagonista de lfigenia en Tauride, de Goethe, en la dacha de Friedrich Wolf en Peredelkino un día de octubre de 1935: LA ACTRIZ.-EI papel de Orestes lo representó Emst Ottwald . .. Un año después era detenido por la policía de Stalin ... En noviembre de 1936 ... A mí me habían detenido en septiembre .. . Ottwald murió en un campo de Siberia en 1943 ... Yo había muerto un año antes ... (Estalla en una carcajada devastadora. ¿O devastada? Se recobra una vez más). Algunas semanas antes de la representación en Peredelkino, se había celebrado lUla velada Brecht ... En Moscú ... En el club de los trabajadores extranjeros ... Bertolt estaba presente ... Erwin Piscator también ... Yo leí poemas ... [39-40] .
y el recuerdo de uno de esos poemas brechtianos que recitó aquella noche
moscovita, concretamente y por ironía trágica el titulado "Elogio del comunismo"5, le provoca ahora- al personaje esa carcajada patética, esa carcajada tan amarga como helada. La presencia escénica de Goethe queda justificada en este "sueño" no sólo por ser el autor de Iftgenia en Tauridé', sino también por las Conversaciones con Goethe de Johann Peter Eckermann7 • Por su parte, la de Blum adquiere sentido en tanto autor de las Nuevas conversaciones de Goethe con Eckermann 8, que el personaje confiesa haber escrito "en pleno affaire Dreyfus" [20]. Y estas nuevas conversaciones escénicas entre Goethe y Blum, posibles porque el teatro tiene el poder, en tanto arte de ficción, de hacer posible lo humanamente imposible, esta mezcla de tiempos históricos que el poder de la imaginación posibilita, le sirven a Semprún para dibujar el mapa histórico del siglo XX. Por ello, si Blum le explica a Goethe en la escena XII que durante el siglo XX "la utopía mortífera del comunismo habrá gobernado el imaginario de decenas de millones de personas" [37], Goethe le replicará a su vez que el siglo
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xx ha sido "un siglo de masacres y de tiranos", un siglo que "ha banalizado el Mal y masificado la Muerte" [37] . Pero lo fundamental de la obra reside en el encuentro inesperado del Superviviente con El Joven Musulmán, a quien le reitera en la escena XVII que "no estaba en su sueño" [52] y a quien pregunta ahora por su identidad: EL JOVEN MUSULMÁN.-Soy un musulmán ... EL SUPERVIVIENTE alza los hombros.¡Por supuesto! También tus compañeros ... ¡Estaba previsto así! EL JOVEN MUSULMÁN.-No soy un musulmán como ellos, como se era musulmán en los campos nazis, cuando se llegaba a ese estado de debilidad y de resignación en que se dejaban arrastrar por el río de la muerte ... Yo soy verdaderamente un musulmán ... EL SUPERVIVIENTE.-¡Creo comprender! EL JOVEN MUSULMÁN.-Debe usted comprender. .. Yo no podía estar en su memoria, pero sin embargo debe comprender ... (Deja un silencio largo para precisar lo que quiere decir). ¡Llego de un campo de Bosnia! EL SUPERVIVIENTE.-¡Debería haberlo adivinado! Eres demasiado joven para ser musulmán como ellos ... ¿Cuántos años tienes? EL JOVEN MUSULMÁN.-Veinte años ... [52-53].
El Joven Musulmán denuncia "que los señores de la guerra de Serbia habían decidido la purificación étnica" [54] de Bosnia y que él es una víctima más de esa política criminal. Así, la presencia de este personaje sirve para iluminar la realidad actual, para hacer visible al Superviviente que el horror del siglo XX aún no ha cesado, que "la
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purificación étnica" sigue provocando guerras y víctimas por todo el mundo. y por ello, al final de la escena XVII, el Superviviente, el último superviviente de los campos nazis, el último testigo que recuerda el olor de los hornos crematorios, le encomienda al Joven Musulmán que conserve viva la llama de la memoria, una memoria del horror que no debe extinguirse ante las políticas del olvido: EL SUPERVIVIENTE.- [ ... ] He vuelto a los parajes de Ettersberg para morir tranquilo... He reencontrado en mi sueño a los fantasmas de mi pasado ... Pero tú no estabas en mi sueño ... ¡No te quiero en él! EL JOVEN MUSULMÁN.-¿ Qué puedo hacer por usted? EL SUPERVIVIENTE lo mira largamente.-Acordarte ... [55]
Así, el Joven Musulmán, víctima de la-guerra de Bosnia, será el depositario de la memoria, aunque Jorge Semprún sostuvo en sus últimos discursos que la memoria del siglo XX más viva va a ser la memoria judía. En efecto, Semprún pronunció un discurso solemne el 11 de abril de 2010 en la explanada de Buchenwald , en el campo de exterminio nazi en el que estuvo internado, un lugar de la memoria cuya historia explica con estas palabras: Ahí, en un antiguo campo de concentración nazi convertido en prisión estalinista, es donde debemos celebrar la Europa democrática. Contra todas las amnesias. El 11 d e abril estaré en Buchenwald, en la explanada en la que se pasaba lista a los prisioneros, para tomar la palabra durante la ceremonia conmemorativa
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de la liberación del campo por parte de los soldados estadounidenses del Tercer Ejército del general Patton. [ ... ] ¡Se comprenderá que no quiera perderme ~emejante ocasión! En primer lugar, la explanada de Buchenwald, bajo el viento glacial del Ettersberg -un viento de una eternidad mortífera, que sopla sin cesar, incluso en primavera-, es un lugar idóneo para hablar de Europa. Porque Buchenwald fue un campo nazi hasta abril de 1945. Los últimos deportados, partisanos yugoslavos, salieron de él en junio de ese año. Ahora bien, el campo volvió a abrirse en septiembre con el nombre de Speziallager n° 2, campo especial número 2 de la policía soviética en la zona de ocupación rusa. Fue en 1950, tras la creación de la República Democrática · Alemana (RDA), cuando el campo se cerró y se
transformó en lugar para el recuerdo. Pero hubo que esperar a 1989, a la caída del Muro de Berlín y del imperio soviético y a la reunificación democrática de Alemania, para que Buchenwald pudiera asumir sus dos· memorias, su doble pasado de campo de concentración sucesivamente nazi y estalinista. Es, por tanto, w1lugar ideal, lÍnico, para reflexionar sobre Europa, para meditar sobre su origen y sus valores 9 •
Semprún recuerda aquel 11 de abril de 1945 en el que "un jeep del ejército se presentó en la inmensa entrada del recinto", del que descendieron "dos hombres de uniforme": Uno de ellos era civil, quizá periodista. El otro era un oficial, primer teniente. Pero lo importante no es eso. Lo importante son sus nombres. El civil se llamaba Egon W. Fleck;~h. el oficial, Edward A. Tennenbaum. Decid estos nombres en
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voz alta y contened vuestras risas, contened vuestras lágrimas. Dos judíos norteamericanos fueron los primeros en franquear la entrada al campo de Buchenwald, acogidos como vencedores por los hombres en armas de la resistencia antifascista. En los archivos estadounidenses puede verse el informe preliminar sobre Buchenwald que redactaron Fleck y Tennenbaum el 24 de abril de 1945 para sus superiores militares. Todavía se sienten su sorpresa, su trastorno y su emoción, tanto tiempo después. Pero esta increíble ironía de la Historia, esta burla ontológica que significa la presencia de Fleck y Tennenbaum Qudíos americanos, pero de origen alemán bastante reciente; la prueba está en su informe preliminar, redactado en inglés pero en el que emplean la palabra alemana panzerfaust para referirse al bazuca, el arma individual anticarros) en la puerta de Buchenwald, esta maravillosa casualidad, nos remii.e a una verdad indiscutible.
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y esta "verdad indiscutible" para Semprún consiste en que, desaparecidos todos los testigos, la única memoria que sobrevivirá será la memoria judía: Cuando todos los testigos -deportados y resistentes- hayan desaparecido, pronto, de aquí a unos años, permanecerá todavía una memoria viva, personal, de la experiencia de los campos de concentración, una memoria que nos sobrevivirá, que es la memoria judía. El último que recordará, mucho después de nuestra muerte, será uno de esos niños judíos que vimos llegar a Buchenwalden febrero de 1945, evacuados de Auschwitz, después de haber sobrevivido milagrosamente al frío, al hambre, al viaje interminable en vagones de mercancías, con frecuencia a la intemperie, para dar testimonio en nombre de todos los desaparecidos, los náufragos y los escapados, los judíos y los goyim (los no judíos), las mujeres y los hombres. ¡Larga vida al tornasol judío que refleja toda nuestra muerte!"lO
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En efecto, el 11 de abril de 2010 pronunció Jorge Semprún en Buchenwald un discurso memorable que cito fragmentariamente y en el que se refirió por extenso a Fleck y Tennenbaum: Repitamos aquí, en el Appeliplatz de Buchenwald, 65 años después, en este espacio dramático, esos dos nombres olvidados e ilustres: Fleck y Tennenbaum. AquÍ, donde resonaba la voz gutural, malhumorada, agresiva del Rapportführer todos los días de la semana, repartiendo órdenes o insultos; aquí donde resonaba también, por el circuito de altavoces, algunas tardes de domingo, la voz sensual y cálida de Zarah Leander, con sus sempiternas cancioncitas de amor, aquí vamos a repetir en voz alta, a voz en grito si fuera necesario, aquellos dos nombres ll .
y el autor de La escritura o la vida 12 se sirve del recuerdo de ambos nombres para evocar la Shoah: Ya sabemos, pero no es inútil repetirlo, que en la guerra imperialista de agresión que desencadena en 1939 el nacionalsocialismo, y que aspira al establecimiento de una hegemonía totalitaria en Europa, y acaso en el mundo entero, ya sabemos que en dicha guerra, el propósito constante y consecuente de exterminar al pueblo judío constituye un objetivo esencial, localmente prioritario, entre los fines de guerra de Hitler. Sin tapujos ni concesiones a ninguna restricción moral, el antisemitismo racial forma parte del código genético de la ideología del nazismo, desde los primeros escritos de Hitler, desde sus primerísimas actividades políticas. Para la llamada solución final de la cuestión judía en Europa, el nazismo organiza el exterminio sistemático en el
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archipiélago de campos especiales del conjunto Auschwitz-Birkenau, en Polonia.
Pero a Semprún le interesa en concreto la historia del propio Buchenwald y, en este sentido, se refiere a la llegada masiva de "decenas de miles de supervivientes judíos de los campos del Este" que, ante el avaM.eJ. .del Ejército Rojo, fueron evacuados por el SS desde los campos polacos: Entre aquellos miles d e judíos llegados por entonces a Buchen wald, y que nos aportaron información directa, testimonio vivo y sangrante del proceso industrial, salvajemente racionalizad o, del exterminio masivo en las cámaras de gas, entre aquellos miles de jud íos h abía muchos niños y jóvenes adolescentes. Entre aquellos adolescentes judíos se encon traba Elie Wiesel, futuro premio Nobel de la Paz. Se encontraba también Imre Kertész, futuro premio Nobel de Literatura .
Semprún reiteraba su convicción de que la escritura y los escritores son los únicos capaces de mantener vivo el
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recuerdo de la muerte. Y, en este sentido, tanto Elie Wiesel 13 , Premio Nobel de la Paz en 1986, como Imre Kertész 14 , Premio Nobel de Literatura en 2002, han sido fieles a su memoria, una memoria judía que Jorge Semprún reivindica como "la memoria más longeva de los cam pos nazis": Com0 ya dije hace cinco años, en el Teatro Nacional de Weimar, "la memoria más longeva de los campos nazis será la memoria judía. Y esta, por otra parte, no se limita [a] la experiencia d e Ausch w itz o d e Birkenau. Y es que, en enero d e 1945, ante el avance d el Ejército s oviétic o, miles y miles d e deportados judíos fu eron eva cuados hacia los cam pos d e con centración d e Alemania central. Así, en la memoria de los niñ os y ad olescentes judíos que segu ram ente sobrevivir án todavía en 2015, es p osible que perdure una imagen glob al d el exterminio, una reflexión universalista . Esto es posible y pienso que has ta deseable: en este sentido, pues, una gran resp onsabilidad incumbe a la m emoria judía ... Tod as las memorias eu rop eas d e la resistencia y del sufrimiento solo tendrán, com o último refug io y balu arte, d entro de diez añ os, a la m emoria judía del exterminio.
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La más antigua memoria de aquella vida, ya que fue, precisamente, la más joven vivencia de la muerte"15.
Y, por ello, en el desenlace de la escena XIX y última, la Actriz "recita un poema yiddish" [57], un poema de Jacob Glastein 16 • II
Pero Jorge Semprún es autor también de al menos una segunda obra dramática, Curs, "una tragedia europea" coproducida por el Centro Andaluz de Teatro, el Théatre National de Nice (Francia) y el Théatre des Capucins (Luxemburgo), estrenada en Eslovenia el 29 de abril de 2004 con motivo del Festival de Teatro de la Unión Europea y cuyo estreno español tuvo lugar el 20 de mayo de 2004 en el Teatro Central de Sevilla 17 .
Curs vuelve a ser, como Le retC?ur de Carola Neher, una obra dramática escrita por encargo: La obra fue un encargo de la Convención Teatral Europea a Semprún, quien solo se había acercado antes a la escritura dra- ' mática cuando realizó la versión de Troyanas, de Séneca, para el Centro Andaluz de Teatro1H .
El texto de esta obra permanece inédito, aunque tenemos noticia de su acción dramática a través de algunas informaciones periodísticas: El texto trilingüe refleja el drama del ex ilio en Europa. Curs, dirigido por Dani l'1 Benoin, se encuentra enmarcado en el programa "Espejo de la población emigrante", por lo que cuenta con la ayuda de la Convención Teatral Europea. El elenco son seis actores de tres nacionali-
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brechtiano anima esta obra: el de recomponer y tener presentes aquellos episodios más terribles de la memoria de Europa en un momento en el que el continente se está intentando reconstruir. [ .. .] El proyecto de Europa cobra su sentido si va más allá de lo político y económico, si avanza también en lo culturapo". La obra se representó en Sevilla en lengua francesa con subtítulos en castellano. Y, a juzgar por las críticas localizadas, fue un espectáculo decepcionante desde el punto de vista teatral: Sophie Duez y Anne Rebolleda en Gurs, de Semprún
dades diferentes y relata las relaciones de combatientes alemanes de las Brigadas Internacionales con soldados republicanos españoles supervivientes de la guerra de España y refugiados judíos durante su estancia en el campo de concentración francés. El autor sitúa la acción en la etapa de 1939 a 1944. Según Semprún, quien no asistió a la cita con la prensa debido a la enfermedad de su esposa, "utilicé parte de mi experiencia en Buchenwald aunque, a diferencia de Gurs, este no era la antesala del exterminio, de las cámaras de gas, a las que enviaban a los judíos". El objetivo d el montaje es "reflexionar sobre lo ocu rrid o en la vieja Europa, en un m om ento en el que los acuerdos y con venios entre países proliferan, para que n os ayude a pensar en el futuro". [oo. ] Gurs es el último de los proyectos planteados en la Asamblea General de la Convención Teatral Europea del pasado octubre de 2001. La meta era proponer una reflexión a los espectadores sobre las migraciones y el exilio en Europa 19 •
Como explica el propio autor, "un sentido pedagógico en la línea del teatro
Documental, lectura dramatizada o "una interesante página de la historia" fueron las palabras que más se repitieron la noche del pasado jueves, tras el estreno en el teatro Central de Sevilla de Gurs. Una tragedia europea, de Jorge Semprún. Si en algo estuvo de acuerdo el público que asistió al estreno del primer texto dramático del escritor y ex ministro de Cultura fue en que lo que habían visto sobre el escenario, aunque bello en algunos momentos, no era teatro. [oo. ] Jorge Semprún, que calificó la obra de "multilingüe, preeuropea y antifascista", eligió Gurs, un campo de concentración del sur de Francia en .el que coincidieron republicanos españoles, brigadistas alemanes y judíos de toda Europa. Su texto, que juega con el teatro dentro del teatro, gira en torno a un personaje real que estuvo en Gurs: el actor y cantante alemán Erns Busch. Buceando en los archivos del campo de concentración francés, Semprún se encontró "con este regalo", con Busch, uno de los actores que trabajó junto a Bertolt Brecht. Su presencia sirve a los seis intérpretes de Gurs para ser actores, a la vez que prisioneros de la Fr ancia d el mariscal Pétain.
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Campo de concentración de Curso
[ ... ]
En las butacas del teatro Central, donde se repetía la palabra "documental" para definir la obra, se sentaban muchos directores de teatro, dramaturgos y actores andaluces: "No me explico qué ha pasado para que, a pesar de ser el trabajo de tres teatros, de tres directores, el resultado carezca de tensión dramática", sentenció uno de ellos 21 •
Por su parte, la crítica de Lara Martínez en ABe de Sevilla es también negativa y concluye que, "aunque el tema es interesante", más valdría "publicar el texto que, de por sí, mucho tiene que ofrecer. La aparición del propio Semprún, quien ya vivió experiencia similar en Buchenwald, demuestra que lo escrito vale la pena si se queda en su estado original, es decir, en un libro " 22 . Acaso por estas críticas negativas, lo cierto es que Semprún no publicó en vida su texto, aunque gracias a Ottmar Ette podemos reconstruir parcialmente su acción dramática:
Al inicio de la pieza de cinco actos, Miriam Lévi Toledano, que había sido deportada al campo de mujeres de Curs y, con permiso de la administración del campo de internamiento, había ido en busca de un piano para el f oyer cultllrel, enfatiza la dimensión histórica de la persecución actual: Las heredé .. . Cuando comenzó la persecución, mi padre decidió que la familia se dispersara. .. Para que hubiese algún superviviente ... Yo elegí Francia .. . "Tú te quedas con las llaves de Sefarad", dijo mi padre, "en Francia sobrevivirás". .. La llave pequeña, la dorada, seguro que abriría un cajón secreto ... 23
Se trata de la llave de la casa de Toledo, la ciudad de las tres culturas, de donde fue expulsada su familia judía en 1492. Ahora, prisionera en el campo de concentración francés de Curs, Miriam, virtuosa del violín, dará un concierto el 14 de julio de 1941, el día de la fiesta nacional francesa, ante un público compuesto por periodistas americanos que habían visitado el campo 24 :
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Un concierto o una función de teatro en Gurs debían simular la aparente normalidad de la vida en el campo de concentración; más todavía que un partido de fútbol 25 • ¡,
En este sentido, Gurs, de Jorge Semprún, significa un precedente de Himmelweg, de Juan Mayorga 26 , que este último dramaturgo desconocía al escribir su obra. Estas dos obras dramáticas, estos dos estrenos de Jorge Semprún, completan la extensa y variada obra literaria de un autor que fue novelista, ensayista, guionista cinematográfico y también dramaturgo. Dos obras dramáticas vinculadas al teatro de la memoria, que no merecen, sin embargo, ni el silencio ni el 01vid027 • * Este trabajo forma parte del proyecto de investigación Escena y literatura dramática en el exilio republicano de 1939: final [FFI2010-21031/FILO], del que soy investigador principal. NOTAS
"En 1946 había conocido a MarieLaure Bellon, una joven actriz que intentaba consolidarse . en el 1
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ambiente teatral pansmo con el nombre artístico de Loleh Bellon. A Semprún le pareció más hermosa que otras mujeres a las que había deseado. La encontró maravillosa: Y debió impresionarla, pues pronto quedó embarazada. Festejaron la boda en 1947, en la vivienda de Marguerite Duras. Ese mismo año vino al mundo su hijo Jaime. Un juego de palabras le proporcionó el nombre: Jaime se lee en francés corno j'aime, 'yo amo'. La elección del nombre, sin duda una propuesta del padre, fue una de las últimas cosas sobre las que los progenitores se pusieron de acuerdo sin esfuerzo. [oo.] A Semprún le parece comprensible que su padre no preguntase por el campo de concentración. Por el contrario, que Loleh Bellon nunca le hiciera ni una sola pregunta al respecto durante los cerca de tres años de convivencia, le dolió" (Franziska Augstein, Lealtad y traición. Jorge Semprún y su siglo, traducción del alemán de Rosa Pilar Blanco. Barcelona, Tusquets, Tiempo de Memoria-83, 2010, p. 231). A continuación, "poco des-
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pués de la separaclOn de Loleh Bellon, Semprún se emparejó con Colette Leloup" (ob. cit., p . 248) . 2 Jorge Semprún, "de l' Académie Goncourt" . "Préface" a Le retour de Carola Neher. París, Éditions Gallimard, colección Le Manteau d' Arlequin. Théatre fran\ais et du monde entier, 1998, pp. 13-14. A partir de este momento, y por economía de espacio, indicaré las referencias a la obra no en nota a pie de página sino en el propio texto, entre corchetes, con indicación únicamente de la página. Así, en este caso: [13-14]. Todas las traducciones del francés al castellano son mías. 3 Esta obra, dedicada "A Klaus Michael Grüber y a Eduardo Arroyo", no ha sido traducida al castellano hasta la fecha y el día de su estreno contó con el siguiente reparto de lujo: La Actriz (Hanna Schygulla), La Sirvienta (Lidi Beyer), El Superviviente (Bruno Ganz), Goethe (Ulrich Wildgruber), Blum (Robert HungerBühler), El Musulmán (Günther Vetter), El Joven Musulmán (Cornelius Obonya) y Otros Musulmanes (Wolfgang Grajetzky, Erich Kallmer, Lars Kirchner, Paul Plamper y Konrad Wendt) [10] . 4 "Refréscate, hermana mía, / con el agua de la jofaina de cobre / donde flotan témpanos. / Abre los ojos bajo el agua / y lávatelos. / Sécate con la toalla / tosca al tacto, y lanza / una mirada a un libro que amas. / Comienza así / una jornada bella y útil", versos del breve poema de Bertolt Brecht que cita el propio Semprún en su "Prefacio" [11-12]. Por su parte, El Superviviente recita estos versos
del poema brechtiano "Consejo a la actriz Carola Neher" en la escena XI de la obra [32]. 5 Versos de este poema de Bertolt Brecht los recita La Comédienne, el personaje de Carole Neher, a Goethe y Blum en la escena XIII de la obra [40]. 6 Johann Wolfgang Goethe, Ifigenia en Táuride, en el tomo tercero de sus Obras completas, recopilación, traducción, estudio preliminar, preámbulos y notas de Rafael Cansinos-Assens. Madrid, Aguilar, 1987. 7 Johann Peter Eckermann, Conversaciones con Goethe en los últimos años de su vida, edición y traducción de Rosa Sala Rose. Barcelona, Acantilado, 2005. 8 Léon Blum, Nouvelles conversations de Goethe avec Eckermann. París, Revue Blanche, 1901. 9 Jorge Semprún, "Mi último viaje a Buchenwald", traducción de María Luisa Rodríguez Tapia. El País, Barcelona (5 de abril de 2010), p . 25. El artículo original se había publicado en francés en el periódico parisino Le Monde. 10 Jorge Semprún, ob. cit. (11) Jorge Semprún, "El archipiélago del infierno nazi". El País, Barcelona (12 de abril de 20TO), p. 4. 12 Semprún dedicó Quel beau dimanche! (1) a su nieto Thomas "para que pueda -más tarde, luegoacordarse de este recuerdo": "Quise traerme a Thomas conmigo cuando regresé a Buchenwald por primera vez en 1992, cuarenta y siete años después de la liberación del campo, ahora en una Alemania reunificada, a fin de terminar la redacción de L'Écriture ou la Vie . Quería esta mirada diferente, sin contacto directo con la historia, a
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m i lado. Esta transmisión de un cierto "saber" me parecía importante" (Gérard de Cortanze, Jorge Semprún, l' écriture de la vie. París, Gallimard, 2004, p . 273). 13 Elie Wiesel, quien sobre su experiencia en los campos de exterminio nazi afirmó que "es imposible contar, pero está prohibido callarse", es autor de, por ejemplo, La noche (Barcelona, Muchnik Editores, 1986, traducción de Fina Warshav er) . Yen un fragmento del capítulo "Tinieblas" de sus memorias menciona a Semprún con las siguientes palabras: "Han pasado años, años-luz, y evoco con Jorge Semprún nuestros recu erd os de Buchenwald: él estaba en el campo Trabajaba en la grande. Schreibstube y no tuvo que pasar hambre y frío. Con ocía el campo pequeño, ¿cómo decirlo?, de lejos. ¿Por qué negat lo? La suerte de los judíos nada tenía que ver con la de los no judíos. Yeso que estábamos muy cerca los unos de los otros" (Elie Wiesel, Todos los torrentes van a la mar. Memorias, traducción del fr ancés de Manuel Serrat Crespo. Barcelona, Anaya&Mario· Much n ik, 1996, p . 110). 14 La editorial barcelonesa Acan tilado h a publicado varios libros de Imre Kertész, por ejemplo Sin destino (2001, traducción de Judith Xantu, revisada por Adan Kovacsics), Kaddish por el hijo no nacido (2001), Yo, otro. Crónica del cambio (2002) o Fiasco (2003), traducidos todos, con la excepción señalada, por Adan Kovacsics, quien ha realizado igualmente la traducción de Un instante de silencio en el paredón. El holocausto como cultura (Barcelona, Herder, 1999) y
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Liquidación (Madrid, Alfaguara, 2004). 15 Jorge Semprún, "El archipiélago del infierno nazi", ob. cit., p. 5. 16 Corno el propio Semprún precisa, un poema de "J acob Glastein, en versión de Rachel Ertel (Dans la langue de personne. Poésie yiddish de l'anéantissement, Éditions du Seuil, 1993)" [10]. 17 Curs , con dirección de Daniel Benoin , Cécile M athieu ' y Paul Charieras; escenografía, iluminación y figurines de Daniel Benoin y Jean Pi erre Laporte, fue interpretada en Sevilla por Ignacio And re u , Sophie Duez, Patrick Hastert, Anne Rebolleda, José Manuel Seda y Germain Wagner. Esta tragedia se representó también en diciembre de ese mismo año 2004 en Niza, dirigida por Daniel Benoin, y posteriormente, el 15 d e abril de 2006, en el Théatre d u Rond-Point de París y en agosto de 2006 en el Berliner Ensemble de Berlín . 18 M argot Molina, "Curs, d e Semprún, d ecepciona en Sevilla". El País (22 de m ayo de 2004). 19 Lara Martínez, "Jorge Semprún cierra la temporada del Teatro Central con el estreno de Curs". ABC, Sevilla (20 de mayo de 2004), p . 60. 20 Liz Perales, "Semprún derriba el muro ". El Cultural (29 de abril de 2004) . 21 Margot Molina, ob. cit. 22 Lara Martínez, "Interesante coloquio poco teatral". A BC, Sevilla (22 de mayo de 2004), p. 70. 23 Othnar Ette, "Campos, vivencias y convivencias: Emma Kann, Jorge Semprún y las literaturas sin residencia fija", en AA.VV., La littérature espagnole et les camps fran~a is d'inter-
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nement -{de 1939 a nos jours), edición de Bernard Sicot. Nanterre, Université Paris Ouest Nanterre La Défense, 2010, p . 525. 24 "Presentado al través de un juego de preguntas y respuestas entre dos mTIicianos españoles, una violinista judía y dos comunistas de la brigada Thiilmann, el discurso incorpora hechos de la política comunista para la Europa de aquel entonces: la excusa escénica es la preparación de un concierto en el campo -arte, cuando no hay salida- pero que evoluciona h acia el montaje de La medida, otra de esas piezas en que Brecht dejó la épica por la didáctica, antes de reencontrar el sentimiento", afirma Ramiro Villapadierna en "El Teatre Lliure triunfa con Brecht" . ABe, Madrid (29 de agosto de 2006), p. 46, crítica teatral en la que comen-
ta el éxito del Teatre Lliure de Barcelona con su puesta en escena de Santa ¡oana deIs Escorxadors : "El dramaturgo es homenajeado en su propia casa por la compañía catalana con un éxito sorprendente por parte del público, mientras Gurs, la obra de Semprún, no tuvo la aceptación esperada" . 25 Ottmar Ette, ob. cit., p . 527. 26 Juan Mayorga, Himmelweg, edición, estudio introductorio y notas de Manuel Aznar Soler_ Ciudad Real, Ñaque Editorial, colección Autores-l , 2011. 27 Jorge Semprún subrayaba como un acontecimiento relevante "la elaboración de n u estra memoria histórica por la ficción novelesca o la ficción literaria" y añadía lúcidamente: "Los testigos vamos a desaparecer, y los testigos vamos a dejar de escribir, y testigos - sobre
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todo, por ejemplo, yo utilizo esa metáfora en relación con los testigos de los campos de concentración- dentro de pocos meses o de poquísimos años no habrá. Habrá, por consiguiente, la memoria que los historiadores y los sociólogos podrán mantener, perpetuar y hacer perdurar de los campos de concentración nazis; de los soviéticos también, pero ese es otro problema, que no es el de mi experiencia personal. Si no hay novelistas que retomen ese trabajo de la
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memoria y que prolonguen la memoria, no habrá memoria viva, social, colectiva; habrá la memoria del historiador, del sociólogo" Gorge Semprún, "Palabras de apertura", en AA.VV., Jorge Semprún o las espirales de la memoria, edición de Xavier Pla. Kassel, Edition Reichenberger, Problemata Literaria-70, 2010, p. 9). En este interesante volumen colectivo, sin embargo, no se dedica ningún trabajo específico al dramaturgo Jorge Semprún.
VÍCTOR FUENTES
Pensamiento y acción del Galdós republicano (1907-1913) LUIS MIGUEL VICENTE GARCÍA
Realismo alegórico y pensamiento político en El caballero encantado de Galdós, hacia el realismo mágico
Pensamiento y acción del Galdós republicano ·(1907-1913} VíCTOR FUENTES
OMO es sabido, Benito Pérez Galdós anunció su ingreso en las filas republicanas en carta dirigida al director de El Liberal, publicada en este diario en El País, el 6 de abril de 1907. A sus 64 años, y con una salud delicada, se lanza a la arena política, pero con una declarada prevención contra los políticos al uso, y tan en uso en el régimen de la RestauracióÍl: "Jamás iría yo adonde la política ha venido a ser, no ya un oficio, sino una carrerita de las más cómodas, fáciles y lucrativas, constituyendo una clase, o más bien un familión vivaracho y de buen apetito que nos conduce y pastorea como a un dócil rebaño [5-52).1
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El lenguaje de su primera proclama y de tantos de sus escritos y discursos políticos -centrados en el tema de la regeneración nacional, referente básico del republicanismo de aquellas fechas-, recoge mucho del vocabulario del regeneracionismo de entresiglos, apelando al sentido físico y al léxico médico: la N ación es un organismo enfermo, más bien exhausto, en estado casi catatónico, que hay que revivir y revitalizar con los principios del movimiento republicano. A tono con lo dramatizado en Electra y el subsiguiente artículo "La Esp aña de hoy" (publicado en el Heraldo de Madrid, el 9 de abril de 19(1), en su proclama de adhesión republicana, .
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d ándonos una de sus principales razones, declara que sus sentimientos monárquicos, ha tiempo amortiguados, " se extinguieron absolutamente cuando la Ley de Asociaciones planteó en pobres términos el capital problema español; cuando vimos claramente que el régimen se obstinaba en fundamentar su existencia en la petrificación teocrática". [52] "¡Adiós ensueños de regeneración, adiós anhelos de laicismo!", en tales circunstancias, resume. En lenguaje literario, metafórico y vitalista, que tanto llegaría al público de la época, expone que dej a el "viejo castillo", donde sentía el horror al vacío y a la asfixia nacional, en busca del aire libre del derecho modern o basado en la absoluta libertad de conciencia, propio de los "pueblos civilizados" de los cuales Esp aña estaba tan desconectada, como remata con esta ingeniosa frase: "Es ya una vergüen za no ser europeos más que por la geografía, por la ópera italian a y por el uso desenfrenado de los autom óviles". (Curiosamente en agosto del mismo 1907 se matriculó el primer automóvil en Madrid). Saliendo a campo abierto, "ávido de aire y luz", divisa las "tiendas de las legiones republicanas" que "rendirán el castillo'~ y a las cuales se une viendo que vencerán, "con armas más fuertes que la fuerza misma", las de la lógica y la razón y, en general, la de los ideales de la forma de gobierno republicano: libertad de conciencia, derechos del ciudadano, justicia, y "enseñanza luminosa, con base científica, indispensable para la crianza de generaciones fecundas" . Valores democráticos, republicanos que reiterará en sus textos e intervenciones públicas. Con su lenguaje metafórico, en su primera intervención, y en general en las sucesivas, se centra en la primera de las tres grandes cuestiones de la política
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española del primer tercio del siglo XX que destacara José María Jover (en La crisis de la monarquía parlamentaria), la d e la forma del Estado, ¿monarquía o república?, soslayando las otras dos, la de la articulación del Estado sobre el dualismo centralismo-regionalismo y la cuestión social. Aunque, en cierto modo y en forma muy ambigua, unifica las tres, cuando llama a que, frente a la "indolencia fatalista" del régimen monárquico, "restablezcamos los sublimes conceptos de Fe nacional, amor patrio y Concordia pública" [51]. Tal primera proclamación de adhesión republicana fue también un textodiscurso de candidatura que le valió ganar un acta de diputado en el Congreso en las elecciones de abril de 1907. Tras su triunfo, en unas palabras a los republicanos leídas por él en el Casino de la calle de Pontejos de Madrid vuelve a reiterar su mensaje de optimismo, resurgimiento y esperanza que la República traerá al país postrado en "el páramo de la oligarquía". De nuevo, sus palabras aparecen envueltas en un fulgurante lenguaje metafórico, con imágenes vitalistas (parte del espíritu del vitalismo dominante en la Europa del momento) que llaman a enterrar todo un legado absolutista, oscurantista y fratricida emanado de la herencia del "desgraciado rey" Carlos IV y de su "lozana esposa" María Luisa (retratos verbales de la pareja que recuerdan a los pictóricos de Goya), y encarnado, a lo largo del siglo XIX, en sus dos hijos Fernando VII y D. Carlos María Isidro. Con la base documental de sus discursos y textos políticos recogidos en Galdos demócrata y republicano, publicado "en 1982, paso a exponer una síntesis de los supuestos del pensamiento republican o galdosiano y el modo en que los p lasm a y v ivifica en la acción política en sus siete añ os d e militancia republicana;
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algo muy ignorado, cuando no desvirtuado, por la extensísima crítica galdosiana 2 • Fallecidos los prohombres de la I República (Castelar, Ruiz Zorrilla y Pi Y Margall), con el nuevo siglo, y en plena crisis del régimen de la Restauración, los nuevos líderes republicanos se plantean un nuevo republicanismo que supere las divisiones y contradicciones del histórico. De esto trataba detallada y retrospectivamente Álvaro de Albornoz en su libro El partido republicano, publicado en 1918, en plena crisis del régimen y también del republicanismo de tal fecha, cuyo último capítulo titula "O renovarse ... tI, con puntos suspensivos. 3 Entre los nuevos planteamientos señalados, y frente al republicanismo histórico de la segunda mitad del siglo XIX, figuraba el que los republicanos, saliendo del reducido círculo social y político de sus dirigentes en que se solían encontrar confinados, además de llevar má,s •.a ...functo su lucha at. ..parla- . mento, llegaran con sus programas a la opinión pública. En este sentido, la figura de Benito Pérez Galdós, de tanta popularidad y proyección nacional, suponía una muy importante presencia y aportación. Consciente del eco nacional de su palabra, la oral y, en especial, la escrita, entre 1907 y 1912 se multiplica en apariciones en la plaza pública (muchas veces sus discursos leídos por otras personalidades, pues estuvo aquejado de frecuentes dolencias) y en la prensa nacional, especialmente en la influyente prensa republicana de Madrid. Además de estar en el Congreso sosteniendo la política de la minoría republicana y en la prensa abogando por ella, también estuvo presente en mítines y en la calle, encabezando multitudinarias manifestaciones .4 Vino a dar, sin duda, un fuerte impulso a tal republicanismo que con tantas perspec-
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tivas halagüeñas se presentaba en aquella primera década del siglo XX y primeros años de la segunda, dada la crisis de disolución que iba minando al régimen de la Restauración. Su presencia, o la de sus palabras, en la plaza pública fue siempre acogida por la multitud con ovaciones que iban de la "ensordecedora ovación" a la "ovación delirante", como reseñaba la prensa republicana que, con tanta frecuencia, reproducía sus textos. Testigo de uno de sus discursos fue Federico García Lorca de pequeño, quien nos dejó una entrañable evocación de aquel momento: ... recuerdo con ternura a aquel hombre m aravilloso, a aquel gran maes tro del pueblo, don Benito Pérez Galdós, a quien yo vi de niño
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en los mítines sacar unas cuartillas y leerlas, teniendo como tenía la voz más verdadera y profunda de Españ a. [Añadiendo] : Y eran aquellas cuartillas lo más verdadero, lo m ás nítido y exacto al lado de la engoladura, y de las otras voces llen as de bigotes y manos con sortijas qu e derramaban los oradores en la balumba ruidosa del mitin [Obras, 1.737].
Recién elegido diputado en 1907, publicó "ElIde Mayo", tal día y en EspaPía Nueva . Es importante esta intervención suya en fecha obrera tan trascendental en la que aborda la "cuestión social". Recordem os que se trataba de un tema resbaladizo d el republicanismo (y más de su ala evolucionista dentro de
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la cual se orienta el suyo), que quiere atraer a las masas trabajadoras, pero sin perder su afincamiento entre los sectores de la clase media y de la burguesía liberal. En este Primero de Mayo reivindica, al igual que en sus novelas de madurez, a las clases populares, expresando su deseo y esperanza de que, y con la República, se extienda a todos los ciudadanos "la reivindicación humana, anticipando los derechos y libertades del individuo a la totalidad de los medios fáciles de vida y al bienestar físico de los hombres" e, igualmente, valida los avances y reivindicaciones de las masas trabajadoras, frente al egoísmo y la indiferencia de las clases patronales", y los logros políticos y culturales alcanzados por el proletariado" [56]. Pero, no obstante sus simpatías y uso del término "proletariado", presenta la conflictividad social y las reivindicaciones obreras eludiendo el lenguaje revolucionario tan en uso entre el proletariado del momento. Lo que él vislumbra es que "un porvenir cuya lejanía no podemos precisar nos muestra confundidas o armónicamente conectadas las tres ruedas de la actividad humana: Arte, Capital, Trabajo" [56], son las palabras con las que concluye su alocución de "El1 de Mayo"; algo que evoca al sistema de equilibrio entre todos, basado en la armonía, preconizado por el socialismo utópico de Fourier o, más realmente, a la socialdemocracia y a la sociedad del bienestar de nuestros días. En su texto aparece la palabra "bienestar", que él quisiera extender a toda la población, aunque en la fecha en que escribe, como declara, sea tan sólo un bien exclusivo, y heredado, de los "magnates y privates", contra quienes carga en sus escritos y discursos y también en su obra literaria de los últimos años. 1908 es un año de gran actividad y presencia suya o de su palabra, en míti-
nes públicos republicanos. En el libro ya citado recogí hasta ocho textos e intervenciones. Dos de los primeros textos tratan del "Centenario del Dos de Mayo" y de la Guerra de Independ~ncia. Se enfrenta aquí a otra de las cuestiones capitales de la España de entonces y de ahora: la de nacionalidad y en relación a la ya aludida cuestión de la articulación del Estado. José Álvarez Junco en "La cultura republicana a principios del siglo XX" se extiende en cómo, yJrente a la degeneración de la nación, tras la catástrofe del 98, a la que había conducido el régimen de la Restauración, los republicanos, y como parte de su regeneracionismo, abrazan el "mito cultural de la nación" (¿mito o sentimiento?, habría que preguntarse) para atraer e integrar a las masas populares y, también, se tendría que añadir, para contrarrestar y combatir a la reacción tradicionalista, la cual continuamente acusaba a los republicanos de carecer de patriotismo, de ser la "imtipatria". A ello sale al paso Galdós, en sus textos y discursos y, muy en especial, en estos dos sobre el levantamiento del 2 de Mayo madrileño contra las tropas francesas . En el primero, dirigido "Al pueblo de Madrid", destaca el heroísmo patriota madrileño. En fechas en que los nacionalismos periféricos ganan impulso, rompe su lanza por el centralismo democrático, elogiando a Madrid como capital de la nación, y también se sirve de dicho heroico momento para fo men tar la concordia entre las clases sociales que promueve: "Obra fu e d e todas las clases sociales fundidas con maravillosa mezcla de jerarquías en el común tipo popular .. . " [58] . Igualmente, en su segunda alocución sobre el tema, "La esfinge d el centenario", junto a denunciar como falsos los fes tejos oficiales por la Corte y con la burguesía a remolque y
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.. lo que llama un "patriotismo de segundo grado"·, destaca el popular como el del "primer grado". Ensalzan do, frente a las vanas p ompas de la Corte y de la capital, las celebraciones en Zaragoza, "cabeza y capital del pueblo aragonés", se orienta hacia el r~gionalismo, desmarcándose de un centralismo burocrático, oligárquico como el imperante. Pide, también, que se levante un monumento a los héroes-mártires nacionales madrileños del 2 de Mayo, el cual quede constituido como uno de esos lugares de la memoria de la historia de España, con los qu e se afirme y enorgullezca una identidad nacional común. Un texto fundamental de los suyos es la "Carta de Galdós" a Miguel Mora, leída en el mitin "Contra Maura y el terrorismo" (su ley del terrorismo, ley que, en cierto modo e irónicamente vendría a impulsar un terrorismo blanco y la escalada de ambos t~fIeo!ismos), celebrado en el Teatro de la Princesa, el 28 de mayo de 1908. En el generalizado grito nacional del "Maura, no", que entre 1908 y 1909 deviene un clamor nacional, la voz de Benito Pérez Galdós es una de las más resonantes. Volviendo a la carga contra la "somnolencia~', y las "demasías" del despotismo gobernante, en dicha carta vivifica como figura mítico-literaria, y yendo a uno de los lugares de la memoria hispánica, al "soberbio león" que acompaña, a través de los siglos, a la "Madre, España en su Historia". Le destaca como símbolo heráldico de nobleza, heroísmo, y orgullo fiero, del honor, de la dignidad y del derecho y, también, "de las majestades real y popular que constituye la Soberanía" [63] . Palabras las anteriores que nos llevan a la aguda observación de José Álvarez Junco (y que es algo muy presente en los textos republicanos de
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Galdós y en su obra literaria d e aquellos años) : "La producción cultural del republicanism o está, pues, permeada por valores mor ales muy tradicionales . Nobiliarios, como el honor, o cristianos, como la pureza ascética" , pero claro que puestos al servicio de objetivos políticos nuevos, y concluye su observación con estas p alabras: "Hay poca ética propiamente 'burguesa' . Pero hay mucha ética del Antigu o Régimen que sirve para envolver o h acer aceptables los principios polític os m od ernos" [2 78]. Esto aparece muy claro en El caballero encantado, en la cual reaparecería dicho león, a quien Galdós, en esta ocasión , dirige directamente la alocución de su carta exaltando valores democráticos, en vueltos en glorias y personas de la tradición histórica: el Cid, el Fuero Juzgo, Cervantes, e instando a la revivida figura heráldica a que no sea un león de circo y recordándole que "no sólo eres hoy un emblema de la ciudadanía, sino del trabajo" .5 Saliendo del parlamento, tan desprestigiado en aquellos años, de Madrid y del centralismo, su palabra y su presencia se extiende, en 1908, por otras ciu dades del país : Barcelona, San Sebastián, Santander, y Almería, leídas aquí sus cuartillas, en la tierra natal de Nicolás Salmerón, al igual que en el mitin d e Barcelona, por él mismo. Se celebran en estos mítines, al calor de su s respectivas m anifestaciones, hitos históricos como el de la celebración de la Revolución del 68, en Santander (conmemoración con cierta tristeza, por parte su ya, pu es se lamenta de que "Todo está igual, y en muchas cosas, peor que estáb am os"), o h echos clave en el movimiento rep ublicano d el presente como el mitin d el lanzamiento d el "Bloque Lib eral" en el teatro Principal de Santander el 29 de noviembre: "Traemos
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a esta noble ciudad la misión de proclamar la alianza de liberales, demócratas y republicanos con un fin político circunstancial, que estimarnos superior a las conveniencias de partido" [71], declara; alianza que, con los liberales en la oposición, y arrellanado Maura en el poder, venía a ser un nuevo ariete, a la postre demoledor, contra el político conservador y un paso hacia la Conjunción Republicano-Socialista. A pesar de estos dos logros, estas y varias de las otras uniones fomentadas por los republicanos, pronto -corno a través de su historia- culminaron en divisiones. Álvaro de Albornoz se extiende sobre ello en el capitulo V de su libro: "Republicanos y neutros -radicales y gubernalistas-. La evolución reformista". Igualmente lo trata Manuel Suárez Cortina en el ensayo citado en la nota 2 de este. A propó-
Antonio Maura.
sito de divisiones, hay que destacar que Galdós, y desde su ingreso en el republicanismo, lo hace en su ala derecha, la gubernamentalista o evolucionista, contrapuesta a la izquierdista o radical, capitaneada por Alejandro Lerroux, aunque, corno iré destacando, siempre llamando a la acción conjunta de ambas para lograr los ideales democráticos, republicanos. En sus intervenciones del verano y otoño de 1908 por las distintas ciudades, y a las que elogia, se concentra en propagar un "levantamiento espiritual de España que traerá la República". Una crítica que se le puede hacer a él y, en general, al republicanismo de aquel momento (ya la hacía Álvaro de Albornoz en el libro qu vengo citando), es que tampoco aborda directamente ni propone soluciones concretas ~ la probiemáti-
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ca económica -jGaldós, tan buen conocedor de la economía como dejó plasmado en Fortunata y Jacirzta y en otras de sus novelas!- o social (a punto de estallar el coru1icto en Barcelona, atizado el estallido por la reciente ley del terrorismo) y que se excede en demasía, en sus discursos, identificando el poder político y socioeconómico oligárquico con el "teocrático", creyendo que atacando al segundo caerá el primero, lo cual resume en frases como la siguiente: "O arrollar el clericalismo o perecer bajo sus pisadas". N o advirtieron Galdós y tantos otros republicanos lo que Manuel Tuñón de Lara viera, décadas después, que aquella Iglesia, integrista, de resabios carlistas y aliada al poder, va a servir, precisamente, a la oligarquía dominante, de trapo rojo para atraer al "engaño" anticlerical a las multitudes populares que, confundiendo así lo adjetivo con lo esencial quemando iglesias en lu&ar de atacar a las estructuras socio-económicas, va a favorecer a lo largo de muchos años los designios de la oligarquía [21V
En la primavera de 1909, aunque resquebrajado el bloque liberal, por las disensiones entre republicanos y liberales (y como protesta contra Maura, a raíz de los debates sobre el madrileño Canal de Isabel lI, con el presidente del gobierno conservador favoreciendo a los intereses privados), los republicanos convocaron una gran manifestación de "la moralidad", a la cual según España Nueva acudieron 150.000 personas. Encabezada por Sol y Ortega y Galdós, marchando por el Prado, Recoletos y la Castellana, llegó hasta la plaza Castelar, donde el diputado catalán habló a los manifestantes. Tal acto empezó a dejar tambaleante a
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Maura en el poder. Aprovechando el impulso de esta manifestación, el 5 de abril Galdós firmó una instancia al Gobierno Civil convocando una "romería nacional", que, igualmente, fue multitudinaria. En su petición expresa los objetivos de esta, parte del programa electoral de los republicanos p~ra las elecciones municipales del 2 de mayo, que resultaron en un gran triunfo republicano en Madrid, Barcelona y en casi todas las capitales y ciudades importantes, aunque en las grandes zonas rurales del país, y bajo el caciquismo, se trataba de otro cantar y contar. En su victoriosa alocución tras las elecciones, leída por Menéndez Pallarés en el Frontón Central de Madrid, el 16 de mayo, Galdós, dirigiéndose a todos los republicanos de España, anuncia que los horizontes republicanos "cada día están menos lejanos". Ataca con dureza a los partidos monárquicos y a las oligarquías políticoeconómicas y a las injustas desigualdades económico-sociales con las prodigalidades y mercedes enriqueñas (alusivas estas a las dádivas excesivas del rey Enrique II de Castilla) de la acción oligárquica, "mientras son cruelmente desatendidas el hambre y la desnudez de las clases inferiores, casi toda la obra legislativa tiende a regalar millones a los millonarios". Frases como estas, y otras parecidas reiteradas en sus textos y discursos, manifiestan lo que exp resa el tan citado Álvarez Junco en el ensayo a que me vengo refiriendo, el que las principales promesas de la forma política de la República eran "la igualdad entre los ciudadanos y la supresión de la crueldad y el temor, de la ignorancia y la superstición, del dolor y de la miseria ... [268] : Sus palabras concluían con la llamada: "Restaurad la historia de España, restableciendo el augusto, santo princi-
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Pablo Iglesias.
pio de la Soberanía Nacional", y, durante el verano y el otoño del tan crítico 1909, tal llamado resuena a través de la nación. Su más valiente y apasionada intervención es la alocución escrita "Al pueblo español", publicada en distintos diarios republicanos el 6 y 7 de octubre. En términos fogosos, a tono con los momentos trágicos vividos en el verano, airea su protesta contra los dos grandes errores-horrores de la política de Maura: "La desaforada aventura de la guerra del Rif y las enormidades de Barcelona reclaman enmienda urgente". Valientemente, afirma, en cierto modo identificándose con las víctimas de la brutal represión de la huelga insurreccional de Barcelona: "No temamos que nos llamen anarquistas o anarquizantes, que esta resucitada Inquisición ha descubierto el ardid de tostar a los hombres en las llamaradas de la calumnia" [84]. Poco después cuando la protesta contra Maura compromete tanto a la propia monarquía, el 21 de octubre, Al-
fonso XIII, quien, en ocasiones, supo mostrar una reconocida habilidad política, destituye a Maura y su gobierno y trae al poder a los liberales, con Moret, seguido por Canalejas, quienes habían participado en el bloque liberal, apuntando a algo que, finalmente, rompería con la hegemonía de .,,¡los dos partidos turnándose en el poder en connivencia. En tal contexto político, los republicanos y socialistas organizan una gran manifestación en Madrid, cuyo llamamiento lo firmaba Galdós. Y, tras ella, quedó constituida la Conjunción RepublicanoSocialista, presidida por él, y cuyas palabras, leídas por Dicenta, abrieron el mitin de su presentación en el frontón JaiAlai de Madrid, el 7 de novierm.bre de 1909. Un primer triunfo, de los pocos de esta Conjunción, fue en las elecciones municipales de diciembre de 1909, saliendo victoriosos en casi todas las capitales, a excepción de Madrid donde perdieron frente a los liberales por un candidato. Pero su gran triunfo fue en
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las elecciones legislativas del 8 de mayo d e 1910, las cuales, y como es sabido, llevaron por primera vez en España y con gran retraso con respecto a otros países europeos occidentales, a un diputado socialista, Pablo Iglesias, al Congreso. "Con Pablo Iglesias en trará en el Con greso el espíritu d e solidaridad intern acional que labora por la dignidad y el bienestar d e los trabajadores" [90], decía Galdós en su alocución celebrando la victoria d e los can didatos de la Conjunción en dichas elecciones, en las cuales él fue reelegido con una gran mayoría d e votos, 42.419. En el Parlamento, la Conjunción consiguió 27 escaños fren te a los 215 de los liberales y los 115 de los conservadores. Aunque tocado e inclinado hacia el liberalismo, el sistema bipartidista seguía en pie. No obstante el gran impulso y promesas que traía la nueva Conjunción encontró un primer escollo con la hábil maniobra . del monarca de dar el poder político a los liberal~s, antiguos aliados de las fuerzas que constituyeron la nueva unión de la Conjunción RepublicanoSocialista; especialmente, con el gobierno de Canalejas, que introdujo reformas laicas, con su celebrada y discutida "Ley del candado".7 Agudamente, Tuñón de Lara advirtió que el asesinato de Canalejas "puede que frustrase un ensayo de monarquía burguesa" (La España 21), liberal, habría que añadir, un giro también apoyado por Alfonso Xli. También se podría preguntar uno si el apasionado discurso de Galdós "Al pueblo español" contra el régimen oligárquico, la monarquía, el parlamentarismo y el sistema de los dos partidos turnantes y sus prohombres y reclamando "enmienda urgente", ¿no encontraría eco en el acto, pocos días después, con el que el rey pondría fin al poder de Maura? ¿Azotarían frases como con las que concluye su discurso Galdós
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la propia conciencia del monarca: "Ya es tiempo de que se acabe tanta degradación y el infamante imperio de la mayor barbarie política que hemos sufrido desde el aborrecido Fernando VII?" [84]. Entre julio y diciembre de 1909, y al trasluz de los trágicos sucesos, Galdós también se volcó en escribir su extraordinaria novela cervantina, republicana El caballero encantado , "fábula verdadera y mentirosa", y digo republicana, pues en ella calando con su mejor realismo en la problemática realidad económicopolítico-social y cultural de la época, en su dimensión fantástico-alegórica trae a la n ovelística española una nuev a realidad : plasmada poéticamente en ella los ideales y valores democráticos de la visión del mundo republicana. Ya Julio Rodríguez Puértolas, en el detallado prólogo de su edición, la reivindicó en tal sentido, rebatiendo la incomprensión de la cual fue objeto por parte de los galdosistas anteriores. A tal prólogo remito al lector de este ensayo. Sólo destacaré un aspecto muy original de la novela: Galdós sale, en ella, del Madrid en que se centraban sus novelas contemporáneas, al espacio ru ral castellano y allí, adelantándose en muy poco al Julio Senador de Castilla en escombros (1915), nos p resenta un a Castilla miserable, con sus campesinos d oblegad os hasta casi la esclavitud por la oligarquía y el caciquismo, vidas rayando en lo infrahumano, en p áginas d e una literatura social verdaderam ente conmovedoras.8 Aquellos lugares, pueblos y rostros anticipan los que veríam os en las fotos y documentales fílmicos en las Misiones Pedagógicas durante la Segunda República. Com o ya aludí, con un sentido redentor republicano, nos presenta en su novela a la gran protagonista, la Madre, alegoría de la h istoria e intrahistoria de España, todopod erosa y símbolo también de una
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República por venir: "la nma bonita" convertida en la "Madre esplendorosa, omnipotente". Volviendo a la actividad política, con los liberales en el poder, y tanto Canalejas y, posteriormente Dato, arrogándose algunas de las reformas laicas y sociales pedidas por los republicanos, la Conjunción Republicano-Socialista tuvo un escaso campo de acción política. De aquí que haya atraído poco interés de los historiadores. 9 Ya en su día, en el capítulo VI de su libro, "Uniones, fusiones y coaliciones", el republicano Álvaro de Albornoz, bastante crítico de todas ellas, la despacha con una frase: "El programa de la Conjunción Republicano-Socialista era simplemente impedir la vuelta de Maura y procurar por to dos los medios la instauración de la República" [230] . Eco de ello hallarnos en los textos y discursos galdosianos de 1910. El mitin en Madrid, de presentación de la candidatura de la Conjunción, lo había cerrando diciendo: "Iremos, pues, "resueltamente y sin demora [a] lo que España pide y quiere: la santa República" . Sin embargo, en los mítines en capitales de provincia, Santander, Cádiz, Alicante, por más que exalta la vitalidad sobre las "polvorientas ruinas" y pide "la acción enérgica" "para separar del cuerpo social lo que esté gangrenoso y putrefacto", sus palabras no encierran programas ni acciones concretas. Esto es muy evidente en el mitin en Santander, el 15 de agosto de 1910, en solidaridad con los huelguistas de la 'dura huelga en Santander y Bilbao: desenfunda el ataque "al clericalismo y sus afines", y, recurriendo a la conciliación armónica, expresa que: "Venga pronto la suprema concordia entre los pueblos que aspiren a la paz laboriosa en el seno de un régimen de verdadera democracia y cultura" (92). Palabras que caerían bastante
en el vacío cuando, y en unas fechas que van de 1909 y 1912, las fuerzas sindicalistas obreras, CNT, UGT, tan en alza en aquellos momentos, se lancen a la lucha con sus grandes huelgas: huelga general, trasformada en insurreccional en Barcelona en 1909, reprimida en sangre; gran huelga en Bilbao 1910; huelga general nacional de septiembre de 1911; huelga ferroviaria de 1912 ... (Recordemos que la huelga de Barcelona se efectuó un año después de que Sorel publicara Reflexiones sobre -la violencia, que tanto influyó sobre el sindicalismo insurreccional; violencia contra la cual, corno ya dije, Galdós ponía en guardia a los barceloneses en aquel mismo año, 1908, de la publicación de tal libro) . En aquel contexto, y en gran parte por posiciones encontradas ante la conflictividad social, en el mismo 1910 comenzaron dentro de la Conjunción las disidencias entre las dos alas del partido republicano, mientras que Galdós en sus intervenciones de 1911 y 1912 aboga por la unidad, respetando la diversidad. En el mitin de la Conjunción en Sevilla, el 29 de eneró, declara: Mil veces hemos dicho, y ya lo sabéis todos, que para coadyu var a los fines d e la Conjunción no se ha de mirar el abolengo de los partidos que la constituyen, ni hemos de requerirlos a que dobleguen sus respectivos ideales. Basta que coincidan todos en el program a elemental, reducido a la sencilla y rotunda fórmul a d e implantar la República lo m ás pronto posible [96] .
Sus palabras vienen casi a continuación de un manifiesto a la opinión de "El Comité de la Conjunción" [122-125], encabezado por su nombre, en donde se
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Melquiades Álvarez. ,
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trata d e explicar las desavenencias internas con Lerroux y su partido, el cual saldrá pronto de la Conjunción. Posteriormente, en 1912, el propio Melquiades Álvarez, declarándose a favor de la accidentalidad de las formas del gobierno, forma su partido reformista, teniendo que abandonar pronto la propia Conjunción. No obstante, Galdós, aunque se inclina por él y su partido, en sus pocas intervenciones del 1912, muy aquejado por dolencias, sigue abogando por la unión. En palabras leídas en un mitin en Baracaldo, el 5 de mayo de 1912, se dirige a ambos "republicanos de la derecha y de la izquierda" ("que así habré de llamaros por no emplear otros apelativos") apelando a la unidad de acción y, aunque exponiendo su propia posición ev olutiva, llama a que no desdeñemos a la izquierda republicana, y concluye afirmando: "A esos guerrille-
ros de la extrema vanguardia ofrecemos fraternalmente el reducto de nuestras creencias para que, con nosotros, colaboren acordes en la obra común, que es la conquista inmediata de la República" [197]. Poco después, en el mitin del nuevo partido reformista en Santander, el 28 de julio de 1912, al que no acude estando él veraneando en Santander, en unas cuartillas su yas leídas, aunque elogia a Melqu iades Álvárez, "orador incomparable", insiste en el tema anterior, expresando su creencia y esperanza de que los republicanos reformistas actúen siempre en la vida pública "teniendo por hermanos a los afines, sin m ás exclusión que la de los que nos informen su con ducta en la probidad m ás acrisolad a" [108]. H ay en su s palabras cierta indirecta crítica al político asturiano, qu ien con su p artido p asab a
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ahora a sostener la accidentalidad de la forma de gobierno, crítica implícita en las palabras con que cierra su alocución: "De mí he de decir que, al mismo tiempo que mis ojos vuelven a ver la luz, renace esplendente en mi espíritu la imagen de la Segunda República española, amaestrada por el tiempo [108109]. No cabe duda de que en el contexto político de aquel 1912, y con las nuevas divisiones entre los republicanos, en su vida privada Galdós experimenta una cierta desilusión con la política (mejor dicho, con las politiquerías de los partidos) y un pesimismo, agravado por la amenaza de una ceguera casi total, que le llevarán a apartarse de la vida política en activo. Basándose en algunas declaraciones de aquel año y en los in-
tentos, en vano, del propio Alfonso XIII y de sus políticos, como Dato y Romanones, de atraerle al redil monárquico, críticos como Berkowitz han tratado de derogar su republicanismo como un "interludio" senil. La frase del propio Galdós antes citada sería un total mentís a ello. Y avanzando todavía más en la fusión republicano-socialista, es también en 1912" en conversación con Luis Antón del Olmet, y a la pregunta de este de si cree en el socialismo, cuando responde: "Sí, sobre todo en la idea. Me parece sincera, sincerísima. Es la última palabra en la cuestión social... ¡El socialismo! Por ahí es por donde llega la aurora" [110]. El 1 de enero de 1913 es la última vez que se leen las cuartillas de Galdós
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[112-113] como presidente de la Conjunción Republicano-Socialista . Poco después la abandona y anuncia su retirada de la vida política, para consagrarse por entero a su actividad literaria. El anuncio lo hace en una carta leída en un banquete del partido reformista celebrado en el Pala ce Hotel madrileño, y publicada el 23 de octubre en El Liberal, el mismo periódico en que declaró su ingreso en las filas republicanas. Aunque en sus palabras hace el elogio del parti do reformista aceptando el principio de la accidentalidad que ha abrazado, en un momento en el que se impone "la implantación inmediata de los principios democráticos", a cuyos esfuerzos él promete ayudar. No obstante, en lugar de adh erirse al partido, por el contrario -y esto tien e un tinte d e ironía galdosiana- viene a su sen o para declarar su retirada de la política activa. Aunque elogia su propósito de llegar a "un fin positivo", hay un cierto desen canto en las palabras con que lo expresa, pues dice que lo alcanzarán "por el único sendero que encontramos franqu eable en la enmarañada selva política española " [113]. "Selva política", en aquel instante en medio de tal Palace, qu e él, tal vez, humanizaría en su visión viendo .superpuestos a los rostros de los elegantes "reformistas" los de los pobladores de la "Mísera, por expoliada, Castilla" que retrató en El caballero encantado. Fiel al republicanismo, todavía fue elegido diputado republicano por Las Palmas en 1914. Y sí hubo otro sendero , por el cual el propio Galdós había ido abriéndose camino durante varios años, que llevó a convertir en una realidad la imagen de la II República que él había visto renacer esplendente cuando sus ojos volvían a la luz en el verano de 1912. Otros nuevos republicanos (entre ellos Marcelino Domingo, Álvaro de
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Albornoz, a quien he venido citando, y Azaña), unidos en una nueva Conjunción Republicano-Socialista -la cual, esta sí, supo unir en su programa democracia, autonomía y reforma social-, gobernaron a dicha República durante su bienio progresista de 1931 a 1933, año en que nació este que les habla ahora y que todavía llora la pérdida de aquella República que le fue arrebatada en su niñez. Muchas gracias por su atención.
BIBLIOGRAFÍA
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Suárez Cortina, Manuel. "La quiebra del republicanismo histórico, 1898-1931", El republicanismo en España (1830-1977), pp. 139-163. Tuñón de Lara, Manuel: La España del siglo xx. Barcelona, Laia, 1974.
NOTAS Las citas de sus textos y discursos políticos están tornadas del libro editado por mí Galdós republicano (escritos y discursos 1907-1913). 2 El mayor ejemplo de esto último es el voluminoso libro de H.C. Berkowitz, el cual dedica un detallado recorrido a las actividades del Galdós republicano, bajo el ya capcioso título de "Interludio republicano", para descalificarlo corno obra de senectud y manipulada por los políticos republicanos. 3 Tal disyuntiva aparece historiada con detalle en "La quiebra del republicanismo histórico 1898-1931", de Manuel Súarez Cortina. 4 Completaría este ensayo mío el que se recogieran las votaciones suyas en el Congreso, y las peticiones y actas republicanas por él secundadas. 5 El citado Álvarez Junco recuerda que en la crítica regeneracionista de la Restauración España era la "madre desdichada" y que en los grabados y representaciones alegóricas de la época la otrora "augusta madre" aparece corno una dama escuálida, vestida de harapos, y el "león ibérico", desdentado, con la cabeza abatida y las costillas marcadas por el hambre [289]. Galdós, en este discurso, nos ofrece una imagen opuesta de ambos. 6 Quizá le hubiera valido más a Galdós, y a la causa republicana en general, el haber hecho uso de la distinción que él expresara en carta a Teodosia Gandaria en septiembre de 1913: "Respecto a la 1
cuestión religiosa, d istinguirnos entre el aspecto espiritual y el aspecto positivista que en dicha frase se encierra. Lo concerniente al puro ideal religioso es digno del mayor respeto ... ", corno vernos en tantas de sus novelas desde Gloria, pero en sus discursos, y quizá era imposible no hacerlo en el tan caldeado contexto político e ideológico de aquellos tiempos, lo que predomina exclusivamente es lo que escribe sobre el segundo aspecto: "Lo que atañe al clericalismo, que es un partido polítiéO inspirado en brutales egoísmos y en el ansia de dominación sobre las conciencias y aún más sobre los estómagos, no podernos menos de manifestar todos nuestros odios con tan ruin secta" (El último gran amor de Galdós [311]) . 7 Promulgada en diciembre de 1910, esta ley condicionaba a la aprobación del gobierno el posterior desarrollo de las órdenes religiosas y delimitaba las áreas de influencia entre la Iglesia y el Estado. Asimismo, bajo el gobierno de Canalejas se decretó la libertad de culto religiosa. s Muy consciente de su originalidad en este acercamiento, escribe a Teodosia Gándara el 3 de septiembre de 1909: "[ ... ] te diré que en esta obra presento algunos cuadros de la vida española en aspectos muy poco conocidos, la vida de los labradores más humildes, la de los pastores, la de los que trabajan en las canterías en obras de carretera y en otras duras faenas. Son cuadros de verdadera esclavitud, que en la vida hay en estos tiempos, aunque no lo parezca (El último gran amor de Galdós [173]) . 9 Una casi única excepción sería Antonio Robles Egea, quien ya desde su tesis doctoral ha dedicado diversos estudios a la Conjunción Republicano-Socialista. A ellos remito a los lectores de este ensayo.
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Realismo alegórico y pensamiento político en El caballero encantado de Galdós: hacia el realismo mágico LUIS MIGUEL VICENTE GARCfA
Universidad Autónoma de Madrid
l origen de este trabajo se gestó para una de las clases del profesor Rodríguez-Puértolas hace más de treinta años, cuando yo comenzaba . No fui tan consciente entonces de que había aprendido con él a hacer un trabajo y argumentar una lectura como al desempolvar luego aquellas páginas mecanografiadas a la antigua. No es forzado cumplido reconocer que don Julio sabía ponernos desde que pisábamos la facultad a leer y a escribir crítica literaria. Lo he releído para la ocasión para expresar algunas reflexiones sobre el particular giro que el escritor da al realismo canónico en El caballero encantado.! y para esta reflexión también me he reencontrado con la riqueza madurada de la introducción del profesor Rodríguez-Puértolas a su edición en Akal de 2006 de El caballero encantado, que yo había seguido entonces ·por su edición de Cátedra. Rodríguez Puértolas ofrece un estudio completo sobre todos los elementos que participan en la creación de este relato y su relación con el momento político, creativo y emocional de Galdós2, así como el estado de la crítica en torno a esta obra. Es evidente que los recursos maravillosos que emplea Galdós en El caballero encantado no hacen menos trasparente la
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realidad aludida. Yo diría, además, que el recurso maravilloso, alegórIco, le permite agudizar aún más la crítica social, aquella que surge cuando la literatura se siente impulsada a ponerse al servicio prioritario de una denuncia social. Ello lleva de suyo que el personaje colectivo, la clase, tenga más relieve o identidad que los personajes y sus psicologías individuales . Y es eso lo que fundamentalmente distingue a novelas como El caballero encantado, donde los personajes son más simbólicos o alegóricos que de carne y hueso, de las grandes novelas realistas como Fortunata. Ello también conlleva un riesgo para la calidad de la obra literaria.3 Para los recursos .alegóricos Galdós contaba con toda la tradición clásica. El diálogo entre Cipión y Berganza en el Coloquio de los perros sobre la verosimilitud de su diálogo siendo dos perros sentaba uno de los mejores magisterios sobre cómo se puede analizar la sociedad y sus comportamientos con recursos fantásticos. Nadie piensa en un don Quijote de carne y hueso tampoco, sin que por ello a través de su boca se radiografiara la sociedad y la condición humana de la manera más lúcida posible. No fue ajeno tampoco Clarín a que los recursos alegóricos eran idóneos para expresar la crítica más realista,
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corno hace en su cuento "Mi entierro", donde el protagonista es un peón de ajedrez, en una sociedad de piezas, y cuyo don de clarividencia y . clariaudiencia después de muerto están al servicio del escritor, con más rendimiento para analizar los comportamientos sociales que ningún recurso ortodoxo de la narración realista. Y además, con humor, que pone un considerable contrapunto a la total oscuridad de las novelas de tesis habituales. El movimiento romántico no dejó de suministrar tampoco alegorías y procedimientos fantásticos para la sátira social. El diablo mundo es tal vez el mejor ejemplo de ello. Rodríguez-Puértolas da buenos ejemplos por su parte de la narrativa contem-
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poránea que ha optado por técnicas de lo maravilloso para mejor poder analizar la realidad, y otros muchos ejemplos podrían evocarse sin duda . Es la intención con que se usan los elementos alegóricos lo que distingue a una obra realista de una obra genuinamente fantástica. Yen el caso de Caldós, corno en el de Cervantes o Clarín, está claro que su empleo está en función de intensificar la percepción de la realidad. En El caballero encantado el enfoque sobre la situación político-social es tan intenso que lleva al máximo el giro ya anunciado en otras obras del autor hacia un realismo distinto, donde lo político n o es el sustrato o el telón de fondo , sino su meollo. Im prescindible para comprender el experimento de Caldós con esta novela es también el apartado "El caballero encan tado y Teodosia Candarias" d el estudio de Rodríguez-Puértolas. A través de las cartas cruzadas con su amante Teodosia Candarias podernos ver la poética explícita de Caldós p ara abordar esta n arración, así corno la intención y emoción con que lo hace; d e la intención rescato estas líneas: "Es obra en que h e puesto mucho de erudición clásica [oo.] y luego h e m etido unas escenas fantásticas que m e sirven corno artificio para introd u cir una sátira social y política que de o tra forma sería muy difí cil de hacer pasar"; d e la emoción, es tas otras : La obra m e d omina, es un vértigo que me arras tra, una hoguera que m e caldea. Ya voy por cerca de la mitad, va saliendo con chorro afluente como el manantial d e roca viva, que no desmaya. No sé si m e equivocaré [oo .]. Es fantás tica porque en ella pasan cosas que n o son d e la vida real, cosas disparatadas y del orden sobrenatural, pero en el fondo hay realidad o realismo y una
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Despacho de Benito Pérez Galdós. ~'T.
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Dormitorio de Benito Pérez Galdós.
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pintura que yo creo justa de la vida social, tal como la estamos viendo y tocando. [Apud Rodríguez-Puértolas, pp. 22-23]
En Nazarín se preguntaba: ¿Quién demonio ha escrito lo que sigue? ¿Ha sido usted, o el reportero, o la Tía Chanfaina, o el gitano viejo? ... Nada puedo contestar, porque yo mismo me vería muy confuso, si tratara de determinar quién ha escrito lo que escribo. No respondo del procedimiento; sí respondo de la exactitud de los hechos. El narrador se oculta. La narración, nutrida del sentimiento de las cosas y de la histórica verdad, se manifiesta en sí misma, clara, precisa, sincera. 4
El novelista se incorpora a la novela con sus preocupaciones teóricas, el juego cervantino con las distintas voces y los planteamientos meta literarios que Galdós fue incrementando una vez que lo había dado todo corno narrador realista modélico. En El caballero encantado está inspirado en sus nuevas labores políticas y en el rechazo sentido hacia el pesimismo de los hombres del 98: "Ya estarnos de nuevo en todo el esplendor y frescura de nuestro optimismo, que podrá tener, corno dicen algunos filósofos regañones, su poquito de ridiculez, pero que es el único ritmo, pulsación o compás que nos queda para seguir viviendo." [XXIV] Víctimas de su propio escapismo, Tarsis y Cintia son encantados por la Madre-España, y condenados precisamente a vivir la realidad de los obreros y campesinos, para que "sepáis con qué fatigas angustiosas se crea la riqueza que derrocháis en la Corte" [VIII]. La crítica al gusto por lo esotérico o las ciencias ocul-
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tas en que frívolamente se emplean Tarsis y Cintia constituye tal vez un guiño galdosiano contra esa misma afición de los jóvenes modernistas metidos a teósofos, las nuevas generaciones de bohemios, que habrán de llamarle "garbancero".5 Y puede que de ese ambiente del interés por lo oculto y maravilloso que resurge con los comienzos de siglo haya surgido también el impulso de Galdós por servirse de lo maravilloso, aunque con fines realistas. La conciencia solidaria de clase no es habitual en la obra de Galdós. La clase oprimida en sus más celebradas novelas aparecía desintegrada. Lejos de tener conciencia de clase, los pobres se pelean y se traicionan entre sí por míseras recompensas de las clases dominantes. En El caballero encantado las cosas cambian. Se tiene conciencia de la fuerza potencial que tendrían todos unidos, y así pueden pasar a la acción: "pues duro con los pudientes" [XVIII] exclama a coro el pueblo de Boñices. De esta solidaridad germina un ánimo vivamente revol ucionario: Alguien propuso que se reunieran los supervivientes de Boñices con la gente de las aldeas cercanas, hombres y mujeres, viejos y chiquillería [... ] y armados todos con garrotes [... ] se lanzaran bramando por campos o caminos hasta llegar a Soria y a la casa del gobernador, y allí con escándalo, tiros y estacazo limpio, pidieran y recabaran el derecho a vivir. [XVIII]
El drama aparece colectivizado y, para que este personaje colectivo pueda emprender la acción, necesita un ideario teórico que coincide con las ideas socialistas por más que algún personaje, corno el cura de Boñices, se inspire en los Santos
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Padres: "La tierra ha sido dada en común a todos los hombres. Nadie puede llamarse propietario de lo que queda después de haber satisfecho sus necesidades naturales" [XVIII] pero eso, para el cura, valida las ideas socialistas y exhorta a los obreros y campesinos no a la resignación sino a la acción revolucionaria: "no debéis pedir lo vuestro sino tomarlo" [XVIII], que se confunde con los ecos socialistas y anarquistas. 6 A socialismo suenan también las palabras de Augusto Becerro: "propietario de la tierra y cultivador de ella no deben ser términos distintos" [III]. Becerro es un estudioso erudito a quien el hambre ha trastornado. La crítica de las clases explotadoras se hace en la novela desde dos perspectivas que coinciden con dos partes claramente diferenciadas en la novela. En la primera, antes del encantamiento de Tarsis [capítulos I-IV] domina un ambiente urbano y son las clases pudientes las que se autorretratan. Tarsis simboliza todos los vicios de los de su clase. No trabaja y las actividades ociosas que practica están por encima de sus posibilidades. Para compensar eso, no duda en explotar, al ritmo de sus despilfarros, a los campesinos que trabajan sus latifundios: "ellos esclavos y nosotros señores" [Tarsis, ID]; verdad última del caballero que no admite vuelta de hoja porque, como afirma su amigo el usurero Torralba, "Dios me ha dado esta posición" [III]. El inmovilismo social parece cerrado a cal y canto: desde la Iglesia al Parlamento, desde el Ejército a la oligarquía, todos conforman una sociedad jerarquizada que controla a los trabajadores a través de una red de caciques que van desde los todopoderosos de la política hasta los caciques enquistados en los pueblos (Gaitines, Gaitones ... ). Por caciquismo accede Tarsis al Parlamento: " Luis y Raimundo Pinel le hicieron diputado sacándole como una seda por
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un distrito de cuya existencia geográfica tenía solo vagas noticias. Los Pineles eran maestros en el arte parlamentario y le ayudaban a mantener la concomitancia caciquil con las manipulaciones de la fácil elección. [III] Las clases dirigentes se muestran en el relato sin ideales ni fuerza moral alguna, cínicamente pesimistas y entregadas a un solo interés: "Dinero [...] viniera de donde viniese" [IV], porque lo demás no existe: "aquí no hay agricultura, ni teatro, ni política, ni banca, ni ind us tria" [Tarsis, III]. La segunda parte de la novela se dedica al escarmiento de Tarsis [capítulos V-XXVI] y se desarrolla en el mundo rural. Obreros y campesinos aparecen con conciencia social de clase, como se ha dicho, pero a menudo sus iras, a causa de las injusticias que padecen, no
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alcanzan a los grandes poderes de la cúpula, sino que se detienen en los caciques intermedios, como le ocurre al pobre Tiburcio: "la pillería de los Gaitones [...] me despojó de mi propiedad, ayudada de la justicia, que aquí es la máscara que ponen los malos para que el latrocinio parezca ley" [XXII]. El ambulante Bartolo también tiene claro cuál es la siniestra dimensión del aparato caciquil, "los alcaldes son suyos, suyos los secretarios de Ayuntamiento, suyos el cura y el pindonguero juez ..." [XIII]. A nadie se le oculta la opresión que se ejerce disimulada p or la ley: As-í se trata en Esp añ a al buen ciudadan o, d espués d e zarandearle para que vote, p ara que pague, para que grite viva el rey, viva la Constitución, ¡a quien d ebemos llamar Pepa por lo que ella vale!, y ¡viva la libertad! que también es buen a castaña pilonga . [XXIII]
Tal con ciencia sobre la opreslOn sufrida y sobre sus autores incita a los campesinos y obreros a la acción revolucionaria, exhortados por la pobre Madre España: "no acariciéis, abandonad toda blandura [.. .], los que tanto sufren bien pueden permitirse algo más que la simple queja." [XXIII] El ideario revolucionario es bien visible en toda la narración7 • En El caballero encantado hay clarísimas muestras también de anticolonialismo, sustituido por una conciencia de panhispanismo cultural indestructible. Ambos sentimientos, anticolonialismo y panhispanismo cultural, están presentes en el discurso de la Madre-España, de clara inspiración republicana, e incluyen el elemento árabe como conformador de esa identidad: 8
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Veo en mi raza con fundid as las grandezas árabes con las ibéricas, así en la gu erra corno en la política y en las artes, y asp iro a mantener fraternid ad con los que fueron mis conquistadores y luego mis conquistad os [.. .]. Tod a gu erra que mis hij os trab en con gente m ora me parece gu erra civil. [Vn)9
Los únicos que fa vorecen el imperialismo son los elementos incorregibles, porque esos, en p alabras d e la MadreEspaña, "tien en el cerebro revestido de telarañas, obra lenta de los altercados religiosos de siglos y siglo.s" [VII]. El panhispanismo d e Galdós in tegraría a Hispanoam érica . El m atrimon io de Tarsis con la colombiana Cintia es por sí mismo significativo. Lo hispano, corno más tard e percibirán hombres corno Cansinos Assen s, Eugenio Noel, Moreno Villa, Am érico Castro y tantos otros, no está en las fronteras p olíticas sino en la realidad cultural imborrable. 10 Creo que el optimismo final de Galdós en la novela que nos ocupa tiene más que ver con la certeza sobre la realidad panhispánica que sobre el efecto mismo de las rev oluciones políticas. Pues en cu anto a la revolución política se refiere pronto se apagan los ánimos revolucionarios en el pueblo de Boñices. Los inofensiv os instigadores del princip io acaban presos o fusilados por la guardia civil. En una cuerda de presidiarios se reún e cervantinamente a los pobres idealistas de la novela: el maestro don Quib oro, el trastornado erudito Augusto Becerro, acusado de haber robado dos ceb ollas para comer, la Madre-España, simbolizada por la figura de la viej a moribunda, el propio Gil-Tarsis y algún caballero m ás, todos conducidos por la Guardia Civil que se alza, en palabras de don Quiboro, corno: "el fetiche de la
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justicia para pobres, inhumana y expeditiva ley, sin otro ideal que acabar -pronto y cumplir una función de justicia de los caminos." [XXIII] La revolución ha fracasado: don Quiboro sucumbe de hambre y cansancio y Tiburcio no recupera su propiedad, y los pobres pierden una vez más. ll En cambio, a Gil la Madre-España lo restituye a su originaria clase social y a sus antiguos privilegios. Galdós hace para terminar la novela que los regenerados Tarsis y Cintia actúen de un modo paternalista encarnando lo que ha de ser el cometido de las clases privilegiadas, en palabras de Gustavo Correa: "la aristocracia inane debe levantarse a una esfera significativa de acción después de haber comprendido con ánimo generoso las urgencias de las clases menos favorecidas y de la patria en general".12 La aristocracia que representa este matrimonio ha comprendido que debe ocuparse de su pueblo y que debe hacerlo proveyéndoles de "despensa y escue-
la". J3 Este cometido conlleva un cierto replanteamiento de Reconquista, "siento aquí la presencia invisible de nuestra madre que nos manda repoblar sus estados" [Tarsis XXVII], que se hace eco casi literalmente de las palabras de Joaquín Costa: "la despensa y la escuela: no hay otras llaves capaces de abrir el camino a la regeneración española. Son la nueva Covadonga [oo.] para esta segunda Reconquista que se nos impone". 14 Las ideas socialistas y anarquistas han sido en parte reemplazadas por las ideas re gene racionistas del final de la novela. 15 Unos pocos también, como Tarsis y Cintia, pueden invertir la tendencia con ideas regeneracionistas que incluyen aspiraciones socialistas, pero que no rematqn la obra con un programa propiamente marxista de futuro, sino claramente tutelado por poderosos regenerados, que van a dedicarse a partir de ahora a las reformas sociales en vez de a las veleidades de las ciencias ocultas y del despilfarro.
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La conmOClOn de la miseria española que contemplaba, junto con su activ a participación en la política, le llevó a reinventar a estas alturas de su vida la novela socié;tl. El viaje por los pueblos de Castilla la Vieja le despertaba como a los que luego fueron con las Misiones Pedagógicas la preocupación por la identidad de ese pueblo, dormido en la miseria. Quienes le sucedieron ahondaron sabiamente en el panhispanismo profundo y en las posibilidades del realismo alegórico que había de acabar en realismo mágico. La introducción a su traducción del Corán de Cansinos Anssens es un prodigioso viaje por las raíces de los pueblos del Libro. Un estudio excepcional para comprender de qué historia y tradición provenimos, exponente de la más exquisita madurez del maestro Cansinos Assens. Un estudio en consonancia también con la mirada que sobre la historia española proyectara América Castro. Noel, p or su parte, en Marruecos, a cuya guerra ha ido por consejo de Ortega y Gasset para sobrevivir a la miseria, cree que esa raza impasible es más fuerte que la nuestra, como pensaría también Cemuda en algún paisaje de su exilio mexicano respecto de los indios. Habrán de ser los heterodoxos, los más libres de todo condicionamiento caciquit los más heridos de todos los exilios, quienes más profundicen en el entendimiento de la identidad española y panhispánica. Y no es casual que en todos ellos se alce Cervantes como el adalid y el modelo a seguir o a invocar. El suicidio de la estatua de Cervantes en El movimiento VP de Cansinos Assens en protesta porque lo use de emblema una Real Academia con no menos caciques que el pueblo de Boñices, ignorantes revestidos de galas y prepotencia, es un ejemplo brillante de cómo Cervantes alienta la sátira social de los librepensadores a comienzos de siglo, una
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sátira de la que no podían librarse los intelectuales; una sátira que también lleva a Noel en Las siete cucas a recrear la mirada cervantina sobre un pueblo animalizado. En el caso de Las siete cucas los procedimientos cervantinos están usados desde mi punto de vista con muchísima más maestría y calidad literaria que en El caballero encantado y permiten entrever lo que habría de ser el realismo mágico culminado luego precisamente en territorio panhispánico, pero no inventado, pues Noel lo anticipa con maestría en su narrativa y especialmente en Las siete cucas. 16 Es posible que para entender una mirada tan fuera de lo común como la de Cervantes haya también que compartir alguna afinidad con su destino libre, y con el precio de esa libertad. Aunque el lema de la Cañizares lo supieran todos ellos a la perfección, "valme mejor con ser hipócrita", ninguno de ellos se lo aplicó a sus procedimientos, especialmente Cansinos Assens o Eugenio Noet yeso es lo que hace su obra más valiosa, su rigurosa independencia incluso en la miseria, su tesón para huir de toda manipulación de la verdad, su vínculo de familia y sangre con un pueblo maltratado siempre por la prepotencia. Probablemente ni a Cansinos ni a N oelles hubiera satisfecho el final de El caballero encantado, aunque sí sus planteamientos de denuncia social. Entre los retratos de campesinos ·anarquistas de aquella raza me impacta especialmente el abuelo de Noel retratado en su Diario íntimo.17 En su mundo no caben un Tarsis o una Cintia, los campesinos I son más sabios porque son más sencillos. I Como el agu a de la sierra. Es ese punto de respeto h acia la cultura del pueblo y su sabiduría el mismo que aflora también en Torres Villarroet que ve más abundancia de ignorantes entre sus colegas que entre los rústicos, pues a ningún agricultor o ganadero se le p asa por alto, por ejemplo,
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la influencia de la luna para sus tareas, mientras el doctísimo Martín Martínez niega hasta la obviedad del influjo de la luna sobre las mareas. Más peligrosos son para Noel o Torres el engreimiento de los ignorantes que la sabiduría de los que les dan de comer. l B y en esto también son cervantinos. En todo caso Galdós está mirando y sintiendo lo que pasa y como todos los escritores piensa en Cervantes también. y crea otro caballero encantado. A su modo, para algunos senil, Galdós ha escrito también una gesta, y está tan nervioso como cuando empezaba por el solo hecho de emborracharse escribiendo, o porque teme que lo escrito con mucha pasión ideológica, como los escritos de enamorados, resulten ridículos a la mirada ajena. Sueños con los amores de Tarsis con Cintia, endulzar la sátira, Teodosia, aunque a veces p arece que esto no tiene arreglo. De Monipodio a los tugu rios de Villarroel p oco ha cambiado, los pastores siguen siendo los que m atan a las ovejas y los lobos quienes se llevan la culpa. El mund o al revés siempre. Y qué hacer ah ora con Boñices y las dem ás Fuenteovejunas. El pueblo no ha logrado tumbar el sistema. El dinero sigue estando en su sitio, y el caballero en cantado lo recobra. No sé si le satisfizo el desenlace a Galdós, una suerte de mezcla imposible entre cómo comienza y se desarrolla la revolución en los pueblos y cómo termina diluida en el discurso regeneracionista de dos ricos escarmentados. Algo falla al final. Una salida utópica para unos problemas reales. Galdós no acaba de visualizar la transformación real de la miseria que denuncia. Su ideario de futuro está dejado con poca fuerza a los sueños de Tarsis y Cintia. La república queda desdibujada. y la obra rematada con elementos más
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conservadores de los que prometía buena parte de su desarrollo. 19 Hay que endulzar la sátira social, no puede dejar de ser literatura. A pesar de lo chusco la epopeya surge, y con ella el problema de la raza, ¿quiénes somos, cómo resolvemos la España profunda? ¿Quién nos desencanta? ¿Qué debe decir un escritor del pueblo?20 Pobre España. Con tanta gaita ... No puede dejar de ofrecer un final feliz, acabado en boda. El pesimismo para los filósofos regañones, Galdós busca la esperanza en un eclecticismo ideológico y literario cuyo acierto sigue siendo discutido. Pero en todo caso una fecunda narrativa de colmena humana está surgiendo y poblará en lo sucesivo novelas y crónicas memorialistas, Galdós en esto se ha anticipado, aunque para mí diste mucho de ser su mejor ejemplo, pues presiento que en 1909, en el apogeo de su f~ma como escritor y político, enamorado como un joven de nuevo, el optimismo que impone al final es fruto de su propia burbuja, y su Tarsis-Cintia una cierta proyección de Galdós-Teodosia, ansiosos también de participar en la regeneración de España desde la élite progresista que les ha tocado en suerte. .. La España de hoy tiene poco que ver con la de 1909. La sátira social, no obstante, tiene su componente universal, pues los caciques son de todos los colores y tiempos. Además existen los caciques a salvo del escrutinio público, como los de los círculos académicos donde Torres sí metió el dedo en la llaga, con conocimiento de causa. Y h abrá caciques como pobres hasta el fin de los tiempos, porque a los caciqu es la malicia los cría y ellos se juntan y de sus acciones siempre nacen los pob res y oprimidos . Al margen de toda otra consíderación sobre la coherencia del ideario gal-
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dosiano en esta novela, creo que el escritor atina al plantear que cualquier reforma debe nacer de una moral íntegra, de una auténtica generosidad. NOTAS Benito Pérez Galdós: El caballero encantado, edición de Julio Rodríguez-Puértolas. Madrid, Akal, 2006. "Estudio preliminar", pp. 7-96 de Rodríguez-Puértolas. 2 En detalle estudia Rodriguez Puértolas también el diálogo de Galdós con la tradición y la modernidad en esta novela, así como la crítica que la ha abordado, de modo que se trata además de un auténtico balance del estado de las cuestiones sobre todo lo que concierne a esta novela tardía que no senil de Galdó~. 3 Como le ha pasado a la estimación en general de El caballero encantado; valoraciones negativas que Rodríguez Puértolas desaprueba no sin razón, reconoI
ciéndole a El caballero encantado la modernidad de los procedimientos narrativos más cercanos a la narrativa contemporánea que la novela canónica del realismo. Sin embargo, creo que la razón fundamental de la menor estima de esta novela en comparación con sus obras maestras se debe más bien a que toda novela que se acerque a la novela de tesis se resiente pasadas las circunstancias de las que nace. 4 Nazarín . Madrid, Alianza Editorial, 1992, p. 33. s "Tarsis que anhelaba lo extraordinario y maravilloso, único alivio de su agobiada voluntad y solaz de su abatido entendimiento, llevó al terreno de las cosas mágicas la conversación [... ], anhelaba trato y conocimiento con los demonios" [IV] . Y Cintia, exponente de la misma clase social desocupada, también se entrega a practicar lo esotérico como evasión con algunas amigas, cómo no, argentinas: "¿Sabes, Carlos, que aquí me
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encontré con unas amigas argentinas muy simpáticas? No sabíamos qué hacer y nos hemos puesto a estudiar eso que llaman ciencias ocultas" [IV] . 6 Todo este ambiente prerrevolucionario refleja los acontecimientos históricos acontecidos hacia 1909, los incipientes brotes revoluciona~ios y también las cruentas represiones. De ambas cosas se hace eco el relato. Fresca y dolorosa está la memoria de los acontecimientos de la Semana Trágica de Barcelona. Resuena para mí el elemento anarquista en la invitación a la rebeldía que hace la vieja Celedonia. El campo estaba suministrando en la realidad histórica una base revolucionaria anarquista en aumento hasta la Guerra Civil española. La conciencia y solidaridad de clase entre los sectores más explotados aumentaba en la vida real en proporción a los avances teóricos y organizativos de las doctrinas socialistas y anarquistas y también en proporción a los fracasos gubernamentales. Las veleidades colonialistas del gobierno Maura eran muy impopulares. La guerra de África y los recursos ideales del imperialismo no convencen a nadie y los intelectuales progresistas, como Galdós, se hacían eco del sentimiento popular anticolonialista también'. 7 Galdós estaba en contacto con las ideas socialistas, en contacto personal con Pablo Iglesias al compartir la copresidencia del Comité Republicano Socialista. Y es esta, en consecuencia, su narración más política. Magia en la narración pero como recurso para encarnar el ambiente revolucionario de 1909, después de haber vivido los últimos años de la monarquía isabelina, el advenimiento de la I República y la desilusión de la Restauración, con la alternancia de gobiernos que en nada mejoraban los desequilibrios sociales . El momento político de Galdós y del país en 1909
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está perfectamente explicado e ilustrado por Rodríguez-Puértolas en su mencionado estudio, ponderando además las más significativas aportaciones del galdosismo, las acertadas y las menos acertadas . La semejanza con los planteamientos de Machado que trae a colación don Julio son de gran interés para comprender también el cambio de estilo y propósito en esta novela, en la que el escritor ya no se expresa solo como escritor realista sino como reformador progresista. s No faltó, como ha señalado Rodríguez-Puértolas, quien en el panhispanismo esperanzador de Galdós volviera a leer connotaciones políticas de colonialismo, pero no era esa la intención de Galdós, obviamente. 9 La concepción de lo árabe como parte integrante del carácter nacional lo postula Galdós en varias ocasiones en su narrativa. En Nazarín, por ejemplo, retrata al personaje, desde varios puntos de vista, como un estereotipo físico de árabe: "No hubo insolencia que n o vomitaran sobre el sacerdote árabe y manchego" rob o cit., p.17]. Lo que las ideas místico-religiosas de Nazarín representan en la obra está así relacionado con el pasado árabe español, que no solo es pasado sino que está integrado en esa cultura panhispánica que, como vemos, defiende la Madre-España en El caballero encantado. 10 Luis M. Vicente García: "El descubrimiento del panhispanismo en José Moreno Villa y Luis Cernuda: su exilio en México", La cultura del exilio republicano español de 1939. Madrid, Universidad de Educación a Distancia, 2003, pp. 257268, vol. 1.; y "La República en la obra memorialista de Cansinos Assens". La República y la cultura. Paz, guerra y exilio. Ed. Julio Rodríguez Puértolas. Madrid, Akal, 2009, pp. 297-309.
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La "doctrina del error," tal y corno entiende Gustavo Correa el procedimiento por el que son penalizados los personajes que aspiran por encima de sus posibilidades, ha funcionado para los más míseros. 12 Gustavo Correa: Realidad, ficción y símbolo en las novelas de Pérez Galdós. Bogotá, 1967, p .15. 13 Tarsis y Cintia pueden a partir de esa regeneración cambiar las cosas. Empezando por castigar a los caciques intermedios, "convertiremos en barrenderos o en repartidores de periódicos a todos los Gaitines, Gaitones y Gaitanes" [XXVII] . 14 Joaquín Costa: Reconstitución y europeización de España. Madrid, 1973, p. 173. 15 Aspectos vistos también por Casalduero en Estudios de literatura española. Madrid, 1973. Allí el maestro pondera la confianza de Galdós en "la alianza entre la aristocracia y el pueblo, que sería el fundamento de la sociedad futura" [p. 173]. 16 La discusión humanista en Las siete cucas sobre las 36 mujeres que aparecen en el Quijote, sostenida entre el Arcipreste y Sacris, el sacristán, nos anuncian que el diálogo va a ser medular en su narrativa, pues le permite, corno a Cervantes, retratar cómo suena la polifonía del pueblo y colorear de pensamientos y conversaciones la narración. Es para la lengua española la obra de Noel una obra sinfónica, orquestada con cientos de voces que se creerían muertas, y que resucitan de boca de unos personajes poderosos. Hay un esfuerzo por caracterizar al individuo y al colectivo. La relación entre la propia personalidad y la del medio o comunidad en la que vive es tan estrecha que no se pueden manifestar con independencia lo individual y lo colectivo. Sin embargo, el individuo p rodigioso, úni-
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co, surge de la realidad. Su abuelo materno, Felipe, es más antiguo que los patriarcas de Macondo. Ese Moisés de Cervera de la Jara, en los recuerdos de su nieto Eugenio Noel, que supo reflejarle corno el agua, debería ser·patrimonio de la humanidad con tanto derecho corno Cien años de soledad. Tal vez es solo que, corno se dice en Las siete cucas, no hay peor destino para un sabio que vivir en Madrid, ser un bohemio por sus calles y depender de un modo de vida tan parecida a un calvario. 17 "Mi abuelo Felipe, al que llamaban Cabeza de Buey, vivía en la Atalaya desde el año de la cólera, el 85, y su historia es verdaderamente admirable, breve corno las grandes historias. Fue el más rico en diez leguas a la redonda; tuvo veintidós hijos, todos v arones menos el último que fue hembra; repartió sus bienes el año del hambre entre todos menos entre sus hijos, y, sin otra recomendación y herencia que una hogaza bajo el brazo, despidió de la casa patriarcal a sus cachorros, dejose para sí la niña, y el león vivió solo en la torre. Pocos años después la niña, ya adolescente, fue llamada por un hermano desde Madrid. El viejo serrano cogió de la mano a la chiquilla y, carretera adelante, andando corno era su costumbre, entregó a la capital lo único que poseía y, andando, se volvió a su miranda celta". (Cito según la edición Eugenio Noel: Diario íntimo (la novela de la vida de un hombre). Madrid , Taurus, 1962, p. 27). 18 Para los serranos puros corno el abuelo de Noel, el progreso ha sacado al hombre de su centro natural, y ha perdido el sabor del agu a y de no hacer r:ada para captar m ejor la existencia, más allá de las palabras. Los sabios del pueblo se ocultan corno sacerdotes de una religión de fa milia a salv o de las miradas ajenas.
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Realismo alegórico y pensamiento político ...
Lo divino los hombres de la ciudad ni lo barruntan, inflados como están de voracidad y grandilocuencia. El abuelo de Noel suena como los patriarcas abrahánicos, el alma de la raza, y su supremacía moral sobre las presumidas clases dominantes es absoluta. Es un personaje de una fuerza que solo nos volverá a suministrar el realismo mágico. El mundo de los ricos no es tratado tampoco desde el tópico. "Se ha escrito mucho siempre del encanto de los millones, ¿se ha escrito del dolor de poseerlos? [p . 185]. El abuelo Felipe proviene de los sarmientos de patriarcas casi más antiguos que la Biblia: "Intenté hacerle entrar en la Iglesia cuando bajara a Buitrago y se molestó como él solía. Debió ser un hombre extraordinariamente hermoso, y aún lo era; cuando se enfadaba aparecía una raya muy honda en su entrecejo, pero sin violentar las facciones que eran simpatiquísimas. -Ajo, cochino, es muy estrecha la iglesia para que coja Dios. -Dios está en todas partes, abuelo; no es Él el que está en un sitio sino los lugares en Él. -Ajo, tontón, no me entiendes. Tan está Dios en un buey, como en mÍ. Solo que los bueyes lo saben sin que nadie se lo diga, y nosotros vamos a la Iglesia a que nos entere el cura dónde está y dónde no está. Le objeté las razones que se me ocurrían y él decía: -Ajo, no entiendo. Si Dios me ha criado ya sabrá por qué me ha hecho, ¿y qué importa saber p or qué? [ ... ], Ajo, no caben aquí en la olla de los sesos pocas musarañas. [ ... ] N i después de la muerte se sabrá nada [ .. .] no es Dios tan tonto que ponga las cartas boca arriba, ajo. -Abuelo, ¿por qué vais al manantial
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de la Lagartija? -A beber agua, ajo, nunca sabe el agua bien, sino en manantiales vivos de la sierra. Sabe a Dios" . ¡Sabe a Dios! Esta frase sublime la he guardado siempre en mi alma como un tesoro. Creo que ningún hombre de la tierra ha entendido mejor que "Cabeza de vaca" [apodo del abuelo] esa palabra, Dios. (p. 32); "y una tarde, dulcemente, bebiendo agua en el manantial, de bruces, como acostumbraba, vio en las aguas que saben a Dios algo más eterno que la torre y más puro que el agua; vio a Dios mismo y, sumergiéndose en él, dejó cerca de la alberca un poco de tierra cocida" [p. 51]. 19 ¿Pero quiénes son Tarsis y Cintia? ¿Cómo van a poder hacer una cosa así? En esa utopía final descansa El caballero encantado. Y parte de las críticas que ha recibido tal vez provengan de que nuevamente el autor plantea, como en Nazarín, asuntos que deja sin resolver, o que no resuelve convincentemente, pues en el final de la novela el procedimiento fantástico pierde su objetivo realista, y se establece como una utopía cuya realización vuelve a depender de unos pocos ilustrados o regenerados. Todo el esfuerzo revolucionario del pueblo para no conseguir un auténtico auto gobierno republicano. 20 Galdós me lleva en este punto a Lope, ídolo como él del pueblo. Obligado a brindar un final feliz para el pueblo que le ha elegido en portavoz de sus penas y alegrías. Fuenteovejuna está latiendo en la revolución de Boñices y los pueblos aledaños, era en parte el modelo más próximo con que contaba entre los clásicos para hacer gritar todos a una.
juan molJá - andrés sorel .. rogelio blanco - ramón ,gama domíngl!l.ez - elisa silio delibes· jesús felipe m.arnnez totnás s<Íllchez sal:ltt~gO - félix población - dcard(JI Uop~ estile!: b¡:rrtolomé- pons - pedro g"rd:il cuelo estimonios:- Anli;u'lio Col.inas - Vict~riano Cremer -luan Goytisolo - Raúl 'G uerra G.arrido AntoniQ C¡tfU0neda - Guslavo Martít'l Ga!t'zo • J~é M~n1a Muñ02 QuitÓs· Ric~:rdo Senabre Miguel Delibes: Mis cuentos - Las visiones
La independencia de Cuba en la narrativa española
Las guerras de Artemisa JESÚS FELIPE MARTíNEZ
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