de las Letras N.o 26
ENERO, 1990
1492-1992
ESPAÑA-AMÉRICA: 500 AÑOS DE HISTORIA Manuel Andújar José Barroeta José Correia Tavares Eduardo Galeano Luis López Alvarez Sergio Macías Ana María Navales Augusto Roa Bastos Ernesto Sábato Vicente Soto Manuel Villar Raso
Arturo Azuela Emiliano Buale Boriko Roberto Fernández Retamar M,a Estela Guedes Angel Losada Carlos Meneses ·JesÚs Pardo Antonin a Rodrigo Jorge Semprún Arturo Uslar Pietri Valery Zemskov
Pablo del Barco Bernardo Víctor Carande José Antonio Fortes Raúl Guerra Garrido Agustín Lafourcade Rubén Loza Martha Mercader Meliano Peraile Julio Rodríguez Puértolas Andrés Sorel José M,a Vaz de Soto
Argentina - Cuba - Chile - España - Guinea Ecuatorial México - Paraguay - Perú _.Portugal Uruguay - Venezuela - URSS .
República
de las Letras
REVISTA DE LA ASOCIACION COLEGIAL DE ESCRITORES N.o 26 - ENERO, 1990
SUMA·RIO EDITORIAL. 3 l.-LOS PRINCIPIOS. 9 Manuel Andújar. Primera meditación particular ante un Congreso de Escritores ... 11 Roberto Fernández Retamar. Contra la Leyenda Negra. 15 Eduardo Galeano. Los quinientos años. 31 María Estela Guedes y José Correia Tavares. D ar novos mundos ao mundo. 37 Agustín Lafourcade. Importancia y significación de los pueblos de habla hispánica ... 38 Rubén Loza Aguerrebere. Los hijos de la mirada. 43 Martba Mercarder. Mediaciones entre el Viejo y el Nuevo mundo. 45 Ernesto Sábato. La lengua de Castilla y el Nuevo Continente. 51 Arturo Uslar Pietri. Pizarrón. 52 Manuel VilIar Raso. Polémica sobre el Descubrimiento. 54 II.- LA HISTORIA. 57 Emiliano Buale Boriko. Simbiosis cultural y valores hispánicos en Guinea Ecuatorial. 59 Ángel Losada. D os obras inéditas del Padre Las Casas. 63 Carlos Meneses. Velarde, un español desconocido, en América. 79 Antonina Rodrigo. El castell ano en el Sabara Occidental... 84 Andrés Sorel. José Martí ante dos colonialismos. 89 Valeri Zemskov. Las nociones «El D escubrimiento» y «La Conquista». 93 Director: Andrés SOREL Consejo de Dirección: R aú l GUERRA GARRIDO Isaac MONTERO Carmen BRAVO-VILLASANTE Gregorio GALLEGO Juan MOLLA Santos SANZ VILLANUEVA Confecciona: Angel PATON Redacción y distribución: ASOCIACION COLEGIAL Sagasta, ·28, 5.° - 28004 Madrid DE ESCRITORES Teléf. 4467047 Los trabajos e informaciones publicados en REPUBLICA DE LAS LETRAS pueden ser reproducidos libremente siempre que se cite su proc:edencia.
En portada: Fragmento del Mural de Diego Rivera, expuesto en el Palacio Nacional de México, D. F.
SUMARIO
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I1I.-LA LI1ERATURÁ. 95 Pablo d'el Barco. La patria an daluza del poeta brasileño J oao Cabral de Melo Neto. 97 Bernardo Víctor Carande. La naturaleza indefensa, 100 Carlos Contramaestre. La frontera de lo real maravilloso. 112 José Antonio F ortes. D e la novela hispanoamericana en España. 117 Rubén Loza Aguerrebere. García Lorca en Montevideo. 128 Sergio Macías. «-1492 y lo árabe-andalusí en Iberoamérica». 129 Jesús Pardo. A propósito de la novela indigenista. 135 IV.-RAíZ COMÚN. 137 Arturo Azuela. El escritor y la defensa del idioma. 139 José Barroeta. El legado inverso. 144 Raúl Guerra Garrido. Las torres del silencio. 147 Luis López Álvarez. Vieja lengua en nuevo espacio. 149 Ana María Navales. Los privilegiados lazos de la lengua. 155
Meliano lPeraile. Notas sobre el estado del idioma español en España. 159 Julio Rodríguez Puértolas. El pueblo chicana en sus «corridos». 165 Vicente Soto. Una lengua viva: el castellano en el mundo actual. 175 José María Vaz de Soto. Español de Castilla .. , 181
JUNTA DIRECTIVA DE LA A. C. E. Presidente: Raúl GUERRA GARRIDO Vicepresidentes: Isaac MONTERO Elena SORIANO Secretario General: And ré s SOREL Vicesecretario: Carmen BRAVO-VILLASANTE Teresa BARBERO Pau MISERACHS Carmen CONDE
Tesorero: Gregorio GALLEGO Vocales: Meliano PERAl LE Jesús PARDO
Asesor Jurídico: Ju an MOLLA
Santos SANZ VILLANUEVA Jacinto LOPEZ GORGE
Consejeros: Lauro OLMO Cesáreo RODRIGUEZ AGUILERA
- - - - - - - - PRESIDENTES SECCIONES AUTO NOMAS - - - - - - - Asturias: Víctor ALPERI
Catalunya: José CORREDOR MATHEOS
Andalucía: Rafae l DE COZAR
Traductores: Esther BENITEZ SOCIOS DE HONOR: Angel María' DE LERA Jesús FERNANDE-Z SANTOS
Daniel SUEIRO
Francisco GARCIA PAVON Eduardo DE GU2!MAN
EDITORIAL
En la ciudad de Sevüla, y en las fechas comprendidas entre el 23 y 26 de febrero de 1989, celebramos un Congreso de Escritores españoles e hispanoamericanos, para analizar el V Centenario del Descubrimiento de América. En la introducción al mismo, escribía:
1992 va a celebrar en España diversas efemérides y acontecimientos: Capitalidad Cultural Europea, Juegos Olímpicos y Exposición Universal, teniendo ca/no sedes respectivas a Madrid, Bal-celona y S evilla. Esta últÍ1na hace referencia directa a un hecho conmemorativo: el V Centenario del Descubrim.iento de Amé¡-ica. La Asociación Colegial de Esc¡-itores de España ha considerado necesario participar, dentro de lo que es un debate cultural, en los actos de estudio e interpretación de lo que supuso la llegada a América de los españoles, y sobre todo, de las relaciones que a partir de ahí se dieron entre las dos comunidades. Para ello organiza este Congreso, en el que desde la lib ertad absoluta de quienes en él participan, se busca unir la investigación, la crítica y la aeación literaria en el análisis de los vínculos existentes entre las culturas españo las y las culturas hispanoamericanas. Este es el primero de los Congresos a celebrar, que lógicamente tendrán en 1992 su punto final, en cuanto a fechas se refiel-e, que 11.0 en cuanto a colaboración y profundización de los temas en ellos ab01-dados . Los trabajos desanollados se publicarán monográficamente en la revista REPUBLICA DE LAS LBTRAS y formarán el cuerpo por el que los escritores de ambos mundos articulen sus posiciones, den
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EDITORIAL
cauce a su creatividad e interpreten estos largos siglos de difíciles relaciones que hoy buscan un entendimiento que, a partir de la lengua común, descubra en la pluralidad la libertad de cada uno de ellos. En el Congreso no hay lema común. Es la palabra la auténtica reina y soberana del 111.ismo. La palabra no mediatizada, comercializada, la palabra sinónimo de libertad. El Congreso fue patrocinado por la Consejería de Cultura de ,l a Junta de Andalucía, la Dirección General del Libro y Bibliotecas del Ministerio de Cultura y el Instituto de Cooperación Iberoamericana. Y colaboraron de alguna forma en su celebración, la Fundación Luis Cernuda de la Diputación Provincial, el Area de Cultura del Ayuntamiento y la Real Academia SeviJJ.lana de las Buenas Letras. Publicamos en este número monográfico de REPUBLICA DE LAS LETRAS las ponencias y comunicaciones desarrolladas en el Congreso y algunos otros trabajos que nos han enviado escritores que por diversas circunstancias no pudieron estar presentes en el mismo. Esperamos que contribuyan a profundizar ese debate de clarificación nenecesario para abordar estos quinientos años de historia que ahora estamos estudiando. ANDRES SOREL
Con estas breves palabras quiero, en primer lugar, agradecer sinceramente la presidencia de honor de este Congreso de Escritores Españoles e Hispanoamericanos que tan amablemente se me ha ofrecido. Y en segundo término, desear que los trabajos y estudios que reúnen a escritores de dos mundos se conviertan en un diálogo constante de ese mosaico de culturas, literaturas y gentes que conforma lo hispanoamericano. Que el 92 no sea una meta, un límite, ni mucho menos una justificación, sino que pase a ser un arranque para la reflexión continuada en torno a la realidad de una lengua común, sometida a cambios que nos enrio quecen. Finalmente, este Congreso y muchos más que ha de haber de aquí en adelante, hará más hondos, estoy seguro, la comunicación y el conocimiento entre los creativos de esa lengua de todos, es decir, los escritores, los de antes y los de ahora, del Padre Las Casas a Rulfo, de Martí a María Zambrano. Creo firmemente que esto, más que un deseo, será el resultado lógico, el verdadero objetivo de este Congreso. JORGE SEMPRÚN MAURA Escri t07·. Mimist1·0 de Cultu1·a -P1·esi d ente d e Hono1· del Congreso-
Me es sumamente grato hacer llegar un fraternal abrazo a los distinguidos colegas españoles e hispanoamericanos que se encuentran reunidos en el Congreso de Sevilla al que, Jamentablemente para mí, inconvenientes de salud me impedirán asistir. Considero de suma dmportancia la realización de este encuentro que reviste el carácter de una verdadera asamblea por la calidad representativa de sus participantes y por la originalidad y oportunidad de Ja cuestión de fondo de 'Su temario. Es por primera vez, en efecto, que en un encuentro de esta naturaleza se va a plmtear y discutir el estudio crítico de 1as relaciones entre las culturas de nuestros países de idioma castellano. Intercambio de ideas y experiencias en los respectivos campos creativos, cada vez más necesario en un mundo dominado, a escala planetaria, por la hipertrofia tecnocrática y de las industr.ias del lucro; un mundo colmado por .la confusión de 10s valores y el caos de la violencia, en el cual la gran tradición de las ciencias humanas y de la palabra -del verbo en función creadora y unificadora-, ha sido relegada a segundo plano, del mismo modo que la Ebertad individual y colectiva, vía indispensable de búsquedas y descubrimientos, de expresión de la propia identidad, en el juego de las similitudes y diferencias propias de la condición humana en permanente mutación. Apoyado en 'las precedentes reflexiones y por considerarla atinente a la naturaleza participativa y unificadora de este Congreso, es como me permito reiterar la propuesta, presentada por mí en los Congresos de Escritores celebrados años atrás 00 Caracas, México y las Islas Canarias, relativa a ~a formación de una Unión o Federación de Escritores de España e Hispanoamérica, con sede rotativa o altemativa, en nuestros países democráticos, -libres de regímenes de fuerza contrarios a la conviViencia democrática. Los fines y objetivos de esta Unión o Federación de Escritores serían básicamente los que se acabm de bosquejar. La ereméride del V Centenario, bajo el lema Vivir la historia hacia el futuro, encarna y significa un verdadero reencuentro de culturas. ;Sn la confianza de que en su espíritu amplio y generoso esta propuesta será debatida, ampliada, estructurada y perfeccionada en las sesiones de trabajo del Congreso, reitero a todos los colegas mi fraterna]. saludo y mi adhesión plena a sus conclusiones y resoluciones. AUGUSTO ROA B ASTOS
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LOS PRINCIPIOS
MANUEL ANDÚJAR
Primera meditación particular ante un Congreso de Escritores en torno de un cifrado medio milenio 1492-1992
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REO que tenemos planteada (y del Quinto Centenario del Descubrimiento de América, o como se quiera bautizarlo, tratamos, fenómeno indisoluble de la Conquista, Colonización, Independencia y secuelas) la formulación cabal y equilibrada, armónica, de un concepto asimismo cabal y equilibrado del proceso histórico-social de los Imperios, de esa forma globalizadora de dominio y explotación. Y la pertinente reflexión es, hoy y aqui, aún más acuciante por la circunstancia de una celebración, preceptivamente magna, de un acaecer de medio milenio, forzosa y naturalmente orillado a un cierto carácter lúdico, de consiguiente atmósfera festival. Sin embargo, todo lo que contribuya a "divisarnos", coincidir y conocer ... Considero, y es ineludible recordarlo, que la implantación y "desarrollo" de cualquier Imperio, terrenal y hasta espiritual, al generar un escalonamiento traumatizante de violencias, de coerciones, hace recaer sobre la nación o congregación usufructuaria, :pese a relativos elementos civilizadores, técnicos, culturales, en su doble acepción, una de las más graves responsabilidades y la evidencia de que debe acarrear una entera y sistemática campaña - tarea- de expiación que o bien compunge y deprime y separa en alguna instancia o, por el contrario, teje y crea un auténtico tipo igualitario y solidario, da lugar y sazón a nuevas vinculaciones libres, a la postre teórica y prácticamente comunales, sustancialmente humanistas. En este ámbito, sin la menor voluntad de agravio o fugitiva excusa, cabe situar el entramado del Imperio español, de sus MonarquiaS centralistas, dogmáticas, con 'Sus siniestras franjas dbpreoádQras y de
las diversas consecuencias que marca, sin omitir, que injusto y torpe sería, eximentes parciales, que trascienden su, a veces, aparente naturaleza de hechos aislados y episódicos. Junto a la ampliación geográfica y demográfica del mundo habitual, registrado, en su giro de Oriente a Occidente, de Occidente a Oriente, las palmarias enajenaciones de la codicia y del eXipolio, las notables presencias evangelizadoras, misioneras, que prosiguen la trayectoria reivindicativa de la dignidad personal, de clara raigambre hispánica, o manifiesta por la conservación y rescate en los acervos anímicos e ideográficos precolombinos, que se adscriben, por ejemplo, a Fray Bemardino de Sahagún y la aleación de las dos sensibilidades en las maravillas, aún poco estudiadas, del barroco hispanoamericano (México, Ecuador, Perú ... ), fruto encendido del mestizaje carnal y en felices ocasiones bien matrimoniado, singularidad de sombra y luz, en nada aplicables a los Imperios anglosajones, inicialmente filibusteros racistas y colonialistas, más tarde, el yanqui, con distinta envoltura y la misma pulpa. No puedo detenerme y recargar vuestra atención con las instituidas glorias y fijas estatuas de los próceres y los gravámenes que hubieron de sufrir los movimientos de independencia. Pero desde la benemérita participación de los diputados iberoamericanos en las Cortes de Cádiz, que significó un colofón brillante, de manera previa y predestinadora, el Imperio español de Austrias y Borbones cumplió su vía de erupción y disolución, fomen:. tada ésta, a fines del pasado siglo, por el cerco y las argucias brutales del capitalismo norteamericano. Vale la' pena traer a colación las ver-
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dades, aunque de tópicas se las tilde, pero que atenúan la ¡propensión a la desmemoria, que suelen arrinconarse o negligirse, para desembocar en nuestro casi consumido siglo XX. La emigración española, de motivación económica, que en América Latina se vierte, en dimensión más dilatada y profunda que las traslaciones obreras al mercado común europeo, en las décadas del franquismo, en razón de las carencias de eIIlJpleo y porvenir que su titulada patria les deparaba y al repudio acusador de la absoluta impopularidad del servicio militar obligatorio aJplicado a la guerra colonial de Marruecos. Mas, en puridad, el primer insólito y positivo transtierro lo efectúan y protagonizan los republicanos. Sólo materialmente derrotados. Esta sí es y fue una riada cualitativa y fraternizadora, en líneas conjuntivas. La América con nosotros entroncada descubre otra España - la que denominaríamos, y no como eco coyuntural, machadiana. Para nosotros, el asilo fervorosa y noblemente dispensado, nos deparó la oportunidad experimental de captar las realidades americanas, no en "tránsito" , sino en estancia e instancia, de meditar su derrotero y, de consumo, moldeamos una serena y rigurosa perSlpectiva de España, de las Españas. Quizá fuimo s, somos y seremos los primeros hiSlpanoamericanos de la Historia. A'Púntese la "rareza" de que tan excepcional aportación no haya merecido cUIIlJplida inserción y la debida resonancia en la E spaña de hoy. ¿Se dispondrá, en este sentido, de las atenciones preceptivas, en la ocasión, que ¡propicia lo acogería, del Quinto Centenario? Para mí, y me parece intel1preto una devoción y pensamiento colectivos, 1992, mágica fecha, es, de modo estricto, un puente, un punto de partida, un favorable trance de autocrítica, acá y allá. Nada más, ¡pero nada menos. Convencidos estamos de que, con mentalidad renovada, sin afeites retóricos, que colean, importa que establezcamos las bases directas de -u n diálogo abierto y de una acción co-
mún, curados de intermitencias, de suerte que influyamos limpiamente en nuestras opiniones ¡públicas, populares 'POr selectas, selectas por populares, de alentadoras heterodoxias y de sólidos cimientos. Tanto en representación como en ¡pensamiento y acciones concordes ¡permítaseme (notas de mimética factura gracianesca, para una ¡postdata) recordar que hace ya varios años sometí, refrendado -válidamente por Arturo Azuela, al Congreso de Escritores de Caracas, lo que a su vez auspiciaría el de la ACE celebrado por aquel entonces en Sigüenza, una propuesta relativa a la defensa de nuestro idioma común, y en consecuencia de nuestras culturas, gravemente dañadas por la Administración Reagan, de modo directo e indirecto, al menos cabar la enseñanza bilingüe, que afectaría a más de treinta millones de hispano-hablantes en USA. Mucho tiempo ha pasado en vista de un general desentendimiento y poco si se cuenta en vianda de ordenador. La cuestión y el ¡problema persisten, enconados. Aquí se ha mencionado repetidamente el concepto - y ciertas realidades- del mestizaje que nuestro origen, desarrollo y condición entrañan. Tengo, hasta determinado punto, la conciencia tranquila, -gracias a un cOIIlJprimido, breve ensayo, que concierne al diálogo andaluz-hispanoamericano, que publicó, y harto ha llovido, Edisur, merced al patrocinio de Fernando Alvarez Palacios. Cumple subrayar que esta trayectoria, tan apoyada en el despegue canario, no puede adscribirse a un solo signo. Y de nuestra parte hemos de caJptar los ingredientes de la romanización, el autóctono senequismo, precristiano incluso, el fecundo y pacífico, mercantil tránsito costero, que a lo largo de precursores siglos condujeron la civilización y productos orientales al cacareado Occidente, amén de las conjunciones "in situ" de lo cristiano, árabe 'y judío, en valoraciones que trascienden lo meramente cuantificable. Todo ello, y estimo convendría cobrase neta oportunidad de difusión si en el plan de publicaciones; propias o subven-
PRIMERA MEDITACIóN PARTICULAR
cionadas, del Quinto Centenario, se editaran obras básicas acerca de las ideas y conductas de claros varones, aquende y allende. Propuse en Zaragoza -septiembre 1988-, y 10 reitero ahora, se reimprimiera la biografía que compuso Benjamín J arnés, que se ocupa de la personalidad y dedicación "utopistas", "indigenistas", de don Vasco de Quiroga, "Tata Vasci", en su Obispado de Mochoacán. Casos también inexcusables hállanse vinculadas selecciones de las figuras eminentes del mexicano Alfonso Reyes (París, prolongada estancia y ya gongorina labor en España, con amplios saberes clásicos y agudas observaciones convivenciales de Brasil y Argentina, rubricados por su adhesión -Colegio de México a través, parteado por la funda-
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cional Casa de España- a la causa de los intelectuales republicanos españoles. Y, entre otros, antología indicativa de los diagnósticos, de cepa unamuniana, de Ezequiel Martínez Estrada. Además, en mi lista, el admirable e inolvidable criollo limeño don Pablo de Olavide y Jáuregui, conspicuo exponente de la llustración, en él un tanto liberada del pecado de despotismo. Su espíritu viaje, hoy más que antaño, de un Madrid asistencial a una Sevilla, centro de inquietudes reformadoras, con parada y fonda en su blasonada residencia de mi natal La Carolina. Apuntadas queden algunas de las tareas que, a mi falible juicio y transparente voluntad, nos emplazan y responsabilizan.
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FERNÁNDEZ
RETAMAR
Contra la Leyen~a' Negra* A los ,compañeros españ01es, ,dentro y fuera de España La herencia pal~occident~
A estimulante discusión, reverdecida estos años, en torno a Ja cultura latinoamericana, ha llevado a ,destacar Ja genuirridad de nuestras herencias indígenas, indoamericanas o africanas, y a señalar las distancias o, si se quiere, las "simpatías" y las "diferencias" con "Occidente", es decir, con los países de capitalismo desarrollado: esto último es imprescindible, pues sí no' somos europeos, sí somos en cambio, como dijo Lipschuptz, "europoides". ' , Pero hay otra fuerte herencia que casi nos atrevemos a llamar intermedia: ni indígena ni; en rigor, "occidental", sino a lo inás, como hemos sugerido en otra ocasión, "'paleoccidental": la herencia ibérica. En un intento, por modesto que sea, de 'precisar las raíces de nuestra cultura, no es !posible soslayar nuestras relaciones con aquella. Vamos, pues, a presentar algunas ideas generales sobre estas relaciones, centrándonos en los polos más visibles de las mismas: España e HispanOa.lÍlérica. Que una parte considerable de nuestra cultura proviene de fuente española, es obvio. Aunque hablar de fuente" implica usar una metáfora, y aunque no pueda exagerarse el peso de aquella parte en la elaboración ulterior de nuestra cultura, tampoco puede minimizarse, y todavía menos pretenderse borrarla de un plumazo. Es mucho más que la lengua lo que recibimos de España. Pero incluso en la lengua se revela la forma peculiar como 'ocurrió esa recepción. Menéndez Pidal, al hablar de la unidad del idioma, explicó: "Hay, podemos, decir, dos tipos de len-
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* .Leído en el Simposio ,Internacional de Estudios Hispánicos, en Budapest, en agosto de 1976.
'gua española culta, como hay dos tiJpos de inglés: uno europeo y otro americano, distintos fundamentalmente por algunas peculiaridades de pronunciación'? (1). Esa diferencia visible (o, mejor, audible), que también puede llamarse riqueza, no implica; por suerte, riesgo de ,fragmentación de nuestro idioma, como ocurrió cón el latín a la caída del Imperio romano, y como temieron (y combatÍeron), en el siglo pasado, Andrés Bello y Rufino José Cuervo, ya que "los pueblos en que se fraccionó el Imperio español se comunican hoy entre sí mucho más que cuando 'formaban un solo Estado" (2) . La unidad de nuestro idioma, pues, sin mengua ,de los enriquecimientos que cada zona le 'aporta, se ha conservado, y es de ~esear 'que se conserve, garantizándose así una fructuosa intercomunicación y la pervivencia de un vínculo homogéneo con el ' resto del mundo. 'Más allá de la lengua la situación es, 'desde luego, mucho más compleja. A los hispanoamericanos nos gusta repetir, en relación con los españoles, que no des(1) Ramón Menéndez Pidal: «La unidad del idioma» (1944), Castilla, la tradición, el idioma, 3.' ed., Madrid, 1955, p. 2'06. (2) Ramón Menéndez Pidal: ob. cit., p. 192. Sobre esta cuestión del idi0ma, que tantas insensateces ha hecho verter en ambas márgenes del Atlántico, véanse, además de las justas palabras de Menéndez Pidal: Amado Alonso: El problema de la lengua en América, Madrid, 1935, y Castellano, español, idioma nacional. Historia espiritual de tres nombres. Buenos Aires, 1943, y Angel Rosenblat: El castellano de España y el castellano de América. Unidad y diferenciación, Caracas, 1962. Este último, en su regocijante ensayo, dice: «Frente a la diversidad inevitable del habla popular y fa'miliar, ~l habla culta de Hispanoamérica presenta una asombrosa unidad con la de España, una unidad que me parece mayor que la del jnglés de los Estados Unidos o el portugués d,el Brasil con respecto a la antigua metrópoli» '(p. 46).
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cendemos de los que quedaron, sino de los que vinieron, cuyos hijos dejaron ya de ser españoles para hacerse, primero, criollos, y luego, mezclados con otras etnias, latinoamericanos. Este planteo es lógico: hace más de siglo y medio que la América española inició su separación política del maltrecho y decadente Imperio español, el cual perdería sus últimas posesiones americanas, Cuba entre ellas, en 1898. Y, por otra parte, la primera definición de Hispanoamérica se hace en contrapunto con España, y supone, necesariamente, señalar las diferencias con esta: señalamiento complejo, como bien se sabe, y en el que el énfasis en destacar lo que nos distingue de la vieja metrópoli, sin generar soluciones verdaderamente propias, ayudó a que muchos sucumbieran ante las propuestas de nuevas y voraces metrópolis: como si cambiar de amo, según advirtiera Martí, equivaliera a ser libres. La asunción de tales propuestas "occidentales", que fascinaban a ciertos grupos hispanoamericanos ávidos de modernización, fue facilitada por el estado lamentable en que se encontraba España y la eXlplotación inicua a que sometía a estas tierras donde surgían nuevas naciones; ,pero a ello coadyuvó también el hecho de que España y lo español habían estado marcados, desde el siglo XVI, por una feroz campaña adversa que se ha dado en llamar la Leyenda Negra. Vale la pena detenemos un momento en ella, cuya aceptación acrítica, como se verá, es negativa en general, y en especial para nosotros mismos.
sos que los cometidos por las metrópolis que sucedieron con entusiasmo a España en esta pavorosa tarea, y sembraron la muerte y la desolación en todos los continentes: en comparación con las depredaciones de Holanda, Francia, Inglaterra, Alemania, Bélgica o los Estados Unidos, para mencionar algunas ilustres naciones occidentales, si algo distingue a la conquista española no es la 'proporción de crímenes, en lo que ninguna de aquellas naciones se deja aventajar, sino la proporción de escrúpulos. Las conquistas realizadas lp or tales países tampoco carecieron de asesinatos ni de destrucciones: de lo que sí carecieron fue de hombres como Bartolomé de Las Casas, y de polémicas internas como las que encendieron los dominicos y sacudieron al Imperio español, sobre la legitimidad de la conquista: lo que no quiere decir que tales hombres, siempre minoritarios, lograran imponer sus criterios, pero sí que llegaron a defenderlos ante las más altas autoridades, y fueron escuchados y en cierta forma atendidos. El investigador francés J>ierre Vilar, quien aborda la historia de España con erudición y enfoques correctos, ha 'podido escribir:
Razone~
Y también: "Lo esencial, de hecho es ,distinguir entre una práctica brutal (opero no más brutal que cualquier otro tipo de colonización) y una doctrina, e incluso una legislación, de intenciones sumamente elevadas (que han faltado frecuentemente a colonizaciones más modernas)" (3).
de la leyenda negra
En apariencia, esta Leyenda Negra fue provocada por el compartible rechazo a los crímenes monstruosos cometidos en este Continente ,p or los conquistadores españoles. Pero el menor respeto a la verdad histórica muestra que esto es sencillamente falso. Los crímenes existieron, sí, y fueron monstruosos. Pero, vistos desde la perspectiva de los siglos transcurridos desde entonces, no más monstruo-
Es hermoso para una nación colonial haber tenido un Las Casas, y no haberlo dejado aislado y sin influencias La Escuela de Salamanca, con Melchor Cano, Domingo de Soto y Francisco de Vitoria, a mediados del siglo [XVI] , hizo pasar la discusión del plano humanitario al plano jurídico del "derecho de gentes" .
, (3)' Pierre Vilar: Historia de ~paña. ' Traducción de ,Manuel Tuñón de Lara, París, 1960, pp. 48 Y 49.
CONTRA LA LEYENDA NEGRA
Conviene saber también lo que sobre aquella Leyenda Negra han dicho otros irreprochables anticolonialistas y defensores de las comunidades masacradas (tanto por el Imperio español como por los que llegaron des>pués): Fernando Ortiz, Alejandro Lispschutz y Laurette Sejourné. Para Fernando Ortiz, "la conquista del Nuevo Mundo fue una realidad ciertament'e c rudelísima", pero "ni tan leyenda ni tan negra", ya qu-e la negrura de su humanÍsima inhumanidad no fue exclusiva de España, ni más tenebrosa que la de todos los otros genocidios y sojuzgamientos de unas gentes 'Por otras, realizados a sangre y fuego o con las más refinadas técnicas mortíferas, cuando los infrenados afanes de poder y codicia entenebrecen las conciencias aunque se encubran con alardes de fatalismo ideológico, destinos manifiestos, predestinaciones naturales o servicios a Dios (4).
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Alejandro Lipschutz, por su parte, estima que "tal leyenda negra es ingenua; y peor que eso, es maliciosa propaganda. Es ingenua, ¡porque los conquistadores y primeros pobladores no son exponentes de la cultura moral del 'pueblo español; y es maliciosa propaganda, porque en forma igualmente tremenda se han realizado, y todavía están realizándose, todas las conquistas de tipo señorial" (5). y también piensa que . con igual razón se debiera confeccionar una leyenda negra antiportug¡.¡esa, antibritánica, antifrancesa, antialemana, antirrusa, antiyanqui. En los tremendos sucesos que se resumen con las palabras de Las Casas "La destrucción de las Indias" no hay nada que fluyera simplemente del hecho de haber
sido españoles los conquistadores de América y sus primeros pobladores, o si se quiere, de haber sido ellos de "raza- española. Todo fluye del hecho de ser ellos los instrumentos ciegos o videntes del régimen señorial, avasallador, trasladado a un marco tribal ajeno, por medio de la conquista [oo.] en el pogrom de la conquista de América se exterioriza el carácter inmanente del régimen señorial. Si se quiere: no hay lugar para una leyenda negra antiespañola, antiportuguesa, antibritánica, etc.; hay sólo lugar para úna leyenda negra antiseñorial. Y aún más vale otro hecho de orden histórico: en verdad no se trata de una leyenda antiseñorial, sino de la auténtica realidad señorial milenaria [oo . ] (6). Y Laurette Sejourné confiesa: nos hemos dado cuenta también de que la acusación sistemática a los españoles desempeña un papel pernicioso en este vasto drama, porque sustrae la ocupación de América a la perspectiva universal a la cual pertenece, puesto que la colonización constituye el pecado mortal de toda Europa [ ... ] Ninguna nación lo hubiera hecho mejor. [ ... ] Por el contrario, España, se singulariza por un rasgo de importancia capital; hasta nuestros días ha sido el único ¡país de cuyo seno se hayan elevado poderosas voces contra la guerra de conquista (7). Tales observaciones ayudan a entender las verdaoeras razones por las cuales se urdió y difundió contra Españá la Leyenda Negra, la éual, en efecto, "sustrae la pCll'pación de América a la perspectiva universal a la cual pertenece". Por ello es imprescindible rechazar ese escamoteo,
(4) Fernando Ortiz: «La 'leyenda negra' contra Fray Bartolomé», Cpadernos Americanos, septiembre-octubre de 1952 p. 146. (5) Alejandr9 Lipschutz: El problema racial en la conquista de América y el mestizaje, Santiago de Chile, 1963, p. 229. . .
(6) Alejandro Lipschutz: Marx y Lenin en la América Lati~a y los problemas indigenistas, La Habana, 1974, pp. 170-171. . (7~ I,aur~tt~ Sejourné: América Latina. I. Antigua~ culturas .precolombinas. Trad. de Josefina Oliva de Coll. Madrid, 1971; pp. 8 y 9.
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y ubicar la ocupación de nuestro Continente en "la perspectiva universal a la cual pertenece": entonces se ve con toda claridad que "en definitiva, la conquista y la colonización de América en el siglo XVI forman parte del fenómeno de aparición y consolidación del capitalismo" (8). Aquellos crímenes son imputables, ¡pues, a "la aparición y consolidación del capitalismo", no a una u otra nación. Y ellos revelan "la profunda hipocresía y la barbarie propias de la civilización burguesa [que] se presentan desnudas ante nuestros ojos cuando, en lugar de observar esa civilización en su casa, donde adopta formas honorables, la contemplamos en las colonias, donde se nos ofrece sin ningún embozo" (9) . Precisamente la Leyenda Negra fue forjada y difundida para ocultar esta verdad: para exculpar al "capital [que] viene al mundo chorreando sangre y lodo por todos los poros, desde los pies a la cabeza" (10), Y arrojar la responsabilidad sobre una nación, España, que en el siglo XVI era la más poderosa de la tierra, y cuyo sitio, ipor ello, aspiraban a ocupar, y finalmente ocuparon, otras metrópolis, entonces incipientes, confabuladas todas contra España (11): fueron las burguesías de esas metrópolis las que crearon la especie de la Leyenda Negra antiespañol a, naturalmente que no en beneficio de los pueblos martirizados, a los que ellas mismas someterían a martirio no (8) Julio Le Riverend: «Problemas históricos de la conquista de América. Las Casas y su tiempo», Casa de las Américas, n. 85, julioagosto de 1974, p. 4. (9) Carlos Marx: «Futur os resultados de la dominación británica en la India»; C. Marx y F. Enge1s: Acerca del colonialismo, Moscú, s.f., p. 86. (Subrayado nuestro, R.F.R.) (10) Carlos Marx: El capital. Crítica de la Economía Política, La Habana, 1973, t. 1, p. 697. (11) Quevedo, que había nacido en 1580,
ocho años antes de la derrota de la Armada Invencible, presenció el inicio de este proceso, y 10 reflejó en su obra enorme, amarga y genial. En uno de sus sonetos más conocidos, escribió: «y es más fácil, ¡oh España!, en muchos modos, / que lo que a todos le quitaste sola / te puedan a ti sola quitar todos».
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menos cruel, sino en beneficio de sus rapaces intereses (12). La Leyenda Negra fue, pues, una hábil arma ideológica en la lucha 'intermetropolitana que acoillipaña al capitalismo y abarca varias centurias, aunque a finales del siglo XVII estaba ya prácticamente decidida en favor de nuevas metrópolis (Holanda, Francia, Inglaterra, grandes fautoras de la Leyenda). En aquella lucha hubo (y hay), como es natural, contradicciones entre las burguesías de las distintas metróp,.,\i<;, e inculpaciones mutuas, pero sobre un fondo de intereses comunes que hoy revelan de modo muy claro las trasnacionales; y elogiándose mutuamente no como los cuatreros que son, sino como representantes luminosas de la civilización. Por ejemplo, al agravarse a principios de este siglo las contradicciones interimperialistas que condujeron a la Primera Guerra Mundial, veríamos prosperar nuevas "leyendas negras", tan mendaces como la otra, aunque los crímenes también fueran tristemente verdaderos: las forjadas por los distintos contendientes bélicos en detrimento de sus ocasionales enemigos: en la elaboración de esas leyendas, por cierto, no sólo participaron las respectivas burguesías, ,lo que era lógico, sino, vergonzosamente, también los traidores de la Segunda Internacional, los seudosocialistas que dejarían huella tan lamentable hasta nuestros días. Pero tales leyendas no prosperaron a la terminación de la guerra (ni siquiera, a ipesar de los horrores nazis, prosperaría la leyenda negra antialemana después de la Segunda Guerra Mundial), sino en la forma atenuada y casera de que no puede prescindir el ridículo chovinismo burgués: y no prosperaron, 'porque no podía ser de otra manera entre cómplices de las mismas fechorías, 'especialmente al levantarse ante ellos, cada vez más tpüderoso, el mundo socialista, el cual haría posible una creciente descolonización y obligaría a los (12) «En general, la esclavitud encubierta de los obreros asalariados en Europa exigía, como pedestal, la esclavitud sans phrase en el Nuevo Mundo.» (Carlos Marx: El capital, cit., pp. 696-697).
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bárbaros "civilizados" a rehacer de prisa su causa común: para nombrar esa causa común, la de la explotación del mundo entero, el pillaje, el genocidio y el horror, desempolvaron las expresiones "Occidente" o "cultura occidental", quintaesencia según ellos de todos los esplendores del hombre. Esta Leyenda Blanca, la de "Occidente", es el reverso de la Leyenda Negra, y no tiene más propósito ni más valor que aquella. Es decir: cuando no es un arma homicida, es un trasto inservible. ¿Las dos Españas? La forma como la reacción española ha intentado combatir la Leyenda Negra contra su país ha mostrado, como es natural, ser absolutamente ineficaz. Consultando sus arduos textos (13) , a ratos se siente uno tentado de suscribir aquella leyenda, lo que sería desde luego un craso error. Incapacitada por su estrecha perspectiva de clase para aprehender el verdadero núcleo del asunto en discusión, todo se vuelve (además de injurias a otras naciones) una retahila de alabanza<; a glorias herrumbrosas y grandezas de utilería, mientras se denigra a figuras y realizaciones verdaderamente admirables de España: ejemplo característico de esto último es el odio encarnizado que la reacción española profesa al extraordinario Bartolomé de Las Casas, a quien ya hemos mencionado y sobre el cual tendremos ocasión de volver en estas líneas. Esta dicotomía muestra que tales autores. (1.11nCll1e ac¡uej qrjos d" m o mif ic~r;ió n antidialéctica, no desconocen, sin embargo, la existencia de una dualidad en el seno de cada cultura nacional, como ex(13) Cf. como botones de muestra La Le· yenda Negra. Estudios acerca del concepto de España en el extranjero [1914], 13.' ed., Madrid , 1954, de Julián Juderías; e Historia de la leyenda negra hispanoamericana, Madrid, 1944, (1 ~ Rómu lo D. Carbia, autor argentino este último. No es azaroso que la extrema derecha española -y una parte de la extranjera- se entregue a esta «defensa » de «España» con la que se suelen defender, con frecuencia, depredaciones más cercanas.
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¡plicaría Lenin (14): sólo que ellos, diciendo asumir la totalidad de la herencia española, de hecho, por eso mismo, pretenden expulsar de esa herencia, con visión "ultrarreaccionaria y clerical", mucho de lo que nosotros consideramos allí central y vivo, y en cambio defienden cerrad amente lo muerto, retardatario o negativo. El único procedimiento válido es comenzar impugnando explícitamente esa falsa totalidad, que nos obligaría a aceptar o rechazar en bloque todo "lo español" , lo cual es disparatado; y proclamar la existencia no de una ,sino de dos culturas, en el caso de España como de cualquier otra realidad similar: la "señorial" , como diría Lipschutz, y la popular; la de los opresores y la de los oprimidos: esta última es la viviente y auténtica, y sus obras son las que reivindicamos; pero, sin proceder a un corté primario y a un abandono empobrecedor, desde su perspectiva (en atención ya no sólo a la teoría sino también a la praxis leninista) (15) procederemos a enjuiciar la (14) «En cada cultura nacional existen, aun· que no están desarrollados, elementos de cul· tura democrática y socialista, pues en cada nación hay una masa trabajadora y explotada, cuyas condiciones de vida engendran inevita· blemente una ideología democrática y socialista. Pero en cada nación existe asimismo una cultura burguesa (y, además, en la mayoría de los casos ultrarreaccionaria y clerical) , y no solamente en forma de 'elementos', sino corno cultura dominante. Por eso la 'cultura nacional' en general es la cultura de los terratenientes , de los curas y de la burguesía.» (V.L Lenin: «Notas críticas sobre la cuestión nacio nai», 1913, La Literatura y el Arte, Moscú , 1968, p. 80). (15) En los primeros años de la Revolución de Octubre, frente a ciertos intentos de desconocer o rechazar las creaciones culturales anteriores a la Revolución y crear la cultura proletaria, Lenin reiteró que «sólo se puede crear esta cultura proletaria conociendo con precisión la cultura que ha creado la humanidad en todo su desarrollo y transformándola [ ... ] La cultt.¡ra proletaria tiene que ser el desarrollo lógico del acerco de conocimientos conquistados por la humanidad bajo el yugo de la sociedad., capitalista, de la sociedad terrateniente, de la sociedad burocrática. Todos esos caminos y senderos han conducido y con-
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primera, asimilando críticamente cuanto en ella se considere ganancia de la humanidad. Por otra parte, pocos países han expresado tan vivamente la conciencia de esta dualidad como ESDaña. Debido sin duda a su condición cíe adelantada del capitalismo y de la expansión europea, y a su posterior desfasaje y al cabo marginación en cuanto al desarrollo de ese capitalismo que en gran medida ella hizo posible, el tema de la dualidad tanto externa (Europa/España) como interna ("las dos Españas") (16) se convertiría en nna constante del pensamiento y de las letras españoles casi desde el inicio de la decadencia del naís. Baste recordar el conocido epitafio que menciona Larra en su "Día de difuntos de 1836": "Aquí yace media España: murió de la otra media"; v sobre todo el señalamiento del hecho en el magnífico Antonio Machado, quien en textos corno "El mañana efímero", de 1913 - por cierto, el mismo año en que Lenin escribe sobre la existencia de dos culturas en una nación- , distingue con toda claridad entre ]a Es~aña de charanga y pandereta, cerrado y sacristía, devota de Frascue]o y de María, de espirito burlón y de alma [quieta [ ... ] Esa España inferior que ora y [bosteza, vieja y tahur, zaragatera y triste; esa España inferior que ora y [embiste cuando se digna usar de ]a cabeza; ~inú a n
conduciendo haci a la cultura proletaria [ ... ] » (V. 1. Lenin: «Tareas de las Juventudes Comunistas» (1920), en ob. cit., p. 137). Estas ideas se reiteran y amplían, por e jemplo, en «La cultura proletaria» (1920) , y sobre todo ri gieron la magna tarea leninista de fundación del primer Estado socialista en el orden cultural. (16) Fidelino de Figueiredo dedicó a este tema, el «de las dos Españas, la de las derechas o la de las izquierdas» (p. 29) , visto con óptica liberal , su libro La!i dos Españas [1932]. Trad ":de varios . México; 1944. .
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y, por otra parte, la España del cincel y de la maza, con esa eterna juventud que se hace del pasado macizo de la raza. Una España implacable y redentora, España que alborea con un hacha en la mano vengadora, España de la rabia y de la idea. Sin negar la evidente existencia de una historia de España, que a su vez tiene que ser remitida a la historia mundial, toda apreciación de España que no tome en cuenta la existencia de estas dos culturas en su interior, de acuerdo con la realidad clasista, y que se limite a considerarla globalmente, para denigrarla o para exaltarla, no puede ser sino legend aria. Occidente y España No es extraño, dado su origen, que la Leyenda Negra antiespañola encontrara lugar entre las formas variadas, y siempre inaceptables, del racismo. Por suficientemente conocido, apenas es necesario mencionar el triste caso de los Estados Unidos, donde es habitual que los términos "hispano" o "latino" , aplicados de preferencia a nosotros y muy especialmente a puertorriqueños y chicanos, estén cargados del desdén con que los habitantes al parecer transparentes de aquel pobre país tratan a quienes llaman "coloreados". Pero quizás sea útil recordar una frase cuya formulación clásica se atribuye a Alejandro Dumas: "Africa empieza en los Pirineos." El sacrosanto Occidente muestra así su repugnancia por lo otro que no es él: y ese otro lo encuentra encarnado -Dor excelencia en Africa, cuya penosa situación actual fue provocada por el crecimiento del capitalismo occidental, que la subdesarrolló para hacer posible ese crecimiento (17). AqUÍ también la reacción española se embarulla sin remedio, al mostrarse ofendida por aquel juicio: lo que demuestra que es tan deleznablemente racista como (17) CL Walter Rodney: How Europe underdeveloped Afríea, 2." impresión, Lond res y Dar el Salaam, 1973.
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quienes lo emiten: y, en efecto, la "limpieza de raza" fue su atroz pecado. La realidad, sin embargo, es mucho más viva y aleccionadora de lo que suele sospechar quien pretende injuriar y quien se siente ofendido. Pues la verdadera historia de España, no la que mienten engolados y engolillados textos oficiales, ayuda a entender la completa falsedad de lo que Occidente cuenta de sí mismo: ese singular proceso segú n el cual la Razón se reveló a Grecia, se hizo Imperio en Roma, se asimiló una Religión que le estaba destinada, y vivió varios siglos de oscura hibernación para Renacer, armada de todas sus armas, en las obras de occidentales (exbárbaros) que se pasarían los siglos venideros cumpliendo la 'Pesada mi sión de llevar la luz de la Civilización al resto del planeta. Si algún país permite tirar de la manta y mostrar el alegre fraude que su pone esta historia que se atribuyen las burguesías desarroll adas de Occidente, ese país es España, y tal hecho de seguro ha contribuido también a la denigración que ella ha sufrido a manos occidentales. Aunque aún no contemos con toda la información sobre este punto, lo que se sabe basta y sobra para hacer rectificar aquella mentirosa autobiografía. A la tonta simplificación según la cual "la España eterna" fue ocupada durante varios siglos por los infieles árabes, a quienes al cabo logró arrojar de la Península, preservando la pureza de la fe cristiana y evitándole a Europa el contagio de la barbarie mahometana, se sobrepone una verdad mucho más rica: en ESlpaña convivieron durante siglos, y se influyeron mutuamente, fructuosamente, cristianos, moros y judíos, españoles todos, como ha exolicado Américo Castro en un polémico líbro (18). E n aquel momento, "no cabía [ ... ] ni decir que 10 español era 10 europeo ni que era 10 or ier.tal"; y también: Apretujada entre la embestida islámica y la ambiciosa presión de Fran(18) América Castro: España en su his· toria. Cristianos, moros y judíos, Buenos Aires, 1948.
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cia, Castilla desarrolló una existencia de enérgico y hábil esgrimidor, ducho en ataques y en paradas. El menester de vivir bajo la amenaza de la más alta civilización existente en el mundo entre los siglos IX Y XII, llevó a Castilla a delegar en los moros y judíos que sometía, el trato con las cosas, la técnica y lo que requiriera detenerse a pensar [p. 14-15]. Casi al mismo tiempo de la aparición de aquel libro de Castro, escribía Menéndez Pidal: La ESlpaña del Sur, el Andalús, aunque desarrolla un islamismo muy hispanizado en costumbres, en arte, en ·ideolo~ía, oueda segregada de Europa y unida al orbe cultural afro-asiático. La España del Norte la europea, aunque bien firme en su cristiandad, se ve sin embargo muy sometida a influjos del Sur, en el tiempo en que la cultura árabe era muy superior a la latina, y cumple entonces el alto destino histórico de servir como eslabón entre los dos orbes, oriental y occidental (19) . La influenci a de aquella sociedad árabe, "la más altq. civilización existente en el mundo entre los siglos IX y Xli", de aquella "cultura árabe [que] era muy superior a la latina", penetra, en efecto, en Europa a través de España, y vivifica el mortecino mundo cultural europeo: se hace sentir en su filosofía, en su- literatura, en su ciencia, en su técnica, en sus cultivos, en sus hábitos; en Santo Tomás, en Dante: esto último, como se sabe, fue descubierto por el sacerdote español Miguel Asín Palacios, quien opiñaba que "nuestra patria tendría derecho a reivindicar para algunos de sus pensadores mu sulmanes una parte no exigua de los timbres de glo ria con que la crítica universal ha decorado la obra inmortal de Dante Alighieri" (20). (19) Ramó n Menéndez Pidal: Los españoles en la historia [1947] , Madrid 1959, p. 169. (20) Miguel Asín Palacios: Dante y el Is· lam, Madrid, 1927, p . 16.
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. Pero ESlpaña no sólo resulta ser, así "eslabón entre la Cristiandad y el Islam" (21), sino que, debido a ia vastedad del mundo islámico, esta función de puente viene a ser aún más importante para Europa, al aportarle contribuciones, ya asimiladas por los árabes, de origen griego, y también indio (trátese de los cuentos o de la matemática: recuérdese que el cero, inventado en la India, entra así en Europa) o indopersa (como el libro de aritmética que, por encargo del califa de Bagdad, escribiera en el siglo IX el persa Al-Khuwarizmi, quien daría su nombre a los números: alguarismo en antiguo español, moderno guarismo). José Luciano Franco ha señalado, además, que los primitivos iberos eran negroides [ ... ] De las poblaciones capsianas del Maghreb, surgieron los inmigrantes que poblaron Iberia muchos milenios antes de nuestra era; y son los primitivos iberos quienes, en su contacto tradicional con las gentes de su propia etnia que permanecieron en Mrica, dieron nacimiento a un fenómeno de transculturación que se prolongó por más de veinte siglos para finalizar con árabes, bereberes y judíos sefarditas.
y también que muchos de los españoles que en 1492 serían eXlpulsados de España junto con los judíos sefardítas, y a quienes "por sus rasgos culturales y lenguaje se les llama árabes o musulmanes", eran "en realidad africanos, bereberes y negros en su mayoría" (22). Si se tiene en cuenta todo esto, se verá hasta qué punto es cierto no sólo que Mrica sí empieza, felizmente, en los Pi(21) Ramón Menéndez Pidal: España, eslabón entre la Cristiandad y el Islam, Madrid, 1956, passim. (22) José Luciano Franco: «Transculturación afrohispánica», Santiago, Santiago de Cuba, n. 17, marzo de 1975, pp. 50 Y 56. V. también sobre este punto el libro de Fernando Henriques: Children of Caliban, Londres, 1974, esp . cap . 2', «The European image of the NonEuropean».
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rineos (23), sino que además empieza Asia: y además, cómo este hecho fertiliza (junto a muchos otros) a la entonces crepuscular cultura europea; si se tiene en cuenta, además, que el supuesto "milagro griego", como se sabe hace tiempo, tiene sólidas raíces afroasiáticas, y que el cristianismo fue una secta asiática hermosamente pendenciera cuyo escandaloso igualitarismo la hizo enraizar entre los esclavos del Imperio romano como el socialismo enraizaría luego entre los nuevos esclavos del capitalismo europeo, según la clásica comparación de Engels (24), se verá en qué medida la idea que Occidente propone de sí mismo como un nuevo 'pueblo de elección, es tan falsa como todas las otras ideas similares a lo largo de la historia. A Alejo Carpentier le gusta evocar el triste destino del pueblo caribe, una comunidad orgullosa y peleadora. que ascendió desde la hoya (23) Bolívar era consciente de este hecho: «España misma deja de ser europea, por su sangre africana, por sus instituciones y por su carácten>, dijo ante el Congreso de Angostura en 1819. Pero ello estaba lejos de ofenderlo: al contrario, tal hecho contribuyó a la originalidad americana, que cuatro años antes 10 había llevado a proclamar con evidente orgullo: «Nosotros somos un pequeño género humano». Se sabe, por otra parte, cuánto atrajo a Martí lo árabe en la cultura española. A los grandes creadores de nuestra América les ha interesado siempre, en España, su otredad, su heterodoxia. (24) «La historia del cristianismo primitivo», escribió Engels, «tiene notables puntos de semejanza con el movimiento moderno de la clase obrera». Es más, a la pregunta de Anton Menger de por qué «el socialismo no siguió a la caída del imperio romano de occidente», Engels respondió que «ese 'socialismo' existió en la realidad, hasta donde ello era posible en esa época, e incluso alcanzó una posición dominante .. . en el cristianismo. Sólo que este cristianismo, como tenía que suceder dadas las condiciones históricas, no quiso cumplir las transformaciones sociales en este mundo, sino más allá de él, en la vida eterna después de la muerte, en el inminente 'milenio'» (Federico Engels: «Sobre la historia del cristianismo primitivo », en Carlos Marx, Federico En¡zels: Sobre la religión, Buenos Aires, 1959, pp . 272273. Véase también la introducción de Engels a la obra de Marx Las luchas de clases en Francia en 1848 a 1850, La Habana, 1973, páginas 34-36).
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del Orinoco hacia el mar al que daría su nombre y sus huesos al grito "Sólo el caribe es hombre", y cuando empezaba a expandirse por el gran mar, se topó con las orgullosas y peleadoras velas españolas, cuyas cruces y espadas no decían otra cosa que 10 que decían los caribes. Esas velas, esas cruces y esas espadas, a su vez, resultaron tan frágiles como las flechas, los gritos y las canoas aborígenes, cuando empezó a desarrollarse en plenitud el implacable mundo capitalista, que echaría de lado a España y a su historia, a la que tanto debía sin embargo: desde creaciones filosóficas, artísticas, científicas, jurídicas o técnicas, hasta la entrada europea en América y la sangrienta extracción del oro y la plata que irían a parar a las ávidas manos de esos banqueros genoveses o alemanes que llamaban a los arrogantes nobles españoles, sarcásticamente, "nuestros indios". Sin embargo, la España de Velázquez es todavía prestigiosa; inspira al "gran siglo" francés. Hacia 1650, el castellano es la lengua noble en todas partes. En 1a Isla de Jos Faisanes - veamos los tapices de Versalles- , la vieja distinción de la corte castellana anula el lujo sin gusto de Luis XIV y de su séquito. Tendrá que pasar mucho tiempo para que los nuevos ricos, que son Inglaterra, Países Bajos y la misma Francia, perdonen esa superioridad (25). La "perdonarán" con la Leyenda Negra. Pero si es comprensible que ella continúe viva en sectores reaccionarios de Occidente, para los cuales el racismo, la falsificación, el resentimiento y la irracionalidad son esenciales, a primera vista podría parecer menos comprensible que también continúe viva dicha leyenda en zonas que se consideran de la izquierda de Occidente, y donde uno e!>peraría un enjuiciamiento racional de la historia. Dichas zonas, sin embargo, podrían ejem(25)
Pierre Vilar: ob. cit., p. 60.
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plificar el caso de ese patemalista hombre de izquierda europeo de que ha hablado J acques Arnault, que "denuncia blaqo J acques Arnault, que "denuncia el colonialismo, pero se le eriza la piel cuando descubre esa denuncia en la pluma de un colonizado" (26). A título de ejemplo, oigamos a un clásico representante de cierta izquierda occidental, Jean Paul Sartre, manifestándose sobre la cultura e~pañola de una manera· que Alejandro Dumas no hubiera rechazado como propia. A una pregunta (malintencionada) formulada por la revista Libre, Sartre responde: "Cuando fui por primera vez a Cuba, recuerdo que una de las principales preocupaciones de los cubanos era la de resucitar su antigua cultura, que infortunadamente es española, para oponerla a la absorbente influencia de los Estados Unidos" (27). Podría creerse que Sartre piensa aquí en la presente situación de la cultura española, la cual en efecto es lamentable; pero no: porque habla de "resucitar su antigua cultura que infortunadamente es española". No vamos a insistir en los olvidos evidentes (la antigua cultura cubana puede ser indígena o africana o incluso criolla), pues Sartre no deja lugar a dudas: él se refiere a la "antigua cultura [ ... ] española". Y toda vez que somos un país surgido del colonialismo nuestra "antigua cultura". si se prescinde como hace aquí Sartre de los aportes extraeuropeos, sólo puede ser la cultura de la respectiva metrópoli. Ahora bien: ¿por qué rayos debemos aceptar que es infortunado que esa "antigua cultura" sea para nosotros la española? ¿Sería acaso una fortuna que esa antigua cultura fuese holandesa, como le ocurre a Surinam; o inglesa, como le ocurre a Jamaica; o fran(26) Jacques Arnault: Historia del colonialismo. Trad . de Raúl Sciarreta. Buenos Aires, 1960, p. 10. (27) «Enh·evista con Jean Paul Sartre», Libre, número 4, 1972, p . 10. No deja de ser curioso que esta publicación, cuyo subtítulo era Revista Crítica Trimestral del Mundo de Habla E~pañola, haya dejado pasar sin la menor crítica, o al menos sin el menor comentario, este exabrupto.
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cesa, como le ocurre a Haití? ¿En qué ha favorecido a esos países remitirse a una cultura metropolitana no española? En sus palabras ,aunque quizás sin sabedo, Sartre no hace más que suscribir la Leyenda Negra antiespañola. Lo importante, lo definitivo es que aquellos países nacidos del colonialismo, entre los que se encuentra Cuba, tenemos, además de nuestras respectivas antiguas culturas, una cultura nueva, revolucionaria, que estamos creando en común. Otro ejemplo, aunque muy menor, de aquel procedimiento, nos lo ofrece un tal Jean-Jacques Fol, al enjuiciar a Bartolomé de Las Casas. "Sin duda", dice este autor ,"Bolívar llamó a Las Casas 'el Apóstol de la América', y Martí hizo su elogio. ¿Pero eso es verdaderamente suficiente? ¿No es menester ver más lejos?" Ver más lejos que Bolívar y Martí es tarea apasionante. Pero he aquí el prodigioso parto de los montes que nos ofrece con su larga vista el señor Fol: "Pues la defensa de América por el padre Las Casas se hizo en detrimento de Africa, y la salvación de los indios fue posible en la época por la llegada de esclavos transportados de Africa" (28). Si la ignorancia de este señor no fuera tan estruendosa como su fatuidad telescópica, le hubiera bastado consultar algunos mapas relativos a nuestra América (por ejemplo, los que ofrece Manuel Galich en su ensayo "El indio y el negro, ahora y antes") (29) para comprobar que allí donde se produjo "la salvación de los indios" (mesetas mesoamericanas, sierras andinas, etc.) fue precisamente donde no fueron llevados esclavos africanos, obligados, en cambio, a trabajar en las plantaciones de tierras bajas donde el indio había sido exterminado. Pero sobre todo, hubiera debido saber que esa calumnia lanzada contra Las Casas, una de las figuras más nobles en la historia de la (28) Jean Jacques Fol: «Notes de lecture», Europe, enero-febrero de 1974, p. 286 . (29) Manuel Galich: «El indio y el negro, ahora y antes», Casa de las Américas, n. 36-37, playo-agosto de 1966. (Entrega dedicada a Africa en América).
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humanidad, es una canallesca imputación reaccionaria. Ya en 1938 había explicado Fernando Ortiz: Contra Las Casas hubo un doble deseo, el de borrar el recuerdo de su nombre por ser evocador de la barbarie de la conquista y destrucción de las Indias Occidentales, y, a la vez, el de denigrado, cuando era inevitable sacarlo a la luz, atribuyéndole la iniciativa de la trata negrera [ ... ] Imputación afrentosa que le arrojaron los defensores del esclavismo y del colonialismo español (30). Ortiz volvería en varias ocasiones sobre el tema (que también han abordado certeramente investigadores tan responsables como Silvio Zavala (31) o Juan Comas) (32), y en especial, en un trabajo definitivo: "La 'leyenda negra' contra Fray ~artolomé" (33). Es cierto que en su dramática y ejemplar evolución, no exenta de autocrítica, Las Casas, como era normal entre los españoles venidos entonces a América, tuvo encomiendas de indios antes de ser apasionado defensor de los indios; y que como todos en su época, incluso Tomás Moro en su proyectada Utopía de 1516, dio ,por natural la esclavitud ,de negros y blancos, sin distingo racial alguno) antes de convertirse, a su vez, en apasionado defensor de los negros. Pero sólo a un ignorante, a un malvado o a un insensato se le ocurriría acusar a Las Casas de encomendero o de esclavista, de antindio o de antinegro. Las Casas no nació Las Casas: se hizo Las Casas, como le ocurre a todo el mundo, aunque sólo muy pocos hayan (30) Fernando Ortiz: prólogo a: José Antonio Saco: Historia de la esclavitud de la raza africana en el Nuevo Mundo y en especial en los países américo-hispanos, La Habana, 1938, tomo 1, p . lix. (31) Silvio Zavala: «¿Las Casas esclavista?», Cuadernos Americanos, marzo-abril de 1944. (32) Juan Comas: «Fray Bartolomé, la esclavitud y el racismo», Cuadernos Americanos, marzo-abril de 1976. (33) Cit. en n. 4.
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llegado tan lejos como él. Con ¡pleno conocimiento de la obra entera del gran dominico, y con la autoridad que le daba su formidable tarea de desentrañamiento de los aportes africanos a nuestra cultura, Fernando Ortiz pudo concluir así su ensayo: Si a Las Casas se le puede llamar "Apóstol de los indios", también fue "Apóstol de los negros" . La historia reta a sus enemigos a que presenten unos textos en favor de los negros esclavos, contra su cautiverio en Africa, su trata a través de Jos mares, su explotación en América y su cruel tratamiento en todas partes, que sean más tempranos, vivos y concluyentes que los escritos con ese propósito por Bartolomé de Las Casas, el gran es¡pañol [p. 183-84 J. A este reto, por supuesto, los enemigos de Las Casas no han podido replicar nada hasta la fecha: lo que no les ha impedido seguir propalando las sandeces de que se hace eco el señor Fol, coincidiendo con ultrarreaccionarios cerriles, y contribuyendo a mantener viva la leyenda negra contra Fray Bartolomé (34). (34) Por desgracia, a esta leyenda contra fray Bartolomé ha contribuido también, reiteradamente, Menéndez Pidal, quien se ha ocupado del tema, que sepamos, en los siguientes trabajos: «'¿Codicia insaciable?' '¿Ilustres hazañas?'» (1940), La lengua de Cristóbal Colón. El estilo de Santa Teresa y otros estudios del siglo XVI, Buenos Aires, 1942; «Vitoria y Las Casas'} (1956), y «una norma anormal del Padre Las Casas», El P. Las Casas y Vitoria con otros temas de los siglos XVI y XVII, Madrid, 1958; El Padre Las Casas y la leyenda negra, Madrid, 1958, y El padre Las Casas: su doble personalidad, Madrid, 1963. Menéndez Pidal compara a Las Casas (negativamente para él) con Bernal Díaz y Vitoria, y lo acusa desaforadamente de ca lumni ador, de haber sido «el que intensificó, el que fijó , el que perpetuó la leyenda negra española» (El padre Las Casas y la leyenda negra, p. 11), de esclavista antinegro, y por último de ... paranoico (a lo que respondería cumplidamente Lipschutz en «La paranoia y el histerismo de los profetas», Marx y Lenin en la América Latina, cito en n. 6). En este y en algunos otros· puntos históricos, el eminente filólogo, a quien se tenía por espíritu más sereno y obje-
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La decadencia española Un punto que no podemos (ni queremos) soslayar es el tan manido de la decadencia española. Este es un hecho incontrovertible, ¡pero que desde luego nada tiene que ver con supuestos defectos inmanentes de "lo español". El ocaso de un imperio, que España sería la primera nación moderna en conocer, es algo que se había visto ya, y veríamos repetirse luego en otros casos, como los de Portugal, Holanda, Francia o la misma Inglaterra, a la que aún en nuestra niñez aceptábamos como "reina de los mares", y hoyes una señora provinciana más bien parecida a la miss Marple de Agatha Christie. En cada uno de estos casos, el nuevo imperio, el imperio yanqui, corre servicial a heredar ,a mano armada o a mano enmascarada, las colonias que 'pertenecieron a los imperios periclitados: a España le arrebata Puerto Rico y las Filipinas; a Francia y a Portugal, trata de heredades Indochina y Angola... Los pueblos respectivos, como se sabe, tienen criterios bien distintos. En el caso de España, se conocen las razones de su decadencia, aunque no pocas de ellas son todavía objeto de polémica (35). Una serie de hechos desastrosos, como la expulsión de judíos y moriscos y el aplastamiento en Villalar de los comuneros por Carlos V, sofocativo, demuestra ser, al cabo, heredero de otro gran energúmeno español : el polígrafo Marcelino Menéndez y Pelayo, cuyos criterios tristemente reaccionarios tampoco invalidan, sin embargo, lo esencial de una obra enorme que a pesar de la ideología de su autor sería absurdo dejar en manos de la reacción española, pues su consulta sigue siendo imprescindible, como arsenal que es de los más variados saberes. Un intento por deslindar lo vivo y lo muerto en esa gran obra (intento por desgracia muy insuficiente, dada la habitual superficialidad de quien lo acometiera) fue realizado por Guillermo de Torre en Menéndez Pelayo y las dos Españas, Buenos Aires, 1943. Después de leer este librito, uno queda convencido de lo necesario que es escribirlo de veras. (35) cr., por ejemplo, el tomo III de la Historia de E-spaña y América, dirigida por J. Vicens Vives, Barcelona, 1961; esp. pp. 250386; Y Julio Le Riverend: op. cit., en n. 8.
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ron el desarrollo de su burguesía, e hicieron ganar fuerzas a un nuevo feudalismo que los Reyes Católicos hubieran querido frenar. La llegada a España de las fabulosas riquezas americanas, sin que existieran allí núcleos nacionales capaces de capitalizarlas, selló esta regresión. Pierre Vilar ha explicado: El triunfo del "cristiano viejo" significa cierto desprecio del espíritu de lucro, del propio espíritu de producción, y una tendencia al espíritu de casta. A mediados del siglo XVI, los gremios empiezan a exigir que sus miembros prueben la "limpieza de sangre": mala preparación para una entrada en la era capitalista [ ... ] Para unos, "el oro de las Indias" ha servido por sí mismo para asegurar la hegemonia española. Para otros, es ese mismo oro la causa de la decadencia [ ... ] Los beneficios no fueron "invertidos" en el sentido capitalista del término. Los emigrantes favorecidos por la fortuna soñaban con compras de terreno, [con] construcción de castillos, con tesoros. El teatro y Don Quijote reflejan esta actitud, tanto del campesino como del hidalgo [ ... ] Doctrinas modernas hay que han considerado como un signo de gloria esta inadaptación de España al capitalismo. Pero fue ella quien condenó al país a la ineficacia. Por otra parte, no hay que considerar en esta sicología un rasgo determinante. Si la inflación de medios monetarios no hubiera aniquilado a la empresa castellana y hundido a la banca sevillana, destruyendo los gérmenes de burguesía, todo hubiera podido transformarse. La España del siglo XVI, por posición y por coyuntura, tuvo que dejar a las naciones del norte de Europa la tarea de desarrollar las consecuencias de la revolución hecha posible gracias a los "Descubrimientos" (36). (36)
Pierre Vilar: ob. cit., pp. 38, 53, 65.
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Esta derrota de la burguesía, esta persistencia de las estructuras feudales, marcarán el porvenir español con la sobrevivencia de una ideología arcaica representada por un catolicismo oscurantista que opondrá a la modernidad burguesa la camisa de fuerza de la Contrarreforma; y, consecuentemente, con un ínfimo desarrollo (e incluso con una involución) de la ciencia, imprescindible para la burguesía, pero no para la sociedad feudal (37). A pesar de esfuerzos renovadores en el siglo XVIll, al llegar el XIX el panorama es desolador, y los hispanoamericanos no pueden sino resentirse amargamente de ello. Tras su viaje a España en 1846, Sarmiento escribirá con su habitual rudeza: "ustedes [españoles] no tienen [hoy] autores, ni escritores ,ni sabios, ni economistas, ni políticos, ni historiadores, ni cosa que 10 valga"; y en 1890, al escribir sobre el poeta Sellén, dirá Martí: "Los 'pueblos de habla española nada, que no sea manjar rehervido, reciben de España". Aquí no hay necesariamente concesión a la Leyenda Negra, sino fidelidad a los tristes hechos. No deCÍan otra cosa en el siglo XIX los mejores españoles, de' Larra a Costa. Así describe un historiador moderno, Tuñón de Lara, la España de la que se separó Hispanoamérica: Era España, a comienzos del siglo XIX, un país que vivía dentro (37) En su juventud, fogosamente libresca, Menéndez Pelayo trató de negar este hecho: cE. La ciencia española (1876). Pero ya en 1894 reconocía el estado de decadencia de la ciencia española de su tiempo: cf. «Esplendor y decadencia de la cultura científica española», Antología del pensamiento de lengua española en la Edad Contemporánea. Selección, introducción y notas de José Gaos, México, 1945. Por 1>U parte, Santiago Ramón y Cajal, con la autoridad que le daba su gran obrl científica de ni vel internacional , afirma que, «apreciado globalmente», el rendimiento de la ciencia española «ha sido pobre y discontinuo, mostrando, con relación al resto de Europa, un atraso, y sobre todo una mezquindad teórica deplorable». (S. R. Y C.: «Nuestro atraso cultural y sus causas pretendidas», El concepto contemporáneo de España. Antología de ensayos (1895-1931), por Angel del Río y M. J. Bernadette, Buenos Aires, 1946, 'P. 46.)
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de los moldes de 10 que se ha llamado "viejo régimen", o sea: un país eminentemente agrario, dominado por la gran propiedad rustica y los señoríos, en que la nobleza y la iglesia detentaban la mayoría de las fuentes de riqueza [ ... ] Los vestigios feudales eran tan acusados, que en multitud de casos la rpropiedad de la tierra llevaba aparejada la potestad sobre los habitantes de pueblos y tierras (38) .
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en EÍl tomo al casticismo (1895), y pasa luego al extremo opuesto, viendo algunas cosas y cerrándose irracionalmente a otras; o en el occidentalizado Ortega, ejemplo de lo que Machado llamaría "la trágica frivolidad de nuestros reaccionarios"; o en quienes creen hoy que el hecho de que España sea uncida por las transnacionales a sus intereses implica una modernización. Naturalmente que España está urgida de una verdadera modernización, pero ella no será una "europeización", una "occidentalización", esta y Roberto Mesa: "La España del si- última, como se demostró en Hispanoglo XIX es una gran potencia de museo, américa, sólo puede conducir a la neoalbacea testamentario del Imrperio". Y colonia. La verdadera modernización venaún más: la España actual, cancelada drá con un cambio profundo de estructemporalmente la relativa reanimación turas con esa revolución que reclamaba experimentada entre 1898 y la guerra, angu~tiado Costa, rpero que ya no podrá "por encima de acronías, tecnocracias a limitarse a ser aquella misma ,postulada la moda y masas de consumidores, es un por él, la revolución democrático-burinmenso esperpento que camina desde guesa, sino que avanzará hacia la revolulos aguafuertes de Goya hasta los mili- ción socialista, como se anunció en el tares valleinclanescos de charretera y trienio 1936-39, la cual hará de España, cuartelazo" (39). no un país occidental, sino un país Esta terrible situación histórica con- posoccidental, según ocurriera al cabo creta, este atraso estructural de un país con la Rusia de 1917 y la Cuba de 1959. europeo sin revolución burguesa y abru- No hay porvenir occidental (= capitalista mado 'por rezagos feudales, explica el desarrollado) para España: hoyes un país bajo nivel frecuente de las discusiones paleoccidental; mañana, y ojalá que muy teóricas en aquel país (de que ha hablado Ipronto, un :país posoccidental. Cajal) ,muchos de cuyos mejores pensadores, desde que se hizo visible la decadencia de la nación (40), se entraba- España nuestra ron en una inacabable discusión sobre Esta España subdesarrollada en lo europeizar a España: lo que, por supuesto, económico y aherrojada en lo político, significaba cosas distintas de acuerdo con es un país al que los hispanoamericanos las distintas circunstancias, y en general no ,podemos considerar sino fraternalmensolía ser un planteo confuso, incluso en te: - es un país como los nuestros. Su hombre tan enérgico y claro como Costa: tormentoso pasado es también, de alguna no digamos en el contradictorio Unamu- forma nuestro; su triste presente, se pa, , no, que suscribe la justa tesis de Costa rece al de muchos de nuestros paIses (especialmente ahora que el fasci~mo in(38) Manuel Tuñón de Lara: La España tenta extenderse ipor nuestro Continente); del siglo XIX, 4.' ed., Barcelona, 1973, p. 10. su porvenir, no ños es en absoluto ajeno. (39) Roberto Mesa: El colonialismo en ]a Con enorme dolor vemos a los descencrisis de] XIX español, Madrid, 1967, pp. 12 dientes de las armoniosas sociedades indoY 13. americanas o africanas desempeñar hoy (40) En la Anto]ogía de Geaos, mencionada en la nota 37 se ofrece un buen pano- los más rudos trabajos en el mundo capirama del «pensamiento de la decadencia» (no talista moderno; arpenas es otro el desdecadente él mismo) en España, junto al pensamiento de la independencia en Hispanoamé- tino de los pobres descendientes de la ruinosa grandeza española: cuando no rica.
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malmueren en sus tierras, son sirvientes en Francia, mineros en Bélgica, obreros no calificados en la RFA. También nos da dolor. Por suerte, nuestra esperanza en llegar a ver una Esoaña revolucionaria y victoriosa no se b-asa en meras ilusiones sentimentales. Ya Marx advirtió, a mediados del siglo pasado, cómo "Napoleón, que, como todos sus contemporáneos, consideraba a España como un cadáver exánime, tuvo una sorpresa fatal, al descubrir que, si el Estado español estaba muerto, la sociedad española estaba llena de vida y repleta, en todas sus Ipartes, de fuerza de resistencia" (41). Hace cuarenta años volvió a comprobarse este hecho, y su resplandor, que iluminó nuestra infancia, no se ha extinguido aún. Brutalmente agredida por fuerzas fascistas que penetrarían luego en no pocos países europeos como un cuchillo caliente en la mantequilla, y sólo vinieron a desbaratarse frente al magnífico pueblo soviético, España demostró, a lo largo de tres años inolvidables, hasta qué punto todavía "estaba llena de vida y repleta, en todas sus ¡Partes, de fuerza de resistencia". Es significativo que los mayores poetas hispanoamericabos fueran entonces a la Península, y escribieran en homenaje al pueblo español algunos de sus mejores textos: "Niños del mundo: está / la madre España con su vientre acuestas", clamó el conmovedor César Vallejo. Y allí, en aquella tierra, hecho símbolo de la identificación de nuestros destinos, quedó el generoso Pablo de la Torriente Brau, como dijera su fraterno Miguel Hernández, "con el sol español 'puesto en la cara / y el de Cuba en los hüesos". ¿Será menester insistir en lo entrañable que nos es y nos será siempre esa otra España, la España donde Las Casas y los grandes dominicos del siglo XVI, "el momento más brillante del pensamiento anticolonialista hispánico" (42), defendieron (41) C. Marx y F. Engels: La Revolución Española. Artículos y crónicas 1854-1873, Mos· cú, s.f., pp. 12-13. (42) Roberto Mesa: «Prólogo a la edición española» de El anticolonialismo europeo des-
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notablemente a los ¡primeros americanos; la España donde pensaron (aunque algunos se vieran obligados a hacerlo fuera del país) Vives y los erasmistas del siglo XVI (43), Servet, Hu arte, Suárez, Sánchez, Feijoo, Cadalso, Jovellanos, Blanco White, e incluso, más allá de la independencia de casi toda Hispanoamérica, Larra, Pi y Margall, los krausistas (44), Costa, Iglesias, Cajal, algunos hombres del 98 (45) y, sobre todo, Antonio Machado; la España cuyo pueblo, en un proceso dramático, engendró descendientes rebeldes en nuestra América; la España de los comuneros, las guerrillas contra Napoleón, las Cortes de Cádiz, Riego y la Institución Libre de Enseñanza; la España obrera, campesina y ¡pensadora; la España que peleó magníficamente por toda la humanidad de 1936 a 1939, ¿y volvió a perder? Con los ojos de esta España contemplamos una impresionante y compleja familia: el arte hispanoárabe, el Poema del Cid, Don Juan Manuel, el Arcipreste, La celestina, el de Las Casas a Marx. Selección de Marcel Merle y Roberto Mesa, Madrid, 1972, p. 8. Como altos representantes de ese «momento» hay que citar también a algunos «cronistas de las culturas precolombinas» como Sahagún: cf. Cronista de las culturas precolombinas. Antología, prólogo y notas de Luis Nicolau d'Olwer. México, 1963. (43) CL la notable obra de Marcel Batai110n, Erasmo en España. Estudios sobre la historia española del siglo XVI. Trad. de Antonio Alatorre. México, 1950. Véase el apéndice «Erasmo y el Nuevo Mundo», tomo JI, pp. 435454. (44) CL Juan López Morillas: El krausismo español. Perfil de una aventura intelectual, México, 1956. Arturo Andrés Roig ha dado, con su libro Los krausistas argentinos (Puebla, México, 1969), un ejemplo a los estudiosos de otros países hispanoamericanos. (45) Carlos Blanco Aguinaga ha estuadido en un libro útil (Juventud del 98, Madrid, 1970) cómo los escrito res agrupados bajo ese rótulo, en su juventud , entre 1890 y 1905 , abordaron «'el problema de España' desde perspectivas sociopolíticas radicales que van desde el federalismo in transigente hasta el marxismo» (p. XII), Y cómo en su calidad de «intelectuales pequeñoburgueses acabaron volviendo, cada uno a su modo, a recogerse en el seno de la sociedad establecida» (p. 326) .
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romancero y la novela picaresca, Garcilaso, Fray Luis, Ercilla, Santa Teresa, San Juan ,Cervantes, Góngora, Balbuena, Quevedo, Lope, Tirso, Ruiz de Alarcón, Calderón, Saavedra Fajardo, Gracián, El Greco, Velázquez, Moratín, Goya, Quintana, Espronceda, Bécquer, Rosalía de Castro, Valera, Galdós, Clarín, Unamuno, Baroja, Valle Inclán, Azorín, Machado, Juan Ramón, Miró, Picasso, Gómez de la Serna, Falla, León Felipe, Moreno Villa, Lorca, Alberti, Buñuel, Miguel Hernández . . . ¿A santo de qué los inficionado s por la Leyenda Negra van a venir a decirnos que los errores y los horrores de la reacción esoañola deben hacernos olvidar que esa-es también una herencia (o una línea paralela) nuestra, o hacernos avergonzar de ella? (Tiene algún sentido declarar inhabilitada la creación cultural de un país por los espantos que en un momento dado hayan cometido sectores de aquel país? ¿Acaso no admiramos la obra de Shakespeare, Shaw o Virginia Woolf a pesar del Imperio británico? ¿Y la de Whitman, Twain o Hemingway a pesar del imperialismo yanqui? ¿Y la de Rabelais, Rimbaud o Malraux a pesar del colonialismo francés? ¿Y la de Pushkin, Tolstoy o Dostoyevski a pesar del zarismo? ¿Y la de Goethe, Heine o Brecht a pesar del nazismo? ¿Y la de Dante, Leopardi o Pavese a pesar del fascismo? (46). ¿E incluso la obra de IGpling, Claudel o Pound a pesar de Kipling, (46) No mencionamos aquí el caso de Portugal, a pesar de sus conocidos aportes al arte y la literatura mundiales, porque también ese país ha sufrido el ramalazo de la Leyenda Negra antiespañola: leyenda en cierta forma anti bérica. Desde luego no hay que olvidar que «Portugal no es un problema español, y es tan extraño y tan afin a la España grande como Polonia a Rusia, Bélgica a Francia [ oo. ] No forma parte de ninguna de las dos Españas) (Fidelino de Figueiredo: Las dos Españas, cit. en n. 16, pp. 271 Y 276). La Leyenda Negra ha afectado aún más fuertemente a los otros pueblos de la Península -el vasco, el gallego, el catalán-, aherrojados por la España castellana reaccionaria contra la que no se han cansado de pelear en busca de una justa solución federal.
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Claudel O Pound? La verdad es que nos llena de orgullo saber que aquella Es·p aña también es nuestra, y que prescindir de ella no nos enriquecería: nos empobrecería lamentablemente. Si se quiere un solo ejemplo de cómo lo mejor de esa herencia española, junto a otras, se transustanció en la obra americaná, baste el caso superior de José Martí. Ya se sabe que ningún hombre de nuestra América llegó, como él, a elaborar una teoría tan vasta y coherente sobre la genuinidad de nuestra cultura, según destacó Noel Salomon; ni llegó a crear una obra tan auténtica como la suya, respetuosa y amorosa de nuestras raíces aborígenes a la vez que situada a un nivel de excelencia mundial. Nadie menos 'Proclive que él a enceguecerse con el relumbre falso y sangriento de un Imperio cuyas últimas cadenas él contribuyó decisivamente a desbaratar en América. Y, sin embargo, ¿qué lector suyo familiarizado con varias literaturas deja de comprobar que su obra, moderna, nutrida de los mejores aires de su tiempo, original y anunciadora del porvenir, sólo tiene un parigual estilístico entre los mayores escritores del Siglo de Oro español, que él conoció y asimiló como nadie, pudiendo Juan Marinello hablar de"la españolidad literaria de José Martí"? (47). El propio Martí, refiriéndose a Quevedo, afirmó que "ahondó tanto en lo que venía, que los que hoy vivimos, con su lengua hablamos". El hombre que en La Edad de Oro enseñó a los niños de su América a amar y respetar a Las Casas, que era español, (47) Juan Marinello: «Sobre Martí escritor. La españolidad literaria de José MartÍ», Vida y pensamiento de Martí. Homenaje de la ciudad de La Habana en el cincuentenario de la fundación del Partido Revolucionario Cubano 1892-1942, vol. 1, La Habana, 1942. Guillermo Díaz-Plaja pudo afirmar de Martí: «ese gigantesco fenómeno de la lengua hispánica, raíz segura de la prosa de Rubén y, desde luego, el primer 'creador' de prosa que ha tenido el mundo hispánico». (G. D.-P.: Modernismo frente a novl:nta y ocho. Una introducción a la literatura española del siglo XX, Madrid, 1951, p. 305.)
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"y su padre, y su madre", pero no podía confundírsele con "aquellos conquistadores asesinos [que] debían venir del infierno, no de España"; el que en su madurez, confesó: "Para Aragón, en España, / Tengo yo en mi corazón / Un lugar todo Aragón / Franco, fiero, fiel, sin saña. / [ ... ] Estimo a quien de un revés / Echa por tierra a un tirano: / Lo estimo si es un cubano; / Lo estimo si aragonés"; el que, mientras preparaba la ~e~ra ?e independencia, era capaz de dlstmgUlr entre el "español que tiene en el Sardinero o en la Rambla su caudal que es su única patria", y el "español llano, que ama la libertad como la amamos nosotros, y busca con nosotros una patria en la justicia", el "español liberal y bueno, [ ... ] mi padre valenciano, [ ... ] mi fiador montañés", llegando a exclamar: "iA estos españoles los atacarán otros: yo los ampararé toda mi vida! "; ese hombre nos da, también en este orden, lecciones imperecederas. En la estela de esas lecciones, dándonos otras a su vez, Nicolás Guillén, el autor de "El apellido" extraordinario sabrá evocar sus "dos abuelos" (africa~ n? uno y español otro) en un poema ejemplar; y Mirta Aguirre realizará un admirable enfoque marxista de la obra de Cervantes (48), mostrándonos cuál debe ser el acercamiento de nuestros (48) Mirta Aguirre: La obra narrativa de Cervantes, La Habana, 1971.
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investigadores revolucionarios a la enorme herencia cultural española . . ¿Y acaso será menester recordar que cuando el héroe real de nuestra América salió hace unos años a pelear a "otras tierras del mundo", sintió bajo sus talones "el costillar de Rocinante"? Francamente, creemos que tuvo razón Federico de Onís cuando escribió: Podemos suponer que llegue a desaparecer todo lo que desde España se estableció en América, como desapareció la estructura ·política de también su organización colonial otras cosas del pasado - ni más ni menos que han desaparecido en España misma- ; pero aquello que plantearon en América los españoles que tuvieron la voluntad de ser americanos - aquello que sin duda era lo más íntimo y popular de España, lo que tenía más fuerza de unidad , universalidad y libertad , lo que era más apto para transformarse y fundirse con los demás elementos que ofrecía la nueva realidadperdurará a través de todas las transformaciones que sufra este Continente, cuyo destino, como ellos quisieron, es el de ir siempre en busca de un más allá (49).
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(49) Federico de Onís: «La eternidad de España en América», España en América San Juan, 2.' ed., 1968, p . 19. '
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1 ~eyenda negra, ni leyenda rosa. Los dos extremos de esta oposición, falsa oposición, nos dejan fuera de la historia: nos dejan fuera de la realidad. Ambas interpretaciones de la conquista de América revelan una sospechosa veneración del tiempo pasado, fulgurante cadáver cuyos resplandores nos encandilan y nos enceguecen ante el tiempo presente de las tierras nuestras de cada día. La leyenda negra nos propone la visita al Museo del Buen Salvaje, donde podemos echarnos a llorar por la aniquilada felicidad de unos hombres de cera que nada tienen que ver con los seres de carne y hueso que pueblan nuestras tierras. Simétricamente, la leyenda rosa nos invita al Gran Templo de Occidente, donde podemos sumar nuestras voces al coro- universal, entonando los himnos de celebración de la gran obra civilizadora de Europa, una Europa que se ha derramado sobre el mundo para salvarlo. La leyenda negra descarga sobre las espaldas de España, y en menor medida sobre las de Portugal, la responsabilidad del inmenso saqueo colonial, que en realidad benefició en mucho mayor medida a otros países europeos, y que hizo posible el desarrollo del capitalismo moderno. La tan mentada "crueldad española" nunca existió: lo que sí existió, y existe, es un abominable sistema que necesitó, y necesita, métodos crueles para imponerse y crecer. Simétricamente, la leyenda rosa miente la historia, elogia la infamia, llama "evangelización" al despojo más colosal de la historia del mundo y calumnia a Dios atribuyéndole la orden. No, no: ni leyenda negra, ni leyenda rosa. Recuperar la realidad: ése es el desaño~ Para cambiar la realidad que es, recuperar la realidad que fue, la mentida, escondida, traicionada realidad de la historia de América. .
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Se nos vienen encima cataratas de discursos de buen sonar y ceremonias de buen ver: se acercan los quinientos años del llamado Descubrimiento. Creo que Alejo CaIlpentier no se equivocó cuando dijo que éste ha sido el mayor acontecimiento de la historia de la humanidad. Pero me ¡parece a todas luces evidente que AmérÍca no fue descubierta en 1492, del mismo modo que las legiones romanas no descubrieron España cuando la invadieron en el año 218 antes de Cristo. y también me parece evidente de toda evidencia que ya va siendo hora de que América se descubra a sí misma. Y cuando digo América, me refiero principalmente a la América que ha sido despojada de todo, hasta del nombre, a lo largo de los cinco siglos del proceso que la puso al servicio del progreso ajeno: nuestra América Latina. Este necesario descubrimiento, revelación de la cara oculta bajo las máscaras, pasa por el rescate de algunas de nuestras tradiciones más antiguas. Es desde la esperanza, y no desde la nostalgia, que hay que reivindicar el modo comunitario de producción y de vida, fundado en la solidaridad y no en la codicia, la relación de identidad entre el hombre y la naturaleza y las viejas costumbres de libertad. No existe, creo, mejor manera de rendir homenaje a los indios, los 'primeros americanos, que desde el Artico hasta la Tierra del Fuego han sido capaces de atravesar sucesivas campañas de exterminio y han mantenido viva su identidad y vivo su mensaje. Hoy día ellos continúan brindando a toda América, y no sólo a nuestra América Latina, claves fundamentales de memoria y profecía: dan testimonio del pasado y a la vez encienden fuegos alumbradores del camino. Si los valores que ellos encarnan no tuvieran más que un valor arqueológico, los indios no seguirían siendo objeto de encar-
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nizada represlOn, ni estarían los dueños del poder tan interesados en divorciarlos de la lucha de clases y de los movimientos populares de liberación. No soy de los que creen en las tradiciones tpor ser tradiciones: creo en las herencias que multiplican la libertad humana, y no en las que la enjaulan. Parece obvio aclararlo, pero nunca está demás: cuando me refiero a las remotas voces que desde el ¡pasado nos ayudan a encontrar reSlpuesta a los desafíos del tiempo presente, no estoy proponiendo la reivindicación de los ritos de sacrificio que ofrecían corazones humanos a los dioses, ni estoy haciendo el elogio del despotismo de los reyes incas o aztecas. En cambio, estoy celebrando el hecho de que América pueda encontrar, en sus más antiguas fuentes, sus más jóvenes energías: el pasado dice cosas que interesan al futuro. Un sistema asesino del mundo y de sus habitantes, que pudre el agua, aniquila la tierra y envenena el aire y el alma, está en violenta contradicción con culturas que creen que la tierra es sagrada porque sagrados somos nosotros, sus hijos: esas culturas, despreciadas, ninguneadas, tratan a la tierra como madre y no como insumo de producción y fuente de renta. A la ley calpitalista de la ganancia, oponen la vida compartida, la reciprocidad , la ayuda mutua, que ayer inspiraron a Tomás Moro para crear su utopía y hoy nos ayudan a descubrir la imagen americana del socialismo, que bunde en 1a tradición comunitaria su más honda raíz. A mediados del siglo pasado, un jefe indio, llamado Seattle, advirtió a los funcionarios del gobierno de los Estados Unidos: "Al cabo de varios días, el moribundo no siente el hedor de su propio cuenpo. Continúen ustedes contaminando ¡¡U cama, y una noche morirán sofocados por sus ¡propios desperdicios". El jefe Seattle también dijo: "Lo que ocurre a la tierra, ocurre a los hijos de la tierra". Yo acabo de escuchar esta misma frase, exactamente la misma, de boca de uno de los indios mayas-quichés, en una película documental recientemente filmada
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en las montañas de Ixcán, en Guatemala. En este testimonio, los indios mayas, perseguidos por el ejército, explican así la cacería que su pueblo padece: "Nos matan porque trabajamos juntos, comemos juntos, vivimos juntos, soñamos juntos". ¿Qué oscura amenaza irradian l6s in- ' dios de las Américas, qué amenaza porfiad amente viva a pesar de los siglos del crimen y el desprecio? ¿Qué fantas~as. exorcizan los verdugos? ¿Qué pánicos? A fines del siglo pasado, para justificar la usurpación de las tierras de los indios sioux, el Congreso de los Estados Unidos declaró que "la propiedad comunitaria resulta peligrosa para el desarrollo del sistema de libre empresa". Y en marzo de 1979, se promulgó en Chile una ley que obliga a los indios mapuches a parcelar sus tierras y a convertirse en pequeños propietarios desvinculados entre sí: entonces el dictador Pinochet explicó que las comunidades son incompatibles con el progreso de la economía nacional. El Congreso norteamericano no se equivocó. Tampoco se equivocó el general Pinochet: Desde el punto de vista capitalista, las culturas comnnitarias, que no divorcian al hombre de los demás hombres ni de la naturaleza, son cnlturas enemigas. Pero el punto de vista capitalista no es el único punto de vista posible. Desde el punto de vista del proyecto de una sociedad centrada en la solidaridad y no en el dinero, estas tradiciones, tan antiguas y tan futuras, son una parte esencial de la más genuina identidad americana: una energía dinámica, no un peso muerto. Somos ladrillos de una casa por hacer: esa identidad, memoria colectiva y tarea compartida, viene de la historia y a la historia vuelve sin cesar, transfigurada ¡por los desafíos y las necesidades de la realidad. Nuestra identidad está en la historia, no en la biología, y la hacen las culturas, no las razas; pero está en la historia viva. El tiempo presente no repite el pasado: lo contiene. Pero, ¿de qué huellas arrancan nuestros pasos? ¿Cuáles son las huellas más hondamente marcadas en las tierras de América?
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En general, nuestros países, que se ignoran a sí mismos, ignoran su propia historia. El estatuto neocolonial vacía al esclavo de historia para que el esclavo se mire a sí mismo con los ojos del amo. Se nos enseña la historia como se muestra una momia, fechas y datos desprendidos del tiempo, irremediablemente ajenos a la realidad que conocemos y amamos y padecemos; y se nos ofrece una versión del pasado desfigurada por el elitismo y el racismo. Para que ignoremos lo que podemos ser, se nos oculta y se nos miente lo que fuimos . La historia oficial de la Conquista de América ha sido contada desde el punto de vista del mercantilismo capitalista en expansión. Ese punto de vista tiene a Europa por cenÚo y al cristianismo por verdad única. Esta es la misma historia oficial, al fin y al cabo, que nos cuenta la "reconquista" de España por los cristianos contra los invasores "moros", tramposa manera de descalificar a los españoles de cultura musulmana que llevaban siete siglos viviendo en la península cuando fueron expulsados. La historia oficial repite las coartadas ideológicas que usaron los usurpadores del suelo y el subsuelo de América; pero, mal que le pese, ella misma revela la realidad que la contradice. Esa realidad, ~uemada, prohibida, mentida, asoma, sm embargo, en el estupor y el horror, el escándalo y también la admiración de los cronistas de Indias ante esos seres jamás vistos que Europa, aquella Europa de la Inquisición, estaba "descubriendo". La Iglesia admitió, en 1537, que los indios eran personas, dotadas de alma y razón, pero bendijo el crimen yel saqueo: al fin y al cabo los indios eran personas, pero personas poseídas por el demonio y, por lo tanto, no tenían derechos. Los conquistadores actuaban en nombre de ~ios, para extirpar la idolatría, y los indlOS daban continuas pruebas de irremediable perdición y motivos indudables de condenación. Los indios no conocían la propiedad privada. No usaban el oro ni la plata como moneda, sino para adornar
sus cuerpos o rendir homenaje a sus dioses. Esos dioses, falsos, estaban a favor del pecado. Los indios andaban desnudos: el espectáculo de la desnudez, decía el arzobispo Pedro Cortés Larraz, provoca "mucha lesión en el cerebro". El matrimonio no era indisoluble en ningún lu_gar de América y la virginidad no tenía valor. En las costas del mar Caribe, y en otras comarcas, la homosexualidad era libre y ofendía a Dios tanto o más que el canibalismO' en la selva amazónica. Los indios tenían la malsana costumbre de bañarse todos los días y, para colmo, creían en los sueños. Los jesuitas comprobaron, así, la influencia de Satán sobre los indios del Canadá: esos indios eran tan diabólicos que tenían intéDpretes para traducir el lenguaje simbólico de los sueños, porque ellos creían que el alma habla mientras el cuerpo duerme y que los sueños expresan deseos no realizados. L.os iroqueses, los guaraníes y otros indlOS de las Américas elegían a sus jefes en asambleas, donde las mujeres participaban a la par de los hombres, y los destituían si se volvían mandones. Pose~do sin duda por el demonio, el cacique Nlcaragua preguntó quién había elegido al rey de España. "El buen pescado aburre a la larga, pero el sexo siempre es divertido" decían, dicen, los indios mehinaku ~n el Brasil. La libertad sexual echaba' un insoportable olor a azufre. Las crónicas de Indias abundan en el escándalo de estas lujurias infernales, que acechaban en cualquier rincón de América más o menos alejado de los valles de México y el C::UZc~, qu~ ~ran santuarios puritanos. La histo~1a OflClal reduce la realidad precolombma, en gran medida, a los centros de las dos civilizaciones de más alto nivel de organización social y desarrollo material. !?ca:' y ~tecas estaban en plena expanslOn illlpenal cuando fueron derribado~ por los invasores europeos, que se ~.haron con los pueblos por ellos sometIdos. En aquellas sociedades verticalmente dominadas por reyes, s~cerdo tes y guerreros, regían rígidos códigos de costumbres, cuyos tabúes y prohibiciones
LOS QUINIENTOS AÑOS
dejaban poco o ningún espacio a la libertad. Pero aún en esos centros, que eran los más represivos de América, peor fue lo que vino después. Los aztecas, por ejemplo, castigaban el adulterio con la muelte, Ipero admitían el divorcio por sola voluntad del hombre o de la mujer. Otro ejemplo: los aztecas tenían esclavos, pero los hijos de los esclavos no nacían esclavos. La boda etern a y la esclavi tud heredi taria f ueron prod uctos europeos que A mérica importó en el siglo XVI. En nuestros días, la conquista continú a. Los indios siguen expiando sus 'Pecados de comunidad , libertad y demás insolencias. La misión purificadora de la Civilización no enmascara ahora el saqueo del oro, ni de la plata: tras la bandera del Progreso, avanzan las legiones de los pi ratas modernos, sin garfio, ni parche al ojo, n i pata de palo, gra ndes empresas multinacionales que se abalanzan sobre el uranio, el 'Petróleo, el níquel, el manganeso, el tungsteno. Los indios sufren, como antaño, la maldición de la riqueza de las tierras que habitan . Habían sido empujados hacia los suelos áridos; la tecnología ha descubierto, debajo, subsuelos fértiles. "La conquista no ha terminado" , proclamaban alegremente los avisos que se publicaban en E:.J w pa, hace siete años, ofreciendo Bolivia a los extranjeros. La dictadura militar brind aba al m'ejor postor las tierras más ricas del país, mientras trataba a los indios bolivianos como en el siglo XVI. E n el primer período de la conqui sta, se oblie:aba a los indios, en los documentos oúblicos ,a autocalificarse así: " Yo, mise-rabIe indio . . . " Ahora los indios sólo tienen derecho a existir como mano de obra servil o atracción turística. "La tierra no se vende. L a tierra es nuestra madre. No se vende a la madre. ¡.Por qué no le ofrecen cien millones de dólares al Papa por el Vaticano?" decía recientemente uno de los jefes sioux en los Estados Unidos. Un siglo antes, el Séptimo de Caballería había arrasado las B!ack Hill s, territorio sagrado de los
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sioux, porque contenían oro. Ahora las conporaciones multinacionales explotan el uranio, aunque los sioux se niegan a vender. El uranio está envenenando los ríos. Hace algunos años, el gobierno de Colombia dijo a las comunidades indias del valle del Cauca: "El subsuelo no es de ustedes. El subsuelo es de la nación colombiana". Y acto seguido entregó el subsuelo a la Celanese Corporation. Al cabo de un tiempo, surgió en el Cauca un paisaje de la luna. Mi l hectáreas de tierras indias quedaron estériles. En la Amazonia ecuatoriana, el petróleo desaloja a los indios aucas. Un helicóptero sobrevuela la selva, con un altoparlante que dice, en lengua auca: "Ha llegado la hora de partir. . . " y los indios acatan la voluntad de Dios. Desde Ginebra, en 1979, advertía la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas: "A menos que cambien los planes del gobierno del Brasil, se espera que la más numero ~ a de las tribus sobrevivientes, de jará de ex istir en veinte años". La Comisión se refería a los yanomanis, en cu yas tierras amazónicas se había descubierto estaño y minerales raros. Por el mismo motivo, los indios nambiquara no ll egan ahora a doscientos, y eran quince mil a principios deeste siglo . Los indios caen como moscas. al contacto con las bacterias desconocidas: que los invasores traen, como en tiempos de Cortés y de Pizarro. Los desfoliantes de la Do~ Chemical, arrojados desde los aviones, apresuran el proceso. Cuando la Comisión lanzó su patética advertencia desde Ginebra, el FUNAl, organismo oficial destinado a la protección de los indios en Brasil, estaba dirigido por dieciséis coroneles y daba trabajo a catorce antropólogos. Desde entonces, los planes del gobierno no han cambiado. E n Guatemala, en tierra de los quichés, se ha descubierto el mayor yacimiento de petróleo de América Central. En la década del ochenta, ha ocurrido una larga matanza. El ejército - jefes mestizos, soldados indios- se ha ocupado de bombardear aldeas y desalojar comunidades para que eX'ploren y exploten el ¡petróleo
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la Texaco, la Hispanoil, la Getty Oil y otras empresas. El racismo brinda coartadas al despojo. De cada diez guatemaltecos, seis son indios, pero en Guatemala la palabra "indio" se usa como insulto. Desde que llegué a Ci ud ad de Guatemala por primera vez, sentí que estaba en un país extranjero de sí mismo. En la caJOital, sólo conocí una casa verdaderameñte guatemalteca, con bellos muebles de madera, mantas y tapices indígenas y vajilla de cristal o barro hecha a mano: una sola casa no invadida por los adefes ios de plástico estilo M iami: era la casa de una profesora francesa. Pero basta alejarse un poco de la capital, para descubrir las verdes ramas del viepo tronco maya, milagrosamente alzado a pesar de los implacables hachazos sufridos año tras año, -siglo tras siglo. La clase dominante, dominada por el mal gusto, considera que los bellos trajes indígenas son ridículos disfraces sólo apropiados para el carnaval o el museo del mismo modo que 'prefiere las hamburguesas a los tamales y la Coca-Cola a los jugos naturales de fruta. El país oficial, que vive del país real, pero se avergüenza de él, quisiera suprimirlo: considera a las lenguas nativas meros ruidos guturales, y a la religión nativa, pura idolatría, porque para los indios toda tiera es iglesia y todo bosque, santuario. Cuando el ejército guatemalteco pasa por las aldeas mayas, aniquilando casas, cosechas y animales, dedica sus mejores esfuerzos a la sistemática matanza de niños y de ancianos. Se matan niños como se queman las milpas hasta la raíz: "Vamos a dejarlos sin semilla", explica el coronel Horacio Maldonado Shadd. y cada anciano alberga un portavoz de la imperdonable tradición comunitaria y de la no menos imperdonable tradición de identidad con la naturaleza. Los mayas todavía piden perdón al árbol cuando tienen que derribarlo. La represión es una cruel ceremonia de exorcismo. No ray más que mirar las fotos , las caras de los oficiales y los grandes figurones: estos nietos de indios, desertores de su cultura, sueñan con ser
GALEANO
George Custer o Buffalo Bill. ¿Y los soldados? ¿Acaso no tienen las mismas caras de sus víctimas, el mismo color de piel, el mismo pelo? Ellos son indios entrenados 'para la humillación y la violencia. En los cuarteles se apera la metamorfosis : primero los convierten en cucarachas, después en aves de presa. Por fin olvidan que toda vida es sagrada y se convencen de que el horror es el orden natural de las cosas. El racismo no es un tri ste privilegio de Guatemala. En toda América, de norte a sur, la cultura dominante admite a los indios como objetos de estudio, pero no los reconoce como sujetos de historia: los indios tienen folklore, no cultura; practican supersticiones, no religiones; hablan dialectos, no lenguas; hacen artesanías, no arte. Quizá la próxima celebración de los quinientos años pueda servir 'p ara ay udar a dar vuelta las cosas, que tan patas arriba están. No ,para confirmar el mundo, contribuyendo -al autobombo, al autoelogio de los dueños del poder, sino para denunciarlo y cambiarlo. Para eso habría que celebrar a los vencidos, no a los vencedores. A los vencidos y a quienes con en os se identificaron, como Bernardino de Sahagún, y a quienes por ellos vivieron , como Bartolomé de las Casas, Vasco de Quiroga y Antonio V ieira, y a quienes por ellos murieron, como Gonzalo Guerrero, que fue el primer conquistador conquistado y acabó sus días peleando del lado de los indios, sus hermanos elegidos, en Yucatán . y quizá así poclamos acercar un poquito el día de jllsticia que los guaraníes, p-erseguidores del Paraíso, esperan desde siempre. Creen los guaraníes que el mundo quiere ser otro, quiere nacer de nuevo, y 'p or eso el mundo suplica al Padre Primero que suelte al tigre azul que duerme bajo su hamaca. Creen los guaraníes que alguna vez ese tigre justiciero romperá este mundo 'p ara que otro mundo, sin mal y sin muerte, sin culpa y sin prohibiciones, nazca de sus cenizas. Creen los guaraníes, y yo también , que la vida bien merece esa fiesta.
MARíA ESTELA GUEDES JOSÉ CORREIA TAVA RES
Dar novas mundos ao mundo
B
ARTOLOMEU Dias, Vasco da Gama, Pedro Alvares Cabral, Cristóvao Colombo, Fernao de Magalhaes e tantos outros, cometeram um feito de extraordinária im? portanda: deram novos mundos ao mundo. Esse é o sentido de descobrir: retirar do desconhecido o que hoje conhecemos, unir os diversos rpovos com os seus diferentes costumes 'p or um elo de saber que, a partir das navega~oes, foi tornando a Terra cada vez mais rpequena, porque cada vez mais conhecida. Descobrir é sempre um acto cultural. Comemoramos agora os Descobrimentos, e a época é excelente para compreendermos os nossos antepassados, urna vez que ternos em comum -com eles a atitude de descoberta. Nao será o século XX igualmente urna era de descobrimentos? Quer no que se refere ao imensamente distante --o sistema solar, a nossa galáxia- quer ao infinitamente pequeno mundo quantico? Urna pergunta se faz sempre e parece ter respostas tao várias como insatisfatórias: qual o motivo que levou os navegadores para lá das águas conhecidas? E que pensarao do nosso tempo os terrestres do ano 2500? Que partimos para Marte ou Saturno por razoes de ordem económica? Na mira do ouro, dos escravos e da pimenta? Imaginarao que descobrimos os protoes e os neutroes por motivos espirituais, pela necessidade de os convertermos a fé de Cristo? É raro acrescentarmos aos tantos mo-
tivos que leveram os nossos avós a Africa, a India e a América urna razao ainda mais plausível: a vontade de conhecimento. Hoje vemos que o resultado dos Descobrimentos é eminentemente cultural. Entao é de admitir que partimos para a América, para Saturno e para a partícula elementar por razoes identicas: curiosidade intelectual. Descobrimos porque suportamos mal o encoberto. Porque ternos sede de saber. Houve um tempo em que escrevemos na mesma língua, o galaico-portugues. E houve outro com escritores comuns as duas literaturas, caso de Gil Vicente, dramaturgo portuges e poeta castelhano. Os Descobrimentos nao sao o nosso único património cultural comum. E já agora, refira-se que em breve será estreada em Lisboa urna pe~a de teatro de António Patrício cuja accao decorre em Sevilha, inspirada em D. Juan e convidado de pedra. A despeito do patrirnónio comum, e dos encontros pontuais, entendemos no entanto que ainda nao nos descobrimos o suficiente. Por isso, ao deixarmos aqui a mensagem de sauda~oes da Associa~ao Portuguesa de Escritores, queremos manifestar o deseio de que se actualize de forma mais sistemátiéa um velho conhecimento de na~oes vizinhas e parentes. A mútua descoberta das nossas duas literaturas contemporaneas parece ser missao urgente. É preciso que a cultura dos dois países ibéricos, tal como há quinhentos anos, de novos mundos ao seu e a todo o mundo.
AGUSTíN
LAFOURCADE
Importancia y significación de los pueblos de habla hispánica ante el mundo que se avecina
A
NTE la crítica situación del mundo actual y las envejecidas e inoperantes actitudes de aquellos que nos ponen al borde de lo catastrófico, se hacen imprescindibles y se están propiciando por lo mismo unas renovadas posiciones psicológicas de fondo juvenil y esperanzado en cuyo empeño, aunque no lo parezca, es mucho lo que pueden hacer o aportar, en cualquier caso, y en el peor también, los pueblos de habla hispánica. Pero es evidente que el peligro nuclear y el desafío de los conflictos, carencias y deterioros que nos amenazan, se ciernen sobre todos de forma más resu elta de lo que parece o se supone y, en general, que la incomprensión y la insolidaridad en el fondo se hacen insostenibles. Sin embargo, también es cierto que ese componente juvenil de fondo que decimos, lejos quedará del egoísta y ya inoperante supuesto de "la lucha de todos contra todos", a lo Hobbes, para ser capaz, si no surgen otras solucrones, de poner en marcha de forma racional y consecuente la realidad cultural del mundo que se avecina. Porque estos pueblos de habla hispánica, aunque parezca lo contrario, con su actitud fundamentalmente integradora y equiparadora a la vez, desde el común origen religador que nos identifica, y con su vitalidad coherentemente concebida, que no transplantada, y generadora por lo mismo de un equilibrio regulado de contrastes fecundos, basados en el reconocimiento cierto de su complementariedad están propicios como tales pueblos, en correspondencia con la nuevas corrientes psicológicas fundamentales de acercamiento y comprensión (1) , para la superación y (1) «Psicología Fundamental», de A. Lafourcade. <<Tapia», C/. Campomanes, 5. 28013.
remedio de los males y calamidades que a ellos y a todos nos cercan. Pudiendo movilizar al efecto la inmensa concentra:ció n de recursos naturales y humanos que tienen, y .ponerlos al servicio ilusionado de la realización y el encuentro de cada uno ,en la vibrante coordinación de una obra que es de todos al fin. Porque está claro que las posturas o actitudes convencionales de fuerza o de suavidad que ratan de paliar o resolver, de alguna manera, estos males, tanto desde el orden político, económico, cultural, de creencias, científico o cualquier otro, prácticamente no han dado resultado, han fracasado, podríamos decir, a causa posiblemente de las específicas razones, en el fondo comunes tal vez, que a cada uno de los enfrentados les configuran y limitan por lo mismo. Y es por esto que se hacen imprescindibles unos nuevos cauces o cambios de coordenadas que, atajando el mal desde sus raíces de alguna forma, o, lo que es lo mismo, desde las mismas constantes psicológicas que nos fundamentan, y partiendo de lo que nos une y equilibra en el fondo, individual o colectivamente, y no de lo que nos divide, reduce o destruye, nos permitan superar las actuales actitudes enfermizas y enfrentadas de soberbia y resentimiento, en aras de una abierta y conciliadora coordinación. Mas, también es cierto, psicológicamente hablando, que el bien mal entendido -como aspiración o como equívoca realidad, y llámese esta paz idílica, supuesto bienestar, consumismo o droga propiamente dicha- es el que genera concretamente la guerra, el mal en general, el deterioro del cuerpo que sea, o la Madrid, y tres volúmenes de «Teoría y práctica de Psicología Fundamental», por Agustín Lafourcade, Editorial Biblioteca Nueva, Almagro, 38. Teléfono 4100436. 28004. Madrid.
IMPORTANCIA Y SlGNIFICACIóN
muerte en su caso. Pero, 'por 10 mismo, también es cierto que, operando de forma indirecta sobre esas actitudes que gene~ ran el mal, y siguiendo un planteamiento psicológico fundamentado que comprenda al hombre todo y a todos los hom~ bres, podremos prevenirlo y hasta reme~ diarIo. Y así alcanzar posiciones individuales o colectivas en las que, desde la influencia peculiar de unos y otros de los componentes sin distinción, y a partir de aquello que nos armoniza, complementa, equipara o iguala, y por lo mismo nos hermana, hagamos verdaderamente comprensible y aplicable la realización de cada uno, individual y colectivamente, en la decidida convivencia de un mundo de todos. Hay que partir, por tanto, de lo que en el fondo nos complementa y hermana racionalmente también. Para así contrarrestar o superar, precisamente, esos desequilibrios y peligrosas tensiones que a modo de "cáncer" a todos nos amenaza. y consiguientemente alcanzar, sin reservas ni fingimientos, las soluciones o transformaciones debidas desde un sentido de armónica y esforzada convivencia en un mundo de auténtica colaboración. Y en el que no puede faltar, naturalmente, el puente o punto de convergencia que, a no dudarlo, representa el colectivo de habla hispánica. Pues bien, ante la situación límite que nos embarga, y la perspectiva manifiesta de que inmersos andamos en una obra que es de todos al fin, la mentalidad in~ dividual y colectiva toma un nuevo sentido psicológico y, por 10 mismo, un cambio fundamental y generalizado se hace imprescindible. Y de aquÍ que la vieja pregunta actualizada de ¿por qué cambian las cosas sobre todo?, se lance, en multitud de ocasiones, con motivos muy diferente$ 'y desde las formas más sencillas e ' inmediatas, hasta las más complejas y desarrollac:las. Y ahí están en cOJ)creto, con frecuencia y entre otras, la de ¿por qué surgen, crecen, decaen, desaparecen o se transforman, por ejemplo, los centros de poder? Y llevando la intencionalidad a una mayor generalización, se dice así mismo: ¿Por qué apa-
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recen, sobreviven o desaparecen funda~ mentalmente tantas y tantas cosas? Y en este mismo sentido: ¿Por qué se transfor~ man? ¿Por qué y cómo podemos trans~ formarlas, si en ello ponemos nuestro empeño, como es en el caso de los pue~ blos de habla hispánica? y si no inflamos demasiado las res~ puestas, y dejamos a un lado las tan frecuentemente laberínticas, que no lle~ van a parte alguna con su palabrería, podríamos decir sin más, que las cosas surgen, decaen o se transforman, movi~ das sobre todo y fundamentalmente por un sentido compensador u homeostático si se quiere, en sus distintos niveles, y como equilibrio entre el medio interno y el entorno; o, de otra forma, como amor generalizado, en el sentido racional también de relación o comunidad compen~ sadora de contrastes en todas sus posibles vertientes. 0 , desde otra perspectiva, movidas y animadas las cosas por esa infi~ nita compensación o justicia que nos equipara fundamentalmente y que, de alguna manera, todo lo transforma y mantiene también por medio de las constantes correspondientes, el imprescindible equilibrio compensador sobre la marcha, dentro de cualquier variante individual o de conjunto. Pero estos cambios o transformaciones que están fundamentados en el juego compensador señalado, y que se investiga en la propia Psicología Fundamental, para que su comprensión se haga patente habrá de llevarse a toda la complejidad del proceso; de manera que entre en su sistema propiamente dicho, destacando la unidad de sus contrastes en su complementariedad. Y, en definitiva, sobreponiendo de forma conciliadora y desde esas constantes generalizadas que decimos, todos lo que une, !para alcanzar un lenguaje común y llegar al núcleo de la cuestión, y a partir de estos reconocimientos hacerlo todo superable; y posible la transformación de lo que fuere, si la voluntad está en ello. Pero volviendo al concepto del sentido compensador o de amor generalizado, racionalmente hablando, que señalá:ba-
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mos en párrafo anterior como fuerza que todo lo mueve en su "relación o comunidad compensadora de contrastes en todas sus vertientes posibles", y qpe es también explicación y clave de todos los órdenes del conocimiento, tendremos que recordar y reconocer a este respecto, de forma paralela, y desde el lenguaje de los griegos, aquella frase de "Amor alma del cielo y de la tierra" . Y, con ella, aquel fragmento de Heráclito en el que late también la más deslumbrante conciliación o compensación amorosa, llena de fuerza y punto de partida de tantos hallazgos en la historia del conocimiento, cuando anuncia ya con toda sencillez el principio de la unidad de los contrastes, al decir que "el día y la noche son uno". En el entendido siempre que voluntad de ser, o amor y voluntad implicados, constituyen la unidad radical de una fundamentación que es la explicación de la conducta, y la razón fundamental también de por qué surgen, crecen, decaen y se transforman las cosas, lo mismo si se trata de la "Importancia y significación de los pueblos de habla hispánica ante el mundo que se avecina", como de cualquier otro caso. Y ya razonaremos de cómo partiendo de ese reconocimiento compensador que nos fundamenta, también se hacen descifrables todas las preguntas, e incluso las propias de la evolución o pervivencia en general, si es que consideramos en su interrelación los puntos o aspectos que han generado la situación que se quiere superar, transformar, resolver o comprender. Pero siempre, desde luego, a partir de una visión con sentido de conjunto y de clara racionalidad también, en el marco del sistema general correspondiente. Pero, sin radicalismos ni petulancias exclusivistas en los casos que puedan surgir, como ya hemos dicho sobre cualquier destacada dicotomía. El diálogo y la comprensión se hacen necesarios en definitiva, y lo mismo en un sentido que en otro. . La conciliación, a la altura de nuestro tiempo, y tanto para descifrar como para resolver, son imprescindibles en todos
sus contactos específicos; ya sean éstos de orden económico, político, religioso, científico, oultural o cualquier otro, llámese "'perestroika" o como se quiera. El diálogo y la comprensión se hacen necesarios en definitiva y lo mismo en un sentido que en otro. Y buscar soluciones, a partir de lo que nos divide o separa, va careciendo de sentido; y ante la situación límite que vivimos, nos 'Puede llevar incluso al autoexterminio. Lo natural al fin, es que profundicemos, psicológicamente hablando, dentro de aquello que a cada uno le configura individual o colectivamente, por el camino de una conciliación y desmitificación cierta, de manera que, sobrepasando lo periférico, lleguemos también aquí a la raíz de la cuestión, o al fundamento de lo que nos une y hermana racionalmente en un mundo que es de todos al fin, para que entremos en un diálogo constructivo que, acortando las distancias. nos ponga en vías de una auténtica transformación; y nos lleve a la solución, sobre todo, de los problemas límites que nos embargan. Sin embargo, para reflejarse uno en los demás como conjunto, hay que llevar más o menos a los demás en uno mismo. Y de aquí que estando el mundo constituido tanto por valores cardinales de Oriente y Occidente, como de Norte y Sur, y no siendo de ahora el contraste recíproco de ambos, sí lo sea cada vez más, sin embargo, el acercamiento de unos y otros, y el de cualquiera de sus variantes también. Y con este acercamiento que elimina la condición de lo distante, todo parece dispuesto al fin para ese gran abrazo entre estas diferenciaciones, y quizás por ello se siente ya, de firma apremiante incluso, esos encuentros cardinales que decimos, desde el fondo mismo de sus contrastes; y de una manera más generalizada también de lo que puede suponerse por lo que a sus variantes se refiere. Así es que no hay que extrañarse de que la fuerza de esta conjunción explícita sea en universalidad ciertamente atrayente en un alto grado de significación. . Pero esta universalidad o conjunción
IMPORTANCIA Y SIGNIFICACIóN
en equilibrio de más o menos, no cabe duda de que la llevan al fin también en alguna medida cada uno de los conjuntos o pueblos, si no explícitamente o a borbotones, sí implícitamente o en potencia desde el fondo mismo de su peculiaridad ;y mantenida, precisamente, por el fuerte tirón que ejerce siempre lo complementario en aras de un equilibrio saludable. Y este encuentro o equilibrio puede resultar satisfactorio y gratificante como tal, tanto cuanto se ve reflejado desde una fuerte c<l'pacidad de atracción, como cuando se hace patente admirativamente desde la postura del paciente inducido. Y también lo es, por supuesto, en grado parecido, cuando al margen de esta actitud de juego más o menos trabado, surgen otras que con un cierto potencial de equilibrio propio, más o menos realizable, puedan ser afloradas por sí mismo o con la ayuda correspondiente, como cualquier otra postura, hace la integradora y saludable compatibilidad de la realización de cada uno con el reconocimiento de un mundo de todos. Y de acuerdo, por tanto, todo ello con las diferentes matizaciones del papel o protagonismo aparente que, personalmente o como pueblo, le corresponda a cada uno. Ya que todos en conjunto podemos hacernos equiparables en hermandad, por complementarios con los demás y en convivencia más o menos concertada. Puesto que, en definitiva, inmersos andamos, queramos o no, en una obra que es de todos, y en la que fundamentalmente nadie es en su peculiar unidad más ni menos que otro psicológicamente hablando. No obstante, hay que reconocer que la capacidad de seducción o inducción de los pueblos de habla hispánica es extraordinaria, en razón sobre todo a llevar explícito en su conjunto esa cierta complementariedad de contrastes, tanto en valores de Oriente y Occidente, como
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de Norte y Sur o, si se quiere, de acción y contemplación integradas, de fe y de ciencia o de instinto y razón, que les hace en el fondo verdaderamente participativos. Y, por lo mismo, les sitúa en una actitud de cierta universalidad realmente sorprendente, para conseguir unos niveles de expresividad difícilmente alcanzables si no llevasen en las raíces mismas de su personalidad la dosis de esa universalidad que decimos. Mas estas 'posturas explícitas que se señalan en los pías es de habla hispana, pueden generar por sí mismo también actitudes de convivencia generalizadas, más o menos en directo, para hacer evidente tal vez, que hora va siendo al fin de que empiece a sentirse esta gran familia que todos formamos , ciertamente una y solidaria, desde una colaboración decidida que, en cualquier caso, ha de desenvolverse a través de una sincera y efectiva comprensión en todos los sentidos y que, a no dudarlo, se hace ya inminente e insoslayable a la altura de nuestro tiempo. Y en este sentido, como hemos podido comprobar en sucesivos viajes por los pueblos de habla hispana, es mucho lo que puede aportar esta hermandad de pueblos que formamos , a partir de la gran capacidad de síntesis que nos identifica, y al considerar, consecuentemente, y de acuerdo con el planteamiento psicológico señalado, a todos los hombres y a los conjuntos entre sí, a través de lo que nos une e iguala en el fondo , y por lo mismo, racionalmente también nos hermana, en vez de tomar, como se viene haciendo, las aisladas y naturales diferenciaciones como absurdos motivos de división o enfrentamiento. Y en el convencimiento también de que será valida esta fundamental identificación para poner en marcha el deseado ·porvenir de fraternal y decidida cooperación de los pueblos de habla hispánica en un mundo de todos.
RUBÉN LOZA AGUERREBERE
Los hij os de la mirada 1
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UBO un tiempo de nadie. El tiempo de mirar. Parpadeos y los ojos cargándose de imágenes, llenándose de una intensidad que, si es generosa, puede intercambiarse con el otro. En esos momentos que los relojes no midieron, posiblemente comenzó a gestarse esta semilla: la que somos.
Lo escrito tiene que ver con los p1anteos intelectuales, porque en 10 documental somos, seguimos siendo, partícula de las partículas de lo que comúnmente llamamos la realidad, y parte involuntaria o voluntaria de sus fuerzas, eso qu~ después que ocurre conocemos como el destino. El tiempo de nadie comienza a fugar, a tener sus propietarios, a partir del momento en que la rodilla comienza a despegar de la tierra nueva, recuperando su posición habitual, y enhiesto el cuerpo, entera la figura, el hombre que vino del mar se encamina hacia el encuentro de aquel otro que también da un paso y lo mira como en sueños. Van rumbo al punto de encuentro, llevan vientos potenciales y esperas y esperanzas. El mismo sol les da en la espalda, por lo que no dudan: aquello que está delante es la realidad.
H
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Niños, en los bancos de madera donde se grabó parte de la biografía de los que allí se sentaron, en la escuela "Artigas", de Minas, íbamos contemplando diariamente la imagen del Almirante que evocaba el irrecuperable día del año 1492, en las hojas que nos entregaban para nuestras tareas. Ignoro de qué libro de la historia fue sacada, pero la pluma del artista nos grababa en la mente la figura de Colón, con la rodilla derecha en la tierra nueva y la mirada extendida. Allí, apenas a su espalda, bogaban tres carabelas y, no lejos, mirándolo a él, los indígenas. El diminuto cuatdro sintetizaba a los hombres y la naturaleza mostrándose sin precauciones. Esta es la anécdota, que es de muchos, en mi tierra: conocíamos esa sola cara de la medalla. 3 Después nos fueron llegando noticias de la otra cara de la misma medalla. Instancias restallantes, y para enrarecer las primeras, aquellas que dejaron su memoria en la piel, vinieron otras historias y remolinearon en las corrientes artísticas con la fluencia de la poesía, la novela y el teatro. Todo se movió y vibró, produciendo esa rara sensación de quien advierte que acaso ha hecho el viaje al revés: de la meta al punto de partida.
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Dice Picón Salas que la humanidad no había conocido, salvo en los lejanos milenios de la historia oriental, un conflicto de gentes y formas de vida antag6nicas como el que se operó con la conquista de América. Colisión de razas, economías y estilos de vida que habrían de condicionar a los países hispanoamericanos. Y nace de esa relación una singularidad: la presencia del ser hispanoamericano. 6
La cruenta etapa de la conquista. La sola palabra evoca el dolor y la sangre y los padecimientos. Hay turbulencias que se relacionan con los movimientos indígenas y que se continúan en los combates de la emancipación. Hay rencor de los humillados y el poder y la gloria del vencedor.
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Hay también ingenios de la imagina~ ción para confirmar los actos de guerra hacia los indios. Baste recordar los "requerimientos" de Fernández de Enciso, acentuando escrúpulos formales en relación a los antagonismos difíciles de entretejer: la aspiración de la riqueza y la expansión de la fe cristiana. y está, también, el debate de Valladolid, hacia 1550, y sus disposiciones que, como ha observado Uslar Pietri, constituyen: "la primera ocasión en que un poder expansivo hace alto para resolver problemas de justicia y conciencia que el hecho le plantea". Es cuando se declara: "todas las gentes son naciones". 7
El soldado español convive con la india. Las ceremonias de los tiempos de Carlos V coexisten con los ritos indígenas y se hibridizan por hispanoamérica. Va naciendo un complejo mundo cultural. Señala Picón Salas: "El mestizaje atI!-ericano consiste en mucho más que mezclar sangres y razas; es unificar en el templo histórico esas disonancias de condición, de formas y módulos vitales en que se desenvolvi6 nuestro antagonismo". 8
El encuentro de hombres, culturas y tiempos diversos, bajo la piel caracteriza el desarrollo del ser hispanoamericano, que nace dejando parte de lo suyo, pero absorbiendo otro tanto para suplirlo. El mestizaje es ideológico, también, y explica al hombre de pensamiento y al hom-
bre de acción en una sola actitud. Es Bolívar, es Martí, es Artigas. No se entienden a cabalidad si no es a la lumbre de estas características. 9 Lo verifica paulatinamente la trayectoria de las letras hispanoamericanas: en Bello, en Sarmiento, en Rodó. Desde las narraciones de Mármol hasta las fábulas de Borges. Hay búsquedas y hallazgos y, como se ha obesrvado, la singularidad ejemplar se puede llamar Rubén Darío, en quien conviven el romanticismo español, el modernismo francés, las tradiciones de su tierra y los ecos de Poe. Como el imán atrae a las limaduras, la singularidad del hombre hispanoamericano, en una aventura sin contrasentidos, es una mano abierta que trata de impedir que náda caiga al suelo. En medio de sostenes reales, busca buscándose. 10 Si el Homero de estas tierras caza todas las mariposas para perdurar, cabe preguntarse si ello no es el reflejo de una situación histórica, social y cultural, donde las formas más diversas del pensamiento cohabitan genuinamente con lo criollo. Esa es la savia que lo alimenta y mantiene, a la jineta del tiempo. Y puede, tal vez, explicar sus constantes búsquedas de acomodamiento a la realidad, que permanentemente se nos adelanta - ayer, hoy y siempre- , caminadora como el hombre, en la difícil obra de aclimatación que asumen los hijos de la mirada.
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Mediaciones entre el Viej o y el Nuevo mundo JAJAMOS durante varias horas por entre trigales y alfalfares. El extranjero Equis me informó que la capa de humus que cubre la pampa húmeda es demasiado superficial y por lo tanto nuestra riqueza agropecuaria se basa en algo efímero y deleznable. Los movimientos geológicos del Nuevo Mundo son muy recientes, agregó, sus montañas muy jóvenes, inestables y peligrosas. América es tierra de terremotos. Llegamos al borde de la selva junto con la noche, húmeda y luminosa. Por la ventana entraban las fragancias vegetales. Dijo Equis: "vivir en estas latitudes es resignarse a una humedad malsana". Mientras yo trataba de ubicar la Cruz del Sur, le oí decir que el cielo austral carece del lustre poético del boreal, constelado por literaturas milenarias. Y además, añadió, "ubicar" es un americanismo malsonante. Se debe decir "situar". Un mosquito que había picado el brazo. Mosquitos, tábanos, insectos nocivos, en lugar de los grandes carnívoros, me 'recordó el extranjero. El puma prosaico en vez del majestuoso león. Pájaros que no cantan. Yesos nativos oscuros, indolentes y lampiños que ni siquiera se molestan en espantar las moscas. Al recibirnos, Zeta nos anunció que acabábamos de poner pie en el paraíso terrenal. Su desmedido elogio de las bondades de la naturaleza virgen y de sus habitantes no contaminados por los virus del Viejo Mundo desembocó en profecías revolucionarias. Espero se me tolere este comienzo en clave narrativa. Creo que contribuiré más a la riqueza de este coloquio si juego con mis vivencias que si pretendo afirmar pseudocientíficamente lo que en el fondo no será más que una visión subjetiva teñida por afectos, carencias y perspectivas intransferibles. Porque la materia de mi oficio es equívoca, tan
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equívoca como la de muchos de los aquí presentes y es preferible mostrar las cartas desde el comienzo. No está mal ventilar equívocos y equivocaciones, hablar de conflictos no resueltos y de identidades problemáticas. Equivocándose se aprende. Plantear problemas es tener la esperanza de resolverlos y plantearlos bien, es tenerlos ya medio resueltos. Si a Equis lo hubiera presentado como criollo o nativo en lugar de extranjero, el ejemplo hubiera sido igualmente válido. Las opiniones que pongo en boca de ese personaje de ficción circulan en el mundo real. Las escuché en mi infancia y las sigo escuchando después de medio siglo en toda clase de variantes y contextos. Es probable que quienes las repiten no sepan que son coletazos de una polémica originada hace cinco siglos con las primeras noticias que los conquistadores dieron sobre las tierras recién descubiertas. Mucho después, en pleno esplendor dieciochesco europeo, Buffon codificaría sus observaciones en una teoría general que sostiene la inferioridad de la naturaleza americana. Luego, a principios del siglo diecinueve, Hegel, en su esfuerzo por reducir a su triple esquema la infinita variedad de lo creado, retomaría las ideas del sabio francés , sin ser en este caso original. Efectivamente, la concepción del bárbaro como enemigo, convertido por definición en inferior, arraiga en un etnocentrismo patente ya en el mundo griego y aun antes. (¿Será acaso un rasgo universal?) Toda la cultura griega está estructurada en torno a la diferencia entre "lo otro" inferior y horroroso y lo propio bello y admirable. Aristóteles se esforzó en demostrar la existencia de esclavos por naturaleza. Al pasar a Occidente ,el concepto de "lo otro" adjudicado a los bárbaros, incluirá a paganos, salvajes y primitivos en un indigesto revuelto de teorías políticas,
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fragmentos de historia, geografía, ciencias naturales, artículos de fe, axiomas de teólogos y prejuicios raciales. Si bien la noción de la inferioridad de lo heterogéneo ha sido desplazada de la ciencia moderna y del derecho internacional, no hay que olvidar que los prejuicios sobre los que se asienta no han muerto. Son, por el contrario, moneda corriente entre ciertos grupos que defienden sus intereses por encima de los valores consagrados como patrimonio de la humanidad; grupos que desgraciadamente se encuentran en mayor o menor grado en cualquier latitud. Los politólogos los han detectado prolijamente en el comportamiento electoral de países tan democráticos como Francia y Estados Unidos. Son los mismos que impulsan el surgimiento de algunos fundamentalismos y extremismos que proliferan no sólo en el Tercer Mundo sino en el mismo corazón de Europa. A estos grupos hay que temerles cuando obligan a los gobiernos a aplicar políticas discriminativas contra "los otros". "Los otros" ya no son los bárbaros, los paganos, los salvajes o los primitivos. Si hace muy pocas décadas fueron los judíos, ahora pueden ser los palestinos, y todavía, los negros, o los gitanos, los inmigrantes, los drogadictos, los "tercermundistas". (También, a veces, las mujeres.) Desde hace cuatro años vivo en España y me consta la carga peyorativa que se inyecta allí en el adjetivo "tercermundista". Si un conductor hace una mala maniobra con su coche, se le grita "animal"; pero si es una conductora, se sentencia: "Tenía que ser mujer." De la misma manera, algunos diarios españoles suelen señalar al asesino o al tnificante de drogas como "el latinoamericano", haya nacido desde la margen sur del Río Grande hasta Tierra del Fuego, pero si es español 10 identifican por su nombre. A los lingüistas aquí presentes les sugiero que estudien la evolución sufrida en España por el término "sudamericano" apocopado ahora en el despectivo "sudaca". Babel como castigo puede asumir muy curiosas manifestaciones: uno de
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los escritores españoles de mayor prestigio nos ha bautizado "latinoches". Quizás el hecho de hablar el mismo idioma nos convierta en peligrosos rivales de los puestos de trabajo calificado. Prejuicios de signo contrario también siguen gozando de buena salud·. Agotada Europa en la imaginación 'popular como campo propicio para la aventura, ésta se buscó en la periferia. El Emilio de Rousseau prestigió intelectualmente el ideal del buen salvaje que pronto aterrizó más allá del Atlántico, en la tierra de promisión cantada por Darío. En esa búsqueda del edén perdido o prometido, algunos latinoamericanos se niegan todavía a repetir modelos 'políticos ya probados en el Viejo Mundo, prefiriendo fundar un Mundo Nuevo según teorías puestas de moda en Europa en los años 50 y que no hacían más que repetir, en ingeniosas variantes, antiquísimas utopías y ucronías míticas. Al renegar de las garantías que ofrecen las reglas de juego de la democracia formal, descalifican alternativas políticas reformistas viables y se organizan en movimientos sociales de excluidos y marginados o fomentan heroicas rebeldías minoritarias con ayuda de la metralla y el napalm. A menudo el egoísmo y la ceguera de las clases dirigentes nativas y el beneplácito o complicidad de algunas potencias extranjeras para mantener la opresión, la miseria y la injusticia, parecen cerrar tod os los caminos salvo las vías violentas. Cuenta Platón que TrasÍillaco le puso el puñal al cuello a Sócrates como argumento irrefutable. Desde los sofistas sabemos que la razón sirve para defender cualquier causa, y cuando las razones no alcanzan, se las reemplaza por la fuerza de las armas. del dinero o de sus sucedáneos. Tambi ~n, con incontrolables estallidos de desesperación. Así ha sido a menudo; no di~o siempre, porque no me decido (\ retorcerle el cuello a la esper<tDza. Pe, o no cabe duda de que la historia fue habitualmente contada Dor los vencedores . En los anales de la -humanidad , la voz de los vencidos se hizo oír
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muy lentamente, pero cuando por fin fue escuchada, las perspectivas cambiaron. El descubrimiento de América significó un cambio fundamental en este sentido yeso sucedió hace un instante, si computamos el tiempo desde el comienzo de nuestra humanización. Aun a pesar de los prejuicios susodichos, de las crueldades, de la destrucción de pueblos enteros y de los degradantes procesos de aculturación, el encuentro entre los dos mundos fue fecundo, permitió la observación de culturas diferentes y posibilitó el desarrollo de la antropología y el respeto por la variedad . Si algo debemos celebrar en este quinto centenario del descubrimiento, más allá de toda polémica sobre las bondades o maldades de la colonización, es el cruce de pueblos, de tradiciones y de tecnologías que cerró el recorrido del hombre sobre el planeta creando un Nuevo Mundo donde conviven el mestizo, el mulato, el zambo, el criollo y el inmigrante. No debe extrañar que en ese crisol de razas se haya hecho carne la acepción de lo heterogéneo y la disidencia. El proceso de fu sión de razas que en el Viejo Mundo necesitó de milenios, y que aún muestra enclaves irreductibles, en América se llevó a cabo en muy escasos siglos. Por eso nu estra sociedad conlleva como sello de origen una pluralidad y una ductilidad que muy p ronto habrían de desarrollar la tolerancia y capacidad de autocrítica. Quienes nos menosprecian por nuestras dificultades actuales no tienen en cuenta que en muchos países del Nuevo Mundo hemos recorrido en mucho menos tiempo y con mucho menos costo socio político el dol oroso camino que atravesó el Viejo Mundo para afianzar la libertad, la igualdad y la justicia. En algunos países de América, entre los que se encuentra el mío, se puede trabajar, estudiar, circular libremente, se puede opinar, discutir, elegir y crear en el marco del estado de derecho, como sólo sucede en una veintena de naciones adelantadas. En Europa, donde la democracia política tiene bases firmes, la democracia social todavía compite con las tradiciones
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aristocráticas, elitistas y clasistas; en cambio, en muchos países de América donde ha costado y sigue costando establecer o mantener "la democracia política, la democracia social es un hecho. Pero esta coexistencia demoérática corre riesgo de estallar, acosada por la crisis económica, y en ese lamentable caso se darían las condiciones para un rebrote de la opresión y el autoritarismo. El puñal de Trasímaco no me hará renunciar al uso de la razón. Pero la conciencia de la precariedad de las razones del débil impone cautela. Vivimos en un mundo paradójico: aumenta la conducta irracional mientras crece a una escala inimaginable la acumulación de inteligencia natural y artificial. El poderío económico y científico del mundo desarrollado 'Parece superar, no sólo los cálculos más exagerados, sino también la capacidad humana de asimilación. Hay más poder que experiencia de conducción de las nuevas formas de poder. La riqueza fabulosa del centro empobrece los márgenes y produce bolsones de paro tecnológico y miseria en su propio seno. Ya no se trata de patentar la tecnología; ahora hay quienes intentan patentar el mismísimo conocimiento científico. Son progresos que amenazan la esencia misma de la humanidad. Si eso sucediera, no sólo nos separaría el abismo ya existente entre ricos y pobres, sino también otro abismo demoníaco interpuesto por el hombre e'ntre países con capacidad científica y países condenados a la ignorancia, Un antiguo texto quiché de cosmogonía presiente el peligro que comporta el desarrollo desaforado de la riqueza y la tecnología actuales , En efecto, el Popol Vuh enumera las causas sucesivas de la destrucción de los hombres, En uno de los ciclos finales, los objetos se independizan de la voluntad humana, se alzan, caen sobre la humanidad y la exterminan. La imposibilidad de vencer los desajustes producidos por el inflexible sistema de intereses-- que aherroja el mundo, .la impotencia ante la amenaza nuclear y
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el desequilibrio ecológico, se deben no sólo a la pobreza de nuestro aparato conceptual, sino también, hay que admitirlo, a la carencia de una ética que ponga límites al egoísmo y la voracidad. En foros como éste, el tono personal de estas reflexiones intenta ser una mediación que no busca la originalidad sino la mostración de lo otro. Pretendo una convivencia que suponga el respeto y el aprendizaje del otro y desde el otro. Vengo a decir simplemente que, como argentina, como latinoamericana, como habitante del lejano Sur, existo. Ahora ya nadie se atreve a defender seriamente las teorías de la inferioridad del Nuevo Mundo, pero es frecuente que se utilicen datos aislados para apuntalar tesis, generalizándolos e hispostasiándolos en juicios de valor. Es frecuente encontrar personas de cualquier nacionalidad (y a veces los latinoamericanos son los mayores autodetractores) que suscriben opiniones similares a las de Equis. y no basta con replicarles que es cierto que en América hay humedad, mosquitos, haraganería, volcanes activos y gatos monteses en lugar de panteras, pero no es correcto decir que son la regla y, lo que es más grave, tampoco es correcto asumir que el trópico es inferior al desierto, que los barbudos y que las rubias son más finas que las morochas. No basta con señalarles que al mezclar las nociones de lo verdadero y lo falso con lo genuino y lo bastardo, al contrastar realidades empíricas para contraponerlas a conceptos y a juicios de valor, se comete un abuso lógico formal. No basta con recordarles que así como fue un abuso del lenguaje llamar "indios" a miles de pueblos distintos, es otro abuso usurpar el nombre de América para designar sólo la del Norte, o hablar genéricamente de América Latina o Iberoamérica para explicar situaciones absolutamente dispares, porque un continente vivo no se puede inmovilizar en una definición. Es preciso entonces apelar a una mediación más directa, que bien podría ser la vivencia de este tiempo que algu-
nos llaman modernidad y otros 'posmodernidad. Dicho de otro modo, es preciso provocar una respuesta, la que cada uno de nosotros, individuos con conciencia, .podemos dar a la sociedad. Respuesta cada vez más compleja, puesto que el mundo es cada vez más complejo, pero que nos puede brindar la posibilidad de crecer éticamente. ¿Cómo se forma esta conciencia? De muchas maneras, por supuesto. Algunas religiones y algunas filosofías dicen que solamente se llega a ella a través del amor y muchos la alcanzan sin teorías ni dogmas mediante los afectos personales y la solidaridad social. Yo la busco en el reconocimiento del otro como deseo y como encuentro del otro en tanto otro. Sea como sea, sabemos que las relaciones entre los sexos, entre los individuos, entre los grupos sociales, entre las culturas, entre los electores y los elegidos, se han vuelto primordiales, y decir relación implica aludir al tema de la diferencia. Los prejuicios, las minorías, los marginados, las lenguas regionales, las diversas formas de dependencia, las desigualdades entre el Norte y el Sur, la brecha entre quienes tienen trabajo y quienes están condenados al paro, si antes eran problemas importantes, ahora son cuestiones fundamentales, y renunciar a resolverlas es renunciar a la ética que nos identifica como seres civilizados. Muchos de los jóvenes que no han sucumbido al desencanto sienten la necesidad de ir al encuentro del otro como otro. Algunos se van a la India o al altiplano andino o a los barrios marginales, no con afán de hacer turismo pintoresquista, sino para que el otro, sea hombre o mujer, negro o rubio, cristiano o musulmán, sea reconocido en su diferencia, pero de igual a igual, de modo de entablar una relación que les permita descubrirse a sí mismos. Otros, no tan jóvenes, pero todavía con entusiasmo juvenil por la vida, preferimos la reflexión en compañía y este coloquio es una excelente ocasión para ello. La modernidad es planetaria, y los habitantes de los países dependientes
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viven lo esencial de sus vidas en dos sisMucho hemos adelantado, sin embartemas culturales. Sólo quienes conoce- go. Hace menos de un mes, la Universimos el Primer y el Tercer Mundo, sabe- dad de Bolonia confirió el Laurea ad mos hasta qué punto desquicia esta divi- Honorem in Giurisprudenza al presidente sión creciente originada en la capacidad de la Argentina, poco tiempo después de productiva. En América Latina el grado haber otorgado el mismo honor a Nelson de desarrollo de la producción está por Mandela y Alejandro Dubcek. Sentí gran debajo de las apetencias culturales y con- emoción ante tal reconocimiento de las sumistas de sus pueblos, desfasaje bien luchas y la ética política de varias geexplicado por la historia, porque Amé- neraciones de argentinos de las que me rica se insertó como proveedor de ma- considero heredera. En esa ocasión Raúl terias ¡primas y mano de obra esclava o Alfonsín dijo, entre otras cosas imporbarata en una Europa en la que ya des- tantes: "La enorme deuda externa que hemos puntaba el capitalismo, el colonialismo y el imperialismo. De Europa heredamos heredado y el deterioro permanente de nuestras lenguas mayoritarias, gran parte los precios de nuestros productos, confide nuestra cultura y nuestro amor por la guran una suerte de plan Marshall al libertad; Europa nos legó la levadura con revés." Pero "no queremos ser ni la pela que se construyeron las grandes ideo- riferia proveedora de mano de obra balogías que la caracterizan: el liberalismo, rata, materias primas y mercenarios, ni la democracia socialista, el cristianismo los rebeldes sin otra esperanza que consocial. Para que Europa no se reduzca . tribuir con cataclismos bélicos que poa un nombre geográfico, para que no sig- drían finalizar con el holocausto de la nifique sólo un mercado de lujo, debe humanidad. [ . .. ] Como protagonistas del abrir su corazón a la humanidad subde- final del milenio, como memoria viva de sarrollada en lo económico, pero en su un siglo a la vez cruel y esperanzado, dignidad humana. que estuvo marcado por guerras mundiaEn la actualidad, gran parte de los les, por totalitarismos, por holocaustos, bienes simbólicos de la industria cultural pero que a la vez alumbró la consolidallegan a Latinoamérica desde el Norte, ción de las democracias, el avance de las en un bombardeo, especialmente be]evi- luchas por la igualdad entre hombres y sivo, que ha cambiado el signo de la do- naciones, el gigantesco progreso científico minación. Por cierto, ésta ha dejado de y tecnológico, somos parte de un origen ser exclusivamente económica para ope- nuevo. Anhelamos -y es bueno que este rar a través de los modelos culturales augusto recinto donde nacieron las merecibidos desde afuera. Es en la mente jores tradiciones de cultura acojan esta donde se forjan los deseos y las expecta- esperanza- una sociedad más justa, más tivas y será en la conciencia, y en ningún libre, más fraterna. Con mirada y espíotro lugar, donde surgirán las respuestas ritu de pioneros construyamos este nuevo ante el descalabro axiológico que esta- origen, este nuevo encuentro entre Eumos viviendo. ropa y América, tras cinco siglos del priCuando en mi juventud escuchaba a mero, bajo el auspicio de una nueva funEquis hablar peyorativamente de mi tie- dación de los derechos de todos y de rra no tenía a mano una elaboración cada uno, de una nueva integración de conceptual similar a la que él esgrimía nuestros espacios y de un redescubridesde su cultura europea y sólo podía miento mutuo de nuestras potencialiresponder con desorientación y congoja. dades."
GRA~1ATICA
EN LA LENGVA GENERAL DEL NVEVO REYNO, LLA~1ADA M OS CA.
{omplleflOpOt (/'Padre Fray ~trnardo ' de ugo, rpr(dicador General dll arde" de rprta'ictit!oroJy (attdraúco.de la ajcha Imgua (n el ConumtQ l1el}\ ofario de la ciudad J
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ERNESTO
SÁBATO
La lengua de Castilla y el Nuevo Continente s cierto
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que ya hablar de descubrimiento puede ser considerado,
desde el punto de vista de los impugnadores, como una despectiva denominación eurocéntrica. Pero deja de serlo si se admite que la existencia de las grandes culturas precolombianas era efectivamente desconocida por los europeos, y así, no se debería tomar como una valoración peyorativa. Pero, lamentablemente, los propios europeos, animados de un prejuicio de superioridad, han sido los culpables de la polémica. No obstante, sería injusto silenciar el reconocimiento y hasta la admiración que aquellas grandes culturas y civilizaciones de este contienente despertaron en forma creciente en los espíritus europeos más elevados. Desde esta legítima perspectiva, sería mejor hablar del encuentro de dos mundos, al propio tiempo que se reconocieran y lamentaran las atrocidades perpetradas por el sojuzgamiento. Reconocimiento que debería venir acompañado por el inverso de los acusadores, admitiendo las positivas y trascend entes consecuencias que con el tiempo trajo la conquista. Bastaría nombrar el milagro de esta lengua hablada hoy por 300 millones de seres humanos, que ha producido además una literatura hispanoamericana que está entre las más profundas y poderosas. En relación al descubrimiento y la conquista de estos territorios, los que defienden a 'ultranza los pueblos avasallados suelen hablar de la necesidad de recobrar nuestra identidad americana. Pero, ¿cuál? La de los aztecas, mayas y quichuas, para no hablar sino de las
principales culturas. ¿Qué sería entonces .de los descendientes de europeos y negros? En estos siglos de dominación, las razas indígenas, europeas y negras se han fundido en una sustancia infinitamente compleja, con extrañas y permanentes reverberaciones de unas u otras. ¿Qué identidad, pues; es la que habría que reivindicar? ' Si retrocedemos en el tiempo, y en cualquier parte del planeta, no sabríamos dónde detenernos en la búsqueda 'de esa ilusoria identidad. Pensemos en los propios españoles. ¿Sería la de los reinos visigóticos? ¿O la que podría hallarse bajo la dominación romana? Habría que terminar pensando en los iberos, misteriosos pueblos de los que poco o nada sabemos, pero que en todo caso invalidarían automáticamente el derecho a la identidad española a todos los hombres ' que nacieron y crecieron bajo las dominaciones anteriores. Lo mismo. sucedería analizando las diferentes regiones euro oeas, en Francia, en Italia, en Grecia, iñvalidadas y sojuzgadas una yotra vez. La historia es siempre sucia,.. intrincada e infinitamente mezclada. Pero · es que nada de lo que tiene que ver con. el hombre es puro, porque el hombre no' pertenece al orbe platónico, único en eE que se puede aplicar el epíteto de puro. Ni los olímpicos dioses helénicos, que hoy nos aparecen como arquetipos de la identidad griega, . eran impolutos, pues estaban contaminados de antiguas deidades egipcias y asiáticas. Acept'emos (pues, la realidad humana como realmente es, y no nos empeñemos en bizantinas disputas sobre una absoluta identidad que no ha existido jamás. Fragmento de un trabajo publicado en «El País», 14 de abril de 1985
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ARTURO USLAR
PIETRI
Pizarrón Cuando nos descubrieron ACE algún tiempo escribí un co- nuestros, tan antecesores nuestros como mentario sobre ese curioso y los indios sometidos y los negros esclavipeculiar estado de ánimo de mu- ·zados. De ese proceso, duro y cruento en chos latinoamericanos con res- muchos aspectos, pero inmensamente fepecto al inicio de su propia historia. El cundo y creador, se formó el hecho huDescubrimiento y la Conquista española mano nuevo que representa hoy la Amédel Nuevo Continente y la subsiguiente rica Latina. En bastante menos de un creación de una nueva sociedad sui- siglo no hubo sino una sola religión, una géneris se ha llegado a mirar como un sola lengua de cultura y de creación, una ingrato accidente extraño, objetable en sola condición cultural básica, una sola muchos aspectos y que poco tiene que y misma conciencia de situación y de ver con nuestro ser actual. Es una noción comunidad y un mismo y solo problema que se asemeja en mucho a la que los de identidad cultural. Por esa circunstancristianos han mantenido con respecto cia excepcional de mezcla cultural y étru. origen de la historia, el de un Pecado nica, por la formación de una nueva Original. Nacemos de un pecado origi- sociedad y de una nueva realidad humanal que no hemos terminado de purgar. na, es que pudieron brotar las grandes Ese pecado, en su forma más simple, está figuras tutelares y representativas de la constitudo por el sometimiento y ruptura condición latinoamericana, como fueron de las culturas indígenas y por la cruenta el Inca Garcilaso, Simón Bolívar, Benito lucha de dominación que los conquista- Juárez y Rubén Daría. Toda la historia dores llevaron a cabo, hasta formar una hispanoamericana estaba viva dentro de nueva realidad social, política y cultural. cada uno de ellos, espiritualmente se haSe llega, a veces, a extremos carentes bían nutrido de la herencia directa de los de todo sentido. Se oye decir y hasta se tres actores fundamentales y no hubieescribe: "porque los españoles nos des- ran podido ser lo que fueron si les hucubrieron y nos conquistaron somos así". biera faltado uno de esos elementos forEs la forma extrema de una proposición mativos y condicionantes. Por eso no ilógica, como si los españoles que llega- podemos hablar de Descubrimiento y ron a partir de 1492 fueran cosa ajena y Conquista como de algo externo y ajeno distinta de nosotros y no parte de noso- que le acaeció a una América Latina tros biológica y culturalmente, como tam- anterior a esos hechos en el momento bien lo son los indios y los negros. Pero inicial de la propia formación de su ser no los españoles que llegaron, .ni los in- histórico. El conquistador y el conquisdios que estaban, ni los negros que fue- tado, el indígena y el encomendero, el ron traídos, sino los que han llegado a esclavizador y el esclavo están fundidos 'su ser ac~al en. cinco siglos de estrecha 'en el espírit~ hereditario. Así hizo la convivencia y mezcla, hast.a crear una historia a los latinoamericanos y ellos nueva realidad humana profundamente no pueden ser otra cosa, quiéranlo o no, original y distinta de lo que separada- que el producto de ese gran proceso, 'mente habían sido hasta el siglo XV los pugnaz y difícil, que les ha dado su pro,tres protagonistas raciales y culturales pia e inconfundible fisonomía en el diáantes de comenzar el proceso. logo de las culturas que presencia el En el más estricto sentido no nos des- mundo de hoy. cubrió Ca nosotros los actuales hijos de la Acaso surge el problema por lo próAmérica Latina) nadie, sino antecesores ximos y documentados que están los he-
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PIZARRóN. CUANDO NOS DESCUBRIERON
chos de los orígenes y del proceso del mestizaje cultural. Procesos semejantes han estado en el origen de todas las grandes culturas contemporáneas, sólo que, generalmente, ocurrieron o en la prehistoria o en épocas remotas de la historia que tienden a confundirse con la leyenda y el mito. Griegos y romanos fueron el producto de cruentas invasiones, choques y acomodamientos entre pueblos distintos, invasores e invadidos. La Europa contemporánea es el resultado de una vieja e inmensa mezcla de culturas latinas, germánicas, paganas y judías, que terminaron por fundirse y formar lo que hoy llamamos la cultura occidental. Resultaría absurdo que un hijo de la Europa de hoy dijera en algún momento: "Cuando los romanos nos conquistaron, o cuando los bárbaros nos invadieron" , porque esos hechos determinaron la formación de una nueva realidad cultural y humana que es la que constituye la Europa de hoy. La cultura occidental es el fruto de un inmenso proceso de mestizaje racial y cultural, como lo fue antes la cuenca del Mediterráneo. Con razón el Conde Gobineau, en el siglo pasado, decía refiriéndose a los europeos: "Cien veces mestizos". La existencia de una comunidad iberoamericana de naciones es un hecho que hoy nadie se atrevería a negar. Es un
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gran espacio geográfico y humano con características propias que lo diferencian de los otros conjuntos humanos y que lo hacen también diferente de los actores culturales que le dieron origen. Con mucha penetración, Bolívar decía: "no somos españoles, no somos indios .. . constituimos una especie de -pequeño género humano". Se ha creado una cultura latinoamericana, con su personalidad propia, que ya no es, ni puede ser, la que los conquistadores españoles trajeron en sus naves, ni la que existía en las naciones indígenas, ni la que aportaron, de la variedad de las culturas africanas, los negros. Germán Arciniegas ha dicho muchas veces con sobrado sentido que "América es otra cosa". Por ser otra cosa es difícil de entender, -porque no se la puede reducir a ninguno de los distintos factores culturales que contribuyeron a formarla. Sería una mutilación imposible. Lo que importa es reconocer la peculiaridad profunda de la condición latinoamericana y para ello hay que comenzar por asimilar todo el pasado sin exclusión alguna, sin cargos de conciencia de pecado original, con plena voluntad de asumir la totalidad de la herencia histórica. Sin ese reconocimiento previo de la propia identidad no será posible encarar el futuro con propósito.
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MANUEL
VILLAR
RASO
Polémic.a sobre el Descubrimiento
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ADIE lo diría y entre nosotros, por supuesto, no se cuestiona la idea del Descubrimiento americano. Los hispanoamericanos lo hacen y de qué manera. En el reciente congreso de la Asociación de Escritores, con amplia participación de la América Central y del Sur, el tema del Quinto Centenario ha levantado repentinas ampollas. Se discutía para el 92 la preparación de un macro congreso entre escritores españoles e hispanoamericanos o iberoamericanos, como a algunos les gusta llamarse, y se pretendía que la sede fuera Puerto Rico, por ser el país donde nuestra cultura se halla amenazada por los yanquis y donde nuestra lengua puede correr la misma suerte que en Filipinas, cuando surgió lo inesperado.
Andrés Sorel pedía opmlOnes en este sentido sobre el lugar más idóneo para la celebración del Descubrimiento y Quinto Centenario y Garmendia, creo que fue Garmendia, que acababa de defender la españolidad del tango, pidió que no se le llamara Descubrimiento, palabra ésta que a ellos no les gustaba. Un peruano sugirió llamarlo Encuentro de Culturas Hermanas, pero se le dijo que no se trataba de culturas hermanas, sino de la salvaje erradicación de todas ellas por España. Inmediatamente se habló de masacre y se propuso llamarlo Congreso del Contacto ("congreso del coitoz" , me propuso Isaac Montero al oído) y no sin razón, ya que lo habido entre España y América no ha sido otra cosa que un verdadero maridaje.
POLÉMICA SOBRE EL DESCUBRIMIENTO
y ha sido una discusión apasionada e incongruente, como suele ser toda buena discusión bizantina, porque los que más carne ponían en :el asador, todos ellos eran hijos de españoles, y ganas daban de decirles que habían sido sus padres y no los nuestros - los míos jamás salieron de un pueblo de Soria- quienes habían masacrado aquellas culturas. Es curioso el 'empecinamiento de los hispanos sobre la idea del Descubrimiento. En Norteamérica se dio una masacre y succión parecida. Un embajador español del XIX, en Washington, cuenta que a la llegada de los ingleses Norteamérica tenía cuatro millones de indios, y que en aquellos momentos quedaban 400.000, asunto éste del que en Norteamérica nadie habla, tal vez por mala conciencia, salvo una minoría insignificante, que no tiene voz. En el sur de Río Grande todo es distinto. Pretenden erradicar la palabra Descubrimiento del diccionario, tan arraigada en nuestras mentes, y que supuso para el mundo el conocimiento de sus verdaderos límites y aun para ellos mismos entrar en la historia; ahí es nada. Se les dio una cultura y una lengua, en la que curiosamente se expresan con orgullo y tienen la pretensión, 'tal vez real, de conservar el idioma de Cervantes con mayor pureza que nosotros. Se dijo in-
cluso 'e n el congreso que los chicanos han popularizado el corrido, que no es otra cosa que los antiguos romances castellanos y con una misión de concienciación nacional muy similar. y me pregunto, nos preguntábamos todos los españoles que estábamos en Sevilla, pero ¿es posible borrar de un plumazo esta palabra? Sería una pretensión tan parecida a la de borrar del mapa la palabra Sevilla o rgüazú, ¿en qué son más reales que el término Descubrimiento? La palabra Descubrimiento implica suciedades y muchas. Yo a mis amigos americanos nunca les diría aquella reacción de Sancho, "de sois malos y malnacidos", a los que intentaban cortarle las barbas a su amo para hacerle burla; pero sí, tal vez, la de Don Quijote: · 'traigan aquí un peine, o lo que quisieran, y almohácenme estas barbas; y si sacaren de ellas cosa que ofenda' a la limpieza que me trasquilen". Seguramente se nos podrá trasquilar por mucho de 10 que allí sucedió; pero, después de todo, queda tal vez más, ¿qué otra empresa dio más gloria a España, en qué otra empresa puso más empeño y qué otra razón de ser tienen ellos que la nuestra? España buscaba el oro ,es cierto, pero a cambio les dio 10 que tenía y se desangró en la empresa.
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II
LA HISTORIA
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Simbio-sis cultural y valores hispánicos en Guinea Ecuatorial
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OR SIMBIOSIS CULTURAL entenderíamos a un fenómeno de cohabitaoión pacífica que se ha producido en Gui'f1lea Ecuatorial, entre ilas Culturas autóctonas (Bubi, Fang, Ndowé y annobones), de los pueblos que configuran el país, y las derivadas del aporte foráneo de Grupos africanos de diferente procedencia, traídos die las cosbas del entorno geográfico durante el período de la trata o del tráf,ico de esclavos negroafricanos hacia las tierras del reci én descubierto Nuevo Mundo o las Amércicas. Como bien recorda'fán, los ilustres congresistas, desde comienzos del siglo XVI, hasta el primer cuarto del s~glo XIX, cuando tiene lugar o entra en vigor el Tratado de abolición de la trata, el tráfico de esclavos negroafrlcanos hacia las Amércicas fue un proceso comercia1 organizado y desarrollado por Compañías negreras de potencias conquistadoras que operaban bajo los auspicios de sus respectivos Gobiernos metropolitanos. Tan: to es así que las disputas entre las mismas Compañías de querer, cada una llevarse ,el control exclusivo de es{e negocio, era el origen de verdaderas batallas navales entre las potencias :implicadas; no vaya entrar en el análisis de este Tema, por no ser objeto dlel Congreso, pero sí quisiera, con la venia de la Presidencia, ello para ava'l ar mi relato, oita'r algunas de estas Compañías negreras. Tal es el caso de: - La flota de John Hawkins, que daría origen a la Royal Company de Inglaterra entre '¡os años 1562 y 1700, :;- La Compagnie du Senegal et du Carp Vert de FTancia, con Colbert al frente. , - La' Companhia do Guinea de Portugal, ,que- en -1690 se, obliga ella sola a ·
proporcionar nada menos que «diez mil -toneladas de negros» a ,las tierras americanas. Sentado este precedente veamos, pues, cómo se prod uce y se desarrolla estJe fenómeno de SIMBIOSIS CULTURAL, a que nos hemos referido anter,iormente. Dos son, a mi juicio, las principales causas que creo contribuyeron a la gestación die ese fenómeno: 1.a Se debió a la necesidad imperiosa de comunicación entre amo y esclavo, para el estricto cumplimiento de este último de ,los mandatos del primero. 2. a Se dlebió a la colonización de los ter,r,itorios africanos ocupados por las potencias conquistadoras, tras la abolición de la trata y la firma del Tmtado de Berlín en febrero de 1885; más conocido por el reparto de AffoÍca. La pr,imera de estas causas, de or.jgen a un dialiecto de una deformación involuntaria del id:ioma oficiaI de origen del amo, ello debido a, que la comunicación o el diálogo entre amo y esclavo se desarrollaba no sólo bajo la fuerza del látigo, del pdmero sobre el egundo, sino con un sujeto que no había sido previa-' ment'e instruido en el id:ioma de su amo; por tanto obligado, tanto física como psicológicamente, a entenderse con él. Así llega el esclavo a famil,iarizarse con unos vocablos, frases y oraciones verbales, gracias al uso 'reiterado de los mismos, pero cuya correcta expresión y escritura jamás' llegará a conocer; de hecho hasta ola fecha estos dia~ectos o patuas carecen de escritura. Nace así, en todo el litoral costero del Africa Occidental e islas unos dialectos europ'eos, principalmente del ~nglés, francés y portugués, limitados únicamente a~ los colectivos que 'l o ut.ilizaban. De 1e50S' dialectos',. el más extendjdo, ello debidQ'
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al impulso comercial anglosajón y a la utilización de mano de obra ba·rata de sujetos afr,icanos procedentes de las colonias de dominio británico en casi todo el entorno costero occidental africano, es el patúa de origen inglés más conocido vulgarmente por «PICfllNGLIS». La segunda causa, o de la colonización propiamente dicha de los territor:ios africanos ocupados por ·las distintas potencias tras la Conferencia de Berlín, da· origen a .una emigración cultura·L de diferentes grupos o colectivos africanos hacia otros territorios del entorno geográfico; bien porque esos colectivos Ino fueron repatriados a sus lugares de origen tras la abolición de la trata o por razones puramente económicas. En efecto; la puesta en explotación, con el menor coste posible, de las riquezas de las colonias obliga a las polienC'ias colonizadoras a concertar Tratados laborales entre sí mediante los cuales una potencia, media,nte el cobro de' un Canon por sujeto, cedía a la otra unos cupos de mano de obra africana para su utilización en sus explotaciones coloniales; particularmente en aquellas colonias donde la mano de obra no era suficiente para responder a las exigencias de máximo rendimiento que requerían las Compa,ñías metropolitanas o, donde por razones de tipo religioso y tradicional los sujetos de la colonia 'fehusaban el contrato asalariado (entiéndase el trabajo asa·iariado, ya que si bien la trata estaba abolida el trato dispensado a los trabajadores africanos seguía siendo inhumano. Surge así una transferencia de grupos humanos africanos de diferente procedencia que, como era de esperar, aportara len el otro territorio colonizado otras formas de culturas distintas al de los aborígenes de la colonia afectada. En lo que respecta a los territorios españoles del Golfo de Guinea, conocidos por Guinea Ecuatorial, este fenómeno de SIMBIOSIS CULTURAL, se inicia en: la isla de Fernando Poo, hoy Bioko, con la firma entre España e Inglaterra deL tratado de represión de la trata en septiembre de 1817; ¿por qué desde aquella fecha tan lejana? Tal vez una breve visión re-
trospectiva nos ayude a aclararnos mejor. Como recordarán, los ilustres congresistas, con la firma entre España y Portugal de los tratados de San I1defonso y de El Pardo en 1777 y 1778, durante los reinados de Carlos III y su prima María de Portugal, esta última potencia colonizadora cedJe a ·la primera sus poses'iones insulares africanas que correspondían a las Islas de Fernando Poo y Annobon a cambio de las provinC'ias del Sacramento y Río Grande do Sur en Amér:ica Latina (parte de '10 que es hoy Uruguay) para integrarlos en los territorios que compollIen actualmente el Brasil, zanjando así sus disputas territor·iales en aquellas tierras del Nuevo Mundo. Ratificados esos tratados en marzo de 1778, zarpa de Montevideo la expedición que, al mando del Conde de Ar81eJejos y de Joaquín Primo de Rivera de Lugarteniente, tomara posesión de las islas africanas en octubre del mismo año de manos del comisario portugués Coetano; pero cinco años más tarde, muerto ya el Conde de Argelejos y por razones no claras, se habla de amotinamiento de la tropa, Primo de Rivera recibe la orden de abandonar las islas y de regresar a Montevideo. Como era de ¡esperar, -las ~slas quedan desde el año 1783 a la merced de las demás potencias, principalmente de Inglaterra que desde Sierra Leona se estaba asentando paulatinamente en los territorios costeros que dejaba Portugal: Costa de Oro, Dahome y lo que hoy es Nigeria. Así pudo Inglaterra asentarse sobre la ,isla de Fernando Poo y fundar allí el primer nucleo urbano que llamara CLARENCE CITY, más tarde conocido por Santa Isabel, en honor a IsabeL II. A la isla se lleva consigo, de cuando en cUaJIldo, parte del botín de 'los esclavos: l:iberianos, sierra leon/eSes, nkrumanes de la Costa de Oro y más tarde n-igerianos, que luego trasladaría a sus explotaciones mineras y plantaciones de caña de azúcar de ,las Américas, f.ue de esta forma que la isla se convierte en una de olas «factorías» de intercambio de esclavos negroafricanos de diferente procedencia, actividad ~niciada, aunque en menor escala, por los portu-
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gueses. En cuanto a-l mismo aborigen, desde las primeras capturas en la costa, a bandona su asentamiento costero y se introduce bosque adentro para asentarse sobre las coLinas y poder divisar así desde lejos la llegada de ,los barcos negreros y organizar así su autodefensa. Con la firma entre España e Inglaterra del aludido tratado die represión de trata, se crea por ambos países el Tribunal Mixto de represión que, dada las conmciones c1imatológ!cas bemgnas de la is,la, se traslada de F reetown , Sierra Leona, a CLARENCE CITY en F1ernando Poo; con ello se ~ nicj.a el asentamiento definitivo sobre la isla de aquellos que no habían sido todavía transferido a tierras americanas o de aquellos que resultarían del apresado de barcos negreros capturados por el Tribunal Mixto. En 1842, tras el fracaso de ,las negociaciones sobre la venta por España de -la isla de Fernando Poo a Inglaterra, Gobierno del general Espartero, se ordena año después, al Conde Juan José Lerena para retomar la isla y cambiar los topónimos ingleses ex·istentes; es así como, entre otros, Clarence City pasara a ser llamado Santa Isabel, en honor a Isabel n, si bien deja como gobernador de las posesiones al súbdito británico John BreeCroft afincado en las 'isla desde hacía tiempo. El retorno de España a esas posesiones no implicó, sin embargo una retirada o cese inmectiato de -las actividades inglesas len las mismas -misiones eva'ngelizadoras entre otras- y de las familias de ing.leses afincados en Ja isla; ello produjo, como hemos seña-lado antes, una cont.inuidad y permanencia de los africanos que servían en las labores domésticas, de construcción, capintería, obras pú blicas, etc. Por tanto, un reforzamiento del patua jnglés o «Pichinglis» que quedara definitivamente como «idioma» de comunicación entre los leuropeos y los africanos y de éstos entre sí, al ser colectivos de diferente procedencia como se ha indicado antes. La colonización propiamente dicha de España die las islas -Femamdo Poo y Annobon-; no se ,inicia hasta la década
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de 1860, tras el vIaje del Capellán de Isabel n a Fernando Poo en 1857, y la pr'¡mera mano de obra que se empleara para cualquier trabajo será la misma e~stlente -<le los africanos traídos durante la trata-; además, teniendo en cuenta que los autóctonos siempre han rehusado ser asalariados, dado que si bjen la trata estaba teóricamente abolida, los tratos dispensados a los trabajadones africanos seguían siendo inhumanos. La traída de Cuba, de africanos negros y mulatos, para las tareas de evangelización, prestación del sery.icio rrülitar en la guardia colonial y demás trabajos para la colonización -al ser éstos sujetos ya hispa.n.izados- reforzó Ja utiJización del patua inglés, ya que desde !entonces se extenderá a las aldeas de ,los aborígenes para el trueque comercial; de vívenes de Jos nativos a .]os forasteros (ñame, huevos, gallinas, cabras, ovejas, etcétera) y de objeto de los forasteros a los nativos (caroseno para el ·a lumbrado, tejidos, etc.). Es así que, con el paso del tiempo, eL «Pjchinglis» adquirirá raíaes y se convertirá en el «idioma» de comunicaci ón general en toda la colonia insular. Con la firma, entre España e Inglaterra, del tratado de mano de obra nigeriana para su utiliación en Jas !explotaciones agrícolas y forestales de la coloniaespañola, durante Ja década de 1950 - renovado tras la independencia de nigeria len 1960- se sella para siempre esta «P.ichinglialización», dado que se extenderá desde Fernando Poo a todos Jos territorios de la colonia: Río Muni e islotes adyacentes. Como era de esperar los e lementos foráneos afr.icanos aportarían, además de ,este «id'ioma», sus costumbres: formas de vestir, de comer, etcétera. Esta mezcolanza cultural, al no ser 'impuesta, cohabitara pacíficamente con las autóctonas de cada colectivo nativo ecuatoguineano y le ,transmitirá asimismo una serie de hábitos fOTáneos; es así, por ejemplo, que el <<LAPA», o tela africana de color¡dos vivos, muy usado en los pUleblos del Jitoral costero africano, se convertirá para las damas en
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una de las formas «elegantes» de vestir; el «Fufú», especie de boJa amasada en un mortero de madera resultante del cocido de la ma].anga, los plátanos, etc., como una forma «moderna» de ofrecer Ja comida; el «ÑANQUE» especie de carnaval bailado por un reducido número de hombres disfrazados y con tambores. De los VALORES HISP ANICOS ADQUIRIDOS; estos valores se introducen, desde el mismo momento de iniciar la colonización, desde la ,isla de Fernando Poo a·1 resto de la colonia; ya que el tratado de Pa rís de 1990, !entre Espaiña y Francia, las posesiones españolas estaban limitadas oficialmente en las islas de Fernando Poo y Annobon, los islotes de Elobeyes y Corisko y el litoral continental de Cabo San Juan. Sin embargo erá después del primer cuarto de este siglo que éstos valores empiezan a tomar cuerpo en la vida de los aborígenes, ello debido al poco i.nberés que oficialmente habían demostrado ·Ios Gobiernos de la Metrópoli española hacia la promoción intelectual eLe los nativos de su colonia. (Sobre este particular ofrecemos más detalles en nuestro Jibrito publicado.) De entre los valores hispánicos adquiridos, los que mejor se han e nratizado en la vida de los aborígenes son, hoy por hoy, el ;idioma español, en sus dos formas: oral y escrita: la religión católica, aunque sobre ésta hay ciertos aspectos negativos que merecen ser tenidos en cuenta, dada a su implantación por la fuerza obligada --qUle conllevó una proscripción de las creencias aborígenas en 'l ugar de adaptarlas al cristian'ismo- el humor y los chistes, pensados y e¡cpre-
sados con toda la gracia que caracteriza al español metropolitano, las formas de vestir y de l1ecrear y, en cierta medida, la forma de alimentarse; de ,los ecuatoguineanos residentes en España, ya sea en la península como en las islas, es frecuente la adaptación die su habla según la fonética y modos de diálogo de los mismos naturales de ,la región, comarca o archipiélago insular. En una palabra: lo hispánico está totalmente absorbido por el ecuatoguineano. No podemos, sin embargo, dejar de expl1esa r nuestra preocupación por ,l a dejadez que objetó mi país desde su emancipación por la metrópoli española en octubre de 1968, particularmente en el campo de Jas artes y letras hispánicas para fortaleoer aún más nuestros lazos históricos y c ulturales con la Comunidad Hispánica de Naciones; cosa que merma mucho los valores hispánicos que estaban ya enraizados en la sociedad guineana, para dar paso a una f ranconizaci ón progresiva aunque contrario al sentir y pensar de nUlestro pueblo. Lo que hace que en veinte años de independencia todavía no ex'ista personalidades reLevantes guineanas en el mundo de las aroes y Jetras hispánicas; y, aquéllos que se están esforzando por inicia r una actividad de esta naturaleza se ven obligados a no profundizarla por faLta de apoyo moral y económico ofi,eial. Este es el reto que nos afronta por la conservación de esos valores hispánicos que, de no tomarse las medidas oportunas desde ahora, mucho me temo que nos veamos absorvidos, de aq uí a una década, tanto económica como culturalmente, por la francofonía del entorno geográf.ico.
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.Dos obras inéditas del Padre Las Casas: «Los tesoros del Perú» y «La apología contra Sepúlveda»
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L hablar de Fray Bartolomé de las Casas en Sevilla, quiero. que mis primeras palabras sean de homenaje al que fue eminente Profesor y Rector de la Universidad Hispalense, Manuel Giménez Fernández, ma1e stro de Jascasistas, que hasta su muerte tanto se desveló porque la verdad histórica sobre la f,i gura y obra del Defensor de .Jos Indios fuese finalmente aceptada. Tras una continua y ejemplar labor de investigación que llenó gran parte de su vid.a, Giménez Fernández IDO duda en afirmar, como conolusión, que el Padre Las Casas «no sólo es el jurista que con más Jimpio corazón enfocó en su tiempo los correspondientes -problemas planteados en Indias, · tanto canónicos como cj-
viles, sino el historiador más digno de fe (1) . <dnfluencia de las culturas y literaturas españolas en América» es el primer gran tema a desarrolla·r en este congreso en el que se enmarca mi ponencia. Si hay un personaje histórico cuya obra en su conjunto y muy especialmente su actividad Jjteraria tuvo un decisivo influjo en 10 que fue la América de Ja colonización, como después la América de la (1) «Bartolomé de las Casas: I El plan Cisneros-Las Casas para la Reformación de las Indias», CSle, Madrid, 1984 (R~impresión) , págs. XI-XII. (Sobre la vida y obra de Las Casas en general; véase: A. Losada, «Fray Bartolomé de las Casas a la luz de la moderna crítica histórica», Tecnos, Madrid, 1970.)
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independencia, hasta nuestros días, bien Sin duda, esta doble imagen es debida podemos decir que fue nuestro Bartolo- ,a una incomprensión tanto de la época mé de -las Casas. Buena prueba ·La tene- como del personaje. Frecuentemente se mos, como se verá, en el ·infJujo ejercido olvida que, en su tiempo, Las Casas no por sus dos obras fundamentales, escri- constituyó una excepción ni fue el único tas en latín: «Apología contra Sepúlveda» campeón en pro del reconocimiento de y «Los Tesoros del Perú», que hemos sa- los derechos del indio. Antes que él, la cado del fondo de los archivos en que primera en considerar al indio con idényacían maJlluscritas, hemos traducido al ticos derechos a sus súbditos de la Pecastellano y hemos dado a la imprenta: nínsula, fue, a raíz del Descubrimiento una «Apología») en la Editora Naciona'l de América. Ja propia Reina Católica, (Madrid, 1975); otra (<<Los Tesoros del Isabel de Castilla, la cual' dejará este Perú») en el Consejo Superior de Inves- principio bien sentado en su Testamento tigaciones Científicas (Madrid, 1958). (Las Casas lo recordará en su «ApoloAgotadas estas dos ediciones, ambas gía»). El gran méri.to de Las Casas fIJe están de nuevo en prensa, bajo nuestros constituirse en el «abanderado» de 10 que cuidados, en su versión «corregidas y yo llamaría «escalada ideológica» del aumentada», en el gran Proyecto lanzado Humanismo renacentista español hacia precisamen te aquí en Sevilla: «Edición la «conquista de los derechos del homcrítica de las obras completas de Fray bre». Sin ser figura aislada, debe reconoBartolomé de las Casas, Quinto Oente- cérsele un puesto de vanguardia entre los nario del Descubrimiento. de Amér:ica», insignes miembros de aquella Escuela Dobajo la sabia dirección del eminente ame- minicana de Teólogos y Juristas de Salaricanista Doctor Paulino Castañeda. manca que, con Francisco de Vitoria a la A lo largo de mi exposición trataré de cabeza, estabJ.ece, ya en el siglo XVI, las poner de relieve algunas de las novedades bases del moderno Derecho internacional, que estas dos obras nos han aportado los principios de los Derechos del hompara el conocimiento de la persona·1idad bre, tal' como hoy son ya comunmente y de la obra del Padre Las Casas. aceptados . 12 de octubre de 1492: Cristóbal CoSe olvida -o se -ignora- también que Jón llega con sus tres famosas carabelas ese glorioso título de «Protector y Defena una de las actuales Islas Bahamas. Es sor de los Indios», con el que Ja figura el comienzo de la vasta empresa española de Las Casas ha pasado aUfoeolada a la del descubrimiento, la conquista y la co- historia, correspondía a una institución lonización de ,lo que entonces se llamaba administrativa creada por la Corona esLas Indias y que pocos años después em- pañola. Al «Protector de los ]indios» se le pezaría a llamarse América. Diez años 'confería el mandato 'de velar por el, biemás tarde, en 1502, llegaba a las Indias nestar de éstos y por que fueran bien un joven clérigo sevillano que había de tratados por los colonos, conforme aJas hacerse famoso como «Defensor de los órdenes reales vigentes; ]a peculiar,i dad Indios»: Fray Bartolomé de las Casas. de su misión consistía en que el «ProPocas personas se nos presentan en la tector» era el encargado de .recibir toda Historia tan controvertidas como nuestro clase de quejas que e1 indio pudiera forFray Bartolomé. «Apóstol de los pueblos mularle sobre cualquier abuso por parte indígenas americanos», para unos; prin- de los coJonos, y lograr del poder público .cipal responsable de la «Leyenda Negra satisfacción para el querellante. (Se trata, antiespañola», para otros, vi,ene siendo, como puede verse, de un verdadero anyá- desde antes de su muerte, banderín ticipo de nuestro moderno «Defensor del de las más exacefbadasactit.udes, de las Pueblo» u «Ombudsman») . Los «memo'que, por lo general, está ajena la sereni- 'riales» denunciator-Íos de Las Casas con~ dad n-~ce,saria a todo ju:ició, hist(>rico im- tra Jos abusos de la colonización, entre parcial. ellos su famosa «Destrucción de Indias»:
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serán, pues, consecuencia lógica del fiel cumplimiento de una misión encomendada por la propia Corona, la de «Protector de Jos Indios», instituoión única en la historia de todo proceso de colonización y que, no conoce similar en los sistemas colonizadores de la historia moderna y hasta contemporánea. En los ochenta y dos años de Ja larga y fecunda vida de Fray Bartolomé de las Casas, podemos distirnguir las siguientes etapas: l.
Nacimiento y formación (1484-1502).
Aunque no nos consta la fecha exaota de su nacimiento, se admite que nació en Sevilla en 1484. Fue su padre el mercader Pedro de las Casas, íntimamente Jjgado a Cristóbal Colón, a quien acompañó en su segundo viaje al Nuevo Mundo, circunstancia esta que, sin duda, fue el origen de la vocación i ndiana de su hijo. A esa amistad de la fami,lia Las Casas con CristóbaL Colón debe la Historia de la Humanidad uno de los documentos escritos más gloriosos: el «Diario del Primer Viaje de Colón al Nuevo Mundo», salvado para la posteridad por Bartolomé de las Casas quien nos lo legó transcrito de su puño y letra. En Sevilla estudió Bartolomé primeras letras y humanidades y obtuvo el título de «Bachiller en Artes». Esta formación, más bien corriente, sin paso por la universidad , le abrió la puerta para recibir la «tonsura» y ordenarse de «menores», esto es, para hacerse «olérigo», lo que le permitió aspirar a uno de los puestos de «doctrineros» o «auxiliares» de Jos predicadores en las Indias recién descubiertas, plaza que obtuvo. Se nos presenta, pues, Las Casas en esta primera etapa de su vida, como un español medio, nada sobresaliente ni por famüia Illi por educación, bien dispuesto, por lo mismo, como tantos otros contemporáneos, para la aventura del viaje hacia el Nuevo Mundo.
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2. Sacerdote y colono en Centroamérica. Primera conversión (1502-1522). En enero de 1502, embarca Las Casas para Indias en la expedición de Nicolás de Ovando, enviado éste allá por la Corona para poner orden e n la gobernación de la colonia, devolver al indio su libertad como persona humana y liberarlo die las exacciones, injustioias y hasta serbidumbre en que, por la impericia de los Colón, había caído. Esta misión disci¡plinaria de ,l a expedición de que Las Casas forma parte explica bien el rumbo que tomará su vocación: con alma y vida se enfrentará ya hasta su muerte con el problema humano del indio. Desembarca Las Casas en Santo Domingo (Isla Española, = República Dominicana y Haití de nuestros días) el 15 de abril de 1502 y su conducta, al prinoipio, poco o nada se diferencia de 1a de cualquiera de los otros colonos emigrados: a la vlez que ejerce su labor de «doc trinero», explota, sirviéndose de la mano de obra indígena, la heredad que su padre le dejara, interviene en las guerras que Ovando mueV'e contra los indios sublevados y, como un «encomendero» más, se aprovecha del trabajo del indio, conducta de Il a que se arrepentirá después amargamente. En 1510, desembarca en la Isla Española una expedición de cuatro dominicos españoles misioneros, procedentes del Convento de San Esteban de Salamanca, centro de la oitada Escuela de Teólogos y Juristas fundadores del moderno Derecho Internacional. Dirigía la expedición Fray Pedro de Córdoba y pronto se destacó entre «los cuatro» el Padre Antonio Montesinos. Nada más natural que el jOVlen «doctrinero» Las Casas se uniese pronto a la familia de los cuatro domin'icos evangelizadores. La triste realidad de que los colonos propendiesen a confundir la libertad y la esc1a v.üud de los indios a su servicio desencadenó la inmediata reacoión de Jos padres dominicos a favor del indígena
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oprimido. Su portavoz fue el fogoso Antonio Montesinos quien, el 30 de noviembre de 1511, en un sermón pronunciado en Santo Domingo ante el propio Almirante Diego Colón, hijo del Descubridor, y un grupo de oficiales de la Corte española, lanzó la primera protesta pública deliberada y de importancia contra el trato dado corrientemente a los indios por los colonos. Este grito a favor de la libertad y de los derechos del hombre en el Nuevo Mundo, aplicable a todo hombre y pueblo no cristiano, bien podemos decir que señaló un vi.ra je en la historia de América y de la Humanidad. La idea central del Sermón de Montesinos (cuyo texto debemos a la pluma de Las Casas en su «Historia de las Indias»),es que todos Jos colonos vivían y morían en pecado mortal, por la esclavitud y trabajos que imponían a los mdios, por las injustas guerras que les hacían y por el incumplimiento de su deber de .evangelización pacífica; en una palabra, por no ;tratar al indio como hombre con los mismos derechos que cualquier otro súbdito de la Corona. Las palabras de Montesinos molestaron seriamente a los colonos y autoridades españolas de la Isla y -en un primer momento- no fueron muy bien acogidas en la Metrópoli por la Corte, por 10 que el fraile dominico se vio obligado a regresar a España. Ahora bien, esas palabras desencadenaron una campaña en favor de los indios americanos, llamada a repercutir tanto en la esfera de las ideas como en la más concreta de las instituciones de Gobierno. De aque1 ambiente antillano, como muy acertadamente ha señalado Silvio Zavala, «surgió la figura de Las Casas, incansable procurador en corte por la causa de 10s indios». Encontramos poco después a Las Casas, ya ordenado de sacerdote, enrolado en las campañas de pacif.icación de la Isla de Cuba, en las que interviene como «capellán militar» de las huestes mandadas por e1 Gobernador Diego Velázquez. Aquí es donde Las Casas recibió el golpe de gracia decisivo para 10 que se ha llamado su «pr,imera conversión».
Como premio a su actuación, Velázquez concedió a Las Casas una granja agrícola, provista de un rico «repartimiento» o «encomienda» de indios, granja que explotaba en unión con su amigo el piadoso Pedro Renúería. Ahora bien, los escrúpulos que, a raíz del sermón de Montesinos, !iban germinando en el' alma de Bartolomé; Jas inútiles crueldades de la campaña de pacificación; el hecho de que, siendo ya sacerdote Las Casas, otro colega le negase en cOnlesión la absolución, por ser «encomendero»; sus continuas conversaciones con Renúería, su íntimo amigo y colega en la «,encomienda de los indios», contra la que éste sentía tantos o más escrúpulos que Las Casas, y la llegada a Cuba de los cuatro fra'iJes dominicos del equipo de Fray Pedro de Córdoba y enviados por éste desde Santo Domingo, a ,los que, inmediata y naturalmente, se unió Las Casas en sus campañas a favor del indio oprimido; todo ello tuvo como natural consecuencia 10 que ha venido llamándose «primera conversión» de Las Casas: éste, con Rentería, decidió dar plena libertad a los indios, abandonar sus explotaciones agrícolas, realizadas con el trabajo de éstos bajo el régimen de «encomienda», y dedicar toda su vida a la defensa det tindígena oprirntido. Así decidió trasladarse a España para convencer a la Corte de la urgente necesidad de suprimir en Indias olos abusos de la «encomienda» y condenar las guerras de conquista. Regresa Las Casas en 1515 a España y, frustrado su intento de entrevistarse con el Rey Fernando el Católico, ya moribundo, se propone ganar para su causa al nuevo Rey Carlos I (que sería después también Carlos V Emperador de Alemania). Para ello, se entrevista con el Regente del Reino, Adr-iano de Vtrecht, a quien dirige un memorandum sobre la desgraciada situación en que se encuentran los indios. Adriano comunica el memorandum a su Corregente del Reino, el Cardenal de España y Arzobispo de Toledo, Francisco X1ménez de Cisneros, quien presta inmediatamente oídos a Las Casas y le hace su «consejero» en
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asuntos india,nos. Es entonces cuando Las Casas es nombrado «Procurador y Protector Universal de los Indios», con un sueldo anual de 100 pesos de oro. Fiel cumplidor de su nueva misión, Las Casas presenta a Cisneros una serie de «memoriales de agravios, remedios y denuncias», en todos los cuales destaca la idea maestra de un «PJan de reformación de las Indias», esto es, una profunda revisión de .la política de colonización indiana. Cisneros confía esta misión a un grupo de tres fraiLes de la Orden Jerónima que 'envía a Ind'ias acompañados de Las Casas como consejero. Ahora bien, desde el primer momento surge una seria oposición entre la política liberal a favor de las «comunidades indias» preconizada por Las Casas y los principios tradicionales y paternalistas de la colonización preconizada por .los frailes jerónimos. La oposición terminó pronto en ruptura abierta y en ] 517 Las Casas decid ió regresar a España con la 'intención de exponer sus quejas al Regente Cardenal Cisneros. Pero la muerte de éste (el 8 de noviembre del mismo año) se lo impide y a Las Casas ya no le queda otro recurso que entenderse directamente con el nuevo Rey de España, Carlos 1, que acaba de desembarcar en la Pen ínsula. Las Casas gana pronto para su causa la simpatía y el apoyo de .los cons~jeros flamencos que rodean al joven Rey, de qui,enes, como anteriormente lo fuera de Cisneros, sigue siendo el «cons'ejero en asuntos indianos»; detalle éste que no debe perderse de vista: Las Casas, el denunciador público y hasta virulento de los abusos de la colonización, es siempre hasta su muerte, por lo general, bien visto de la Corona que le utiliza ofcialmente como su consejero en esta clase de asuntos. Las Casas presenta al jov'en Rey un nuevo «proyecto reformador» de las Indias. Consiste éste en una nueva política de «colonización agrícola» del Nuevo Mundo que se llevaría a cabo por expertos labradores reclutados en Castilla para enseñar al indígena las técnicas de explotación agrícola europea (un autén-
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tico anticipo de los proyectos de cooperación técnica de nuestros días). El nuevo plan .Jascasiano proponía entre otras cosas el I1econocimiento de la libertad del indio, en pie de igualdad con los españoles de la Península y el fomento de los matrimonios mixtos entre españoles colonos e indígenas, ajena por completo .la más ligera sombra de racismo. La realidad histórica confirma lo bien fundado del proyecto de Las Casas: si algo caracteriza a la colonización española en América es la «unión de razas» con su producto natural' el «mestizaje». En 1520 obtilene Las Casas del Rey Carlos una capitulación por .la que se le concede una franja de costa en Venezuela en la región de Cumaná, donde poner en práctica su experiencia de colonización pacífica agrícola, con labradores por él reclutados en Castilla. Allá llega Las Casas en 1521 dispuesto a poner en marcha su plan . Desgraciadamente el proyecto terminó len desastre, debido en gran parte a la deserción de muchos labradores, mal preparados para la aventura y poco dispuestos para adaptarse a nuevos climas.
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Ingresó en la Orden Dominicana. Segunda conversión. (1522-1546).
Tras el fracaso del experimento de colonización agrícola de Cumaná, vivamente apenado, regresa Las Casas a Santo Domingo (1522) . Allí decide cambiar el rumbo de su vida e ingresa en la Orden Dominicana, en el Monasterio de Puerto Plata de la Isla Española, para entregarse por entero a .la causa del indio. Profesó a fines de 1523, acontecimiento éste conocido en su biografía como su «segunda conversión». De 1524 a 1530, en el retiro de su vida conventuaL, se entrega de lleno a la meditación y al estudio; perfecciona así a fondo su preparación humanística y juridicoteológica y concibe y comienza a preparar ya los originales de su magna obra literaria. Allí surge el gran escritor «engagé» y polifacético (historiador, oteó-
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logo, JUrista, antropólogo, polemista ...), que después pasará a la historia de las letras. Con este nuevo y rico bagaje cultural y el apoyo de sus hermanos en religión, Fray Bartolomé se lanza de nuevo a la lucha. Muy acertadamente siente que el camino para su empresa no lo constituyen precisamente los senderos del misionero ambulante entre los paganos indígenas, sino la vía que le facilite el acceso a la Corte y al propio Papa, para abogar ante ellos por la causa del indio y hacerlos adoptar sus principios de evangelización y colonización pacíficas. Tales principios, tal como son desarrollados especialmente en sus obras «Apología» y «Los Tesoros del Perú», pu~de n resumirse así: - El indio es tan hombre y tan libre como cualquier otro ser humano. El propio Papa Paulo 111 se hará pronto eco de la doctrina lascasiana y promulgará en 1537 la Bula «Sublimis Deus», uno de los documentos más importantes en pro del I';:conocimiento de los derechos del hombre en general, y del hombre marg inado, en particular; en nuestro caso concreto, del indio; bula de la que no estuvo ajena la mano de Las Casas y que, por desgracia, más bien ha sido relegada al olvido por los historiadores. En su «Apología» Las Casas hace un profundo estudio de esta Bula, de indudable valo r, por lo 1,nédito. Pero Fray Bartolomé llegó a más; llegó hasta a reconocer que, en muchos aspectos, el indio era de mejores condiciones naturales que el colono europeo, a quien consideraba depravado por la moderna civilización. Hien podernos decir que, antes que .los filósofos del siglo XVIII, Las Casas construye el mito rousseauniano del «buen salvaje». - Toda guerra of,ensiva de conquista, aunque se proponga facilitar la evangelización, es totalmente condenable. Antes de la llegada de los españoles, el indio pertenecía a una nación tan libre y soberana como lo era España. La guerra no se justificaba, pues, ni para hacerl,e ~ambiar de religión ni para hacerle acep-
tar una nueva soberanía, ni mucho menos una pretendida superior cultura. Las Casas - entiéndase bien- no es antibelicista a ultranza. La guerra, según él, puede justificarse en último extremo en caso grave de legítima defensa. Pero, aún en este caso, una tal guerra, aunque Sea justa, deberá estar sometida a una serie de I'imitaciones. Las Casas propone detalladamente los principios de toda una legislación, a este respecto, que son un auténtico anticipo de las modernas Cony.enciono~s de Ginebra de la Cruz Roja . He aquí resumida su doctri,na, tal como aparece en su «Apología»: «En toda contienda, aunque en principio sea justa, debe liberarse de las consecuencias de la guer·ra a ·las personas inocentes» . Y establece una muy amplia ga ma de lo que él entiende por «personas inocentes»: las mujeres y .n-iños; los saoerdotes, rel igiosos y demás personas dedicadas al culto divino; los agricultores, obreros y mercaderes; todos los extranjeros en general. «Los soldados - añade- deben abstenerse de hacer violencia a aquellas personas que ll evan por delante la marca de «inocentes»; lo cual deben amonestar exac ta y severamente los jefes del ejército a sus soldados si ,no quieren aquéllos incurrir en ,el mismo delito y pecado». Al reconocer, pues, Las Casas que el jefe es reo de los delitos cometidos por sus subordinados, en un maravilloso anticipo, plantea de manera clara y contundente la cuestión actual de los «crímenes y criminales de guerra». Se nos presenta, pues, Las Casas como decidido adversario de la «g uerra total», tal co mo hoy se entiende y desgraciadamente se prac tica; con .10 que, por otra parte, no hace más que situarse dentro de la doctrina tradicional de la Iglesia, tal como la entendieron e interpretaron siempre los Santos Padres, ·]os Canonistas del Medievo y los Humanistas, Fi1ósofos y Juristas cristianos del Renacimiento. Lo que él hace 'es presentar de mrunera viva y sistemática, aplicándolo al caso concreto de los jndios americanos, todo este cuerpo de doctrina.
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(No es un secreto para nadie que esta actitud ante la guerra, con el correr de los tiempos, se ha degradado de manera taL que hoy está en peligro hasta ,l a exis'tencia misma de la Humanidad. ¡Interesante y grave tema de 'reflexión que aquí nos brinda Las Casas!) . - Unico título válido de jurisdicción de los Reyes de España sobre Imdias: la conquista y evangelización ¡pacíficas. He aquí otra de las ideas maestras de la doctrina lascasiana: el único título que podría justificar ·l a soberanía de los príncipes cristianos sobre Indias sería la aceptación voluntaria por parte de los reyes y pueblos indígenas, tanto del cristianismo como de Ja jurisdicción española. Y, a ún en este supuesto, el dominio español revestiría solamente la forma de «protectorado», conservando Jos reyes y caciques indígenas su propia jurisdicción. En efecto, Las Casas deja bien sentado en su «Apología» que todo poder procede del pueblo y que, por encima del poder del Rey -que éste obtuvo mediante un contrato de cesión que el pueblo hizo con él- está el poder de elección de la «communitas». Luego los príncipes indios no tienen poder para enajenar soberanía que sólo les pertenece por delegación del pueblo. (Nuevo anticipo lascasiano de otra doctrina rousseauniana : el «contrato social»). Al poner en práctica su doctrina, esta vez el éxito acompañó a los proyectos del frail,e dominico: pide y obtiene de la Corte una capitulación para efectuar la conquista y cristianizació n pacífica de una zona en Guatemala, la región de Verapaz, previo el pleno consentimiento de los príncipes indios. El logro de este proyecto .le hará gloriarse en sus escritos, especialmente en «Los Tesoros» de haber contribuido a que existiese al menos una región en Indias (ésta de Verapaz), en la que los Reyes de España ejercíarn su jurisdjcción con pleno derecho. - Supresión de la encomienda. Uno de los caballos de batalla de la acción de Las Casas en favor de ,los indios americanos fue la supresión de <<.la encomienda», base del sistema colonial
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español, que, a su juicio, encubría la peor de las servidumbres. Gracias a su infatigable ,l abor, el fraile dominico logró su objetivo en 1542, con la promulgación por la Corona Española de las llamadas «Leyes Nuevas» que, con razón se ha dicho, representaron un cambio tan revolucionario en la administración del Imperio español de Ultramar como en astronomía Jas doctrinas del polaco Nicolás Copéruico, contemporáneo de Las Casas. Con la supresión de la «encomienda», las Leyes Nuevas, a cuyo establecimiento tanto contribuyó Las Casas, otorgan la libertad completa al indio y fijan todo un ordenami,e nto jurídico a favor de éste, como «trabajador», en el que con razón el Profesor Carmelo Viñas (en su obra <illl Derecho obrero en ,l a colonización española», Buenos Aires, 1924), descubre las bases del «derecho laboral moderno»: «En estas disposiciones socialoes -<lice Viñas- se hallan realizados los más importantes principios y aspiraciones del derecho obrero moderno, que hacen de la legis1ación de Indias un verdadero Código de trabajo ... Los factoroes integrantes de todo derecho obrero: Ja fijación de la jornada, la regulación del salario, la reglamentación de Jas condiciones de trabajo, la determinación de los derechos y obligaciones de trabajadores y patrones y el ejercicio de una política obrera, que asegure el cumplimiento de todo Jo anterior, hállase 'en la legislación de trabajo contenida en la Recopilac ión de Indias» (2). Con la promulgación de las Leyes Nuevas, el prestigio de Las Casas, tanto ante la Corte como sobr,e todo entre la población indígena, llega a su apogeo. Colofón natural será su promoción al Obispado, promoción por él aceptada no por vanagloria sino para ver así reforzada su autoridad en la causa en pro del indio por la que con alma y vida luchaba. Consagrado Obispo en Sevilla en 1544, se le asigna la por él deseada Diócesis de Chia(2)
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pas (México), donde es recibido triunfalmente. Allí, incansable desde el primer momento, pone inmediatamente en práctica todo un programa de acción, de acuerdo co.n su filosofía colonizadora: continuación de la evangelización y conquista pacífica de Ja región de Verapaz y puesta en vigor de las Leyes Nuevas, lo que significaba pura y simplemente devolver la libertad total a·l indio. y ~a supresión del sistema de la «encomienda». La resistencia de los colonos, aferrados al orden reinante, no se hizo esperar. Co.ntra ellos blande Las Casas el arma terrible de la «negación del sacramento de ~a co.nfesión» a todo co.lono. que, desobedeciendo a la aey, siguiese teniendo indios a su servicio. Es más, llegó incluso a reglamentar esta medida en un manual de preceptos que tituló «Confesionario» que él mismo se encargó de divulgar profusamente en Indias y en España en forma manuscrita. La divulgación del «Confesionario» atiza aún más la oposición de los colonos y un cierto sector de clérigos que ~ogran de la Corte en 1545 se suspenda la aplicación de a'lgunas de las Leyes Nuevas, lo que significaba un serio revés para la causa por el Obispo, de Chiapas defendida. Pero él no la siente en modo alguno perdida; vuelve a percatarse de que su puesto está en la Corte, y así en 1546 decide abandonar definitivamente el Nuevo Mundo para dar en la Península la decisiva batalla. 4.
Su campaña en la Península en pro del reconocimiento de los derechos humanos del indio. La «Junta de Valladolid» (1546-1559).
Ya en España, Las Casas, a pesar de las protestas de conquistadores y colonos, logra hasta proponer aL Consejo de Indias que se revoquen todas las autorizaciones para emprender conquistas y que no se concedan otras en el futuro. Aunque parezca extraño, el Consejo aceptó su propuesta; lo que en la práctica suponía pura y simplemente que «la guerra de conquis-
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ta quedaba oficialmente interrumpida». Como acertadamente ha señalado el conocido historiador norteamericano L. Hanke, se trata de un caso único en la Historia de la Humanidad: eLEmperador más poderoso del mundo, CarIas V, cede ante ,los argumentos de índole moral que Las Casas le propone y hace callar a sus armas en Indias. La interrupción de las campañas, unida a la divulgación del «Confesionario», fue la gota de agua que colmó la ira de los colonos contra nuestro Obispo. Estos buscaron un defensor para su causa ante la Corte y, por intermedio, entre otros, de Hernán Cortés, el conquistador de México, lo encontraron en la persona del Cronista y Confesor de Carlos V, el humanista cordobés Juan Gilllés de Sepúlveda. Este denunció ante el Emperador la divulgación del «Confesionario» como atentatorio a los derechos de España en Indias y escribió en latín eL tratado «Demócrates Segundo o de las justas causas de Ja guerra contra los indios» (3) en el que defiende el régimen de «encomienda», überada de todo abuso, y justifica el uso de 1as armas contra los indios que opusieran resistencia a la predicación del Evangelio. Su argumentación fundamentak la grave obligación moral de defender a Jos indios inocentes contra los nefandos ritos religiosos de sacrificio de víctimas humanas y antropofagia. Lo verdaderamente sorprendente es que ·l a España de entonces, haciendo uso de una .Jibertad de expresión que aún en nuestros días causa admiración, quedase dividida en dos bandos antagónicos, partidarios respectivamente de la política colonizadora preconizada por Sepúlveda y por Las Casas. La propia Universidad interviene de manera decisiva en la contienda; aquella Universidad renacentista a la que se confiaba la mediación en asuntos de alta política nacional e internacional y ante cuyas decisiones la CaO) Edición crítica y traducción de A. Losada, CSIC, Madrid, 1951. (Reimpresión, Madrid, 1984).
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rana se doblegaba. (Con razón se ha dicho que, mutatis mutandis, la Universidad desempeñaba entonces papel similar al de la ONU de nuestros días, y a veces incluso con más poder de decisión.) Las Casas logra que el «Demócrates Segundo» sea sometido al juicio de Jas Universidades de Alcalá y Salamanca, para evitar su publicación. Estas Universidades dan la razón al Obispo de Chiapas y no autorizan la publicación del libro del Cronista y Confesor oficial de Carlos V, que era precisamente una apología de la politica real de colonización. Cuando el Consejo de Indias recomendó a·l Emperador la conveniencia de interrumpir en Indias las guerras de conquista, le sugirió que convocase «una Junta de teólogos y juristas, para discutir cómo podían ser conducidas las conquistas justamente y con seguridad de conciencia». El Emperador juzgó, pues, llegado el momento de convocar tal Junta en -la que ambas partes conte ndientes, Sepúlveda y Las Casas, midiesen sus armas ante un tribunal imparcial de teólogos y juristas procedentes, en su mayoría, de la Universidad. Ello significaba ni más ni menos que poner a discusión la justicia de una guerra en la que el propio Emperador estaba empeñado en América. ¡Y entre ambas partes la Corona adopta una actitud de estricta neutrafidad! La Junta tuvo lugar en Valladolid a lo -largo de los años 1550-1551. Cont{a Ja argumentación de Sepúlveda, Las Casas presenta y l,ee ante la Junta un voluminoso tratado: ,l a «Apología», texto en Jatín que ha permanecido inédito hasta nuestros días y que hemos dado a la imprenta acompañado de nuestra traducción castellana (Editora Nacional, Madrid, 1975). Uno de los temas centrales de discusión fue: el sacrificio de víctimas humanas y
la antropofagia causa, según Sepú,lveda, de guerra justa contra los indios. <<Ni la antropofagia, ni el sacrificio de víctimas humanas -arguye Las Casas en su «ApoJogía»- son delitos que justifiquen en modo alguno la guerra contra
los indios; en primer lugar, porque es muy reducido el número de casos, y, en segundo lugar, porque constituyen parte esencial de Jos ritos de la religión india ... El cambio de religión, aunque se trate de convertirse a la religión verdadera, es algo que no debe tomarse a la ligera ni imponerse por la fuerza, pues no hay negocio más arduo ni importante para el hombre que abandonar su primitiva religión, aunque ésta tenga entre sus ritos el sacrificio de víctimas humanas ... ». Se pronuncia, pues, claramente Las Casas en su «Apología» por una fórmula de pacífica convivencia, en materia político-religiosa entre todos los pueblos, con absoluto respeto de la diversidad de religiones, razas y culturas, siendo así precursor de la moderna aceptación del llamado «pLuralismo político y religioso». Es cierto que, para el Obispo de Chiapas, la única «religión verdadera» es el catolicismo; no obstante, mantiene el principio de que, antes de hacer la guerra a un pueblo para convertirlo a la verdadera religión, debe respetarse ,l a aneestra·1 r,eligión pagana que d'icho pueblo profesa, y más va'l drá a éste mantenerse en ella que obligarlo a converti·rse por la fuerza. Aquí radica la diferencia esencial entre la posición de Las Casas por una parte, y la de J. G. de Sepúlveda y Francisco de Vitoria, por otra. Para estos dos últimos, el sacrificio de víctimas inocentes justificaba la intervención armada de España a fin de liberar a Jos indios de una muerte injusta; para el Obispo de Chiapas, ta'l intervención armada constituía una infracción a la Ley natural , mucho más grave que pudiera serlo el sacrificio de víctimas inocentes; una tal guerra, pues, carecía de justificación. (No cabe duda de que, trasplantada a nuestros días, la posición de Las Casas no sólo resulta más atrayente y ejemplar, sino que es la recta; abara bien ¡cuán lejos estamos aún hoy día de que sea aceptada efectiva y unánimemente en la práctica!) La «Junta de Valladolid» terminó en un empate y ninguna decisión firme sa-
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lió de ella; no obstante ya sólo el hecho de poner un tema tal en discusión y el «dossier» de las posiciones contrapuestas ejerció decisivo influjo en la modelación del moderno Derecho Internaciona>l.
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Contribución a la humanización del régimen colonial del Perú (redacción del (<De Thesauris» «Los Tesoros del Perú») (1959-1966).
Desde 1559 hasta su muerte, Las Casas se preocupa de manera especial, desde la Península, de la humanlzación del régimen co1onia'l del Perú, más tardiamente implantado que el de América Central y ensangrentado durante tanto tiempo con guerras civiles. Así, en 1561, apoya decididamente la lucha Uevada sobre el -terreno por el Obispo de Charcas, Provincial de los Dominicos del Perú, Fray Domingo de Santo Tomás contra las pretensiones de Jos colonos en favor de la «perpetuidad de la encomienda». Otro tema que interesó a Las Casas fue el de la «.Jegitimidad de la posesión por los colonos de los bienes procedentes del rescate de Atahua'lpa y de ~os tesoros de Jos sepulcros de los Incas». En respuesta a una consulta que le hicieron los misioneros del Perú sobre este delicado asunto de conciencia, escribió dos obras fundamentales: una, en castellano, «Las Doce Dudas o Doce Cuestiones Peruanas» (que no vio la luz hasta que en 1822 la publicó en París José Antonio Lloren te); otra, en latín, «De Thesauris in Peru», inédita hasta nuestros días, cuyo manúscrito, original de Las Casas, descubrimos y publicamos con nuestra traducción castellana bajo el título «Los Tesoros del Perú» (Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Madrid, 1958). En el «De Thoesauris» se nos presenta Las Casas como uno de Jos primeros y más acérrimos defensores de la conservación del patrimonio artístico de todo pueblo; de lo que hoy diríamos su «identidad cultural»; los tesoros artísticos y arqueológicos son propiedad inalienable del pueblo; el príncipe, en el caso concreto, el príncipe ~ndio, no tiene poder alguno
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para enajenarlos; ¡cuánto menos podrán ser arrebatados por los colonos! Del concepto de «tesoro artístico» pasa Las Casas, de manera na,tural, al de (<tesoro humano»: ¡El mayor tesoro de América son los indios que hay que defender! Este tratado, «Los Tesoros del Perú», la obra a nuestro juicio ideológicamente más equilibrada y literariamente más lograda de Las Casas, cobra en nuestros días en que el tema «conservación y lievalorización del' patrimonio cultural» está tan de moda, evidente actualidad (4). La importancia que el propio Las Casas dio a este libro nos Jo prueba el hecho de haber-lo presentado personalmente el Rey Felipe JI (son sus pa'labras) «como su último testamento». Con él pone fin a su actividad literaria. 6. Las Casas escritor. Las Casas escritor es el caso típico de la pluma al servicio del hombre de acción. Rara v'ez escribe por placer de escribir; escribe en cumplimiento de su misión de defensa del indio y para conseguir de la Corte ayuda para sus empresas y puesta en prác tica de sus métodos de pacífica colonización. De ahí los rasgos típicos de su esti.lo. Este es ante todo de tipo panfletario. Las Casas, poco después de descubrirse la imprenta, se percata de su tremendo valor e influencia y, mucho antes que Voltaire, de la fuerza del pequeño opúsculo sensacional para introducirse entre las masas. Bien puede, pues, ser contado entre los precursores del periodismo moderno. Se le han achacado en justicia sus exageraciones y reiteraciones. Pero con ello no hizo otra cosa que adelantarse a las modernas -técnicas de propaganda, convencido de que repitiendo machacona(4) Véase a este respecto el Programa de la UNESCO para 1975-1976 : «Problema que plantea el robo, el vandalismo y el saqueo ilícito de obras de arte ... ». En el apartado «Ayuda a los Estados Miembros para la conservación y revalorización del patrimonio cultural y natural», figura una partida especial dedicada a Perú: «Restauración de monumentos históricos en la zona Cuzco-Machu Pichu».
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mente la misma idea y exagerándola, sería más fácilmente del dominio público. Repetir y exagerar: he aquí uno de Jos rasgos estilísticos de Las Casas. Se ha dicho también que falsear: se le ha acusado de citar falsamente los autores que como autoridades; de multiplicar las cifras reales de las víctimas de la destrucción». Tenemos la declaración expresa de Ginés de Sepúlveda que acusa a su contricante Las Casas, con pruebas, de haber procedido asÍ. Al f.in y al cabo ello entraba en el juego de la época de acérrimas polémicas en que no se perdonaba nada ni a nadie con tal de que saliera a flote una teoría. Lo que no deja de llamar la atención es la libertad de expresión con 1a que Las Casas amonesta, sin miedo a represalias, severamente hasta a sus propios Reyes, de desviaciones en la conducta de su política de colonización americana; y ese juego :limpio por el que se aceptaban entre contrincantes, como Sepúlveda y Las Casas, los más duros insu1tos impresos sin que los presuntos injuriados se creyesen obligados, como en nuestros días (de tan pretendida Jiber,tad) a acudir inmediatamente a ,los tribunales con procesos de difamación. Otra característica de Las Casas escritor es su prurito de ir siempre a las fuentes de naturaleza y de la historia que hace de él uno de los primeros historiadores de la empresa americana, que, entre otras cosas, salva para la posteridad el Diario del Primer Viaje de Colón, pieza fundamental de Ja Historia Universal y escribe ese portentoso tratado de antropología y etnología que es su «Apologética Historia», de corte tan moderno que pareoería ser escrito en nuestros días. Sobre la forma externa de su estilo, diremos que, cuando escribe en castellano es a veces jugoso, pero por 10 general seco y macizo. El lector tiene la impresión de estar bajo una maza que domina y aplasta. . Su latín deja no poco que desear; es el más árido 'lenguaje de escolasticismo, ~on machacona insistencia en el silogismo, que imaginarse pueda. Como paIma-
riamente hemos demostrado en nuestras ediciones de la «Apología» y «Los Tesoros del Perú», a veoes hace gala de crasos errores contra la más elemental sintaxis latina y de un descuido y desenfado que no dejan de extrañar. En la edición de estas dos obras nos hemos tomado la molestia de corregir tales errorres. Se aprecia bien que como todo autor prolífico deja 'rienda suelta a su pluma que cone a saltos y trompicones y frecuentemente sufre graves caídas. El año 1552 señala un período notablemente activo de la vida de Las Casas, anciano ya de sesenta y ocho años. Al tiempo que andaba ata,readísimo en Sevilla prepa.rando el envío de un nutr:ido equipo de misioneros a Indias y seguía trabajando en la redacción de su vo~u minoso manuscrito de su «Historia de las Indias», decide ese año dar a la imprenta en Sevilla sus famosos «Nueve Tratados», las primeras publicaciones impresas, en't re ellas la celebérrima «Destrucción de Indias», a través de ~as cuaJes se dio a conocer al mundo. Todos menos uno «<Prinipia quaedam») aparecieron en romance vulgar; no en la más universal y docta lengua 1atina. Las restantes obras de Las Casas fueron dadas a la imprenta después de su muerte: T.- EN LATíN:
1. «Erudita et elegans explicatio quaestionis utrum Reges vel Principes iure aliquo vel titulo, et salva conscientia cives ac subditos a 'regia corona aliena,re et al1erius Domi,ni particularis ditioni subjicere possint», Francfort, 1571. 2. «De Unico Vocationis Modo» (Edición de Millares Cario, Atenógenes Santamaría). México, 1942. (Texto ,latino traducción castellana). 3. «De Thesauris», CSIC, Madrid, 1958. Texto latino y traducción castellana de A. Losada. (<<Los Tesoros del Perú») . 4. «Apología», Editora Nacional. Madrid, 1975. (Facsímil del manuscrito origina:llatino y traducción castellana de A. Losada).
DOS OBRAS INÉDITAS n.-EN CASTELLANO:
«Doce Dudas» (Edición Llorente) París, 1822. ' 2. «Historia de las Indias», Madrid 1875-1876. ' 3. «Apologética Historia», Madrid, 1909. Las obras editadas en vida de Las Casas, y muy especialmente la «Destrucción de Indias», corren como un reguero de pólvora por toda Europa y América y muy pronto, en 1579, aparece en Amberes la primera traducción francesa de la «Destrucci?n de Indias» hecha por J acques de Miggrode. En 1578 había aparecido ya la primera edición de la versión holandesa). Las ediciones en Jatín, francés hola~d~s, ing!é~ y alemán se agotan ;, multlpllcan raplda y sucevisamente. Pocos casos parecidos en la mstoria deL libro como éste. De ahí nuestra lógica deducci~n : No habrá ,inte1ectua'l europeo (Jo confiese o no) sobre todo si se interesa por temas americanos, que no haya leído la obra de Las Casas. Esta es especialmente uti'lizada, como argumento a su favor por 'los promotores de la independencia :iberoamericana (Servando Teresa de Mier, Bolívar, Viscardo, etc.). Teresa de Mier, concretamente, preparó c?n tal fin una edición especiaL de la Citada «Destrucción de Indias», y tuvo en ~us manos el manuscrito de Ja «Apologia contra Sepúlveda», como él mismo 'lo confiesa en su obra «Cartas de un Americano, 1811-1812», Londres, 1811 donde dice (5): . «¡Ah! verá la luz a'lgún día la doctísl.~a «Apología de los Indios» que escriblo su protector Casas y he visto de su letra en un gruesísimo volumen tomo de a folio, y entonces se conocerá el alto grado de civi,lización en que se hallaban». (Esta es precsiamente la obra inédita que nosotros, como ya señaláramos, hemos traducido y edi tado). El influjo de la doctrina de Las Casas en pro de 'los derechos humanos recogida en estos tratados impresos se deja sentir de manera muy especial sobre los hom1.
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bres de la ilustración francesa. Nos detendremos en dos de ellos: Volta,ire y Rousseau. VOLTAlRE
VoJtaire, es cierto, no comulga en todo con Las Casas, a quien cita en más de una ocasión, tildándole de un tanto exagerado cuando éste condena la crueldad de los colonos españoles en Indias. Lo que sí encuentra un eco favorable en Voltaire es la idea lascasiana de bondad natural del indio, idea que le incita a escribir una obra teatral que Voltaire considerará como una de sus principales producciones literarias, llamada a tener enorme resonancia: la tragedia de «AJzire ou les Américaines», estrenada en 1737. Tras mis investigaciones en la 'literatura gala~ ?-oy ya podemos asegurar que para escnb1fla Voltaire se inspiró en la «Destrucción de Indias»· de Las Casas. El protagonista de «A1zire» es Guzmán hombre sanguinario, apasionado y vio~ knto que personifica al conquistador, intolerante y contrario a todo espíritu evangélico. El . polo opuesto a Guzmán es el personaJe Alvarez, arquetipo del misionero ~sp~ñol b.on?adoso y defensor del pueblo mdlO opmmdo. Con razón podemos asegurar que en Alvarez VoHaire personificó al P. Las Casas. Escuchando los paraamentos de AJvarez yo siempre he tenido Ja impresión de escuchar al Defensor de los Ludios. Un claro ejemplo 10 tenemos cuando dioe: «Nous seuls en ces climats -nous sommes les barbares- L' Américain, farouche en sa simplicité -nous égale en courage- et nous passe en bonté». La prueba palmaria de ello ¡la encontré cuando -un tanto por azar- hojeando -la obra «Cours de Jitterature» de J. F . LAHARPE (París, año VII de 1a «République») me encontré con esta frase que por sí sola habla (6): «Es la historia -dice Laharpe- Ja que ha brindado al poeta el interesante carácrer de Alvarez: en efecto, AJvarez (6)
Tomo 9, págs. 370-371.
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no es sino el venerable Las Casas, tan valiente defensor de los americanos como inexorable acusador de sus compatriotas ... Muy sabiamente el autor ((Voltaire) ha colocado a este protector de la humanidad entre los mismos españoles, sus opresores, con el fin IilO sólo de lograr un bello contraste con Guzmán, sino también de realzar a ~os ojos del espectador la nación conquistadora que hubiese quedado demasiado envilecida y odiosa si no se hubiesen mostrado más que sus crueldades. Basta un solo hombre de esta especie para sostener el honor de todo un pueblo». Esto lo dice Laharpe que es como si lo dijera Voltaire, de quien Labarpe era como un «alter-ego». Sabido es que conviv'¡ó con él en Fernay, era uno de sus más íntimos amigos y le ayudaba en sus labores Merarias. No hubiera dicho esto Laharpe si no fuese el eco del propio Voltaire. ROUSSEAU
El éxito que Voltaire logró con su tragedia «Alzire» fue clamoroso. A este éxito sin duda se debió que pronto ·le saliera un imitador de talla: nada menos que J. J. Rousseau, quien en 1739 dio a la imprenta su segunda obra dramática: «Colon ou La Découverte de 1}' Amérique». Rousseau mostró por la «Alzire» de Voltaüe una profunda y duradera admiración. Al día siguiente de asistir a una representación de ella en Grenoble, escribe a su amiga y confidente Mme. de Warens que «se ha sent'ido conmovido hasta perder ,l a respiración». Más tarde el 18 de agosto de 1756, escribe a Voltaire una carta muy larga y admirativa (a pesar de lo poco o nada amistosas que eran sus relaciones) en la que le llama «el Autor de Alzir1e». Los editores de ia «Pléiade» de las obras de Rousseau señalan que las fuen tes que éste utiliza para su teoría del «buen salvaje» son principalmente españolas relativas a.J Nuevo Mundo (entre ellas muy especialmente ~a Crónica de López de GÓmara). Observan además que este tema del «buen salvaje», que
incitaba a Rousseau a i,nteresarse por el Nuevo Mundo, estaba de moda desde hacía üempo. Lo que está fuera de duda es que fue precisamente 1a «Alzire» de Voltaire la obra que actuó como acicate en el Ginebrino para la creación de su «Colon ou la Découverte de l'Amérique». A través de la «Alzire» llegará a Rousseau el soplo de inspiración que tuvo su origen en el P. Las Casas. ¿Acaso el eco de la voz del Defensor de Jos Ind'ios no nos llega a través de la «Découverte» cuando Rousseau pone en boca de Cristóbal Colon : «... en ce c1imat sauvage -on éprouve autant de courage- on y trouve plus de vertu» . (Versos éstos que en el fondo y en la forma son el eco de los antes citados de Voltaire: «Nous seuls en ces climats ... »). Es de resaltar el desenlace final de la «Découverte»: la amistad que Colón br~nda al Cacique de la Isla de Guanaban, a quien reconoce como soberano de su territorio, si bien Je ofrece el protectorado de la Reina Isabel: de te veux pour ami - sois sujet d'IsabelIe». Todo ello de acuerdo con la doctrina lascasiana (tal como aparece expuesta especia·lmente en la «Apología» y en <<Los Tesoros del Perú»), según la cual Jos Reyes de Indias deberían mantener su ~obera,nía bajo una especie de protectorado de los Reyes de España. Al final de la obra, el coro cantará las inmensas ventajas para todo el mundo del encuentro y alianza de los dos pueblos: el indio y el español: «Répandons dans tout l'univers Et nos trésors et l'abondance Unissons par notre alliance Deux mondes sépares par l'abyme des [mers». ¿Acaso no anuncian ya estos versos de Rousseau la idea del encuentro que tanto da que hablar hoy en el contexto del V Centenario? Lo que sí podemos afirmar es que tanto la· «Découverte» de Rousseau como la «.4lzire» de Voltaire, obras como vemos tan eminentemente americanas, han sido,
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poco O nada, ya no diré estudiadas, pero ni siq uiera tenidas en cuenta por nuestros americanistas. ¿El V Centenario no sería acaso excel>ente ocasión para un cam bio de actitud?
las vidas de sus varones insignes y casos notables de Nu eva España», obra de que es autor Fray Agustín Dávila Padilla. Entre las páginas 97-107 está la biografía del Padre Las Casas. Inmediatamente después está 1a biografía de Cristóbal de 7. Muerte y entierro (18-20 de julio Lugo (después, en el claustro, Cristóbal de 1566). de la Cruz), en la qu e se 'inspiró CervanEl jueves, 18 de julio de 1566 fallece tes, como él mismo lo reconoce, para esBartolomé de las Casas en el Convento cribir su drama «El Rufiá n dichoso». Redominicano de Nuestra Señora de Ato- sulta, pues, indudable que Cervantes tuvo cha, Extram uros de Madrid. Cuenta el continuamente a 'la vista la biografía de Cronista Fray Gabriel de Cepeda que «es- Las Casas ,incluida en el ·libro de Agustando Las Casas para partir de este mun- tín Dávila Padilla que ,le brindó la insdo, con la candela en ·la mano, pedía a piración y le sirvió de guia para la comtodos no cesasen de proteger a los lndios posición del citado drama. y, arrepentido de 100 haber hecho por Lo qu e sí podemos afirmar es que ellos ,lo neoesario, 'le ayudasen a com- Cervantes comulga plenamente de 1a doctrina lascasiana de defensa del propio tepensar esta falta». Desde el 18 al 20 de julio estuvo de rritorio contra el extranjero invasor. El cuerpo presente en el citado convento. pensador mejicano Gastón García Cantú Remesal dice que se celebró el funeral ha es-crito (9): « .. . siguiendo nuestro hilo con gran concurso de todo Madrid. Pién- directo de asociación de sombras amigas, sese que ésta era un pequeño pueblo en Fray Bartolomé habría inspirado desde comparación con la urbe de nuestros lejos a Cervantes en su Numancia, tragedías. Por Luis Astrana Marín (7) sabe- d ia popular y nacional, actua.] y viva mos que precisamente se encontraba en como los ideales de 'libertad e indepenesos días en Madrid un joven de dieci- dencia». En la más genuína concepción lascanueve años, llamado Miguel de Cervantes, qu e había llegado de Sevilla en Ja sia,na compara Cervantes el valor y bonprimavera. Este dato unido al anterior dad natural de los numantimos con la (conc urrenci a al funeral del «todo Ma- maldad y crue·ldad de los romanos y pone drid» de escasa población) lleva al P. Isa- en boca de Corabino palabras tremendacio Pérez (8) a considerar como muy pro- mente acusadoras contra ,la violenta inbable la as istencia de Cervantes al en- vasión y colonización romana de la Península Ibérica que corresponden perfectierro dd P. Las Casas. Esto nos lleva a preguntarnos: ¿Fue- tamente a las palabras de Las Casas conron familiares para Cervantes la figura tra la violenta invasión y colonización esy la obra del Padre Las Casas? Podemos pañola de América. Dice Cervantes (10): rotundamente afirmar que sí 'lo fueron. «En vuestra muchedumbre confiados, La primera biografía de Bartolomé de y no en .]os diestros brazos levantados. las Casas aparece en Madrid en 1596, Pérfidos, desleales, fementidos, como parte de la «Historia de ·la fun- Crueles, revoltosos y tiranos, dación y discurso de la provincia de Mé- Ingratos, codiciosos, mal nacidos. xico de la Orden de Predicadores. Por Pertinaces, feroces y villanos, Adúlberos, infames, conocidos (7) «Vida ejemplar y hero ica de Miguel de Cervantes Saavedra ... », 7 tomos, Edit. Reus, Madrid, t. n, 1949, pág. 41. (8) En s u monumental obra «Cronología documentada de los viajes, estancias y actuaciones de Fray Ba rtolomé de las Casas», CEDOC, Bayamon, Puerto Rico, pág. 895.
(9) En «Las Casas y Guevara: encuentro en un indicio». Boletí n del V Centenario del nacimiento de Fray Bartolomé de las Casas, México, septiembre de 1974. (lO) En «Numancia», primera edición, Sancha, Madrid, 1784, pág. 215.
ÁNGEL LOSADA
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Por de industriosas, más cobardes manos. ¿ Qué gloria alcanzaréis en darnos muerte Teniéndonos atados desta suerte»? Sin salirnos finalmente del esquema cervantino, el eminente Premio Nóbel Miguel Angel Asturias, responde así a la acusación de «paranoico» por alguno lanzada contra Fray Bartolomé (11): «No se ha esclarecido del todo por qué Cervantes, a pesar de Ja autorización que se le concedió, no puso pie en tierras chiapanecas ... Pero el destino, caprichoso siempre, tenía otra posibilidad también quijotesca: el que, en lugar del autor de Don Quijote, fuese allí una encarnación de Don Quijote, disimulado tras el sayal y cubierto por la mitra ... Por eso, a'l hablar de la locura de Fray Bartolomé... nosotros aceptamos dicha locura, en 10 que Don Quijote tiene de loco, pues sí que era locura hablar el idioma que el Obispo Las Casas habla, al 'l evantarse vertical y t'errible contra los genocidas. (11)
Diario <<ABO>, Madrid, 18-Vll-1968.
La locura de Don Quijote, sí; otra locura. no. y no, porque si el Obispo de Ios indios hubiera sido loco ... , sus contemporáneos habrían sido los primeros en acusarlo de tan grave defecto; y mal habría podido entonces el Rey basarse en sus argumentos para tratar de aIíviar el peso de Jos delitos que cometían sus súbditos ... Nadie se alarma de lo que dice un 'loco; y menos Carlos V .. . La locura de Don Quijote: desfacer entuertos. Los dos Quijotes ... , uno con la lanza, otro con el rosario. Pero otros ·les precedían y otros les seguirían: Jesucristo delante, Bolívar detrás. Porque a Jesús también se le acusó de loco. Y la 'l ocura de Fray Bartolomé... es ... la locura de Cristo; la locura del cristiano que, frente a la injusticia, si es verdadero cristiano, debe caer en trance, entrar en agonía. Con el hábito blanco, como una nube de sandalias ligeras, cruZ'a por tierras de Verapaz y de Chiapas aquel .]oco .. . como Jesús, loco como Don Quijote, loco como Bolívar que se llamó Bartol.omé de las Casas.»
CARLOS MENESES
Velarde, un español desconocido, en América A llegada de los españoles al contine.nte americano, a partir de 1492, significa la interrupción del libre discurrir de las culturas nacidas en aquellos mundos. La paralización brusca de la vida normal del hombre de esas tierras quien, a partir de esos momentos, cesa de ser el dueño de tales reinos y se hunde en una ominosa esclavitud, de la cual aún sufre 1as consecuencias en pleno siglo XX. Se le impone una cultura desconooida para él así como otros conceptos e ideas religiosas diferentes a los suyos. Si miramos exclusivamente hacia el inmenso imperio del Tahuantisuyo, del que su emperador era el Inca Atahualpa, se apreciará con claridad la brusquedad con que 'se detiene el desarrollo de un pueblo, y cómo todo empieza a girar en torno a ~ a forma de vida que han traído a América los europeos. El dueño de esas tierras, el quechua, ha sido hasta esos momentos un hombre agresivo con otras poblaciones indias, a las que ha dominado, con las armas, absorbiéndolas totalmente y extendiendo, de forma considerable, sus límites territoriales. Pero junto a tese dominio desarrolla una hábil labor para aprovechar, sin destruir, la cultura y las experiencias de sus dominados. Los Chavín, los Nazca, 10s Chimús y muchas otras culturas, aÚln más antiguas, han cedido ante la fuerza de los .incas. Cuando llegan los conquistadores Atahualpa ha derrotado a su hermano Huascar, a quien ha hechoe.ejcutar. Y es ,u n rey sumamente poderoso que domina un vasto imperio. Pero su imperio formado por varios miles de soldados, sucumbe ante la horrible sorpresa qU\'l les causan los caballos y ~os arcabuces. Pizarro, desplegando evidente estrategia
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militar, consigue capturar al mca, a quien ha tendido una encerrona, en la plaza die Cajamarca, con la apreciable ayuda dd sacerdote Valverde. Los hechos posteriores son ampliamente conocidos. El rescate que el inca ofrece a sus captores, dos habitaciones llenas die plata y una de oro. El temor que corre entre ~os conquistadores de que el ejército quechua, repuesto de la fatídica sorpresa los ataque. Y la ambioión ilimitada por repartirse ese impresiona!Ilte tesoro que ellos, con sus miedos y prisas, impiden que alcance la magnitud que el inca había previsto. Un juicio sumarísimo determinó la pena de muertJe de Atahualpa, y el comienzo de la completa dominaoión de ~os españoles en esos territorios. Algo más de tres siglos después se hará evidente que la colonización española careció de ·una claTa visión para conducir el mundo conquistado. Y que esa ceguera la causó una desmedida búsqueda de riqueza sin el contrapeso de un sistema apropiado para aprovechar mejor 1a tierra y al propio hombre que ~a habitaba. La población indí~ena fue diezmada, de 10 millones de habitantes quedaron reducidos a sólo un millón. Y el campo, que era la riqueza principal del imperio, fue descuidado puesto que la mayoría de los hombres fueron arrancados de sus tiJerras y llevados a las minas. Tras las guerras de la ill1dependencia y consoJidadas ya las repúblicas de América Latina, la prolongación de los métodos socio-políticos y, en general, de la vida que se había impuesto en esos pueblos, es toda una nealidad. Los encomenderos de ayer habían cambiado de etiqueta, pero seguían utilizando el mismo comportamieqto del conquistador. Quedaba demostrado que la independencia
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había obedecido a fines económicos. La necesidad de ~os poderosos de esas tierras de liberarse de Jos impuestos que recavaba la corona española. Así como de que la riqueza die aquel mundo no se dispersara y recayese únicamente en los pocos que componían la clase social privilegiada. Quedaba demostrado que las ideas de libertad de Bolívar, Martí, San Martín y muchos otros, se asfixiaban ante 1a ambioión económica de Jos demás. Y que el indio no habia perdido su humillante conclición de esclavo, habiendo cambiado solamente el calificativo de su dueño. De colonizador a campatriota. El propio Simón Bolívar en el discurso pronunciado ante el oongreso de Angostura se preocupó por aclarar este concepto, diciendo: «... no somos europeos, no somos indios, sino una especie de meclia entre los aborígenes y los españoles. Americanos por nacimiento y europeos por derechos, nos hallamos en el conflicto de disputar a los naturales los títulos de posesión y de mantenernos en el país que nos vio nacer, contra la oposición de los invasores; así nuestro caso es el más extraordinario y complicado.» Tal vez, :inconscientemente, ya estaba señalando el drama que :iba a significar ser mestizo, ese término medio entre indigena y español. La literatura de toda América Latirna, desde el momento en que se :implantó como lengua oficial el castellano, fue una literatura al estilo español. Por supuesto, aceptando los pronunciados cambios de escenario, clima, presencia del indio, etc. Pero a pesar de todas esas obligadas concesiones se siguieron pautas propias de la literatura española. Al producirse Ja independencia la literatura que se cultiva en esas repúblicas americanas sufre por algún tiempo, un estancamiento, hasta que lentamente va encontrando su camino, más no alcanzando aún el nivel necesario para que se pueda hablar de literatura argentina, mexicana, peruana, colombiana. Eso sólo -y no en todos los casos- se comenzará a conseguir ya muy entrado el siglo XX. A ese Perú independiente teórico desde
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1821, y, prácticamente sí libre de ]a presencia española tres años más tarde, tras la cruenta batalla de Ayacucho, llegaron más de un literato español. En algunos casos solioitado por el gobierno peruano, en otros - la mayoría- voluntariamente. En varios de estos últimos casos, debido a la dureza de negímenes políticos españoles. Entre los que llegan en las dos o tres pdmeras décadas de la independencia, se halla un joven poeta montañés, quien ha vivido algunos años en Cuba, y que viJene a tierras peruanas trayendo el polen del romanticismo. Fernarndo Velarde, había nacido en Hinojeda (Santander) en 1823. Siendo ad01escente viajó con su familia a Cuba. De donde regresó a España a los pocos años. Y ya en 1845 emprendió nuevo viaje a la tierra de Martí donde permaneció hasta 1847. Fue ese el año que decidió embarcar hacia puerto peruano. Sus biógrafos, que no son muchos, no indican las razones por las que eligió el Plerú. Como tampoco tienen claridad acerca de si antes de viajar hacia América este poeta había escrito ya algunos versos. Pero si no tenía obra que mostrar a los cubanos sí poseía sólidos conocimi'entos literarios. Había sido un voraz lector de Zorrilla, Tassara y Espronceda. Los maestros románticos españoles quienes, a su vez, lo convirtieron a él en maestro de latinoamericanos. La 'estancia en Cuba tiene una duraoión aproximada eLe año y pocos meses más. Velarde ama el paisaje caribeño, pero confiesa no poder soportar el clima de violencia que nota en ese país. Esa es la razón principal para su cambiO' de escenario. Al Perú llega en pleno 1847, y :no lo hace como un desconocido, puesto que durante su estancia en Cuba su nombre ha sido sufioientemente aireado. El crítico e historiador peruano, Luis Alberto Sánchez señala al respecto: «No bien arribado a la capjtal del Perú, Velarde publica su libro Flores del desierto con prólogo de Alcalá-Galiano. Los poetas de la nueva hornada 10 reoibieron Uenos de alborow.» . Ricardo Palma, el tradicionista y
VELARDE, UN ESi'A1\(QL
D~SC.ONOCIDO ,
cronista peruano, de tan fertil y útil memoria, cuenta en su libro «La bohemia de mi tiempo» algunos rasgos del carácter de este joven cántabro, así como de las circunstancias en que vivió. Respecto a lo primero dioe: «Gran capitán de la bohemia l imeña era un poeta español, oriundo de las montañas de Santander, manoebo de robusta y ardorosa fantasía, cuyas composiciones nos cautivaban por lo musical de ellas y por la elevación, un tanto apocaliptica, de las imágenes. En los fluidos y armoniosos versos de Fernando Velarde, encontrábamos un vago perfume de idealismo y de misterio. Para nosotros, no era un poeta discutible, sifno un poeta que se imponía. Lo admirábamos porque sí, razón magna y contra la cual se estrella toda la crítica». Ese jove n fogoso, terriblemente enamorado de una mucbacba que en Madrid casó con otro, y a la que }e dedica muy buena parte de su obra poética, arrogan.te, decidido y ambicioso, se convierte en el fermento que necesitan los jóvenes poetas peruanos para podler alcanzar las alturas del romanti,cismo. Ellos saben de la ~x istencia de esta corriente lÜeraria. Algo ban podido leer. Pero precisaban de .quien estuvi'es'e empapado en romanticismo. De quien cuasi hubiese conocido a los más representativos poetas del romanticismo español. A Velarde 'se debe el madurar de un incipienbe, casi 1nexisten,te, romanticismo en el Perú. El ,a caudilla, lidera al grupo de jóvenes poetas peruanos. No sólo se convierte en ,el jefe de ese grupo, por los nuevos conocimientos .aportados, sino también por su rica personalidad. Para que se tenga una idea de la importé}'Qcia de esbe poeta en el ambiente peruano, volvamos a 'escuchar a Ricardo Palrpa, que lo conoció, que formó en el grupo que ' el santanderino capitaneaba: «Velarde éra eh Lima, el potea a la moda, 'y no había frescos labios die rosa que no :recitasen sus ..versos, estudiante que le,yéndoJos, no se sintiese ·a rrebatado de entusiasmo.» . Fueron~i~te años los qu,e ' Velarqe vi" ,yió ,en el PerO, concretan;¡ente, en Lima.
EN AMÉRICA
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Durante ese tiempo no sólo publicó libros de poemas, también escribió un tratádo ' de gramática castellana que en principio sirvió para los alumnos del colegio que co-dirigía. Escribía asiduamente en las páginas del diario de mayor difusión: «El Comercio». Edita una revista literaria, «El Talismán» que tiene vida para dos atños. Se convjerte en impresor y editor, y de sus pr,ensas salen los más destacados 'libros de poesía peruana de aquellos años. Es el imprescindible y principal animador de los salones limeños. Y, p.or supuesto, no sólo conquista al gran público con su verso, s.¡ no que también rinde a una joven dama de la mejor soci'edad del lugar, con la cual contrae matrimonio. Velarde, en siete años conmueve la capital p~ruana. Es locuaz, de inspirado verbo. Dioen quienes lo conocieron, que sorprendía con la elegencia de sus frases . Que cautivaban con hermosas metáforas . Si bien ayudó a situar al romanticismo en un altar, también fue impío e indesmayable luchador en contra del c1asicismo que aún :imperaba en el Perú cuando él llegó. Gracias a su vitalidad, a u elocuencia e intrepidez, todas las viejas corri~núes literarias desaparec1eron y sólo quedó en escena el romanticismo. Pero si bien reina entre la juventud y es respetado por los mayolies, eso no significa que su poesía sea aceptada plenamente. Que .no puedan escrjbirse críticas severas a sus libros. El endiosado vate ·no esperaba que esto ocurriera. Yes más, le m01estó enormemente que así sucediese. Estaba ' acostumbrado a la loa: no a la reprimenda. Y ésta llegó causando la -furia de Velarde. Quien no tardó en lanzarse contra el crílico armado de su bas.tón ..Y en la.dispusta recibió. un duro gol.pe que le dejó un brazo, por mucho 'tÍlempo, casi paralizado. Sus exégeta s indicim que esta fue la razón por la que se decidió a abandonar el Perú y a reanudar <su errante camino por toda América La·tiria. Pero no dicen con precisión si su maTcha fue tan úbita y violenta que dejó ,a su . familia, Que abandonó sus bienes. 'Ql!e romp"ió .con buena p~rte de sus mu-
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chas amistades. Solamente se sabe que se transplantó a Chile, donde su estancia fue breve. Y que posteriormente IÍ!nició un desenfrenado itinerario que lo condujo al Ecuador, Colombia, toda Centro América, 'México, nuevamente Cuba, Puerto Rico y los Estados Unidos. Con respecto a la anécdota que muchos consideran como razón de su marcha del Perú, Ricardo Palma señala: «No obstante, VeJarde cometió la niñada de amoscarse; de un trastazo le rompió ~a cabeza al criticastro, y este contestó con otro varapalo que le descoyuntó un brazo al poeta.» Y años después, hacia 1861, hallándose en Nueva York, publicó su «Canto a Cádiz», donde hubo lugar para unos ácidos versos dir,igidos a Lima y en especial a los limeños que él conoció. Versos que son, verdaderamente, de antología:' Mald.Lta seas, sociedad inculta, ruin y mezquina cual roñoso cobre; no comprendiste la aflicción oculta del peregrino infortunado y pobre. Escupe al genio y la desgracia insulta, mientras bastarda corrupción te sobre, porq ue mañana yacerás hollada de tu miseria en la espantosa nada. Nuevamente Palma apostilla, acerca de estos versos lo siguiente: «Velarde, a quien tanto habia distinguido la buena sociedad de Lima, y a quien tanto habíamos amado aos bohemios, respetándoJo y admirándolo como a un maestro, nos correspondía en su nuevo libro, con este sinapismo capaz de levantar roncha a un cadáver.» Mientras que 'Luis Alberto Sánchez, en <<La literatura peruana» y reñiriéndose al mismo hecho sentenciaba: <<Como tipo .temperalmental que era, VeJarde guardó avaramente su furia contra Lima hasta desfogarla en el «Canto a Cádiz» donde maldice a ,l a ciudad que tan generosamente le acogiera, siendo él un mozo inexperto, de ningÚ'll significado.» Pero tanto Palma como Sánchez, suavizan su tono con respecto al poeta montañés, cuando recuerdan que años más tarde, cuandoe1Perú pasaba por
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duros trances -,la derrota en la guerra del Pacífico contra Chile- se sumó al homenaje que muchos mtelectuales celebraron en honor al héroe de los mares, Miguel Grau. M margen de esta situaciones tensas, motivadas por el romanticismo en grado superlativo que corría por las venas de Velarde, hay que convenir len que era un verdadero enamorado de América Latina. Había una verdadera comp.1 acenoia, en su verso, de describir tanto el paisaje tropical del Caribe, corno ,.=,1 andino de las sierras del Perú, Chile y Ecuador. Una crítica firmada en Puerto Rico, por el Dr. Vázquez señala: «Ve1arde es el poeta americano por excelencia. Es el único entre todos los poetas de ambos mundos que ha conseguido traducir en versos admiraWes las deliciosas tintas y la variedad grandiosa de la naturaleza americana.» Su más minucioso biógrafo, el también santanderino, Leopoldo Rodríguez Alcalde, ha señalado esa gran facilidad y ese gran amor por lo americano. La poesía velardiana procuró siempre recordar aquellos parajes. Cantó su grandeza. La belleza de lo descomunal en Jos Andes. Se convirtió al mundo americano, olvidando - tal vez'- un .tanto su propio mundo. Al que volvió después de su largo Ifecorrido por los Mares del Sur y sus visitas al Lejano Oriente. Piero le fue !imposible readaptarse, y volvió a emigrar. Esta nueva salida tIlO lo llevó a grandes distancias. El'¡gió Inglaterra. ,País en el que aún publicó un libro más antes de su muerte ocurrida en Londres en 1881. En una de sus páginas más emotivas, firmada en 10s años en que vivió en el Perú, demuestra ser un romántico total'. De los que tIlO soslaya nada. Que todo ao vierte, sin utilizar ningún tamiz. En las líneas que vienen a continuaoión se puede apreciar a un hombre iÍnteJigente, culto, pero sobre todo, exaltado, al dar su versión de lo que debe ser el poeta: «La función social del verdadero poeta, del sucesor de Moisés, de Isaías, de San J nano, es un ministerio santo, un pontificado augusto. Disipar las sombras, es-
VELARDE, UN ESPAÑOL DESCONOCIDO, EN AMÉRICA
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toria literaria ha olvidado malamente, porque en condiciones nativas fue superior a muchos ... » Aunque esos calificativos como «jipijapa» y «charro», no cayeron bien a algunos historiadores peruanos, SáJnchez entre ellos, lo que se vislumbra de la actitud de Velard'e, sobre to:::lo, a través de esas lineas de Menéndez Pelayo, es que ya comienza a surgir una literatura que pretende ser propia del lugar. Qu,e se inicia cantando a los picos de los Andes, o los mares del Caribe, aunque con ind udables acentos españoles, pero que son ,el pUJl1to de partida para todos los esfuerzos posteriores. Más adelante, ya en las dos últimas décadas del siglo XIX, comenzará a brotar la literatura indigen ista en el Perú, y en muchos otros países de la costa del Pacífico. Y alcanzará cotas muy a ltas . P ::ro la literatura prop iamente indígena aún se está forjando. José María Arguedas da los pr¡meros tonos. Es el gran iniciador de esta nueva visión del indio a través de la literatura. Otros han de tomar el relevo, y llegar hasta el propio coraz'ó n de la raza y de la tra~edia del indio.
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parcir la luz, purif.icar la mateúa, redimir el espíritu, levantarse a todas Jas alturas, sondear todos los abismos, desbordarse por todos los espacios, ppesidir todos los tiempos, enalteoer todas las virtudes santificar todos los infortunios, imprimir un sello de jnfamia eterna en la frente de todos los réprobos, propagar la palabra viviente, el verbo, la tradición eLe la eternidad y en fin en magníficas encarnaciones el sentimiento de lo bello, de ]0 sublime, de lo d ivino. He aquí el ministerio, he aquí la función grandiosa del verdadero poeta.» Menéndez Pelayo ]0 tuvo en cuenta al escrib¡r su «Historia de 1a Poesía Hispano-Americana» y dijo de él: «Ta'lante original pero inculto y bravío; imaginación poderosa cuanto desequilibrada ( .. .) alma vehemente, apasionada y triste con dejos de candor infantil y visiones de iluminado; una potencia de versificador capaz de levantar en peso las moles de los Andes, pero de la cual abusaba sin tino ni juic¡o ( ...) un idea\.ismo más g,ermánico que español ataviado con el sombrero de jipijapa y el lujo charro del indiano ( .. .) todas. estas cualidades, a primera vista ,inconciJiables, concurrían en el f~cundo y excéntrico vate de Hinojeda, a quien nuestra his-
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RODRI GO
El castellano en el Sahara Occidental o la palabra como herramienta de emancipación
L idioma, ya ¡es sabido, está compuesto, básicamente, de palabras, con las que se compone un lenguaje articulado que, al principio de los tiempos, sirvió para comunicarse, para el conocimiento y para la convivencia. PaTalelamente: se evidenció otra .tendencia: la de la ruptura, la del enfrentamiento y la de la destrucción. Nadie puede dudar que, de haber pl1eponderado La tendencia constructiva sobre la destructiva, la evolución del mundo hubiera sido menos convulsiva y dolorosa. El progreso genuino se hubiese desarrollado con mayor regularidad y rapidez. Pero, ya se sabe, que ,la aventura del ser huma/no no se ha desarrollado casi nunca linealmente. Cabe destacar, por tanto, que siempre hubo gentes empeñadas en adulterar el lenguaje para desorientar al vulgo y frenar el progreso. Por ejemplo : para salvar
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a la patria - pretendían algunos- Sle hacía un llamamiento a la guerra civi.l, en la que por lo menos la mitad de los patriotas serían exterminados, exiliados o marginados de mil ma,neras. Y esa adulteración se producía, siempre, len beneficio de inconfesables intereses o, a veces, según las circunstancias con un descaro gene rado por la ambición, 'Ia vanidad y el egoísmo de los adul~eradores. A menudo, la tendencia destructiva se desarrollaba al amparo de los poderes fácticos. Urnas veces ese poder era el político y otras el religioso. Y, rW algunas ocasiones, por ambos poderes reunidos. Pese a ello, la tendencia constructiva estuvo siempre presente en la forja de .Ja historia de la Human idad. Cuando entrábamos en ie1 último tercio de nuestro siglo, en las c uatro esquinas del mundo nos encontrábamos frente a conflictos armados de la más variada es-
EL CASTELLANO EN EL SÁHARA OCCIDENTAL
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pecie - desde los raciaks, en Africa, a los seña de identidad de un pueblo. Un viejo religiosos, ten eL Cercano Oriente, y ·los proverbio saharaui reza que: «·l·as palasocia'les, en ·Ias Américas-, de pronto, bras son señales con las que se demuesunos y otros descubrimos la existencia de tran nuestras ,intenciones». Esto signifi uno de los pueblos más pequeños, demo- ca que el pueblo saharaui, tanto si usagráficamente hablando, de la Tierra: al ba el árabe como el castellano, si era pueblo saharaui. Es decir: a unos miks consecuente con su decisión histórica, de de hombres, mujeres, niños y ancianos, ser un puebl.o libre, debería proceder a los cuales, atravesando el desierto, bajo la depuración del lenguaje, en el más nolos bombardeos al napalm de 'Ia aviación ble sentido de la palabra. Es decir: pode Marruecos, habían conseguido alcan - nerlo al servicio de unas ideas de ·i,nzar la tierra hermana de Arg~lia. Y, en dependencja nacional, de fraternidad inla jnhóspita colina de Tinduf, empezaban ternac!onaL, de progreso social y, por a restañar sus heridas y a organizarse tanto, de ·Iibertad universal. Por esto, mucomo pueblo libre con vocación de inde- cho más all á del ancho ámbito magrebí, pendencia; un pueblo entrañablemente la lengua con la que los saharauis estaunido por el anhelo de ,luchar para recon- blecerían relaciones con los demás puequ !star su patria perdida: el Sahara Occi- blos sería el castell ano. Pero es que, de dental. A pesar de su brutal desarra·igo, puertas adentro, para explicar la revolos saharauis seguirían utilizando la len- Luci 6n saharaui, en sus campamentos, la gua castellana apnendida bajo la coloni - sociaLización del lenguaje tuvo que desarrollarse a través del castellano. No hay zación española. Ya durante la dramática retirada, de que olvidar que las gentes del desierto cerca de mi l quinientos ki'lómetros en ple- -de raíz islámica- disponían de un dino des !erto, las advertenoias, ·los consejos, latado repertorio de sentencias consagraLas orientaciones se daban casi igual ¡en das por el tiempo para ordenar y reglacastellano que en árabe. Se debía esto a mentar, casi si'empre oralmente, sus exisque en el lenguaje de ,los saharauis las pa- tencias, individual y colectivamente. Y labras de paz en árabe no pan~cían sufi- no d¡gamos las oraciones coránicas al cientemente contundentes para afrontar uso, como las de tantas otras reLig.iones, un tra,nce de guerra tan peculiar. Hoy, en para combatir ,la s'cquia, pedir la lluvia, los campamentos de la coli na de Tinduf, para encontrar pastos para el ganado, o se puede comprobar esta peculiaridad de alejar las epidemias que diezmaban a las la personalidad saharaui: hablan con voz poblaciones y a los rebaños. Y que, minormal, sin gritos ni gesticulaciones brus- lagrosamente, podían incluso hacer flocas. Hablan castellano sintiendo en ára- recer las esforzadas acacias espinosas del be. No emplean nunca palabrotas, ni tam- desi'erto. Tales usos, costumbres y Titos poco se oyen órdenes tajantes. Esto, creo, eran ancestrales. Así, para no dar la imtiene mucho que ver con el medio am- presión de que violentaba la lengua árabiente: con el sobrecogedor y sedante si- be, empleada mayormente por los ancialencio del desierto. Repetidas veces, cuan- nos, 'la explicación de las nuevas rea.Jido perjodjstas amigos participaron en al- dades se daría, muchas veces, en casteguna expedición guerrera por el territo- lla no. Es decir: en una lengua mucho rio ocupado por el enemigo, se pudo com- más avezada, históricamente, para afronprobar que, en no pocos trances, eran tar cualquier .clase de avatares. Puede· castellanas las palabras que los hombres afirmarse que la comunidad saharaui ha y mujeres del Ejército de Liberación Po- honrado, como pocas, la ,lengua castepular Saharaui utiJ.izaban para comuni- llana, practicándola cotidjanamente, tanto a 'nivel personal como oficial, y decarse entre ellos. Aquí y ahora, por determinadas comu- dicándola a ·Ios más nobles menesteres. nidades ibéricas, hemos podido compro- Y han puesto en entredicho aquello de bar que el idioma vernáculo es la mejor que «la guerra raras veces favorece el
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diálogo», puesto que los saharauis no sólo han conservado la ,lengua castellana sino que la han endquecido, en plena guerra, para la paz futura. Por muchas razones, España debería haber contr ibuido a la d.ifusión y al auge del idioma castellano en Africa, a través del pueblo saharaui. En primer lugar: para tratar de reparar una injusticia histórica: la perpetrada en noviembre de 1975, con eL Pacto de Mad rid, por el cual el Estado español aba'ndonó, en el más completo desamparo, al pueblo saharaui, e n manos de dos potencias extranjeras: Marruecos y Mauritania. Después: porque los saharauis eran los únicos africanos cuya segunda lengua era el castellano, que fue ·l a única aportación cultural de la potencia colonizadora española. Aunque todo hay que decirlo, para lo único que se pretendía jmplantarlo fue para incrementar la explotación del colonizado, y su resignación, y para extender ·Ia corrupción, como ocurrió en nuestra ex Guinea Ecuatorial', y, por consiguiente, la sumisión y las meras manifestaciones de «adhesión a la Madre Patria», como ocurrió en nuestro ex Sáhara Occidental. Ya Jo denunc ió Goya, en uno de sus aguafuertes: «le cortaron la lengua porque tenía algo que decir». No otra cosa se per eguia cuando se prohibió la lengua saharaui, se quiso imponer la sedentarización a poblaciones tradicionalmente nómadas y se forzaron los matrimonios mixtos, obstaculizando sus trad icionales festejos. Parece claro, pues que lo más importante no es tanto el conservar una lengua sino más bien saber para qué va a servir dicha lengua cuando puede uti,lizarse s.in trabas de ninguna especie. Si debe conservarse para quejaTse, lamentars'e o andar pidiendo limosna -que es a lo que han quedado reducidas las más de las ·Ienguas vernáculas de la piel de toro-, o si debe usarse para proclamar los anhelos, los derechos de un pueblo y, si llega el caso, para expresar las exigencias que estime justas el pueblo que ·Ia usa. Y también para advertir, a quienes haya 'l ugar, del exacto éonocimi'ento que un pueblo posee de la
RODRIGO
Hnea-frontera entre la dignidad y la indignidad. España, no sólo no ha enmendado la injusticia cometida con el pueblo saharaui, sino que tampoco ha hecho el menor gesto en pro del desarrollo y del enriqu:ócimiento de la lengua castellana en el seno de la comunidad saharaui. Curiosamente, eL país donde Jos caballeros del desierto han encontrado una ayuda fraternal ha sido Cuba. Desde aquella querida isla del Caribe han llegado a T,i nduff 'l ibros y material escolar, y también ingenieros agrónomos y consejeros militares, y cientos de muchachos y muchachas saharauis han sido acogidos y mimados en las Escuelas Normales y en la Universidad cubana, durante varios años. Hasta que el pueblo saharaui construyó, en pleno desierto, no sólo Escuelas e Institutos, sino también Dispensarios y Hospitales. De ahi que ahora, cuando se oye hablar a jóvenes maestros de ambos sexos en castellano, éstos lo hagan con acento cubano. Para vergüenza nuestra, también desde Francia y Alemania reciaió el pueblo saharaui libros de texto en castellano, y ayuda valiosísima en medios sanitarios, que España I'es negó en todo momento, incluso durante la primera legislatura socia,lista. Recientemente, y a pocos días de distancia, hemos podido Jeer en la prensa unas declaraciones del rey de Marruecos, reprochando a España el haber prestado tan poco interés a ,l a propagación del idioma castellano en el área magrebí. Y otras de un políüco español, el presidente canario Lorenzo Olarbe, comprometiéndose a enviar al Sáhara libros de texto en castellano, a la vez que reconocía que los saharauis había,n estado reclamando este tipo de ayuda al Gobierno espa,ñol en vano. Y esta misma semana, en una comunicación de ,la Asociación Catalana de Amigos del Pueblo Saharaui se señalaba que unos cincuenta diputados del Parlamento Español habían constituido un intergrupo par.lamentario de trabajo llamado «Paz para el Pueblo Saharaui», cuyo objetivo es de que España cumpla el
EL CASTELLANO EN EL SÁHARA OCCIDENTAL
éompromiso moral que tiene contraído con el pueblo saharaui, para no conformarse con -la propuesta del Secretario General de las Naciones Unidas, sino que se debe conseguir que los saharauis alcancen la independencia y la plena soberanía, en respeto a -la dignidad de los derechos humanos. Por estas y muchas otras más razones, que son fáciles de intuir, proponemos que este Congreso tome en cuenta todos estos deseos y eleve a·1 Gobierno de la Nación ,la siguiente petición: PROPOSICION AL GOBIERNO ESPAÑOL: 1. Que se reconozca a la República Arabe Saharaui Democrática (R.A.S.D.), el pleno derecho a beneficiarse de cualquiera de las ayudas que, bajo el epígrafe de la Cooperación, ya se están dispensando a países de Iberoamérica y a Guinea Ecuatorial: a) En el plano salQitario, tanto en persona.] especial·izado como en ayuda ma-
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ter,ial (subvenciones, aparatos y específicos) . b) En el plano cultural, tanto en personal especializado como en el del material escolar. c) Otorgando a jóvenes estudiantes saharauis el beneficio de cualquier tipo de becas. 2. Para atender a las necesidades más urgentes de -la poblaoión de los campamentos saharauis, podría nombrarse una comisión mixta (saharauis y españoles), para canalizar mejor y más rápidamente las ayudas. 3. Dado que existen en nuestro país bastantes asociaciones de Amigos del Pueblo Saharaui, una coordinación permanente de la oitada Comisión Mixta con dichas asociaciolQes, allanaría seguramente muchas de las dificultades que podrían surgir. 4. Para facilitar todas estas tareas, pedimos al Gobierno de 1a Nación, en espera del pleno reconocimiento de · .]a Naoión Saharaui, que se permita ola reapertura de la delegaoión del Frente Polisario en Madrid yen todas aquellas ciudades españolas que sea necesario.
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P
ARA hablar de las relaciones de amor-odio que se dieron entre España y los países de América, he tomado cOmO ej:em plo a uno de mis escritores-ciudadanos preferidos: a José Martí. De ser yo cubano, \le segurq hubiese combatido la Patria española con tanto ardor como él puso - hasta con su vida- en el empeño, y de seguro que hubiese gozado con su literatura, paisaje, costumbres populares y trato de su gente más sencilla con el mismo placer con que él supo, en sus escritos lo demuestra, gozar. España y América. El encuentro lleva al desencuentro y este a un nuevo encuentro después. De eso se trata. De combatir los falsos símbolos, de negar los míticos valores, para abrazarnos en el recato de la belleza que es siempre libre y '110 conoce fronteras. De ser cubano, y ser' español al tiempo, seguro que hoy, ambos, combatiríamos con' idéntico ardor el cáncer que para 'las Américas supuso la .
explosión y desarrollo del gran País del Norte, su desmedido afán por explotar a los otros pueblos que con ella no conviv1en, al tiempo que mtenta borrar sus raíces, sus diferencias, en el ansia de uniformar, unidimensionalizar, a la mayor gloria del Imperio, ' sús culturas, sus hábitos y costumbres, bajo el monopolio de su poderosa industria, económica o del ocio, que ambas, por deSgracia, se unen y compl1ementan. No será este trabajo hagiográfico o de defensa de m1S antepasados, como no haría COln quienes hacen la política del presente, pues uno como escritor no tiene más patria que la del pensamiento y las palabras de él emanadas. ¿Genocidas? Seguro. ¿Qué conquistador no lo es, qué militar no lo es? Pero al menos, en descargo de la pasada historia, podemos reseñar que América Latina tiene aún indios, descendientes de aquellos indios que cantaron y trabajaron ]¡is tierras~ murieron y mueren de miseria, enfermaron y
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ANDRÉS SOREL
enferman de la coca, duermen al sol, miran a través de sus pirámides a la Casa del Cielo esperando vengan de allá 10s dioses que han de hacer más soportables sus vidas. Indios. Descendientes. Huellas. Culturas reconquistadas, redescubiertas. Hasta 100guajes recuperados. Lo que no existe en los Estados Unidos de América. ¿Dónde están los indios en los Estados Unidos de América? Literatura. Demagogia. ¿Qué discurso literario, por afirmación u omisión, no es demagógico? Reivindico la demagogia que aúna la belleza con la insumisión, que hace de la duda su credo permanente, que considera al pensamiento como el último reducto de la libertad del ser humano frente a la colonización. Por eso, en fiestas de conmemoración, no dudo en ,reivindicar mi demagogia a través de textos de José Martí Y reivindico al cubano i1ncluso en sus errores, en su pureza revolucionaria, en su discurso utópico frente al realismo asentado en la injusticia y la desigualdad. Discurso sentimental y viejo. También lo era el del Antonio Machado del que estos días también se hacen celebraciones tal vez para echar más paletadas de olv'¡do sobre su auténtica dimensión polítioa y humana. Cuando Martí contaba 15 años, la campana de la Demajagua llamaba a la lucha contra los últimos vestigios del Imperio español. El año de la Comuna de París Martí estudiaba en Madrid y Zaragoza, y escribía «El Presidio Político en Cuba» prosa para la polHica, sí, pero bajo el influjo de Quevedo y Gracián. Madrid. Ateneo. Biblioteca Nacional. Teatro Espaiñol, Príncipe. Y cervecerías Inglesa, Escocesa. Y espasmos del cuerpo que quiere abandonar en el éxtasis el propio cuerpo c uando se pierde en Ja navegación de la mujer. La mujer, como ,la República, como !la poesía, surca todas las venas de José Martí estos días en que él .iza la bandera cubana en la posada de la calle Concepción. De aquí a la muerte, el amor-odio ya es claro, preoiso, en las palabras escritas de José Martí:
Una guerra fanática sacó de la poesía de sus palacios aéreos al moro debilitado en la riqueza, y la soldadesca sobrante, criada con el vino crudo y el odio a los herejes se echó, de coraza y arcabuz, sobre el ill1dio de peto de algodón, Uenos venían Jos barcos de caballeros de media loriga, de segundones desheredados, de alféreces rebeldes, de licenciados y clér,igos hambrones. Traen culebrina.s, rodelas, picas, quijotes, capacetes, espaldares, yelmos, perros. Ponen la espada a los cuatro vientos, declaran ,l a tierra del rey, y entran a saco en los ~emplos de oro. Cortés atrae a Moctezuma al palacio que debe a su generosidad o a su prudencia, y en .su propio palacio 10 pone preso. La simple Anadaona convida a su fiesta a Ovando, a que viera el jardín de su país, y sus danzas alegres y sus doncellas; y Jos soldados de Ovando se sacan de debajo del disfraz las espadas, y se quedan con Ja tierra de Anacaona. Por entre las divisiones y celos de la gente india adelanta en América el conquistador; por entre aztecas y tlaxcaltecas llega Cortés a la canoa de Cuauhtémoc; por entre quichés y zujutiles vence. Alvarado en Guatemala; por .e ntre tunjas y bogotáes adelanta Quesada en Colombia; por entre Jos de Atahualpa y Jos de Huáscar pasa Pizarro en el Perú: en el pecho del último indio va.Jeroso clavan, a la luz de los templos indendiados, el estandarte rojo del Santo Oficio. Las mujeres las roban. De cam.tos tenía sus caminos el indio libre, y después del español no había más caminos que el que abría la vaca husmeando el pasto, o el indio que iba llorando en su treno la angustia de que se hubiesen vuelto hombres los lobos. Era el pasado. En el presente, el cubano, sin odio, saluda en la muerte al español, y tal vez, en la lágrima del fusil que desgarra la joven vida con el estallido de la pólvora, le dice:
JOSÉ MARTt ANTE DOS COLONIALISMOS
La imagen del rey, por 1ey, Lleva el papel del estado: El niño fue fusilado Por los fusiles del rey. Festejar el santo es ley Del rey: y en la fiesta santa ¡.la hermana del niño canta Ante la imagen del rey! Como Juan Ramón Jiménez escr:ibiera, «Martí era hermano de los españoles contrarios a esa España contraria a Martí». Veámoslo en el trabajo «Con todos y para 'el bien de todos», de125 de noviembre de 1891: «¿Al español en Cuba habremos de temer? .. ¿Al español llano, que ama ~a libertad como la amamos nosotros, y busca con nosotros una patria en la just icia, superior al apego a una patria :lincapaz e 'injusta, el espéllñol que padece junto a su mujer cubana del desamparo irremediable y el misero porvenir de los hijos que le nacieron con el estigma del hambre y persecución, con el decreto de destier.ro en su propio país, con ,l a rentencia de muerte en vida con que vienen al mundo los cubanos? ¿Temer al español liberal y bueno, a mi padre valenciano a mi fiador montañés, al gad:itano que me velaba el sueño f.ebri"l, al catalán que juraba y votaba porque no quería el criollo huir con sus vestidos, al malagueño que saca en sus espaldas del hospital al cubano impotente, al gallego que muere en la nievle extranjera, al volver de dejar el pan del mes en la casa del generaI en j'efe de la guerra cubana? ¡Por la libertad del hombre se pelea en Cuba, y hay muchos españoles que aman la li bertad! A estos españoles los atacarán otros : yo los ampararé toda mi vida!» Martí va a morir. Cuba va a liberarse de España. Otras sombras avanzan sobre la mente del que va a desangra.rse en Dos Rios. Y este nuevo colonialismo va a ser mucho más esquilmador, ambicioso. En él, dirán muchos pueblos dd mundo, aún estamos. Por el cañaveral, muchos años, se a'rrastrarán los ecos de los susurros martianos que la muerte [lO
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puede apagar. Escribe Martí: «Sobre nuestras tierras, Gonzalo, hay otro plan más tenebroso que lo q liJe hasta ahora conocemos, y es d inicuo de forzar a la isla, de precipitarla a la guerra, para tener pretexto de :intervenir en ella y con el crédito de mectiador y garantizador, quedarse con ella. Cosa más cobarde no hay en los anales de los pueblos libres, ni maldad más fría». Era carta del 14 de diciembre de 1889. Pocos escritores en el pasado siglo siguieron con tanto entusiasmo y al tiempo desconfianza el surgimiento y desarrollo de los Estados Unidos. Nadan los pueblos. Se multiplicaba la riqueza. Desarrollábanse leyes emancipadoras. Pero iban al tiempo creci,endo los prob1emas que él analiza, desmenuza, recrea en sus crónicas. Problemas sooiales, raciales. El ~ ndio se extermima. El negro se persigue. Todas las minorías marginadas comienzan a ver sus derechos cívicos mermados. Títulos de sus crónicas son: Cheyennes y cheroqueses, Los últimos indios, Indios y negros, Los indios en los Estados Unidos, Los Cristos del Sur, El problema negro, San Francisco y Los Estados Unidos cierran sus puertas a los chinos, Un funeral chino, Los chinos en Nueva York, El asesinato de los italianos, etc. He aquí algunos ejemplos: «Llegó el alcalde al pueblo: intimó rendición a los habitantes le contest6 ~a pólvora; hubo de un lado y de otro muertos; se desbandaron los negros vencidos; cuatro quedaron sobre el campo, y a ocho les di'eron muerte, sin proceso, en la horca. ¿Al- alcalde quién lo castigará, si es .la ley? Para otra cacería estará limpiando d rifle ... Es el albor de un problema formidable.» Yen uno de sus mayores trabajos teóricos, Nuestra América, escribe: ... De todos sus peligros se va salvando América. Sobre algunas repúblicas está durmiendo el pulpo. Otras, por la ley del equilibrio, se echan a pie a la mar, a re cobrar, con prisa loca y sublime, los siglos perdidos. Otras, olv.idando que Juárez paseaba en coche de mulas, ponen coche de viento y de cochero a una pom-
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pa ' de jabón; el lujo venenoso, enemigo enemigo de la libertad, pudre al hombre liviano y abre la puerta al extranjero, Otras acendran, con el espíritu épico de la independencia amenazada, el carácter viril, Otras crían, en la guerra rapaz contra el vecino, la soldadesca que puede devorarlas. Pero otro peligro corre, acaso, nuestra América, que no le viene de sí, sino de la di:lierencia de orígenes, métodos e intereses entre los dos factores continentales, y es la hora próxima en que se le acerque, demandando relaciones Íllltimas, un pueblo emprendedor y pujante que la desconoce y la desdeña. y como los pueblos virües, que se han hecho de sí propios, con la escopeta y la ley, aman, y sólo aman, a los pueblos viriles; como la hora del desenfreno y la ambición de que acaso se libre, por el predominio de lo más puro de su sangre, la América del Norte, o en que pudieran lanzarla sus masas vengat,ivas y sórdidas, la tradición de ,conquista y el interés de un caudillo hábil, no está tan cercana aún a los ojos del más espantadizo, que no dé tiempo a 1a prueba de altivez, continua y discreta, con que se la pudiera encauzar y desviarla ... El desdén del vecino formidable, que no la co-
nace, es el peligro mayor de nuestra Amé· rica ... » . José Martí no debe ser, sin embargo, mesianizado al margen de cualquier interpretación crítica respecto a los tradicionales dirj~entes políticos. Conocidos son sus enfrentamientos con 10s «caudillos» libertadores de Cuba, su desconfianza hacia los militares, propia por otra parte de todo escritor. Como Che Guevara no tuvo tiempo de ser «devorado» por la historia. Luchó por la rev01ución. Mur-ió por ¡ella. Y no pudo ser destruido por ella. La defensa a ultran:zJa de los símbolos, una bamdera, una fe, una pu, reza de sangre, un territorio cerrado, comienza en la inconsciencia y termina en Jomeini -después de haber pasado por siglos de Inquisición católica-o Y esto es algo que un escritor, un pensador, un ser humano que aspire a ser libre, debe rechazar. Con José Martí he acudido a un llamado encuentro que no es sino lugar de zozobras, dudas y vacilaciones, pero también de caminos abi,ertos a la Ebertad en la diversidad, a la colaboración en el respeto, a la otredad, al intercambio de culturas, de proy,ectos, para sentirnos más difel1entes, que será sentirnos y ser más libres.
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VALER!
ZEMSKOV
Las nociones «El Descubrimiento» y «La Conquista» desde el punto de vista histórico-cultural 1. El ampLio movimiento científico y cuLtural orientado hacia el año 1992 llama una gran atención en muchos países fuera del ámbito hispano-lusitano y latinoamericano, incluyendo la URSS donde están en marcha var·ios proyectos científicos (entre ellos, «Historia de las literaturas de América Latina» en 5 tomos y varias conferencias ilfiterdisci plinarias de los hispanistas y latinoamericanistas soviéticos dedicadas a distintos aspectos deJo 5.° Oentenario). 2. Entre los problemas que tienen una importancia especial está e1 problema de la interpretación de 'los fenómenos o de las nociones claVles «El Descubrimiento» y «La conquista» que forman la base de la problemática actual. 3. Evidentemente, pueden existir d.istintos enfoques de estos fenómenos -nociones tanto len el aspecto nacional (desde el punto de vista español, :latinoamericano, indio, etc.), como en cuanto al contenido de ellos (aspectos técnicos, geográficos, mi'litares, económicos, sociales, culturales). Pero teniendo en vista las realidades del mundo contemporáneo que tiende afirmar los valores humanos universales como la base de una nueva conciencia intlernacional, sería importante buscar una posición unjversalista que permitiera proyectar el sentido de los acontecimientos del siglo XVI en el contexto de la historia general. 4. Tal posición nos obliga a valorar los fenómenos de «El Descubrimiento» y «La Conquista» >DO sólo en el contexto de las historias nacionales de Espéllña y Portugal o de la historia de 'los pueblos a utóctonos de América, o sea como los fenómenos «en sí» y «para sí», sino en el contex·to europeo y universal y genera1izar todos los aspectos (técnicos, geográ-
ficos, socio-económicos) en un sistema integral. 5. Este enfoque resalta-ndo el decisivo aporte nacional de España y Portugal nos dicta ver «El Descubrimiento» como el balance y el resultado del desarrollo técnico-material y cultur<Ll del R enacimiento europeo. Dicho acontecimiento tenía un sobresaliente significado para la historia mundial porque con el descubrimiento del Nuevo Mundo fueron descubiertos la Tierra y la Humanidad en su real dimensión y su real unidad. Esto a ·Ia vez creó Ias condiciones para la formación deJ. mercado económico mundial y del sistema universal de las relaciones políticas y culturales o sea, las premisas para la formación del proceso histórico universal como tal y de ,la cultura universal. 6. Desde estle punto de vista el fenómeno y la misma Illoción «El Descubrimiento» se representan como un complejo y sistema que engloba en sí distintos aspectos. Ante todo, «E1 Descubrimiento» fUle no sólo un hallazgo geográfico, sino la incorporación de las tierras encontradas en el proceso histórico universal. <<.El Descubrimiento» no fue un hecho momentáneo, sino un largo y duradero proceso de Ja entrada de los pueblos que antes se desarrollaban cada uno por sí mismo en la interacción. Debido a la diferencia de los niveles históricos de estos pueblos uno se representa en este proceso como el objeto de 'l a acción, y otro como un suj1eto que ·10 incorpora en su proceso formativo. 7. Esta incorporación se realiza en la única forma posible para aquel período, o sea en forma de la expansión colonial militar y económica que tiene el nombre de «La Conquista». Por eso la separación total de los fenómenos «E l Descubrimien-
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VALERI ZEMSKOV
to» y <<La Conquista» como esto sucede con frecuencia (el descubrimiento es un hecho positivo y ·l a conquista es un hecho negativo) es mecanicista y ahistórica. Sería más correcto hablar de que el mismo «Descubrimiento» se realizaba en forma de «La Conquista» y que los conquistadores eran Jos descubridores y viceversa. O sea, «La Conquista» fue no sólo la forma, sino también el contenido del «Descubrimiento» como el proceso de la incorporación trágica de los pueblos nuevos en el proceso histórico unlvers3Jl no sólo por medio de la expansión militar, politica, económica, sino también en forma de un activo proceso cultural específico cuyo eje fue la cristianización. 8. Resumiendo, «El DescubrimientoLa Conquista» era un fenómeno único y dual que tenía como sus aspectos trágicos destructivos (la exterminación de .Jos pueblos autóctonos), tanto los aspectos constructivos (la interacción de distintas
culturas) y su momento de «negación de la negación» cuyo resultado fue la génesis de una nueva para el mapa uniVJersal unidad étnica-racial latinoamericana y de su cultura que ya tiene 500 años de su historia. 9. Es importante resaltar el hecho del surgimiento en el siglo XVI de una fuerte oposición humanista en ambos lados del Atlántico que contrapone al partido colonial imperial una defensiva filosofía del Nuevo Mundo y de su población que es la fuente inicial del proceso de la formación de la ideología y la conciencia latinoamericana anticolonial y antieuropocentrista orientada hacia la concepción de una soberana y polifón ica pluralidad del mundo y de la humanidad. Esta filosofía tiene una espxial actualidad en nuestros días cuando el encuentro de distintos mundos y su descubrimiento mutuo que comenzó en el siglo XVI, niega cualquier etnot:entrismo y cualquier violencia .
III
LA LITERATURA
PABLO
DEL BARCO
La patria andaluza del poeta brasileño J oao Cabral de Melo Neto
L brasileño J oao Cabral de Mela Neto (Recife, Pernambuco, 1920), está llamado a ser el escritor andalucisba mejor d esconocido de Andalucía. Es sign'i ficativo que su último J.ibro se titube en el original portugués Crime Da Calle Relator, conocida calle sevillana en la que ocurrió lo que poética - y ,nostálgicamente- narra el autor. En una conversación del pasado agosto me decía que le gustaría vivir sus últimos años en Se villa. Y Sevilla es el tema del próximo libro que pubJ.ique. A pesar de su pasión por la ci ud ad, que le hizo amar toda Andaluda, Cabral de Mela Neto corre hoy la suerte de ser casi absolutamente ignorado en teste país, y en esta ciudad de Sev.illa. Aunque, felizmente, no ha corrido aún la suerte de .la otra gloria de Ja poesía brasi!leña, fallecido reoien bemente, Carlos Drummond de Andrade, al que un crítico citaba como poeta ecuatoriano (Antonio José Trigo, «La construcción de un espacio poético en Sev.illa», El Correo de Andalucía, 27 -91988). Habitante Cabral de Mela de Sevilla, como diplomático e invest·igador en el Archivo de Indias de .]a ciudad, mostró una permanente actividad observadora, de conocimiento de los aspectos más sustantivos de la v.ida e n el Sur de España. Tras una primera incursión en ,lo español, con la figura de Picasso, en su primera - aún inmadura obra, Pedra de SODO, 1941- , ya Paisagens com figuras (1955) entra en la defi.nición de lo andal uz, a través de la singular,i dad y lo específico de las mañ,ifestaciones popuJares. In icia su visión española con el poema «Algunos toreros»: Manojo González, Pepe Lu is, Aparicio, L itri .. Ord óñez y, esp~ialmen te, Manolete,
E
el más desierto, el torero más agudo, más mineral y despierto. y sigue «Diálogo» primera definición del poeta brasiJ,eño, a través del canto de Andalucía: Es un canto en que se siente lo que una espada en el frío, desenvainada, sin tener incluso algo de herrumbre de abrigo. En la pr,imera acción poética «andaluza» Cabral no dimite de esa a ventura de los objetos, tan propia de toda su poesía. No se aparta de su función de observador desapasionado y enérgico, que ya había confesado: mis ojos tienen telescopios espiando la calle, espiando mi alma .lejos de mí mil metros. Aunque a partir de Pedra de SODO se aparte Cabral del surrealismo y se produzca con nuevos cr,i terios estéticos, vinc ulados a-l rigor semántico de su escritura, queda rá siempre su poesía deudora al movimiento inicial. Sea ten 10 descarnado del verbo, en el tallado de una piedra poética si llar con aparienoia de utilidad escasa, en el personal y profundo parentesco con los objetos, avanza el poeta len el conocimiento de ]0 andaluz . E-l cante como una espada en el frío, o la baÍ'laora, con ,gestos del cuerpo de] f uego, de su carne agonía, carne de fuego, únicamente nerv·ios, , carnl~ toda en ca.rne viva,
en.
como . aparece en Quaderna (1959), en un baipalo
~xten so poema, «Estudios para una ~aor-a andaluza». En otro poema, «A
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PABLO
DEL BARCO
seco», el gesto se -traslada al gr-ito acompasado del flamenco: A palo e,co es el cante del grito en Jo más extremo: tiene que subir más alto que donde sube el silencio, delimitado más adelante, en el mismo libro, a esa Sevilla tan querida por el poeta. Calles y plazas die la ciudad se muestran íntimas, muestran .la int.jmidad «de cuarto más que de casa». Esta ciudad de ba.rrios con mini mas anchos de calles que Tienen el bieDlestar que a un cuerpo da el estar en otro, interno o anidado, para quien .tuerce aa avenida violada y enÉiJa la funda de un atajo, para quien quiere, cuando está fuera de [casa, sus adentros y resguardos de cuarto (<<La urbanización del regazo») T.iJenen de común estos poemas el asombro de.! poeta ante esa J'ealidad que vive desde la observación; el deseo de pertenecer a esa realidad, quizás en 'una búsqueda o en 00 hallazgo del equivalente a la realidad de su Pernambuco nata.J, que también anda por estos versos, en términos de comparación, especia-lmente en el libro serial (1961), donde la caña de azúcar es la med·ida de Ja diferencia entre Pernambuco y Andalucía; «Pernambuco en Málaga» titula uno de los pocos poemas andaluces de este -libro. Pero donde sin duda Cabral nos proporciona su mejor conocimiento de lo. andaluz es en La educación por la piedra (Madr.id, Visor, 1982; .traducción y prólogo de Pablo del Barco). Cito Jos poemas: «De Bernarda a Fernanda de Utrera», «En las cuevas die Baza», «Cosas de cabecera: Sevilla», «En las cuevas de Guadix», <<La urbanización del 'l'egazo» (Sevilla), «En la Baja Andalucía», «El regazo urban:izado». En el enuncj¡l:do ya se ent:iJenden Jos intereses del poeta que incluye, en este libro, uno de los más celebrados ejemplos de su poética, e1 hermosísimo poema «Te}iendo la mañana»,
tejiéndola con el canto die los gallos, anda·luces sin lugar a dudas: Un gallo solitario no ·teje Ja mañana; siempre necesitará de ·algunos otros gallos, de un que recoja ese grito que él y 10 JarDce a otro; de otro gallo que l1ecoja el grito que un gallo antes y lo lance a otro; y de otros gallos que con muchos otros gallos se crucen los hilos de sol de sus gritos de gallo, para que la mañana, desde una tela tvnue, se vaya tejiendo, entpe todos los gallos. Volverá a insist-i.r en la temática andaluza de manera notable en su Museo de todo (1974), con títulos como «En un bar de la Calle Sierpes, Sevilla», «El cante hondo», <<Retrato de andaluza», «Aún El cante flamenco», «Habitar e1 flamenco», «El toro de lidia», «El profesiona'l de la memoria» (Paseando por la ciudad de Sevilla), «Otro retrato de andaluza», o «Fábula de Rafael Alberti». Salvo en Dois parlamentos (1960) y O engenheiro (1945) puede decirse que Cabmlno abandona su necesidad de explicarse lo anda-luz. Que incluso intensifica su preocupación por esa región tan vivificadora. Hay en Agrestes (1985), además de un poema suelto, «La hamaca, o Jo que Sevilla no conoce», todo un capítulo del libro dedicado a la ciudad: «Aún, o si'empre, Sevilla», que termina con un bellísimo poema, «Por un monumento en el Pumarejo», barrio esencial entre la droga, la Macarena y el camino hacia la amplitud y la miseria de la Alameda sevillana. De su último lJibro, que citamos, Crime na Calle Relator, es s·ignificativo el nombre y llaman especial atención Jos dos últimos poemas, «En la despedida de Sevilla» y <<En un Viernes Santo». A pesar del título, Cabral no se despide de esa su Sevilla esencial: Yo, como simple sevillano, únicamente sé adiós en mi kngua, en ese andaluz del que la gramática habla desde Madrid, y de arriba. Sevilla será y es el siempre del poeta, es la reducción a definición única de 10
LA PATRIA ANDALUZA ...
andaluz. La .]uz de Sev·illa, la cantaora, la bailaora, el flamenco tienen en -la ciudad categoría de máxima y completa definición. Bailaora, cantaora, luz ... nos indican en Cabral de Melo Neto su voluntad de presencia femenina. Quizás pOTque Sevilla es mujer, con sus salientes y entrantes de cuerpo y de espír·itu; mujer es Andalucía, donde ... ninguna cosa cesa de ser de la y de tierra; y de una tierra de esa suya, de novia, de entrepierna... , compb~tament-e,
una tierra que no cesa de darse a 10 que fecunda; Lo andaluz del brasileño-andaluz Cabral A fUi; r de buen observador, Cabra1 nos ofrece una visión diferente de Anda-lucía, de efecto a causa. El cante no nace en Andalucía; Andaluda nace por el cante, nos confirma. subv·irt!endo el orden natural del tiempo y de la historia. A través del cante, en el flamenco, Andalucía se define y se celebra como t ierra útero en un paisaje en 1;:.1 que Sevilla es el regazo sensual. Sevilla y flamenco, en la doble magn'itud cante-baile; también el flamento es una ciudad, la ciudad-alma,
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en la que el hombre habite la esencia; en palabras del poeta, «habite el flamenco»: Como se habita una ciudad se puede habitar el flamenco: con su lengua ji';, sus nativos, sus barrios, su moral, su tiempo. El lenguaje: un hablar de cosas, y -nunca de o~ho, sí de ochenta. Lo esencial andaluz, ·10 esenciaL de esa niña de sus ojos telescópicos -Sevilla-, está exppesado en un total de 45 poemas. Algo hay de común entre 'l a patria pernambuoana y, la sevillana del poeta Cabral. En aquel espaoio mágico de Brasil algunas veces he creído escuchar el ritmo del flam ~ n co cuando el pueblo bai1a y canta en las fiestas. Algún compás que se orig;.nó -e n Africa y tomó dos vertientes b'en distantes hace de dos una patrja común para el poeta Joao Cabral de Melo Neto. Y, si n emba reo. '¿sta patria a ndaluza ignora al poeta. El, sin duda, más completo poeta v·ivo de Ba rsi l no tiene eco en editores, instituciones o lectores de nuestro país. La política cultura-l andaluza, tan abúl·ica de progra ma coherent'e~ de ojos cerrados para .lo que no sea espectacularidad o remiendo, pierde la ocasión de conocer y reconocer a uno de: los escritol1es actuales que más en el corazón y en la memoria lleva el nombre y la emoción de lo anda·luz.
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BE R N A R D O
V í C 1;' O R
C A- R A N D E
La naturaleza indefensa (La naturaleza indefensa ante las razones de estado desde una parcela común al Viejo y al Nuevo Mundo) In scirpo nodum quáeris PLAUTO
ZOI A EXTERIOR
Bn el otoño d e 1955 el que os habla desembarcó en el espacio eXl:'eTjor -la parte correspondiente al SW de Extremadura de la Zona Exterior de Paul Theroux (1)- deso~;ndiendo de un a utobús que paró donde, junto a una caseta de peones camineros, hoy debidamente derr~¡jda, una cancela daba acceso a una parcela a la i ntemperie, su domicilio hasta la f'echa. Fa,ltaban ónco años para que se inici ase la desbandada general programada, aunque ya la particular se había puesto en marcha. Ocho años después Amando Melón y Ruiz de Gordejuela (2), a esas fechas catedrático de I~ UniYlersidad de Madrid , entendía que «SI el movimiento depr,esivo de los pueblos no se detiene - y se fi jaba en los pueblos porque de Jos campos no hay censoslleva ca mino Espa1ña de perder su ser y fiso nomía ... pues la suma de los municipios disminuidos de habitantes afecta a algo más de las tres cuartas partes del territorio .. .» (3) . ITINERARIO
No se detuvo -primero Uegó la bicideta, más tarde el transistor, l.uego la moto, tras ella el 600 ó el cuatrolatas ...y así tal marcha fue adjetivando mi vida. Que se quedaba allí. AJgo de ello he escrito (4). Esa inint,e rrumpida salida de (1) Tusquets. Barcelona, 1988. (2) «Ritmo de la población de España: posibilidades y problemas, Las Ciencias XXVIII, 3, 1963. (3) Idem, ídem , pág. 189. (4) El año de la sequía (Vall ado lid, 1983), Libro de agricultura (Mérida, 1986).
personajes de s u escenario, vaciándolo, iba poblando mi contemplación de datos, y de dudas . A la vez que s-i lencios, ,comprensibles. El año que Ernesto Sab~t~ publicó su Itinerario (5), yo me escnbl otro, ajeno al\.endelosma·res de q ue repetía títu lo, hasta hoy jnédito. LA FISIOGNOMÍA
Pero aquella automa rginación elegida le ·i ba a dar ciertas persp~ctivas. Como diría Miguel d e Ferdinandy, fisonómicas, ,lo que antes se decía (el l en g ~a)e ad,el ~nta que es una barbar!dad) y. flsl?g noD1.l?as (6) , como así entiende el hlstona?or hu ngaro a l el ~g ir método, d~pTeclando, el analítico: «en lugaT de aplicar el metodo a'na líti co -método árido e 'i mpersona l- utiJ.izaremos el método f isonómico» (7), el método spengleriano. Desde ,l a coli'n a elegida a la intemperie se podía ver el mundo - no tardaría mucho ·la te]:evisión, que puso en cuanto el panadero se lo aconsejó, en darle más datosseguir 'impertérrito su marcha hacia eso que dicen 'la revolución tecno.lógica, y el montón de preguntas abandonadas que tal marcha dejaba por el campo como si fuera de batalla. ALDECOA
Un mundo que pretende decidir decisorio, qu~ se domicilia en la ciudad, en (5) Sur, Buenos Aires, 1969. (6) «Concern ientes a la fisiognornía . .Art.e que consiste en }uz~~r del carácte~ e In~h naciones de un indIVIduo por la IllSpeCClón de su fisonomía» . Roque Barcia, Diccionario Etimológico JI, Madrid", 1881. (7) Felipe II, Ed hasa, Barcelona, 1988, página 13.
LA NATURALEZA INDEFENSA
un probable building bajo siglas (las menos) logotipos (Jos más) para procurar proveerlo todo y que se nutre de necesitados - no hay hegemonía sin súbditos de emigrantes- sed ucidos y obligados; o sea, de personas que se van de donde estaban a donde pret,e nden estar recorriendo su propio desarraigo e incertidumbre. Ese mundo del Madrid (o de cualq uier ci udad d esproporcionada) de los años cincuenta, nutr.ido por los pIanes de desarrollo, descrito por Ignacio Aldecoa en sus cuentos. Cuentos que releo treinta, cuarenta años después, y en treveo aterradores: aún se denuncia más en ellos otra mutaci ó n que supera ·10 descrito. La ,ciudad de hoy que AJdecoa no Uegó a conocer, menos ma l, carece de simpatía: ya no hay ... tranvías, noctámbulos, amabilidad, tranquilidad, serenos, maleteros, lavanderas (ribereñas), sesiones vermú, camisas que se puedan planchar, «largos cajones fileteados de oro» ... (8). FERNÁNDEZ SANTOS
Conocí a Jesús Fernández Santos por aquellos años, colega y coetáneo de AJdecoa, subiendo o bajando una escalera de una casa madrikña sin asc.ensor. Me lo presentó un amigo común, ¿Sebastián Businello?, ¿J ulio Diamante? No lo volví a ver hasta como unos 30 años después, en el Retiro; me firmó un libro, quedamos en tomarnos un día un café. Novelista certero y obstinado, con ese su a'ire literario desgalichado, aparentemente indiferente o conformista, supo estar en su tiempo -el de todos nosotros- con dignidad y lograr eso tan dificil, el que tir·ios y troyanos aceptasen su estilo, para poder publicar -con éxito- sus ·Iibros. No dejé de ,l eerlos, desde Los bravos (por cierto la primera novela cronológicamente de la nueva narrativa española, y no El Jarama (1956) de Sánchez Ferlosio, de dos años después) hasta Balada de amor y soledad (1987). De una nove la a otra, de monta'ñ a. Prefería lo natura'l, y si no, lo histórico, a lo urbano. (8) «Tras de la última parada» El corazón y olro's frutos amargos, Arión, Madrid, 1959.
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LAWRENCE
Elegía lo fis.iognómico novelable, amparándome en D. H. Lawrence: «Por ese motivo, soy un novelista. Y por ser novdista, me consdiero superior al santo, al hombre de ciencia, al filósofo y al poeta, todos ·Ios cuales son grandes maestros de distintos fragmentos del hombre vivo, pero que nunca consiguen al marrano íntegro. La novela es el único libro ,l um inoso de la vida. Los libros no son la vida. Sólo son temblores en el éter. Pero la novela, como temblor, puede hacer temblar a todo ·el hombre vivo. Que es más de lo q u'! puede hacer la poesía, la filosofía, la ciencia, o cualquier otro temblor libresco. La novela es el Jibro de ,l a vida. En este sentido, Ja Biblia es una gran novela caót ica ... » (9). R AZONES DE ESTADO
Las razones de 'estado las mueve el poder y la ,lucha por el poder y sus sucesivas y últimas sustituc iones; se iban unos, llega ban otros, olvidaban, en un pri'ncipio, luego atentaban contra el orden natural de ·Ia naturaleza. Por lo que entonces ya e ra Europa con antelación y por lo que sólo era España, imitativamente, con retraso. La burguesa revolución francesa, señuelo de tantos ,i,lusos, no hacía caso a Voltaire, ni a Sade. Las subsiguientes independ¡;¡ncias americanas, excasamente revolucionarias, también eran burguesas, clasistas e indefectiblemente criollas. A los inditos les quedaba, sólo, el poner.Je una vela a Carlos IlI. Se la siguen poniendo De esto y aquello hay jnfinitas muestras ,l iterarias. Yeso que el escritor anda a remolque, en su osadía, de su mostrenca balanza de pagos. Debería vivir de su escritura pues vive para escribir, luego depende de los .l ectores, rara subespecie del género humano de excaso poder adquisitivo, si no está en nómina y tributa, urbanizadamente, a Hacienda. También la religión, un foco de cultura a la intem(9) Pulso literario (Phoenix) S. Rueda B. Aires, 1955, pág. 241. Fénix, el ave que localiza, no hay lápida, su tumba en Vanee.
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perie, mientras se dedicó a la mendicidad, el morabito o la abadía, e refugiaba, decomonónica, en ,l a ciudad. Y el aguerrido poder militar, que las independencias amefi.canas iban a poner de moda, no era, procisamente, letrado. Lo suyo era el heroísmo, analfabeto pero heroico, a ultranza. El sino del militar ha sido siempre poner en juego su pellejo, por cuenta ajena.
ban: volaban en aparatos de hélice, galopaban, aplicaban su sabiduría invencibl,e modulando un trino «como el canto de algún pájaro extraño de .Ja selva, o el murmullo del viento. fi-ltrándose por un bosque» (11) o reían al descubr,ir el deUo, «de pronto oyóse una suave y burlona carcajada no más fuerte que un susurro y que, sin embargo, resonó en toda la habitación» (12).
VOLTAIRE y LOS INDÓCILES
EL MITO SOCIAL
Voltaire había llegado a cultivar un huerto, junto a su señorío de Ferney; a fabricar r,eloj'c.s y .. . medias de seda. O escribirse el Cándido (1759) «el único de sus libros que seguiría leyéndose en 1950» como dice Maurois (10), pero como han pasado cuarenta años más ya nadie lee. <<Es preciso cultivar nuestro jarilln» concl uye. Y como. filósofo entendía «el único evangelio que se debe leer es el grarJJ libro de la naturaleza». Voltaire amaba a Swift. Los escritores se embarcan -algo va mal- hacia la utopía, por los océanos de la menbe. Con ello se pretende repudiar el orden y avistar un futuro. Ya en el siglo de oro se prefería la Arcadia. Pese a .Jo iTfea,l de la aventura, la decepción ha sido siempre un móvil liverario, son naufragios felices, Gargantúa y Pantagruel, Gulliver, Robinsón Crusoe, Pablo y Virginia (que fascinara a Borges), Atala, René, Salambó .. . Menos feliz será la singladura de Moby Dick ... pero en todas estas obras, u otras, sus autores huyen de.sengañados e indóciles.
En la ciudad las cosas iban mal, y en el campo tampoco iban bien por ,lo que una serie, altamenbe nutrida cuando algo se pone de moda, escritores, se dedicó a lo social. Un menester aburridísimo, muy sufrido, absolutamente ~ns ulso . Siempr,e el escribir con propósito ha sido absurdo, mucho más beneméritos. Tiene que haber otro ahciente. Es válido contar la vida de uno, si se ha vivido o si no, la literatura se ha inventado para olvida r, a base de embustes. Hay embustes literarios bellísimos: El Quijote, el Werther, La is~a del tesoro, o Asia misteriosa de Frederic Prokosch que no llegó a Asia hasta como veinte años después de publicado el libro. Se puede decir, literariamente, que no, y se puede decir que sí. Hasta, ahora que .10 pienso, se puede decir lo que se quiera, pero no de aq uella manera tan pedestre. Fue un sarampión. Pasó.
EL REFUGIO DE LA NOVELA POPULAR
No ].e iban a fa.l tar amparos. Amén de Lawrence llevaba con él un montón de novelas populares de esas de 0,60 ó 1 peseta, de entonces, ilustradas. ¡Qué error, el haber d'ejado de il ustrar las no.velas, con lo que ayudan, si son buenos ·ilustradores, a engullir.las! También hay algo mágico en ,la espontánea elección que hace el lector niño. De esto ha escrito Savater. He llegado a reverenciar las que devoré. Sus héroes no contamina10)
Voltaire, Gallimard, París, 1935.
DESPUÉS DE LA MÁQUINA, LA QUíMICA
Azorín (personaje) escucha a Yuste, el maestro, una especie de Montaigne, Schopenhauer, Nietzche, Pí y Margall y Clarín (13) de una sola pi'eza, hablar y hablar. A veces Azorín protesta. La voluntad, el libro donde hablan, Antonio Azorín menos, Yuste más, es de 1902, y en ella, la naturaleza omnipresente (<<lo que da la medida de un artista es su sentimiento de ·Ia naturaleza, del paisaje ... p. 130, ed. cit.), se da todo un curso entre otras cosas - que en La voluntad se (11) Robeson, Kenneth. Doc Savage. (12) Grant, Maxvell, La Sombra. (13) Véase Valverde, José M.u Azorín, Planeta, Barcelona, 1971.
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perora de muchas cosas- de anticipaci6n Curioso, Yuste, un monólogo después, sociológica. Como si 1902 fuese fecha en La Voluntad, se aterra pues <<todas clave (y Jo es ' para Ja novela de la ge- 1as ciencias acaban en el sociaJ-ismo» y se neración del 98), Yuste la entiende crí- pregunta, «¿qué será del arte dentro de tica. Tras veinte siglos de orden conti- poco, si tal cosa se piensa de la ciencia? nuado, casi todo sigue en su sitio, Jas (... ) he aquí por qué yo me siento triste cosas van a cambiar; quienes no se mo- cuando p'ienso en estas cosas, que son vieron del campo durante tanto .tiempo las más a'ltas de la humanidad (el arte, se van a la ciudad, ·Ia usura se adueña la mística, la lírica, 'l a historia -y ~a del medio y la máquina está al llegar. naturaleza, incLuiría uno- ) (...) que van Por la máquina rompe una Janza, es- a ser maltratadas en esta terrible paNnperanzada, el maestro, aquí más socio- genesia». Tan triste iba Yuste que llegó capitalista que nunca, «un día, el absen- el crepúsculo y muere. tismo, ]a usura, las hipot:ecas, el exceso Curioso, Olaiz (Baroja según se cree) de tributos, pondrán Ja propiedad rúst,ica en el capítulo VIn, en nombre del esen manos de ·Ios bancos de crédito, de plendor maquinista (<<vamos hacia un los grandes financieros, de los grandes tiempo en que cada uno pueda viajar rentistas; entonces se formará una liga en automóvil») y rompiendo una lanza -porque la Jiga favorecerá el' esfuerzo por eL anarquismo dogmát,ico, ese miscomún- las máquinas harán su entrada ticismo atJeo, estima que «la ciencia es triunfal en los campos (el subrayado es más revolucionaria que todas las leyes mío) y la ,tierra, has ta aquí mezquina- y decretos :Í!nventados e inventables. La mente labrada, será magnánima y recia- máquina que funciona da más ideas que mente fecundada ... » loando a continua- todos Jos libros de Jos sociólogos ...» ción ,l a imagen de la máquina, el obrero (p. 239.) La máquina mítica de 1902, sin royalatildado (bien trajeado y comido dice) y el :ingeniero agrícola ... por los campos tis, sin señor financiación, sin petrodólayeclanos futuros. Todo muy acorde y res, sin contaminación, puede ser que tuviese sus encantos, que la larga marcha venturoso. Pero .l a máquina no sólo realizó una obcecada del siglo XX -el siglo en el revolución fecunda, como entendía Yuste, que se han tenrunado, paradójicamente, también iba a ser cruel, que va1~éndose las 'luces- ha segado, no pudiéndose dede la dignidad, dignidad que toda má- cir que en f.lor, pues ,los abusos han sido quilDa que se precie puede tener, y del demasiados. Donde hoy están mejor Jas ,logro de su aplicación científica, otros máquinas es un museo, ¡qué duda cabe! intereses se agazapaban tras ella, que dos Pero ni Yuste, ni Azorín, ni Olaiz, sacontertulios de paseo por un campo en- bían que tras de ellas se venía sobre la tonces, todavía, humi1de y purísimo, no faz de la humanidad, sobre el paisaje podían entender: el posterior valimiento - «para mí el paisaje (Yustoe alzaba la de la máquina como agente de consumo voz) es el grado más alto del arte litey la servidumbre, oligopolio más bien, rario .. .})- 1a suicida y burda tiranía de de la petroquímica. Aquellos campos, las consecuencias de una prebenda (quícomo todos, se iban a llenar de humo mica). «La Químioa en Ja Literatura Unipor razones de conven iencia ... de estado. «El ai're, el fuego, el agua eran aman- versal» se titula el discurso que Obdulio tes con Jos que luchábamos. La máquina Fernández y Rodríguez lee en Madrid el es el gran eunuco, el ser neutro que nos 23 de abril de 1950, ,i ndudablemente en desviriliza», cita Guillermo de Torre, de defensa de la química, no en ba1de es catedrático de Análisis especial de meD . H. Lawrence, en un prólogo (14). dicamentos 'inorgánicos : «desconozco la importancia q,ue en el Orden de las mag(14) Prólogo a La lDlujer que se fue a canitudes encierra el asunto que voy a exballo, Losada, B. Aires, 1939.
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poner» comienza; ni desconoce tampoco. que las masas «sólo ven en la química un modo de destrucción o de procurar medicamentos y sustancias colorantes». Las masas son más inteljgentes de lo que parecen. Su discurso es un recorrido en busca de testimonios de apoyo de 1a química por .Ja -literatura universal Así en Virgi']io «cuyos poemas ti1enen marcado sabor químico», encuentra que su segunda Geórgica «menos poética, es más química» y que Ovidio «es uno de los poetas en el que las ideas químicas alcanzan más rel'ieve», y °n la Farsalia de Lucano que «no escribió química (. ..) se encuentra un paisaje que no es químico precisamente; es más biológico que químico, aunque hoy la química ha absorbido a la biología». El pasaje es ésve, en 'la traducción de Antonio Holgado Redondo: «Entonces, lo primero, llena de sangre hirviente el pecho, tras abrirlo con nuevas her,idas, Jimpia de podre las médulas y le suministra copiosamente virus lunar. A este se mezcla todo ,lo que ha producido la naturaleza en parto monstruoso: no faltó la espuma de perros hidrófobos, ni las vísceras del lince, ni la vértebra noclal de ,l a dura hiena, ni las médulas de CÍlervo engordadas con carne de serpiente, ni 'l a rémora que detiene la nave en medio de Jas aguas aunque el euro ponga tensos los cables, ni ojos de dragones, ni las piedras que suenan entibiadas debajo del águila en período de in cubación, ni la serpiente voladora de los árabes y la víbora nacida en el Mar Rojo, guardiana de la concha preciosa, o la piel, arrancada 'e n vivo, de la cerasta líbica, o las cenizas del fénix colocado en un ara oriental...» (15). La resurrección, un tanto frankesteiniana, de un guerrero, por la maga Ericto, para que sirva de oráculo a Sexto Pompeyo. Como si comprendie ra que a la química se le avecinan boyantías y asediarán desaprecios, ,l iteratura arriba se va en bus(15) Lucano, M. A., Farsalia, Gredos, Madrid, 1984. Libro VI, 668-680. Traducción Antonio Holgado.
ca de Aldana y aunque «evidentemente no es mucha química», como reconoce, cita estos versos, donde encuentra desde la destilación a la sublimación:
y como el fuego saca y désencentra Oloroso licor por alquitara Del cuerpo de la rosa que en ella entra Así destilará de la gran cara Del mundo ,i nmaterial, varia belleza Con el fuego de amor que la prepara y pasará de vuelo a tanta alteza Que volviéndose a ver tan sublimada Su propia olvidará naturaleza. Aldana, e l pionero literario, antecediendo a Cervantes, del vocablo átomo: ¿ Viste a,lguna vez como el planeta que mide el tiempo y de colores varios 'el mundo viste, luego que despunta de l matutino albergue de la Aurora, por las puertas abiertas y roturas de fábricas entrar como una viga de recogida luz, doran bullendo mil impalpables cuerpos danzadores átomos del Hlósofo llamados?
Goethe, inventor de una doctrina de los colores e investigador de la zanahoria, le falla, y eso que Las afinidades electivas trascienden a la química; pese a su afición, en Fausto «no se contienen pensamientos químicos interesantes» y como Cervantes, desprecia la alquimia: «si todo es farsa, es alquimia». Y llega a Schopenhauer, filósofo «particular, persona malhumorada, con rasgos egolátricos y afanes contradictorios» pero «el escritor que más trató de química (...) su producción está impregnada» de ella. Schopenhauer se manifestaba antimecánico, combatía a Lomonosow los principios mecanicistas, «sus leyes --cita- de nada sirven ante las actuaciones de la química». Cierra su discurso con dos ejemplos novelescos: El Chancellor de Julio Verne y Oro de Hugo Wast. Como 1a novela, la fábula, puede sublimar la misma química. Ese «Chancellor», barco de vela donde el algodón se ha inflamadO' espontáneamente y en cuya bodega hay 30 libras de picrato potásico, capeando un temporal; ese Oro, la novela de Gustavo
LA NATURALEZA INDEFENSA
Martínez Zubiría, [Iovdista a'¡ que José Carlos Mainer no duda en ca,lificar de abominab.le (16), cuya publicación señala la fase culminante de la química en aquel género literario. El mismo autor de este sustancioso discurso (pág. 28) reconoce que las drogas, aunque no ·las llame drogas, sino afrodisíacos y estupefacientes, juegan contra 1a credibi,l idad química, «ya presumían estos romanos insignes que la decadencia de su pueblo empezaba en la corrupción de sus costumbres y la del afeite era una de las propicias para favorecer la decadencia (... ) la historia se reitera: hay pueblos en vías de derrumbamiento o derrumbados por completo, y hay una industria de afeites próspera ... » De afeites, Don Obdulio, y de muchas cosas más, todo Jo que hoy vive, de manera opípara o lamentablemente muere a manos de la química, que, consensuadas, han envenenado al planeta, malhiriendo a la naturaleza. LA LLANURA DE LA LÓGICA
¿Todos los cientificos divagan cuando se dedican a la Literatura? Tampoco es ello cierto. Aquí tengo dos discursos más, parejos, de hombr·es de ciencia, llenos de interés. El A'l gebra del lenguaje (17) es de JuLio Rey Pastor, el matemático universal cual lo ca'lifica Pemán, que le contesta en su recepción e n la Real Academia Española. «Encaramado sobre Jos hombros de un gigante» un especialista se escribe un tributo a la cultura en general, y a las letras, en particular: «Más transitable que los abruptos vericuetos metafísicos, es para mí la llanura de la Lógica, lindera de mi feudo; en ella se cosechan más frutos que raíces, y la elevación alcanzada desde la altiplanicie sobre todos los senderos trazados por tantos filósofos, permite disfrutar en perspectiva escorzada del paisaje entero.» Donde con «tal visión lógica de la trama del lenguaje» un matemático cual es(16) Atlas de Literatura Latinoamericana (S. XX) Jover Barcelona. (17) Discurso recepción Academia Española, Madrid, 1954.
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calpelo ahonda embriagado en el mundo del habla, territorio ajeno al que rinde su saber y pleitesía. Transcribe en símbolos los versos primeros de un romance del Duque de Rivas (18)
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y cita a Maurice Barrés, en lucha con la precisión del lenguaje: «Trato de asir ·10 irnasible, por sus dos alas, aunque no deje entre mis puños burlados más que una vaga nube de plumas ligeras. Es la lucha con el ángel, de la que no se puede salir sino vencido; pero es una derrota que tiene su corona ... » Julio Rey Pastor, vencedor y trémulo, aportando trofeos, recuerda al condottiero que se inclina alnte el dux. También JuJio Palacios cuando -ingresa en la Academia (19) con humildad, El lenguaje de la física y su peculiar filosofía, «quise discurrir sobre cómo ha de ser el lenguaje de la ciencia que profeso, y dudo haber conseguido algo que merezca la pena», no se diluye ni un ápice. AZORÍN y LA CONTINUIDAD
«Azorín o Ja antonomasia del escritor» lo llama Cela en su editorial necrológico (20) que «a solas ante eL literario y resabiado toro ibérico... dedicó su larga vida al mejor servicio de una lengua», Un editorial de 1967 donde, ya es valor, defiende la literatura, la literatura pura: «(<la literatura fuera de sí misma, no es (18) Versos del Duque de Rivas : «En una anchurosa cuadra del Alcázar de Toledo, cuyas paredes adornan ricos tapices flamencos; al lado de una gran mesa, que cubre de terciopelo napolitano tapete con borlones de oro y flecos; ante un sillón de respaldo que entre bordado arabesco los timbres de España ostenta y el Aguila del Imperio; de pie estaba Carlos quinto, que en España era primero, con gallardo y noble talle, con noble y tranquilo aspecto.» (19) Madrid, 13 diciembre 1953. (20) Papeles Son Armadaos CXXXIII, Palma, 1967.
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sino vana fantasmagoria sin contenido (aunque finja crer que lo tiene y trasoendente)>> como la defendió el maestro de Monóvar. Octavio Paz también defendía hace muy poco (21) lo mismo, «la continuidad de la poesía es la cotmuidad de la palabra humana», reconociendo su propia y personal evo.lución ideológica, y 1a esperaJOZa hoy -desechados subversión y cambio, o tradición y autoridad- en un ... renacimiento. O sea, un humanismo, un neohumarusmo. La continuidad, aquella cuasi liturgia menendezpelayana, la continuidad de1 discurso, ese individual curso que genera la vida intelectual, meandrirnosa si constante, ese otro devenir de la palabra elaborada, bien discurso, bien clandestinidad (o. sea, édita o inédita), que sigue adelante, al margen acaso hoy más que nunca, al pesar de los pesares, de la epopeya de la sociedad. Octavio Paz puntualiza, en Id mismo escrito, «no ignoro que las democracias modernas han sido indiferentes -y no pocas veces crueles y estúpidas- ante el arte de la poesía», coincidiendo con 10 que había pensado Lawrence, 50 años antes: (dos que creemos que cada alma humana es única e incomparable, nos suponíamos demócratas. Pero, evidentemente, la democracia es una cuestión de sueldo integral, no de alma .integrah> (22).
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naturaleza. Salvo los consabidos cataclismos (huracanes, terremotos, inundaciones) o los contumaces crímenes de la gente de pueblo, y los usuales chistes teatra'les dedicados a Cáceres (o Badajoz). Por ello Je causaba al espectador asombro el encontrar en una publicación, si de impuntual edición, periódica, palabras como fárfara (.la telilla del huevo), bielda (la horquilla para mover el cereal segado o -la paja), pellofa (el hollejo verde de Ja almendra) o el tinao (albergue del ganado) o tinaón o· muchas otras acepciones más, de cada, r,eurudas en un texto coherente. Diría más, exultante. Y todo ello venía por entregas, cual folletón, en dicho boletín (23) no por más solemne menos auténtico, causando la natural y nunca mejor conmoción en quien lo Jeía cual si fueran cartas de .Ja novia, y zozobra, supongo, en los activistas de la tal epopéyica progresía. Todo se debía a Vicente García de Diego, su autor, que 10 publicaba como Notas etimológicas, paulatinamente, aquellos años. LA NATURALEZA ACORRALADA
Durante el proceso de desintegración del orden natural y la paulatina instauración de lo otro, las razones del estado inorgánico, el acoso dictado contra lo secularmente estatuido, indefendible -ya que nadie cree que, p. ej., si son las 12 no son las 12, o si eso es una montaña, no es una montaña- fue constante. Lo sigue siendo. Lo habitual lera tal que hasta las flores preferidas fueran de plástico, no ya la muda, por lo sencilla de lavar, o los autobuses, y resultaba muy difícil encontrar noticias, orales o escritas, de la
Aq uella parcela aún era, mutatis mutandis, como Ja de la «santa edad dicho-o sa» que Don Quijote cuenta a ·los cabreros (24): encinas por doquier de bellotas repletas, «claras fuentes y corrientes ríos», y solícitas abejas, en corchos sus colmenas, menos mal, que si siguiesen en peñas o tuecas de árbol,es su república no hubiera sido tan discreta. Aquél discurso donde dice, (<DO había la fraude, el engaño ni la malicia mezclándose con la verdad y lla·neza». Pero bien poco tardaron en tornarse las tornas. El agua poco a poco se .i ba degradando. Comenzaron a verse Jos primeros peces muertos a las orillas de los ríos y extenderse un olor indefinido por las ciudades, que no resultaba placentero. Se declararon dos o tres epidemias de cólera, oficialmente benignas, y se municipalizaron las aguas. También cruzó la sequía
(21) «T. S. Eliot» Cuadernos Hispanoamericanos, 462, Madrid, 1988. (22) Pulso literario, pág. 286.
(23) Boletin Real Academia Española XLIII-CLVllI, 1963. (24) Capítulo XI, Ed. Calleja, Biblioteca Perla.
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la vieja península. No tengo datos del Nuevo Mundo. Los .imagino. Se comenzaron a extender las plantas embotelladoras. ¿Bebe alguien agua del grifo, en América? Sí, los tercermundistas, como los hay aquí. EL viejo peral se secó, y el noga'l, y el andrino. Se iniciaron las ventas por catálogo de frutales injertados. Se perdió la semilla bucólica del cereal y la leguminosa. Arribaron los híbridos y la lluvia ácida. Los ESPEJOS
A principios de los años 60 descubrí a Borges. Se dejó de fabricar el jabón Lagarto. El hijo de su representante sevillano, luego internacionalista famoso y vicerrector de la Complutense, especia¡'¡zado en Próximo Oriente y mujaidines, me prestó El Aleph. No me gustó. Me resultó pretencioso. Luego Ficciones se fue conmigo a la inmensidad de la playa de Caparica. Comencé a mirarme en sus espejos: <dos elementos ejecutores de un antiguo pacto». Todos los mares tienen otra orilla. Y el estuario del Tajo otro en La Plata. Me temo que el desprecio por la naturaleza, hoy, es el mismo a un lado u otro del mar. Dejamos de bañarnos en la ribera. Aguas arriba subieron unos cangrejos anómalamente incólumes. ¿Qué sucede en ,el Nuevo Mundo, tan viejo como el nuestro? ¿Las razones de estado saben defender la naturaleza? Me temo que no. L A TUMBA DEL HOMBRE-COSA
Con Ernesto Sábato la máquina pierde todo su e ncanto. Así escribe en aquel su Itinerario: «He ahí el triste fin del hombre renacentista. La máquina y la ciencia que orgullosamente había lanzado sobre el mundo exterior, para dominarlo y conquistarlo, ahora se vuelven contra él, dominándolo y conquistáJndolo como a un objeto más. Ciencia y máquina se fueron alejando hacia un olimpo matemático, dejando solo y desamparado al hombre que les había dado vida. Triángulos y acero, logaritmos y electricidad, sinusoides y energía atómica, extrañamente unidos a
CARANDE
las formas más misteriosas y demoníacas del dinero, constituyeron finalmente el Gran Engranajoe, del que los seres humanos acabaron por ser oscuras e impotentes piezas». Una estampa orwelliana, que veinte años después no deja de ser cierta y, a la vez, incierta. La naturaleza, el tal mundo exterior, sí, sigue a merced; el señuelo del interés por el que medra el humano, se i,ncrementa; se incrementan salarios, intereses y cifras; pero los seres humanos no acaban de ser oscuras e impotentes piezas, todavía. Las teorías son como las pescadillas, que se muerden la cola. Hay un punto de inflexión en la trayectoria de ,la conducta humana donde cabe otra decisión, donde cabe lo aparentemente ilógico. En ello puede rad icar una cierta esperanza; un tanto suicida. LA DESAPARICIÓN DE LA GALLINA
Pero a los desastres se acumulaba otro más. Desaparecía la gallina de la vida del campo. La gallina ponedora, la gallina latina, que picoteaba, escarbaba y hasta hablaba con su cloqueo sugeridor, Góngora se fijó en él (<<esquilas dulces de sonora pluma» (25». En el campo, en el corral, en el pueblo, hasta en el jardín comiéndose las macetas, que l'e encantaban. O en los libros. No había ,libro que se preciara en el que no saliera, por ,lo menos, una gallina, cual las que se aprestan, por Ja pluma sinigual de Cervantes en las quijotescas bodas de Camacho, colgadas de los árboles, desplumadas, listas para ser - con ·las liebres- sepultadas en las ollas. Han desaparecido las gallinas de los libros actuales --q ue sólo hablan de cosas importantes como la distensi ón, el consenso o el crecimiento cero- y de la sociedad. Porque esa otra cosa a la que llaman gallina y cuelga con aire cadavérico, si cuelga, del gancho del abacero y vivió, si vivió, en esos establecimientos carcelarios avícolas, sitos e n Jas afueras de los núdeos urbanos, los que alcanza a de(25) Soledad Primera, Ed. Dámaso, Alonso. Del árbol , Madrid, 1935.
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leitar con sus aromas, no tiene nada que ver. ~ÁS DESAPARICIONES
En 1969 Jesús Femández Santos se duele de la pérdida de IgnaciO' Aldecoa y de que la última vez que estuvo con él, meses antes, «ya estaban lejos .Ios buenos tiempos del río, del río de Madrid ... » (26). Leo en un almanaque toledano y gastronómico, para el presente año, que me envía J.esús Cobo, «hoy Jas únicas angulas que se pueden comer en Toledo son las de mazapáJn ... » Ya no quedan lampreas cual equiparaba Antonio de Guevara, en años de abundancia de alcahuetas, que «a las veces hay en sus casas más barato de mozas que en la plaza de lampreas.» EL RETORNO DE LOS GALEO ES
Max Henríquez Ureña, «hermano de Pedro, artista, periodista, brillante crítico d :! ideas musicales» (27) publ:ica en 1930 un estudio sobre el intercambio de influencias ,l iterarias entre España y América durante los últimos óncuenta años. El re~orl!1o 'd,e los galeones ~e lJama. Allí se defj'ende la llamada conquista espiritual española del Nuevo Mundo, coincidiendo con una apreciación posterior de Gabriel Maura, Duque de Maura (28) entendiendo que no se podían equiparar «las colonizacion:!s ajenas, dirigidas por hombres de negocios, atentos en primer térm ino al 'i nterés económico o por mil-itares y diplomáticos consignados al servicio de una causa política ... con aquelJas nuestras presididas desde el comienzo por magistrados y clérigos, oficial y conjuntamenne encargados de hacer J1espetar la autoridad augusta de la Ley, humana y divina ... » y ,no sólo de la ley, apostillaría uno, también del ímpetu, la ilusión, yel instinto -que lo tiene- todo ser humano. Maura, que también es conde de Mor(76)
Europa y algo JIIás, pág. 208. García Calderón , Feo.: Prólogo a Cuestiones estéticas de Alfonso Reyes, 1911. (28) Hcrná'n Cortés, sin pedestal, Madrid, 1948. (27)
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tera, lugar donde mucho le gustaba holgarse en sus afanes, se escribe allí esta pregunta, «¿es exacto que España ha sido alguna vez un Imperio?», con tanto desparpajo como Ortega cua,ndo se preguntaba por qué Reconquista era aquélJa que duraba siete siglos. Dos preguntas con las que, sin respuesta, y sin Imperio y Reconquista, la historia de España queda reducida a un asunto -tribal, con alguna guerra civil que otra. Pregunta, la ,imperia.l, no exenta de sorna, por los cenáculos madrileños de entonces, 1946. Y así fue que el único imperio que hubo fue el inglés, casi con nuestro beneplácito, que lo nuestro debiera ser la defensa de nuestro ideario espiritual, lel mismo que nos llevó a América. Max Henríquez Ureña ins istía en tal conquista espiritua.l: «a cada catedral se agrega un seminario y a cada convento un colegio, o, cuando menos, una escuela, y de estos colegios surgen las primeras universidades, cuando todavía la conquista no ha terminado». Concluyendo, «España cumplió en América su misión colonizadora y transmitió a ésta su cultura y su civiJización ... » para oerrar citando un poema de una gran poeta, hoy olvidado, como muchos otros (mayormente porque rimaban): su misi6n histórica queda perfectamente definida en el siguien\Je apóstrofe de Núñez de Arc~ a ,l a América española: «Al engarzarte en su imperial diadema España te oprimió; mas no la culpes, porque ¡,cuándo la bárbara conquista justa y humana fue? También clemente te dio su sangre, su robusto idioma, sus ley,es y su D ios ... Te ]0 dio todo menos la libertad. ¡Pues mal pudiera oarte el único bien que no tenía!» ;EUROPA, TEMOR Y RETO
El XIX todavía se podía permitir la gente ser romántica. Y creer en ,l a libertad. Hoy casi nadi'e habla de libertad porque parece ser que últimamente se ha descubierto que no existe. Se · vive una indefinida decepción, por tanto. Es un
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momento malo. Nadi'e se atreve a contar nada de '¡O que le pasa porque illO le pasa nada. Nada que no le pase al vecino de piso, ascensor, aparcamiento, seU, oficina, coja, paro, quiniela o agosto. Con metro incluido donde .]0 haya. La natura.leza humana está indefensa. Pasito a paso hemos llegado a Europa los habitantes de esta terne, si ajada, perunsula; por 10 menos se puede decir que de buena fe. De buena fe que comparten nuestros hermanos, los latinoamericanos, si un tanto escépticos, esperanzados. Europa para Latinoamérica puede ser un alivio ante ·l a continuada presión illorteamericana, pero ... Uno, desde aquí, desde esta parcela deL Viejo Mundo, se asoma, aunque no se lo crea, a la Europa de la que le dicen forma parte, pero hay algo que no termina de entender: ¿Es esta la Europa del lúcido Erasmo, del ácido Voltaire, del ,inspirado Goethe, del sombrío Schopenhauer, o de Lawrence? Esta Europa de hoy, un mucho interesada y en nada chalanesca, parece estar carente de un bello y profundo imperativo. Un imperativo como aquel que movió a un escocés inquieto a imaginarse, y escribirse, La isla del tesoro, que «no hubiese renido el éxito que ha tenido y no hubiese llegado a clásica, si su creación no se debiese seC!1etamente a un imperativo profundo», cuenta André Bay (29): «R. L. Stevenson, el aventurero, el artista, el niño y el hombre se conjugan para crear un universo fascinante que, de hecho, navega sobre un océa.no de angustia». EL TESORO DE LA ISLA
Mas en esta Europa, todavía vieja, una jov-en da clase en un aula, otra traduce de espaldas a la ventana, y un tercero lee a Virgilio: «Incluso fue a menudo ventajoso prender fuego a Jos campos baldíos y quemar con chasqueantes llamas la fría paja ya sea porque así la tierra conciba ocultas fuerzas y alimentos sustanciosos o porque el fuego queme todo vicio y se evapore (29)
Prefacio, Ed. Poche, París, 1985.
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la humedad sobrante o porque el calor abra nuevas rajas y respiraderos anres sin salida por donde -les llegue la savia a las nuevas hierbas o porque endurezca más el. suelo y comprima las grietas ya abiertas para que no lo queme ni .]a escasez de lluvias ni la excesiva potencia del sol arrebatado ni el penetrante frío del Boreas ... » El tesoro de la isla es para mí una caja que me llega de México, vía su distribuidor, a través de la Librería Internacional de Bepe Blanco, el hijo de Lorenzo, ·la llamada Internacional, de la sevillana Plaza del Salvador, donde tenían tertulia tantos amigos, todos maestros, que desaparecieron, por donde seguro que pasó el Goetbe regiomontano, que de Alfonso Reyes son las obras completas que recibo. Las segundas que compro, yeso que voy camino de los sesenta. También Az'Orín, con 86 años, se alborozó al recibirlas, «yo recibo sus obras completas con alborozo y ·las voy leyendo o releyendo -según cuadre- con delectación viva» (30). Las primeras. de oferta, eran de Ortega. Otras me regaló Pedro de Lorenzo, siempre magnán·imo. Las voy sacando de -l a caja tal como vienen. (<<Alfonso Reyes escribió la mejor prosa castella,n a de éste y de cualquier otro siglo»: Borges (31)). Es viernes, me encontré por la calle con un especialista en arcadias, fui a conocer al hijo -la continuidad- de un colega cuyo hobby es la justicia, han renovado los cables de la instalación eléctrica de una casa a,ntigua, dan por la ·teJe «Corazonada» de Francis Ford Coppola y tomo primero el tomo XIII -le tengo aquél al 13: una matrícula para 15 días v'erde 13-13 me dio para seis meses- La antigua retórica. El siguiente es el XI, Ultima Tule, el otro el XII (no están demasiado desordenadas), Grata compañía, y en su página 135 E9a de Queiroz, el aveirense. Un apunte algo tardío (1929) (30) Posdata, Biblioteca Nueva, Madrid, 1959. . (31) Borges a Roberto Alfino: Convcrsasacioncs, Debate, Madrid, 1986.
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de Alfonso Reyes, bonaerense, donde describe los dos ojos del novelista: «aquel ojo altivo, guarecido por el monóculo, por donde se mira al país de la fantasía, y aquel ojo sabría, disimulado pero valiente, por donde se captan las humildes cosas cotidianas ... » Lee y elogia La ciudad y las sierras (32), relato precursor y póstumo, relato antiguo en nada, relato alegato que al cabo de cien años es -un relato demoledor.
Así una novela casi de ciencia ficción (antes de que se hubiera inventado el género) se convierte en una novela cierta, al sig10 de vida. La sierra le gana a Ja ciudad: «1 acinto vuelve al agua clara de la naturaleza después de pasar por toda la sinfama de sabores artificiales que ha logrado fabricar la civWzación de los capitalistas del siglo XIX» (33). Sólo que aquella agua clara ya sólo es cloro.
(32) Ultima edición española: Bruguera, 1984. Traducción Eduardo Marquina.
(33) Alfonso Reyes: Grata compañía, Obras Completas, XI, México FCE, 1983.
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Rcynol del Pcrll,TuclIll1ln, y cll¡· Jo dcl13ralil,por el Arcedian o don Mmin del Barco Cemencra. V i, ¡gil• • Jo~ eriJl.u.¡ de "NI or., 'NI .r1"'I,ft (,1",1 'fZ!d,igo,V i,rty, Coger.Ador, )' e_pitAn g,n, ... : de l'orr u¡:./, por,1 'R.!:J 'Phi/ipo J J J. NI/tftro 5fñ~ r.
Con licencialEn LÍ$boalPor Pedro Cr;¡sbeeck.160:l.
CARLOS CONTRAMAESTRE
La frontera de lo real maravilloso
U
NA /experiencia personal, como fue la elaboración de un trabajo de recopiJación de materiales literarios heterodoxos, que terminó en un libro que pubHqué en Venezuela bajo rel título de «La Mudanza del Encanto», y la rememoración del proceso de elaboraoión y ordenamiento me incitaron, después de mucho tiempo, a hilvanar algunas reflexio nes breves, que traigo anue ustedes como ponencia. Por supuesto, no voy a entrar en terrenos que 'DO me corresponden, como serían los de hacer un análisis sobre dicho trabajo, por razones obvias. Personas autorizadas ya Jo han hecho. Considero sí, indispensable, haaer un suointo recuento, de cómo unos textos, unos conjuros populares, que cayeron por azar en m:is manos en la recoleta ciudad andina, Mérida; fueron acrecentando mi interés por la magia, la hechicería y lo insólito; material que por su variedad cada dí,a e parecía más a una especie de manual de hechicería latinoamericana. Producto de esa indagación contínua y apasionada en la Biblioteca de la Universidad de Jos Andes, en la sección die ·libros antiguos de -los siglos XVI y XVII; así como también, de los hallazgos singular-es de materiales fantásticos entresacados de los Archivos Provinciales de esa ciudad, en los que se ventilaron Causas Criminales de Hechiaería o Mohanería, como allí se les denom ina. También Jos que extracté de los Juicios de -la Tnq uisioión en Lima o en Cartagena de I'ndias, del libro de José Toribio Medina. A propósito die esta obra, su prologuista el escritor colombiano Pedro Gómez Valderrama, en una reedición reciente, afirma: «es uno de sus trabajos de mayor interés, yel que toca más de oerca nuestra vida colonial. Tal v,ez .lo más grato e interesante del libro, es Ja forma cristalina, sin pretensión de forzadas in-
terpretaciones, como presenta y expone la histol'ia del Tribunal de Cartagena, con sus abundantes yescandalosos hechos, en los cuales aparece, sa-liendo de los folios amarillentos que el polígrafo Jocalizó en el archivo de Si mancas, la caterva de frailes aventureros, de soldados de fortuna, de prostitutas y hechioeras, de judíos conversos, barberos y oelestinas, que constituye la romería i,ncansable del Nuevo Mundo». Con razón, Germán Aroiniegas dice que: «Las brujas no se dieron en América por generación espontánea unicamente. Por la puerta de España salieron hacia el Nuevo Mundo. Entonaes en Europa no existía pulgada de tierra en donde no hubieran ocurrido combates entre Satanás y San Miguel Dorado. Si en algún Continente se hizo presente el diablo, ese Cont1nente fue Europa». En mi trabajo se multiplicaron los textos europeos sobre brujas, aparecidos, infantes monstruosos, vampiros, lluvias sanguíneas, pigmeos, unicornios, ballenas, nigromantles, criaturas humanas halladas en el vientre de una cabra. Además, se intercalaron textos de1 Padre Feyjoó, del Teatro Crítico Universal. A ésta primera parte la denominé el Encanto Europeo. La Segunda Parte, que di por llamar el Encanto en América, la iniciaba con la visión del soldado español aventurero o del misionero, quienes bajo la fascinación e impacto de una tierra deslumbrante esperaban encontrar ese país de Jauja o -el tan anhelado Dorado. El encuentro con unas gentes, que como dice Colón: «No porque nos tuviesen mucha amistad, porque conocí que era gente que mejor se libraría y convertiría a Nuestra Santa Fe con amor que no por fuerza, les dí a algunos de ellos unos bonetes colorados y unas cuentas de vidrio, que se ponían al pescUlezo, y otras cosas muchas de poco
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valor con que ovieron mucho placer y quedaron tanto nuestros que era maravilla. Los cuales después venían a las barcas de los navíos a donde nos estábamos, nadando. Y nos traían papagayos y hilo de a,]godón en oV'illos y a:llagayas y otras cosas muchas ... » Así como el novedoso estallido d e una flora y una fauna desconocida introducía en aquellas mentes calenturientas elementos alucinatorios que dislocaban la imaginación, ávida y deseosa de encontrar en todo lo que les rodeaba un mundo lleno de prodigios, en aquellos aventureros, temerosos aI comenzar el viaje, de enfren tarse a criaturas monstruosas, en un océano tenebroso le incierto. Esos cronistas desl umbrados se mueven de ahí en adelante, entre la malidad y la ficción, es lo que esta naturaleza prodigiosa y desbordante ]Ies incita a imaginar, más de lo que en realidad sus ojos ven. De allí que con ,natural'i dad pasmante, en sus crónicas registren la convivencia entre las descomunales serp1entes y los míticos grifos. También el hecho insólito, de que, con un cocuyo en la mano, por ,las noches, pueden leer y escribir una carta. Arciniegas decía, que Colón ~enía qdeas fijas, que le permitía seguir escuhando durante .la incierta travesía, el canto de los ruiseñores en tierra americana. En esta Segunda Parte, de La Mudanza del Encanto, se incluyen además, l1esti monios de los Juicios incoados a Jos brujos de Venezuela por distintas causas; también, Ensalmos, Creenoias y Oraciones. Todo el material se dispone de tal manera, que desemboque en ese sincretismo cultural: entre lo español, lo i,ndígena y lo africano, que finalmente dio como fruto una expresión fresca y nueva, tras un proceso rento, no exento de trau mas. Esa realidad viv'encial, expresada en los libros antiguos, re]'igiosos en su gran mayoría y que atravesaron el Atlántico, así como en las experiencias recogidas por los Cronistas de Indias y la memo,ria de nuestro pueblo, despertaron en mi algunas inquietudes, más bien claros interrogantes acerca de nuestra ,i dentidad -americana .. Pensé, que 'l a manera más ex-
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ped-ita para encontrar respuestas lera acercarme a ,la escritura de los escritores contemporáneos de nuestro continente, sin prejuicio alguno. Una escritura que tradujera ,la !evidente complejidad de ese territorjo de marav,illas, que no parecía estar regido por las leyes de la causalidad, ya había empe:llado a emerger del talento de sus representantes más destacados de la nueva l,i teratura latinoamericana de entonces, como Carpentier, Asturias y Uslar Pietri . Para concluir mi trabajo, sólo faJtaba en aquel momento real,l:llar el mostrario, la selección final qUle reflejara fielmente lo mítico, lo mágico, elementos que unificaban y daban coherenoia a todos esos escritores en 10s cuales se percibiera el acento de lo americano. Porqué 'La Mudanza del Encanto? Una leyenda de los Andes Venezolanos nos señala que el Enoanto e muda, sobre todo cuando por efecto de 'las lluvias, .]os ríos crecen y se oyen, aparte del ruido de las aguas torren tosas, voces, cantos, gritos, músicas, sonidos de campanas, rebuznos, cantos de gallo . Estos sonidos se escuchaban cuando el Encanto había bajado o se había mudado de lugar. Ahora, como títu lo del libro, pretende ser una metáfora orientadora: El Encanto Europeo se muda a América, y la Literatura latinoamericana de hoy, es prod ucto de esa mudanza. Mientras fui manipulando con regusto esos materiales fui descubriendo que los escritores a elegir y que respondían a las característioas antes s,eñaladas, eran Jos ubicados desde México, Guatemala, el Caribe, hasta los países andinos, en los cuales las etnias anres señaladas: espa,ñola, j,ndia y negra, aún estaban vivas, presentes 'en todas Jas expresiones culturales, en mayor o menor medida. Sin duda, trataba en mi trabajo de reivindicar ,las creencias mágicas de las sociedades precolombinas autóctonas y las de procedencia africana, trasegadas en los odres ibér,icos, en permanente fusión. El uso de esos textos, que traían invocaciones, conjuros, visionles esplendorosas e in~ó]:ita:'S; finalmente producían el alum-
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bramiento de una escritura libre de ataduras, como la de Asturias, Carpent·ier o García Márquez, para mencionar algunos. R1evisando todo el mater'¡al de que disponia de los escritores latinoamericanos, me encontré con una sorpresa, algo inesperado. Los pertenecientes al Cono Sur y con quienes compartíamos una lengua común, no obstante nos plantaban una barrera casi infranqueable; sin exagerar, de las mismas dimensiones, como si se .tratara de otro contirnente. Pero, en esencia, ¿qué era lo que nos distanciaba? Sin duda, razones históricas condicionantes, entre ellas, el /exterminio casi total de la pobla ción indígena, su escasa poblaoión neg.ra, y tal vez, la más decisiva: la relativamente reciente llDmigración masiva italiana, sumada, a las inmigraoiones a'lemana, <Ínglesa y francesa. Pese a la conc:iJencia de la argentinidad, fomentada por el arraigo español de v.ieja data, ,lo gauchesco vinculado a la historia patria y a los problemas de una identidad en permanente reconstrucoión. En Ar~entina como en Uruguay, los modelos a seguir buscando para encontrar esa identidad, estaban en Europa. El mismo Sábato reconoce, la profunda influencia étnica, J.ingüística y espiritual italiana. Cortázar, resulta aún más heterodoxo, tanto por sus 'legítimas búsquedas artíst·icas dentro del' surrealismo, como en la patafísica, en lo lúdico --experimental y su interés por el pensamiento oriental. Si algo le une a Sábato es, 00 el análisis de la argentinidad, qUle ya atormentaba a Mallea, y en '¡os alegatos ante la reciente represión política y la tortura en su país. Borges solo, conforma un universo completo, un bosque repleto de símbolos ,imag.inativos: !espejos, laberintos simétricos a la manera de Escher, tigres, bibLiotecas, Ja concepción circular del tiempo, la kávala y tantas otras cosas. Donoso, más bien busca su modelo en la 1iteratura inglesa, especialmente en la de Henry James. Puede advertirse sin dificultad en estos escr.itores, que la influencia directa de la litJeratura española está ausente, salvo excepciones, especialmente en la· narrativa. Me siento obligado a aclarar que [os
escritores seleccionados en esa antología, por estar enra'izados con el mestizaje cultural, son fabuladores natos que parten de 'Ios relatos orales y su intensa carga poética, en n.ingún momento desconocieron o desdeñaron las fuentes 'literarias europeas contemporáneas o del pasado. Su formación así lo revelan . Por lo menos lo han expresado Asturias, Carpentier y Uslar Pietri que coincid'ieron en su juventud en París, en los años 30, al calor polémico de las tertulias en los :.:afés con escritores y artistas de vangua rdia. Allí -les sorprendió el surreal1smo activo e iconoclasta de Bretón y DaJí. Uslar confiesa: «Pero nos dimos cuenta, muy pronto, de que había que res,istir la tentación de convertirnos en unos surrealistas más, en unos importadores del surrealismo al Continente americarno ... » Por su parte Miguel Angel Asturias, descubre en ese mismo momento en París, por paradójico que pareZlca, el texto sagrado, la Biblia de .Jos Mayas: el Popal Vush, de mano del Profesor Rivé. Carpentier, que conocía los r·itos de los ñárugas y el mundo mágico de Jos santeros cubanos, participa con los surrealistas en algunas sesiones colectivas, en las cuales Robert Desnos, hacía de medium para libera.r el subconsciente, en aquellos experimentos creativos. Referente a estos escritores, Jorge Rodríguez Padrón afirma: «Esue que más tarde, puede llamarse «Rea·ljsmo Mágico» o «Lo Real Maravilloso» como dice Carpentier, para significar un estado bruto, :latente, omnipresente en todo ]0 latinoamericano, se prod uae como una práctica espontánea, !Ilatura'l, que lleva al narrador hasta el otro lado de su lengua para ver con transparencia inusitada 10 que una máscara de siglos ha ocultado tenazmente, cuando no suplantando arteramente.» Sorpresivamente, el novelista cubano Severo Sarduy, declara a Rodríguez Mone~l sobre su obra «De dónde son los cantantes»: «Cuba aparece en esta novela como una supersposición de tres culturas que son, por supuesto, ¡l a !española, Ja africana y la china». Al repre-
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guntarle sobre la presencia cultural china, él dice: «que están en el centro de la concepción del mundo cuba,no.» Prosigue: «La orquesta cubana, que es quizás el caso único de síntesis total de las tres culturas está centrada por una f.lauta de origen chino. Esta flauta china es el centro de .Ja música cubana.>)- Otra forma muy peculiar de mestizaje. Para concluir: s¡n pJ1ctender establecer juicios de valor sobre la creación l·iteraria de estos escritores que reflejan diferencias ra-igales de concepción y que se ubican en l1egiones geográficas bien de'limitadas. ¿Cuál es en verdad Ja frontera que les separa 'en esencia? Me atrevería a afirma r, que no sería otra que la frontera que I:!stablece ·10 Real Ma'favilloso, proclamado en el prólogo del «Reino de Este Mundo» por Carpenüer o en los Ensayos barrocos de Lezama Lima, sobre «La Expresión Americana». De otra manera lo expl1:!sa Rulfo o Fuentes, en Ja cl a ra asunción de la mexicanidad, con todo lo que resume 'e l mundo precolombino, sus mitos, su cQ.s mogonía y el desgarramiento de la Conquista. Venezuela tiene otras formas, .tal vez por I:!l armonioso mestizaj e étnico y cultural, allí la memoria col.ectiva ha sido trascendida por sus escritores que más lo reflejan como Alfredo Armas Alfonzo, que hurgando con pa6encia en el pasado histórico regional de Clarines ha cl1.:ado una galería de fantasmas que reiteran los más cur-iosos sucesos que desembocan en el metafísico Osario de Dios. Adriano González León, que cambia Jos tiempos y en simultaneidad, I.:n un lenguaje incisivo y trep idante, pone a dial.ogar en dramáti,c a peripecia a sus antepasados en contrapunteo entre el pasado y el presente. Salvador Gar-
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mendia, abandona la temática urbana de factura realista, para adentrarSle en los v'ericuetos alucinantes de su memoria, en la cual conviven las criaturas de su infancia. Una muestra de ese desvarío, lo realizó un poeta vel1l:!zoJano de ,n uestra generación: Caup01icán Ovalles, en «La Posada al Viento», esta antología de tex.tos 'los agrupó bajo el título de «Literatura Marginal». Le correspondió a Garmendia, escribir una aproximación a esa montaña de papeles heterogéneos que compUó su abuelo. Al transcribir fragmentos de este .texto extraordi,nar,io de Garmendia estoy confirma,ndo la D:!oría antes expuesta, sl es que en VJ3.rdad se trata de una teoría: «Un tipo como éste, con el país encima como una gran carga de ·Ieña seca que de nada se incendia; con el país todo roto y desmigajándose y hablándole todo el día en una lengua que ,no comprende 'nadie; ahí, todo abarrotado de papel,es que crujen, que se derrumban, que le enseñan la lengua, las jorobas, las grandes patas chuecas, que süban de noche, que se miran con rabia entre los fusiJazos y el olor de la pólvora y el ruido de caballos y siseos de culebras y todos ojos olores del monte y de los animales ... Un tipo así puede perder el habla, puede creer que anda a caballo y desbocarse, puede creer que s·i aprieta más duro las palabras se parten, puede tocarse el pulso a cada momento, mearse de miedo, dormir hasta agotarse, andar suelto como una tarabita, inflarse, empezar a creer en todo, esconderse detrás de una puerta, no sé, sus sentidos se ensanchan y entre tanto oye el ruido confuso, aglomerado, loco que escapa de su papelería fantástica .»
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ANTONIO
FORTES
De la novela hispanoamericana en España (para una historia reciente de nuestros nuevos funcionarios intelectuales)
1. (PRELIMINARES --TODAVÍA-- PARA HISPANOAMERICANOS)
Según todas las v'ersiones oficiales de la historia, el princ ipio del fin para 'Ia novela del Realismo Social de nuestra postguerra se ha de situar allá por el mítico año 1962: cuando la escri tura de Tiempo de silencio y el premio Biblioteca Breve de la Seix Barra·1 recaído en Vargas Llosa y aq uella novela tan suya y famosa, La morada del héroe / Los Impostores / La ciudad y los perros, pusieron en marcha e l acoso y derribo de la «Operación Realismo» a la vez que abrieron la veda a la novelística hispanoamericana, a la «mafia» y al «pool» para el «boom» de «la intemacionalización de la novela hispanoamericana» (José Donoso, 1972), etc. Para otro lugar y momento dejo la exigencia y responsabilidad de desmontar y desoficializar en concreto, con documentos y ·Ios hechos históricos producidos, cuantos falsos y falaces cuentos la Crítica establecida nos haya ido acumulando sobre todo aquel fi·e mpo de silencio en el trabajo int·:.lectual de nuestros novel istas (escritores, poetas, etc.) durante la postguerra civil: ,e l espacio fijado de una Comunicación no permite mucho más de una publicación de principios, coherencia de objetivos, declaración del campo de investigación, y mantener de primera a última instancia el proceso de crítica (radical y sin retorno). Pero, no es cosa tampoco de proclamar tan sólo esa envergadura de la ta·rea: la historia, todavía por hacer, habrá de girar en torno a los años límites de: 1939/42, 1956/59, 1962/64, 1969/71, 1976/82, yaún estamos en ello, como los hechos histó-
ricos obtusamente empecinanse en demostrárnoslo día a día, aún hoy; porque, fueron aq uélloslos años alrededor de los que el intelectual de postguerra (nuestra inteUigentsia postguerrista) intenta adecuar su lugar y función social a los reajustes económicos determinantes del neocapitalismo (¿europeo?; nuestro neocapitalismo siempre será depend iente), y desde ahi adecuarse a los T,eaj ustes sociales y políticos dominantes; fueron los años de adecuación e inadecuaciones, de tensión y reajustes, reconversión y posibilismos, torsión y revisionismos, entregas y entreguismos, quiebías y traiciones, etcétera, que según todas las versiones oficiales de la historia son los muy mal llamados años de Crisis, fundamentalmente quince (¡¿15?!) años de Crisis, desde 1962 a 1976, como las fechas grandes y topes, etc. Aunque, por supuesto, más nos interese la vertiente interna (en el interior de España, nuestra) de los hechos: será una vertiente interior, única y específica, pero no exclusiva ni excluyente, máxime cuando la intervención y penetración de los hispanoamericanos se convierte en decisiva de los acontecimientos, que de ¡¿¡autárquicos?! se nos pasan y pasarían a ¡¿internacionales?!, penetración, pues, de la novelística hispanoamericana, tan decisiva para toda nuestra situación intele::tual interna, que actuaría de cabeza de puente productiva y reproductiva de la historia (también la nuestra) hacia la ¡¿int,ernacionalidad?! Así que, atengámo nos al menos un punto, si no todavía en los acontecimientos, sí en las decis'iones que 'los provocan, sí en las determinaciones que los producen: sí en la lógica (tanto histórica, como objetiva y material) que determina ,la historia hecha y acon-
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tecida, la historia que hicieron (que se hicieron) y acontecieron (se acontecieron). Tengamos, pues, y en una parte primera, este punto externo (esto es, desde el exterior) de aquellos acontecimientos. Por supuesto, los argumentos de José Donoso constituyen igual una versión oficial y oficializada. Pero, conviene seguir su defensa: es la de qui,en fue protagonista, aunque de segunda fila, tras los cuatro «supuestos capos de mafia [que] eran y siguen siendo los más exageradamente ala bados y los más exageradamente criticados: Julio Cortázar, Carlos Fuentes, Gabriel García Márquez y Mario Vargas Llosa», y nos monta ahora su Historia personal del «Boom» desde la doble perspectiva de elaborarnos una respuesta qu e se quiere rigurosa e inmediata a Miguel Angel Asturias (a su conferencia y declaraciones en Salama nca, 1971, sobre que «los escritores del boom», «los novelistas actuales son 'meros productos de la pubEcidad'»), al tiempo que respuesta documentada para «la actitud de España» (<<Yen España ha existido una curiosa actitud dolorida y ambivalente con relación al boom: admiración y repudio, competencia y hostilidad, la actitud de España es algo complejo y serio, que e nseñaría mucho si se analj zara. En todo caso, para ningún país el boom tiene una existencia tan nítida como para España»; etc.). A así la «información» de Donoso (que no «historia» ni «cró nica» 'ni «crítica>) ni «teoría explicativa», etc.) se nos vuelve necesariamente utilísima. Necesariamente utilísima. Leamos: todas sus gruesas contradicciones tienen como única obsesión negar la realidad novelística de «meros productos de ,l a publ'icidad» para unos «capos de mafia» y sus amigos por primera vez en la (su) historia ya metidos en manos de «agentes literarios» a través de «un tinglado comercial publ ici tario» (que «fue exactamente lo que nos faltó»), en aquella «curiosa av,e ntura contra el subdesarrollo editorial y crítico» emprendida por <dos novelistas jóvenes de Hispanoamérica» a partir del «[ <<fuertemente politizado»,
desde, por, con «la Revolución Cubana»] Congreso de InteLectualres de Concepción en el año 1962», siendo que «el éxito de la nove.]a hispanoamericana de la década del sesenta está ligada a esa casa editora [la Seix Barral] y a l nombre de Carlos Barral», y resultando «que justamente a finales de la década del sesenta se produjo la escis ión Barral Editores / Seix Barral, que dio al traste con el órgano más influy,e nte en ~a inbernacionalización de la novela latinoamericana en la década recién pasada, e indisolublemente relacionada con el boom», quedándoseles además y en med'io Jos servicios de Libre, en París, hasta que «la revista Libre se partió: estalló el i naudito caso Padilla en Cuba» (<<que rompió esa amplia unidad que durante tantos años acogió muchos matices políticos de los intelectuales lati noamericanos, separándolos ahora política, literaria y afectivamente en bandos amargos e irreconci'ljables. El caso Padilla, con todo su estruendo, puso fin a la unidad que vi aflorar entre 'los intelectuales latinoamericanos por primera vez cua'ndo el boom apenas se preparaba, allá en aquel Congreso de Intelectuales de la Universidad de Concepción en 1962»), junto con los servicios de Mundo nuevo (<<Esta revista ejerció, durante los años que con ta'lento y discriminación la manejó Emir Rodríguez Monegal, un papel decisivo en definir una generación»; fue la voz de la literatura latinoamericana de su tiempo, y para bien o para mal, y con todo el riesgo que implica, estoy convencido que la historia del boom en el momento en que presentó su aspecto más compacto, está escrita en ,las págiInas de Mundo nuevo, hasta el momento en que Emir Rodríguez Monegal abandonó su dirección»; etc.) . Por supuesto, que Donoso nos adoba su información con mil y una anécdota parvularia más adecuada a cualquier revista del corazón; algo así como el anecdotario adobo de unas relaciones afectivas y amistosas para el ¡Hola! (ljterario, cultu ra,l, claro está faltaría menos). Pero, por entre el humo del afecto y la amistad, qué duda cabe que sabe-
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mos cuánto se quema, que descubrimos cuántas razones materiales determinan sus comportamientos, que reconocemos la actuación de una lógica implacable y decisiva: Ja lógica del proceso de producción ideológica por escrito, dominado y determinada a ,la vez y respectivamente por las relaciones de producción de mercado y por las leyes del mercado (por las leyes de mercado; neocapitalista) para la Literatura, para la Novela. Cuándo, será con la Novela donde mejor y más aguda e imosteniblemente se condensen todas y cada una de las problemáticas literarias de postguerra; porque, en definitiva, en torno y con la Novela se revela y se exige el funcionamiento mismo de las leyes del mercado para su propia y más primaria existencia, sean estas leyes y esa existencia determinadas ya desde 'las estrictas neoesidades de los aparatos Editoria'les, del capital editor, Jo sean también ya desde el mínimo mecanismo de contratación de «escritores» y «obras», por la mecánica de regulación de la oferta y demanda, también desde sus más idóneas correas de trasmisión y de control, de compra y venta, a partir de la propaganda y feria de los Premios literarios, ya mediante el servido directo y completo de una Crítica (publicista; de unos Críticos; publicistas; del cuerpo de funcionarios ¿críticos?) ad hoc. Con los novelistas hispa'lloemaricanos en Espalña, se abre eL capítulo consumista para la Literatura: se abre la primera fase de un largo e irregular proceso de consolidación económica en la robustez editoria'l española. Cuando el otro extremo para su fundamento se ,lo monta nuestra industria editorial (seamos más ,exactos: Seix Barral; para nada cuentan, toda vía, en el asunto el ·resto de editoriales, que se apresurarán por engancharse al .tren, ya desarrollista, a partir de 1967: exactamente, luego de que rechace Carlos Barral el manuscrito de García Márquez y el texto de Cien años de soled'a d, 1967, no enriquezca 'la pol.ítica estética de la Seix Barral: sin quizá aquí habría de localizarse el prin-
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cipio del fin en el fracaso económico, hacia el reajuste y la final separación definitoria de Seix BarraljBarral Ed'itores, los acuerdos y coqueteos luego de Barral -Carlos Barral- Editores con Planeta, para aqueL conjunto lanzamiento del «¿Existe o no existe una nueva narrativa española?», dejándose para tiempos ¿de" mocráticos? la total compra de 'la Seix Barral por Planeta, etc.), cuando el otro y primer extremo para su propia y mis~ ma fundamentación se 10 monta nuestra ,j'ndustria editorial, si,empre de la mano de ,la Seix Barra·l, en la exportación: sea la exportación heterogénea y folklórica a .]a Casa editora francesa Gallimard (mediante el «lector de español» allí, Juan Goytisolo; y desde Gallimard, con Juan Goytisolo y los «hispanistas», 'tra~ ductores y prologuistas, R. Marrast, R. N. Mayer, J. Bloch-Michel, M. E. Coindreau, C. Couffon, y continuadores para idéntica etnología moderna en 'las casas edi~ toras de Paris Du Seui!, .P lon, Edibeurs Réunis, etc., y desde «Paris [que] sigue siendo el centro de la vida literaria, y cualquier publicación que se haga aqul despierta ecos en las cinco partes de1 inundo», según declaraba Juan Goytisolo, 1957), sea una segunda y más concienzuda exportación, ahora esta segunda pen~ sada una v,ez reunidos los editores europeos «dos 'editores democráticos extranjeros», <des clercs de l'édition»; según los definía Carlos Barral, 1978, en Los años sin excusa: el «fruto de mis primeros contactos internacionales y del súbito [?!] entusiasmo [?!] de los editores democráticos extranjeros por .]0 que parecía ser el arraque de un neoindigenismo revolucionario»), fundamenta'lmente editor,es europeos, reunidos en Formentor, en los 1 y II Coloquios y Conversaciones sobre Novela y para ·Ios Premios Internacionales de Formentor, luego de Corfú, y luego engullidos por la inercia y mecánica del montaje y entramado industrial del negocio editor internacionalizado. Pero, no eS ,cosa aquí de meternos por los v~ricuetos y entresijos económicos de tamaña empresa internacional editora,
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ni -aún tampoco por entre .Jas razones de · política editorial, y de politica estética, para las novelas y novelistas españoles y para .]os «editores extranjeros democráticos»; no es cosa ahora de preguntarse por los intereses (económicos, ideológicos, políticos e intemacionales) de <des clercs de l'édition», sino de saberlos una vez más, no olvidarlos, y situar ésos y no otros intereses en el entramado que inbenta levantar y pactar nuestro editor seixbarraliano, desde .Jas condiciones materiales de la clandestinidad y la represión para el trabajo intelectua.J (para cualquiera que sea .la fas'e del proceso de producción de ideología, máxime de ideología crítica, y por escrito) bajo el dominio dictatorial fran qillsta, años finales de los 50 e iniciales de los 60 de nuestra postguerra, 'los años de comienzo y despegue de y hacia el neocapitalismo (también editoria'l, de Ja industria de Jas aparatos ideológicos edi toriales), en el interior de España, para el int'ernacionalismo democrático (? !). En fin. Bn el doble juego del montaje fracasaron y volvieron a fracasar Jos productos. En el primer lanzamiento, fue una exportación muy heterogénea y contradictoria hasta insostenibles cotas y pasos de tuerca; que la tuerca, la producción y circulación, .]a venta, se pasó de vuelta y de rosca; que no produjeron beneficio ninguno: beneficios económicos, los beneficios determinantes, y de ahí tampoco ningún beneficio ideológico ni político, por supuesto; que no hubo sino un fracaso rotundo y contumaz, consumado hasta las heces con nuestro Juan García Hortelano y su Tormenta de verano, lo leamos en su traducción francesa, italiana, y aun hasta inglesa (que vaya usted a saber y cualquiera sabe de aquellas veintitantas y simultá'neas traducciones a .]os «idiomas civilizados», como rezaba el pregón de la publicidad del libro); que no sirvió ni servía la propaganda del Premio Biblioteca Breve, 1959, con Nuevas amistades, y este doblete del Prix Formentor, 1961 , con Tormenta de verano, para el mis mo escritor y novelista catapultado en cuestión de
años y ese par de novelas al mercado· internacional de la Literatura. Que Ja resuelta inadecuación entre el supuesto valor estético (valor narrativo, novelesco y literario, etc.) de la novela ¿española? en cuestión con el muy necesario (determinante; sine qua non) valor financiero (valor de cambio; valor de negocio, de dinero, económko) echó casi definitivamente por tierra y de golpe todo e l montaje de las otras dos muy pretendidas y apriorísticas adecuaciones de valores: el lógico valor ideológico (de los materiales tenidos por materia prima, y utilizados, tra'nsformados, en cua,l sea el proceso de producción de ideología, en nuestro caso de ideología por escrito), y el etnológico valor ¡político (aquel «neoindigenismo revolucionario» de marras y Carlos Barral, aplicado por aquellos «editores democráticos extranjeros» y por los autóctonos nuestros, en conniv'encia; sería el va,lor político de una «cultura en resistencia», de unos intelectuales y su trabajo «cocidos ,en el crisol de la marginalidad impuesta por el fascismo», también según C. Barral; sería el valor político de aquel frente de intelectuales implicados y comprometidos en la inacabable ¿e inacabada?, la cama'leónica y larga batalla antifranquista); un valor politico dominante en y durante .]a dura lucha bajo y contra el domilQio dictatorial franquista. Así, rotas las relaciones de productividad en cada una de sus fases (ni productividad económica, ni política, ni aun ideológica), el proceso hubo de reajustarse. El reajuste primero fue el de una mayor inversión, un mayor esfuerzo empresarial, una ampliación de capital intelectual impuesto (¿a plazo fijo, corto, a ,largo plazo?) por parte del capital financiero editor español y una potenciación consecuente la suya de su apuesta, hechas ahora (y, ri'en ne va plus!) mediante un mayor y más capltal intelectual implicado y comprometido, con el que ahora sí que extraer ganancias y repartir beneficios, obtener dividendos y ofrecer negocio, que no dé quiebra ni cierre, ni aun por reformas ni suspensión de lectores, que dé solvencia y autores cotiza-
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bies, los mejores productos, buenas y f,\orecientes ofertas, en alza permanente y eterna así de esencias como de ventas, en el mercado por supuesto literario de va,l ores y de intereses ¿universales? ¿internac ionales? El' reajuste se produjo en la convocatoria de 1963, en Corfú. E importa mucho señalar el hueco del año 1962: con Juan García Hortelano se hizo el doblete, en dos de sus nov'elas, entre el Premio Biblioteca Br,eve y el Internac iona'l de Formentor, 1959, 1961; luego, la historia no se repite con J. M. Caballero Bonald y Dos días de setiembr,e, en absoluto, sino muy al contrario: se siJ.encia, e inclüso queda y se deja como el coletazo postrero y último del Realismo Social, pues después ya más no hubo ni se hubo, según la versión oficial historicista de nuestra novela de postguerra; cuando, sería de hecho absurdo, sería absolutamente ilógico, no sólo por la propia densidad e intensidad dada en ·la actitud crítica de Dos días de setiembre, si no también por .la propuesta intel'ectual hocha a partir de su escritura concreta de la realidad conflictiva histórica (nuestra: !pero NO cualquiera, de cualquier pueblo de España, cualquier día, y demás pamplinas sociológicas, que NO, sino en y desde Andalucía!); cuando, su propuesta de novelar la realidad conflictiva e histórica en y desde Andalucía se condensa e intensi fica' al máximo en cuanto la ponemos al pairo con La Zanja, novela de Alfonso Grosso, de marzo/abril de 1961, en realidad de 1962: ambas destacan y con mucho de «entre las más .logradas y espléndidas novelas escritas por nuestros intelectuales de los años 50» (cfr. mi edición crítica para Cátedra, Madrid, 1982; donde restituyo el texto oensurado, sitúo su escritura en el proceso problemático de nuestra novela, desmonto más de un tópico de la Crítica establecida, y adelanto unas cuantas hipótesis de trabajo e investigación sobre el funambulismo de nuestara intelligentsia postguerrista); cuando, ambas novelas se colocan y dan "la batalla al límite de 'las posiciones intelectuales comprometidas en la lucha antifran-
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quísta, sin posibilidad ninguna de retorno, pero sí de olvido y silencio, de torsión. Pues bien. El hueco del año 1962, con una novela y un noveEsta, por 10 que los hechos todavía demuestran, inexportables, ininternacionalizables: ni Dos días de setiembre, ni J. M. Caballero Bonald, serán pr·esentados ni estarán presentes en el 11 Coloquio de Formentor, el más declaradamente (a las claras) preocupado por las cuestiones reales de la Novela, esto es, las cuestiones 'editoriales, las cuestiones determinantes, y el más provocativamente (organizado; pensado) provocador (a ,la busca y rebusca provocativas) de las cuestiones políticas (¿la politización?) para .la Novela, esto es, .las cuestiones dom !'nantes de las condiciones históricas, objetivas y materiales del trabajo intelectual bajo y contra el dominio dictatorial franquista, durante nuestra larga y mantenida postguera civil española. Así que, de primera instancia, un hueco muy sintomático. En 1963, según bacía público la Secren:iones se celebrarán no en Formentor, e Internacional de Literatura, como consecuencia de las medidas adoptadas por las autoridades españolas, al declarar persona non grata al editor Einaudi, las reuniones se celebraron no en Formentor, sino en la 'isla de Corfú, Grecia, del 28 de abril al 4 de mayo, por más que «la decisión de celebrar de ahora en adelante sus r,euniones fuera del territorio español no 'implica, por parte de ninguno de los editores participantes, juicio alguno sobre los problemas surgidos entre las autoridades españolas y uno d e ellos, ni protesta a'lguna contra las instituciones del Estado español; y que los editores asociados recusan la atribución de matiz político a los premios que mantienen o a las r'euniones que celebran para adjudicarlos, y desean hacer constar el carácter estritcamente literario de d ichos premios y reuniones, según prueban Jos nombres de Jos escritores hasta ahora galardonados: Sam~e\ Beckett, Jorge Luis Borges, Uwe Johnson, Juan García Hortelano y Dacia Maraini»,
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En 1963, para el Premio Internaciona1 de Literatura, la delegación española (Maux Aub, de presidente, y: J. M.a Castellet, J. Pdit, A. M : Matute, J. García Hortelano; faltaron: A. Vnanova, G. Ferrater, E. Lorenzo defendió El siglo de las luces, de A1ejo Carpentier; y para el Premio Formentor, La ciudad y los perros, de Mario Vargas Llosa; en ambas votaciones perdió su candidatura. El Premio Formentor lo ganó la novela Le grand voyage, de Jorge Semprún: el escándalo político se continuó así, mediando en las votaciones un telegrama supuestamente (porque el mismo directo implicado desmintió su verdadera autoría) de Madariaga acusando de «comunista» a Semprún. Por supuesto, que ahora lJ.1uestra historia alcanza dimensiones y caminos diversos en segunda instancia e idénticos (casi clónicos) en última instancia; pero, ya sabemos que nos importa: no tanto seguir la propia mecánica empresarial y el propio mecanismo de la política editora, ni siquiera e incluso por lo que respecta (y es un capítulo importante) a nuestra incipient'e industria de la Novela en el mercado ¿internacional? de la Literatura, desde los montajes publicistas de unos premios ad hoc y adláteres, hasta ir al detalle de cada una de sus relaciones de producción y de productividad, sea en la fase concreta que sea de lanzamiento y expansión, de ampliación e inversión de más capital (del capita"l financiero; y del capital intelectual, de cierto capital intelectuaoJ), como aun más constatar su existencia y actuación, sus determinaciones económicas y dominancias políticas, 'los ajustes y reajustes del proceso, y sus desajustes. Porque, nos importa constatar (y no olvidar aquel sintomático hueco; porque, el reajuste del 63 vino a consolidar y se consolidó sobre un desajuste; porque, los reajustes se confundieron, se fusionaron, se fundamentaron, se cumplieron sobre unos definitivos desajustes; porque, hubo ajustes y reajustes, pero en y con desajustes sintomáticos. Ante y tras aquella primera exportación de Tormenta de verano y sus resul-
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tados de rotundo fracaso, por sobre aquel hueco obsesivo del 62 con Dos días de setiembre, el ajuste consiguiente en Corfú y el subsiguiente reajuste del 63, pero ya entre nosotros, mediante y a partir de La ciudad y los perros, se empezarán a producir en una progresión proporcional inversa y directa al proceso en curso unos muy lógicos desajustes entre los valores y los intereses hasta ahora en juego: la dinámica motriz y Il a lógica únicas, exclusivas y excluyentes, serán ~as de 'las leyes del mercado; cuando, los va'lores estéticos (literarios; novelísticos) se ofertarán como (ú!licos, exclusivos, excluyentes y específicos) valores de cambio, que para nada y en absoluto rendirán y cotizarán otros inter,eses ni valores fuera (extra) ni aña· dibles (que se dice: añadidos), ni contra la Literatura (ni contra la economia, sine qua non, por supuesto), sino que, de ahora en adelante: nada de Política, ni aun nada de Ideología, sino" que todo habrá de ser y será Literatura (todo: pura esté· tica, limpia economía; nada": de negocios sucios, de turbios asuntos políticos): nada, ni siquiera de valores políticos que sean o fueren de interés ¿revolucionario neoindigenista? ¿¡revolucionario cubano? ¿antifranquista? ¿inconformista? ¿qué? ¡nada! ¡que nada de nada! Ahora bi,en, el primer grado en ~os pasos de tuerca hacia el desajuste entre unos valores y sus intereses (invertidos en el juego, comprometidos) consistirá en la internacionalización de intereses y valores, mediante la lógica motriz de las leyes de mercado {en la que vengo insistiendo, como determinante), y también mediante un mecanismo inusitado y novedoso, recién estrenado y deslumbrador, maravilloso y mágico, mágico, mágico: un mecanismo de vaciado y rellenado y de sustitución: se pierde 1a carga de ac. titudes ¿antifranquistas? y se sustituye incluso cualqui,er poso suyo de crítica, de posiciones críticas, por una suerte de cómodo i,nternacionalismo político. Pero, entiéndase: en este primer grado no hay desajuste: la internacionalización compite por igual al interés y el valor comercial, político, ideológico, conjuntamente
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y a'l pairo de principios y objetivos toda- ra, etc.; se comprenderá esa lectura de vía; aunque no así, para nada, entre nos- La ciudad y los ¡perros, desde la «función otros, dentro de España, en nuestro mer- mágica del lenguaje» y precavidos «[hacado editorial y con nuestro capital in- bría que precaverse] contra el error [oo.] telectual, que así queda relegado y de- de creer [sic] que una novela ha de vapendiente, que así queda provinciano y lorarse y entenderse como 'opinión' y cateto, no cosmopolita e intemacional, 'toma de posición' de su autor. / Pues no válido ni circulable, ni vendible y ex- estamos en el dominio del arte» (José portable, ni siquiera para uso ni consumo M : Valverde; prólogo a la l." ed.; ¿por internos, si no a expensas (sectorial) del qué el próLogo? ¿qué razones obligan a neocapitalismo (ideológico, político, edi- la necesidad de dar explicaciones?, exitorial). Porque, e ntiéndase: se produce en gidas pese a esa confesión ¿final? de estos años un cambio de coyuntura, hacia «aunque convencido en teoría de que el una salida neocapitalista, en las relacio, género novelístico está difunto [?!; año nes, en las condiciones y e n las situacio- de 1962/63, no se olvide], me hube de nes de la batalla (de la ~ ucha) antifran- rendir en seguida a ija evidencia de haquista, y las adecuaciones de la política llarme ante una obra excepcional»); se editorial y Ja política estética (política ion- comprenderá esa y 1))0 otra lectura de La teIectual, política ideológica) se encontra- ciudad y los perros, que re/abrirá así (que rán forzadas a desajustarse de antiguos re/iniciará así; sí) un viejo. proceso de ajustes y ajustarse a ,los dictados neoca- acoso y derribo al Realismo Socia1 desde pitalistas y sus imposiciones para el tra- posiciones coincidentes {pero no gratuita, bajo ideológico por escrito (en cualquiera ni azarosa e inooentemente coincidentes) de sus fases: de producción, de escritura, con las mantenidas, defendidas y propugde crítica, publicista, etc.) . nadas desde el aparato ideológico deJ Por supuesto, un ajuste internacionalis- grupo de presión y de poder de La Esta de intereses y valores que, en Ja lógica taieta Literaria, ahora vertidas en la interna de su propia historia,!Oo tiene que opinión (no personal ni individua'l, sino esperar al »inaudito caso Padilla» para colectiva) de Luis Ponce de León, en su desajustarse definitvamente: baste leer en sección de «Los libros, más allá de las su estricto sentido escritura! esa treme- portadas», de La Estafeta Literaria, núbunda Vista de amanecer en el Trópico mero 284, del 1 de febrero de 1964, pá(Tres tristes tigres), de Cabrera Infante, gina 19; sin que tampoco se hayan de y se comprenderá más de un traicionero menospreciar los comentarios de Eduar«estallido» anticastrista (¿al))ti/revolucio- do Tijeras, en una carta di rigida al «Sr. D . nario cubano?), se compr·enderá el revi- Luis Ponce de León. Director de La Essionismo sobre el que se monta esa muy tafeta Literaria», bajo aquel epígrafe prefalsa y falaz, esa falsificada y falsificado- ciso de «NoveJa Premiada», aparecidos ra PoJémica Hispanoamericana: de Jos en ese mismo número 284 citado, pág. 2; novelistas hispanoamericanos ¿contra? en fin; se comprenderá esa lectura esta(¿o viceversa?) ¿frente a? los novelistas blecida sobre aquella aparición e irrupespañoles deJ Rea'lismo Social, años 1968/ ción de Ja Novela Hispanoamericana, 1969 Y no antes: se comprenderá el his- para el acoso y derribo del Realismo Sotórico error de universalizar (¡ ¡y 1))0 in- cial, hacia el Realismo Mágico (y si toternacionalizar!!; ésta fue la trampa) e1 mamos a Tiempo de silencio: Realismo compromiso del escritor, del intelectual, Dialéctico), reducidas las cuestiones al aguándose cualquier actitud y cualquier tecnicismo y evolucionismo de un Estilo posición contraria y crítica a'l dominio por otro, al formalismo, esteticismo y dictatorial franquista, sin causa inmedia- barroquismo, sandalismo y otras yerbas ta dejada 'la lucha y la batalla antifran- atufan tes, etc. Bn esta segunda lógica (de coincidenquistas para ocasión más propicia así como ¿eterna, postergadamente? postre- cias: sobre la «magia del lenguaje» y el
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«dominio del arte», sobre el «error» de «creer» en la «posición del autor», etc.; de coincidencias: entre el aparato ideológico Seix Barral y el aparato ideológico Estafeta Literaria; coincidencias que en otro lugar y momento estudio y discuto), y cada vez menos de una manera «excepcional» la revalorización estética, etcétera, habrán de situarse otros hechos de nuestra propia historia Iflov'elística: así, no tanto la muy significada ¿novela? de Juan Goytisolo, Señas de identidad (1966), aun mucho más ,l a sintomática escritura, junto con el premio Biblioteca Breve, y el éxito editorial interno de U1timas tardes con Teresa, de Juan Marsé, sea desde la propuesta de «una explosión sarcástica» (según, precisamente, Vargas Llosa: Insula, núm. 233, abriJ de 1966, págs. 1 y 12), sea desde la parodia y burla muy responsable e int'electualmente muy reduccionista de la lucha (proletaria y universitaria; frentes obrero y universitario; fuerzas del trabajo y fuerzas ¿del trabajo? de Ja cultura; alianza de fuerzas en la batalla antifranquista; etcétera), propuesta desde la propia lógica escritura,1 de la novela. De todas maneras y composturas, queda por una parte (complementaria, también ; sería aquella primera, fundamental y determinante lógica, en la que vengo insistiendo, así como en sus determinaciones) la historia del aparato ideológico de producción de ideólogos y productos del llamado Boom Hispanoamericano: no ya sólo la Seix Barral, ,los seixbarralianos, sus lalJ1zamientos y premios, pactos y acuerdos editoriales e ¿(Internacionales?, fracasos y limitaciones, reajustes y resenciones no só.]o económicas, etc., sino también, fundamental pero no única ni exclusivament'e Libre y Mundo Nuevo; queden pues, para esa historia por hacer de esa novela hispanoamericana más reciente, no sólo ya en y desde España. Porque, por otra parte va quedando nuestra historia novelística e intelectual: aquí, la penetración y presencia novelísticas hispanoamericanas, al tiempo que inicia el irreversible proceso neocapitalista (de rneocapitalización) editorial, y
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al tiempo que a sus coyunturas económicas y mercantioles se ha de adecuar toda la producción ideológica por escrito en todas sus fases del proceso, al tiempo se coherencian la legitimación y valoración ideológicas de una crítica ad hoc, de una crítica publicista de funcionarios, de agentes de ventas, de corredores de bolsa de valores estéticos (y no, ni siquiera, de valores ideológicos, ni menos políticos: sino a/ideológicos, a/políticos, esto es: neutros, asépticos, puros, y literarios). Porque, ambas .Jógicas: la del mercado neocapitalista y sus leyes, también impuestas para y mediante una crítica publicista, llegarán a dominar la situación, llegarán a situarse dominantes. Una crítica publicista; una crítica idealista, estilística, la más de las veces formalista y alguna que otra, complementaria y binariamente, contenidista. Una crítica, así y también, en una situación que estalla en torno a 1969: no sólo en la polémica hispanoamericana, en el premio Biblioteca Breve a J. Benet por su ¡.novela? Una meditación, sino muy precisa y neoesariamente en y con la antología de los Nueve novísimos poetas españoles, el prólogo de J . M.a Castellet y las poéticas parti,culares de los poetas antologados incluid as, sin olvidarse aquella impagable Lectura de Marcuse propuesta por 'idéntico J. M.a Castellet, etc. y etcétera. En fin; múltiples hechos, multiplicados ahora ,en torno a una situación intelectual colectiva durante la que se cruzan las proiPuestas ilustradas d e unos jóvenes y nuevos escritor,es traduccionistas, confundidas, fusionadas, mezcladas, cruzadas con aquellas otras propuestas revisionistas de la Vieja Guardia de un Realismo Socia'l ahora ya traicionado, torsionado. Revisionismo y traduccionismo, produciendo una Salida llustrada, una Ideología de Salida al franqu·ismo. Un asunto, cuyas cuestiones he discutido y estudiado en otro lugar y momento, en un tiempo y fase de cruce 'en este proceso de producción de ideología y de ideólogos, que deSinstrumentaliza y entrega precisa y necesariamente desinstrumentalizado al
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intelectua,1 y su trabajo, a la hora histórica de Hacer una Transición desde la Dictad ura a la Democracia. Así que: revisionismo, entreguismo, desinstrum entalización del. trabajo intelectual, para una ¿Transición? bacia una ¿Democracia?, donde el funcionamiento social y rol ideológico de nuestra lotelligeotsia sea Light, Lights. Una lotelligentsia Light.
Ir. (UNA ESCRITURA PARVULARIA, PARA LA TRA SICIÓN y LA ACT UALIDAD)
Para ver esto, para leerlo, no bace fa:lta baber venido ni de Marte ni del Marxismo. Así que, recuento. Con base si'e mpre en el revisionismo Ch. 1968), una primera fase de entrega y salida ilustradas Ch. 1975), un dominio y control neocapitali sta, un grado mercantil mayor para apretar la tuerca impuesta a Ja impot ~ncia y a la incapacidad intelectuales Ch. 1982), Y finalmente esa fase Light, limbo y estado, ataraxia y pureza, para la legitimación ideológica del servilismo intelectual Ch. 1986). Cuando boy, el proceso entra de lleno y pleno, de principio a fin, de todas¡itodas, y a por todas, en el paroxismo de la producción de unos más ¿nuevos? y bellos productos, frutos perfectos, cuya única y tan exclusiva como excluyente valía consista en cerrar el proceso con broche de oropel. Cuando, boy, y aun todavía más nos bac';! falta bablar de cuestiones evidentes. Por ejemplo. El asunto que ocupa las páginas, que absorbe y llena en el día 'éJ máximo interés y el espacio principal ofertado por los periódicos culturales a la pública curiosidad, parece ser el de una Nueva hornada, una Nueva avalancha, una Nueva ¿Generación? de últimos y de penúltimos y de siempre ¿Jóvenes? novelistas. Ahí es nada. El tal asunto no pasaría de rutinario, cíclico, de anecdótico, e incluso regurgi-tivo, si nos quedáramos con esta fatuidad y asombro de paseantes que provoca, si
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permaneciéramos satisfecbos en el limbo en que nos mete. Pero, bay que quitarle al fruto su corteza, y para nada aceptar ni la cáscara ,ni la mascarada. Así que, un mínimo de actitud crítica, y dejemos de una vez ya de jugar al estúpido {estúpido, que desprecia cuanto ignora) y fácil juego de ,l a gallinita ciega. Ciertamente. La crítica al uso no ve ni encuentra criterios definitorios y clasificatorios, de homologación y unificación, que ponga orden por sobr'e ni entre esta prolífica y saturadísima actualidad de la narrativa española. Así sea ecbándose mano de principios formalistas y estilísticos, sea de complem entarios y feno menológicos principios contenidistas, esencial'istas, etc., el callejón sin salida ya está servido, y el margen de maniobra será entonces tan anerobio como infinito, tan 'eterno como univ,ersal, tan ensimismado en su propia aporía como esencia'l se tenga a la literatura, a la Creación literaria, al Arte. La mecánica Cmecanicista) que se aplica y que se sigue resulta muy simple. Se part'e de un grueso universalismo y de una esenc ializada atemporalidad de la Cultura Cse dice: el novelista sólo responde ante Cerva1ntes; ni siquiera ante la historia; según opinión traducida de M . Kundera; y se cita con holgura y satisfacción intraducibks a Faulkner, al escritor anglosajón que sea, y con preferenc ;a, para tomarlo por indiscutido padre y maestro), se continúa ese mismo plan de desarrollo continuo, de evolución y de tradición tan rica y ancha como Castilla y el Imperio, como la Humanidad y casi desde la noche de ~os siglos y de sus Civilizaciones, y bajo su sombra y amparo, bajo tamaña impunidad, anídase y se llega a una espiritualización suprema, a una divinización, a un culto de la Persona'lidad, a una ritualización de la subjetividad, a una teología Cy su bermenéutica políglota) del Creador y de su Obra, de 'l a Creación. Se concreta la sacralización con baños iniciáticos, en aociones maltusianas; y así, la idolatría solemnízase en una infancia dragonácea, en una doble adoles-
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ANTONIO FORTES
cencia, en una pubertad abrumada, en una especular juventud, y pare usted de ,contar inexperiencias febriles, la genialidad de 1a inviolable intimidad siempre dispuesta a la trascender:talización sub rosa de todas las contradicciones y los chirríos y las fracturas y las quiebras todas de nuestro inconsóente colectivo; cua'ndo, más se subl ima esa patología del rito y del viaje, mediante el eterno retorno a 'los oríg,enes: la ficción, entonces, renueva y h ermosea, pintarrajea de mil colorines y poetiza, eleva hasta el pastiche y da la esperada y agradable y tranquilizadora versión en technicolor de Los
dominios del lobo, de El bandido doblemente armado, por ejemplo; o bien se toma cua'l quier Cuaderno Novísimo sobre las Excursiones a Venecia, a Italia, y se hace una esca'la Culturalista en las Costas de la Provenza moderna (que no modernista) ; y aun también se pueden coherenciar presuntas primeras disonancias sintonizando mil y un Cosmopolitismos de salón y de buhardilla, de astracán y de salas de baile y de juego, de rosas de invernadero y otras elegantes metáforas, maravillas y fantasías, libre y libérrima prestidigitación sobre el escapismo, el irrealismo, el irraciona'lismo, la inhibición, la dejación y la neutralidad, del intelectual y su trabajo, puros y limpios cua'les jabones, y como detergentes empleados para Ja Descontaminación ideológica, y como Eruditos a la Violeta SER siervos de una valiosa Cultura de fascículo y de escaparate para los mass media, para la adicción y el consumo deslumbrantes de la Gente Guapa, a'ltamente ejecutiva y funcionaria del Poder, por los siglos de los siglos de los siglos. En fin, Y, colocados en tama'ño pozo sin fondo (ni hediondo), todo a nuestro alrededor nos atufa. Valen, pues, cualesquiera variedades, i,noluidas las cirquenses. Valen cualesqui'e ra falacias, a partir de las intencionales del autor de turno, sus buenas intenciones, sus buenísimas declaraciones, justificaciones de incoherencias y torpezas, explicaciones sobreabundantes de su mucha falta de sustancia, de sus mtentos fallidos por retahi-
lar frases sesudas de una profundidad filosófica y una gratuidad verbal de comprensión inalcanzable para nosotros los mortales. Valen huidas, escamoteos, fusiones con la Naturaleza Virgen (léase: una isla abandonada y desierta, las Alpujarras, el Africa, la India, China, Japón; O mejor, tómese un atlas y averigue el ocioso, el inocente lector, el páramo idóneo donde aún haya una reserva espiritual, no importa que de Occidente ni de Oriente, ni eL ti~mpo importa, 1a Humanidad y la Tierra a su alcance, desde siempre y la eternidad), Valen cajas chinas, cuentos chinos, bodrios historicistas, ve rsiones desconflictivas y poéticas, relatos y leyendas al calor del hogar y del invierno, o bien en plan de memorias y búsquedas intelectualoides, triscando, entrando a saco y patente de corso, por todo el monte ¿l'econvertido? en orégano de cualesquiera la historia, por esas fábulas y brumas de una actualisima feudalid ad y Edad Media, o por la otra barbaridad histórica de In uestra más convulsiva y decisiva II Roepública, Contrarrevolución, Guerra Civil, Postguerra Civi'I, y cualesquiera tiempos no oscuros ya sino muy oscul'ecidos, falsificados, atemporal izados, transcendidos, literaturizados. Esto es: una progresi ón torpe de actividades y de escrituras (de novelas en nuestro caso) en la que valen también y fundamentalmente cualesquiera recon versión, cualesquiera integración y oportunismo, cua'I,esquiera reducción y reduccionismo. Valen las ·reducciones al individualismo, al subjetivismo y la subjeti vidad, al yoísmo y la egolatría, al 'intimismo y la intim idad, y cualquiera otra variante del mito del Sujeto y el Yo, con toda su Falsa Ideología (sic), todo su dominio, toda su mala y camaleónica parafemaliadereacciónysometimiento.relativ ismo y elucubración idiosincrática, fantasmas y abismos y diablos personales e intransferibles. Que sí; que valen ; que valen, incluso las comodidades y demás riesgos controlados del Escepticismo del. Integrado. Que sí. Que vale todo. Que vale cuanto mucho y más s'e quiera, y mientras haya
DE LA NOVELA IDSPANOAMERICANA EN ESPAÑA
por quien lo ponga escrito, quien lo edite y quien lo compre; porque, ¿;no es acaso éste el grande y máximo argumento, el argumento angular, el de las leyes de mercado para la producción ideológica por escrito (de novelas, en nuestro caso), un proceso complejo de extracción de escritores y producción, promoción y propaganda, compra y v-enta, hasta la muy irresisti ble ascensión al éxito del éxito. de un buen negocio con productos y mercruncías literarias? ¿y para qué dudar, si se sabe, de primera a última instancia, que estamos tratando con bienes de consumo y con valores de cambio? Por supuesto, que todo vak, según Jas leyes del mercado. Por supuesto. No cabe ya tampoco duda, cuando nos encontramos con una critica al estrecho servicio del capital editorial, o cuando con tibieza y ambigüedad se dedica la supuesta critica a emitir miles de idénticos juicios de valor ; ¿y cuál de sus pasos de rosca recordar, aquel deslizamiento de tuerca flagrante de El País: Libros, del 21 de febrero de 1982, y en ,l a segunda variante cualquiera de sus obsesiones complementarias, al por mayor copando el ABe Literario, Sábado Cultural, por irnos a periódicos y dejar intocables las asepsias académicas en clónicas revistas del saber por fascículos con papel couché? Por supuesto, que igual podría confeccionarse una guía telefónica (aL modo y moda de las historietas literarias, a base de autor, obra y fechas claves, a ser posible de galardones y premios, sillones en la Academia, reserva de plaza en el Parnaso Patrio y Extranjero, etc.); que también podríamos caer en sus torpes trampas saduceas y cantos de sirena varada,
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aventurándonos a una caza y captura de esencias y de mensajes en la literatura, y atribuyéndonos todos condecoraciones y honores en tal Cuerpo de Correos y Telégrafos al que todos perteneceríamos casi por nacimiento estético, y del Cuerpo de Expedicionarios Espeleólogos y Taxidermistas, ya Juego y por vocación probada. Por supuesto; por muy supuesto, en fin, que podríamos dedicarnos al saludable, honrado y sanísimo deporte de moralizar el cotarro dictaminando sobre lo bueno y lo malo, el bien y el ma'l; que, hay veoes que uno no pontificaría en los desiertos, habida cuenta de la cantidad de pseudos que pasan por escritores (sic) sólo utilizando los matizadísimos verbos «ser», «estar», «haber» y «tener», en los dificilísimos tiempos del indicativo perfecto e imperfecto, y punto, y ¡con un primor que ni un párvulo! Sea, pues: una escritura parvularia. Por supuesto. Aunque, en absoluto, e insisto, hoy, aquí y ahora, la función de la crítica habrá de ir ciegamente a dar brillo y espl,t!Jndor a la lucha del escritor con su máquina de escribir (con el lenguaje, vamos; ya lo decía ese esquizofrénico, per0 ',lO patológico ni enfermo, sino san n todavía, aquel G. A. Bécquer, año de 1868), y a emitir todos los juicios de valor neoesarios para el alza de valores, mercantiles y estéticos, financieros e ideológicos, del producto literario en cuestión . La función de la crítica, aquí, ahora, habrá de cuestionarse ése (y no otro) valor, ésos (y no otros) valores: qué val e, y por qué, para qué. Por qué. Y. Para qué. Con lo que ,las cuestiones evidentes saltan ya hechas añicos.
RUBÉN LOZA AGUERREBERE
García Lorca en Montevideo A clara mañana del 30 de enero de 1934, desembarcó del vapor de la carrera, Federico García Lorca. V,enia acompañado por la actriz española Lola Membrives y por el esposo de ésta, el empresario Juan Reforzo. Lo estaba aguardando una comitiva que integrabarn, entre otros, el Embajador de España, Enrique Díez Canedo, el poeta EmiJ,io Oribe, el novelista Enrique Amorín, y José Mora Guamido. García Lorca era ya personalidad sobresaliente de la llamada «generación del 27», y pocos meses antes se había estrenado en nUlestra capital, su obra «Bodas de Sangre». Su viaje a América en 1930, había fructificado en su ,libro Poeta en Nueva Yok, donde se ·reveló incon formista y en la vanguardia del surrealismo. En octubre de 1933 viajó haoia Buenos Aires, y aprovechando el paréntesis veraniego de la capital Argentina, se trasladó hasta nuestro país. Pensaba dar cima, aqui, a su pieza Yerma, de la que había redactado los dos primeros actos. Pero no Jo lograria. Lorca se instaló en el Hotel Carrasco. Ofreció tI1es conf'erencias en Montevideo (al término de la primera, recitó su famoso «Romance de la luna luna»), conoció a los intelectuales nacionales y participó de una 'intensa acbividad sooial. Su proverbia l simpatía, su blanca sonrisa sobre el rostro aceitunado, seducía al «tout Montevideo». Juana die Ibarbourou recuerda un almuerzo en casa del Dr. Eduardo Rodríguez Larreta (uno de los directores fun dadofles de ~(El Pa~~»}). no bien llegó Lorca', y lo describe con estas palabras: «bellamente enfático». Sieñala que: «su llaneza constituía una dádiva».
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Un rico testimonio ha dejado Alfredo Ma.rio Ferreiro, a propósito de un viaje al mar, hacia At-lánUida, con Federico. Se publicó en Madrid, por «(Ediciones Ulrises», sin uxha de edición. Los acompañaba Bnrique Amorín. Se cuenta, allí, que lo recogieron, al med iodía, en el Hotel Carrasco. En la mesa de noche, el poeta granadino tenía Jos libros de Sarah Bollo, con qU~en tuvo una amistad muy estrecha. Se vistió con pantalón blanco y blusa marinera. Partieron, raudos, en auto. No ,los pudo acompañar el músico Lu is Mondino. Versos, cantos, sonrisas y melancolias, se hicieron presentes en aquelJa larga jornada que culminó a las diez de la noche. El poeta Carlos Sábat Ercasty me contaba esta a,nécdota: «Nos habíamos intercambiado Joibros y retratos con Lorca. Cuando Ja Membrives dio la primera obra en Montev,ideo, iba yo por 18 de juNo y, al llegar al antiguo «Teatro 18 de Julio», v,i a un hombre que I1econocí en forma instantánea. Nos reconocimos. Le di la mano y le dije: «Tú eres García Lorca». Y él me respondió: «y tú eres Sábat Ercasty». Luego me estrechó len un abrazo y dijo: «¡P,ero entonces somos nosotros!». En la víspera de su partida, Federico y sus amigos uruguayos vis,itaron la tumba de Barradas. En ella, el poeta dejó una flor. La visrita de García Lorca -que moriría trágicamentle en 1936, al iniciarse la Guerra Civil españoJa- culminó el 16 de febrero de 1934, por la tarde, cuando se embarca con destino a Buenos Aires. Había pasado como una ráfaga luminosa ,entre nosotros. Las manos y los pañuelos lo despidieron como si supieran que no iba a retornar jamás.
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« -1492 Y lo árabe-andalusí en Iberoamérica»
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492 es una fecha de choque y fu-
acompañan de la vihuela a dúo, recitando sión de culturas en iberoamérica. canciones nacionales, plañideras como No deseo referirme aquí al llamado nuestros ,tristes. La rienda de los árabes «descubrimiento», que ya se ha tra- es tejida de cuero y con azotera, como tado basta el cansancio en ensayos, po- Jas nuestras; eL freno que usamos es el nencias, comics y manuales de historia, freno árabe, y muchas de nuestras cos-sin dejar de lado, por cierto la profusa tumbres revelan el contacto de nuestros poesía sobre Colón y su hazaña, que padres con Jos moros de Andalucía. De para algunos todavía es poca; sino al las fisonomías, no se hable: algunos árafenómeno árabe-andalusí 00 Iberoaméri- bes he conocido que jurara haberlos visca que se prod ujo desde ~a llegada del to en mi país.» Alm i.ran te. No olvidemos que 1492 es El extraordinario poeta nicaragüense también la fecha de la expulsión de los Rubén Daría, en su libro «Tierras Sola'árabes de España y de prisión para los res», se refiere a Málaga como parte :Ínno conV!ersos. De este componente étnico t1egrante de un pasado árabe: <<La hesaldrán algunos hacia una aventura que rencia arábiga se encuentra por todas se traducirá en una futura convivencia partes: en .la faz de ~as mujeres, en las iberoárabe. El propio traductor de Co- figuras del pueblo, en las rejas de las lón es un judío arabizado llamado Luis casas, en los guturales gritos de los vende Torres. Por otro lado tenemos a mu- dedores ambulantes», tanto es así que chos élJndaluces que venían saliendo de <{habitan gentes en las mismas viejas casi ocho siglos de dominación, con todo construcciones, casas estrechas y escaloun bagaj1e, un caudal de costumbres y nadas en la altura, desde donde se dotradiciones de la cultura árabe-andalusí. mina el élJncho puerto»; y en 'Su obra <cE! Por eso, no es de extrañar cuando al- viaje a Nicaragua», con respecto a la gunos renombrados escritores manifies- muj-er de su amada patria, nos dice: «La tan en sus obras que hay muchos rostros mujer nicararagüense no tiene un tipo que tienen un enorme pa.r·ecido al de los marcadamente definido entre las del resto árabes. El destacado argentino Domingo de Centroamérica; pero hay en ella algo Fauscino Sarmiento en su obra «Civili- especial que la distingue. Es una especie zación y barbar.ie: «Vida de Juan Facun- de languidez ar·ábiga, de nonchalooce do Quiroga» (1), expresa «No es fuera de criolla, unida a una natural elegancia y propósito recordar aquí las s.emejanzas soltura en el movimiento y en el andar.» notables que representa,n los argentinos En ,lo que respecta a su ciudad natal, con los árabes. En Argel, en Orán, en · León, la describe como a una ciudad de Mascara y en ~os aduares del desierto vi provincia española: «pesadas teja,s arás:iempre a Jos árabes reU1llÍdos en cafés, bigas cubren los techos.» por estarles completamente prohibido el Es posible que nuestra simpatía hacia uso de los licores, apiñados en derredor Jo oodaluz, c(')mo seguiré probando más del cantor, generalmente dos, que se · adelante, tenga su origen precisamente en esta confrontación y asimilación cultural, (1) FACUNDO, D omingo Faustino Sar- · tomando'en c~nta, además, la estadística . miento, pág. 47. Ed. Planeta, Barcelona, 1986. · que,: segful ,el investigador ' Bibiano 'ro. (Otr¡i!l refereDcia~ apa recen en su ob.ra, ver "rres Ramírez, en su libro .<<Los Con<;luispágs. 54, 56; 59, 8-, 84, 92 Y 9~) . .
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tadores Andaluces» (1), «estudios recientes especifican que el 39,68 por 100 de los pasados a América en el período comprendido entre los años 1493 y 1519 eran andaluces.» Y aún más, el historiador Mario Góngora manifiesta que los que van a emigrar a las nuevas tierras son los miembros de las familias llegadas a Andalucía hacía dos o tres siglos, cuando el valle del Guadalquivir cayó en manos de los cristianos, conducidos por Fernando lII. (Esta cita aparece en el mismo libro). Bi biano Torr'es nos dice que sobl1e todo «a partir del tercer viaje colombino se prodigarán, dando a conocer gran parte del ámb ito geográfico del Caribe. Una gran mayoría de ellos fueron proyectados, dirigidos y preparados por andaluces. El mayor número de su marmería se recluta en los pueblos de Huelva, Sevilla y Cádiz, y puertos anda-luces son sus puntos de partida». Y ya que estamos ahora en Sevilla nombremos a los sevmanos Juan de Esquive] y Rodrigo de BasVidas, y a los otros andaluces Jiménez de Quesada, Bela1cázar, Robledo, Juan Díaz de Solís, Pedro de Mendoza, Francisco Hernández de Córdoba, Cristóbal de Olid y el famoso Alvar Núñez Cabeza de Vaca. En el caso de Chile, por ejemplo, según Eu~nio ChauáJn, en su estudio titulado «Presencia árabe en Chile» «un 33 por 100 de los hispanos que llegan a Chile provienen de Andalucía... La presenoia andaluza implica un aporte cultural arábigo, cuyos elementos se han constituido en parte de nuestra tradición, con rasgos culturales que han persistido en el tiempo brillandO' con el mismo esplendor que en su lugar de origen. El historiador inglés Byng en su obra «El mundo de los árabes» señala al respectO': «Por rnt!ermedio de los conquistadares muchos rasgos de la civilización musulma!l1a fueron introducidos en América ... » Más adelante el investigador Chauán nos explica que en Ja misma música fol-
clórica chilena se encuentra una clara influencia, y para ello cita una curiosa «jarcha de la última estrofa de una» muwashaha diCl cancionero árabe popular del siglo IX, en relación con e] ba:ile típico llamado Cueca, y que Ja herencia de lo hispano-árabe, de lo mor'¡sco, parte en ChiJe con esas lexpediciones espa ñolas que traen a personas como el capitán Alvaro Mezquita, que fue quien condujo la nave San Antonio en la exped ición de Hemando de Magalla nes, e n 1520. Además de la relación que hemos señalado, y de la influencia que puede verse aún reflejada en rel aspecto arqui tectónico en las partes anl:'iguas de ciudades como Caracas o la Habana, donde existen casas que conservan el patio andaluz y fachadas árabes, se da un trasvase de vocablos y una literatura que será la preferida por la jntelectualidad iberoamericana, me refiero a la clásica española, en que la presencia árabe está latente desde Cervantes, el Arcipreste de Hita, Zorrilla, Galdós, etc. hasta en 1a notable generación del 27, encarnándose en Federico García Lorca y en el excelente novelista actual Juan Goytisolo. La curiosidad que üenen Jos creadores iberoamericanos por la cultura árabeandalusí, no es solamenlie por algo exótico, es mucho más, es un deseo por conocer unas raíces del conocimiento, y una forma de vida que de alguna manera, como hemos visto, están vinculadas a una oierta forma de ser del latinoamer.icano. El premio Cervantes de Literatura, OctaviO' Paz, manifiesta en su obra <<.El ogro filantrópico» (1) que en iberoamérica: «la imagen del Caudillo no es mexicana únicamente, sinO' española e hispanoamericana. Tal vez es de origen árabe. El mundo islámico se ha caracterizado por su incapacidad para crear sistemas estables de gobierno, es decir, no ha instituido una Jegitimidad suprapersonal», Y en cuanto a <da revolución política en América Latina -me refiero a la lnde-
(1) TORRES RAMIREZ, Bibiano: «L?s conquistadores andaluces», ed, Cultura HISpánica, Centro Iberoamericano de cooperación, pág. 9, 10 Y 11.
(1) PAZ, Octavio: «El ogro filantrópico», edito Joaquín Mortiz, págs. 2} y 60, 3.· ed., 1981 , México,
«-1492 Y LO ÁRABE- ANDALUSí EN IBEROAMÉRICA
pendencia y a las 'l uchas entre liberales y conservadores que ensangrentaron nuestro siglo XIX- no fue sino una manifestación, otra más, del patrimonialismo hispano-árabe». Octavio Paz observa que la imagen del caudillo toma forma de una idea hispanoárabe. Pero hay una curiosidad del intelectual iberoamericano por saber algo más de ese pasado tan brillante, por conocer lo que aJgunos han llamado el paraíso andaJuz una ü~rra que fue cuna de una civiliza~ ción extraordinaria, bástenos citar a la investigadora Luce López-Baralt, cuando nos narra en su obra «Huellas del Islam ~.n la Literatura Española» (1), la compleJLdad de los logros de la cultura hispanomulsumana. <<En su mayor esplendor bajo' Abd al Rahman III, Córdoba, la capital del califato español, alcanzó a ten er m edio millón de habitantes, 300 baños públicos, 700 mezquitas y 70 bibliotecas. La corte cordobesa en Madinat al-Zahra tenía como sede un palacio cuyas cúpulas de brocado eran giratorias, de mMiera que el sol se filt raba por ellas paulatinamenb~, inflamado con sus rayos los azulejos vivísimos de las par,edes. Todo este color en movim iento se reflejaba a su vez en Jas fuentes del suelo que t enían surtidores no de agua, sin~ de mercurio.» No seguiremos hablando de las escuelas públicas, ni de la universidad, ni de la gran biblioteca, ni de los baños y el alumbrado púbJjco, de un avance que no se daba en otras pa·rbes; sin entrar en la medici na, en la filosofía, en las matemáticas o en ,la astronomía donde dejaron nombres para la inmortalidad, Sevilla, por ejemplo con Al-Mu' tamid, Rumaykiyya, Ibn Ammar, y luego Ben Sahl que se convierte al islamismo, o Córdoba con Ben Quzmán e Ibn Hazm, person·ifiean el alma sens,ible de lo árabe-andalusí. He aquí otro elemento a considerar de por qué Jatinoamérieaes un continente de poetas. Es en el al-Andalus donde se produce la poe(1) LOPEZ-BARALT, Luce: «Huellas del Islam», ed. Hiperión, pág. 22, 1985, España.
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sía .más trágica, fatalista, amorosa, fina, paSional y exquisita. Y es precisamente ~e ambiente e mot,ivo con jardines, surtidores, arabescos, lo que más influirá en los creadores jberoamericanos que viajan a Andalucía, como veremos más adelante. Pero antes .kamos estos versos de Ibn Jafaya de AJzira (1): «¡Oh, gente de al-Andalus qué d ic hosos sois! ' Agua, sombra, ríos y árboles. E l paraíso de la Eternidad no está más que ,en vuestra patria. Si yo 'escogiera, por éste optaría. No temáis 'e ntrar e n el infierno: no se castiga con la des,d icha a quienes ya yi yen 5.'1 el paraíso.» Tierra de poetas y de hermosa caliarafia decorativa como se estampa en'" los muros de la A·lhambra, y que conooemos a través de las inv,estigaciones y trad llCciones del erudito Emilio García Gómez y de la arabista María Jesús Rubiera Mata. He ahí los poetas Ibn al-Yayyab, Ibn al-JatIb e Ibn Zamrak. No es de extrañar enton o ~ que el poeta iberoamericano Luis LIoréns Torres (2) escribiera ese extenso poema titulado La Alhambra, donde canta: «¡Qll'ién pudiera entender Jos arabes'cos, / al través de ,los siglos con servados, / que I:;.n la inmóvil pared está:n gra bados / con coJo res que el tiempo respetó!» El poeta trata de situarse en la época y desea se.r uno de esos habitantes inm erso en ese ambjente de maravillosa arquitectura, que como decía Federico García Lorea que tanta influencia ha tenido en latinoamérica, son «.]os ilustres muros die poesía». El Diván del Tamarit ,e stá escrito en honor de esos antiguos poetas granadinos. El poeta cuba,no José Martí ~mpresionado por el gran peso de la España á:rabe dice: <<La voluptuosa (1) JAFAYÁ DE ALZIRA, Ibn: «Antología Poética», ed. Ayuntamiento de Valencia, pág. 11, 1986, España. (2) DJBILOR,.. Abdellah: «Diwan modernista o una visión de Oriente», ed. TaufUs, 1986, Madrid.
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poesía, que nació acaso a la vista de Jos floridos cármenes de Andalucía, y aquellos poemas de piedra llamados el Generalife, el Alcázar, Toledo y Córdoba, levantados por los antiguos moros, no son ,la poesía de Núñez de Arce ... » (Páginas Escogidas, José Martí, artículo: «Poetas españoles contemporáneos, edit. Bruguera, 1973, España.) Es Ja admiración que siente también el mej icano Amado Nervo por lo á rabe en s u ca nto El Muecín. El colombiano J osé María Samper na rra en «Impresiones de la vida española»: -En Córdoba tuve ocasión de tratar, duranIJe dos horas, a l duq ue de Almodóvar, descendiente del rey Boad il, con motivo de una vi's ita que me permitió hacer a su pa'lacio, que es un primoroso museo. -Más adela,nte habla que el pueblo esp~ñol «es el más dramático o teatral. Toda su vida ha sido un inmenso drama, y ningún pueblo puede presentar en su historia dramas tan prolongados, patéticos, heroicos ll1i conmovedores como el de la época de los Moros, que duró siete siglos .. .» El domi ni cano Pedro EnríqUJ~z Ureña comenta len «Giudades Españolas» sobre Córdo ba y G ranada, que respla.ondecen con sus grandes monumentos la Mezquita y la A lhambra, respectivamente. El nobel Gabri el García Márq uez se reÚlere a la AJhambra en su artíc ulo «España: la nostalgia de la nostalgia»: «Tuve la fortuna de ver la Alhambra corno hubieran querido verla siempre los califas: bajo un aguacero torrencial .» El uruaguayo Juan Zorrilla de San Martín menciona lo árabe cua ndo hace mención a Fortuny, pintor qUle encuentra la luz y el color e n Granada y Sevilla: «d onde Ja luz protagonista jnvade todos ,los planos del paisaje, reverJ:>era en los arabescos de los alcázares y aJhambras, y da vigor y carácter y tonos ca·li enlJes a los tostados tipos populares». El a rgenti no Ricardo Rojas en «Córdoba, F rontera de siglos», d~crjbe la' grandeza "Ipilenaria. de una ciudad que f ue cuna tle la civilización árabe. El extrao rdri narj(l y sufr ido poeta: p~rúano César Vallejo (qU'é a hota, se hán cuinplid p cincuenta años de su muerte con grandes homena-
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jes), en su. articulo «Madrid: la vida :ideal de la ciudad», expresa: <<Los extranjeros exclaman, entre asombrados y complacidos : ¡Qué vida Ja de MadToid! Aquí nadie tiJene prisa. Pa rece que nadie trabajase, que nada se agitase. La 'Sangre muJsumana, sin duda. Es formidable ... » El venezolano Arturo Uslar Pietr1, cuando escribe sobre «El Guadalquivir» dice que «El corazón de Córdoba es la Gran Mi~zq uita de Occidente», y que Carlos V la dejó al edificar una cated ral en su interior. E l costarricense Vicente U rcuyo R odríguez, en su comenta ri o «De Levante hacia Andalucía» - 1966- se siente i'nmensamente co nmovido ante e l paisaje y la hi storia : «Tod o es murmullo de agua que corre fecundando la tierra; evoca mi m~nte el árabe q ue no solamente trazaba sus cana les de ri ego para la herm osura de sus jardines, sino para hacer producir a la tierra española.» También se refi.ene a los extraordinarios monumentos q ue le impresionan : La Alhambra y la Mezquita de Córdoba . Y sobre el autor de esta ponencia la prestigiosa arabista de la U niV1ersidad de Alicante, María Jesús Rubiera Mata, dice «llama la atención cómo ha podido calar en la poesía á rabe ... ¡Algunos versos parecen a hora de algún an dal usí del siglo XI! ». Agrega, además, otro juicio : -que se podría calificar como«a un poeta a ndino de al-Andalus» (1) . En resumen, de leste trabajo se desprende que desde el año 1492 ha existido en Iberoamérica una relaci ón hi stórica, sanguínea y cultural con la España árabe. Pero es curjoso que en gra n part'e de la población española no se sienta esta extraordinaria herencia cultura,l, y muchas veces se utili ce intencionadamente d término «moro», para apa rtar de sí todo lo que suene a árabe, para explicarme mejor, es lo que suoede por analogía con °1 calif icativo discr.jmi,natorio de «sud aca» para el latinoamericano que vive y trabaja en la tierra de Cervantes y de AJ-mu'tamid. Creo que estamos en un (1) CHAKOR , M.: «Ma rru ecos-España-Iberoamérica», ed. Cantarabia, pág. 106, 1987, Madrid .
«-1492 Y LO ÁRA BE- ANDALUSí EN IBEROAMÉRICA
buen momento para que con este Congreso de Escritores españoles y latinoamericanos en torno al V Centenario, podamos desarrollar una verdad histór,ica que permanece más en la sombra que en la luz, porque no olvidemos que vivimos desde hace ya muchos alÍÍos len una interdependencia económica y c ultural, por tanto, una cul,tura aislada es ya un imposible. Las d~ferentes reididades influyen como sucedió con el pueblo mapuchi~ en el famoso poema épico de Alonso de Ercilla y Zúñiga: <<La Arauclilna.» Así también lo árabe-andaJusí ha producido un trasvase cultural en lo latinoamericano. Recorda mos para terminar al famoso novelista uruguayo Carlos Reyles que con s u extraordinaria obra «El embrujo de Sevilla» (1), obtuvo el título de «hijo adoptivo e ilustre die la üiudad», otorgado por la administración municipal de Sevilla, al extremo que don Miguel de Unamuno dijo: «Yo no he visto jamás un libro tan origi nal y de tan profunda ps,icología española.» Y Rubén Darío comenta en Tierras Solares sobre su llegada a Sevilla. «AunqUle es invierno, he hallado rosas en Sevilla. El cielo ha estado puro y francamente hospitalario ... La Gira,lda se ha destacado en espléndido campo de azur. Luego, las mujeres sevillanas, entrevistas por ,las rejas que hay
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a la entrada de los patios marmóreos y flor idos, dan razón a la fama. He visto, pues, maravilla.» Y en uno de sus poemas dice: «Mira las cumbres de Sierra Nevada, ! las bocas rojas de Málaga, lindas, ! y en su pandero su mano rosada / fresas recoge, claveles y guindas. f Canta y resuena su verso de oro, / ve de Se~i11a las hembras de llama, / sueña y habita en la Alhambra del moro / y en sus cabellos perfumes derrama.» El escritor nicaragüenS'e que participó en el IV Centenario de Colón, al parecer no se si ntió muy feliz con los ,resultados del evento. Yo no deseo pues que se repita lo que d'ijo Rubén Darío « .. . numerosas han sido las f.iestas hispanoamel.1icanas, a cuyo término apenas $ ha quedado otra cosa que un poco de dulzo,r en la boca y otro poquito de retórica en el ai re; después, americanos y españoles han permanecido en sus desconfiadas soledades, colocados en act,itud y mirada recelosa, cada cual a un lado del gran abismo de la historia.» Que los pasos futuros de España en .la Comunidad Europea no nos lleve a un mayor ol~ido y que la nUl~va Ley de Extranjería no signifique en modo alguno un distanciamiento profundo e irrecuperable con los países iberoamericanos que son parte del contexto sanguíneo y socio-cuJtural de España .
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JESÚS PARDO
A propósito de la novela indigenista
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UANDO Gabriel García Már- a .]a que pinta Dickens todavía en tiemquez, respondiendo a una pre- pos de Galdós, como se puede vrer en gunta de un period'ista, dijo que «Fortunata y J aointa», escrito bastante el primer escritor colombiano t-iempo después que «Sybil». era el autor del pOlema del Oid, dijo una Ahora bien, la vida ind ustrial acelera cosa evidente: la literatura española es más el ritmo de evolución de un idioma puramente regional, dentro del mundo que la rural, esencialmente conservadora' hispánico, y está dividida en cuatro [dio- y recelosa de innovaoiones. De la misma mas, de la misma manera que ,l a peruana mamera, tanto en Inglaterra como en Est,e ndría que incluir el quéchua, o la para- tados Un[dos, .la evolución tendió muy guaya el gua.raní. pronto hacia una liberalización que no La literatura castellana es muy vasta, tardó en convertirse len demooratiZ'ación abarca medio mundo y más de trescien- , por razones 'económicas que en nuestw tos millones de personas; está llena de mundo hispánico no' se produjeron hasta diferencias ,y contrastes que han de ser mucho más tarde, y en algunas de sus considerados como puramente .regionales. partes siguen todavía sin producirse, : La única otra literatura mundial que mientras nuestra tradioión, a ambos lapuede decir lo mismo es la illglesa. Am- dos del océano, seguía centrada en un bas se extienden a muchos países muy concepto oligárquico, centralista y auto. distintos en muchos aspectos, aunque con crático de la vida, mal camuflado a veces una ~dentidad esencial de origen. La ára- de republicanismo o liberalismo, pero be se podría incluir también si no fuese siempre brutal y decid[do a no ceder porque su modo die expresión común es tierra. el árabe clásico, un idioma ·que na,die Por eso, m~entras los indígenas dlel habla. mundo iberoamericano, o sea, los indios, , En lo que se ren·e re a la novela, la no tenían más recurso que la pasividad diferencia esencial entre el mundo ing¡lés o ,l a violencia, y ambas cosas 'Son buena y el cas·rellano me parece que es que en materia prima novelística, los del angloaquel se acentúa el carácter eminentemen- sajón, negros casL siempre, porque los infe industrial y tecnológico desde mucho dios norteamericanos quedaron separados antes que en el mundo hispánico, dQnde por completo de la vida del nuevo país' los !elementos .r ural y urbano, industrial en- cuanto perdieron la guerra, pudieron y agrícola están más equilibrados. En el -echaT mano enseguida de los recursos y mundo hispánico sigue habiendo un fuer- los resortes que les brindaba la 'Sociiedad te !elemento campesino, que en el de ha- misma que les tenía oprimidos. bla ~ngles.a 'h abía desaparecido ya para Esto planteó dos situaciones totalmente el tercer decenio de este siglo, antes in- opuestas: el indígena iberoamericana, duso que en la Unión Soviética, siendo despojado de su ~dentidad, carecía de substituido por el obrero del campo, con medios para comprender su si1uación, mentalidad 'y actitudes de obrero indus- mientras que el negro norteamericano no sólo ].a comprend[ó enseguida, sino que trial. Ya los obreros que describe Disraen comenzó desde !el principio ainregrarse en su novela «Sybil» se muestran ante ,~n el país a donde le habían llevado Jos los señores con una dignidad arrogante negreros. Esto explica probablemente la ausenque era' aún impensab1re en el mundo hispánico, ni en España siquiera, cuya si- cia de una verdadera novela 'indigenista tuación a este respecto se parecía más en Norteamérica, pues novelas como <<La
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Cabarña del Tío Tom» son la excepción, y la regla, en cambio, <<Las Uvas de la Ira», donde el oprimido es parte orgánica de la sociedad que le oprime; ésta es la equivalencia de la novela indigenista en Norteamél1ica, y más aun las novelas de Upton Sinclair y otros como él: la masa proletaria, blanca o negra, en 1a jungla del asfalto, y una oligarquía industrial que pareoe indestructible, pero cuyo sentido no es para ellos el arcano que es el mundo de los blancos para el indio iberoamericano. Los campesinos barojianos de «César o Nada» están a caballo entre estos dos mundos. Como ·Ios proletarios die Upton Sinc1air, comprenden perfectamente al mundo que les oprime, forman parte de él. pero; a diferencia de éstos, están com- ' pletamentJe en manos de un mundo que no quiere comprenderles a ellos. Tanto los campesinos castellanos de «César o Nada» como los indios del encuatoriano Jorge !caza del peruano Gro Alegría acaban muertos a tiros por la misma oligarquía: el terrateniente, el teniente político, léase la guardia civil, y el cura. Este elemento die bruta.lidad sistemática y abierta, como contra un ser ajeno a la experiencia del que la usa, falta en la novela anglonorteamericana, que carece también de otro elemento esencia,l : la coexistencia, en su propio ambiente, de dos mundos que no se comprenden mutuamente, illc1uso se excluyen, un problema social tan radical que no t,iene solución aparente; en ninguna novela inglesa o norteamericana de las que he leído ~nterviene el ejército para sofocar inquietudes sociales campesinas, entre otras razones porqUle éstas no se producen _ Esta diferencia explica también ,la persistenCia entre nosotros de formas y conceptos 'literarios que el mundo aglosajón considera superados, pero no se puede hablar die superación mientras sigan siendo vigentes y vivos los temas en que se basan esas formas yesos conceptos, que, en algunas partes de nuestra vasta geografía lirngilistica, siguen floreciendo todavía. Perú, por ejemplo, o Bolivia, o Glúltemala: distintas enfermedades re-
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quieren disNntos diagnósticos, y no se puede decir que el <<Huasipungo» de Jorge !caza o «El Mundo es Ancho y Ajeno» de Ciro Alegría sealD novelas superadas ya dentro de su propio mundo, mientras que «César o Nada» para nosotros no tiene ahora más valor que el Eterario y psicológico, que es grarnde; su valor social se ha convertido en histórico, y en su lugar se abren abundantes perspectivas para otros tipos de crítica social igualmente radicales, pero completamente distirntos en cuanto a Ja forma. El mundo hispánico sigue mostrando un equiJtibrio .¡jterario sorprendentJe. Quiero decir que el peso específico no se decanta de manera decisiva y permanente, al menos en lo que va de postguerra, por uno u otro lado del Atlántico: Neruda y García Márquez, por citar dos ejemplos, son dos hombres, no dos escuelas, y tampoco Cela o Delibes, o Aleixandre o Guillén, han dado Jugar a movimientos literarios que se eXÍ'iendan a ambos ,lados dlel océano. Se puede decir que, unas cosas con otras, España e Iberoamérica tienen un peso específico 1,iterario más o menos parecido, mientras q ue, desde hace tiempo, yo diría que desdie Walt Whi:tman, -la iniciativa del lenguaje y la innovaoión literaria en el mundo angloparlarnte está del Jado de Estados Unidos. La novela indigenista, en cualquier caso, es un invento, o, mejor, un hallazgo hispánico, que no me parece qUle tenga paralelo en Occidente, de cuya tradición cultural, sin embargo, forma parte. CiTO Alegría y Jorge Icaza, por no citar más que dos de sus más brillillotes exponentes, tienJen la tremenda originalidad de actuar dentro del mundo occidental, pero con temas y elementos ajenos a la tradición occidental. Esta originalidad no nos la puede quitar nadie. y las experiencias semejantes adquiridas por otros pueblos occidentales seguirán siendo sriempre aventuras ultramarinas, ajenas de las que se vuelve a casa sin dejar raíces en ellas.
IV
RAIZ COMUN-
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El escritor
y la defensa del idioma
E un extremo a otro, sin concesiones, entre la condenación y la esperanza, entre la muerte y la resurrección, el escritor debe poseer - dominar, conquistar, abarcaresa materia esencial, sensible, cargada de elementos subjetivos, propios, muy personales, con la que forjará los contenidos y los perfiles de su voz. Su lenguaje será principio y fin. Desde su primer desafío -día tras día, sin conocer la tregua- sabe que los rumbos, que la dirección de su lenguaje es un difícil camino de perfección. En el verdadero escritor -en su conciencia, en los lugares más apartados de su mundo más íntimo- siempre está presente "el arte de la palabra", Vinculado a tonos, a texturas, a expresiones subjetivas, ocultas, individuales, sabe que ese uso artístico rompe los límites de la variedad de la lengua cotidiana. . Es bien sabido, pero no por eso debe olvidarse, que la obra de arte que utiliza el lenguaje como medio de expresión no se debe, en muchas ocasiones, identificar sólo con "el habla culta", La voz del escritor -al fin recreador del lenguajese puede orientar hacia múltiples caminos, hacia rumbos al parecer antagóni~ coso Suma expresiones de muy diversa naturaleza y las ajusta, las afina, las registra de acuerdo con su propio diapasón. No puede hacer a un lado los propósitos sustanciales: "La literatura es el único de los géneros de la lengua escrita que, en sí mismo, puede tener como fin crear arte con el lenguaje" . Sabemos muy bien que la fotografía y la cinematografía, por ejemplo, con todas ·sus aportaciones y su proceso constante de renovación, son recursos con sus fines específicos, que tienen su propios límites y que en el campo literario no son el fin esencial. Esa materia intrínseca que el escritor maneja día tras día -ese conjunto de
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palabras sobre palabras- da lugar a la recreación o a la construcción original de una atmósfera de sonidos y de imágenes vinculados a una nueva realidad: a la realidad literaria. También los otros sentidos - el tacto, el olfato, el gustotienen cabida plena en esa dimensión. Entre los adjetivos y los gerundios, entre los advervios y los sustantivos, ellengua~ je del escritor proviene fundamentalmente de su interioridad, se forma en virtud de las múltiples expresiones donde su biografía es determinante. No sólo está hecho de sus últimas inclinaciones estéticas -de sus preferencias, de un sendero en continua transformación-, sino de su habla más propia, la de su grupo, la de su región; y tampoco deben olvidarse sus experiencias culturales. Lengua es un concepto espiritual, mejor dicho, el sistema y conjunto de conceptos en que se manifiesta el espíritu. En la recreación de la lectura hay otro filón extraordinario. Junto a las hablas que lo rodean, que lo abarcan -de las más transparentes a las más ocultas- va en busca de su expresión artística. Se entrelazan los lenguajes de las distintas etapas de su vida y les da un valor, un peso especí~ fico; los jerarquiza, los selecciona y en no pocas ocasiones los analiza. Debemos recordar que el lenguaje de la ciencia --con sus símbolos, con sus códigos, con sus léxicos especializadosseñala, indica. En cambio, en el lenguaje literario el creador no se circunscribe a las relaciones de causa y efecto y no se ubica en marcos de referencia ya predeterminados. No va de la inducción a la deducción o de las propuestas iniciales a los últimos corolarios. En muchas ocasiones, él salta todas las barreras y no se ciñe a fórmulas externas o ejes establecidos. El lenguaje literario relata, caracteriza. Paul Valery decía: "La mayoría son ciegos en este universo del len~ guaje; son para las palabras que emplean.
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Sus palabras no son más que expedientes; y la expresión para ellos sólo un camino más corto: este mínimo define el uso puramente práctico del lenguaje. Ser comprendido, comprender, son los límites entre los cuales se estrecha de más en menos este lenguaje práctico, es decir, abstracto". En el campo científico, muchas veces basta con nombrar el objeto o describir el fenómeno que es independiente de nuestra conciencia; al menos, ese es un objetivo fundamental; se busca la abstracción, el conjunto universal. Las leyes de la ciencia se proyectan a todo el universo o se vinculan a las llamadas condiciones de frontera. , En el ámbito literario, la voz propia -particular, única- se presenta muchas veces a través de lo ambiguo, de lo deliberadamente equívoco. Las palabras del escritor son "únicas", no son intercambiables; están llenas de estados de ánimo, de vivencias, "de cargas emotivas", Mientras el científico va en búsqueda de leyes universales que nos remitan a la solución de problemas concretos, particulares, de nuestro entorno, el escritor se esfuerza por lograr un estilo propio y sólo describe, "relata, explica, caracteriza"; tiende a lo concreto y volitivo, Y aunque sabemos que los dos campos --el científico y el artístico- también tienen sus puntos tangenciales o sus espacios fronterizos, sin el deseo de ubicarnos en problemas complejos de la filosofía de la ciencia, no podemos olvidar aquellas sabias palabras del gran Goethe: "Hay una regularidad desconocida en el objeto, que corrresponde a la regularidad desconocida en el sujeto, El fenómeno no está separado del observador, sino más bien, lnmerso e implicado en la individualidad del mismo", Pálabras vigentes, íntimamente vinculadas a la objetividad y subjetividad en el campo de la ciencia, y tanto el uno como el otro --el artista y el científico- enriquecen todos los días nuestro lenguaje, En sus esperas de acción, aparentemente antagónicas, le dan fuerza y vitalidad al mismo lenguaje. De los dos campos intelectuales, de ambos mundos de ideas y de emociones,
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desde el juego más intrincado del habla 'popular a las investigaciones filológicas del más alto nivel, del científico al creador artístico pasando por cualquier línea fronteriza, en todos esos dominios, deben formarse nuestros mejores defensores de nuestra lengua. Sin grandes pretensiones, con los pies en la tierra y sin las vestiduras o la retórica de los pontífices, se deben orientar y analizar, en su sentido más preciso, las últimas vicisitudes de nuestro idioma. Hay que ir a la raíz, al cogollo del idioma vivo que nos rodea. y ahora, a la luz de fechas históricas, de ese 1992 que ya se nos viene encima, bien vale la pena recordar aquellas conocidas preguntas que se hacía el eminente don Pedro Salinas: ¿es lícito adoptar en ningún país, en ningún instante de su historia, una posición de indiferencia o de inhibición ante su habla?, ¿quedarnos como quien dice, a la orilla del vivir del idioma, mirándolo correr, claro o turbio, como si nos fuese ajeno? Para Salinas, la respuesta era clara: "nn es permisible a una comunidad civilizada dejar su lengua desarbolada, flotar a la deriva, al garete, sin capitanes, sin rumbo". y hoy, en 1989 ~ya muy cerca del Quinto Centenario del Descubrimiento de América; no I;lOS meteremos por ahora en todos esos apasionantes laberintos históricos sobre el encuentro, el genocidio, lá conquista o la invención-, hoy, ya muy cerca del umbral del siglo XXI, pocos han aprendido y muchos han olvidado las lecciones de Alfonso Reyes, de Martín Luis Guzmán, de Jorge Luis Borges, de Pedro Henríquez Ureña; hoy que vivimos en el mundo de la cibernética, en la revolución de las comunicaciones, muy pocos reafirman la tradición de los grandes escritores del 98 o del 27, de Los Contemporáneos de México o de la Revista Sur de Argentina. La ignorancia, la incultura en su sentido más estricto, como una señal de la dominación, va del Río Bravo a la Tierra del Fu'ego; y en la Península los agravios a nuestra lengua no se quedan atrás; y así, entre el olvido y 'la confusión, entre
EL ESCRITOR Y LA DEFENSA DEL IDIOMA
Taíces que se pierden y en su transcurrir sin descanso, donde muchas palabras cambian sus significados y se construyen las imitaciones sin sentido - los barbarismos los galicismos, los anglicismos entran po; toda~ partes- , nuestra lengua parece que empIeza a desarbolarse. Los improvisados, con la fachada del profesionalismo, aparecen por todos los medios de comunicación: -por la radio, por la televisión, por las aulas universitarias. Todos los días los vemos y escuchamos y nuestras quejas se pierden, se deshacen en un desierto. Al parecer no pasa nada: no hay ecos, no hay respuesta alguna. - Por lo tanto, la denuncia es bienvenida, la queja más profunda, la indignación reiterada. En el mejor de los sentidos, con la más clara comprensión y un amplio criterio, la defensa de nuestra lengua es un camino justo: es la defensa de nosotros mismos, de nuestra historia, de esa "identidad" de la que hoy hablan tantos sabihondos. Una y otra vez, al presentar en voz alta nuestras denuncias debemos felicitar a todo el que, ajeno a expresiones ridículas, a tradiciones ramplonas, a la exigencia de una pureza antihistórica, defiende el enriquecimiento de nuestra lengua. Al recordar otra vez a Pedro Salinas no podemos seguir en la indiferencia o en la indecisión. Las acciones - las medidas más concretas- deben discutirse y replantearse si fuese necesario. Día tras día deben aumentar las voces que no sólo hagan hincapié en la crítica -en la denuncia bien fundamentada- sino también las soluciones prácticas y cotidianas. El escritor - el poeta, el ensayista, el narradorno puede guardar silencio ante esta situación. Aunque el horizonte de su trabajo es muy amplio, flexible, dinámico, aunque su universo de temas, tonos, registros, expresiones siempre se encuentre en un proceso de renovación o de transformación, él, mejor que nadie, debe situarse en la primera línea de esa batalla a corto y a largo plazo. Es indudable que muchos escritores reinventan sus lenguajes los metamorfosean o los magnifican; es verdad que él busca la
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originalidad con un material lingüístico al que dedica el mayor tiempo de su vida; y en muchas ocasiones recoge del habla popular muchas de sus mejores aportaciones; está siempre atento al juego de frases, al peso de una palabra, a la ambigüedad de un refrán, al trasfondo de un giro. Karl Bühler dice que la función de la lengua es triple: expresión, apelación y representación. Pero pensemos que esta triple función, según las circunstancias del sujeto creador, se tiñen de lógica o de emoción. El lenguaje siempre oscila entre esos dos polos y, a veces, no se definen intencionalmente. También es cierto que el escritor no tiene porqué seguir muchas de las exigencias de la Academia; los creadores más audaces procuran estar más allá de algunas de sus normas y de sus tradiciones . En consecuencia ~on su libertad ganada a pulso, con talento y disciplina, sin ceder un ápice de su capacidad de creación y recreación- también debe estar al frente de los grupos defensores de nuestra lengua, de nuestro idioma en su más amplio y profundo sentido, del lenguaje como patrimonio de una nación, como depositario de una sensibilidad desarrollada durante varios siglos, como un ente en constante evolución y "prodigioso instrumento de expresar su ser". Desde hace muchos años, en casi todos nuestros países, no sólo observamos mañana y tarde cómo nuestra lengua es deteriorada por un puñado de ignorantes' puñado que crece al parecer sin remedio~ para colmo de males, ese puñado no sólo la manosea sino pretende decir la última palabra. Si por todos los medios de comunicación el proceso de destrucción es continuo; si una punta de aventureros y advenedizos se ha apoderado de micrófonos en las horas más importantes de la rádio o de la televisión o de los espacios de primera plana y de páginas editoriales de muchos diarios y revistas, no es posible que el escritor conteste con indiferencia o con el sarcasmo de cenáculo o de cofradía, ~ue se encoja de hombros y vuelva con displicencia al ostracismo a
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perfeccionar su estilo propio, a verse a sí mismo con su cuartilla en blanco en un espejo solitario donde sólo se refleja la realidad que está dentro de sus muros. Aunque no se definan orientaciones muy precisas, reafirmando que no puede ser que un sólo grupo sea el más apto para señalar los rumbos, sí es fundamental que desde abora se abran y estimulen los diálogos, las discusiones en los más diversos ámbitos. Sin prestar demasiada atención a dogmas o axiomas, sin hacer mucho caso de los que asumen el papel de grandes pontífices, de muchos sectores deben llegar las propuestas. Así pues, bienvenidos los trabajos, los estudios, los ensayos, las polémicas en torno a la defensa del idioma español; y nuestra petición va dirigida también a la Academia de la Lengua y sus correspondientes en América, a los seminarios, a los colegios, a las facultades, a los institutos de educación superior. Todas estas preocupaciones han nacido en varios países: México, Argentina, Colombia, Perú, Venezuela; de un movimiento de opinión pública ante la evidencia de agresiones sistemáticas a la lengua nacional, ante el desplazamiento gradual y la pérdida de varios de nuestros valores culturales; preocupaciones que están encaminadas a reivindicar nuestro denostado idioma. Para muchos escritores, aun con la mejor disposición, pero ajenos a lenguajes de rigurosa precisión , no es fácil presentar con propiedad algunas propuestas. Es difícil no caer en extremos, en posiciones antagónicas o en callejones sin salida. En materia de lenguaje - sus manejos, sus enfoques- el escritor sabe que hay diversas escuelas, que hay múltiples propósitos y militancias literarias. El lenguaje, bien lo decía don Ermilo Abreu Gómez, es una coherencia que supone una intención, una expresión o una representación .Además de sus infiernos, la República de las Letras posee sus limbos, sus purgatorios y sus paraísos; se mueve entre los trasfondos de la oscuridad y las luces de las utopías; hay movimientos que defienden a capa y espada su lenguaje cotidiano como su
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expresión más vital y existe ya una tradición que se centra en la literatura por la literatura, en la defensa del lenguaje por el lenguaje, en la reivindicación del literato donde sólo la palabra tiene un peso esencial. Es difícil acercarse a una posición neutral --ese punto medio aristotélico que tanto disgusta al disidente en el campo de la creación artística. Por ende, deben estimularse las opiniones de propios y ajenos, de tirios y troyanos y reafirmar, además, que la defensa del idioma significa una lucha en contra de aquellos que buscan un supuesto prestigio a costa de exaltar lo ajeno y despreciar lo propio. Lejos estamos de posiciones chauvinistas o de los nacionalismos extremos. Favorecer la capacidad expresiva en España o en Hispanoamérica - en todos nuestros países de habla española- , promover ün idioma común a fin de que se reconozcan y respeten las modalidades regionales y las lenguas vernáculas, y favorecer el nacionalismo en la expresión - tal como se dijo: un nacionalismo ajeno a fanatismos o posiciones delirantes- , son propósitos en los que muy pocos estarían en desacuerdo. La creación de una atmósfera, de múltiples ambientes con lazos comunes, para aprovechar la riqueza de nuestro idioma y desenmascarar, por ejemplo, el falso prestigio de los vocablos extran jeros cuando éstos son innecesarios, es · un desafío esencial, ineludible, impostergable. En estos próximos años - a la luz de las celebraciones en torno al tan discutido 1992- se debe aprovechar un filón más que beneficie a todos nuestros países: la defensa de nuestro idioma. Auspiciar los diálogos, los coloquios, las sesiones nacionales e internacionales, tiene extraordinaria importancia. Escuchar muchas opiniones, aun las más intemperantes o disímbolas, y estar atentos a múltiples sugerencias es también un aspecto que no se puede soslayar. Se deben trazar los caminos de la crítica y la confrontación. Ya el solo hecho de discutir con amplitud estos temas tendrá consecuencias muy positivas. Jamás se debe
EL ESCRITOR Y LA DEFENSA DEL IDIOMA
cerrar el paso a la polémica. Cualquier discusión sobre este tema, por superficial que parezca, será fructífera. La atmósfera --esos múltiples ambientes con lazos comunes- se creará en virtud de muchos casos particulares, de la suma de las opiniones más dispares y de las teorías y de las acciones más congruentes entre sí. La conciencia colectiva se crea con la reiteración de un mensaje que interprete verdaderamente el deseo común; un mensaje que sirva para perfeccionar y ennoblecer y nunca para denigrar. Que se critique o se alebe con desmesura este o aquel anuncio, este o aquel cartel. Que
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se denuncie al ignorante y al zafio. Todo ello podrá provocar la burla o el comentario corrosivo, el escarnio o el aplauso exagerado, pero, a fin de cuentas, la conciencia colectiva tomará vida propia -un peso definido, específico, trascendente-:y adquirirá las mejores armas para,la defensa de nuestra lengua. En la reiteración del mensaje el escritor jugará un papel decisivo. De otra manera -de acuerdo con Pedro Salinas al escribir en torno a La responsabilidad del escritor- pueblo que no se preocupe por estos temas será un pueblo que viva en el olvido de su propia dignidad espiritual, en estado de deficiencia humana ...
JOSÉ
BARROETA
El legado inverso s posible que a partir del moder-
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rusmo podamos hablar de vertientes, de confusión de influencias dentro de una escritura marcada por una lengua común, De este modo la referencia al legado, al patrimonio idiomático, tenderá a convertirse en una búsqueda más abierta de la historia de nuestra expresión literaria, sin que medien determinismos o prejuicios en el abordaje de la misma. Una vez conformada y aceptada la literatura hispanoamericana con sus variadas temáticas, con sus universos sugerentes, con el lenguaje y el vigor de sus creadores, reducir su valoración a una pura idea de autonomía o de plena originalidad, supone compartir una tesis que no responde a los signos de una escritura que mantiene la tradición en el uso del español y en un inquieto quehacer frente a un universo maravilloso. Universo que hemos traducido y comprendido en las expresiones de una lengua, la española, extendida fuera de la norma y que se enriquece asumiendo el sentido de otra realidad. Cuando un idioma llega y ciñe otro lugar funda otra visión de la vida y de la muerte, otra visión del porvenir que guarda los conflictos y las resonancias del entorno donde se impone. Cuando un idioma llega a una tierra de asombro origina una cultura de correspondencias particulares, graba el desarrollo de una nueva nominación, propiciando tan variadas imágenes y tan variadas formas de escritura que en el devenir alcanzan la frontera de lo próximo y de lo heterogéneo. En el caso de Hispanoamérica esas correspondencias avivan una profunda realidad literaria y adquieren la jerarquía de la ficción , de un alfabeto múltiple que la representa en función de una mezcla con lo presente y con lo intemporal. Es la literatura en Hispanoamérica la manera de ser y de comunicar, aproxima-
clon de los mundos a través de un lenguaje con rostros de alegría, de fiebre y de miseria que convierten 'en apasionante la lógica de su escritura y de su oralidad. Es la literatura, abarcando diferentes contextos, el contorno de una idea de identidad y la vía que nos permite hablar de razones y de sinrazones simultáneas mediante unas expresiones que dan cuenta de una historia o de un relieve particular. El desarrollo de la liteuratura implica una modificación, un acto de custodia, un crecimiento oculto del idioma. En las geografías del español el sentido de las influencias adquiere validez cuando tratamos de explicar en función de una temporalidad, pero los inicios y los términos de los procesos creativos resultan tan complejos que tendríamos que comenzar a revisar la escritura con el fin de lograr que los signos del idioma expresados en su literatura nos descubran la mezclada naturaleza del proceso. Las influencias literarias como incorporación y decantación son inevitables. ¿Quién niega las de la literatura española en Hispanoamérica? ¿Quién duda del legado inverso? No se trata de 'poner en cuestión la transparencia de un vínculo, sino de advertir que la comprensión profunda de ese vínculo no podemos explicarla sólo con la finalidad de consagrar estampas de historia o de manuales y de la necesidad de deternernos en el cuerpo, en los nervios, en las fulguraciones de la lengua, en los signos idénticos que se des encuentran y fijan nuevas moradas. Cuando anoto hacia una visión de la muerte, de la vida y del porvenir en Hispanoamérica, hablo de influencias que pudieran aparecer como contrastes, marcadas por una lengua que deja su imaginería en el trópico y comienza a designar los seres, los sitios, los tiempos de otra latitud.
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EL LEGADO INVERSO
Un idioma que entra más allá de sus límites en guerras y en deslumbramientos y termina imponiéndose, describe el curso de una cultura que los escritores asumirán después con un sentido lúcido de lo inacabado, atendiendo al encuentro de un verbo oculto, imposible de designar como totalidad: "Yo persigo una forma que no encuentra mi estilo", escribe Daría, y luego Vallejo nos dirá: "Quiero escribir, pero me sale espuma, quiero escribir muchísimo y me atollo." Esa sensación declara un vocablo ausente desde el que también se puede hablar con el encanto trágico de la incer~idumbre.' reconoce un clima perdido, casi mcomulllcable en el momento de escribir, ajeno en la percepción de los escritores españoles. Quizás la siguiente cita pueda ampliar el perfil de algo que anoto como insinuación: "Hay una tradición esp~ñola de confianza en el propio lenguaJe, y que se manifiesta tanto en el amor de Juan Ramón Jiménez a "la lengua de mi madre" como en los insensatos deseos unamunianos de que Dios hable en español. No en vano estos dos poetas, como muchos españoles, crean y componen allí donde los latinoamericanos quiebran y transgreden." (1). Rasgos comunes y diferencias influencias y contrastes en la literatur~ española y la hispanoamericana encontraremos siempre gracias a un hecho extraordinario, la simultaneidad de un habla y de una escritura en distintos espacios, en zonas culturales diferentes donde la creación adquiere figuraciones propias, las traduce y las recoge en su complejidad . La confusión de lo común ofrece tan(1) Usandizga, Helena, Pequeño deslinde. Trafalgar Square, 6, 1988.
tas posibilidades que la literatura hispanoamericana muestra a la vez el rostro de lo clásico y de 10 novedoso. Puede ocultarse en las primeras creaciones, refugiarse en la emoción de los poemas épicos, de la lírica, desplazarse por la liteuratura del Siglo de Oro, confiar en los atributos de la lengua y de la creación española con entusiasmo familiar. Puede marchar hacia los códices, hacia las crónicas; marchar entre siglos y procesos a una integración de lo literario que le permite asistir con coraje espontáneo a la realidad y a la metáfora de un cuerpo reciente. Lo que con frecuencia llamamos influencias adquiere, cada vez más ,el signo del enriquecimiento de la lengua, sin condicionar el desarrollo pleno de la creación en España y en Hispanoamérica. Cuando se trazan líneas divisorias entre ambas literaturas asoma el riesgo de olvidar la identidad de la lengua y su alcance futuro . Las tesis que han ido repitiendo el carácter exótico y el sentimiento de evasión para explicar el modernismo no destacan suficientemente que los creadores, en especial los poetas, recuperan un testimonio léxico nada usual que está en el español como cualquier otra palabra y que nos refiere a un universo en el que el creador pareciera querer agotar los episodios del lenguaje como forma. Orientar el estudio de una literatura hacia el lenguaje privilegia la esencia del escritor, el instrumento, la irremediable tensión de su palabra. A sabiendas de que el lenguaje impone, oculta y nos revela todo, el reconocimiento o el deslinde de influencias motiva una identificación con el idioma, con una poética de vertientes y de correspondencias que en el caso de España y de Hispanoamérica pudiera descubrirnos el instante de la transparencia o el de la intemperie.
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RAÚL
GUERRA
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Las torres del silencio
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N el principio fue un bolívar un bolo, veinte puyas, una gallera por equivocarse en el vuelto. En El Silencio. Entre gritos de buhoneros y reclamo de un expendio tras otro. No coma cuentos, pana, que no le voy a jalar bolo a nadie. Exclusivas Tres Bien. Joyería El Cují. Adornos Marianela, presente y futuro de la mujer elegante. Pepeganga. Sobre el heteróclito asfalto pincha una tripa y se inicia la tranca, sin tripa de repuesto los trompetazos claman a un cielo azul, anodizado e implacable, carros largos, americanos, chevrolet, chevrolet, chevrolet, de chapas para el carrocero y repuestos de malandro. Mundo, ha salido el mundo. Avisos y afiches de imprenta y multicopista. Gane plata con nuestros cursos de mesonero y anfitriona. El óptico que regulará sus anteojos mal reglados. Antes de que las n eces il ~, leyes del timbre fiscal y del tránsito terrestre. Notaría cívica. Raspa el monóxido en la garganta y te hace un jugo, a elegir las vitaminas de jugos de guanábana, toronja, lechoza, parcha, parchita, zapote, tamarindo, guayaba, patilla, melón y el arcoiris en pleno. El color de la alegría, las flores de galipán embellecen nuestras calles. Conozca toda la permisología para su establecimiento. Una vaina lo de los permisos. Helados, lados, lados, helados Tío Rico. Zapatería de las Siete Leguas. Quizás sean judíos, acosan al viandante las fábricas de tejidos, catálogo y tarjeta en ristre. Confecciones Ipanema c.A., fábrica de ropa. Avenida Lecuna, edificio Lecuna esquina a Miseria, ventas al mayor con precios especiales para revendedores, con garantía de precios y si no lo vende se le cambia. Acosan a las hembras, amas de casa o pavitas de glúteos gloriosos, danzantes, reboteros, cadencioso andar que es tanto un don de las caderas como una peculiar forma de ceñirse la falda, culos de museo. Acuden zamuros motorizados a restaurar
el tráfago, se va la grúa con el carro panero y el semáforo continúa su guiño estéril de alto y paso, ceda el paso no la vida, es un chevrolet, chevrolet, chevrolet, si se avería el semáforo llámenos al, sobre el número de teléfono un rotundo Jesús viene. Viene y arrecha. Se solicita auxiliar con experiencia y los papeles en regla. E l Greyón, todo para oficinas. Aquí, piñatas y quincallería en general. Corotos y más. ¿No te provoca, chama? Es que el bonchón se me hace bravo, por los malandros, ¿sabes? Al fondo de la explanada urbana, desierto solano al que orlan terrazas de luncherías, por donde ruedan papeles inidentificables, prohibido botar basura a la calle, se alzan formas sacralizadas de vidrio y cemento, orgullosos bastiones de poder y miseria, las formas se elevan exhibiendo el desconche de la fachada , el sarpullido oxidado de sus acondicionadores, la impudicia de sus ventanales con rótulos de empresa y trapos hogareños, babélicas torres con un propio rumor de motores, augurio de su próximo despegue hasta los cielos que hieren con siluetas amenazantes de un desplome inmediato. Miran por encima del hombro de sus decenas de pisos, desde su pent-house raído y millonario, a las domesticadas chaguaramas adornode aceras, la verticalidad de la naturaleza humillada por el concreto, palmeras testimoniales al aguardo de la hecatombe. Las formas se alzan quietas y sonoras,. pero ni despegan ni derrumban otra: cosa que sombras inmensas de ruido, mu· chedumbre, burocracia y negocio. Tre· mendo cambur se consiguió el carajito. Todo el mundo oficial está camburado, ¿a quién le amarga la banana frita? Es· tafa en el Banco de los Trabajadores. Piano Bar Ejecutivo. Brazoduro C.A., maquinaria. Y la pintada ubicua: Estafa del B.H.O. título 221. Coronas de flores ante la estatua del prócer, hoy del gremio de imprenta y de los abogados. Si se
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RAÚL
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opone la naturaleza lucharemos contra ella y la haremos que nos obedezca. Salta una ardilla de charol por entre las ramas del samán ajardinado. Rest. del Padre, ambiente fam"uiar, comida internacional, empanadas. En la arepera vecina hay tartas, bienmesabe y pie de jojoto. También cachapas de puro jojoto y cachapa con queso. Está fuI. Mejor comemos en el Caupolicán, en esquina La Gorda, y para allá nos rodamos. De primero crema de guacuco y de fuerte pabellón con caraotas negras, o más ligero, pescado frito, corocoro con hallaquita. El café guayoyo. Una cuima guanche del tres para leer el futuro en s.u ceniza. J ale la puerta. De nuevo los ingresos y egresos, las comisiones y viáticos, a tipear pedidos. Pasa una catira con vertiginoso corte en la falda, muslo arriba, ciñéndosele a las nalgas, marcando las pantaletas, chévere la caraiita cuando entra en Farmacia La Milagrosa, a la recetura. Sahumerios, esencias, despojos: María Lionza, santa bruja trinitaria. Fuente de Salud. Fuente de Soda. Modas La Pelota. Pepeganga, gran remate. Hay un rumor de carros de combate que se hace estruendo cuando la zona peatonal se inunda con los zamuros de acelerada moto, chaleco blindado y casco de calimero, se tiran de la camioneta en marcha los tam.bos de a pie portando armas de guerra, la magnum amartillada, lucen galones al hombro y sonrisa prepotente al rostro, redada y rastreo de inmigración, la credencial al día o la visa de turista y el .que no que corra, si le pillan cagada de pato macho, son tipos duros, apretados, arrecho s, .Y si se reviran de gatillo alegre.
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Seguridad bancaria, nunca la zona fue más segura. Vienen con todos los hierros, de porra y machete al cinto. Para pasar el susto al botiquín, un trago para el mal trago, ron pampero, caballito frenado o ron café, que sean dos, o mejor tres los palos. Conoce las disposiciones legales que debe cumplir su negocio, no espere la multa. Una vaina lo de los papeles. Pare su carro un día, la ciudad no se detiene. ¿Pero dónde parar? No hay puesto. Ande o no ande el carro grande, carros americanos de todas las marcas habidas y por haber, chevrolet, chevrolet, chevrolet, la tranca no se detiene, avanza lenta como un glaciar y su rumor de fondo es el hilo musical de El Silencio. Se desespera la camioneta Propatria-CarmelitasChacaito. Camionetita bus, por supuesto. Funeraria La Voluntad de Dios. Relojería hora y oro, bañamos su reloj en oro y rodio. Comercial Riocatacumbo. Pepeganga. De pasa palo un tequeño, no hay que rascarse. Limpia. Tatarachonga, mamachonga, bebachonga. Limpia al caballero, a la señora y al niño. Zapatería la Zuela. Automercado: yuca, ajoporro, cebollín, batatas y más ofertas en el interior. Nelson el maracucho, garantía. Chamo, el punto será de la rosca pero te gira puñaladitas por la espalda. Las formas se alzan de la barahunda al estruendo, desde su fulgor de mugre y bolívar se divisarán las flores amarillas del araguaney cubriendo los cerros de la tierra prometida, de una a otra torre cachicamo diciéndole a morrocoy conchudo. No te aceleres, mejor lo dejamos para mañana . Cómo no. Y sobre El Silencio el clamor del cielo.
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Vieja lengua en nuevo espacio medida que los primeros españoles se internan por tierras americanas, aumenta su asombro ante naturaleza tan diferente a la de su tierra natal: distintos paisajes, distintas plantas, distintos animales, distintas familias étnicas de culturas muy diferentes. La lengua de esos españoles, surgida en el reducido solar del nordeste castellano, se ve obligada a dar cabida a realidades para las que no se había previsto léxico y a traducir emociones para las que su sintaxis no hallaba acomodo. El propósito de reflejar la nueva realidad era de realización tanto más difícil para los primeros cronistas cuanto que sus creencias racionalistas, inspiradas en la filo sofía neoclásica, les impedían admitir la hipótesis de que la naturaleza americana hubiese podido sufrir evolución distinta a la europea. Como comprueba Roberto González Echevarría: "Se invirtió una enorme cantidad de energía intelectual para lograr encasillar fenómenos naturales ajenos a los conocidos por los europeos dentro de categorías aristotélicas" (1). El desconcierto inicial de los españoles se acentúa al ir descubriendo desconocidos animales tales como el tapir, el manatí o la alpaca, pudiendo, por ello, decirse que invocaban elementos de diversas especies para describir animales que parecían haber sido armados con piezas tomadas de diferentes rompecabezas. Un animal dado no era resultado de una historia singular ,sino un amasijo de partes de otras criaturas, de las que habían tomado prestadas un ala, una pata o una garra" (2). El deseo de comunicar la existencia de una nueva realidad obliga a los cronistas a minuciosas
A
(1) GonzáJez Echevarría, Roberto, «Redescubrimiento del mundo perdido: El Facundo de Sarmiento», Revista Iberoamericana, número 143, Pittsburgh, abril-junio 1988, p. 394. (2) ldem.
descripciones con frecuente recurso a analogías ingeniosas y hasta poéticas, pero que les conducen a esas "contorsiones tropol ógicas que se requieren para describir en Nuevo Mundo como un collage de piezas del Viejo" (3) . Alejo Carpentier situaba el origen del barroquismo latinoamericano precisamente en esa necesidad de nombrar las cosas y, al comentar esta idea, Augusto Tamayo Vargas añade que "ese barroquismo nació ya en los cronistas ávidos de nominar lo que iban encontrando en una América llena de encuentros originales y fastuosos , en naturaleza, organización y lenguas nativas" (4). No cabe duda de que el propósito de transmitir fielmente la nueva realidad obliga, de hecho, a los cronistas a un esfuerzo de continuo atestado para el que les faltan palabras. No es de extrañar si se produce en ellos inicial desconcierto y titÜbeo ya que, como dice Antonio Carreño a propósito de Alvar Núñez Cabeza de Vaca y de sus naufragios: "ni sus experiencias, ni el contorno en que se situaban habían sido previamente descritos. Paisaje( espacio, - transcurso temporal, eran categorías que había de observar, fijar y describir en un nuevo contexto" (5). Llegados a las islas de Santo Domingo o de Cuba, o desembarcados en tierras del Istmo o de la costa mexicana, los españoles comparan insensiblemente lo que ven con lo que dejaran de ver en tierras de Castilla, Extremadura o Andalucía. En hi.s páginas del diario de Colón (3) Idem. (4) Tamayo Vargas, Augusto, «Interpretación de América Latina», en América Latina en su literatura, París-México, Siglo Veintiuno Editores-UNESCO, 1972, p. 459 . (5) Carreño, Antonio, «Naufragios de Alvar Núñez Cabeza de Vaca: Una retórica de la crónica colonial», Revista Iberoamericana, número 140, Pitts burgh, julio-septiembre 1987, p. 499. .
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aparecen ya las primeras comparaciones una "canoa como lanzadera" porque la con el clima o la vegetación de Castilla o forma de la canoa, hecha de un tronco Andalucía; Hernán Cortés, en sus des- ahuecado afilado de manera disímil en cripciones de Tenocxtitlán, no deja de sus extremos, no podía por menos de establecer un parangón con la Salamanca recordarle a las lanzaderas, piezas indisque frecuentara en sus años de estudian- pensables en los telares de Castilla. te; y Bernal Díaz del Castillo, natural de En México, Bernal Díaz del Castillo Medina del Campo, confrontado al mer- incorpora a su prosa de castellano viejo cado de Tlatelolco, recuerda el esplendor varias docenas de voces aztecas, tales del de su ciudad natal tal como fuera como ayote, cacao, cacahuatal, copal, antes de que quedara destruido durante quetzal, chllmole, jícara, petate que subla guerra de las Comunidades, de igual sisten hasta hoy, así como otras que hamanera que la ciudad de Cholula le hace brían de caer en desuso. En todo caso, evocar al Valladolid de Castilla la Vieja. como afirma Alvar: "El procedimiento Como señala Antonio Carreño, acontece, de adopción de los nuevos términos es "por primera vez, en la historia de la en Bernal el mismo que siguió la lengua Cultura de Occidente, la no coincidencia desde Alfonso el Sabio a Pedro Simón entre lenguaje y realidad" (6), lo que de Abril" (7). Es decir, que la lengua se obliga a definir cada nueva realidad por ensanchaba, incorporándose términos taínos o aztecas como en los siglos proceoposición a las ya conocidas. Las primeras lenguas aborígenes con dentes se habían incorporado los arabisque los españoles se tropiezan en Amé- mos. rica son el arahuaca y el taíno, de las Pero, en México, "el náhuatl oponía que adoptan buen número de términos sus propios términos, que rara vez se tales como ají, barbacoa, batata, batey, extendieron, pese a concedérsele la jerarcacique, caimán, casabe, ceiba, conuco, quía de lengua general: el español de cucuyo, enagua, guanábana, guayaba, América se había conformado en las Aniguana, hamaca, jagüey, jején, jutía, tillas para poder expresar esa nueva reamaíz, mamey, mangle, manglar, nigua, lidad en la que nacía" (8), de esta suerte papaya, piragua, sabana, sebucán, tabaco, "lo que se aprendió en Santo Domingo o en Cuba era ya español patrimonial cuantiburón, tuna y yuca. A estas palabras taínas o del tronco do se conquista el continente; español arahuaco común, se añaden otras que, -ya- tan verdadero como aquel que captadas por los españoles en las islas venía de Castilla la Vieja" (9). Así, tras del Caribe, son sin duda de origen maya, saltar a México, las voces caribes incorcomo henequén y huracán; otras de la poradas al español llegan al Perú donde zona de la actual Venezuela -manatí, términos tales como cmcha, cacique, cachama, mamón, auyama, guachara- canoa, casabe, bejuco, macana o hamaca ca-; algunas, en fin, del mundo cmbcha, son utilizados por vez primera por los cronistas Jerez y Cieza. en la actual Colombia. Pese a que la lengua castellana era Estas palabras aborígenes se introducen mediante disyunciones para luego moldeada para captar la nueva realidad, pasar a ser evocadas solas una vez esta- dotándola de nuevos vocablos, adoptados blecido y difundido su significado. Así, casi siempre de las lenguas aborígenes Juan de Castellanos, singular cronista en americanas, el discurso lógico seguiría verso, en sus Elegías de varones ilustres siendo básicamente el mismo, obedeciende Indias nos habla de "lagartos o cai- do a una jerarquía de valores espaciomanes", "reyes o caciques", "pajizas temporales importada de la Península casas o buhíos", "canoas o maderos ca(7) Alvar, Manuel, España y América cara vados .. . ", refiriéndose en otra ocasión a a cara, Valencia, Editorial Bello, 1975, p. 141. 6)
Idem, p. SOS.
(8) (9)
Idem, p. 118. Idem.
VOCABVLARIO
EN LENGVA CASTELLANA y MEXICANA, COMpuefio pore! muy Reuerendo Padre Fray Alonfo de Molina, del. Orden del bienauenturado nuefiro Padre [ant Francifco. DIRIGIDOAL MVYEX CELE NTESENO R Don Martin Enriquel.,Ví[orrey ddbnueualifpaña.
EN MEXICO,
Ea Caf. de Amonio de SpiDofa •
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Ibérica. Luego, la nueva circunstancia provoca en ocasiones un enriquecimiento de la lengua mediante la adopción de nuevas acepciones. Así, estancia, pasa a significar finca con ganado; estero, designará a la llanura pantanosa; ingenio, será un taller de fabricación de azúcar de caña; platicar, se convertirá en sinónimo de conversar; la tortilla, pasará a ser esencialmente la torta de maíz que sustituye al pan de Castilla. La visión de los cronistas de Indias del siglo XVI, completada por los documentos generados por la administración colonial a lo largo del siglo XVII, inspirará toda la literatura relativa al Nuevo Mundo que trata de acomodar el testimonio sobre la nueva realidad al discurso racional europeo en la tradición aristotélica y tomista uno de cuyos ejemplos más notorios sería la Historia natural y moral de las Indias del Padre José de Acosta, publicada en 1590. Pero la boga de los viajes científicos del siglo xvrn y comienzos del XIX había de cambiar la percepción del mundo americano por los europeos e ineluso la idea que los latinoamericanos se harían de sí mismos. Para los europeos, "Las expediciones de los exploradores científicos o cuasicientíficos eran parte del Bildungsreise romántico. El viaje es emblema del tiempo. La historia natural no es sólo una dinámica maquinaria de tiempo, sino que el ser que la observa, el viajero científico , es arrastrado también por el torbellino de la temporalidad. Este doble movimiento de sujeto y objeto crea una asíntota, que expresa ese anhelo tan romántico de unión de la persona y el cosmos, anhelo cuyo resultado es generalmente una fisura kantiana. Viajar es una ordalía, un desprendimiento del mundo conocido del viajero en busca de conocimiento de la naturaleza y de sí mismo" (10). Hay, pues, una nueva percepción espacio-temporal que de alguna manera es captada por los autores latinoamericanos como Sarmiento, Cirilo Villaverde o Eu(lO)
González Echevarría, p. 395.
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elides da Cunha. Como muy bien asevera Roberto González EchevarrÍa: "Es el modelo hegemónico en la narrativa latinoamericana hasta 1920, y aparece como un fuerte vestigio en ficciones totalizantes contemporáneas desde Los pasos perdidos (1953) hasta Cien años de soledad (1967), y Yo el Supremo (1974)" (11). De hecho, el fenómeno es a la vez más amplio y más profundo. Se trata de la percepción de una realidad espaciotemporal distinta a la reflejada por las literaturas europeas que acaba transformando el leguaje mismo de los escritores latinoamericanos. Los personajes de la narrativa europea deben a menudo interiorizarse un paisaje, mientras que en América Latina están destinados más bien a penetrar en un paisaje. Baste señalar los ejemplos formulados por algunos de los autores que mejor ilustran ese fenómeno: Domingo Faustino Sarmiento, Rómulo Gallegos y Alejo Carpentier. Sarmiento comprueba, desde las primeras páginas de su obra Facundo, la especificidad de la relación entre el hombre americano y su entorno cuando la distancia se torna inmensidad; Rómulo Gallegos - mediante novelas como Doña Bárbara, Cantaclaro, Canaima, La Trepadora, Sobre la misma tierra, o Pobre Negro- acota terrenos del espacio venezolano en un deseo de apropiárselo racionalizándolo; Carpentier, en fin - que tan bien recoge esta realidad en Los Pasos Perdidos-, comprueba cómo en América Latina "La distancia es dura y tantálica por lo mismo que crea imágenes-espejismos que están fuera de los alcances musculares del contemplador. La desproporción es cruel por cuanto se opone al módulo, a la euritmia pitagórica, a la belleza del número, a la sección de oro" (12" Si en los primeros tiempos del Descu(11) Idem, p. 392. (12) Carpentier, Alejo, Tientos y Diferencias, Buenos Aires, Calicanto, 1976; en SharerNussberger, Maya, R6mulo Gallegos: el mundo inconcluso, Caracas, Monte Avila Editores, 1979, p. 44.
VIEJA LENGUA EN NUEVO ESPACIO
brimiento y de la Conquista la lengua se ensancha mediante nuevas palabras y distintas acepciones, posteriormente, en un fenómeno de lenta maduración, la lengua se dilata con la toma en consideración del ámbito espacio-temporal que exploran los viajeros científicos, para acabar siendo revolucionada desde dentro, ya en nuestro siglo, por un puñado de escritores mestizos que consiguen dar acomodo en su obra a la idiosincrasia aborigen. Es 10 que Rubén Bareiro define, a propósito del caso de Arguedas, como "un español quebrado desde adentro por las inflexiones de la sintaxis quechua" (13). Ya en los años cincuenta, J ean Cassou se había referido al mismo fenómeno, calificándolo de "transtornos del lenguaje" que le hacían recordar los del inglés en la prosa de Joyce. Pero Cassou se decía que lo que en J oyce fuera propósito deliberado, en algunos escritores latinoamericanos era fruto de interiorización de un mundo distinto al europeo y que de esta suerte, por ejemplo, un 'poeta castellano y otro ecuatoriano hablarían la misma lengua más distinto lenguaje (14). Cassou primero y Bareiro después, señalan el carácter paradigmático de Miguel Angel Asturias en esta nueva aventura de la lengua. "No se trata -nos dice Bareiro- del simple empleo de los temas míticos ,sino de una empresa narrativa más compleja y rica (oo.) La estructuración significativa del discurso, diferente a la progresión lógico-racional del pensamiento occidental, le confiere una extremada libertad a la palabra, dándole acceso a las transformaciones proteicas propias a la concepción mágica de la realidad, que es la del indígena. A lo que se suma la noción del tiempo
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circular, que marca un desarrollo histórico distinto al del diacronismo occidental" (15). Una comprobación semejante había llevado aJean Cassou a declarar veinte años antes: "El español es una lengua ilustre que tiene sus ejecutorias y que siglos de civilización han elaborado. Pero los explosivos y lujuriantes ejercicios con que la atormenta Asturias son a imagen y semejanza del caos en que despertó a la expresión este poeta guatemalteco, hijo de los mayas, que lleva en su rostro la marca irrefutable de su raza. Tales desencadenamientos líricos 'no pertenecen en modo alguno a la tradición estética que va de Góngora al surrealismo: son de carácter orgánico y telúrico. No son expresión literaria, sino biológica, física" (16). Rubén Bareiro apunta, igualmente, el caso de otro gran narrador latinoamericano: Augusto Roa Bastos. Tras señalarnos que la elaboración de Roa Bastos se asemeja a la realizada por Arguedas, añade: "El español es modificado desde el interior de la lengua empleada, mediante la presencia subrepticia de la estructura guaraní, de sus ritmos y modulaciones, sus quiebras y giros, de la textura metafórica del idioma indígena" (17). Rubén Bareiro, como poeta paraguayo bilingüe de castellano y guaraní, se explica el caso de Roa Bastos, autor bilingüe de las mismas lenguas, aclarándonos: "La unidad significativa se genera en guaraní por aglutinación o polisíntesis, contrariamente al procedimiento de la flexión, propio de las lenguas neolatinas. La adición de prefijos y subfijos va modificando la idea central, o radical. La aplicación de semejante sistema a una prosa escrita en castellano da como resultado una lengua que pierde la precisión racional del significado, y se enriquece por la ambigüedad poética que (13) Bareiro Saguier, Rubén, «El mundo indígena y la literatura latinoamericana con- impregna el significante (18). temporánea», en Cultura y sociedad en América Latina y el Caribe, París, UNESCO, 1981. p . 93. (14) Cassou, Jean, «El mensaje de las letras hispanoamericanas», Revista Cuadernos, número 4, París, enero-febrero 1954, p. 26.
(15) (16) (17) (18)
Bareiro Saguier. Idem. Cassou, p. 27. Bareiro, Saguier, p. 94. Idem.
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En vísperas del descubrimiento de América, Nebrija consideraba que el castellano había alcanzado ya tal nivel y estabilidad que dilicilmente podría ir a más. Obviamente, no podía imaginar las transformaciones que estaba destinado a sufrir en los siglos siguientes hasta dar cabida a espacios físicos distintos, diferentes idiosincrasias, concepciones varias del tiempo, expresiones, en fin, un tanto alejadas del modelo inicial. Estas transformaciones llegan a su punto culminanteen este siglo, posibilitando las deslumbrantes germinaciones del realismo mágico. Una vez más Jean Cassou supo calibrar el fenómeno desde el principio en sus justas dimensiones: "los ha-
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llazgos de los escritores hispanoamericanos -deCÍa- tienen algo de imprevisible y de insituable, algo de excéntrico, de disparatado, algo de que no se hubiese podido nunca creer capaz a la legua española. Giros sintácticos, síncopes, imágenes, comparaciones, parecen arbitrarias, gratuitas, fuera de lo concebible, de lo realizable, de lo plausible (19). Concebir lo inconcebible, realizar 10 irrealizable, y hacer plausible lo imaginado, tal sigue siendo, al filo del año 2000, el reto de los escritores que se expresan en tan vieja y siempre renovada lengua. (19)
Cassou, pp. 28-29.
CJ E" .J,ícx.ico en CJfa de ~cJro Ocbartc ,1571
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Los privilegiados lazos de la lengua
ECUERDO que hace años, en un ciclo sobre "Los creadores de Hispanoamérica a través de sí mismos", celebrado en el antiguo Instituto de Cultura Hispánica, Juan Carlos Onetti empezó su intervención diciendo que desconocía las razones de su presencia en aquel acto literario y afirmó: "Señores, yo no tengo ninguna cultura que transmitir" . Aunque imagino que nadie le creyó y que yo no voy a ser capaz de llevar mi admiración por Onetti hasta el plagio, sí quiero que sepan desde el principio que yo no tengo ninguna investigación que transmitir. Para ser fiel a esta hermandad entre escritores de Hispanoamérica y España, tendría también que parafrasear a Unamuno y atreverme a decir "que investiguen ellos". Porque cuando ando, como ahora, por mundos de ficción es tremendamente difícil sujetar a "la loca de la casa", se-
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gún la metáfora teresiana, para entrar por vía de conocimiento en el terreno de una seria investigación. Atrás quedó la época en que yo enseñaba literatura hispanoamericana en la Facultad de Letras de Zaragoza. Un ancho mundo que nunca me ha sido ajeno, y que me permite acudir a mi reducida hemeroteca particular para extraer algunas consideraciones, del lado hispanoamericano, sobre la literatura española. De ahí, quizá surja más de un tema al que investigadores más pacientes que yo puedan dedicar parte de su inteligencia y de su tiempo. El escritor, ya lo saben ustedes, es el eterno aguafiestas, decía Vargas Llosa en el discurso de entrega del premio Rómulo Gallegos, hace quién sabe cuánto tiempo. y esto me sirve de amparo en ocasión quizá menos solemne. Con todos los recortes de periódico que
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colecciono podría intentar no El libro de Manuel, pues no tengo el talento de Cortázar ni sabría seguir su línea de experimentalismo o abrir la brecha que dejara pasar por la prosa el aire puro de la poesía, sino acaso un ejercicio de malabarismo o creerme por un momento "el perseguidor" que busca algo que está ahí. "Ahí, pero ¿dónde? ¿cómo?". Empecemos "aunque pueda parecer que lo digo porque hay que decirlo", en palabras de Miguel Angel Asturias, con El Quijote. Borges lo leyó cuando tenía siete años e inmediatamente después escribió en castellano antiguo su primer cuento, "La visera fatal". Cuando empezó a escribir de verdad quiso ser un Quevedo, un Saavedra Fajardo, pero enseguida volvió a ser argentino, llenando las cuartillas de palabras, sin volverle la espalda al lunfardo. Si Borges quiso olvidar, y lo consiguió, "la juvenil utopía ultraista" , aquel querer reducir la poesía a metáfora, siempre consideró, sin embargo, a Cansinos Assens como uno de sus maestros: "Cansinos parecía haberme resumido todas las bibliotecas del Oriente y del Occidente, todas las literaturas, todas las culturas y todas las dudas y perplejidades sobre la literatura" . Pasando por alto lo hiperbólico de la frase, Rafael Cansinos Assens, en Madrid, Macedonio Fernández, en Buenos Aires, fueron en su día dos puntales para Borges. Un símbolo de este cruce de influencias en las literaturas hispánicas que ahora nos ocupa. Miguel Angel Asturias y su Señor presidente, un libro fundamental para el idioma castellano, me llevan de la mano a las consideraciones que Rulfo hacía sobre el lenguaje. "En América - dijo alguna vez- se conservan términos que en España han sido olvidados, extirpados del castellano. El idioma no se utiliza adecuadamente porque se abusa del adjetivo, y por eso el español se V'uelve un idioma sensual. Se tienen suficientes sustantivos, pero no estamos acostumbrados a usarlos". Pongamos atención por si nos interesa recobrar esos vocablos que se conservan en América Latina y que
NAVALES
aquí consideramos (tal vez erróneamente) arcaicos. Para Neruda conocer España fue asistir a la revelación de su raíz más antigua. El dijo algo tan hermoso como que "Los únicos ríos de España son sus poetas. Quevedo, con sus aguas negras y profundas; Calderón, con sus sílabas que cantan; los cristalinos Argensola; Góngora, río de rubíes". No cabe duda de que tenía a "España en el corazón" este "hondero entusiasta". Por cierto que la aparición de este libro (1933) de Neruda, al que he aludido, dio lugar a que surgieran por las revistas españolas del momento, otros enturiastas honderos. Incluso una de las secciones de Noreste, una antigua revista literaria zaragozana, se titulaba "Hondero en acción". Es Octavio Paz, cuya obra poética ha influido notablemente en la poesía hispánica contemporánea, quien acude ahora en mi ayuda. De niño leía en la biblioteca de sus padres a los grandes clásicos castellanos. "Todavía ahora -dijo en una ocasión- cuando pienso en Zaragoza, recuerdo los Episodios Nacionales de Galdós y Cuenca evoca en mí unos versos de GÓngora". El nos recordó también que "el modernismo, hacia 1890 y la vanguardia, hacia 1920, nacieron en Hispanoamérica y de alli fueron trasplantados a España, donde se les dio un baño de tradicionalismo". Y, en el plano de la lírica, decía Octavio Paz que "la primera nota distintiva de la poesía hispanoamericana, por oposición a la española, es su decisión de afrontar la modernidad y fundirse con ella. Su nostalgia de futuro", y también aquello de la distinta actitud ante el idioma: "la nuestra es crítica, la de ustedes confiada", y algo justamente halagador, esa iluminadora impresión de los poetas de Hispanoamérica ante la poesía de la Generación del 27, la de la antología de Gerardo Diego que "fue -confesabala que nos dio a conocer una nueva poesía española que nos sorprendió y nos deslumbró" . No dejaré de señalar el interés por las formas de cultura popular, y aun las lla-
LOS PRIVILEGIADOS LAZOS DE LA LENGUA
madas subculturas, patente en algunos escritores hispanoamericanos. No sé qué hace aquí CofÍn Tellado, pero se me ha colado junto al "escribidor" y algunas de las descripciones de mujeres de Cabrera Infante, que no desdeñan la compañía de "esos juegos gráficos y lingüísticos efectivamente sofisticados" y la gran dosis de invención y experimentación del otro lado del Atlántico. Decía, otra vez, Octavio Paz que "si la literatura de experimentación es realmente literatura es tradicional y si la literatura tradicional es realmente literatura tiene que ser de experimentación. Lo demás no es literatura, es otra cosa". Lo dejo así, como punto de reflexión. Antes de cerrar este álbum de recortes, no quisiera olvidar, aparte de la extraordinaria aportación cultural de España a América Hispana desde los primeros tiempos, presente en el ánimo de todos -con la fundación de Universidades, el acercamiento de la imprenta a aquellos territorios, los monjes sabios que catalogaban y estudiaban todo lo que merecía serlo -otros detalles significativos en el terreno literario, en épocas más cercanas. No descubro nada si digo que la novela sobre la dictadura latinoamericana nació en Tirano Banderas de Valle Inclán; que no es extraño emparentar expresiones de García Márquez con gre-
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guerías de Gómez de la Serna, y que en ese camino que va de la exageración de la realidad a la imaginación, aprendimos de García Márquez, y de otros muchos, que la realidad estaba también en "los mitos de la gente, las creencias, las leyendas" porque forman parte de la vida cotidiana e intervienen en nuestros actos. Me dejo de nombrar -y no porque las estime menos - grandes figuras y poderosas influencias, pero no podría ser de otra manera. Por otra parte, tomar América Latina como un bloque, desde Argentina a Haití, hubiera sido un error. y ya que no entraba en el terreno de la investigación, he preferido el recorrido global y la sugerencia de algún camino por recorrer. No quisiera concluir sin citar las palabras de Galdós, unas líneas de La desheredada que son el pórtico de la Historia personal del boom, de José Donoso: "Deme usted una envidia tan grande como una montaña y le doy a usted una reputación más grandes que el mundo." Y permítanme también, al margen de toda publicidad, que recuerde el título de mi última novela publicada, El laberinto del quetzal, que por sí mismo habla del influjo que los motivos y temas hispanoamericanos alientan en una obra hecha desde aquí y ahora, en una inevitable fusión de culturas que son hoy un privilegio para los escritores de nuestra común lengua.
LA TRADVZION DBL INDIO DE LOS TRES Dialogos de Amor de Leon Hcbreo .. h~cha de Ir.aliano en Efpañol por Garcilaffo 1nga de la Vega,natural de la gran Ciodad del CUlCO, cabe~a de los Reynos y ProuinCÍas del Pinfr ~JRIGIDOS.A
LA SACRA
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MELIANO PERAILE
N atas sobre el estado del idioma español en España .
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ODEIS, con razón, tomar por imprudencia temeraria el que me haya atrevido a hablar de la situación del idioma español en España, teniendo en cuenta que no soy un lingüista ni un sociólogo, sino un profesor de literatura y un mero escritor. Quizá pueda servirme de atenuante el que, siendo el idioma la herramienta que, como vosotros, uso a diario, muy lerdo habría de ser si no la conociera un tantico. Permitid me unas breves consideraciones previas: Los puristas cuentan y no acaban que el idioma españolo castellano anda en España, o Estado de las Autonomías, según el torpe neologismo, bastante pachucho; pero ya se sabe que, para los puristas, el español, el francés o cualquier ootro idioma vive siempre achacoso, necesitado de curas de urgencia, de balnearios en que reciba buenos baños de aguas clásicas, y de remedios a vida o muerte. "La visión del purista es más bien terrorífica -advierte el profesor Angel Rosemblat; y concluye: - "El purista vive siempre agazapado, con vocación de cazador; sigue el habla del prójimo con espíritu regañón". Se agrega Sartre a los que miran con recelo a la pureza y escribe: "El arte no ha estado nunca del lado de los puristas." Y tercia Unamuno: "El casticismo es la peor infidelidad." Todos los mantenedores de la concepción positivista de las lenguas, los que las consideran organismos naturales, y, por tanto, como seres de evolución independiente de la voluntad del hombre, nos invitan a dejar correr los ríos de las lenguas, sin ponerles diques ni traerlos a cauces, pues tales acciones equivalen a atentados contra una ley natural. A la luz de estos criterios dispares vamos a examinar algunas palabras y expresiones muy en boga, dejando para
más holgada ocasión los muchos tics verbales que tienen que ver con la sintaxis. Digo expresiones y palabras muy en boga porque han invadido las páginas de los periódico~, circulan por las ondas hertzianas y surten de las tribunas "como plaga que asuela el idioma", que diría un purista, como fastidiosos, porfiados moscones, decimos quienes pensamos que el idioma lo hace el pueblo y poco pueden contra él los pedantes pseudocultos del "decantar" y el "incardinar" y el "pasar por", pongo por cursilerías del habla. Después de oír y considerar algunos de los clichés, coágulos de palabras con que se viene hablando, tal vez estemos en condiciones de dictaminar, y, si lo de dictaminar nos parece excesivo, de estimar cuál es el estado del español que se habla y se escribe del lado de acá de nuestras fronteras. Dicen así algunos fragmentos del Primer Capítulo de la "Antología de Gazapos", que vengo coleccionando pacientemente: Al pie de la fotografía publicada por un diario: "El espectador agrede al árbitro". En la columna de un afamado comentarista de lo político: "Los impuestos agreden a las modestas economías". En la ventan ita sonora: "El Arte de vivir abole la pena de muerte". Frente a los micrófonos: el Superministro señor Solchaga, sin inmutarse, impávido: "Lo que estoy seguro es que no va a ocurrir eso". y para no calzar menos puntos en el manejo del idioma, el señor Leguina se dispuso a hacer milagros con "cuarenta y un pesetas". Entre tanto, aparece en el Parlamento el Presidente, señor González (el día 24 de febrero del 88) y nos pone el alma en vilo aSl?gurándonos que ~'hay factores que nos rigidizan".
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Mientras, Jaime Ojeda, Embajador en la O.T.A.N., o algo así, opina que "hay que preveer". Acaso por solidaridad con el Señor Secretario de Estado del Ministro de Economía que unos días antes preveyó. y así, preveyendo y preveyendo, no tiene nada de 'particular que la señora Prego salga al balcón de la TV. y afirme que "la prevención es el único arma". Muy caballero el señor Cuevas, cabeza visible de la C.E.O.E., perdona ese desliz a la señora Prego y, en seguida, toma 'la palabra para informarnos de que el 'señor Solchaga es quien detenta más dinero, más que los empresarios, los cuales sólo detentan la tercera parte. En el segundo Capítulo de la Colección de Frases, que os he dicho, titulada INVENTOS y MIXTIFICACIONES por vía ORAL, tengo anotadas entre otras: "Los resultados laboratoriales de la investigación de la peste equina,.," (obra del señor Director General de Agricultura). "La policiación y la judiciación de los niños" (invento de un Cura de Vallecas, ante las mismísimas cámaras de televisión) . "La política decIaracional (ocurrencia de don Paco Fernández Ordónez). También tengo registrados algunos de los numerosos ejemplos de la reata que he dado en llamar "CANTINELA EN RE", tales como: El "reformular" (creación del señor Herrero de Miñón); el "redimensionamiento" (engendro del ABC); la reorien,tación" (original de don Adolfo Suárez); . el "realojo" (que un locutor de TV.E. se sacó de la lengua). A propósito de te1esión, los de nuestra parlante caja de las sorpresas no paran de zurrarle la badana a la indefensa vituperada Gramática, con el zurriago torcido del verbo HABER: ' ''Hubieron momentos de tensión". "Han habido ' bastantes ocasiones' de gol". "Ha'brán fórmulas de arreglo". Con el zurriago torcido del verbo HABER se están .cargando bastantes cronistas de la tele y algunas señorías la for.rp.a tercioperso-
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nal de ese verbo, forma que es materia de la Educación General Básica. En el tercer Capítulo de la antedicha Compilación, titulado CLICHES, COAGULOS y COMODINES PARA DARSELAS DE LEIDO Y MODERNO, he recocido algunos especímenes de la clase '" base a; d el genero ' di" " del "en e POSICIOnamiento"; del tipo de los "desde la perspectiva", "desde la óptica", "de cara a", de la orden de "la práctica totalidad", de la especie de los "en función de", el "parámetro". . Convencido de que una lengua VIva puede con estos peccata minuta, de acuerdo con Octavio Paz en que los grandes escritores están hechos de transgresiones al idioma, teniendo presente el parecer de Ortega sobre que escribir bien consiste en hacer continuamente pequeñas erosiones a la Gramática, ni como lector ni como hispanohablante me preocupa mayormente que algunos, quizás demasiados informadores y políticos maltraten al verbo agredir por ignorancia de que es un verbo defectivo del cual sólo se han empleado siempre las formas que llevan i en su desinencia: "agredí", "agrediesen" . Algo más, por lo que lleva consigo la reducción de posibilidades expresivas, me desazona el que gentes cuyo oficio se sustenta sobre la palabra, osea, que vive de hablar y escribir, ignoren que hay dos verbos "asolar" y que, por consecuencia de sus ,pocas letras, se arrojen a decir que "el mildeu asola el viñedo", y que "las tormentas de granizo asolan las cosechas" . No me quita el sueño esa extraña manera de ver las cosas "desde la perspectiva", la cual, como sabéis, es aquello que el observador tiene enfrente y algo lejos, además del arte de representar objetos en una superficie. Ni mé inquieta la afición a contemplar cualquier panorama "desde la óptica", es decir, desde una parte de la física o desde una tienda de lentes. Que "valga la redundancia" cuando no hay·tal redundancia, sino mera repetición, tampoco es para rasgarse las vestidüras. No' creo que vaya a rendirse el idioma ante los numerosos e incesantes , g~,rundios 'torcidos ,que le dispara 'un ~in-
NOTAS SOBRE EL ESTADO DEL IDIOMA...
número de informadores y de padres de la patria, los cuales no suelen dar una a derechas cuando se traen entre labios esa forma verbal, medio adverbio, tan expresiva y tal maltratada, especial y obstinadamente por medio de frases de la especie de éstas: "Se hará o no se hará dependiendo de las circunstancias". "Firmaremos o no firmaremos dependiendo de las concesiones que nos hagan". De todas maneras, con tales disparos y disparates no se descalabra demasiado "la práctica totalidad de la lengua", que esta es otra, "la práctica totalidad" que han dado en decir cuando quieren significar "casi la totalidad" o "la totalidad casi" y nos espetan :eso que, por 10 que dicen, no se refiere a la totalidad teórica, sino a la práctica. Más me preocupan el "detentar", el "incardinar", el "apostar por", el "desde los nombres abstractos", "la tema del tema", el culto "generar". Pues que el "detentar" o retener uno aquello que no le pertenece lo confundan con "ostentar" o "tener", revela ignorancia, y el repetirlo a todo pasto contribuye a la degradación y al empobrecimiento del idioma. ¿No habéis observado que el exceso de automóviles no produce o provoca embotellamientos, sino que genera embotellamientos? ¿No os habéis 'enterado que ya las vacas no producen sino que generan leche? ¿No habéis oído que un novelista ha generado tres novelas en 1988? Con este "generar" a tutiplén, que suena a culto, a persona leída y a latín, con este "generar" sacado de su quicio de "engendrar" y "procrear", se están cargando los verbos "producir", "fabricar", "crear" . También-lo de "incardinar" tiene tela, que diría un campesino de buen hablar. Dicen a troche y moche nuestros hombres públicos: "El plan de empleo juvenil se · incardina en la ·política de relattzamiénto económico". "La revolución española del 68 Sé incardina en el proceso del 'pensamiento europeo". Quieren decir qu~ algo se incluye en, se, ÍJ;lt~gra' en. ¡;e engloJ>a· en, pero diqeíl: s,~ .incardina, ' c'Qn lo Cj,)al;' pQr un laqQ, !ll'ruJJlba.q '~s~ ÍJ1cl~ye",
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"se integra", "se engloba", y, por otro,. sacan de sus casillas el significado propio y preciso de "incardinar". Matan,pues, bastantes pájaros de un mal tiro. Otro tanto sucede con "el tema", el "desde los nombres abstractos" y "la filosofía". Alguien llega a una reunión, se le ofrece un pitillo y 10 rehusa argumentando que "pasa del tema"; otro asegura que "los polvorones son un tema que no la va a su diabetes". El "tema", hoy ungüento amarillo del vocabulario, sirve :p ara todo: "Me he olvidado el tema" , le decía a un portero del estadio Bernabéu cierto espectador que se había dejado en casa el carné de socio del Real Madrid. Por lo que hace a la "filosofía", le tengo oído a un concejal esta perla de frase: "Nosotros mantenemos otra filosoña de la recogida de basuras"; y a un Excelentísimo Señor Ministro : "La filosoña de los fondos de pensiones . .. " Ya no hay opinión, ni criterio, ni parecer, ni doctrina, ni regla: todo eso se lo ha zambullido "la filosofía". De modo que a ver cómo llamamos a la Ciencia que trata de la esencia, las propiedades, las causas y los efectos de las cosas naturales, ahora, cuando, "desde nuestra libertad", hemos ascendido a filosofía a cualquier mínima estimación o ideeja. "Desde nuestra libertad" o "desde nuestra' real gana" o "desde nuestra responsabilidad", porque ahora nuestras ideas se sitúan no en una consideración, en una convicción, no en un estado de cosas, sino que nuestros pensamientos se ponen desde, y ese desde sobre el que se instalan nuestros juicios es un nombre abstracto. Hasta no hace mucho íbamos desde Vigo a Madrid, desde Bilbao a 13arcelona, y contábamos desde el año pasado hasta hoy, o desde el 28 de febrero al 30 de junio. De la noche a la mañanq, .como en un raro artilugio, hemos comenzado a viajar, desde los nombres ' ab~tractos. Asomó la cabeza a la ~entanilla ge -la televisión Fernál1dez Miranda, :el día del asesinato de Carrero; con palabras de luto soltó aquello .de ~~Des:de el do19J de España", ·le gustó al personal del "hemiciclo" y de la infQrma.:...
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clon y, a partir de aquel momento, ya nadie obra de acuerdo con su fe católica, sino "desde su fe católica"; ya pocos periodistas escriben haciendo uso de su libertad, pues la mayoría lo hacen "desde su libertad"; es raro el político que se comporta como corresponde a un hombre honesto, pero no os alarméis porque se comporta "desde su honestidad". y pues el uso tenaz, machacón, de estos tranquillos implica el desprecio y la jubilación anticipada de mil excelentes voces y recursos del idioma, el empobrecimiento de la lengua castellana es notorio y da pena. Me gustaría que, puestos a sacarse neologismos de la boca b de la pluma, nuestros "inventores a la violeta", de palabras y locuciones, se parecieran al Valle Inclán que escribía. "Oyó las voces adementadas ... "; al Valle creador de lengua: "Los cabestros en fuga tolondreaban la cencerra ... ; al Valle ensanchador del castellano: "Doña Lupita, achamizada ... "; al Valle inventor de sustantivos, por la vía de la metáfora: " ... retirados en el fondo, con brillantes--1!niformes, cordones y plumeros, dos lagartijos ... ". Es más, me alegraría que los en gran parte mostrencos neólogos estuvieran dotados del ingenio de los mozos que se sacan del "coco", lo de "el carroza" y "el retablo" para designar al decrépito, carcamal; y llaman "el berreante" o "el bramador", al chivato o soplón, y "la pelleja", a la cartera de bolsillo. De las dos o tres ideas contenidas en este borrador que estoy acabando de leeros, una vez nutridas y mejoradas por las vuestras sobre el particular, quizá podamos concluir cuál es el estado del español que se habla y escribe en España. Pero antes de llegar a una conclusión, contando con que ello sea posible y aconsejable, pienso que acaso fuera discreto escuchar 10 que a este propósito han pensado y dicho algunos que han tenido o tienen bien abastecida la cabeza, de lo que hay que tener ahí arriba: Unamuno observó que "~as lenguas como las religiones viven de las herejías" .
PERAILE
Octavio Paz estima que "todo lenguaje, sin excluir al de la libertad, termina por convertirse en una cárcel". Pasando hojas y años hacia atrás, nos encontramos con que el Apóstol San Pablo dejó dicho: "Quien predica cláusulas tan crespas que se hacen confusas a los oyentes, da voces en el aire y hace bárbaro su idioma" . Recientemente Manuel Alvar, en su precioso libro "La lengua como libertad" anotaba: "El problema está en saber qué es lo que socialmente conviene: la conservación de una herencia, con todas las posilidades de evolución que un cuerpo vivo admite, o la ruptura en mil añicos, ninguno de ellos mejor que los demás. En este caso el instrumento habrá dejado de ser utilizable por todos los hablantes y, lejos de comunicar, aislará en mil guetos lingüísticos ... Porque no vale decir que cada uno habla como sabe, porque las normas sociales no nos apihuelan, sino que nos permiten la comunicación con los demás ... El establecimiento de una norma no tiene carácter impositivo, sino de utilidad ... Por otro lado, la existencia de variedades es muestra de que la vida fluye. Si la lengua fuera un fósil o un dogma no sería fácil encontrar en ella principios de actividad". Bien, escuchados tan excepcionales testigos, quizá estemos en condiciones de fallar el pleito que mantienen los que piensan que el castellano anda boyante y quienes aseguran ver que se tambalea. Pero dada, supongo, y creo que supongo bien, nuestra escasa vocación de jueces, vamos a pedir una ayudita a Pedro Salinas, por el estilo de los concursos de la radio, y a escuchar esto que nos dice en su "Defensa del lenguaje": "Las Academias se arrojaron a la lengua con autoridad e imperio, consecuentes con la doctrina del despotismo ilustrado. Así, por desprestigio de las Academias y por el auge de la concepción positivista de las lenguas como organismos naturales de evolución fatal e independiente del ánimo del hombre, se vino al otro extremo del péndulo ... , al abandono de toda tentativa de influir en el destino de la
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lengua, por considerarlo como desmán contra una supuesta ley natural... Los unos gobernaban la lengua con exceso, los otros la dejan sin gobierno. La lengua, como el hombre, de la que es preciosa, parte, se puede y se debe gobernar, que no es violentar ni desnaturalizar ... Lo que llamo educar lingüísticamente al hombre es despertarle la sensibilidad para el idioma" . Ya tenemos otro importante elemento de juicio, según el cual el estado de la lengua española en el momento presente viene de dos causas: de que unos la gobiernan por demás y otros la dejan sin gobierno y la emplean a su antojo, arguyendo que el pueblo habla así.
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Os doy mi palabra de que yo no he oído a ninguno de mis modestos vecinos aquello de que" se impone la esponsorización de los museos"; el "nos limitamos a cambiar los ciclos semafóricos"; lo de "las bandas de Burgos atronan el espacio"; ni la preciosa frase de que "habrá que redimensionar y rediseñar en función de que los ciudadanos ya no creen el discurso circulatorio del ayuntamiento" . Estos pedantes enfáticos despropósitos los han pronunciado el Director de un museo, el Director General de Tráfico, un corresponsal de televisión, una profesora de Urbanismo. Y así estamos. Vosotros diréis si bien, malo regular, que es peor que mal.
JULIO
RODRíGUEZ
PUÉRTOLAS
El pueblo chicano en sus «corridos» N todo lo que se viene haciendo y diciendo en torno al quinto centenario del descubrimiento de América se aprecia una notable ausencia, y bien significativa. Me refiero a la realidad humana, social y cultural del mundo chicana, es decir, de los habitantes hispanos del sudoest·e de los Estados Unidos, ciudadanos norteamericanos unos, emigrantes legales o ilegales otros muchos. En efecto, ¿¡quién se acuerda de los chicanos a este lado del Atlántico? Y, sin embargo, de vez en vez, . en la prensa española pueden leerse noticias como la aparecida hace muy poco (El País, 31-1-1989): el gobierno de los Estados Unidos planea "construir un foso que separe una parte de la frontera con México para reducir el flujo de emigrantes ilegales". En una primera fase se construirán seis kilómetros del referido fosa de hormigón entre las dos Californias, cerca de Tijuana; más adelante, el proyecto alcanzaría una longitud de trescientos kilómetros, junto con un muro de cemento de siete metros de altura, y un sistema electrónico de detección y alarma: . El origen de este foso-muro se remonta a 1848, cuando el Tratado de GuadalupeHidalgo puso fin a la guerra de agresión de los Estados Unidos contra México, lo que significó la anexión norteamericana de dos quintos del territorio de la República Mexicana: California, Nevada, Utah, Arizona, Colorado (en parte), Nuevo México, Texas, con sus correspondientes habitantes. Así comienza la realidad histórica del pueblo chicana. Por otro lado, esa nueva frontera de 1848 no fue reconocida como tal por el pueblo mexicano, que desde entonces la cruza en uno y otro sentido, legal o ilegalmente, por razones económicas, familiares y de todo tipo. La conciencia de que esa línea no constituye una frontera real puede verse, ' por ejemplo, en unos versos del
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Corrido de la Emigración: "adiós, México de afuera, / ya me voy para el de dentro" (1). O en una gran pintada vista por mí, en 1970, en el centro del EastLos, el barrio chicano de Los Angeles (ciudad que no es solamente Hollywood, sin duda), pintada que decía, con la sencillez aplastante de la lógica histórica, 10 que sigue: Yankee ,go horneo En Los Angeles. . Esos chicanos, esos hispanos del sudoeste de los Estados Unidos, han sido sometidos a diversas y continuas presiones de toda especie para hacer que pierdan su lengua española, sus raíces y su identidad. No es posible ocuparse aquí de los métodos - insidiosos y refinados unos, brutales otros- utilizados por los anglos en este sentido. Hoy queda ya claro que tal empeño ha fracasado en buena medida, aunque sí se ha logrado la fragmentación qe la población chicana en lo que se refiert'1 a los grados de aceptación o de rechazo del inglés y d.e la asimilación qUt'1 'ello supone. . Mas lo cierto es que desde ya hace años puede hablarse de una cultura chicana, y dentro de ella de una verdadera literatura, a veces bilingüe o semibilingüe, a veces en inglés, y desde luego también en español. En todo caso, su rasgo distintivo es bien rotundo y definitivo: se trata de una cultura y de una literatura hispanas, y con plena conciencia de serlo en medio de la cultura de los anglos. Ensayo, crítica, teatro, narrativa, poesía ... Voy a limitarme aquí a tratar de un fenómeno característicamente po'pular de la liteuratura chicana -y mexicana-, el corrido, de tanta relación con el romance peninsular. De los corridos podría decirse exactamente lo que don Américo Castro escribiera sobre los romances españoles: (1) En Paul S. TayJor, «Songs .of the Mexican Migration», Texas Folklore Society, XII (1932'), 235. .
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RODRíGUEZ PUÉRTOLAS
El pueblo castellano se vertebró como tal pueblo mientras iba reviviendo su propia historia, sin que nadie se la enseñara, a lo largo de la nunca interrumpida línea de sus romances (2). En efecto, tanto la Historia española com? la mexicana puede trazarse por medIo de los romances y de los corridos: "apenas se produce hecho histórico dentro de la península que no lleve una expresión literaria romancera" (3) . Es posible así tratar más apropiadamente de los corridos chicanos en particular, dejando aparte otros bien interesantes procedentes de México mismo, y que reflejan los conflictos históricos con los Estados Unidos. Un corridista chic ano de hoy, Rumel Fuentes, ha descrito el proceso que le ha llevado a convertirse e!1 autor de corridos contemporáneos. La cIta es extensa, pero constituye un documento en verdad extraordinario: La primera vez que recuerdo haber escuchado corridos fue cuando mi padre los escuchaba en el radio. Dejaba de hacer lo que estaba haciendo, y si iba pasando cerca del radio y oía un corrido se detenía para escuchar todo el corrido' y después se iba sin decir ni una pala~ bra. Era un hombre serio, pero en ese momento yo podía ver en su cara una e.xpresión de placer y orgullo. En esos tIempos yo tenía como cinco años de edad y no entendía ni me gustaban los corridos. Nada más los conocía como los corridos' o canciones de mi Apá. Me gustaban todas las clases de canciones y las cantaba, menos los corridos. Siempre me gustaba cantar cuando me encontraba trabajando en el campo o en la labor. A veces, en los domingos, mi papá y yo nos paseábamos por el campo y él cantaba: "A los hombres como yo, no se les da en la cabeza" (Felipe Angeles). (2) Américo Castro, «Es paño!», palabra extranjera: razones y motivos (Madrid, 1970), p. 58. (3) Antonio Rodríguez-Moñino, «Origen y formación del romancero de la guerra de España», en Romancero General de ]a Guerra de España (Madrid-Valencia, 1937), p. 9.
Cuando entré a las escuelas públicas de Eagle Pass, Texas, y empezaron a aculturarme y a lavarme el seso, yo empecé a olvidarme de la música de "las ~lases bajas", la música en español, y fui I~troducido a la música en inglés, la múSIca "buena". También aprendí a tocar la guitarra, y me convertí en un cantante de rock'n roIl, cantando canciones que ahora me doy cuenta que son muy simples comparadas al corrido. El corrido tiene mucho simbolismo, es muy único y significante. Después "descubrí" el corrido de nuevo cuando entré en edad y empecé a escuchar la música en español de nuevo. También le ponía más atención a los corridos que mi papá cantaba y tocaba todo el tiempo en su guitarra. Cantaba casi nada más puros corridos. Cantaba de Pancho Villa: "Pancho Villa es dueño de aeroplanos y los alquila con toda comodidad" (Nuestro México), y otros .c~rridos de ese estilo y de ese tipo. QUlza fue el sentimiento que mi papá les ponía a los corridos, pero fue en ese tiempo cuando entendí el verdadero significado del corrido. El corridista es un hombre serio que nunca se queja, luego se llega el día que ese hombre levanta la fre~te y con una voz fuerte, varonil y ~elodlOsa canta acerca de lo que es la vIda. Canta de valores sociales, de costumbres, de cultura, y de injusticias, y lo hace en una forma simple que todos entienden si .prestan aunque sea un poco de atención. Mi padre cantaba "son muy coyones" con una mirada de experiencia y de sabiduría en su rostro, y "yo no conozco el miedo" con una voz orgullosa y un pecho que se levantaba. Fue aquí donde vi la chispa que buscaba. No todos los mexicanos son perezosos, torpes, pasivos y otras cosas parecidas como trataban d'e hacerme llegar a creer los gringos. Me di cuenta que todo lo que dice el gringo no es cierto. Supe que no era cierto que un gringo pudiera golpear a diez chicanos como lo decían los gringos en las oelículas, en libros y en los periódicos. Mi papá se escapó de los lavados de seso porque nunca veía la televisión ni fue a la escuela. El vivió en
EL PUEBLO CHICANO EN SUS «CORRIDOS»
los tiempos cuando nacieron muchos corridos. También contaba historias de incidentes que le habían ocurrido a él mismo, historias e incidentes como las que cuentan los corridos. Yo veo el corrido como un medio de exponer males e injusticias y de relatar la verdad acerca de las cosas que están pasando hoy día. El corridista, al empezar o al terminar su corrido, a veces dice: "lo digo porque 10 vide", o "porque esto sí es cierto". El corrido es el lado chicano de la historia. El lado gringo de la historia está, en muchos casos, falseado y perverso (4). Veamos ahora cuáles son los grarides temas de los corridos chicanos. Es 'el primero, sin duda, el de la problemática de los emigrantes, en sus varias facetas. No falta , desde luego, una explicación de las verdaderas causas de la emigración, como 'en Despedida de uu norteño, de Ce cilio Chávez: Me voy a Estados Unidos a buscar mi manutención; i adiós, mi patria querida, te llevo en mi corazón! Pues yo no tengo la culpa que abandone así a mi tierra, la culpa es la pobreza que nos tiene en la miseria (5). O como en Defensa de los norteños: El rico en buen automóvil, buen caballo, buena silla, y los pobrecitos peones pelona la rabanilla Pero que se abran trabajos y que paguen buen dinero, y no queda un mexicano que se vaya al extranjero (6). No faltan los problemas de los ilegales con la migra, como en el Corrido de la Emigración antes mencionado: la policía llega de improviso a la población minera de Miami, en Arizona, con las previsibles consecuencias para los ilegales: (4) Rumel Fuentes, «Corridos de Rume!», El Grito, VI.3 (1973) , 4-5 . (5) Taylor, art. cit., p . 223. (6) Ibid., pp. 238-239 .
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Miami es la población que se haya muy atrasada, pues, llegó la emigración cuando menos se esperaba. Se oyen no más las quejas de todos sin distinción; hombres, niños y viejas todos van a la prisión. Si tú no estás bien casado no te sirve el pasaporte; te llevan los del condado a dormir allá en la corte (7). Engaños y picaresca explotadora de variada índole esperan a los emigrantes, aunque pueden ser vistos tales problemas con sentido del humor. Así en El corrido del bracero, compuesto por un anónimo cantinero de Mission District, en San Francisco, donde se refleja una situación derivada de los problemas lingüísticos: Yo que saco un cigarro y cerillo no encontré, yo miré un americano y pa pronto yo le hablé. Yo le dije give me match, y me dijo 1 don't know y le dije "no señor, lo que quiero es una mecha pa prender este cigarro". Luego me dijo aquel: why do you bother me for, y le dije: "no señor, a mí no me gusta el Ford, y aunque yo no tenga carro a mí me gusta el Chevrolet ... (8) Pero emigrantes y no emigrantes, legales o ilegales, todos trabajan duramente, confrontados en unos casos con la violencia de los anglos y siempre con la explotación. El corrido titulado El traque cuenta la historia de un emigrante que trabaja en varias ocupaciones, básicamente en el ferrocarril ("track"), y empieza así: . Soñé yo en mi juventud ser una estrella de cine, y un día de tantos me vine a visitar Jolibúd. Ibid., p. ~ 34. En California Chicano Song, grabación Puro Pedo, D014/Band 1. (7)
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Un día muy desesperado de tanta revolución, me pasé para' este lado sin pagar la emigración (9). Muy interesante es La maquinita o El emigrante: ¡Corre, corre maquinita, corre por esa ladera, parece que voy llegando a orillas de la frontera! Trabajé en el traque, me dieron mi provisión, desde allí me juí bajando estación por estación Me pasé a California, vi s.us grandes naranjales, y Vl sus grandes plantíos de grandes jitomatales. Bonito estado de Texas por su grande agricultura, pues tiene grandes plantíos: todo es una' hermosura. Los gringuitos ' me decían: -¿Te gusta lo que aquí ves? Era de ·los mexicanos y ahora de nosotros es -(10). Los problemas con hi migra suelen terminar el) la cárcel y en la deportación, cuando no en 'la muerte. En Los deportados, curiosamente, se presenta el punto de vista del mexicano no emigrante: Les cantaré un corrido . de todos los deportados, que vienen hablando inglés y vien'e n de desgraciados. Los tirán en dondequiera, a puro mendigar, da lástima verlos, que no traen ni para almorzar Los corren, los maltratan, los gringos desgraciados; no tienen vergüenza, siempre allá están pegados (11). (9) Vicente T. Mendoza, Lírica narrativa: el corrido (México, 1964), núm. 195. Recogido en 1948, mas por el texto se ve que pertenece a la década de la revolución mexicana. (10) Mendoza, ibid ., núm. 200. Recogido
en
1953. (11) Tay)or, art. cit., pp. 236-237.
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. y en Deportados, habla quien ha sido .expulsado de los Estados Unidos: . Los güeros son muy maloras, los güero s son muy maloras, se valen de la ocasión, y a todos los mexicanos, y a todos los mexicanos, nos tratan sin compasión (12). La resistencia a la dislocación de la población hispana del sudoeste, de sus modos de vida tradicionales, a la explo.tación y al racismo de los anglos, se manifiesta primero en la aparición de "héroes-bandidos". El primero de ellos es el famoso Joaquín Murieta, en el siglo XIX, cantado por Pablo Neruda. Un conocido corrido texano, el de Gregorio Cortés .puede -ilustrar el tema, por tratarse dei caso' típico del méxico-americano sometido al terror de policías y de rinches ("rangers"), y que termina por defender violentamente su vida y .la de los suyos. Gregorio Cortés fue encarcelado en 1901 , qu~daIldo por último e~ libertad en 1913 (13). Lo escandaloso de la injusticia cometida con Cortés hizo que s~s aventuras se cantasen en la propia CIUdad de México; a esta versión pertenecen los versos siguientes: Que viva' nuestra nación aunque sufriendo revés; viva Gregorio Cortés, . que ha honrado su pabellón (14). Pero las más interesantes son las versiones texanas; en una de ellas se dice . ' por ejemplo: Venían los americanos más blancos que una paloma de miedo que le tenían . a Cortés y a su pistola . Decía Gregorio Cortés con su pistola en la mano: "No corran, rinches cobardes, con un solo mexicano (15'). (12) (13) (14) (15)
Ibid ., pp. 225 Y 227. Paredes, op. cit. en nota' 9. Ibid., p. 151. Ibid., pp. 155-156.
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Muy popular era también el Corrido de Jacinto Treviño: Ay con esta van tres veces que se ha visto lo bonito; la primera fue en McAllan, en Brownsville y en San Benito. De la cantina de Béjar se' agarraron a balazos, por donde quiera volaban botellas hechas pedasos. Esa cantina de Béjar al momento quedó sola, nomás Jacinto Treviño de carabina y pistola. "Entrenles, rinches, cobardes que el pleito no es con un niño; querían conocer a su padre: yo soy Jacinto Treviño". Decía Jacinto Treviño, que se arrastraba de risa: "a mí los rinches me hicieron los puños de la camisa". Decía el sherife mayor, como era un americano: "este Jacinto Treviño no ni'cga ser mexicano". Ay con esta me despido , aquí en presencia de todos; si me quieren conocer los espero en Matamoros (16). Epifanio Z. Alonso es autor de un corrido de extraordinario interés, el Corrido de los hermanos Hernández, a quienes cupo el triste privilegio de inaugurar en 1934 la cámara de gas de Arizona: Pobres muchachos tan chicos, lo que más me desconsuela es que como no eran ricos no tuvieron buena escuela Dicen que había que probar la cámara con mexicanos, con gases tendrían que ahogar a los dos pobres hermanos Para este trance tan duro en un balde les pusieron quince huevos de cianuro que puro gas produjeron. (16)
Magazín, I.2 (noviembre 1971), 45.
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Al levantarse una nube del venenoso elemento, sale su alma y a Dios sube en aquel mismo momento. A la juventud dejaron una carta con consejos: no hagan males, suplicaron, si quieren llegar a viejos. Los Hernández ya murieron, ¡ah, qué suerte tan fatal!, la vida les suprimieron por medio del gas letal (17). Por su parte, el Corrido de Joe Cedillo cuenta la muerte a tiros a manos de la policía de Austin, Texas, de un joven hispano de dieciséis años, el 31 de julio de 1971, por haber robado un trozo de pan y una lata de carne: En una noche de julio, en un barrio mexicano los policías de Austin a Joe Cedillo mataron. Muchos balazos se escuchan a las dos de la mañana; toda la gente asustada no sabían ni que pasaba. Cuando salieron a ver, un hombre muy asustado, a Cedillo vieron muerto, en una cerca enredado. Dieciséis años tenía; lo tuvieron que matar, los policías lo mataron causa un pedazo de pan. Adiós, mi padre y mi madre, mi vida pronto acabó, la bala de ese hombre malo que en mi cabeza quedó. Nava, Flores y Cedillo, me acuerdo todos los días: jóvenes y casi unos niños los mataron policías (18). La lista de víctimas de ia raza es harto extens·a. Así Alfonso Loredo Flores, cuyo corrido narra su muerte en Pharr, Texas: Esto fue el seis de febrero, presente tengo este día, ha muerto otro jovencito (17) (18)
Pliego Suelto, s.l., s. f. Rumel 'Fuentes, art. 'cit., pp. 2'1-22 ,
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a manos de policía Con las manos en la bolsa, en la banqueta parado, con un balazo certero Alfonso quedó tirado (19) . La muerte del periodista Rubén Salazar, causada por la policía de Los Angeles, también en la década de los 70, dio lugar a varios corridos; del titulado precisamente Corrido de Rubén Salazar procede lo que sigue: Con infinita tristeza mis versos voy a cantar, y perpetuar la memoria de Don Rubén Salazar. Al componer estos versos yo les quiero demostrar el odio pa los cherifes y respeto a Salazar. El 29 de agosto, fecha tan particular, la policía asesinó a Don Rubén Salazar (20) . El 13 de abril de 1972, el chicano Ricardo Chávez Ortiz secuestró un avión en los Estados Unidos para hacer pública su protesta por la situación de los hispanos. Humberto C. Velasco escribió en tal ocasión su Clamor de un mexicano: Abril 13 del 72 nos quedará en la memoria de un valiente mexicano que con la pistola en mano asaltara un aeroplano Se dijo que estaba loco, que era un hombre peligroso, sabiendo que lo que hacía lo hacía por todos nosotros (21). Así pues, la raza tiene sus nuevos héroes, como César Chávez en California, organizador de los campesinos chicanos; como Reyes López Tijerina, en Nuevo México, reivindicador de los derechos de los hispanos; como Corky González (19) (20) (21)
Magazín, 1.2 (noviembre 1971), 46. Pliego Suelto, 5.1., s.f. La Opinión (Los Angeles), 30-IV-1972.
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en Colorado. Este es el Corrido de Reyes López Tijerina: En las tierras de mi padre, de Tejas a California, tierras venidas de Dios, muy bien lo sabe la Historia. Iba un hombre muy violento las tierras a recobrar; a las cortes más supremas subió solo a declarar: sólo una barda de fierro fue 10 que pudo encontrar. Reyes López Tijerina como Zapata buscaba que de esta tierra robada hacer como Dios mandaba: la justicia se negó, nunca pudo él lograr nada. Se esconden bajo su ley para hacer destrocidades, malditos rinches cobardes, mandaderos del gobierno, pero Dios tiene otra ley que los mandará al infierno (22). Cleofés Vigil es autor de un Corrido para la raza, en que compara a Tijerina con Jesús Nazareno, tras de 10 cual dice: Tijerina fue a prisión, lo mandó la aligarquía que le llaman democracia; yo le llamo tiranía (23). Ramón Alvarado, en Injusticia contra el Corky, pone claramente de manifiesto la relación entre el pueblo chicano y sus héroes: El año mil novecientos setenta y dos el presente, les mandamos aquí un mensaje de una gente con coraje. Se nos fue el jefe querido (22) Ibid ., pp. 38-40. Rumel Fuentes, artículo cit., pp. 3840. (23) El Grito del Norte, IV.78 (agosto 1971), 12. El corrido lleva una nota final del autor: «Tonada no la doy porque no la sé escribir ,pero mucha de la raza algún día la oyirán por cinta, y para que todos seamos buenos. Pues, así 16 miro yo».
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pa Los Angeles, California: fue a eoseñiaIes al Syndicado que es un hombre afamado. El señor Corky González y su hija Nita Alemán confrontaron al juez racista: no les quiso escuchar. Llegó el juez con su racismo, sentencia al jefe mayor, lo sacaron de la corte, va a la cárcel con valor. Si los gringos van creyendo que al jefe vamos a olvidar, están malos de la mente, el chic ano va'peliar (24). Las huelgas chicanas, sobre todo las huelgas campesinas, tienen también su expresión en los corridos. Así La huelga de Delano, sobre un corrido mexicano dedicado a la revolución cubana: Hasta México ha llegado la noticia muy alegre que Delano es diferente, pues el pueblo ya está en contra los rancheros y engreídos que acababan con la gente, y como somos hermanos la alegría compartimos: con todos los campesinos: viva la revolución, viva nuestra asociación, viva huelga en general Viva la huelga en el fil, viva la causa en la Historia, la raza llena de gloria la victoria va a cumplir ... (25). Y a todo esto, ¿cómo es la visión que de los gringos, de los anglos, aparece en . los corridos chicanos? En la década de los 70, Juan Chaves y García, de Nuevo (24) El Gallo, IV.2 (febrero 19:2), 4. el. también Emmet Padilla, El corndo de eorky González, ibid., 1.11 (julio 1968), 8: «Es chiquito de estatura / y grande de corazón, / que se puso enfrente el pueblo / y todita la nación». (25) Recogido en pliego suelto, 6.1., s.f. el. también Francisco García, Corrido de Salinas en El Malcriado, 10 (15-IX-1970), 9, o Para'la Unión de César Chávez, ibid., p. 8.
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México, recordaba perfectam~nte un corrido de 1909, Los amerIcanos, los cuales, Cuando entraron di Oklajoma sin saber el casteyano, entraron como los burros a su pasu americano. Vienen dándoli al cristiano y hasiéodoli al mundo guerra; vienen echarnos del páis y haserse de nuestra tierra
.....................
El que compuso este cuando ou es un pueta consumado, es un pobre jornalero que vive de su salario (26). Todos los corridos militantes apuntan, como es lógico, a señalar la situación de injusticia y de opresión en que se hall.a la población hispana de los Estados Umdos. No podía faltar el corrido que acusa hictóricamente al "Coloso del Norte", al margen de anécdotas y de localismos. Así sucede con El gesta po adaptado, de Cleofés Vigil, mezcla curiosa de tono franc~ mente popular y tradicional y de conOCImientos históricos contemporáneos. Los Estados Unidos pelearon con el gestapo alemán: pues ahora ya se mira que han adoptado el plan. Adolfo Hitler murió cuando su pueblo vencido: ahora Estados Unidos al gestapo han aplaudido. Ya se mira aquella zuástica de Goering, Himmler y Hess: cuando hablan de ley y orden, Hitler revive otra vez . Es un poder de herejes, que matar es su pensar: la última prueba en Los Angeles que la dé -Rubén Salazar. Este país que le llaman Estados Unidos cristiano, guerras de sangre y lágrimas, todo ha sido en vano. (26) Antonia easteña Shular et al., op. cit., pp. 227-228.
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Hay que recordar, hermános la corte de Nüremberg, que allí colgaron a jefes que contaron el mismo poder. Esta poesía la compuso el pueia, que soy raza, nada se puede negar, mírenlo bien que es lo que pasa. Si no convienen conmigo, los envito a platicar: luego que ya terminemos se van a desengañar. Q'ahora si me retiro, mi nombre les voy .a decir: les puede seguir escribiendo su raza y pueta Cleofés Vigil (27). y por fin, y como consecuencia, el imperialismo, como en el anónimo Satanás, el padre de los "emperios": Satanás fue desechado de los cielos por Miguel, porque quiso decirle a 'Dios lo que tenía que hacer. A la tierra lo mandó, nunca le quitó el poder; aquí le dice a los jefes . que es lo que hacer. . El nunca piensa en amor, menos en hacer bien; los emperios más grandes . los destruye como a él. ' Combatió a Jesucristo y a toditos los cristianos, trabajó con los jefes . d'el grande Emperio Romano. Por fin, ' ¿qué le pasó al emperio competente? cayó al suelo como, él .. y. todo fue de repente. . Ya siguió con la ' España, la Inglatierra avarienta: las dos han caído al suelo . c'on' una fuerza tremeijda ... (28). Mas no se crea que todo el corrido chic ano está en esta línea. Sería tan injusto como engañoso no mencio~ar aquí que también hay corridos que bIen pue(27) El Grito del Norte, IlI.12 1970), 6. (28) El Gallo, I.11 (julio 1968), 8.
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den llamarse ·colaboraclonistas. En 1942, México -declara ·la - guerra ··a · ·los . países nazi-fascistas del Eje, apoyando así a los Estados U~idos. Por vez primera, los norteamericanos n~cesitan del trabajo mexicano, y promueven la entrada masiva de jornaleros. ' Así ·10' explica· el corrido titulado El bracero: Soy bracero mexicano; he venido a trabajar para. esta nación hermana que me ha mandado llamar. . A mi país piden brazos para poder sustituir a los que están en la lucha sin temor a morir (29). El autor de este corrido se olvidaba, desde luego, de que en esa misma 'época se producían en Los Angeles 'unos feroces motines racistas contra los pachucos, con lo cual eso de "la nación hermana" (30) no quedaban, tan claro: Los corridos colaboracioni~tas incluyen propaganda política, como el dedicado A los rep~blica nos del condado de San Miguel (1929)., El presidente Roósevelt, a la gUerra de Corea..o a los hermanos Kennedy (31)'. Veamos como. e.jemplo el Vira Kennedy, relativo al asesinato de Robert Kennedy, ocurrido e?, .1:,ps ·Angeles' el año .1968 ~ Año del 68, . cuatro 'de junio por cierto, un árabe a sangre fría asesinó a Don Roberto. El 'Hotel Embajador de' Los ~gele$ fue esena q~ ·tqn terriblt< tragedia, (29) ' M~rle' E: Si~niqns, «Attitudes T~ward the U. S.: Reve'aled in Mexican C9mdos», Hispania" XXXVI (1953) , 39. El soldado ' raso es un corrido referente al envío de tropas mexicanas en apoyo -de' los Estados Unidos durante la ' Segund'a Guerra Mundial; conviene notar .que de él se han . hecho. adaptaciones más modernas de protesta chicana contra la guerra de Viet Nam. Incluso existe un ~cto del Teatro Campesino basado en este corndo. (30) Cf. el importante libro de Carey McWilliams, North From Mexico (Filadelfia, 1948), pp. 244-258. Hay traducción al español. (31) Cf. Simfuons, art. cit., p. 40, para una noticia sobre algunos de ellos.
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que al mundo le causó pena A todas las minorías los trataba como hermanos, pero con más preferencia a todos los mexicanos Junto a la tumba de Juan áhi está la de Roberto; siguen vivendos los dos, porque ninguno está muerto (32). Mas con todo, los hispanos tienen confianza en sí mismps y en su futuro. En Qué hubo, raza, si bien se dice que Ahí está, aquí nos tienen nuestra cultura aplastada y hablando esenglish, también se hace notar que el mexicano hacerse gringo no puede ni quiere, el mexicano hacerse gringo no puede ni será (33). Pues, en efecto, en Yo soy chicano, se canta: Yo soy chicano, tengo color americano pero con honor; cuando me dicen que hay revolución, defiendo mi raza con mucho valor Tengo mi orgullo, tengo mi fe; soy diferente, soy color café; tengo cultura, tengo corazón, y no me la quita ningún ladrón (34). y llegan las nuevas generaciones, la continuidad de la raza y de sus luchas, como señala Everto Ruiz (de San Fernando, California) en Señorito Robledo: Escuchen, señores, y den atención, que hoy vino un chicano a está nación; (32) (33) (34)
Pliego Suelto, 5.1., s.f. Magazín, 1.4 (abril 1972), 51-52. Ibid ., p. 49.
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este día treinta y uno de mayo nació para La Causa un nuevo gállo. Este señorito es un nuevo californiano, y además de esto es indio-hispano; . lleva por nombre Jonás Joaquín Robledo, y será un macho, marchando sin miedo. Ya pronto 10 verán llevando en las manos frijoles y tortilla, la comida de los chicanos, y dénlé sombrero y b'úsquen1e 's arape para que pronto ya aprenda a bailar el jarabe. J onás y Olivia que felices están pues . ya tiene compañero el pobre Imán, y gracias a Dios que llegó bien y sano, para que crezca a ser un fuerte chicano (35). Hemos visto así cómo el corrido -al igual que el romance español- .presenta la historia de un pueblo contada por el pueblo mismo, contribuyendo, de un modo directo y 'eficaz, a la toma de conciencia de los explotados ,y señalando muchas veces un camino consciente, correcto y también emotivo. Quizá otra lección podemos recibir de todo 10 aquí tratado: que el pueblo chicano, a pesar de sus características propias, no es diferente al pueblo de otros muchos países que también luchan por su liberación. Quinto Centenario. Ojalá que también a SU manera, de otra manera, pueda celebrarlo el pueblo chicano, junto a los demás pueblos de la vieja, y nueva, y futura, y auténtica, América hispana. (35) El Gallo, n.8 (junio 1970), 7. En el texto publicado, una nota del autor indica que «Imán» es el perrito de la familia Robledo.
VICENTE
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Una lengua viva: el castellano en el mundo actual o quisiera hablar de la realidad cambiante del castellano empezando por ofrecer la visión que de ella me da el hecho de vivir en un país no hispanófono, esto es, en otra lengua. Justamente en la lengua inglesa. Desde hace 35 años resido en Londres y a lo largo de esos años me he ganado la vida esencialmente en el campo de la traducción, al que llegué en ardesgada pirueta desde el empleo pintoresco y humilde, el empleíllo que comencé por tener en un restaurante del Soho. En ese campo de la traducción he trabajado, en organizaciones internacionales u oficiales, o en firmas editoriales privadas, con españoles, mexicanos, argentinos, peruanos, cubanos... Como un viajero inmóvil oyendo pasar por el tiempo acentos, giros, antiguallas clásicas y osadías futuristas de un país, de otro, de otro . . . Fascinante. De -los primeros tiempos de esas tres décadas y media, tan lejanos, recuerdo, y estoy queriendo ser muy sincero, cómo me impresionaba la fantástica unidad de nuestra lengua, no tan paradójicamente afirmada en su fantástica diversidad. Sentir la interdependencia de esa unidad y esa diversidad en una relación tan inevitable como la que se da entre las fuerzas centrípeta y centrífuga de un móvil en rotación, me maravillaba como a un niño. Hov temo que ese procon haberme acostumbrado digio al punto de no percibirlo, mi vida se ha empobrecido -perdiendo algo estupendo. Treinta y cinco años, decía, viviendo en otra lengua. No es la primera vez que me atrevo a decirlo así. Y un día, hace cosa de un año, en marzo de 1988, me alegró descubrir que alguien se expresaba de modo parecido. En una sesión televisada de la Open University sobre lengua y literatura a cargo de Graham Martin y
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Umberto Eco, oí a aquél decir (tomé nota) que habitamos la lengua que conocemos, la materna, tal como habitamos un determinado lugar. Vivimos dentro de ella, llegó a decir. Yo no me había referido a la lengua materna, pero claro está que si uno sale de ésta para entrar en otra que conozca lo bastante como para vivir de ella traduciéndola, se sentirá en otro entorno y habrá de ajustarse a sus leyes particulares. A las reglas que también según Martin la vinculan al mundo de un modo arbitrario. Ahora bien, como ya he dicho, esa otra lengua es, para los que se hallan en mi caso (casos innumerables repartidos por todo el mundo), el inglés. La lengua dominante hoy en el mundo, por razones en las que ahora huelga detenerse. La lingua franca de nuestros días, a efectos prácticos. Forzosamente, Dor la relación que media entre lengua traducida y lengua receptora, ésta, la nuestra, está sometida a la influencia de aquélla. La línea de resistencia no puede ser ahí demasiado firme. No sólo a través de los "sordos para la traducción", los traductores irresponsables, en cuyos textos, muestras escalofriantes de supeditación al principio del mínimo esfuerzo (no importa ahí nada la _iusteza idiomática ni, por tanto, la inteligi bilidad), haJIan los angliscismos y voces numerosas y desconcertantes, intocables al parecer, esto es, puramente inglesas, un terreno fértil en el que florecer; también en los textos de los traductores conscientes, extrañamente orgullosos, y preocupados por dar con los términos o expresiones castellanos que traduzcan el original sin oler a traducción, se infiltra el inglés. En todos los órdenes. Los contactos internacionales, cada vez más estrechos y frecuentes (en las esferas técnica y tecnológica, en las variadísimas mani-
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festaciones de la comercial, en la de comunicaciones), imponen el diálogo incesante con esa lengua. No nos damos cuenta .cabal, pero la vida es hoy traducción. A diario ' y a domicilio nos sirven el producto ya transformado la televisión, la radio, la prensa, alimentadas por las agencias de noticias y los corresponsales. Esa masa inconmensurable de información quizá generada por sí misma · que pasa desapareciendo, desactualizándose desde que llega.
por arramblar con todo. Trabajando con muy diversos traductores he visto también en innumerables ocasiones cómo a solas y a tientas, por el dominio instintivo, que en gran parte es irracional, de una lengua común, y honda y antigua, lograban resultados sencillamente armónicos. Afirmando, como decía, la fantástica unidad de esa lengua en su fantástica diversidad. Ocurre algo singular, además.
Oficio arriesgado
De la fecundidad de esa lengua honda y antigua y de su grado de evolución da fe la familia de literaturas que ha .generado. En la clase o sesión citada de la Open University hablaba Graham Martin de la disociación que se produce entre el lenguaje literario y el ordinario en el proceso de creación, y Umberto Eco señaló cómo' la literatura centra la atención en la palabra y en el nuevo orden de significados que pone en juego. El sujeto atento al discurrir literario, .venía a decir, a un poema sobre una .planta, por ejemplo, ta-rda más en llegar .a cono.cer la planta que si estuviese siguiendo una descripción ordinaria de .ésta; pero luego tiene un conocimiento .más profundo de ella. Quizá hay en todo esto concomitancias aparentes con la concepción de los formalistas, tema espinoso éste en el que afortunadamente no tenemos tiempo de entrar; pero lo importante es que nuestra lengua, que desde hace siglos permite la separación entre el escribir del escritor y el habla de la gente (ojo, esto se da también en el caso del escritor más realista, no rara vez con fuerza máxima), y por otra atrapar el sentido más íntimo y pleno del objeto a través de ese escribir, es un instrumento singular, muy fino de creación. Quiero a propósito de todo esto recurrir al juicio de Alejo Carpentier, ese fabuloso generador de la realidad por la magia de la palabra. En una de las entrevistas recopiladas por Ramón Chao .junto c·on declaraciones, conferencias, ensayos, etc. , del novelista cubano pata 'comp0ner un libro de lectura a menudo
Es arriesgado, es imprudente para el escritor vivir entre dos lenguas. ·Saliendo de la una para entrar en la otra, volviendo de éSta a aquélla. Tiene que adoptar una actitud un tanto esquizoide, siempre entre dos mentes, siempre between two minds: dudando, oscilando. Le asalta el temor neurótico, y sé esto por bastante gente, de que su lengua se le anquilose, deformada por la ajena. Su lengua materna es su madre y no quiere ni puede escribir literariamente en otra (haya esto excepciones brillantes que son eso, excepciones brillantes). Pero ese mismo oficio, el de traductor, si es que vive de él, va colocándole trampas maliciosas en las que difícilmente no caerá a la larga. Las palabras, las más cuidadosamente elegidas, llevan a veces una máscara parecida a su cara verdadera, que es la que el traductor cree estar viendo. Así, disimulado en la sonrisa de esos "falsos amigos" es como el espíritu de la lengua "traducida cala a menudo en el de la propia. Es constante el peligro de dar por puro lo ya influido. Hay que detenerse a mirar, con gran frecuencia trabajando .a un tren que no deja tiempop ara detenerse a nada, y ver. Por lo demás, aunque uno haya descubierto en una pausa afortunada la trampa, andando el tiempo se encontrará -quizá con· que talltas veces metieron tantos el pie en ella, 'que lo mejor será 'meterlo también. Cansado, .desalentaQo. Viejo, diría' uno. _ . Sería falso , sin embargo, pretender que ;esa influencia va-realmente originando un <abominable -Spanglish que pueda terminar
Un fino instrumento
UNA LENGUA VIVA
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·absorbente (1) (aunque no siempre, ni mucho ' menos, esté uno de acuerdo con lo que lee), a la pregunt,a de cuál era la lengua que consideraba primera de las suyas, el españolo el francés, Carpentier respondió que la primera que oyó fue la de su nodriza, la española, luego estudiada en el colegio; pero que en casa sus padres le hablaban en francés, "por 10 cual hablo ambos idiomas y puedo escribirlos" , Ha escrito y publicado en francés cosas que no desdeña en absoluto (colaboraciones en revistas, una breve novela incluso) y afirma que de haber sido filósofo "hubiera elegido el francés, por su claridad y precisión", Quizá sin motivos verdaderos para considerar aquí la incógnita fascinante y oscura, casi impenetrable del bilingüismo¡ veamos simplemente cómo Alejo Carpentier superó sus titubeos entre las dos lenguas que oyó 'en él amanecer de su vida. Llegado un momento comprendió "que en francés no tenía la misma facilidad que en españoí". Ha afirmado antes que en francés escribe de una manera instintiva, sin haberlo estudiado a fondo, y añade: "Además, el español es un idioma espléndido ... de unos recursos literarios incomparables", que "ofrece facilidades extraordinarias al prosista y al poeta en cuanto a la posibilidad de jugar con la frase, con los verbos, de verbalizar sustantivos, en fin , de hacer estallar el idioma cuando hace falta e incluso inventar uná palabra, transformar un sustantivo en verbo" sin riesgo alguno de confusión. "Con el castellano puede hacerse todo. No así con el francés, tan dependiente de las reglas, tan estrictamente sometido a una suerte de lógica cartesiana". Eligió, pues, el español, no sólo por considerar el francés una lengua "muy tiesa", sino también porque " .. . el español es una de las lenguas más ricas del mundo [Carpentier está aludiendo - cree uno ateniéndose a 10
que acaba de leerle- a una riqueza no tanto cuantitativa como expresiva, a las posibilidades de creación de una lengua con la que puede hacerse todo gracias a su maleabilidad prodigiosa, sus idas y venidas, sus recovecos, la intimidad insuperable de algunos de sus giros], pues se compone del castellano, del español de hoy, y también del de América Latina, que es de una diversidad asombrosa". Hay en el español latinoamericano, señala, voces clásicas tenidas por "americanismos", como hay lo aportado por los indios y los negros, forzados a hablar una lengua a la que incorporaron "sus acentos, sus inflexiones, su sintaxis, su forma de concebir la función de la palabra dentro de modos de expresión que no eran necesariamente los de los conquistadores. De ahí nos viene un español muchísimo más rico, más flexible que el de España - un español alimentado por la picaresca que ya había reventado los marcos de la retórica en su lugar de origen, y que en América iba a florecer soberanamente". Se están creando "varios idiomas americanos destinados a fusionarse en un habla continentaL.. Hay ya un idioma mexicano, un idioma cubano, un idioma venezolano hermanos .. . " (Si no como un eco de todo esto, una asociación inevitable le lleva a uno a buscar y releer unas recientes reflexiones de Alonso Zamora Vicente (2): " . .. ahora hemos de acercarnos al español americano dispuestos a ver, en el entramado de sus tensiones internas, la vida más fecunda y creadora de nuestra lengua". Y: "Obligación nuestra es . .. acomodar nuestros pasos a los del otro lado del mar, en un estricto plano de igualdad en simpatías y diferencias"). Su exposición apasionada, pero no antiespañola (Carpentier es gran amigo de España y, por lo mismo -dice-, . se; siente irritado ante ciertos juicios del conde de Foxá que sin duda halla paternalistas y trasnochados, como yo los hallo), no le nubla la visión de la tendencia
(1) Palabras en el tiempo de Alejo Carpentier, «Cuestiones de idiomas», Ramón Chao. Editorial Arte y Literatura (La Habana, 1985).
(2) Saber leer, «Quinientos años de espa' ñoh" Alonso Zamora Vicente, febrero 1989.
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a la unidad de nuestra lengua a través de su diversidad. Era esto algo de lo mucho que me interesaba destacar. Iré más lejos. Mi admiración por él no me impide discrepar de .él en algo fundamental. Cuando Ernesto Sábato dice somos [los escritores argentinos] tan descendientes del Cantar del Cid como un escritor de Madrid (subrayados míos), yo siento esa afirmación, que cualquier otro escritor hispanófono de América podría hacer suya, como un eco claro de otra: el éxito alcanzado en medida extraordinaJia por la moderna literatura latinoamericana en España. Ese éxito no es fortuito, ese éxito es irremediable. Se trata de obras no traducidas (repárese en esto, cuidado). Al lector español le llegan tan intactas como al de allá. El lector español lleva dentro una larga historia dormida: un legado lingüístico y estético que le permite reconocer el habla y el arte de allá. A través de la palabra se siente asimismo en aquellos pueblos y pueblecitos de las sierras y los llanos, y por aquellas cumbres, sabanas, maniguas, buscándose, encontrándose y aun perdiéndose. Pero hay algo más. El propio parecer de Carpentier. Repetiré unas palabras suyas que ya he leído: " ... el español es una de las lenguas más ricas del mundo, pues se compone del castellano, del español de hoy, y también del de América latina". /1...
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EL futuro No sé si es confortante el pensamiento de que, según lo vaticinado por la Unión Latina (5), en el año 2000 hablarán el español, naturalmente considerado como una lengua, 422 millones de seres. Desbordando el ámbito geográfico cubierto por esa lengua, en Estados Unidos vivirán entonces 24 millones de hispanohablantes. El español será, dentro del grupo latino, la primera lengua en el año 2000. Creo, volviendo a mi punto de partida, (3) Abbadón el exterminador, Ernesto Sábato, Alianza Editorial, 1975, p. 189. (4) El País, «Mil millones de seres hablarán una lengua neolatina en el año 2000)" (crónica de Andrés Ortega), 6-IV-1984.
que la traducción y, por tanto, la interpenetración lingüística se habrán intensificado entonces y que esto seguirá pesando en la evolución de las lenguas. No sé si en contradicción aparente con algo de lo que llevo dicho, puesto a elegir entre el casticismo inmóvil y la renovación, elijo la renovación, con toda la carga de absurdidad temporal que pueda imponer. Al fin y al cabo, ¿cómo se hace una lengua, cuántas innumerables voces no comenzaron por ser necesariamente extranjerismos? En medida sorprendente quizá, contará algo de lo introducido por el sordo para la traducción y aun por el esnobista que sin necesidad alguna y, a menudo (sospecha uno) sin saber lo que está diciendo (humilla leerle), adorna la prosa que disemina por revistas y periódicos con su knack y su standing y su joyo Ah, Y sus apóstrofos. Se apostrofan sin cesar. Paco's. Y, pasado el susto inicial, otra aportación tremenda contará. La de la máquina. La machine translation, la traducción mecanizada. Hace años ya que esa actividad comenzó, al menos a título experimental, en organizaciones internacionales. He estudiado textos bastante extensos vertidos así del español al inglés y del inglés al español, sin ninguna supervisión humana, hará unos tres años. Y sé ya que los resultados son ALARMANTEMENTE BUENOS. Se transparenta en ellos el perfil del original, sabe uno que está ante una traducción; pero la interpretación tiene exactamente la misma calidad que el banco de datos que alimenta a la máquina. Yo me niego acreer, no sé si para poder seguir viviendo moderadamente mal, sin excesivo pesimismo, que la máquina traductora pueda traducir jamás literatura verdadera. Verdadera prosa literaria, verdadera poesía. Se necesita para esa tarea, no tengo que decíroslo, algo "improgramable": sensibilidad. O el traductor recrea a su manera la obra reviviéndola o su obra le nacerá muerta. Eso está claro. Pero mucho ojo. Estamos en los albores, verdaderamente en la prehistoria del proceso. Se le ha dotado al
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ordenador ya de memoria, no menos indispensable para otear el futuro que para volver al pasado. ¿Qué no habrá ocurrido sólo dentro de un siglo? No es mucho un siglo, ¿eh? Desespera esta repugnante brevedad de la vida. Bueno, a mí me desespera. Pero sin tocar otras promesas quién sabe si superiores a ésta, que son incógnitas totales para mí (el sintetizador de voz, por ejemplo, que transforma signos visibles en fonemas) , y desde luego sin caer en especulaciones de ciencia ficción, sólo apoyándome en resultados que ya tengo en la mano y en razones frías de simplificación y economía, creo que dentro de no demasiadas décadas se estará haciendo gran uso de la traducción mecanizada con textos objetivos, por darles aprisa una designación genérica, esto es, textos, quizá supervisados luego por el hombre, en los que sólo importe reflejar fielmente la información contenida en el original.
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Presiento que la máquina traductora, perseverando con tenacidad inhumana (naturalmente), hará llegar a nuestra lengua, como a otras, innovaciones pintorescas. Irremediable y maravillosamente, los datos que la activen se los habrá facilitado el hombre, ese ser incansable en el acopio de innovaciones pintorescas. y qué. Adelante. Guachimán (de watchman, guardián) y también -guachimana, suiche (de switch, interrumptor), tipear (de to type, mecanografiar), incluso, me aseguran, churchita (de tittle chuch, iglesita) y lunchería (sitio donde se toma el lunch) y celerí (que suena a nombre de pájaro, pero que es apio, celery), son palabras que con otras muchas de configuración hoy desconcertante (no más desconcertante que, ayer, la de redingote) están empleando muchos hombres en nuestra lengua con absoluta naturalidad, pero que ya nadie puede intentar naturalizar en ninguna de las lenguas muertas.
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Español de, Castilla, ' español de AndalucÍá y español de América: las dos normas del españQl habJado s
innegable que la lengua castellana o española, en lo que a la pronunciación se refiere, cuenta actualmente con una pluralidad de normas cultas. Está, por un lado, la ortología de la Academia, hoy anticuada y en vías de revisión, y luego el habla culta de Madrid, de Lima, de Buenos Aires, de México D.F., etc., a la que se atienen los hablantes cultos y en registros idiomáticos cultos en cada una de esas capitales. Hay que aceptar, y hoy por lo general se acepta, esta pluralidad dentro de la unidad, esta rica y ,hermosa diversidad que no afecta a la mutua comprensión ni debe afectar al entendimiento y a la tolerancia recíprocos, Porque una cosa ha de quedar clara para todos: a nadie pertenece en exclusiva el patrimonio de la lengua española, y ninguna norma puede considerarse, en principio, superior a las otras. Pero esta gran variedad de acentos del ¡;:spañol que hoy se habla en el mundo tiene 'su origen histórico en una dualidad de , normas del español peninsular que ¡;:mpezó a manifestarse justamente hacia 1492. Don Ramón Menéndez Pidal se refirió a ella en un artículo titulado Sevilla frente a Madrid (1962), y hoy podemos afirmar sin temor a simplificar demasiado que el español que pasó a América no fue el español de Castilla, sino el de Andalucía. "De Sevilla -escribe Manuel Alvar- salió una norma lingüística que fue canon de la gran expansión del español, y a la que habrá que volver si queremos que ese proyecto de norma culta en las principales ciudades del mundo hispánico, en el que se trabaja, cobre su pleno sentido y su más veraz interpretación". Esta filiación andaluza del español de América, ' que. hoy se acepta sin difioqltad
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a ambos lados del Atlántico, dio lugar en su día a una importante polémica entre lingüistas. La tesis opuesta (que las peculiaridades fonológicas del español americano tenían su origen en una evolución paralela, pero independiente de la andaluza) no sólo fue mantenida por ilustres filólogos del otro lado del Atlántico, como Pedro Henríquez Ureña, sino también por el español Amado Alonso, al menos en sus trabajos anteriores a 1951. Como ha reconocido Rafael Lapesa -quien vino a decir la última palabra sobre el tema, en favor de la tesis andalucista, abonada desde un principio por la intuición y el sentido común-, los argumentos de Henríquez Ureña y Amado Alonso estaban bien construidos sobre los datos que en' aquel tiempo (entre los años 20 y 50 de nuestro siglo) se poseían. En efecto, las estadísticas realizadas hasta entonces sobre la procedencia de los que pasaron al Nuevo Mundo en el siglo XVI no daban predominio andaluz. Se creía, además, basándose en una frase de Arias Montano, que la indistinéión andaluza s/z no había surgido hasta la década 1560-70 Y que en América no había dado lugar en ningún caso el ceceo, sino en todas partes al seseo, a diferencia de lo ocurrido en Andalucía, "Las noticias que hoy se tienen -escribía Lapesa en 1962- hacen variar notablemente el planteamiento del' problema, Ahora poseemos nutrida prueba documental de que el cambio andaluz estaba ya en marcha al tiempo de los viajes colombinos y primeras colonizaciones," En cu'anto a la proprción de andaluces en la colonización de América, las estadísticas realizadas por Henríquez Ureña en 1932 daban sólo un tercio' de andaluceS en un total de ' 13.948 españoles y portugueses ' pasados a América en los
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siglos XV Y XVI. Pero los datos de que entonces se disponía eran, ya queda dicho, demasiado pobres y, por otra parte; Henríquez Ureña no hizo distinciones entre los diferentes momentos de la emigración. Ambas insuficiencias han quedado subsanadas al estudiarse más cumplidamente, por Peter Boyd-Bowman, el origen regional de los colonizadores. "Operando con una masa documental tres veces mayor que Henríquez Ureña y distinguiendo épocas -resume Lapesa-, Boyd-Bowman llega al resultado de que en los primeros años del período antillano (1493-1508) hubo mayoría (un 60 por 100) de emigrantes andaluces, y que en el decenio siguiente (1509-1519) las sevillanas, con un 67 por 100, excedieron a todo el resto del elemento femenino que pasó a Indias. En las Antillas, por lo tanto, hubo de formarse un sedimento lingüístico andaluzado que constituyó la base del ulterior 'español de América." Añádase -apura todavía Lapesa en otro lugar- que Sevilla y Cádiz monopolizaron durante los siglos XVI Y XVII el comercio y relaciones con Indias. En un momento en que la pronunciación estaba cambiando rápidamente a ambos lados del Atlántico, Sevilla fue el paso obligado entre las colonias y la metrópoli, de modo que para muchos criollos la pronunciación metropolitana con que tuvieron contacto fue la andaluza." "Las tres premisas en que se apoyaba la postura antiandalucista respecto al seseo americano -concluye Lapesa en el artículo del que he citado en primer lugar- han perdido toda validez. Hoy están demostradas la prioridad del andaluz en la confusión de eses y zetas; la existencia de focos o zonas de ceceo en diversos paíees americanos; la gran proporción de andaluces, su predominio en los primeros tiempos de la colonización; y la incorporación de indígenas y posteriores inmigrantes al ceceo impuesto por esa mayoría abdaluza en los primeros tiempos de la colonia:" Por lo que se refiere a las diferencias dialectales entre las diversas regiones y 11
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países de Hispanoamérica, se explican en gran parte por la mayor o menor facilidad de acceso, en ~l período comprendido entre 1500 y 1800, a los cambios que se estaban produciendo en el español de Andalucía. Incluso cabe afirmar, como ha hecho recientemente Lincoln Canfield, que en líneas generales los res~tados de, sucesivos cambios en el español de Andalucía son los que explican los principales rasgos dialectales fonético.,fbnológicos del español de América. Es deciJ;,. que el grado de evolución del hábla andaluza hacia 1550 sería el que básicamente se ha mantenido en las tierras altas de Bolivia, Perú, Ecuador, Colombia, Venezuela y México, así como en Guatemala, Costa Rica, Noreste de Argentina y frontera mexicana con Estados Unidos; el de hacia 1650 ha prevalecido en Paraguay, Uruguay, Buenos Aires, Oeste de Argentina, Sur de Chile, El Salvador, Honduras, Nicaragua, Colorado y Nuevo México; y el de hacia 1750 tiene sus equivalencias en las costas de Colombia, Venezuela y Ecuador, en Panamá, República Dominicana, Cuba, Puerto Rico, Florida y Nueva York (emigrantes), Centro de Chile, Tabasco, Veracruz y Parroquia de San Bernardo (Estados Unidos). Actualmente, el español hablado en Andalucía se caracteriza frente al de Castilla y Norte de España, en sus niveles más cultos y generales, además de por el seseo, por los siguientes rasgos fonéticofonológicos compartidos grosso modo con el español de América: 1.0 Aspiración de la -/s/ final de sílaba (articulada, con variantes contextuaies, como una especie de hache inglesa o jota andaluza) o pérdida el). ciertos casos. Se trata, como es sabido, del fenómeno hoy más característico de las hablas meridionales de la Península, ' y el de 'mayores consecuencias. En América, las cartas de sevillanos incultos suministran abundantes testimonios desde mediados del XVI. Hoy la aspiración. o ~r dida de esta -/s/ implosiva es ,norma -con importantes excepciones- en la mayor parte de Hispimoamé·rica. 2.° ' YeÍsmo (reducción a un soió fo'-
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nema, como en el caso del seseo, de la pareja U/y, pronunciadas como y), que Amado Alonso encontró atestiguado en América en la segunda mitad del siglo XVII. De España se conocían muestras del XVIII y era considerado -en unos versos de Iriarte, por ejemplocomo rasgo característico andaluz. Hoy poseemos testimonios peninsulares del siglo XVI. 3.° La confusión -neutralización fonológica, para los lingüistas- de -/r/ y -/1/ finales de sílaba. Poseemos ya testimonios en textos andaluces del XIV al XVI, Y americanos desde 1525. Esta indistinción, rechazada en general por la norma culta andaluza y americana, está, sin embargo, bastante extendida en aquel lado del Atlántico, desde Puerto Rico o Venezuela al centro de Chile .. 4.° La aspiración de la /h/- procedente de f- inicial latina, conservada en el habla rural de la mayor parte de Andalucía (jierro, jumo, jiguera), la encontramos también en el uso rústico de extensas regiones de América; 10 que no quita para que sea rechazada por los hablantes cultos andaluces y americanos. y 5.° La pronunciación asimismo aspirada y faríngea, como una especie de hache inglesa, de la j (y de la g con sonido de j, o sea, ante e, i). Este fenómeno innovador está sin duda emparentado con el arcaísmo señalado en el punto anterior: allí donde la hache aspirada inicial se conservó, se encuentra también hache aspirada en lugar de la jota velar moderna del castellano. Así ocurrió en la mayor parte de Andalucía y Extremadura y así ocurre hoy en gran parte de América: en el Caribe y en muchas zonas de Centroamérica, Colombia y Venezuela. Es más, podemos añadir que, contrariamente a lo que ocurre en el centro y norte de España, la jota no es uvular en ninguna región de América. Con estos cinco rasgos más o menos compartidos -a los que hay que añadir, claro está, el más significativo de todos, el seseo-- puede decirse que el español de Andalucía y el español de América tienen en común, frente al español de
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Castilla, unos caracteres fonéticos y fonológicos que constituyen una especie ·de norma culta o supranorma internacional basada fundamentalmente --con exclusión, por vulgares o rústicos, de los fenómenos descritos en los puntos 3.° y 4.°_ en el seseo, el yeísmo, la aspiración de las eses finales de sílaba y la jota suave o faríngea. Con tales rasgos de pronunciación, y sin complejo lingüístico alguno, se expresa hoy un orador o un locutor de Caracas o La Habana. No siempre lo hace así, en cambio, otro de Málaga o de Sevilla. Resulta de esta manera paradójico que, mientras en toda España se admite ya sin reticencia la norma culta fonética de Venezuela o de Cuba, apenas tenga, en cambio, aceptación para usos no estrictamente folklórico s la andaluza o sevillana, de la que, como parece demostrado, proceden aquellas en gran parte. Es obvio, por 10 demás, que esa actual falta de prestigio (en niveles o registros idiomáticos cultos, insisto, no en los populares) se debe fundamentalmente al escaso uso que en los últimos veinticinco o treinta años se ha venido haciendo del andaluz en tribunas públicas, y muy en particular en los medios orales y audiovisuales de comunicación. Por eso me parece oportuno denunciar aquí enérgicamente una vez más el monopolio de la norma norteña y la exclusión discriminatoria de la norma meridional en la radio y la televisión del Estado. Que se me diga por qué hemos de hablar todos y oír hablar siempre por radio y televisión como si fuéramos de Burgos o Valladolid. Con eso sólo se consigue que luego nos choque más cada día el acento argentino o puertorriqueño cuando aparece en algún filme o documental, para no decir nada del acento andaluz propiamente dicho, que nos chocaría hoy a los mismos andaluces, dado que no se nos permite oírlo en serio a través de la pequeña pantalla ni cuando en un ~erial españól hablan García Larca y sus paisanos granadinos. En ello he insistido repetidamente desde hace años, y puede que algo hayan cambíado las cosas en los
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cuatro o cUico últimos. Pero no basta con ese algo. Hay que dar el paso decisivo en favor de 'la tolerancia fonética , de la pluralidad de normas en los medios audiovisuales no sólo del español que se habla en .el mundo, sino del que se habla en España, y esto no sólo en las emisoras de radio 'y televisión de la comunidad andaluza, sino en las de todo el Estado. Por lo que al habla andaluza se refiere, convendría, por otra parte, fijar una norma culta o pública de pronunciación, no para imponerla, claro está, sino para que sirviera de orientación a locutores y periodistas de medios audiovisuales. Y, por lo que respecta a Madrid o al resto de España, deben ser aceptadas en igualdad de condiciones gentes que hablen con la norma del Norte o con la del Sur. Así de sencillo y así de justo. "Porque toda nuestra situación dialectal de hoy - ha dicho el actual director de la Real Academia, don Manuel Alvar- se puede englobar en dos grandes áreas: la castellana (con su pluralidad) y la sevillana (con la suya) ." No parece que sea mucho pedir, por tanto -insistamos en esta cuestión, boy urgente y decisiva- , qué se admita en los citados medios audiovisuales españoles la que podemos llamar, en atención a Diego Catalán , norma o supranorma atlántica (andaluza, canaria e hispanoamericana) junto a la norma oficial o académica que, por cierto, sigue coincidiendo casi ce oor be con la norma local de Segovia o de la calle Serrano. La coexistencia pacífica en la Península de ambas normas cultas, y de sus grados intermedios, no creo que perjudique - sino más bien al contrario, como en seguida intentaré demostrar- a la unidad de la lengua española, tan invocada y cacareada por algunos para imponer como la única válida o digna la propia pronunciación de un idioma que de ninguna manera les pertenece en exclusiva, sino que comparten -debemos compartir- en un plano de igualdad los españoles del Norte con los del Sur, y unos y otros con veinte pueblos y naciones hermanas en la otra orilla del Atlántico. Esta deseada coexistencia que desde
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esta tribuna --como escritor que se expresa qralmente con la norma fonética mayoritaria de la lengua en que escribe con la ortografía común a trescientos millones de potenciales lectores- me atrevo a reivindIcar una vez más no sólo para los medios audiovisualés, sino también para la escuela y, a ser posible - más pronto o más tarde, y doctores tiene la Iglesia y cabezas claras la Academia- , para la misma norma académica, tendría, a mi modo de ver, como consecuencias positivas, entre otras, las siguientes: 1.0 La evolución fonético-fonológica del idioma español no quedaría así artificialmente detenida en un estado de !engua determinado - minoritario hoy, no se pierda de vista- , por muy recio, sonoro e imperial que todavía siga sonando en algunos recios e imperiales oídos. Por el contrario, la pugna noble y desde nobles tribunas entre ambas normas de pronunciación - la del español castellano y la del español andaluz-americano- introduciría úna especie de suave y controlado dinamismo en los niveles y registros cultos del idioma. 2.° El español oficial de España se iría así acercando - también a los españoles nos conviene este acercamiento y hemos de poner algo de nuestra parte para propiciarlo- al español culto de ultramar, por lo que la unidad de la lengua no se vería así afectada negativamente, sino muy al contrario, favorecida y estimUlada. En otro lugar he dejado escrito: "El idioma español es común a veinte naciones, y es conveniente que lo siga siendo . Yo me declaro tan absolutamente a favor de esa unidad como la Real Academia Española. Lo que ocurre es que, entre las varias maneras de lograrla o de mantenerla, me inclino por respetar la variedad más que la pureza, la confluencia más que la imposición, y la igualdad de trato más que el despotismo centralista, por muy ilustrado que sea o nos lo parezca en este caso. En otras palabras, creo que si se da carta de naturaleza en nuestro país a las distintas modalidades cultas dél español, en lugar de 'intentar imponer arbitrariamente' una de ellas,
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se alcanzará más fácilmente la síntesis y la unidad. Porque bueno sería, si de conservar la unidad del idioma se trata verdaderamente, no estar siempre a favor de lo más redundante, estricto y anquilosado frente a 10 más ágil, vivo y creador, que es al mismo tiempo - no se olvidelo más extendido a lo largo y a lo ancho de la vasta geografía hispanoparlante." 3.° El castellano de Castilla - tan hermoso por una parte, pero tan enterizo y redundante por otra- tal vez perdería por "contagio" con otras formas de pronunciación menos estrictas u ortodoxas algo de su reconocida sonoridad y claridad , pero quién sabe si no ganaría a cambio un poco de agilidad, suavidad y economía lingüística. 4.° Los andaluces, por nuestra parte, iríamos perdiendo 10 que he llamado en alguna ocasión complejo lingüístico de inferioridad, y lo mismo cabría decir de los canarios y, en una mayoría de rasgos, de los hablantes de otras regiones meridionales: murcianos, extremeños, etc. Los españoles cultos de tales procedencias no tendrían así que renunciar casi traumáticamente a su propia norma materna para acogerse - en determinadas ocasiones o de modo definitivo- a la norma de Castilla, con 10 que se evitarían de paso esa "vergüenza" que luego sienten (como confesaba de sí mismo un ilustre dialectólogo andaluz, hoy académico) cuando vuelven a su pueblo hablando demasiado "fino" . y 5.° Por lo que a los andaluces de a pie se refiere, al fijarse para ellos como modelo de lengua una norma culta más próxima a su pronunciación espontánea, no tend rían ya que verse obligados a ele~r en cada caso entre determinadas tendencias rústicas o locales y una pronun-
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ciación oficial distante e lnasimilable, sino que podrían irse acercando paulatinamente a esa norma andaluza más homologáda. Para terminar por hoy con el tema, quiero traer aquí las últimas y autorizadas palabras del tan citado artículo de Lapesa: "La tesis del andalucismo de ciertos rasgos no merma la fuerte personalid~d del habla hispanoamericana. Pero obliga a deiar a un lado la oposición entre españól de España y español de América; al menos oor cuanto a la fonética se refiere, sería más exacta la división entre español castellano y español atlántico. Esta última denominación, empleada ya por Diego Catalán, reflejaría bien la comunidad de rasgos que unen la modalidad lingüística andaluza con la de los países hisoanoamericanos. " Por mi parte, sólo me gustaría añadir un ruego dirigido a los andaluces cultos, y en particular a oradores, profesores y periodistas radiofónicos y televisivos: que procuren hablar siempre en andaluz. Esto es, que no renuncien en lo sustancial a su pronunciación materna ni -en una especie de vergonzante bilingüismo- la reserven sólo para usos caseros y coloquiales, sino que, a imitación de sus colegas ultramarinos, se sirvan también de ella en sus intervenciones públicas. Sólo así, empleando el andaluz para nobles menesteres y en registros idiomáticos cultos ,se irá depurando y decantando nuestra propia norma lingüística hasta que parezca a todos, no un castellano mal pronunciado o con un valor exclusivamente folklórico y dicharachero, sino una modalidad del español tan válida y legítima para todo como la del centro y norte de España, como el habla culta de Lima, Buenos Aires o México D.F.
LA CARBONERIA PACO LIRA fue el creador de «La Cuadra» uno de ,l os grupos de teatro más críticos y creadores de la España del franquismo. Hasta que -la censura le obligó a buscar nuevos aires a sus actividades culturales. Rescató un viejo edificio dieciochesco, almacén de carbón y en él instaló un ~ocal tan atípico como hermoso que lleva el nombre de «La Carbonería». Tertulias, exposiciones, representaciones dramáticas, recitales poéticos, música -celta o boliviana, blues o el más puro flamenco- tienen dugar en sus !patios donde ,e ntre otros han actuado o departido en tertulia José Bergamín, Rafael Alberti, Antonio Mairena, El Camarón, Nuria Espert, Rafael de Paula .. . La Carbonería también acogió a los congresistas en un recital f.lamenco de José Romero, Paco el del Gastor y El Cabrero.
República de las Letras
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