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Juan Goytisolo · Luis Mateo Diez Pablo Antoñana · Antonio Buero Valleio Roberto Fernández Retamar Julio Mariscal · Fernando Savater JosefinaAldecoa LA Ramón Hemández Luis Landero Arcadio López Casanova FannyRubio Jaime Garda Padrino José Maria Merino Andrés Amorós Isaac Montero Fernando Rodríguez Lafuente
lITeRATURA eN el fIN De SIGL O 11 en&~frL(OLnZ(QL, Di~TUL&i6n
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CON EL PATROCINIO OE CEORO (Centro Español de Derechos Reprográficos)
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ASOCIACION COLEGIAL DE ESCRITORES 6 1ltm tQ A I/drés Sore l
JUl/ta Directiva de la A. C. E.
Juan Mollá, Sal/tos Sal/Z Villal/ueva, Luis Mateo Díez, Raúl Guerra Garrido, A I/tonio Colil/as, GOl/zalo Sal/tol/ja
AI/tonio Hemál/dez, Félix Gral/de, Diego Jesús Jiménez, Juan Mal/uel GOl/zález, Ramón Hemál/dez
Meliano Peraile, Gregario Gallego, Femal/do Martíl/ez Laíl/ez, Rafael de Cózar, Víctor Alperi, Juliál/ Marcos
Ramón Sánchez Lizarralde
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Victorino Polo
BEDACCIÓN y DISTRIBUCIÓN ,
ASOCIACION COLEGIAL DE ESCRITORES Sagasta, 28, 5.º - 28004 Madrid Teléf.: 91446 7047/ Fax: 91 M6 29 61 Los trabajos e infol'macioncs publicados en
REPÚBLICA DE LAS LETRAS pueden ser l'epl'Oducidos libremente siempre que se cile 511 procedencia Imprime: Gráficas S:íIlChcz, S. G. l. , ·S. L. - Larra, 19 . 28004 " adrid Depósito Legal: M·8872·1980 1. S. S. N.: \l3 3·2158
JUNTA DlRECTIVA DE LA A' C. E. PRESIDENTE: JUAN MOLLÁ VICEPRESIDENTES: SANTOS SANZ VILLANUEVA LUIS MATEO DíEZ SECRETARIO GENERAL: ANDRÉS SOREL TESORERO: ENRIQUE LENZA ASESOR JURíDICO: JUAN MOLLÁ VOCALES: ANTONIO HERNÁNDEZ MELlANO PERAl LE DIEGO JESÚS JIMÉNEZ JULlÁN MARCOS FÉLIX GRANDE FERNANDO MARTíNEZ LAíNEZ JUAN MANUEL GONZÁLEZ CONSEJ EROS: RAÚL GUERRA GARRIDO ANTONIO COLINAS GONZALO SANTONJA GREGORIO GALLEGO RAMÓN HERNÁNDEZ SECCIONES AUTÓNOMAS ASTURIAS: VíCTOR ALPERI ANDALUCíA: RAFAEL DE CÓZAR VALENCIA: PEDRO J. DE LA PEÑA TRADUCTORES: RAMON SÁNCHEZ LlZARRALDE AUTORES DE TEATRO : JESÚS CAMPOS GARCíA SOCIOS DE HONOR: ÁNGEL M.a DE LERA DANIEL SUEIRO FRANCISCO GARCíA PAVÓN JESÚS FERNÁNDEZ SANTOS EDUARDO DE GUZMÁN LAURO OLMO CARMEN BRAVO-VILLASANTE ELENA SORIANO
UNA NUEVA REPÚBLICA DE LAS LETRAS REPÚBLICA DE LAS LETRAS se renueva a partir de enero de 2001 . Aumento en la tirada, en el número de revistas que se publicarán anualmente. Cambios en la forma y en el contenido. Temas de actualidad tratados por escritores desde distintos enfoques literarios. Críticas no mediatizadas por intereses de ninguna índole. Información rigurosa y amplia. Y un Canon literario. En nuestro próximo número, último del año 2000, anunciaremos como va a ser la nueva REPÚBLICA DE LAS LETRAS, para la que, desde ahora, pedimos colaboración crítica y opiniones a todos los escritores que deseen potenciar la única revista que no tiene compromisos ni dependencias editoriales o publicitarias.
Á.
C. E., AYER, HOY Y MAÑANA
En el próximo número de REPÚBLICA DE LAS LETRAS ofreceremos un extenso análisis sobre el funcionamiento y existencia de la Asociación Colegial de Escritores, sus orígenes, su desarrollo, sus planes para el futuro, realizado por el Presidente de A. C. E. y de CEDRO, Juan Mollá y por el Secretario General de la A. c. E., Andrés Sare\.
SUMARIO 5. Raúl Guerra Garrido. 7. Juan Goytisolo. Carajicomedia. Otra lectura literaria de la historia de España. Andrés Sore\. Cogitus interruptus, fragmento. Juan Goytisolo. 13. Luis Mateo Díez, en la Academia. Oías del desván, fragmento. 17. Pablo Antoñana. Además de la palabra.
19. Antonio Buero Vallejo. Oración a Buero. Josant Ferrándiz. 27. Julio Mariscal y su corona de espinas. Antonio Hernández.
35. De Drácula, Occidente, América y otras invenciones. Roberto Fernández Retamar. . 51 . Sagas y Leyendas: Un viaje por los Mitos de Occidente. Juan Manuel González. 65. Fernando Savater. Conversación. Manuel Quiroga Clérigo.
LA LITERATURA EN EL FIN DE SIGLO 2. Enseñanza - Difusión 75. Josefina Aldecoa. El creador ante la enseñanza de la literatura . 78. Ramón Hernández. La literatura en el aula personal y transferible. 83. Luis Landero. El creador ante la enseñanza de la literatura . 88. Arcadio López Casanova. El creador ante la enseñanza de la literatura. 93. Fanny Rubio. El creador ante la enseñanza de la literatura. 98. Jaime García Padrino. Clásicos de la literatura infantil española. 103. José María Merino. Literatura y formación. 110. Andrés Amorós. Literatura y cine. 113. Isaac Montero. Literatura y televisión. 119. Fernando Rodríguez Lafuente. Literatura e Internet.
L I BROS 127. Libros. 169. Premios. Convocatorias. 177. Informaciones A. C. E. - CEDRO.
PORTADA: EDUARD MANET. Dibujo para El Cuervo, de Allan Poe traducción de Mallarmé, 1875.
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RAUL GUERRA GARRIDO
Condena de A. C. E. al atentado que destruyó la farmacia del escritor en San Sebastián
E l 3 1 de ma rzo de 1978 e n el Sa ló n de Ac tos de l Ins tit uto Nac io nal de l Li bro Es pa ño l e n M adrid , se ce le bró la Asa mbl ea Co nstituti va de la Asoc iac ió n Co legial de Esc rito res. U no de los que in te rvini e ro n, y desde e l pr inc ip io se mostró co mo impul sor de la mi s m a, pa rti cipa ndo e n todas las re uni o nes que se ce leb raba n, fue e l esc rito r R aú l G ue rra Ga rri do. De l L ibro de Ac tas de la A. C. E . recogemos tex tualm e nte la s palabras que e n é l co nsta n de s u inte rve nc ió n: «Ra úl G ue rra Ga rrid o protesta de que se hab ló de prov in cias en tono li geram e nte peyo rati vo, he re ncia ind uda bl e de un desfasado ce ntrali smo a uto ritari o. Co ns id e ra que falt a algo e n los Es ta tu tos, qu e los po nga de ac ue rd o co n la te nde nc ia desce ntra li zadora de la po líti ca democ rát ica y e l res pe to d eb ido a las d iversas nac iona lidades de l Estado Españo l. E nti e nd e que la Asoc iac ió n Vasca debe tene r autonomía de ntro de la o rga ni zaci ó n» .
Raúl Guerra Garrido en el curso de esa Asamblea insistiría en la representación de escritores vascos, gallegos y catalanes . Impulsaría igualmente la edición de una antología de la narrativa vasca actual y participaría en la creación y desarrollo de revistas de literatura en Euskadi, como Kurpil o Kantil. Guerra Garrido ha formado parte de todas las Juntas de la A. C. E., de la que llegó a ser Presidente y es en la actualidad Consejero de la misma. Al tiempo ha desarrollado una de las obras literarias más fecundas e importantes de los últimos veinticinco años . Comprometido siempre con la defensa de la libertad de expresión y de los derechos humanos, Raúl es sin duda uno de los fundamentales impulsores y real izadores de esta Asociación, uniendo en la actualidad a su labor en ella, la que desarrolla en CEDRO.
Con motivo del atentado de ETA contra la farmacia de Raúl Guerra Garrido, ex Presidente de la A. C. E. y Consejero en su actual Junta Directiva, perpetrado en San Sebastián, donde reside el escritor, farmacia que quedó totalmente calcinada, esta Asociación envió a Raúl y a los medios de comunicación españoles, el siguiente telegrama
Qu erido Raúl: En nombre de la Junta Directiva de la Asociación Colegial de Escritores de España, de la que tú has sido Presidente durante tantos aJIos, te hago llegar nuestra repulsa por el brutal atentado que has sufrido y que afecta no sólo a tu persona y bienes, sino también al derecho a la libertad de expres ión de todos. Con nuestra solidaridad, recibe unfuert e abrazo. J UAN MOLLÁ
Presidente de la Asociación Colegial de Escritores
CARAJICOMEDIA de Juan Goytisolo
otra lectura literaria de la Historia de España
1. Co mo toda lectura, esta o bra está ll ena de guiños , literari os y hum anos . Los li bros leídos, los seres a mados u od iados . N o e ntraré en su a náli s is. Co mo toda lec tura, c ua nd o es be ll a, profund a, lo im po rta nte es e l aura q ue des pre nd e, lo qu e nos im preg na, la co mpa ñía que nos pro voca e in vita a e ntrega rn os a sus brazos pert urbado res, navega r co n s us e nso ñacio nes, reales, fic ti c ias, nove lescas o s imbó li cas .
Caraj icolll edia . Se a bre e l re ta bl o de las E s pa ñas . He aq uÍ e l deco rad o de l s ig lo X VI. H e aqu Í e l deco rado de l s iglo que e ntre ruin as y esco m bros - pa ra los m ás, no para los vivos de s ie m pre-
ago ni za . Mu c hos so n los esce nari os . Po r
e ll os ll evó la v ida s u a uto r. Gozando , s ufri e ndo, mem o ri zando . Y e nc arnándose e n o tro s a uto res que fue ro n o a los qu e no les dejaro n se r. M a ld ito . Q ue antes ya lo dec idi e ro n qui e nes po nti fi ca ro n qu e Sa laman ca co ns agra doc to res , da tít ul os, defin e leyes, y c rea do g m as : a l fi n s u c an o ni zad a U n ive rs idad ya co ns id e ró bruj o a T o rre s V ill a rro e l po rq ue sabía geo me tría o fij ó que New to n no te nía nin g un a a uto rid ad «po rqu e no e nse ñaba nada nue vo pa ra hace r bue nos lóg icos y metafís icos » .
De París al moro - el de aye r al q ue se exp ul sa, e l de hoy al q ue se mata, expl ota o enc ierra-, del Padre Fray B ugeo Mo ntes ino a María Zambrano, de l Arc ipres te de Ta lavera a Gil de B iedm a o La Lozan a Andalu za y Severo Sardu y - oj o al lápiz roj o de Ms . Lew in-Strauss, y siempre la so mbra alargada - desde las ininterrumpidas cárceles de España-
de Sa n Juan de la C ru z, he aq uí un ri guroso, des-
mitificador retrato e n e l que sexo- reli gión-histori a culmin an e l peregrinaj e cl arivide nte de Juan Goytisolo por los ca minos de las nec iamente ca ntadas, glosadas, y ahora desc ubiertas por esa ta ntos años tapada Rea l Academi a de la Hi stori a, glori as imperi ales de las Españas .
Il. No soy críti co lite rario. T ampoco profesor de literatura. Escribo. Mas por encim a de todo soy lecto r. Desde niño la lectura pali ó los efectos mi serables de la postguerra. Nada puedo re memorar, ag radabl e, de aquel país, el mío, que no sean los libros : yo vivía en los s ueños: Dosto ievsk i, S tendh al, Mann , Kafka, Faulkner .. . y los poetas . La poesía, sie mpre, lo primero . Como lector vuelvo ahora a sentirme niño . Será que el tie mpo no ex iste. Só lo e l segundo de vida e n que pensa mos, en q ue dete nemos nuestro camin ar hac ia el fin o e l principi o, es dec ir, la nad a. Y en ese segundo ll ega es ta estremecedo ra nove la. Tras «vi vir» e n ell a uno piensa que
neces ita po ner en voz alta su callada reflexión. Porque no estamos ante una novela más. Nada tiene que ver con la muerte de la literatura, por saturació n o víctima de la publicidad y los intereses espurios. Recuperamos la ingenuidad, la inocenci a de la literatura con ella. Toda infancia es cruel. Y cruel es la novela.
III Maestro en el decir, experto en el conocer, sab io en el analizar, irónico en la crítica, desmitificador en la iro nía. El sastre ha ido hilvanando las costuras de que se compone hasta definir un perfecto tejido literario. ¿Qué es la hi storia? Esa interesada, manipulada sucesión de malentendidos, deformaciones, irrea lidades, hipócritas e interesadas tergiversac iones, que subliman lo rea l, oc ultan lo cierto y levantan burdas mentiras para negar protagon ismo a sus auténti cos hacedores , los humanos, y encumbrar a los altares a los malhechores de las mitras y las estrell as en las hombreras de sus chaq uetas . El sexo y la ambición. La hipocresía y el fingi miento, la corrupción y la máscara de la caridad, la comed ia y el drama. Y en la hi storia todo es lupanar. Hermosos conventos donde se refoci la el ingenio, corre el esperma, se canta a la vid a y se da un corte de mangas, astutamente, a la muerte, tan temida como rezada. Ju an Goytisolo descose los virgos de los libros remendados que la retienen en su rea lidad , para que flu ya , libre y torrencialmente, la fresca sangre retenida y barra el pus y la ponzoña co nque los cham ari leros -ob ispos o jueces, reyes o gacetilleros- la retenían.
Santa Obra, ejecuti vos, personajes del Barbes-Roc hechouar, del reinado de la reina que dictaminaron loca, del Zoco Grande de Tánger y el bellísimo París de la página 75 o los conventos de Áv il a de la 85. Y iqué decir de ese retrato carajicomediesco de l Círculo de Bellas Artes del capítulo V! IV Juan el autor conversa desde la serenidad de su madurez y cuando por doqu ier todo es mezq uino con los personajes por é l inventados, conocidos, leídos, desde la burla o la piedad, el amor o el desprecio, y Genet, el mil veces maldito Giscard d 'Estaing . E l Enclavado en la Cruz que se abría «como los surcos de la besana a l instrumento de templado acero que permitía el riesgo , lozanía y cosecha de milagrosos frutos », y Jaime Salinas y Roland Barthes o Néstor A lmendros -icuánta Cuba creadora exiliada tras los primeros sueños!- si n que ayunas estén estas páginas de la visita de uno de nuestros más ilustres cancerberos de la historia y el pensam iento: Marcelino Mené ndez y Pelayo .
y lo hace desde los lenguajes de una lengua que ni se muere ni se cosifica, se hereda y se desarrolla, se conoce y se respeta a la par que se engrandece, lenguamúsica que habla a los sentidos y se reencarna como los propios personaj es que de ella son dueños, se reverencia a l tiempo que se vuelve del revés, es discreta y puta, zafia y sabia, mama la leche de los pechos que la engendraron y se retuerce y grita y atora ante el engendro de la nueva palabra de las dos sílabas terroristas, se retira esquiva y se bate batalladora, nunca indiferente, siempre apasionada, habla a borbollones o insinúa desde la aflicción y la tristeza, tierna y colérica, transmite en fin los mil mundos , las mil voces, los mil sentidos con que algún maldito escapulario, reliq uia purulenta, prete ndi ó encerrarl a y sil e nciarla. Para que los lectores la sigamos, tan ávidos de ella como lo está el pen itente al que al fi n se le da di spensa para gozar, de la gota de semen soñada en el anhelado miembro que le obligaban a enjaular. Lenguaje que só lo tiene nada más y nada menos
que un objetivo: que desenterremos el cadáver de la Inquisición escondido en lo más profundo de nuestros pensamientos y lo arrojemos de una vez por todas al basurero de la historia . Sexo frente al oscurantismo fr ailuno , toques, pálpitos , succiones, penetraciones, cantos, vinos, leches y jugos derretidos desde las cavidades, bocas o miembros de todos los hum anos frente a la zafia y rufianesca democracia instalada por los eternos lam ec ulo s, o portuni sta s, lechu guinos , mediocres de la baba y la cortesía perruna. Al fin ser libre para no entrar en la «behetría de un país sometido a la chusma frailesca y a una cáfila de inqui sidores cohonestados con invocac iones a la Virgen del Pilar y a la patri a».
V Palabras, palabras, palabras, tantas palabras corromp idas , lenguajeadas, malempleadas, emputecidas para apropiarse de conceptos, sueños , luc has , derrotas, lib ertad, neces itaban la réplica de un len guaje que c ulmin a en e l espléndido mo nó logo de las páginas finales, 4 del capítul o VIII, en el que teó ri cos como Petras o Chomsky encuentran convertidos muchos de sus arg umentos en una literatura tan crítica como be lla. Sin duda que el Abate Marchena y Blanco Wh ite ll orarían de placer leyendo estas páginas. Juan Goytisolo , Avellaneda de Fray Bugeo, chamuscado por la estulti cia franquista o la de nuestros días, ha escrito uno de sus epílogos a la crón ica literaria e hi stóri ca de la madre España, que iniciara en Se /la s de Iden tidad. Al fin siglos de no desaparecida Inquisición -gracias a Dios ya só lo se quema el pensamiento, pero se respeta el cuerpo de púlpitos radiofónicos y telev isivos sucediendo a las hogueras de las plazas públicas, de flema, verborrea y esputos ininterrum pidos en el cabizbajo y cada vez más mortecino Imperio- enc uentran aquí su ajuste de cuentas. Ah, si la muy católi ca y entronizada Reina hubiera tenido el miembro fornido y generoso de un buen jayán, tal vez corr ieran atrás hi storias sobre la hi sto ria. Quienes prendieron al poeta en su casa de la E ncarnac ió n ini ciaban el cam ino de la última Cruzada en la que algunos nacimos y todos fuim os sacrificados. E n esta nove la Juan Goytisolo se repasa a sí mi smo, y toda su obra es su vida, un río literario atropell ado por nuestra miserable cu ltura. Vivimos en e l fascismo cotidiano. Esta es la moral de los partidos. Este es el pueblo tras pasar por el fascism o, los partidos comuni stas o el soc iali smo español. Esta es la agonía de nuestra cul tura. Este será e l fi n de los Imperios, la Iglesia y la civilización, el ser humano. Mas no el de la novela . CarajicolI/edia: ¡al eluya!
UN TEXTO DE JUAN GOYTISOLO des figuras de la literatura hispana, aso,
,Algunas de las consecuencias negativas de este proceso indi-
vidual de contraeducación se manifestaría más tarde: el día en que, lector asiduo de novelas francesas, inglesas y norteamericanas editadas en París y Buenos Aires, descubrí mi absoluta ignorancia respecto a nuestra literatura fuera de los poemas comprometidos de los autores que combatieron en el bando republicano en la guerra civil. Mi adversión al país natal configurado por un régimen político y una Iglesia que recibía al dictador bajo palio, transmutaba su sublevación militar en salvadora cruzada y bendecía la acuñación de monedas con el lema de «Caudillo de España por la gracia de Dios», me había vedado la aproximación a mi cultura, a la pléyade extraordinaria de obras que, décadas después, alimentarían en mí el fuego de la pasión literaria. Me parecía imposible que la España conformista y cerril en la que viv ía hubiera podido producir en su historia algo válido . Como esos escritores laicos turcos o árabes que, aguerridos en combate contra una religión instrumentalizada, ignoran hoy voluntariamente la obra de Mevlana e Ibn Árabi, de
ciadas erróneamente por mi credo oficial de la Iglesia. La idea de hojear los versos del Cántico espiritual no atravesaba siquiera por mi cabeza: ¿qué diablos tenía que ver un flamante marxista como yo con un poeta místico y, para colmo, elevado a los altares? Fueron necesarios bastantes años de estancia en París, alejado de las miserias de España, para eliminar poco a poco los prejuicios y secuelas de esta repulsión visceral y descubrir al fin con maravilla y vergüenza la portentosa invención de Cervantes. Aquel día mi contraeducación concluyó: cicatrizaron las heridas infligidas por un sistema de enseñanza restrictivo e inepto, comenzó mi restablecimiento con la lectura voraz de una tradición soterrada. Mi verdadera formación se inició así en los umbrales de la treintena cuando, libre al fin de mis anteojeras , empecé a componer una biblioteca personal con las obras maestras del medioevo y de ese grupo de escritores posrenacentistas que integran el reino de las excepciones geniales, a forjarme una genealogía de la que me enorgullezco y trabar unos vínculos fecundos y estrechos con el árbol de la literatura., ,
Yunus Emré o Al Hallax, me cerraba a la idea de un acercam iento a las gran-
COG/TUS /NTER RUPTUS
luis mateo diez, en la academia En un reciente trabajo publicado en el número 66 de REPÚBLICA DE LAS LETRAS, Luis Mateo Díez dice: «Las novelas están escritas con imaginación, con memoria -si entendemos la memoria como esa especie de albergue en la experiencia o esa especie de " potencia del alma", como dice el Diccionario de la Real Acade-
lIlia Espaiiola- y luego con la palabra, el lenguaje como sus tancia co n la que se construyen esos edificios que acaban siendo las novelas». El citador citado. Luis acaba de ser elegido miembro de la Real Acade mia Española de la leng ua. Caminará los días de sesión por el Madrid de los Austrias, de la Casa de la Panadería a la calle de Fel ip e IV, tarareando a lg un a melodía, enredando sus pensamientos en imágenes del pasado rescatadas, tal vez, de su infancia, o s iguiendo en el curso de las nubes, que sus pasos guían, historias más recientes para sus cuentos y nove las. Entre libros, entre palabras, en la literatura, hermosos momentos para un gran creador. Para el amigo since ro. Para quien escapa a la voraci dad del tiempo que todo quiere devorarlo, fijando él mismo su tiempo de invención y compañerismo. Desde la Asociación Colegial de Escritores de España, de la que él es Vicepresidente, sólo nos queda, a sus compañeros, al conjunto de los escr itores y a los
alumnos del Taller de Literatura, que con tanta emoción como entusiasmo han gustado de su presencia y de su palabra, felicitarle . Todas las puertas de la literatura, de la cu ltura de la palabra, están esta vez, co mo todos los corazones que en ella habitan, abiertas a la sutil ironía , a la profu ndid ad, al aura desprendida de la persona , de la fábula de Lui s Mateo Díez. Hoy la Academia y e l ser humano se han vest ido de júbilo para celebrar la bue na nueva .
Reproducimos el illicio y elfillal de este sillgular libro de Luis Mateo Díez
SECRETOS
Lo que contiene un secreto siempre desprend e la aureola de lo mi steri oso, porque e l secreto anida en e l corazó n de las personas o de las cosas con inquietud y sigil o. E l secreto del Desván estaba esparc ido en la osc urid ad de los rin co nes y, además de la inquietud y e l sig il o, reforzaba e l mi steri o e n e l miedo, que era co mo un guardi án in vis ible que hab itab a en los espac ios más recónditos, aq uellos de los que prove nía n las a me nazas que susurra e l silencio. En rea lid ad, el Desván co nten ía muchos secretos , una po lvo ri e nta ac umul ac ió n de secretos que yacía n en la penumbra con la misma pacie nc ia que los o bj etos, diseminados en el desorden que susc ita e l abandono. A la inquietud, a l sigi lo y al mi edo, había que sum ar en seguid a la so ledad, esa conciencia de lo que e n e l olvido e ncue ntra e l vacío do nd e no hay nadie , y donde la nada es e l sopor de lo que se di o por perdido. La so ledad del Desván se percibía como un hum o inqui eto, in ap re nsibl e, que vagaba en la atmósfera cerrada supurando e l aro ma de las ausenc ias, la ema nación de los extravíos. El Desván estaba inund ado por ese aro ma de ruin a y rap iñ a que desti la lo que es tá dejando de existir, lo que se e ncami na a la desaparición por la vía de la incuria, aquello que ya no pertenece a nada ni a nadi e.
Dec ir que e ra un reducto de l o lvido pu ede tedero de la me mori a. E ra, eso sí, un es pa-
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inco m pren s ib les . Decir q ue e ra n sec retos fa ntasma les puede ser bastan te exacto, porque la image n de l fa ntas ma es la más caba l e n un e sc enar io de es a s c a ra c terí s t ica s , donde si hub iese que buscar alguna ide ntidad a los g u a rdian es in v is ibl es, los q ue procrea e l mi edo , se ría un a ident idad fantas magóri ca. La traged ia, co mo en todo ti e mpo de posguerra, y ese es e l tiempo de aque ll o s días qu e e l D esvá n reve la, es lo qu e no mbra, con aire de metáfo ra gr iega y aliento d e des gracia, u na co ntienda fratri c id a q ue tambi é n había lle nad o de deso lació n e l Va ll e , e n c uyo centro estaba la casa de l Des vá n.
EL TI EMPO
E l tie mpo des va lijó e l Desván, de modo q ue la úni ca vez que vo lvie ro n a é l, ta ntos a ños d espu és , e l D e s vá n estaba ta n limpio y vacío q ue no pa rec ía e l mis mo . Vac iar lo y limpi arl o era la mejo r manera de hace rl o desa parecer, ig ual que bo rrand o los recuerd os se hace desa parecer la me mori a . Para e ntonces, e llo s ya sabían que toda infanci a ti ene s u lu ga r sec reto y qu e e l Des vá n era e l s uyo . y tambi é n ha bían leíd o e n algún libro que la infa nc ia no es una edad , s ino un
estado de inoce nc ia y sabiduría c iega, qu e a lim e nta e l su frimi e nto más be ni g no de la memo ria .
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1.1 IIIU t ' n e
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fuera de la v id a do mésti ca , cotidi ana, e n la
Los secretos de l Desvá n te nían la anti güe-
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cio que subs is tía f uera de la vida , a l menos
ve rgüe nza de la suc iedad y la tini e bl a .
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ser tan inc ierto co mo dec ir que era un ve r-
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REPUBLICA DE LAS LETRAS NÚMEROS PUBLICADOS NÚMEROS EXTRAS: 1. 2. 3. 4. 5. 6. 7. 26. 27. 28. 29.
LA GUERRA CIVIL. CULTURA Y LITERATURA. LITERATURA FINLANDESA. LITERATURA NEERLANDESA. LITERATURA SUECA. LA RUTA DEL NORTE. LITERATURA NORUEGA. 11 CONGRESO NACIONAL DE AUTORES DE TEATRO. TALLER DE LITERATURA A. C. E. - SUICIDAS.
1492-1992: 500 AÑOS DE HISTORIA. TRADUCCiÓN Y CREACiÓN LITERARIA. PERESTROIKA y LITERATURA. EL ESCRITOR: SU ESTATUTO SOCIAL Y SU PAPEL EN EL DESARROLLO DE LA CULTURA. 30. ESCRITORES Y TELEVISiÓN. 31. LA AVENTURA DE ASOCIARSE. PASADO, PRESENTE Y FUTURO DE LA ACE. 32-33. EL 92: LITERATURAS DE ESPAÑA Y AMÉRICA. 34. LOS TALLERES LITERARIOS. 35. EL TEATRO SE ESCRIBE HOY (PRIMER CONGRESO DE LA ASOCIACiÓN DE AUTORES DE TEATRO). 36. MAASTRICHT Y EUROPA: UN DEBATE PARA LA CULTURA Y LA LITERATURA. 37. LOS TALLERES LITERARIOS 11. 38-39. ESPECIAL. 50 AÑOS DE ADONAIS. 40. LAS LETRAS Y LOS LIBROS ESPAÑOLES EN EL NUEVO MARCO EUROPEO. 41. TALLER DE ESCRITURA A. C. E.: LA CREACiÓN LITERARIA. JÓVENES ESCRITORES. 42. LA LITERATURA Y SU ENSEÑANZA. 1 DIDÁCTICA. 43. LA LITERATURA Y SU ENSEÑANZA. 2 EXPERIENCIA. 44. LAS LETRAS Y LOS LIBROS ESPAÑOLES EN EL NUEVO MARCO EUROPEO. 45. JOSÉ MARTí EN EL CENTENARIO DE SU MUERTE. 46. LITERATURA Y AUTOBIOGRAFíA. 47. LAS LETRAS DEL CRIMEN. 48. LETRAS DE CHILE. 49. LA LITERATURA Y SU ENSEÑANZA. 50. MEDIO SIGLO DE NARRATIVA. 51. POEsíA: LUIS CERNUDA. GERARDO DIEGO. ALEXANDR BLOK. 52. CINCUENTA AÑOS DE CÁNTICO. 53. LITERATURA INFANTIL Y JUVENIL. 54. CINE Y LITERATURA. 55. FORO DE LAS LETRAS. 56. DEL 98 AL 98 CIEN AÑOS DE LITERATURA ESPAÑOLA 1. 57. DEL 98 AL 98 CIEN AÑOS DE LITERATURA ESPAÑOLA 11. 58. DEL 98 AL 98 CIEN AÑOS DE LITERATURA ESPAÑOLA E HISPANOAMERICANA. 59. LA LITERATURA CHICANA HOY. 60. VI CONGRESO DE ESCRITORES. 61. JOSÉ AGUSTíN GOYTISOLO. MIGUEL FERNÁNDEZ. GUSTAVO BUENO. 62. FERNANDO QUIÑONES IN MEMORIAM. 63. CLAUDIO RODRíGUEZ. RAFAEL MORALES. 64. ALBERT!. MEMORIA NO PERDIDA Y SIN CENSURAS. 65. JAVIER EGEA. ROBERT BURNS. LITERATURA CRIMINAL. 66. LA LITERATURA EN EL FIN DE SIGLO 1. CREACiÓN, CRíTICA.
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a d e m a s d e 1 a p a 1 a b r a
Rec ibo tu ali ento, Sorel , cuando dices que só lo nos queda la palab ra (Otero), pues el poder, su gloria y su mentira, "el caball o y la pi stola" (Leó n Fel ipe) no son nuestros, nunca lo fueron. Con la palabra "cargada de futuro" (Otero) nos basta, y ya es suficie nte. Por ahora, digo por ahora, no nos arracarán la lengua, aunque todo se andará, ni vaciarán de la caj a del cráneo cuanto oím os, leímos, y senti mos, que bi en lo guarda la memori a mi entras nos sea fi e l. Esa arq uita ll ena de sueños, el tormento de la esperanza y las viejas fes, desteñidas, sí, pero sin mell as de eros ió n todavía. Tiesos, en pie, soldados de lo impos ibl e, se nos oirá la voz aunque pasen siglos, aunque llegue desgastada a sus dest inatarios, hambrientos tamb ién de fe. Seremos, mientras ta nto, nosotros mi smos, de nadie más, y así los que vengan detrás de nosotros y los de detrás de éstos, y los más tardíos aún , hasta que el tiempo exp ire, ento nces, di go, se ro mperá la maldició n y ya no será conde na, ni nosotros obj eto de mofa, escarn io, o vi lipendi o. No importa, ésta es nuestra d ivisa : "E
puor se muove". Se mueve una desazón en e l interior del ho mbre, esas cavernas prehi stóri cas, donde res ide el alm a, la conciencia, o lo que sea. Esa ll ama, alumb radora en la noc he, nos hace extraños perso najes divagando como ciegos en ta nteos con su balón compañero, orill ados , disidentes, nada más que gente en peregrinac ió n hacia la utopía, ese sueño fu lgurante, lejanísimo , que nos mantie ne en pi e, y que conste, sépan lo los' charlatanes , "sin utopías la vida carece de sentido", como dij o no sé quién, otro soñador, otro loco con su dign idad malherida, pero bi en di cho. Sin embargo, fieles, abs urdos, osc urecidos, creemos e n fes sin dogma, soldados sin bandera, pero si algú n trapo nos des lumbra, lo
inventamos nosotros sin injerencia alguna. Nos miran de reojo, sonríen con sorna a nuestro paso, ignorando que ya sabemos de nuestra condición de extraños. Es que nos duele la gente derro tada , sin nosotros serlo, la gente injuriada por la injusticia sin haberla padecido y no entienden esa locura, no la entienden. Ya lo sabemos, somos otros, ariscos, altivos , no gritamos "oe, oe, oe" , con musiquill a de desfile militar, ni nuestra voz es balido de oveja. Todo un desafío provocado r. Peregrino s de lo impos ible , ya lo saben , aunque en el silencio de sus noc hes, en ese amargor que les aportan sus renuncias, la vergüenza de sus desercio nes, cuántas , y qué humillantes, en esos instantes de su so ledad desi erta, nos ad mi ra n, estoy seguro. No se arrepi enten , pero nos admiran. E l caso es que alguien nos encontrará, es pos ible, qui zá, qui zá, y siempre por cas uali dad, olvidados en uno de los últimos rincones de la hi stori a, y se preguntará n por "el caso raro", qui énes fuimos y el porqué de nuestra di sidenci a y alti vez , si la tierra que habitaban rebosaba d inero , si pertenecían a la raza que expl otaba el pla neta, si pudi ero n haber sido alguien y no qui siero n, un error dirán, por dec ir algo, y ese estudi oso, si es que ese año de l fin de l ti empo ex iste, no entenderá que fuimos voceadores de un ho mbre que no fu e porque no le dej aro n. Nos admiran, Andrés, nos ad mi ra n, aun cuando se ca ll an con sil encio có mpli ce y co rro mpido. Cum plirán e l vat icini o que otro algui en lúcido atribuyó al hombre de hoy: " nace víctim a, se 'hace có mpl ice y muere verdu go" . Pero, seguro, un gusano horada sus adentros y sufre n, pues, en medi o de todo, so n cobardes, A ndrés, so n co bardes y bien lo saben. Es por eso que nos rehúyen, sos laya n, y re nuncian a reco nocernos, olvidaro n co n in te nció n nuestro no mbre y ape llido. Tampoco es para senti rl o, pues, dicho sea de paso, e llos se lo pierde n. E ll os y no nosotros . Me ha salido esto , gra ndil oc ue nte y po mposo co mo arenga c uartelera, pero lo suscri bo de la cruz a la raya, y si co metí exceso tampoco me arrepi e nto .
Publi cado originariamente en Gara, ( 1-7-00).
IN MEMORIAM
ANTONIO BUERO VALLEJO
por 1a
oración a buero tu lucha por la verdad libertad y la esperanza
_t.¡J¡,i·'¡",n
Acabo de llegar a la capi lIa ardiente que tan merecida y esplé ndid amente te ha preparado el Centro Dram ático Nacional en el punto cént ri co de l patio de butacas, que tantas veces ocupáramos los espectadores de tus obras, de este hi stó rico teatro María Guerrero. Son las 16.15 y me dirijo con paso rápido hacia Vic toria, quien sabe muy bien cuánto te aprecio, te va loraré sie mpre y lo mucho que te debo . Ella (imenudo ag uante!), de pie, como un roble que te esco lta, s in mostrar fatiga alguna, horas y horas acogiéndonos y ofrec iendo un as palabras para cada uno de tus amigos, también tiene un a para mÍ.
* Autor teatral.
-Gracias. -Soy yo quien tengo que agradecérselo todo. ¿Te acuerdas ? -Sí. Pero se nos ha ido ... a los diez minutos del comienzo de esta madrugada ... -A la misma hora -le corto con una mirada húmeda y brillante- que suele caer el telón al término de una obra de teatro magistralmente hecha e interpretada por actores y actrices con muchas tablas. El telón ha ca ído lenta, pero provisionalmente, para la función de su vida . . . ; pero hoy y mañana volverá otra vez a levantarse; su obra, en coherencia con su vida, continúa .. . representándose ... Me despido de tu viuda (son muchos los que esperan para expresarle sus condolencias) y me acerco para contemplarte como a ese «caballero de la triste figura pero con la mano en el bolsillo» (as í te des cri bi ó con gran acierto Manuel Vicent) y ofrecerte mi oració n preñada de silencio. Dos largos (para mí cortos) minutos con mis ojos fijos en tu rostro ya inmóvil pero sereno. Desvío mi mirada hacia la cabecera de tu féretro y sa lto de gozo al darme cuenta de que no te han colocado un crucifijo. Para mí la cruz siempre fue signo de muerte y, pienso que los cristi anos nunca la tendrían que haber adoptado como el símbolo que les identifica. Cuando estudi aba Teología en Barcelona, el profesor de simbo logía siempre dibujaba en la pizarra el concepto de libertad o insurrección (no re-surrecció n; la partícula «re» supone un regreso a la vida anterior, al pasado) con una flec ha, así: «t>, disparada a lo a lto. Pero ... (observo con rapidez todos los rincones de tu capil la plagados de múltiples coronas) ¿dónde han co locado la tapa de tu ataúd? Presiento que ahí no se ha cumplido tu deseo y comienzo 'a sentirme nervioso. Discu lpa. Vuelvo enseguida. (Salgo precipitado hacia el vestíbulo y pregunto por algún encargado del María Guerrero. Me presentan a un joven, Ro nald, con acento extranjero, que me dice ser el ayudante de d irección. Le pregunto que dónde han dejado la tapa de la caja. Me responde que detrás del telón, en el escenario. Le in vito a que me acompañe a verla y, en efecto, allí, entre la sem ioscur idad de algunos bastidores, aparece, en tenue brillo, el cruc ifijo sobre e ll a. «Gracias», le digo en un tono apagado y triste). Ya estoy aquí de vuelta, al pie de tu féretro del que quisiera haber sido el carpintero para esculpirte a lo largo de la tapadera un a gran flecha disparada hacia e l infinito como signo de tus ansias de libertad, de insurrección y de esperanza que siempre comprobé diáfanas en tus obras; pues, aunque al ser humano lo analizaste y describiste como persona caída, incompleta y situada, siempre lo representaste co n un inmenso anh elo de au torreali zac ión y de plenitud. ¿ Te acuerdas cuando nos co noc imos cara a cara? Yo ya llevaba vari os meses como vecino en Madrid procedente de mi tierra, Orihuel a (la Vega Baja de
Miguelito; ¡cuánto t e pregunté
por
é l. . . !:
«¿Cóm o era?», y un a y otra vez me expresabas con una so nri sa rebosante de tra sce ndencia : «Era un ánge l»), desvalid o y s in fue rzas para vivir y para afrontar mi f uturo , pues e l obispo me expu lsó de aq uel la m I p a tria c hi ca por publi car mi primer texto de teatro: una críti ca a lo in stitu c io na l y jerárq uico d e l crist i anismo. Meses antes había hec ho llegar a tu casa a lg un os de mis inmaduros li bretos y, a partir de entonces, nos carteamos con frec uenc ia (aún co nservo
ce losamente
tus
fo li os enteros escritos a mano con elegantísima letra pequeña y por las dos caras). Me hab labas tantas veces de la traged ia ... ; porqu e así había empezado el teatro en Grecia representando la condición hum ana (más tarde hice cuentas y pude comprobar que la tragedia había ten id o incluso éx ito de público e n nuestro teatro en los últimos veinticinco años: La Fundación, Esta noche, gran velada, Hay que des-
hacer la casa, Bajarse al
111 oro
-el final es ta n sencillo y humano como sub li -
me y trágico-, ¡Ay, Canl/ela!); pero también me escribías sobre e l deseo inn ato de libertad en la hum anidad, y me hacías recordar aq uell as palabras de l perso naj e Doña Nieves, la echadora de cartas, de tu Hoyes fiesta: «Hay que esperar. . . Hay que esperar siempre . .. La esperanza nunca termi na ... Crea mos e n la esperanza ... La esperanza es infinita». Había transcurr ido cas i un año. Yo vivía en E l Pozo, junto al padre Ll anos y aquella gente margin ada, y, aun recibiendo
tus manuscritos, deseaba ardi entemente conocerte en carne y hueso, ofrecerte mi abrazo y mi mano co mo signo de amistad. Pero era -y soy-
muy tímido, y
tu altura y tu talento me imponían respeto y distancia para decidirme a salir del mero carteo. Además, algun os me habían hablado de ti como de una persona seria e incluso so litaria ... Sin embargo, por fin me decid í. Después de as istir al estreno de Bajarse al
11101'0,
te esperé a la puerta del teatro Bellas Artes. Tarda-
bas, probablemente porque habías ido a dar la e nho rab uena al autor, Alon so de Santos. Los minutos se me hacían eternos ... y pensaba: «Pero ¿qué le puedo importar como autor teatra l principiante a este gran dramaturgo? Seguro que me invita a meterme en otros líos y a desistir de la ímproba profesión de esc ribir teatro. Lo mismo simp lemente acoge mi saludo y se larga harto ya de que tantos se le acerquen .. . ». Ya habían sali do todos de la función y la cal le estaba des ierta. Indeciso, tuve la tentació n de posponer nuestro encuentro para otra ocas ió n cuando, de pronto, apareciste esbelto junto a tu hijo Enrique (tr istemente desaparecido un año más tarde) ,
pue~
Victoria no te acompañaba esa noche. M uy
cortado me acerqué y me presenté notablemente apocado temiéndome un tirón de orejas de tu parte por co larme en la farándula. Pero (¡cuá l fue mi sorpresa!) tan só lo balbuceé mi nombre, me abrazaste mientras me decías cortándome la frase que tenía preparada : -¡Hombre, tú eres el eurita! Me gustó enormemente aq ue l apodo con que me ca li ficaste y hasta me pareció gracioso que, desde entonces, siempre me ll amaras así. Y, sin perder el sentido del humor (cosa que jamás hubiese esperado de tu aparente seriedad), pusiste tu mirada en mis ojos y, con rostro risueño, me hab labas suavemente: -Después de haber sido destituido, condenado y desterrado ec les iásticamente por publicar una obra de teatro, deberías se ntirte muy orgu ll oso - y daba un ritmo pausado a cada pa labra de la última frase-o ¿Qué crees, que yo no me tomé con un enorme orgul lo (como también se lo tomó tu paisano Miguel) el haber estado condenado a muerte e n las circ unstancias de la postguerra civil? ¡El teatro se lo merece! Á nim o . Sigue escribi e ndo y sé co nsta nte, y .. . , sobre todo , ante cua lqui er contratiempo o fracaso, nunca pierdas la esperanza. Poco a poco tus pa labras in vad iero n e l bochorno de aque ll a ca lurosa madrugada veraniega y perfum aro n con una brisa de ilu sió n la calle madril e ña del Bellas Artes, y, según las iba asum iendo, me desasosegaban y me ll enaba n de paz interior. ¿Qué más podía pedirte un autor de teatro que co mi e nza a escr ibir sus primeros textos como sus primeros balb uceos? ¡A tu lado, ante tu hij o con su expresa comprensión s il enc iosa y ante aquell a ca ll e peq ueña y desierta como testigos , me sentí por primera vez un privilegiado!
Desde entonces conversábamo s d e sp u é s de t o dos los e s tr e no s. ¿ Te a cu e rda s d e a qu e ll a l arg a tr as n oc h a d a (<< iLo suyo era la noche !», me rep etía tu fie l a mi go y g ra n ac t o r d e d o b l aje S a lv ad or Ari as) e n e l C írc ul o de' Be llas Artes des pu és de l es tre no de
Las cicatrices de la memoria, de Jorge Díaz? E ntr aba a la Sala de Co lumn as aco mp añado de Isabe l Ord az y de L ui s Arauj o, y buscaba un rincó n pa r a la te rtul ia . Imposib le . To d o e l g ra n sa ló n estaba a rebosa r. P ro nto te pe rca taste de que no e ncontrábamos ni un so lo as ie nto y me llamaste: -C uri ta, ven y siéntate a mi lado e n este b razo de l sofá; cabes aq uí. V ictori a estaba a tu izq ui e rda d ialoga ndo co n la actriz Mercedes Sa mpi etro y co n otros actores. Me di sculpé co n mi s comp añeros y accedí a tu in vitación, pues supuse que algo querías co muni carme. A llí, a pesar de mi incó moda pos tura, pronto te aperc ibí co n todo tu ca lor hum ano co mo «un virtuoso de la palabra» (más tarde la ac tri z María Jes ús Va ldés te c ali ficó co n esta ex presió n vinc ul ando indefectibl e me nte tu le nguaj e co n la música). - ¿Cómo interpretái s vosotros, los teó logos, estos textos bíbli cos o es tos dogmas? Po rq ue tu afá n curi oso por e l saber y por la cul tura nunca tu vo barreras , fue sie mpre uni versal. Intuí de inm edi ato que tu preg unta iba más all á de l hori zo nte de una respuesta más o me nos razo nada y ge nera li zada. Y aterr iza mos cua ndo me espetas te as í, e n frío : - y ¿qu é me di ces de la virg inidad de María, la madre de Jes ús?
Aunque me cogiste de improviso, recordé con frescura mis estudios teológicos. Comencé explayándome en la definición de «concepto teológico»: algo así como la sublimación de algo que no obedece del todo (sólo en parte) a su realidad original. Y así el «co ncepto de virginidad» obedece a que Dios (ésta es una de sus grandes manías bíblicas) quiere hacernos ver que de lo que parece imposible puede surgir la posibilidad (Sara puede dar a luz a sus 65 años; Isabel, la que llamaban estéril, es capaz de concebir. .. ). María fue virgen, pero también fue una verdadera (y no falsa, como a veces nos la describen) esposa. Y «que ya estaba bien (segú n palabras del gran teólogo Rahner) de fisgar en su intimidad» . Recuerdo que frunciste el ceño y, con notable tono de dureza, me cercaste con el lazo certero de tu emblemática honradez: - y ¿por qué no lo explicáis así de claro desde los púlpitos y desde vuestras
homilías? No se puede tener al pueblo engañado. Hay que decir y defender siempre la verdad, por muy dura que ésta sea. Los ojos se me nublaron debido a un atisbo de lágrimas procedentes de mi impotencia. -Las mentiras e hipocresías que hemos hecho caer como trombas terroríficas sobre la humanidad a ·10 largo de su historia . .. para pro vocar la obediencia ciega a través del miedo ... -Ya ves en qué situación jurídica me encuentro por ser consecuente con la realidad -balbuceé-o Más de un jerarca me volvería a condenar por el só lo hecho de enterarse de que estamos hablando de esto . . . Enseguida me repuse cuando pensé en la audacia de tus palabras, que te mostraban como «el periodista de la conciencia viva de nuestra sociedad» (definición que, desde entonces, usé siem pre cuando hablaba de ti y de tu teatro). Y me convenCÍ de que no só lo creabas verdad en tus escritos, sino de que continuamente estabas en la actitud de la búsqueda de la verdad en todas las facetas de tu vida: la coherencia entre tu ser, tu pensar y tu actuar. Tu teatro no só lo no se reduce a un mero espectáculo (que siempre lo es), sino que, recordando la proclamación de tu Discurso de Ingreso en la Acadelllia, el autor debe ser cauce de unos mensajes ética-
mente liberadores a un público que vive encorsetado en las estructuras de la sociedad, «pues el teatro no es hipocresía, aunque la hipocresía fuese teatro en el primigenio sentido de la palabra». De aquí el «fundamento [ ... ] de toda posible antropología. Lo que requiere la escena de la vida [ ... ] es "lo fingido verdadero": que nuestra representación se satu re de sinceridad». ¡Qué magisterio el tuyo y qué temeroso y cobarde me sentí a causa de mi poco compromiso por la honradez costase lo que me costase! De pronto, pasó por mi mente una pregunta y te la expresé tal como la iba pensando:
-¿Por qué no escribes una pieza de teatro con una valiente crítica a la Iglesia? ¡Serías muy capaz .. . ! - ¿Has leído Las Meninas? -me contaste. -Sí, pero ... -Vuelve a leer detenidamente la obra y encontrarás una respuesta a tu propuesta. Cuál fue mi sorpresa al comprobar, en los días siguientes, que uno de los perso najes de esta pieza era Un Dominico , quien aparecía en muchas escenas sin que se le oyese palabra alguna. Comprendí que, qui zás a lo largo de toda la hi storia del teatro, jamás se había hecho tan contundente crítica a todo lo que a la Iglesia en varias ocasiones ha rodeado de mafias, de condenas, de montaj es in sti tucionales, de falsedades y de absentismos o inhibiciones o desentendimientos o de lavarse las manos con respecto a los más desprotegidos o excluidos e incluso a los explotados sin expresar frase alguna. El silencio (a pesar del mov imi ento de los labios del personaje) era tu crítica más sublime y más valiente que jamás vi en un autor (y que hasta hoy nadie - creo-
ha superado) a esa Iglesia como
institución tan lej ana de la que quiso Jesús. -Sigue escribiendo -te repetía en nuestro s encuentros de estos últimos años sabiendo que te costaba mucho gestar un a obra (todas las construías co n una dramaturgia arq uitectóni ca perfecta)-. Te necesitamos tanto .. . - Ya estoy cansado -me respondías con esa voz típi ca que tanta fat iga te costaba para que sali era de tu garganta-oCualqui era sabe cuándo se va uno al otro barrio ... , si es que hay otro barrio. Tal vez no he sido lo bastante malo como para irm e al infierno -me repetías con gran sentido del hum or- ; pero yo no sé si ex isten o no realmente estas cosas ... - y acababas después de respirar hondamente- ¡Ojalá haya otra vida! -Tampoco yo lo sé, y, precisamente por eso, soy creyente. Si tuviera plena certeza, sería una ev idencia y sobraría la fe -te transmití tímidamente, pues siempre he sido muy respetuoso con las creencias de los demás. Ya ves, las lágrim as se ago lpan tras mis párpados y estoy hac iendo fuerza para que no afloren . .. , y no te ngo más remedio que explotar: -Pero ¿cómo no va a haber «otro barri o» (necesa ri o mundo de verdad, de música y de luz) para los que han luchado desde el arte por una humanidad más coherente y so lid aria en el que tú te encuentras ahora junto a tus ánge les Federico y Miguel? -ya no puedo retener las lágrim as ... que ya han comenzado a desbordarse-o Desde que en esta madrugada has desaparecido (só lo materialmente) de entre nosotros , tengo la conti nu a tentación del suicidio para poder seguir la este la rápida , firm e y certera de esa flecha, así: «T», que un día dispa-
raste hacia el infinito desde el tensor del arco de tu vida en coherencia con tu obra. Pues ¿qué es lo que queda en «este barrio» sino lo mismo que denunciaba Asel en La Fundación antes de suicidarse?: «Vivimos en un mundo civilizado al que le sigue pareciendo el más embriagador deporte la viejísima práctica de las matanzas. Te degüellan por combatir la injusticia establecida, por pertenecer a una raza detestada; acaban contigo por hambre si eres prisionero de guerra, o te fusilan por supuestos intentos de sublevación; te condenan tribunales secretos por el delito de resistir en tu propia nación invadida ... Te ahorcan porque no sonríes a quien ordena sonrisas, o porque tu Dios no es el suyo, o porque tu ateísmo no es el suyo . .. A lo largo del tiempo, ríos de sangre». Porque ... ¿qué puedo hacer yo aquí huérfano, desanimado y sin tu protección?
(La tarde del 29 de abril de 2000, en el patio de butacas del María Guerrero de Madrid).
El autor de este artículo entregando a Buero una fotografía del retrato original que hizo a lápi z a Miguel Hemández cuando ambos estuvieron juntos en la misma galería de condenados a muerte en la cárcel, durante el homenaje que la Tertulia Lunes de Teatro ofreció al dramaturgo con motivo de su 80 aniversario.
julio mariscal y
su corona de espinas
No hace mucho, esa especie de Paracelso sanluqueño que se prendó de Arcos de la Frontera llamado Guillermo López, me pidió un prólogo para su próxima entrega narrativa y en el mismo puse algo así como que es el cuarto rey mago de la narrativa arcense que ha llegado al portal de Belén en la escritura tras los hermanos Cuevas, que son uno en dos como Castor y Póllux, Carlos Murciano y yo mismo, por este orden. A vueltas de correos me contestó dándome las gracias preceptivas, y, entre sus comentarios, hallé uno que no respondía con exactitud al espíritu de mi frase: mi clasificación no lo era cualitativa sino que, meramente, respondía al orden de llegada a la narrativa. Lo importante de las cosas para mí es llegar y a ser posible llegar a lo que tenemos más cerca, el corazón de nuestro prójimo. Y esa cualidad es la que nadie puede discutirle a un poeta como Julio Mariscal: su facilidad para hacer nido de palabras emocionadas en el corazón de sus lectores. Cualquiera que no sea lego sabe que los caminos poéticos son tantos como las voces personales de los poetas. No hay más, ni uno. La aduana líri ca es, por rigurosa, inesquivable y aquí todos los andarines más o menos aventureros y necesitados de reconocimiento podremos darnos cuantas caminatas queramos por los alrededores de la gloria, pero lo que se dice entrar en ella, en la definitiva que muchas veces es hostil a la fama, no lo va a hacer nadie que no sea reconocido por su acento inconfundible. Se hace, por tanto, camino el andar - no al andar, vulgaridad que no creo se le ocurriera nunca a un espíritu tan di stin-
guido como el de Machado- y cuando llega al destino alguien contesta en función de que sea la voz la garantía.
Julio Mariscal era un poeta de voz rotunda, inconfundible, absorvente, de esas que no se pueden seguir so pena de que nos delatemos como 'deudores de la misma, Y de ahí fundamentalmente el que ahora mismo no podamos disfrutar sus seguidores del reconocimiento que se merece, a lo que no es ajeno el fervor por la mímesis desencadenado a lo largo de las tres últimas décadas. Una poesía más plural, de muchos más registros, más rica en orientaciones, lograrían sin duda que Julio -el cual es para muchos gaditanos lo que el grupo Cántico para los cordobeses- tuviera su altar, y no como ese ara donde se da gracias por la vida, sino como ese lugar sagrado al que se le agradece la variedad de su milagro. Personalidad, por tanto, diferencia, desde la que ir hablando con esa luz recóndita del mundo que es la poesía. Hace muchos años, cuando lo conocí, ya Julio encarnaba la figura romántica del poeta. Era el poeta con mayúsculas: alto, solitario, bello, misterioso, incluso con una muy cierta aura maldita de inclinaciones prohibidas y escandalosas proclividades. Se puede afirmar que ya era su propio mito, pero que ese mito en vez de la corona de laurel portaba sobre su cabeza la corona más noble que un hombre nunca haya ceñido: la corona de espinas. Parece paradójico pero su gloria iba íntimamente ligada a su infierno. Pienso que a estas alturas echar la culpa a nadie de los problemas personales pasados o de los presentes para la difusión de su poesía no tiene razón de ser alguna. Julio, aparte de ciertos enemigos sociales que no se dispusieron a hacerle la vida muy agradable, tuvo uno que lo fue en demasía: él mismo. Y lo fue tanto en lo que respecta a la atención consigo como hombre que necesitaba ganarse sus libertades como en lo que ataña a una mínima ayuda a su propia poesía, de la que nunca fue colaborador proyectándola en lecturas y por otros medios difusores . Cuestión de carácter ambas cosas, solía poner más confianza en su forma de ser que en cualquier beneficio para la misma. Y si nuestro carácter es el setenta por ciento de nuestro destino, no hay que extrañarse de que aquella timidez le haya traído este silencio. No digo, ni con mucho, que no fuera amable o por el contrario, fosco, sino que nuestro carácter es el espejo de nuestra conducta y el resultado a veces hasta que el tiempo hecho historia decide-, de nuestra mayor o menor proyecci ó n. Julio era un poco desganado para las relaciones públicas y sólo a finale s de los años cincuenta lo vi entusiasmarse a fondo con algo concerniente o relativo al mundillo poético . Fue con ocasión de la visita a Andalucía , y en este cas o concreto a Arcos, del autobús con los poetas de Alforjas para la Poesía, en el que , valga para la curiosidad, viajaban gente como Dámaso
Alonso y Gerardo Diego. Las vísperas de su arribada, un Julio jocundo, moreno del mar de olivos andaluz, con patillas bandoleras de boca de hacha y un traje blanco de los que sólo salían en las películas del cine de mi abuelo Ramírez, me lo dijo mientras jugaba al dominó en uno de los bares de mi familia: «Mañana llegan los poetas, ¿vendrás a recibirlos?» . De aquel vleJe surgieron algunas amistades y un hermosísimo poema a Julio, el de Manuel Alcántara :
Le sobraban los días. Algunos tuvo de colores claros y de mirada extraíiamente fija. Otros con agujeros en el centro para mirar bahías y los más seíialados en la frente con una cruz de tiza. Casi todos nacieron en su pueblo, entre los ábsides de cales limpias, junto a pobrezas blanqueadas con geran ios y cal en las cornisas. Los días repetidos los despeíiaba por la crestería o intentaba cambiarlos en la plaza
por jóvenes criaturas indecisas. El manto de la Virgen y los manteles de la misa, directamente suyos, le tapaban muchas cosas perdidas. ¡Cuánto tiempo el! las calles y el! las casas para una sola vida!
montes
Con una vara de acebuche escribía en el polvo cosas íntimas: «él está aquí, pero las amapolas ... » «¿ verdad que sí, Luisa?» Escribía en el polvo: <<la carne acorralada que se ofrece sumisa ... » y se quedaba quieto,
con la vara florida . Sobre los olivares, blancura equilibrista. El Guadalete apenas y los alcaravanes con sus prisas.
Semanas y aceitunas. Campo y campo. Cuando se levantaba de las sillas, dejaba por el suelo un reguero de días.
En aquella Andalucía de terratenientes anticuados, oficinistas y gañanes, los modos, la elegancia de Julio, era un regalo de Dios, puesto que entonces no se autorizaban otras fuentes de fortuna. Y, en aquel caso, un regalo doble para mí, ya que, a mis catorce o quince años, Julio acababa de hacerme, con su confianza de preguntarme si iría a recibir a los maestros, de lo que luego sería con más sentido mi indispuesta familia: la familia poética. Mi devoción por él no vino de aquella apresurada cortesía sino de la lectura de sus versos, posterior, que todo hay que decirlo , a la de otros poetas loca les . Y como lo excelente es enemigo de lo bueno, si me gané un amigo, perdí el doble, cuant itati vamente hablando, se entiende. Y además tengo la sensación cesárea de que el último soco rro es el cuasante de la victoria . Quiero ser gentil y por sentido de la justicia aceptar que si otros maestros de entonces me indujeron a esa práctica del estudio que es pulir la piedra más o menos preciosa, Julio me descubrió que en tre el genio y e l talento hay la mi sma proporción que entre el todo y la parte. Y a eso me que ría yo referir, a la sensación que deja su poesía como sens ació n de conjunto. Sabido es que hay poeta s de grandes versos, poetas de grandes poemas y poetas de grandes obras. Es decir, autores de
aciertos aislados, autores de poemas armónicos y autores de totalidades. y los últimos suelen aunar las esplendencias de
los primeros y los segundos . Ahí se inserta Julio Mariscal, que, sin embargo, no se cumple e n la altura de la gran exigenc ia metafísica. Las grandes preguntas no tenían en él gra nd es respuestas. (Como Whitman dijo «soy muy sensible a las voces: voces de alcance y magneti s mo; voces melodiosas , persuasivas, incluso cuando tienen poco que decir»). Si só lo corresponde a los grandes hombres tener grandes defectos, acaso sea ese el de su poesía, que no asume los grandes planteamientos metafísicos y visionarios que hacen de la vida una mezcla entre lo dado y lo presentido . Y, no obstante, en poesía qui zás exista algo mucho más importante aún: marchar a oscuras iluminado por la propia luz. Y así era lo suyo, así iba Julio. Alguien que no recuerdo escribió que sólo arde, y, por tanto , ilumina , lo que se que ma . M ari sca l se qu e mó po r la belleza, se quem ó é l y quemó su mundo , un mundo que podía haber sido plácido o sosegado co mo las pl azo letas íntimas que ca ntaba, pero en las qu e habitaba el am or, prim ero , puro; después, e nd e mo niado:
JI/nio. Trece. DO/l/in go. Una co l/l/ ena de so l sobre el estanque de la p la za. H o ras vacías, s iesta,
y el «Ju an Ra/l/ ón » y tú p o r cO/l/paíi eros. Mi co razón- «Dios /l/ío, CÓ /l/ O era ... Te/l/blo r, relu/l/bre /l/ú s ica ... » va espigando recuerdos, rebuscando por las treinta cosechas d e /l/i sang re; aí'ios de co leg ial, /l/andil y abecedario; el pri/l/ e r «ap robado», las palabras d octo ral es de «Título acadé/l/ico »; los pri/l/ eros tralla zos de la vida ; los besos d e /l/i /l/adre llenándome los día s de cánticos aZl/les .. .
Pero, ¿y la rosa, el río, la alta noche, la divina tristeza del camino? ¿ Y el estarse clavando bobamente
para verte pasar? ¿ Y el corazón entonces? Entonces, dime, ¿ es que no tenía corazón o es que ahora no lo tengo tampoco y me has prestado un celmín del tuyo para mirar el mundo, para que las estrellas me duelan blandamente y venga el viento - «temblor, relumbre, música »a colmarnos de pájaros las frentes ? Nos queda quererlo porque su vida f ue un permanente ejercicio de amor; admirarlo, porque tuvo como horizonte hacer delicioso nuestro dolor al dedicarse a la poesía; respetarlo, porque no hay nadie más digno de respeto que quien dio en desdicha, cosa sagrada, y sobre todo leerlo a fondo de una vez para vo lver de nuevo a la extraña plenitud melancó lica que deja la juventud en la memoria:
Me decía mi madre: «Ahora los libros que después tendrás tiempo. Ahora los libros ».
y yo g uardaba el corazón sin estrenar, ileso, por teo relllas y batallas. Las tres, las cuatro y a las cin co en punto la merienda: su leche con galletas. Mis herlllalZos //layo res perdiéndose en sus cosas y el cartero de azul galon eado. Pero a la s se is cruzabas tú, el crepúsculo te traía de la lIIano y ya Pitágoras se elllpolvaba elZ //li olvido, y ya las rosas clavadas en la pág ina y el río CO//l O un lejan o, lIIu erto crisantelllo. Eran las seis, cuando las nostalgias, cuando el andar prilll ero de la s sOlllbras, y tú cru zabas y contigo ellllundo que lIIi //ladre qu ería pa ra luego, pe ro qu e yo llevaba entre los oj os ...
E l poema que acabo de transcribir es más duradero que e l bronce , por lo que habrá qu e c ree r qu e la posterid ad t a mbi é n se concede segun das o portuni dades. Juli o la tie ne aseg urada, só lo q ue tard a e n venir a bso lut o ese ju ez qu e e n e l ti e m po no admi te re proc hes. E n sus li bros, mi entras ta nto, los ve rsos de Ma risca l ha bl an por él, por ese justicia q ue, aunque tardío, es in fa libl e:
ECCE - HOMO
Así es como te quiero. Así, Días mío: con el doga l de Homb re a la ga rganta. Hombre que pa rte el pan y suda y canta y va y viene a los álamos y al río. Hombre de ca m e y hueso para el frío guiíi ol que
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combate y
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quebranta.
Arcilla de una vez para la planta y el látigo de l viento y de l rocío.
Así, Se/lar, así es como te espero: vencido por el fuerte, acorralado, cara al hamb re y al mundo que te hiere. ca rn e para los perros de l tempero, piedra en que tropeza r, luz y pecado: hombre que so lo nace y so lo mI/ ere. ¿Habrá que repetir que la coro na más nob le q ue puede ll evar un hombre sobre su cabeza es un a coro na de esp in as?
SOMBRA DE LA MUERTE La sombra de la muerte ha llamado otra vez en mis cristales: dedos huesudos, calavera, encías aún con los dientes del postrer suspiro. Ha llamado la muerte y era otoño; una congoja de ciprés y sauce varaban levemente en la ventana; una tristeza de ceniza y humo por la estancia entornada para el frío . Su sombra está en pié tirando de mi sombra amarrando con niebla su deseo. Pero llegó la luz, fina luz de cristal por las rendijas y aún puedo ser cuando casi no he sido.
Poe ma del libro A ún es hoy, 1974.
de drácula, occidente, américa y otras invenciones
Di ari o de Jo nath an H arker [ .. .] Mayo 3. Bisfrit z. Dej é Muni ch a las 8.3 5 P.M . e l prim e ro de m ayo, y lle g ué a V ie na e n la m a ña na s igui e nte, temprano ( ... ) Bud a-Pes th parece un lu gar marav ill oso, a juzgar po r la oj eada que pude darl e desde el tren y lo poco q ue pud e ca min ar a través de las call es . Temí al ejarme de la es tac ió n [ . .. ] La impres ió n que tu ve fu e que es taba dej ando e l Oeste y entrand o en e l Es te : los más occ id entales de los puentes es pl é ndi dos sobre e l D a nubio, que es aquÍ de anchura y profundidad nobl es, nos ll evaro n e ntre las trad ic io nes de la auto ridad turca l . He co me nzado co n e l fa moso princ ipi o de Drác ula y s u me nc ió n de l Oeste, cuyo aband o no a nun c ia e l te mor qu e será e n lo ade lante la atm ósfe ra de la nove la. Co mo aca bamos de co nm e mo rar e l prime r ce ntenari o de d ic ha nove la,
La Feria del Libro de La Habana, f ebrero 2001, te lldrá com o país
invitado a Espaíia, y como escritor hom enajeado a Roberto Fem ández R etamar, director de la Casa de las A m éricas. Ofr ec e mos e ll el present e núm ero d e R E P ÚB L 1CA D E LAS LETRA S
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trabajo qu e desde Cuba nos ha enviado el gran autor
cubano. I Bram Sloker: Drác lila [ ... 1. Ed. po r Nin a Auerbach y David J. Skal, A. Nono n Crili cal Edil ion. Nueva York y Londres, 1977 , p. 9.
la cita me pareció una entrada tan válida como cualquier otra a nuestro tema. Soy además viejo admirador, aunque no en la conducta, del personaje del Conde, quien ha sido incluido, junto a otras criaturas también procedentes del hegemónico mundo anglosajón y pasto natural del cine (Frankenstein , Sherlock Holmes, Mickey Mouse, Tarzan, Superman, James Bond , Batman) entre los interrogantes privilegiados de la mitología popular de nuestra época. Es pues razonable que le demos la palabra inicial. Pero debo añadir al menos dos aclaraciones. La primera es que si bien las cosas han cambiado, hace cuestión de medio siglo, cuando empezó mi vida intelectual, no era de buen tono tomar en serio al Conde. Nadie menos que Adolfo Bioy Casares, en su prólogo a la Antología de
la literatura fantástica que en 1940 publicara conjuntamente con Jorge Luis Borges y Silvina Ocampo (una compilación de la cua l ha podido decirse con justicia que arranca, en parte al menos, la nueva narrativa hispanoamericana), afirmó: «Vampiros y Castillos: Su paso por la literatura no ha sido feliz: recordemos a Bram Stoker». y de inmediato mencionó, con obvia finalidad ominosa, dos de las responsabilidades extraliterarias del irlandés: «Presidente de la Soc iedad Filosófica y Campeón de Atletismo de la Universidad de Dublín »2 Aunq ue la observaci ó n es propia del grato humor pendenciero de H. Bustos Domecq, se escapa el desprestigi o a que debía obligar esta fidelidad, cierto que hoy infrec ue nte, al precepto latino mens sana in cOlpa re sano. La seg unda ac laración es que lo negativo del ámbito histórico evocado por Stoker dista mucho de ser original. Desterrado por Carlos V en 1532 a una isla del Danubio, Garcilaso de la Vega escr ibió, en su canción tercera: «Danubio, río divino, que por fieras nac io nes vas con tus claras ondas discurriendo»] Es más, «[s)egún Herrera [entonces ya) era tópico clásico la fiereza de las gentes bárbaras y belicosas cuyas tierras regaba el Danubio» (p. 186, nota 54). En la segunda de sus odas latinas , Garcilaso vo lvió so bre el asunto, habl a nd o expresamente «de los bárbaros » (pp. 468-473). Y ya que estamos en esta zo na tan poco frecuentada de la obra del toledano, recuérdese que su tercera oda latina estuvo dedi cada a Juan Ginés de Sepúlveda, a quien invitó a ll í a narrar «la hi storia de África pavoro sa ante un rey intrépido y piadoso », el propio Carlos V (pp.
(479) -483 ). Es decir, que e l poeta áulico que fue Garcilaso no só lo e nsa lzó las acciones predatorias de su señor, si no que, consecuentemente, estuvo identificado con e l afa noso defensor inte lectual de dichas acciones que fue Sepúlveda, , Antología de la literatura fantástica. Buenos Aires, 1940, p. 14. ) Garcilaso de la Vega: Obras completas COII comentarios, edición críti ca de Elías L. Rivers. Madrid , 1974, p. 186.
A m old Boc klill ( 1827 - 190 1)
qui e n, co mo se sabe, protago ni zaría co n B arto lo mé de Las Casas la prim era gran po lémi ca e uropea a propósito de las guerras de rap iña contra los aborígenes de A méri ca. Aunque , co mo lo ejempli fica n los textos c itados de Garcil aso, los europeos te mpran os ya co ntaban con sus bárbaro s (por ej empl o, unos más all á del D anu bio, o tros en África), fue sobre todo a partir de aquell as fec horías en Améri ca c ua ndo e mpezó a cobrar cuerpo mayor la di visió n, todav ía vigente en esenci a, e ntre e l Oes te y e l res to. Con lo que el elega nte caball ero Garc il aso nos auto ri za a que vo lvamos más tarde a Drácula. No te ngo la abs urd a idea de es tabl ecer un parale lo entre la extrao rdinari a fae na líri ca del gran poeta qu e, ab ri endo un a época que tam poco se ha cerrado, trasvasó de l itali ano al es paño l el endecas íl abo con sus guantes perfum ados, de los c ua les habl ó Ga rc ía L a rca, po r un a parte; y po r o tra, un a modesta aunqu e es pec tac ul ar novela gót ica esc rita más de tresc ientos c incue nta años desp ués, prev isiblemente e n in glés. Pero no debe desa provec harse ver a ambos autores en re lac ió n co n la teoría y la práctica de lo que iba a conocerse como e l Oeste, el Occ idente, e l mund o o la cultura occ ide nta l. Garcil aso, nac ido pocos años después de la ll egad a de Co lón a lo que éste ll amo las In d ias, so ldado de l Emperado r y exq ui s ito poeta cortesa no, estaba convencido de la grandeza de su Es paña, d istinta de los bárbaros y encarn ació n de los más altos va lores . Lej os de imag in ar siqui era que su país, tan in aug urador, sería
relegado después de su mu erte a la co ndici ó n de paleoccidental, un Pierre Menard le hubiese podido atribuir sin esfuerzo palabras segú n las cua les, en su momento y en su ámbito, la historia había llegado a su fin. A mpli and o lo que a propósito de sí dijera Mark Twain sobre dejar e l hábito de fum ar, sostener tal creencia es lo más fácil del mundo, y a cada rato ha sido hecho. Aunque en el propio siglo XVI español opinaran otra cosa fig uras como e l enérgico y justiciero Las Casas, entre cuyos amigos no se encontraba el renacentista Sepúlveda , pero sí Cristóba l Colón. Preci samente sobre la hazaña del Almirante, otro espír itu renacentista aunque diferente de Sepúlveda, Hernán Pérez de Oliva, redactó en vida de Garcilaso , hacia 1528, la Historia de la illuencióll de las II/dias, según José Juan Arrom una de las dos primeras sobre tal tema escritas en nuestra lengua por un autor español.· En su «Estudio» , Arrom acerca a Pérez de Oliva a Las Casas y Vitoria , y los contrapone a Oviedo y Sepú lveda (pp. 23-32). «Inuención », o, en nuestra grafía, «Invención», procede desde luego del latín invenio, que un confi able dicc ionario de ese idi o ma explica que significa 'encontrar, hallar ' ; y del sustantivo il/vel/tio añade que no es sólo 'acción de encontrar o descubrir, desc ubrimi e nto', sin o ta mbién ' facultad de inventar, invenci ó n ' , y e n retó rica ' in venci ó n' . Retengamos en buena parte de lo que sigue, para abre viar, el o riginal sentid o de d esc ubrir, pero añadámosle e l posterior de fOljar, me nos alejad o de l prim ero de lo que podría parecer. En cuanto a esa acepc ión prim e ra , ilu stra Arrom: E n el sentid o latinQ de[(]) ' hallar, y por consi guiente hall azgo o desc ubrimiento' [ ... ] aparece en otros cronista s de l s iglo X VI. Andrés Bernáldez esc ribe: «D. Cri stó ba l Co ló n [ . .. ] in ve ntor de las Indi as» . (Hi sto ria de los Reyes Cató li cos DI/. Fernalldo y Da. Isab el. Se vill a,
1870 , II , 82). Las Casas co me nta : «La ho nra y la g lo ria que se le de be a q uien Di os había e le gid o y e ligi ó para que co n grand es trabaj os descubri ese , haci e ndo in ventor deste o rbe». (Historia d e las II/dia s, lib , I , ca p. 65). Y Ju an de Caste ll anos, e n uno de los escasos pa saj es poét icos de las Eleg ías d e varal/ es de II/dias: «A l occide nte va n e nca min adas las naves in ve ntoras de regi o nes» (p. 39 , nota). Es in necesa ri o in sistir e n que ese «occide nte» al c ual se e ncaminan la s na ves e n , José Juan Arrom: « Estudio pre li m inaD> a la pri mera edi ció n de la o bra de Pérez de O liva , Bogotá. 1965 , p. 23. Es lástima que no se tome en consi derac ión a Pérez de O li va cn c l li bro de Mauri cio Bechot La qllerella de la conqllista en el siglo XVI, Méx ico, 1992.
los versos felices (por excepció n) de Juan de Caste ll anos no será, en genera l, el mi smo Occidente del que hab la mos en este te xto . Ni «in ve nto ras», co n s u familia, iban a quedar reducidas al significado prístino , y en cambio genera lmente se inclina n a la otra acepción , cuando no las combinan ambas . No hace mucho se dio en usa r la fó rmula e n inglés, d o nd e se hablaba de la invenc ió n de casi c ualqui er cosa. E n su introducc ión a la ob ra que compi lara co n e l título The /n vel!tiol! 01 Ethn icity (y public ó origina lm e nte e n 1989), escr ibi ó Werner Sollors: «Si el título de a lgunas publi cac io nes de las última s dos décadas y las discu s io nes sostenidas recientemente po r estudi osos de va rias di sc iplinas son representati vos de un a tendencia más vas ta, la palabra " in ve nción" se ha vuelto un término central para nuestra co mpre ns ió n de l uni verso» . y más adela nte, con indudable gracia: Incluso una s impl e mirada a publicaciones desde 1960 y a recientes intervenciones críticas reve lan que una va ri edad de voces usa aho ra la palabra a fin de desc ribir, a nali zar o criticar fenómeno s ta n diversos como la in ve nc ió n de la c ultur a; de la historia li te ra ri a; de la na rrati va; de la infa nc ia tanto como de la pérdida de la infanc ia; de la ado lescenc ia; de la m aternidad; del parentesco; del yo; de América; de la Nueva In g laterra; de Billy th e Kid y el Oeste; del negro; del indi o; de l judío; de Jes ús y e l cristianismo; del ho spital mode rno; del mu seo de c ienc ia; de los años ve inte en París; de nuest ra habilidad para «ver» las imá ge nes fo tog ráficas; de la vis ió n del Ollt /{l\V en los Estados Unidos; o de la fo rm a estadounidense de muerte. 5
Pero no obstan te lo sabroso de esta re lac ión, en español la li sta es muy anterior a la década de los sesenta de este s iglo, e inc lu ye en lugar destacado La il/\'e nción
de AlIl érica. E/universa/islIlo de /a CII/tllm de Occidente, de Edmundo O'Gorman (Méx ico, 195 8) . Lo que o bliga a cons iderar La invención de Occidente, tan inextricablemente vinculada a la de A mé rica, al punto de que se trata de conceptos interrelacionados . Occidente adquie re conc ienc ia de sí no c uand o Eu ro pa e ncuentra, en s u co li s ió n con América, al Olro por exce lenc ia (ya sab ía de asiáticos y africanos), s ino al reducir a la c riatura inesperada , al igual que a las anteri ores, a la co ndici ón de otro , al otrifica r/o, con lo que da suste nto a s u mismi-
l
Tile il/vel//iol/ oJ E/ill/ici/y , ed. por Werner Sol lors, Nueva York. 199 1, pp. ix-x. Fernando Ort iz: El el/gwl0 de las rn~as , La Habana. 19'+6. passilll: Paul l3aran y Paul M. S\\'e-
, er.
ezy: Capiralll/OI/opolrl"/ico. UI/ el/sayo soure la es/mc/llra socioecol/ólllica I/orlealllericol/a. La I-Iabana , 1969, pp. 199-200.
dad. Para ello incrementa, hasta hoy, las más variadas formas de racismo (según han señalado Ortiz y Baran y Sweezt). Para ello se diseña su progenie; asegura no descender de africanos como los egipcios, ni de asiáticos como los árabes, sino de griegos y romanos, ya que no le es posible soslayar a no pocos de los bárbaros de aquéllos, quienes los tenían por detestables. Para ello inventa leyendas como la de los supuestos terrores del año 1000,7 que ni existieron ni, de haber existido, hubieran afectado más que al grupo de europeos que se atenían al calendario correspondiente. Este proceso de otrificación es hoy un lugar común universitario; y sin duda ha contribuido a que se lo tenga como tal lugar común, sobre todo entre muchos académicos estadounidenses, la obra de Edward W . Said Orientalism (Nueva York, 1978) . No obstante las reservas que puedan expresarse con respecto a él, es justa la boga de que ha gozado este libro, el cual tanto debe a los sacudimientos de la década anterior, los turbulentos años sesenta de este siglo. A raíz de la crisis vivida durante dichos años sesenta, en Occidente se volvieron a escribir no pocas cartas persas, que ahora querrían ser olvidadas por tantos de sus autores, pero no los más auténticos . Es coherente que Said añadiera al título anterior su Culture and IlIlperialism (Nueva York, 1993). Sin excluir imprescindibles barruntos previos (Pierre Chaunu los ha remitido incluso al siglo XIII), 8 la fecha decisiva para el brote tanto de «Occidente» como de «América» es 1492, con todo lo que esa fecha implica y es harto sabido . Para Noam Chomsky, se trata del inicio de una conquista que continúa. 9 Lo que no está reñido , sino todo lo contrario, con el hecho de que haya conducido al único sistema mundial, en la terminología cara a Immanuel Wallerstein,'O quien compara a ese único sistema mundial que ha existido , y donde todos estamos englobados , con el Universo, el cual, según lo que se sabe hasta ahora, es también único . Para nacer, la América que hoy existe requirió la presencia de Occidente, y viceversa. A fin de aclarar a qué me refiero al hablar de «Occidente», que no veo identifi-
cado con Europa, aunque allí nacieran la realidad y su correspondiente vocablo/concepto, vol veré en más de una ocasión a razonamientos y citas de que ya me valí en otros textos. (Muchas veces , y ésta es una más, he repetido las palabras en que mi maestro Alfonso Reyes decía que prefería repetirse a citarse). Co menzaré evocando estas palabras de El capital: «Aunque los [ ... ] inicios de Cf. Edmond Pognon: L 'A n Mil/e .. ., París, 1947 (E. P. fu e e l editor) , y La vie quol idienn e en l'An Mi/le (París, 198 1); y L'A n Mil, presentado por George Duby, París, 1980 . • Pierre Chaunu : L 'expamion européenn e dl¡ XIII' siecle au XV' siecle, París, 1969. 'Noa m Chomsky: Yea r 50 1. The Conquesl Conlinues, Londres, Nueva York , 1993. 10 Immanuel Wallerstein : The Modern Wo rld- Syslel/l. Capilalisl Agrir ullure and (h e Origins of Ih e European World-Eronol/ly in (he Sixleelllh Cen(ury, Nueva York , 1974. 7
C as p;lr David Fricdrich ( 1774 - 1S4()j
producció n cap itali sta ya se nos presentan es porádicamente en los s iglos XIV Y XV, en algunas c iud ades de l Mediterráneo, la era capitalista só lo data del siglo XVI ». Má s ade lante:
E l descubrimiento de las comarcas auríferas y argentíferas e n América, e l ex termini o, esc lavizac ión y so terrami e nto e n las minas de la población abo ri ge n, la co nqui sta y saqueo de las Indias Occidentales, la transforma c ió n de África en un coto reservado para la caza comerc ial de pieles-negras , caracteri za n los albores de la e ra de producción capita li sta . Estos procesos idílicos constituyen facto res fundamenta-
les de la acumulación originaria. Pisá ndo le los tal o nes, hace s u aparici ó n la gu erra comercial entre las naciones e uro peas , co n la red o ndez de la tierra co mo escenari o . 11 En co nso nancia co n lo anteri o r, e n 1928 José C arl os Mariáteg ui hab laría de « la " Karl Marx : El capital , to mo 1, vo l. 3. Li bro primcro: El proceso de producciólI del capital. Trad .. advertencia y nota s de Pedro Scaro n, México, 1975 , pp. 894-895 , no ta, y 939. 11 José Carlos Mariáte g ui : Siete ell sayos de illterpretaciólI de la rea lidad pe malla 11 9281. La Habana. 1963, p. 5. Il Leopoldo Zca: Alllérica ellla historia , México, 1957, p. 80.
soc iedad occ idental o, mejor dich o, capitali sta».12 Y en 1957 añadiría Leopo ldo Zea : «el capitali smo, esto es, e l mundo occ idental». ') Ignoro cu ándo empezó a habl arse del mundo capitali sta (primero só lo europeo , y más tarde tambi é n de algunas otras zonas) co mo sinónimo de Occ idente. Es cl aro que ti ene su raíz en E uro pa: pero no abarca e l co njunto de E uropa, sino su parte occidental: ni tal parte toda, pues la más occ ide ntal de ese co ntine nte, Portugal y Es paña, países qu e fuero n los ade la ntados de la ex pa ns ió n e uro pea trasat lánti ca, qu edaría n relegados, al no conocer desarro ll o capitali sta, co mo zonas paleocc identa les. No he e ncontrado la expres ió n «Occidente» en las Lecciones sobre la filosofía
de la histo ria unive rsal, de Hege l. Pero ya en e l sig lo XIX su uso era frec ue nte, y se incrementaría e n nuestro pro pi o siglo, cuando la defensa de Occ idente, co n mu y di stin tos ni veles inte lectu ales, sería la defensa de l capitali smo (a me nudo no presentado com o ta l, sino co mo la so la verdadera civilización: término fo rj ado en Euro pa e n e l s ig lo XVIII), incluso en sus vari antes más agres ivas: sin excl uir las propi as de l fasc ismo, que en gra n medida so n la co nclusió n lógica de ta les defensas . A lgunos ejempl os de es te siglo se encuentra n e n continu adores de la postura de Sep úl veda (no o bstante e l que pudi era desconocerl o, al igual que muc has otras cosas), co mo Oswa ld Spe ngler, Henri de Man n, los noveaux
philosophes, A ll an B lo m , F ranc is F ukuyama, Sa mu e l P. H un tin gto n. La li sta es enorme: y las m ix ti ficac io nes que sus in tergrantes nos propo nen, ab rum ado ras. Por su brevedad y su c lari dad , aportaré la observac ió n que Jo hn E lso n ofreció hace menos de un lu stro e n Tillle, rev ista de só lido co nservad uri smo : «E l triunfo de l Oeste fue e n mu c hos sentidos un a sa ngri enta verg üe nza - un a hi storia de atrocidad y rap iña, de arroganc ia, ava ri c ia y des po li ac ió n eco lóg ica, de des precio hibridís tico hac ia otras c ul turas e into lera nc ia hac ia c reenc ias no cristianas »." Só lo un punto neces ita ser mod ificado en es tas c laras y bru scas pa lab ras: el uso de l tiempo pasado . Lo allí d icho no es só lo lo q ue Occ ide nte (e l cap ita li smo) file : es también lo q ue es pa ra la gra n mayoría de la hum anidad, que sigue padeciéndo lo. Desde hace algú n tiempo parece preferi rse otra de nom in ac ió n para Occ ide nte: e l Norte . Lo que, por ex igenc ia te rm ino lóg ica, hace de l mund o no occ ide ntal el Sur. Es necesario no o lvidar que en todos los casos se trata de vio le nc ias metafóricas, sim il ares a las q ue nos han casado co n d icotom ías pi nto rescas como la que , al hablar de un ag ua sa lada (que lo es), habl a ta mbié n, fre nte a e ll a, de un agua dulce (que no lo es, segú n conoce el que la bebe , sa lvo q ue dec ida ec harl e " Joh n Elson: «The Millennium of Di scovery. How Europe emerged from the Dark Ages and deve loped a civ ili za ti ó n that came 10 do minate the entire World" , Tilll e. Special !ssl/e. Beyoll d Ihe Yea,. 2000. Whal lO experi ill Ihe lIeIV Millellllil/III. Octubre, 1992, p. 18.
azúcar o miel ). E l mundo occidental, es decir el capitalismo, ni lo integra todo el Occidente de Europa, ni lo integra sólo Europa: no están allí los ameri canos Estados Unidos y Canadá ni el asiático Japó n. Tampoco el Norte, la flamante denominaci ón de Occide nte, es siempre norteño, como lo prueban las ubi caciones y los propios nombres de Australia y África del Sur. En nin gún caso ha habido co in cidenc ia abso luta entre la realid ad del cap italismo y la ubicac ió n geográfica. La primacía cronológica de ciertas zonas europeas es sin embargo indudable. Mientras que otras formaciones soc ieco nóm icas surgieron , con independencia unas de otras, en distintas partes del globo, só lo en di chas zo nas europeas asomó inicialmente el capitali smo, el cual requiri ó para su desarroll o ese saqueo de l pl aneta que nos recuerdan tanto las co noci das citas del radical Marx como la [ig ht de Time. Ta l saqueo impidi ó el desarrollo de su propio capitali smo e n la mayor parte de l pl aneta, cuyos países pasarían a for mar parte de lo que , en la clásica imagen de Toynbee, es un pro le tariado externo. A dichos países se les suele ll amar, desde hace alrededor de med io s iglo, subdesa-
rrollados. En correspo ndencia con esa im age n, he prop uesto ll amar a los países occ ide ntales o norte ños, tan Drácu las ellos, subdesa rrollantes. 15 . Sin embargo, el capitalismo verdadero, el subdesarro ll ante, no se limita, como bien sabemos y acabo de recordar, a unos cuantos países europeos. E l que hasta el siglo XIX fue el ej emplo mayor de ellos, Inglaterra, lo llevó Ca veces al alimón co n otras metrópoli s) a algunas de las que fueron sus colonias en otros continentes: e n América, a los Estados Unidos y Canadá; en África , a Suráfrica; en Oceanía, a A ustralia , para poner ejemplos notori os. Se trata de «pueblos transplantados» , según la clásica divi sión de Darcy Ribeiro,'6 que conti nuaro n o incluso incre mentaron las características metropolitanas . Pero no era esa co ndició n de «transpl antados», la cual implicaba la marginación y au n el exterm ini o de los aborígenes, lo que garanti zaría e l triunfo del capitalismo subdesarro llante. También A rgentina, por ejemplo, es un «pueblo transplantado», según la terminología de Darcy. Pero ni la atrasada Espa ña pudo dejarle en herencia el desarro ll o capita li sta que ell a no tenía, a difere ncia de Inglaterra, ni el proyecto modernizador que encarnaron ho mbres co mo Sarmiento y Mitre, no obstante ser tan genocida co mo el de sus modelos occ identales, hizo otra cosa que un cirla a nuevas metró po li s. Ahora se están vivie nd o situaciones en c ierta forma
Roberto Fern ández Reta mar: «Ensayo de otro mundo». Ellsayo de otro mUlldo, La Habana, 1967, p. 14. " Darcy Ribeiro: Las Américas y la civilizaciólI. Proceso de formaciólI y cauJas del desa rrollo desigual de los pueblos americallos ( 1969) , trad. de Ren zo Pi Hugarte, 2'. ed. revi sada y amp li ada. Buenos Aires, 1972, es p. pp . 401-489. Il
similares en países del Este europeo que formaron parte del llamado campo soc ia li sta, donde hace algo más de un lustro el frac aso último del gran experimento ruso iniciado en 1917, y la implosión de lo que fue la Unión Soviética, hi c iero n pensar a algunos insensatos que al agua mal salada del soc ialismo le sucedería allí el agua falsamente dulce del capitalismo. Esos países , sin embargo, lo que están siendo es latinoa mericanizados , como advirtió pronto Noam Chomsky.1 7 E n su famoso discurso de Argel e n febrero de 1965, que tan dramáticam e nte denunció la connivencia con Occidente de algunos sectores de las que se deCÍan naciones socia li stas europeas, e l Che Guevara habl ó de la «sudam er icanización» de que estaban amenazados países de África y As ia. l ' Quizá hasta para él, tan visionario, hubiera sido excesi va conjeturar que unas décadas después ése iba a ser el destino de aquell as nac iones di zque socialistas a cuyos dirigentes empl azara con su honradez y rigor habituales. Volvamos por un mo mento a Drácula. Si Garcilaso se hubiera llevado un a sorpresa mayúscula de saber que su mundo ib a a devenir paleoccidental, probablemente la de Stoker no hab ría sido menor ante el destino que esperaba al Imperio Británico, pues también é l creía vivir una especie de fin de la historia . Lo c ierto es que ambos tenían razón e n sus momentos respectivos , pero no e n la lon gue
durée. Si n querer simplifi car las cosas, no está de más ver lo que un comentarista de Stoker o bservó: De hecho, la novela se apoya fuertemente en la distinción en tre Este y Oeste, lo oscuro y lo luminoso, lo primitivo y lo moderno. Harker, en e l primer párrafo del libro, se percata, al viajar más allá de «B ud aPesth», de que está abandonando el Oeste y entrando e n e l Este -esa parte de Europa que ha sido indeleblemente influida por e l Imperio Otomano [oo.] I/Todo [oo.] lo que es civi li zado e iluminado en re lac ió n con el Oeste es dejado atrás . [oo .] II [oo. ] E l año de la publi cac ió n de
Drácula, 1897, fue también el Año del Jubileo de Diamante, que celebró los sesenta años del reino de la Reina Victoria. [ ... ] E l Imperio Británico, aunque in iciaba su decl inación, nunca había parecido más fuerte. Pero más allá de l Atlántico, e l giga nte [norte]america no empezaba a agitarse. Drácula, de hecho, deviene, visto en retrospectiva , curiosa-
,) C f. la entrev is ta que María Es ther Gilio le hiciera a Chomsky y aparec ió, con el títul o ({ Estados Unidos: de la libertad al conformi smo fasci sta», en Brecha e l 29 de junio de 1990. " Ernesto Che G ue vara : {( Di sc urso en Argeb). Obras 1957-1967, t0l110 11. La Habana , 1970, esp. pp. 57 8 Y 579.
Ca spar Da' id Fricdrich
mente profético de la guerra Hispano-[Norte]americana de 1898, que con frecuencia se señalaba como la marca de la aparic ión inaug ural de los Estados Unidos en el poder político global. Durante los años finales de Stoker, los Estados Unidos se encontraban a punto de reemplazar al balance de poder estab lecido de antiguo en E uropa y a sus envejecidos imperios -como el Austro-Húngaro , que Drácula representaba. [ ... ] Los Estados U nidos [ ... ] se convierten en los proveedores de armas del mundo libre en la ficción, no mucho antes de serlo en la realidad. II [ ... ] La victoria fi nal del Oeste estaba asegurada..'9
" Cli vc Leatherdale: DráclIla. Th e Novel alld th e Legelld. A Slory oJ Bralll Stoker's Goth ir' Masterpiece, We llingsborough , Northemptonshire, 2'. ed ., 1986, pp. 2 19-222. C f. DráclIla, cil. en nota 1, otros enfoques como los de Franco Moretti «A Capital Drácula » y Stephen D. Arata , «The Occ identa l T ouri st: DráCllla and the An xiety o f Reverse Coloni za ti on». 10 C f. Eric J. Hobsbawm: Til e Age oJ Extrellles. Th e Sil orl Twelllieth Cell 111 ry, / 9 / 4-/99 / , Londres , 1994.
1898 es una fecha decisiva. Para Hobsbawm, «el corto sig lo XX», que ll ama «edad de los extremos», empezó en 1914, con el inicio de la Gran Guerra, y concluyó en 1991 , con el desmembramiento de lo que fue la Unión Soviética,z° pero si queremos entender mejor ciertas cosas, no es posible quedar presos en esas fechas, y ello por razones extralocales. Después de todo, 1492 no remite sólo a América, sino, como ya ha sido recordado, a Occidente y al mundo todo. Y la guerra de independencia de las Trece Coloni as, con su magnífi ca Declaración de 1776, según Marx «tocó a rebato para la clase media de Europa»21 y resonó fuertemente en la Franc ia de 1789. Pero, al dejar intocada durante casi un siglo la esclavitud, no entró en contradi cció n con la esencia de Occ idente, esencia que estudi ó Eric W illams en su libro Capitalims and Slavery (North Carolina, 1944) . E ll o le viabi lizó llegar a ser, algú n tiempo despúes, la nueva cabeza de Occidente. Pasando a nue stra A m é ri ca, caso bien distinto es el de la g ue rra en Sa in t Domingue (a ntes y después ll amado Haití) e ntre l791 y 1804. La que fuera riquísima co lonia, tras abo lir la esclavitud en 1793, fue violentamente marginada del curso de Occ idente, que acabó por aceptar la revolución política e n lo que sería n los Estados U nidos, pero nunca la soc ia l: esta última ll evó a Haití a pagar, hasta hoy, un precio altísimo. No hace muc ho he visitado este país, con la aluci nante C itadelle, símbo lo de su fiera independe nc ia, y su pavorosa pobreza. Curiosamente, en sus documentos independentistas los colon ia l istas franceses son una y otra vez ll amados por los haitianos «bárbaros».22 Se conocen suficientemente las peripecias y co nsec ue nc ias inm ediatas de las revoluciones continenta les hi spa noamer ica nas ini ciadas a principios del siglo XIX. Quisiera detenerme en una fecha a mediados de ese siglo, y seña lar algun as de sus ramificaciones mundiales. Me refiero concretamente a 1853. Ese año, José Martí nació en Cuba (que era, co n Puerto Rico, la últim a co lo ni a españo la en América), e iba a desencadenar la última guerra independentista contra aquella arcaica metrópoli y la primera contra e l nac iente imperialismo estadounidense. Ese año, Gobineau comenzó a editar en París su Éssai su r l 'in egalifé de races
hwnaines, que daría fundamento racial al pensamiento fasc ista, harto ejerc itado ya en las aven turas co lo niales , como seña ló Aimé Césa ire en su Discours sur le
colonialisllle (París, 1950). Ese año, Marx publ icó en los Estados U nidos doce de sus artículos sob re e l co lonia li smo in glés en la India . No poco se ha escrito sobre e ll os, pero con frecuencia errática c uando no erróneamente. Mucho más
" Karl Marx: El capital ... , l. 1, vol. l. 4.' ed. en españo l, 1976, ci l. en la nota 1 1, p. 8. " Cf. por ejem pl o la proc lamación firmada por J. J. Dessalines e l primero de enero de 1804, en el violento pann eto de Boisrond Tonnerre Mellloires pOllr servir a I 'hisroires dHaili ( 1804). Puert o Principe , 1991 , p. 28.
que su observaci ó n según la cual «la profund a hipocres ía y la barb ari e inh erentes a la civilizaci ó n burguesa se presentan sin ve los ante nuestros oj os cuando , e n vez de observarl as en su hogar, do nde as umen form as honorables, las co nte mpl amos e n las co lo ni as, do nde se hall an des nudas », se ha preferido otra cita suya, de raíz hegeli ana, según la cual «a pesar de todos sus crím enes, Inglaterra f ue el in strum e nto inco nsc ie nte de la hi sto ri a a l rea li zar di c ha revo lu c ió n»23 A ij az Ahm ad ha co mentado co n ag udeza estos artícul os de Marx, que no imp lica n la últim a palabra de és te sobre e l tema ." Y en e l número 207 de la rev ista Casa de
las A méricas aparece un ensayo de Nésto r Ko han co n el e loc uente títul o «Marx en su (tercer) mundo» . S in ti e mpo para dete ne rme ahora e n la cuesti ó n, no qui ero dej ar de recordar qu e tambi é n ese año 1853 e l co mo mod ro estadou nid en se Perr y desembarcó por vez primera en Japó n, co n la finalid ad de abrirl o a Occ ide nte . Que act uó de alguna fo rm a como «in strume nto inconsc iente de la hi storia» iban a reve larl o sucesos pos teri ores. S i e n 1868 C uba ini c ió s u pri mera guerra de inde pende nc ia (inde pendenc ia que al cabo le sería hurtada durante sesenta años con la interve nc ió n es tado unidense en 1898), Japó n inauguró aqu el año una sorpre nde nte transform ac ió n que lo ll evaría de su fe udali s mo a una fo rm a origina l de ca pitali smo . S i en 1905 C ub a era un protectorado yanqui , Japó n em ergía en esa fec ha, co n la victo ri a sobre R usia , como un a nu eva potenc ia mundia l. Has ta la primera mi tad de l siglo XIX , Japó n habría sido te nid o sin d uda como un «perdedor» . Vo lvió a se rl o, menos me tafóri camente Uu nto co n Aleman ia e Italia), tras la ll amada Segunda G uerra M un dial. Pero como ni e n un caso ni en otro la hi sto ri a había ter min ado, la reali dad ulteri or fue bien d istinta. E l crec im ie nto de C hin a, a partir de l triun fo en 1949 de su autócto na re vo luc ió n co muni sta; la de rrota militar de E stados U ni dos a ma nos del V ietna m com un ista; o e l princ ipi o de la extinc ió n definiti va de l apa rth eid, co n e l go bierno democ rático de M ande la en S ud áfrica,25 re ve lan otros ava tares de la no fin ali zada hi storia. Co mo se está tan acos tum brado a q ue sea e l Norte e l que ex prese sus cr iteri os, co n frec ue nc ia apocalípti cos , sobre e l Sur (pretendi endo exc ul parse de su res po nsa bi li d ad co loni zado ra) , q ui ero ll amar la ate nci ón sobre la o bra en dos vo lúmenes La nu e\'a
organizacióll cap italista lIlundial vista desde el SlIr , coo rdinad a por Sa mir A min y Pab lo Go nzález Casano va (Barcelona, 1995) . Co ncluiré co n un par de reflex io nes q ue atañen, un a, a nues tra A mé ri ca; y o tra, a la hum anidad e n s u co njun to .
C. Marx y F. Enge ls: Acerca del colo/lialisl//o. Mosc ú, s. f. , pp. 86 Y 38-39. " Aijaz Ahmad: «Marx on Indi a: A Clarifi ca ti on», In Tlleorv, elasses, Nalio/ls, Lilerolllre, Lond res. Nueva York , 1992. " Cf. Leonard T homson: A I/islorv (~r 5011/11 iI/rica, eú. rev isada, New Havc n y Londres. 1995.
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Me ha dejado de una pieza conocer el criterio (expuesto a propósito del vigésimo congreso de LASA, en 1997) de que «las migraciones del Sur al Norte [ ... ] hacen cuestionable la distinción América Latina! América sajona». En su libro L'empire et les nouveaux barbares, Jean Christophe Rufin, ante la amenaza (o al menos la impedimenta) que él cree que constituye para el Norte el Sur, habla de un limes que de un extremo a otro del planeta debe separar, y lo hace, al primero (el imperio) de los segundos (los nuevos bárbaros). Y explica: La frontera mejor diseñada y la más pura [.. .entre Norte y Sur] es el limes que separa a México y los Estados Unidos. No es exagerado decir que allí nació el limes. Todos los principios de estrategia que le están vinculados encontraron su expresión, si no su origen, en esa estrecha zona entre América anglosajona y América latina. 26 Los políticos estadounidenses encargados de la cuestión no tuvieron que esperar a ese libro mediocre para proceder en consecuencia, forjando artefactos, dispos iciones xenófobas y medidas coercitivas de muy diversa naturaleza (la TV se ha hecho eco de algunas) que hacen vigente la distinción que ellos establecen entre la América Latina y su América (lo único que llaman «América»). No hace mucho volví a contemplar el muro que, arrancando del Pacífico, se propone ser un limes entre los Estados Unidos y nuestra América como el que en el siglo II después de Cristo levantaron los emperadores flavi os a lo largo de la Germani a. ¿O debe comparárse le, má s cercanamente, con otra construcci ón ubicad a en Alemania : el Muro de Berlín ? En s u a rtíc ulo «L ' empire americain » , aparec id o en febr e ro de 1997 e n Le Ma l/de Diplomatiqu e, su director, Ign ac io Ram onet, abordó el intento por los Es tados Unidos de reg ir el mundo , ahora que, de momento, se han quedado sin un ri va l a su medid a: Por eso , soberanamente, imponen sanciones económicas a Cuba, a Libia o a Irán; se opusieron arbitrari amente a la reelecc ión al puesto de secretario general de la ONU del señor Boutros-Ghali. Y acaban de rechazar firmem ente - «Es claro, es categórico,
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es verdaderamente negocia-
ble» , repli có el señor Willi am Cohen, el nuevo mini stro de defensa- la legítima demanda de Francia de ver la comandancia Sur de la OTAN atribuida a un oficial e uropeo . E n su prope nsión a la hegemonía, los
" Jean Chrislo phc Rufin : L ' elllpire el les 1l 0llVeallX bar bares. París, 199 1, p. 149.
Estados Unidos llegan incluso, en el caso de la ley Helm s-Burton que refuerza e l embargo contra C uba, a reclamar que la legisl ac ión [nortea]mericana tenga una aplicación extraterritorial. II [ .. .] Cuando emergen ya, en el horizonte geopolítico , los mastodontes del futuro -China, India, la Unión E uropea-, ¿pueden los Estados Unidos proseguir, sin riesgo de conflicto mayor en un término medi o, sus arrogantes pretensiones imperiales? ¿Ignoran que, tarde o temprano, «todo imperio pere-
cerá »Y Se echa de menos entre esos mastodontes el nombre de Japón. Pero él aparece en libros como los que en 1992 publicaron Jeffrey E. GaI1en y Lester Thurow; uno habla de una paz fría y la lucha por la supremacía; y otro, de la venidera batalla económica; en ambos casos, entre los Estados Unidos, Japón y E uropa.28 Tal batalla económica ya ha comenzado. La atroz historia de Occidente muestra a dónde conduce esa batalla ; 1914 y 1939 no son fechas vacías. Cuantos tenemos sentido moral, en el Norte y en el Sur, debemos hacer todo lo que podamos para inventar alternativas al venidero conflicto mayor, que sería una catátrofe última. Alternati vas que con un nombre u otro nos abran a una reali dad postoccidental donde nuestra América, que no es ni aspira a ser un mastodonte, tenga también su lugar, con vistas a la «transmodernidad»29 postul ada por E nrique D ussel; y la humanidad no desemboque en la barbarie, cuyas últimas palabras podrían emitirse en inglés; pero el resto sería sil encio inten'umpido por crujir de insectos.
Ignacio Ramonet: «L' empire ameri caiJ1» . Le MOl/de Diploma/ iql/ e. febrero de 1997, p. l . " Jcffrey E. Ga nen: A Cold Peaee. Amerita , Japal/ , Germal/v, al/d Ihe Slrtlggle Jor SI/prematv. Nuev a York ; Les ter Thurow: I/ead 10 l-lead. Th e Comil/ g Ecol/ omit Bal/le Amol/g Japal/ , El/ ropa , al/d America. Nueva York , 1992. 1? Cit. por Walter D. Mign olo en «Herencias co loni ales y teorías pos tco loni ales», CI/ III/ ra v lercer mI/l/do, tomo 1, comp. por Beatriz Go nzález Step han , Caracas, 1996, p. 125 ,
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Los miles de millones que se pierden por el uso de las fotocopias en la educación no son nada en comparación con el coste que esa mala educación puede tener
Las fotocopias son sólo uno más de los múltiples recursos y deben usarse en la justa proporción en que sean estrictamente necesarias, pero nunca para sustituü o suplir a los libros
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sagas y leyendas: un viaje por
los mitos de occidente
El espacio cul tural que hoy denominamos E uropa, menos di versificado de lo que a primera vista pudiera parecer, está integrado por vari as corr ientes civili zadoras fu nda mentales, surgid as en o ledas y sed imentadas a través de los siglos. Asentada en su sector occide ntal en un trípode cul tural de tres fus tes: ce lta, greco latino y germá ni co, esta E uropa coherente y co mpacta ha contado co n la literatura co mo
Emi graci ón de los ge rman os
uno de los elementos clave para su formación definitiva. Forjada entre una red de guerras, crisis religiosas y contrastes políticos, la Europa de Occidente logró solidificar su espíritu y sus contornos civilizadores gracias, sobre todo; a su forja como un espacio cultural definido, repleto de interacciones y comunicaciones entre los diferentes pueblos que, al habitarla, la dotaron de su naturaleza última.
y dentro de esa victori a de lo cultural y eterno sobre lo político-religioso y coyuntural, la literatura ha sido un elemento de primera magnitud como cauce de conoc imientos, conservación de tradiciones , transmi sión de sensibilidades y pensamientos, y catalizador de form as de ser y sentir propios de cada pueblo asentado, de Este a Oeste y de Norte a Sur, entre el Atl ántico y el Mediterráneo. Sin unas literaturas nacionales ligadas entre sí por tradiciones más anti guas y perennes, sin ese sedimento común indoeuropeo que aflora en nuestras creaciones literari as, difícilmente hubiera alcanz ado el grado de unidad y so lidez la cultura europea, y sin esa cultura hablar hoy de Europa no tendría el menor sentido, ni práctico, ni hi stórico. Por ell o, cualquier recuerdo panorámico de las principales y primeras aportaciones a esa fusión cultural europea nunca está de más, y por ello recordamos hoy, desde el ámbito de lo literario, algunas de esas aportaciones básicas: la épica legendaria irl andesa de raíz céltica, los cantos hero icos de ori gen germánico di seminados por todo Occidente y las sagas islandesas surgidas del viejo tro nco germ ánico-escandinavo. Dej ando para otro momento la contempl ación de las deri vaciones gal esa, escocesa, gal aico-astur, cornica y bretona relac ionadas con la primera, y las vari antes castellana y franca, danesa y sueca, relacionadas res pecti vamente con los segundos y las terceras. E l caso irl andés es qui zás un o de los más embl emáti cos en cuanto a raiga mbre, dentro de l terr itori o li terari o y cultural europeo, y esto, entre otras razones, por el hecho de que hoy la li teratura celta-irl andesa es co nsiderada co mo la más antigua de las vern ác ul as de E uropa Occ idental. E n rea li dad, só lo di sponemos de tres poemas de los primiti vos bardos irlandeses en manu scritos de su época, pe ro muchos de los poe mas y narrac iones de Irl and a transcritos a partir de l siglo XI fu ero n ya compues tos en el VII, y sabemos inclu so de la existenci a de algún qu e otro gran poeta irl andés del sigl o VI, co mo Co lm an Mac Lenin e. Conviene, sin embargo , reco rd ar que las literaturas celtas fuero n orales primitivamente - has ta la ll egada del alfa beto latino, ya que las esc rituras rúni ca y ogham ica eran só lo de uso ritual-o Y advertir igualm ente que Irl anda no alumbró poemas épicos canó ni cos, es dec ir, narrac iones heri ocas esc ritas ínteg ramente en verso, pu es en sus re latos épi cos se entremezc lan el verso y la prosa; mezcla és ta típ ica de la literatura arca ica indoeuropea, y que tambi én observaremo s en las sagas islandesas .
Veleda, profeti sa de los german'os
En su as pecto técnico, la poesía irlandesa se basaba en la al iterac ión - repetición de voca les o consonantes en determin ada proporción-, al igual que más tarde ocurriría con las sagas escandinavas y germ áni cas y la primitiva poesía castellana, Los dos ciclos esenciales de la épica irl andesa son los denomin ados Cic lo del Ulster - uno de los cuatro reinos de Irlanda- y Ciclo de los Fiana -o guerreros de fortuna-; el primero es trescientos años anteri or al segu ndo, narra por un lado las hazañas del líder Cuchu lain, y por otro la trágica historia de amor de
Deirdre y los combates de la hermandad guerrera de la Rama Roja, ambas situadas en un tiempo sin contaminar por el cristianismo y más antiguo que el reflejado por cualquier otra literatura vernácula de Occidente. Anterior incluso a la tradición germánica primitiva, y espejo de mundos precedentes a los de las sagas de Islandia, este Ciclo del Dlster definirá ya los dos ejes de la poesía europea: la muerte y el amor; enlazados en los relatos que lo integran. Y tanto este ciclo como el de los Fiana, dejarán entrever en sus líneas una valoración muy especial de lo maravilloso y mágico - frente al realismo de las sagas-, a la vez que constituirán una poesía plena de color e inspirada en el paisaje y la naturaleza. El Ciclo de los Fiana cuyo tiempo es el siglo III y en el que ya aparece alguna referencia al cristianismo -incluso con una controversia entre el paganismo del héroe Osian y San Patricio-, se halla repleto de una lírica de campos y colinas, sitúa a sus héroes en los reinos Leinster y Munster, y dibuja metafóricamente lo que fue la fragmentación histórica de Irlanda, con unos héroes volcados hacia la tierra y los pueblos, el sedentarismo, otros hacia las ondas, los litorales y estuarios, la aventura, y otros hacia la naturaleza libre, el nomadismo . Este ciclo, compuesto de forma oral y escrito después, se desarroll a en torno a las hazañas del héroe Finn Mac Cumhaill y de su hijo Osian, así como de los Fiana, hermandad guerrera y mercenaria que combate para diferentes reyes irlandeses en el siglo III. Junto a los episodios centrados en batallas contra gigantes y monstruos, una de las secuencias más llamativas es la conocida como El saqu eo de Tara, en el curso de la cual Finn Mac Cumhaill invade la ciudad de Tara y sus territorios, la saquea y derrota luego al rey Cormac, antes de la destrucción final de la hermandad de los Fiana. Co nviene remarcar que en el Ciclo del Dlster destacan dos relatos esenciales en el universo irlandés: El robo del ganado de CooLey y EL destino de Los hijos de Usna ch. En el primero se evoca la guerra entre los reinos del Dlster y de Connacht por causa de la propiedad de un toro , guerra alentada por la maléfica re ina M aeve y protagonizada por el campeón del Dlster Cuchulain, quien matará a su amigo Ferdiad , capitán de Connacht, para finalmente morir a su vez por las intrigas de Maeve. El destino de los hijos de Usnach relata una histori a de la que más tarde beberían las páginas de Tristán e ¡seo: la historia de la De irdre , destinada en su juventud a ser desposada por el rey Conchobar del Dlster y que prefiri ó huir con el noble Naisi hacia Alban (Escocia), para luego regresar a su tierra, contemplar la destrucción de la hermandad guerrera de la Rama Roj a, ver morir a su esposo mediante una traición, y suicidarse, antes de qu e la ciudad de Conchobar, Emhain, sea castigada y devastada por la felonía del rey .
Junto a estos dos ciclos, la literatura irl andesa en len gua ce lta posee otros dos ciclos muy significati vos: el Ciclo Mitológ ico y el Ciclo de los R eyes. Escrito en prosa y verso , el Ciclo Mitológico combin a en su s contenidos tradi ción real y fa ntas ía pura, trazándose en é l a dioses con perfiles hum anos pero con grandes poderes, mientras el Ci clo de los Reyes muestra a un a colecc ió n de caudillos y ti erras tamb ién partícipes por igual de lo hi stó rico y lo fabul oso. E l C ic lo M itológico , en e l que se narran las di versas inv as io nes que fuero n fo rm ando Irl a nd a, es de espec ial atracti vo para los lec tores espa ño les, ya que e n é l se narra la ll egada de diferentes grupos de celtas hi spanos a la isla, hasta la total co nqui sta de ésta por los guerreros ce lto-españoles conoc idos co mo los hij os de Mil de España, quienes desde la ciud ad de Brigant ia - do nde hoy se alza La Coruñ a- navegaro n hasta las costas irl andesas para acabar con el do mini o de un a es tirpe de anterio res in vasores, mitad hec hi ceros, mitad co mbati entes, ll amados los Tu atha De Dannann -o adoradores de la di osa Dana-. Estos acontec imi entos, y o tros muchos, se cue ntan en el Leabhar Ghabhala -Libro de las in vas io nes- , ma nu sc rito irla nd és de l siglo XII escrito en e l mo nasteri o de Terriglass a instanc ias de Finn Mac Goreman, o bispo de Kild are. E n un excelente trabaj o de di vul gac ió n del Leabhar Ghabhala reali zado por Ramón Sa inero para la editorial A kal e n 1988, y e n un rec ie nte Dicc ionario de Mitología
Celta e labo rado po r e l mi smo a utor para la c itada edi tori al, se subraya esta etapa co mún e ntre es pañoles e irl andeses , tal vez escl arecedora respecto a las múltipl es, profunda s y fructífe ras co incide ncias que luego ha n te nid o ambos pueblos a lo largo de la hi stori a. Po r otra parte, antes de la ll egada de los hij os de M il de Es paña, este Libro de las ill vasioll es revela los suces ivos pob lamientos de Ir la nd a, desde los ce lto-esc itas y los ce lto-be lgas hasta los mar in eros Fomores y los enig mát icos Tuatha De Danann, derrotados éstos e n el círcu lo de la magia por e l druid a ga ll ego Aimirgin y e n los campos de batall a de S li ab h M is y T hailltin por los caudill os ce lto- hispanos Emer Don n y Ere mho n, bizn ietos del mítico B reogan. U n mo me nto de l Leab/¡ ar G/¡ abhala, el ca nto de Aimirgin e n el capítul o XIII dedi cado a la co nqui sta, es co nsiderado como los versos más anti guos de Irl anda, com pues tos ini cialm ente hac ia el siglo VII. E n íntim a re lac ió n co n este C icl o Mi tológ ico se e ncuen tra un re lato, La histo ria
de Tuan Mac Cai rill , mu y esc larecedor e n cuanto al pensam iento re ligio so y fil osófico celta y europeo precrist iano. Se trata de l testimonio de un semidiós que a través de suces ivas reenca rnacio nes va prese nciando las difere ntes in vasiones de Irl a nd a. E n un recorr ido de iniciación, pa nteísmo y metempsícosis Tuan Mac Ca irill pasa de ho mbre supervivie nte tras una peste a mor ir para ser un ciervo j ove n, despu és un j abalí, lu ego un ág uil a mari na, más ta rde un sa lmón
y finalmente un profesta conocedor de toda la historia de Irlanda. Otro hermoso relato es La navegación de Bran, dedicado a enumerar las aventuras del noble Bran, quien al saber tener de la existencia de Ema in Ab lac h, la tierra de las hadas, más allá del mar conocido, parte en su busca. A través de diversos episodios curi osamente próximos a otros de La Odisea y Los Argonautas, Bran y sus marinos ll egan a la isla de las hadas, donde viven mucho tiempo gozando de los favores de éstas . Su regreso a Irlanda se torna imposib le, pues allí ya nadi e le conoce y además es imposible traspasar la barrera de muerte que el tiempo ha alzado entre la tierra maravillosa y la real. Cristianizado con posteri oridad , este relato se convertiría en la Leyenda de San Brendan, si bi en conservando todo su s ubstrato pagano . Un tercer relato, ll amado La inundación del Lough Neagh, entronca con la leyenda bretona de la desa pari c ió n bajo las ag uas de la c iudad de Ker-Ys y con las cons ejas gall egas que hab lan de la inundaci ó n de pueb los y vil las en lagos y lagu nas del noroeste españo l. En esta narrac ión, un hijo del rey de Munster de nombre Ecca es expu lsado de su patr ia por e namo rarse de su madrasta Eb liu , que le corresponde. Ambos hu ye n y fund an un a c iudad en un a llanura del Ulster, dom in ada por un a fuente que años después se desborda e inunda la ciudad ahoga ndo a casi todos sus habita ntes. La transmisión de todas estas tradiciones legendar ias corrió a cargo de las corporaciones de bardos y files, integradas por jóvenes nobles in struidos por los druidas que memorizaban las historias y actuaban como li bros vivientes. Corporaciones poéticas que tuvieron enorme pujanza cuando en el año 1002 Brian Boru es e legido rey de todos los reyes irlandeses, e inaugura una etapa de esplendor y unidad que cu lmin aría con la derrota en 1014 de los vikingos instalados en Dub lín -Baile aha Clia, o ' la ci udad de los pantanos'-. Los poemas recitados y remozados por aq ue ll as fraternidades de bardos permanecieron conservados en los libros de poesía o duana ires protegidos e n las mansiones aristocráticas, dentro del impulso cu ltura l determin ado por la sens ibl e política de Brian Boru . En buena medida la transmisión de los cic los y relatos ce lta -irl andeses fue posible también grac ias a la creac ió n de monasterios en la Irl and a del s ig lo V y la consigu iente introducc ión del a lfa be to latino, que sir vió para que e l gaél ico comenzara a ser una lengua escrita con caracteres nuevos. Durante mucho tiempo las escuelas paganas y cristianas conv i ve n, o al me nos se to leran e intercambian saberes li terarios, e inc luso los monjes crist ianos -eso sí, de un cristianismo autóctono y más libre que el roma no-
recopilaron tradiciones irl andesas en
hermosos man uscritos . Vo lúm enes estos que sufri ero n en los mo na steri os de Armagh, Ke ll s, Clonard, L ismore, C lo nm ac no ise, Aran y Derry e l ri gor de los
asa ltos vikingos entre los siglos IX y X, pero que se salvaron en muchas ocas iones por haber sido ll evados por mo njes peregrinos a cenobi os de A lemania, Sui za y el norte de Italia. La sigui ente invasió n de la isla, llevada a cabo por los normandos en el siglo XII, propici ó la reanudació n de los trabaj os literarios de los monasterios. Fi nalm ente, y para cerrar es ta visión del desarrollo inicial de la literatura irlan desa - la europea más antigua, en lengua vernác ul a, después de las clásicas, claro está-, es preciso reco rdar a la denominad a poes ía de los ermitaños, co mpuesta por los mo njes y erem itas de la isl a en los sigl os IX y X. Poesía senc ill a, in sp iradora tal vez de la poética franciscana , sus versos constitu ye n un a precoz muestra de sensibi lidad hac ia la naturaleza y los seres que, además del ho mbre, la habitan. Originada e n un mov imiento ascético encabezado en e l s ig lo VIII por los abades Maelruain de Ta ll aght y Duiblitir de F in glas, esta poesía represe nta la versión irl and esa y extrema de nuestro tradi c io na l «me nospreci o de corte y a laban za de aldea», y muestra coincidencias co n lo que s iglos más tarde sería la mística cas tellan a de Teresa de Áv il a y Fray Juan de la C ruz. Unos y otros bu scaron y encontraron en lo natural sos iego, conoc im iento y c ierto grado de pureza espiritual. La é pica germ ánica nace po r su parte en torno a la evocac ió n y co nserv ac ió n de héroes y hech os relati vos a las grandes mi gracio nes de los pueblos germa nos. Surgió de una soc ied ad o rga ni zada en clanes familiares y guerreros, y fu e mantenida a través de unos largos procesos de transmi sió n oral, co nserva ndo dentro de la diáspora germáni ca unos rasgos simil ares generales. El más antiguo de los poemas de la ép ica germáni ca que ha ll egado hasta noso tros co n integridad es el Beowulj, escrito en In glaterra en ang losaj ón hac ia la primera mitad de l s ig lo VIII, pero de tema y estéti ca germánico-esca ndin avos. Este poema relata las hazañas de Beowu lf, ca udill o de l pueb lo de los gautas -o wedras- e n dos etapas de su vid a: la juventud , durante la cua l visita e l terri torio danés de l rey Hródgar , donde mata a l ser monstruoso Gré ndel y a su madre, y la madurez, cua ndo ya es rey de los gautas y muere defendiendo a éstos co ntra un dragón, que perece co n é l. Comp ues to po r dos poemas diferenciados, e l prim e ro de amb ie ntac ión danesa y e l segundo centrado e n la rivalidad entre los gautas y los suecos, e l Beowu lf posee desde e l punto de vista literari o dos niveles d ist intos : una acc ión centra l que se impregna de lo prod igioso y mág ico , y un espacio de raíz hi stó ri ca recreado grac ias a las crónicas y a los recuerd os de tradición ora l. Otro gra n es labó n de la ép ica germánica es e l forjado por la denominada Saga
de los Vo lsungos, escrita por un autor desconocido e n la Noruega co rtesa na de med iados del 1200. Brota es te canto como recopilaci ó n de sedimentos o ra les,
ligados con la sociedad tribal y pagana de los pueblos germánicos. Estos elementos, creados durante la época de las migraciones germanas tras la invasión de los hunos, se materializan en este caso en tres ciclos: de Helgi, de Sigurd y Jomunrekr; siendo para nosotros hoy el más interesante el segundo, pues constituye un genuino antecedente germano de la tradición nibelúngica. Con base en la Edda poética escandinava, la Saga de los Volsungos -conservada en un manuscrito islandés del año 1400- narra la juventud y aventuras del héroe Sigurdr, quien cubre sus días de gloria y de pesar en Alemania, el Báltico y Centroeuropa; alrededor de la muerte de la serpiente Fáfnir, el matrimonio con la princesa Gudrún, y el ases in ato del héroe a manos de su cuñada y antigua amante Brynhildr. El primer cic lo, mu y esca ndin avo, relata las hazañas del héroe legendario Helgi, sobre todo de sus amores con la valquiri a Sifrún y de las circunstancias en que tu vo lu gar el asesinato del rey Hundingr. El tercer y último ciclo hace referencia a las luchas entre los godos y los hunos, en torno a la figura del rey ostrogodo E rman ari co. De carácter esenci almente pagano, esta saga se diferencia de la de los Nibelungas e n que no trata de dar un s·esgo crist iano a su narración, y es una fuente mag nífica acerca de la cu ltura y la fo rm a de vida germá ni cas anteriores a la propagac ió n de l cri st ianismo. Concebida además con claro sent ido poéti co, la Saga de los Volsul1gos nos ofrece toda un a gama de símbo los e ntroncados en la
mejor estét ica occidenta l, y cuya fresc ura y capacidad de sugerenci a se mantienen aun
VI vas.
Considerada como la joya de la ép ica germánica , el Call1ar d e los Nib elullgos fue esc rito probablemente a finales del siglo XII , por un autor anónimo, tal vez un monj e de la regi ón danubian a de Passa u, dentro de un mov imiento de poesía co rtesa na o hero isch e DichlUlI g au s IIO Chhofisch er Ze il. Este gran poema es fr uto de l ensamblaj e per fec to de dos composiciones dife re ntes, el Callfar d e Brullilda y el Ca ll1ar de los Bllrgulldios, a mbos procede ntes del s igl o V, y que
oc upan eq uilibradame nte los 39 ca ntos qu e co nfor man la obra e n su conju nto -d iec inueve episodios co rre sponden al tema de Brunilda y e l res to al de los burgundi os- . Las fue ntes de es tos dos bl oques res ide n en la Edda d e los Calllos -Liederedda- islandés y en la Thidrekssaga, poema noru ego e n prosa del
sig lo XIII. y mientras el Ca llfar d e BrLlllilda es un riller/iches Liebesrolllall poema amoroso caba ll e resco-, el Call1ar d e los Bllrglllldios vie ne a ser un Heldellkalllpf -poe ma de combate heroico-o E n este sentido, el Ca ll1ar de los Nibe lulI gos -traducido por primera vez al cas tellan o e n 1883 por e l erudito A.
D. Ferná ndez Mer ino- no posee un a unidad de contenido, y la fusi ó n entre las do s partes que lo integ ra n se rea li za gracias a las figura s que comparten el pro-
tagonismo de los hechos, cierta Krimilda y cierto Hagen que, según cada parte en la cual aparecen, tienen rasgos benéficos o maléficos. El gran héroe, Sigfrido , condensa en sí las virtudes y defectos de lo germánico , deslizándose su perfil entre episodios y personajes de leve fundamento histórico, y cobij ado siempre por elementos fabulosos y mitológicos . Situada quizás al margen de lo céltico y lo germánico , pero deudora de ambas culturas , e insustituible como factor para entender el desarroll o de la épi ca occ idental co mo un viaje inte ri or y exteri or, la Ch anson de Roland requi e re a l menos un a referenci a en esta panorámica euro pea. Vértebra cl ave de lo épi co. esta canción forma parte de nuestra sabiduría li terari a continental desde hace ya cas i dos siglos, concretamente desde que fu e publicada por prim era vez e n 1837 gracias a los desvelos del estudioso Francisque Michel, y luego impresa co mo edición crítica por Theodor Müller en 1863. Li gada a una islandesa Karlamag -
nus Saga, la lectura de la Canción de Roldán siempre aporta nuevos ele me ntos para la co mpre nsión de la líri ca, la hi stori a, el pe nsa mi e nto y la es té ti ca de Occi de nte. Hace poco llegó a nuestras manos, por cierto, una esp lé ndi da trad ucción de Isabel de Riquer, basada e n las dos anteri ores edi ciones citadas, co mo éstas lo fueron a su vez en la copi a escrita hac ia el 1125 por el normando T uroldus de Fécamp , y que se conserva en la Uni versidad de Oxford . Primer cantar de ges ta, la Chanson evoca dos batall as ocurridas tres siglos antes de su primitiva redacción: la de Ronces valles, que supuso un a gran derrota para los francos carolin gios , y la acaecida junto al Ebro, en la que aquell os devo lviero n el go lpe antes de abandonar definitiv amente los campos hi spáni cos . Por e ncim a de lo que de verd ad ocurri era en el norte es pañol e n el verano del año 778, el desconoc ido autor de la Chanson ciñó su cá lamo a un plan narrativo y poético co ncreto, con descripc iones sugerentes, dibuj o de las pas iones y sembla ntes de los perso najes, le nguaj e claro y es tructura eq uilibrada. E ll o hace que , j unto a la imagen ya míti ca del Roldán heró ico que muere en combate, toda la Cha nsoll sea una joya, un cofre rebosante de brill antes y antiguas evocac iones. La literatura islandes a nace e n el marco de un género propi o del ámbi to esca ndi navo y germ áni co, si bi e n poco a poco fue f il trado y adqui rido parc ial y paulatin ame nte por el res to de espac ios europeos, desde el a nglosajón a lo es lavo. Las sagas de Islandi a se generan entre los siglos IX y XI, cuando la gran isla septentri onal, ca li f icad a co mo Últim a Thul e por los marinos nórdi cos, ya hab ía sido co loni zada por noruegos hacia 870 desde las islas del norte de Gran Bretaña, y cobij aba a una soc iedad tradi cional y pagana, de raíces noruegas. Soc iedad le ntame nte abocada a un a convers ión general al cristianismo, por dec isión soberana y popul ar en el año 1000, sin impos iciones dogmáticas ni po líti co-reli -
giosas. Aquella forma de vida tradicional, de base germánica primitiva, tenía como características la igualdad social, sin aristocracia clara, la libertad, sin siervos ni feudalismo, y la democracia política, sin monarquías ni caudillos fijos. Con principios indiscutibles como el derecho al honor, la hospitalidad, la fi delidad al clan, el respeto por el valor personal y el sometimiento a una idea flexible de la predestinación, esta sociedad se organizó como república distante de los abusos de poder de los reyes de Noruega, Dinamarca y Suecia, y situó a modo de eje de su peculiar sis tema a la Asamblea Popul ar de Hombres Libres, o Thing; donde se dirimían todas las cuestiones legislativas, de interés general, y judiciales, de interés particul ar. Esa asamblea o Thing era la respuesta antimonárquica que los colonizadores de Islandia, guerreros y ca mpesinos rebeldes al proceso unificado r que en 872 había declarado en Noruega el rey Harald de los Cabellos Hermosos, consiguieron materializar en un sistema político independiente hacia el año 930, configurado como el primer parlamento de nuestro mundo. En esa época heroica de los islandeses las sagas se imaginan al calor del fuego común, en las largas noches septentrionales, y se recitan por una espec ie de bardos locales, los sagnamenn, quienes la memorizaban al igual que habían hecho los bardos cel tas de Irlanda y Bretaña. La palabra «saga» esta relacionada co n el alemán sagen ' decir', y son epopeyas en prosa, a pesar de que en bastantes ocas iones se intercal an en ellas grupos de versos . E n el año 1000 los islandeses deciden aceptar el cristiani smo , y con él llegó el alfabeto latino, que permiti ó la co nso lidació n de la literatura del país, hasta entonces a cargo de poetas y recitadores anónimos y basada en la aliteración. Las sagas surgid as en este ambiente, lejano, sencillo e independiente, adq ui eren forma escrita en los siglos XIII y XIV, centuri as en las que la isla ya es cristiana en su totalidad . Es precisamente entonces cuando se cuartea el sistema horizontal origi nal, y aparecen jefes regionales y choq ues entre la mayoría campesina y señores de nuevo cuño surgidos de la piratería y el comercio. Las subs iguientes guerras civi les dieron pie a la intervenc ión de los reyes noruegos y daneses con afán expansionista, situación que desembocó en e l protectorado del monarca noruego Hakkon e n 1262. Pero parale lame nte a este decaimiento político y soc ial, tuvo lugar un amp li o desarrollo de la literatura, gracias a poetas anó nimos y a personalidades co nocidas de la crec iente cultura naciona l. Muchas de las sagas más popu lares se divulgaron dentro de las vías de la poesía escáldica, es decir la poesía cortesana de los círc ul os aristoc ráticos de los tres reinos de Escandinavia, 'comp uesta primero en alfabeto rúnico y narrad a
oralmente por los escaldas o poetas profesionales, casi todos ellos de origen islandés. Esta poesía, surgida en el siglo VIII y que se mantuvo durante centurias -hasta los años del XIV en Islandia-, tiene su etapa de mayor brill antez en lo s tiempos de pag ani smo, y es quizás por esta característica por lo qu e estuvo dominada por los islandeses , pues era en la isla de éstos donde mejor se conservaba siempre la tradi ció n antigua. Conocida tambi é n co mo Poesía destinada a los Señores -o Dróttkvaedi-, la líri ca escáldica tuvo como prim er autor destacado a Bragi Boddanson, bauti zado curiosa me nte co n el mismo nombre del di os escandinavo de la poesía -Bragi-, y creador célebre de la compos ición llam ada Ragna rsdrápa , ambientada e n el sig lo VII. Junto a las sagas propiamente dichas, convivió también un género menor, una especie de saga breve denom in ada tháttr, en cuyos textos se contaban aspectos fragme ntari os del itinerario de un héroe, con tonalidades y climas contemporáneos de la vida de éste . Por otra parte, la ac umul ac ión de tháttr pudo, de algun a manera, reconverti rse en algún instante en sagas de mayor envergadura. Los principales hitos de la literatura islandesa primigenia son la Edda Mayor, el
Libro de los Islandeses -Islendigabók-, el Libro de los Reyes ~Kollunga bók-, el Libro de las Tierras Pobladas -Landnámabok-, la Edda Mellar, las Sagas de Falllilia -Islendingasogur, donde ya en 1127 se hab la de Norteamérica o Vi nl and-, la saga de los Sturlung, las sagas de los Caball eros -Ridda-
rasogur- , las sagas de las Eras Anti guas -Fornaldasogur-, la saga dc los Groelandeses, la Saga de los Reyes -Heilllskringla- saga de Erik el Rojo y la saga de Egil Ska ll agrímsson . La Edda Mayor recoge treinta y cinco poemas creados entre los siglos IX y XIII por autores tanto de Islandi a como de Groenlandia. Los libros de los Islandeses, de los Reyes y de las Tierras Pobladas tienen un carácter hi storici sta y fueron redactados por Ari Thorgilsson -muerto en 1148-, y maestro de Snorri SturIuson, autor de la Edda Menor, la saga de Egil Skall agrím sson y la Saga de los Reyes. La saga de los Sturlung narra las vicisitudes de la poderosa familia de igua l nombre en el siglo XII, las sagas de los caballeros ya poseen un es píritu cortesano, y las sagas de las Eras Antiguas vienen a ser un a mito logía general del mundo germánico-is landés . Rea listas , aunq ue tambi é n inclu yen toques de fáb ul a o efectos sobrenatura les, y de expresión clara, precisa y sencilla, estas sagas tratan de evitar los recursos simbólicos, a la vez que hacen ga la a trechos de ciertas dosis de ironía, muestran una visió n peculiar del destino -al que no só lo cons ideran una fuerza exterior, pues el carácter del individuo fo rm a también parte del destino-, y se alimentan de la percepció n pagana del hombre
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un conjunto de bondad y maldad
íntim a mente unid as. Todas e ll as, in c lu so las que no so n a nónimas -las
menos-, deben de contemplarse. ·como estrictas obras literarias , como una especie de novelas históricas, pues en sus líneas se entremezclan hechos y perfiles históricos, dibujados de manera realista, con otros de sesgo fantástico. Por otro lado, conviene puntualizar que el término «Edda», con el que se denominan dos de las composiciones centrales de la literatura isl andesa, estaría relacionado con la palabra odr, y tendría el significado de 'poesía '. La Edda Mayor surge hacia el año 1000, con algunos textos del 800, y luego incluye otros del siglo XII, distinguiéndose en ella dos fases: la pagana , antes del fin del primer milenio, y la cristiana, prolongada hasta el siglo XII. En cada una de ell as los poemas se desdoblan en heroicos y mitológicos, destacando sucesivamente entre los primeros los denominados Canto de Hárbard, Predicción de la
vidente, Sueíios de Saldr, Viaje de Skírnir y Canción de Ríg -esta última de inspiración escandin avo-irlandesa: ríg es en irlandés 'rey ' - , y, entre los segundos,
Canto de Vou lnd, Cantos de Sigurd, Llanto de Odgrúl1 , Predicción de Crípir y Cantares de Cudrún. Si bien no se llegaron a componer en Islandia epopeyas completas germánicas como el Cantar de los Nibelungos o el Cantar de los Vol-
sungos, los poemas hero icos de la Edda Mayor tienen como aquellos un cl aro tono ép ico, y representan además una continuación de la primitiva poes ía heroica germánica, tanto por estética y contenidos como por téc ni cas - es una poes ía acentua l, de aliteración en lugar de rima y carente de estrofas-o U na de las sagas principales es la de Egil Skallagrímsson, obra del ya citado Snorri Sturl uson. Fue escrita hac ia 1230 e n la región de Borg, y es la más extensa y la de mejor calidad literari a de las primeras sagas . Es redactada en el siglo XIII, pero narra hechos del siglo X, y co n ella logra Snorri Sturluson -nacido en 1179 en Hava mm y educado e n Oddi junto al mago Jón Loptsson- trazar una imagen rica y nítida de .la Islandia anti gua. E n esta saga, frente a otras en las que había varios protagonistas, el héroe abso luto es Eg il , a pesar de las dos partes en que se divide el relato: una primera en la cual se cuentan los avatares de la familia de éste antes de su nacimiento, y otra segunda en la que Eg il ya se convierte en eje de la narración. A lo largo del texto -del que hay un a magnífica vers ión al cas tellano a cargo de Enr ique Bernadez de 1983- se adv ie rte un a metáfora de las dos razas, lapones y germ anos, que dieron origen a lo noruego -de donde procedían los islandeses-, y de los cont rastes y fusiones e ntre ambas . Y al ca lor de esta dualid ad también se reflejan las divergencias entre la nobleza guerrera y el campes in ado co n inclinac iones comerc iales. Eg il , que es a la vez guerrero y campes ino , y tiene en su familia antecede ntes de las dos razas referidas, resulta también un ser .co mplejo y co ntradictor io, bue no y malo a la vez, por eso muy humano y moderno. Desarroll ada entre sec uenc ias de espec ial
capacidad expresiva, como el viaje a Varmland, donde Egi l manifiesta su sagacidad, la estancia en Inglaterra, donde se pone de relieve su sensibi lid ad , o la exped ició n a Frisia, donde demuestra su valentía, esta saga tiene varios de los ingredientes narrativos necesarios para cons iderarla en verdad un precedente de lo que luego ll amaríamos novela . La Edda Menor es, a su vez, un manual para poetas di vidido en tres partes: una serie de construcciones metafóricas, o keningar, completadas con relatos cortos de asunto mitológico , .un largo poema ilustrativo del arte líri co escáldico denominado «Enumeración de los metros» -o ' Háttatal'-, y una aprox ima ció n atrayente al panteón de los dioses escandin avos , que ll eva el títul o de Engaíío
de Gylfi -o Gylfaginning-. La saga de los Reyes, o Heimskringla, viene a ser por su parte una recopilación muy reali sta de vid as de los reyes de Noruega , que aparecen en número de dieci séis con desigual exte nsión en cada caso , y que tie ne como núcleo la vid a del santo re y Olaf. Las sagas de Erik el Rojo y de los Groen landeses aparecen como consecuencia de unos hecho s que si bien no fueron cruciales para el desarro llo de la cultura isla nd és, si proveyero n a éste de un componente mítico-histórico co n gran poder de evocación. Estas sagas co mparten personajes y arg um entos , y en ell as se narran los descubrimientos y coloni zacio nes de Groen land ia primero, y luego de las tierras americanas de Vinland - Pa ís del V in o , e n Terranova-, Helluland -País de las Canc has, en la isla de Baffin-
y Ma rkland
-País de los Bosques, e n la península del Labrador-. Hacia el año 981 el guerrero y nobl e Erik e l Rojo es desterrado de Island ia por su conducta vi olenta, para convertirse e n el exp lorador de la Tierra Verde -o Groenl andia-. A este líder acom pañaron hasta los nuevos territorios, cinco años más tarde , cierto número de co lon izadores islandeses , agobiad os po r los problemas de abas tec imiento e n su isla. Groenlandia se estructuró como una naci ó n independiente, co n co nstitu ción y parlamento pr imi tivos copi ado s de los de Islandia, y con una cap ital y sede episcopa l en la ciudad de Gardar, mante niend o su auto no mía hasta 1261, cuando pasó a depe nd er de Nor uega a cau sa de su progres iv a decadencia y aislam iento. Fina lm ente , Groenlandia sería aband onada a finales del sig lo XV , pero mucho antes, e n el año 1000 aprox imadamente, serv iría de puente para la llegada del na vegante Le if E riksso n a tierra s norteamer ica nas, diez años después objeto de un inte nto de co lo nizaci ó n po r parte de l come rcia nte Thorfinn Karl sefni. E n la Sa ga de
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Groenlandeses,
un tal Bjarni Herjolfs son in tuye nue vas ti e rras más al occ id e nte , al poco de que Er ik el Rojo partiera para co loni zar Groe nlandia. Le if E riksso n co mpra quince años después a Herj o lfsso ne su barc o y ex pl o ra las cos tas nortea me ri-
canas, y tras él Thorvald Eriksson recorre la misma geografía para acabar muriendo a manos de los indígenas -straelillgar- que la habitaban. Thorfinn Karlsefni lograría a su vez asentarse en Vinland durante algún tiempo, creando los enclaves de Straumfjord y Hope en el norte de Terranova, pero la agresi vidad y falsedad de los aborígenes le obligaría a regresar a Groenlandia. Por desgracia la Saga de los Groenlandeses, escrita antes que la Saga de Erik
el Rojo , no ha perdurado completa, y su primer original, redactado sobre 1200, carece incluso del primer capítulo. Sin embargo, su capacidad de crear ensoñaciones e ilusiones en torno a lo que hubiera sido una América del Norte colonizada por germano-escandinavos desde Islandia y Groenlandia ha convertido a esta saga en una de las preferidas por los lectores modernos. Con las evocaciones propias de esta saga, símbolo de la unión entre elementos históricos y fabulosos, y de las posibilidades de la literatura para fijar modos y formas culturales, cerramos este .viaje a través de algunas de las primeras y más sugerentes tradiciones escritas de lo que sería Europa. Un viaje abierto entre Irlanda e Islandia, entre sus paisajes, dioses, guerreros, conflictos, colores y mitos, patrimonio ya de toda la cultura occidental, en buena medida iniciada en esas dos decisivas islas alzadas milagrosamente entre los oleajes y brumas del gran océano.
«la democracia crea un espacio ético» conversación con el fil ósofo fernando savater
PR( Ji I/BU)( ) )l BIR
En Fernando Savater: el arte de vivir (Planeta, Barcelona, 1996), ese largo diálogo entre Juan Arias y Femando Savater, el filósofo dice: «Yo no creo mucho en las palabras, aunque es importante que las cosas se digan ». La realidad, sin embargo, contradice esta creencia de Savater pues no sólo es Iln agradable y hábil conversador sino que en SIlS intervenciones públicas, en SIlS clases de la Universidad y en SIlS libros la palabra es la materia más impor-
tante para la transmisión de ideas y para la explicación de todo ese universo que subyace en los "terrenos" de la ética y en los planos abiertos de la literatura. No olvidemos, además, su portentosa capacidad narrativa, una de cuyas muestras fue El jardín de las dudas (Planeta, Barcelona, 1993) donde ideó un delicado diálogo a distancia, gracias a ese género hoy poco apreciado como es el epistolar, entre un Victor Hugo razonable y memorioso y una noble dama más preocupada por las cosas del siglo que por áreas del pensamiento. George Steiner ha dicho : «Donde cesa la palabra del poeta comienza una gran luz» (Lenguaje y silencio. Gedisa, México DF, 1990). Esa es la sensación que nos queda cuando Fernando Savater termina sus intervenciones. Ello nos animó a conversar con el autor de Ética para Amador y Política para Amador, lo s libros que Ariel viene reeditando continuamente por el valor de su contenido y la proyección social que han ido adquiriendo. - A la vista de los últimos libros publicados (Marina , Lledó, Rubert de Ventós,
etc.) ell los que la ética tiene su protagonismo y su justificación, ¿ crees que la ética es solo una //lada o supone, también, una manera concreta de encarar la existencia? -Bueno, sí, yo c reo qu e h ay un " reviva l" de in terés por la ét ica qu e se corres ponde directa mente co n e l des interés po r la po lítica; es deci r, la po líti ca ha e ntrado en un a cri s is, hoy nad ie se atreve a hacer proclamas políticas, y nos vemos un poco e n ese «sá lvese quien pueda», y ese «s álvese qui e n pueda» es buscar un a so lu ció n, al me no s a ni vel éti co. Yo , por s upuesto, hasta profesionalmente, estoy a favor de la reflexión ética. Me parece muy importante y, además , algo de bastante interés es e l hec ho de que se hagan, se editen, libros sobre ética . Pero lo que no quisiera es qu e se diera la impresi ó n de que se puede sustituir co n la ét ica la reflexió n específica, no superpo nible ni sustituible por la é ti ca, y me preocuparía qu e esa refle xió n sobre las líneas indi vid uales de sentido y de exce le nci a pudi eran ll egar a susti tuir a la búsqueda de planteamientos co lectivos qu e también me parece n, en este momento , necesarios.
- ¿ Crees que la ética tiene la misllla cOllllotacióll ell los esc ritos de Ortega y Gasset, Arallguren o Zubiri y en /0 que viene a proclalllar, por ejemplo, hoy día a Ja vie r Mugue rza al referirse a que «El apartado de la ética cOllocido [/n día como 'ética descriptiva', enca rgada de describir la s lIlu y div ersa s maneras humanas - yen delllas iadas ocasiones inhumanas- de cOlllportars e,
ha acabado identificándose [.oo} con las correspondientes ciencias morales descriptivas ». O en la que pueda quedar del movimiento de los llamados filósofos jóvenes ', como Sádaba, Quintanilla y tú mismo, o en los últimos escritos sobre determinadas experiencias éticas y religiosas del malagueño Julio Quesada? -La ética es una tradición de pensamiento, no es un código; o sea, que, evidentemente, no podemos darle otra connotación . A veces cuando se habla de la ética hay quien se expresa diciendo que hace falta ética y expresiones parecidas como el que busca un garrote para pegarle en la cabeza al enemigo. Me parece que no es ese el camino.
- ¿ No será que esa corriente, digamos, formal, representada por Aranguren, Reiner, etc., ha ido quedando un poco postergada precisamente porque la política y otros estamentos están acuciándonos, incluso desde su silencio, para crearle nuevos espacios al pensamiento humano ? - La ética es una tradición de reflexión, no es el Código Penal ni los Diez Mandamientos, sino que se trata de una reflexión sobre los valores. Naturalmente, todos los que nos dedicamos a reflexionar sobre los valores vam os tomando en cuenta aquello que conocemos de las reflexiones anteriores. Por eso creo que una reflexión actual que prescindiese de Ortega o de Unamuno , pero también de Aristóteles o de Kant, lo veríamos como algo fuera de lugar, como algo absurd o. - Tú has dicho a Juan A rias
« Vivo,
paradójicamente, hablando de los f ilóso -
fos », dada tu dedicación en la Univ ersidad como catedrático de Ética. Tal vez esta cuestión
IIO S
permita hace rte una preg unta especifica
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es la siguien-
te: ¿ no debería se r, tal vez, la ética, como una parcela de la fil osof ía o ella misma filosofía moral o de la moral, una asignatura fundam ental dent ro de ese saco de humanidades en que se la viene incluyendo, donde se mezcla, a veces con cierto deso rden, con otros temas y qu e incluso parece qu e se está abandona ndo,
CO ll lO
se han abandonado definiti vamente nu estras lenguas clásicas
madres, el latín y el griego, en esa escala de tecnicismo de qu e habla Ala in Toura ine? -A mí me parece que sÍ, que las humanid ades en conjunto se está n aband onando actualmente en nuestra sociedad . Yo pi enso que, desde lu ego, la éti ca no
debe ser nunca una alternativa a la religión , como se viene intentando , lo cual es un verdadero disparate porque son dos cosas fundamentalmente distintas .
-Es, más bien, una componenda absurda que puede estar obede ciendo a determinados intereses sociales, tal vez a cierta toma de posición de la Igl esia y de los grupos religiosos en unos momentos en que algunos grupos tratan de encarar ese 'at eísrno difícil ' de que habla Qu esada en una sociedad quebrada y confusa
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es la nuestra.
-Pues sí , es una componenda absurda. Pero posiblemente por eso se haga aho ra más necesaria cierta reflexió n en torno a los val ores, so bre los fundamentos val o rativo s de la co nvivencia democrática . Inclu so podría llegarse a una asignatura que llegara a mezclar algún tipo de indagaci ó n en to rn o a la ética y la po lítica, po r ejemplo. L a verdad es que no sé bi en cómo se podría e nfoc ar. Yo lo he intentado hacer, esbozar tanto en Ética para AlIlador co mo Política
para AlIlador ... Pero vem os que está resultando al go impresc indibl e de ntro de un a fo rmació n humanística que no sea úni cam ente informaci ó n, sino qu e co nte nga alguna parte de fo rmaci ó n.
-Ha ce poco dij iste en una lú cida inte rvención en la Res idencia de Estudiantes una f ra se qu e res ultó allí de g ran impa cto: «Lo único ve rdaderamente inlll o ral , p o r no hab e r conoc ido nun ca decadenc ia, es el din ero». Eso lo saben muy bien los burg ueses, no tanto deterlllinados políticos a no se r qu e se refieran a su p ropio dill ero. A raíz de aqu ella declara ción, rec ibida co n ego ísta j ocos ida d p o r Ull audit o rio de hOll o rabl es contabl es, lil e atrev o a in telltar una int errog ación p os iblemente cOlllprolll etida. ¿ Los políticos, en este //lundo donde illlp era la geog rafía de la co rrupción (de Espaíia a Jap ón, pasando po r cualquier democ racia occidental o México), o los ell/presarios, en este //l Oll/ ento de egoísmos particularista s, ¿ tienen tam.bién su ética o, por el contrario, se trata, me refi ero ahora sólo a los políticos y los ell/presarios
de hoy día, de redu ctos de la sociedad donde la ética tiene una escasa valo ración, Ull escaso ej ercicio? - Sí, sÍ. L a verd ad es q ue esta mos e n una ho ra en que todo el mundo habl a de moral, y pla ntea e l tema de la moral como algo qu e les falta a los otros, a los demás . Se trata de un a cues ti ó n muy e nfadosa . Al habl ar de mo ral , parece que la defi ni ció n de mora l es una carenci a e n e l resto de las persona s. Se co mi enza pre~u n t a n do
¿cómo cree usted que es tán de moral los políticos, etc. ? Bueno , y
los payasos de circo y los catedráticos de Universidad y los periodistas . Eso de que hay profesiones propensas a la moral y otras propensas a la inmoralidad es un absurdo. La moral es la forma de vivir e n relación con lo que un o hace y en relación con los demás, a través de lo que sea.
-Volviendo a un tema apenas esbozado hace unos minutos: ¿ qué valor puede tener la religión en el ámbito socia l, digamos entendiéndola como una ética de la modernidad, en exp resión toureniana, como una capacidad de penetrar en la conciencia mode rna? Julio Quesada ha dicho que «El ateísmo no es la inversión del platonismo una vez que Dios ha muerto; sino, y todo lo contrario, su consecuencia», (Ateísmo difíci l, Anagrama, Barcelona, 1994). ¿No estamos ante una religión capaz de
crea r o de mantener cierto espíritu de consumo actual a través de su penetración en las instituciones,
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entienden y practican algunos grupos protestan-
tes, o por la parafernalia de sus actos, etc., de donde
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qu eda la idea del
nacimiento algo apresurado de una religión del consumo, de la adaptac ión de las formas de vida ciudadanas a sus decá logos o norlllativas dogmáticas? -Bueno, la religión e n sentido estricto es un panteamiento diferente al de la ética. La religión es algo dogmático , es un a forma de vivir, es un a forma de libertad, una for ma de obediencia. Mientras que la ética es un a bú squeda del sentido de la libertad, la reli gión es la aceptac ión de una obediencia por razones transcendentes. A partir de ahí te nemos la idea de que e l mejor fun damento de la ética es la religión, que es co mpl etame nte errónea. Y lo es porque ignora lo que signifi ca prec isame nte la reflexión ét ica, que·es lo contrario de las fo rmul aciones re li giosas, de la aceptación del dog ma. Ahora bien , luego, ya, por extensión, se hab la de religiones, es decir, de sacra li zac iones, de real idades como el consum o, como e l nacionali smo, etc. El naci o nalismo, por ejemplo, tiene una gra n dimensión sacrali zadora. Y yo creo que, en ese sentido, muchas de tales sacra li zac io nes o, si se quiere, entre comi ll as, reli giones, so n incluso peores que las religiones c lás icas, porque a estas, a las clás icas, a las de siempre, las vemos ven ir, ya las co nocemos, ya sabemos cuál es su contenido, su actuación ...
-En alguna de tus conferencias has dicho también que «La democracia está amenazada por el elemento financiero que se convierte en poder». ¿ Podríamos suponer que es posible una democracia que pueda llegar a esconder o atribuirse una moral diferente, una ética propia, me refi ero con valores propios, con condicionantes especificas de su actuación ? -Hombre, la democracia crea un espacio ético que es un espacio de libertad y de autonomía de los individuos; es decir, la democraci a es un marco po lítico . Pero es un marco político que favorece una autonomía moral. Entonces , tenemos que la democracia no es que sea en sí misma algo moral , pues hay person as que viven en democracia y son muy inmorales y otras que, precisamente, actúan de form a contraria, o sea, que tal vez en una dictadura pueden comportarse de una manera absolutamente moral, porque la resistenci a fre nte al tira no aparece co mo la postura más moral. Pero, en general, a veces la de mocracia es la que crea las condiciones más favorables para la autonomía moral a partir de la cual comienzan a darse los valores propios de esa moralidad .
- Ye n una sociedad decididamente corrupta, algo que parecía superado, como se están manifestando muchas actuales o de épocas similares, reco rdemos el caso de Méx ico al comenzar a desentraíiar la aparentemente moral época de Salinas o la herencia que dejaron los Marcos en Filipinas, ¿ crees qu e debe actuarse con una ética concreta, que los ciudadanos pueden y deben defenderse ante un estado de hechos perturbador y falt o de ciertos prin cipios elell/ entales precisos pa ra la norlllal convivencia ? - Las soc iedades son corruptas todas. Si hubiera una soc iedad en la que la mayoría de la soc iedad fuera buena y los malos fueran una espec ie rara, un a ori ginalidad fo lclórica, yo creo que incluso nos hubiéramos enterado de tan notabl e rareza. Los testimon ios hi stór icos que poseemos habl an de lo contrari o, de cie rta mald ad soc ial. Ahora bien, e n todas las sociedades y en todas las co nvivencias, el indi viduo tiene que estar constantemente rehaciendo y repensando su actitud ética. E l indiv iduo no puede in stalarse en la éti ca como quien se in stala en un autobús para que te lleve, pa ra que te tras lade a otro lu gar. Permanenteme nte hay que estar hac iendo una reflex ión que no acaba nunca. De la éti ca nunca se descansa.
- Ha ce algún tiell/po, en 1954, Julio Cortáza r decía que «.. . Ia poesía es magia en sus orígenes» (Obra crít ica/2. Alfag uara, Madrid , 1994). ¿ Podemos comparti r esa idea al hablar de la ética, podemos mantener que la ética es un a mag ia,
una especie d e vitalidad íntima del ser human o o es más bien, como ha dicho Muguerza al referirse a la obra d e Juliana González y com o se titula el libro de tus conversac iones con Juan A rias, una 'a leg ría de vivir '?
-Yo te diría que la étic a es un a poética en sus orígenes. Quiero decir poéti ca de signo creador, porque la éti ca está intentando crear un conjunto de valores que a veces se oponen a los puros va lores naturales; me refiero a ese puro valo r natural que es e l predomini o de l más fuerte, e l predo mini o de l impl acable sobre el fr ágil , etc . F re nte a ese predo mini o ex iste un a labo r de creac ión, surge un proyecto poé ti co . Se trata de l proyecto poéti co medi a nte e l cua l los hum anos trazan entre sí unos lazos que no so n los lazos de las co munid ades nat urales, sino los lazos de la so lid ari dad y de l reco noc imi ento. Ese es un proyecto esencialmente poético . - In acabado diríam os ...
-I nacababl e . No puede acabar porque cada ho mbre lo empi eza de nuevo. De nada serviría que todos los ho mbres nos pu siéramos de ac uerdo de un a vez po r todas en ser mo rales s i, ll egado un mo me nto, nace un niño, un nuevo ho mbre, y ese niño qui ebra, vio la tal co nse nso. -Vayam os a un te rreno más pa rticula r, l11 ás p ersonal. En La fil osofía tac hada, I/n ensayo ed itado por Tau rus en 1972, d ecía s qu e «La fi losofía custodia , con S I/
labo r críti ca, el in venc ible cando r de la vida; p ero esa lucha po rqu e la rea-
lidad sea lo qu e es, n o tien e COIl IO 111 0to r ning ún p rin cip io 111 0ra l». Alg un os {l/lOS d espués escrib iste do s lib ros esencia les para cOl11p render, a l l11 enos por entonces, tus p ostu ras ante d eterl11 inadas cuestiones. Me refiero, ef ecti va l11 ente, a Ética para A mado r y Po lítica para Amad or, donde Al11ado r no es sólo el IlIjo al qu e se hab la sob re la vida y otra s excelenc ia s, C0 l11 0 ha ce Cotron eo al trata r de in culca r a su Fran cesco, y a q uienes tien en el lib ro a lgo lejano, s u al11 0 r a la lectura en S i un a mañ ana de verano un niño (Ta urus, Madrid, 1995), sin o el interlocuto r ante quien se expon en c riterios y reflexiones para qu e tal11 b ién los del11ás ap rovechen esas enseilan zas. La preg unta se ría : ¿q ué ha call1biado en Amador, en la sociedad, en ti, en el fi lósof o, en la f ilosofía ?
- B ueno , c a mbiar. .. A mado r, po r supu es to, se ha hec ho un se ño r mu y g ra nde, y ya pro bab le me nte es mu c ho má s mo ra l qu e yo . Probab le me nte la pró xim a edi c ión me la esc rib a é l a mí , po rq ue ya tie ne un a ca pac ida d co nc reta para
ello. La realidad es que yo procuré en esos dos libros no hacer una ética circunstancial. A mí me molestan mucho esas éticas que parece que van a reformarlo todo, como cuando se dice «es que ahora la ética tiene un especial color», por ejemplo. Yo creo más bien que los problemas éticos se prolongan en el tiempo. Naturalmente, las circunstancias cambian yeso cuenta. Tal vez en esos libros a que te refieres yo mencionaba personajes, acontecimientos, cuestiones concretas. Ya incluso en la Política hubo que retocar , a raíz de la caída del Muro de Berlín, algunos detalles. Yo creo que los problemas éticos tienen una base esencial.
-Pero incluso ante el hecho temporal de revisa r algunos conceptos o pese a esta revisión, ¿ no podemos concluir que esos libros, que el tratamiento de la ética y de la política, siguen teniendo las mismas o similares bases? -Sí. Posiblemente, en una edición actual de ambas obras ahora mismo se podrían cambiar las circunstancias, pero , ciertamente, se mantendrían el tono y el mensaje ético tal como están.
Josefina Aldecoa Ramón Hernández Luis Landero Arcadio López Casanova Fanny Rubio Jaime Carda Padrino José María Merino Andrés Amorós Isaac Montero Fernando Rodríguez Lafuente
!LA LITeRATURA eN eL FIN De SIGLO
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en&ceña nza, Dlitbu&li<ón
Los textos han sido tomados de la grabación efectuada durante las Jornadas. La grabación ofrece a veces párrafos inaudibles o de mala calidad. No se grabaron los textos de Marina Mayoral y Gonzalo Santonja. Transcripción de las cintas: LAURA MARTiNEZ
LA LITERATURA EN EL FIN DE SIGLO
el creador ante la ensenanza de 1a literatura N
_"lid"" "G iJ"" Yo he elegido este tema, creo que lo he elegido, por lo menos ... cuando hablamos de la enseñanza de la literatura, yo dij e que a mí me gustaría habl ar de la primera etapa, de los primeros pasos de la enseñanza de la literatura. Primero, porq ue es la experi encia que yo tengo como enseñante. Yo hice la carrera en la viej a uni vers idad que tenéis ahí al lado en una época, le contaba a un al umno mío, en la que só lo estaba oc upado el primer pi so, no había alumnos más que para ll enar el primer piso (hay que decir que terminé la carrera en el 4 8), y, bueno, siempre me ha gustado la enseñanza de la literatura. Creo que hay otras personas, que está n aq uí, que pueden habl ar de la experi encia de enseñar en la enseñanza medi a, en la enseña nza superior, mucho mej or que yo . Y ta mbi én porque creo que para ll egar a la media y para ll egar a la superi or es fund amental la pri maria. Me parece que la primera etapa es fundamental para poder alcanzar los otros escalones. Yo asistí a la escuela de la República, mi mad re era maestra de entonces , y all í por primera vez oí los no mbres de los grandes poetas. Ento nces, hasta en e l úl timo pueb lo en aquell os años llegaban rev istas, ll egaban libros que enviaba el M ini sterio en los que se trataba de llevar a esos pueb los, a los ni ños y a los adu ltos , suficientes libros y supl ementos cul turales . La palabra es la forma de comuni cación interpersonal más compl eta. El sistema de signos, el códi go medi ante el cual inform amos, reclamamos, pedimos, tomamos parte de una rea li dad cotid iana, nos permi te ro mper el ais lam iento existencial en que
~e
desarroll a esa vida. Ahora bien, hay otra for ma de comuni cación, la litera-
ria, que produce el mil agro de transmitir los hall azgos que un escrito r hace sobre sí mismo y sobre e l mundo que le rodea, sobre sus sensacio nes, senti mi entos e ideas, y las sensaciones, sentimi entos e ideas de los de más. La literatu ra puede ser co nsiderada así como una refl ex ión sobre las inhib ic iones de un escritor. Si pensamos en la enseñanza de la li teratura en el ámbito escolar, es decir, en la posibilid ad de comprender y usar el lenguaje literario, te nemos que empezar a refe-
rimos a los más jóvenes como sujetos de aprendizaje, y el primer paso de esta enseñanza tiene que ser el contacto del niño con el lenguaje literario. Desde muy pequeño, y a partir de los dos años con suficiente intensidad, el niño descubre cada día nuevas palabras, y ese descubrimiento se convierte en una actividad espontánea y apasionante para él. Es frecuente que repita estas nuevas palabras en distintas ocasiones, que las use y las saboree. Cuando a los tres o cuatro años el niño entra en el jardín de infancia o escuela infantil, su pasión por el lenguaje puede verse colmada si se le enseña a expresarse con mayor amplitud y precisión. Aparte de mil juegos estimulantes relacionados con la adquisición de vocabulario, los pequeños alumnos pueden aprender desde muy pronto el acercamiento al lenguaje literario, y estoy hablando del lenguaje de Lorca, Alberti, Juan Ramón, etc., y, por supuesto, breves fragmentos de los clásicos. Cuando un niño aprende a repetir "verde, lenta la tortuga" [... ], etc., se está iniciando en el lenguaje poético. La poesía es la forma literaria más difícil y esencial. El poeta tiene una percepción de la realidad real o de la realidad imaginada que puede ser intuitiva o elaborada y madurada intelectualmente, y, si es un verdadero poeta, el resultado es la expresión de esa percepción única a través de un lenguaje de gran belleza literaria. Los niños pequeños son muy capaces de captar esa belleza, porque tienen una percepción global del mundo, y una percepción de la realidad inmediata, no contaminada y muy parecida a la de los poetas. Cuando un niño ha escuchado por primera vez cierta metáfora como "El sol, capitán redondo, lleva un chaleco de raso", el descubrimiento le fascina. Después de ofrecerle la poesía y de hacer que la repita y memorice, viene otra parte esencial del proceso: jugar a desentrañarla, invitarle a buscar palabras que suenen igualo signifiquen lo mismo que las del poema, invitarle a inventar metáforas parecidas. El proceso de memorización, por otra parte, es de una eficacia impresionante. El ritmo y la musicalidad ayudan a la memoria. Las palabras hermosas se incorporan para siempre al archivo personal del niño y, al rememorarlas al paso del tiempo, las comprende mejor y con nuevos matices. Esto es sólo el comienzo, luego vendrá un momento decisivo en el desarrollo intelectual del niño: el aprendizaje de la lectura y escritura, el comienzo de la expresión personal por medio del lenguaje escrito y el inicio del amor a la lectura. Leer y escribir son dos actividades literarias paralelas, los dos polos de una misma enseñanza que llevará al niño a convertirse en una persona capaz de gozar de las obras que han escrito otros hombres en distintas épocas y países. Y, por otra parte, desde que el niño aprende a escribir hay que impulsarle a hacerlo con un lenguaje vivo y expresivo. Un niño es capaz de expresar con palabras propias sensaciones, sentimientos, puede crear imágenes bellísimas sin ser consciente de ello, por una intuición confu-
sa, por aproximación. Pero no se trata de hacer futuros escritores, lo mismo que con la práctica del arte libre del niño no se pretende hacer pintores. En ambos casos, estamos tratando de hacer alumnos amantes de la literatura y del arte clásico, futuros adultos que han experimentado el proceso creativo desde dentro . En cuanto a la literatura, sólo se aprende leyendo, y el lenguaje literario, leyendo y escribiendo. A medida que el niño crece los textos que se le ofrece son más complejos, y es necesario explicarle las técnicas más elementales que utiliza un escritor: los recursos, los estilos literarios ... A partir de los lO ó 12 años , se le debe iniciar en el conocimiento de la época y de las circunstancias en que se produjo la obra literaria, y continuar invitándole a que trate él mismo de emplear nuevos cam inos en su expresión literaria. Pero es necesario dej ar bien claro que cuando un niño escribe a los siete años después de un día de playa: "El sol que levanta las gaviotas por la tarde al largo viaje"; y otro niño: "La hierba, y la arena, y la bri sa que mueve a las gaviotas "; y otro: "La gaviota con su pico rojo, y el macho con su pico naranj a que curva sus garras "; o cuando el niño es capaz de inventar greguerfas después de haberlas leído y de haberle explicado su sentido, greguerías como: "La pluma es la madre del libro "; "El cesto es la tumba de las manzanas"; "Una muela es el campamento de las caries", todo eso es un juego hermoso, pero no es una obra de arte. Para que ex ista un a obra de arte, de cualqui er tipo, literaria o no, es necesaria la reflexión, la elaboración racional [... ]. ¿Qué quiere decir todo esto? Si yo acabo de afirmar que los ejemp los de niños que he puesto, de siete y ocho años, no son literatura, pero parecen literatura, lo que quiero decir es que ése es el cami no para que e l niño, leyendo a los distintos escritores, vaya, desde dentro, entendi endo cómo ve el mundo ese escritor. Ese proceso es un proceso creat ivo que el niño , además, lo puede apl icar más adelante a cualquier otra actividad intelectual. Para terminar quiero insistir en que la lengua es algo vivo y, con frecuencia, lo que llega a los alumnos de cualquier edad es un conjunto de normas, conceptos, reglas, excepciones y, por supuesto, fec has. Y en cuanto a la li teratura, una sofocante información organi zada, cl asificada en los libros. Insisto: yo entiendo la enseña nza de la literatura partiendo de la lectura del texto li terario, de la interpretaci ón directa del texto, para dar, después, la informaci ón complementaria sobre el autor. Me parece fundamental desmenuzar el texto literari o, pero no para convertirlo en un a suma de elementos disecados , muertos, sino para buscar el hilo conductor que ha guiado al autor en su proceso de creación. El lenguaje es la suprema fo rm a de expres ió n intelectual que ha sido concedida al ser humano[ .. .]. No se puede hablar de enseñar y aprender sino de comprender y amar la literatura, yeso empieza desde que los niños son pequeños, como un juego.
LA LITERATURA EN EL FIN DE SIGLO
1 a literatura en e 1 a u 1 a personal
y transferible
"Nada explica una obra. Lo que ésta dice , ningún análisis, ninguna explicación puede decirlo", escribió Benjamin Disraeli. Por su parte, Bernard Show sostenía la tesis de que «si se enseña algo a alguien, jamás lo aprenderá». Razonamiento y paradoja que aun siendo relativamente cierto en la primera de estas citas, no lo es en absoluto en la segunda, pues es precisamente el ser humano la entidad zoológica más necesitada de didáctica, por ser la menos vinculada al mandato de los instintos. A propósito de esto, y a modo de ejemplo, recordemos la teoría de Charles Darwin afirmando que sin el magisterio de sus progenitores, la especie humana sería incapaz de caminar erguida, tesis que nos llena de estupor si nos preguntamos quién enseñó a caminar de pie a los desventurados Adán y Eva. Porque, siendo evidente el hecho de la enseñanza, instintiva, evolucionada, ejemplar o cibernética, nos hallamos aquí por nuestra condición de lo que se ha dado en llamar creador o alumbrador de literatura, para dar un testimonio de cómo se percibe desde la perspectiva del escritor el entramado de la en señanza de las obras literarias. En primer lugar, digamos que el acto de escribir, por muy grandes que sean las ajenas motivaciones e influencias , es siempre personal, unívoco, nacido de esa vasta complejidad mental que induce al que la experimenta a utilizar la palabra esc rita como instrumento de expresión que permanezca en el tiempo . Magia controvertida por el signo de la duda ante la afirmación apocalíptica de considerar al verbo como principio y fin de todo, arriesgada tesis que hizo suya el escritor portugués Ec;a de Queiroz, el cual decía: "Hay quien cree que todas las palabras tienen un poder sobrenatural y, por ellas, se hacen realidad todos los
pensa mientos ". E n este sentido, y cons ideradas como signo de identid ad de las ideas, las literaturas nacen cada una co n su pa lab ra, es dec ir, perso nales, aunque no tanto co mo deseara Hemingway, qui e n, para e ludi r mej or las infl uencias de otros, soste nía que "l a úni ca di sc iplina a la que debe so meterse e l escri to r es la de no leer más libros que los suyos". Ex ab rupto inaceptab le c uando se considera el arte literari o como uno de los grandes hil os co nductores de la condi c ió n humana, q ui zá la más e loc uente representac ió n de la vida. Literat ura q ue, como una vasta co nstrucc ió n, ti e ne sus cimi entos en la in gente rea lidad uni versa l, su zaguán o in tro ito, su sorpus de d ife rentes estancias, s ituadas en d iversos niveles, y su a lta cúspide, desde donde es fact ibl e ampli ar la visió n de l mundo en to rno. Complej a estructu ra cuyo ocu lto me nsaje transfieren las palab ras que son ideas representativas de sensacio nes de amor, de vio lenc ia, de ruin a, de esp le ndor y muerte. Laberín tico haz de m últiples cam in os e n los q ue e l enseñante debe hall ar las hue ll as de l paso de l auto r por e l arca no interrogante de la creación li tera ria, esa fó rmul a matemáti ca de la integ ral indefini da de l ser humano. Perso na l ex perie nc ia que, sin d uda, es tra nsferi ble a otros med iante e l mag isterio de la erudic ión q ue exp li ca e l obj eto literar io, mostrándo lo en su contextualidad exteri or y cronológ ica y, sobre todo, lo ilumin a en relac ió n co n la axio mática atempora li dad de la Estética, para integrarlo desp ués en la coetaneidad hi stórica. Transfere ncia obv ia, pues e l acto li terar io es siempre un a creac ión vin culada a otras, a pesar de su autó no ma lóg ica intern a. Juzga r este fenómeno res ul ta inevitab le, dado q ue para e l lector, co nsiderado co mo e nte de razón, la coherenc ia estét ica y ética dev iene necesari amente de l ha ll azgo de la verdad, sea esta li teraria o no, es dec ir , de su adec uación al inte lecto como e ntidad rea l, ta ng ible y sensitiva . En este se ntido, e l enseñante, q ue también es un buscador
de esa verdad, evo luc io na, sin proponérselo, de exégeta a crítico . Su d idáct ica no só lo es un víncu lo tra nsfer idor de la experienc ia personal del autor, s ino tamb ién un meca nismo lóg ico cuya aspirac ió n última es desc ubri r e l punto de encuentro entre bell eza y verdad, vari ables de una ecuación que en Arte vienen a ser un a mi sma cosa. E nseña nza c uya etimo logía sign ifica q ue su misión es
insignare, señalar, identificar y darnos a conocer lo insigne , los signos del verdadero arte, o de l arte q ue, por serl o, es una verdad in te lectiva, armoniosa e inteli gente, como un vec to r di rigido hacia e l infinito de todas las esencias. Eso es lo que, de fo rm a inst in tiva, busca el autor co n su escritura, yeso es, también , lo que se qu iere hall ar en las cátedras que señalan y establece n los signos de identid ad de la o bra literari a. Si n e mbargo, co mo es sab ido, e n ninguna otra facu ltad del ingenio human o como e n e l arte de las letras e l subjet ivismo y la pasió n han interferido co n
tanta intensidad la obligada objetividad de la exégesis y su derivada la didáctica. Interferencia mayor, quizá, por la propia naturaleza de la Literatura, selva oscura cuyo conocimiento no es tan prioritariamente sensorial como el de la Pintura, la Música o la Escultura, sino tan profundamente reflexivo en su fondo, como expresivo en su forma. Subjetividad que afecta también al inevitable establecimiento de los cánones literarios, y a la confección del catálogo de las consideradas obras canónicas, objeto principal de la enseñanza de la Literatura. Obstáculo importante, que el exégeta-didacta, profesor y crítico a la vez, ha de obviar con su probidad u honestidad intelectual, pues su mi sión investigadora y académ ica debe aspirar a ser la representación viviente y anticipada de la poste-
ridad. Para ello, el enseñante ha de poseer unas convicciones estéticas y éticas tan universales como las que se identifican en las obras maestras de la Literatura , bagaje sólo posible desde la plataforma de una profunda y extensa cultura. El maestro, pues, debe ser sabio, conocedor de la materia cuyas esencias quiere transferir, debiendo rechazar juicios de opinión basados en datos no documentados ni atribuir claves cripto'gráficas no probadas. Explicar una obra literaria implica un pormenorizado análisis de tendencias, condicionantes sociohistóricos, antecedentes y consecuentes liter arios que contextualizan la obra, así como, en lo concerniente a la técnica, no basta con prestar atención a las formas meramente descriptivas, bibliográficas, gramaticales, filológicas e idiomáti cas, dado que lo fundamental debe ser la adecuación de aquellas a la intencionalidad de los conceptos subyacentes en la obra. En el proceso genera l de transferencia de lo personal es impo rtante dilucidar s i el texto es traducible a otras len guas sin excesiva merma de sus con tenidos, razón por la que la obra no debe ha ll arse fundamentada sólo en la expresión idi omát ica, s in o en la evidencia de conceptos universa les y permanentes, los cua les, en la generalidad de los casos, so lamente pueden expresarse con una altura estética acorde con la importancia del te xto. En este se ntido , cabe citar a Petronio Arbiter, cuya permanencia hoy como novelista por su obra El Satiricón se halla fundamentada no por la belleza de la le ngua latina utilizada ni por su casticismo expresivo, sino porque todavía hoy, much os s igl os después , continúan siendo transferibles las perso nalidades humanas de sus héroes romanos, depositarias de idénticos anhelos , temores y concupiscencias que los que pueblan, por poner un ejemp lo extremo, los personajes de A lIl eri ca n Ps/¡yc/¡o, del joven y va nguardista autor norteamericano Easton Ellis, bestseller ho y . Por otra parte, creemos que e l exégeta didacta, el maestro, e l e nseñante, debe iluminar al alumno el se nd ero de la lectura de acuerdo con la osc uridad y com-
plejidad del texto, pero siempre sin interferir sus propias luces, pues debe ser norma el considerar que hay tantos textos como lectores, por más que la obra, en su inabarcable totalid ad, pretende siempre ser tenida co mo arca cerrada, vedada, incluso, a su propio autor. Deseable y necesario es por ell o encontrar relaciones de la obra con otras de la Historia General de la Literatura, próximas o lej anas en el espacio y el tiempo, evitando así establecer criterios locali stas y miopes, a la par que etiquetas de supuesta originalidad, cuyo único fundamento, en muchas ocasiones, no es otro que la ignorancia de la existencia, lectura y conocimiento de otras obras y autores de otras latitudes y épocas. Porq ue, como sugería Cortázar en su obra Todos los fuegos, el fuego, los riesgos aludidos son menores cuando el texto objeto de enseñanza prefiere lo ate mporal a lo fechable, lo pan-espacial al locali smo, dado que en todo tiempo existe el ser, y en todo lugar, bajo las aparienci as casticistasy típicas, permanece el genotipo universal al que aspi ra el intelecto. Estructura interna en la que la armonía de las partes, la adec uación estilística y lingüística a la idea, y la sobriedad expres iva no exenta del necesario lirismo propio de este arte, so n factores tan importantes a destacar por el enseñante como la capac id ad de sugerenc ia del texto y su poder catalizador. Universalidad intertextual que puede apreciarse en las grandes obras literarias, como sucede al estudiar La Celestina; sin o lvidar, por ejemplo, las obras de Publius Terentins Ager, comed iógrafo latino que vivió entre los años 185 y 159 a.
c.,
autor de obras como Andria , La Suegra, Fo r-
mión, El EU;llIco, etc ., que tanto influyeron no só lo en Fernando de Rojas, si no
en Moli ere, Goethe, y Cervantes . Porque cua lqu ier literatura es inicialmente materia personal, pero siempre tran sferible y proclive a ser co mparada con otra. Sin embargo, así como las Ciencias Apli cadas carecen de sent ido y realid ad si no devienen y se comparan unas co n otras, en el complejo y vasto mundo de las Letras, especialmente a causa de las barreras idiomáticas, las analogías se restringen, precisando para paliar este inconveniente - como se dijo antes-
de l
inest imabl e auxilio de la traducción literar ia , la cual no tiene que ser, como suele afirm arse, una traición deforman te del texto original. Sólo así se consigue mostrar y entender las obras de creación en su rica genea log ía común, como sugiere la metáfora contenida en el anteriormente citado títu lo de Cortázar. En otro orden de cosas co nviene saber que, en genera l, los autores de las ll amadas obras literarias de creación, no suelen ser propicios a clasificar los diferentes
estados de la materia literaria en cualesq uiera ismos, por considerar las Letras un todo coeherente y comp lementario, siendo ajena a la creac ión insigne la limitación intrínseca al ismo, sea éste realista, sureal ista, impresion ista, naturalista, modernista o cualquier otro. Como tampoco cabe el inmenso océa no en
el hueco de una concha marina y no es monótona ni estática la naturaleza del mundo y de las cosas. Para concluir, digamos que en la enseñanza de la Literatura, como en cualq ui er otra didáctica, lo fundamental es la verdad que se propaga, la luz que se enciende, el camino que se abre, las inteligencias que se cultivan, las fantasías que se despiertan. No obstante, también puede e nseñ arse el error, lo irrelevante, lo estrictamente anecdótico. Víctima de la moda, la interesada promoción mercantil, o cualquier otra influencia extraliteraria, la cátedra y el alumno, el lector en definitiva, también pueden extraviarse en un laberinto de fa lsos cánones, que, como la niebla de los pantanos, el cálido y refulgente sol de otras circunstancias futuras revelará como impostores. Porque la verdad es siempre una difícil conquista, ancha y ajena, pero viva y pertinaz, marcada a fuego en la genética del ser humano, es decir, del ser pensante y sintiente, alfa y omega del Universo todo. Por ell o, el enseñante sabio y el honesto investigador de la Literatura sienten la imperiosa necesidad de transmitir a otros el descubrimiento de una nueva verdad con el mismo júbilo que el astrónomo anuncia a los que como él navegan por el Cosmos el resplandor de un astro desconocido aparecido en la bóveda celeste. Esa suerte de generosa magia propia de la or iginalidad de la obra y del talento del precursor debe ser, en nuestra opinión, la norma que a todos, escritores, lectores , y exégetas, nos exima de caer en la mezquina tentación de cerrar la puerta a todo lo nuevo y diferente.
LA LITERATURA EN EL FIN DE SIGLO
el creador ante la ensenanza de la 1itera tu ra N
Yo ahora estoy de profesor en la Escuela de Arte Dramático, aquí en Madrid, pero me vaya referir sobre todo a la enseñanza media . El título de esta mesa es "E l creador ante la enseñanza de la literatura". Si subrayamos esas tres pa labras , "c reador", "enseñanza" y "literatura" , tendremos ya ahí a los tres intervini e ntes en el acto de la literatura: el escritor, el profesor y el lector. Yo, efectivamente, soy esas tres cosas, por orden cronológico: lector, escritor y, finalmente, profesor. Así que tengo esa triple condición. La verdad es que son tres activid ades co mplementarias , pero, no obstante, entre ellas a menudo hay discrepancias. No sé por qué, esa trinidad no se lleva muy bi en que di gamos. H ay autores co mo Joyce, por ej e mplo , que le interesan muc ho al escritor, pero a l lecto r y al profesor, no tanto. Por ejemplo, Galdós es del ag rado de l lector y también del profesor, pero no tanto de l escritor. Herman Hesse es un autor que le gustó a l lecto r hace muc ho ti e mpo y que ahora só lo le gusta al profeso r, yeso por so lidarid ad a veces con sus alumnos. Luego están los estados de ánimo, el carácter de cada cua l. P or ejemplo, el lec to r es bastante irres pon sabl e, afo rtunadam e nte. Lee sólo po r pl acer, lo cual es mucho. El escritor lee, además, para aprender a esc ribir y a co mpo ne r. El profeso r, que es el má s viejo y e l más respo nsab le de los tres, lee para enseñar, lo qu e qui ere dec ir que a veces va a la caza de s ign ifi cados y de contextos. De manera qu e, bueno, hay di sc repanc ias e ntre esa especie de trinidad. Y yo me preg unto ¿qui é n es e l que enseña lite rat ura de los tres? ¿E l lector, co n su mera pas ión, con su mero gusto po r lee r? ¿E l profesor, co n su saber? ¿El escritor co n su obra? ¿Qui én enseña literatura ? Esa es la primera incertidumbre y la primera cond ic ió n, qu e es que la lite ratura no se enseña. Estoy abso lutamente convenc i-
do de q ue la literatura no se e nse ña sa lvo a aque llos que ya han apre ndido, es dec ir , a aque ll os que han e xperim entado una c ierta fasc inac ió n ante un re lato o un poema. E n la literatura, co mo e n to do co noc imi e nto intuiti vo, hay a lgo de re ve laci ó n. E l profeso r lo m ás que puede hacer es co ntag iar es a pas ió n - lo c ual Josefina ha ilu strado e n la in fa nc ia, lu ego ya es más di fíci l- . Co ntag iar esa pas ió n ya es m uc ho, ¿ no? Y luego, natura lm e nte , es fortalecerl a. Po r eso e nseñar lite ratura es mu y fác il, c ua ndo e l a lumno es tá ya pose íd o por la literatura, y es mu y d ifíc il , prác ti ca me nte impos ib le, cua ndo no se da esa c ircun stanc ia . Pe ro rea lme nte q ui e n e nseña lite ratura so n e ll os, es decir , so n Cerva ntes, Kafka, S teve nso n. E ll os so n los qu e e nse ñan literatura. Que e nse ñe n e ll os, debe ríamos dec ir, a l modo un a muni a no, a los profeso res, sacarl os as í de un a res po nsa bi lidad qu e no les co rres po nd e. Qu é se yo, c ua nd o veo qu e un profeso r y s us a lu mn os lee n j untos un a hora de F ray L uis o de Nerud a, aca ba la ho ra y se hace un gra n sil e nc io, y no pa rece q ue la ho ra haya provocado e l mínim o efecto se ntime nta l o es té ti co e ntre la mayo ría de los alumn os, que es lo qu e s ue le oc ur ri r, ¿qué hace r e nto nces? E l profeso r es un a introdu cc ió n, e l profeso r ha d ic ho : "Aq uí F ray Lui s, aquí unos co noc id os" . Ha fac ilitado e l e nc ue ntro, ha d icho las prim e ras pa labras, ha hec ho las prese ntac io nes . L uego, dis cretame nte, se ha ca ll ado, po rque una de las v irtud es de l profesor ha de ser la trans parenc ia. Pero no, e l poe ta y sus lec to res no se e nti e nde n. A me nu do no tie nen nada q ue dec irse. E nto nces, ya qu e la reve lac ió n no se d a, q ue se dé a l menos la enseñanza de la lite ratura. [ ... ] Claro, e l profeso r e nto nces p uede in te nta r sed uc ir a sus a lumnos. Sed uc ir es contagiarles a lgo, fin gi r, in c lu so, la pas ió n, exage ra rl a s i hace fa lt a. Es comentar la ob ra con imag inac ión, sensi bi Iidad, bue n g usto , pero s i n apa rtarse mucho de la s verdades de l co razó n, si n aparta rse muc ho de l texto , ma ni ob rando en los márgenes de la página , si n e m paña r demasiado s u tra nspare nc ia de anfitrión . Así y todo , hoy po r hoy, sus posib ili da des de éx ito son bastante remotas. También, esto es lo más cómodo, e l profeso r puede vo lverse opaco, in cl uso desde e l pri mer momento . Puede ape lar a las verdades de cátedra, a la e rudición, a la retórica, a la inte rpretac ió n, y convertir la ho ra e n u n fardo de conocimiento capaz de ser transportado, de ser tra nsmit ido académ icame nte . E l profesor de literatura ha de e legir entre ser más o me nos trans parente y más o menos o paco , dec idir si es é l o Fray Luis quien debe enseñar literatura. Es decir, e ntre formar aficionados a la lectura o aprend ices de f il ó logos . Pero, en real idad , esto so n vanas pa lab ras. Porq ue ahora , en la enseñanza media, por ejemp lo en la E. S. O., ya no se plantea e l profesor de literatura la
transparencia, la opacidad. Ahora, con mantener la clase a raya , si no, di gamos, atentos, ya con eso es mucho . Otra incertidumbre: un profesor de literatura de secundaria va a ped ir un crédito a un banco . El empleado le pregunta la profesión y é l, no s in cierto pudor, dice: "profesor de le ngua y li teratura en un instituto de Bachillerato . Es muy probable que e l empleado le mire como no dando crédito a lo que ve . Un profeso r se puede definir co mo a lg uien que sabe, es la mejo r d efinici ó n del profeso r, un profe so r es alguien que sa be . Ahora bien, co n razó n, e l em pleado se puede preguntar : "Bueno, y qué tipo de sa ber es el suyo que no co ns igue convertir su conocimiento e n dinero". Es un saber sos pechoso e l de l profesor, porque ya está des pres tigiad o e l papel del profesor. Si s upi era tanto, pensará el emp leado, no estaría ahí so po rtando y divirtiendo a la chiquill e ría , sería ejec uti vo de Sony, por ejemp lo, porque e l saber de be servir para algo. As í que hay un gran d esprestigio de l profeso r, un gran des pres ti g io en esta soc iedad d e l viejo saber hum anísti co. Se ha desprestigiado y se ha confundido en una perversió n tremenda del canon de la cultura de masas, qu e se ha mezclado co n la cultura escolar y están ec hand o ahora un pul so des igua l, a veces todo esto j a leado en el mercad o po r los periódicos . En esta soc ieda d donde los va lores so n e l triunfo, lo que imp o rta es la co dicia de enr iqu ece rse, te ner éx ito, e l tene r más que e l ser.
[.. .] y hay una tercera in ce rtidumbre, que para mí es la más impo rtante de todas y co n la qu e voy a acaba r, qu e es por do nde te nía que haber e mpezado . Y es que aho ra, e n la e nseñan za medi a, desde pequ eñitos se ha mezc lado la le ngua y la literat ura , antes iba separado, pero ahora se ha mezclado la le ngua y la literatu ra , e n un a espec ie de pro mi sc uid ad . E l peor enemigo de la lite rat ura es la enseñanza de la le ngua. Un al umn o que esté hac iendo seg und o de Bachill e rato, lo que antes era COU , no hay que o lvid ar que es incapaz de leer co n so ltura y cr iterio e l editorial de un peri ód ico y, s in e mb argo, sería capaz de ana li za r sintác ti ca me nte e l texto que apenas logra descifrar. Hoy no deja de ser un a paradoja importante . Su léx ico cu lto, o no de mas iado cu lto, teS mu y pobre , es cas i un léx ico de supe rvive ncia. Sin embargo , podría despiezar mo rfo lóg ica me nte las pa lab ras c uyo s ignificad o ignora. Lee balbuceando, apena s co nsig ue expresar lo que pien sa. Ésta es la rea lid ad de la competenc ia lin güíst ica e n nuestro idi o ma de un mu chac ho medi o de Bachillerato. [ ... ] A mí desde lu ego, me resulta un poco cóm ico es te alumno qu e en la Selectividad no sabe lo que está leye nd o, pero lo puede ana li za r sintác tica y morfológica mente, me rec uerda al C harl ot de la cadena de mo ntaj e, sin saber lo que ha ce, pe ro hac ié ndo lo . Es una espec ie de ana lfabe to ilu strado, que es lo que se
está creando hoy día en las escuelas. Libros, ha leído pocos, porque es que, actualmente, desde pequeñitos, hay que estudiar demasiada gramática como para andar perdiendo el tiempo en novelas de caballería. Además, si de lo que se trata es de enseñar lengua, lo mismo da que sea la obra de Fray Luis que un es loga n publicitario que una receta gastronómica. Porque, al fin y al cabo, la cantidad de gramática, la cantidad de semiología que hay en esos men sajes, es más o menos, desde el punto de vista técnico, la misma, con lo cual volvemos a la perversión del canon. Bueno, uno puede decir: bien, de acuerdo, sacrifiquemos la lengua a la literatura, como un Saturno que devora a los hijos. Todo sea a mayor gloria de la enseñanza de la le ngua. Podría pensarse. ¿Es que enseñar lengua signifi ca enseñar a alguien a escribir? Para nada, en abso luto. La enseñanza técnica de la le ngua so lamente sirve para aprender lengua . Ni más ni menos. O, si se quiere, para aprobar exámenes de lengua. Para esto es para lo que sirve el aprendizaje técnico de la le ngua: para aprobar exámenes de lengu a.
[oo.] Yo recuerdo que en mis ti empos de estudiante - yo hi ce Fi lo logía Hispánica- , yo jamás comenté con ningún profesor ni una página de La Celestina, o del
Lazarillo o de Don Quijote. Ni una. Nos ocurría un poco como e n aquel relato de Kafka donde un e mperador envía un mensaje, pero el mensajero no podrá llegar nunca a su destino porque la propia inm ens idad del imperi o se lo impide. De manera que, efectivamente, nosotros, por esa razón , la vieja razón por la cual Aquiles no podrá llegar nunca a alcanzar la tortuga, jamás ll egábamos a los textos originarios, porque antes había que atravesar un laberin to de averiguaciones, de hipótesis , de fechas, de datos , de teorías. A lgo, que uno podía pensar: hombre, es un camino que merece la pena , porque es un medio para luego poder llegar a la obra . Mentira : es un fin en sí mismo. Tanto la enseñanza erud ita que yo recibí co mo la lengua que se le enseña hoya un alumno de Bachillerato recuerda un poco las «In strucciones para subir una escalera» de Cortázar : nos quedamos en la higiene de los manuales al uso, en eso es en lo que nos quedamos , sin conseguir ascender ni unos cuantos peldaños. Y, efectivamente, entre ese muchacho de COU, de Bachil lerato, y el texto se interpone la gramát ica . Por eso no puede en te nder e l texto, porque se interpone la gramática. Nos encotramos con esa o pacidad, e n mi caso, o la gramática en el caso de este muchacho. De manera que, hoy día, de las esc uelas y los institutos están sa liendo jóvenes mal alfabet izados, pero amplia y confusamente gramatical izados. Se ha tecnificado la enseñanza de la literatura, de la lengua, del mi smo modo que se ha tecnificado la enseñanza de las humanidades, no sé si por algún tipo de complejo respecto al mundo de la técnica. De manera que, hoy día en las
escue las tiene lu gar un a into x icac ió n gramatical semejante a la int ox icac ió n erudita que sufrí yo cuando hice Filología. Yo creo que la enseñanza de la s humanid ades e n España es cata strófica, yo diría que lo que es tá oc urri e ndo es la mayo r catástrofe educativa de este s igl o. Y está oc urri endo ahora mi s mo e n los in stitutos y en las escuelas, sa lvo, prob ablemente, una enseñanza de e lite que, naturalmente, oc urrirá en la s esc ue las pri vadas, en eso ta mbi é n estamos americanizados. Y ésta es la peor in certidumbre para e l profesor de literatura , que a los j óvenes no les enseñan a leer y a esc ribir. Para aprender gram ática ha y que leer, leye nd o y escribiendo se a prende gramát ica. Yo ten go la conv icc ión de que quien cons igue leer bien una pág ina de un texto más o menos co mpl ej o, leerl a bien , desentrañando co n la voz e l co nte nido y la música del idi o ma, quien co nsigue leer b ien, entonando bien las o rac io nes, ése sabe ex plic arse. Luego la teoría puede venir después, pero como una co nfirmaci ó n y un e nriquec imi e nto de lo qu e ya se sabe. S in embargo, se está haciendo al revés, se está e mpeza ndo la casa por e l tejado . Se les e nse ña g ramáti ca, leng ua , a los a lumn os desde peq ueñitos, y te rminan el Bachi ll erato y no sa ben leer ni esc ribir , ni s iqui era medianamente bi en. ¿Qué tipo de literatura se les puede enseñar ento nces? Y, bue no, co n es ta pregunta termino.
LA LITERATURA EN EL FIN DE SIGLO N
el creador ante la ensenanza del a literatura
Res ul ta rá si n duda o bvio, dadas las cl aras ev idenc ias que todos tenemos de la cuestión, subrayar aquÍ, en e l punto de partid a de estas acertadas reflex iones, que son muchos y mu y graves los problemas relac ionados con la literatura e n el aul a, y as im ismo, que son compl ejos y de mu y di versa Índo le los fac tores determinantes de la situ ac ión, para la que, di c ho sea de paso y sin malos pes imi s mos , no se adv ierte o no aci erta a ad ve rtir so luciones más o menos inmedi atas . Adem ás, y dada la co mplej idad de esa cri sis moti vada po r tantos fac tores , no res ulta nada fác il reali zar la auto psia y estab lecer un d iag nósti co co nc lu ye nte o clari ficante. Pero, en fin , iniciando nuestra serie, y como el aul a, ese espac io q ue da escenifi cació n a la función docente, no es un a torre de marfil sino un marco soc ial de relació n y de trabaj o con su ac tiv idad centrada en la cul tura, no será desatino pensar entonces que algunos de esos fac tores determ inantes de la cri sis, de los probl emas que ahora se padecen en ese escenari o del aul a, están relac ionados con los signos de nuestro ti empo, con el mundo e n que vivimos, con la soc iedad de la que, entre luces y sombras, form amos parte.
y en ese mundo, en esa soc iedad que hoy sueña ex pectante con el nuevo mil enio, hemos ve ni do as istiendo, co n dramática impotencia, a dos graves deteri oros , a dos pérd idas irreparab les, hasta la sac iedad señaladas y anali zadas como negati vos signos epocales, o, si se prefiere, como síntomas de transfo rm ac ió n de mode los de vida y de cultura. U no ya se hab rá ad ivin ado : es el ex trav ío de lenguaj e, la pérd ida de la pa labra, devo rada, c laro está, por la im age n, la falta de co muni cac ió n, en su sentido más cord ial, red uc ida a me nudo a una vac ía func ión fá tica o d iluida e n simp le rui do . Estamos, pues, ante e l drama de la in comuni cac ión, q ue, en cl ave de teatro del abs urdo, tan bie n vis ual izó Io nesco. Estamos desposeyé ndo nos del lenguaje, la pa labra como rad ica l fu nda mento de la existenc ia, hac iendo caso o mi so de aquella lúcida cons iderac ión de Sa lin as: "No habrá ser hum ano co mpl eto, es dec ir, que se conozca y se dé a co nocer, sin un grado ava nzado de posesión de su lengua. Porque el ind ividuo se pone a sí mismo, se conoce expresa ndo lo que ll eva dentro, y esa expres ión sólo se cum ple po r med io del lenguaj e" . Pero s i es ta pérdida es grave, no lo es menos, y co n bien directa in c ide ncia sobre la literatura, sobre
la obra de arte de leng uaje, esa proliferaci ó n de un determinado tipo hum ano mu y representativo de nuestro tiempo, que Salinas, y vo lve mos otra vez a s us ilumin ado ras palabras, identifica como "neoanalfabeto, impuro, contrahecho, artificial, criatura de la educac ión moderna" , y que tanto abunda entre los hombres ll a mados "de acció n", "p rácti cos", o aú n más bell amente y a la moderna, e l hombre "dinámica ", un tipo, e n fin, que después de haber ap re ndido a leer porque así se lo enseñaron en la escuela, renuncia al uso de su capacidad lectora, salvo, comenta Salinas con ironía, en lo estrictamente indi spensable: e l correo diari o, los programas de cine o espectácu los, la tele visió n o el depo rte, y la guía de teléfo nos . Pero este demoledo r diagnóstico sa lini ano de tan lame ntab le vigencia, po r supuesto, démonos cuenta que impli ca e l abandono por parte de es tos neoa na lfabe tos impuros, o la renuncia, po r su desprec io de la lectura, a gozar de los re inos de la imagi nac ión, esto es, a di sfrutar con el juego de la ficción, de los mundos pos ibl es que funda la obra literaria. Dicho de otra manera, y completando este importante aspecto, al re nunc iar a ese coloquio s il e nte y entrañado que s upo ne el leer, se pri va de todo el e nriquecedor aba nico de funciones lec to ras que la ob ra literari a, sea poema o sea relato o sea un tex to teatra l, des pli ega, y que tan certe ra me nte co ns id e ró y fundament ó Laín Entralgo. La función di ve rs iva de l relato que nos hace est re nar mundos y que nos omn ifica; la función edifi cati va de la poes ía , que nos desc ubre nuestras ga lerías del interi o r; la función autoafirmadora de la comedia , o la perfectiva de la tragedia , etc. Pero toda vía, y desde otra ve rti e nte, tambi é n e l leer, el abrirnos al objeto lite rario nos da med ios de co mpre nsió n sobre e l mund o y nos da poder de lucha. Lo expresaba co n palabras que no admiten glosa, exactas, lúcidas, un maestro de la teoría y de la críti ca, Northop Frye, y merece la pena que prestemos muc ha atención a la cita: "A nuestro alrededor existe una soc iedad que exige que nos adaptemos o lleguemos a un pac to con e ll a, y lo que tal soc iedad nos ofrece es una mito log ía soc ial. La pub li cidad, la propaganda, los discursos políticos, los li bros y rev istas populares, los cli c hés del rum o r, vie ne n co n sus peculiares mitos pasto ril es, caballerescos, hero icos, sacri ficiales, y nada podrá arrojar fuera de la me nte esas falsas construcciones sa lvo s us formas genuin as . Todos sabemos lo importante que es la ra zó n en un mund o irraci o nal , pero la imaginació n en una soc iedad que ha pervertido la suya es más esencia l para hacernos comprend er que la fantasmagoría de los acontecimientos actuales no es la ve rdadera soc iedad, s ino só lo s u trans it o ria apariencia. La ve rdade ra soc iedad, e l conjunto to tal de lo que la humanidad ha hecho y puede hacer se nos reve la a tra vés de las artes y las cienc ias. Nada sa lvo la imaginació n puede abarcar la rea lid ad como un
todo, y en una cultura tan verbal como la nuestra, nada salvo la literatura puede preparar la imaginació n para luchar por la cordura y la di gnidad de la humanidad". Pues bien , y si este es el negativo marco exterior, los factores determinantes desde fuera : extravío del lenguaje, pérdida de la palabra en favo r de la imagen, tipo de neoanalfabeto gráfico, tramo de la inco municación, desprecio de la lectura, neoanalfabeto impuro, hombre dinámico ... , ¿qué pasa ahora en ese escenario del aula, en esa diaria activ idad docente, o puesta en escena, motivada por los obj etos y los hechos literarios ? ¿ Con qué rea lidad nos encontramos? Para ir abriendo algún camino, algún rastro de luz en la selva de los problemas, apuntamos en primer término que la li teratura en el aul a y en cualquiera de los ni veles educativos está siendo víctim a directa de la crisis de los saberes hum anísticos, o, si se prefiere, de la mínima relevancia, cada vez menos, que a las hum anidades se le está concediendo como elemental indicio la práctica desaparición de la literatura española de los nuevos programas de estudios secund ari os o su paso a un segundo plano en las nuevas di spos ic iones de la patéti ca Selectividad, que, di cho sea de paso, nada selecciona. Pero a su vez una enseñanza se fundamenta y se desalTo ll a sobre unos determinados programas que como nota carac teri zadora general han perdido la más mínima noc ión de coherencia, una razón, y ya lo dejó ap untado hace tres cuartos de siglo Améri co Castro, que ha de te ner una base orgáni ca de cic lo, y que se ha de articular sobre ejes rectores y muy atinadas convergenci as . Sin el caos y las desaparic iones o oc ultac iones que las enseñanzas medias pasa mos por ampli ar hori zontes a los esquem as universitari os no se me negará que los nuevos programas vigentes e n pocos años y ya reform ados, acaso positi vos en su intención y e n dar opc ión al alu mno para trazar ese ll amado, creo, di seño curricul ar, a la hora de la verd ad han supuesto e l paso de lo enc iclopédi co a una di sparatada atom izac ión de saberes y de co nten id os fa ltos en su conjunto de la mínima co nex ió n, del mínimo signo de orga ni cid ad. Todo esto no só lo ha propi ciado grandes despropósitos en la fo rm ación un iversitaria, por poner ej empl os , que una perso na obtenga la licenciatura en Hispánica, en lengua y literat ura, sin haber estudiado latín, o sin cursos de comentario de textos, si no que ha fo me ntado, está fome ntando un concepto degenerado de espec iali zac ió n, es dec ir, la red ucc ión y empobrec imi ento de la cultura general del presunto especi a li sta . Yen ta l sentido, hace muchos años apos ti ll aba Salin as, y vuelvo a la cita de l il ustre maes tro: "Ese espec iali sta, muy lejos de ser hombre que descuella sobre la med ianía, está por debajo de ella. Ahí le co loca n su parvedad de curiosidad in telectual , la angos tura de sus co noc imi entos y a la par la fatuidad de l que toma e l especiali smo por pedesta l de su insignificanc ia". Estas co nsiderac io nes que han quedado ap un tadas nos puede n hacer enl aza r con
otra clave de la situación, la que corresponde ahora al profesor como actuando, como agente escénico, un profesor, y hay que decirlo en voz alta, incapaz demasiado a menudo de convertir la literatura en lo que debe ser por encima de todo, lo que Juan Ramón ll amaría un "trabajo costoso", incapaz, me atrevería a apu ntar, porque su profesión, su rol cultural no responde, a menudo, a una radicada vocación. Sí, debemos recuperar ese valor de lo vocacional, porque, recogiendo notas anteriores, una muy deficiente e inconexa formación le amp uto curiosidad intelectual y lo ahogó en angostos cam inos de conocimiento, privándole de abiertos y enriquecedores cam inos. Pero, y pasando a otro aspecto, un profesor, ese agente escénico en el aula, actúa según un método, que es, así diríamos, la pauta que modeliza su actividad y orienta la for mación. En tal sentido, y aparte de que, como enseña el refranero, cada maestri llo tenga su librillo, es bien cierto que los métodos de enseñanza, los hábitos de formación literaria, han venido experimenta ndo profundos y positivos , desde luego, cambios . Para decirlo con brevedad, de aquell a foca li zación sobre los autores, pesadilla del biografismo, o de aquel ciego memorismo que exigía una historia literaria de fechas y de sucesos, un mal entendido determinismo hi storici sta, se ha llegado, por fortuna, a tener como centro de atención a la obra literaria en sí, pues, obviamente, sólo en la obra radica la razón de lo literario. Pero esta nueva propuesta, estudi ar la literatura en y desde los textos, no ha dejado a su vez de plantear problemas y deficiencias didácticas . Por una parte, una mecánica aplicación de los modelos textocentristas con radical desgajamiento de la obra de su productor y de su contexto epocal sin duda le resta sustancia vital y cortocircuita la vibración del goce estético, del impacto emotivo, se convierte, en fin, en una cala autóctica sobre ese objeto estético que es, lo dijo Dámaso A lonso, "delicada criatura ll e na de vida". En fin, de aquellas necrópoli s que eran las viejas hi sto rias literarias, acaso hayamos pasado en el au la a la fría sala de disección. En cualquier caso, ese método autóctico, tan di stinto de la lecci ó n magistral, que tam pocose puede despreciar, es incompatible con los grandes prob lemas de masificac ión, que e l asedio a la obra, foco, centro de la enseñanza de la literatura requiere, guste o no, trabajo en grupos reducidos, en los que se posibilite el diálogo, la opinión, la di scusión , el manejo de textos de apoyo, etc. ¿Se puede, alguien puede, preg untaría, expli car en asedio cordial La Regenta o Los pazos de Ulloa, Luces de bohem ia o e l Diario de Juan Ramón ante 200 alumnos? Pues estamos en esto. Por otra parte, también con demasiada frecuencia, la enseñanza de la literatura tiende, ha tendido, a lo que llamaríamos un desmesurado afán por imparti r conocimiento, por la formación de acop io documental. C iertamente, no vamos a decir sin más que sea negativo , si acaso ahí radica cierta razó n de ser de los estudi os univer-
sitarios, pero en el caso de la literatura conviene ir con cuidado. Y digo, y subrayo, que conviene ir con cuidado porque en ese trabajo gustoso que debe ser la literatura en el aula el afán por esa formación de acopio documental, que determinará , es verdad, la competencia del estudioso, el buen especialista, tiende a obviar el estadio primero, el que da fundamento, el que corresponde a la formación lectora, a la figura del lector. Ahí radica, no se olvide, y ya lo explicó magistralmente también Dámaso Alonso, el primer conocimiento, el intuitivo de la obra, y que moviliza la totalidad psíquica del hombre, la fantasía, la voluntad, el entendimiento. Por tanto, si no formamos lectores , si no motivamos su sensibilidad, si no acertamos a configurar su adec uada competencia, fallará el cimiento básico y no se podrá llegar o se llegará de modo muy deficiente al segundo estadio, al de la intuición científica, al de los saberes literarios. y queda, ya para terminar, un último aspecto que en estos tiempos parece estar
adq uirie ndo especial relevancia y que mucho incide en lecto res y en la propia formac ión literaria. Lo plantearé co n suma brevedad. La hi storia lite raria, es bien sabido, al ir estudiando y modelizando épocas, mov imien tos, géneros, autores, ha ido fijando una ca no ni c idad, estableciendo un reperto ri o hi stó rico de model os, base de la construcc ió n estab le de eso que ll amamos la instituc ión literaria. Pero , y no resulta menos sabido ni menos ev idente, hoy estamos viendo cómo la obra literaria es cada vez más un producto de marketing somet ida con su auto r al imperi o de la mercantilización. Y comprobamos a la vez cómo esos operadores que actúan desde todos los frentes tejen unas act ividades de mediaci ó n capaces de fijar y de cambiar por simples razones merca ntiles repertorios de model os . Es decir, dictan ell os, di ctadura , la nue va y cambiante canonicidad li teraria, frente a la que poco por no decir nada pueden hacer los expertos que desde el ri gor crítico co nstru ye n la historia de la literatura y elaboran sus coherentes categori zac io nes. Como resultado, confusió n o engaño hac ia e l lector, pérdida e irreleva nc ia de los ve rdaderos va lo res estét icos y reducción del libro a mero moti vo comerc ial. Muchos so n, en fin, co mo ya anunci aba al principio de estas consideraciones, los problemas qu e asedia n al hecho literari o, sea en e l plano más amplio y ex terno, la li teratura e n relación con los signos de nues tro tiempo, sea cent rados en ese íntimo y casi sagrado reci nto del aul a, e n esa diaria escenifi cac ió n docente qu e ha de mot iva r su razón de ser, intensa catarsis en los que allí ac uden devotos co nvocados po r la palabra vivificadora y fundante. Y para ev itar que quede tras el c ierre un poso de pesimismo en torno a la literatura en el au la que acaso pude ir sembrando al hil o de mis apuradas reflexiones, permítanme que termin e punto y final co n un dec ir humoríst ico de do n An ton io Machado: "Confiamos en que no será verdad nada de lo que pensamos".
LA LITERATURA EN EL FIN DE SIGLO
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Dos por uno no son dos sino tres: la lectura es el tercer factor, y la cl ase, aunque tú des dos, por uno, el receptor sum a tres, porque el profesor y el escritor no serían nada si no tienen delante a alguien con quien sentirse acompañados en una especie de barco que tiene como base la palabra, pero que tiene, desde luego, co mo fi n, como destino, ese acompañamiento . Estoy mu y de ac uerdo con mi s dos compañeros. Cuando estaba escuchando a Josefi na Aldecoa, no sé por qué, imaginé una cl ase con Juan Ramón Jiménez; cuando ha bl as de los niños y lo que los niños dicen, ese momento de Espacio en que "infa ncia, niño vuelvo a ser y soy ", y "hablé con un pelTo y un gato en español" , otra greguería juanramoniana de ese momento bl anco, inicial, de encontrarse con la palabra. Y, cuando habl aba Luis Landero, con el que estoy completamente de ac uerdo en su fo bia contra la hipergramati cali zación de la clase de literatura ... , hay tema para rato, ¿no? ¿Cómo podemos comentar un texto, poético, por ejemplo, si sólo se le da una interpretac ió n gramatical o lingüística? ¿Qué decimos cuando hay un punto, cuando hay un sil encio poéti co? ¿Qué dec imos? ¿Que se ha parado el texto? Si leemos los poetas místicos, e l punto es e l comi enzo de otro proceso de signi ficac ión. Pero el gramático o el lingüi sta te di cen que el texto se ha terminado, cuando el texto está produciendo sentido y está produciendo un eco. ¿Dónde está el sil encio para un gramático o para un lingüi sta? En ese sentido estoy totalmente de acuerdo con Lui s y comparto ta mbién su visión apocalíptica de estos años estúpidos, porque la cul tura, la memori a de este país, que es riqu ísim a, está siendo avasa ll ada por la fa lta de apoyo, por la rid iculi zac ión de la gente que sabe, que conoce, y, sobre todo, por la pervers ión del lenguaj e en la publicidad y en determinados medios de comunicac ión. Pero, claro, yo iba a habl ar del dos por uno, y no me puedo enroll ar en la línea apocalíptica, que me encantaría. Unamuno funcionaba como dos por uno, por supuesto.
Fue rector de la U ni versidad de Salamanca y de él dijo Dámaso Alonso, a propósito de El Cristo de Velázquez, que "conseguía una fuerza sin semej ante en la literatura contemporánea ". La verdad es que el poeta catedráti co buscó verdades profundas que le hi cieron vivir crisis atormentadas, al mismo tiempo que representaba el problema espi ritual es paño l en el ejercicio de la cátedra. Pero no sólo Unamuno. A Rubén Darío lo vemos de profesor en Managua; A Valle, de director de la Academia de Bell as Artes de Ro ma; a Juan Ramón, de profesor en Estados Unidos; a A ntonio Machado, de catedráti co de lengua francesa; a Bacari si, de catedrático de fil osofía; a Domencina, de maestro nacional; Pero Coste declaraba a Domencina que "j amás fui ni aprendiz de pedagogo"; a León Fel ipe lo tenemos de profeso r de lírica en Columbia, aparte de farmacéutico; a Salinas, de catedrático de lengua y literatura en la U ni versidad de Sev ill a, en M urc ia, en Cambridge y en Santander; a Guillén, de catedrático de lengua española en M urcia, en Oxfo rd y en Sev ill a; a Dámaso Alonso, de catedrático en M urcia, Valenc ia y Madrid; a Gerardo D iego , de catedráti co de instituto; a Cernuda, de lector de español en Toul ouse, un par de años ... Es dec ir, todos los ci tados, y muchos otros de los que vendrán detrás, practican como escritores el auto mecenazgo, es dec ir, viven dos vidas y enri quecen ambas vidas co n el ej erci cio de la palabra propia o ajena. Por tanto, la antología de Gerardo D iego
Poesía espaiíola contel/lporánea , del 32, de la ed itori al Signo, es una anto logía de poetas profesores, desde los mayores - R ubén-
a los más jóvenes. Sal inas teoriza
acerca de la aventura hac ia lo absoluto, y Dám aso Alonso acerca del im pu lso reli gioso y erótico de la escri tura. Hasta LaITea teori za acerca de lo que es el poema. Por tanto, por la aventura poéti ca de los años veinte, a la sombra de Ortega, por supuesto, pasaro n esos poetas, de vocac ión pedagógi ca, y marcaro n el siglo. Podríamos hablar de todos ellos y de sus propuestas sobre lo que es el poema, pero só lo voy a poner el ej emp lo de Dám aso A lonso, que, en e l 44, con Hijos de la ira , enriquece ambas func iones de poeta y profesor en una ex peri encia esti lística pres idida por la ex perimentac ión, a tra vés del encabalgami ento, que es un recurso, además, único en él, que, como pro fesor, lo busca, y como escri tor lo logra , a la manera de Garc il aso o de Hopkins, con materi ales de acarreo lingüísti co tan vari ado que no conocen otro precedente sino en GÓngora. Pregunta: ¿escri bió Dá maso A lo nso el poema "In somni o" bajo la impronta de una clase sobre Mariano José de Larra donde se hab la de Madri d co mo gran cementerio, lleno de nichos, de cadáveres, o de muertos en descompos ició n? ¿Escribió Dámaso Alo nso el poema "Im som ni o", que abre su poemario Hijos de la ira , bajo la impro nta de una clase sobre Mari ano José de Larra? Pos iblemente sí. ¿C uidó que e n e l poema de Hijos de la ira ti tul ado "Eleg ía a un moscardón azul" quedase cl ara la conexión con el art poetiqlle de Verl aine? Pos iblemente sí. ¿B uscó el poeta dar un a
lección magistral sobre ese encabalgami ento c uando escribía el verso li bre, cas i versícul o, de todos sus poemas? Los poetas profesores de la posguerra españo la son innumerables. Sirva n de ej emplo Rafael M orales, que ganó el Adonáis con Poelllas del toro , libro tachado de neorromántico y neobarroco; o el ejemplo de Nora, que fund ó una rev ista, Espadaíia, que es el padre de la poesía soc ial, o de la poes ía rehumani zadora española, y auto r de un li bro, Pueblo cautivo, que se publica, anó nimo, por razo nes obv ias de censura. Y as í Bousoño , Val verde , hasta Carnero .. ., tenemos un mo ntó n de poetas profesores, profeso res de uni versidad o profesores de insti tuto, que son, al mi smo ti empo, grandes poetas y grandes fi rmas de la literatura. Caball ero Bonald dio también clase; Á ngel Crespo; M iguel L abordeta, en el Colegio de la Famili a; Carlos Sahag ún, cated rático de instituto; Á ngel Go nzá lez; Ignacio P rat, profesor de uni versidad; Joaqu ín Marco, profesor de uni versidad ; y así Justo Navarro, Jorge UITutia , Rafael de Cózar, Jav ier de Prado, etc. ¿Se podría separar al poeta del profesor? Lo que los une es la capacidad para ejercer de ensay istas críticos en el territorio en el que cada uno a su ma nera viven como creadores, todo lo de más es d ife rencia. Ahora, ¿cómo se podría vivir ese viaje que es el ejerc icio de la cátedra o la clase de un profesor de uni versidad , que está aco mpañado por alguien que está cuidando de la generación o de las generac iones siguientes porque ser profesor es cui dar de alguna for ma, y acompañar de alguna forma a las generac iones siguientes- , cómo se reali za ese viaje de ese tres simbólico, dos por uno, tres simbó lico, que es la clase llevada por un profesor que puede ser poeta o que puede ser noveli sta? Yo creo que el reto que en la uni versidad tiene ese profesor, y he citado muchísimos que lo han hecho ya, tenemos modelos , el tipo de na vegación que se puede reali zar en una clase de li teratura en la uni ve rsidad por parte de un esc ritor o de un poeta o noveli sta que está ahí.. ., que ahí tenemos a Dámaso Alonso, que cuando le piden una defin ición de poes ía , y todo el mundo apuntando, él di ce: "Temb lor que ava nza en música a lo largo de l ritmo ". ¿Cómo se lleva adelante ese temblor? Que puede ser otro tipo de fórm ul a, por supuesto, menos emotiva y menos sentimental. Yo creo que la manera o, por lo menos, lo ti ro ahí, a ve r en qué medida luego se puede recoger o en qué medida luego se puede rebatir, uno de los retos que te nemos en este tipo de clase es la rec uperac ión de la memoria . Es dec ir, el poeta y el pro fesor están en un ángulo, desde luego, co n un ni vel mu y alto de implicac ió n, y el lec tor o alumno está en la clase con un ni vel ate nto para rec ibir ese grado de im plicac ió n. y creo que la manera es j ustamente alrededor de la memori a. Me exp li co . L a manera
de filtrar la cultura e n una clase de una uni ve rsidad es acompa ñar al alumno e n el examen del pasado, co n auxil ios ex ternos, por sup ues to, co n nombres , con doc ume ntac ión, pero hacer de la memoria tex to; hacer de la memori a un tex to, que puede ser
el texto revi sado, el texto comentado, el texto iluminado; hacer de la memoria conciencia desdobl ada del yo y del tú, es decir, de lo que significa el punto de partida de un texto y lo que signi fica el punto de llegada de un texto. En fin , hacer del otro obj eto de co ntroversi a, ese otro que está en los libros esperando a que le des la mano; hacer del otro objeto de controversia un suj eto convi vencial dentro de la frase, es decir, tú y yo, el oj o que busca en conversación con un tú, con muchos túes , yo con ellos, no con nosotros sino con muchos tú, es dec ir, con una recepción individualizada de lo que es la memori a que la literatura aporta. La clase sería el lugar desde donde se interroga al mundo y desde donde el mundo se interroga medi ante la palabra. Tal vez desentrañar la historia en una historia nueva , tal vez esco ger el ángulo desde dónde decirlo, el escritor en su momento tiene que elegir el ángulo desde dónde decirlo, y dar cuenta ·de ello, incluso ser cl aro, decir: lo estoy diciendo desde este ángulo. Habéis citado La Celestina, lo ha citado Lui s. Cuando estamos trabaj ando sobre La
Celestina, hay un momento donde nos detenemos en clase, y todos nos quedamos como suspendidos en un abi smo, y no queremos ava nzar; pero sabemos que hay ahí una posibilidad de avance: cuando se cae Calisto, cuando no pone el pie Calisto, y hay una di scusión entre Calisto y Melibea antes que todos los histori adores de la literatura dicen que es el gran momento de amor y muerte: ¡qué va ! Es el gran momento de desamor y torpeza, porque se han peleado tres veces . "Que no quiero el té". "Ven, que traemos una colac ión". "Que no quiero co lac ión". "Espérate, que voy a cantar" , dice la chica. Y el chico co ntesta: "Que no cantes ". "Oye, no me rompas las vestiduras" . Responde el chico: "Ah, quien qui ere comer el ave quita primero las plum as" . Es dec ir, están a torta limpi a. Incluso hay un forcej eo erótico en el momento en que dice Cali sto: "Quiero tenerte en mi poder". Esa im age n tan de la Reconquista de que el chico va batallando, está ochocientos años batallando contra el moro, toma las ciudades poniendo la escala, subi endo, cl avando la lanza, poni endo la bandera y baj ando de nuevo . Bueno, pues, justamente, es la metáfora del amor de Melibea: pone la escala, sube la escala, pone la lanza y baja. Realmente, esa idea beli cosa del amor que está desarrollándose en ese capítulo de La Celestina nos hace pensar mucho. Y cuando de pronto dice Melibea : "Si tú qui eres tenerme, en tu poder yo soy quien goza, yo soy quien gana" , ya lo está despidi endo, el chico ya di ce: "Que me ll aman los de abajo". "No, no, si no te ll amamos, pasaba un borrac ho, no bajes ". La chica: "Tírale el casco, que se queda aquí". Cuando un a chi ca le tira al chico el casco de la moto por la ventana, ¿qué pasa? Que no quiere que vuelva. E n ese momento de ruptura absoluta nos quedamos todos ca ll ados, y siempre hay un espontáneo que dice: ¿no será que se suicida Cali sto? ¿No será que se dej a caer? Porque si no lo quieren arriba, la chi ca le está tirando la coraza, y no lo quieren abajo, los cri ados estaban
diciendo: "No vengas, que pasaba un borracho, tú sigue en lo tuyo", y la chica lo ha echado, ¿qué hace Calisto? No poner el pie. En ese momento tiene que hablar el escritor, para reconocer que ese pasaje de un texto literario no es el gran encuentro amoroso de La Ce/estilla, es el gran desencuentro, es el momento de la ruptura de los amantes. Y ahí hay que ir en contra de la hi stori a literaria, y hay que ir en contra de las clases magistrales sobre La Ce/estilla que no se han detenido en ese momento. A eso me refiero cuando di go que hay que escoger el ángulo desde donde decirl o, y comuni carlo, no avergonzarse de ello, comuni carlo, dar cuenta de ello. Y entonces ahí ya habría una interacc ión de sujetos, plasmada en la memoria . Yeso generaría un nuevo estado. Yo creo que la generación de los sujetos en una clase en la universidad en el plasma de la memoria genera un nuevo es tado. Pero los datos por sí solos no hacen nada , es lo que siempre nos han di cho a nosotros cuando hemos estudi ado : los datos por sí so los no hacen nada si no es dato en sit uac ión, y es entonces cuando la memoria constituye un a red com ún de la que queda alguna marca en todos los que están ahí atendi endo o parti cipando, y su poderosa base ahí permanece, tanto en presenc ia como en ausencia, tanto en lo que se dice como en lo que queda por dec ir. Pues existe una lógica ocu lta en el texto que al fi nal acaba por exteriorizarse en un tipo de clase como esa, y que hay que detectar cuando escribimos, cuando leemos y cuando exp licamos un texto, cuando lo completamos co n una clase. Una lógica que se opone a la del olvido, desde luego, y a la de la mem oria sesgada, institucionali zada de manera oficiosa, a la memoria homogenei zadora. Es decir, que en una clase de la uni versidad la memoria puede fluctuar, y puede aflorar en sus lados oc ultos, y puede exteri orizarse, pero eso so lamente se puede obtener a través de un examen del pasado y del encuentro con el otro en una eva luación común. Sería , por tanto, el dos por uno, el final de este dos por uno igual tres sería la esce nificación del pasado, ta l vez Walter Benjamin habló de esto, memoria contada, escenificación del pasado común, y hacer de la hi storia una sucesión de escenas. No se ría leer el ti empo si no recuperar los espacios perdidos en el tiempo. Tal vez sería eso, escenificar el pasado, hacer de la historia literaria una sucesión de escenas, no leer el tiempo sino recuperar los espac ios perdidos en el ti empo. Yo creo que sería ir a un grado mayor de in vitación con relación al texto literari o. De todas maneras, esto no es fáci l, pertenecemos a un peri odo histórico en el que, sin querer, hemos sido memoricidas, hemos act uado, hemos enseñado, hemos aprendido contra la memoria, y recuperar la memoria va a ser una tarea difícil, en eso soy un poco también apocalíptica, nos van a dejar muy pocas pos ibilidades para que la recuperemos. Pero, de las pocas posibilidades que quedan , una está en la clase.
LA LITERATURA EN EL FIN DE SIGLO
clásicos del a literatura infantil española
M uchas grac ias por haber contado conmi go y por haber contado con la literatura infantil , que ha sido algo que ha estado fuera de estas paredes de la fac ultad de F ilología, y ente nderéis que, para mí, es un motivo de orgull o poder estar aquí codo a codo con dos espec iali stas de la literatura . E l moti vo de este c icl o, la literatura en e l fin de siglo, de muestra algo que estamos viendo cada día , bi en por la telev isió n, bien por la prensa. Y ve mos que ese salto al nuevo mile ni o nos ha inducido a una espec ie de recapitul ac ió n y ta mbi én a una especie de proyecc ión. Es decir, por un a parte, recapitul ar qué es lo que he mos hecho has ta ahora, y por otra parte, pensar hac ia dó nde vamos . E n ese ámbito de recapitul ar y de prever hac ia dónde va mos no está mal qu e consideremos el pape l de los clásicos de la literatura infa ntil española, no só lo por dar entrada en este mundo académi co a algo que hace 25 años era casi im pensab le, sin o tambi én porque es un género, es un a li teratura pro pi a, específica, que podemos situ ar su nac imi ento all á hace más de c ien años. E n estos c ie n años ha habi do una larga conqui sta, poco a poco se han ido alcanzando di stintas metas y, bueno, si conseguimos atraer la atenc ió n soc ial y académi ca hac ia este ambi ente de literatura infa ntil y ju ve nil , yo creo que es algo rea lm ente di gno de halaga rn os a los que ll eva mos algunos años trabaj ando en e ll o. Posib lemente, cuando se haya visto el títul o de es ta intervenc ión mía en este c iclo, algui en se hab rá preg untado : ¿pero ex isten rea lmente los cl ás icos de la literatura infantil y ju ve nil españo la? Porque, c laro, hab lar de cl ás icos en la literatura es algo más q ue aceptado, e n camb io, esos c lás icos infa ntil es no ti ene n e l mi s mo reco noc imiento. Po r otra pa rte, está claro que yo voy a re ivindi car e l pape l de estos clásicos, voy a reivind icar su papel como patrim onio cul tural de nuestro país, de nuestra lengua y de nuestra literatura, pero esta re ivindi cación, esta defensa no quiero que sea
meramente inintencional, sino que voy a tratar de que sea lo más rigurosa posible, que haya unos argumentos que tengan la necesaria fundamentación. Y esa fundamentación no se puede buscar en otro marco que no sea el de la teoría general de la literatura. Por lo tanto, vamos a plantearnos qué son los clásicos en general, y si esos requisitos, esos conceptos, esas condi ciones se dan, de algún modo, en la literatura infantil y juvenil. En primer lu gar conviene que aclaremos el concepto de clásico. Cuando tenemos esta duda de a qué ll amamos "clásico" o cuál es el valor por el que utili zamos este térm ino, lo más fiab le, evidentemente, es rec urrir al Diccionario de la Real Acade-
mia. Y all í encontramos varias acepc iones, y yo voy a tomar la que creo que se ajusta mejor a este ámbito que voy a abarcar ahora en mi intervenció n. Se considera como "clásico" a 'aquel autor u obra que se tiene por modelo digno de imitación en cualqui er literatura o arte' . Por lo t¡!.nto, "clásico " va unido a esa considerac ión modéli ca, y ese carácter nos ll eva a otro co ncepto propio de la teoría de la literatura, que es el concepto de canon. ¿Hay obras y autores que puedan ser considerados no so lamente cl ásicos sino modelos canón icos de la literatura infantil y juvenil ? Ev identemente estamos en una po lémica de auténtica teoría de la literatura , y aunque no es mi intención entrar ahí, voy a rogar a la moderadora que en c uanto vea que me estoy pasando del tiempo em ita unas toses discretas, no para que nos preocupemos por su sa lud sino para saber que me está recordando algo, pues voy a, con afá n de ajustarme al tiempo disponible, voy a si ntetizar el concepto de clásico como aq uello inmutable y cuyo valor es permanente a lo largo del tiempo , y el concepto de canon lo voy a unir con la atemporalidad y la adopción de unos criterios algunas veces subjetivos y, sobre todo, como he dicho antes, variados. Vuelvo a esa pregunta: ¿en la literatura infantil española existen algunos modelos que sean dignos de imitación , que sean principales o que sean notables? Desde luego, aquí hay que decir eso de "haberl os, hayl os", pero lo que sí es cierto es que a veces se desco nocen o se olvidan. Y sobre este desco nocimiento o mal a formación en la li teratura infantil española hay muchísimos ejemplos. Es moderame nte problemático, porque es un mercado muy fugaz donde las. edici o nes se suceden a una velocidad increíble y no hay ti empo sufic iente para ese reposo y que se ll egue a crear unas auténticas obras de fondo . Y es tamb ién, para mí, una labor de los propios autores. Y con respecto a este punto que acabo de indicar, yo creo que en buena parte de los autores actuales que se dedican a la li te ratura infanti l y ju venil hay una falta de esos referentes culturales. Me estoy apartando de lo que tenía preparado, por el problema del tiempo, pero creo que, hombre, hay de todo en esta vida, puede haber un autor, alguien que se sienta escritor y que le trae sin cu id ado saber qui én es Pérez Galdós, quién es Una-
muno, quié n es B aroj a, o qui én es Cela. Eso puede darse, pero es un caso yo diría que cas i insó lito. C reo que cualqui er autor de literatura general ti ene esos referentes, que están ahí, que están en la hi stori a de la literatura, y qu.e forman parte ya de nuestro patrimoni o genera l, yo diría que hasta nacio nal. E n el caso de la literatura infa ntil esto no sucede asÍ. Hay un ampl ís imo número de auto res que hoy se dedi ca n a la li teratura infa ntil y ju ve nil que desconocen lo que se ha escrito antes, las obras anteriores, no conocen esa trad ic ión. No creo que sea obli gatori o, para escribir no creo q ue haya que cumplir co n ese requi sito, pero sí les proporc io na ese canon una serie de referentes e n cua nto a corri entes, tendencias, te mas, etc. Y a lo mejor es toy simpli ficá ndo lo de una fo rm a que no es mu y conve niente, pero, desde mi pun to de vista, y por lo ta nto es algo para ser deba tido y di scutido, creo que se adolece de que hay m uchos autores que ll ega n al campo de la li terat ura infa ntil creyendo que va n a descub rir un nuevo m undo, que antes de ellos no se ha hecho nada, act itud que me parece m uy pos iti va en el ca mpo de la literatura general, pero, ho mbre, yo veo que ese desco nocim iento es un tanto empobrecedor. P or eso, si tu viésemos esas referencias, creo q ue di spo ndría mos de un conocimiento más amp lio del campo genera l de nuestra cul tura y de nuestra li te ratura. P ido perdón a qui en haya podido parecer exces iva me nte amb iguo en lo que he podido decir, pero es que he improv isado para tratar de ser lo s ufi c ientemente sucinto e n aquell o que quería resaltar, que es que exi ste un canon de obras de literat ura infanti l y ju veni l que pueden ser consideradas modéli cas en algún sentido; que el co noc im iento de ese cano n es necesario y sería deseab le; y q ue no qui ero alargarme más y lo que voy a hacer es prese ntarles es tos clás icos, para mí, modé licos, ca nóni cos, de la li teratura infantil y juvenil. Verán que inici o esta presentaci ó n de mi s cánones, es ta muestra de obras can ónicas, no c lás icas sino canónicas en algú n mo mento , co n algo que no es realmente un libro sino un estuche metálico con e l no mbre de Calleja. Ev identemente, la literatura in fa ntil espa ño la tiene esa figura cl ás ica que es don Saturnino Ca ll eja, q ue no esc ri b ió ninguno de s us libros, pero creó un model o de literatura que en su mo me nto fueron auténticos éx itos para e l púb lico y que crea ron un dete rminado tipo de literatura infan til. Este es uno de s us primeros cuentos, de 1890, aproximadamente, y es un cuento donde se rec rea n elementos de la narrati va tradi c iona l y de o ri gen folcló ri co . Incluso hi zo algun os muy pecu liares, co mo estas Aventuras de Raúl de
la Castalia, Ca ll eja siempre fue innovando, aq uí tenemos El baza r de los Reyes Magos, de hacia 1915, que demues tra que Ca ll eja creó un tipo de literatura do nde el mundo de la fanta sía fue adaptá ndose a la mentalidad de l niño a lo largo de los años. Y no podía faltar e n esta presentac ión mía este perso naje, el Pinoc ho español, el de Batolofi, mucho más di ve rtido y mucho más auténti co que el de Co lo bi, un
Pinocho que se iba a la India -por problemas de tiempo no comento nada de las características estil ísticas de este gran ilustrador y autor de los textos-, es un personaje que era capaz de viajar a la Luna, con un rec urso muy propio de P inocho, que era un auténtico héroe que, para ser más héroe, necesitaba el oponente, Chapete. Estamos en 1920 y Chapete era capaz de hacer tropelías como ésta y raptar a la princesa saltarina. E l carácter novedoso de este Pi nocho español era el haber sido construido por un niño y que su nariz no crecía, porque Pinocho era incapaz de mentir, era un gran héroe. Batolofi abandonó la creación de Pinocho y Chapete por problemas editoriales, y creó otro personaj e, Pipo, y Pipa. Aquí tienen a este niño que va a combatir contra la bruj a acompañado de la perrita Pipa, y los dos, con el caball o Trompeti ll a, para luchar contra personajes mali gnos en un mundo de fábula, en un mundo de fantasía. Estamos en 1932. Otro clásico de nuestra li teratura anterior a la Guerra C ivi l es Antonio Robles, quie n sería el gran autor cl ás ico de nuestra literatura, no so lamente por la geni alidad de sus creacio nes: aquí tenemos un ejemplo de literatura fe mini sta auténti camente de vanguardia en 1930, Heril/anos monigotes, de 1935; y el primer autor español traducido al inglés, además un a traducción presti giosísima, en 1936: Los cuentos de
los juguetes vivos . Y aquí tenemos una imagen que representa cómo Antoni o Robles concebía la creación infantil. E l cuento se titula Don Frasquiloco, que era
loco y no era loco. Es la historia de un personaj e que se fabrica un sombrero de barro donde planta las semill as de un cerezo para que al llegar la primavera esos frutos puedan ser di sfru tados por los niños y por los padres. Pero hubo también otros autores qu e en o tra c irc un stanc ia cultural hubiesen ll egado a ser también autént icos clásicos, como Manuel Abr il. Es e l triunfo de la literatura del absurdo, de la literatura del surrealismo, anteri or a la Guerra C ivi l. Pero no podía fa ltar, ev idente mente , Ce li a, co mo perso naje clásico de la literatura española, de E le na Fo rtún , que nac ió e n las pág in as de Gente Menuda, suplemento in fan til de la revista Blanco y Negro. Pasó a se r libro, aq uí tienen la edició n que aho ra ha recuperado Alian za Editoria l. Los libms que publicó la ed itorial Ag uil ar en e l año 34, Ce lia nove lista, y E le na Fortún sigu ió creando personajes que tambi én merecen ser co ns iderados como clásicos, Cuchifritín y Matonk ikí, e l prim er caso de una niñ a personaje aparentemente negativo de la literat ura infantil , una niña caprichosa, ahí ven cómo está pi ll ando co n la rueda de su tricicl o la co la de un gato. En los años de la postguerra, naturalm ente, la literatura infantil se enfrentó con una situac ión abso lutamente penosa . Pero aun así en aquell os años hubo autoras que merecen la categoría de clásicas o de canó ni cas . Por ejemplo, M a Luz Morales , una autora mu y interesante que en 1940 publica Doíia Rosita se quiere casar. Y, bueno,
hace tres semanas perdíamos a Borita Casas, creo que todo el mundo ha oído hablar alguna vez de Antoñita la fa ntástica, lo que demuestra la popularidad que ll egó a tener este personaje entre aquellos héroes de postguerra. Hay otros autores y otras obras menos conocidas pero que merecen esa categoría de clásicas que estoy defendiendo , como, por ejemplo , este libro, Canción tonta en el
Sur, de Cecili a Viñas, que es el gran libro de poesía infantil española de la postguerra. O el primero de G loria Fuertes, Cancion es para niíios, de 1950. En los años sesenta meteremos Rastro de Dios, de Montserrat del Amo; Ángela Il escu pub lica De un país lejano, en 1964, con ilu straci o nes de Máximo San luan; Pilar Dorina publica tambi é n en los años sesenta Uz y las estrellas, ilu strado por Lorenzo Goñi; Isabel Colina publica Balada de un castellano, ilu strado por Mari be l Ca latay ud; y Ana M a Matute, de la que so lamente he podido traer una diapos iti va, la que cOITesponde a El saltalllontes verde, uno de sus libros más bell os . E n el año 72, ya es tamos en los setenta , se podrían considerar como clásicos a Consuelo Ambij o po r sus Basautos; a Fernando A lonso por su HOlllbrecito vestido de
gris, año 1977; y a l oa n Manuel Gisbert por Escenarios fantásticos, en 1979 . Ha sido un recorrido rapidísimo , veloz, pero he tratado de ser respetuoso con los com pañeros que me tienen que seguir y no robar les mucho de su tiempo. Sólo [me queda] decir que me gustaría que de ntro de otros años, 20 Ó 25 , pud iéramos seguir hablando de estos clásicos de la literatura infantil española, pues sería la mejor seña l de que lo que algunos nos esforzamos en discutirla y en promocionarla ha ten ido su fruto.
LA LITERATURA EN EL FIN DE SIGLO
ter a t u r a ,
y
formaci o n
Yo vengo a habl ar de literatura y fo rm ac ión, pero creo que hay un tema previo que hay que plantear aquí, porque, además, las intervenciones de todos los di versos autores ti enen que ver co n el filo del milenio, con este momento fronteri zo que es tamos viviendo. Y creo que antes de hablar de lo que yo entiendo que ha sido la literatura en nuestra formación profunda , en nuestra formación públi ca e indi vidual , en la formac ión de nuestra cultura, creo que hay que hablar un poco de la crisis que está atravesando el elemento fundamental de esa formació n, que ha sido el libro. Se hab la de cultura de la palabra escrita. Yo creo que la palab ra escrita no está en cri sis, el signo, digamos, lingüísti co va a tener vid a muchos años porque es más có modo que in ventarse signos nuevos; pero lo que sí está en cri sis es el di scurso comp lejo que la palabra escrita puede orga ni zar, para lo que neces ita este sustrato, el público. Y creo que hay una cierta cri sis del libro, entre otra s cosas porque los que pueden defenderl o públicamente, los hombres públicos, los responsabl es políti cos, ti enen una especie de act itud entregui sta a no se sabe qué, como si rea lmente pudi ese ve nir un in strumento tan perfecto como éste y sustituirl o totalmente. Yo hace años viví una ex peri encia qu e ha res ultado una de la s más dramáti cas, entre comillas, co mo dicen los anglosajo nes, de mi vida, y fue que andaba yo, hará por los tres lu stros, andaba por ti erras ameri canas, co ncretamente por el río San Juan, que separa Nicaragua de Costa Ri ca, y en aquell os ti empos es taba n en revo lución los ni caragüenses . Y la lancha que me ll evaba, qu e era bastante arca ica pero de motor, fu e detenida por un equipo de so ld ados, por unas tropas ni ca rag üenses, que iban arm ados has ta los di entes, co mo los japoneses de las películ as de la Segunda Guerra Mundi al. Subieron a la lancha, y no querían más que les ll evásemos unos kil ómetros río arriba, pero no mani festaron nin gun a cordi alidad, todo lo con trari o, se mostraron mu y huraños y se ded icaron a revolver lo que llevábamos los pocos viaj eros que íbam os en aq uel lanc hón, y al revo lver mi macu to, el so ldado que lo revo lvía sacó un libro . Y nun ca me he enco ntrado tan en peli gro como en aquel momento, porqu e aquel hombre demost ró qu e nun ca había utili zado un li bro. Es dec ir, para nosotros, un libro es un in strumento ya muy so fi sti cado y es tam os acos-
tumbrados a tratarlo del mismo modo que están acostumbrados los que saben a tratar un instrumento musical. El juego de las manos , de las yemas de los dedos, hace que utilicemos un libro, porque un libro, al fin y al cabo, es un objeto que requiere una especial manipulación . Yo, viendo cómo aquellas toscas manos humanas trataban el libro como si se tratase de un antropoide, de un orangután, pensé que era el mo mento más peligroso de mi vida. No pasó nada. Es más, lo que me hace reflexionar es que, si hoy me sucediese esa situación, no me alarmaría tanto como entonces, lo que me parece preocupante. Creo que el libro, efectivamente, está en crisis; que lo estamos aceptando con toda naturalidad , sin darnos cuenta de que esto, que es tecnología de hace más de 500 años ---el libro es mucho más antiguo, pero la tecnología de l libro transmitido a través de la imprenta en un proceso que lo multiplica y que permite que llegue a muchísi ma gente el mi smo texto al mismo tiempo-, es una tecnología de hace 500 años que, en realidad , sigue tan fresca y tan novedosa, han cambiado los modos de impresión, han cambiado el papel y la tinta ... , pero el objeto sigue siendo el mi smo. Ha cambiado todo lo que lo rodea, inclu so nuestras vestiduras, nuestro comportamiento, los utensilios de nuestra vida en común, de nuestra vida ordinaria, todo ha cambi ado, menos esto. Esto sigue siendo el mi smo objeto. Y ese mismo objeto sigue cumpliendo la mi sma función que cumplió cuando rompió, digamos, el libro manuscrito a través del libro indu strial. Es decir, difusió n incontrolada de saberes, campo propicio al debate de ideas y, claro, a partir de ahí, democrati zació n de la cultura. Esto ha sido el motor de la ciencia, el motor del pensami ento y, por tanto, el elemento fundamental de todas nuestras conquistas sociales. Nosotros pertenecemos a la cultura de es te objeto, y no podremos separarlo de este objeto por diversas razones que les voy a explicar luego. Por tanto, creo que hablamos en un momento grave, porque no ha y sufi ciente conciencia, creo, de lo que el libro ha si do para nuestra cultura y de la altern ati va que el libro, como sustrato, como les digo, de un di scurso complejo de las palabras escritas, puede supo ner. Porque yo trabajo co n ordenador, me encantan los med ios audiov isua les, pero creo que no pueden sustituir a es to, son otros objetos distintos, otros sistemas distintos de transmisión. Ese quería que fuese un poco el pó rtico de la intervenció n, que va a habl ar de la literatura, en definitiva. ¿Qué pasa con la literatura? Esto ha sido e l sustrato del pensamiento político, de la cienc ia, de la inform ac ió n mecáni ca y culinaria, y hasta de los más increíbles ca mpos de conoc imi ento que nos podamos imaginar. Pero sobre todo ha sido el e lemento de transmisión de la ficción literari a, aquí es donde se ha fraguado la invención literaria. Por supuesto que el ser humano está inventando cosas desde que empezó a pensar, y seguramente em pezó a in ventar cuentos mucho
antes de saber leer, de haber inventado la escritura . Cuando a veces yo intervengo en algún encuentro para hab lar de cuentos, s iempre tengo que di stinguir, y ahora en este tiempo en el que los cuentacuentos destrozan los cuentos literarios para convertirlos en cuentos orales, tengo que decir: ojo, hay una época del cuento ana l fabeto, que es e l cuento oral , maravi ll oso, estupe ndo, pero que se creó para la sociedad ana lfabeta, que se trans mite y tiene que ser transmitido a través de la o ralid ad y del gesto. El c uento literari o pertenece al libro y, por lo tanto , es un objeto escrito, es un objeto que no puede presc indir de las palabras con que está esc rito . Desmontar un cuento de Maupassant para conta rl o o ralmente es destruir e l cuento de Maupassant; un cuento li terario es un cuento escrito, es un c ue nto o rga ni zado a través de un proceso de palabras que pretende conseguir énfasis po r medi o de im ágenes lite rarias, por medio de metáforas, po r medi o de un ri tmo e n la narrac ió n, etc. En todo caso, cuando la ficción e nco ntró este soporte, cuando la ficción se inco rporó al libro , la hi storia del mundo ca mbi ó to talme nte. Hasta entonces, las fábulas, no voy a decir las fábu las: las grandes ve rdades pertenecían a un úni co libro, la B iblia, el Corán, los grandes libros que transmiten la ve rd ad revelada. C uando la ficc ió n encontró este cobijo, la imaginació n hum ana se secul ari zó . La lite ratura que se transmitía e n los libros dejó de ser sagrada para e mpezar a ser sec ul ar, pa ra empezar a ser c ivil. Lo que in ve nta la f icci ó n es un mundo abso lutame nte sec ul ar, el mundo de los seres humanos. Las pas io nes, los problem as, las hi sto rias de los seres humanos. Un ejemp lo que a mí me gusta mucho tratar: El Quijote des mo nta la leyenda, destruye a los caba ll e ros, destruye los mitos. Convierte al caba ll ero e n un individuo de andar por casa, en un indi viduo de la vid a cotidiana, que ti e ne sus sueños, y que, seguramente, co mo di ce Borges, se ha atrev id o a ser lo q ue s ue ña, no deja de ser un vecino nuestro que se ha chiO ado un poco po r leer demasiado, po r ver demasiada telev isió n, e n nuestro ti e mpo. Pero en esa sec ulari zac ió n de los libros , de la im ag inac ión humana , está toda su gra ndeza. Su grandeza y s u serv idumb re, po rque he ci tado El Q{{ijote, que es, seg ura me nte, e l li bro que sob re vivirá todas las inqui s ici o nes, precisamente porque es un libro teó ricame nte contra los libros, es dec ir, es un libro q ue advierte de lo peligroso que es leer ficcio nes, y ahí es do nde está tambi é n la grandeza de El Q{{ijote, es un a espec ie de máquina con un s istema de autosegu ridad que le permite que todos los c uras y barberos de la histo ria vaya n a decir: lean ustedes El Q{{ijote para darse cuenta de lo pe ligroso que es leer novelas. Yo c reo que tambi é n es un a de las cosas grandes que tiene El Q{{ijo-
te . Pero la lite ratura de ficci ó n, al e nco ntrar este sopo rte, resulta que descubrió un soporte do nde todo cabía. E n la literatura de ficción ha y una e norme relativización de todo y una e norme to lera nc ia para todo. Todos los personajes co nvive n e n ella , no hay un so lo perso naje, no es la Bib li a, no es el único libro, no es la re ve lac ión;
es el mundo de todos los personajes, todo cabe, todo tiene la misma categoría: los mezquinos y los generosos, los cobardes y los va lientes, los canallas y los virtuosos , todos están ahí, todos está n bulle ndo al mismo tiempo, y nosotros los recibimos, los vemos a todos y contrastamos lo que les sucede. Otro pequeñísimo paréntesis : yo descubrí lo que era una novela leyendo Heidi. A mí me gustaría tener un día un debate profundo con Jaime García Padrino sobre literatura infa ntil y juvenil, y he practicado también la literatura infantil y juvenil, porque es para mí otro motivo de comun icació n y de expresió n. Yo creo que hay dos g randes círcu los en la cultura, que so n el círcu lo de la le ngua, círculo nacional -decía Unam uno que la lengua es la sangre del espíritu, es algo que lo llevamos como en ni vel de hemog lob ina, lo llevamos dentro-, y hay otro círculo que es e l círc ulo de la imaginació n. E l círcu lo de la imaginaci ó n es profundamente internacio nali sta. El círculo de la imaginaci ó n, como el círculo del arte, es lo único internac io nali sta que nos queda ya e n el mundo. Y en ese sentido, yo creo que uno en cierto modo es hij o de su lengua, y está al servicio de su le ngua cuando escribe, pero también es hij o de cualquier libro que le haya conmovido, sea cual sea la cultura a la que pertenece. Y, por tanto, yo pos ibleme nte soy hijo de R asko lnikoff y de Huckleberry Finn, que a su vez es hij o del Quijote, habría que empezar a hablar de quién es hij o de qui é n, pero bueno . Yo , c uando tenía ocho años rec ibí el regalo de Heidi, y rea lme nte fue para mí una novela muy complicada de leer en aque lla época, pero la le í c ie ntos de veces, casi la recue rdo de memor ia y conservo aq uel ejemp lar que venía con unas ilu straciones a plumilla que luego han servido de modelo para los telefilll/s japo neses que han destruido a Heidi totalmente. Supongo que Walt Di s ney ya ha empezado a destruir a Hércules y acaba rá destruyendo al propio Jes ucri sto, po rque e n c uanto el siste ma de dibujos anim ados banales en tra en los mitos los desactiva totalmente. Me gustaría seguir meti é ndo me co n este s istema, pero no te ngo tiempo. ¿ Y por qué a mí me fasc inaba Heidi y he tardado cinc ue nta a ños e n descubrirlo? Fíjense lo que hay que vivir para uno e mpezar a descubrir los primeros mo mentos de lector. Descubrí que Heidi me había fascinado po r una ra zó n: Heidi es la hi storia de una huerfanita , como saben, no se la vaya co ntar, a la que la po breza de sus fami li ares, de una úni ca fam ili a r, la o bli ga a dejarla en manos de un abuelo siniestro y rural. La mala conciencia de esta persona la obliga a buscar el momento en que pueda a sacar a Heidi de manos de ese ab uel o y co locarla e n la ci udad, en un sitio agradable, con unas personas dignas que la formen y la eduquen. Y, efecti vamente, Heidi es sacada de las manos del ab uelo, llevada a una c iudad do nde la tratan mu y bien, donde aprende a leer, e tc., donde es feliz, pero sig ue añorando el mundo del ab ue lo. E l mundo del abuelo no e ra un mundo malo, e ra e l paraíso perdido. E nto n-
ces, Heidi se pone enferma, se convierte en una sonámbula, como ustedes saben, etc., y da ori gen a la peripeci a de la primera de las novel as, tal vez la más hermosa de todas, de ese modesto pero hermoso libro. Bueno, pues yo ¿qué veía e n Heidi de niño cuando leía esa novela? ¿Por qué la leía tantas y tantas veces? He tardado cincuenta años en descubrirlo: porque yo veía en Heidi -que, por cierto, aquello me vacunó contra la literatura femenin a, yo me identifiqué totalmente con Heidi , que era una niña más pequeña que yo, por tanto, creo que habría mucho que habl ar de ese as un to-, en Heidi yo me veía a mí. Lo que le pasaba a Heidi , su nostalgia del paraíso perdido de los veranos del abuelo, era mi nostalgia de los veranos y de la libertad de las vacac iones. E n un mundo donde el sistema educati vo consistía en que teníamos libros con letra grande, letra medi ana, letra pequeña, tareas en casa y librábamos los jueves por la tarde y los domingos. No es que fuese aquello un campo de concentración, pero realmente no era un mundo muy propicio a ciertos júbilos. y yo y Heidi , y los colegas de Heidi, y míos .. ., para mí Heidi era el mundo simbó lico, donde yo vivía mi vida a través de la suya sin riesgo.
y creo que la gran novela, la gran literatura lo que hace es permi tirnos vivir nuestra vida a través de un proceso sin riesgo. Yeso es lo que tiene la li teratu ra . Y por eso la li teratura es ta n grande, porque crea ese mundo si mbóli co además a través de la realidad virtual. Ahora resul ta que los med ios aud iov isuales han desc ubierto la realidad virtual. Miren ustedes: hay dos realidades virtuales, la aj ena, la externa, en la que partic ipamos a través de la vista y el oído, que es un espectácul o que a mí me encanta, D isneyland ia; y una realidad virtual interna, el espectác ulo interi or que nosotros fo rmamos al leer, y que no se parece a nin guna otra cosa. Ese espectáculo se forma dentro de nosotros cuando entramos en la lectura de la realidad. Ahí creamos la rea lidad interna . Yen esa rea lidad interna hay un desp liegue, que no se parece a ningún otro, que es un despli egue de escenarios, que es un desp liegue de tiempo ... La literatura es tiempo, y me gustaría extenderme sobre ese pu nto, porque la li teratura , sobre todo, es ti empo. Los físicos aborrecen el tiempo, porque es una fec ha irreversib le que peljudica a todos los planteamientos teóricos, pero, para nosotros, el ti empo es nuestra sustancia, la literatura es tiempo en conserva, y la li teratura trata del tiempo, la literatura siem pre es memori a que se estructura de una manera materi al. Y, por supuesto, están los comportam ientos humanos. Yo ya también te ngo una edad para deci rles que he conoc ido gente muy interesante en la vida pero que la gente que más me ha interesado la he encontrado en las novelas, es así, uno tiene que reconocerlo. Y luego un a seri e de peripecias y tramas, que seguramente son las mismas peripec ias de U li ses, las mi smas peripecias míticas de nuestros sueños, que se rep iten, y todas las grandes novelas vuelven a tratar de las mismas peri pecias, que son nuestros
problemas reales y profundos, lo que nos pasa. Lo que nos pasa no en la vida cotidiana sino en esa dimensión del símbolo, que, en cierto modo, es el espejo de la vida cotidiana. Lo que nos pasa profundamente a los seres vivos en un mundo, etc. ¿Qué efectos tiene esta incorporac ión a la literatura de ficción? Stehdhal, que es un escritor al que yo tengo una enorme simpatía, en las cartas a su hermana le decía: "Lee buenas novelas, porque leyendo buenas novelas aprenderás a pensar y a sentir" . La literatura nos ha enseñado a pensar y a sentir. E l hecho de leer un di scurso complejo, sea el que sea, un discurso complejo, digamos, de pal abras escritas, ya es poner en marcha la máq uina de pensar. La máquina de pensar funciona por conceptos . Leer una novela es estar poniendo en marcha la máq uina de pensar, aunque sea desde el puro punto de vista automático, de cómo funcionan las conexiones neuro nales para pensar. Pero nos enseña a vivir, nos enseña a ver, a saber los personajes. Incluso la gente que no ha le ído novelas en nuestra cultura está empapada de personajes novelescos. Hemos aprendido a amar, a odiar, a respetar, grac ias a las novelas. Esta mos cargados de personajes novelescos, que seguramente son los viejos mitos sec ul ari zados a través de las novelas. Ustedes saben que no só lo en los comportamientos, digamos, que tienen que ver con el talante caball eresco sino hasta en los compo rtam ientos sex uales es la li teratura la que ha ordenado y tipificado las conductas. Eso es incontestable. Hay una cosa deli ciosa, por ejemp lo, en
El rojo y el /l egro, que es cuando dice Stendhal que cuando Madame de Renal intenta seducir a aq uel joven barbil ampiño y un poco loco que es Julian Sorel, como Madame de Renal no leía novelas , no sabía lo que le pasaba , no entendía muy bien lo que le estaba pasando. Hay una ironía en Stend hal, pero en cierto modo es verdad que cuando no leemos novelas no sabemos mu y bien lo que nos pasa. Yo por lo menos he aprendido a saber lo que me pasa escrib iendo y leyendo novelas. Y no creo que sean mundos contradictor ios, si no que si tenemos la capacidad de además tener las novelas, tenemos el más hermoso mundo complementario de la vida. Pero, ¿qué pasa? Pues que realmente nosotros conseguimos con eso un a formaci ón profunda estétic a y hum ana. Yo creo que una de las bases más profundas de nuestra formació n ind ividual en esta cu ltura del li bro la ll eva co nsigo la literatura. La ficción, los relatos , los poemas, nos enseñan a ser como somos y nos dan la dimensión exacta de a dónde puede ll egar nuestra cultura . Por eso creo que la literatura , a través de los libros, evidentemente, no a tra vés de los cuentacuen tos, a los cuales respeto mucho, pero siguen haciendo la vieja transmisió n ana lfabeta de los preci osos relatos antiguos, la literatura de ficción en los libros es un e lemen to base de lo que so mos y, desde luego, un elemento base para formarnos . Último punto. Otro de los peligros, y yo creo que es una cosa que hay que decir, no es só lo que el libro esté en crisis . Yo creo, de todas maneras, que hay grandes
libros, hay grandes inform ac io nes que están hoy en libros que deben pasar al ordenador y que es su lugar, no les digo ya enciclopedi as, libros de consulta, etc. Es más, creo que a través de l sistema informático y de la red, por ej emplo, hoy te nemos a nuestra dispos ició n la mej or librería del mundo, una cosa que no podía mos soñar hace años. Las pequeñas librerías se unirán, las grandes superficies venderán este libro que ha aparecido ahora, que es el libro de temporada, el li bro con plazo de caducidad, como los yogures, ahora los editores pi ensan que un libro es igual que un donut y que ti ene un pl azo de caducidad, all á ellos, pero los fondos ed itoriales ... siempre ex istirán pequeños editores, creo, siempre ex istirán peq ueños editores literarios, y todos es tarán en una gran librería que es la gran librería de Internet. Ahora que la sup remacía será norteamericana, pero bueno, siempre habrá una gran librería en Internet. Pero ese no me parece el peli gro más grave. E l peli gro que me parece más grave es el haber inventado una cosa en el sistema educativo que se ll ama "transversalid ad " y otra cosa que está res ultando una espec ie de subp roducto, tal vez natural pero digno de análi sis, que es e n nuestra vida democrática lo "políticame nte correcto" . Son dos temas que hay que verlos. Primero, porq ue los políticos han desc ubierto que en los libros se puede meter de todo . Es dec ir, que una novela, si puede habl ar a los chicos de tolerancia, educac ió n sexual, educac ión vial, lucha contra el tabaco ... , es mucho mejor, el libro ya va te ni endo unos co mpo nentes mucho más interesantes. Co n lo cual, es peli groso , creo qu e abrimos un camino q ue puede ll evarnos a la más absolu ta mi seri a, porque por la vía de lo q ue es útil para la vid a de cada día y por la vía de lo que es po líti camente incorrecto, pues, por eje mpl o, acabaremos suprimi endo un libro llamado Vida de Lázaro de Tormes, porque, como saben ustedes, Lázaro de Torm es es un cor-
nudo consentido, que nos está co nta ndo que las ha pasado muy mal y q ue le da igual que su muj er se acueste co n el Arcipreste de San Salvado r porq ue ha ll evado una vid a muy dura, pero gracias al Arcipreste ti ene un bue n pasar. Co mo ustedes saben, eso es una novela de un cini smo abso luto y, además , profundamente diso lvente. O, por eje mplo, acabaremos pro hi biendo Las lIIil y una noches, porque es un mundo do nde, ev ide ntemente, la mujer es un obj eto, hay un pape l predom inante de l varón -no hay q ue olvid ar que Las m il y U/l a /l oches lo cuenta una mujer muy sabia q ue es capaz de imped ir que la maten gracias a la gracia co n q ue está co ntando Las lIIil y U/l a noches- oPero e l camino de esa transversa li dad, do nde se qu iere meter todo en las novelas o en los li bros para que los niños ya a través de ese en tretenimi ento adq ui eran otras destrezas y otros saberes, y el camino de lo po lítica mente correc to yo creo que so n dos perversiones, dos posibles perversiones q ue pueden hacerl e tanto daño a la li teratura como la cris is del momento. Y creo que con esto mi in tervenció n ha terminado .
LA LITERATURA EN EL FIN DE SIGLO
literatura y
e i n e
Au nque no se lo crean, yo me había preparado una disertación bastante erudita y pesada sobre la hi storia de las re lac iones e ntre e l c ine y la literatura en Es paña, pero me parece que no va a ser e l momento adecuado para empezar co n esa hi stori a. Si les interesa ese tem a, ti e nen libros, por ejemplo , de Rafael Utrera , e l libro que acaba de salir de R o mán Gubern ... Yo he esc uchado co n enorme interés a los dos compañeros de mesa, porque han planteado tantas cosas que cas i prefiero co ntarles alguna anécdota que me ha surgido al hilo de lo que e ll os decían. E l o tro día presentam os un informe de la U nesco sobre la cultura, y lo que me interesaba a mí más de eso, de cultura, mercado, po líticas cu lturales .. . , es que al final había unas estadísticas. Las estadísti cas, co mo sie mpre, tienen un va lor re lati vo, queda n anti c uadas, pero bueno, algún va lor tienen . Y había algo que yo no sospechaba : España es de los países dentro del e ntorno culto europeo en e l cual la proporción de programas culturales e n telev isión co n re lac ió n al tota l de la programaci ó n es mayo r. ¿Me exp li co? E n e l mundo. Lo cua l a lo mejo r es más terribl e, no les digo que sea bueno o no. [ .. .] T ampoco hay que hacer caso espec ial, pe ro bueno, yo lo c ito para que lo tengan en cue nta. De lo qu e ha di cho mi am igo Fernando Rodríguez Lafuente, bueno , yo les que ría sim plemente menc io nar dos cosas . É l ha hab lado de la uni versidad de A li cante. Efect iva me nte, es tán iniciando algo que creo que no se ha bía hecho e n España, que es un a es pecie de gra n bib li oteca de la literatura es paño la en so porte no papel, lo decim os as í, que, e n realidad , si no me equivoco, como las cosas de la vid a tienen siempre ca usas pinto rescas, se debe a que e l rec to r está peleado co n Zapl ana, y en vista de eso dice: "Bue no, voy a destacar yo haciendo esto ". Entonces se encuentra con un prob lema que has mencio nado antes, claro, que no había te nido e n cue nta los derec hos de autor, y ha teni -
do que pagar en e l mo me nto crono lóg ico en que hay que pagar derechos de autor. Les ll amo mucho la atención sobre esto porque es un te ma importantís imo que está ahora en a bso luto cambio , hay que rep lantearse totalme nte e l copyright, los derechos de autor ... , no di go que sea para bien o para mal , es otro mundo , otro mundo con los nuevos soportes de los libros, que es, en principio , muy difícil de contro lar, pero no imposible , todo e n esta vida se puede hace r, natllralm ente. Otra cosa que les cuento. Ayer estaba yo viendo ... , en la uni ve rsid ad de Vale ncia, las biblioteca s de la uni ve rs idad de Va le nc ia han decidido digitali zar toda s las bibliotecas. ¿Qué quiere decir esto? Yo, como soy ta n retrasado y no entiendo nada de nada, se lo di go co n pa lab ras mu y vu lgares : pues algo as í co mo una es pecie de fotografía perfectísima, como de un cuadro, pero de cada página de todos los libros. Calcu le n ustedes un mill ó n de ejempl ares, má s todos los periódicos, más mo nedas, grabados, mapas , etc. Eso lo que produce es que c ualqui er profeso r de uni ve rsidad, c ua lqui er alumn o, sin neces idad de moverse, co n cualqu ier sistema de o rdenad or que te nga, pueda directamente, sin e l me nor esfuerzo, co n e l mínim o costo, co nseg uir cua lqui er pág in a, im agínense ustedes, los que han ten id o la fortuna de trabaj ar en hemero tecas, que es marav ill oso, pe ro, por otro lado, lo comp li cado qu e es, e l tiempo que se pierd e, pues desde tu casa, se ncillamente, rec ibir la página de l periód ico que quieras y darl e a un a tecla y sacarla en soporte papel s i te interesa . Fíj ense en los camb ios. Y se ve much o mej or que el or igin a l mu chas veces , porque co mo es un siste ma de a lta digitalizaci ón ... Bue no, tampoco quiero que pi ense n qu e yo soy un progresista e n esto. Mi ren, la vieja hi stori a: ¿apoca lípticos?, ¿i ntegrados? M iren, no s irve de nada ser apoca lípt icos. Y ya es tá. Es dec ir , a mí me gusta el libro, la literatura fo rm a parte de mi vid a, pero además e l li bro, como objeto fís ico, me gusta y me complace, y lo tocas y ti e ne un a ca lid ad es pec ia l. Pero la cultura es s um a y no res ta. Hay que leer, pero hay que ir al c ine, y ha y que ve r te lev is ió n, y hay que hacer de todo lo más que se pueda. E ntonces, los nuevo s so portes no hacen más que añadir pos ibilidad es . Hace fa lta que una perso na tenga siempre la ca pacidad de e leg ir , el tene r espíritu crítico y tener más para eleg ir pues lo agradezco abso lut ame nte. Es la v ieja historia de U mberto Eco . Miren: e l mundo no se acaba, nos acabamos nosotros. Nos hacemos viejos y nos morim os. La c ultura no se acaba, se acaba cua ndo decimos, decía un direc tor de c in e ita lian o, Comencini, no se acaba e l cine, a lo mejo r se acaba e l c ine q ue a mí me gustaba cuando tenía diecisé is años, y es una pena , pero, feli zmente, e l c in e no se acaba, la literatura no se acaba, la cu ltura no se acaba. No se trata de que todo lo que vie ne sea bueno, por s upu esto que no, pero pen sa r que se acaba e l mundo es conde narse a no e ntender nada, es a lgo estér il , inútil , eq ui vocado . [ ... ]
A lo mej or les suena todo es to in veros ímil , pero no, yo les di go que co nozco a dos e mine ntes co legas , uno fra ncés y o tro itali ano, que se dedi ca n a estudi ar a Espro nceda, y que cuando vini ero n a la Biblioteca Nac io nal pedían el to mo de Espronceda y lo devo lvían en siti o equi vocado para que el otro no lo encontrara. No voy a dec ir los nombres. [ ... ] M iren, decim os siempre que vemos una películ a que se basa e n un libro que hemos le ído pues es mej or e l libro . Pues no siempre. La mayoría de las veces sí, son lenguaj es di stintos y la mayoría de las veces he mos leído un libro y nos im ag inamos el libro, creamos un ambi e nte marav ill oso, pero no siempre. No sie mpre. M ire n, Histo rias de l Kronen, a mi modo de ver es mej o r pe lícul a que novela, lo cual ya es mucho dec ir , porque claro ... Pero si q ui eren les di go otra cosa, y esto ya es abso lutame nte perso nal y disc ut ib le, pero Tristana, de Ga ldós, que es marav illosa, pues a mí me gusta todavía más la Tris tana de B uñue l. Y Mue rte en Venecia de T ho mas M ann , q ue es maravillosa, pues a mí me gusta todav ía más la Mue rte en Venecia de Visco nti. Y El homb re que pudo reinar, de K iplin g, pues a mí me gusta todav ía más la pe líc ula de Joh n H usto n. A mí me gusta más. No hay reg las auto máti cas en esto, depe nde del ta lento de cada perso na.
LA LITERATURA EN EL FIN DE SIGLO
literatura
y televis
,
o n
Mientras me di sponía a pergeñar esta conferencia, o co mo quieran llamar ustedes a estas reflexione s sobre los lazos entre literatura y televisión en los ti empos que se avecinan, se me viene a la cabeza un personaje de un noveli sta británico, Ford, a quien le obsesionaba haber nac ido a fines del siglo XIX. Puesto que su vida di sc urrirá por fu erza a lo largo del XX, el héroe de Ford considera esa cabalgada entre dos siglos co mo una maldici ón [... l. Piensa que no acertará a transitar por los caminos que se abren al futuro, que su ll egada al mundo en días fronterizos le ha vedado pertenecer a ti empo alguno. Lo que en la novela de Ford no deja de ser un rasgo de carácter que expresa una búsqueda de autenticidad personal , en el mundo que nos rodea se ha convertido en un valor que define la ve loc idad de los ca mbi os soc ial es y téc ni cos, y el papel primordial de ese ri tmo a la hora de la adaptación del público. Recuerdo que hace ya unos cuantos años, mi hij o pequeño interrumpi ó el visionado de un doc um ental de la telev isión y se volvió hacia mí ll eno de asombro. "Papá -preguntó-, ¿la rueda es un in ve nto?". "C laro -respo ndí- , las ruedas no crecen en los árbo les" . "¿De verd ad?", in sisti ó el niño. "De verdad" . Qu izá quise aludir O co ntarl e lo que dec ía Leonardo de la pintura, que es una cosa menta l, pero me mord í la lengua y esco ndí la defini ción de Leonardo, no fuera a meterme en camisas de once va ras. En cualqui er caso, a lo que voy es a que la pregun ta y la actitud de mi hijo, co nvenci do de que la ab undancia hacía a la rueda un fruto de la naturaleza, ha dad o lugar a una situac ión im ag in at iva, a un manantial en cuyo se no todo es efímero. En definitiva, va ldría decir que el cons umo de lo nuevo, y el contrapunto, el desuso de lo antiguo, se ha in sta lado como criterio clave no sólo de las economías del mu ndo
industri al, sino de la econo mía mi sma del espíritu. La abundancia de las inno vaciones ha tri viali zado has ta matarlo al personaje de Ford . Así que, si les parece, ce ntré mo nos en uno de los fenómenos de este fin de si glo: el de las relac iones entre la literatura y la telev isión. Vistas las cosas tal y como están, lo único que a mi juicio cabe anti c ipar sobre esas relaciones es su veloz degradac ión o, si lo prefieren, su imparable victori a. Lo cual equivale a meter la bicha, esto es, a habl ar de la transfo rm ac ió n en detritus de la li teratura televi siva. No obsta nte, me apresuro a añadir que el viaj e de la li teratura al bas urero telev isivo no será inducido so lame nte por el empeorami ento del medi o, todav ía rey de la co muni cac ión de masas, sino por otros factores de índo le general. C itaré só lo dos. E l primero, la diari a y ev idente pérdida de peso de las hum anidades en e l saber co mún . La palabra "cultura " no só lo fue vaciada de co ntenido humanístico , sino que ha pasado a ser un a mercancía tri vial. Por ej emplo, habl ar de las di stintas cul turas de l Banco Bilbao Vi zcaya y de Argentari a no nace de l deseo de empin arse de los ba nqueros sino del propós ito de trocar el culti vo del espíritu e n una técnica re lac ionada con la re nta bi I idad. E l segundo facto r genéri co es el de la atomizac ión de los cá nones del arte li te rario que con un poco de suerte aporta rá Internet. Lo que di go no e ntraña, por supuesto, la desca li ficac ió n de Internet. No cabe duda de que la red co nstituirá, al menos durante un tie mpo, el instrum ento dom inante e n el terreno de la infor mació n y la comuni cac ió n. Y constituye sin duda un a fo rmi dable vía de difusió n del arte escrito, de acceso libre a algunas culturas, de de mocrat ización del saber. Pero sie ndo todo eso cierto, ta mbié n lo es que Internet sustenta un grave equívoco estético y que su extensió n co ntri buirá a co nso lidarl o. Me refiero a que la red eq ui pa ra las capac idades ex pres ivas que todo ho mbre cuenta en su seno con e l do mini o de las altas fo rm as de l arte, yeso es fa lso. No soy de los que piensan que las le nguas popul ares degradaro n la perfecc ió n de l latín , o que el cine y la te levisión ha n des hec ho la percepc ió n de lo im preso; al co ntrario, creo que la escasez de grandes poetas se debe, paradój icamente, a que todos he mos hecho a lgún día un buen poema . Hemos cum pli do lo que e l rey Lear d ice a sus guardias cuando les oye burl arse de un cam pesi no que se procl ama padre de un a hermosa muchacha: "Un día este hombre cuando era j oven m iró de fre nte al sol y engendró esta belleza". Pues bie n, ni siempre sa le e l so l, ni siempre nos sentimos con su fuerza, y hab lo, por tanto, de lo co mún, no de lo excepc io nal. D igo que la red Internet prop iciará un a in cesan te circ ul ació n de poe mas medi oc res, novelas informes y dramas consabidos , que despertarán la creat ividad de muchos, pero también confundirán a muchos más. Y digo que esa nueva sensibili dad in fl uirá dec isivamente en la escrita y en la destinada a la te lev isión. No obstante, tamb ién me pa rece ob li gado añadir q ue, siendo as í las cosas, no veo
el declive que viene como un derrumbe. Lo que veo, por el contrario, es que todo se irá pudriendo por sus pasos, tal y como ya lo hemos visto. Proseguiremos, pues, navegando en la dinámica surgida con la aparición y florecimiento de las cadenas privadas de televisión y el imperio de la competencia, aquella que nos trajo la telebasura. En otras palabras, como la telebasura está ahí, y nos hemos hecho a ella, la literatura tendrá poco que hacer en la batalla. Para que no nos confundamos en exceso también quiero decirles que, a mi juicio, las relaciones entre el televisor y la literatura nunca fueron buenas del todo, ni siquiera cuando imperaban los monopolios públicos televisivos en Europa y la televisión era otra cosa. Entonces como ahora una entrevista en un programa informativo sobre libros resultaba más superficial y más inconsistente que una crítica escrita de ese texto a poco bien hecha que estuviera. Es que las ideas sólo circulan por la fría pantalla del televisor a condición de aparecer en pequeñas dosis, bajo formulaciones simplistas y envueltas en el tenor de la simpatía o de algún tipo de espectáculo. Por tanto, cabe decir que las adaptaciones novelescas , que sí acercaron numerosos lectores a los libros, solían partir de textos mediocres . Finalmente, las series originales, las que se hacían específicamente para televisión, siempre corrieron los peligros derivados de lo que se torna mecánico. Y como los cortos de la programación audiovisual fuerzan a reincidir en los mismos escenarios, en los mismos rostros y tipos de conflictos, la literatura propiamente televisiva ha corrido siempre el riesgo de ahogarse en un territorio demasiado estrecho. No obstante, el perfil divulgador de la pequeña pantalla compensaba entonces con creces estos y otros límites , y así los monopolios estatales de TV en Europa configuraro n un momento cultural de excepcional importancia . Es un momento del que poseo experiencia directa, ya que cargo sobre mis espaldas la creación y dirección de un par de programas de libros en ambas cadenas de Televisión Española. También ideé y elaboré programas culturales de variada índole, y he puesto en pie talleres de guión y producción de espacios dramáticos. Pero, sobre todo, he escrito unos 200 guiones de ficción específicamente destinados a la pequeña pantalla, de los cuales un considerable número fue emitido por algunas cadenas de la televi sión nacional. Todo ello me permite asegurarles que he trabajado en un momento excepcionalmente generoso de las televisiones públicas europeas, un momento en el que los rectores del medio estaban co nvencidos de tener en sus manos un instrumento cultural inmenso y de enorme importancia. Esa gente estaba convenc id a asimismo de ad ministrar un instrumento de divulgación y formación co mo nunca había habido antes, ya que los programas educativos, los culturales, los espac ios destinados a discutir novedades editoriales o textos clásicos eran toda un a novedad de la comunicación. Por si lo anterior no bastaba, esa gente, esos gestores, pensaban también
que tenían a su cargo la gestión de un instrumento muy semejante al del cine y con tanto calado como las mejores películas. Esa gente, esos gestores y ejecuti vos de las televisiones públicas, ofrecía en toda E uropa un perfil muy s'emejante: eran a la vez funciona rios y hombres de la industria del espectáculo, cultos pero fle xibl es a las demandas sociales de entreten imie nto; obedientes ante e l poder de turno, fuese cual fuese, pero imbuidos del imprescindible papel del Estado en la regulació n de los grandes negocios privados; ideológicamente conservadores pero atentos a cualquier novedad de l mercado . Segu ramente, si buscamos alguna referencia en el pasado, tropezaríamos con los hombres del despoti smo ilustrado . En cualquier caso, a estos gestores ejecutivos de la RAI, de la BBC, de todos los mono poli os públi cos europeos, les debemos el naci miento de un género, el único creado realmente por la televisión: el documental. Les debemos también otro hecho importante: una política de compras en Holl ywood que en cada paquete incluyó siempre varias series de calidad. En resumen, y por ceñirme al terreno de la ficción televisiv a, acudiré de nuevo a mi experiencia personal para asegurarles que he vivido ese momento hoy ya acabado en el que fue posible llev ar a cabo tareas tan gratas como las adaptaciones de un buen número de rel atos de altísimo rango. Me refiero a cuentos y novelas cortas de Maupassant, Gorki, Zola, Balzac, D ickens ... Pero no só lo eso. A lo largo de l periodo que estoy citando , parte del cual di scurri ó bajo la dictadura franquista, y por e llo, y a causa de mi mala cabeza, se me encargaro n también espac ios dramáticos y divu lgadores de clás icos de nuestra literatura, de manera que he trabaj ado con El cO I/de Lucanor, El licellciado Vidriera ... Adapté además novelas españolas con-
temporáneas, como Ju anita la larga, de don Juan Valera. Y, finalmente, escri bí un buen número de series originales, unas históricas, otras situadas en tiempos todavía cercanos, y otras que discurrían por el presente. Buena parte de esos guio nes los esc ribí en colaborac ión con otros autores [ ... ]. La colaboración es, a mi juicio, el modo más fecundo de escribir guio nes y, sea como fuere su escritura, les aseguro que cada uno de e ll os me ha proporc ionado tanto deleite como todas y cada una de las novelas que he publi cado hasta hoy . Pues bien, si llevo un rato abanicándome con innegabl e sati sfacción, no es sólo porque me guste e l pavoneo sino para darle un mayor relieve a lo que me parece decisivo en estas reflexiones. Se trata de discutir que ese tiempo y esa si tuación han terminado, y nada semejante reaparecerá hoy. E n lo que me toca, aunque sea una experiencia nada desdeñable como autor televisivo sé que no conoceré cargos como los descritos. Hoy carezco de todo interés por las pretensiones de la nueva gente de la te lev isión. No me interesa solucionar permanentemente las tramas, los caracteres, los diálogos, la banalidad o e l simple mal gusto. Tampoco me tie nta trabaj ar de
un modo en el cual la palabra última no la tiene el realizador, que, equivocado o no, persigue darle una forma artística a su visión del asunto, y sí un productor ejecutivo que considera a la audiencia como el máxi mo adaptador del canon. No quiero, fina lmente, colaborar en la difusión de la mediocridad y un costumbrismo de pacoti ll a o de las monadas electrónicas. Y atención: si les hablo así, es porque conozco bien las servidumbres de un medi o de comunicación de masas. Como comentaba hace un momento, la rel ac ión entre la literatura y la pequeña pantalla se quiebra definitivamente con la aparición de las cadenas privadas y el mando a distancia, verdadero definidor del reinado de la competenc ia feroz en que hoy vive todo lo que alienta, ya sea el arte o la patata temprana. Pese a ello, cada país europeo reaccionó de una manera distinta ante la situac ión. Unos, como Inglaterra, retocaro n los servicios públicos de la cadena principal e incrementaron la producción de calidad en las complementarias. As í, por ejempl o, e l nuevo cine inglés independiente, como e l de Lloviendo piedras, sería impensabl e sin C hannel 4. Franc ia, tras varios titubeos , reconstruyó en gran med id a la televisión estatal que había privatizado, y su c ine también lo notó. ¿Y España? Pues España, llegada la ocasió n, puso al frente de Televisión Española, buque in signia de nuestras televi siones públicas, a dos personajill os que, siendo caritativo, calificaré de incompetentes. Y no sólo los nombró sino que los mantuvo en el puesto durante ocho años, período de gestión jamás alcanzado por ningún director general de ese ente públi co. Así que estos caba ll eros cuyo no mbre más vale o lvidar, sosten idos y amparados en sus desmanes por un par de gobiernos social istas, hicieron de todo y cada cosa peor que la anterior. Añadiré que la gestión inicial del Partido Popul ar no mejoró la situaci ó n, y que entre tanto las televisiones públicas de rango autonómico "'Cometían similares
des manes o probaban nuevos sinsentidos. Un circo peculiar se instaló en los platós de los numerosos canales del país; se leva ntaron anfiteatros de and amio y poliuretano , movidos por un ameno maestro de ceremonias o una igualmente inepta conductora: profesores, quiromantes, travesti s, curas rebotados, amas de casa, putas , sociólogos ... , co nversaban sobre lo di vino y lo humano en el mej or es til o del political correct, que so lía terminar cuando alguien llamaba "fasc ista" a quien llevaba la contrari a. En semejante programa, la ficc ió n, tras varias décadas de cu ltura de la calidad, había desaparecido. No hacía falta, además , en el nuevo régimen de competencia, pues era demasiado costosa a la hora de produc irla o de comprarla y co ntenía menos novelería de la que ll evaban estos remedos de plaza de mercado, repletos de juglares inexpertos pero audaces. Recuerdo una señorita que en una de las emisiones primi genias del nuevo modo de contar se presentó a sí mi sma de esta gui sa: "Vivo de mi trabajo como cua lquier otro ". Ninguno de los presentes rechi stó, ya que tenía enfrente a una chi ca que aún era
agraciada, con un poco de cultura de masas y aspecto vulgar: la señorita prostituta. Nadie dijo ni pío. Para los presentes en el plató aquella noche la prostitución era un trabajo como otro cualquiera, y aquí no hay más que hablar. A cambio, yo y todos los que presenciamos la emisión supongo que pusimos la im aginación a trabajar, atisbamos pequeños relámpagos de unas cuantas vidas en las esquinas de la lucha. Lo que ha ocurrido después es sencillo. Pasado el instante inicial del desconcierto y la emoción, la telebasura ha terminado por embotar las posibilidades creativas del espectador y, por consiguiente, las novelerías que asoman a la pantalla sufren una degeneración sistemática e imparable. A la vista de todo ello, y aunque no pretenda hacer de profeta, un servidor de ustedes lo ve muy muy duro, máxime porque, como les decía, la literatura y la televi sión no han hecho buenas migas ni siquiera en aquellos días en que las televisiones estatales dominaban la edición. Si lo que tenemos resulta poco grato, pues la presión diaria de la audiencia ha degradado las series de ficción, lo que está por llegar será aún peor. Piensen que las narraci ones audi ov isuales , adaptadas u o ri gin ales, circulan mal por la cinta sin fin de los canales temáticos, que es el instrumento que impondrá el cable y la imagen digital [ ... ]. Pese a todo lo dicho, queda por decir también que la realidad sorprende siempre y que surgirán nuevos modos de defensa en esta ardua relación de la literatura con la pequeña pantalla. Y así, aunque la televisión que conoc imos de niños, las ll amadas "cadenas generali stas", tienen todas las papeletas para conseguir su lenta agonía , cabe la posib ilidad de que los nuevos canales temáticos se vean ob li gados a inclui r producc iones de calidad un tanto marginales para captar compradores. Surgiría así, reforzados por las ,c adenas comerciales, que lo que acabe de distinguir un paquete de su competidor no sea e l fútbol o las carreras de Fórm ula 1 sino un programa de libros o de ficción crítica. Sólo que a mi juicio, el mal o, si lo prefieren, la corrupción , anida en e l imperio absoluto del mercado y yo no veo cómo salir de pobres. Pero eso lo dejamos, si quieren, para otro día.
LA LITERATURA EN EL FIN DE SIGLO
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teratura
e internet
Me vaya centrar muy directamente en la cuestión de que ... , hombre, esto no es
Apocalipsis Now. Porq ue la gente sigue viviendo, porque la gente sigue queri endo ; porque, [ ... ]. Y, miren ustedes, con unos soportes o con otros, vamos a tener que seg uir haciendo lo mi s mo . Hay algunos que a veces es verdad, y coincidiría co n Isaac, se empeñan en que no lo podamos hacer, pero tambi én nosotros nos empeñamos en seguir haciéndolo. Por lo tanto, lo único que tenemos es que bu scar, yeso sobre todo lo va n a te ner que buscar ustedes, como cuando nosotros estábamos ahí sentados, tendrán que buscar las formas de expresarlo, los med ios de expresarlo, pero, desde luego, será escribir. [ ... ] Dicho eso, se está produci endo una profunda tran sformación, como se ha producido siempre, en lo que es no la creación literaria, asunto sobre e l que te ngo un respeto absoluto porque me s iento lector más que otra cosa, es lo único que no me puede quitar nadi e, mi condici ón de lector, lo que se es tá produciendo, como se ha producido en otros momentos de la hi storia , de la larga hi storia que ll evamos a cuestas, es un periodo de tran sformacion es . Y esto es lo de sie mpre. Unos enti enden las transformaciones de una manera y otros de otra, y ahí tienen las bibli otecas y las bib liografías. Y las transform ac iones, también es verdad , siendo moderadamente escéptico, producen unas liberaci ones de determinadas cosas y también un as ataduras en otras. Este es el juego. Esto es lo divertido, o lo dramático, tambi én, de este asunto. Yen el caso de la literatura y en el caso de l libro se están produciendo profu ndas transformaciones . Se está produciendo una transformac ión e n las formas de lectura, en las formas dellib;'o, en lo que puede ser la indu stria editorial, que vive su tercera transformaci ó n, en los espac ios para la lectura e, inc lu so , en la presencia de la
lectura en el aula. En una recientísi ma tes is que se ha presentado en la Universidad Autónoma de Barcelona por Jorge Villarredondo, Él plantea que el libro está viviendo una tercera transformación a lo largo del siglo. Y dice: "Esto no resulta casual. La explicación más clara es que el mercado editorial asume un tercer proceso de industrial izac ión a finales del siglo XX . El primero se consuma en torno a 1930 bajo el amparo de la sociedad de masas y supone la seriali zación del libro como producto cultural". Algo de lo que todos somos deudores, que fue el libro de bolsillo, y que España fue , además, uno de los primeros países , y coincide con la Época de la II República, en que el libro de bolsillo adquiere una dimensión relativamente considerab le dentro de un país con las tasas de analfabetismo que tenía España entonces. Pero, por ejemplo , ustedes recordará n una colección como la colección Austral , que surge después de la guerra, tiene un origen en la colección Calpe, que es una de las primeras colecc iones de bolsillo que existen no sólo en España sino en el mundo. Y es la vieja política norteamericana deln ew deal, cuando se plantea en un esloga n que tuvo mucho éx ito en Estados Unidos: "Millones de libros para millones de lectores". Y lo que era en el fondo, y quiero subrayarlo, era una democratización de la cultura. Con todo lo bueno y lo malo que eso podía significar, para mí, desde luego, bueno, sí. El segundo momento de transformación tiene lugar durante la Segunda GuelTa Mundial y supone la mundiali zación del libro, de forma paralela al surg imiento de la soc iedad de consumo . Y ahora se está viviendo el tercer proceso, que trata de la adaptación de la industria del libro al fut uro advenimiento, si no está ya, de eso que se ha dado en llamar la "sociedad de la información". Esto exp lica la creación de grandes cong lomerados , la rac ional izaci ón, especialización y diversificación del sector del libro, la tran sformación de la distribución y las librerías, el surgimi ento de soportes electrónicos. Porque en este momento, y ustedes lo pueden ver todos los días en los periódicos, todo lo que es el sector editoria l se ha convertido en un sector estratégico, en un sector estratégico de las economías mundiales. Los grandes grupos de comunicación en este momento son donde prácticamente está pivotando otra serie de experimentos y de experiencias económicas de mu y alto nivel. ¿Por qué? Porque, efectivamente, en este momento la información se ha convertido casi en el eje vertebral. Por eso decía que hasta que dure la activ idad de producir textos a través de la escritura en cua lquiera de sus formas , seguirá ex isti endo la act ividad de leerlos, al menos en alguna proporción, sea máxima o mínima , de la población mundial. Ahora, las preguntas que les puedo dirigir son: ¿cuá l será en e l futuro próximo la actividad de la lectura ? ¿Cuánto se extenderá socia lmente y sobre qué tratará? ¿Qué importancia y qué funciones tendrá en la sociedad? ¿La demanda de lectura crecerá o dis-
min uirá? ¿Es verdad lo que se ha pensado rec ie ntemente, es decir, que la actividad de leer se retrae en la mi sma medida que la operac ión de leer se universa li za? Se lee más que nunca , pero no por cuestiones especia les o ma yo res sensibilid ades . La cantidad escrita en este mo mento es mucho mayor de la que se producía a principios o a mediados de siglo. En España, además, es por un hecho evidente, que es la esco larización plena , que no ha ex istido nunca. No existía, había unas tasas de analfabetismo a principios de siglo espectaculares, y ahora hay escolarización plena. Independientemente, insi sto, yo no entro en las calidades. ¿El problema cuál es, también ? Hombre, es que hoy e n día la lectura, según una hi storia de la lectura que sacó Tauru s de diferentes autores, Petrucci cita: "Co ntrari amente a lo que sucedía en e l pasado , hoy en día la lectura ya no es el principal instru mento de c ulturi zac ión que posee e l ciudadano contemporáneo. [La cultura de masas] ha sido desbancada por la tele visión, cuya difusión se ha efectuado de un modo rápido y generali zado durante los últimos treinta años. Las nuevas prácticas de lectura o de los nuevos lectores deben convivir con es ta auténtica revolución de los comportamientos culturales de las masas y no pueden dejar de estar influenciados por e ll a ". Hicimos hace un año un estudio sob re los españo les y los libros. Independientemente de las mil o ngas de siempre y los tópicos, se daba un caso bastante curi oso: la gente que más iba al cine, la gente que más veía te levisión, digamos doc umentales y pe lículas anti guas, era la gente que más leía . E ra c uri oso. Es ve rdad que eso se está transformando. La literatura, el vídeo, e l ordenado r ... Voy a basarme en uno de los ma yo res espec iali stas de la hi storia del libro y de la hi sto ri a de la literatura e n c uanto a la recepc ió n de la 1iteratura que ustedes conocen, que es el gran profesor francés C harti er ... Comen zó hace poco un artíc ul o muy rele va nte sobre todos estos as untos, muy provocativo también , con la sigu iente cita: "E l li bro ya no ejerce e l poder que ha sido suyo . Ya no es el amo de nuest ros razonami entos o de nuestros sentimientos frente a los nuevos medios de información y comunicación que a partir de ahora dispone mos". Claro, es tamos debatiendo aquí el doméstico uso de la literatura o la presenc ia de la li teratura co n parámetros y presupuestos, si me permiten, sin dud a amab les pero probabl emente tambi én artesa nales . Y ahí fuera, e n la calle, se está produciendo una transformaci ó n radica l de la que apenas se perc iben tímidas notas de lo que será una sinfo nía estrue ndosa de variaci ones y ca mbios. Se preguntaba C harti er, que ll evaba estudi ando la historia de l libro cuarenta años: "¿Cómo situ ar, en la hi storia larga del li bro , de la lectura y de la s re laci ones con lo esc rito, la revo luc ió n anun ciada, de hecho ya empezada, que nos hace pasar del libro o de l objeto escri to tal como nosotros lo conocemos, co n sus cuadernos, sus hoj as, sus páginas, al texto electró nico y a la lect ura sobre la pantall a?" La revoluci ó n del li bro e lectróni co es, sin duda, de mayo r envergadura que la
de Gutenberg, porque no só lo se modifica la técnica de reproducci ón del texto sino también las estructuras y las formas del soporte que transmite a sus lectores. El libro impreso hasta nuestros días ha sido heredero fidelísimo del manuscrito por la organi zac ión en cuadernos, por la jerarquía de los formatos, del folio al libelo , por las ay udas a la lectura. Ahora se requieren otros términos de comparación. Leer sobre la pantalla no es leer un producto. Señala Chartier que "la representación electrónica de los textos modifica totalmente su condición. Sustituye la materialidad del libro con la inmaterialidad del texto si n lugar propi o; opo ne a las relacio nes de continuidad establecidas con e l objeto impreso la libre composición de fragmentos manipulables indefi nidamente; a la aprehensión inmediata de la totalidad de la obra, hecha visible por el objeto que la contiene, hace que le suceda la navegación en el largo curso de archipi élagos textuales en ríos mov ientes". A mí, perdónenme la pasión , yo estoy un poco aquí como Guillermo Bravo, estoy describiendo un hecho. "Estas mutac iones --concluye C harti er- ordenan inev itab lemente, imperativamente, nuevas maneras de leer, nuevas relaci ones co n lo escrito, nuevas técnicas intelectuales. Si las revoluciones precedentes de la lectura sobrev ivieron cuando no cambiaban las estructuras fundamentales del libro, no sucede lo mi smo en nuestro mundo contemporáneo. La revolución inic iada es ante todo un a revolución de los soportes y las formas que transmiten lo escrito. En esto, el mundo occidental no tiene más que un so lo precedente, uno so lo: la sustitución de l vol umen por e l cód ice. De ahí la neces id ad insos layable de comenzar a dar a es te asu nto toda la relevanc ia que sin duda posee. La comprensión y dominio de la transformación electrónica que ahora mismo se produce en cada despacho , ofici na, habi tación y demás, depende en gran medida de su adecuada inscripc ió n y fijación en una historia de larga durac ió n co mo fue la del libro. Por ejemp lo, el hecho deslumbrante de la d igitali zac ión de los textos y su transmis ió n electró ni ca. Porq ue pulveriza dos limitaciones consideradas hasta ahora como imperativas: la que reduce las pos ibles interpretac iones del lector en e l li bro impreso". Por ejemp lo, desde el siglo XVI, desde que el impresor se hace cargo de los signos, las marcas, los títu los, antes con los incunab les se añadían a mano sobre la página impresa, con el texto e lectróni co el lector no só lo puede reordenar el libro, so meterlo a múltipl es operac iones, sino que, además, se convierte, si quiere, en coautor: construir como le venga en gana conjuntos textua les; reconstruirlos de otros, modificarlos, reescribirl os, hacerl os suyos. Esto con ll eva, claro, un a perturbació n añadida en algo que desde e l siglo XVIII permanecía inalterable: la comprensió n de la obra como un acto creador indi vid ual, singular y original. La noción del copyright
O
los derechos de auto r - la primera
vez que se uti li zó fue en 1701-, se ajusta de manera compl icada al ámbito de los textos electrón icos. Será necesario, en este mo mento ya hay una gran discusión, un
gran planteamiento, y situaciones complicadas todavía para definir, pero es necesario ya redefinir todas las nociones jurídicas: la propiedad literaria, los derechos de autor; las nociones reglamentarias: el depósito legal, dentro de la Biblioteca Nacional; las cuestiones biblioteconómicas: la catalogación, la clasificación, la descripción bibliográfica y demás, que han sido pensadas y que hoy están pensadas y construidas en relación con otra modalidad de la producción, la observación y la comunicación de lo escrito. Pero es que además, siempre de acuerdo al mu y ilustrati vo texto de Chartier, el texto electrónico permite por primera vez, si me permiten la nota borgiana, construir el sueño de una biblioteca universal, un sinuoso y extraño, laberíntico y deslumbrante jardín de senderos que se bifurcan , un a biblioteca universal que reúna todos los libros jamás publicados, todos los textos jamás escritos, todos los libros, como advertiría Borges, que es posible escribir agotando todas las combinaciones de las letras del alfabeto.
y estábamos en estas, yen estas llegó Internet, quizá la metáfora más rotunda de lo que se daba en la sociedad de la información . Unas brevísimas notas para señal arles eso, porque es que hay algunos tópicos sobre Internet y los libros. Agárrense bien a la silla y escuchen esta: "Internet es hoy útil para el libro, sobre todo por dos razones: para su promoción comercial y para la búsqueda de obras descatalogadas o difíc iles de encontrar. De hecho, en España el libro fue el segundo producto más vendido tras la informática por Internet en 1998. Estos nuevos hábitos de lectura están apareciendo en nuevos soportes. El libro e lectrónico ya está en el mercado. Se carga y descarga a voluntad a través de la red y próx imamente la descarga podrá ser sólo temporal". El libro electrónico que me han muy amablemente regalado lo ha hecho la univers id ad de Alicante. Este libro, esta Celestina, a mí me recuerda, co mo li bro electrónico ... , el otro día estuve con un ami go que ti ene una co lecc ión de teléfonos móv il es - hay gente para todo, no se as usten, qué le vamos a hacer, a pesar de eso somos tambi én amigos-, y estábamos viendo los primeros teléfonos mó viles que había. Yo, cuando he visto este primer libro electrónico, que cuesta todavía manejarl o ... [ ... j . El libro electrónico lo que va a venir a subrayar es la importancia del papel , el gran invento que ha sido el papel. El libro electrónico en e l fo ndo es un ordenador más o menos peque ño; ustedes lo que hacen es descargar el libro e irse con su libro do nde les dé la gana , después vaCÍa n ese libro y descargan otro. Estamos hab lando toda vía de soportes. Se acaba de anunci ar la aparición del papel electróni co, que ti ene la mism a delgadez y fl exib ilidad del papel, aunque tardará algo más en llegar a los usuari os. Pero también aparece, y esto es lo interesante, sobre todo para las personas que están deseando entrar en la literatura y, bueno, los circuitos a veces son muy complicados, ¿no? , también aparecen nuevas form as de edic ión fa vorecidas por los baj os costes de las nuevas tecnologías , esto va a ser otra
revo lución en el mundo del libro . E l libro instantáneo o a la carta, que se imprime de uno en uno y cuando lo pide el cliente, es su mamente útil, por ejemplo, para tener acceso a ediciones antiguas, difíciles de encontrar, o para publicar obras muy especializadas. Su coste, además, es menos de la mitad del precio de venta de una primera edición. Otro: la doble edición, una obra que se edita al mismo tiempo en papel y en la red. La edición en la red se puede leer gratuitamente, pero la que se hace en papel se vende al precio normal de una librería. Según los promotores de esta iniciativa, los benefic ios para el promotor y el autor ll egan a partir de la venta de 100 ejemplares. Se trata de una modalidad de edición que están empezando a utili zar sobre todo j óvenes autores, pero también algunos ya reco nocidos para reeditar obras suyas cuya dem anda no es lo suficientemente grande y las editoria les no se las publican , por ejemplo. Pero hay todavía más . La situació n ya no es la de siempre. Con las nuevas tecnologías se aj ustan mucho las tiradas, pues es mucho más fácil y rápido de imprimir. [ .. .] Pero los bajos costes de las nuevas tecno logías hacen también que la red esté saturada de informac ió n y de obras de todo tipo que no despiertan la confianza del usuari o. C laro, aquí es donde entramos ya a, bueno, como decía Juli o Cortázar, la cuestión en esta vida es creerse genio y acertar. C laro, ahora hay que entrar a elegir. También eso es una vieja hi storia, no es nada nuevo ni es nada terrible, y esto deberá ser el próximo paso, Internet deberá ganarse la confianza y el crédito de sus potenciales usuarios, y para ello el papel del editor, el papel del profesor, e l papel del crítico, el papel del amigo orientado o e l papel del que ustedes quieran, so lamente va a servir de fi ltro y de refere ncia para la calidad de la obra, y esto va a ser indispensable porque, efectivamente ... fíjense si el pobre Antonio Mac hado en las primeras décadas del siglo ll egó a decir que lo que sabemos entre todos hoy no lo sabe nadie, im agínense ahora, ese cúmul o de inform ac ió n .. . la clave en este momento no es la lista bibli ográfica , sino el saber e legir, que es la capacidad de ir a las obras clave. y otra cuestió n im portan te. Una librería admite e l proyecto de los manuscri tos de
literatura española co locados en CD-ROM . Ha empezado todo esto hace diez años, y ya se ha hecho un a tercera entrega, hay 50.000 págin as metidas e n formato digi tal, y es una suma prácticamente de la cultura espa ñola. ¿Qué nos interesa desde el punto de vista de la hi storia literaria o de la in vestigac ión literari a? Bueno, el libro es un instrumento no so lamente de gran utilidad, para quien les hab la es casi la clave de su vida, he ded icado toda mi vida al li bro, y voy a seguir. Ahora, tambi én por eso mi smo hay veces que puede estar disponible sólo en uno o dos lugares del mundo , o ser directamente inaccesible, yeso lo co nocen ustedes . Claro, los datos en soportes físicos es muy importante, la tendencia es que la totalidad de los textos literarios de una lengua estén accesibles en soporte electrónico. E ntre e l texto físi -
ca, tal y como está impreso o manuscrito, y la impresión digital hay siempre la intermedi ació n del investi gador, alguien que lo ha leído y ha escrito el resultado de su lectura, y en esta tarea puede haber, sin duda, decisiones opinables. Pero la tendencia, y esto es lo importante, y sobre todo en el caso de los manuscritos, es que también den la imagen de la página. La inform ac ión se ha convertido, como les decía, en un algo principal. E l mundo de Internet aplicado a la filología ti ene la siguiente consecuencia: el obj eto de trabajo ya no será la locali zac ión de los datos sino su uso. Es dec ir, el hall azgo de un artícul o sobre un determin ado as un to, el hall azgo de unos determinados fragmentos o capítulos de una obra li terari a ya no será n el obj eto de una investigación sino, si me permiten, su comienzo. E l texto electrónico también en ese sentido es un poco palimpsesto borgiano. No todo es estupendo, sin duda. Estamos, como se ha señalado, ante una situación en que la digitali zac ión nos iguala, pero también nos puede separar, yesos son los riesgos en este momento, los riesgos de que se pueda producir también una quiebra en esa situación. Yo creo que estamos de lleno en la sociedad de la infor mac ión, que las tecnologías de la comuni cac ión constituyen, y aú n más en el futuro, el núcl eo del des arrollo económico, del conoc imiento y del bienestar de las perso nas, q ue al fin y al cabo es de lo que se trata, de un bienestar, di gamos, intelectual y de un bienestar físico, porque a este valle de lágrimas hemos ven ido a sufrir lo menos posible, y en ese bienestar del desarroll o del conocim iento y el saber económico las tecnologías de la comuni cac ión pueden fac ilitar el paso hac ia una sociedad cultural más plural y más di versa. La cuestión aq uí es que las cul turas que no sepan integrarse cua nto antes ante el nuevo mundo digital se convertirán, probablemente, en un pintoresco anacroni smo. Y todo ell o lo ha dicho José Manuel Castell s, que no es precisamente alguien que sea muy amable con ciertas fo rm as de las sociedades contemporáneas, pero él lo ha exp li cado bastante bi en en un contundente anál isis de la sociedad de la info rm ación: "E l hecho de que esta nueva soc iedad se expanda en olas suces ivas, co menza ndo por un a eli te cul tural, signi fica que será n sus practicantes desde la primera ola q uienes determinarán, co n sus surcos, los háb itos de com uni cación". Si ustedes recuerd an e l marav ill oso final de El halcón lIlaltés, de John Huston, alguie n le pregunta a Sam Spade de q ué está hecho ese halcón que todos lo buscan, y en homenaj e a Shakespeare, Das hi el Ha mmet contesta : "Está hecho de la materi a de nuestros sueños". Bueno, pues los háb itos de com unicación está n hechos del idioma, y esa es la materia que nos ocupa siempre en cuestiones culturales. M uchas grac ias.
LIBROS LIBROS LIBROS LIBROS LIBROS Voces del Estrecho - Vasar Kemal - El cielo de cemento Crimen en Compostela - Cuentos clásicos - Un trozo de jardín Bajo la lluvia - Los amantes tristes - Ahora ¿a otra cosa! Adagio para una sinfonía inacabada - Mi ser, mi voz y mi palabra Ensayo general - Lo peor no son los autores - La fuga del mar El donjuanismo femenino - Animales de compañía Los espías que estremecieron al siglo - Realidades ajenas María Moliner - Manual de historia del libro Beatriz Guttmann
LAS VOCES
1 a s
v o e e s
DEL ESTRECHO ANDRÉS SOREL MODERNOS y CLÁSICOS DE MUCHNIK EDITORES
« . .. Hay
d e 1
e s t r e e h o
secretos que requieren ser publicados y ellos son los qu e visitan al escri-
tor aprovechando su soledad, su efectivo aislamiento, que le hace tener sed. Un ser sediento y solitario necesita el secreto para posarse sobre él, pidiéndole, al darle su presencia progresivamente, que lo vaya fijando por las palabras en trazos permanentes ... El público existe antes que la obra haya sido o no leída, existe desde el comienzo de la obra, coexiste con ella y con el escritor en cuanto tal. Y sólo llegarán a tener público, en la realidad, aquellas obras que ya lo tenían desde el principio. Y así el escritor no necesita hacerse cuestión de la existencia de ese público, puesto que existe COII
él desde que comenzó a
escribir. Y esa es su gloria, que siempre llega respondiendo a quien no la ha buscado Il i deseado, aunque sí la pre-
siente. Y espera para transmutar con ella la multiplicidad del tiempo, ido, perdido, por un solo instante, único, compacto y eterno ». (MARÍA ZAMBRANO,
Revista de Occidente, 1934).
Yo quería transmitir el secreto, la vida de
ría sus vidas. Visitaría algunos de los
esas voces perdidas en las aguas del estre-
lugares de las tragedias. De Áfri ca y
cho, rescatar el silencio de los naúfragos
Andalucía, tan cerca, tan lejos una de
de las pateras.
otra. Campamentos, lugares de trabajo,
Existían en mí hace tiempo, muchos años .
ci udades ... , para desc ubrir las vidas
Nada más morir el Dictador, cuya censu-
humanas, los secretos que debían comu-
ra había prohi bido la publicación de mis
nicarse.
tres primeras novelas, de otras obras de
Quería convertir mi angustia en testimo-
ensayo, comencé a volcarme en la activi-
nio, e identificar a quienes no son ni
dad literaria. Y Andalucía y Marruecos
materia periodística: profundi zar en sus
fuero n las Patrias por las que paseé mis
vidas para que a su vez el lector las
ojos, cuyos personajes me acompañaron,
reconstruya, transforme, enriquezca, haga
pues desde la infancia uno se va llenando
suyas. A la idea hoy imperante en
de historias, de vidas que luego aparecen
industri a del libro, que busca un lector
reflejadas en el espejo del camino en que
que fagocite las obras que velozmente se
ta ntas veces la literatura se inspira. Esta-
publican y desaparecen, si n que tenga
blecí mi «cuartel li terario» en Zahara de
necesidad de entrar en su contenido o en
los Atunes, en el mar de Cádiz. Durante
la perfección de su forma, yo contraponía
los últimos veinte años all í me he refu-
la de un lector cómplice.
giado para escribir o concluir mi s nove-
Por otra paI1e es la negac ión del futuro, el
las . Noches y días contemplando las
desprecio de la realidad suplantada por la
aguas del Estrecho que de Áfri ca nos
virtualidad, lo que hace tan descarnado
separan. Y en la última década conoc ien-
nuestro presente. Ruinas sobre ru inas,
do las traged ias que all í se entierran.
mientras se nos pide que asistamos pasi-
¿Quiénes eran esos cuyas voces se si len-
vamente a esta guerra no declarada, a este
ciaban, esas vÍCti mas del capitalismo sal-
genocidio que tiene a todo un mundo por
la
vaje, de la destrucción de África, esos
vÍCtima en el beneficio de un puñado de
emigrantes que llenaba n las páginas de
oligarcas.
los periódicos con las noticias de mueI1e,
El lenguaje, la comu nicación, tampoco
pero cuyos nombres no existían? ¿Acaso
son inocentes. Y la li teratura, como el
no tenían vida detrás, acaso no habían
saber, no deben ser mera apariencia.
nacido de mujer, j ugado en la infa ncia?
Reco rdemos a Cioran: «Un libro debe
¿Carecieron de sueños, tal vez de amor,
hurgar en las heridas, provocarlas inclu-
de infinitas desgrac ias? Me prop use
so. Un libro debe ser un peligro ... El
reconstruir la historia de algunos de los
escritor auténtico escribe sobre los seres,
ahogados. Unas mil y una noches d istin-
las cosas y los acontecimientos,
tas, las mil y una noches de los desapare-
el hecho de escribir; se SÚ11e de las pala-
cidos en las aguas del Estrecho. Imagina-
bras, pero no se deI/ lOra en ellas, Il i las
-
130 -
/ 10
sobre
hace el objeto de sus disquisiciones. Lo será todo menos un anatomista del Verbo. La disección del lenguaje es la manía de quienes no teniendo nada que decir se confinan en el decir». Nunca he ocultado, por otra parte, y los más de treinta libros que llevo publicados eso intentan, que yo sí creo en el compro-
miso del escritor. Compromiso es una palabra hermosa. Compromiso en el amor. Compromiso en la amistad. Compromiso en la lucha. Bodas de la literatura con la utópica búsqueda de la justicia, de la igualdad, de la libertad en la diferencia. Espada y grito combatiendo el feísmo y la corrupción, la estupidez y el mesianismo. Literatura también contra las falsas palabras, contra
di
la degradación y manipulación de las palabras. Compromiso
Modernos y Clásicos de Muchnik Editores
I I I ~ III~~IIII I I ~
para denunciar el fetichismo, la
9 788476 694176
11
mercantili zación de la cultura y del arte; compromiso frente a los editores, críticos, publicistas, escritores, contra quienes no sólo se prostituyen ellos, sino defOIman y envilecen lo que debiera ser hermoso y ajeno a intereses espurios, el oro, vieja ramera del género humano que denunciara Shakespeare; compromiso en
Almería- iba escribiendo en diversas publicaciones 'españolas, Gritos al fin. Para que su soledad encuentre algún eco, que su naufragio --en la vida, en la muerte, en la explotación de que son víctimas- reciba entre nosotros alguna muestra de solidaridad, y que la angustia
suma en y por la literatura. Dos años empleé para escribir esta novela. Acompañándola en el tiempo de testi-
se transmute en protesta por débi l, pronto acallada que ésta sea.
monios que sobre este desgarrador drama
- Cuadernos del Matelllático,
---de Calamocan'o en Ceuta a El Ejido en
n.O 24 Mayo 2000-
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Las voces del Estrecho
O
PORTUNO pero no oportunista. No puede ser oportunista wla herida que lleva sangrando años y años; sí es oportuno wllibro que denuncia la realidad que los inmigran tes de África viven cuando llegan a las costas del sw' de EW'opa , en las inverosímiles y mortíferas pateras, a lo largo y ancho de tUI Estrecho mal llamado de Gibraltar. Las voces del Estrecho (Muchnik Editores), novela de Andrés Sorel, es tUI recitado testimonial o testamental, tanto vale, en cualquier caso hológrafo , en donde la palabra de los vivos se fantasea y la de los muertos se respeta escrupulosamente. "Caminando por la playa , desde Zahara de los Atunes, se llega a Medina del Estrecho. Alli, a los pies del far o del cabo de Gracia, frente a las costas de Marruecos [oo.] iremos noche tras noche Ismael y yo, a escuchar las historias de sus habitantes desaparecidos en las horas del dia , congregados apenas el sol se dirige a sus coticüanas, eternas , renovadas bodas con el horizonte» . Las voces que Sorel recoge y engarza narrativamente, con dlU'eza y compasión , son los gritos de aquellos que conocen el lado más oscuro de la desigualdad norte-sur, pero sobre todo son los gritos callados de quienes no llegan IÚ retoman , de los ahogados, de los muertos en el intento de quererse ganar la vida , las nuevas voces del silencio. Son las voces que la asepsia de la crónica periodística, por diaria , por redundante, ahoga en el hastío de la cotidianidad pero aqui, en virtud de la poetización del horror, del ahondamiento en la intrálúma de los protagonistas, nos agitan con la sacudida de tUI espanto inédito. Inédito tras cientos de noticias. Como muestra de estilo, no dos anécdotas truculentas sino el contraste en el nivel más profundo e ultimo de la disociación de las señas de identidad que el fr ágil matrimonio de la miseria y la esperanza provoca: «La angustia la devoraba y nadie podía calmarla . Me lo contó mi madre años más tard e: la abuela, pese a su fe, temía a la muerte, y no era sino el conocimiento de que se le marchaba la vida lo que arrancaba a los últinlOs cstertores de sus fu erzas aquellos gemidos. A ella , a mi madre, sí daba cuenta de sus dudas. Asía desesperada mente sus manos, intentando incorp orarse del lecho, gritándole: dime que sí, hij a, asegúramelo , cüme que existe el más allá. El profeta dice quc todo será gloria y paz en la casa de Dios, pero son palab ras puestas en la boca del profeta, ¿vaya entrar yo en la casa de AJá?». "Le mostraría, cn tUI libro, alglU13 de sus obras. Le intemaba en un nllUldo quc siempre consideró prohibido . Colores, dibujos, mujeres reproducidas en su desnudez, lenguajes que no ocultaban los mistcri os del scxo, las pasiones de la vida, creencias que nega ban la cxistencia de Dios, libertad quc cuestionaba el orden absoluto, tradicional , de las instituciones, las leyes y las costumbres, el valor dc la familia , los hábitos r cü ¡,~osos, la obediencia a las autoridades». No es el Estrccho zona transitada por nucstra novela. Tampoco Ma rruecos. Ni África. Dc ahí quc sc agradezca csta llamada de atención sobre tal geografía, que es tanto como decir sobre dos nllUldos condcnados a cntcnderse o destruirsc. Andrés Sorel , bucn conocedor de cse deep SO l/tll , tUI paso más allá de lo faulkneriano . vuel vc a estrcmecemos con la delllUlcia de la injusticia , como sicmpre con lUlas formas versallcscas y una con tundcntc acusación. Con And rés, amigo desde cuando Ángcl M.' dc Lera y otros colcgas intcntábamos Icgalizar la Asociación Co l e¡,~al dc Escritorcs dc España, he participado cn múltiples batallas (casi todas pcrdidas, claro) y ya desde el principio le adiviné su qucrcncia del sur al utilizar, no rccuerdo ahora con motivo dc qué desafuero, cste rotundo provcrbio árabe: "El honuJrc que se enriqucció cn IUl año dcbcría haber sido ahorcado un año an tes». Nacüe como él para mctcrse en la piel dc quicn sc aventura cntre las olas en busca de lUla playa europea o del fond o del océano. RAÚL GUERRA GARRIDO
(Publicado en el periódico " BILBAO ». Agosto, 2000)
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y a s a r
k e m a u n f u n d a d terari u n e r e a d u n i ver s
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o r o o r a 1
E n los últim os c ua tro a ños, a ini c ia ti va de E di c io nes B y de las de l O ri e nte y e l Medite rrá neo, ha n aparec ido e n es pa ño l, po r prim e ra vez e n traducc ió n de l o rigi nal (es pe re mo s que la tradi c ió n co ntinú e) , tre s volúm e nes de la a mplís ima obra narra ti va de l padre de la nove la turca co nte mpo ránea, todo un fund ado r en su le ng ua y e n s u tradi c ió n c ultural, seguido r de los pasos, co mo le co mpl ace a él mi s mo afirm a r, de los gra ndes de la narrati va ru sa. Yasa r Ke ma l, que de be s u segundo nom bre a un homenaj e de s u pad re al fundador (Kem al A tatur k) de l estado mode rno turco, laico y re pu bli ca no, co nsti tuye, co ns id e rado e n e l interi o r de s u pa ís, un fe nó me no revo luc io nari o, fundac io nal y pio ne ro e n e l ca mpo lite ra ri o, y, co n arreg lo a s u pro pi a vis ió n de l as unto, ha logrado la uni ve rsa lidad me rced al aho ndami e nto e n la es pec ifi c id ad soc ial y es té ti ca de s u mund o de orige n, hasta a lcanzar e l reco noc imi e nto inte rn ac iona l, no f un da m e nta lm e n te po r h ace rse ac reedo r, bie n m e rec ido, de inco ntab les y prest igiosos premios lite rari os, s ino sob re todo po r habe r sido trad uc ido a decenas de le ng uas y co nq uistado
él
decenas
de mil es de lec to res de las más d ive rsas y di stantes geogra fías . La vid a mi s m a de Yasa r Ke mal, pa rtic ul arm e nte e n s us p rime ros años se aj u sta en b uena medida a l mode lo de l hé roe f un dado en la s uperación de la care ncia: de o ri ge n campesino, huérfano de padre (un h ijo adop ti vo de éste le d io mu e rte v iole nt a c ua ndo e l futuro esc ritor era todavía un ni ño), tu e rto y ta rta mudo (lo segundo co mo resu ltado de la co nmoc ió n de ese ases in a to, qu e prese nc ió), co ns ig ui ó
remontar las miserias de su condicón original para llegar a convertirse en un juglar, en un testigo "justiciero" de su gente y de su tiempo y, con ello, crear una obra literaria que, además de ser muy vigoroso y liberador alimento espiritual de su propio pueblo , proporciona a los lectores de otras latitudes una muestra espléndida de literatura de alcance, aquella que, con independencia del medio social en el que se inserta, de lo "exótico" o lo oscuro de los personajes y situaciones que crea, logra rescatar algo de lo universal de los seres humanos, escenificar algunas de las caras de la tragedia perdurable de los individuos, en particular, aunque no sólo, de aquellos que habitualmente quedan fuera de las crónicas y las historias . Alcanzar esto, sobre todo en las condiciones de la segunda mitad del siglo XX, no es hazaña menor, y el prodigio está perfectamente fundado. El inicio (irrupción que habría que decir) de la actividad literaria de Kemal, en los años cincuenta, se produce en una atmósfera intelectual y literaria bien específica en su país, marcada po r un lado por un movimiento general (que determinará en las décadas siguientes la evolución de toda l a izquierda política) en busca de una nueva identidad turca, laica, es decir, no oto mana , alejada del cosmopo litismo imperi al de Esta mbul , pero también del burocratismo despótico que irradia de Ankara, de los señores triunfadores del nuevo estado que aplastan y exprimen el país (u n país eminentemente campesino) en nombre de sus altos servicios a la nuev a patria ... El ruralismo constituye un movimiento de as piraciones liberadoras que toma como punto de partida y materia nutricia la ti erra, los hombres y mujeres que la trabajan , la Anatolia inmen sa y milenari a, sometida por los bi za ntin os, los oto manos o los nu evos se ñores, aunque capaz a lo largo de los siglos de sob rev ivir y co nservar su he terócl ita (riquísima y obstinadamente resistente) herencia c ultura l ... Kemal no to ma parte en ese mo vimiento reformista que dará lu gar a toda una generación de pedagogos, intelectuales y militantes de izq ui e rd a, pero se alimenta e n parte de él (y lo trasciende): sus raíces se nutri e ro n siempre de esa tierra y to da su literatura es un esfuerzo por desve lar los específicos procedimientos y formas mediante los qu e los seres que la pueb lan (en prim er lugar los hum anos, pero también el resto de las c ri aturas, los e lementos todos y los fenómenos nat ur ales) alientan en la naturaleza: " ... encontrar e l lu gar propio de cada criatura en la naturaleza es un a condición primordial de la ex istenc ia", dirá él mismo, hablando de su prop ia vis ión del mundo. Una espec ie de "eco log ismo" avant la lettre , seg ún el cual toda agresión contra e l medio nat ural constituye un acto de alienación , de deshumanización de quienes lo comete n. Pese a c iertos intentos de cata logar su obra, de e ncas illarla con talo cual califi-
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ca tivo alusivo a su arraigo (etnografismo , rurali smo, etcéte ra), la mirada de Ke ma l se eleva por e nc im a de los tó pi cos. Se apoya e n la here nc ia c ultural popul ar de la épica o de la narrato log ía ora l -en un a tradición en la q ue la novela, co mo género o medi o de exp res ión literaria específicamente eu ropeoocc ide nta l, no ex iste en té rminos es tricto s has ta pocos años antes del ini cio de su propi a obra-, adopta nume rosos -y brillantes-
mecan ismos , mitos y pro-
cedimientos de esa tradici ó n, acend rados e n la sico log ía y en los usos de la gente de su ti erra, crea s us perso najes y s us narraciones to mando co mo punto de partida la men talid ad de las gentes mismas que serán sus destinatar ios y sus protagon istas, practica, en fin , un acto de fund ació n li teraria en sent ido prop io . Admira por eso a los c lásicos rusos y a Cervantes, y asp ira a contribuir, en su lengua y en su mundo, a la gestación de un fenómeno equi vale nte. Pero la caracterís ti ca más inm ed iatamente sobresa li e nte y comentada de la litera tura de Kemal (mej or di cho, de sus obra s más traducidas) , es e l a li ento épi co, su prox imid ad estructural y temátic a, pero sobre todo sustanc ial a la epopeya. Su perso naje más emblemát ico y uni versali zado, Memed el F laco, El halcón, no só lo pro tagon iza tada un a saga (tres no ve las) de haza ñas y ave nturas justicieras, de luchas por restabl ecer el derecho de los desposeídos en pugna con poderes in men sa mente s uperiores, s in o que , para co lm o, sa ltó a partir de su prim era entrega de la fi cc ió n a la rea lid ad (a la imaginaci ó n de las gentes de la Anatolia), y contin uó protago ni zand o, a medida de las neces idades y aspi raciones de las diferentes co lect ivid ades campes in as, proezas y actos de justic ia e n territorios que no pod ía co nocer y situados a gran di stancia de la ll anura de ( ukorova donde lo co locó su creador. E l fenómeno obli gó a Kemal (si es que no lo tenía ya previsto) a d a r co ntinuidad a l j ove n ba nd o lero en o tras dos novelas (El
reg reso del halcón y El illlperio de los cua renta ojos), ahora ya co nvert ido, a semejanza de los pe rsonaj es mito lógicos en la s soc iedades donde ta l concep ción del mundo y las cosas forma parte de la rea lid ad cotid iana, e n héroe rea l y ac ti vo, fec und ador de la im ag in ac ió n vindicati va de sus paisanos , desve lado r e n los amb ientes cultos de una rea lid ad que la sociedad urbana y cos mopo li ta se negaba a reconocer. Pese a lo qu e algun os han sos tenid o y un a críti ca s upe rfici al deudora de l aburrimiento y la inanidad pu eda co nc luir, las nove las de Ke mal no so n "mera" lite ratu ra soc ia l -logl:arlo bi e n ya sería mucho-, sino que tra sc ienden, desbordan sobrada me nte los lími tes de és ta, pues prete nd en y alca nza n f in es mucho más amb ic iosos . Las desc ripc io nes de l apabullante, por es pl é ndi do, en to rno natural , la inda gac ió n en la sico log ía de perso najes de toda s las clases y ambientes, e l rit mo, la be ll eza de la prosa, e l a ire de emb ruj o en que se desa rro ll an las hi sto-
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rias, su enclave en un a tradició n oral nunca exti nguida, todo se concita para dar lugar a una literatura moderna pero arraigada en e l relato épico, que habría de desempeñar las tradiciona les funciones de éste al tiempo que abre un territorio nuevo, desde luego no con fines instrumentales ni retóricos, emparentado sólidame nte con los logros de la narrativa occidenta l aunque aspirando a la creació n de un fenómeno original: Kemal es uno de esos autores con los que (sobre todo en presencia de sus creaciones) resultaría difícil sostener que la epopeya está muerta o que ya no quedan aventuras por relatar (o por vivir) como consecuenci a de las tran sformaciones soc iales del siglo XX y de la forma de pensarse a sí mi smo de los indi viduos que lo han pob lado. Por o tra parte, en su propia le ngua, Kemal es, cosa naturalmente difícil de apreciar en la traducción , un re novador del lenguaj e literari o, un expl orador de nuevos territorios arraigado en una trad ición poderosa y ric a de la que é l parte para sus descubrimientos y a la que devuelve la vid a y la vigenci a. S u em pec inad a indagació n e n la realidad de las gentes concretas de cada ámbito y lu gar, su respeto por lo particular y espec ífi co, le ha permitido rescatar - e n estrecho víncul o co n sus propi os fines y procedimientos narrati vos- , reconfi gurar, reinventar un a lengua riquísim a aunq ue dispersa, por opos ici ó n a la burocratización del idioma propia de un a es tructura estata l centra li za d a abocada a un a mod e rnid ad cuyas c laves se encuentran a miles de kilómetros de distancia, temerosa de la variedad y la singularid ad de un país inmenso y múltipl e. A partir de tales posiciones, el hecho de que Kemal, por ejemplo, se haya eri gido e n representante y defensor, dentro y fuera de Turquía, del puebl o kurdo, no debe co nstituir sorp resa alguna. Tampoco deberá extra ñar, si se tiene en cuenta que la «cuestión del Este», es decir, el pu eb lo kurdo y los cam pes inos anato lios, son el más grande (y sa ngra nte) as un to pend ien te del estado turco, qu e lo s nacionalistas de todos los co lores hayan perseguido a Ke mal, y que los jueces se hayan atrev id o a condenarl e por traición ... Inúti lm ente, co mo puede comprobarse. Aparecen pocos Kema les e n el mund o en cada generació n. Es un privilegio di sponer de su presencia en tiempos tan so mbríos y tediosos. Y poder leerl os.
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s i
m e
m ira s t e m a t o
EL CIELO DE CEMENTO L UIS VERES
Barcelona, Ediciones del Bronce, abril de 2000 Cuando un hombre cansado busca respuestas, dirige s u mirada al c ie lo y, aunque no só lo por este gesto e l día dej e de va ler poco o nada para él, obtiene a cada pregunta un a tímid a esperanza por haberse atrevido a mirar, a mirar a los ojos del c ie lo como un homb re libre, de verdad. En El cielo de cemento, la no vela que o btuvo e l Premio Ciutat de Valencia hace un par de años, Luis Veres nos cuenta la hi stori a de ho mbres agotados de esperar, de miradas esqui vas y cobardes, de odio contenido y de mentiras consumadas, y co nsum id as, baj o un c ie lo que se precipita e n for m a de incesante llu via so bre Sagaos, c iudad de provincias de l País Vasco. E l autor, que se dio a conocer en 1998 co n un a alegoría que respondía al título de E l homb re que tuvo una ciudad, vuelve a pl a ntear el tema de una c ivili zac ió n cada vez m ás absurda e ilógica, de la urgenc ia de hum an id ad e n una soc iedad mezquina y globa l, de esos cielos in gratos, sin respuestas. E n este sentido, e l prólogo de El c ie lo de ce me nto es la declaración de principios de L ui s Veres. S i tuviéramos que definir qué nos plantea este j oven escritor e n las doscientas c inc ue nta y c inco páginas de s u seg unda hi storia larga, llegaríamos a la denuncia bien pla nteada de una novela de muertes porque sí. La acció n parte de Robe rto Bránessen, personaje que ocupa. el primer capítul o del libro, el más extenso y descriptivo. Bránessen es un ho mbre tan cansado que levanta sus ojos al cielo sin fijar la mirada. V ive en la Ciudad y está harto. Cua ndo termina sus estudi os, se da cuenta de q ue ha perdido el tiempo ... porque los hombres va len lo que venden, no lo que estud ia n (pág. 83). Es un ser e najenado , la personificac ión del desencanto y , por s i fuera poco, pierde a su fa m ili a en un ate ntado terrorista: ahora es un hombre aún más so litario porque está so lo . A pesar de que prefiera
dedicar su tiempo a escribir compulsivamente sobre el dorso de viejos folios fotocopiados, papeles de la universidad, facturas, recibos, diplomas, títulos universitarios (pág. 55) , Y no crea en un sistema educativo que consiste en bajar el nivel, en que todos sepan lo mismo, lo mismo en poca cantidad (pág. 121), decide dejar la Ci udad para trabajar como profesor de literatura en el Colegio de los Mártires, en Sagaos. Llega a esta localidad vasca un día de lluvia, uno de esos días en que el mar muerde furioso el malecón con la clara intenció n de ll evarse todo por del ante. Ese día nadie bebe cerveza en la Glorieta , y Bránessen es un ho mbre sin raíces ni memoria que no sabe euskera: está muerto como el muro de hormi gón, es decir, como el cielo gris y seco de Sagaos. Luis Veres c uenta cómo Bránessen, consc iente de que a la gente no le gusta pensar, pasa sus días lectivos hablando sobre autores y libros que nadi e entiende porque es lógico no entender nada , no aprender nada (pág. 154). Además, en el Colegio de los Mártires al equipo directivo só lo le interesa si cree en Dios, qué op in a del aborto o por qué no ll eva corbata . Estamos e n un mundo de apariencias donde no pasa nada , nadie juzga a nadie porque juzgar supone razo nar. De esta manera, la actitud de sus co mpañeros durante un a delirante junta de eva lu ació n, mitad subas ta de cali ficacio nes, mitad mercado de la fr uta y de la verdura, es un ópt im o ejemp lo de cómo funcio nan las cosas en Sagaos; y quizás la realidad, más all á de las au las, no sea más que la prolongación de unos años de poco estudio y ningún aprend izaje útil. Pero no, no. E l mundo real, la vida en la calle, es todavía peor. En efecto, el terrorista Jon Z ube lzu, amigo en la ado lescenc ia de Bránessen, ases ina en nombre de viejas vendetta s persona les disfrazadas de li bertad e independencia ; Begoña Azcárraga, amante de Bránessen y de Zubelzu, es la típica cómplice que ante la duda también se muestra vengativa (aunque se arrep ienta luego, claro); Sa lvador Doll mann , ese sacerdote que simul a una confesi ó n inexistente (pág. 162); don Man uel Endo ia, empresario corrupto y corruptor; el alca lde de Sagaos y director del centro, entre otros cargos, el señor Francisco Sánchez ; y Háberman; y Sara Nerva l; y cada personaje de E l cie lo de cemento, verdugos y víctimas de otra explosión, otro muerto , otro herido , otra amputación (pág. 148) . No cesa de llover en una novela bien construida en torno a las circunstancias de un inquietante personaje que, de tanto recordar, ha olvid ado cómo dirigir su mirada a esas frentes melancólicas, que so n las nubes de un cie lo cementado. Siempre llue ve en Sagaos , la ciudad donde el c ie lo amenaza: si me miras, te mato. Así es el mundo, la vida, en una novela escrita con pulso firme, y ritm o de finísima lluvia, por la tensión de unos acontec imientos desc ritos con ofici o a través de dieciséis capítulos y un epí logo.
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La aparición en el panorama
Compostela supuso un auténtico
crimen e n compost e 1 a
rev ulsivo en la concepción de la
carlos g. reigosa
literario ga ll ego de Crime en
moderna novela de intriga, no só lo por su factura -perfectamente artículada y técnicamente irreprochable-
sino también por la singularidad de los protagonistas, dos investi-
gadores poco ortodoxos que marcaron un camino que sin duda será -de hecho ya lo es- referencia obli gada para más de un autor interesado en ese géneo novelístico. Si n concesiones a falsos recursos estilísticos, sin consentir la menor impostura narrativa, Carlos G. Reigosa desvela en esta novela el misterio de una ciudad eterna que vive entre el horizonte inabarcable de la opaca luminosidad de sus piedras milenarias, la espirituaalidad secular que le otorga el sepulcro del Apóstol y el oscuro y soterrado lamedal de un mundo de sórdidas pasiones en el que están presentes la prostitución, las drogas , el alcohol, el chantaje y el asesinato.
Crimen en Compostela -Premio Xarais, con doce ediciones en lengua gallega y más de 75.000 ejemplares vendidos- no es una obra extravagante ni ligera producto de una noche de insomnio, sino una novela magníficamente estructurada en la que el autor ha sabido combinar una excelente y cuidada prosa con el ingen io narrativo del buen escritor. Salpicada de anécdotas y personajes que sólo son posibles en Santiago de Compostela, esta primera edición en castellano, con traducc ión del propio Carlos G. Reigosa, viene a llen ar un hueco necesario en la narrativa de hoy , tan neces itada de algunas inyecciones de imagin ación. Nivardo Castro -ex seminarista, ex legionario, ex aventurero, ex todo- y Carlos Conde -periodista, culto, de discurso brillante, bebedor de vinos en las tabernas santiagueñas- so n lo más alejado de los arquetipos de investigadores al uso que tantas páginas han llenado en la literatura. Sus hazaíias, que poco tienen de memorables y nada de epopéyicas, poseen, en camb io, la fuerza y el atractivo que les proporciona la concepción inmediata de la vida más propia de los antihéroes que de los manidos triunfadores de muchas novelas del género, pero esto, lejos de convertirlos en seres anónimos, les otorga un aura entrañable a pesar de que sus casos, en la mayoría de las ocasiones, concluyen casi. por sí mismos y de modo inesperado . Precisamente por eso, por ser casi perdedores, es por lo que se advierte una cierta elevac ión en los hechos que conforman la épica de sus vidas. Gustan de la buena mesa, del buen vino y de las charlas interminables con los amigos, pero tras esa apariencia subyace un a inteli gencia y un talante que sólo es posible
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encontrar en quienes son capaces de entender que en las pequeñas cosas, en los pequeños problemas del día, es donde se sustenta la esencia de la vida, la verdadera experiencia, y ambos, Carlos Conde y Nivardo Castro, las contraponen para el esclarecimiento del crimen de un co nocido hombre de negocios en la levítica Santiago de Compostela. Tal vez por esa fi losofía de la existencia es por lo que dice el autor que está "dispuesto a hacerlos envejecer con él".
Crimen en Compostela es la señal de partida, la novela cuna en la que se han mecido y criado los dos protagonistas, pero la producción de Carlos G. Reigosa,
cuentos
clásicos
Vo lviendo a las raíces primeras , se publican ahora una
dolores medio ediciones KRK oviedo 2000
serie de reescrituras de c uentos para niños , hecha s po r Do lores Medio, que sirven de pie para alguna s reflex iones
sobre su vida y su obra. A estas alturas, Dolores no necesita presentación, pero no sobrarán algunos datos acerca de su condición de maestra, y sobre su inclinació n literaria hacia la infancia, manifestada muy frecuentemente a través de sus personajes niños , co n Lena Ri vero a la cabeza. En otras ocasiones, co mo la presente, escribe directamente c uentos para niños o adapta a la medida de los escolares versio nes clásicas.
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Los relatos para niños que ahora se recogen supo-
Cuentos clásicos
nen nu ev as versiones de cue ntos clásicos , sacados de la literatura tradici o nal. Dolo res, co mbinand o su co ndici ón de maes tra y escritora, adapta a las neces idades de sus esco lares la longitud y la compl ejidad de la tra ma argumental. Los textos , así tratados , sirven a un ti empo co mo lecturas en voz alta hechas por el maestro o co mo ini ciac ión a la lectura sil enciosa. Las hi sto rias que aparecen aqu í, viejas co mo e l mund o y re nova das grac ia s a la plum a de Dolo res Medi o, so n quince, reproduci das en el mismo o rden que e ll a marcó e n su borrador, inédito hasta ahora.
Carlll en Ruiz- Til ve
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Sa lv ad o r C o mp á n na c ió e n
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Ú be da (Ja é n). S e li ce nc ió e n
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Fil o log ía R o má ni ca en la U ni -
O
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n O
d e , j a r d 1 n
versidad de Granada. Ha impartido c lases en los in stitutos de Laredo, Ibiza y Brusel as. Actual-
mente es catedrát ico de Lengua y L iteratura en e l 1. E. S. «San Isidoro» de Sev ill a, ciudad donde reside. Su acti vidad profesional ha girado en gran parte en to rno a la li teratura, ta nto en sus as pectos creati vos co mo teóricos. Ha obtenido vari os premi os de narrati va breve y publi cado dos novelas : El Guadalquivir no llega hasta el ma r (1990), que merec ió el 1 Premio C iudad de Jaén, y Madrugada (1995), que consigui ó e l premio Gabri el y Galán en 1996.
Vil trozo de j ardín , su tercera novela, ha obtenido el II Premi o de Novela C iudad
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de Badaj oz.
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El jurado del II Premio de Novela Ciudad de Badaj oz estuvo fo rmado por Rafae l Chirbes, A lmudena Grandes, Go nzalo H idalgo Bayal, Jorge Márquez, Lui s Mateo D íez y M iguel Ángel Matell anes.
((1l AS! un siglo desp ués de
su cOllstrucción, un carlll en en el Albaicín g ranadi-
~ no conserva los vestigios de UIl alllor tan apasionado C0ll10 infructuoso, el de Casta Cabezas por Ángel Ganivet, y la pintura al fresco de una de sus paredes - un t ralllpantojo-
aún parece ocultar
secreto de
~alvador · €()mpán!~
La restauración del trall1pantojo no sólo irá
trozo de jard{~;l '
U/!
aquella época. desve lando los deta lles de aquella relación, sino que traslllcirá - COIIIO si de espejos se tratara-
111/
juego de
los sentilllientos de los
protagoll istas, que ciell arios despllés pa recen condenados a revivir la lII isllla pasión inLÍtil represelltada en la p intura. U n trozo de jardín es IIIlIcho lIIás que IIna
apasionante novela de intriga sobre lIIisterios pasados y traficantes de arte: por encillla de eso, es Ull persp icaz análisis de las relacion es afectivas - alllor, pasión, anlistad-
en la
sociedad actllal.
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Miguel Herráez (Va lenc ia, 1957)
b a J o
es doctor en Fi lología Hispánica
1 a
y Licenciado e n Historia Co ntemporánea . Profesor e n la
11
Facultad de Cienc ias de la Infor-
U V
i a
mación de Valencia, por su libro
La estrateg ia de la postmodemidad en Eduardo Mendoza obtuvo el Premio Juan Gil-Albert de Ensayo y el de la Crítica Literaria Valenciana, ex aequo con Vicente Verdú . Colaborador en prensa nacional e internacional, tiene publicados, entre otros, y además de las novelas citadas, los libros de cuentos Las claves de Trilby,
La tregua de los ángeles y Cada vez la muerte. E n la actualidad prepara e l volumen de relatos Punto y seguido, que publicará Ronsel. •
«La vida, almenas la lIlía, elllpezaba a ser un absurdo. Cómo, de otro lado, podía sell.tirllle //Iientras rodába//los entre los charcos y el escaso sentido en medio de una tarde triste y fría y sin horizonte //Iás allá de nuestra cita inmediata con En carnita. Miré a Luis, que a su vez lIliraba por su ventanilla, y de repente entendí lo de la //I ellloria in volulI.taria de Proust. No sé por qué pero algo (un olor) activó en //Ii interior una lIlezcla de sensacion es que vertiginosamente fu eron de la ternura a la lIlelan colía y de la ternura y la //I elancolía a la sorpresa. Una exhalación caída a pique en //I edio del Citro en que lile devolvía a un Luis con diez aFíos //l enas. Un Luis sin la barriga que se le anun ciaba ah ora por el dobladizo del abrigo. Asentí y II/ e di cuenta de que II/i experiencia cOlI/partida con él se apoya ba fundall/ entalll/ ente en ses ion es y sesiones de cin eclllb. N I/ estra realidad y nI/ estros vínclllos se habían fra gllado
en un conoc ill/iento II/utu o basculo en horas de asiento con asiento, de cin eclub en cin eclub. De hecho ahora talllbi é n cO lI/ pa rtía ll/ os l/na p e líc ula . A II/b os nos enco ntráball/ os sentad os, codo con codo, y II/iráball/os la vida a través del parabrisas salp icado de lluvia . O lo q l/e era lo II/is//l o: con LI/is había estado II/ás tiell/po en IIn espacio de ficc ión que en la vida II/isll/a ... »
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Los amantes tristes es una novel a sutil , pues m uestra co n apenas un as p incel ada s , apena s le va n-
¿amor tónico o amor pernicioso?
ta ndo algunos velos, parte de la
reflexiones sobre la novela
hi sto ria q ue narra y deja que sea el lector qui;e n la comp let e
los ama n tes tristes
medi a nte la re fl ex ió n. Tanto e l
de eugenia rico, publicada por Planeta
título actual co mo el título o ri ginal, La tristeza mata más que las
pistolas que f ue desestimado por crite rios edito riales, re ve la n un a
-",i.mif"'f"j'f"'i
de las pautas de su te m áti ca : la tri steza. E n es ta nove la, ade m ás se profund iza e n el significado y
es el cl aro ej emplo que demu es tra que en España sí hay bu enos escritores jóvenes» .
« L os a m al/les Tr isTes
e l se ntid o d e la a mi s tad y d e l
J ULI O L LA MAZARES
amo r, la traic ió n a a mbos se ntimi entos y la culpa. Con un le nguaj e apare nteme nte mu y se ncill o, y só lo aparenteme nte porq ue las palab ras han s ido el eg idas co n sumo c uidado para e liminar lo superfluo y dejar a la literatura al des nudo, E ugeni a Ri co sume rge al lecto r e n los misteri os de tres corazo nes hum anos : el de A nto ni o, un mú sico españo l af incado e n París y narrado r de la novela; e l de su ami go Jea n Charl es, poeta; y el de O féli e, el amor de Anto ni o . L a nove la co mi enza c uando, después de muc hos meses sin te ner noti cias de é l, Jea n C harl es ll a ma por te lé fo no a Anto ni o y le pide ay uda. A nto nio in icia la búsqueda de su ami go desaparec ido y para ello necesitará la inte li genc ia y perspicaci a de la que había sido su nov ia, Ofélie. E l co nflic to ce ntral de la novela se e nc ue ntra e n e l hec ho de que Jea n C harl es está recl uido por o rden del perfec to de po li cía en un hospita l ps iq ui átr ico es tigmati zado por e l d iag nósti co de «deliri o parano ide» . Pero Jean C harl es no está loco y lo más pro bable es que sea un geni o. S u lucidez se va de mos tra ndo a través de los recue rdos de A nto ni o y de las cart as que interca mb ia n e ntre e ll os . A nto ni o ad mira y q ui ere a Jea n, lo defie nde y cree e n él. A nto ni o c ue nta al lec-
* Móni ca Riaza Suárez es alumna del Tall er de Lit era tura A. C. E. como lo es desde sus in icios en el año 1993 , la aut ora de esta nove la, Eugenia Rico. En las rev istas del Ta ll er de Lit eratura se han publi cado vari os relatos ele Euge nia Ri co .
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tor como cuando Jean Charles estudi aba en la uni versidad y había revueltas estudi antil es, su ami go arengaba a sus compañeros con las siguientes palabras: «En el mundo mueren cada año el doble de personas por suicidio que en la guerra. La tri steza mata más que las pistolas. Y, sin embargo, seguimos tratando a la tristeza con desprecio, co mo si fuera algo que la gente puede e legir. Se gastan millones en acabar con el consumo de cigarrillos, pero nadie hace nada para acabar con la antipatía. Pido una subvención para la sonri sa» . También es Antoni o el que dej a que el lector lea la maravillosa carta que su ami go le di rige desde el hospital en el que está encerrado y que denomina «la cárcel bl anca» . Sólo que en la cárcel de verdad, aunque el cuerpo está encerrado, la mente puede vagar en libertad. Sin embargo, en «la cárcel bl anca», la mente está encadenada por las drogas psicotrópicas , y «cuando llega a la esq uina, tiene que darse la vuelta». «Si una molécul a puede impedirme pensar y otra me pone contento, ¿dónde queda mi alma inmortal ?», se pregunta Jean Charles. A través del relato de A nto ni o, e l lector conocerá qui én es el pro pi o A ntonio y q uién es su novia Ofélie. Anto nio confiesa sus sentimientos de culpabilidad con respecto a lean y su egocéntrica angustia. Se cree un fracasado, pues no consigue componer nada y va escondiendo su vio lín por debajo de las camas para que no le avergüence. S iente que no puede sobrevivir sin Ofélie y que ell a es como su madre. Su relación con ell a es de una dependencia sufriente tal, que podría considerarse co mo masoq uista. Por supuesto, Oféli e, se co mporta con él y con Jean Charl es como una sád ica. E l lema vital de Oféli e es: «O derro tas a la vida o la vida te derrota a ti. Es muy simple». Ofélie siente una fuerte atracc ión por Jean Charles y sueña con él. En sus sueños, e ll a desea devorar al mejor amigo de su novio, arrancarle la piel a tiras con los d ientes, comerse su corazón. Jean Charles, por lealtad a la ami stad que siente por Antonio, rechaza a Ofélie y ell a se autocastiga med iante su propi a degradación e incluso provoca, con la infide lidad, que Anto nio la abandone. Las emociones y los actos de estos tres personajes de muestran que los úni cos que no pueden controlar su propia vo lun tad son, por un lado, Antonio, capaz de aceptar cualqu ier cosa que haga Oféli e con tal de no vo lverl a a perder aunque no sea feli z con ella, y por otro, Oféli e, ta n aterrorizada ante la pos ibilidad de calcinarse en la pasión que siente por lean Charles que prefiere co ndenarl o a la muerte en vida. Un protagonista secundario de esta novela, pero no por e ll o menos im portante, es «el sistema»: sin rostro, duro, frío, inconmovible como un gigantesco luchador de sumo fabricado con toneladas de arena al que no se puede des plazar de su sitio ni siquiera unas décimas de milímetro, más cómpli ce de las baj as pas iones de indi viduos concretos que saben cómo util izarl o a su favor (como el casero de Jean Charles, el padre de éste y Oféli e), que verdadero ene mi go.
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Salvo Jean Charles, el resto de los personajes de esta novela se comportan como si no supieran distinguir lo verdadero de lo falso, lo bueno de lo malo, lo verdaderamente valioso (la inteligencia preclara, la lealtad firme e incorruptible, la libertad de pensamiento) de lo que no lo es. ¿Acaso no serán ellos los locos? La clarividencia de Jean Charles, ¿no será el espejo donde se muestran las villanías y vilezas de los otros? El límite entre la razón y la sinrazón, no lo negociable, es la verdad . Y para algunos, el contemplar su propia verdad a bocajarro resulta insoportable. Los sentimientos de Antonio y Ofélie les arrastran hacia un amor mezquino y hacia grandes traiciones. Pero a quienes verdaderamente traicionan son a ellos mismos. Cada uno mata lo más puro que tiene dentro de sí. Quizá Antonio, por ser un ingenuo, sea el único que es todavía capaz de sentir como su verdad le da martillazos en la conciencia. Según el poeta, ensayista y académico Carlos Bousoño, «los valores de esta novela son su lenguaje que va al grano, su palabra precisa, su argumento». Y es cierto.
a h o r a o t r a I a
e o s a p e d r o d e lorenzo ed itora regional de extremadura «La co mp añera radi ca l había nac id o e n un a hac ienda de la América del Sur. De madre paraguaya y padre indi ano, vueltos a España la compañera ll egó a tiempo de cursar estudios en las corpo rac io nes de E nseñanza Medi a, In stitu to, Escuela Normal , de la prov incia. More na, de tre nzas negras 1ucid oras, traía la risa pro nta y los andares un a pi zca varoniles; la ani maba un sentimi ento de muj er independi ente, aquell a compañera. En casa del Niño no asombró la escapada de la parej a a Puente Vi ej o. Ya el ado lescente di era pruebas de su capac idad de presencia ante la multitud, en intervenciones de teatritos y plazas públicas, él incluido en los equipos de la campaña electoral: aplaudido, a veces, y en ocasiones ab ucheado hasta límites de la agres ió n. S u padre, viej o capitán, toda ternura la madre, callaban; le dej aban hacer. »
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Existe una literatura en la que la
jasé albi, a la razón sentimental
ausencia de todo molde o corsé acerca el sentir del poeta a los demás. Su contenido cobra todo su pulso y capacidad de conmover por su autenticidad. La poesía de José Albi que se
expresa en sus dos libros «Desde un otoño inevitable» y en «Adagio para una sinfonía inacabada», que hoy presentamos, no es fruto del cálculo:
«No es necesario conocer la técnica de la belleza» dirá en estos dos versos de la página 33, sino más bien algo que brota y se expresa. Es manifestac ión de su existenc ia, y se muestra porque es auténtico, tiene vida y por lo ta nto es verdad. La Diosa reveló a Parménides la existencia de dos caminos: el de l ser y el del no ser, y le aco nsejó que tra nsitase por el primero y ev ita ra e l segundo, que es «una vía inconcebible, innombrable». José Albi es uno de esos elegidos para transitar hasta sus últimas consecuencias por aq uell a primera vía, pues bien sabe él que el verdadero territorio del ser hum ano, y con mucha mayor razó n, del poeta, es su interioridad:
« y el all/or cOI/memora la verdad absoluta: aquélla que nos une». (pp.46) dice A lbi en uno de sus poemas y si n duda alguna este sentimi ento, esta pasión, una pasión ta n intensa como la que con ta nta fuerza se D ES D E UN OTO ti)
expresa en el siguiente verso :
Il\EVITABLE
«el/ rojo vivo, vives». (pp.58) constituye el discurso emoc ional, la piedra angul ar sobre la que se sosti ene su existencia. A una act itud vital de esta nat uraleza só lo puede con'esponder una filosofía de carácter irrac ionali sta, como muy bien ha sabido ver Pedro J. De la Peña cuando afirma: «como todos los contemplativos de su propia existencia interior, José Albi es profundamente anticartesiano». Aquí, el fu ndamento del ser no es la razó n si no el amor y el cogito dejaría de formu larse como «pienso luego exi sto» para convertirse en «amo luego existo»:
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ADAGIO PA RA UNA SII\1' OI í..l I"NAC AKAD :\ 1' 111 : ~;j . 1 1.11111'1. 1':'1' 1 1.1 \ 1 1
«Yo pienso y creo en ti, tozudamente, aquí en el olivar indescifrable, » (pp.51)
¿Será este el cogito de un temperamento romántico? Si el hombre y la mujer son seres complementarios es porque alguna vez, en la larga cadena evolutiva de la vida, fueron una sola y mi sma cosa. «La evolución no ha hecho más que apartar uno de otro, para desarrollarlos hasta el límite, unos elementos que se compenetraban en su origen», dirá Bergson en su libro «la evolución creadora». La necesidad perentoria del amor en el ser humano sería la manifestac ió n de ese imperativo de la naturaleza inscrito en cada ser viviente, imperativo que podría formularse del siguiente modo: «lo que tanto ha costado de levantar, debe permanecer para seguir evolucionando». La propia necesidad biológica de perpetuación condiciona desde abajo el que todo lo que tienda a la restitución de la unidad primordial, para engendrar, sea placentero, y lo contrario, doloroso. Todo son facilidades por parte de la naturaleza para que esa unión se produzca. Pero no nos engañemos. Lo que de verdad le importa a la naturaleza no es el indi viduo, si no la especie. Es la especie, la forma, lo que debe permanecer. La pervivencia de la especie es el fin; el individuo es solo un medio . A la naturaleza solo le importan del individuo dos instantes: aquel en que es engendrado, y ese otro en que fec unda. El resto a la naturaleza le sobra. Puede que sea la profunda intuición de toda esta mi serable y volátil condición de mortal intrascendente, la causa de la constante insatisfacción y el tono de amargura que se expresa a través de los poemas que componen estos dos libros, y quizás también la causa de que el poeta busque satisfacer su necesidad de absoluto, fre nte a este naufragio an unciado, en la metafísica y en la mística, como más adelante veremos. Pero en Albi el amor no se limitaría sólo a la uni ón con el complementari o sino que se extendería al resto de los seres vivientes, por esa especie de solidaridad cuya raíz estaría en la propia unidad de la vida, que es, empl eando la expresión de un filósofo antiguo, un todo si mpático consigo mi smo: «por ejelllplo, rallla, Por ejemplo, el califa de los pájaros Yel de la luz;
y otro pájaro que, de repente, Llega y te no mbra desde otra rallla: Esa lIlás suave, más leve del entorn o. Por ej elllplo, rUlllor Como de peces el! el aire, » (pp.2 1)
El poeta imbrica las cosas en su ex istencia para acercarse a lo compl eto , a la realidad total anhelada:
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«Los perros ladran pasmo, beligerancia, miedo, las ardillas suprimen las distancias que pueden separarnos; y los peces naufragan. » (pp.51 ,52)
Ello sería la razón por la que Albi practica una poesía llena de elementos de la naturaleza, atravesada de fuerzas elementales, como el viento, la noche, las aves o el mar, y de objetos físicos de marcado simbolismo testimonial que han ido conformando su manera de ver el mundo. En todo ello percibimos claramente las dos obsesiones y motivos más recurrentes en estos dos libros: el amor y el recuerdo, como dos cristales de color a partir de los cuales el caleidoscópico genio creador de José Albi ha logrado construir, con los casi imperceptibles movimientos rotatorios de su mente, los más de sesenta poemas que componen estos dos libros y mediante los que con tanta maestría y habilidad ha sabido concretar esa experiencia de dolor que significa la clara aventura de la existencia. Atento al devenir del tiempo, la imagen herida del hombre enamorado recrea una melodía silenciosa que es también escritura de su vida: sufre la soledad de un amor que a oleadas trae el recuerdo, como último consuelo ante los sentimientos:
«Sé que tengo el recuerdo, que no es más que otra forma de estar solo.» (pp.19) Todo lo que existe está en el y la vida fluye en un solo sentido: aquel que va del presente en dirección al futuro. El hecho literario puede por lo tanto ser situado en cualquiera de estos dos tiempos más en ese otro que engendra el recuerdo, aunque para un autor como José Albi, para quien solo lo vivido debe ser objeto de la literatura, sería el presente el tiempo que verdaderamente importa. «El pasado es el tiempo innecesario
vivill/os en ellllOmento en que no existe» (pp.57) Sin embargo es en el pasado donde por azar uno puede cobrar la imagen de sí mi smo y adueñarse de su experiencia, aunque nunca el recuerdo sea devuelto como una realidad manipulable. Proust lo dij o: «en vano buscaremos conjurar el pasado a nuestra vo luntad, todos los esfuerzos de nuestra inteligencia no nos sirven de nada.» Tamb ién cuanto sueña y siente le espera en la memoria. El hondo vivir es para él un paseo por los restos de la vida vivida. Pero nunca espera del recuerdo ni certezas ni respuestas, ni siquiera la mínima certeza del presente. La nostalgia , el deseo de que regrese el tiempo perdido, nace del recuerdo de lo que existió y ya no existe, pero sigue persistiendo en un recóndito lugar el transc un'ir en
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la memoria de los momentos estáticos y a la vez inasibles del poeta . La vida transfigurada, desconocida, es la forma que guarda la memoria. En el tema del amor, el no correspondido, el no compartido, es el más intenso. Lo mejor de este tipo de amor es que origina so ledad, ensimismamiento. Los grandes solitarios rumian en silencio su amor, son más sublimes, se asimilan al ser total. En ellos el amor es un credo, y si su insatisfacción es permanente, es a causa de que el amor que buscan es algo absoluto, y casi diría yo metafísico: «yo pienso y creo en ti, tozudamen te, aquí en el olivar indescifrable, aquí entre las lib élulas azules, entre libros» (pp.51 ,52) En José Albi mística y poesía se confunden, son lo mismo, aunque la no negación del mundo, sino su aceptación plena, le aparta de la mística tradicional. La insatisfacc ión permanente que, insisto, se adivina en sus poemas es la mej or prueba de esa neces idad metafísica de un absoluto. El místi co busca cosas muy precisas que no todos los poetas buscan. Dijo John Keats: «de todos los seres que hay en el mundo el único que no tiene identidad es el poeta». Eso es lo que hace un místico como Juan de la Cruz: vac iarse de su identidad para poder recibir a Di os: «y viviré entre el mar y la palabra, cerca de ti y el! ti cOlltigo y solo» (pp.82) Albi se vacía de su identidad para poder rec ibir el Todo, para que el Todo le traspase, para no ser él quien hable sino que las cosas hablen de él. Su poesía en la que se reclam a la interiori zac ió n de todas las vivencias, a través de la e moció n, co mo res puesta a un a problemática personal, es subj etiva, inclu so solipsista: «Me espanta estar dentro de mí tan hondamente» (pp .82) Xelo Candel, excelente estudiosa de su poesía , afirma de un modo ceI1ero:»si existe un rasgo, por encima de cualqui er otro, que pueda definir la constante y larga andadura poética de José Albi , ése es su carácter «indi viduali sta», aunque no desadeña el correlato cu ltural y literari o cuando lo juzga indi spensable para ex presar su ex peri encia. Y en este sentido la música es para él un tema recurrente . Contribu ye a e ll o la íntima relac ión entre ambas artes:
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«La vida es momentánea. Surg e de cualquier desconcierto, Con trombón y con flauta, Con oboe y COI! sistro, COI! razón o sin ella » (pp.38) Muy acertadamente José Hierro afirma que la poesía ocupa el punto de equilibrio entre los extremos donde se sitúan las artes del espacio y las artes del tiempo . En la poesía se unirían todas «robándoles las estructuras a la arquitectura, el volumen a la escultura, el color a la pintura y el ritmo a la música» .
y es que la poesía que ha escrito siempre José Albi tiene una doble vertiente: Por un lado, y más por idiosincrasia que por calcu lado propósito, un afán de reconocerse, de vivir en ell a, de proyectarse en sus versos tal como es, tal como ve el mundo en el momento en que escribe. Por otro, y aquí sí que cabe el calculado propósito, siempre ha tenido viva intenci ón de lograr que la emoción humana se funda hondamente con la emoción artística, sin la que el poem a no puede ex istir. Aspira a que las dos vertientes - vida y arte- se unan en la única cumbre, pues la belleza debe ser un medio --esencial-
en el poeta para expresar lo mejor que éste tenga como hombre. «Tú, desde la luz irrepetible del poellla que crece entre tus lllan os y justifica, a la vez,
tu existencia y la mía, imagináis, imaginamos este fe rvor contemplativo, esta armol!iosa sensación de la música y la palabra impulsados hasta sus consecuel!cias últimas.» (pp .1l6) Algo es bello cuando ni le sobra ni le falta nada, cuando tiene la justa medida. E ll o se concreta en el caso de José Albi l en la utilizac ión de un lenguaje escueto, sin alardes metafóricos, ni rebuscada pedrería léx ica, en un lenguaj e ex pres ivo, vivo de ahora y de siempre, rico en im' genes, concentrado, de gran laconi smo expres ivo, sin olvidar los recursos habituales de insinuación y musicalidad. Por algo la poesía es el arte de la eJipsis y la sugerencia. E l léxico aq uí se reduce cas i excl usivamente a sustantivos. Como en este verso: «siesta en la cal del tiempo detenido. » (pp.47)
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o en estos otros:
«Pero los p erros, de rep ente, ladraron entre las ocas de la noche ellllall/as. » (pp.26) En la literatura es siempre la palabra la que manda. E ll a te lleva donde quiere, pero en José Albi esa libertad de la palabra es radical. La palabra , tal como dice René Char, «sabe mucho más de nosotros que nosotros de la palabra». Novalis dice: «no es escritor quien domina el lenguaje, sino quien es capaz de dejar que el lenguaje hable de él ». Los poemas de Albi no están concebidos según una arq uitectura previa que constreñi ría la libertad de expresión de su palabra. Se va n haciendo bajo el impul so creador del sentimiento a través de una escritura casi automática propia del surrealis mo, aunque trascendiéndola.
«Hoy el tren de las cinco no ha llegado. Si
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existe,
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existes,
No existimos. No pita el trel!
y la estación se oxida Con lentitud de estatua abandonada. Se extingue el j efe. Se sentó en Ul! banco
y se quedó dorlll ido, y oliendo a lIladreselva Ya cadáver. Y el sol ha retorcido Los rieles, y ha turbado tI/ cue/po, Lo ha lIl ordido. y cl/ando un tren no llega, Tú no bajas, ni nadie espera. Nadie. Tengo UI! dolor oscuro A quí el! los labios»
(pp.61)
Tras la lectura de este insp irado poema que muy bien podría ser la desc ripció n de un cuadro de l geni al pintor surreali sta André Delvaux, y de los otros que le preceden, resultan ev identes los objeti vos y los logros de este di scurso poético: la creac ión líri ca ha hum anizado la vida, la emoción poética se ha convertido en palabra humana. Ese es el camino que el hombre y el poeta ha trazado, traza y trazará, para que algú n día algui en pueda leer grabada en la pied ra de los grandes desfiladerosos de la ex istencia la sigui ente leyenda: «José Albi, pasó por aquí» .
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A
NA Barrero le g usta más
m i s e T m i v o
llamarse esc rit ora que poeta. Como si quisiera , tal vez,
Y
d ifere nciar el ofic io de escri bir de la inconsistencia y la frag ili-
Z
m i
p a 1 a b
T
a
dad e ncerradas e n la palabra «poeta» . En cua lqui er caso, es escritora de poemas, pues ser poeta no es tanto un oficio como una manera de ser ante la vida. «Mi poesía -dice- es una forma de comprender la vida , de e ntender el mundo» . Ambiciosa aspiración la del poeta que pretende «comprender la vida» o «entender el mundo» a través de la poesía , cuando, como expresa Holderling , hacer poesía es la «tarea , de entre todas, la más inocente». Ser poeta con stituye , así, en una especie de estado de grac ia reservado al hombre interior que descubre, a través de la palabra (<<el más peligroso de los bienes»), lo esenci al de la vida. Hacer' poesía , por el contrario , es un juego «inofen sivo e ineficaz». ¿A qui é n molesta el poeta? ¿Acaso puede tran sformar el mundo ?
LA ESCRITORA M i poesía es una fo rm a de co mprender la vid a, de e ntender e l mund o . Es un a fo rm a de ser y de as istir cada día a la ex istenc ia del o rd en que hay en e l uni verso, en su mis teri o y e n su lu z. Un orde n que no se deti e ne ni e n las perso nas ni e n las cosas qu e co nfi g uran la crea c ió n, sin o que tiene un mov imi ento propi o, ta ngible a través de los pe nsa mi e ntos y los sentim ientos que da n a las cosas su va lor de finitivo , úni co e irrepetibl e . Mi poes ía es ta mbi é n un a pas ió n y una ruptura co n todo aqu e lll o qu e no tenga re lac ió n co n la rea li dad de l ho mbre e n toda s s us d im e nsio nes . Es ta mbi é n un co ns ue lo po r dej ar e n e ll a cua nto am o, sufro, río y ll oro, transfo rm ado e n pa labr a desca rn ada un as veces, ti ern a y fec unda en o tras. J OSÉ O RTEGA
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L-~ ~t_ :·
_____~~_.2...::.~--'
Si no fuera porque toda etiqueta
ensayo
le sobra, se podría definir a Fran-
general
francisca
cisca Aguirre como «madre de la
aguirre
calambur,
poesía de la experiencia»; y me
2000
refiero a esos relatos líricos que algunos poetas , ciertamente más jóvenes en edad, nos han lanzado en los últimos años co n notoria fo rtuna. Bastante más aireados que ell a, no la sobrepasan en verbo ni en emoc ión. Pero ni quiero co mparar -porque os respeto Benítez Reyes, García Montero y tutti quanti, y habéis dicho y tenéis excelentes cosas que dec ir- ni me parece que sirva de mucho; sólo quería hacer una referencia para situar a una poeta a quien no sería fácil cl as ificar en nin guno de los estilos en que -para la taxo nomía docente-
se ha dividido nuestra poes ía desde la postguerra, es decir en los sesenta últi-
mos años. F. A. ha le ído toda la poesía castell ana -por no habl ar de otras- desde que nac ió
el idi oma y no parece haberse querido ubicar más que en la cl ás ica, y ustedes y yo sabemos lo que quiere decir eso sin explicaciones académi cas ni limitacio nes de época. ¿Recuerd an a Bécquer, A . Mach ado, Cernud a, Mo ntes inos , L. Pa nero o Mantero? U n análi sis estil ístico ri guroso nos alej aría de ellos o nos enfri aría la distancia, pero la tersura del verso y un cierto perfume suave a lavand a la acercan a esos antepasados o contemporáneos . El uso de metros tan habi tuales, pero atención, de manera no fo rzada, como cayendo naturalmente en ell os, queridos endecas íl abos, heptasíl abos; y luego, en ocas iones , cuando a la poeta le es perentori o expresar el recuerdo, cuando el liri smo no puede bastar a contener la eyaculación de un pasado que se impone o de un ahora que ha de presenta rse sin la brevedad simbólica porque está ahí, entonces el verso se alarga hasta que haga fa lta, para decir sin lími tes, o más bien sin más límites que los impuestos desde el propio ser de la poeta -contenido, eq uilibrado- que no se permite ir hasta el versículo, herrami enta de predi cadores o profetas, ya que ell a nada ti ene de eso. Al revés, nada de admoni cio nes, nada de advertencias , só lo una mostrac ión - poema tras poema- de lo que es, de lo que ha sucedido, de lo irremedi abl e que ell a contempl a como motivo de dolor y esencia de la poes ía. Y de vez en cuando, además de lo anteri or, algún deseo que se incumplirá, alguna pregunta sin respuesta, alguna duda de lej anísim a esperanza: «Tal vez un día remoto/vo lverá n las oscuras go lo ndrin as .» (De No i/l/porta, en Los trescientos escalones). Porq ue Francisca Aguirre hace un a defini ción de la vida, lo q ue ésta es en bloque contiene la bell eza que la poeta esc ulpe. E n esa vid a horribl e a veces, en tantas
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horas insoportable, llena de golpes tediosos y donde el amor, para el que la mujer sensible está hecha, es raramente posible, y cuando lo es va trufado de dolor, pues a pesar de todo se contiene lo que es materia de poesía, única materia para F.: no he habl ado en vano de la experiencia. E ll a construye sobre la vida tal como se ve y, sobre todo, tal como ell a la vive: entre el desgarro y la seren idad. Creo que ni se pregunta si hay otro modo de vivi rl a; yo he de apuntalar, en la mi sma línea de sentir, que no lo hay para expresarla como ell a lo hace. Y ahí está el estilo, no en el mero manejo de ritmos y morfemas; ya que es la mirada -para lo inmediato y para el horizonte que detrás queda- el arma más certera de esta poeta que pone el alma en los ojos para ver la realidad y los co ntrastes, que fabrican lo patético tras su paso por su corazón hecho para el ideal y para las cosas sabrosas de la convivencia y el encuentro. Pero ¡ay!, esa realidad tiene fi lo y de ella queda el dram a exp lícito o escondido, ese pathos que punza sin misericordia y que, mucho más que en las palabras d uras, tiene su revelación en la ut ili zac ión frecuente de los vocablos «sombra» o «br ill o». Curioso es, o conso lador seguramente, ver cómo la música aparece siempre para acompañar el ensueño que limpia o para inventar la serenidad. La música como bál samo o atmósfera donde la pureza es posible, donde se decantan las más seguras aguas capaces de bañar el pasado pantanoso o el hoy estremecedor; la música como mundo donde zambullirse, no en alternativa sino en paralela realidad a la que inevitab lemente tenemos. Música, por tanto, como realidad, sí, pero como realidad buscada vo luntariamente -en contraste con la impuesta- y como rea lid ad inventada a partir de la escucha -que es vida, vida intensísima-
siempre íntima,
a puerta cerrada, para uno o, lo más, para dos comensales. En contraposició n, el grito, tan nombrado a lo largo de estos poemas, como lo indisimulable, lo agresivo que no se desea y surge a pesar del silencio, o a pesar de la discreción , y también -en el mejor de los casos- inútilmente: a qué gritar desde el dolor, es mejor que la música hable por nosotros. O que la poeta nos haga saber en voz baja, elegantemente, su antigua verdad que es una parte de la verdad que todos ll evamos a cuestas. Cómo hacer una estética con la vida: he ahí el gran trabajo de Francisca Aguirre, el proceso de toda su poesía. Hay pocos versos en ella -y pocas frases en su prosa poética- que no tengan relación directa con su propia vida, o que, por extensión , no aludan a «nuestra» vida. Nada de so li psismos, ni tan siq uiera de posturas existenci al istas al margen de los demás; el drama fundamental se da en rel ac ión con ell os, lo patético en el hondo de esta poesía es casi siempre el desencuentro, la herida que nos procuramos unos a otros. La Natura leza o el Más Allá son la perplejidad, la duda o incluso la alegría, no moti vo de desgarro .
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y es que F. A. ha tenido las cosas claras desde mu y temprano -se las hi c ieron te ner- o mu y oscuras, ¿está mej or dicho?, tanto como para preguntarse conti nuamente por el mundo, sus habitantes y su raro destino. La realidad vis itada por la singular sensibil idad de la poeta logra transmitirnos los do lores más ciertos y más sutil es; apuntemos, pero hay muchos otros poemas en esa línea, Despedida, del libro ltaca, el pr imero - tan madu ro, ta n precoz e n la madurez, como no podía ser de otro modo e n e ll a- o Esta vida, hay que ver, qué desatino, de Los
trescientos escalones . Pero es que es verso tras verso co mo nos aferra, no nos dej a ir y nos recuerda que es tamos hu ye ndo min uto a minuto, q ui zá porq ue es casi insoportable permanecer lúc ido, como nos obli ga a hacerl o la autora desde que ini ciamos la lectura. Este conjunto de libros ti ene un a unidad que mucho más que estilística es de - no importa repetirl o-
recepción de la vida por parte de la poeta. Reco rre cada títul o
una persistenc ia e n decirnos lo que sabe, si n engañarse ni engañarnos, yeso nos mantiene en d iálogo con la misma persona, sabemos con qu ién estamos y sabemos, en seguid a, que a lo largo de este vo lumen va mos a ir ahonda ndo en nosot ros por la vía del espejo, de mirarnos en lo que la auto ra va desc ubri endo de sí m isma, en lo que ta mbién va sabi endo por las respuestas q ue da n su piel, sus víceras y su alma, y que ell a nos transmi te co n muc ho pudo r para la queja y el od io pero nin gu no para la palabra. Y ava nza mos co n la sorpresa del ir a más, pero vemos e n qué direcc ión: aquí no hay bail e sino conocim iento. En cuanto al instrumento, la palab ra siempre indócil , no tie ne F. A. prob lemas de oscuridad ni de ambi güedad; la claridad es tá siempre presente desde el pri ncipio; las metáforas, no subrayadas ni más brill antes que el terreno en que se insertan, cumplen la m is ió n de reforzar lo que se nos qui ere dec ir, no la del adorno ni otra clase de de mostración de fa ntas ía poét ica; e l léx ico, en ava nce de los años setenta a los noventa, pero sobre todo se ha enr iquec ido la expres ión med iante el emp leo de adj etivos que inqui etan la apa rente apac ibilidad del verso y te lo colocan a los pies como un fe li no de arañazo venenoso; y de verbos que mantienen en tensión la di námica expres iva que con'esponde a la d inámi ca vital que va destilando, sin descanso, gotas de amargura y a veces de reparadora seren idad en la poeta y en cada uno de los que bebemos de sus versos.
F. A. ha seguido una trayectoria sin prec ipitacio nes , como corresponde a su poesía, que insistiré en cali ficar de clásica, en el sentido de que las modas le so n prescindib les , y del siglo XX, en ese otro sentido de que nin gun a angust ia contemporánea le es ajena.
ltaca es un golpe sorprendente y de una gran dureza de concepto, en med io de los estertores de la poesía todav ía «soc ial » y de la ola ascendente de exquisitez y a
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veces simultánea vacuidad . E ntró co n paso cauto y ya con un premi o importante. Después , a medi ados de los 70, Los trescientos escalones, a cuyo premio me cabe el orgull o de haber contribuido con un voto entusiasta desde el primer momento y después de haber le ído sus poemas como llevado por un viento nuevo, irresistible y pl acentero al mi smo ti empo, que me descubría a una poeta para mí desconocida y di gna de seguir siendo expl orada. Es un libro sostenido todo él a una altura que no es común ni habitu al, es simplemente excepcional, do nde ell a comenta parece que con titubeo «Este oficio, Di os mío, tan precario/ de ir conjuntando la mirada y el verbo ... » (de Ofi cio de tinieblas), yeso sin duda le dio fuerzas para esa tensión que culmina en e l úl timo poema, de igual títul o que e l libro.
La otra música, con la que termina sus años 70, es tal vez un intento de descansar, dado el papel que la música juega en su percepc ión vital y estética, pero es un descanso de apari enc ia: hurga en las mi smas cosas -tantas veces sosegadamente atroces-
aunque nos permite algo as í como una co nversac ió n a medi a ta rde,
mientras fuera llueve con intensidad.
y en los primeros noventa hace Ensayo general que con un prólogo de poemas en prosa bajo clave de los antiguos personaj es griegos, entra en los que ll ama Cantos
de la Troyana, tre inta y dos sonetos estremecedores : de oquedad, de desv ida, de amor presente, de amor ausente, de desgarro de amor y de amor por enc im a de med ida; esos son los temas, y nuestro corazó n en un puño. U na seri a anto logía de la poes ía hi spáni ca no podrá olvidarlos, lo sé. Ya decl in ando los noventa nos entrega Pavall a del desasos iego, que es lo que, después de los escalones, el amor y los golpes, nos podemos permitir sin perder la elegancia, ta nto por la da nza co mo por el sentimi ento del título . Naturalmente no es un libro para descansar, pero cas i obli ga a qu e aceptemos con noble res ignac ió n lo que es y lo que ha sido, una res ignac ió n nada adocenada sino convertid a en belleza por ell a y en sab iduría por nosotros si somos capaces de entenderl a. Nos av isa en un títul o que «No hay que llorar», y ese mi smo poema te rmina «Quédate junto a mí y oye la música,! seguramente Brahm s está e n lo c ierto». Es un respi ro, no cabe duda. Y asim ismo lo es e l último poema, de igual título que e l li bro. Y por fi n, hoy m ismo como qui en d ice, ha terminado Los lIIaestros cantores, y esos breves y hermosos d iálogos con sus perpetuos -empezando por Kafka, poeta del horror abrupto-
sí buscan la ternura de l atardecer, desean detenerse y habl ar
con los que ya lo saben todo por esta r al Otro Lado, en conversac ió n esta vez sosegada. Un gran cierre para un gran libro de li bros. Lo tu yo, poeta, es lo de tu ami go Manrique: «El vivir que es perd urab le/ no se ga na co n es tados/ mundanales ... » Grac ias, Francisca Ag ui rre, siempre me acompañarás.
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Coexisten dos libros en Lo peor
o S e d i t o r ,e S S e 9 u n m a r i o m u e h n i k
no so n los au tores, d e M a ri o M uchnik . Uno es el literario y testimonial que ti ene al edi to r-escri tor por autor y pro tago ni sta. Otro, como se di ce en el teatro, es el que se encuentra más all á de las bambalinas, el que se precisa leer entre
líneas, e l que adi vina, más por lo que oculta que por lo que cuenta, el lector. Si el primero alcanza momentos de sinceridad y belleza indudabl e, el segundo es descarnado, terrible, y transm ite toda la miseri a que encierra en nuestros días la industria del libro , que envuelve ese concepto tan manoseado y tergiversado al que deno minamos literatura. A veces, a fuer de ser sincero, el propi o Muchni k lo dej a entrever: porque «la mentira literari a» le ha envuelto a él ta mbi én en su fáb ri ca , hasta termi nar por devorarle como Saturno a sus hijos. Empresari os, ed itores, vendedores, agentes literarios, distribuidores, y e l autor bailando al son de todos los que le neces itan para sus intereses, la mayor parte de las veces espuri os , al fin una for ma de ganar dinero, ta n corrompida como cualquier otra . E l autor les neces ita también a ellos. Algunos, los menos, porque buscan lectores, qu ie r e n q ue sus pa la br as encue ntre n eco, q ue se co mparta su pasión, su angustia, su riqueza im ag inativa. Los más , ya, por intereses tan mezquinos y poco literarios co mo los de qui enes se e ncargan de comercializar y public itar sus productos. Al fin es un enga ño co mp artido: se crea públi co para e l prod ucto que se desea vender, y se fa bri ca el producto que ése, y no otro públi co, neces ita co ns umir. E n e l ca min o, como e n cualq uier revo lución fr ustrada -y por desgrac ia lo so n tod as-
van quedan-
do los jiro nes de l idea lismo con que se ini ciaran muchas ave nturas. Sueños y uto pías que dej an, eso sí, un reguero de herm osas hi s to ri as, de poe m as
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sublimes de creadores que supiero n ser fieles a su tiempo para ser ho mbres de todos los ti empos , de uto pías que ayudan a despejar tantas brum as y so mbras co mo oc upan nuestra memori a - que también la me moria nos qui ere arrebatar, reducir a esco mbros-o Aquellos editores que rechazaban los co nceptos mercantiles por enc im a de cu alquier éti ca literaria, que negaban informes sobre mercados, pasarelas de la moda literaria, best-sellers (hasta algunos libreros los secundaron en su hermosa aventura), ya son hi storia de la historia de la literatura. Aquí o en el Nueva York de Shiffin. Bas ta, para comprender el estado de la cuestió n de la edició n en España, saber que e l 75 por 100 de los libros que se publica n en nuestro país pertenecen a seis grandes grupos editoriales, o darse una vue lta por los estantes de los devoradores Grandes A lmacenes para comprender cuál es no ya el futu ro, sino e l prese nte de la edi ció n. Mari o Muchnik editó con su propio sello, como primer libro, e l de Jorge Guillé n: y otros poellla s. E ra el año 1973 . Desde entonces ha editado 445 libros. Personal-
me nte, no todos qui zá me parezca n editabl es. Pero indud abl e me nte e ntre e ll os habi tan ino lvidables autores y grandes títulos. E n esta pec uli ar auto bi ografía editor ial, él los recorre por orden alfa bético aprovec hando al tiempo para co nta r anécdotas, refl ej ar personaj es, aho nda r situac iones humanas o literarias y reco rrer de alguna fo rm a la hi sto ri a de la ed ic ión y de la cultura es paño la -co n breves sa li das a pa íses co mo F ranc ia, Ita li a , Argentina- en los últimos ve inti c in co a ños. S i tu viera que e legir un capítul o de l libro, no lo dudaría: e l de E lías Ca netti. Aquí la me mori a recrea la grandeza de un auténtico escritor. La calid ad de su obra res isti ó inclu so la fam a del Nobel. La sinceridad , autentic idad de su perso na, arrancó sin d uda las más co ntenid as e moc iones del propio Mari o M uchnik. Q uie n nunca se lamentó de ser pobre o modesto no ignoraba al co nte mplarse e n e l espejo q ue aque ll a image n le reprod ucía la grandeza de su co nc ie ncia. Ni se q ueb raba ni se e mpañaba , como ocurre con la mayo ría de quienes escri ben para ga nar dinero o viven de los libros, si n q ue los li bros habiten en e ll os desde la infa ncia, patri a de l esc ritor. Con la evocac ión de Juli o Cortáza r, vuelve a cobrar inte nsid ad la plum a y la memo ria de Mario M uchni k. Y lógica mente co n E rnesto Sábato e l auto r recobrará su propia hi storia, su crecer a la vid a, amor a la naturaleza, a los li bros y a algunos de los q ue los crearo n. Es en la s identi fica cio nes donde alcanza n más prec isión, grandeza, los personajes re tratados . Y esto es lo que impo rta, más que la fab ri cación de best -se/lers, las me ntiras y traic io nes de los e mp resarios cap itali stas, para los q ue el li bro no dej a de ser la exc usa de su lIl odu s vivendi, y ve nderían siempre de ac uerd o a las necesidades de l mercado o las exi genc ias po líti cas que les amparan, o e l vano egoce n-
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trismo de algunos autores. Porque si la especie humana está efectivamente, y yo comparto esa creencia , en extinción, mientras la memoria y la capacidad de leer no nos abandonen, estos escritores , aunque estén muertos físicamente, continuarán siendo nuestros mej ores , auténticos amigos. El humor, la ternura, la ironía , un a pizca de mala leche, acompañan la lectura de estas páginas desenfadadas que nos gustaría ver cómo se continúan, actualizan, profundi zan, y sinceran, hasta los lími tes de lo probablemente humano más que conveniente. Sin miedo a los asaltos, y no me refiero a los de los pobres inmi grantes, que bastante contenci ón ti enen ya de por sí, los que se salvaron de los naufragios en el paraíso que les dec ían manaba leche y mi el en su desarro ll o, sino a los que con é l hi cieron, continúan desarro ll ando, esa travesía po r el mundo de la aventura editorial. Será para bien de la literatura y de los autores.
1a f u g a del
Mari o Muchnik ha tenido a bien acoger, yeso le ho nra, e n su catá logo la publicaci ó n de las últim as ob ra s de Isaac Montero. Primero fue Ladró ll
m a r
de LUllas. Ahora La fuga d elll/ar.
Es su ami go. Pero le publi ca porque co nsidera su ob ra, co mo su v id a, e l q u e h acer del ve rd ade r o escr it o r.
_ _
tfi'I ,,1.1 '''4 l.'
Reco noce e n é l una personalidad mu y difícil para un editor. Y cuando en su la nza mi ento del Taller eligió, junto a Un jardín ell Bada/pur, la obra última
-entonces- de Isaac , lo hi zo porqu e
Isaac Montero
co ns ide raba que aquella novela , mu y larga y or ig inal , era « impresc indibl e pa ra comprender esta Es pa ña nac id a de un fenómeno s in gular : la esq ui zofre nia socia l qu e ll eva a un a guerr a civil ». Esperamos, en el próximo número de REPÚBLICA DE LAS LETRAS, publicar alguna opi ni ó n cr íti co-literaria sobre esta nove la.
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Elena Soriano (Fuentidueña
e donjuanismo femenino
de T ajo , Madrid , 1917 Madrid , 1996), escritora polifacética, cursó estudios de Magisterio y Filosofía y Letras en Madrid. En 1969
fundó la revista El Urogallo, que editó y dirigió personalmente hasta 1975. Fue vicepres id enta de la Asociación Colegial de Escritores de España y vocal del Patronato de la Bibli oteca Nac ional de M adrid. Escribió las novelas Caza menor (1951 ) y Hombre y //lujer (1955), trilogía integrada por La playa de los locos,
Espejislllos y Medea , la ob ra de carácter autobiográfico Testimonio matern o (1985) y las selecci ones de ensayos Literatura y vida. / (1992) Y Literatura y vida. /l. Defensa de la literatura y otros ensayos (1993 ).
E lena Soriano re fle xio nó a lo largo de su fecund a tra yec tori a intelectual sobre la figura y e l mito de do n Juan Tenorio. En este libro, rigurosamente inéd ito, que se publica a títul o póstumo, la auto ra re úne y analiza con de nuedo una seri e de te xtos li terarios para extraer un conjunto de rasgos del carácter genér ico de l galán por antonomasia y compararl os con su correspondiente figura femenina. ~ E l resu ltado es un estudi o ameno y revelador sobre las dificultades y si nsabores de la vid a de pa reja, el matrimon io, la fidelidad cony uga l, la guerra de sexos, la tácita superioridad sex ual de los va ro nes, la presunta bisexualidad de los estereotipo s donjua nescos y la pasividad y agres iv idad de las seducto ras. Todo ell o dentro de una reflexión de orden más genera l sobre la profunda i nsatisfacción que anida e n las relaciones entre las mujeres y los hombres . ~
Elena
Soriano
EL DON]UANISl\.H) FEMENINO
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animales
LIMINAR
H
d e
A CI A m a r zo de 1998,
H
,
companla
cuando inicié mi co labora-
ción en Blanco y Negro, acababa yo de instalarme en Madrid , procedente de las ciudades levíticas de la meseta. Convaleciente todavía de la vorágine que el Premio P laneta, co n su atroz séquito de servidumbres nómadas, había impuesto en mi vida, el encontronazo co n la gran ciudad, aq uel infierno de cl áxo nes y asfalto, agravaría aún más la sensación de orfa ndad desconcertada que infa maba mis d ías. Creo que algo de este desconcierto, que era a la vez hijo de la perplejidad y la fascinac ión, se tras ladó a estos artículos que ahora encuaderno bajo el mi smo título con que los bautizó mi entusiamo primeri zo: A nillla les de cOlllpaíiía. Y hab lo de entusias mo primerizo porque la condic ión primordi al que
debe regir la labo r de l escritor en periódi cos ha de ser, prec isamente, ese júbilo rec ién estrenado que le permita afro ntar la rutinari a actualidad con oj os nuevos. Esa actitud anonadada y recepti va ante el mundo, tambi én inco nfo rmi sta y arisca (porq ue el entusiasmo puede ser un a for ma de sublevació n) otorga su arg umento a estos artículos. En e ll os comparece n m is obses io nes pe rso nales, mis gustos más notori os o recó nditos, también mis zozobras más ajetreadas y pertinaces, esa colección de manías o querenc ias que co mpo ne n n uest ra ra d iografía sentimental. A nil/lales de cOl/lpa íiía nac ió con e l propósito de
ordenar ese cúm ulo de reminiscenc ias, estupores, ofuscamientos y anatemas que compo nen la vida privada del escritor. También con la h igiénica intención de desenmasca rar a ese hombre un tanto zarandeado por las plurales desorientaciones impuestas por la moderni dad q ue era yo ento nces.
-
161 -
C
UANDO hablamos de los
e s p
los
PRÓLOGO
, 1
a s
q u e
espías que estremecieron
estremec i e ron
al siglo , nos referimos , natural-
a 1 s i 9 1o
mente: al que ahora termina . El siglo XX ha sido el «Siglo de Oro» del es pionaje. No só lo por la cantidad y calidad de sus espías conocidos, sino también por los efectos desgarradores y la conmoción social de sus acc iones, una vez desc ubiertas. La importanci a del esp ionaje en este siglo viene también determinad a por las dos guerras mundi ales que en él se han librado . Toda guerra es una formidable cantera de espías; y si hablamos de contiendas globales, en las que una gran cantidad de países se jugaron su destino, el volumen del espionaje desarrollado alca nza, por necesidad, cotas muy altas. Los triunfos de la guerra secreta suelen coincidir co n el resultado final de las batallas ... ... Los nombres selecci onados en esta breve galería de «maestros» del espionaje contemporáneo responden al título del libro, ya que su fama ha saltado las barreras del anonim ato que protege a los combatientes en la sombra . Todos ell os (salvo qui zá la pobre Mata-Hari) demostraron astuc ia y hab ilid ad e n su cometido, s in entrar en su va loración moral. No están, desde luego, todos los que son, pero sí son
F. MARTÍNEZ LAÍNEZ
todos los que aparecen. La mayoría de ellos
AL SIGLO
Los
ESPíAS QlJE ESTREM ECIERON
--{;omo un factor a tener en cuenta- actuaron por idealismo, motivados por la entrega a una causa. Los buenos espías, co ntrariamente a lo que se cree, raras veces so n mercenarios. Suelen ser combatientes leales de primera línea e n una trinchera difusa donde el bien y el ma l, la doblez y la fidelidad se entremezclan, porque lo que define el esp ionaje es siempre e l engaño, la traición a gente confiada. Algo que, a la postre, conduce siempre a la so ledad, y hace de los espías los seres más solitarios que existen ...
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(""',"':00 1 1 ¡\!SP.M~l~ ¡'!( .os ori,,~ (l!tf( l SIItIM I C I! !~,.()!'-i ,q $IC¡O, !'-()S H IUtiMOS". :'A" : \JRA~MEN H . Al QVI AtAM ll ( jjN.... lIl.... ¡.:~ h SI<;¡O ~:< H."- SIPO fI " ~ h,'W n~ ORO'" DI!. l'rll)r-:"H. N( \ s,,"'I,() 1";';1;< 1.\ L\."¡T1 I)AI) y t:ALlD..!, :) 1);': ~l;.s tWIA~ (OSOCIIXJ:'i. SINO IA~\a;fN roR h)S Hl<.'1üs OU".-\RAA('>C.)RU \'
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DI WS .4C:cJ<lNH.
REALIDADES AJENAS
ocho miradas sobre un mundo agónico
VARIOS AUTORES MADRID, TRAMA EDITORIAL,
2000,394 PP. La revist a a lemana Lettr e
Internationale y la Casa de las Culturas del Mundo, de Berlín, encargaron a siete escritores y a un fotógrafo que reali zasen otros tantos reportajes acerca de algú n tema que fuera de su interés, en torno a cuestiones candentes de nuestro tiempo. El resultado fue un libro que acababa de aparecer en España, sólo dos años después de la edición alemana, con el título de Realidades ajenas:son las realidades de este mundo que nos quedan a los europeos un poco di stantes, mientras nos preocupamos por la coti zac ión del euro y por las fusiones de grandes empresas multin acionales. Sin embargo, en la misma Comunidad Europea se puede presentar una de esas reali-
dades ajenas como problema propio. Es lo que describe Antonio Tabucchi en el primer reportaje del libro, situado en Florencia, una de las ci udades europeas más cargadas de historia y arte, que es tanto como decir más refinadas. Un día empezaron a llegar gitanos, en su mayor parte procedentes de la ex-Yugoslavia, y las autoridades florentinas consideraron que no podían permitirles deambular por su hi stórica ciudad, así que los alojaron en unos campamentos instalados al efecto en las afueras. Su decisión fue mucho más caritativa que la adoptada por sus antecesores en oportunidades semeja ntes. Por ejemp lo, un bando de 1547 daba a los gitanos e l plazo de un mes para abandonar Florencia, advirtiéndoles que una vez transcurrido serían encarcelados si se los encontraba por la ciudad. En septiembre de 1998 se entregaron a los gitanos reside ntes un as casas, para qu e abandonasen los campamentos municipales . E l acto se celebró si n participación de las auto ridades, pero con presencia aul ladora de la Liga Norte y la Ali anza Nac ional (anteriormente Parti do Fascista). E l traductor es César Palma.
EL ISLAM
EN
EGIPTO
y
ARGELIA
El poeta tun eci no Abde lawa hab Meddeb se so mete a una espec ie de escritura automática, enl azando intermi-
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nables oraciones separadas únicamente por comas. Así describe al-Ahzar, barrio de E l Cairo cercano a las pirámedes, un viernes mientras se ll ama a la oración a los fieles con palabras rituales. Es un barrio muy pobre, en el que los ritos y las tradiciones alternan con la circulación caótica de los automóviles. Describe la honda impl antació n del islamismo, por motivos religiosos, pero tambi én políticos, y sospecha que puede perturbar su vocación política la irreprimible energía espiritual del sufismo popul ar. Una opinión a tener en cuenta en estos momentos: "El islam oficial, e l del culto, el moderado, no se halla en estado de ruptura con el islam activista , militante, terrorista, el li teralismo, el rechazo de la interpretación, el acceso salvaj e la letra, la negligencia a mantener la intermedi ación del herme neuta, el prurito de la enfermedad de la identidad, tales son los males que compartís" . La traducción es de Miguel Rubio. Seguimos en el norte de África con el novelista danés Jan Stage, puesto que nos hace recorrer Argelia, por su geografía y también por su hi stori a. Fue testigo de la guerra de la independenci a, y por tanto de las actuaciones del FLN y de las OAS, y vivió el momento de la declaración de independencia, y el arresto del pres idente Ben Bella, por orden del coronel Bumedián. La Argeli a actual es noticia hab itual en los inform ativos, debido a la sucesión de matanzas por parte de los califi cados como telToristas, que son integristas islám icos . Pero Stage opina que se trata de una operación montada por oficiales del Ej ército, que pretenden desacreditar al islam, terminar con la mi seria por med io de la matanza de los pobres, y especu lar con el suelo de las aldeas que se quedan deshabitadas. Una terrorífica consp iración. Ha traducido el capítul o Blanca Ortiz. DE LA CORRUPCIÓN AL AISLAMIENTO SOCIAL
La escritora belga Lieve Joris ha publicado varios libros de viaj es, y en su colaboración a Realidades ajei/as nos hace visitar el Congo que anti guamente admini stró su país natal , y que desde su independencia cuenta con una triste hi storia. Tras la victoria de Kabila e l poder quedó en manos de los soldados, y de nuevo se introduj o el látigo para castigar públ icamente a los desafectos, como e n tiempos de la coloni a. Se cambia a peor. Y hay costumbres que no cambi an, mande quien mande en el Congo: la corrupción de cua lqui era de sus ejércitos, ll amados todos de liberaci ón, impone tradicionalmente el soborno. Los funci o narios hacen lo mismo: sa len de las ofici nas oficiales para multar a los ciudadan os y quedarse con la multa. E n su defensa puede ac lararse que pasan mucho timepo sin cobrar sus sueldos, así que necesitan encontrar una compensació n. Pero co n esto facilitan que los ciudadanos desconfíen de ell os, y por supuesto
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del gob ierno de turno. ¿Tendrá solución algún día esta situac ión ? Nadie lo cree. Cristina García Ohlrich tradujo el texto.
y saltamos a Australia con e l capítulo que escribe el novelista británico James Hami lto n-Paterson, y después a Terranova, porque son dos los lugares que describe en su colaboración. El nexo que los une es la soledad y e l aislam iento de unas gentes que han perdido cualqui er contacto con el mundo , y viven de sus propios recursos, sin echar de menos a nadie y a nada. En primer lugar relata la vida en un rancho próximo a Adelaida, pero en medio de un desierto. En Australi a todo es gra ndioso, lo mismo la dimensión del rancho que la del desierto, o la de una carretera que lo cruza. Las familias aisladas por distancias insalvables se co muni can por radio' o teléfono, y últimamente por internet; se consideran muy sociables y son muy felices. En Ten'anova se implantó una moratori a a la pesca en 1992, por lo que pecadores y conserveros se quedaron sin trabajo. Los que pudieron em igraron, y los demás sobreviven o malvive sin mucha confianza en el futuro. Julia García Lenberg tradujo.
SOBRE ECOLOGÍA y MARXISMO
Sa ltamos al otro extremo del mundo grac ias al escrito de Peter Matthi essen, científico neoyorquino que actúa como guía en una expedición marítima por Georgia del sur, la Antárt ida y el cabo de Hornos. Va describiendo la fauna marina con la que se encuentran los viajeros, y recuerda cómo se ha ido ex terminando a ballenas y focas. También da cuenta del recalentamiento del clima en esa zona, y advierte sobre sus consecuenc ias. Es un capítulo que interesará mucho a los biólogos, pero no tanto a los demás lectores. Lo ha traducido Mercedes García Lenberg, con la colaboración del científico Francisco Hernández Carrasqui ll a. China es e l destino del último texto, firmado por e l escritor húngaro Laszlo Krasznahorkai. Es e l capítu lo más extenso, con sesenta páginas, porque fundamentalmente se compone de conversac iones, en las que e l autor dia loga con varias personas en torno a la figura de Li Tai Po. Esa discu lpa le permite comentar la situac ión actual de Chi na, tras los cambios políticos suced idos después de la muerte del presidente Mao. Según explica un profesor chino al autor, el país ha dejado de ser marxista, y ha emprendido el camino del capitali smo ; pero no se sabe cómo enlazar co n la tradi ción. Algunos intelectuales procuran un renacimiento del confucianismo, cosa que no molesta a los dirigentes: según Confucio, el emperador es hijo del cielo, por lo que no está sujeto a las leyes humanas ni puede ser elegido o rechazado por el pue-
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blo, que debe obedecerle ciegamente. Es tan diferente la actual China de la de Mao o de la tradicional, que el capítulo termina con la narración de una sesión de rack
and rol! chino en un bar de Pekín, mientras el autor conversa. con uno de los directivos de una central espacial, que acaba de poner en órbita su décimo satélite. La traducción ha estado a cargo de Ju lia García Lenberg, con la colaboración de Pi lar González España.
EL DIOS DE ESTE MUNDO Junto a estos siete escritos se ofrece un reportaje fotográfico firmado por Daniel Schwartz, Son 31 fotografías que tienen como lazo de uni ón el dinero, o porque falta o porque abunda. Ha captado a unos niños me ndi gos e n Bruma, donde se piensa que es más fácil el dinero procedente de la droga rec icl arse medi ante un conc ienzudo blanqueo en s us instituciones bancarias, y recoge asimismo a un mutilado de guerra camboyano pidiendo limos na a la puerta de un templo, dos imágenes de la mi seria. Pero tamb ién ha retratado a jugadores il ega les en C hin a y a otros mu y legales en un casino cercano a F rancfort, para quienes el dinero es otra cosa distinta de una necesidad para pervivir. Y otros jugadores más lega les todavía, los de las bolsas de Francfort y Nueva York, queda n igualmente reflejados en esta secue ncia demostrativa de que el dinero es el úni co dios de este mundo. Es la misma co nclusió n deducible de los reportajes escritos, do nde siempre queda patente que el mundo se mueve exclus iva mente por afá n de lucro: e l ri co es el amo, y el pobre e l esclavo, en vers ió n act uali zada del drama humano repetido desde que se tiene not ic ia hi stórica. Por eso en Florencia no admiten a los gitanos yugoslavos. Por eso las muchedumbres más humildes se haci nan en los barrios eg ipcios. Por eso están siendo asesinados millares de arge linos . Por eso e n el Congo ex-belga reina aho ra la corrupci ó n. Por eso en Austra li a o en Terra nova hay personas que soportan una aislamiento soc ial abso luto. Por eso la fauna marina de la Antártida ha sido diezmada. Por eso la C hin a actual se dirige a l cap itali smo, olvida ndo los ideales de su revoluci ón. Son realidades ajellas para los ciudadanos de la Comunidad Europea, que de pronto se nos cuelan en casa, como los gitanos en Florencia, y se conv ierten en propias . Pero sobre todo son realidades espantosas, que debiéramos intentar modifi car. Tal es e l toque de atenc ión que lanza este libro.
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S in dud a h a s id o un a d e las
diccionario
herrami entas culturales de traba-
d e
uso de e s pañ o l
jo más utili zadas por escri tores, profeso res, a lumn os. A ho ra la Edi to ri a l G redos publi ca e n un so lo tomo y e n edic ió n abrev iada es te Di cc io nari o de Uso de l Españo l de ntro de su B ibli oteca Ro mánica Hi spán ica.
María M o liner nac ió e n Pa ni za el 30 de marzo de 1900 . A e ll a le gustaba dec ir que había nac ido e l año cero. Estudi ó H istori a en la U nivers idad de Zaragoza. Trabaj ó en el A rchi vo de Sima ncas y pos teri ormente e n Murcia y Va lenc ia. Co n su ma ri do, Catedráti co de Física, fundó la Esc ue la Cossío en la estela de la Inst itu ció n Libre de E nseñanza. D iri gió las B i,bli otecas C ircul antes de las M isio nes Pedagógicas. Esc ribi ó un ma nual de 52 pág inas en el que deCÍa: «El bib li otecario, para poner e ntusias mo en su tarea, neces ita creer en estas dos cosas : en la neces idad de mej orami e nto esp iritual de la gente a quie n va a serv ir, y en la eficacia de su pro pi a mi sió n» . D urante la G uerra C ivil d iri g ió la Ofic in a de Adqui sición de L ibros e Inte rca m bio In ternac iona l. Perd ieron la guerra. T iempos de muerte para la cul tura. Degradació n, dest ierro. Al me nos, sa lva ron la vida. Años después con sigui ó entrar a trabaj ar en la Escue la de Ingenie ros Indu stri a les de Madrid. Co n la ay ud a de los di cc io nari os al uso, de peri ódi cos, inc lu so de co nversac iones de la gente y una labor tan abnegada co mo perseverante, comenzó a escribir su extraordi nari a obra. Qui nce años tardó en rea li zarl a. E n 1966, Gredos realizó su pri mera ed ic ió n: 1. 592 pági nas e n dos tomos. E n 1972, los varo nes de la Rea l Acade mi a Espa ño la se opus ieron a su ingreso. Vivía el franqu ismo todavía. Murió e n 1981. José Luis Cano escr ib ió una emotiva, divertida y poét ica biografía iluslrada de María Mo liner, publi cada por Xo rd ica. E l actua l D iccio nari o de uso del españo l cuenta con 40.000 e n tradas y más de 115.000 a c epciones, ejem plos y f rases de l español actua l, j unto a exp resiones co loq ui a les, ex tra nj e ri smos y neo logismos no in c luidos e n e l D icc io nar io de la Rea l Academ ia . Incl uye conjugació n de verbos irregu lares, sinónimos y un apé nd ice gramatica l de Leonardo Gómez To n·ego.
DICCl ONA IOO D E USO D E.L ESPN;¡O l.
'~
:T
~ii
~
GRtDU ~
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En esta nueva versión de la vieja
Historia del libro, que ha tenido
d e
cinco edicio ne s, el a utor ha caracteri zado y profundizado en los as pectos culturales de las
manual historia del 1 i b r o
sociedades históricas más importantes, destacando al mismo tiempo el papel del libro como factor decisivo de la incorporación , implantació n y difusión de los valores sociales. Se inicia con el libro oral o prehistórico, común a los pueblos primitivos, para acabar en los fe nómenos del siglo XX y en la aparición de lo que se ha venido ll amando la Galaxia
M~rconi,
sucesora de la Galaxia Gutenberg del
libro impreso con tinta sobre papel, cuya vida se ha alargado más de c inco siglos.
*
*
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Hipó lito Escolar es conocido en los ambientes próximos al libro, al que ha consagrado una larga vida. Con tres amigos de can'era fundó en 1944 Editorial Gredos, cuyos beneficios a la cultura española son reconocidos. Dedi có en el INLE muchos esfuerzos a la mejora de la indu stria del li bro y a la ex te nsi ó n de la lectura, a la re novació n bibliotecaria desde la Dirección General de Archi vos y Bibli o tec as, la Comi saría de Ex tensió n C ultural, la presidenc ia de la asociac ión profes ional, ANABA, y la direcc ión de la B ibli oteca N ac io nal. Tambi é n co mo consul to r de la U nesco . C urioso de la hi stori a del libro y de los problemas de la lectura, ha re fl ej ado los res ultados de sus estudi os en cursos, co nferenc ias, e nsayos y e n un a d oce na la rg a d e li bros, que Gredos se propone recoger sistemát icamente.
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Anton io Leyva . Poeta y ensa-
B e a t r i G U t t m a n , p a r a b o 1 a d e 1 a d U n a
y is ta. Director de la re vista «C rón ica 3» y co laborador de ot ras publicaci ones de arte. For ma parte de los equipos de redacción de los D icc io nari os «A rti stas Contemporáneos de Madr id» y «Pintores y Escu ltores Españo les de l S .
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Co m o po eta, ademá s de en
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antologías y o tra s edici o nes colect ivas, su o bra está recog ida en los libros : «E l Hombre So lo», «La s Arengas», «Contraseñas », «Sign os y Co ntraseñas »,.«Tratado de la Inocencia » y «De las Tentaci o nes» . Es auto r de estudios mo nog ráficos so bre los pintores : L oren zo Mena, Maruja Va ld és, Alberto Labad, Carlota C ues ta , Manija Moutas, Margarita Ca lva ry, Rey Po lo, Terreros y A ntonio G uij arro . De los esc ultores : Elvira Gutiérrez y Jav ier Ale ixandre. De inm ed iata aparición «Copu s es t ma chi na» sob re la ob ra de Cinabrio Quijano . Se trata, en c ie rt o II/odo, de l/l/a recupe ra cióll de
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ge n es . D e ej e r c i c i os d e la II/ ell/ oria. « T odo ello II/ e ha hecho vol ver,
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c ul o, a r eto ll/ar técnicas a nt e ri o r es, a \leces con l a II/i s ll/a t e ll/áti ca, o tra s co n tell/áticas I/u e\las» . La espiral se abre II/ás y II/ ás ha cia el infinito . La recl/p era ción qu e Beatriz Cutfllwnn se íiala , se d e b e
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qu e s u
vis ión » se ha all/pliado con el desa rrollo del p roceso creat i1'0 ...
entol/ces (se refiere a la
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fase qu e ella calificara como de ruptura de la cOll vencionalidad) no tellía las ideas que ten go ahora, no tenía el bagaje de mi propia investigac ión ... » Las cOllsecuencias de esta illmersióll inteligente en el tiempo, serán de notable tars cenden cia . Series com o «Mito de Narc iso», «Paisajes orgán icos», «Diálogos de estrellas », «Bodegoll es orgánicos», «Campos de arroz » ... iniciadas entre los arios 1962 y 1967, vall a ser objeto de nuevas intervenciones que afir/liarán el lenguaje plástico de Beatriz Guttmann. No solamente articulado en aquellos ya experimentados hallazgos anterio res, sin o enriquecido con nuevos aportes técllicos y
110
pocas radicalizaciones.
Poco a poco la pilltura de Beatriz Gutt/llann se ha ido conformando como una nu eva realidad, dep endiente, sob re todo, de su propia potencia estructural y de la organización fl exible y espacial del colo r. Si vinculada a lo sensorial, a la I/lemo ria y al sentimiento, es vida y telllblor, seducción y energía, por su propia naturaleza. Es atmósfe ra, flujo , p enetración, fract ura, irradiación. Estremeci/IIiento y lIlagnetislllo. Gesto y contención.
ANTONI O LEYVA
010;10
de 1999
Nunca me preocupo esencialmente en qué parcela o tendencia encasillan nú trabajo artístico, pero sí me preocupa ser consecuente con la expresión de mi sentimiento plástico, pues el arte es comunicación y si éste no logra transmitir un diálogo entre espectador y realizador, no cumple su función. Por ello, simplifico el lenguaje gráfico y los temas, busco el color puro y sobre todo, no reprimo mi carga emotiva, para de esta forma, lograr el buscado y necesario entendimiento. BEATRIZ GUTTMANN
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P REMIOS LITERARIOS KUTXA CIUDAD DE SAN SEBASTIÁN BASES Al objeto de fomentar la creación y difusión literari as Kutxa Caja Gipúzkoa San Sebas ti án, con la colaboración del Excmo. Ayuntamiento de Donostia-San Sebastián , convoca los Premios Literarios Kutxa Ciudad de San Sebasti án, cOlTes pondien tes al año 200 1, de ac uerdo con las siguientes bases: l. El certamen está abierto a la participación de escri tores en lenguas vasca o castell ana, quienes habrán de concurrir con obras originales e inéditas, no premiadas en otro concurso li terario de cualquier naturaleza o lugar, condiciones que deberán mantener has ta el momento del fall o. 2. Los trabajos habrán de presentarse en hojas de formato DIN A4, mecanogi7dru · dú ll 17a o br ei I grafi adas (o a ordenador), a doble espacio, y por una sola cara. Deberán remitirse por qu intuplicado a Kutxa. «Premios Literalios Ku txa Ciudad de San Sebastián 200 1» , calle 3 1 de Agos to, 30. 20003 Donostia-San Sebasti án. El plazo de admisión de obras se cen'ará el 30 de octubre de 2000. 3. Las obras deberán identifi carse solamente con su título. Carecerán por tanto de detalles que puedan identifi car al autor. En sobre cerrado aparte se incluirá nota con nomb re, apellidos, direcc ión y teléfono del autor, fax y Email si los tuviera, mencionándose en el exterior el títu lo de la obra, además de la es pecialidad a la que concurre. CliEr\T0 4. Kutxa designará los j urados para las distintas es pecialidades, siendo su fallo inapelable. El hecho de pal1icipar en este Concurso implica la ace ptación de sus bases. Todas las incidencias no previstas en estas bases serán res uellas por los respecti vos jurados. 5. La determi nación de las obras ganado ras, apertura de plicas y entrega de TL .-\TI\O pre mios, en su caso, tendrán lugar en Donostia-San Sebastián. durante el mes de enero del a110 200 I . 6. Cualquiera de los premios podrá ser declarado desie rto si los trabajos presentados no tuvieran el nivel de calidad reque rido. No será considerada por el jurado cOITespondiente ninguna obra de la que se tenga noticia que haya sido premi ada en otro concurso en el período co mprendido entre el término del plazo de adm isión de las obras y la fecha del fa llo de los Premios Litel'ari os Kutxa Ciudad de San Sebastián 200 l. 7. Kutxa se rese rva, en exc lu siva, el derecho de ed ición de las ob ras prem iadas has ta el momento de su publ icación por la propia Kutxa. de nt ro del plazo máximo de un año. contado desde el momento del fall o. 8. Las obras no pre mi adas no se rán devueltas. siendo destruidas después de la proclamación de ganado res de los Premios Literarios Kutxa Ciudad de San Scbastián 200 l. ¡l
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2001
PREMIOS LITERARIOS KU 'I' X A
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PREM IOS Los Premios Literarios Kutx a Ciudad de San Sebastián en su edición corres pondiente al 2001 se convocan en las siguientes especialidades : CUENTO EN CASTELLANO - XLIII E DI CIÓN Para obras de tell/ática y lI arraciólI lib res, CO II IIlIa e.rtellsiólI cOII/prelldida elltre 6 y 20 hojas DIN /\4. Prem io: Trofeo y 900.000 pe setJs brutas (5.409. 11 euros) . T EATRO EN CAST ELLANO - XII EDI CIÓN Para obras de tell/ a libre y cllalq ll ier \'ariedad drall/ática, collcebidas para S il represelltaciólI ell los recintos teatrales habitllales, de dllraciólI II/ínill/a de 75 IllilllllOS )' II/áxill/a de 120. Premio: Tro feo y 1.600.000 pesetas brutas (9.6 16. 19 euros). CUENTO EN EUSKE RA - XXIII EDIC IÓN Para obras de tell/ática \' lI arra ciólI libres, CO II /lna extensión cOII/prendida elltre 6 r 20 hojas DIN /\4. Prem io: Tro feo y 900.000 pe setas brutas (5 .409. 11 euros). TEATRO EN EUSKERA - XII EDIC IÓN Para obras de tell/ a libre \' cllalqllier I'a riedad drall/át ica, concebidas para S il representaciólI en los recilltos teatrales habitllales, de dllra ciólI II/íllill/a de 75 II/illlltos y II/á.rill w de 120. Premio: Trofeo y 1.600.000 pesetas brutas (9.6 16, 19 euros) .
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EL CUENTO CONCUnSO LITERARIO
VII PREMIO DE NAlillACIÓN BREVE JULIO CORT ÁZAR
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El año 1994 y coincidiendo con el décimo ani versario de la muel1e del escritor argentino, la Cátedra de Literatura Hispanoamelicana organizó para Caja Murcia un congreso dedicado al Cuento Hi spanoamericano, centrado en la figura del autor de Rayuela. Como acti vidad paralela, se convocó el I Premio de NalTación Breve Julio Cortázar. La entidad patrocinadora entendió que debían continuar, institucionalizados, los Encuentros y el Cenanlen Literario bajo los auspicios de quien escribiera Queremos tanto a Glenda. Razó n por la cual y encuya virtud se convoca el VIl Premio de Narración Breve Julio Cortázar, de acuerdo con las siguientes
BASES l. El Premi o Julio Cortázar de Cuento , está dotado con 300 .000 pesetas para el ganador, co mo premio único. 2. Podrá presentarse al Premi o todos los autores que lo deseen con un cuento escrito en lengua castell ana, qu e deberá tener un a ex tensió(l entre S y 1S fo li os, mecanografiados a dobl e espac io por un a sola cara y que deberá ser ori gin al, in édito y no prem iado en ningún otro certamen. 3. El autor eleg irá li bre mente el tema y su co rres pondi en te tratami ento form al. 4. Cada auto r deberá presentar ori gin al y cuatro co pi as de l tex to, todas ell as perfectamente leg ibles . S. Nin gun a obra irá firm ada con el nombre del autor o pseudónimo notorio que lo identifique. La presentación se hará bajo lema o pseudónim o escrito en su cabecera, que se repetirá bajo pli ca en sobre aparte ce rrado. En di cha pli ca se harán constar los datos perso nales del autor, inclu ye ndo direcc ión y telé fono , as í como un breve hi storial li te rari o. 6. Las obras, en las condi ciones anteri ormente establ ec id as , podrán entregarse o enviarse por correo certi ficado a: Cátedra de Literatura Hi spanoameri cana, Univers idad de Murcia C/. Santo Cri sto, s/n. 30001 - MURCI A (Es paña). Caja Murcia - Obra Cul tural - Gran Vía, s/n. - MURCIA 7. La fec ha límite de recepción de ori gin ales será el 30 de octubre de 2000, aceptándose co mo fecha la con signada en el matasell os . 8. El Jurado estará compues to por es pec iali stas y person alidades del mundo literario y su composición no se hará públi ca has ta después del fallo . 9. El fall o del Jurado será in apelabl e y se dará a conocer en Murcia, en solemne ac to públi co, el día 14 de fe brero del año 2001. 10. Una vez fa llado el Prem io, los ori gin ales no premi ados podrán se r retirados por sus autores o persona auto rizada, has ta 30 días después. Los ori gin ales no retirados serán destruidos transcurrido di cho pl azo . 11 . Las obras premi adas , así co mo las pos ibl es recomend adas por el jurado, podrán se r publi cadas por la entidad convoca nte, res petando, en todo caso, los derechos de autor. En todas sus posibl es edi ciones deberá co nstar el Premio obtenido. 12. La participaci ón en el Premi o impli ca la ace ptación total de estas bases . Murcia, Febrero de 2001.
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11 PREMIO CASA DE AMÉRICA DE NARRATIVA AMERICANA INNOVADORA 2000 CASA DE AMÉRICA Y EDICIONES LENGUA DE TRAPO, convencidos de que la tendencia dominante de la novela y el cuento actuales se dirige hacia formas de mero entretenimiento, consideran que, en el saturado panorama de premios literarios, aún queda un hueco importante por cubrir: la innovación. Por ello convocan este Premio de Narrativa Americana Innovadora para impulsar la labor de los autores que, prescindiendo de los cauces acomodaticios imperantes, de la obra literaria de construcción oportunista, ajustada a fórmulas estereotipadas, busquen renovar los caminos de la narrativa con sólidos plallleamientos formales y temáticos. A este premio podrán optar las obras que se ajusten a las siguientes bases: 1. Obras narrativas (en el más amplio sentido de la palabra) innovadoras, escritas en español, rigmosamente inéditas, de autor con nacionalidad de alguno de los países de América, que no se presenten a otro premio y cuyos derechos no hayan sido cedidos a ningún editor en el mundo. 2. Extensión mínima 140 páginas (tamaño folio o DIN A-4) mecanografiadas a doble espacio y por una sola cara. 3. Los originales deberán remitirse en una sola copia a II Premio Casa de América de Narrativa Americana Innovadora, Casa de América. Paseo de Recoletos, 2. 28001. Madrid. En la copia deberán constar nombre, domicilio y teléfono del autor, y fotocopia de documento que acredite la nacionalidad. En caso de qu e la obra se presente bajo pseudónimo, al texto deberá adjuntarse plica con los datos arriba señalados. No se aceptarán originales presentados con descuido o ilegibles. 4. El plazo de admisión de originales finalizará el 22 de octubre de 2000. Se aceptarán aquellos envíos que, con fecha postal en plazo, lleguen más tarde. 5. El premio, dotado con 1 millón de'pesetas como anticipo de derechos de autor, incluye la publicación del libro ganador en la Colección Nueva Biblioteca de Ediciones Lengua de Trapo. La cuantía se entregará al ganador durante el acto de concesión del premio. 6. El jurado estará compuesto por un representante de la Casa de AlIlérica, un representante de Ediciones Lengua de Trapo y tres acreditados nombres de la literatura en español, además de un secretario, designado por los organi zadores, con voz pero sin voto. Los nombres de los representantes del jurado se revelarán durante el fallo del premio'. 7. El fallo del premio tendrá lugar el día 25 de enero de 2001. 8. El jurado podrá declarar desie110 el premio si, a su juicio, ninguna obra posee calidad para obtenerlo. 9. Los organizadores no mantendrán con'espondencia acerca de los originales presentados, ni se encargarán de devolverlos. Una vez fallado el premio, los textos que no resulten ganadores serán destmidos. 10. La participación en este premio implica la aceptación de sus bases. La interpretación de las mismas o de cualquier aspecto no señalado en ellas corresponde sólo al jurado.
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PREMIO NADAL 2001 BASES 1. Podrán optar al Premio Nadallas novelas inéditas escritas en lengua castellana. 2. Las obras deberán tener una extensión mínima de 150 folios mecanografiados a doble es pacio y a una sola cara. 3. La cuantía del premio será de 3.000.000 (tres millones) de pesetas para e l ganador y 1.000.000 (un millón) de pesetas para el fmalista, los cuales, al propio tiempo, son considerados como anticipo de los derechos de edición de las obras premiadas. Ediciones Destino se compromete a publicar dichas obras en el curso del año de la concesión del Premio. La presentación al Premio implica por parte del autor la aceptación de las condiciones de contratación y publicación de Ediciones Destino. 4. El Premio será otorgado por votación de un Jurado nombrado por Ediciones Destino e integrado por cinco miembros. Ediciones Destino hará pública la composición del Jurado antes de la fecha de concesión del Premio. 5. Para la concesión del Premio Nadal será utilizado el procedimiento de eliminación a base de votaciones secretas. Cada uno de los miembros del Jurado deberá elegir, en la primera de ellas, tantas obras como miembros del Jurado, en la segunda votación cada uno de los miembros elegirá una menos que en las anteriores. Y así sucesivamente, por la eliminación en cada votación de una de las obras, se llegará en la última vuelta a la adjudicación del premio. Serán efectuadas las votaciones secundarias pertinentes al desempate de las obras que obtuviesen en las votaciones igual número de votos. En el acta de concesión serán detalladas las incidencias de la votación. 6. En ningún caso el premio podrá ser distribuido entre dos o más novelas, debiendo ser concedido íntegro a una sola obra. 7. Ediciones Destino tendrá una opción preferente para la adquisición de los derechos de cualquiera de las obras presentadas, no premiadas, que considere de su interés. 8. Si no existe manifestación expresa y por escrito en sentido contrario, la PaI1icipación en la convocatoria del Premio Nadal 200 1 comporta también la participación en el premio DestinoGuión. Dicho premio será otorgado por un jurado especial a paI1ir de una selección de novelas propuesta por el jurado del Premio Nadal. El jurado del Premio Destino-Guión premiará a la mejor novela presentada en función a sus posibilidades de ser adaptada a un guión cinematográfico o audiovisual . 9. Los originales deben ser presentados mecanografiados por triplicado, perfectamente legibles y encuadernados, constando en ellos el nombre del autor y su domicilio. En el caso de los seudónimos, estos datos deberán presentarse en sobre aparte. 10. El plazo de admisión de originales termina el 29 de septiembre de 2000. Los originales deben ser enviados a nombre de Ediciones Destino, S. A., calle Provenza, 260, 4." planta, 08008 Barcelona con la indicación: «Para el Premio Nadal». Será extendido recibo de recepción. Horario de entrega: de 9 a 14 horas. 11. Ninguno de los originales presentados al premio en plazo y forma podrá ser retirado del mismo antes de hacerse público el fallo del Jurado. La presentación al premio implica la ecptación de su bases. 12. Adjudicado el premio, los autores no premiados podrán retirar sus originales en Ediciones Destino -previa llamada telefónica- con la presentación del recibo, a partir de 1 de febrero siguiente y durante el plazo de dos meses, a partir del cual la editorial podrá destruirlos, no respondiendo en ningún caso del extravío o pérdida de algún original . Los autores que deseen la de volución de los originales por correo deberán solicitarlo, adjuntando el recibo de recepción y el abono de los gastos 81!1~es PremJO Nadal 200 1 que el envío ocasione. 13. Ediciones Destino no se compromete a mantener correspondencia con los autores que se presentan al premio ni a facilitarles información sobre la clasificación y valoración de las obras. De acuerdo con las bases anteriores, el Premio Nadal2oo 1 será adjudicado el 6 de enero de 200 l .
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VII CERTAMEN LITERARIO «UNIVERSIDAD DE SEVILLA» TEATRO-POESÍA-NOVELA 2000 BASES
POESÍA: Podrán paJticipar en este Certamen los alumnos matriculados en el Curso 2000/2001 en alguna de las Universidades Españolas, en los estuclios de primer, segundo o tercer ciclo, excepto aquellos que hubieran obtenido el Primer Premi o en convocatorias anteriores, debiendo utili zar el castellano para la redacción de los trabajos. La obra poética presentada no será inferior a 300 versos ni superior a 600. Se presentarán cinco copias mecanografiadas, a doble espacio, por una sola cara. Deberá ser inédita, y no haberse premiado con anterioridad. Se prese ntará b ajo un LEMA. En sobre aparte y cerrado constará dicho lema en el exterior y, en el interior, nombre, ape llidos, domici lio y teléfono, así como declaración fo rmal de que la obra es inédita, fotocopia del D. N. 1. Y de la credencial de estar matriculado en alguna de las Universidades Españolas durante el curso 2000/2001. El plazo para la remisión de los trabajos finalizará el 11 de noviembre de 2000, siendo la fecha del matasellos la qu e acredite su envío. Deberá remitirse a: Universidad de Sevilla. c/. San Fernando, 4. 41004 SEVILLA , indi cando en el sobre «VII Ce rtamen Literario: Modalidad Poesía». Se establece un único premio de 150.000 ptas., más la eclición de la obra premiada por el Servicio de Publicaciones de la Universidad de Sevilla. El premio podrá declararse desierto. Asimismo, el jurado podrá otorgar un accésit y en su caso, recomendar la publicación de la obra. La Universidad de Sevilla se reserva el derecho a editar una primera tirada de 500 ejemplares de la obra premiada, sin que por ello devengue derecho alguno el autor, a quien se le reconoce la propiedad de su obra. Si fuera obj eto de posteriores publicaciones se pactarían , en contrato, los derechos de autor a percibir. Los trabajos presentados y no premiados estarán a disposición de los autores hasta el 6 de febrero de 2001. A partir de esta fecha los ejemplares no retirados serán destruidos. NOVELA: • Los originales, de tema libre, tendrán una extensión no inferior a 75 folios , ni superior a 125. Se presentaJ'án cinco copias mecanografiadas, a doble espacio, por un a sola cara. Deberán ser inéditos, y no haber sido premiados en anteriores concursos. • El plazo para la remisión de los trabajos finalizará el 11 de noviembre de 2000, siendo la fecha del matasellos la que acredi te su envío. Deberá remitirse a: Universidad de Sevi ll a. c/. San Fernando, 4. 41004 SEVILLA , indicando en el sobre «VII Certamen Li terario: Modalidad Novela». • Se es tablece un único premio de 150.000 ptas., más la edición de la obra premiada por la Editorial Alfaguara. El premio podrá declararse desielto. As imi smo, el jurado podrá otorgar un accés it y en su caso, recomendar la publicación de la obra. • La Editorial Alfaguara hará una primera edición de la obra premiada de 5.000 ejemplaJ'es, paJ'a lo cual firmará con el autor el oportuno contrato de edición. TEA TRO: • Las obras de teatro, originales e inéditas, no podrán haber sido premiadas en otros concursos y tendrán una extensión equivalente al ti empo de la puesta en escena convencional. Se presentarán cinco copias mecanografiadas, a doble espacio, por un a sola cara. • El plazo para la remisión de los trabajos finali zará el II de novie mbre de 2000, siendo la fec ha de l matasellos la que ac redi te su envío . Deberá re mitirse a: Universidad de Sevill a. c/. San Fernando, 4. 41004 SEVILLA, indicando en el sobre «VII Certamen Literario: Modalidad Teatro» . Se establece un único premio de 150.000 ptas. Se estudi ará la posibilidad de la puesta en escena de la obra ganadora, así co mo la eclición impresa por el Servicio de Publicaciones de la Universi dad de Sevilla. El premi o podrá declararse desielto . Asimismo, el jurado podrá otorgar un accés it y en su caso, recomendar la publicación de la obra. Sevi ll a, junio de 2000.
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I PREMIO DE NOVEI:A BREVE DIPUTACIÓN DECORDOBA BASES Podrán presentarse a este concurso narradores de cualquier nacionalidad, siempre que los trabajos presentados estén escritos en castellano. Se establece un premio de un millón quinientas mil pesetas. El premio cubre los derechos de autor de la primera edición. El premio se otorgará a una novela de tema libre. El trabajo se escribirá en lengua castellana por uno o varios autores y deberá tener una extensión mínima de 125 páginas y máxima de 200 páginas. Los originales se presentarán por triplicado, mecanografiados, en papel tamaño DIN A-4 a dos espacios sólo por el anverso, debidamente encuadernados. Los trabajos se entregarán sin flITOar y sin identificación alguna. En sobre cerrado se detallarán el nombre, apellidos, dirección y teléfono del autor y en el exterior del sobre se indicará título del trabajo y lema. El lugar de presentación será el ~eg i s tro General de la Diputación de Córdoba (Plaza de Colón, 15), de lunes a viernes en horario de 9.00 a 13.30 horas y los sábados de 10.00 a 13.00 horas. Los trabajos remitidos por correo se enviarán certificados y la fecha del matasellos se considerará la de la presentación. El plazo de presentación de solicitudes comenzará al día siguiente de la publicación de esta convocatoria, en el Boletín Oficial de la provincia de Córdoba, y concluirá el día 30 de Septiembre de 2000. Se examinarán los trabajos presentados, produciéndose el fallo en consideración del mérito absoluto de los mismos, por los que podrá declararse desierto el premio. El trabajo premiado quedará en propiedad de la Diputación de Córdoba, quien procederá a su publicación en la colección «Biblioteca de Creación Literaria», haciéndose constar en la publicación que se trata del Premio de Novela Breve «Diputación de Córdoba» correspondiente al año 2000. Los trabajos no premiados se podrán retirar de la Diputación de Córdoba en el pl azo de tres meses, a partir del fallo del Jurado, previa presentación del recibo extendido por el Registro General o del justificante del Certificado de Correos. En caso de no ser retirado en el tiempo citado quedarán en propiedad de la Diputación de Córdoba.
VIII PREMIO DE NARRACIONES BREVES ALBERTO LISTA - Sevilla, 2000 La Fundación El Monte y el Diario ABC de Sevilla convocan el VIII Premio de Narraciones Breves Alberto Lista con arreglo a las siguientes BASES 1. Se establece un único premio indivisible, dotado con 1.000.000 ptas. Sobre el importe del premio se practicará la retención fiscal oportuna. 2. Los trabajos han de ser origi nales e inéditos, escritos en lengua española. Cada concursante podrá enviar cuantos desee, encabezados con lema y título, y acompañados de un sobre cerrado en cuyo exterior figurará el lema escogido. en el interior del sobre se incluirá el nombre y apellidos del concursante, su domicilio y el título del trabajo. 3. La extensión de cada relato no excederá de 15 folios, en formato DIN A-4, mecanografiados a doble espacio y por una sola cara. 4. LOS 'originales llabrán de remitirse, por duplicado ejemplar, dentro de un sobre en cuyo exterior se haga constar la mención Para el VIII Premio de Narraciones Breves Alberto Lista, dirigido a la Fundación El Monte, cl. Laraña, 4-3.' Planta. 41 003-Sevilla. 5. La admisión quedará definitivamente cerrada a las 14 horas del día 15 de octubre de 2000, considerándose recibidas dentro de plazo las narraciones que, enviadas por correo, ostenten en el matasellos postal una fecha no posterior a la mencionada. 8. Las entidades convocantes se reservan los derechos sobre la primera edición de la narración premiada, dentro del año siguiente al fallo , sin que por ello devengue derecho alguno el autor, a quien se reconoce la propiedad de su obra. Si fuera objeto de posteriores publicaciones, habrá de reseñar que ha sido distinguida con el VIII Premio de Narraciones Breves Alberto Lista, convocado por la Fundación El Monte y el Diario ABC de Sevilla. Las entidades convocantes podrán publicar también recopilaciones de las obras premiadas, para mejor conocimiento de la evolución del Premio en el tiempo, o con otros fines culturales. 9. No se devolverán los originales que, a excepción del premiado, serán destruidos. 10. El premio podrá declararse desierto. 11. La participación en este premio supone la plena aceptación de las presentes bases.
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seminario sobre el futuro del libro en la era de la nueva tecnología
los autores, desvalidos ante la alegalidad de internet El libro tradicional coexistirá con las distintas formas de libro electrónico Las agentes españolas no venden derechos porque nadie puede proteger con garantías las obras. Las proposiciones que reciben son para utilizar de «gancho» a los autores para generar publicidad Los autores se preguntan quién explotará sus textos en Internet El libro tradicional continuará existiendo, aun cuando el libro electrónico se ofreciera a un precio muy barato y se generara un nuevo hábito de lectura. Coexistirán ambos formatos, el libro tradicional y el electrónico (en todas sus formas). Autores, editores, agentes, editores en la red y especialistas en legislación coinciden en que el libro en su formato en papel continuará vigente durante años. Esta fue la conclusión principal del seminario EL LIBRO, EL AUTOR Y EL EDITOR EN EL SIGLO XXI, dirigido por el escritor Antonio Gómez Rufo y celebrado en el Centro Cultural de la Villa de Madrid, desde el 13 al 16 de junio. Todos los participantes rec o nociero n la tran sform ación que s upone Internet, para unos «comparable a la revolución francesa», para otros, «a l invento de la rueda» . Pero , de inm ed iato , las agentes y los abogados, así co mo los autores, insi st ieron en la necesidad de una protección de los derech os de autor que , simultánea men te con la remuneración de sus derechos eco nómicos de exp lotac ión en la red, reconozca las obras literar ias como objeto de propiedad intel ec tual y las proteja como hasta ahora se hace con los libros. Las dificultades de garantizar la seguridad en los textos e impedir el pirateo y la alteración de las obras originales es lo que frena a las agentes a ceder los derechos
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electrónicos de los autores , según exp licó Raquel de la Concha, agente literario de Stephen King, que ha sido uno de los primeros en ofrecer una obra original a través de Internet. «Cuando las agentes se decidan a ceder derechos, les g ustaría
hacerlo por un tiempo fijado y en un dOlllinio concreto », explicó Javier Esteban Gui nea, que acaba de lanzar en la red Mal/uscritos.com con no vedades editoriales, entre otros, de Arrabal. Raquel de la Concha fue aún más precisa al co mentar que en las propuestas no ve «hasta ahora lIlás que ul/a utilización de los autores COI/lO
reclamo para la publicidad», y que no aconseja a s us autores «entrar en ese lIlundo, allllenos hasta que se regule económicalll ente». Juan Mollá, autor, presidente de la A. C. E. y de CEDRO, explicó la alegalidad vigente para todos aq uellos que ya se han aventurado a col gar sus obras en la red y aclaró que «el punto de discusión entre los legisladores europeos se encuentra en
que éstos quieren que a los autores se les reconozcan sielllpre sus derechos, mientras la postura de EE UU se traduce el/ que los autores perciban un tanto alzado y no puedan reclamar por la explotación que se haga de sus cantel/idos », circunstanc ia «inasumible» a juicio de l autor Juan Manuel González. E l derecho moral, defendido por Moll á, fue compartido por los autores presentes y las age ntes . Mollá aportó datos escalofriantes sobre piratería y reco mendó a los
<!la cedan sus derechos digitales, pero, si se deciden, que lo hagan en autores que < 1II1
contrato separado y el! el que se detallen todas las aplicaciones y formatos para
los que se cede». Interpretó que las cesiones hechas en contratos de edi c ión para la explo tac ió n de la obra en form a de libro se considerarán cedidos só lo para esa fo rma, «aul/que el! cláusulas sig uientes se hable de incluir fraglllentos en la red». Respecto a la piratería, la s uge ren c ia mejor acep tada , compartida por Pedro Páramo, exd irecto r de Ti empo On Line, y Javier Esteban G uin ea, es la de ofrecer los te xtos a un precio mu y competitivo para que no merezca la pena el gasto que s upone piratear un texto. E l escri tor Vícto r C laudín añadió un a visió n críti ca sobre la indu stri a editorial actual e n relación a la propiedad inte lectua l, a l preguntar: «Pero, ¿ los derechos
de autor Iz an sido sagrados al/tes de II/t ernet ?», para respo nd er a continuac ió n: «Co n esos riesgos ya helllos COI/ vivido. El! luga r de qu e el editor se lucre COIl ej elllplares que no ha liquidado , prefe riría que un lIlontón de gente se baje ilega ll/l ente los textos a tra vés de Intern et».
Los
DUEÑOS
Quiénes va n a ser los dueños de las obras, fue otra de las preguntas a las que los distintos ponentes trataro n de dar respuesta . Los editores ofrecieron sus serv ic ios
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personalizados a los autores, tanto de promoción de las obras como de «filtro» para que se sepa que lo que lleva el sello de una editorial ha sido seleccionado previamente; por el contrario, los editores electrónicos, como Javier Esteban, invitaron a cuantos qui sieran «a poner a disposición d el público sus textos en la red sin ningún veto, y al40 por 100 de margen para el autor» (porcentaje que fue contes-
tado tanto por los autores como por las agentes, al considerarlo muy bajo para los pocos intermediarios que requiere este nuevo formato). Al mencionar la palabra «dueños» de los contenidos, otros actores aparecían en escena, al menos en palabras de los participantes. Microsoft y otras empresas estarían dispuestas a comprar obras de los autores, 'pero ¿con qué garantías para ellos? El director general de Grijalbo-Mondadori, Antonio de Marco, dio a conocer algunos de los proyectos en que esta multinacional de la edición se encuentra embarcada: de momento , proyectos de impresión bajo demanda, así como e-books con Microsoft, 15 en italiano y 5 en castel lano, programados para finales del año 2000. De Marco se mostró optimista respecto al papel de los editores, y vaticinó : «Volveremos a ser editores, ofreceremos un servicio en lugar de un producto ».
Si nadie quiso poner en cuestión al libro, algunos, como el escritor Fernando Martínez Laínez, ofrecieron datos más que suficientes para creer en el nue vo mercado: «Una de cada diez empresas espaiiolas vende sus productos a través de la red; el 25 por 100 del total de las ventas por Internet son libros ». Sin
embargo , Martínez Laínez puso en duda la rentabilidad de estas nuevas empresas de libro s electrónicos: «Son muchos los caminos para la literatura e/l Internet, pero habrá que disponer de capacidad financiera y capacidad de aguante». A su juicio, «se rán las elllpresas editoriales quienes las desarrollen », y
precisó que <<las librerías /la tienen por qué desaparecer, sólo serán otro ca/lal» .
La postura más escéptica procedió de otro autor, Andrés Sorel , quien pidió que no se mezclara «la creaciól/. con la cOl/l ercial izació/l». Para Sorel, «un libro nos ayuda a ser nosotros lIliSI/IOS ». Algo parecido opinó Aurelio Loureiro , director de
la revista Leer, quien planteó «si l/l/emet va a crear U/la sociedad de cibemautas y otra de los que 110
110
lo son»; así como si, «bajo la apariencia de lib ertad, Intem et
se presta a la lIl ejor de las lIlanipulaciones, la que no puede descubrirse» . En
este sentido, Juan Manuel González vaticinó: «Si prevalecen las empresas finan cieras, desaparecerá el autor. En este caso, los oligopolios económicos y políticos ejercerán un control sobre qué se escriba y CÓI/IO se escriba ».
José Antonio Millán , escritor y editor digital, planteó un debate eterno : «si el Estado debe adoptar un papel neutral o corrector de la cultura. En el prilll er caso, la cu ltura se entendería COI/lO libre mercado; y en el segundo, CO I/la
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patrimonio que requiere la protección». Para Víctor Claudín, «el enemigo no es todo lo que está en la red. El enemigo está en donde siempre, en la abulia, en la apatía, en el desprecio a incentivar la cultura ». Sobre la creación y la comunicaci ón de los autores con los lectores, Javi er Esteban Guinea destacó que «permite al esc rito r comunicars e con el lector de
fo rma inagotable». Otros fueron mucho más atrevidos al respec to: «Es imposible predecir cómo van a ser los elem entos de creación a partir de ahora», manifestó Pedro Páramo, el úni co para quien «el libro va a conve rtirse muy
pronto en pieza de museo, va a desaparecer, pero no están amellazados los textos sino los libros; lo que los edito res venden son libros, no creación y la que tiene los días contados es la industria edito rial». Páramo definió la red como «espacio de libertad» y ani mó a los autores a autoges ti onarse la inclusión de las obras en la red, ll egando a acuerdos con e ntidades de crédi tos y asoc iándose a otros para lograr la promoción . Pero antes de que los autores lleguen a gestionarse sus propias obras, los usuarios de Internet ya pueden leer numerosas obras en la red , en sus propios ordenadores o impresas en sus impresoras , y no só lo de dominio público. Ahora cualquiera puede leer un texto gratis o a precio módico. Pero, como los asistentes al seminario se encargaron de remarcar, «hay que tener una tmjeta de crédito y un ordenador». Este año ll egará a España la impresi ó n bajo demand a, según la c ual <<lo qu e
paga el lector es un formato parecido al libro tradicional,
lI/I
libro de pap el
impreso en una impresora en el I/lOm ento, con ulla sob recub ierta de ca rtulina pegada ». Esta experiencia, que pondrá próximamente a la venta la Casa del Libro, podría generalizarse a otros puntos de venta . Los editores Antonio de Marco y Blanca Rosa Roca, de Ed iciones B, destacaro n su utilidad, «especial-
mente para los fondos descatalogados ». Aunque se dará un a pos ibl e compet itividad respecto a las ed ici o nes de bolsillo, «pues saldrá mucho más asequible
que una edición rústica impresa en una illlprenta ». En cuanto los libros a la ca rta , la posibilidad de que sea el usuar io quien se fabriq ue sus propios libros parece más leja na , y los derechos de autor no quedan protegid os . «Pero a lo que realm ente se está llamando libro electrónico, el e-book, y qu e revolucionará la industria editorial, es un pequ eíio aparato del
que ya existen diferentes ve rs ion es y que podría convertirse, si el precio se pone a la allura de todos, en una moda llevarlo en el bolsi{{ o, CO I/ lO Iza ocu rrido co n los teléfonos móviles», seg ún citó a modo de ejemplo la editora Ana D 'Atri . Y añadió: «La capacidad de estos e-book s es la de una biblioteca uni-
versal, y el mejor diseíiado reproduce el color del papel,
SIl
textura y hasta la
forma de la s letras. Para el desarrollo de l e-book, qu e se eslá trabajall do en el
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180 -
MIT, Microsoft ha llegado a un acuerdo con las principales editoriales de cada país, lo que hace pensar que el nuevo libro podría ser gestionado por el mundo informático ligado al mundo editorial». Aún hay otro canal en el que pueden ponerse a disposición del público las obras literarias: es la televisión, en esta nueva modalidad de acceso a Internet a través del telev isor. Algun as ed itoriales españolas participan tamb ién en esta in iciativa. En todo caso, la concl usión genera l la aportó el escrito r Antonio Hernández:
«Sin el autor,
110
existiría ningún entramado técllico y productivo» .
15 CONCLUSIONES l.-El libro trad iciona l conviv irá con e l electrónico durante una larga etapa. 2.-Cua ndo G ute nberg in ventó la impre nta, la aristocracia decidió segu ir hacie ndo libros porq ue les gustaba n los li bros tradicionales, hechos por amanuenses. 3.-Primero se implantará el print-oll delllalld en librerías, tiendas de fotocopiar o estancos, aquéllas que co mpren las máquin as . 4.-Una de cada diez empresas españolas vende sus productos a través de la red . S.-El 25 por ciento del total de las ventas por Internet son libros. 6.-E n 2002 la mitad de lo que lee rem os tendrá formato e lectró ni co, según el vicepresidente de Microsoft. 7.-Internet divide la sociedad en dos : la de los cibernautas y la de los que no lo son. 8.-Internet neces ita una criba, ¿qui é n la va a hacer? 9.-EI e ne migo no está en la red , e l enemigo está en e l desprecio a in ce ntiva r la cu ltura. 10.-Q ui enes han sido capaces de crear un medi o como éste son capaces de crea r los med ios de persecución legal a la utili zac ión perversa del medi o. La piratería de textos e n Inte rn et no va a ser mu y re ntable y, co mo la piratería desinteresada no ex iste, no va a hacer muc ho daño. ll.-El problema de la protecc ió n de los derec hos de autor está entre la postura estadounidense y la europea. E ll os qui e ren e limin ar e l derecho mora l y limitarse a dar un tanto alzado a los autores. 12.-Internet represe nta e l sueño bibliófilo de Borges: la biblioteca universal e n el bolsi 110 del lector. l3.-EI gra n problema es aseg urar la re ntab ilid ad . 14.-EI libro a la carta desaparecerá porque la lógica impone que e ntre un creado r y un lector no haya intermediarios. 15.-La alegalidad, la falta de seguridad y la difi cultad de obtener rentabilid ad de los textos a través de la red so n los principales problemas que surgen de la uti lizac ió n de l es pacio informáti co .
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NOTICIAS A. C. E. GONZALO SANTONJA, PREMIADO EN MÉXICO El escritor y miembro de la Junta Directiva de la A. C. E., Gonzalo Santonja, ha obtenido un importante prem io en México por su labor de investigación y difusión
sobre el exilio republicano espaFíol de J939. El Premio fue concedido por el Ateneo Español de México y le será otorgado en noviembre durante la Feria Internacional del Libro de Guadalajara. El Premio le será también concedido por e l Ateneo de Jalisco , la Fundación Cultural Nabar Carrillo y el Semanario de Cultura Mexicano. El «Excelsior» de México publicaba con este motivo una entrevista con Santonja el 14 de Julio de 2000, de la que extractamos algunas de sus declaraciones:
«Los cambios físicos, técnicos y administrativos en el lIlan ejo del libro, para el próximo milenio, tendrán que se r in evitables. ¿ Cuál se rá la mejo r manera de lIlanejar un control de todo cuanto el hombre ha escrito en kilóllletros y kilómetros de papel, y de toda la real historia del pensallliento expuesta en libros? Tenelllos que aceptar que los call1bios ya están aquí y que habrá muchísimos lIlás ». «En Espaíia, por ejemplo, se publicaH anuallllente cincueHta lIlillibros, lo cual es un disparate. Hay libros para que vivan y otros para que perezcan. En este último renglón están las enciclopedias, manuales e instructivos, a los que se le hace - y es
IIlUC/zO-
cuatro consultas al
all0.
Todos ellos están lIlejor en Intern et, en las
computadoras. El libro de fondo, el que te acompaíía, el que lo abres antes de do rmir
o
cuando estás
eH
el Metro, el illlprescindible, no creo que deba desapare-
cer. El Quijote, que lo conocen hasta en China, todos los de Octavio Paz o los de Ibargüengoitia , siempre lo vas a necesitar al alcance de las manos».
ESTEBAN GRECIET, Premio de Novela Corta «Casino de Mieres 2000» El periodista Esteban Greciet, miembro de esta Asociación, ha obtenido e l Premio de Novela Corta «Cas ino de Mieres 2000», dotado con un mill ó n de pesetas, por su obra Mientras fue verano. Se presentaron al concurso 173 nove las de diversos puntos de España y de varios países de Iberoamérica. E l presidente del jurado, Víctor Alperi, puso de relieve que la obra premiada es «una de las mejores obras
,
que haya n concu rrido al certamen y un ejemplo de magnífica literatura».
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ACTOS EN LA A. C. E. Etelvina Astrada: In memoriam
Se ha cumplido un año de la muerte de E telvina As tr a da . Poet a a r gentina , co noc ió e l do lo r y la tragedi a provocados por los mili tares genoc id as de su país, y vivió e l ex ili o en nues tra ti erra. A. C. E . la qui so reco rd ar, ho me na j ear, co n palab ras que de e ll a hab laran, co n la lect ura de sus prop ios versos. E n un acto e motivo, íntimo, co n prese nc ia de num e rosos co mp a ñe ros y co mp a ñeras de s u Ta ll e r lit erari o de La El ip a: ho mb res y muj e r es, g ra n parte de avanzada edad, a los qu e Etelvin a descubrió e l pl acer de los libros, con los q ue coversó duran te años, que co n e ll a se inte rn arían por los cam inos de los poetas y narradores, la auténtica sa l de la vida, ta n des pi adada co n sus rea lidades po líti cas, tan mi serabl e e n su presente cultura l, tan Íntim a y he rm osa en la voz de sus creado res. E l profesor E mili o Terzaga, que com partió con e ll a años en Argent in a, hab ló de su muj er: be ll as pa lab ras q ue recogía la hij a de ambos, prese nte e n el acto. E li sa Lo mb ardi reco rd ó a la co mpa ñe ra, leyó frag me ntos de sus poe mas. A ndrés So re l, que co n E te lvina y Osvaldo Gomáriz co mpartió d ías de luchas y esperanzas, trazó e l escenari o humano y poético e n q ue desarro ll ó sus últ imos años. Se rec ibi e ro n algun os me nsaj es que re prod uci mos aquÍ, jun to a pa labras q ue para sus libros escribi ero n algunos poetas es paño les . Y ofrecemos un a reduc ida mues tra de su creac ió n. E te lvin a Astrada pe rmanece e n nu estra me mor ia. E n la creac ión vive. En e l pensa mi e nto, nos aco mpaña.
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Etelvina Astrada: In memoriam
ADHESIONES Córdoba, Argentina, 22 de Juni o de 2000 La Directora de la Carrera de Posgrado de Espec iali zac ió n e n la E nseñanza de la Lengua y la Literatura, de la Facultad de F il osofía y Humanidades de la Un ive r s idad Nacional de Córdo ba , Argentina, ex presa en s u nombre y en e l de la in st itución que re presenta , su so lid aridad y total adhesi ó n al acto orga ni zado por vuestra Asociación, en homenaje a Etel vina As trada, poeta y ami ga entrañable de esta Casa de Estudios en la década del sesenta y de algunos de los que ho y nos desempeñamos en la gestión académ ica. Hacemos nuestro y compartim os el sentido del e nunci ado : «La lIl em oria /l O presc rib e» , para evoca r a Etelvin a, y con ella una historia de exilios, exter-
nos e internos, de pérdidas y despojos, hi storia que se debe ac tualizar frente a los esfuerzos y disposiciones lega les por la deslllemoria. U n fraterno abrazo LIc.
GRACIELA H ERRERA DE BETT
Córdoba, Argentina, 22 de junio de 2000 Hace unas pocas horas he recibido la tarjeta con la información del Homenaje a Lita que seguramente vos me has envíado. Esta evocación me conmueve profundamente pues materializa ideas, senti mientos, experiencias de quienes amamos a Etel vina, fuimos entrañables amigos y también sus «lectores», desde aquellos poemas iniciales que leíamos en nuestra vigorosa Córdoba de los sesenta, hasta los que dieron continuidad y trayectoria a su genuina poética, desgarrada por el humano despojo y a la vez amparada por el ex ili o solidari o, que reconoció y difundió su trabajo . Estas reflex iones, surgen Moro así, rápidamente, al impul so de la neces idad de estar allí, contigo y con quienes construi rán un presente de su historia, sus gestos, sus pasiones, su poética. T ratemos de estar comunicados, yo iba a llamarte, precisamente en estos días, por el aniversari o de Lita y po rque además quería saber de vos y de María Eugenia. Cariños de Julio. Un fuerte abrazo CHELA
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Asociación Colegia l de Escritores de Espa ña Sagasta, 28, 5.° - Teléfono : 0034914462961 - 28004 Madrid Adhiero enocionada al justo homen aje que le rinde esa presti giosa Asoc iac ión a Ete lvin a Astrada, quien fuera poeta de ra za y amiga dilecta. Si la dictadura genocida , que aso ló a nuestro país, la hiri ó gravemente, pudo sobre ponerse a la tragedia con va lo r admirab le para rehacer su vida y continuar su ob ra allí, en Madrid, al calor, la co mpren sió n y la ami stad de lbs escritores que la conoc iero n. Pese a los largos ex ili os que yo también padecí, al tiempo y las distancias, mantuvim os co municac io nes , unidas por los mi smos amores: la literatura y e l queh ace r en tal leres literarios a los que Ete lvina se dio co n vocac ió n de magis teri o, si n duda , herencia de su padre, Carlos As trada , e l des tacado filósofo, de extensa y origin al obra, y de qui en tuve e l privileg io de di sfrutar su amistad, s u gene ros id ad, su sabiduría. l VERNA CODINA
Desde Buenos Aires, Argentina . Junio 2 1 de 2000 AETELVIN A Nos co noci mos cuando colaboramos en el parto de la antología «Homenaje a la lucha del pue bl o sal vadoreño» . Después del triunfo de la revo lución ni carag üense todo parec ía posible ... Estuvim os con Juli o Cortázar que escr ibi ó un es pléndido prólogo para e l libro . Desde entonces, la amistad fue profunda. C uando murió Rafael Lorente, mi compañero de ve inti cuatro maravillosos años de mi vid a, fuiste tú, en el ho me naje en el Círc ul o de Be ll as Artes, quien leyó poemas suyos y míos, yo me se ntía incapaz. A ún me parece esc uchar el so nid o de tu voz y me pregunto : ¿Dó nde se va la voz de los ausentes? De tu mara villoso Libro del lila I alllor so n es tos versos :
¿ Dónde halla rá abrigo lIli desalllparo, en qu é te mllra, pa rcela o call1ino? Ete lvi na , tu presencia s iempre estará ent re nosotros má s allá de los ti e mpos . Desde la distancia, pues ya no vivo en Madrid, me sumo al calor humano de es te acto a ti. Y, a tus seres queridos , les digo lo q ue yo también hago siempre , adunar los rec ue rdos, todos los recuerdos ... CR ISTI NA MARISTANY
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Etelvina Astrada: In memoriam
PEQUEÑA ANTOLOGÍA DE POEMAS
32
Un día martes lile parió II/i II/adre. EllI/undo estaba oscuro. Dicen que afuera llovía, que era de noche en Europa
y finales de jul io. Me dejó al azar, sin cOlI/entarios, con Ull solo ojo para que escrutara la sOlllbra, con una sola malla para que aprendiera el adiós. Nací sin que ella lo percatara, estaba distraída pensando en otra cosa. Afuera todavía llovía, y nací sin aspavientos.
No pude dar aviso a tiempo, afuera había huelga de telegrafistas, adell/ás silllpre fui tílllida, adell/ás lile tragó su bostezo, adelllás llegué con una terrible tristeza. ¡Ay!, no lile perdono por esta travesura de estar en e/lIlundo.
DEL LIBRO AUTOBIOGRAFíA CON GATILLO,
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1980
E telvina Astrada ga lopa por las ll anuras del desco nsue lo. Ll e na co n gritos ti erno s el seco pa isaj e que reco rre bu scando e l rumbo de las ve rd ades . Y yo la miro desde caba ña o níri ca co nste lada de bambill as tibetanas . Y yo la mi ro pe nsa ndo en Babil o ni a, en Eg ipto , en Argentin a y en e l mund o e ntero. Ahora mi smo le dibuj o estas líneas filiforn es que me sa len de la lengua ... ...E te lvin a Astrada, sabe que no vestirá 19s hábitos de la sacerd oti sa. E mpero, se res igna evoca ndo la «ado rac ió n anti gua sobre las o rill as de l N il o» . Ya pro nunc ia so nes fúne bres. Ya e nc ie nde voces de s ueños. Rec lu sa e n e l hoga r de la palabra d a ri e nda sue lta a su rec itati vo . Arti culac io nes des prov istas de e le mentos ca ntables, a pesa r de todo . Po rque el punto de partid a no es la can zo ne, sino e l rito co tidi ano de la pa labra sa nta . Le ngua e n sec ue nc ia de metró no mo, se ajusta a l ca no n de la mo nodi a intestina. A ta ñe úni ca mente a la cos mov is ió n de la hora c ríti ca. De ahí la me lanco lía e leg íaca de esa voz c lim atéri ca .
CARLOS EDMUNDO DE ORY
4
En este aj uste de cuentas
COIl
la vida,
ej e,.cito unajutu,.olog ía para el siglo 1 de otra era. Renun c io a esta dignidad
o cargo de ser hUlllan o, a toda ascendencia o desce ndencia.
Los á ,.boles genealóg icos de los ,.einos se,.án abatidos. En el ocaso de esta especie, CO/l ve ,.so con un lenguaje necrológico, lil e siento ext ,.aiia y de p,.onto,
quiero al/lla ,. CO III O los lobos.
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Etelvina Astrada: In memoriam
CI~~, Cf"el, MIIVI-e:.1 ~ st7t:¡ .
va ."trtrcf"ttlh!elo\te ~/et.4d.o,
])Ac.e· c",tahJo /0 r~ J;(.€.. j Q.Il ~ielAié. ~ ~ 1..'1 r-(hte~ .
t
Uv..a ~frq ~'t) I~ vido. ~Yt. ~wib/(¿ de Jw~'Íh:>{,eht~,
f
.M fJ\td 07e~ 1'1.e. u# Jir~("'Q h.t1 h\~ 'r~A~ t\\ d(f','Mo veIS o ,
r~~._~:t'c@\ f - - - I::~ I)Y?l II O"' ----I Elt'l\'intt Astrada .\l.T()Il I()(; IL\ I lA
co:-;
(; .\ 1'1 LL()
1 ~)('III¡t'
I----
EdilOri;¡\ :\ yu'o- - - - I
Ele.Tlna Aatrada
MUERTE ARREBATADA
MNITIlB ll1TCID ]1llTIJEIlBJillJBllCID
XXVI Tu na vío a la deriva 1 - - - ENDYlvlION - - - - 1
no ha ell cayado en lIIi orilla. ¡Qué extensión d e ag ua nos separa' A ún estiro lIIi vela palpitante
ATIZANDO LA LUMBRE
para qu e tu viento lil e recoja. No he soltado las alllarras de tll p echo donde he bebido tanta IlI z y tanta sOlllbra. Sólo la I/allla d el alllor lil e engendra. La vida es un corcel tan d e prisa y yo su jin ete en el sa lt o lII o rtal de cada va 1/(/(10.
~---- ''' 'SíA
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_____
~
70 Un pe/fume de mar mitiga los pensamientos que se pliegan suavemente CO I/lO
las olas por la brisa.
Así, enlazados a su aire caminan por las aguas hasta el útimo confín. Sus lenguas defuego ya no atizan mi frente ni escarban el corazón. No tengo el dolor de los pensamientos, sólo los miro allá a lo lejos sin pensarlos, desvanecidos en la ensoñación.
La voz clamorosa de Etelvina Astrada, labrada siempre por la ira y el amor (la ira so lidaria y dolorosa, el amor carnal y visionario que se consuma en la imposibilidad), se da aquí, en éste a mí me parece libro para iniciar una culminación, en forma que pudiera ser suavemente reflexiva y rodeada de silencios, si la corporeidad de la palabra, además de mostrar un bello cansancio ex istencial, no hiciese valer también su tensa musculatura; en este orden Astrada es la misma: la energía de su escritura no cede, y el desasosiego se siente latir bajo la expresión pacificada en la lucidez. ANTONIO GAMONEDA
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ÚNETE A CEDRO E/ltidad de GeslÍ()/l C()leclil'a al ,)'e/'l'Íci() de .tulo/'es.J' Fdil()/,cs
A E
Ulores y editores 110 jJuedell cOlllrolar illdil'idualmellle la rejJroducciólI illdiscrimillada de sus obras.
l Centro Fspanol de Derechos I{eprograficos (CEDRO) es la única entidad del país que gestiona de manera colecti\a los derechos de autor en el sector de la ohra impresa. Ya son casi 2.':;00 escritores y 600 editores los que la integran. sta constituida como \sociacion sin animo de lucro \ reconocida como Entidad de (,estion por orden del .\linisterio de Cultura. de fecha :1() de .Iu n io de I <JHH.
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s
U principal objetivo es la protección de los derechos.
irrenunciahles para autores \ editores. regulados en la Ley de
Propiedad Intelectual. nte el inC\ itahle a\ance tecnologico. CEDRO se presenta como la unica alternatiya posihle ante los prohlemas que surjan por la reproduccion de ohras en la sociedad digital.
A
C EDRO recauda distribución
los derechos deri\'ados de la reproduccion de las ohras para su
Cada ario se pierden dentas de ideas. de innovaciones. de horas de
trabajo r sacrificio. Cada ano se dejan de editar dentas de publicaciones por el uso indiscriminado de las fotocopias. Es un delito realIZar (opias ilegales. pero es mucho peor no deJar Que
nuestra (ultura se desarrolle. Que buenas Ideas de hoy no vean la luz mana na. Colabora
La Cultura
(on
la Cultura, aunque solo sea por lus Ideas.
se copia.
entre los titulares de los misnlOS. torga licencias. con ciertos lImites y ha jo I'l'muner;lcion. par;l el uso de su repertorio . Lucha contra la reprografta ilegal con todos los medios materiales ~ judiciales a su alcance ~. al mismo tiempo, pt'OtllUeve actividades y servicios en beneficio de sus asociados. del mundo del libro \ de la cultura en general.
O
CEDRO
Cel/ t ro E'julI/ol de Derec!}()s RlprogJ'tÍficos
Los interesados pueden dil'igirsc a nucstras oficinas Mon tc Esqu i nza, 1-1 - Y' Dcha .. 2HO lOMad rid Te lf.: 9 C, O8 6 :);')() - Fax: 9 1 :) OH 6:) 2 "7
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