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Palabras de la Presidencia

Dr. Jerome X. Walcott Ministro de Relaciones Exteriores y Comercio Exterior, Barbados

En mi capacidad de Presidente del Consejo de Ministros me complace darles la bienvenida a Barbados. El año pasado, celebramos con mucho orgullo el vigésimoquinto aniversario de la creación de nuestra Asociación de Estados del Caribe. Este año, aprovechando la sólida base de cooperación ya establecida en nuestra AEC, debemos intensificar nuestros esfuerzos y permanecer firmes en la promoción de la consulta y un mayor fortalecimiento del proceso de integración entre los países de la región del Gran Caribe. De hecho, a medida que sigamos al futuro, nuestra determinación debe compaginarse con la creciente intensidad de tales retos como lo es el cambio climático que sigue bombardeando la región del Gran Caribe, por cuanto nuestro compromiso debe ser inquebrantable para mantener unida a esta importante agrupación.

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No cabe duda de que necesitamos a una organización como la AEC. En un momento en el cual algunos aplazan el multilateralismo, nosotros contamos con un criterio mejor! En septiembre del año pasado, la Honorable Mia Amor Mottley, Primera Ministra de Barbados, dejó claramente sentado en la Asamblea General de las Naciones Unidas que Barbados está “comprometido con el multilateralismo…porque entendemos que es lo único que protege nuestra soberanía y nuestra capacidad de navegar en este mundo. Que es nuestra defensa contra el despliegue de poder y es nuestro escudo contra la tiranía”. En el marco de ese foro, la Primera Ministra seguidamente afirmó que las Naciones Unidas es “un importante mecanismo para lograr la paz y seguridad internacional, así como el desarrollo sostenible para todos los países” y que “los ejemplos históricos han comprobado que los intereses nacionales se avanzan de mejor manera por medio de un enfoque que abarca la colaboración, las alianzas y el multilateralismo”.

Permítanme aplicar esta observación a la Asociación de Estados del Caribe. El éxito perenne de la AEC depende de que todos sus países cuenten con el mismo enfoque claro que percibe que supuestas prácticas de desarrollo pueden ocasionar consecuencias negativas si no estamos atentos a su implementación. Por ejemplo, la creación de la economía oceánica, sin colaboración, también podría resultar en su destrucción.

Se acordarán que en julio del año pasado, insté a todos a que continuáramos trabajando con un fuerte compromiso en nuestra tarea colectiva de definir de manera precisa, nuestro Mar Caribe como Área Especial en el contexto del Desarrollo Sostenible. No cabe duda alguna de que la existencia del Mar Caribe debe ser protegida. De él, no sólo depende nuestro sustento, sino que también fue el ímpetu que condujo a la formación de la AEC.

Las cinco áreas claves que identificamos para la consulta y cooperación – el transporte, los desastres naturales, el comercio, turismo sostenible, así como la preservación y conservación del Mar Caribe – nos impactan a todos. Siguen siendo tan pertinentes hoy como lo fueron hace veinticinco años y no nos queda otra alternativa sino la de adoptar una estrategia compartida para enfrentarlas efectivamente.

En nuestra lucha por lograr el desarrollo sostenible, se nos presenta una espada de doble filo que trae tanto beneficios como costos. Debemos utilizar nuestros recursos para el desarrollo y a la vez ser conscientes de sus potenciales consecuencias.

El Mar Caribe, por ejemplo, hace posible tanto el transporte (de mercancías y personas), como la conectividad; proporciona alimentos de las pesquerías; y, sin duda, es el aspecto del ocio más visible de nuestro producto turístico. De igual manera, es la fuente costa afuera de petróleo y gas que generarán ingresos significativos; sin embargo, puede ser fácilmente amenazado por las reducciones de las reservas pesqueras, la contaminación plástica, el deterioro de los arrecifes de coral y otros factores negativos que nos vuelven vulnerables ante el cambio climático.

El objetivo 14 de la Agenda 2030 de Desarrollo Sostenible – La Vida Submarina – nos alerta de este hecho, en el sentido de reconocer el vínculo entre los océanos y el desarrollo sostenible y la importancia de mantener un ambiente marino que sea saludable y resiliente para apoyar el desarrollo nacional.

A medida que incrementemos nuestro uso del océano para apoyar el desarrollo, cómo podemos asegurar que nuestro desgaste no contribuirá negativamente a un declive en el sistema ecológico del océano? Cómo podremos alcanzar éxitos mientras que manejemos simultáneamente este acto de equilibrio? La respuesta se encuentra en el reconocimiento de, y el énfasis en, la conexión y en poder contar con un plan claro que identifique nuestras prioridades, así como determinar las mejores formas de colaboración en el logro de las mismas.

Aguardamos con interés colaborar con nuestros socios para el desarrollo de una manera comprensiva e inclusiva que destaque el hecho de que el comercio, el turismo sostenible, el transporte y la reducción del riesgo de los desastres, nos afectan a todos. Acogemos su apoyo y apreciamos sinceramente las destrezas que traerán a la región del Gran Caribe para ayudarnos a fortalecer, a nivel institucional, el fomento de capacidades y de esa manera hacer más resiliente nuestra infraestructura ante los retos que seguiremos enfrentando en el futuro. El intercambio de conocimientos nos permitirá crear los marcos innovadores necesarios para lograr de manera adecuada, las metas del desarrollo sostenible.

No cabe la menor duda de que las prioridades que hemos identificado en el Gran Caribe – la innovación, productividad y resiliencia – abundan en relevancia para esta época actual. Es menester que utilicemos las nuevas tecnologías para estimular a nuestras gente a que busquen soluciones de manera creativa y a que les nazcan ideas nuevas que aseguren que esta región sea sostenible económica, ambiental y socialmente.

Debemos tener la determinación de llevar a cabo un empeño aún más arduo en este vigésimo-sexto año de nuestra Asociación de Estados del Caribe. Los últimos veinticinco años nos han enseñado que la cooperación es posible y verdaderamente esencial para la sobrevivencia de nuestra región. Hago propicio este momento para hacer un llamado a que redoblemos nuestro esfuerzo, juntemos nuestras fortalezas individuales y sigamos en la procura de los mandatos de nuestra organización.

Espero, con mucha anticipación, las conclusiones que emanarán de nuestras discusiones y quisiera desearles a todos una conferencia sumamente exitosa. Asimismo, les deseo una estadía muy agradable en Barbados.

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