Conéctate, número de diciembre de 2020: Navidad

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CAMBIA TU MUNDO CAMBIANDO TU VIDA

Año 21 • Número 12

ALÉGRESE TODA LA TIERRA Tradiciones seculares

Qué regalar en tiempos de estrechez

Dar más gastando menos

Cavilaciones sobre los reyes magos

Tres reyes y un Rey de reyes


Año 21, número 12 A NUE ST RO S A M I G O S l a pr esenci a La bondad y misericordia divinas fluyen como un torrente por el texto del Antiguo Testamento. Pongamos por ejemplo este verso de uno mis Salmos favoritos: «El Señor es clemente y compasivo, lento para la ira y grande en amor».1 Pero yendo más lejos, lo acontecido hace 2.000 años en Belén puso el amor y la ternura de Dios por la humanidad en un plano infinitamente más alto. Para reconciliarnos con Él, Dios ofrendó a Su único Hijo, que se encarnó asumiendo la forma de una criatura débil e indefensa. Todo por salvar a la humanidad. Desde entonces incontables hombres y mujeres de fe han hecho eco de los episodios de la Navidad para transmitir el amor y el mensaje de Cristo a sus semejantes y al mismo tiempo contribuir a mejorar el mundo que los rodeaba. Gente como Fred, el personaje de Dickens: «Siempre he pensado que la Navidad es una fecha estupenda, una temporada de perdón, de afecto, de caridad, la única ocasión que conozco, en el largo calendario del año, en que hombres y mujeres parecen ponerse de acuerdo para abrir libremente sus cerrados corazones y considerar a los que son inferiores a ellos como compañeros de viaje hacia la tumba y no como seres de otra especie con un destino distinto». Para la mayor parte del mundo este año se ha distinguido categóricamente de todos los demás, y para muchos de nosotros esta temporada navideña se perfila como una muy singular entre todas las que hemos vivido hasta hoy. No obstante, hay cosas que se mantienen inalterables, y la alegría y la esperanza que entraña y nos entrega el relato de la Natividad es una de ellas. Se mantiene incólume en el tiempo. Así pues, al margen de cuales sean tus circunstancias, ¿por qué no dedicas un rato a meditar en el espléndido regalo que nos hizo Dios a todos aquella primera Navidad: Su hijo Jesús? Entonces, si no nos es posible festejar la Navidad con sus usos tradicionales o tal y como estamos acostumbrados, procuremos celebrarle el cumpleaños a Jesús con las acciones que a Él le agradarían. Oremos por nuestro angustiado mundo. Cuando nos acordemos de los desfavorecidos este año intentemos hacer algo más que solo pensar en ellos y pasemos más tiempo comunicando Su amor y Su verdad con quienes tengamos ocasión. Al hacerlo, pasaremos tiempo con Jesús mismo, que dijo: «Donde dos o tres se reúnen en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.”2 ¡Que goces de Su presencia esta Navidad en compañía de los tuyos! Gabriel García V. Director

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1. Salmo 103:8 (NVI)

Publicaciones/Editorial Mundo Hispano.

2. Mateo 18:20 (NVI)

Utilizados con permiso.

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ENCIENDE TU LUZ Lilia Potters

En esta temporada navideña el mundo llora y se

lamenta por las pérdidas y tragedias del año. Muchas vidas quedaron truncadas y muchos sueños se desbarataron. Gente de todas las latitudes necesita ver esa luz de amor que llegó a la Tierra para iluminar su vida, de la cual el profeta Isaías escribió: «El pueblo que andaba en tinieblas vio gran luz; los que moraban en tierra de sombra de muerte, luz resplandeció sobre ellos.»1 Hoy, cuando las sombras se hacen cada vez más densas, pareciera que esa luz se hubiera apagado. Sin embargo, las tinieblas nunca podrán triunfar sobre la luz. Con solo accionar un interruptor o encender una vela, la oscuridad se desvanece. Lo mismo puede suceder en la vida. Podemos dejar entrar la luz y el amor de Jesús en nuestro corazón y reflejarlo sobre los demás, tendiéndoles una mano compasiva y bondadosa. Su luz resplandecerá con fulgor sobre el telón de fondo de sufrimiento, tragedia y pérdida que prevalece en gran parte del mundo, otorgándole ilusión y esperanza para el futuro. El efecto que tienen tus pequeños gestos de bondad tal vez parezca imperceptible e intrascendente. Pero puede que te lleves una sorpresa. La luz de una vela es visible a más de un kilómetro de distancia cuando está muy oscuro. 1. Isaías 9:2

Se cuenta que un hombre, mientras caminaba por la playa, iba recogiendo estrellas de mar que habían quedado varadas en la arena y las arrojaba de nuevo al agua. Movido por la curiosidad, alguien que pasaba por allí le preguntó: —¿Por qué lo hace? Si hay cientos de estrellas de mar en esta playa. ¿De qué sirve? El hombre se agachó para recoger otra y, lanzándola al agua, respondió: —A esa le sirvió. Tú también puedes prestar un servicio reflejando el amor de Dios para que aquellas personas con quienes te cruzas en el camino cobren ánimo y recobren esperanzas de cara al próximo año. Como en el caso de las estrellas de mar, quizá no puedas extender la mano para ayudar a todo el mundo, pero puedes influir para bien en las personas con quienes entres en contacto. Y la cosa no se queda ahí, pues ellas a su vez pueden influir en la gente con la que se relacionan. Es posible hacerlo. Un buen punto de partida es hacer nuestra la siguiente oración navideña: Jesús, ilumina nuestro corazón con la luz y el amor de la Navidad. Haz de nosotros una cadena de lamparitas vivas que triunfen sobre las tinieblas y alumbren con Tu amor el mundo que nos rodea. Amén. Lilia Potters es escritora y correctora. Vive en los Estados Unidos. ■ 3


Alegrese toda la tierra Curtis Peter van Gorder

La Navidad es una época de ale-

gría y celebración. Numerosos países tienen costumbres y tradiciones singulares que contribuyen a hacer de esta una temporada feliz. • En México, nueve días antes de la Navidad empiezan las posadas. Cada noche, los niños recorren el barrio, representando la búsqueda de albergue de José y María. Dos adolescentes que cargan estatuillas de José y María van al frente de la procesión hasta una casa predeterminada. En el camino cantan villancicos. Llaman a la puerta y piden posada. Inicialmente los rechazan, pero luego los dejan entrar. A continuación hay fiesta y celebración. Con los ojos vendados, los niños se lo pasan en grande blandiendo un palo para tratar de romper la piñata, que consiste en una figura grande de papel decorado que cuelga del techo y contiene caramelos o regalitos. • En Colombia se celebran las populares novenas. Nueve días antes

1. http://elixirmime.com 4

de la Navidad, amigos, familiares y vecinos —también se celebra en las empresas— se reúnen cada noche en una casa distinta para elevar oraciones al niño Jesús y cantar villancicos. • En Escocia, la noche después de la Navidad se envuelven paquetes de comida que se entregan a las personas de escasos recursos. • En Rusia, algunos cristianos ortodoxos ayunan unos días antes de Navidad. En Nochebuena, al aparecer en el cielo la primera estrella, dan comienzo a una cena de 12 platos. • En la región española de Andalucía, grupos de campanilleros cantan villancicos por las calles y ante las casas a cambio de unas monedas. Esto lo hacen desde primeros de diciembre hasta el 6 de enero, día de Reyes. Van vestidos de pastores y tocan instrumentos rústicos. Costumbres similares se conservan en algunas provincias peruanas. • En Ghana, África Occidental, se decoran las casas con adornos de papel brillante que confecciona la familia con

ese motivo. También se suele decorar un árbol de cada jardín, que puede ser un mango, un guayabo o un anacardo. • En Etiopía, los feligreses de la Iglesia Ortodoxa Etíope celebran la Navidad el 6 de enero, siguiendo el antiguo calendario romano. • En el sur de la India, por la noche los cristianos decoran sus casas con lámparas de arcilla. • En Filipinas se emiten villancicos por radio prácticamente desde septiembre. • En la China los cristianos arman árboles artificiales —llamados árboles de luz— y los adornan con cadenas de papel, flores, lámparas y otros elementos decorativos. En muchos países se representa con figuras el nacimiento de Jesús. En Latinoamérica son muy populares los concursos de pesebres. En Italia, la familia reza mientras la madre pone una figura del Niño Jesús (Bambino) en el pesebre. En todo el mundo se tocan campanas en momentos de júbilo. Pues ¿qué


momento más dichoso puede haber que aquel en que festejamos el mayor regalo que Dios hizo a la humanidad, Su único Hijo? En Noruega, la gente da comienzo a la celebración navideña tocando campanas a las 5 de la tarde el día de Nochebuena. Naturalmente, no podemos olvidar el árbol de Navidad. Si bien existen numerosas especulaciones en torno a cómo y cuando se consolidó el árbol como símbolo navideño, muchos creen que tuvo su origen en la Alemania medieval, en la que se empleaba un árbol decorado con manzanas rojas para representar el Paradeisbaum, o árbol del paraíso, en una obra sobre Adán y Eva que se ponía en escena durante la temporada navideña y que culminaba con la promesa de la venida del Salvador. El hecho de que se empleara un árbol de hoja perenne simbolizaba la vida eterna que Jesús promete a quienes creen en Él. Así como el árbol permanece verde a pesar del invierno, Cristo triunfó sobre la muerte.

En otras épocas, al llegar la temporada navideña los cristianos adornaban sus casas con acebo. Las hojas espinosas de ese árbol les recordaban la corona de espinos que llevó Cristo cuando fue crucificado; y sus frutos rojos, la sangre que derramó por nuestros pecados. Quizá la tradición navideña más extendida —la de hacer obsequios a los seres que uno ama— tenga su origen en los regalos que los sabios de Oriente hicieron a Jesús. Los sabios detectaron en los cielos una señal que indicaba el nacimiento del Mesías y fueron a adorarlo. Obsequiaron a su familia con oro, incienso y mirra. El oro simbolizaba Su realeza; el incienso, Su divinidad. Provenía de una resina aromática con la que se elaboraban incienso y perfumes para los reyes. El tercer obsequio, la mirra, era también una resina aromática con la que se elaboraba un ungüento para embalsamar a los muertos. Simbolizaba la humanidad de Jesús y el hecho de

que moriría por nosotros. Es decir, que el nacimiento, el martirio, la muerte y la gloria de Jesús fueron anunciados mediante los obsequios de aquellos sabios. En todo caso, ¿a qué obedecen todas esas tradiciones? Volvamos por un momento a aquella noche en que unos pastores apacentaban a sus rebaños en la ladera de un monte cercano a Belén. De golpe apareció una luz fulgurante, y unos ángeles anunciaron con cánticos el nacimiento de Cristo. Los pastores se emocionaron tanto que salieron corriendo a contar su experiencia a todo el que se les cruzara en el camino. Cabe imaginarse la dicha de María y José al sostener en sus brazos al Hijo de Dios. Aun hoy, todos cuantos abren su corazón para aceptar el amor de Dios encarnado en Jesús pueden experimentar esa misma dicha. Curtis Peter van Gorder es guionista y mimo. 1 Vive en Alemania. ■ 5


Joyce Suttin

¿POR QUÉ UN BEBÉ? Ahora que aparece nueva-

mente la Navidad en el horizonte me dio por preguntarme por qué envió Dios a Jesús a la Tierra en Belén encarnado en un bebé. Hemos referido el relato una y otra vez. Yo prácticamente me tengo memorizado el capítulo 2 de Lucas. María va montada a lomos del burro mientras José busca desesperado una posada, los pastores ven ángeles en el campo y los sabios de Oriente persiguen una estrella. Recuerdo haber hecho el papel de María o de ángel y hasta disfrazarme de rey mago cuando no había suficientes varones en mi clase de escuela dominical. Mientras recorro las tiendas voy balbuceando villancicos. Me los sé todos al dedillo. No obstante, hoy me dio por preguntarme por qué Dios envió a Jesús en condición de bebé a una madre tan joven y en situación tan embarazosa. Me intriga saber por qué habrá escogido Dios un establo y unos humildes pastores. Al fin y al cabo, ¡se trataba del Hijo Unigénito

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de Dios! Podría haber montado algún espectáculo. Todo el mundo habría presenciado Su venida, como dice la Biblia que sucederá a Su retorno. ¿Por qué, entonces, llego en forma de bebé, una frágil y desvalida criatura envuelta en paños y acostada en un pesebre? Las últimas semanas han sido difíciles. He sufrido episodios de migrañas e insomnio. Trato de presentarme lo mejor que puedo, pero estos últimos días me he sentido muy débil. No sabía cómo hacer frente a todo eso y cumplir con mis quehaceres más perentorios. Hoy me respondí mi propia pregunta. Me di cuenta por qué Dios optó por enviar a Jesús como lo hizo. La Biblia dice que fue tentado en todo como nosotros. Tal vez necesitaba experimentar lo que es ser débil y pequeño, tener que depender de los demás, llorar para pedir ayuda, molestarse porque la paja picaba y por el frío que hacía en la noche. Con todo, fue creciendo y preparándose para la tarea que Dios le había encomendado, que tampoco era

muy ilustre ni grandiosa a primera vista y culminaría con Su muerte en esa espantosa la cruz. Él decidió venir sabiendo lo que le tocaría vivir. Siendo humano podía identificarse con nosotros. Jesús accedió a convertirse en humano para poder comprender nuestra debilidad, nuestra pequeñez y nuestros momentos más incómodos. Eso es, en parte, lo que hace del relato algo tan bello y maravilloso. Ese es uno de los motivos por los que lo recreamos en iglesias y exhibimos nuestros pesebres y belenes. La humildad implícita de aquel acto —que el Hijo de Dios se encarnara en nuestra humanidad— es lo que lo hace milagroso. Aquella encarnación nos hace sentir el amor de Dios de forma muy singular. Joyce Suttin es docente jubilada y escritora. Vive en San Antonio, EE.UU. Se puede visitar su blog en https://joy4dailydevotionals .blogspot.com/. ■


María Fontaine

REFLEXIONES NAVIDEÑAS Hace poco dispuse de algo de

tiempo para relajarme a solas y en silencio. Decidí pasarlo frente a nuestro pequeño pesebre. Encendí unas velas y una lámpara muy pequeña y de fondo puse música instrumental de villancicos. Fue para mí una bendición hacerle un festejo así a Jesús y agradecerle por Su amor inexplicable, incomprensible, ilimitado. Alabarlo además porque, gracias al sacrificio que hizo por mí, mi vida y la de otras personas tomó el rumbo que tomó. Asimismo, es una oportunidad de orar por el pueblo de Dios en todo el planeta: muchos celebran en una situación de pobreza y hambre. Los pobres entienden las circunstancias de extrema pobreza en que nació Jesús. Ven a un Dios que los comprende, que pese a ser el Rey del universo se introdujo en carne humana a su cansino y lacerado mundo porque los ama y se interesa

por ellos. Nosotros, los que somos más favorecidos, también podemos identificarnos con ello. El recién nacido Cristo acogió igualmente a los reyes magos, ya que a todos los que se acercan, Dios los recibe con los brazos abiertos. Cuando nos damos un tiempo para meditar en lo que Jesús tuvo que renunciar y en lo que hizo por nosotros, el asombro que nos produce puede quedar grabado a fuego en nuestro corazón y motivarnos a alabar a Dios por habernos hecho Suyos en tantos sentidos y habernos infundido nueva vida. Todos los que estuvieron presentes en aquella primera Navidad fueron atraídos hasta el lado de nuestro Señor por medio de señales sobrenaturales concertadas desde el Cielo. Aunque los reyes magos no estuvieron ahí al mismo tiempo que los pastores, al incluirlos en el pesebre se crea un bello cuadro arquetípico, simbólico de que todos, ricos y pobres, le rinden

homenaje al Rey del Universo. Aquel bebé, considerado simplemente como el primogénito de María por la gente de la época, era en realidad Dios hecho carne, el mismo ayer, hoy y por los siglos. Vino a la Tierra para dar vigor a los pobres, ayuda a los necesitados y afligidos y ofrecernos un resguardo de la tormenta. En medio de tanta agitación y confusión, Jesús vino a traer paz. En medio de tanto dolor, vino a traer curación. En medio de tanta desesperación, vino a traer esperanza. Es nuestro mejor Amigo, nuestro Salvador, nuestro Modelo, nuestro Maestro, nuestro Libertador, nuestro Refugio y nuestro Dios. María Fontaine dirige juntamente con su esposo, Peter Amsterdam, el movimiento cristiano La Familia Internacional. Adaptación del artículo original. ■ 7


Phillip Lynch

CAVILACIONES SOBRE LOS REYES MAGOS

1. V. Mateo 2:1–12 2. Mateo 2:11 3. V. Lucas 2:21 4. Lucas 2:22-24 5. V. Lucas 2:8–13 6. V. Mateo 2:13,19-20 8

Una parte de la historia de la Natividad que siempre me ha resultado particularmente fascinante es la visita de los reyes magos. Mateo es el único Evangelio que alude a aquellos misteriosos hombres, popularmente llamados reyes, pero que la Escritura denomina magos o sabios y describe los obsequios que llevaban consigo: oro, incienso y mirra.1 Nos dice Mateo que vinieron de Oriente, un término muy amplio. Podrían haber procedido de una región tan cercana como Mesopotamia o de lugares tan lejanos como las tierras que hoy constituyen la India o Asia Central. La creencia generalizada es que provenían de Persia, que era entonces parte del Imperio Parto, un implacable enemigo de Roma. ¿Les habría llevado dos años viajar desde Persia a Jerusalén?


Una caravana de camellos viajando en línea recta haría el trayecto en unos 25 días. Es de suponer que se desplazaban con bastante lentitud o que dieron un rodeo en su ruta, o bien que pasó un tiempo bastante largo antes que emprendieran viaje. Presumo que fue una combinación de los tres factores, eso sin mencionar la necesidad de cruzar una frontera hostil entre imperios que estaban periódicamente en guerra. Si bien los magos persas eran conocidos por su afición a estudiar las estrellas, me pregunto cómo sabían que el astro que avistaron señalaba el nacimiento del «rey de los judíos». En ningún pasaje de los libros sagrados hebreos figura que aquel rey elegido sería anunciado por una estrella nueva. ¿Había acaso alguna evocación de ello en las propias tradiciones de los magos? ¿Qué aureola tenía para ellos el nacimiento de un rey en un pequeño reino enemigo al oeste de su tierra, a tal punto que se sintieron obligados a embarcarse en un largo y peligroso viaje para verlo? ¿Qué conocimientos secretos poseían aquellos sabios? Mateo nos dice que vieron a María y al niño «en la casa»,2 no en un establo como se describe comúnmente. Lucas también nos revela que desde el nacimiento de Jesús, María y José llevaban una vida normal: Cuando Jesús tenía ocho días lo llevaron para circuncidarlo.3 Al cumplir 40 días lo llevaron al templo de Jerusalén para dedicarlo a Dios y ofrecer el acostumbrado sacrificio ritual para la purificación de María después del parto.4 ¿Y qué hay de la estrella? No

exagero si digo que casi todos los años leo alguna nota sobre personas que estudian minuciosamente los datos astronómicos de la época del nacimiento de Cristo con el ánimo de localizar un cometa, una supernova o algún otro fenómeno astral que podría corresponder con la estrella de la Natividad. Dudo que alguna vez se encuentre uno, ya que esa estrella era diferente a cualquier otro cuerpo celeste que haya existido. Mateo nos dice que los sabios la habían avistado desde su punto de observación en oriente y que descifraron su significado. Pero luego pareciera que no la volvieron a ver hasta después de encaminarse de Jerusalén hacia Belén, población situada a poco más de una hora de trayecto en camello. Mientras los reyes magos se acercaban a Belén, la estrella reapareció «hasta que llegando, se detuvo sobre donde estaba el niño». ¿Qué otra estrella aparece de repente y se detiene sobre una casa? ¿Será que después de todo no se trataba de una estrella? El Evangelio de Lucas nos dice que una luz muy brillante apareció en el cielo la noche del nacimiento de Cristo.5 ¿Será que aquella «multitud de las huestes celestiales» iluminó con tanta intensidad el cielo nocturno que aquellos sabios astrónomos la confundieron con un flamante cuerpo celeste? Lucas dice que después que el coro celestial terminó de cantar se elevó hacia el cielo. No olvidemos que los magos afirmaron haber visto a la estrella ascender. ¿Pudo haber sido aquel el resplandor que apareció sobre la casa de María y José? ¿Por qué no? Por lo

que sabemos, aquel matrimonio era visitado con frecuencia por ángeles.6 Por último, se hace mención a unos obsequios. El hecho de que eran tres dio origen a la tradición de que fueron tres los magos que vinieron a adorar al niño. La verdad es que pueden haber sido apenas dos, o un número indeterminado... tal vez muchos. Entiendo el motivo por el que le regalaron oro, pero ¿por qué el incienso y la mirra? Esas dos sustancias resinosas eran más caras por unidad de peso que el oro y se obtenían a partir de árboles cultivados, entre otros lugares, en lo que hoy es Yemen. Los judíos preparaban con incienso y mirra la mezcla de resinas y hierbas que ardían sobre el altar reservado para tal efecto en el templo. Para Dios, aquella mezcla era de tal trascendencia que cualquier judío que empleara la misma receta y la quemara en su casa había de ser exiliado. Es, desde luego, premonitorio que el incienso utilizado para rendir culto a Dios en el templo fuera ofrecido por los magos en prenda de adoración. No sé muy bien qué uso podrían haberles dado a esas esencias María y José. Tal vez las vendieron en Egipto para cubrir sus gastos de subsistencia. De algún modo tenían que solventar su estadía. En todo caso, los magos llegaron, adoraron y, advertidos por Dios de que Herodes pretendía matar a Jesús, retornaron a su país por otra ruta. Phillip Lynch es novelista y comentarista de temas espirituales y escatológicos. Vive en Canadá. ■ 9


Uno tras otro los

reclusos fueron entrando en el pequeño auditorio. Todos iban con el mismo uniforme gris y el mismo corte de pelo; pero cada uno llevaba escrita en su rostro su propia historia, las circunstancias que lo habían llevado allí.

LIBRE AL FIN Li Shuping Sichrovsky

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—Estoy haciendo diligencias para que los delincuentes más encallecidos y peligrosos vean la presentación que van a hacer ustedes —nos había dicho el encargado de la cárcel—. Muchos jamás saldrán en libertad. Son los que más necesitan el mensaje que ustedes vienen a dar. Faltaban tres días para Navidad. Después de pasar por diversas puertas y puestos de control de aquella cárcel de máxima seguridad, nuestros hijos estaban listos para actuar y dirigir la palabra a los presos. Uno de los reos me llamó particularmente la atención. Fue el último en entrar y parecía el de más edad. Andaba con paso vacilante y tenía el cabello canoso. Pensé: ¿Qué hace aquí un viejito como él? —Mamá, ¿viste a ese anciano de allá atrás? —preguntó mi hijo—. Tendrías que hablar con él. Pensé: Sí, pero ¿cómo? No teníamos permiso para acercarnos a los reclusos. Oré: Señor, dame la oportunidad. Los niños se lucieron en la función. Fue maravilloso ver aquellos rostros huraños irradiando sonrisas. Los hombres hacían gestos de aprobación, se tomaron a pecho el


mensaje de los relatos que escucharon y al final inclinaron la cabeza para rezar con nosotros. Muchos se conmovieron hasta las lágrimas. Después de las últimas reverencias, saludos navideños y despedidas, la larga fila de reclusos vestidos de gris se puso de nuevo en movimiento, esta vez para regresar al pabellón. Me dirigí rápidamente a la parte de atrás de la sala para hablar con el anciano. Sabía que dentro de unos

momentos se pondría en la fila con los otros internos. Nos miramos a los ojos como si me hubiera estado esperando. —Tiene unos niños encantadores —dijo felicitándome—. Reflejan mucho amor, mucha alegría. Cuando su hija cantó el salmo 23, no pude evitar que se me saltaran las lágrimas Tengo 68 años y en un tiempo fui cristiano. Conozco ese salmo. Con voz ronca comenzó a cantar en su dialecto vernáculo: —El Señor es mi pastor, nada me faltará... Los ojos se le pusieron rojos y llorosos, y no logró terminar la frase. —Hice algo terrible. Por eso estoy aquí —me explicó en un susurro. Yo también estaba a punto de llorar. Poniéndole la mano en el hombro, le dije: —Dios lo ama, y Su amor es eterno. Jesús ya lo ha perdonado, y siempre lo amará. Eso fue todo lo que acerté a decir en aquel instante; pero esa sencilla verdad le caló hondo. Se le dibujó una sonrisa en el rostro bañado en lágrimas y se irguió, como si se hubiera quitado un gran peso de encima. —Gracias por recordármelo —me contestó. Había llegado el momento de que se integrara a la fila de reclusos. Cuando iba a torcer la esquina, hizo un ademán para despedirse y desapareció.

Aunque sus pecados sean como la grana, como la nieve serán emblanquecidos. Aunque sean rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana. Isaías 1:18 Si aún no has hallado la puerta a la vida eterna, el amor y la liberación de toda culpa o remordimiento por errores del pasado, están a tu alcance ahora mismo repitiendo la siguiente oración: Jesús, gracias por haber venido a mi mundo para conducirme de regreso al Tuyo y poder así estar contigo en el Cielo para siempre. Te recibo ahora como mi Salvador y te ruego que me perdones todos mis fallos y acciones erradas. Deseo experimentar Tu amor y consuelo ahora y para siempre. Amén.

Al regresar a casa en el auto, pensé: Ese hombre cometió un delito grave y sin duda le hizo daño a otros; pero igual Dios quería recordarle que lo ama y lo perdona. Me pregunto cuántas personas andan por el mundo como aquel hombre, aprisionadas por sentimientos de culpabilidad y remordimientos por sus errores y malas acciones. Se recriminan por algún delito de comisión o de omisión. Sin embargo, bastan unas sencillas palabras que les recuerden el amor incondicional y eterno de Dios, Su misericordia y perdón, para devolverles la esperanza y arrojar luz en los rincones más oscuros de su corazón apesadumbrado. Li Shuping Sichrovsky es misionera y consejera cristiana. Vive en Taiwán. ■ 11


Keith Phillips

UNA NAVIDAD DIFERENTE Para muchos millones de

nosotros este año ha sido distinto de cualquiera que hemos tenido. Desde la Segunda Guerra Mundial una proporción tan grande de la población no se veía afectada por la misma crisis. Quienes no han sido golpeados duramente por el virus y la recesión económica internacional están rodeados por personas que sí se han visto muy afectadas. Los fabricantes, mayoristas y comerciantes cuyo resultado económico anual depende de sus ventas navideñas dudan de si la temporada dará para compensar sus pérdidas anteriores. La gente que ha perdido sus negocios se angustia por su familia y la de quienes eran sus empleados. Muchos padres desempleados se preguntan qué Navidad podrán darles a sus hijos. Sin duda, esta Navidad será diferente para muchos, aunque eso no quiere decir que no pueda ser buena. La adversidad tiene su forma de sacar a relucir lo mejor de la gente, igual que la Navidad. Combinando ambas cosas, se nos presenta una linda oportunidad.

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Es una oportunidad para ordenar un poco las cosas, separar lo que de verdad importa de las cuestiones menores que en el trajín de todos los días lo desplazan del lugar que le corresponde, sobre todo en temporada navideña. Es la ocasión ideal de poner el foco en el verdadero motivo de la celebración, lejos del comercialismo que se ha apoderado de la Navidad. Es una oportunidad de expresar de distintos modos el amor que abrigamos por nuestros seres queridos y demostrar compasión para con otros menos afortunados que nosotros, de los cuales siempre hay muchos. Aunque materialmente tal vez no podamos dar en la misma medida que otros años, algo es casi seguro: cualquier cosa que ofrezcamos será apreciada como nunca. Keith Phillips fue jefe de redacción de la revista Activated, la versión en inglés de Conéctate, durante 14 años, entre 1999 y 2013. Hoy él y su esposa Caryn ayudan a personas sin hogar en los EE.UU. ■

NAV

I DA D P O R TO DA S PA R T E S

Adaptación de un texto de Anna May Nielson En el mundo cunden los sonidos de la Navidad. Si escuchas con los oídos externos, oirás villancicos, campanillas, risas y de cuando en cuando un llanto de soledad. En cambio, si escuchas con los oídos internos, oirás las ráfagas de las alas de ángeles, la expectante quietud interior y el sonido sagrado del más profundo silencio, el susurro vibrante de la Palabra eterna. El mundo se llena de escenas navideñas. Si miras con los ojos externos verás arbolitos brillantemente decorados, estrellas de oropel, velas encendidas y un nacimiento. En cambio, si miras con los ojos internos verás la estrella de Belén en tu propio corazón.


QUÉ REGALAR EN TIEMPOS DE ESTRECHEZ Dar más gastando menos

Tiempo. Te sorprendería cuántas

personas a las que piensas agasajar con un regalo preferirían una tarde en tu compañía que un artículo envuelto en papel.

Notas de cariño y agradecimiento. En vez de comprar

tarjetas navideñas llenas de clichés, escribe notitas de tu puño y letra en las que hagas saber a tus cercanos por qué les tienes tanto afecto. Emplea en eso el tiempo que normalmente dedicarías a buscar regalos. Vales. Entrega vales en los que te comprometas a hacer una reparación o una tarea de limpieza, cuidar a los niños, enseñar un oficio o arte o prestar algún otro servicio. Regalos caseros. Al intercambiar obsequios en la oficina o en tu círculo social, propón que todos traigan regalos hechos por ellos mismos o galletas caseras en vez de artículos costosos comprados en tienda. Compartir a tus hijos. Graba a tus hijos cantando villancicos, leyendo cuentos o relatando lo que han hecho recientemente y envía las grabaciones a sus abuelos y otros familiares que no podrán pasar la

Navidad con ellos. Otra opción es enmarcar los mejores dibujos de los pequeños y mandárselos.

Abrir las puertas de tu casa. ¿Conoces a un estudiante que

no puede costearse el viaje para visitar a sus padres en Navidad o a alguien que no tiene familia en la ciudad? Invítalo a pasar las navidades contigo.

Cooperar con el barrio.

Hacer las compras navideñas en tiendas y negocios de tu barrio que estén pasando apuros por efecto de la crisis económica puede ser beneficioso por partida doble: se favorecen tanto el que recibe el regalo como el dueño del negocio.

Ofrecerse de voluntario en un albergue o institución benéfica. Regala a otros

una Navidad entrañable compartiendo la tuya con ellos. Si haces un voluntariado con tu familia o grupo de amigos, de paso estrecharás los vínculos con ellos y será una experiencia inolvidable. Renuncia a tus regalos. En lugar de intercambiar obsequios con tus familiares, ponte de acuerdo con ellos para dárselos a una familia pobre

del vecindario. Las instituciones benéficas pueden ayudarte a ubicar un hogar necesitado. Lleva a tus hijos de compras y ayúdalos a escoger regalos navideños para los niños desfavorecidos. Otra opción es reunir el dinero que normalmente gastarían en regalos para ustedes y emplearlo para aliviar un poco la pobreza de países en vías de desarrollo. Un regalo navideño que sea un buen detalle no tiene por qué ser costoso ni requerir horas de búsqueda en un atestado centro comercial. Lo único que necesitas es un gran corazón y un poco de imaginación. Linda King Si en lugar de una joya o siquiera una flor, hiciéramos a un amigo el obsequio de un pensamiento amable, sería obsequiar como lo hacen los ángeles. George MacDonald (1824–1905) La Navidad es más Navidad que nunca cuando la celebramos llevando la luz del amor a quienes más la necesitan. Ruth Carter Stapleton (1929–1983) ■ 13


PAZ Y BUENA VOLUNTAD Li Lian

La noche del nacimiento de

Cristo unos ángeles se aparecieron a los pastores que velaban por sus rebaños. «Gloria a Dios en las alturas —proclamaron—, y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres». Hoy en día muchos tal vez consideramos la paz y buena voluntad virtudes un tanto abstractas. Sin embargo, son el ingrediente secreto que da sentido a las tradiciones navideñas. ¿Cabe imaginar una cena de Navidad, con toda su esplendidez, en medio de una ácida discusión familiar? ¿O recibir un costoso regalo de Navidad con una nota pidiendo el equivalente en devolución de atenciones? Por más que una tradición navideña se arrastre desde hace siglos, la paz y la buena voluntad que la mantienen viva es lo que más valor tiene. Al enfrentarnos a fechas perentorias, a situaciones cada vez más estresantes, conflictos entre compañeros de trabajo, malestares económicos, discusiones familiares y turbación interna, ¿dónde hallamos la tan ansiada paz y buena voluntad?

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Si bien los momentos de distensión y recreación pueden ofrecernos alivio temporal, ¿dónde encontramos verdadera paz interior y buena voluntad duraderas que no dependan de ciertos sucesos o de circunstancias externas? La gente de la época en que nació Jesús tal vez haya enfrentado situaciones similares. No es difícil imaginarse que en una ladera solitaria varios pastores desharrapados que vigilaban a sus rebaños pudieran haber estado abismados pensando en su situación —su pobreza, las inclemencias del tiempo, la amenaza de depredadores, enfermedades de sus hijos, la baja estima de que gozaban en la sociedad— y si podían siquiera albergar esperanzas de un futuro mejor. La luz que alumbró el Cielo aquella noche les develó la respuesta. El triunfante mensaje de paz y buena voluntad que les trajeron los ángeles no solo era para ellos; también estaba destinado a nosotros en la actualidad. Por medio de Jesús —el Príncipe de Paz— podemos hallar paz interior… una paz que nos permite mantener la calma en medio de circunstancias

difíciles en este mundo voluble… una paz que proviene de saber que contamos con Alguien que siempre está a nuestro lado, que nos ama, nos alienta y nos guía en el derrotero singular de nuestra vida. Amando a Jesús y conectándonos con Él hallamos buena voluntad. Buena voluntad entre nosotros y Dios. Buena voluntad que nos impulsa a darnos a los demás. Cuando la buena voluntad que tenemos en el corazón se combina con acciones prácticas, la gente con la que interactuamos tiene ocasión de percibir el amor y desvelo de Jesús. El amor de Jesús y la paz y buena voluntad que Él nos brinda son la esencia misma de la Navidad y lo que otorga sentido esta. Sin ello, ningún otro presente perfectamente envuelto significaría mucho. Li Lian es una profesional licenciada en tecnología de la información y trabaja como administradora de sistemas de una organización humanitaria de África. ■


Marie Alvero

REINICIO NAVIDENO La Navidad pasada apenas llevaba unos meses en mi nuevo empleo. Mi nueva oficina quedaba a una hora de la casa. El horario de trabajo era de las 14:00 a las 23:00, y trabajaba los sábados. Siempre andaba exhausta y en disonancia con mis allegados. Para colmo me tocó trabajar el día de Navidad. Me sentía culpable de no poder brindar a mi familia, iglesia y vecinos la misma atención de siempre. Generalmente planeo y organizo algunas actividades sociales o benéficas, en la iglesia ayudo con la divulgación del mensaje navideño y hago un sinfín de cosas relativas a la Navidad con familiares y amigos. El año pasado, empero, me dio la impresión de que estaba en un universo paralelo: los demás vivían la Navidad de una manera y yo de otra completamente diferente. ¿Alguna vez te ha tocado una Navidad que no guardaba ninguna 1. Lucas 2:10,11

semejanza con las de años anteriores? ¿Te sentiste, al igual que yo, un poco desconectado? Por lo general me sumerjo tanto apoyando todos los eventos y actividades que termino completamente enfrascada en ello. Igual que cuando un niño sacia su apetito con galletas justo antes de cenar, yo me lleno de tal cosa navideña y de tal otra, a tal punto que Jesús acaba relegado. Salvo el año pasado. Ese año fue todo lo contrario. No decoré nada. No cociné nada. Casi no hice compras ni recibí visitas en casa. Sin embargo, sí que recé y reflexioné mucho en mis largos viajes al trabajo. Dejé de lado mis expectativas para la temporada. Nació Jesús. Eso es un hecho, independientemente de cómo pueda celebrarlo. Al aparecerse el ángel a los pastores la noche que Dios vino al mundo, les dijo: «Les doy buenas noticias de gran gozo que serán para todo el pueblo: que hoy, en la ciudad de David, les ha nacido un Salvador, que es Cristo el Señor.1

Aunque el 25 de diciembre pinte como que cualquier otro día, Jesús vino de todos modos. La salvación y la posibilidad de forjar una relación con Él aún están a nuestro alcance gratuitamente. Su presencia es real todos los días. Presiento que mis navidades de ahora en más habrán experimentado un reinicio. Ha tenido lugar un cambio de prioridades que tal vez no se habría producido de ninguna otra manera. Sinceramente es muy liberador mirar la Navidad sin la presión de guardar tradiciones o sin ganas de que iguale o hasta supere otras que he tenido. No necesita de un espectáculo previo para ser gloriosa. Celébrala con la grandiosidad o con la modestia que quieras. Nada cambia el hecho de que nos ha nacido un Salvador. Marie Alvero ha sido misionera en África y México. Lleva una vida plena y activa en compañía de su esposo y sus hijos en la región central de Texas, EE. UU. ■ 15


De Jesús, con cariño

MI REGALO PARA TI

Amor... ese es el regalo singular que tengo para ti. Un amor sin límites. Un amor que no te juzga por el color de tu piel, tu aspecto físico o tu manera de hablar. Un amor generoso. Un amor que comparte, que se interesa por los demás. Un amor vibrante, cálido y bondadoso. Un amor incondicional y eterno. Un amor paciente en un mundo intolerante. Un amor que comprende esas interioridades y necesidades tuyas que no captan los demás. Un amor tierno y gentil en un entorno en el que imperan la frialdad y la dureza de corazón. Un amor que te consuela en tu dolor y tu soledad. Un amor que te tiende la mano cuando atraviesas un mal momento. Un amor alegre y risueño. Un amor que te infunde paz en tiempos

tormentosos. Un amor que siempre da con una solución. Siempre podrás contar con Mi amor, en cualquier lugar, en todo momento, de día y de noche. Mi amor descenderá al más profundo abismo para salvarte, irá a cualquier extremo para rescatarte. No se detiene ante nada, se entrega incansablemente. Mi amor te infundirá paz interior cuando algo te perturbe, te dará reposo cuando te invada el cansancio, fuerzas cuando te sientas incapaz de continuar. Mi amor aplacará tus temores y te dará valor cuando te asalte la desesperación. Mi amor puede sanar tu cuerpo doliente y aliviar tus penas y sufrimientos. Mi amor calmará tu desasosiego y tu mente atribulada. Te traerá paz en medio de la tensión, las preocupaciones y el estrés.


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