CAMBIA TU MUNDO CAMBIANDO TU VIDA
Año 22 • Número 6
LOS ARBOLISTAS Labrar el cambio, pimpollo por pimpollo
Sin lamentos
Un hombre que supo vivir
Tu pequeña luz ¡Que brille!
Año 22, número 6
A NUESTROS AMIGOS
paso a paso
Un conocido relato describe a un hombre que deambulaba por una playa al atardecer. A cierta distancia observó que un jovencito se agachaba para recoger algo, que luego arrojaba al agua. Acercándose, el hombre logró distinguir que el chico recogía estrellas de mar varadas en la arena y las devolvía con ímpetu al agua. El hombre preguntó al muchacho qué hacía. —Estoy arrojando estas estrellas de mar al agua para que no mueran en la arena. —Pero si hay miles en esta playa y esto mismo se repite en litorales de todo el mundo. No servirá de nada. Sonriendo, el chiquillo se agachó, recogió otra estrella y mientras la lanzaba al mar respondió: —A esa le sirvió. Con el mundo plagado de problemas de proporciones inimaginables es fácil deducir que nuestro guijarro lanzado a ese caótico océano no servirá de nada. No obstante, todo lo que hacemos, por insignificante que parezca, produce una onda expansiva y tiene un efecto positivo en la vida de las personas con quienes nos cruzamos en el camino, así como en la de otras que se toparán con ellas en el camino. Lo bueno es que el proceso no es tan complicado como pensamos. Todo se reduce a una simple regla: la Ley del Amor, que Jesús definió como amar a Dios por encima de todo y tratar a otros como queremos que nos traten a nosotros.1 Si medimos nuestros actos con una vara muy exigente pensando que hay que enderezar todos los entuertos del mundo, nos veremos superados y la tarea resultará imposible. En cambio, si expresamos la enseñanza de Jesús en términos llanos y de todos los días, y abordamos una decisión, un acto, una conversación o un gesto de bondad a la vez, de pronto la tarea no se pinta tan espinosa.
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Gabriel García V. Director
2015 (RVA-2015), © Casa Bautista de
1. Véase Mateo 22:37-40; 7:12
Utilizados con permiso.
de la versión Reina-Varela Actualizada Publicaciones/Editorial Mundo Hispano.
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Elsa Sichrovsky
UN CONDUCTO Entré despacito a mi clase de
conversación en japonés y me senté cansinamente en mi puesto habitual. La fatiga y sobrecarga mental se hacían sentir aquel último semestre lectivo. Al acercarse la graduación, interiormente me abrumaba la idea de tener que salir a buscar empleo y terminar al mismo tiempo la fase final de mis estudios. Además, de todas las materias, aquella era la peor. Me resultaba pesadísimo retorcer la lengua durante 3 horas para lograr las cadencias de conversación en un idioma distinto del mío. Después de leer el diálogo con mi compañera a los trompicones, me sorprendió oír detrás de mí a una chica que leía el diálogo sola. Polly se había sentado detrás de mí todo el semestre, pero no sé por qué nunca habíamos hablado. Eché una mirada por sobre mi hombro y vi que le faltaba su interlocutora. Mientras la escuchaba lidiando con un extenso
diálogo, me daba espanto verme en su lugar. —¿Cómo puede una persona sola cantar a duo? —dijo la profesora en tono de broma—. Polly búscate un compañero con quien hacer el próximo diálogo. Le susurré: —¿Quieres leer el diálogo conmigo? A Polly se le iluminaron los ojos. —Sí, gracias —me dijo en voz baja. Leímos el siguiente diálogo juntas y al terminar, Polly volvió a agradecerme. Puse nuevamente atención a las explicaciones de la profesora sobre patrones de diálogo informal en japonés y mi intercambio con Polly quedó archivado. Finalmente tocó la campana, y mientras yo guardaba mi libro y mis notas, Polly se inclinó hacia adelante y me puso un papelito amarillo en la mano. Ya fuera del aula, lo abrí y decía:
«Querida Elsa, gracias por leer el diálogo conmigo hoy. Te deseo una feliz graduación. Sé que puedes lograrlo.» Aunque casi no había hablado nada con aquella compañera, en respuesta a mi pequeño gesto se había tomado el tiempo de darme aliento por medio de esa nota. Sentí que Dios quería hacerme saber que no estaba sola y que Él me estaba cuidando hasta en las minucias de mi vida. Ahora, cuando yo sea objeto de un gesto de bondad, me tomaré el tiempo para demostrar mi agradecimiento, tal como lo hizo Polly. Espero estar atenta a esos momentos que se presentan todos los días en los que pueda ser un conducto del amor de Dios para los demás. Elsa Sichrovsky es escritora. Vive con su familia en Taiwán. ■ 3
Peter Amsterdam
AMABILIDAD Y BONDAD Cuando el apóstol Pablo
escribió sobre llevar una vida que esté en armonía con Dios, enumeró lo que llamó «las obras de la carne», entre las que figuran las enemistades, los pleitos, los celos, los arranques de ira y la envidia.1 Prosiguió diciendo que el fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio. No hay ley que condene estas cosas.2 El fruto del Espíritu es la acción del Espíritu Santo dentro de nosotros, que nos lleva a adquirir una mayor cercanía y devoción a Dios y una mayor semejanza con Cristo. Dentro de esta lista encontramos dos aspectos del fruto del Espíritu que van mano a mano: la amabilidad y la bondad. Al leer lo que dice la Escritura de estas dos cualidades, encontramos que a ambas se las califica de atributos de la naturaleza divina.
Bueno y recto es el Señor.3 Cuando se manifestaron la bondad y el amor de Dios nuestro Salvador, Él nos salvó, no por nuestras propias obras de justicia, sino por Su misericordia.4 Dado que Dios es amable y bueno, y nos ha demostrado Su amabilidad y bondad mediante la muerte sacrificial de Jesús para expiar la culpa de nuestro pecado, se nos insta a ser también amables y buenos con los demás.
1. V. Gálatas 5:19-21
7. Lucas 6:35 (TLA)
2. Gálatas 5:22,23
8. V. 2 Corintios 5:17
3. Salmo 25:8 (NBLH)
9. Filipenses 2:4
4. Tito 3:4,5 (NVI)
10. Kelly Minter, The Fitting Room
5. Efesios 4:32 (NVI)
(Colorado Springs: David C. Cook,
6. Jerry Bridges, The Practice of Godliness
2011), 139.
(Colorado Springs: Navpress, 2010), 215. 4
Sean bondadosos y compasivos unos con otros, y perdónense mutuamente, así como Dios los perdonó a ustedes en Cristo.5 La amabilidad o benevolencia y la bondad tienen un vínculo estrecho. Con frecuencia estos términos son intercambiables y se usan indistintamente. Expresan el deseo de satisfacer las necesidades de los demás. Jerry Bridges escribió: La benevolencia implica desear sinceramente la felicidad de los demás; la bondad es la actividad calculada para promover esa felicidad. [...] La bondad es benevolencia en acción: de palabra y de obra.6 No hay que demostrar amabilidad y bondad exclusivamente a las personas que amamos, sino a todos,
incluso a quien quizá consideremos un rival o un enemigo, ya que al hacerlo imitamos la amabilidad de Dios. Jesús lo expresó muy claramente cuando dijo: Amen a sus enemigos, hagan el bien y presten sin esperar nada a cambio. Si lo hacen, el Dios altísimo les dará un gran premio, y serán Sus hijos. Dios es bueno hasta con la gente mala y desagradecida.7 Claro que por naturaleza tenemos mayor inclinación a mostrarnos amables con quienes conocemos y estamos más estrechamente relacionados; no obstante, el llamado es a cultivar un temperamento amable y bueno de tal manera que seamos sensibles a los demás y realicemos de buena gana actos que manifiesten amor.
Los creyentes somos nuevas criaturas en Cristo8, transformadas por el Espíritu Santo y llamadas a hacer el bien por dondequiera que vayamos, como lo hizo Jesús. Él se consagró al bienestar de la humanidad y llevó a la práctica dicha consagración mediante actos de amor y compasión que exhibían amabilidad, bondad e interés por los demás. La amabilidad y la bondad con frecuencia se manifiestan a gran escala cuando se produce una situación de urgencia o de gran penuria que lleva a la gente —tanto cristiana como no cristiana— a tender la mano para ayudar a otros. Muchos colaboramos en situaciones críticas, lo que desde luego demuestra bondad y amabilidad. Sin embargo, el concepto bíblico de este fruto del Espíritu trasciende esos casos. Supone una transformación, trocar nuestra propensión natural a velar por nuestros propios intereses, ser egoístas y preocuparnos de nuestras propias necesidades, a cambio de una naturaleza de carácter divino, influida por el Espíritu Santo, consciente de las necesidades ajenas y dispuesta a hacer algo para subsanarlas. Representa una transformación de tal índole que nos infunde un profundo deseo de reflejar a Cristo. Mostrarse amable y bondadoso con los demás debiera ser un hecho cotidiano, no solo ponerse esporádicamente a la altura de las circunstancias y hacer algo fuera de lo corriente o un acto heroico. La mayoría de las oportunidades de expresar amabilidad haciendo el bien por los demás se presentan en actividades comunes y corrientes del diario vivir.
La Escritura enseña que no solo debemos velar por nuestros propios intereses, sino también por los intereses ajenos.9 Para ello es menester luchar contra nuestro egoísmo innato y obrar con determinación en sentidos que vayan contra nuestra naturaleza humana. La mayor parte de las cosas que hacemos con el ánimo de parecernos más a Cristo van a contrapelo de nuestra naturaleza humana. Esmerarnos por lograr una mayor similitud con Jesús exige cambios en nuestro corazón, pensamiento y acciones; no obstante, esos cambios deben estar cimentados profundamente en nuestro corazón. El autor Kelly Minter escribió: He tomado conciencia del papel fundamental que desempeña el corazón en todas [las virtudes]. No hay absolutamente ninguna posibilidad de disociar el corazón de mis actos, sobre todo en lo tocante a las características de Jesús. Si mi corazón rebosa orgullo y arrogancia, no demostraré misericordia y paciencia a la gente que vaya encontrando en mi camino. Cuando mi corazón está atado por los celos y la ira, la amabilidad y el perdón no fluirán libremente en mi vida. Lo contrario también rige: cuando Dios ha enternecido nuestro corazón, nos ha enseñado humildad y nos ha puesto en consonancia con Su Espíritu, inevitablemente rebosamos bondad, gozo y amor.10 ¿En qué se caracterizan la amabilidad y la bondad? En el modo de expresarnos; cuando las palabras que pronunciamos contienen una buena dosis de amor y preocupación por los demás; cuando escuchamos 5
detenidamente a la gente prestándole plena atención en circunstancias en que quizá preferiríamos estar haciendo otra cosa. Reconocemos estas virtudes en personas abnegadas que son generosas con sus recursos, su tiempo o su atención frente a otros seres humanos que tienen carencias. Significan demostrar genuino interés y consideración por el prójimo. Ponen la otra mejilla cuando alguien nos agravia. Nos ayudan a refrenar la lengua cuando alguien ha dicho algo hiriente o insultante. No buscan vengarse, sino perdonar. Tanto la amabilidad como la bondad nacen de un corazón que engloba amor, compasión y misericordia. La gente amable no chismorrea. No defrauda la confianza. Despliega paciencia. No es egocéntrica. No pierde fácilmente los estribos ni es explosiva. No habla continuamente de sí misma ni pretende ser siempre el foco de atención. No es mezquina.11 11. Ibídem., 137. 12. Mateo 25:34–40 (NVI) 6
A los que deseamos ser imitadores de Cristo se nos insta a sacrificar nuestra vida por los demás. Eso supone dedicar tiempo a los demás, por ejemplo a nuestro cónyuge, hijos y seres queridos, y así hacerlos sentirse amados y apreciados. Puede traducirse en sencillos actos como lavar la vajilla o jugar con los niños para que nuestra esposa tenga un descanso. También significa portarse bien con personas ajenas a nuestra familia o círculo de amistades; ser amables colaborando con los necesitados, aun cuando ello exija un sacrificio; decirle una palabra gentil a alguien, aun cuando nosotros mismos estemos pasando por un momento difícil. Y así, existen numerosas formas de expresar amabilidad a nuestros congéneres. La amabilidad entraña pronunciar palabras amorosas y realizar actos de atención al prójimo. Es tener un corazón compasivo y traducir esa compasión y ese amor en hechos. Todos tenemos oportunidades de ser amables con los demás en el transcurso del día. Podemos ofrecer una palabra amable, prestar una mano
solidaria, realizar un acto —quizás uno que pase inadvertido— con el objeto de actuar con amor, de hacer la vida un poco más placentera a otras personas. Naturalmente que nos costará tiempo y esfuerzos y a veces hasta tendrá un costo económico, pero el sacrificio —qué duda cabe— vale la pena, toda vez que refleja a los demás el amor de Jesús y además es del agrado del Señor. En este pasaje sobre el día del juicio venidero, Jesús nos dio una idea de la alta estima en que Dios tiene la amabilidad y la bondad: Entonces dirá el Rey a los que estén a Su derecha: «Vengan ustedes, a quienes Mi Padre ha bendecido; reciban su herencia, el reino preparado para ustedes desde la creación del mundo. Porque tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; fui forastero, y me dieron alojamiento; necesité ropa, y me vistieron; estuve enfermo, y me atendieron; estuve en la cárcel, y me visitaron». Y le contestarán los justos: «Señor, ¿cuándo te vimos hambriento y te alimentamos, o sediento y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos como forastero y te dimos alojamiento, o necesitado de ropa y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y te visitamos?» El Rey les responderá: «Les aseguro que todo lo que hicieron por uno de Mis hermanos, aun por el más pequeño, lo hicieron por Mí».12 Peter Amsterdam dirige juntamente con su esposa, María Fontaine, el movimiento cristiano La Familia Internacional. Esta es una adaptación del artículo original. ■
Reflexiones
LA BONDAD La bondad es el lenguaje que los sordos oyen y los ciegos ven. Mark Twain (1835–1910)
que un día alguien quizás hará lo mismo por ti. Princesa Diana de Gales (1961-1997)
Si haces el bien para que te lo agradezcan, mercader eres, no bienhechor; codicioso, no caritativo. Francisco de Quevedo (1580-1645)
El amor y la amabilidad nunca se malgastan. Siempre influyen positivamente. Bendicen al receptor y te bendicen a ti, el dador. Barbara De Angelis
Custodien bien ese tesoro: la amabilidad. Sepan dar sin vacilación; perder sin lamentos; adquirir sin mezquindad. George Sand Una cálida sonrisa es el idioma universal de la bondad. William Arthur Ward (1921–1994)
No hay acto de bondad que se pueda considerar demasiado pequeño. Todo acto causa una reacción en cadena sin un final lógico. Scott Adams (n. 1957)
La amabilidad constante logra mucho. Como el sol derrite el hielo, la amabilidad evapora los malentendidos, la desconfianza y la hostilidad. Albert Schweitzer (1875–1965)
El bondadoso es comprensivo y afable con los demás. Se muestra considerado con los sentimientos ajenos y cortés en su comportamiento. Es de naturaleza servicial. La bondad perdona las debilidades y faltas ajenas. La bondad se reparte a todos, a los adultos mayores y a los jóvenes, a los animales, a los de estrato más bajo y a los de más alto. Ezra Taft Benson (1899–1994)
Realiza un acto espontáneo de amabilidad, sin esperar recompensa, con la tranquilidad y la certeza de
Donde haya un ser humano hay una oportunidad de ser amable. Séneca (1 a.C.- 65 d.C.)
Todo acto de bondad es una demostración de poderío. Miguel de Unamuno (1864-1936)
Realmente, no sé si con justicia o no, a mí no me admira el ingenio, porque se ve que hay muchos hombres ingeniosos en el mundo. Tampoco me asombra que haya gente con memoria, por grande y portentosa que sea, ni que haya calculadores; lo que más me asombra es la bondad, y esto lo digo sin el menor asomo de hipocresía. Pío Baroja (1872-1956) Benevolencia no quiere decir tolerancia de lo ruin, o conformidad con lo inepto, sino voluntad de bien. Antonio Machado (1875-1939) Procura siempre ser un poquito más amable de lo necesario.» J. M. Barrie Siembra buenas obras, y cogerás fruto de sobra. Refrán español Una sola acción gentil echa raíces en todas direcciones, y de esas raíces brotan nuevos árboles.» Amelia Earhart (1897–1937) Quien sepa demostrar y aceptar amabilidad será un amigo mejor que cualquier posesión. Sófocles (496 a.C. – 406 a.C.) ■ 7
Curtis Peter van Gorder
LOS ARBOLISTAS Durante varios años pertenecí a una compañía de
teatro que representaba con frecuencia el relato alegórico —muy motivante— de El hombre que plantaba árboles. La obra trata sobre Elzéard Bouffier, un viejo pastor de ovejas que repobló una extensa región del sur de Francia plantando un árbol a la vez mientras apacentaba sus rebaños. El cuento fue llevado a la pantalla y obtuvo un óscar al mejor cortometraje animado.1 De él se han hecho varias adaptaciones: un radioteatro producido por la BBC y una aclamada función de títeres, entre otras. Además, desde que vio la luz en 1953 de la pluma de Jean Giono, ha impulsado a cantidades de personas a iniciar programas de siembra de árboles. Una de ellas es Jadav Payeng, que desde hace 30 años planta árboles en su terruño de Assam en la India.2 Producto de la deforestación, la cuenca del río Brahmaputra se inunda cada año causando enormes daños a las cosechas y los hogares de la zona, lo que repercute duramente en la economía. Jadav decidió transformar esa isla desierta plantando árboles. Hoy la zona es una selva de 550 hectáreas, más amplia que el Central Park de Nueva York.
1. Pulse aquí para verlo: https://www.youtube.com/watch?v=fkmLrNmhLeU 2. Aquí puedes leer su historia: https://www.salyroca.es /articulo/lyfestyle/epica-historia-jadav-payeng -hombre-creo-bosque/20180706105557005035.html 3. Más información sobre ella en este enlace: https:// amexcorporate.com.ar/multitaskers/el-camino -del-lider/wangari-maathai-la-conmovedora-historia -de-la-lsquomujer-arbolrsquo-que-llego-a-premio-nobel 8
Esos árboles han traído incontables beneficios a la región. Se reestimuló la agricultura, en el lugar ya no se producen inundaciones, y la fauna, constituida por rinocerontes, elefantes y tigres, se ha instalado allí. Jadav además se proyecta para el futuro: quiere que la ciencia medioambiental se incorpore al programa de estudios de todos los colegios y que cada estudiante plante un árbol y lo cuide. Eso no quiere decir que haya sido fácil para él. En todos estos años Jadav ha tenido que ahuyentar a cazadores furtivos y leñadores ávidos de lucro y enfrentar a políticos corruptos. Así y todo dice: —No sé exactamente qué saco de esto, pero soy feliz plantando árboles. Seguiré haciéndolo hasta que me muera. Otra visionaria que luchó por cambiar el mundo fue Wangari Maathai de Kenia, galardonada con el Premio Nobel de la Paz por su labor de restauración ambiental y desarrollo comunitario.3 De jovencita Wangari asistió a una escuela misionera donde participó activamente en el club de la Legión de María que realizaba programas agrícolas en la zona y cuyo lema era: «Sirve a Dios sirviendo a tus semejantes». Con poco más de 20 años de edad obtuvo una beca para estudiar en la Universidad de Pittsburg, EE.UU., donde tomó contacto con activistas que luchaban por depurar la ciudad de la contaminación ambiental, empresa que tuvo un efecto palpable. En aquella época yo era un joven que vivía en Pittsburgh y fui testigo de la notable mejora en la calidad del aire. A su regreso a Kenia, Wangari trabajó arduamente para mejorar las condiciones de vida de las mujeres. Fundó
el movimiento Green Belt con la finalidad de dar a las mujeres la posibilidad de ser autosuficientes cultivando árboles jóvenes a partir de semillas nativas. La belleza de su obra estriba en su sencillez. En su libro Unbowed (Con la cabeza bien alta) expresa: —Como le dije a los silvicultores y a las mujeres, no necesitas un diploma para plantar un árbol. Su movimiento Green Belt cobró vigor con la cooperación de organismos como la sociedad de ingeniería forestal de Noruega. Con los años representantes de más de 15 países fueron a ver y aprender cómo podían ellos también poner en marcha programas similares en sus propios territorios para combatir la desertificación, la deforestación, la sequía y el hambre. Millones de árboles se han cultivado gracias a este emprendimiento, que a su vez ha dado origen a muchas otras iniciativas, como la campaña de la ONU Plantemos para el planeta. Wangari Maathai falleció en 2011 a la edad de 71 años, mas su voz resuena todavía. En su libro de 2010 Devolver la abundancia a la Tierra —una suerte de discurso de despedida—, nos mueve a la acción: «Todos debemos trabajar duro para marcar la diferencia en nuestro vecindario, región, país y a escala mundial. Eso significa colaborar sin falta unos con otros y convertirnos en mejores agentes de cambio». Pero ¿qué tiene que ver la reforestación con ustedes y yo? Naturalmente que la mayoría de nosotros rara vez plantamos un árbol; sin embargo, el tema no se reduce a eso. Se trata de hacer la parte que nos corresponde a cada uno para que el mundo sea un lugar más amable. Tal vez el primer paso sea determinar cuáles son los árboles que
nos toca propagar a nosotros y proporcionarles luego los cuidados necesarios mientras crecen. Quizá Jesús lo hubiera expresado así: «El reino de los cielos es como un hombre que sale a sembrar árboles en terreno árido y yermo, y les prodiga cuidados hasta que conforman un gran bosque que enriquece la tierra y produce abundante fruto». O sea que si a veces te descorazonas al ver el estado en que se encuentra el mundo, ¡no te rindas! Hay momentos en que nos amedrentamos ante la enormidad de la tarea y pensamos: Pero ¿quién soy yo? ¿Qué puedo hacer? Todo indica que una sola persona no puede hacer nada para mejorar la situación. ¿Para qué hacer siquiera el intento? No obstante, gente como Jadav Payeng, Wangari Maathai o el ficticio Elzéard Bouffer demuestran que una persona sí puede cambiar el mundo. Tal vez no puedas transformar el mundo entero, pero puedes operar un cambio en el sector en que habitas partiendo por tu propio corazón, tu propia mente y tu propia vida. Al principio puede que no sea sino un pequeño brote, un pimpollo insignificante. ¿Qué es eso comparado con el bosque que hace falta? Pues bien, es la gestación del milagro de una nueva vida, que prenderá, se desarrollará y prosperará hasta formar todo un nuevo árbol, toda una nueva vida y algún día —por qué no— ¡todo un nuevo mundo! Curtis Peter van Gorder es guionista y mimo. Dedicó 47 años de su vida a actividades misioneras en 10 países. Él y su esposa Pauline viven actualmente en Alemania. ■ 9
Un lunes por la mañana,
SIN LAMENTOS Ruth McKeague
1. Traducción de The Message 10
como a una hora de haber empezado la jornada de trabajo, revisé mi correo electrónico. Triste decía el encabezamiento de un mensaje personal. La curiosidad me venció y lo abrí. Triste ni siquiera atinaba a describirlo. Me enteré de que nuestro amigo Roy había muerto repentinamente el día anterior. Iba paseando en bicicleta con su mujer cuando fue atropellado por un conductor que se dio a la fuga. Aquel texto nadaba delante de mis ojos. El resto del día estuve como en una especie de bruma. Aquella noche, mi marido, David, y yo nos quedamos charlando después de la cena. —Creo que Roy no tenía nada de qué lamentarse —le dije en uno de nuestros breves intercambios entre largos períodos de silencio—. Vivió la vida con pasión y plenitud. Habíamos asistido a la misma iglesia que Roy y su familia durante muchos años, antes que se mudaran a una ciudad pequeña. Aunque en años recientes solo nos veíamos esporádicamente, era muy fácil retomar donde habíamos dejado cada vez que se cruzaban nuestros caminos. La iglesia a la que asistía Roy tenía una congregación de trescientos fieles. No obstante, aquel jueves por la tarde 1.000 personas se reunieron para rendir tributo a Roy. David y yo nos sentamos afuera junto a cientos de otras personas, presenciando el
Al fin de cuentas no habrá excusas, explicaciones ni lamentos. Steve Maraboli (b. 1975)
servicio por una pantalla. En sus cartas de despedida, sus hijos —dos de ellos aún adolescentes y uno en los primeros años de la adultez— hablaron de un padre amoroso, divertido y entregado de lleno a su tarea. Su mejor amigo habló de un hombre que no tenía relaciones superficiales. —Si hablabas con Roy cinco minutos, ya lo considerabas tu mejor amigo —dijo. La cantidad de personas presentes confirmaban sus palabras. Las notas de condolencia que proyectaban en la pantalla, de su lugar de trabajo, de pastores de diversas iglesias y de amigos de su círculo, pintaban un cuadro parejo de un hombre trabajador y auténtico al que a la vez le gustaba la diversión, un hombre cuya personalidad daba con esa justa medianía entre la humildad y el poder, la sencillez y el buen criterio, la verdad y el amor. Tenía una capacidad bárbara de conectar con los demás y dar de sí mismo, lo que lo llevó a hacer de mentor y a dirigir equipos de trabajo. Su motivación y entusiasmo eran contagiosos. Ya si se tratara de una iniciativa para construir una iglesia, la determinación de mantener a flote al equipo de hockey de su hijo o de un plan para reunir fondos con miras a enviar chicos a campamentos, dirigía transmitiendo confianza en que todo era posible. La viuda de Roy actuó con incansable gentileza en sus cientos de interacciones con los asistentes al
Nunca te lamentes. Si salió bien, estupendo. Si salió mal, adquiriste experiencia. Eleanor Hibbert (1906–1993) ¿El mundo te ha tratado tan bien que lamentarías tener que irte? Cosas mejores nos aguardan que
sepelio, así durante como después de las honras fúnebres. —Fue muy importante para mi marido cuando se quedó sin trabajo y tenía que tomar decisiones acerca de su futuro —le dije un poco insegura—. Le dio mucho ánimo en un momento muy difícil. Significó mucho para él. Impresas en el programa estaban las palabras de 2 Timoteo 4:6–8: «Hazte cargo Tú. Se acerca el momento de mi muerte; pongo mi vida como un sacrificio en el altar de Dios. Esta es la única carrera en que vale la pena competir. Corrí con todo hasta la meta, sin flaquear en mi fe. Ahora no queda más que los gritos de júbilo, el aplauso de Dios.1 En su sermón el pastor trazó ciertos paralelismos entre la carrera que corrió el apóstol Pablo hasta el final y la de Roy. —Roy vivía sin nostalgias ni lamentos —dijo, haciéndose eco de lo que sin duda muchos pensábamos en los días previos al entierro. Creo que todos sentíamos la necesidad de dar el paso y de algún
las que dejamos atrás. C.S. Lewis (1898–1963) Nunca te arrepientas de nada que hayas hecho con afecto sincero; nada se pierde cuando nace del corazón. Basil Rathbone (1892–1967) No tengo nada que lamentar. He hecho todo lo que he podido lo mejor que he podido. Robert Redford (n. 1936)
modo llenar el vacío dejado por Roy. De esforzarnos y correr más, vivir más plenamente, con mayor motivación. Mientras paseaban en bicicleta aquel domingo por la tarde, Roy y su mujer pasaron por una casa que habían estado a punto de comprar cuando se mudaron a la ciudad. Ella se adelantó y volviendo hacia atrás la cabeza le preguntó: —¿Crees que hubiéramos debido optar por esta casa? Minutos más tarde ella oiría la colisión y vería a su marido arrojado por los aires mientras el camión se alejaba a gran velocidad. Unos instantes después corrió hacia él y ahí mismo supo que había partido. En aquel momento disfrutaban de un hermoso día soleado. —No, me encanta nuestra casa —le respondió él, añadiendo las que serían sus últimas palabras—: No tengo nada que lamentar. Ruth McKeague vive en Ottawa, Canadá. Es profesora de educación secundaria. ■ 11
Marie Alvero
TU PEQUEÑA LUZ Un viernes por la tarde hace
unas semanas mi marido y yo decidimos sacar unas reposeras (tumbonas) y ponerlas en la entrada de la casa. Le avisamos a nuestros vecinos que estaríamos allí con bebidas y una picada (bocaditos). Arrasé con lo que tenía en la nevera y logré reunir unas papitas y salsa, zanahorias y hummus, una tajada de queso y unos M&M que nos habían sobrado. Al rato ya habíamos congregado un buen grupo de gente frente a la casa. Allí pasamos varias horas conversando. Hablamos de lo que pasa en el mundo, de nuestra labor de padres, del matrimonio, de las tradiciones familiares, de la fe y de trivialidades también. Hubo risas y confraternidad y muchas oportunidades de exaltar a Jesús. Él se entrelaza fácilmente en todos los temas y es pertinente en casi cualquier conversación. El fin de semana siguiente hicimos lo mismo y juntamos otro grupo estupendo. Tuvimos conversaciones trascendentes y forjamos lazos. Una de las familias del grupo comenzó
1. Mateo 5:16 12
a ir a la iglesia con nosotros todas las semanas. Es extraordinario ver cómo se fortalece la fe y la relación de aquella familia con Dios. Naturalmente esto no es noticia de primera plana. Sin embargo, es así como se cambia el mundo. Estoy convencida de dos cosas: • Se puede hacer referencia a Jesús en casi cualquier conversación e interacción • El efecto más grande que tenemos es por medio de pequeñas interacciones con quienes tenemos más cerca. Jesús insta a los cristianos a ser la luz del mundo, y añade: Alumbre la luz de ustedes delante de los hombres, de modo que vean sus buenas obras y glorifiquen a su Padre que está en los cielos.1 Antes pensaba que para que algo «glorificara a mi Padre» tenía que ser bastante portentoso. Ya no pienso así. Estoy convencida de que los pequeños actos e interacciones que tenemos en la vida cotidiana son un poderoso medio de hacer brillar nuestra luz y de llevar a otros a conocer a Jesús. En los últimos años mi mentalidad cambió. En lugar de pensar que algún
día volveré a trabajar en las misiones, hoy entiendo que mi campo de misión está ahí mismo al salir de mi casa. Son las personas que conocen a Jesús y las que no. Son personas que simpatizan con Jesús y otras que están enojadas con Él. Implica aprovechar mis dones —cualesquiera que sean— para acoger a la gente y generar unión. Mi don es el de hospitalidad. Se me da bien abrir mi casa. No me refiero a eventos fastuosos o a tener la casa siempre impecable, sino a hacer que las personas se sientan incluidas en mi locura familiar y a crear un espacio para que nos contemos cada uno nuestras alegrías y avatares. Así que hago eso. Puede que tus dones sean muy diferentes. No sé qué ocasiones tienes de exaltar a Jesús, pero estoy segura de que las hay. Abraza el campo misionero que te rodea y verás lo que hace Dios. Marie Alvero ha sido misionera en África y México. Lleva una vida plena y activa en compañía de su esposo y sus hijos en la región central de Texas, EE. UU. ■
permitía plantear la situación desde la óptica divina.1
Li Lian
TRANSMITIR TU FE
Transmitir nuestra fe es algo que muchos consideramos imperativo, pero muchas veces no sabemos por dónde empezar. Aquí les dejo algunos consejos útiles que recopilé de una guía bíblica temática. Haz preguntas relevantes Plantear preguntas explícitas contribuye a encauzar la conversación. Jesús en muchas ocasiones comenzaba una enseñanza planteando una pregunta retórica. Les dijo: «¿Quién de ustedes…?» Lucas 11:5 Escucha las respuestas Escuchar da pie a que la persona se abra y hable de su vida o de situaciones que enfrenta actualmente. «Todo hombre sea pronto para oír». Santiago 1:19 Busca puntos de coincidencia El apóstol Pablo aplicó esta táctica en su famoso discurso en el Areópago, donde hizo referencia a poetas griegos que sus oyentes conocían. 1. V. Lucas 13:4 2. V. Hechos 26:1–23
Narra tu testimonio personal Al relatar como fue que llegaste a conocer a Jesús o la forma en que Dios obró en tu vida, la fe cristiana cobra vigencia y se torna en una experiencia práctica, tangible. El apóstol Pablo con frecuencia refería a su conversión como parte de su testimonio.2
Sé flexible Interesarnos e indagar en las personas con las que nos relacionamos nos ayuda a entenderlas y a presentarles mejor el Evangelio. A todos me he hecho de todo, para que de todos modos salve a algunos. 1 de Corintios 9:22
Exhibe los frutos del Espíritu Santo No todos entenderán o aceptarán tus creencias, pero si tu interlocutor ve los frutos del Espíritu de Dios manifiestos en tu vida y en tu interacción con los demás, con el tiempo probablemente se mostrará más interesado en saber lo que piensas. Si yo hablara lenguas humanas […] y no tengo amor, vengo a ser como […] címbalo que retiñe. 1 Corintios 13:1
Cuenta un relato para ilustrar lo que quieres decir Jesús era experto en el uso de parábolas y narraciones para captar el interés de Su público y dejar una enseñanza. Hay momentos en una conversación en los que comentar que eso nos recuerda algún suceso o episodio que nos contaron puede derivar en una conversación y testimonio más profundos. Les enseñaba por medio de parábolas muchas cosas. Marcos 4:2
Lleva a tu interlocutor a tomar una decisión Todo el mundo debería tener ocasión de conocer a Jesús como Amigo y Salvador. A veces una persona acepta a Jesús en el primer encuentro; en otros casos puede llevar años antes que la persona esté lista para eso. Si bien la decisión es personal, podemos hacer lo que esté a nuestro alcance para ofrecer a los demás el único Camino, la Verdad y la Vida.
Aprovecha los sucesos de actualidad A lo largo del Nuevo Testamento Jesús hizo referencia a acontecimientos del lugar para responder las preguntas de la gente, lo que le
Li Lian es una profesional licenciada en tecnología de la información y trabaja como administradora de sistemas de una organización humanitaria de África. ■
«Como dijeron algunos de sus propios poetas: “Nosotros somos Su descendencia”». Hechos 17:28
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Chandra Rees
EL AMOR LLEVA TIEMPO Mi marido y yo volvíamos
a casa después de un largo fin de semana de viaje con nuestra familia. Nuestras hijas dormían plácidamente en el asiento de atrás mientras yo recordaba los últimos años que habíamos vivido juntos como marido y mujer, años que ya se ven borrosos por todo el ajetreo que supone atender las múltiples obligaciones familiares sumado a las muchas demandas de la vida y el trabajo. Agradezco que a pesar de las muchas dificultades que enfrentamos, nuestro matrimonio ha permanecido firme y los dos estamos bien compenetrados. Cuando mi marido y yo nos estábamos conociendo, yo estaba como en un éxtasis y tenía un concepto algo ingenuo del matrimonio. Daba por hecho de que si éramos el uno para el otro, nuestra relación matrimonial simplemente fluiría. Rechazaba la idea de tener que esforzarme por construir una 14
relación; al fin y al cabo, programar momentos para vernos y pasar tiempo juntos fue lo que hicimos cuando estábamos de novios. Una vez casados, nos veríamos todo el tiempo. Yo esperaba que eso bastara para desactivar cualquier conflicto. La espontaneidad era importante para mí; quería que nuestra relación matrimonial pudiera florecer libremente, sin intervenciones. No obstante, pronto me di cuenta —como suele suceder con la mayoría de las cosas que son importantes para nosotros— de que a nuestro matrimonio había que dedicarle también tiempo para nutrirlo y sustentarlo. Aunque siempre he considerado importante cumplir con mis plazos y ser aplicada en mi trabajo, me ha resultado mucho más difícil traducir ese concepto a mi relación matrimonial. Me di cuenta de que invertir tiempo para cimentar mi matrimonio era un elemento vital para conservar
la conexión con mi marido. Tuve que aceptar que eso no sucedería espontáneamente. Si bien en una relación matrimonial se dan momentos románticos —momentos de ternura y ocasiones especiales que parecen encapsular el amor y el respeto mutuo—, también hay que dedicarle atención, esfuerzo y tiempo, aunque ello signifique que la espontaneidad quede relegada a un segundo plano. La realidad es que si nos hacemos tiempo para los dos —tiempo para hablar de nosotros, para distendernos mutuamente, para expresarnos el amor que nos tenemos, para hacer a un lado los quehaceres de la jornada y disfrutar de un momento de recogimiento juntos— nos damos la oportunidad de que nuestra relación se fortalezca. Chandra Rees es autora de libros para niños y madre de cinco hijos. ■
Chris Mizrany
HAZ CIRCULAR EL AMOR La Biblia ofrece muchos
consejos sobre el tipo de personas de las que nos conviene rodearnos. «Camina con sabios y te harás sabio; júntate con necios y te meterás en dificultades,1 por ejemplo; y «No se dejen engañar: “Las malas compañías corrompen las buenas costumbres”»2 Solía pensar que versículos de ese estilo se referían a no inmiscuirse con malas compañías que te pueden presionar para que tomes drogas o para robar o hacer daño a otras personas, etc. Naturalmente que debemos alejarnos de personas atrapadas en esas conductas. Rumiando un poco más el tema, sin embargo, me he ido dando cuenta de que esta advertencia tiene una interpretación más familiar y cotidiana. El otro día leí un artículo muy interesante sobre los estados de ánimo. Un estudio dirigido por la Universidad de Warwick indica que —al igual que los resfríos— los buenos y malos estados de ánimo se pueden contraer de la gente que nos rodea. «Hay hechos observados 1. Proverbios 13:20 (NTV) 2. 1 Corintios 15:33
que indican que los estados anímicos se transmiten entre las personas por medio de un proceso llamado contagio social», declaró el investigador de estadísticas de Salud Pública Rob Eyre, quien dirigió el estudio. Además de los buenos y malos estados de ánimo, hasta síntomas de depresión —como el desgano y la apatía— pueden diseminarse. Como es de esperarse, los que tienen mayor efecto en ese sentido son nuestros amigos y familiares. Día a día las decisiones que tomamos y las compañías que mantenemos contribuyen a forjar nuestra personalidad. En Su amor, Dios tiene un plan estupendo para cada uno de nosotros y un destino singular para que cumplamos. Por eso no nos dejemos impregnar de malas vibras, o hábitos o estados de ánimo negativos. Gocémonos en las buenas compañías; y en cada oportunidad que tengamos, ¡manifestemos Su amor! Chris Mizrany es diseñador de páginas web, fotógrafo y misionero. Colabora con la fundación Helping Hand en Ciudad del Cabo, Sudáfrica. ■
Procura ser la viva expresión de la bondad de Dios. Manifiesta bondad en tu rostro, en tus ojos, en tu sonrisa. Madre Teresa (1910–1997) Difunde amor hacia el norte, amabilidad hacia el sur, compasión hacia el oriente y bondad hacia el occidente. Difunde amor por todo el mundo. Matshona Dhliwayo ♦ Si quieres experimentar el amor, la alegría, el aliento reconfortante y la paz de Jesús, está a tu alcance. Comienza por aceptar que Él es tu Salvador e invítalo a entrar en tu vida. Puedes hacerlo pronunciando esta oración: Jesús, agradezco que hayas ofrendado Tu vida para proporcionarme a mí vida eterna. Te ruego que me perdones todas mis faltas y todas las veces que he obrado sin amor. Entra en mi corazón y concédeme Tu regalo de vida eterna. Llévame a conocer Tu amor y Tu paz. 15
De Jesús, con cariño
LA FUENTE DE LA ALEGRÍA Cuando me aceptas en tu vida y empiezas a conocerme, te lleno de una felicidad intensa y profunda. Es lo que el apóstol Pedro describió como un «gozo inefable y glorioso.»1 Al morir en la cruz expié los pecados del mundo, entre ellos todas las injusticias y errores que alguna vez cometiste. A consecuencia de ello, quienquiera que crea en Mí y me reciba vivirá para siempre. Eso te incluye a ti. Cuando entiendes lo que significa, cuando te das cuenta de que está todo perdonado, de que te amo incondicionalmente, de que estaré a tu lado pase lo que pase, de que nunca te daré por caso perdido y que sea lo que sea que te depare la vida puedes esperar con ilusión la felicidad eterna que disfrutarás en un mundo verdaderamente ideal, eso es motivo de gran alegría y satisfacción. La felicidad viene de la convicción de que los problemas acuciantes y las imperfecciones de este mundo pronto pasarán, y que luego todo se perfeccionará en el amor. Tomas conciencia de ello dirigiendo tu atención hacia Mí y centrándola en Mi poder y en Mis promesas. Y si ya conociste esa alegría en otro momento, pero por algún motivo la perdiste, puedes recobrarla de igual forma. Medita en Mí, en todo lo que hice por ti y en todo lo que te prometí. A Mis primeros discípulos les dije: «Estas cosas os he hablado, para que Mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea cumplido.»2 Pues bien, ese gozo también puede ser tuyo. 1. 1 Pedro 1:8 2. Juan 15:11