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Fe en crecimiento

El toro predicador – Segunda parte

Esta es la segunda parte del relato. La primera fue publicada en el número de Octubre 2022 de Adventist World. –Los editores.

El pastor Timoteo esperó, pero el toro no dijo nada más. El pastor cayó de rodillas en el campo y comenzó a llorar. «Se espera que sea un líder espiritual –se lamentó–. Por el contrario, he estado enseñando errores a mis miembros de iglesia. Perdóname, Señor».

Entonces él y su familia regresaron inmediatamente a la casa, olvidando sus plantas de taro y las malezas que iban a quitar.

«Tengo que buscar el texto que mencionó el toro», dijo el pastor al llegar a su hogar. Encontró el pasaje y lo leyó en voz alta: «Antes de formarte en el vientre, ya te había elegido; antes de que nacieras, ya te había apartado; te había nombrado profeta para las naciones” (Jeremías 1:5, NVI). —¿Qué tiene que ver eso con el sábado? –preguntó Bofanta. —Creo que Dios me está diciendo que necesito compartir este mensaje con otros –replicó su padre.

El pastor Timoteo reunió a toda la aldea y les contó lo que había sucedido. «Fue la voz de Jesús que me habló por medio de ese toro –dijo–. Hoy no tenemos que trabajar. Tenemos que comenzar a descansar en sábado».

La gente lo observó asombrada. Pero respetaban tanto a su pastor y jefe, que todos en la aldea guardaron el sábado.

Temprano a la mañana siguiente, el pastor Timoteo salió por el monte hacia el Hospital Adventista Atoifi. Iba lleno de interrogantes mientras caminaba por el sendero pedregoso de montaña. ¡Había tantas cosas que necesitaba preguntarle al pastor adventista!

Después de caminar durante cuatro horas por el bosque tropical, llegó al hospital y se acercó al primer empleado que vio. —Me llamo Timoteo, y soy el cacique de Kwaibaita –dijo–. Estoy buscando al pastor Bata. —¿Quién le habló del pastor Bata? –preguntó, desconcertado, el empleado.

El pastor Timoteo no respondió la pregunta directamente. «Tengo una historia que contarle al pastor Bata», dijo. Alguien lo llevó a la aldea donde estaba trabajando el pastor Bata. «Ya he guardado el sábado –le dijo el pastor Timoteo–. Necesito saber más».

Los dos pastores estudiaron la Biblia juntos durante tres meses.

«Quiero bautizarme –anunció el pastor Timoteo–. Y quiero hacerlo en mi aldea para que todos puedan ver la decisión que he tomado».

El bautismo fue un gran acontecimiento en Kwaibaita. La mayoría de sus feligreses fueron a ver al hombre que les había advertido en contra de los adventistas y que ahora se convertía en adventista.

«Por muchos años les enseñé cosas que no estaban de acuerdo con la Biblia –confesó el pastor Timoteo–. Les pido perdón por apartarlos del buen camino». Miró a la multitud; eran personas a quienes él apreciaba. Entonces continuó diciendo: «Pero ahora he estado compartiendo con ustedes muchas de las cosas que aprendí del pastor adventista. Creo que es la verdad. ¿Quieren acompañarme para seguir lo que dice la Palabra de Dios? Si así lo desean, vengan hasta aquí a mi derecha. Si quieren seguir con sus creencias actuales, quédense del lado izquierdo».

Durante un instante, nadie se movió. Entonces varios avanzaron con decisión hacia la derecha del pastor. Unos pocos, con rostro demudado, se dirigieron en dirección opuesta.

Mientras más y más personas elegían uno u otro lado, el pastor Timoteo dejó escapar una amplia sonrisa. La mayoría de los residentes de la aldea habían decidido acompañarlo y aceptar la verdad de Dios.

Pronto se construyó una nueva iglesia en Kwaibaita, donde el pastor Timoteo y su gente comenzaron a reunirse cada sábado para adorar a Dios. ¿Y el toro que hablaba? Desde entonces, no ha pronunciado palabra. Ya no necesita hacerlo. El pastor Timoteo se encarga de hablar acerca del sábado.

Guide’s Greatest Animal Stories (Review and Herald Publishing Association, 2005).

DIBUJA

Pon a trabajar tu imaginación. Dibuja al toro mientras le habla al pastor Timoteo. Si quieres que veamos tu dibujo, escanéalo y envíalo a kidsview@ adventistreview.org.

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