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Perspectiva mundial
El secreto del gozo
Para que vuestro gozo sea pleno
La noche era oscura y el piso de piedra estaba frío. Los prisioneros encadenados fueron arrojados a la sección más profunda y oscura de la prisión, con sus pies descalzos contenidos por grillos. Estaban magullados y sangrantes por la despiadada golpiza que acababan de recibir; gradualmente, los ojos de los dos hombres se ajustaron a la penumbra que los rodeaba.
Pablo y Silas estaban en la ciudad de Filipos predicando el evangelio cuando una joven poseída comenzó a seguirlos, lanzando exclamaciones y causando perturbación. Finalmente, Pablo reprendió al espíritu inmundo, diciéndole: «“Te mando en el nombre de Jesucristo que salgas de ella”. Y salió en aquella misma hora. Pero al ver sus amos que había salido la esperanza de su ganancia, prendieron a Pablo y a Silas, y los trajeron al foro, ante las autoridades» (Hech. 16:18, 19).
No hubo juicio: solo una turba enardecida, mentiras y funcionarios corruptos. Motivados por la codicia y los celos, los amos de esta esclava rescatada dirigieron su ira a los dos misioneros que la habían liberado de una vida de posesión demoníaca y servidumbre.
Mientras yacían en el piso frío de piedra, magullados y sangrantes, ¿se dedicaron Pablo y Silas a quejarse de sus terribles circunstancias y trato injusto? ¡No! Sus corazones se llenaron de gozo mientras oraban y entonaban himnos al Señor (véase Hech. 16:25). ¡No es la primera vez que vemos que los seguidores de Cristo se regocijan en las pruebas! En Hechos 5, Pedro y otros apóstoles proclamaron con osadía su testimonio ante el concilio judío, que incluía al sumo sacerdote «y a todos los ancianos de los hijos de Israel» (vers. 21). El testimonio de
los discípulos llegó al corazón de los líderes, que se enfurecieron. De no ser por la intervención del maestro Gamaliel, los discípulos sin duda habrían perdido la vida. Por el contrario, fueron azotados y «les ordenaron que no hablaran en el nombre de Jesús» (vers. 40). ¿La reacción de ellos? «Salieron de la presencia del Concilio, gozosos de haber sido tenidos por dignos de padecer afrenta por causa del Nombre. Y todos los días, en el Templo y por las casas, incesantemente, enseñaban y predicaban a Jesucristo» (vers. 41, 42).
El apóstol Santiago articula este gozo en el primer capítulo de su epístola: «Hermanos míos, gozaos profundamente cuando os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia. Pero tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna» (Sant. 1:2-4).
SIN PACIENCIA NI GOZO
La paciencia y el gozo eran dos cosas ausentes entre los discípulos ese aciago viernes cuando su Señor fue crucificado. Fueron aplastados en cuerpo y alma, y el mundo parecía oscuro, dado que olvidaron las palabras que Jesús les había hablado unos días antes:
«Ahora subimos a Jerusalén, y el Hijo del hombre será entregado a los principales sacerdotes y a los escribas. Lo condenarán a muerte y lo entregarán a los gentiles. Se burlarán de él, lo azotarán, lo escupirán y lo matarán; pero al tercer día resucitará» (Mar. 10:33, 34).
Después de la resurrección, el gozo asomó lentamente en los apóstoles. Cuando las mujeres llegaron del sepulcro con la noticia maravillosa de que Cristo había resucitado, «a ellos les parecían locura las palabras de ellas, y no las creyeron» (Luc. 24:11). No fue hasta que lo vieron con sus propios ojos que permitieron que el gozo llenara sus corazones.
Jesús recordó amablemente a sus discípulos de sus enseñanzas anteriores, diciéndoles: «Estas son las palabras que os hablé estando aún con vosotros: que era necesario que se cumpliera todo lo que está escrito de mí en la Ley de Moisés, en los Profetas y en los Salmos» (vers. 44).
Y entonces, les dio un estudio bíblico increíble, abriéndoles el entendimiento «para que comprendieran las Escrituras» (vers. 45), asegurándoles de su misión de predicar en su nombre «en todas las naciones» (vers. 47) y de la promesa del «poder desde lo alto» (vers. 49).
Sus corazones ardían (ver vers. 32) y siguieron latiendo de gozo cuarenta días después cuando, al ascender Cristo, «después de haberlo adorado, volvieron a Jerusalén con gran gozo» (vers. 52).
EL SECRETO DEL GOZO
La Biblia nos enseña el secreto del verdadero gozo. No se encuentra en sentimientos o circunstancias, que pueden cambiar cada día o en un instante. El salmista revela dónde se encuentra el gozo real y duradero: «Bendeciré a Jehová que me aconseja; aun en las noches me enseña mi conciencia. A Jehová he puesto siempre delante de mí; porque está a mi diestra, no seré conmovido […]. Me mostrarás la senda de la vida; en tu presencia hay plenitud de gozo, delicias a tu diestra para siempre» (Sal. 16:7-11). ¡En la presencia de Cristo se encuentra el gozo verdadero! No obstante, ¿cómo disfrutar de su presencia en el presente, cuando él ya no camina físicamente en esta tierra? Es mediante sus palabras, según se registran en la Biblia, y mediante la comunión con él en oración.
Después de instruir a los discípulos la noche antes de la crucifixión, Jesús les dijo claramente: «Estas cosas os he hablado para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea completo» (Juan 15:11). Décadas después, el amado apóstol Juan enfatizó la importancia de las Escrituras cuando escribió la epístola pastoral de 1 Juan, dando testimonio «tocante al Verbo de vida […], lo que hemos visto y oído, eso os anunciamos, para que también vosotros tengáis comunión con nosotros; y nuestra comunión verdaderamente es con el Padre y con su Hijo Jesucristo.Estas cosas os escribimos para que vuestro gozo sea completo» (1 Juan 1:1-4).
Al pensar en las muchas pruebas y angustias que tantos han experimentado en tiempos recientes, podría parecer que no hay mucho de qué gozarse. Pero al mirar al Cristo resucitado, absorbiendo cada palabra preciosa, edificando nuestra esperanza y propósito en sus promesas, nosotros también experimentaremos el gozo del cual expresa el apóstol Pedro:
«Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según su gran misericordia nos hizo renacer para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los muertos, para una herencia incorruptible, incontaminada e inmarchitable […]. Por lo cual vosotros os alegráis, aunque ahora por un poco de tiempo […] tengáis que ser afligidos en diversas pruebas, para que, sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro (el cual, aunque perecedero, se prueba con fuego), sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo. Vosotros, que lo amáis sin haberlo visto, creyendo en él aunque ahora no lo veáis, os alegráis con gozo inefable y glorioso, obteniendo el fin de vuestra fe, que es la salvación de vuestras almas» (1 Ped. 1:3-9).
Ted N. C. Wilson es presidente de la Iglesia Adventista. Se pueden consultar artículos y comentarios adicionales de la presidencia en Twitter: @pastortedwilson y en Facebook: @Pastor Ted Wilson.
Es posible alabar a Dios cuando las circunstancias son desafortunadas? Dicho de otra manera, ¿dónde podemos hallar la motivación de alabar a ¿ Dios en momentos de crisis? ¿Qué significa realmente alabar el nombre del Señor?
El Salmo 113:3 ofrece un punto de partida: «Desde el nacimiento del sol hasta donde se pone, sea alabado el nombre de Jehová». Una comprensión de este salmo responde la pregunta sobre si es posible alabar a Dios en momentos de crisis.
LOS TIPOS DE SALMOS
Antes de pasar a un análisis del Salmo 113:3, puede resultar útil destacar algunos hechos generales de los salmos: (1) Los estudiosos bíblicos identifican los salmos por tipos o categorías; (2) por lo general, están de acuerdo en que hay cinco tipos: de alabanza (hallel), sapienciales, reales, de acción de gracias y de lamento.1
Los salmos de alabanza (o hallel) se enfocan en la naturaleza de Dios y no en cosas específicas que él ha hecho. Hablan de los atributos de Dios e invitan a los creyentes a alabarlo por lo que él es en lugar de alabarlo por lo que ha hecho. En los salmos de alabanza, Dios es alabado por su fidelidad, bondad, justicia, juicio y sabiduría. Los salmos 113-118 suelen ser identificados como salmos hallel.
Los salmos sapienciales definen lo que diferencia a los justos de los malvados. El Salmo 14, por ejemplo, define a los sabios como los que procuran ser entendidos y buscan a Dios (vers. 2).
Devocional
Alabar a Dios en momentos inciertos
Los salmos reales celebran el señorío de Dios, «el rey de los cielos» (Sal. 2:4, NVI). Él reina, «revestido de esplendor […]; revestido de grandeza […]; más poderoso que el estruendo de las muchas aguas» (Sal. 93:1-4, NVI). Los salmos reales también destacan la función de los reyes de Israel de juzgar al pueblo «con justicia, y a los afligidos con rectitud». Dios «juzgará a los afligidos del pueblo, salvará a los hijos del menesteroso» (Sal. 72:2-4).
Los salmos de acción de gracias alaban a Dios por sus actos llenos de gracia. Estos salmos exhortan al creyente para que dé gracias a Dios, o expresan la gratitud del salmista. El tema de acción de gracias aparece en muchos lugares de Salmos, pero un ejemplo clásico se encuentra en el Salmo 136.
Los salmos de lamento son oraciones pidiendo liberación, en especial en momentos de desesperación. Expresan profunda angustia por los sufrimientos de la nación y el individuo. Revelan las luchas humanas y solicitan la intervención de Dios. Los salmos de lamento son oraciones que resultan del dolor (por ejemplo, Sal. 12:1, 2; 13:3, 4; 22).
EN TODAS PARTES, EN TODO MOMENTO
Siendo que el Salmo 113 pertenece al grupo de los de acción de gracias, recordar los atributos de Dios nos ayudará a comprender mejor esta orden de alabarlo que se expresa en el versículo 3. Comencemos enfocándonos en el significado de la frase «desde el nacimiento del sol hasta donde se pone». Puede ser comprendida como un término espacial y no solo temporal. Indica una geografía de alabanza, que incluye el oriente (donde sale el sol) y se extiende hasta occidente (donde se pone). Pero también es bíblicamente correcto comprender la frase en relación con el paso del tiempo: de la mañana a la noche. En el relato de la creación, la expresión que se repite a menudo es «y fue la tarde y la mañana» define un ciclo de veinticuatro horas. El sol separa al día de la noche, y sirve «para las estaciones, los días y los años» (Gén. 1:14).
Salmos 113:3, por lo tanto, llama a alabar el nombre del Señor en todo lugar y momento. Los hijos de Dios de cada extremo del mundo tienen que alabarlo. El lugar y las circunstancias no tienen por qué dictar si alabaremos o no el nombre del Señor.
En Filipenses 4:4, el apóstol exhorta a los creyentes a regocijarse «en el Señor siempre». Es fácil regocijarse cuando todo va bien. Sin embargo, cuando las cosas están dadas vueltas, regocijarse parece anormal. Aun así, Pablo nos llama a regocijarnos siempre.
El llamado a regocijarse en el Señor siempre, tiene sentido cuando comprendemos la alabanza como un acto de fe. Podemos aprender del ejemplo del rey Josafat: «El ejército de Israel salió con cantos de alabanza a la gran liberación bajo las órdenes de Josafat […]. Delante del ejército iban cantores que elevaban sus voces en alabanza a Dios por la victoria prometida. Al cuarto día, el ejército volvió a Jerusalén […] cantando alabanzas por la victoria lograda».2
Alabar el nombre del Señor es honrar y exaltar a Dios y su carácter, que se ve representado por su nombre; es demostrar un espíritu de confianza, obediencia y gozo en el Señor; significa dar gloria a su nombre. Alabar el nombre del Señor requiere que recordemos su fidelidad.
Alabamos el nombre del Señor cuando nuestra vida está llena de la justicia de Dios. Alabamos el nombre del Señor cuando nuestra vida se ve caracterizada por una fe que desafía las circunstancias, una fe que se muestra confiada aun cuando las circunstancias son desafortunadas.
Alabamos el nombre del Señor cuando hablamos entre nosotros «con salmos, con himnos y cánticos espiri-
tuales, cantando y alabando al Señor en [nuestros] corazones» (Efe. 5:19).
La alabanza es más que una actividad que llevamos a cabo. Debería ser la atmósfera en la que vivimos. Debería ser nuestro estilo de vida. «La melodía de la alabanza –escribió Elena White– es la atmósfera del cielo; y cuando el cielo se pone en contacto con la tierra, se oye música y alabanza, alegría y gozo, alabanza y voces de canto».3
Y agrega: «Enseñemos, pues, a nuestros corazones y a nuestros labios a alabar a Dios por su incomparable amor. Enseñemos a nuestras almas a tener esperanza, y a vivir en la luz que irradia de la cruz del Calvario. Nunca debemos olvidar que somos hijos del Rey celestial, del Señor de los ejércitos. Es nuestro privilegio confiar reposadamente en Dios».4
Me gusta como lo resume Elena White: «Alaben al Señor aun cuando caigan en la oscuridad. Alábenlo aun en la tentación. “Regocijaos en el Señor siempre –dice el apóstol–. Otra vez digo: ¡Regocijaos!”».5
1 Véase, por ejemplo, Steven J. Lawson, Holman Old Testament Commentary—Psalms 1-75 (Nashville: B&H Publishing Group, 2003), p. 5. 2 Elena White, La educación (Buenos Aires: Asoc. Casa Editora Sudamericana, 1998), p. 163. 3 Ibíd., p. 161. 4 Elena White, El ministerio de curación (Mountain View, Calif.: Pacific Press Pub. Assn., 1959), p. 195. 5 Elena White, Testimonios para la iglesia (Doral, Fl.: Asoc. Publ. Interamericana, 1996), t. 2, p. 525.
Tom Ogal es secretario ejecutivo asociado de la División de África Centro-Oriental y vive cerca de Nairobi, Kenia.
Fe en acción
Regreso a la buena senda
Por qué algunos jóvenes varones quedan en la iglesia y otros no
La iglesia es solitaria —resumió Matías—. Nadie quiere caminar solo hasta una iglesia, sentarse solo y salir de allí sin que nadie « le hable. No es una experiencia espiritual enriquecedora». Nuestra conversación había analizado cómo resultan los cultos semanales de la iglesia para los pocos jóvenes varones que asisten. Los cultos semanales pueden ser una experiencia de mucha soledad. «A nadie parecía importarle que yo estuviera allí. Y nadie notaría si no regresaba». Es triste, pero la experiencia de Matías no es única.¹ Refleja los numerosos diálogos que tuvimos con jóvenes, sobre sus perspectivas respecto de la asistencia a la iglesia. Numerosos artículos, libros e investigaciones explican por qué los jóvenes de las Generaciones Y y Z están dejando la iglesia. Este artículo, sin embargo, explorará las características de las iglesias saludables que están atrayendo a jóvenes varones.
¿POR QUÉ HEMOS PERDIDO A TANTOS JÓVENES VARONES?
En nuestra investigación, descubrimos que en la vasta mayoría de las iglesias adventistas, del 55 al 65 por ciento de las asistentes son mujeres.2 Una encuesta de Pew Research en los Estados Unidos halló que el 60 por ciento de las mujeres dijeron que la religión es «muy importante» para su vida, en contraste con solo el 47 por ciento de los hombres.3
Una razón propuesta para esta disparidad es que las actividades cristianas y las prácticas religiosas a menudo apelan más a las mujeres que a los hombres. El Centro de Investigación Pew halló mayores niveles de religiosidad e interés en las actividades tradicionales de la iglesia entre las mujeres.4 Nuestras entrevistas revelaron la misma conclusión.
Los rasgos de carácter y el interés en tipos específicos de actividades pueden ser similares para ambos sexos, pero los tipos de actividades promovidas por una iglesia suelen apelar más a los rasgos tradicionalmente más femeninos. 5
Por ejemplo, los cánticos de adoración hablan del amor por Cristo, de su bondad y cortesía. Los sermones suelen analizar la naturaleza solícita y la presencia sanadora de Jesús, y nuestra necesidad de emular esas cualidades. Los grupos pequeños valoran la vulnerabilidad, y en los programas y retiros de la iglesia se espera una expresión externa de las emociones. La obra comunitaria desde la iglesia suele centrarse en ayudar con alimentos y prendas de vestir. Las listas de actividades que la mayoría de la iglesia ofrece a sus miembros refleja lo que las madres harían para
cuidar a sus hijos. Por ello, la iglesia es la madre que cuida a la comunidad. ¿Pero qué decir de las características paternales de Dios? ¿Qué decir de los rasgos «masculinos» de Jesús? ¿Cómo puede la iglesia reflejarlos también con efectividad?
Los jóvenes varones con los que hablamos dijeron que para todo el que se identifique con las actividades tradicionalmente masculinas, los elementos mencionados no resultan muy atractivos. Los temas que interesan a los varones varían. Por ejemplo: alcanzar logros profesionales, tener influencia, ser buenos padres, desarrollar el liderazgo y seguir el discipulado vocacional. Esos temas rara vez se incorporan a la vida de la iglesia. Pocos ministerios están preparados para responder a las preguntas y temas de los hombres de una manera que les resulte atractiva. Por el contrario, a menudo se suele describir a los jóvenes varones como gente que consume pornografía y se dedica a los videojuegos. Suele considerarse como un sector irresponsable de la sociedad. Esos temas negativos hasta son criticados desde el púlpito. No se brindan soluciones ni se dedica tiempo a hallar qué otros temas positivos realmente les interesan. Como resultado, los adolescentes de la escuela secundaria no suelen regresar a la iglesia cuando se gradúan, y los pocos que quedan se sienten todavía más aislados y solos.
Los jóvenes varones de hoy crecieron con los medios sociales y entienden en verdad su poder. Se apasionan por cambiar la sociedad; son una generación más diversa que nunca y poseen una increíble influencia social. La Generación Z tiene opiniones definidas sobre temas de justicia social, relaciones raciales, los sexos y la identidad, y quieren realizar cambios positivos en la sociedad.6 Debido a este profundo sentido de llamado para que haya justicia en el mundo, esperan más de la iglesia.
UN PLAN PARA ALCANZAR EL ÉXITO
Después de numerosas entrevistas a pastores, líderes y jóvenes que permanecieron en la iglesia, notamos una tendencia en los tipos de comunidades de fe que mantienen involucrado a ese grupo.
Mentoría: La principal solución que descubrimos es simple: los varones jóvenes necesitan mentores mayores.7 Si queremos ver que más jóvenes participen en asistir a la iglesia, encuentre hombres dedicados de su congregación que puedan ser mentores activos de los jovencitos. Ese elemento fue el denominador común en cada joven, aún involucrado en la iglesia, con el que hablamos.
Los jóvenes necesitan a alguien en quién confiar y con quién hablar cuando tienen preguntas sobre sus relaciones románticas, cuando se desaniman, o tienen que tomar decisiones sobre su carrera. En las iglesias saludables, la mentoría es un estilo de vida. Piense en maneras de incrementar la capacidad que tiene su iglesia de ser mentora de los jóvenes. Los adultos pueden enseñarles cómo tener una relación con Dios, cómo marcar una diferencia en el mundo y en la misión del reino de Dios de manera práctica.
Ministerios motivados por objetivos:
Los varones jóvenes disfrutan de ministerios basados en proyectos que sean significativos, con una fecha de culminación clara. Para un joven es importante tener propósito en la vida, y esto puede lograrse mediante proyectos a corto plazo que marquen una diferencia tangible.
Marcos se mudó a una nueva ciudad por su trabajo y buscó una iglesia a la que asistir. Esperaba modernizar la tecnología de la iglesia, pero eso costaba mucho dinero, horas de planificación e investigación, y el compromiso de la junta. Randy, un jubilado interesado en los jóvenes, se puso en contacto con Marcos y se hicieron amigos. Juntos hicieron frente a ese sueño: Marcos con la visión, Randy con sus conexiones. Dado a que su relación era auténtica y el proyecto era claro, la iglesia se sumó; juntó el dinero e instaló las tan necesarias actualizaciones. Se tuvo éxito porque había un objetivo claro, se contó con el apoyo de esa relación de mentoría y tuvo implicaciones significativas para el ministerio.
La investigación Growing Young [Rejuvenecer]8 muestra que el ministerio es lo que mantiene a los jóvenes en la iglesia.9 Asigne a un adolescente a su junta de iglesia, escuche sus ideas y sea su mentor para que alcance su potencial de liderazgo. Permita que los jóvenes estén al frente de viajes misioneros y proyectos comunitarios que cultiven su fe. Haga que un joven dirija una clase de Escuela Sabática o encuentre otras maneras prácticas de ayudar a la comunidad. No los controle de manera excesiva; por el contrario, trabaje en sociedad con ellos. Permita que se equivoquen, y anímelos a seguir adelante hasta que les salga bien. Cada iglesia debería actuar de manera deliberada para incluir a los jóvenes en puestos de liderazgo.
Ministerios al aire libre: A muchos jóvenes les resulta atractivo y gratificante participar de ministerios al aire libre. Desde campamentos, escaladas y caminatas por la montaña o los bosques, los jóvenes pueden explorar la naturaleza y estrechar su propia relación con Dios.10 El aire libre es un gran lugar para jugar y orar. Después de un largo día de caminata, las charlas nocturnas junto a una fogata brindan un marco natural para hablar de experiencias con Dios. Jesús también se conectó con sus discípulos en la naturaleza.
Cree un campamento para los jovencitos y sus padres u otros mentores, donde puedan ser discipulados y donde exploren juntos la naturaleza. Permita que los jovencitos estén al