CENTRO DE INVESTIGACIÓN Y ESTUDIOS AVANZADOS DE VERACRUZ
DOCTORADO EN DERECHO CONSTITUCIONAL-ELECTORAL MODALIDAD A DISTANCIA EN LÍNEA
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CENTRO DE INVESTIGACIÓN Y ESTUDIOS AVANZADOS DE VERACRUZ
PLANTEL
CENTRO VERACRUZANO DE INVESTIGACIÓN Y POSGRADO
CONTROL SOCIAL Y EL PARTIDO HEGEMÓNICO EN EL PODER UN BREVE ANÁLISIS POLÍTICO
ALUMNO: ÁNGEL SÁNCHEZ ROJAS 2
INDICE
INTRODUCCION
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I.- EL PARTIDO DE ESTADO
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II.- UN CASO; EL DERECHO EN EL RÉGIMEN ELECTORAL MEXICANO
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III.- LA DEMOCRACIA DE PARTIDOS
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IV.- LOS PARTIDOS Y EL INDIVIDUO
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V.- LA PROPAGANDA Y EL TLATOANI
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VI.- EL SEÑOR DEL PODER; EL EJECUTIVO FEDERAL
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CONCLUSIONES
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BIBLIOGRAFIA
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INTRODUCCION
Trataremos, de manera muy breve de remontarnos al inicio del sistema partidista más antiguo de México, su estructura su organización, su participación como partido de Estado, y ese gran vinculo que ha tenido durante casi un siglo en la vida política de nuestro país, su influencia de tal manera que ha determinado en gran medida las reglas del juego político, y su participación activa y totalmente controladora dentro de la democracia mexicana, un aspecto importante, y en particular del presente trabajo, es la forma de cómo le ha servido al ejecutivo federal, el manejo de la propaganda y ésta mediante el control social se ha ido apoderando de la conciencia del individuo al estar en contacto de los medios y la interacción con la sociedad. La hegemonía del poder por una clase política partidista del “poder del Estado”, que da pie a la trasformación político social y a una fallida aplicación de la Constitución y del derecho, que priva a la libertad de las personas encontrándose así el grupo de poder, el que crea un espejismo de democracia con un sinuoso vaivén de ruidosos gritos de inconformidad que solo llevan a desgaste social, y aun inoperante sistema de modelo electoral al cual no le queda más que afianzarse mediante la propaganda para existir. Es así como el Ejecutivo se ha apoderado de la primera etapa del control social represivo, esto es porque abarca la conciencia del individuo.
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I.- EL PARTIDO DE ESTADO La revolución de 1910, fue el gran respiro para y la gran frustración para el indígena campesino, pues se sacrificó en aras de una constitución política (1917), que le promete mucho pero cuya aplicación quedo en manos de una naciente burguesía nacional que institucionalizó el autoritarismo en nombre de la democracia. Estructuro un capitalismo dependiente que convirtió el cuerpo y el tiempo de los hombres en fuerza y tiempo de trabajo urbanizado al campesino, domesticando al movimiento obrero y estableciendo una rama de subpoder político, microscópico, capilar capaz de fijarlos como trabajadores al aparato de producción. (Foucault, la verdad y las formas jurídicas) endeudo al país y concentro al poder político y económico en el poder ejecutivo y en los otros que le sirvieron de sustento. A través de la constitución se fortaleció al poder Ejecutivo sobre los otros poderes a los cuales controla y dirige permaneciendo aquel en manos de una sola persona llamada Presidente de la Republica y cúspide de una pirámide de poder dentro de los cuales existen miles de pirámides pequeñas de poder de un jefe o cacique que reproduce la dominación servidumbre y donde aparece el absolutismo, la arbitrariedad, la corrupción y la impunidad. Ese poder así distribuido solo tiene una condición, ser fiel y leal a los poderes de los jefes superiores, esta regla no escrita pero vivida profundamente tanto de los grupos públicos como privados. Así de esta forma se crea una relación basada en la sumisión y la obediencia al jefe en torno del cual se reúnen muchas personas para obtener los beneficios de estar a su servicio. Por lo que los trabajos se realizan con la libertad o con la autocrítica que el jefe requiere pues la conciencia que las realiza no es para sí, sino para otro. Para mantener, conservar y reproducir ese sistema de dominación el poder ejecutivo creo un partido de Estado, (Sartori G. partidos y sistemas de partido) desde la perspectiva del poder que fue evolucionando en su formación hasta darle una estructura corporativa que reproducía la multiplicidad piramidal que se daba en la práctica de las relaciones sociales. 5
El partido es una institución hegemónica que no había tenido contrario sino hasta 1988, y que ha gobernado sin pedírsele responsabilidad. (PRI) es un partido pragmático por que ha hecho acopio de todas las fuerzas y de todos los elementos divergentes sociales y políticos para cohesionar y mantener el control de la actividad social (Sartori G. partidos y sistemas de partido). Su hegemonía no permite una competencia oficial por el gobierno y las reglas políticas son impuestas por el, para su beneficio, porque más que un partido, es un instrumento de manejo de poder. Puede afirmarse que no es un partido porque su lógica y actuación no obedecen a la lógica partidaria, sino una institución fachada que utiliza para justificar y legitimar la dominación en nombre de una voluntad popular y una democracia que no existe. II.- UN CASO; EL DERECHO EN EL RÉGIMEN ELECTORAL MEXICANO Otra situación es la complejidad del régimen electoral que obliga a detenernos por un momento para hacer algunas reflexiones. Desde luego resulta evidente que la comprensión de la figura electoral en sus diversas reformas que ha llevada a cabo en gran parte el régimen detentador del poder, que se originó después de la revolución. Evidencia que la comprensión de la fórmula electoral y su aplicación a sus distintas hipótesis que plantea, por ejemplo; el artículo 54 escapan a los conocimientos de la mayor parte de los mexicanos, para quienes igual que para los profesionales del derecho y los líderes de los partidos políticos, resulta un misterio. El asunto representa un serio obstáculo para el ejercicio de cualquier tipo de democracia que se pretenda, pues la democracia exige sea cual sea su modalidad, la claridad indispensable para satisfacer los juicios y sentimientos elementales de justicia del pueblo; de otro modo, por apegados que sean sus procedimientos a la rectitud y el rigor algebraico, no puede suscitar, en el mejor de los casos sino escepticismo.
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III.- LA DEMOCRACIA DE PARTIDOS En el mejor de los casos puede considerarse a la democracia de partidos, como un sustituto de la democracia plebiscitaria, ya que existe una diferencia insaciable entre el Estado liberal en la teoría de la representación y el Estado ideológico de los partidos políticos, así el Estado liberal se finca en la tolerancia, el Estado ideológico es intolerante. Los partidos políticos son el centro de la voluntad política, la función del poder ejecutivo, se ve obligada a compartir la soberanía, con otras ideologías, ya que son los partidos políticos centros de negociación y de difusión ideológica, cuya función es la antigua tarea del convencimiento. Los partidos políticos deben ser reconocidos como verdaderos órganos del Estado por cuya mediación del poder material que los sustenta se vuelve a formar y su legitimidad que reclaman, legalidad cuando llega al poder. El tránsito de la democracia representativa a la democracia de partidos, no significa la existencia de aquella, de hecho no solo coexisten, como en nuestro régimen sino que durante muchos años nuestros partidos políticos han tenido una existencia extra constitucional, a pesar de ser notorio y notable su influjo en las relaciones de poder del Estado. México ingresa relativamente hace algunos años a estos regímenes democráticos, en donde se trata de que coexistan los principios democráticos y representativos, conforme a los artículos constitucionales; 40, 115 o 41, entre otros. Pero aquí encontramos un problema lo racional aquí no implica que sea lo correcto en el sentido de reconocer que sea bueno este cambio, sino en el sentido de obedecer y comportarse con base en las reglas jurídicas de construcción del discurso. Es decir el sistema de partidos mexicano; dejo de ser un sistema cerrado pero nunca perdió el control, para convertirse en otra cosa, que fuera influenciada por los demás diversas circunstancias.
El sistema partidista mexicano es un sistema; producción-
dominación, basado en un sistema ideologico-juridico que lo justifica, por ello tienen que mantenerse cerrados y reproducirse a sí mismos, auto motivándose y creando las evoluciones que le permitan su permanencia en el tiempo y la posibilidad de seguir conservando el control. 7
IV.- LOS PARTIDOS Y EL INDIVIDUO Los partidos son en verdad, las Iglesias laicas de nuestros tiempos, institucionalizan la fe secularizada y exigen la sumisión del individuo a las decisiones de una oligarquía, autoritaria, que expresan en conjunto un cambio de mentalidad social. El ambiente político al cual dan origen a sus exigencias primarias de fidelidad y lealtad al partido justifica la afirmación de que “la democracia social excluye la tolerancia” (Georges Burdeau La Democracia) y no debemos olvidar que la tolerancia, fincada en el principio de la racionalidad a la idea del orden liberal, es elemento esencial del Estado de Derecho. La tolerancia concebible si se acepta la existencia de un poder legítimo único y superior que limita y controla todas las tendencias tiene por condición, “el acuerdo de lo esencial”, y lo que llamaban democracia en el siglo pasado “la democracia reposa sobre una construcción, tanto filosófica como jurídica de la soberanía nacional, que no tiene otro objeto en definitiva, que salvaguardar la unidad del poder” (Georges Burdeau La Democracia). Por otra parte, debemos tener presente que cuando un partido toma el poder obtiene el derecho de administrar al Estado, conforme a los intereses y la ideología que lo llevan al poder y que para hacerlo debe hacerlo valer a través del derecho. De tal suerte que cualquier partido político se debe a una lucha interna y externa en la que concurren los intereses creados, el poder por el poder y el poder del derecho. De esta forma los partidos políticos originalmente institucionaliza esa lucha electoral para su existencia, son grupos y cotos de poder que controlan incluso la conciencia del ciudadano en los comicios electorales y basta tan solo que esas relaciones permeen al plano personal y de esa forma al plano institucional (sea cual sea el color del partido) para que exista oficialmente el acta de nacimiento de un nuevo partidario, pero ese registro jurídico es menos importante que el encadenamiento mental que el individuo pudiera tener con el partido. Y de esta forma con el envenenamiento de los individuos en la lucha ideológica de los partidos existentes, dan como consecuencia el voto que es de una democracia individualizada se convierta en una democracia de opinión pública.
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V.- LA PROPAGANDA Y EL TLATOANI Aquí vamos viendo que
ha pasado y está pasando actualmente en estas últimas
elecciones. Tenemos que de la institucionalización de la lucha electoral los partidos pasan gracias a su permanencia a la institucionalización de la lucha ideológica. La propaganda nazi, considerada por muchos autores la clave del triunfo del régimen, descansa en la presentación de declaraciones y símbolos, en lugar de argumentos, y la repetición constante. Goebbels, eleva a principio cuantifico la afirmación conocida como “una mentira mil veces repetida se vuelve verdad”. El resultado esencial de este ámbito, donde se acentúa la confusión entre lo político y lo electoral se encuentra en la ideología y su personificación en sujetos convertidos en mercancías y además de las leyes la mercadotecnia y la efervescencia de los medios y su propaganda. La lucha de los partidos se vuelve también en consecuencia lucha por los medios. Hitler no da mucha importancia a las ideologías y centra su atención en los recursos a su disposición de sus promotores para llevar a cabo sus decisiones e ideas. Con esta situación -lo estamos viviendo- originada por los medios y las técnicas de la propaganda comercial, se comprende lo dicho por Burdeau, quien nos dice: “pero la propaganda se inclina a crear, sobre ciertos sentimientos, creencias o inclinaciones preexistentes,
una atmosfera de delirio intelectual que impide al pensamiento
recuperarse”. Lo que provoca este ambiente es que la posición de los partidos políticos afronten un dilema; si su propaganda ha de ser eficaz, ha de sujetarse a sus principios o a los de los medios y de esta forma se desplaza la convicción y si lo hace así no lograría penetrar a la sociedad pero si lo hace atacando la conciencia del ciudadano, a pesar de que la lucha política reclame su causa, lo que vale es la presa o la victima de conciencia. En este marco
de dominación y de lucha contra ella se estructura sociológica y
políticamente la sociedad mexicana, siendo un jefe el que arbitra la voluntad de un grupo, en sintonía con la del Jefe del poder Ejecutivo. Si el jefe subordinado falla la
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violencia del poder que lo creo y lo tolero, lo aplasta con el peso de su “ley”, o mediante acciones de hecho.
VI.- EL SEÑOR DEL PODER; EL EJECUTIVO FEDERAL La relación de dominio crea una particular interacción humana y condiciona de la forma de creación y aplicación de las leyes de tal manera que el ordenamiento jurídico puede contener formalmente un amplio numero de garantías para la protección de los ciudadanos del abuso del poder, pero solo cumplen la función de estar ahí, ya que no son respetadas por las autoridades que las ejecuten a su aplicación es selectiva y se hace por consigna del poder. Por ello aun que la relación social por los abusos obliguen al poder ejecutivo a hacer reformas y cambios en el poder jurídico los resultados continúan sien do los mismos por que se modifica la ley pero permanece incambiada esa relación social que ha sido construida de manera vertical, en concordancia de la lógica
de la relación señor-
servidor. Esta situación perdurara hasta que el mexicano nuevamente perdiendo su temor y esto traduciéndolo en negatividad de sus dominadores logre la autonomía y consciencia de si, y en la confrontación alcance el reconocimiento de sí mismo. De esta forma el valor de la persona se va transformando en un instrumento de producción cuya validez deriva de su capacidad para someterse y ser fiel al mandato del dominador. Quien no domina su calidad de vencido rompe las normas impuestas en la lógica del poder que se ha estructurado y por lo tanto es reprimido con el fin de resocializarlo, convirtiéndolo en un ente servil, en un contexto socialmente anómico y desintegrado, al servicio incondicional y perenne del partido en el poder durante muchos años y que llegara nuevamente en unos cuantos meses a gobernarnos.
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CONCLUSIONES 1.- En la actualidad cada elección, más que una oportunidad para conocer u obtener la voluntad política ciudadana, ésta representa una prueba de fuerza que mide el consenso en torno a la fe institucionalizada. 2.- Los efectos ideológicos de los partidos políticos y en particular del que tiene mayor conglomeración popular (PRI), depende más de los medios y recursos técnicos que de lo contenido en sus conceptos doctrinales.
De esta forma administra con mayor
facilidad el consenso social al fin de legitimar el poder que este ejerce en nombre de la voluntad democrática. 3.- Existe el partido político, como legitimador de su estadía en el poder como un órgano del Estado, esto es los partidos políticos constitucionalmente son parte de interés público (artículo 41) y en este sentido la mediación entre el Estado y el ciudadano no existe ya que median los intereses del partido y su voluntad política. 4.- Las perspectivas de los partidos políticas son diversas y complejas puesto que de la dinámica social y necesidad de esta, se explota como un producto mercantil sus perspectivas y sus sueños y prever a futuro y mediante los medios de control social (todos los medios de comunicación existentes) ir ideologizando al sujeto y acostumbrarlo para que no le sea indiferente ni extraño la persona quien lo ha de gobernar a futuro próximo. De esta forma los medios de comunicación se convierten en la esfera en donde gira la voluntad y futuro de México.
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BIBLIOGRAFIA 1.- Burdeau, Georges. La democracia, España, Ariel, 1970, p. 81-99 2.- Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. 3.- Del Palacio Alejandro, Teoría Final del Estado, México, Porrúa, 1986, p. 130-136 4.- Foucault, M. La verdad y las formas jurídicas, México, Gedisa, 1984 p. 75-77 5.- Goebbels, en Tratado de Derecho Político General, Buenos Aires, Editar, 1961, T II. P. 467. 6.- González Vidaurri, A. y otros. Control Social en México D.F., UNAM, 2004, p. 60 7.- Sartori G. Partidos y sistemas de partidos, Madrid y Alianza Editorial, 1980, p. 281
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