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Conclusiones
XLIX Convención Internacional de AEA
María Isabel de Lebed
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Distanciados físicamente de nuestro querido ashram de Baños de Agua Santa por segundo año consecutivo a causa de la pandemia de COVID-19, la vía telemática fue el puente que facilitó que todos los Centros y Grupos de nuestra Asociación se reunieran para vivir la Convención anual número 49.
El gran tema de este 2021 abordó “Los beneficios del Yoga en tiempos de pandemia y ante toda crisis”. Los tres días de encuentro virtual (del sábado 30 de octubre al lunes 1 de noviembre) ofrecieron un completo programa de actividades, como prácticas de preyoga y energetización, seguidas de espacios de meditación y cantos devocionales. La Santa Misa que conmemoró el Natalicio de nuestro amado Guía Espiritual y Fundador de AEA, el Padre César A. Dávila, fue el corolario del aprendizaje espiritual que ofrecieron los ponentes de los temas estudiados por los Centros de Cuenca, Chile, Guayaquil, Quito, Panamá y Santo Domingo, en su orden.
La fraternidad, el entusiasmo y el fervor juntaron a todos los participantes en un solo abrazo de hermandad espiritual, confiando que pronto podamos reecontrarnos en nuestra añorada casa común a los pies del Tungurahua.
A continuación, ofrecemos extractos de las intervenciones de Directivos que representaron a los distintos Centros y Grupos en la mañana del 1 de noviembre, al cierre de esta memorable Convención.
Intervención Ángel Ledesma, Director AEA Guayaquil y Nacional
Estamos celebrando el Día de Todos los Santos y la fecha de nacimiento de nuestro amado Padre Dávila. En realidad, hemos sido muy afortunados con la Paternidad Divina, con la paternidad de nuestros progenitores y con esa paternidad perpetua y eterna de nuestro amado Maestro Espiritual.
En esta Convención, la celebración conmemorativa se ha visto matizada de una forma muy peculiar: en nuestras costumbres, siempre llevamos regalos obsequios cuando vamos a un cumpleaños; pero Dios ha querido que el regalo que llevemos hoy en día después de esta meditación, sean nuestros corazones abiertos a Él, abiertos en gratitud por habernos dado un hijo tan querido que es nuestro padre espiritual, el Padre Dávila. No es el discípulo el que escoge al maestro, es el maestro el que escoge al discípulo. El Señor nos escogió a todos. El Señor escogió al Padre Dávila. Y en el Señor, el Padre nos ha escogido a todos nosotros. ¡Qué gracias recibidas tan grandes!… ¡Qué gratitud imperecedera le debemos a Dios y le debemos al Padrecito!
En la Convención cuadragésima novena hemos sido invitados a ver cómo nuestras prácticas funcionan, nos ayudan, nos acompañan en pandemias como el COVID y ante cualquier escenario, sea positivo, sea negativo. Y así estaba el título de este encuentro. Hemos recorrido desde el inicio, con el trabajo del Centro de Quito, la presentación del marco de la pandemia con sus connotaciones y efectos en la sociedad, en todos los ámbitos: sociales, sicológicos, económicos. Presentaron además, varios testimonios, muy sentidos, de cómo habían vivido la pandemia y la habían superado estudiantes de ese Centro.
Después el Centro de Chile presentó los Yamas y los Niyamas: las reglas éticas individuales y las reglas éticas sociales; diez normas que son como la base moral de toda práctica espiritual. Son los inicios que nos acompañan en nuestra vida diaria. En cada momento debemos poner en práctica los Yamas y los Niyamas.
El Centro de Guayaquil nos presentó cómo el Padre Dávila, tomando del Yoga esta integralidad, incorpora el siguiente cimiento: los Asanas y Pranayamas.
No puede haber un verdadero Yoga si no está integrado el templo, el cuidado del templo junto al espíritu, junto a la mente. Y por eso siempre en nuestras reuniones, en nuestra vida diaria de meditación, practicamos algunas de estas hermosos ejercicios aconsejados por el Padre Dávila: Preyoga, respiración, Hatha yoga, o los tres juntos. Y dentro de esta práctica de pranayamas, aunque no se la tocó explícitamente, se mencionó el Kriya Yoga. (Destacamos que a través del Centro de Cuenca, los miércoles a partir de las 5 de la tarde siempre hay una reunión de práctica a la que se suman Kriyabanes de Guayaquil, Quito, Panamá y Chile, y luego se hace la meditación.)
En esta Convención el Centro de Cuenca presentó un trabajo muy completo, integrando Pratyahara, Dharana, Dhyana y Meditación. Presentaron en su primera parte lo que el Padrecito Dávila explícitamente nos enseñó -tomado de su obra Las llaves de tu Reino, Concentración y Meditación. Después, a través de María Eulalia Tamariz de Malo, se hizo una presentación de lo que es en sí el Dhyana con todas sus connotaciones, no tomadas de indicaciones sino de la experiencia interna, de lo que se vive, de lo que se goza, de lo que se siente. Y lo resumió admirablemente cuando nos decía que era como ¨…el despertar de esa luz que recorre desde la base del eje cerebro espinal y enciende ese loto de mil pétalos en la corona en sahasrara¨. Corona que la han vestido los más grandes maestros de la humanidad. Esa corona de mil pétalos de luz, flores vivientes cuyo perfume se eleva como ese incienso sagrado que comenzó con el justo Abel al ascender a los cielos, que ha estado presente en el altar de los perfumes en la tradición antigua de Israel; el incienso sagrado que se encendió para siempre en la Resurrección de nuestro Señor.
Todos los practicantes de meditación somos como una imagen del perfume de ese incienso sagrado. Son las oraciones de los que aman a Dios desde todas las latitudes de este mundo y del Universo, que anhelan unirse a esa oración perfecta, a esa oración única y extraordinaria del Señor y que intercede por toda la Creación.
Después, entramos a los senderos del Yoga:
El Centro de Panamá presentó el sendero del Gnani Yoga. Pero claro, no es el sendero del estudio sino el sendero del discernimiento, el sendero de la sabiduría que el yogui anhela usar junto con la intuición como una suerte de espada que separe los velos de maya para que quede -por decir así- abierto, despejado, el camino para que el corazón ascienda en el espíritu de Dios… Para que alcance la Conciencia Crística y a través de este único camino llegue al Padre, a nuestro papi, a nuestro papá, a esa Conciencia Cósmica, a ese Ain Soph Aur de los cabalistas, a ese Absoluto de la filosofía oriental.
El gnani yogui o jñana yogui hace realidad el encuentro, el Bhakti del corazón con el conocimiento de la intuición. Para amar hay que conocer; y conociendo, amamos.
Luego vino una maravillosa intervención del Centro de Santo Domingo para presentar dos senderos: el Karma Yoga y el Bhakti Yoga. Lo reservamos para el último, porque pensamos que todos tenemos que ser karma yogas y también bhaktis. Esta es la característica de nuestra Escuela, no mencionada por nosotros sino por el Padre Dávila. Él decía: ¨Nosotros somos bhaktis¨… Aparte, ya en lo religioso, seguimos a Cristo que es el Maestro de maestros, y es el Maestro del Amor.
También se resaltó el bhakti de la devoción en el Karma Yoga. Tenemos que actuar, todos estamos sujetos a la acción. También se nos enseña que debemos actuar de manera desapegada; tenemos que actuar ofrendando todos nuestros actos, todos nuestros deberes a Dios; y tenemos que actuar en unión con Dios, para que entonces sea Él quien actúe a través nuestro.
Así entonces nosotros estaremos ya no en la periferia de la rueda del Karma Yoga, sino estaremos en el centro, en el eje. Ya no estaremos sujetos a esa rueda de causación, actuaremos en libertad. Y para aquel que realiza el Karma Yoga en su unión con Dios, se cumplirá aquello del Apóstol Pablo: “Yo ya no vivo para Cristo, es Cristo quien vive en mí”. Y esto no es un ideal, sino una realidad que se cumple en todos los maestros espirituales, en todas las tradiciones espirituales de todas las religiones del mundo: Ya no viven para Dios, Dios es quien vive y actúa en ellos cuando se logra esta relación -como lo hiciera también nuestro amado Padre Dávila.
Entonces ya no hay causación. El cristiano, Alter Cristi, tiene que ser otro Cristo. Pero en este sentido: en el sentido que Cristo vive y actúa por él. Y en el Bhakti Yoga siempre tenemos que pedirle a Dios que nos dé el Prema bhakti. El Prema es la suprema devoción, porque el Prema no es el amor que nace en nosotros y va a Dios, sino -como decía el Padrecito Dávila- tenemos que aspirar a ese verdadero amor, al amor que viene de Dios, llega a nuestros corazones y se extiende a los demás, al prójimo, a nosotros mismos, a la sociedad. Entonces ese amor ese Prema bhakti, esa suprema devoción, ese anhelo incesante por Dios, no es un amor humano sino un amor Divino. Que con ese amor divino aprendamos amar a Dios, a todos los seres de la creación, a todos los seres sintientes y vivientes.
El Bhakti Yoga es además, el más natural de todos los senderos. ¿Por qué? Porque cuando estamos enamorados, cuando vivimos enamorados, no renunciamos a nada. Por eso el amor de los cónyuges es el signo humano hecho realidad del amor que viene de Dios. ¿Acaso renunciamos a nuestros padres, a nuestras madres, a nuestros hermanos? No, absolutamente no. Así mismo, ese Prema bhakti, esa suprema devoción que viene de Dios, es ese anhelo incesante que el maestro Yogananda, uno de los más grandes bhaktis como hombre que ha tenido la humanidad, describió en ese canto cósmico: “Noche y día mi corazón te espera. Noche y día, noche y día”. Noche y día anhela el corazón de un bhakti unirse a su Amado.
El Bhakti Yoga es el sendero de la relación con el Dios personal, con el Dios -en la tradición oriental- con forma. Por eso el bhakti aprende amar a Dios a partir de esas imágenes de las relaciones humanas. Y entonces, el bhakti ama a Dios como un hermano, ama a Dios como un hijo. En la tradición oriental está muy presente la imagen de la Madre, y por eso muchos sienten y cultivan su relación con la Madre. Yogananda, Ramakrishna son algunos maestros insignes que cultivaron la relación con Dios como una Madre.
Nuestro Señor Jesucristo cultivó y realizó como hombre la relación de bhakti con el Padre (¨Mi Padre y yo somos uno¨). Pero el Bhakti Yoga -aparte de estas relaciones- también, se dice, cultiva la relación como del amante que ama a su amado. Ejemplo extraordinario de este Prema bhakti, son las Gopis de Vrindavan que amaban a Krishna.
Otras tradiciones también, entre esas las nuestras, presentan el amor a Dios como a un niño. En Cuenca tienen la devoción -en todas las familias- de los nacimientos y el Pase del Niño. En la tradición cristiana de relacionarnos con el Dios Personal, con el Dios con forma, con imagen, hay también diversas imágenes con que los bhaktis nos podemos identificar. Tenemos a Jesús del Gran Poder. Y en nuestra Escuela de Auto-Realización, el Padre Dávila nos ha hecho presidir en todas nuestras capillas la imagen del Cristo Orante en la Cruz, no de un Cristo muerto, sino de un Cristo que en la Cruz está orando por nosotros Padre perdónalos porque no saben lo que hacen¨. Padre si quieres que pase este cáliz de mí, no se haga mi voluntad sino la tuya¨. Es un Cristo que en ese tormento, sabe que está pagando nuestro karma. Y su mirada ya apunta a la resurrección, donde nos va dar una nueva vida y en abundancia.
Y así, en nuestra cultura cristiana hay muchos símbolos y signos que sirven para unirnos a Dios: el Sagrado Corazón de Jesús y el Inmaculado Corazón de María, que iluminan esa inteligencia del corazón; la imagen del Cristo de la Verónica o las imágenes del Buen Pastor. Tantas imágenes, tan bellas, y que son representaciones porque tenemos la bendición de creer que Él encarnó.
Entonces esa corporeidad de Cristo nos sirve como un puente para conducir a nuestro corazón a Dios. Pero el Bhakti Yoga conducido por el Espíritu de Dios y sintonizado con la Conciencia Crística, tiene que llegar al Padre, a la Conciencia Cósmica, porque el Dios Bendito está más allá de la creación. Por eso tenemos a estos grandes místicos como San Francisco de Asís -el rey de los bhaktis de Occidente- nuestro santo patrono; en Oriente, a Paramahansa Yogananda y a Ramakrishna -el cual enseñó a pasar más allá de la imagen de la Madre y a entrar en el mar de la Luz Divina. Y tenemos también consignada la experiencia del Padrecito Dávila en su plática Desde el Arcano del Silencio… No sabemos cómo tuvo voz para compartírnosla, pero percibió y se sumergió en ese mar insondable de Gozo, Paz, Luz.
Karma Yoga, Bhakti Yoga, Gnani Yoga se unen en la suprema experiencia del amor consumante de Dios.
Le damos gracias entonces en la clausura de esta Convención a nuestro amado Padre Dávila y a la Santísima y Augusta Trinidad que ha inspirado todo esto… A esa línea de maestros que reconocen, sienten, conocieron y conocen a nuestro Cristo Bendito; porque ellos son los que permanentemente nos inspiran, nos conducen como a niños, y como en esa bellísima imagen del caminante que invita a Cristo a caminar y después percibe que solamente hay las huellas de Cristo, y Él le hace entender que una vez que Dios nos toma, no solamente nos da la mano sino que nos carga permanentemente sobre sus hombros.
Gracias a todos quienes han participado con estas maravillosas ponencias. Nos quedan estos registros que sirven para que nuestra Asociación siga cumpliendo en el tiempo aquel mandato y aquel legado de nuestro amado Padrecito Dávila cuando aquel 24 de mayo de 1999 despidiéndose de todos nosotros dijo: ¨Aprended de mí que medito todos los días. Tomen mi arado y sigan adelante¨… Y eso es lo que hacemos todos los estudiantes de Auto-Realización todos los días: vencernos y practicar, practicar. Practicar este legado de amor y de unión con Dios que nos dejó nuestro amado Padre Dávila. Que Dios lo siga bendiciendo abundantemente y que él desde su unión con su amado Maestro Cristo Jesús y el Padre Todopoderoso, en unión con el Espíritu Santo, nos siga bendiciendo a todos nosotros.
OM. PAZ. AMÉN.