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EN RUSIA FUIMOS LOCALES Por Elviz Jáuregui Fernández
S
i hay una certeza en la que todos consensuemos es la de que este Mundial será inolvidable para todos los hinchas peruanos. No me cabe duda que marcará un precedente importante en la visión que tienen de su país en el mundo. Un hito histórico como este hizo delirar de emoción a miles de fanáticos de todas las generaciones, de norte a sur, de oeste a este, en la Costa, Sierra y Selva. Los largos 36 años de ausencia en el máximo evento deportivo del planeta deleitaron en llanto a muchos al oír por primera vez su himno patrio en una Copa del Mundo. Primero fue la ciudad de Saransk, a 650km de Moscú, donde una oleada de compatriotas, llegados de todos los rincones del planeta, ‘invadieron’ está tranquila urbe rusa y la convirtieron en el primer cuartel de seguidores ‘blanquirrojos’. La incontrolable pasión y el supremo entusiasmo por nuestra selección asombraron al mundo entero. Mejor presentación no pudimos tener. Si buscábamos impactar desde antes del inicio de la copa, lo logramos. En el Mordovia Arena, en el Estadio Central de Ekaterimburgo y en el Olímpico Fisht el aliento peruano fue incansable. El furor por ver al equipo de Gareca tocar el balón con sutile-
za, armar jugadas colectivas y desplegarse cerca al área rival impresionó a todos los asistentes, incluyendo a los del equipo contrario. Desde el primer minuto hasta el pitazo final del árbitro nos sentimos como si estuviéramos en casa, como si jugáramos de local en el remozado Estadio Nacional. El ‘vamos, vamos peruano, que esta noche tenemos que ganar’ se cantó desde lo más profundo del alma desde las gradas. La prensa mundial resalta el estupor que generamos en todas las hinchadas del Mundial y a los lugares donde nos tocó estar. No dejan de hablar de nosotros y de la desmedida forma de vivir el fútbol de nuestro equipo. Logramos juntar a rusos, ingleses,
Los largos 36 años de ausencia en el máximo evento deportivo del planeta deleitaron en llanto a muchos al oír por primera vez su himno patrio en una Copa del Mundo.
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irlandeses, egipcios, japoneses, tunecinos, brasileros, iraníes y panameños, vestirlos con nuestra bandera a través del lenguaje universal que nos depara el fútbol y cantar todos a la vez: ‘…Soy peruano, no pue do parar ’.
Dejamos huellas en calles, plazas, bares y a donde nos llevó nuestro sueño a tierras rusas. ¿Quién no vio a un peruano con su camiseta durante la transmisión de los 64 partidos de la Copa? Aparecimos en todos lados e impusimos nuestras costumbres para deleite de todos ¡Celebramos el Inti Raymi y la fiesta de San Juan en la Plaza Roja de Moscú! Nos sentimos increíbles en un país ajeno.
Es que fuimos locales a donde fuimos y nuestros cánticos contagiaron a todos los invitados. Copamos Ekaterimburgo, el límite entre Europa y Asia, desde días antes del No fuimos los únicos, pero nuestra presenpartido contra los franceses. No ganamos, cia se hizo sentir. No llegamos hasta Rusia pero jugamos de local y de igual a igual por casualidad ante una de las seleccio¡ Co nve r t i m o s nes más poderosas del No nos podíamos ir sin gritar un gol en 36 años de esmundo gracias al poder pera por un mes de los nuestros que no esta Copa. Aunque era nuestro último m á g i c o ! Nos dejaron de alentar en partido, ¿Cuántos lagrimearon con el presentamos las tribunas. Nos hici- gol de Carrillo y Guerrero? Se rompieron ante el mundo mos imbatibles gracias a exhibiendo los ellos que dejaron miles 36 años sin celebrar en los mundiales y pergaminos de cosas en su vida dia- 40 años sin triunfos en este certamen. necesarios que ria por seguir la travesía nos hacen dide la selección por Rusia. Otra vez retumbaferentes. Quizá, cuando la serenidad retorne, mos el estadio con el ‘Como no te voy a querer’. añoraremos cada segundo que vivimos aquí y En Sochi, nuestra última parada, el juego despertemos del sueño que significó Rusia en apareció frente a los australianos. El planuestras vidas. neta futbolístico apreció en su máximo esplendor nuestro estilo de juego, aquel que nos identifica también como nación. Bajo el umbral de un sol radiante, conseguimos lo que nos propusimos desde que emprendimos el viaje: traernos una victoria de este certamen. No nos podíamos ir sin gritar un gol en esta Copa. Aunque era nuestro último partido, ¿Cuántos lagrimearon con el gol de Carrillo y Guerrero? Se rompieron 36 años sin celebrar en los mundiales y 40 años sin triunfos en este certamen.