Codornices de San Salvador

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Dedicado a don Manuel Monter Gándara y su apreciable familia, de parte de todos los amigos que convivimos con él en la

Hacienda de los Ojos Negros Un sueño aún sin materializarse

Alberto Tapia Landeros 2019

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Codornices de San Salvador Alberto Tapia Landeros Introducción San Salvador es un topónimo original que junto con el de Sangre de Cristo su vecino, data de tiempos misionales, cuando el Capitán de Loreto, Gobernador de las Californias, José Joaquín Arrillaga, cabalgó por estas tierras norteñas californianas. Se nombra así, a un arroyo de aguas permanentes que nace en Sierra de Juárez y corre hacia el Valle de Ojos Negros, municipio de Ensenada, B.C. Las 1, 200 hectáreas de este predio denominado El Gato, fue comprada a la compañía ganadera Circle BAR de San Diego, California en 1906, por la señora María Mérida de Rodríguez, y posteriormente adquirida por mi querido amigo don Manuel Monter Gándara y convertida en una Sociedad de Producción Rural, integrada por miembros de su histórica familia política bajacaliforniana.

Arroyo de San Salvador. Fotos del autor.

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El arroyo de San Salvador corre seis kilómetros por esta propiedad y es hábitat de la codorniz de California (Callipepla californica), la presa de la caza deportiva más codiciada de las sierras peninsulares norteñas de la costa del Océano Pacífico. En la cuenca de San Salvador también habitan otras especies de uso cinegético o caza deportiva, como los conejos de cola de algodón (Sylvilagus auduboni) y el conejo de matorro (Sylvilagus bachmani), así como la liebre de cola negra (Lepus californianus). Y para enriquecer el menú cinegético, hay bastantes ardillas de roca (Citellus beecheyi), que cazadas antes del invierno su carne blanca tiene muy buen sabor por haberse alimentado de jojoba.

Conejo

Ardilla

El nombre de El Gato a esta propiedad le viene porque un gato montés (Lynx ruffus) atacó una noche de verano que la familia del vaquero residente dormía afuera de la casa, a uno de los niños mordiéndole su cabeza y dejando una notoria cicatriz de por vida. En una ocasión cacé un coyote (Canis latrans) y hemos visto en varias ocasiones hembras y crías de venado bura (Odocoileus hemionus fuliginatus pero nunca cazamos a uno de ellos. También hay zorra gris (Urocion cinereoargenteus) y tejón (Taxidea taxus). En los años ochenta desarrollamos un proyecto que sigue sin materializarse, denominado Hacienda de los Ojos Negros, como referencia a su vecindad con el valle del mismo nombre y cuyo sitio original, Real del Castillo, fue la primera capital del Territorio de la Baja California. Sirva este preámbulo para entrar de lleno al tema de este artículo, la cacería de la codorniz de California.

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La caza Durante el tiempo que visitamos el lugar para recolectar información para el proyecto mencionado, confirmamos que tenía una buena población de esta pequeña ave de caza, pero difícil de acertar al vuelo. Don Manuel rehabilitó la casita original del rancho, la amplió y la hizo confortable, aún en los fríos y húmedos inviernos de esta zona, instalando estufas de leña y dos baños con sanitario y regadera, calentón para el agua que se nutre de un manantial natural a escasos metros de la casa. Con estos servicios indispensables muchos días y noches la pasamos ahí muy bien, ya fuese para cazar y simplemente para reuniones de amigos, como el grupo que aparece en la contraportada denominada por mí The Wild Bunch. Esto fue posible gracias a la hospitalidad y generosidad de Manuel y su apreciable familia, a quien dedicamos este trabajo y agradecemos su siempre buena disposición.

Padres con sus polluelos en la primavera.

Para poder tener suficientes codornices en el otoño-invierno, es necesario respetar la veda de la primavera-verano, para que las aves y el resto de la fauna silvestre se reproduzca. Después hay que esperar que durante el invierno llueva lo adecuado para que en la primavera haya insectos, semillas y granos que las

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codornices requieren para alimentar a su prole, como la que vemos en la foto anterior de Armando Tapia Landeros. La codorniz es un ave gregaria, nómada que se agrupa en parvadas. Cuando las condiciones climáticas le son favorables, cada hembra pone alrededor de 12 huevos pintos que eclosionan positivamente unos 10. Si el clima sigue bien pueden producirse unos 30 polluelos de los cuales llegan a adultos unos 20. En estas condiciones óptimas, el cazador considera que vale la pena el gasto y operación para ir tras una docena de pájaros por día. Si su permiso de caza se lo permite, cazará algún conejo que se le atraviese. A la liebre se le sigue respetando porque no tenemos la cultura culinaria apropiada como en Europa, en donde es toda una presa de caza y su preparación un codiciado manjar.

Me aproximo a un mangle o un lentisco para provocar el vuelo de la parvada. Foto de Armando Tapia Landeros.

Aunque el mejor calibre de escopeta para esta pequeña presa es el 12, prefería una 20 ligera ya que las caminatas son de toda la mañana para echar a volar unas tres o cuatro parvadas. El gran problema para el cazador de codorniz de California es encontrar a las derribadas si se caza sin perro, como en este caso. Para no perder

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a ninguna presa, es recomendable que una vez abatido el pájaro, no se pierda de vista el lugar en donde cayó hasta recuperarlo, no importa que vuelen otras codornices después. Eso es muy difícil para novatos que se aceleran y siguen tirando para después no encontrar a ninguna de las caídas. La caza la hacíamos en carros con doble tracción para poder seguir a una parvada que voló antes de tirarle, hasta su monte de aterrizaje y luego entrarle a pié. En aquellos años conocíamos muy bien los sitios favoritos de las aves para encontrarlas en las 1, 200 hectáreas del rancho. A medio día había que regresar a la casa a limpiar y preparar el morral.

Daniel Tapia y Pepe Mendoza Jr. desplumando pájaros. Foto del autor.

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Preparación y degustación Recuerdo una cacería memorable por aquellos que acudimos a cazar. Vidal Treviño (†) y José María Mendoza que no cazaron pero sí se encargaron de la preparación de las codornices.

Don Manuel Monter y Vidal Treviño (Ɨ) friendo papas para la guarnición. Año de 1998. Foto del autor.

Los cazadores no somos muy exigentes con el menú cinegético. Asados y freídos son casi siempre. Cuando las condiciones lo permitían, preparaba los pájaros en cocimiento lento con crema de champiñones, champiñones frescos, cebolla, tomate, ajo, pimienta y vino blanco. Acompañadas de un buen arroz blanco eran una delicia. Algunas veces las preparé de esa forma en este lugar y en Cordillera Molina.

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En esta ocasión bastó con sazonarlas con sal de ajo, sal, pimienta y luego “revolcarlas” en harina de trigo. Después, con el aceite hirviendo freírlas hasta dorarlas.

Docena y media de codornices de California bien “harinadas”. Foto del autor.

También con sólo Sal y Pimienta.

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Manuel y Chema Mendoza cuidando la “fritanga�. Fotos del autor.

Los preparativos finales antes de la degustaciĂłn. Foto del autor.

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Fotos de los Tapia Landeros.

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La codorniz de California es un ave hermosa y sabrosa. Y cuando se cruza en el camino de un grupo de amigos, se completa una ecuaciĂłn para el recuerdo.

Instalaciones de la Hacienda de los Ojos Negros hoy en dĂ­a. Foto del autor.

La herramienta del oficio y su producto. Foto del autor.

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Un par de cuervos sobre la cruz rĂşstica frente a la casa que anuncia la Fe y la creencia de su dueĂąo. Foto del autor.

Manuel, gracias por los memorables recuerdos en este sitio incomparablemente bello. Alberto Tapia Landeros Noviembre de 2019

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