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Cultura cinegética en el delta del Río Colorado Alberto y Armando Tapia Landeros Javier Verdugo Estrada
Primera edición particular 2019
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Agradecimientos A mis coautores, mi hermano Armando su invaluable aportación fotográfica. Sin sus imágenes no tendríamos la riqueza visual y didáctica que la obra tiene. A Javier Verdugo Estrada, su experiencia de vida rural desde niño, que ofrece por primera vez un atisbo a la sabiduría personal y la vida cotidiana en el delta, interactuando con la naturaleza. A mi hijo Daniel su compañía y aportación fotográfica. A Jon Rebman su asesoría en botánica. A todos los asistentes cinegéticos que con su duro trabajo evidenciaron a la biodiversidad deltaica tanto para fotografiarla como para capturarla y mostrarla como lo hacemos en este trabajo. A mi esposa María Luisa, mi hija Ana Luisa y mis nietos Ana Lucía y Carlos Alberto de Alba Tapia, por conceder parte de su tiempo conmigo para la realización de este proyecto editorial, el último como investigador de tiempo completo en la Universidad Autónoma de Baja California, a quien agradezco infinitamente los 20 años académicos en que me aceptó. A falta de una casa editorial que aceptara publicar esta investigación con el argumento de que el gremio cinegético es muy pequeño, me atrevo a ofrecer a mis 75 años de edad, esta edición personal impresa artesanalmente y copiada de una en una según haya quien la demande.
Alberto Tapia Landeros, Mexicali, Baja California, a 25 de junio de 2019.
Dedicado a los compañeros cazadores que se nos adelantaron en el camino hacia los felices campos de caza. De mi archivo personal imágenes de algunos de ellos aparecen al final de esta obra. Permitimos reproducir partes de este trabajo citando el nombre del libro, a los autores y el año de edición.
Fotografía de portadas: Armando Tapia Landeros
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Cultura cinegética en el delta del Río Colorado Introducción I Historia.- Descubrimiento y colonización II El paisaje vegetal.- Suelo, hábitat, alimento, agua y ruta de escape Los árboles Los chamizos Vegetación exótica o invasora Los cultivos agrícolas III La fauna silvestre de uso cinegético Aves de tierra, locales y migratorias Aves acuáticas locales y migratorias Los mamíferos IV La fauna acompañante Catálogo de imágenes y ecología de especies V Las herramientas del oficio Escopetas, rifles y otros artefactos culturales VI El marco jurídico Antes y después de las UMAS (2000) VII El análisis académico VIII Conclusiones y recomendaciones IX Bibliografía
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Capítulo I Historia, descubrimiento y colonización “La cultura es una noche incierta en la que duermen las revoluciones de ayer, invisibles, replegadas en las prácticas; pero algunas luciérnagas, y a veces, grandes aves nocturnas la atraviesan como surgimientos y promesas de un nuevo día.”1
Introducción Este libro tiene el propósito de documentar la relación del hombre con la naturaleza en una de las regiones naturales más ricas del planeta, el delta del Río Colorado. Lugar de clima extremoso con inviernos en que raramente la temperatura baja a los cero grados centígrados. En cambio los veranos son inclementes y en la ciudad de San Luis, Sonora, se registraron 58.5°C (137.3°F) el día seis de julio de 19662. No obstante este inconveniente, el delta ha estado habitado y usufructuado por humanos durante milenios. Sufrió un cambio drástico al llegar la colonización de origen europeo y de Asia, entre otros, debido a que se deforestó casi la totalidad de su superficie con el propósito de sembrar y pastorear ganado. Esta nueva presencia cultural también usufructuó sus recursos naturales insustentablemente para algunas especies de animales que desaparecieron. De la estrecha relación que el humano ha tenido con la biodiversidad del delta, en este trabajo profundizamos en la historia y evolución de una de las prácticas culturales más antiguas de la humanidad, la caza3, tanto con fines consuntivos como simbólicos. La siguiente narrativa es producto de varios momentos del devenir histórico de un grupo de cazadores mexicalenses. Tiene una base empírica colectiva, es decir, una mescla de las experiencias del autor y compañeros de caza, así como de los informantes que aportaron sus conocimientos para construir esta narrativa, mediante una investigación de corte cualitativo-interpretativo desarrollada de 2009 a 2014. Por esta razón generalmente se narra en la segunda persona del plural, el “nosotros”. Sólo cuando la experiencia es estrictamente personal, aparece en primera persona del singular, el “yo”.
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Miguel de Certeau en Giménez Montiel, Gilberto. Estudios sobre la cultura y las identidades sociales. Conaculta. México. 2007. Págs. 93-94. 2
https://es.wikipedia.org/wiki/Anexo:R%C3%A9cords_meteorol%C3%B3gicos_mundiales.
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Cazar: (Del lat. *captiāre, de captāre, coger). Buscar o seguir a las aves, fieras y otras muchas clases de animales para cobrarlos o matarlos. Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española. Consultado el 23/03/2015.
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Los momentos en el tiempo refieren a una primera etapa, la segunda mitad del siglo XX; y el segundo y actual, lo que va del siglo XXI. Este corte obedece a que en el año 2000, en México cambiaron radicalmente las reglas del juego de la cinegética 4, al girar 180°. Como muestra sencilla y contundente, podemos decir que la legislación anterior, la Ley Federal de Caza (1952), decía en su artículo 16 : “Se prohíbe la caza con fines comerciales”. En 2000 fue abrogada a cambio de la Ley General de Vida Silvestre, LGVS, la cual en su artículo 18, dice a la letra: “Los propietarios y legítimos poseedores de predios en donde se distribuye la vida silvestre, tendrán el derecho de realizar su aprovechamiento sustentable y la obligación de contribuir a conservar el hábitat conforme a lo establecido en la presente Ley; asimismo podrán transferir esta prerrogativa a terceros, conservando el derecho a participar de los beneficios que se deriven de dicho aprovechamiento”.
Este nuevo criterio jurídico de inmediato se interpretó como que ya no está prohibido comerciar con la fauna silvestre. Ahora es legal si se hace en una UMA. Esta abreviatura contenida en la misma LGVS, quiere decir “Unidad de manejo para la conservación de la vida silvestre”, mediante la cual, el dueño de la tierra puede aprovechar su recurso faunístico, personalmente y/o mediante el turismo cinegético. Entonces la presente narrativa transita sobre este parte aguas jurídico, y todos los participantes en este proyecto consciente o inconscientemente comparamos cómo fue la caza antes de la LGVS, y como lo es ahora. En este segundo momento, personalmente me desempeño como investigador de tiempo completo de la Universidad Autónoma de Baja California, UABC, y registré en 2009, un proyecto de investigación sobre la cinegética en la zona agrícola Valle de Mexicali, en Baja California, y valle de San Luis, en Sonora. Solamente los divide el Río Colorado, ahora seco . Por esta razón, utilizaremos “delta del Río Colorado” para referirnos a toda la región. El producto de la investigación de cinco años, consistente en realizar entrevistas a cazadores foráneos, locales, agricultores y servidores turísticos u organizadores cinegéticos, así como la de fotografiar el paisaje natural y sus elementos, se sumó a la experiencia obtenida de mi grupo de caza en el siglo XX, para amalgamar las vivencias y recuerdos y producir la presente narrativa. Pero la información que ésta contiene, no es sólo empírica, sino que también procuramos conjugar la experiencia con la ciencia. Entonces el lector encontrará que utilizamos suficientemente, la historia, geografía, hidrología, orografía, botánica, zoología, ecología y las ciencias jurídicas. La historia para comprender el presente y vislumbrar el futuro. También para comparar y hacer visible el impacto ambiental de la colonización agrícola durante el siglo XX. La botánica para identificar la flora, hogar, escape y alimento de las especies de fauna silvestre, cuyo conocimiento es esencial en la conservación del hábitat. La zoología para conocer científicamente a las presas del cazador, y la ecología para descubrir la interrelación entre todos los seres vivos, nosotros incluidos, y aspirar así a 4 Cinegética: “Arte de cazar con perros” Aznar R., José I., Tanía Alarcón R. (2006) Etimologías
grecolatínas. Orígenes del español. Pearson Educación. México. 6
alcanzar una cinegética sustentable. La Ley como herramienta de conservación y la geografía, hidrología y orografía, para entender los flujos históricos del agua, fuente de vida animal y vegetal. Otro elemento notable que se incluye en la narrativa es la fotografía. Imágenes sobre la práctica cultural en sí, del hábitat-paisaje y, principalmente, de la flora y la fauna identificada científicamente con el propósito de contribuir a la divulgación del conocimiento científico. Ocasionalmente hacemos uso de mapas, dibujos y de la taxidermia, para complementar la narración. Anteriormente explicamos en pie de página, el significado de cinegético. Si bien se inició con la cacería ayudada de perros de caza, el vocablo se ha extendido a toda la práctica cultural de la caza, haya o no perros en su participación. Esta es la opinión de uno de los pocos filósofos que han profundizado en el origen de la caza, el español José Ortega y Gasset 5. En este siglo XXI, decir “turismo cinegético” es reconocer que hay gentes que viajan y derraman recursos económicos, cuando van en pos de sus presas. Es deseable que sea de manera legal, pues es la medida de control por excelencia para aspirar a una sustentabilidad cinegética. En palabras llanas: que las presas y la tradición de la caza permanezcan por lo menos, de igual manera que hoy, para todas las futuras generaciones que están por venir.
Historia El Río Colorado nace en los Estados Unidos de América, EUA, y desemboca en el alto Golfo de California, en México. Al salir de la topografía montañosa, a grandes rasgos en Yuma, Arizona, el río se expandía con el agua de los deshielos norteños. Estos desbordamientos anuales dieron nacimiento a lo que los geógrafos e hidráulicos llaman un delta. En nuestro país, políticamente se dividió el delta en dos valles como ya dijimos, el de Mexicali y el de San Luis, pero todo es un mismo ecosistema deltaico en su origen, agrícola en su transformación. Al norte de la línea divisoria con los EUA, el río también ha sido utilizado como división política, al Oeste es el Valle Imperial, California; al Este el Valle de Yuma, Arizona. Mencionamos desde ahora a estos estados extranjeros en virtud de que adelante citaremos estadísticas sobre el aprovechamiento de la fauna silvestre de ambos. Entonces tenemos un mismo ecosistema compartido entre dos países y dos estados de cada uno de ellos. Esta condición de frontera siempre ha jugado y jugará en el futuro, un papel muy importante en la ecuación cinegética del delta del Río Colorado. En la prehistoria, varios grupos humanos vivieron y explotaron los recursos naturales del delta. Los kamia y los más conocidos y aún presentes, los cucapá. En los EUA los mismos cucapá y los yuma. Ellos estaban ya presentes a la llegada de los europeos, y todos cazaron y pescaron en el delta, y los últimos llegaron a cultivar vegetales. 5
Ortega y Gasset, José. (2008) Sobre la Caza. Córdoba, España. Fundación José Ortega y Gasset/Fundación Amigos de Fuentetaja. 7
El delta virgen. El óvalo señala el área en donde se asienta la Colonia Pólvora, principal fuente de datos para esta investigación. En 1904 aún no aparecían las ciudades de Calexico, Mexicali y San Luis. Cortesía del Archivo Histórico del Municipio de Mexicali, B.C.
Los primeros humanos llegaron a un delta virgen, a un verdadero paraíso natural con agua limpia y abundante, donde los castores (Castor canadensis), las nutrias de río (Lutra canadensis), las ratas almizcleras (Ondatra zibethica), y los mapaches (Procyon lotor), eran los mamíferos acuáticos que reinaban en el río y sus humedales. La caza indiscriminada de pieles del siglo XIX desapareció a la nutria. El castor está en peligro de extinción y la rata y el mapache lograron adaptarse a la colonización agrícola. En la figura 1 que sigue, podemos observar el sistema hidráulico original del delta, consistente en varias corrientes de agua interconectadas. Los ríos Nuevo y Álamo eran el desfogue del Colorado cuando se desbordaba e inundaba todo el delta. Corrían 8
hacia el Norte, al lago interno de Salton Sea en California. En la figura 1 insertamos sus nombres con letra negra pesada. El resto de estos cauces deltaicos corría al sur, al alto Golfo de California. El Río Nuevo, sobre el que se fundó la hoy ciudad capital de Baja California, Mexicali, pasa al Oeste de esta ciudad y la hermana de Calexico, California. El Río Álamo se desprende en este momento histórico del Río Colorado al Sur del cerro Pilot Knob, al Oeste de Yuma, Arizona, y corre hacia el poniente y cruza a los EUA, antes de llegar a las ciudades hermanas mencionadas (ver figura 1). Tanto Pilot Knob como Signal Mountain (El Centinela), funcionaron como faros guía a los viajeros que durante el siglo XIX buscaban desde el Este, llegar al delta. La figura 1 incluye a la “Laguna Maquata” antes de llamarse Laguna Salada, porque era parte activa del delta que recibía y almacenaba aguas de los desbordamientos periódicos del Colorado. Todos estos lugares son conocidos como geosímbolos con un fuerte significado cultural y político, en un contexto fronterizo. De lo dicho sobre la ruta que siguen estos cauces deltaicos podemos decir que están divididos en dos grupos: los que corren hacia el Norte; y los que lo hacen hacia el Sur. Esto se debe a que el delta no es una tabla pareja, lisa y equilibrada. Tiene un parte aguas, un bordo con mayor elevación que el resto. Para propósitos de ilustración y ubicación aproximada, este bordo atraviesa el delta en forma diagonal desde el Cerro Prieto en el Oeste, hasta el cerro Pilot Knob en California, frontera con Arizona, en el Este. Más o menos la ruta que tuvo el Río Paredones, la ruta que sigue actualmente el Canal Pacífico. Casual o intencionalmente, la primera entrada del hombre europeo a caballo al delta, la de Melchor Díaz en 1540, siguió esta misma ruta, cabalgó sobre el parte aguas. Quizá evadiendo inundados, quizá al haber advertido su mayor elevación y aprovechó así la mejor visibilidad. El hecho es que los primeros exploradores no españoles, notaron las “dos aguas” del delta tempranamente. En el libro Valle de Mexicali: el agua y sus hombres6, sus autores Sánchez y Sánchez, describen desde la ingeniería esta característica orográfica del delta, de la siguiente manera: “Antes de la llegada del europeo, se notaba una diferencia muy marcada entre las dos vertientes de la planicie aluvial, ya que la presencia del agua en la parte norte dependía de los escasos escurrimientos del Álamo y el río Nuevo, en general la zona comprendía la parte noroeste del ahora valle de Mexicali y los actuales valles Imperial y Coachela, presentaban un aspecto desértico cuya vegetación consistía principalmente en la gobernadora (Larrea sp.), y en los cauces mezquites: (Prosopis sp.) y cachanilla (Pluchea serícea). En cambio, la vertiente sureste presentaba una vegetación exuberante debido a la presencia veraniega del agua que ocasionaba el desarrollo de árboles como álamos (Populos sp.), sauces (Salix sp.) y cachanilla de gran desarrollo”.
Todos los mapas elaborados durante el siglo XIX como producto de las exploraciones estadounidenses del delta, ubican los bosques “mezquite timber forest” (bosque de 6
Sánchez Ramírez, Oscar, Eduardo Sánchez López. (2009) Valle de Mexicali: el agua y sus hombres. Universidad Autónoma de Baja California. Mexicali.
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mezquites) y “cottonwood and willow forest” (bosque de álamo y sauce), en la vertiente sureste ocasionada por el mencionado parte aguas. Desconocemos si este bordo fue construido por los mismos sedimentos acarreados por el río, u obedece a un levantamiento tectónico. Este complejo hidráulico fue un paraíso natural para la fauna silvestre del Oeste Americano. Un humedal de tales proporciones explica la presencia y abundancia relativa de los mamíferos acuáticos mencionados arriba. Adelante discutiremos la presencia de algunos grandes mamíferos terrestres hoy desaparecidos, víctimas de la deforestación y sobre caza que significó la colonización agrícola del siglo XX. En la parte sureste del parte aguas, el complejo lagunar de Cerro Prieto y los Ríos Hardy, Pescaderos y Santa Clara, eran entonces el núcleo de concentración de aves acuáticas, sobre la ruta migratoria del Pacífico. El nacimiento en los años sesenta de la Ciénaga de Santa Clara, vino a rescatar algunas de las funciones ecológicas que este complejo cumplía antes del desecamiento del Río Colorado. Recientemente la planta tratadora de aguas negras “Las Arenitas”, en la falda Oeste de Cerro Prieto, se está consolidando también como refugio de aves acuáticas, principalmente en el invierno, que invernan aquí la mayoría de estas especies.
Unos exploradores transitan por el Río Pescadero, al inicio del siglo XX. Foto Archivo del Instituto de Investigaciones Culturales, Museo, UABC.
En otros mapas de la época, el cauce (fig. 1) aquí llamado Boat Slough aparece con el nombre de “Río de las nutrias”. En la desembocadura del Colorado aparece en la figura 1 otro cauce con el nombre de Antelope Slough, o “cauce del antílope”. Ambos
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topónimos nos servirán adelante para reconstruir, históricamente, el padrón de los mamíferos mayores del delta del Río Colorado. El mapa de Sykes (fig. 1) traza el cauce original del Río Colorado, pegado a la mesa arenosa llamada también de Andrade y de San Luis, sobre la cual, en su parte Norte, se fundó San Luis Río Colorado, Sonora. Al inicio del siglo XX empezaron también los trabajos de canalización para surtir de agua de riego a los incipientes campos agrícolas del Valle Imperial en California: “En 1905 se cerró virtualmente el viejo cauce del río”, dice Sykes en su libro The Colorado Delta7. Pero historiadores de la Sociedad de Historia “Centenario de Mexicali” A.C., sostienen que esto ocurrió en 1909. Este cierre del cauce original obligó al río a correr por el cauce del Río Pescadero (ver fig-1). Al moverse hacia el Oeste la frontera con Sonora gracias al cambio de curso del río, se pudo cultivar tierra en el recién nacido Valle de San Luis, Sonora. En 2014 que se liberó el llamado “flujo pulso” para reactivar reforestaciones en el lecho rieño, la corriente reconoció este segundo cauce confirmando que aunque pasaron 28 años sin que corrieran sus aguas, el cauce de Pescadero sigue vigente aunque el río esté seco.
Cucapás talando el bosque de álamo y sauce en el Río Pescadero. Foto Archivo del Instituto de Investigaciones Culturales, Museo, UABC.
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Sykes, Godfrey (1937) The Colorado Delta. Carnegie Institution of Washington, American Geographical Society of New York. Washington-New York.
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Figura 1.- Este mapa del delta fue realizado por el geógrafo estadounidense, Godfrey Sykes, como producto de sus exploraciones de 1890 a 1906, antes de la construcción del sistema de presas que domaron al Colorado. Aún no existía la ciudad de San Luis, Sonora. La mayor parte de la recolección de datos y fotografía en este libro, aconteció en lo que queda del cauce del Río Paredones. La letra negra pesada es agregada. Mapa tomado de la página 100 del libro Dry Borderlands. (2007) editado por Richard Stephen Felger y Bill Broyles. The University of Utha Press. Salt Lake City.
De este sistema hidráulico original, solamente quedan vestigios, cicatrices en el mapa parcelario en que se fragmentó el delta para hacerlo producir mediante la agricultura. Enseguida en la figura 2, un mapa aeroespacial de Google, en donde observando con detenimiento, veremos restos de los cauces originales y cómo las parcelas agrícolas quedaron alineadas a los contornos caprichosos que trazaron estas corrientes y cuerpos de agua de los que todavía quedan algunos vestigios. En la Colonia Pólvora, la infraestructura de la UMA La Piocha (32° 31’ N; 115° 30’ O), ambos ubicados en el mapa de la figura 2, fue el centro de operación para la recolección final de datos para este libro, de 2011 hasta su propuesta de edición en 2015, por cierto fallida. 12
Figura 2.- El acomodo y alineación de las parcelas agrícolas que se registran en esta fotografía aérea, se debe a que responden a los flujos de agua que se mantenían de los desbordes del Río Colorado. Sin este antecedente, el parcelado sería una cuadrícula simétrica y perfecta. Aún se advierten los cauces originales en los humedales de la Colonia Pólvora. Arriba, la letra N señala el Norte; luego sobre la carretera el núcleo urbano de la colonia; enseguida se aprecian dos carreteras, la federal número 2 que va de Mexicali, B.C. a San Luis, Sonora; y la estatal número 1 que va de Mexicali al Ejido Nuevo León; con la letra A el campamento de La Piocha; con la letra B el viejo poblado de El Peligro y con la letra C se señala el antiguo campo de bombeo hidráulico de Torchosa. La fotografía cubre a todo el territorio de la Colonia Pólvora. Tomado de www.googlemaps.com, el 11 de agosto de 2014 13
Descubrimiento y colonización A continuación revisaremos cronológicamente, las visitas históricas al delta, en busca de información de tipo ambiental solamente, es decir, lo referente a su flora, fauna y su relación con el agua rieña. Cabe decir que casi todas las fuentes sobre el tema consignan que la gente del delta, en México cucapá y pai pai, fueron y son pescadores. Dependían en gran medida del pescado para alimentarse. Pero como este no es un libro sobre pesca, no se incluye el tema en el repaso que sigue. Varios autores han hecho este recorrido histórico con distintos propósitos. Lo que comentaremos, está tomado de las fuentes que aparecen al pie de página8, para que el lector que quiera profundizar, los consulte debidamente. El análisis que sigue pretende visibilizar a la biodiversidad reportada históricamente, para compararla con la que aparece en la narrativa cinegética de hoy en la segunda mitad del libro. Así el lector podrá construir su propio juicio, sobre la práctica cultural de la cinegética, bastante controversial en este siglo XXI. La colonización empezó con el descubrimiento del río primero, y con la llegada por tierra desde el hoy estado de Sonora, inmediatamente después. En orden de aparición, Francisco de Ulloa navegó en 1539 hasta la desembocadura del río y bautizó al alto Golfo de California como “Mar Bermejo”, quizá por el color de sus aguas turbias por el alto contenido de sedimentos de barro. No dejó ninguna indicación de que hubiesen cazado su fauna, pero hicieron el primer contacto con indígenas cucapá. Al año siguiente, 1540, Hernando de Alarcón incursiona también en el río e igual que su antecesor, experimenta el efecto del “burro”, como se llamó localmente a una ola que se producía cuando el río llevaba más agua y chocaba con la marea más alta. El mar vencía al río y arrasaba con todo a su paso río arriba. Tampoco esta incursión nos ofrece información sobre la biodiversidad del ecosistema deltaico. Ese mismo año de 1540, y por primera vez por tierra y como apoyo a la incursión de Alarcón, llega la expedición de Melchor Díaz desde Sonora, vadea el Colorado e incursiona por el delta hasta Cerro Prieto, hoy zona de explotación geotérmica. Díaz pasa a la historia como el primer europeo en cabalgar nuestra zona de estudio, ya que los navegantes aparentemente no lo hicieron. Del diario de Díaz se infiere que desde el hoy Yuma, viajó hasta Cerro Prieto y se regresó. Esto nos lleva a pensar que lo hizo sobre el parte aguas que divide en dos al delta, comentado anteriormente.
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Sykes, Godfrey (1937) The Colorado Delta. Carnegie Institution of Washington, American Geographical Society of New York. Washington-New York. Álvarez de Williams, Anita. (1975) Travelers among the Cucapá. Dawson’s Book Shop. Los Angeles. Kelly William H. (1977) Cocopa Ethnography. The University of Arizona Press. Tucson. Rosemberg, Kenneth V., Robert D. Ohmart, William C. Hunter, Bertin W. Anderson (1991) Birds of the Colorado River Valley. The University of Arizona Press. Tucson. Leopold, Aldo. (1949) A sand County Almanac. And sketches here and there. Oxford University Press. Oxford. 14
Seguramente estas experiencias para la corona española no fueron agradables ya que se olvidaron del delta por siglo y medio. Fue hasta inicio del siglo XVII, en 1701 y 1702 que el misionero jesuita Francisco Eusebio Kino divisó el río desde la cumbre de Santa Clara, hoy El Pinacate, para confirmar que la California no era una isla, sino una península. Se atribuye a Kino haber sido quien trajo a los indígenas las primeras semillas de trigo. La gente del delta ya cultivaba maíz, frijol, calabaza, melón y sandía. También se le atribuye la introducción de ganado al delta. En 1746 otro misionero jesuita, Fernando Consag navegó por todo el litoral de la California, hasta la desembocadura del Río Colorado. A pesar de que consignó la presencia del berrendo (Antilocapra americana peninsularis) y el borrego cimarrón (Ovis canadensis cremnobates) durante sus constantes desembarques en la costa, no nos dejó registro alguno de fauna y flora del delta. Pero si dejó constancia, como sus antecesores navegantes, del fenómeno del “burro” ya descrito. En los años de 1771, 1776 y 1777, los históricos viajes del capitán sonorense Juan Bautista de Anza que buscaba una ruta por tierra de Sonora a California, nos dejaron alguna información ambiental. El padre Francisco Garcés, escribano de las expediciones con talento de explorador y etnógrafo, escribió interesantes observaciones de donde destacan haber atestiguado que los cucapá del delta poseían atractivos parajes con abundancia de tule y carrizo y “buenas mesas con un prospecto hermoso”. Las bajadas de la Sierra Cucapá aún conservan estas mesas planas en la rivera del Río Hardy. Quizá “prospecto” se refiera al paisaje o uso futuro. En julio de 1826 encalla en un ramal del Colorado el velero inglés “La Bruja” a mando del teniente R.W.H. Hardy, y se le queda el nombre a este cauce del delta, Río Hardy. Son los primeros parlantes de este idioma que aparecen en nuestra área de estudio. Aunque Hardy narra con detalle la vida de los cucapá y su dependencia del pescado9, el uso del algodón silvestre y las espigas del carrizo, no abundó en vida animal, excepto que un grupo de indígenas que se auto nombraban “Axúas”, vestían pieles de zorra. Actualmente en el delta vive la zorra gris (Urocyon cinereoargenteus), y en el desierto que lo rodea se encuentra también la zorra norteña (Vulpes macrotis), no podemos saber ahora a cual especie pertenecía esta original vestimenta. Enseguida llegaron los primeros estadounidenses, tramperos profesionales, que a decir de Rosemberg, cazaron ilegalmente, ya que entonces casi todo el Colorado pertenecía todavía a México. Como se sabe, como producto de la guerra con los Estados Unidos de América, vendimos la cuenca del río en 1848 y 1853, mediante los tratados de Guadalupe y Gadsden, respectivamente. El más famoso fue el cazador de pieles de Kentucky James Ohio Pattie, que llegó el año de 1827. Es el primer visitante que mira al delta con los ojos de un depredador. Pattie, junto con su padre y otros seis hombres, navegaron por el Colorado en canoas hechas con árboles del delta, ya que los indígenas les robaron todas sus bestias de 9
Para una mayor información sobre los peces del delta, véase Tapia Landeros, Alberto. (2006) Pandión, el arte de pescar. Secretaría de Educación Pública. México., y Navegando a contracorriente. Los cucapá y la legislación ambiental. Alejandra Navarro Smith, Alberto Tapia Landeros, Everardo Garduño. A consulta en la internet en http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=69415135003. 14/08/2014.
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monta y de carga. La tarde del 9 de diciembre divisaron signos de castores y acamparon. Instalaron 40 trampas y a la mañana siguiente cogieron 36 castores, lo que el trampero consideró una “excelente noche de caza”. Siguieron navegando con precaución pues desde el robo de sus caballos temían un ataque indígena. Antes de un recodo divisaron a dos indios arriba de unos árboles listos a dispararles con sus arcos y flechas. Antes de que fuesen atacados, su padre y otro cazador dispararon derribando a los dos indígenas los cuales cayeron al suelo con gran estruendo como su fuesen “osos o guajolotes”, escribió el trampero en su diario. Al examinar los cadáveres descubrieron que traían consigo algunos lazos de los caballos robados, justificando así su crimen. Al continuar con el objetivo de su viaje, escribió que llegaron a capturar hasta 60 castores en una sola jornada, lo que demuestra la densidad poblacional de este mamífero acuático, el cual estaba en perfecto estado de salud, ya que registró que contaron con carne fresca y grasa en abundancia. A medida que se aproximaban al desemboque, los árboles eran más altos que gruesos, y notaron menos animales silvestres a medida que viajaban más al Sur. Pattie hace un recuento de sus cacerías en el delta: algunos venados, panthers (probablemente pumas), zorras y gatos monteses. Vieron muchas clases de aves, “algunas nunca vistas antes”, escribió. “Matamos algunos gansos, pelícanos y un animal nada distinto que un leopardo africano que llegó una tarde a nuestro campamento. Para todos fue el primero visto”. El hecho que Pattie y asociados hubiesen distinguido a la “pantera” de un gato como el leopardo, sin duda que el animal cazado se trató de un jaguar. En la Florida, EUA, al puma le nombran panther. En el relato del trampero aparece esta especie por primera vez, el puma (Puma concolor), un gato que más bien prefiere la montaña que la jungla que era entonces el delta del Río Colorado. Respecto al jaguar, es evidente que los anglos no conocían a la especie en los Estados Unidos de América. Al navegar cerca de unos riscos, quizá los cerros de El Mayor, vieron numerosas parvadas de cisnes y grullas. “Los mapaches son tantos, que caían en nuestras trampas en lugar de los castores”, relata Pattie, abundando en información de gran utilidad para comprender el ecosistema original. En 1862 se descubre oro en Baja California y se incrementa el tránsito en el delta, particularmente mediante barcos de vapor. Esta era de navegación fluvial moderna, ya que como vimos fueron los navegantes españoles los primeros tres siglos antes, empezó en 1852. En 1878 llega el ferrocarril a Yuma, Arizona, y en 1877 cesa el río como medio navegable comercial, aunque persistieron algunas embarcaciones transitando hasta 1890. Pero aquellos barcos con motores de vapor dejaron una imborrable huella ecológica en el delta. Los densos bosques de álamo, sauce y mezquite casi desaparecieron, para abastecer con su leña sus calderas. Este cuarto de siglo, aunque muy corto en duración, aceleró la desaparición de algunas especies como veremos al analizar la fauna silvestre.
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Barco de vapor en el Río Colorado. En el fondo, el bosque de álamo y sauce desaparecido. En la proa del buque se aprecian los tercios de leña para su caldera. Foto Archivo del Instituto de Investigaciones Culturales, Museo UABC.
Hubo enseguida otros visitantes que dejaron testimonio escrito pero al no contener información ambiental, pasamos al siguiente siglo. Al iniciar el siglo XX, en 1902, el capitán estadounidense Newton H. Chittenden viaja a lomo de burro desde Campo, California, hasta el Río Hardy, tierra de la gran nación cucapá. Narra sobre la habilidad de los nativos para flechar patos. Reconoce que esta etnia ha estado aislada y conserva su cultura, aprovechando un medio natural de abundancia. “Multitud de gansos y patos, así como otras aves acuáticas”, relata. “En las montañas el venado es numeroso, conejos en las faldas, y las notas musicales de la codorniz grande del desierto se escuchan toda la noche”. Infortunadamente Chittenden no especifica en cuáles montañas viven los numerosos venados. Es más probable que se refiera a la Sierra de Juárez, que a la propias Sierras Cucapá y de El Mayor, hábitat del borrego cimarrón y por tanto, demasiadas escarpadas para los ciervos. En agosto de 1908, otro explorador del Norte visitó la gran nación cucapá. Arthur W. North convivió con los indígenas y escribió: “A pesar de que en el Hardy y El Colorado se congregan innumerables aves acuáticas y algún venado mula y cerdos salvajes que viven en los cañaverales del delta, los cucapá están prácticamente sin armas”. North se 17
refiere al venado bura y los cerdos eran descendientes de algunos que escaparon de la Colonia Lerdo, al otro lado del río en la mesa arenosa de San Luis, Sonora. Todavía en los años cincuenta, mi padre y compañeros cazadores llegaron a ver y cazar alguno de estos cerdos. También vieron huellas de venado y aseguraban haberlos escuchado huir entre los carrizales que North nombra como cañaverales. En 1909 visitó el delta el geógrafo explorador noruego Carl Lumholtz. Aunque estuvo más interesado en la etnografía, lo cual practicaba en la pimería sonorense, dejó algunos renglones de su diario de campo que abonan a la recolecta de información de carácter ambiental que hacemos en este apartado. Para llegar al cauce del río, “pasamos densos bosques de sauce, mezquite, y arbusto de la flecha, etc. Las lagunas estaban bordeadas por carrizo y bulrushes…cada mañana antes de la salida del sol, escuchamos las sonoras voces de las grullas que pasaban en parvadas”. Lumholtz se refiere a la cachanilla cuando dice “arbusto de la flecha”, pues en inglés se llama arrowweed. La planta calificada como bulrush corresponde a uno de los nombres del tule en inglés. El otro es cattail. De 1913 a 1920, Edward William Funcke vivió con su familia en Celexico, California, entonces pueblo y hoy ciudad hermana de Mexicali, Baja California. El propósito de residir aquí era la cacería profesional. Funcke llevaba a cazadores deportistas, naturalistas recolectores de especies, así como cazar por encargo para algunas instituciones y museos de los Estados Unidos de América. Cruzaba la frontera con su equipo de acampar arriba del tren que abordaba en Calexico y se bajaba en unos corrales de ganado, en o cerca del hoy Pascualitos, en donde tenía su recua de mulas de monta y carga. Armado con una carabina calibre .25 cazó berrendos, venados y borregos al sur de Calexico, en el delta del Río Colorado y montañas adyacentes. Cuando las plumas de las garzas se pusieron de moda en Europa, como elemento indispensable de ajuares de boda, Funcke cazó garzas y enseñó a los cucapá el valor de las plumas para decoración. En el artículo que citamos abajo, aparecen fotografías muy borrosas de este cazador profesional. En una de ellas se aprecia un rifle de palanca pero sin el martillo expuesto, visible, como en la clásica Winchester 30-30 modelo 94. Creo que se trata del rifle marca Savage en el modelo 99. En 1915 Savage Arms introdujo al mercado el entonces nuevo cartucho 250 Savage10. Un auténtico calibre .25 que con una bala de 100 granos (medida inglesa) presumía rebasar la barrera de los 3,000 pies por segundo y se recomendaba para cazar animales del tamaño del venado. Hoy se considera un calibre obsoleto e insuficiente para la caza de mamíferos mayores. El Dr. Eric Mellink publicó un artículo biográfico11 de este personaje y puede consultarse en la Internet. El artículo no sólo revela la existencia de estas especies de 10
Speer, Inc. (1974) Reloading Manual Number Nine for Rifle and Pistol. Speer Incorporated. Lewiston. Págs. 162-163. 11 Mellink, Eric. (2000) Captain Edward William Funcke. Hunting in Baja California for a Living. The Journal of San Diego History. Gregg Hennessey, editor. Winter 2000, Volume 46, Number 1. San Diego Historical Society Quarterly. San Diego.
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mamíferos mayores, sino que a pesar de que el borrego cimarrón estaba en veda entonces, Funcke cazó con la venia del gobernador Esteban Cantú. También aporta la novedad de que las garzas fueron en aquellos días, aves de caza, así como saber que los indígenas cucapá participaron en esas actividades cinegéticas. Cuando la moda en Europa pasó, la garza se salvó. Un buen ejemplo sobre los motivos que el hombre tiene para cazar. En 1922, apenas años después de las aventuras de Funcke y, quizá influenciado por él, el biólogo Aldo Leopold, a quien se le considera el padre del conservacionismo en América, viajó en invierno en una canoa acompañado de su hermano Carl, por el Río Colorado y algunos de sus cauces. Leopold contó su aventura ambiental en su libro clásico A Sand County Almanac anteriormente citado. En 1922 el Colorado estaba aún intacto pero fue favorable a los exploradores haberlo navegado en invierno, cuando sus aguas eran lentas, turbias y tibias. Traían consigo una escopeta medida 12 para alimentarse, a base de ganso y codorniz que cocinaban con leña de mezquite y que cataloga como la mejor de América para este propósito. En sus desembarcos vieron coyotes y mapaches en abundancia, así como huellas de venado y los describe muy gordos, tanto que “en sus lomos podían sostener una bandeja de agua sin derramarla”. Esta metáfora se parece a la del vaquero sonorense que lo dice así: “el venado estaba tan gordo que su lomo parecía una mesa de billar”. En un cuadrúpedo muy gordo desaparece en la grasa la columna vertebral, el parte aguas que impediría sostener la bandeja de agua o parecer mesa de billar. Cada presencia de venado les daba la oportunidad de examinar huellas y echaderos con la esperanza de descubrir huellas o pelos de lo que él llamó “el déspota del delta, the great jaguar, el tigre”, pero confiesa que no encontraron evidencia de su presencia durante este histórico viaje, en el que el científico no vio cerco, corte de hacha o ganado, calificando al delta de 1922 como un lugar aún prístino y virgen. Leopold menciona que Alexander Pattie, supuestamente el padre de James Ohio, murió en el intento de salir del delta y buscar un camino hacia San Diego, en 1827. Quizá el testimonio de este trampero que contó haber cazado un felino parecido al leopardo africano, impulsó a Leopold a buscarlo por su cuenta 95 años después. Los Pattie hundieron sus canoas debido a la sobre carga de pieles de castor y supuestamente de nutria. Y como ya vimos, los nativos les habían robado sus bestias de monta y carga y no les quedó otra opción que salir a pié por el rumbo de la Laguna Maquata. En el mapa de Sykes ya comentado, al llano desértico que hoy llamamos Laguna Salada los americanos lo llamaban Pattie Basin, en memoria de esta tragedia. En 1940 inició una serie de visitas al delta del Río Colorado, el historiador William H. Kelly. El trabajo que realizó con los indígenas cucapá fue más el de un antropólogo que el de un historiador, y lo prolongó hasta 1952. Aunque él conoció y vivió en este ecosistema con un río ya casi domado, proceso que se inició con la construcción de la Presa Hoover (EUA) en 1935, y culminó con la Presa Morelos (México) en 1953, la información que recolectó es rica en materia ambiental y útil en este análisis histórico que desarrollamos en la primera parte de este libro.
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A través de intérpretes y gracias a algunos informantes dispuestos a hablar, Kelly obtuvo información inédita hasta entonces, sobre el aprovechamiento de los recursos naturales del delta. El conejo lo cazaban en arriadas con arco y flecha exclusivamente. No utilizaron red ni palo de caza, como sus vecinos kiliwa y kumiai. La partida de caza avanzaba mientras que la partida de arriadores lo hacía en sentido contrario sacando de los matorrales a los conejos y liebres. Todavía hoy, hemos visto esta estrategia entre algunos niños rurales que se auxilian de perros y en lugar de arcos y flechas, utilizan resorteras o tiradores. Kelly encontró que los indígenas esporádicamente cazaban venado, también con arco y flecha, en los bancos del río. Pero curiosamente le informaron que esa carne no era tan importante. Después de los conejos, los patos seguían en importancia como fuente de proteína animal. En otoño e invierno eran particularmente abundantes debido a las migraciones invernales. Un informante admitió que en condiciones de hambruna extrema, cazaban y comían ratas de campo, algo común en los indígenas serranos mencionados. Para que los nuevos habitantes del delta tengan una idea de cómo fue de caudaloso este río, estas dos imágenes que hablan por sí solas:
Antes:
El barco de vapor St. Vallier en el proceso de tala del bosque original rieño de álamo y sauce, que sirve de escala del ancho y caudaloso Río Colorado antes de ser represado. Foto tomada del libro La Conquista del agua y del imaginario. Miguel Ángel Berúmen, 2013.
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Después:
Después de ser represado el río, su poco caudal y anchura podía ser salvada mediante pangas que lo cruzaban con gentes, carros y animales. Esta es la “Panga del Kilómetro 49”. Hoy, el Río Colorado está seco. Foto Revista El Río, UABC.
Otro producto del delta muy nutritivo y abundante en la primavera y parte del verano eran y son los huevos. El delta ha sido y sigue siendo área de anidamiento muy importante, tanto de aves de tierra como acuáticas. El caso es que los huevos, quizá hasta de reptil, eran alimento común en los nativos del delta hasta mediados del siglo XX. Kelly descubrió en la narrativa de sus informantes un tabú en este tema. Ningún cucapá era capaz de matar y comerse una paloma, de ninguna especie. Habría que descifrar este tabú en virtud de que las tres especies de palomas que había entonces en el delta son además de nutritivas, sabrosas y abundantes como veremos adelante. En los mismos años que Kelly vivió y recolectó información en el delta, A. Starker Leopold, hijo de Aldo Leopold ya citado, recorrió todo el territorio mexicano de 1947 a 1952, con el fin también de reunir datos para el proyecto de libro que desarrollaba, que a la postre fue publicado en México en 196512. Fauna silvestre de México. Aves y mamíferos de caza fue y sigue siendo para algunos cazadores mexicanos y extranjeros interesados en la cinegética mexicana, el libro de cabecera por antonomasia. Don Fernando Villalpando, cazador amigo de mi padre y después compañero de trabajo en el Gobierno del Estado de Baja California, me regaló un ejemplar en 1973 de la primera edición en español. El lector ha leído en lo que va de nuestra narrativa sobre especies de caza mayor que en el siglo XXI resulta difícil de creer hayan existido en el área de nuestro estudio. Animales como el berrendo, el venado, el puma y el jaguar, merecen una reflexión de 12
Starker A., Leopold. (1965) Fauna silvestre de México. Aves y mamíferos de caza. Instituto Mexicano de Recursos Naturales Renovables. México.
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nuestra parte. El berrendo (Antilocapra americana peninsulae) que habitaba aquí, es una subespecie distinta del berrendo de Sonora (Antilocapra americana mexicana). Los berrendos desaparecidos del delta probablemente pertenecieron a la subespecie que sobrevive en el Desierto de Vizcaíno, Baja California Sur.
Un berrendo del Vizcaíno fotografiado el 8 de julio de 2014. Foto Armando Tapia Landeros.
Dedicamos particular atención y profundidad a la desaparición de esta especie en el capítulo “El berrendo que se fue”, del libro Baja California. Uso y abuso de su biodiversidad13. El lector interesado en este caso puede profundizar en esta obra. En esta narración basta decir que el único antílope de América desapareció del Estado 29 a mediados del siglo XX. Pero el mapa que históricamente reconstruye su hábitat y distribución en la citada obra, muestra que tuvo una mayor dispersión que el venado y el borrego cimarrón. A continuación cinco páginas del libro de Leopold a manera de pruebas sobre la existencia, hasta el siglo XIX, de cinco mamíferos hoy desaparecidos del delta. El mapa que este autor presenta en la página 589 de la primera edición en español, muestra el delta como área original (punto negro) de hábitat del berrendo, como podemos ver en la siguiente figura 3.
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Tapia Landeros, Alberto. (2006) Baja California. Uso y abuso de su biodiversidad. Miguel Ángel Porrúa, Universidad Autónoma de Baja California. Mexicali.
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Figura 3.- Mapa de distribución del berrendo14.
Leopold todavía en 1965 que revisó su trabajo para la traducción al español, creía que Baja California aún conservaba algunos berrendos en el Desierto Central (triángulo negro), contiguo al Desierto de Vizcaíno donde persiste y retratamos al ejemplar de la foto anterior. Caso similar es el del venado bura (Odocoileus hemionus), del cual hacen referencia algunos autores ya revisados, como por ejemplo el padre de A. Starker, Aldo Leopold. El venado estaba presente en los bosques de álamo, sauce y mezquite del delta desde la llegada de sus primeros pobladores, paleoindios americanos. Quizá persistió igual que el berrendo, hasta la mitad del siglo XX. Pioneros agrícolas del sur del Valle de Mexicali, guardan memoria de que en el primer cuarto de siglo, por las tardes tenían que tapar la pastura de su ganado con lonas, para que los venados no la comieran.
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Página 589 del libro ya citado Fauna Silvestre de México. Aves y mamíferos de caza.
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Figura 4.- Mapa de distribución del venado bura15.
Otra vez acudimos a la obra de Leopold de 1965, en donde en la página 571 presenta el mapa de distribución del venado bura y al igual que el berrendo, señala con un punto negro el mero Río Colorado como hábitat original de la especie. AL continuar con la revisión de los mamíferos mayores desaparecidos del delta llegamos al puma (Puma concolor), del cual no hemos encontrado su presencia en la memoria tanto de indígenas, como de pioneros colonos de la región de estudio. No obstante, otra vez Leopold consigna en su clásico y multicitado libro, que este felino ocupó un sitio en la pirámide de la cadena trófica, que compartió con otro felino pero más grande que él, el jaguar.
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Página 571 Op. cit..
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Figura 5.- Mapa de distribución del puma16
El mapa de Leopold marca a todo el territorio nacional como hábitat del puma, lo cual quizá fue cierto en la prehistoria, no en 1965. Pero coloca el punto negro que representa el hábitat original de la especie en la confluencia que sobre el Río Colorado comparten, los estados americanos de California y Arizona, con los mexicanos de Baja California y Sonora. El punto está precisamente sobre lo que hoy es el poblado fronterizo de Los Algodones, B.C. Este asentamiento es anterior en ocupación al de la ciudad capital de Mexicali.
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Página 541 Op.cit.
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Por último respecto a los mamíferos de caza mayor desaparecidos del delta, tenemos al magnífico jaguar. Pattie cazó uno y el primer Leopold vino en su búsqueda. El segundo Leopold ubica dos puntos negros como hábitat original del gran gato en Baja California, donde hoy no existe. Uno en San Pedro Mártir, sierra en la que observó la piel de un gran macho; la otra en el Río Colorado. Es posible que este segundo punto tenga por origen el testimonio de James Ohio Pattie de 1827. Figura 6.- Mapa de distribución del jaguar17
Debemos decir aquí, que en la Colina Pólvora hemos encontrado, fotografiado y medido, huellas de un felino mayor, que especialistas atribuyen al jaguar. Creemos se trata de algunos especímenes liberados en estos humedales.
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Página 528 Op.cit.
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Huellas de dos felinos grandes con la punta de la bota de Armando como escala. En la Colonia Hechicera vecina, y en los remanentes del Río Colorado bajo el puente del ferrocarril, algunos rurales aseguran ver jaguares vivos. Foto Armando Tapia Landeros.
Terminamos con la fauna desaparecida del delta y aunque en este caso no se trata de un mamífero mayor, la referencia de Leopold de nuevo, es muy importante porque quizá no haya otra. La nutria de río (Lutra canadensis), vivió junto con castores ratas almizcleras y mapaches, todo mamíferos menores y acuáticos, en el Río Colorado original. Figura 7.- Mapa de distribución de la nutria de río18
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Página 526 Op. Cit.
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Esta especie, como todas las mencionadas desaparecidas del delta, afortunadamente sigue presente en otros ecosistemas de América. El alto Colorado estadounidense mantiene una buena presencia de la nutria de río, de donde algún día pudiese regresar, si las condiciones ambientales le fueran favorables. Conviene comentar antes de pasar al siguiente apartado, algo relativo al jaguar (Felis onca). En la transición del siglo XX al XXI, cámaras “fototrampa” que capturan imágenes automáticamente activadas por el movimiento o el calor de los cuerpos de los organismos, originalmente instaladas en la Sierra Madre Occidental, frontera con los EUA, para detectar la entrada de indocumentados, han estado retratando a jaguares que viajan al Norte. Como el flujo de los migrantes, los jaguares están emigrando al vecino país del Norte como si compartiesen el “sueño americano”. El estado de Arizona registra que entre 1895 y 1960 se divisaron 51 jaguares, de los cuales 45 fueron muertos. Tanto el ganadero como el cazador no vacilan en disparar al gran felino cuando se presenta la oportunidad. El primero para proteger su ganado y el segundo para hacerse de un excepcional trofeo de caza. Lo mismo en las Montañas Blancas como en las Chiricaguas, Arizona, han sido reportados jaguares en lo que va del siglo XXI. El gobierno federal y estatal ya ha designado áreas para su protección, con la esperanza de que jaguares mexicanos regresen para quedarse. El cauce del Río Colorado fue una ruta ancestral para que los grandes felinos viajaran hacia el Sur. Si la población de jaguares crece y se establece en Arizona, en algún momento el jaguar intentará viajar al Sur, donde quizá su memoria genética le diga que hay un lugar para vivir. Pero los bosques de álamo, sauce y mezquite en donde vivieron sus antepasados deltenses, ya no existen. Recientemente se reforestó la llamada Laguna Grande por parte de Pronatura, A.C., y The Sonoran Institute, precisamente con los árboles mencionados. Con flujos de agua perteneciente a derechos de riego adquiridos por Pronatura, se regarán adecuadamente para hacerlos crecer. El lugar será sin duda un paraíso para las aves. Pero el gran felino, ¿podría mantenerse de mamíferos menores como castores, mapaches y ratas almizcleras?. Será pues casi imposible pensar en la recuperación del jaguar por ser un gran carnívoro que requiere de grandes extensiones de monte para mantener vigente su población. Con esta reflexión concluimos esta parte dedicada a examinar retazos de la historia de la presencia de fauna silvestre del delta del Río Colorado.
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Laguna Grande. Fotos del autor.
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Capítulo II El paisaje vegetal El paisaje vegetal en la ecuación cinegética
Un medio ambiente híbrido, con álamos nativos y cultivo de algodón introducido; un vuelo de huilota nativa es invadido por el estruendoso aletear de un faisán introducido. UMA La Piocha, Colonia Pólvora . Foto Armando Tapia Landeros
En un trabajo como éste, sobre el aprovechamiento que los humanos hacemos de los recursos naturales del entorno, particularmente los animales silvestres, es importante estudiar la flora del hábitat del delta del Río Colorado transformado en gran parte en una zona de agricultura, porque las plantas silvestres nativas e invasoras actúan de distintas maneras entre el hombre y los animales. Lo mismo son una barrera que refugio. Ruta de escape que trampa. Los animales requieren de cuatro elementos mínimos para sobrevivir y estar presentes y disponibles para el consumo humano: casa, agua, comida y ruta de escape. Si llega a faltar uno o más de estos componentes indispensables, la fauna decrece y hasta desaparece. Entonces resulta vital contar con la vegetación adecuada y para ello, hay que conocerla primero, y encontrar su función dentro de la ecuación de la cacería, la cual se complementa sumando a los cuatro elementos anteriores, el aprovechamiento y la conservación. Si intentamos sintetizar lo anterior, tendríamos que: La sustentabilidad de la práctica cinegética estriba en conjugar los siguientes elementos: hábitat + agua + comida + ruta de escape, nos lleva al aprovechamiento (caza) mediante la conservación del ecosistema.
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Para que los colonos agrícolas encontraran atractivo el delta, el tipo y calidad del suelo fue determinante. Sabemos que se conformó con los sedimentos arrastrados por el río durante millones de años. Si el suelo hubiese sido totalmente arenoso poco habría servido a la agricultura. Lo mismo si hubiese sido de puro barro. La casualidad hizo que ese barro tuviera la arena necesaria para que sirviera a la agricultura. El botánico Ira L. Wiggins lo explica así: “El suelo de las tierras agrícolas del delta del Río Colorado es de grano fino, pero contiene la suficiente arena inter mezclada que permite su cultivo con una facilidad razonable, no obstante en algunas partes es necesario tener precisión en los tiempos [de cultivo] para aprovechar el angosto período en que está húmeda”19. Este suelo hizo posible que florecieran especies de flora silvestre que a su vez arraigaron a especies animales que hicieron su hogar en el delta. Si bien favorece a la agricultura, no lo es para el confort del cazador ni propio para sus herramientas del oficio. Cuando seco y sin arena, este suelo se levanta como talco fino con cualquier brisa o las ruedas del carro de caza. Esto obliga al tirador a limpiar continuamente su armamento y mantener limpios los filtros de aire de su automotor. Al final de la temporada de 2013, nuestro carro de caza, una camioneta 4X4 Land Cruiser Toyota 1999, simplemente se detuvo en un semáforo rural. Le habíamos dado mantenimiento en el verano. Pero el mecánico encontró el filtro de aire totalmente congestionado de polvo que la ahogó, no pudo respirar y se detuvo el motor. Desde entonces después de cada viaje limpio y de ser necesario, cambio el filtro del aire. En estas condiciones el lubricante se ensucia pronto antes que quemarse. Por más fino que sea este polvo no deja de actuar como un abrasivo en perjuicio de cualquier maquinaria. Un estadounidense entrevistado decía que había pasado por lugares en los que este fino talco tenía una profundidad de ¡tres pies!, lo cual no creemos. Pero si hemos caminado por polvos en los que el pie se hunde hasta arriba del tobillo, y caminos en los que alcanza 30 centímetros de profundidad. Huelga decir que con una lluvia el delta se hace intransitable. Mi padre solía decir que antes de pavimentarse los caminos rurales, había algunos peligrosos por el polvo. Si no se transitaban inteligentemente, el carro se atascaba en una densa nube de polvo y había que salir corriendo para no asfixiarse. Pero este polvo asfixiante cuando se humedece, resulta intransitable aún para carros con doble tracción. Tal es la condición del suelo deltaico en algunos puntos particulares.
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Wiggins Ira L. (1980) Flora of Baja California. Stanford University Press. Stanford. Pág. 18.
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En seguida dos imágenes que hablan por sí mismas de esta condición natural:
Fotos Archivo familia Tapia Landeros. No obstante esta desventaja, alguna vida vegetal logró adaptarse y congregar animales de todas las clases biológicas. El Dr. Osvel Hinojosa Huerta de Pronatura, A.C., junto con otros tres investigadores trabajaron la primavera-verano de 2002-2003, en el cauce seco del Río Colorado y su planicie inundable, conocido también como “corredor ripario”, para identificar especies de aves y su abundancia relativa. Su trabajo publicado en 200820 es el más reciente y uno de los pocos que existen de nuestra área de estudio, y nos ilustra, a manera de preámbulo, sobre la vegetación actual y su distribución en esta parte de México. Los investigadores encontraron que el 70% del suelo está cubierto por vegetación, de los cuales un 88% son árboles y arbustos. Los cuerpos de agua y el suelo sin vegetación ocuparon el 30% de la superficie estudiada. Las plantas nativas ocuparon el 34% de la vegetación identificada. Los álamos y sauces nativos, obtuvieron apenas un 8% de la superficie y las plantas invasoras o exóticas cubrieron el 37%. Entre los árboles, el pino salado, (varias especies de Tamarix), acapararon el 19% de los árboles. Los mezquites ocuparon un escaso 1%. Al respecto, hemos denunciado periodísticamente en múltiples ocasiones, y verbalmente a inspectores de la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente, PROFEPA, la tala y desmonte sistemático que hacen los llamados “carboneros”, individuos que secan y queman mezquites silvestres, para luego hacerlos carbón y venderlo a los miles de taquerías y asaderos que hay en la zona rural y ciudades de esta amplia región que constituye lo que fue el delta, de uno de los ríos ecológicamente más importantes de América.
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Hinojosa-Huerta, Osvel, Helena Iturribarría-Rojas, Enrique Zamora Hernández, Alejandra Calvo Fonseca. (2008) Densidades, riqueza de especies y relaciones de hábitat de la comunidad de aves en el Río Colorado, México. En Ruth, Janet, Tim Brush y David Krueper, editores. “Birds of the US-Mexico borderlands: Distribution, Ecology, and Conservation. Studies in Avian Ecology No. 37. A publication of The Cooper Ornithology Society. Boise.
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Pinos salados en el Ejido Independencia, Sonora, comparados con un pick up como escala. A pesar de ser una especie exótica e invasiva que representa ya el 19% del actual arbolado del delta, su fronda es importante sombra para toda especie animal. Foto Armando Tapia Landeros.
Un faisán huye hacia el bosquete denso de pinillo salado bastante crecido, convertido en ruta de escape. Foto Armando Tapia Landeros.
Entre los arbustos, el pinillo salado fue también el más abundante, seguido de la cachanilla, (Pluchea sericea), y los distintos chamizos salados (Atriplex). Entre las plantas propiamente acuáticas, el tule (Typha dominguensis) fue la especie dominante, seguido del carrizo común (Phragmites australis), y alguna presencia de guatamote (Baccharis salicifolia).
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Muchos habitantes rurales del delta consideran que los pinos salados pueden ser arbustos o árboles, sin averiguar si se trata de una misma especie o de dos distintas. Un rural opinó que “pinillo es el que crece como monte bajo y la corteza de sus ramas son de color morado y lisas. Pino es el que llega a árbol y su corteza es áspera y ajada”. Este es un ejemplo del conocimiento y juicio personal, no científico, que nos ayudará adelante a describir paisajes cinegéticos. No obstante el pragmatismo anterior, debemos aclarar que en el delta los pinos salados que son arbustos, pertenecen a las especies Tamarix ramosissima y T. chinensis y llegan a crecer a una altura de ocho metros; y el pino salado que es un árbol, T. aphylla, alcanza los 12 metros de estatura. Actualmente, aquellos llamados por los rurales “pinillos” de corteza morada pudiesen ser híbridos de los dos arbustos, T. ramosissima y T. chinensis. El delta del Río Colorado se hizo con aguas provenientes del Norte e invadieron un desierto. La siguiente cita explica el nombre y la calificación que botánicos actuales le otorgan a su vegetación: “Esta provincia [el delta] corresponde a lo que Shreve y Wiggins denominaron Lower Colorado Valley del desierto sonorense, siendo la zona florística más pobre de toda la región xerofítico-mexicana”. Esta es la opinión del doctor en botánica José Delgadillo21 Con este preámbulo basado en la ciencia pasemos ahora a comentar la función que juegan los vegetales en la ecuación cinegética. Los árboles Por su gran tamaño los árboles destacan en el paisaje que el cazador tiene enfrente. Nuestra región de estudio, debido a que su origen es precisamente el sedimento acarreado por el Río Colorado a través de milenios, una planicie que se inundaba periódicamente, sus árboles nativos son escasos, pero muy importantes, tanto para el hombre como para los animales. Inmediato a la ribera rieña y lagunas adyacentes, los árboles que resisten esta humedad son los álamos, (Populus fremontii), y los sauces, (Salix gooddingii). En ambas especies anidan las aves y a veces constituyen una barrera protectora impenetrable a los disparos del cazador. Pero si éste observa cuáles de estos árboles prefieren las palomas que busca, se esconde a una distancia adecuada y espera a que lleguen, entonces el árbol se transforma en una trampa para los pájaros. Por supuesto, la sombra de estos árboles beneficia tanto a la presa como al depredador, humano o animal.
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Delgadillo, José. (1998) Florística y ecología del norte de Baja California. Universidad Autónoma de Baja California. Mexicali.
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Un par de álamos entre las parcelas agrícolas sembradas en la Colonia Pólvora. Foto Armando Tapia Landeros.
En el lecho del río seco observamos este sauzal seguramente sostenido con el acuífero que aún subyace en el cauce rieño, como vestigio de los bosques originales del delta. Foto Armando Tapia Landeros.
En las márgenes del río y sus afluentes tributarios, así como las lagunas que dejaba al desbordarse cada verano, álamos y sauces estaban acompañados de “cañas”, a decir de los exploradores españoles y otros extranjeros que visitaron tempranamente esta región de estudio. Esas “cañas” son la especie nativa llamado carrizo común, (Phragmites australis). Pero la colonización que primero las distinguió y bautizó, trajo entre otras plantas invasoras al carrizo gigante, (Arundo donax). Para efectos de este trabajo basta decir que es difícil para quien no es un botánico distinguir entre una y otra. Para el cazador importa su presencia porque nos sirve de ruta de acechamiento. 35
No hay como un carrizal para aproximarnos a tiro, a una parvada de patos. Los carrizos se conocen en inglés como reeds. La sub corteza de ambas especies es alimento del castor (Castor canadensis), que persiste en el delta ahora agrícola.
Una laguna flanqueada por carrizo en floración, tule al fondo y patos nadando en sus aguas. Foto de Armando Tapia Landeros.
Los carrizos pueden o no estar acompañados de tules. Aquí crecen dos especies (Typha domingensis y Typha latifolia). Los tules se conocen en inglés como cattails. Cumplen una función ecológica similar a los carrizos, flanqueando corrientes y cuerpos de agua en nuestra área de estudio. Carrizos y tules constituyen, además de casa y anidamiento de muchas especies, una barrera donde las aves acuáticas se protegen de los fuertes vientos que azotan la región. Cinegéticamente hablando, el murmullo que producen sus hojas mecidas por el aire silencian los pasos del cazador que se aproxima, lo cual es una ventaja a nuestro favor. La rata almizclera, (Ondatha zibethicus), se alimenta de la raíz del tule. Cuando uno se alejaba de la corriente de agua, al momento de escribir este texto el río está seco, aparecían los montes de cachanilla y si el suelo era lo suficientemente arenoso y alto para no inundarse, la gobernadora gobernaba, como lo sigue haciendo en terrenos que le son favorables. En esta zona entre el agua y las arenas del desierto que rodea al delta, crecen los mezquites, el dulce, (Prosopis glandulosa), y el tornillo, (Prosopis pubescens). Con frecuencia están acompañados del palo verde junco, (Parkinsonia aculeata).
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El mezquite dulce y el tornillo, han sido víctimas de los carboneros. Hoy apenas representan un 1% de la población total de árboles del delta. Foto Armando Tapia Landeros.
Un palo verde-junco. Debido a que no produce madera sólida como el mezquite, su presencia en el delta está asegurada por el momento. Foto Armando Tapia Landeros.
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Izquierda, la vaina del mezquite tornillo muestra el porqué de su nombre. Derecha, la del mezquite dulce, conocida también como “péchita”. Fotos del autor y de Armando Tapia Landeros.
Si las autoridades ambientales no han podido proteger al mezquite de los talamontes, los administradores de UMAS tendrán que poner atención en el palo verde-junco, como árbol hábitat de su fauna silvestre, en sustitución del mezquite. Durante las administraciones federales de Vicente Fox y Felipe Calderón, la Comisión Nacional Forestal, CONAFOR, incentivó la creación y mantenimiento de viveros de plantas nativas de la región. El mezquite, junto con el palo fierro y el palo verde-junco fueron reproducidos extensivamente y utilizados en algunas reforestaciones específicas, como en “Las Arenitas”, lagunas artificiales para el tratamiento de aguas negras ya citada. Este trabajo se debió al interés de mi amigo y compañero de la escuela primaria, Alfredo Cota Serrano, hoy retirado. Los chamizos En el delta del Río Colorado se han registrado varias especies de arbustos que llamamos genéricamente “chamizos”. Pero ese nombre que para nosotros significa una sola planta, en realidad abarca a varias que la botánica y la taxonomía distinguen. Hay chamizos altos, anchos y chaparros, y todos son parte del ecosistema deltaico que hoy llamamos valles de Mexicali, B.C., y San Luis, Sonora, en México. En los Estados Unidos de América como ya vimos, se tienen dos nombres adicionales para este delta: los valles de Imperial, California, y Yuma, Arizona. Estas cuatro subdivisiones políticas en ambos países comparten el mismo ecosistema: suelo, clima y flora y fauna silvestre, así como las especies exóticas o introducidas por el hombre que colonizó esta región del Oeste Americano. Las plantas más grandes y densas son mejor refugio para los animales en todas sus formas: insectos, aves, reptiles y mamíferos. En algunos humedales también para las especies acuáticas, como peces y anfibios. El objeto de este apartado es el de clarificar, describir e identificar entre los arbustos del delta, a lo que llamamos “chamizos” sin distinguir especies, precisamente porque no sabemos cómo hacerlo. Con ello pretendemos pues aportar información con base 38
científica, sobre los chamizos que el cazador bate e interviene en su afán de hacer volar a las aves, o correr a los mamíferos. Indagando en varias fuentes y conjugando esta información con nuestra propia observación y la de quienes participaron en la recolección de datos para esta investigación, podemos discutir en este apartado sobre estos elementos del paisaje deltaico, útiles para la conservación de las especies animales que lo pueblan. Entre los géneros botánicos que mayormente aportan especies conocidas por nosotros como chamizos, está el Atriplex, conocidos en inglés como saltbush, o “arbusto salado”, debido a que algunos de ellos toleran la sal y crecen en suelos salitrosos. Esta calificación en inglés de los chamizos ya nos habla del paisaje en el que esperamos encontrar a estas plantas: suelo plano inundable en ocasiones y por ello con alto contenido salino. La especie de chamizo más notoria por útil a la fauna cinegética o de caza, es al que habitantes del valle de Mexicali llaman “chamizo codorniz”, (Atriplex lentiformis). Los investigadores estadounidenses encabezados por Kenneth V. Rosenberg22 lo llaman quail bush, literalmente “codorniz chamizo”. Pero en un libro como este que no es un tratado de botánica, buscamos otras maneras de conocer e identificar a las especies vegetales de interés en la conservación de la fauna silvestre. En otra fuente, Peter H. Raven23, dice que A. lentiformis llega a crecer hasta los 10 pies, o sea más de tres metros, altura que convierte a esta planta en una verdadera fortaleza para refugio de muchos animales. Este mismo autor nos dice que el resto de las especies de Atriplex del desierto del suroeste de los Estados Unidos de América, rara vez sobrepasan los cuatro pies de altura, o sean 1.2 metros aproximadamente. Esta información nos permite deducir que cuando vemos un chamizo alto y ancho, seguramente es un lentiformis.
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Rosemberg Kenneth V., Robert D. Ohmart, William C. Hunter y Bertin W. Anderson. (1991) Birds of the Lower Colorado River Valley. The University of Arizona Press. Tucson. 23 Raven, Peter H. (1966) Native shrubs of southern California. University of California Press. Los Angeles.
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En la foto de la página anterior, vemos a un chamizo codorniz “acamado”, empujado hacia la derecha por un fuerte ventarrón del Oeste en agosto de 2014. Foto Armando Tapia Landeros.
Otro chamizo de una altura importante que destaca en el paisaje deltaico es el chamizo costilla de vaca, Atriplex canascens, llamado así porque su floración es larga y en arco y suponemos que algún colono le halló parecido con un hueso de ganado. El botánico del Museo de Historia Natural de San Diego, California, Jon P. Rebman24, dice que A. canascens alcanza una altura de dos metros. Entonces estas dos especies de chamizos nos dan una clara idea del aspecto del monte de protección que tiene la fauna silvestre en nuestra área de estudio.
Chamizo costilla de vaca. Foto de Armando Tapia Landeros.
Otros chamizos Otro grupo de arbustos que localmente también llamamos chamizos son el chamizo espinoso (Lycium californicum), y otras especies (L. fremontii, L. andersonii) , registradas por Ira L. Wiggins en lo que él llama el Desierto del Colorado, cuya flora y fauna habita en nuestra área de estudio. De ellos el más notorio es el espinoso cuyas puyas nos hacen recordarlo siempre. Un grupo de plantas presentes en el hábitat deltaico son aquellas que sus ramas están llenas de agua. Si se les quiebra vemos que parecen una esponja cargada de humedad. A las plantas con estas características se les conoce como “suculentas”. No pertenecen a un solo género como las anteriormente citadas, sino a varios. El llamado en inglés chamizo de iodo, (Allenrolfea occidentalis), es uno de ellos. Otro suculento es el llamado en inglés “pepinillo”, (Pickleweed de Parish, Arthrocnemum subterminale), y
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Rebman, Jon P., Norman C. Roberts. (2012) Baja California Plant Field Guide. Sunbelt Publications. San Diego Natural History Museum. San Diego.
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la especie “hierba de tinta”, o inkweed, (Suaeda torreyana), a decir del citado Rosemberg. En suelos salitrosos crece el chamizo negro, (Saueda nigra), un arbusto chaparro y denso de llanos que prefiere la liebre para vivir, ya que el espacio abierto y lo aislado de la poca vegetación le permite descubrir a su eterno enemigo, el coyote. Pero no escapa de depredadores alados como el halcón o gavilán cola roja. Algunos cetreros (que cazan con halcones entrenados) buscan a la liebre del delta, en llanos donde crece en forma dominante el chamizo negro.
Esta especie de chamizo tiene un follaje tan denso que pocas aves lo utilizan como escondite. Foto Armando Tapia Landeros.
Dos elementos notables del paisaje deltaico son en sí, de fama local. Una es la cachanilla, (Pluchea serícea), y la otra la gobernadora, (Larrea tridentata), que en Sonora llaman “hediondilla”. Ambas especies sirven también como ruta de escape la primera, y de refugio la segunda, para la fauna que persigue el cazador del delta del Río Colorado. A la primera debemos nuestro gentilicio los nacidos en Mexicali y su valle.
Izquierda, la cachanilla. Derecha, una gobernadora de cinco metros de altura en la Colonia Pólvora. Fotos Armando Tapia Landeros. 41
A los chamizos llega huyendo del halcón, la codorniz de Gambel. Pero a pesar de la protección que busca en ellos, entre los entrevistados para recolectar la información base de este libro, hubo quienes relataran la siguiente estrategia de los depredadores alados: “Si la codorniz se mete a un chamizo, un halcón o gavilán se mete tras ella y otro espera afuera para cazarla a la salida. Luego comparten su comida”. Otra aportación como tendremos muchas, de parte del conocimiento personal del sujeto rural cachanilla. Durante las décadas de los años setenta y ochenta, conformamos un grupo de caza que funcionaba muy bien en forma de equipo. Cuando veíamos que codornices entraban en los chamizos, bajábamos del Jeep y tomábamos posiciones unos, y otros batían el chamizo para sacar y la presa y hacerla volar para poder dispararle. De esta manera entre tres o cuatro tiradores, lográbamos abatir entre uno y tres pájaros en promedio.
Codornices volando de chamizos costilla de vaca. Fotos de Armando Tapia Landeros.
Vegetación exótica o invasora El paisaje vegetal del delta coloradense de hoy, no puede estar completo sin tomar en cuenta a las especies que la colonización ha traído. Por esta razón tenemos que incluir a las plantas introducidas más notorias, en virtud de que también constituyen parte del hábitat de las especies que cazamos. Además de que quizá llegue el día en que las plantas originales desaparezcan totalmente, como amenaza hacerlo el mezquite, y serán estos vegetales introducidos los que funcionen como sustitutos de los escondites, ruta de escape, área de reproducción o trampa para la fauna silvestre. La piocha Este árbol (Melia azedarach), proviene de Asia, tiene el potencial de llegar a crecer hasta una altura de nueve metros. Es caducifolia, es decir, tira sus hojas en invierno, y sirve así de asoleadero para las palomas. El resto del año proporciona una sombra 42
fresca para toda forma de vida. Su fruto es maloliente y venenoso según Peña Salmón25 . Esta especie aparece siempre asociada a edificaciones rurales, con algunos ejemplares en vida silvestre. El árbol le dio el nombre a la UMA que analizamos en este trabajo, debido a que en el sitio creció una piocha de altura y fronda superior al promedio para su especie.
Esta es la piocha más grande observada en el área de estudio. Javier Verdugo aparece como escala humana para dimensionar la altura y fronda de este espécimen. Foto del autor.
El eucalipto El árbol exótico o invasor de mayor altura en el delta del Río Colorado. El género Eucalyptus proviene de Australia y por lo menos se distinguen cuatro especies. De ellas, (E. camaldulensis) puede alcanzar los 30 metros de altura. Barreras de eucaliptos plantados como cortinas protectoras de cultivos, así como árboles solitarios, funcionan como referentes para los cazadores y como trampa para las aves. Aunque su follaje no es denso, en conjunto funcionan como bosques en medio de la planicie agrícola. Una de las mayores concentraciones de eucaliptos está en el Rancho y UMA La Piocha, en donde estamos aun realizando observaciones de las relaciones que este género tiene con la avifauna del delta.
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Peña Salmón, César Ángel. (1998) Las plantas en el diseño del paisaje. Funciones arquitectónicas y estéticas. Universidad Autónoma de Baja California. Mexicali.
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En esta foto vemos una excelente cubierta vegetal mixta en la Colonia Pólvora. En primer plano fuera de foco varas de chamizo “pulpo”, especie invasora. Luego una barrera de girasol, cuya semilla es alimento preferido de palomas, codornices y faisanes. Al fondo, desde la izquierda, álamos, una palma datilera, un eucalipto muy alto con una palmera de abanico enfrente, luego dos especies de pino salado, y en el horizonte de la derecha, algunas palmeras datileras. Si se reprodujeran lugares como éste, se incrementaría la población faunística, ya que proporcionan un corredor que proporciona alimento, hábitat reproductor y ruta de escape. Foto Armando Tapia Landeros.
Las palmeras Las hay de varios tipos y orígenes. Definitivamente la datilera (Phoenix dactylifera), fue introducida por los colonos y su origen es del Norte de África, Canarias y Asia. En las misiones jesuitas, franciscanas y dominicas de la península bajacaliforniana, las datileras fueron introducidas por misioneros católicos. Esta palma requiere necesariamente de agua permanente para sobrevivir. Entonces la encontramos en los ranchos agrícolas y ganaderos, en huertos datileros específicos, pero también en bordes de canales en donde nacieron espontáneamente. Su fruto, el dátil, uno de los más dulces de la naturaleza, es un alimento muy importante para la fauna silvestre, particularmente para el mapache y el coyote. Las palmas datileras son frecuentadas asiduamente por las palomas de alas blancas, pero ignoramos si comen su fruto. También son escondite importante para las rapaces, principalmente el gavilán de cola roja. Los huertos específicos de datileras que se ven desde kilómetros de distancia, constituyen referentes de ubicación muy importantes para los cazadores. Pero también observamos en todo el delta, palmas de abanico que son nativas de los cañones con agua que bajan de la Sierra de Juárez, 60 kilómetros al Oeste del delta. Estos palmares están formados principalmente por las especies Washingtonia filifera y W. robusta, con algunos ejemplares de la endémica palma azul o ceniza, Brahea armata. En el delta la especie mayormente observada fue la primera, pero ignoramos si algún evento natural de grandes proporciones del pasado arrastró algunas semillas 44
hasta aquí, o aquellas que se ven en vida silvestre escaparon de palmas traídas y plantadas en los ranchos por los colonos. Estas especies nativas ofrecen un fruto esférico diminuto con poca carne y una gran semilla dentro. No obstante, es consumido por muchos animales, principalmente por el coyote. El yucateco Estos árboles de origen malasio (Ficus microcarpa) también se le conoce como laurel de la india. En el delta aparece casi exclusivamente en los cascos de los ranchos. Proporciona la sombra más fresca y densa de todos los árboles introducidos por el hombre. No produce fruto comestible pero en ellos la avifauna menor escapa de los depredadores alados. Ya son parte constitutiva del paisaje deltaico actual. Algunas veces que se interponen entre el escopetero y las palomas y los faisanes, sirven de ruta de escape a las aves.
En un rancho abandonado, crece en el fondo un frondoso yucateco. Desde la izquierda, un laurel y una higuera. Al borde de un algodonal, el cazador ignora a la hembra de faisán que le vuela por encima. Foto Armando Tapia Landeros.
El guamúchil Árbol al que se acredita su origen en Texas y Nuevo México según Peña Salmón, se considera también haber llegado con la colonización agrícola. Su follaje no es denso pero su fruto es comestible incluso para el hombre. No es común en el delta pero lo observamos tanto en ranchos como en estado silvestre. Funciona en la ecuación cinegética predominantemente como sesteadero así como referente de ubicación.
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Guamúchil asociado a otros invasores, como el chamizo pulpo al pié, pinillo salado y una palma datilera en la extrema derecha. Foto Armando Tapia Landeros.
El chamizo volador Una especie que no puede faltar en esta lista es el “chamizo volador”. Una planta redonda que al secarse rueda con el viento para diseminar sus semillas, y es el clásico chamizo en las películas del Oeste. Pero es una especie exótica considerada invasora. Encontramos varios nombres científicos que aparentemente se refieren a esta misma especie (Salsola kali, Salsola ibérica y Salsola tragus). En inglés se llama Russian thistle del cual el botánico Wiggins dice es originario de Euroasia. No hemos encontrado algún valor útil para el ecosistema que analizamos en este trabajo.
Un chamizo volador. Foto Armando Tapia Landeros.
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Los campos de cultivo Actualmente el delta transformado en zona agrícola alcanza las 230 mil hectáreas, delas cuales se cultivan alrededor de 160 mil. El cultivo más abundante es el trigo con 65 mil hectáreas sembradas. Le siguen los forrajes, como la alfalfa y el zacate Jonhson con 51, 500 hectáreas. Luego el algodón con 25 mil hectáreas. Las hortalizas alcanzan una superficie cultivada de 12 mil hectáreas. (http://www.2000agro.com.mx/agroindustria/valle-de-mexicali-factores-de-exito-enexportacion-de-hortalizas/) Consultado el 09/09/2014. Trigo, algodón y forrajes constituye excelente hábitat para la fauna silvestre y por partida doble, como casa y comida. En algunos casos hasta como ruta de escape. Y al regarse los cultivos, hasta el elemento más preciado, el agua, está disponible para los animales salvajes durante todo el año. Las hortalizas como el cebollín, rábano, coliflor, cebolla, zanahoria, chile, lechuga y cilantro, están vedados a los cazadores. Los productores de hortaliza han declarado que lechuga con municiones han sido devueltas y los pedidos cancelados. Solicitan que los cazadores no se acerquen a estos cultivos de alta demanda internacional.
Un faisán cazado en 1975 al borde de un espárrago crecido. Foto Alberto Tapia Yáñez
El espárrago es una excepción. Cuando brota y es cortado no produce monte que los animales utilicen y los cazadores vayan tras ellos. En cambio, cuando se deja crecer alcanza altura y densidad impenetrable para el cazador, pero excelente refugio para todos los animales silvestres. Cazar faisán en un espárrago crecido es una locura que muy pocos intentan. Las ramas de esta planta se entre lazan formando redes muy fuertes e impenetrables. Además, un faisán derribado en un espárrago raramente es recobrado. Es inteligente no cazar en los campos de hortaliza del espárrago. El trigo se siembra en invierno y se cosecha en verano, pero los granos de merma que quedan en el suelo son el alimento más importante para las aves cinegéticas hasta que madura el sorgo. Los cazadores legales rara vez cazamos dentro de un trigal, ya 47
que todo está vedado en la primavera y verano. El paisaje cinegético en cuanto al trigo, es aquel trillado y a veces quemado, a donde acuden a comer mañana y tarde, palomas, codornices y faisanes, que en la primera mitad de la temporada de caza, traen trigo en sus buches o ingluvis26.
Un trigo trillado sin quemar con algunos chamizos esparcidos. Luego un monte de mezquite, en el horizonte la Sierra Cucapá. Lugares como éste son muy frecuentados por las palomas al inicio de la temporada de caza en agosto. Foto Armando Tapia Landeros.
Don Pedro Gutiérrez e hijos, familia cazadora feliz. Foto Pedro Gutiérrez. 26
El ingluvis o “buche”, es un divertículo o dilatación esofágica especializada, donde las gallináceas, como el faisán, guardan el alimento recolectado, para ser fermentado antes de pasar al ventrículo o estómago muscular de las aves, conocido coloquialmente como “molleja”. (Noble y Proctor, 1998).
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Disparando en un trigo quemado. Foto del autor.
El sorgo se siembra al terminar el verano y se cosecha en medio del invierno, por lo cual es el grano de alimento principal para las aves que el cazador busca. Este cultivo congrega densas poblaciones de faisán principalmente en el Valle de San Luis, Sonora. Es común que cazadores foráneos, sobre todo, tanto nacionales como extranjeros, consuman en un sorgo toda la cuota de su cintillo de cobro, ocho pájaros, en una sola mañana. Dependerá del “umero”, guía, responsable técnico, agricultor o servidor turístico, si dejan seguir cazando a quien ya consumió su cuota, le venden otro cintillo si lo hay disponible, o le ordenan guardar su escopeta. También la autoridad ambiental si su intervención es oportuna, pudiese cancelar el cintillo agotado, para impedir un sobre aprovechamiento.
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El escopetero falla el primer disparo a corta distancia y con el casquillo todavía en el aire, se apresta a rectificar y hacer un segundo tiro con una escopeta semi automática, en un sorgo trillado en el Valle de San Luis, Sonora. Foto Armando Tapia Landeros.
El zacate Johnson es otra gramínea que se cultiva en el delta al que acuden a alimentarse las aves de uso cinegético. Frecuentemente encontramos sus granos largos y esbeltos en los buches de los pájaros cobrados. Todavía no hemos determinado o siquiera estimado el grado de preferencia que por los granos agrícolas tienen las aves de caza. Este cultivo se utiliza en la agroindustria para preparar alimentos balanceados para el ganado de engorda, por lo que la superficie a cultivar depende de esta demanda específica. Una vez cosechado, los campos quedan ralos con algunas plantas que no fueron cortadas y constituyen excelentes campos de caza.
El cazador deja volar a una hembra de faisán sin disparar, en un campo de zacate Johnson ya cosechado. Foto Armando Tapia Landeros. 50
La alfalfa es el principal producto agrícola “verde” que consume el faisán y la codorniz durante todo el año. Conocido y cultivado por sus importantes características alimenticias, estas gallináceas no vacilan en comerla a toda hora. Por las mañanas los alfalfales están muy húmedos debido a la brisa nocturna y el cazador termina empapado a veces hasta la cintura cuando incursiona al amanecer. Por ese motivo casi todos los escopeteros que van tras el faisán lo hacen por las tardes. Mientras más alto esté la alfalfa, mayor posibilidad de encontrar pájaros en ella ya que les proporciona seguridad. Si los pájaros son sorprendidos dentro del cultivo, se esconden esperando que pase el peligro. Si están muy “tiroteados” como se dice en la jerga cinegética, los gallos volarán con tan solamente escuchar o ver el vehículo que se acerca.
Una docena de codornices de Gambel sobre el bordo de un alfalfal. Foto Armando Tapia Landeros
Un hermoso faisán cazado una tarde en una alfalfa, con una escopeta marca Zoli, medida 20, de cañones sobrepuestos. Foto Armando Tapia Landeros. 51
A fines del siglo pasado los cazadores de paloma encontrábamos dispersos en el delta cultivos de ajonjolí. Esta semilla aceitosa era un imán para las palomas, huilotas y ala blanca, ya que aún no aparecía en el paisaje deltaico la paloma euroasiática. Recuerdo que los pájaros cazados en estos cultivos tenían un sabor especial, mejor que el tradicional cuando se alimentan de otros granos. Los mogotes formados por las varas cosechadas servían de escondite al cazador que sorprendía a la presa al llegar o comer, o al salir a abrevar.
Un cultivo de ajonjolí en el Valle de San Luis, Sonora. Foto del autor.
Cazando en un ajonjolí. Foto Armando Tapia Landeros.
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Palomas cazadas en un ajonjolĂ. Foto Armando Tapia Landeros.
Oportuna foto de Armando.
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Capítulo III La fauna silvestre de uso cinegético
En este tercer capítulo abordaremos a cada especie de caza, con el apoyo de imágenes elocuentes que dicen más que las palabras. Entonces describiremos al animal, lo identificaremos taxonómicamente, enunciaremos las estrategias que se utilizan en el delta para cazarlo, y fotográficamente mostraremos las diferencias con otras especies parecidas. Por tanto las fotografías ocuparán más espacio que el texto. En México se tienen registradas 64, 878 especies conocidas de animales silvestres (CONABIO, 1998:82), y una estimación total de 212, 932 especies posibles (CONABIO, 1998: 82). Pero no todas interesan al cazador deportivo. La cultura de aprovechar la fauna silvestre con fines de consumo (material) o con fines de obtener un trofeo de caza (simbólico), ha heredado de la tradición cinegética europea (Ortega, 2008), el uso de especies de aves y mamíferos, casi exclusivamente. La excepción en México es el uso consuntivo, como alimento y con fines curativos, de algunos reptiles como iguanas y serpientes. Según el trabajo seminal de A. Starker Leopold, Fauna Silvestre de México. Aves y Mamíferos de Caza (1965), en este país tienen un uso cinegético 68 especies de aves y 45 de mamíferos. Entonces, de las 64, 878 especies conocidas, aprovechamos, mediante la caza para carne, piel o uso simbólico, sólo 113, las cuales representan apenas un 0.174 %, es decir ni siquiera el 1 %, que serían 648 especies de aves y mamíferos. El gran reto y riesgo a la vez, está en apostar a que solamente mediante la operación de las Unidades de Manejo se logre la conservación de toda la biota mexicana. En que la atención, cuidado, vigilancia y conservación del uso extractivo de 113 especies permita la sobrevivencia del ecosistema en su conjunto27. Tal es hoy en día la importancia de la caza deportiva como objeto de estudio y este libro aspira a proporcionar información que contribuya a la sustentabilidad de nuestros ecosistemas. Las aves de tierra, locales y migratorias En nuestra área de estudio, el delta del Río Colorado, tenemos tres especies de aves nativas y dos introducidas o exóticas, disponibles legalmente a la caza deportiva. Las nativas son las palomas huilota (Zenaida macroura) y ala blanca (Zenaida asiática), así como la codorniz de Gambel (Callipepla gambelii). Las exóticas son el faisán (Phasianus colchicus) y la paloma euroasiática (Streptopelia decaocto) o de collar de reciente arribo.
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En México, solamente el 4.32 % del territorio nacional está protegido por alguna de las figuras jurídicas de “área natural protegida” (CONABIO, 1998: 190).
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Estas son las palomas permitidas a la caza deportiva:
La primera y la tercer foto de la fila de en medio Armando Tapia Landeros. El resto del autor.
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La paloma huilota
Bella y esbelta, la huilota luce más grande de lo que es debido a su cola larga. Se dice que su bautizador le puso Zenaida en honor a su novia que lució un vestido de prolongada cauda en su boda. Foto del autor.
Es la más pequeña de las aves de caza y la más abundante. La investigación del Dr. Osvel Hinojosa de Pronatura del Noroeste, A.C. (2008) ya citado, encontró que la huilota fue el pájaro mayormente observado entre 186 especies registradas en el corredor ripario del delta del Río Colorado. Pequeña y elusiva es responsable del mayor consumo de cartuchos por parte del escopetero. Después de las navidades, esta columbina ya aprendió a esquivar los disparos del cazador. Resulta difícil de creer pero al divisar a él o los cazadores la diminuta emplumada zigzaguea y hace fallar al mejor tirador. La forma más común de cazarla es interceptándola en pleno vuelo cuando acude a comer, abrevar, sestear y dormir. También la esperamos en los campos de cultivo ya cosechados de trigo y sorgo, principalmente. Algunos la esperan en los montes en donde acude a pernoctar pero esta práctica frecuentemente es ilegal ya que el Sol se ha puesto. La Ley General de Vida Silvestre dicta que no se debe disparar media hora antes de la salida del Sol, ni media hora antes de su puesta. Y las palomas llegan a dormir ya sin Sol.
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El tiro al vuelo a la huilota es de precisión e intuición a la vez. Derribar una paloma por cada tres tiros es excelente. Foto Armando Tapia Landeros
En agosto, al inicio de la temporada que se prolonga hasta febrero, la más larga para cualquier especie cinegética, la huilota acude a ciertos canales que prefiere, a abrevar antes de irse a dormir. Un cazador observador ubica estos sitios y se esconde esperando su llagada. Algunos cazadores sobre todo estadounidenses utilizan señuelos para atraerlas. Me dicen que hay un artefacto eléctrico que imita el movimiento de alas y atrae efectivamente a toda paloma. También hay quienes les silban o usan silbatos que imitan el silbido que sus alas hacen particularmente al iniciar el vuelo.
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Una buena ubicación es tan importante como la seguridad del vuelo. Foto Daniel Tapia Hernández.
Ubicación segura para el cazador de paloma es la vecindad o el perímetro de los corrales de engorda de ganado. En el delta los hay hasta para hospedar 50 mil o más reses. Tal cantidad de animales requiere miles de toneladas de comida y metros cúbicos de agua. El alimento balanceado, granos y alfalfa que se les proporciona constituye un poderoso imán para muchos animales, entre ellos las palomas seguidas del grupo de pájaros negros que los cachanillas llamamos genéricamente “chanates”. Desconocemos si alguien ha cuantificado la merma que la fauna silvestre causa a esta industria principalmente exportadora de cárnicos. Pero la caza deportiva bien organizada puede contribuir a reducir esa pérdida. El cazador debe pedir permiso al administrador para disparar en su vecindad, en el supuesto de que la engorda se ubique dentro de la UMA que expidió su cintillo de cobro. La UMA La Piocha de Javier Verdugo Estrada colinda con uno de estos corrales, por lo que se tiene garantizado el vuelo matutino y vespertino de las palomas. Algunos cazadores extranjeros disparan desde las sillas a la puerta de sus cabañas en esta posada cinegética, todo un lujo que otras UMAS no tienen. Se puede cazar paloma al vuelo con cualquier escopeta. Pero la medida 20, con cargas de 25 y 28 gramos (una onza), es suficiente si el tirador tiene la habilidad requerida. Por lo general, un arma como esta pesa medio kilogramos menos que una medida 12 y al final del día eso cuenta mucho en la elección del arma. También es posible abatir palomas perchadas con un rifle de aire, para lo cual recomendamos sea calibre .22 y de alta velocidad. Con esta arma no dispare a más de 40 metros para no herir y perder presas, a menos que acierte a la cabeza del ave.
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La escopeta de cañones yuxtapuestos llamada también “cuata”, es efectiva en la caza de la paloma ya que ofrece dos cañones con constricciones diferentes. Ver adelante “Las herramientas del oficio“ Foto del autor.
Observando una ruta de vuelo de huilota para planear la cacería. Foto Armando Tapia Landeros.
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El dramรกtico momento del impacto. En la imagen de arriba y la derecha de la cola del ave, se logrรณ captar algunas municiones en vuelo. Fotos Armando Tapia Landeros.
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20 huilotas perchadas en las ramas secas de un eucalipto. Las acompañan un papamoscas a la izquierda y un estornino a la derecha. Lugares como este son invaluables para el cazador con rifle de aire. Foto Armando Tapia Landeros.
Los investigadores estadounidenses Walsberg y Voss-Roberts28 encontraron que la paloma huilota y la euroasiática cuando incuban sus huevos, reducen su temperatura corporal para absorber calor de los huevos en los días de mayor calor de la primaveraverano. Sin esta adaptación, los embriones morirían por deshidratación. Cuando la temperatura ambiente está a 39°C, las palomas que no están incubando tienen una temperatura corporal entre 42 y 44°C, y las que incuban la tienen en 38°C. Los investigadores también encontraron que invariablemente, el macho incuba de las nueve a las diez y siete horas. Mientras la hembra se alimenta y recupera para echarse en el nido sobre el par de huevos que ponen el resto de las horas del día.
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Walsberg, G.E., y K.A. Voss-Roberts. (1983) Incubation in the desert nesting doves: mechanism for egg cooling. Physiological Zoology 56:88-93.
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Resulta difícil para el fotógrafo retratar ya cobradas a estas pequeñas presas emplumadas. Desde la izquierda, Gustavo Arias (ᵻ), José Sánchez Díaz y Rogelio Sánchez Limón con 31 huilotas. Esta foto nada ortodoxa, permite exhibir el morral completo. Foto del autor.
En cambio en este racimo no es posible conocer el tamaño del morral. Foto del autor.
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La paloma ala blanca
Una paloma ala blanca en pleno vuelo. Foto del autor.
Esta hermosa y sabrosa paloma es migratoria en el delta del Río Colorado. Llega a anidar en primavera y casi todas se van en septiembre. El resto de la península bajacaliforniana tiene poblaciones residentes de ala blanca. Es de mayor tamaño y peso que la huilota, más lenta, de vuelo franco y velocidad constante, por ende más fácil de derribar. En el sur del estado de Sonora y Sinaloa, constituye una plaga para los cultivos de grano y todo agricultor agradece la visita del cazador. A la distancia, su cola redonda y hombros blancos permiten identificarla positivamente. De cerca es un pájaro hermoso, con el iris del ojo color naranja rodeado de una ojera azul. Su carne es de color más claro que la huilota y algunos cazadores la prefieren sobre ésta. Armas y cartuchos empleados en la huilota son útiles también en la caza de la ala blanca.
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Un puñado de palomas ala blanca cobradas con una escopeta italiana marca Beretta medida 12 de cañones sobrepuestos de 26 pulgadas. Foto Armando Tapia Landeros.
El día 22 de agosto, apertura de la temporada de caza 2014-2015, las primeras tres palomas cobradas fueron de cada una de las tres especies permitidas. De abajo hacia arriba, la ala blanca, la euroasiática y la huilota. El mayor tamaño de la exótica es evidente. Foto Armando Tapia Landeros.
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La estrategia para cazar a esta ave es la misma que para la huilota. Por alguna razón en el delta, esta especie prefiere lugares marginales y contiguos al desierto. El cauce viejo del río, los cultivos de trigo vecinos a las dunas de arena o a la falda de la Sierra Cucapá. Actualmente, el cintillo de cobro para UMA ampara a 20 ejemplares contra 30 de la huilota. En nuestra área de estudio, no se puede planear una cacería de paloma ala blanca con la seguridad de encontrarlas. Se aprovecha la oportunidad cuando se caza huilota y se tropieza con ella. El primer ventarrón y lluvia de septiembre anuncia la partida de la hermosa ala blanca del delta del Río Colorado. En el Norte del delta, los estadounidenses inician la temporada el día 1 de septiembre. Por regla, en la segunda semana de ese mes ya no hay palomas para cazar, pero en esa primera semana se cazan en promedio 200,000 alas blancas, lo que no da una idea del tamaño del morral a falta de estadísticas nuestras.
Ocasionalmente se cobra una paloma ala blanca casi blanca. Montada por el taxidermista de San Luis, Sonora, Manuel Venegas. Foto Armando Tapia Landeros.
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La paloma euroasiática
Una parvada de palomas euroasiáticas, también llamada paloma de collar y habanera. Foto Armando Tapia Landeros.
Esta especie invasora es la paloma más grande de todas las permitidas a la caza en el delta. El escritor inglés Pete Wadeson29, sostiene que su hábitat original y natural son los Balcanes, la zona montañosa entre Bulgaria y Grecia. Inicialmente se estableció en las ciudades, pero en lo que va del siglo XXI, hemos constatado que ya vive en todo el delta del Río Colorado. Y no solo eso, sino que ya extendió su hábitat a todo el Oeste de Norte América. Quizá debido a que inicialmente vivió en el urbanismo, en la zona rural se apega a los ranchos habitados. En aquellos abandonados donde cazamos paloma huilota, no se encuentra a esta especie invasora.
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Wadeson, Pete. (2005) Total Airguns. Swan Hill Press. Wykey Shreusbury. Inglaterra.
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Una euroasiática con su banda oscura en la nuca que hace que la llamen paloma de collar. Más bien debería llamarse “de medio collar”. También tiene la punta de sus alas de color oscuro. Foto Armando Tapia Landeros.
Y si la paloma ala blanca es más fácil de cazar que la huilota, la euroasiática es todavía la más fácil de cazar de todas ellas. Vuela lento, es grande y confiada a tal grado que algunos cazadores nos reusamos a dispararle. Pero hay un gran incentivo en hacerlo: es comestible, abunda y ya está autorizada en los cintillos de huilota y ala blanca. El de huilota permite también cazar 30 euroasiáticas. El de ala blanca 20 de ellas. Esto significa, al menos en teoría, que si un cazador posee ambos cintillos, puede cazar legalmente 100 palomas: 30 huilotas más 30 euroasiáticas; y 20 ala blanca más otras 20 de collar. Sesenta más cuarenta aves, en una sola cacería. No obstante, no conozco a nadie que lo haya hecho.
Desde la izquierda, pechugas de huilota, ala blanca y euroasiática, comparadas con un cartucho para escopeta medida 20. Foto del autor.
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En la foto anterior es evidente que la huilota es la más pequeña de las tres palomas que se cazan en el delta. En promedio, la primera pesa 120 gramos, la segunda 150 y la tercera e invasora 180 gramos. No obstante estas diferencias en peso, el largo de todas ellas, es decir de la punta del pico a la punta de la cola, ronda los 29 centímetros. La huilota con su cola larga y afilada aparenta ser más grande que lo que realmente es. En las entrevistas realizadas a cazadores nacionales y extranjeros encontramos opiniones encontradas respecto a esta ave. Algunos la prefieren sobre las nativas. Otros solamente cazan y comen la huilota, cuestión de gustos. En los estados vecinos de California y Arizona, EE.UU., se monitorea de cerca la conducta agresiva de la invasora pues se teme que llegue a desplazar y hasta reemplazar a las palomas nativas. Por esta razón su caza está libre, sin límite, durante todo el año en el suroeste de los Estados Unidos de Norte América. Su gran ventaja sobre las palomas nativas es que se reproduce todo el año. De esa manera conquista territorio para perpetuar la presencia de su especie, consigna de todo ser vivo. En nuestra opinión, la paloma euroasiática debería cazarse en México durante todo el año. Fuera de temporada de caza con armas de fuego, cazarla con rifles de aire, aún en la zona urbana en donde abunda.
Esta secuencia continua en la siguiente página.
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En la página anterior, en espera de un pájaro a tiro, se presenta la oportunidad y se abate el ave. Fotos de Armando Tapia Landeros.
La escopeta semi automática es hoy en día la favorita en la caza de la paloma. Un buen perro siempre es ayuda, sobre todo para recuperar aves heridas. Foto Armando Tapia Landeros.
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Las otras palomas Para concluir con las especies de paloma que habitan en el delta del Río Colorado, mencionaremos y presentaremos a dos pequeñas columbinas: la palomita Inca (Columbina inca) y la tortolita (Columbina passerina). Ambas de la mitad de tamaño y peso que las anteriores, destacan una de la otra por el largo de su cola.
Desde la izquierda, la palomita Inca de larga cola y escamas en las plumas de su pecho. A la derecha, la tortolita con su cola muy corta y escamas en el cuello. Es importante conocerlas para evitar dispararles ya que no están permitidas a la caza deportiva. Fotos de Armando Tapia Landeros y del autor, respectivamente.
Fuera del delta estas dos especies pueden tener otros nombres. A la Inca la guía de Peterson30 la llama “tórtola colilarga”. A la tortolita “tortolita pechipunteada”. Cabe mencionar aquí que ocasionalmente se reporta en el delta a la paloma bellotera, también conocida como paloma de collar y band tail pigeon en inglés (Columba fasciata). Es un ave migratoria que baja de los bosques de pino-encino de California y pasa en invierno en encinales de la Sierra de Juárez y la costa del Océano Pacífico en comunidades de pino-encino. Nunca hemos cazado una en nuestra área de estudio, no obstante hemos tenido conocimiento de que otros cazadores han visto y cobrado a esta ave en el delta. El autor Rosenberg ya citado, tiene registrado siete avistamientos confirmados en el Norte del delta, valles de Yuma e Imperial, entre noviembre de 1941 y noviembre de 1981.
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Peterson Roger Tory, Edward L. Chalif. (1994) Aves de México. Guía de campo. Editorial Diana. México.
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El interés de por vida en la vida silvestre ha dejado huella en mi archivo fotográfico personal. Izquierda una bellotera en un pino Jeffrey y derecha otra en un encino agrifolia, ambas en Sierra de Juárez, Circa 1975. Fotos del autor.
Por supuesto, en el delta del Río Colorado siempre está presente la paloma doméstica (Columna livia), que vive y anida en las ciudades pero incursiona en los campos agrícolas que siembran grano, próximos al urbanismo. Esto permite que ocasionalmente el escopetero dispare a este pájaro que se considera una plaga.
Pájaros en el alambre, palomas domésticas en un poblado del delta. A la derecha, una paloma euroasiática es flanqueada por dos de estas aves. Fotos Armando Tapia Landeros.
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Esta especie se captura y cría para ser utilizada en los torneos de tiro al pichón, de jaula y de estilo colombaire. Foto Armando Tapia Landeros
Con el propósito de informar al lector sobre las diferencias en tamaño y peso de las distintas especies de aves de tierra que se cazan y relacionan con ellas, presentamos la siguiente tabla comparativa:
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Tabla comparativa de tamaños y pesos de las aves de tierra del delta del Río Colorado Especie
Tamaño**
Peso***
Paloma huilota Paloma ala blanca
270 mm 260 mm
130 gramos 196 gramos
Paloma euroasiática Paloma Inca
275 mm 165 mm
220 gramos 90 gramos
Tortolita Paloma bellotera* Paloma doméstica Codorniz de Gambel
140 mm 350 mm 280 mm 220 mm
70 gramos 300 gramos 250 gramos 175 gramos
Nombre científico**** Zenaidura macroura Zenaida asiatica Streptopelia decaocto Columbina inca Columbina passerina Columba fasciata Columba livia Callipela gambelii Phasianus colchicus
Faisán 860 mm 1,300 gramos *Visitante ocasional **Fuente: Leopold, Starker (1965) Fauna silvestre de México.Instituto Mexicano de Recursos Renovables. México. ***Robbins, Chandler, Bertel Bruun, Herbert S. Zim. (1966) Birds of North America. Golden Press. New York. ****Tory Peterson, Tory, Edward L. Chalif. (1994) Aves de México. Guía de campo. Editorial Diana. México. Tamaño y peso del faisán, palomas euroasiática, Inca y tortolita investigación propia.
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La codorniz de Gambel
Un macho posa con su elegante penacho negro. Foto del autor.
Es la única codorniz nativa del delta. Como todas las de su familia, parecen gallinas diminutas con penachos en sus cabezas y son del tamaño de una paloma grande. No habita el resto de la península bajacaliforniana, en donde se encuentra la codorniz de California (Callipepla califórnica). También conocida como codorniz desértica debido a que habita el Desierto Sonorense, se congrega en parvadas que sin la presión de la caza, puede reunir a cientos de ellas.
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Comparación de dos machos: izquierda la californiana, derecha la de Gambel. En el extremo derecho una hembra quizá híbrida de ambas especies. Algunas plumas del pecho tienen las escamas de la californiana y el resto es de Gambel. La cazamos en San Matías, B.C., en una parvada que tenía a ambas especies de codorniz. Fotos del autor.
La codorniz, es un ave que prefiere correr que volar. Lo que hace que el tirador utilice escopetas con cañones más cerrados que los tradicionales para la caza de la codorniz. Generalmente los pájaros siempre van enfrente corriendo y escabulléndose del escopetero sin que éste las vea.
Sin la ayuda de un perro es difícil echar a volar a la codorniz. Aquí el escopetero se abstiene de disparar a dos machos y una hembra en el suelo, por considerarlo anti deportivo . La escopeta es una Remington modelo 870 de acción de corredera con cañón de 27 pulgadas y rosca para chokes True Choke intercambiables. Foto Armando Tapia Landeros.
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La estrategia que facilita su caza es la arriada o batida. Esto es, sacarlas del monte con personas que hacen ruido y las arrean hacia los cazadores emboscados que tienen que hacer tiros muy rápidos debido a la velocidad que alcanzan las pequeñas emplumadas.
Cuatro codornices pasan frente al cazador huyendo de la batida. La foto oportuna capta el instante en que la número tres es impactada mientras que el resto escapa. La escopeta es una italiana semi automática marca Benelli medida 20 con cañón de 27 pulgadas, recámara de 76 milímetros y chokes intercambiables. Foto Armando Tapia Landeros.
A las “gambeles”, como nos referimos a ellas algunos mexicalenses, en Sinaloa se les conoce como “choles” y “chacuacas”, pero es posible que haya otras formas de nombrarlas. Este último apodo proviene de imitar su canto: chacuaca…chacuaca…chacuaca. Pero todos coincidimos en un atributo: son deliciosas en la mesa. De sabor fuerte y silvestre, se alejan mucho del tradicional sabor del pollo de producción industrial. Es por ello que el cazador las aprovecha en cualquier oportunidad. En la temporada de caza 2015-2016 estuvo permitido su cobro del 2 de octubre de 2015 al segundo domingo de febrero de 2016.
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Elegante como toda codorniz. Foto del autor.
Pรกjaro al vuelo y pรกjaro en mano, la chacuaca es hermosa. Fotos de Armando Tapia Landeros.
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Dos machos y una hembra de codornices de Gambel. Foto Armando Tapia Landeros.
Como es el caso del faisán, los “umeros” del delta presionan constantemente a la autoridad ambiental para que permita la cacería de esta especie más temprano. Pero por otro lado estamos los cazadores que nos oponemos y preferimos ser tachados de anticuados y conservadores y exigimos que las aves de tierra se cacen cuando estén completamente desarrolladas.
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El faisán chino de collar
Cabeza de un faisán macho. Foto Armando Tapia Landeros.
Mejor conocido simplemente como faisán, el rural cachanilla también lo conoce por gallito de monte. Desde la perspectiva cinegética, esta ave introducida es la estrella del show, el ancla, el imán, que atrae turismo cinegético a donde nadie más pagaría por venir, el delta del Río Colorado. La investigación que realizamos de 2009 a 2014, se centró en el aprovechamiento de esta especie. La información que sigue ya ha sido publicada en artículos académicos pero esta es la primera vez que se hace con fines de divulgación y difusión de la cultura, en este caso, la cinegética. El delta del Río Colorado fue transformado en campos agrícolas durante el siglo XX . Sus nativos indígenas fueron desplazados por colonos provenientes de casi todos los estados de la República Mexicana, así como de otros lugares del orbe. La zona agrícola mexicalense y de San Luis registra 92 nombres de lugares del resto de México, y de otros países, en sus ejidos, colonias, infraestructura hidráulica y accidentes geográficos. Estos colonos llegaron cargando sus pertenencias materiales y un bagaje cultural tan variado, que la región se convirtió en un mosaico de razas e ideologías.
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La convivencia del faisán con la agricultura es evidente en esta fotografía. Foto Armando Tapia Landeros.
De Asia llegaron grupos humanos que han sido estudiados por varios académicos sin haber alcanzado a revisar el objeto de nuestra investigación: la introducción del faisán chino de collar por colonos orientales, su adaptación y aprovechamiento. Investigadores del siglo pasado averiguaron que el origen del “gallito de monte”, es la especie, Phasianus colchicus que en el Valle de Mexicali se debe a una única introducción vía San Francisco, California, el año de 1912. Coincidentemente el mismo año de la primera gran cosecha de algodón. No obstante el sustento bibliográfico citado la ficha taxonómica de esta especie en el registro oficial mexicano (CONABIO), señala que los faisanes introducidos en México provienen del noreste de Azerbaiyán. El señor Chester Hart, quien fuera biólogo del Departamento de Pesca y Caza de California, ha publicado en diversos textos, que la población original que llegó a Mexicali en 1912, fue de seis aves. Otras veces ha escrito que fueron seis pares. Esta información la obtuvo a su vez, del señor Walter Bowker, quien fue testigo presencial siendo un niño, cuando su padre fungía como operador del incipiente sistema de riego agrícola que se tenía en el Valle de Mexicali, B.C. Los pájaros fueron liberados el Este del valle, junto al Río Colorado, según Bowker. La asociación faisán-algodón prosperó, y conforme se extendió la superficie de cultivo de la fibra, se expandió el hábitat y población de esta especie, considerada técnicamente como “exótica”. Aún no se estudia cómo funciona esta asociación entre planta y ave, pero el auge algodonero multiplicó la raquítica población original de seis pájaros a más de cien mil en 1996, año en que el biólogo Mario López Fonseca estimó esta población. Si bien el pájaro se protege en un algodonal y come algunos insectos que encuentra en él, su alimento principal es el trigo y el sorgo, granos que aparecen siempre en ingluvis (buches) de organismos que hemos diseccionado.
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Debido a su querencia con el algodón y los granos de cultivo, su hábitat en Baja California está limitado por barreras infranqueables para ellos. Hacia el Norte, la zona de dunas y el Valle Imperial, California, así como una agricultura más tecnificada que no deja monte natural para el refugio y reproducción del ave. Al Sur, el alto Golfo de California. Hacia el Este, el Desierto de Altar, Sonora, y en el Oeste la barrera natural que representa la Sierra Cucapá. Esta ubicación geográfica seguramente ha impedido su expansión e incremento de su población. Está claro que es una especie de “rastrojo”, que depende del desperdicio agrícola y su agua para sobrevivir y prosperar. La franja agrícola entre el Río Colorado y el Desierto de Altar constituye el único lugar en el estado de Sonora, donde el faisán existe en vida silvestre. Figura 1.- Mapa del hábitat del faisán
Mapa elaborado por Natalia Rojas Soler (2013).
En este mapa ubicamos las zonas de caza de cada grupo de cazadores locales que entrevistamos durante el estudio. La zona C coincide con el territorio de la Colonia Pólvora, asiento de la UMA La Piocha.
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Testimonios históricos dan cuenta de que en el año de 1920 el faisán ya estaba presente en los campos agrícolas cachanillas. Para el año de 1929 ya existía la caza comercial para proveer a restaurantes de la ciudad de Mexicali. Esto es, cazadores profesionales cazaban faisanes para vender principalmente en los restaurantes de comida china. Ignoramos si eran consumidos por los propios orientales o también se ofertaban en el menú a comensales no chinos, pero esa práctica cultural desarrolló con el tiempo una tradición culinaria: degustar el faisán al estilo chino. Mediante esta investigación encontramos que la práctica continúa tanto entre cazadores locales como foráneos, así como entre ciudadanos que no cazan, pero aprovechan la oferta cuando se presenta, aunque fuera de menú. Pero en México la caza comercial llevó a la extinción a especies de interés alimentario y recreativo como el berrendo, Antilocapra americana y a la categoría de “bajo protección especial” al borrego cimarrón, Ovis canadensis, que fueron cazados comercialmente durante la primera mitad del siglo XX. Como respuesta a esta depredación, en 1952 la Ley Federal de Caza, LFC, prohibió en su artículo 16, “la caza con fines comerciales”. No obstante la norma llegó tarde para otras especies como las nutrias de río y mar, que desaparecieron de Baja California, debido también a la caza comercial, para aprovechar su piel. Infortunadamente esta disposición no pudo contener la extinción de especies por lo que nuestro país inesperadamente dio un giro de 180º. En el año 2000 se promulga la nueva Ley General de Vida Silvestre, LGVS, la cual ya no sólo no prohíbe la caza con fines comerciales, sino que explícitamente la permite e incentiva, básicamente en sus artículos 4 y 18. Este viraje legislativo otorga al dueño de la tierra el derecho de caza, así como la facultad de transferirlo a terceros pero conservando el beneficio de la comercialización de su fauna, con el compromiso de participar en la conservación del hábitat. La reacción de los tenedores de la tierra e intermediarios fue inmediata y, para 2007 ya se habían constituido 20 UMAS faisaneras, SUMA, o conjunto de Unidades de Manejo para la Conservación de Fauna Silvestre para operar en el Valle de Mexicali. Ese mismo año la autoridad ambiental autorizó cazar 29, 408 faisanes en las UMAS registradas, lo cual habla de la relativa abundancia de la especie, en esta zona agrícola. Para la temporada de caza 2012-2013, la Secretaría de Protección al Ambiente del Estado de Baja California autorizó la caza de 27, 616 faisanes (Documento “Tasas de aprovechamiento de faisán (Phasianus colchicus) Temporada 2012-2013”), en dónde se establece que operan 20 UMAS con 25, 077 hectáreas de superficie.
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Una hembra en pleno vuelo. Foto Armando Tapia Landeros.
Un par de faisanes machos corre antes de volar en una parcela preparada para la siembra de trigo. Foto Armando Tapia Landeros.
Pero los dueños de la tierra, al no ser su principal actividad comercial la de organizar cacerías, y de acuerdo a la disposición jurídica de poder transferir el derecho de caza a terceros, han dejado en manos de intermediarios, organizadores cinegéticos y promotores turísticos, la comercialización de cacerías de faisán en sus campos agrícolas. Esta situación ha llevado a los intermediarios a desarrollar nuevas estrategias de caza más productivas, y promocionar y optimizar los servicios que ofrecen a cazadores foráneos, nacionales y extranjeros. Ahora ofrecen cacerías todo incluido: permiso de caza, permiso de arma de fuego o la facilitación de una bajo la responsabilidad del promotor, permiso del dueño de la tierra, alimentación, hospedaje, transportes y lo más importante, asistentes que facilitan el avistamiento y cobro de la presa. Otro 83
“plus” que ofrecen, es degustar sus faisanes recién cobrados al estilo chino en un restaurante oriental. Esta facilitación para los cazadores foráneos ha conformado una corriente turísticocinegética que apunta a ser de clase mundial. La participación de agricultores, organizadores, instituciones gubernamentales, restauranteros, hoteleros, taxidermistas y sobre todo la de los llamados “asistentes cinegéticos”, principalmente sujetos rurales jóvenes, apuntan a consolidar una cadena productiva, con base en un recurso renovable y por añadidura, exótico. Durante la segunda mitad del siglo XX que cazamos faisán en el delta regulados por la abrogada y citada Ley Federal de Caza, podíamos cazar faisanes en todo el valle mexicalense pues el ave aún no colonizaba el Valle de San Luis, Sonora, o nosotros no sabíamos que ya había cruzado el Río Colorado. Con el permiso de caza federal, solamente nos detenía algún campesino que no permitía la cacería en su tierra. Así la presión de caza era ejercida en un amplio territorio. El valle mexicalense abarca 180 mil hectáreas. Las UMAS al momento de escribir esto, no llegan a una superficie de 26 mil hectáreas. Entonces la presión que antes se ejercía en 180 mil ahora se hace en sólo 25 mil. Para comparación con lo anterior, a continuación una nota relevante del diario de campo utilizado en esta investigación. Excelente día de caza de faisán. El sábado 10 de enero de 2015 acudimos al valle de San Luis, Río Colorado, Sonora, a cazar faisán. En el Valle de Mexicali la temporada de caza de esta bella ave ya había cerrado. En el Estado de Sonora cierra hasta la primera semana de marzo. Javier Verdugo Estrada tiene registradas varias parcelas con montes dentro de sus áreas autorizadas para la caza y nos guió acompañado de dos asistentes y se excelente perro labrador negro “Chaky”. Al inicio del año y final de la temporada de caza del faisán, los sembradíos de sorgo o milo son el santo grial de los cazadores. En ellos se concentra a comer al pájaro y es relativamente fácil cazarlos. Esto es particularmente importante para los cazadores foráneos, nacionales y extranjeros, que buscan completar la cuota, de por lo menos un cintillo que ampara hasta ocho ejemplares del gallito de monte, como también se le conoce del lado sonorense. Peinamos dos parcelas grandes de algodón todavía sin piscar, lo que dificulta el andar del escopetero y puede cansarlo prematuramente, sobre todo a los viejos como yo. Participaron dos cazadores estadounidenses, Dino y Mark, y este cronista, además de mi hermano Armando como fotógrafo. Javier se hizo acompañar de dos batidores, Jonathan Frausto y Ezequiel García, “El Chelitas”. Los extranjeros traían a una perra labrador blanca que se unió a los esfuerzos olfatorios del can local. De los cultivos de algodón volaron cientos de faisanes en todas direcciones. Logré abatir a tres de ellos y los visitantes otros tantos. Pero uno de mis pájaros no pudo ser encontrado en el denso cultivo, ni con el auxilio olfatorio del can visitante. Luego, en un decidido esfuerzo de Javier por evitar los sorgos y demostrar que ellos cazan 84
apegados a la tradicional costumbre europea, nos llevó a tres montes. Uno el lecho seco y abandonado del cauce original del Río Colorado, y los otros dos montes de varias hectáreas entre parcelas sembradas de trigo recién nacido. En el barranco natural rieño se disparó a varios pájaros por parte de los extranjeros, pero yo no tuve oportunidad alguna, ninguno de los arriados me pasó a tiro. En el primer monte de cachanilla, pinillo salado y varias especies de chamizos, también volaron docenas de faisanes de ambos sexos, lo cual puede distinguirse con claridad gracias al dimorfismo sexual. Disparé como a seis machos y derribé a tres, uno herido que cayó en un barbecho contiguo. Al concluir la tirada, sólo encontramos al que derribé primero y que mi hermano se aprontó a recoger. Los otros aparentemente al caer con vida lograron escapar. En el último monte la arriada sacó aún más pájaros de los cuales la mayor parte le pasaron volando por encima de Dino, uno de los estadounidenses que falló más de 10 tiros pero debido a la abundancia de oportunidades logró derribar heridos a dos de ellos que los batidores lograron recuperar. A mí sólo me pasaron dos machos volando alto y tuve la suerte de acertar en ambos casos con un solo tiro a cada uno de ellos. Los visitantes pidieron fotografiarnos en grupo con el morral completo, estaban felices y apartando lugar para otra incursión antes de finalizar la temporada sonorense.
En la foto anterior, Dino con tres faisanes machos disponibles a tiro para un disparo confortable. Al día siguiente Javier regresó a este monte rodeado de trigales recién nacido y contó más de 15 casquillos en donde disparó el americano. El problema consistió en que utilizó cartuchos muy débiles, fabricados para cazar paloma. Foto Armando Tapia Landeros.
También salieron dos coyotes corriendo y uno de ellos me pasó, según mi hermano, a tres metros de distancia. Lo seguí con la escopeta sin disparar por dos poderosas razones: una que no tengo cintillo para cazar coyote en Sonora y otra porque a Javier no le gusta que les disparen. Él considera que son parte del hábitat y son indispensables para mantener el equilibrio ecológico en la naturaleza y en la UMA. Opina que en el resto de las UMAS se le dispara ilegal e indiscriminadamente, algo que debe atender la autoridad ambiental, que en el Estado de Sonora se encuentra desaparecida. 85
Apunto sin disparar a un coyote a muy corta distancia. Foto Armando Tapia Landeros.
Esta estrategia clásica de caza del faisán reclama mucho mayor esfuerzo que las caminatas y contra arriadas en parcelas de sorgo. Representa un reto mayor al escopetero pero todavía habemos algunos chapados a la antigua que preferimos hacer el mayor gasto de energía con tal de cobrar al pájaro más hermoso y sabroso del delta del Río Colorado. El morral consistió en 10 trofeos para tres cazadores. Yo cobré mis cuatro y ellos tres cada uno. No es que sea mejor tirador, la suerte en que te pasen a ti los pájaros por encima es pareja para todos. Pero hay una lección que podemos sacar de esta experiencia.
Desde la izquierda, Armando, el autor, Javier, Dino y Mark, con el morral y los canes que se reseñan. Foto Jonathan Frausto. 86
Yo utilicé una escopeta medida 12 (Véase delante “Las herramientas del oficio”). Ellos una medida 20 y otra medida 28, inferiores en potencia a la mía. Aunque he cazado cientos de faisanes con escopetas medida 20, en esta ocasión elegí la 12 porque las aves están mejor emplumadas, más fuertes y desconfiadas que al inicio de la temporada el mes de octubre pasado. Y si con esta potencia perdí tres aves, con la inferior de ellos seguramente se perdieron más. Le dije al cazador que utilizó la medida 28: “No estás usando el arma con la potencia suficiente para este pájaro grande”. Y al saber que es un cazador consumado con 15 safaris africanos en su haber y por lo menos cinco leopardos cobrados, le recordé el libro clásico de Robert Ruark, Use enough gun (1966). Explicó que a él le gustan los retos y que hasta utiliza la escopeta diminuta calibre .410 para cazar aves pequeñas. Pensé para mis adentros, “pero no vengas a hacerlo con nuestros pájaros”. Y no se lo dije para no estropear la naciente relación comercial de ellos con mi estimado amigo. Javier opinó que en adelante solamente aceptaría a escopeteros con armas de las medidas 12, 16 y 20 solamente con cartuchos de una onza (28 gramos) y munición #4 o Esta experiencia de caza de primera mano también revela el alto porcentaje de pérdida de pájaros heridos (Véase adelante “Las herramientas del oficio”).
En este sitio encontramos un álamo con una circunferencia de seis metros. Foto Armando Tapia Landeros.
Definitivamente, en el Valle de San Luis, Sonora, aunque menor en tamaño que el mexicalense, se observa una densidad mayor de faisanes por hectárea. Enseguida un mosaico de imágenes que cuentan y muestran cómo es la caza del ave en montes:
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Después de esta nota del diario de campo, continuamos con la descripción de la cacería del faisán durante el siglo pasado. Mi tío materno Pedro Landeros León, solía contar cómo él cazaba faisanes con un rifle de salón “en donde ahora está la plaza de toros”, en la ciudad de Mexicali, B.C. Se refería a uno de los cinco cosos taurinos que ha tenido la ciudad capital. Don Pedro ubicaba ese sitio en la esquina del hoy Boulevard Justo Sierra y Avenida Zaragoza, ahora Escuela Preparatoria Mexicali. Pero yo mismo conocí esa plaza de madera que fue la cuarta antes de Calafia, la plaza actual, y mi padre y otro tío materno Edmundo Landeros Léon vimos torear en ella nada menos que a Mario Moreno “Cantinflas”. Don Pedro conducía su carro muy lento por las tardes recorriendo alfalfales. Cuando divisaba a un faisán que comía y al verlo el pájaro se agachaba, paraba el carro y alineaba al .22 Winchester modelo 62 hacia el lugar del escondite. Cuando el gallo sacaba la cabeza para ver si el cazador se había ido, disparaba: ¡PUM! “En la pura cabeza para no desperdiciar carne”, decía él. Esta anécdota muestra que los pájaros eran confiados. En algunos lugares ahora con sólo escuchar el motor del vehículo echan a volar. Antes de portar un arma de fuego y que acompañaba a mi padre en sus excursiones de caza, recuerdo que con su escopeta sobre las piernas y el Jeep a vuelta de rueda recorría los algodonales revisando surco por surco. Cuando veía la presa se detenía y dispara rápidamente. O si el gallo estaba fuera del alcance de esa arma, tomaba un rifle calibre .22 y disparaba. Años después reemplazó esta arma por un rifle Remington 88
modelo 722 en calibre .222 de mayor alcance, con el que también cazó ganso. Yo mismo adopté esa técnica años más tarde como veremos adelante. Cuando los pájaros se tornaban “matreros” como nombra el cazador a los animales desconfiados y huyen al menor indicio de peligro, entonces los cazaba en compañía de otros cazadores, como se hace hoy, caminando las parcelas esperando que las aves remonten el vuelo para disparar en el aire, la técnica más emocionante en la caza del faisán. Entonces era muy raro ver más de tres gallos muertos. O el grado de satisfacción de aquellos cazadores era menor que ahora o los gallos escaseaban. Me inicié en el arte de la taxidermia porque el taxidermista que le disecaba animales a mi padre no lo hacía convincentemente. Y también porque mi padre cazó un faisán precioso, densamente emplumado, cola muy larga y magníficos espolones, y no quise que el maestro zapatero don Juan lo echara a perder31. Fue en 1956 y en esa década, algunos compañeros de mi padre aseguraban que el faisán había desaparecido del delta. Tenían algo de razón. Entonces se inició la fumigación intensiva y constatamos muchas veces que de un predio recién fumigado, salían faisanes agonizando.
Don Alberto Tapia Yáñez con tres machos y una hembra de faisán cazados en un algodonal chaparro, circa 1970. Foto del autor.
También al comer insectos envenenados los pájaros se morían. Fumigadores de hoy me han dicho que el ruido del avión alerta a los pájaros y huyen del lugar a fumigar. Mi padre solía decir que el gallito de monte estuvo a punto de ser extirpado del valle mexicalense en la década de los años cincuenta.
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Véase Núñez Tapia Francisco Alberto, Alberto Tapia Landeros (2013) El garaje y estación “Unión” en Mexicali, en José Alfredo Gómez Estrada y Diana Méndez Medina, coordinadores, “La memoria entre renglones”, páginas 89-104. Universidad Autónoma de Baja California. Mexicali.
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Pero la introducción a este apartado da cuenta del éxito biológico de la especie y por el renacido interés en la cacería como negocio debido al giro que dio la legislación ambiental mexicana en el año 2000, podemos vislumbrar en el futuro un aprovechamiento sustentable de este migrante elegante. A partir del año de 1960 tuve la libertad de disponer del Jeep Willis modelo 1955 que mi padre tenía entonces como carro de caza, pesca y exploración. Entonces formé un grupo compacto de caza con mis hermanos Oscar y Armando, primos y amigos. Pero a pesar de la reducida capacidad de un carro como este, muchas veces salimos a explorar, cazar y pescar hasta siete adolescentes en él.
Miguel Valencia, Edmundo Landeros y el autor, circa 1963. Foto Oscar Tapia Landeros.
Ahora resulta increíble que un grupo de adolescentes todos armados, transitaran libremente por el Norte del Estado de Baja California sin ninguna restricción. Fuimos muy bien entrenados por nuestros padres tanto en el manejo de las armas de fuego como sobre la ética cinegética. Jamás tuvimos problema alguno ni accidente que lamentar. Durante la segunda mitad del siglo XX la libertad que existía para cazar se convertía en libertinaje en algunos seudo cazadores que disparaban a todo aquello que se moviera. También sobre cazando, es decir, matando más animales de los permitidos. La falta de una adecuada y suficiente inspección y vigilancia por parte de la autoridad ambiental fue y sigue siendo el talón de Aquiles de la cinegética mexicana. Entonces somos los cazadores interesados en preservar la tradición quienes debemos poner orden con el ejemplo. La creación de las UMAS ha venido a resolver parte de esta deficiencia pues se supone que el “umero” vigilará que se respete la ley, pero lamentablemente sabemos que los hay que con tal de complacer al cliente, casi siempre cazadores extranjeros y nacionales fuereños, los dejan tirar a especies protegidas y cazar más animales de los permitidos. También cazar fuera de las horas reglamentarias que son, no tirar hasta
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media hora después de la salida del sol; y solamente hasta media hora antes de su puesta. Esta nueva disposición en la Ley General de Vida Silvestre convierte en ilegal toda caza nocturna, sin necesidad de decirlo explícitamente, como lo decía la anterior Ley Federal de Caza: “Se prohíbe cazar con luz artificial”. Por esta confusión es que explicamos aquí la interpretación adecuada de la norma ya que muchos consideran que no está prohibido “lamparear” y lo siguen haciendo. Esta disposición automáticamente sobreprotege a animales dañinos que solamente se les puede encontrar de noche, como el mapache. En los Estados Unidos de América se le puede cazar con lámpara donde éste se torna perjudicial. En el delta, algunos alfalfales sufren una merma en su producción por la plaga de conejos que alimentan por las noches. En el resto de los valles agrícolas del Estado de Baja California, al conejo se le suma la liebre como devastador no sólo de la alfalfa, sino de los valiosos viñedos. Ilegalmente sus dueños envenenan a estos roedores cuando la caza deportiva con luz artificial podría hacer lo mismo y aprovechar la excelente carne del conejo. Por el contrario, el depredador o carroñero que come roedor envenenado puede a su vez formar una cadena y matar a otros animales injustificadamente. Pero de regreso al inicio de nuestro grupo de caza, no obstante la libertad de que disponíamos, repito, que aunque íbamos muchos escopeteros con permiso de cacería, rara vez trajimos más de seis faisanes. Entonces disparábamos de vez en cuando a las hembras de faisán, por la consigna cazadora de que “hacen mejor caldo”. En efecto, la hembra al vivir más años que el macho llega a acumular algo de grasa que por lo general el macho no tiene, y en toda preparación tiene más sabor. Pero ese sabor silvestre y fuerte que no agrada a la mayoría lo las personas. Aún hoy en día, la nueva legislación no prohíbe matar hembras de faisán. El actual mandato dice que “se prohíbe cazar hembras visiblemente preñadas”, en franca alusión a los mamíferos mayores. Las venadas no tienen cuernos y se distinguen fácilmente de los machos que si los tienen. Pero solamente está prohibido cuando, si acaso algún cazador tiene ojo de ginecólogo, la venada va a parir, lo cual apenas se evidencia en los últimos meses de la gestación. Esta es una disposición absurda.
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Una hembra de faisán. Su color y cola corta permite diferenciarla del macho en condiciones ideales de iluminación. Foto Daniel Tapia Hernández.
El dimorfismo sexual, o sea que machos y hembras de una misma especie no sean iguales, es reconocible en vanados, borregos, berrendos y alces. Pero difícil o imposible en osos, lobos, coyotes, conejos, ardillas, gansos y palomas. Los patos y las codornices si pueden distinguirse, excepto la hermosa codorniz de montaña de Baja California, que localmente llamamos “perdiz” sin serlo, precisamente porque ambos sexos lucen iguales, como en toda perdiz.
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En la página anterior, Izquierda, una representación artística de Armando de una codorniz de montaña o perdiz. Derecha, una fotografía del autor de la misma especie.
Desde la izquierda, hembra y macho de codorniz de Gambel. El dimorfismo sexual es evidente en coloración y tamaño del ave. Foto Armando Tapia Landeros.
Todas las especies mencionadas tienen una tasa sexual de nacimiento aproximada de 50/50% entre machos y hembras, por lo que cazar hembras al menos en teoría, no afecta a su población. Pero la Ética cinegética señala que siempre que sea posible, solamente se aprovechen animales machos. En el caso de los mamíferos mayores al ser mucho menor su población, es sabio conservar los vientres como en la ganadería. Pero en las aves es la creencia y la Ética cinegética la que dicta no disparar contra algunas hembras como la del faisán. En dimorfismo sexual en peso del faisán es evidente en la siguiente tabla elaborada con el resultado de diseccionar 60 pájaros, hembras y machos, cobrados durante la recogida de datos de esta investigación:
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*Estadísticas del faisán _____________________________________________________________________ ___ Phasianus colchicus es un ave gallinácea originaria de Asia. Llegó a Mexicali en 1912. El peso promedio de 54 machos adultos fue de 1.297 K. (Peso promedio de hembras, 860 gramos) El largo total, del pico a la punta de la cola, promedió 860 mm. La envergadura 507. 5 mm. En sus “buches” encontré en promedio, 9.24 gramos de trigo, sorgo, raygrass, sorgo forrajero y cártamo. Los buches totalmente llenos tuvieron 19 gramos de grano. El pico promedió 33.25 mm, el espolón 12 mm, el tarso 70 mm
La capacidad de ingerir 19 gramos quizá dos veces por día, la discutiremos en las conclusiones. Terminamos este apartado con fotografías de faisanes que muestran el marcado dimorfismo sexual:
Izquierda un macho, derecha la hembra. Fotos Armando Tapia Landeros.
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Los inicios del grupo de caza En aquellos inicios del nobel grupo de caza, pronto distinguimos y adoptamos el concepto de “trofeo de caza”, es decir, reconocer y perseguir a aquellas especies especiales, ya sea por la dificultad para cobrarlas como por su belleza. Así llegamos a consensar que el faisán era “el trofeo” de las aves de tierra y el ganso canadiense entre las aves acuáticas. A este visitante de invierno también se le conoce como Honker, por su canto, honk, honk, honk.
Armando, coautor de este libro, posa orgulloso con un faisán y un Honker, máximos trofeos de pluma del delta. Derecha, el primer retrato con un faisán. Fotos álbum de la familia Tapia Landeros.
Cabe decir que apreciábamos mucho más a la grulla y al cisne, pero la primera fue y es muy escasa en Baja California y el segundo estaba prohibido cazarlo. Entonces no vacilamos en nombrar a nuestro grupo Los Honkers. Alfredo Nuño, miembro del grupo, recuerda que al Jeep Willis color amarillo le llamábamos el “honkermóbil”.
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El “honkermóbil” en el rancho Fierro, Colonia Progreso, B.C. Desde la izquierda, Oscar Tapia, Marcos Manríquez, Rosendo Fierro calibrando bujías, Alfredo Nuño, Edmundo Landeros y el autor. Autofoto de la cámara de Alfredo Nuño.
También caracterizó a este grupo de jóvenes cazadores, el bautizo de sus armas. Algunas de nuestras escopetas tenían nombres: “El riel”, una Winchester modelo 12 de mi primo Edmundo; “La cenizas” una Remington modelo 11 de Miguel Valencia; “La burras pandas” una cuata Savage modelo 311 de Bernardo Olmedo, todas armas usadas de segunda mano. La primera por pesada, la segunda porque sobrevivió a un incendio en la tienda de armas de Porter Wallace de Calexico, California, y la tercera porque al encararla, la costilla que une a los dos cañones se veía panda. Luego Miguel compró su primera escopeta nueva, una Winchester modelo 1200 de acción de corredera o de bomba, con la que la marca sustituyó a la venerable Remington modelo 11. Por nueva, se ganó el apodo de “La Crema”. Nuestro morral era de todo lo permitido: faisán, paloma, codorniz, conejo, pato y en contadas ocasiones coyote y ganso. Las excursiones de caza eran por todo el delta que conocíamos a la perfección. Duraba de sol a sol. El morral era distribuido equitativamente aunque alguno no cazara nada. Por un tiempo vendimos los patos a los chinos ya que nunca aprendimos a cocinarlos. A diez pesos por pato, a veces lográbamos buen ingreso.
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Los Honkers en 1963: desde la izquierda, el autor, Edmundo Landeros, Miguel Valencia y Oscar Tapia Landeros (†) con las escopetas semi automáticas medida 12 bautizadas como ya se dijo. Atrás el Jeep amarillo. El morral de patos corresponde a varias especies. Foto: Carlos Rivera.
Con el producto de la caza comprábamos en Calexico, California, componentes para reconstruir cartuchos de escopeta. Munición, pólvora, fulminantes, taquetes, etc. En casa de los Tapia Landeros estaba la fábrica a mano, con un artefacto de marca Lee Loader, con el que hacíamos una pequeña producción en serie: Uno rectificaba el casquillo recuperado, otro le ponía el fulminante, otro vaciaba la carga bien medida de pólvora, otro metía el taquete y le daba la presión recomendada, otro vaciaba la munición y el último lo cerraba. Luego nos repartíamos equitativamente la producción para quemarla en la siguiente excursión. En ocasiones los casquillos por tanto uso se abrían y las municiones se derramaban. Para darles el último uso, poníamos en el cierre de estrella una gota de goma blanca. En ocasiones también, a alguien se le pasaba la mano y la goma pegaba a casi toda la carga de perdigones que al disparar, salían zumbando como torpedo y al impactar en el suelo levantaban una nube de polvo. No recuerdo haber cazado algo con uno de estos engendros. De vez en cuando, alguno hacía la broma de poner en vez de municiones, harina de trigo. El cazador terminaba como cucaracha de panadería y oliendo a tortilla tostada. A pesar de la corta edad y todas las bromas que se presta hacer con armas y municiones, como ya se dijo, nunca tuvimos algo qué lamentar.
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Armando con una pareja de faisanes cobrados con una escopeta marca Richland, medida 20 de cañones yuxtapuestos. Fotos del autor.
Armando 46 años después.
En seguida la descripción de una estrategia y una técnica para la caza del faisán que desarrollamos y utilizamos con éxito hasta que cuestiones políticas la suprimieron. Inspirado en el uso que hicieron en sus tiempos mi tío materno Pedro Landeros León y posteriormente mi padre, que se valieron del rifle y no de la escopeta32 para cazar faisán, sobre todo al fin de la temporada que los gallos están más matreros y no permiten acercarse al escopetero, reconstruimos con la ayuda de una serie de fotografías tomadas por Armando en 1981, este pasaje de la historia cinegética del delta del Río Colorado.
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La escopeta dispara cientos de municiones y es efectiva hasta los 50 metros. El rifle dispara una sola bala y puede ser efectivo a cientos de metros de distancia.
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Cuando empecé a leer sobre balística en revistas estadounidenses, me percaté que en aquellos años, los sesenta, el calibre de mayor precisión en rifles convencionales de producción en serie era el calibre .222 Remington. Su bala de 50 granos (no gramos) sale del cañón a más de 3,000 pies por segundo. La bala de 40 granos del .22 convencional a 1,200, casi triplicando la efectividad del popular .22. Entonces desarrollé un método para encontrar la combinación de marca de casquillo, marca y peso de bala, marca de pólvora y marca de fulminante. Después de meses de hacer y probar cargas en el campo de tiro, encontré que para este rifle en particular, la combinación de: casquillo marca Remington, la bala marca Sierra de 50 granos, 19 granos de pólvora marca IMR 4198, con fulminante marca Remington, mi .222 que mi padre me había regalado, producía consistentemente grupos de tres disparos dentro de un círculo de dos centímetros a 100 metros. Esto significa que si apuntaba bien, podía acertar a la cabeza de un gallo o al corazón de un coyote a esa distancia. Con frecuencia, los tres disparos se tocan o encimaban. Con esta combinación cacé no sólo faisanes, sino gansos, coyotes y zorras, como veremos adelante. Me convertí en un “franco tirador cinegético” que otros me siguieron con los años, hasta que, después de publicar en artículos de caza a nivel nacional este método y técnica de caza, el entonces Director de Vida Silvestre, Marco Antonio Pastrana de la Portilla (ᵻ) prohibió el uso del rifle de alto poder en la caza de pluma.
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Cabe decir que actualmente algunos cazadores lo hacen. Otros cazan faisán con un rifle calibre .22 convencional. Pero en aquellos años realicé pruebas que demostraron que en una zona agrícola semi poblada como el delta del Río Colorado, es más peligroso el .22 convencional que el .22 de alto poder como el mencionado .222, el .223, el 22-250, el .220 Swift. Resulta que el .22 convencional dispara una bala sólida de plomo que atraviesa la presa y puede seguir volando, dependiendo de la distancia. Si el riflero no atina, la balita de 40 granos rebota se desvía y sigue viajando peligrosamente. En cambio los rifles/cartucho calibre .22 de alto poder, utilizan una bala de 50 granos de punta blanda o hueca de plomo blando también, que al impacto se deshace. Rara vez sale del organismo impactado y si lo hace es en forma de esquirlas de muy corto alcance y daño potencial. Los súper .22 como el 220 Swift y el 240 Weatherby son tan potentes que destruyen mucha carne comestible del cuerpo de un faisán o de un ganso. Están bien para liebres, coyotes, gatos y zorras.
El rifle calibre .222 Remington y el .22 Hornet son capaces en las manos bien entrenadas de un franco tirador cinegético, para cobrar faisán y ganso hasta los 200 metros de distancia, sin destrucción excesiva de carne comestible. Foto Armando Tapia Landeros.
Otro calibre que utilicé para cazar faisán a media distancia fue el .22 Hornet, y el .22 Magnum, ligeramente más potentes que el .22 convencional y menos que el .222 Remington. Pero a medida que en el delta aumenta la población humana, sobre todo en los núcleos urbanos ejidales, cualquier rifle es potencialmente peligroso. Desde luego, la excepción la constituyen los rifles de aire de alta velocidad, arriba de los 1,000 pies por segundo, ya sea en calibre .117 para roedores y pájaros nocivos y en .22 para conejo, paloma y codorniz.
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Cuando la presa estaba a más de 200 metros de distancia colocaba la cruz de la retícula del telescopio arriba del cuerpo para compensar la caída de la bala a esa distancia. Foto Sergio García.
En seguida otra nota relevante del diario de campo utilizado en nuestra investigación: Ejido Independencia, Sonora Lunes 3 de febrero de 2014
Salimos de La Piocha muy tarde, a las 8:30 de la mañana. Íbamos tres vehículos, el pick up de Kevin con él, Eugenio y manejando Javier; una camioneta con dos cazadores también estadounidenses; y nosotros, mi hermano Armando y yo en nuestra camioneta. Cruzamos el Río Colorado en la Colonia Nuevo León, y enfilamos al Ejido Independencia, en Sonora. El plan era alejarnos de los policías extorsionadores de San Luis, cazando en el extremo sur de esta zona agrícola sonorense. Sin embargo, no acudimos a los sorgos tradicionales a buscar a los faisanes. Javier y tres batidores nos llevaron a varios montes naturales, de chamizo, mezquite, pinillo y algunos con gobernadora. Como ya era media mañana, los pájaros ya no estaban en los sembrados, sino en los montes sesteando en espera del período vespertino de alimentación. En esta zona hay 101
largos y anchos drenes enmontados, también brazos del río ya secos, con monte tupido que alberga tanto al faisán, como paloma huilota y codorniz de gambel. En uno de ellos, salieron por distintos rumbos cinco coyotes.
Uno de los coyotes arriados. Foto Armando Tapia Landeros.
Pero todos los cazadores de la partida solamente llevábamos cintillos de cobro para faisán por lo que no se disparó contra ninguna otra especie. El faisán abunda un poco más en estos montes, que en los de la Colonia Pólvora. Pero menos que en los sorgos. Se requiere caminar un promedio de media hora para echar a volar un faisán macho. Menos de ese tiempo para una hembra. Javier tiene como regla propia de su operación, que un cazador sólo puede cobrar hasta cuatro faisanes machos en una jornada, que concluye hasta media hora antes de la puesta de sol, para cumplir con la ley. Pocos y pocas veces todos los miembros de la partida de caza alcanzan a abatir sus cuatro pájaros. Este día tuve la fortuna de ser el único que cobró su cuota, a la 1 de la tarde. Fallé a otros tantos pájaros y los otros cazadores cobraron entre uno y tres. El clima estuvo un poco más frío que las dos ocasiones anteriores que cazamos en Sonora. Vimos miles de huilotas en estos montes. Lo de mayor relevancia fue haber visto y fotografiado a dos parejas de caracara, Poliborus plancus, ave de presa y carroña del sur peninsular. Reportamos este hallazgo a la Facultad de Ciencias en Ensenada. B.C., así como a Pronatura, Noroeste, A.C.
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El caracara retratado a través del cristal de la camioneta, comía una rata o un topo. Lo observamos junto con otros tres ejemplares de su misma especie. Al fondo la Sierra Cucapá y en el horizonte la Sierra de Juárez. Foto Armando Tapia Landeros.
Nunca había visitado esta región del delta coloradense, está desolada, con alta densidad de paloma y codorniz, y suficientes faisanes para hacer el viaje y las caminatas atractivas. No vimos pato ni ganso, a pesar de estar en medio invierno y ser esta la ruta migratoria y de alimentación de estas aves migratorias. Se ven muchos patos en la Colonia Pólvora pero no aquí. El perro Labrador de Javier, “Chaky”, trabajó en forma excelente. Encontró faisanes heridos que volaron cientos de metros. Sacó de los breñales pájaros que acostumbran no volar, viejos y de largos espolones. Gallos matreros sobrevivientes de varias temporadas que solamente con la presión del perro vuelan. Dos batidores que no conocíamos fueron también excelentes. Arreaban desde el fondo de los barrancos y drenes por más tupida que estuviera la vegetación.
Chaky cobra un faisán más. Antes de entregarlo, busca agua y se mete en ella con todo y pájaro, recordando su raza de agua. Foto Armando Tapia Landeros. 103
Gilberto, un asistente de mucha experiencia con Javier, se encargó de “taponear” los breñales. Se metió en cada extremo a esperar a los batidores mencionados y a Javier con el “Chaky”, e hizo volar a muchos pájaros que se hubieran escabullido por el monte sin volar ni ser vistos. Esta combinación de arreo es sumamente exitosa y garantiza el máximo de oportunidades de tirar a los escopeteros de la partida de caza. Terminamos con 12 aves entre cinco tiradores. Como siempre, quienes fallamos reportamos escusas. Que el choke33 de la escopeta no era el adecuado, que me volaron muy lejos, que no tuve suerte y los machos les salieron a los otros, que me salieron a contraluz, que vi puras hembras, etc.
Esta composición fotográfica da cuenta del momento del impacto del Full choke a corta distancia. Foto Armando Tapia Landeros.
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Véase adelante “Las herramientas del oficio”.
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La caza del faisán en algodonales Los gallos y gallinas se meten a los sembrados de algodón para protegerse y detectar a sus enemigos, el hombre y el coyote, principalmente. Pero hay algodonales muy frondosos y tupidos que dificultan caminar dentro de ellos. Cuando jóvenes, nada nos detenía y los batíamos, como lo hacíamos en las parcelas de espárrago crecido. Ahora si se caza en UMA con asistentes, si el caminado cansa al escopetero, se le coloca en lugares estratégicos en los cuales pasarán volando los faisanes, conocimiento que adquiere el organizador o guía mediante la observación.
Este mosaico reúne imágenes con las cuales el fotógrafo cuenta la historia de la caza del gallo en este cultivo característico del delta del Río Colorado. También muestra que el algodón puede tener distintos tamaños. Fotos de Armando Tapia Landeros.
Los arriadores o batidores peinan el cultivo gritando y sacudiendo sus sonajas para hacer volar a los pájaros. Éstos, cuando ya han sido emboscados de esta manera, se regresan por los costados para volar detrás de las filas del enemigo. O esperan el último momento al final de la parcela para volar. Este es el momento en el que circula la mayor cantidad de adrenalina por la sangre del tirador, que no sabe si volarán y a qué distancia. El vuelo del gallo siempre es estruendoso e intempestivo.
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Hay algodonales que crecen muy alto y dificultan o impiden disparar. También es difícil recuperar pájaros derribados. Foto Armando Tapia Landeros.
La caza del faisán en alfalfales Ya decíamos cómo nuestros antepasados cazaban el gallo en cultivos de alfalfa, con rifle calibre .22 y miras metálicas. Los hubo que lo cazaban al vuelo, también con esa arma, los cual constituye un peligro potencial estos días que el delta está más poblado. Entonces resulta práctico y productivo cazarlo con escopeta. Y se le caza también en arriadas, la única diferencia con los otros cultivos, es que la alfalfa absorbe mucha humedad durante la noche y rocío de la mañana. Si se camina un alfalfal al amanecer, se sale empapado. Por esta única razón se prefiere dejar las alfalfas para la tarde, que tiene menos humedad. Y también porque los gallos no acostumbran entrar a este cultivo por la mañana, quizá por la misma razón. A continuación otra historia narrada iconográficamente por mi hermano Armando:
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Este mosaico también alude al respeto tradicional que se le tiene a la hembra del faisán. A continuación cito a otras notas relevantes del diario de campo que contribuyen a describir cómo es actualmente la cacería en el delta del Río Colorado:
Ejido Lagunitas, Sonora. 1° de diciembre de 2013. El celo del faisán: A fines de febrero se empiezan a escuchar los llamados del macho buscando a la hembra. Luego se juntan varios machos a pelear por ellas. Siempre un faisán ataca y otro se defiende. El que se defiende, se tira al suelo y recibe al atacante con sus patas hacia arriba para mostrar y utilizar sus espolones. El atacante le cae encima también con sus patas hacia arriba para usar los suyos. Invariablemente, el que se defiende gana y persigue al atacante. No se conforma con auyentarlo de las hembras, sino que lo sigue volando hasta donde aterriza y lo ataca a picotazos para que se vaya más lejos.
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En estas dos representaciones mediante la taxidermia reproduje el combate entre dos machos. A falta de registro fotográfico del momento del combate, he utilizado esta técnica para dejar constancia de lo observado. Es mejor que una descripción escrita. Foto del autor.
En terrenos de este Ejido Lagunitas, junto al cauce del río, cacé tres faisanes machos, herí a otro y fallé a dos, en compañía de Kevin, amigo de Javier, quien cazó uno e hirió a otro. En siete horas de caminar y con la ayuda de “Chaky”, el labrador negro de Javier, que echó a volar en total, a 10 machos y a 12 hembras en siete horas. Todo en monte circundando alfalfa, de chamizo costilla de vaca, pinillo, cachanilla, girasol seco y carrizo, que fue el preferido por los pájaros para sestear a media mañana y hasta el medio día.
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A continuación una descripción fotográfica de la caza de faisán en monte de carrizo:
1 Agua, comida, escondite…pero,
2 Sin ruta de escape sólo les queda volar, y….
Fotografías de Armando Tapia Landeros.
3 Por una razón desconocida el faisán es atraído por el carrizo. Pero si no tiene al alcance una ruta de escape, su escondite se convierte en una trampa mortal.
Este apego del pájaro a los montes de cualquiera de las dos especies de carrizo que hay en el delta, lo conocimos gracias al conocimiento, la colaboración y demostración que nos hizo Javier Verdugo Estrada y su perro “Chaky”. Umeros progresistas deben propiciar el crecimiento del carrizo en sitios particulares de sus UMAS para facilitar la cacería, sobre todo a damas, jóvenes y adultos mayores que no están dispuestos a participar en las arriadas que suelen ser largas y cansadas. La caminata ya lejos del parche del proverbial carrizo echó a volar cientos de paloma huilota y docenas de codornices de gambel. En monte de zona sin cultivar, salieron dos liebres y vimos huella de gato montés y coyote. A éstos últimos los escuchamos aullar como a las 11 am. Clima perfecto, 24°C. (Ver al inicio el récord norteamericano de alta temperatura en San Luis, Sonora).
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En una batida de faisán, el tirador se abstiene de disparar a un macho de codorniz de Gambel, que vira y aprovecha la ruta de escape que le ofrece el monte cerrado de pinillo, cachanilla y chamizo. Foto Armando Tapia Landeros.
Los primeros tres gallos herí y fallé con la escopeta de acción de corredera medida 12, marca Remington, modelo 870 con nuevo multichoke de True Choke, y culata sintética Remington. La plomeamos sobre papel y pegó un pie abajo del centro, efecto de su nueva culata de plástico. Tomé la S&W modelo 1000 en medida 20 y tumbé los siguientes tres machos que me salieron cada uno del primer tiro, con el choke extrafull34 y una onza (28 gr.) de munición número cuatro. Todos cayeron a menos de 35 metros. Siempre evitamos los cruces de carreteras y lugares en que fuéramos visibles para evitar la extorsión de la policía municipal de San Luis, Sonora. De regreso dejamos parte del morral a doña María Guadalupe “La Cuata” Espinosa del rancho vecino. Cocinó 17 tamales de cada faisán (4). Cobró 10 pesos por pieza. ¡Exquisitos! Caza de faisanes en sitios inusuales Hemos descrito cómo es la caza de esta ave exótica en los lugares en que tradicionalmente se le encuentra, pero en ocasiones se presenta la oportunidad de cobrarlos en donde menos se espera. Aquí la habilidad e intuición del cazador es lo que cuenta, si se ha de cobrar alguno de estos pájaros. Por ejemplo, en el delta son escasas las milpas de maíz. No obstante los gallos no vacilan en incursionar en ellos por tres motivos: es refugio, alimento y ruta de escape. Un maizal tupido dificulta el tránsito del cazador y permite la huida del ave, corriendo, sin arriesgarse. Y cuando decide volar, siempre queda fuera del campo visual del escopetero. Es raro cuando logra abatirse un faisán que voló de un maizal. 34
Véase adelante “Las herramientas del oficio”.
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Armando con un par de machos cobrados en una milpa. Hermosos por bien emplumados, ostentan colas intactas que no tienen los gallos cazados en un algodonal, ya que la vara de esta planta es muy abrasiva y despunta las colas de los pájaros. La escopeta es una española marca Excelsior, medida 12 de cañones yuxtapuestos con dos gatillos, y chokes modificado y full. Foto del autor.
También hemos levantado faisanes de los tulares cuando cazábamos pato. En los Estados Unidos de América se ha documentado que el ave incursiona en humedales y es capaz de huir del escopetero nadando sin hacer ruido ni exponerse a ser blanco fácil. Cuando cazábamos codorniz en la bajada desértica de la Sierra Cucapá, en ocasiones inesperadamente volaron del matorral algunos faisanes.
Esta foto y la siguiente, demuestran que Armando es más rápido con la cámara que con la escopeta.
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Esta fotografía de más de medio siglo de antigüedad es una muestra de lo inusual e inesperado del hábitat en el que puede aparecer el faisán chino de collar. Foto Oscar Tapia Landeros.
En seguida cito otras dos notas relevantes del diario de campo que abona a completar la descripción de la caza del faisán en este siglo XXI y sirven de introducción al siguiente apartado:
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Jueves 2 de enero 2014 Extranjeros informantes: Kevin Wrongwald, Thomas Wollak y Eugene Hensking De 7 de la mañana hasta la puesta de sol batimos drenes y montes de la Colonia Pólvora, Valle de Mexicali, B.C. Javier Verdugo se rompió el tendón del hombro derecho en una caída en un canal de riego y sigue activo mediante analgésicos y cerveza. Cazamos con dos estadounidenses, Thomas y Kevin. Disparé a 6 machos y acerté sólo a uno. Cobré dos codornices y al final del día cobré un mallard hembra.
Javier Verdugo, coautor de este libro, con el brazo derecho inutilizado. Foto Armando Tapia Landeros.
En estas batidas en busca de faisanes salieron muchas palomas y codornices. Lo mismo de drenes, montes de cachanilla y chamizo y pineras saladas. Los estadounidenses llevan 15 años cazando con Javier. Salen a cazar como amigos, no sólo como clientes. Se hospedan en las cabañas de La Piocha y cocinan su propia comida, aunque aguantan todo el día casi sin comer. Pero beben una que otra cerveza después del medio día, como nosotros, excepto cuando cazamos en San Luis, Sonora, en dónde la policía municipal arresta a quien beba en medio de la nada. Javier ha conformado un sistema rotativo en los lugares de caza de esta colonia. Y a pesar de no poseer cultivos de sorgo, alimento preferido del faisán durante el invierno, mantiene una saludable población de “gallitos de monte”, como el sujeto rural llama al faisán chino de collar. No obstante tener ocupadas todas sus cabañas (7) durante la temporada de faisán, que en esta ocasión ha sido del 25 de octubre al 5 de enero, sus clientes cazadores se van satisfechos y apartando fechas para la siguiente temporada de caza.
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Creo que Javier puede diversificarse, capacitando a otro guía-jefe, como él. Utiliza a cuatro asistentes distintos, uno o dos a la vez. Ellos al final de la jornada se encargan de desplumar y empacar las presas. Hemos observado que por una jornada reciben alrededor de 200 pesos por cazador de propina, más su pago de parte del organizador o prestador de servicios, nada mal para rurales con pocas oportunidades de ganar dinero extra a su actividad agrícola normal. El guía-jefe tiene la obligación de acompañar a los cazadores extranjeros. Pero en este caso de la UMA La Piocha, Javier también guía personalmente a sus clientes mexicanos provenientes del interior del país, así como a nosotros locales, mi hijo Daniel y mi hermano Armando encargado del registro fotográfico. Seguramente durante la noche Javier planea la actividad del día siguiente. Y dependiendo del cliente elige lugares y tiempos, es decir, en qué momento del día es más productivo cazar tal o cual sitio. Por ejemplo y como ya apuntamos, los alfalfales los trabaja en la tarde, cuando la mayor cantidad de humedad ya se evaporó del cultivo. Por supuesto, con permiso previo del agricultor. En este caso todos los predios de su UMA pertenecen a la Colonia Pólvora de donde él es nativo y su familia fundadora. Eso le protege contra el furtivismo y competencia desleal de otros prestadores de servicios cinegéticos que invaden de vez en cuando su territorio que es de unas 2,800 hectáreas. Para los cazadores que acudimos a esta UMA, nos resulta armonioso y de total confianza que cuando nos encontramos a un agricultor nos saludan amistosamente, al saber con quién andamos de caza. Es sabido sobre muchas quejas de campesinos que se ven invadidos por cazadores con o sin licencia de caza, con o sin cintillo de cobro, que disparan en sus predios sin consentimiento alguno. Tanto la Ley General del Equilibrio Ecológico y Protección al Ambiente, LEGEPA, así como la Ley General de Vida Silvestre, LGVS, señalan la condición de tener permiso expreso y por escrito del dueño o legal posesionario del predio donde se realice una cacería. Este día, sorprendimos a un pickup con cazadores mexicanos disparando desde arriba del carro en terrenos de la UMA La Piocha. Dijeron traer cintillos de cobro adquiridos con el prestador de servicios cinegéticos llamado Alejandro Coria. Javier les demostró que estaban invadiendo su territorio y se fueron. Parece claro que la seguridad de cazar legalmente en casi toda una colonia agrícola de 2,800 hectáreas contribuye a la demanda de que goza actualmente La Piocha. A medida que hemos avanzado en la observación, registro fotográfico y recolecta de datos en esta superficie agrícola, hemos a la vez, profundizado en la filosofía en la que se basa este singular negocio cinegético. Vemos que no se trata de un simple intento más de comercializar la fauna silvestre a partir del giro de 180° que dio la legislación ambiental mexicana35.
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De 1952 cuando la ley (Federal de Caza) prohibía la caza con fines comerciales; a 2000 cuando la ley (General de Vida Silvestre) explícitamente no solo la permite, sino incentiva.
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Domingo 5 de enero de 2014 Un grupo de sherifs y policías del Valle Imperial dejó La Piocha después de 2 días de caza. Entonces llegamos mi hijo, hermano y yo, para cazar en grupo con Kevin, Tom y Eugene. Quizá para dejar descansar sus tierras, Javier anunció a las 7:30 de la mañana, que iríamos a San Luis, Son. Afortunadamente ya había adquirido dos cintillos para cazar faisán en Sonora y pudimos acompañarlos. Javier manejó el pickup de Kevin con Jonathan de asistente. Javier toma la ruta del valle, en vez de salir a la carretera principal, federal #2, para evitar ser vistos por la policía al cruzar el Río Colorado. Estos uniformados ven al cazador “como un botín” (JVE), al que hay que extorsionar. Rodean con varias patrullas a los cazadores y hasta los esposan. Los mantienen por horas a pesar de llevar todos sus documentos en regla, hasta que piden dinero para dejarlos ir. Hay que evitar el asfalto para eludir a los extorsionadores municipales. Javier tiene permiso en varios ranchos que siembran sorgo entre el río y el Desierto de Altar. Se trata del Ejido Lagunitas en cuyas inmediaciones se ubica el famoso rancho datilero San Francisco de las Cachoras, de la familia Luken. Predios sorgeros de la familia Mendoza-Lara presentaron dos condiciones: Sin trillar y trillados. Los sin trillar, llegan a costar hasta 40 dólares por hectárea para cazar en ellos. Pero una vez levantada la cosecha de milo el precio se desploma a 40 dólares toda la parcela y eso hicimos: peinamos unas 20 hectáreas. Armando perdió la cuenta cuando llevaba contabilizados 70 faisanes que salieron volando, la mayoría hembras a las que no disparamos.
Kevin bordeando un sorgo sin trillar. Foto Armando Tapia Landeros. 115
Los batidores gritan ¡Hen, hen, hen! En inglés, para aquellos que todavía no distinguen el sexo al vuelo del pájaro. Cuando vuela un macho gritan ¡Rooster, rooster, rooster!, que significa macho, y se le puede disparar. En ese predio cobramos cinco ejemplares y uno se fue herido. El sorgo muy alto me llegaba a los hombros. Tenía de procurar caminar por los surcos altos para ver mejor, pero a veces estaban intransitables. El polvo del sorgo es muy dañino a quienes padecen alergia y Daniel ya no pudo seguir. Se apostó de “tapón” pero no le pasó ningún pájaro. Tapón es el cazador que espera al final del predio y “taponea” para que las aves no salgan corriendo y obligarlas a regresar o volar. Es muy cómodo cazar así, porque requiere menos esfuerzo físico, pero se tienen menos oportunidades de disparar.
Al final del sorgo este macho voló y lo abatí del primer disparo, cuyo casquillo aún está en el aire, con la escopeta semiautomática Smith & Wesson medida 20. Una onza (28 g) de munición número seis fue suficiente a esta corta distancia. Foto Armando Tapia Landeros.
Cazar en sorgos es otro mundo, comparado con cazar fuera de estos cultivos. Los faisanes se concentran en grandes cantidades. Y si para cobrar tres pájaros en los montes de cachanilla y chamizo se requieren seis horas de arduas caminatas en promedio, en un sorgo se pueden abatir en los primeros cien metros, si el tirador es atinado y el predio no ha sido cazado. A continuación una secuencia fotográfica de Armando que ilustra de excelente manera cómo un fotógrafo cuenta la historia de la caza del gallo en este cultivo:
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El drama cinegético. A cada paso entre el restrojo del sorgo puede estallar el vuelo violento, inesperado y estruendoso, a veces rubricado por su inconfundible canto, de uno, dos o docenas de faisanes. Hembras y machos. El escopetero tiene que tomar decisiones instantáneas en cuanto a identificar machos y hembras y decidir disparar al que le ofrezca la mejor oportunidad de éxito, por la distancia y ángulo de vuelo.
El faisán tiene el don de elevar la adrenalina y con ello lo que algunos cazadores llamamos “la temblorina”. Su vuelo es siempre inesperado e intempestivo y sacude al más templado. A pesar de ser un pájaro muy grande, y notorio, a veces simplemente no se les acierta, se van limpios, sin ser tocados, como el que escapa en la secuencia fotográfica anterior. Sospechamos que pájaros que escapan de esa manera, se hacen desconfiados y si sobreviven a la siguiente temporada, son líderes y enseñan a los nuevos a huir a tiempo. Algunos faisanes que llegan a viejos, de unos tres años de edad, simplemente no vuelan, corren. Verdugo nos comentó que ha notado que recientemente, algunos cazados y de largos espolones, lo cual se asocia a una mayor edad, tienen las piernas fibrosas y duras, difíciles de cocinar. En cambio sus pechugas son perfectamente comestibles. Esta curiosidad ha llevado a Javier a examinar los huesos de las alas de estos especímenes y los ha encontrado casi sólidos. Es sabido que los huesos de las alas de las aves son huecos, lo que le lleva a deducir que estas generaciones de faisanes con mayor presión de caza, se están transformando en aves “corredoras” cual correcaminos y avestruces.
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Si esta conducta persiste, será necesario modificar la estrategia de caza. Vimos a un ejidatario de Lagunitas encender el rastrojo de sorgo ya trillado. Con un simple encendedor prendió más de 20 hectáreas de superficie cultivada. Esta práctica cultural ancestral, hoy es vista como anti ecológica por la sociedad. Fotografiamos este evento.
Finalmente, este episodio de caza en San Luis dio como fruto también, el haber identificado y conocido a esta familia agrícola para una posterior entrevista. De regreso y antes de llegar a La Piocha visitamos sigilosamente un dren frecuentado por los patos. Javier se asomó y vió una parvada Mallards. Me preparé por un costado y los estadounidenses por el otro. Nos volaron en medio y derribamos a tres. Cuando Chaky los buscaba entre los tules, uno de ellos se elevó y se nos perdió sin que pudiésemos disparar de nuevo.
Desde la izquierda, Javier, Chaky, Tom y Kevin con dos machos y una hembra de patos Mallard. Foto Armando Tapia Landeros. 118
Luego fuimos a la laguna de los mallards. Hace un mes cacé una hembra de mallard aquí. Daniel y yo nos asomamos con las escopetas listas y a contra luz volaron varios patos. Daniel derribó una cerceta y yo disparé al más grande. Lo vi sacudirse y disparé de nuevo, el pato cayó al agua, de donde chaky lo trajo. Fue un hermoso mallard macho, con sus plumas en forma de rizo en la cola que identifican a la especie. El mallard es el pato más conocido y fue ancestralmente domesticado. Con la pareja, buscaremos un cocinero chino que intente optimizar su sabor. La Colonia Pólvora tiene más humedales que sus vecinos, por lo que obtuvo una tasa de aprovechamiento para estas aves acuáticas cinegéticas. Llegamos al rancho poniéndose el sol del domingo 5 de enero de 2014.
Una hembra y dos machos de pato Mallard. Foto Armando Tapia Landeros.
Cientos de patos Mallard se elevan de uno de los humedales de la Colonia Pólvora. Foto Armando Tapia Landeros
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Este mosaico muestra algunas de nuestras experiencias de cazar patos en el delta en diferentes momentos históricos.
La caza del pato en el delta del Río Colorado Las aves acuáticas constituyen la población lógica y natural de un delta de río y el del Colorado no es la excepción. Como ya vimos en el capítulo sobre la historia cinegética, varios exploradores consignaron la presencia y abundancia de aves acuáticas, palmípedas y no. Quienes cazan pato y ganso en este siglo XXI son mantenedores de una tradición milenaria, ya que incluimos a los nativos como cazadores. Si bien hoy es la escopeta el arma predominante, no debemos olvidar que antes lo fue el arco y la flecha, como quedó asentado en los diarios de los exploradores. Esos testimonios hablan de abundancia de patos, gansos, grullas y en algunos casos, el avistamiento de cisnes. En este primer capítulo sobre las aves de los humedales deltaicos, comentaremos sobre la caza del pato y en el siguiente sobre ganso, cisne y grulla. En más de medio siglo de visitar el delta, hemos identificado a más de una docena de patos. La tabla que sigue a continuación, es reciente, de lo observado en los últimos cinco años y solamente en la Colonia Pólvora:
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Especies de patos observados en la Colonia Pólvora Nombre común* Nombre en inglés Pato de collar Mallard Pato golondrino Pintail Cerceta de lista verde Green wing teal Cerceta ala azul Cerceta café Pato pinto Pato tepalcate Pato cuaresmeño Pato chalcuán Pato boludo prieto Pato cabeza roja Pato coacoxtle
Blue wing teal Cinamon teal Gadwall Rudy duck Shoveler Widgeon Ringnecked duck Redhead Canvasback
Nombre científico Anas platyrhynchos Anas acuta Anas carolinensis Anas discors Anas cyanoptera Anas strepera Oxyura jamaicensis Spatula clypeata Mareca americana Aythya collaris Aythya americana Aythya valisineria
*Según Leopold A. Starker. (1962) Fauna silvestre de México. Insituto Mexicano de Recursos Naturales Renovables. México.
Una docena de especies de palmípedas disponibles a la caza legal y deportiva que se suman a las ya descritas cinco especies de aves de tierra, lo cual le otorga una atractiva diversidad a la práctica de la cinegética en este delta casi transformado en su totalidad en zona agrícola. En la situación de frontera que se vive y por haber sido los estadounidenses los primeros en identificar a las distintas especies de ánades, utilizaremos los nombres en idioma inglés que son los que prevalecen en la jerga cinegética del delta. Si nos referimos a estas aves con el nombre común que aparece en la tabla anterior, pocos o nadie sabría a qué animal nos referimos. Heredamos la tradición de acechar y cazar patos de nuestros padres. Particularmente los Tapia y los Valencia. Ellos cazaron patos y gansos desde la primera mitad del siglo pasado.
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Alberto Tapia Yáñez, Francisco Muñoz y Manuel García Roncal, Circa 1934, en una de las compuertas de madera hoy desaparecidas del canal Solfatara o Reforma en el valle de Mexicali. El vehículo de mi padre es un Ford Phaeton Roadster 1929. Al fondo el volcán de Cerro Prieto. Los cazadores muestran un morral mixto con un martinete, conejo, cercetas y pato tepalcate o Ruddy duck macho. Foto álbum familia Tapia Landeros.
También heredamos la forma de asociación, la de conformar un grupo compacto de cazadores que necesariamente tenían que profesar no sólo la pasión por la caza, sino poseer algunos valores esenciales para la sostenibilidad del grupo, como la lealtad, la solidaridad y el compañerismo.
Los mismos personajes quizá uno o dos años antes del momento de la foto anterior, armados con rifles calibre .22, frente a un humedal con tule, y en donde ya brotan algunos pinillos salados. Foto álbum familia Tapia Landeros.
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Caza de pato en parcelas agrícolas En aquellos años no era necesario ir a los humedales, lagunas y barrancos alimentados por el río para cazar pato. Ignoramos el porqué, pero entonces se daba con frecuencia la oportunidad de cazar pato en las parcelas agrícolas. Sobre todo patos Mallard y Pintail, este último llamado en México pato triguero o golondrino. El solo nombre evoca su propensión a comer grano cultivado por el hombre, conducta hoy desaparecida en los patos, pero que persiste en los gansos, como veremos en el siguiente apartado. Entonces los cazadores sorprendían a la parvada comiendo o la veían descender en un sembrado, y planeaban una estrategia de caza. Los cazadores con mayor experiencia deducían la posible ruta de escape, si conocían el lugar de donde provenía la presa, o por experiencia anterior, la costumbre del ánade para huir. En otras palabras, adivinaban la ruta de escape e instalaban tiradores para interceptarlos en vuelo. Los escopeteros tenían que permanecer inmóviles, en silencio y totalmente escondidos de la aguda vista de los pájaros. Los tiradores con menores oportunidades de acertar en vuelo, los “maletas” vaya, entraban al sembrado hundiéndose en el lodo, que a veces los paralizaba y hacía que desistieran. Esta conducta apunta a la existencia de una jerarquía que se mantenía por efectiva. Los canales de riego y después los drenes para el lavado de tierra, fungían como rutas de acecho para el cazador. En ocasiones los patos estaban mansos y los arriadores tenían la oportunidad de disparar. Pero generalmente sólo lograban echar a volar a la parvada y, si la planeación fue correcta, los emboscados vaciaban sus escopetas.
Tres parejas de Mallard reaccionan a los disparos del cazador que no acierta en el blanco. Foto Armando Tapia Landeros. 123
El pato es más veloz que gansos, cisnes y grullas, por lo que la regla dicta que después del primer disparo, las ánades inmediatamente se elevan y viran a gran velocidad aleándose del alcance de la escopeta y, debido a ello, el primero y segundo tiro son los de mayor efectividad. Cabe decir que una cosa es acertar y otra cobrar la presa. Un pato derribado es difícil de localizar sin la ayuda de un perro y, si cae herido en el agua, sin el can resulta casi imposible recuperarlo. En esta situación los cañones cerrados Full choke (ver adelante el significado en el capítulo Las herramientas del oficio) son los preferidos con cartuchos de alta velocidad con munición número cuatro.
Sin el perro de cobro, hubiese sido imposible recuperar este pato herido. Foto Armando Tapia Landeros.
Caza del pato al acecho Esta técnica se denomina en inglés jump shooting, y consiste en ubicar a la presa en una laguna o dren agrícola, y acercarse sigilosa y silenciosamente, hasta sorprender a los patos, si es posible todavía en el agua y, si el cálculo de las distancias fue acertado, disparar a corta distancia. Este fue el caso relatado anteriormente, donde derribamos a tres patos Mallard, junto con dos cazadores estadounidenses. En esta situación, se prefieren cañones abiertos, Improved cylinder y Modified choke, ya que los blancos pueden estar a menos de 30 metros de distancia del escopetero. En estas circunstancias basta con cartuchos cargados con munición número seis, de velocidad alta o estándar. Si la partida de caza lo es de corazón y se caza con pasión y responsabilidad, uno de sus miembros voluntariamente se meterá al agua por más fría que esté, a cobrar los patos caídos si no se cuenta con la ayuda de un perro. En nuestra experiencia, cuando cazamos patos en drenes, la mayoría caía en tierra pero del otro lado del dren. Entonces marcábamos con una vara el sitio y dábamos la vuelta para recoger la presa. 124
El inconveniente de esta práctica era que en ocasiones, algún coyote nos la ganaba y ni siquiera alcanzábamos a verlo, debido a que la vuelta de regreso a veces estaba a kilómetros de distancia.
Nueve mallards a tiro y el cazador vació su escopeta sin acertar. La adrenalina que produce este momento altera a cualquier escopetero. Humedal de La Piocha. Foto de Armando Tapia Landeros.
Enseguida una composición fotográfica con imágenes de un período de medio siglo, que ilustra cómo se caza el pato en un dren agrícola:
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Explicación del mosaico anterior: 1 Se ubica la parvada en el dren y se marca a la distancia el punto de ataque, con algún objeto natural como una rama o chamizo visible. 2 Se acecha con sigilo y en silencio ya que los patos tienen un sentido del audio muy desarrollado. 3 Se hace el asalto apareciendo violentamente en escena para provocar el vuelo de las aves. 4 Ya en el aire cada tirador dispara al pato que tiene enfrente para no cruzar disparos y tirar al mismo blanco. 5 Si la partida de caza es eficiente, el resultado es un cazador feliz. Fotos Álbum familia Tapia Landeros. En el uso de esta técnica de caza es menester saber identificar a la especie a cazar, ya que si los patos tienen la capacidad de sumergirse, en vez de alzar el vuelo se hunden y el cazador encuentra un paisaje vacío de patos. Pero luego salen a la superficie lejos del escopetero y corren por la superficie para alzar el vuelo generalmente evadiendo la acción de caza. En el ejemplo ilustrado anterior, fueron patos que no se sumergen y alzaron el vuelo inmediatamente. Los cazadores distinguimos a dos grupos de patos: los de superficie y los buzos. Los primeros hunden en el agua solamente su cabeza para buscar su alimento en el fondo y dejan su cola afuera del agua. Comen pues en aguas someras y pueden caminar en lo seco relativamente rápido ya que sus patas están colocadas casi en medio de su cuerpo. Estos patos alzan el vuelo impulsándose con sus alas directamente hacia arriba. Los patos buzos se hunden por completo a profundidades considerables para encontrar su alimento. Para volar, requieren correr sobre la superficie del agua. Sus patas están colocadas cerca de la cola y se les dificulta caminar en lo seco. Cuando se acecha una parvada de patos que bucean, la partida de caza se dispersa ampliamente para cubrir toda salida posible del agua y tener la oportunidad de disparar. En esta técnica, el tiro es libre porque es impredecible por dónde emergerá la presa. Cuando la presa es pato de superficie como en el ejemplo ilustrado, el grupo de escopeteros aparece en fila, compacto y cada uno dispara por primera vez al ave que tiene enfrente. Segundo y tercer disparo si lo hay, se dispara al que mejor oportunidad de éxito ofrece ya que generalmente los pájaros se entrecruzan al huir.
Widgeon, o pato chalcuán. Foto Armando Tapia Landeros. 126
Un pato buzo Rudy, conocido en español como pato tepalcate por el color rojizo se su plumaje, corre por la superficie del agua para elevarse. Foto Armando Tapia Landeros.
A esta especie también se le conoce como “cola tiesa” por obvias razones. Foto del autor.
Caza del pato en laguna Esta modalidad tiene dos variantes: con o sin señuelos. El señuelo o decoy, imita a un pato ya sea en madera o plástico. Los hay sólidos e inflables. Y algunos auto inflables que son de hule y huecos y al lanzarlos al agua agarran aire y quedan flotando. De esta clase tuvimos una docena en la configuración y color del Pintail que utilizamos por años en las lagunas volcánicas de Cerro Prieto antes de la instalación de la Comisión Federal de Electricidad, CFE.
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Laguna de los Volcanes, Cerro Prieto en el horizonte, 1969. Foto Alberto Tapia YĂĄĂąez.
Arriba a la izquierda, un par de Pintails, en medio Edmundo Landeros con una pareja de Gadwalls. El autor con una pareja de Pintails y Cerro Prieto en el horizonte. Abajo seis patos Shoveler y las primeras fumarolas de vapor de pozos perforados por la CFE. Fotos Armando Tapia Landeros.
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En Cerro Prieto, al ser una zona volcánica termalmente activa, había algunas pozas con agua hirviendo que aprovechábamos para desplumar a los patos cazados.
Las anteriores fotografías guardadas por medio siglo ilustran el procedimiento: sumergíamos el pato en el agua sulfurosa casi hirviendo y luego lo desplumábamos con facilidad. Fotos Armando Tapia Landeros.
Había lagunas muy seguras de albergar ánades en la Colonia Carranza, junto al Río Colorado. Estaban rodeadas de pinillo salado y por lo lodoso, era a la vez difícil caminar pero silencioso, de tal forma que nos permitía acercarnos a tiro a las palmípedas. En ocasiones, después de la tirada nos escondíamos inmóviles y los patos regresaban dando una segunda oportunidad de cazarlos. Aquí cualquier cañón podía servir ya que se presentaban diferentes distancias de tiro, siempre y cuando utilizáramos cartuchos de alta velocidad y munición números cuatro y seis. Así cacé muchos patos con una escopeta cuata medida 20 con cañones de 26 pulgadas y chokes improved cylinder y modified36, más adecuados para cazar codorniz que pato.
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Ibid.
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Edmundo, Oscar y Miguel con dos docenas de patos de varias especies, cobrados en las lagunas de la Colonia Carranza en enero de 1968. Foto del autor.
Un par de Mallards cobrados con una escopeta medida 20 marca Stevens, modelo 311, con dos gatillos y caĂąones yuxtapuestos de 26 pulgadas con chokes improved cilynder y modified. DĂŠcada de los aĂąos sesenta, Colonia Carranza. Foto Armando Tapia Landeros.
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La Ciénaga de Santa Clara
Parvada de cercetas alas verdes sobre el tular de la Ciénaga de Santa Clara, Sonora. Foto del autor.
Este humedal creado por el hombre ha venido a suplir en parte los humedales originales que flanqueaban al Río Colorado. Se formó y mantiene con agua proveniente de los valles agrícolas de Welton y Mohawk en Arizona, y del dren de Riíto, como parte de la solución para disminuir la salinidad de las aguas del Río Colorado. Decimos en parte porque los humedales originales del delta alcanzaban las 200 mil hectáreas en el año de 1937 según Godfrey Sykes. Santa Clara tiene hoy 5,80037 hectáreas de humedales, apenas el 3 % de la superficie original. A pesar de ello la vida silvestre florece aquí y se enriquece cada invierno con la llegada de muchas especies de aves acuáticas migratorias entre las que encontramos a patos y gansos. Antes de ser declarada Reserva de la Biosfera en 1993, cazábamos patos desde la orilla, en aerobotes y lanchas, así como desde plataformas construidas entre los tulares rodeadas de señuelos. Cazamos de esta manera con dos buenos amigos, Oscar Vildósola Ulloa y Rafael Valle Vitela, que terminaron separados por diferencias de derechos de uso del lugar.
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Hinojosa, et. al., opus cit.
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Siete cercetas canelas o Cinnamon teal descansan en la Ciénaga de Santa Clara, Sonora Foto Armando Tapia Landeros.
Con Vildósola la expedición representaba un verdadero sacrifico y gran desgaste físico, ya que cargados de equipo, armas y cartuchos nos internábamos en el pantano con el agua a la cintura cientos de metros hasta alcanzar lugares estratégicos para cazar. Recuerdo una ocasión en que decidimos aprovechar la primera oleada migratoria de cercetas de alas verdes y cercetas canelas que los estadounidenses llaman Cinnamon teal. Llegan en septiembre con mucho calor todavía y por pequeñas, podíamos utilizar los mismos cartuchos que usamos durante el verano en las prácticas y competencias de escopeta de tiro al disco de alquitrán, o Trap. Cartuchos de velocidad estándar con 32 gramos de munición número 7 ½ propios del tiro a la paloma. El mayor éxito sucedió cuando seis escopeteros cazamos 107 cercetas en el día y la siguiente foto lo sintetiza muy bien.
Tres machos y una hembra de Shovelers, o “cuaresmeños” Foto Armando Tapia L. 132
Foto Oscar Vildósola Ulloa.
Apostamos a que podría cargar todas las cercetas y lo conseguí con una cuerda, amarrando grupos y una vez atados todos, intenté varias veces levantar la pesada carga y justo cuando la sostenía arriba, se intentaron varias fotografías. Esta fue la mejor. Rafael Valle e Hijos tenía una operación muy bien organizada con casas rodantes para albergar a sus cazadores, la mayoría estadounidenses, y un gran comedor todo en la orilla Norte de la ciénaga. Utilizaba aéreo botes para meter y sacar del humedal a su clientela, lo cual hacía una delicia cazar patos de esa manera. Al medio día y mediante una comunicación por radio, aparecía el bote con motor de avión y recogía tanto al escopetero como a los patos derribados.
Hembra y macho de Redheads, o patos porrones. Foto Armando Tapia Landeros.
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Rafael Valle y el autor con el morral del día. Arriba señuelos de Pintail y Mallard. Foto Rafael Valle & Son’s.
Años después de la declaración de la Reserva los ejidatarios organizaron una UMA y ya se puede volver a cazar pato en la zona de amortiguamiento de esta área natural protegida aunque sin las comodidades que los Valle ofrecían. Pero sigue siendo excelente lugar no sólo para cazar pato sino también ganso.
Desde la izquierda, machos de Gadwall, Widgeon, Redhead y Pintail, cazados en Santa Clara. Foto del autor.
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Una parvada de gallaretas corren sobre el agua para levantar el vuelo. Esta especie, Fulica americana, está permitida a la caza pero nuestro grupo nunca la cazó. En España le nombran focha y es parte de la cultura culinaria cinegética. Foto Armando Tapia Landeros.
Una parvada de patos Widgeon se eleva y otra de gallaretas corre sobre la superficie de la Ciénaga de Santa Clara. Foto de Armando Tapia Landeros.
A continuación un mapa de Google del delta actual que muestra los humedales de mayor superficie que albergan aves acuáticas migratorias y no, entre ellas patos y gansos:
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Sobre este mapa de Google con letra grande y negra mostramos los nombres de los humedales de Cerro Prieto y El Mayor-Hardy en Baja California y la CiĂŠnaga de Santa Clara en Sonora.
Pareja de Mallards en La Piocha. Foto Armando Tapia Landeros. 136
La caza del ganso, cisne y grulla Este grupo de aves migratorias incluye a cinco especies de gansos, una de cisne y otra de un ave zancuda que no es palmípeda, la grulla gris. Son las presas aladas de mayor tamaño y peso que se han cazado y algunas se siguen cazando en el delta del Río Colorado. A continuación una tabla comparativa que muestra tamaños y pesos así como el nombre científico para que lectores interesados puedan identificar a las especies que aludiremos en este aparatado.
Tabla comparativa de tamaño-peso de las grandes aves acuáticas de caza del delta del Río Colorado. Nombre Especie Tamaño* Peso** científico*** Ganso de Ross 405 mm 1,600 gramos Chen rossii Ganso brant 433 mm 1,630 gramos Branta nigricans Ganso blanco 490 mm 3,000 gramos Chen hyperborea Ganso frente blanca 510 mm 3,000 gramos Anser albifrons Ganso canadiense 635 mm 5,900 gramos Branta canadensis Cisne 920 mm 7,250 gramos Cygnus columbianus Grulla**** 940 mm 5,900 gramos Grus canadensis *Robbins, Chandler, Bertel Bruun, Herbert S. Zim. (1966) Birds of North America. Golden Press. New York. **Leopold, Starker (1965) Fauna silvestre de México.Instituto Mexicano de Recursos Renovables. México. ***Tory Peterson, Tory, Edward L. Chalif. (1994) Aves de México. Guía de campo. Editorial Diana. México. ****No palmípeda
El ganso blanco En la primera mitad del siglo XX el ganso más común era el ganso blanco o níveo, que es todo blanco con la punta de sus alas de color negro cuando nos visita, ya que su plumaje varía en otras estaciones del año en que no está presente en nuestra área de estudio. El llamado “ganso azul” del Norte, alguna vez se consideró como otra especie y ahora se sabe que es sólo una fase más de la coloración del ganso blanco. Quizá sea esta raza de la que provenga el ganso doméstico. En los años que el grupo de cazadores al que perteneció mi padre, era relativamente sencillo cazar a esta especie de ganso. Me tocó acompañar a mi padre al finalizar la primera mitad de aquella centuria y tengo vivos recuerdos de líneas de gansos blancos volando sobre nosotros una tras otra al caer la tarde. Recuerdo que no le veía la punta a esa fila emplumada de Este a Oeste. Las aves regresaban de comer no sé de dónde y buscaban un sitio seguro para pernoctar, generalmente, en los bancos de lodo contiguos al desemboque del Río Colorado.
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Los mismo sucedía desde antes de salir el Sol, cuando se elevaban de sus dormideros para buscar su alimento en campos de cultivo y humedales. La estrategia de caza consistía simplemente en esperar bien escondidos en matorrales salados, el paso de los pájaros. Escopetas semi automáticas y de acción de corredera o pump action con cañones largos de 30 o 32 pulgadas y chokes cerrados o full choke38 con cartuchos de munición número 2 o BB fueron y siguen siendo las armas favoritas para este tipo de caza
Un ejemplar de ganso blanco cobrado en el delta y preservado mediante la taxidermia. Foto del autor.
Foto Internet.
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Véase adelante ”Las herramientas del oficio”.
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Atanacio Milanés Marentes de Calexico, California, con gansos blancos en los llanos contiguos a la desembocadura del Río Colorado en 1940. Foto Alberto Tapia Yáñez.
Actualmente esta especie abunda en la Ciénaga de Santa Clara, Sonora, y se estima que en América existe una sobre población de ganso blanco y en Canadá, los límites de captura son bastante generosos. A nuestro grupo nunca nos resultó apetecible, sin embargo, en los Estados Unidos de América se le considera completamente comestible. Recuerdo que en aquellos tiempos mi padre y sus amigos solían llevar paquetes de platos de cartón desechables de color blanco y los tiraban en los claros del matorral salitroso a manera de señuelos y luego se acostaban cerca de ellos tapados con sábanas blancas a esperar que los pájaros fueran atraídos y en su momento destaparse y disparar a distancia segura para sus escopetas. En el delta el ganso de Ross, bastante parecido al blanco pero de menor tamaño y peso, siempre fue escaso y actualmente no se le caza. El ganso frente blanca Esta especie de ganso llamada también “oca salvaje”, solía acompañar al ganso blanco pero siempre en menor proporción en cuanto a su número. Por ser menos abundante y ocasional la oportunidad de cobrarlo, tenía una mayor jerarquía entre los escopeteros. Aparentemente luce de mayor tamaño que el blanco, pero pesan en promedio lo mismo ambas especies (Véase la tabla comparativa anterior). Se trata de un ganso de color café con la frente blanca las patas naranja y el pico amarillo. En realidad no es sólo su frente sino un bozal blanco alrededor del pico. Después de su segundo invierno aparecen en su pecho barras irregulares de plumas de color café oscuro que le dan el apodo en inglés de specked bellied o sencillamente spekcs. 139
Un ejemplar de ganso frente blanca cobrado en el delta y disecado y retratado por el autor.
En ocasiones encontramos parvadas de unos cuántos individuos comiendo en parcelas agrícolas e intentamos cazarlos a la distancia con rifle de alto poder, como quedó descrito lo hacíamos con el faisán, sin resultado. En nuestro grupo de caza siempre lo consideramos un trofeo de caza y nos queda la idea de que se trata de una especie más inteligente y desconfiada que el resto de los gansos descritos aquí.
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En la foto de la página anterior, Carlos Mancillas con dos Honkers en su diestray dos frente blanca en la siniestra en el primer invierno de las aves, ya que no ostentan las barras oscuras en su pecho. La foto también sirve para comparar el tamaño de ambas especies. Los gansos fueron cobrados en 2014 en la Ciénaga de Santa Clara, Sonora. Foto Carlos Mancillas.
Alberto Tapia Yáñez con gansos frente blanca maduros porque ya tienen las barras oscuras en su pecho, en 1940 en la desembocadura del Río Colorado. Foto Antonio Milanés.
Atanacio Milanés, un cazador sólo identificado como “Nicho” y Alberto Tapia Yáñez con gansos blancos y frente blanca en los llanos del desemboque en 1940. Muestran escopetas semi automáticas posiblemente de la marca Browning, a las cuales se les alargaron los cargadores para disparar hasta nueve cartcuhos consecutivamente. En el techo del vehículo Chevrolet pick up, modelo 1932 vemos a un ganso Blanco vivo y atado de sus patas. Foto álbum familia Tapia Landeros.
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El ganso canadiense Es una especie de ánade tiene tres sub especies, de las cuales la mayor de ellas, constituye el ganso más grande de Norte América. Y esta es la que mi grupo de caza consideraba como el trofeo supremo de las aves acuáticas, aún por encima del cisne que por escaso y prohibido no valuábamos tan alto. Es un ganso gris, con el cuello y cabeza negra y una garganta de color blanco, que lo diferencian de los demás gansos. El dimorfismo sexual no es evidente a las distancias comunes de caza ya que se manifiesta solamente en una ligera diferencia en talla y peso.
Un ganso canadiense cobrado en el delta y disecado mediante la taxidermia. Foto del autor.
Los gansos canadienses se congregan en parvadas y se les caza en el delta del Río Colorado de varias maneras. Una colocando señuelos en las lagunas de la Ciénaga de Santa Clara. Otra interceptándolos cuando vuelan entre sus dormideros y las parcelas en las que se alimentan. También cuando van y vienen a la falda de la Sierra Cucapá, a donde acuden a ingerir grava que les ayuda en sus mollejas a triturar los granos de que se alimentan. Respecto a esta última conducta, cabe decir que nunca la observamos en las otras especies de gansos, pero solamente es una percepción personal. La estrategia para cazarlos más común es cuando el escopetero anda en busca del faisán y ve a una parvada posada en una parcela agrícola, generalmente cuando está irrigada. Entonces se consiguen los tiradores suficientes para rodearlos y disparar al vuelo.
Foto del autor. 142
Una parvada de gansos canadiense se eleva de una parcela agrícola en el Ejido Nuevo León, B.C. Al fondo las fumarolas de la Geotérmica de Cerro Prieto. En el horizonte, la Sierra Cucapá. Foto Rafael Valle Vitela.
En ocasiones no se les dispara sino que se buscan compañeros cazadores en la ciudad y se regresa al siguiente día, ya que estos gansos tienen conductas rutinarias. En este caso se les puede cazar al llegar, apenas amaneciendo. En la mayoría de las veces la suerte decide qué tirador tiene la oportunidad de disparar. Pero si quien descubre el sitio que visitan las ánades, posiblemente tenga la experiencia suficiente para esconderse por la ruta de escape preferida de la parvada. Esto se obtiene mediante una cuidadosa observación.
Gansos canadienses dentro y fuera del agua. Fotos Miguel Valencia Gastélum.
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Un ganso canadiense cazado en el Canadá, cuando acechábamos el comedero de un oso gris. Foto Antonio Méndez Gutiérrez.
La fotografía anterior sirve para apreciar el gran tamaño de esta especie. La técnica comentada para cazar faisán a larga distancia también la utilizamos para cazar ganso canadiense en la década de los años sesenta.
Un ganso canadiense cobrado con rifle calibre .222 en Cerro Prieto el año de 1968. Foto Armando Tapia Landeros.
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En nuestra experiencia, el canadiense es la especie de ganso con mayor constancia de visita en el delta del Río Colorado. Nunca ha sido abundante pero si es visible todos los inviernos, al menos con dos o tres parvadas reportadas o avistadas personalmente. También es la especie que más se cocina en la ciudad de Mexicali, B.C., aunque no de la preferencia de nuestro grupo de caza. Terminamos con los gansos reportando a un visitante poco común en el delta, el pequeño ganso de Brant o Branta del Pacífico. De apariencia similar al canadiense pero del tamaño de un pato grande. Es la principal especie cinegética en la Bahía de San Quintín, B.C., en la costa del Océano Pacífico. Nuestro grupo nunca lo avistó en el delta, menos lo cazó. Pero otros cazadores lo han cobrado en nuestra área de estudio.
Una branta del Pacífico como también se le conoce, cobrada en el delta y representada mediante la taxidermia. Foto del autor.
En una ocasión me llevaron a casa de mis padres un ejemplar de esta especie que cayó después de una tormenta en la ciudad de Mexicali, B.C. Estaba herido de una de sus alas y lo curamos mi madre y este narrador. Vivió muchos años en nuestro zoológico particular acompañando a un cisne y terminaron ambos sus días en el naciente Zoológico del Bosque de la Ciudad de Mexicali. El cisne y la grulla Las aves migratorias de mayor tamaño que pasan el invierno en el delta son escasas y difíciles de ver. El cisne es más raro que la grulla y está prohibida su caza. La grulla está permitida si es que alguna UMA del delta justificara su presencia como para cazarla. Comentamos aquí recuerdos del pasado para completar este apartado sobre aves acuáticas de uso cinegético.
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Otra fotografía de más de 60 años de edad donde se aprecia el gran tamaño de una grulla. El autor sostiene una escopeta cuata medida 10. Oscar con un rifle de municiones y en la extrema derecha Edmundo Landeros. El resto de los niños y el joven que sostiene al ave son primos que no fueron cazadores. Foto Álbum familia Tapia Landeros.
Si bien la grulla no es acuática, si frecuenta charcos y lagunas someras para pernoctar. Quizá el agua le sirva de alarma cuando se acerca un depredador como el coyote. Pero alza el vuelo al amanecer y busca parcelas con grano como el trigo y donde encuentran una milpa aterrizan en ella. Ignoro cómo arrancan los granos del maíz de las mazorcas. Quizá solamente acuden en busca de insectos y batracios. Muchos novatos confunden a la grulla con la garza azul o morena. Pero es fácil diferenciar en vuelo a las dos especies: la grulla vuela con el pescuezo extendido y la garza encorvado. Enseguida ilustramos las diferencias:
Izquierda, dibujo de una grulla de Armando Tapia Landeros.
Una garza azul. Foto del autor.
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La grulla es más grande y pesada, además es comestible y la garza no. Proporciona una pechuga casi como la del guajolote silvestre, pero de carne oscura. Recuerdo que en varias cenas de Navidad y Año Nuevo de la infancia, que mi abuela paterna cocinaba ricos tamales estilo Sonora con la carne de grullas cazadas por mi padre y amigos. Llevo seis décadas sin probar otra vez aquel original platillo y quizá nunca los vuelva a probar.
Nuestro grupo de caza nunca cazó una grulla como lo hizo el grupo de mí padre. Ellos de adultos primero persiguieron como trofeos de caza, a gansos, grullas y cisnes. Pero después cambió su objetivo por la caza mayor de venado, berrendo y borrego cimarrón como quedó asentado en mi libro Homo-ovis. El borrego cimarrón en México. UABC. 2008.
Alberto Tapia Yáñez y Sixto Olmedo Encinas con dos grullas y sus armas largas, escopetas semiautomáticas medida 12 de cañones Full choke de 32 pulgadas de largo, marca Browning, Circa 1950. Foto álbum de la familia Tapia Landeros.
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Dos grullas y un cisne cobrados por mi padre y amigos sobre un vehículo Chevrolet Sedan 1937, Circa 1940. Foto álbum de la familia Tapia Landeros.
En nuestra experiencia, el cisne ha tenido una presencia menor que la grulla en el delta del Río Colorado. Como vimos en el capítulo sobre historia de esta región, algunas crónicas mencionan al cisne como visitante de invierno. Se trata de la especie Cygnus columbianus, o cisne de la tundra en inglés. Para quien lo ve por primera vez cree ver a un enorme ganso blanco o níveo. Todo blanco con pico y patas oscuras el cisne siempre ha sido visto en parejas o grupos pequeños. Nunca lo cazamos y tampoco lo probamos. Pero convivimos muchos años con un ejemplar que mi padre trajo a casa herido de una ala que mi madre y yo curamos y cuidamos en una enorme jaula con árboles y estanque adentro. Lo acompañaron faisanes, patos y codornices y cuando se fundó el Zoológico del Bosque de la Ciudad de Mexicali, B.C., lo donamos para inaugurarlo junto con un ganso de mar que ya comentamos.
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Nuestro cisne nadando en uno de los lagos artificiales de este centro recreativo donde vivió sus últimos años. Foto del autor.
Mi hermana Guadalupe recibe un beso de “Guau” nombre con el que bautizamos al ánade debido a su voz. Fotos del autor.
Este ejemplar en particular se mostró siempre manso y sociable, particularmente con las mujeres que lo admiraban. Quizá fue un macho. Cuando llegó a casa era de color gris, señal de haber sido un cisne juvenil. Al no existir un dimorfismo sexual en la especie, nunca corroboramos su sexo. El grupo de mi padre contaba que el cisne viajaba con una parvada de ganso blanco y lo confundieron con uno de ellos y le dispararon. Quizá se extravió de su parvada y se unió a quienes confundió como pertenecientes a su especie. Gracias a ese error, lo conocimos como también miles de niños que lo admiraban en el zoológico mencionado. Nunca más ha habido otro cisne silvestre en este parque favorito de los mexicalenses. 149
Liebre y conejo Estas dos especies de la popular familia Leporidae constituyen los únicos mamíferos roedores cazables en el delta del Río Colorado. Pero el desarrollo agrícola transformó los llanos liebreros en campos de cultivo en donde la orejona no puede defenderse de su principal enemigo, el coyote. La agricultura simplemente no fue compatible con la liebre de cola negra (Lepus californicus) y ésta ha desaparecido del paisaje agro pastoral que es actualmente el delta. No obstante, la liebre persiste alrededor de la zona agrícola en donde todavía existen espacios abiertos que le sirven tanto para detectar a sus enemigos, como para huir de ellos a toda velocidad, su arma de defensa predilecta. Cabe mencionar que en el resto de la península bajacaliforniana así como en el estado vecino de Sonora, la liebre continua presente en forma abundante y segura.
La liebre de cola negra es un mamífero de tamaño mediano y su carne es comestible. Foto Armando Tapia Landeros.
Cuando empezamos a cazar nuestro grupo de adolescentes solía visitar la llamada Mesa Arenosa de Andrade, punto geológico y geográfico en donde se ubica la ciudad de San Luis, Sonora, para cazar liebres a la carrera con rifles semi automáticos en calibre .22. Algunos cazadores de venado de aquellos tiempos hacían lo mismo para practicar el tiro en movimiento con rifles de alto poder.
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Transitamos por la Mesa Arenosa de Andrade en medio de un vendaval. Foto: รกlbum familia Tapia Landeros.
Fernando Landeros Olmedo con una liebre y un rifle Remington semi automรกtico calibre .22. Foto del autor.
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La liebre ha sido objeto de calumnias en nuestro país, no así en Europa, Canadá y los Estados Unidos de Norte América, en donde no se duda de su origen herbívoro y carne limpia y hasta digna de una cultura culinaria que no compartimos en México. Aquí existe una extendida creencia de que la liebre come muertos. Pero su dentadura y sistema digestivo no podrían masticar ni digerir carne. Hace tiempo investigamos esta mala fama de la liebre y encontramos que cuando una res muere en el campo, debajo y a la sombra del cadáver crece rápidamente pasto nuevo debido a la fertilización del cuerpo de la res en descomposición. La liebre lo detecta y se mete a comer el pasto nutritivo y cuando un ranchero se acerca, la liebre sale corriendo y el sujeto piensa que el roedor comía carne en descomposición. En los panteones rurales del Desierto Sonorense la liebre sestea a la sombra de las tumbas. O cuando una colapsa, no vacila en aprovechar huecos para refugiarse del sol. Otra vez, al aproximarse un rural la liebre lo siente y sale corriendo y saltando. El testigo corre la voz de haber visto a una “liebre panteonera”, como le llaman, y que seguramente estaba comiendo al difunto. Esperamos que estos datos contribuyan a legitimar a la liebre como un herbívoro de carne limpia y comestible.
En España la liebre es reconocida como un legítimo trofeo de la caza menor. Foto del autor.
Cuando nuestro grupo se hizo adulto, utilizamos otras técnicas de caza para cobrar orejonas en el desierto de San Felipe, vecino del delta coloradense. Para hacer más competitivo el tiro, nunca utilizamos escopeta, nuestras armas fueron el rifle calibre .22 con mira telescópica y el revolver en el mismo calibre.
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El tiro a la liebre con rifle equipado de una mira telescópica es infalible cuando la presa está a punto de emprender la carrera de saltos que la caracteriza. Una vez en movimiento, acertar es sumamente difícil. Foto Armando Tapia Landeros.
El conejo es la piedra angular de todo tipo de caza, la humana y la natural. Y un animal que es reclamado por muchos, tiene que ser abundante si de mantener su supervivencia se trata. Al conejo del delta (Sylvilagus auduboni) lo cazamos, además de los humanos, el coyote, gato montés, aguilillas y gavilanes y si se descuida por las noches, el búho, lechuza, zorra y la víbora de cascabel atacan a crías y juveniles. Respecto a su relativa abundancia, Starker Leopold ya citado, dice: “Las liebres y conejos son los mamíferos de caza más numerosos de México y en algunas regiones abundan en tal proporción que en determinadas condiciones pueden llegar hasta causar serios daños en los campos cultivados dedicados a la producción agrícola o forrajera“. Esa condición de abundancia se debe a que la especie es capaz de reproducirse cuatro o cinco veces en el año, con camadas de cuatro a seis cachorros con un período de gestación de solamente un mes. Alcanzan su madurez sexual muy temprano a una edad entre los siete u ocho meses. Pero tanta fertilidad es balanceada por la cantidad de animales que hacemos uso de su carne, humanos y depredadores naturales. Esto ha llevado a estimar a los expertos que uno de 20 conejos llega a vivir toda su vida potencial.
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El conejo tiene sus orejas de menor tamaño que la liebre y en general, es de menor talla y peso que ésta. Foto Armando Tapia Landeros.
En el delta, el conejo vive en los montes de cachanilla, chamizo y pinillo salado. Los drenes agrícolas son también su refugio. Por la tarde y durante la noche atacan los cultivos de alfalfa, así como los granos nacientes y tiernos. Pero no vacila en treparse a un chamizo a ramonear sus nuevos brotes después de una lluvia.
Armando retrató a este conejo trepado en busca de hojas nuevas en un chamizo costilla de vaca. Foto Armando Tapia Landeros.
Es muy fácil cazar conejo de noche con la ayuda de luz artificial, pero esta práctica está prohibida por la Ley General de Vida Silvestre. Entonces a los cazadores sólo nos queda batir los montes durante el día para sacarlos a tiro y a la carrera. Por esta razón y estar el delta cada vez más poblado, sólo recomendamos su caza con escopeta.
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Mi primera pieza de caza fue un conejo cobrado con un rifle de cerrojo calibre .22 que me heredó mi padre. Después cacé algunos con una escopeta marca Marlin modelo 410, en calibre .410. Era un arma de palanca como el clásico 30-30 Winchester modelo 1894. Tenía un cargador tubular abajo del cañón que albergaba a cinco cartuchos y los quemaba de 2.5 y 3 pulgadas.
Un conejo en un claro del monte es un blanco más fácil que uno entre el monte. Fotos Armando Tapia Landeros.
Si un conejo quiere sobrevivir hasta su primer año de edad, debe estar siempre alerta y con su ruta de escape en el monte al alcance del primer brinco. Foto Armando Tapia Landeros.
Con esa escopeta que recuerdo muy pesada, aprendí mi primera lección de Ética Cinegética. En un campamento de caza de ganso a la vera del Río Colorado, salí en busca de un conejo para la cena mientras que los mayores planeaban la emboscada del amanecer. Había conejos por doquier entre un monte ralo de pinillo salado. Hice muchos disparos y llegué muy ufano al campamento con tres hermosos conejos. Todo mundo me aplaudió, menos mi padre. Se paró frente a mí con las manos en la cintura y me dijo: “Muy bien. Ahora a descuerarlos y limpiarlos, luego a cocinarlos y comerlos”. No recuerdo haber acabado con toda su carne pero desde entonces no cazo lo que no voy o vamos a comer, excepto los animales de piel como el coyote, gato, zorra y mapache.
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Media docena de conejos cazados la Colonia Carranza, B.C., en monte natural, con una escopeta medida 20 de cañones cortos de 26 pulgadas y cartuchos con 24 gramos de munición número seis. Foto álbum de la familia Tapia Landeros.
Carlos Alberto de Alba Tapia, cuarta generación. Foto Armando Tapia Landeros
En el delta viven otros pequeños mamíferos que son cazados en otros estados de la República Mexicana. El tlacoyote (Taxidea taxus) lo hemos divisado un par de veces pero nunca lo cazamos. El mapache (Procyon lotor) lo cazamos para la museografía del Museo del Bosque de la Ciudad de Mexicali, B.C.
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Un mapache joven del delta cobrado en la Colonia Pólvora con un rifle calibre 6X47 milímetros de gran precisión y poca potencia, para conservar la piel de pequeños mamíferos destinados a la taxidermia. Foto Armando Tapia Landeros.
Cuando buscábamos un lugar en dónde cobrar un mapache grande y de pelambre abundante y esponjada para exhibirlo en el Museo del Bosque de la Ciudad de Mexicali, B.C., aprendí una lección sobre la evaluación que los rurales hacen de las presas de caza. Al preguntar aquí y allá en dónde conseguir un buen mapache, varios entrevistados opinaron que en los barrancos y lagunas de la Colonia Pólvora. Al preguntar qué tan grandes son, me respondieron: “los hay hasta de 35 mientras que en otras partes apenas llegan a los 25”. Intrigado por números que no correspondían ni a libras ni kilogramos, insistí, 35 ¿qué? Los rurales dijeron “Pues 35 tamales, los mapaches de Pólvora dan hasta 35 tamales “. Así aprendí una nueva forma de evaluar una pieza de caza. El coyote El coyote (Canis latrans), es el depredador cuadrúpedo más notorio en el delta del Río Colorado. También el de mayor talla y peso de toda la fauna silvestre que actualmente habita nuestra área de estudio. Y es con mucho el animal más inteligente y oportunista con el que se enfrenta el cazador. Aparece en la ecuación cinegética de varias maneras: como competidor, ladrón de piezas de caza, controlador de roedores e inspirador de leyendas y mitos, tanto en la urbanidad como en el campo. Escuchar su aullido resulta en una experiencia inolvidable. Lidiar con él en el campo desarrolla toda una cultura.
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Un coyote husmea el rastro de una posible presa. Foto del autor.
En América, se estima que el coyote está expandiendo todavía su territorio. Ejemplo de esto es que a la llegada de los colonos a lo que hoy es la costa oriental de los Estados Unidos de América, el coyote no existía ahí. Ahora vive hasta en los suburbios de la ciudad de Nueva York y otras grandes urbes del Este americano. Desconozco si alguien ha evaluado la población de coyote en México, o particularmente en el delta del Río Colorado. En los Estados Unidos de América si se hace y hasta se les combate. Donde llegan a ser una amenaza al ganado del hombre se le caza por tierra y aire, envenena y trampea. En México el uso de trampas está prohibido pero en el vecino país se otorgan cuotas anuales para capturar mediante trampas, animales de piel como el coyote, gato, zorra, castor, nutria, etc. Uno de los estados de la Unión Americana donde don coyote causa más daños es aparentemente el estado de Nuevo México. Allá, el Control de Animales Dañinos del gobierno, mata un promedio de 5,000 coyotes en el año, 39además de los que se cazan deportivamente. Pero, ¿para qué cazar un animal que no se come? Principalmente para utilizar su piel, que en el caso del coyote no es fina sino áspera. En el siglo pasado, el XX, lo cazamos como trofeo de caza, para curtir su piel y disecar su cabeza. Pero también a solicitud expresa de rancheros que padecían sus ataques con cabras, ovejas y aves de corral.
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Leydet, Francois (1927) The Coyote. Defiant Sondog of The West. University of Oklahoma Press. Oklahoma.
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Uno de los primeros coyotes cobrados con el rifle .222 Remington en el delta. Como en el caso de las escopetas, a esta arma la bautizamos como “coyotero”. Foto Armando Tapia Landeros.
El coyote, como todo depredador, se habitúa a cazar animales domésticos por ser presas más fáciles de atrapar. Es un animal oportunista que no desaprovecha una oportunidad de alimentarse con el mínimo esfuerzo. Cuando cazábamos patos en Cerro Prieto, había que estar muy alertas pues al menor descuido aparecía un coyote y se llevaba la presa derribada. Cuando mi padre y amigos cazaron gansos en los llanos del desemboque del Río Colorado, frecuentemente los coyotes se anticipaban y tomando el ganso por el cuello, se lo echaban al lomo de un tirón y a correr. Contaban que aun disparándoles no soltaban la comida gratis. En ambos casos nunca se tuvieron coyotes a la vista antes del hurto. Esto apunta a que son atraídos por los disparos del cazador y se aproxima sigilosamente y fuera de la vista del hombre hasta dar el golpe por sorpresa. Una estrategia inteligente.
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Un coyote joven se aleja de la partida de caza de faisán, pero siempre atento a los movimientos de los humanos. Foto Armando Tapia Landeros.
Durante el siglo XX el coyote siempre se mostró desconfiado y huidizo, quizá porque lo cazábamos. En este siglo XXI que todavía las UMAS del delta no ofrecen cintillos para cobrar coyote, éste se muestra confiado y hasta cínico. Estudios realizados sobre esta especie en los Estados Unidos de América encontraron que cuando se le caza intensamente, el coyote responde reproduciéndose más, para continuar cubriendo el hábitat ya conquistado. Con esta conducta resulta difícil que algún día se le considere una especie amenazada.
Un coyote maduro observa a los cazadores sin alarmarse. Luce bien desarrollado si lo comparamos con el que aparece en la fotografía anterior. Foto Armando Tapia Landeros
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Durante el pasado siglo cazamos coyote con rifle de alto poder. Con el calibre .222 que cazamos faisán, pero también con calibres .22 Hornet, .243 Winchester y con mayor refinamiento con el Wildcat o híbrido 6X47 milímetros. Este último es un casquillo de .222 Remington Magnum cuya boca y cuello se agranda a .244 o seis milímetros. El resultado de esta mezcla es un calibre sumamente preciso y de baja potencia para evitar la destrucción innecesaria de piel en el caso de mamíferos y carne en el caso del faisán y ganso como ya vimos anteriormente. Un calibre muy popular entre cazadores del vecino país es el 22-250 Remington, que se originó de un casquillo del .250 Savage reduciendo boca y cuello al calibre .22. Calibre preciso pero demasiado potente para ser utilizado en el delta. No obstante cobré con él varios coyotes aquí y en el resto de la región fuera de la zona agrícola.
Un coyote cebado en cabritos cazado con el rifle 22-250 Remington. Foto Armando Tapia Landeros.
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Un coyote inmóvil cazado con rifle de alto poder y mira telescópica es un blanco seguro. Foto Armando Tapia Landeros.
Las zorras En el delta del Río Colorado nadie sale a cazar zorra. Este mamífero omnívoro, es decir, que come de todo, es un cazador nocturno por lo que pasa inadvertido al cazador del delta. No obstante, de vez en cuando se ve alguna de ellas al amanecer o después de ponerse el sol. En todo el delta se ven las pequeñas huellas caninas de la zorra gris (Urocyon cinereoargenteus). Ella es capaz de treparse a los árboles y su figura es inconfundible. De cola larga y pelambre abundante predomina el color gris, aunque en su cabeza hay blancos y naranjas. Su lomo es casi negro hasta la punta de la cola.
Una zorra gris husmea el aire para detectar posible peligro. Foto Álbum familia Tapia Landeros. 162
Su pelaje es más fino que el del coyote por lo que durante el siglo pasado se le persiguió ya que con su piel se confeccionaban estolas y abrigos para dama. Nunca ha sido abundante pero siempre ha estado presente a tal grado, que si alguna UMA demuestra su presencia en su territorio se autoriza su caza. La otra zorra es muy rara y menos abundante que la gris. Se trata de la zorra del desierto o Kit Fox, y Swift Fox en inglés. Hemos ubicado alrededor del delta a varias colonias de esta especie que es totalmente nocturna. Se encuentra protegida pero hemos conocido de ejemplares cazados en los arenales que rodean al Volcán de Cerro Prieto en el delta coloradense.
Izquierda una zorra del desierto, luego una gris. Este acercamiento lo hice para registrar la comparación de sus orejas, de mayor tamaño en la de menor talla. Ambas fueron cobradas para la museografía del Bosque de la Ciudad de Mexicali, B.C. Foto del autor.
Esta zorrita se confunde con un cachorro de coyote por su apariencia general, pero su color predominante es un amarillo claro con blanco. También posee la punta de su cola de un color café oscuro pero su lomo es del color del resto del cuerpo.
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La zorrita Kit o Swift tiene grandes orejas y la punta de su cola oscura. Foto Armando Tapia Landeros.
Las zorras representan las especies de menor talla y peso de los cĂĄnidos silvestres de Norte AmĂŠrica.
Uso simbĂłlico de una zorra gris, mediante la taxidermia. Foto del autor. 164
Gato montés Este depredador es el único representante de la gran familia felina en el delta del Río Colorado. Astuto y elusivo lo hemos visto en varias ocasiones sin que nuestro grupo de caza lo haya cobrado. Pero sus huellas son constantes en todos los suelos que pisamos durante los últimos cinco años. Los sujetos rurales que entrevistamos en estos años coincidieron que el gato montés, Lynx rufus, está presente en este ecosistema modificado por el hombre.
El gato montés o lince es un depredador casi invisible en el delta. Foto álbum familia Tapia Landeros.
Cuando se avista a uno de ellos, no se duda en identificarlo positivamente. De mayor tamaño que el gato doméstico, pelaje manchado y cola corta, no dejan duda sobre su identidad. Entra en la ecuación cinegética en virtud que compite con el cazador en varias presas. Cuando se presenta una oportunidad no vacila en atacar al faisán, paloma, codorniz y conejo. Pero el control que ejerce sobre ratas y ratones de campo compensa tanto al agricultor como al cazador. Desde el advenimiento de las UMAS en el año de 2000, la caza legal de esta especie ha desaparecido virtualmente, a pesar de estar permitida. Al escribir esto, se puede cazar del segundo viernes de septiembre de 2015, al primer domingo de enero de 2016.
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Aunque algunos orientales de la ciudad de Mexicali, B.C., aseguran comer gato montés y lo solicitan a los cazadores, el resto de los mexicanos seguramente rechazaríamos comerlo. Su carne es blanca como la del puma y no hay duda que los grupos nativos que nos antecedieron en esta región lo consumieron y utilizaron su piel.
Este gato fue cazado en el delta y preservado mediante la taxidermia. Foto María Luisa Hernández Ochoa.
Hermoso gato montés trepado en un pino salado. Foto álbum familia Tapia Landeros
Enseguida abordamos un capítulo que no fue planeado en esta investigación. Resulta que en la revisión iconográfica apareció fotografía de caza con especies no consideradas de uso cinegético. Y durante los últimos cinco años que recorrimos el delta fotografiamos fauna no cinegética pero asociada a ella, que juega un papel preponderante en la ecuación cinegética al ser parte de la cadena trófica. Por esta razón, diseñamos, redactamos e ilustramos el siguiente capítulo que ayuda a comprender la interactuación que el cazador tiene con el medio ambiente. 166
Capítulo IV La fauna acompañante. Empezamos con los pocos mamíferos que no se mencionaron en el capítulo anterior. En el delta habitan dos especies de zorrillos, el rayado, Mephitis mephitis; y el zorrillo manchado, Spilogale putorius, que rara vez son vistos vivos. Los vemos más atropellados en las carreteras que en el campo. Sin embargo, el fuerte olor de su almizcle se percibe con frecuencia en todo el delta.
Una travesura de jóvenes, cazar un zorrillo rayado el año de 1974. Foto del autor.
En el capítulo sobre la historia dijimos que el ecosistema original rieño tenía entre sus mamíferos acuáticos a la nutria de río, Lutra canadensis, que desafortunadamente ha desaparecido del delta acual. Albergamos la esperanza de que trabajos de restauración emprendidos por organismos pro ambientales no gubernamentales, como Pronatura Noroesta, A.C., que ya ha reforestado cerca de 100 hectáreas con álamo y sauce en el cauce original del Colorado, y en donde ya anunciaron su presencia los castores. Esperamos que pronto la nutria de río sea reintroducida con ejemplares que aún se conservan en el Colorado estadounidense.
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Una nutria de río. Foto del autor.
Terminamos con los mamíferos al mencionar a topos, ratones y ratas de campo, así como más de 20 especies de murciélagos que el cazador generalmente no percibe su presencia. En el verano, cuando el cazador no acude al delta, es común ver a la ardilla de tierra que los cachanillas llamamos “juancito”, y la ciencia reconoce como Spermophilus tereticaudus.
Esta ardilla se distingue de los “chichimocos” (Chipmunks) que viven en las sierras, porque este tiene su cola pelona. Aquellos la tienen peluda. Foto del autor.
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La avifauna Iniciamos con las aves, los organismos silvestres más notorios en el delta del Río Colorado, aunque no los más abundantes. Este libro no cubre al numeroso mundo de los insectos y que también juegan un papel determinante tanto en la cadena trófica, como en la sustentabilidad agrícola. El ave más notoria por su gran tamaño, es el zopilote, Cathartes aura. Un pájaro carroñero con una envergadura de 175 centímetros (medida de punta a punta de sus alas abiertas).
El zopilote se encarga de comerse a todo organismo que muere en el ecosistema. Aprovecha la última energía que produce su entorno y se les considera, junto con el cuervo, los saneadores del ambiente. Foto Armando Tapia Landeros.
En el delta, el cuervo fue más abundante en el pasado que ahora. Foto Armando Tapia Landeros.
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También por su gran tamaño aunque menos común en el delta es el pelícano blanco Pelecanus erythrorhynchos. Con una envergadura de 274 centímetros es un verdadero coloso en el agua y en el cielo. Blanco con la punta y alerones de sus alas de color negro, tienen pico y patas color naranja. Es un migrante de invierno y prefiere aguas dulces. Se alimenta de peces que atrapa cazando en grupo. Esto lo hace más importante en la pesca que en la caza.
Pelícanos blancos nadando y volando. Fotos del autor y Armando Tapia Landeros.
Un ave sumamente notoria en el delta del siglo XXI es el ibis Plegadis chihi. Esta zancuda de talla media ha desplazado casi totalmente al sarapico que en el siglo XX ocupaba el mismo espacio y alimento que hoy ocupa el ibis. Aparentemente se alimenta de insectos que emergen en las parcelas regadas. Agricultores que entrevistamos aseguran que se comen el grano recién sembrado y hasta la planta al nacer, lo cual no hemos confirmado. Otros opinaron que son tantos que compactan el suelo y con ello impiden la germinación de la semilla.
Un ibis muestra sus largos apéndices, cuello, pico y patas. Foto Armando Tapia Landeros. 170
Una parvada de cientos de ibis vuelan en busca de una parcela regada. Foto Armando Tapia Landeros.
Por las tardes del invierno del delta, estas zancudas regresan a dormir a lagunas, barrancos y drenes con agua, quizá para escuchar el peligro de un depredador que las aceche, como el coyote. Hasta ahora no sabemos de alguien que las coma, en cambio el sarapico lo comimos con frecuencia el siglo pasado, el XX. El sarapico Numenius americanus, es un ave del mismo tamaño y apariencia que el ibis, pero de plumaje más claro y pico más largo. Lo mismo frecuenta zonas de cultivo que playas y marismas. En nuestra experiencia, su carne es similar a la de la paloma huilota en textura y sabor, pero de más del doble en tamaño y peso. No obstante lo anterior, no se autoriza su caza actualmente.
Sarapicos muestran su semejanza con el ibis. Foto del autor. 171
El siglo pasado, el XX, un sarapico es recuperado para ser cocinado. Foto Armando Tapia Landeros.
En el delta, el sarapico nunca tuvo la abundancia que el ibis tiene en este siglo XXI. Sus parvadas eran y son de docenas de individuos, las del ibis son de cientos de ellos. Un pájaro grande, coludo y corredor común en esta área de estudio lo es el correcaminos, Geococcyx californianus. El sujeto rural del delta también lo conoce como “churea”. En algunas zonas de México que no conocen al faisán, le llaman así.
Un correcaminos, foto del autor. 172
Esta ave es depredadora que lo mismo caza y come culebras y víboras de cascabel, que lagartijas y otras presas. Siempre ha sido respetada por el deportista armado debido a su carisma y de ser una especie sin parientes cercanos en el delta. Estacionalmente observamos la presencia de algunas especies que el rural del delta llama “pájaros carpinteros”.
Un pájaro carpintero perchado en una higuera de rancho. Foto Armando Tapia Landeros.
La especie Melanerpes uropygialis o carpintero del Gila (río) suele ser la más vista y a ella corresponde la fotografía anterior. Hay dos grupos de aves bastante notorias en el delta actual. Ambos grupos son de aves rapaces depredadoras, unas diurnas y otras nocturnas. Las que cazan de día son muy populares en la cultura rural mexicana y la cachanilla no es la excepción. El grupo más notable es el de las rapaces diurnas, gavilanes y halcones. A los primeros en otras regiones de México también las conocen como aguilillas. Entre los halcones incluimos a los falcones y al pequeño cernícalo.
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Fotos de Armando Tapia Landeros.
En el mosaico de imágenes anterior, destaca en el centro el gavilán o halcón cola roja (Buteo jamaicensis), que observamos durante todas las estaciones del año en nuestra área de estudio. Siempre se le ve planeando en círculos en busca de una presa que puede ser un conejo, juancito, rata, ratón o polluelos de faisán y codorniz, que es cuando aparece en la ecuación cinegética. En el siglo anterior, conocimos a viejos cazadores que le disparaban por considerarlo un competidor. Igualmente visible en el delta es el halcón de Harrier (Circus cyaneus), pero que vemos desaparecer al fin del invierno, debido quizá a que emigra. De menor tamaño que el anterior, este depredador alado vuela más bajo y rápido que el cola roja. Lo hemos visto atacar ratones y aves menores, incluida la paloma huilota, presa que comparte con nosotros. Entrevistados opinaron que también ataca a cercetas en vuelo. El milano (Elanus caeruleus), de hombros oscuros es un pájaro hermoso. Quizá el atractivo le venga de su plumaje casi blanco. Contrario a los anteriormente descritos, el milano se suspende en el aire hasta ubicar a su presa, un pequeño roedor, y luego se lanza en picada. Esta estrategia de caza lo hace muy notorio e inolvidable. El milano es común en el delta del Río Colorado. Entre los falcones destaca el pequeño cernícalo (Falco sparverius), que aprovecha su tamaño y agilidad lo mismo para atrapar un ratón, una lagartija que un gorrión. También se suspende en el aire aleteando antes de atacar, como lo hace el milano. 174
Ningún cazador lo considera un competidor. El cernícalo lo mismo vive en la zona agrícola que en poblados y ciudades del delta, incluida la capital, Mexicali, B.C. El último rapaz que mostramos en el mosaico anterior es uno poco común y considerado en peligro de extinción. Se trata del legendario halcón peregrino (Falco peregrinus). Un ave de caza por excelencia muy apreciado por los cetreros o cazadores que utilizan aves para cazar. Lo vemos dos o tres veces durante la temporada de caza y Armando logró registrar a uno de ellos en vuelo. Existen otras rapaces diurnas en el delta pero mucho menos frecuentes en avistamientos que las anteriores. Una excepción lo es el águila pescadora (Pandion haliaetus), la cual es cada año más común, creemos debido a la campaña de “despistolización” de varios años ya en esta área de estudio. El siglo pasado prácticamente había un rifle calibre .22 en cada rancho y era muy tentador para el rural disparar al blanco fácil de un pandión perchado en un poste. Aparentemente el ave se ha beneficiado de la erradicación de toda arma de fuego en el medio rural. Junto a esta rapaz acuática es común ver al pájaro martín pescador, Ceryle alcyon, que se conforma con pescar a pececillos que por su reducido tamaño, el águila o gavilán pescador ignora.
El águila pescadora se alimenta de peces. Foto Armando Tapia Landeros.
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En el delta, otro pescador alado lo es el cormorán, Phalacrocorax auritus. Un pájaro grande, esbelto, de color negro con un gancho en la punta del pico.
Un Martín pescador. Fotos de Armando Tapia Landeros.
En el delta se ha avistado tanto al águila dorada (Aquila chrysaetos) como al águila calva (Haliaeetus leucocephalus) pero no son especies comunes aquí. También hemos observado a otras rapaces sin poder fotografiarlas e identificarlas por lo que no se incluyen en este apartado. Otras rapaces menos comunes son dos halcones pertenecientes a la familia Accipitrinae. Son pájaros ligeros de alta maniobrabilidad que vuelan a mayor velocidad que los buteos. Los hemos visto, sin poder obtener hasta ahora buenas fotos de ellos, cazar pájaros entre los árboles eucaliptos en el Campo La Piocha de la Colonia Pólvora ya mencionada, así como en los mismos árboles de la Ciudad Deportiva de Mexicali, B.C. Se trata del halcón de Cooper (Accipiter cooperii) y su primo menor el halcón estriado (Accipiter striatus). La guía de Peterson ya citada los llama gavilán pechirrufo mayor, y gavilán pechirrufo menor, respectivamente. Hacemos esta aclaración para propósitos de identificación y homologación con los nombres en uso en el delta del Río Colorado
Halcones de Harrier. Circus cyaneus. Foto Armando Tapia Landeros 176
Estos dos halcones retratados por Armando pueden ser halcones de Cooper. El de la derecha al amplificar la imagen se aprecia el ojo color rojo en la foto original.
Terminamos con un pequeño depredador alado, más pequeño que el cernícalo, hablamos del verdugo, mejor conocido en el delta como “chonte cabezón” por su parecido con el cenzontle. Este pajarito (Lanius ludovicianus), caza saltamontes grandes como la langosta cuando los encuentra. También pequeñas lagartijas y gorriones y verdines. A todas sus víctimas las clava en las espinas del nopal o en el alambre de púas para comerlas. La gente rural del delta lo interpreta como crueldad animal pero es una maravillosa técnica más de la que se vale un depredador pequeño que no tiene garras para sostener y desmembrar a su presa.
Un verdugo retratado por el autor. 177
El segundo grupo de depredadores alados son los búhos, lechuzas y tecolotes. Si bien se les considera cazadores nocturnos, frecuentemente nos topamos con ellos en el delta del Río Colorado. El más abundante es el más pequeño de ellos, el tecolotito zancón o llanero (Athene cunicularia). Único de ellos en anidar en cuevas en la tierra.
Búhos, lechuzas y tecolotes
Fotografías de Armando Tapia Landeros y el autor.
En el mosaico fotográfico anterior, vemos volando en el centro al búho sin orejas (Asio flammeus), que es en nuestra experiencia, el menos común de este grupo en el delta del Río Colorado. Generalmente levanta el vuelo en una arreada de faisán. No sabemos si duerme en los sembradíos o está comiendo alguna presa en ellos. En el mosaico de fotos ya citado, vemos en la esquina superior izquierda a la lechuza (Tito alba), apodada “de campanario” es virtud de que anida en graneros y otras estructuras hechas por el hombre, tanto en el campo como en las ciudades. No compite con el cazador ya que se alimenta de ratas y ratones, preferentemente. El búho cornudo (Bubo virginianus), tiene plumas sobre su cabeza que destacan como cuernos u orejas pero no son lo uno ni lo otro. Es el más grande de todos los mencionados. Aunque se considera que caza pequeños roedores, hay testimonios que 178
también ataca y come algún conejo que merodea en la oscuridad. Como la lechuza, vive en el campo y en la ciudad y tampoco representa una competencia en la cinegética. En el mes de junio de 2019, Javier Verdugo retrató con su celular en La Piocha, a varios tecolotitos occidentales (Megascops kennicottii), y recogió a un polluelo de esta especie y cuidó hasta que escapó volando. Ninguno de los coautores de este libro sabía que visitaban el delta al menos en primavera. Los pájaros negros En el delta del Río Colorado se les llama “chanates” a un grupo de pájaros de color negro. Específicamente a pájaros pequeños que excluye a las aves negras mayores, el zopilote y el cuervo. El cachanilla rural también llama ocasionalmente “chanate” al café negro y a un individuo de piel oscura. En nuestra investigación y experiencia de grupo, encontramos que el grupo genérico de los pájaros negros está integrado por las siguientes especies: Los pájaros negros del delta del Río Colorado Nombre común Nombre en inglés Nombre científico Zanate, chanatón Boat tailed grackle Quiscalus mexicanus Tordo cabeza café Brown headed cowbird Molothrus ater Tordo cabeza amarilla Yellow headed blackbird Xanthocephalus xanthocepalus Tordo sargento Red winged blackbird Agelaius phoeniceus Estornino Starling Sturnus vulgaris Tordo ojo amarillo Brewer's blackbird Euphagus cyanocephalus
A todos los tordos también se les llama chanates y pudiese haber otras especies que los rurales cachanillas y sanluisinos incluyan dentro de este interesante grupo de aves oscuras. Decimos interesantes por varias razones: una su evidente abundancia y dos porque encontramos evidencia de que son comestibles para algunos habitantes del delta. Como evidencia presentamos una nota de campo relevante racuperada en el año de 1979 en la Colonia Mariana, al Oeste del delta. En una entrevista que hiciera al pionero de esta colonia agrícola del valle mexicalense, el señor Rómulo Méndez Higuera comentó lo siguiente: “En una ocasión que me levanté de la cama tras una enfermedad, me sentía muy débil, entonces tomé la escopeta y salí en busca de algunas huilotas para hacerme un caldito. Antes de encontrar una parvada en el suelo para matar muchas de un tiro, encontré una parvada de chanates comiendo del estiércol en un corral. De un tiro maté como dos docenas. El caldo me llenó de fuerza y desde entonces mejor como caldo de chanate que de huilota”.
El sujeto rural identificó a la proteína de su caldo como “el chanate que tiene rojito sus alas”, en referencia Agelaius phoenicus. Debido a esta posibilidad, la de ser comestibles, en la década de los años ochenta propusimos a la autoridad federal 179
ambiental incluir en el cuadro de aprovechamiento cinegético a las seis especies de pájaros negros que aparecen en la tabla anterior y por varios años pudimos cazarlos legalmente.
Daniel Tapia con tordos de hombros rojos o sargentos. La escopeta es una Browning Citori medida 20 con cañones de 26 pulgadas y culata recta. Foto del autor.
En algunas ocasiones cocinamos ejemplares de esta especie y encontramos en ella un sabor de su pechuga similar al de la paloma huilota. Desconozco si otros cazadores han realizado este experimento culinario pero en Europa, muchas aves menores se cazan y consumen, incluso tradicionalmente. Seguramente la medida no fue popular y los pájaros negros desaparecieron de la lista de aves de uso cinegético. Quizá por ser algunos de ellos migratorios México tenga que someterse al tratado internacional de aves migratorias signado con los Estados Unidos de América y Canadá, y en estos países no existe la tradición de cazar y comer chanates. Otro factor importante de no haber sido aceptados seguramente lo fue su tamaño pequeño. Pero la realidad es que los pájaros negros producen una merma a la agricultura aún no investigada. El zanate, investigadores han encontrado que se ha convertido en un granívoro casi totalmente, por lo que su impacto en la economía agrícola y en la ecuación cinegética debe revisarse.
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En este mosaico con fotografĂas de Armando vemos de un vistazo a todos los pĂĄjaros negros de la tabla anterior.
Aproximadamente un millar de chanates se disponen a atacar una siembra nueva de trigo en el delta del RĂo Colorado. Foto Armando Tapia Landeros. 181
Una parvada de tordos de cabeza amarilla se congregan a abrevar en un canal revestido del poblado El Peligro de la Colonia Pรณlvora, B.C. El consumo de agua de riego que hace la fauna silvestre nunca ha sido cuantificado. Foto Armando Tapia Landeros.
En el tiempo que hemos recorrido el delta, hemos observado a algunas especies de aves que lo mismo viven en el campo que en poblados y ciudades. Algunos de ellos a continuaciรณn:
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En el mosaico de la página anterior, el cenzontle es de los más notorios por su tamaño y canto variado. Su nombre científico Mimus polyglottos, o imitador de muchas voces, es conocido también en otros lugares como ruiseñor. En el sentido de las manecillas del reloj, arriba a la derecha el pequeño verdín, Auriparus flaviceps, el gorrión doméstico, Passer domesticus, el pinzón casero, Carpodacus mexicanus, el diminuto colibrí, Calypte costae (o C. anna) y el mosquero tirano, Tyrannus verticalis. Esta sexteta de pájaros van y vienen al delta con las estaciones, excepto el gorrión que permanece aquí durante todo el año. Fotografía de Armando Tapia Landeros y el autor. Contrario al grupo anterior, el siguiente de las garzas, sólo ocurre en la zona agrícola y en los humedales del delta del Río Colorado. A continuación las más visibles y a las que agregamos su tamaño para facilitar su identificación:
Al centro la garza más notable del delta por su gran tamaño, Ardea herodias, de 1.2 metros de largo, que cazadores novatos han confundido con la grulla. Abajo a la izquierda, la gran garza blanca, Ardea alba, de un metro de largo; arriba a la derecha la garza garrapatera o ganadera, Bubulcus ibis, de medio metro de largo y que llegó de Sur América; arriba a la derecha la garza de dedos o patas amarillas, Egretta thula, de 65 centímetros de largo y abajo a la derecha Nycticorax nycticorax, también de 65 centímetros de largo y conocido en el delta como “waco” y que los chinos cocinan en platillos especiales. Fotos de Armando Tapia Landeros y el autor.
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Sobre una alfalfa y monte de cachanilla de fondo, las dos garzas más grandes del delta, una morena y otra blanca. Foto Armando Tapia Landeros.
La más pequeña de las garzas del delta, la garceta verde, Butorides virescens, y otra ave parecida llamada ave toro Botaurus lentiginosus, están siempre presente en tulares y carrizales de los humedales del área de estudio. Foto del autor.
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Terminamos con las aves acuáticas más notorias del delta con dos especies de pájaros zancones que aprovechan sus largas piernas para caminar en el agua sobre fondos lodosos en busca de su alimento:
Cuatro candeleros americanos, Himantopus mexicanus, vestidos de blanco y negro con sus picos rectos; dos avocetas americanas, Recurvirostra americana, en blanco, café y negro, con sus picos curvos hacia arriba. Foto del autor.
Un candelero americano en vuelo. Foto Armando Tapia Landeros.
También registramos visual y fotográficamente a algunos pajarillos migratorios que visitan el delta en la primavera y el verano. Al ser de menor tamaño, algunos cazadores no advierten su presencia, pero en los cinco años que mi hermano y yo nos dimos a la terea de retratar la flora y la fauna para este libro, tuvimos la oportunidad de fotografiar a algunos de ellos:
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1 Un tordo de ojos rojos, Molothrus aeneus, 2 un rascador de Abert, Pipilo aberti, 3 un dominico menor, Carduelis psaltria, 4 un papamoscas negro, Sayornis nigricans, 5 un mosquero tirano, Tyrannus verticalis y una tĂĄngara de capucha roja, Piranga ludoviciana. Fotos de Armando Tapia Landeros y el autor.
En seguida otro pĂĄjaro que se alimenta de insectos pero durante la noche:
Un chotacabras o tapa camino, Chordeiles acutipennis, ave insectĂvora que aparece al atardecer en el delta. Foto Armando Tapia Landeros. 186
Esta ave tiene un comportamiento curioso: se posa en medio del camino con sus alas abiertas, como tapándolo, de ahí su nombre. Generalmente esto sucede ya oscuro cuando el cazador enciende los faros de su vehículo. Imagino que el ave anda volando en la oscuridad atrapando insectos con su gran boca y lengua pegajosa y, cuando ve iluminado el suelo, se posa sobre de él, quizá a descansar porque es lo único que puede ver y el cazador cree que le tapa su camino. Entre las 186 especies de aves identificadas por Hinojos y asociados ya citados, hay algunas que ameritan el calificativo de raras. En nuestra experiencia y registro fotográfico, presentamos solamente a algunas de ellas:
Arriba a la izquierda, una espátula rosada, Platalea ajaja, retratada en la Ciénaga de Santa Clara en marzo de 2015, se le considera un ave propia del Golfo de México y el Caribe. Derecha, seis cigüeñas americanas, Mycteria americana, que retraté en el Rancho Roa en octubre de 1974. A esta especie algunos habitantes rurales le llaman “corvejón”, y su presencia anuncia la tempestad. Abajo a la izquierda, el casi invisible palmoteador de Yuma, Rallus longirostris yumanensis, pájaro endémico del delta retratado en Río Verde al Sur de San Luis, Sonora en 2002. Al centro el cara cara, Caracara cheriway, ave rapaz y carroñera de Sonora y Baja California Sur, retratada por Armando en el Valle de San Luis, Sonora, el invierno de 2014; y finalmente, una pareja de perico monje, Myiopsitta monachus, de reciente llegada al delta, cada vez más notorio en la Ciudad de Mexicali, B.C., y que algunos cazadores de paloma han cobrado por error. Fotos de Armando Tapia Landeros y el autor.
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Dibujo de un palmoteador de Armando Tapia Landeros.
La cotorra argentina o perico monje, Myiopsitta monachus, El día 23 de mayo de 2019 vimos la primera parvada en La Piocha, Colonia Pólvora. Foto de Armando Tapia Landeros.
Hay otros casos de avistamiento de pájaros pertenecientes a otros ecosistemas pero que a la fecha no hemos fotografiado. La intención de comentar el caso de los pájaros raros, obedece a la certeza de que el delta es un sistema abierto, una pajarera sin puerta donde son más los que entran que los que salen. Aún no se conoce una extinción de ave en este ecosistema transformado por el hombre. Y se incluyen porque entran en la ecuación cinegética de la siguiente manera: La gran diversidad aviaria del delta de la que forman parte insignificante las aves de caza narradas, permite la abundancia relativa de depredadores, particularmente los alados. Entonces, los pájaros que no cazamos, sirven de alimento a esos depredadores los cuales al parecer no impactan significativamente en las poblaciones de palomas y codornices, interés del cazador. En eso radica la importancia de mencionarlos e ilustrarlos en este libro, además de contribuir a la educación ambiental de los cachanillas y los que no lo son.
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Algunos reptiles No podemos dejar afuera en este apartado la presencia de algunos reptiles del delta del Río Colorado. Particularmente a los crótalos, o víboras de cascabel, porque representan una potencial amenaza al cazador. Dos especies de estas serpientes aparecen con frecuencia en el paisaje cinegético deltaico: la víbora común del delta y la víbora de cuernitos.
Fotos de Armando Tapia Landeros.
Esta especie, Crotalus atrox, posee un cascabel en la punta de su cola y tiene sus pupilas verticales como se aprecia en la foto anterior. Su mordisco inyecta veneno en la víctima que termina por paralizar el sistema nervioso central ocasionando asfixia en presas como ratas y ratones. En el humano necrosa tejido y si no es debidamente atendido puede poner en riesgo la vida de la víctima. Una víbora pequeña que no ha utilizado su veneno en varios días puede matar a un niño o anciano. Una víbora grande que atacó el día anterior, al de morder a un humano puede que no tenga el veneno suficiente para poner en riesgo su vida. 189
La segunda especie de crótalo común en el delta lo es la llamada víbora de cuernitos. Esta serpiente venenosa prefiere las dunas de arena a la tierra de cultivo y es de menor tamaño que la anterior, por lo cual menos peligrosa para el cazador.
Una víbora de cuernitos, Crotalus cerastes, tiene protuberancias encima de sus ojos que le dan su nombre. Foto RBEPGDA.
Más común que los crótalos son las culebras. La topera, de agua y chirrionera han sido reportadas por cazadores del delta a lo largo del siglo XX. Ninguna constituye una amenaza al deportista armado. Pero hemos observado que la regla es disparar contra cualquier serpiente que aparezca en el paisaje cinegético, lo cual no es correcto. Todos estos ofidios son parte de la cadena trófica por lo que cumplen una función específica en el ecosistema del delta. SI bien, algunos cazadores consideran a la víbora de cascabel un competidor que se come huevos y polluelos de paloma, codorniz y faisán, forman parte del equilibrio ecológico que debe mantenerse en cualquier entorno silvestre. La víbora de cascabel se captura también, creo ilegalmente, con fines comerciales y de alimento. Su carne tiene un sabor peculiar muy agradable. La piel es valiosa en la confección de artículos de vestir como cinturones, tocados de sombreros, chalecos y botas. Las llamadas farmacias naturistas siempre tienen en oferta víbora seca para moler o ya molida para quienes la consideran preventiva de enfermedades. Pero paradójicamente es quizá su veneno el mayor incentivo para cultivarla comercialmente. Con él se fabrica el anti veneno para curar sus mordidas y no implica su sacrificio. Infortunadamente, como sucede con otras especies, no hemos dedicado la suficiente atención y esfuerzo para implementar su reproducción en cautiverio con fines comerciales y las que se ofrecen en el mercado son especímenes silvestres con una alta probabilidad de haber sido capturados en forma ilegal. El otro grupo de serpientes presentes en el delta es el de las culebras. A diferencia de las anteriores, no poseen cascabel, no producen veneno y tienen sus pupilas redondas. La excepción a la regla lo es el coralillo, Micruroides euryxanthus, poco común en el 190
delta, que es una culebra en todo sentido pero que genera veneno. Hay varias especies semejantes a un coralillo, pero éste puede ser identificado por el orden de la sus bandas de colores: “negro, amarillo, rojo y amarillo, cuidado es un peligroso coralillo”. A los niños que habitan el gran Desierto Sonorense, particularmente en el estado de Arizona, EUA, se les enseña este dicho desde pequeños.
Una culebra topera, Pituophis melanoleucus, muestra su pupila redonda y cola afilada sin cascabel. Fotos de Armando Tapia Landeros.
De esta especie hemos observado respeto por parte del sujeto rural que está consciente de su importancia al controlar la población de roedores silvestres, particularmente a los topos, que perforan los canales de riego ocasionando un desperdicio de agua. SI bien no son presa de los humanos, si lo son de gavilanes y halcones, así como de correcaminos durante su estadio juvenil. 191
La lagartija espinosa, Sceloporus magister, fue observada y fotografiada en varias ocasiones en el delta, particularmente en troncos de mezquite y álamo. Las que observamos medían alrededor de 20 centímetros, no obstante la guía de Peterson40 apunta a que su talla máxima es de 14 centímetros. Foto Armando Tapia Landeros.
Con los reptiles concluimos el capítulo de “fauna acompañante”.
Esta culebra topera que encontramos atropellada en la Colonia Pólvora, muestra su longitud. Foto Armando Tapia Landeros. 40
Stebbins, Robert C. (1985) Wastern Reptiles and Amphibians. Peterson Field Guides. Houghton Mifflin Company. Nueva York. Pág. 127.
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Capítulo V Las herramientas del oficio En este capítulo me referiré a los artefactos culturales inventados por el hombre para realizar la práctica cultural de la caza a lo largo de la historia, particularmente el perfeccionamiento de algunas de ellas durante el último siglo. Básicamente me refiero a escopetas y rifles. Para la mayoría de la gente, al ser ambas armas de fuego, son lo mismo, son sinónimos. Efectivamente, ambas tienen la capacidad de matar, cobrar presas de caza y eliminar a ciertos depredadores y plagas que afectan la economía agrícola. Pero también son artefactos indispensables en competencias deportivas tan elevadas como los Juegos Olímpicos, donde escopetas y rifles especializados posibilitan la competencia mundial. Entonces tenemos que la herramienta a describir y discutir su uso es aquella diseñada y construida para cazar animales, no para competir en el tiro o para el uso especializado en la defensa propia, aunque en una emergencia cualquier arma sirve para este propósito. Analizaremos primero a las escopetas y los rifles deportivos, para pasar después a las armas cortas de caza y por último a las armas de aire o neumáticas. Las escopetas no son iguales a los rifles y viceversa. Existen varias diferencias entre estas dos herramientas del oficio de la caza. La principal consiste en el diseño del cañón y del cartucho que utilizan. Las escopetas tienen el cañón (ánima) liso por dentro y son largos. Los rifles tienen el cañón estriado por dentro y son más cortos que los anteriores. Las escopetas tienen un grano por mira delantera y no tienen mira trasera. Los rifles tienen ambas miras. El estriado del rifle consiste en surcos en espiral para hacer girar la bala o proyectil y estabilizarlo en su viaje hacia el blanco. Esto permite utilizarlos a grandes distancias, cientos de metros. Las escopetas con su cañón liso orientan el escopetazo consistente en una carga definida de municiones, postas o perdigones. El rifle tira un proyectil o bala lejos; la escopeta tira muchas municiones cerca. El cartucho de rifle es de latón con la punta o bala de plomo encapsulada en latón también, regularmente con la punta de plomo expuesto. El cartucho de escopeta fue de cartón y ahora son de plástico con la base de latón.
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Izquierda, un cartucho de escopeta medida 20; derecha un cartucho de rifle en calibre .222 Remington. Foto del autor.
Tanto para cartuchos de rifle como de escopeta se construyen armas deportivas de diferentes mecanismos. A lo largo del texto ofrecimos ejemplos de los tipos de armas más utilizadas en el delta del Río Colorado. Las escopetas de dos cañones pueden tenerlos uno a cada lado o en forma yuxtapuesta, popularmente conocidas como “cuatas”; o con los cañones sobre puestos conocidas en inglés como over and under. La marca Browning registró para su uso exclusivo la palabra superposed para designar a sus excelentes escopetas de cañones superpuestos. La gran ventaja de estas armas es que cada cañón tiene un choke o estrangulamiento, constricción de diferente medida en la boca del cañón, para esparcir la carga de munición a diferentes distancias. Por ejemplo, un cañón para disparar lejos y otro para cerca, que las escopetas de un solo cañón no tienen.
Las escopetas de un solo cañón tienen el choke fijo, o rosca para instalarle el choke que se requiera para el tipo de caza en que se utilizará, pero siempre será efectivo a una sola distancia, las de dos cañones a dos diferentes distancias. Pero la gran ventaja de las armas de un solo cañón es que pueden disparar varios tiros, las de dos cañones solamente dos. En seguida, explicación sobre los chokes:
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Chokes y su distancia efectiva Cilindro, sin choke Skeet, tiro al blanco Cilindro mejorado Modificado Full o cerrado Super o extra full
10 metros 20 metros 25 metros 35 metros 45 metros 55 metros
Definición y marcado convencional de los chokes en los cañones: Cilindro ⅟₁ sin choke Un cuarto ¼ **** Medio ½ *** Tres cuartos ¾ ** Completo FULL *
La tabla anterior muestra otra forma de distinguir los chokes y su marca respectiva (*) grabada en el cañón de una escopeta.
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En la foto anterior utilizo una escopeta marca Browning Superposed hecha en Bélgica, con cañones de 26½ pulgadas, Improved cylinder o “mejorado” abajo (****); y modified o “modificado” arriba (***). Foto álbum familia Tapia Landeros.
Las escopetas de un solo cañón pueden ser de un tiro a la vez, que se “quiebran” como las armas de dos cañones; pero también pueden ser de repetición. Las hay semi automáticas que disparan un tiro cada vez que apretamos el gatillo; o de acción de corredera o pump action, donde el tirador tiene que accionar el mecanismo para expulsar el casquillo recién utilizado y subir desde el cargador a la recámara del arma uno nuevo. Hay expertos que utilizan una de estas armas como si fuesen semi automáticas. Aquí cabe decir que en México están prohibidas las armas automáticas, y se entiende por esto aquellas que al oprimir el gatillo disparan varios tiros o ráfagas. Estas son armas de asalto y defensa para el uso exclusivo de las fuerzas armadas y nunca las hemos utilizado en la cacería.
Edades de dos de mis escopetas favoritas. Foto del autor.
Ahora bien, las escopetas existen en varias medidas como vimos a lo largo del texto. A continuación una gráfica que muestra las distintas medidas de las escopetas y su alcance relativo: 196
En la gráfica anterior aparece el término magnum. En la cinegética se utiliza para designar a un cartucho y el arma capaz de utilizar cartuchos más potentes que el diseño original. Entonces las medidas 12 y 20 magnum corresponde a cartuchos de mayor potencia y alcance. Como se puede apreciar, una 20 magnum tiene el alcance de una 12 que no lo es. Los cartuchos estándar son de 2¾ de pulgada de largo (70 mm). Los cartuchos magnum son de 3 pulgadas de largo (76 mm) y recientemente el súper magnum de medida 12 en 3½ pulgadas de largo que no aparece en la comparación de la gráfica.
Se deduce de esta gráfica que a menor número de medida de escopeta, mayor capacidad de alcance; a mayor número de medida de escopeta menor capacidad de alcance hasta la medida 28. La llamada 410 no es medida, es un verdadero calibre .410 milésimos de pulgada, como en los rifles. 197
Cómo se designa la medida de una escopeta: Las escopetas no se distinguen por el diámetro de su cañón en milímetros o pulgadas como los rifles y pistolas. Se catalogan por la cantidad de esferas de plomo contenidas en una libra de peso, y que quepan por el cañón liso. La medida 12 se debe entonces a que si la libra de plomo se divide en esferas, serán 12 para que quepan por el cañón de una escopeta medida 12. Se usa el mismo criterio para el resto de las escopetas, excepto la .410”, que como ya dijimos, son milésimos de pulgada, por eso se refiere a ella como escopeta “calibre” y no ”medida”. En seguida otra gráfica que muestra el tamaño relativo de las municiones, postas o perdigones. En este caso, a mayor número de munición, menor tamaño de la misma y viceversa. Para mayor comprensión incluimos el diámetro en pulgadas y milímetros de cada uno de los números de uso cinegético
En la parte final de la gráfica incluimos la cantidad de esferas de plomo o municiones que hacen 28 gramos o una onza, para que el lector comprenda que mientras más chica sea la munición más cabrán en el cartucho y viceversa. En el ejemplo siguiente tenemos la información necesaria para comprender las capacidades de las medidas más comunes y sus cartuchos mediante su comparación:
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Cantidad de munición # 6 en las distintas medidas de escopetas: Medida Cantidad 12 280 16 252 20 225 28 187
Esta comparación evidencia la baja en potencia de los cartuchos de escopeta cuando se incrementa su clasificación numérica. A menor medida (12), mayor capacidad. A mayor medida (28), menor capacidad de carga y por ende de infligir daño. Ahora pedimos al lector que regrese en el texto hasta el apartado del faisán. Con el sub título de “Excelente día de caza del faisán” ejemplificamos con un hecho real, el resultado de utilizar un arma sin la potencia necesaria para cazar un ave grande como el gallito de monte. Teóricamente, si mis faisanes tuvieron cinco impactos cada uno y cayeron muertos, con la 16 hubiesen tenido cuatro, con la 20 tres y con la 28 uno, insuficiente para derribar a un pájaro grande como éste. Suponiendo que se disparó a la misma distancia y con el mismo choke en cada escopeta. Y como las municiones en vuelo se van dispersando en la medida que viajan alejándose del cañón del arma, a más distancia menos densidad de plomeo y por ende menor capacidad de hacer daño. En el mismo ejemplo anterior, con tan sólo alejar el 199
blanco cinco metros, se perdería más o menos una munición al reducir la medida de la escopeta. Cinco metros más lejos, mis faisanes ya no tendrían cinco sino cuatro heridas; con la 16 tres; con la 20 dos y si acaso uno o ninguno con la 28. Estudios realizados en este sentido indican que para derribar limpiamente un ave, se requieren al menos cinco impactos. Entonces, el tirador de la 28 necesitaría disparar a 20 metros para tener la efectividad de la 12 a 40 metros. Por eso dije al cazador estadounidense que utilizó una escopeta medida 28, que no estaba usando el arma con la potencia suficiente para matar faisanes y sólo los estaba hiriendo y perdiendo.
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En esta gráfica compuesta intento mostrar cómo en la medida que se aleja la carga de municiones de la boca del cañón se dispersa, hasta perder la densidad suficiente para infligir el daño necesario para derribar a la presa. La escopeta medida 12 con cañón de choke modificado, quizá la combinación más usual en el delta, nos sirve de ejemplo. En el cuadro que sigue, y con base en nuestra experiencia de muchos años de probar en papel cargas de munición, medidas de escopeta y sus chokes, muestro los promedios de distancia efectiva para cada choke, independientemente de la medida de la escopeta, con el único propósito de orientar al lector en el mejor uso de estos artefactos culturales. Longitud del cañón En cuanto a la longitud del cañón de la escopeta, persiste la creencia de que cuanto más largo, más alcance, lo cual no es cierto. Lo que determina que las municiones lleguen lejos, es el choke, que mientras más cerrado, más lejos viajarán juntas las municiones. Otro factor es la velocidad: a mayor velocidad inicial, mayor alcance. Y por último, el tamaño o peso de la munición y su esfericidad. Las de mayor peso y mejor esfericidad llegarán más lejos. Entonces no podemos esperar que un cartucho y escopeta de Skeet llegue lejos, porque lo que importa en este deporte es un plomeo amplio y denso a 20 metros. En Skeet se utilizan escopetas de 26 y 28 pulgadas de cañón con choke de Skeet, más abierto que el cilindro mejorado, y cartucho de velocidad estándar con munición muy fina número 9. En cambio para cazar ganso y grulla, se utilizan cañones de 30 y 32 pulgadas de largo, Full Choke y cartuchos de alta velocidad con munición BB o número dos. (Ver la tabla Tamaño relativo de las municiones).
Los cañones largos, de 30 y 32 pulgadas, se usan en el tiro al plato, Trap y Fosa Olímpica, porque permiten apuntar mejor a blancos pequeños a grandes distancias. Teóricamente al menos, si el cañón fuese tan largo que tocara al blanco, no se erraría. Pero un cañón de 32 pulgadas es lento y pesado para abanicar (swing) a una presa a corta distancia, como sucede con la codorniz y el faisán. Por esta razón en la caza de estas presas se prefieren cañones cortos de 26 pulgadas o el estándar de 28 pulgadas. En escopetas modernas con Chokes de rosca intercambiables, se prefieren cañones de 27 pulgadas, un intermedio entre las 26 y 28 pulgadas. La escopeta medida 20 con recámara para el cartucho magnum de tres pulgadas de largo, o 76 milímetros. Esta combinación merece una consideración aparte. En la gráfica “tamaño relativo y alcance de las escopetas” vimos como una escopeta medida 20 con recámara de 76 milímetros para cartucho magnum, es equivalente a una escopeta medida 12 estándar y su carga de alta velocidad de 1¼ de onza o 36 gramos de munición. Pero una 20 pesa medio kilogramo menos que una medida 12, por ende más conveniente en los largos recorridos que se requieren en la caza del faisán o la codorniz. Pero a menor peso, se 201
siente más “patada” o retroceso del arma. Esto se soluciona con las armas modernas semi automáticas, la escopeta europea Benelli modelo 90 pesa menos de seis libras, mientras que una 12 pesa 7½ libras o más. Ambas lanzan la misma cantidad de municiones: 36 gramos. El mecanismo de la semi automática hace que se absorba parte de la energía del retroceso para accionar el mecanismo y se sienta menos “patada”. En cambio en una escopeta medida 20 magnum de dos cañones el retroceso es de consideración y algunos tiradores no lo toleran.
Un pato pintail o golondrino cobrado con la entonces nueva escopeta Winchester modelo 101 de cañones sobrepuestos, en medida 20 con cañones de 28 pulgadas y recámara de tres pulgadas, utilizando 36 gramos de munición cobrizada número cuatro. Caza de pato con señuelos de hace 51 años al momento de escribir esto, en la Laguna de Los Volcanes, de Cerro Prieto. Foto álbum familiaTapia Landeros.
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17 meses después cacé este coyote con la misma arma y carga. Foto álbum familia Tapia Landeros.
Como preámbulo al análisis del tiro al vuelo y con el objeto de orientar al lector sobre la mejor forma de utilizar estos pequeños proyectiles esféricos, a continuación la siguiente tabla de recomendaciones: Uso recomendado para los distintos tamaños de munición: Paloma Codorniz Faisán Cerceta Pato Conejo Ganso
Medida 12 Choke óptimo 7½ 5 6 4 6
Modificado 8, 7½ Mejorado Modificado Modificado Full Mejorado 2, BB Full
La tabla anterior fue hecha con base a varias décadas de experimentar en la cacería del delta, con los diferentes tamaños de municiones y los distintos chokes. El lector comprenderá que a corta distancia, hasta una onza de munición # 8 mata a un ganso si dispara a la cabeza. Pero la recomendación es general y considerando las distancias promedio a las que se dispara a las diferentes especies de uso cinegético en la zona de estudio que nos ocupa.
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Para la caza del faisán, internacionalmente se recomienda la munición # 5 como la ideal. Si usted no consigue cartuchos con este tamaño de posta, utilice un cartucho con munición # 6 para el primer disparo y del # 4 para los subsiguientes, todos de alta velocidad. Para la caza de la paloma, algunos escopeteros usan munición # 8 durante el primer mes de la temporada porque las aves están tiernas y confiadas, y # 7½ para el resto de la temporada. Hay quienes cazan al principio del año faisán, codorniz y ocasionalmente cerceta y pato en drenes agrícolas, y prefieren simplificar utilizando solamente una clase de cartuchos. Utilizan tiros de alta velocidad con munición # 6, en escopetas medidas 12 y 20, para todas estas especies. Lo que nunca deberá suceder es invertir las opciones: ganso con # 8 y paloma con # BB. (Véase la tabla “Tamaño relativo de las municiones”). Si usted sólo pudiese tener una sola escopeta y solamente un tipo de cartucho, la mejor opción en nuestra experiencia sería una escopeta medida 12 de bomba o acción de corredera, con cañón de 28 pulgadas de largo y choke modificado. Por cartucho, de 36 gramos (1¼ de onza) con munición # 6. Con la habilidad necesaria, con esta combinación podría cazar todo en el delta, excepto las grandes aves migratorias y el coyote. El tiro al vuelo, ¿arte o ciencia? En el tiro al vuelo, por lo general se dispara no a la presa, sino a donde ella estará al momento de ser interceptada por la carga de munición. Esta realidad necesariamente nos lleva al cálculo, un razonamiento que se puede auxiliar de la ciencia para conocer el “adelanto” que se requiere para que algunas municiones impacten a la presa en movimiento. En nuestra experiencia, esto es posible lograrlo en gran medida en el tiro al blanco, Skeet o Trap41. Y esto se debe a que se dispara desde posiciones fijas y conocidas, a distancias predecibles y sobre todo, a un blanco siempre del mismo tamaño y velocidad conocida.
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El Trap y el Skeet, son deportes del tiro a platillos de alquitrán en vuelo. Ambos son eventos legítimos y antiguos en los Juegos Olímpicos. En ambos ha habido quienes registren escores perfectos de 200X200.
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En esta fotografía intervenida simulamos el plomeo y el “adelanto” relativo para abatir a una paloma en vuelo, a esta distancia. Foto Armando Tapia Landeros.
Pero en la cacería de aves o pequeños mamíferos a la carrera y en terreno disparejo, es imposible anticipar las condiciones del tiro, buscar en nuestra mente la referencia o experiencia anterior en que tuvimos éxito y aplicarla. Esta circunstancia del tiro al vuelo hace que para algunos escopeteros la práctica no tenga nada de científica y se convierta en todo un arte. Entre los escopeteros, existe la distinción entre aquellos que aciertan regularmente, ya que nadie acierta siempre sin errar, que hay individuos que nacen tiradores natos. Los llamamos tiradores “instintivos”, porque creemos que tiran por instinto, no por razonamiento. ¿Y usted de cuáles es? He entrevistado a varios de ellos y he encontrado un común denominador: no prestan mucha atención al choke y nunca utilizan la mira de la escopeta. Estas armas tienen por mira delantera una pequeña esfera, una munición de acero atornillada al final del cañón del arma. Y como hemos visto, las escopetas no tienen mira trasera como rifles y pistolas tienen. Este me ha llevado muchos años de reflexionar sobre el fenómeno del tiro al vuelo exitoso. Y he encontrado que el secreto está, en buena medida, en las dimensiones de la culata de la escopeta. Si es la correcta para el tirador, el impacto será donde ponga el ojo. De ahí que no requiera mira delantera. Si la culata le queda alta, el impacto será arriba de donde ponga el ojo. Si la culata está muy caída y le queda baja, el impacto será debajo de donde ponga el ojo. ¿Cómo le queda su culata? Es mejor que la revise si no acierta con frecuencia. Lo primero que debe hacer, es saber cuál es su ojo dominante. Apunte con los dos ojos abiertos su dedo índice a un objeto fijo, luego cierre su ojo izquierdo y si su dedo sigue sobre el objeto, entonces su ojo derecho es el dominante. En la misma situación, ahora cierre su ojo izquierdo y verá que su índice ya no apunta al objeto elegido. Este 205
es el caso para un tirador normal derecho. Cuando el ojo dominante resulta ser el izquierdo, deberá acostumbrarse a apuntar con él, quizá tirar a la zurda o hasta adecuar la culata de su escopeta. Una vez que conoce a su ojo dominante, realice el siguiente ejercicio: Tome su escopeta, cierre los ojos y encárela. Abra los ojos y, si ve a la mira sentada sobre la parte trasera de la escopeta, sin ver nada del cañón, la culata le queda bien. Si ve parte del cañón, le queda alto y pegará alto, como en las escopetas para el Trap. Si al abrir los ojos no ve la mira, la culata le queda baja y pegará abajo del blanco. En otras palabras, su ojo es la mira trasera en las escopetas.
Tomando en cuenta la dirección de los cañones sobrepuestos de esta escopeta, con una línea de fuego imaginaria trazamos la ruta del escopetazo. Es posible que la culata le quede “alta” al tirador, por eso sus municiones, agregadas a la foto, pasaron por arriba del blanco. Foto Armando Tapia Landeros.
En el tiro al vuelo es recomendable disparar con ambos ojos abiertos, aunque ya sepamos que ojo es el dominante. De esta forma el escopetero siempre tiene el panorama completo, ya sea para advertir nuevos blancos o detectar a compañeros y evitar un accidente. Estimamos que un buen tirador derriba una paloma huilota al vuelo por cada tres tiros que hace, es decir, falla dos de tres. Uno excelente menos que eso. Otro mediano cuatro por paloma. Más de cinco es un novato o lo que llamamos un tirador mediocre. En una ocasión en una tirada de paloma huilota un escopetero que llegó a campeón nacional de Trap, derribó 50 palomas con dos cajas de cartuchos, es decir con 50 tiros, 50X50. ¡Ha!, pero falló un disparo. Lo que sucedió fue que en uno de sus tiros se cruzaron dos pájaros y tumbó los dos con un solo disparo. Hablo de mi amigo Guillermo Alba Bañuelos. Contrario al ejemplo anterior, muchas veces hemos visto a un cazador de palomas quemar una caja de 25 cartuchos y cobrar tres aves. No recuerdo a alguien que haya 206
fallado las 25 veces. Esto nos lleva a asegurar que en el tiro al vuelo no existe la perfección absoluta ni nadie es tan mal tirador como para fallar siempre. Lo que apasiona del tiro al vuelo no lo es sólo traer carne fresca y saludable a casa, sino también medirse, retarse a uno mismo y superarse en lo posible con el paso del tiempo. Debo confesar que en más de 60 años de cazar paloma huilota, tengo días que derribo una paloma con cada tres disparos, pero otros de 1X5. Quizá mi promedio de vida sea el 1X4 en esta presa al vuelo, considerada la de mayor dificultad por su reducido tamaño, gran velocidad y zigzagueo en su vuelo errático. Deduzco que mis reflejos, visión y coordinación muscular no son las de un campeón. En Trap, en dos ocasiones alcancé el segundo lugar nacional, o sub campeonato, con 197 aciertos de 200 posibles. Definitivamente el tirador es más eficiente cuando conoce la distancia, ángulo, velocidad y tamaño del blanco, que cuando no lo sabe. Por ello en el tiro al vuelo es mayor reto la caza, que el tiro al blanco. Situaciones de tiro En la jerga cinegética se reconocen por lo menos cuatro situaciones en las que el tirador intenta dar en el blanco, en este caso, emplumado. Enseguida lo ejemplificamos con el tiro al faisán. 1 La situación en donde tiene más éxito el escopetero, es cuando el pájaro se aleja en línea recta. Basta disparar “al bulto”, como decimos los escopeteros:
A pesar de lo fácil y de haber sido impactado, este faisán escapó, obviamente herido. Foto Armando Tapia Landeros.
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2 La situación que mayor dificultad entraña para el escopetero es la que llamamos “entrando”, que es cuando la presa se aproxima de frente. Por la velocidad a que llega, cada fracción de segundo está más cerca y con ello nuestro plomeo más cerrado:
Dos faisanas se aproximan en una arriada en un algodonal. La de la derecha ya descubrió al fotógrafo. Foto Armando Tapia Landeros.
Los viejos cazadores de pato del delta opinaban que en estos casos, lo mejor era dejar pasar al pájaro y dispararle por la retaguardia, cuando se aleja, o “saliendo”. Su argumento era que la munición penetra más por atrás del plumaje que por enfrente, creencia arraigada y nunca comprobada. 3 Las dos últimas situaciones de tiro al vuelo dependen en su ejecución, de si el escopetero es diestro o siniestro. Quienes tiramos a la derecha y que somos abrumadora mayoría, abanicamos mejor, o hacemos un swing más efectivo, cuando el ave vuela de derecha a izquierda:
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El tirador derecho tiene su pie izquierdo enfrente y pivotea sobre él de manera armónica, natural. El zurdo no.
4 La última situación de tiro es a la inversa de la anterior: el blanco se desplaza de izquierda a derecha:
Al tener el tirador derecho su pie izquierdo al frente, es más lento y hasta torpe para girar hacia la derecha. Por el contrario, esta situación favorece a los zurdos.
Tiro imposible Fotos Armando Tapia Landeros. 209
Ahora bien, usted ya podrá imaginar la infinita combinación de ángulos, distancias y velocidades posibles entre estas cuatro situaciones del tiro al vuelo. Esto es lo que hace interesante y hasta apasionante, el tiro al vuelo, ¿ciencia o arte?
El swing y la cauda El abanicar o seguir a la presa en movimiento, conocido en inglés como swing, guarda un secreto: no detenerlo para disparar. El experto sigue a la presa desde atrás, la rebasa y cuando tiene el “adelanto” que su marco referencial le indica como el adecuado, oprime el gatillo y sigue con el movimiento hasta ver caer el pájaro. Si uno detiene el arma para disparar, la velocidad a la que vuela el blanco hará que dispare a destiempo y la carga de munición le pase por atrás. Además, con el swing continuado, el tirador está inmediatamente en posibilidad de hacer un segundo disparo si no acertó en el primero o sólo hirió a la presa. Incluso puede hasta corregir si en el primer tiro no adelantó lo suficiente. Debemos tener presente siempre que la carga de munición no vuela junta, sino que forma una cauda donde las más pesadas y esféricas van al frente y las livianas y menos esféricas atrás y se dispersan primero. Es mejor adelantar de más e interceptar al blanco con las últimas municiones de la cauda, que pasar a todas por atrás sin ninguna posibilidad de impacto.
En esta situación de tiro, debido a que las huilotas vuelan en fila, si se adelanta bastante a la primera de ellas y dispara, debido a lo largo de la cauda de las municiones, quizá hasta alcance a derribar a dos de ellas. Foto Armando Tapia Landeros.
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Muchos padres inician a sus hijos en el tiro con escopeta con la más pequeña de todas, la calibre .410”. En nuestra experiencia es mejor hacerlo con una medida 28, o si el niño o adolescente la puede, con una medida 20.
Izquierda una escopeta calibre .410” de un tiro. Derecha una medida 28 cuata. Fotos del autor.
Mientras más temprano se introduzca al niño en el manejo de las armas, en este caso un rifle de aire, mejor aprenderá a respetar y utilizar responsablemente estos artefactos culturales. Foto Jorge Slim Aun.
Culturas diferentes En una ocasión pregunté a un oficial del Departamento de Pesca y Caza de California, desde qué edad se permitía en ese país manejar un arma de fuego y me respondió: “Desde que pueda con ella”. Este criterio liberal aplica y no en México. Mientras que para obtener el permiso para y transportar y utilizar armas de fuego exige a ciudadanos mexicanos menores de 40 años presentar la Cartilla del Servicio Militar 211
Nacional liberada, el reverso del mismo dice que el permisionario podrá prestar una de sus armas autorizadas a un acompañante, siempre y cuando esté él presente. Esto permite a los padres de niños y jóvenes con interés en el tiro deportivo practicar mucho antes de alcanzar la edad reglamentaria para utilizar sus propias armas. Es una disposición que reconoce los valores culturales de una tradición ancestral que los mexicanos armados debemos mantener y cuidar. También es de gran utilidad para iniciar a adultos que no tuvieron padres tiradores. El otro filtro para que un ciudadano mexicano tenga acceso a este privilegio, el de poseer, transportar y utilizar armas de fuego en la caza y el tiro de práctica y competencia, es la aceptación en un Club de Caza y Tiro autorizado por los tres niveles de gobierno. En la gran mayoría de estas organizaciones deportivas, se requiere la recomendación y visto bueno de cuando menos tres miembros; en otros, del total de la membrecía. Esta última y rigurosa condición se debe a que en el pasado ingresaron a los clubes individuos que a la postre infringieron la ley. Los estatutos de los clubes castigan con la expulsión a miembros que se comporten de manera irregular, y se acostumbra boletinarlos para que no sean aceptados en alguna otra organización. Candados que pretenden la sustentabilidad del deporte.
Los rifles Los rifles como arma de fuego cada vez tienen menos uso en el delta, la razón en nuestra opinión es que cada vez hay más gente y ganado en la zona rural y el rebote de una bala lleva el potencial de herir a alguien o a algo de muerte. Pero debemos decir que los cartuchos de alto poder y muy alta velocidad para cazar animales indeseables y plagas, como el perro de la pradera en los EUA y los coyotes en todas partes, disparan balas frágiles que se desintegran al impacto, sea en un organismo o en un terrón, y pierden el potencial de infringir daño. En cambio el calibre .22 de fuego anular42, o el típico 22, dispara una bala de plomo sólida que atraviesa o rebota y sigue peligrosamente su camino.
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Estos cartuchos no tienen el fulminante en el centro de su base, lo tienen interno en el anillo de la base. Los de fuego central, como todos los demás de alto poder, tienen el fulminante en el centro de su base, y puede ser sustituido cuando se reconstruyen o recargan.
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Faisán cobrado con rifle calibre .222 y mira telescópica Foto álbum familia Tapia Landeros.
Por eso utilicé siempre rifles de estos, como los ya mencionados en la caza de faisán y coyote. Ahora hay nuevos cartuchos y armas para este propósito, tales como los calibres .17 y .20, que en manos expertas, pudiesen ser utilizados con la anuencia y supervisión del umero responsable. Pero si los rifles como arma de fuego tienden a la baja en el delta, los rifles de aire tienden al alza. Rifles de diábolos de alta velocidad, o aquellos que disparan las “copitas” como también se les conoce a estos proyectiles de plomo, y que rondan los 1000 pies por segundo de velocidad en calibres .17, .20, .22 y .25, son enteramente adecuados para cazar palomas, codornices, ardillas y conejos a corta distancia.
En el delta del Río Colorado, los rifles de aire de alta velocidad tienen la potencia suficiente para cobrar presas menores, como palomas y conejos. Fotos del autor. 213
Hasta ahora hemos utilizado con éxito en paloma y conejo rifles de fabricación alemana de marcas Weihrauch y RWS, de esta última los modelos 34 en calibre .17 y modelo 460 Magnum en calibre .22 que aparece en la fotografía anterior. Su gran ventaja en el delta es precisamente la desventaja de las armas de fuego. Un diábolo ciertamente puede herir a alguien, pero hasta ahora no ha habido fatalidades que lamentar y esperamos nunca las halla. Por regla, si la posta logra atravesar el cuerpo de la presa, copa o diábolo, ésta cae inmediatamente. Tienen la enorme ventaja de ser silenciosos y no alarman a otros animales ni a la gente rural del delta. Por supuesto, para cazar con armas de aire, sea previamente comprimido, de resorte, pistón o de gas, también se requiere la licencia de caza, el cintillo para la actividad, y hacerlo en temporada y dentro de una UMA.
Una paloma perchada a 30 metros o menos, es un blanco seguro con un rifle de aire de alta velocidad y mira telescópica. Foto Armando Tapia Landeros.
Las armas cortas Durante algunos años un grupo de pistoleros entusiastas utilizamos armas cortas, revólver y pistola semi automática, en calibres .22 y .38 especial, para cazar conejo en el delta y desierto que lo rodea. Pero la campaña contra el crimen organizado, la acción de desarmar al ciudadano conocida como “despistolización”, así como la renuencia de la Secretaría de la Defensa Nacional a autorizar transportación de armas cortas al deportista organizado, han hecho casi imposible que la caza con arma corta se popularice en México.
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Media docena de liebres y conejos cobrados con un revólver Smith & Wesson calibre .22 Foto Rómulo Méndez Higuera (ᵻ).
Pero apenas se cruza la línea divisoria hacia el norte, en los EUA se caza todo con arma corta. Desde conejos y hasta osos. Esa práctica cultural nos sirve de ejemplo como en un país en donde los ciudadanos gozan de mayor libertad, las armas cortas deportivas tienen un uso tanto legítimo como efectivo. Además su uso representa un reto mayor y de más deportivismo para el cazador. Como recuerdo del uso del arma corta en la cacería, aún conservo una pistola de un tiro marca Thompson Center Contender, con cañón grueso (bull) en calibre .22 Hornet y mira telescópica Leupold de 2X, que llegué a utilizar en el delta, para cazar coyote, ganso y faisán.
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Capítulo VI El marco jurídico La actividad de la caza o el aprovechamiento de algunas especies de animales silvestres por parte del hombre es muy antiguo y se remonta a tiempos inmemoriales o de los que no tenemos recuerdos. Probablemente desde que el ser humano sintió hambre por primera vez, tuvo la necesidad de cazar algún bicho para alimentarse. Algunos historiadores opinan que primero fuimos herbívoros recolectores y después cazadores recolectores. Pero posiblemente siempre fuimos omnívoros, es decir, que desde el principio de los tiempos de Homo sapiens y especies relacionadas de las que provenimos evolutivamente, aprovechamos tanto a especies de flora como de fauna, y algunos minerales como la sal. Esta antigüedad como una práctica cultural de Homo ocasionó que desde épocas tempranas los usuarios del recurso natural fauna silvestre idearan reglas o normas para hacer equitativo el aprovechamiento de los animales salvajes. El filósofo español José Ortega y Gasset, dejó asentado en su pensamiento sobre la caza, que los animales salvajes siempre fueron escasos. Que históricamente siempre ha habido mayor demanda (cazadores) que oferta (animales). Esto se entiende de un pensador europeo, cuna de la civilización occidental a la que pertenecemos y primera en extinguir especies como el bisonte del bosque y el oso de las cavernas. En contraste, de los cazadores nativos americanos no se tienen antecedentes de escases de fauna silvestre, hasta la llegada del hombre europeo al nuevo continente. Entonces entre estos dos continentes no se comparte el mismo razonamiento sobre demanda y oferta de animales salvajes. De todos es sabido que sólo después de la riqueza faunística de la savana africana, estuvo la pradera y montaña americana. Las manadas de alces, bisontes y berrendos en América, rivalizaban con las manadas de antílopes africanos. Hubo abundancia de ciertas especies en América, antes de la invasión humana. Parece ser que con la inversión de esta condición, es decir que al momento de haber más cazadores que animales, apareció la necesidad de establecer reglas, normas y leyes para intentar una distribución equitativa de esta riqueza natural renovable. Al no ser este un libro sobre historia jurídica, solamente abordaré el tema a la luz de dos legislaciones: La Ley Federal de Caza, LFC, (1952-2000), y la Ley General de Vida Silvestre, LGVS, (2000). Esto es pertinente porque la experiencia colectiva en la se sustenta empíricamente la descripción de la práctica cultural de la cinegética, fue bajo la tutela de estos dos ordenamientos jurídicos. No compararé artículo por artículo en atención a que el presente texto es uno de divulgación, para un público amplio. Pero ha habido cambios sustantivos de una ley a otra que han influido, modificado, radicalmente en algunos aspectos, la práctica cinegética o también llamada caza deportiva. En los antecedentes de este libro planteo 216
que en buena medida este giro legislativo motivó el deseo de observar de cerca cómo es ahora esta actividad para comparar contra como lo fue. Actitud hacia la fauna silvestre consistente en apropiarse de animales salvajes sin que necesariamente sea para comerlos. Cuando se mata para comer, estamos ante otro escenario y tratamiento jurídico distinto que la actual LGVS reconoce como “aprovechamiento para fines de subsistencia”, artículos 92 y 93. Pero la experiencia colectiva y la tradición familiar y de grupos expresada en páginas anteriores, demuestra que los cazadores, exceptuando a caninos y felinos, cazamos para cocinar lo que cobramos deportivamente. He resistido la tentación de calificar a esta tradición como “deportiva” en virtud de las múltiples críticas de parte de quienes no aprueban a la práctica cinegética. Ellos opinan que cazar no tiene nada de deporte y no intentaré contradecirlos. La narrativa con perspectiva histórica que antecede a este capítulo ha dejado claro que quienes cazamos lo hacemos para mantener viva una tradición ancestral. Porque está en nuestra propia naturaleza interactuar con el medio natural de esa manera. Porque hay una pasión de por medio. El cazador español Miguel Delibes atinadamente argumenta que para que se dé la caza moderna, se requiere “un hombre, un paisaje, una pasión”43. Y como toda pasión debe ser tratada y comprendida y este no es momento para disertar sobre ello. Entonces en este capítulo solamente señalaremos aquellos cambios jurídicos no mencionados aún en el texto, que han tenido un impacto en la comprensión y desarrollo de la práctica cultural de la cinegética. Antes del año 2000, durante la segunda mitad del siglo XX, fue la mencionada LFC la que regulaba esta actividad. La fauna silvestre era propiedad de la Nación y esta autorizaba, mediante un permiso federal, cazar animales salvajes. Reconocía a los ciudadanos mexicanos asociados en clubes, asociaciones estatales y federales como legítimos usuarios del recurso natural de uso cinegético. No obstante esa tutela, advertía que era necesario contar con el permiso del predio en donde se iba a cazar. El gobierno federal publicaba un Calendario Cinegético para cada estado federado en el que se consignaban las especies permitidas, límites diarios y de posesión de animales cobrados, así como las fechas permitidas. El siglo pasado empezamos a cazar de adolescentes pagando 15 pesos por ese permiso, de los cuales la mitad, 7.50, eran para el estado y la otra mitad para la federación. Era válido para todo el territorio nacional y permitía límites generosos de faisanes, patos, gansos, codornices, palomas, pécari, venado cola blanca, guajolote, coyote, zorra, gato montés, etc. Esta situación podrá sonar idílica ahora, pero cazar en México era una ganga, un paraíso cinegético. Pero lo que no cuesta, no se cuida. Paulatinamente el precio del permiso fue subiendo y el menú cinegético fragmentándose, hasta que a fin de siglo llegó a la necesidad de tener que pagar varios 43
Delibes, Miguel. (1994) Un cazador que escribe. Fondo de Cultura Económica. Madrid. Pág.11. 217
permisos para cazar lo mismo de antes con uno solo. Así nacieron los permisos de aves, de pequeños mamíferos, de venado cola blanca y especiales para puma, venado bura y borrego cimarrón. Con los años hubo más cazadores, menos fauna y mayor costo. Para comparación, hoy cazar ocho faisanes cuesta 1,500 pesos; 30 palomas huilota 1,200; 20 alas blancas otros 1,200; 15 codornices 1,000; un venado cola blanca de Sonora 2,500; un guajolote 1,000 pesos, etc.
Cintillos de cobro del Carnet cinegético para 2018-2019
Pero hay precios de la fauna silvestre mexicana inalcanzables para la gran mayoría de los cazadores mexicanos. El borrego cimarrón en Sonora y Baja California Sur se llega a vender en 50 mil dólares cada trofeo; y el venado bura sonorense hasta en 10 mil dólares. Y mucho ha tenido que ver esta alza de precios en estas codiciadas especies cinegéticas, la Ley General de Vida Silvestre y su figura jurídica insigne, la UMA. El año 2000 marcó un parte aguas jurídico en México y su legislación cinegética. La antigua LFC era conservadora, cautelosa, como que fue producto de una época de excesos, de matanzas inmoderadas de animales con fines comerciales. Esta práctica llevó a varias especies cinegéticas a desaparecer, como el berrendo peninsular en Baja California, a otras al peligro de extinción como el castor del delta del Río Colorado, y otras más en la categoría de bajo protección especial como el borrego cimarrón. Ante tan desolador panorama, la LFC prohibió en 1952, en su artículo 16, la caza con fines comerciales.
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El mayor cambio en la nueva legislación ambiental es que la LGVS, no solo ya no prohíbe, sino que permite e incentiva el comerciar con los animales de uso cinegético. Pero si antes los cazadores mexicanos asociados podían solicitar permisos para cazar, a partir del año 2000 solamente el dueño de la tierra puede obtener una tasa de aprovechamiento y la puede revender en forma de cintillos de caza a sus clientes. Además de tener la posibilidad de cobrar por otros servicios como guías, hospedaje, derecho de visita y tránsito en su predio, avituallamiento, taxidermia, procesamiento y empaque de animales cobrados, etc. En otras palabras, la nueva ley le da valor a este recurso natural renovable que utilizado sustentablemente, estará por siempre en los predios bendecidos con los animales que busca el cazador. La misma ley le permite al dueño de la tierra “transferir esa prerrogativa a terceros”, es decir, vender o rentar ese derecho, conservando parte de los beneficios económicos que la actividad genera. Esta disposición crea la figura del “prestador de servicios”, antes conocido como “organizador cinegético”, un intermediario entre el rural y el cliente o cazador lo cual automáticamente incrementa el costo de la caza. Esto se debe a que no todo dueño de tierra y derecho de caza tiene la capacidad, conocimiento y vocación para ser un servidor turístico. Su mundo es la siembra y el pastoreo, no atender forasteros en su casa. El otro cambio sustantivo en la nueva ley, es que solamente se puede cazar deportiva y legalmente en una UMA, o Unidad de Manejo de Fauna Silvestre, como reza una de sus definiciones. Monopoliza la actividad en espacios controlados por el estado. Esta disposición automáticamente coloca al propietario rural en una posición de ventaja, ya que la ley no reconoce el hecho de que el propio gobierno federal, propietario de millones de hectáreas con fauna silvestre, pueda por sí mismo expedir permisos federales para cazar legalmente en sus posesiones. Esto empodera al antes ignorado sujeto rural y montés. Lo coloca en posición de recibir ofertas por su tierra antes sin valor, o rentarla. En interactuar con gente importante y poderosa. Ahora es tomado en cuenta. Pero esta legislación posmoderna de la LGVS, tuvo un rasgo humanitario en sus artículos 92 y 93, que consignan el derecho de todo mexicano a cazar para comer. Para ello se tiene que solicitar la autorización, capacitación y asesoría del gobierno federal, y por supuesto demostrar la necesidad imperiosa de tener que matar para alimentarse y alimentar a la familia. Esta excepción a la norma jurídica no se aborda a fondo en este trabajo que alude solamente a la cinegética, no a la sobrevivencia. Con este giro en la legislación ambiental ahora los cazadores, nacionales y extranjeros, tienen la seguridad de ser siempre bien recibidos en los terrenos de caza. Antes era una incertidumbre entrar a cazar en un predio del cual se desconocía al propietario y su reacción al ver a sujetos desconocidos y armados en su propiedad. Pero la nueva y posmoderna ley lleva ya 15 años de vigencia y en el delta del Río Colorado solamente el 27% del territorio de caza está constituido como UMA. El 73% se encuentra abandonado con excepción de uno que otro cazador furtivo que se atreve a incursionar en tierras prohibidas.
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Esta realidad ambiental ha puesto una enorme presión de caza en ese 27% del hábitat faunístico disponible. Los cazadores que antes recorríamos todo el delta recolectando aquí y allá pájaros y pequeños mamíferos, ahora nos concentramos en ese reducido espacio legal que la SUMA (conjunto de UMAS) ofrece. El resultado es que al final de la temporada la fauna escasea, pero sobra en el 73% restante del territorio de caza del delta. Nuestra observación es que, el nuevo sistema no llegará siquiera a hacer UMA a la mitad de la zona agrícola que ahora es el delta del Río Colorado. En las conclusiones y recomendaciones lanzamos una propuesta para contrarrestar este efecto negativo de la Ley General de Vida Silvestre.
Una partida de caza de faisán, feliz con su morral del día: dos docenas de gallitos para seis escopeteros ya que el fotógrafo también era cazador. Esto era considerado como un excelente día de caza en 1994, y las presas provenían de toda la zona agrícola cachanilla. Ahora con la nueva ley y la UMA, los mismos seis cazadores pueden llevarse 48 pájaros en una sola jornada, de un mismo lugar, ejerciendo tremenda presión en el ecosistema . Foto Juan Manuel Valencia.
Cambios tan drásticos modificaron la forma de cazar. Acabaron con el ideal de la caza del citado Ortega y Gasset: “Un hombre libre, tras un animal libre, en un campo libre”. Ahora, en cuanto el animal perseguido sale del lindero de la UMA, se acaba este ideal imposible de alcanzar con el delta fragmentado en parcelas que unas son UMAS y otras no. Y estimado lector, los animales aprenden a distinguir en dónde son vulnerables y en donde no lo son. Para mayor detrimento de la caza libre y clásica, los linderos de las UMAS no están marcados. Nadie sabe con exactitud en dónde empieza y en dónde acaba la UMA en la que caza. Y recuerde, cazar fuera de UMA constituye una falta administrativa aunque se tenga el cintillo de cobro y la licencia de caza que ahora otorga el Estado, y no la Federación como antes. A criterio del inspector, una 220
infracción como esta, puede incluir el decomiso de armas y automóvil, así es que no se trata de una falta menor, como pasarse un alto de tránsito. El régimen de UMAS tiene otros defectos y vicios que no analizamos en este texto. Baste decir que es un método que intenta la equidad y el aprovechamiento sustentable del recurso natural renovable, fauna silvestre, y que es perfectible y debemos todos los interesados trabajar en su perfeccionamiento.
Campo y UMA La Piocha, Colonia Pólvora, Mexicali, B.C. Foto Armando Tapia Landeros.
Tres amigos. Foto Armando Tapia Landeros.
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Capítulo VII El análisis académico Al ser este un libro de divulgación para todo público, en este capítulo no profundizaré en el marco teórico y la metodología que utilicé para recoger la información, procesarla y obtener conclusiones válidas. Por ello me centraré solamente en algunos hallazgos que pueden resultar de interés al lector. Para aquellos lectores interesados en lo académico formal, recomiendo revisar el texto Una mirada a la subjetividad cinegética: la caza del faisán en el delta del Río Colorado, en proceso de publicación en la Revista Culturales, del Instituto de Investigaciones Culturales, Museo de la Universidad Autónoma de Baja California. Como se ha dicho en el inicio del libro, fue en la UMA La Piocha de la Colonia Pólvora del Valle de Mexicali en donde se llevó a cabo la observación directa de la operación de una UMA. Esto debido a la amplia y decidida colaboración de su propietario, el Sr. Javier Verdugo Estrada, nativo del lugar y que siempre ha vivido en el mismo. Esto lo distingue de otros operadores urbanos que solamente acuden al campo a evaluar su estado y luego a llevar cazadores. Por ende la visión que este nativo tiene de la caza moderna, no necesariamente será compartida por otros umeros no nativos y no residentes de la tierra que explotan cinegéticamente. La Piocha tiene año con año llena su agenda tanto en lo referente a servicio de guía, como la ocupación de sus siete cabañas para cazadores. Su operador, el sr. Javier Verdugo Estrada, tiene que contratar hasta cinco asistentes que trabajan como guías bajo su mando, así como desplumadores, arriadores y empacadores de animales cobrados. En las cabañas trabajan otras tres personas como recamareras y vigilantes. Hasta ahora, no se ofrece alimentación alguna y los clientes cocinan su propio alimento en la cocina de las instalaciones o en los patios con asadores. La Piocha cuenta con un arbolado maduro álamos, altos eucaliptos, frutales, palmas, y por supuesto piochas, entre otros árboles. El nombre le viene de una piocha muy alta y robusta que a los 60 años de edad un pequeño tornado rompió en 2012. Consigno este dato en la página 27 de mi libro Cultura del paisaje (2013) UABC, como la piocha más grande del delta registrada en esta investigación. Resulta obvio que esta arboleda atraiga a los cazadores a hospedarse y no sólo cazar en la Colonia Pólvora del Valle de Mexicali, B.C. Cabe decir aquí, que antes que guía de caza, Javier es un experto pescador de lobina, Micropterus salmoides, y posee el récord de haber pescado en 1987 con caña y carrete, la lobina más grande del delta, hecho que consigno en la página 62 de mi libro Pandión el arte de pescar (2006) SEP. Estas referencias dejan claro que este sujeto rural ha sido y seguro seguirá siendo un informante clave en mis investigaciones sobre la relación del nativo del delta con sus recursos naturales.
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A continuación, notas relevantes del diario de campo reportadas en la investigación, que contribuyen a comprender valores, actitudes e ideologías presentes en el informante, que seguramente sustentan el éxito de su operación cinegética, y espero sean de utilidad a otros umeros. Liderazgo.- Javier Verdugo Estrada ha mostrado tener liderazgo en la operación de esta UMA. Al ser nativo de esta colonia agrícola e hijo de sus fundadores, disfruta de un amplio reconocimiento por parte de toda la comunidad rural. Es el único que ha obtenido en su colonia autorización por escrito de la mayoría de los ranchos, para cazar en sus predios. Esto conlleva una gran responsabilidad, al ser un termómetro, un indicador, para el resto de los colonos, sobre el éxito económico y el aprovechamiento sustentable de la fauna silvestre que habita en el territorio de la colonia. Está claro que lo están observando, evaluando para ver si conviene o no a los intereses agrícolas, explotar comercialmente la fauna silvestre. Disciplina.- El rancho La Piocha, de sólo ocho hectáreas en las que ha iniciado este proyecto y que cuenta ya con seis cabañas para uso cinegético, está limpio y ordenado. Se cumple con los horarios de inicio y de detención de la caza media hora antes del atardecer, como lo exige la LGVS. La actividad se realiza previo a un anuncio de cómo y en dónde será. Naturalmente, encontrar y acechar animales silvestres pueden alterar en cualquier momento la actividad, pero se inicia con un programa anunciado en el que se plantean antecedentes, expectativas, ventajas y desventajas. Aunque los participantes sean cazadores experimentados, se recuerdan las condiciones de seguridad y se exige se cumpla con las decisiones que tome el guía-jefe, tales como quienes caminan y quienes obstaculizan huidas. Hacia dónde está permitido disparar y hacia donde no. A qué especie se dispara y a cual no. Por ejemplo. Si se va tras el faisán y vuelan codornices, no se les dispara. Al contrario sí es permitido. Esto se debe a que el faisán vuela recto y alto comparado con la codorniz, que vuelan varias y en todas direcciones y muy bajo, lo cual puede ocasionar una tragedia, al disparar de forma muy rápida sin saber con certeza quién o quienes están en la línea de fuego. Además la presa mayor y más codiciada, el eje de esta cadena productiva, el faisán, ofrece menos oportunidades que la pequeña codorniz y hay que aprovecharlas. Por otra parte, la temporada de faisán es la más corta de las aves de caza y no convienen distracciones con pájaros menores. El perro de caza que acompaña al guía jefe, un labrador negro de nombre Chaky, demuestra un entrenamiento inteligente y suficiente, que no sólo permite localizar a los pájaros, sino cobrarlos entre el monte o el agua, aún si cayeron heridos. Esta disciplina tiene como fruto un desperdicio mínimo de animales, un aprovechamiento óptimo del recurso natural, como lo exige la legislación en la materia. De cinco años de edad ya, Javier está por obtener crías de Chaky para que a tiempo, lo vean trabajar y aprendan mejor el oficio. Competitividad.- Al ser ahora la cinegética una actividad comercial más, la competitividad está ampliamente en juego. Las leyes de la oferta y la demanda actúan sobre el mercado de la caza deportiva. Entonces resulta vital procurar y conseguir la 223
completa satisfacción del cliente. Pero este logro, puede llegar a colisionar con la sustentabilidad del recurso natural. Hemos visto que prestadores de servicios/organizadores cinegéticos busquen la satisfacción de sus cazadores permitiendo que cacen de más pájaros de los permitidos. Es una manera fácil de mantener una clientela. Pero este camino equivocado a la postre ocasionará la suspensión de operaciones por falta del insumo principal, el pájaro. En la operación de la UMA en comento se procura la satisfacción del cazador mediante un esfuerzo extra de parte de la organización, pero también del cazador. Se trabaja hasta el agotamiento con tal de que el cliente vea que es para alcanzar su total satisfacción. De él dependerá si pone el extra o no, pero la organización (guía-jefe y asistentes), no se rinden nunca. Y esto sucede no porque el cazador exija de más, sino porque falla muchos disparos, pierde oportunidades que al final de la jornada repercuten en un morral pobre. En las dos partes anteriores a esta investigación de largo aliento hemos reportado que en el caso del faisán, la satisfacción total se alcanza en promedio con abatir tres pájaros, no obstante, con un par se dan por bien servidos la mayoría de los participantes que nos han informado. Artefactos culturales observados en la caza del faisán El diario de campo registró esta información con respecto a los artefactos observados en una batida o arriada. Los batidores, arreadores o asistentes del guía, se valen de diferentes técnicas para conseguir su propósito: echar al vuelo a los pájaros. Todos ellos gritan y hablan en voz alta, para asustar a la presa. En la UMA “Los Sánchez” observamos que estos sujetos van gritando en voz alta “gallo, gallo, gallo”. Los arreadores de Javier Verdugo llevan consigo sonajas. Basta un envase de plástico de medio litro, al que le echan piedras, lo tapan y suenen constantemente, para forzar a la presa a salir de su escondite. Hemos visto sonajas ya hechas de antemano, bien tapadas y envueltas con cinta adhesiva y una cuerda para ayudar a que no se les caiga de la mano. Observamos arreadores que consiguen mayor efectividad sin la sonaja. Ellos hacen un gasto mayor de energía. Van caminando por entre el monte más denso, rompiendo ramas y recogiendo palos, piedras y terrones grandes que avientan a conjuntos de vegetación que su experiencia les dice puede esconder un faisán o grupo de codornices. En estas batidas han salido muchos conejos pero al no estar disponibles cintillos de cobro para esta especie, nadie les dispara. Algunos cazadores estadounidenses en sus campos de caza, acostumbran colgarse diminutas campanas a manera de cascabeles en las botas, con el mismo propósito: hacer volar al pájaro matrero y con experiencia, que no vuela con la primera provocación. Espero probar la temporada entrante, 2015-2016, esta técnica en nuestra región de estudio. Los batidores tienen garantizado un sueldo de 20 dólares diarios, pero con propinas puede multiplicarse esta cantidad.
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Este gallo cayó herido y huyó por la ruta de escape que le proporcionó el monte de pinillo salado. Ni con el “Chaky” pudimos recuperarlo. Foto Armando Tapia Landeros.
Elementos culturales Del resultado de la investigación sobre la caza del faisán, hice un análisis de los elementos culturales detectados de acuerdo a la Psicología y otras ciencias en las que se apoya la investigación socio cultural, y en forma sintética se comentan a continuación: Actitudes.- De acuerdo la conceptualización desde la Psicología, observamos que los cazadores de faisán mantienen una actitud predominantemente positiva. Siempre están dispuestos a correr riesgos y a vivir una nueva experiencia en los campos de caza. Pero sobre todo mantienen una “actitud integradora”, aquella que privilegia “la comunicación de sujeto a sujeto, además de comprender el mundo interior del interlocutor y de buscar su propio bien, intenta la unificación o integración de las dos personas” (Biblioteca en línea Scribd http://es.scribd.com/doc/7869056/Concepto-deActitud). Sin embargo, encontramos diferencias en este tema entre los cazadores foráneos y los locales. Los primeros insisten en cazar en grupos afines, de amigos, donde predomina la camaradería. Familias y familiares. Excelentes amigos o socios de negocio cazando hombro con hombro. Pero la actitud integradora entre los cazadores locales antepone un requisito indispensable: la seguridad. Para ellos, no importa que tan amigo o pariente sea el candidato a integrarse al grupo, si éste no demuestra una conducta y una Ética Cinegética apropiada. A decir de nuestros informantes locales, aquel que no sabe manejar su arma dentro del protocolo de seguridad; que no comparte las oportunidades de tiro y que no acepta algunas reglas no escritas de su cultura cinegética (como compartir el gasto, por ejemplo) , no es aceptado como miembro de la partida de caza.
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Y para ilustrar el caso ofrecen ejemplos de conocidos tiradores que cazan solos, porque no fueron aceptados en los grupos tradicionales de cazadores. Creencias.- Esta forma internalizada de cultura, o cultura inmaterial cinegética, postula que no se deben matar faisanes hembras. Que para que su práctica cultural sea sustentable hay que cazar sólo faisanes machos. Matar una hembra es despreciado por el gremio de escopeteros. No obstante, reconocen que la carne de “faisana” es menos dura que la del macho, con más grasa y por ello hace “mejor caldo”. También reconocen que hay demasiadas hembras, deducción lógica de cazar sólo machos, pero los sujetos cinegéticos “están en la creencia”, de acuerdo con Ortega y Gasset, que esto se debe a que el macho es un pájaro escurridizo, evasivo, desconfiado por ser él el cazado. Debido a ello vuelan más hembras que al no temer al cazador, se exponen confiadamente. Esta creencia está tan arraigada y generalizada que no reparan cuando se les hace saber que biológicamente, nacen mitad machos y mitad hembras de faisán. Por fortuna el faisán macho es polígamo y puede fertilizar a varias hembras a la vez, por lo que, aparentemente, la caza de sólo machos no ha afectado a su población. “Varias hembras se asocian con un macho”44. Otra creencia que detectamos entre los cazadores de faisán en el Valle de Mexicali es que aseguran que el faisán local es de mayor tamaño y peso que los pájaros que se cazan en los campos de California, justo al Norte, en el Valle Imperial contiguo al de Mexicali. Leopold (1965: 296) consigna un peso promedio para el macho de 1, 250 gramos. Gómez de Silva, et. al., (2005: 6), de 980 gramos. Nosotros pesamos 54 machos y obtuvimos un peso promedio de 1, 297 gramos (Tapia, 2011: 400). Leopold no realizó recolecta de especímenes en Mexicali, por lo que intuimos que obtuvo ese peso de pájaros estadounidenses. Quizá la ficha de la CONABIO que consigna un peso de sólo 980 gramos obedezca a registros de la especie en su hábitat original, Asia, ya que aseguran provienen de Azerbaiyán, y no ofrecen registros de peso de pájaros de tierras mexicanas. Entonces de acuerdo a estos datos y deducciones, la creencia de los sujetos cinegéticos adquiere sentido. Los faisanes cachanillas son (ligeramente) más grandes que los faisanes de otros lugares. Ideología.- Todos los sujetos entrevistados pertenecen a Clubes de caza, Tiro y Pesca registrados y reconocidos por el Estado mexicano. De otra forma no podrían obtener sus permisos de transportación de armas. Pero encontramos que ninguno de los informantes declaró a qué club pertenece. No traen escudos o insignias de estas 44
Gómez de Silva, H., A. Oliveras de Ita y R. A. Medellín. (2005). Phasianus colchicus. Vertebrados superiores exóticos en México: diversidad, distribución y efectos potenciales. México. Instituto de Ecología, Universidad Nacional Autónoma de México. Bases de datos SNIB-CONABIO. Proyecto U020.
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asociaciones civiles, ni parece que presuman un sentido de pertenencia a ellas. Pero todos comparten la misma ideología que asociaciones extranjeras muy poderosas, como la Asociación Nacional del Rifle (National Rifle Asociation, NRA) estadounidense, que agrupa a 4.5 millones de tiradores-cazadores, incluso extranjeros como uno de los entrevistados. En México el artículo 10 Constitucional reza: “Los mexicanos tienen derecho a poseer armas en su domicilio, para su seguridad y legítima defensa…” (Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos). Esta garantía constitucional es reglamentada por la Ley de Armas de Fuego y Explosivos y faculta a los miembros de clubes reconocidos por el Estado, a poseer y transportar armas deportivas a los campos de caza y de tiro del país, incluso del extranjero. La fraternidad cinegética profesa la ideología del ciudadano armado. La seguridad de que un mexicano armado y capacitado en el uso de las armas, es el “soldado” que proclama el Himno Nacional. Que desarmar al mexicano mediante campañas de “despistolización” es, además de despojarlo de parte de su identidad nacional, dejarlo indefenso ante los criminales. También manifiestan que cazar es una tradición con sustento ancestral. Argumentan que la sociedad no hubiese llegado al desarrollo actual, si no hubiera sido por los cazadores de cada colectivo social, que se encargaron de llevar “el chivo a casa”, mediante la caza de todo tipo de animales silvestres. Están en la creencia que sin esa proteína animal, el desarrollo del cerebro humano no tuviera la capacidad creativa que hoy ostenta. Entonces observamos cómo en su narrativa emerge una cierta hegemonía. Sobre todo porque el total de los entrevistados son empresarios o profesionales libres, producto del capitalismo que conforma una elite minoritaria. Los cazadores locales manifestaron realizar un gasto promedio de 1, 340 pesos por cada cacería de faisán, una mañana o una tarde. Los foráneos promediaron 20,000 pesos por un fin de semana, de viernes a domingo, incluido el pasaje de avión de ida y vuelta a Mexicali. Mientras que los locales aceptaron cazar en promedio seis veces durante la temporada hábil de caza que dura dos meses; los foráneos sólo vienen una sola vez. Entonces los locales gastan 8, 040 pesos por temporada de caza de faisán. Estos datos sitúan a los entrevistados en la llamada clase media alta para los locales, y alta para los foráneos. Con esta reflexión esperamos situar al lector en el nivel de vida que disfrutan nuestros informantes. Identidad.- Todos nuestros entrevistados manifestaron sentirse herederos de la tradición universal de la caza. Argumentan que sin ella, la humanidad no hubiera progresado hasta donde se encuentra ahora. Que gracias a ello la especie humana pudo concebir ideas abstractas y soñar con ir a la Luna, así como quitarse la amenaza constante de sus depredadores, inventando las armas para defenderse. Que el aficionarse a comer la carne producto de la caza, propició la domesticación de todas las especies que le son de utilidad. Entonces para ellos, mantener viva la tradición de la caza es sostener a la humanidad misma. El cazador es el que lleva la carne a casa, idea conocida popularmente como “llevar el chivo a casa”, mantener a la familia. Entre los cazadores estadounidenses se dice: bring home the bacon. Debe investigarse el por qué esta identidad es, al menos en México, casi exclusivamente masculina. 227
Copiando el modelo europeo y estadounidense, los entrevistados reafirman su identidad cinegética, también como patrocinadora. Tienen plena consciencia de que son ellos, quienes costean la conservación de los recursos naturales renovables. Esta noción tiene un sustento jurídico: “Los ingresos que la Federación perciba por concepto del otorgamiento de permisos, autorizaciones y licencias en materia de flora y fauna silvestre, conforme lo determinen los ordenamientos aplicables, se destinarán a la realización de acciones de preservación y restauración de la biodiversidad en las áreas que constituyan el hábitat de las especies de flora y fauna silvestre respecto de las cuales se otorgaron los permisos, licencias o autorizaciones correspondientes” (Art. 87BIS-1.Ley General del Equilibrio Ecológico y Protección al Ambiente, 1988).
No obstante la seguridad que manifiestan ante este hecho, les entristece que durante los 24 años que lleva de vigencia esta conquista que se atribuyen, no conocen ningún caso en que sus aportaciones se hayan destinado a la preservación y restauración de la biodiversidad. Respecto a su creencia de que “matando se hace el bien”, esta aparente contradicción es congruente con una parte del concepto de ideología: “nace bajo el signo de la inversión…[de] confundir los opuestos[…] lo ideal por material, lo cultural por natural, lo injusto por justo y, en general, confunden las apariencias con la realidad ” según los autores Szurmuk y Mckee (2010)45. Otro rasgo que resalta de su identidad cinegética es el mandato no escrito de “no matar por matar”. Un entrevistado explicó: “si hubiera matado uno [faisán] o ninguno, de todas maneras estaría muy agradecido. Hay algo más que el hecho de jalarle al gatillo, es el contacto con la Naturaleza”. Un rasgo más distintivo de su identidad lo es otra regla de su cultura cinegética: “sólo cazo lo que me como”. Ellos no perdonan al “matón”, aquel que dispara contra todo lo que se mueve. Reprueban al que mata y deja tirada a su presa. Invariablemente enfatizaron que sólo cazan lo que van a disfrutar en su mesa, o en su cuarto de trofeos. Presumen sus recetas cinegéticas las cuales intercambian y promueven. Este comportamiento abona a toda una tradición humanamente milenaria, aunque apenas centenaria en México. Lo anterior concuerda perfectamente con la definición de Gilberto Giménez sobre la identidad. Mediante la observación de reglas no escritas estos actores sociales “se reconocen entre sí, demarcan simbólicamente sus fronteras y se distinguen de los demás actores en una situación determinada…”46. No obstante esto, algunos entrevistados se quejaron de la falta de aceptación por parte de la sociedad. Uno dijo: “nos ven como delincuentes por usar armas”. Otro con experiencia internacional, comentó que en Europa, los señores cazadores se visten como tales para ir a comer 45
Szurmuk, Mónica, Robert Mckee Irwin. (2010) Diccionario de Estudios Culturales Latinoamericanos. Iztapalapa, México. Instituto Mora/Siglo Veintiuno Editores. Pág. 146. 46 Giménez Montiel, Gilberto (2009). Identidades Sociales. México. Conaculta/Instituto Mexiquense de Cultura. Toluca. Pág. 280.
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con la familia o amigos a un restaurante de postín. “Si aquí te vistes de cazador y sales a la calle, ¡de apedrean!”. Esto los ha llevado a disfrazar su identidad, a “camuflarla” para no ser reconocidos como tales. Atribuyen al combate al crimen organizado que las diversas autoridades duden de su verdadera identidad cinegética y en ocasiones los traten como presuntos delincuentes, a pesar de llevar consigo todos los documentos que acreditan su legalidad. Admiten que su identidad no vive los mejores tiempos, pero tienen la esperanza que vendrán mejores, si continúan contribuyendo a la conservación de los recursos naturales renovables.
Un cazador veracruzano admira a un faisán cachanilla. Foto Armando Tapia Landeros.
Mentalidad.- La forma de asumir y vivir su identidad cinegética aparece en las narrativas de los cazadores entrevistados como una “mentalidad” generalizada. Todos expresan lo mismo acerca de su papel en la historia de la humanidad y en la conservación de las especies de fauna silvestre. La tradición de la caza deportiva con varias generaciones de mexicanos ya, quizá se deba en buena medida a la mentalidad que los caracteriza y mantiene unidos en torno a los clubes de caza, tiro y pesca, asociaciones civiles sin fines de lucro que aglutinan a cazadores y tiradores de competencia. La LFC (1952) concedía el privilegio de cazar fauna silvestre en este país, solamente a aquellos ciudadanos mexicanos afiliados a estas asociaciones reconocidas por el estado mexicano. Siegfried Jäger47 describe el simbolismo colectivo y el dispositivo, para denotar la existencia de estereotipos culturales que se trasmiten y se utilizan en forma colectiva.
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Jäger, Siegfried en Wodak Ruth, Michael Meyer. (2003) Compiladores. Métodos de análisis crítico del discurso. Gedisa Editorial. Barcelona.
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Entonces resulta pertinente interpretar de lo observado al respecto, que la tradición de la caza constituye, en alguna medida, el estereotipo cultural propuesto por Jäger, el cual se sustenta en algunos valores que identificamos, que en voz de los actores sociales se expresan en: “camaradería y amistad”, lo cual les permite “convivir con tus hijos”, con “buenos amigos”, en un “entorno de amistad excepcional”. Atendiendo al concepto de Jäger, esta convivencia representa las “prácticas discursivas”. Por tanto el acto de cazar sería la práctica no discursiva. Y para coincidir completamente con esta teoría, los clubes de caza, tiro y pesca a los que pertenecen los sujetos cinegéticos, sería la materialización del dispositivo. La caza del faisán encuadra con el simbolismo colectivo y sus instituciones con el dispositivo, en esta teoría sociocultural de Siegfried Jäger. Representación.- Los cazadores foráneos hicieron una representación del paisaje cinegético como el ideal, de abundancia de biodiversidad, de clima perfecto, de armonía ambiental. Manifestaron haber observado y disfrutado de un entorno ordenado y disciplinado. Pero antepusieron un antivalor: demasiadas quemas y basura en las carreteras. Los forasteros cinegéticos representaron a los campos de caza mexicalenses como “un oeste chiquito”, que “en nuestro México no se ve cotidianamente”. Esto adquiere valor en virtud de que ellos cazan en diversas regiones mexicanas y en el extranjero. Ellos cazaron en el mes de noviembre por lo que expresaron haber disfrutado de un clima perfecto48. En voz de un informante: “si vas a la paloma, hace mucho calor; si vas al ganso, hace mucho frío”. Para ellos, el Valle de Mexicali en noviembre está muy cerca, si no es que ya lo es, de ser un paraíso cinegético. Debemos agregar que este grupo no fue inspeccionado por autoridades ambientales ni militares, para lo cual llevaban toda la documentación necesaria: permiso de armas, de caza, cintillo de cobro, licencia de caza y permiso del propietario de la parcela en donde cazaron. En cambio los cazadores locales parecen no sorprendidos por los atributos expresados por sus competidores cinegéticos. Éstos representaron a su práctica cultural como una tradición familiar: “Mi padre me llevó y yo llevo a mis hijos y nietos”. Expresado como un destino inexorable. Debido a una prolongada interactuación con el ecosistema deltaico transformado en agricultura, no ven el orden y la disciplina que vieron sus colegas foráneos. Ellos manifiestan su preocupación por que han sido testigos del incremento de las técnicas agrícolas, lo cual se está traduciendo en la desaparición del hábitat natural que propicia la abundancia de biodiversidad manifestada por los cazadores foráneos. “Cada vez hay menos monte de cachanilla, palo verde, chamizo y mezquite, donde se reproduce y protegen los animales”; “hasta algunos caminos están ahora sembrados, no sé qué le pasa a la gente, cada día quiere más y más”. Entonces el imaginario ideal del foráneo, que es estático, pues sólo vienen una vez en el año en otoño, se transforma en uno decadente ante la observación dinámica del cazador local. Además, debemos considerar que el forastero interactúa en un predio cuidado y 48
Durante el mes de noviembre en el Valle de Mexicali prevalecen los días soleados, sin viento, con temperaturas máximas de 28°C.
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seleccionado por su outfitter, u organizador cinegético o promotor turístico. Él disfruta de un escenario prefabricado para satisfacerlo. Es un cliente adquiriendo una mercancía. El cazador local, en esta investigación todos los entrevistados, no disfrutan de ese privilegio por no estar al alcance de su presupuesto. Ellos también tramitan todos los documentos mencionados para los foráneos, pero cazan donde no se les prohíba. Recorren el valle en busca de faisanes, no de atenciones y facilidades. No van una vez al año, sino seis veces. Y encontramos en ellos una experiencia promedio de 40 años de interactuar con este ecosistema transformado. No obstante disfrutar de esta libertad, todos señalaron su lugar favorito para cazar. (Véase el mapa del hábitat del faisán y la tabla de promedios, columnas 3 y 5). Este contraste nos lleva a visualizar dos realidades distintas en un mismo tiempo y espacio. Dos representaciones diferentes de dos grupos de cazadores mexicanos que usufructúan un mismo ecosistema en el marco jurídico de la Ley General de Vida Silvestre (2000). Al menos en esta práctica cultural el cazador mexicano todavía no ha sido excluido por la globalización, como es el caso de la caza de borrego cimarrón en los estados de Baja California Sur y Sonora, donde debido al alto precio de su cabeza, entre 35 y 60 mil dólares49, la especie se ha convertido en un producto exclusivo de exportación. A diferencia de los cazadores foráneos, los locales hicieron una representación más sensible del ecosistema. Bucólica, nostálgica y romántica, al evocar amaneceres y atardeceres en la zona agrícola. Citamos sus expresiones: “Ver el atardecer, el Centinela [cerro], las espigas de trigo…es hermoso el contacto con la naturaleza, andas respirando oxígeno, andas con más libertad, muy importante la libertad, y ahí hasta la libertad de pensamiento porque se van todos tus problemas”. “Estaba esperando que saliera el sol, me hinqué a dar gracias a Dios por esa fotografía que no se me puede olvidar”. “El otoño son los amaneceres más bonitos que puedes encontrar”. “Es una maravilla el otoño en Baja California, es una maravilla, me lo pongan como me lo pongan” “El clima es ideal [otoño]”. “No hay nada más bonito que llegues antes del amanecer al lugar de cacería y te tomes una tasita de café mientras sale el sol”. “Un cafecito viendo salir el sol es una de las cosas más sabrosas que puede hacer uno…y si está haciendo mucho frío, pues hasta hacer una lumbradita para calentarse”. “Cuando estás en el campo y ves el amanecer, es otra sensación, otro gusto”. “Una persona de Monterrey me dijo: lo que me gusta de Mexicali son sus atardeceres, y dije yo, pues si tiene razón”. Tanto el alba como el ocaso del día en la zona agrícola mexicalense, produce
sensaciones memorables en los cazadores locales, que el resto del día u otra estación del año no les produce a ellos. El tránsito de la noche al día, y del día a la noche, enciende la inspiración poética del cazador. Símbolo.- Encontramos que este concepto tiene su origen en la estética de la especie (véase la siguiente categoría). La actitud del cazador, entendida como una predisposición a la conducta de cazar, se enciende mediante el sentido de la vista. El sujeto cinegético “ve bonito” al faisán macho, mas no a la hembra que no posee los 49
Conversación personal con el señor Javier Artee Valenzuela, el día 15 de abril de 2011, organizador cinegético de cacerías de borrego cimarrón en ambos estados.
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mismos colores. Luego de cobrado, el ave sin vida es admirada en las manos de su verdugo, quien se retrata con ella. Pero la subjetividad del cazador desea fervientemente preservar de alguna manera, ese momento, esa hazaña, esa vida. Entonces recurre a simbolizar el hecho. Confía a un texidermista calificado la preparación de su presa, mediante la disecación. En voz de un cazador foráneo: “No tener dos faisanes en un medallón50 no hay perdón”. En voz de los locales: “en mi casa tengo varios, tengo en la sala uno que está volando, tengo otros dos o tres, uno en el estudio, otro en el comedor”; “un faisán disecado es un adorno de primera”; “el gallo bonito es el de mediados de diciembre y enero”; “si lo disecas llama mucho la atención como un trofeo de cacería”; “el faisán es uno de los animales que tiene prácticamente todos los colores”; “es una ave muy bonita que sirve como trofeo”; “el trofeo es perpetuar al animal, la figura del animal como si estuviera vivo”; “tenerlo en tu casa disecado y cada vez suspirar al verlo”; “vez la grandeza, ahí está la grandeza”. El faisán disecado constituye un símbolo: La representación de la vida. También desencadena el recuerdo que se instala en la memoria del sujeto cinegético para toda la vida.
Uso simbólico de la presa mediante la taxidermia. Montajes y foto del autor.
Estética.- Ambos grupos de cazadores, foráneos y locales, expresaron como motivo principal para cazar faisán, la belleza del ave y su sabor. Confían totalmente en dos de sus sentidos, la vista y el paladar, para preferir este tipo de actividad cinegética a otras, por ejemplo la caza de aves acuáticas o de venado. En el primero juega un rol decisivo la variedad de colores presentes en el plumaje del ave. A decir de algunos informantes: “tiene todos los colores del arco iris”. Esta concepción cultural entre cazadores mexicanos puede tener su origen en el hecho de que las aves nativas tienen un plumaje en que predominan los tonos de gris y café, con excepciones de color blanco y negro. En el segundo, su sabor, y reconocen que su carne es “un poco durita”, menos
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Medallón: Representación artística de dos faisanes disecados juntos, alertas o peleando, instalados en un óvalo para colgarse en la pared.
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suave que el pollo. Pero que preparado con sabiduría, como lo hacen los restaurantes orientales de la ciudad de Mexicali, “es un manjar”. Ética.- Los cazadores de faisán mostraron tener un código de Ética Cinegética. Independientemente de la teoría recuperada en el marco teórico, encontramos reglas no escritas a las que se apegan porque su experiencia les dice que funcionan. Una de ellas es el grado de satisfacción, o con cuántos pájaros abatidos se conforman, en una salida a cazar faisán. En la tabla de promedios al final del texto vemos que este factor resultó ser de 3.3 faisanes para los locales. Mientras que los cazadores foráneos aceptaron conformarse con 13.5 pájaros. La diferencia debe estar en que éstos cazan una vez durante la temporada, pero tres días consecutivos; los locales seis veces en el mismo período. Ambos mostraron tener un principio ético: no matar por matar o matar todos los que salgan. Y mientras que los foráneos destacaron como un alto valor cazar entre amigos y en camaradería, los locales se remitieron al principio de seguridad. Para ellos no es ético cazar en riesgo. Sólo son aceptados en la partida de caza aquellos individuos que demuestran habilidad en el manejo seguro de las armas de fuego. Los que no, son excluidos aún a pesar de mediar una fuerte amistad entre ellos. Privilegian la seguridad sobre la amistad. Ambos grupos mostraron un respeto casi absoluto a las hembras de faisán. A pesar de que su carne es más tierna y se cocina mejor, matar hembras está proscrito entre estos sujetos cinegéticos. Creemos que esta actitud tiene su origen en la estética de faisán, primer motivo para cazarlo. La hembra es de color café con leche con manchas café oscuro. El macho “tiene todos los colores del arco iris”, a decir de sus cazadores. En lo que no encontramos correspondencia entre foráneos y locales, es en dos rubros: en “el respeto a la norma” y en “cuidar el equilibrio ecológico”, que los forasteros fueron especialmente explícitos en su narrativa. Los locales dan por un hecho que con cintillo51 o sin él; en UMA o sin ella, los faisanes seguirán presentes. Que se cuidan solos debido a su astucia y alta reproducción. Excepto uno de los cazadores locales, el resto considera que hoy son más abundantes que antes. La norma en vez de protegerlos, ha incrementado la oportunidad legal de aprovechamiento así como extendido la temporada de caza de uno a más de dos meses. No ven que favorezca a la especie su administración oficial. Por el contrario, aseguran que para conservarlo hay que educar cinegéticamente y en valores, a las nuevas generaciones. Lo legal hay que cumplirlo para no ser molestados. Pero el gobierno nada está haciendo por conservar el hábitat ideal del faisán. Cada vez hay menos monte y más siembra. Llegará el día en que el pájaro no tenga donde esconderse y reproducirse. Que eso es lo que debería de atender la autoridad reguladora, en vez de perseguir a cazadores fuera de UMA. Es mayor el impacto de la deforestación que el del furtivismo, casi eliminado con la presencia del Ejército Mexicano en la lucha contra el crimen organizado. En cuanto al equilibrio ecológico manifestado por los deportistas forasteros, los locales opinan que debe ser natural. Que el hecho de no poder cazar legalmente al 51
Engomado para fijar en las especies cazadas.
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coyote, depredador natural y muy abundante en la zona agrícola, atenta contra la reproducción de la especie. El mamífero destruye nidos y ataca a los polluelos como nunca antes, que existía el permiso para cazar “pequeños mamíferos” que ellos adquirían para mantener en equilibrio la población canina silvestre. Opinan que cada UMA faisanera incluya cintillos para cazar coyote. Que en virtud de que el gobierno no intente siquiera controlar la población de este depredador, como se hace al Norte de la frontera, permita a los deportistas, sobre todo los locales, cobrar algunos coyotes para impedir su explosión demográfica, antes que impacte a la del faisán y la otra gallinácea nativa, la codorniz de Gambel, Callipepla gambelii. Sentido gustativo.- Esta categoría debido a su singularidad, ya fue reportada en el artículo de divulgación Las recetas de los faisaneros, Revista Universitaria de la UABC, # 78, abril-junio de 2012 (www.revistauabc.mx). Basta decir que la forma predilecta de degustar el faisán por cazadores locales y foráneos, es al estilo chino en un restaurante oriental de los muchos que hay en la ciudad de Mexicali, B.C.
El uso consuntivo de la presa, degustación familiar del faisán cocinado al estilo chino en un restaurante oriental mexicalense. Foto: Daniel Tapia Hernández.
A continuación, notas recuperadas de la investigación que ayudan a comprender cómo fue la cotidianidad del principal sujeto informante cuando niño, respecto a la dependencia y uso de los recursos naturales del ecosistema del delta del Río Colorado, transformado en zona agrícola durante el siglo XX. La sabiduría rural recuperada mediante el registro sistemático del discurso de los sujetos rurales entrevistados durante el estudio, participan en este libro de divulgación con el fin de dejar un testimonio de la cotidianidad en el delta del Río Colorado.
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Memorias de un niño rural cachanilla Javier se inició en la caza y la pesca, no practicando un deporte, sino obedeciendo tareas que le encomendaba su madre, Emilia Estrada Martínez (1916-2012), oriunda de Santa Rosalía, B.C.S., y que como tantos bajacalifornianos sureños emigraron a la tierra prometida que fue para muchos, la colonización agrícola durante el siglo XX, en el delta del Río Colorado. Para la comida, lo mandaba a las lagunas hoy Colonia Pólvora, a pescar una tortuga para hacer sopa. Se trata de la tortuga acuática de caparazón blando (Trionyx spiniferus), “probablemente introducida al Río Colorado del Estado de Nuevo México, alrededor del año de 1900”52
Una tortuga de caparazón blando. Foto del autor.
Estos cuerpos de agua dulce provenientes del Río Colorado eran el patio de juego de los niños de esta parte del Valle de Mexicali. Javier sabía muy bien la ubicación de las guaridas de estos anfibios. Ataba un anzuelo a una línea de pescar y lo cebaba con tripas de pollo. Lo soltaba a favor de la corriente y al pasar flotando sobre la guarida el bicho se tragaba el cebo y Javier enganchaba a su tortuga. No sacaba más porque una sola bastaba para la comida. Pescaba otra hasta que su madre se lo pedía. Recuerda que una vez capturada, la tortuga como todo quelonio, mete sus extremidades, cuello y cabeza en el caparazón. Doña Emilia ponía a la tortuga patas arriba para que no escapara y luego tenía la paciencia necesaria de esperar a que el bicho decidiera voltearse para huir con sus patas. Su técnica para hacerlo era bien conocida por la señora que, al sacar su cabeza y largo cuello para utilizarlo como palanca y voltearse, el machete la cercenaba y estaba lista para ser destazada y cocinada. Años después, Javier pescó en la Ciénaga de Santa Clara, una tortuga de 12 kilos certificados en la balanza del Hospital Arce Quiñones de Mexicali, B.C. Otro comando era “trae unos conejos para la cena”. Entonces Javier tomaba su rifle calibre .22 y espiaba un lugar en donde los conejos salían a jugar o pelear. Para ahorrar
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Stebbins C. Robert. (1985) Western Reptiles and Amphibians. Houghton Mifflin Company. Nueva York. Pág. 109.
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cartuchos, esperaba pacientemente a que dos o más roedores se alinearan con su mira y disparaba. Cuando menos mataba dos de un tiro. Otra forma de obtener la nutritiva y saludable carne del conejo, era vigilando al gato de casa. El minino salía por la tarde a cazar uno de estos reodeores. Cuando lo lograba, Javier que lo seguía de cerca, llegaba y le quitaba el conejo. Entonces el gato tenía que cazar otro para él, que le dejaban comer. Esta práctica cultural es semejante a la de pescadores orientales que utilizan al “aninga”, un ave acuática similar al cormorán. El pescador sale en su bote acompañado por varios pájaros a los cuales les coloca un collar en el delgado cuello, para que no puedan tragarse un pescado. Cuando llega al cardumen, los lanza al agua y los pájaros nadan velozmente tras los peces. Cuando atrapan a uno, suben al bote y lo entregan al pescador, que da la señal de ir por más. Cuando el pescador observa cansancio en las aves, les deja comer el último pescado, quitando el collar de su cuello. Cazar con perro es cinegético. Cazar con gato, no sé qué es. Javier construía “trampas de embudo” con alambre de pollo y las instalaba entre los chamizos y cachanillas. Los revisaba seguido. Cuando había codornices dentro, las sacaba y llevaba a casa para su preparación. Su madre le decía de vez en cuando: “Las gallinas no están poniendo, trae unas carpas (Cyprinus carpio) para las gallinas”. Javier se iba a las lagunas y cebaba sus anzuelos con masa. Sacaba dos o tres carpas y regresaba al rancho. Su madre hacia una fogata y arrojaba los peces en la lumbre viva. Antes que se achicharraran los sacaba y dejaba enfriar. Luego las gallinas llegaban y a picotazos los devoraban. A los pocos días, las gallinas ya estaban poniendo de nuevo huevos frescos. Debo decir que tanto lobinas, tortugas y carpas, es decir, las especies acuáticas con las que interactúa todavía el sujeto rural, como el faisán, no son nativas de este ecosistema, fueron introducidas a fines del siglo XIX en la cuenca alta del Río Colorado y emigraron a la cuenca baja, nuestra área de estudio.
Ruinas de la casa en donde vivió su niñez Javier Verdugo Estrada. Foto del autor.
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Capítulo VIII Conclusiones y recomendaciones El delta del Río Colorado ha estado habitado y ha sido explotado por humanos por miles de años. Y aunque fue visitado por europeos desde el siglo XVI, el conocimiento científico generado en esta porción de América es de utilidad apenas en los últimos cien años. Respecto a su biodiversidad podemos concluir que el orden faunístico más afectado ha sido el de los peces. Las especies originales ya desaparecieron con algunas excepciones como la del cachorrito del desierto, Cyprinodon macularius macularius, que continúa presente en algunos humedales. El siguiente orden de fauna afectado ha sido el de los mamíferos, de los cuales la nutria de río, el venado bura, el berrendo y el jaguar, ya desaparecieron también. Pero del orden de los reptiles y de las aves no se conoce desaparición alguna, con la excepción de algún tecolote que anidaba en los troncos del bosque de álamos desaparecidos al inicio del siglo XX pero que sigue presente río arriba, en los Estados Unidos de América. Por el contrario, ha sido el orden de las aves el mayormente beneficiado con la colonización agrícola, como quedó asentado en el texto que antecede a este último capítulo. Y es precisamente el orden aviario el que más explota la cinegética. Y a pesar de ello, como vimos al inicio del tercer capítulo, cazadores utilizamos menos del 1 % de la fauna silvestre de uso cinegético del país. Entonces al menos durante el último siglo la cinegética ha sido sustentable y no podemos culpar a esta práctica cultural de la desaparición de los grandes mamíferos y los peces ya desaparecidos, los cuáles fueron víctima más bien de la destrucción de hábitat que de la caza.
La ecuación cinegética Entonces quienes nos interesamos en la conservación de la vida silvestre debemos poner énfasis en mantener las condiciones del suelo, cubierta vegetal y la dotación de agua indispensable para preservar la riqueza faunística expuesta en estas páginas. Recurro a la ecuación cinegética ya expuesta y explicada al inicio: Casa+comida+agua+ruta de escape = fauna silvestre + conservación = sustentabilidad cinegética. La vocación natural del delta La vocación natural del delta es la cubierta vegetal original que aglutina a la fauna silvestre. El presente trabajo aspira a despertar la conciencia de quienes toman decisiones para que no permitan que esta porción de América se convierta en una plancha de asfalto y concreto poblada por naves industriales extranjeras de la maquila y núcleos urbanos e inhumanos de INFONAVIT, en donde al hombre es un esclavo preso a cambio de sobrevivir.
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Si por el contrario hacemos valer la conservación mediante la cinegética, tendremos por siempre una región verde llena de vida animal, silvestre y domesticada, en donde el hombre es más libre en lo espiritual y en lo práctico que en la visión industrial planteada anteriormente. Entonces debemos planear y crear políticas públicas que permitan e incentiven nuevas y novedosas formas de utilizar la tierra, como el desarrollo de un paisaje y agricultura cinegética.
El paisaje cinegético La primera idea plantea el involucramiento de la arquitectura del paisaje, concepto ya trabajado y que su aplicación en el delta equivale a construir lomeríos, veredas, montes, flujos de agua, arboledas, cultivos y espacios llanos no sólo estéticamente agradables a la visión humana, sino adecuados para mantener a los animales que los cazadores prefieren y pagan por ellos. La agricultura cinegética La segunda idea es acerca de los cultivos, la agricultura que produce tanto beneficio para nosotros como para los animales silvestres. Combinaciones de cultivos, granos, semillas y verdes, que atraigan e incrementen la fauna cinegética. En la medida que hagamos valer esto, abandonaremos la agricultura tradicional. En otras palabras, sembrar lo que la fauna come y agregarle el valor cinegético para que supere el de la agricultura tradicional. El que paga manda y, cuando el cazador sea el mayor consumidor de los beneficios que la zona agrícola produce, habremos garantizado la vocación natural de esta porción de México y América. La UMA Regional Una recomendación necesaria e indispensable para albergar a más cazadores que los que hoy visitan el delta, es relativamente fácil de lograr con un poco de voluntad política. Se trata de la creación de una UMA Regional. En más de 15 años de vigencia de la citada Ley General de Vida Silvestre, apenas se logró convertir en UMA al 27% del delta transformado en zona agrícola. Así, un 73% permanece intocado, inexplotado cinegéticamente hablando. Con una UMA Regional, las 180 mil hectáreas del delta mexicano serían UMA con la posibilidad de atender un número de turistas cinegéticos aún no calculado, con beneficio para el estado, el país y sobre todo, para la población rural con pocas oportunidades de empleo. En esta perspectiva novedosa y poco convencional debemos estudiar y resolver ambiental y ecológicamente, el papel que las especies exóticas juegan en la ecuación cinegética. Investigar perjuicio y beneficio tanto de los vegetales mostrados al inicio, como de los nuevos pájaros que llegan constantemente al delta. Y con el suficiente conocimiento científico controlar a estas especies, aumentando, disminuyendo o erradicándolas, de acuerdo a las necesidades del mercado cinegético.
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La paloma euroasiática se reproduce todo el año y se le caza como si se reprodujera sólo una vez como lo hace el resto de las palomas. Se requiere una política extractiva más agresiva para compensar su alta tasa de incremento poblacional. Foto Armando Tapia Landeros.
Lo que cuentan los buches Además de la alta tasa reproductiva que la exótica paloma euroasiática tiene, al ser de mayor tamaño y tener una tráquea de mayor diámetro que la huilota, puede comer grano grueso como el maíz y posarse sobre la espiga del sorgo y acabársela totalmente en una visita, lo cual la paloma nativa no hace.
Una parvada de euroasiáticas devoran sorgo directamente en la planta sin esperar que caiga al suelo, como lo hace la paloma huilota. Foto Armando Tapia Landeros. 239
En los buches (ingluvis) de paloma huilota hemos pesado hasta siete gramos de grano, trigo o sorgo. El buche de la euroasiática de mayor tamaño debe contener alrededor de 10 gramos. SI lo llenan dos veces por día y multiplicado por los cientos de miles de aves que hay en el delta de esta especie solamente, obtendremos cifras escalofriantes y hasta ahora desconocidas de la merma que estas aves ocasionan a la agricultura. En el caso del faisán (ver estadísticas del faisán), diariamente podría estar consumiendo el doble que la paloma euroasiática, unos 40 gramos. De ellos si sabemos que hay por lo menos 100 mil en el delta mexicano. Lo cual apunta por lo menos a dedicar 40 toneladas diarias de grano solamente para este pájaro exótico. Estas meras estimaciones requieren comprobación científica, se apuntan aquí para subrayar la importancia que la cinegética puede tener en el control de algunas poblaciones animales.
Un buche de faisán lleno de trigo quemado, comparado con un cartucho de escopeta medida 20. Cuando se secaron los granos, pesaron 19 gramos. Foto del autor.
El control cinegético de las plagas Si se ideara y pusiera en práctica un mecanismo para controlar las poblaciones de animales exóticos como las dos especies mencionadas, y se utilizaran cinegéticamente para beneficiar y hacer más productiva la agricultura, estaríamos ante el primer caso en el que “el fumigador paga por fumigar”. Si hay cazadores dispuestos a tirar con sus propias armas y cartuchos y además a pagar por ello, es totalmente estúpido no aprovechar este beneficio. No obstante infortunadamente aún hay quienes no lo entienden así y ven al cazador como un enemigo del agricultor. Culinaria auténtica cachanilla Hasta ahora hemos apuntado el éxito culinario ante propios y extraños, que representa cocinar el faisán al estilo oriental. También se preparan así otras especies 240
de la caza como la codorniz, paloma, pato, ganso y conejo. Pero los mexicanos preferimos asombrarnos ante lo extranjero y desdeñar lo propio. La Universidad Autónoma de Baja California cuenta ya con programas de educación superior en los campos de lo culinario y la enología. Los vinos bajacalifornianos son de los mejores del mundo. ¿Por qué no desarrollar una auténtica y alta cocina con las carnes de la fauna cinegética extraída del delta del Río Colorado, y maridarla con los vinos de ya fama internacional? El desarrollo de esta idea le agregaría un valor considerable a la ecuación cinegética e integraría una cadena productiva no soñada hasta ahora. Esperamos todos los que participamos en la construcción de este proyecto editorial, que la información proporcionada sea de utilidad para mantener la sustentabilidad tanto de la agricultura del delta, como de la práctica cinegética que en él se desarrolla.
¡Buena caza! Alberto Tapia Landeros Mexicali, B.C., a 25 de junio de 2015, fecha de conclusión del manuscrito.
La cultura cinegética ha sido una tradición familiar de ya tres generaciones de Tapias.
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In memoriam
Desde la izquierda, Ernesto Lugo y Alberto Tapia Yáñez.
Oscar Tapia Landeros. 242
Miguel Valencia Zúñiga
Oscar Licona Nieto
Alfonso Murillo Gutiérrez y Carlos Murillo Almada
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Sergio Castellanos Trejo
Guillermo Avellaneda Jackson
Gustavo Arias Moreno
Jorge Belloc Martínez
Mario Quintana
¡Que su espíritu perviva en los felices campos de caza! 244
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Integrantes de la fraternidad cinegética de Mexicali. Desde la izquierda, Héctor Sánchez, Oscar Vildósola hijo, Oscar Vildósola padre (†), José María Mendoza, Alberto Tapia, atrás de lentes oscuros Gustavo Arias (†), Guillermo Alba, Gilberto Sánchez, Enrique Sánchez y Arturo Murillo. XX Campeonato Nacional de Trap, 4 y 5 de mayo de 1991. Foto comercial.
Dueto cinegético eficaz. Armando Tapia Landeros.
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