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LOS ESCÁNDALOS COMO ARMA POLÍTICA (PARTE II
from COMPOLITIK No. 15
by COMPOLITIK
(II parte) Los escándalos como arma política
Por: Equipo de Compolitik guerra judicial. El abuso de este recurso tiene nefastas consecuencias para la sociedad, ya que representa ataques sistémicos para la institucionalidad de un país, y para quien en ese momento ejerza el poder.
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Existen casos muy sonados como el de Cristina Fernández de Kirchner en Argentina, Dilma Rousseff en Brasil, Donald Trump, entre otros, son solo algunos ejemplos de nuevas tácticas de guerra no convencional. (Romano C. V.)
Se utilizan cualquier tipo de recursos comunicacionales para perseguir políticamente, la destrucción de la imagen pública, la inhabilitación de un adversario, ataque sistemático a familiares, amigos cercanos y toda clase de acusaciones dentro del espacio público, que tiene por objetivo la pérdida del apoyo popular, son solo algunas acciones.
En la primera parte de este trabajo se habló de la operatividad de cómo funciona esta guerra; el caso más sonado en los últimos meses fue el de Donald Trump, que perdió las elecciones en Estados Unidos, sin embargo, el apoyo popular lo mantuvo.
El uso de la desinformación constante, la pérdida de su canal de comunicación que era Twitter, el bloqueo de todas sus redes sociales, lo cual representa la falta al derecho de expresión, que será asunto de análisis en otro trabajo periodístico.
Los medios de comunicación de los Estados Unidos fueron protagónicos para neutralizar cualquier discurso y actuar de Trump pero tampoco le dieron relevancia
Todos los escándalos políticos tienen que ver con el rol que los medios de comunicación juegan en el momento oportuno y el efecto que durante este proceso.
Casos puntuales como el watergate en 1972 que terminó con la dimisión de Richard Nixon a la presidencia (Peña, 2015) el de Alberto Fujimori en Perú, Carlos Menen en Argentina y de Otto Pérez Molina en Guatemala, donde los medios de comunicación tuvieron un rol protagónico con su cobertura.
Si bien es cierto es saludable para las democracias destapar casos de corrupción y de malas decisiones, tambien se ha utilizado como arma política para atacar por los medios de comunicación que utilizan su influencia para mostrar al presunto señalado y mostrar su culpabilidad ante la opinión ciudadana, cuestión sumamente cuestionable, ya que todo señalado goza de la presunción de inocencia.
En los últimos cinco años la guerra ha pasado a escenarios relativamente complejos, no hay pérdidas de vida, pero sí de credibilidad y de muerte política, producto de estrategias estructuradas, unas muy bien elaboradas y otras no tanto, que utilizan como recursos, la desinformación, los ataques mediáticos, la manipulación articulada y el uso del desprestigio y el lawfare.
La guerra judicial (Lawfare)
Al término en español se le conoce como
a lo que verdaderamente pasaba en su propio país. Incluso, el frame era seguir el juicio que los demócratas intentaron llevar a cabo infructuosamente, cosa que ya se sabía de antemano que no prosperaría.
Especialistas afirman que este tipo de accionar es válido en países altamente sensibles a la corrupción, sin embargo, toda acción política tiene un transfondo, en casos puntuales se ha visto que el objetivo era posicionar dentro de la esfera política a funcionarios de oposición en puestos estratégicos clave o la negociación de algún dictamen o ley que sirva a la oposición.
En Guatemala, algunos casos que han sido muy visibles mediáticamente están en modo de pausa y la impresión es que se usaron para fines determinados.
“El objetivo es el escándalo mediático, lograr posicionamiento de determinadas acciones o el posicionamiento de actores con fines electorales
Presidente Donald Trump
Foto: wikimedia.org cc
El objetivo era el escándalo mediático, lograr acciones políticas puntuales y posicionar a ciertos actores con fines electorales.
El problema más visible en esta guerra judicial o lawfare, es la condena a la imagen pública por medio de las redes sociales y fomentar el desprestigio y los ataques de un grupo o del otro.
El papel del periodismo
Si bien es cierto el periodismo incrementa el escrutinio público sobre lo político y refuerza los conocimientos sobre este tema, sin dejar a un lado la labor fiscalizadora sobre los que ejercen el poder, también no escapa de tomar un rol protagónico de activismo político y con ello perder su papel de objetividad y llevar la verdad de los hechos, algunos medios de comunicación se perciben como articuladores o defensores de causas, por decirlo de otra manera, toman ese rol activista. (Alcaíno, 2015)
Este activismo no es nada nuevo, sin embargo, hoy se refleja de manera más abierta en titulares que buscan llamar la atención ante la explosión informativa que existe en las redes sociales y que por lógica, busca competir a la sobrexposición mediática.
En el caso de las elecciones en los Estados Unidos, hubo una guerra desenfrenada entre los medios de comunicación que apoyaban a Trump, versus los que favorecían a Biden, esto creó una polarización como nunca se había visto en ese país. Incluso, parte de la prensa estadounidense tuvo que corregir algunas acciones periodísticas que no fueron del todo reales y correctas.
Los medios de comunicación como las redes sociales utilizaron toda su maquinaria para destruir la imagen de un presidente, cerrándole las puertas para que no ejerciera su derecho a respuesta y se acrecentó en el momento del ataque al Capitolio. Se convirtió en lo que los estadounidenses llaman soup opera, digna de una novela electoral con un final anunciado.
El escándalo político como arte de guerra ante la ley y el excesivo uso de recursos para destruir la imagen, reputación y el descrédito, es un arma de destrucción masiva.