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Sistema solar
SISTEMA SOLAR
Eres un sol: mi sol. Y tú y yo hacemos el orden. Fuego exterior, mi obediencia a ti es ley que te engrandece y glorifica. Porque tu brillo es de mañanas promisorias, imantado estás de majestad, alabada con el templado diapasón de una música celeste.
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No te busqué: extraviado, tu beldad dictó mi camino. Así muchos otros se atraen y, humildes, aquí estamos: las risas diamantinas, los meteoros de la idea, dulce melancolía de cristales que se quiebran, nubosidades si te alejas un poco y polvo de muerte que no desecharías. Pero sólo yo –esférico destino–estoy así, tan cerca tuyo, como en un regazo; y en mi te reflejas como un padre en su hijo. (Y no hay mejor patrimonio.)
Tu reino se expande al soñar. Y allá va, tras los ecos del nacimiento total, los dones repartidos, el sentimiento unívoco que no eclipsa la hora más amarga.
Tú das a cada día su justicia. Eres el centro conocido.
Toda una edad dorada tendré tu pecho abriéndose, las luces que de ti, caudalosas, vienen y se quedan.