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Crush
CRUSH
Pubertad con sabor a vértigo y piel de frutos cordiales, entraña que se sacrifica adentro del colegio y regresa rápido a casa por estar a solas: piensas en él cada hora; ese hombre mayor que te lleva en las autopistas de la fabulación en un carro rojo a abrir su billetera en las tiendas. Y al que quieres... a tu modo.
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Él podría raptarte. Sería quien restaure el hogar; y regrese en la noche justo a la hora en que el amante confunde al amado con un dios.
Lo imaginas interesado. Esperarías que dieran las cuatro, para irlo a buscar y cruzar la ciudad de su mano.
Él no es más que un hombre modesto, que cultiva un ciruelo y limpia los baños donde has rayado una copa que recoge la sangre de un pecho.
Mas lo quisieras tu maestro para la vida, del que serías la sombra. Un vigor tutelar: no una espina que da una nota de pavura al rosal de tu corazón al que impiden tocar, al que impiden tocar.