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Sólo puedo acariciar tu cabeza

SÓLO PUEDO ACARICIAR TU CABEZA

Cuando puedo acariciar tu cabeza, te mimo en silencio con los gestos de amor más benignos que recibirías de un compañero: sólo súbitas sobaduras en la frente, sólo juguetones roces en el pelo.

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La inocencia del cariño no tiene edad... Y yo he sabido procurártela siempre con dulce sabiduría de hermano mayor. Mostrarte, con transparencia de alma, lo preciado que me eres.

Una poesía del tacto, así, sencilla, satisface mi inquietud de quererte. Es alegría modesta, pero beatífica, calurosa como un horno que va dorando el alimento de a poco.

Llueven ligeras gotas de lo sagrado cuando, familiar y seguro, mi mano con suavidad te halaga consintiendo al indulgente niño que en ti habita. Lo más maravilloso tuyo, rodeado, como está, del celo que lo protege.

Quisiera que tú pudieras verme de otra manera, más especial acaso. Yo

sólo puedo tiernamente acariciar tu cabeza...

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