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Afilado y noble como un lápiz

AFILADO Y NOBLE COMO UN LÁPIZ

Eres afilado y noble como un lápiz. Vas perfilando en este mundo ternuras que desconoces, en mí un modo de amarte tan sólo por ser como yo fui y soy: esa sombra que se alarga sobre sí misma buscando palabras exactas mas esquivas, luces en unos ojos que te miran y dejan en los tuyos un agua de purificación o bautismo. Delgado y erguido como paleta de caramelo que no empalagaría jamás.

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En este enorme bosque de páginas que es el mundo, somos cercanos como la rama y el retoño. (¡Alegría!) Escribes signos breves pero de gozosa intensidad.

Estar cerca de ti es asegurarse que una divinidad disparó un dardo al panal henchido, al núcleo carnal del afecto y éste ya gotea y destila. Porque la vida guarda siempre un sentido sacrificial.

Si pudiera curar tus rodillas con un beso, lo haría, como un santo imbécil que hubiera nacido sólo para compartirte una lección milenaria. Luego dejaría mi cabeza en tu regazo indefinidamente para que pudieras reconocer que también te pertenezco. Así. Por verte correr triunfal por los campos radiantes del porvenir, luego de haber también anudado las cuerdas de tus zapatos.

Una emoción prístina, aún virgen, que a veces desearía romper su brida.

Línea sutil de colores múltiples que quiere crecer a la par tuya hasta que el grafito se acabe o la madera se rompa ¡no sin haber logrado su mejor poema!

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