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Eres

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Renuncia

Renuncia

ERES

Eres el mensajero del hondo cielo que vino a corregir mis días de acuerdo al sol, agua que llenando el cántaro lo hace reír. Jarabe o sinfonía de azúcar.

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Magia sonriente, la fe recuperada ha descendido, absoluta y triunfal, sobre mi pecho a desalojar tinieblas y temores. Pira de purificación, la orgullosa cifra de nuestra alianza se levanta una vez más y resplandece.

Eres lo que dice el viento del verano al mediodía, una nota pletórica de vapores exaltados y fragancias que sentencian: “Soy feliz porque vivo.”

Bajo los arcos de la tarde, das de comer a mis palomas tu pecho desgranado, que, inocentes y agradecidas, llevan por los aires la noticia de tu abundancia.

Pero, sobre todo –júbilo mío–, eres la noche mullida del amante, donde se ejercitan los cuerpos en el sexo acrobático: movimiento cadencioso por el que perdoné todo ayer y hoy me reconozco, más que enérgico, viril, deleitoso y colmado.

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