LXVII
LXVII TEMPORADA
Richard Strauss
(Múnich, 1864 - Garmisch-Partenkirchen, 1949)
Béla Bartók
Cuatro últimas canciones | El castillo de Barbazul
(Hungría, 1881 - Nueva York, 1945)
Cuatro últimas canciones El castillo de Barbazul
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No es fortuito que Strauss finalizara su carrera conscientemente con cuatro de sus más perfectas creaciones. En las Vier Letzte Lieder, últimas obras, últimos deseos, últimos pensamientos y monumento a la perfección, estilo e ideas, la totalidad de las fases finales de la historia occidental se reúnen en una serie de relaciones complejas, densas que se revelan problemáticas e inquietantes. Estas últimas canciones persiguen una serie caleidoscópica de impresiones indelebles con respecto al significado de la naturaleza, de la creatividad, de la tradición, de la sociedad y de la cultura, constituyendo un auténtico y único opus ultimum para compositor y cultura. Es un destacable testamento respecto al final de la civilización occidental también. Tal fenómeno no se ha dado antes y, dada la disolución de la tradicional civilización occidental y la autonomía cultural en un mundo tras el Holocausto, tras la Segunda Guerra Mundial, no se volverá a dar de nuevo. Richard Strauss Vier Letzte Lieder. The ultimate opus ultimum. Aubrey S. Garlington.
La discreta y colorista instrumentación de las cuatro últimas canciones está en concordancia con la sublimación y simplificación que caracteriza las últimas obras de Strauss. La instrumentación otorga delicada consideración a la voz, a la cual se demanda, especialmente en las canciones sobre poemas de Hesse, gran coloratura. Aunque poseen un sello sinfónico, estas canciones ocupan un lugar especial entre las obras maestras de la lírica en la medida en que ellas se basan en la experiencia y el estilo melódico refinado y etéreo de óperas como Daphne, Die Liebe der Danae o Capriccio, sin exceder la trama adecuada para la forma de canción. Hacen justicia, por ejemplo, a la estructura estrófica de los poemas, de las frases y de la secuencia de tonalidades. La belleza sonora despliega en ellas una serena luz y los trozos descriptivos se entretejen en su textura no tanto con sentido ilustrativo sino con el fin de crear atmósferas. […] Estas cuatro canciones forman un arco que oscila suave y tiernamente del presentimiento de la muerte en Im Abendrot, al emocionante final de la vida en September. Como el epílogo en Re Mayor de September se desvanece en melodiosas olas, así enmudeció la vida de Richard Strauss en las tempranas horas de la tarde del 8 de septiembre de 1949. En consecuencia, estas canciones parecen una visión de su propia muerte. Richard Strauss Vier letzte Lieder. Max Loewenthal.
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Cualquiera que hubiera sido el caso, se puede observar a un Strauss que al final de su vida –de forma parecida a Mahler en Das Lied von der Erde- se vuelve hacia el género de la canción orquestal, componiendo poemas que contemplan el significado de la muerte desde la naturaleza. En su secuencia de canciones, Roth empareja dos obras que tratan, ambas, sobre el cambio de estación: “Frühling” celebra el sonido, la luz y la fragancia de la primavera, en “September”, por contra, se contempla el cambio del verano al otoño, mientras un jardín llega a su agotamiento anual. Por su parte, el segundo par de canciones trata sobre el deseo de dormir. “El día me ha dejado exhausta”, canta la soprano en “Beim Schlafengehen”. “Todos mis sentidos quieren hundirse en el sueño”. “Im Abendrot”, que presenta un paisaje silencioso casi al borde de la noche, nos lleva al final de nuestro viaje: “¡Qué cansado estoy de vagar! ¿Será esto, acaso, la muerte?”. Esa palabra final nos devuelve al mundo de Tod und Verklärung, con su famoso tema del “Ideal” que interpreta el corno inglés. Estas canciones luminiscentes y otoñales se encuentran entre las obras más exquisitas de Strauss de cualquier género. Vida de Richard Strauss. Bryan Gilliam.
Vestuario para Judith.
Se acercó a la puerta, y sin detenerse a pensar que procedía mal, introdujo la llave en la cerradura. Abrió despacio la puerta, y miró hacia dentro. Al principio, la oscuridad que reinaba en el aposento le impidió distinguir nada, pero cuando sus ojos se acostumbraron alcanzó a ver algunas manchas en el suelo. Acercándose más, notó que eran manchas de sangre, y al levantar la vista, asustada, vio varios bultos, como de cuerpos humanos, que colgaban de la pared. ¿Serían las anteriores esposas de Barbazul, de quienes se decía que habían sido asesinadas por él? La joven lanzó un grito y estuvo a punto de perder el conocimiento. Se sobrepuso, sin embargo, pero el temblor que le produjo el desagradable espectáculo hizo que la llave se le cayera de la mano. Llena de espanto se dispuso a abandonar aquel sitio, recogió la llave, cerró nuevamente la puerta y bajó la escalera que conducía a la planta baja. Sólo cuando estuvo encerrada en su dormitorio se dio cuenta de que la llave presentaba una mancha roja. Trató de limpiarla frotándola repetidas veces con un trozo de paño, pero todo fue inútil. No sólo no desaparecía la mancha, sino que por instantes parecía más clara y nítida.
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La Barbe bleue. Charles Perrault.
Es maravilloso entrar de repente en un alma y llegar de inmediato a su más profunda profundidad, como se abre la puerta de una habitación. Porque yo la amaba y la comprendía incluso antes de conocerla. No se trata de entrar de repente, no, ni siquiera como entrar en una habitación –debido a que el alma tiene un pasado al que está conectada orgánicamente– sino de entrar en una vida, como si se tratara de una cueva y en voz baja y con cuidado, caminar alrededor de las pequeñas cavidades donde se encuentra el agua y la luz. […] El castillo de Barbazul no es un castillo real. El castillo es el alma de Barbazul. Es solitaria, oscura y secreta: el castillo de cerradas puertas […] Dentro de este castillo, dentro de su alma, Barbazul admite a su amada. Y el castillo (el escenario) se estremece, llora y se desangra. Cuando la mujer pasea por él, ella pasea por un ser vivo. Béla Balázs: Diary.
Barbazul y Judith representan la eterna tragedia del dualismo entre hombre y mujer, la perspectiva celestial y terrenal de sus almas. Es el drama de la soledad del hombre que aspira a una realización completa en la mujer y el hallazgo de la satisfacción sólo parcial, y de la mujer, quien, en su dedicación al hombre, sacrifica su ser completo. [...] Barbazul encontrará en Judith el más hermoso ser, su realización final [...] a quien adorna con sus joyas más preciadas; pero tiene que perderla, también porque Judith desea la revelación del secreto que hay detrás de esa última puerta. En vano le suplica él que no la abra. [...] Judith insiste [...] y con esto, su destino está sellado.
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Bluebeard’s Castle. Sándor Veress.
Vestuario para Barbazul.