L A WA L K I R I A
LXVIII
TEMPORADA
LA WALKIRIA Richard Wagner (Leipzig, 1813 - Venecia, 1883)
14
Para Schopenhauer, filósofo romántico por excelencia, que impregnó las ideas de Wagner en la muy reiterada lectura de El mundo como voluntad y representación, es la música una revelación de la voluntad misma, pues se halla más allá de toda representación espacial: expresa el sentimiento tal como es, sin vinculación a los motivos que lo han producido; es la pura abstracción del dolor y de la alegría y, por consiguiente, la liberación del mal de la voluntad por su serena visión y su dominio. Wagner lo explica a Mathilde en estos términos: “Piense entonces que mi música, con sus finas savias, líquidas y secretas, penetra a través de los poros más sutiles de la sensibilidad hasta la médula de la vida para vencer allí todo lo que se asemeja a la inteligencia o al instinto de conservación egoísta; para llevarse todo lo que forma parte de las ilusiones de la personalidad y no dejar otra cosa que el maravilloso y sublime suspiro de confesión de la impotencia humana”. La impugnación schopenhaueriana de la voluntad como fuente de todo mal, y la exaltación de la nietzscheana voluntad de poder conforman en todo momento la gran contradicción de Wagner cuando percibe su condición de superhombre al sentirse indivisible de la esencia de Cristo. Parece obvio que Nietzsche no entendió este binomio, reducido a monomio en la desmedida autoestima del compositor. El primer acto de La Walkiria es el relato predilecto de los públicos y contiene algunos de los momentos cantables más inspirados. Cuando Siegmund se queda solo en la morada de Sieglinde, mientras esta suministra un narcótico a su esposo Hunding, recuerda que su padre le prometió una espada para una gran pesadumbre, y no concibe otra mayor que la de encontrarse en casa enemiga como presa de una venganza y, además, inflamado de pasión por la “sublime y hermosa” mujer del vengador. Abatido, invoca a su padre con la doble entonación en intervalos descendentes del nombre de Welsa. Los tenores prolongan cuanto les permite su fiato el calderón de la nota aguda para enfatizar el dramatismo. De aquí arranca la exaltación musical que se prolonga hasta el final del acto.
16
El joven pide la espada en tono acuciante y su mirada se ilumina cuando descubre el pomo del arma clavada en un fresno. Compara su brillo con el de la mirada de Sieglinde y se deja llevar de ensoñaciones hasta que el fresno se oscurece. Vuelve ella sigilosamente e inician un dúo de amor y victoria con acentos memorables. Primero narra Sieglinde en su famoso monólogo cómo fue obligada a casarse con Hunding contra su voluntad. En la fiesta de esponsales apareció un extraño con un ojo tapado por el ala del sombrero (el tuerto Wotan, dios de dioses) que infundió temor en todos y en ella consuelo. Hundió en el fresno una espada, anunciando que quien quisiera poseerla debería arrancarla del tronco. Todos lo intentan y fracasan. Si llegara el elegido, olvidaría ella todo sufrimiento y “le estrecharía como un héroe en mis brazos”. Sobre el El joven pide la fragor de la orquesta, es abrazada por Siegmund, quien espada en tono se adivina destinatario de la espada y de la mujer. El tutti acuciante y su subraya el ímpetu del hermano-amante hasta un clímax mirada se ilumina de seis arpas cuando la puerta del fondo se abre de golcuando descubre pe. Transfigurada, la orquesta describe una majestuosa el pomo del arma noche de primavera iluminada por la luna. Nadie ha enclavada en un fresno trado ni salido, sino que “huyó el tormentoso invierno”. En la deliciosa luna y el aire tibio “resplandece la primavera”. Este gran motivo desemboca en el del Amor cuando Siegmund comprende al fin que ambos son los hermanos gemelos separados por el infortunio. Toman conciencia de su deseo, se abrazan en éxtasis, suena el motivo del arrebato erótico y el dúo adquiere tonalidades de himno. La hermana ve sus propios rasgos en el semblante del hermano. Wagner pinta la suprema felicidad del momento con el arrebato orquestal, la tensión de las voces y la orfebrería de los motivos entretejidos como si quisiera abarcar el mundo en su deseo. De pronto inquiere Sieglinde por qué el hermano llamaba Lobo a su padre. Confiesa él que su nombre era Welsa y ella lo comprende todo: ambos son welsungos, hijos de Welsa, hermanos gemelos. Afirma que la espada fue clavada para él, que aferra el pomo y entona un himno con el nombre que
da a la espada: Nothung, “la esperada”. La arranca del tronco y la blande victorioso antes de ofrendarla a Sieglinde. La pasión inunda la música con impulsos únicos. Cuando llega el último acorde, Siegmund ha abrazado a su hermana y ella se le entrega con un grito. De este encuentro nacerá Siegfried, héroe central de la Tetralogía. En resumen, este primer acto explica el linaje del héroe. SIMBOLISMO Y “LEITMOTIVEN” Los símbolos han llenado la escena en forma de “leitmotiven” musicales, intuición genial de Wagner en la lectura de Schopenhauer y de los elementos búdicos de su filosofía. En el poema dramático Los vencedores, que no llegó a desarrollar musicalmente, trata el compositor un asunto budista y comprende la significación simbólica de la transmigración del alma en vidas sucesivas. Los símbolos “Además de la profunda belleza de este asunto tan senhan llenado la cillo -escribe- lo que me movió a elegirlo fue su específica escena en forma relación con el método musical que desde entonces se de “leitmotiven” había formado en mí. Ante el espíritu de Buda, la exismusicales, intuición tencia anterior del ser que lo encuentra, resultante de genial de Wagner reencarnaciones sucesivas, se abre en efecto como el en la lectura de presente mismo. La sencilla historia se llenaba de signifiSchopenhauer y cación por el hecho de que la vida anterior de los princide los elementos pales personajes, presas del sufrimiento, jugaba el papel búdicos de su de presente inmediato en la nueva fase de su existencia. filosofía Enseguida me di cuenta de la posibilidad de experimentar con ello la reminiscencia musical omnipresente en esa doble vida, lo cual me decidió a reservar con especial dilección la tarea de escribir el poema”. Es la mejor descripción de la técnica leitmotívica de Wagner, sin precedentes en la historia de la música e influyente todavía hoy. Fue Richard Strauss el primero en señalar que la forma de Wagner no se repite jamás. En su desarrollo se sirve de todos los elementos temáticos, los encadena de acuerdo a la novedad imperante, los yuxtapone con procedimientos diferentes y consigue darles un giro inesperado, un significado imprevisto.
17