Isaac Asimov. Fundación e imperio.

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5. COMIENZA LA GUERRA Desde el punto central de Siwenna, las fuerzas del Imperio se dirigieron cautelosamente hacia la desconocida negrura de la Periferia. Naves gigantes recorrieron la vasta distancia que separaba a las estrellas errantes del borde de la Galaxia, abriéndose camino alrededor de los límites más alejados de la influencia de la Fundación. Mundos aislados en su nueva barbarie de dos siglos sintieron una vez más el paso de los señores supremos sobre su suelo. Se juró fidelidad frente a la masiva artillería concentrada en las ciudades capitales. Las guarniciones fueron abandonadas; guarniciones de hombres que llevaban el uniforme imperial y la insignia del Sol-y-la-Astronave en sus charreteras. Los viejos lo advirtieron y recordaron una vez más las olvidadas historias de sus tatarabuelos sobre los tiempos en que el universo era grande y rico y disfrutaba de paz, y ese mismo Sol-yAstronave lo gobernaba todo. Entonces, las grandes naves tejieron su red de bases avanzadas alrededor de la Fundación. Y cuando cada uno de los mundos estuvo anudado en su lugar correspondiente de la red, se envió el informe a Bel Riose, que había establecido su cuartel general en la superficie rocosa y estéril de un planeta errante y sin sol. En aquel momento, Riose se tranquilizó y sonrió a Ducem Barr. -Bien, ¿qué opina usted, patricio? -¿Yo? ¿Qué valor tiene lo que yo piense? No soy militar. -Contempló con una mirada de hastío y desagrado el desorden que reinaba en la habitación, excavada en la roca y provista de aire, luz y calor artificiales, que constituía la única burbuja de vida en la inmensidad de un mundo yermo-- Para la ayuda que puedo prestarle -murmuró-, o que estoy dispuesto a facilitarle, sería mejor que me regresase a Siwenna. -Todavía no, todavía no. -El general giró la silla hacia el rincón donde se hallaba la enorme esfera transparente que mostraba el mapa de la antigua prefectura imperial de Anacreonte y sus sectores circundantes-. Más tarde, cuando todo haya terminado, podrá regresar a sus libros y todo lo demás. Me encargaré de que las posesiones de su familia le sean devueltas para siempre, a usted y a sus hijos. -Gracias --dijo Barr con ligera ironía-, pero no tengo fe en el feliz desenlace de todo esto. Riose estalló en una carcajada estridente. -No empiece de nuevo con sus graznidos proféticos. Este mapa habla con voz más elocuente que sus pesimistas teorías. -Acarició suavemente su curvada e invisible superficie-. ¿Sabe interpretar un mapa en su proyección radial? ¿Sí? Pues bien, véalo usted mismo. Las estrellas doradas representan los territorios imperiales. Las rojas son las que están sometidas a la Fundación, y las rosas son las que se hallan probablemente bajo su esfera de influencia. Ahora, mire... La mano de Riose cubrió un botón redondo, y un área de marcados y blancos puntitos fue tiñéndose lentamente de azul oscuro. Los puntitos, como una taza invertida, rodearon a los rojos y rosados. -Estas estrellas azules han sido tomadas por mis fuerzas -dijo Riose con tranquila satisfacción- y continúan avanzando. No han encontrado obstáculos en ninguna parte. Los bárbaros se mantienen inmóviles. Y, sobre todo, no ha habido ninguna oposición por parte de las fuerzas de la Fundación. Duermen bien y pacíficamente. -Usted dispersa sus fuerzas en una línea muy delgada, ¿verdad? -preguntó Barr. -De hecho -explicó Riose-, y pese a las apariencias, no es así. Los puntos clave donde sitúo guarnición y fortificaciones son relativamente pocos, pero están elegidos con sumo cuidado. El resultado es que las fuerzas dispersas son pequeñas, pero la estrategia es considerable. Hay muchas ventajas, más de las que adivinaría quien no hubiese estudiado a fondo la táctica espacial, pero es evidente para cualquiera, por ejemplo, que puedo desencadenar un ataque desde cualquier punto de una esfera envolvente, y que cuando haya terminado será imposible para la Fundación atacar los flancos o la retaguardia. Para ellos no habrá ni flancos ni retaguardia. Esta estrategia del Cerco Previo ha sido intentada antes, sobre todo en las

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