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LA OTRA

REVISTA DE ARTES ESCÉNICAS CUATRIMESTRAL Y DE DISTRIBUCIÓN GRATUITA AÑO 3 - N° 9 | DICIEMBRE DE 2013 - ENTRE RÍOS

BUTACA

Eichelbaum en Paraná

Perfiles. Biografías del Teatro Latinoamericano

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Festivales 2013

09 Equipo Director Guillermo Meresman Editora Mónica Borgogno Redactores Romina Arapeiz Tochy Eymann Raúl Dayub Nora Llados Colaboraciones Gonzalo Marull Sebastián del Carril Festival Internacional de Teatro Mercosur Julián Villarraza Nidia Burgos Guillermo Trobiani Eduner INT, Delegación Entre Ríos Gabriel Terenzio Diseño Alfredo Alarcón Contacto guillermomeresman@hotmail.com borgogno_monica@ hotmail.com En la web labutacaotra.blogspot.com LA OTRA BUTACA y La Otra Butaca

LA OTRA

BUTACA

Editorial Se cierra un año intenso en el que hemos repartido nuestro trabajo entre viaje y viaje, por varios puntos del país, recibiendo el aliento e interés de muchos teatristas amigos.

Aunque la publicación que hacemos resulte pequeña, parece ser grande el vínculo que genera entre compañeros y colegas del campo teatral sudamericano y vernáculo. De Bogotá a Neuquén, de la querida Santiago a Montevideo, de Córdoba a Entre Ríos, y viceversa, estamos disfrutando de sólo ver circular la revista entre manos amistosas o entre butacas, bibliotecas, oficinas o entre representaciones variadas de las artes escénicas actuales.

En Festivales, Fiestas, Congresos y Jornadas, advertimos tendencias o emergencias, anunciamos espectáculos en cartel, damos a conocer buena parte de la historia del teatro en la provincia, e integramos inéditos de toda laya. Siempre con la intención de contagiar y/o despertar pasiones y nuevos gustos.

Allá por el 2006, creamos un espacio para las biografías del teatro entrerriano hasta entonces nunca relevadas. Ésos fueron nuestros comienzos. Aparecieron 14 biografías en un modesto Boletín con tapas que recuperaban las figuras de algunos de quienes habían cimentado las bases del teatro local, regional o latinoamericano.

Repertorios y obras desconocidas, especificidades y generalidades del acontecer escénico nacional, fueron contenidos previos a la aparición, hace casi cuatro años, de esta revista. Las biografías, en esta nueva publicación, trascendieron el carácter local y cruzaron fronteras y así, la Americanería Andante plantó sus banderas. En esta novena edición, las semblanzas de Juan Carlos Gené y Eichelbaum lo prueban, así como comprueban el agigantamiento de la región y nuestro interés por ampliar la mirada.

Es posible que el 2014 nos encuentre con más sorpresas, más viajes, más trabajo.

En este número, La Otra Butaca despide la contribución del amigo Amaro Villanueva, quien en esta ocasión aporta una crónica maravillosa, escrita a la vera del río Paraná, provocadora, sensible y magistral.

En la tapa, recordamos a Isidoro Rossi, uno de los destacados dramaturgos provincianos de la primera mitad del siglo pasado, prácticamente inédito.

En la capital entrerriana cubrimos el 8° Circuito internacional y en Córdoba, asistimos al gran Festival del Mercosur que este año reunió a artistas de 16 países y expandió la oferta teatral llevándola a cárceles, fábricas, sindicatos y barrios a los que difícilmente arriban espectáculos.

Y en Los qué ?, Gonzalo Marull descubre sus gustos personales a la hora de sumarse a una prestigiosa lista de colaboradores.

Además, algunas de las publicaciones recién recibidas y noticias de actualidad, completan la presente edición bien mediterránea.

En territorio cordobés no pudimos eludir volvernos con el Tratado de Palindromía del gran Juan Filloy. Y para rematar les dejamos un deseo, se lo tenemos que decir así, en forma capicúa: “Acá tu butacA”.

En fin, pasen, lean, visiten el Facebook y el blog y recuerden que también pueden escribir sus sugerencias, datos, críticas o elogios… a nuestros correos.

LA OTRA BUTACA no se responsabiliza de la opinión de las firmas.

Registro de la Propiedad Intelectual en trámite.

El contenido de La Otra Butaca puede ser reproducido en tanto se mencione su fuente.

La revista LA OTRA BUTACA cuenta con el apoyo del Instituto Nacional del Teatro y el acompañamiento de la Universidad Autónoma de Entre Ríos.

Ilustrando la tapa

Precursor a la vista

I

sidoro Rossi fue una de las personalidades del teatro entrerriano más destacadas de la primera mitad del siglo pasado; sino la mayor figura, en un antojadizo e hipotético podio, tal vez la de más largo alcance e incidencia para el campo teatral local. El haber vivido durante toda su existencia en la capital provincial, es posible que le haya otorgado ese reconocimiento del que otros autores comprovincianos contemporáneos carecieron.

Como autor, escribió aproximadamente un total de trece textos dramáticos para adultos, la mayoría de ellos estrenados en Paraná por cuadros filodramáticos locales o también por importantes compañías profe-

sionales porteñas como las de Abad y Ramón Carbonell, José Gómez o Carlos Morganti, entre otras. Algunos trabajos fueron publicados sólo fragmentariamente como María Esther, maestra rural (1938) y Carancho’ cebaos (1933), y varios irremisiblemente perdidos, de los que han llegado al presente, solamente sus títulos, pese al cuidado que tuvo con la obra de su padre, Hilda “Pichona” Rossi, hija del gran autor, director y promotor cultural.

Un corpus, pues, irremediablemente incompleto pero de los más notorios de las provincias argentinas.

Como docente, Rossi dictó durante años la cátedra de Historia del teatro en la escuela de

Bellas Artes, luego convertida en la institución de música y arte escénico –y actual Escuela de Música, Danza y Teatro Profesor Constancio Carminio, perteneciente a la Facultad de Humanidades, Artes y Ciencias Sociales, Uader-, y como director, estrenó algunas obras previas a la federalización de teatros independientes de su provincia, de gran interés, llevándolas incluso a la Capital Federal y al interior de su querida provincia.

Cuando en su sepelio Héctor Santángelo lo destaca como “precursor del movimiento de teatros independientes”, acompañado de Natalio Hocsman, Carlos Bruno y otros de sus amigos teatristas, está haciendo justicia con estas últimas experiencias, y con anteriores, como cuando Isidoro Rossi logra estrenar su pieza Cárcel, (1936) en la Penitenciaría de la capital provincial, con un elenco integrado por reclusos – experiencia que La Otra Butaca difundió como “primicia” en su número 4.

Entre sus obras dramáticas inéditas – solamente fue publicada su grotesco criollo ¡Berto!, (1933, 2007),se hallan dramas sociales como En la cuesta (1921), sainetes criollos y comedias asainetadas

como …Ni deuda que no se pague (1930), dando cuenta de los cambios en la recepción de su teatro, así como de su deseo de constituirse como dramaturgo cabal, no sólo como poeta.

Además de músico y hombre de la bohemia artística de su ciudad natal, fue quien introdujo a Luigi Pirandello en el campo cultural local, hizo un aporte pionero con su Teatro para niños y legó a la provincia la letra de la Marcha de Entre Ríos.

Hemos dedicado al autor de El muchacho no era malo (1928), exposiciones, suplementos culturales y capítulos de estudios, con el deseo de dar a conocer su producción y personalidad, pero hasta hoy permanecía inédita esta caricatura de P. A. Reyes, que nos lo recuerdan al modo de las leyendas, detenido en una victoriosa juventud. Prolijo y seguro de su valía, fue otro de los grandes autoresalbañiles, del teatro nacional de comienzos del siglo XX. Al frente del Teatro Municipal 3 de Febrero de Paraná, ciudad donde fallecería el 12 de febrero de 1951, a la edad de 54 años, reproducimos su atildada figura, y su mirada que parecía llegar al futuro.

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Tal lo anunciado en el número pasado de La Otra Butaca, esta es la crónica que el gran escritor gualeyo Amaro Villanueva, publica en el vespertino El Litoral de la vecina ciudad de Santa Fe, a comienzos de los años ‘40. En este texto Amaro alude a la mala fama de Paraná “de desafecta a las manifestaciones superiores del arte escénico”, lo que descubre las dificultades en consolidarse como campo cultural autónomo local, especialmente en los años anteriores a la aparición del movimiento de teatros independientes en Entre Ríos. Aparecida un 5 de diciembre de 1943, según larga nota de Sergio Delgado (Eduner, 2010, pags. 880-881) “esta crónica establece un notable juego de espejos y de claves” relacionadas con la Agrupación Vértice y la conferencia que realizó Eichelbaum en Paraná el 30 de octubre de 1934. En el marco de la gira provincial que el destacado dramaturgo hiciera por la región junto a César Tiempo, también habrían visitado entonces las ciudades de Crespo, Gualeguay y Concordia.

Eichelbaum y la americanería andante E

l jueves próximo debutará en esa capital la compañía de comedia que encabeza Mecha Ortiz y que representará obras de Sem Benelli, Bernard, Sommerset Maughan, Bernstein, Kossotoff-Barrini y Eichelbaum. Mecha Ortiz vendrá también a Paraná, el 14, pero sólo ofrecerá dos funciones, con La orquídea, de Sem Benelli, y La esposa constante, de Sommerset Maughan. Nosotros no conoceremos, pues, el repertorio completo de la compañía, de una jerarquía artística que se expresa con generosidad espiritual en la sola mención de los autores cuyas obras lo integran.

Nuestra ciudad pagará de este modo, con tan extrema reducción de un notable repertorio, su mala fama de desafecta a las manifestaciones superiores del arte escénico. Y lo más signifi-

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cativo del caso es que no conocerá la obra de un eminente dramaturgo entrerriano, la

única de autor argentino que figura en el repertorio de Me-

Alfonso Reyes

cha Ortiz: Soledad es tu nombre, de Samuel Eichelbaum. Sería pueril pretender presentar en esta crónica al autor de Un guapo del novecientos o enunciar las constantes contribuciones de dignidad artística que su madura personalidad ha dado al teatro nacional.

Todo eso es de público y notorio, como se dice en los estrados de la justicia. Y alguien nos recuerda una anécdota local que viene al caso y nos libra de pretensión semejante. Y va la anécdota.

El presidente de una agrupación literaria, que debía presentar a Eichelbaum con motivo de una conferencia que éste dio aquí, hace algunos años, sobre el teatro nacional comenzó así su breve exposición: “Señoras, señores: tengo el honor de ser presentado a ustedes por Samuel Eichelbaum…”, etc. Y como para subrayar la exactitud de tan veraz presentación, una dama preguntó a su vecino de asiento: “¿Quién es el que habla?”.

Bueno. ¡Muy bueno! Pero sucede que ahora Paraná no va a conocer la representación de Soledad es tu nombre, la única obra de autor argentino –de un gran dramaturgo entrerriano, hijo de Villa Domínguez- que figura en el repertorio de la compañía de Mecha Ortiz. Nadie es profeta…o en casa

de herrero…

En cambio, nosotros hemos tenido, días atrás, el gustazo de ver en Paraná al propio Eichelbaum en persona, con toda su voz de bajo, “con toda la voz que tiene”, con su varonil simpatía, con esa reposada cordialidad en que armonizan su rostro y su palabra, su físico y su espíritu. Andaba de paso, en grata misión de fraternidad americana, haciendo conocer el país y sus hombres a un joven y talentoso colega suyo, Teodoro Apstein, natural de México, que recorre el continente con los auspicios de la Universidad de Texas, U.S.A., recogiendo antecedentes para un estudio sobre el teatro en América.

Habían llegado a Santa Fe y Apstein dijo: - Yo no me vuelvo sin conocer el río Paraná.

- ¡Es claro! Lo cruzaremos –replicó Eichelbaum-. Además, ¡cómo se va a ir usted sin conocer mi provincia!

Y así cayeron, los dos, de entre la noche, como por arte de tramoyistas, buenos conocedores de las mutaciones escénicas, a la sorprendida quietud de la mesa de casa en que recibíamos la caricia callejera de la brisa nocturna de esta ciudad, que no verá la representación de Soledad es tu nombre, de esta ciudad que fue presentada por el comediógrafo entrerriano a su colega mejicano

Teodoro Apstein.

La reposada cordialidad del autor de Un tal Servando Gómez oficia de bastonero y enseguida nos organiza la camadería bajo la advocación amable de una frase de Shakespeare. Su colega mexicano es alto, fuerte, morocho, de frente despejada y de una espontánea llaneza de trato que, a pesar de su aire reflexivo, establece bien pronto la mutualidad de la simpatía y de la confianza. Un momento después de conocerlo ya lo llamamos “azteca”, aludiendo a la raza indígena que creó en su país la más alta civilización precolombina, así como él nos trata de “che argentinos”, empleando la designación con que se nos identifica, allá en lo alto del hemisferio, por nuestro uso habitual del conocido guaranismo. Esos breves impromptus de tratamiento fraternal van mechando de risas la conversación más o menos seria que se desenvuelve en torno a cuestiones de teatro, de cine, de literatura, de relaciones espirituales americanas. Estamos haciendo panamericanismo vivo en la noche de Paraná, frente a la Plaza de Mayo. El amigo nos da referencias de México, de Estados Unidos, del intercambio cultural en el continente… Y como hoy el vehículo más popular y directo de ese intercambio es el cine, él se interesa por conocer la difusión que alcan-

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1 zan entre nosotros las películas mejicanas.

Le decimos que a Paraná llegan muy pocas películas mejicanas y que por esto –tanto como el valor artístico de sus interpretaciones- para nosotros todo el cine mejicano es Cantinflas.

- Pues es claro –dice él-. ¿Cantinflas? Es el otro Chaplin, el de nuestra lengua. ¡Cómo no ha de decirse que es todo nuestro cine!

Y tras la mención del gran bufo mejicano, llega el recuerdo de su elogio por Alfonso Reyes. Y el nombre de Alfonso Reyes imanta de seriedad decisiva la brújula de la conversación. Es Eichelbaum quien informa con autoridad a la cálida charla que se desarrolla en torno a la personalidad del más grande escritor que hoy tiene la América de habla hispana y seguramente el mundo que cultiva el idioma de Cervantes. De él se podría decir lo que de Quevedo dijo Schiafino: “el más grande afluente de la lengua castellana”. Y no solamente por la riqueza con que la posee y la cultiva, sino también por el caudal de sus ideas y la altura señera de su espíritu. No es por simple cortesía que le ha llamado “humanista mejicano”. No es por simple circunstancia que nuestra tertulia se enriquece de apreciaciones en torno a las difíciles virtudes que se congregan en la personalidad de tan eminente americano.

El azteca Epstein escucha con cariño la animada charla en que desborda la admiración general por Alfonso Reyes, su compatriota, en una mesa de café de una lejana ciudad argentina de provincia, es decir, corriendo por las vértebras de los Andes, como desde un pelo hasta el otro. Comprende que se lo conoce mucho y que se lo quiere más.

Y entonces se plantea el tema feCantinflas

cundo del americanismo, de la unidad espiritual de América.

- En eso Reyes es realmente soberano – dice un contertulio santafesino–. Su espíritu no sólo acusa altiva dimensión vertical sino que también se apoya en una dilatada base de simpatía. Lo que admira en él, parte de sus dotes de inteligencia y su maravilloso estilo, es la vastedad de su interés intelectual, su capacidad extraordinaria de información, de ordenación y de trabajo. Su alma siempre está en vigilia y por eso sorprende hasta los hechos más inesperados, amparándolos con su estimación cordial. Por ejemplo: ¿no es admirable su institución de la “Americanería Andante”? Una vez cayó en mis manos su revista Monterrey, aquel ponderado correo literario suyo, y encuentro en esa sección “Americanería Andante” un acopio asombroso de antecedentes sobre el canje de hombres útiles que las repúblicas americanas han hecho entre sí, a veces persiguiéndolos, como madres ásperas, que hacen desterrados, según su expresión, y otras siguiendo los dictados de “esa hermandad práctica con que nuestros pueblos se prestaban, unos a otros, sus héroes y sus libertadores”. Pero Reyes no reducía su acopio de antecedentes a los ya registrados por la historia, sino que los buscaba, los descubría, así fuesen de la más humilde condición. Allí supe que el ayo de nuestro Ricardo Güiraldes, don Lorenzo M. Ceballos, era mejicano. Pero encontré también este dato que se vincula a la ciudad de Rosario.

“Allí había”, anota Reyes, “en 1900, calle San Justo al mil y tantos, una fonda popular llamada El Tin Tin. Un italiano

la regenteaba. Allí, si no bien, se comía por poco dinero: cinco centavos, cada plato.

Guzmán Arroyo, chico calavera que se había escapado de su casa, solía caer por aquella posada. Hombre entre artista y obrero, no conocido de la crítica, Guzmán Arroyo era, por 1930, el único miniaturista de Buenos Aires. Y debía su arte a un mejicano. Aquel mejicano, huésped de El Tin Tin, tenía un aire misterioso y cierta apostura militar. Era rubio y usaba bigote y barba, vestía siempre de negro y se le adivinaba muy pobre. El quijotesco personaje usaba unas tarjetas que decían: ‘Tomás de la Sierra, artista’. Su arte era la pintura, la miniatura, la iluminación de fotografías y retratos. Don Tomás se aficionó al chico Guzmán Arroyo y, en pocos meses, lo inició en los misterios. Pero a las claras se veía –me asegura Guzmán Arroyoque aquel hombre había sido otra cosa muy distinta de su oficio actual. Hablaba poco de Méjico, pero hacía leer a su aprendiz los ‘Episodios’ de Juan A. Mateos, inspirados en los de Pérez Galdós; y, sobre todo, aquel del hombre cureña sobre cuyos lomos las tropas estuvieron disparando un cañón durante varias horas. A veces, don Tomás se acordaba de la Martinica... A los trece meses murió en el hospital, aquejado de un extraño mal de tristeza”. ¿Qué me dicen ustedes de estas simpáticas precisiones de “Americanería Andante”? ¿Y del trabajo de acopiarlas? ¿Y del acierto americano de darlas a conocer? ¡Cuánta simpatía y fraternidad rebozan!

- Esa es la gracia de Reyes –dice alguien-. Y practicando esa americanería es como el azteca Apstein ha llegado hasta aquí, en compañía de Eichelbaum. ¡Brindemos por la Americanería Andante y por Alfonso Reyes!

El brindis resulta internacional, Amaro porque unos toman Villanueva whisky, otros cerveza, otros vinos.

Pero el espíritu de América armoniza el bouquet de los licores en un solo aroma de fraternidad continental.

Esto sucedió hace unos días en Paraná, que no va a conocer la representación de Soledad es tu nombre, única obra de autor argentino que figura en el repertorio de Mecha Ortiz.

Esta crónica se encuentra en el tercer tomo de las Obras completas de Amaro Villanueva, pags. 268-271, Eduner, Paraná.

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Los qué de “ M e piden una breve autobiografía. ¿Autobiografía? Tengo una enfermedad, autobiografobia. Es una verdadera tortura para mí leer cualquier tipo de detalles sobre mí mismo y más aún escribirlos para ser publicados. En un trozo de papel aparte te envío varias fechas sin embellecer, pero no puedo hacer nada más. Si es de tu gusto, puedes agregar que en mi solicitud para admisión universitaria escribí Escuela de Medisina.” Antón Chéjov.

Trozo de papel. Gonzalo Marull es dramaturgo y director de teatro. Autor de Yo maté a Mozart?, Tantalegría, Quinotos al Rhum, W invasión extraterrestre, Medieval, entre otras. Llevadas a escena por diferentes grupos en Argentina, Uruguay, Colombia, Venezuela, Cuba y Austria.

Qué leo

Los libros no muerden. Miento, sí muerden. Muerden para siempre.

Te marcan de por vida. Leer es un acto de vida o muerte. Creo mucho en la lectura. En el último libro que leí del gran cineasta Werner Herzog (Manual de Supervivencia) tomé la siguiente nota: “Siempre les digo a los jóvenes cineastas que lean, lean, lean, lean, lean, lean, lean. Si no leen, nunca van a ser cineastas. Y no se trata de leer libros sobre cómo hacer cine. Lean poesía, cuentos, novelas. Poesía.

Poesía. Libros que enseñen sobre la profundidad del mundo”.

Leer un buen libro siempre me lleva a querer escribir otro. Tomo muchas notas cuando leo. Uno de mis libros de cabecera es precisamente el Cuaderno de notas de Antón Chéjov. Cuaderno plagado de imágenes y listas.

“Ivachin sabía filosofar muy bien sobre el amor, pero amar no.”

Precisamente estoy armando seminarios de dramaturgia buceando en la escritura a partir de listas.

Lo primero que leí fue El vértigo de las listas de Umberto Eco. Joya para leer y para ver. De esos libros/ objeto que hay que tener (Como su Historia de la belleza e Historia de la fealdad). La búsqueda de la

LA OTRA BUTACA

lista indefectiblemente me reconectó con George Perec. Enorme, fantástico autor. Descubrí también un libro que no conocía El libro de la almohada de Sei Shônagon. Un diario íntimo, un tratado, un sensible ensayo.

No puedo dejar de recomendar los créditos locales. Tres obras salidas del interior del universo cordobés. La mejor novela que he leído en mi vida es El desierto y su semilla de Jorge Barón Biza. La gran tragedia argentina. Pide ser obra de teatro.

Pide ser película. Acabo de leer El loro que podía adivinar el futuro de Luciano Lamberti. Brillante.

En tercer lugar hay una escritora muy joven que se mandó una maravilla de la narrativa cordobesa, ¿Adonde van las palomas cuando mueren? Su nombre es Eugenia Lambert y hay que tenerla muy en cuenta.

Me gusta la escritura de frases claras, coloquiales y lo menos literarias posibles, la que pone énfasis en contar una historia, sin demostrar lo inteligente que es el autor o lo mucho que leyó. Es más interesante un escritor que se hace el tonto a uno que se hace el erudito.

Este año fui jurado del Concurso Nacional de Dramaturgia del INT y leí 420 obras de teatro. Me gusta mucho leer obras de teatro.

Es una lectura difícil, pero que cuando la entrenás se vuelve única.

Ahora bien, 420 obras en un par de meses… eso no es lectura. Lectura sin disfrute no es lectura. ¿Y si armo un par de listas?

Esquilo, Shakespeare, Chejov, Berkoff, Pinter, Koltés, Bernhard, Beckett, Williams, Discépolo, Kartún, Calderón, Blanco.

Uff, son tantos. Kafka, Borges, Hemingway, Dostoievski, London, Melville, Lispector, Woolf, Uhart, Roth, Bolaño.

Uff. Qué hermosa es la literatura. No la dejes afuera de tus lecturas a María Teresa Andruetto.

Tampoco a la dramaturgia de Soledad González, Natalia Rojo, José Luis Arce y Ariel Dávila. Esto leo.

Esto me conmueve. Esto me re-

aliza una praxis.

Qué veo

Veo de todo. Teatro. Danza.

Opera. Televisión. Cine. Video.

Youtube. Vimeo.

Pero necesito destacar que hoy resulta para mí muy importante el cómo. No es lo mismo ver la última de Woody Allen en Cuevana que en el cine. La experiencia, el vivo, son fundamentales para que lo “que veo” cobre relevancia. El poder compartirlo también. Por eso me gusta tanto el teatro. Por su carácter asambleístico. Por la posibilidad sensorial de recepción.

Porque en definitiva lo más importante del “leer, ver y escuchar” es poder hacerlo con todos los sentidos. Leer con el tacto, ver con el oído, escuchar con el olfato.

Cuando en Córdoba se estrenó el sonido Dolby en el antiguo Cinerama la función estaba a pleno: 1000 espectadores, ya no vienen más así los cines. La película que se proyectó fue Terremoto. A la mitad de la película, y por la reverberancia que provocaba el nuevo y lujoso equipo de sonido, los revoques de los techos empezaron a ceder y un polvillo cayó sobre los espectadores que huyeron despavoridos creyendo que el terremoto ocurría en la mismísima Córdoba. Terremoto es una película clase Z. Tremendamente menor en el campo de legitimación artística, pero para mí es una película inolvidable.

Qué escucho

Los dramaturgos lo “hacemos por la oreja”, supo decirme el maestro Kartún. El oído es muy importante en lo nuestro. Lo que escuchamos o dejamos de escuchar también. Escuchamos voces, ritmos, sonidos, palabras... música.

Hay muchos estados que son propuestos y, otros, que uno le propone a la música que escucha. A veces no es sólo música, a veces el silencio puede ser más perturbador que cualquier sonido. El silencio es un punto cardinal a seguir. Luego del silencio aparece el sonido. La música es eso también, compañía.

Me voy a detener en un lugar insospechado: el hecho del destierro de los lentos de la noche bolichera.

Lamento que haya personas que no hayan podido bailar lentos para que luego al escucharlos se apasionen con la catarata de imágenes que se despliegan. Los lentos eran una manera de comunicarse a través de pequeños empujoncitos rítmicos y una estructura dramatúrgica que se repetía cíclicamente compuesta por eso que los dos intervinientes del ritual deseaban escuchar. Les propongo poner un lento y bailarlo, en cualquier lugar, en espacios culturales, en terrazas de edificios mirando la ciudad, en la vereda, en la heladería, no hay lugar específico. Solos o acompañados.

Una lista de artistas o intérpretes musicales puede empezar con Björk. De ahí pasar por Fernando Cabrera (en vivo te hace llorar, no podés evitarlo). Hasta llegar a Mozart. Pero es difícil dar nombres.

Son tantos.

“Somos la música que escuchamos cuando estamos solos”, he oído por ahí. Puedo volver a ponerme localista. Carlitos La Mona Jiménez excede al estilo de música. Su poesía es tan particular, y ni hablar de sus movimientos e interpretaciones vocales. No necesita afinar, no necesita entonar. Hay un momento del día, de la vida, para escuchar a La Mona Jiménez. Y ese momento es siempre.

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Perfiles

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Biografías del teatro latinoamericano

Juan Carlos Gené

Entre escenarios y aulas (6 de noviembre de 1929, Bu 31 de enero de 2012, Ciudad Autónoma de Buenos Aires)

N

acido en un hogar de origen radical, en Bulnes, se sabe que Juan Carlos Gené asistió a un colegio religioso, tuvo dos hermanos y estudió hasta tercer año de abogacía, antes de profesionalizarse en distintas áreas del teatro.

En su historia oficial el debut escénico quedó fechado en 1951, bajo la dirección de su maestro Roberto Durán, en la pieza Unos heredan y otros no, de Pablo Palant, aunque Gené solía patentar el inicio a sus cinco años, dirigido por “el mucamo Alonso, un comunista”. El escenario estaba improvisado en su casa. “Era la casa de mi abuelo, pedagogo y subsecretario de Instrucción Pública del gobierno de Yrigoyen”, explicaba, con cierto reparo en los procesos de la memoria.

En una de las últimas entrevistas señaló: “Soy muy desconfiado y recomiendo a todo el mundo que lo sea. Uno inventa aún cuando cree que está diciendo la verdad.

En los encuentros con mis hermanos hablábamos de nuestra infancia y comprobábamos que no habíamos visto lo mismo”.

Como actor, según la crítica, sus trabajos más notables de una primera etapa fueron los realizados en Dulcinea, del francés Gastón Baty, El jardín del infierno, de Dragún, Rinoceronte,

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de Ionesco, Nuestro fin de semana, y Los días de Julián Bismal, de Cossa y Un hombre es un hombre, de Bertolt Brecht, los dos últimos en 1965, por los que obtuvo premios.

Desde su pluma teatral legó la exitosa El herrero y el diablo, adaptación del capítulo XXI de Don Segundo Sombra, de Ricardo Güiraldes, en 2 1955, publicada por Talía en 1966; Se acabó la diversión (1967), Golpes a mi puerta, pieza central en su producción, El inglés (1974), Memorial del cordero asesinado y Todo verde y un árbol lila, entre otras obras representadas en decenas de salas argentinas.

En televisión debutó como guionista televisivo de la mayoría de los capítulos de Cosa juzgada, desde 1969 hasta

1971, un ciclo clave en la historia de la pantalla argentina. Los unitarios repasaban casos judiciales auténticos, en su mayor parte con un fuerte contenido social. Y luego continuó escribiendo para Alta comedia.

En la década del sesenta se destacó también como actor, con recordados trabajos interpretativos en las películas Tute Cabrero, Quebracho y La fiaca, así como libretista de cine con La Raulito, junto a Martha Mercader, entre aproximadamente una docena de films más en los que intervendría a lo largo de su carrera.

Como director, entre sus primeros espectáculos, se encontraron En familia, de Florencio Sánchez –con el teatro de la Universidad Nacional de la Plata donde cumplió destacada tarea docente- y Andorra, de Max Frisch en el teatro San Telmo de la Capital Federal.

Asimismo se desempeñó como docente, al frente de la materia

Formación del Actor en el Instituto de Teatro de la UBA. Con la llegada de la dictadura militar en Argentina en 1976, Juan Carlos Gené debió exilarse primero en Colombia, donde residió durante un año, luego se radicó en Venezuela donde vivió hasta 1991. En este país fundó en 1983 el Grupo actoral 80, integrado al CELCIT, con actores como Fermín Reyna y Aroldo Betancourt, y escribió telenovelas y buena parte de su producción dramatúrgica.

Regresó a la Argentina en 1992 donde se desempeñó como director general de Canal 7 y hacia fines de la década, como director del Teatro Gral. San Martín de Buenos Aires, en polémica gestión para algunos referentes del teatro nacional, puesto que siguió, como había planteado al asumir el cargo, dirigiendo obras y trabajando en muchos espectáculos junto a su mujer y su hijo.

Dirigió Gené además el Ins-

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uenos Aires-

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trabajó codo a codo en escena, distinguida con el Premio Trinidad Guevara 2010 en el rubro Actuación Protagónica Femenina por el rol de la Madre en Bodas de sangre, de Federico García Lorca, con dramaturgia y dirección de Gené.

Admirado por sus alumnos, en el año 2010 recibió como homenaje el documental Gené, en escena, impulsado por Eloísa Tarruella. El filme en cuestión da cuenta de sus clases magistrales.

En www.youtube.com puede verse un avance del trabajo que se difundió en Canal Encuentro y diversos programas televisivos.

Legado. En su obra Todo ver-

tituto de Estudios Teatrales para América Latina, del CELCIT, con sede en el barrio de San Telmo.

“El teatro es un hecho misterioso vinculado a instintos tan profundos que no hay otra manera de llamarlo que religioso. No porque represente una religión particular, sino porque está vinculado con el misterio de la vida y la muerte”, teorizó.

“La gente se sienta a presenciar teatro, no a mirar, porque se percibe con todos los sentidos. El espectador va más fácil a otro tipo de espectáculo, porque le crea menos tensión. El teatro es la exigencia de la vida constante durante dos horas, una ficción que está viva en el cuerpo de un actor, en presencia de otros cuerpos, por eso está unida a algo misterioso”, disparó en alguna entrevista, sobre estas artes que ocuparon su existencia.

Un capítulo no menor de su vida fue su historia de amor con la actriz Verónica Oddó, a quien conoció en el extranjero, con quien

de y un árbol lila (2007), rescata una serie de cartas reales de una niña judía perseguida en Europa en la década del ‘30 que intenta desesperadamente emigrar hacia Buenos Aires, pero debido a la resistencia de las autoridades argentinas, termina siendo asesinada por los nazis. Previamente había escrito piezas como Ritorno a Corallina, El sueño y la vigilia (1992), Memorial del Cordero asesinado (sobre Federico García Lorca) (1990), Ulf (1989), Aquel mar es mi mar, sobre textos de Lorca, Las delicadas criaturas del aire (también sobre Federico García Lorca), al igual que Cuerpo presente en los naranjos, La hierbabuena y Yo tenía un mar.

En el VII Festival Internacional de Teatro Mercosur (2009) Gené dictó conferencias y, en una expuso minuciosamente sobre “El teatro político y la política en el teatro”, y dio cátedra, según Laura Fobbio, sobre cómo se vive y encarna el teatro, al representar Minetti de Thomas Bernhard con dirección de Carlos Ianni.

Su último trabajo como actor fue en 2010, en Bodas de sangre, del dramaturgo granadino, pieza a la que también dirigió. En ese mismo año también dirigió la puesta de Hamlet en el Teatro Presidente

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Alvear, una de las seis versiones que entonces estaban en cartel en Buenos Aires.

“Para mí el teatro ha sido siempre y sigue siendo la terca custodia de una luz para los hombres; para los que lo hacen y para quienes lo presencian; para quienes lo escriben y quienes lo corporizan; los que lo pueblan de técnicas y de artes que sintetizan las tareas más nobles y bellas 6 que los hombres han realizado. Estoy, en este tiempo, amándolo y contra él. No creo en el azar como motor de la vida, sino en su misterio. Y en todo sigo viendo causa de reverencia, invitación al asombro.

El teatro presenta al hombre como es, angelical y homicida, tierno y cruel. Nunca ha sido el teatro ámbito de almibaradas visiones del hombre. Y cuando tal cosa ocurrió, sus cultores cayeron en el olvido.

Permite ver a los hombres desde perspectivas que nunca ofrece la realidad; nos enseña a descubrir y amar, precisamente, lo que la realidad oculta: a comprendernos, aceptarnos y también a cuestionarnos y no aceptarnos. Ése es el sentido de este oficio y es lo que da al oficiante una nobleza y una tras-

FOTOS

1. En plena actuación.

2. Un retrato en su juventud.

3. Juan Carlos Gené junto a los actores Verónica Oddó, Violeta Zorrilla, Camilo Parodi, en Bodas de sangre.

4. Gené adquirió gran popula-

cendencia que casi siempre ignora. El teatro es reserva de la vida, en gesto de aprecio y celebración de sí misma. Es el espacio de la dignidad del hombre”.

“Puede ser que los seres humanos tengamos siempre, de alguna manera, un impulso, acaso absurdo, por dejar el mundo un poco mejor de lo que se lo encontró”, admitía el maestro de actores. “Al mundo del teatro, al menos, Gené lo dejó mejorado y enriquecido.

Vendrán herederos, pero, como él sostenía, lo que se muere, ya no se repite”, repasaba en tono triste la periodista Marina Zucchi, en la necrológica tras la muerte el 31 de enero de 2012. ridad dictando clases, talleres y conferencias.

5. Con esta imagen se abre el documental Gené en escena, realizado por una de sus alumnas.

6. El elenco de Cosa juzgada marcó un hito en la televisión argentina.

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Cómo se dice festival en

cordobés 1

Mónica Borgogno Guillermo Meresman

D

el 4 al 13 de octubre pasado se desarrolló en la provincia de Córdoba la 9na. edición del Festival Internacional de Teatro Mercosur, evento bienal que ya hace algunos años, rebasó ampliamente su toponimia y logró instalarse con perfil propio en el campo teatral argentino.

La ciudad capital misma, de marcado carácter universitario y artístico, suele ser definida como universo en el que prima el buen humor, lo tradicional y la modernidad aportada por las sucesivas vanguardias, tanto en las artes escénicas como en la esfera social.

No se puede olvidar que el prolífico escritor cordobés Juan Filloy supo levantar las banderas de una pionera Reforma Universitaria a comienzos de siglo XX, y que en los años 60 y siguientes, con María Escudero –figura que creó el Teatro Libre Teatro, agrupación que fue reconocida no sólo en Argentina sino en Latinoamérica- el teatro local se diferenciaría

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en el panorama nacional.

Este año, una de las más importantes apuestas de los organizadores, consistió en potenciar los nueve corredores provinciales por los cuales circuló una parte del mejor teatro argentino, e interesantes producciones internacionales provenientes de 16 países invitados a esta celebración que con tonada cordobesa bien podría ser un “festivalaazo”.

En esta edición se multiplicaron los intercambios y se observó un especial acento puesto en la inclusión, con funciones en fábricas, penales, escuelas, sindicatos y barrios. La programación reparó también en los siempre necesarios espacios de formación que se manifestaron en una nutrida oferta de talleres, charlas y seminarios como los que ofrecieron Francisco Javier, Rodolfo Ranni, Luisa Huertas (México), Eli Sirlin, los hermanos Roberto

90.000

es el número de espectadores que disfrutaron de esta edición.

y Miguel Ballumbrosio (Perú), Román Podolsky y Marcelo Bertuccio, entre otros.

Como es sabido, un Festival es una vidriera para los grupos, compañías y creadores que, con aciertos y contratiempos incluidos, puede captar el interés de decenas de miles de espectadores y agentes del campo cultural local, brindando oportunidades de crecimiento y difusión del trabajo de artistas consagrados y noveles, experimentados y emergentes.

Fue así como obras de muy diferentes credos estéticos-ideológicos, de distintas calidades, tuvieron en esta ocasión nuevas chances para proyectarse y encontrarse con el exigente espectador, sea o no gente del oficio.

Esta vez, al ritmo del cuarteto y otros ritmos latinos junto a Vivi Pozzebón y Kimba Fá (Perú), el Festival arrancó y llegó hasta los rincones más polvorientos y despoblados como Punta de agua que no supera las 500 almas.

Aplausos de pie. Fueron muy celebradas las actuaciones de una Leonor Manso – que brilló en Psicosis 4.48, de Sarah Kane, dirigi-

da por Luciano Cáceres-, Ana María Picchio en el breve pero intenso monólogo Incendios de Wadji Mouawad, Cristina Banegas y su Eva Perón en la hoguera o Soledad Silveyra que ofreció a sala llena del histórico Teatro Real, al cierre, la nueva versión dirigida por Alejandro Tantanian de Nada del amor me produce envidia del dramaturgo cordobés Santiago Loza.

Párrafo aparte mereció la labor de Daniel Fanego en El último verso, de Patricia Zangaro, con dirección de Pompeyo Audivert. Aquí el actor interpreta a un moribundo Armando Discépolo, mordaz y crítico, en una puesta que con sencillez y despojamiento emociona al repasar ese silencio de décadas de este autor emblemático para el teatro argentino y universal, la falta de reconocimientos oportunos, los emergentes autores, el plagio o la originalidad.

También fue notable la marcada presencia y valor de la producción local, ya sea a través de distintas puestas o el merecido ciclo dedicado a Loza, con cinco textos llevados a escena por diversos grupos, entre ellos el intenso monólogo Matar Cansa, interpretado por Maximiliano Gallo en la sala menor de la Ciudad de las Artes.

Clásicos eran los de hoy. Todo Festival internacional que se precie, debe tener su ciclo de clásicos del teatro universal. En este caso se vieron versiones de Eurípides –Medea vindicada (España), a cargo de Débora Izaguirre, que le puso humor a sus pesares conyugales, deslizó críticas al 21 % que ahora debe pagar la cultura en su país y se mofó del espacio alternativo al que hubo de acudir, debido a la toma de la Facultad de Derecho-, Williams Shakespeare –Hamlet, Romeo y Julieta (Costa Rica) y Otelo en una versión museo-, y Florencio Sánchez –que llegó de la mano de una aplaudida ¡Barrancabajo!, realizada por Edgardo Dib como artista invitado por la Comedia Cordobesa.

A esta cita de universales ineludibles no faltó Antón Chéjov, del que se vio Las tres hermanas, una versión que logró reinterpretar al autor ruso, dotando de matices y humor a la historia, en un entrecruzamiento con el lenguaje del cine audaz y original que enriqueció la propuesta. La dirección de este trabajo estuvo a cargo de David Picotto, con un sólido elenco concertado integrado por Estefanía Moyano, Analía Juan, Alicia Vissani, Nelson Balmaceda y Luciana Sgró Ruata, que actuaron en una acogedora y nueva sala llamada Alquimia, en el cerro de la ciudad. Picotto, además, en las dos funciones ofrecidas, hubo de realizar el reemplazo necesario de un actor local accidentado semanas antes.

El nuevo drama. Como en anteriores edi-

ciones de La Otra Butaca se han al menos mencionado diversas buenas obras que cono-

ciéramos en otros Festivales o circuitos, y formaron parte de la programación del encuentro en La Docta, nos limitaremos acá a destacar algunos de los nuevos dramas o espectáculos pertenecientes a las actuales artes escénicas, a los que pudimos asistir en nuestra visita y cobertura especial.

Distribuidas en casi veinte salas o espacios como los del Paseo del Buen Pastor, entre las obras que más nos gustaron figuran El cielo de los tristes o la imposibilidad de ser mejor persona (España), una provocativa experiencia escénica creada por Pablo Molinero y David Climent, con recursos y efectos a granel pero al servicio de una atractiva historia y una denuncia de los tiempos opresivos, y Distancia siete minutos, de Diego Lorca y Pako Merino -creadores también de la exitosa Exitus, vista hace poco en Paraná-, que con una austera puesta y abordando un mundo familiar, bien español y actual, logró emocionar a la colmada sala grande de la Ciudad de las Artes.

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Escrituras. En el ta-

ller “Capacidad creadora y discurso propio”, dictado por Marcelo Bertuccio, los asistentes asumieron la misión de redactar en tres jornadas, una pieza breve. Así, trabajaron bajo la consigna de escribir historias atravesadas por este evento.

Latinoamérica.

Unos 500 artistas, programadores y críticos desfilaron en este Festival que supo desplegarse por unas 70 localidades de la provincia.

Creadores de América Latina como Beatriz Durante, Daniel Luppo, Basilio Nova (República Dominicana), Thamer Arana (Colombia), Paloma Dávila (Ecua-

5 dor) y César Cristóbal Muñoz (México), entre otros, pudieron dialogar sobre sus realidades y experiencias en

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1 las reuniones del Instituto Internacional del Teatro (ITI) y mesas de grandes programadores. En estos días sucedió el Primer Simposio Latinoamericano Teatro y Prisión que incluyó debates en torno al teatro comunitario y experiencias de rehabilitación y en contextos de encierro y puestas como la de Torre 5 (Chile) dirigida por Jacqueline Roumeau y La pileta que dirige Walter Alemandi del grupo La Reja, de Santa Fe. Dos murgas uruguayas y una batucada colombiana, imprimieron aún más humor y ritmo a esta fiesta.

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Fotos

llegaron más trabajos.

1. Women’s, de Brasil dejó más que conmovido al público.

2-Cristina Banegas en Eva Perón en la hoguera.

3. Los integrantes de “El cuarteto del amor” emocionaron a las vecinas.

4 - De España, donde se concibieron El cielo de los tristes y Distancia 7 minutos, fue de donde

5. La versión de Las tres hermanas, de Córdoba, estuvo entre las preferidas de la crítica invitada.

6. Daniel Fanego se lució junto al músico italiano Mirko Mescia, en El último verso, en la capilla del Paseo del Buen Pastor.

7. Dib presentó la pieza del gran autor rioplatense, cálidamente recibida en la ciudad mediterránea.

Riesgo y presencia E

ste Festival tuvo una marcada presencia en escenarios poco habituales para el teatro.

Uno de ellos, la cárcel de varones y mujeres, en donde el espectáculo de Las despechadas hizo reír a los privados de libertad.

Los internos fueron llegando de a dos y de a poco también, quienes presenciamos la función nos fuimos acercando a dar la mano y conversar. Por qué elegían el taller de teatro, qué sentían cuando actuaban. Es que en este penal de Bouwer, hay talleres a pedido y gusto de quienes están allí dentro. “Porque soy buen actor. Me dicen Al Pacino”, dijo Emiliano.

El joven contó que había actuado para el Día del niño y entre el público estaba su hijo. “Papá ¿sos vos?, me dijo mi nene”. Feliz fue la palabra que usó para expresar lo que significó ese momento de representación. La posibilidad de ser otro, contar sus historias, mostrar que pueden y alegrar a sus familias. De pronto entraron los músicos y ahí nomás, la colombiana Luza Osorno y las

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cordobesas Florencia Coll y Soledad San Martín, como por arte de magia, hicieron que las realidades de cada uno quedaran por buen rato, entre paréntesis. Y lo más sorprendente, aunque no tanto en territorio cordobés donde el humor está a flor de labios de cualquiera, los internos actuaron y retrucaron a las cantantes que proponían un intercambio con gracia y buen humor.

En recreos y pasillos. En

el salón de una escuela secundaria se vieron obras como No quiero ser el Che Guevara, de Gabriel Fernández Chapo y otras piezas más, en las que los jóvenes protagonizaron escenas que cuestionan al sistema educativo desde sus propias entrañas así como las violencias heredadas del hogar -luego llevadas a los recreos y aulas-, diversas situaciones de exclusión y nuevas prácticas de intercambio aprendidas de los adultos y recicladas por los adolescentes.

Por los pasillos de un vecin-

dario olvidado, circularon las emotivas serenatas del Cuarteto del amor, bien cordobés. Con la ayuda logística de una organización religiosa que bien conocía a dicha comunidad los músicos repartieron canciones y flores una mujer que pintaba canas o una joven que festejaba sus 15 años.

En fábricas como Anadón, los empleados hicieron un alto en su jornada, escucharon y bailaron al ritmo de Vivi Pozzebón, acompañada por Roberto Ballumbrosio (Perú) y el tecladista Mariano Vélez, así como también los de la Fiat.

Compromiso. El riesgo y la diversidad temática fue otro acierto de la programación. En un caso podemos citar la puesta de Women’s, que toma el tema de la muerte y de los afectos en clave física/orgánica. A partir del texto de Daniel Veronese, una mujer conversa con un cadáver, al que manipula, dobla, viste, limpia, peina, mira, habla. Las actuaciones de Ana Luiza Fortes y Lara

Matos fueron más que deslumbrantes y dejaron entre mudo y conmovido al público. Los cuerpos, un rasgo identitario del teatro brasileño, aquí fueron cuerpos que impactaron, que dijeron más que las palabras. Y en otro tenor, resaltamos el valor de una pieza que habla de realidades desconocidas o de las que poco hablan, como la de los niños y niñas soldados de la guerrilla colombiana que en un quizás forzado español encarnó el elenco canadiense de El ruido de los huesos que crujen, escrita por Suzanne Lebeau. Si bien se puede objetar cierto exceso textual en torno a la barbarie de la protagonista o una mirada arcaica y desactualizada en torno a las enfermedades de transmisión sexual, son necesarias estas puestas que hacen pensar la vulnerabilidad y devenir de estos niños y hacen circular historias que por lo general pasan desapercibidas en los grandes medios. Por ello se celebran cuando con fuerza emergen desde escenarios tan convocantes como los de este Festival.

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Los detectives del Teatro Argentino

os investigadores teatrales pueden parangonarse a aquellos insaciables seres auxiliares que ayudan a resolver casos, delitos o dilemas…Valiéndose de reflexión, observaciones, análisis o teorías, estos husmeadores de rastros constituyen desde hace algunas décadas, un vigoroso sector de la posible “industria de las artes escénicas argentinas”. Provienen de áreas de conocimientos distintos, de Facultades de todo el país, de las más variadas zonas académicas, a veces con experiencias teatrales más o menos importantes, o con prácticas y aprendizajes en clases, talleres y seminarios. Suele distinguírselos por una profusa producción de textos en forma de monografías, artículos e informes, que dan cuenta de procedimientos, obras, grupos, autores, estéticas, neurociencias o especificidades de los lenguajes circenses, entre todas las liminalidades posibles. Entrecruzamientos, elucubraciones, sofisticadas aporías o verosímiles registros orales, forman parte, además de archivos o documentos, y de su razón de estar en el mundo… Registros, historias y memorias de espacios, creadores, técnicas y públicos.

Son o pueden llegar a ser, hasta como máquinas de recordar la emoción…

Qué significa ser un investigador teatral se le preguntó a Ya-

nina Leonardi, investigadora del Conicet. “Actualmente, la investigación teatral es mi profesión.

Desde hace ya algunos años me he centrado en el estudio de las actividades y formaciones artísticas de intervención política destinadas a los obreros a lo largo del siglo XX, donde el teatro tiene un rol central. Dedicarme a esta tarea no es algo nuevo, ya que he realizado una tesis doctoral basada en el estudio de las representaciones del peronismo en el teatro argentino (1945-1976) y también participé de las distintas investigaciones llevadas a cabo por el Getea (Grupo de Estudios de Teatro Argentino e Iberoamericano de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA, creado y dirigido por Osvaldo Pellettieri), como la Historia del Teatro Argentino en Buenos Aires, el proyecto sobre poéticas actorales, entre otros”, respondió.

En todo este recorrido Leonardi ha podido distinguir distintas etapas de la investigación teatral. “Si bien es un campo transitado desde hace muchos años, recién en los últimos tiempos, hay una gran cantidad de

investigadores que realizan esta tarea profesionalmente, tanto en Buenos Aires como en otras localidades del país, siempre en centros universitarios, en algunos casos en el marco del Conicet. Obviamente que este panorama da cuenta de una gran diversidad en las investigaciones (tanto en enfoques como en formaciones) como consecuencia directa de la especificidad de la actividad teatral en los distintos y numerosos lugares de la Argentina”.

Cuáles son las tareas inherentes a estos profesionales que indagan entre viejos documentos o fuentes orales, fue otro de los interrogantes. En su opinión, para encarar esta labor con rigurosidad y seriedad, “todo investigador debería conocer la historia de nuestro teatro nacional, tener una metodología de análisis, y por último, emprender una investigación en profundidad, aspirando a convertirse en un especialista. Creo que la diversificación de un investigador en innumerables temas no puede dar más que miradas superficiales del objeto en cuestión”.

Hoy, su interés por investigar radica en “poder realizar un análisis de la cultura argentina a partir de una de sus manifestaciones artísticas como el teatro, partiendo de un enfoque interdisciplinario.

Precisamente, tanto la investigación que llevo a cabo en este momento como la realizada en el doctorado, me permitieron trabajar en un área de cruce entre lo estético, lo político, lo histórico y lo social”, apuntó Leonardi.

Descubrir. Para algunos, in-

vestigar sobre el teatro argentino y su historia es repensar materiales, épocas, poéticas, en suma, descubrir un país o ciudad que en otra perspectiva no hubiera notado. En ese diario trajín van apareciendo novedades, reposiciones o éxitos incuestionados que a veces hay que “restaurar” en la memoria colectiva o que vale la pena historiar.

Cuánto se debe a una imagen inédita o édita, quizás amarillenta, de alguna puesta en escena o algún ensayo en una sala que ya no existe o se convirtió en un triste restoran o tienda; cuánto a una ubicación sin privilegios en alguna platea; cuánto a esa lista de repertorios o repartos que acercan una certeza, una hipótesis u otra manera de comprender un hecho o una época. Ese es el desafío de quienes investigan.

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Pepa Plana junto a su máquina de coser reconvertida en el caballo de Troya.

Bajo el lema El teatro enciende, se hizo el 8vo.

Circuito Nacional e Internacional. Por ahí estuvimos de fieles espectadores. Aquí nuestra mirada.

E

l 8vo. Circuito Nacional de Teatro, propició que del 10 al 15 de septiembre pasado, Paraná fuera anfitriona de un Festival Internacional de Teatro como hace tiempo no se producía, con espectáculos de calidad del país, y también de Bolivia, Costa Rica, España y Uruguay, en un rico muestrario de las artes escénicas contemporáneas.

Desde la preciosa y divertida propuesta de la murga Asaltantes con patente, la elocuente

reseña

Se encendió, al fin modernidad del circo contemporáneo de la compañía La Arena, que ofreció su Sanos y salvos de Gerardo Hochman, con impecables destrezas y reflexión en torno a la locura; la denuncia de base antropológica de César Brie en Árbol sin sombra que no casualmente se presentó el día del 5º aniversario de la matanza de campesinos en Pando (Bolivia), o la puesta y dramaturgia de Edgardo Dib, reescribiendo El jardín de los cerezos de Chéjov.

La variedad también estuvo asegurada en la grilla por la inclusión de Amor a tiros, dirigida por Bernardo Cappa o La gracia de tener, de Manuel Santos Iñurrieta, entre una docena de obras

El jardín de los cerezos, con las actuaciones de Sergio Abbate, Luchi Gaido, Raúl Kreig, Ruben Daniel von der Thüsen.

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Sebastián Mogordoy, Laura Nevole, Soledad Picenza en Amar a tiros.

bien diferentes, que colmaron expectativas locales.

Al decir del organizador y los distintos organismos intervinientes, el balance final volvió a ser muy provechoso, proveyendo a la capital provincial de un importante evento, que este año involucró funciones en seis localidades más de Entre Ríos.

De la amplia programación, llevada a cabo en los dos espacios principales del Centro Cultural La Vieja Usina y en el Teatro 3 de Febrero, además de las ya mencionadas, que reunieron a miles de espectadores totales, el público y La Otra Butaca disfrutaron mucho con Penélope, una hilarante recreación claw-

nesca del relato griego, de Pepa Plana llegada de Cataluña, con mágicos recursos escenográficos, y del talento y despliegue expresivo exhibido por Pablo Felitti de Rosario, actor y autor de Moreira Delivery, otra reinterpretación de un clásico (en este caso nacional o rioplatense), de lo mejor que ha producido el grupo La Comedia de Hacer Arte, en su ya destacada trayectoria teatral. El trabajo que cuenta con la dirección del mismo Felitti y Hernán Peña, sorprendió en un unipersonal de gran efectividad, que reflexiona sobre los Moreiras actuales, en pleno siglo XXI, y emocionó en una historia que no se agota nunca.

Pablo Felitti en uno de los tantos personajes de su Moreira Delibery.

Actualidad Congreso Internacional

Del 29 de julio al 2 de agosto de este año se llevó adelante la XXII edición del Congreso Internacional de Teatro Iberoamericano y Argentino organizado por el Grupo de Estudios de Teatro Argentino e Iberoamericano con sede en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. Entre una abundante producción teórica del campo teatral nacional, los cientos de investigadores y participantes del evento tuvieron la oportunidad de participar del interesante taller dictado por el realizador y docente Guillermo Cacace titulado “La puesta en escena como un sistema de tensiones abiertas”, intercambiar información y saberes sobre gran parte de las artes escénicas contemporáneas, sus creadores y obras, y sobre los tipos de estudios disímiles que se llevan a cabo actualmente, y también sobre su historia.

De marcado carácter académico, de prestigioso acontecer (en el que se entrecruzan alumnos principiantes con doctores de distintas universidades y especialistas teóricos, siempre de manera enriquecedora), la variedad de temas y enfoques estuvo ejemplificado en el plenario XII, donde Laura Mogliani expuso sobre “La puesta en escena circense”, Nicolás Fabiani sobre “Filosofía del teatro y neuroestética”, y Gustavo Radice y Natalia Di Sarli sobre “Dispositivos performáticos en la posdramaturgia” platense.

Por la Universidad Autónoma de Entre Ríos, participó Guillermo Meresman, quien expuso

sobre la circulación de las obras de “Roberto Arlt en Entre Ríos”.

Asimismo participó de una mesa referida a “El trabajo con archivos y fuentes en la investigación del teatro argentino en las provincias: metodología, especificidades y resultados”, junto a colegas de Bahía Blanca (Nidia Burgos), Mar del Plata (Nicolás Fabiani), Formosa (María Esther Gorleri) y La Pampa (Susana Llahí), entre otras regiones cubiertas en las Historias del teatro argentino en las provincias, proyecto del que se espera dar a conocer en lo inmediato el tomo tercero, ya finalizado y en vida de Osvaldo Pellettieri.

Carpa nueva

La Asociación Civil Teatro El Bardo está a punto de estrenar en Paraná, su nuevo emprendimiento destinado al uso de una hermosa carpa llamada (por concurso) La Moringa Roja. El Instituto Nacional del Teatro subsidió el costo de este nuevo espacio con una capacidad máxima para 300 personas, en el que se asegura, habrá una intensa circulación de obras y artistas que enriquecerán la vida escénica de la ciudad capital, primero, y luego la de otras localidades en las que se emplazará de manera itinerante.

Shakespeare en Argentina

El autor de Otelo, El moro de Venecia, que se ofreció en Paraná en 1902 en el teatro municipal, tendrá en Buenos Aires su congreso internacional, en conmemoración de los 450 años de su nacimiento. Será del 23 al 27 de abril del año entrante,

Nuevos premiados

En el V Certamen Provincial de Teatro que se llevó a cabo en Victoria, el grupo Shaima del Taller municipal de Teatro de Basavilbaso, recibió varias distinciones por su trayectoria y su trabajo en la versión de Inodoro Pereyra, que siguen representando en distintos lugares de Entre Ríos. El evento fue organizado por la Asociación Cultural de Victoria, con adhesión del municipio local y el Ministerio de Información y Cultura.

Feria del Libro

La Biblioteca Teatral que funciona en el Centro Cultural Juan L. Ortiz de Paraná y que este año cumplió sus 15 años de vida, participó en octubre de la Primera Feria del Libro de Paraná, donde exhibió parte de su patrimonio bibliográfico resultante de diversas donaciones y compras. La entidad, distinguida el año pasado con un Premio Teatro del Mundo en el Centro Cultural Rector Ricardo Rojas de la UBA, fue ganando en todos estos años cada vez mayor visibilidad en la comunidad teatral. Cabe recordar que la Asociación Amigos de la Biblioteca Teatral cuenta con una Comisión Directiva que reviste como propietaria y cuidadora de uno de los reservorios bibliográficos regionales más valiosos en cuanto a las artes escénicas se refiere. convocado por el Departamento de Artes de la FFL de la UBA. Por inscripciones y consultas,

los interesados pueden dirigirse a: congresoshakespeare2014@ gmail.com

Nueva revista digital

Revista T (de Teatro) es una publicación de artes escénicas que circula a través de la web y es producida en el marco de un proyecto de extensión presentado desde el Profesorado de Teatro que se dicta en Gualeguaychú, de la Facultad de Humanidades, Artes y Ciencias Sociales de la Universidad Autónoma de Entre Ríos. En la presentación, su directora, Renata Dallaglio expresó que este nuevo sitio está destinado a la difusión de actividades específicas y también a la construcción de saberes docentes. Interesados en leerla, deben entrar al blog http://revistatprofesorado.wordpress.com/ donde se encontrarán con artículos sobre la crítica, la docencia teatral, la danza, entre otros.

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Publicaciones recibidas

Desde el Getea

El Grupo de Estudios de Teatro Argentino e Iberoamericano -con sede en la Universidad de Buenos Aires-, acaba de publicar el número 32 de su revista especializada, con los acostumbrados artículos de académicos teatrólogos y en esta edición, la reproducción del atractivo texto titulado La patria fría, de Andrés Binetti y Mariano Saba, de estreno reciente.

La publicación acerca reseñas de libros, notas de conocidos e incipientes investigadores del medio, sobre obras y figuras del teatro argentino y en la sección Testimonios del pasado teatral argentino, un texto de Armando Discépolo sobre la “Misión del director”, conocido originariamente en 1969.

La revista puede ser consultada en la Delegación Entre Ríos del INT de calle Laprida al 500 de la capital provincial.

Como siempre, una revista que resulta de interés y orienta a los lectores- consumidores de espectáculos, con información precisa, sobre últimas tendencias de la escena nacional.

Una editorial que da que hablar

De la ciudad de Bahía Blanca donde tiene su sede la pujante Editorial de la Universidad Nacional del Sur, recibimos dos importantes publicaciones consagradas a pensar la historia del actor, y a difundir algunas de las voces más prestigiosas de la dramaturgia argentina contemporánea.

En el primer caso, el libro reúne investigaciones académicas y entrevistas con grandes creadores teatrales.

Son trabajos emergentes del X Congreso Argentino de Historia del Teatro Universal, realizado en julio de 2013 en Buenos Aires, con importantes presencias internacionales. Si bien es cierto que “el actor puede ser estudiado desde diferentes ángulos y recortes”, no es menos verdad que estas contribuciones atienden a buena parte de la mejor producción teatrológica iberoamericana, compilada por los doctores Jorge Dubatti y Nidia Burgos.

Así, en el grueso volumen de 400 páginas, se tratan temas que van del actor en la España del Siglo de Oro, en el teatro clásico francés y en la protovanguardia de Ubú Rey, a la figura de Luis Ambrosio Morante, las visiones sobre los intérpretes de Jerzy Grotowski, el colombiano Santiago García, Arístides Vargas y muchos otros creadores argentinos más, además de testimonios de Ángel Elizondo, integrantes de El Periférico de Objetos, Osqui Guzmán, Ana María Bobo, Claudio Tolcachir, Jorge Eines y el entrerriano Enrique Fischer, el popular Pipo Pescador, juglar bien conocido en el país, entre otros estudios de mayor o menor relevancia.

“Pensar la historia del actor” podría también haber sido el nombre de este

valioso aporte a la actual teatrología nacional, según anticipa su contratapa.

El segundo de los libros inauguró el año pasado la primera publicación de un texto dramático al catálogo de la Ediuns. Se trata de la pieza David y el General, de Coral Aguirre, quien hace poco fuera premiada por el Getea por su trayectoria.

Resultados de por aquí

Del miércoles 6 al domingo 10 de noviembre se desarrolló en Paraná la Selección Provincial de Teatro - Entre Ríos 2013. Durante esos días se presentaron once elencos oriundos de la capital entrerriana, Gualeguaychú, Concordia, Gualeguay y Larroque. El jurado eligió a la obra Criaturas, del grupo Los Macanos (Paraná) - de Alberto Adellach y dirigida por Juan Carlos Izaguirre: dos personajes – interpretados por Diego Armando Tortul y Norman Boyero, sin tiempo ni lugar, reviven emociones diferentes mientras juegan. Porque el juego también tiene su conflicto. Y el juego está acompañado por la música y efectos sonoros, a cargo de Paulina Alfaro. Así, Criaturas representará a la provincia en la XXIX Fiesta Nacional del Teatro que se realizará en 2014.

El jurado también resolvió invitar al XIV Encuentro Regional del Teatro Centro Litoral a los espectáculos: Canciones con el piso y otros cuentos del grupo Los Tinguiritas (Concordia); Criaturas del grupo Los Macanos (Paraná); Jacinto Rojo de los grupos Teatro del Bardo y La Espina (Paraná); y La vajilla del Elenco Rotativo de la UNER (Paraná).

También otorgó menciones en los siguientes rubros: Mejor Actriz para Judit Diment (La vajilla); Desarrollo de Recursos Plástico Visuales para La realidad no tiene que ver conmigo (Grupo Salida de Emergencia, Gualeguay); y Mejor Vestuario para Andrea Fontelles (La edad de la ciruela, Grupo La Telonera, Paraná).

En esta edición se implementó por primera vez el Premio del Público. Luego de cada función los espectadores expresaron su valoración en torno a las obras entrerrianas. En este caso, la obra elegida fue La vajilla de Patricia Suárez, bajo dirección de Lito Senkman.

Este selectivo fue organizado por el Instituto Nacional del Teatro (INT) - Representación Entre Ríos, la Secretaría de Cultura de la Municipalidad de Paraná y la Asociación de Teatro Metamorfosis; y contó con el apoyo del Ministerio de Cultura y Comunicación de Entre Ríos, el Centro Cultural y de Convenciones La Vieja Usina, la Casa de la Cultura de Entre Ríos, el Teatro Municipal 3 de Febrero, la Sala Metamorfosis/Callejón de los sueños y El Coleguilla - Bar y Arte.

La vajilla

jo

Jacinto Ro

Criaturas