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AZUCENA FLORES
AZUCENA FLORES
CIUDAD DE MÉXICO, MÉXICO
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En manos de la noche*
El sudor barniza la piel con ondulantes ríos. Quedan las horas y las sombras hendidas en la ropa basta con cerrar los ojos para estremecerse de vértigo Suspender en el aire los cuerpos extenuados.
La palabra se detiene al borde la lengua Un húmedo instante donde el silencio se convierte en precipicio escurre por dentro y se diluye acariciando, calcinando las adoloridas membranas.
Dentro, en lo luminoso de la carne un grito espasmódico se aferra a la languidez del rayo. Como la tarde estallando extasiada en manos de la noche Ay, si pudiera ser la tarde…
* Publicado en: Fanzine Digital “Las Palabras y los Cuerpos II” del Taller Corporalidades y Creación Literaria 2021.
La frontera del sueño*
Hay días hechos de sol templado al amanecer traen consigo las estelas de los días en que la vida nos deja beber de sus manos el agua de los ríos donde se disuelven los momentos que la noche arrulla.
Hay noches que parecen llamar a cada estrella por su nombre Las encienden con relámpagos ensartados entre las ramas Cuando desde lo más profundo se anuncian los estallidos de la sangre.
Es el preámbulo en el que tu corazón se abre para anidar colibríes. El rito en que el árbol se convierte en bosque y el bosque se enciende en tus ojos.
Estero que revienta en la frontera del sueño, libro florecido bajo el párpado despierto. Quedan las nubes con su clamor de trueno bajo la ondulada paz de tu cabello.
* Publicado en: Fanzine Digital “Las Palabras y los Cuerpos II” del Taller Corporalidades y Creación Literaria 2021.
Oración ambarina
Señora mía, soberana, irredenta, incólume. Sombra que adornas con tu manto las madrugadas donde tus fieles te buscamos pregonando tu ausencia retando a ciegas aquello que llamamos distancia, Soy semilla fermentada detrás de tus ojos Con las manos tibias sostengo tus hilos de terciopelos azules para bordar tus suspiros en mi pecho
Compañera ingénita Niña que murmuraba sobre mis párpados la historia de las piedras Que entre tardes florecidas tu voz cantaba las rimas del zanate y las madreselvas. mientras te dibujaba casas de hojas remojadas y dulces de menta y limón, ¿recuerdas?
Madre del olvido y del llanto exiguo retorna tu aliento a mis campos y montañas levanta el polvo donde habita la sangre de las ancestras llévales los pétalos remendados a mis huesos donde escribo las despedidas que no pude dar.
Sabia ecuánime, parsimoniosa, Que eres en mí y conmigo, Muerte Hermana , ¿Cuántas veces –abras/zadas- hemos confesado nuestras soledades, en una oración ambarina que gotea de tus labios a mis resabios?
Exhalación certera, puntual... tiñe mis piernas de la calma que la lluvia deja en el mar Enreda otra vez tus dedos en mi cabello y escóndete conmigo en este aciago silencio donde las palabras se entienden con los ojos cerrados, ebrios.
Viento anquiloso, lapidario refugio de luciérnagas que indefensas pasean en mis jardines insomnes de horas recién llovidas. Desde la botella vacía clamo el exilio de estas palabras agazapadas hacia el desencuentro expiatorio de estos huesos que te anhelan.
Muerte Amada Regazo de mis esperanzas. Sonrisa de dulce anís. Que sea tu sombra perenne, quebranto de todos los universos, la ventana de mis pasos.