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MAR GÓMEZ

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MICHELLE FAJARDO

MICHELLE FAJARDO

MAR GÓMEZ

MÉRIDA, MÉXICO

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Apología a mis besos

Mis besos son míos. Nunca serán como los tuyos. Que cada quién hable de los suyos. Hacer un recorrido por mis besuqueos resulta un ejercicio divertido, tan jocoso como las carcajadas, tan encantador como las hadas en un bosque de añoranzas, tan emotivo como mi alma. Revisión de inevitables recuerdos que asoman sin armadura para contarte de mis amores. Los he tenido buenos, muchos demasiado buenos, malos, regulares y pésimos. Largos, cortos y envenenados, fraternales, pasionales e históricos; irrecuperables y amorosos, burdos y tontos. Son tan únicamente míos que hacen historia. Himno a mi vida, los que nunca pasaran de moda en mis recuerdos. Las palabras parecen frágiles y endebles ante los besos, y mira que amo las letras, pero nada que comparar, es vulgar y ocioso hacerlo. La unión de dos bocas revolviendo salivas para hacerla una sola, es poesía libidinal, única, personalizada. Esos besos llegan conmemorando la amante carnalidad. He dado y recibido tantos besos como miradas; de esos voluptuosos y mórbidos como las caricias que se dan con deleite, enrollados en sensaciones de embriaguez, como si admiraran orgásmicamente una obra de arte.

¡Ah!, pero los besos que más gustan son aquellos que atraviesan el puente abstracto entre dos interioridades trasmutando emociones. Etéreos, con soplos de afectos, casi humanos como los sortilegios, los que se dan ensalivando los pómulos, los ojos, el cuello, las manos; esos que dan los amantes reales, los nietos,

los padres, los hijos, los hermanos, el perdón, los que me saben a chocolate en la intimidad.

De los robados también hay remembranzas, algunos sabrosos, otros odiados. Los rápidos clandestinos, los falsos y punitivos, involucionados y llenos de miedo; los que pasan sin hacer renacimiento mejor botarlos al olvido.

Los besos poéticos son bienvenidos, los de danza húmeda, de oceánica suave espuma, los de textura meta sensorial, de energía onírica, de brasas en cascada.

Recibo con amor los terapéuticos, esos que curan el alma, los que llegan para mostrarse, los de mis amigos acompañados de un apachurrado abrazo, los que dan calor consciente, que sanan y adelgazan los males, los que alargan la vida, los que hablar sin hablar.

De los que faltan por recibir y dar, existe uno, al que le brindo la absolución, lo libero de todo mal. Queda para la redención; ese que buscamos en nuestro inconsciente personal; el que todavía no estamos preparados para encontrar, quizá sean ese, con sabor a divinidad.

Los besos en el tiempo también expiran de tanto esperar, secreto que me dirá tu boca, la que mi aliento exhalará. Será como un autógrafo que mi alma tatuará, el que sacudirá mis alegres recuerdos, el que la muerte da.

El beso con el que mi boca tiene una cita pendiente el que prefiero esperar. Que vivan los besos vivos, mueran los emoticones.

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