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SANTIAGO GARCÉS MONCADA
SANTIAGO GARCÉS MONCADA
ITAGÜÍ, COLOMBIA
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Trece olvidos
Pequeño ángel que dormido entre mis brazos anida, es tu sonrisa preciosa como el rocío en las rosas, como el marfil de las teclas del más fino de los pianos, doy gracias por ser tu hermano a Dios que en el cielo escucha, que calma mi soledad y mi sufrir tan humano con el calor de tu mano, que me rescata y protege cuando el miedo soberano quiere en tinieblas perderme.
Tú, mi más íntima musa a la que jamás escribo, hoy doy a ti mis latidos, mi amor y mi poesía, por ti la vida daría sin la traición de dudarlo, o acabaría con cualquiera que intentara hacerte daño, soy tu escudo y tu guarida, tu confidente y tu guía,
tu amigo y tu compañero y el único que te quiere con un amor tan sincero que en su pureza es perenne, soy tu ejemplo, tu maestro y tu aprendiz, mi sueño, hacerte feliz, mi pecado, trece años de ceguera, mi esperanza, lo que queda por vivir.
Te quiero porque me quieres sin importar el pasado, cuando el niño desalmado que sin saber había sido se convirtió en tu castigo, te hizo conocer el llanto, de corazón yo te pido, con el alma conmovida casi al borde del quebranto, que me perdonen tus labios, que borres viejos espantos, que olvides esa tristeza que he convertido en sonrisas desde hace ya muchos años, no olvides que soy humano, tan frágil y asustadizo, oculto en mi fortaleza que más que refugio es celda donde oculto mis tristezas, por lo que siempre sonrío.
Admiro tus ojos que no dudan al llorar, los míos se han secado de pensar, hija de octubre que tras el viento vuela, tu fuego arde en mi mundo hasta quemar, estrella de escorpio de piel entre blanca y canela, incinérame, que soy fría madera, poeta, hijo de junio que el verano ha negado y ve desde el invierno tu esencia, primavera, llama, hermosa quimera, ilumíname hasta el dolor, que ha de ser bautismo el ardor, astro de pasión enardecida, arráncame de la piel la venda que por ti aguantaré como lo hiciste tú, quémame y hazme cenizas, pero no permitas jamás que mis sombras tu luz vuelvan a apagar, que de tristeza moría el sol poco después de acallada tu risa.
La niña ha dejado los zapatos, mujer que ante mis ojos anda erguida, orgullo que en mi pecho ha florecido, el ave que libre regresa al nido, mi hombro para ti siempre estará a la espera de que quieras refugiarte, caminemos por el mundo de la mano que a tu lado nada me podrá parar, ninfa hermosa más allá de mi memoria,
por ti vivo, por ti muero, por ti lucho, Valeria, nombre lleno de candor, hoy soy yo el que busca tu amor.
Te amo como ama la tierra al sol, pequeño rayo de luz al alba.