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JUAN ANTONIO JIMÉNEZ SANTOS

JUAN ANTONIO JIMÉNEZ SANTOS

OAXACA, MÉXICO

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Tú y yo, ¿Qué somos?

-Me preguntasSomos una plática amena después de eclipsar nuestros sexos; la certeza de extirparnos la censura bajo la pichancha de las sábanas. Somos dos almas que se toman de la mano para atravesar un puente colgante; el desconcierto, la ironía, la mirada incierta al encontrarnos opuestos en la banqueta. Somos el reflejo de los que quebrantan la luz en la oscuridad de la noche y por eso nos llaman ovejas de otro rebaño; la gota que cae del cielo y no llena el cántaro. Somos la carne prohibida, la morbosidad que alimenta a nuestros días infelices, un edén con flores marchitas. Somos el descontento de Dios renuente a Adán [por rechazar a Eva y preferir a Francisco, a Mario, a Juan, a César, y a todos los que no pueden mencionarse. La respuesta no formulada suspendida en nuestras [bocas los hijos que tanto anhelamos, la vida que nunca tuvimos, una voz que intenta doblegar el patriarcado.

Somos de aquellos que refirieron amarnos en secreto para que la realidad no herrumbre en las fechas [concluidas,

en los eventos perecederos, en el futuro aleatorio, en esta vida emergente. Somos algo más que los versos que nacen del instinto, aves del otro lado del pacífico tratando de retar a la supervivencia, somos incluso más de lo que la poesía me permite ostentarte. Tú y yo, ¿Qué somos? -Me preguntas- “No sé, tú dime” -Te contesto-.

Atardecer

He pintado la pared de mis llagas con nubes color escarlata. He hecho un espejo de nácar que refleja un palpitante río invisible. He dibujado un rincón tan profundo, tan carmíneo, tan etéreo. Hablo del sol apagándose en un atardecer.

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