JOSÉ LUIS GARCÍA HERRERA

JOSÉ LUIS GARCÍA HERRERA

BARCELONA, ESPAÑA

La tierra y la palabra

La tierra y la palabra buscan la custodia del corazón. Quizá, por esa razón no escrita, el poeta labra surcos sobre el papel atrapado en el pozo de la memoria.

Pesa la tierra como el testimonio de un secreto que sólo puede rebelarse como nieve bajo el sol.

La tierra nos aguarda, y nos endurece. Quizá como la palabra que nos hiere sin ser dicha pero que alcanza a ser el último temblor de un corazón perdido. Y esta tierra acoge todo límite como frontera, como cruce de sombras y de llagas en el horizonte breve de una línea de tinta borrosa y de versos.

Imposible no amarlas. La tierra que nos da vida y que nos mata abriga entre sus raíces el fruto perseguido de un poema escrito a golpes de lluvia sobre el pecho.

Tierra y palabra son la carne y el alma del hombre que habita en nuestro espejo.

Palabras de agua*

Escribo el tiempo con palabras de agua. Escribo las horas que resbalan por mis manos vacías, los años que se aferran a la piel con garras felinas, los miedos apretados a la espalda como sacas de carbón, las falsas ilusiones de un poema que explicará la vida y será tiempo vivido, ancla en la tierra y palabra en el agua. Acudo a la ventana donde nada sucede, al espejo sin fondo donde respondo a la última pregunta. Escribo con la sal de los cuerpos perdidos en la playa, desesperado como el náufrago bajo un cielo atrapado en un horizonte atado al horizonte. Pero las palabras no me salvarán. Nada me salvará. Los días de estío no me salvarán del abismo, de la suma que resta jornadas a la huida, de la estación desierta donde los trenes duermen la cantinela del retraso y los viajeros regresan del éxodo al destierro. Escribo del tiempo que no existe, del rescoldo frío de una caricia en el rostro, de la lágrima lenta que todavía quema en la mejilla de aquel niño que encontró en las palabras la medida del tiempo, el sonido del agua y la voz del alquimista.

* Publicado en “La semilla del óxido”, editorial Devenir, 2017.