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MODA MASTICADA Y DIGERIDA
from ALKYMIA 06: SILENCIO
by Alkymia Zine
Shhh, there is someone sleeping.
Por Sofía Zavala
En La Bella Durmiente y demás cuentos de la infancia, se busca proteger la fantasía y los sueños, en un mundo donde existe una fuerza más grande que nosotros trabajando en sus planes a costa de nuestra ajenidad. Como la madrastra de Blanca Nieves transformándose para ofrecerle una manzana envenenada y poder de ser la más bella, todo sustanciado por un hechizo impuesto por un hada madrina y sus restricciones de horario y velado por hadas verdes, azules y rojas para que nuestro sueño no sea interrumpido, y contrario a los hermanos Grimm, aquí es una aguja la que irrumpe el sueño y no la que lo causa. Así funciona la moda.
La moda es un lugar en donde todos los deseos y sueños parecieran poder hacerse realidad, los límites los marca la cantidad de tela con la que contamos y pensamos que todos somos parte de ella, tocamos los rostros de las revistas con nuestros dedos y sentimos las costuras en nuestros cuerpos. Sin embargo, cuando dejamos caer nuestro cabello por la ventana y escapamos de nuestra torre, al ver la realidad, la magia se evapora en un instante.
En una actualidad donde vemos las alfombras rojas y las pasarelas en nuestras pantallas, es lógico que decidamos creer en esta fantasía, sin poder ver todo lo que se esconde detrás. ¿Hasta donde guardamos silencio para que la moda pueda seguir existiendo?
Silencio se define como la ausencia total de sonido, y es de egoístas pensar que el ruido solo existe cuando lo escuchamos. Puede ser elegido o impuesto. Es decir, callamos o nos callan. El silencio también es definido como la abstención de hablar, pero también hay que ser incrédulos para no saber que la corporalidad puede gritar cuando la voz no es suficiente. Y parte crucial de la moda, es la corporalidad.
En un ámbito como lo es la moda, que todo pretende ser visto, se cuida mucho más lo que no tiene que ser visto. Se ocultan los mayores silencios en los lugares donde todo parece estar en un escaparate.
Nos gusta hablar de Chanel, disfrutamos ver su tweed, las camelias y la innovación en la creación de escenarios para pasarelas, pero nos gusta mantener en silencio que Coco Chanel era nazi o que Karl Lagerfeld dejó un legado no solo de moda, si no de comentarios y actitudes racistas, gordofóbicas y con apología al abuso sexual; Todas las que critican a las modelos por aparecer huesudas o anoréxicas son las típicas madres gordas que se sientan en el sofá todo el día comiendo patatas fritas o ¡Si no quieres que te saquen los pantalones, no te conviertas en modelo! Únete a un convento, siempre habrá un lugar para ti en el convento son solo algunas de las bellas frases enunciadas por Karl en vida.
Aún así, cuando hablamos de Lagerfeld, decidimos hablar de su revolución en colocar un sneaker en el haute couture, de Linda Evangelista [f/w 1991] cubierta de cadenas y de Penélope Cruz en Volver de Almodóvar usando un diseño de Karl Lagerfeld. Porque decimos callar, porque callar nos ayuda a creer, a narrar algo distinto. Porque no queremos renunciar a la fantasía.
La cultura de la cancelación es una herramienta que utiliza la sociedad actual para no sentirnos responsables de contribuir al trabajo de una persona con ideologías dudosas, sin embargo es una estrategia cuya raíz está putrefacta. Nos gusta consumir contenido, que celebridades conviertan su vida en un espectáculo, somos morbosos por naturaleza, pero odiamos decir esto en voz alta. Pero nos gusta pretender una pureza y terminamos escuchando a cierto rapero con denuncias de abuso a solas en nuestra habitación. No queremos gustos culposos, solo queremos gustos. Mediante estos parámetros cancelamos a mujeres, personas de color o personas que no cumplen con belleza hegemónica. Aquí no me obligaré a colocarles nombres de personas canceladas y personas cuyo status, a pesar de tener comportamientos imperdonables, seguimos colocando en un pedestal y decidimos separar al artista de su obra, porque estoy segura que ustedes pueden pensar en nombres.
Solo nos bastó un vistazo a la colección de Mar giela Artisanal s/s 2024 para olvidarnos de los comentarios anti-semitas realizados por John Galliano en el 2011. La inspiración victoriana, el carácter vapor wave y un maquillaje de muñeca fue suficiente para restarle importancia a sucia judía, deberías estar muerta, comentario hecho por el nazi new age en un bar del centro de Paris.
El diseñador, a raíz de ese comentario, fue suspendido y posteriormente removido de su cargo como director creativo de la firma Dior. La Casa Dior afirma su firmeza en la política de tolerancia cero ante cualquier comentario racista o antisemita, afirmó Sidney Toledano, presidente de Dior.
Pero nosotros, el público, parecemos tener más tolerancia. Galliano jamás regresó a Dior a pesar de haber revolucionado con su estilo ecléctico la imagen de la marca. Y no regresó porque hubiera sido políticamente incorrecto por parte de Dior, es mala publicidad. En apariencia no queremos que nadie nos acuse de ser malas personas, pero en las tinieblas de la oscuridad y detrás del telón, Dior asegura que Galliano ha sido de sus mejores directores creativos. Pero al final de cuentas, fue contratado por OTB group para hacerse cargo de Maison Margiela. Dueños también de Diesel, Jil Sander y Viktor&Rolf.
Podemos pensar que desde el 2011, Galliano ha aprendido y se ha educado un poco sobre cuestiones sociales. En realidad, el diseñador sigue negando el suceso y jamás ha emitido disculpas. Pero nos daremos el lujo de seguir ignorándolo, porque ver a la maquillista contratada por Galliano, Pat McGrath, hacer que los rostros de las modelos parecieran de plástico es mucho más interesante.
La moda es un dragón, un hechizo y un laberinto. Parece mucho más grande que nosotros, claro que no necesitamos cambiar todo de un día al otro, pero recae en nuestros deseos si queremos seguir durmiendo incómodamente sobre un guisante o nos levantamos a buscar las incomodidades entre todos los colchones. Un acto incómodo, pero que nos asegura tener un sueño genuino.