3 minute read

La singularidad No. 6

El eco

De Patricio Ventosa Rodríguez

El sonido se mueve a través del aire de forma aparentemente instantánea. Nuestras cuerdas vocales vibran, vibrando el aire que después vibra nuestro tímpano. El sonido es vibración. Es energía. El sonido en el aire viaja tan rápido que nuestra voz parece llegar a oídos ajenos en cuanto la evocamos. Hasta que no. Magnificando la escala, el sonido es, en realidad, sumamente lento. El eco habita el espacio que ocupa nuestro sonido cuando ya no está nuestra voz.

El eco , objetivamente, es lo que sucede cuando la vibración del sonido rebota en una o más superficies para volver a nosotros. Percibimos el eco como una repetición de nuestra voz cuando, en realidad, es nuestra misma voz logrando sobrevivir un poco más. Nosotros hablamos sabiendo bien que el habla es efímera. Hablamos esperando que las palabras se disuelvan como si el aire no fuera espeso. Nuestras palabras, en forma de onda, se resisten. El eco, como piedra liza rebotando en un lago, se aferra.

A diferencia de otros conceptos que he tratado en esta columna, el eco existe por su cuenta; casi en contra de nuestra voluntad, a nuestras espaldas. El eco nos embosca porque nace de nuestra voz, más no de nosotros. Uno nunca entra a un espacio esperando que su voz regrese, el eco se anuncia. “Ay. Hay eco ”. Lo dicho dicho está. Las palabras no permanecen, pero, si quieren, persisten. Vuelven.

Hay fenómenos naturales que representan emociones humanas de forma tan precisa que parece que nosotros mismo las traemos a la existencia. La nostalgia perdura en el mismo aire que habita el eco. El eco de tu ex-pareja cuando hueles su perfume en la calle. El eco de tu abuelo cuando escuchas a Agustín Lara. El eco del departamento donde vivías en tu carrete de fotos. Lo que ya no es construye un nido de paja invisible dentro de lo que sí.

El eco es parte de la naturaleza física del cosmos tanto como de la naturaleza humana de la reminiscencia; es metafórica y poéticamente inevitable. Tanto la nostalgia como el eco duelen, pero duelen como echarse after-shave, como respirar con un aire atorado, como dolor en la panza por reír. El eco es, esencialmente, uno de los muchos recordatorios que nos tira el universo sobre nuestra falta de control. Esa falta de control que molesta y le da sentido a la vida.

Y me molesta un poquito, irónicamente, porque tiene mucho sentido. La luz rebota de un espejo de la misma forma que el sonido rebota en una pared. El eco es el hermano más lento y joven del reflejo. Nos reflejamos en todo aquello que extrañamos, en todo aquello que duele y en todo aquello que no está. La inevitabilidad del eco no pasa de las tres estrellas porque me da coraje como me hace creer en fuerzas superiores.

This article is from: