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Entrevista Spotlight: Sofía Muñoz

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Heredando trazos

Heredando trazos

Patricio, del equipo de Alkymia se reunió con Sofía, también del equipo de Alkymia, para hablar de Costillas, el Spotlight de esta edición. Lo siguiente fue editado por claridad.

¿Quién eres?

Me llamaron Sofía. Mis apellidos son Muñoz y Hurtado. Estudio Historia del Arte y no me gusta la etiqueta de artista en cualquiera de sus presentaciones. Creo que es una etiqueta extraña y difícil de desmenuzar. Me incomoda bastante. Por eso mismo no me denominaría como artista o escritora o poeta. Ilustradora sí, creo. Es extraño porque el arte y el término “ilustración” siempre han estado en constante pelea.

En tus poemas encontramos, claramente, una relación complicada con el cuerpo, ¿cómo describirías el proceso de pasar ese concepto al papel?

Sí. Hay una relación muy extraña con el cuerpo. Como hablo en el poema, hay una sensación de ser dos cosas y una al mismo tiempo. Creo que no hay nadie vivo hoy en día que pueda entender la relación que solía tener el humano con su cuerpo previo al siglo XVIII. Cuando se da el quiebre epistemológico se separa la razón del cuerpo; somos consciencia y el jarrón donde se almacena. A mí eso me ha marcado mucho porque, a diferencia de Descartes (peyorativo), yo no creo que sea así. La mente existe gracias al cuerpo y la información que conserva es gracias al cuerpo. Al mismo tiempo, claro, el cuerpo de hembra que tengo hace que hayan muchas vivencias que se atraviesan. Como mujer cisgénero, es otra capa de separación con el cuerpo. Hay expectativas de apariencia y de actitud que terminan en no poder tener una relación estática con el cuerpo. También, lo hemos hablado antes, el tema del peso siempre ha sido algo que me atraviesa de muchas maneras. Creo que en las noches, cuando escribo, cuando no puedo dormir porque algo me molesta, me veo obligada a prender la luz de mi cuarto y agarrar pluma y papel para vaciarme. Así funciona mi poesía, en general. Lo escribo en una noche y poco después lo edito. Intento no meterles mucha cuchara, mi intención es que se sienta como un stream of consciousness [flujo de consciencia].

A través de este proceso, ¿dirías que escribes para ti? ¿Se puede escribir para uno mismo?

Ese es un tema que da para horas, pero yo, personalmente, empecé a escribir en un taller de escritura creativa en la secundaria. Invariablemente, mi acercamiento a la escritura se forma a partir de escribir para ser leída. No es un proceso que surgió en la completa y absoluta intimidad. Al final del día sí tengo una comprensión, aunque sea mínima, en cuanto a técnica e interpretación literaria. Ahora, ¿ser leída por quién? Es otro asunto. Muy pocos de mis poemas atraviesan los ojos de alguien más, pero yo misma vuelvo a ellos eventualmente. Escribir es un recurso de memoria y de archivo y preservación. Es una forma de autoconstruirme y entenderme, pero escribir o usar el lenguaje en cualquiera de sus formas, implica ser leído. Lenguaje que no se habla o se escribe se muere. Vive en voz o en letra.

En el primer poema de la serie, hay cierto aspecto de “autoconsumo”, ¿qué puedes decirnos al respecto?

Creo que la experiencia de ser mujer, de la feminidad en todas sus formas, va muy ligada a un hambre indescriptible de consumo. Hay una forma muy voraz de querer aprehender las cosas. No sé de donde venga eso, pero ya hasta hay memes en todas las redes de “girlhood is a spectrum” [la feminidad es un espectro] donde en un extremo es un venadito y en el otro hay un demonio volviéndose loco. Creo que es un poco así. El tema del consumo propio, para mí, viene de haber empezado a leer filosofía desde demasiado joven. El existir de esta forma es muy extraño. Escribirle un poema al cuerpo fue un ejercicio para saberme en el cuerpo. Nace de una crisis nocturna de “qué chingados es esto”. El autoconsumo viene de la pasión tan grande de estar y ser viva. Todo lo que me atraviesa, lo consumo.

¿Esto se conecta a la incomodidad de existir y de sentirte que encontramos en el segundo poema?

Es una serie porque todas las intenciones de los poemas se relacionan entre sí. El autoconsumo, desde mi perspectiva, surge completamente de la incomodidad de saberme aquí. De una forma tan aleatoria sobre la cual no tengo control. También es eso, existo en un cuerpo donde no tengo control de como se ve, como se verá, que le pasará, son cosas que solo mi código genético sabe. Hay tantas cosas que me van a atravesar y yo no tengo idea. El saberse aquí es muy raro. Sudar, tocar otras cosas. Como la primera vez que experimenté un Papanicolaou: las personas con vulva sabemos que es algo que no se siente nunca. Es sentir una parte del cuerpo que nunca antes habías sentido y darse cuenta que eres un cuerpo completo. Es incómodo físicamente, pero es incómodo porque te obliga a estar constantemente en tu cuerpo. Dentro de la episteme de este siglo, no es normal. Es sobre eso, no podemos evitar existir.

En el tercer poema, hablas sobre ser las partes que te conforman, más allá de tu conocimiento empírico y enfocándote en pleno sentir, ¿eres cuerpo, eres mente o eres alma?

Contestar si eres alma implica un montón de otras cosas. Pero en general, el tercer poema, más que ser un desarrollo sobre algo que ya vivo, es un deseo. Siempre he sido una persona muy mental. Todo lo filtro a través de lo que sé. Lo que más extraño de ser niña es no filtrar las cosas por mi cabeza; el saberme cuerpo. Creo que soy una mente que desea ser cuerpo y, más que eso, desea reencontrarse con él. Es un camino muy extraño, pero es ese el deseo. He probado muchas cosas, pero mi cabeza no se queda quieta. Al final, todo lo que hago pasa por este filtro de intelectualización que palidifica el sentir. Por eso soy mis partes, todavía no me entiendo como una sola cosa. Tengo que hablar de mi mano y de mi brazo para desear que sean uno solo.

Aprovechando que la entrevista de este Spotlight es contigo, miembro del equipo de Alkymia, cuéntanos qué te hizo decidir compartir estos poemas de esta forma.

Esta respuesta es más fría, creo. Todos los poemas míos que han visto la luz del día son poemas que están técnicamente bien logrados. No es que yo sea la escritora del siglo, sé que es algo que no está hecho con las patas. Aunque mi proceso de edición no sea ni largo ni extenso, sé cuando algo tiene la forma para ser compartido. Eso me impulsa a compartirlo. Específicamente en Alkymia y en este número porque decidí que valía la pena exponerlo a un público más grande que no es la gente que me conoce, que no es la gente que me ve día a día y me sigue en Instagram. Después de estos años de universidad, haber entablado amistades con personas que conocen lo que es crecer como mujer me ha enseñado que el no entender es una experiencia compartida. Desde lo más cursi, a veces es bueno poder leer a alguien más que muere de miedo o incomodidad o que, simplemente, no entiende. Creo que hoy en día todos nos movemos con la pretensión de entenderlo todo. Me parece muy valioso poder voltearnos a ver y saber todos somos gallinas sin cabeza. Todo se remonta al miedo a existir. Se siente como gritar de agonía mientras tu cuerpo se colapsa en sí mismo. Eso, o me estoy proyectando.

¿Qué es tejido para ti?

Por estas preguntas es que amo mi carrera. Creo que el tejido es lo más humano posible. El estar rodeado de partes y juntarlas es replicar aquello de lo que estamos hechos. Somos un esqueleto unido a través de músculo que se uno con otras partes. Todo esto, creado a partir de una red de células. O más abajo, unos atomitos chiquitos que cohesionan entre sí. Si nos queremos ir hacia la materia, todo es un tejido. Para mi, resuena mucho en el arte. Creo el arte hace justamente eso: teje. Tiene concepto A, concepto B y concepto C y a través de algo plástico, teje estos tres puntos para crear un tejido. Se ve en todo el arte. Desde DaVinci hasta, Koons (peyorativo).

Si has tenido la oportunidad, que esperamos que sí, de leer la nueva edición de Alkymia, ¿cuál ha sido tu aportación favorita?

Principalmente, el cuento de Carlos Guineo [Métodos de seguridad arácnidos] me pareció un buen giro inesperado para el tema de la edición. Es una forma muy divertida, y no por eso menos importante, de acercarse al tema. Hemos ya tenido varias aportaciones de Guineo y me parece fantástico como tiene diferentes formas de salirse de las cajas. Por más que diseñamos los temas intencionalmente vagos, tiene una tendencia increíble de apropiarse del tema. No lo conozco, pero a mí me habla de un escritor muy capaz. También quedé fascinada con uno de los poemas del fanzine “Pálpito”. El poema está transcrito a Braille. Inevitablemente, por el formato digital de la revista, no es posible experimentar el poema en su totalidad, pero el Braille es la conexión perfecta de cuerpo y mente, a mi parecer. La información depende directamente lo que pueda sentir el cuerpo. No tenemos más contexto sobre por qué el poema fue escrito así, pero hablar del cuerpo en un medio que exige el cuerpo, teje el tejido. Está obligando al tejido a tejer. Me parece estupendo. Es profundamente conmovedor. Atraviesa el cuerpo. Me gusta.

Para despedirnos, ¿hay algo en lo que estés trabajando que te gustaría promocionar? ¿Algo a lo que quieras dar visibilidad?

Mis poemas no son estrictamente políticos, pero quiero aprovechar esta oportunidad para recordarles que hoy en día hay un genocidio sucediendo en Palestina y un genocidio silencioso en el Congo. No podemos dejar de hacer consciencia del desplazamiento de todas estas personas que son parte de nuestro tejido cultural. No podemos permitir la erradicación de nadie nunca.

Escapa de y/o reencuéntrate con tu cuerpo con Costillas en la última edición de Alkymia y mantente al tanto próximas ediciones para ver más del arte de Sofía.
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